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1. Introducción
1.1. ¿La clausula de la prevalencia del interés general dentro de la fórmula Estado
Social de Derecho permite la aparición del utilitarismo benthamita y milliano en
Colombia?
1.2. Metodología
2. Introducción
Advirtamos que, según Garzón (2017), acontecimientos como la toma del Palacio
de Justicia el 6 de noviembre de 1985 por parte de un comando del M-19 (…), un
incremento de las masacres, los desplazamientos, los secuestros, los ataques contra
el edificio del DAS y contra la prensa escrita (El espectador y la Vanguardia
Liberal), la violencia contra líderes políticos, como el secuestro de Álvaro Gómez y
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Cuando se haga referencia al interés general, también se estará aludiendo al interés público. Pero, no al
interés de la Nación ni al interés social, pues la Corte le ha atribuido acepciones distintas..
el asesinato en el mismo año del líder de la UP Jaime Pardo Leal, el genocidio
contra dicho movimiento y, por último así como más importante, fue el asesinato
del Tribuno del pueblo, Jorge Eliecer Gaitán (p.18), pues, podría esgrimirse que
“como el “florero de Llorente” desencadenó los hechos que culminarían en la
convocatoria a una Asamblea Constituyente” (Torres, 2007) y, posteriormente, al
nacimiento de la Constitución de 1991.
En este orden de ideas, al ser una de las estructuras básicas del Estado Colombiano ser
Estado Social de Derecho, junto con los restantes parámetros establecidos en el artículo 1º
superior, todas la actividades judiciales, las actividades particulares e inclusive el
ordenamiento jurídico deben ser pensadas en función de dicho principio rector y
mencionadas clausulas. Empero, si se pregona que la prevalencia del interés general debe
permear todo el accionar dentro de este mundo fenomenológico hasta el plexo jurídico
vernáculo, ¿se puede llegar a olfatear cierto tufillo utilitarista en Colombia?
Para poder responder esta incógnita es perentorio definir (de-finis4), es decir, según
Wittgenstein (n.f.) citado por Solano (2018), sustituir un conjunto de signos lingüísticos
complejos por un conjunto de signos lingüísticos más simples de las palabras “interés”,
“general”, “particular” y utilitarismo” para hacer espumar sus verdaderas esencias, su
significados y alcances. Dice Solano (2016), que un “interés” es “una posición favorable a
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Etimológicamente significa poner límites a un concepto. Recordemos que, como afirma Ortega y Gasset
citado por Solano (2016), “las plantas y las palabras viven de sus raíces.
la satisfacción de una necesidad” (p, 190) y la Real Academia Española (2020) define
“general” como “la mayoría de un conjunto de cosas o personas”; entonces, haciendo una
concatenación lógica diremos que, el interés general, es la posición favorable de una
mayoría de personas a la satisfacción de una necesidad. No obstante, el significado de la
expresión “interés general” varía si nos encontramos en un Estado personalista, respetuoso
de la dignidad humana o si estamos en presencia de un Estado transpersonalista,
irrespetuoso de la dignidad humana; según Conseil d´Etat citado por Rodríguez (2019), en
la introducción del Rapport de 1999, admite, fundamentalmente, dos aproximaciones
distintas. La versión utilitaria, del Estado liberal, y la versión republicana, surgida en la
revolución francesa.
A este tipo de Estado no le interesa en lo más mínimo aquellos grupos que se encuentra
en inferioridad numérica en una decisión, sobre todas las cosas se debe primar un bienestar
común sin importar por encima de quien se pase. Prosigue Rodríguez (2019) espetando
que:
El utilitarismo es una teoría ética que acepta como credo que, a partir de la Utilidad o
del principio de mayor Felicidad, siguiendo a Mill (1984), “las acciones son correctas en la
medida en que tienden a promover la Felicidad, incorrectas en cuanto tienden a producir lo
contrario de la Felicidad” (p. 2). Para Mill (1984) la Utilidad o el principio de mayor
Felicidad es “la regla directriz de la conducta humana” (p. 5), y que este es, según Bentham
(1780), “el criterio de todas sus acciones, tanto privadas como públicas, tanto de la
moralidad individual como de la legislación política o social” (Sánchez, 2012, párr. 4). Es
por eso que el bienestar o utilidad es el criterio que usa el utilitarismo para juzgar el nivel
de justicia y desigualdad entre las personas, “es justa la sociedad que maximiza la suma (o
el promedio) de los niveles de bienestar (o utilidad) de sus miembros” (Parijs, 1991, p. 18);
la manera que tiene un hipotético Estado utilitarista de saber si sus ciudadanos están bien o
mal tratados, o de si debería intervenir para aplicar políticas de redistribución justa de los
recursos, es atender al nivel de bienestar de las personas. Entonces, resulta adjudicable a
dicho Estado la realización de un cálculo entre la utilidad que genera una acción menos el
sufrimiento que dicha acción produce en las personas involucradas en ella para saber si una
acción es justa o injusta, si debe ejecutarla o no.
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Entendamos este término en el sentido de Posner (2007) como “maximizar la riqueza o minimizar el
despilfarro”.
Esta Corte ha insistido en que la única forma como los derechos constitucionales
pueden tener una eficacia normativa verdadera es reconociendo que ellos, como lo
señala la doctrina y lo ha establecido la jurisprudencia de esta Corporación, “son
verdaderas cartas de triunfo contra el bienestar colectivo”, y por ende no pueden
“ser disueltos en un cálculo utilitario sobre el bienestar colectivo, ni pueden estar
sometidos al criterio de las mayorías, ya que esos derechos son precisamente
limitaciones al principio de mayoría y a las políticas destinadas a satisfacer el
bienestar colectivo.”. Esta Corte ha resaltado que no puede condicionarse la validez
de un derecho constitucional a los criterios de las mayorías y a su compatibilidad
con los objetivos de interés general, por cuanto eso implicaría “quitarle toda su
eficacia específica puesto que, en una gran medida, los derechos constitucionales
fundamentales son las promesas que formulan las mayorías a las minorías - y a esas
minorías radicales que son las personas- de que su dignidad e igualdad serán
siempre respetadas". El principio de prevalencia del interés general permite preferir
la consecución de objetivos comunes sobre intereses particulares, siempre y cuando
el interés particular no se encuentre amparado por un derecho constitucional. Y es
que debe entenderse que el respeto de esos derechos constitucionales es un
componente integrante del interés general. (Corte constitucional, Sala plena, D-3720
y D-3722, 2002)
Sólo con este ejemplo ya se puede inferir, sin miedo a ser señalado ni juzgado, que la
cláusula a la cual se ha hecho referencia en el trasegar de este escrito, posibilita la entrada
del utilitarismo benthamita y milliano a nuestro Estado. Empero, si se hace un ejercicio más
riguroso y se escudriña a cabalidad la totalidad del plexo jurídico vernáculo, seguramente,
hallaremos un cofre lleno de otros arquetipos utilitaristas que se presentan en nuestra
sociedad.
3. Conclusión.
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O también la Corporación define ese núcleo esencial como, siguiendo al profesor Peter Haberle, el ámbito
necesario e irreductible de conducta que el derecho protege, con independencia de las modalidades que asuma
el derecho o de las formas en que se manifieste. Es el núcleo básico del derecho fundamental, no susceptible
de interpretación o de opinión sometida a la dinámica de coyuntura o ideas políticas". (Corte Constitucional,
Sala Novena de Revisión, T-179.752, 1998)
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No entendamos la destrucción de la vida como la cesación de la existencia corpórea del hombre, sino como
la afectación sumamente catastrófica de las esferas que acompañan el vivir de él.
mismos, por su condición de ser seres humanos, sino por su contribución al bienestar
general, trayendo como consecuencia destrucciones sistemáticas de vidas; lo cual es
sumamente terrible para Colombia que con su vanagloria que tanto lo caracteriza presume
ser un fehaciente Estado Social de Derecho, respetuoso de la dignidad humana, pero sólo
termina mostrando su horrenda faceta utilitarista.
4. Referencia.
Aristóteles. (2007). Ética Nicomáquea (A. Gómez, trad.). México D. F.: Porrúa.
Constitución Política de Colombia [Const.]. (1991). Artículo 1 [Título I]. 29. a Ed. Leyer
Corte Constitucional, Sala Plena. (28 de julio de 1999) Sentencia D-2313. [MP Eduardo
Cifuentes Muñoz]
Corte Constitucional, Sala Plena. (24 de enero de 2001) Sentencia D-3099. [MP Cristina
Pardo Schlesinger]
Corte Constitucional, Sala Plena. (11 de abril de 2002) Sentencia D-3720 y D-3722. [MP
Eduardo Montealegre Lynett y Clara Inés Vargas Hernández]
Corte Constitucional, Sala Plena. (30 de julio de 2008) Sentencia D-7182. [MP Marco
Gerardo Monroy Cabra]
Torres Forero, C. A (2007). De las aulas a las urnas. La universidad del rosario, la séptima
papeleta y la constituyente de 1991. Bogotá: Editorial de la Universidad del Rosario