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DERECHO DE ACRECER

Reproducción del Código Civil Comentado, T. IV Derecho de Sucesiones,


Gaceta Jurídica, edición 2010, versión digital
ACRECIMIENTO ENTRE HEREDEROS
ARTICULO 774
Si varios herederos son instituidos en la totalidad de los bienes sin determinación de partes o en
partes iguales y alguno de ellos no quiere o no puede recibir la suya, ésta acrece las de los
demás, salvo el derecho de representación.
CONCORDANCIA:
c.c. arts. 667, 674, 681 Y ss., 735, 742,805 inc. 2)
Comentario
Guillermo Lohmann Luca de Tena
1. Noción del derecho de acrecer
El Código peruano regula el derecho de acrecer sin antes explicar de qué se trata. Antes de
definir esta figura conviene mencionar que la designación a una sucesión puede producirse de
las siguientes formas
a) Instituyendo expresamente a unos en defecto de otros, que es el caso de la sustitución vulgar;
b) Instituyendo a unos para que sucedan después de otros, que es el caso de la sustitución
fideicomisaria, no reconocida por nuestro Código;
c) Instituyendo a varios a la vez, pero exclusivamente en cuota cierta, o con partición ante lada
de los bienes, lo que está previsto en el artículo 852, supuesto en el cual una interpretación de
la declaración testamentaria permitiría inferir que el testador no quiso que el designado reciba
más de lo que expresamente le deja, de manera que si el llamado no quiere o no puede heredar
habrá que hacer llamamiento intestado; y
d) Instituyendo a varios a la vez de manera conjunta sobre toda o parte de la herencia o del
legado. Es en este cuarto caso en el que entran en funcionamiento las reglas del derecho de
acrecer, que podríamos decir que es una especie de sustitución implícita entre los collamados a
lo mismo.
El acrecimiento es, en resumen, un aumento de la propia cuota, que se incrementa con lo que
hubiera correspondido a otro del mismo grado (LOPEZ y LOPEZ, p. 84) -salvo el derecho de
representación- que hubiese sido llamado conjunta o simultáneamente en lo mismo, y cuya
vocación haya quedado vacante. En la sucesión testada este aumento se produce porque el
ordenamiento legal presume (ROBBE, p. 165) que fue la voluntad del testador llamar a cada uno
potencialmente al todo (TRABUCCH 1, p. 441) y, por supuesto, para evitar, si se trata de
heredero y no de legatario, que haya que hacer llamamiento ab intestato. En la sucesión
intestada el acrecimiento se justifica para que la herencia quede en manos de los de parentesco
más próximo que ya sean herederos, siguiendo el principio de que los más próximos excluyen a
los más remotos (salvo la excepción de la representación).
En ese sentido, puede definirse el acrecimiento como aquella expansión de la propia titularidad
de eventual llamamiento al todo (o a una parte del todo, si hay indicación testada de acrecimiento
singular dentro de un grupo) y por lo tanto, en verdad, no es que quede vacante una cuota que
alguien recibió y luego deja, sino que por efecto de la retroactividad de la sucesión (aceptación
o renuncia, o no eficacia, por cualquier razón: indignidad, falta de realización de la condición,
etc.) al momento de la muerte, el acreciente ya recibe en su vocación aquello que, en principio,
estaba potencialmente asignado a otro que nunca llegó a suceder. El acrecimiento, pues, no
puede confundirse con adquisición o transferencia de cuotas, sino como una suerte de absorción
(FORNIELES, p. 156) de lo destinado a otro.
El derecho de acrecer reposa en una vocación solidaria, que presupone "un llamamiento conjunto
a una pluralidad de sucesores del mismo grado, en forma tal que todos resulten llamados
potencialmente al todo" (LOPEZ y LOPEZ, p. 84). Así, la parte que hubiera tocado a uno y que
nunca llega a hacerse efectiva, se distribuye entre todos los demás, porque el llamamiento es
único y conjuntiva. Lo cual es lógico, pues como expresa Ossorio cuando se llama a varios
herederos en forma conjunta a una misma masa de bienes, se supone que se ha querido "que
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pasen exclusivamente a ellos" (OSSORIO, p. 323), Y no a otros, porque no se han designado
sustitutos.
Entonces, si al pasar exclusivamente a ellos falta uno de los llamados, el todo se distribuye entre
los sujetos que queden (que, dicho sea de paso, no necesariamente serán menos, porque por
representación la cuota de uno puede haberse distribuido entre muchos sucesores),
presumiendo que esa ha sido la voluntad del testador (SANTOS BRIZ, p. 413).
2. Sistemática y regulación del derecho de acrecer.
En cuanto a este punto, puede ser criticable que el acrecimiento se haya regulado en sede de
sucesión testada, como si no fuera de aplicación también a la intestada. Quiero decir, como si
no hubiera derecho de acrecer (o, si así se prefiere llamarlo, incremento de cuota) entre los
herederos que son designados a falta de testamento.
El tema es discutido. En el Perú Lanatta sostiene que el acrecimiento es privativo de la sucesión
testada. Sin embargo los argumentos que resumidamente apunta son igualmente aplicables a la
sucesión intestada (en REVOREDO, p. 98). Lo mismo piensa Castañeda (pp. 240, 242 Y 245).
En España, por ejemplo, mientras que Albaladejo (p. 298) Y Santos Briz (p. 413) declaran que
se aplica a ambas formas de suceder, Lacruz y Sancho RebuIlida estiman que en la intestada
no hay, en propiedad, vocación solidaria. Entre los autores argentinos también hay
discrepancias, así, a favor de que procede para ambas modalidades opinan Fassv (p. 302) y
Pérasala (p. 301); mientras que en contra se manifiestan Fornieles (p. 222), De Gásperi (p. 171),
entre otros.
De todas maneras, aprovechando la nueva regulación ampliatoria -lo que era necesario, aunque
no se ha logrado del todo- de la escueta normativa del Código de 1936, en el de 1984 pudo y
debió haberse consignado un artículo indicando que las mismas reglas son de aplicación, en
cuanto corresponda, a la sucesión intestada.
En lo que se refiere a la normativa propiamente dicha, es pertinente mencionar que, en el fondo,
de los cuatro artículos que el Código dedica al acrecimiento, uno sobra por completo, que es el
776, referido a los legados ineficaces que se "reintegran" a la masa; otro, el 777, es un puro
enunciado de lo que el testador puede disponer y, por tanto, no reviste mayor complicación
exegética. Solo son interesantes, si así puede decirse, el primero (774), referido al acrecimiento
entre herederos, y el segundo, el 775, referido al acrecimiento entre legatarios. Desde luego, se
trata de una disciplina bastante parca, comparada con la que le dedican otros Códigos.
3. Efectos del acrecimiento.
Los efectos o consecuencias del acrecimiento pueden reducirse, básicamente, a tres:
a) En primer lugar, que con efectividad a la fecha de apertura de la sucesión, el acrecimiento es
automático (DE LA CAMARA, p. 46), Y se produce ope legis como consecuencia lógica del
llamamiento solidario (CICU, p. 294), tengan o no conocimiento los beneficiarios y sin requerirse
su declaración de voluntad (ROBBE, p. 167).
b) En segundo lugar, estrechamente entroncado con lo anterior, no cabe renunciar a lo propio y
tomar lo acrecido, ni viceversa. Aunque el tema se presta a discusión, a tal punto que por ejemplo
Somarriva (p. 242) llega a afirmar que el derecho de acrecer es accesorio, renunciable y
transmisible, soy del parecer que en el genuino acrecimiento no existen dos delaciones o
llamamientos separados, susceptibles de ser aceptados o renunciados con autonomía entre sí,
sino uno solo con virtualidad expansiva al todo, debido a que no existe institución en cuota fija.
Reproduzco, por su claridad y autoridad en esta materia, las palabras de Beltrán: "la adquisición
de las vacantes por efecto del acrecimiento tiene lugar ipso jure, sin necesidad de aceptación
cuando se produzca la vacante (cualquiera que sea la causa productora de ésta); cada
coheredero, al aceptar, no acepta una cuota sino toda la herencia, y con ello el acrecimiento
sobre todas las vacantes que se produzcan" Y puntualiza que "no puede, pues, decirse que
prescriba el derecho de aceptar la vacante por acrecimiento, porque tal derecho [de aceptación
separada] no existe. Se acepta toda la herencia y en ese momento se adquiere ipso jure el
derecho de acrecimiento cuando se produzca una vacante" (BELTRAN, p. 167). En resumen: al
haber vocación solidaria se acepta o rechaza todo, no una parte, como señala bien el artículo
677.
c) En tercer lugar, que producida la aceptación de lo propio (y, por corolario, lo acrecido) el que
acrezca sucede en todos los derechos, limitaciones y obligaciones que tenía el que no pudo o
no quiso recibir. Por ejemplo, que el que no quiere o no puede suceder hubiese sido gravado con
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un legado. Obviamente se excluyen aquellas cargas personalísimas, que solo podría cumplir el
que deja vacante la porción acrecible (RIVAS MARTINEZ, p. 717; AZZARITI, p. 619).
4. Acrecimiento entre herederos regulado en el artículo 774.
Pese a la aparente sencillez del precepto, un análisis acucioso evidencia que está preñado de
preguntas.
a) ¿A qué herederos se refiere?
La norma no distingue de manera explícita. Por lo tanto deberíamos entender que incluye tanto
a los llamados forzosos, como a los voluntarios. Sin embargo, creo que, en rigor, no es correcto
hablar de acrecimiento dentro de (en) la legítima, aunque sin duda en ella los legitimarios
acrecienten sus cuotas entre sí cuando falta alguno de ellos. Pero ocurre que este aumento de
participación no se produce por acrecimiento en la herencia, sino porque simplemente la legítima
solo puede repartirse entre los legitimarios (vid. CASTAÑEDA, pp. 241 Y 242).
Por lo demás, creo ya haber demostrado que en nuestro sistema sucesorio el legitimario no
necesita suceder, porque puede recibir su legítima totalmente antes de la muerte del causante a
título de donación, lo que le faculta para renunciar a la sucesión y conservar lo que ya recibió.
En suma, la legítima discurre por una vía diferente y aunque en ella pueda producirse, en el
aspecto práctico o económico, un efecto igual al normal del acrecimiento no es auténtico derecho
de acrecer como figura autónoma, sino simple funcionamiento de las reglas propias de la
legítima. Dicho de otro modo: en la legítima y en el acrecimiento hay, eventualmente, el mismo
incremento, pero por razones diferentes.
Lo dicho no quita, desde luego, la posibilidad de acrecimiento del legitimario con herederos
voluntarios o con un designado en la parte de libre disposición. Véase con un ejemplo: el
causante fallece con un patrimonio neto de 300 y había hecho donaciones a su hijo por 600, de
modo que el acervo total para cuantificar la legítima es de 900, cuyos dos tercios (o sea, 600)
son legítima. No obstante al estar ya íntegramente pagada la legítima a título de donación, el
padre -que obviamente tiene la total disponibilidad de los 300- instituye tres herederos en estos
300. Uno de los herederos es su hijo y los otros son dos sobrinos. Pues bien, si uno de los
sobrinos instituido como heredero voluntario no pudiera o no quisiera recibir la herencia, su
porción acrece al hijo del causante y el otro sobrino, recibiendo 150 cada uno.
b) El tipo de institución.
Prescribe el precepto como requisito que varios herederos sean designados en la totalidad de
los bienes, sea sin determinación de partes, sea en partes iguales.
Lo de herederos instituidos en la totalidad de los bienes es un error. A los herederos no solamente
les corresponden bienes, sino también pasivos. Por lo tanto, hubiera bastado y hubiera sido más
exacto si se hubiera dicho, simplemente, herederos llamados a la totalidad; o si se quería ser
más precisos, llamados a la totalidad de la herencia. Pero no solamente a los bienes.
Aparte del anterior comentario, se nota que el artículo parte de una premisa: ha de haber una
pluralidad de herederos llamados a la totalidad (se sobrentiende que llamados,
concurrentemente). Sin negar que esta sea la premisa normal, no quiere decir que sea la única.
Me explico: el derecho de acrecer es subsidiario de la voluntad del testador como puntualiza
Albaladejo (p. 311), tiene un fundamento voluntarista que obliga a interpretar lo que quiso el
testador (vid. REBORA, p. 266; SUAREZ FRANCO, p. 299). Por lo tanto, no hay inconveniente
para que varios herederos sean llamados en grupo, con especial acrecimiento entre ellos. Es
como si el testador dijera: "instituyo como herederos a Juan y a Pedro en el 60%, ya Luis y
Antonio en el 40%". De este modo, aunque no se haya establecido expresamente derecho de
acrecimiento en cada grupo, si Pedro llegara a renunciar su 30% iría a Juan, pero no a Luis ni a
Antonio.
Recapitulo indicando que, a mi juicio, solo no habrá acrecimiento cuando se concluya que existe
independencia entre los llamamientos.
En nuestro ordenamiento nada obliga, desde luego, a que la designación tenga que ser en el
mismo testamento, como sí exige el artículo 674 del Código italiano; y ni siquiera en la misma
cláusula, como sí reclama el artículo 1044 del Código francés al aludir a "une seule et méme
dispositíon".
Por su parte Castañeda (p. 243) es enfáticamente de diferente opinión al sostener que "deben
ser llamados por una misma y sola disposición de un solo testamento, a fin de poder recibir el
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aumento. Trátase no solo del mismo testamento, sino que se exige más: una sola disposición;
una sola frase; una sola cláusula".
La idea nuclear, en suma, es que, pese a hacerse en distintos testamentos, exista institución
conjunta (es decir, solidaria) a la misma herencia o a una porción de la misma. Este es el primer
requisito.
El segundo requisito sobre el modo de institución es que sea "sin determinación de partes o en
partes iguales". Son dos supuestos diferentes. El tema requiere una mínima explicación, pues
adviértese que hay una locución alternativa: "o".
Que no haya determinación de partes significa tanto porciones numéricamente señaladas (DE
LA CAMARA, p. 46) (es decir, alícuotas), como que no haya institución en cosa cierta separada.
Como siempre, habrá que interpretar la voluntad declarada, pues lo que a la postre interesa para
saber si hay acrecimiento es determinar si, en definitiva, sean cuales hayan sido las expresiones
del testador, las cuotas no han sido queridas sino como consecuencia necesaria del concurso
de varios derechos de la misma fuerza sobre la misma herencia (CICU, p. 294)
Por eso es que no toda partición ante lada necesariamente constituye muestra de la voluntad del
testador excluyente del derecho de acrecer. De ahí que serían dos cosas distintas las siguientes:
1) "instituyo como mis herederos universales a Augusto y a Claudio, y deseo que a Augusto se
le adjudique la casa A y a Claudio la casa B"; y 2) "instituyo como mi heredero a Marco en la
casa A y a Lucio como mi heredero de la casa B". En el primer caso existe derecho de acrecer
por haber vocación conjunta, de manera que ambos son llamados al todo, aunque para la
partición el testador haya dispuesto que las porciones alícuotas se concreten de la manera que
indica. En el segundo caso, en cambio, no hay vocación colectiva sino concreta, separada, por
lo que si decae la institución de uno, el bien adjudicado a él quedará sin titular y habrá que llamar
a sucesión intestada.
Recapitulando: la circunstancia de que haya fijación de alícuotas no excluye el derecho de
acrecer, aunque se llame en partes desiguales (LOPEZ y LOPEZ, p. 87).
El segundo supuesto señalado por la ley, alternativo al anterior, es que sean iguales las partes
(fracciones) en que se ha producido la institución. Que en tal caso hay derecho de acrecer no
cabe duda. A la inversa, que si la institución es desigual no hay posibilidad de acrecimiento,
según reza la norma. O sea, cuando del propio testamento se advierte la desigualdad que puede
constituir indicio poderoso de la voluntad del testador de limitar la atribución sucesoria a dicha
fracción. Así cuando se diga: "nombro como herederos a Máximo con el 30% y a Paulo con el
70%".
Con todo, la decisión legal de impedir acrecimiento si no hay igualdad es, hasta cierto punto,
discutible, porque el hecho de que las partes alícuotas sean desiguales no necesariamente
significa decisión del testador de excluir el acrecimiento; es decir, de excluir vocación potencial
al todo si alguno de los llamados falla. Si el testador ha designado porciones desiguales pudo
haberlo hecho, acaso, porque preveía que todos le sucederían, pero que no pensó en que alguno
no había de hacer o. Y el que uno no le suceda porque no quiere o no puede, es circunstancia n
prevista que no excluye la potencial voluntad del testador para que los otros acrezcan.
El punto, por tanto, es que hay que buscar la imposibilidad de acrecer en el hecho objetivo de la
desigualdad de partes, sino en que tal desigualdad sea medio revelador de que el testador quiso
efectivamente limitar las porciones a las cuantías prefijadas, sin posibilidad de aumento
(SANTOS BRIZ, p. 416). Por eso, insisto, lo crucial no es observar en cuánto se instituye -
desigual o no, aunque ello sea indicio-, sino cómo se instituye. Y si se instituye con vocación
solidaria, habrá acrecimiento.
c) La vacante.
Expresa el artículo 774 que el acrecimiento se produce si "alguno [de los herederos instituidos
en la forma ya explicada] no quiere o no puede recibir la [parte] suya".
Es necesario, entonces, que haya una vacante y que lo mismo deba necesariamente (AZZARITI,
p. 611) repartirse entre menos. Y cuando se dice vacante significa exactamente lo que dice la
norma: que algún heredero no pueda o no quiera recibir la herencia. Pero, y aquí sí debo precisar,
no se trata de que no quiera o no pueda recibir "su" parte de la herencia, sino en verdad que no
llegue a suceder, sea cual sea la razón.
Razones que impiden llegar a heredar son las siguientes: indignidad, renuncia, premoriencia,
conmoriencia, falta de realización de la condición suspensiva; realización de la condición
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resolutoria, si es que se admitiera esta modalidad condicionante; no nacimiento vivo del
concebido; si se designa a una persona jurídica que no llega a perfeccionar su constitución;
nulidad o anulabilidad del testamento o disposición testamentaria en que se instituya a uno de
los coherederos (por ejemplo: artículo 688, sobre disposición en favor del notario, sus parientes
y testigos; artículo 546, sobre disposición en favor de tutores y curado res, aunque esta norma
debe ser correctamente interpretada; los cónyuges divorciados o separados, con las atingencias
que ya he hecho; etc.).
Extrañamente Castañeda (p. 247) solo reconoce el derecho de acrecer en caso de premoriencia.
Y agrega que "el derecho de acrecer no se produce si uno de los coherederos colegatarios
renuncia a la herencia o es incapaz".
d) La distribución.
Como regla general, el acrecimiento es recíproco y se produce entre todos los llamados a la
herencia (o a la porción de la misma, si el llamamiento es grupal). El artículo dispone que,
producidos los supuestos, la porción del que no puede o no quiere recibir, acrece las de los
demás.
Dicho con otro vocabulario, el efecto que el artículo enuncia es que la parte que hubiera
pertenecido al vacante se distribuye entre todos los demás.
Ahora bien, esta distribución entre todos los demás no tiene por qué ser necesariamente en
partes iguales. En efecto, nada impide que el testador establezca una reciprocidad "de ida pero
no de vuelta". Me explico, que haya dispuesto que, vacante un heredero determinado, su porción
acrezca a los demás, pero que si falta alguno de ellos la parte de cualquiera de ellos acrecerá a
todos los demás, exceptuando al determinado.
En resumen, aunque de ordinario el acrecimiento sea un derecho recíproco, el testador puede
limitarlo.
e) Representación. Sustitución
Cierra el artículo 774 su redacción precisando que no hay derecho de acrecer cuando exista
derecho de representación. La salvedad es razonable y la precisión encomiable. Por lo tanto,
cuando hay derecho de representación (descendientes, o colaterales en el caso del artículo 683)
al no poder o no querer heredar el llamado, lo hacen sus representantes ocupando su lugar en
la porción que deja, evitando así que dicha porción aumente la de los otros llamados.
Para concluir, aunque acaso se estime obvio, cabe solo puntualizar que tampoco hay derecho
de acrecer cuando la vacante es ocupada por un sustituto que el testador hubiera designado.
Quiero decir, el acrecimiento está subordinado a que no opera una sustitución.
DOCTRINA
ALBALADEJO GARCIA, Manuel. Comentarios al Código Civil y Compilaciones Forales.
Tomo IX, Vol. 1 A. Edersa, Madrid; AZZARITI, G. Le successioni e le donazioni. Jovene
Editore. Nápoli, 1990; BELTRAN DE HEREDIA, P. El derecho de acrecer. Editorial
Revista de Derecho Privado. Madrid, 1956; CASTAÑEDA, Jorge Eugenio. Derecho de
Sucesión. Editorial e Imprenta Bautista. Lima, 1975; CICU, A. El testamento. Edersa.
Madrid, 1959; DE GASPERI, L. Tratado de Derecho Hereditario. Editorial Tipográfica
Argentina. Buenos Aires, 1953; DE LA CAMARA, Manuel. Compendio de Derecho
Sucesorio. La Ley. Madrid, 1990; FASSI, Santiago. Tratado de los testamentos. Editorial
Astrea. Buenos Aires, 1970; FORNIELES, S. Tratado de las Sucesiones, tomo l. Ediar.
Buenos Aires, 1950; LACRUZ BERDEJO, J.L. Y SANCHO REBUDILLA, F. Derecho de
Sucesiones. Editorial Bosch. Barcelona, 1976; LANATTA, Rómulo. Exposición de
Motivos y Comentarios al Libro de Derecho de Sucesiones. En Código Civil. Exposición
de Motivos y Comentarios, dirigido por REVOREDO, Delia. Lima, 1985; LOHMANN
LUCA DE TENA, Guillermo. Derecho de Sucesiones, tomo II, vol. II. Fondo Editorial de
la Pontificia Universidad Católica del Perú. Lima, 1995; LOPEZ y LOPEZ, A. Derecho de
Sucesiones. Bajo la dirección de CAPILLA RONCERO Y otros. Tirant lo Blanch.
Valencia, 1972; OSSORIO MORALES, J. Manual de Sucesión Testada. Editorial Instituto
de Estudios Políticos. Madrid, 1957; PERE LA SALA, J.L. Derecho de Sucesiones.
Editorial Depalma. Buenos Aires, 1978; REBORA, J.C. Derecho de las Sucesiones.
Librería y Editorial La Facultad. Buenos Aires, 1932; IVAS MARTINEZ, J.J. Derecho de
Sucesiones. Común y Foral. Editorial Dykinson. Madrid, 1989; ROBBE, U. Voz
Accrescimento, en Novissimo Digesto Italiano, tomo l. Torin ,1957; SANTOS BRIZ, J.
Derecho Civil. Editorial Edersa. Madrid, 1979; SOMARRIV NDURRAGA, M. Derecho
5
Sucesorio. 3ra ed. Editorial Jurídica de Chile. Santiago 981; SUAREZ FRANCO, R.
Derecho de Sucesiones. Temis. Bogotá, 1989; TRABUCCHI, A. Instituciones de Derecho
Civil, tomo 11. Edersa. Madrid, 1957;

ACRECIMIENTO ENTRE LEGATARIOS


ARTICULO 775
Cuando un mismo bien es legado a varias personas, sin determinación de partes y alguna de
ellas no quiera o no pueda recibir la que le corresponde, ésta acrecerá las partes de los demás.
CONCORDANCIA:
c.c. arts. 667, 674, 742, 772 inc. 1) y 2), 774
Comentario
Guillermo Lohmann Luca de Tena
El dispositivo contempla el caso del legado de un mismo bien. Sin embargo, como ya sabemos,
el legado no solamente puede recaer sobre bienes, sino asimismo sobre derechos.
Por otra parte, es perfectamente posible que el legado no recaiga sobre un único bien o derecho,
sino sobre varios. Tal sería el caso, por ejemplo, de la siguiente institución: "lego a Antonio y a
Mucio mis dos casas".
A diferencia del artículo 774 -que alude a institución de herederos "sin determinación de partes
o en partes iguales"-, este artículo 775 solamente alude a bien legado "sin determinación de
partes". ¿Significaría esto, acaso, que cuando se lega en partes iguales no hay derecho de
acrecer?
En mi opinión la respuesta debe ser negativa; o sea, que sí cabe acrecimiento. Y pienso así no
porque por el solo hecho de designación igualitaria deba necesariamente haber acrecimiento,
sino porque lo normal es que habiendo partes iguales exista institución conjunta. Lo fundamental
es que la institución conjunta supone que los instituidos lo han sido con vocación al todo de la
atribución patrimonial objeto de la liberalidad.
Obviamente no habrá derecho de acrecer si de la interpretación del testamento del causante
resulta que, aunque los legatarios hayan sido designados en partes iguales, el testador quería
limitar la atribución a tal parte, sea igualo desigual. Por lo mismo, en materia de legado no es tan
importante si hubo o no fijación de porción o cuota, sino definir si con tal fijación se estaba
queriendo excluir cualquier ampliación de la misma. Y a la inversa, aunque determinación de la
fracción, si ello no excluye la posibilidad de acrecer.
De todos modos, lo natural es que en legados de cuota no exista derecho de acrecer. Coinciden
con este parecer Goyena Copello (p. 224) Y Olavarría (p. 40).
Finalmente, con relación a este artículo, cabe señalar que Hinostroza Minguez (pp. 187 Y 188)
parece negar el derecho de acrecer entre legatarios, expresando que "en lo referente al
acrecimiento entre legatarios, éste (sic) no es posible". Explica que en su opinión no hay que
confundir la inexistencia del derecho de acrecer de un legado cuyo beneficiario era una sola
persona, con el legado de un mismo bien a varias personas.
DOCTRINA
ALBALADEJO GARCIA, Manuel. Comentarios al Código Civil y Compilaciones Forales.
Tomo IX, Vol. 1 A. Edersa, Madrid; CASTAÑEDA, Jorge Eugenio. Derecho de Sucesión.
Editorial e Imprenta Bautista. Lima, 1975; ECHECOPAR GARCIA, Luis. Derecho de
Sucesiones. Gaceta Jurídica, Lima, 1999; FERRERO COSTA, Augusto. Tratado de
Derecho de Sucesiones. Editorial Grijley. Lima, 2002; GOYENA COPELLO, H. Tratado
del Derecho de Sucesión. Editorial La Ley, Buenos Aires, 1972; HINOSTROZA
MINGUEZ, Alberto. Derecho de Sucesiones. Editorial Fecal. Lima, 1997; LANATTA,
Rómulo. Exposición de Motivos y Comentarios al Libro de Derecho de Sucesiones. En
Código Civil. Exposición de Motivos y Comentarios, dirigido por REVOREDO, Delia.
Lima, 1985; LEON BARANDIARAN, José. Tratado de Derecho Civil, tomo VII Derecho
de Sucesiones. Gaceta Jurídica, Lima, 1995; LOHMANN LUCA DE TENA, Guillermo.
Derecho de Sucesiones, tomo 11, vol. 11. Fondo Editorial de la Pontificia Universidad
Católica del Perú. Lima, 1995; OLAVARRIA VIVIAN, Juan. Cuestiones de Derecho

6
Sucesorio en el Código Civil peruano de 1984. Editora Escolani. Lima, 1997; ZARATE
DEL PINO, Juan. Curso de Derecho de Sucesiones. Palestra Editores. Lima, 1998.

REINTEGRO DEL LEGADO A LA MASA


ARTICULO 776
El legado se reintegra a la masa hereditaria cuando no tiene efecto por cualquier causa, o cuando
el legatario no puede o no quiere recibirlo.
CONCORDANCIA:
C.C. arts. 667, 674, 742
Comentario
Guillermo Lohmann Luca de Tena
La ubicación del artículo es por completo deplorable. Debió estar situado a continuación del 772,
bien entendido que éste es incompleto, pues también hay otras causales de caducidad (rectius,
extinción) del legado.
Lo del "reintegro" a la masa es una manera fácil de decir las cosas. Y, como suele ocurrir con
todo lo excesivamente fácil, no del todo exacta.
Es fácil porque ilustra la idea de que el legado "queda" en la masa hereditaria. Pero no es exacta
porque:
a) Si el legado no es eficaz, en rigor no hay reintegro (volver a integrar con lo que no estaba),
porque en verdad el legado no llega a salir del conjunto de la masa. Quiero decir que no hay
salida y retorno, sino que simplemente, por la ineficacia, no hubo salida.
b) No todo caso de ineficacia del legado causa "reintegro" a la masa. Solamente "regresa" si:
- no hay derecho de acrecer, y
- ni el testador designó sustitución (recuérdese que no hay previsto derecho de representación
en legados en nuestro Código).
c) Tampoco hay "reintegro" a la masa general cuando el legado grava:
- a un heredero en particular si hay varios coherederos. Habiendo varios coherederos, el gravado
con el cargo queda liberado y a los demás no les afecta ni positiva ni negativamente. Obviamente,
si el gravado es heredero único, al quedar él liberado, queda la masa liberada;
- si el gravado con el legado es otro legatario. En este caso, la ineficacia del sublegado no implica
retorno alguno a la masa hereditaria, sino que el legatario gravado queda exonerado de cumplir
el sublegado.
d) Por último, la posibilidad de "reintegro" solamente puede postularse cuando lo legado sea algo
perteneciente al testador. Pero cuando el legado es de cosa ajena, no cabe retorno alguno, sino
simplemente ineficacia.
Lo correcto, por lo tanto, sería decir que cuando el legado es ineficaz, el gravado con él queda
liberado. De esta manera, se prescinde del concepto impreciso de "reintegro" y se cubren todas
las posibilidades.
DOCTRINA
CASTAÑEDA, Jorge Eugenio. Derecho de Sucesión. Editorial e Imprenta Bautista. Lima,
1975; ECHECOPAR GARCIA, Luis. Derecho de Sucesiones. Gaceta Jurídica, Lima,
1999; FERRERO COSTA, Augusto. Tratado de Derecho de Sucesiones. Editorial Grijley.
Lima, 2002; GOYENA COPELLO, H. Tratado del Derecho de Sucesión. Editorial La Ley,
Buenos Aires, 1972; LANATTA, Rómulo. Exposición de Motivos y Comentarios al Libro
de Derecho de Sucesiones. En Código Civil. Exposición de Motivos y Comentarios,
dirigido por REVOREDO, Delia. Lima, 1985; LEON BARANDIARAN, José. Tratado de
Derecho Civil, tomo VII Derecho de Sucesiones. Gaceta Jurídica, Lima, 1995;
LOHMANN LUCA DE TENA, Guillermo. Derecho de Sucesiones, tomo 11, vol. 11. Fondo
Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Lima, 1995; OLAVARRIA VIVIAN,
Juan. Cuestiones de Derecho Sucesorio en el Código Civil peruano de 1984. Editora

7
Escolani. Lima, 1997; ZARATE DEL PINO, Juan. Curso de Derecho de Sucesiones.
Palestra Editores. Lima.

DISPOSICIÓN TESTAMENTARIA
ARTICULO 777
El derecho de acrecer no tiene lugar cuando del testamento resulta una voluntad diversa del
testador.
CONCORDANCIA:
C.C. arts. 168, 686, 690
Comentario
Guillermo Lohmann Luca de Tena
La regla del artículo 777 no reviste singular problema. Solamente es pertinente precisar sobre
ella lo que sigue:
a) La voluntad es la que resulte de interpretar la declaración contenida en el testamento. Por lo
tanto, no se requieren fórmulas sacramentales. La voluntad distinta a que se refiere el artículo
puede haber quedado expresada de diversas maneras.
b) Así como el testador puede disponer que no hay lugar a acrecimiento, puede alterar las reglas
que el ordenamiento legal establece. O sea, puede señalar un acrecimiento de manera distinta:
suprimir la reciprocidad de unos a favor de otros, pero no a la inversa; o señalar que sí hay
derecho de acrecer entre los primeros designados, pero no en caso de sustitución, etc.
DOCTRINA
FERRERO COSTA, Augusto. Tratado de Derecho de Sucesiones. Editorial Grijley. Lima,
2002; LANATTA, Rómulo. Exposición de Motivos y Comentarios al Libro de Derecho de
Sucesiones. En Código Civil. Exposición de Motivos y Comentarios, dirigido por
REVOREDO, Delia. Lima, 1985; LEON BARANDIARAN, José. Tratado de Derecho Civil,
tomo VII Derecho de Sucesiones. Gaceta Jurídica, Lima, 1995; LOHMANN LUCA DE
TENA, Guillermo. Derecho de Sucesiones, tomo 11, vol. 11. Fondo Editorial de la
Pontificia Universidad Católica del Perú. Lima, 1995; ZARATE DEL PINO, Juan. Curso
de Derecho de Sucesiones. Palestra Editores. Lima, 1998.

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