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RETÓRICA
¿Factor antidemocrático de la antigua Atenas?
la democracia y por qué? ¿Cómo funcionaba tal régimen? ¿Qué papel desempeñó la
postula el régimen democrático como el mejor. Aunque a veces con ironía, como
democracia el “menos peor” de los sistemas. De ahí que nazca la inquietud de conocer su
origen griego, tarea nada sencilla. En un primer acercamiento, novato, desde luego, he
Gomme. Más adelante quiero exponer brevemente parte de la compleja tesis de Ober en
Es una dificultad histórica y global la manera en que los pueblos se rigen. El problema
fundamental surge puesto que quienes gobiernan abusan tarde o temprano del poder, se
desde Platón y Aristóteles, pasando por Cicerón, San Agustín, Santo Tomás, hasta
Maquiavelo, Hobbes, Locke, Rousseau y una larga lista que se engrosa y alarga, han
1
“La democracia es el peor régimen, excepto por todos los demás.”
intentado definir parámetros para evitar este proceso de descomposición y conseguir una
la ética, como base para construir una sociedad sana. La teorías modernas están cargadas
gestadas desde Platón: el equilibrio de poderes. Argumentan que un mundo donde los
individuos buscan su propio beneficio, debe hacer que unos y otros se vigilen, y llaman a
este sistema uno de pesos y contrapesos. Otros son más pesimistas, como Robert de
Jouvenel, citado por Gomme: “hay menos diferencia entre dos diputados, de los cuales
uno es revolucionario y el otro no, que entre dos revolucionarios, de los cuales uno es
diputado y el otro no.”2 El punto que quiere demostrar es que dos líderes políticos, por
distintas que sean sus ideologías, tienen una postura en común: obtener beneficios para sí
a costa del pueblo. De manera que tienen incentivos para coludirse y, cada uno desde su
expone que quienes comparten el poder por largo tiempo, terminan por corromperse, por
tajante. Explica el argumento de Gaetano Mosca: “no es posible un orden social muy
desarrollado sin una ‘clase política’, es decir, una clase políticamente dominante: la clase
de una minoría”3; una buena organización requiere una clase dominante, que terminará
por corromperse. Más adelante, Michels cita la expresión francesa homme elu, homme
2
Gomme, p. 183
3
Michels, p. 164
4
“Hombre elegido, hombre jodido”, p. 179
Las pruebas que expone Michels de estos casos de corrupción de las oligarquías en
diversas partes del mundo a lo largo de la historia parecen ser irrefutables. La democracia
ateniense, sin embargo, parece ser una excepción. Tal es la intuición de Gomme (que no
pensaba en Michels5), y es lo que intenta demostrar Ober, cuyo propósito es retar la tesis
suficiente como para decidir en mayoría sobre temas de política pública, a la vez que
¿Cómo funciona la democracia ateniense? Tres son los órganos fundamentales para
(ekklēsía), que era la reunión de todos los ciudadanos7 para votar las políticas que el
Consejo (boulé) preparaba. Tales reuniones se llevaban a cabo más o menos una vez cada
diez días. La reunión comenzaba temprano por la mañana y terminaba al medio día.
Naturalmente no todos los ciudadanos acudían a cada reunión, pero se estima que las
reuniones eran de varios miles y que en los asuntos importantes se requería un quórum
mínimo de 6,000.
prácticamente diario excepto por los días feriados y los “nefastos”. Es decir, unos
trescientos días al año, aproximadamente. Su principal tarea era la de discutir y definir los
5
Aunque el libro donde aparece este artículo es del mismo año en que por primera vez se editó en inglés el
libro de Michels, 1962, el artículo “The Working of the Athenian Democracy” es de 1949.
6
Dicho irónico de Ober, p. 327
7
Es largo explicar quiénes eran ciudadanos. En términos generales diré que no son ciudadanos las mujeres,
los esclavos y los extranjeros.
sido de gran peligro, pues constituye precisamente una clase política que se reúne con
elección por suerte, así como la prohibición consecutiva de reelección, lograron hacer del
mayoría. Y no solamente eso, sino que constituyó la pieza clave para evitar que una
oligarquía tomara el poder. En efecto, el Areópago, que al parecer estaba constituido por
contra de la élite del Areópago de no ser por la existencia del Consejo. Ciertamente, dice,
cada vez que se intentó un golpe en contra de la democracia, la primera acción de los
tiranos fue la disolución del Consejo. En otras palabras, estos tres poderes son los pesos y
mayoría de la gente.
Ober aborda la problemática de los pesos y contrapesos de una manera mucho más
elaborada y compleja. En su libro Mass and elite in democratic Athens, explica que la
pueblo. Sin embargo, los mecanismos para lograrlo no eran sencillos. Es más, incluso
consiguió un equilibrio que exigía cuentas a los gobernantes, otorgaba premios y castigos
aspectos distinta de la nuestra. Ober hace una amplia introducción8 donde advierte los
las mujeres, hasta el hecho de que no había partidos políticos, como equivocadamente
asumen autores modernos. Estas explicaciones las pasaré de largo para entrar al tema que
clase política en muchas ocasiones. Los líderes políticos que solían hablar ante la
Asamblea y en los diacasterios buscaron sin duda adular a la masa para obtener
beneficios propios. La retórica fue un factor indispensable para los oradores, pues de ella
proponían —convencer a la mayoría del pueblo. Esta postura, junto con los comentarios
de Platón o Aristóteles sobre las pobres decisiones de la masa, puede llevarnos a pensar
que el pueblo era ignorante y votaba asuntos de importancia mayor con base solo en un
simple discurso que le había complacido. Esta democracia, diría Michels, es falsa, pues
voluntad del pueblo. El hecho de que hubiera demagogos significaba, ciertamente, que
había rétores que manipulaban (o al menos intentaban manipular) con salamería las
8
cf. Ober pp. 3-10
decisiones del pueblo. No obstante, el hecho de que también hubiera crítica contra este
tipo de oradores deja entrever que no había una fe ciega para con los rétores. Las posturas
de los rétores frente a la masa eran complejas (como expone Ober). No se trataba
simplemente de adoptar una postura que halagara y llamara a los impulsos psicológicos
de la masa, sino que estaba constituido por un complejo entramado de discurso con
tiempo y espacio adecuados. Los rétores estaban obligados a agradar a la Asamblea, pero
votaciones, sus actitudes, sus decisiones. Los rétores eran la voz de la Asamblea,
mucha habilidad y oportunidad por parte de los rétores para saber qué esperaba la
pueblo a denostar al orador. La retórica, como el Consejo, pudo haber sido el factor que
apoyaba y expresaba su propia voz cuando era necesario y omitía su propia opinión si la
Asamblea funcionaba como retroalimentación para los propios oradores, que obtenían ya
sobreestimado el que los rétores expresaran la opinión de la Asamblea. Ése era su papel.
También, sin embargo, debían velar por la conciencia de estos numerosos jueces. Ober
reúne ejemplos sobre las ocasiones en que los rétores se oponen a la Asamblea, y
encuentra algo peculiar. La única manera en que el rétor puede hablar en contra de la voz
común de la Asamblea es cuando ésta ha sido laxa, cuando permite que haya injusticias
generalizadas, cuando desconoce la ley de la democracia radical que los precedió. Las
veces en que los oradores ni critican ni adulan, sino que aconsejan, muestra Ober, son
casos en que no hay un criterio común: entonces el rétor debe exponer las posibles
Estas funciones de la oratoria en Atenas deben insinuar que la masa no era del todo
ignorante y que las decisiones al vapor o por impulso no eran necesariamente la regla
peores, sí. El régimen fue con frecuencia contradictorio, pero son estas contradicciones
sus pesos y contrapesos, a la que la clase política debía atenerse para mantener su
constantemente escrutada postura. Sin duda pone en cuestión la tesis de Michels, como
afirma Ober. No obstante, es en este punto donde no podemos olvidar las diferencias que
nos apartan de la democracia ateniense. Atrapados por el poder de los partidos políticos,
con líderes sobornados por el oligopolio económico que azota al pueblo, y dirigidos por
desarrollar una conciencia como la tuvieron los antiguos atenienses. Una propuesta
historia.
Bibliografía
Gomme, A.W., “The Working of the Athenian Democracy” en More Essays in Greek
History and Literature, Nueva York, Garland, 1987, pp. 177-193
Ober, J., Mass and Elite in Democratic Athens. Rhetoric, Ideology and the Power of the
People, Princeton, University Press, 1989, 390p.