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ya que, como dice san Pablo, “Dios es fiel, sin volver la cara atrás” (F, 420). El pun-
y no puede negarse a sí mismo” (2 Tm 2, to recién citado parece clave para captar
13). Por eso, san Josemaría, que acudía y toda la hondura y la importancia que el
enseñaba a acudir para todo a Dios, lo ha- fundador del Opus Dei atribuye a la fideli-
cía con más intensidad cuando se trataba dad como virtud cristiana: es una fidelidad
de ser fiel: “Señor, solamente confiaré en que se apoya en Dios mismo, eternamen-
Ti. Ayúdame, para que te sea fiel, porque te fiel e inmutable, todopoderoso, firme e
sé que de esta fidelidad en servirte, dejan- inquebrantable. Por eso, basta un instante
do en tus manos todas mis solicitudes y de contemplación de esa eterna fidelidad
cuidados, puedo esperarlo todo” (F, 903). divina para seguir adelante con la propia
Sin embargo, la confianza en Dios, de- fidelidad, que viene de Él. La fidelidad es
cisiva e imprescindible, no excusa de la ne- confianza en Dios mismo.
cesidad del esfuerzo personal por ser fiel, Hay dos textos importantes de san Pa-
más bien al contrario: la fidelidad es lucha blo, en los que san Josemaría se apoyaba
y correspondencia a la gracia: “Ser fiel a especialmente para esta enseñanza. Cita-
Dios exige lucha. Y lucha cuerpo a cuerpo, mos un pasaje en el que aparecen unidos:
hombre a hombre –hombre viejo y hombre “No podemos abandonar nunca la con-
de Dios–, detalle a detalle, sin claudicar” fianza de llegar a ser santos, de aceptar las
(S, 126). En la práctica, san Josemaría es invitaciones de Dios, de ser perseveran-
muy consciente de los altibajos que puede tes hasta el final. Dios, que ha empezado
sufrir el alma, aunque sepa que la ayuda en nosotros la obra de la santificación, la
nunca falta. Por eso, insiste en el valor de llevará a cabo (cfr. Flp 1, 6). Porque si el
las sombras tanto como en el de las luces, Señor está por nosotros, ¿quién contra no-
en el conjunto de la perseverancia: “Me sotros? El que ni a su propio Hijo perdonó,
confiabas que Dios, a ratos, te llena de luz; sino que le entregó a la muerte por todos
en otros, no. Te recordé, con firmeza, que nosotros, ¿cómo, después de habernos
el Señor es siempre infinitamente bueno. dado a su Hijo, dejará de darnos cualquier
Por eso, para seguir adelante, te bastan otra cosa? (Rm 8, 31-32)” (ECP, 176).
esos tiempos luminosos; aunque los otros A la hora de desglosar el objeto de la
también te aprovechan, para hacerte más fidelidad, a san Josemaría le gustaba ha-
fiel” (S, 341). “¡Anímate!..., también cuando cer especial referencia a tres realidades
el caminar se hace duro. ¿No te da alegría nucleares: “Suelo afirmar que tres son los
que la fidelidad a tus compromisos de cris- puntos que nos llenan de contento en la
tiano dependa en buena parte de ti? Llé- tierra y nos alcanzan la felicidad eterna del
nate de gozo, y renueva libremente tu de- Cielo: una fidelidad firme, delicada, ale-
cisión: Señor, yo también quiero, ¡cuenta gre e indiscutida a la fe, a la vocación que
con mi poquedad!” (F, 361). cada uno ha recibido y a la pureza. El que
En la línea de un posible alternarse se quede agarrado a las zarzas del camino
de luces y sombras, san Josemaría evo- –la sensualidad, la soberbia...–, se queda-
ca incluso la posibilidad de un predominio rá por su propia voluntad y, si no rectifica,
claro de estas últimas en la vida espiritual será un desgraciado por haber dado la es-
de una persona. El criterio es, todavía en- palda al Amor de Cristo” (AD, 187).
tonces, la fidelidad firmemente apoyada Como queda patente, san Josemaría
en la confianza en Dios: “Tú, que has visto ve una estrecha relación entre felicidad y
clara tu condición de hijo de Dios, aunque fidelidad (cfr. S, 84): el parecido de esos
ya no la volvieras a ver –¡no sucederá!–, términos en castellano le permite realizar
debes continuar adelante en tu camino, un cierto juego gramatical que le sirve para
para siempre, por sentido de fidelidad, mostrar algo muy profundo: si la fidelidad
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le gustaba destacar la importancia de la fi- es en lo mucho (Lc 16, 10). Que es como
delidad en lo pequeño, recordando lo que si nos recordara: lucha cada instante en
dice el mismo Jesucristo en la parábola de esos detalles en apariencia menudos, pero
los talentos (Mt 25, 21-23): “Porque fuiste grandes a mis ojos; vive con puntualidad el
“in pauca fidelis” –fiel en lo poco–, entra cumplimiento del deber; sonríe a quien lo
en el gozo de tu Señor. –Son palabras de necesite, aunque tú tengas el alma dolori-
Cristo. –”In pauca fidelis!...” –¿Desdeñarás da; dedica, sin regateo, el tiempo necesa-
ahora las cosas pequeñas si se promete la rio a la oración; acude en ayuda de quien
gloria a quienes las guardan?” (C, 819). te busca; practica la justicia, ampliándola
Aunque afirme que esa fidelidad se con la gracia de la caridad” (ECP, 77).
manifiesta también en lo poco, san Jose- No estamos ante una consideración
maría tiene siempre presente que es una meramente teórica, sino también ante la
fidelidad grande, una fidelidad heroica, experiencia triste de quien renuncia a ser
como es propio de la única y verdadera fiel. San Josemaría la evoca remitiendo
santidad. La insistencia del fundador del a un texto de la Sagrada Escritura: “Me
Opus Dei en lo ordinario como medio de hace temblar aquel pasaje de la segunda
santidad no significa que rebaje el listón de epístola a Timoteo, cuando el Apóstol se
la santidad en cuanto tal, pues, en realidad, duele de que Demas escapó a Tesalónica
no se puede rebajar: si no es heroica, no es tras los encantos de este mundo... Por una
santidad, no es la santidad de Dios. La cla- bagatela, y por miedo a las persecuciones,
ve se encuentra, una vez más, en la inten- traicionó la empresa divina un hombre, a
sidad del amor: “Hacedlo todo por Amor. quien San Pablo cita en otras epístolas
–Así no hay cosas pequeñas: todo es gran- entre los santos. Me hace temblar, al co-
de. –La perseverancia en las cosas peque- nocer mi pequeñez; y me lleva a exigirme
ñas, por Amor, es heroísmo” (C, 813). fidelidad al Señor hasta en los sucesos que
San Josemaría presenta también la pueden parecer como indiferentes, por-
misma idea desde la perspectiva contra- que, si no me sirven para unirme más a Él,
ria, es decir, desde el peligro que suponen ¡no los quiero!” (S, 343).
para el alma una multiplicación o repetición Es claro, por lo demás, que la fideli-
de pequeñas infidelidades: ““Qui fidelis est dad en lo poco es “heroica” si es tenaz y
in minimo et in maiori fidelis est” –quien es constante; lo que nos reconduce a la es-
fiel en lo poco también lo es en lo mucho. trecha relación entre fidelidad y perseve-
–Son palabras de San Lucas que te señalan rancia, y permite señalar que una manifes-
–haz examen– la raíz de tus descaminos” tación clara y práctica de la fidelidad es el
(C, 243). “Hemos de convencernos de que esfuerzo por seguir avanzando en la vida
el mayor enemigo de la roca no es el pico o espiritual, aunque sea sólo un poco más
el hacha, ni el golpe de cualquier otro ins- cada día. En estas palabras, se advierte el
trumento, por contundente que sea: es ese propósito eficaz de no detenerse nunca:
agua menuda, que se mete, gota a gota, “Desde nuestra primera decisión cons-
entre las grietas de la peña, hasta arruinar ciente de vivir con integridad la doctrina
su estructura. El peligro más fuerte para el de Cristo, es seguro que hemos avanzado
cristiano es despreciar la pelea en esas es- mucho por el camino de la fidelidad a su
caramuzas, que calan poco a poco en el Palabra. Sin embargo, ¿no es verdad que
alma, hasta volverla blanda, quebradiza e quedan aún tantas cosas por hacer?, ¿no
indiferente, insensible a las voces de Dios. es verdad que queda, sobre todo, tanta
Oigamos al Señor, que nos dice: quien es soberbia? Hace falta, sin duda, una nueva
fiel en lo poco, también lo es en lo mucho, mudanza, una lealtad más plena, una hu-
y quien es injusto en lo poco, también lo mildad más profunda, de modo que, dis-
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