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Recuento intempestivo
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Recuento intempestivo
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ISBN 978-1-950823-12-3
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Contenido
Prólogo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7
Filósofos griegos y vida cotidiana. Los riesgos de la profesión
(una doxografía biográfica) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
Ferro Gay y sus ideas acerca del filosofar . . . . . . . . . . . . . . . . . . 36
Certeza y teoría del lenguaje en la filosofía de Wittgenstein . . . . 43
Óptica y metodología en Newton . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 55
El giro cultural en la filosofía de la ciencia y la tecnología
[Una mirada leve hacia el futuro] . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 66
Nuevo humanismo y filosofía de la práctica científica . . . . . . . . 83
La caída de la falacia naturalista y sus implicaciones para la
filosofía de la tecnología . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 91
¿Es posible una sociobiología de las prácticas científicas?
Repaso de un ejercicio analógico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 106
El concepto de frontera en la semiótica de Iuri Lotman . . . . . . 116
El Estado mexicano, la frontera norte de Chihuahua y el
muticulturalismo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 128
William Randolph Hearst; Ciudadano Kane: y el isomorfismo
de la imaginación cinematográfica de Orson Welles . . . . . . . 159
Meridiano 107: los bárbaros cabalgan de nuevo . . . . . . . . . . . . . 170
“Es un error tajante decir que la filosofía analítica es una
filosofía deshumanizada”. Entrevista a Enrique Pallares . . . . 183
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Prólogo
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Martha C. Nussbaum: Terapia del deseo, p. 21.
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Ibídem, pp. 22-23.
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Teeteto, 174a.
7
Federico Ferro Gay: Los filósofos presocráticos, de Homero a Demócrito, pp. 23-24.
8
Aristóteles: Política, 1259ª.
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E. R. Dodds: Los griegos y lo irracional, p. 142.
13
Ídem.
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Ídem.
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Diógenes Laercio: VIII 62, citado por Ferro, ibídem, p. 99.
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Ibídem, p. 219.
21
Ídem.
22
Ibídem, p. 220.
23
Los filósofos presocráticos II, p. 140, n. 10.
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Ibídem, pp. 21-22.
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Ibídem, p. 22.
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esas cosas, y los acontecimientos del cielo y la tierra, y así concluí por
considerarme a mí mismo como incapaz del todo para tal estudio. [...]
Pero oyendo en cierta ocasión a uno que leía en un libro, según dijo,
de Anaxágoras, y que afirmaba que es la mente lo que lo ordena todo y
es la causa de todo, me sentí muy contento con esa causa y me pareció
que de algún modo estaba bien el que la mente fuera la causa de todo,
y consideré que, si eso es así, la mente ordenadora lo ordenaría todo y
dispondría de cada cosa de la manera que fuera mejor. [...] Creía muy
contento que ya había encontrado un maestro de la causalidad respecto
de lo existente de acuerdo con mi inteligencia. Anaxágoras y que él me
aclararía primero, si la tierra es plana o esférica, y luego de aclarármelo,
me explicaría la causa y la necesidad, diciéndome lo mejor y por qué
es mejor que la tierra sea de tal forma. Y si afirmaba que ella está en el
centro, explicaría cómo le resultaba mejor estar en el centro. Y si me
demostraba esto, estaba dispuesto a no sentir ya ansias de otro tipo
de causa. Y también estaba dispuesto a informarme acerca del sol, y
de la luna y de los demás astros, acerca de sus velocidades respectivas,
y de sus movimientos y demás cambios, de qué modo le es mejor a
cada uno hacer y experimentar lo que experimenta. Pues jamás habría
supuesto que, tras afirmar que esto está ordenado por la inteligencia,
se les adujera cualquier otra causa, sino que lo mejor es que esas cosas
sean así como son. [...] Y no habría vendido por mucho mis esperan-
zas, sino que tomando con ansias en mis manos el libro, me puse a
leerlo lo más aprisa que pude, para saber cuanto antes lo mejor y lo
peor. Pero de mi estupenda esperanza, amigo mío salí defraudado,
cuando al avanzar y leer veo que el hombre no recurre para nada a la
inteligencia ni le atribuye ninguna causalidad en la ordenación de las
cosas, sino que aduce como causas aires, éteres, aguas y otras muchas
cosas absurdas. [...] Pues lo que este hombre hace, después de hablar
del nus o mente mía, es limitarse a explicarme que estoy aquí sentado
precisamente porque tengo un cuerpo, que está formado de huesos y
nervios, y los huesos son sólidos y tienen articulaciones unos con otros,
mientras que los nervios pueden estirarse y aflojarse. Pero yo siento
que hay otra cosa, gracias a la cual he decidido estar aquí sentado con
mis huesos y mis nervios, sin haber trasladado los huesos y nervios a
Mégara o a Boecia, que es lo que me convendría, si no me retuviera la
consideración de lo justo. Esto es lo que me manda permanecer aquí.
Los sabios físicos descubren que el aire en remolino puede ser más
firme sostén del mundo que el mismo Atlas, pero no se ocupan del bien
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Platón: Banquete 223 b c d.
47
Jenofonte: El Banquete, p. 226.
48
Platón: Banquete, 220 d.
49
Tovar: obra citada, p. 151.
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Platón: Apología 32 a b c.
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Ibídem, 32 c d e.
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Tovar: obra citada, p. 260.
62
Jenofonte: Apología, 11 ss.
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63
Ibídem, 13 ss.
64
Platón: La república, VI, 496 c.
65
Tovar: obra citada, pp. 264-265.
66
Tovar: obra citada, p. 267.
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Platón: Crátilo, 428 b.
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Platón: Ión, 532 d.
69
Platón: Teeteto, 154 e.
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Nicholas Rescher: La lucha de los sistemas, pp. 224-225.
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Él mismo responde: “Pienso que esta debe consistir más bien en una
actitud de acercarse a un determinado tipo de problemática que en una
secuencia específica de creencias. Una actitud para buscar el sentido de
la vida humana y luego producir en el hombre la capacidad de experi-
mentar perplejidad acerca de tal sentido, su relación con los demás y
la naturaleza del mundo que lo rodea”.
De ello podemos inferir que la filosofía más que un cuerpo de
conocimiento o de información es algo que “ayudará a la reflexión
ordinaria del hombre, mostrándole cómo debe equilibrar sus diferen-
tes grupos de necesidades”. Es también una actitud prudente hacia el
cambio y una auténtica preparación para él mismo. La filosofía debería
tratar se reparar el daño ocasionado por la ciencia a los puntos de vista
tradicionales y ayudar a lo hombres a reexaminar tales puntos sin atacar
a los científicos. Si se habla de la filosofía como amor a la sabiduría,
entonces esta palabra habrá de entenderse como una actitud para eva-
luar y sopesar formas de acción que puedan adaptarse a una razonable
interpretación de nuestra situación humana.
De este mismo ensayo se desprenden otras importantes reflexiones.
Ferro precisa que “es imposible filosofar sin aceptar la oportunidad que
esta actividad nos brinda para el autoexamen y el examen de nuestra
sociedad. Si no se alcanza esta libertad, no habrá característica distintiva
entre filosofía e ideología y, en tal caso, la filosofía se convertirá en un
método complicado para justificar los intereses ocultos de las ideologías
que son siempre intereses inconfesables de grupos organizados para
alcanzar el poder y conservarlo”. “La tarea de la filosofía no es sola-
mente la de luchar en contra de las ideologías, claro está, pero esta es
una de las más nobles tareas. Lo importante es no caer en las redes de
una ideología y dejar que ella piense y decida por nosotros”. “El hecho
realmente importante que debemos aceptar es que si queremos cambiar
nuestra sociedad (y por tanto el mundo) debemos antes cambiarnos a
nosotros como parte de ella”.
Para tratar de poner un poco más en claro su idea de lo qué es el
filosofar y el para qué del mismo, es conveniente considerar lo que
podríamos llamar un diagnóstico de la filosofía de su tiempo en otro
ensayo titulado “Situación de la filosofía contemporánea”. Aquí vuelve
a insistir en que el instrumental del filósofo radica en la fuerza de las
ideas, de la razón crítica. Lo dice para arremeter en contra de la tradición
analítica en sus distintas versiones porque “constituye una alteración en
cuanto representa para la conciencia una pérdida de la relación dialéctica
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pensar”, “la lógica tiene exactamente el mismo sentido que el método de medida,
está antes de la corrección o falsedad de una medida determinada” (Observaciones sobre
los fundamentos, §131, 156). “Cuando más de cerca examinamos el lenguaje efectivo,
más grande se vuelve el conflicto entre él y nuestra exigencia (la pureza cristalina
de la lógica me era dada como resultado; sino que era una exigencia). El conflicto
se vuelve insoportable; la exigencia amenaza ahora convertirse en algo vacío” (IF
§107), y es que esto descansa sobre la idea de que “el juego de lenguaje es, por
decirlo de algún modo, algo imprevisible. Quiero decir: no está fundamentado, no
es razonable –ni irracional, está allí– como nuestra vida”. Sobre la certeza, §559.
34
Véase “Truth and proof ”, en Scientific American, June 1969, vol. 220, No. 6. Este
mismo punto es ampliado por Juan A. Nuño en “Teoria de la verdad en Tarski”,
Crítica, enero 1971, vol. V, n. 13.
35
Sobre la certeza, §362.
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No debemos para las cosas naturales admitir más causas que las
verdaderas y suficientes para explicar los fenómenos.
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y cuya utilidad no puede ser juzgada únicamente por ellos mismos (p.
121). Ya es asunto del pasado cuando los expertos sostenían datos in-
cuestionables y su saber era el punto final a toda controversia. En una
sociedad del conocimiento la gente posee más capacidades cognitivas.
Hay nuevas organizaciones y grupos de intereses que han contribuido
a debilitar la autoridad de los expertos (pp. 124-125).
El objetivo de una democracia del conocimiento es tratar a todos
como igualmente responsables de las decisiones políticas, sin que esto
signifique anular su distinto grado de competencia. La participación
es importante allí donde las decisiones han de tomarse en medio de la
incertidumbre y el recurso a los expertos se presenta como insuficiente
(p. 127). La idea no es establecer una especie de mentalidad clientelar
frente a la ciencia como si tuviéramos un derecho a las verdades có-
modas; en una sociedad democrática la ciencia tiene la obligación de
decir la verdad a los poderosos, o sea, a la opinión pública. La política
de la ciencia y la democracia del conocimiento se han construido en
un asunto central de la nueva ciudadanía (p. 128). En este sentido el
objetivo de la epistemología sociopolítica, vinculada de manera estrecha
con la cultura epistémica, en oposición a las definiciones canónicas
anglosajonas de epistemología, no es determinar la naturaleza ni los
límites del conocer, ni siquiera buscar unas condiciones imposibles,
necesarias y suficientes, válidas en todo tiempo y lugar, que establezcan,
de una vez por todas, las normas de la recta práctica cognoscitiva, sino
el propósito teórico-práctico de determinar qué tipo de política de la
ciencia necesita implementar una sociedad democrática y, especialmente,
bajo qué condiciones materiales debiera producirse y distribuirse el co-
nocimiento científico (Valero, p. 32). Es cierto, como ha dicho Nicholas
Carr, vivimos en una dinámica en la cual las innovaciones tecnológicas
no se pueden detener. Pero todavía es plausible pensar y anhelar que
se realicen priorizando las necesidades humanas, para tener una vida
plena en vez de apoderarse de nuestras capacidades.
El ejercicio de la investigación científica y tecnológica, a pesar
de la internacionalización del conocimiento, todavía depende de las
estructuras y los sistemas nacionales. Toda propuesta o sugerencia de
rediseño en sus prácticas y políticas ha de circunscribirse a un territo-
rio o un Estado en particular. Si nosotros pensamos en el nuestro, la
añeja recomendación sigue teniendo validez: elegir problemas nuestros,
no importados, y problemas en que nadie esté trabajando y que nos
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, Pierre: Los usos sociales de la ciencia, trad. Horacio Pons y Alfonso Buch),
Nueva Visión, Buenos Aires, 2012.
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cada una de ellas. Si bien no está decidido de una vez y para siempre
qué es un valor epistémico, además un valor puede ser epistémico en
una determinada situación y no serlo en otra (Zabala, 2000:209).
Una “virtud epistémica” es una estrategia cognitiva que promueve
el conocimiento mediante la promoción de estándares implícitos o
explícitos en prácticas científicas, y de una búsqueda por su adecuación
mutua. El concepto de virtud epistémica permite entender de una
forma natural que diferentes prácticas promuevan de manera preemi-
nente diferentes virtudes sin que eso comprometa con un relativismo
radical. Una virtud epistémica por excelencia en muchas prácticas es
la predicción; en otras prácticas, la virtud epistémica por excelencia es
la capacidad de una teoría de integrar diferentes explicaciones en una
explicación unificada, y, desde la perspectiva de otras prácticas, la virtud
epistémica preeminente es la confiabilidad de un sistema tecnológico.
Las modernas “máquinas del conocimiento” son aquellas institu-
ciones diseñadas para fomentar, reproducir o crear el conocimiento.
Se incluye a universidades públicas y privadas, institutos o centros
de investigación. Pero hasta un laboratorio modesto puede llegar a
ser una “máquina del conocimiento”. La maquinaria epistémica cada
vez se vuelve más compleja y se entrelazan diversos países y distintas
instancias cooperativas en una suma de esfuerzos para afrontar los
problemas de los grupos convergentes. Esto hace más complicado
explicar la urdimbre del conocimiento.
Monopolios cognitivos. Son elementos escindidos de un cuerpo
científico unitario con un método único, pero que llegan a establecer
comunidades bien diferenciadas del resto de sus especialidades.
Tradición de evidencia. La forma en que cada disciplina demuestra
o legitima desde un punto de vista epistémico sus hipótesis de trabajo
o sus hallazgos ha tenido en la historia de la ciencia diferentes expre-
siones. Podemos decir que las virtudes epistémicas no solamente han
variado en el tiempo, sino que son diferentes para cada disciplina; las
demostraciones matemáticas, las pruebas experimentales, los usos de la
imagen, los éxitos tecnológicos, son algunas de estas manifestaciones,
que suelen tener un comportamiento interactivo y movedizo, por lo
cual han sido llamadas “arenas transepistémicas” (Knorr Cetina, 1996).
Distribución de la autoridad. El conocimiento puede legitimarse
de distintas formas, va desde la obtención de reconocimientos o distin-
ciones por parte de los autores, sus publicaciones y el prestigio de sus
editores, el nivel de impacto del sitio donde se publique, o la obtención
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radica en una fusión de al menos dos distinciones. Por una parte está
la distinción entre las diferentes clases de actos del habla, siendo una
familia de actos locutorios las valoraciones y otra las descripciones.
La supuesta distinción entre expresiones descriptivas y valorativas,
es útil solo como distinción entre dos tipos de formas ilocucional, la
de describir y la de valorar, y ni aun en ese caso es muy provechosa,
pues si hemos de emplear esos términos estrictamente, se trata de
dos fuerza ilocucional entre centenares de clases de esa fuerza, y las
expresiones de aserto de la forma –Ticio debe pagar a Smith cinco
dólares– no entraría de manera característica en ninguna de esas
clases [Searle, 174:170].
Tesis con la cual Searle buscó demostrar que la doctrina que impide
derivar de premisas fácticas implicaciones valorativas es falsa.
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*
Una primera versión fue leída en el Tercer Encuentro Regional de Filosofía Zona
Norte, realizado el 23 y 24 de octubre de 2014 en la Facultad de Filosofía y Letras
de la Universidad Autónoma de Sinaloa, en Culiacán, Sinaloa. Esta versión apareció
en Synthesis 87, UACH, Chihuahua, México, jul.-sep. 2018.
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tienen que ver con: ¿Qué nuevas interpretaciones del mundo biosocial
nos aportó la sociobiología?, ¿es aplicable al mundo humano?, ¿cuáles
son sus alcances?, ¿es susceptible de explicar la actividad científica, en
tanto práctica social?
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El concepto de frontera
en la semiótica de Iuri Lotman
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Manuel Cacéres Sánchez: “Iuri Mijáilovich Lotman (1922-1993): una biografía
intelectual”, p. 251, en Iuri M. Lotman, La semiosfera I.
2
Ídem.
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ritarias, que precisan poseer una gran cohesión para hacer frente a la
penetración de las culturas dominantes”.3
Durante muchos años se centra en el estudio de la literatura rusa.
De esa época data también su primer libro, editado en 1958 en Tartu,
con el título Andrei Serguéievich Kaisarov y la lucha social literaria de su tiempo.
Lotman manifiesta un ejercicio intelectual que conjuga los estudios
histórico-literarios; en su obra crítica y teoría caminan siempre juntos,
explícita o implícitamente. En 1963 publica en estonio una ponencia
sobre los estudios literarios y los métodos matemáticos. En esos mis-
mos años desarrolla en Tartu un curso de poética estructural, del que
se produjo las Lecciones de poética estructural, aparecidas en 1964, en el
primer número de los Trabajos sobre los sistemas de signos.
Antes, a finales de 1962 habían organizado en Moscú el Simposio
sobre el Estudio Estructural de los Sistemas de Signos, a manera de
intento para crear una disciplina unificada de los estudios semióticos en
la Unión Soviética. Es a través de Igor A. Chernov que Lotman propone
la colaboración con el grupo moscovita, invitando a los investigadores
a acudir a la vieja universidad estoniana de Tartu y a editar sus ensayos
en ella. A partir de esto, desde 1964, el centro de las investigaciones
semióticas se traslada de Moscú a Tartu. De este modo los trabajos
sobre los sistemas de signos conforman la colección oficial de ensayos
de la Escuela de Tartu.
Lotman a lo largo de su desarrollo teórico piensa que la noción de
semiótica se define a partir de la distinción que él y Uspenski establecie-
ron en los años 70: la semiótica del signo, según la tendencia de Peirce y
Morris; de la semiótica del lenguaje como sistema sígnico, la lingüística
inaugurada por Saussure. En la primera el investigador se interesa por
la relación del signo con el significado y el proceso de semiosis, en la
segunda no es el signo aislado el objeto de estudio, sino el lenguaje, o
el mecanismo que utiliza un cierto juego de signos elementales para la
comunicación de contenidos. Y ambos piensan que la Escuela de Tartu
“procede genéticamente de este segundo punto de vista”.4
Entre 1964 y 1970, Lotman, presente atención especial a la literatu-
ra, a la búsqueda de analogías y parentescos entre el lenguaje natural y
los sistemas de signos del mito y del arte. Cáceres Sánchez afirma que
los semiólogos de Tartu-Moscú fueron los primeros en profundizar en el
____________________________________
3
Ibídem, p. 252.
4
A este respecto Manuel Cáceres Sánchez cita a Igor Chernov, “Historical Survey
of Tartu-Moscow School”, pp. 10-11.
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9
Iuri Lotman: “Acerca de la semiosfera”, p. 22.
10
Ibídem, pp. 22-23.
11
Ibídem, p. 23.
12
Ídem.
13
Ibídem, pp. 23-24.
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Ibídem, p. 24.
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Ídem.
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Ibídem, p. 25.
18
Ibídem, p. 26.
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Ibídem, pp. 30-31.
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Ibídem, p. 31.
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Ibídem, pp. 31-32.
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Ibídem, p. 34.
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Ibídem, p. 35.
44
Ibídem, p. 36.
45
Lotman: “Asimetría y diálogo”, p. 52.
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nos, hasta ese momento legítimos dueños del suelo, lo que propició
despojos crueles e injustos. Mantener la frontera bajo esta situación
era algo más que difícil, por la decadencia de las misiones y presidios,
baluartes de la avanzada de los colonos, debida a la falta de recursos
económicos provocada por la Guerra de Independencia, y por las
consecuencias derivadas de políticas adversas a las misiones, por parte
de los gobiernos radicales. El número de sacerdotes disminuyó consi-
derablemente, pues muchos de ellos eran españoles, fueron expulsados
en los años de 1827 y 1829. Por consecuencia, las misiones murieron
poco a poco, sus tierras fueron abandonadas o repartidas, ocasionando
todavía más problemas. Y aún queda por agregar la hostilidad de las
tribus indígenas, que sin la presencia de los sacerdotes se perdió cierta
figura de autoridad paternal y controladora, lo que hizo que recobraran
su bravura, se insubordinaron, hasta declararse en abierta rebeldía. Sin
presidios y fortificaciones la amenaza de comanches que atacaban por
el este, lo que era Texas, Nuevo México, Nuevo León y Coahuila; más
los apaches que atacaban por el oeste y el centro, arrasando Sonora,
Arizona, Nuevo México y Chihuahua y Durango, se convirtieron por
varias décadas en un verdadero azote para la seguridad.20
Mientras tanto los comerciantes fronterizos angloamericanos, muy
astutos, hacían su negocio vendiendo armas a los indios y comprando
lo robado, caballada, principalmente. Interesaba mucho el comercio
de las armas, pero también el de las pieles de castor. Los territorios
fronterizos mexicanos, alejados del comercio interior, recibían bienes
manufacturados de Estados Unidos, de Inglaterra y de Francia, pero se
veían obligados a malbaratar sus productos. Nuevo México, sin puertos,
dependía del comercio hacia el norte por la ruta que partía de Santa
Fe a San Luis Miussouri. Los angloamericanos traían mercancías y se
llevaban pesos de plata que circulaban en Nuevo México. Así fue como
el norte empezó a depender más de Estados Unidos que del centro del
país en la adquisición de bienes manufacturados y en cuestiones comer-
ciales, pues los productos, aunque caros, estaban a la mano, y sin tener
que pagar costos adicionales por concepto de alcabalas que también
encarecían al producto mexicano, o al producto extranjero introduci-
do por México, costumbre que existía desde el régimen colonial. Los
cazadores y vendedores de pieles, fueron el factor más significativo de
penetración norteamericana en territorio mexicano en la década de los
____________________________________
20
Ibídem, pp. 85-86.
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por mitad de dicho rio, siguiendo el canal mas profundo donde tenga
mas de un canal, hasta el punto en que dicho rio corta el lindero me-
ridional de Nuevo-México: continuará luego ácia Occidente por todo
este lindero meridional (que corre al Norte del pueblo llamado Paso)
hasta su término por el lado de Occidente; desde allí, subirá la línea
divisoria ácia el Norte por el lindero de occidental de Nuevo-México,
hasta donde este lindero esté cortado por el primer brazo del rio Gila:
(y si no está cortado por ningun brazo del rio Gila: entónces hasta el
punto del mismo lindero occidental mas cercano al tal brazo, y de allí
en una línea recta al mismo brazo, continuará despues por mitad de
este brazo;) y del rio Gila hasta su confluencia con el rio Colorado; y
desde la confluencia de ambos rios la línea divisoria, cortando el Co-
lorado, seguirá el límite que separa la Alta de la Baja California hasta el
mar Pacífico”. Y los límites fronterizos quedaron muy parecidos a los
actuales, salvo por los cambios ocurridos en 1853, en los que se volvió
a perder otra parte, aunque mucho más pequeña, del territorio nacional.
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arraigarse del todo, como puede buscar una sola temporada de trabajo,
o simplemente intenta resolver problemas económicos inmediatos, que
una vez resueltos regresará a su tierra. En nuestra frontera son nuestros
paisanos mestizos quienes hacen la mayoría de los migrantes. Todos
también saben que no siempre pueden quedarse, aunque este sea su
propósito, los ligan tierras, propiedades, su familia, sus creencias, su
cultura; y están en un territorio que saben ajeno y en el que existe una
ley para la cual su estancia es ilegal, que en cuanto los atrapen serán
deportados.
Pero si se les presenta la oportunidad de radicarse indefinidamente,
no la dejará ir, porque saben que el hecho de ser residentes o ciudadanos
legales en E.U. les brinda una gran cantidad de prerrogativas que no
tienen en México, aunque deban adaptarse a una cultura laboral de más
alto rendimiento y disciplina, a sabiendas de que será un ciudadano sin
ningún reconocimiento, hacen todo por adaptarse a un medio que les
brinda, además, la oportunidad de reproducir parcialmente su cultura
original, por la vía del comercio y de la mercadotecnia, haciéndolos
consumidores activos y felices.26 Pero nunca reclaman una nueva pa-
tria o algo que se le parezca. Y hacen todos los esfuerzos posibles por
aprender el inglés, pues saben que el éxito de su empresa lo obtendrán
en la medida que aumenten su dominio de este idioma Y aprenden a
ser muy respetuosos de las leyes que regulan las relaciones sociales en
su nueva patria. Y entienden que ahora son reconocidos como miem-
bros de una minoría.
Hay otros dos conceptos que son importantes esclarecer un poco más
aquí: el de estado y el de nación. Y para esta labor las ideas de Ernest
Gellner son muy oportunas. De entrada para él, el nacionalismo es un
principio político que sostiene que debe haber congruencia entre la
unidad nacional y la política. “Sentimiento nacionalista es el estado de
enojo que suscita la violación del principio o el de satisfacción. Movi-
miento nacionalista es aquel que obra impulsado por un sentimiento de
este tipo”.27 “El principio nacionalista puede ser violado de múltiples
____________________________________
26
Las políticas multiculturales de los Estados Unidos realizadas en en las décadas de
1960 y 1970, orientadas a cumplir un angloconformismo, fracasaron en muchos
sentidos. Las tiendas para mexicanos, la presencia de marcas y productos mexicanos
en el mercado, constituyen parte de una nueva ortientación, más plural y tolerante.
27
Ernest Gellner: Naciones y Nacionalismo, p. 13.
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El roce de dos límites, unidos por una bisagra, a través de ella pasan
grandes cantidades de, dinero, vehículos, comercio, y de intercambio
cultural. Por este gozne, a diario seis mil indocumentados rompen su
límite cultural, lingüístico, legal, para darle a su vida respuestas más
satisfactorias. Un límite que lleva existiendo más de 150 años, y a lo
largo de esos años hemos presenciado la imposibilidad de cerrarla y
ponerle a límite un candado invulnerable.
Cada una de nuestras ciudades limítrofe tiene su homóloga. Y cada
una se rige por la ley de su correspondiente país. Sus moradores han
hecho del cruce fronterizo una forma de vida, con resultados trágicos
muy frecuentemente. Ambos límites han reconocido sus puntos de
encuentro, su interdependencia. Por estos puntos de contacto han
ingresado la mayor parte de los 31.700 millones de hispanos radicados
en E.U. De los cuales 20.625 millones son mexicanos: 4.546, proceden
de Centro y Sudamérica; 3.039, de Puerto Rico; 1.370, de Cuba; y 2.092,
de otros hispanos.48
Chihuahua contaba en 1995 con una población residente de
2.793,537. Y en cuanto a su expulsión de migrantes esta ha crecido
poco, pero paulatinamente, en los últimos ocho años, sin embargo, se
calcula que no rebasará los 13,500 para el 2000. Se queda debajo de
____________________________________
46
Ibídem, p. 29.
47
Ibídem, p. 31.
48
Margarita Campuzano: “La migración a Estados Unidos”, ella cita como fuente:
datos de la Encuesta Nacional de Demográfica, 1997 y el Anuario Estadístico 1988
del INEGI y Proyecciones de la Población 1996-2000. Los datos que le siguen a
este apartado tienen la misma procedencia.
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Las ideas que nosotros concebimos acera de los inmigrantes, los grupos
étnicos o las minorías nacionales, depende de un conjunto de creencias y
presupuestos. Por ejemplo, antes de 1960, se esperaba que los inmigran-
tes a los países de Australia, Canadá, y los Estados Unidos (que poseen
____________________________________
53
Ibídem, p. 271.
54
Gellner: obra citada, p. 146.
55
Ibídem, p. 148.
56
Ídem.
57
Ídem.
58
Ibídem, p. 151.
59
Ibídem, p. 151-152.
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los tres mayores índices per cápita del mundo), abandonasen su herencia
distintiva y se asimilasen totalmente a las pautas culturales existentes, lo
que se conoce como modelo de inmigración de “angloconformidad”.
Y se les negaba la entrada si no se les consideraba asimilables. Pero, a
principios de los setenta, y bajo la presión de los grupos de inmigrantes,
los tres países abandonaron el modelo asimilacionista y adoptaron una
política más tolerante y pluralista que permite, y que ahora estimula
a que los inmigrantes mantengan diversos aspectos de su herencia
étnica: es una conducta que ha dejado de considerarse antipatriótica.60
Hoy la inmigración y la incorporación de minorías nacionales son las
dos fuentes más comunes de diversidad cultural en los estados mo-
dernos. “Estudios de todo el mundo demuestran que la inmigración
es normalmente ventajosa para el país anfitrión. Habitualmente, los
inmigrantes quieren trabajar y son con frecuencia más aplicados que
la población autónoma. Quieren prosperar, y al hacerlo se convierten
en consumidores, creando empleos en lugar de usurparlos. Las propias
diferencias culturales que pueden causar resentimiento u odio tienden
a producir un efecto vigorizador sobre la sociedad en su conjunto”.61
Por lo tanto, debemos reconocer que necesitamos de un nuevo modelo
de integración.
Para diseñar un proyecto de sociedad multicultural es indispensable
saber qué sucede en nuestras zonas de conflicto y de choque cultural.
Hay elementos probatorios que nos dicen que en la actualidad, la
principal causa de conflictos étnicos en el mundo es la lucha de los
pueblos indígenas para proteger sus derechos territoriales, la defensa
de un territorio, región o parcela, significa una lucha permanente no
solo de los grupos étnicos sino también de las minorías nacionales.
¿Cuál es la situación legislativa que norma nuestras diferencias cul-
turales? Un paso muy importante hacia el reconocimiento de nuestras
diferencias consiste en su legislación. En México su llegada aunque muy
tardía pero llego. En 1992 se publicó un decreto que se adicionó a la
Constitución Mexicana, donde por fin se reconoce que:
Artículo 4. La nación mexicana tiene una composición pluricultural
sustentada originalmente en sus pueblos indígenas. La Ley protegerá
y promoverá el desarrollo de sus lenguas, culturas, usos, costumbres,
recursos y formas específicas de organización social, y garantizará
a sus integrantes el efectivo acceso a la jurisdicción del Estado. En
____________________________________
60
Kymlicka: obra citada, p. 31.
61
Anthony Giddens: La tercera vía, p. 160.
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lesbianas, la clase obrera, los pobres, los ancianos, y las personas mental
y físicamente discapacitadas. Casi todo el mundo, menos los hombres
blancos heterosexuales, relativamente bien situados, jóvenes y sanos.90
¿Y qué papel juega el individuo dentro del seno colectivo de su cul-
tura? ¿La tolerancia, hasta qué límites puede ser llevada? “Los liberales
han suscrito una noción muy específica de tolerancia, la que implica la
libertad de conciencia individual y no la libertad de culto colectiva. La
tolerancia liberal protege el derecho de los individuos a discrepar de
su grupo, así como el derecho de los grupos a no ser perseguidos por
el Estado”.91 “Por tanto, si queremos defender los derechos civiles de
los individuos tenemos que trascender la necesidad de la tolerancia de
grupo y dar cuenta del valor de dotar a los individuos de la libertad de
formar y revisar sus fines últimos”.92
La teoría liberal hace valer el presupuesto básico en la autonomía
personal, en la convicción interna. Sin embargo, la idea de una ciu-
dadanía diferenciada propuesta por Kymlicka merece toda nuestra
consideración. “En una democracia pluralista, la vida moral colectiva
abandona la unanimidad y se instala en el diálogo. Y el diálogo siempre
presupone la existencia de diferencias, tanto en los juicios morales como
en muchos otros campos de la experiencia”.93 “No hay que tratar a todos
los humanos como iguales, porque no lo son; sólo hay que tratarlos de
modo que, aun siendo diferentes, puedan llegar a tutearse entre sí”.94
Es urgente en un diálogo intercultural, pero hay que avanzar antes en
el diálogo intracultural, en el diálogo de las diferencias y las semejan-
zas que, con infinitas formas y matices, van creando una red muy rica
de relaciones entre todos.95 Como dice Josep-Maria Terricabras: “La
diferencia personaliza, el respeto dignifica, la desigualdad envilece”.96
Es indispensable que se abran los canales de participación, mayori-
taria y minoritaria, que se discutan y analicen los proyectos legislativos.
Y dentro de los nuevos proyectos a revisar están: la excensión de cargas
impositivas a los minusválidos, crear los espacios adecuados para su
desenvolvimiento; acerca de los derechos lingüísticos, dejar en claro
____________________________________
90
Kymliccka, p. 202.
91
Ibídem, p. 218.
92
Ibídem, p. 224.
93
Josep-Maria Terricabras: Atrévete a pensar, p. 183.
94
Ibídem, p. 184.
95
Ibídem, p. 187.
96
Ibídem, p. 188.
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____________________________________
101
Giovanni Sartori: La sociedad multiétnica, p. 123.
102
Ibídem, p. 127.
103
Ibídem, pp. 128-129.
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____________________________________
3
Roberto Bartual: The touch of Welles, pnin@geocities.com.
4
Esta ha sido una cualidad sobresaliente en esta cinta, Lotman un semiólogo ruso
al que se hace referencia más adelante, destaca este punto. “En este sentido la
utilización de la profundidad de campo es uno de los logros más importantes del
cine moderno. Combinado el gran plano en el proscenio con un plano general en
profundidad, se construye un mundo cinematográfico que rompe la superficie
plana “natural” de la pantalla y crea un sistema de isomorfismo mucho más sutil: el
mundo tridimensional, infinito y multifactorial de la realidad aparece isomórfico con
respecto al mundo plano y limitado de la pantalla. Pero el mundo cinematográfico,
a su vez, únicamente cumple una función de traductor, de intermediario; la imagen
se construye como multidimensional, a medio camino entre la pintura y el teatro.
Ejemplos brillantes de utilización de la profundidad de campo son Ciudadano Kane
(1940), de Orson Welles y los films de Francois Truffaut”. P. 112.
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relativamente poco tiempo para conseguir las cumbres del acto creativo
del arte, nunca del arte puro, puesto que no existe como tal. Pero, la
culminación de una intencionalidad dependiente para su realización
de la conjunción de una gran cantidad de eslabones y esfuerzos, hasta
convertirla en una industria artística.
Para muchos críticos y analistas estaba clara la trascendencia del cine
sobre la realidad, sus posibilidades para el arte afloraban por doquier,
las múltiples lecturas de la cinematografía eran ávidamente exploradas
por los amantes de la expresión universal. El cine consiguió a partir de
los treinta la aceptación a sus formas expresivas. De los muchos que
se asomaron a sus potencialidades muy pocos consolidaron verdaderas
obras de arte, pero, esos pocos han sido suficientes para mostrarnos
toda la fuerza expresiva de este nuevo lenguaje, que admite tanta lectura
en sus distintos niveles. Y es que en el fondo de este asunto yace la
pregunta por el sentido de hacer cine; pero cine de arte.
Uno de ellos, con gran influencia era Rudolf Arnheim, quien
sostenía: “El auténtico realismo de la imagen cinematográfica ha
producido hace poco sus resultados artísticos más asombrosos, no
tanto por el hecho de exponer las crueldades del mundo físico como
lo hizo en la década de los veinte y de los cuarenta–, como porque ha
proporcionado una verdad nueva y tangible a los proceso más íntimos
del pensamiento: las fantasías y recuerdos, el dominio sobre tiempo y
espacio”.17 “El cine –la imagen animada– está a mitad de camino entre
el teatro y la fotografía. Presenta el espacio, y no lo hace, como ocurre
en el escenario con la ayuda de espacio real, sino, como ocurre en la
fotografía, con una superficie plana. Pese a esto, la impresión de espacio
no es, por diversos motivos, tan débil como en una fotografía inmovil.
Cierta ilusión de profundidad se apodera del espectador”.18 “La verdad
es que el cine conserva algo de la naturaleza de una imagen plan a y
bidimensional”.19 “Así, el cine, al igual que el teatro, proporciona una
ilusión parcial. Hasta cierto punto da la impresión de la vida real. Este
ingrediente es tanto más poderoso puesto que, a diferencia del teatro, el
cine puede retratar efectivamente la vida real...”20 “Debido a la ausencia
de colores y de la profundidad tridimensional, al estar categóricamente
____________________________________
17
Rudolf Arnheim: El cine como arte, p. 11.
18
Ibídem, p. 30.
19
Ídem.
20
Ídem.
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____________________________________
26
Lotman: Estética y semiótica del cine, p. 10.
27
Ibídem, p. 17.
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“La figura del hombre salvaje, aunque en forma muy significativa solo
aparece fugazmente en la obra de Acosta: predomina la apabullante
figura del demonio como causa maligna fundamental para explicar las
diferencias en las costumbres y creencias de los hombres”.7 Un mismo
enfoque –afirma, retomado por Torquemada–, “que vio la mano di-
recta de Satán en los cultos idolátricos de los mexicas y que identificó
al dios Huitzilopochtli con el enemigo de Dios”.8 “La presencia del
mito del hombre salvaje, en coexistencia con una demonología bien
enraizada, se puede comprobar también en la obra de Bartolomé de las
Casas”.9 “Las Casas en su Apologética historia sumaria, partió de una
consideración típicamente tomista: todos los hombres tienen, por luz
natural, un conocimiento de Dios y las idolatrías no son más que esta
religiosidad natural desviada y descarriada”.10
“El hecho de inscribir la maldad y la bondad en un sistema natural
no sobrenatural, fue un acontecimiento extraordinario de consecuen-
cias duraderas. Podemos apreciar la gran diferencia entre considerar
al extraño y al diferente como un emisario, a considerarlo –en el peor
de los casos– como una bestia, o una fiera bajo forma humana”.11 Y
Bartra ve aquí “la trágica contradicción en que se debatía la modernidad
en sus albores: la herencia escolástica ecuménica medieval, que partía
de la unidad esencial de todos los hombres, era incapaz de entender
las diferencias culturales sin recurrir a factores externos casi siempre
ligados a las influencias del demonio”.12
Con todo y el reconocimiento de las desventajas culturales, se enfa-
tizó demasiado la presencia de las fuerzas infernales, en sus formas de
superstición, magia, brujería y cultos demoniacos, en la conformación
de las culturas americanas.13
Eso era lo que veía el conquistador: salvajes poseídos por el espíritu
del maligno, demonios encerrados en la individualidad de cada uno de
los oriundos de estas tierras. Así, de esta manera se explica su crueldad
inusitada, nunca justificada.
____________________________________
7
Roger Bartra: El salvaje artificial, p. 70.
8
Ídem. Bartra cita Los veinte y un libro rituales y Monarquía Indiana.
9
Ídem.
10
Ibídem, pp. 70-72.
11
Ibídem, p. 74.
12
Ídem.
13
Ibídem, p. 75.
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cano, una tensión resuelta por la vía electoral y distendida por el tacto
político de los opositores gobernando el Estado. Eran los momentos
del sueño neoliberal, cuando México aparecía protagonizando el éxito
del liberalismo económico, en su versión salinista, al lado de los grandes
ricos de la aldea global. ¿Quién iba a pensar en estirar las relaciones
con el centro sin meterse en problemas? Aun así, estos no faltaron. El
narcotráfico y la impartición de justicia mostraron un Estado corrupto
y vulnerable, un sistema jurídico federal muy cuestionable.
La franja fronteriza crea una zona de fuerte intercambio bilateral,
aquí en esta intersección se viven sentimientos encontrados. La peri-
feria, dicen, por lo normal espera que la salvación le venga del centro;
las ramas aman sus raíces, y en el núcleo radica el corazón del mundo.
Una espera acentuada en momentos de crisis. De este lado tenemos
un retazo territorial reacio a aceptar cualquier forma de orfandad. Y se
procrea así una relación de mutua dependencia, los símbolos nacionales
funcionan eventualmente con mucha efectividad en la epidermis colec-
tiva, para sentirnos parte de un idioma y de una misma cepa cultural.
En este juego cruzado el intercambio nos ha dejado también el
conocimiento de una sociedad y una cultura más bonante que la nuestra.
Los roces y los contactos con ella nos han dejado cargados de tenta-
ciones. El orden y el progreso aliados llevando el confort a cada rincón
de la casa vecina, la misma que antes fue nuestra, nos enseñan el éxito
de la administración justa y honesta; las amplias perspectivas sociales
de una sociedad civil fuerte ante un Estado regulador. Un contraste
inevitable en cada cruce fronterizo. Muy pocos sentirían un sentimiento
de culpa si un día los vecinos decidieran una anexión. Sin embargo,
el extrañamiento cultural de los sonidos, olores, sabores, aumenta la
tensión umbilical: suelen traicionarnos cuando uno menos se lo espera.
Actualmente los conflictos político-electorales han quedado en se-
gundo término: lo que permanece en el primer plano es nuestra relación
con un centro federado, sediento de recursos, adicto consuetudinario a
un modelo exportador; ineficiente y corrupto en la administración de
los recursos públicos; siempre dispuesto a suprimir a cualquier precio la
democracia auténtica; con mucho ánimo reformista alentará cualquier
cambio que no comprometa su hegemonía.
El futuro de Chihuahua se debate entre su espíritu libre y su realidad
dependiente, política, económica y militarmente de un centro confe-
derado. Su complicidad con el proyecto federal le permitió garantizar
empleo y un nivel de vida estable para su población, a través del esta-
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Heriberto Ramírez: Maestro Enrique Pallares, ¿cuál es la visión que usted tiene
del inicio de la actividad filosófica, académicamente hablando; profesionalmente
hablando, aquí en Chihuahua, usted como estudiante y como catedrático de la
facultad, ¿cómo esbozaría ese desarrollo de la filosofía en Chihuahua?
Enrique Pallares: Bueno, creo que de lo que yo viví, primeramente como
estudiante, me tocó una época en la que existían muchos debates a
nivel de secundaria y a nivel de preparatoria sobre distintos temas de
carácter filosófico; desde luego estaban concentradas en discusiones
mucho muy espinosas, como la existencia de Dios, el evolucionismo,
el marxismo, la política internacional, etcétera; y estos temas casi
siempre despertaban –o al menos nos despertaban como estudiantes
de preparatoria– un cierto interés por aquellos problemas de carácter
filosófico. Creo yo que algunos maestros que vivieron esa época, se
dieron cuenta o se percataron del interés que existía sobre cuestiones
de esta naturaleza y en aquel momento se dieron a la tarea de trabajar
para poder formar facultades o escuelas en las que se discutiera o se
hablara de temas de carácter filosófico, y creo yo que los maestros que
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H. R.: Cuando usted ingresa a la escuela como estudiante de filosofía, ¿cuánto hacía
que esta se había formado?, y, ¿cuáles eran los maestros que usted recuerde de una
mayor trascendencia para la filosofía?
E. P.: Yo entré a la escuela de Filosofía y Letras en 1968, y la escuela
ya tenía aproximadamente unos cuatro o cinco años de haber sido
formada. Desde luego, los maestros que yo recuerdo y que tenían
inquietudes filosóficas fueron indiscutiblemente el profesor Federico
Ferro Gay, el maestro Curiel, y en el ámbito de las letras, el licenciado
Gaspar Orozco. También estaban el licenciado Ernesto Lugo, el doctor
González Estavillo, el profesor Antonio Becerra Gaytán, que estuvieron
también como maestros míos. Estos profesores fueron de los que recibí
las primeras clases de filosofía.
H. R.: ¿Cree que esto le permita a usted dar cuenta de las corrientes o de las ten-
dencias filosóficas que han marcado el desarrollo de esta actividad hacia el interior
de la escuela? ¿Cómo ha sido ese proceso de conformación?, ¿cuáles han sido las
tendencias dominantes en determinados periodos de acuerdo a los intereses particulares
del estudiantado, de los maestros y de la sociedad en general?
E. P.: De lo que yo me acuerdo desde que ingresé a la escuela –tanto
como alumno y después como maestro– es que sentí que había diferen-
tes corrientes que estaban representadas en algunos casos por maestros
y en otros casos hasta por los mismos alumnos, indudablemente que
allí estaban presentes corrientes filosóficas, tales como el marxismo y
el existencialismo; se discutía a Nietzsche, Heidegger, estaban también
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H. R.: Pero han existido grupos hacia el interior de la escuela que han desarrollado
su propio trabajo, me refiero a Parenklesis en dos etapas y a los Segundos analíticos,
¿cómo contempla usted las aportaciones –si es que las hubo– de estos grupos para
la conformación de estas tendencias?
E. P.: Bueno, en realidad los grupos de alumnos que se desarrollaron
dentro, en especial en la escuela de filosofía como el que usted acaba
de mencionar –el “Grupo Parenklesis”– en primer lugar, creo que tenían
intereses primordialmente de carácter político, no que los integrantes
de este grupo no se interesaran en cuestiones filosóficas, pero creo que
eran una de sus principales actividades. De esos grupos salieron algunos
compañeros con muy buenas aptitudes para el desarrollo filosófico,
sobre todo en el área de la filosofía política y de áreas que están ligadas
con esta materia filosófica; posteriormente hubo otros grupos como los
que usted acaba de mencionar, como los segundos analíticos, que también
se interesaron por una filosofía que empezaba a estar en boga en la
escuela, en particular que ya tenía muchos años en el mundo, pero que
empezaba a estar en boga; digo, sobre todo que partía del empirismo
lógico que desembocaba en la filosofía analítica. Estos estudiantes, creo
yo, desarrollaron una actividad filosófica interesante y diferente de los
otros, porque de alguna manera –como su nombre lo indica– eran más
analíticos y, considero, eran netamente interesados de una manera más
específica en estudios filosóficos y creo que algunas de las personas
como estudiosos de la filosofía de gran relevancia, algunos de ellos
están haciendo estudios de maestría y también tuvieron un papel muy
importante en el desarrollo de temas filosóficos que antes no habían
estado contemplados o no se habían examinado en la carrera.
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H. R.: El Congreso Nacional de la Filosofía de Octubre de 1991 que tuvo como sede
a Chihuahua, ¿tuvo algún impacto positivo para el desarrollo de la filosofía local?
E. P.: Yo creo que sí, indudablemente el congreso que la Asociación
Filosófica de México organizó aquí en Chihuahua es de mucha im-
portancia para la filosofía de la entidad. Esto se manifestó claramente
por la participación copiosa de personas que no necesariamente eran
o son miembros de la Facultad, sino que atrajo la atención de otros
círculos, de otras esferas sociales; tengo entendido que hubo una par-
ticipación promedio de 450 personas en cada una de las sesiones, lo
que nos da un indicio de que tuvo un impacto interesante en nuestra
sociedad, indudablemente, que por otro lado es importante porque los
que no forman parte de estos estudios, los que no cultivan la filosofía
al entrar en contacto con filósofos que vinieron de otras latitudes,
de otras regiones, pues se dieron cuenta que eran personas normales
como cualquier otra, que se interesaban en problemas difíciles, que
eran personas que son cuerdas, porque a veces la imagen del filósofo
en la sociedad es equivocada –bueno, no a veces, sino que con mucha
frecuencia–, y congresos de esta naturaleza le dan una perspectiva a la
filosofía de mucho mayor alcance y trascendencia, además motiva –o
motivó– mucho este Congreso para que los estudiantes que participa-
ron, y las personas que llegaron a participar vieran la filosofía desde
otras perspectivas. Considero que sí fue un evento en la localidad de
mucha importancia, además de que entra uno en contacto con otros
pensadores y estudiosos de la filosofía con los que puede uno cotejar y
ver que tan bien anda uno en los estudios filosóficos, que tan atrasado,
que tan correcto anda uno en sus investigaciones; entonces pienso
que estos encuentros en general son positivos, como lo indiqué en
la otra pregunta, y en lo particular en la sociedad de Chihuahua, creo
que fue sumamente positivo. Las sociedades deben de estar siempre
dispuestas a examinar las cosas, tenemos que manejar una sociedad
abierta, tenemos que preocuparnos porque nuestra sociedad discuta los
problemas, los examine, pero que los vaya examinando cada vez con
mucho mayor madurez, que no divague en las discusiones; ciertamente
que muchas discusiones filosóficas se prestan a divagar, a salirse del
objetivo que llegan a tener, pero creo que en la medida que se madura
en las discusiones, se puede ir poco a poco concentrando los temas
y la gente va viendo y examinando con mucho mayor seriedad estas
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