Está en la página 1de 204

Ensayos

Recuento intempestivo
Ensayos

1
Ensayos

2
Ensayos

Recuento intempestivo
Ensayos

Chihuahua, Chih., México


2019

3
Ensayos

Recuento intempestivo. Ensayos


Primera edición, 2019
Todos los derechos reservados

© Heriberto Ramírez Luján


© Editorial Aldea Global

Portada: “Abstracción”, pintura de Eber Sáenz (detalle)


Cuidado de la edición: Jorge Villalobos/envés

Editado y producido en Chihuahua, México por

Editorial Aldea Global


Sao Paolo 2105, Fracc. Jardines del Norte
Chihuahua, Chih., México, C.P. 31130
Tel. 614 410.8486, e-mail: editorial@aldeaglobal.mx

ISBN 978-1-950823-12-3

Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra por ningún medio
electrónico o mecánico, incluidos fotocopias, grabaciones magnéticas, grabaciones
digitales o cualquier sistema de almacenamiento de información o recuperación sin
permiso escrito de los autores, en los términos de la Ley Federal de Derechos de
Autor, y en su caso de los tratados internacionales aplicables.

4
Ensayos

Contenido

Prólogo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7
Filósofos griegos y vida cotidiana. Los riesgos de la profesión
(una doxografía biográfica) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
Ferro Gay y sus ideas acerca del filosofar . . . . . . . . . . . . . . . . . . 36
Certeza y teoría del lenguaje en la filosofía de Wittgenstein . . . . 43
Óptica y metodología en Newton . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 55
El giro cultural en la filosofía de la ciencia y la tecnología
[Una mirada leve hacia el futuro] . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 66
Nuevo humanismo y filosofía de la práctica científica . . . . . . . . 83
La caída de la falacia naturalista y sus implicaciones para la
filosofía de la tecnología . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 91
¿Es posible una sociobiología de las prácticas científicas?
Repaso de un ejercicio analógico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 106
El concepto de frontera en la semiótica de Iuri Lotman . . . . . . 116
El Estado mexicano, la frontera norte de Chihuahua y el
muticulturalismo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 128
William Randolph Hearst; Ciudadano Kane: y el isomorfismo
de la imaginación cinematográfica de Orson Welles . . . . . . . 159
Meridiano 107: los bárbaros cabalgan de nuevo . . . . . . . . . . . . . 170
“Es un error tajante decir que la filosofía analítica es una
filosofía deshumanizada”. Entrevista a Enrique Pallares . . . . 183

5
Ensayos

6
Ensayos

Prólogo

D urante mi niñez y hasta llegar a la juventud, previo a mi ingreso


a la universidad a estudiar filosofía, parte de mis obligaciones
familiares consistían en ayudar a las tareas agrícolas. Mi padre como
muchos otros en la cuenca del río Conchos obtenían el sustento del
cultivo del algodón, un cultivo demandante en cuanto a mano de obra,
pero la actividad que culminaba el proceso era la pisca, recoger capullo
por capullo la fibra que aseguraría el sostén económico hasta el próximo
ciclo agrícola; esta práctica durante la cual a lo largo del día uno arrastra
un costal atado a la cintura, vaciando en su interior cada capullo, me
resultaba agotadora, y contraviniendo los consejos de los más capaces
en el oficio, me enderezaba a cada momento para volver la vista atrás
y darme una idea de cuánto había avanzado, en lugar de mantenerme
agachado y cerca de las matas, lo cual me ocasionaba dolor de cintura
y mermaba mi recolección de la fibra. Muy pronto mi padre entendió
que esto no era lo mío y me dio tareas un poco más intelectuales como
pesar lo que recolectaban los demás y llevarle las cuentas.
De cierta manera entendí que era mejor mantener la vista al frente
y ver menos hacia atrás, a partir de entonces, la mayor parte de mi vida
la he dedicado a ver hacia adelante, atisbar y construir mi futuro de la
mejor manera posible, sorteando toda clase de obstáculos. Ahora, por
razones académicas, en medio de las exigencias a las que los profeso-
res nos enfrentamos he decidido realizar un recuento intempestivo de
algunos textos escritos en distintos periodos de mi desempeño profe-
sional, algunos durante mi etapa como editor y otros en mi actividad
profesoral. Volver la vista hacia atrás me hace de nuevo experimentar
la sensación de lo exiguo de mi recolección, ahora textual; sin embargo,
abonando a mi favor, puedo decir que ha sido una vida de entrega, con
una fidelidad plena a la filosofía.
Los textos incluidos oscilan en una interconexión entre historia y
filosofía de la ciencia, filosofía de la tecnología y filosofía de la cultura.

7 7
Ensayos

Fueron escritos para presentarse en algunos congresos internacionales,


nacionales o regionales, o bien a manera de colaboraciones en la revista
Synthesis de la Universidad Autónoma de Chihuahua, la cual tuve la buena
fortuna de dirigir durante más de veinte años, como editor en jefe de la
universidad. Lo que el lector puede encontrar en el presente volumen
es una muestra de mis intereses personales, pero obedecen también a
las discusiones que en ese momento se estaban o están realizando en
el ámbito de la filosofía académica, es de cierta manera un retrato de
la situación filosófica de mi entorno en la cual me ha tocado la buena
suerte de militar, aunque sea de forma modesta y limitada. Así que
me sentiré profundamente agradecido si despierta algún interés en su
lectura. Han quedado fuera unos pocos ensayos que ya encontrarán
una mejor ocasión para ser publicado de nueva cuenta.

Chihuahua, Chihuahua, diciembre 2019.

8
Ensayos

Filósofos griegos y vida cotidiana.


Los riesgos de la profesión
(una doxografía biográfica)*

S e ha discutido hasta la saciedad por qué la filosofía emergió en la


Grecia antigua con tanta fuerza; cuestión de la que aquí solo nos
ocuparemos de manera tangencial. Sin embargo, hay ciertos elementos
que el lector debe tener presentes acerca de este panorama donde la
filosofía se convirtió en una práctica muy extendida.
En este texto expondremos cómo fue esa práctica desde el punto
de vista doméstico: qué hacían y cómo vivían ciertos filósofos de la
Grecia antigua; hasta dónde se relacionaban su pensamiento y su vida
cotidiana; ¿cómo era su forma de vida?; ¿cuáles son las razones de
un destino tan trágico de algunos de ellos?; ¿variaba su estilo de vida
conforme a su pensamiento?
Los cuatro filósofos seleccionados son una muestra representativa,
porque ellos afrontaron de muy diversos modos el riesgo de su profe-
sión. Las consecuencias de sus actos, en ciertas ocasiones, desembo-
caron en tragedia; un final asumido con la plena convicción de quien
cumple hasta el final la misión que se ha trazado. Desde este punto de
vista ejemplifican lo que significa asumir las implicaciones de un oficio.
En contra de lo que se pudiera suponer, los griegos no tuvieron
una opulencia material como la vivieron otras culturas. Desde el punto
de vista geográfico conviene destacar que la montaña ocupa cerca del
ochenta por ciento del continente griego y en las islas encontramos
una proporción todavía mayor. Los movimientos telúricos, con todas
sus implicaciones, han sido una constante desde entonces en esa re-
gión. Esto desde luego es una limitante, sobre todo, en muchos de los
____________________________________
*
Publicado originalmente en la antología Filosofía del septentrión, en homenaje a Fe-
derico Ferro Gay, compilada por Luis César Santiesteban Baca, y publicada por la
Universidad Autónoma de Chihuahua y Editorial Aldus en 2005.

9 9
Ensayos

aspectos de la producción agrícola, lo cual nos permite apreciar que no


hay una correlación directa entre su desarrollo intelectual y su bienestar
material; esto añade una pizca de mayor curiosidad al asunto.
En gran medida, este documento está alentado por:
La idea de una filosofía práctica y compasiva –es decir, una filosofía
al servicio de los seres humanos, destinada a satisfacer sus necesida-
des más profundas, hacer frente a sus perplejidades más urgentes y
llevarlos de la infelicidad a un cierto estado de florecimiento– es una
idea que hace de la ética helenística un objeto de estudio cautivador
para un filósofo que se pregunta que tiene que ver la filosofía con
el mundo real.1
Nussbaum es de la idea que las escuelas filosóficas de Grecia y
Roma concibieron la filosofía como un medio para afrontar las difi-
cultades más penosas de la vida humana. Veían al filósofo como un
médico compasivo cuyas artes podían curar muchos y abundantes tipos
de sufrimiento humano; aunque su observación abarca a las escuelas
helenísticas, epicúreas, escépticas y estoicas, me parece que en cierto
sentido esta misma puede aplicarse a filósofos anteriores, tal y como
trataremos de exponer más adelante.
Practicaban la filosofía no como una técnica intelectual elitista dedi-
cada a la exhibición de la inteligencia, sino como un arte comprometido
cuyo fin era luchar contra la desdicha humana. Centraban, por tanto, su
atención en cuestionamientos de importancia cotidiana y urgente para
el ser humano: el temor a la muerte, el amor y la sexualidad, la cólera y
la agresión.2 Las grandes escuelas helenísticas fueron muy críticas con
la sociedad en que se hallaban y cada una trató de establecer las con-
diciones para lo que consideraron la buena vida de los seres humanos
a los que la sociedad hace sufrir. Es más, fueron mucho más abiertas y
menos elitistas en su práctica de la filosofía de lo que fue Aristóteles,
se preocuparon mucho más por mostrar que sus estrategias tienen algo
que ofrecer a cada uno de los seres humanos, con independencia de su
clase, posición o género. Esto desde luego que debió haber tenido sus
consecuencias como parte del ejercicio de esta profesión, y este es otro
de los ingredientes que buscaremos explicitar más adelante.

____________________________________
1
Martha C. Nussbaum: Terapia del deseo, p. 21.
2
Ibídem, pp. 22-23.

10
Ensayos

Del siglo al a.C., tiene lugar el florecimiento de las ciudades jónicas


y, sobre todo, un acontecimiento histórico de incalculable importancia
para el desarrollo del espíritu griego: la fundación de colonias en todo el
ámbito del mundo habitado. Mileto tuvo en ello la parte más importante.
Más de noventa fundaciones ha enumerado la tradición antigua. La in-
vestigación moderna ha determinado cerca de cuarenta y cinco, número
ya sin igual por su cantidad. Esto, aparte de ser el signo de una energía
y una actividad asombrosa, significa también una liberación absoluta de
los primitivos y compactos lazos étnicos. El individuo griego se sintió
libre de una manera sin igual entre cualquier otro pueblo. Aprendió a
viajar, estableció relaciones comerciales con los pueblos más extraños
y conoció situaciones, usos y puntos de vista que eran completamente
distintos de los patrios y entre los cuales supo vivir.3
“De Tales sabemos que estuvo en Egipto y que emprendió la
explicación de las inundaciones del Nilo. Es absolutamente verosímil
que haya hablado también de las pirámides y, posible, que haya sido el
primer griego que encontró y describió una piedra imán en las tierras
del Asía Menor, a espaldas de Mileto. Por eso nos sentimos inclinados
a concebir su obra como una especie de narración de viajes o libro de
geografía. Ciertamente tenía la pretensión de abarcar todo el mundo
habitado, hasta donde Tales podía haberlo conocido en sus viajes, y
resultó cosa completamente natural el plantearse las cuestiones funda-
mentales sobre la formación y el origen de la tierra”.4
Hay una búsqueda de las explicaciones de los fenómenos meteoro-
lógicos, como viento, lluvia, trueno y relámpago, de gran importancia
para los viajeros tanto por mar como por tierra, las cuales debieron
haber sido relativamente exhaustivas. “En todo esto debe percibirse
además una tendencia a la “ilustración” y a la defensa frente a inter-
pretaciones supersticiosas. Pudiendo conocer cómo se producían los
rayos, los terremotos o los eclipses, parecía asegurarse ya un cierto
grado de previsibilidad, que servía para amortiguar la sorpresa ante la
llegada súbita de tales acontecimientos y permitía dar de lado el miedo
inconsciente de que se tratase de fuerzas demoníacas puestas en juego”.5
____________________________________
3
Olof Gigon: Los orígenes de la filosofía griega, pp. 45-46.
4
Ibídem, pp. 46-47.
5
Ibídem, p. 47.

11
Ensayos

Inscrito en la línea de la filosofía especulativa –anota Ferro– al-


rededor de su persona florecieron anécdotas para describirlo como
dueño de características especiales que debieran de sobresalir en cual-
quier filósofo, la capacidad de especulación y la suficiente inteligencia
práctica para solucionar problemas inmediatos. En cuanto a la primera
cualidad, Platón en el Teeteto relata el siguiente episodio: “Ahí tienes,
Teodoro, el ejemplo de Tales, que cuando estudiaba los astros y, al
mirar al cielo, dio con sus huesos en un pozo. Y se dice que una joven
sirvienta tracia, ingeniosa y simpática, se burlaba de su preocupación
por conocer las cosas del cielo, pero ni siquiera se daba cuenta de las
que tenía delante y a sus pies. La misma burla podría hacerse de todos
los que dedican su vida a la filosofía”.6 A este respecto, Ferro comenta
que “a pesar del tono de crítica burlona que emplea Platón, parece
cierta la advertencia que se hace ahí a los que se dedican a la filosofía
en cuanto a su probable destino”.7
Pero Aristóteles nos cuenta otra anécdota, la cual muy bien la
podríamos tomar como respuesta a la anterior: “Tales a causa de su
pobreza, así lo cuenta la historia, fue objeto de mofa por la carencia
de utilidad de la filosofía; pero por su conocimiento de la astronomía
había observado, mientras era aún invierno, que iba a haber una gran
cosecha de aceituna, de manera que reunió una pequeña suma de dinero
y pagó depósitos redondos en la totalidad de las prensas de aceitunas
que había en Mileto y Quíos, los cuales adquirió él por una renta muy
baja, ya que nadie le hacía la competencia; y cuando llegó la estación
hubo una demanda imprevista y repentina de un gran número de
prensas simultáneamente, y alquilándolas al precio y en las condiciones
que él quería, reunió una gran suma de dinero, demostrando así que,
si quisieran, les era fácil a los filósofos ser ricos, pero que no es esto lo
que acapara sus cuidados”.8

____________________________________
6
Teeteto, 174a.
7
Federico Ferro Gay: Los filósofos presocráticos, de Homero a Demócrito, pp. 23-24.
8
Aristóteles: Política, 1259ª.

12
Ensayos

Autor de los poemas Alrededor de la naturaleza y Las purificaciones, según


Diógenes Laercio, fue un gran conocedor de la filosofía que le precedió
y un partidario de la democracia, la cual contribuyó a instaurar en su
ciudad natal, Agrigento. De acuerdo con Diógenes, renunció al trono
que sus conciudadanos le ofrecieron, pero se dedicó a recorrer la isla
de Sicilia, vestido de púrpura y de oro, proclamándose un dios bajado
del cielo para ilustrar a los mortales. Practicó la medicina y desarrolló
estudios científicos valiosos, pero siempre se presentaba ante sus ató-
nitos seguidores como un taumaturgo.
Ferro identifica en Empédocles dos personalidades difíciles de
discernir la una de la otra, debido a la escasez de testimonios: una se
presenta en un marco de estricta cientificidad, en donde realiza nota-
bles avances en relación con los filósofos físicos que le antecedieron;
la otra es aureolada por el misticismo de los iniciados. Quizá, dado su
apasionado apego a la democracia, Empédocles se valiera de estas apa-
riencias para ayudar a un pueblo indigente y supersticioso, necesitado
de su ciencia. En su veste de taumaturgo, el siciliano logró ser aceptado
por sus sufridos compatriotas y pudo así defenderlos de plagas atavías:
el terrible siroco y azote de la malaria.10
Si bien la intención del presente ensayo no estriba en realizar una
exposición de sus teorías, conviene retomar ciertos aspectos de algu-
nas de ellas para tratar de vincularlas con su práctica filosófica. Ferro,
citando un fragmento de Aecio explica que Empédocles sacrifica el
monismo, tan caro a los milesios y al mismo Parménides, al afirmar,
que nunca hubo una unidad originaria, sino, desde siempre, cuatro
sustancias distintas: “Escucha primero las cuatro raíces (rhizómata) de
todas las cosas: Zeus resplandeciente, Hera dadora de vida, Edoneo
y Nestis que con sus lágrimas empapa las fuentes de los mortales”.11
Los cuatro personajes míticos representan respectivamente a los cuatro
elementos manejados por los milesios, es decir: fuego, aire, agua y tierra,
que constituyen para Empédocles el “ser”.
____________________________________
9
La ciudad de Agrigento (Akragas en griego) existe hoy con el nombre de Girgenti y
su puerto, en honor de nuestro filósofo fue bautizado como Porto Empedocle. Ubicada
en la costa de Sicilia que mira hacia el África, conoció el ápice de su esplendor y
prosperidad durante la infancia de Empédocles. Véase Los filósofos presocráticos II, p.
136, n. 1.
10
Federico Ferro Gay: De la sabiduría de los griegos, p. 92.
11
Fragmento 6: Aecio: I 3, 20. Ibídem, p. 93.

13
Ensayos

Estos principios materiales dan origen, en su combinación casual,


a todas las cosas, al ser movidos por las fuerzas motrices. Dichas
fuerzas juegan una doble acción: una física y otra moral. La primera
se manifiesta en una lucha con la tendencia de que lo semejante se
una a lo semejante: en el amor los elementos se mezclan mutuamente
para producir los cuerpos compuestos. La segunda se manifiesta de
esta forma: cuando prepondera el amor, no hay guerras ni discordias
entre los hombres, mientras que al intervenir el odio se dan las épo-
cas de crisis. En estas consideraciones Ferro encuentra un intento de
detectar fuerzas que mueven el quehacer humano como un todo. Por
mi parte, encuentro las fuentes primigenias del pluralismo en oposi-
ción al monismo precedente. Y tal vez pueda esto asociarse a ciertos
rasgos de su personalidad. Para Dodds, la leyenda de Empédocles “se
compone principalmente de filigranas sobre las pretensiones que él
mismo formula en sus poemas”.12 Asegura que “poco más de un siglo
después de su muerte circulaban ya historias que referían cómo había
detenido los vientos con su magia, cómo había vuelto a la vida a una
mujer que ya no respiraba, y cómo desapareció después corporalmente
de este mundo mortal y se convirtió en un dios”.13 De acuerdo con la
versión proporcionada por Dodds, “Empédocles es así, en un sentido,
el creador de su propia leyenda; y si podemos fiarnos de su descripción
de las multitudes que venían a él en busca de conocimiento oculto o
de curaciones mágicas, en los comienzos de su leyenda se remontan al
tiempo en que vivía”.14
Oh amigos, que habitáis cerca del acrópolis, en la gran ciudad de la
dorada Acragas, cuidados de buscar acciones, puertos respetuosos de
extranjeros, ignorantes de la maldad, salve. Yo camino entre todos vo-
sotros como un dios inmortal, ya no mortal, honrado como merezco,
con la cabeza ceñida de banderetas y coronas floridas. Cuando, con
mis seguidores, hombres y mujeres, entro en las prósperas ciudades,
se me tributan honores divinos; me siguen en número incontables,
preguntándome por el sendero del lucro; unos buscan la adivinación
y otros afligidos desde mucho tiempo por atroces dolores desean oír
la palabra que cura toda clase de enfermedades.15

____________________________________
12
E. R. Dodds: Los griegos y lo irracional, p. 142.
13
Ídem.
14
Ídem.
15
Diógenes Laercio: VIII 62, citado por Ferro, ibídem, p. 99.

14
Ensayos

Por su parte, en este fragmento Ferro contempla a Empédocles


en todo su esplendor de taumaturgo y redentor al proclamar él mismo
los objetivos de su misión: liberar al alma de los temores y el cuerpo
de sus flaquezas. Y piensa que al llamar, Empédocles, amor y odio a
las fuerzas de atracción y de repulsión confirió así un toque ético a la
filosofía natural y desarrolló la primera tentativa para percatarse de una
manera racional del complejo vaivén del quehacer humano.16
De acuerdo con la interpretación de Dodds, los textos de Empé-
docles representan la única fuente de primera mano a partir de la cual
nos formamos “alguna idea de la estampa que presentaba en realidad un
chamán griego; es el último y rezagado ejemplo de una especie que se
extinguió con su muerte en el mundo griego, aunque sigue floreciendo
en otras partes”.17 Visto de esta forma, Empédocles representa, para
Dodds, no un nuevo, sino un antiquísimo tipo de personalidad, la del
chamán, que fusiona las funciones todavía indiferenciadas de mago y na-
turalista, poeta y filósofo, predicador y curandero y consejero público.18
Dice Neanto de Ciziceno, uno de los que tratan de los pitagóricos,
que muerto Metón, comenzó a germinar la tiranía, y que entonces Em-
pédocles indujo a los agrigentos a que, dejadas las sediciones, usasen
la igualdad de gobierno. Además, que muchas hijas de los ciudadanos,
las cuales carecían de dotes, las dotó de propio, como era rico. Y aun
por eso vestía de púrpura y se ceñía con cíngulo de oro, como dice
Favorino en el primeo de sus Comentarios. Que llevaba también sandalias
de bronce y corona délfica. Que tenía el pelo muy largo, llevaba detrás
muchachos de servicio, y que siempre se dejó ver severo de aspecto y en
un estado mismo. Que de esta forma salía siempre que los ciudadanos
iban a buscarlo, y aun veneran esto en él como insignia regia.19
A su muerte la rodea el misterio, ya que el pueblo impresionado
todavía por los órficos, creyó verlo desaparecer en el cráter del Etna.
Acerca de su muerte hay variedad de opiniones. Heráclides –se refiere
al caso de la mujer que no respiraba y de la celebridad que consiguió
Empédocles con haber restituido la vida a una difunta– dice que ofreció
sacrificio junto a la auinta Pisiancte, convidando algunos de sus amigos
y Pausanias entre ellos. Concluido el convite, unos se volvieron, otros
se acostaron bajo los árboles vecinos, y otros en otras partes; pero él
____________________________________
16
Ferro: obra citada, pp. 99-100.
17
Dodds: obra citada, pp. 142-143.
18
Ibídem, p. 143.
19
Diógenes Laercio: Vida de los filósofos más ilustres, p. 220.

15
Ensayos

se quedó en el sitio mismo donde había cenado. Venida la mañana, se


levantaron todos, solo él no fue hallado. Hecha pesquisa, examinados
los criados y familiares, y respondido que nada sabían, hubo uno que
dijo que a media noche había oído una gran voz que había llamado
a Empédocles y que habiéndose levantado, había visto una luz celes-
te, luminarias de teas, y nada más. Hallándose todos atónitos con lo
sucedido, bajó Pausanias para enviar algunos que lo buscasen; pero
luego fue prohibido hacer más diligencias, y dijo “Que el suceso era
muy conforme y consiguiente para ruegos; así que convenía hacerle
sacrificios como ya era dios”.20
Hermipo dice que hizo el sacrificio habiendo curado a una mujer
agrigentona, llamada Pantea, desahuciada ya de los médicos, y añade
fueron convidadas al sacrificio hasta ochenta personas. Herodoto
asegura que cuando se levantó se encaminó al Etna, y que al llegar se
arrojó al volcán y desapareció, queriendo dejar fama de sí de haber sido
hecho dios; pero después fue descubierto, arrojado fuera la fuerza de
las llamas una de sus sandalias que eran de bronce, de cuyo metal solía
llevar el calzado. Pausanias, sin embargo siempre contradijo esto.21
El mismo Neantes dice que yendo a Mesina por causa de cierta
festividad, cayó y se quebró un muslo, y enfermó de resultas y murió
de setenta y siete años. Y finalmente que su sepulcro está en Megara
de Sicilia.22
Para algunos de sus estudiosos “el carácter divino que se autoasigna
tiene que ver con su certeza de que se hallaba en vísperas de abandonar
definitivamente el ciclo de nacimiento y muerte y alcanzar la absoluta
beatitud”.23 Pienso en esta interpretación como si con este hecho
Empédocles buscara llevar su prédica hasta sus últimas implicaciones
y ser consecuente consigo mismo, asumiendo por tanto los riesgos de
su profesión. Pero esto es algo que nunca sabremos.
Friedrich Hölderlin dramatiza este final en su obra La muerte de
Empédocles, escrita en tres versiones; en la última de ellas retrata a Em-
pédocles sumido en un sueño y escribe:

____________________________________
20
Ibídem, p. 219.
21
Ídem.
22
Ibídem, p. 220.
23
Los filósofos presocráticos II, p. 140, n. 10.

16
Ensayos

Con maldición y escarnio, este pueblo, que fue el mío,


se armó contra mi alma y me expulsó.
Y no en vano resuena aún en mis oídos
la banal carcajada de cien voces que me siguió, cuando,
soñador, loco, emprendía llorando mi camino.
¡Por el juez de los muertos! ¡Bien lo merecí!
Y me fue saludable; el veneno sana a los enfermos.
Y un pecado castiga otro pecado.
Porque he pecado mucho desde mi juventud;
jamás amé como un hombre a los hombres; les serví
tan ciegamente como sirven el agua y el fuego,
y por esta razón tampoco me acogieron
como hombres, ¡oh, por esto me cubrieron de ultrajes
el rostro y me trataron como a ti, naturaleza,
que todo lo soportas! Pero tú me tienes también,
me posees, y entre tú y yo alborea
de nuevo nuestro antiguo amor;
me llamas, me atraes, hacia ti cada vez más.
¡Olvido!... ¡Oh, como una vela venturosa
me desprendo de la costa, y la ola de la vida
por sí sola me deja!
Y si crece el oleaje y sus brazos
la madre extiende para rodearme,
¡oh!, ¿qué puedo, qué puedo temer aún? Tal vez
se asusten otros, cierto, porque se trata de su muerte.
¿Oh, tú a quien tan bien conozco, hechicera
llama tremenda, que tan callada vives
aquí y allá, cómo te evitas a ti misma
y huyes de ti? ¡Oh alma de lo vivo!
Viva eres para mí, y te me revelas;
no te me ocultarás, espíritu cautivo, por más tiempo,
serás claro para mí, porque no temo que lo seas.
Porque quiero morir, es mi derecho.
¡Ah dioses, como la aurora, a mi alrededor
y por debajo, la antigua ira pasa con estruendo!
¡Abajo, abajo tristes pensamientos!
¡Escrupuloso corazón! Ya no te necesito.
Ya no hay dudas aquí. El dios
llama...24
____________________________________
24
Freidrich Hölderlin: La muerte de Empédocles, pp. 160-161.

17
Ensayos

Se desconoce la fecha de su muerte aunque alcanzó una edad longeva,


entre los noventa y ciento nueve años. Como muchos otros personajes
notables de la Grecia antigua, Demócrito sintió un enorme deseo de
viajar para adquirir conocimientos y satisfacer así sus ansias de saber.
Visitó Egipto para relacionarse con los sacerdotes y aprender geometría;
estuvo también en Persia donde conoció a los caldeos; llegó a Babilo-
nia y al mar Rojo. Se dice que llegó a Etiopía y que incluso alcanzó la
India en donde conoció a los gimnosofistas. D. L. IX 35 (D/K 68 AI).
Dedicó al menos cinco años de su vida en esos viajes.25
Sintió tal necesidad de viajar que, para recaudar fondos, presionó a
sus hermanos para repartir el patrimonio familiar. Solicitó, para evitar
litigios con ellos, la parte más pequeña de la herencia, que consumió
completamente en el transcurso de sus viajes. Concedió gran valor pe-
dagógico a las estancias en el extranjero que consideraba fundamentales
para la formación integral de un individuo.26
La vida en el extranjero enseña la independencia en la vida, pues un
pan y un lecho de paja son los remedios más dulces contra el hambre
y la fatiga [Estob. Flor. III 40, 6 (D/K 68 B 246)].
Los resultados de esos viajes cumplieron con creces las expecta-
tivas. Demócrito se jactó de haber viajado y de haber conocido más
países que ningún otro contemporáneo suyo, lo que le permitió oír a
la mayoría de los sabios de su época; hecho que debió de repercutir en
su creación filosófica:27
Yo, investigando, recorrí más tierra que mis contemporáneos, vi
hasta sus confines, muchísimos cielos y tierras, escuché a muchísimos
hombres instruidos y nadie me aventajó en la composición de libros
[Clem. Strom. I, 15, 69 (D/K 68 B 299)].
Su vida viajera le aportó un sentimiento cosmopolita que le llevó
a considerar el mundo como única patria, accesible sobre todo para el
hombre sabio que dedicase su vida a conocerlo:
____________________________________
25
Francesc Casadesú Borody: Demócrito, pp. 14-15.
26
Ibídem, p. 15.
27
Ídem.

18
Ensayos

Toda la tierra es accesible para el hombre sabio, pues el mundo entero


es la patria de un alma buena [Estob., Flor. III 40, 7 (D/K 68 B 247)].
Aunque parece que pertenecía a una familia opulenta, rehuyó la vida
fácil para poder consagrarse por entero a la filosofía. Algunas anécdotas
destacan su dedicación obsesiva al pensamiento. Así, su interés por la
filosofía le habría llevado a descuidar sus propios bienes, animales y
pastos; y la necesidad de concentración le habría inducido a encerrarse
en una pequeña habitación exterior del jardín de su casa, hasta el punto
de ignorar completamente cuanto ocurría a su alrededor. Diversos
testimonios –que Plutarco desmiente– afirman que Demócrito se cegó
para que no le distrajesen los alborotos externos y poder concentrarse
mejor en sus reflexiones personales y en su estudio de la naturaleza.28
“En el terreno moral, Demócrito se mostró muy conservador en
la línea del pensamiento griego más tradicional. Esta contradicción ya
fue resaltada en la antigüedad al reprochársele, por ejemplo, que hu-
biese considerado que la mayor sabiduría consistía en comprender que
las cosas se originan por los movimientos y colisiones fortuitas de los
átomos, erigiendo al azar como el principio rector de todas las cosas,
y que, en cambio, hubiese rechazado la participación de la fortuna en
la vida de los hombres, despreciando, incluso, a los ignorantes que la
veneran”.29
[Demócrito] consideró como la mayor sabiduría la concepción de
cuantos coinciden en ignorancia y necesidad de erigir el azar en el
señor y rey del universo y de lo divino y declarar que todo sucede
por azar, aunque lo rechazó de la vida de los hombres despreciando
como unos ignorantes a quienes lo veneran [Cion. Alej., en Eus. P.
E. XIV, 27 4 (D/K 68 B 118)].
Demócrito, a pesar de ser considerado un presocrático, en realidad
fue contemporáneo de Sócrates, quien, nacido en el 469 aC, debió de
ser algunos años mayor que él. Sin embargo, según la propia confesión
de Demócrito, en una de sus estancias en Atenas tuvo la oportunidad
de conocer a Sócrates sin que este, por su parte lo reconociese a él:
Llegué a Atenas y nadie me conoció [D. L. IX 38 (D/K 68 B 116)].
Se menciona el testimonio que sostiene que Demócrito permane-
ció en Atenas muchos años dedicado por entero a su doctrina y que
____________________________________
28
Ibídem, pp. 15-16.
29
Ibídem, p. 53.

19
Ensayos

vivió anónimamente en esa ciudad. La causa de ese anonimato sería su


deseo de pasar desapercibido, dedicado al estudio y al margen de los
inconvenientes de una fama que despreciaba. Sin embargo, también es
cierto que esa actitud denota un cierto orgullo por la importancia de
su propia doctrina atomista que chocaba frontalmente con la doctrina
socrático-platónica imperante en ese momento en Atenas. Otra versión
sostiene que Demócrito no vivió nunca en Atenas.
De cualquier forma, tanto su presencia, ignorada en esa ciudad o su
negativa a acudir a la urbe en la que el pensamiento filosófico expresaba
su máximo esplendor, fueron interpretadas como señales de confianza
en sus propias fuerzas. Así, al menos, lo interpretó Diógenes Laercio, al
opinar que si Demócrito despreció a una ciudad tan importante como
Atenas, lo hizo porque
No quería recibir la fama de un lugar, sino que él prefería hacer famoso
al lugar.30 [D. L. IX 37 (D/K 68 A 1)].
Son muchas las posibilidades de que existiese cierta clase de rivalidad
o tensión entre la Academia platónica y Demócrito, silencio que contras-
ta con la profusión de citas realizadas posteriormente por Aristóteles.
Platón, que nunca menciona a Demócrito ni allí donde podría re-
futarlo porque está claro que sabía que tendría que disputar con el
mejor de los filósofos [D. L. IX 40 (D/K 68 A 1].
“Platón sintió tanto odio que decidió quemar todos aquellos li-
bros de Demócrito que pudo recoger. Tan solo la intervención de los
pitagóricos Amiclas y Clinias consiguió cesar el empeño destructor de
Platón con un argumento que tampoco le debió de resultar demasiado
agradable: los libros de Demócrito estaban ya tan difundidos en aquellos
momentos que era una empresa inútil intentar destruirlos”.31

La figura de Sócrates es la más apasionante de la filosofía antigua. La


compatibilidad entre su pensamiento y su obrar lo colocan en un lugar
especial en la historia de la humanidad. De origen ateniense, pertene-
ciente al demo de Alópece, un arrabal de Atenas.

____________________________________
30
Ibídem, pp. 21-22.
31
Ibídem, p. 22.

20
Ensayos

Su padre Sofronisco, artesano de la piedra, un marmolista, y su


madre Fenareta, una comadrona. Nació en la época de mayor esplen-
dor de la polis:
“En un momento en que florecía Atenas, gracias a la gloria de sus
hazañas militares y a su sabiduría, sobre todo, al cultivo de las artes.
También él, a pesar de que naciese en una humilde familia, logra la gloria
por estar adornado de grandes dotes naturales, un talento admirable y
una gran memoria. Allí se le educa en sus primeros años. Tan pronto
salió de su niñez, se consagró al estudio de las letras”.32
Sin embargo, una vez que concluyó aquellos primeros estudios
infantiles de las letras, aunque, según algunos, inmediatamente después
de ellos se dedicó a la carpintería y, algunas veces, a esculpir piedras, ello
no fue obstáculo para que, en la flor de su juventud, ya muy instruido
en la dialéctica, fuese discípulo junto con Eurípides, de Anaxágoras de
Clazomenas, filósofo jonio, maestro y amigo de Pericles que vivió en
Atenas entre el año 460 y el 430 antes de ser desterrado, considerado
como el mejor filósofo de su época, en física.33 “Dicen que, una vez
condenado Anaxágoras, se unió al físico Arquelao, discípulo del anterior,
para aprender de él las verdaderas causas de los fenómenos naturales.
Cicerón, en un lugar de su obra, dice –Sócrates había sido discípulo de
Arquelao, discípulo a su vez, de Anaxágoras”.34
Platón describe parte de esta relación en el Fedón cuando recrea
un diálogo con Cebes: “El caso es que yo –le dice a Cebes– cuando era
joven estuve asombrosamente ansioso de ese saber que ahora llaman
“investigación de la naturaleza”. Porque me parecía ser algo sublime
conocer las causas de las cosas, por qué nace cada cosa y por qué pe-
rece y por qué es. Y muchas veces me devanaba la mente examinando
por arriba y por abajo, en primer lugar, cuestiones como estas: “¿Es
acaso cuando lo caliente y lo frío admiten cierto grado de putrefacción,
según dicen algunos, cuando se desarrollan los seres vivos? ¡Y es la
sangre con la que pensamos, o el aire, o el fuego? ¿O ninguno de estos
factores, sino que el cerebro es quien presenta las sensaciones del oír,
ver, y oler, y a partir de ellas puede originarse la memoria y la opinión,
y de la memoria y la opinión, al afirmarse, de acuerdo con ellas, se
origina el conocimiento? Y, además, examinaba las destrucciones de
____________________________________
32
Giannozzo Manetti: Vida de Sócrates, p. 31.
33
Ídem.
34
Ídem.

21
Ensayos

esas cosas, y los acontecimientos del cielo y la tierra, y así concluí por
considerarme a mí mismo como incapaz del todo para tal estudio. [...]
Pero oyendo en cierta ocasión a uno que leía en un libro, según dijo,
de Anaxágoras, y que afirmaba que es la mente lo que lo ordena todo y
es la causa de todo, me sentí muy contento con esa causa y me pareció
que de algún modo estaba bien el que la mente fuera la causa de todo,
y consideré que, si eso es así, la mente ordenadora lo ordenaría todo y
dispondría de cada cosa de la manera que fuera mejor. [...] Creía muy
contento que ya había encontrado un maestro de la causalidad respecto
de lo existente de acuerdo con mi inteligencia. Anaxágoras y que él me
aclararía primero, si la tierra es plana o esférica, y luego de aclarármelo,
me explicaría la causa y la necesidad, diciéndome lo mejor y por qué
es mejor que la tierra sea de tal forma. Y si afirmaba que ella está en el
centro, explicaría cómo le resultaba mejor estar en el centro. Y si me
demostraba esto, estaba dispuesto a no sentir ya ansias de otro tipo
de causa. Y también estaba dispuesto a informarme acerca del sol, y
de la luna y de los demás astros, acerca de sus velocidades respectivas,
y de sus movimientos y demás cambios, de qué modo le es mejor a
cada uno hacer y experimentar lo que experimenta. Pues jamás habría
supuesto que, tras afirmar que esto está ordenado por la inteligencia,
se les adujera cualquier otra causa, sino que lo mejor es que esas cosas
sean así como son. [...] Y no habría vendido por mucho mis esperan-
zas, sino que tomando con ansias en mis manos el libro, me puse a
leerlo lo más aprisa que pude, para saber cuanto antes lo mejor y lo
peor. Pero de mi estupenda esperanza, amigo mío salí defraudado,
cuando al avanzar y leer veo que el hombre no recurre para nada a la
inteligencia ni le atribuye ninguna causalidad en la ordenación de las
cosas, sino que aduce como causas aires, éteres, aguas y otras muchas
cosas absurdas. [...] Pues lo que este hombre hace, después de hablar
del nus o mente mía, es limitarse a explicarme que estoy aquí sentado
precisamente porque tengo un cuerpo, que está formado de huesos y
nervios, y los huesos son sólidos y tienen articulaciones unos con otros,
mientras que los nervios pueden estirarse y aflojarse. Pero yo siento
que hay otra cosa, gracias a la cual he decidido estar aquí sentado con
mis huesos y mis nervios, sin haber trasladado los huesos y nervios a
Mégara o a Boecia, que es lo que me convendría, si no me retuviera la
consideración de lo justo. Esto es lo que me manda permanecer aquí.
Los sabios físicos descubren que el aire en remolino puede ser más
firme sostén del mundo que el mismo Atlas, pero no se ocupan del bien
22
Ensayos

y del deber. De esta investigación sí que hubiera sido yo discípulo; pero


como nadie me la enseñaba, entonces comprendí mi segunda singladura
en busca del fundamento y explicación del bien”.35
Este pasaje es importante porque nos da cuenta de los intereses
juveniles de Sócrates, la influencia que en él ejerció la filosofía jónica,
pero también nos da indicios de cuáles eran sus hábitos de lector; esto
resulta en verdad interesante; saber qué era lo que leía, para conocer
cómo era el fenómeno de la lectura entre los griegos que le eran con-
temporáneos y la opinión de Sócrates a este respecto.
“La educación necesaria no era entonces muy complicada, y nada
tenía de libresca. Aun para Platón, los libros apenas existían. Sólo en
los tiempos de Aristóteles los libros comenzaron a ahogar a los hom-
bres y la ciencia enmudeció, y en lugar de nacer espontáneamente en
el diálogo, se convirtió en cosa que se adquiere misteriosamente en la
soledad del cuarto de estudio. Y eso que los antiguos leían en voz alta
y no habían llegado a nuestra manera inmaterial, casi diabólica de leer
sin pronunciar”.36
La educación de Sócrates ya vimos cuán poco libresca fue. Y, sin
embargo, como el desarrollo de la librería ocurrió durante su vida,
alguna vez hallamos huellas muy claras de que Sócrates leyó de buena
gana libros: “Me gusta –dice una vez– recoger los tesoros que dejaron
los antiguos en sus escritos y leerlos y explicarlos en lecturas a mis
amigos”. El Fedro platónico se basa en esta costumbre socrática, y,
como es sabido, es el ejercicio sofístico de Lisias sobre el amor el que
sirve de tema al diálogo. Sin embargo, Sócrates guardó siempre recelo
frente a los que reducían la educación únicamente a los libros. Así se le
ve refutando a Eutidemo, quien está demasiado orgulloso de su cultura
libresca y da a través de los libros en la sofística. Eutidemo representa
muy bien el primer envanecimiento que produjo la cultura libresca. El
descubrimiento de los libros fue tan portentoso, que perderse en ellos
y dejar la cabeza propia entre las líneas ajenas resultaba muy fácil. Só-
crates se puso en guardia contra el nuevo peligro, y en parte porque él
había nacido un poco antes de que la literatura libresca se desarrollase,
en parte porque tenía genio personal y un sentido muy viviente y claro
de las cosas, supo resistir al peligro y no se entregó ingenuamente al
nuevo instrumento de la educación y la transmisión del pensamiento
____________________________________
35
Platón: Fedón, 96 ss.
36
Antonio Tovar: Vida de Sócrates, p. 88.

23
Ensayos

ajeno. Pues su afición mayor, no lo olvidemos era discutir, y no tanto


por arrancar sus opiniones a sus interlocutores sino por descubrir la
verdad.37
Se puede pensar que por vivir en Atenas –dice Antonio Tovar–38
fueron los libros de Anaxágoras los primeros filosóficos y de ciencia
jonia que se difundieron. Pues es cosa bastante segura que fue en
Atenas donde se comenzaron a publicar libros y donde comenzó a
desarrollarse algo parecido a una industria editorial. Anaxágoras fue
el primer filósofo que publicó sus libros al modo moderno. Si bien
Heráclito había hecho lo suyo cuando en Efeso depositó su libro, o
una copia en pergamino al modo oriental, en el templo de Artemisa.
Otros filósofos, Parménides, Jenófanes y Empédocles, “publicarían”
sus obras filosóficas, pero cantándolas en verso, como rapsodas, sin
convertirlas todavía a libros en prosa.
La superioridad que tiene para Sócrates la enseñanza oral sobre el
estudio de los libros no es muy diferente del carácter de la educación
sofística. Ponía en ridículo el autodidactismo orgulloso, la ciencia
aprendida en libros. Sócrates veía en los libros –él, no escritor, sino
predicador– un enemigo peligroso, que daría al saber demasiada cer-
teza y favorecería el aislamiento, la ciencia aprendida en un rincón y,
por consiguiente, el envanecimiento y el orgullo solitario. En el afán
de oponerse a este peligro, incluso se negaba a sí mismo y exageraba
su propia ignorancia.39
En asuntos militares fue un ciudadano activo y participativo.
Acompañó al ejército a Anfipolis, ciudad fundada por Atenas en el
año 436 a orillas del Estrimon, casi en su desembocadura; y en la ba-
talla de Delion en el 424, recogió y salvó a Jenofonte40 quien se había
caído del caballo, cuando vencido se retiraba del combate junto con
los demás atenienses que huían, y miraba una y otra vez de reojo hacia
atrás para devolver el golpe si alguno hubiese intentado atacarlo por la
espalda.41 También participó en el ataque por mar a Potidea, en el 432,
pues de ninguna manera era posible llegar a pie, por lo fogoso y duro
de la pelea; se dice que permaneció allí con el mismo ánimo durante
toda la noche, y que habiendo luchado con la mayor valentía en esta
____________________________________
37
Ibídem, p. 106.
38
Ibídem, p. 130.
39
Ibídem, pp. 210-211.
40
Ibídem, p. 104.
41
Manetti: obra citada, p. 33.

24
Ensayos

expedición, tras conseguir la victoria final, la concedió, por su propia


iniciativa, a Alcibíades, al que tenía por extraordinario aprecio. Y, una
vez realizados estos hechos militares tan brillantes, llevado a cabo con
gran gloria de su nombre, volvió su atención a los estudios morales.42
Platón nos cuenta que mientras en los fríos que el ejército ateniense
pasó en la campaña todos buscaban calzar sus pies con fuertes botas
forradas de piel de oveja, Sócrates caminaba descalzo por el hielo con
más agilidad que los otros bien calzados. Y en cierta ocasión durante
la misma campaña, se levantó por la mañana con un problema en la
mente, y como quizá no avanzaba en su solución, continuaba en pie
en el mismo lugar, discurriendo. Llegó el medio día y la gente se dio
cuenta de lo que sucedía, y unos a otros los soldados se comunicaban
que Sócrates llevaba desde la mañana pensando. Luego, unos marineros
jonios, como era verano, decidieron dormir al fresco y durante la noche
vigilar a Sócrates a ver qué hacía. Se mantuvo toda la noche en pie y
esperó hasta la aurora en su meditación; por fin, cuando el sol apareció
le hizo su oración y se marchó.43
“Para que no se le tuviera por un absoluto desconocedor de la
música, se dedicó a recitar con acompañamiento de lira; y lo hizo,
ciertamente, sin avergonzarse de dedicarse a esta actividad en edad ya
avanzada; es inseguro si para descansar su espíritu o para aprender,
como leemos en algunos autores. Pues algunos dicen que recitó con
acompañamiento de lira, por considerar que no era algo vergonzoso
aprender lo que cada cual no supiese. Esta era, al parecer, la opinión de
nuestro querido Cicerón”.44 Danzaba también con frecuencia, teniendo
este ejercicio por muy conveniente para la salud corporal.45
La fortaleza de Sócrates debió en verdad ser portentosa. En otro
pasaje del Banquete, Platón retrata estas cualidades cuando Sócrates se
reúne con sus amigos a festejar la obtención de un premio de poesía
por parte de Agatón, para la cual acude a la casa de este. Cuando llega:
Agatón se levantó para sentarse al lado de Sócrates, cuando de re-
pente se presentó ante la puerta una gran cantidad de parrandistas y,
encontrándola casualmente abierta porque alguien acababa de salir,
marcharon directamente hasta ellos y se acomodaron. Todo se llenó
de ruido y, ya sin ningún orden, se vieron obligados a beber una gran
____________________________________
42
Ibídem, pp. 33-35.
43
Platón: Banquete 220 b ss. Véase también Tovar, p. 107.
44
Ibídem, p. 37.
45
Diógenes Laercio: obra citada, II, 12.

25
Ensayos

cantidad de vino. Entonces Erixímaco, Fedro y algunos otros –dijo


Aristodemo– se fueron y los dejaron, mientras que de él se apoderó
el sueño y durmió durante mucho tiempo, al ser largas las noches,
despertándose de día, cuando los gallos ya cantaban. Al abrir los ojos
vio que de los demás, unos seguían durmiendo y otros se habían ido,
mientras que Agatón, Aristófanes y Sócrates eran los únicos que
todavía seguían despiertos y bebían de una gran copa de izquierda a
derecha. Sócrates, naturalmente, conversaba con ellos. Aristodemo
dijo que no se acordaba de la mayor parte de la conversación, pues no
había asistido desde el principio y estaba un poco adormilado, pero
que lo esencial era –dijo– que Sócrates les obligaba a reconocer que
era cosa del mismo hombre saber componer comedia y tragedia, y
que quien con arte es autor de tragedias lo es también de comedias.
Obligados, en efecto, a admitir esto y sin seguirle muy bien, daban
cabezadas.
Primero se durmió Aristófanes y, luego, cuando ya era de día, Ata-
tón. Entonces Sócrates, tras haberlos dormido, se levantó y se fue.
Aristodemo, como solía, le siguió. Cuando Sócrates llegó al Liceo, se
lavó, pasó el resto del día como de costumbre y, habiéndolo pasado
así, al atardecer se fue a casa a descansar.46
En cuanto a su filiación religiosa, uno se pregunta hasta qué punto
pudo justificarse la acusación de impiedad que le fue imputada. Es
cierto que sus devociones y sus ideas religiosas están lejos de quedar
circunscritas a la poesía nacional, destaca Tovar, o a la religión tradicio-
nal, tal como pervivía más o menos oscuramente en todos los rincones
de Grecia, es aceptada y reconocida por él. Así lo vemos haciendo47
oración al dios Eros, al que describe ortodoxamente, sin sombra de
racionalismo ni alegoría, de acuerdo con el catecismo en uso. Según
Jenofonte, en su Apología, sus acusadores no pudieron probarle que
sacrificase, no nombrase otros dioses que Zeus y Hera y los demás
tradicionales. En otras ocasiones, como se citó antes, adora al sol48 de
una manera auténticamente popular, semejante a como recomienda
Hesíodo.49
La clave de la situación de Sócrates es la de que está en un momento
en que las creencias religiosas vacilan. Las gentes se encuentran frente

____________________________________
46
Platón: Banquete 223 b c d.
47
Jenofonte: El Banquete, p. 226.
48
Platón: Banquete, 220 d.
49
Tovar: obra citada, p. 151.

26
Ensayos

a la muerte; el individuo, desnudo frente a la nada. Sócrates prefirió


apoyarse en las verdades de su alrededor, bajo la protección de los
santos patronos de la ciudad.50
Hasta para elegir los amigos necesita Sócrates del consejo de los
dioses, como en circunstancias importantes y dramáticas, en la que los
dioses tienen algo que decir. Es bueno insistir en que “la religión antigua
estaba sólidamente ligada a la ciudad. Sócrates se daba cuenta de que
esa religión se evaporaría en cuanto el cosmopolitismo predominase”.51
Resulta difícil entender la conducta de Sócrates sin su gran amor
hacia su ciudad. Más allá de sus expediciones con el ejército, en las
que tomó las armas como cualquier ciudadano, nunca había salido de
Atenas, salvo algún momento más, acaso condicionado asimismo por
instituciones de la ciudad. Así parece que tomó parte en una peregri-
nación oficial que iba de Atenas a las fiestas del Istmo. Y, tal vez fue
a Delfos, y este sería el único viaje de Sócrates fuera de Atenas; viaje
que obedecería a una necesidad religiosa individual de Sócrates, y que
probaría la especial relación que sus sentimientos religiosos tienen con
el dios de Delfos.52
Platón explica la unión de Sócrates con Atenas de una manera muy
profunda, al poner en boca de Menón estas consideraciones: “Haces
bien en no marcharte de Atenas, pues si de extranjero en otra ciudad
te dedicaras a esa magia de la duda, te encarcelarían como brujo”.53
Sócrates no podía huir de Atenas, ni siquiera condenado a muerte,
pues su elemento era la ciudad, y huir a Tesalia, como le proponían sus
amigos, era hundirse en la barbarie.54
Sus criterios legalísticos los lleva también a la moral. Con toda se-
guridad porque nació y se crió en una época en que la ciudad de Atenas
pareció más sólida, feliz y próspera que nunca, hallamos tan arraigada
en Sócrates la idea de la ciudad como normadora suprema en moral:
Jamás fue causa para la ciudad de desastres en guerra, de discusiones
o traiciones ni de algún otro mal; a ningún particular privó jamás de
bienes ni le acarreó desgracias, nunca jamás fue acusado de nada de
lo dicho.55
____________________________________
50
Ibídem, p. 153.
51
Ibídem, p. 332.
52
Ibídem, p. 72.
53
Platón: Menón 80 b.
54
Platón: Critón, 56 d.
55
Jenofonte: Recuerdos de Sócrates, p. 136.

27
Ensayos

“Las leyes –pensaba Sócrates,– son las que realmente engendran,


crían, educan, dan el disfrute de todos los bienes de la vida. Y en último
término hasta conceden la libertad de expatriarse, de desarraigarse, si
las leyes se encuentran poco acomodadas al genio de uno”.56 Se trataba,
pues, de probar con la entrega a la muerte, la autenticidad de esos lazos,
y entonces Sócrates no podía dar marcha atrás. Él era de los que con
su vida entera, con su permanencia en la ciudad, con su entrega total,
había probado que creía en la santidad y necesidad de esos lazos que
ligan al hombre con su ciudad.57
Sócrates no había salido nunca de Atenas porque se hallaba en
perfecto acuerdo con el ambiente de la ciudad y con las leyes. Pero
también se había interesado en aquellos hombres migrantes que iban
y venían, que ya se habían desligado de su ciudad y vivían a su gusto
en cualquier parte, no había sentido ni curiosidad ni deseo de ir a otra
ciudad. Las leyes y la ciudad le habían satisfecho plenamente, y a ellas
se hallaba plenamente acoplado, y había tenido hijos para que conti-
nuaran en la ciudad su estirpe. En el juicio había preferido la muerte
al destierro por no separarse de Atenas, y por consiguiente, escapar
según las indicaciones de Critón sería una verdadera inconsecuencia,
una falta de cumplimiento del expreso acuerdo que su vida constituía
con las leyes, de la voluntaria sumisión, que tenía verdaderos caracteres
de contrato, firmado por parte de Sócrates con su convivencia en la
ciudad y dentro de las leyes.
Puede resultar cruel o paradójico que alguien que ama y se entre-
ga con tanta intensidad a la defensa de su ciudad fuera condenado a
muerte por sus propios conciudadanos. Uno se pregunta dónde reside
el origen de esa animadversión de los atenienses hacia Sócrates. La
primera anécdota se refiere al año 406/5. Sócrates por única vez en
su vida desempeña un cargo y entra, sin duda obligado por el sorteo
y cuando penosas circunstancias absorbían a todos los ciudadanos, en
el Consejo de los Quinientos.58 Es un momento crítico y la mala ven-
____________________________________
56
Platón: Critón, 51a d.
57
Tovar: obra citada, p. 340.
58
El Consejo (llamado “Consejo de los Quinientos”) estaba constituido por cincuenta
miembros de cada una de las diez tribus. Se dividía el año en diez periodos, en cada
uno de los cuales ejercía el gobierno y presidía el Consejo cada una de las tribus (tribu
en pritanía). Los cincuenta miembros de la tribu que ejercían los prítanes, algunos
por un solo día, se asignaban por sorteo; también se había efectuado sorteo para
nombrar a los cincuenta representantes de cada tribu. Véase la Apología de Platón,
n. 24.

28
Ensayos

tura de la guerra ya ha condenado, ante la vista de todos, a Atenas a la


derrota. Y, sin embargo, aún, al recibir la nueva de que Conón se halla
con el resto de su escuadra bloqueado en Mitilete, la gente en Atenas
se deja llevar del entusiasmo. Se crea en unas semanas una flota de 110
trirremes. No hay dinero para adquirir esclavos y los ciudadanos y los
metecos aceptan orgullosos un puesto en los bancos de los remeros;
el esclavo que acuda a esta escuadra será manumitido en el acto. La
escuadra parte en julio de 406, encuentra al enemigo junto a las islas
Arginusas y lo aniquila, pero veinticinco naves atenienses se hunden.
Como la batalla fue en alta mar, las tripulaciones de estas no pudieron
llegar a tierra; se intentó organizar el salvamento de los náufragos que
se sostenían sobre las olas, pero se echaba encima una tormenta y no
había tiempo que perder; no se podía esperar la furia de las olas en
aquel mar peligroso, y hubo que huir abandonando a los supervivientes
y sin recoger a los cadáveres.
Dos mil ciudadanos desaparecidos, después de tantos lustros de
guerra, era una pérdida muy sensible, y el pueblo exasperado, víctima
de un colectivo estado de ánimo enfermizo, llamó ante el tribunal a los
generales. Seis de ellos acudieron, dos se apresuraron a ponerse a salvo.
Comenzó el juicio. La defensa de los generales no produjo una
impresión desfavorable y nada hacía esperar que la cosa fuera a tomar
un giro trágico. Una fiesta familiar, las Apaturias, se celebró antes de
que el juicio de los generales terminara. Esto fue una desgracia para
los acusados, pues en las fiestas, en las que se reunían las fratrías, el
pueblo observó con desesperación cuántos eran los que habían debido
vestirse de luto. La indignación de los atenienses llegó a su colmo, y
vino a descargar sobre los generales, cuya defensa, insistiendo en que
hubiera sido una locura exponer a la escuadra entera a correr la misma
suerte que los desgraciados náufragos, resultaba ya vana.
El asunto, por decisión de la asamblea del pueblo, había sido con-
fiado a la resolución del Consejo, pero este cedió a la nueva oleada de
indignación popular y decretó que el pueblo volviera a conocer de la
cuestión. La decisión era ilegal, pues se requería que en el caso de plura-
lidad de acusados se siguiese para cada uno un procedimiento especial.
Entonces aparece la voluntad de Sócrates y la fría resolución en
defensa de la justicia, en un esplendor único. Era justamente la tribu de
Sócrates, Antioquís, la que ejercía, según el turno establecido, la prita-
nía, es decir, que a los representantes de esa tribu, durante un periodo
determinado, correspondía la dirección de la sesión de la asamblea.
29
Ensayos

Fue aquella verdaderamente tempestuosa. Se trataba de hacer pasar el


asunto otra vez del Consejo a la asamblea. La cosa era ilegal, y varios
prítanes, entre ellos Sócrates, se oponían. El pueblo se alborotaba y
prorrumpía en denuestos contra los prítanes que pretendían oponerse
a la desatada pasión. Se llegó a amenazar a los prítanos renuentes con
que se iba a llevar a votación del pueblo su encarcelamiento. Todos
cedieron entonces, menos Sócrates que en este momento mostró su
duro temple, manifestando que él no renunciaría a que se cumpliese
escrupulosamente la ley:
Y estando dispuestos los oradores a enjuiciarme y detenerme y
animándoles vosotros a ello y dando gritos creí que debía afrontar
el riesgo con la ley y la justicia antes de, por temor a la cárcel o a la
muerte unirme a vosotros que estabais decidiendo cosas injustas.59
Aunque su sola oposición no bastó para detener la marcha del asun-
to, y el pueblo pudo satisfacer su enloquecimiento colectivo votando
la pena de muerte contra los ocho generales, inmediatamente los seis
que se habían presentado fueron ejecutados.
Por supuesto que esta actitud indomable del filósofo ateniense para
nada agradó al pueblo, y ese rencor que muchas veces dura años en el
alma de las gentes vulgares se despertó siete años después cuando el
proceso final. Pero no fue la única ocasión en que Sócrates arriesgó
su integridad física para defender lo que él pensaba que era lo justo:
[...] cuando vino la oligarquía, los Treinta me hicieron llamar al Tolo,
junto con otros cuatro, y me ordenaron traer de Salamina a León el
salamino para darle muerte; pues ellos ordenaban muchas cosas de
este tipo también a otras personas, porque querían cargar de culpas
al mayor número posible. Sin embargo, yo mostré también en esta
ocasión, no con palabras, sin con hechos, que a mí la muerte, si no
resulta un poco rudo decirlo, me importa un bledo, pero que, en
cambio, me preocupa absolutamente no realizar nada injusto e impío.
En efecto, aquel gobierno, aun siendo tan violento, no me atemorizó
como para llevar a cabo un acto injusto, sino que, después de salir
del Tolo los otros cuatro fueron a Salamina y trajeron a León, y yo
salí y me fui a casa. Y quizá habría perdido la vida por esto, si el
régimen no hubiera sido derribado rápidamente. De esto, tendréis
muchos testigos.60

____________________________________
59
Platón: Apología 32 a b c.
60
Ibídem, 32 c d e.

30
Ensayos

También le prohibieron los treinta tiranos, al parecer instigados


por Critias, que siguiera enseñando.
Su labor frente a sus conciudadanos de un sermoneo continuo,
de crítica, de exhortaciones incansables fue una de las causas de su
muerte; lo cierto es que las gentes llegaron a cansarse de un personaje
tan paradójico, cuestionador y por lo tanto inquietador.
Otro aspecto misterioso, pero no menos anecdótico es ese demonio
socrático que le habla y le aconseja, del que seguido se habla de él. Se
sabe que los demonios son en la religión helénica seres de contornos
bastante vagos. Hasta que llegó el momento racionalista de establecer
jerarquías entre los seres divinos y semidivinos, los démones o demonios
fueron situados en un lugar determinado.
Es daimonion, “demoníaco”, para los griegos primitivos todo lo que,
aun sin personalidad tiene un carácter fatal, sobrehumano, lo que está
arrebatado por una pasión que arrastra su razón, lo que actúa como
vivo, pero con una fuerza que no obedece a leyes comprensibles, lo
que lleva una desgracia o una fortuna imprevisible y que es de temer.61
Las interpretaciones racionales intentaron apartar lo que hubiese
de sobrenatural en los dáimones. Heráclito, por ejemplo, racionalizó
el concepto hasta convertirlo a una simple consecuencia del carácter.
Desde este punto de vista el daimon del hombre era su genio personal,
su modo de ser; por consiguiente la conducta del hombre podía deberse
a ese genio, que unas veces era bueno y otras malo.
La religiosidad de Sócrates tomó en cuenta estas racionalizaciones
sin abandonar las viejas creencias. Para comenzar por atribuirse a sí
mismo un demonio propio, pero sin racionalizar este daimon hasta iden-
tificarlo con su carácter personal, con esa prefiguración del destino que
cada hombre lleva en su carácter, sino que, por el contrario, mantuvo
la creencia en los dáimones como personas independientes con poderes
sobrenaturales.
—Yo no traigo un dios nuevo cuando hablo de mi demonio. Yo creo
en esta voz divina lo mismo que vosotros creéis en los signos de las
aves o en el sentido profético que concedéis a las palabras que oís
por ahí al azar. No es nada nuevo esta voz que yo oigo dentro, pues
lo que dice la Pitia no es más que la repetición de una voz divina.62

____________________________________
61
Tovar: obra citada, p. 260.
62
Jenofonte: Apología, 11 ss.

31
Ensayos

Sócrates llamaba demonio a un sentido interior que le ponía directa-


mente en comunicación con la divinidad, a una verdadera interiorización
de esa tradicional inspiración divina que se manifestaba, más vaga y
confusamente, en agüeros, oráculos y otras formas normales del culto.
Que mi demonio es cosa de los dioses y de los dioses antiguos y
herederos, los mismos que dan los oráculos y las señales, lo prueba
que cuando fiado en mi demonio anuncié a mis amigos la voluntad
de los dioses y siempre acerté, y ni una sola vez quedó mi demonio
por mentiroso.63
Hay en esta idea una manera radicalmente nueva, por parte de
Sócrates, en reconocer el carácter religioso de esta fuerza interior, y
se halla con un demonio distinto, de otro mundo que el de los viejos
dioses. Estaba convencido de que era una particularidad suya la de tener
un daimon personal, particularidad que tal vez pensaba como incom-
partida, concedida “acaso a alguien, acaso a nadie de los pasados”.64
Esta entidad se convierte en Sócrates en una fuerza individualizada e
interior, se reduce a un demonio familiar, inspirador y momentáneo.
Sócrates se entrega a una tutela superior, obediente a fuerzas terribles,
pero domesticadas.65 Además se daba cuenta de que él era el primero en
haber percibido las señales del daimon interior, y sus discípulos y oyentes
se percataron de que ese sentido interior que le ligaba a los dioses era
una novedad. La naturaleza de este daimon fue concebida por Sócrates
como esencialmente negativa. El demonio siempre lo disuade, nunca
le da órdenes. Le impide ora que se vaya hasta que repare una falta,
ora que trate a ciertas personas, bien que se levante para irse antes de
tener un encuentro de cierto interés intelectual, bien que le exprese
a Alcibíades su afición, bien que se meta en política. Incluso su voz
demoniaca sirve para advertir a los amigos. En cambio, Sócrates actúa
tranquilo cuando el demonio guarda silencio. Entonces sabe que ha
acertado y que no tiene más que hacer. Así, da como prueba de haber
acertado ante el tribunal que le condena a muerte, que el demonio no
le ha advertido nada en contra, y por consiguiente, que la muerte que
le espera no es un mal.66

____________________________________
63
Ibídem, 13 ss.
64
Platón: La república, VI, 496 c.
65
Tovar: obra citada, pp. 264-265.
66
Tovar: obra citada, p. 267.

32
Ensayos

Uno no puede dejar de percibir una gran dosis de ironía, incluso


de humorismo en las actitudes de Sócrates. Lo cierto es que la ironía
juega un papel importante en la vida de Sócrates. Y una de las mejores
formas de entender su obrar es en su relación antagónica con los so-
fistas. La primera oposición entre Sócrates y ellos está en la actitud. Si
los sofistas son petulantes, Sócrates tenía una humildad desconcertante,
hasta declararse sinceramente discípulo de cualquiera que le parecía
había examinado con cuidado una cuestión:
¡Mi buen amigo Crátilo! Incluso yo mismo estoy asombrado, hace
tiempo, de mi propia sabiduría y desconfío de ella. Por ende, creo que
hay que volver a analizar mis palabras, pues lo más odioso es dejarse
engañar por uno mismo.67
Este mismo espíritu se respira a todo lo largo de las referencias
acerca de su obra y pensamiento, principalmente en Platón:
Sois vosotros, más bien, los que sois sabios, los rapsodas y actores y
aquellos cuyos poemas cantáis. Yo no digo, pues, sino la verdad que
corresponde a un hombre corriente.68
A Sócrates le encanta y disfruta no salirse de lo común, y por ello
se opone a los sofistas: ante la habilidad de estos, antepone siempre
su condición de hombre ordinario distante de cualquier complejidad
y artificio.
Seguramente –le dice a Teeteto– si tú y yo fuésemos hábiles y sabios
y hubiésemos investigado todos los pensamientos de nuestra mente,
podríamos pasarnos ya el resto del tiempo sometiéndonos a prueba
el uno al otro y enzarzándonos como los sofistas en esas batallas en
las que se atacan esgrimiendo argumentos contra argumentos. Pero,
en realidad, como somos hombres comunes y corrientes, antes que
nada queremos examinar nuestros propios pensamientos en relación
a sí mismos [...].69
Desde luego, la confrontación con los sofistas da para más, en
especial las diferencias de opinión respecto a cómo debe enseñarse la
filosofía; sabido es de todos la oposición de Sócrates a cobrar por sus
lecciones y lo cual queda muy bien ilustrado por el pasaje cuando dice:

____________________________________
67
Platón: Crátilo, 428 b.
68
Platón: Ión, 532 d.
69
Platón: Teeteto, 154 e.

33
Ensayos

Claro, que si hubiera escuchado ya de labios de Pródico el curso de


cincuenta dracmas que, según este, es la base para la formación del
oyente sobre el tema, no habría nada que impidiera que tú conocieras
en este instante la verdad sobre la exactitud de los nombres. Pero, hoy
por hoy, no he escuchado más que el de una dracma.70
Lo cierto es que la ironía ha sido traída al mundo filosófico por
Sócrates, nos ilustra Tovar, y consiste en decir lo contrario de lo que
se piensa, en fingir humildad, ocultar lo que se siente, no comunicar lo
que piensa, decir que vende cuando no vende y al contrario. El “solo sé
que no sé nada” es la más alta afirmación de Sócrates y en la que brilla
su ironía con mayor intensidad. La ironía socrática tenía la finalidad de
criticar la ingenuidad racionalista de los contemporáneos, y procuraba
así salvar la sabiduría, asegurar los fundamentos del conocimiento
racional. Frente a los temperamentos ingenuamente afirmativos, esta
ironía resulta desesperante “–¡Esta es la ironía socrática! –grita Trasí-
maco invitando con mucha razón a que de una vez conteste en vez de
ironizar”.71 Esta actitud fue la que llevó, en gran medida, también a la
desesperación a quienes lo condenaron.

Sobre la utilidad y las ventajas prácticas de la filosofía, tanto para la


griega como para otras, encontré en Nicholas Rescher una idea muy
interesante en cuanto a su aplicabilidad, la cual me parece ilustrativa.
Para Rescher, la filosofía como tal no proporciona una guía para la vida.
Por lo cual aclara: “En este nivel de generalidad comprehensiva, nues-
tras preguntas obtienen no una respuesta, sino una babel de respuestas
conflictivas a partir de las cuales no se puede obtener una guía. Si hemos
de aplicar la filosofía, debemos tener una filosofía particular que aplicar.
Hay modos distintos de aplicar la filosofía, hay aplicaciones personales
y hay también aplicaciones públicas al gobierno de los asuntos de la
sociedad. La primera es relativamente directa. Una vez que se tiene
una filosofía y se ha adoptado una posición propia en las cuestiones
filosóficas, se puede útilmente poner a trabajar para tomar decisiones
y conducir los asuntos propios. Ahora aplicar la filosofía en el domino
público hace surgir dificultades sustantivas. Pues, es en la medida en
que tenemos una “filosofía pública” acabada acordada y compartida
____________________________________
70
Platón: Crátilo: 384 b.
71
Platón: República 337 a.

34
Ensayos

podemos hacer uso de la filosofía como base para la solución de pro-


blemas en el foro público”.72 La aplicación, ya sea pública o privada de
esta filosofía, supone aceptar el contenido de esta, y con ello el riesgo
implícito, ya sea por una práctica ciudadana o en el ejercicio de la pro-
fesión filosófica. ¿Hasta dónde puede mantenerse la adherencia a un
conjunto de ideas, sobre todo cuando las circunstancias son adversas?
Es una respuesta sujeta a un conjunto de circunstancias personales y
sociales, pero sobre todo depende de hasta dónde se quieran asumir
los riesgos del pensar y obrar con sentido reflexivo y crítico.
Lo que ahora puedo apreciar en mi entorno es la poca disponibili-
dad tanto para correr riesgos como para asumirlos. Los practicantes y
los profesionales de la filosofía encuentran más cómodo defender una
posición burocrática o lucrativa para ganarse la vida y vivir con la mayor
holgura posible que oponer resistencia a cualquier acto de injusticia o
disentir de las decisiones provenientes del poder.
Muy lejos estamos ya del espíritu griego y más del socrático.

: Política (trad. Francisco de P. Samaranch), Madrid, Aguilar, 1986.


C , Luciano: Una profesión peligrosa (trad. Edgardo Dobry), Barcelona, Anagrama, 2002.
C , Bordoy Francesc: Demócrito, Madrid, Ediciones del Orto, 1999.
C , Nestor Luis y otros: Los filósofos presocráticos II, Madrid, Gredos, 1994.
, E.R.: Los griegos y lo irracional (trad. María Araujo), Madrid, Alianza, 1980.
Federico: Los filósofos presocráticos, de Homero a Demócrito, México, D.F., SEP, 1987.
––––––––––: De la sabiduría de los griegos, Ciudad Juárez, UACJ, 1995.
G , Olof: Los orígenes de la filosofía griega (trad. Manuel Carrión Gútiez), Madrid, 1994.
H , Friedrich: La muerte de Empédocles (trad. Feliu Formosa), Barcelona, El Acan-
tilado, 2001.
, A: La formación del pueblo griego (trad. Serafín Agud Querol y J. María Díaz-Regañón
López), México, D.F., UTEHA, 1960.
: Recuerdos de Sócrates, El banquete, apología de Sócrates, México, D.F., Porrúa, 2000.
L , Diógenes: Vida de los filósofos más ilustres (trad. José Ortiz y Sanz y José M. Riaño),
México, D.F., Porrúa, 1991.
, Martha C.: La terapia del deseo (trad. Miguel Candel), Barcelona, Paidós, 2003.
, Giannozzo: Vida de Sócrates (trad. Juan Bossini), Madrid, Ediciones Clásicas, 1995.
: Diálogos (trad. C. García Gual, J. Martínez Hernández, E. Lledo Íñigo), Madrid,
Gredos,1997.
, Nicolás: La lucha de los sistemas (trad. Adolfo García de la Sienra), México, D.F.,
UNAM, 1995.
, Antonio: Vida de Sócrates, Madrid, Alianza, 2001.

____________________________________
72
Nicholas Rescher: La lucha de los sistemas, pp. 224-225.

35
Ensayos

Ferro Gay y sus ideas


acerca del filosofar*

H ay aspectos y matices que llaman la atención en el trabajo


filosófico de Ferro. Primero en cuanto a su formación como
tal, no existen antecedentes académicos indicativos de un proceso aca-
démico formal en el área de la filosofía. Lo que sabemos es que realizó
estudios de letras modernas cursados en Universidad de Turín, de los
cuales egresa en 1951. También que durante cierto tiempo asistió a la
Facultad Teológica San Alesio Falconieri de Roma como laico.
Sus primeros encuentros con los textos clásicos muy posiblemente
se dieran en los años juveniles durante su estancia en el internado. Pero
no se percibe hasta ahí, indicios del ejercicio filosófico como una pro-
fesión. Esto puede significar que fue hasta su llegada a Chihuahua, y
en el marco de la fundación de la Escuela de Filosofía y Letras cuando
emergieron en él las preocupaciones filosóficas a través del ejercicio
de la cátedra. A partir de entonces profesó la actividad filosófica con
una devoción sin igual.
¿Qué pudo haber llevado a Ferro a abrazar esta profesión en un
marco al que siempre hemos caracterizado por la supuesta aridez in-
telectual de aquel entonces? ¿Sería este mismo semidesierto de ideas
y publicaciones los que lo animaron a permanecer y arar con las ideas
estos terrenos? Con certeza no lo sabremos, pero cabe esa posibilidad.
Es difícil imaginar la impresión que el Chihuahua de los cincuenta
puedo haber producido en un humanista italiano de la posguerra. Sin
embargo quienes convivieron con él en ese periodo aclaran que esa
supuesta aridez intelectual de la capital chihuahuense no era tal. Nos
hablan de un ambiente nutrido de ideas, con librerías, como Casán, y
Palas Atena, con estantes bien surtidos de libros españoles, chilenos
y mexicanos. Destacaba en la sociedad un pequeño pero significativo
____________________________________
*
Publicado en Synthesis 38, UACH, Chihuahua, México, abr.-jun. 2006.

36 36
Ensayos

grupo de médicos que abrazaban con fervor la cultura europea, con


un claro dominio del francés. Eso quizá nos ayude a explicar por qué
el maestro Ferro tuvo tan buena acogida en nuestra comunidad. Quizá
por ello entre sus primeras ocupaciones destaca su incesante labor en
la escuela de idiomas, tarea a la que se entregaba durante todo el día y
parte de la tarde; podríamos decir que trabajaba de sol a sol.
Si bien es cierto que su noción del filosofar no la encontramos de
manera explícita en sus textos históricos, sí es posible apreciar ideas
directas al respecto en su compilación de ensayos Lo divino en lo humano,
antología que reúne los ensayos y artículos dispersos en varias revistas,
lo cual convierte al libro en uno de los textos más íntimos y personales
en relación con su propio pensamiento. Como por ejemplo: “Filosofía
¿para qué?”, “La filosofía sin sostén”, “Situación de la filosofía con-
temporánea”, “Bertrand Russell: un filósofo de nuestro tiempo” y “La
necesidad actual de una filosofía de la praxis”. Además, podemos inferir
de sus propias preferencias históricas, a través de sus inclinaciones y
simpatías las concepciones del filosofar que le resultaban más afines. En
este sentido podemos guiarnos por una de sus primeras publicaciones:
Introducción histórica a la filosofía, texto publicado en su primera edición,
según José Luis Orozco en 1966. De ahí resalta el epígrafe con que
inicia el volumen:
No es la filosofía un artificio para el pueblo, ni propia para la ostenta-
ción. No está en las palabras, sino en las obras. No ha de usarse para
pasar el día como algún placer para quitar su fastidio a la ociosidad.
Forma y modela el alma, ordena la vida, rige las acciones, indica lo
que ha de hacerse y omitirse, se sienta al timón y dirige el curso de
los que van fluctuando por las dudas. Sin ella, nadie puede vivir sin
temor, sin ella nadie puede vivir con seguridad. Ocurren a cada hora
innumerables accidentes que exigen un consejo que a ella ha de pedirse
Firmado por Lucio Anneo Séneca. Epístolas Morales, 16. Epígrafe
que en las ediciones posteriores se simplificaría para quedar simple-
mente:
La filosofía [...] No está en las palabras, sino en las obras
En las nuevas ediciones aparecieron otros dos epígrafes, creo,
conservan el mismo enfoque programático, en el sentido que perfilan
las ideas acerca de la filosofía que alientan su trabajo histórico. El
segundo de ellos:
La vida sin examen no vale la pena vivirse
37
Ensayos

Este aforismo contiene el núcleo del ideal socrático. El parteaguas


que significó la filosofía de Sócrates es difícil de reconocer. En el caso
de Ferro al recoger esta expresión asume el compromiso de la filosofía,
con la crítica, el análisis con respecto a la vida misma. Si volvemos la
vista hacia la persona de Sócrates en la Atenas de su tiempo no dejará
de recordarnos la figura del hombre disidente, del que fue capaz de
apartarse de la masa para expresar su propio punto de vista asumiendo
el alto costo de su obrar. Esta idea del sabio disidente habrá de pro-
longarse hasta Epicuro y su noción de parénklesis. Este movimiento de
desviación que ocurre en uno de los átomos en su vertiginosa caída.
Una asociación llevada al ámbito moral y ético por el mismo Epicuro.
Puede ser una extraña coincidencia, pero en los setenta, en la entonces
Escuela de Filosofía y Letras existió un grupo autonombrado Parénklé-
sis, distinguido por su carácter claramente disidente. Un grupo al que
se asocia el nombre de Silverio Tlapapa, Rubén Lau, Ysla Campbell,
Antonio Muñoz, Armando Loera y otros. En un tiempo que a decir de
Ferro constituyó el momento más álgido de la escuela.
“Al precisar lo que debería caracterizar el pensamiento disidente”,
nos dice Ferro, “tomemos en cuenta lo que decía Gramsci sobre la
transformación que la filosofía debe realizar en las formas populares
de pensamiento: por un lado, propiciar la toma de conciencia de sus
propias capacidades y necesidades, o sea, la liberación de sus prejuicios;
y, por el otro, promover la elevación del sentido común a niveles en los
que este pueda estar en condiciones de participar en la conformación de
un proyecto de sociedad, de tal forma que se establezca un nuevo orden
social, una reforma intelectual y moral”. “A decir verdad, continúa, las
diferentes tendencias que conforman el actual pensamiento disidente
muestran cada vez más un gran esfuerzo muy loable por vincularse a
las necesidades reales de las masas y para ajustarse a las nuevas proble-
máticas de las sociedades contemporáneas”.
Pero se abren algunas interrogantes. ¿Hasta dónde este compromiso
alcanza únicamente al individuo? ¿Es la filosofía una simple actividad
de autorrefexión y autoconocimiento? Pueden encontrarse varias
coincidencias entre Sócrates y Séneca, eran ideales compartidos en el
sentido de que el primero despreciaba la cultura libresca y a quien se
enfrascaba en los libros sin darse cuenta de todo lo que le rodeaba.
Sin embargo el sentido de Séneca abre su noción hacia un espectro
humano más amplio. Pudiéramos pensar que es la raíz de lo que Ferro
pensaba acerca de su filosofía de la praxis.
38
Ensayos

Pero, todavía nos queda un tercer epígrafe también de su compa-


triota Antonio Gramsci, al que siempre profesó una gran admiración y
respeto, como a pocos de los filósofos contemporáneos. El texto dice:
Si es cierto que toda filosofía es la expresión de una sociedad, debe
reaccionar sobre la sociedad, determinar ciertos efectos, positivos y
negativos, la medida en que reacciona es, precisamente, la medida de
su alcance histórico, de su calidad de hecho histórico y no de elucubración
individual.
Los tres aforismos anteriores, usados como aforismos nos dan una
primera aproximación a las nociones de Ferro Gay acerca de lo que él
entiende por filosofía. Aunque hay material como para ampliar estas
ideas. De su amplio conocimiento de la historia Ferro extrajo algunas
interesantes, pero no menos discutibles conclusiones, expuestas en el
interesante ensayo “La filosofía sin sostén”, como lo es su idea de “la
estabilidad de la naturaleza humana a través del tiempo”. Reconoce
en la ciencia y la tecnología un progreso real, pero en lo que se refiere
a las “actitudes humanas hacia la vida, a los cambios radicales en sus
hábitos ha resultado del todo insignificante”: “Lo único que perma-
nece en la conciencia del hombre como algo absurdamente estable es
la duda. La duda dio origen a la filosofía, y es prácticamente la fuente
de toda certeza”.
Después de esta reflexión nos lanza una advertencia. La duda como
un problema serio. Los humanos para solucionarlo hemos abierto
dos caminos. El primero consiste en aceptar el desafío y utilizar el
poder reflexivo para buscar la manera de desentrañar el misterio que
nos rodea. Es el camino de la investigación científica que nos lleva a
descubrir la verdad y la actividad filosófica para evitar que la verdad
nos aplaste. El segundo consiste en buscar la forma de transformar la
duda en verdad absoluta. Para ello se ha empleado una forma llana y
sencilla: las ideologías.
Luego nos aclara que una ideología debe distinguirse de una teoría
científica en cuanto esta última sea objetiva simplemente porque su
propósito no es el de persuadir. Así, la función de una ideología es la
de persuadir, enderezar la acción del pueblo hacia un objetivo, por lo
cual debe tener la capacidad de controlar y dirigir la conducta de los
demás ante una determinada situación.
Luego nos confronta con una lacerante pregunta: ¿cómo puede la
filosofía cumplir con su tarea sin convertirse ella misma en ideología?

39
Ensayos

Él mismo responde: “Pienso que esta debe consistir más bien en una
actitud de acercarse a un determinado tipo de problemática que en una
secuencia específica de creencias. Una actitud para buscar el sentido de
la vida humana y luego producir en el hombre la capacidad de experi-
mentar perplejidad acerca de tal sentido, su relación con los demás y
la naturaleza del mundo que lo rodea”.
De ello podemos inferir que la filosofía más que un cuerpo de
conocimiento o de información es algo que “ayudará a la reflexión
ordinaria del hombre, mostrándole cómo debe equilibrar sus diferen-
tes grupos de necesidades”. Es también una actitud prudente hacia el
cambio y una auténtica preparación para él mismo. La filosofía debería
tratar se reparar el daño ocasionado por la ciencia a los puntos de vista
tradicionales y ayudar a lo hombres a reexaminar tales puntos sin atacar
a los científicos. Si se habla de la filosofía como amor a la sabiduría,
entonces esta palabra habrá de entenderse como una actitud para eva-
luar y sopesar formas de acción que puedan adaptarse a una razonable
interpretación de nuestra situación humana.
De este mismo ensayo se desprenden otras importantes reflexiones.
Ferro precisa que “es imposible filosofar sin aceptar la oportunidad que
esta actividad nos brinda para el autoexamen y el examen de nuestra
sociedad. Si no se alcanza esta libertad, no habrá característica distintiva
entre filosofía e ideología y, en tal caso, la filosofía se convertirá en un
método complicado para justificar los intereses ocultos de las ideologías
que son siempre intereses inconfesables de grupos organizados para
alcanzar el poder y conservarlo”. “La tarea de la filosofía no es sola-
mente la de luchar en contra de las ideologías, claro está, pero esta es
una de las más nobles tareas. Lo importante es no caer en las redes de
una ideología y dejar que ella piense y decida por nosotros”. “El hecho
realmente importante que debemos aceptar es que si queremos cambiar
nuestra sociedad (y por tanto el mundo) debemos antes cambiarnos a
nosotros como parte de ella”.
Para tratar de poner un poco más en claro su idea de lo qué es el
filosofar y el para qué del mismo, es conveniente considerar lo que
podríamos llamar un diagnóstico de la filosofía de su tiempo en otro
ensayo titulado “Situación de la filosofía contemporánea”. Aquí vuelve
a insistir en que el instrumental del filósofo radica en la fuerza de las
ideas, de la razón crítica. Lo dice para arremeter en contra de la tradición
analítica en sus distintas versiones porque “constituye una alteración en
cuanto representa para la conciencia una pérdida de la relación dialéctica
40
Ensayos

entre el individuo y el mundo”. Luego cita a Epicuro cuando dice en su


“Carta a Herodoto”: “[...] el conocimiento [la ciencia] debe hacernos
libres, no esclavizarnos a otros amos”.
Lo que Ferro intenta, a mi parecer, es zanjar diferencias con res-
pecto a la filosofía analítica que representó durante un buen tiempo
a la filosofía oficial. Para ello, en otro ensayo, “Filosofía, ¿para qué?”
de nuevo la arma contra los analíticos, en particular utiliza una cita de
Moritz Schlick en la que sostiene que “el destino de todos los problemas
filosóficos es este: alguno de ellos desaparecerán al descubrirse que
son siempre malentendidos acerca de nuestro lenguaje, y los demás se
presentarán como cuestiones científicas ordinarias disfrazadas. Estas
cuestiones determinan todo el futuro de la filosofía”. Con enfado, Ferro
comenta que si la única tarea del filósofo se reduce a esta actividad su
tarea ya no se justificará. El simple análisis del lenguaje no puede ser
el único objetivo de la filosofía, ni siquiera el más importante. Porque,
sostiene, “no podemos permanecer neutrales en un mundo en donde
la mínima acción es mucho más importante que la mejor teoría”.
Para Ferro, “la filosofía no es solamente un análisis del lenguaje
empleado por la ciencia para describir los hechos, es también una crítica,
y esta conciencia crítica está basada en el famoso apotegma socrático
según el cual ‘la vida sin examen no vale la pena vivirse’. El examen
de la vida al cual el gran filósofo griego consagró la mayor parte de su
existencia, por el cual estaba dispuesto a morir, incluye todo el aspecto
social y axiológico de la filosofía, tal aspecto debería poder manifestarse
en los diferentes niveles del quehacer filosófico”.
Ahora el asunto es buscar si en algún lugar de sus textos Ferro
nos aclara cómo es que una filosofía puede llegar a ser la expresión de
una sociedad, como no lo fue en el caso de Sócrates y de Séneca. Esto
es, cómo una filosofía puede convertirse en pública para dejar de ser
privada, sin que al mismo tiempo llegue a convertirse en una ideolo-
gía. ¿Estará la respuesta en su concepto de la educación? Echemos un
vistazo a los textos relativos a este quehacer.
En sus reflexiones sobre la educación nos encontramos el ensayo
“El educador” con meditaciones profundas, acentuadas por un marcado
escepticismo teórico producto de su larga experiencia, por lo cual señala
que “no hay una educación que pueda ser impartida indistintamente.
Ello es solo una abstracción. Hay por el contrario, educandos, seres
humanos en formación que deben ser atendidos individualmente en
la irrepetibilidad de su propia personalidad”. Señala que, como edu-
41
Ensayos

cadores, en realidad no preparamos a nuestros alumnos para el difícil


arte de vivir. Para ello, citando de nuevo a Gramsci, sostiene que “hay
que destruir el prejuicio, muy difundido, de que la filosofía es algo muy
difícil por el hecho de ser la actividad intelectual propia de una determi-
nada categoría de científicos especialistas o de filósofos profesionales
o sistemáticos”. De lo cual se desprende, pues, que la justificación de
la filosofía como función social está en recabar tanto el pensamiento
“espontáneo” como del “sistemático” una problemática que refleja
efectivamente la situación de la sociedad y en reaccionar sobre ella, es
decir en intentar transformarla.
Al respecto, él mismo se pregunta si queremos ser educadores (y no
tan solo instructores), ¿cuál es el tipo de filosofía que hay que conver-
tir en praxis dentro de la educación? Esta respuesta la amplía en otro
ensayo, “El gigante y el enano”. Lo primero sería abrazar el modelo
socrático. El cual nos enseña que el objeto único de la educación son
los problemas humanos. El objetivo de la educación socrática, señala,
es la concientización, y en examinar, como se ha insistido, la vida de
manera crítica.
Pero, aparte del modelo griego, Ferro se refiere a otro modelo fun-
damental que se halló inserto en otro ingrediente de nuestra civilización
occidental: el modelo que se deriva de las enseñanzas de Jesucristo y
que constituye otro intento de destruir las relaciones gigante-enano.
Ferro se muestra convencido de que este modelo al igual que el griego,
se fundamentó en un reconocimiento total de la dignidad de la persona
humana, pero contrariamente a aquel, este abarca a todos los hombres,
incluso a los pueblos bárbaros que los griegos despreciaban.
Hasta aquí creo haber recogido las reflexiones más importantes
del maestro Federico Ferro Gay en torno lo que él consideraba que
debían ser las tareas primordiales de la filosofía. Podemos diferir de
sus puntos de vista, pero estos fueron los que alentaron una larga y
productiva carrera filosófica. Ahora podemos quizá concluir que se
trataba de una especie de humanismo filosófico pragmático. Que dejaba
fuera de su praxis filosófica la actividad teórica y especulativa. Algo que
no deja de parecer extraño toda vez que fue una de las características
de la filosofía griega, en varios de sus pensadores más importantes,
incluyendo tanto a Demócrito como a Epicuro. Pero al fin de cuentas
esta era su concepción de la filosofía y la que lo alentó de manera tan
convincente a intentar construir, a través de ella, una mejor sociedad.

42
Ensayos

Certeza y teoría del lenguaje


en la filosofía de Wittgenstein*

L a obra de Wittgenstein ya se ha dicho, es más lo que suscita que


lo que dice. Su original estilo de filosofar resulta provocador;
sus textos transmiten su preocupación existencial por resolver auténti-
cos problemas filosóficos, la tensión y el desgaste de quien se atreve a
hurgar en las profundidades de la discusión filosófica, en oscuridades
donde otros han creído ver luz. Su precocidad intelectual se asumo a
un temperamento neurótico para enfilar sin titubeo al mero centro del
desarrollo de la filosofía del presente siglo.
No existe en la filosofía contemporánea problema más interesante
y apasionante que el de la verdad o de la certeza; en la filosofía de Witt-
genstein es la vena que ramifica su pensamiento de principio a fin. El
haber vagabundeado por actividades alejadas un tanto de la filosofía,
no le significó un abandono de sus preocupaciones iníciales; muy por
el contrario las llevaría consigo hasta su muerte, dos días antes había
hecho sus últimas anotaciones Sobre la certeza. Una vida de vehementes
emociones que le acarrearon infelicidad a lo largo de su vida, lo llenaron
de temores y depresiones, pero aun así, al final de su vida se expresó
de esta como maravillosa.
La obra de Wittgenstein no reconoce ningún límite preciso. Sus
meditaciones vagaron por los fundamentos de la matemática, la lógica,
la estética, la psicología y lo místico u incomprensible; una obra cuya
edición todavía no conoce término, la publicación de sus notas y apuntes
no se ha dado como definitivamente acabada, mucho menos todavía
____________________________________
*
Texto presentado el 22 de abril de 1989 en la Facultad de Filosofía y Letras de la
Universidad Autónoma de chihuahua, con motivo del 100 aniversario del nacimiento
de Ludwig Wittgenstein.

43 43
Ensayos

los estudios críticos que son bastante profusos. Las interpretaciones se


suceden y se interpelan unas a otras, sin que prive hasta el momento
una conformidad definitiva. Adentrarse por los senderos que Witt-
genstein recorrió, es sumamente sugestivo para el trabajo filosófico.
Los puntos de vista aquí vertidos tienen la finalidad de mostrar cómo
en el pensamiento de Wittgenstein sus nociones de conocimiento y de
certeza nacen de dos formas distintas de concebir el lenguaje y con ello
los procesos de significación.

Una mosca nacida en cautiverio


El filo de la navaja de Occam es una nadería comparada con la rigurosa
moraleja de Wittgenstein: las cosas se abordan por el lenguaje; si esto
no es así el silencio debe ser entonces la mejor actitud de un hombre
sabio, a menos que se quiera vivir en el sinsentido.
Con ímpetu decidido empieza la carrera de gran descriptivista, en
una andanada de aforismos elegantes y precisos pone al descubierto
al lenguaje y a la manera en que este adquiere un sentido y ancla en
la realidad, en el mundo o en la totalidad; un todo constituido por
hechos atómicos,1 los objetos presentan en sí mismos la posibilidad o
imposibilidad de pertenencia a estos hechos, el conocimiento de tales
posibilidades equivalen al conocimiento del objeto.2 El espacio vacío
es punteado, con puntos que adquieren la configuración de la forma
del objeto. Una forma lógica,3 gracias a la cual se forman los hechos
atómicos.
El universo Wittgensteiniano que tenemos ante nosotros es un
mundo en el que los objetos interactúan dependientemente unos de
otros, una interrelación que coincide exactamente con la estructura
del hecho atómico, estas relaciones son los moldes de la realidad, solo
debemos coordinar la identidad figurativa entre la figura lingüística y
la del objeto. Y esta figura solo puede figurar las cosas de las cuales ha
tomado las formas, unió que precisa la simetría de la forma lógica con
la forma de la realidad, unidades de una dualidad que constituyen una
____________________________________
1
Tractatus Logico-Philosophicus. §2.
2
Ibíd. §§2.012, 2.0121 y 2.0123.
3
“Lo que cada figura, de cualquier forma, debe tener en común con la realidad para
poderla figurar por completo –justa o falsamente– es la forma lógica, esto es, la
forma de la realidad” (Tractatus §2).

44
Ensayos

identidad figurativa. En el alto fondo del espacio lógico la figura nos


representa una situación de cosas posibles, figuras que en cada punto
suyo hilvana con otro de la realidad.
El mundo está rodeado de una atmosfera lógica, una capa cuya parte
más baja la constituyen los puntos y las flechas, nombres y preposicio-
nes respectivamente.4 Una estructura que esta afianzada con puntos de
contacto con los objetos. Lo cual nos permite crear pensamientos a los
que podemos hacerles un reconocimiento de verdad o falseadas por el
pensamiento mismo. Una visión donde podemos hablar de símbolos
con independencia de su significado y de la existencia de proposiciones
o pensamientos a priori y a posteriori.5
El humano, para contemplar todo, tiene que enfrentar primero su
cosmos-lógico: no hay pensamientos sin proposiciones, y no existen
las proposiciones fuera de su estructura general, la aplicación lógico-
sintáctica6 del signo determina la forma lógica. “La proposición deter-
mina un lugar en el espacio lógico. La existencia de este lugar lógico
está garantizada solo por la existencia de las partes constitutivas, por la
existencia de la proposición con significado”.7 Las proposiciones son
el hilo que surge y pega la lógica con el mundo, el sujeto cognoscente
para llegar a la realidad tiene que sujetarla mediante estos hilos, literal y
estrictamente siempre deben coincidir puntualmente. Entonces el len-
guaje ordinario curiosamente puede ocultar el pensamiento y disfrazar
al objeto.8 Pero de cualquier manera, aunque resulte muy difícil poder
reconocer sus mecanismos de operación, este lenguaje no puede ser
muy distinto de la lógica, y en el Tractatus Wittgenstein no está alejado
de la concepción lógica de Frege y Russell.
La lógica es anterior a toda experiencia, fuera de ella nada puede ser
pensado siquiera. Las discusiones que en su seno se plantean son muy
ajenas a una contemplación del mundo. Son tautologías, no nos dicen
nada, son proposiciones analíticas.9 Lo que hacen es presentarnos la
____________________________________
4
Ibíd. §3.144.
5
Ibíd. §§3.04 y 3.05.
6
Ibíd. §3.327.
7
Ibíd. §3.4.
8
“El lenguaje disfraza al pensamiento. Y de tal modo, que por la forma externa del
vestido no es posible concluir acerca de la forma del pensamiento disfrazado; porque
la forma externa del vestido está construida con un fin completamente distinto que
el de permitir reconocer la forma del cuerpo” (Tractatus 4.002).
9
Ibíd. §6.1 y 6.11.

45
Ensayos

armazón del mundo, no hacen referencia a algo en particular, tan solo


presuponen que los nombres tienen significado, y las proposiciones,
sentido.10 Estas, como núcleo del pensamiento tienen aspectos esen-
ciales y accidentales o circunstanciales, esta parte de esencialidad que
se da en la naturaleza de los signos, permite a la proposición adquirir
su sentido, incluso de aquellos modos particulares de producir signos.11
La llave de acceso a la naturaleza, esencia de los símbolos lógicos, es su
sintaxis. Si se tiene esta, todas las proposiciones lógicas simplemente se
dan. Y para probar si una proposición pertenece a la lógica, debemos
obtenerla de otras proposiciones de su misma clase mediante la apli-
cación continuada de operaciones lógicas, con lo cual de las primeras
proposiciones deben sucederse nuevas tautologías, un indicio que no
necesita de más pruebas.12 Las tautologías se muestran por sí mismas13
como tautologías, lo apriorístico es inseparable de la logicidad.
La totalidad es rodeada por distintas mallas, cada una de las cuales
proporciona su propia descripción del universo; las proposiciones
verdaderas están contenidas en las ciencias naturales, obtenidas de un
numero dado de esas, en el caso de la física de los axiomas de la me-
cánica, esta red es a su vez cubierta por otra malla, la lógica, en la cual
“todas las proposiciones tienen igualdad [de] dignidad”, ninguna tiene
la esencialidad primigenia.
Cuando Wittgenstein habla de las proposiciones de la lógica, habla
de una estructura que cubre a la realidad, una cobertura supra-epistémica
cuya regularidad obliga a la naturaleza a tener el mismo comportamiento.
Una concepción cosmológica cerrada, limitada por la lógica y posibili-
tada por ella. Fuera de esta nada puede existir. No existen los hombres
ilógicos, su camino esta apriorísticamente trazado, no hay salida posible,
la mosca no puede eludir los lazos del lenguaje y de su estructuración
sintáctica. Y a decir de Wittgenstein esto es así independientemente de
lo que queramos o no, esto ocurre y simplemente es así. Su filosofía
solo nos describe lo que ocurre. Si queremos obtener alguna migaja de
la realidad ésa sólo nos será asequible si nos guiamos por los conceptos
____________________________________
10
Ibíd. §6.124.
11
Ibíd. §3.3221.
12
“La prueba de una proposición lógica consisten en esto, en obtenerla de otras pro-
posiciones lógicas por la aplicación sucesiva de ciertas operaciones con las cuales se
continua obteniendo de las primeras proposiciones nuevas tautologías”. Tractactus,
§6.126.
13
Ibíd. §6127.

46
Ensayos

del joven Wittgenstein, si no es así estaremos del otro lado, en el de


la imposibilidad, la no existencia, simplemente la nada, lo impensable.
Esta primera parte del pensamiento wittgensteiniano, caracterizado
por su radical absolutismo lógico, en donde los enigmas han sido exter-
minados; solo existe otra posibilidad de percibir o de sentir el mundo,
lo místico, para captarlo como un todo limitado.14 Este es el primer
indicio de que Wittgenstein ha cobrado conciencia de haber conducido
la filosofía a la privacidad, a lo que esta exclusivamente de la lógica hacia
acá: se percata de que aunque su naturaleza sea muy difícil de develar, el
lenguaje no puede estar contra la lógica. Hasta aquí sentencio el límite
del mundo. Pero alcanzo a darse cuenta de algo más: hay hechos que
no pueden ser dichos en el lenguaje y que no obstante son condición
necesaria para que las proposiciones adquieran sentido. Ciertamente
las proposiciones apriorísticas y los objetos son los límites. El lenguaje
y objeto hacen la decibilidad, pero también esta lo indecible.15
Wittgenstein intento salvar la mosca de morir atrapada, pero el
Tractatus estaba concluido. Dedicaría sus posteriores cavilaciones a su
rescate del mosquitero al que el mismo la había confinado.

Wittgenstein intenta liberar la mosca del mosquitero


Las tentativas por parte de Wittgenstein por resolver las limitaciones y
las dificultades a las que lo habían conducido su primera concepción, lo
llevaron a un replanteamiento de su filosofía. Hay anécdotas registradas
que nos aclaran el proceso de su desarrollo intelectual, como su ruptura
con una buena parte de su pensamiento. En este caso el abandono de
la idea de la concordancia entre forma lógica y significado. Norman
Malcom –su alumno– nos refiere que: “Un día cuando Wittgenstein
viajaba en un tren acompañado de Piero Sraffa, profesor de economía
en Cambridge, este hizo un gesto familiar a los napolitanos, que denota
disgusto o desprecio, frotándose la parte inferior de la mandíbula con
los dedos de una mano, y entonces lo increpo pidiendo le dijera cual era
la forma lógica de aquello”.16 Este cuestionamiento le hizo comprender
____________________________________
14
Ibíd. §6.45.
15
“Hay, ciertamente, lo inexpresable, lo que se muestra a sí mismo; es lo místico”
(Tractatus §6.552). Véase Lo indecible en el Tractatus, de Luis Villoro en Critica, vol.
VII, n. 19, abril, México, 1975.
16
Ved, Mehta. La mosca y la frase. FCE, México, 1976.

47
Ensayos

a Wittgenstein lo absurdo de exigir la consonancia imaginativa entre


proposición y lo que esta pretende significar.
Alegóricamente también es contada –por el mismo Malcom– la
génesis de su idea de los juegos de lenguaje, según la cual nación cuan-
do Wittgenstein pasaba por un campo de futbol, descubrió que el uso
que nosotros hacemos de las palabras es también a manera de juegos.
Los dos incidentes a los que antes me he referido debieron ocurrir
hacía 1933, época inmediatamente anterior a su Gramática Filosófica y al
dictado de sus Cuaderno Azul y Marrón, en donde aparecen inicialmente
su concepto de juego de lenguaje,17 una idea que aparecerá a lo largo
de toda su obra posterior.
Su dedicación al estudio de los lenguajes naturales, coincide con el
abandono de los lenguajes ideales, ante la perspicacia de que no usa-
mos el lenguaje de acuerdo a reglas estrictas. Ahora pretende develar
aquello que le antojaba imposible, el pensamiento libre de vestiduras
y disfraces. En su nueva concepción del lenguaje, si consideramos las
formas sencillas de este entonces disiparemos la bruma que lo rodea en
sus usos naturales, una condición necesaria para abordar el problema
de la certeza. A partir de aquí, averiguar su idea de significado conlleva
a la asociación de cómo adquirimos o aprendemos el lenguaje y en el
camino de la significación convencional y no realista. “El signo (la frase)
obtiene su significado del sistema de signos a que pertenece. Rudimen-
tariamente: comprender una frase significa comprender un lenguaje”,
afirma en las partes iníciales del Cuaderno Azul. Las formas del lenguaje
son simplemente juegos. Formas con las que un niño principia en el
____________________________________
17
En el Cuaderno Azul introduce la siguiente definición: “juegos de lenguaje son las
formas de lenguaje con que un niño comienza a hacer uso de las palabras. El estu-
dio de los juegos de lenguaje es el estudio de las formas primitivas del lenguaje o
de los lenguajes primitivos. Si queremos estudiar los problemas de la verdad y de
la falsedad, del acuerdo y del desacuerdo de las proposiciones con la realidad, de
la naturaleza de la aserción, la suposición y la pregunta, nos será muy provechoso
considerar formas primitivas del lenguaje en la que estas formas de pensar aparecen
sin el fondo perturbador de los procesos de pensamiento altamente complicados”
(pp. 44-45). Aquí sería bueno anotar las condiciones que permitieron o hicieron
posible el cambio de un afán logícista para con el lenguaje a una idea más flexible
del mismo. En primera instancia son meramente biográficas. Su experiencia como
docente en los alejados pueblos de Semmerin, en la baja Austria, debido a la cuan
entro en contacto con los trabajos de Otto Glöcken y su movimiento de reforma
escolar, y de Karl Bühler, uno de los psicólogos más destacados de Europa. Tampoco
se descartan las abundantes críticas dirigidas al Tractatus y al positivismo en general.
Este punto es abordado por William Warren Bortley III en Wittgenstein (1973).

48
Ensayos

uso de las palabras; considerar las formas elementales de los lenguajes


primitivos es el nuevo marco para abordar el problema de la certeza.18
La significación de una proposición se aprende contemplando su uso
en cada juego particular, memorizando su ostensión y distinguiendo
en los ejemplos particulares el aire de familia y los otros elementos que
también participan en el proceso de significación, como: la modulación
de la voz (el habla) y el mismo juego de la expresión facial.19
Los lenguajes ordinarios que están primitivamente conformados
son susceptibles de un perfeccionamiento ulterior. Podemos construir
formas nuevas y, si queremos, construir lenguajes ideales, pero que no
son hechos para reemplazar a nuestro lenguaje ordinario, sino para
eliminar dificultades causadas por la precisión en la comprensión.
Esto se da “cuando el muchacho o el adulto aprenden lo que podría
llamarse lenguajes técnicos especiales, (el uso de mapas y diagramas,
la geometría descriptiva, el simbolismo químico, etc.)”. El lenguaje
sigue siendo una masa nebulosa, la lengua materna rodeada por juegos
discontinuos, más o menos definidos, los cuales son conocidos como
lenguajes técnicos.20 De lo anterior ya puede desprenderse que “no hay
una relación de nombre a objeto, sino tantas como usos haya de los
sonidos o garabatos que llamamos nombres”.21
Es en las Investigaciones donde se marcan con mayor claridad los
cambios hacia otra teoría del lenguaje y donde se expone con mayor
amplitud la naturaleza de los juegos del lenguaje. Estos equivalen a una
forma de vida, a una actividad existencial. La significación adquirida
____________________________________
18
Para Wittgenstein la certeza corresponde a un estado subjetivo de convencimiento,
pero no de conocimiento. “La certeza es, por así decirlo, un tono en el que se cons-
tata como son las cosas; pero del tono no se sigue que uno esté justificado”. Sobre
la certeza §29. La seguridad efectiva a la que alude Wittgenstein no es a la individual,
sino a la que nos une la ciencia y la educación. Esa seguridad que permite a los
fragmentos del lenguaje, a los lenguajes técnicos, reconocer si sus proposiciones
en su sistema son sentencias bien formadas, si guarda los espacios para los errores.
En este sentido quien aplica un lenguaje dirá que se sabe cuándo se cumplan sus
expectativas. Al uso que yo hago aquí del término certeza se refiere a esta última
idea.
19
Ibíd, p. 116.
20
Cuaderno Marrón, p. 116. Hay un texto de Wittgenstein en sus Comentarios sobre la rama
dorada donde dice: “en la ciencia hay progreso pero no lo hay en la magia”, esto viene
a colación en cuanto a la perfectibilidad siempre presente en los lenguajes técnicos
o cientificismo. P. 36 en la edición del Instituto de Investigaciones Filosóficas de la
UNAM.
21
Observaciones sobre los fundamentos de la matemática, p. 25.

49
Ensayos

en los contextos particulares se reglamenta ostensivamente más que


gramaticalmente. Son estas condiciones las que dotan a los usuarios
del lenguaje de las herramientas de interpretación, sin las que le sería
imposible ordenar las manchas amorfas de la aprehensión perceptiva.
Distinguir entre la figura de un pato y de un conejo. Lo que finalmente
viene a conformar los famosos paradigmas. La posesión de una gama
de muestrarios y modelos es lo que permite el dominio de la técnica,
la que va a llevarnos a la toma de decisiones en relación al uso de
nuestras proposiciones. Los juegos son conglomerados lingüísticos
que evolucionan y, así como pueden enriquecerse también pueden
perecer u olvidarse.22
Su discurso acerca del lenguaje mientras tanto sigue desempeñan-
do una función puramente descriptiva, revelando la naturaleza de los
juegos de lenguaje y su forma de adquisición. A partir de esta nueva
teoría del lenguaje, a esta nueva forma de considerarlo se incorporan
con los objetos a los hechos atómicos. La significación del lenguaje se
da en la inmersión de un horizonte cultural, en donde la educación y
el adiestramiento tienen un puesto primordial.23
Pero ahora, ¿cómo nos damos cuenta o probamos que nuestras
afirmaciones son correctas o que su uso es el adecuado? ¿Dónde reside
el acuerdo de los hombres respecto a la aceptación de una estructura
como demostración? En primera instancia hemos de pensar que es
en la matemática donde Wittgenstein podría encuadrar la existencia
de la certeza, tal como tradicionalmente se había considerado, como
la disciplina indubitable. O en la lógica, como recientemente se había
pretendido. Y efectivamente lo hace, solo que ahora les confiere un
nuevo status epistemológico. “La proposición matemática posee la
dignidad de una regla”.24 “El matemático es un inventor, no un des-
cubridor”.25 “Las reglas de inferencia nos obligan a saber exactamente
en el mismo sentido en que lo hacen otras leyes de la sociedad huma-
na... quien infiere de otro modo, entra en conflicto con la sociedad,
____________________________________
22
Investigaciones filosóficas, §§19. 23. 241. 199. 672.
23
El tipo de adiestramiento al que hace referencia Wittgenstein es aquel tal y como
se adquieren los conceptos, o se enseña la ciencia, una mera afirmación en cuanto
a nuestra historia natural. En realidad no propone ninguna tarea educativa, tan solo
hace mención a nuestra forma usual del aprendizaje, como un fenómeno que sim-
plemente se da.
24
Observaciones sobre los fundamentos de la matemática. Apéndice I §165.
25
Ídem., §168.

50
Ensayos

con distintas consecuencias prácticas”.26 A dilucidar el proceso que


seguimos para demostrar una regla Wittgenstein dedico gran parte de
su trabajo, entre 1929 y 1944. Si bien sus últimos escritos no abordan
directamente el asunto, sus notas revelan un pensamiento inalterado
en sus puntos medulares.
Aplicación y demostración constituyen el entramado básico sobre
el que se desenvuelven las proposiciones para ganar su aceptación. La
aplicación de una regla nos convence a través de su uso continuado,
gracias a tenaz adiestramiento. En cuando a la demostración esta se
reconoce cuando la justifica una imagen. La demostración tiene que
mostrar cómo y por qué una regla debe ser usada.27 Pero sin embargo
“La imagen no muestra, naturalmente, que sucede tal y tal cosa. Solo
muestra que lo que sucede puede conseguirse así”.28 Para que la apli-
cación y la demostración se den, es necesaria una cohesión entre varias
reglas, surge así de entre ellas una técnica de demostración, y solo en
ese contexto pueden las proposiciones adquirir un sentido y una legi-
timidad o la posibilidad de demostrarse. El dominio, la comprensión
y la compenetración de ese conjunto de reglas solo se consiguen en su
uso. La regla es una proposición que señala como proceder. Nuestra
confianza en ella proviene de la obtención de buenos resultados em-
píricos. Se prueba así la eficacia de la proposición y del adiestramiento.
Quisiéramos pensar que si vamos a la búsqueda de la certeza, da-
remos con esta necesariamente con todos sus atributos, o en el caso
contrario que de plano nos hemos perdido, o que no existe. Si como
dice Wittgenstein las proposiciones lógicas son también matemáticas y
todas son imperativas, entonces el mundo se develará sólo a través de
los orificios que consigan hacer nuestros juegos de reglas. La certeza
es un operador que funciona de manera especial en cada juego, es en el
donde se establece el acierto y el error. Cada juego contiene sus propios
ideales de saber,29 y en base a ello la educación debe conducirnos a las
____________________________________
26
Ibíd., Parte I §116.
27
Ibíd. Parte VI, § 4.
28
Ibíd. Parte VI § 5.
29
“El concepto de saber se ajusta al juego del lenguaje”. Sobre la certeza, §560. El
mismo concepto de demostración “es una parte del sistema de operaciones del
juego, en el que la proposición es usada, y nos demuestra su sentido. Observaciones
sobre los fundamentos de la matemática. Esta parte de los ideales que busca satisfacer
alguna disciplina en particular es ampliada por Stephen Toulmin en La comprensión
humana, p. 161s.

51
Ensayos

conclusiones que satisfagan tales ideales. Por lo mismo, la contradicción


lógica no debe conducirnos a una radical antisepsia en nuestro cono-
cimiento; se puede cambiar de actitud ante la contradicción,30 por otra
más tolerante, finalmente, si en realidad fuésemos tan radicales, jamás
hubiésemos llegado a configurar el conocimiento existente.31
Pero, ¿cómo encontrar el orden en un mundo de infinitos eventos
e infinidad de proposiciones? ¿Cómo saber de su ocurrencia o de la
confiabilidad que en una serie infinita de proposiciones podamos tener?
Wittgenstein respondería que esa existencia infinita o esa infinitud lin-
güística solo se da si nuestro propio lenguaje lo permite.32 Es en él como
podemos llegar a conocer la realidad y probar nuestro conocimiento;
por supuesto que hay varias formas de configurarla, pero si se diera el
caso de que nada mas contáramos con un solo lenguaje, entonces ese
sería nuestra única realidad.
Partiendo ahora de su relatividad lingüística, Wittgenstein es
consciente de que en el caso de las teorías físicas, estas a pesar de su
relatividad deben mostrar éxito en su eficacia explicativa. En cuanto a
la lógica, nos dirá que clarifican la gramática de nuestro lenguaje, pero
no sustentan o no funcionan como soporte del conocimiento, no les
atribuye el adjetivo de conocimiento o de saber en un sentido pleno o
absoluto. Son reglas de procedimiento. Son caminos sugeridos, más de
ninguna manera garantizan un final feliz. Por lo mismo ya no propone
a la lógica como condición para el conocimiento, o como la fuente más
digna de certeza. La creación de conceptos no es una creación lógica,
el lenguajes se origina en caprichosas circunstancias y en esto ya no
hay una simetría entre las reglas del lenguaje y las reglas de la lógica.33
____________________________________
30
“Mi propósito es cambiar de actitud frente a la contradicción y frente a la prueba
de consistencia”. Observaciones sobre los fundamentos de la matemática. Parte III §82.
31
Esta misma tesis es ampliada por Paul Feyerabend en su Tratado contra el método.
P13s, en donde expone como históricamente la condición de consistencia ha sido
repetidamente violada por las principales teorías de la ciencia.
32
“Lo infinito ocurre en el lenguaje siempre del mismo modo, a saber, como deter-
minación más precisa del concepto posible. Decimos, por ejemplo, que una recta es
infinitamente divisible o que un cuero se aleja infinitamente, etc. Pero se habla de
una posibilidad propiamente y no de una realidad y la palabra infinitamente determina
esa posibilidad”, en Ludwig Wittgenstein y el circulo de Viena de Friedrich Waismann.
P. 200. FCE. México, 1973.
33
La lógica desempeña más bien una función de orientación. “las leyes de la lógica
son ciertamente expresión de hábitos de pensar, pero es gracias a estos hábitos del
pensar que podemos decir cómo piensan los seres humanos y a lo que llaman

52
Ensayos

Pueden ser compatibles, pero la existencia de esta simetría entre am-


bas no es una condición necesaria. En esto Wittgenstein sigue en su
papel de descriptivista, esto es mostrando como ocurre el desarrollo
del conocimiento.
Vale la pena considerar que en sus conclusiones Wittgenstein no se
opone a Gödel, es mas de algún modo lo supone en la postura correcta,
también anticipo algunos razonamientos de Alfred Tarski, al considerar
el lenguaje natural como inapresable por una sintaxis finita, y por lo
tanto con insalvables dificultades para pronosticar los errores.34 Ambos
reconocen la existencia del conocimiento en el caso de Wittgenstein
y la verdad en el caso de Tarski, aunque este último remite la verdad a
los lenguajes formalizados de sentencias y sintaxis finita. Wittgenstein
dirá que esto es posible si los juegos tienen reglas claras y principios
reconocidos, solo así obtendremos saber; pero advierte que tampoco
debemos confiar demasiado en ellos.
Finalmente su postura no resulta del todo concluyente, por el con-
trario priva una postura más escéptica en relación con nuestro conoci-
miento o en la seguridad que nosotros podamos tener respecto a este.
Resumiendo, podemos decir que las posibilidades de salvación en
la búsqueda de libertad para la mosca se han ampliado. La correlación
entre forma de vida y lenguaje hacen que su libertad dependa de no-
sotros. “¿No se manifiesta aquí que el saber está vinculado con una
decisión?”.35

____________________________________
pensar”, “la lógica tiene exactamente el mismo sentido que el método de medida,
está antes de la corrección o falsedad de una medida determinada” (Observaciones sobre
los fundamentos, §131, 156). “Cuando más de cerca examinamos el lenguaje efectivo,
más grande se vuelve el conflicto entre él y nuestra exigencia (la pureza cristalina
de la lógica me era dada como resultado; sino que era una exigencia). El conflicto
se vuelve insoportable; la exigencia amenaza ahora convertirse en algo vacío” (IF
§107), y es que esto descansa sobre la idea de que “el juego de lenguaje es, por
decirlo de algún modo, algo imprevisible. Quiero decir: no está fundamentado, no
es razonable –ni irracional, está allí– como nuestra vida”. Sobre la certeza, §559.
34
Véase “Truth and proof ”, en Scientific American, June 1969, vol. 220, No. 6. Este
mismo punto es ampliado por Juan A. Nuño en “Teoria de la verdad en Tarski”,
Crítica, enero 1971, vol. V, n. 13.
35
Sobre la certeza, §362.

53
Ensayos

, A. J. Wittgenstein. Editorial Crítica. Barcelona, 1986.


, Morris. Matemáticas. La pérdida de la certidumbre. Siglo XXI. España, 1985.
, Ved. La mosca y el frasco. FCE. México, 1976.
, Paul. Tratado contra el método. Ed. Tecnos. España, 1981.
, Stephen. La comprensión humana. Alianza Universidad. España, 1972.
, Alfred. Truth and Proof. Scientific American. June, 1969. Vol 220, No. 6.
, Norman. Wittgenstein’s scepticism in on certain. Inquiri, 31, 277-93.
II, William. Wittgenstein. Cátedra. España. 1982.
, Friedrich. Ludwig Wittgenstein y el círculo de viena. FCE. México. 1973.
, Henrik G.; , Norman y , David. Las
filosofías de Ludwig Wittgenstein. Ediciones Gikostav, España, 1966.
, Ludwig. Diario filosófico (1914-1916). Ariel. España, 1982.
————. Tractatus Logico-Philosophicus. Alianza. España, 1984.
————. Observaciones. Siglo XXi. Mexico, 1981.
————. Los cuadernos azul y marrón. Ed. Tecnos. España, 1984.
————. Zettel. UNAM. Mexico, 1979.
————. Observaciones sobre los fundamentos de la matemática. Alianza. España, 1978.
————. Investigaciones filosóficas. UNAM I.I.F. Ed. Crítica. España y México, 1988.
————. Sobre la certeza. Gedisa. España, 1988.
Notas para las conferencias sobre Experimentación privada y Datos sensibles, en la antolo-
gía El argumento del lenguaje privado, de Enrique Villanueva. UNAM. México, 1979.

54
Ensayos

Óptica y metodología en Newton*

L as investigaciones históricas en torno a la ciencia suelen ser in-


teresantes y muy discutibles en muchos aspectos. Pero, lo más
importante es que, regularmente, se trabaja con ejemplos prototípicos
para entender y estudiar el desarrollo del conocimiento. La ciencia es
la empresa cultural de mayor trascendencia, para bien o para mal, en la
evolución humana, y en el marco de esta empresa Isaac Newton (1642-
1727) es sin duda su mejor representante como autor de la teoría más
exitosa en la historia de la ciencia, la mecánica clásica.
Sin embargo, en el presente ensayo no se intenta abordar, de ma-
nera directa, la mecánica newtoniana, sino más bien una de las teorías
colaterales en las investigaciones de Newton, su óptica; aunque no
menos relevante, pues llegó a constituirse en un paradigma dominante.
En este primer acercamiento a la obra óptica de Newton me encantaría
encontrar respuestas a preguntas del tipo: ¿qué tuvo que hacer Newton
para conseguir que su teoría óptica lograrse imponerse a sus rivales?,
¿siguió deliberadamente un camino, o varios, que lo condujera a su pro-
pósito?, ¿y si así lo fuera, tuvo éxito en sus pretensiones? Sus respuestas
las he encontrado en los grandes trabajos, tanto de traducción como de
análisis, de Carlos Solís, Antonio Escohotado, Richard S. Westfall, Alan
E. Shapiro, Bernard I. Cohen y A. I. Sabra entre otros. Respuestas que,
si me lo permiten, compartiré con ustedes. El trabajo de todos ellos es
de gran importancia para la comprensión del pensamiento de Newton.
Me gustaría iniciar este caso aludiendo a modo de premisa, una
idea que da rumbo a nuestras intenciones, expuesta por Thomas S.
Kuhn y expresada en La estructura de las revoluciones científicas: “No
puede interpretarse ninguna historia natural sin, al menos, cierto caudal
implícito de creencias metodológicas y teóricas entrelazadas, que per-
____________________________________
*
Esta versión fue presentada en el XI Congreso Nacional de Filosofía organizado
por la Asociación Filosófica de México, A. C., realizado en la UNAM del 14 al 17
de agosto de 2002.

55 55
Ensayos

mite la selección, la evaluación y la crítica. Si este caudal de creencias


no se encuentra ya implícito en la colección de hechos (...) deberá ser
proporcionado del exterior, quizá por una metafísica corriente, por otra
ciencia o por incidentes personales o históricos”.1
Newton empieza sus “Quaestiones”, por 1664, cuando la influencia
de Descartes, en Cambridge, flotaba en el aire, “encontró tal alboroto
hacia Descartes, tantas barreras y prohibiciones hacia sus escritos, que
parecía que como si este hubiera impugnado los mismos Evangelios.
Y, sin embargo, existía una tendencia general a utilizarlo, especialmente
en el sector más vivo de la universidad...”2 Estas dificultades debieron
animarlo a investigar más allá, trayendo como resultado el encuentro
con un pensamiento completamente nuevo. Escribió cuarenta y cinco
encabezados para organizar el fruto de sus lecturas, empezando por
temas generales como la materia, el espacio, el tiempo y el movimien-
to, siguiendo con el orden cósmico, después, a una serie numerosa de
propiedades ocultas, luz, colores, visión, sensación en general, y conclu-
yendo con una miscelánea de temas que no aparecen en la lista inicial.
Desde aquí empieza a delinearse ya su trabajo metódico y metodológico,
impulsado por su propio carácter. El título “Quaestiones”, nos da a
entender un tono claramente interrogativo, no era una cuestionamiento
de la filosofía en su conjunto, pero sí podemos apreciar que Newton
estaba por abandonar para siempre el mundo de Aristóteles.3
Las “Quaestiones” anuncian con fuerza los problemas sobre los
cuales iba a centrarse su carrera científica y su método de estudio, anima-
do por el profundo y activo espíritu inquisitivo de Newton que subyace
en su procedimiento de investigación experimental. Las preguntas las
dirigía a los autores que leía. La teoría de la luz de Descartes le suscitó
varias objeciones. La información biográfica nos presenta un lector
voraz, disciplinado, abierto; pero agudo hasta la saciedad.
La luz no puede producirse por presión –le criticaba a Descartes–,
ya que entonces veríamos por la noche o bien o mejor que durante el
día. Veríamos una luz brillante por encima de nosotros porque somos
presionados hacia abajo. No podría haber refracción ya que la misma
materia no puede ejercer presión en dos direcciones. Un pequeño
cuerpo interpuesto no nos impediría ver. La presión no arrojaría
____________________________________
1
Thomas S. Kuhn: La estructura de las revoluciones científicas, p. 43.
2
Richard S. Westafall: Isaac Newton: una vida, p. 32.
3
Ibídem, p. 33.

56
Ensayos

sombras tan definidas. El sol no podría ser eclipsado. La luna y los


planetas brillarían como soles. Un hombre que andase o corriese vería
en la noche. Cuando un fuego o una vela se apagase y al mirar en otra
dirección, veríamos una luz. Oriente brillaría por el día y occidente por
la noche, en razón del flujo que lleva, o vórtice, una luz brillaría desde
la tierra, puesto que la materia sutil parte desde el centro. Ha de haber
una mayor presión en el lado de la tierra a partir del [sol] o, de otro
modo, no se movería en equilibrio sino a partir del ; por lo tanto, las
noches serían claras.4
Cuando estudió la teoría de los colores, procedió de la misma forma.
¿Surgen los colores de la mezclas entre la luz y la oscuridad? Si así fuera,
una página impresa –letras negras sobre un papel blanco– aparecería
coloreada a cierta distancia: otro experimento implícito. A decir verdad
en 1664, este método de investigación había sido muy poco empleado.
El ejemplo de Newton fue determinante para que el procedimiento
experimental transformase la filosofía natural en ciencia natural.5
Westfall retrata mejor que nadie el influjo de la pasión experimental
en Newton: “Al interesarse en la luz y en la visión –para lo cual algunas
formas de experimentación no requerían más equipo que sus propios
ojos–, Newton se lanzó adelante con poca idea de las consecuencias.
Para probar el poder de la fantasía, miraba al sol con un solo ojo, hasta
que todos los cuerpos pálidos vistos con ese ojo parecían rojo y los
oscuros azules. Una vez que “el movimiento del espíritu de mi ojo ha-
bía decaído casi por completo”, de forma que las cosas comenzaban a
parecer normales, cerraba ese ojo y “aumentaba (su) fantasía” de ver
el sol. En su ojo aparecían varios tintes y, cuando volvía a abrirlo, los
cuerpos pálidos volvían a aparecer rojos y los oscuros azules, como si
hubiera estado mirando el sol. Newton concluyó que su fantasía era
capaz de excitar los espíritus de su nervio óptico, de la misma forma
en que lo hacía el sol. Estuvo a punto de arruinar sus ojos, y tuvo que
encerrarse durante varios días en la oscuridad, antes de poder librarse
de sus fantasías del color. Newton abandonó el sol después de esta
experiencia, pero no sus ojos. Más o menos un año más tarde, cuando
desarrollaba su teoría sobre los colores, introdujo un punzón “entre mi
ojo y el hueso, tan cerca de la parte posterior del ojo como pude” para
alterar la curvatura de la retina y observar los círculos coloreados que
____________________________________
4
Ibídem, p. 34.
5
Ibídem, p. 35.

57
Ensayos

aparecían al presionar. ¿Cómo consiguió no quedarse ciego? Tan cerca


del descubrimiento, Newton no podía detenerse a valorar el precio que
podía pagar”.6 Como puede apreciarse desde las “Quaestiones” Newton
registró el análisis central hacia cuya demostración estaba orientado
todo su trabajo sobre óptica: que la luz ordinaria del sol es heterogénea
y que los colores se forman, no a partir de la luz homogénea –como
sostenía la teoría predominante–, sino de la separación o análisis de la
mezcla heterogénea en sus componentes.
En sus discusiones sobre la luz y el color, es evidente que Newton
sostenía la concepción corpuscular, simpatías que le venían de sus
lecturas a Gassendi. Descartes, a través de sus Principios de filosofía, la
Dióptrica, su Geometría y la Meteorología, pudo haberlo introducido en la
filosofía mecánica, pero Newton se sumó rápidamente al atomismo.
Su conocimiento de Euclides también influyó de manera importante.
Así como la tradición baconiana. Debió haber leído con sumo cuidado
el Diálogo sobre los sistemas máximos, de Galileo. La Micrografía de Hooke,
y Experiments and considerations touching colours, de Boyle. Tomó distancia
de una gran variedad de tradiciones para unirlas finalmente bajo una
visión propia.
En 1666, conocido como uno de sus años maravillosos, y retirado
con su familia por una severa epidemia que causo grandes daños,7
había empezado a emplear de forma imperfecta un segundo prisma
para refractar partes separadas del espectro expandente. Ahora mejoró
el experimento de forma que podía refutar sin concesiones la teoría
de la modificación. Colocó el segundo prima a mitad de camino de la
habitación, con su eje perpendicular al primero, de forma que todo
el espectro incidiera sobre este. Si –como la teoría de la modificación
podía argüir– al igual que la coloración la dispersión era una modifica-
ción introducida por el prisma, el segundo prisma debería proyectar el
espectro en un cuadrado. Por el contrario, el resultado era un espectro
inclinado en un ángulo de 45 grados. Esta mejora llevó consigo otras.
Newton puso el segundo prisma paralelo al primero, cubriendo su
cara, a excepción de un pequeño agujero que permitía aislados colores
individuales del resto del espectro, y comparó las cantidades de sus
refracciones.
____________________________________
6
Ibídem, pp. 35-36.
7
Es muy destacado por todos sus biógrafos como Newton a sus veintitrés y vein-
ticuatro años dejó sentadas sus tres contribuciones fundamentales, las relativas al
cálculo, la gravitación y la teoría de la luz y los colores.

58
Ensayos

De esta forma, se dio cuenta de la importancia que tenía la inci-


dencia de un ángulo fijo demostrable en el segundo prisma. Para pro-
barlo, utilizó dos tablillas con unos pequeños agujeros: una colocada
inmediatamente después del primer prisma, y otra, inmediatamente
antes del segundo. Debido a que las tablillas estaban en una posición
fija, los dos agujeros definían el camino del haz que se proyectaba en
el segundo prisma, también en posición fija tras el segundo agujero.
Girando el segundo prisma ligeramente sobre su eje, Newton podía
transmitir –bastante bien, aunque no perfectamente aislado el resto–
cada extremo del espectro en el segundo prisma. Como esperaba, los
rayos azules se refractaban más que los rojos. Ningún haz sufría una
nueva dispersión. Fue este experimento al que Newton llamaría más
tarde su experimentum crucis. Una prescripción y un ideal tomado de
Bacon.8 Que sería su arma más fuerte en la defensa de su teoría, a la
siempre aludirá por medio de este y otros experimentos.
El primer intento para formular una teoría de la luz y el color está
contenido en sus Lecturas ópticas, presentadas en la Universidad de Cam-
bridge entre 1670 y 1672 como sus lecturas inaugurales para la cátedra
como profesor lucasiano de matemáticas. Son el primer trazo en su
afán para presentar de manera completa y pública sus investigaciones
ópticas, sin ninguna clase de presiones o críticas. En otro momento, du-
rante el invierno de 1671/1672 mientras estuvo preparando la “Nueva
teoría” para su publicación también realizó una profunda revisión de
sus Lecturas, las cuales estuvieron, sin dudas, completas antes de que
él depositara una copia en la biblioteca de la universidad, en octubre de
1674. Como resultado de sus exposiciones públicas fue objeto de críticas
por otros científicos como Ignace Pardies y Robert Hooke, dos de los
principales científicos de entonces. Ambos clarificaron y extendieron la
“Nueva teoría” pero no intentaron desaprobar la teoría en su totalidad.
La primavera siguiente, en respuesta a las profundas críticas del físico y
astrónomo holandés Christiaan Huygens, Newton reformuló su teoría.
____________________________________
8
En el aforismo XXXVI, del Novum organum, Bacon dice:”Cuando en el estudio de
cierta naturaleza se encuentra el espíritu vacilante e incierto para saber a cual de
dos o de varias naturalezas debe atribuir la causa del sujeto estudiado, en razón del
concurso ordinario de esas diversas naturalezas, los hechos de la cruz demuestran que
la compañía de una de esas naturalezas, en lo que el objeto estudiado se refiere, es
fiel e indisoluble, mientras que la de la otra es variable y movible, lo cual resuelve
la cuestión y hace admitir aquella primera naturaleza como causa, con exclusión de
la otra que se deja de lado”.

59
Ensayos

Lo anterior expresa los diferentes estadios que recorrió la teoría óptica


de Newton antes de la publicación de su presentación más acabada en
1704, con la publicación de su Óptica.
¿Pero, cuáles son los ideales implícitos o explícitos en las con-
cepciones teóricas y metodológicas de Newton? En el libro III de su
Principios matemáticos, que publicó en 1687, Isaac Newton nos ofrece
sus “reglas para filosofar”.

No debemos para las cosas naturales admitir más causas que las
verdaderas y suficientes para explicar los fenómenos.

Por consiguiente, debemos asignar tanto como sea posible a los


mismos efectos las mismas causas.

Las cualidades de los cuerpos que no admiten intensificación ni


reducción, y que resultan pertenecer a todos los cuerpos dentro del
campo de nuestros experimentos, deben considerarse cualidades
universales de cualesquiera tipos de cuerpos.

En filosofía experimental debemos recoger proposiciones verdade-


ras o muy aproximadas inferidas por inducción general a partir de
fenómenos, prescindiendo de cualesquiera hipótesis contrarias, hasta
que se produzcan otros fenómenos capaces de hacer más precisas
esas proposiciones o sujetas a excepciones.9
De entrada en el primer libro de la Óptica, Newton afirma “no
pretendo explicar mediante hipótesis las propiedades de la luz, sino
presentarlas y probarlas mediante la razón y los experimentos”.10 Lo
cual puede hacernos pensar que se ha colocado a bordo de los ideales
de la certeza matemática y geométrica, con el respaldo de la corrobo-
ración empírica. Pero el asunto no resultaba fácil si pensamos en que
los corpúsculos de luz son microscópicos e inobservables. Frente a un
reto así, por lo cual no iba a dejar de vincular la óptica con su complejo
aparato matemático. Para realizar algo que Shapiro llama transducción.
Literalmente significaría “llevar algo a través de”. Que a su vez puede
considerarse como otro método adicional. Trasladar parte del aparato
____________________________________
9
Newton: Principios matemáticos de la filosofía natural, p. 463.
10
Newton: Óptica, p. 10.

60
Ensayos

matemático y conceptual de sus Principios matemáticos de la filosofía natural


a la Óptica. “Transducción es un método científico por el que las leyes
y propiedades de cuerpos macroscópicos notables se extienden a la
parte imperceptible y microscópica”.11 Un método también utilizado
por Descartes, Hooke, y Boyle. Él utilizó el término “transdiction” al
describir el método de inferencia para realizar sobre lo inobservable el
conocimiento de lo observable, pero se ha adoptado el término trans-
ducción, y es ahora el más usado.12 En la conclusión de los Principios dice
acerca de cómo conocemos las figuras y movimientos de las partículas
imperceptibles. Su respuesta, la apelación a nuestro conocimiento acerca
del funcionamiento mecánico de los cuerpos macroscópicos, era una
justificación de transducción.
Sin embargo la Óptica de Newton se fraguó con la forma externa de
una obra matemática –sostiene Cohen– en la medida que empieza con
definiciones y axiomas y procede mediante proposiciones. No obstante,
es de destacar que las proposiciones de la Óptica no se demuestran en
su mayor parte de manera lógica en relación con los axiomas; tampoco
se retrotraigan a las primeras proposiciones. Y lo que resulta aún más
significativo, las proposiciones no se demuestran mediante la aplica-
ción de técnicas matemáticas. Por el contrario lo más frecuente es que
Newton proceda a suministrar una prueba experimental y tienda a
hacer alusión a experimentos anteriores. De ahí que, aunque Newton
use números (como en los resultados experimentales), su Óptica no se
puede considerar en ningún sentido legítimo un tratado matemático.13
En la Óptica Newton no procede mediante la aplicación de lo que se
ha denominado el estilo newtoniano. Con todo, no hemos de concluir
que Newton considerase la óptica como un campo que no se pudiese
____________________________________
11
Alan E. Shapiro: Fits, Passions and Paroxysms, p. 40.
12
Ídem, nota al pie.
13
I. Bernard Cohen: La revolución newtoniana y la transformación de las ideas
científicas, p. 155. También Carlos Solís es de la misma idea cuando afirma, en su
introducción a la traducción castellana de la Óptica, que “no sólo el contenido de
la Óptica es radicalmente distinto del de los Principia, también el lenguaje y el modo
de exposición” [...] “La Óptica representa una obra experimental en proceso de
construcción, escrita para lectores de ingenio rápido y bueno comprensión aún no
versados en óptica. Es una obra inacabada e imperfecta, rematada con una serie
de cuestiones donde se descubren las especulaciones más osadas. En una palabra
–sostiene Solís– mientras que los Principia dan cumplido fin a una larga revolución
en dinámica, la Óptica no hace sino iniciar una penosa evolución en las ciencias
baconianas.

61
Ensayos

desarrollar matemáticamente a su estilo matemático. En otros escritos,


unos de ellos publicados póstumamente y otros aún en manuscritos,
Newton aborda los problemas de la óptica de modo fundamentalmente
distinto a la presentación que ha llegado hasta nosotros en la Óptica.14
Otro aspecto notable de la matematización newtoniana de los
problemas ópticos fue “su formulación matemática concluyente, que
culminaba dos mil años de lento avance empírico y la primitiva teoría
numérica de Descartes de la estructura del arco iris n-arios”. Otros
ejemplos son su “cálculo de la aberración cromática de los rayos (que
irradian de un punto único que se refractan en una superficie esférica” y
“su construcción de un ‘nuevo’ telescopio catóptrico en el que el espejo
es una lente azogada situada de modo que su distorsión cromática se
minimice”.15 Newton no concebía que el objeto de la óptica física fuese
necesariamente distinto en ningún sentido importante de la mecánica
física, por lo que respecta al uso de las matemáticas en relación con
los problemas físicos. Ver sección 14 del libro primero de los Principia,
donde Newton toma en consideración un sistema de partículas que
se mueven a través de campos de fuerza que poseen propiedades un
tanto peculiares en las proximidades de la separación entre dos medios
cualesquiera y dentro de ciertos medios, como consecuencia de lo cual,
y partiendo de las condiciones del sistema, se pueden derivar un buen
número de propiedades de los rayos de luz observadas experimental-
mente.16
Newton no tuvo éxito real en su óptica física, en el mismo sentido
en que lo tuvo en su trabajo relativo al movimiento de puntos de masa
bajo la acción de fuerzas centrales. Por consiguiente, hemos de perca-
tarnos de por qué, cuando escribió y publicó lo que conocemos como
la Óptica, la única aplicación plenamente desarrollada de las matemáticas
al estilo newtoniano que envió a la imprenta fue el intento de explicar
la ley de refracción.17
Newton expresa su deseo nunca realizado de producir una teoría
matemática de los colores: “En último lugar, debería tomar en cuenta
una expresión informal que sugiere una mayor certeza en estas cosas
de lo que yo haya prometido; a saber, la certeza de las demostraciones
____________________________________
14
Ídem.
15
Ibídem, p. 156. The Mathemathical papers.
16
Ídem.
17
Ibídem, p. 157.

62
Ensayos

matemáticas. Dije que la ciencia de los colores era matemática y tan


cierta como cualquiera otra parte de la óptica; pero quien no sabe que
la óptica y muchas otras ciencias matemáticas dependen tanto de prin-
cipios físicos como de demostraciones matemáticas, y que la certeza
absoluta de la ciencia no puede exceder a la cereza de sus principios.
Ahora bien, las pruebas mediante las cuales afirmaba las proposiciones
sobre los colores proceden, según se dice a continuación, de los experi-
mentos, siendo así tan sólo físicas. De ahí que las proposiciones mismas
no pueden tenerse en más que los principios físicos de una ciencia. Y si
dichos principios son tales que a partir de ellos un matemático pueden
determinar todos los fenómenos de los colores que puedan realizarse
por refracciones, y eso computando y demostrando de qué manera y
en qué medida esas refracciones se paran o mezclan los rayos a los que
los diversos colores pertenecen originalmente, entonces supongo que
a la ciencia de los colores se le concederá el carácter matemático y tan
cierto como cualquier otra parte de la óptica. Tengo buenas razones
–termina Newton– para creer que debe hacerse así, puesto que desde
que me familiarice con estos principios, he hecho uso de ellos para este
propósito con constante éxito en los experimentos.
Uno de sus errores más claro resultó de su creencia en que los di-
ferentes materiales refractaban los diferentes colores de manera similar.
Sólo después de su muerte se vio que esta suposición no era correcta y
que es realmente posible concentrar la luz roja y la luz azul en el mismo
punto empleando lentes compuestos hechos con diferentes clases de
cristal (vidrio corona, flint, glass, etc.).18 Los anillos de Newton, repre-
sentan una de las mejores pruebas de la naturaleza ondulatoria de la
luz, una verdad que Newton no quiso reconocer hasta su muerte. Los
anillos son el resultado de la llamada “interferencia” entre dos rayos
de luz reflejados por dos superficies de cristal separadas a distancias
variables.19 Hubo muchos fenómenos que Newton ni siquiera intentó
explicar. Aunque la gama de los hechos explicados garantizaron el
éxito de su teoría.
“A pesar de las evidentes ventajas de la teoría ondulatoria de Hu-
ygens sobre la teoría corpuscular de Newton no fue aceptada durante
un periodo muy largo de tiempo. Esto se debió en gran medida a la
autoridad de Newton entre sus contemporáneos y particularmente a
____________________________________
18
George Gamov: Biografía de la física, p. 68.
19
Ibídem, p. 70.

63
Ensayos

la poca habilidad de Huygens en desarrollar sus ideas con la suficiente


precisión matemática para hacerlas invulnerables a todas las objeciones.
Así, la cuestión sobre la naturaleza de la luz quedó pendiente durante un
siglo hasta la aparición en 1800 de un trabajo del físico inglés Thomas
Young, titulado Esbozos de experimentos e investigaciones respecto a la luz y
el sonido: En él, Young explica el fenómeno de los anillos de Newton
sobre la base de la naturaleza ondulatoria de la luz y describe su propio
experimento con el cual se puede demostrar del modo más elemental
la interferencia de dos rayos de luz”.20 Ahora sabemos que los trabajos
de Thomas Young y su gran contemporáneo, el francés Agustin Jean
Fresnel, establecieron firmemente la validez de la teoría ondulatoria
de la luz y de este modo Huygens ganó después de muerto la disputa
de toda su vida con Newton.21 Pero, desde luego, hubo problemas que
ambos no resolvieron como el de la polarización de la luz.
Pero, ¿ahí quedaría el asunto?, ¿era realmente Newton una máquina
racionalista indestructible? La idea resulta muy contrastante con un
Newton que rezaba y asistía a oficios religiosos, que se arrepentía de
pecar, hacía lo que se supone un pietista debía cumplir. Mas si como
observa Escohotado, “no custodiar certezas a priori contiene un margen
muy considerable de impiedad”.22 El pensamiento teológico siempre
está presente en Newton. Dios tiene una presencia inevitable en sus ca-
vilaciones. Forma parte de los fundamentos de su sistema. La metafísica
de Newton no se detiene en sus recomendaciones metodológicas; parte
de Dios y concluye en él. Aunque siempre “sabe que únicamente llamará
saber a lo que tenga el carácter de hallazgo, donde el experimento y la
theorieia se vigilen y fecunden recíprocamente”.23 El mundo es lo que es;
tanto mejor que podamos hallar en él leyes matemáticamente exactas.
Visto así, es difícil imaginar una pureza metodológica que supere la
del descubridor cuando no impone dogmas a lo descubierto, cuando
simplemente exige un encuentro demostrable con razones objetivas.
Newton ni siquiera pretende disponer del método idóneo. Se limita a
“esperar” que sus Principios iluminen las operaciones de la naturaleza
mediante este o algún otro método más veraz de filosofar.24
____________________________________
20
Ibídem, p. 76.
21
Ibídem, p. 77.
22
Antonio Escohotado, en el estudio preliminar a su traducción de los Principios
matemáticos, p. LXXXIV.
23
Ídem.
24
Ibídem, p. LXXXIV.

64
Ensayos

, Bernard: La revolución newtoniana y la transformación de las ideas científicas (trad.


Carlos Solís), Madrid, Alianza, 1983.
, E. Alan: Fits, Passions, and Paroxism, Cambridge, Cambridge University Press,
1993.
————: “The envolving structure of Newton’s theory of white light and color”,
Isis, 1980, 71 (No. 257).
, Isaac: The Optical Papers, Cambridge, Cambridge University Press, 1984.
————: Óptica (trad. Carlos Solís), Madrid, Alfaguara, 1977.
————: Principios matemáticos de la filosofía natural (trad. Antonio Escohotado y M.
Sáenz de Heredia), Barcelona, Altaya, 1993.
, I. A.: Theories of light from Descartes to Newton, Cambridge, Cambridge University
Press, 1981.
Richard: Isaac Newton: una vida (trad. Menchu Gutiérrez), Gran Bretaña,
Cambrige University Press, 1993.

65
Ensayos

El giro cultural en la filosofía


de la ciencia y la tecnología
[Una mirada leve hacia el futuro]*

[...] su camino era llevar a su mente su laboratorio, y hacer de sus alambiques


y cucurbitáceas instrumentos del pensamiento, dando una nueva concepción
al razonamiento, como algo que debía hacer no con los ojos abiertos, mediante
la manipulación de las cosas reales en lugar de palabras y fantasías.
, CP 563.

Una sociedad plural, sin mayorías ni minorías; en mi utopía política


no todos somos felices, pero al menos todos somos responsables.
, Posdata.

E n los últimos veinte años la hermandad entre la filosofía de


la ciencia y la filosofía de la tecnología se ha fortalecido, al
mismo tiempo ha echado mano en mayor medida de la historia de la
ciencia, la sociología de la ciencia, la antropología de la ciencia y las
ciencias cognitivas. Si bien de una manera muy general se considera a
la ciencia un producto cultural en sí mismo, hay sectores específicos
donde se acota este alcance y se consideran sus vínculos con otras
actividades humanas como el arte o las humanidades, a la manera de
una mera aproximación entre la ciencia y “otra cultura”. La intención
de este trabajo consiste en exponer este proceso evolutivo, en el que la
cultura tiene cada vez mayor peso en las investigaciones de los filósofos
____________________________________
*
Publicado en , A. y , H. (coords.): Filosofar desde el
norte de México, “La responsabilidad del futuro”, UACH, Chihuahua, México, 2014, pp.
286-304.

66 66
Ensayos

de la ciencia y la tecnología, principalmente a partir de Kuhn (1962),


con antecedentes en Fleck (1935, 1986) e implicaciones claras en los
trabajos de Laudan, Martínez y Knorr Cetina, entre otros. Asimismo
busca explorar posibles alcances de este enfoque para el futuro de la
actividad humana en lo referente a la práctica científica y tecnológica.
Fleck intentó probar, con apoyo de investigación médica, cómo en
el desarrollo de un hecho científico entran en juego factores no perte-
necientes en principio únicamente al pensamiento científico individual.
La permanencia de algunas concepciones, asociadas irremediablemente
a una sociedad en una situación histórica y a una cultura, le parecen
tan importantes e incluso a veces más que aquello que se persigue en
la investigación de manera individual. Su contribución es mostrarnos
a la ciencia concebida como un proceso fundamentalmente colectivo
(1985, p. 24): “La estructura general del colectivo de pensamiento
conlleva que la comunicación intelectual intracolectiva produzca por razones so-
ciológicas –sin tener en cuenta el contenido y la legitimación lógica– el razonamiento
de las creaciones intelectuales” (153). El conocer, como actividad social, está
unido a los condicionantes sociales de los individuos que lo practican.
Cada “saber” forma su “estilo de pensamiento” con el que comprende
los problemas y los orienta de acuerdo con sus objetivos; el concepto
de “estilo de pensamiento” nos será de gran provecho más adelante
para expresar la caracterización disciplinaria sobre la forma en que se
legitima el conocimiento en los distintos nichos académicos (p. 21).
Fleck, además, nos mostró cómo influyen muchos otros elementos,
entre ellos las publicaciones y la cultura general, para la conformación
de los conceptos científicos, y en especial para constituir lo que llama
un hecho científico, como una reacción al concepto de hecho, anclado
en la concepción fija y rígida del neopositivismo. Hay quienes, como
Sergio Martínez en Geografía de las prácticas científicas, piensan que tanto
“Otto Neurath como Ludwik Fleck hicieron notar, en la primera mitad
del siglo XX, la importancia de reconocer que el conocimiento no solo
se articula en proposiciones, sino también en habilidades o prácticas,
y sostuvieron que admitir esto nos obliga a reconocer un sentido
importante en el que el conocimiento es un fenómeno social” (p. 43).
Por otra parte, Kuhn, de manera un tanto involuntaria, en La estruc-
tura de las revoluciones científicas abrió un nuevo horizonte para la filosofía
de la ciencia, para muchos mostró la cara irracional de la ciencia, para
otros simplemente fueron afirmaciones desafortunadas, lo cierto es que
cargó la atmósfera de candentes discusiones sobre si los factores extra
67
Ensayos

científicos influyen o no en el desarrollo de la ciencia, discusiones que


todavía se escuchan en el ambiente filosófico y tal vez sean intermina-
bles. En sus publicaciones posteriores fue matizando sus posiciones
hasta dar la impresión de haber domesticado su radicalismo inicial. En
algunos de los ensayos de la última etapa, en respuesta a las múltiples
críticas recibidas en torno al concepto de la inconmensurabilidad y el
problema de la traducción teórica, heredado del neopositivismo, traslada
esta controversia hacia el marco de la comprensión, o más precisamente
de la comprensión cultural, aspecto que, me parece, refuerza el plan-
teamiento de mi exposición; a este respecto, en “Conmensurabilidad,
comparabilidad y comunicabilidad”, Kuhn sostiene que
Los miembros de la misma comunidad lingüística son miembros
de una cultura común y, por consiguiente, cada uno de ellos puede
esperar enfrentarse con un mismo rango de objetos y situaciones.
Para que identifiquen los mismos referentes, cada uno debe asociarse
con un término individual con un conjunto suficiente de criterios
para distinguir sus referentes de otros tipos de objetos o situaciones
que el mundo de la comunidad presenta realmente, aunque no se
requiere que se distinga de otro tipo de objetos que son meramente
imaginables. [...] el papel esencial de los conjuntos de términos que
las personas educadas en una cultura, sea esta científica o no, deben
aprender a la vez, y que las que son ajenas a esa cultura deben consi-
derar a la vez durante la interpretación [Kuhn, p. 68].
Esta idea ahora suele aceptarse sin mucha discusión, sin embargo
todavía existe una gran resistencia a concebir que la ciencia y la filosofía
de la ciencia puedan vincularse a procesos culturales. En muchos ám-
bitos académicos de la filosofía de la cultura, por ejemplo, de manera
extraña e incluso arbitraria se excluye o no se considera como uno de
sus objeto de estudios a la ciencia, razón por la cual uno debe esforzarse
para esgrimir argumentos lo más convincentes posible para incluir esta
actividad humana en este marco. Una de las opiniones más persistentes
en la defensa de este punto fue la de Ulises Moulines, quien suscribió:
El grueso de las ciencias avanzadas, ya sean naturales o sociales,
consiste en teorías interpretativas [...] Estas teorías interpretativas
son objetos culturales producidos por ciertas personas en ciertos
contextos sociales y culturales en determinadas épocas. Estos obje-
tos culturales –que Moulines llama “teorías de primer nivel”– son
el objeto de estudio teórico de teorías interpretativas del segundo
nivel. Estas últimas constituyen lo que denominamos filosofía de la

68
Ensayos

ciencia. La filosofía de la ciencia consiste en la construcción de inter-


pretaciones de segundo nivel que tienen como objeto de estudio las
interpretaciones científicas del primer nivel. Dado que estas últimas
son objetos culturales, está claro por qué debemos adscribir la filosofía
de la ciencia a las ciencias de la cultura o las humanidades [1981, p. 23].
Si en verdad se da la disposición de ir más allá del marco estrecho
del empirismo y el nominalismo de fundamentación de las ciencias de
la cultura, piensa Moulines, entonces podremos admitir la posibilidad
de que estas estudien no solo las realizaciones culturales, o los contextos
sociales en que se manifiestan los individuos que las producen, sino
también las estructuras conceptuales generales subyacentes a ellas, o
sea, las formas culturales abstractas de las que esas realizaciones son una
instanciación (p. 23). Tengo la impresión de que este escrito coincide
con las etapas tempranas del desarrollo de su concepción metateórica,
que luego fue etiquetada como estructuralismo, una palabra que no
siempre expresa de manera adecuada las intenciones del proyecto; en
todo caso me atrevería a redesignarla como estructuralismo abstracto.
De lo cual se desprende como punto a discutir si las teorías cristalizadas
en objetos culturales agotan lo que es relevante sobre esos objetos, o
si además es relevante saber cómo se construye el conocimiento y no
tan solo importa su conclusión, asunto que abordaremos más adelante.
De manera paralela, de eso que he llamado el estructuralismo abs-
tracto se desarrolló el pensamiento postkuhniano con Laudan, Kitcher
y Giere, entre otros. Sus críticas al maestro radicaban en que su des-
cripción de la ciencia no era realmente coincidente con la realidad, la
ciencia revolucionaria no lo era tanto, lo mismo que la ciencia normal,
solo por mencionar algo. Su orientación apunta hacia una naturaliza-
ción del conocimiento. Una las tesis centrales expuestas por Laudan
en El progreso y sus problemas consiste en que “los principios específicos
y ‘puntuales’ de la racionalidad científica que los científicos emplean
al evaluar teorías no están fijados de modo permanente, para siempre,
sino que se han modificado sustancialmente a través de la historia de
la ciencia” (p. 11). A diferencia de Kuhn, quien en su ensayo “Objeti-
vidad, juicios de valor y elección de teorías” consideraba a los criterios
o valores empleados en la elección de teorías como “fijos de una vez
y para siempre, que además, no resultan afectados al intervenir en las
transiciones de una teoría a otra” (p. 359).
La propuesta de Laudan se enmarca en lo que él denomina “tradi-
ciones de investigación”, a las que se refiere como a
69
Ensayos

sistemas de creencias que constituyen visiones fundamentales. Por lo


general, constan estas de al menos dos componentes: (I) un conjunto
de creencias acerca de qué tipos de entidades y procesos constituyen el
dominio de la investigación, y (II) un conjunto de normas epistémicas
y metodológicas acerca de cómo tiene que investigarse ese dominio,
cómo han de someterse a prueba las teorías, recogerse los datos, etc.
[...] Con toda tradición de investigación activa se encuentra asociada
una familia de teorías [...] Lo que las teorías tienen en común es que
comparten la ontología de la tradición de investigación matriz, y
pueden ser sometidas a prueba y evaluadas utilizando sus normas
metodológicas [pp. 18-19].
Aquí el peso del conocimiento radica en esas tradiciones meto-
dológicas o epistémicas, ello desde luego no conlleva un compromiso
más allá de estos límites, lo que sujeta a estas tradiciones son los fines
y los intereses exclusivamente comprometidos con el conocimiento en
cada época histórica. Laudan, en “Epistemología, realismo y evaluación
racional de teorías”, se opondrá a la injerencia de otra clase de intereses
en el desarrollo de la ciencia; su posición, además, lo aparta de otras
por el lugar que le otorga a la verdad como valor epistémico.
Los filósofos de la ciencia aprendieron en el siglo XIX que la ciencia
no es conocimiento, al menos no como los epistemólogos entendían
esa idea. Sugiero que la lección de este siglo es que tampoco es ciencia
lo que es racional creer que es verdadero. Las teorías científicas no son
creencias verdaderas (menos aún creencias verdaderas justificadas) y
tampoco la evaluación de una teoría científica es principalmente una
evaluación de si es verdadera, ni la aceptación de una teoría cientí-
fica es la aceptación de esa teoría en cuanto verdadera. Quizá ya es
tiempo de reconocer que la epistemología tiene poco que ofrecer a
aquellos de nosotros interesados en entender el progreso y la racio-
nalidad científica. Debemos ocuparnos de la metodología, no de la
epistemología [p. 40].
De esta última frase uno se pregunta: ¿Qué nos aporta ocuparnos
de la metodología con el abandono de la epistemología? ¿Significa esto
que debemos ver a la ciencia como una actividad humana más en la
consecución del conocimiento, y no como un desideratum global que
norma la actividad epistémica, es decir, como una práctica cultural?
¿Pero en el que imperan las normas y los procedimientos más reco-
mendables para alcanzar los fines propuestos en la resolución de los
problemas abordados? El llamado naturalismo normativo de Laudan
conserva su interés empírico por describir a la ciencia tal cual, así como
70
Ensayos

sus denodados esfuerzos por sentenciar la necesidad de los cánones


metodológicos para el abordaje de los problemas, que en su opinión
es lo que debe caracterizar a la ciencia, si bien estos parámetros están
revestidos de un carácter historicista.

En las últimas décadas han tenido lugar en la filosofía de la ciencia y la


tecnología otros giros o virajes: el giro histórico, el giro social, el giro
naturalista, el giro práctico; en este último, el más reciente, entre los que
se han dedicado a explorar y analizar esta vertiente se encuentra Sergio
F. Martínez, con una proximidad más estrecha a lo que en este texto
propongo como el giro cultural. Su idea de reflexionar sobre la forma
en que se configuran las normas de la indagación considerada como
racional, a través de la articulación de ciertas prácticas, en Geografía de
las prácticas científicas, replantea la relación entre ciencia y epistemología
como eje de una filosofía de la ciencia, evadiendo el naturalismo vul-
gar asociado a la epistemología naturalizada, según el cual las normas
epistémicas son normas en disciplinas particulares y nada más (p. 11).
Considera que la epistemología debe ampliar sus preocupaciones,
más allá de indicarnos si un método o argumento puede considerarse
epistémicamente correcto o de ofrecernos explicaciones acerca del
origen de cierta normatividad, ha de preocuparse de explicar cómo
esa normatividad resulta asequible a las personas, de tal suerte que al
conocer esas normas y sus alcances nos ayude a mejorar nuestra situa-
ción epistémica (pp. 14-15).
Martínez llama geografía de la racionalidad a la manera en que la rela-
tiva autonomía de las diferentes tradiciones científicas y las tradiciones
experimentales se conforman como parte de métodos e instituciones
científicas en redes interdependientes de normas implícitas en prácticas,
para fijar la idea de que la racionalidad en la ciencia no puede reducirse
a la identificación de un ideal normativo de la ciencia al cual han de
adecuarse nuestras acciones y teorías científicas (p. 23). En su propuesta
figura el término de “estructura heurística de razonamiento” para re-
ferirse a aquello que “da cuerpo a normas epistémicas que no pueden
entenderse como normas basadas en categorías cognitivas de los indi-
viduos, pero que tampoco pueden entenderse como normas explicables
totalmente en términos sociológicos” (p. 23). Estos procedimientos
heurísticos al articularse adquieren fuerza normativa en la medida en

71
Ensayos

que se vinculan con prácticas de diferentes tipos que propician valo-


res tanto epistémicos como no epistémicos. Estas estructuras hacen
posibles las comparaciones, modificaciones e intercambio de valores,
para permitir una transformación racional de las prácticas (p. 25). Los
estándares epistémicos están muchas veces implícitos en prácticas, y
no necesariamente explícitos en principios o teorías (p. 33). Martínez
cita a Rouse, quien propone una versión de los estudios sobre ciencia
a la manera de estudios culturales en los cuales se tome el concepto de
práctica como punto de partida. Este concepto de práctica se distingue
del utilizado entre los constructivistas sociales, sobre todo porque no
parte de una oposición entre práctica y teoría, sino que considera a la
teoría como un tipo más de práctica (p. 43).
Si se asume que hay un tipo de conocimiento implícito en prácticas
al que la epistemología debería prestar atención, entones se requiere
entender y explicar cómo esas habilidades y prácticas se moldean
como aplicaciones de normas epistémicas, esto no ha de implicar
necesariamente el carácter social de la epistemología; es plausible
admitir que el conocimiento implícito en prácticas resida en última
instancia en individuos [p. 44].
De lo anterior, podríamos decir, se desprende que es el acto del
entendimiento, y no la creencia, lo que ha de constituirse como el tema
central de la epistemología (p. 46). Para entender la compleja interacción
que tiene lugar entre diferentes tipos de normas en la conformación
de estructuras heurísticas se requiere el desarrollo de una filosofía de la
ciencia que tome muy en serio la sociología de la ciencia y otras disci-
plinas complementarias (p. 59). Por ejemplo, el papel de la historia de la
ciencia en la epistemología es explicar cómo diferentes tipos de prácticas
evolucionan y se mantienen estables o desaparecen en el proceso de
consecución de los fines propios de las diferentes tradiciones (p. 71).
Pero ha llegado el momento de plantearnos qué entiende Martínez por
práctica. Al respecto, en otra parte nos dice:
Una práctica es un complejo de actividades (y, por lo tanto, de normas,
reglas, valores y estándares y tecnología) de diferentes tipos que tienen
una estructura estable y relativamente autónoma, con capacidad de
reproducir esa estructura con variantes a través de diferentes tipos
de procesos y en diferentes instituciones, pero que son identificables
como ejemplares de la misma práctica por periodos relativamente
largos de tiempo. Una práctica científica es una práctica que involu-

72
Ensayos

cra normas y estándares epistémicos, tecnológicos y éticos que son


propios de la cultura científica [Martínez, 2011, p. 195].
Un concepto asociado a lo que entendemos por una virtud epis-
témica, concebida esta como una estrategia cognitiva orientada a la
promoción del conocimiento mediante el fomento de estándares
implícitos o explícitos en prácticas científicas, y de una búsqueda por
su adecuación mutua. El concepto de virtud epistémica nos permite
entender cómo diferentes prácticas promueven diferentes valores sin
que esto nos conduzca hacia un relativismo radical.
Una virtud epistémica en muchas prácticas es la predicción; en otras
prácticas, la virtud epistémica por excelencia es la capacidad de una
teoría de integrar diferentes explicaciones en una explicación unifi-
cada; y, desde la perspectiva de otras prácticas, la virtud epistémica
preeminente es la confiabilidad de un sistema tecnológico. Pero
existen virtudes que se suelen entender como virtudes morales,
como la honestidad intelectual, por ejemplo, que también pueden
desempeñar un papel importante como virtudes epistémicas en el
trasfondo de la investigación científica. La relevancia es otra virtud
ampliamente promovida en toda la ciencia que en ciertos contextos
puede entenderse como una virtud epistémica y en otros no; es una
virtud epistémica en la medida en que es importante caracterizar el
conocimiento relevante o significativo desde una perspectiva que no
pierda de vista el todo [Martínez, 2003, p. 81].
La incorporación de los sistemas tecnológicos como generadores y
validadores de virtudes epistémicas establece una nueva relación biuní-
voca entre ciencia y tecnología, como lo señala Nancy Cartwright: son
sistemas tecnológicos y no simplemente teorías los responsables, por
ejemplo, de muchas predicciones científicas. “La predicción, en todo
caso, debe entenderse como la predicción de un sistema tecnológico
que incluye la teoría como parte del sistema mismo, y no como la
predicción de una teoría que simplemente ‘hace uso’ de un aparato”
(p. 73). Esta imbricación entre ambas prácticas humanas nos permite
establecer una unidad en la cual ambos subconjuntos son cada vez
menos indiferenciables. Usualmente se piensa, desde el punto de vista
epistémico, en la mediación tecnológica como algo prescindible, pero
esto parece ser una pura y vana ilusión. Lo que subyace al final es un
panorama donde ninguno de los llamados “giros” prevalece sobre algún
otro, para dar paso a una epistemología plural y reconocer entre otros
elementos asociados como el pluralismo metodológico.

73
Ensayos

La naturalización de la cultura epistémica implica su aterrizaje empírico


en cualquiera de sus ámbitos de referencia, en alguna de sus comuni-
dades científicas o de investigación. El término de “tecnociencia” acu-
ñado por Bruno Latour y desarrollado por Javier Echeverría encuadra
muy bien a lo que ahora llamaríamos comunidades tecnocientíficas,
al trinomio de investigación científica, empresa y política, en el cual
se entrelazan de manera compleja diversos valores e intereses. Por su
parte Bourdieu, con la noción de habitus, se refiere a las disposiciones
socialmente adquiridas que funcionan en la práctica como categorías
perceptivas, como principios clasificatorios y como principios orga-
nizadores de la acción. Esto es, el habitus define un orden simbólico
socialmente adquirido que se objetiva en una práctica determinada (So-
rreluz, p. 176). Uno de los aspectos de su teoría que más corroboración
empírica necesita es la noción de campo como espacio estructurado de
fuerzas. Lo interesante de esta propuesta es que el espacio social, en
este caso la ciencia, puede ser considerado como un campo de produc-
ción cultural en el que los agentes y grupos están sometidos a fuerzas
en cuanto pertenecientes a este campo. Es el habitus como campo de
fuerza (p. 177). “[...] la práctica científica de determinado individuo es
la resultante de la interacción dialéctica entre el campo de fuerzas cuya
necesidad se impone a los agentes que se han adentrado en él, y como
un campo de luchas dentro del cual los agentes se enfrentan como me-
dios y fines diferenciados según suposición en la estructura del campo
de fuerzas, contribuyendo de este modo a conservar o transformar su
estructura”. La cuestión será identificar empíricamente los factores
diferenciados que constituyen los dos polos de este campo: el polo
positivo y el negativo (p. 177).
Cuando, en un campo científico que ha alcanzado un alto nivel de
autonomía, las leyes de formación de los precios (materiales y sim-
bólicos) que revisten las actividades y las obras científicas están en
disposición de imponer prácticamente –al margen de cualquier impe-
rativo normativo y las más de las veces, a través de las disposiciones
de habitus progresivamente ajustados a su necesidad– las normas cog-
noscitivas a las que los investigadores han de someterse quieran o no
para el establecimiento de la validez de sus enunciados, las pulsiones
de la libido dominandi científica solo pueden alcanzar satisfacción si se
someten a la censura específica del campo [Bourdieu, 2007, p. 90].

74
Ensayos

Afirmar que la naturaleza y la sociedad de constituyen mutuamente


en el ámbito de la práctica representacional científica no explica el víncu-
lo entre la reconfiguración de ambos dominios. Para tal tarea, siguiendo
a Rhinberger, puede ser útil considerar los sistemas experimentales
como espacios de representación creadores de objetos epistémicos
(los fenómenos), en los que se funden los elementos heterogéneos que
intervienen en la práctica científica (p. 178).
En este sentido, la extensión de la cultura científica de la que
habla Pickering (1995a) puede entenderse como la extensión de las
redes del laboratorio al mundo (Latour), esto es, como la ampliación
de los espacios de representación en que los sistemas experimentales
y la sociedad en la que se insertan se confunden. Esta es una de las
características de la tecnociencia actual (pp. 178-179). Por ejemplo,
con la ingeniería genética se manipula el ser vivo mismo: el organismo
vivo se convierte en un espacio de representación dentro del cual se
prueban y articulan nuevas entidades epistémicas. El organismo vivo se
convierte en un laboratorio y así se reescribe el significado de la vida.
Una de las conclusiones más radicales de este cambio semántico es que
la frontera entre lo natural y lo social ha sido borrada por la práctica de
la biología molecular: la historia social está cambiando nuestra historia
natural; una práctica social como la ingeniería genética está cambiando
nuestra condición genética. Podemos pensar a lo natural y lo social como
construcciones culturales, y hoy en día, en virtud de las potencialidades
que ofrece una práctica científica determinada, como es el caso de la
ingeniería genética, inhabilita cualquier distinción clara y precisa entre
lo natural y lo social: estas no son sino entidades que se constituyen en
el transcurso de la práctica científica (p. 179).
Pero lo que constituye la especificidad del campo científico es que
los competidores se exponen de acuerdo sobre unos principios de
verificación de la conformidad a lo “real”, sobre unos métodos co-
munes de convalidación de las tesis y las hipótesis; en síntesis, sobre
el contrato tácito, inseparablemente político y cognitivo, que funda
y rige el trabajo de objetivación [Bourdieu, 2012, p. 86].
El trabajo colegiado implica acuerdos para trabajar sobre una mis-
ma ontología, con los mismos instrumentos, con cánones epistémicos
tácitos compartidos que a su vez conllevan compromisos políticos; el
estudio de estos acuerdos, la forma en que se transforman en prácticas
culturales, es lo que se intenta al examinar a la ciencia como un proceso

75
Ensayos

continuo, en el cual se muestren las tensiones internas y la transfor-


mación incesante de la “arena transepistémica, en el cual coexiste una
buena cantidad de subsistemas de valores, además de los epistémicos,
con interacciones y distintas ponderaciones” (Echeverría, p. 243).
Permanece abierta como una controversia sustancial si los valores
epistémicos son susceptibles de ser “contaminados” o influenciados
por otro tipo de valores, asunto que por ahora pasaré de largo.

El constructivismo estructuralista de Bourdieu también necesita de un


trabajo empírico que identifique las fuerzas que actúan en un campo
científico determinado. Ello me ha conducido a la búsqueda de un
anclaje para estas ideas. Caminando por este derrotero me ha parecido
un ejemplo interesante la comunidad de nanotecnólogos de mi ciudad.
Ellos trabajan en el Centro de Investigaciones de Materiales Avanza-
dos, en el cual cuentan con un laboratorio con el equipo propio de la
disciplina. Fue creado en el año 2006, mediante una convocatoria del
Conacyt para la creación de laboratorios nacionales de infraestructura
científica o desarrollo tecnológico; con toda la intención de construir
una plataforma tecnológica avanzada para el impulso de la nanotecnolo-
gía en México, y así beneficiar a los sectores académicos y productivos.
Es hoy uno de los nodos de la Red Nacional de Nanotecnología.
El marco de la investigación nanotecnológica puede ser útil para
ilustrar las nuevas relaciones entre ciencia y la tecnología con otros
aspectos como el económico, el político y por supuesto, en la medida
de lo posible, el de la cultura epistémica. Puede darnos cuenta de cómo
un conjunto de artefactos o dispositivos pueden abrir nuevos senderos
a la investigación científica, sin que medie necesariamente una nueva
teoría científica. Pudiera parecer irrelevante, pero esto en realidad
ha ido configurando una nueva filosofía de la ciencia y la tecnología,
conjunción, ahora, ya indisoluble. Para nuestro caso la invención y el
funcionamiento del microscopio electrónico basado en la física cuántica,
con una historia que se remonta a 1925, cuando Louis de Broglie sugi-
rió que el electrón tiene naturaleza ondulatoria, representa un ejemplo
significativo para mostrar cómo la tecnología le ha dado a la ciencia
elementos para la construcción de nuevos elementos cognoscitivos. En
1932, Max Knoll y Ernst Ruska construyeron el primer microscopio
electrónico, que usa electrones en lugar de luz. En lugar de lentes de

76
Ensayos

vidrio que enfocan la luz, el TEM utiliza lentes electromagnéticas para


enfocar los electrones en un haz muy delgado, el cual viaja a través
de la muestra que se está estudiando. Los microscopios electrónicos
de transmisión pueden aumentar un objeto hasta un millón de veces,
mientras que el microscopio óptico puede aumentar hasta mil tamaños
(Takeuchi, pp. 50-51). Estas nuevas posibilidades han permitido confi-
gurar una nueva ontología para la ciencia: el nanomundo.
La infraestructura del laboratorio del Cimav está sustentada en la
disponibilidad de los equipos actuales propios del área como el micros-
copio electrónico de transmisión de emisión de campo JEM-2200FS,
un sofisticado instrumento capaz de traspasar la muestra con emisiones
de electrones para determinar su composición; el microscopio electró-
nico de transmisión Philips CM-200, capaz de realizar investigación
en muestras cristalinas y orientación de la muestra para proyección
de imagen de alta resolución, así como microanálisis con estudios de
estructura de muestras cristalinas; el microscopio electrónico de barrido
de emisión de campo JSM-7401F; el microscopio electrónico de barrido
de emisión de campo Nova 200 nano-sem, que ofrece la posibilidad
de obtener información tanto topográfica como de composición de
diferentes muestras tanto orgánicas como inorgánicas, así como de
obtener imágenes topográficas de muestras semiconductoras o ais-
lantes sin tratamiento previo de la muestra, muy utilizada en muestras
biológicas; un difractómetro de rayos X Naalytica, modelo Xpert’Pro,
con el cual es posible trabajar muestras en forma de polvo, láminas
y películas delgadas; cuenta con una cámara de calentamiento en la
cual se puede alcanzar una temperatura de 2000 °C; un microscopio
de fuerza atómica SPM Multimode con aislamiento de vibra-
ciones, cubierta acústica, mesa de aislamiento de vibración integrada.
Ahora la pregunta es: ¿qué se puede hacer con esta “maquinaria del
conocimiento”? ¿Resulta factible hacer alguna clase de inferencia con
respecto de su cultura epistémica con esta información?
Los primeros acercamientos hacia esta comunidad han sido un
tanto desenfocados, pues cuando uno les dice que busca convertirlos
en objeto de estudio se muestran disimuladamente renuentes, sin
embargo hay distintas maneras de entender su trabajo y los posibles
valores epistémicos a los cuales se adhieren. Me apoyo en otra idea
convergente con la de Bourdieu, cuando expresa que “la investigación
a escala nanométrica ha configurado una “cultura epistémica” (Knorr

77
Ensayos

Cetina, 1999) que supone la imbricación de recursos representacionales


analógicos y digitales en un contexto que revaloriza el conocimiento
visual” (Knorr Cetina, 1996, p. 51).
En el laboratorio instalado en la ciudad de Chihuahua, a partir del
año 2007 se ha generado una cantidad de artículos diversos, en los
que pueden apreciarse ciertas constantes: una es el trabajo entre varias
personas; a diferencia de otras disciplinas en las que la individualidad
es un rasgo sobresaliente, aquí lo destacable es el trabajo entre tres o
más. Destaca también la participación femenina, todavía con un franco
desequilibrio, pero su presencia es notoria. Las revistas en las cuales
aparecen estas investigaciones son muy diversas: Revista Mexicana de
Física, Journal of Alloys and Compounds, Physics Letters, Journal of Fuel Cell
Science and Technology, Journal of Magnetism and Magnetic Materials, Journal of
Molecular Structure: , Theoretical Chemistry Accounts, Spectrochimica,
Journal of Molecular Modeling, Catalysis Today, Journal of Glass Science and
Technology, Journal of Non-Crystalline Solids, Materials Chemistry and Phy-
sics, Polymer Carbohydrates, Applied Catalysis, Nanotechnology, Physica Status
Solidi, Tribology Letters, Journal of the European Ceramic Society, Interciencia,
Journal of Nanoscience and Nanotechnology, Materials Characterization, Journal
of Magnetism and Magnetic Materials, Optical Materials, Journal of Materials
Chemistry, Applied Surface Science, Surface Review and Letters, Journal of
the Electrochemical Society, Solar Energy Materials and Solar Cells, Integrated
Ferroelectrics, Journal of New Materials for Electrochemical Systems, Integrated
Ferroelectrics, Journal of Biomedical Nanotechnology, International Journal of
Chemical Reactor Engineering, Journal of Physics and Chemistry of Solids,
Journal of Physics D: Applied Physics, Thin Solid Films. La totalidad de los
artículos están escritos en inglés y solo un par de revistas son nacio-
nales. El papel de las publicaciones, como sabemos, es una forma de
legitimar el conocimiento, es uno de sus elementos constitutivos. He
mantenido la lista íntegra para que se aprecien los distintos nodos de
este entramado; las distintas procedencias y nacionalidades del cuerpo
de investigadores es un indicio de una política cuidadosa tendiente a
evitar la endogamia académica.
La aproximación a las formas en las cuales estas comunidades se
comportan o trazan patrones de producción tiene una historia no tan
reciente, la llamada ciencia de la ciencia tiene ya una cierta tradición, así
como los estudios bibliométricos; para el caso del Cimav se realizó el
trabajo “Aplicación de sistemas métricos a la producción científica de
investigadores del Cimav: 2006-2011”, por Alejandra Nájera. Si bien
78
Ensayos

el estudio abarca a la totalidad de investigadores y disciplinas hacia el


interior de esta institución, aún no se han diferenciado los estilos de
trabajo y pensamiento de las distintas áreas, pero nos permite entrever
las posibilidades de poder explicar y describir la forma en la que opera
esta “maquinaria epistémica”.
Las interrogantes que uno puede plantearse son muy diversas:
¿Cómo es la selección de sus temas o problemas? ¿Quién elige los
problemas a investigar? ¿A qué intereses responden? ¿Existe alguna
influencia externa, como las fuentes de financiamiento o las directri-
ces oficiales, que influyan en las líneas de investigación? Tan solo por
señalar algunas.

Con las llamadas sociedades del conocimiento nos ubicamos en un


contexto en el cual la democracia del conocimiento exige examinar la
distribución del saber en las sociedades, cómo es que surgen a partir de
la autoridad o el crecimiento económico, qué influencia tiene el saber
sobre las relaciones de poder (Innerarity, 2011, p. 98). Esto conlleva
la preocupación de muchos en cuanto pudiera hacer pensar en una
regulación de los procesos investigativos; regulación no tiene por qué
significar prohibición, puede significar apoyo a prácticas deseables,
experimentar posibilidades de acción, mostrar opciones y facilitar su
puesta en práctica (p. 98). En este tipo de discusiones ganan también
relevancia otros criterios diferentes de los meramente científicos. No
solo los criterios de excelencia científica sino también los de utilidad
colectiva intervienen en las decisiones de financiación de la actividad
científica.
Es un hecho sustantivo que la ciudadanía democrática ha convertido
el control social del conocimiento en una cuestión central (pp. 99-100).
El mismo concepto de ciudadanía científica implica derechos y deberes:
el derecho a ser informado sobre la ciencia y la técnica, a deliberar y
codecidir, pero también la obligación de formarse, de entender como
parte de un colectivo y velar por sus intereses (p. 115). Innerarity des-
taca cómo hoy se puede afirmar que la “clase” científica ha perdido la
autoridad ilimitada de la que pudo gozar originalmente. De tiempo atrás
abundan los controles públicos a un grupo de la sociedad que recibe
financiación para una actividad cuyos éxitos muchas veces son invisibles

79
Ensayos

y cuya utilidad no puede ser juzgada únicamente por ellos mismos (p.
121). Ya es asunto del pasado cuando los expertos sostenían datos in-
cuestionables y su saber era el punto final a toda controversia. En una
sociedad del conocimiento la gente posee más capacidades cognitivas.
Hay nuevas organizaciones y grupos de intereses que han contribuido
a debilitar la autoridad de los expertos (pp. 124-125).
El objetivo de una democracia del conocimiento es tratar a todos
como igualmente responsables de las decisiones políticas, sin que esto
signifique anular su distinto grado de competencia. La participación
es importante allí donde las decisiones han de tomarse en medio de la
incertidumbre y el recurso a los expertos se presenta como insuficiente
(p. 127). La idea no es establecer una especie de mentalidad clientelar
frente a la ciencia como si tuviéramos un derecho a las verdades có-
modas; en una sociedad democrática la ciencia tiene la obligación de
decir la verdad a los poderosos, o sea, a la opinión pública. La política
de la ciencia y la democracia del conocimiento se han construido en
un asunto central de la nueva ciudadanía (p. 128). En este sentido el
objetivo de la epistemología sociopolítica, vinculada de manera estrecha
con la cultura epistémica, en oposición a las definiciones canónicas
anglosajonas de epistemología, no es determinar la naturaleza ni los
límites del conocer, ni siquiera buscar unas condiciones imposibles,
necesarias y suficientes, válidas en todo tiempo y lugar, que establezcan,
de una vez por todas, las normas de la recta práctica cognoscitiva, sino
el propósito teórico-práctico de determinar qué tipo de política de la
ciencia necesita implementar una sociedad democrática y, especialmente,
bajo qué condiciones materiales debiera producirse y distribuirse el co-
nocimiento científico (Valero, p. 32). Es cierto, como ha dicho Nicholas
Carr, vivimos en una dinámica en la cual las innovaciones tecnológicas
no se pueden detener. Pero todavía es plausible pensar y anhelar que
se realicen priorizando las necesidades humanas, para tener una vida
plena en vez de apoderarse de nuestras capacidades.
El ejercicio de la investigación científica y tecnológica, a pesar
de la internacionalización del conocimiento, todavía depende de las
estructuras y los sistemas nacionales. Toda propuesta o sugerencia de
rediseño en sus prácticas y políticas ha de circunscribirse a un territo-
rio o un Estado en particular. Si nosotros pensamos en el nuestro, la
añeja recomendación sigue teniendo validez: elegir problemas nuestros,
no importados, y problemas en que nadie esté trabajando y que nos

80
Ensayos

importen y estimulen: la solución no está en dejar la ciencia básica,


sino en complementarla con ciencia aplicada y con un nuevo plan de
formación de estudiantes. Porque “desde un punto de vista práctico,
es más inútil hacer ciencia aplicada que no se usa, que hacer ciencia
básica” (Lomnitz, 1985, p. 21).
Para buscar concluir me gustaría sugerir la idea de que la filosofía
debería centrarse en desentrañar cómo somos en cada momento y cómo
podemos llegar a ser lo que queremos ser. Debemos conocer qué nos
rodea y nos condiciona con sus cambiantes leyes de supervivencia.
La filosofía nos debe ayudar a planificar y plantear los cambios que
pensamos que darán sentido a la vida. Y ello requiere de conocimiento
actualizado al día de qué pasa, tanto en el centro como en la periferia
de la producción del conocimiento; entender mejor cómo se fabrica
o se construye. Ver, estudiar y analizar las comunidades científicas y
tecnológicas nos dará luz para no seguir caminando en la oscuridad.
O al menos encender una pequeña llama para disminuir la penumbra.

, Pierre: Los usos sociales de la ciencia, trad. Horacio Pons y Alfonso Buch),
Nueva Visión, Buenos Aires, 2012.
————: Razones prácticas, trad. Thomas Kauf, Anagrama, Barcelona, 2007.
, Javier: La revolución tecnocientífica, Fondo de Cultura Económica, Madrid,
2003.
, Ludwik: La génesis y desarrollo de un hecho científico, trad. Luis Meana, Alianza,
Madrid, 1986.
, Patricia: “Principales ‘giros’ en la filosofía de la ciencia contempo-
ránea”, Ágora 20/1, 2001, pp. 201-219.
, Daniel: La democracia del conocimiento, Paidós, Madrid, 2011.
, Karin: “Comunidades científicas o arenas transepistémicas de investi-
gación. Una crítica de los modelos cuasieconómicos de la ciencia”, Redes, vol. III,
n. 7, septiembre 1996, pp. 129-160.
————: Epistemic cultures, Harvard University Press, Estados Unidos de América,
1999.
, Thomas S.: “Conmensurabilidad, comparabilidad y comunicabilidad”, en El
camino desde la estructura, trad. José Romo, Paidós, Barcelona, 2002.
————: “Objetividad, juicios de valor y elección de teorías”, en La tensión esencial,
trad. Roberto Helier, Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología-Fondo de Cultura
Económica, México, 1982.
, Larry: El progreso de la ciencia, trad. Javier López Tapia, Destino, Barcelona, 1984.
————: “Epistemología, realismo y evaluación racional de teorías”, en
, Ambrosio (coord.): Progreso, pluralismo y racionalidad en la ciencia, Universidad
Nacional Autónoma de México-Facultad de Filosofía y Letras-Instituto de Investi-
gaciones Filosóficas, México, 1999.

81
Ensayos

, Larissa: “La antropología de la investigación científica en la UNAM”, en


, Luis y Luis (coords.): La ciencia en México, Fondo de Cultura
Económica, México, 1985.
, Sergio: Geografía de las prácticas científicas, Universidad Nacional Autónoma
de México-Instituto de Investigaciones Filosóficas, México, 2003.
————: “La racionalidad científica como un problema de la evolución de las normas
culturales”, en Racionalidad en ciencia y tecnología, Universidad Nacional Autónoma de
México-Universidad Autónoma de Chihuahua, México, 2011.
, C. Ulises: “La filosofía de la ciencia y las ciencias de la cultura”, Metamorfosis,
n. 13, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Autónoma de Chihuahua, 1981.
, Alejandra: “Aplicaciones de sistemas métricos a la producción
científica de investigadores del Cimav: 2006-2011” (tesis de licenciatura), Facultad
de Filosofía y Letras, Universidad Autónoma de Chihuahua, Chihuahua, 2013.
, Ailin María: “Tradiciones de evidencia en la investigación a escala nanomé-
tirica: una aproximación a la ‘cultura epistémica’ de lo pequeño”, Redes, vol. 15, n.
9, mayo 2009.
, Aitor: “La práctica de las representaciones científicas”, en ,
Mario y , José Alberto (coords.): Representación y ciencia, UAM-Miguel Ángel
Porrúa, México, 2003.
, Noboru: Nanociencia y nanotecnología, Fondo de Cultura Económica, México,
2013.
, Ángel: El giro político de la epistemología, Biblioteca Nueva, Madrid,
2008.

82
Ensayos

Nuevo humanismo y filosofía


de la práctica científica*

D urante las últimas dos décadas en la jerga filosófica se ha vuelto


un tanto común –a veces con cierto desdén– hablar del nuevo
humanismo, posthumanismo, humanismo emergente, transhumanismo,
o incluso tercera cultura. ¿Hay en verdad un nuevo sentido detrás de
estas yuxtaposiciones terminológicas? Los nombres asociados detrás de
estos conceptos son varios y, como suele ocurrir con harta frecuencia
en filosofía, con divergencias y convergencias múltiples. Así sabemos
de Peter Sloterdijk, John Brockman, Jared Diamond, Andrew Pickering,
Teodoro Ramírez o Stefan Herbrechter y algunos más. Uno de sus
puntos de convergencia consiste en reconocer una condición humana
distinta, pues circunstancias distintas reclaman formas de pensamiento
distintas o nuevas.
El inicio de estas reflexiones es el siglo , un periodo de formidable
progreso científico, pero en vez de conceder un lugar a la ciencia y a la
tecnología en el centro del mundo intelectual –de dar a la erudición un
significado unitario, que incluyera la ciencia y la tecnología además de la
literatura y el arte–, la cultura oficial las desterró. En ese momento los
estudiosos de las humanidades consideraron a la ciencia y la tecnología
como actividades de carácter técnico y diferenciado; bajo esta prédica las
universidades excluyeron discreta o abiertamente la ciencia de los planes
de estudio universitarios de las humanidades (Brockman, 2003: 31).
Hay algo radicalmente nuevo en el ambiente: nuevos modos de enten-
der los sistemas físicos, nuevas formas de pensar en el pensamiento
que ponen en tela de juicio muchos de los supuestos básicos que hasta
ahora dábamos por hechos. Hay una biología realista de la mente y
unos avances de la física, de la tecnología informática, la genética, la
____________________________________
*
Publicado en Synthesis 73, UACH, Chihuahua, México, ene.-mar. 2015.

83 83
Ensayos

neurobiología, la ingeniería y la química de los materiales que cues-


tionan todas ellas los supuestos fundamentales sobre quiénes y qué
somos, sobre lo que significa ser humano. Las artes y las ciencias han
empezado a unirse de nuevo en una sola cultura: la tercera cultura.
Aquellos que participan de esta labor, desde uno y otro lado de la
vieja línea divisoria de C. P. Snow, se encuentran hoy día en el centro
de la acción intelectual. Ellos son los nuevos humanistas [2003:37].

El antecedente inmediato de los estudios de la práctica científica se


encuentra en los llamados estudios sociales de la ciencia, impulsados
por Thomas Kuhn, Robert Merton y Bruno Latour, entre otros. A partir
de esta noción el interés por estudiar la ciencia desde distintos ángulos
derivó en una historia, una sociología, una antropología, una etnología
e incluso una psicología de la ciencia. El interés por comprender la
ciencia, su producción y desarrollo implicó echar mano de todos los
recursos disponibles. Una de sus características, como puede apreciarse,
reside en su trabajo inter, e incluso transdisciplinar, con el propósito
esencial de ofrecer una visión cada vez más clara de la ciencia como la
empresa cultural más importante de la humanidad.
Esto nos ha conducido a trascender los estudios tradicionales en
los cuales se concibe a la ciencia como un puñado de proposiciones
explicativas y representativas del mundo físico y social, para aden-
trarse en todo el conjunto de las prácticas humanas que acompañan
los proceso de investigación, el conjunto de valores que abrazan las
distintas comunidades de investigación, no solamente los estrictamente
epistémicos sino también aquellos con connotaciones económicas,
políticas o estéticas.
Una práctica es un complejo de actividades (y, por lo tanto, de normas,
reglas, valores estándares y tecnología) de diferente tipo que tienen
una estructura estable y relativamente autónoma, con capacidad de
reproducir esa estructura con variantes a través de diferentes tipos
de procesos y en diferentes instituciones, pero que son identificables
como ejemplares de la misma práctica por periodos relativamente
largos de tiempo. Una práctica científica es una práctica que involu-
cra normas y estándares epistémicos, tecnológicos y éticos que son
propios de la cultura científica [Martínez, 2011, 195].
La definición del concepto ha recorrido un buen trecho, buscando
darle la mayor claridad posible, tratando de ubicarla en un marco refe-

84
Ensayos

rencial amplio como la epistemología evolucionista o la misma teoría


de la evolución darwiniana, como es el caso de Philip Kitcher en El
avance de la ciencia:
Digamos que la práctica de un científico individual es una entidad
multidimensional cuyos componentes son el lenguaje utilizado en
la investigación, los enunciados sobre la naturaleza que el científico
acepta, las preguntas que se consideran importantes, los esquemas
que se aceptan para responder a preguntas (junto con evaluaciones
acerca de cómo se aplican a ejemplos “paradigmáticos” y de con qué
frecuencia es probable que se ejemplifiquen al lidiar con problemas
no resueltos), las concepciones metodológicas que son específicas
para la investigación del campo de la ciencia, los cánones de buena
observación y experimentación y los criterios para evaluar la con-
fiabilidad de otros (junto con concepciones particulares sobre la
autoridad y la confiabilidad de los colegas contemporáneos de la
misma área) [2001:51].
El desarrollo de marcos investigativos para su abordaje se ha orien-
tado al estudio de comunidades de investigación específicas como los
biólogos o los físicos de partículas, con el fin de exponer los valores
particulares a los cuales de adhieren, en principio, desde un punto de
vista epistémico, es decir su cultura epistémica, sus tradiciones de evi-
dencia o la forma en que construyen y fabrican el conocimiento. Esto
nos dice cómo hemos transitado hacia una epistemología naturalizada
con una fuerte carga empírica, sustentada en la investigación transdis-
ciplinar. El común denominador de estos enfoques es la vindicación
de un método empírico e interdisciplinar en el estudio de la ciencia,
que permite otear en el horizonte de la filosofía de la ciencia un giro
naturalista como reacción y crítica a una filosofía positivista-popperiana,
prevaleciente hasta los años sesenta, de marcado carácter formalista y
fundacionalista (Sorreluz, 2003, 159).
¿Cuáles son los marcos interpretativos filosóficos, sociológicos
y antropológicos más propicios para explicar la creación del conoci-
miento como fenómeno social enmarcado en la actividad tecnológica
y económica?
Suele citarse el artículo de Quine “Naturalización de la episte-
mología”, presentado en Viena en 1968, como uno de los puntos
de partida para la naturalización del conocimiento, al considerar a la
epistemología como un capítulo de la psicología y de la ciencia natural,
tomando como un fenómeno natural al ser humano, con un nuevo

85
Ensayos

planteamiento en el que se puede hacer uso de la psicología empírica.


Según Quine, la vieja epistemología aspiraba a contener a la ciencia
natural, la construiría a partir de los datos sensibles. La epistemología
en su nuevo planteamiento quineano al contrario, está contenida en la
ciencia natural como un apartado de la psicología. Al fin de cuentas
todo resulta en una inclusión recíproca, aunque en sentidos distintos:
“de la epistemología en la ciencia natural y de la ciencia natural en la
epistemología”. Algunos años después, en “Cinco hitos del empirismo”,
mantiene esta posición y la expresa de una forma alegórica:
El filósofo naturalista comienza a razonar dentro de la teoría del
mundo que ha heredado como una empresa que funciona bien. De
modo tentativo cree en ella íntegramente, pero cree también que
algunas porciones no identificadas son incorrectas. Intenta mejorar,
aclarar y comprender el sistema desde dentro. Es el marino atareado
que va a la deriva en el bote de Neurath.
El naturalismo epistemológico en poco tiempo fue adquiriendo su
carta de aceptación en el corpus contemporáneo de la filosofía, aunque
caracterizarlo en corto es un tanto difícil. Hay quienes consideran na-
turalistas a todos aquellos que enfrentándose a las posturas escépticas
niegan que sea posible o necesaria una fundamentación última del
conocimiento y rechazan que haya algo ilegítimo en el hecho de que
la justificación de la ciencia haga uso de los resultados de esta. Si bien
en Quine es apreciable una ambigüedad que transita entre una mera
reforma a la teoría del conocimiento, para convertirla en una empresa a
posteriori y receptiva a los resultados de la ciencia, en otros casos parece
proponer un abandono de los intereses genuinamente epistemológicos
en favor de una mera descripción científica del proceso de desarrollo
del conocimiento humano, es decir, cómo procede el ser humano en
su construcción de la ciencia.
Por otra parte tenemos el sociologicismo iniciado, en gran medida,
por Ludwik Fleck; en su libro La génesis y el desarrollo de un hecho científico
empieza por mostrar los factores sociales que contribuyen a la creación
del conocimiento, en los que el individuo casi nunca tiene conciencia
del pensamiento colectivo, que por lo regular siempre ejerce sobre
su pensamiento coerción absoluta y contra el que es sencillamente
impensable una oposición. Para Fleck, el análisis de las actividades de
la ciencia implica la observación de su estructura social, el esfuerzo
colectivo que incluye la división del trabajo, colaboración, intercam-

86
Ensayos

bio recíproco de ideas, discusiones y demás. Bajo la noción de que


“el conocer representa la actividad más condicionada socialmente de
la persona y el conocimiento en la creación social por excelencia. En
la misma estructura del lenguaje hay una filosofía característica de la
comunidad, incluso una simple palabra puede contener una filosofía
compleja” (Fleck, 1986:89).
Por tanto, podemos definir el estilo de pensamiento como un percibir dirigido
con la correspondiente elaboración intelectiva u objetiva de lo percibido. Carac-
terizado por los rasgos comunes de los problemas que interesan al
colectivo de pensamiento, por los juicios que el pensamiento colectivo
considera evidentes y por los métodos que emplea como medio de
conocimiento; incluso puede ir acompañado por el estilo técnico y
literario del sistema de saber [145].
Estas ideas también encuentran cobijo en Ian Hacking, uno de
los representantes del constructivismo, quien en Representar e intervenir
expresa que los filósofos de la ciencia discuten mucho sobre teorías y
representaciones de la realidad, pero dicen poco sobre los experimen-
tos, la tecnología o el uso del conocimiento para la modificación del
mundo. Al respecto se refiere a Francis Bacon, quien enseñaba que
no solo deberíamos observar la naturaleza en vivo, sino que también
deberíamos “torcerle la cola al león”, eso es, manipular nuestro mun-
do para aprender sus secretos. En este sentido afirma que una de las
funciones de los experimentos es la creación de fenómenos, y que los
científicos crean los fenómenos que posteriormente se convierten en
las piezas centrales de la teoría.
Ahora, la pregunta obligada: ¿Qué ventajas representa para la fi-
losofía ocuparse de investigar la práctica científica? Durante casi toda
la segunda mitad del siglo pasado la filosofía de la ciencia ponderaba
el papel de la teoría en el desarrollo de la ciencia, Norwood Russell
Hanson, Patrick Suppes, Ulises Moulines, entre otros, destacaban el
papel de las teorías como los productos terminales y referenciales de los
cuales la filosofía de la ciencia debía ocuparse. La insuficiencia de esta
orientación radica en que deja de lado todo el proceso que conduce hacia
la teorización, en el cual se suma una serie de factores que nos dicen
realmente cómo es y cómo se construye el conocimiento, además de
ofrecernos una visión fragmentada de los procesos metodológicos, en
los cuales contrastan las declaraciones de los investigadores en relación
con sus mismas prácticas. En resumen, nos permite tener una visión

87
Ensayos

más integra de la ciencia y comprender el desenlace que conduce a la


construcción de teorías, pero incluso en este abordaje el final del camino
no ha de ser necesariamente una construcción conceptual dotada de tal
o cual estructura, muy bien puede tratarse de un conjunto de acciones
orientadas a producir un determinado resultado. La ciencia, en el marco
de este nuevo abordaje, ha dejado de ser un conjunto de proposiciones
que buscan articularse de manera armónica para sumar muchas otras
actividades y valores que la acompañan en su tránsito hacia la búsqueda
de la verdad, al lado de otros intereses.

Ahora tenemos un público más familiarizado con nociones de biología


molecular, inteligencia artificial, teoría del caos, fractales, biodiversidad,
nanotecnología, genoma, etcétera, sin embargo es un gran público que
huye de viejas disquisiciones teológicas, pero que comienza a apasio-
narse con cuestiones secularizadas tales como cuál es el origen de la
vida, de dónde surgió la mente o cómo empezó el universo. Un nuevo
humanismo debe enfrentar estas preguntas, debe recoger el arsenal de
metáforas suministrado por las ciencias duras. Un nuevo humanismo
ya no ha de ser tanto un humanismo clásico cuanto una nueva hibrida-
ción entre ciencias y letras. Un nuevo humanismo debería estar atento
a la ciencia y al mayor número posible de corrientes del pensamiento
vivo. A partir de esta concepción se piensa a la filosofía como un cruce
interdisciplinario y en diálogo con las demás ciencias.
En este nuevo marco aparecen distintos conceptos con la idea de
construir una nueva trama explicativa, es así que nos preguntamos: ¿qué
hemos de entender por cultura epistémica?
Las culturas epistémicas son las culturas que crean y garantizan el
conocimiento. La principal institución que legitima y garantiza el cono-
cimiento en el mundo de la ciencia. Cultura epistémica, en este sentido,
se refiere al campo de producción del conocimiento, a los aspectos
prácticos como simbólicos y organizacionales de la actividad científica;
al conjunto de patrones y dinámicas que están en juego en la práctica
experta, y que varía según la disposición de cada expertise (Knorr Cetina,
1999: 8-9). Son estudiadas a partir de tres dimensiones: la construcción
de los objetos de estudio y las estrategias empíricas de cada sistema;
los conjuntos de símbolos que dan cuenta de la reconfiguración en el
interior de cada cultura y las relaciones sociales que se establecen en

88
Ensayos

cada una de ellas. Si bien no está decidido de una vez y para siempre
qué es un valor epistémico, además un valor puede ser epistémico en
una determinada situación y no serlo en otra (Zabala, 2000:209).
Una “virtud epistémica” es una estrategia cognitiva que promueve
el conocimiento mediante la promoción de estándares implícitos o
explícitos en prácticas científicas, y de una búsqueda por su adecuación
mutua. El concepto de virtud epistémica permite entender de una
forma natural que diferentes prácticas promuevan de manera preemi-
nente diferentes virtudes sin que eso comprometa con un relativismo
radical. Una virtud epistémica por excelencia en muchas prácticas es
la predicción; en otras prácticas, la virtud epistémica por excelencia es
la capacidad de una teoría de integrar diferentes explicaciones en una
explicación unificada, y, desde la perspectiva de otras prácticas, la virtud
epistémica preeminente es la confiabilidad de un sistema tecnológico.
Las modernas “máquinas del conocimiento” son aquellas institu-
ciones diseñadas para fomentar, reproducir o crear el conocimiento.
Se incluye a universidades públicas y privadas, institutos o centros
de investigación. Pero hasta un laboratorio modesto puede llegar a
ser una “máquina del conocimiento”. La maquinaria epistémica cada
vez se vuelve más compleja y se entrelazan diversos países y distintas
instancias cooperativas en una suma de esfuerzos para afrontar los
problemas de los grupos convergentes. Esto hace más complicado
explicar la urdimbre del conocimiento.
Monopolios cognitivos. Son elementos escindidos de un cuerpo
científico unitario con un método único, pero que llegan a establecer
comunidades bien diferenciadas del resto de sus especialidades.
Tradición de evidencia. La forma en que cada disciplina demuestra
o legitima desde un punto de vista epistémico sus hipótesis de trabajo
o sus hallazgos ha tenido en la historia de la ciencia diferentes expre-
siones. Podemos decir que las virtudes epistémicas no solamente han
variado en el tiempo, sino que son diferentes para cada disciplina; las
demostraciones matemáticas, las pruebas experimentales, los usos de la
imagen, los éxitos tecnológicos, son algunas de estas manifestaciones,
que suelen tener un comportamiento interactivo y movedizo, por lo
cual han sido llamadas “arenas transepistémicas” (Knorr Cetina, 1996).
Distribución de la autoridad. El conocimiento puede legitimarse
de distintas formas, va desde la obtención de reconocimientos o distin-
ciones por parte de los autores, sus publicaciones y el prestigio de sus
editores, el nivel de impacto del sitio donde se publique, o la obtención
89
Ensayos

de patentes, así como la posición mediática o virtual del investigador, o


logros obtenidos para la financiación de sus proyectos. Son un conjunto
de factores que contribuyen a posicionar a los científicos en distintas
jerarquías. Para indagar el nivel y el proceso de constitución de prestigio
de un grupo o de una persona en la investigación científica es necesario
reconstruir varios de estos elementos para explicarnos su evolución.
Hay algunos otros conceptos aún por definir: práctica individual,
cognición colectiva, reconfiguración del pensamiento o prácticas orga-
nizacionales, tareas pendientes para conformar una estructura integral y
comprensiva que dé cuenta del sinfín de prácticas orientadas a generar
conocimiento.

Lo más revelador de esta dimensión múltiple, todavía en proceso de


construcción, es que nos permite un mejor acercamiento a la producción
del conocimiento humano dotada de una ambiciosa amplitud de miras,
traducible en una mirada omniabarcadora en la cual la actividad cien-
tífica es una más de las tareas que el ser humano emprende, de lo cual
se sigue una equiparación con otras muchas actividades de la empresa
humana y nos entrega un ser humano multidimensional.

, John: “Los nuevos humanistas”, en El nuevo humanismo y las fronteras de la


ciencia, Kairós, Barcelona, 2003.
, Ludwick; Génesis y desarrollo de un hecho científico, trad. Luis Meana, Alianza,
Madrid, 1986.
, Philip: El avance de la ciencia, trad. Héctor Islas y Laura Manríquez, UNAM,
México, 2001.
, Sergio F.: “La racionalidad científica como un problema de la evolución de
normas culturales”, en , Ana Rosa y , Ambrosio
(coords.): Racionalidad en ciencia y tecnología, UNAM/UAM/UACH, México, 2011.
, Karin: “¿Comunidades científicas o arenas transepistémicas de inves-
tigación? Una crítica de los modelos cuasieconómicos de la ciencia”, en Redes, vol.
3, n. 7, Universidad de Quilmes, 1996.
————: Epistemic Cultures. How Sciences make Knowledge, Harvard University Press,
Cambridge, 1999.
, Aitor: “La práctica de las representaciones científicas”, en ,
Mario y , José Alberto (coords.): Representación y ciencia, México, UAM, 2003.
, Juan Pablo: “Epistemic Cultures. How Sciences make Knowledge” (reseña), en Redes,
vol. 7, n. 15, Universidad de Quilmes, 2000.

90
Ensayos

La caída de la falacia naturalista


y sus implicaciones para la
filosofía de la tecnología*

E n 1704 al final de la Óptica Newton encontraba su método de


análisis y síntesis tan efectivo que planteaba su extensión hacia
la filosofía moral. La obra newtoniana hemos de considerarla inscrita
en la fecunda tradición empirista inglesa.
No solo la filosofía natural se perfeccionará en todas sus partes si-
guiendo este método, sino que también la filosofía moral ensanchará
sus fronteras. En la medida en que conozcamos por filosofía natural
cuál es la primera causa, qué poder tiene sobre nosotros y qué bene-
ficios obtenemos de ella, en esa misma medida se nos aparecerá con
la luz natural cuál es nuestro deber hacia ella, así como hacia nosotros
mismos. [1703:350].
Sin embargo en la gran crisis económica de 1720, conocida como
“la burbuja de los mares del sur”, Newton perdió alrededor de 20,000
libras (poco más de 40 millones de pesos mexicanos actuales) –una gran
fortuna de aquellos tiempos– y, a pesar de eso, siguió siendo bastante
rico. Decía que podía calcular el movimiento de los cuerpos celestes,
pero no la locura de la gente cuanto se trataba de cosas de dinero.

A resultas de la discusión acerca de si la falacia naturalista se origina o


no en Hume, todo parece indicar que sus inquietudes, si bien guardan
muchas similitudes con el planteamiento de Moore, obedecen a un
marco y un contexto distintos. Hume al intentar dilucidar en torna a la
moral y sus posibles vínculos con la razón argumentó que esta no era
____________________________________
*
Texto presentado en el XVI Congreso Internacional de Filosofía, organizado por
la Asociación Filosófica de México, A. C., realizado del 22 al 28 de octubre de 2011
en Toluca, Estado de México.

91 91
Ensayos

el mejor instrumento para determinar el camino a seguir en cuanto al


comportamiento moral. Nos mostró por primera vez sus intereses por
la ética en el segundo y tercer libro del Tratado de la naturaleza humana,
publicado sin éxito en 1739. Algunos años después amplió las ideas allí
propuestas en las Investigación sobre los principios de la moral en 1751. Acorde
con la tradición filosófica de su tiempo, el tratamiento de Hume a los
problemas morales es de carácter empirista. Si bien nunca nos dijo cómo
debería de obrar la moral, solo se ocupó de exponer la forma en que
realizamos los juicios morales. Sustentó su teoría moral argumentando
que jamás podremos realizar juicios morales fundamentados exclusiva-
mente en la razón. Pues la razón trabaja con hechos y concluye a partir
de ellos, mas le resulta imposible llevarnos a discernir una opción sobre
otra: únicamente los sentimientos son capaces de hacerlo.
En la concepción de Hume la razón práctica y así como la posibili-
dad de una fundamentación racional de la ética. Las pasiones, voliciones
y acciones, objetos de la moral, están imposibilitadas para construir
acuerdo o desacuerdo entre las ideas sobre las que se sustentan lo
verdadero y lo falso. Si la razón se encuentra atada para ser la fuente
del juicio de valor, habrá que buscarla en el sentimiento, el cual brota
natural en nosotros ante acciones susceptibles de lo que consideramos
valoración moral. La reflexión sobre este sentimiento expone una forma
de placer o de gusto, lo cual lleva a excluir de la moral todo rastro de
austeridad o de privación del alma o del cuerpo. Hume se percata de
que muchos pensadores escribían sobre “lo que debería ser’’ a partir de
la base de “lo que es’’; aunque, en su opinión, existe una gran diferencia
entre las proposiciones descriptivas, lo que es y las prescriptivas lo que
debe ser. Ante esto Hume pide a los filósofos morales que se muestren
atentos ante estos cambios que se hacen sin aportar ninguna explicación
acerca de cómo se supone que las proposiciones prescriptivas deben
de seguirse de las descriptivas. La cuestión de ¿con qué justificación se
puede derivar el deber del ser? se ha considerado como una de las cues-
tiones centrales de la teoría ética; usualmente se le atribuye a Hume el
principio de que tal derivación es imposible, si bien hay quienes piensan
que no sostuvo que una proposición fáctica no puede devenir en una
afirmación ética, sino más bien, que en todo caso no podía hacerse
sin prestar la debida atención a los sentimientos. Es tal vez el primero
de los filósofos en establecer la distinción entre lo normativo o lo que
debería ser y lo positivo o lo que es. Moore estableció, guardadas las
proporciones, una posición parecida con su llamada falacia naturalista.
92
Ensayos

Hume dejó expresada su idea en el Tratado de la naturaleza humana en un


pasaje muy citado, así:
No puedo menos de añadir a estos razonamientos una observación
que puede quizá ser estimada de alguna importancia. En todo sistema
de moralidad que hasta ahora he encontrado he notado siempre que
el autor procede durante algún tiempo según el modo corriente de
razonar, y establece la existencia de Dios o hace observaciones con-
cernientes a los asuntos humanos y de repente me veo sorprendido
al hallar que en lugar de los enlaces usuales de las proposiciones es no
es encuentro que ninguna proposición se halla enlazada más que con
debe o no debe. Este cambio es imperceptible, pero es, sin embargo de
gran consecuencia, pues como este debe o no debe expresa una nueva
relación o afirmación, es necesario que sea observada y explicada y
al mismo tiempo debe darse una razón para lo que parece completa-
mente inconcebible, a saber: como esta nueva relación puede ser una
deducción de otras que son totalmente diferentes de ella, ya que los
autores no usan comúnmente de esta precaución, debo aventurarme
a recomendarla a los lectores, y estoy persuadido de que esta pequeña
atención acabará con todos los sistemas corrientes de moralidad y nos
permitirá ver que la distinción de vicio y virtud no se funda meramente
en las relaciones los objetos ni se percibe por la razón. [1739:305]

En 1903 en su Principia ethica Moore, en un contexto muy distinto, reto-


ma esta misme mismo problema, que está inscrito, coincidentemente,
en otra tradición empirista y en una teoría del lenguaje particular, la
del positivismo lógico; de la cual emergen expresiones típicas como
la falacia de predicación inicial, la falacia de la localización simple, la
falacia de lo concreto mal situado, y desde luego la falacia naturalista.
Y es un hecho que la ética pretende descubrir cuáles son aquellas otras
propiedades que pertenecen a todas las cosas buenas. Pero un enorme
número de filósofos han pensado que, cuando nombran esas otras
propiedades, están definiendo ‘bueno’ realmente, y que no son, de
hecho, ‘otras’ sino absoluta y enteramente iguales a la bondad. A esta
postura propongo que se la llame ‘falacia naturalista’, y me esforzaré
ahora en darle un justo lugar [Moore, 1903:9]
Es preciso reconocer que en este marco está presupuesta una teoría
de la lógica proposicional, en la cual resulta, hasta ahora, imposible de
realizar este puente lógico.

93
Ensayos

A la falacia naturalista durante un cierto tiempo se le consideró como


una especie de prohibición que había que respetar a toda costa, es-
pecialmente en el ámbito positivista, y más teniendo como telón de
fondo el aparato de la lógica proposicional; sin embargo hubo quienes
empezaron a cuestionarla. A continuación me propongo exponer algu-
nos de estos cuestionamientos y críticas. Los primeros críticos de este
principio, hasta donde tengo noticia, fueron Frankena, Searle, MacIn-
tyre, Black, Hare, Sen y Putnam, quienes han mantenido la discusión
acerca de su validez.
John R. Searle en su ensayo clásico “Cómo derivar ‘debe’ de ‘es’”,
publicado en Philosophical review en 1964, intenta mediante un ejemplo
demostrar que esta derivación sí es posible. Searle asume que la presen-
tación de un solo ejemplo no invalida una tesis filosófica, pero piensa
que si va respaldado por una teoría se podría echar más luz sobre el
asunto. El ejemplo que él nos ofrece versa así:
1) Ticio profirió las palabras ‘Con esto te prometo, Cayo, pagarte
cinco dólares’.
2) Ticio prometió pagar a Cayo cinco dólares.
3) Ticio se puso bajo (asumió) la obligación de pagar a Cayo cinco
dólares.
4) Ticio está bajo la obligación de pagar cinco dólares a Cayo.
5) Ticio debe pagar cinco dólares a Cayo. [1974:152-153].
Esta posibilidad la sustenta Searle sobre la caracterización de ciertos
sucesos como hechos institucionales y contrastarlos con los no insti-
tucionales o hechos brutos: que tenga un pedazo de papel con tinta de
determinado color es un hecho bruto; que tenga cinco pesos es un hecho
institucional. “Las reglas regulativas rigen actividades cuya existencia
es independiente de las reglas; las reglas constitutivas constituyen (y
también rigen) formas de actividad cuya existencia depende lógicamente
de esas reglas” [1974:166]. Dentro de estos sistemas es posible derivar
‘debe’ de ‘es’ según se mostró en la derivación anterior [1974:169].
Su intención es ofrecer un ejemplo mediante el cual se ilustre que
sí es posible derivar un debe de un es. Para lo cual si se quiere, según
Searle se ha mostrado que ‘promesa’ es vocablo valorativo, pero puesto
que también es puramente descriptivo, en su opinión con ello se muestra
realmente que es preciso reexaminar toda la distinción. Está convencido
que la supuesta distinción entre proposiciones descriptivas y valorativas

94
Ensayos

radica en una fusión de al menos dos distinciones. Por una parte está
la distinción entre las diferentes clases de actos del habla, siendo una
familia de actos locutorios las valoraciones y otra las descripciones.
La supuesta distinción entre expresiones descriptivas y valorativas,
es útil solo como distinción entre dos tipos de formas ilocucional, la
de describir y la de valorar, y ni aun en ese caso es muy provechosa,
pues si hemos de emplear esos términos estrictamente, se trata de
dos fuerza ilocucional entre centenares de clases de esa fuerza, y las
expresiones de aserto de la forma –Ticio debe pagar a Smith cinco
dólares– no entraría de manera característica en ninguna de esas
clases [Searle, 174:170].
Tesis con la cual Searle buscó demostrar que la doctrina que impide
derivar de premisas fácticas implicaciones valorativas es falsa.

¿A qué le llamamos naturalismo? ¿Cuándo y con quién surge? Para


responder nos valdremos de las fecundas aportaciones de Rodríguez
Alcázar, quien a partir del planteamiento de Quine piensa que “ahora
el epistemólogo científico estudia el conocimiento humano como
una parte del mundo (natural), sin que se den rupturas metodológicas
cualitativas con respecto al proceder científico. Pero, con todo, ese
epistemólogo “naturalizado” no puede confundir el punto de vista
epistemológico, desde el cual tiene sentido hablar de la falibilidad de las
creencias y del carácter convencional de la ontología construida por los
seres humanos, con la perspectiva (ontológica) del científico que hace
afirmaciones verdaderas sobre la realidad y dice qué objetos pueblan
el mundo” [Rodríguez, 2000:131].
Visto así los seres humanos, incluidas sus facultades cognoscitivas,
son entidades de la naturaleza e interactúan con otras entidades que
son el objeto de estudio de las ciencias naturales; y los resultados de
la investigación científico-naturales sobre los seres humanos (en par-
ticular los de la biología y de la psicología empírica) son pertinentes y,
probablemente, cruciales para la empresa epistemológica. [Shimony,
1987:1; Rodríguez:133].
En un primer sentido podemos hablar de que el naturalismo es
quien (a) desconfía de una epistemología filosófica, apriorística, y de
su ambición por proporcionar un fundamento último, cierto, para la
ciencia desde una posición exterior a esta. Quine nos dice:

95
Ensayos

La epistemología todavía sigue, si bien con una nueva formulación


y un estatuto clarificado. La epistemología. O algo que se le parece,
entra sencillamente en línea como un capítulo de la psicología, y, por
tanto, de la ciencia natural. Estudia un fenómeno natural, a saber, el
sujeto humano físico [Quine, 1969, p. 109].
Vendría el respaldo de la historia a refrendar la convicción natu-
ralista de que los derroteros por los que deben transitar los procesos
cognitivos coinciden, en buena medida, con los derroteros por los que,
de hecho, transitan. [Rodríguez, 2000:201-202]. La conciliación de la
historia de la ciencia con la vocación normativa de la filosofía se vi
facilitada por la constatación de que la práctica científica ha sido his-
tóricamente y es, ella misma, normativa: los científicos no solo emiten
juicios acerca de qué teorías están mejor justificadas y qué métodos
son aceptables; además, disponen de recursos racionales para la crítica
de los valores y objetivos epistémicos propuestos. (...) la historia de la
ciencia enseñará algo importante a los filósofos: que no es buena po-
lítica intentar establecer los valores últimos de la ciencia y las normas
del método científico a priori, sin confrontarlos con la realidad de la
práctica científica, pues al hacerlo los filósofos de la ciencia tendrían
muy posibilidades de acertar. [Rodríguez, 2000:202].
¿No estamos saltando ilegítimamente del es al debe? Ahora podemos
ver a la ciencia en sí misma como normativa y lo es, de hecho, de un
cierto modo, el filósofo deberá recomendar al científico que actúe como
de hecho ya actúa. Parecería que estamos saltando ilegítimamente de la
mera descripción (aunque sea la descripción de una actividad prescrip-
tiva) a la prescripción. [Rodríguez, 2000:202] No hay un salto ilegítimo
a otro porque no hay dos ámbitos diferentes: llamará la atención sobre
si el carácter normativo de la ciencia equivale a ser autoconsciente de
lo que ya, en tanto que miembros de una empresa cognoscitiva co-
mún, veníamos haciendo. (...) La filosofía de la ciencia no aporta una
capacidad normativa de la que la ciencia carecería; sí puede aportar a
los científicos autoconciencia de esa normatividad que ya está en la
actividad científica; también, quizá, una mayor sistematicidad a la hora
de abordar estas cuestiones y estrategias argumentativas adicionales a
las habituales entre los científicos. Ahora los filósofos pueden hacer
ver la conexión de los debates normativos en la ciencia con debates
normativos en otros ámbitos y aportar sus propias propuestas para
estos últimos. [Rodríguez, 2000: 203].

96
Ensayos

De esta forma, el que un cierto imperativo hipotético no parezca


aceptable depende, naturalmente, de consideraciones empíricas (a saber,
de consideraciones que apoyen que y es, efectivamente, el medio más
eficaz conocido para la producción del objetivo epistémico x). Esto
hace que las reglas metodológicas no tengan un estatuto diferente al
de las afirmaciones fácticas de la ciencia y convierte a la metodología
en una empresa empírica y, por tanto, naturalizable; una empresa cu-
yos resultados están sujetos a revisión a la luz de información fáctica.
[Rodríguez, 2000:210]. En otras palabras, los valores epistémicos no
serían de naturaleza diferente a las normas metodológicas (quizás se las
pudiera considerar normas de carácter más general) y estarían subor-
dinados a consideraciones de otros tipos (como intereses personales y
valores morales [Rodríguez, 2000:211].

En 1981, Hilary Putnam en su célebre libro Razón, verdad e historia,


incluyó un ensayo titulado “Hecho y valor”, en el que apela también
a que la distinción entre hecho y valor es “irremediablemente difusa,
pues los propios enunciados fácticos y los procedimientos de investi-
gación empírica con los que contamos para decidir si algo es o no un
hecho presupone valores” [1981:132]. Putnam busca en ese texto, dice,
“resaltar la dependencia del mundo empírico con respecto de nuestros
criterios de aceptabilidad racional. Trato de afirmar que hasta para tener
un mundo empírico debemos tener criterios de racionalidad, y que estos
revelan parte de nuestra concepción de una inteligencia especulativo
óptima. En resumen, estoy afirmando que el “mundo real” depende
de nuestros valores (y una vez más, también al contrario” [1981:138].
En otro libro más reciente, El desplome de la dicotomía hecho-valor,
publicado en inglés en 2002, Putnam amplía su tratamiento del tema,
basado mucho en las ideas el economista y filósofo Amartya Sen, quien
publicara sus primeras inquietudes sobre el problema en 1967, en el
ensayo “The nature and classes of prescriptive judgments”. El problema
para Putnam es que tanto los empiristas como muchos otros dentro
y fuera de la filosofía no han alcanzado a apreciar los modos en que
la descripción fáctica y la evaluación pueden y deben estar imbricadas
[2002:41].
La concepción de nuestro lenguaje según la cual nada puede ser a
la vez un hecho y un portador de valor es totalmente inadecuada, y que

97
Ensayos

una enorme masa de nuestro vocabulario descriptivo está y tiene que


estar “imbricado con valoraciones [Putnam, 2002:79-80]. Lo que este
punto de vista implica para la filosofía de la ciencia es que los juicios
de valor son esenciales a la práctica científica misma.

La prioridad de la racionalidad a la hora de enfocar cualquier realidad


humana, como la ciencia, que aparece entonces como una activad
racional encaminada a la resolución de problemas. Dicha racionalidad
científica, comenta Wenceslao González a la introducción Razón y valores
en la Era científico-tecnológica de Rescher [1999:31], no se ocupa solo de
los medios sino que también evalúa los fines, de manera que los valores
de la ciencia afectan tanto a medios como a fines, y se asume la exis-
tencia de objetividad en los valores. Asimismo, la racionalidad lleva a la
ciencia a autocorregirse al detectar el error en el conocimiento. Y ese
falibilismo científico, combinado con la autonomía de la ciencia, hace
ver que no podemos trazar ahora límites cognitivos a la ciencia, cuyo
progreso se ve potenciado con el avance tecnológico. Además considera
al conocimiento científico un bien humano entre otros, en particular,
como un valor absoluto, la propia racionalidad científica hace ver que
puede haber límites éticos a la ciencia, pues esta ha de estar en armonía
con el resto de la experiencia humana. Así lo expresará Rescher a lo
largo de su libro:
El tipo de relación que se da entre la moralidad y la ciencia está ínti-
mamente vinculado al principio kantiano de que deber implica poder.
Pues esto conlleva, por contraposición, que no poder implica no deber,
que la incapacidad anula la exigencia. Pero la cuestión de lo que po-
damos y no podamos cumplir en este mundo –cuáles sean los límites
de la capacidad humana– es inevitablemente, en alguna medida y en
algunas de sus dimensiones, una cuestión fundamentalmente fáctica
y científica. Por tanto, la moralidad no puede estar solamente desco-
nectada de la ciencia. De hecho, los valores relativos a lo correcto, lo
bueno y lo verdadero son todos ellos componentes de una economía
del valor global y coherente que caracteriza a la situación humana
como tal [1999:66-67].
Se cruza una vez más aquí la frontera entre un es sin más (concreta-
mente un “es” de tipo axiológico) y un debe. La obligación de ser moral,
como la obligación de ser racional, enraiza en datos ontológicos. Esto
98
Ensayos

lleva a Rescher a decir que el dogma de que no es posible transición


alguna de premisas en indicativo a una conclusión en imperativo, es
exactamente eso: un mero dogma [1999:68].
El aspecto normativo es ineliminable. La búsqueda de lo que que-
remos solo es racional en la medida en que tenemos razones fundadas
para juzgar qué es lo que merece-ser-querido. La cuestión de si lo
que preferimos es preferible, en el sentido de merecer la preferencia, es
siempre relevante. Los fines pueden y, en el contexto de la racionalidad,
deben ser valorados. No se trata meramente de que las ciencias puedan
ser estúpidas. Desaconsejables o inapropiadas –es decir irracionales–,
pues los fines también pueden serlo. Nosotros los humanos podemos
buscar (y, lamentablemente, a menudo lo hacemos) fines que son con-
traproducentes, autodestructivos y viciosos [Rescher, 1999:90]. Para la
racionalidad como tal, es esencial la racionalidad de fines: no vale la pena
el correr, aunque sea velozmente, hacia un destino cuyo alcance no
reporta beneficio alguno. Es inútil establecer “una consonancia racio-
nal” con lo que creemos o hacemos o valoramos si estos objetos, con
respecto a los cuales relativizamos, no son racionales en primer lugar.
Los principios de racionalidad relativa carecen de sentido en ausencia
de principios de racionalidad categórica. Lo querido per se (el querer no
examinado y no evaluado) puede muy bien proporcionar motivos que
impliquen a la acción, pero no constituyen, en consecuencia, buenas
razones para la acción [Rescher,1999:91].
Hoy el progreso tecnológico hace que la vida sea mucho más com-
plicada al ampliar la gama de elecciones y oportunidades; incrementa,
por tanto, la complejidad operativa de los procesos en torno a nosotros.
Porque, en su despliegue para proporcionarnos más tiempo para hacer
cosas, no es solo la mejora en eficiencia lo que el progreso tecnológico
trae consigo, sino que también aumenta de modo apreciable el campo
de las cosas que han de hacerse e incrementa el carácter intrincado de
los medios para su realización [Rescher, 1999:131]. (...) Con el progreso
tecnológico, hay cada vez más senderos que se distancian de nosotros,
dejándonos solos en los caminos de la vida. Hay incluso que elegir más
veces, y son más las rutas que han de ser dejadas de lado. Nos vemos
conducidos, inexorablemente, haca regiones de mayor complejidad [Res-
cher, 1999:131]. A pesar de ello, también, hoy somos más conscientes
que sin un desarrollo permanente de la tecnología de la experimentación
y la observación, el progreso científico se detendría bruscamente. Los
descubrimientos de hoy no pueden conseguirse con la instrumentación
99
Ensayos

y las técnicas de ayer. Para obtener nuevas observaciones, para detectar


nuevos fenómenos y para comprobar nuevas hipótesis es necesaria una
tecnología de investigación cada vez más potente. A lo largo y ancho de
las ciencias de la naturaleza, el progreso tecnológico se presenta como
requisito crucial para el progreso cognitivo [Rescher, 1999:124-124].
Por otra parte, ha de quedar claro que hay límites éticos a la inves-
tigación y que pueden legítimamente se puestos en práctica en algunos
casos. Pero debemos ser concientes que hay que obrar así solo cuando
se pongan en situación de riesgo otros intereses vitales. La idea de “co-
nocimiento prohibido” nunca deberíamos aplicarla a la ligera, aunque
decir esto no equivale del todo a afirmar que nunca debiera se aplicada
en absoluto. La pregunta que nos plantea Recher es de sumo interés.
¿Es el progreso científico y tecnológico un instrumento efectivo para el
incremento de la felicidad humana? En otras palabras ¿supone nuestro
progreso científico y tecnológico un beneficio en términos de ventaja
para este aspecto clave de la condición humana? [1999:171].
Si bien la racionalidad es una cuestión de comportamiento inteligen-
te en la búsqueda, eficaz y eficiente, de los fines apropiados, está dotada
de dos dimensiones, la práctica (la “búsqueda inteligente”) y la evaluativa
(los “fines adecuados”). La racionalidad tecnológica es un componente
crucial y característico de la primera, el ámbito práctico de la razón. El
debate fundamental, parece, es la cuestión del desarrollo y la utilización
eficiente y efectiva de los medios para llevar a cabo nuestros fines. Y,
sin duda alguna, la técnica aquí se convierte en tecnología. Porque la
racionalidad de medios debe ser complementada con una racionalidad
de fines [Rescher, 1999:172]. Ante los pesimistas, habría que resaltar dos
aspectos complementarios de una parte, reconocer que la racionalidad
tecnológica no es una condición suficiente de la felicidad humana, y de
otra parte, que no cabe excluirla como condición necesaria del bienestar
humano [Rescher, 1999:173]. Es incuestionable el inmenso potencial
de la ciencia y la tecnología para aliviar el sufrimiento y el malestar no
las cualifica automáticamente como una fuente de felicidad afectiva. El
hecho desagradable de esta cuestión es que la racionalidad tecnológica
carece relativamente de poder como promotor de felicidad hedonista
en su dimensión positiva [Rescher, 1999:182]. Puede que sea verdad
que la razón tiene sus límites como guía para la obtención de una vida
satisfactoria. Pero solo la razón, misma, nos instruye Rescher, puede
informarnos acerca de esto: únicamente un escrutinio racional y una
investigación del asunto, guiada por la razón, pueden informarnos
100
Ensayos

de un modo fiable sobre cuáles son esos límites [1999:184]. Destaca


que la razón, después de todo y en cierta coincidencia con Hume, no
es nuestra única directriz. La emoción, el sentimiento, y la vertiente
afectiva de nuestra naturaleza tienen un lugar perfectamente adecuado
y altamente importante dentro del esquema humano de las cosas, no
menos importante que el esfuerzo activo por fines y objetivos. Insistir
en razonar como la única y omniabarcante actividad en los asuntos
humanos no es racionalismo sino hiperracionalismo, que va en contra
del racionalismo en cuanto tal [Rescher, 1999:184-185].

La relación entre la tecnología y los valores puede darse también de


manera biunívocar. Por un lado hay preguntas respecto a la manera en
la que los valores entran en el diseño y producción de determinadas
tecnologías, y por otro hay preguntas respecto a la manera en la que
la tecnología puede contribuir al florecimiento humano asociado con
la participación o manifestación generalizada de ciertos valores (o la
inhibición de otros) en la vida social. Valores como la (búsqueda de)
democracia podrían llevarnos a argumentar que debemos de promover
el desarrollo de tecnologías que fortalezcan instituciones democráticas.
Un ejemplo famoso en esta dirección es la discusión respecto a qué tipo
de tecnologías para la obtención de energía deben fomentarse. Promo-
ver la energía atómica nos lleva a favorecer instituciones centralizadas.
Promover la energía solar es defender tecnologías que no propicien
la centralización y que promueven un grado importante de toma de
decisiones por parte del usuario. En la medida que la democracia es un
valor que se busca articular como parte de otros valores es esperable
que se desarrollen sistemas tecnológicos que promuevan tecnologías
de fácil acceso a toda una comunidad o población, por ejemplo, y que
se inhiba el desarrollo de tecnologías que promuevan la desigualdad
social [Martínez, 2003:9].
La propuesta de Martínez es que la manera de proceder es tomán-
dose en serio la manera como los valores (cognitivos y no cognitivos)
entran en la conformación de las prácticas científicas. Un estudio na-
turalizado de las prácticas científicas puede ayudarnos a entender las
complejas maneras en las que los valores emergen de las actividades
humanas como representaciones en normas, procedimientos, mode-
los y teorías. Nos explica a grandes rasgos qué entiende por práctica
científica, y cómo retomar el estudio de la ciencia y la tecnología desde
101
Ensayos

esa perspectiva –piensa Martínez– puede decirnos algo interesante y


diferente que complementa mucho del excelente trabajo que se ha hecho
últimamente en estudios sobre ciencia y tecnología [2003].
Una práctica científica puede entenderse como un complejo de nor-
mas y estructuras de razonamiento (estructuras heurísticas), en las
cuales se representan fines y valores de manera concreta, que llevan
al descubrimiento de fenómenos y su estabilización como un recurso
socialmente disponible en tecnología [Martínez, 2003].
Los valores inciden en la ciencia en la medida que un cierto tipo de
prácticas influye en otras, y la ciencia incide en la formación o cambio
de valores de la misma forma; en tanto que las prácticas científicas fo-
mentan o no la reproducción de cierto tipo de prácticas (y no de otras).
La ciencia puede apreciarse desde esta perspectiva como una manera
de administrar y promover cierto tipo de instituciones y prácticas que
se consideran importantes para dirigir los cambios sociales en ciertas
direcciones y no otras, de acuerdo a ciertos valores. Por supuesto, esta
perspectiva nos lleva a cuestionar la manera tradicional de formular la
tesis de la autonomía de la ciencia. Pero esto no ha de implicar que las
instituciones científicas pierdan toda autonomía, muy por el contrario.
Es cierto que la autonomía tendría que negociarse como parte de una
manera de entender el lugar de la ciencia como parte de la sociedad
[Martínez, 2003:8]. Por supuesto sigue teniendo sentido preguntarse
por cómo las técnicas de reproducción asistida están modificando
lo que entendemos por familia, y tiene sentido preguntarnos por las
maneras en las que valores como la búsqueda por una sociedad más
democrática pueden incidir en la manera de planear el desarrollo
científico-tecnológico.
Es importante recalcar que esto no debe entenderse como que las
normas que guían las inferencias o que nos dicen cuáles inferencias o
explicaciones son permitidas o plausibles, pueden entenderse como
derivadas meramente de fines (el tipo de propuesta que sustenta la idea
de la racionalidad como mera racionalidad instrumental). No tenemos
por qué pensar que a las prácticas subyace una estructura de fines que
nos permite entender la estructura de las prácticas en término de esos
fines. Los fines sin la arquitectura o geografía de la red de prácticas en
las que se distribuye la normatividad no dicen mucho sobre la manera
como las prácticas evolucionan. Esta geografía de prácticas está en
gran medida implícita en patrones contingentes de interacción que se
representan implícitamente en los indicadores de futuras acciones (bajo
102
Ensayos

ciertas condiciones). Los fines son parte del ambiente normativo en el


que se apoya la estabilidad de las normas, no son algo ontológicamente
primario o epistemológicamente privilegiado. Qué es un fin cambia
dependiendo de la perspectiva de uso o las expectativas representadas
en actividades, prácticas e instituciones [Martínez, 2011].
Para nada es disparatado proponer que la ciencia y la tecnología
estén orientadas por la satisfacción generalizada de las necesidades
humanas y que otras consideraciones se subordinen a esta. No parece
disparatado y, sin embargo, los vigilantes de la “falacia naturalista” y los
defensores de una concepción exclusivamente instrumental de la racio-
nalidad protestarán enseguida, señalando, al menos, dos dificultades. La
primera es que, dirán, del reconocimiento de una necesidad humana
no se sigue, sin más, que nuestras acciones (incluyendo la práctica
científico-tecnológica) hayan de estar encaminadas a satisfacerla. Pues
para obtener esa conclusión hemos de añadir una premisa adicional,
a saber: que es correcto o bueno satisfacer necesidades humanas. El
conocimiento de que algo es una necesidad humana básica proporciona
razones para la acción. Nuestra obligación es mejorar nuestras creencias,
incluida la justificación de nuestros valores, hasta donde nos sea posible
[Rodríguez, 2000:238-240].

Resulta, todavía, oportuno el rechazo a la idea en torno a la falacia na-


turalista, ahora, por Javier Echeverría cuando dice “que para la mayor
parte de los filósofos de la ciencia, el conocimiento debería ser des-
criptivo, explicativo o comprensivo de lo que es, pero en modo alguno
tenía que ocuparse de lo que debe ser: esto último era tema para éticos,
políticos o ideólogos, predicadores o “malos” filósofos de la ciencia.
Mezclar cuestiones morales y argumentos científicos, de acuerdo con
esta postura implica caer en la famosa falacia naturalista de Moore”
[Echeverría, 1995a:33].
Sin embargo en el contexto de la evaluación de la tecnología la
axiología es nuclear. Aunque no tiene sentido si la tecnología es buena o
mala, digna o indigna, justa o injusta, solidaria o insolidaria. En cambio
sí podemos valorar los sistemas tecnocientíficos concretos, entendidos
estos como sistemas de acciones humanas y no como un conjunto de
artefactos [Echeverría, 2003:229]. Aparte de las valoraciones éticas, la
actividad tecnocientífica puede ser juzgada desde muchos otros puntos
de vista. Los valores epistémicos, políticos, jurídicos, ecológicos, tecno-
103
Ensayos

lógicos, sociales, militares, morales, religiosos, económicos, estéticos, etc.


La axiología de la tecnociencia es analítica y empírica. La pluralidad de
sistemas de valores y agentes evaluadores es mucho más amplia en el
caso de la tecnociencia que en el caso de la ciencia y la tecnología. Ello,
dice Echeverría, los conflictos de valores son una parte integrante de la
actividad tecnocientífica, porque se derivan de la estructura axiológica
de la práctica científica tecnológica [2003:233].
La filosofía analítica de la ciencia y la tecnología se mostró incapaz
de asumir que la propia ciencia había cambiado y siguió manteniendo
su programa básico, centrado en el análisis y reconstrucción de las
teorías y del conocimiento científico, sin atención alguna a la práctica.
La praxiología de la ciencia y de la tecnología todavía no existe como
disciplina, y tampoco la axiología, aunque en esta se han producido
avances importantes en los últimos años con Laudan y Rescher. La
axiología propuesta por Echeverría es una aportación filosófica a los
estudios interdisciplinarios de ciencia, tecnología y sociedad, más que
a la filosofía de la ciencia [Echeverría, 2003:236-237].
Lo importante es la dinámica de la evaluación, no la creencia me-
tafísica, en la atemporalidad de los valores ni en su jerarquía interna.
Los cambios axiológicos forman parte importante de la dinámica de
la tecnociencia, aunque estos cambios solo afecten a las ponderaciones
relativas, no al sistema mismo de valores. En este esquema los criterios
de evaluación de la tecnociencia son mixtos. Las comunidades científicas
eran las que determinaban antiguamente qué es aceptable en ciencia y
qué no. Con la emergencia de la tecnociencia, siguen desempeñando
un papel al respecto, pero no tienen el monopolio de la evaluación.
Dicho de otra manera: el contexto de evaluación de la tecnociencia es
inter- o trans-comunitario. Esto de alguna manera nos conduce a una
concepción distinta del ser humano, así como los filósofos clásicos
definían al sujeto humano por sus notas o propiedades, los agentes
tecnocientíficos se caracterizan por sus capacidades de acción, inclu-
yendo las valoraciones positivas o negativas de las mismas, es decir, los
valores y los disvalores [Echeverría, 2003:262].
Para un mejor desarrollo que la ciencia aumente nuestras capacida-
des, se pueden incorporar algunos otros elementos a evaluar como lo es
la cultura de la ciencia. Se dice que laa cultura científica de mexicanos,
en 53 puntos de escala de 100: Conacyt. En capacidad para distinguir
procesos y probabilísticas vinculados con la ciencia, se obtienen 55.8
puntos, indicó. En una escala del cero al 100, la cultura científica y
104
Ensayos

tecnológica de los mexicanos apenas es de 53 puntos, mientras que su


capacidad para distinguir procesos y probabilísticas vinculados con la
ciencia es de 55.8 puntos, de acuerdo con el más reciente informe del
Conacyt. La centralización de las actividades en esta materia todavía
representa un reto, ya que 41.7 por ciento de los científicos y tecnólogos
tiene su residencia en la capital del país. Otro rubro en el que habrá que
trabajar desde el ámbito educativo.
Son necesarios los estudios de carácter empírico, en torno a las
prácticas y las actividades científicas y tecnológicas, que establezcan
correlaciones entre necesidades humanas, sociales y naturales con la
potencial capacidad tecnológica de respuesta. Son estudios de índole
transdisciplinaria, principalmente con sociólogos, antropólogos, eco-
nomistas y filósofos. Con una delimitación regional, sin perder de vista
sus vínculos nacionales y globales. Que nos permita, además discernir
sobre las prácticas científicas y tecnológicas, para trazar nuevos hori-
zontes, ya sin ningún temor de incurrir en la ahora alicaída e inofensiva
falacia naturalista. De alguna manera ciertos remanentes de los ideales
newtonianos siguen presentes.

Javier (1995a). Filosofía de la ciencia, Madrid, Akal.


———— (2003). La revolución tecnocientífica, Fondo de Cultura Económica, España.
, Miguel J. Sergio F Normas y prácticas de la ciencia
, David Tratado sobre la naturaleza humana (trad. Vicente Viqueira), México,
Porrúa.
F. Sergio (2003). “Ciencia, valores y prácticas científicas”. Erazun, F.;
Mudrovcic, M.I.(Comps): Actas del XII Congreso Nacional de Filosofía, AFRA/
Universidad Nacional de Comahué, EDUCO, Neuquén, Argentina.
———— (2011). “La racionalidad científica como problema de la evolución de normas
culturales”, en Racionalidad en ciencia y tecnología, de Ambrosio Velasco y Ana Rosa
Pérez Ransanz, UNAM-UACH.
Hilary (2004). El desplome de la dicotomía hecho-valor y otros ensayos (trad. Francesc
Forn i Argimon), Paidós, Barcelona.
———— (2006). Razón, verdad e historia (trad. José Miguel Esteban Cloquell), Tecnos,
Madrid.
von Willard La relatividad ontológica, Madrid, Tecnos.
Nicholas 1999. Razón y valores en la Era científico-tecnológica (trad. Wenceslao
J. González, Víctor Rodríguez, Leonardo Rodríguez Duplá, Juan Carlos León),
Barcelona, Paidós, 1999.
Alcázar Javier 2000. Ciencia, valores y relativismo, Comares, Grannada.
R. John, 1974. “Cómo derivar ‘debe’ de ‘es’, en Teorías sobre ética, de Philippa
Foot, (trad. Manuel Arbolí), Fondo de Cultura Económica, México.
Barry 2005. Hume (trad. Antonio Zirión), UNAM, México.

105
Ensayos

¿Es posible una sociobiología


de las prácticas científicas?
Repaso de un ejercicio analógico*

E n la ciencia moderna uno de los ideales es la posible unificación


de principios, antes aislados, en una teoría capaz de articularlos
en una nueva síntesis, ejemplos representativos de la asequibilidad de
esta desiderata son la mecánica clásica newtoniana y la teoría evolutiva
darwinista. En este último caso se conjuntó una serie de disciplinas
antes desconectadas entre sí como la zoología, la botánica, la genética,
la geología, la historia, la antropología, entre otras. Desde entonces una
síntesis de esta naturaleza estaba ausente en el ámbito de las ciencias
biológicas y humanas.
Conforme transcurría el siglo XX abundaban los esfuerzos por vin-
cular las ciencias naturales con las humanas, por establecer lazos teóricos
entre disciplinas aparentemente desconectadas, así surgieron disciplinas
como la astrobiología, la fisicoquímica, la geofísica, o la biopolítica, la
antropoeconomía, y recientemente la sociobiología. La publicación en
1975 de Sociobiology, the New Synthesis, por Edward O. Wilson, significó
una propuesta fresca y renovadora en las ciencias evolutivas pero tam-
bién una nueva área de discusión con visos interdisciplinarios.
Con el advenimiento de la sociobiología las polémicas y las nuevas
interrogantes estuvieron al orden del día. Sin embargo para los fines
del presente documento las cuestiones que por ahora nos interesan

____________________________________
*
Una primera versión fue leída en el Tercer Encuentro Regional de Filosofía Zona
Norte, realizado el 23 y 24 de octubre de 2014 en la Facultad de Filosofía y Letras
de la Universidad Autónoma de Sinaloa, en Culiacán, Sinaloa. Esta versión apareció
en Synthesis 87, UACH, Chihuahua, México, jul.-sep. 2018.

106 106
Ensayos

tienen que ver con: ¿Qué nuevas interpretaciones del mundo biosocial
nos aportó la sociobiología?, ¿es aplicable al mundo humano?, ¿cuáles
son sus alcances?, ¿es susceptible de explicar la actividad científica, en
tanto práctica social?

Edward O. Wilson (1929) se ha convertido en uno de los biólogos y


naturalistas más importantes del mundo. Si bien su especialidad de ori-
gen fue la mirmecología, el estudio de las hormigas, es conocido, sobre
todo, por su papel como “padre de la sociobiología”. Es catedrático
emérito de la Universidad de Harvard. Ahora, por principio de cuentas,
trataremos a partir de su legado de caracterizar esta nueva ciencia, sus
objetos de estudio y determinar qué tan exitosa ha sido su extensión
a los distintos ámbitos, ya sea por él u otros de sus continuadores, e
incluso algunos de sus precursores.
La sociobiología se define como el estudio sistemático de las bases
biológicas de todo comportamiento social. De momento, centra su
interés en sociedades animales, su población y estructuras, castas y
comunicaciones, conjuntamente con toda la fisiología que subraya las
adaptaciones sociales. Pero esta disciplina también está interesada en
el comportamiento social del hombre primitivo y en sus característi-
cas de adaptación y organización dentro de las sociedades humanas
contemporáneas más primitivas [Wilson, 1975(1980), p. 4].
Su objetivo es codificar la sociobiología en una rama de la biología
evolutiva y, particularmente, de la moderna biología de poblaciones
(ídem), pues, asegura, los biólogos han mostrado gran interés por las
comparaciones entre sociedades de invertebrados, especialmente insec-
tos, y las de vertebrados. Aunque también han soñado con identificar
las propiedades comunes de unidades tan dispares de formas que pro-
porcionaran conocimiento de todos los aspectos de la evolución social,
incluido el hombre (ibídem, p. 5). Ruse, otro prestigiado evolucionista,
coincide en que los sociobiólogos se proponen realizar sus investiga-
ciones tomando firmemente como base los pasados logros científicos
de la biología genética de poblaciones. Pero lo que encontramos es,
más bien, la extensión de un paradigma ya establecido a una área donde
otros paradigmas tímidamente habían sido propuestos (ibídem, p. 42).
Por ejemplo, hacia la ética, Wilson sugiere que “científicos y humanistas
deberían considerar conjuntamente la posibilidad de que ha llegado el

107
Ensayos

momento de retirar temporalmente la ética de las manos de los filósofos


y biologizarla” (ibídem, p. 580).
Es importante considerar que cuando nació la sociobiología la
teoría evolutiva tenía ya con un considerable desarrollo, al igual que la
teoría ecológica de poblaciones, al menos durante los últimos 80 años,
para intentar cubrir un vacío creciente desde El origen de las especies en
la interpretación evolutiva de los comportamientos sociales de los ani-
males; pues en la concepción darwiniana original era imposible explicar
por qué algunos organismos ayudan a otros de su especie, ya que el
comportamiento altruista disminuye probabilidades de sobrevivencia
o de reproducción del individuo altruista, reduciendo en consecuencia
su adecuación individual. Estos comportamientos, según los principios
darwinianos, deberían ser negativamente seleccionados por la población
(Sarukhán, 1981, p. 157).
Esto ha generado un conjunto de nuevos enigmas de los que se-
guirá ocupándose Wilson en obras relativamente recientes como La
conquista social de la tierra.
El nivel de organización biológica al que opera la selección natural
es un asunto de profunda importancia en la evolución del comporta-
miento social. ¿Se centra en los individuos de alguna manera que hace
que sus descendientes se reúnan en grupos y cooperen de manera
altruista porque es de una enorme importancia pertenecer a dichos
grupos? ¿O bien los parientes se reconocen mutuamente y forman
grupos altruistas porque los allegados comparten los mismo genes
y pueden todavía colocar dichos genes en la siguiente generación,
aunque no consigan hacerlo teniendo hijos propios? O, finalmente,
¿es que los altruistas hereditarios forman grupos tan cooperativos y
bien organizados que vencen en la competencia con los grupos no
altruistas? [Wilson, 2012, p. 198].

La teoría de la selección natural de Charles Darwin y Wallace y Alfred


Wallace, si bien emerge de sus esfuerzos por explicar un conjunto de
problemas relacionados con el origen y los procesos de adaptación y
cambios de un gran número de especies animales y vegetales, en algún
momento obligadamente hubo de referirse al ser humano como otra
especie más, para explicar también su origen desde un punto de vista
evolutivo y su parentesco con los primates. Es Darwin quien lleva

108
Ensayos

la teoría a intentar dar cuenta de prácticas humanas intelectuales, si


bien su planteamiento en El origen del hombre, como lo destaca Wilson
(ibídem, pp. 71-72) es, por otro lado, para decirlo en la jerga biológica,
embrionario.
Ahora bien, si algún hombre de una tribu, más sagaz que los demás,
intentó un nuevo cepo o una nueva arma, u otro medio de ataque o
defensa, el interés propio más claro, sin la asistencia de demasiada
capacidad de razonamiento, habría movido a los otros miembros
a imitarlo, y de esta forma todos saldrían beneficiados. La práctica
habitual de cada nuevo arte debe también, en algún grado reducido,
reforzar el intelecto. Si el nuevo invento fuera importante, la tribu
aumentaría en número de individuos, se expandiría y sustituiría a
otras tribus. En una tribu que por este procedimiento se hiciera más
numerosa, siempre habría una mayor probabilidad de nacimiento de
otros miembros superiores e inventivos. Si estos hombres dejaran
hijos que heredaran su superioridad mental, la probabilidad de naci-
miento de miembros todavía más ingeniosos sería algo mejor, y en
una tribu muy pequeña decididamente mejor. Incluso si no dejaran
descendencia, la tribu incluiría todavía a sus parientes consanguíneos.
Y los agrónomos han establecido que, conservando y criando los
animales de la familia de un animal que, al sacrificarlo, resultó ser
valioso, se obtiene el carácter deseado. [Ibídem, pp. 167-168].

La influencia de la teoría de la evolución de Darwin se ha hecho presente


en varios ámbitos de la ciencia y la epistemología. En esta última ha
dejado huellas interesantes. Una de ellas es perceptible en la filosofía de
Karl Popper, en algunos de sus célebres libros La lógica de la investigación
científica, de 1934:
Elegimos la teoría que se mantiene mejor en la competición con las
demás teorías, la que por selección natural muestra ser más apta para
sobrevivir, y esta será la que no solamente haya resistido las con-
trastaciones más exigentes, sino que sea, asimismo, contrastable del
modo más riguroso. Una teoría es una herramienta que sometemos a
contraste aplicándola, y que juzgamos si es o no apropiada teniendo
en cuenta el resultado de su aplicación [Popper, 1982b, p. 103].
Continúa sustentando esta tesis en su obra y volvemos a encontrarla
en uno de sus también famosos ensayos, “La evolución y el árbol del
conocimiento”, basado en la Conferencia Herbert Spencer, pronun-

109
Ensayos

ciada en Oxford en 1961 e incluida en su libro Conocimiento objetivo,


en donde se reconoce como un neodarwinista, que intenta dilucidar
algunas dificultades en torno a la teoría de la evolución; a través de su
ensayo expone su concepción del progreso del conocimiento, “pasando
de viejos problemas a otros nuevos, mediante conjeturas e intentos
críticos de refutarlas” (Popper, 1982a, p. 240). “En la medida en que
nuestras hipótesis sobrevivan, en la medida en que se comporte frente
a la crítica mejor que sus rivales, podrá pasar a formar parte, temporal
y provisionalmente, de la enseñanza ordinaria de la ciencia” (ídem).
Podemos decir todo esto señalando que el aumento de nuestro cono-
cimiento es el resultado de un proceso muy similar a lo que Darwin
llamaba “selección natural”; es decir, la selección natural de hipótesis:
nuestro conocimiento consta en todo momento de aquellas hipótesis
que han mostrado su aptitud (comparativa), habiendo sobrevivido
hasta el momento actual en su lucha por la existencia; lucha compe-
titiva que elimina aquellas hipótesis inadecuadas [ídem].
En síntesis, la hipótesis más apta será la que resuelva mejor el
problema para el cual se planteó, así como aquella que resista las críti-
cas mejor que las hipótesis rivales. Este mundo de competencia entre
teorías por ver cuál ofrece la explicación más aproximada del mundo es
una muestra de los alcances de las ideas de Darwin llevadas al ámbito
epistémico.
Esta misma visión fue desarrollada por una buena cantidad de fi-
lósofos y sociólogos, una muestra representativa de ellos se encuentra
en la compilación Epistemología evolucionista, de Martínez y Olivé. Por
ahora solamente me referiré a Toulmin y Hull.
Stephen Toulmin, por su parte, en La comprensión humana delimita un
marco de análisis de cómo podemos explicar el desarrollo y la evolución
de los conceptos valiéndose de la teoría darwiniana.
Darwin brindó un marco teórico que vinculó tres grupos de factores
hasta entonces inconexos en una sola explicación coherente: I) Los
patrones históricos de largo alcance del cambio orgánico; II) las pre-
siones inmediatas que ejerce sobre una población el ambiente; III)
las condiciones estables, término medio, que brinda el “sistema de
palancas” requerido para que esas presiones inmediatas tengan algún
efecto a largo plazo. Considerar cómo las categorías poblacionales
pueden extenderse a otros procesos como los procesos del cambio
conceptual. I) Los patrones de largo alcance del cambio conceptual;

110
Ensayos

II) las actividades cotidianas de los usuarios de conceptos, y III) las


condiciones permanentes de las que las decisiones inmediatas de los
usuarios de conceptos dependientes para sus efectos a largo plazo
[Toulmin, 1977, p. 149].
En una cultura y época particular, las actividades intelectuales de
los humanos no forman una gama continua desordenada; caen en “dis-
ciplinas” más o menos bien definidas, caracterizada cada una de ellas
por su propio cuerpo de conceptos, métodos y objetivos fundamenta-
les. Si se considera en un periodo suficientemente largo, el contenido
intelectual de tal disciplina puede cambiar drásticamente, y lo mismo,
aunque más lentamente, sus métodos y objetivos intelectuales (ídem).
“Una explicación evolutiva del desarrollo conceptual, por consiguiente,
tiene que explicar dos caracteres por separado: por un lado, la cohe-
rencia y la continuidad por la que identificamos las disciplinas como
distintas y, por el otro, los profundos cambios a largo plazo por los que
se transforman o son superadas” (ídem). La continua emergencia de
innovaciones intelectuales se equilibra así como un continuo procesos
de selección crítica. Algunas variantes conceptuales son elegidas para
su incorporación, otras son descartadas o ignoradas:
Así como las poblaciones orgánicas forman distintas especies, y no
agregados sin estructurar, porque los “nichos ecológicos” disponibles
imponen unidad y continuidad suficientes a la población a pesar de
la continua diversificación de organismos individuales, así también el
equilibrio entre la innovación intelectual y la selección crítica divide
todo nuestro repertorio de conceptos en “conjuntos” reconocibles
representativos de distintas disciplinas, a pesar de la continua aparición
de novedades intelectuales dentro de cualquier conjunto particular [...]
Las disciplinas científicas, como las especies orgánicas, son “entidades
históricas en evolución” y no “seres eternos” [ibídem, p. 151].
Si bien fue un avance fecundo, sus aportaciones todavía se mantie-
nen en el mundo de las teorías, de los conceptos, es decir, del lenguaje.
Quedan fuera de su cuadro las prácticas y las relaciones entre científicos,
así como su compleja estructura jerárquica. En un tirón posterior, David
L. Hull se esforzará por llevar esta analogía del mundo biológico a la
actividad científica. Aquí cabe un par de preguntas: ¿Hasta qué punto
puede uno pasar legítimamente del mundo animal al mundo humano?
¿Cuáles son los criterios de “bondad” para una analogía? (Ruse, 1989,
p. 203).

111
Ensayos

Bien vale la pena intentar una mínima reflexión sobre el valor de la


analogía, que nos permita al final apreciar este esfuerzo analógico del
pensamiento evolucionista. Justo acaba de aparecer en español La
analogía: el motor del pensamiento, de Douglas Hofstadter y Emmanuel
Sander, uno de los análisis más reveladores a este respecto; si bien se
queda al margen de las analogías evolucionistas, sus cavilaciones sobre
el tema son bastante ilustrativas, por ejemplo anota:
Gracias a la categorización mediante analogías podemos detectar
similitudes y explotarlas para lidiar con aquello que nos es nuevo
y extraño. Al conectar una situación novedosa con aquellas encon-
tradas largo tiempo atrás, y que están ya almacenadas y codificadas
en nuestra memoria, podemos usar nuestras experiencias previas
para orientarnos en el presente. El pilar de esta facultad mental es la
analogía, que nos permite aprovechar el rico depósito de sabiduría
de nuestro pasado [...] Esta actividad nos permite construir repre-
sentaciones mentales de las situaciones complejas frente a ellas y
tener pensamientos triviales o elevados. Ningún pensamiento puede
formarse con independencia del pasado, o, para ser más precisos,
no podríamos pensar de no ser por las analogías que ligan nuestro
presente con nuestro pasado [Hofstadter y Sander, 2018, pp. 45-46].
Todo ensayo analógico suele estar provisto de una gran dosis de
audacia y creatividad, que se obtenga un buen resultado estará por
verse, porque su éxito habrá de juzgarse a la luz de los cánones de la
disciplina en la cual se inscriba. Es así que Hull, haciendo uso de sus
arrestos, se aventura, con todo y sus riesgos:
Propongo una explicación análoga de las relaciones sociales pe-
culiares que existen entre los científicos. Del mismo modo que la
ambivalencia surge cuando un organismo debe cooperar con sus
competidores sexuales, aparece una ambivalencia comparable cuando
los científicos deben cooperar con sus competidores científicos. En
la ciencia, sin embargo, el objetivo último no es la transmisión de
genes sino de ideas. Los científicos se comportan tan egoístamente
como lo hacen porque actúan en su propio beneficio. Lo mejor que
un científico puede hacer por su carrera es lograr que sus ideas sean
aceptadas por sus colegas científicos [Hull, 1989, p. 243, citado por
Ruiz y Ayala, 2015, p. 137].

112
Ensayos

Hull se ve empeñado en ofrecer una panorámica de la ciencia, donde


predominan la sed de reconocimiento y la ambición por figurar sobre
los demás colegas, por fundar un linaje intelectual que ayude, si no a
perpetuar, sí al menos garantizar una prolongada vida al prestigio de
un determinado científico o de su grupo. En este escenario propuesto
las virtudes tradicionales son puestas en entredicho:
Si descubrir la verdad es todo lo que importa, ¿por qué es tan impor-
tante quién lo hace primero? ¿Por qué los científicos han desarrollado
protocolos tan intrincados de citas? ¿Por qué los científicos se invo-
lucran en disputas de prioridad, que superan incluso en aspereza los
procesos de divorcio? ¿Los científicos están realmente menos preocu-
pados por el beneficio personal y la gloria que nadie más? [ídem].
Si el objetivo manifiesto de la ciencia es incrementar nuestro conoci-
miento del mundo empírico, entonces la estructura social de la ciencia ha
de estar bien calculada para hacerlo. Los científicos, como los miembros
de todas las profesiones, deben invertir una energía considerable en el
sostenimiento de sí mismos. Nuevos miembros deben ser reclutados,
las fuentes de recursos explotadas y establecidas las bases de poder en
la sociedad. Pero –reconoce Hull– ninguna de estas actividades es in-
compatible con las afirmaciones que los científicos hacen de que, en su
investigación, están buscando la verdad por sí misma (ibídem, p. 251).
La analogía sociobiológica agrega una restricción adicional: se deben
encontrar razones suficientemente egoístas para que los científicos
se comporten tan desinteresadamente como ellos. Estas razones
implican las recompensas habituales del dinero, la popularidad y la
fama, pero en la ciencia existe una fuerza motriz aún más fuerte: la
incorporación de las propias ideas en el cuerpo del conocimiento
científico generalmente aceptado. La razón por la que la ciencia fun-
ciona tan bien es que la búsqueda de este objetivo propio por parte de
los científicos individuales fue bien calculada para realizar el objetivo
manifiesto de la ciencia como una institución [ídem].
¿Puede esa “fuerza motriz” influir para hacer que los científicos se
comporten de tal modo para en algún momento ignorar los preceptos
epistémicos de su disciplina y favorecer aquellos intereses que les asegu-
ren que sus aportaciones propuestas han sido aceptadas e incorporadas
a ese cuerpo general, y de esa forma salvaguardar su prestigio, y que
haya quedado asegurada la supervivencia de su nombre y de su grupo?

113
Ensayos

¿Tal pulsión por asegurar la supervivencia a través de la consecución


de ciertos ideales pone en riesgo el objetivo supremo de la ciencia?
Somos también una especie social. Nuestra preferencia por vivir en
grupo muy probablemente tiene alguna base genética. Debido a que
la ciencia misma es una institución social con sus propias normas y
organización, nuestra tendencia a formar grupos contribuye a ella. In-
cluso nuestra habilidad general para usar el lenguaje debe tener alguna
base genética y el lenguaje es, también, un prerrequisito de la ciencia.
En resumen, todos los prerrequisitos necesarios para llevar a cabo
el proceso comúnmente denominado “ciencia” se encuentran hasta
cierto punto programados en nosotros. [...] Por lo tanto, el cambio
conceptual en la ciencia puede ser un proceso de selección, pero no
necesariamente se basa en los genes. Los cambios en las frecuencias
génicas deben tener muy poco que ver con el contenido específico
de las teorías científicas particulares. El modo de transmisión en la
ciencia no es genético, sino cultural y, más específicamente, lingüístico
[Hull, 1997, p. 106].
De lo anterior pueden colegirse las limitaciones de la analogía socio-
biológica llevada hacia el comportamiento de la actividad científica. Hay
una especie de supuesto en la sociobiología en cuanto a la transmisión
de la información, el cual hace pensar en la posibilidad de la transmisión
cultural por vía genética; sin embargo, es importante darnos cuenta de
las serias dificultades para seguir sosteniéndolo. La heredabilidad de la
ciencia tiene sus propias pautas, la dinámica cultural ha convertido a la
ciencia en su empresa más redituable, con lo cual resalta la tesis de la
superación humana de sus barreras biológicas, para constituirse en un
ser fundamentalmente cultural.
Una de las disanalogías más severas es que en la ciencia hay “inten-
cionalidad” mientras que en la evolución biológica no. Las variaciones
genéticas ocurren gracias a la mutación y a la recombinación y son
independientes del medio ambiente. Una vez que estas variaciones
han aparecido, la selección toma aquellas que le confieran ventajas
a sus portadores. En la evolución conceptual pareciera que ocurre
lo contrario. Si una idea (el análogo del gene) no resuelve satisfac-
toriamente un problema dado, su variación dependerá del sesgo del
científico hacia la resolución de ese problema particular [Barahona,
1995, p. 63].

114
Ensayos

La analogía entre el ámbito biológico y el conceptual científico ha


mostrado sus limitaciones explicativas, lo cual no necesariamente nos
obliga a renunciar a esta posibilidad para tratar de encontrar vínculos
entre la condición biológica humana y el desarrollo del conocimiento
científico. Quizá estas limitaciones analógicas requieran de esfuerzos
más vigorosos e imaginativos como para construir una teoría general
que nos lleve a profundizar y adquirir nuevas herramientas para fortale-
cer la investigación y brindar cuentas más satisfactorias y prometedoras.

, Ana: “David Hull: cambio conceptual y evolución biológica”, Revista de la


Universidad de México, n. 532, may. 1995.
, Charles: El origen del hombre (trad. Joandomenec Ros), Crítica, Barcelona, 2009.
, Douglas, y , Emmanuel: La analogía: el motor del pensamiento (trad.
Roberto Musa), Tusquets, Barcelona, 2018.
, L. David: “Altruism in Science: A Sociobiological Model of Co-operative
Behavior Among Scientists”, en The Metaphysics of Evolution, State University of
New York, 1989.
————: “Un mecanismo y su metafísica: una aproximación evolucionista al desa-
rrollo social y conceptual de la ciencia”, en , Sergio F., y , León
(comps.): Epistemología evolucionista, Paidós-UNAM, México, 1997.
, Rosaura, y , J. Francisco: El método de la ciencia, Fondo de Cultura Econó-
mica, México, 2015.
, Michael: Sociobiología (trad. A. Martín Santos), Cátedra, Madrid, 1989.
, Stephen: La comprensión humana I. El uso colectivo y la evolución de los conceptos
(trad. Néstor Míguez), Alianza, Madrid, 1977.
, Karl: Conocimiento objetivo (trad. Carlos Solís Santos), Tecnos, Madrid, 1982a.
————: La lógica de la investigación científica (trad. Víctor Sánchez de Zavala), Tecnos,
Madrid, 1982b.
, José: “Los límites biológicos de la sociobiología”, en Biosociología y articulación
de la ciencias, UNAM, México, 1981.
, O. Edward: La conquista social de la tierra (trad. Joandomenec Ros), Debate,
Barcelona, 2012.
————: Sociobiology. The New Synthesis, USA, Harvard University Press, 1975 (las citas
incluidas corresponden a la edición en castellano: Sociobiología: la nueva síntesis, trad.
de Ramón Navarro y Andrés de Haro, Barcelona, Omega, 1980).

115
Ensayos

El concepto de frontera
en la semiótica de Iuri Lotman

E l famoso semiólogo estonio Iuri Mijáilovich Lotman constituye


para el mundo americano la emergencia de otro modelo global
de pensamiento, nacidos en medio de un gran intercambio cultural,
Iuri, y su concepción de la semiología, ambos evolucionan enredados
en el concepto de frontera.
Las razones que me conducen al análisis del desarrollo del con-
cepto de frontera en el conjunto de reflexiones semiológicas llevadas
al cabo por Lotman, no son casuales. Mi propia experiencia personal
de vivir casi toda mi vida en los límites de la frontera cultural, política
y filosófica. La feliz coincidencia de situaciones similares vividas por
él a consecuencia de su destino geográfico. Y su gusto por el cine y la
literatura. Propician que las intenciones de este trabajo, de explicar la
importancia de las fronteras en el desarrollo de la cultura, justifiquen
su realización.
Antes hay que plantear y responder a una serie de interrogantes:
¿Cuál era el estado de desarrollo de la semiótica en los tiempos de
Lotman? ¿Cuál es la historia del término? En la antigüedad el vocablo
semiótica fue usado con frecuencia para designar la parte de la me-
dicina que se ocupaba de interpretar los signos de las enfermedades
y que abarcaba la diagnosis y la prognosis. En galeno se encuentra la
expresión shmiwtich, en algunos casos se usaba el término “semiosis”.
De manera provisional puede aceptarse tres caras de la semióti-
ca: la sintáctica, la semántica y la pragmática. Y Lotman encontraría
ocupación en los dos últimos. Su distancia de tránsito oscila entre la
generación de signos y significados y la relación cultural del usuario
con ellos. Para lo cual las vivencias entre zonas limítrofes constituyen
un elemento enriquecedor invaluable.
¿Por qué fue ganando prestigio la semiótica? Como teoría general
116 116
Ensayos

del signo es indudable que va a encontrar múltiples posibilidades de


uso y aplicación. Los estudios fonológicos de Jakobson en la literatura
y la poética constituyen un antecedente necesario para esclarecer las
asociaciones entre el establecimiento de significados y la literatura
realizadas por Lotman. Esa amplitud de posibilidades hizo crecer la
taquilla del espectáculo teórico de la semiótica. Y en medio de todo
esto ¿cuál fue la aportación de Lotman?

Nacido en Petrogrado/Leningrado/San Petersburgo, en 1922, pro-


fesor de la Universidad de Tartu, en la región de Estonia, desde los
años cincuenta hasta su muerte en 1993. Según lo expone uno de sus
biógrafos, Manuel Cáceres Sánchez. Para efectos de este trabajo es
importante destacar la posición geográfica de Tartu, por su relevancia
en el desarrollo intelectual de Lotman, ubicada entre Rusia y la Europa
Occidental. Frente a las fronteras de Finlandia y Suecia. A un costado
hacia el suroeste por el Mar Báltico se llega a Polonia. En el sur se
encuentran Letonia y luego Lituania ¿Qué experiencia más prolífica
en cuanto al pluralismo cultural puede encontrar alguien? Si a esto se
agrega la imposición política y cultural de la Unión Soviética, la misma
que apenas hasta los años ochenta le permitió a Lotman viajar hacia el
exterior, entonces nos resultará más fácil entender el desarrollo de las
ideas de Lotman en relación con su concepto de frontera.
“Poco después de publicar su primer trabajo en la Universidad
de Leningrado (en 1949, sobre la literatura rusa del decembrismo), se
marcha como profesor a la Universidad de Tartu, en la entonces repú-
blica «federada» de Estonia”.1 (...) “El profesor ruso-estonio se adapta
rápidamente a Tartu y a Estonia: ya en 1950 se publica su primer artículo
en estonio, y en los años siguientes aparecen más de una decena...”2
La ubicación estratégica de Estonia, entre el este y el oeste de
Europa, “explica el carácter «fronterizo» de su cultura: los estonios
han mantenido un celo especial en la conservación de su lengua y de
sus tradiciones frente a los invasores, a la vez que han manifestado un
enorme interés por otros pueblos. Es la historia de las culturas mino-

____________________________________
1
Manuel Cacéres Sánchez: “Iuri Mijáilovich Lotman (1922-1993): una biografía
intelectual”, p. 251, en Iuri M. Lotman, La semiosfera I.
2
Ídem.

117
Ensayos

ritarias, que precisan poseer una gran cohesión para hacer frente a la
penetración de las culturas dominantes”.3
Durante muchos años se centra en el estudio de la literatura rusa.
De esa época data también su primer libro, editado en 1958 en Tartu,
con el título Andrei Serguéievich Kaisarov y la lucha social literaria de su tiempo.
Lotman manifiesta un ejercicio intelectual que conjuga los estudios
histórico-literarios; en su obra crítica y teoría caminan siempre juntos,
explícita o implícitamente. En 1963 publica en estonio una ponencia
sobre los estudios literarios y los métodos matemáticos. En esos mis-
mos años desarrolla en Tartu un curso de poética estructural, del que
se produjo las Lecciones de poética estructural, aparecidas en 1964, en el
primer número de los Trabajos sobre los sistemas de signos.
Antes, a finales de 1962 habían organizado en Moscú el Simposio
sobre el Estudio Estructural de los Sistemas de Signos, a manera de
intento para crear una disciplina unificada de los estudios semióticos en
la Unión Soviética. Es a través de Igor A. Chernov que Lotman propone
la colaboración con el grupo moscovita, invitando a los investigadores
a acudir a la vieja universidad estoniana de Tartu y a editar sus ensayos
en ella. A partir de esto, desde 1964, el centro de las investigaciones
semióticas se traslada de Moscú a Tartu. De este modo los trabajos
sobre los sistemas de signos conforman la colección oficial de ensayos
de la Escuela de Tartu.
Lotman a lo largo de su desarrollo teórico piensa que la noción de
semiótica se define a partir de la distinción que él y Uspenski establecie-
ron en los años 70: la semiótica del signo, según la tendencia de Peirce y
Morris; de la semiótica del lenguaje como sistema sígnico, la lingüística
inaugurada por Saussure. En la primera el investigador se interesa por
la relación del signo con el significado y el proceso de semiosis, en la
segunda no es el signo aislado el objeto de estudio, sino el lenguaje, o
el mecanismo que utiliza un cierto juego de signos elementales para la
comunicación de contenidos. Y ambos piensan que la Escuela de Tartu
“procede genéticamente de este segundo punto de vista”.4
Entre 1964 y 1970, Lotman, presente atención especial a la literatu-
ra, a la búsqueda de analogías y parentescos entre el lenguaje natural y
los sistemas de signos del mito y del arte. Cáceres Sánchez afirma que
los semiólogos de Tartu-Moscú fueron los primeros en profundizar en el
____________________________________
3
Ibídem, p. 252.
4
A este respecto Manuel Cáceres Sánchez cita a Igor Chernov, “Historical Survey
of Tartu-Moscow School”, pp. 10-11.

118
Ensayos

estudio de los entonces llamados “sistemas modelizantes secundarios”,


y configuran una estructura de comunicación superpuesta al nivel de
la lengua natural o “sistema primario”. Y estos, en tanto considerados
sistemas semióticos, constituyen modelos explicativos del mundo. Pero,
en la media que el sistema modelizante puede ser un texto, debemos
admitir otro concepto capital en el sistema de Lotman, el de texto, cuyo
significado se construye gracias a su correlación con otros sistemas de
significado más amplios que los otros textos, con otros códigos, con
otras normas presentes en toda cultura, en toda sociedad. De aquí el
compromiso de comprender las relaciones intratextuales, sino también
las relaciones extratextuales y aquellas que surjan de confrontar estas
con aquellas.5
Son los años de apogeo de la lingüística estructural. A través de
Roman Jakobson quien los visitó en Tartu, tienen acceso a lo que se
produce al otro lado de la antigua frontera. Fue así como la Antropología
estructural de Claude Lévi-Strauss, aparecida en l959, despertó un gran
interés, sostenido durante mucho tiempo después.
De acuerdo a Cáceres, es en la cuarta Escuela de Verano, cuando en
1970, bajo el nombre de Semiótica y Cultura, se reunió con un programa
de estudio de los modelos culturales, centrados en el modo como una
sociedad determinada distingue lo propio de lo ajeno, el centro de la
periferia, el nosotros de los otros, y que es transmitido por medio de
los mitos, de los ritos, de la literatura, del arte, etc. Así, el plurilingüismo
cultural, la tipología de las culturas o la distinción entre culturas textua-
lizadas y culturas gramaticalizadas se convierten a partir de ahí en las
nociones más características de la semiótica lotmiana. Y la cultura se
concibe como sistema de sistemas, como un mecanismo para elaborar,
procesar y organizar la información que nos llega a los humanos del
mundo exterior. Demostrando, con su tipología de las culturas, que la
semiótica es una disciplina apta para afrontar el estudio de la compleja
vida social, de las relaciones establecidas entre los humanos y su mundo.
La Escuela de Semiótica de Tartu-Moscú, delinea sus característica
generales: primero, una interdisciplinariedad y un equilibrio teórico-
empírico, por un grupo de estudiosos de muy diversas ramas del
conocimiento; su empeño en desaparecer la oposición entre ciencias
exactas y ciencias humanísticas; el estudio de la literatura en el marco del
pensamiento social; el establecimiento de la noción de sistema mode-
____________________________________
5
Ibídem, p. 258.

119
Ensayos

lizante como fundamento de sus reflexiones; su gran interés por todas


las formas de comunicación humana, incluidos dentro de ellas todos
los fenómenos culturales, todos los productos de la cultura humana y
todos los mecanismos de intercambio de información idantepersonal;
todos comparten la importancia del estudio de la génesis, evolución
y tipología de las culturas, y estudian los mecanismos reguladores del
funcionamiento de esos modelos y buscan descubrir los aspectos uni-
versales comunes a todas las culturas, pero identificando los sistemas
específicos que permiten se pueda hablar del lenguaje de la cultura
medieval, del renacimiento o de la cultura romántica, este es el punto
de origen de la idea de crear una tipología de la cultura, no que ofrezca
respuesta a los fenómenos de una cultura determinada, sino que expli-
que por qué esa cultura ha producido tales fenómenos.6
A partir de los años 80, Lotman profundiza en su estudio sobre la
función de la cultura y los mecanismos que guían su desarrollo, refor-
mando su modelo de comunicación, sobre la base de la coexistencia
de una pluralidad de lenguajes. Amplía su interés en el texto, para
entender la cultura como una semiosfera, definida por analogía con el
concepto de biosfera de V. I. Vernadski. Esta noción de semiosfera lo
lleva a moverse entre una aproximación sincrónica de los sistemas y
una aproximación diacrónica donde un sistema es pensado como algo
que cambia y que, no puede ser analizado como forma abstracta, fuera
del tiempo y del espacio culturales. Uno de los rasgos más formes de
la semiosfera es su carácter delimitado, que nos lleva justo al concepto
de frontera o límite. Todo el espacio de la semiosfera está ocupado por
fronteras de niveles diferentes. Aunque, cada de estas sub-semiosferas
tiene su propia identidad semiótica, su propia individualidad semiótica,
construida en relación a las demás. Pero, también la semiosfera como
un espacio organizado requiere de un entorno exterior no organizado
y llega a construirlo si no cuenta con este. En el trazo dominante del
pensamiento de Lotman está siempre la búsqueda incesante por explicar
los fenómenos culturales y de cada uno de los lenguajes que forman
parte de la cultura, de la semiosfera.7 Para Lotman, cita Cáceres, el arte
no es “ninguna florecita bonita”, sino “otra forma de pensar, otro sis-
tema de modelación del mundo (...) la creación de otro mundo paralelo
al mundo” que se crea según el modelo de la ciencia”.8
____________________________________
6
Ibídem, pp. 259-260.
7
Ibídem, p. 261.
8
Ídem.

120
Ensayos

Antes, se mencionó el concepto de semiosfera y el sentido que tiene


en el sistema de Lotman, creado por analogía con el concepto de
biosfera de V. I. Vernadski, entendida como “un mecanismo cósmico
que ocupa un determinado lugar estructural en la unidad planetaria.
Colocada sobre la superficie de nuestro planeta y abarcadora de todo
el conjunto de la materia viva, la biosfera transforma la energía radiante
del sol en energía química y física dirigida a su vez a la transformación
de la «conservadora» materia de nuestro planeta”.9 Y nos advierte de
no confundirnos con el término noosfera, utilizado para referirse a una
determinada etapa en el desarrollo de la biosfera, la noosfera se forma
cuando en su desarrollo adquiere un papel determinante la razón del
hombre; pero, mientras esta tiene una existencia material y espacial y
abarca una parte de nuestro planeta, el espacio de la semiosfera tiene
un carácter abstracto.10 Solamente que la noción de espacio en esta
última no tiene un sentido metafórico, a decir de Lotman estamos
“tratando con una determinada esfera que posee los rasgos distintivos
que se atribuyen a un espacio cerrado en sí mismo. Solo dentro de tal
espacio resultan posibles la realización de los proceso comunicativos
y la producción de nueva información”.11
Si como pensaba V. I. Vernadski, según lo cita Lotman “La bios-
fera tiene una estructura completamente definida, que determina todo
lo que ocurren en ella, sin excepción alguna (...) El hombre, como
se observa en la naturaleza, así como todos los organismos vivos,
como todo ser vivo, es una función de la biosfera, en un determinado
espacio-tiempo de esta”.12 Entonces, sostiene Lotman, “también en
las cuestiones de semiótica es posible un enfoque análogo. Se puede
considerar el universo semiótico como un conjunto de distintos textos
y de lenguajes cerrados unos con respecto a los otros”.13 La semiosfera
envuelve al espacio semiótico, fuera del cual es imposible la existen-
cia de la semiosis. Y su concepto requiere de cierta homogeneidad e
individualidad semiótica; pero, ambos requerimientos presuponen el

____________________________________
9
Iuri Lotman: “Acerca de la semiosfera”, p. 22.
10
Ibídem, pp. 22-23.
11
Ibídem, p. 23.
12
Ídem.
13
Ibídem, pp. 23-24.

121
Ensayos

carácter delimitado de la semiosfera respecto del espacio extrasemiótico


o alosemiótico que la rodea.14
Lo anterior trae como consecuencia que: “Uno de los conceptos
fundamentales del carácter semióticamente delimitado es el de fronte-
ra. Puesto que el espacio de la semiosfera tiene carácter abstracto, no
debemos imaginarnos la frontera de esta mediante los recursos de la
imaginación concreta. Así como en la matemática se llama frontera a un
conjunto de puntos perteneciente simultáneamente al espacio interior
y al espacio exterior, la frontera semiótica es la suma de los traductores
«filtros» bilingües pasando a través de los cuales un texto se traduce a
otro lenguaje (o lenguajes) que se halla fuera de la semiosfera dada”.15
El carácter de la semiosfera la imposibilita para entrar en contacto
con los no-textos, o con los textos alosemióticos. Para que estos textos
adquieran realidad en ella, necesita traducirlos a uno de los lenguajes de
su espacio interior o semiotizar los hechos no-semióticos. Entonces,
los puntos de la frontera de la semiosfera pueden ser equiparados a los
receptores sensoriales que traducen los irritantes externos al lenguaje
de nuestro sistema nervioso, o a los bloques de traducción que adaptan
a una determinada esfera semiótica el mundo exterior respecto a ella.16
Luego, el concepto de frontera es correlativo al de individualidad
semiótica, por eso Lotman se anima a “decir que la semiosfera es una
«persona semiótica» y comparte una propiedad de la persona como es
la unión del carácter empíricamente indiscutible e intuitivamente evi-
dente de este concepto con la extraordinaria dificultad para definirlo
formalmente. Es sabido que la frontera de la persona como fenómeno
de la semiótica histórico-cultural depende del modo de codificación”.17
Me parece que la indagatoria sobre el concepto de frontera en la
semiótica de Lotman está justificada, implícita y explícitamente: “La
frontera del espacio semiótico no es un concepto artificial, sino una
importantísima posición funcional y estructural que determina la esencia
del mecanismo semiótico de la misma. La frontera es un mecanismo
bilingüe que traduce los mensajes externos al lenguaje interno de la
semiosfera y a la inversa”.18 Sin ella no puede la semiosfera establecer

____________________________________
14
Ibídem, p. 24.
15
Ídem.
16
Ídem.
17
Ibídem, p. 25.
18
Ibídem, p. 26.

122
Ensayos

contactos con los espacios no-semióticos y alosemiótico. La realidad


se crea en la medida en que sea traducible al lenguaje de la misma. La
función de toda frontera se reduce a limitar la penetración de lo externo
en lo interno, a filtrarlo y elaborarlo adaptativamente.19
Tal y como lo piensa Lotman “todos los mecanismo de traducción
que están al servicio de los contactos externos pertenecen a la estructura
de la frontera de la semiosfera. La frontera general de la semiosfera se
intersecta con las fronteras de los espacios culturales particulares”.20
Ahora, si el espacio cultural tiene un carácter territorial, la frontera
adquiere también un sentido espacial, con mecanismos de transforma-
ción para sus bloques de traducción. Y cuando la semiosfera es identi-
ficada con un espacio cultural dominado; y el mundo de fuera, con el
reino de lo caótico, entonces, la distribución espacial de las formaciones
semióticas adquiere en una serie de casos un aspecto distinguible en
cuanto a sus dones u ocupaciones: brujos, herreros, verdugos, moli-
neros, pertenecen a mundos distintos, y funcionan como traductores
establecidos en la periferia territorial, en la frontera del espacio cultural
y mitológico; pero el santuario de las divinidades “culturales” que or-
ganizan el mundo se disponen en el centro.21
Luego cita el siguiente ejemplo: “Todos los grandes imperios que
lindaban con nómadas «estepa» o «bárbaros», asentaban en sus fron-
teras tribus de esos mismos nómadas o bárbaros, contratados para el
servicio de la defensa de la frontera. Esas colonias formaban una zona
de bilingüismo cultural que garantizaba los contactos semióticos entre
los dos mundos. Esa misma función de frontera de la semiosfera es
desempeñada por las regiones con diversas mezclas culturales: ciudades,
vías comerciales y otros dominios de formaciones...”22
De acuerdo al mecanismo semiótico, “la frontera une dos esferas
de la semiosis, desde la posición de la autoconciencia semiótica (la
autodescripción en un metanivel) de la semiosfera dada, las separa”.23
Al tomar conciencia de sí mismo, de la propia especificidad, de la
contraposición con otras semiosferas, se acentúa la línea marca los
contornos de la esfera.24
____________________________________
19
Ídem.
20
Ídem.
21
Ibídem, p. 27.
22
Ídem.
23
Ibídem, p. 28.
24
Ídem.

123
Ensayos

La frontera juega otra función importante en la semiosfera: “es un


dominio de procesos semióticos acelerados que siempre transcurren
más activamente en la periferia de la oikumena cultural, para de ahí
dirigirse a las estructuras nucleares y desalojarlas”.25
La frontera como parte indispensable de la semiosfera, hace nece-
saria para esta un entorno social no organizado, capaz de construirlo
si no lo hay. “La cultura crea no solo su propia organización interna,
sino también su propio tipo de desorganización externa”.26 “Las es-
tructuras externas, dispuestas al otro lado de la frontera, son declaradas
no-estructuras”.27 La valoración de los espacios interiores o exteriores
no es tan significativa como el hecho mismo de la presencia de una frontera.28

Para la visión semiótica del concepto de frontera, de la posición del


observador depende por dónde pasa la frontera de una cultura dada.
“Lo que desde el punto de vista interno de una cultura dada tiene el
aspecto de un mundo no-semiótico externo, desde la posición de un
observador externo puede presentarse como periferia semiótica de la
misma”.29 En el espacio semiótico habitan estructuras nucleares con
una estructura manifiesta, y organizaciones más amorfas con tenden-
cias hacia la periferia, en las cuales están inmersas las estructuras nu-
cleares. “Si una de las estructuras nucleares no solo ocupa la posición
dominante, sino que también se eleva al estadio de la autodescripción
y, por consiguiente, agrega un sistema de metalenguajes con ayuda
de los cuales se describe no solo a sí misma, sino también al espacio
periférico de la semosfera dada, entonces encima de la irregularidd del
mapa semiótico real se construye el nivel de la unidad ideal de este.
La interacción activa entre esos niveles deviene una de las fuentes de
los procesos dinámicos dentro de la semiosfera”.30 Mientras, sostiene
Lotman, “los sectores que no han sido objeto de una descripción o que
han sido descritos en categorías de una gramática «ajena» obviamente
inadecuada a ellos, se desarrollan con más rapidez”.31
____________________________________
25
Ídem.
26
Ibídem, p. 29.
27
Ídem.
28
Ídem, las cursivas son de Lotman.
29
Ídem.
30
Ibídem, p. 29-30.
31
Ibídem, p. 30.

124
Ensayos

Hay leyes internas, la división en núcleo y periferia es una, de


acuerdo con ella, en el núcleo se disponen los sistemas semióticos do-
minantes. Esta división, aunque absoluta para Lotman, según él también
reviste formas relativas desde el punto de vista semiótico y dependen
en gran medida del metalenguaje de descripción escogido, podemos
encontrarnos ante una autodescripción, o ante una descripción realizada
por un observador externo en categorías de otro sistema.32
En la periferia habitan los textos aislados y fragmentados. Cuan-
do intervienen como “ajenos” para un sistema dado participan en el
mecanismo total de la semiosfera como catalizadores. Primero, porque
la frontera con un texto ajeno siempre es un dominio de un intensiva
formación de sentido. Segundo, cualquier trozo de una estructura semió-
tica, o todo texto aislado contiene los mecanismos de reconstrucción de
todo el sistema. Como resultado de las reconstrucciones de lenguajes
perdidos en cuyo sistema adquiría sentido, se crean nuevos lenguajes,
mas no la recreación de los viejos, como parece desde el punto de vista
de la autoconciencia de la cultura.33
Hay otra afirmación importante de Lotman para nuestro propósito:
“Los diversos lenguajes tienen diferente tiempo y diferente magnitud
de ciclos: las lenguas se desarrollan mucho más lentamente que las
estructuras ideológico-mentales. Por eso, ni hablar se puede de una
sincronicidad de los proceso que transcurren en ellos”.34
Entonces, tenemos que hablar de una semiosfera atravesada múl-
tiples veces por fronteras internas que especializan los sectores de la
misma desde el punto de vista semiótico. Y practicar el juego de la
transmisión de información entre diferentes estructuras y subestructu-
ras, con las intermitentes “irrupciones” semióticas orientadas de tal o
cual estructura en un “territorio ajeno”, que determinan generaciones
de sentido y el surgimiento de nueva información.35
Un todo en el que las partes no entran como detalles mecánicos,
“sino como órganos en un organismo. Una particularidad esencial de la
construcción estructural de los mecanismos nucleares de la semiosfera
es que cada parte de esta representa, ella misma, un todo cerrado en

____________________________________
32
Ibídem, pp. 30-31.
33
Ibídem, p. 31.
34
Ídem.
35
Ídem.

125
Ensayos

su independencia estructural. Los vínculos de ella con otras partes son


complejos y se distinguen por un alto grado de desautomatización”.36

La jerarquías estructurales muestran la propiedad del isomorfismo: son


parte del todo y algo semejante, en el mecanismo semiótico total el
texto aislado es isomorfo desde determinados puntos de vista a todo
el mundo textual, y existe un claro paralelismo entre la conciencia in-
dividual, el texto y la cultura en su conjunto. El isomorfismo vertical,
existe entre estructuras dispuestas en diferentes niveles jerárquicos,
genera un aumento cuantitativo de mensajes. Del mismo modo que el
objeto reflejado en el espejo genera cientos de reflejos en sus pedazos,
el mensaje introducido en la estructura sermiótica total se multiplica
en niveles más bajos. El sistema es capaz de convertir el texto en una
avalancha de textos.37
Pero, para la creación de textos nuevos: “las subestructuras que
participan en ella, no tienen que ser isomorfas un respecto a la otra, sino
que deben ser, cada una por separado, isomorfas a un tercer elemento
de un nivel más alto, de cuyo sistema ellas forman parte”.38 A manera de
ejemplo “el lenguaje verbal y el icónico de las representaciones dibujadas
no son isomorfos uno respecto al otro. Para cada uno de ellos, desde
diversos puntos de vista, es isomorfo respecto al mundo extrasemiótico
de la realidad, del cual son un reflejo en cierto lenguaje. Esto permite
el intercambio de mensajes entre esos sistemas, y al mismo tiempo la
importante transformación de los mensajes en el proceso de su trasla-
do.39 Esta capacidad de entregar información en porciones –Lotman la
considera una ley universal de los sistemas dialógicos– desde la secre-
ción de sustancias hasta el intercambio de textos en la comunicación
humana.40 “En la historia de la cultura se pueden distinguir periodos en
los que tal o cual arte, hallándose en el punto más alto de su actividad,
transmite sus textos a otros sistemas semióticos”.41 “El arte transmisor
que le halla en el apogeo de su actividad, al mismo tiempo manifiesta

____________________________________
36
Ibídem, pp. 31-32.
37
Ídem.
38
Ídem.
39
Ídem.
40
Ibídem, p. 33.
41
Ídem.

126
Ensayos

rasgos de espíritu innovador y de dinamismo. Los destinatarios, por


regla general, todavía están viviendo la etapa cultural precedente”.42 La
semiosfera del mundo contemporáneo ha adquirido un carácter global,
e incluye tanto las señales satelitales como los versos de los poetas y los
gritos de los animales; la interconexión entre todos los elementos del
espacio semiótico ha dejado de ser una ilusión para convertirse en una
realidad.43 Pero, en el cimiento del sistema “la diversidad estructural de
la semiosfera constituye la base de su mecanismo”.44 “Podemos afirmar
de manera categórica que la actividad de la influencia del texto aumenta
bruscamente cuando la frontera que separa los polos semióticos de la
cultura pasa entre él y el auditorio. Cuando estos últimos están situados
de un mismo lado de la frontera, el texto se comprende más fácilmente,
está menos sometido a los desplazamientos y transformaciones en la
conciencia del lector, pero es mucho menos activo en su influencia
sobre el auditorio”.45
Hasta aquí es suficiente para apreciar la función que desempeña
el concepto de frontera en la semiótica orgánico-mecanisista de Iuri
Lotman, un marco teórico muy importante para la realización de aná-
lisis culturales entre sistemas fronterizos, del que todavía podemos, al
respecto, obtener mucho más.

, Iuri: La semiosfera, t. I y II, trad. Desiderio Navarro, Frónesis Cátedra, Uni-


versidad de Valencia, 1996.

____________________________________
42
Ibídem, p. 34.
43
Ibídem, p. 35.
44
Ibídem, p. 36.
45
Lotman: “Asimetría y diálogo”, p. 52.

127
Ensayos

El Estado mexicano, la frontera norte


de Chihuahua y el muticulturalismo*

E l nacimiento del poder y la autoridad de unos humanos sobre


otros está relacionado con su poder de control sobre un territo-
rio determinado y sobre quienes lo habitan. Este poder y esta autoridad
han tendido diferentes caras y diferentes facultades a lo largo de la his-
toria. Y es el estado liberal la última y la más importante. El estado en sí
mismo requiere de características formales, en cuanto a la distribución
de la toma de decisiones, lo que podríamos definir como el estado en
abstracto, pero que solo existe a través de ejemplos específicos, como
el estado canadiense, el estado que hacen los Estados Unidos, el estado
mexicano, etc. Y son estos los que al momento de nacer enfrentan la
necesidad de precisar sus alcances territoriales. Sus fronteras, que en
algunos casos suelen ser móviles y difusas.
Con el presente ensayo se busca exponer una vez más la evolución
de los límites fronterizos del estado mexicano en su región septen-
trional, buscar las raíces, y el reconocimiento, de la diversidad cultural
en Chihuahua. Para dar cuentas de las políticas multiculturales que se
llevar al cabo. Con la idea de proyectar una visión al futuro, no muy
lejano, con el escenario inmediato del cambio, ya no se trata de vagas
esperanzas, hay muchas posibilidades reales que pueden ayudarnos a
transformar situaciones presentes injustas y desagradables en nuevos
horizontes poblados de múltiples realizaciones.
Nunca resultará ocioso decir que fue el genocidio sistemático la
práctica que caracterizó a la conquista de América por parte de espa-
ñoles, ingleses y franceses. Pero tocó a los españoles, apoyados en el
adoctrinamiento y las armas, definir los primeros límites hacia el norte.
También resulta imposible ignorar cómo el deseo de poseer oro,
poder y riqueza, movieron a los europeos para la conquista de América,
y de muchos otros lados. Una gran parte de las expediciones fueron
____________________________________
*
Publicado en Chihuahua hoy, 2008. UACJ, UACH, Ichicult.

128 128
Ensayos

hechas no solo para explorar y ampliar los límites de un reino, sino


también los límites del mundo mismo. Con ese firme propósito partió
del puerto de Sant Lúcar de Barrameda, el 17 de junio de 1527, el go-
bernador Pánfilo de Narváez, con el poder y el mando de el emperador
Carlos I y V de Alemania. Entre sus hombres se encontraba, como
tesorero y alguacil mayor, Alvar Núñez Cabeza de Vaca. Se dirigían a
conquistar y gobernar las provincias que ubicadas desde el río de las
Palmas hasta el cabo de la Florida.1
Con esto inició una etapa muy importante para dar testimonio al
mundo de la existencia de otras regiones ocupadas por grupos de huma-
nos con un grado de desarrollo de la edad de piedra. Mucho influyeron
los relatos contados por Alvar Nuñez Cabeza de Vaca, después de una
heroica travesía que hizo con tres acompañantes, en esa extraordinaria
caminata que hicieron desde la Florida hasta Culiacán, en 1936; y con
ello alentar, todavía más, la ambición de conocer y adueñarse estas tierras
que tenían grandes riquezas, pero que al mismo tiempo podían ser pasos
para atravesar el continente. Con esta hazaña humana, impulsada por
el afán de conquista, dominio, poder y riqueza; fue el primer ser ajeno
a la cultura americana en cruzar por estas tierras, de lado a lado, y tuvo
la grandísima fortuna de poder contarles a los demás, no solo lo que
había visto, sino las enormes dificultades que había vivido durante los
últimos años. En ellos encontramos algunas descripciones que podrían
corresponder a la situación que prevalecía en aquel entonces por estas
latitudes. Por ejemplo, sus descripciones de los indios pueblo, a los que
suponemos como una de las culturas más desarrolladas de esta región.2
____________________________________
1
Álvar Nuñez Cabeza de Vaca: Naufragios y comentarios, p. 15.
2
Ibídem, pp. 91-92. “Entre estas casas había algunas de ellas que eran de tierra, y las
otras todas son de estera de cañas: y de aquí pasamos, más de cien leguas de tierra,
y siempre hallamos casas de asiento, y mucho mantenimiento de maíz, y frisoles,
y dábannos muchos venados y muchas mantas de algodón, mejores que las de la
Nueva España. Dábannos también muchas cuentas y de unos corales que hay en el
mar del Sur. Muchas turquesas muy buenas que tienen de hacia el norte: y finalmente
dieron aquí todo cuanto tenían, y a mí me dieron cinco esmeraldas hechas puntas
de flechas, y con estas flechas hacen ellos sus areitos y bailes: y pareciéndome a mí
que eran muy buenas, les pregunté que dónde las habían habido, y dijeron que las
traían de unas sierras muy altas que están hacia el norte, y las compraban a trueco
de penachos y plumas de papagayos, y decían que había allí pueblos de mucha gente
y casas muy grandes. Entre estos vimos las mujeres más honestamente tratadas que
a ninguna parte de Indias que hobiésemos visto. Traen unas camisas de algodón,
que llegan hasta las rodillas, y unas medias mangas encima de ellas, de unas faldillas
de cuero de venado sin pelo, que tocan en el suelo, y enjabónanlas con unas raíces

129
Ensayos

Con el transcurso del tiempo las expediciones fueron motivadas


por objetivos muy distintos: por tierra fundar villas españolas y dominar
a los habitantes nativos; por mar, facilitar la navegación a Filipinas y
explotar las pesquerías de perlas.
Ante la presencia de navíos ingleses y franceses, rivales de los
españoles, las autoridades virreinales ordenaron la población de las
tierras españolas del septentrión. Cuando estos desde mediados del
siglo XVI se dieron cuenta de la gran cantidad de metales preciosos y
de productos tropicales que los españoles sacaban del Nuevo Mundo,
utilizaron toda clase de argumentos para competir con la corona es-
pañola por la posesión de las tierras. La piratería que se alimentaba de
los tesoros que se enviaban a la corte de España empezó a proliferar
en las costas americanas.
“Desde 1537, Carlos V buscaba la manera de obligar al rey de
Francia a respetar, por medio de tratados, la exclusividad del dominio
español y portugués en las Indias”.3 En Vaucelles, en 1556, Francia y
España firmaron un compromiso de tregua en el que se incluyó un
artículo por acuerdo del cual los franceses no podían navegar, contratar
o negociar en las Indias sin el expreso conocimiento y permiso del rey
de España, sin embargo fue una negociación rota muy pronto.4 Pero los
franceses, contra toda oposición diplomática y persecución española, no
perdían ocasión de explorar las costas atlánticas comerciando con los
indios, principalmente con pieles y perlas, y arrimándose a los lugares
en donde podían apoderarse de las riquezas españolas.5
Después de la segunda mitad del siglo XVII, el paso de los ingleses
a las Indias empezó, como el de los franceses, por ataques a los puertos
indianos y a los navíos de las flotas de Indias. Reconocieron las costas
americanas y comerciaron con los indios; siguieron llegando, a lo largo
del siglo XVII, otros grupos que fundaron nuevas colonias más al norte.
Se inició la penetración inglesa al interior y surgieron los conflictos por
la posesión de la tierra entre los primeros dueños españoles, los trafican-
tes franceses y los colonos ingleses.6 “Conforme se fueron explorando
____________________________________
que alimpian mucho y ansí las tienen muy bien tratadas, son abiertas por delante y
cerradas con unas correas; andan calzados con zapatos”.
3
María del Carmen Velázquez: “El septentrión novohispano”, p. 45. En Visión histórica
de la frontera, t. I. Coordinador David Piñera Ramírez.
4
Ídem.
5
Ídem.
6
Ídem.

130
Ensayos

territorios de indios de guerra y se fundaron presidios y misiones, se


fueron precisando los contornos de varias provincias. A principios del
siglo XVIII empezaban a quedar dibujadas Sonora y Sinaloa, Coahuila
y Texas”.7 Las décadas siguientes la ocuparon los militares españoles
en hacer la guerra, aliados con los primeros colonizadores, contra los
indios de la frontera.
“La expansión de la frontera norte de la Nueva España, en la última
mitad del siglo XVIII, fue resultado de un renacimiento económico en
la península bajo los borbones, de una reorganización administrativa
colonial muy encomiable y de haber logrado mantener España un
equilibrio militar con sus rivales tradicionales: Inglaterra y Francia. Se
percibió un brote de energía en la Nueva España, que permitió ex-
tender la marca septentrional hasta muy arriba y lo más admirable es
que el empuje pudo realizarse no obstante la tremenda, determinada
y hostil resistencia de los indios bárbaros”.8 Es cuando el dominio
español se extendió hasta Canadá y los Grandes lagos por un lado, y
los Appalaches, el Río Ohio y la Costa de Georgia por el otro extremo.
Hasta colindar con las primitivas trece colonias norteamericanas y las
circundaba prácticamente por el poniente y por el sur.9 Apoyados en
el sistema de presidios, tropas de caballería mal pagadas que debían
patrullar constantemente y destruir al enemigo, participar en las
campañas generales, reparar las fortificaciones y el equipo, vigilar los
caminos, servir de mensajeros. Fueron los soldados de cuera quienes
lograron la consolidación del avance, y el ejército fronterizo de las
provincias internas, para lo cual su atrevimiento carecía de límite.10 El
presidio era un modesto fuerte establecido en territorio indio hostil,
al norte de México, sistema muy posiblemente tomado de los árabes
ocupantes de España o tal vez de los romanos.11 Lo cierto es que su
____________________________________
7
Ibídem, p. 54.
8
César Sepúlveda: Tres ensayos sobre la frontera septentrional de la Nueva España, p. 14.
9
Ídem.
10
Ídem. “Se llamaban “soldados de cuera”, eran tropas de caballería, porque portaban
una prenda singular, la “cuera”, prescrita por los Reglamentos de 1729 y que se
empleó absurdamente, como parte del equipo, por más de 50 años. Era un jubón
largo, una especie de túnica sin mangas, hasta las rodillas, que debería tener siete
capas de gamuza, lo que impedía la penetración de las flechas. Cuando escaseaba
la gamuza se empleaban capas de algodón acolchado, Era al mismo tiempo escudo
defensivo, lecho, abrigo y uniforme. Mas constituía un voluminoso y cálido estorbo”.
11
“Los romanos llamaban limitanei a los habitantes del limes. Constituían el sector fron-
terizo del ejército que acampaba en el limes del territorio imperial, afincado en dicho

131
Ensayos

establecimiento prosperó en la última mitad del siglo XVII, y se afian-


zaron en el XVIII, especialmente en la provincia más azotadas por la
agresividad de las tribus, la Nueva Vizcaya. Aunque nunca rebasaron
los 24, bastante pocos si se tiene en cuenta la extensión del territorio.
“Los presidios, junto con las fortificaciones y defensas de California y
Florida, y la unión de las misiones, los pueblos y los ranchos, forma-
ban un perímetro defensivo aceptable del territorio”.12 A lo anterior
se sumaban los esfuerzos de los misioneros por fortalecer el avance
hispano en las tierras áridas del norte, estos eran tan avezados como
los soldados, eran pacificadores, diplomáticos, exploradores, etnólogos,
historiadores y civilizadores. Destacando la labor de los jesuitas, hasta
su expulsión en 1768. La misión constituía la unidad agrícola y servía
de asiento a la población. Es sabido que los predicadores exploraban
y promovían la ocupación de territorios, defendían la línea divisoria,
enseñaban el idioma español, disciplinaban a los nativos y les inculcaban
el conocimiento de artes y oficios rudimentarios, y cuando era posible
el arte del autogobierno.13 Todo ello contribuyó a establecer de acuerdo
a la época, la frontera, no como una línea demarcatoria precisa sino una
ancha franja elástica donde se ejercía un dominio exclusivo y soberanía
con respecto a otros estados.
En el último tercio del siglo XVIII España había asegurado una
tenue frontera en forma de dos medias lunas, una desde el presidio de
Los Adaes, en el Río Romo de Tejas, pasando por Nacogdoches, San
Antonio Béjar, San Fernando de Coahuila, El Paso, y subiendo por
Robledo hasta Taos y Santa Fe de Nuevo México, y la otra bajando
otra vez a Tucson y de ahí hacía San Francisco, y con penetraciones
comerciales en los huecos de esas medias lunas hasta darle forma a
un perímetro que llegaba hasta el Canadá.14 Si bien era una frontera
irregular, penetrable por indios belicosos y por los atrevidos franceses
____________________________________
espacio y dedicándose a la vez a defenderlo con las armas y a cultivarlo. En virtud
de este doble trabajo militar y agricultor el limes poseía plena consistencia territorial,
definiendo el imperio como un gigantesco cercado que esa franja habitada y cultivada
delimitaba, siempre de modo precario y cambiante. Más allá de esa circunscripción
se hallaba la eterna amenaza de los extranjeros o extraños o bárbaros. Estos, a su
vez, se sentían atraídos por esa franja habitable y cultivable que les abría el posible
acceso a la condición cívica o civilizada, del habitante del imperio”. Véase Robert
Fossier, La Edad Media (350-950), primer tomo. Citado por Eugenio Trías, en Lógica
del límite, p. 15.
12
Sepúlveda: obra citada, p. 17.
13
Ídem.
14
Ibídem, p. 20.

132
Ensayos

e ingleses, como un cedazo, pero frontera, en la que todo transgresor


que fuera sorprendido recibía su castigo correspondiente.
Una buena parte de las decisiones políticas relacionadas con los
límites fronterizos se dieron en el marco de las negociaciones políticas,
y en esta historia se menciona con particular énfasis las realizadas por
don Luis de Onís, desde su llegada a Filadelfia en l809, aunque solo fue
aceptado oficialmente en 1815, hasta la firma del Tratado de Amistad,
Arreglo de Diferencias y Límites entere su Majestad Católica y los
Estados Unidos de América, llamado también Tratado Adams-Onís,
el 22 de febrero de 1819.15 Un año durante el cual el dominio español
en el septentrión se había reducido visiblemente, con una defensa que
se dificultaba cada vez más. Todavía España quiso hacer lo que los
romanos, en lo que le quedaba de territorio, poblar con extranjeros, a
manera de barra protectora, medida que no prosperó. Eran tiempos
en los que la frontera se encontraba amagada en serio, era una época
de gran confusión y caos en la línea divisoria. En este contexto las
negociaciones de Onís se consideran afortunadas.
La conclusión del tratado y su ratificación fue el último acto di-
plomático de España para conservar sus dominios del septentrión
novohispano, que nada sirvió para contener la expansión angloame-
ricana e inglesa en la frontera septentrional. El gobierno de la Nueva
España dejó de ser parte de península en 1821; la colonia heredaba el
problema de la penetración y expansión angloamericana e inglesa en
la frontera septentrional. Al año siguiente Estados Unidos reconoce
su independencia. Por lo que tocó entonces a la República Mexicana
negociar para establecer las fronteras con su vecino por medio de otro
tratado, iniciando ambos negociaciones en 1825. Al respecto en 1828 se
elaboraron dos tratados, uno de límites y otro de comercio, pero solo
el de comercio y navegación fue aprobado. Por lo que, los límites entre
estadounidenses y mexicanos existían solo en el papel.16
Dicho por Rodolfo Stavenhagen, en general la Nueva España, en
tanto apéndice del imperio español, careció de los elementos necesa-
rios para constituir una nación moderna, salvo en lo que se refiere a la
unidad cultural de sus clases gobernantes y al legado virreinal de una
infraestructura administrativa. Sin embargo, las fuerzas centrífugas co-
menzaron a hacerse sentir poco después de la Independencia. La falta
de comunicaciones y de integración económica, las ambiciones políticas
____________________________________
15
Sobresale entre los acuerdos el artículo II y p. 72-73. Sepúlveda.
16
María del Carmen Velázquez: obra citada, p. 73.

133
Ensayos

de caudillos militares con bases regionales, los particulares intereses


económicos de diversas clases sociales dominantes que rivalizaban
por el poder, el cambiante papel de la Iglesia en sus relaciones con el
Estado; todo esto contribuyó a la generación de varios conflictos y a la
persistente inestabilidad política durante más de medio siglo.

“Esta inestabilidad afectó la colonización. En esta década (1820-1830),


obligado el gobierno a mantener contingentes numerosos en el centro,
las fronteras se desmilitarizaron y por consiguiente quedaron abiertas,
cosa que fue oportunamente aprovechada por tres elementos: comer-
ciantes, especuladores de tierras y cazadores de castores y nutrias”.17
“En 1821 un grupo de filibusteros de los Estados Unidos, comandado
por James Long, había tomado posesión de Goliat, Texas, antes de que
las tropas mexicanas los capturaran. Según el punto de vista norteame-
ricano la frontera no estaba definida porque no había sido ratificada
entre México independiente y Estados Unidos, aduciendo esto sin
tener en cuenta el tratado entre España y Estados Unidos de 1819. La
independencia de México claramente no anulaba dicho tratado, pero
siempre prontos para tomar ventaja de alguna apertura, sacaron a relucir
dicho argumento y para apoyarlo se inició una inmigración ilegal”.18 En
1824, ya depuesto Iturbide, se promulgó una nueva ley de colonización
que permitía a los extranjeros, incluyendo angloamericanos, colonizar
el territorio nacional, siendo una de las estipulaciones protectoras que
no deberían de obtener tierras en una margen de veinte lenguas vecinas
a fronteras extranjeras, ni a diez de las costas. En 1828 se requería que
adoptaran la ciudadanía mexicana los que vivieran en el país por más
de dos años. México buscaba mexicanizar a sus colonos y legalizarlos
con la intención de poderlos asimilar, pero esto rara vez ocurrió”.19 Las
luchas internas en México que se extenderían por cincuenta años más,
contribuyeron con mucho a debilitar la frontera. En esa década se vio
en la necesidad de suprimir los puestos públicos y ya Baja California
se encontraba prácticamente abandonada.
Para entonces la tenencia de las tierras en toda la frontera se había
convertido en un embrollo, imposible de organizar para los mexica-
____________________________________
17
María Eugenia Bonifaz de Novelo: “La insurgencia y las primeras décadas de vida
independiente”. 1810-1846, p. 83.
18
Ídem.
19
Ídem.

134
Ensayos

nos, hasta ese momento legítimos dueños del suelo, lo que propició
despojos crueles e injustos. Mantener la frontera bajo esta situación
era algo más que difícil, por la decadencia de las misiones y presidios,
baluartes de la avanzada de los colonos, debida a la falta de recursos
económicos provocada por la Guerra de Independencia, y por las
consecuencias derivadas de políticas adversas a las misiones, por parte
de los gobiernos radicales. El número de sacerdotes disminuyó consi-
derablemente, pues muchos de ellos eran españoles, fueron expulsados
en los años de 1827 y 1829. Por consecuencia, las misiones murieron
poco a poco, sus tierras fueron abandonadas o repartidas, ocasionando
todavía más problemas. Y aún queda por agregar la hostilidad de las
tribus indígenas, que sin la presencia de los sacerdotes se perdió cierta
figura de autoridad paternal y controladora, lo que hizo que recobraran
su bravura, se insubordinaron, hasta declararse en abierta rebeldía. Sin
presidios y fortificaciones la amenaza de comanches que atacaban por
el este, lo que era Texas, Nuevo México, Nuevo León y Coahuila; más
los apaches que atacaban por el oeste y el centro, arrasando Sonora,
Arizona, Nuevo México y Chihuahua y Durango, se convirtieron por
varias décadas en un verdadero azote para la seguridad.20
Mientras tanto los comerciantes fronterizos angloamericanos, muy
astutos, hacían su negocio vendiendo armas a los indios y comprando
lo robado, caballada, principalmente. Interesaba mucho el comercio
de las armas, pero también el de las pieles de castor. Los territorios
fronterizos mexicanos, alejados del comercio interior, recibían bienes
manufacturados de Estados Unidos, de Inglaterra y de Francia, pero se
veían obligados a malbaratar sus productos. Nuevo México, sin puertos,
dependía del comercio hacia el norte por la ruta que partía de Santa
Fe a San Luis Miussouri. Los angloamericanos traían mercancías y se
llevaban pesos de plata que circulaban en Nuevo México. Así fue como
el norte empezó a depender más de Estados Unidos que del centro del
país en la adquisición de bienes manufacturados y en cuestiones comer-
ciales, pues los productos, aunque caros, estaban a la mano, y sin tener
que pagar costos adicionales por concepto de alcabalas que también
encarecían al producto mexicano, o al producto extranjero introduci-
do por México, costumbre que existía desde el régimen colonial. Los
cazadores y vendedores de pieles, fueron el factor más significativo de
penetración norteamericana en territorio mexicano en la década de los
____________________________________
20
Ibídem, pp. 85-86.

135
Ensayos

treinta, guiados por indígenas que conocían bien el terreno y a quienes


armaban, se infiltraban desde Missouri, Kansas y Luisiana, para atrave-
sar por el norte hasta llegar a California. “El contrabando floreció; dos
tercios de las importaciones entraban ilegalmente al país sin que los
aduaneros pudieran controlar las costas ni el extenso territorio; mucho
menos podían controlar la caza del castor que había sido prohibido.21
Al rebelarse Tejas en contra del absolutismo que Santa Anna ha-
bía adoptado, se separó de Coahuila, declarando lealtad hacia México
siempre y cuando el país retornara al federalismo instituido bajo la
Constitución de 1824, la cual aseveró reconocer. Este fue un preámbulo
para ganar tiempo y buscar el apoyo de Estados Unidos, en sus intentos
de independizarse de México. Como este auxilio resultó incierto debi-
do a las tensiones entre los políticos de ambos países, las hostilidades
armadas aparecieron, para culminar con separación formal de Texas
el 3 de marzo de 1836 y con la derrota de Santa Anna en San Jacinto,
en el mismo año. Apresado Santa Anna, firmó los tratados de Velasco,
por medio de los cuales México reconocía la independencia de Texas y
como frontera el río Bravo. La independencia de Texas fue reconocida
por Estados Unidos en marzo de 1837. Y su anexión fue aprobada por
el Congreso norteamericano el 28 de febrero de 1845.22
La guerra entre México y los Estados Unidos comenzó en mayo
de 1846. Sabemos que la causa principal fue el deseo norteamericano
de apoderarse del territorio que actualmente forma el sudoeste de los
Estados Unidos. Texas había declarado su independencia de México en
1836 y en 1845 la habían anexado los Estados Unidos. Lo que constituía
en aquellos momentos el gobierno mexicano aún no tenía la apariencia
de algo que pudiera ser reconocible como un estado, sus vínculos inter-
nos eran frágiles, parecía que en cualquier momento podía desgajarse
cualquiera de sus partes: fue invadido y vapuleado. Después de invadir
el territorio mexicano, y de tomadas varias plazas del septentrión por el
ejército norteamericano, se firmó en 1848, un Tratado de paz, amistad,
límites y arreglo definitivo entre la República Mexicana y los Estados
Unidos de América, en el cual se definía una nueva frontera: “La línea
divisoria entre las dos Repúblicas comenzará en el golfo de México,
tres leguas fuera por tierra frente á la desembocadura del Río-Grande,
llamando por otro nombre río Bravo del Norte, ó del mas profundo
de sus brazos: si en la desembocadura tuviere varios brazos correra
____________________________________
21
Ibídem, p. 87.
22
Ibídem, pp. 90-93.

136
Ensayos

por mitad de dicho rio, siguiendo el canal mas profundo donde tenga
mas de un canal, hasta el punto en que dicho rio corta el lindero me-
ridional de Nuevo-México: continuará luego ácia Occidente por todo
este lindero meridional (que corre al Norte del pueblo llamado Paso)
hasta su término por el lado de Occidente; desde allí, subirá la línea
divisoria ácia el Norte por el lindero de occidental de Nuevo-México,
hasta donde este lindero esté cortado por el primer brazo del rio Gila:
(y si no está cortado por ningun brazo del rio Gila: entónces hasta el
punto del mismo lindero occidental mas cercano al tal brazo, y de allí
en una línea recta al mismo brazo, continuará despues por mitad de
este brazo;) y del rio Gila hasta su confluencia con el rio Colorado; y
desde la confluencia de ambos rios la línea divisoria, cortando el Co-
lorado, seguirá el límite que separa la Alta de la Baja California hasta el
mar Pacífico”. Y los límites fronterizos quedaron muy parecidos a los
actuales, salvo por los cambios ocurridos en 1853, en los que se volvió
a perder otra parte, aunque mucho más pequeña, del territorio nacional.

Es muy importante que intentemos precisar ciertos conceptos como


el de “grupo étnico”. Con el término me refiero a los grupos que ya
existían antes de la llegada de los europeos, que habitan o habitaban
un territorio más o menos definido, tienen su propia lengua, su propia
estructura organizativa, sus creencias particulares; los distingue su forma
de vida, los valores especiales que hacen de su sociedad una cultura
muy distinta a la mestiza u occidental. Comparten una misma forma
de vestir, un mismo color de piel, los mismos hábitos alimenticios, una
misma forma de relacionarse con la naturaleza. Y también participan
de las consecuencias fatídicas de su relación con los blancos. La gran
mayoría de estos grupos han sido extintos, pero en general, de los que
han logrado sobrevivir, todos ellos viven en una situación humana
bastante precaria, en relación con el confort que la tecnología básica
ofrece, como energía eléctrica, drenaje, servicios médico, por ejemplo,
la hambruna es una realidad que los enfrenta cotidianamente con la
muerte.23 Se conservan como sociedades distintas con respecto a la
cultura mayoritaria, pero conservan ciertas formas de autonomía o auto-
____________________________________
23
La supervivencia de los distintos grupos se relaciona con su grado de pacifismo
o belicosidad, sobreviviendo las más pacíficas, como las tarahumaras, aunque hay
documentadas varias rebeliones armadas en contra de aquellos que se establecieron
en sus tierras. Véase, Las rebeliones en la sierra tarahumara de Neumman.

137
Ensayos

gobierno, aunque su cultura carece de formas de resistencia a la cultura


mayoritaria, ante la cual es cada vez más vulnerable. Su desplazamiento
migratorio se dirige casi en su totalidad hacia las principales ciudades
de Chihuahua. Actualmente solamente sobreviven los tarahumares,
pimas, tepehuanes y huarijíos.
Pero, este concepto de grupo étnico que intentamos precisar, es
relativo, porque adquiere un sentido distinto cuando se usa al otro lado
de la frontera, el mestizo o blanco que en México constituye una ma-
yoría, al pasar a Estados Unidos se convierte en miembro de un grupo
étnico, el de los hispanos. Para insertarse en otra política multicultural,
en la que va a ocupar un estatus inferior al que tiene en México.
Por “minoría nacional” me refiero a todos aquellos grupos pobla-
cionales, pero de origen extranjero que se han incorporado a nuestra
cultura y ocupan un mismo espacio geográfico definido. Una de sus
características distintivas es su “deseo de seguir siendo sociedades dis-
tintas respecto de la cultura mayoritaria de la que ahora forman parte;
exigen, por tanto, diversas formas de autonomía o autogobierno para
asegurar su superviviencia como sociedades distintas”.24 Y que ya han
adquirido el derecho de nacionalidad mexicana. En Chihuahua, estas
minorías sí ocupan espacios bien delimitados, se trata de los mormo-
nes y los menones. Cada grupo con una procedencia propia, con una
tradición religiosa especial que marca de manera muy clara su forma
de vida. Aunque hay otro termino que parcialmente los define, el de
colonia, bajo ese régimen legal se les ha permitido su asentamiento. Y
mantienen siempre una plena disposición a emigrar, a otros países, si
las condiciones les son adversas. Su objetivo, como el de los grupos
étnicos, no es de convertirse en una nación separada y autogobernada
paralela a la sociedad de la que forman parte, sino modificar las ins-
tituciones y las leyes de dicha sociedad para que sea más permeable a
las diferencias culturales.25
Los migrantes, son todos aquellos grupos e individuos que tras-
pasan las distintas fronteras en busca de mejores horizontes de vida,
que llegan y se adaptan a las circunstancias económicas, políticas y
culturales. Aunque que de antemano sus intenciones, no son las de
____________________________________
24
Will Kymlicka: Ciudadanía multicultural, p. 25.
25
Las definiciones que Kymlicka hace de estos términos en algunos sentidos es
insuficiente para nosotros, por las características particulares de nuestra dinámica
cultural, y también por ignorar el uso relativo de cada uno de los conceptos, según
al uso que se le da, de acuerdo al lado de la frontera en que se encuentre.

138
Ensayos

arraigarse del todo, como puede buscar una sola temporada de trabajo,
o simplemente intenta resolver problemas económicos inmediatos, que
una vez resueltos regresará a su tierra. En nuestra frontera son nuestros
paisanos mestizos quienes hacen la mayoría de los migrantes. Todos
también saben que no siempre pueden quedarse, aunque este sea su
propósito, los ligan tierras, propiedades, su familia, sus creencias, su
cultura; y están en un territorio que saben ajeno y en el que existe una
ley para la cual su estancia es ilegal, que en cuanto los atrapen serán
deportados.
Pero si se les presenta la oportunidad de radicarse indefinidamente,
no la dejará ir, porque saben que el hecho de ser residentes o ciudadanos
legales en E.U. les brinda una gran cantidad de prerrogativas que no
tienen en México, aunque deban adaptarse a una cultura laboral de más
alto rendimiento y disciplina, a sabiendas de que será un ciudadano sin
ningún reconocimiento, hacen todo por adaptarse a un medio que les
brinda, además, la oportunidad de reproducir parcialmente su cultura
original, por la vía del comercio y de la mercadotecnia, haciéndolos
consumidores activos y felices.26 Pero nunca reclaman una nueva pa-
tria o algo que se le parezca. Y hacen todos los esfuerzos posibles por
aprender el inglés, pues saben que el éxito de su empresa lo obtendrán
en la medida que aumenten su dominio de este idioma Y aprenden a
ser muy respetuosos de las leyes que regulan las relaciones sociales en
su nueva patria. Y entienden que ahora son reconocidos como miem-
bros de una minoría.

Hay otros dos conceptos que son importantes esclarecer un poco más
aquí: el de estado y el de nación. Y para esta labor las ideas de Ernest
Gellner son muy oportunas. De entrada para él, el nacionalismo es un
principio político que sostiene que debe haber congruencia entre la
unidad nacional y la política. “Sentimiento nacionalista es el estado de
enojo que suscita la violación del principio o el de satisfacción. Movi-
miento nacionalista es aquel que obra impulsado por un sentimiento de
este tipo”.27 “El principio nacionalista puede ser violado de múltiples
____________________________________
26
Las políticas multiculturales de los Estados Unidos realizadas en en las décadas de
1960 y 1970, orientadas a cumplir un angloconformismo, fracasaron en muchos
sentidos. Las tiendas para mexicanos, la presencia de marcas y productos mexicanos
en el mercado, constituyen parte de una nueva ortientación, más plural y tolerante.
27
Ernest Gellner: Naciones y Nacionalismo, p. 13.

139
Ensayos

maneras. Puede ocurrir que los límites políticos de un estado no incluyan


a todos los miembros de lo que es la nación, o puede que sí lo hagan,
pero incluyendo asimismo gente ajena a ella; o puede que se den ambas
situaciones: que no todos los miembros de la nación formen parte de ese
estado y que este incluya gente no perteneciente a esa nacionalidad”.28
“Para los nacionalistas constituye un desafuero político completamente
inadmisible el que los dirigentes de la unidad política pertenezcan a una
nación diferente de la de la mayoría de los gobiernos...”29 “El nacio-
nalismo es una teoría de la legitimidad política que prescribe que los
límites étnicos no deben contraponerse a los políticos, y especialmente
«posibilidad ya formalmente excluida por el principio en su formulación
general» que no deben distinguir a los detentores del poder del resto
dentro de un estado dado”.30 Pero, cualquier cálculo sensato arrojará
un número de aquellas naciones en potencia, muchísimo mayor que el
de estado factibles que pudiera haber, por lo que no todos los naciona-
lismos pueden verse realizados en todos los casos y al mismo tiempo.31
“De ello se sigue que en tales casos una unidad política territorial solo
puede llegar a ser étnicamente homogénea, bien exterminando, bien
expulsando, bien asimilando, a todos los no nacionales”.32 “Tal como
se ha definido, el principio nacionalista no resulta violado por la pre-
sencia de grupos poco numerosos de residentes foráneos, ni tampoco,
siquiera, por la de algún que otro de estos foráneos en, pongamos, una
familia dirigente nacional”. “No hay ningún porcentaje estatuido por
debajo del cual el extraño sea tolerado de forma pacífica”.33 “Y solo
puede hacer uso de la violencia la autoridad política central y aquellos
en quien delega este derecho. De entre las varias formas autorizadas
de mantener el orden, la última «la fuerza» solo puede ser utilizada
dentro de la sociedad por un agente especial, claramente identificado,
fuertemente centralizado y disciplinado. Ese agente o conjunto de
agentes es el estado”.34 “El estado constituye una elaboración importante
y altamente distintiva de la división social del trabajo. Donde no hay
división del trabajo ni siquiera puede empezarse a hablar de estado”.35
____________________________________
28
Ídem.
29
Ibídem, pp. 13-14.
30
Ibídem, p. 14.
31
Ibídem, p. 15.
32
Ídem.
33
Ídem.
34
Ibídem, p. 16.
35
Ídem.

140
Ensayos

“...El estado es la especialización y concentración del mantenimiento


del orden. El estado es aquella institución o conjunto de instituciones
especialmente relacionadas con la conservación del orden. El estado
existe allí donde agentes especializados en esa conservación, como la
policía y los tribunales, se han separado del resto de la vida social. Ellos
son el estado...Si no hay estado, nadie, evidentemente puede plantearse
si sus fronteras concuerdan o no con los lindes de las naciones. Si no
hay dirigentes, no habiendo estado, nadie puede plantearse si perte-
necen o no a la misma nación que los dirigidos. Por regla general, los
nacionalistas han tronado contra la distribución del poder político y la
naturaleza de las fronteras políticas, pero raramente se han quejado, si
es que alguna vez han tenido ocasión, de la ausencia de estado y fron-
teras”.36 “Nuestra definición de nacionalismo no sólo está supeditada
a una definición previa y asumida del estado: parece, asimismo, que el
nacionalismo sólo emerge en situaciones en las que la existencia del
estado se da ya por supuesta. Condición necesaria pero no suficiente
en absoluto, del nacionalismo es la existencia de unidades políticamente
centralizadas y de un entorno político-moral en que tales unidades se
dan por sentadas y se consideren norma”.37
Gellener distingue tres etapas básicas a lo largo de toda la historia:
la preagraria, la agraria y la industrial. “Los grupos de cazadores-reco-
lectores eran y son demasiado pequeños como para permitir el tipo
de división política del trabajo que constituye el estado; por ello, en su
interior no se plante realmente la cuestión del estado, de una institución
especializada, y estable que mantenga la sociedad en orden”.38
“Tener una nacionalidad no es un atributo inherente al ser humano,
pero hoy en día ha llegado a parecerlo... De hecho, las naciones, al igual
que los estados, son una contingencia, no una necesidad universal...
Naciones y estado no son una misma contingencia. El nacionalismo
sostiene que están hechos el uno para el otro, que el uno sin el otro
son algo incompleto y trágico”.39 Pero hay estados que han emergido
sin ayuda de la nación. Y naciones que han nacido sin las ventajas de
tener un estado propio.
Gellener nos ofrece dos definiciones provisionales, e insuficientes,
acerca de lo qué es o podría ser una nación: “1. Dos hombres son de
____________________________________
36
Ibídem, pp. 16-17.
37
Ibídem, p. 17.
38
Ibídem, pp. 17-18.
39
Ibídem, p. 18.

141
Ensayos

la misma nación si y sólo sí comparten la misma cultura, entendiendo


por cultura un sistema de ideas y signos, de asociaciones y de pautas de
conducta y comunicación. 2. Dos hombres son de la misma nación si y
sólo si se reconocen como pertenecientes a la misma nación..., las naciones
hacen al hombre; las naciones son los constructos de las convicciones,
fidelidades y solidaridades de los hombres. Una simple categoría de
individuos (por ejemplo, los ocupantes de un territorio determinado o
los hablantes de un lenguaje dado) llegan a ser una nación cuando los
miembros de la categoría se reconocen mutua y firmemente ciertos
deberes y derechos en virtud de su común calidad de miembros. Es
ese reconocimiento del prójimo como individuo de su clase lo que los
convierte en nación, y no los demás atributos comunes, cualesquiera
que puedan ser, que distinguen a esa categoría de los no miembros de
ella”.40 Una definición cultural, la otra, voluntarista; pero, ninguna de
las dos es suficiente, a decir del mismo Gellner.
En cuanto a la sociedad agraria “las preocupaciones del estado no
van mucho más allá de recaudar impuestos y mantener la paz, y no tiene
ningún interés en promover la comunicación entre las comunidades
verticales que le están subordinadas”.41 “Pero tal vez el hecho capital,
el más importante de la sociedad agraria alfabetizada sea el siguiente:
en ella casi todo se opone a la definición de las unidades políticas en
función de las fronteras culturales”.42 “Los factores que determinan
las fronteras políticas son completamente distintos a aquellos que
determinan las culturales”.43 “En muchos casos no está nada claro
cómo asignar a un individuo dado a su ‘acervo cultural’”.44 “Y piensan
en términos de casta, clan o aldea (no de nación), de acuerdo a las cir-
cunstancias”.45 “El estado agrario alfabetizado es una clase de sociedad
que existe desde hace unos cinco mil años, poco más o menos, y que,
a pesar de la diversidad de formas que adopta, posee ciertos rasgos
comunes. La gran mayoría de sus súbditos son productores agrícolas
que viven en comunidades vueltas hacia sí mismas, y están dominadas
por una minoría cuyas atribuciones características fundamentales son
la regulación de la violencia, el mantenimiento del orden y el control
____________________________________
40
Ibídem, p. 20.
41
Ibídem, p. 24.
42
Ibídem, p. 25.
43
Ibídem, p. 27.
44
Ídem.
45
Ídem.

142
Ensayos

del saber oficial de la sociedad, que acaba conservándose por escrito”.46


“Los detentadores del poder están presos en una especie de campo de
fuerza entre las comunidades locales, que en proporción son subna-
cionales, y un estamento o casta horizontal que es más que nacional”.47
En Europa esta sociedad –sostiene Gellner–, el único estrato que se
puede decir de algún modo que tiene una política cultural es la clerecía”.
Los conceptos anteriores nos resultarán muy útiles al momento en
que hagamos referencia a los primeros grupos humanos que poblaron
esta parte del mundo. Pero estas disquisiciones conceptuales aún no
terminan, más adelante, en un mejor momento, habrá que buscar una
aproximación al concepto de multiculturalismo.

El roce de dos límites, unidos por una bisagra, a través de ella pasan
grandes cantidades de, dinero, vehículos, comercio, y de intercambio
cultural. Por este gozne, a diario seis mil indocumentados rompen su
límite cultural, lingüístico, legal, para darle a su vida respuestas más
satisfactorias. Un límite que lleva existiendo más de 150 años, y a lo
largo de esos años hemos presenciado la imposibilidad de cerrarla y
ponerle a límite un candado invulnerable.
Cada una de nuestras ciudades limítrofe tiene su homóloga. Y cada
una se rige por la ley de su correspondiente país. Sus moradores han
hecho del cruce fronterizo una forma de vida, con resultados trágicos
muy frecuentemente. Ambos límites han reconocido sus puntos de
encuentro, su interdependencia. Por estos puntos de contacto han
ingresado la mayor parte de los 31.700 millones de hispanos radicados
en E.U. De los cuales 20.625 millones son mexicanos: 4.546, proceden
de Centro y Sudamérica; 3.039, de Puerto Rico; 1.370, de Cuba; y 2.092,
de otros hispanos.48
Chihuahua contaba en 1995 con una población residente de
2.793,537. Y en cuanto a su expulsión de migrantes esta ha crecido
poco, pero paulatinamente, en los últimos ocho años, sin embargo, se
calcula que no rebasará los 13,500 para el 2000. Se queda debajo de
____________________________________
46
Ibídem, p. 29.
47
Ibídem, p. 31.
48
Margarita Campuzano: “La migración a Estados Unidos”, ella cita como fuente:
datos de la Encuesta Nacional de Demográfica, 1997 y el Anuario Estadístico 1988
del INEGI y Proyecciones de la Población 1996-2000. Los datos que le siguen a
este apartado tienen la misma procedencia.

143
Ensayos

Jalisco con 50,745, Guanajuato con 41,000, Michoacán con 23,070,


y Guerrero con 20, 434. Hay ciudades norteamericanas con grandes
cantidades de mexicanos, y en alguno casos son mayoría, como en El
Paso, que es habitada por 513,342 personas, de las cuales 340,871, son
mexicanas, 66.1% de la población; y en San Antonio representa un
51.6%. En Los Angeles, se aproxima al millón; le sigue San Antonio,
con 483,307, y luego le sigue Chicago, con 348,040 mexicanos. Según
los pronósticos para el 2005, los mexicanos seremos la minoría más
numerosa en los Estados Unidos. Como puede verse una frontera
cerrada herméticamente y blindada ha sido imposible. Además la
presencia de estos paisanos representa para nuestro país el ingreso de
capital extra que suma varios cientos de millones de pesos, para estados
como Michoacán llega a representar el 10% de su PIB, para Zacatecas
y Guerrero el 5%, en cada uno.
Esta zona por su condición geográfica de ser frontera con un
país que cuenta con un desarrollo económico e industrial de primer
nivel, tiene sus propios conflictos generados en esta región; unos son
consecuencia del cruce ilegal, como son las violaciones a los derechos
humanos por las autoridades norteamericana; y el robo, cohecho y
extorsión de las autoridades mexicanas, pero en su entorno también
abunda: el tráfico de armas, de drogas, de seres humanos, de vehículos,
de mercancía ilegal. En una atmósfera de violencia impune. De matices
interminables que se perciben sólo si se relacionan con un determinado
país. La confianza institucional, la honestidad de los servidores públicos,
el racismo, la tolerancia, el respeto a los derechos humanos son valores
en tránsito, manifiestos y perceptibles de distinto modo en cada lado.
La industria bilateral, la agricultura, el tener un río como una línea
que intenta dividir han traído como consecuencia problemas ecológicos
comunes, que acarrear inconvenientes para los pobladores de ambos
países resolubles únicamente si la división de límites pasa a un segundo
plano y se consideran los daños a bebés recién nacidos, lo mismo pasa
en la contaminación de las aguas del Río Grande o Río Bravo, hay res-
ponsabilidades que van más allá de cualquier frontera: el respeto a los
derechos humanos y el cuidado del planta. El trato a los inmigrantes se
ha humanizado, no lo suficiente, pero sin embargo la concientización
al respecto ha avanzado. No así al cuidado de los ecosistemas, por
falta de acuerdos bilaterales muchas especies continuarán en la lista de
las propensas a desaparecer; y una buena parte del Bravo continuará
aumentando sus índices de salinidad contaminando tierras útiles. La
144
Ensayos

frontera es un acuerdo, en este caso impuesto, entre distintas partes


para definir sus alcances territoriales, pero que debe ser trascendido
en asuntos de este tipo.

La sociedad actual se explica por muchos factores, pero los más


importantes se relacionan con el desarrollo del conocimiento como
empresa cultural, la alfabetización y el aprendizaje de un lenguaje más
homogéneo permitió renovar las viejas distinciones religiosas, entre
fieles e infieles, para convertir la escolarización en una de las empresas
más importantes del estado. Podríamos pensar en la modernidad como
la cúspide de una nueva ola en la evolución social de la humanidad.
Iniciada desde principios del siglo XVII. Con la modernidad la ciencia
se constituyó en el centro del desarrollo cultural e industrial. La reli-
gión se convirtió en un conjunto de creencias que pertenecían ahora
a un ámbito más privado que social. De verdades incuestionables, sus
afirmaciones pasaron a ser actos interiores de fe. Del sistema familiar
de enseñanza, se pasó a las universidades, estas se constituyeron en los
nuevos centros del saber. La educación se convirtió en una empresa
cultural laica. Del clan basado en el parentesco se pasó al estado-nación,
con una nueva división del trabajo, redefiniendo no solo la organización
social sino también las dimensiones y alcances del estado y de la nación.
De tal suerte que ahora, “un estado moderno, soporte de una cultura
desarrollada, que pretenda ser viable no puede carecer de cierta entidad
geográfica (a no ser que en realidad esté supeditada a sus vecinos), y
en el globo sólo hay espacio suficiente para un número de estados
limitado”.49 Y como consecuencia “la industrialización engendra una
sociedad móvil y culturalmente homogénea que, como consecuencia,
tiene unas expectativas y aspiraciones igualitarias de las que por regla
general habían carecido las estables, estratificadas, dogmáticas y abso-
lutistas sociedades agrarias anteriores”.50 Continuando con las ideas de
Gellner, este afirma que “la complejidad, interdependencia y movilidad
de la vida orientada hacia la producción, en la cual es necesario transmitir
un número de mensajes complejos, precisos y libres de contexto mayor
que nunca, es lo que origina que la comunicación cobre importancia”.51
____________________________________
49
Gellner: obra citada, pp. 79-80.
50
Ibídem, p. 101.
51
Ídem.

145
Ensayos

Los efectos del mundo industrial poco a poco fueron llegando al


norte mexicano. Primero, como parte de esa desaforada fiebre por el
oro que caracterizó al hombre europeo, que lo llevó, en esta región, al
descubrimiento y explotación de las minas de Santa Bárbara. Y a la so-
breexplotación de los recursos forestales. La presencia del industrialismo
fue más tangible por sus consecuencias negativas que por sus beneficios.
Recientemente la presencia de las empresas trasnacionales, aprovechan-
do la proximidad fronteriza, a través de las empresas maquiladoras
empezó a influir de varias maneras en el desarrollo regional: acentuando
los polos regionales de desarrollo hacia las ciudades más grandes (y con
ello los flujos migratorios); orientando su aparato productivo, no a la
satisfacción de las necesidades locales sino a ofrecer condiciones más
favorables para que esas trasnacionales obtengan de ello ventajas en el
mercado internacional; alterando el modelo tradicional de familia, por
uno supuestamente más liberal pero cuyas consecuencias empiezan a
ser malignas para la sociedad, deserción escolar, delincuencia juvenil
y demás; y creando una economía ficticia que se fundamenta en la
exportación, y el empleo de mano de obra, pero que no establece un
sistema productivo que satisfaga nuestras necesidades.
Y es justo en esta parte del mundo en que dos países comparten, por
razones históricas, sus límites, donde se realiza un intercambio cultural
muy intenso. Este septentrión desolado, alejado del centro político de
México, que también fue testigo de la barbarie española, del sacrificio
sobrehumano de sus predicadores y exploradores; del mestizaje violen-
to, y a finales del siglo XlX, del establecimiento de culturas ajenas a su
tradición anterior. Ofrece, ahora, del Chihuahua contemporáneo una
fisonomía moderna, urbana, secular e industrializada, con una economía
más orientada hacia la producción y el desarrollo tecnológico. Si bien
en un ambiente de tolerancia política y cultural, al igual que en otras
regiones del país, no ha desarrollado, todavía, una política amplia de
reconocimiento cultural.
Hemos sido testigos presenciales de la intenacionalización del
capital de lo que para algunos como Sakaiya significa “el ocaso del
concepto de la nación-estado de fundamento racial”.52 En el cual la
ideología ha prevalecido sobre la raza o la nacionalidad. “En el mundo
de la sociedad del conocimiento –el mundo actual–, es improbable que
la raza constituya el principal principio organizativo de un país. La for-
____________________________________
52
Taichi Sakaiya: Historia del futuro, p. 269.

146
Ensayos

ma predominante de organización política no será la nación-estado de


fundamento racial, sino la zona ideológica difusa que reúne un punto
de vista social común”.53
“Los constantes cambios ocupacionales, reforzados por la relación
de la mayoría de los trabajos con la comunicación y por la manipulación
de significados más que de objetos, propician cuando menos una cierta
igualdad social o disminución de las diferencias sociales y la necesidad de
un medio de comunicación estandarizado, realmente común a todos”.54
“Una sociedad industrial madura requiere que sus miembros puedan
comunicarse y moverse sin dificultades”.55 “En realidad todo gravita en
torno a la naturaleza de la cultura industrial”.56 “Es posible que la tesis de
que todas las sociedades industriales acaban siendo iguales sea cierta,
o que, de todos modos, a la larga acaben siéndolo”.57 Es notorio que
ya existe una cultura de la juventud que es internacional, transideoló-
gica.58 “En la era industrial en realidad sólo acaban sobreviviendo las
culturas desarrolladas. Las culturas populares y las pequeñas tradiciones
lo hacen sólo artificialmente, mantenidas por sociedades dedicadas a
la conservación de la lengua y el folklore. Las culturas desarrolladas
de las sociedades industriales constituyen una variedad especial de las
culturas desarrolladas en general y se parecen más entre sí de lo que lo
hacían las culturas desarrolladas agrarias”.59
Las culturas occidentales se han homogeneizado en muchos aspec-
tos de su vida, y mucho ha influido para que la misma idea de soberanía
haya evolucionado. Para que la Unión Europea se conformara fue
preciso que los países que la integran renunciaran voluntariamente a
una parte de su soberanía, haciendo más borrosos sus límites políticos.

Las ideas que nosotros concebimos acera de los inmigrantes, los grupos
étnicos o las minorías nacionales, depende de un conjunto de creencias y
presupuestos. Por ejemplo, antes de 1960, se esperaba que los inmigran-
tes a los países de Australia, Canadá, y los Estados Unidos (que poseen
____________________________________
53
Ibídem, p. 271.
54
Gellner: obra citada, p. 146.
55
Ibídem, p. 148.
56
Ídem.
57
Ídem.
58
Ibídem, p. 151.
59
Ibídem, p. 151-152.

147
Ensayos

los tres mayores índices per cápita del mundo), abandonasen su herencia
distintiva y se asimilasen totalmente a las pautas culturales existentes, lo
que se conoce como modelo de inmigración de “angloconformidad”.
Y se les negaba la entrada si no se les consideraba asimilables. Pero, a
principios de los setenta, y bajo la presión de los grupos de inmigrantes,
los tres países abandonaron el modelo asimilacionista y adoptaron una
política más tolerante y pluralista que permite, y que ahora estimula
a que los inmigrantes mantengan diversos aspectos de su herencia
étnica: es una conducta que ha dejado de considerarse antipatriótica.60
Hoy la inmigración y la incorporación de minorías nacionales son las
dos fuentes más comunes de diversidad cultural en los estados mo-
dernos. “Estudios de todo el mundo demuestran que la inmigración
es normalmente ventajosa para el país anfitrión. Habitualmente, los
inmigrantes quieren trabajar y son con frecuencia más aplicados que
la población autónoma. Quieren prosperar, y al hacerlo se convierten
en consumidores, creando empleos en lugar de usurparlos. Las propias
diferencias culturales que pueden causar resentimiento u odio tienden
a producir un efecto vigorizador sobre la sociedad en su conjunto”.61
Por lo tanto, debemos reconocer que necesitamos de un nuevo modelo
de integración.
Para diseñar un proyecto de sociedad multicultural es indispensable
saber qué sucede en nuestras zonas de conflicto y de choque cultural.
Hay elementos probatorios que nos dicen que en la actualidad, la
principal causa de conflictos étnicos en el mundo es la lucha de los
pueblos indígenas para proteger sus derechos territoriales, la defensa
de un territorio, región o parcela, significa una lucha permanente no
solo de los grupos étnicos sino también de las minorías nacionales.
¿Cuál es la situación legislativa que norma nuestras diferencias cul-
turales? Un paso muy importante hacia el reconocimiento de nuestras
diferencias consiste en su legislación. En México su llegada aunque muy
tardía pero llego. En 1992 se publicó un decreto que se adicionó a la
Constitución Mexicana, donde por fin se reconoce que:
Artículo 4. La nación mexicana tiene una composición pluricultural
sustentada originalmente en sus pueblos indígenas. La Ley protegerá
y promoverá el desarrollo de sus lenguas, culturas, usos, costumbres,
recursos y formas específicas de organización social, y garantizará
a sus integrantes el efectivo acceso a la jurisdicción del Estado. En
____________________________________
60
Kymlicka: obra citada, p. 31.
61
Anthony Giddens: La tercera vía, p. 160.

148
Ensayos

los juicios y procedimientos agrarios en que aquellos sean parte, se


tomarán en cuenta sus prácticas y costumbres jurídicas en los términos
que establezca la ley.
Pero para obtener un reconocimiento pleno que satisfaga la plu-
ralidad de intereses no basta la legislación constitucional. Es necesario
que esta se traduzca en reglamentos operativos y legislaciones locales
y regionales. Una acción que no ha ocurrido en México, convirtiendo
en letra muerta el decreto constitucional.62 Aunque en la mayoría de las
democracias occidentales los cuerpos legislativos están dominados por
hombres blancos, de clase media que no pertenecen a ningún grupo
étnico, ni a ninguna minoría, mucho menos tienen alguna discapacidad.63
Chihuahua, aparte de las culturas comentadas, tiene otros inmigran-
tes que aunque han abandonado sus culturas, han traído consigo una
parte de ella. Qué hay de la cultura libanesa, de la italiana, la árabe, la
española transportada en el corazón, en el alma y el cerebro de todas
aquellas personas que impulsadas por el azar de la existencia han venido
a dar estos territorios, tan ásperos y difíciles, pero tan gratificantes.
En cuanto a la presencia de otras etnias de la idea de un mosaico
cultural heterogéneo ante el cual el estado mexicano ha mostrado cierta
tolerancia admitiendo su presencia legal, y reconociendo su derecho a
ciertos derechos preferenciales, por lo pronto dos muy importantes:
a organizar su propio sistema educativo y a mantener su idioma. Pero
hasta dónde ha llegado su influencia en la vida cultural de la región.
El sentido de pertenencia, hasta dónde pesa, por qué conservar
vivas las minorías. Los vínculos culturales “normalmente son demasiado
fuertes como para abandonarlos, las personas nacen, y se espera que
lleven una vida plena, dentro de la misma sociedad y cultura (Rawls,
93ª). Abandonar la propia cultura, aunque es posible, se considera más
bien como renunciar a algo a lo que razonablemente se tiene derecho.64
Anthony Giddens expresa algunas ideas que pueden darnos más
claridad al respecto, sostiene que “en la era de la información, el terri-
torio ya no importa tanto a los Estados-nación como en el pasado. El
conocimiento y la capacidad competitiva cuentan más que los recursos
naturales, y por ello la soberanía se ha vuelto confusa o múltiple. La
____________________________________
62
Véase: “La cuestión indígena y la reforma constitucional en México”, RIFP, Nº. 7,
p. 121.
63
Kymlicka, p. 53.
64
Ibídem, p. 125.

149
Ensayos

democracia se está generalizando y hay algo de verdad en la idea de que


las democracias no van a la guerra entre sí. El mundo está infinitamente
más interconectado de lo que nunca lo fuera con anterioridad, incluido
el periodo de finales del siglo XIX”.65
Las fronteras culturales suelen no coincidir con las políticas. Lo
cual nos debe poner a pensar sobre los nuevos cambios que conven-
dría realizar en cuanto a nuevas divisiones políticas. Por ejemplo, “con
la liberalización, España se ha convertido en un país más pluralista
internamente, y más parecido a Francia y Alemania en términos de su
civilización moderna, laica, industrializada, democrática y consumista”.66
El riesgo cultural, es un concepto que deben adoptar las instituciones
públicas del más alto nivel, que debe coexistir en igualdad de condi-
ciones con los otros riesgos, el ecológico, el económico y el político. Y
eso incluye el rediseño de fronteras interiores, replantear el uso que se
haga de las internacionales. Reconceptualizar el concepto de inmigrante
ilegal, así como las prácticas políticas derivadas de ellos. La sociedad en
su conjunto se vería beneficiada si el manejo del riesgo es consensado
e inteligente. La idea de riesgo parece haber adquirido sentido en los
siglos XVI y XVII, y fue acuñada por primera vez por exploradores
occidentales cuando realizaban sus viajes por el mundo. La palabra pa-
rece haber llegado al inglés a través del español o del portugués, donde
se usaba para referirse a navegar en aguas desconocidas, su orientación
semántica era espacial, para pasar después al tiempo, en cuestiones de
inversión. La idea de riesgo supone una sociedad que trata activamente
de romper con su pasado, es otro rasgo fundamental de la civilización
industrial moderna. Y su significado parece tener su raíz en la noción
portuguesa de atreverse.67 Con esto se expresa la necesidad de tomar
medidas audaces para establecer relaciones culturales y políticas acordes
con nuestro tiempo.

Los rasgos más importante de la teorización social dependen de cómo se


introduzca en ella el concepto de persona. El liberalismo ha construido
una teoría en la cual se fundamentó el derecho de todas las personas,
____________________________________
65
Giddens: obra citada, p. 164.
66
Kymlicka: obra citada, p. 127.
67
Anthony Giddens: Un mundo desbocado, pp. 34-48.

150
Ensayos

y la cuestión es si en ella es posible encontrar su derecho de perte-


nencia y de expresión acorde con su cultura particular. En el acuerdo
fundamental por medio del cual las personas convienen con respecto
a sus fines comunes, “cada una tiene que decidir mediante la reflexión
racional lo que constituye su bien, esto es, el sistema de fines que para
él es racional perseguir, del mismo modo, un grupo de personas tiene
que decidir de una vez y para siempre lo que para ellas significará justo o
injusto. La elección que los hombres racionales harían de esta situación
hipotética de igual libertad, suponiendo por ahora que este problema
de elección tiene un solución, determina los principios de la ética”.68
El término “multiculturalismo” abarca formas muy diferentes de
pluralismo cultural, desde la conquista y la colonización de sociedades
que anteriormente gozaban de autogobierno hasta la inmigración vo-
luntaria de individuos y familias”.69
Las conquistas, como todo mundo sabe, se hacían a costa de un
genocidio muy predecible: sin el menor respeto por la vida de los indios.
Mientras, los colonos tomaban posesión de las tierras “descubiertas”
por ellos, ese “descubrimiento” era suficiente para legitimar su posesión
y establecerse en la tierra que más adecuada les resultase para ello. Y
así inició nuestro intercambio cultural por medio de la conquista, del
choque frontal.
Ahora se considera que un país manifestará pluralismo cultural solo
si acepta como inmigrantes a una gran cantidad de individuos y familias
de otras culturas y les permite mantener algunas de sus particularidades
étnicas.70 México, contiene en su interior una gran cantidad de grupos
étnicos, pero ha fallado en sus políticas culturales ante ellos, por una
falta de reconocimiento a su autonomía y capacidad de autogestión,
entre muchos otros factores. Se olvida que “lo mismo en las personas
que en los grupos un reconocimiento humillante o simplemente infe-
rior puede contribuir a deformar la imagen que de una persona o una
colectividad tienen de sí mismas”.71
¿Pero, no es la escisión una amenaza latente del multicultualismo?,
¿no resultará muy arriesgado para un país el fomentar la multinaciona-
lidad, o la polietnicidad, o la diversidad cultural? “Sigue siendo difícil
imaginar que dos culturas extensas, políticamente viables y capaces de
____________________________________
68
John Rawls: Teoría de la justicia, p. 25.
69
Kymlicka: obra citada, p. 25.
70
Ibídem, p. 29.
71
Fernando Salmerón: Diversidad cultural y tolerancia, p. 54.

151
Ensayos

ser interdependientes puedan convivir dentro de un único perímetro


político y confiar en un centro político único que sustente y atienda a
ambas, ya no con exquisita, sino siquiera suficiente, imparcialidad”.72
Puesto que los inmigrantes se desarraigaron a sí mismos con las ex-
pectativas de incorporarse en otra sociedad nacional, y que “raramente
plantean reivindicaciones étnicas concretas del tipo que podemos
encontrar en aquellas naciones donde los grupos étnicos constituyen
entidades más compactas, que mantienen su cultura, y conscientes de
sí mismas”, como “el derecho a emplear su lengua en el gobierno del
Estado, de crear instituciones que reflejan su cultura étnica específica,
o bien el derecho a la secesión”. Con lo anterior se conjura tal peligro,
en nuestro caso no existe. A diferencia del viejo mundo no existen
concentraciones étnicas que reinvidiquen sus derechos nacionales
por haberse establecido en estos territorios antes de que estos for-
masen parte de Canadá, Estados Unidos o México.73 Pero lo que sí
se da en América Latina es una profunda diferencia entre mestizos y
etnias, con desventajas muy serias para los grupos étnicos, problemas
concernientes a cuestiones de política educativa y de concepción de
la democracia. Un fenómeno social que permite apreciar dos fuerzas
sociales encontradas: “la igualitaria, que busca la homogeneidad, y la
de las identidades que se entusiasma con las diferencias”.74 El paulatino
abandono de la homogeneidad cultural nos hace pensar, entonces, ¿en
qué medida debe influir esa relatividad cultural de valores a diseñar
nuestro futuro? “Porque el carácter liberal de una organización no se
funda en su neutralidad frente a los ideales de vida de sus miembros,
sino en su manera de conducirse frente a las minorías y, ante todo, en
su respeto por los derechos fundamentales de todos ellos. Dentro de
esos límites, una comunidad puede buscar formas de autonomía frente
a una sociedad nacional y legislar lo que considere necesario para la
supervivencia de su propia cultura, lo que incluye incorporar a esa
cultura nuevos miembros a través de la educación”.75
El término “multicultural” también puede ser empleado de una
manera más amplia, para abarcar una gama extensa de grupos sociales
no étnicos que, por diversas razones, han sido excluidos o marginados
del núcleo mayoritario de la sociedad. “En Canadá este término alude
____________________________________
72
Gellner: obra citada, p. 154.
73
Kimlicka. Obra citada, p. 38.
74
Fernando Salmerón, obra citada, p. 51.
75
Ibídem, p. 57.

152
Ensayos

característicamente al derecho de los inmigrantes a expresar su identidad


étnica sin temor a prejuicios o a la discriminación; en Europa, muchas
veces se refiere a los poderes compartidos entre las comunidades nacio-
nales; en los Estados Unidos se suele usar para englobar las demandas
de grupos socialmente marginados, que por lo tanto ha de incluir a los
discapacitados, los gays, y las lesbianas, las mujeres, los ancianos, la clase
obrera, los ateos o los comunistas.76 Y aquí lo usamos para expresar
el fomento al intercambio entre las culturas más destacadas: indígena,
mestiza, mormona y menona.
Actualmente y en nuestra frontera la segunda fuente del pluralismo
cultural es la inmigración. Aunque su limitado desarrollo económico
no hace a México un país atractivo para realizar en él los anhelos de
solvencia material a la que todos tenemos derecho. Simplemente cons-
tituye un paso para ingresar a Estados Unidos, el país más rico, y el que
mantiene el mayor índice de inmigración.
Cada grupo inmigrante se desplaza y se comporta de manera parti-
cular, por ejemplo “los inmigrantes mexicanos que trabajan ilegalmente
en los Estados Unidos siempre están a un paso de abandonar el país.
Puesto que no tienen posibilidad de pedir la ciudadanía, tampoco han
tenido el incentivo o el estímulo de integrarse. Por otro lado, no tienen
el acceso a la formación lingüística que se ofrece a los inmigrantes”.77
Lo cierto es que “una teoría que contemple los derechos de las
minorías culturales debe ser compatible con las justas reivindicaciones
de los grupos sociales que se encuentran en situaciones de desventa-
ja”.78 Aunque antes debemos aceptar que se necesita un nuevo modelo
de integración. El verdadero desafío del multiculturalismo consiste en
acomodar las diferencias nacionales y étnicas de una manera estable y
moralmente defendible.79
La representación política de las minorías debe estar presente en
las cámaras, la mayoría de las cámaras están dominadas por los hom-
bres blancos de las mayorías, de clase media que no poseen ninguna
discapacidad. Se considera que un proceso más representativo debería
incluir a miembros de minorías étnicas y raciales, mujeres, pobres y
discapacitados, entre otros. Que puede resolverse con las formas de
representación proporcional, algo que históricamente ha ido asociado
____________________________________
76
Kimlicka, obra citada, p. 35.
77
Ibídem, p. 32.
78
Ibídem, p. 36.
79
Ibídem, p. 46.

153
Ensayos

con la elaboración de candidaturas más abiertas e inclusivas.80 En el


mundo moderno para que una cultura se exprese en la vida social sig-
nifica que debe tener una expresión institucional, en las escuelas, los
medios de comunicación, la economía, el gobierno, etc. Como parte
de este proceso de modernización y con el abandono del anglocon-
formismo “ya no se pretende que los inmigrantes asimilen totalmente
a las normas y costumbres de la cultura dominante, y de hecho se les
anima a que mantengan algunos aspectos de su especificidad étnica”.81
Y todavía más, “el liberalismo permite que la gente elija una concepción
de la vida buena, y le permite reconsiderar esta decisión y adoptar un
nuevo y esperanzador plan de vida mejor”.82 “Desarrollar una teoría
de los derechos de las culturas minoritarias debería ser en buena lógica
una de las tareas fundamentales de cualquier teoría liberal”.83 “Todas las
teorías políticas deben reconocer determinadas formas de diferencias
de grupo y apoyar determinadas comunidades culturales. Esto resulta
inevitable para toda teoría que aborde cuestiones de política lingüística,
festividades públicas, fronteras políticas y normas de inmigración”.84
Para una teoría liberal, las minorías deben ser lo mismo que los grupos
étnicos o los movimientos sociales, al ser formas de diferencia y de
comunidad que pueden y deben acomodarse dentro del conjunto de la
sociedad mediante derechos específicos en función del grupo, pero sin
aceptar que las minorías nacionales han de reconocerse como socieda-
des separadas y autogobernadas al igual que el grueso de la sociedad.85
Y la solución consiste en encontrar los medios institucionales nece-
sarios para el reconocimiento explícito y la representación de los grupos
oprimidos. Con medidas que deben incluir la financiación pública de
la defensa de estos grupos, garantizar la representación de los mismos
en los organismos públicos y el derecho a vetar aquellas políticas que
afecten directamente al grupo.86 Sin excluir nunca de la argumentación
teórica que el derecho del autogobierno es un derecho cuyo ejercicio va
en detrimento de la autoridad del gobierno federal, mas no el derecho
a compartir el ejercicio de dicha autoridad.
____________________________________
80
Ibídem, p. 53.
81
Ibídem, p. 114.
82
Ibídem, p. 117.
83
Ibídem, p. 179.
84
Ibídem, p. 180.
85
Ibídem, pp. 180-181.
86
Ibídem, p. 196.

154
Ensayos

Porque en realidad aún no estamos en condiciones de proclamar


la desaparición del estado, sigue siendo “el encargado de proteger, no
a una fe, sino a una cultura, y de sustentar un sistema de educación
inevitablemente homogéneo y unificador, el único que puede producir
el tipo de personal capaz de cambiar de un trabajo a otro dentro de una
economía en crecimiento y, claro está de realizar trabajos que implican
la manipulación de significados y personas, más que de cosas. Es posible
que para la mayoría de estos hombres los límites de su cultura no sean
los límites del mundo, pero sí que son los de su propia posibilidad de
emplearse y, por lo tanto, de su dignidad”.87 El imperativo nacionalista
de la congruencia de unidad política y cultura seguirá teniendo aplica-
ción. No hay por qué esperar que la era del nacionalismo llegue a su
fin, se puede esperar que la sociedad industrial tardía sea una sociedad
en la que el nacionalismo persista, pero de una forma sorda y menos
virulenta.88 “Las naciones mantienen, y mantendrán durante el futuro
previsible, un considerable poder gubernamental, económico y cultural,
sobre sus ciudadanos y en el ámbito exterior. A menudo, no obstante,
solo serán capaces de ejercer tales poderes en activa colaboración mu-
tua, con sus popias localidades y regiones, y con grupos y asociaciones
trasnacionales”.89
El tiempo presente que vive México, nos hace sentir que podemos
diseñar nuestro futuro, que no hemos perdido del todo el control sobre
nuestro destino. Y por lo tanto, es el momento de revisar ese aparato
que nosotros llamamos estado, reconstruirlo desde sus cimientos es
una misión inmediata. ¿Qué tipo de estado queremos? ¿Uno duro,
eficaz, como un instrumento demoledor habilitado para no admitir
la más mínima excepción a las leyes y normas establecidas, siempre
dispuesto a defender hasta sus últimas consecuencias las decisiones
de la mayoría? Que en la práctica real a la mera hora aparte de su
ineptitud resulta totalmente falso e hipócrita. ¿O uno blando, dotado
de una sabia tolerancia para aceptar con apertura las excepciones que
siempre existen, receptivo también a las necesidades de las minorías?
La opresión, en sus distintas modalidades, tanto en México y Estados
Unidos se extiende a los siguientes grupos: las mujeres, la población
autóctona originaria, los negros, los chicanos, portorriqueños y los
estadounidenses de habla hispana, los asiáticos, los homosexuales, las
____________________________________
87
Gellner: obra citada, p. 144.
88
Ibídem, pp. 156-157.
89
Giddens: La tercera vía, p. 45.

155
Ensayos

lesbianas, la clase obrera, los pobres, los ancianos, y las personas mental
y físicamente discapacitadas. Casi todo el mundo, menos los hombres
blancos heterosexuales, relativamente bien situados, jóvenes y sanos.90
¿Y qué papel juega el individuo dentro del seno colectivo de su cul-
tura? ¿La tolerancia, hasta qué límites puede ser llevada? “Los liberales
han suscrito una noción muy específica de tolerancia, la que implica la
libertad de conciencia individual y no la libertad de culto colectiva. La
tolerancia liberal protege el derecho de los individuos a discrepar de
su grupo, así como el derecho de los grupos a no ser perseguidos por
el Estado”.91 “Por tanto, si queremos defender los derechos civiles de
los individuos tenemos que trascender la necesidad de la tolerancia de
grupo y dar cuenta del valor de dotar a los individuos de la libertad de
formar y revisar sus fines últimos”.92
La teoría liberal hace valer el presupuesto básico en la autonomía
personal, en la convicción interna. Sin embargo, la idea de una ciu-
dadanía diferenciada propuesta por Kymlicka merece toda nuestra
consideración. “En una democracia pluralista, la vida moral colectiva
abandona la unanimidad y se instala en el diálogo. Y el diálogo siempre
presupone la existencia de diferencias, tanto en los juicios morales como
en muchos otros campos de la experiencia”.93 “No hay que tratar a todos
los humanos como iguales, porque no lo son; sólo hay que tratarlos de
modo que, aun siendo diferentes, puedan llegar a tutearse entre sí”.94
Es urgente en un diálogo intercultural, pero hay que avanzar antes en
el diálogo intracultural, en el diálogo de las diferencias y las semejan-
zas que, con infinitas formas y matices, van creando una red muy rica
de relaciones entre todos.95 Como dice Josep-Maria Terricabras: “La
diferencia personaliza, el respeto dignifica, la desigualdad envilece”.96
Es indispensable que se abran los canales de participación, mayori-
taria y minoritaria, que se discutan y analicen los proyectos legislativos.
Y dentro de los nuevos proyectos a revisar están: la excensión de cargas
impositivas a los minusválidos, crear los espacios adecuados para su
desenvolvimiento; acerca de los derechos lingüísticos, dejar en claro
____________________________________
90
Kymliccka, p. 202.
91
Ibídem, p. 218.
92
Ibídem, p. 224.
93
Josep-Maria Terricabras: Atrévete a pensar, p. 183.
94
Ibídem, p. 184.
95
Ibídem, p. 187.
96
Ibídem, p. 188.

156
Ensayos

los usos administrativos o jurídicos de los distintos idiomas, lenguaje


y forma de vida hacen una cosmovisión, que debe interesarnos pero
no constituir un límite al diálogo intercultural; el control de la fron-
tera, para que esta deje de ser una barrera de contención, utilizada
como cerco entre dos horizontes culturales, el de la opulencia y el de
la pobreza, que no solo lastima y ofende, sino que también agrede y
prejuzga la calidad humana a partir del origen geográfico. Por cierto,
para esto último ninguno de los liberales se ha mostrado partidario
de las fronteras abiertas. ¿Será una insuficiencia teórica? ¿O son los
intereses extrateóricos que los manipulan y los hacen ciegos a esta
problemática? El que podamos los ciudadanos ganar más influencia
en la toma de decisiones depende de varios factores. Uno de ellos, el
más importante ahora, es el del consenso. Consensar sobre la política
fronteriza entre las partes involucradas es base fundamental. Tarea
nada fácil que debe iniciarse cuanto antes. Sobre todo ahora que “la
soberanía ya no es una cuestión absoluta, si es que alguna vez lo fue: las
fronteras se están volviendo más borrosas, especialmente en el contexto
de la Unión Europea”.97 Las fronteras actuales están convirtiéndose
en límites debido a sus lazos con otras regiones y a su integración en
agrupaciones trasnacionales de todo tipo, aunque el prototipo hasta
ahora es la Unión Europea, esto está ocurriendo también en otras
partes del mundo.98 “Cosmopolitismo y multiculuralismo se fusionan
en el tema de la inmigración. Una perspectiva cosmopolita es condición
necesaria para una sociedad multicultural en un orden globalizador”.99
Para democratizar la democracia –como sostiene Giddens– debemos
pensar que entre el estado y el mercado está la esfera de la sociedad
civil, que incluye a la familia y otras instituciones no económicas: “La
sociedad civil es el terreno en el que han de desarrollarse las actitudes
democráticas, incluida la tolerancia”.100
Pero no todos participan de los aspectos benévolos del multicultu-
ralismo, para Sartori, el multiculturalismo es un proyecto que propone
una nueva sociedad y diseña su puesta en práctica. Y es al mismo tiempo
un creador de diversidades que, precisamente, fabrica la diversidad,
porque se dedica a hacer visibles las diferencias y a instensificarlas, y
____________________________________
97
Giddens: La tercera vía, p. 44.
98
Ibídem, p. 154.
99
Ibídem, p. 161.
100
Giddens: Un mundo desbocado, p. 91.

157
Ensayos

de ese modo llega incluso a multiplicarlas.101 “...el multiculturalismo


significa el desmembramiento de la comunidad pluralista en subrupos
de comunidades cerradas y homogéneas”.102 Los multiculturalismos
crean un desequilibrio estructural que nos hace pasar de un convivir
en concordia discors a un vivir disociado de “discordia sin concordia”. El
multiculturalismo lleva a Bosnia, a la balcanización; es el intercultura-
lismo el que lleva a Europa.103

, Fornieles Victor: “La cuestión indígena y la reforma constitucional en México”,


RIFP, nº. 7, Madrid, 1996.
, Margarita: “La migración a Estados Unidos”, Letras Libres, nº. 17, México,
2000.
, Ernest: Naciones y nacionalismos, Madrid, Alianza, 1997.
, Anthony: La tercera vía (trad. Pedro Cifuentes Huertas), México, D. F.,
Taurus, 2000.
————: Un mundo desbocado (trad. Pedro Cifuentes), Madrid, Taurus, 2000.
, S. Rulon: La historia mormona (trad. J. V. Graves), Salt Lake City, Bookcraft,
1962.
, S. Carlos: Los exploradores españoles del siglo XVI, Madrid, Espasa-Calpe, 1968.
, Will: Ciudadanía multicultural, Barcelona, Paidós, 1996.
————: “Federalismo, nacionalismo y multiculturalismo”, RIFP, Madrid, nº. 7, 1996.
, Cabeza de Vaca Álvar: Naufragios y comentarios, México, D. F., Espasa Calpe
Mexicana, 1992.
, María Elena: Tarahumara, una antigua sociedad futura, Torreón, México, 1998.
, Ramírez David (coordinador): Visión histórica de la frontera norte de México, t. I,
Mexicali, Universidad Autónoma de Baja California, 1994.
, María Luisa; , R. S.; , María Eugenia: Exploradores en
el septentrión novohispano, México, CNCA, 1995.
, Fernando: Diversidad cultural y tolerancia, México, Paidós-UNAM, 1998.
, Taichi: Historia del futuro, Santiago de Chile, Andrés Bello, 1995.
, César: Tres ensayos sobre la frontera septentrional de la Nueva España, México,
Porrúa, 1977.
, Charles: El multiculturalismo y “la política del reconocimiento”, México, Fondo de
Cultura Económica, 1993.
————: “Identidad y reconocimiento”, RIFP, Madrid, n. 7, 1996.
, Luis: Estado plural, pluralidad de culturas, México, Paidós-UNAM, 1998.

____________________________________
101
Giovanni Sartori: La sociedad multiétnica, p. 123.
102
Ibídem, p. 127.
103
Ibídem, pp. 128-129.

158
Ensayos

William Randolph Hearst; Ciudadano Kane:


y el isomorfismo de la imaginación
cinematográfica de Orson Welles*

P or la comunidad representativa del conocimiento cinematográ-


fico, la cinta Ciudadano Kane, escrita y dirigida por Orson Welles,
rodada en 1941; ha sido reconocida como la mejor película en la historia
universal del cine.
Y, lo más natural es preguntarnos el por qué del asunto, qué es lo
que tiene para haber obtenido tal reconocimiento. Pero, la respuesta no
es tan fácil. Al menos no sin tomar en cuenta muchos otros elementos
importantes para construir una explicación sobre este particular.
Se trata de la ópera prima de un director, Orson Welles. Dotado de
una personalidad impetuosa y segura de sí misma construyó el retrato
vivo del poder, tomado de la persona de William Randolph Hearst:
retrató una biografía del poder. Pero además inauguró nuevas formas
expresivas de la cinematografía. El primero sólo puede ser explicado
a partir del segundo.

La conexión Hearst-Welles se dio, por la idea que tuvo siempre el pri-


mero de haber sido retratado en la cinta, por lo cual intentó comprar
los negativos para destruirlos, y omitió siempre en sus periódicos el
nombre de Welles al referirse a sus películas.1 ¿Y quién era Hearst para
merecer un retrato no autorizado de un infante terrible de 26 años, que
amenazaba con transformar la industria cinematográfica?
William Randolph Hearst nació en 1863, su padre, George Hearst
se hizo millonario como minero y ranchero, prospectó minas en todo
el oeste, desde México hasta Alaska, hasta dar con tres de las minas más
____________________________________
*
Publicado en Solar 67, 2009.
1
John Kobal: Las cien mejores películas, p. 21.

159 159
Ensayos

grandes en la historia de Estados Unidos: la Comstock, Homestake en


Dakota, y Anaconda en Montana. En 1880, el viejo George Hearst,
en ese momento senador de California, aceptó un pequeño periódico
The San Francisco Examiner, aunque su interés en los periódicos era sólo
como negocio. Pero ello permitió el nacimiento de una gran idea en
la mente jóven de Will, estudiante de Harvard, escribió una carta, hoy
célebre, a su padre pidiéndole que le permitiera dirigir el periódico. “I
am convinced that I could run a news paper successfully. Now, if you
should make over to me the Examiner wish enough money to carry
out my schemes –I’ll tell you what I would do!” No obstante que su
padre había esperado que se hiciera cargo de las minas y ranchos, lo
cierto es que para 1887, a los 23 años ya era propietario del Examiner.
Si bien heredó desde muy joven un emporio económico, multiplicado
bajo su administración, probó con dedicación que no era un advenedizo.
Ascendió rápidamente, se rodeó de los mejores periodistas que pudo
encontrar hasta ser llamado “El monarca del periodismo”. Haciendas,
periódicos, castillos, eran parte de un imperio labrado bajo la codicia
más vil, por el amor ciego al dinero y al poder.
En 1895 se mudó a Nueva York y adquirió el New York Journal,
luego The Chicago American y pronto tuvo una cadena de en más de dos
docenas de ciudades americanas. Revolucionó la técnica periodística
con sus métodos sensacionalistas. Pero también utilizó el periodismo
en todos los caminos posibles para influir en los gobiernos, y obtener
todo tipo de ganancias con ello. Dirigió la campaña de prensa contra
España que hizo posible la guerra hispano-norteamericana.
En 1903 se casó con Millicen Willson en Nueva York. Fue dos veces
electo para la Casa de Representantes, y fracasó en 1906 para conseguir
la gobernatura del estado de Nueva York. Sus continuos esfuerzos en las
comunicaciones le redituaron una prosperidad fenomenal. Su primera
mezcla de print-media le permitieron entrar con éxito a la radio difusión
en 1920. En 1925 su red periodística cubría todo Estados Unidos, ejercía
una influencia decisiva en la opinión pública. Estuvo a punto de conse-
guir la cima del poder antes de iniciar el inevitable descenso, vertiginoso
e implacable, ocasionado por la depresión de 1929. No obstante tuvo
fuerzas para continuar la tradición, en 1940 entra a los negocios de la
televisión. Amasó una fortuna incalculable que le permitió lujos casi
impensables, mando construir un castillo en la cima de las montañas
de Santa Lucía, en California, con vista al Océano Pacífico, cientos de
artesanos trabajaron durante 28 años para crear una mansión de 165
160
Ensayos

habitaciones, en una extensión de 127 acres de jardines, terrazas, albercas


y corredores; las habitaciones estaban decoradas con una impresionante
colección de antigüedades españolas e italianas. Su nombre era La cuesta
encantada, hoy conocido como Hearst Castle.
Siempre mantuvo la sustracción de sus haciendas mexicanas de
toda su riqueza natural, manteniendo el modelo hacendario mexicano
más tiempo que nadie, su hacienda de San José Babícora, Chihuahua,
no fue afectada nunca.2 Muere en 1951 en Beverly Hills, California, a
los 88 años de edad, heredando toda su fortuna a sus cinco hijos. El
gobierno mexicano le compró a sus herederos la hacienda para repartirla
en 1954, y dar respuesta satisfactoria a un movimiento agrario iniciado
desde la década de los treinta.
Hearst fue el más grande productor de cintas noticiosas, Hearst
Metrotone News, sus bonos subieron enormemente con la creación del
sindicato de tiras cómicas su King Feature Syndicate. Hasta ahora el más
grande distribuidor de comics y textos animados en el mundo.
George Orson Welles nació en Kenosha, Wisconsin, en 1915. A
la edad de tres años, ya leía y gustaba de recitar a Shakespeare, antes
de llegar a Hollywood a deslumbrar a todo mundo, fue actor, se había
hecho célebre por su montaje de Macbeth, en la que trasladó la acción
de Escocia a Haití, convirtió a Macbeth en un dictador negro; las tres
brujas de la tragedia original las transformó en hechiceras del vudú, e
incorporó al elenco a brujos curanderos y tamborileros de Jamaica y
____________________________________
2
Esta antigua propiedad de Hearst, que abarcaba 360 mil hectáreas, se ubicaba en los
municipios de Gómez Farías, Madera y Temósachi, en Chihuahua. Comprada cada
hectárea entre 20 y 40 centavos por el entonces senador de Estados Unidos, George
Hearst, miembro del comité senatorial para asuntos indígenas, en 1887, después
de la guerra apache. “...La familia Hearst nunca dejó que el reparto agrario fuera
masivo e inmediato; recurrió a la presión del gobierno mexicano en Washington;
a la negociación directa con los solicitantes de tierra, a la constante denuncia de la
política mexicana, en sus periódicos que circulaban en territorio norteamericano;
a la fuerte lucha de los campesinos, por obtener una parte de la hacienda y que
respondió con enérgicas protestas ante la embajada norteamericana”. “Fue una
lucha sangrienta entre la familia Hearst y los campesinos del distrito Guerrero,
foco importante de la rebelión armada de 1910”. Con un desenlace trágico, su
más reconocido líder, Socorro Rivera, fue asesinado el 14 de abril de 1939, junto
a Cresencio Macías y Manuel Jiménez. Ellos en compañía de otros campesinos
habían mantenido un férrea lucha en contra de Hearst. Después del asesinato, el 9
de septiembre el presidente Cárdenas ordenó suspender todo acto de afectación:
véase, Propietarios norteamericanos y reforma agraria en Chihuahua 1917-1942, de Noé G.
Palomares; y “Babícora y Socorro Rivera”, de J. J. Barrón.

161
Ensayos

Haití. Hizo de Shakespeare un verdadero éxito de taquilla en el teatro


comercial neoyorquino. Así que su repentino éxito no era casual. Una
cinta le bastó a Welles para darle al cine norteamericano otra fisonomía.
Aunque con ella sólo obtuvo un Oscar, compartido, con Herman J.
Mankiewicz por el guión.
Ciudadano Kane se estrenó en Nueva York el primero de mayo de
1941. Muy pronto los críticos advirtieron que acababan de ver una pelí-
cula rara pero exquisita. Detrás estaba el peso de su reciente fama como
productor de radio, debido a la expectación causada por su reciente
reputación en el momento y el impacto sociológico que había tenido la
transmisión radiofónica de La guerra de los mundos. Los críticos y analistas
de cine coinciden mucho en la enunciación de los recursos originales:
uno, composición en profundidad para conectar figuras distantes en el
espacio; dos, compleja puesta en escena, en el cual el plano se sobrecar-
gaba de acción y detalle; tres, tomas de ángulo bajo que revelaban los
techos y hacen parecer a los otros personajes, especialmente a Charles
Foster Kane, simultáneamente dominante y atrapado; cuatro, planos
largos; cinco, una cámara en movimiento, fluidos que expandía la acción,
más allá también del plano e incrementaba la importancia del espacio
fuera del plano; seis, el uso creativo de sonido como un mecanismo
de transición.3 Son todos esos elementos, una cámara, dotada de una
gran profundidad focal.4 Las luces, los efectos de sonido, técnicas de
corte o edición, diálogos sobrepuestos y narraciones traslapadas para
hilar entre sí escenas en apariencia inconexas. Todo eso llevó a Orson
Welles de la noche a la mañana a la cima de los mejores cineastas de su
país. En total dirigió 18 películas, de las cuales sólo 13 presentó for-

____________________________________
3
Roberto Bartual: The touch of Welles, pnin@geocities.com.
4
Esta ha sido una cualidad sobresaliente en esta cinta, Lotman un semiólogo ruso
al que se hace referencia más adelante, destaca este punto. “En este sentido la
utilización de la profundidad de campo es uno de los logros más importantes del
cine moderno. Combinado el gran plano en el proscenio con un plano general en
profundidad, se construye un mundo cinematográfico que rompe la superficie
plana “natural” de la pantalla y crea un sistema de isomorfismo mucho más sutil: el
mundo tridimensional, infinito y multifactorial de la realidad aparece isomórfico con
respecto al mundo plano y limitado de la pantalla. Pero el mundo cinematográfico,
a su vez, únicamente cumple una función de traductor, de intermediario; la imagen
se construye como multidimensional, a medio camino entre la pintura y el teatro.
Ejemplos brillantes de utilización de la profundidad de campo son Ciudadano Kane
(1940), de Orson Welles y los films de Francois Truffaut”. P. 112.

162
Ensayos

malmente acabadas. Ciudadano Kane y Los magneficientes Amberson (1942)


son consideradas como sus máximas realizaciones.
Pero él siempre negó la acusación que se le hiciera a Ciudadano Kane:
que se tratabas de una exposición de la vida de Willian Randolph Hearst.
Welles dijo: “No he hecho una película sobre él, Hearst fue educado
por su madre, tuvo una infancia muy feliz. Mi Kane fue educado por
un banco. Este es el principal argumento de la película. Hay diferentes
tipos de hombres”.5
La cinta inicia con la muerte y su noticia de uno de los hombres
más poderosos de este siglo, fallecido en su castillo Xanadú, en Florida,
en 1941. Charles Foster Kane, nació en Little Salem, Colorado, era
hijo de Mary Kane encargada de una casa de húespedes, quien recibe
como legado una mina sin valor en 1868: “El filón de Colorado”. La
señora Kane, nombró a Walter Tatcher depositario de su gran fortuna
y el deseo expreso de que educara a Charles. El documental noticioso
narra la vida de Kane, y hace un listado de sus propiedades: 37 diarios,
dos sindicatos, una red de emisoras de radio, una cadena de tiendas
de comestibles, edificios de apartamentos, fábricas, bosques, cruceros;
“un imperio por el cual fluyó siempre de forma ininterrumpida el oro
de su mina”.
Construyó uno de los monumentos más caros en la historia: Xa-
nadú, un castillo alrededor del cual se plantaron 100 mil árboles, se
utilizaron 20 mil toneladas de mármol, en su interior se almacenaron
infinidad de pinturas, fotografías, estatuas, piedras. Guardaba una colec-
ción de todo cuanto hay que nunca podrá catalogarse. Ni diez museos
podrán contenerla. También era el zoológico privado más grande, con
muestras de la vida animal, aves peces y animales salvajes. Él fue el
mayor magnate de la prensa de todos los tiempos.
Kane impulsó a su país a una guerra en 1898 y se opuso a otra en
1919. Durante 40 años no hubo asunto público en el que el periódico
de Kane, el Inquirer, no tomara partido. No hubo una figura pública que
no apoyara o denunciara, primero los apoyaba y luego los denunciaba.
Se casó dos veces y en ambas se divorció; primero con la sobrina de
un presidente, Emily Norton quien lo abandonó en 1918, y murió en
1918 en un accidente con su hijo; 16 años después de su primer ma-
trimonio, se casa con una cantante de Trenton, N. J. Susan Alexander,
para ella construyó la Casa de la Ópera de Chicago, con un costo de
____________________________________
5
Kobal: obra citada, p. 21.

163
Ensayos

tres millones de dólares. Y antes de su divorcio erigió su inacabable


Xanadú, el costo nadie puede calcularlo. En toda su vida nunca fue
electo por los votantes de su país, pero sus diarios eran muy poderosos
y una vez estuvo a punto de conseguirlo. En 1916 como candidato in-
dependiente para gobernador. La casa blanca parecía el siguiente paso.
Y repentinamente a menos de una semana de las elecciones... la derrota:
ignominiosa, vergonzosa. Su derrota retrasó 20 años la reforma de los
E. U. Canceló para siempre su perspectiva política.
En 1929 durante el primer año de la gran depresión, cierra el diario
de Kane, y en un año de colapso 11 diarios se fusionaron y otros fueron
vendidos o desmantelados. En 1935 afirmaba seguro que en Europa la
guerra no estallaría, los líderes, decía, son muy inteligentes como para
destruir la civilización. Luego, solo y en su inacabable y ya decadente
palacio, sin recibir visitas ni ser fotografiado el emperador continuó
dirigiendo su imperio, intentó en vano regir como antes el destino de
una nación que ya no lo escuchaba, que ya no confiaba en él.
Los mismos autores de esta semblanza documental en su afán
por saber quién fue realmente Kane se preguntan por el sentido de su
última palabra: “rosebud”, que los lleva a desenterrar los recuerdos de
las personas próximas a él, eso sirve para complementar la semblanza
y aunque ellos terminan sin descubrir el misterio el espectador sí lo
hace. A través de esa búsqueda infructuosa reconstruyeron su vida, sin
saber que rosebud en realidad representaba la añoranza de su humilde
origen: su trineo infantil, con el cual jugaba en Colorado.
Pero lo que Welles nos diga acerca de su propio personaje es im-
portante. Kane estaba seguro que “podría haber sido un gran hombre
si no hubiera sido tan rico”. Por eso afirma Welles que “cualquier cosa
puede destruir la grandeza: una mujer, la enfermedad, las riquezas (...).
No creo que la riqueza sea el único enemigo de la grandeza”. Si hubiese
sido pobre, Kane no habría sido un gran hombre; pero hay una cosa
segura, y es que habría sido un hombre con éxito. Creyó siempre que el
triunfo trae consigo grandeza. Kane llega a tener cierta clase pero nunca
grandeza. No es que todo le parezca fácil. Eso es una excusa que se da
a sí mismo. Aunque el filme no dice eso. Evidentemente, puesto que
el jefe de una de las mayores fortunas del mundo, las cosas se vuelven
más fáciles; pero su gran error era el de los plutócratas americanos de
aquellos años, que creían que el dinero confería automáticamente talla
a un hombre. Kane es un hombre que pertenece realmente a su tiempo.
Este tipo de hombre ya no existe. Esos eran los plutócratas que creían
164
Ensayos

que podían ser presidentes de los Estados Unidos si querían. También


creían que podían comprarlo todo. Esta plutocracia ya no existe. Las
cosas han cambiando mucho sobre todo en las estructuras económicas.
Son muy pocos los hombres ricos que hoy consiguen tener control
absoluto de su propio dinero; son otros quienes lo controlan (...) Ya
ha pasado la época de este tipo de plutócratas egocéntricos, del mismo
modo que ha desaparecido este tipo de directores de periódicos. Lo más
específico de la personalidad de Kane es que nunca ganó dinero; se pasó
la vida sin hacer otra cosa que gastarlo. No pertenecía a esa categoría de
ricos que hacen grandes fortunas; sólo la gastó. Kane no tenía siquiera
la responsabilidad del verdadero capitalista”.6 “Irónicamente el tiempo
ha hecho que Welles se acabe pareciendo al propio Kane”.7

Las cosas cuyas formas son iguales, recíprocamente, se dicen isomorfas.8


No se trata de un término griego, aunque sus raíces lo sean, se trata de
un neologismo de la ciencia moderna.9 Aparece por primera vez en la
nomenclatura de la química, desde donde se extendió a las matemáticas
y la biología. Según la Enciclopedia Larousse el vocablo isomorphisme fue
creado en francés por la revista Annales de Chimie, en 1838.
El secuestro de las imágenes por el pensamiento, hasta crear con
ellas secuencias móviles es una práctica común en nuestro tiempo.
Planeado en el intercambio de dos sistemas con relaciones unívocas
para hacer posible el “reflejo de un sistema en el otro”.10 “Del mismo
modo que un rostro, al tiempo que se refleja enteramente en un espejo,
se refleja en cada uno de sus pedazos...”11 Así lo expresa Iuri Lotman,
un importante semiólogo ruso a cuya guía nos atendremos en el uso
que hace del concepto de isomorfismo.12 A este le antecede la noción
____________________________________
6
Entrevista de Juan Carlos Cobos, Miguel Rubio y José Antonio Pruneda en Cahiers
de Cinema.
7
Kobal: obra citada, p. 21.
8
Víctor Lí Carrillo. “Génesis y evolución del concepto matemático de isomorfismo”,
Revista venezolana de filosofía, nn. 14-15, pp. 75-137.
9
Ídem. “Lo que existe en griego es el vocablo homoeidées cuyo sentido literal es: “de
forma semejante”. Por lo general figura como término técnico aristotélico, al que
se puede traducir por: “de la misma especie” (eidos) o “específicamente idéntico”.
10
Iuri Lotman: Semiosfera, t. I, p. 120.
11
Ibídem, p. 32.
12
Orson Welles mantuvo con los rusos una gran relación con Einseinstein, se habla
de una carta que este le dirigió a Welles cuando aún no había comenzado a hacer

165
Ensayos

de texto, un conjunto de códigos informativos. Dotados de estructuras


y subestructuras, estas “no tienen que ser isomorfas una respecto a la
otra, sino que deben ser, cada una por separado, isomorfas a un tercer
elemento de un nivel más alto, de cuyo sistema ellas forman parte”.13
Como ejemplo el lenguaje verbal y el icónico no son de las represen-
taciones dibujadas no son isomorfos uno respecto al otro. Pero todos,
desde diversos puntos de vista, son isomorfos respecto al mundo ex-
trasemiótico de la realidad, del cual son un reflejo en cierto lenguaje,
que permite el tránsito de mensajes entre los sistemas.14
Lotman encuentra “extraordinariamente interesante el ejemplo
del cinematógrafo. Desde el principio mismo el cine mismo el cine se
realiza como un fenómeno bilingüe (fotografía en movimiento + dis-
curso verbal sonoro = cine sonoro; como elemento facultativo, aunque
ampliamente extendido existe un tercer lenguaje: la música). Sin em-
bargo, en la conciencia perceptora el cine funciona como unilingüe”.15
“El lenguaje de la fotografía en movimiento, al acoger elementos del
lenguaje de la poesía verbal estructuralmente ajenos a él, devino lenguaje
del arte cinematográfico”.16
El desarrollo de los recursos técnicos estrechó los nexos entre los
distintos elementos constitutivos que componen el cine. La sonoridad,
el avance de la fotografía, los múltiples recursos del montaje, los pro-
gresos de la electrónica no excluyen la interrogante, justifican el por
qué hacer cine.

La conversión del cine en arte, la consciencia clara de crear una obra


de arte, y poner la tecnología al servicio del arte. Le llevaron al cine
____________________________________
cine. Habla de una carta que venía de Rusia y tenía 40 cuartillas, a propósito de
Iván el terrible. Un intercambio que los hizo amigos, Pero, asegura, Iván el terrible es el
peor filme de un gran cineasta. Sostenía que a estos no les cuadraba hacer películas
de época, “creo que los rusos tienden a ser más académicos cuando tratan otra
época. Se vuelven retóricos y académicos en el peor sentido de la palabra”, véase
la entrevista de Juan Cobos, Miguel Rubio y José Antonio Pruneda, en Cahiers di
Cinema, no. 165, abril de 1965. Al margen de la relación de Welles con el cine ruso,
las ideas de Lotman son útiles para el antes expresado propósito.
13
Lotman: obra citada, p. 32.
14
Ídem.
15
Ibídem, t. II, p. 34.
16
Ídem.

166
Ensayos

relativamente poco tiempo para conseguir las cumbres del acto creativo
del arte, nunca del arte puro, puesto que no existe como tal. Pero, la
culminación de una intencionalidad dependiente para su realización
de la conjunción de una gran cantidad de eslabones y esfuerzos, hasta
convertirla en una industria artística.
Para muchos críticos y analistas estaba clara la trascendencia del cine
sobre la realidad, sus posibilidades para el arte afloraban por doquier,
las múltiples lecturas de la cinematografía eran ávidamente exploradas
por los amantes de la expresión universal. El cine consiguió a partir de
los treinta la aceptación a sus formas expresivas. De los muchos que
se asomaron a sus potencialidades muy pocos consolidaron verdaderas
obras de arte, pero, esos pocos han sido suficientes para mostrarnos
toda la fuerza expresiva de este nuevo lenguaje, que admite tanta lectura
en sus distintos niveles. Y es que en el fondo de este asunto yace la
pregunta por el sentido de hacer cine; pero cine de arte.
Uno de ellos, con gran influencia era Rudolf Arnheim, quien
sostenía: “El auténtico realismo de la imagen cinematográfica ha
producido hace poco sus resultados artísticos más asombrosos, no
tanto por el hecho de exponer las crueldades del mundo físico como
lo hizo en la década de los veinte y de los cuarenta–, como porque ha
proporcionado una verdad nueva y tangible a los proceso más íntimos
del pensamiento: las fantasías y recuerdos, el dominio sobre tiempo y
espacio”.17 “El cine –la imagen animada– está a mitad de camino entre
el teatro y la fotografía. Presenta el espacio, y no lo hace, como ocurre
en el escenario con la ayuda de espacio real, sino, como ocurre en la
fotografía, con una superficie plana. Pese a esto, la impresión de espacio
no es, por diversos motivos, tan débil como en una fotografía inmovil.
Cierta ilusión de profundidad se apodera del espectador”.18 “La verdad
es que el cine conserva algo de la naturaleza de una imagen plan a y
bidimensional”.19 “Así, el cine, al igual que el teatro, proporciona una
ilusión parcial. Hasta cierto punto da la impresión de la vida real. Este
ingrediente es tanto más poderoso puesto que, a diferencia del teatro, el
cine puede retratar efectivamente la vida real...”20 “Debido a la ausencia
de colores y de la profundidad tridimensional, al estar categóricamente
____________________________________
17
Rudolf Arnheim: El cine como arte, p. 11.
18
Ibídem, p. 30.
19
Ídem.
20
Ídem.

167
Ensayos

limitado por los márgenes de la pantalla, etcétera, el cien queda muy


satisfactoriamente despojado de un realismo”.21 Prosigue Arnheim:
“La imagen y la palabra son, por supuesto, esos dos elementos cuya
rivalidad no puede resolver el cine. Se trata de una asombrosa rivalidad
si se recuerda que en la vida diaria el hecho de ver, rara vez nos impide
escuchar o el de escuchar ver”,22 pero en el cine apenas nos sentamos
y observamos esas perturbaciones, “porque no estamos acostumbra-
dos a hallar en la imagen del mundo el tipo de precisión formal que
en la obra de arte presenta...Normalmente, recogemos poco más que
vagos atisbos del mundo que nos rodea, los cuales son suficientes para
orientarse prácticamente”.23 “...la impureza literaria de una oración no
nos impedirá comprender su significado. Por consiguiente, no ha de
asombrarnos que en la vida cotidiana no nos resulte molesta una com-
binación desequilibrada de elementos visuales y auditivos. En cambio,
en la esfera del arte la expresión insegura de un objeto, la inconsistencia
de un movimiento, una frase mal construida dañarán inmediatamente
el efecto, el significado y la belleza que transmite la obra”.24 “Uno de
los impulsos artísticos más fundamentales procede del anhelo del ser
humano por escapar de la perturbadora multiplicidad de la naturaleza
y, en consecuencia, procura representar esta desconcertante realidad
con los medios más sencillos”.25
Estas ideas que le preceden a Welles, antes de Ciudadano Kane, nos
permite apreciar las ambiciones estéticas, dirigidas a satisfacer ciertos
deseos expresivos. Con un respaldo casi incondicional de su compañía
productora, la RKO. La pregunta es: ¿Qué lo animaba a hacer cine?
La respuesta tal vez podamos encontrarla si indagamos entre sus ideas
o sus ideales. “Me parece que el campo de acción en que realizo mis
experiencias es el menos conocido, y mi deber es explorarlo”, “no veo
a nadie que ataque la forma, la manera de decir las cosas”, “sé que en
teoría, la palabra es algo secundario en el cine, pero el secreto de mi
obra es que todo se basa en la palabra. No hago filmes mudos”. “Para
mí el cine es un corte hecho en la vida en movimiento y proyectado en
la pantalla; no es un encuadre”. “Pero con los otros directores siempre
tengo la impresión de que están intentando desesperadamente hacer
____________________________________
21
Ibídem, p. 31.
22
Ibídem, p. 146.
23
Ídem.
24
Ídem.
25
Ibídem, pp. 146-147.

168
Ensayos

arte”. “El cine es para mí esencialmente un medio dramático, no lite-


rario”. “Realicé mi aprendizaje en la órbita de Stanilavsky”. “(Cuando
iniciamos el rodaje de Ciudadano Kane), tuve la suerte de dar con actores
que no habían trabajado nunca en películas: ninguno de ellos se había
visto delante de una cámara hasta entonces. Todos procedían de mi
teatro. Nunca habría podido hacer Ciudadano Kane con actores experi-
mentados en el cine, porque enseguida habrían dicho: “¿Qué se cree que
estamos haciendo?” Fue posible porque yo tuve a mi propia familia”.

Es claro que no hay una correspondencia total entre realidad y cine,


nadie espera que la tenga, pero esa mínima correspondencia permite
la construcción simbólica de personajes. “Sólo cuando se comprende
el lenguaje del cine se ve que no se trata de una copia servil, mecánica
de la realidad, sino de una recreación activa donde el parecido y la
disimilitud forman un solo proceso de conocimiento, proceso, a veces
dramático, de la realidad”.26 “El espectador comprende cerebralmente
la irrealidad de lo que ocurre, pero lo observa como si se tratara de un
acontecimiento real”.27

, Rudolf: El cine como arte, Paidós, España, 1990.


, Jesús J.: “Babícora y Socorro Rivera”, Cuadernos del Norte, n. 5, Chihuahua, 1989.
, Roberto: pnin@geocities. com.
, Juan; , Miguel; , José Antonio: “Entrevista a Orson Welles”,
Cahiers di Cinema, n. 165, abril de 1965.
, John: Las cien mejores películas (trad. Ricardo Artola), Alianza, México, 1994.
, Carrillo Víctor: “Génesis y evolución del concepto de isomorfismo”, Revista Ve-
nezolana de Filosofía, Universidad Simón Bolívar, Sociedad Venezolana de Filosofía,
nn. 14-15, 1981.
, Iuri: Semiosfera (trad. Desiderio Navarro), t. I y II, Frónesis Cátedra, Unive-
risdad de Valencia, España, 1996.
————: Semiología del cine (trad. José Fernández Sánchez),Gustavo Gili, España, 1979.
, Peña Noé G.: Propietarios norteamericanos y reforma agraria en Chihuahua (1917-
1942), Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, 1991.
, Orson: “El cine, el arte y la vida”, entrevista de Kenneth Tynan, en una versión
abreviada de la aparecida en Playboy, en Facetas, vol. 4, n. 3, 1971.

____________________________________
26
Lotman: Estética y semiótica del cine, p. 10.
27
Ibídem, p. 17.

169
Ensayos

Meridiano 107: los bárbaros


cabalgan de nuevo*

L a unidad nacional pensada como una entidad orgánica, y bien


organizada con base en su dependencia de un centro, ha resul-
tado un modelo insuficiente, porque la pluralidad cultural del país en
múltiples ocasiones se ha resentido del abandono del centro, y partes
de su periferia han reclamado con resuelta violencia su autonomía.
Al igual que todo centro dominante, el nuestro se ha fincado sobre
el ejercicio de la fuerza en todas sus manifestaciones, desde la física hasta
la espiritual. El resultado: un Estado de gran poder y una sociedad civil
débil.1 Y esta ha sido su constante desde la conquista, la colonia, en el
periodo de la independencia, hasta después de la revolución, y parece
que lo será para el próximo siglo.
Un Estado que se alza fuerte sobre la práctica del genocidio;
nuestros antepasados la experimentaron por conducto de los con-
quistadores en todas las dimensiones de la crueldad física y mental.
“Los especialistas S. F. Cook y W. Borah manejan las siguientes cifras
al estimar la población del México central: 1519, 25.3 millones; 1523,
16.8 millones; 1548, 2.6 millones; 1595, 1 millón 300 mil; un millón.
Otras estimaciones señalan que la población de México descendió de
aproximadamente 3 millones de habitantes en 1519 a solo 70 mil indios
a mediados del siglo ”.2
Una vez establecido el centro, lo periférico fue objeto de expedicio-
nes exploratorias que buscaban su anexión y sometimiento. Sur y norte
fueron puntos de orientación seguidos de la ambición sedienta de oro,
riqueza y poder. “La expansión de la frontera Norte de la Nueva Espa-
ña. En la última mitad del siglo , fue resultado de un renacimiento
____________________________________
*
Publicado en Synthesis 71, UACH, Chihuahua, México, jul.-sep. 2014.
1
Gabriel Flores: El nacimiento de las instituciones en México, p. 39.
2
Guillermo Bonfil: México profundo, pp. 127-128.

170 170
Ensayos

económico de la península bajo los Borbones, de una reorganización


administrativa colonial muy encomiable y de haber logrado mantener
España un equilibrio militar con sus rivales tradicionales: Inglaterra y
Francia”.3 “Es en esta época en que el dominio español llegó a extender-
se al máximo, hasta el Canadá y los Grandes Lagos por un lado, y hasta
los Apalaches, el Río Ohio y la Costa de Georgia por el otro extremo.
Llegó a colindar con las primitivas trece colonias norteamericanas y las
circundaba prácticamente por el Poniente y por el Sur”.4
Los presidios fueron establecimientos que florecieron en la última
mitad del siglo y afianzados en el , precisamente en la provin-
cia más azotada por las tribus agresivas, la Nueva Vizcaya;5 puestos de
avanzada sostenidos por un puñado de modestos y sufridos lanceros,
que lo mismo servían como núcleo de un futuro pueblo. Con todas
sus deficiencias, aquello permitió la subsistencia de los avances hacia
el norte.
La participación de los misioneros es otro elemento importante
para fortalecer el avance hispano por las áridas tierras del norte; dotados
de cualidades especiales hicieron una contribución a la pacificación de
estos territorios, en particular los jesuitas, hasta su expulsión en 1768.6

El choque brutal de dos mundos trajo como consecuencia la destruc-


ción de la forma de vida de los nativos, de los habitantes naturales de
este continente, y de una cosmovisión integral. De ese choque nació
la supremacía de una cultura muy ajena, compatible solo en sus ingre-
dientes típicamente humanos, sobre la otra, la salvaje y primitiva, era
esta la que debía erradicarse sobre cualquier precio. La cuestión es: ¿qué
alimentaba ese afán destructivo de los españoles sobre los indios? Un
odio injustificable, pues nunca antes medió entre ambas culturas con-
flicto alguno. Los habitantes de América defendían su espacio cultural
y territorial. Los agresores justificaban sus acciones bajo el argumento
de erradicar al demonio de los salvajes. Roger Bartra, en El salvaje arti-
ficial, expone esta idea; es él quien comenta, al referirse al documento
Historia natural y moral de las indias, escrito por el jesuita Joseph de Acosta:
____________________________________
3
César Sepúlveda: Tres ensayos sobre la frontera septentrional de la Nueva España, pp. 14-15.
4
Ibídem, p. 14.
5
Ibídem, p. 15.
6
Ibídem, p. 17.

171
Ensayos

“La figura del hombre salvaje, aunque en forma muy significativa solo
aparece fugazmente en la obra de Acosta: predomina la apabullante
figura del demonio como causa maligna fundamental para explicar las
diferencias en las costumbres y creencias de los hombres”.7 Un mismo
enfoque –afirma, retomado por Torquemada–, “que vio la mano di-
recta de Satán en los cultos idolátricos de los mexicas y que identificó
al dios Huitzilopochtli con el enemigo de Dios”.8 “La presencia del
mito del hombre salvaje, en coexistencia con una demonología bien
enraizada, se puede comprobar también en la obra de Bartolomé de las
Casas”.9 “Las Casas en su Apologética historia sumaria, partió de una
consideración típicamente tomista: todos los hombres tienen, por luz
natural, un conocimiento de Dios y las idolatrías no son más que esta
religiosidad natural desviada y descarriada”.10
“El hecho de inscribir la maldad y la bondad en un sistema natural
no sobrenatural, fue un acontecimiento extraordinario de consecuen-
cias duraderas. Podemos apreciar la gran diferencia entre considerar
al extraño y al diferente como un emisario, a considerarlo –en el peor
de los casos– como una bestia, o una fiera bajo forma humana”.11 Y
Bartra ve aquí “la trágica contradicción en que se debatía la modernidad
en sus albores: la herencia escolástica ecuménica medieval, que partía
de la unidad esencial de todos los hombres, era incapaz de entender
las diferencias culturales sin recurrir a factores externos casi siempre
ligados a las influencias del demonio”.12
Con todo y el reconocimiento de las desventajas culturales, se enfa-
tizó demasiado la presencia de las fuerzas infernales, en sus formas de
superstición, magia, brujería y cultos demoniacos, en la conformación
de las culturas americanas.13
Eso era lo que veía el conquistador: salvajes poseídos por el espíritu
del maligno, demonios encerrados en la individualidad de cada uno de
los oriundos de estas tierras. Así, de esta manera se explica su crueldad
inusitada, nunca justificada.

____________________________________
7
Roger Bartra: El salvaje artificial, p. 70.
8
Ídem. Bartra cita Los veinte y un libro rituales y Monarquía Indiana.
9
Ídem.
10
Ibídem, pp. 70-72.
11
Ibídem, p. 74.
12
Ídem.
13
Ibídem, p. 75.

172
Ensayos

El explorador del septentrión novohispano solo puede considerarse


un descubridor al contexto de su propia cultura; para los demás, los
que ya estaban ahí, no es más que un intruso que llegaba a violentar
el orden establecido: no se puede descubrir lo que siempre ha estado
ahí a la vista de todos.
Algunas referencias nos dan una primera idea distributiva de las
etnias en la región: “Hacia el norte y noroeste: los jumanos, janos,
sumas, mansos, tontos, piros, jovas y los apaches que se subdividían
en doce parcialidades; los mecos y comeperros en el Oriente, que eran
de filiación chichimeca; los indios conchos sobre la cuenca del Río
Conchos, al que debieron su nombre, y sus afluentes, contándose entre
sus fracciones los julimes, los cholomes, conejos, chinarras, coyames
y púliques”.14
Los movimientos de rebelión y agresión física expresan la resistencia
de un conjunto de pueblos para abandonar su cultura, sus formas de
vida, sus símbolos más preciados. La violencia es una forma de expresar
la disposición a morir y matar; en este caso de las etnias norteñas. La
guerra contra los bárbaros en Chihuahua fue declarada por la insumisión
de estos ante la Corona española y la cruz católica. Es un testimonio
más de la crueldad del conquistador, del choque cultural, y del carácter
indomable de los viejos habitantes de estos territorios.
El exterminio ha sido una de las prácticas de pacificación más re-
currentes, el Estado colonial y luego el independiente vía el virreinato
avaló más que financiar de su erario la guerra contra los “bárbaros”.15
Considerar a las tribus establecidas en la región antes y después de la
llegada de los españoles como bárbaros es explicable desde dos puntos
de vista: primero, por algunas coincidencias entre las tribus nórdicas
europeas con las norteñas de México;16 luego, por su condición de
____________________________________
14
Francisco R. Almada: Resumen de historia del estado de Chihuahua, p. 12.
15
Todas las referencias coinciden en que la ayuda económica para apoyar la guerra
nunca llegó de la capital, fue financiada directamente de España y por los vecinos
y colonos.
16
Harold Lamb: La marcha de los bárbaros, p. 10. Los describe como jinetes nómadas,
que permanecieron aislados –sin darse cuenta– del desarrollo de Asia; un norte
desconocido, con nómadas grasientos, pues se cubrían de grasa para protegerse del
frío. “Carne flaca, piel dura con poco pelo; pómulos elevados y ojos entrecerrados
contra el polvo y la nieve y el resplandor solar. Piernas cortas y algo arqueadas para
calzar en el cuerpo del caballo. Brazos y hombros poderosos. Lograron resistencia
contra el frío y la sed. Quienes no podían soportarlo perecían”.

173
Ensayos

periférico, exótico, y, por lo tanto, lejano del proyecto cultural español.


Antes se aludió a la visión demoniaca que se interpuso entre el indígena
y el español, crucial para establecer la primera relación entre ambos.
El septentrión representa, por su propia naturaleza, dificultades
para subsistir en él. Elevadas temperaturas que durante el verano en
sus zonas más desérticas pueden provocar en una persona la pérdida
de hasta ocho litros diarios en un día; en el invierno, durante la noche
puede bajar en algunos lugares hasta menos 21° C. Una paz negociada
de manera tribal por región, en una especie de peregrinación, regulada
a veces por las sequías o las lluvias. Ciertas tribus podían asentarse
temporalmente en un determinado sitio con agua, caza y frutos sil-
vestres hasta que las circunstancias les fueran favorables. Existían los
conflictos intertribales, pero aun así todos ellos guardaban una relación
armoniosa con su entorno, sabían de la convivencia adecuada con las
especies animales y vegetales, se consideraban grandes amigos de ella,
solían adoptar los nombres de los animales más admirados.
En un principio ciertas etnias como los tarahumares aceptaron
en su territorio a los misioneros, a condición de no establecer asen-
tamientos poblacionales en sus comunidades, y que no interfirieran
con su dinámica social; petición que no fue respetada por los colonos
españoles, por lo cual se generaron inconformidades y agresión física
a las personas de los misioneros.17
Las primeras rebeliones armadas a principios del siglo fueron
las encabezadas por los tepehuanes18 y los tobosos.19 En la segunda mi-
____________________________________
17
José Neumann: Historia de las rebeliones en la Sierra Tarahumara (1626-1724), p. 18.
18
Francisco R. Almada: Diccionario de historia, geografía y biografía chihuahuenses, pp. 520-
221. Se refiere a ellos como “una tribu indígena perteneciente a la familia sonorense-
ópata-pima o pimana que habita en los estados de Durango y Chihuahua, en el
último ocuparon la región suroeste”, “En épocas antiguas se contó entre las tribus
más valerosas que habitaron la Nueva Viscaya y se preciaban se ser superiores a
todas las demás, con las que casi siempre se encontraban en guerra, actualmente,
los pocos que quedan en Chihuahua, se localizan en el municipio de Guadalupe y
Calvo, cuentan con una población aproximada de dos mil habitantes. Su primera
sublevación estalló en 1616, para expulsar de su territorio a españoles y religiosos,
quemaron pueblos e iglesias, matando a cuanto español encontraron en su región.
Pero los españoles terminaron se impusieron por la supremacía de sus armas,
concluyendo la pacificación en 1619; pero, en 1621 ocurrió una nueva sublevación
en la que murieron varios españoles; en 1635, ocurre una tercera sublevación, para
ser nuevamente sometidos; pero también participan en la sublevación general de
los tarahumares en 1652”.
19
Ibídem, pp. 529-530. Vivían en guerra constante con los que habitaban en la Laguna
de Parras; eran belicosos y valientes y costó gran trabajo someterlos a los Misioneros.

174
Ensayos

tad de siglo los más grandes rivales de los colonizadores novohispanos


fueron los tarahumares, que desde principios del siglo comenzaron
a replegarse hacia las montañas. La Corona mantiene su ofensiva basada
en sus enclaves de defensa, los presidios, establece una comandancia
especial para la Nueva Vizcaya y Nuevo México, propicia alianzas con
la tribu comanche para enfrentarla con la apache e induce campañas
y métodos caracterizados por una dureza sin precedente. Se renueva
una vieja práctica indígena: escalpar cabelleras. Hacia 1790, los apaches
acuerdan por fin una tregua que durará cerca de cuarenta años.20
Fue en 1892 cuando en realidad se terminó la guerra con los in-
dios, un conflicto étnico y cultural de consecuencias predecibles. Sin
embargo, no ha de faltar algún romántico ingenuo indagando sobre la
posible presencia de vestigios bárbaros en la cultura contemporánea.

La analogía entre el ajolote y la unidad nacional ha sido explorada por


Roger Bartra en su Jaula de la melancolía. El ajolote es un extraño ser
representativo de la fauna de México, de color negro, con forma aero-
dinámica, y curiosas branquias plumosas de su cuello le dan un aspecto
peculiar. En la época prehispánica este batracio fue fundamental. Su
nombre se ha traducido de muy diversas maneras: “juego del agua”,
“dueño del agua”, el más aceptado es “monstruo del agua”. De acuerdo
con la mitología náhuatl, el axólotl es la advocación acuática del dios
Xólotl, gemelo de Quetzalcóatl, quien para escapar de ser sacrificado
por los hombres, con el fin de que tuvieran sol, se lanzó al agua para
metamorfosearse en un animal acuático.21
Un ingrediente indispensable en la dieta de los antiguos habitantes
de la cuenca del valle de México, fray Bernardino de Sahagún lo describe
así: “animalejos en el agua que se llaman axólotl, tienen pies y manos
como lagartijas, y tienen la cola como anguila y el cuerpo también;
____________________________________
Su primer lanzamiento en contra de las autoridades españolas ocurrió en 1644. En
1652 volvieron a sublevarse aliados con los comes, cocoyomes, gavilanes y cabezas.
Estadísticas llevadas por jesuitas, durante un periodo de cinco años, señalan 1,337
víctimas, con alzamientos cada año. En l666 vuelven a sublevarse. Vuelven a hacerlo
en 1720, nuevamente fueron diezmados, o aprehendidos y deportados. Actualmente
están extinguidos.
20
Enrique Krauze: “Chihuahua, ida y vuelta”, Vuelta 115, p. 33.
21
Edgar Anaya Rodríguez: “Nuestro mexicanísimo ajolote”, Especies, vol. 7, n. 4, p.
20.

175
Ensayos

tienen muy ancha la boca y barbas en el pescuezo. Es muy bueno de


comer, es comida de señores”.22
No dejan de llamar la atención los mitos y fantasías que han rodeado
al ajolote. Francisco Hernández, reconocido naturalista de la Colonia,
decía acerca de este: “tiene la forma de un bagrecillo y cada mes le viene
la regla como a las mujeres, es comida sana aunque provoca la actividad
genésica”.23 Y otros, como Betancourt, que “comido, excita la lujuria”.24
El ajolote, a diferencia de sus parientes, las salamandras y tritones,
no se transforma en un determinado momento, adquiere su madurez
sexual sin cambiar sus características juveniles: sus branquias larvarias
nunca se reabsorben, como en otras especies.25 Pero lo más sorpren-
dente es la capacidad para regenerar sus células cerebrales,26 razón por
la que este anfibio se ha vuelto muy solicitado por instituciones que
estudian esta parte del cuerpo humano.27
Degustado en tamales por los habitantes del valle de México; ex-
pendido en su presentación de jarabe contra los males respiratorios; sus
propiedades curativas y reconstituyentes para niños y enfermos. Hoy
se encuentra al borde de la extinción. Y por si fuera poco es un animal
difícil de reproducir en cautiverio y que requiere mucha delicadeza en
su manejo.28
Pensemos en su analogía con nuestro país para intentar el uso de
una metáfora al replantear la unidad cultural nacional y sus relaciones
entre el centro y la periferia, capital y provincia, pertenencia y digresión.
____________________________________
22
Ídem, p. 21.
23
Ídem.
24
Ídem.
25
Ídem.
26
Ídem.
27
Ídem, un interés apoyado en la gran curiosidad de los hombres de ciencia de su
tiempo; se sabe que en 1863, 34 especímenes fueron enviados al Museo de Historia
Natural de París, durante la ocupación francesa. En 1866 Humboldt envió otros
tantos a Europa, en donde fueron estudiados por primera vez a mediados del siglo
. José María Velasco, célebre paisajista del siglo anterior, nos ha legado una
gran descripción visual, hecha con propósitos científicos; luego de doce años de
observaciones y experimentos pudo establecer, junto a su amigo Manuel M. Villada,
que se trataba de un género diferente y no del estadio larvario de una especie más
desarrollada. Con verosimilitud atribuyeron su metamorfosis a causas intrínsecas y
no a una regresión adaptativa, como algunos científicos de entonces. Véase también:
“José María Velasco: el gabinete de la ciencia a cielo abierto”, Ciencia y desarrollo, vol.
XIX, n. 111.
28
Ídem.

176
Ensayos

A la receta xochimilca de cortarles primero las plumas o guedejas, vaciar


sus menudencias, lavarlos y ponerles sal, venas de chile seco y un poco
de tomate, para acomodarlos encontrados de dos en dos en hojas de
maíz y cocerlos al vapor,29 la cultura norteña no tiene otra receta que
oponerle, solo carne seca, o asada, algunos pocos vegetales y un poco
de pesca.30
Aunque para los norteños la metáfora tiene sentido desde el punto
de vista de que somos una especie de trozos regenerados de una patria
mutilada y cercenada en múltiples ocasiones. Pero, invadidos por la
resequedad geográfica de un carácter hosco y fuerte, nuestra cocina
es muy parecida.
Pero las preguntas de fondo son: ¿qué ha logrado mantener unidos
a los estados mexicanos?, ¿cómo han sido nuestras relaciones con ese
remoto y lejano centro?

La conexión entre algunos acontecimientos de estas latitudes con el


meridiano 107 fue establecida por Enrique Krauze en su artículo “Chi-
huahua, ida y vuelta”,31 sin tratar de imponer una relación determinista,
simplemente la utiliza a manera de un recurso metodológico que nos
conduzca a esclarecer cómo ha sido de accidentada la relación entre
Chihuahua y la capital del país, centro de poder y control.
Krauze sitúa “la zona de guerra más intensa en el meridiano
107”,32 la guerra contra los bárbaros. “México se liberó de España,
____________________________________
29
Ídem.
30
Hay una especie con algunas características similares al ajolote que se encontraba
con cierta frecuencia en nuestras acequias, es una clase de pez-serpiente, de cuerpo
alargado, con aletas y un pico dentado, es habitualmente conocida como “aguja”,
muy dura para ser comida, solo bien frita.
31
Krauze: obra citada, p. 33.
32
Ídem. Para Almada, en su Diccionario..., las rebeliones tarahumaras más notables
fueron las de 1648, 1850 y 1652 encabezada por el cacique Tepórame, y las de 1690
y 1697. La primera fue encabezada por los caciques Supegiori, Tepochí, Ochavarrí,
quienes a principio de junio atacaron la misión de San Francisco de Borja. El gober-
nador Guajardo estableció su campamento en el valle de Tomochi, mandó abrasar
más de 300 casas y más de 5000 fanegas de maíz. No solo consiguió la paz, sino
también la entrega de los caciques que los habían encabezado, para ser ejecutados.
La segunda rebelión ocurrió en junio de 1650, los indios atacaron una villa dando
muerte a un misionero; los alzados pasaban de dos mil; con la participación del
gobernador Guajardo la sublevación fue desmembrada por la muerte de algunos
de sus cabecillas. La sublevación de 1652 fue encabezada por Tepórame, un cacique

177
Ensayos

pero Chihuahua no se liberó de los apaches”.33 Cita otros aconteci-


mientos importantes unidos por la misma coincidencia. En agosto de
1892, el general Rangel, jefe de la zona militar de Chihuahua, marcha
a Tomochic con órdenes definitivas de reducirlo por la fuerza para,
después de la masacre, meter en orden a los tomochitecos.34 Sobre
ellos se abatió todo el peso de una dictadura agobiada por la áspera y
letal insuficiencia institucional.35 En 1893 y en el mismo meridiano, la
gente de Namiquipa se levanta en armas con el modesto objetivo de
____________________________________
de gran facilidad para hablar a los suyos, era atrayente, sabía mandar, era valiente,
activo y cruel durante el combate. Así formó un grupo armado de sublevados,
matando, destruyendo e incendiando los pueblos de la región.
33
Ídem. A este respecto véase Las guerras indias en la historia de Chihuahua, una com-
pilación muy interesante de documentos, con un ensayo preliminar y notas de
Victor Orozo; en este documento se refiere a la “guerra larga” como un proceso
cuya primera fase, la época colonial, abarca de 1770 hasta 1810 aproximadamente;
un año en el que se firmaron varios tratados de paz entre el gobierno colonial y
los apaches mezcaleros y gileños (los españoles llamaron a los diferentes grupos
de indígenas apaches con nombres arbitrarios o que referían lugares geográficos;
los nombres originales eran: viniettinen-né, sagetaen-né, tjusceujen-né, yecujen-né, intujen-
né, sejen-né, cuelcajen, lipanjen-né e iyutagien-né; gentilicios sustituidos por los de tontos,
chiricaguas, gileños, mimbreños, faraones, mexcaleros, llaneros, lipanes y navajoes). “Entre 1770
y la década de los noventa, los apaches y comanches devastaron las ricas tierras de
la Nueva Viscaya. Haciendas despobladas y comunidades urbanas aisladas entre sí
fueron el resultado de la guerra. La segunda fase comprende desde 1831, en que
se produce el alzamiento de los apaches instalados en el centro-norte del estado,
hasta l886 en que se rinde Gerónimo, los apaches se habían sublevado porque se
suspendieron las entregas de raciones cuyas entregas antes habían negociado. Los
apaches se ensañaron cada vez que pudieron con los campesinos y sus familias,
ante el fracaso de las tropas regulares, los mexicanos impusieron las ‘contatas de
sangre’, mediante las cuales, asesinos extranjeros y nacionales se dedicaron a cazar
apaches, para cobrar cuantiosas sumas. De los años cincuenta a los ochenta, son
tiempos de persecución de los apaches. En 1892 tuvo lugar en Chihuahua la última
de las incursiones apaches, un puñado de guerreros y sus familias prófugos de una
reservación norteamericana, fueron derrotados”. Víctor Orozco sugiere la idea
de que la guerra apache, al incorporar al campesino y al trabajador hacendario,
debilitó los lazos de servidumbre que los unían con el hacendado: “Buena parte
de esta tradición de rebeldía y antiautoritarismo se forjó en la lucha secular contra
los apaches”, p. 31.
34
En gran medida el problema de origen era la defensa que los tomochitchos hacían
de su derecho de culto, en su caso particular a la Santa de Cabora, derecho no
respetado por autoridades religiosas y civiles. Entre las consecuencias generadas
por este hecho se encuentran el sentimiento generalizado de rechazo a la dictadura
porfirista, y una mayor participación política de los ciudadanos a través del Partido
Liberal Mexicano, el sinarquismo y otros movimientos sociales.
35
Flores Viramontes: obra citada, p. 71.

178
Ensayos

“quitar de su puesto al Supremo Poder de la Nación”, hecho al que se


suman siete levantamientos por cuestiones político-electorales,36 muy
importantes para explicar por qué Chihuahua fue un aliado fuerte de
la revolución democrática maderista.
“En San Isidro –siempre en la misma longitud– se levanta el
ranchero protestante Pascual Orozco. Y en San Andrés se inicia la
carrera centelleante de Pancho Villa”.37 Es Krauze quien nos conduce
a la inquietante pregunta: ¿cómo explicar los extremos de crueldad a
los que llegarían Villa y sus dorados sin recordar la “apachería”? El
carácter nómada de Villa, su habilidad para “andar siempre volante
(...), su astucia, su puntería y hasta el estruendo de las famosas cargas
de caballería, ¿no son en esencia resabios directos de aquella guerra?”38

Un punto debe dejarse en claro: “los apaches, no defendían frente a


europeos o mexicanos un territorio específico, menos aún alguna ciudad
o centro urbano. Y su culto religioso, especie de panteísmo primitivo
y natural, estaba muy por encima de los poderes humanos. Luchaban
por preservar una forma de vida, que exigía el desplazamiento libre, sin
barreras para localizar al bisonte o al venado, y que demandaba también
la aceptación del pillaje como recurso legítimo de sobrevivencia”.39 De
ese choque frontal los indios se vieron exterminados por la superioridad
de la maquinaria militar española; la supervivencia de unos y la des-
aparición de otros fue determinada por su mayor capacidad de matar;
en este sustento básico se fundamentó de hecho la dominación.40 Ese
espíritu libre dejó de cabalgar por estas praderas. Alambradas, líneas
divisorias rígidas y ridículas dividieron los grandes llanos y las impo-
nentes montañas, pero no acabaron del todo con él.
En el “pujante” Chihuahua contemporáneo están transcurriendo
hechos y procesos con la marca de casa. Aparecen nuevas relaciones
entre la Iglesia y el Estado, determinantes hace unos años para el as-
censo de la oposición a la gobernatura del estado. Una cierta fuerza
liberal latente afloró para exigir democracia y participación social, en
muchos sentidos constituía una exigencia y un desafío al Estado mexi-
____________________________________
36
Ibídem, p. 35.
37
Ídem.
38
Ídem.
39
Victor Orozco: obra citada, p. 17.
40
Guillermo Bonfil: obra citada, p. 126.

179
Ensayos

cano, una tensión resuelta por la vía electoral y distendida por el tacto
político de los opositores gobernando el Estado. Eran los momentos
del sueño neoliberal, cuando México aparecía protagonizando el éxito
del liberalismo económico, en su versión salinista, al lado de los grandes
ricos de la aldea global. ¿Quién iba a pensar en estirar las relaciones
con el centro sin meterse en problemas? Aun así, estos no faltaron. El
narcotráfico y la impartición de justicia mostraron un Estado corrupto
y vulnerable, un sistema jurídico federal muy cuestionable.
La franja fronteriza crea una zona de fuerte intercambio bilateral,
aquí en esta intersección se viven sentimientos encontrados. La peri-
feria, dicen, por lo normal espera que la salvación le venga del centro;
las ramas aman sus raíces, y en el núcleo radica el corazón del mundo.
Una espera acentuada en momentos de crisis. De este lado tenemos
un retazo territorial reacio a aceptar cualquier forma de orfandad. Y se
procrea así una relación de mutua dependencia, los símbolos nacionales
funcionan eventualmente con mucha efectividad en la epidermis colec-
tiva, para sentirnos parte de un idioma y de una misma cepa cultural.
En este juego cruzado el intercambio nos ha dejado también el
conocimiento de una sociedad y una cultura más bonante que la nuestra.
Los roces y los contactos con ella nos han dejado cargados de tenta-
ciones. El orden y el progreso aliados llevando el confort a cada rincón
de la casa vecina, la misma que antes fue nuestra, nos enseñan el éxito
de la administración justa y honesta; las amplias perspectivas sociales
de una sociedad civil fuerte ante un Estado regulador. Un contraste
inevitable en cada cruce fronterizo. Muy pocos sentirían un sentimiento
de culpa si un día los vecinos decidieran una anexión. Sin embargo,
el extrañamiento cultural de los sonidos, olores, sabores, aumenta la
tensión umbilical: suelen traicionarnos cuando uno menos se lo espera.
Actualmente los conflictos político-electorales han quedado en se-
gundo término: lo que permanece en el primer plano es nuestra relación
con un centro federado, sediento de recursos, adicto consuetudinario a
un modelo exportador; ineficiente y corrupto en la administración de
los recursos públicos; siempre dispuesto a suprimir a cualquier precio la
democracia auténtica; con mucho ánimo reformista alentará cualquier
cambio que no comprometa su hegemonía.
El futuro de Chihuahua se debate entre su espíritu libre y su realidad
dependiente, política, económica y militarmente de un centro confe-
derado. Su complicidad con el proyecto federal le permitió garantizar
empleo y un nivel de vida estable para su población, a través del esta-
180
Ensayos

blecimiento de la industria maquiladora, aprendimos a emplearnos, a


rentar lo mejor de nuestro capital humano para hacer más competitivas
a las empresas que gastan menos por los bajos salarios que pagan. En
cierto modo la barbarie continua, el estado no tiene una infraestruc-
tura productiva sólida, tiene altos niveles de producción en productos
básicos, pero su industria es débil.
El desafío permanece desde hace siglos en el aire. Un norte leja-
no, olvidado, enclaustrado en una soledad geográfica al margen de la
inmediatez institucional, embriagado de autosuficiencia, podría un día
promulgar la Nueva República de Chihuahua.
El regreso del espíritu bárbaro permitiría una administración más
sabia de los recursos naturales, las diferencias difícilmente podrían erra-
dicarse, pero podríamos aspirar a una división territorial más racional
en relación con sus peculiaridades geográficas, políticas y culturales.
Las diferencias culturales internas quedarían resueltas si en todas ellas
habitaran ciudadanos multiculturales dispuestos a respetar y tolerar al
otro. Entonces, si las etnias se incorporan en las mismas condiciones
que los otros grupos sociales a las expectativas del progreso, podremos
pensar que estamos alcanzando un desarrollo integral. Así el mal here-
dado de un núcleo dominante quedaría conjurado ante la presencia de
una periferia demandante, democrática, autónoma y justa.

Los grandes proyectos nacionales siempre se han desarrollado de espal-


das a los habitantes primigenios de estas tierras, los indios; además de
no participar de los beneficios de ser parte de una nación han tendido
que enfrentar y padecer una política hostil. Las etnias se convirtieron en
una realidad folklórica, muestra de nuestra identidad. Una realidad llena
de penurias, con la fuerte amenaza del exterminio siempre a cuestas.
Chihuahua tiene entre las pocas etnias que han logrado sobrevivir a
los pimas, tarahumaras, warojíos, todos provenientes del grupo ópata-
pima que pobló de norte a sur aridoamérica y mesoamérica. Y también
todos indistintamente viven en condiciones lamentables: el hambre,
las sequías, el frío, las enfermedades, y las agresiones constantes de los
mestizos los mantienen en una situación de miseria. Con un trozo de
tierra que apenas puede cultivarse, pero al que muchos de ellos se afe-
rran orgullosos de su estirpe, defienden sus costumbres y su forma de
vida. Sus peticiones son las mismas: respeto y equidad. Paulatinamente

181
Ensayos

han ido perdiendo sus tierras, sus costumbres, su idioma, su futuro.


Por cientos de años se han enfrentado a las situaciones más difíciles
de supervivencia; curtidos por una existencia cruel desafían el paso de
las generaciones, de pie, aferrados a una visión de la vida empeñada en
castigarlos de la peor manera, quitándoles lenta e inevitablemente todo.
El proyecto independentista, el reformista, el positivista, el revolu-
cionario y el neoliberal dejaron una y otra vez fuera al indio; los criollos,
los liberales, los “científicos” y la “plebe” revolucionaria siempre lo
dejaron en el olvido. Nunca el gobierno mestizo emprendió alguna
iniciativa tendiente a resolver de fondo los problemas que nosotros
mismos les creamos. Les inventamos soluciones con el fracaso antici-
pado. Es más fácil dejar que la miseria y las enfermedades los acaben
a entregarles buenas tierras de cultivo, a respetar su forma tradicional
de organización: a tratarlos de igual a igual.
La cultura tarahumara, con la población más numerosa en el estado,
por su presencia misma es una lección de amor y gusto por la vida; su
carácter dócil, amable, risueño, es guiado por una concepción del mundo
ética y religiosa, aleccionadora para una sociedad moderna abatida por
las contradicciones más absurdas. Su relación con la naturaleza, sabia y
respetuosa, es una alternativa vigente para el mundo contemporáneo.
Es una fuente viva de la que aún se pueden beber sorbos de nuestros
más antiguos orígenes. Tenemos ante nuestras etnias una cuenta muy
difícil de saldar. Pero que debemos pagar.

, Francisco R.: Diccionario de historia, geografía y biografía chihuahuenses, 2a. ed.,


Universidad Autónoma de Chihuahua, 1968.
————: Resumen de historia del estado de Chihuahua, “Libros mexicanos”, México, 1955.
, Roger: El salvaje artificial, UNAM-Ediciones Era, México, 1997.
————: La jaula de la melancolía, Grijalbo, México, 1987.
, Guilllermo: México profundo, Consejo Nacional para la Cultura y las
Artes-Grijalbo, México, 1987.
Gabriel: El nacimiento de las instituciones en México, Universidad
Autónoma de Chihuahua, México, 1998.
, Enrique: “Chihuahua, ida y vuelta”, Vuelta 115, 1986.
, José P.: Historia de las rebeliones en la Sierra Tarahumara (1622-1724), Editorial
Camino, Chihuahua, 1991.
, Victor: Las guerras indias en la historia de Chihuahua, Universidad Autónoma de
Ciudad Juárez-Instituto Chihuahuense de Cultura, Chihuahua, 1992.
, César: Tres ensayos sobre la frontera septentrional de la Nueva España, Porrúa,
México, 1977.

182
Ensayos

“Es un error tajante decir que la filosofía


analítica es una filosofía deshumanizada”
Entrevista a Enrique Pallares

E sta entrevista se realizó en el año 2005, en el marco de un proyecto diri-


gido a la publicación de un libro homenaje a Enrique Pallares, uno de los
filósofos más representativos de la práctica de la filosofía en la Facultad de Filosofía
y Letras de la Universidad Autónoma de Chihuahua, el libro, debido a un sinfín
de factores se fue posponiendo, aunque próximo a publicarse, esta entrevista por
el tiempo transcurrido desde que fue hecha ya no encuadra con los nuevos tiempos,
sin embargo, me parece, es un documento que puede resultar útil para aquellos
interesados en la historia de la filosofía en nuestro entorno académico.

Heriberto Ramírez: Maestro Enrique Pallares, ¿cuál es la visión que usted tiene
del inicio de la actividad filosófica, académicamente hablando; profesionalmente
hablando, aquí en Chihuahua, usted como estudiante y como catedrático de la
facultad, ¿cómo esbozaría ese desarrollo de la filosofía en Chihuahua?
Enrique Pallares: Bueno, creo que de lo que yo viví, primeramente como
estudiante, me tocó una época en la que existían muchos debates a
nivel de secundaria y a nivel de preparatoria sobre distintos temas de
carácter filosófico; desde luego estaban concentradas en discusiones
mucho muy espinosas, como la existencia de Dios, el evolucionismo,
el marxismo, la política internacional, etcétera; y estos temas casi
siempre despertaban –o al menos nos despertaban como estudiantes
de preparatoria– un cierto interés por aquellos problemas de carácter
filosófico. Creo yo que algunos maestros que vivieron esa época, se
dieron cuenta o se percataron del interés que existía sobre cuestiones
de esta naturaleza y en aquel momento se dieron a la tarea de trabajar
para poder formar facultades o escuelas en las que se discutiera o se
hablara de temas de carácter filosófico, y creo yo que los maestros que

183 183
Ensayos

formaron la escuela de Filosofía y Letras tuvieron precisamente esta


inquietud, un espacio en el que se pudieran cultivar la filosofía y las letras.
Yo creo, repito, que en la época en que vivimos, en aquel momento,
fue sumamente rica en discusiones de esta naturaleza y fue una época
que propició precisamente la presencia de escuelas de este tipo, aunque
eso no quiere decir que con anterioridad no se hayan desarrollado in-
quietudes de carácter filosófico, por ejemplo en lo científico o literario,
o en escuelas que estuvieron en Chihuahua y en otras entidades como
Parral, preocupadas por cuestiones de carácter filosófico; pero creo
que maduró más la idea en una época en que se daban más agudas las
discusiones de esta naturaleza.

H. R.: Cuando usted ingresa a la escuela como estudiante de filosofía, ¿cuánto hacía
que esta se había formado?, y, ¿cuáles eran los maestros que usted recuerde de una
mayor trascendencia para la filosofía?
E. P.: Yo entré a la escuela de Filosofía y Letras en 1968, y la escuela
ya tenía aproximadamente unos cuatro o cinco años de haber sido
formada. Desde luego, los maestros que yo recuerdo y que tenían
inquietudes filosóficas fueron indiscutiblemente el profesor Federico
Ferro Gay, el maestro Curiel, y en el ámbito de las letras, el licenciado
Gaspar Orozco. También estaban el licenciado Ernesto Lugo, el doctor
González Estavillo, el profesor Antonio Becerra Gaytán, que estuvieron
también como maestros míos. Estos profesores fueron de los que recibí
las primeras clases de filosofía.

H. R.: ¿Cree que esto le permita a usted dar cuenta de las corrientes o de las ten-
dencias filosóficas que han marcado el desarrollo de esta actividad hacia el interior
de la escuela? ¿Cómo ha sido ese proceso de conformación?, ¿cuáles han sido las
tendencias dominantes en determinados periodos de acuerdo a los intereses particulares
del estudiantado, de los maestros y de la sociedad en general?
E. P.: De lo que yo me acuerdo desde que ingresé a la escuela –tanto
como alumno y después como maestro– es que sentí que había diferen-
tes corrientes que estaban representadas en algunos casos por maestros
y en otros casos hasta por los mismos alumnos, indudablemente que
allí estaban presentes corrientes filosóficas, tales como el marxismo y
el existencialismo; se discutía a Nietzsche, Heidegger, estaban también

184
Ensayos

representantes de las escuelas escolásticas, había muchos exseminaris-


tas –se puede decir que estaban de alguna manera representantes de
corrientes como la tomista–; por otro lado había pensadores, o había
profesores, mejor dicho, que se interesaban por una filosofía más
abierta, que no estuviera necesariamente relacionada con las corrientes
que acabo de mencionar; pero yo creo que desde que entré a la escuela
había una gran variedad de opiniones que se podían identificar con las
más representativas corrientes filosóficas del momento.

H. R.: ¿Tuvieron los alumnos –o han tenido– una participación en el desarrollo,


una influencia significativa en el desarrollo de esas tendencias hacia el interior de
la escuela?
E. P.: Los alumnos yo creo que sí; mire, por ejemplo, yo en lo personal
observé en primer lugar que entré a la escuela de Filosofía con una
lectura de corrientes filosóficas ligadas con el marxismo, fueron las
lecturas que yo tuve en preparatoria las que me llamaron la atención;
sin embargo, cuando entré a la escuela de filosofía como estudiante me
di cuenta que había una serie de corrientes o de posiciones filosóficas
que no estaban allí todavía descubiertas; por ejemplo, a mí me tocó
estudiar la lógica con un estilo completamente Aristotélico, bajo esta
tradición, ahí me di cuenta que hubo alumnos –entre los que yo pue-
do contar a Miguel Ángel Gallardo y otros– que se interesaron junto
conmigo en estudios, por ejemplo, de la lógica moderna o la lógica
contemporánea, cuando yo descubrí o cuando me enteré –un poco
atrasado, puesto que fue en 1970–, ya la lógica se había desarrollado
en 1900, pero cuando descubrí esta materia comparé con los cursos de
lógica que yo había llevado y me di cuenta que había un abismo muy
grande entre aquellos estudios de lógica que llevé y los que se estaban
desarrollando en la época contemporánea; pero no solamente esto, sino
que hubo otras inquietudes por parte de los alumnos de compañeros
míos; en ese momento que nos dimos cuenta que había otras facetas de
la filosofía que no necesariamente estaban ligadas o estaban enmarcadas
en las tradicionales corrientes filosóficas que se habían desarrollado,
desde luego como estudiantes, sin una perspectiva más amplia que el
ámbito chihuahuense, pues indudablemente nos abrió los ojos sobre
posiciones mucho muy interesantes de la filosofía que no habían sido
completas en ese momento.

185
Ensayos

H. R.: Pero han existido grupos hacia el interior de la escuela que han desarrollado
su propio trabajo, me refiero a Parenklesis en dos etapas y a los Segundos analíticos,
¿cómo contempla usted las aportaciones –si es que las hubo– de estos grupos para
la conformación de estas tendencias?
E. P.: Bueno, en realidad los grupos de alumnos que se desarrollaron
dentro, en especial en la escuela de filosofía como el que usted acaba
de mencionar –el “Grupo Parenklesis”– en primer lugar, creo que tenían
intereses primordialmente de carácter político, no que los integrantes
de este grupo no se interesaran en cuestiones filosóficas, pero creo que
eran una de sus principales actividades. De esos grupos salieron algunos
compañeros con muy buenas aptitudes para el desarrollo filosófico,
sobre todo en el área de la filosofía política y de áreas que están ligadas
con esta materia filosófica; posteriormente hubo otros grupos como los
que usted acaba de mencionar, como los segundos analíticos, que también
se interesaron por una filosofía que empezaba a estar en boga en la
escuela, en particular que ya tenía muchos años en el mundo, pero que
empezaba a estar en boga; digo, sobre todo que partía del empirismo
lógico que desembocaba en la filosofía analítica. Estos estudiantes, creo
yo, desarrollaron una actividad filosófica interesante y diferente de los
otros, porque de alguna manera –como su nombre lo indica– eran más
analíticos y, considero, eran netamente interesados de una manera más
específica en estudios filosóficos y creo que algunas de las personas
como estudiosos de la filosofía de gran relevancia, algunos de ellos
están haciendo estudios de maestría y también tuvieron un papel muy
importante en el desarrollo de temas filosóficos que antes no habían
estado contemplados o no se habían examinado en la carrera.

H. R.: A usted siempre se le asocia con la filosofía analítica y la filosofía de la


ciencia, ¿cuáles son sus influencias concretas o sus deudas directas con estas corrientes?
E. P.: Como dije anteriormente, a mí me interesaba mucho el problema
del conocimiento, me llamaba mucho la atención el saber, quizá por el
interés muy especial que yo tuve de las matemáticas, de la física, y tam-
bién por una influencia que se desprende de las lecturas, precisamente
de corte marxista que yo tuve; si recordamos las lecturas que se desarro-
llaron en aquella época, eran en las que se hablaba precisamente que la
filosofía marxista era una filosofía científica; recordemos, por ejemplo,
que se hablaba mucho del materialismo histórico, del socialismo cien-
tífico y de todas estas teorías de carácter político, económico y social

186
Ensayos

en las que se manifestaba un gran interés por desarrollar estudios más


científicos sobre estas cuestiones; no políticas, sociales y económicas.
Cuando yo estudiaba me interesé mucho en la filosofía de la ciencias,
empecé a tener lecturas que me llamaron mucho la atención y quizá uno
de los filósofos que más influencia tuvieron en mi persona fue precisa-
mente Bertrand Russell, quien para mí fue un filósofo que desbancó –se
puede decir– a otros filósofos que yo había leído, otros pensadores que
yo había tenido oportunidad de leer o de escuchar y me pareció por
su planteamiento, en primer lugar, como un gran filósofo humanista,
de una gran trayectoria, de una gran intelectualidad, un filósofo que
cuando lo lee uno, se da uno cuenta de la gran claridad de pensamiento
que llegó a tener y creo yo que fue este filósofo en particular el que
me inició en los estudios de la filosofía de la ciencia, de la teoría del
conocimiento, pero también de otros temas que aparentemente están
desligados de la filosofía de la ciencia, como es la ética o la metafísica.
Curiosamente se me ha ligado a la filosofía analítica, creo yo, por un
malentendido y un mal conocimiento de lo que son las corrientes
filosóficas; cuando me interesé yo por los estudios de la lógica y de la
filosofía de la ciencia y empecé a dar cursos de lógica y de filosofía de
la ciencia contemporánea, muchos pensaron que estos mismos eran
precisamente estudios monopolizados por el empirismo lógico o por la
filosofía analítica, y entonces, como consideraron que el que estudiaba
lógica o la filosofía de la ciencia estaba estudiando precisamente lo que
habían desarrollado estos filósofos, cualquier persona que viera esta
materia la ligaba con la filosofía analítica o el empirismo lógico; quiero
decir, que en primer lugar el hecho de ser empirista o filósofo analítico
no tiene nada de malo, es tan válido como cualquier postura, lo que yo
sentí, es que la filosofía analítica resultaba una herramienta, un método
sumamente penetrante de análisis que permitía analizar los problemas
filosóficos con mucha mayor profundidad, con mayor claridad que los
estudios o que los métodos o estrategias que se venían dando en otras
corrientes filosóficas. Sentí que la filosofía de estos pensadores como
Bertrand Russell, Reichenbach, los pensadores que están en el Círculo
de Viena, pensadores como Wittgenstein, posteriormente pensadores
como Popper, y otros, que no necesariamente todos están catalogados
como filósofos analíticos, fueron pensadores o son pensadores que
llegaron a tener en sus escritos una gran diversidad de temas que iban
desde las matemáticas hasta la ética y la política y esto a mí me parecía
sumamente atractivo por ser tan universales en sus estudios. Entonces
187
Ensayos

se me liga –o se me ligó– con la filosofía analítica en ese sentido por


llegar a dar clases de lógica y de filosofía de la ciencia; sin embargo,
repito, creo que la filosofía analítica era una novedad en la escuela de
filosofía en particular en Chihuahua, era una novedad porque habían
prevalecido otras corrientes motivadas por maestros que vieron filosofía
en años anteriores y que únicamente se encerraban o se ubicaban en
estudios tradicionales les parecían corrientes filosóficas más genuinas.
La filosofía analítica, como usted sabe, es una de las corrientes filosó-
ficas con mayor influencia en el mundo contemporáneo y creo esta,
no podía dejar de contagiar estos estudios a la escuela de filosofía una
vez que se tenían lecturas en ese sentido y creo que la filosofía analítica
tiene perspectiva todavía muchos alcances, la considero sumamente
humanista, sumamente cargada de una emoción por los estudios filo-
sóficos y creo yo que dentro de esta corriente se han aclarado muchos
de los problemas filosóficos y muchos de estos, la posición analítica ha
permitido verlos con mucha mayor claridad; lo vemos en la ética y en
la metafísica, los estudios de pensadores analíticos en estas corrientes,
han sido muy influyentes y ocupan uno de los principales lugares en
las posiciones de la filosofía contemporánea.

H. R.: Sin embargo, hay la impresión en ciertos ámbitos de la filosofía en Chihuahua


como para considerar a esta corriente de la filosofía analítica como una filosofía muy
alejada del humanismo. ¿Por qué se dan este tipo de prejuicios?
E. P.: De manera muy sincera le digo que hay un desconocimiento y
un prejuicio en algunos estudiosos de la filosofía que les impide o que
no quieren leer o estudiar la filosofía analítica contemporánea; como
tienen ese prejuicio entonces descuidan sus estudios. Yo creo que hay
un mal entendido, la filosofía analítica, en primer lugar, no la debemos
de relacionar exclusivamente con la lógica y la filosofía de la ciencia,
este es uno de los ámbitos o de las áreas filosóficas que más se desa-
rrollaron, esto es cierto, pero la filosofía analítica, hay que reconocer
también, ha tenido una serie de teorías que no son válidas, que no son
aceptables y que han sido examinadas por filósofos contemporáneos.
Sobre lo relacionado con el humanismo, le voy a decir lo siguiente: así
como yo desconfío de aquellas personas que dicen poseer la verdad,
de la misma manera desconfío de aquellas personas que dicen buscar
la verdad, y también de aquellas personas que dicen lo que debe de ser
el hombre o que tienen un ideal de hombre; considero que son prefe-

188
Ensayos

ribles aquellos filósofos que buscan un incremento de la racionalidad


para poder resolver los problemas de los seres humanos, creo yo más
en los filósofos que ven al hombre tal como es, como un individuo que
tiene sus creencias, deseos, necesidades, intereses, y que estas creencias,
deseos e intereses cambian en función de circunstancias sociales y de
crítica a sus creencias, y que en función de estas, el hombre debe ac-
tuar, el hombre no puede tener un ideal de cómo debe ser; al hombre
hay que verlo como es, con estos elementos que acabo de mencionar,
y una vez que buscamos incrementar la racionalidad para resolver los
problemas que son motivados precisamente por esas creencias, por esos
deseos, necesidades e intereses, en esa medida estamos contribuyendo
a un mejoramiento de la humanidad; entonces no considero que un
filósofo deba de identificar o tenga que indicar lo que deba ser el hom-
bre, considero que el humanismo contemporáneo es un humanismo
que ha dejado, que se ha ampliado, el humanismo clásico ha dejado
de tener vigencia, en la actualidad tenemos un humanismo que se ha
incrementado, desde luego, no descuidando los aspectos importantes
del humanismo clásico, pero se le han agregado otros ingredientes que
hacen mucho más amplio el humanismo contemporáneo. Tradicional-
mente, los estudios humanísticos estaban relacionados exclusivamente
con estudios literarios e históricos, y hoy en día, los estudios humanísti-
cos son mucho más amplios, puesto que el humanismo, en este sentido,
trata de estudiar todo lo que el hombre hace, todo aquello, todos sus
productos, su razón, sus relaciones sociales, sus interconexiones con
el mundo, sus creaciones no solamente artísticas, sino intelectuales, en
la medida que nosotros compremos más la razón, la manera como el
hombre piensa, la manera como el mundo razona, la manera como el
hombre se interrelaciona con los demás, la manera como valora, como
juzga; en esa medida estamos haciendo humanismo. Los estudios hu-
manísticos, considero yo, se han ampliado, y es un error tajante el decir,
por ejemplo, que la filosofía analítica es una filosofía deshumanizada,
esto es un error que no podemos sostener, basta señalar, por ejemplo,
que uno de los pensadores que han sido ligados con la filosofía analítica
es Bertrand Russell, y nadie puede negar que él es un humanista de
primera línea; y tenemos otros pensadores –como Popper– que también
han sido considerados dentro de esa línea, que aunque no lo son de
hecho, pero que también tienen estudios humanísticos muy interesantes
y además han sido de los pensadores más influyentes de nuestro siglo,
entonces desligar a la filosofía analítica de los estudios humanísticos es
189
Ensayos

un error y un desconocimiento; existen filósofos analíticos en la ética,


existen filósofos analíticos en la metafísica, en la filosofía política, en
nuestra relación de temas con la justicia, con los valores humanos, con
la cultura; por lo tanto, creo yo que esto se mantiene o esta impresión
de la filosofía analítica es por un desconocimiento y por una falta de
rigor de aquellas personas que lo llegan a criticar.

H. R.: Entonces, ¿cree usted en la coexistencia pacífica de las diferentes corrientes


filosóficas?
E. P.: En la época moderna, en la contemporánea, las corrientes filosó-
ficas han perdido su vigencia; considero que no se puede examinar la
filosofía exclusivamente en función de las corrientes contemporáneas,
precisamente los grandes sistemas filosóficos han dejado de tener
presencia en los estudios modernos o posmodernos, si es que les que-
remos llamar de esta manera; la filosofía empieza a ser manejada con
problemas que se manifiestan en las diferentes disciplinas filosóficas:
la ética, la epistemología, la filosofía política, la filosofía de la religión,
la filosofía de la ciencia, la lógica, la filosofía del lenguaje; en fin, en
cada una de las distintas disciplinas filosóficas se empiezan a abordar
problemas filosóficos y el análisis de esos problemas, el estudio, el exa-
men de estas problemáticas que caen dentro de la filosofía impide, o
mejor dicho, rompe con aquellas fronteras que se habían manifestado,
o que habían sido impuestas por las corrientes filosóficas; un ejemplo
muy claro de la filosofía en la filosofía contemporánea, es cómo en las
distintas ocasiones en que han tenido encuentros, filósofos de la escuela
de Frankfurt y de la filosofía analítica, empiezan a tener estos contactos
de tal naturaleza que empiezan a reconocer los puntos de vista comu-
nes, acuerdos en algunos planteamientos y se ha roto, efectivamente,
con escuelas fijas de pensamiento, que tan solo conformaban formas
de opinión un tanto dogmática, entonces no es tanto la coexistencia
pacífica la que prevalece sino más que todo es una disolución de las
escuelas, porque los problemas filosóficos rompen las fronteras de las
distintas corrientes filosóficas y no pueden ser tratados exclusivamente
desde un esquema de pensamiento.

H. R.: ¿Hasta dónde llega, en su opinión, la responsabilidad social de la filosofía?


E. P.: Bueno, la responsabilidad social que cultiva la filosofía es bastan-
te amplia, todos los hombres vivimos, por así decirlo, encerrados en

190
Ensayos

marcos credenciales, todos tenemos sistemas de creencias, no podemos


vivir fuera de esos sistemas credenciales, al menos si somos seres inte-
ligentes de pensamiento, y creo que la función social más importante
de los que cultivan la filosofía es precisamente el examen de aquellos
presupuestos que sustentan las creencias apoyadas por los diferentes
miembros de una sociedad, hay una serie de ideas y de opiniones que
se sostienen o se manifiestan como inamovibles, que se consideran
tajantemente verdaderas y esas creencias nos motivan a actuar de una
determinada manera; por ejemplo, si nosotros seguimos pensando que
la historia está sujeta a leyes, entonces eso nos inducirá a movernos en
el descubrimiento de esas leyes y sumisamente cumplir las reglas que
esas leyes llegan a implantar en los hombres; sin embargo, si nosotros
hacemos una crítica, examinamos y vemos que ese supuesto de que la
historia tiene leyes es falso, entonces nosotros hemos dado un gran paso
en el pensamiento, nos libraremos de una idea o de un prejuicio que nos
impedía o que nos impide voltear la cabeza en otra dirección. Los seres
humanos, como dije, no podemos librarnos de las cárceles que son los
sistemas credenciales o los marcos conceptuales, como se dice actual-
mente; sin embargo, sí podemos cambiarlos, sí podemos modificarlos,
y en la medida que los modifiquemos en aras de un bienestar, de un
vivir con sabiduría, creo que en esa medida la filosofía está cumpliendo
un papel muy importante; no solamente me refiero a los opuestos que
llegan a tener, que existen, por ejemplo, en el pensamiento social; la
ciencia tiene una serie de presupuestos que tienen que ser analizados,
basta señalar que hoy en día la idea que se ha tenido de “ciencia”, sobre
todo impuesta por el empirismo lógico, ha venido decayendo, las críticas
señaladas por pensadores como Thomas Kuhn, Feyerabend, Hanson,
entre otros; han sido unas críticas sumamente fuertes como para poder
seguir sosteniendo la imagen de la ciencia al estilo positivista, este es
un ejemplo de cómo la filosofía al examinar los opuestos, las ideas que
están en el fondo de pensamientos tan poderosos o de conocimiento
tan respetable, como es un científico, también pueden ser objeto de un
análisis, de una crítica, una crítica que nos lleve a unificar la imagen o
los cuadros conceptuales que vamos a tener, y estos cambios, estas mo-
dificaciones que hacemos de los cuadros conceptuales, no los hacemos
por gusto, sino porque encontramos incoherencias, nos encontramos
insatisfechos por esos marcos conceptuales y los modificamos, y esa
insatisfacción que llegamos a sentir, de una manera repercute en nuestra
vida contemporánea; por ejemplo, quien no actúa de una determinada
191
Ensayos

manera sobre concepciones que pueda tener sobre el aborto, sobre


la educación sexual, sobre la manera en que se tiene que educar a los
hijos, sobre la opinión que tenemos sobre la familia nuclear, sobre el
rompimiento de los nacionalismos actuales, etcétera; existen una serie
de prejuicios contemporáneos que tienen que ser examinados a la luz
de un pensamiento más fresco y que esto de manera indudable pueda
ayudarnos a acarrear filosofías o pensamientos que nos ayuden al hom-
bre a vivir mejor, que ayuden al hombre a un bien vivir y esto, induda-
blemente, es una de las principales tareas de la filosofía. Sin embargo,
esto no se puede hacer exclusivamente desde una disciplina filosófica,
tiene que ser desde el análisis de las áreas abstractas, como pueden ser
la lógica, las matemáticas, hasta las disciplinas sociales, antropológicas,
éticas, axiológicas, estéticas, etcétera; un análisis, se puede decir, de toda
la cultura, de toda la cultura en general.

H. R.: ¿Qué clase de relaciones mantiene la escuela de Filosofía de la Universidad


de Chihuahua con otras escuelas de filosofía y sus similares en las diferentes partes?
E. P.: De manera muy somera, diré que existen temporadas en que la
facultad llega a tener relaciones con otras instituciones y con otras es-
cuelas de filosofía en el ámbito nacional, o incluso con escuelas cercanas
geográficamente a la nuestra, pero a veces, hay otros momentos, en que
hay un distanciamiento; es decir, las relaciones, no quiero decir que se
rompan, simplemente se dejan de dar y creo que esto ha sido algo que
puede considerarse como negativo para el cultivo de la filosofía; las
relaciones que deben de darse entre las facultades de filosofía, ya sea
conferencias, mesas redondas, discusiones que se puedan organizar,
creo que son muy positivas porque vienen a dar aires nuevos a nuestra
facultad en particular. En la medida en que exista este tipo de eventos
hay una fluidez de ideas, hay una mayor cobertura de los análisis que
puedan hacer nuestros estudiantes y creo que esto les permite a los
mismos tener alternativas de otra índole y que no solamente queden
sujetas a los maestros que ahí den cursos. Considero que en la medida
en que existan estas relaciones se enriquece nuestra facultad y creo que
nos haríamos menos provincianos si empezamos a establecer relaciones
más fecundas con otras instituciones, tanto del país como del extranjero.

192
Ensayos

H. R.: El Congreso Nacional de la Filosofía de Octubre de 1991 que tuvo como sede
a Chihuahua, ¿tuvo algún impacto positivo para el desarrollo de la filosofía local?
E. P.: Yo creo que sí, indudablemente el congreso que la Asociación
Filosófica de México organizó aquí en Chihuahua es de mucha im-
portancia para la filosofía de la entidad. Esto se manifestó claramente
por la participación copiosa de personas que no necesariamente eran
o son miembros de la Facultad, sino que atrajo la atención de otros
círculos, de otras esferas sociales; tengo entendido que hubo una par-
ticipación promedio de 450 personas en cada una de las sesiones, lo
que nos da un indicio de que tuvo un impacto interesante en nuestra
sociedad, indudablemente, que por otro lado es importante porque los
que no forman parte de estos estudios, los que no cultivan la filosofía
al entrar en contacto con filósofos que vinieron de otras latitudes,
de otras regiones, pues se dieron cuenta que eran personas normales
como cualquier otra, que se interesaban en problemas difíciles, que
eran personas que son cuerdas, porque a veces la imagen del filósofo
en la sociedad es equivocada –bueno, no a veces, sino que con mucha
frecuencia–, y congresos de esta naturaleza le dan una perspectiva a la
filosofía de mucho mayor alcance y trascendencia, además motiva –o
motivó– mucho este Congreso para que los estudiantes que participa-
ron, y las personas que llegaron a participar vieran la filosofía desde
otras perspectivas. Considero que sí fue un evento en la localidad de
mucha importancia, además de que entra uno en contacto con otros
pensadores y estudiosos de la filosofía con los que puede uno cotejar y
ver que tan bien anda uno en los estudios filosóficos, que tan atrasado,
que tan correcto anda uno en sus investigaciones; entonces pienso
que estos encuentros en general son positivos, como lo indiqué en
la otra pregunta, y en lo particular en la sociedad de Chihuahua, creo
que fue sumamente positivo. Las sociedades deben de estar siempre
dispuestas a examinar las cosas, tenemos que manejar una sociedad
abierta, tenemos que preocuparnos porque nuestra sociedad discuta los
problemas, los examine, pero que los vaya examinando cada vez con
mucho mayor madurez, que no divague en las discusiones; ciertamente
que muchas discusiones filosóficas se prestan a divagar, a salirse del
objetivo que llegan a tener, pero creo que en la medida que se madura
en las discusiones, se puede ir poco a poco concentrando los temas
y la gente va viendo y examinando con mucho mayor seriedad estas

193
Ensayos

discusiones, hasta llegar a acuerdos racionales, acuerdos que permitan


hacer un avance dentro de esta disciplina, y precisamente, estos eventos
creo que contribuyen a hacer cosas de esta naturaleza.

H. R.: ¿Y qué tan actualizada se encuentra la planta de profesionales de la filosofía


en Chihuahua?
E. P.: Yo pienso que la actualización sí es necesaria, creo que no nos
podemos quedar empantanados en estudios que hace años estuvimos
examinando, creo que la actualización, no del profesorado necesaria-
mente, sino de los programas de los contenidos de las materias, que
ahí es donde radica precisamente el estar al día. Existen, efectivamente,
muchos programas de la escuela que están atrasados, que ya no son
vigentes, y creo que la mejor manera de poder actualizarlo, de que la
escuela esté al día, es precisamente actualizando los programas; para
eso se requiere conocer –no inventar, sino conocer– los programas,
los contenidos de los programas de aquellas instituciones que tienen
la posibilidad y la suerte de estar introduciendo ideas nuevas, de estar
planteando problemas, problemas novedosos, en la medida en que
nosotros nos ponemos en contacto precisamente con esas institucio-
nes, examinamos los contenidos de las otras facultades, especialmente,
repito, de aquellas que tienen la posibilidad de hacer investigaciones
más constantes. Creo que en esa medida nuestros cursos se pueden
actualizar. Ciertamente que muchas veces en aras, o con la pretensión
de ser originales en filosofía se hacen declaraciones de investigaciones
muy fuera de contexto filosófico, y claro, en aras de esa originalidad
lo único que resultan ser son investigaciones pueriles. A mí me parece
que la manera más sana, la más racional es la de ponernos en contac-
to con los estudios filosóficos que se hacen en aquellos institutos de
vanguardia, y que precisamente, en la medida en que esas escuelas de
vanguardia nos proporcionen información actualizada de los contenidos
de cada una de las materias, los programas de la escuela de la Facultad
de Filosofía y Letras de aquí de Chihuahua podrán actualizarse, pero
creo que esto requiere de un contacto mucho más fructífero con otras
facultades, de que nos llegue información fresca, de tener suscripciones
a revistas filosóficas importantes que tienen pensamiento actualizado,
y en esta medida, creo que podemos actualizarnos. Actualmente con-
sidero que esto no sucede en la Facultad de Filosofía, creo que hay un
estancamiento.

194
Ensayos

H. R.: ¿A qué llamaría usted, en este momento, la vanguardia filosófica, al tra-


tamiento de qué clase de problemas, dónde ubica usted en este momento la frontera
en la filosofía contemporánea?
E. P.: Creo que existen muchos institutos y facultades de filosofía en el
mundo que están investigando sobre problemas contemporáneos de la
filosofía, y cuando digo contemporáneos, no quiero decir que no exami-
nemos la historia, la filosofía; claro, hay problemas contemporáneos de
la historia de la filosofía que se puede ver ahora desde otras perspectivas,
se puede ver desde otro ángulo, cuando se han aclarado muchos de los
temas que antaño se trataban; por ejemplo, ya no podemos seguir con
los problemas tradicionales de la teoría del conocimiento, la teoría del
conocimiento tiene investigaciones muy diferentes de aquellos muchos
problemas tradicionales, esto es un ejemplo de una disciplina que ha
estado desarrollándose a pasos agigantados en últimas fechas, pero
creo que en España, en Alemania, en Inglaterra y en Estados Unidos
existen institutos que tratan temas contemporáneos de la filosofía; hay
otras universidades que precisamente contemplan entre sus estudios
problemas de la filosofía actual, los problemas de la filosofía actual son
muy variados, no solamente están incluidos algunos problemas que se
han venido manejando en este siglo, sino los cambios que se han dado
en el mundo, tanto en lo político, en lo económico, en lo social, las
nuevas versiones que se tienen de la ciencia, la crítica que se ha tenido en
los presupuestos del pensamiento científico, los contagios culturales, la
importancia que cada vez se presta a los aspectos, a la cultura, para poder
comprender mejor a la sociedad; creo que desencadenan una enorme
cantidad de problemas que los filósofos pueden resolver, problemas
de carácter religioso, problemas técnicos, problemas del derecho, pro-
blemas que están relacionados con la ecología, los nuevos avances; por
ejemplo, tanto la psicología como la biología están provocando nuevos
problemas en la ética... En fin, creo que los problemas contemporáneos
están ligados a los desarrollos de la sociedad contemporánea. Ahora,
hay una cosa importante: a muchos filósofos pensadores de corrientes
un tanto tradicionalistas no les gusta aceptar que la mayor parte de los
problemas de las raíces de los problemas filosóficos los encontramos
en gran medida en el pensamiento científico; por otro lado, también
encontramos una fuente muy rica de problemas en la política, en la
cultura; entonces, creo que en estas grandes áreas de la actividad hu-
mana es donde nosotros podemos encontrar los problemas filosóficos

195
Ensayos

más frescos, problemas filosóficos contemporáneos a los que tiene que


atender precisamente el filósofo en nuestras escuelas; de nada sirve
examinar exclusivamente el pensamiento filosófico de un pensador del
siglo pasado, aunque claro, esto es sumamente importante, es necesario
que tengamos el conocimiento de qué problemas trataron, pero nece-
sitamos actualizar los problemas, necesitamos abordar los problemas
contemporáneos con una metodología más eficaz, más racional que lo
que se llegó a dar en aquellos momentos.

H. R.: ¿Existen proyectos de investigación o de docencia inmediatos dentro de la


Escuela de Filosofía? ¿Nos podría hablar de ellos?
E. P.: Pues mire, desgraciadamente las facultades, las escuelas de filo-
sofía tienen como principal función el enseñar filosofía para que pueda
realmente haber investigación filosófica; de la misma manera, para que
pueda haber investigación en otros campos del conocimiento es nece-
sario que se formen institutos, los que permiten formar investigadores;
desgraciadamente en nuestras escuelas, por las cargas académicas, no
se puede hacer investigación tal y como se piensa, ya que para hacer
investigación, en primer lugar se necesita tiempo, un investigador, que
por muy inteligente que sea, no puede hacer investigación si no tiene
tiempo para realizar sus investigaciones, así que para que pueda haber
realmente investigación, para que pueda haber realmente desarrollos
académicos importantes, relevantes, en cualquier campo y en especial,
en particular en la filosofía –por la pregunta que usted me hace– es
necesario que se formen institutos; y cuando yo hablo de institutos
de investigación en distintos campos, no me estoy refiriendo a que las
universidades tengan que hacer edificios de cuatro pisos para albergar
las investigaciones filosóficas, ni que esos institutos deben de contar con
centenas o con decenas de investigadores, la verdad es que esto no es
cierto, los institutos de investigación, aunque su nombre pueda parecer
un tanto pomposo, pueden estar formados con un puñado de personas,
tres o cuatro personas, pero que estén dedicados exclusivamente a la
investigación, dedicados a la elaboración de textos, a la elaboración
de artículos que pretendan tratar los problemas que se han echado
encima; por lo tanto, un instituto puede estar en un salón con 3-4 cu-
bículos, pero con 3-4 investigadores que están haciendo investigación.
Entonces, hacer investigación en nuestra escuela o en la universidad
en general, tiene que ser sobre la base de la formación de institutos de

196
Ensayos

manera formal para que pueda haber realmente una investigación; en


nuestra escuela en particular no puede haber investigación, no porque
no se quiera, sino porque simple y sencillamente no es la finalidad de
la facultad; por otro lado, desgraciadamente ahora los alumnos salen
con un curso opción a tesis, en particular sigo pensando que no pode-
mos formar investigadores cuando les estamos eliminando para que
puedan ser titulados de nuestra facultad el hacer una tesis, el hacer un
trabajo de investigación, entonces si las gentes que salen de la facultad
ya no tienen que hacer una investigación, ya no tienen que meterse a
trabajar con los libros, difícilmente se podrán formar investigadores,
esto significa que a la larga vamos a tener muy despoblado el grupo
de investigadores; repito, para que pueda haber de manera formal “in-
vestigación”, es necesario que haya un cuerpo de individuos que estén
dedicados exclusivamente o casi exclusivamente a la investigación, que
a lo mejor puedan tener una o dos clases máximo, para que la mayor
parte del tiempo puedan dedicarse a la investigación y esto se hace en
los institutos, ni siquiera me atrevo a decir que en las maestrías pueda
haber investigación, porque la mayor parte de la gente que entra a las
maestrías entran para conseguir nada más un papel y no para realizar
verdaderas investigaciones; entonces, considero que en nuestra facultad,
me da pena decirlo, existe una pobre investigación.

Dimos por terminada la entrevista subrayando de ambas partes la necesidad de


apoyar la profesionalización de la filosofía, con la formación de nuevos cuadros en
las vertientes clásicas y contemporáneas de la filosofía, para fortalecer la docencia y
estar a la altura de las nuevas demandas en esta área de las humanidades.

197
Ensayos

Esta primera edición de


Recuento intempestivo. Ensayos
se terminó de imprimir en diciembre del 2019
en los Talleres Gráficos de Editorial Aldea Global,
Sao Paolo 2105, Fracc. Jardines del Norte,
Chihuahua, Chih., México, C.P. 31130
Tel. 614 410.8486, e-mail: editorial@aldeaglobal.mx

Diseño editorial

Calle Delicias n. 251, Col. Revolución, Chihuahua, Chih.


Tels. 614 140 1305 y 614 482 6684, e-mail: villalobos7@gmail.com

198
Ensayos

199
Ensayos

200

También podría gustarte