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¡
ALBUM

EL COITOS

DE MONTE-CMISTO

TOMO PRIMERO,
. t .

i . . . - . i

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ALBUM. PÁG.

EL contra corr-cRIsro.
por 2 lejambro Dumas.

PARTE PRIMERA.
----

algun sacudimiento volcánico ha cruzado


dia28defebrero de 1815, el vija entre la isla de Calasareigne y la de Ja
de Ntra. Sra. de la Guarda dióse
-

ros, y doblado el cabo Pomé con sus tres


ñal de avistarse la fragata el Fa
gavias, su foque mayor y mesana, pero
raon, con rumbo de Smirna, Trieste yNá con tal lentitud, con un modo de andar
poles. Como de costumbre, salió inme tan triste, que los curiosos, por esa espe
diatamente del puerto un práctico, el cual cie de instinto quehace presentir las desdi
costeó el fuerte de If y abordo á la fra chas, se preguUtaban mútuamente qué po
gata entre el cabo de Morgion y la isla dia haber sucedido á bordo. Sin embargo,
de Rion. Al propio tiempo, y como tam los pertos en la navegacion, reconocian
bien es de costumbre, vióse atestada de cu que si alguna desgracia habia ocurrido
no
riosos la plataforma del fuerte de San Juan; podia ser en el casco, porque si bien mar
porque siempre esnegocio que llama mu chaba con lentitud, lo hacia con todas las
cho la atencion en Marsella el arribo de condicionesdeun buque perfectamente go
una embarcacion, sobre todo cuando, como bernado. Su áncora en disposicion de dar
el Faraon, ha sido construida, aparejada fondo, sus bigotes de bauprés en banda, y
y estibada junto á las peñas de la anti iunto al práctico que se preparaba á dirijir
el Faraon por la angosta entrada del puerto
gua Phocea y pertenece á un armador de de Marsella, observábase á un jóven que
la ciudad. ." " -
con gesto rápido y golpe de vista segiro
Entre tanto el buque iba adelantando; vijilaba los movimientos de la nave, y e
habia salvado sin tropiezoelestrecho que petia las órdenes del piloto
l
"
2 " ALEUM.

vaga inquietud que tenia en espec componian se lanzaron los unos á las es
tacion átodos los curiosos de la plataforma cotas, los otros sobre lasvergas, los otros
delfuerte de San Juan, era para uno de á las drizas, los otros á losfoques y otros
ellos causa de mortal desasosiego, de mo en fin á cargar lasvelas.
do que no pudiendo esperar la entrada del Eljóven marino dió una ojeada displi
buque en el puerto, saltó á una lancha, y cente sobre ese principio de maniobrayal
á fuerza de remo se dirijió á encontrar el ver que sus órdenes iban á ser ejecutadas
Faraon con el cual emparejófrente la en volvió á su interlocutor.
senada de la Reserva. –¿Pero, como ha sido esta desgracia?
El jóven marino que se hallaba al lado dijo el armadoranudando la conversacion
del piloto abandonósu puesto al ver al de donde la habia dejado eljóven marino.
ía lancha, y con el sombrero en la mano –Por Dios, señor, que ha sido de la
fué á apoyarse en la orla. Era el jóven manera masimprevista que darse pueda.
como de unos veinte años, de estatura al Despues de una larga conversacion con el
ta, talle esbelto, hermosos ojos negros y comandante del puerto, el capitan Leclér
cabellos de ébano. Habia en su continente salió de Nápoles muy agitado; á las 24
ese tinte de calma y de resolucion que es horas le atacóla calentura y tres dias des
peculiar á los hombres habituados desde pues habia ya muerto. Dimos á su cadá
su infancia á luchar con los peligros. ver el entierro ordinario, envuelto en una
–¡Hola, Dantes, sois vos! dijo el de hamaca con una bala de á36 en los pies y
la lancha. ¿Qué ha sucedido pues, qué otra en la cabeza, descansa á la altura de
significa ese airede tristeza que se advierte la isla de el Giglio. Traemospara su viu
á bordo? da su cruz de honor y su espada. Valia
–Una gran desdicha, señor Morrel, di por cierto la pena, continuó el jóven con
jo el jóven; una gran desdicha para mi una sonrisa melancólica, hacer diez años
sobre todo. A la altura de Civitavecchia seguidos la guerra á los ingleses para ve
hemos perdido al escelente capitan Leclér. nir á morir, como el vulgo, en su cama !
–¿Y el cargamento? preguntó conim —Diablo, que quereis, señor Edmun
paciencia el armador. -
do, repuso el armador que al parecer iba
–Llega á salvamento, señor de Morrel; consolándose masy mas; todos somos mor
y en esta parte no dudo que quedareis sa talesy es preciso que dejemos lugar para
tisfecho. Pero el pobre capitan Leclér... los que van viniendo; sin eso nadie haria
—Que le ha sucedido pues, preguntó fortuna, y en cuanto me dais por seguro
el armador, con un tono que visiblemente que el cargamento....
demostraba ya sutranquilidad, ¿qué le ha —Está en muy buen estado, señor de
sucedido pues á ese digno capitan? Morrel. Hé aquíun viaje cuyos beneficios
-Ha muerto. á seguir mi consejo, no es convendria ce
—¿Cayó al mar? der porveinte y cinco mil francos.
—No señor, murió de una calentura Despues, comohabian cargado ya á po
cerebral en medio de horribles padeci pa la mayor redonda; «al avío, dijo, á
uientos: y en seguida volviéndose el jó cargar gavias, foque y cangreja: á sus
Y en ála tripulacion, «¡lista 1 dijo, á dar puestos.»
fondo: cada uno á su puesto». Ejecutóse la órden con tanta prontitud
Obedeció la tripulacion, y en el instan
casi como en un buque de guerra.
te mismo los ocho ó diez marineros que la «Arría y carga todos.»
ALBUM, 3

A la última voz de mando arriáronse con la vista á Dantes que examinaba el s.


todas lasvelas y la nave se adelantó casi tio para dar fondo, paréceme que no ha
insensiblemente por la única fuerza del necesidad de ser tan viejo marino como
anterior impulso. decís para conocer su obligacion. Aquí t
—Lo que es ahora, si quiere V. subir nemos en prueba nuestro amigo Edmun
á bordo, señor de Morrel, dijo Dantes do que cumple la suya como hombre, se
viendo la impaciencia del armador, aquí gun me parece, que no necesita consejos
teneis á vuestro sobrecargo el Sr. Dan de nadie.
glars que sale de su camarote y que os –Sí,dijo Danglars echando sobre Dan
dará todos los pormenores que podais de tes una mirada oblícua en que brillaba un
sear; en cuanto á mí he de cuidar de dar destello de odio, si, es jóven y á esa edad
fondo y de amarrar el buque. todo se atreve. En cuanto murió el capi
No esperó el armador la segunda invi tan, tomó el mando sin consultar á nadie,
tacion; cojióse áun cabo que le dió Dan yen vez de tomar rumbo directo para Mar
tes y, con una destreza que hubiese hon sellanos hizo perder dia ymedio en la isla
rado á un grumete, salvó los escalonescla de Elba.
vados sobre el costado de estribor del bu —En cuanto á tomar el mando del bu
que en tanto que aquel, ocupando de que, dijo el armador, cumplió con su de
nuevo su lugar de segundo, cedia la con ber de segundo; por lo que hace á haber
versacion á la persona que habia anuncia perdido dia y medio en la isla de Elba,
do con el nombre de Danglars, el cual sa hizo mal si el buque no necesitaba alguna
liendo en efecto del camarote iba al en reparacion.
cuentro del armador. —El buque estaba como yo estoy y
El recien venido era hombre como de como deseo que vos esteis,señor de Mor
veinte y cinco á veinte y seis años, de rel, y ese dia y medio se perdió por puro
sombrío aspecto, tan obsequioso con sus capricho; por el gusto de ir á tierra: no
superiores como soberbio con los que le hubo mas.
estaban subordinados; de suerte que ade —Dantes, dijo el armador volviéndose
mas de su título de sobrecargo, que es hácia el jóven, acercáos.
siempre una recomendacion para conci —Perdonad por un momento, dijo
tarse la aversion de los marineros, le mi Dantes, allá voy en seguida, y dirigiéndo
raban estosgeneralmente con tan mala vo se á la tripulacion , «fondo» dijo.
luntad, como estimacion profesaban á Ed Cayó en seguidael áncora, arriándose la
mundo Dantes. cadena con estrépito. Dantes permaneció
–Y bien, señor de Morrel, dijo Dan en su puesto á pesarde estar allí el piloto,
glars, estaisya informado de la desgracia hasta que hubo terminado la última ma
ocurrida, ¿es verdad? niobra y en seguida dijo « arria gallardete
—Oh sí, sí, lo estoy. ¡Pobre capitan á medio palo, bandera al morron, cruzad
Leclér! Era tan valiente como honrado. las vergas.»
—Y escelente marino sobre todo, enca —Lo estais viendo? dijo Danglars, á fé
necido entre el cielo y el agua como cum mia que se le figura ya ser capitan.
ple á un hombre encargado de los intere —Y lo es de hecho, dijo el armador.
ses de casa tan respetable como la casa de —Ya se vé, pero le faltan vuestra firma
Morrel é hijo, contestó Danglars. y la de vuestro asociado, señor de Morrel.
-Pero, repuso el armador siguiendo –Canario, puesporque no le habíamios
4 ALBUM,

de dejar en esta plaza? dijo el armador; á hijo: uno habia de la familia que servía
es jóven, bien lo veo, pero paréceme muy en el mismo regimiento que yo, cuando
propósito para el destino y con sobrada estuve de guarnicion en Valence.»
eriencia en su carrera. —¡Vive Dios, que es muy cierto! escla
Una nube cruzó la frente de Danglars. mó el armador alborozado. Era Policarpo
–Perdonad, señor de Morrel, dijo Morrel, mitio, que esahora capitan. Dan
Dantes acercándose, ahora que el buque tes; en cuanto digais ámitio que el En
estáanclado, aquí me teneis á vuestras ór perador se acuerda de él, vais áver como
denes. Creo que me llamabais. llora ese viejo regañon. Vamos, vamos,
Danglars dió un paso atrás. continuó el armador dando amigables pal
–Queria preguntaros porque os detu maditas en la espalda del jóven, habeis
vísteis en la isla de Elba. hecho muy bien en seguir las instruccio
-Lo ignoro, caballero;fué para cum nes del capitan Lecléry en hacer escala
plir la última órden del capitan Leclér en la isla de Elba, aunque si llegaba á
quien al morir me entregó un pliego para saberse que habiais entregado un pliego al
el gran mariscal Bertrand. mariscal y hablado con el Emperador, po
–Con que le habeisvisto, Edmundo? driais veros comprometido.
—A quien? —¿En que quereis que pueda esto com
—Al gran mariscal. prometerme, caballero? dijo Dantes: yo
—Si señor. no sé lo que llevaba, y el Emperador no
Morrel miró en torno suyo yse retiró me ha hecho otras preguntas que las que
aparte con Dantes. pudiera haber hecho á cualquiera que fue
–¿Y cómo está el emperador? pre se... Pero, perdonad, ya tenemos aquilos
guntó con viveza. botes de la Sanidad y de la Aduana que
—Bien, en cuanto puedejuzgarse por hegan; mepermitireis.....
la simple vista. - —A vuestra tarea, mi querido Dantes;
—¿Con qué tambienhabeis visto al em id con Dios.
perador? El jóven se retiró y á medida que se
—Entró en la habitacion del mariscal alejaba fué acercándose Danglars.
cuando yo estaba. -
—Y bien, preguntó éste, parece queha
—¿Y le habéis hablado? justificado su arribada á Portoferrajo?
—Entendámonos; es el emperador quien —Mucho que si, mi querido Danglars.
me habló; dijo Dantes sonriendo. —¡Ah! tanto mejor, porque siemprees
—¿Y qué os ha dicho? sensible
,
ver que un camarada ha faltado
—Me ha hecho preguntas sobre el bu á su obligacion.
que, sobre la época de su partida de Mar- —Dantes ha cumplido con la suya, re
sella, sobre la ruta que habia seguido y pondió el armador, y no hay motivo de
el cargamento que tenia á bordo; yo creo queja contra él. El capitan Leclér le habia
que áir la nave en lastre y seryo sudue-mandado hacer esa escala.
ño, la intencion del Emperador era com-| —A propósito del capitan Leclér, ¿no.
prarla.Pero yo ledije que no era mas que os ha dado Dantes una carta suya?
un simple segundo, y que la embarcacion| —. A mí º no por cierto: que, ¿le ha
pertenecia á la casa Morrel é hijo. « Co bia dado alguna?
nozco esa casa, me contestó el Empera —Yo creia que á mas del pliego, el ca
dor, los Morrels son armadores de padre pitan Leclérle habia confiado una carta?
4
ALBull.

—De que piego quereis hablar, Dan tation.… sabeis si continúa sin nov
glars? mi padre?
—Del que Dantes ha dejado, al pasar, –Creo que sí, mi querido Edmún
en Portoferrajo. á pesar de que yo no le he visto.
—¿Como sabeis pues que debia dejar un —Si, el siempre se mantiene retirado
pliego en Portoferrajo? en su reducida habitacion.
Las mejillas de Danglars enrojecieron. —Esto prueba á lo menos que no le ha
—Pasaba yo casualmente por delante ráfaltado nada durante vuestra ausencia.
el camarote del capitan, cuya puerta es Dantes se sonrió.
taba entreabierta, y vi como entregaba á —Mipadre es altivo, caballero, y aun
Dantes el pliego y la carta. que todo le faltára, dudo mucho que pi
—No me ha habladó de nada, dijo el diese nada á nadié en este mundo, escep
armador, pero si tiene én su poder la car to á Dios. ". -

ta, él me la dará. —¡Pues bien ! despues de esta primera


Danglars reflecsionó un momento. visita, ¿podemos contar con vos?
—Entonces, señor de Morrel, os ruego, —Dispensadme todavía, señor de Mor
le dijo, que no le indiqueis á Dantes nada rel, pero despues de la primera visita,
de lo hablado, tal vez me habría equivo hay una segunda que no interesa menos
cado. ámi corazon.
En este momento acercábase de nuevo –¡Ah! es verdad, Dantes, olvidaba yo
el jóven: Danglars se retiró. que en el barrio de losCatalanes hay quien
—Y bien, mi querido Dantes, estais ya os espera con no menos impaciencia que
libre? preguntó el armador. vuestro padre: es la bella Mercedes.
–Si señor. Dantes se sonroseó.
— La cosa no ha sido larga. –¡Ah! ¡Ah! dijo el armador, ahora
—No; he dado á los aduaneros mima ya no me admira el que haya ido tresve
nifiesto; en cuanto á la sanidad, para que | ces á saber noticias del Faraon; y por cier
nos dé entrada, he enviado con el prác to, Edmundo, que no sois digno de lástima
tico á un hombre de la tripulacion con los porque es muy linda vuestra querida.
papeles. —No es mi querida, señor, dijo con
—En este caso, ya nada teneis que ha gravédad eljóven marino, es mi novia.
cer aqui? —Es muchas veces igual, dijo el ar
mador sónriendo. ".
Dantes echó una rápida ojeada á su al te -No para mí, caballero, contestó Dan
rededor.
S. , , - -

—Nada; todo está en órden, dijo. —Vamos, vamos, mi querido Edmun


—¿Podréis, pues, venirá comer con do, continuó el armador, no os quiero dete
mósotros? *

ner. Habeis desempeñado mis negocios á


—Dispensadme, señor de Morrel; dis toda mi satisfaccion y es muy justo que
pènsadme, os ruego, porque mi primer os deje ahora cumplimentar los vuestros.
visita la debo á mi padre. No estoy po ¿Necesitais dinero?
ello menos agradecido al honor que me —No señor, tengo aun sobras de mis
dispensais. ádelantos de viaje, es decir, cerca tres
—Es muy justo, Dantes, muy justo, ya mieses de sueldo.
sé que sois un buen hijo. —Sois muy arregladó en vuestros gas-
—¿Y, preguntó Dantes con cierta agi tos, Edmundo.
2.
U ALBUM.

-¿Es que tengo un padre pobre, señorjóven marino, agarrando, arrasados de -


de Morrel. grimas sus ojos, las manos del armador;
—Sí, sí, ya sé que sois buen hijo! Id|señor de Morrel, os doy las gracias eu
"pues á ver á vuestro padre. Tengo yo nombre de mi padre y de Mercedes.
tambien un hijo, y no me daria por muy —¡Está bien !! está bien, Edmundo!
satisfecho de quien, despues de un viaje Hay un Dios en el cielo para los hombres
de tres meses, lo retuviera lejos de mí. de bien. Id á ver á vuestro padre; idá
–¿Me permitís pues?... dijo el jóven ver a Mercedes, y volved luego á mí.
saludando. —¿No queréis que os conduzca átierra?
–Sí; sí es que no teneis algo que de —No, gracias; me quedo á arreglar
cirme. cuentas con Danglars. ¿Habéis estado con
—Nada tento de él durante el viaje?
—El capitan Leclér no os ha dado, al —Segun el sentido que queráis dará la
morir,una carta para mí? pregunta: si como á buen camarada, no;
—Le ha sido imposible escribir, señor; porque creo no me tiene grande aficion,
pero esto me recuerda quetengo que pe desde el dia en que hice la majadería,
diros algunos dias de licencia. despues de una ligera disputa que tuvi:
–¿Para casaros? mos, de proponerle el que nos detuvié
—Esto en el momento, si señor, pero ramos diez minutos en la isla de Monte
mas tarde, para ir á Paris. Christo para dilucidar la querella; pre
—Bien, bien: tomaréis el tiempo que puesta que no tuve yo razon para hacerle
querais, Dantes: para descargar el buque y que el tuvo la prudencia de reusar. Si
necesitaremos á lo menos seis semanas, y|me haceis la pregunta por su calidad de
lo que es salir de nuevo á la mar no hay|sobrecargo, creo que no haymotivo al
que pensarlo hasta dentro de tres meses;|guno de queja, y que quedaréis satisfe
para este plazo será preciso que estéis decho del modo con que ha cumplido su
vuelta. El Faraon, continuó el armador cometido.
dando palmaditas sobre los hombros del —Pero; Dantes,preguntó el armador,
jóven, no podrá partir sin su capitan. ¿si fueséis capitan del Faraon, tendríais
–Sin su capitan! esclamó Dantes con inconveniente en que quedase Danglars á
los ojos brillantes de alegría. Reparad en bordo?
lo que me habeis dicho, caballero, por —Capitan ósegundo, señor de Morrel,
que acabais de realizar las mas secretas tendré siempre los mayores miramientos
esperanzas de mi corazon. ¿Abrigariais para con aquellos que posean la confianza
acáso la intencion de nombrarme capitan de mis armadores.
del Faraon? —Vaya, vaya Dantes, ya veo que bajo
–Por mí solo, os alargaria la mano todos aspectos sois un escelentejóven. No
para deciros, negocio concluido; peroten quiero deteneros mas, marchad, pues veo
go un sócio, y ya sabeis el proverbio ita que estais en brasas.
liano Che á compagno ápudrone; pero la —Hasta la vista, señor Morrel, gra- «l
mitad del camino lo teneis adelantado, cias, mil veces gracias.
pues de dos votos podeis contar ya con —Hasta mas ver, mi querido Edmun
uno. En cuanto á conseguir el otro, con do, ¡prosperidad!
fiad en mi celo. Eljóven marino saltó al bote, y sen
–¡Oh! señor de Morrel, esclamó el tándose en la popa dió laórdenpara abor
ALBUM. 7
iar en la Cannebiere. Dosmarineros asie se encaramaban á lo largo del encañizado
ron de los remos, y deslizóse el esquife de su ventana. -

lo mas rapidamente posible al través del De repente sintióse ceñir el cuerpo por
sinnúmero de lanchones que obstruyen la otra persona, y una voz muy conocida
especie de calle estrecha que conduce, esclamó á sus espaldas.
entre dos hileras de embarcaciones, desde –Padre mio,padre mio!
la entrada del puerto al andén de Or El viejo dió un grito y volvió la cara,
leans. yal verá su hijo, dejóse caer en sus bra
El armador le siguió con la vista son zos, pálido y tembloroso.
riendo, hasta tanto que le vió pisar el — Que teneis, padre mio? esclamó el
muelle y perderse entre la muchedumbre jóven con inquietud; estariais tal vez en
de todas clases, que desde las cinco de la fermo?
mañana hasta las nueve de la noche obs — No, no, mi querido Edmundo, mi
truye la famosa calle de la Cannebiere. querido hijo, no; pero no te esperaba, y
Al volverse el armador vió á sus espal la alegria, el pasmo de verte asi, de im
das á Danglars que, al parecer, esperaba proviso... ¡Ah Dios mio! me parece que
sus órdenes, pero que en realidad seguia voy á morir...
como él con la vista aljóven marino; ha —Y bien! reponeos pues, padre mio;
bia empero una notable diferencia en la ved quesoyyo, yo mismo; se acostumbra
espresion de la mirada de estos dos suge á decir siempre que la alegria no daña y
tos fija en una misma persona. esta es la causa de haber entrado sin pre.
II. veniros de antemano. Vaya, sonreios en
EL PADRE Y EL Hl IJO. vezde mirarme con esos ojos tan despa
voridos; ya estoy de vuelta y vamos á ser
Dejemos á Danglars, poseido del ma dichosos.
yor encono, probando de inspirar en voz
baja malignas suposiciones contra su ca —Ah! Ojalá, hijo mio, repuso el ancia
marada al bueno del armador y sigamos no. Pero como, de que modo podrá ser
á Dantes, que despues de haber recorrido eso? Es que ya no te separarás de mi?
á lo largo la Cannebiere, enfila la calle Veamos en que fundas esa felicidad?
de Nouailles, entra en una casita de la —El Señorme perdone, dijo el jóven,
acera izquierda de Moillan, sube con ra por regocijarme de una dicha basada en
pidez los cuatro primeros pisos de una os el desconsuelo de una familia, mas Dios
cura escalera,ysosteniéndose en el últi sabe que jamás deseé mi fortuna á tanto
mo tramo con una mano en la barandilla precio! Pero ha debido suceder asi y no
mientras comprime con la otra los fuer tengo fuerzas para aflijirme por ello. El
tes latidos de su corazon, se para delante valiente capitan Leclér ha muerto y es
una puerta entreabierta que deja ver el probable quepor la proteccion del señor
fondo de una sala reducidísima. de Morrel, obtendré su vacante..... ca
Esta habitacion es la queocupaba el pa pitan á los veinte años! con cien luises de
dre de Dantes. -
sueldo yunaparte en las ganancias! No es ,
La noticia del arribo del Faraon no ha esto lo mas á que podia aspirar un infe
bia llegado aun á oidos del anciano, que liz marinero comoyo?
se entretenia, puesto de pies encima de —Si, hijo mio, si; en efecto, dijo el
una silla, en entretejer y enramar algunas viejo, es gran suerte.
capuchinas quejunto conunas muérmeras, –Por lo tanto, el primer dinero que
8 ALBUM.
cobre quiero emplearle en proporcionaros —Demodo que habeis vivido unos tré
una casita con jardin, donde podais plan meses con 60 francos, repuso el jóven.
tar vuestras muérmeras, capuchinas y —Ya sabes que no necesito gran cosa,
madreselvas. ¿Pero, que teneis, padre ijo el viejo.
mio? parece que estais indispuesto? —¡Oh! Dios mio! Dios mio! padre,
—Paciencia, paciencia, no será nada. perdonadme, esclamó Edmundo arroján
Y faltándole las fuerzas, dejóse caer dose de rodillas á los piés del anciano.
de espaldas. –¿Qué haces?
—Veamos, veamos, dijo el jóven;un -¡Oh! me habéis desgarrado el corá
vaso de vino, padre mio, os reanimará. ZÓn.
En donde poneis el vino?
—¡Bah! Ya has vuelto, dijo el viejo
–No, gracias, no le busques, no le sónriéndose, ahora ya está todo olvidado,
queriendo detener
necesito, dijo el viejo porque ho tenemos sino felicidades.
á su hijo. es dijo el jóven, es ver
–Si que le necesitais, si, padre; indi –Sí, verdad,
cadme donde está. dad: me encuentro con un bello porve
Y abrió dos ó tres armarios. nir, y una pequeña cantidad de dinero.
—Es inútil, dijoel viejo...pues nó ten Tomad, padre, tomad y enviad á buscar
en seguida todo lo que necesiteis.
. go vino.
– Como ! no teneis vino? dijo Dantes Yvació sobre la mesa sus bolsillos que
palideciendo á su vez, y mirando alterna contenian una docena de piezas de oro,
tivamente las chupadas y descoloridas me cinco ó seisescudos de cincofrancosy va
jillas del anciano y los armarios vacios. rias monedas sueltas.
Como ¡ no teneis vino ! Os habria tal vez El rostro del viejo Dantes se reanimó.
faltado dinero, padre mio? –Para quién es eso? dijo.
—No me ha faltado nada pues que te —Para mí, para vos, para todos. To
veo á mi lado, dijo el viejo. mad, compradprovisiones, sed feliz; ma
–Con todo, tartamudeó Dantes enju ñana tendréis otro tanto.
gando el sudor que caía de su frente, con –Poco á poco, poco á poco, dijo el
todo, os dejé200 francos hará cosa de tres viejó sonriendo, con tu permiso, usaré
meses al marcharme. con moderacion de tu bolsillo; creería el
—Sí, sí, Edmundo, es verdad. Pero al vulgo, si me véía comprar muchas co
partirte olvidaste de una pequeña deuda sas á la vez, que me he visto obligado á
contraida con el vecino Caderousse; me
esperar tu vuelta para comprarlas.
exijió su importe diciéndome que si no pa —Obrad como queráis. Pero, ante to
gaba portí, iria á que le pagase el señor das cosas, tomad quien os sirva padre. No
Morrel. Entonces, temèroso de que estó quiero que os quedeis ya solo. Tengo un
te perjudicára... comprendes. poco de café y algun tabaco escelente de
–¡Entónces !
—Entonces! lo pagué yo. contrabando en un cajoncito de á bordo;
–Pero, esclamó Dantes, eran 140fran lo tendréis mañana. Mas, silencio, al
cos los que debia á Caderousse!... y vos guien llega.
los habeis dado de los 200 francos que os –Será Caderousse que sabedor de tu
dejé? •. llegada, probablemente viene á cumpli
El viejo hizo con la cabeza un señal mentarte por tu feliz retorno.
afirmativo. | –Bueno: todavía obligar al labio á
-

-1 ALBUM. 9

ronunciar palabras que él corazon des el gusto de estrechar la mano á un amigo.


miente murmuró Edmudo: no importa, —¡Es mucho lo que nos ama este buen
es un vecino que nos ha prestado algunos Caderoussel dijo el viejo.
sevicios: sea pues bien venido. –Ciertamente que os amo, y os estimo
En efecto; en el momento en que Ed mucho mas en razon de que los hombres
mundo acababa de murmurar esta frase, de bien escasean mucho. Pero parece que
vóse asomar por la puerta de la escalera vuelves rico, muchacho, continuó el sas
« negro y velludo rostro de Caderousse. tre echando una miradaoblícua al puñado
ra hombre como de veinte y cinco á de oro y plata que Dantes habia dejado
einte y seis años; llevaba en la mano un en la mesa.
edazo de lienzo que en su oficio de Sastre No se escapó al jóven la codiciosa ale
e disponia á transformar en forro de un gría que brilló en los negros ojos de su
raje. vecino.
–Ola! ¿con que ya estamos de vuelta, —A fé, dijo aquel con indiferencia, no
Edmundo? dijo con un acento decidida es mio ese dinero. Manifestábale ámi pa
mente marsellés, y con una sonrisa que dre el temor de que le hubiese faltado
ponia demanifiesto sus dientes blancos co algo durante mi ausencia y para desvane
mo el marfil. cer mis sospechas ha vaciado su bolsillo
—Ya lo veis, vecino Caderousse, y sobre la mesa. Ahora pues, padre; con
pronto á serviros én cuanto se os ofrezca, tinuó Dantes, volved ese dinero á vues
contestó Dantes disimulando mal su frial tra gabeta á menos que el vecino Cade
dad con este ofrecimiento. . rousse necesite á su vez alguna cantidad,
—Gracias, gracias: afortunadamente no en cuyo caso está ásu disposicion.
necesito nada, antes bien son los otros —No, muchacho, dijo Caderousse, no
quienes necesitan á veces de mi (Dantes necesitoinada, y á Dios gracias, el oficio
hizo un movimiento). No lo digo por tí, me proporciona lo suficiente; guarda tu
muchacho; te he prestado midinero, me dinero, guárdalo, que nunca está de sobra;
lo has devuelto, como se hace entre bue con todo, quedo tan agradecido á tu ofer
nos vecinos, y estamos en paz. |ta como si la hubiese aceptado.
–Jamás está uno en paz con aquel á —Os lo ofrezco dé buena gana, dijo
quien se deben atenciones, dijo Dantes, Dantes.
porque no es solo el dinero lo que se de —No lo dudo. Y bien ¡ con qué estás
be, es mas aun; la gratitud. en gracia con el señor de Morrel, buena
–¿A qué hablar ahora de esto? lo pa alhaja !
sado, pasado; hablemos de tu feliz llega —El señor de Morrel ha sido siempre
da, muchacho. He ido como los demas al muy bondadoso para conmigo, repuso
Dantes.
puerto para distraermede mi trabajo, cuan —En este caso has hecho muy mal en
do me he encontrado con mi amigo Dan rehusar su convite.
glars.—«¡Tú! ¡en Marsella!—En efec —¡Cómo ! ¿has rehusado su convite?
to, estoy en Marsella, ha dicho.-Yo te repuso el viejo Dantes,¿te habia convida
creía en Smirna?—Podria estar aun, por do á comer"?
que de allávengo.—¿Y Edmundo?¿en don –Sí, padre mio, repuso Edmundo son
de está ese muchacho?—Es regular queriendo al ver la admiracion que causaba á
en la casa de su padre, me ha dicho Dan-su padre el no esperado honor que se le
glars.» Y entonces he venido, para tenerhacia.
- —--=
–_
*1) ALBUM. y.
-¿Y por qué has reusado, hijo? aña sonrisa en la que sepercibía una lijera in
-dió el viejo. quietud.
–Para venir mas pronto á labrazaros, —¡Ya se vé que sil y partidos brillan
padremio,contestó el jóven; estaba ansio tes: pero tu vas á ser capitan y seguro
so de veros. está de que lleves calabaza.
–No se le habrá sentado muy bien al —Lo que equivale á decir, continuó
señor de Morrel; dijoCaderousse, y cuan Dantes con una sonrisa que encubria mal
do uno está en vísperas de ser capitan, su desazon, que si yo no fuesecapitan....
no es prudente disgustar á su armador. –¡Que sé yo! esclamóCaderousse.
—Le dije el motivo pórque reusaba, –¡Vaya, vaya! añadió eljóven, tengo
repuso Dantes,y ha sabido estimarlo en mejor opinion que vos de las mugeres en
su justo valor: no lo dudo. general,y de Mercedes en particular;
—¡Ah! esque para ser capitan, es pre estoy muy convencido de que capitan ón,
ciso adular un poco á los navieros. ella se mantendrá fiel.
—Yo espero ser capitan sin necesidad —Tanto mejor, dijo Caderousse, siem
de eso, contestó Dantes. pre es bueno cuando uno va á casarse te
—Tanto mejor, tanto mejor; será una ner gran confianza. ¡Pero no importa! crée
satisfaccion para tusantiguosamigos,yper me, muchacho, no te descuides en ir
sona conozco yo allá abajo, detrás de la anunciarla tu llegada.y hacerla partícip
ciudadela de S. Nicolás, que no lo ha de de tus esperanzas.
llevará enojo. —Voymepues, dijo Edmundo; y abra
—¿Mercedes? dijo el viejo. zando á su padre, saludó á Caderousse
—Si,padre mio, repuso Dantes,ycon con una inclinacion de cabeza y partió.
vuestropermiso, ahora, cuando sé quecon Quedóse por un momento Caderousse:
tinuais sin novedad y que teneis todo lo luego despidiéndose del viejo Dantes, se
necesario, os pediré licencia para hacer marchó á su vez, y fué á reunirse con
una escursion al barrio de los Catala Danglars que le esperaba en la esquina de
I16S. la calle de Senac.
—¡Vé con Lios, hijo mio! ¡vé! dijo el —¿Y quetal, dijo Danglars,le has visto?
viejo Dantes, y él te bendiga en tu esposa, —Acabo de dejarle, contestó Cade
como me ha bendecido á mi en mi hijo. ITOUSSO,
–!Su mujer, decís! dijo Caderousse; no —¿Te ha habladode sus esperanzas de
tan de prisa, amigo Dantes, no tiene toda ser capitan?
via ese título, me parece. –Habla de ello como de cosa hecha.
—No, pero segun todas lasprobabilida –¡Calma! ¡calma! dijo Danglars,pa
des no tardará en serlo. réceme que no hay motivo para tanto.
-No importa, no importa, dijo Cade –Por vida de... si, ¡segun parece se lo
rousse, ¡ has hecho bien en abreviar, mu ha prometido el mismo señor Morrel!
chacho ! —¿De modo que estará muy contento?
–¿Por qué? —Mas que contento; altanero. Me ha
–Porque Mercedes es una linda jóven, ofrecido sus servicios comosifuese un gran
y álas hermosasnunca lesfaltan galantea personaje, y me ha brindado con su bol
dores; á ella en particular la pretenden á sillo cual un banquero.
docenas. –Pero, ¿le has reusado?
—¡De veras! dijo Edmundo con cierta –Si porcierto: aunque bien hubiese po
ALBUMI. 11
dido aceptar, atendido á que soy yo quien —Ha salido antes que yo.
le puso en la mano el primer dinero que| —Si seguimos sus pasos, nos quedaré
pudo manejar; pero ahora el señor Dan mo en la Reserva en casa el tio Pamfilo,
tes ya no necesitará á nadie;.... va á ser y miéntras vaciamos un vaso de vino de
capitan. Lamalgne, esperaremos las novedades que
–¡Bah! dijo Danglars, no lo es toda OCUITTan.
via. —¿Y quién nos las ha de dar?
—A fe mia que un chasco le vendria –Por allí ha de pasar Dantes y por su
de molde, dijo Caderousse, porque deotro rostro hemos de venir en conocimiento de
modo nohabrá quien le hable. lo que habrá pasado.
—Si me empeño en ello, dijo Dan –Vamospues, dijo Caderousse, ¿pero
glars, se quedará lo que es y aun tal vez tu pagas?
pasará á ser menos. –Si por cierto, respondió Danglars.
-Que dices? Y los dos se encaminaron rapidamente
-Nada: no hablo contigo. ¿Continúa al sitio indicado. En cuanto llegaron pidie
aun enamorado de la catalana? ron una botella y dos vasos. El tio Pamfi
-Como un loco: á verla ha ido; pero lo les informó de que Dantes habia pasa
óyo me engaño mucho ó por ese lado va do como unos diez minutos antes. Seguros
á tener algun disgustillo. ya de que estaba éste en el barrio, se sen
-¿En que lo fundas? esplicate. taron á la escasa sombra que prestaba la
-¿Con que fin? naciente hoja de los plátanos y sicomoros,
-Con un fin mas importante de lo que en cuyas ramas una bandada de alegres
tu crees. ¿Tu no le tienesgrande aficion á pajarillos cantaban uno de los primeros
Dantes? dias de la hermosa primavera.
-No puedo ser amigo de los orgullo
SOS, III.
—Entónces dime lo que sepas relativo EL BARRIO DE LOS CATALANES.
á la Catalana.
—Depositivo nada, pero he visto cosas A cien pasos del punto en que los dol
que me inclinan á creer, como ya te lo amigos, puestos en acecho, saboreaban el
he dicho, que el futuro capitan tendrá al espirituoso vino de Lamalgne, se eleva,
guna desazon en los alrededores del viejo detras de un cerrillo árido y calcinado por
hospital. el sol y el mistral (1) el reducidobarrio de
los Catalanes.
-¿Qué has visto pues? despacha.
—Pues bien: he visto que siempre que Allá, en dias remotos una colonia mis
Mercedesviene á la ciudad, la acompaña teriosa partió de las costas españolas y vi
un bizarro catalan, de ojos negros, piel noá abordar en la lengua de tierra,en que
rojiza, muy moreno, emprendedor, y á todavía sus descendientes habitan. Uno de
quien llama ella «mi primo.» sus gefes, que conocia el provenzal, pidió
–¿Y crees tu que ese primo la corteja? á la municipalidad de Marsella la cesion
—Lo supongo. ¿Qué diablos de nego de aquel promontorio árido y desnudo á
cios ha de llevar un arrogante mozo de cuyo abrigo,á imitacion delos primeros na
veinte y un años con una jóven de diez y vegantes, acababan de amarrar sus bateles.
siete? -

Otorgóseles lademanda; y tres mesesdes


—¿Y dices que Dantes ha ido al barrio
de los Catalanes?
(1) Viento N. O.
al rededor de las doce ó quince em |el codo sobre una vieja y carcom ida iriésá,
barcaciones en que habian venido esos gi un gallardo joven de veinte á "veinte y dos
tanos de la mar, viérase levantarse una pe años la miraba con aire á la vez receloso
queña aldea. y dé despecho. Sus ojos inquirian ; pero la
Construida por un estilo caprichoso y él altiva y fija mirada de la joven domina
la vez mitad morisco y mitad español -, es ba á su íhterlocutór.
la que sé vé hoy dia habitada por los des —Vamos, Mercedes, dijo el joven, la
cendientes de aquellos hombres que ha Pascua se acerca y con ella la época de
blan todavía el idioma mismo de sus pa las bodas : respondedme.
dres. Después de tres ó cuatro siglos, per
.Cien veces os lo he dicho, Fernando,
manecen aun quietos en ese pequeño pro-j
montorio al que fueron á posarse , seme y por cierto qiíé es preciso carecer de amor
jantes a una bandada de aves maritimas, prooio para insistir en la misma pregunta.
sin haberse mezclado en nada wn la po — ¡ Pues bién I repetidmelo, ós lo supli
blacion marsellesa; casándose entré si , co, repetidmelo de nuevo para que pueda
conservando los hábitos y costumbres de plegar á creerlo: decidme por la centésima
vez que desdeñais mi amor, este amor qué
su antigua madre patria , á la manera que
aprobaba vuestra madre; convéncedme dé
conservan el mismo "idioma .
|fqtíemi dicha es para vos un juguete y qué
Preciso será que nuestros lectores nos| mi vida ó mi muerte os son de todo pun
sigan á través de la única calle dé esa cor to indiferentes. ¡ Ah Dios mio ! ¡ Dios
ta aldea, y entren con nosotros en una de mio ! ¡ haberme gozado diez años en la
aquellas casas á las que, por defuera el sol dulce esperanza de ser vuestro esposo,
ha dado ese pintoresco color de hoja seca Mercedes , y haber de renunciarla cuan^
peculiar de los antiguos edificios del pais, do es para mi el único atractivo de la
y en él interior una capa de cal esa blan vida !
cura estraordinaria , único adorno de las| -^A lo menos convendreis en que esas
moradas españolas. |esperanzas, no soy yo quien las ha fomeni
lína hermosa jó» en, de cabellos négros|
tado, Fernando, contestó Mercedes; nó
cornó el azabache y de afelpados ojos cual
podeis reconvenirme con un solo hecho
los de la gazela, estaba de pié, arrimada
ambiguo; siempre hé sido convos bastan
la pared magullando entre sus dedos deli
te franca para deciros : « Os amo como á
cados, cual los de un antiguo modelo , ún
inocente ramillete del qüé entresacaba las « un hérmano ; pero no exijais de mi otra
« cosa que esta amistad fratérnal; porqué
llores cuyos restos cubrian el suelo. Sus
«mi corazon pertenece á otro.» Estas han
brazos, desnudos hasta el codo, aunque
sido Síémpre mis palabras Fernando.
tostados 'del sol , parecían modelados por
los de la Venus de Arles. Observárase el —-Sobrado ló sé, Mercedes, replicó el
movimiento convulsivo de una impacien jóven; habeis tenido para conmigo lacruei
cia febril, mientras con su pié lindo y flec-j complacencia de hablarme con franqueza:
sible golpeaba el suelo dejando fver la for ¿Pero olvidais que para los catalanes es
ma torneada, esbelta y arrogante de su una ley sagrada el casarse entre si "?
pierna metida en una calceta de algodon —Os engañais, Fernando, no es una
listada de pardo y azul. ley, es una costumbre y nada mas. creed-
A tres pasos de ella, meciéndose en una me , no invoqueis esa costumbre en favor
Silla con movimiento desigual y apoyandol vuestro: Habeis caido quinto , la libertad
ALBUMI, 13

en que os dejan no es mas que una tole ré fortuna, vos seréis mi buena estrella y
rancia: de un momento á otro puedenlla llegaré á ser rico. Puedo abandonar mi
maros vuestras banderas; una vez soldado estado de pescado, entrar de mancebó
¡qué harías de mi; quéharías deesta huér en algun escritorio, y ser hasta comer
fana infeliz, pobre, sin recursos, pose ciante.
yendo por único patrimonio una choza —Nada de eso podeisprobar, Fernan
medio arruinada y algunas usadas redes, do; vos sois soldado, y si permaneceisaun
miserable herencia transmitida de mi pa entre los catalanes, es porque no hay guer
dre á mi madre y de ésta á mi! Recor ra: seguid siendo pescador, no os entre
dad, Fernando, que desde hace un año, gueis á sueños seductores, cuyo despertar
en que murió aquella, estoy poco menos os haría parecer á la realidad mas terrible
que reducida á las limosnas de la caridad de lo que es en efecto, y contentaos con
pública. Algunas veces finjiis que os soy mi amistad, ya que nada mas puedo con
de alguna utilidad, á fin de tener un de cederos.
recho para partir conmigo vuestra pesca, —¡Vaya pues! teneis razon. Mercedes,
y yo acepto, Fernando, porque vos sois seré marino; usaré, en vez del traje de
el hijo del hermano de mi padre; porque nuestros mayores que vos menospreciais,
noshemoscriadojuntosy sobre todo, por un sombrero charolado, camisa listada y
que no quiero, rehusando, causaros una una gallaruza azul con áncoras en los bo
pesadumbre; pero yo comprendo muy tones: ¿no es este el traje que he devestir
bien que ese pescado que llevo á vender para agradaros?
y con cuyo precio compro el cáñamo que —¿Qué significa eso? preguntó Mer
hilo, yo comprendo muy bien, Fernan cedes, lanzándole una mirada imperiosa,
do, que todo ello, no es mas que una li ¿qué quereis decir? no os comprendo.
IIOSID3. –Quiero deciros, Mercedes, que si sois
—Y, ¿qué importa, Mercedes? pobre tan dura y cruel conmigo, es porque es
y aislada cual os hallais os prefiero á la perais á un sugeto vestido cual os he di
hija del mas orgulloso armador ó del ma cho;pero ese á quien esperais osestal vez
rico banquero de Marsella. ¿A los de m inconstante, y si él no lo es, ála mar nad d
clase qué nos falta? una muger honesta y le niega esa calidad.
hacendosa. ¿En quien sino en vos halla —Fernando, repuso Mercedes con acen
ría yo estas cualidades? to conmovido, os creia hombre de buenes
—Fernando, contestó Mercedes me sentimientos y me engañaba: Fernando,
neando la cabeza, pierde la muger sus hay mucha perversidad en vuestra alma
dotes de madre de familias y no puede cuando llamaisenayuda de vuestra envida
salir garante de su fidelidad cuando ama los azotes de la Providencia; pero no in
á otro hombre que no es su marido. Con porta, es cierto, jamas lo he ocultado, es
tentaos con mi amistad, porque, os lo re pero á ese hombre que decis le amo: si
pito, es lo mas que puedo prometeros y no vuelve, en vez de suponer en él esa
yo noprometo sino aquello que tengo se inconstancia de que le acusais, creeré que
guridad de poder cumplir. ha muerto amándome.
—¡Comprendo! dijo Fernando; so El jóven catalan hizo un gesto derábia.
portais convalorvuestra miseria; pero la —Os comprendo, Fernando; deseais
mia no teneisánimo paraaceptarla. ¡¡Tran desahogar en él vuestraíra porque no os
quilizaos, Mercedes! amado de vos proba lano; cruzareis con su puñal vuestro en
4
11 ALBUM.

chillo catalan, ¿y qué habreis adelantado alegria; ya ves, no me ha olvídado, ahi


con eso? perder mi amistad si sois vencido; está..... y lanzóse hácia la puerta escla
convertir miamistad en odio si vencedor.
mando.—¡Mi Edmundo héme aqui!
Creedme, buscar camorra á un hombre Fernando, pálido y estremecido, dióun
amado deunamuger, no esbuen medio pa paso atrás como el viajero á la vista de
ra agradar á esa misma muger. No, Fer una serpiente;y encontrando su silla, de
nando, noosdejeis llevar aside vuestrasfu jóse caer en ella anonadado.
nestas ideas; ne pudiendotenerme por espo- | Edmundo y Mercedes estaban abraza
0S,
sa, contentaos contenerme por amiga y por
hermana. Por otra parte, añadió ella ar El ardientesol de Marsella que penetraba
rasados en lágrimas sus ojos; esperad, Fer por el ojo de la puerta, les cubria con sus
nando, esperad; hace poco lo habeis di rayos luminosos. En el primer momento
cho; el mar es inconstante, y corren ya nada vieron de cuanto les rodeaba; un
cuatro meses desde su partida; ¡de cuatro abismo de felicidadles separaba del mundo,
meses á esta parte son muchas las tem y salian tan solo de sus lábiosesaspalabras
pestades que he contado....! |entrecortadas que, teniendo su origen en
.
Fernando continuó impasible. No trató una alegria vehemente se parecen á la es
de secar las lágrimas quesurcaban las me presion del dolor.
jillas de Mercedes, á pesar de que por ca De repente, Edmundo apercibióel som
da una de esas lágrimas hubiese dado un brio aspecto de Fernando que se dibujaba
vaso de su sangre; aquellas lágrimas las en la sombra, pálidoy amenazador, porun
derramaba por otra persona..... Levantó movimiento cuya importancia acaso el
se; dió algunos pasospor lo interior de la mismo en aquel momento no conocia; el
choza: volvió y colocándose frente deMer jóven catalan empuñaba el cuchillo que
cedes con los ojos estraviados y los puños llevaba en la cintura.
contraidos —Dispensadme, dijo Dantes fruncien
–Vaya. Mercedes, díjole,por última do á su vez el entrecejo, no habia obser.
vez, respondedme.... ¿La resolucion es vado que fuésemos tres. Volviéndose lue
irrevocable? go á Mercedes: ¿quien es ese caballero?
preguntó.
—Amo á Fdmundo Dantes, dijo con – Este caballero será vuestro mejor
frialdad la jóven, y nadie que no sea Ed amigo, Dantes;porque lo es mio; es mi
mundo, será mi esposo. primo,es mihermano, es Fernando;quiero
–¿Y le amareis siempre? decir el hombre á quien despues de vos,
—Hasta mi último suspiro. - amo mas sobre la tierra.
Fernandoinclinó la cabeza con desalien Edmundo, sin soltará Mercedes, cuya
to. lanzó un suspiro de dolor y luego,ir mano apretaba con una de las suyas, ten
guiendo la cabeza, con los dientes cerrados dió la otra con afectuosa cordialidad al ca
y las ventanas de la nariz abiertas talan; pero éste sin corresponderá aquella
-¿Y si ha muerto? dijo. señal de amistad, permaneció mudo éin
—Si ha muerto, yo moriré. móvil como una estátua. Entonces Ed
-¿Y si os olvidase? mundo dirijió alternativamente miradas
-¡Mercedes!gritó una voz alegre en investigadoras sobre Mercedes, conmovida
lo esterior de la cabaña; ¡Mercedes! y temblorosa, y sobre Fernando, ceñudo y
-¡Ah! esclamó la jóven, latiendo de provocador. Este exámen se lo esplicó to
amor su pecho y pintada en el rostro la do, y pintose la cólera en su semblante. *
ALBUMI. 15

–No sabia yo que al venir anheloso en Danglars á una mesa bajo de un empar
esta casa, Mercedes, habia de encontrar en rado.
ella un enemigo. -¡Eh! ¿Por qué no te acercas? ¿tanta
– ¡Un enemigo! esclamó Mercedes, prisa llevas que no tienes tiempo de salu
lanzando una mirada de enojo enla direc dar átus amigos?
cion dó estabasu primo;¡un enemigoenmi –Sobre todo cuando tienen todavia una
casa, dices, Edmundo! Si tal creyera, te co botella cuasi llena encima de la mesa:
jeria del brazo y meiria á Marsella aban añadió Danglars.
donando la casa para no volver á pisar sus Fernando miró á los que le hablaban
umbrales. con un aire atontado, y no contestó.
De la vista de Fernando brotaban ra —Parece que está muy corrido, dijo
yos. Danglars, dando con su rodillaá la deCa
—Y sitesucedieraalgunadesgracia,Ed derousse; ¿nos habriamos tal vez engaña
mundo mio, continuó ella con calma inal do y contra nuestras esperanzas triunfaria
terable para probará Fernando que habia Dantes?
profundizado hasta lo mas hondo de sus –Por vida de.... es preciso salir de la
siniestras ideas, si te sobrevenia alguna duda, dijo Caderousse y dirijiéndose aljó
desgracia, subiria yo á la cumbre de Mor ven: veamospues,tu, catalan, ¿te deci
es? -

gion y me arrojaria de cabeza contra las


rocas. (Fernando se puso estremadamente Fernando enjugó el sudor que corria por
pálido.) su frente, y se dirigió con lentitud al em
parrado, á cuya sombra recobraron sus
Pero, te has engañado, Edmundo, pro sentidosuna aparente calma, y lafrescura
siguió, tu no tienes aqui enemigo alguno, dió algun aliento á sus abatidas fuerzas.
no hay mas que Fernando, mi hermano, —Buenos dias, dijo; me habeis llama
que va á estrechar tu mano con la since do,¿no es asi? y se dejó caer mas bien
ridad de un buen amigo. que no se sentó en un banco de los que
A estaspalabras, lajóven fijó su domi circuian la mesa.
nante mirada sobre el catalan, el cual, –Te he llamado, porque corrias como
como si se hallára fascinado, se acercó un loco y temí que tratases de arrojarte al
lentamente á Edmundo y le tendió su mar, dijo riéndose Caderousse. ¡Que dia
II13IO. blo! cuando uno tiene amigos, es no solo
Su ódio, parecido á la ola embravecida, para beber con ellos un vaso de vino, si
acababa de estrellarse contra el ascendien que tambien para impedirles que beban
te que la jóven ejercia sobre él. Pero en tres ó cuatro ázumbres de agua.
cuanto tocó la mano de Edmundo, cono Fernandolanzó ungemido sordo yapoyó
ció que habia hecho lo que podiay selan su frente en las dos manos cruzadas sobre
zó fuera de la casa. la mesa.
—¡Oh! gritaba él corriendo como un –¡Y bien! ¿quieres que te lodiga, Fer
insensatoy hundiendo las manos en su ca nando? repuso Caderousse, entablando
bello, ¡oh! ¡quien melibrará de ese hom la conversacion con esa groseria brutal de
bre l infeliz de mi! ¡infeliz de mi! la gente baja á la que la curiosidad hace
– ¡Eh! ¡ el catalan l ¡Eh! ¡Fernando! olvidar todos los miramientos, pues tienes
adonde vas corriendo, dijo una voz. todas las trazas de un amante desauciado.
El jóven se paró de golpe, miróásu al-Yacompañó esta chocarrería con una car.
rededor,y vió á Caderousse sentado con cajada.
16 ALBUM.
y •

—¡Qué majadería! dijo Danglars, un le habrá sorprendido la pronta é impre


muchacho tan buen mozo no puede ser vista vuelta de Dantes, á quien creeria
desgraciado en amores;tu te burlas Cade muerto, inconstante, ¿quién sabe? Estas
I'OUISS0. cosas suelen sentirse tanto mas, cuanto
—No lo creas, repuso éste, repara sino mas de improviso vienen.
como suspira. Vamos, vamos, Fernando, —De todos modos,dijo Caderousse,que
dijo Caderousse, levanta esos ojos y respon acariciaba el vaso sin dejar de hablar en
de, que no es por cierto muy cortés dejar tanto que producia sobre él su efecto, el
sin contestacion á los amigos que se inte espirituoso vino de Lamalgne; de todos
resan por nuestra salud. modos creo yo que Fernando no será el
—En mi salud no hay novedad, dijo único á quien haya hecho poca gracia el
Fernando, contrayendo los puños, pero sin feliz arribo de Dantes, ¿qué te parece
levantar la cabeza. Danglars? -

—Héle aquí, Danglars; dijo Caderousse —Soy de tu opinion, y aun me atreve


haciendo unguiño de inteligencia á su ami ria á decir que esto dará márgen á que le
go; hé aquí el negocio: Fernando, que es suceda alguna desgracia.
tá presente, y que es un escelente y re —Y que importa, añadió Caderousse,
suelto catalan, uno de los mejores pesca llenando por primera vez el vaso de Fer
dores de Marsella, está enamorado de una nando, y el suyo por la novena ó décima
linda muchacha llamada Mercedes; mas, interin Danglars apenas probára un sorbo
por desgracia, la jóven está al parecer del suyo; que importa, si de ese modo se
prendada del segundo capitan del Faraon, casa con Mercedes, con la bella Mercedes;
y como el Faraon ha llegado hoy al puer para esto ha regresado.
to, ¿entiendes?... Mientras tanto Danglars tenia fija su
–No, no te entiendo, dijo Danglars. vista en eljóven, sobre cuyo corazon caían
—El pobre Fernando habrá recibido su suspalabras cual plomo derretido.
pasaporte. —¿Y cuando es la boda? preguntó.
—¿Y luego? dijo Fernando levantando — Todavía no se ha concertado , mur
la cabeza y mirando á Caderousse como murió Fernando.
quien desea desahogar su cólera en algu —Pero se verificará, dijo Caderousse, "
no; Mercedes es libre, no es eso, y ¿no tan fijo como que Dantes será capitan del
hace bien en amará quien mejorleparece? Faraon,¿no es cierto, Danglars?
-¡Ah! si lo tomas sobre ese tono, es Estremecióse Danglars á este ataque
otra cosa, dijo.Caderousse; yo, creí que inesperado yfijó su vista en Caderousse
eras un verdadero catalan: se me habia para observar si hablaba con intencion,
dicho que los catalanes no eran hombres pero nada vió mas que envidia en aquel
para dejarse suplantar por un rival, y has rostro alterado ya por la embriaguez.
ta se añadia, que Fernando particularmen —Enhorabuena; bebamospues,dijo re
te era terrible en sus venganzas. llenando de nuevo losvasos, ¡brindemos
—Fernando sonrió con desdén..... El por el capitan Edmundo Dantes, marido .
hombre enamorado, no puede ser terrible, de la hermosa catalana !
dijo. -
Caderousse llevó con pesada manoelva
—iPobre muchacho! repuso Danglars, So á la boca y lo vació de un trago, Fer
fingiendo compadecerse muy de veras del mando tomó el suyo y lo estrelló contra el
jóven, ¿cómo ha de ser? probablemente suelo.
ALBUM. 17
En Eh Ehl dijo Caderousse, ¿qué| —Ningun provecho he de sacar de es
veo allá lejos en lo alto del cerrillo, en ditos necios, dijo para si, y ademas no estoy
reccional barrio de los Catalanes? Mira|muy bien entre un borracho yuncobarde.
tu, Fernando, tu que tienes mejor vista: Heaquiun envidioso que se achispa de viño
paréceme que veo los objetos dobles; escuando debiera emborracharse de hiel: he
muy traidor el vino... Paréceme ver dos aqui un tonto á quien acaban de soplar la
amantes que caminan juntos agarrados por|novia á sus barbas , y que se satisface con
la mano.… Dios me perdone, no creen|llorar y gemir como un niño, y con todo
ellos que nosotros les veámos.…. mas vedved sus ojos que arrojan llamas cual losde
como se abrazan l los españoles, sicilianos y calabreses, que
No se le escapóáDanglars una sola de saben vengarse; tiene unos puños capa
las angustias de Fernando, cuyo rostro secºs de romper el cráneo de un toro con
alteraba visiblemente. tanta perfeccion como la maza de un car
—Les conoceis Fernando? le dijo. nicero. Está visto que la estrella de Ed
—Sl, contestó éste con voz sorda, son mundo puede mas que todo; se casará
el señor Edmundo y la señorita Mercedes.con la jóven, será capitan,
sotros, á menos que… unasesonrisa
reirá deno
fatí
—¡Ah! ¿lo estais viendo? esclamó Ca
derousse, ¡y yo que no podía reconocer ica conmovió los ojös de Danglars, áme
lest Ola! ¡Dantes! ¡Ola! ¡la jóven! ve nos que yo me mezcle en ello, añadió.
nid, acercaos y decidnos cuando se verifi —Hola, continuaba gritando Caderous
ca la boda, porque el señor Fernando es se, medio incorporado y apoyándose en
tantestarudo que no quiere decírnoslo. la mesa; ¡Hola! Edmundo, ¿no ves á los
–¡Quiéres callar! dijo Danglars afec amigos, ó esque te has vuelto tan orgullo
tando sujetar á Caderousse que con la te so que te desdeñas de hablarles?
nacidad de los ébrios trataba de salir del —No, mi querido Caderousse, contes
emparrado. Procura tenerte firme y deja tó Dantes, nó soy orgulloso, pero soy fe.
á los enamorados que festejen tranquila liz y la dicha ciega, segun observo mas que
mente. Mira, mira á Fernando, y toma la soberbia. ·
ejemplo: es hombre donde lo vés que tie —Enhorabuena,á lo menos te has es
ne prudencia. plicado, dijo Caderousse. Muy buenos dias,
Acáso Fernando, exasperado á mas no señora Dantes. - -

poder, y aguijoneado por Danglars, como Mercedes salud con seriedad.


los toros por los banderilleros, hubiera da —No es este mi nombre aun, dijo, y
do un estrépito pues que se habia puesto en mi pais, segun aseguran, es presajo
de pié y parecia reconcentrarse para lan de desgracias llamará las jóvenes por el
zarse de un brinco en frente de su rival: apellido de sus novios, antes de verificarse
pero Mercedes, alegre y discreta, levantó la boda. Llamadme pues, Mercedes, oso
su hermosa cabeza y blandió sus miradas ruego.
penetrantes. Recordó entonces Fernando —Es preciso dispensar al buen vecino
la amenaza que le hiciera de morir si Ed-|Caderousse, dijo Dantes , de todo toma
mundo moria, y cayó desanimado en SUI pretesto para chancearse.
silla. " - —¿Con qué el casamiento se verificará
Miró alternativamente Danglars á aque muy luego, señor Dantes? dijo Danglars
llos dos hombres; al uno embrutecidopor salidando á los jóvenes.
el vino, al otro dominado por el amor. —Lo mas pronto posible, señor Dan
5
18 ALBUM.
glars; hoy arreglaremos las condiciones —Si, si, ya comprendo, dijo en voz
en casa de mi padre; mañana ó pasado alta Danglars ; luego añadió por lo bajo :
mañana á lo mas tardar , se verificará la á Paris para enviar á su destino sin düda
comida de esponsales, aqui, en la Reserva; la carta que el capitan le entregó ! ¡ Par-
espero que los amigos nos honrarán con diez , que esta carta me sugiere una idea
su presencia: quedais- pues convidado, se escelente ! cuidado mi amigo Dantes que
ñor Danglars, tambien lo quedas tú, Ca- no estás aun incluido en el rol del Faraon
•derousse. en clase de primero. Dirijiéndose despues
—Fernando, dijo Caderousse, con una á Edmundo que se alejaba ya; feliz viaje:
risa pegajosa, ¿Fernando tambien lo es? le dijo.
—El hermano de mi muger tambien loj —Gracias, contestó Edmundo volvien-
es mio, dijo Edmundo, y sentiriamos en |do la cabeza y haciéndole un gesto de ami
*l alma Mercedes y yo si se apartaba de gable despedida.
nosotros en momento tan solemue! Continuaron su camino los dos amantes,
Fernando abrió los labios para respon tranquilos y satisfechos, como dos predes
der, pero espiró la voz en ellos y no pu tinados que se suben al cielo.
do articular una palabra. IV.
—Hoy el contrato * mañana ó pasado EL COMPLOT.
mañana los desposorios.... ¡Diablo! vais Siguió con la vista Danglars á Edmun
muy aprisa, capitan. do y Mercedes hasta tanto que los dos
—Danglars, contestó Edmundo, son amantes desaparecieron en una de las re
riendo tendré que deciros coma dijo hace vueltas del puerto de San Nicolás; vol
poco Mercedes á Caderousse : no me deis viéndose luego , vid á Fernando que páli-
un título que no me corresponde aun, por jdo y temblando se habia dejado caer so
que eso es mal presajio. bre una silla, mientras Caderousse balbu
—Perdonad, os decia tan solo que ibais ceaba el testo de una báquica cancion.
muy aprisa. Diantre, nos sobra tiempo; — Venid acá, señor mio; dijo Danglars
el Faraon no se hará á la mar hasta den á Fernando, he ahi un casamiento que no
tro de tres meses. creo sea de la aprobacion de todos....
—Siempre le falta á uno tiempo para — ¡ Ese casamiento me desespera í
ser feliz , señor Danglars ; cuando se ha —¿Amais pues á Mercedes?
padecido , mucho tiempo, apenas puede —Desde que la conocí la he amado
creer en la dicha. Pero no es soloel egois siempre.
mo lo que me obliga á obrar asi: me urge| —¿ Y os estais ahi mesándoos los cabe
pasar á Paris. llos en vez de buscar remedio al mal?
— ¡A Paris !! ¿será la vez primera que qué diablo ! no creia que los de vuestra
vayais? nacion se portaran de ese modo.
—Si. — ¿Qué quereis que haga?
—¿Teneis algo que hacer,ahí? —¿Qué se yo? ¿qué me importa? Me
— No es por negocio alguno mio : ten parece que no soy yo el enamorado de
so que cumplir el último encargo de nues-; Mercedes, sino vos. Buscad, dice el Evan
tro pobre capitan Leclér; ya comprendeis, gelio y encontrareis.
Danglars, que eso es sagrado. Por lo de- — ¡ Ya encontré !
mas , quedad tranquiló , no emplearé mas -¿Qué?
tiempo que el necesario para ir y volver. ¡ —Queria coser al /wmfire á puñaladas,
ALBUMI, 19
pero la muger me ha dicho que si le su Que no hay, el diluvio prueba,
cedia alguna desgracia á su novio se ma Hombre honrado que agua beba.
taría.
-Deciais, caballero, insistió Fernan
–¡Bah! esas cosas se dicen pero no se do, que queriais sacarme de pena; pero...
hacen.
añadisteis.
–No conoceis á Mercedes, caballero;
tal cual amenaza, asi ejecuta. —Ya caigo: añado ahora que para sa
caros de pena, bastará con que Dantes no
-¡Imbécil! murmuró Danglars, ¿que se case con la que
amais, y esto puede
se mate ó no que te importa, con tal que
Dantes no sea capitan? estorba rse, me parece , sin que Dantes
Inulera.
–Y antes que Mercedes, repuso Fer —Solo la muerte bastará á separarles;
nando con acento de invariable resolucion, dijo Fernan
do.
moriré yo primero. -Raciocinais como un salvaje, amigo
–¡He aqui un verdadero amor! dijo
Caderousse con un acento cada vez mas mio, dijo Caderousse; pero yavereis como
Danglars que esun truan, maligno yavis
avinatado; un amor queyo no comprendo.
pado os prueba que pensais mal. Pruéba
-Vaya, dijo Danglars, me pareceis selo, Danglar he salidogarante detí, dile
s,
buen muchacho, y por mas que me lleve que no hay necesidad alguna de que fan
el diablo quisiera daros consuelo, pero.... tes
muera: sobre que seria muy sensible
—Veamos, dijo Caderousse, veamos. que muries Dantes es buen muchac
–Querido mio, repuso Danglars, es e; ho;
tás cuasi borracho, da fin á la botella ylo yo le amo, yo: átu salud, Dantes.
Fernando se levantó impaciente.
estarás por completo. Bebe y note metas
—Dejad repuso Danglars,
en lo que digamos. Para lo que vamos á conteni le que diga,
endo al jóven, á pesar de estartan
hacer es preciso estarsereno.
—¡Yoborracho! dijo Caderousse, cuan borracho: no deja de tener razon; la au
do soy capaz de beberme cuatro de esas sencia produce cuasilos mismosefectos que
botellas que noson por cierto mas grandes la muerte: suponed que separanáEdmun
que los frasquitos de agua de Colonia..... do de Mercedes los muros de una cárcel y
1

se verán separados ni mas ni menos que lo


¡Tio Pamfilo! vino;y para dar masfuer serian
por la losa del sepulcro.
za á la palabra, Caderousse golpeaba la —Es
mesa con el vaso.
verdad; pero se sale luego de la
-¿Deciais pues, caballero.....? repuso cárcel,
dijo Caderousse que con algun des
tello de inteligencia terciaba en la conver
Fernando, escuchando con avidez la con
tinuacion de la clásula comenzada. sacion, y cuando se sale de la cárcel y se
llama uno Edmundo Dantes, sabe ven
—¿Qué decia? ya no me acuerdo. Ese garse.
borracho de Caderousse me hace perder
el hilo de m s ideas. –¡Que importa! murmuró Fernando.
—A mas de que, continuó Caderousse,
—Tan borracho como quieras. ¡Infeli ¿porque se ha de encarcelar á Dantes?
ces de aquellos á quienes amedrenta el él no ha robado no ha herido, no ha ase
,
vino ! es porque tienen alguna idea per sinado.
versa y temen que el vino les haga soltar
el secreto. –Cállate, dijo Danglars.
—No quiero callarme, quiero que me
Y Caderousse se puso á cantar la últi digas porque se ha de encarcelar á Dan
ma estrofa de una cancion muy en voga tes, yo le amo: ¡á tu salud, Dantes! y coló
en aquella época: otro vaso de vino.
90 ALBUM.
Danglars observaba en los descarriados partí con él en otro tiempo el mio... ¡No
ojos del sastre los progresos de la borra quiero que mateis á Dantes!...
chera y dirigiéndose á Fernando, dijo. —¿Y quien habla de matar, imbécil?
—¿Comprendeis, ahora, como no hay repúso Danglars. Trátase solo deuna chan
necesidad de matarle? za. Bebe á su salud, añadió llenándole
–No por cierto, si como deciais hace otra vez el vaso, y déjanos en paz.
poco, hay algun medio para hacerle, per —Si, si, á la salud de Dantes, dijo Ca
der. ¿Teneis alguno? deroussevaciando el vaso, á su salud...á
—Bien mirado, dijo Danglars, podria su salud. á.
encontrarse. Pero, continuó, ¡donde dia —El medio.... el medio.... dijo Fer
blos voy á meterme ¿me interesa á mi mando,
eso? –¿No le habeis hallado atinº
–Yo no sé si os interesa ó no este ne —No; eso queda á vuestro cargo.
gocio, dijo Fernando agarrándole por un –Esverdad, los franceses son en esto
brazo; pero lo que si sé es que teneis algun superiores á los españoles; los españoles
encono partícular contra. Dantes; el que meditan, los franceses improvisan.
abriga ódio contra determinada persona –Improvisad, pues, dijo Fernandó im
no se engaña en cuanto á lossentimientos paciente. -

de los demas. —Mozo, dijo Danglars, una pluma, pa


–¡Yo! ¿motivos de ódio contra Dan pel y tintero. -

tes? ninguno tengo, lo juro sobre mi pa —¿Una pluma, papel y tintero? mur
labra. Osº he visto desgraciado y vuestra muró Fernando
desgracia me ha interesado: hélo aquito —Si, soy sobrecargo, y por lo tanto, la
do, Pero ya que creeis que trabajo en mi pluma, papel y tintero son mis instrumen
provecho, quedad con Dios, amigo mio, tos, y sin mis instrumentos nada sé ha
salíos del apuro como Dios os dé á enten 06I”.
der. –Pluma, papel y tintero, repitió Fer
Y Danglars hizo un movimiento aparen mando á voces.
tando quererse marchar. —Aqui está todo, dijo el mozo, presen
—No os vayais, dijo Fernando; quedaos. tándole lo pedido.
Poco me importa al fin y al cabo que os —¡Cuando uno reflecsiona, dijo Cade
intereseis ó no en la pérdida de Dantes; lo rousse dejando caer su mano sobre el pa
mismo me dá. Por mi parte le abomino. pel, que con esto hay lo suficiente para
Buscad un medio; yo lo ejecutaré como no matará un hombre mas segura éimpune
sea un asesinato, porque me" ha dicho mente que si se le esperára tras de una
Mercedes que se mataria si mataba áDan esquina ó en las encrucijadas de un bosque
tes. para asesinarle ! Siemprehe temido yo mas
Caderousse, cuya cabeza descansaba so á una pluma, una botella de tinta y un
bre la mesa, la levantó, y mirandoáFer pliego depapel que áuna espada ó á una
nando y á Danglars contorpes y atontados pistola.
ojos, dijo: – El bellaco no está tan borracho como
–¡Matará Dantes!... ¡quientrata de aparenta, dijo Danglars. Dadle de beber,
matará Dantes! no quiere que le mateis, Fernando.
no.… es mi amigo... Se ha ofrecido esta Llenó este de nuevo el vasóá Caderous
mañana á partir conmigo su dinero, como se quien, como á buen bebedor, levantó la
ALBUM. 21

mano que tenia puesta encima del papel |luego á Fernando y que este leyóá media
cojió con ella el vaso. El catalan estuvo V0Z.
observando hasta tanto que Caderousse «Señorprocurador del Rey: un amigo
cuasi vencido ya por esta nueva carga, «del trono y de la religion osadvierte, que
puso, ó mejor, dejó caer el Vaso sobre la «el llamado Edmundo Dantes, segundo del
ImeSa. «Furaon que llegó esta mañana despues
—¿Y que mas?... repuso el catalan en «de habertocado en Nápoles y Portofer
cuanto vió que el resto de lucidez que que «rajo, se ha encargado de un escrito de
daba á Caderousse empezaba á desapare «Murat para el usurpador yéste le haen
cer por consecuencia del último vaso de «tregado una carta para el comité bona
vino. |«partista de Paris.
—¿Que mas? os decia pues, por ejem «Si se le prende se encontrarán las
plo, dijo Danglars, que si despues de u «pruebas de su crímen, esto es, la carta,
viaje como el que acaba de hacer Dantes, «en su cartera,ó en casa de su padre ó en
y durante el cual ha hecho escala en Ná «su maleta á bordo del Faraon.» •
poles y en la isla de Elba » alguno le de
—Enhorabuena, dijo Danglars, de este
nunciaba al ministerio fiscal como agente modo vuestra venganza no os acarreará
bonapartista... molestia alguna porque de ningun modo
—Yo le denunciaré, yo, dijo con vive-|pueden las sospechas recaer sobre vos, y
za eljóven. |el negocio seguirá su rumbo por si solo:
–Si, pero en este caso espreciso firma es necesario ya, sino doblar la carta
vuestra declaracion y se os careará con el como lo hago, y poner el sobre Al señor
acusado. Estoy seguro de proporcionaros|procurador del Rey; con esto está todo
abundancia de datos para sostener vuestra|hecho.
denuncia, pero Dantes no ha de estar YDanglars escribió el sobre como quien
siemprepreso, un dia ú otro saldrá libre|se chancea.
y este dia será fatal para su acusador. —Sí, estará todo hecho, esclamó Cade
—¡Oh! dijo Fernando, una sola cosa|rousse que por un postrer esfuerzo de su
deseo en el mundo; que Dantes me busque |apagada inteligencia, habia atendido á la
el cuerpo. lectura y cuyó instinto le indicaba los de
—Está bien; pero ¿y Mercedes? Mersastres que una tal denuncia podría acar
cedes que os odiará si teneis la desgracia|rear; si, todo estará hecho, tan solo que
de ocasionar el mas leve rasguño en la|será una infamia: y alargó el brazo para
epidermis de su querido Edmundo! coger el escrito.
–¡Teneis razon ! contestó Fernando. —Es que, dijo Danglars, retirándole
—No, no, continuó Danglars, ya deci-hasta ponerlo fuera del alcance de su ma
didos por ese medio, es preferible tomar|no, todo lo dicho y hecho ha sido broma,
cachazudamente la pluma, como yo lo ha-|y sentiria en estremo cualquier percance
go; mojarla en la tinta y escribir con la que sobreviniera á Dantes. Vaya, ¡pobre
manoizquierda, para que no se conozca la|Dantes! con que así,toma....
letra, la siguiente acusacion. | Y cogiendo la carta la estrujó entre sus
Y Danglars uniendo la accion á sus pa|manos, y la tiróá un rincon.
labras escribiócon la mano izquierda y con| —Enhorabuena, ijo Caderousse, Dan
carácter distinto en un todo al que usabates es mi amigo y no quiero que le oca
comunmente, las siguientes lineas que dió son: daño alguno.
22 ALBUM.

–Pero quien diablospiensa en hacerle Caderousse le seguia bamboleándose,


daño! ni Fernando ni yo soñamos tal co agarrado á su brazo: apenas habrian an
sa, dijo Danglars levantándose y dirigien dado como unos veinte pasos, Danglars vol
do una mirada al jóven que se quedó sen vió la cabeza y vióá Fernando precipitar
tado, con los ojos clavados en el papel de se sobre el papelyguardarlo en su bolsi
nunciador arrojado en el rincon. llo; luego saliendo del cenador, el jóven
–Siendo asi, que traigan vino, repuso se dirigió hácia el Pillon.
Caderousse ¡quiero beberá la salud de Ed —¿Qué hace ese jóven? dijo Cade
mundo y de la bella Mercedes! rousse. Nos ha engañado, Inos ha dicho
–¡Has bebido mas de lo regular, borra que se iba al barrio de los Catalanes y se
chon! dijo Danglars, y si continuas, te ve dirige á la ciudad. ¡Ola ! ¡Fernando: te
ras obligado á dormir aquí la mona pues equivocas, muchacho!
que tus piernas no podrán sostenerte. —Erestu el que ves las cosas al revés,
–¡Yo, dijo Caderousse, levantándose dijo Danglars,va todo derechopor el ca
con la fatuidad del beodo, yo no sostenerme mino del viejo Hospital.
sobre mis piernas! ¡Apostaria á que subo —Es verdad, contestó Caderousse, yo
al campanario de Accoules, sin dar un habria jurado que tomaba hácia la dere
traspié siquiera! cha. No hay remedio el vino es muytrai
—Vaya, sea así, dijo Danglars, admito dor.
la apuesta, pero será para mañana. Lo que —Vamos, vamos, dijopara consigo Dan
es ahora es tiempo de volvernos á casa; glars; creoque el negocio está bien comen
con que dame el brazo yretirémonos. zado y que bastará dejarlo marchar.
—Retirémonos, dijo Caderousse, pero CAPITULO V.
no tengo necesidad de tu brazo para ello.
EL CONVITE DE ESPONSALES.
¿Vienes, Fernando? ¿Vás con nosotros á
Marsella? El dia siguiente á estos sucesos amane
–No, contestó éste, vuelvo al barrio de ció puro y sereno; levantóse el sol brillan
los Catalanes. te y con sus primeros rayos de rojo pur
–Pues haces muy mal: vénte á Marse púreo se colorearon de transparente rubí
lla con nosotros; vaya, vénte. las espumosas crestas de lasinquietas olas.
-Nada tengo que hacer en Marsella y Hallábase preparada la comida en elpri
no quiero ir. mer piso de la misma Reserva cuyo empar
-¿Cómo has dicho? ¿qué no quieres? rado conocemos ya, en una sala en que
pues bueno hágase tu voluntad, libertad penetraba la luzpor cinco óseisventanas,
para todo el mundo: vamos Danglars y|encima de las cuales se veía escrito el nom
dejemos á este caballero que se vuelva á bre de las principales ciudades de Francia;
su barrio de los Catalanes ya que así lo|una balaustrada de madera, como en el res
quiere. to del edificio, era comun á todas estas
Danglars aprovechó esta espontaneidad|ventanas.
de Caderousse para conducirle áMarsella;| Aunque la comida no debia tener lugar
solo que para dejar libre á Fernando un|hasta mediodia, ya desde las once de la
camino mas corto y menos complicado,en|mañana se viera por entre los balaustres
vez de volver por el Malecon de la Rive-|pasearse impacientes á algunos convida
Neuve,tomó la direccion de la puerta deldos. Eran estos los marinos del Faraon
San Victor. , , junto con algunos soldados amigos de Dan
ÁtBCjn. 23
*tés. Vestían todos sus mejores trajes á fin Danglars y Caderousse cumplieron con
de honrar así mejor á los novios. Corria su embajada y despues de haber apretado
la voz de que los armadores del Faraon vigorosa y cordialmente la mano á Ed
-honrarian con su presencia la comida de mundo, fueron á colocarse, Danglars jun
"esponsales de su segundo; pero era esta to á Fernando, y Caderousse junto al vie
una distincion tan estimable, que nadie jo Dantes , objeto de la atencion general .
osaba creer en ella. Con todo, Danglars, El viejo vestía un antiguo traje 'de seda ,
al llegar con Caderousse, confirmó la no- cuyos botones cortados en facetas eran de
'ticia ; habia hablado aquélla mañana con acero y de dimensiones enormes.
«l señor Morrel , y este le dijo que iria á Sus delgadas pero robustas pantorrillas,
comer á la "Reserva. estaban cubiertas por magníficas medias
En efecto : un instante despues , entró de algodon mostreado , que de léjos olían
"el señor Morrel en el salon y fué recibido á contrabando inglés. De su sombrero tri
con unánimes aclamaciones de todos los cornio pendia un lazo de cinta blanca y
marinos del Faraon. La presencia del na azul, apoyábase por ultimo en un baston
•viero acabó de confirmar los rumores que de lodoño en forma de cayado como el
circulaban de ser nombrado Dantes capi pedumde los antiguos. Comparáraseleá un
tan , y como éste era muy querido á bor- petrimetre de ¡os que en 1796 frecuenta
' do, los hombres de la tripulacion manifesta ban los recien habilitados jardines del Lu-
"ban su gratitud al armador por un nom xemburgo y de las Tullerias.
bramiento que, por una feliz casualidad, es-| A su lado , como dijimos ya, se colocó
taba en armonía con los deseos de sus su Caderousse á quien la esperanza de una
bordinados. je m'áx opípira habia acabadode reconciliar
Apenas entrara el señor Morrel , cuan-' con los Dantes; Caderousse á quien que
.do por unanimidad se comisionó á Dan daba una reminiscencia de lo sucedido en
glars y Caderousse para ir á noticiar al la víspera cual queda en la imaginacion ,
novio la llegada del importante personaje al levantarse uno por la mañana , el vago
cuya presencia tan viva y agradable im recuerdo de lo soñado durante la noche.
presion ha1>ia producido, y de invitarle á Danglars, acercándose á Fernando, lanzó
tjue no retardase la ida. Danglars y Ca- sobre el amante desauciado una investiga
•derousse partieron sin pérdida de mo dora mirada ; Fernando,jmarchando detrás
mento , mas ;apenas habrian andado íunos de los futuros esposos olvidado del todo por
cien pasos, cuando junto al almacen de Mercedes, que en ese juvenil y encantador
pólvora avistaron al pequeño grupo que se egoismo del amor no tenia ojos mas que
acercaba. para su Edmundo , estaba pálido , enroje
Componíase éste de cuatro jóvenes ami ciendo tan solo su rostro las súbitas llama
gas de Mercedes , catalanas como ella que radas que desapareciendo instantaneamen
-acompañaban á la novia á quien Edmun te dejaban en su faz una palidez siempre
do daba el brazo ; junto á ella iba Dantes
•el padre, y detrás venia Fernando con su creciente.
sonrisa de mal agüero. Ni Mercedes ni Ed De vez en cuando dirigía su vista hácia
mundo se apercibieron de esa sonrisa; eran Marsella y entonces un temblor involun
tan felices queá nadie veian sino el uno al tario y nervioso convelía todos sus miem
•otro y al puro cielo que parecía bendecir' bros. Fernando, al parecer, esperaba ó
su union. presentía un acontecimiento ruidoso.
24 ALBUM.

Dantes iba vestido con sencillez; comoñida tez de su rostro varonil pudo obser
pertenecia á la marina mercante, llevabavarse cual le abandonaba la sangre para
un traje como término medio entre el uni-relir á su corazon. Entretanto Dantes
forme militar y el vestido de los paisanos ejecutaba idéntica maniobra; colocóá su
realzado por la gallardía de su falle que de la al señor Morrel, y á su izquier
hacia resaltar mas y mas la helleza y aire da á Danglars, indicando á los demas que
placentero de su novia, Mercedes estaba Se $entaran donde mejor les pareciera.
hermosa cual una de esas ninfas de Chipre Giraban en derredor de la mesa los sal
ó de Ceos, las de ojos de azabache y labios chichones de Arles, curados al humo; las
de coral, Pisaba con esa soltura, firmeza langostas de deslumbrante coraza, los
y desembarazo propio de las arlerianas y testáceos de rosada concha, el erizo pa
andaluzas. Una jóven de la ciudad hubiese recido á las castañas envueltas en su es
procurado disimular su alegría con un ve pinosa, cubierta, las truchas que los inteli
lo ócuando menos con las pestañas de sus gentes del Mediodia pretenden ser supe
párpados; pero Mercedes sonreía, miraba riqres á las ostras del Norte; en fin todos
complaciente á todos los que la rodeaban, los delicados accesorios que abandona el
ysu sonrisa y su mirada decian tanto co mar en su arenosa ribera y que lospesca
mo pudieran espresar estas palabras: «si dores que las conocen designan con el ge
sois mis amigos, regocijaos conmigo, por nérico nombre defrutas del mar.
que á la verdad soy muy dichosa.» — Bello silencio! dijo el viejo pala
Luego que los de la Reserva deando unyaso de vino blanquizco y trans
á los novios y comitiva, Mr. Morrel baj rente como el topacio, que el tio Pam
poniéndose á la cabeza de los marineros filo en persona acababa de presentará
soldados que habían quedado con él, y á Mercedes, ¿quien diriá que se hallan aqui
quienes renovára la promesa ya hecha á reunidas treinta personas que solo desean
Dantes, de nombrará este en reemplazo bromear y divertirse?
del capitan Leclér. Al verle acercarse, —Es, que no siempre está un marido
Edmundo dejó el brazo de su novia y lo ra bromas, repuso Caderousse.
cedió al señor Morrel. El armador y la -El hecho es, dijo Dantes, que soy
jóven rompieron la marcha subiendo los puy feliz en este momento para estar
primeros por la escalera de madera que chancero: si es asi como vos,lo entendeis,
conducia al salon en que estaba preparada vecino, teneis razon. La alegria produce
la mesa, y que rechinó por espacio de cin- vez estraños efectos: oprime el co
co minutos bajo la pesada planta de los razon lo mismo que el dolor.
convidados. Danglars observóá Fernando cuyona
—Padre mio: dijo Mercedes, coloc"n tural impresionable se descubria,á cada
dose al centro de la mesa; vos á mi dere emocion.
cha, os lo suplico, pues á mi izquierda -¿En qué consiste eso? dijo en segui
deseo que se coloque aquel que ha hecho da, ¿temeriaistal vez algun contratiem
para mi las veces de hermano; añadiócon po?Me parece que es muy al contrario;
una amabilidad que penetró hasta lo mas todo vá segun vuestros deseos.
recóndito, del corazon de Fernando cual —justamente es eso lo que me hace
si fuése la aguda, punta de un puñal. : Dantes; parégeme que el hom
bre no ha nacido para alcanzar su felicidad
lábios de éste pallecieron, y bajo la bri
ALBUM. 2

á poca costa. La dicha es como esos pala fuego abrasó sus párpados, apoyóse sobre
cios de las islas encantadas cuyas puertas la mesa para no caer desmayado, y á pe
guardan disformes dragones; es de sus violentos esfuerzos no pudo con
combatir para conquistarles, y yo á la ener un ahogado suspiro, que se perdió
verdad no sé que obstáculo haya tenido ntre las carcajadas y parabienes de los
que vencerpara alcanzar la mano de Mer concurrentes.
cedes. —Qué tal!"¿qué os parece, dijo el viejo
—¡Su manó! ¡su mano! dijo Caderous Dantes, ha sabido manejarse, ha aprove
se chanceándose, todavia no, mi capitan; chado bien el tiempoº ¡Llegado ayer ma
prueba de hacer el papel de marido y ve ñana; casado hoy á las tres de la tarde
rás como te reciben. |nadie como los marinos se dirijetan en de
Mercedes se ruborizó. rechura y con menos rodeos á su objeto.
Fernando estaba inquieto en su silla; —¿Pero y las demas formalidades ob
temblaba al menor ruido y á cada mo jetó timidamente Danglars, ¿el contrato,
mento enjugaba las gotas de sudor que las escrituras? "

surcaban su frente, cual las primerasgo —El contrato, dijo Dantes riendo, el
tas de una lluvia de tempestad. |contrato está ya hecho; Mercedes no tie:
—No creia yo, vecino Caderousse, dijo ne nada ni yo tampoco, nos casamos Se
Dantes, que valiera lapena contrariar mi gun el principio de comunidad y nada mas;
proposicion. Verdad es que Mercedes no esto ha costado poco de escribir y por lo
es aun mi esposa, (sacó su reloj) pero lo mismo es muy barato.
será dentro hora y media. Esta chanza provocó una nueva esplo
Arrojaron todos una esclamacion de sion de alegres bravosy aclamaciones.
sorpresa, á escepcion del viejo Dantes, -¿Con quélo que teniamos por comi
que con una carcajada de satisfaccion dejó da de esponsales, dijo Danglars, es en rea
ver su dentadura hermosa aun á pesar de lidad la comida de boda ?
los años. Mercedes se sonrió, sin rubori—No, dijo Dantes, no perdereis por ello
zarse. Fernando, cojió convulsivamente el
nada, quedad tranquilos. Mañana por la
mango de su cuchillo. y
|mañana marcho á Paris, cinco dias de ida
—Dentro de una hora, dijo Danglars. y cinco de vuelta, mas un dia indispensa
palideciendo tambien ¿como es eso? |ble para evacuar mi comision, y el 12 de
–Si, amigos mios, contestó Dantes, marzo estoy de vuelta; para el 12de mar
gracias al crédito del señor Morrel, per zo la verdadera comida de boda.
sona á quien despues de mi padre debo La perspectiva de un nuevo festin at
mayores consideraciones en este mundo, mentó el buen humor general hasta tal
se han allanado todas las dificultades. He punto que Dantes el padre, que al princi
mos alcanzado las licencias necesarias yel pio se quejaba de sobrado silencio, se es
maire de Marsella nos espera en la casa forzaba en vano paraque fuera oído su
consistorial á las dos y media en punto. brindis á la prosperidad de los esposos:
Así es que como el reloj señalá la una y Dantes adivinó el pensamiento de su pa:
cuarto, creo no aventurar gran cosa cuan dre y contestó con una sonrisa muy espre
do digo que dentro una hora y treinta mi siva de cariño. Mercedes dió una ojeada
nutos, Mercedes se llamará Mme. Dantes. al péndulo del salon é hizo dismila,
Fernando cerró los ojos; una nube dentente un signo á Edmundo. Reinan en
7 -
25 ALBUMI.

tre aquellos convidados la bulliciosa ale continuó Danglars, cuanto la jóven es en


gría y la individual franqueza que es ca efecto muyhermosa.¡Cáspita, con el afor
racterística entre lasgentes de baja esfe tunado picarillo del futuro capitan ! Con
ra, al llegar en una comida á los postres. solo doce horas depoder llamarme Dantes
Los que no estaban muy satisfechos del me daba yo por muy contento.
lugar que en la mesa les cupiera, se ha —¿Nos marchamos?preguntó Merce
bian levantado y buscado vecinos mas de des con su voz encantadora. Están dando
su gusto. Todos empezaban ya á hablar á las dos y nos esperan á las dos y cuarto.
un tiempo y nadie se tomaba la molestia —Sí, si marchemos, dijo Dantes levan
de contestar al interlocutor y si solo á sus tándose con viveza.
propios pensamientos. La palidez de Fer —Vamos, vamos dijeron á una todos
nandoparecia haberse trasladadoá las me los convidados.
jillas de Danglars: en cuanto á Fernando, Estaba Fernandoapoyado en el alfeizar
parecia no hallarse en este mundo, seme de una ventana: Danglars que no le per
jándose á un condenado que se rebullese en dia de vista,vióle levantarse como maqui
un lago de fuego. Habia sido de los pri nalmente, abrir desmesuradamente sus hos
meros en levantarse ypaseándose á lo lar cos ojos y volverseá inclinar sobre el pun
go de la sala procuraba alejar de sus oidos to en que se apoyára. En el momento mis
la gritería de las canciones y el ruido de mo oyóse un sordo rumor en la escalera
los vasos al chocar. Caderousse se le acer que retemblaba como oprimida por el peso
có en el momento en que Danglars, de de las pisadas,y el eco de variasvoces uni
quien al parecer huía, se le habia reunido do al choque de las armas, vino á domi
en un ángulo del salon. nar la algazara de los convidados, escitan
—En verdad, dijo Caderousse de quien do su curiosidad pintada en el silencio ge
el buen talante de Dantes, y sobre todo el neral.
vino del tio Pamfilo, habian alejado los El ruido se fué acercando, sonaron tres
restos de encono que la inesperada suerte golpes en la mampara: y cambiaron los
de Dantes engendrára en su pecho; en concurrentes recíprocas miradas de admi
yerdad que Dantes es un bellísimo jóven, racion y sobresalto.
y cuando le veo sentado al lado de su no —¡En nombre de la ley gritó una voz
via, no puedo menos de enternecerme al clara ypenetrante: nadie contestó.
pensar en la cruel burla que tratasteisayer Abrióse luego la puerta y un comisario
de hacerle. ceñido con su faja, entró en el salon se
–Ya hasvisto pues,dijo Danglars, que guido de cuatro soldados y un cabo. A la
la cosa no ha tenido resultado. Este pobre inquietud, sucedió el terror.
Fernando estaba tan trastornado que en —¿Qué se ofrece? preguntó el armador
los primeros momentos me dió compa dirigiéndose al comisario á quien conocia;
sion, pero desde el instante que ha to sin duda, caballero, hay aquí alguna mala
mado la resolucion de ser el jóven quemas inteligencia.
se distinga en las bodas de su rival, nego —Sihay malaintelijencia señor deMor
cio concluido. rel, repuso el comisario; contad con la mas
Caderousse miró á Fernando; éste es pronta reparacion. Soy portador de una
taba lívido. órden de arresto; y aunque me es muy
—El sacrificio es tanto mas sublíme, doloroso tengo que cumplir con mi deber.
ALBUMI. 27

¿caal de Vds., señores,se llama Edmundo tonces en complexo á la imajinacion de


Dantes? Caderousse, en su espantosa realidad. Hu
Fijáronse las miradas de todos en eljó biérase dicho que la realizacion de la ca:
ven que muy conmovido pero sin perder tástrofe acababa de rasgar el velo que lä
su dignidad se adelantó un paso á los de embriaguez del dia anterior interpusiera
masy dijo. entre suvoluntad ysu memoria.
—Soy yo, ¿que se os ofrece, caba —¡Oh! ¡oh ! dijo con ronca voz, ¿se
llero? rian estas las consecuencias del chasco que
—Edmundo Dantes, contestó el comi combinabais ayer, Danglars? En tal caso,
sario, en nombre de la ley,quedais arres ¡maldito quien lo ha puesto en ejecucion,
tado. porque es negocio demasiado triste !
—¡Vos me arrestais ! dijo Edmundo —¡No por cierto! esclamó Danglars,
palideciendo lijeramente; pero ¿por qué tu sabes en contra de la pregunta, que yo
motivo? rasgté el papel.
—Lo ignoro, caballero, pero la decla —Esfalso; no lo rasgaste, replicó Ca
racion indagatoria os lo dará seguramente derousse; lo que hiciste fué magularle y
á conocer. arrojarlo á un rincon: eso es lo cierto.
El señor Morrelconoció desde luego que —Cállate,tu nada pudiste ver porque
no habia remedio contra la inflecsibilidad estabas borracho.
de las circunstancias: un comisario ceñido –¿Donde está Fernando ? preguntó
con su faja no esun hombre, es la estátua Caderousse.
de la ley,fria,sorda ymuda. El viejo por –¿Lo sé yopor ventura? en sus que
el contrario, se precipitó hácia el comisa haceres probablemente. Pero ¿no valdria
rio: hay cesas que el corazon deun padre mas que en lugar de estar charlando pro
ó de una madre no sabe comprender. Ro curáramos prestar algunos socorros á esos
gó, suplicó; sus lágrimas y sollozos nada pobres aflijidos?
pudieron alcanzar:fué, empero, tan grande En efecto, mientras este diálogo, Dan
su desesperacion que el comisario se con tes, siempre con la sonrisa en la boca se
movió. habia ido despidiendo de susamigosy dan
—Caballero, le dijo;tranquilizaos, tal do un beso en la frente de su Mercedes, se
vez vuestro hijo habrá olvidado alguna dióáprision, diciendo.
formalidad para con la aduana ó sanidad, —Tranquilizaos; es una equivocacion
y es muy probable que en cuanto hayain que se aclarará luego y es regular que ni
dicado lo que se trata saber de él será aun llegue á la cárcel.
—¡Oh! es muy probable; estoy casi
puesto en libertad.
cierto de ello: dijo Danglars, que en este
—¿Que significa esto? preguntóCade momento se acercaba como hemos dicho
rousse, frunciendo elentrecejo,á Danglars ya, al grupo principal.
que demostraba estarsorprendido. Bajó Dantes la escalera precedido del
—¿Que sé yo? hago lo que tu; veo lo comisario de policia y rodeado de solda
que pasa, no comprendo nada,y me pierdo dos. Un carruaje, cuya portezuela estaba
en conjeturas. entreabierta esperabaá lapuerta;subieron
Caderousse buscó con la vistaá Fernan áél el preso, dos soldados y el comisario,
do: habia éste desaparecido. y cerrada la portezuela echó el coche á
La escena de la víspera se presentó en andar con direccion á Marsella.
28 AIRU.
—Adios, Dantes adios Edmundo |-Ya se ve que si, cuando lo que uno
esclamó Mercedes con cuasitodo el cuerpo dice como al azar tiene resultados funes
S.
fuera de la ventana.
· El preso oyó esta última despedidasali Durante, este coloquio, los diferentes
da deldesgarrado corazon de su novia como grupos comentaban á su modo y de diver
Ull gemido de dolor, sacó pues, la cabez sa manera la prision de Dantes.
por la ventanilla y esclamó. | —Yvos Danglars, dijo uno, ¿qué opi
–Hasta la vista, Mercedes. ais sobre este suceso? -

y desapareció en uno de los ángulos del —Yo, contestó, creo que habrá traido
fuerte de San Nicolás. algunos fardos de contrabando.
—Esperadme todos aqui, dijo el arma –Pero á ser asi, deberiais saberlo vos,
dor, voy átomar el primer garruage que Danglars, vos que sois el sobrecargo del
encuentre, corro áMarsella y vuelvo á huque.
traeros noticias. - —Es verdad: pero el sobrecargo noties
—Marchad, gritaron todos á una, mar ne conocimiento sino de los fardos que van
chad y volved pronto, muy pronto.» declarados en el manifiesto. Sé que car
Despues de su partida,hubo un momen, gamos de algodon, y no hay mas; que to
to de terrible estupor entre los que habian mamos el cargo en Alejandria en la casa
quedado alli. El anciano Dantes y Mer de Mr. Pastret, y en Smirna, en la casa
cedes quedaron por algun tiempo ensi de Mr. Pascal; no hay mas sobre que
mismados cada uno en su propio, dolor. preguntarme.
Mas luego se encontraron sus miradas, se —¡Qh! ahora recuerdo, dijo el infeliz
reconocieron víctimas de un mismo golpe padre procurando renovar antiguas ideas,
y se arrojaron en los brazos uno, de otro. haberme dicho ayer que me traia un ca
Durante este intermedio entró de nuev on de café y otro de tabaco.
Fernando, llenó un vaso de agua que be –Pues siendo asi, fuera dudas, dijo
bió de un tirón y se sentó en una silla. Danglars; eso ha de ser: durante nuestra
Quiso la casualidad que esa silla estuviera ausencia los aduaneros habrán reconocido
inmediata á la en que cayóMercedes cuan el Faraon y descubierto el pastel.
do se desprendió de los brazos del anciano: Mercedes no daba importancia ninguna
Fernando, por un movimiento instintivo, á estas suposiciones: habiendo reprimido
apartó su silla. hasta entonces su dolor, prorrumpió repen=
—Es él, dijo. Caderousse, á, Danglars, tinamente en sollozos.
que no perdia de vista al catalan. —¡Vamos! ¡yamos! ¡nó hay que de
—No lo creo, contestó éste, es dema sesperar ! dijo el viejo Dantes sin saber casi
siado necio. De todos modos, caiga el gol lo que se decia.
pe sobre la cabeza de su autor. —¡Esperanza! repuso Danglars.
–Pero tu no haces mencion del que le —¡Esperanza! procuró articular Fer
dió el consejo de ese paso, dijo Cade nando; pero esta palabra le ahogaba, aji
ITOUISS0, ,
táronse sus lábios y no pudieron pronun
—Estariamos frescos, contestó Dan ciar ningun sonido.
glars, si hubiésemos de ser responsables —¡Señores! esclamó uno de los convi
de todo lo que por azaréindeliberadamen dados que estaba de observacion en la ven
tehablamo s..... |tana, señores, un coche.… ¡Ah! ¡es el se
ALBUM. 29
nor Morrel! ¡ánimo,ánimo! sin duda nos —¡Esperemos pues! dijo entre dien
trae buenas noticias. tes. -

Mercedes y el anciano corrieron al en —Si, esperemos, dijo Danglars; si está


cuentro del armador con quien tóparon en inocente será puesto en libertad; si culpa
la puerta: el señor Morrel estaba muy pá ble es por demas comprometerse por un
lido y trastornado. -
conspirador.
– ¡Que hay! ¡quehay! gritarontodos —Pues vámonos; no puedo quedar aqui
á una.
por mas tiempo.
—Amigos mios, contestó el armador —Si, vente; dijo Danglars muy satis
moviendo la cabeza, la cosa es mas gravé fecho de encontrar quien le acompañase en .
de lo que creiamos... -

su retirada; vente y dejemoslos que se ar


–¡Oh señor! esclamó Mercedes, está reglen como puedan.
inocente.
Partieron en efecto. Fernandó, siendo
–Lo creo muy bien, contestó el señor otra vez el único apoyo de la jóven, tomó
Morrel, pero se le acusa. áMercedes de la mano y la condujo al
–¿De qué? preguntó el viejo Dan barrio de los Catalanes. Los amigos de
tes."
Dantes condujeron á su casa en la calle de
—De ajente bonapartista. Meilan, al anciano cuasi desmayado. Muy
Los lectores que hayan presenciado" la luego se difundió por toda la ciudad la
época en que pasa esta historia, recorda-nueva de que Dantes habia sido preso por
rán cuan terrible era la acusacion que ajente bompartista. --.

acababa de mentar el señor Morrel. Mer-| —¿Hubiérais imajinado jamás lo que


cedes dió un grito, el anciano se dejó caer pasa, mi querido Danglars? dijo el señor
sobre una silla. Morrel juntándose con su sobrecargo y
—¡Ah! murmuró Caderousse, me has Caderousse, porque tambien volvia muy
engañado, anglars, la chanza se ha con-de prisa á la ciudad á fin de saber nuevas
vertido en hecho. Mas yo no quiero per-ciertas de Edmundo, por medio del subs
mitir mueran de dolor ese pobre viejo y tituto del procurador del rey, Mr. de vi
esa jóven: voyá decírselo todo. llefort con quientenia algun conocímiento,
— Cállate, desdichado esclamó Dan 1, lo hubieraisimajinadojamás?
glars, agarrando á Caderousse por la ma –¡Que diantre, señor! contestó Dan
no, ó no respondo de tí. ¿Quien te ha di glars; ya os dije que Dantes, sin ninguna
cho que tantes no es culpable? La en necesidad habia tocado en la isla de Elba,
barcacion ha tocado en la isla de Elba; y esta arribada, ya lo sabeis, me pareció
saltóá tierra, y pasóun dia entero en Por-sospechosa ...
toferrajo. Si encuentran en su poder algun -¿Habríais comunicado acasó vuestras
escrito que pueda comprometerle, los que sospechas á alguierº
le apoyen serán tenidos por cómplices. -Guardarlame muy bien de ello, se
Caderousse, con el rápido instinto del fior, añadió Danglars bajando de tono; ya
egoísmo, comprendió la fuerza de estabb- sabes que ácausa de vuestro tio, Mr. Po
servacion. Miróá Danglars con ojos aton licarpo Morrel, que ha servido con eldes
tados por el miedo y por el dolor; y por terrado, y que no oculta su modo de pen
cada paso que diera hácia adelante dió dos sar, se ostiene tambien en opinion de bo
hácia atrás. - napartista, y hubiese temido el que hacien
30 ALBUM.

.do á Edmundo un daño no hubiese caido —Gracias Danglars, dijo el armador;


de rechazo sobre vos. Hay algunas cosas es un escelente medio que concilia todos
de que está uno obligado á dar parte á su los estremos. Tomad el mando delbuque,
armador y que debe ocultar muy cuidado os autorizo para ello; vigilad la descarga;
samente á los demas. por acontecimientos que sobrevengan álos
—Bien, Danglars,bien,dijoel armador, individuos que tripulan el buque no deben
sois un jóven escelente; tambien me habia jamas sufrir menoscabo los negocios.
ocupado de vuestra suerte cuando pensé —Quedad tranquilo señor....¿No po
nombrar al pobre Dantes capitan del Fa dremos siquiera ver al pobre Fdmundo?
ra0n. —Muy luego podré contestar á esa pre
–¿Como, señor"? -
gunta, Danglars. Probaré de hablar con
–Si,si; ya le habia preguntado á Dan Mr. de Villefort é intercederé con él en
tes en que opinion os tenia y si tendria favor del preso. Ya sé que es un realista
alguna repugnancia en que quedárais en acérrimo;pero ¡qué diablo! aunque rea
vuestro destino, pues yo no sé porque me lista y procurador del rey, es hombre,y
habia parecido haber notado entre los dos no le creo duro de corazon.
cierta frialdad. —No, dijo Danglars; pero tengo en
–¿Y que os contestó? tendido que es algo ambicioso y esto es un
–Que efectivamente habiais tenido al equivalente.
guna cuestion en cierta circunstancia que —En fin, dijo el señor de Morrel arro
no refirió, pero que la persona en quien el jándo un suspiro, veremos; id á bordo,
armador depositára su confianza siempre luego iréyo; y se despidió de los dos ami
obtendria la suya. gos para dirijirse al tribunal.
–¡Hipócrita! murmuró Danglars. —¿Lo ves? dijo Danglars áCaderousse,
–¡Pobrejóven ! dijo Caderousse; ello ¿ves el giro que toma este negocio? ¿per
es que era un escelente muchacho. severas aun en la idea de defenderá Dan
el
–Si, pero entretanto, dijo Morrel, glars?
Faraon se ha quedado sin capitan. -No por cierto, pero no deja de ser
–¡Oh! dijo Danglars; podemos aun terrible que una chanza tenga semejantes
esperar,puesto que no volveremos á ha consecuencias.
cernos á la vela hasta de aqui á tres me —¡Qué diantre l ¿quién lo ha hecho?
ses, y para entonces Dantes habrá sido no creo seamostu niyo; esFernando. Tu
puesto en libertad. sabes muy bien que en cuanto á mi, tiré
—No hay duda; pero ¿y en este inter el papel en un rincon, y hasta creí haberlo
medio. rasgado.
—Y bien; entre tanto ¿no estoy yo —No, no, ¡oh! ¡ en cuanto á eso, es
aqui?Señor Morrel, dijo Danglars; ya sa toy seguro: yo le ví en el rincon del em
-
beis que conozco la maniobra de un buque parrado, magullado, estrujado, y daría
tan bien como el mejor capitan despues
no sé quéporque estuviese aun allimismo
de largos años de práctica.Aun el servi donde le ví!
ros de mi interinamente os será
puesto que asi cuando Edmundo salga en —¿Quéquieres? Fernando lo recojería,
libertad no tendreis que agradecer nada á Fernando lo habrá copiado ó hecho co
nadie: el se hará cargo de su destino, yo piar, ó tal vez no se habrá tomado tanta
del mio, y estaremos corrientes. molestia; ¡y quién sabe, Dios mio! siha
ALBUM. 31
brá enviado mi mismo escrito. Felizmen bidas al génigº de Pujet, se celebraba en
te, habia bastardeado mi letra. el mismo * la misma hora otro con
–¿Pero sabiastuacaso que Dantescons vite de esponsales; con la sola diferencia,
piraba? que en vez de pertenecer los actores de
–¡Yo! no sabia nada. Como, te dijecreí esta escena al bajo pueblo, como marine
hacerle una jugarreta y no otra cosa. Pa rosy soldados,pertenecian á lo mas en .
rece que como Arlequin, dijo la verdad copetado de la sociedad deMarsella.Com
bromeando. poníase de antiguos majistrados, que di
—El resultado es el mismo, repuso Ca mitieran sus cargos en tiempo delusurpa
derousse, daría la mitad de mi fortuna dor , de antiguos oficiales que habian
porque este caso no hubiese acontecido, desertado del ejército francés para servir
ó á lo menos por no verme mezclado en á las órdenes de Condé, de jóvenes edu
él; yaverás como no dejará de acarrear cados al lado de sus familias inseguras
nos algun disgusto, Danglars. todavia acerca su suerte, apesar de los
—Si alguno ha de tenerlo, será el ver cuatro ó cinco reemplazos que habian sa
dadero culpable, y éste es Fernando, y tisfecho en odio á ese hombre a quien cin
no nosotros. ¿Qué quieres que nos suce co años de destierro habian de hacer un
da? Lo que nos conviene es estarnos muy martir y quince de restauracion un Dios!
quietos sin hablar palabra de todo ello; Estában en la mesa, y la conversacion
ypasará la tempestad sin que caiga el se viera ardientemente animada por todas
rayo. las pasiones de la época; pasiones tanto
—¡Amen! dijo Caderousse, despidién mas terribles, vivas y encarnizadas en el
dose de Danglars y dirijiéndose hacia los Mediodia cuando desde quinientos años los
barrios de Meillan, con la cabeza baja y ódios relijiosos prestaban su ayuda y su
hablando á solas como suelen hacerlo los encono á losódios políticos.
que van dominados de alguna idea. El emperador, rey tan solo de la isla
—¡Bueno, dijo Danglars, las cosasto de Elba, despues de haber sido soberano
man el jiro que yo habia previsto; héte de una gran parte del mundo; reinado
me aqui capitan interino, y si ese tonto sobre una poblacion de veinte y cinco mil
de Caderousse puede callarse, capitanefec almas; despues de haber oido el grito de
tivo. Solo hay la eventualidad de que la ¡ viva Napolon! por ciento viente millo
justicia suelte á Dantes.... ¡Oh! añadió nes de súbditos y en diez idiomas distin
sonriendo, pero, la justicia es justicia, y tos; era considerado alli, como á un hom
yo á ella me remito. bre muerto ya para la Francia y para el
En esto saltó á una lancha dando ór trono: los magistrados ponderaban sus
den al barquero para dirijirse al Faraon, deslices políticos; los militares hablaban
donde, como hemos dicho habia de com de Moscow y de Leipsik; las mugeres de
parecer el armador. su divorcio con Josefina. Parecíalesáaque
VI. lla gente henchida degozo y triunfante,
EL SUBSTITUTO DEL PROCURADOR DEL no por la caida del hombre, sino por la
REY. -
ruina de los principios, que la vida empeza
En la calle del Grand-Cours, frente la ba para ellos y que despertaban de un
fuente de Medusa, en una de esas casas Sueño angustioso.
antiguas de aristocrática arquitectura, de- Un anciano condecorado con la cruz de

“,
32 ALBUM.

San Luis, levantándose, brindóá suscon —Y yo estoy pronto á contestará la se


vidados por la salud del rey Luis XVIII; ñora, sise digna repetir la pregunta, que
era el marqués de -aint-Méran. A esta no comprendiu -

invitacion, que recordaba á la vez al des —Quedais perdonada, Renée; dijo la


terrado de Hartwell y al rey pacificador marquesa con una sonrisa de ternura qué
de la Francia, la aclamacion fué unánime, pareciera incompatible con lo desabrido de
levantáronse en alto los vasos al estilo in su fisonomía, pero estal el corazonde la mu
glés, las señoras deshicieron sus ramille gèr que por árido queparezcaá consecuen
tes y cubrieron de flores los manteles; el ciadel secante soplo de las preocupaciones
entusiasmo rayaha en poético. y de las exigencias de la etiqueta conserva
—Forzoso les fuera confesar, dijó la mar siempre un rinconcito fértil y lozano, y
quesa de Saint-Meran, muger de altiva este es el que Dios ha consagrado al santo
mirada, delgados labios, talante aristocrá amor maternal:... Quedais perdonados....
tico, pero elegante todavía á pesar de sus Os decia pues, Villefort, que los bonapar
cincuenta años, forzoso les fuera confesar tistas no tenianni nuestra conviccion, ni
á todos esos revolucionarios que nos espul nuestro entusiasmo, ni muestra abnega
saronyá quienes dejamos á nuestra vez cion
conspirar muy tranquilamente en nuestros —Algo tienen sin embargo, señora que
antiguos castillos que compraron por un equivaleátodo eso, y es el fanatismo. Napo
mendrugo de pan en la época del térror, leones el Mahoma de Occidente: es para
que el verdadero entusiasmo nos pertene todos esos hombres vulgares, pero de alta
ce porque nosotros nos adherimos á la mo ambicion, no solo un législador y dueño
marquía vacilante, interinellós, por el con sino tambien untipo; eltipo de la igualdad.
trario, adulaban al sol naciente y éímpro —¡De la igualdad! esclamó la marque
visaban su fortuna mientras nosotros per sa; ¡Napoleon el tipo de la igualdad! y
diamos la nuestra; habrian de convenir en ¿en qué lugar pondréisá Robespierre? Me
que nuestro rey era verdaderamente para parece que le arrebatais su punto para
nosotros Luis el muy amado, mientras que dárselo al corso, y esto es en mi concepto
el usurpador para ellos no ha sido mas que una verdadera usurpacion.
Napoleon el maldito:¿no es asíVillefort? —Nó señora, dijo Villefort, dejo cada
—¿Qué decís señora marquesa?... res estátua en su pedestal: Roberpierre, en la
pondió el jóven á quien le dirigiera la pa plaza de Luis XV, en su cadalso; Napo
labra. Dispensadme, no estaba en la con leon en la plaza de Vendome sobre su co
versacion. . luna : la diferencia está en que el uno ha
–Vaya, dejad á los chicos, marquesa, formado la igualdad que rebaja y el dtro
repuso el viejo, que promoviera, la cues la igualdad que ensalza: el uno ha condu
tion. Ellos van á casarse, y es muy natu cido los reyes al cuchillo nivelador de la
ral que sus conversaciones versensobre ob guillotina, y el otro ha elevado al pueblo al
jetos muy distintos de la política. nivel del trono. Esto no quita, añadió
—Os pido mil perdones, mamá, dijo riéndose Villefort, que á éntrambos cua
una hermosa jóven de blondos cabellos y dre la calificacion de infames revoluciona
rasgados ojos de ébano. Os devuelvo al se
ñor de Villefort á quien tenia secuestrado rios y que el 9 de termidor y el 4 de abril
por un momento. Señor de Villefort, mi de 1814 no sean dos diasde gloria para la
madreros dirigía la palabra. . Franeia y dignos uno y otro de ser solem
ALBUM. 33

remente celebrados por los amigos del pero no modificar en nada lo pasado. Lo
órden y de la monarquía: y esto basta pa-que si podemos, los hombres, sino alju
ra esplicar el porque Napoleon á pesar de rar de los hechos, á lo menos echarles
su caida, de que confio no volveráá le-un velo. Ahora bien, yo me he separado
vantarse, conserva todavía sus seides. Queno solo de la opinion, si que hasta he
quereis, marquesa, Cromwell, que no fuéabandonado el nombre de mi padre. Mi
ni la mitad de lo que ha sido Napoleon,|padre ha sido, ó acaso es aun, bonapar
¡ tenia tambien los suyos! tista y se llama Noirtier; yo soy realista y
—¿Sabéis que lo que decís, Villefort,|me llamo de Villefort. Dejad morir en el
huele árevolucion á la legua? pero yo os viejó tronco un resto de sabia revolucio
loperdono, porque es imposible ser hijo|naria, y ved señora tan solo el tallo que
de girondino y no conservar algun resabiose desvia de aquel tronco, sin poder y aun
de terrorista. añadiré casi sin voluntad, para despren
La frente de Villeforttomó instantanea-|derse del todo.
mente el color de la escarlata. —Bravo, Villefort, bravo; dijo elmar
-Mi padre era girondino, señoras, di-|qués, bien contestado, tambien yo he su
Jo, es verdad, pero mi padre no votó laplicado siempre á la marquesa el olvido
muerte del rey; mi padre ha sido pros-de lo pasado sin poderlojamas conseguir;
cripto por ese mismo gobierno terrorista|espero que vossereis mas afortunado.
que os proscribió y poco faltó para que su| —Enhorabuena, dijo la marquesa, ol
cabeza no cayese en la misma guillotina videmos lo pasado, no quiero otra cosa;
en que cayó la de vuestro padre. |pero á lo menos, Villefort, sed inflexible
—Es muy cierto; contestó la marquesapara el porvenir. No olvideis Villefort,
sin que este sangriento recuerdo produ-|que hemos salido garantes de vos á S.M.
gese la menor alteracion en sus facciones;|que S.M. por su parte ha querido tam
pero con la diferencia de que hubiera sido bien olvidará instancia nuestra (al decir
en defensa de principios diametralmente esto le tendió la mano) como olvido yo, á
opuestos, y la prueba está, en que toda vuestras instancias, Acordaos tan solo que
mi familia haseguido la suerte de los prín-si cae algun conspirador en vuestras na
cipes desterrados, mientras que vuestronos, sois tanto mas vigilado cuanto per
padre se ha dado prisa en unirse al nuevo teneceis á una familia que puede estar en
gobierno; y que despues de haber sidorelacion con los conspiradores.
girondino el ciudadano Noirtier, el conde —Señora; dijo , mi destino y
Noirtier ha sido nombrado senador. todo el tiempo en que vivimos me
—Mamá, mamá esclamó Renée, ya ordenan ser severo; y lo seré. He soste
sabeis que se convino en no traerá co- nido ya algunas acusaciones por causas po
lacion tan fatales recuerdos. |liticasy bajo este concepto he dado ya mis
-Señora, contestó Villefort; no puedo pruebas. Desgraciadamente no serán las
menos de unir mis ruegos á los de la se-|últimas. • •

ñorita Saint-Meran, para suplicaros hu-| — Lo creis asiº dijo la marquesa.


mildemente el olvido de lo pasado. ¿A qué| —Mucho lo temo. Napoleon, en la isla
viene recriminar sobre cosas ante las cuales de Elba está muy cerca de la Francia; su
es impotente la vol tad del mismo Diospermanencia á la vista de nuestras costas,
Podrá Dios cambiar los las esperanzas de sus partidarios
34 ALBt.
Marsella está atestada de oficiales “á me | —Entonces es de su incumbencia re
dia paga, que cada dia buscan pretestos pararlo.
para armarjarana con los realistas; de —Tambien podria deciros, señora, que
ahi los desafios entre las clases distingui nosotrosno reparamos el mal, sino que le
das, los asesinatos entre el pueblo. vengamos
-A propósito; dijo el conde de Ser –¡Oh señor de Villefort! dijo una lin
vieux, antiguo amigo de Mr. de Saint da jóven, hija del conde de Servieux y
Meran y gentil-hombre del conde de Ar amiga de la señorita de Saint-Meran; ved
tois, ¿sabeis que la santa-alianza trata de si podreis proporcionarnos alguna causa
sacarle de esa isla? curiosa durante el tiempo que permanez
—Si; tratábase de eso á nuestro salida camos en Marsella. Jamas he visto reu
de Paris, dijo Mr. de Saint-Meran ¿yádon nido el tribunal del crímen y segun dicen
de se le envia? es cosa digna de verse.
—A Sta. Helena. —En efecto, llama la atencion, señori
—¡A Sta. Helena ! ¿qué sitio es ese? ta, dijo el substituto; puesto que en vez de
preguntó la marquesa. una finjida trajedia, es un drama real y
—Una isla situada á diez mil leguas de verdadero; en vez de supuestos dolores,
aqui, mas allá del Ecuador; contestó el son dolores que salen del alma. El prota
conde. gonista que alli vereis en vez de volverá
—¡Qué me place! porque como dice su casa, despues de caido el telon de boca,
Villefort, es una imperdonable locura ha á cenar con su familia y acostarse tranqui
ber dejado á ese hombre entre Córcega lo para volverá repetir al dia siguiente la
en que nació, Nápoles donde reina aunsu misma funcion es conducido á la cárcel en
cuñado y á la vista de esa Italia de que la que encuentra al verdugo. Ya veis que
queria hacer un reino para su hijo. para las personas nerviosas que apetecen
—Desgraciadamente, dijo Villefort, es conmociones fuertes no hay espectáculo
tán existentes los tratados de 181í y no como ese. Confiad en mi, señorita, que
puede removerse á Napoleon sin faltar á si se ofrece la ocasion, os la proporcio
esos tratados. naré.
—¿Y qué importa? serán quebranta —Nos horroriza con sus palabras.…y
dos; dijo Mr. de Servieux. ¿Ha gastado él se rie, dije Renée conmovida.
él tantos miramientos cuando se trató de —Que quereis, repusoVillefort, es un
fusilar al desgraciado duque de Enghien? duelo... he pedido cincoóseisvecesla pe
—Vaya, es cosa hecha, dijo la mar na de muerte por delitos políticosú otros...
quesa; la santa alianza librará á la Euro quien sabe los puñales que seestarán agu
pa de Napoleon y Villefort limpiará áMar zando ó están ya asestados contra mil
sella de sus partidarios. ¿El rey reina ó —¡Oh Dios mio! dijo Benée cada vez
nó? sirena, su gobierno debe ser fuerte mas asustada; ¿hablais de veras, señor de
y sus agentes inflexibles; este es el único Villefortº
medio de prevenir el mal. —No hay cosa mas cierta, señorita; re
—Por una fatalidad, señora, dijo son puso el jóven majistrado sonriendo. Y con
riendo Villefort; un substituto del procu ese ruidoso proceso que la señorita desea.
rador del rey, siempre llega cuando el da para satisfacer su curiosidad, y que yo
iño está hecho. tambien deseo para satisfacer miambicion,
v.
ALBUM. 35

semejante situacion se agravaránas ymas.tes para esos mónstruos; pero para los in
"Todos esos soldados deNapoleon acostum-felices acusados políticos!...
brados á lanzarse á ciegas sobre el enemi-–¡Delitos políticos! esclamó la mar
go, ¿creis que reflexionan cuando queman quesa, aun es eso mucho peor, Renée;
un cartucho ó cuando cargan á la bayone- porque el rey es el padre de la nacion, y
ta? Pues bien: ¿creeis que reflexionarian querer destronar ó matar al rey es querer
mas para mataráun hombreáquien creen asesinar al padre de 32 millones de hom
su enemigopersonal, que para matará un bres.
ruso, un austriaco, óá un húngaro á los –¡Oh! es igual: señor de Villefort,
«que jamás han visto? Y preciso esque asi dijo Renée;¿me prometeis ser indulgen
sea; de otro modo para nadaserviria nues-te para con aquellos queyo os recomiende?
tra carrera. Yo mismo, cuando veo chi- —Tranquilizaos, contestó Villefort con
pear de rabia los ojos de un acusado, me su encantadora sonrisa, haremos juntos las
siento con mas valor, me exalto; no es ya competentes indagaciones.
un proceso, es un combate; lucho contra–Querida, dijo la marquesa; atendedá
él, me contesta; redoblo yo mis esfuerzos vuestros pájaros,vuestro faldero y demas
y el combate concluye, como todas las ba-chucharias, y dejad á vuestrofuturo espo
tallas, por una victoria ó una derrota. Hé so que cumpla con su deber. En el dia las
ahi en que consiste la controversia judi- letras han reemplazado á las armas; hay
cial: el riesgo produce la elocuencia. Un sobre esto una frase latina que encierraun
acusado que se sonriera despues de mi pensamiento muy profundo...
acusacion me haria creerque habia habla –Cedant arma togae, dijo inclinándose
do mal, que lo que yo habia dicho era frio, | Villefort.
sin vigor, insuficiente. ¡Juzgad pues la |l –No me había atrevido á hablar en la
sensacion de orgullo que esperimentaráun tin; respondió la marquesa.
procurador del rey intimamente conven –Preferiria á vuestra carrera la de mé
cido de la culpabilidad del acusado, cuan dico, repuso Renée; el ángel estermina
do le ve ponerse descolorido é inclinar su dor, con ser un ángel, siempre me ha asus
culpable cabeza bajo el peso de laspruebas tado.
y la eficacia de su elocuencia ! Aquella ca –¡Encantadora Renée ! dijo Villefort,
beza se inclina; ella caerá. enviando á la jóven una mirada de amor.
Renée dió un suspiro. —Hija mia; dijo el marqués; el señor
—Eso es hablar en regla; dijo uno de de Villefort será el médico moral y polí
los convidados. tico de esta provincia; créeme, es muy
—Ese es el hombre que se necesita en bella su mision.
los tiempos que corremos; añadió otro. | –Y que siempre será un medio para
—Tambien, dijo un tercero, envuestra hacer olvidar las que en otro tiempo de
última acusacion estuvisteis inimitable, mi sempeñó su padre, repuso la incorregible
querido Villefort; ¡ya sabeis... aquelque marquesa.
asesinó á su padre! pues bien, á ese litera —Señora, contestó Villefort con triste
riamente le habiais ya muerto antes que sonrisa, he tenidoya el honor de deciros,
le tocára el verdugo. que mipadre, segun creo, abjuró sus pa
—¡Oh! para los parricidas, dijo Renée, sados errores; y que al presente es amigo
poco me importa, no hay suplicios bastan síncero de la religion y del órden, y acaso
36 AEBc.
mejor realista que yo,por cuanto él lo es quieroyo; que venga ahora un conspira
con arrepentimiento y yo lo soy con pa doryse le recibirá cual corresponde.
sion. " –Pues yo, mamá, dijo Renée;ruego
Y despues de frase tan escojida, para áDios que no escuche vuestros votos, y
juzgar Villefort del efecto de sufacundia, que no se presente áVillefort,sino rate
dirigió á los convidados una mirada cual os, ó quebrados de poca monta, ó tími
despues de una frase equivalente, en el petardistas; siendo así dormiré tran
foro la hubiera dirigido al auditorio.
–Precisamente, mi querido Villefort, –Seria por ejemplo, dijo chanceándose
repuso el conde de Servieux, eso es lo que Villefort; como si deseaseis para un médico
contesté, hallándome en las Tullerías, al jaquecas,sarampionesópicaduras de avis
intendente de palacio que se manifestaba pa, enfermedades que no interesan mas
como sorprendido de la singular alianza que la cútis. Si aspirais á que llegue áser.
entre el hijo de un girondino y la hija de procurador del rey, debeis por el contra
un oficial del ejército de Cóndé, y por rio, desear que se me proporcionen enfer
cierto que se hizo cargo de mis razones medades terribles; de esas cuya curacion
«Ese sistema de fusion es el de Luis VIII.» acredita al facultativo.
Entonces el rey que sin pensarlo nosotros En el mismo instante, y como si la ca
escuchaba la conversación, la interrumpió sualidad aguardáratan solo que Villefort
diciendo: «Villefort, (reparad que el rey|espresase su deseo para verlo realizado,
no pronunció el nombre de Noirtier, y que un ayuda de cámara entró y le dijo algu
por el contrario apoyó su acento en el de nas palabras al oido: Villefort se levantó
Villefort) «Villefort dijo, hará carrera; de la mesa pidiendo su vénia á los convi
es unjóven muy juicioso, y esperimenta dados, y habiendo salido volvióá los po
do. Hé visto con satisfaccion que el nar cos momentos con la satisfaccion en el
qués y narquesa de Saint-Meran le acep semblante y la sonrisa en los habios.
tan por yerno, yyo les hubiera aconseja Renée le dirigió una mirada amorosa:
do esa afianza, sino se ubiesen ellos ade porque en tal estado con sus ojos azúles,
lantado á pedirme licencia para realizarla.»|sitezmate y las negras patillas que cir
—¡Eso ha dicho el Rey, conde escla cuían el rostro, estaba elegante y hermo
mó gozoso Villefort. so. Estaba la jóven con la atencion fija
—Os he trasladado sus propias pala como pendiente de los labios de su amado
bras, y si el marqués quiere ser franco, esperando que esplicase la causa de sumo
no podrá menos de confesar que lo que mentánea desaparicion.
os acabo de referir concuerda exactamen –¡Pues señor! dijo Villefort, ambicio
te con lo que le dijo el rey cuando fué á nabais hace poco, señorita, tener por es
hablarle, hará cosa de seis meses, sobre e poso áun médico; tengo yo tambien con
proyectado matrimonio entre vos y su|los discípulos de Esculapio (asi se hablaba
hija. atin en 1815) la semejanza de que ningun
—Verdad es, dijo el marqués. momento me pertenece y que nunca estoy
—Oh, ¡con qué se la deberé"todo á tan seguro de que no habrá quien me llame
dignopríncipe! ¿qué imposibles habrá qus ni aun cuando esté á vuestro lado y en el
no arrostre yo para servirle? convite de mis esponsales.
—Eso, eso; dijo lo marquesa; así os| –¿Y por qué ese contratiempo, caba
ALBUM. 37
llero? preguntó la jóven con ligera inquie —Si,señorá; dijoVillefort, y como he
tud. dicho ya á la señorita Renée, si se encuen
–¿Qué ha dè ser? un enfermó que se tra la carta en cuestion, el enfermo está
encuentra, si me es permitido dar crédito de peligro.
á lo que se me ha dicho, en grave crisis; —¿Y donde está ese desgraciado? pre
el caso es muy sério y la enfermedad me guntó Renée.
huele á patíbulo. —Esperando en mi casa.
—¡Oh Dios mio! esclamó Renée per —ld pues, amigo mio, dijo el marqués,
diendo el color. no falteis ávuestros deberes por compla
–¿Es eso cierto? dijo á una toda la reu cernos, cuando el servicio de S. M. os lla
nion. -

ma á otra parte. Marchad, pues, á donde


—Parece tan solo que acaba de descu el servicio del rey os espera.
brirse un pequeño complot bonapartista. —¡Oh, señor de Villefort! dijo Renée
–¡Es posible ! esclamó la marquesa. juntando sus manos en ademan suplican.
—Hé aqui la denuncia, y Villefort te, sed indulgente; es el dia de vuestros
leyó. esponsales.
«Señorprocurador del Rey: un amigo Villefort fué despidiéndose de los con -
«del trono y de la relijion os advierte que vidadosy al llegarjunto á la silla delajó
«el llamado Edmundo Dantes, segundo ven en cuyo respaldo se apoyó dijo:
« del Faraon, que llegó esta mañana des —Para ahorraros una inquietud haré
«pues de haber tocado en Nápoles y Por cuanto sea posible, mi amada Renée; pe
«toferrajo, se ha encargado de un escrito ro si los indiciosson seguros, si la acusa
« de Muratpara el usurpador, y éstele ha cion es cierta, será preciso cortar de raiz
«entregado una carta para el comité bo esa mala hierba bonapartista.
«napartista de Paris. Renée se espeluznó al solo nombre de
«Si se le prendese encontraránlas prue cortar, porque esta yerba que se trataba
«bas de su crimen, esto es, la carta, en de cortar tenia una cabeza.
«su cartera, ó en casa de su padre, ó en -¡ Bah! ¡bah! dijo la marquesa, no
«su maleta á bordo del Faraon. escucheis á esa niña, Villefort; ella se irá
–Pero este escrito, dijo Renée, no es acostumbrando.
mas que un anónimo; á mas de que va Y la marquesa tendió áVillefortsudes
dirijido al procurador del rey y no á carnada mano que éste besó mirando á
Vos. Renée á quien decia con los ojos: «Es
—Es cierto, pero el procurador del rey vuestra mano la que beso, ó por lo me
está ausente; y en su defecto, la carta va nos la que querria besar en este mo
dirijida á su secretario que tiene el encar mento.»
go de abrir los pliegos. Ha abierto este, —¡Tristes agüeros! murmuró Renée.
me ha enviado á buscar,y no encontrán -En verdad, señorita, dijo la marque
, dome ha dado orden para prender al acu sa, que sois niña por demas. Yo quisiera
sado. me dijeseis que ventajas reportaría el es
—¿Con que el culpable está ya preso? tado con vuestra exajerada sensibilidad y
dijo la marquesa. vuestros románticos sentimientos.
—Decid mejor el acusado, repuso Re —¡Oh madre mia! •
née, —Gracia, señora, para la realista ti
10
38 ALBUM.

bia, dijo Villéfort. Os prometo que desem-ascendia su dote á cincuenta mil escudos,
peñaré mi cargo de substituto de procu que podrian con el tiempo ypor mediode
rador del rey concienzudamente; quiero|una herencia llegar hasta medio millon.
decir, os prometo ser horriblemente se Todos estos elementosreunidos componian
VOITO, para Villefortuna deslumbrante felicidad
Pero al propio tiempo que el magistra hasta tal punto que hubiera encontrado
do dirijia estas palabras á la marquesa, el manchas en el sol despues de haber con
novio lanzaba al descuido una mirada á la templado por largo rato su vida interior
novia,y esta mirada parecia decir: «Tran con los ojos del entendimiento.
quilízate Renée, en obsequio á muestro Encontró al salir la puerta á un comi
amor seré indulgente.» sario de policia que le esperaba. La vista
Renée contestó á esta mirada con la mas de aquel hombre con trage denegro lehi
dulce sonrisa y salió Villefort llevando un zo caer en sus ilusiones desde el tercer cie
paraiso en el corazon. lo hasta latierra material quepisaba:com
VII. puso su fisonomía como hemos dicho ya,
EL INTERROGATORIO. y acercándose al oficial de justicia le dijo:
Apenas Villefort hubo salido del come —Aqui me teneis; he leido la carta y
dor cuando depuso su aire placenteropara apruebo el arresto del acusado; dadme aho
revestirse de la gravedad del hombre lla ra todos los detalles que hayais recojido
mado al augusto ministerio de decidir so tocante á él y á la conspiracion.
bre la vida ó la muerte de su semejante. —De la conspiracion, señor, nada sa
Empero á pesar de la volubilidad sumade bemos aun, contestó el comisario, de to
su fisonomia, volubilidad que el substituto dos los papeles que se le han encontrado
habia, cual debe hacerlo un hábil actor, encima se ha hecho un paquete cerrado y
ensayado y estudiado mas de una vez de sellado que encontrareis en vuestro despa
lante su espejo, no pudo esta vez sin su cho. En cuanto al detenido, lo habreis ya
unotrabajo arrugar su entrecejo y dar un visto en la carta que le denuncia, es un
tinte adusto á su semblante, porque sin tal Edmundo Dantes, segundo de la fra
tomar en cuenta la línea de política traza gata el Faraon, destinada al comercio de
da por su padre y que podria, si no la algodon con Alejandria y Smirna, y per
abandonaba, aguarsus bellas esperanzas: teneciente á la casa de Morrel é hijo de
Gerardo deVillefort era en aquel momen Marsella.
to tan feliz como puede serlo un hombre. —¿Antes de servir en la marina mercar
Rico ya por herencia, desempeñaba á los te habia servido en la militar? preguntó
veinte y siete años un elevado cargo en la Villefort.
magistratura, y casaba con una bella y —No señor; es muy jóven todavía.
encantadorajóvená la queamaba enestre –¿Qué edad tiene?
mo: con una belleza indisputable la seño —Diezy nueve óveinte años á lo mas.
rita de Saint-Meran,pertenecia á una de En este punto de la conversacion, al ll
las familias mas en auge de la época: y gar Villefort á la esquina de la calle deles
por último; sobre que con la influencia de Cónsules, acercósele un hombre que al
sus padres que no teniendo otro hijo po parecer le estaba esperando: este hombre
drian consagrartodos sus esfuerzos y cui era el señor Morrel. -

dados al engrandecimiento de su yerno, —¡Ah, señor de Villefort! esclamó el


ALBUM. 39
buen hombre apenas divisó al substituto, do, empero, menos de añadir con el mas
soy muy feliz en encontraros: figuraos vivo interés.
que acaba de acontecer el mas raro q id —Os suplico, señor de Villefort, que
pro quo, el mas inaudito: acaban de pren seais justo cual os conviene serlo, compa
der al segundo de mi buque, Edmundo sivo como lo sois siempre y que nos dero
dantes. | ais lo mas pronto posible á ese pobre
-Lo sé, caballero, dijo Villefort, y voy Dantes.
á casa para procederá su interrogatorio. Ese nos devorais sonó revolucionaria
—¡Oh señor! continuó Morrel, lleva mente en los oidos del substituto de pro
do de su amistad por el jóven,vos no co curador del rey.
noceis al acusado yyo le conozcoá fondo. -Ya, ya, se dijo por lo bajo, ¿rolve -
Imaginaos el hombre de mejor carácter, nos? ¡Este Dantes estará afiliado en algu
el hombre masprobo y hasta me atreveré na secta carbonaria. cuando su protector
á deciros el hombre que sabe mejor su usa inadvertidamente y sin pensarlo, la
obligacion de toda la marina mercante. fórmula colectiva. Se le ha arrestado en
¡Oh ! señor de Villefort, os lo recomien un figon, me ha dicho á no equivocarme,
do sinceramente y con todo mi corazon. el comisario, y con mucha gente que le
Villefort, como se habrá echado de ver, acompañaba; misterio hay aquí: luego
pertenecia á la clase noble de la ciudad y añadió en voz alta: caballero,podeis que
Morrel á la de plebeyo; el primero era dar del todo tranquilo, persuadido de que
realista consumado, el segundo era tenido no en vano habeis invocado mi rectitud si
por bonapartista. Villefort miró con des el arrestado es inocente; pero si por el
den áMorrel y le respondió con frialdad. contrario es culpable, nos encontramos,
-Ya sabeis, caballero, que se puede caballero, en una época muy peligrosa, y
ser hombre de bien en la vida privada, en que la impunidad seria un ejemplo fa
probo en sus relaciones comerciales, sabio tal; me verá en tal caso en la precision de
en su carrera sin dejar por eso de ser un cumplir: con mi deber y habiendo llega
gran criminal en política ¿vossabeis eso, do, al decir esto, á la puerta de su casa
caballero, no es así? situada a espaldas del tribunal, entró en
Y el magistrado recargó su acento en ella, saludando antes con una política gla
estas últimas palabras como si quisiera cial, al infeliz armador que quedó como
aplicarlas al mismo armador, mientras con petrificado en el lugar en que se separára
mirada escudriñadora trataba de penetrar de él Villefort.
lo mas profundo del corazon de aquel La antesala estaba atestada de gendar
hombre, bastante atrevido para interceder mes y agentes de policía. En medio de
por otro cuando debia saber que el mismo ellos, con guardas de vista,fijas en él to
necesitaba tambien indulgencia. das las miradas respirando ódio se hallaba
Morrel se ruborizó, porque no se sentia|de pié, tranquilo é inmóvil, el preso. Vi
muy limpio de conciencia en cuanto á sus llefort atravesó la antesala, arrojó una mi
opiniones políticas; á mas de que la con-|rada oblícua á Dantes, despues de tomar
fidencia que le hiciera Dantes de su en-|un pliego que le entregára un agente y
trevista con el gran mariscal y de las po-|desapareció diciendo:
cas palabras que le dirigiera el emperador,|| —Que traigan al preso.
le turbaban algun tanto el ánimo. No pu-| Por rápida que fuese la mirada que ha
M0 ALBUM.
bia dirigido á Dantes, bastó áVillefort pa contestó el jóven con voz sosegada y so
ra formarse una idea del sugeto á quien nora, soy el segundo del buque el Faraon,
iba á interrogar. Echó de ver un entendi propiedad de los señores Morrel é hijo.
miento claro y despejado en aquella frente -¿Qué edad teneis?
ancha y espaciosa, el valor en su vista in —Diezy nueve años. -

móvil y arrugado entrecejo y la franqueza —¿Qué haciais en el momento que os


en sus gruesos y entreabiertos labios que prendieron?
dejaban ver una doble hilera de dientes —Asistia al convite de mispropios es
blancos como el marfil. La primera im ponsales, dijo Dantes con voz ligeramente
presion fué pues favorable á Dantes. Pero conmovida, tal era el doloroso contraste
Villefort habia oido decir muy á menudo de aquellos momentos de alegría con la
y como máxima de profunda política que lúgubre ceremonia que entonces se veri
es preciso desconfiar siempre del primer ficaba, tanto realzaba el adusto y torvo
movimiento: máxima que aplicaba él á la mirarde Villefort con la fisonomía esplen
primera impresion sin tener en cuenta la dente y angelical de Mercedes.
diferencia de estas dos palabras. Procuró –¿Con que asistiais á vuestra comida
pues ahogar los buenos instintos que tra de esponsales? dijo el substituto estreme
taban de invadir su corazon,para dar des ciéndose á su pesar.
de allí el asalto á su entendimiento: arre —Si, señor, iba á casarme luego con
gló de nuevo ante el espejo su fisonomía una jóven á quien amo hace tres años.
á la forma de las grandes solemnidades, y Villefort, por de ordinario tan impasi
se sentó,ceñudo y amenazador delante de ble, se sorprendió con esta coincidencia;
su bufete. Un momento despues entró y la conmovida voz de Dantes, sorpren
Dantes. dido en medio de su dicha, fué á disper
El jóven estaba pálido, pero tranquilo tar una fibra simpática en el fondo de su
y sereno. Saludó á su juez con desemba alma. Tambien él iba á casarse, tambien
razo, buscó luego con la vista una silla co él era dichoso, y acababan de turbarle en
mo si estuviese en el salon del armador Su ventura para que contribuyese á la
Morrel. Entonces fué cuando echó de ver destruccion de la alegría de aquel hombre
la mirada impasible de Villefort, esa mi que como él tan cerca estaba de su felici
rada particular á los magistrados que no dad. Este cotejo filosófico, dijo para sí, ha
quieren dejar leer en su pensamiento, y rá grande efecto á mi retorno en el salon
que transformansus ojos en un opaco cris de Saint-Meran. Y empezó á coordinar
tal. Esta mirada le recordó que se encon en su imaginacion, mientras Dantes espe
traba delante la justicia, cuyo rostro es de raba la continuacion del interrogatorio,las
sombrios contornos. antítesis de que se valen los oradores para
–¿Quién sois y como os llamais? pre construir esosdiscursoscodiciosos deaplau
guntó Villefort hojeando unas notas que sos que á veces les dan la ilusion de una
el agente le entregó al entrar, y que en verdadera elocuencia. Luego que tuvo cor
una hora habian llegadoá adquirir un vo riente en su interior su breve spcal: Vi
lúmen considerable; hasta tal punto la cor llefort quedó satisfecho de su obra y diri
rupcion del espionaje se aglomera desde giéndose á Dantes.
luego al rededor de un acusado. —Continuad, señor, le dijo.
-Me llamo Edmundo Dantes, señor, —¿Qué queres que continíe?
"
ALBUM, 41

–Ilustrando la justicia, trata de buscarla, cariñosoy apacible


–Dígame la justicia que púnto desea con todos porque era dichoso, y la dicha
que le aclare y le diré todo lo que sepa. hace buenos hasta á los malvados, comu
Tan solo, añadió sonriendo, tengo que nicaba á su juez la dulce afabilidad que
prevenirla que yo sé muy poca cosa. rebosaba de su corazon. Edmundo no te
—¿Habeisservido á las órdenes del usur nia ni en la mirada, ni en la voz, ni en
pador? elgesto, apesar de lo áspero y severo que
-Ibaá ser incorporadóá la marina mi Villefort habia estado con él, mas que ca
litar cuando sobrevino su caida. riño y afabilidad para con el que le pre
–¿Se me ha dicho que sois furibundo guntaba.
en vuestras opiniones políticas?, dijo Vi-| —Pardiez, dijo para sí Villefort, he
llefort, á quien nadie habia hablado una ahiun jóven encantador; no tendré mu
palabra respecto á esto, pero que no tenia cho que hacer para dargusto á mi Renée
ningun reparo en hacer la pregunta enfor dando cumplimiento á su primer reco
ma de cargo. mendacion. Esto mevaldrá un buen apre
–¡Mis opiniones políticas, señor! Por ton de manos ante el concurso y un beso
cierto que será vergonzoso el decirlo,pe cuando estemos á solas. Y con esta doble
ro yo jamás he tenido eso que llaman opi esperanza deliciosa, la fisonomía de Ville
nion. Apenas cuento diez ynueve años, fort se dilató de modo que cuando dirijió
como he teñidó ya el honor de deciros,no á Dantes sus miradas dominadas por esta
soy nada en la sociedad ni estoy destinado idea; Dantes que habia observado el cam
á desempeñar ningun papel, lo poco que bio de fisonomía de su juez, sonreia pla
soy y espero ser si me conceden el desti centero cono las ideas de aquel.
no que ambiciono, lo deberé tan solo al —Caballero, dijo Villefort;¿conoceis al
señor Morrel; por lo tanto todas mis opi guno á quien podais tener por enemigo?
niones se reducen á estos tres sentimien – Enemigos yo! esclamó Dantes, ten
tos: á amar á mipádre, respetar al señor go la suerte de ser muy poca cosa para que
Morrel y adorar á Mercedes. Hé aquí, se miposicion pneda habérmelos grangeado.
ñor todo lo que yo puedo decir á la jus En cuanto ámi carácter, talvezun poco
ticia;ya veis que ésto la interesará "muy vivo, he procurado siempre reprimirlo pá
poco. "
ra con mis subordinados. Tengo á mis ór
A medida que iba hablandó Dantes, denes diez ó doce marineros: que se les
Villefort observaba su fisonomía á la vez pregunte, señor; y ellos os dirán que me
franca y sencilla, y se le venian á la me aman y respetan no como á un padre por
moria las palabras de Renée, que sin co que soy muy jóven para ello, pero si co
nocer al acusado, le habia suplicado fue mo á un hermano mayor.
se indulgente con él. Con la práctica que —Veamos pues, continuó Villefort; á
habia ya adquirido el substituto sobre los falta de enemigos, ¿habria tal vez quien
crmnenes y criminales, veia de cada pala pudiese estar celoso de vos? Vais á ser
bra de Dantes surgir una prueba de su nombrado capitaná los diezy nueve años,
inocencia. En efecto; el jóven que cuasi destino muy elevado para vuestra edad.
podria decirse niño, sencillo, natural, elo Vais á casaros con una hermosajóven que
cuente con la elocuencia nacida del cora os ama, lo que es una dicha poco comun
zon y que no se encuentra nunca cuando en cualquier clase de la sociedad. Estos
11
A2 ALBUM.

acontecimientos privilejiados os habrán —Mucho y nada, señor: os dirélapu


acarreado envidiosos. ra verdad, bajo mi palabra de marino,
—Efectivamente teneis razon, conoceis|por mi amor á Mercedes y por la vida de
mejor á los hombres que yo y veo que es mi padre.
muyposible lo que decis; pero si estos en —Hablad, caballero; dijo en voz alta
vidiosos debo encontrarlos entre mis ami Villefort, luego añadió entre si: si Renée
gos, os confieso que prefiero no conocer pudiese “verme, confio en que quedaría
los para noverme obligado átenerles que satisfecha de mi y que no me llamaría ya
aborrecer. cercenador de cabezas.
—¡Pensais muy mal, caballero! es muy —Pues sabed que al salir de Nápoles,
conveniente ver uno á su alrededor lo mas el capitan Leclércayó enfermo de una fie
claro posible; y por cierto que me pare bre cerebral; como no teniamos faculta
ceis muy digno de que prescinda por vos tivo á bordo y no quiso hacer escala en
de las comunes fórmulas de lajusticia para ningun punto de la costa, porque tenia
aclararos las ideas comunicándoos la de prisa en arribar á la isla de Elba, su en
nuncia que os ha hecho conducir ante mi. fermedad se agravó hasta tal punto que á
Ved el papel que os acusa; ¿conoceis la los tres dias, sintiéndose próximo á morir
letra? dijo Villefort sacando de su faltri me llamóá su lado. «Mi querido Dantes,
quera la carta y presentándola á Dantes. «me dijo;juradme por vuestro honorque
Este la leyó: una nube cubrió su frente y «hareis lo quevoy á deciros,pues median
dijo: «en ellograndes intereses.» Os lo juro,
–No, señor; no conozco esa letra, es capitan, contesté yo. «Pues bien, como
tá desfigurada y con todo es de un carác «despues de mi muerte el mando del bu
ter muy natural. De todos modos muy «queos pertenece por la cualidadde segun
hábil es la mano que ha trazado esos ca « do tomareis desde luego posesion de él,
ractéres. Me tengo por muy feliz, añadió «dirijireis el rumbo á la isla de Elba, de
mirando con reconocimiento á Villefort, «sembarcareis en Portoferrajo, pregun
de estar á las órdenes deun sugeto como « tareis por el gran nariscal y le entrega
vos: porque se vé bien claro que ese en «reis esta carta; tal vez os entregue él
vidioso es un mortal enemigo, « otra y os encargue alguna comision.
Ypor la animacion de sus ojos al pro «Esta comision que me estaba reser
nunciar estas palabras, pudo distinguir V «vada, Dantes, la desempeñareis vos
llefort la violenta energía que encubria «por mi y todo el honor redundará enfa
aquella aparente afabilidad. «vor vuestro.» Haré lo que me pedis,
—Ahora pues, dijo el substituto, res capitan,pero no creo yo me sea tan facil
pondedme con franqueza caballero, no llegar hasta el gran mariscal como os pa
como un acusado á sujuez,y si como un rece. «He aqui una sortija que os abrirá
hombre que viéndose en posicion peligro «paso hasta él, dijo el capitan,y que ori.
sa, contesta á otro que se interesa por él; «llarátodas las dificultades.» A estas pa
¿qué hay de verdad respecto á los estre labras me entregó una sortija. Ya era
mos del anónimo en cuestion ? tiempo: dos horas despues, le atacó el
Y Villefort arrojó disgustado sobre el delirio: al siguiente dia habia ya muerto.
bufete la carta que Dantes acababa de de —¿Y qué hicisteis entonces?
volverle. —Cumplir con mi deber, caballero; lo
ALBUM. M3
que cualquiera otro hubiese hecho en mi —¿Con quéya estoy libre, señor? es
lugar. En todo caso los ruegos de un mo clamó Dantes en el colmo de su alegría.
ribundo son sagrados; pero entre marinos —Sí; pero dadme antes esa carta.
los encargos de un superior son órdenes —Probablemente la tendréis en vuestro
que se deben cumplir. Dirigí pues mi rum poder, señor, pues me la ocuparon junto
bo hácia la isla de Elba á la que llegué al con los demas papeles, de los cuales reco
dia siguiente, no permitíá nadie la salida nozco algunos en ese paquete.
de bordo y salté solo á tierra. Como lo —Esperad, dijo el substituto á Dantes
habia previsto ya, se me opusieron algu que tomaba sus guantes y su sombrero,
nos obstáculos para llegar hasta el gran esperad; ¿á quien va dirigida?
mariscal; pero le remitíla sortija que de —Al señor Noirtier, calle Coq-Heron
bia servir para darme á conocer y todas número 13: Paris. contestó Dantes.
las puertas se abrieron á mipresencia. Me Un rayo no hubiese herido con mayor
recibió en audiencia particular, me hizo rapidez áVillefort, que este sorprendente
varias preguntas sobre las circunstancias é inesperado golpe; dejóse caer en su si
que acompañaron la muerte delinfeliz ca llon, en el que se habia medio incoporado
pitan Leclér, y como se figuró ya éste, para examinar el paquete de los papeles
me entregó una carta y me encargó que recogidos á Dantes, y examinándolo con
la llevase en persona á Paris. Se lo pro precipitacion entresacó de él la fatal car
metí, porque era un deber cumplir con ta, sobre la que arrojó una mirada en que
uno de los encargos de mi capitan. Volví se viera grabado un indecible terror. «Se
á bordo, yenderecé mi rumbohácia Mar ñor Noirtier, rue Cog-Heron núm. 13,»
sella á donde llegué ayer, arreglé rapida murmuró palideciendo de mas en mas.
mente mis papeles con la aduana ysani —Si señor, contestó Dantes admirado,
dad, fuí corriendo á ver á mi novia á la ¿le conoceriais acaso? 1
que encontré mas bella y mas enamorada —No; contestó con viveza Villefort,un
, que nunca. Gracias al señor Morrel, sol fiel servidor de S. M. no conoce jamás á
ventamos todas las dificultades de la curia ningun conspirador.
eclesiástica; en fin,señor, celebraba como -¿Con qué se trata de una conspira
*os he dicho ya la comida de desposorios, cion? preguntó Dantes, de quien empe
iba á casarme dentro de una hora y pen zaba, despues de haberse creido ya en li
saba partir mañana para Paris, cuando esa bertad, á apoderarse el temor, en grado
denuncia, queparece despreciais ahora tan mayor que al principio: en este caso ca
to como yo mismo, ha sido causa de mi ballero, ya os lo he dicho, ignoraba com
arresto. pletamente el contenido del escrito de que
—Efectivamente, mumrmuró Villefort, era portador.
todo eso me parece cierto, y si algun car —Es cierto, replicó Villefort con voz
go puede hacérseos será por vuestra im getosorda,pero vos sabéis el nombre del su
á quien va dirigida.
prudencia, sin que sirvan de escusa legíti —Para entregársela en propias manos
ma las órdenes de vuestro capitan. Haced
el favor de darme esa carta que os entre era preciso que tuviese yo conocimiento
garon en la isla de Elba. Dadme vuestra de la persona.
palabra de presentaros luego que para ello –¿Habéis enseñado á alguien esta car
seais requerido éid á reunirnos con vues ta? dijo Villefort leyendo y perdiendo el
tros amigos. -
lcolor á medida que leía.
44 Anu.
-A nadie, señor, ös lo aseguro bajo esta espresion, pero en vano: Villefort se
mi palabra. dejó caer de muevo en su sillon, pasó su
|
—No hay absolutamente quien sepa que yerta mano por la frente inundada de su
|
seais portador de una carta salida de la is | dor y por tercera vez volvió á leer la
la de Elba y dirigida al señor Noirtier? carta.
–Nadie absolutamente, señor, escepto -¡Oh! si él sabe el contenido de está
el que me la entregó. carta, se deciaá si mismo, si llega á saber
—Aun ese está demas, de mas; dijo en algun dia que Noirtier es el padre de Vi
llefort, soy perdido, perdido para siempre:
tre dientes Villefort, cuya frente se iba
anublando á medida que concluíá la carta: Y por intérvalos miraba á Edmundo de
sus labios descoloridos, sus manos trému un modo tal que parecia querer romper
las,sus ojos encendidos trasmitieron al es con la vista la invisible barrera qué guar
píritu dé Dantes dolorosos recelos. Des da en el corazon los secretos que calla la
pues de la lectura, Villefort dejó caer la boca.
cabeza entre sus manos y quedó por un -¡Oh! fuera indecisiones; esclamó de
instante como anonadado. golpe, no hay mas que un medio.
- Pero, en nombre del cielo, caballero,
—¡Oh! ¡Dios mio ¿qué teneisseñor
pregunto timidamente Dantes. "|repuso el desgraciado jóven, si dudais de
Villefort no contestó, pero al cabo de misinceridad, si os soy sospechoso, inter
algunos instantes levantó su rostro des rogadme; estoy pronto á contestaros.
compuesto y lívido, y leyó por segunda vez Villefort hizo sobre sí mismo un esfuer
la carta. zo violento y con entonación, en cuanto
–Con que me habeis dicho que igno pudo segura, le dijo.
rais el contenido de esta carta, dijo Ville-| -Caballero; resultan contra vospor lo
fort. qué acabais de decir los mas graves car
–Por mi honor, os lo repito, caballe gos; no está en mi mano como creí en un
ro, dijo Dantes, lo ignoro. Pero que te principio, el poneros desde luego en liber
neis, ¡Dios mio! ¿os encontrais indispues tad; antes de tomar semejante resolucion
to?¿queréis que llame? ¿queréis que tire debo consultarlo con el juez deinstruccion.
del cordon de la campanilla? Interin ya habeis visto mi modo de obrar
es–No señor, dijo Villefortlevantándose respecto ávos.
con viveza, no os movais, ni digais una -¡Oh señor! esclamó Dantes, y por
sola palabra; aquí nadie dá órdenes mas ello os doy las mas espresivas gracias; por
que yo; no teneis vos para ello ningun de que vos habeis sido para mien vez dejuez
recho. tun amigo.
–Señor, dijo Dantes sofocado, si lo –Pues bien, caballero, voy á teneros
propuse fué para prestaros algun socorro, preso por algun tiempo, el menos que me
dispensadme, os lo ruego, eni favor de la será posible: el principal cargo que contra
intencion. vos existe, es esta carta, y ya lo veis...
–Yo no necesito de nada, no es mas|| Villefort se acercó á la chimenea, arro
que un desvanecimiento pasagero, ocupaos jó al fuego la carta y esperó un poco has
de vos y no de mí: contestadme categori tal que quedó reducida á cenizas.
camente. -Ya lo veis.... continuó; la he anona
Dantes esperó la pregunta que indicaba dado.
1
ALBUM. 45
– Oh caballero! esclamó Dantes, sois —Seguid al señor, dijo Villefortá Dan
mas que la justicia, sois la bondad perso tes.
nificada. Dantes se inclinó, arrojó una postrer
–Pero escuchadme, continuó Villefort, mirada de reconocimiento á Villefort, y
despues de semejante acto ya compren salió. Apenas se hubo cerrado la puerta
dereis que podeis confiar en mi ¿no e trás de él, que le faltaron á Villefort las
cierto? fuerzas y cayó casi desmayado enel sillon.
—Ah señor, mandad y sereis puntual Despues de un instante, dijo entre dien
mente obedecido. tes:
-No, dijo Villefort acercándose al jó —¡Oh Dios mio! ¡de qué penden la vi
ven, no, no son órdenes las que voy áda da y fortuna de los hombres! Si el procu
ros, son consejos, ¡lo entendeis ! rador del rey se hubiese hallado en Mar
—Decid, y me conformaré á ellos, cual sella, si en vez de llamárseme á mi se
si fuesen preceptos. hubiese enviado á buscar al juez de ins
—Vais á quedar preso hasta la noche truccion, yo era hombre perdido, y ese
aqui, en el palacio de la Justicia, tal vez papel, ese malditopapelme precipitaba en
venga otro átomaros declaracion. Decidle un abismo. ¡Ah, padre mio, padre mio
todo lo que me habeis dicho,pero no sol ¿con que habreis de sersiempreel obstáculo
teisuna palabra relativa á esa carta. quese opongaámifelicidad en este mundo
—Os lo prometo, señor. yhabré de luchar eternamente con vues
Villefort parecia ser quien suplicaba, y tros pasados estravios? De improviso una
era el acusado quien tranquilizaba al juez.|ráfaga inesperada de luz pasó por su es
—Ya comprendeis, dijo arrojando una|píritu y coloreó su rostro; y sus lábios,
mirada á las cenizas que conservaban aun todavia contraidosindicaron una lijerason
la forma del papel y que revoloteaban en-|risa; sus ojos inquietos quedaron inmóvi
tre las llamas; ahora está ya destruida esales y pareció fijarse en una idea. Eso es,
carta,tan solo vos y yo tenemos conoci dijo, si, esa carta que debia perderme la
miento de su existencia, ya nadie podrá brará tal vez mifortuna. Animo pues, Vi
presentárosla; negad pues si os hablan de llefort, y manos á la obra.
ella; negad con firmeza, ysoissalvado. Y despues de haberse cerciorado de que
-Negaré, señor;quedad tranquilo, dijo el acusado no estaba en la antesala; el
Dantes. -

substituto del procurador del rey salióá


—Bien, bien, repuso Villefort, cojiendo su vez,y se dirigió á paso largo hácia la
elcordon de la campanilla; parándose lue casa de su novia. *

go en el acto de irá tirar de él dijo: ¿es la VIII.


sola carta que teniais? EL CASTILLO DE IF.
—La única. Al atravesar Dantes la antesala, el co
–Jurádmelo. misario de policia hizo una señaá dos jen
–Lo juro; dijo Dantes tendiendo su darmes, los que se colocaron uno á la de
IIll.IO, recha y otro á laizquierda deaquel: abrió
Sonó la campanilla;y entró el comisa se una puerta que comunicaba desde la
rio de policia. Villefort se acercó á él y le habitacion del procurador del rey al pala-
dijo algunas palabras al oido. El comisario
contestó con una simple inclinacion de ca cio de la Justicia, y atravesaron uno de
beza. - esos largos pasadizos que hacen espeluznar
12
m AtBUM.
aun á los qus ningun motivo tienen parai der la esperanza, oyó un nuevo ruido qne
ello. Asi como la habitacion de Villefort| le pareció dirijirse hácia su calabozo. En
comunicaba con el palacio de-fcr^Justícia, efecto, resonaron pasos en el corredor y
tenia éste comunicacion con la cárcel, edi cesaron delante su puerta : una llave dió
ficio sombrio pegado al palacio, cuyos ca |vuelta á la cerradura, rechinaron los cer
vernosos boquerones que dán escasa luz y rojos, y la maciza puerta de encina se
poca ventilación no tienen otra perspectiva abrió bañando de repente el cuarto con la
que el campanario de Accoules que se eleva deslumbrante claridad de dos antorchas, á
á su frente. Despues de muchos rodeos , cuya luz vió Dantes brillar los sables y ca
Dantes vio abrir una puerta con postiguillo rabinas de cuatro gendarmes. Habia ade
de hierro : el comisario de policía dió con lantado dos pasos ya , pero se quedó in
un martillo de metal tres golpes que re móvil en su sitio al ver ese aumento rie
sonaron hasta lo mas profundo del cora-| escolta.
zon de Dantes. Abrióse la puerta y los —¿Venís á buscarme? preguntó Dan-
dos jendarmes empujaron lijeramente al tes.
preso que estaba indeciso ; Dantes atrave — Si , contestó uno de los gendar
só el formidable umbral , y la puerta se mes.
cerró ruidosamente trás de él. Respiraba —¿De parte del señor substituto de pro
ya allí otro aire, un aire mefítico é impu curador del rey ?
ro; estaba ya en la cárcel. —Creo que sí.
Se le condujo á una estancia bastante — Corriente; pronto estoy á seguiros.
aseada pero asegurada con fuertes rejas y La conviccion en que estaba de que se
pesados cerrojos: el aspecto de su habita le iba á buscar de orden del substituto de
cion no aumentó sus temores: ademas, las procurador del rey alejó todo temor del
palabras del substituto de procurador del desventurado joven. Adelantóse pues, tran
rey, pronunciadas con un acento que pa-| quilo , con aire resuelto , y se colocó en
recio á Dantes Ueno de interés, resonaban medio de su escolta. Un coche esperaba á
en sus oidos como una consoladora prome la puerta de la calle, el cochero estaba ya
sa rica de esperanza. Eran ya las cuatro! en el pescante, y un oficial sentado al lado
cuando Dantes fué encerrado en su cuar del cochero.
to. Érase, como hemos dicho ya, el primé'- —¿ Me espera á mi ese coche? preguntó
ro de marzo ; el crepúsculo era corto : el Dantes.
preso pues se vió muy pronto sumido en| —Es para vos, contestó uno de los gen
la oscuridad. Entonces su oido reconcen darmes; subid.
tró en sí el sentido de la vista que acababa| Quiso Dantes hacer algunas objeciones,
de eclipsarse. Al menor ruido que hasta pero se abrió la portezuela y sintió que le
él llegaba, creido de que le i han á poner en impelían hácia adentro. Hallábase en la
libertad, se levantaba con prontitud y se* imposibilidad y sin la intencion de hacer
adelantaba hacia la puerta. Pero muy lue-llresistencia. Encontróse en un momento
go el rumor se alejaba, perdiéndose en sentado en el fondo de un carruage entre;
otra direccion, y Dantes se dejaba caer de dos gendarmes; los otros dos se sentaron
nuevo en su banquillo. ¡en los asientos delanteros, y la pesada má
En fm sobre las die» de la noche, en el quina echó á andar causando un ruido si
momento en que Dantes empezaba á per- niestro. El preso dirijió su vista á las ven-
ALBUMI, 7
tanillas, estaban enrejadas: no habia he que se llama Froiul es decir fuera del
cho mas que cambiar de cárcel: con la puerto. El primer movimiento del preso
sola diferencia de que esta rodaba y le al encontrarse respirando el aire libre fué
transportaba á un punto que le era desco un movimiento de placer. El aire es poco
nocido,puesto que las rejas eran tan espe menos que la libertad. Respiraba pues de
sas que apenas permitian sus claros pasar sembarazadamente la consoladora brisa ,
por ellos las manos. No obstante Dantes cargada siempre de esos aromas desccno
echó de ver que recorrian en toda su lon cidos de la noche y del mar. Muy luego
gitud la calle de Caisseerie y que por la de empero arrojó un suspiro; pasaban enton
SanLorenzo y Tamaris se dirigian al mue por delante de aquella Reserva en el
lle. Muy luego vió á través de los hierros sitio en que tan feliz habia sido aquella
del coche yde los del edificio á cuyo fren misma mañana una hora antes de que le
te se hallaban, brillar las luces de laCon arrestáran; y á través de dos ventanas
signa. El carruage se paró, el oficial bajó abiertas que arrojaban viva luz vino á he
del pescante, se acercó al cuerpode guar rir sus oidos el placentero rumor de un
dia, del que salieron una docena de sol baile; Dantes cruzó sus manos, levantó
dados que se alinearon al frente: Dantes los ojos al cielo, y oró. El esquife conti
vió á la luz de los reverberos del muelle nuaba su camino, habia pasado ya la pun
relucir sus fusiles. ta de More y esta frente de la ensenada
–¿Seré yo la causa de que se ponga del Faro é iban á doblar la batería: toda
en movimiento tanta fuerza? se preguntó esta maniobra era incomprensible para
á si mismo. Dantes.
El oficial con el hecho de abrir la por –Pero, ¿adonde me conducis? pre
tezuela cerrada con llave, aunque sin pro guntó.
nunciar una palabra, contestóá esta pre —Lo sabreis cuando lleguemos.
gunta porque Dantes vió ante dos filas de –Pero entretanto....
soldados un camino espedito para éldesde —Nos está prohibido daros ninguna es
el coche al puerto. Los dosgendarmes que plicacion.
estaban sentados en el asiento del cristal Dantes era ya medio soldado: pregun
bajaron los primeros, hicieron luego des tará los subordinados cuandoles estápro
cender á Dantes siguiéndole despues los hibido el contestar, le parecia una cosa
que tenia á su lado. Dirijiéronse hácia un absurda, asi es que se calló.
bote que un marinero de la aduana tenia Los mas estraños pensamientos asal
amarrado al muelle por medio de una ca taron entonces su imaginacion: como no
dena.Lossoldados miraron á Dantes al pa podia hacerse muy larga travesía en se
sar, con torpe curiosidad. En un momento mejante embarcacion, como no habia an
quedó trasladado ála popa del barquichue clado ningun buque por la parte á que se
lo, siempre entre sus cuatro gendarmes, dirijían, creyó que iban á abandonarle en
mientras que el oficial se situó á proa.Un un punto lejano de la costa y decirle que
fuerte empuje alejó la embarcacion de la estaba libre; noiba atado, no sehabiapen
ribera, cuatro vigorosos remeros la diri sado siquiera en sujetarle con lasmanillas,
gieron hácia el Pilon. A una vozdel que di lo que parecíale de buen agüero; ade
rijia el esquife, la cadenaque cierra el puer mas el sustituto que tan bien se portó con
to cedióel paso y Dantes se encontró en lo él, ¿no le habia dicho que mientras no
48 Al BUM.

pronunciase el fatal nombre de Noirtier --Camarada; en nombredevuestra con


no tenia nada que temer? ¿Por ventur ciencia y de vuestra cualidad de soldado,
no habia Villefort destruido en su presen os ruege encarecidamente que tengais pie
cia aquella peligrosa carta, única prueba dad de míy que me contesteis. Soy el ca
que contra él habia? Esperaba pues, mu pitan Dantes, fiel y leal francés, aunque
do y pensativo, procurando penetrar, con acusado de no sé que traicion, ¿á dónde
ese ojo de marino ejercitado en las tinie me conducís? decídmelo y bajo mipala
blas y acostumbradoá observar largas dis bra de marino,os prometo conformarme
tancias, al traves de la obscuridad de l con mi suerte y resignarme á mi deber.
noche. Habian dejado ya á su derecha la El gendarme se rascó la oreja y miró á
isla de Ratonneau, en que ardía una fa su camarada. Este se encogió de hombros
rola, y largándose sobre la costa vinieron comoqueriendo decir. «Me parece que en
á situarse en las aguas de la ensenada del el punto en que nos hallamos no hay in
barrio de los Catalanes. En este punto re conveniente» y el gendarme yolviéndose
dobló el preso sus miradas con enerjía; áDantes, le dijo: "

pues alli estaba Mercedes, y á cada ins —¿Sois marsellés y marino y preguntais
tante le parecia dibujarse en la sombri á donde nos dirijimos?
ribera el talle esbelto vagaroso de una nu —Sí, porque os juro que lo ignoro.
ger.¿Cómo un interiorpresentimiento no —¿Y no lo presumís?
advertía á Mercedes que su amante pasa -Absolutamente.
ba á trescientos pasos de ella? -¡Es imposible !
Una sola luz brillaba en todo el caserio —Os lo juro por lo mas sagrado que
de losCatalanes. Comparando la posicion tengo en el mundo; decídinelo por fayor.
de aquella luz, Dantes reconoció que alum –¿Y la órden ? -

braba el cuarto de su novia. Mercedes era —La órden no os impedirá que lo sepa
la única que velaba en toda aquellapeque dentro diez minutos, media hora, una ho
ña colonia. Dando un fuerte grito, eljó ratalvez; tan solo quevosotros me ahorra
ven podia ser oido de su prometida.Unain riaisdiciéndomel », un siglo de incertidium
fundada verguenza le contuvo. ¿Qne di bre. Os lo ruego cºmo si fueseis un ami
rianaquellos hombres, oyéndolegritar co go.Mirad, yo ni quiero rebelarmeni huir,
mo un insensato? Quedóse pues mudo, á mas de que tampoco podria. ¿Dónde va
con los ojosfijos en la luz. Interin, el bo mos?
te continuaba su marcha; pero el prisio —A menos que tengais vendados los
nero ni se acordaba del bote; pensaba solo ojos, ó que no hayais salido jamás del
en Mercedes. Un recodo del terreno hiz puerto de Marsella, debeis echar de verá
desaparecer la luz, Dantes echó entoncesdonde vamos.
de ver que la barca continuaba alejándo –Pues no sé verlo.
se. Mientras estaba ocupado mirando, ab -Mirad á vuestro alrededor..... Y
sorto en suspensamientos, habian susti ahora?
tuido las velas á los remos y el barco se Dantesse levantó, dirigió naturalmente
adelantaba impelido por el viento. A pe vista hácia el punto á que se dirigía
sar de la repugnancia que sentia Dantes al el buque, y á cientoesas de distancia vió
dirigir al gendarme nuevas preguntas, se elevarse á sufrente la árida y negra roca
le acercó y tomándole una mano le dijo:lsobre la que está situado, como una cris
• .

ALBM. M9

talizacion del pedernal el sombrío castillo Pero.... ¿que es lo que haceis? Pronto,
de If.Su estraña forma, esa prision á cu camaradas, ausilio.
yo alrededor reina el mas profundo tér Por un movimiento veloz como el rayo,
ror, esa fortaleza que presta á Marsella pero que á pesar de ello previno el ojo
hace trescientos años materia para lúgu avizor del gendarme, Dantes quiso arro
bres tradiciones, apareciéndose de repente jarse al mar, pero cuatro vigorosos puños
á Dantes que ni menos se acordaba de le retuvieron en el nomento en que sus
ella, le produjo el efecto que á un conde pies empujaban el suelo del esquife. Cayó
nado á muerte la vista del patíbulo. pues de nuevo al fondo del lanchon ahu.
—¡Ah! ¡Dios mio! esclamó; el casti llando de corage.
lo de If, ¿y qué vamos á hacer allí? —Bueno, esclamó el gendarme colo
Elgendarme se sonrió. cándole la rodilla sobre el pecho; bueno,
te
—¿Seguramen que no me llevais allá ese es el modo de cumplir vuestra palabra
para encerrarme? continuó Dantes, el cas de marino! ¡Fiaos en la gente apacible:
tillo de Ifes una prision de estado desti Haced ahora, amigo mio, el menor movi
nada tan solo para los grandes criminales miento y vereis cuan pronto vistará vues
políticos. Yo no he cometido ningun crí tro cerebro la bala de mi carabina. He
men. ¿Habria tal vez juecesde instruccion faltado á mi primer consigna, pero yo os
ó algunos magistrados en el castillo de If? aseguro que no faltaré á la segunda.
—No hay, contestó elgendarme, á lo Y al decirlo, apuntó á Dantes su ca
menos que yo sepa, mas que un goberna-|rabina quien sintió apoyar sobre sus sie
dor, algunos carceleros, la guarnicion ynes la boca del cañon Como un anillo de
formidables muros. Vaya, vaya, amigo, hielo.
La primer idea que le vino fué la de
no hay porque os hagais el tonto de esa hacer algun movimiento como defendién
manera, sino cuasi me hareis creer que dose y de acabar asi de una vez con la
pagais mi condescendencia burlandoos desgracia inesperada que se cebaba en él
de mí. , ,, , , , ndarme y que sin saber como, le aprisionara con
Dantes apretó la mano del ge |sus garras de buitre; pero justamente por
con indecible fuerza. -

-¿Con qué,sois de parecer de que m |ser ésta desgracia inesperada, pensó Dan
tes que no seria duradera; le vinieron lue.
conducen al castillo de If para encerrar
go á la imaginacion las promesas del se
me en clase de preso?... . . . . .
—Es muy probable, dijo el gendarme; ñor de Villefort, á mas de que, preciso es
por fin decirlo, esa muerte en el fondo
pero en todo caso camarada, está demas
que me apreteis tan fuerte la mano. de un esquífe, venida de mano de un gen
formali- darme le pareció fria y poco seductora.
-¿Sin mas informes, sin mas Cayópues de nuevo sobre el suelo del bar.
dad? preguntó eljóven.
–Las formalidades se han cumplido, la co arrojando un ahullido de rabia y ro
informacion está hecha. yéndose los puños con furor. Cuasi en el
–Con que apesar de la promesa del se |mismo momento un violento choque sa
ñor de Villefort.... cudió el esquife, uno de los remeros saltó
—Yo no sé siel señor de Villefortoshalsobre la roca con que acababa de chocar
hecho promesa alguna, dijo el gendarme, la proa del barquichuelo, una cuerda rozó
lo que si sé es que vamosal castillode If... s poruna polea y comprendió
, , , -
, ,, " " -
" " " , ,, , ,
"
50 ALBUM,

entonces Dantes, que habian llegado al| –Helo aqui, contestaron los gendar
punto de su destino y que amarraban el IIOS.
esquife. En efecto susguardas, que lo te —Que me siga; voy á conducirle á su
nian sujeto á la vez por los brazos y por calabozo.
el cuello de su levita, le obligaron á le —¡Andad! dijeron los gendarmes em
vantarse, le forzaron á saltar en tierra y pujando á Dantes.
le condujeron hasta las gradas que con El preso siguió á su guia que le condu
ducen á la puerta de la Ciudadela, mien jo en efecto hasta una sala cuasi subterrá
|
tras que el oficial, armado de una carabi nea cuyas paredes desnudas y chorrean
na con su bayoneta les seguia detras. do parecian impregnadas de un vapor de
Dantes, no trató ya de hacer resisten lágrimas. Una especie de lamparilla colo
cia alguna pues que hubiera sido inútil, cada sobre untaburete, y cuya mecha na
caminaba con lentitud masporinercia que daba en una grasa fétida y corrompida,
por voluntad. Estaba atontado y bambo iluminaba las lustrosasparedes de aquella
leándose como un borracho. De nuevo vió horrible estancia,ypermitióá Dantes ver
soldados que se escalonaban en la cuesta á su conductor, especie de carcelero su
pendiente que iban ascendiendo, daba con balterno
, mal vestido y de menguada
tropiezos que le obligaban á levantar los talla.
pies; observó que atravesaba una puerta —He aqui vuestro cuarto para esta no
y que esta puerta se cerraba tras dé él, che, le dijo. Es ya tarde y el señor go
pero todo esto maquinalmente como al bernador se ha acostado; niñana cuando
traves de la bruma, sin distinguirnada de se levante y tenga conocimiento de las r
cierto. Ya ni el mar veiatampoco, ¡dolor denes que os conciernen, os cambiará tal
intenso que sienten los presos al conside vez de habitacion. Por ahora ahi teneis
rarelespacio con el intimo convencimien pan, agua la teneis en este cántaro, paja
to de que son impotentes para poderle alli en aquel rincon, es todo lo que puede
atravesar! Hízose por fin un alto de al desear un preso. Buenas noches.
gunos instantes durante los que ensayó re Antes que Dantes pensase en abrir la
concentrar sus ideas. Miró á su alrededor, boca para contestarle, antes que hubiese
hallábase en un patio cuadrado formado observado el lugar en que el carcelero de
por cuatro elevadasparedes, oíase el paso jaba elpan, antes de enterarse del punto
lento y uniforme de los centinelas, y ca en que se hallaba el cántaro, antes de di
da vez que atravesaban los reflejos de tres rigir los ojos hácia el rincon en que le es
ó cuatro luces que arrojaban hasta la mu peraba la paja destinada á servirle de ca
ralla sus destellos desde lo interior del cas ma, el carcelero habia tomado la lampa
tillo veiase centellear el cañon de sus fu pilla, y cerrando la puerta, quitó al pri
siles. sionero ese débil reflejo que le habia mos
Esperaron alli como unos diezminutos. trado como á la luz de un relámpago las
Segurosya de que Dantes no podia es relucientes paredes de su calabozo. Encon
capar, los gendarmes le habían soltado: tróse entonces solo en medio de las tinie
parecia que esperaban órdenes, que por blas y del mas profundo silencio, tan mu
fin llegaron. do é inmóvil como las bóvedas cuyo frio
-¿Donde está el preso? preguntó una glacial sentia descender sobre su abrasada
VOZ.
frente. Cuando los primeros albores del .
ALBUM. 51
día iluminaron ligeramente aquella cueva|larmente y es, que durante la travesía en
'el carcelero volvió con órden de dejar al laque ignorando el punto donde se lecon-
preso donde estaba. Dantes no habia cam ducia estuvo quieto y tranquilo , hubiese
biado de sitio , una mano de hierro pare tenido cien ocasiones de arrojarse al mar,
cia haberle enclavado en el mismo Iugar| y una vez en el agua, gracias á su habili
.en que la víspera se habia quedado. Sus dad en el nadar, gracias á esa costumbre
ojos hundidos se escondian en el entume- por la que era considerado como uno de
cimiento causado por el húmedo vapor de¡ los mejores buzos de Marsella , desapare
sus lágrimas : estaba inmóvil , fija la vista cer bajo lasolas, escapará sus guardas, ga-
en el suelo. Así habia pasado la noche, de nar la costa, huir, esconderse en algüna
pié y sin dormir un solo instante. El car ensenada desierta, esperar algun buque
celero se le acercó, dió una vuelta á su al—| genovés ó catalan , pasar á Italia ó á Es
redor, pero Dantes no dió muestras de ha paña y de allí escribir á Mercedes para que
berle visto. Dióle aquel un golpe sobre las! se le reuniera. En cuanto á ¡su subsisten
espaldas, Dantes se estremeció y agitó la cia, no pasaba por ello cuidado alguno
cabeza. cualquiera que hubiese sido su suerte : do
—¿Con qué no habeis dormido? pre quier que fuese son muy escasos los bue-
guntó el carcelero. Inos marinos; hablaba el italiano como un
—No lo sé, contestó Dantes. toscano, el español lo mismo que un na
El carcelero le miró estupefacto. tural de Castilla la vieja. Hubiese vivido
—¿No teneis ganas de comer. ? libre y feliz con Mercedes y con su padre
—No lo sé. |já quien hubiese, enviado tambien á bus
—¿Se os ofrece algo? car : mientras que entonces se veia preso, •
—Quisiera ver al gobernador. encerrado en el castillo de If , en esa in
El carcelero se encojió de hombros y se superable cárcel, sin saber que habia si
marchó. Dantes le siguió con la vista y las do de su padre y de Mercedes; y todo
manos tendidas hácia la puerta entreabier ello por haber confiado en la palabra del
ta, pero la puerta se cerró. Entonces pa señor de Villefort, Habia para volverse lo
recio exhalarse su alma en un prolonga co , de modo que Dantes se revolcaba fu
do suspiro. Sus lágrimas que tenían hin rioso sobre la renovada paja que le trajo
chados los párpados manaron como dos| el carcelero. Al dia siguiente , á la misma
rios, arrodillóse besando el polvo y oró¡ hora, entró el carcelero.
largo rato ; recorriendo en su imaginacion —¿Con qué, le preguntó, estais mas
toda su vida pasada, y preguntándose á si puesto en razon hoy de lo que lo estabais
mismo que crimen habia cometido en edad ayer?
tan temprana que mereciese un castigo j Dantes no contestó.
tan cruel. El dia lo pasó de este modo; — ¡ Vaya, repuso aquel, un poco de ani
apenas comió un bocado de pan y remojó mo ! ¿ Deseais algo que esté en mi mano
su boca con unas gotas de agua. Ora se poderos proporcionar? decid...
sentaba absorto siempre en sus pensamien —Deseo hablar con el gobernador.
tos, ora corria en derredor de su calabozo| —Pues no os dije ya, repuso impacien
como un animal salvage encarado en una te el llavero, que era imposible...
jaula de hierro. —Y porque ha de ser imposible.
Una idea fija le atormentaba particu-l —Porque segun los estatutos de la cár-
52 ALBUM.

cel, no es permitidoá ningun preso pre-una sola idea imposiblè de realizar, ó si


guntar por él. |no antes de quince dias os habreis vueltó


—¿Y qué es lo que se permite pedirloco."
aquí? " " -¿Y ló drées tú?
-

—Mejor alimento, pagando: dar algun –Si, loco. Asi es como empieza siem
paseo y alguna que otra vez libros para pre la locura. De ello tenemos aqui un
distraerse. " " " " "." |
ejemplo reciente: empezó un pobre aba
–Pues yo no necesito libros, ni tengo té que ocupaba este calabozo antes qué
necesidad de pasearme y me basta con vos por ofrecer incesantemente al gober
el actual alimento; con que no quiero nador un millon si queriaponerle en liber
sino una cosa; ver al gobernador... tad, y con esta idea fija se leha desconcer
–Sitrataisde fastidiarme repitiéndomé tado el cerebro.
siempre lo mismo, dijo el carcelero, no os -¿Cuanto tiempo hace que desocupó
traeré de comer. , "|este. Cuarto'?
—Bueno, si no me traes de comer me -Dos años. ,
moriré de hambre. Eso es muy sencillo. | –¿Se le puso en libertad?
El acento con que Dantes pronunció es-| -No: se le encerró en el subterrá
tas palabras demostró al carcelero que el IOO. -

preso setendriapor dichoso de morir. Pe -Escucha, yo no soy abate, no estoy


ro como todo preso á quien se socorre, loco, tal vez con el tiempo pierda el juicio,
deja en favor del carcelero diez sueldos pero desgraciadamente por ahora tengo
poco mas ó menos cada dia, el de Dantes cabales mis sentidos: quiero hacerte una
calculó el déficit que sufriria en caso de proposicion:
morirse el preso; así es que repuso con –¿Cual? -

tono mas afable: " " , | —No te ofreceréun millon porquetam


—Escuchadme; lo que deseais es im poco podria dártelo, pero sí te prometo
posible, por lo tanto no teneis que pedir cien escudos si quieres, la primeravezque
melo mas; porque no se conoce ejemplo vayas áMarsella, llegarte hasta el barrio
de que el gobernador haya ido alcalabozo de los Catalanes, y entregar una cartita á
de ningun preso por mas que este haya una jóven llamada Mercedes; quedigo una
instado; tan solo, si sois cuerdo, se os per carta, dos lineas tan solo.
mitirá dar un paseo y es muy factible que —Si yo me encargase de esas dos líneas
algun diamientras os estéis paseando..... y llegase á descubrirse, perderiamidestino
pase el gobernador: entonces podeis de que me vale mil libras al año sin contar
cirle lo que os convenga; si os escucha ó losgajesy la comida: Ya veisqueseriaun
no, eso es cuenta suya. |imbécil si me arriesgaseá perder millibras
—Pero, dijo Dantes, ¿cuanto tiempoten para ganar cien escudos.
dréyo que esperar de este modohasta –Pues bueno: escucha y no olvides lo
que que te voy á decir; si no tratas de advertir
se presente esa casualidad? " al gobernador que yo deseo hablarle, sino
–¿Quien sabe? un mes, tres, seis, tal tratas de llevar a Mercedes esas dos líneas,
vez un año. . óá lo menos de advertirla que estoyaqui,
—Muy largo es eso, quiero verle ense un dia te esperaré, escondido detrás de la
guida. puerta, y en el momento que entres te
-Ah! no os fijeis de ese modo enlromperé la cabeza con este banquillo.
* * , un --- ,
Abbe, , -
33
-Amenazaseonmigo! esclamó elcar-rigió hácia la plaza del Grand-Ccurs, y
celero dando un paso atrás y poniéndose entrando en casa la señora de Saint-3e,
en defensa, Está visto que perdeis lacharan, encontró á los convidados á qienes
veta; el abate empezó como vos, y dentro dejára en la inesn, tomando café en el sa
de tres dias estareis ya loco rematado co lon. Esperábale Relée con una ipacien

mo él. Felizmente hay calabozos oscuros cia de que partic pba el resto de la re
en el castillo de lf. nion: así es que fué recbado coa una ge
Dantes cojió el banquillo y le dió na neral aclamacion.
impulso circular al rededor de su cabeza, -¿Qué tenemos de nuevo, corta cabe,
—¡Está bien, muy bien continuó el zas, firme sostén del Estado, nuevo Bruto
llavero: ya que lo quereis absolutamente realista, esclamó uno de los concurrentes;
voy á avisar al gobernador. que ay? .

—¡Enhorabuena ! dijo Dantes dejando -¿ Estamos amenazados de un nuevo


de nuevo en el suelo el banquillo y sen régimen de terror? preguntó otro.
tándose sobre de él, bajando la cabeza y —¿El buitre del corso habria acaso sa
mirando con ojos torvos cual si realmente lido de su guarída? interpuso un tercero.
estuviese loco. -
—Señora marquesa, dijo Villefort acer
El carcelero salió, y un momento des cándose á su futura suegra, vengo á su
pues entró de nuevo acompañado de cuatro plicaros me dispenseis pues me veo obli
soldados y un cabo. · .
| gado á abandonaros de nuevo..... ¿Señ r
—De órden del gobernador, dijo, cojed marqués, podria tener el honor de deciros
ese preso y bajadle al piso inferior á éste. dos palabras á solas?
—Al calabozo, pues; dijo el cabo, -¡Ah! ¿Con qué es en efecto negocio
—Al calabozo: es preciso que los locos de gravedad? preguntó la marq esa al ob.
estén con los de su clase, |servar la turbada frente de Villefrt.
Los cuatro soldados se apoderaron de —Tan grave que ne es preciso sepa
Dantes, que cayendo en una especie de rarmede vos por algunos dias, ¡Con qé,
atonia, los siguió sin oponer resistencia. continuó dirigiéndose hácia Renée, vel si
Le hicieron bajarquince escalones, y abrie será la cosa seria!
ron la puerta de un calabozo en el queen -¿Os marchais? caballero; esclamó
tró diciendo entre dientes. . . . . . .
Renée, incapaz de ocultar la emocion que
–Tienen razon; es preciso que los locos le causaba tan inesperada nueva.
estén juntos. —Desgraciadamente, si Seiora; contes
Cerróse la puerta y Dantes anduvo hā tóVillefort, es preciso.
cia adelante, con las manos estendidas has -¿Yá dónde vais? preguntó la mar
ta que topó con la pared. Entonces sesentó quesa. " ", " , "
en uno de los ángulos de la pieza y que ló —En eso está el secreto de la justicia,
inmóvil, mientras que sus ojos habituán
dose poco á poco á la oscuridad procura señora. Con todo, si se ofrece algo para Pa.
ban distinguir los objetos. El carcelero te ris tengo un amigo que marchnr, allí e
nia razon; faltaba muy poco para que Dan la noche y que tendrá un placer en cum
fes no estuviese completamente loco,
p rTodos
vuestros encargos.
se miraron mutuamente,
AvLADA DE Los Swansi. Es,
Villefort, como hemos dicho y, se di-partic :
rº dijo el marqués.amario
54 ALBUM.

–Sí: pasemos á vuestro gabinete si os –Pero, ¿no teneis franqueza con el


parece bien. guarda-sellos que tiene libre acceso en las
El marqués tomó del brazoáVillefort y Tullerías y por cuyo medio podeis ya sea
salió con él. de noche ya de dia hablar con S. M?
—Ahora decidme, le preguntó en cuan —s muy cierto: pero no hay necesi
to llegaron al gabinete, ¿qué es loque pa dad de que parta con otro la gloria de la
sa? ¡Hablad! noticia que llevo; ¿entendeis? El guarda
–Cosas que creo de la mayor grave sello me dejaria en segui: d lugary me
dad, y que exigen que parta desde luego arrebataría el lucro de mi viage. No tengo
para Paris. Ante todo, marqués, ¿teneis que deciros sino una cosa, narqués; mi
capitales empledos en papel del Estado? carrera es segura, con tal que yo llegue
–Toda mi fortuna la tengo invertida el primero á las Tullerias, porque voy á
en inscripciones por valor de ses á siete prestar al rey un servicio que no le será
cientos mil francos ápoca diferencia fácil olvidar.
—Vende las pues, marqués, vendedlas — En este caso, querido mio id á em
ó quedais arruinado. paquetar vuestro equipage,interin yo lla
–¿Pero cómo queréis que las venda mo al señor de Servieuxy le hago escri
desde aquí? bir la carta que debe abriros las puertas
–¿Tendréis un procurador, no es así? interiores de palacio.
—Lo tengo. —Corriente: no perdais tiempo porque
—Dadme una carta para él encargán dentro de un cuarto de hora es preciso
dole que las venda sin levantar mano, sin que esté andando ya la silla de posta.
perder un momento ¡Tal vez llegaré de —Haced parar el carruage delante la
masiado tarde! puerta.
—¡ Diantre ! no perdamostiempo, pues —¿Os encargareis de escusarme con la
Sentóse en el bufete y escribió una car señora marquesa y con la señorita de Saint
ta á su agente de cambios, dándole órden Meran, á la que no puedo dejar en tal
de venderá cualquier precio. dia sin un profundo dolor?
—Ahora que tengo esta carta, dijo Vi — Encontrareis á las dos cuando vol
llefort guardándola cuidadosamente en su vais en migabinete, y alli podreis despe
cartera, necesito otra. diros.
-¿Para quién? —Mil veces gracias: no echeis en olvi
–Para el Rey. do mi carta.
—¿Para el Rey? El marqués tocó la campanilla,y se pre
–Sí. sentóun lacayo á quien dijo:
—Yo no me atrevo á cargar con la res —Decid al conde de Servieux que le
ponsabilidad de escribir á S. M. espero; y luego dirijiéndoseáVillefort con
-Si no es de vos de quien la quiero,os tinuó; ahora ya estais libre.
encargotan solo que se la pidais al señor Villefort marchó á escape, pero al lle
de Servieux. Es preciso que me dé una gar á la puerta pensó que un substituto
carta con cuya ayuda pueda penetrar has
ta S. M. sin tener que someterme á las de procurador del rey seria notado si an
formalidades de pedir una audiencia que daba muy aprisapor las calles, lo que bas
pueden hacerme perder un tiempo pre taría para poner en alarma toda la pobla
ClOS0, cion; en su consecuencia pues, tomó de
ALBUM. 55

nuevo su porte ordinario y majistral. A la lacerado empezóáformarseuna llagamor


puerta de su casa observó la sombra co tal: aquel hombre sacrificado á su ambi
mo de una blanca fantasma que le espe cion, aquel inocente que sufria la pena de
raba de pié é inmóvil. Era la bella cata su padre culpable se le apareció pálido y
lana que no sabiendo nada de Edmundo, amenazador, dando la mano á su novia
al obscurecer habia marchado del Faro livida tambien como él arrastrando tras si
para ir en persona á saber el motivo de a los remordimientos, no de aquellos que
la prision de su amado, Al acercarse Vi asaltan la imaginacion como las furias de
llefort, se separó de la pared contra la que la antigüedad, sino los que con zumbido
se apoyaba y le salió al encuentro: Dan sordo y doloroso hieren al corazon en cier
tes hab a hablado al substituto de su no tos momentos y le mortifican con el re
via, asi que Mercedes no tuvo necesidad cuerdo de lo pasado. Veneno fatal cuyas
de nombrarse para que Villefort la cono desgarradoras punzadas exasperan elmal,
ciese. y levan profundizando continuamentehas
Quedó sorprendido al ver la belleza y ta la muerte. Hubo entonces en el interior
noble apostura de lajóven y cuando le de aquel hombre unos momentos de in
preguntó por el paradero de su amante; decísion. Habia ya otras veces pedido la
parecióser él el acusado á quien ella juz pena capital para otros acusados, sin es
gaba. perimentar mas sensacion que la resultan
—El sugeto de que me hablais, dijo te de la lucha entre eljuez y el procesa
bruscamente Villefort, es un gran culpa do, y el recuerdo de aquellosinfelicessen
ble yyo no puedo hacer nada por él se tenciadosgracias á la fulminante elocuencia
ñorita. que habia arrastrado á los jueces ó al ju
Mercedes dejó escapar un suspiro, y rado, no habia impreso la menor huella
tratando Villefort de pasar adelante le de en su alma, porque aquellos acusados eran
tuvo segunda vez diciéndole. criminales óá lo menos Villefort los creia
—Pero á lo menos decidme donde está, tales. Pero esta vez el asuntoera diferente,
vgue pueda yo saber si es muerto ó vivo. acababa de imponerá un inocente la pena
—No lo sé; no es cosa mia ya: contes de prision perpetua, á un inocente que
tó Villefort. ibaáser felizyáquien arrebataba no solo la
Y mortificado por su fija mirada y su libertad si que tambien la ventura. ¡Esta
plicante ademan, desvió á Mercedes y en vez no habia sido juez y si solo un ver
tró en casa cerrando con prontitud la dugo! Pensando todo esto sentia esa sor
puerta, como si de este mo lo dejase fue da agitacion que hemos descrito y que
ra el remordimiento que ella le suscitara. hasta entonces le habia sido desconocida,
Pero de este no se desprende uno tan retumbando en el fondo de su corazon y
facilmente; es como la flecha envenenada escitando en él vagas aprensiones; de este
de que nos habla Virgilio; aquel en quien modo es como despues de un sufrimiento
se clava tiene que llevarla consigo. Des si bien que instintivo, violento, entra en
pues de haber entrado cerró Villefort la conocimiento el herido de que no puede
puerta, pero al llegar al salon le flaquea acercar impunemente el dedo á la llaga
ron las piernas, arrojó un vehemente sus palpitante y sangrienta hasta tanto que esta
piro y se dejó caer en una otomana. haya cicatrizado.
Entonces en el fondo de aquel corazon Pero la herida que recibiera Villefort
56 ALs.
“era de aquellas que si lleganácicatrizarse, h'illefort no podía asegurar cuando etaria
no es sino para volverse á abrir luego mas de vuelta, asi es que Renée en vez de com
enconadas y dolorosas que antes. Si en es padecer é interesarse por antes maldecia
tos momentos la afable voz de Renée hu en sin interior al que por su crimen la se
biese resonado en sus oidos pidiéndole gra paraba de su amante.
cia, si la bella Mercedes hubiese entrado y YMercedes ¿que es loquepodia hacer?
le hubiese dicho «En nombre del Dios que La pobre Alercedes encontróá Fernando,
«nos mira y nos juzga devolvedme mi fu que la habia seguido, al revolver la esquir
«turo esposo» entonces aquella voluntad na de la calle de la Loge; habia regresado
doblada ya por los remordimientos, ha al barrio de los Catalanes, y exánime, de
bria sucumbido del todo y con mano gla sesperada, se tiró sobre su cama. Al lado
cial hubiera sin duda alguna, arrostrando de esta cama se puso Fernando de rodillas
todos los compromisos que pudieran sobre y tomando la yerta mano de Mercedes que
venir, firmado la órden para poner en no pensaba en retirarla, la cubrió de ar
libertad á Dantes. Pero no hubo vozalgu dientes besos que Mercedes ni siquiera per
na que alterase el profundosilencio que en cibió. Asi pasó la noche: la lámpara se
la estancia reinaba y la puerta no seabrió apagó en cuanto hubo consumido todo su
mas que para dar paso al ayuda de cáma aceite, pero no por ello notó Mercedes la
ra de Villefort que vino á decirle que es oscuridad como tampoco habia observado
taban enganchados los caballos de posta la luz; y llegó el dia sin aperc birse tam
en el coche de cahino.... Villefort se le poco El dolor habia cubierto sus ojos con
vantó ó mejor se bamboleó como un hom una venda que no la permitia ver sino á
bre que vence en una lucha interior, se Edmundo.
dirijó á su gabeta, llenó sus bólsillos con -¡Ah! ¿estais ahi? dijo enfin echando
cuanto oro pudo recojer en un cajoncito, de verá Fernando. -

dió una vuelta por su cuarto en adenan —Desde ayer no me he separado devos,
despavorido, puesta la mano en la frente contestó este con un doloroso suspiro.
y articulando palabras inconexas; y porfin En cuanto al señor Morrel no desmayó
sintiendo que su ayuda de cámara acababa ni se dió por vencido. Tuvo conocimiento
de ponerle la capa, salió del cuarto, seme de que despues del interrogatorio habia sir
tió en el carruaje y dió en brevespalabras do Dantes conducido á la cárcel; entonces
la órden de dirijirse á la calle de Grand corrióá casa de sus amigos, presentóse en
Course, casa Mr. de aint-Mleran. la de las personas mas influyentes de Mar
El infeliz Dantes quedó condenado sella, solicitó su mediacion, rogó, suplicó
Conforme á lo prometido por el mar pero habíase ya esparcido la voz de que el
qués, el señor de Villefort encontió á la jíven había sido preso por indicios de bo
marquesa y á Renée en el gabinete Alver napartista, y como en aquella época los
á Renée, el jóven se inmutó pues que te mas atrevidos miraban como un insensaj9
mióse interesase dé nuevo por la libertad desvarío toda tentativa para reponerá Nº
de Dantes. Pero desgraciadamente, preci poleon en el tróno, no encontró mas que
so es decirlo, á la jóven no la preocupaba indiferencia, miedo ó repulsas, y se retiró
sino una cosa; la marcha de Willefort. Le á su casa desesperado, confesando emperº
amaba; Villefort iba á partir cuando se que la situacion era peligrosa y que nada
acercaba el momento de ser su esposo; podia hacerse.
ALBUM. 57

Por su parte Caderousse estaba muy de El padre de Dantes estaba traspasado de


sasosegado y acosado de temores. En vez inquietud y dolor. En cuanto á éste yasa
de dar algunos pasos como el señor de bemos lo que le aconteció.
Morrel, en vez de hacer algo en favor de
Dantes, en cuyo ausilio bien poco por cierto EL RETRETE DE LASTULLERIAS.
podia hacer, se habia encerrado en un Dejemos é Villefort continuar su viaje
cuarto en compañia de dos botellas de vino hácia Paris en cuyo camino gracias á su
de Passisprobando de anegarsu inquietud liberalidad con los conductores, devora la
en una borrachera. Pero en el estado en distancia y penetremos á traves de dos ó
ue se encontraba su espíritu, eran poca tres salones que preceden al retrete de las
cosa dos botellas para apagar su juicio. Tullerias, cuya arqueada ventana es bien
Estaba demasiado beodo para ir á buscar conocida por haber sido el gabinete favo
masvino, y no habia bebido lo bastante rito de Napoleon y de Luis XVIII, y por
para hallar en la borrachera el olvido de serlo aun hoy dia del rey Luis Felipe.
lo pasado: puesto de codos delante sus bo Alli, en aquel gabinete, sentado delante
tellas vacías sobre una insegura mesa, y una mesa de nogal hecha venir de Hart
viendo danzar al resplandor de su vela sin welly que por una de esas maniastan fa
espavilar, todos los espectros de que ha miliares á los grandes personajes, era su
plagado Hoffman sus escritos chupados en mueble predilecto, el rey Luis XVIII es
ponche, como un negro y fantástico torbe cuchaba con bastante indiferencia á un
llino. hombre de unos cincuenta á cincuenta y
Tan solo Danglars quedótranquiloy se dos años, de grises cabellos y aspecto no
reno y hasta contento, porque á mas de ble y severo, al par que iba anotando al
vengarse de un enemigo asegurabaá bor márgen un volúmen de Horacio, edicion
do del Faraon el destino que temia perder. de Griphius, bastante incorrecta aunque
Danglars era uno de aquellos hombres de muy buscada y que prestaba ancho campo
especulacion que nacen con una pluma á las sagaces observaciones filosóficas de
cruzada en la oreja y un tintero en vezde S. M.
corazon; todo lo reducia á una operacion —¿Que deciais, caballero? dijo el rey.
de restaró multiplicar, yun guarismo le —Que estoy en muchazozobra, señor.
parecia tanto masprecioso que un hom —¡De veras! ¿Habriais vistotal vez en
bre, cuando este número podia aumentar sueños siete robustas vacas y otras tantas
el total que aquel hombre podia dismi de escuálidas y hambrientas?
nuir. –No, señor, porque eso no anunciaria
Danglars, pues, se acostóá la horaracos sino siete años de fertilidad y siete de es
tumbrada, y durmió ápierna suelta. casez, y con un rey tan previsor cual V. M.
la escasez no seria de temer.
Villefort despues de haber recibido del
señor de Servieux una carta dirijida al se —¿ obre que otra plaga pues, versa
ñor conde de Blacas, besóá Renée enam vuestro temor mi querido Blacas?
bos carrillos, verificó lo mismo en la mano —Señor, yo creo...... tengo datos para
de la señora de Saint-Meran y despues de creer que se está formando unatempestad
hácia el Mediodia.
dar un vivo apreton á la mano del mar
qués montó en su carruaje tomando áto —Pies yo, mi querido conde, contestó
do escape el camino de Aix. Luis XVIII, os creo muy mal informado;
15
38 ALBUM.
sé positivamente que muy al contrario, el¡ inquietan, es un hombre pensador que
tiempo nunca ha estado allí mas sereno posee toda mi confianza, y encargado por
Apesar de ser un hombre sesudo , gus mí de celar el Mediodia , ( el conde vaciló
tábale á Luis XVlI1 el estilo chancero al pronunciar estas palabras) que acaba
—Señor, dijo el de Blacas; aunque no de llegar en posta para decirme : «Gran
sea mas que para tranquilizar á un fiel des peligros amenazan al rey; y en su con
servidor, ¿V. M. no podria enviar al Lan secuencia he venido volando, señor.»
guedoc á la Provenza y al Delfinado algu —Mala dvcü avi iiumum , dijo Luis XVUI
nos sugetosde confianza que se informasen continuando sus notas al Horacio.
y dieren cuenta del estado de las tres pro —¿V.M. me manda que no insista mas
vincias? sobre este punto?
— Canimus turdls, contestó el rey con —No, mi querido conde ; pero alargad
tinuando sus anotaciones al Horacio. la mano , allí bajo, á la izquierda, encon
—Señor, contestó riendo el cortesano trareis el parte del director de la policía
para dar á entender que comprendia el fecha de ayer... Pero, no, aquí le teneis
hemistiquio del poeta de Remisa , V. M en persona... ¿No decís que es el gefe de
tendrá mucha razon si atiende solo al espí la policía ? continuó Luis XVIII dirigién
ritu de toda la Francia, pero yo creo no ir dose al ugier. Entrad baron, y esplicad al
muy descaminado al temer una desespe conde lo que sabeis de mas reciente sobre
rada tentativa. el señor Bonaparte. No nos disimuleis na
—¿De parte de quien? da en el asunto por grave que sea. Veá-
—De parte de Bonaparte ó á lo menos| mos ¿la isla de Elba se ha convertido en
de sus partidarios. un volcan , y vamos á ver salir de ella al
—Mi querido Blacas, me impedis el dios de la guerra rodeado de llamas y
trabajar con vuestros terrores. resplandor , bella , horrida bella ?
—Señor, quisiera poder participar dela —¿V.M. dijo el gefe, ha tenido á bien
confianza de V. M ¡examinar el parte de ayer?
—Esperad, mi querido conde, esperad. —Sí , sí , pero decid al conde que no
He hecho unas notas muy de mi gusto al sabe encontrarle, lo que decía el tal parte.
Pastor quuin traherel; esperad y luego Describidle lo que hace el usurpador en
continuaréis. su isla.
Hubo un instante de silencio durante el —Señor, dijo el barón al conde, todos
que Luís XVIII ponía una nota en letra lo los leales servidores de S. M. deben tener
mas menuda posible al márgen de su Ho suma satisfacción al saber las recientes
racio; despues de concluido, dijo levantán nuevas que nos han llegado de la isla de
dose con la complacencia de un hombre Elba. Bonaparte El gefe miró á
que cree haber tenido una idea nueva lue Luis XVIII que ocupado en escribir una
go que ha comentado la de otro. nota ni siquiera levantó la cabeza , Bona-
—Continuad, mi querido duque , ya os porte, continuó el baron, se fastidia en
escucho. estremo ; pasa los dias enteros presencian
— Señor, dijo de Blacas, me veo preci do los trabajos de sus mineros de Porto-
sado á deciros que no son ligeras habladu- Longone. Aun hay mas; estamos cuasi se
rias destituidas de fundamento , simples iguros que dentro de poco tiempo el usur-
, i—
proyectos, castillos en el aire , los que mellipador se habrá vuelto loco.
ALBUM. 59

-¿Loco? continuó bromeando Luis XVIII,forja


-Loco de atar. Su cabeza se debilita. uno.¿No es así como acostumbra hacers
Ora llora á moco tendido, ora rie á car –Oh señor, dijo eldirector,á Dios gr:
cajadas descompasadas, ora pasa horas en cias, en este asunto nohay necesidad d
teras á orillas del mar tirando piedrecitas, inventar nada; cada dia vemos atestad
y cuando estas han pegado cuatro ó cinco nuestras oficinas con partes los mas deta
botes á flor de agua queda tan satisfecho llados, dimanados de una multitud de pc
como si hubiese ganado otra batalla cual brespetates que confian alcanzar un lige
la de Marengo ó Austerlitz. Ved si no son ro signo de reconccimiento por servicie
estos señales infalibles de locura. que no prestan, pero que ellos quisiera
–¡O de cordura, señor baron, ó de prestar, pues que reducen sus comunica
cordura! dijo Luis XVIII riéndose.Arro ciones á datos vagos esperando que algun
jando piedrecitas al mar es como se re suceso casual dará visos de certeza á sus
creaban los grandes capitanes de la anti predicciones.
güedad, ved sino á Plutarco, en su vida de —Está bien; con que id caballero, dijo
Scipion el Africano... Con que, mi queri Luis XVIII y acordaos que os espero.
lo Blacas, ¿que osparece? continuósus —No hago otra cosa que ir y venir;
pendiendo la continuacion de sus apuntes señor, dentro de diez minutos estoy de
sobre el volúmen abierto delante de él. vuelta.
… –Os digo, señor, que ó el señor direc -Y yo, señor, dijo Blacas, voy ábus
tor de la policía ó yo nos equivocamos; car mi mensagero.
pero como es imposible que sea el gefe de —Esperadunmomento, dijo Luis XVIII
la policía quien se engañe pues que le es quisiera consultaros sobre el pasage:Molli
táencomendada el honor yguarda de V.M. fugies anheliu. Ya sabeis que se trata del
es muy probable que sea yo el que padez ciervo huyendo delante del lobo. ¿No sois
ca error. Con todo señor, con el beneplá cazador y montero mayor de la casa?Qué
cito de V. M. desearia interrogar al suge os parece de este títuloá dobleidea el mol
to de quien hablé antesy aun me atreveré li anhelitu. º-e
á suplicar que se digne V. M. hacerlo por —Admirable, señor; pero mi mensage
sí mismo. ro es como el ciervo, es como el ciervo
—De muy buena gana, conde; con de quien hablais, puesto queacaba de cor
vuestra recomendacion recibiré á quien rer doscientas veinte leguas en posta gas
querais; pero deseo recibirle en disposi tando apenas tres dias en el viaje.
cion de combatir. . —Estonarse mucha molestia é inquie
—¿Señor director, tenéis alguna parte tarse en estremo, mi querido conde, cuan
|
de fecha mas reciente que ésta? la de este do tenemos el telégrafo que no gasta mas
es del 20 de febrero y estamos á 4 de de tres á cuatro horas y esto sin que su
TIldTZO. e
respiracion se altere en lo mas mínimo.
—No lo tengo señor pero lo espero de -¡Ah! señor, no correspondeis al in
un momento á otro. Desde la mañana que| terés del pobre jóven venido de tan lejos,
falto de la oficina, y puede que durante con tanto celo por dar á V. M. una útil
advertencia. Aunque no sea mas que por
mi ausencia haya venido alguno... complacer al señor de Servieux que melo
—ld pues á la prefectura, y si hay al recomienda, recibidle bien, os lo su
guno traedle, y si no hay... en este caso plico.
60 ALBUM.
—¿El señor de Servieux, el gentil-hom toridad real: el empolvado traje de vile
bre de mi hermano? |fort, nada conforme á la etiqueta de pa
—El mismo. lacio, habia escitado la susceptibilidad del
—En efecto, sé que está en Marsella. maestro de ceremonias, que se admiró
– Dealli me escribe. a .en estremo al yer que aqueljóven trataba
—¿Y os habla tambien en su carta de de presentarse de aquella manera ante el
esa conspiracion? rey; pero el conde allanó todas las difi
—No, pero me recomienda al señor de cultades con una sola palabra: de órden de
de Villefort, encargándome le introduzca S.M.: y apesar de las observaciones que
hasta V. M. continuó haciéndole el maestro de cere
—¡El señor de Villefort! ¿porqué no monias, Villefort fué introducido, El rey
me dijisteis su nombre desde unprincipio? continuaba sentado en la misma posicion
esclamó el rey dejándose percibir en su en que lo dejára el conde. Alabrir la puer
rostro un principio de inquietud. ta Villefort se halló cara á cara con el rey,
—Señor, no creia que V. M. le cono el primer movimiento deljóvenmagistra
ciese. do fué el depararse. ,

—Pues le conozco, le conozco, mi que —Entrad, señor de Villefort, dijo el


rido Blacas; es un hombre formal, de mi rey, entrad.
Villefort saludóy adelantó algunos pa
ras elevadas y sobre todo ambicioso en es
tremo; pero ¡vos conoceis á su padre! sos esperando á que el rey le dirijiera la
Noirtier. |palabra.
—¡Noirtier! ¿el girondino? ¿Noirtier –Señor de Villefort, dijo Luis XVIII,
el senador ? el conde de llacas dice que habeis de co
—Justamente. municarme un asunto muy importante.
—¿Y V. M. ha empleado al hijo de se-| —Señor, el conde tiene razon y yo es
mejante sugeto? pero que V.M. desde luego convendrá en
—Querido conde, ya os he dicho que
Villefort era ambicioso: por ascender se —Ante todas cosas, caballero, ¿es tan
nia capaz de sacrificarlo todo, hasta á su grave el mal que venis á anunciarme co
mismo padre. |mo se han empeñado en persuadírmelo?
—En este caso, señor, ¿podré hacerle —Señor, yo le considero apremiante,
entrar? pero gracias á midiligencia espero que no
—Al instante, conde; ¿donde está? será irreparable.
—Probablemente me estará esperando — Hablad cuanto querais, caballero,
abajo en mi coche. dijo, el rey que empezaba á dejarse domi
El conde salió con la lijereza de un jó nar de la emocion que cambiára la fisono
ven, su, síncero, realismo, le rejuvenecia. mia de Blacas y alterára la voz de Ville
Luis XVIII quedó solo, dirijiendo la fort. Hablad y sobre todo empezad por el
vista á Horacio entreabierto y diciendo principio; me gusta en todo el debido ór
entre dientes. en y método. -

Justum et tenacem propositi virum. —Señor, dijo Villefort, yo haréáV.M.


una exacta relacion de todo, pero no pue
Mr. de Blacas volvióá subir con la mis do memos de rogaros me dispenseis vues
ma rapidez con que bajára, en la gracia si la emocion que me agita ha
antecámara le fué preciso invocar la au ce que mis ideas sean algo obscuras.
ALBUM. 61

Una ojeada que dió al rey despues de que os hablo de lo que dijo en su interro
este insinuante exordio, le cercioró de la gatorio, señor; á una restauracion que no
benevolencia de su augusto auditorio y está muy lejos.
continuó: —¿Y donde está ese hombre?
–Señor; he venido á Paris con la ma -Encarcelado, señor.
yor prontitud posible para dar parte á -¿Y el negocio os ha parecido grave?
V. M. del descubrimiento que he hecho —Tan grave, señor, que habiendo te
nido conocimiento de este suceso al ha
en uso de mis funciones, no de esos com
plots vulgares ysin consecuencias que se llarme en un festin de familia, el mismo
traman todos los dias entre el pueblo y la dia de mis esponsales, lo he abandona
soldadesca; sino de una verdadera cons do todo, novia y amigos, dejándolo para
piracion, una tempestad que amenaza na despues, á fin de venir á deponer á los
da menos que el trono deV. M. Señor, pies de V. M. los temores de que estaba
el usurpador está armando tres buques, poseido y las seguridades de mi adhesion
y tiene entre manos algun proyecto, in y respeto.
sensato tal vez, pero no por eso menos —¿No es cierto, dijo Luis XVIII, que
terrible. A la hora presente debe haber habia un proyecto de matrimonio entre
abandonado ya la isla de Elba para ir no vos y la señorita de Saint-Meran?
sé donde, pero sin temor de equivocarme —La hija de uno de los mas fieles ser
vidores de V. M.
puedo decir que será para tentar un de
si, pero volvamos al complot, se
sembarco ya en Nápoles, ya en las costas fior—Si,
de Villefort.
de Toscana,ya en la misma Francia.V.M. —Señor, yo temo que esto sea algo mas
no ignora que el soberano de la isla de El que un complot, mucho me engaño ó es
ba ha conservado relaciones en Francia y una conspiracion formal.
en Italia.
—Una conspiracion en los tiempos que
–Si, ya lo sé; dijo el rey en estremo corremos, dijo Luis XVIll sonriendo, es
conmovido, y no hacemucho tuvimosnoti cosa fácil de tramar, pero muy dificil de
cia de que en la calle de Saint-Jacques se conducir á buen término por la misma
verificaban algunas reuniones bonapartis razon de que restablecido hace poco en el
tas. Pero, continuad, os lo ruego, ¿cómo trono de mis antepasados, tenemos á un
habeis adquirido esos detalles? tiempo fija la vista sobre lo pasado, lo
–Señor,por el resultado de un inter presente y el porvenir. Hace diez meses
rogatorio quetuveque hacer en Marsella á que mis ministros redoblan su vigilancia
un sugeto áquienvigilaba demucho tiem para que el litoral del Mediterráneo esté
po y á quien hice prender el mismo dia bien guardado. Si Bonaparte desembarca
de mi partida. Este hombre marino revol en Nápoles la coalicion en peso se le
toso, y de ideas bonapartistas que me le echará encima antes de quepudiesellegar
hicieron sospechoso, ha ido secretamente á Piombino; si desembarca en Toscana,
á la isla de Elba. Ha visto al gran maris entra en pais enemigo; si en Francia será
cal quien le encargó una mision verbal tan solo con un puñado de hombres y le
para un bonapartista de Paris cuyo nom esterminaremosdesde luego, execradoco
bre no le he podido arrancar, pero esta mo es por el pueblo. Tranquilizaos pues,
mision era con objeto de preparar los áni pero no por eso desconfieis denuestra real
mos para una restauracion. Haceos cargomunificencia.
16
62 ALBUM.

—¡Ah! He aqui al señor director de 1° de marzo y vos apenas lo sabeis hoy 4


policía; esclamó el conde de Blacas. de marzo !... ¡Oh! caballero, lo que de
Apareció en efecto en el dintel de la cis es imposible, os habrán engañado en
puerta el gefe de la policía, pálido, tem. el parte.
bloroso, y cuya incierta mirada daba á —¡ Desgraciadamente, señor lo que os
entender le habia sorprendido algun im anuncio no es mas que demasiado cierto!
previsto acontecimiento. Villefort hizo Luis XVIII hizo un gesto de mal re
ademan de retirarse pera un apreton de primida cólera y espanto y se puso de pron
mano de Blacas le detuvo. to en pié cual siun mismo golpe le hubie
"XI. ra herido á la vez en el corazon y en el
EL BUITRE DEL CORSO, rostro.
Luis XVIII al aspecto de aquel rostro —¡En Francia! esclamó, ¡ el usurpador
demudado rechazó con violencia la mesa en Francia! ¡con que ese hombre no era
ante la que estaba sentado. vigilado! ¿ó quién sabe? ¡ con quétal vez
—¿Quéteneis, señor baron, esclamó, se estaba de acuerdo con él !
que pareceis tan conmovido? ¿Esa confu —¡Oh! señor, esclamó elcondede Bla
sion, esa perplegidad viene á confirmar cas, no tan á la ligera acuseis de traicion
los tenores de Blacas y lo que acaba de á un sugeto como el señor director de po
decirme el señor de Villefort? licía. Señor, todos tenemos un instante de
Blacaspor su parte se aproximó con vi ceguedad y el baron ha participado de la
veza al baron, pero el terror de cortesa ceguerageneral: hedlo ahí esplicadotodo.
no pudo mas en él que el orgullo de hom –Pero... dijo Villefort, mas luego de
bre de estado: en efecto en semejantes teniéndose... dispensad, añadió, dispen
circunstancias le era mucho mas conve sad; mi celo me arrebata; dígnese V. M.
niente verse vencido por el prefecto de dispensarme.
polic a que humillarle sobre negocio de tal —Hablad, caballero, hablad con desen
naturaleza. - barazo, dijo Luis XVIII, tan solo vos nos
—Señor.... balbuceó el baron. prevenisteis este revés, ayudadnos á bus
—¡Vaya! ¿veamos? dijo Luis XVIII. carle remedio.
–¡Oh señor, qué horrorosa calami —Señor, dijo Villefort, el usurpador es
dad! soy muy digno decompasion,jamas aborrecido en el Mediodia; me parece que
podré consolarme.... sise atreve á internarse por aquel punto,
—Caballero, dijo Luis XVIII, os man puede con la mayor facilidad sublevársele
do que os espliqueis. la Provenza y el Languedoc.
–¡Pues bien l el usurpador ha aban En efecto, no hay duda, dijo el di
donado la isla de Elba el 26 de febrero y rector, pero avanza por Gap y Sisteron
ha desembarcado el 1.° de marzo. —¡Con qué adelanta, adelanta! di
—¿En donde? ¿en Italia? preguntó jo Luis XVIII, ¿con qué se viene sobre
impaciente el rey. Paris º
—En Francia, señor; en una ensenada El gefe de policía guardó un silencio
cerca de Antibes en elgolfo Juan. equivalente á la mas completa afirmativa.
– El usurpador ha desembarcado en —¿Y el Delfinado, caballero, creeis que
Francia, cerca deAntibes,en el golfoJuan, Sea tan fácil Sublevarle como la Provenza?
á doscientas cincuenta leguas de Paris, el —Señor, me veo precisado á decir á
ALBUMI. (63

V. M. una verdad cruel, pero la opinion mi hermano Luis XVI, átener que bajar
general del Delfinado está muy lejos de de ese modo las escaleras de las Tullerías,
asemejarse á la de Provenza y Langue hecho objeto del ridículo, ¡no sabeis se
doc; los montañeses son bonapartistas, ñores lo que es el ridículo en Francia !
Señor. —Señor, señor, murmuró el gefe de la
—Vamos, murmuró Luis XVIII, que policía, ¡porpiedad!
ha venido bien prevenido. ¿Y cuánta gen —Acercaos, señor de Villefort, continuó
te lleva consigo? el rey dirigiéndose aljóven que de pié,in
—Señor, lo ignoro; contestó el gefe de móvil y algo separado atendia al giro de
policía. esta conversacion, en la que fluctuaba cua
–¡Cómo ! ¿no lo sabeis?¿os habeis ol si perdida la suerte de una monarquía;
vidado de informaros de esta circunstan acercaos,y decid al señor que pueden sa
cia? verdad que no es de la mayor impor berse las cosas antes de lo que él las ha
tancia, añadió c n una sonrisa glacíal. sabido.
—Señor, el parte tan solo nos anuncia —Señor, era materialmente imposible
el desembarque y ruta del usurpador. adivinar los proyectos que ese hombre
—¿Ypor dónde os ha venido este par ocultaba á todo el mundo, balbuceó el di
te?preguntó el rey. rector.
El gefe bajó su cabeza y su frente se —Materialmente imposible. ¡Oh! he
cubrió de un rojo escarlata. ahí una gran frase, caballero; desgracia
—Por el telégrafo, señor dijo. damente hay grandes frases comohay gran
Luis XVIII dióun paso hácia delante y des hombres, las he medido. ¡Material
cruzó los brazos cual hubiese hecho Na mente imposible! á un gefe que está al
poleon. frente de una vasta administracion, que
–Con qué, dijo palideciendo de cólera, tiene oficinas, ajentes y quince mil francos
¡siete ejércitos coligados habrán vencido á para gastossecretos, el saber lo que pasa
ese hombre, un milagro me habrá vuelto á 60 leguas de las costasde Francia! ¡Pues
á colocar en el trono de mis padres des bien! ved aqui al señor, sin ningun medio
pues de veinte y cinco años de destierro, de que poder disponer, ved aqui al señor,
y habré yo durante estos veinte y cinco simple majistrado; que sabe tanto como
años, estudiado, profundizado y analizado vos con todos nuestros ajentes y policia, y.
los hombres y las cosas de esta Francia que hubiera salvado midiademasi hubiese
que me estaba prometida, para que al lle tenido como teneis vos un telégrafo de que
gar al cumplimiento de mis mas ardientes disponer.
deseos un poder que tengo entre manos El gefe de la policia dirijió áVillefort
estalle haciéndome pedazos! una mirada en la que se veia marcado el
—Señor, es la fatalidad que os persigue, masprofundo despecho, este inclinó la ca
murmuró el director de policía oprimido beza con la modestia del triunfo.
bajo el peso de tan grave reproche. —No digo esto por vos,mi querido Bla
–Caer, continuó Luis XVIII que de cas, continuó Luis XVIII; porque si bien
una ojeada sondeára el precipicio en cuyo vos nada habeis descubierto, á lo menos
borde estaba pendiente la monarquía caer, habeis tenido el fino tacto de no renunciar
y recibir tal nueva por el telégrafo ! ¡Oh! ávuestros recelos. Otro en vuestro lugar
¡preferiria subir alcadalso en que sucumbió hubiera considerado la revelacion del se
64 ALUM.
ñor de Villefortcomo insignificante d cuan Elacas, podemos contar con el ejército:
do menos sujerida por una ambicion venal, V. M. ha leido los partesysegun ellos nos
hubiera esperado que el telégrafo !.... es enteramente adicto.
Estaspalabras hacian alusion, á las que –No me hableis de comunicaciones al
pronunciára el gefe depolícia con tanta presente, conde, sé el valor que se las de
confianza una hora antes. Villefort echó be dar. Pero, á proposito de partes, señor
de ver la intencion del rey. Otro que él se baron, ¿qué habeis sabido de nuevo sobre
hubiese dejado llevar al colmo de la ale el asunto de la calle de Saint-Jacques? "--_

gria por las alabanzas que se le prodiga —¡Sobre el negocio de la calle de Saint
ban, mas temió crearse un mortal enemigo Jacques! esclamó Villefort no pudiendo
en el gefe de policia, si bien no dejó de contener su esclamacion. pero volviendo
conocer que éste era perdido irrevocable luego en si continuó: perdon, señor; mi
mente. En efecto, elgefe que no habia po adhesion áV. M. me hacen continuamen
dido, teniendo en sus manos abundantes te olvidar, no el respeto que debo tene
medios, adivinar el secreto de Napoleon, ros, pues este le tengo indeleblemente gra
podia en las últimas convulsiones de su ago bado en mi corazon, pero si las leyes de
nia penetrar el de Villefort. Para esto le la etiqueta.
bastaba interrogar á Dantes. Acudió pues —Decid y haced lo que querais, caba
en ayuda del director en vez de contribuir llero, repuso Luis XVIII, habeis adqui
á su ruina. rido en este dia el derecho de preguntar
—Señor, dijo Villefort, la rapidez del lo que os parezca. -

acontecimiento debe probar áV. M. que —Señor, contestó el director de poli


solo Dios podia impedirle levantando una cía, venia hoy á propósitopara dar parte
tormenta. Lo que V. M. cree en miefecto á V. M. de los datos que he podido ad
de una suma perspicacia es debidoúnica y quirir sobre este suceso, cuando V. M.
sencillamenteáuna casualidad. Aproveché ha fijado toda su atencion en la terrible
catástrofe del golfo Juan. Al presente es
esa casualidad cual debe todo fiel servidor
y nada mas. No me deis mas de loque me tos detalles ningun aliciente tendrán pa
ra V. M.
nnerezco, señor, y rectificad la primera idea
que tal vez hayais formado de mi. —Al contrario, caballero, al contrario,
El gefe de policía dirijió al jóven una dijo Luis XVIII. Este negocio tiene en mi
mirada de elocuente agradecimiento, y concepto suma analogía con el que nos
Villefort conoció habia logrado lo que se ocupa, y la muerte del general Epinay
propusiera; es decir, sin menoscabarse en tal vez nos ponga en la mano el hilo de
nada la gratitud del rey acababa de ajen un gran complot interior.
ciarse un amigo con quien podia contar en Al oir el nombre del general Epinay,
"un caso desesperado. Villefort se estremeció.
—Está bien, dijo el rey; ahoraseñores, —Verdad es, señor, contestó el direc
continuó dirijiéndose al señor de Blacas y tor de policía, que todoinduce ácreer que
al director de policía; ya no os necesito, esta muerte no es el resultado de un sui
podeispues retiraros; lo que hay que ha cidio, como se habia temido al princi
cer es incumbencia del ministro de la pio, y si de un asesinato. El general Epi
guerra. nay acababa de salir de un club bonapar
-Felizmente, señor, dijo el señor de tista cuando ha desaparecido. Un descd
ALBUM. 65
.

nocido habia ido á buscarle por la maña -Tratareis de encontrará ese hombre,
na y le habia citado para la calle de Saint caballero, dijo el rey al director de poli
Jacques. Desgraciadamente el ayuda de cía, porque si, como todo me induce á
cámara del general que le estaba peinan creerlo, el general Epinay, que nos hu
do cuando este desconocido fué introduci biera sido de mucha utilidad en este mo
do en el gabinete, pudo comprender que mento, ha sido víctima de un asesinato,
le designaba la calle de Saint-Jacques pe bonapartistas ó no, quiero que sus asesi
ro no recuerda el número de la casa. nos sean castigados con el mayor rigor.
A medida que el director de policía da Villefort tuvo necesidad de toda su san
ba al rey Luis XVIII estos detalles, Ville gre fria para que el terror que le inspira
fort, que parecia estar pendiente de sus ba este encargo del rey no le comprome
palabras, se coloreaba y palidecia alter tiese. -

nativamente. El rey le dirijió la palabra —Cosa estraña, continuó Luis XVIII


diciéndole: con humor festivo; la policía se cree ha
—¿No sois del mismo parecer que yo, berlo ya dicho todo cuando dice: «se ha
señor de Villefort, respecto de que el ge cometido un asesinato» y que lo ha hecho
neral Epinay, á quien todos creian adicto todo al añadir: «se sigue la pista de los
al usurpador, pero que en realidad era del culpables.»
todo partidario mio, ha perecido víctima —Señor, V. M. en este punto por lo
de una asechanza bonapartista? menos, espero quedará satisfecho.
—Es muy probable, señor; pero qué, —fstá bien; veremos. No quiero de
¿no se sabe nada mas? teneros por mas tiempo, baron. Señor de
—Se está siguiendo la pista del sugeto
que dió la cita.
Villefort, debeis estar muy fatigado des
pues de tan largo viage, retiraosá descan /
—¿Se le siguen sus pasos? repitió Vi sar. ¿Habeisidoá parar sin duda á casa de
llefort. vuestro padre?
—Si por cierto, el criado dió las señas; Un desvanecimiento oscureció la vista
de Villefort.
es un hombre como de unos cincuenta á
cincuenta y dos años, moreno, ojos ne —No, señor, dijo; me he hospedado
gros resguardados de espesas cejas, y con en la fonda de Madrid, calle de Four
IOI.
patillas: viste un sobretodo azul, aboto —Fero, ¿habreis visto al señor deNoir
nado, en cuyo ojal usa un lazo de oficial tierº
de la lejion de honor. Ayer se siguió áun —Señor, me he hecho acompañar des
individuo cuyas señas eran exactamente de luego á casa el señor de Blacas. .
iguales á las que acabo de daros, pero se —¿Pero por lo menos ireis a verle ?
le perdió de vista al revolver de la calle de —No tengo tal intencion, señor.
Jusienne á la de Co-heron. —¡Ah! es muy justo, dijo Luis XVIII
Villefort tuvo que apoyarse en el res sonriendo de una manera que indicaba que
paldo de un sillon por cuanto á medida tan reiteradas preguntas no las hiciera sin
que el director depolicía hablaba, sentía un fin particular. Olvidaba que vuestras
quesele debilitabanlas piernas, pero cuan | relaciones con el señor de Noirtier son bas.
do, al concluir vió que el desconocido ha tante friasy que siendo este un nuevo sa
bia escapado á las pesquisasdel agente que crificio que haceis á la causa real ecsige
le celaba, respiró con mas libertad. | por nuestra parte una compensacion.
16
06 ALBUM.

-Señor, las bondades que me dispen Pasaba uno casualmente por alli: Ville
sa V. M. son una recompensa que esce fort se arrellanó en el fondo abandonando
de en mucho á lo que pudiera atreverme se á sus sueños de ambicion. A los diez
á esperar de las bondades del rey. minutos estaba en su cuarto. Dió órden
—No importa, caballero, no os olvi para tener prontos los caballos dentro de
daremospor eso, quedad tranquilo. Por horas, y mandó que le sirvieran elal
ahora, y el rey desprendió la cruz de la muerzo. Iba á sentarse á la mesa cuando
Lejion de Honor que llevaba prendida de retintin de la campanilla le advirtió que
su traje ordinario de color azul,junto con tiraba de su cordon la mano de una per
lacruz de San Luis, y al darla áVillefort sona de franqueza: el ayuda de cámara
dijo; por ahora tomad esta cruz. fué á abrir y Villefort oyó pronunciar su
—Señor, dijo Villefort, V. M. se equi nombre.
voca, esta es cruz de oficial. –¿Quien puedehaber sabido que yo es
—Por mi parte, caballero, dijo el rey, toy aqui?se preguntó eljóven, y al decir
tomadla tal cual es, no tengo tiempo para esto entró el ayuda de cámara. ¿Qué es
enviar en busca de otra. Blacas,procura. lo que hay? preguntó Villefort, ¿quien ha
reis que se le dé cuanto antes el diploma llamado?¿quién pregunta por mí?
al señor de Villefort. —Un desconocido que no quiere decir
Humedeciéronse los ojos de éste con una su nombre.
lágrima de orgullosa alegria, y tomando —¿Y quétrazas tiene ese sugeto?
la cruz la besó.
—Señor, es un hombre como de cin
–Ypor ahora, ¿qué órdenes tiene á cuenta años.
bien V. Ml. comunicarme?
—Descansad, pues lo necesitais, y acor —¿Alto, ópequeño?
—De vuestra talla, señor, á poca dife
daos que siéndome inútil en Paris vuestra rencia; moreno, muy moreno, cabello ne
presencia, podeis serme en Marsella de
gro, ojos negros, cejas negras, y patillas
gran utilidad. -

–Señor; contestóVillefortinclinándo tambien negras.


se, dentro de una hora estaré fuera de —¿Y su traje ? preguntó impaciente
Paris. Villefort; ¿de que modova vestido?
—Marchad, caballero, dijo el rey; y —Gasta un gran sobretodo azul, aboto
si llegaba á olvidaros, pues la memoria nado de arriba abajo y condecorado con la
de los reyes es muy escasa, no tengais te cruz de la legion de honor.
mor en recordarme lo pasado..., Señor|| – El es; murmuró Villefort palide
baron, mandad que vayan á buscar al mi ciendo.
nistro de la guerra. Flacas, quedaos. —; Pardiez, dijo compareciendo al din
—¡Ah! señor, dijo el director de poli tel de la puerta el individuo cuyas señas
cia á Villefort al salir de las Tullerías, vos hemos descrito, que gastais unos cumpli
entrais por buen camino y teneis hecha mientos bien estraños! ¿es costumbre en
vuestra fortuna. Marsella que los hijos obliguen á sus pa
—¿Será duradera? dijo entre dientes dres á hacer antesala?
Villefort, saludando al gefe, cuya carre —¡Mi padre! esclamó Villefort, ¡ con
ra habia concluido y buscando con lavista que no me habia equivocado! estaba in
un carruage que le condujera á su po deciso de si seriais vos, ó mo.
sada. —En este caso, si no estabas seguro de
ALBUM, 67

que fuese yo, repuso el recien venido de podeis quejar; pues por vos he venido y
jando en un rincon su baston y su som este viage seguramente os salvará.
brero sobre una silla, permíteme que te –¡Ah! ¡ de veras! dijo el señor de
diga, mi querido Gerardo, que no está Noirtierarrellanándose negligentemente en
muy conforme el hacerme esperar de ese el sillon en que estaba sentado, ¡de veras!
modo.
Contádme cómo, señor magistrado, ha de
ser cosa curiosa.
—Dejadnos solos, German; dijoVille
fort.
–Padr e mio, ¿habeis oido hablar de
El criado salió notabl emente admira do. cierto club bonapartista que celebra sus
XII. reuniones en la calle de SaintJacques?
EL PADRE Y EL III). —Número 53: sí; soy su vice-presi
El señor de Noirtier, porque era élen dente.
e encia me
persona quien acababa de entrar, siguió –Padr "mio; vuestra indifer
"hace temblar.
con la vista al sirviente hasta tanto que
—¿Qué quieres, querido mio? cuando
hubo cerrado la puerta; mas temiéndose
que escuchára desde la antecámara trató uno se ha visto proscripto por los monta
de cerciorarse abriéndola de nuevo: la ñeses, cuando ha tenido que salir de Pa
ris envuelto en una carreta de heno, cuan
precaucion no fué inútil y la rapidez con
quese retiró el tio German probó no estar do se ha visto cercado en los páramos de
exento del pecado que ocasionó la perdi Bordeaux por los sabuesos del señor Ro
cion de nuestros primeros padres. El se bespierre, ha adquirido suficiente sangre
ñor de Norier se tomó entonces la moles fria para ver las cosas con calma. Conti
tia de cerrar él mismo la puerta de la an nua pues. ¿Qué es lo que ha pasado en el
tesala haciendo otro tanto con la del gabi club de la calle de Saint-Jacques?
nete;y tendiò sumanoáVillefortque habia —Ha pasado que se hizo comparecer en
seguido todos sus movimientos con una él al general Epinay, y que el general Epi
sorpresa de que no habia aun vuelto to nay que salió de su casa á las nueve de la
noche, se le halló al siguiente dia en el
davía. Sena.
— ¡Ah diantre! mi querido Gerardo,
o
dijo al jöven mirándole con una sonrisa —¿Y quién os ha contad tan bella his
torieta?
cuya espresion era difícil de definir, ¿segun
las apariencias no estàs muy satisfecho de —El rey en persona, señor.
—¡Pues bien! yo en cambio de tu his
Verme?
—Si tal padre mio, dijo Villefort, es toria, voy á comunicarte una noticia.
.—¡Pa dre mio! me figuro saber ya lo
toy contentísimo, pero estaba tan lejos, os
lo juro, de esperar vuestra visita que me que vais á decirme.
—¡Ah! ¡con qué sabeis el desembarco
há sorprendido un poco.
—Pero, querido mio, dijo sentándose el del emperador!
cio, padre mio, os ló ruego: pri
señor de Noirtier, ¡me parece que podria —Silen
decirte otro tanto, puesto que me anun mero por vos, luego por mí: si; ya sabia
cias tus desposorios para el dia 28 de fe. yo esa noticia, y aun os diré que tal vez
brero y el 4 de marzo estás en Paris! antes que vos, porquehacetres dias que he
—Si estoy aquí, padre mio, dijo Gerar venido volando por el camino de Marsella
do acercándose al señor de Noirtier, no os á Paris con la rabia de no poder enviar el
· , -

68 ALBUM.

pensamiento que abrasaba mi cerebro dos —Es cierto: pero se ha encontrado un


cientas leguas delante de mí. cadáver; eljeneral ha sido matado,y en
—¡Hace tres dias! ¿estás loco? hace todoslos paises del mundose denomina esto
tres dias no habia aun desembarcado el un asesinato.

emperador. —¿Un asesinato, dices? vaya que no


—No importa: sabia su plan. creo haya nada que pruebe que el general
—¿De qué modo? ha sido víctima de un asesinato: todos los
–Por una carta que os venia dirigida dias se encuentran cadáveres en el Sena de
de la isla de Elba y que sorprendí en la personas que desesperadas se han arrojado
cartera del enviado. Si esta carta llega á á él ó que se han anegado por no saber
caer en otras manos, á la hora ésta, padre nadar.
mio, habriais sido tal vez fusilado. –Padre mio; sabeis muy bien que el
El padre de Villefort se puso áreir. general no se ha ahogado por desespera
—Vamos, vamos, le dijo, parece que la cion, y que nadie se baña en el ena en
Restaúracion ha seguido la costumbre del el mes de enero. ¡¡No ! ¡no ! no trateis de
imperio de terminar con prontitud los ne embaucarme; la tal muerte no puede cali
gocios.... fusilado ! querido mio, pues que ficarse mas que de asesinato.
no hay mas...? ¿y esa carta en donde está? –¿Y quien la ha calificado asi?
Te conozco demasiado para suponer que | —El mismo rey.
la hayas dejado seguir su destino. -¡ El rey! yo le creia bastante filósofo
—La quemé,temeroso de que quedára para comprender que no hay asesinatosen
un solo fragmento deella,porqueesa carta política. En política, querido mio, ylo sa
era vuestra sentencia. bes tan bien como yo, no hay hombres si
—Y la pérdida de tu porvenir, respon solo ideas; no hay sentimientos, tan solo
dió con frialdad el señor de Noirtier. S, lo intereses. En política no semata á ningun
comprendo asi, pero no tengo nada que hombre; se suprime un obstáculo y nada
temer puesto que me protejes. mas. ¿Quieres saber los pormenores del
—Hago mas aun, señor, pues que os lance? pues bien, yo te los contaré. Creia
salvo.
mos poder contar con el general Epinay,
—¡Ah diablo! estoya es mas dramático;
nos le habian recomendado de allá abajo.
¡ esplícate
Uno de nosotro fué á su casa,y le invitó
—Señor; volvamos al club de la calle de á asistirá una reunion de la calle de Saint
Saint-Jacques.
—Parece que ese club es el objeto pri Jacques, en la que no encontraria mas que
vilejiado de los señores de la policía; ¿por amigos. Efectivamente; compareció y se
que no buscan mejor? de fijo le encontra le detallótodo el plan; la salida de la isla
rian. de Elba y el proyectado desembarque.
—No le han encontrado aun, pero están Luego despues de saberlo todo, de haber
ya en vereda. se enterado de todo minuciosamente, de
—Es la fórmula de costumbre; ya losé; modo que nada le quedaba por saber, nos
cuando la policía no sabe que hacerse,di dijo que era realista. Entonces nos mira
ce que tiene el hilo, y el gobierno espera mos unos.á otros, se le hizo jurar que no
con tranquilidad el dia en que vaya,á de revelaria nada; juró, pero de muy mala
cirle con las orejas gachas, que el rastro se gana; verdad es que era tentará Dios ha
ha perdido. cerlejurar de aquel modo. Ya ves, ápe
ALBUM. 69
sar de eso se permitió salir al general li hombres, se le va persiguiendo» ¿masdi
bre, enteramente libre. No ha vuelto á me en donde está?¿que hace? no sabeis
entrar en su casa;¿que quieres? querido nada. Sabeis tan solo que se le persigue:
mio; él salió de la nuestra, se habrá tal pues bien, se le continuará persiguiendo
vez equivocado de camino,quien sabe ¡Un de este modo hasta Paris sin quemar un
asesinato! en verdad que me sorprende, cartucho.
Villefort, que tú, sustituto de procurador -Grenoble y Lyon son ciudades fieles
del rey, vayas á fundar una acusacionso que le opondrán una barrera impenetra
bre pruebas tan miserables! ¿Te he dicho ble.
yojamás, cuando ejerciendo tu oficio de -Grenoble le abrirá sus puertas con
realista hacias decapitar á alguno denues entusiasmo: Lyon en masa formará suvan
tros partidarios: «hijo mio, has cometido guardia. Créeme; estamos mejor informa
«un asesinato»? No, muy al contrario,te dos que vosotros, y nuestra policía aven
he dicho siempre «Muy bien, caballero, taja en mucho á la vuestra. ¿Quieres de
« habeis combatido victoriosamente, pero ello una prueba? Nada mas fácil: tratabas
« mañana habrá la revancha.» de ocultarme tu viaje, y con todo he sabido
–Pero, padre mio, tened en considera tu llegada media hora desques de haber
cion que esa revancha será terrible cuando pasado la barrera. No habias dado seña
la tomemos nosotros.
alguna de tu habitacion mas que átu posti
-No te comprendo. llon: pues bien; he sabido en donde te hos
-¿Contaissegura la vuelta del usurpa pedabas, y la prueba está en que hevenido
dor'? -

en el mismomomento enque ibasásentar


-Yo lo creo. Ya se ve que si. teá la mesa: llama, pues, y haz que traigan
-Pues os engañais,padremio, noade otro cubierto, pues comeremos juntos.
lantará diezleguasinternándose en la Fran —Verdad es, contestóVillefortmirando
cia sin serperseguido, batido y cojido co á su padre con admiracion, verdad es que
mo una bestia salvaje. me pareceis muy bien enterado.
—El emperador, querido mio, se halla — Pues no ha de ser! la cosa es muy
en este momento en el camino de Greno sencilla; vosotros, en cuyas manos está el
ble. El 10 ó el 12 entrará en Lyon y el 20 poder, no podeis disponer de otros medios
ó el 25 en París. ue los queproporciona el dinero; nosotros
–Los pueblos se le sublevarán.... que aspiramos á entrar en el poder, tene
–Para ir delante de él. mos los que proporciona el entusiasmo.
—Tan solo le acompañan unos pocos| —¡El entusiasmo ! dijo Villefortrién
hombres y muy luego se verá agoviado|dose.
eon la persecucion de numerosos batallo —Ya se vé que si; por entusiasmo: asi
IGS,
se llama en términos decentes la ambicion
-Que servirán para aumentar suescol que espera.
ta cuando entre en la capital. Realmente, Y el padre de Villeforttendió su mano
mi querido Gerardo, eres aun muy niño. al cordon de la campanilla para llamar al
"Te crees muy bien informado porque un criado ya que su hijo no lo hacia y Ville
telégrafo os ha dichó tres ó cuatro dias fort le contuvo.
despues del desembarco; «el usurpado —Esperad, padre mio, dijo el jóven;
ha desembarcado en Cannes con algunos unapalabra no mas...,
70 KMtSi
—Di. ísu sobretodo azul y abotonado, otro do
-Por necia 'que sea la policía realista , Villefort , de color marron y de mucho
sabe á pesar de eso una cosa terrible. vuelo, probóse delante de un espejo el
—i Cual? sombrero de alas pequeñas y acanaladas)
—Son las señas del sugeto que en la del jóven con lo que pareció estar conten
mañana del dia en que desapareció el ge to de su nuevo traje y dejando su baston
neral Epinay, fué á buscarle á su casa. de caña en un rincon de la chimenea don-
¡ Ah! ¿todo eso sabe tan escelente de le pusiera al principio, hizo silvar con
policía? ¿y cual son esas señas? su nervuda mano una delgada caña de
—Tez morena, cabellos , patillas y ojos bambu con la que el elegante substituto
negros, sobretodo azul abotonado hasta daba á su airoso andar la soltura que era
la barbilla, cinta de oficial de la legion de una de sus principales cualidades.
honor en un ojal, sombrero ancho de alas — ¡ Qué te parece ! dijo dirijiéndose á
y baston de caña de Indias. su hijo estupefacto , luego que hubo veri
— ¡ Ah ! ¡ ah ! sabe todo eso, dijoNoir ficado este cambio, ¡qué te parece! ¿crees
tier, ¿y porque sabiéndolo no ha echado el que la policía es capaz de reconocerme
guante á ese sugeto? ¡ahora ?
—Porque ayer ó anteayer le perdieron —No, padre mio, balbuceó Villefort, á
de vista en la esquina de la calle de Cog- lo menos asi me parece.
Heron. —Con todo, mi querido Gerardo, en tu
— I Cuando te decia que vuestra policía prudencia fio para que desaparezcan todos
es muy imbécil ! esos objetos que te dejo.
—No os diré lo contrario, pero de un — ¡Oh! quedad tranquilo, padre mío.
momento á otro pueden prender á ese su- —Ahora si que creo que tienes razon y
|que efectivamente me habrás podido sal
—Ya se vé , dijo Noirtier mirando con var la vida. Pero no tengas cuidado yo te
la mayor frescura á su alrededor; ya se vé daré el cambio.
que sí , con tal que este hombre no esté Villefort meneó la cabeza.
sobre aviso; pero lo está ahora, añadió —Qué , ¿ te parece que no ?
sonriendo, y va á cambiar de rostro y de —Por lo menos creo que os engañais.
traje. —¿Has de volver á ver al rey?
A estas palabras se levantó , quitóse el —Tal vez.
sobretodo y la corbata, dirijióseá una mesa —¿Quiéresser tenido por él en concep-
sobre la que estaba preparado todo lo ne ijto de profeta?
cesario para el tocador de su hijo; tomó una i—Los profetas de desgracias son siem
navaja , enjabonóse el rostro y con mano pre mal recibidos en la corte, padre mio.
segura se quitó las delatoras patillas que -Si , es verdad , pero un dia ú otro se
prestaban á la policía un indicio tan pre les hace justicia : figúrate que sobreviene
cioso. Villefort le contemplaba con un ter una segunda restauracion , entonces serás
ror mezclado de admiracion. Afeitado ya tenido en mas que Mr. Talleyrand, cuyas
Noirtier varió la direccion de sus cabellos, cartas todas leemos nosotros sin ver mas
púsose en vez de la corbata negra una de que letras.
color que se le ofreció á la mano en una *—En fin , ¿qué debo decir al rey?
de las maletas abierta , vistiose en vez de —Dile esto : « Señor , se os engaña- ai
ALBtM. 71
describiros las disposiciones de la Francia, Y Noirtier salió al concluir estas pala'
la opinion pública de los pueblos , el es bras, con la tranquilidad que no le aban
pirita del ejército. Ese que en Paris lla donó un instante durante el curso de tan
mais el buitre del Corso, y á quien se lla- enojosa conversacion. Villefort pálido y
tna todavía usurpador en Nevers, llámase ajitado , asomóse á la ventana y entrea-
ya Bonaparte en Lyon y emperador en briendo las persianas viole pasar sosegado
Grenoble. Vos le creeis batido , perseguí é impasible por entre tres ó cuatro hom
do , en fuga , pero el continua avanzando! bres de mala catadura emboscados tras las
con la rapidez del águila que surmonta sus esquinas y en los patios de las casas, que
banderas : sus soldados á los que creeis tal vez estaban apostados para [arrestar al
muñéndose de hambre, rebentados defa sugeto de patillas negras , sobretodo azul
liga , prontos á desertar se aumentan co y sombrero ancho de alas.
mo los átomos de la nieve en la circunfe Villefort se mantuvo asomgdo y teme
rencia de la bola que se precipita. Señor, roso hasta tanto qué sjii padre ¡desapareció
marchad ; abandonad la Francia á su le- en el callejon de Bussy. Entonces tomó to
jitimo dueño , al que la ha conquistado : dos los objetos que aquel Idejára , ¡colocó
partid , señor , no porque hayais de tener en el fondo de su maleta la corbata negra
peligro alguno, pues vuestro adversario y el sobretodo azul , aplastó el sombrero
es bastante fuerte para haceros gracia , si que encajó bajo un armario , rompió el
no porque es muy humillante paraunnie baston de caña de indias entres trozos que
to de San Luis el deber la vida al hombrel ¡arrojó al fuego, púsose un gorro de cami
de Arcole , de Marengo y de Austerlitz ! » no, llamó á su ayuda de cámara y con una
Dile esto , Gerardo , ó mejor no le digas sola mirada le impuso silencio sobre las mil
nada, oculta tu viage, que no se trasluzca preguntas que estaba ansioso|de hacerle,
ni á lo que has venido ni lo que has he ajustó su cuenta, entró en su coche que le
cho en Paris , toma la posta , si has veni esperaba aparejado ya: supo en Lyon ¡que
do devorando el espacio rebienta caba Bonaparte habia entrado en Grenoble , y
Hos para volverte ; entra en Marsella de á través de la agitacion que reinaba en to
noche , penetra en tu casa por la puerta do el camino que recorria, llegó á Marse
trasera, y quédate allí quieto y tranquilo, lla hecho presa de la zozobra que entra en
de todos ignorado y sobre todo inofensivo el corazon del hombre con la ambicion y
para todos , pues que esta, vez te lo juro, los primeros honores.
obraremos como gentes que conocen sus!
fuerzas y las de sus enemigos. Vete, hijo| LOS CIBN DIAS.
mio ; vete mi querido Gerardo y median El señor Noirtier era buen profeta ; y
te una ciega obediencia á las órdenes de los sucesos sobrevinieron con la misma ra
tu padre , ó mejor si te parece , por defe pidez con que los habia anunciado. Espar
rencia i los consejos de un amigo, te con cióse la noticia del retorno de la isla de
servaré el destino. Esto será, añadió Noir Elba, retorno raro , miraculoso sin ejem
tier sonriendo, un escelente medio para plo en la historia y que probablemente no
tí á fin de que puedas salvarme otra vez |tendrá segundo en el porvenir. Luis XVIII
si la balanza política os eleva un dia y nos
abate á nosotros. Adiós, mi querido Gerar no opuso mas que débil resistencia á tan
do, en tu próximo viage ven á hospedarte| rudo golpe, su poca confianza en los hom
en mi casa bres le quitaba toda esperanza en el curso
72 ALBUM.

de los acontecimientos. El trono, ó mejorque las represalias no se estendiesen mas


la monarquía, apenas reconstituida por él,|allá de algunas asonadas que sitiaron á los
retemblósobre su base todavía mal segura realistas en sus casas y de los insultos que
y un solo gesto del emperador bastó para se dirigieron á los que se atrevieron á sa
desplomartodo aquel edificio, mezcla in lir á la calle. Por un giro muy natural, el
forme de antiguas preocupacionesy de las digno armador que hemos indicado perte
nuevas ideas. Villefort no obtuvo pues de necia al partido popular, le tocó á su vez
su rey mas que un reconocimiento no solo encontrarse en aquel entonces, no diremos
inútil por el momento sique hasta peligro omnipotente, porque el señor Morrel era
so, en aquella cruz de la legion de honor unhombre prudente ybastante tímido co
que tuvo la prudencia de no enseñará na mo todos los que lenta y laboriosamente
die, aunque el señor de Blacas, como se han labrado su fortuna mercantil, pero sí
lo encomendára el rey, le hizo espedir con en estado, á pesar de su calculado entu
la mayor prontitud el diploma. Napoleon siasmo bonapartista que le hacia tener en
hubiera indudablemente destituido á Vi concepto de moderado, en estado de po
llefort á no haber mediado la proteccion der levantar la vozpara apoyar sus recla
de Noirtier, que disfrutó de mucho influjo maciones. Esta reclamacion como se de
en la corte de los Cien dias ya por los pe duce fácilmente tenia por objeto la liber
ligros que habia arrostrado, ya por los ser tad de Dantes. -

vicios que prestára. Así que como se lo Villefort quedó en su destinoá pesar de
habia prometido el girondino de 93 y el la caida de su superior, y su casamiento
senador de 1806 protegió al que le salvá quedó aplazado para mas dichosos tiem
ra la víspera. Todos los conatos de Ville pos. Si el emperador conservaba el trono,
fort se redujeron pues, durante la corta conveníale á Gerardo otra alianza, y su
evocacion del imperio cuya segunda caida padre quedaba encargado de proporcio
fué muy fácil de preveer desde luego, á nársela.Si una segunda restauracion de
sofocar el secreto queDantes habia estado volvia á la Francia á Luis XVIII la in
á pique de divulgar. Tan solo el procura fluencia del señor de Saint-Meran se du
dor del rey fué destituido bajo el supuesto plicaba al par que la suya, y la proyecta
deser muy poco adicto á los bonapartistas. da union venia a ser mas ventajosa que
Con todo,apenas estuvo un poco en au nunca. El substituto de procurador del rey
ge elpoder imperial, esdecir, apenas elem se hallaba pues interinamente la prime
perador habitó las Tullerías que Luis XVIII|ra autoridad de Marsella, cuando una ma
acababa de abandonar, y hubo espedido|ñana abrióse la puerta de su despacho, y
las órdenes numerosas y divergentes des-|fué anunciado el señor Morrel. Otro se
de aquel gabinete en que siguiendo áVi-|hubiera apresurado á agasajar al armador,
llefort introdujimos á nuestros lectores y|y este agasajo habria indicado su debili
sobre la mesa de nogal en la que encontró|dad; pero Villefort era un hombre supe
abierta aun y á medio llenar la caja de pol-|rior quetenia sino la práctica á lo menos
vo de Luis XVIII; cuando en Mlarsella, á|el instinto de toda clasede negocios. Obli
pesar de la oposicion de los magistrados,|gópues á Morrelá hacer un rato de ante
empezaron á destellar algunos chispazos sala cualsi hubiese sido en tiempo de la
de la guerra civil siempre mal reprimida|restauracion.
en el Mediodia. Poco faltó entonces paral El señor Morrel esperaba encontrar á
ALBUMI, 73

Villefort abatido; pero le halló cual lo vie un crímen en aquella época, son hoy dia
ra seis semanas antes, es decir,tranquilo, méritospara alcanzar favor. Vos serviais
grave y cargado de esa fria política bar entonces á Luis XVIII y condenándole
rera de las mas impenetrables que separa cumplisteis vuestro deber; hoy dia servis
al hombre de talento del hombre vulgar á Napoleon por lo que debeis protejerle,
Habia entrado en el gabinete de Villefort es vuestro deber ahora. Vengo pues
convencido de que el magistrado iba a preguntaros que se ha hecho de él.
temblará su vista, y fué éi quien, por el Villefort hizo un violento esfuerzo para
contrario, tembló y se conmovió delante dominarse.
aquel severo personage que le esperaba —¿El nombre del sugeto? preguntó,
apoyado el codo sobre su bufete y la bar. tened la bondad de decírmelo.
ba en la mano. Detúvose al pasar la puer —Edmundo Dantes. " , , ,
ta. Villefort le miró como si le fuese difi Es evidente que Villefort hubiese pre
cil reconocerle: en fin despues de algunos ferido recibir en un desafío el fuego de
segundos de exámen y de silencio, duran su adversario á veinte y cincopasos á oir
te los que el armador dióvueltas en todas pronunciar este nombre á boca de jarro,
direcciones á su sombrero, dijo Villefort. con todo ni siquiera arqueó las cejas. «De
—¿Creo, me han dicho, que erais else «este modo, dijo para sí Villefort, no po
fior Morrel? « dráachacarseme la prision de este jóven
—Si, señor, el mismo, contestó el ar «y acusarseme de haber hecho de ello una
mador. «cuestion personal.»
—Acercaos pues; continuó el magistra —¿Dantes? repitió, ¿Edmundo Dantes
do haciéndole con la mano un signo de decis?
amigable proteccion; decidme, á que ob —Si señor.
jeto debo yo el honor de esta visita. Villefort tomó entonces de un estante
—¿No os lo figurais, señor? preguntó de su librería un voluminoso registro, el
Morrel. que colocó sobre una mesa, traspasólelue
—No puedo caer en ello; con todo es go á un atril y dirigiéndose al armador le
toypronto á complaceros en todo cuanto dijo con el aire mas natural
esté en mi mano. —¿Estais bien seguro de no engañaros,
—La cosa depende enteramente devos, caballero º
señor; dijo Morrel. Si Morrel hubiese sido mas ladino, ó
—Esplicaospues. haliádose mas enterado en este asunto,
–Señor; continuó el armador serenán le hubiese parecido estravagante que un
dose su espíritu ámedida que iba hablan substituto de procurador del rey se pres
do, y alentado á maspor la justicia de su tase á satisfacerle en un asunto completa
causa y su favorable posicion; os acorda mente ageno de su incumbencia; y se hu
reis que algunos dias antes deque se supiese biera preguntado porqué Villefort no le
eldesembarco de S. M. elemperador,vine enviaba á informarse á los registros de la
á reclamar vuestra indulgencia en favor cárcel, óá sus alcaides, ó al prefecto del
de un desgraciadojóven; un marino, se departamento. Pero Morrel, buscando en
gundo á bordo de mi fragata. Se le acu Villefort algun resto de temor, novió en
saba, si recordais, de tener relaciones en él, desde el momento en que se convenció
la isla de Elba: estas relaciones que eran de que el temor no existía, mas que una
19
74 ALBUMI.

condescendencia , asi que Villefort le pa —¡Oh! no tengais cuidado, lo transpor


recióun hombre íntegro. tarian probablemente á Fenestrelles, á
—No, señor; dijo Morrel, no me enga Pignerol, ó á lasislas de Santa Margarita;
iño; á mas de que hace diez años que co lo que se llama desterrarle de su patria en
nozco al pobre chico y cuatro que le ten términos facultativos, y no estrañaré que
go á mis órdenes. Yo vine, ya os acorda el dia menos pensado le veais venir á to
réis, hace seis semanas, á suplicarosfue mar el mando de su buque.
seis clemente como vengo ahora á rogaros —Venga cuando quiera, su plaza le
seais justo. Me recibisteis entonces bastan será conservada. ¿Pero como es que no
te mal y me contestasteis displicente. ¡Ah! haya venido ya? me parece que los pri
¡ cuán crueles eran entonces los realistas meros cuidados del gobierno imperial de
para con los bonapartistas ! bian dirigirse á poner en libertad los en
–Caballero, contestó Villefort con su carcelados por los realistas.
viveza y sangre fria ordinarias,era yo rea —No acuseistemerariamente, mi que
lista entoncesporque creía ver en los Bor rido señor Morrel, contestó Villefort, es
bones no solo á los herederos legítimos del preciso en todas las cosas proceder con
trono si que tambien á los elegidos de la legalidad; la órden de prision vino de allá
nacion. Pero la milagrosa vuelta de que arriba y de allá arriba espreciso que ven
acabamos de ser testigos ha probado que ga la órden para su escarcelacion. A mas
me engañaba: el genio de Napoleon ha de que apenas hace quince dias que go
vencido, la legítimidad está en el amor de bierna Napoleon, apenas deben haberse
los pueblos. - espedido las órdenes de indulto.
–Enhorabuena, esclamó Morrel con su –Pero, preguntó Morrel, ¿no hay me
bondadosafranqueza, me dais una satisfac dio para apresurar esasformalidades?Aho
cion en oiros hablar así, y meprometo fe ra que triunfamos, tengo alguna influencia
licidades para Edmundo. y puedo lograr el que se le borre de la lista
—Esperad, dijo Villefort ojeando de de presos.
nuevo el registro, me parece... esun ma —Pero si no ha habido prision.
rino, no es esto, que iba á casar con una –Por lo menos de la de la cárcel.
bella catalana? sí, sí, ¡oh ! ya me acuer —En política no hay rejistros de cárcel.
do: ¡la cosa era muygrave ! Cuando losgobernantes tienen interés en
–¡Cómo ! que desaparezca un hombre sin que quede
—¿Ya sabéis que al salir de mi casa rastro de su paso, los rejistros de la cárcel
fué conducido á las cárceles del palacio de Servirian de guia para hacer pesquisas.
la Justicia? —Esto podrá tener lugar bajo el domi
—Sí, ¿y qué? nio de los Borbones, pero ahora...
—¡Y qué! dí el parte á Paris á donde| —Lo mismo que antes y que siempre,
envié lospapelesque se le encontraran en mi querido señor Morrel; los gobiernos se
cima; era mi deber, que quereis... y des suceden y se asemejan. El reglamento pe
pues de ocho dias de prision, se lo lleva nitenciario propuesto por Luis XIV está
I'OIl...
aun hoy dia vijente,á escepcion de la Bas-
—¡Se lo llevaron l esclamó Morrel; itilla que un accidente ha destruido; el
1

pero que es lo que hicieron del pobre Emperador es mas severo por conservar
chico º
el réjimen de las prisiones de lo que lo fué
ALBUM.I. 75

mestro gran rey; y el número de encar-patriotismo de Dantes y los servicios que


celados que no constan en los rejistros es|este prestara á la causa bonapartista. Se
incalculable. gun este memorial Dantes habia sido uno
Tanta benevolencia hubiera podido des de los mas activos agentes para procurar
lumbrar al que tuviera completa certeza y la vuelta de Napoleon. Era evidente que
Morrel ni siquiera sospechas tenia. al leer semejante escrito, el ministro de
–Pero en fin, señor de Villefort, le bia hacer justicia sobre la marcha, si es
dijo;¿que consejo me dais para apresurar que no la habia hecho ya. Terminada la
la vuelta del pobre Dantes? solicitud, Villefort la leyó en voz alta.
—Uno solo, caballero; haced un memo – Esto es: dijo; ahora descansad en
rial al ministro de justicia. mi.
—¡Oh! señor;ya sabemos lo que son —¿La solicitud marchará pronto, se
memoriales, el ministro recibe doscientos ñor?
todos los dias y apenas lee cuatro. —Hoy mismo.
—Teneis razon, pero leerá todo memo —¿Informada por vos!
rial que yo le remita informado por mi, y —El mejor informe quepuede llegará
dirijidopor mi conducto. ponerse, caballero, es certificar como es
—¿Y querriais vos encargarosde remitir verdad todo lo que decis en estademanda.
esa solicitud, caballero? Y Villefort, sentándose á su vez, puso
—De muy buena gana. Dantes pudo al márgen de la peticion su certificado.
entonces ser culpable pero hoy dia es ino —Ahora, señor, ¿que es lo que se ha de
cente; y por lo tanto es mi deber volver la hacer?
libertad á aquelá quien se laquité en cum —Esperar, contestó Villefort, todo lo
plimiento de mi obligacion. demas queda á mi cargo.
Villefort prevenia asi el peligro de una Esta promesa volvió á Morrel la espe
informacion poco probable,pero posible; ranza; separóse del substituto del procu
informacion que le perdia irremisible rador del rey lleno de entusiasmo, y fué
mente. á anunciar al viejo padre de Dantes que
—¿Yen que sentidose escribeun memo no tardaría en volver áverá su hijo. En
rial al ministro? cuanto á Villefort en vez de enviar la so
—entaos aqui, señor de Morrel, dijo licitud á Paris la guardó cuidadosamente
Villefort cediendo su asiento al armador, puesto que el escrito que entonces podia
que yo os dictaré: no perdamos tiempo, salvar á Dantes, le comprometía irremi
pueshemos malgastado ya demasiado. siblemente en lo futuro, suponiendo un
—Teneis razon, caballero: acordémonos desenlace que el aspecto de la Europa y
que el pobre muchacho espera, sufre y se el curso de los sucesos permitian ya pre
desespera tal vez. veer; es decir una segunda restauracion.
Villefort se horrorizó á la idea de aquel Dantes quedó pues, preso; sumido en lo
preso, que le maldecia en el silencio y os profundo de un calabozo no llegó á sus
curidad; pero habia adelantado demasiado oidos el formidable estruendo que causó
para volverse atrás. Dantes puesdebiape la caida del trono de Luis XVIII, ni el
recer víctima de su ambicion. mas espantoso aun del hundimiento del
Villefort dictó una solicitud cuyo objeto imperio.
no presentaba duda alguna: exageraba el Pero Villefort lo había previsto con ojo
76 ALBUM.
avizor ; lo habia escuchado todo con oido español , en cuya casa entró en clase de
atento. Dos veces empero, durante la cor escribiente á últimos de marzo, es decir
ta aparicion imperial llamada de los cien once ó doce dias despues de la entrada de
dias, volvió Morrel á la carga, insistiendo Napoleon en las 'fullerias. Partió pues
siempre por la libertad de Dantes; y cada paraMadrid y no se supo nada mas de él.
vez tuvo que apaciguarle Villefort con Fernando no comprendió nada. Dantes
promesas y esperanzas. En fin llegó la cé estaba ausente; esto era todo - lo que de
lebrejornada de Waterloo. Morrel no vol seaba. ¿Qué habia sido de él? no trató de
vió á comparecer en casa de Villefort. El saberlo siquiera. Durante el plazo que le
armador habia hec'o por su joven amigo concedia su ausencia hizo lo posible unas
todo lo que humanamente le habia sido veces para engañar á Mercedes sobre los
posible. motivos de aquella separacion, y otrasen-
Ensayar mas tentativas con la nue treteniéndose en meditar planes de emi
va restauracion era comprometerse inú gracion y de rapto.
tilmente. Luis \ VIH «volvió á subir al De vez en cuando, en ciertos momen
trono ; Villefort para el que Marsella no tos sombrios , se sentaba en la punta del
presentaba mas que recuerdos acompaña promontorio del Faro, en ese sitio de don
dos de remordimientos , solicito y obtuvo de se distinguen á la vez Marsella y el
el destino de procurador del rey , vacante barrio de los Catalanes , mirando triste é
en Tolosa. Quince dias despues de su ins inmóvil cual ave de rapiña , si veia venir
talacion en la nueva residencia , casó con por una de ambas direcciones al gallardo
la señorita Reike de Saint-Meran cuyo jóven de noble andar y altiva cabeza que
padre gozaba de mas favor que nunca. He debia ser para si propio el mensagero de
aqui como Dantes durante los cien dias, y horrible venganza. Para este caso tenia ya
despues dela jornada de Waterloo se que Fernando tomada su determinacion: rom
dó siempre bajo cerrojos olvidado sino de pía á Dantes la cabeza de un fusilazo, y
los hombres por lo menos de Dios. se mataba despues , decíase á si propio ,
Danglars echó de ver las consecuencias para dar un colorido al asesinato. Pero Fer
del golpe con que habia herido á Dantes nando se haeia ilusiones : no era capaz de
cuando volvió á Francia Napoleon. Sude suicidarse porque conservaba la esperanza.
nuncia habia salido cierta , y como todos Entretanto, y en medio de tantas do-
los hombres algun tanto avezados al cri lorosas oscilaciones, el imperio exijió una
men y de un mediano conocimiento delos nueva leva y tod s los que estaban en dis
sucesos de la vida comun , llamó á esta posicion de tomar las armas se lanzaron
estravagante coincidencia un decreto de ta fuera de Francia á la retumbante voz del
Providencia. Pero cuandoestuvo devuelta Emperador. Fernando marchó como los
en Paris y dejó de nuevo oir su voz altiva ¡otros, abandonando su choza y á Mercedes,
y pujante, Danglars tuvo miedo. A cada y corroido por la sombria y horrible idea
instante le parecía ver presentarse á Dan- de que durante su ausencia su rival iba á
tes; á Dantes sabiéndolo todo ; á Dantes volver y á casarse con la que amaba. En
amenazador y fuerte como todas las ven cuanto á la jóveu, la compasion que pare
ganzas. Entonces manifestó al señor Mor cía tenerla por su desgracia , los cuidados
rei sus deseos de dejar el servicio del mar que se tomaba en prevenirla los menores
y se hizo recomendar á un comerciante ¡deseos, habian producido el efecto que cau-
ALBUM. 77
san .siempre á los corazones generosos las ñor Morrel satisfizo todos ios gastos de su
apariencias de rendimiento. Mercedes ha- entierro, y pagó las costas y deudas queet
bia profesado siempre a Fernando una sin- viajo habia contraido durante sueuferme-
cera amistad, esta se aumentó con el re- dad. Algo mas que una accion caritativa se
conocimiento. « Hermano mio, le decía envolvía en este modo de obrar , había en
«sujetándole á las' espaldas el morral ¡her ello su valor, En el Mediodia estaiiaien-
« mano mío ! ¡ mi único amigo ! no te lia - flcendida la guerra y socorrer en su¡¡l«clio
« gas matar, no me dejes en este mundo| de muerte al padre de un bonapartistatan
« en que no hago mas que llorar, y en el peligroso como Dantes era un crimen.
« que quedaria sola si tu faltabas.
XIV.
Estas palabras pronunciadas en el acto
de su partida dieron á Fernando alguna EL PRESO FUMOSO Y EL PEESO LOCO.
esperanza. Si Dantes no volvía , podia Mer Un año sobre poco mas ó menos, des
«edes ser suya. Mercedes ¡quedó sola en pues de la vuelta de LuisXVHI se efectuo
aquella tierra que jamás le pareciera tan por el inspector general una visita de cár
árida y con el mar por único horizonte celes. Llamábase el inspector de Boville.
Siempre bañada en llanto , como aquella Dantes oyó el tráfago que causaban los
leca cuya dolorosa historia se nos cuenta , preparativos desde el fondo de su calabo
sd ta veia errante sin cesar al rededor del zo, que si bien en lo alto causaban grande
pequeño barrio de los Catalanes , ora pa |estruendo, alli abajo se percibia tan solo
rándose en lo mas fuerte del sol de Mediodia como un susurro inapreciable para otro
de pié, inmóvil, muda como una estátua, oido que el de un preso acostumbrado á
fija su vista en Marsella ; ora sentada á la escuchar en ¡el silencio de la noche á la
orilla del mar escuchando el incesante je-| araña tejiendo su tela, y la periódica caida
ínir de las olas, eterno como su dolor , y ¡de la gota de agua que gasta una hora para
preguntándose sin cesar si no le era mejor formarse en el techo de su calabozo.
abalanzarse hacia él, abandonarse á su Adivinó que ocurria allá entre los vi-
propio peso y abrir el abismo que debia ientes algo de extraordinario : ocupando
tragarla que sufrir tan crueles alternativas despues de tanto tiémpo una tumba bien
de una -esperanza sin fundamento. No fal podia considerarse como muerto. En efec-
taba valor á Mercedes para realizar su pro -mo; el inspector visitaba uno despues de
yecto, pero la religion vino en su ayuda |otro los cuartos, celdas y calabozos; in
y la salvó del suicidio. terrogó á varios presos , es decir , á aque
Caderousse fué llamado á las armas co-| llos cuya apacibilidad ó estupidez llamaba
mo Fernando; tan solo que como tenia la benévola atencion de la administracion.
ocho años mas que el catalan y era casado, El inspector les preguntaba si eran buenos
no partió hasta la tercer leva y se le envió| los alimentos y si tenian algo que esponer
á vijilar las costas. ó reclamar. Contestaron unánimes que el
El viejo Dantes,. alimentado tan solo por alimento era detestable y que lo que re
la esperanza la perdió con la caida del Em-j clamaban era su libertad. Entonces el ins
perador. Cinco meses, dia por dia, despues pector les repitió si tenian algo mas que
de separarle de su hijo y cuasi á la misma decir, menearon la-caheza negativamente:
hora en que le prendieron, exhaló el últi ¿un preso que puede reclamar sino la li-
mo suspiro «n brazos de Mercedes. El se-¡|bertad ?
20
78 ALBUMI,

El señor de Boville se dirijió al gober —¡Vaya! ¿con que es un loco el tal


nador sonriendo: sugeto?
–¿No sé porque nos mandanhacer es –Peor que eso, dijo el llavero, es un
monio.
tas inútiles visitas? quien ve una cárcelve
ciento; quien oye áun preso oye á mil, -¿Quereis quedé queja de él? pregun-
siempre la misma cosa; mal alimentados |tó el inspector al gobernador.
inocentes ¿Haymas presos? -Es inútil, señor,bastantecastigado es
–Si,tenemos los presos peligrosos y los tá, á masde que al presente está cuasiloco y
locos encerrados en calabozos. segun los resultadosque nos prestan nues
tras observaciones, antes de un año lo es
—Vaya pues, dijo el inspector con aire
perezoso, cumplamos nuestra mision con tará completamente.
escrupulosa ecsactitud, bajemos á los ca —Tanto mejorpara él, dijo el inspec
labozos. tor, cuando llegue á ese estado padecerá
0IOS.
—Esperad, dijo el gobernador; que va
yan á buscar un par de hombres á lo me Erase este sugeto,como se habrá echa
nos. Lospresos cometen á veces,cansados do de ver, un hombre lleno de humanidad
de vivir y para lograr que les condenená y muy digno de las filantrópicas funciones
muerte, inútiles actos de desesperacion, que estaba desempeñando.
podriais ser víctima de uno de ellos. —Teneis razon,señor, dijo el goberna
–Tomad pues vuestras precauciones. dor, y vuestra observacion me prueba que
En efecto, enviáronse á buscar dos sol habeis estudiado en la materia. Tam
dados y con esta escolta empezaron á ba bien tenemos, en otro calabozo apenas se
jar la escalera tan húmeda, infecta y en parado de este unos treinta pies y al que
mohecida que cuantos la atravesaban te conduce otra escalera,un abate viejo, an
nian afectados á la vez por todo aquel tre tiguo gefe de partido en Italia, que está
cho la vista, el olfato y respiracion. aquí desde el año 1811, volviéndose loco
¡Oh! esclamó el inspector parándose á á fines de 1813; el cual desde esta última
mitad de la escalera; ¿quien diablospuede época se ha desfigurado tanto que física
habitar aquí? mente es imposible reconocerle; ya llora,
—Un conspirador de los mas rie,ya enflaquece, ya engorda. ¿Queréis
y que me ha sido recomendado especial erle antes que á éste?su locura es diver
mente como hombre capaz de todo. tida y os aseguro que no os entristecerá.
–¿Está solo? —Veré al uno y al otro, constestó el
—Si por cierto. inspector,espreciso cumplir concienzuda
—¿Y cuanto tiempo hace que está mente los cargos del destino.
ahi? Era la primera vez que al inspector le
—Un año á poca diferencia. tocaba visitar y por lo tanto queria que la
–¿Y desde el dia de su entrada se le autoridad le tuviese en buen concepto.
encerróya en ese calabozo?
—No señor, sino despues de haber que — Entremos antes en este de aquí;
añadió.
rido matar al llavero encargado de llevar
le la comida; ahi está, es el mismo que —De muy gana, contestó el goberna
alumbra, ¿es verdad, Antonio? dor,é hizo unaseñal al llavero quien abrió
—Muy cierto es que quiso matarme, la puerta.
contestó el llavero. Al oir el rechinamiento de los pesados
ALBUM. 79
cerrojos, al chillido de los mohosos goznes pero que se me ponga en libertad si soy
girando sobre sus ejes, Dantes acurrucado inocente.
en un rincon del calabozo en el que reci —¿Se os alimenta bien? preguntó el
bia con indecible placer el pequeño rayo inspector.
de luz que penetraba á través de una an -¡Sí, yo creo que si... no lo sé, eso
gosta lumbrera enrejada,levantó la cabe me importa poco! Lo que debe llamar la
za. A la vista de un desconocido alum atencion no solo de un infeliz preso si que
brado por dos llaveros con antorchas y detodos los magistrados encargadosde ad
acompañado de dos soldados y al que ha ministrar justicia, y mas aun la del rey
blaba el gobernador sombrero en mano, que nosgobierna, es el que un inocente
adivinó Dantes lo que seria; y viendo por no sea víctima de una infame denuncia y
finquesepresentaba una ocasion de implo no muera aherrojado maldiciendo á sus
rar áuna autoridad superior, dióun salto verdugos.
conlas manos juntas en actitud suplicante. —Estais hoy muy razonable, dijo elgo
Los soldados calaron al momento la bayo bernador, no habeis estado siempre como
neta porque creyeron que el preso iba á ahora. Hablais demuy diverso modo,que
lanzarse contra el inspector con siniestras rido amigo, que el dia en que quisisteis
intenciones; el mismo señor de Boville dió matar á vuestro llavero.
un paso atrás. —Verdad es, señor, dijo Dantes, y por
Dantes echó de ver en esta accion que ellopido humildemente perdoná ese hom
le tenian en opinion de hombre temible. bre, que siembre ha sido muy bondadoso
Procuró pues que su mirada fuese tan hu conmigo;pero que queréis, yo estaba lo
milde y sumisa cuanto está en la mano del co... furioso...
hombrepoderlo lograr, yespresándose con –¿Y ahora no lo estais ya?
una especie de piadosa elocuencia que ad —No, señor, porque la cautividad me
miróá los circunstantes, probó de ver si ha doblegado,me ha quebrantado, me ha
conmoveria al visitador. El inspector es anonadado... ¡hace tanto tiempo que es
cuchó hasta el cabo y sin interrumpir el toy aquí!,..
discurso de Dantes; cuando hubo conclui –¡Muchotiempo! ¿en qué época fuis
do se dirigió al gobernador diciéndole por teis preso? preguntó el inspector.
lo bajo. —El 28 de febrero de 1815 á las dos
—Me parece que volverá á entrar en de la tarde.
juicio, está ya dispuesto á sentimientos El inspector echó sus cuentas.
mas apacibles..... Ved como el miedo le —Estamos al 30dejulio de 1816. ¿Qué
hace impresion, ha retrocedido delante lases lo que decís? Apenas hay diez y siete
bayonetas cuando un loco no se detiene meses que estais preso.
ante ningun obstáculo; sobre este asunto —¡No mas que diezysiete meses! re
hice algunas curiosas observaciones en Cha-|puso Dantes. ¡Ah! señor ¡vos no sabeis
renton:y dirigiéndose luego al prisionero:|lo que son diez y siete meses de cárcell
en resúmen, ¿qué es lo que pedís? sobre todo para aquel que como yo, iba
–¡Saber que crímen he cometido! ¡pi-|ya á ser dichoso; para aquel que como
do que se me señalen jueces para juzgar-yo,iba á casarse con una jóven bella; pa
me! ¡pido que se me forme causal pidora aquel que veía abrirsele una honrosa
en fin que se me fusile si soy culpable,lcarrera y que todo esto desaparece en un
80 ALBUM.

momento, que en medio del mas bello y -¡Oh ! ¡ en este caso, "señor,ya esto
esplendente dia se vé sumido en las tinie libre l ¡ya estoy salvado!
blas mas profundas,..que vé perdida su -¿Quién osmandóprender? dijo el ins
carrera, que ignora si la que le amaba le pector.
ama todavía, que ignora si ha muerto ó —El señor de Villefort: habladleyen
vive aun su anciano padre. Diez y siete tendeos con él. " . "
meses de prision para el hombre habitua -Hace ya un año que el señor de Vi
do al aire del mar, á la independencia del llefort no está en Marsella,pues marchóá
marino, que solo tiene por límites el es Nimes.
pacio, la inmensidad, lo infinito; señor, -¡Ah! en este caso no me admira ya
diez y siete meses de prision, es castigo á miprolongada prision, murmuró Dantes,
que no son acreedores los criminales de mi único protector se ha alejado.
signados con el mas odioso dictado! ¡Te -¿El señor de Villefort tenia contra vos
ned piedad de mí, señor, ypedid para mi algun motivo de encono?
no indulgencia si que rigor, no una gra —Ninguno, señor; muy al contrario
cia pero si una sentencia! ¡Jueces, señor! ha sido muy bondadoso conmigo.
no pido mas que jueces. No puedená nin -¿Puedo pues, dar entera confianza y
gun acusado negársele jueces. crédito á las notas que respecto ávos ha
—Esta bien,dijo el inspector, veremos: ya dejado, ó que me remita?
dirigiéndose luego al gobernador le dijo: —Sin ningun reparo, señor.
por cierto que este pobre diablo me ha -Está bien: tened confianza.
dado lastima. Al subir me enseñareis vues Dantes cayó de rodillas; levantó sus ma
tro registro. nos al cielo y murmuró una plegaria en
—No tengo inconveniente, dijo el go la que encomendaba á Dios á aquel hom
bernador, pero creo que hallaréis en él bre que habia descendido á su prisioná
terribles anotaciones. semejanza del salvador para librar las al
–Señor, continuó Dantes, ya sé que mas de los condenados. La puerta volvió
no estais facultado para hacerme salir de á cerrarse, pero la esperanza que bajó con
aquísin consultarlo, pero á lo menos po el señor de Boville quedó encerrada en el
deis trasmitir mi suplica á la autoridad, calabozo de Dantes.
podeis lograr que se me forme sumaria, -¿Quereis ver el registro en seguida,
podeis en fin alcanzar que se me juzgue pregunt, el gobernador, ópasar al cala
cual corresponde. Un tribunal es lo único bozo del abate?
que pido, sepa yo á lo menos que crímen -Acabemos de una vez con los cala
he cometido y á que pena estoy condena bozos, contestó el inspector, pues que tal
do, porque ya conoceréis que la incerti vez no tendria luego suficiente valor para
dumbre es el peor de los suplicios. concluir mi triste mision.
–Vamos á ver, esplicaos y contestad -¡Ah! lo que es este no es un preso
me; dijo el inspector. como ese otro, y su locura entristece me
-

—Señor, esclamó Dantes, conozco por


vuestra voz que estais conmovido; caba nos que la razon de su vecino.
–¿Y cual es su manía ?
llero, decidme ¿podré esperar?
—En cuanto á eso nada puedo deciros; –¡Oh! una idea estraña: creese po
puedo tan solo prometeros examinar las seer un inmenso tesoro. El primer año de
anotaciones que os atañen. |su encarcelamiento hizo ofrecer un millon
ALBUM. 81

al gobierno si este le queria poner en li —No habeis comprendido, repuso el


bertad. Al segundo año dos millones, al inspector; yo soy un agente delgobierno,
tercero tres y asi progresivamente. Han comisionado para recorrer las prisiones y
cumplido ya cinco años que se halla aqui, atenderá las reclamaciones de los presos.
yprobablemente os pedirá tengais la bon —¡Oh! en este caso señor, ya es otra
dad de concederle un rato de conversa cosa, esclamó vivamente el abate, espero
cion á solas, en la que os ofrecerá cinco que pronto nos entenderemos.
millones. —Oué tal! dijo el gobernador; ¿veis co
-¡Ah! ¡ah! en efecto es curioso, di no comienza ya cual os habia yo anun
jo el inspector, ¿y como se llama ese mi ciado?
llonario? —Señor, continuó el preso, yo soy el
–El abate Faria. abate Faria, nacido en Roma el año 1768,
—¿Número 27? dijo el inspector le he sido secretario del conde Spada, últi
yendo sobre una puerta esta cifra. mo de los príncipes de este nombre, por
—Aquí está. Abrid Antonio. espacio de veinte años y fuí preso, aun
El llavero obedeció: y el señor de Bo no sé de fijo el porqué, al principio del
ville dirigió su curiosa mirada al calabozo año 1808: desde entonces estoy reclaman
del abate loco, á quien se designaba asige do mi libertad de las autoridades italianas
neralmente. En medio del cuarto, en un yfrancesas.
círculo marcado en tierra con un pedazo —¿Y porqué de las italianas? preguntó
de yeso desprendido del muro, estaba el gobernador.
echado un hombre cuasi en cueros, ¡ tan —Porque yo fuí preso en Piombino y
destrozados y hechos girones estaban sus me presumo que al igual de Milan y Flo
vestidos! Delineaba en aquel círculo fi rencia, Piombino será cabeza de partido
guras geométricas muy regulares, y pa de algun departamento francés.
recía hallarse tan abismado en resolver su El inspector y el gobernador se miraron
problema como lo estaba Archímedes cuan riendo.
do le mató un soldado de Marcelo. Asi —Diantre, querido, dijo el inspector,
que no se meneó apesar del ruido que hi vuestras noticias de Italia no son muy re
ciera al abrirse la puerta del calabozo, y cientes.
apenas pareció dispertar cuando la luz de —Datan del dia en que fuí conducido
las antorchas iluminó con un resplandor desde Fenestrelles aqui, señor, dijo el
inusitado el húmedo suelo sobre que tra abate Faria, y esto fué en 1811:y como
bajaba. Entonces volvió la cabeza, y vió S. M. el emperador habia erigido el reino
con admiracion la numerosa comitiva que de Roma para el hijo que el cielo acababa
acababa de entrar en su calabozo. Levantó de concederle, me figuro que continuan
se al momento, tomó un cubre cama arro do sus conquistas habrá logrado realizar
jado á los pies de su gergon y se arropó la idea de Machiavelo y Cesar Borgia que
conpresteza para presentarse algo mas de era la de hacer de toda la Italia un solo y
cente á la vista de los estraños. UIIICO TelDO.

—¿Teneis que pedir alguna cosa? dijo —Caballero, dijo el inspector, la pro
el inspector sin variar su fórmula. |videncia, afortunadamente ha cambiado
—Yo, señor, dijo admirado el abate, algun tanto ese plan gigantesco del que
yo no pido nada. pre 1decidido partidario.
82 ALBUMI.

—Es el único medio para hacer de Ita —Querido, dijo el gobernador; desgra
lia un estadofuerte, independiente y di ciadamente sabemos ya de antemano y de
choso; dijo el abate. memoria lo que vais á decirnos. Se trata .
—Eso podrá sermuyposible, contestó de vuestros tesoros, ¿no es asiº
el inspector, pero yo no he venido aqui Faria miró á aquel hombre burlon con
para entablar con vos una discusion de po unos ojos en que un observador desintere
lítica ultramontana ysipara preguntaros, sado hubiera visto brillar un rayo de razon
lo que heverificado ya, si teneis que ha y de verdad.
cer alguna reclamacion sobre vuestro ali —Sin duda, dijo el abate; ¿ de que que
mento y habitacion. reis que hable sino de eso?
—La comida es la misma que en todas —Señor inspector, continuó el gober
las cárceles, contestó el abate, es decir, nador; yo puedo contaros esa historia tan
inadmisible. En cuanto al cuarto ya loveis bien como el abate,pues que hace cuatro
es húmedo y mal sano, pero bastante có ó cinco años que mis oidos no oyen otra
modo para ser calabozo. Ahora no es eso COSa.
de lo que quiero yo tratar, y si de las in —Fsto prueba, señor gobernador, que
portantesrevelaciones que tengo que hacer Sois como aquellasjentes de que nos habla
algobierno. -
la Escritura que tienen ojos y noven, oidos
—Ya empieza, dijo porlo bajo elgober y no oyen.
nador al señor de Boville.
—Querido señor, dijo el inspector; el
—Hé aquí porqueme considero dichoso
gobierno es rico, y no necesitaá Dios gra
porvuestra visita, continuó el abate,ápe
cias de vuestro dinero;guardadle pues para
sar de que me habeis distrado en un cál
cuando salgais de la cárcel.
culo muy importante, y que,si acierto con
él, cambiará probablemente la teoría del Las pupilas del abate se dilataron,y co
jiendo la mano del inspector le dijo:
sistema planetario de Newton. ¿Podriais
concederme el favor de una entrevista á —Pero, si yo no llego ásalir jamás de
solas? esta prision, si contratoda justicia se me
retiene en el calabozo, si mitrero sin haber
—¡Heim ! ¿Que os decia yo? dijo al
trasmitido á nadie ni secreto, ese tesoro
inspector el gobernador.
—Vos conoceis vuestros presos, contes se perderá para siempre.¿No valdrianas
tó aquel sonriendo: luego dirijiéndose á que el gobierno lo aprovechára y yo con
Faria: caballero, lo que me pedís es impo él? ¡Daré hasta seis millones, señor! si:
sible. ¡abandonaré seis millones y me contenta
–Con todo, repuso el abate, setrata de ré con el resto si me devuelven la liber
adquirir el gobierno una suma enorme, tad !
una suma de cinco millones por ejemplo. —Os aseguro, dijo el inspector en voz
—A fe mia, dijo el inspectordirijiéndose baja, que si no supiera que este hombre es
al gobernador, que habeis acertado hasta loco, habla con un tono tan penetrado que
los números. creeria que dice verdad.
—Vaya, dijo el abate al ver que el ins —No soy loco, caballero, os digo la ver
pector iba á retirarse; no hay una absolu-|dad, repuso Faria que con la finura de
ta necesidad de que nos quedemossolos, el oido característica de los presos no había
señorgobernador podrá asistir á nuestra|perdido una palabra del inspector. EIte
conversacion. soro de que os hablo existe en realidad; es
ALBUM. 83
«cierto y positivo, y me comprometo á fir satos que no han querido darme crédito
mar un tratado con vos en virtud del cual No queréis mi oro, me lo guardaré pues;
me conduciréis al punto que os indique, se me reusais la libertad, Dios me la dará.
escarbará la tierra á nuestra presencia y Marchad, nada tengo que deciros ya.
si falto á la verdad, si no se encuentra na Y el abate arrojando su cubre cama,
da, si soy un loco como vos decís, en este volvió átomar el pedazo de yeso, y fué á
taso volvereis á conducirme áeste calabozo sentarse en medio de su círculo en el que
en él quedaré para siempre y moriré sin continuó sus líneas y cifras.
pedir jamás nada á nadie absolutamente. —¿Que es lo que hace allí? preguntó
El gobernador se echóá reir. el inspector riéndose.
—¿Y está muy léjos vuestro tesoro? le —Cuenta sus tesoros, contestó el gober
preguntó. nador
—A cien leguas deaquiápoca diferencia, Faria contestó á éste sarcasmo con una
dijo Faria. mirada de menosprecio. Salieron y el lla
—¡No es mala idea! dijo el gobernador; vero cerró la puerta tras ellos.
si todos los presos trataran de divertirse —Habrá tal vez poseido algunas rique
haciendo recorrerá sus guardas un paseo zas; dijo el inspector subiendo la esca
de cien leguas, ysilos guardas consintie lera.
ran en semejante correria, seria unaesce —O habrá soñado que las poseía, con
hente bufonada que los presos procurasen testó el gobernador, y al otro dia al des
tomar soleta en cuanto se les presentára pertar se habrá vuelto loco.
ocasion, que durante un tal viaje de fijo Así acabó esta aventura para el abate
que se presentaria. Faria. Quedó preso y despues de esta vi
-Desgraciadamente es un medio muy| sita su reputacion de loco gracioso adqui
vulgar, dijo el señor de Boville, y el señor rió nuevo incremento.
no merece por cierto el premio de la in En cuanto a Dantes el inspector le cum
vencion; y dirijiéndose luego al abate: ¿os plió su palabra.Al subir á casa del gober
he preguntado si eran buenos los alimen nador hízose presentar el registro de las
tOS º anotaciones. Una nota habia al márgen de
—Señor, contestó Faria;juradme sobre su nombre que estaba concebida en estos
términos:
el crucifijo ponerme en libertad si sale
cierto lo que os diga y os indicaré el pun , Bonapartista furibundo;
to en que está enterrado el tesoro. tomóuna partemuy ac
tiva en el retorno de la
—¿Son de buena calidad los alimen Edmundo Dantes isla de Elba.
tos?
Guárdese enel mayor
—Señor, vos no arriesgais nada de este secreto con la mas se
modo, y ya veis que no es para escaparme \vera vigilancia.
para lo que os lo propongo, puesto que Esta nota era de otro caráctery de tin
quedaré encarcelado hasta tanto que ha ta diferente que el resto del registro, lo
que prueba quefué añadida despues de la
yais verificado el viaje. prision de Dantes. La acusacion era de
—Vos no contestais á mi pregunta, re masiado terminante para tratar de comba
puso con impaciencia el inspector. tirla. El inspector continuó al pié del cor
-Nivos á mi súplica, esclamó el aba chete. «Vista la anterior nota, no puede
te. ¡Maldito vos como tantos otros insen hacerse nada.»
84 ALUDM.
Esta visita habia, por decirlo asi, resu vo gobernador: érale demasiado pesado
citado á Dantes; desde que entró en la tener que aprender los nombres de los
cárcel no habia tenido cuidado en contar presos, por loque se hizo presentar tan
los dias, pero el inspector le renovó las fe solo los números de sus cuartos. Aquella
chas y Dantes no lo echó ya en olvido. horrible mansion se componía de cincuen
Detrás de su cama escribió sobre la pared ta estancias , sus moradores fueron deno
con un pedazo de yeso desprendido del te minados por el número del cuarto que les
cho: «30 de julio 1816» y desda aquel encerraba , y el desgraciado jóvea hasta
momento añadió cada dia una raya para ilegó á perder el nombre de Edmundo y el
no perder la medicion del tiempo. de Dantes distinguiéndosele con el de nú
Pasáronse dias y dias, trascurrieron se - mero 34.
manas , y luego meses y Dantes siempre XV.
esperando. Habia empezado por esperar FX RCMEBO 34 Y liL NUMERO 27.
su libertad á los 15 dias , suponiendo que Dantes pasó por todos los grados de in
el inspector se enteresaria en una mitad felicidad que esperimentan los presos re
de lo que se creia , le sobraba con quince legados al olvido en una cárcel. Comenzó
dias para despachar el negocio. Pasados por el orgullo resultado de la esperanza y
estos, se dijo que habia sido un absurdo del convencimiento de la propia inocen
creer que el inspector se ocupada de él cia, empezó luego á dudar de esta ino
antes de su vuelta á Paris ; esta no podia cencia, lo que casi justificaba las ideas del
verificarse hasta despues de concluida sujj gobernador sobre la enagenacion mental ;
comision que podia durar uno ó dos me por fin, cayó de las alturas del orgullo y
ses. Fijóse pues tres meses en vez de los rogó no ya á Dios, sino á los hombres'.
quince dias : pasaron los tres meses y otro Dios es el último refugio : el desgraciado
raciocinio sustituyó al anterior , de modo que debiera comenzar por implorar al
que se fijó seis meses; pero pasados estos los señor, no tiene esperanza en él hasta tan
dias se sucedieron unos á otros de modo to que se hon agotado todos los demas re
que transcurrieron diez meses y medio. cursos.
Durante todo este tiempo en nada se ha Dantes suplicó pues que se le sacára de
bia cambiado el régimen de la prision: nin-j su calabozo y le trasladaran áotro aun que
guna venturosa nueva le habia sidocomu fuese mas oscuro y mas profundo; un
nicada ; cuando preguntaba al llavero éste cambio aunque desventajoso siempre era
permanecía mudo como de costumbre. un cambio que no dejaria de proporcio
Dantes comenzó á dudar de su recto jui narle alguna distraccion por unos dias. Su
cio, á creer que lo que le parecía un re plicó le permitieran dar un paseo, le dejá-
cuerdo de su memoria no era masque un ran tomar el aire, leer libros y tener ins
alucinacion de su cerebro y que el ángel trumentos ; nada de esto se le concedió :
consolador que apareciera en su prision no pero no por eso dejaba de importunar ca
habia sido mas que un sueno. da dia. Habiase acostumbrado á hablar á
Al cabo de un año cambiaron al gober u nuevo carcelero, aunque era mas mudo
nador. Obtuvo el antiguo la direccion del si cabe que el anterior ; pero hablar á un
fuerte de Ham ; llevóse consigo una por hombre aunque mudo no dejaba de ser
cion de sus dependientes entre los que sej un placer. Daytea hablaba para oir el so
contaba el llavero de Dantes. Llegó el nue nido de su voz , pues que habia probado
ALBUM. 85

de hablar estando solo, pero entonces sumanidad y que rehuscan los desgraciados
misma voz le daba miedo. agoviados por el destino vinieron entonces
Muy á menudo, cuando Dantes estaba á animar su espíritu; recordó las plegarias
en libertad, se formaba una idea altamen-que le enseñára su madre en la infancia
te repugnante de aquellos calabozos de y encontró en ellas un fondo de verdad,
presos entre los que no se vieran mas que un sentido que hasta entonces no habia
vagos, ladrones y asesinos cuya innoble apercibido. porque para el hombre fe
ocupacion es orígen de orgías en que se liz la plegaria estan solo un agregado mo
habla un lenguaje ininteligible, y de amis- nótono y vacio de sentido hasta tanto que
tades espantosas. Llegó pues ástal estremo el dolor viene á esplicar al infortunado ese
que deseaba con ansia ser encerrado en súblime lenguage que le pone en contacto
uno de esos tabucos, á fin de ver otras con el Criador. Oró pues, no con fervor,
caras quela desu impasiblecarcelero em sino con íra: haciéndolo en alta voz no se
peñado en no hablar: echaba menos las espantaba de sus palabras. Caia entonces
mazmorras de los esclavos, con sus infa en una especie de éstasis; á cada palabra
mes usos, arrastrando su cadena, y, lle que pronunciaba veia á Dios rodeado de
vando impresa una marca en sus espaldas. todo su esplendor, todas las acciones de
A lo menos los esclavos estaban en socie SU1 triste é ignorada vida las sometía á la
dad con sus semejantes, respiraban el aire, voluntad del Dios todopoderoso, se pro
veian el cielo; al compararse con los es ponia rectificarlas y formaba de ello un
clavos los tenia por muy dichosos. egercicio.
Suplicó un dia al carcelero que se em Apesar de sus fervientes plegarias,
peñára para que le proporcionaran un Dantes continuaba siempre preso. En
compañero, cualquiera que fuese, aun tonces su espíritu se volvió mas melan
el mismo abate loco de quien oyéra ha cólico; una nube cubria su vista. Dantes
blar. El carcelero bajo de un aspecto fe era un hombre sencillo y sin educacion,
roz abriga siempre algun resto de huma los acontecimientos pasados se mantenian
nidad. El de Dantes sentía á menudo en para él cubiertos con un espeso velo que
el fondo de su corazon, aunque no lo de solo al saber es dado levantar. No podia
jára entender, cierta compasion por el in en la soledad de su calabozo y en lo árido
feliz jóven á quien tan dura se hacia la de sus ideas, reverdecer los pasados tiem
prision: transmitió pues la súplica del nú pos, reanimar los pueblos destruidos, ree
mero 34 al gobernador; pero éste con dificar las antiguas ciudades que la ima
la prevision de hombre politico, se creyó ginacion embellece y poetiza y que pasan
que Dantestrataba de amotinar los presos, ante los ojos gigantescas éiluminadas por
tramar algun complot ó tener un amigo el fuego del cielo, como los cuadros ba
que le ayudáse en alguna tentativa de eva bilónicos de Martin; para él no había mas
sion, y en esta creencia se negó á la pe pasado que el suyo por cierto bien escaso,
ticion. " su presente bastante lúgubre, su futuro
Dantes habia apurado todos los resor muy dudoso: ¡ diez y nueve años de vida
tes que le fué posible poner enjuego.Co para distraer una noche eternal Ninguna
mo hemos dicho y debia suceder se diri distraccion podia venir á ayudarle; su
jió al fin á Dios. Todas las piadosas ideas brioso espíritu que no anhelaba mas que
que se encuentran esparcidas entre la hu atravesar de un vuelo, cual los ángeles,
22
- -
S(5 ALBUM.

los inmensos espacios, se veia forzado á preciso valerse de otros nedios, se fijó en
quedar prisionero como el águila en una su mente la melancólica idea del suicidio:
jaula. Fijábase entonces en una sola idea, ¡ Infeliz de aquel que en el curso de su
en la de su felicidad destruida sin causa desgracia se fija en tan sombria idea! Es
conocida y por una estraña fatalidad; se como esos tranquilos lagos que se dilatan
cebaba en esta idea, mirándola y remi en forma de ceruleas ondas pero en los
rándola por todas sus fasesy devorandola que siente el nadador pegarse sus pies en
por decirlo asi cual un hambriento; asi una masa betuminosa, que le va atrayen
como en el infierno del Dante el despia do, que le absorve, que le engulle. Colo
dado Ugolin devora, roe el cráneo del ar cado ya en este punto sino viene en su
zobispo Roger. Dantes no esperimentó ayuda un socorro divino, todo ha con
mas que una fé pasagera, que perdió cual cluido, y á cada esfuerzo para librarse ace
otros despues de alcanzado su objeto, con lera mas su muerte.
la diferencia que él no la supo aprove Con todo,ese estado delagonía moral es
char. menos terrible que los sufrimientos que le
La rabia sucedió al ascetismo: Edmun han precedido y que el castigo que proba
do empezó á vomitar blasfemias que ha blemente le seguirá, es un consuelo verti
cian retroceder horrorizado al carcelero; ginoso que nos enseña el sumidero en cu
arrojábase contra las paredes de la cárcel, yo fondo solo hay la nada. En estepunto,
se incomodaba furiosamente con cuanto Edmundo, encontró algun consuelo en tal
le rodeaba y en particular contra sí mismo idea; todos sus dolores, todos sus sufri
á la menor contrariedad que le ocasionaba mientos, aquella multitud de espectros que
un granito de arena, una pajilla, un só arrastrabaen pos de síse escaparon al pa
plo de aire: entonces aquel escrito acu recer de ese rincon del calabozo en que el
sador que habia visto en poder de Ville ángel de la muerte podia poner su silen
fort, y que habia tenido en sus manos se ciosa planta. Dantes recorrió con calma su
representaba en su imaginacion; cada li vida pasada, vió con terror su vida futura
nea se le aparecia iluminada en la pared y escogió el punto medio en que se encon
como el Bane Thecel Pharés del festin de traba y que le parecia un lugar de asilo.
Baltasar: creia que era el odio de los hom —Alguna vez, se decia en estos casos,
bres y no la venganza de Dios la que le alguna vez en misviajesá puntos remotos,
habia precipitado en aquel abismo: mal cuanto todavía era hombre, y cuando es
decia y condenaba á aquellos desconoci te hombre libre y pujante daba órdenes á
dos á todos los suplicios que su ardiente otros hombres que eran ejecutadas al mo
imaginacion le sugería y aun le parecia mento, ví al cielo encapotarse, rugir el
que los mas terribles eran muy suaves y mar amenazante, nacer la tornenta en un
sobre todo muy cortos; porque despues del punto del cielo y estenderse cual gigan
suplicio venia la muerte y en la muerte tesca águila tocando con los estrenos de
encontraban sino el reposo por lo menos sus alas ambos horizontes; entonces echa
la insensibilidad que le es muy parecida. ba de ver que mi buque era un refugio
Afuerza de repetirse, cuando pensaba impotente, puestoque mi embarcacion hi
en sus enemigos, que la calma solo la pro gera como una pluma en manos de un gi
porcionaba la muerte y que cuando quie gante, rechinaba y se estremecia. Muy
re castigarse á un sugeto con crueldad es luego al ruido de la silvante ráfaga, las
ALBUMI, 87

montañas de agua pasaban sobre mi cabe mero repugnaba mucho á Dantes. Habia
za y el espantoso rumor de las olas con el sido criado infundiéndole la mayor aver
aspecto de las desnudas rocas me anun sioná los piratas,gentesá quienes se cuel
ciaban la muerte, y la muerte me es ga en las vergas de los buques. El ahor
pantaba, y hacia los mayores esfuer carse le parecia pues una especie de su
zos para librarne de ella y reunia á los plicio infamante á que no queria sujetarse
mayores esfuerzos del hombre toda la in voluntariamente: adoptó pues el segundo
teligencia del marino para luchar con y lo puso en ejecucion aquel mismo dia.
Dios!..... Pero si entonces hacia esto, es Cerca de cuatro años se habian pasado
porque era feliz, era porque volver á la en las alternativas referidas. A fines del
vida era volver á la dicha, era porque la segundo año Dantes cesó de contar los dias
muerte no la habia invocado, no la habia y cayó denuevo en la ignorancia del tiem
escojido como á refugio y era en fin por po de que anteriormente le habia saca
que me parecia muy incómodo, el sueño do el inspector. Dantes se habia dicho:
sobre la dura hamaca de algas y guijar quiero morir, para lo que he escogido ya
ros; era porque me indignaba, yo que me mi género de muerte: entonces lo consi
figuraba ser una criatura á imágen de Dios, deró bien y temeroso de retroceder en su
al pensar que debia despues de mi muerte decision,hizo juramentode morir de aquel
serpasto de las gaviotas y tiburones.Pero modo. «Cuando me traigan la comida por
ahora ya es otra cosa; he perdido todo la mañana y por la tarde, pensaba, arro
aquello que me hacia tener apego á la vi jaré los alimentos por la ventana y así
da, me sonrie la muerte como una nodri creerán que me los he comido.»
za á su niño á quien va á mecer; es que Verificólo tal como lo habia prometido.
ahora muero á mi gusto, me duermo fa Dosveces cada dia por la claraboya enre
tigado y quebrantado cual dormia despues jada á través de la cual apenas podia per
de esas noches pasadas en la rabia y de cibir el cielo, arrojaba los víveres primero
sesperacion durante las que habia dado con placer, luego con reflexion, al fin con
tres mil vueltas al rededor de mi camaro repugnancia le fué preciso recordar el ju
te,es decir, treinta mil pasos lo que equi ramentoque se habia hecho áfin de tener
vale á cerca diez leguas. la fuerza suficiente para verificar suter
Desdeque germinó esta idea en la ima rible designio. Los alimentos que en otras
ginacion del jóven volvióse mas afable, ocasiones le repugnaban, el hambre con
mas placentero; estuvo mas contento de sus agudos dientes,se lospresentaba ape
su pan negro y de su dura cana, comió titosos á la vista, y de esquisito aroma:
menos, no durmió mas, ypoco á poco ha alguna vez tenia durante una hora en su
lló soportable aquel resto de existencia que manoel plato que los contenia, fija su vis
estaba seguro de abandonar cuando mejor ta en aquel pedazo de carne podrida ó de
le pareciese cual se deja un traje usado. pescado infecto,yen el pedazo de pan ne
Tenia á la mano dos medios para lograr gro y enmohecido. Eran los últimos ins
su muerte, el uno muy sencillo consistia tintos de la vida que luchaban en él y que
en atará los barrotes de la claraboya un una que otra vez hacian fluctuar su reso-
pañuelo y suspenderse de él; el otro con lucion. En estos casos su calabozo le pa
sistia en dar á entender que comia el ali recia menos sombrío, su situacion menos
mento y dejarse morir de hambre. El pri desesperada; era jóven todavía, deberia
88 ALBO*.
tener veinte y cinco ó veinte y seis años Edmundo se inquietó por aquel ruido y
tal vez le quedaban aun cincuenta que vi levantó su cabeza para oir mejor. Erase
vir, es decir el doble mas de lo que habial un frote igual que parecía ocasionado ya
vivido. ¡Durante ese inmenso trascurso de por una enorme garra , ya por un diente
tiempo , cuantos sucesos podian abrir las robusto, ya en fin por la presion de un
puertas, derruir las murallas del instrumento cualquiera sobre las piedras.
de If y devolverle la libertad ! Al hacer Aunque débil el cerebro del joven se
estas retlexiones acercaba sus dientes á la impresionó con la idea tan comun y que
comida que, cual Tántalo voluntario, apar constantemente tienen en su mente los
taba él mismo de su boca, pues que el re presos «la libertad ». Este ruido lo aper
cuerdo de su juramento le venia á la me cibia en el mismo momento en que iba á
moria y noble por naturaleza temia fal dejar de sentir todo rumor, de modo que
tar á el por no valer menos á su propia le pareció "que por fin Dios se habia com
vista. Acabó pues, rigoroso é inhuma padecido de sus tormentos y le enviaba
no , con la poca fuerza que le quedaba y aquel ruido para prevenirle se detuviera
llegó un dia en que no tuvo la suficien en «l borde de la tumba en la que tenia
te para levantarse y arrojar por la lum metido ya un pié. ¿Ouien sabe si algunóX,
brera del caláboio la cena que acababan sus amigos, uno de sus mas queridosA
de traerle. Al dia siguiente estaba su vista seres en los que habia pensado tan á rae- j
tan debilitada que ya no veia y apenas¡ nudo, se ocupaba en aquel momento en su /
oiá, de modoque el carcelero lo creyó en favor y buscaba los medios de vencer la/
fermo de gravedad. Edmundo confiaba en distancia y obstáculos que los separaban?
una próxima muerte. Pero no; sin duda Edmundo seengafíaba;
Asi se pasó aquel dia. Edmundo sentí i un seria una de esas ilusiones que fluctuan en
vago adormeéi miento, qne infaliblemente la mente á la hora de la muerte
debia apoderarse poco á poco de él i los| Con todo, Edmundo continuaba oyendo
ahilos nerviosos de su estómago se habian aquel ruido: ruido que duró cerca tres ho
adormecido, la ardorosa sed se habia cal ras sobre poco mas ó menos; percibióse
mado; cuando cerraba los ojos se le apa despues como un estremeoimieuto causado
recian una multitud de brillantes lucecillasl por una ruina, y el ruido cesó.
semejantes á esos fuegos fatuos que diva Algunas horas despues sintióse de nuevo
gan por la noche en los terrenos cenagosos; mas fuerte y mas inmediato, y era que Ed-
era la entrada en ese pais desconocido lla muBdose interesaba ya en aquel trabajo que
mado la muerte. le servia como de compañía ; de repente
De pronto , al ser de noche , sobre las entró el llavero. Hacia ocho dias á poca
nueve, oyó un ruido sordo en la pared del diferencia que Dantes resolviera morir, y
muro contra el cual tenia su Gama.Tantos¡ cuatro que lo empezara á poner en ejecu
animales inmundos habian venido á alte cion , y en ellos no habia dirijido una pa
rar el silencio de su prision que poco ápoeo labra á aquel hombre ni para contestar á
se habia acostumbrado á no dispertarse| las preguntas sobre la enfermedad que
por tan poca cosa; pero esta vez , sea que le aquejaba volviéndose de cara á la pared
realmente el ruido fuese masfuerte que de cuando trataba de examinarlecon atencion;
costumbre, sea que en aquel momento su-J pero en este dia podia el llavero oir aquel
premo se dá á tod© la mayor importancia, ''ruido sordo y ponerse sobre aviso, dan-

.
- ALBUM. 89
“do fin y desbaratando tal vez esa vaga es uná idea que no podia concebir con clari"
péránza cuya sóla idea encantaba áDán- dad, estaba muy débil; su mente flotaba
- -

tes en sus últimos momentos. indecisa cual un vapor, y no podia aislar


El llavero lé llevaba el almuerzo: Dan-|se en un solo pensamiento. Edmundo no
tes se sentó en su cama y levantando la|halló mas que un medio para devolver la
voz se púso á hablar sobre todas las ideas precision á su juicio, la lucidezá su racio
que le vitiéron á la imajinacion, sobre la cinio; dirijó su vista alcaldo que aunhu
mala cualidad de los víveres que le traian;|meaba encima de la mesa en que lo había
sobre el frió que hacia en aquel calabozo, puésto el llavero, se levantó, fué bambo.
murmúrando y gruñendo" para tener el|leándose hasta ella, tomó la taza, la llevó
derecho de gritar mas fuerte apurando la|á sus lábios y tragó el brevaje que conte
paciencia del carcelero que justamentenia con indecible satisfaccion. Entoncestu
aquel dia habia solicitado para el preso vo la suficiente fuerza para quedarse alli:
énfermo un caldo y pan tierno, cuyo panhabia oido decir que náufragos infelices,
y caldo le tráia. Felizmente creyó que que se salvaban después de estenuados por
Dantes deliraba; colocólo sobre la pésima el hambre, habían perecido por haberde
mesa coja en la que acostumbraba dejarlovorado imprudentemente un alimento de
cada día y se marchó. Libre entonces Ed-masiado sustancioso. Edmundo, pues vol
mundo, púsose á escuchar de nuevo convióá dejar sobre la mesa el pan que lleva
placer. El ruido se hacia cada vez más baya á su boca y volvióse á acostar. Ed.
perceptible de modo que el jóven looiasinmundo ya no queria morir. -

hacer esfuerzo algúnó «Fuera dudas, se| Muy luego observó que su cérebro se
dijó ási mismo, puestó que ese ruido con- despejaba; todas sus ideas vagas é incons
tinúa á pesar del dia será algininfeliz pre-|tantes volvianá ocuparsu respectivolugar."
so como yo para libertarse.|Pudo pues pensar y apoyarsuspensamien
¡Oh! ¡si yo estuviera á su lado como letos con el raciócinio. Entonces se dijo:
ayudaria!...» De repente una sombríañu- «Es preciso hacer una prueba, pero sin
be’eclipsó esta aurora de esperanza que : á nadie. Si el que ocasiona
macia en su cérebro habituado en la des-el ruido es un trabajador ocupado en su
gracia, y que con dificultad podía tomar faena, no tengo que hacer mas quedar un
en los goces de los hombres, porque par de golpes contra la pared para que
e ocurrió la idea de que aquel ruido podia|suspenda su tarea pues que tratará de sa
ser ócasionado por el trabajo de algunosber quien es el que llama y en que dire
obreros á quienes el gobernador empleára|cion. Pero como su ocupacion será no solo
en las reparaciones del vecino cuarto. |lícita si que recomendada volverá muy
Facil éra salir de la duda;pero ¿cómo|luego á emprender su trabajo. si por
arriesgarse á hacer una pregunta? Nada|contrario es un preso, el ruido que yo ha
mas sencillo que esperar la vuelta del lla-ré le espantará, temerá ser descubierto,
veró, hacer que escuchase aquel ruido y|cesará en su trabajo y no lo volverá en
ver que cara ponia al oirlo: pero al darse prender hasta la noche cuando se figure
semejantésatisfaccion? no cómprometia in- que todos se han acostado y éstán durmien.
tereses muy préciosos portan momentáneo do. Despues de este raciocinio Edmundo,
gozo? Desgraciadamente la cabeza de Ed-volvióá levantarse. No vacilaban ya
mühdo, vacía como una campana, fija em Y su vista no esperimentaba des. "
90 ALBIM.
lumbramientos. Dirijióse á un ángulo de do de sus trabajos por conseguir la liber
la prision, arrancó una piedra desprendida tad un compañero que tenia tantos deseos
ya por la humedad y con ella dió tres gol-j como él de verse libre. Asi pasaron tres
pecitos contra la pared en el mismo sitio dias; setenta y dos horas mortales contadas
en que mas distinto era el ruido. minuto por minuto.
Desde el primer golpe, este cesó co En fin, una noche, despues de haber
mo por encanto. Edmundo escuchó con hecho el carcelero su última visita , Dan-
toda atencion. Pasó una hora, pasaron dos tes aplicó por la centésima vez su oido á
y ningun ruido volvió á oirse. Edmundo la pared, y le pareció que un impercep
habia logrado un silencio absoluto del otro tible movimiento resonaba obtusamente
lado de la panjd. Lleno de esperanza co |en su cabeza puesta en relacion con las
mió un bocado de pan y bebió unas gotas silenciosas piedras. Dantes se apartó un
de agua con lo que gracias á la robusta poco para sosegar, su cabeza desvanecida ,
constitucion con que le habia dotado la na-j dió algunos pasos por el cuarto y volvió
turaleza se encontró como antes á poca di á aplicar el oido sobre el mismo sitio.
ferencia. Pasóse el dia y el silencio con No habia ya duda ninguna ; hacíase al
tinuaba. Vino la noche sin que el ruido guna operacion del otro lado: reconocien-
comenzára otra vez. « Es un preso » dijo |do el riesgo de su primera maniobra ha
Dantes para si con indecible alegria. La bia adoptado otro medio, substituyendo,
cabeza se,le abrasaba y la vida volvió con sin duda para continuar su trabajo con la
todo su vigor á fuerza de activar la imaji- mayor seguridad, la alzaprima al escoplo.
nacion. Pasóse la noche sin que el menor Alentado con este descubrimiento Edmun
ruido alterase su profundo silencio, y Ed do resolvió ayudar al infatigable obrero.
mundo no cerró los ojos en toda ella. Comenzó por separar su cama tras la que
Vino otra vez el dia , el carcelero entró le parecía se verificaba la obra de su li
con nuevas provisiones ; Edmundo habia bertad y buscó con la vista un objeto con
devorado ya las anteriores, devoró las nue que .pudiese descantillar la pared, des
vas, atendiendo sin cesar al ruido que no menuzar el yeso húmedo y arrancar por
se repetía ya, y con temor de que no hu fin alguna piedra. Nada se le ofreció que
biese cesado para siempre, andando el tre pudiese satisfacer su deseo; no tenia ni
cho de diez ó doce leguas al rededor de su cuchillo ni instrumento alguno cortante.
calabozo, sacudiendo durante horas ente- tan solo los barrotes de hierro, pero ha-
ras los barrotes de hierro de su lumbrera, bia probiado tantas veces de removerlos
devolviendo á sus miembros la elasticidad que no quiso molestarse en intentarlo de
y vigor antiguos por medio de ejerciciosj nuevo.
continuados por largo tiempo , disponién - Por muebles únicamente tenia una ca
(i ose en fin para todo lo que pudiese ocur ma, una silla, una mesa, un cántaro y
rir en lo sucesivo, cual el gladiador que va un zambullo. La cama es verdad que es-
á entrar en el palenque enhiestasus bra Itaba montada con espigones de hierro T
zos y unta de aceite su cuerpo. Luego en pero estos espigones se mantenían suje
tos intervalos de esta febril actividad , es tos al maderamen por medio de tornillos,
cuchaba si el ruido volvia á oirse, y se ir era preciso un destornillador para sacar
ritaba de la precaucion del preso que no los espigones. En la mesa y en la silla na-
habia sabido adivinar que le habia distrai-Uda habia de que pudiera utilizarse, en el
ALBUM. 91
zambullo habia habido en otro tiempo un sujetaba por sus bordes, y que la hume
asa, pero esta la habian quitado. No te dad habia ablandado.
nia Dantes otro recurso queromper el cán Dantes vió con satisfactoria ecsaltacion
taro, y con uno de sus angulosos pedazos que aquel yeso se desprendía enfragmen
poner nanos á la obra: dejóle pues caer tos; estos eran cuasi átomos, es verdad,
contra el suelo con lo que se hizo mil pero al cabo de media hora habia ya re
pedazos; escojió dos ó tres cascos de los cogido un puñado. Un matemáticohubie
mas agudos que escondió en sugergon de se podido calcular que empleando dos años
jando los otros esparcidos por el suelo. La á corta diferencia en este trabajo, dando
ruptura del cántaro era una cosa muy na de barato que no encontrase peña podia
tural para que pudiera dar márgen á sos abrirse un camino de dospiesde anchura
pechas. Edmundo tenia toda la noche pa yveinte de profundidad. El preso se re
ra podertrabajarpero en la oscuridad la prochó entonces el no haber empleado en
faena iba mal porque tenia que irá tien este trabajo las largas horas cada vez mas
tas, y muy pronto conoció que embotaba lentas, y que habia perdido esperando,
el informe instrumento contra una masa orando, ó desesperándose. En el transcur
mas dura que él. Recostóse pues en su ca so de seis años que hacia estaba preso en
ma y esperó el dia; con la esperanza ha aquel calabozo, ¡cuanto trabajo aunque
bia vuelto á adquirir paciencia. Toda la lento, hubiera podido verificar! Esta idea
noche estuvo escuchando y siempre oyó le dió nuevos brios.
al desconocido minero continuando su obra En tres dias llegó, tomando precaucio
subterránea. nesinauditas, á quitar toda la argamasa,
Vino por fin el dia y el llavero entró. y á poner en descubierto la piedra; com
Dantes le dijo que en la víspera al ir á poníase la pared de toscos morrillos entre
beber, se le habia escapado el cántaro de los que para aumentar la solidez habian
las manos quebrándose al caer en mil pe colocado de trecho en trecho una piedra
dazos. El llavero salió refunfuñando ábus labrada. Una de estas piedras era la que
car otro nuevo sin tomarse la pena de re habia descalzado cuasi, y la que trataba
coger los cacharros del anterior. Volvió de remover de su alvéolo. Dantes probó
un momento despues, encargó al preso con lasuñas pero estas eran insuficientes
que tuviera un poco mas de cuidado en para la empresa. Los cacharros del cán
lo sucesivo yse marchó. Dantes oyó con taro que introducia en los intérvalos se
indecible júbilo el rechinar de los cerro rompian en cuanto queria Dantes valerse
jos, los que cada vez que en los dias ante de ellos como de palanca y despues de una
riores se corrian le destrozaban el corazon. hora de inútiles tentativas tuvo que levan
Oyó debilitarse el sonido de laspisadas á tarse inundada sufrente de angustioso su
medida que se alejaba y cuando este hubo dor. Ibase pues á ver detenido en su pri
cesado del todo, saltó de su camilla que mer ensayo y le era preciso esperarpasi
removió de su lugar, y con la claridad de vamente y en el ócio á que suvecino, que
un débil rayo de luz que penetraba en el tal vez llegaría á cansarse, hubiese con
calabozo, pudo ver lo inútil de su tenta cluido.
tiva en la noche precedente puesto que se Vinóle entoncesuna idea á la imagina
pusiéra á trabajar en el centro de la pie cion, quedóse en piéy sonriendo, su fren
dra en vez de descalzarla del yeso que la te humedecida por el sudor se secó espon
92 Ahuir:
uáneamente. El carcelero traía todos los trénidad del mángo en la piedra labrada"
dias la sopa de Dantes en una cacerola dédeseabáda y los mörrillosvecinos y emº
hoja de lata, que "conténía á mas de supezóáreñóverla" como coñuña palántá
racion la de otro preso, püesto qué Ban-|Una pequeña oscilación probó á"Dantes
tes habia observado que aquella caceróla|qüestutaréaténdria buen éxitó
ora venía del todo llena ó medió vacía; se En efecto, al cabo de uña hora habiá se
gun que el llavero empezaba la distribú parádola piedralela páred en"la que de
cion de víveres por él ó por sur compañë-|jaba una cavidad demas de pié y medib".
y este mango era el que ambicionaba Dan- *:
ro. La cacerola tenia un mango de hierro de diámetro Dantes recogió luego conº
yeso, llevólóáunb de los"
tes y por el cual hubiera dado si se los hú- ngulos de su prision; escarbó la tierrá"
bieran exigido, diez años de su vida. El parduzca del piso"con un fragmentó' del
llavero vertia el contenido de la cacerola cántaro, depositó el yeso y lo vólvióácu
en el plato de Dantes; quien despues de brir con su tierra. Queriendó lueg6 apró
verificada su comida con una "cuchará devechar aquella noche en que la casuali
madera, lo lavaba para el dia siguiente.dad, ó mejor la sabia combinación que ha
Por la tarde puso Dantes el plato en"elibia ideado, habia puesto en sus maños uñ"
suelo entre la puerta y la mesa, así que el instrumentó tan preciosó; continúó esca
llavero al entrar púsole el pié encima y levando con ahinco. Al asomar el alba vól
rompió en mil pedazos. |vióá colocar la piedra en su lugar repú=
No se podia por ello hacer cargo algú-sola cana en su sitio y se acostó.
no á Dantes; habia faltado en"dejar"su" El almuerzo consistia en un pedazó dé
plato en el suelo, es muy cierto, pero el panellavero entró y lo dejó encima la
carcelero habia tambien cometido"el desmesa
cuido de no mirar donde ponía"los pies; – Cón qué no metraéisótró plato lé
por lo que se contentó con gruñir entre ·
dientes, buscando á su alrededor algun—No, eóntestó él llavero, soisin róm
objeto en que verter la sopa: el ájmárdepeló todo; habeis quebrado el cántaro y º
cocina de Dantes se reducia á aquel únicosois la causa de que yo haya roto el plato
plato, no habia pues de qué escoger." los presos causáfantanto gasto cos
—Dejad la cacerola; dijo"Dalites, y osmövos el gobierñó nó"podrá aguantár"
la llevaréis mañana cuando metraigaís ello. Os dejo la cacerola en la qué osecha
almuerzo. ré la sopacada dia; de éste módbino rom
Este consejo era muy conforme á la pe" perés tal vez vuestra vajilla:
reza del llavero, que no tenia"ganas del Dantes levantó los ojos álcielo juntan "
volverá subir, bajar y volverá subir otrado sus marios por bajo las cubiertas de la
vez por lo que le dejó la cacérola." cama. Aquel pedazo de'hierró que leque"
Dántes se estreneció de' gozo. Cómióá|daba hãcia renacer en su corazón un fer"
toda prisa la sopa y la "carne que segun|voroso reconocimientoal Ser supremo cual
costumbre en las cárceles, la ponen junto no lo había jamás esperimentado en el de-"
con aquella. Luego despues de esperar co|curso de todos los beneficios que le prodi-"
sa de una hora para asegurarse de que el gárà"Solo sí echó de ver que desde que"
llavero no mudaria de pensar ya, apartó|habla" enpezado él "sus trabajos el otro"
su cama, tomó la cacerola, introdujo la es presólos habia suspendido; peroño im"
Ahun. 93
porta, esto no es ningun contratiempo ; si quitado la calma de la muerte llamándo
su vecino no quiere venirle á ver irá él á me de nuevo á la vida. ¡Dios mio! tened
visitará su vecino. piedad de mi, no me dejeis morir en la
Todo el dia trabajó sin descanso, por la desesperacion!
noche habia ya, gracias á su nuevo ins — ¿Quien habla de Dios y de desespe
trumento, arrancando de la pared mas de racion al propio tiempo? articulò una voz
iez puñados de ruinas de morrillos, de que parecia venir de debajo de tierra y
yeso y argamasa. que apagada por la opacidad, llegaba á
Al acercarse la hora de la visita ende oidos del jóven cual un acento sepulcral.
rezó lo mejor posible el torcido mango de Edmundo sintió erizársele los cabellos
su cacerola y la colocó en su sitio acos y aunque de rodillas retrocedió.
tumbrado. El llavero vertió en ella la ra —¡Ah! murmuró, oigo una voz hui
“cion ordinaria de sopa y carne, ó mejor mana. -

dicho, de sopa y pescado, puesto que era Hacia cuatro ó cinco años que Edmun
aquel dia de ayuno ytres dias á la sema do no oyera mas voz que la del llavero,
na daban comida de pescado á los presos. y este para el preso no es un hombre: es
Este era un escelente medio para contar una puerta viviente unida á una puerta
el tiempo si Dantes no hubiese abandona de encina; un barrote de carne unidoásus
do tal cuidado: despues de servida la sopa barrotes de hierro.
el carcelero se retiró. —En nombre del cielo, esclamó Dan
Quiso Dantes entonces asegurarse de si tes, vos que me hablais continuad hacién
su vecino habia en realidad cesado de tra dolo aunque vuestra voz me haya espan
bajar, por lo que escuchó con atencion. tado; ¿quién sois?
Todo continuaba en el mismo silencio que —¿Quién sois vos que me lo pregun
en los tres dias que llevaba de interrup tais?continuó la voz.
cion en sus trabajos. Suspiró: era eviden —Un infeliz preso, repuso Dantes, que
te que su vecino desconfiaba de él, pero no tiene ninguna dificultad en contes
no por eso perdió su aliento, y continuó taros.
trabajando el resto de la noche; mas des. —¿De qué pais?
pues de dos ó tres horas de faena encon —De Francia,
tró un obstáculo, el hierro ya no hacia —¿Vuestro nombre?
presa y se deslizaba sobre una superficie - —Edmundo Dantes.
plana. Dantes tanteó el obstáculo con la —¿Vuestra profesion?
mano y reconoció que habia encontrado —Marino. , "," * -

una viga que atravesaba ó mejor cerra —¿Cuanto tiempo hace que estaisaquí
ba enteramente el agujero que habia co —Desde el 28 de febrero de 1815.
menzado, por lo que era preciso escar —¿Cual es vuestro crímen?
bar por encima ó por debajo: el infeliz —Soy inocente,
jóven no habia pensado en tal obstáculo. —¿Pero de qué se os acusa?
–¡Oh! ¡Dios mio, Dios mio! escla —De haber , ,
para lograr la
,

mó: tanto habia rogado que creia habriais vuelta del Emperador,
escuchado bênigno mis plegarias. ¡Dios — Cómo ! ¡ para lograr la vuelta del
mio! despues de haberme quitado la li emperador! ¿con qué el emperadorno es
bertad de la vida, despues de haberme táya sobre el trono?
24
94 ALBUM.
—Abdicó en Fontainebleau en 1814 y —Si. Tapad de nuevo vuestro agujero
fué destinado á la isla de Elba. ¿Pero cuan cuidadosamente, no continueis trabajan
to tiempo hace que estais preso cuando do, no os ocupeis en nada y esperad no
ignorais todo esto? ticias mias. -

–Desde 1811. —¿Quién sois... .. decidme á lo menos


Dantes se horrorizó: este hombre lle quién sois?
vaba cuatro años de prision mas que él. .—Yo soy.... yo soy el número 27.
—Está bien, no escaveis mas, díjole la —¿Con que desconfiais de miºpregUII
voz apresuradamente, decidme tan solo á tó Dantes.
que altura se encuentra la escavacion que Parecile á Edmundo oir una risa amar
habeis hecho. ga que atravesando la bóveda llegaba has
—Al nivel del suelo. ta él.
–¿Donde está situada? —¡Oh! yo soy buen cristiano, esclamó
—Detras de mi cama. adivinando por instinto que aquel hombre
–¿Han reconocido vuestra camádesde trataba de abandonarle, y por Cristo os
que estais preso? juro que primero me dejaré matar antes
–Nunca. que dejar entreverá vuestros verdugos y
–¿Donde tiene la salidavuestro cuarto? los mios los menores indicios de verdad;
—Al corredor. pero en nombre del cielo, no me priveis
—¿Y el corredor? de vuestra presencia, no me priveis de oir
—Desemboca en el patio. vuestra voz, ó sino, os lojuro, estoy ya
–¡Dios mio! murmuró la voz. | exasperado á no poder mas, y me rompe
|
—¡Ah! ¡ cielos! ¿qué es lo que teneis? ré la cabeza contra los muros de la cárcel
esclamó Dantes. yvostendréis que reprocharos esta muerte.
—Es que me heequivocado, que laim –¿Qué edad teneis? repuso el interlo
perfeccion de "mis planos me ha engañado, cutor desconocido, vuestra voz me parece
que la falta de un compas me haperdido, ser la de un jóven.
puesto que una línea de diferencia en mi —De fijo no sé mi edad, porque no he
plan ha equivalido á quince pies en la eje|contado el tiempo que hace estoy aquí. Pe
cucion, y que he tomado la pared en que ro lo que si es que iba á cumplir los diez
vos trabajais por el muro de la ciudadela. y nueve años cuando fuí preso el 28 de
—Pero en este caso hubieraisido á pa febrero de 1815.
rar al mar. —Apenasveinte y seis años, murmuró
—Eso es lo que yo quería. la voz. Vaya que á esta edad no se es aun
—¿Y si hubiese salido bien la empresa? traidor. Habeis hecho bien en hablarme,
—Hubiérame echado á nadar, y gana habeis acertado suplicándome,continuó en
do las islas que circunvalan el castillo de voz alta, pues que habia formado otro plan
lf; ya la de Daume,ya la de Tiboulen y trataba de alejarme de vos. Pero vues
ya la misma costa, con lo que quedaba tra edad me tranquiliza,y os prometo reu
salvado. |nirme con vos, esperadme.
—¿Y habriaispodido nadar hasta alli? | –¿Y cuando?
—Dios me hubiera dado fuerzas en tal —Es preciso que calculelas distancias,
caso, ¡pero ahora todo se ha perdido ! dejadme ahora, yo os daré la señal.
-¿Todo? –Pero no me abandonaréis,no me de
A, BUM. 95

jaréis solo, vendréis á mí cuartoóme per el momento en que el carcelero separaria


|
mitireisque vaya al vuestro. Escaparemos su cama y bajaria la cabeza para exami
juntos ysino podemos huir, hablaremos, nar la abertura , le aplastaria la cabeza
vos de la personas que ameis, yo de las que con la piedra sobre la que tenia el cánta
amo; ¿porque vos amareis à alguno? ro. Le condenarian á muerte,ya lo sabia;
–Soysolo en el mundo. ¿pero no iba á morir tambien de fastidio
—En este caso me amareis á mí..... Si y desesperacion cuando aquel milagroso
sois jóven, serévuestro camarada; siviejo, ruido le devolvió á la vida?
vuestro hijo... Tengo un padre que conta Por la tarde volvió el carcelero: Dantes
rá ya unos sesenta años, si es que vive; á estaba tendido en su cama; desde allí le
nadie he amado mas que á él y á una jó parecia que guardaba mejor la abertura
ven llamada Mercedes: mi padre estoy se no concluida aun, y probablemente mira
guro que no me habrá olvidado;pero ella, ria al importuno visitador con ojos estra
Dios sabe si pensará ya en mí todavía..... viados, pues que éste le dijo.
Os amaré como amaba á mipadre. –¿Con quévolverémosá caer en algun
–Corrientes, dijo el preso, hasta ma acceso de locura?
ñana. Dantes no contestó temeroso de que la
Estas pocas palabras las dijo con un emocion de su voz no le hiciese traicion.
acento que persuadióá Dantes: nole hizo El llavero se retiró meneando la cabe
ya mas preguntas, se retiró; tomó las mis za. Vino la noche; Dantes se figuró que
mas precauciones que antes para cubrir su vecino aprovecharia el silencio y lo os
los restos estraidos del muro y que habia curidad para renovar con el la conversa
recogido, y volvió á colocar su camajun cion, pero se engañó. Pasó la noche sin
to á la pared. Desde entonces se entregó que rumor alguno correspondiese á su aji
Dantes á su dicha en cuerpoyalma, ya no tada espera. Pero al otro dia, despues de
estaria solo de allí en adelante y tal vez la visita matinal, oyò dosó tres golpes con
se veria libre: cuando menos si continua iguales intérvalos, á cuya señal se dejó
ba preso,tendria un compañero, y la cau caer de rodillas.
tividad repartidano es mas que media cau –¿Soisvos? dijo, ¡aquí estoy !
tividad. Los lamentos que se exhalan en —¿Se ha marchado ya vuestro llavero?
comun equivalen á oraciones, y las ora preguntó la voz.
ciones á duo son casi 'acciones de gracias. —Sí, contestó Dantes, ya no volverá
Estuvo Dantes todo el dia yendo y vi hasta la tarde... tenemos doce horas para
niendo en su calabozo, palpitándole de go obrar con libertad.
zo el corazon; de vez en cuando esta ale –¡Puedo pues empezar! dijo la voz.
gría le sofocaba, y tenia que sentarse en —¡Oh! ¡sí, sí, sin retardar un instan
la cama comprimiendo el pecho con sus te, al momento, os lo suplico!
manos. Al menor rumor que sintiera en el Apenas dijera esto cuando la porcion de
corredor se dirigía temblan lo á la puerta. terreno sobre el que Dantes metido hasta
Una ó dos veces le pasó por la imagina medio cuerpo en la abertura, apoyára sus
cion el temor de verse separado de un dos manos,pareció cederá su peso, hízo
hombre á quien no conocia pero que amar se atrás en el momento en queuna masa
ba como á un amigo. Si llegaba á verifi de tierra y piedras desprendidas se preci
carse estaba ya tomada su resolucion: en pitaba en un agujero que acababa de ma
Anth.
nifestarse en el fondo de la abertura que los vestijos de mi paso. Toda nuestra tran
había hecho. Luego, en el centrode aquel quilidad futura dependerá desu ignorancia
obscuro agujero cuya profundidad no po de lo que ha pasado.
dia apreciar, vió aparecer una cabeza, lue-| Inclinóse hácia la abertura; cojió la pie
gounos hombros, y enfin un hombre com dra que levantó facilmente á pesar de su
pleto salió con bastante ligereza de la es peso, y la colocó en el agujero.
cavacion practicada. —Esta piedra ha sido descalzada con
XVI. bastante descuido, dijo sacudiendo la ca
uN SABIo 1TALIANo. beza; ¿no teneis herramientas?
Dantes recibió en sus brazos al nuevo —Yvos, preguntó Dantes con admira
amigo, por tan largo tiempo y con tanta cion, ¿ las teneis por ventura?
impaciencia deseado, acercándoleá la ven —Me he hecho algunas. Escepto una
tana á fin de que la escasa luz que penetraba lima, tengo todo lo que puede hacerme
en el calabozo le iluminase bien. Era un llta; escoplo, pinzas y palanca.
sugeto de baja estatura, cabellos —¡Oh! tengo curiosidad de ver los pro
cidos maspor las meditaciones que por la ductos de vuestra paciencia y de vuestra
edad, de penetrante mirada sombreada por industria, dijo Dantes.
espesas cejas encanecidas tambien, barba —Tomad; ahi teneis un escoplo: y le
negra todavia y que bajaba hastaelpecho; enseñó una plancha fuerte y puntiaguda
la flaqueza de su rostro surcado por hon fija en un trozo de haya.
das arrugas, sus facciones características —¿Y donde os habeis ajenciado eso?
decididamente marcadas, revelaban un —Le he construido con una bisagra de las
hombre habituado mas á ejercer sus facul de mi cama; con este instrumento es con
tades intelectuales que su fuerza física. La lo que me he abierto el camino por el qué
frente del recien venido estaba inundada he llegado hasta aqui: cincuenta piesápo
de sudor. En cuanto á sus vestidos era im ca diferencia. - •- .

posible distinguir su primitiva forma, pues-| —¡Cincuenta pies! esclamó Dantes con.
to que estaban hechos girones. una especie de terror.
Parecia tenerunos sesenta y cinco años —Hablad mas bajo, jóven, hablad mas
por lo menos, aunque uncierto vigor en los bajo, dijo el desconocido mirando á su al
movimientos manifestaban que tenia menos rededor, muy á menudo vienen á escu
de los que parecia indicarpor consecuencia chará las puertas de los calabozos de los
de su largo cautiverio. Acojió placenterolas presos.
amistosas protestas del jóvenespresadas con —Saben que estoy solo."
cierto entusiasmo. Su alma helada pare —No importa.
ció por un momento que entraba en calor —¿Deciais que habiais taladrado cin
y se fundia por el contacto de aquella al cuenta pies para llegar hasta aqui?
maardiente. Dióle las gracias por su cor —Si, tal es sobre poco mas ó menos la
dialidad con cierta vehemencia, aunque distancia que media de mi cuarto al yues
SUl admiracion fué mucha al encontrarse tro; tan solo que yo calculé mal mi curva,
con un segundo calabozo alli donde creia falto de instrumentos geométricos para
hallar la libertad., , , , , , , rectificar bien mi escala de proporcion en
—Veamos ante todo, dijo, si hay medio vez de los cuarenta pies de elipse que ha
de ocultar á los ojos de nuestros carcelerosbia calculado he encontrado cincuenta.
ALBUM. 97

Creia, como os he dicho ya otra vez, lle corvados los dos pórque la bóveda del ca
gará la pared esterior del muro, abrirme labozoimpedia el que se enderezáran,des
paso á su través y arrojarme al mar. He lizó su cabeza entre la primera fila de bar
flanqueado el corredor al que sale vuestro ras de hierro y pudo recorrerla de arriba
cuarto en vez de atravesarle por debajo. ábajo. Un instante despues la retiró con
Todo mi trabajo es inútil porque ese cor presteza.
redor dáá un patio en el que hay la guar -¡Oh! ¡oh! ya"me parecia muy ds
dia. doso; dijo deslizándose á lo largo de Dan
—Verdad es, dijo Dantes, pero ese cor tes y cayendo sobre la mesa de la que sal
redor no flanquea mas que uno de los cos tó á tierra.
tados de este mi cuarto que tiene cuatro. -¿Qué es lo que os parecia dudoso?
-Si, no hay duda; pero aqui teneis preguntó el jóven saltando detrasde él.
uno cuya pared loforma la roca viva, se El viejo preso meditó un rato.
ria preciso que diez mineros provistos de —Si, dijo, esto es; el cuarto costado de
todos los instrumentos necesarios estuvie Vuestro calabozo dá sobre unagalería es
sentrabajando diez años consecutivos para terior, especie de camino cubierto por el
lograr taladrarla. Este otro está á espal que pasan las patrullas y vigilan los cen
das de los cimientos de la habitacion del tinelas.
gobernadôr,iriamos á parará sus sótanos -¿Estais seguro de eso?
que de seguro estarán cerrados con llave, —Tan seguro como que he visto el nor
y seríamos aprehendidos en ellos. El otro rion del soldado y la punta de su fisil,
costado da.… esperad.…. ¿ádonde da ese retirándome tan de prisa temeroso de que
ótro costado? no me atisbase. .

Este costado era el que atravesaba la —¿Con que....? dijo Dantes.


lumbrera que daba luz á la habitacion. —Con que ya veis que esimposible huir
Esta lumbrera que se iba angostando de mo por Vuestro calabozo.
doque apenas daba paso á la luzy á traves -¿En este caso...? continuó el jóven
de la cual apenas pudiera pasar un niño, con acento interrogador.
estaba ademas asegurada con tres filas de —En este caso, continuó elantiguo pre.
barrotesde hierro que alejaban todo temor, so, cúmplase la voluntad de Dios; y las
caso de suponerse una evasion, del carce facciones del viejo tomaron un viso de pro
lero mas receloso. Con todo el recien ve funda resignacion.
nido al hacer esta pregunta, colocó la me Dantes contemplaba á aquel hombre,
*sa debajo de la ventana. que con tanta facilidad y filosofía renun
–Subid á esta mesa, dijo á Dantes. Es ciaba á una esperanza en que confiaba tan
, te obedeció, púsose sobre la mesa y adi to tiempo hacia, con estrema admira
CIOI.
vinando la intencion de su compañero
apoyó la espalda contra la pared y le dió -Yahora, ¿quereis decirme quien sois
preguntó Dantes.
las manos. Su compañero subió entonces, —1Oh! ¡Dios mio! no tengo inconve
con mas presteza de lo que prometía su miente, si es que esto puede interesaros
edad, y con la ligereza del gato ó de la ahora que ya de nada puedo serviros.
ardilla primero sobre la mesa, luego de —Pero sereis bueno para consolarme y
la mesa sobre las manos de Dantes, de sus alentarme, pues que vos me pareceis ani
manos á sus hombros. En esta situacionen moso entre los animosos.
25
"ALBUM.

El abate sonrió tristemente y dijo –¿Pero por qué os tienen encer


—Soy el abate Faria preso desde 1811 rado?
como ya sabreis en el castillo de lf; pero| –Porque predije en 1808 el plan que
hacia ya tres años que me tenian encer Napoleon trató de realizar en 1814; por
rado en la fortaleza de Fenestrelles. En que, como Maquiavelo, en vez de todos
1811 metrasladaron del PiamonteáFran esos reyecitos que transforman á la Htalia
cia. Entonces supe que la fortuna, que en en un nido de tiranuelos, quise que hu
aquel entonces le sonreia, habia dado un biera un solo y grande amo si no justo,
hijo á Napoleon, y que á este hijo ya des fuertepor lo menos;porque me figuré ha
de la cuna se le apellidaba rey de Roma, llar un Cesar Borgia en cierto ente co
Muy lejos estaba yo de figurarme enton ronado que dióme á entender mecompren
ces lo que me habeis dicho hace poco, es dia para venderme mejor. Este era el pro
decir que á los cuatro años aquel colose yecto de Alejandro VI y de Clemente VII;
sería derribado.¿Quién reina en Francia? se frustrósiempre, y puesto que aquellos
¿Es Napoleon? lointentaron en vano y Napoleon no ha
—No, es Luis XVIII. podido acabarlo de realizar, claro está que
–¿Luis XVIII el hermano de LuisXVI? Italia es maldecida, dijo el viejo inclinan
Los decretos del cielo son bien estraños y do la cabeza.
misteriosos: ¿cuál ha sido la intencion de Dantes no comprendia como un hombre
la Providencia abatiendo al hombre que podia esponer su vida portalesproyectos;
habia elevado, y elevando al que había verdad es que si bien conocia á Napoleon
abatido? por haberle visto y hablado, en cambio ig
Dantes seguia con la vistaá aquel hombre noraba completamente quienes eran Cle
que olvidaba por un momento su propia mente VII y Alejandro VI.
suerte para ocuparse en la de los destinos –¿No sois vos, dijo Dantes empezando
del mundo.
á creer lo mismo que su carcelero quien
—Si, si, continuó; lo mismo qne en pensaba lo mismo què todos los habitantes
Inglaterra: despues de Cárlos I, Cromwell; del castillo de If, ese clérigo que dicen es
despues de Cromwell, Cárlos II; y tal vez tar... enfermo? -

despues de Jacobo II un príncipe de Oran –Qué lo creen loco, querréis decir,


ge, Statuder que se hará rey y entonces ¿no es así?
nuevas concesiones al pueblo, entonces —No me atrevíá decirlo, repuso Dan
una constitucion y luege la libertad. Ya tes sonriendo.
lo vereis jóven, dijo dirijiéndose á Dantes –Sí, sí, contestó Faria con amarga ri
y mirándole con ojos brillantes y anima sa, sí; soy yo quien paso por loco, soy yo
dos como debian tenerlos los profetas; os el que divierto hace tiempo á los huéspe
hallais en una edad en que podreis pre des de esta prision y que divertiria á los
niños si niños hubiese en la mansion de
senciarlo, ya lo vereis.
dolor sin esperanza.
—Sí; pero para eso he de salir de aquí. Dantes quedó por un instante mudo é
—¡Ah! teneis razon, dijo el abate, es inmóvil.
tamos presos; haymomentos en que llego –¿Con qué renunciais á la fuga?
á olvidarlo y en que me parece que atra —Veo que es imposible; seria suble
vieso con la vista las paredes que me cer varse contra Diostratar de probar lo que
Can creyéndone en libertad. no quiere que se verifique.
ALBUM. 99

-¿Y por qué os desaninas de ese mo quedó de pié. El jóven no había pensado
lo? Seria mucho exigir de la Providen jamás en la fuga. Hay ciertas cosas que
cia el que la primera tentativa tenga feliz parecentan imposibles que ni siquiera vie.
éxito. ¿No podeis empezar en otra direc ne á la mente el intentarlasy se rechazan
cion loque habeis hecho para llegar aquí? por instinto. Taladrar cincuenta pies bajo
–¿Pero sabeis loque he trabajado, pa tierra, consagrará esta operacion tres años
ra hablarme de volver á empezar? ¿Sa de continuos trabajos, para llegar, tenien
beis que he gastado cuatro años para pro do un éxito feliz,á un abismo abierto per
curarme los instrumentos que al presente pendicularmente sobre el mar; precipitar
poseo? ¿Qué hace dos años escarvo y pe se de cincuenta, sesenta ó cien pies de al
netro á través de una tierra dura como el tura tal vez, para romperse al caer la ca
granito? ¿Sabéis que me ha sido preciso beza contra alguna roca, si la bala de los
dislocar piedras que en otro tiempo hubie centinelas no le mataba antes; verse obli
se considerado imposible poder remover? gado, caso de escapar á todos estos peli
¿Qué he pasado dias enteros en ese tra gros áganar una legua ánado, era mucho
bajo tiránico, y que algunas veces me con para no someterse á la resignacion, y ya
sideraba feliz cuando al anochecer habia hemos visto que Dantes estuvoápunto de
logrado ahuecar la estension de una pul llevar esta resignacion hasta la muerte.
gada cuadradade aquella antigua argama * Mas cuando el jóven habia visto á un
sa que se habia hecho mas dura que la viejo aferrarse á la vida con tanta ener
misma piedra? ¿Sabéis que para colocar gía y darle el ejemplo de resoluciones de
toda la tierra y todas las piedras que ar sesperadas, entró en reflexion y examinó
rancaba me fuépreciso taladrar la bóveda hasta donde llegaba su valor. Otro habia
de una escalera en la cual he ido sepul intentado lo que el ni siquiera habia
tando sucesivamente todos los escombros, pensado en realizar; otro menos jóven,
y que ahora está ya lleno aquel hue menosfuerte, menos diestro que él se ha
co y que no sabria donde colocar un pu bia procurado con maña ypaciencia,todos
ñado de polvo? ¿Sabéis, por último, que yo los instrumentos de que tuvo necesidad
creía tocar ya el término de mis trabajos, para esa increible operacion, que tan solo
que me sentia escasamente con la fuerza una medida mal tomada pudo hacer fra
necesaria para acabar de realizar mi pro casar;pues si otro habia hecho todo eso,
yecto, y que ahora Dios no solo aleja su nada debia ser imposible á Dantes. Faria
término, sino que ni preveo siquiera cuan-|habia agujereado cincuenta pies de longi
do tendrá este lugar? ¡Ah! ya os lo hetud, el taladrará ciento. Faria á los cin
dicho y os lo repito de nuevo, no intenta-|cuenta años, habia empleado tres años en
ré ya nada en adelante para reconquistar|su maniobra, él no tiene sino la mitad de
mi libertad, puesto que es la voluntad de la edad que Faria y por lo tanto podrá
Dios que la haya perdido para siempre. |gastar seis. Faria; abate, sabio y eclesiás
Edmundo bajó la cabeza para no mani |tico no tuvo miedo de arriesgarse á hacer
festará aquel hombre que el gozo de te-|la travesía del castillo de Ifá la isla de
ner un compañero le impedia compartir|Daume, Ratonneau ó Lemaire, y él, Ed
cual debiera el sentimiento que sufria por|mundo el marino, Dantes el atrevido buzo
no haberse podido salvar. El abate Faria|que tan á menudo se habia encargado de
se tendió en la cama de Edmundo y estellbuscar una branca de coral en el fondo del
100 - - ALBUM.
mar, ¿dudaria en hacer una legua ánado? —Y que preguntó Dantes; por ven
¡Una hora ! y que ¿no habia muy á me ura no estais aun en el mismo caso? ¿os
nudo pasado horas enteras en la'mar sin to reconoceis culpable desde que me habeis
car fondo ni salir á la orilla? No, no; Dan encontrado? decid.
tes no necesitaba sino que le animasen con —No, pero no quiero llegarlo á ser:
el ejemplo. Todo lo que otro ha hecho ó hasta àhora no creia tener que lucharmas
podido hacer, Dantes lo hará. que cón las cosas, y vos me proponeisque
El jóven reflecsionó un instante. combata á los hombres. Yo podré aguje
–He encontrado ya lo que buscabais, rearun muro éinutilizar una escalera, peró
dijo al viejo. no agujerearé un pecho ni destruiré una
Faria se sobresaltó. existencia.
–¡Vos! dijo levantando la cabeza con Dantes hizo un lijero movimientó de
un aire que indicaba que si Dantes decia sorpresa.
la verdad, su desaliento no seria de larga-¿Cómo, dijo, pudiendo veros libre os
duracion; ¡vos! veamos, ¿que habeis pen detendrian tales escrúpulos?
sado? —Yvos, decidme, ¿pór qué no habeis
—El pasillo que vos habeis taladrado aplastado una noche la cabeza de vuestro
para venir de vuestro cuarto al mio sigue llavero con elpié de la mesa, vestido su
paralelo á la galeria esterior, ¿no es asiº traje y probado la fuga?
–Si. –Porque no me habia ocurrido tal idea
—¿De modo que apenas distará unos dijó Dantes.
quince pasos? —Esporque teneis á semejante crímen
—A lo mas. un horror instintivo en el que vos no ha
–¡Pues bien l sobre la mitad del pasi beis atinado siquiera, repuso el viejo; por
llo, abrirémos un nuevo camino formando que en las cosas sencillas y permitidas
como el brazo de una cruz; para eso to nuestros apetitos naturales nos advierten
mais vuestras medidas con mas ecsactitud; que no nos desviamos de la línea de nues
desembocamos en la galeria esterior, maltro derecho. El tigre que anhela sangre
tamos al centinela, y nos escapamos. Para por su naturaleza, no necesita mas queuna
el buen écsito de este plan no se necesita cosa, y es que el olfato le advierta que tie
mas que valor, vos le teneis; fuerza que me á su alcance una presa; desde el mo
no me falta, y no hablo de la paciencia, mento la acecha, se precipita sobre ella y
puesto que de tenerla habeis dado pruebas lá destroza: es su instinto; no hace mas
y yo daré las mias. que obedecerle: pero al hombre por el con
—Una palabra, dijo el abate; vos nosa trario, le repugna la sangre; no son las le
beis, mi querido compañero, de que clase yes sociales las que prohiben el asesinato,
es mivalor, y en qué empléo yo mi fuer son las leyes naturales que lo rechazan.
za; en cuanto á la paciencia creo haberla Dantes quedó confundido; era en efecto
tenido bastante continuando cada mañana, la esplicacion de lo que pasaba ensu inte
la tarea de la noche y cada nochela tarea rior sin haberse apercibido de ello.
de todo el dia; pero entonces, escuchad -Ademas, continuó Faria, hace cerca
me bien, jóven, me parecia que hacia un
servicio á Dios libertando á una de sus lde doce años que estoy encarcelado; he
criaturas, que siendo inocente no podia ha recorrido en mi imajinacion todas las eva
ber sido condenada. siones célebres, y muy raras han sido las
ALBUM. 101

que mediando violencia han salido en bien. –Sobre dos camisas. He inventado una
Las evasiones felices, las fugas coronadas preparacion que dá al lienzo la igualdad y
de un feliz éxito son las que han sido me tersura de un pergamino.
ditadas con cuidado y preparadas con len -¿Con que sois químico º
titud; asifué como el duque de Beaufort| —Un poco. He conocido a Lavoisir y
he tenido relaciones con Cabanis.
se escapó del castillo de Vincennes, el aba
te Dubuquoi de For-Leveque, y Latude —Mas, para una obra semejante os ha
de la Bastilla. Hay otras que la casualidad brán sido precisosalgunos datos histricos.
las presenta y estas son las mejores: espe ¿Teniais libros?
remos una ocasion, creedme, y sise pre -En Roma tenia una biblioteca de cer
senta, aproveché osla. ca cinco mil volúmenes.'" sidia lectro
-Vos habeis podido esperar, dijo Dan me dió por resultado el conceer que con
tes suspirando; tan largo trabajo os pro cincuenta obras bien escojidas se tiene, sino
porcionaba continua ocupacion, y cuando un resúmen completo de los conocimientos
no teniais trabajo que os distrajera, teniais humanos, por lo menos todó lo que un
esperanzas que os consolaban. hombre tiene interés en saber. Consagró
—Verdad es, dijo sonriendo el abate; tres años de mi vida á leer y releer aque
á mas de que no era esa mi única ocupa los cincuenta autores de modo que los sa
cion. bia cuasi de memoria cuando fuí preso.
–¿Que haciaispues? En mi calabozo, con un lijero esfuerzo
- Escribia ó estudiaba. de la memoria he conseguido recordarlos
—¿Entonces os darian papel, plumas y todos. Asi es que podria recitaros á Thu
tinta º cidides, Xenofonte, Plutarco, Tito Livio,
—No; pero yo mismo hago todo eso. Tácito, Strada, Jornandés, Dante, Mon
—¿Vos mismo os haceis papel, plumas taigne, Shakspeare, Spinola, Maquiavelo
y tinta? esclamó Dantes. y Bossuet, advertid que no cito sino los
–Si. mas importantes.
Dantes consideraba á aquel hombre con —¿En este casoposeeréis muchos idio
adiniracion; pero costábale dificultad creer mas?
lo que decia. Notólo Faría y le dijo: —Hablo cinco lenguas vivas; el aleman,
—Cuando vayais á mi cuarto os ense el francés, el italiano, el inglés y el espa
ñaré una obra completa: resultado de las ñol; con ayuda del griego antiguo com
meditaciones, observaciones y reflexiones prendo el moderno, solo que lo hablo mal;
de toda mi vida que hiciera á la sombra pero ahora lo estoy estudiando.
del coliseo en Roma, al pié de la columna —¿Lo estudiais? dijo Dantes.
de San Marcos en Venecia, sobre los bor —Si: me he construido un vocabulario
des del Arno en Florencia, y que estoy con las palabras que ya sé, las he arregla
cierto me dejarán un dia los carceleros el do, combinado y dado mil jiros de modo
tiempo suficiente para aniquilarla como que basten á espresar mi pensamiento. Sé
damente dentro los muros del castillo de cerca de mil y ces, en rigor es todo lo que
If. Es untratado sobre la posibilidad de una necesito, aun que en losdiccionarios creo
monarquia general en Italia. Compondrá se cuentan cien mi con ellas no ser elo
un grueso volúmen en cuarto. cuente, es verdad, pero me daré á enten
–¿Y la habeis escrito vos derá las mil maravillas y esto me basta.
"
102 ALBUM,

Admirado mas y mas, Edmundo empe que encorvado, con bastante facilidad el
zaba á encontrar sobrenaturales las facul pasillo subterráneo, Dantes llegó á la es
tades de aquel hombre particular. Quiso tremidad opuesta del corredor quetenia la
ver si le pillaria en algun renuncio sobre salida en el cuarto del abate; en aquel pun
cualquier punto y continuó. to el paso se reducia de modo que apenas
—¿Pero como sin darosplumas habeis dejaba el espacio suficiente para que pu
podido escribir tratado tan voluminoso? diera deslizarse un hombre culebreando.
—Me las he hecho escelentes,y que se El cuarto del abate estaba enbaldosado con
rian preferidas á las ordinariasáser cono lo que estrayendo una de las baldosas en
cidas entre los hombres, con los cartilagos el rincon mas oscuro del cuarto habia em
de las cabezas de esas enormes merluzas, pezado la laboriosa operacion cuyo fin vió
que nos sirven en los dias de vijilia. Asies Dantes. Colocada de nuevo la baldosa en
que veo con gozo amanecer los miércoles, su lugar, el abate la cubria con una vieja
viernes y sábados, porque con ellostengo estera, logrando con esta sencilla operacion
esperanza de aumentar mi provision de ocultarla á los ojos del carcelero. Apenas
plumas,pues mis trabajos históricos son, hubo entrado y puéstose de pié, el jóven
«os los confieso, mi mas dulce ocupacion. examinó aquel misterioso recinto con la
Al remontarme á lo pasado olvido el pre mayor atencion. Aprimera vista nada pre
sente y camino libre é independiente en la sentaba de particular.
historia, sin que recuerde siquiera que es —Bueno, dijo el abate, no son mas
toy preso. que las doce y cuarto, aun nos quedan
—Pero, ¿y la tinta? dijo Dantes, ¿con algunas horas.
que haceis la tinta? Dantes miró á su alrededor buscando
—Habia en otros tiempos una chimenea el reloj con el cual habia podido el abate
en mi cuarto, dijo Faria, la que fué tapia saber con tanta ecsactitud la hora que
da sin duda muy poco antes de mi arribo, 6I'3.
pero habian hecho en ella fuego duran —Ved ese rayo de luz que entra por la
te mucho tiempo y por consiguiente todo ventana, dijo el abate, y examinad las
su interior está tapizado de hollin; disuél líneas que hay trazadas en la pared. Gra
volo en una porcion de vino que me dan ciasáesas líneas resultado de la combinacion
todos los domingos y con ello me propor del movimiento de la tierra y de la elipse
ciono una tinta escelente. Para las notas que describe al rededor del sol, sé con la
particularesy que deseo llamen la aten mayor exactitud la hora mejor que situ
cion, me punzo los dedos y escribo con mi viera un reloj; porque este se desarregla,
sangre. mientras que la tierra y el sol no se de
—¿Cuando podré ver todo eso? sarreglan jamas.
—Cuando querais. " Dantes no comprendió nada de esta es
—¡Oh! ¡ al momento ! plicacion: estaba en la creencia al ver sa
—Seguidme pues.
Y el abate entró en el pasillo subterrá lir el sol por detras de las montañas y po
IOO 6Il
Dantes.
** siguiéndole luego nerse en el Mediterráneo que era el sol
quien andaba y no la tierra. Este doble
XVII. movimiento del globo que habitaba pero
EL CUARTO DEL ABATE. que no apercibia, le parecia imposible:
Despues de haber atravesado, si bien en cada palabra de su interlocutor no veia

«
ALBUMI. 103
mas que misterios de ciencias tan dificiejortado ápico de flauta y hendido como
de profundizar como las minas de oro y una pluma ordinaria.
diamantes que habia visitado en un viage Dantes lo examinó, inquiriendo con la
que cuando niño hiciera áGuzarate y Gol vista el instrumento con el que habia po
conde. dido cortarlo de un modo tan regular.
—Vamos, dijo al abate, estoy anhe —¡Ah! ¿buscais el cortaplumas, no es
lando examinar vuestros tesoros. asi? dijo Faria. Es mi obra maestra, lehe
El abate se dirijió á la chimenea, ar hecho yo, lo mismo que este cuchillo
"rancó, con el escoplo que tenia siempre que aqui veis, de un viejo candelero de
en la mano, la piedra que en otro tiempo hierro.
formára el hogar y que ocultaba una cavi El cortaplumas era del grandor de una
dad bastante profunda, en la quetenia es navaja de afeitar. Lo que es el cuchillo,
condidos todos los objetos de que habia tenia la ventaja de poder servir á la vez
hablado á Dantes. de cuchillo y de puñal. Dantes contem
-¿Qué es lo que quereisver primero? plaba aquellos objetos con la misma aten
le preguntó. cion que en lastiendas de curiosidades de
—Enseñadme vuestra grande obra so Marsella habia examinado alguna vezins
bre la monarquía de Italia. trumentos construidos por los salvages,
Faria sacó del precioso armario tres ó traidos de los mares del Sud por los ca
cuatro rollos de lienzo doblado como las pitanes de buques que se dedican á largos
hojas del pápiro, eran varias tiras deunas viages.
cuatropulgadas de ancho sobre diez y ocho —En cuanto á la tinta, dijo Faria, ya
de largo. En estas tiras, numeradas, ha sabeis como me manejo y me la voy ha
bia unos caractéres que Dantes pudo leer ciendo á medida que la necesito.
muy bien por cuanto estaban escritos en —Lo que hasta ahora mas me admira,
italiano, idioma que en su calidad de pro dijo Dantes, es que os hayan bastado los
venzal comprendia perfectamente. dias para tantas cosas.
—Vedla, toda está aqui, le dijo. Ha —Trabajaba tambien de noche.
brá como unos ocho días que escribí la —; De noche ¿sois por ventura de la
palabra fin al pié de la tira ciento sesenta familia gatuna que distinguis con claridad
y ocho. Dos camisas y cuatro pañuelos en medio de las tinieblas?
tenia que he ido empleando en ello; si algun —No: pero Dios ha dado al hombre la
dia me veo libre y encuentro en toda Ita inteligencia para subvenir la limitada fa
lia algun impresor que se atreva á publi cultad de sus sentidos: me he procurado
luz.
carla, tengo adquirida mi reputacion.
-En efecto, dijo Dantes, ya lo veo. —¿De qué modo?
Enseñadme ahora, os lo ruego, las plu —De la carne que me traen separo la gra
mas con que habeis escrito esta obra. sa, la derrito y saco una especie de aceite
—Vedlas, y Faria enseñó al jóven un concreto. Aqui teneis una vela, dijo el
palito de seis pulgadas de largo, grueso abate enseñando á Dantes una especie de .
lamparilla, semejante á las que se usan en
como el mango de un pincel en cuyo es las iluminaciones públicas.
tremo estaba sujeto con un hilo uno de –Pero ¿y fuego?
esoscartilagos manchado aun por la tinta —Aqui teneis dos pedernales y lienzo
de que el abate hablára á Dantes; estaba medio quemado.
104 ALiur.
—¿Y pajuelas? e mi ventana que es mas grandèque la
—He pretestado una enfermedad cutá vuestra y huir por ella, agrandándola lo
nea y he pedido azufre que se me ha con preciso en el momento de mievasion; pero
cedido. " eché de ver que caía á un patio interior y
Dantes colocó sobre la mesa los objetos renuncié al proyecto como muy arriesga
que tenia en la mano y bajó la cabeza des do. Con todo,conservé la escala para algun
concertado en vista de tanta perseveran caso imprevisto, para una de esas evasio
cia y resolucion. nes de que os he hablado ya y que la ca
—Aun no está ahi todo, continuó Fa sualidad presenta.
ria, porque no conviene guardar todas las Dantes, examinando al parecer la esca
riquezas en un solo escondrijo: pero pri la, pensaba en otra cosa; una idea habia
mero cerremos este. . fijado su atencion,y es que aquel hombre
Volvieron á poner en su lugar la bal tan inteligente, tan ingenioso,tan profun
dosa, el abate esparciò un poco de polvo do, tal vez encontraria, en la incertidum
por encima pasando luego al piéá fin de bre sobre las causas de su desgracia, lo que
que desapareciese todo vestigio de so él no habia podido nunca adivinar.
lucion de continuidad, y acercándose lue —¿En qué pensais? le preguntó el aba
go á su cama la apartó de su lugar. De te sonriendo y tomando la distracción de
tras del cabezal y cerrado por una piedra Dantes por una admiracionexaltada al úl
que ajustaba casi herméticamente, había timo grado.
un agujero, y en su interior una escalera —Tan solo pienso primero en una cosa,
de cuerdas de unos veinte y cinco á treinta y es en la gran suma de inteligencia qué
pies de lonjitud. Dantes la examinó, reco os ha sido preciso invertir para llegar al
nociendo en ella una solidez átoda prueba. punto en que os encontrais;¿que hubierais
—¿Quién os ha provisto de la cuerda hecho al veros libre?
necesaria para tan magnífica obra? –Nada; tal vez lasgrandes ideas que
–Primero eché mano de unas camisas bullen ahora en mi cérebro se hubieran
que tenia, luego de las sábanas de mi ca evaporado en nimiedades; es preciso ser
ma que fuídisfilachando durante los tres desgraciado para esplotar ciertos manan
años que estuve en Fenestrelles. Cuando tiales misteriosos ocultos en la inteligencia
me traspasaron al castillo de If,me dí ma humana; la cautividad ha concentrado en
ña para traer conmigo las hilas, conti un solo punto todas mis facultades disper
nuando aquí mi tarea. sas acá y acullá; la pólvora no estalla sin
— Pues que ¿no echaron de ver que estar comprimida: la cautividadha reuni
vuestras sábanas no tenian dobladillo? do en un solo punto mis facultades y han
—Es que volvia á coser otro de nuevo. entrádo en contacto en un espacio reduci
—¿Con qué? do y como no ignorais, del choque de las
–Con esta aguja. nubes resulta la electricidad, de la electri
Y el abate separando un giron de suscidad el rayo y del rayo la luz.
ropas enseñó á Dantes una larga espina —No; yo no sé nada, dijo Dantes hu
aguda y enebrada todavía, que tenia guarnillado por su ignorancia, la mayor parte
dada. - de laspalabras que pronunciais no tienen
—Pues señor, continuó Faria, habia para mi sentido conocido, ¡qué feliz sois
pensado primero en descalzar los barrotes en ser tan sabio!
AtBUM. 103
El abate Sonrió. • •" gran filósofo , que viene en apoyo de lo
—Me dijisteis que pensabais en dos co que os decia hace poco, y es que á menos
'Sas á la vez ? habéisme comunicado la pri !que las malas inclinaciones tengan su ori
mera, ¿cuál es la segunda? gen en una organizacion anómala la natu
—La segunda esque vos nle hnbe?scon raleza humana repugna el crimen. Con
tado vuestra vida y aun no conoceis losfltodo, la civilizacion ha traido consigo nece
acontecimientos de la mia. sidades, vicios, apetitos imajinarios que
-—Vuestra .edad, jóveñ, es temprana en llegan á sofocar en nosotros los buenos
demasía para que pueda su historia abar instintos haciéndonos obrar mal. De ahí
car sucesos de mediana importancia. proviene esta máxima. Si quereis descu
—Encierra una gran desdicha que no brir á un crimin.d , inquirid primero á
creo haber merecido ; y quisiera para no quien ha podido reportar utilidad el cri
blasfemar de Dios, como algunas veeés lo men. ¿ A quien ha podido ser útil vuestra
he hecho, poder acusar á los hombres de desaparicion?'
mi desgracia!. . —A nadie , porque era yo muy poca
—¿Es decir, que pretendeis estar del icosa.
todo inocente del crimen que se os im Eso no es responder : puesto que esa
puta? contestacion falta á la vez á !a lójica y á la
—Completamente inocente, lojuro poT filosofía: todo es relativo, querido amigo,
Jas personas que me son mas queridas, por desde el rey que estorba á su futuro suce-
mi padre y por Mercedes. Isor hasta el empleado que estorba a! su
—Veamos pues, dijo el abate cerrando pernumerario, todos estorban álos que Ies
sn escondrijo y colocando de nuevo la ca |subsiguen. Si el rey muere, el sucesor be-
ma en su lugar, contadme vuestra his reda una corona; si muere el empleado
toria. hereda el sucesor mil doscientas libras de
—Refirióle Dantes lo que el llamaba su sueldo ; estas mil doscientas libras son su
historia, reduddaá un viaje á la India, y renta y le son tan necesarias para vivir ,
dos ó tres á Lavante: en fin Hegó en su como al rey los millones. Cada individuo
última' travesía á la muerte del capitan l mas alto al mas bajo en la escala sd-
LeéMr, al paquete destinado al gran ma cial tiene agrupado á su alrededor un pe
riscal , á su entrevista con éste , á la carta queno mundo de intereses, con susoleadas
que le encargó dirigida al Sr. Noirtier'; en| y sus imperceptibles átomos cual en el
fin ó su llegada á Marsella, á la entrevista mundo de Descartes. Tan solo que esos
con su padre, á sus amores con Mercedes, pequeños mundos van adquiriendo mayo
á la comida de esponsales, á su arresto, á res dimensiones á medida que van aumen
su interrogatorio , á su prision provisional| tando en consideracion. Es un cono inverso
en el palacio de la Justicia y por Altimo que se sostiene sobre su punta guardando
á su prision definitiva en et castillo de If. el equilibrio. Pero volvamos á vuestro mun
Despues de esto no sabia ya ©antes nada do: hablemos de vos ¿Ibais á ser nombrado
mas , ni aun el tiempo que estaba preso'. capitan del Faraon?
Concluida la narracion, el abate reflecsio- -Si.
nó un momento , diciendo al cabo de un —¿Ibais á casaros con una joven her*-
instante. mosa ?
—Hay en derecho un axioma de un -Si.
27
106 ALBUM.

-¿Habia alguien que tuviese interés| -¡Llevabais encima la cartera. ¡¿como


en que no llegaseis á ser capitan del Fa-|una cartera capaz para contener nn pliego
raon? ¿Habia alguien que pudiera oponer-|oficial podia caber en el bolsillo de un ma
se á que os casarais con Mercedes?Con rino?
testad primero á la primer pregunta, el -Teneis razon; la cartera la tenia á
órden es la llave de los problemas. Os re bordo.
pito pues: ¿tenia alguien interésen que no -¿Con qué hasta que llegasteis á bor
fueseis capitan del Faraon? do no guardasteis la carta en vuestra car
—No. Abordome querian mucho:y tan tera?
to que si los marineros hubiesen tenido –Sí.
que elejir gefe, estoy seguro de que me –¿De Portoferrajo á bordo donde colo
casteis la carta?
hubieran nombrado. Tan solo hay uno que
pudiera tener motivo para quererme mal –La tuve siempre en la mano.
pues tuve unos tres meses antes una cues -¿Cuando subisteisal Faraon, pudieron
tion con él, y de resultas le propuse un vertodos quellevabaisuna carta,Danglars
r
desafío que rehusó... y los otros?
—¡Vaya; yavamos entrando!... ¿Este —Es muy posible.
tal como se llama? —Ahora escuchadme bien; reunid to
—Danglars. dos vuestros recuerdos,¿ved si podeis re
-¿Que funcion desempeñaba á bordo? cordar en que términos estaba concebida
la denuncia?
—Era sobrecargo.
–¡Oh! si; lo que es eso lo recuerdo;
—. Si hubieseis llegado á ser capitan, le
hubierais conservado en su destino? la leí tres veces y todas sus palabras han
—No, si hubiese estado en mi mano, quedado grabadas en mi memoria.
porque me parecia que no era muy exacto – Pues bien, recitadla.
en StiS Cuentas. Dantes se concentró un nomento.
—Bien.¿Presenció alguien vuestra úl –Hela aqui textualmente.
tima conferencia con el capitan Lecler? «Señorprocurador del Rey; un amigo
—No; estábamos solos. del trono y de la religion os advierte que
—¿Pudo alguien oir vuestra conversa el llamado Edmundo Dantes, segundo del
cion? Faraon que llegó esta mañana despues de
—Si, porque la puerta estaba entrea habertocado en Nápoles y Portoferrajo,
bierta y.… esperad. ... si, si, Danglars se ha encargado de un escrito de Murat
pasó por delante en el mismo momento en para el usurpador, y éste le ha entregado
que el capitan Leclerme entregaba el plie una carta para el comité bonapartista de
go destinado al gran mariscal. Paris.
—Bueno. Ya vamos ganando terreno. Si se le prende se le encontrarán las
¿Saltó alguien con vos en tierra cuandoar pruebas de su crimen, esto es, la carta, ó
ribasteis á la isla de Elba? en su cartera, ó en casa de su padre ó en
–Nadie. su maleta á bordo del Faraon.

—¿Os entregaron una carta? —El abate se encogió de hombros.


—Está eso claro como la luz del dia; y
—Si, el gran mariscal. es preciso que tengais un corazon muy
-¿ Que hicisteis de ella? sencillo y honrado para no haber adivina
- La puse en mi cartera. o el pastel desde un principio.
ALBUM. 107
—.¡ Vos creeis!... esclamó Dantes, ¡oh! —A nadie.
1 esto seria muy infame ! —Ni aun á vuestra novia.
— ¿Cuál era el carácter de letra ordina —Tampoco á ella. ,
rio de Danglars? — ¡ En este caso es Danglars !
—Una bonita letra española. —¡ Oh! lo que es a'iora estoy seguro.
— ¿En qué carácter estaba escrito el —Esperad. ¿Conocía Danglars á Fer
awSnimo? nando?
—En letra caida al lado opuesto. —No... sí... ahora me acuerdo...
—¿Contrahecha, no es verdad? dijo el -¿Qué?
abate sonriendo. —Que la antevíspera de mi casamiento
—Muy gallarda para ser simulada. les vi, juntos al rededor de una mesa , en
—Mirad. el meson del tio Pamlilo. Danglars estaba
Y tomó su pluma, ó lo que él denomi alegre y zumbon, Fernando pálido y tras
naba tal, la mojó en tinta y escribió con la tornado.
mano izquierda sobre un trapo preparado —¿Estaban solos?
al efecto las dos ó tres primeras líneas de — No, habia con ellos un compañero,
la acusacion. Dautes se hizo atrás y miro que sin duda fué quien les hizo trabar
al abate .casi con terror, esclamando. conocimiento, un sastre llamado Cade-
— ¡Oh! eso esadmirable ¡cómose ase rousse; pero éste estaba ya beodo; ya
meja esta letra á aquella ! caigo... ¡ ya caigo !
—Es porque habia sido escrita con la — ¡ En qué !
mano izquierda. He observado una cosa y — ¡ Cómo no recordé todo esto ! cerca
es que todos los caracteres trazados con de la mesa en que ellos bebian , habia un
la mano izquierda se parecen. tintero, papel y plumas. (Dantes llevó la
— ¿Mucho habéis visto y observado, mano á la frente) ¡oh! ¡allí es donde se
creo que nada ignorais? escribió aquella carta ! ¡ infames ! ¡ infa
—Continuemos... Pasemos á la segun mes !
da pregunta. ¿Tenia alguien interésenque -¿Queréis saber algo mas? dijo rién
no os casaseis con Mercedes? dose el abate.
—Si , un joven que la amaba. —Sí, sí, ya que vos lo profundizais to
—¿Su nombre? do, ya que veis tan claras todas las cosas.
—Fernando.
Es nombre español. Quisiera saber porque no se me ha toma
do mas que una declaracion, porque no se
—Era catalan. me ha llevado ante un tribunal y porque
—¿Le créeis á ese capaz de escribir una he sido condenado sin ser antes senten
carta? ciado.
—No; mejor me hubiera dado una pu -¡ Oh ! esto, dijo el abate, es algo mas
ñalada. grave: la justicia tiene unos procedimien
—Bien; es el carácter español; un ase tos tan obscuros y misteriosas que es difí
sinato, sí; una vileza no. cil penetrarlos. Todo lo que hasta aquí he
—A mas de que, continuó Dantes, ig mos hecho para hallar vuestros dos ene
noraba los pormenores consignados en la| migos no es mas que tm juego de niños ;
denuncia será preciso que en este punto me déis las
—¿Vosloshabiaiscomunicadoáalgu!en?llmas precisas y exactas indicaciones
108 ALBUM.

–Vaya pues, preguntadme, pues que —Si: diciéndone al propio tiempo: «Ya
á decir verdad veis mas claro vos en los lo veis, no existia mas que esa prueba con
acontecimientosde mi vida que yo mismo. tra vos y yo la he aniquilado.»
—¿Quién os tomó la declaracion? ¿el —Esta conducta es muy sublime para
procurador del rey, el substituto, ó el juez que pueda ser natural.
de instruccion? -
—¿Lo creis asiº
—Fué el substituto. —Estoy seguro de ello. ¿A quién iba
—Es jóven ó viejo. dirigida la carta?
—Jóven: veinte y siete óveinte y ocho —AlSr. Noirtier, calle Cog-Heron, nú
años. mero 13. Paris.
—Bueno, no pervertido aun,pero bas —¿Podeis presumir que vuestro substi
tante ambicioso ya, dijo el abate. ¿De qué tuto tuviese algun interés en que desapa
modo se portó con vos? reciese la carta?
—Con mas amabilidad que aspereza. —Tal vez; porque me hizo prometer
— se lo contásteis todo? dos ó tres veces, por lo mucho que me
—Todo. interesaba, segun decia, que no hablaria
—¿Sus facciones esperimentaron algun á nadie de aquella carta y hasta me hizo
cambio durante el interrogatorio? jurar que no pronunciaria jamas el nombre
–Un instante se demudaron luego de escrito en el sobre.
haber leido la carta que me comprometia. —Noirtier, dijo el abate, Noirtier; yo
Pareció abrumado por mi desgracia. conocí un Noirtier en la corte de la an
—¿Por vuestra desgracia? |tigua reina de Etruria, un Noirtier que
–Sí. |habia sido girondino durante la revolucion.
—¿Estáis bien seguro de que era vues ¿Como se llama el substituto que entendió
tra desgracia lo que lamentaba? en vuestro interrogatorio?
–Por lo menos me dió pruebas de su —Villefort. -

simpatía hícia mí. El abate soltó una gran carcajada. Dan


—¿Cuáles?" tes le miraba estupefacto.
–Quemó la única prueba que podia —¿Quéteneis? lo dijo.
comprometerme. —¿Veis ese rayo de luz? le preguntó
—. Y cuál era esa? ¿la denuncia? el abate.
—No , la carta. —Si.

—Estáis cierto de ello? –Pues bien, todo el negocio está aho


—Como que la quemó delante de mí. ra mas claro para mi que ese transparen
Eso es otra cosa: este hombre podria te y luminoso rayo de luz. ¡Pobre niño!
ser mas malvado de lo que le habia creido ¡pobre jóven ! ¿Y ese magistrado se ha
al principio. "
portado tan bien convos?¿Ha quemado,
"

Los juro que me haceis temblar. ¿Es ha aniquilado la carta?¿Os ha hecho ju


tá acaso el mundo poblado de tigres y co rar que no pronunciariasjamas elnombre
de Noirtier"?
codrilos?
–Si.
sí: solamente que los tigres y coco
drilos que andan con dos piés son mas pe —Pues ese Noirtier, pobre ciego, ¿sa
ligrosos que los otros. ¿Con qué decis que beis quien es ese Noirtier? ese Noirtier?
quemó la carta? l¡ese Noirtier es su padre!
ALBUM. 109
" ..

Un rayo que hubiese caido á los pies de locura divertida, daba al preso alguno
de Dantes, abriendo un abismo en cuyo privilegios, como eran el tener pan un po
fondo se descubriese el infierno, no hu co mas blanco y una botellita de vino to
biera producido un efecto mas instantá dos los domingos. Acertába á ser domin
neo, mas eléctrico, mas destructor que go aquel dia y el abate vino á convidar
tan inesperadas palabras. Levantóse, com á su compañero á partir con él su pan y su
primiéndose la cabeza con las manos, vino. Dantes accedió. Habíase apaciguado
como para impedir que rebentase, escla ya la exaltacion de su semblante,volvien
mando. do á tomar su rostro la calma habitual,
–¡Su padre!... su padre! pero se veía en él una rigidez y tenaci
—Si, su padre que sellama Noirtier de dad, si asípuede decirse, que claramente
Villefort, repuso el abate. demostraban una firme resolucion toma
Entonces una luminosa chispa despejó da de antemano. El abate le miró atenta
el cérebro del preso, todolo que hasta en mente.
tonceshabia sidopor él oscuro lo vió ilu —Me arrepiento de haberos ayudado
minado para una esplendente claridad. en vuestras investigaciones, y de haberos
Todos los efugios de Villefort durante el dicho lo que os he dicho.
interrogatorio, aquella carta consumida —¿Por qué? preguntó Dantes.
por las llamas, el juramento exijido, la —Porque he hecho nacer en vuestro
voz cuasi deprecatoria del magistrado que corazon un sentimiento que no habia: la
en vez de amenazar parecia como que su Venganza. -

plicaba, todo le vino á la memoria. Arró —Hablemos de otra cosa, le dijo Dan
jóun grito, bamboleóse por un momento tes sonriendo.
como un borracho, y lanzándose á través El abate le contempló aun por un ins
de la abertura que comunicaba la celda del tante, meneó tristemente la cabeza, y, co
abate con la suya dijo: mo se lo habia suplicado Dantes, habló de
—¡Oh! es preciso que esté solo para otra cosa. El antiguo preso era uno de
pensar en todo eso. quellos hombres cuya conversacion, cual
Al llegar á su calabozo se dejó caer en la de todos los que han sufrido muchos
su cama, en la que le encontró el carce contratiempos, es muy instructiva, de un
lero al anochecer, sentado, fijas sus pu interés siempresostenido y creciente; pero
pilas, las facciones contraidas, pero inmó no era egoista y esta clase de desgracia
vil como una estátua. Durante las horas dos jamás hablan de sus males. .
de meditacion que se sucedieron cual si Dantes escuchaba con admiracion cada
fuesen segundos, tomó una terrible reso una de sus palabras que correspondian;
lucion é hizo un formidable juramento. unas á las ideas que ya tenia y á los co
¡Pero,para cumplirlo y poner en plan nocimientos que como marinoposeía, y
ta, su resolucion debia suponerse que sal versaban otras sobre cosas para él desco
dría un dia en libertad nocidas, y que, como aquellas auroras bo
Una voz arrancóá Dantes de su medi reales que alumbran á los navegantes en
tacion; era la del abate Faria quien habién las latitudes australes, mostraban al jó
do hecho ya el llavero su competente vi ven nuevos paisages y horizontes ilumi
sita, venia á invitará Dantes á que cenase nados con fantásticos resplandores. Dantes
con él. La calidad de loco declarado, pero conoció lo feliz que seria una organiza
28
110 - ALBUM.

cion inteligente en seguir aquel espíritu comprender por medio del cálculo, mien
remontado á alturas tan morales, filosófi tras que el númen de marino rectificaba
cas ósociales como las que tenia costum todo lo que podia haber de material en la
bre de tratar. demostracion reducida á la aridez de las
—Deberiais enseñarme algo de lo que cifras ó á la rectitud de las líneas. Po
sabeis, dijo Dantes, aunque no fuese sino seía ya el italiano y un poco el árabe
para que no os cause fastidio mi compa que aprendiera en uno de sus viajes á
ñía. Meparece que debeis preferir la so Oriente. Con esto dos idiomas, compren
ledad á un compañero sin educacion ni dió muypronto el mecanismo de los de
capacidad como yo.Si consentís en lo que mas y al cabo de seis meses empezóá ha
ospido, prometo no hablaros mas de es blar el español, el inglés y el aleman. Como
capatoria. se lo prometiera al abate Faria, sea que la
—¡Ay de mí! hijo mio, dijo sonriendo distraccion que le proporcionaba el estudio
el abate, la ciencia humana es muy limi le desvaneciese la idea de libertad,sea que
tada, cuando os habré enseñado las ma fuese, como hemos visto ya, rigido obser
temáticas, la física, la historia y las tres ó vador de su palabra, ello es que no habló
cuatro lenguas vivas que poseo, sabréis jamás de fugarse ylos dias se sucedieron
todo lo que yo sé; y para comunicaros para él rápidos é instructivos. Al cabo de
toda esta ciencia con dos años bastará. un año era ya otro hombre.
—¡Dos años! dijo Dantes ¿os parece En cuanto al abate, Dantes observó que
que podré aprender todo eso en dos años? á pesar de la distraccion que le pro
— En su aplicacion, no, pero si en sus porcionaba en el cautiverio su presen
principios óteoría; saber una cosa de me cia se volvia cada dia mas sombrío y
moria no es poseerla, hay sabios teóricos melancólico; una idea incesante y eter
y los hay prácticos;á los primeros tan solo na parecia acosar su espíritu: caía en
la memoria lesfavorece,á lossegundos los meditaciones profundas, suspiraba invo
constituye la filosofía. luntariamente, se levantaba de improviso,
—¿Pero qué no puede aprenderse la cruzaba los brazos y se paseaba al rede
filosofía? dor de su calabozo. Un dia se paró de re
—La filosofía no se aprende; la filoso pente en el centro de uno de los círculos,
fía es la reunion de las ciencias adquiridas cien veces repetidos, que describia en el
por el génio que las aplica: la filosofía es pavimento de su cuarto y esclamó:
la esplendente nube en que puso Cristo la – ¡Ah! ¡si no hubiese centinela!
planta para remontarse al cielo. —Dejará de haber centinela desde el
—Con qué dijo Dantes, ¿que es lo que momento en que vos querais; dijo Dantes
me enseñaréis primero? estoy anhelando que siguiera su pensamiento á traves de
comenzar, estoy sediento de ciencia. la huesuda caja de su cerebro cual sifue
—Todo; dijo el abate. se un vaso de cristal.
En efecto, aquella misma noche los dos –¡Ah! ya os lo he dicho, me repug
presos combinaron un plan de educacion na un asesinato.
que se puso en ejecucion al día siguiente —Yá pesar de eso, ese asesinato, caso
Dantes tenia una memoria prodigiosa un de tener que cometerse, sería tan solo por
talento estremado; la disposicion natu el instinto de nuestra conservacion, por
ral á las matemáticas le hacia apto para un sentimiento de defensa personal.
ALBUM. 11
-Noimporta....jamas me atreveré... cuarto, del de Dantes y del pasadizo que
—Pero no por eso dejais de pensar en comunicaba el uno con el otro. A la mi
ello. tad de esta galería, trazaba un ramal se
—Sin cesar, sin cesar, murmuró el mejante á los que se practican en las mi
abate. nas, por el que llegarían los dos presos
—Habreis encontrado algun medio tal debajo la galería por la que se paseaba el
vez, ¿no es asi? centinela. Una vez alli, practicarian una
–¡Si! ¡ con tal que llegase un dia en gran escavacion, descalzaran una de las
que pusieran un centinela sordo y ciego ! baldosas que forman el piso de la galería,
—Llegará áser sordo yserá ciego, con queen un instante dado se hundiria con el
testó eljóven con una resolucion que asus peso del soldado que desaparecería en la
tó al abate. escavacion. Dantes se precipitaria sobre
—No, no, esclamó este, es imposible. de él al momento en que aturdido por la
Dantes quiso continuar esta conversa caida seria incapaz de defenderse, le ata
cion, pero el abate meneó la cabeza y no ria y pondria una mordaza, despues de
quiso contestar mas. Tres meses se pasa cuya operacion pasando los dos por una
ron asi. de lasventanas de la galería, salvarian la
—¿Teneis fuerza suficiente? preguntó altura de la muralla esterior por medio de
un dia el abate á Dantes, mas este sin la escala de cuerdas y se fugarian. Dan
contestarle, tomó el escoplo y lotorció en tes dió de palmadas y sus ojos brillaron
forma de herradura aderezándolo des de gozo; era este plan tan sencillo que
pues. debia salir bien.
–¿Os comprometeriais á no matar al En el mismo dia empezaron los mineros
centinela hasta el último estremo? su obra con tanto mas ardor cuanto que
—Si, bajo mi palabra. este trabajo sucedia áun largo reposo, y
—En este caso, dijo el abate, podre segun toda probabilidad no era mas que la
mos poner en ejecucion nuestro plan. realizacion del íntimo y secreto proyecto
-¿Y cuanto tiempo necesitamospara de ambos. Por nada se interrumpia menos
concluirlo? á las horas en que cada uno de ellos se
—Un año, tal vez menos. veia precisado á recibir lavisita del carce
—Pues en este caso, manos á la obra lero. Habíanse acostumbrado ya tanto á
desde luego. distinguir, al menor ruido depasos, cuan
—Al momento. do venia el carcelero, que jamás el uno ni
—¡Oh! ¡y qué lástima el año que he el otro se vieron sorprendidos.
mos perdido ! La tierra queibanestrayendo dela nueva
-¿Os parece que lo hayamos perdido? galeria, y que hubiese al fin obstruido el
—¡Oh! ¡ perdonad, perdonad! escla antiguo corredor, la arrojabanpoco á poco
mó Dantes ruborizándose. y con indecibles precauciones por una ú
—Silencio, dijo el abate. El hombre otra de las dos ventanas del calabozo de
no deja jamás de ser hombre y vos sois Dantes ó del abate; la pulverizaban conto
uno de los mejores que he conocido.Aqui do cuidado, y la brisa de la noche la arre
teneis mi plan. bataba tan léjos que no dejaba de ellaves
Al decir esto mostró á Dantes un dibujo tijio alguno.
… en el que habia delineado el plan de su| Mas de un año emplearon en este tra
11 Ahui. • -

bajo, ejecutado sin mas instrumentos que Dantes al ver el lívido rostro de Faria,
un escoplo, un cuchillo y una palanca de ródeados sus ojos de un cerco azulado, sus
boj. Durante este tiempo é interin traba-Hábios blancos, sus cabellos erizados de es
jaban, Faria continuó instruyendo á Dan-panto, dejó caer el escoplo que traia en la
tes, hablándole ya en un idioma, ya en mano.
otro; esplicándole la historia de las nacio-| —¿Pero, que es lo que teneis?
nes y de los grandes hombres que de vez| —¡Soy perdido ! dijo el abate; escu
en cuando dejan trás de sí rastros lumino-chadme. Un mal terrible , tal vez mortal,
sos que se llaman gloria. El abate, hom-va á acometerme: el acceso se acerca, yó
bre de mundo y de escojida sociedad, tenia le siento venir. Ya un año antes demipri
en su modo de producirse una especie de sion me atacó el mismo mal. A este mal
melancólica majestad, de la que Dantes, solo hay un remedio, que os voy á decir;
gracias al espíritu de asimilacion con que corred presuroso á mi cuarto, separad el
le dotára la naturaleza, supo apropiarse la banquillo de la cama; este banquillo está
elegante urbanidad que lefaltaba y las ma agujereado, y en su interior encontrareis
neras aristocráticas que se adquieren tan una botellita de cristal medio llena de un
solo mediante el roce con las clases eleva-licor encarnado, traedla, ó sino. no, no;
das, ó con la sociedad detalentos superio-aquipodrian sorprendernos... ayudadme
res. - á entrar en mi cuarto mientras tengo al
Al cabo de quince meses habíase con-gunas fuerzas. ¿Quién sabe cuando mè
cluido el ramal y se habia hecho la escava- acometerá el mal y el tiempo que ha de
cion debajo la galeria de modo que se dis-durar?
tinguian los pasos del centinela, tanto Dantes, sin perder su serenidad á pe
que los dos obreros que se veian precisa-sar de que el accidente no dejaba de ser
dos á esperaruna noche oscura y sin luna grande, pasó el corredor arrastrando á su
para asegurar mejor el éxito de la opra-infeliz compañero, y conduciéndole con
cion, no tenian mas temor que el de que infinito trabajo hasta la estremidad opues
estuviese el piso de la galeria demasiado llegó al cuarto del abate y lo colocó en
consentido y que se hundiese antes de tiem-su cama.
po con el peso del soldado. Obvióse este | —Gracias, dijo el abate cuyos miem
inconveniente colocando para puntal unabros tiritaban cual si acabára de salir de
pequeña viga que encontraron en los c-un pozo de nieve; ya entra el acceso; voy
mientos. Estaba Dantes ocupado en ase-á caer cataléptico. Tal vez quede inmóvil
gurarla cuando de repente oyó al abate absolutamente , tal vez no dé siquiera un
Faria, que se hallaba en el cuarto del jóvenquejido; pero tal vez, y es lo mas proba
ocupado en aguzar una clavija para fijar lable, arrojaré espuma por la boca, se pon
escala de cuerdas, llamarle con angustiado|drán ríjidos mis miembros y arrojaré gri
acento. Entróse Dantes con prontitud,|tos dolorosos. Evitad el que se oigan esos
* en el centro del cuarto al gritos, es lo mas importante, porque de
abate, de pié, pálido, inundada de sudorotro modo me cambiarian de cuarto y nos
la frente
—¡Ah!y¡Dios
crispadas
mio! las manos.
esclamó Dantes, ¿que separarian para siempre. Cuando me ve
pararan para pre. me ve
es lo que hay? ¿que teneis? reis inmóvil, frio, muerto por decirlo asi;
—pronto, pronto, dijo el abate; escu-tan solo cuando llegue á ese estado, com
«chadme, prendeis, abrireis mis dientes con el cu
ALBUMI, 113

chillo, hareis colar en mi boca ocho ódiez pasos del carcelero. Iban á dar las siete y
gotas de este licor y asi tal vez volveré en Dantes no habiatenido lugar de fijarse en
mi acuerdo. el tiempo que trascurria. El jóven se pre
—¡Tal vez! esclamó dolorosamente cipitó en la abertura, desapareció en ella,
Dantes. colocó la baldosa en su lugarpor la parte
—¡Socorredime! ¡socorredme! gritó el de adentro y entró en su cuarto. Un ins
abate, yo me... yo me.… n. tante despues, abrióse la puerta, y el lla
El acceso fué tan súbito y violento que vero encontró al preso segun costumbre
el desgraciado preso no pudo acabar la fra sentado en su cama. Apenas volvió la es
se comenzada, una nube cruzó su frente palda, y se hubo apagado en el corredor
rápida y sombria como las tempestades el ruido de sus pasos, que Dantes devo
del mar. La crisis dilató sus pupilas, tor rado por la inquietud, tomó de nuevo,
ció su boca, enrojeció sus mejillas; agi sin acordarse de comer, el camino que
tóse, echó espumarajos, arrojó ahullidos, acababa de hacer y levantando la baldosa
pero Dantes exacto en el encargo que le con su cabeza entró en el cuarto del abate.
hiciera sofocó susgritos con el cubre ca Este habia recobrado ya elconocimien
ma. Este estado duró dos horas; y des. to, pero continuaba inerte y sin fuerzas
pues quedó insensible como una masa in tendido en la cama. -

orgánica, blanco y frio como el mármol, —Ya no confiaba volver áveros, dijo á
endeble como un junco; se ajitó, conve Dantes.
lióse aun por última vez y quedó livido. —¿Y porqué?¿pensabais acaso morir?
Edmundo esperóá que esta muerte apa —No, pero como está todo preparado
rente hubiese invadido todo el cuerpo y para vuestra fuga, estaba en la conviccion
helado hasta el corazon: entonces tomó el de que os escapariais.
cuchillo, que introdujo de plano entre los Dantes quedó sofocado y encendido de
dientes, relajando aunque con ímprobo indignacion.
trabajo los espasmodizados maseteros,con --¡Sin vos! esclamó, ¿ymehabiais crei
tó hasta diez gotas del rojo licor y es do capaz de semejante accion?
peró. —¡Ahora veo que me equivoqué! dijo
Una hora se pasó sin que el viejo hicie el enfermo; ¡ah! ¡estoy muy débil, muy
ra el menor movimiento. Dantes temió quebrantado, muy aniquilado!
haber esperado demasiado para adminis —Valor, ireis recobrando fuerzas, dijo
trarle las gotas y le miraba de hito en hi Dantes sentándose en el borde de la cama
to sosteniendo con ambas manos su cabe de Faria y tomándole las manos. El aba
za: en fin un lijero colorido animó sus te meneó tristemente la cabeza.
mejillas, sus ojos constantemente abiertos —ia última vez, dijo, el acceso duró
y fijos recobraron la facultad de mirar, media hora, y una vez desvanecido tuve
exhalóun débil suspiro é hizo un pequeño hambre y me levantépor mi solo. Ahora
movimiento. no puedo ya mover ni el muslo ni el bra
—¡Salvado! ¡salvado! esclamó Dan zo derecho, estoy como atontado lo quo
tes. prueba un derrame en el cérebro; al ter
El enfermo no podia hablar aun, pero cer ataque quedaré enteramente paralítico
dirij visible ansiedad la mano hacia moriré en el acto.

la puetrà. Dantesfijósu atenciony oyó los º —No, no, tranquilizaos, vos no mori:
- 29)
.
11M ALBUM.

reis. Ese tercer acceso que temeis, si aca Dejaos de vanas ilusiones que vuestro es
so os coje os encontrará libre y agil, pro celente corazon cree sean seguras realida
curaré administraros la mistura como esta des. Yo me quedaré aqui hasta que suene
vez y podré salvaros mucho mejor que la hora de mi libertad, que por ahora no
ahora, porque entonces tendrémos todos puede ser otra que la de la muerte. En
los socorros necesarios. cuanto ávos, huid, marchaos; sois jóven,
—Amigo mio, dijo el viejo, no os ha fuerte y robusto; no paseis por mi ningun
gais ilusiones, la crisis porque acabo de cuidado, quedais libre de vuestro compro
pasar me ha condenadoáuna prision per miso.
petua; para poder huir es necesario poder —Está bien, dijo Dantes.
andar. –Pero, ¿que haceis?
—Pues bien; esperaremosocho dias, un —Me quedaré aquí:y levantándose en
mes, dos meses si es necesario, en estein seguida y estendiendo con solemnidad su
térvalo adquiriréis nuevas fuerzas; todo está mano sobre el viejo , añadió: osjuro por
preparado para la fuga; somos dueños de la sangre de nuestro Señor Jesucristo
escojer la hora y el momento. El dia en no abandonaros sino despues de vuestra
que os encontreis con fuerzas para poder muerte.
nadar, ¡ pues bien ! ese dia pondremos en Faria consideró á aqueljóventannoble,
ejecucion nuestros planes. tan sencillo, de tan elevadas ideas,y leyó
—Ya no me será posible nadar nunca en susfacciones animadas por la espresion
mas, dijo Faria; este brazo está paralizado del mas puro entusiasmo la sinceridad de
no para una temporadasino para siempre; su afeccion y la lealtad de su juramento.
probad vos mismo de levantarle y veréis —Sea enhorabuena, dijo el enfermo;
cuanto pesa. acepto y os doy las gracias, y añadió lue
El jóven levantó el brazo que volvió á go tendiéndole la mano; vos sereis proba
caer inerte, y al verlo arrojó un suspiro. blemente recompensado por adhesion tan
—Estais ya persuadido, ¿no es verdad, desinteresada; pero como yo no puedo y
Edmundo? dijo Faria; creedme; ya séyo vos no queréis escapar ya, es preciso que
lo que me digo. Fesde el primer ataque obstruyais el subterráneo hechobajo laga
que sufríde este mal, no hecesadodepen leria. pues que podria fijar la atencion del
sar en él; ya le esperaba porque es un le centinela el sonoro eco de sus pasos sobre
gado de familia. Mipadre murió al tercer el trozo minado y advertir de ello al inspec
acceso, mi abuelo lo mismo. El médico que tor;ya veis que en este caso seriamosdes
me compuso ese hcor, que fué el famoso cubiertos y nos separarian. Id puesá desem
Cibanís, me predijo la misma suerte. peñar este trabajo en el que desgraciada
—El médico se engañó, repuso Dantes; mente no puedo ayudaros; empleaden ello
en cuanto ávuestra parálisis no es lo que toda la noche si es menester y no volvais
mas cuidado me dá, puesto que ostomaré hasta mañana por la mañana despues de
sobre mis espaldas y nadaré sostenién la visita del carcelero, pues tengo que co
4ioos. municaros cosas importantes.
—Hijo, dijo el abate; sois marino, sois Dantes tomó la mano del abate quien le
nadador, y por consiguiente debeis saber dió lasgracias con una sonrisa, y salió con
que un hombre cargado conpeso semejante la subordinacion y respeto que habia pro
no adelantaria cincuenta brazas en el mar, fesado siempre á su viejo amigo.
ATLBUM. 115
XVIII. vuestra palidézy asombro, lo que pasa en
EL TESORO. este momento en vuestro interior. Pero no,
Cuando al siguiente dia por la mañana tranquilizaos, no estoy loco, este tesoro
Dantes entró en el cuarto de su compañero existe: Dantes, si no me ha sido dado el
de prision, encontró á Faria sentado, con poseerle, vos le poseereis. Nadie ha que
tranquilo rostro, iluminado por el rayo de rido escucharme ni dar crédito á mis pala
luz que atravesaba la estrecha ventana de bras, porque me juzgaban loco; pero vos
su celda. En la mano izquierda, única que que debeis saber que no lo soy, escuchad
segun hemos dicho le quedaba libre, tenia me y despues seréis dueño de creerme
un pedazo de papel que arrollado de mu ó no.
chotiempo tenia la forma de un cilindro — Dios mio: murmuró Dantes en su
que oponia tenaz resistencia á estenderse: interior, al fin ha recaido, solo me faltaba
sin deciruna sola palabraenseñó á Dantes esta desgracia: y luego añadió en voz al
el papel. ta: amigo mio, el accidente os habrá fa
—¿Que es eso? le preguntó éste. tigado sin duda, ¿no queréis descansar un
—Miradlo bien, dijo el abatesonriendo. rato? Mañana, sitanto empeño teneis, es
–Miro con la mayor atencion, dijo cucharé vuestra historia; pero lo que es
Dantes, y no veo mas que un papel medio hoy solo quiero cuidaros y nada mas; y
quemado, sobre el cual distingo trazados sobre todo, continuó sonriendo, un tesoro
caractéres góticos con tinta muy particu ¿os parece que sea cosa que nos interesa sa
lar. --
ber con tanta prisa?
- Pues estepapel, amigo mio, dijo Fa –Y muy luego, Edmundo, repuso el
ria, es, ypueíoya confiárosloahora puesto viejo; ¿quién sabe si mañana ó tal vez
que os tengo esperimentado; este papel es pasado mañana, no me acometerá el ter
mitesoro; cuya mitad de hoy en adelante cer acceso?. Pensad en que entonces todo
es pertenece. - habria acabado... Sí, verdad es; á menu
Un sudor frio inundó la frente de Dan do he pensado con amargo placer en esas
tes. Hasta entonces, en tanto tiempo trans riquezas, que harian la fortuna de diezfa
currido, habia evitado hablar á Faria de milias, perdidas á causa de los hombres
aquel tesoro; origen de la acusacion de lo que se han empeñado en perseguirme; es.
cura que pesaba sobre el pobre abate. Con ta idea me servia devenganza, que sabo
su natural delicadeza, Edmundo habia reaba lentamente en la oscuridad de mi cala
cuidado de no tocar aquella cuerda que vi. bozo y en la desesperacion micautiverio; pe
braba dolorosamente, y Faria porsu par ro ahora que he perdonado al mundo por
te, habia guardado silencio,interpretando vuestro amor, ahora que os veo jóven y rico
Edmundo ese silencio como un regreso á en porvenir, ahora que pienso en la dicha
la razon; pero en aquel momento las pocas que ospuede traer semejante revelacion,
palabras que pronunciára Faria despues de tiemblo al retardarla un solo instante y
tan penosa crisis,parecian indicar una gra tiemblo de no poder asegurar un propie
ve recaidá de alienacion mental. tario tan digno como soisvois á tantas ri
—¡Vuestro tesoro ! balbuceó Dantes. quezas enterradas.
Faria se sonrió y le dijo: Edmundo volvió la cabeza suspirando.
—Si; bajo todos aspectos sois un esce –Persistís en vuestra incredulidad,Ed
lente jóven, Edmundo, y echo de ver por mundo, prosiguió Faria, mis palabras no
,

11(5 ALBUM.
os han convencido; ya veo que serán ne ria, venia en persona á cerciorarse de su
cesarias pruebas: pues bien, leed ese pa gravedad. Faria le recibió sentado, evitó
pel que ánadie he llegado á mostrar. todo movimiento que pudiera comprome
–Ya lo veré mañana, amigo mio, dijo terle y logró ocultar al gobernador la pa
Edmundo resistiéndose a prestarse á la lo rálisis que habia herido ya demuerte la mi
cura del viejo, ¿creí que habíamos conve tad su cuerpo. Le acosaba el temor de que el
nido en no hablar de eso hasta mañana? obernador, apiadándose de él no quisiera
–Corriente; hasta mañana no habla trasladarleá una prision masventilada se
remos, pero ahora leed ese papel. parándole así de su jóven compañero,pe
–No le incomodemos mas, pensó Ed ro felizmente no fué así, y el gobernador
mundo, y tomando el papel del que falta se retiró persuadido de que su pobre loco,
ba la mitad, quemado sin dudapor algun hácia el cual sentia en lo íntimo de su co
accidente imprevisto, leyó... razon cierto afecto, no sufria mas que una
—¿Qué tal ? dijo Fariacuando el jóven igera indisposicion.
hubo concluido su lectura. Durante este tiempo Edmundo, sentado
–Pero, contestó Dantes, no veo aquí sobre su cama, la cabeza entre sus ma
mas que líneastruncadas, palabras sinsen uos, trataba de coordinar sus ideas; todo
tido; los caractéres consumidos por la ac lo de Faria habia sido razonable, grande
cion del fuego han quedado ininteligibles y lógico desde que le conociera y no
–Para vos, amigo inio, que los leeispor podia comprender como se reunia tanta
primera vez,pero no para mí que he per sabiduría sobre todos los objetosdesatinan
dido el sueño durante muchas noches tra do tan solo sobre uno: ¿ seria tal vez que
bajando en él, que he reconstruido cada Faria se engañaba respecto á su tesoro? ¿ó
frase, completado cada pensamiento. que todos se engañaban respecto á Faria?
–¿Y créeis haber encontrado el senti Dantes permaneció en su aposento lo res
do de esas ideas ahora inconexas? tante del dia, no atreviéndose á volver á
—Estoy cierto de ello; vos mismo lo verá su amigo.Procuraba retardar de es
juzgaréis; pero antes escuchad la historia te modo el instante en que adquiriria la cer
de este papel. |teza de que el abate estaba loco; esta con
–¡Silencio, esclamó Dantes, oigo pa viccion debía serle espantosa. Pero al ano
sos... se acercan... me voy... á Dios!... checer despues de la visita ordinaria, Faria,
Y Dantes, teniéndose por feliz en poder Vendo que el jóven no volvia, probó de atra
escapar á la esplicacion de aquella histo y esar el espacio que los separaba. Edmun
ria, que hubiera por precision confirmado do se horrorizó al oir los doloroscs esfuer
la desgracia de si amigo, se deslizó como zos que hacia el viejo para arrastrarse; su
una serpiente por la estrecha abertura; pierna y muslo estaban inertes, tan solo
mientras que Faria, á quien el terror die podía ayudarse con un brazo. Edmuno
ra fuerzas sobrenaturales, rempujaba con se vió precisado á tirar de él, puesto que
el pié la baldosa que estaba cubierta con solo no hubiese podido salir jamás de aque
una estera áfin de que se ocuitára mejor lia angosta abertura que daba al cuarto de
a solucion de continuidad, y que no tuvo Dantes.

iempo de colocar bien en su lugar. —Héme aquí, encarnizadamente em


Era el gobernador que habiendo tenido peñado en perseguiros, dijo con benévola
noticia del accidente por el llavero de F-sonrisa, habiais creido poder escapar á mí.
ALBUM. 117
munificencia; pero no será así Escuchad «se de hacer una buena especulacion, co
pues. «sa muy difícil en la exhausta Italia.
Edmundo conoció que no podia evitar «Su Santidad resolvió crear dos carde
lo; por lo que hizo sentar al viejo en su nales.»
cama y se colocó cerca de él en el tabu Escogiendo dos de los primeros perso
rete. najes de Roma, opulentos sobretodo, lo
–Ya sabéis, dijo el abate, que yo era graba el padre Santo realizar su especula
el secretario íntimo, el amigo del cardenal cion: pues que le quedaban luego para
Sipada, el último de los príncipes de este vender los altos cargos y magníficos em
nombre. Yo debo á tan digno señor toda pleos que estaban disfrutando los dos fu
la felicidad que he disfrutado en esta vida. turos cardenales: y á mas la venta de los
El no era rico, á pesar de que las rique capelos le valdria una exhorbitante can
zas de sufamiliafuesenproverbiales, como tidad.
que mil veces he oido cuando se ha que Faltaba tan solo la tercera parte de la
rido ponderar: rico como un Spada. Pero especulacion, que el papa y Cesar Borgia
la opinion pública le continuaba la repu combinaron muy luego escogiendo los fu
tacion de opulento: su palacio fué mi pa turos cardenales; estos eran Juan Rospi
raiso. Estaba encargado de la educacion gliosi, que desempeñaba él solo cuatro de
de sus sobrinos que murieron, y cuando las mas altas dignidades del santo sólio, y
quedó solo en el mundo, le devolví por el otro Cesar Spada uno de los romanos
una adhesion síncera a su persona, todo Inas nobles y mas ricos. Ambos echaron
lo que habia hecho por mí durante diez de ver el objeto de los favores del papa,
años. pero los dos eran ambiciosos y admitie
La familia del cardenal no tuvo muy ron. Logrado esto, Cesar encontró muy
muy luego ya secretos para mí; habia yo luego sucesores á sus cargos.
observado que miseñor consultaba muy á De aquí resultó que Rospigliosi y Spa
menudo archivos antiguos y escudriña da pagaron para ser cardenales, y que ocho
ba con avidez entre los empolvados ma sugetos diferentes pagaron para ser lo que
nuscritos de la familia. Un dia en que me anteriormente los dos cardenales de nueva
atrevíá hacerle presente todo lo inútil de creacion, y en su consecuencia ingresa
sus trabajos quejándome de la especie de ron en las arcas de los dos especuladores
abatimiento que les subseguia, me miró 800,000 escudos.
con amarga sonrisa, abrió un libro que era Pasemos ahora á la última parte de la
la historia de la ciudad de Roma, y en el especulacion. El papa despues de haber
capitulo veinte de la vida del papa Alejan colmado de agasajos á Rospigiosi y Spa
dro VI leí las siguientes líneas que jamásda, confiriéndoles los distintivos de carde
he podido olvidar: nal, por lo que debian, para saldar la no
«Las grandes guerras de la Romania ha-ficticia deuda de reconocimiento, reunir y
« bian terminado; Cesar Borgia, concluida realizar sus haciendas, vivir en Roma, el
«su conquista, necesitaba dinero para con-|papa y Cesar Borgia convidaron á co
«prar la Italia entera, el papa necesitaba|mer á los dos cardenales. Este fué un in,
«igualmente dineropara arreglar sus dife-tivo de controversia entre el Saito, padre
«rencias con Luis XI rey de Francia, te-|y su ahijado. Cesar opinaba que podía po
« mile aunápesar de sus reveses: tratábalnerse en juego uno de los muchos II9
118 ALBUM.
dios que tenia siempre á la mano para pero el criado ai parecer no pudo encon
obsequiar á sus íntimos amigos , á saber ; trarle.
la famosa llave con la que se suplicaba á Spada sabia lo que acontecía en tales
ciertos sugetos tuviesen la bondad de abrir invitaciones. Despues que el cristianismo
cierto armario. En esta llave sobresalía eminentemente civilizador trajo á Roma
una punta de hierro; por un descuido pro-| sus progresos , no era ya un centurion el
bablemente del artista. Apenas los favore que venia con órdei; del tirano para deciros
cidos forcejaban para abrir el armario cu « Cesar quiere que mueras » pero era si
ya cerradura estaba un poco dura, se pin un enviado á laitre quien venia, con la
chaban con la puntita y al dia siguiente' sonrisa en los labios , á deciros de parte
habian muerto. Podia tambien valerse del del papa « Su Santidad desea que vayais á
anillo con cabeza de leon con el que Ce comer con él. » Spada marclw sobre las
sar adornaba sus dedos : en cuanto daba dos de la tarde hacia la quinta de Saint-'
un apreton de manos de cierto modo , el ¡Pierre-es-Lieus donde el papa le espera
Jeon mordia la epidermis de aquellas ma ba. La primera persona que se ofreció á
nos favorecidas ¡y la mordedura era mor su vista fué la de su sobrino muy engala
tal á las veinte y cuatro horas. Cesar pro nado y elegante á quien Cesar Borgia col
puso á su padre , ya que se enviase á los| maba de caricias. Spada palideció ; y Ce-
.cardenales á abrir el armario, ya darles á |sar, lanzándole una ironica mirada, le
cada uno un cordial apreton de mano. Pe hizo ver que todo lo habia previsto, que
re Alejandro VI se opuso diciéndole : el lazo estaba bien urdido.
—No debemos perder de vista la comi Comieron. Spada iío pudo dirijir á sn
da tratándose de tan escelentes cardenales sobrino mas que esta pregunta: «¿Has re
como Spada y Rospigliosi.No sé que pre cibido mi recado? » El sobrino le contestó
sentimiento me dice que volveremos ,á ga que no , pero comprendió todoel valor de
nar ese dinero. Ademas, vos olvidais, Ce- tal pregunta: mas ya era tarde puesto que
sa, que una indigestion se declara al mo- acababa de beber un vaso de escelentevi-
rftento , mientras que una picadura ó no que de propósito para él acababa de
mordedura no producen su efecto hasta escanciar el sumiller del Papa , en segui
pasados uno ó dos dias. da acercaron á Spada otra botella de la
Cesar se convenció con este raciocinio : que le sirvieron con liberalidad. Una ho
y he ahí la razon porque fueron convida ra despues, un facultativo les declaró á
dos á comer los cardenales. Destinóse para los dos emponzoñados por setas veneno
celebrar el banquete un viñedo que poseia' sas. Mientras Spada agonizaba en el salon
el papa en Saint-Pierre-es-Lieus; hermo de la quinta , su sobrino espiraba en el
sa quinta que los cardenales conocían ya umbral de la puerta de su casa haciendo
por su nombradia : Rospigliosi, atolondra [á su esposa sei'ias que no comprendió.
do con su nueva dignidad preparó su es Despues de su muerte, Cesar y el Papa
tómago para el banquete: Spada, hombre jse apresuraron á apoderarse de la heren
previsor y que amaba mucho á su sobri cia bajo protesto de reconocer y encargar
no, joven capitan de ricas esperanzas, to se de los papeles del difunto. Pero la he
mó papel y pluma é hizo su testamento rencia consistía solo en un pedazo de pa
Envió un recado á su sobrino para que lej pel en el que Spada habia escrito : « dejo
aguardára á los alrededores de la quinta ; !á mi muy amado sobrino, mis cofres y li~
ALBUM. 119
htos entre los que se cuenta mi breviario del cardenal Spada ; pero no fué asi : los
con cabos de oro , siendo mis deseos que Spadas continuaron en su dudoso bienes
Jo conserve comoá un recuerdo de su apa tar, un misterio eterno envolvió tan som
sionado tio. » Los herederos lo reconocie brio suceso y la opinion pública fué de que
ron todo, elogiaron la hermosura del bre César , mas político que su padre , habia
viario, enviaron al retortero todos Ios¡ soplado al Papa las riquezas de los dos car
muebles, y se admiraron de queSpada, denales; y digo los dos porque el cardenal
hombre rico , fuese el mas miserable de Hospigliosi, que no habia tomado medida
todos los tios ; ningun tesoro se halló á i una preventiva, fué completamente
ser los de ciencias encerrados en la biblio despojado.
teca y laboratorios. Cesar y su padre bus- — Hasta ahora, interrumpióse Faria
.caron, huronearon, preguntaron; en vano, sonriendo, ¿no os parecerá esto muy in
nada encontraron, ó álo menos muy poca sensato , no es cierto ?
-cosa: apenas sacaron un millar, dos tal vez — ¡Oh! amigo mio, dijo Dantes, me
«le plata labrada y otro tanto á corta di parece por el contrario que estoy leyendo
ferencia en plata acuñada; pero el sobrinoj una crónica del mayor interés. Continuad,
pudo decir á su muger en cuanto la en os lo ruego.
contró : « Buscad entre los papeles de mi —Continuo pues:
tio; entre los que hay el verdadero tésta- La familia fué acostumbrándose á la
-meato. » medianía oscuridad. Sucediéronse los años.
i$usc se luego con mas avidez tal vez De los descendientes, unos fueron milita
-de lo que lo habian practicado los augiis res, otros diplomáticos, estos curas, aque
tos herederos; pero fué en vano: quedóles| llos comerciantes : los unos se enriquecie
tan solo en herencia dos palacios y un vi ron , los otros acabaron por arruinarse.
ñedo en el Palatinado : mas en aquella Llego pues ya al último descendiente de
época los bienes inmuébleseran muy pocoj la familia , á aquel de quien fui yo secre
-estimados; por lo que los dos palacios y tario, el conde Spada. Habiale oido mu
-el viñedo quedaron para la familia como| chas veces lamentarse de la desproporcion
indignos de la rapacidad del Papa y de su de su hacienda con su rango y posicion :
.hijo. Pasaron meses y años: Alejandro VI habiale aconsejado que invirtiera los po
murió envenenado, ya sabeis porque me- cos bienes que le quedaban en una renta
-dios: Cesar emponzoñado al propio tiempo vitalicia: siguió mi consejo y dobló lospro-
que él, se salvó dejando la piel como las ser ductos. El famoso breviario habia queda
pientes, y revistiéndose de un epidermis do vinculado en la familia, y el conde Spa
en la que el veneno dejó unas manchas da era quien lo poseia , se lo habian ido
semejantes á las que se ven en la piel del trasmitiendo de padres á hijos ; porque la
tigre; en fin precisado á abandonar á lio estraña cláusula, único testamento que se
rna , fué á hacerse matar oscuramente en encontró, habia hecho de él una reliquia
una escaramuza nocturna quedando cuasi guardada con supersticiosa veneracion por
olvidado para la historia. la familia. Era un libro enriquecido con
Despues de la muerte del Papa y del hermosas láminas góticas , y tan cuajado
destierro de su hijo , se figuraba la gene de oro que un sirviente lo llevaba siempre
ralidad que la familia volveria á colocarsej delante del cardenal en las grandes solem
en el alto rango que ocupaba en tiempo nidades.
120 ALBUM.

A la vista de los papeles de toda clase, quince dias despues dela muerte delconde
títulos, contratos, pergaminos, que se de Spada, el 25 de diciembre (muy luego
guardaban en el archivo de la familia y comprenderéis porque ha quedadotangra
que todos eran del emponzoñado carde vada en mi memoria la fecha de este dia)
nal, empecé yo á mi vez cual lo hicieran releia yo por la milésima vez aquellos pa
veinte criados, veinte mayordomos, vein peles que habia ya empaquetado y arre
te secretarios que me habian precedido, glado, porque perteneciendo el palacio á
á compulsar paquetes tan formidables. A un estraño, iba á marchar de Roma para
pesar de la actividad y relijiosa precision establecerme en Florencia, llevando con
de mis pesquisas no encontré absoluta migo una docena de miles de libras de mi
mente nada. Con todo habia leido y aun propiedad, mi biblioteca y el famoso bre
habia escrito una historia exacta cual una viario. Fatigado de tan asiduo trabajo, é,
efemérides de la familia Borgia, con el indispuesto por la comida escesiva de aquel
solo objeto de asegurarme si habia sobre dia, dejé caer la cabeza sobre mismanos
venido á los principes alguna fortuna im y quedé dormido, serian sobre las tres de
prevista despues de la muerte de mi car la tarde. Daban laseis en elpéndulo cuando
denal Cesar Spada, pero no encontré mas disperté; levanté la cabeza y me hallé en
que la adicion de los bienes de Rospigliosi la mas profunda oscuridad, llamé con la
su compañero de infortunio. Estaba pues campanilla para que me trajeran luz, pero
cuasi seguro de que ni los Borgias ni la adie compareció. Determiné entoncesser
familia se habian aprovechado de la he virme á mi mismo; era en aquel entonces
rencia que habia quedado sin dueño, como una costumbre de filósofo á que era pre
esos tesoros de los cuentos árabes sepulta ciso empezae.á acostumbrar. Tomé con
dos en el seno de la tierrº bajo la vigilan tina mano una de las bujías que ya tenia
cia de un génio; yo escudrié, repasé preparadas y con la otra busqué,áfalta de
" cuentas, calculé mil y mil veces las ren pajuelas por no haberlas en la cajita com
tas y gastos de la familia en el espacio de petente, un papel que me proponia en
tres cientos años, pero todo en vano;que cender en una vacilante llama querevolo
dé en mi ignorancia y el conde Spada en teaba sobre las áscuas; pero temeroso en
Sul, III:Sell. la oscuridad de tomar un papel interesan
Mi protector murió. De su renta vitali te en vez de uno inútil, estaba indeciso
cia habia segregado los papeles de la fa cuando recordé haber visto dentro del fa
milia, su biblioteca compuesta de cinco mil inoso breviario, que estaba á milado, sobre
volúmenes y el famoso breviario: todo me la mesa, un papel viejo, amarillento por la
lo legó en herencia y á mas un milar de costumbre de hacerle servir de señal y que
escudos romanos que tenia en efectivo, con habia atravesado los siglos mantenido en
condicion de que mandaria celebrar misas su lugar por la veneracion de los herede
por el reposo de su alina, y que formaria ros. Busqué á tientas aquella inútil hoja,
un árbol genealójico de su familia y escri la encontré, la retorcí, la acerqué á la es
biria la historia de su casa, todo lo que pirante llama y la encendí. Pero bajo mis
cumplí con la mayor religiosidad.…. dedos, como por encanto, á medida que el
–Sosegaos, mi querido Edmundo, que fuego iba ganando terreno, vísalir carac
ya acabo luego. téres amarillentosy aparecer sobre el pa
En 1807, un mes antes de miprision y pel. Entonces quedé aterrorizado, estrué
, . . ALBUM. 121
entre mis manos el paprl , soplé , avivé el -Ahora, dijo el abate, leed este otro
fuego, en cuya llama encendi directamen papel. Y presentó á Dautes una segunda
te la vela, estendi con indecible agitacion hoja con otros fragmentos dé líneas : aho
el chamuscado escrito y reconocí que aque ra, continuó en cuanto vio que Dantes ha
llos caracteres que aparecieron al solo con bia llegado á la última línea, unid los dos
tacto de un vivo calor habian sido trazados fragmentos y juzgad vos mismo.
con tinta misteriosa y simpática. Habiase Dantes obedeció; losdos fragmentos uni
consumido ya con 3a llama un poco mas dos daban el resultado siguiente:
del tercio del papel; era el mismo qué ha —«Hoy 25. de abril de 1498: Ha....
beis leido esta mañana. Vólvedle á leer; biendo sido invitado á com... er por S. S.
Dantes, y luego de haberle leido os diréel Alejandro VI y temiendo que.... no con
complemento de las frases y os esplicaré tento con haber....me hecho pagar el ca
el sentido ahora incompleto. pelo trate de her....edar mis haciendas re-
YFaria triunfante', presentó el papel á servandom....e la suerte de los cardenales
Dantes que esta vez leyó con avidez las si Cap. ...rara y Bentivoglio, que murieron
guientes palabras trazadas con tinta rosa Iem....ponzoñados, declaro á mi sobrino
da semejante á la del orin. G....uido Spada, heredero un¡ver....sal
Hoy 25 de abril de 1498 ha mio, que he enterrado en.... un lugar que
sido invitado á com ya conoce por haberlo visit. ...ado conmi
jaudro VI y temiendo que go, á saber las grutas de Monte-Chris....
tento con haber to todo lo que yo poseia en barr.... as, oro
el capelo trate de her acuñado, pedreria , diam —antes y alha
ciendas reservandom :f^ jas,' que solo yo tengo notic....ia de este
los cardenales Cap |tesoro que ven drá á importar sobre dos
glk>, que murieron em millones á poca diferencia de escudos
dos declara y mi sobrino G romanos y qu....e encontrará levantando
.Spada heredero univer la vijésima roe. ...a, empezando por la en
he enterrado en henada del Este en lin ...ea recta. En las
«onoce por haberlo visit gratas hay practicadas des.... aberturas,
i saber, las grutas de Monte -Chris el tesoro está en el ángulo mas lej. ...ano
lo que yo poseia en barr e la segunda gruta, cuyo tes. ...oro lele-
ñado, pedreria, diam o en propiedád absoluta com. ...o á mi
.que solo yo tengo notie nico' heredero.
soro que ven 25 abril 1498.
unos dos millones á Ces....ar Soana. »
<Je escudos romanos, y qu —Y ¿ahora lo comprendeis por fm? dijo
levantando la vijésima roe Faria.
la ensenada del Este en lin —¿Es esa' la declaracion del cardenal
grutas, hay practicadas dos Spada y el testamento con tanto afan y por
ro está en el ángulo mas lej tanto tiempo buscado? dijo Edmundo, "in
segunda gruta. Cuyo tes crédulo todavía.
propiedad absoluta com
único heredero. -Si, mil veces si.
25 abril 1498 -¿Quien lo ha reconstruido asi?
Ces -Yo, que con la ayuda del fragmento
31
122 ALBUM.

salvado he adivinado el resto timidiendo la —¡Imposible! dijo Dantes,áquien la enor"


lonjitud de las lineas por la del papel, pe midad de la suma asustaba.
netrando y deduciendo la oracion que fal —¡Imposible! ¿y por qué? repuso el
taba por la quetenia á lavista, cualseguia viejo. La familia Spada era una de las mas
uno en un subterráneo por la escasa luz antiguas y poderosas del siglo quince. A
que de lo altopenetra. mas de que en aquellos tiempos no habia
–¿Y que hicisteis cuando lograsteisad especulaciones ni industrias en que inver
quirir la certeza del hecho? tir los capitales, asi que esas aglomeracio- *
—Quise partir, y marché en el instante nes de oro y joyas no son de estrañar;
mismo llevando conmigo el principio de existen aun hoy dia familias romanas que
migrande obra sobre la unidad del reino se mueren de hambre y que poseeran tal
de Italia; pero hacia ya largo tiempo que vez cerca un millon en diamantes y pedre
la policía imperial, que en aquella época, rias transmitidas por mayorazgo y á las
al revés de lo que ha querido Napoleon que no se atreven á tocar.
cuando tuvo un hijo, queria la division de Edmundo creía estar soñando, y fluc
las provincias, tenia fija su atencion en mi: tuaba entre la incredulidad y la alegria.
mi precipitada marcha, cuyo objeto estaba —Si he guardado tanto tiempo este se
ella muy léjos de adivinar, dispertó sus creto sin comunicároslo ha sido con el úni
sospechas, y en el momento de embarcar co objeto al principio de probaros y des
me en Piombino me arrestaron. puespara sorprenderos.Si nos hubiésemos
Mientras áN hablaba, Faria estuvo mi evadido antes de mi acceso de catalépsia
rando á Dantes con espresion casi pater os hubiese conducidoáMonte-Christo; aho
nal, y continuó. * ra, añadió arrojando un suspiro, sois vos
—Ahora, amigo, sabeis tanto como yo. el que me ha de conducir. Y bien, Dan
Sialgun dia llegamosá salvarnos juntos, la tes, ¿cómo no me dais las gracias?
mitad de mi tesoro es para vos, y si mue —Ese tesoro os pertenece, amigo mio,
ro y vos os salvais, os pertenece en su to dijo Dantes, os pertenece ávos solo y yo
talidad. no tengo á él ningun derecho, pues que
–Pero,preguntó Dantes dudoso, ¿no no me une con vos el mas remoto grado
hay en el mundo algunoáquien correspon de parentesco.
da con mas lejitimidad que á nosotros po —Vos sois mi hijo, ¡Dantes! esclamó
seer esos tesoros? el viejo; sois el hijo que me ha socorrido
—No, no;podeis estar seguro de ello; en mi cautiverio. Mi estado me condena
la familia se ha estinguido completamente, ba al celibato, Dios os ha enviado para con
El último conde Spada, me hizo ademas solar á la vez al hombre que no podia ser
su heredero; legándome el simbólico bre padre y al preso que nopodia llegaráver
viario me legó tambien su contenido.Tran se libre.
quilizaos pues; si llegamos á apoderarnos Y Faria al decir esto tendió aljóven la
de esa fortuna podremosgozar de ella sin mano que le quedára ágil y se arrojó llo
remordimientos. -

rando á su cuello.
—con qué decís que ese tesoro encier
ITa..
XIX.
EL TERCER ACCESO,
-Dos millones de escudos romanos,
trece millones á poca diferencia de nuestra Desde que aquel tesoro, que por tanto»
moneda. tiempo habia sido el esclusivo objeto de
ALBUM. 123

as meditaciones y desvelos del abate, po los presossu última esperanza, y darles á


dia asegurar la dicha de aquelá quien Fa entender que estaban condenados á una
ria amaba tan entrañablemente como á un eterna prision, un nuevo contratiempo les
hijo, habia doblado á sus ojos de valor. afligió: la galería que miraba al mar y
Todos los dias haciéndose hasta pesado es que hacia tiempo amenazaba ruina, fué
plicabarcon el valor de su tesoro, todo el|construida de nuevo reparando al propio
bien que en estos tiempos modernos pue-|tiempo los sillares y obstruyendo con enor
de hacer á sus amigosun hombre con tre-|nespeñas el agujero medio tapado ya por
ce ó catorce millones de capital; entonces|Dantes; sin esta precaucion, que el abate
el rostro de Dantes se obscurecia, porque prescribiera al jóven, su desgracia hubie
cl juramento de venganza que hiciera se|se sido aun mucho mayor, pues que hu
presentaba á su imaginacion, y pensaba|biera sido descubierta su tentativa de eva
en su interior cuanto mal en estos tiem-|sion é indudablemente se les hubiera se
pos modernos puede hacerá sus enemigos parado: una nueva puerta mas fuerte,
un hombre con trece ó catorce millones demas indestructible que las otras acababa
fortuna. de cerrarse para ellos.
El abat.» no conocia la isla de Monte -Ya veis, decia Dantes con suave me
Christo pero Dantes sí: muy á menudo lancolía á Faria, que Dios hasta quiere
habia cruzado por delante de ella pues quitarme el mérito de lo que vos llamais
que está situada á veinte y cinco millas de mi rendimiento para con vos. Qsprometí
la Pianosa entre la isla de Córcega y la de quedar con vos para siempre y ahora ya
Elba, y aun una vez desembarcó en ella. no soy dueño de dejaros de cumplir mi
Esta isla estaba, y habia estado siempre y palabra; ya no disfrutaré yo del tesoro
aunhoy dia está, enteramente desierta; es mejor que vos,y no saldrémos de aquí ni
una roca de forma cuasi cónica, queparece el uno ni el otro. Al cabo y al fin miver
haber salido, por algun cataclismo volcá dadero tesoro, lo creeréis amigo mio, el
nico, desde el fondo del abismo á la su que me esperaba bajo las oscuras bóvedas
perficie del mar. Dantes describia á Faria de Monte-Christo es vuestra presencia, es
el plano de la isla, y Faria daba á Dantes vuestra sociedad de cinco ó seis horas á
consejos sobre los medios de que se debia pesar de los carceleros. Son tambien esos
valerpara encontrar su tesoro. destellosde inteligencia que habeis vertido
Pero Dantes distaba mucho de partici en mi alma, esos idiomas que habeisim
par del entusiasmo y confianza del viejo: plantado en mi memoria y que ponen en
verdad es que estaba bien persuadido de juego todas sus ramificaciones filológicas;
que Faria no era loco, y el modo con que son esas diversas ciencias que tan fáciles
llegára éste á descubrir lo que habia he me las habeis presentado gracias á los pro
cho creer en su locura, redoblaba mas y fundos conocimientos que de ellasteniais,
mas su admiracion; pero no le era tan fá yá la claridad de los principios en que las
cil creer que el depósito, dando de barato habeis constituido: ese es mi mejor yúni
que hubiese existido, existiese aun y aun co tesoro con elque, amigomio,me habeis
que no tuviese al taltesoro por quimérico, hecho rico y dichoso. Creedme y conso
se le figuraba que por lo menos habria si laos; esto lo prefiero yo á esos millones
do estraido de su lugar. Mientras tanto co en oro y á esas cajas de diamantes, aun-,
mo si el destino hubiese querido quitará que no fuesen tan problemáticas como
124 AXBUM.
esas nubes que se ven fluctuar al amane- ¡quedarse allí solo, bajo cualquier pretesto
cer sobre el mar , que «no toma por tier |que no* pudiese infundir sospechas , y una
ra firme y que se evaporan , volatilizan y vez alli y solo, procurar encontrar las ma
desvanecen á medida que uno se acerca á ravillosas grutas y escarbar el lugar indi
ellas. Teneros á mí lado la mayor suma cado : eáte era , como se recordará muy
posible de tiempo , escuchar vuestra elo bien , el ángulo mas lejano de la segunda
cuente voz, que hermosea mi espíritu, abertura.
conforta mi alma, dispone mi organiza Asi esperando pasaban las horas sino
ción para grandes y estupendas cosas si rápidas, llevaderas á lo menos: Faria co
algun dia llego á verme en libertad y po mo hemos dicho ya , sin haber" recobrado
nerle en tal estado que jamás la desespe el libre uso de su mano y de su pié, ha
racion, á que me entregué antes de cono bía readquiridotoda la claridad de su ima
ceros, tenga ya entrada en él hé ahí 'mi ginacion, y poco á poco, merced á los co
fortuna ; esta no es quimérica ; os la debo nocimientos morales que ya hemos des
real y verdadera , y todos los soberanos de crito , habia por fin inspirado á su joven
la tierra, ni aun el mismo Cesar Borgia , i compañero esa paciente y sublime inven
no llegarian á podérmela arrebatar. tiva del preso que de nada saca grandes
Asi fueron para estos dos infortunados , cosas; temeroso siempre de envejecer, y
sino dias felices , á lo menos dias pasados, Edmundo temiendo acordarse de lo pasa
con rapidez los que se subsiguieron. Faria do que ya empezaba á amortiguarse y que
que durante tantos años .guardara silen^ |apenas aparecía en el fondo de su memo
cio sobre su tesoro, hablaba de él en todas ria como una ilejana reminiscencia, ape
ocasiones. Como lohabia previsto ya, qne-j nas perceptible en la oscuridad del tiempo:
dó paralizado del brazo derecho y del mus asi iba siguiendo todo, como en aquellas
lo izquierdo habiendo perdido toda espe existencias en quienes sao se ha cebado to
ranza de llegar á ser feliz algun dia ; perc davía la desgracia y. pasan su vida apaci
esperaba ansioso para su joven compañero ble, y calmosa bajo la proteccion de la Pro
ó una próxima libertad ó- una feliz eva- videncia. Pero bajo esa calma artificial,
sion, y esto le regocijaba. Temeroso delen el corazon del joven y en el del viejo se
que no se estraviase ó perdiese algufl dia ahogaban tal vez muchos suspiros, que se
la carta,' habia precisado á Dantes áque exhalaban en cuanto Faria quedaba solo,
la aprendiese de memoria, y Dantts la en cuanto Edmundo entraba en su cuarto.
recitaba desde la primera á la úlM*ia pala U»o noche dispertó Edmundo sobre
bra; entonces inutilizó el segundo trozo, saltad» creyendo haber oido que le llama
seguro que aunque encontrasen y estudia ban. Afcrió los ojos y tratáide atravesar la
ran el primero no llegarian á dar co» tu |op«cidad de las tinieblas. Su nombre, ó
verdadero sentidor Muchas veces se y n«jor un* voz plañidera que trataba de
ron horas enteras dando Faria consejos á [articularle llegó hasta sus oidos. Sentóse
Dantes, consejos que debian servirle cuan en su cama, corriendo por su frente un
do estuviera en libertad, Entonces , libre angustioso sudor y escuchó. Por fin salió
ya ; desd,e el dia , desde la hora, desde el de dudas, los lamentos venían del cala
momento en que se viese libre no debia bozo de su compañero.
tener sino un solo pensamiento ,. pasar á ¡Gran Dios! murmuró Dantes, ¿seria
Monte-Christo por un medio cualquiera y tal vez?...
ALBUM. 125
Y apartó la cama átoda prisa, separó -¡Oh! amigo mio, amigo mio, ca
la piedra, se lanzó en el pasadizo y llegó laos reaccionando empero luego sus fuer
á la estremidad opuesta: la baldosa estaba zas postradas por tan imprevisto golpe, y
separada. A la luz de la informe y vaci- animado con las palabras del viejo conti
lante lámpara de que henos hablado ya, nuó: Oh! ya os he salvado una vez y
Edmundo vió al viejo, pálido, de piéto- os salvaré otra; y levantando el banquillo
davia, agarrándose con la mano á los ban- de la cama del que sacó la botellita que
quillos de la cama. Sus facciones estaban encerraba aun una tercera parte del licor
descompuestas por esos horribles síntomas rojo mirad, aunqueda dé esa mistura que
de que tenia conocimiento ya, y que tanto os salvó; pronto, pronto decidime que es
le alarmaron cuando los presenció por pri- lo que debo hacer. ¿Son necesarias mas
mera Vez. instrucciones para este nuevo ataque? Ha
—Amigo mio, dijo Faria resignado, blad, amigo mio, que ya os escucho.
—No tengo ninguna esperanza, dijo
ya lo veis, por lo mismo nada tengo que
deciros. Faria meneando la cabeza, pero no im
Edmundo arrojó un grito de dolor porta, Dios quiere que el hombre que ha
y
perdiendo del todo su serenidad se lanzó creado y en cuyo corazon ha impreso pro
á la puerta gritando, ¡socorro! ¡socorro! fundamente el amor á la vida, haga todo
pero Faria tuvo aun la suficiente fuerza lo que pueda por conservarla, muy peno
para detenerlo por un brazo y decirle. sa algunasveces, pero siempre estimada.
– ¡Silencio! ó sino sois perdido. No -¡Oh! si, si, esclamó Dantes, yo os
pensemos mas que en vos, amigo mio; salvaré, yo os lo prometo.
veamos el modo de haceros mas llevade —Ensayaospues; el frio se apodera de
ra vuestra cautividad óposible vuestra fu mi, siento la sangre confluir al cérebro;
ga. Os serian necesarios muchos años pa este temblor horrible que hace rechinar
ra volver á hacer vos solo lo que he he mis dientes y crugir mis huesos, princi
cho yo aqui, que seria destruido desde el pia á sacudir todo mi cuerpo; dentro de
momento en que nuestros guardas tuvie cinco minutos el mal estallará y antes de
comunicacion un cuarto de hora no quedará de mi mas
ran conocimiento de nuestra
ytrato. Por lo demas, quedad tranquilo, que un cadáver.
amigo mio, el calabozo que voy á dejar —¡Oh! esclamó Dantes, traspasado de
dolor el corazon.
no quedará vacio por mucho tiempo, otro
desgraciado me reemplazará en este lugar.—Vos hareis loquehicisteis la otra vez,
A este otro vos os aparecereis como un pero no esperareis tanto. Todos los resor
ángel de salvacion. Este tal vez seajóven, tes de la vida están muy desgastados ya,
fuerte, sufrido y pacífico como vos, en y la muerte, continuó mostrando su bra
tal caso podrá ayudaros en vuestra fuga zo y muslo paralizados. tiene adelantada
que ahora yo estorbo; ya no tendreis á ya la mitad de su faena. Si despues de
vuestro ladó un hombre medio cadáver, haberme vertido en la boca doce gotas en
unido ávos tan solo para coartar vuestros vez de diez, veis que no entro en conoci
movimientos. Está visto que Dios trata de miento, entonces administradme lo restan
favoreceros en algo: os dá mas de lo que te. Ahora colocadme en mi cama, pues
os quita; ya es tiempo de que yo mueno puedo tenerme ya en pié.
El mundo no pudo hacer sino juntar Edmundo tomó al viejo en sus brazos y
sus manosy esclamar: lo tendió en la cama.
126 ALBUMI.

—Ahora, amigo mio, dijo Faria, úni —¡Oh! creed que si sufro menos es
co consuelo de mi mísera existencia, vos|porque tengomenosfuerza. Avuestra edad
á quien el cielo me ha concedido aunque se tiene una fé ciega en la vida; es uno
tarde pero que al fin os envió,inaprecia-|de los privilejios de la juventud, creer y
ble presente del que le doy las gracias; esperar; pero los viejos ven la muerte sin
en el momento de separarme para siem tantos obstáculos, con mas claridad. Ved
pre de vos, os deseo toda suerte de feli la ahi.... ya viene.... todo está conclui
cidades, toda la prosperidad de que sois do,..... mi vista se oscurece.... pierdo la
digno. ¡Hijo mio, yo os bendigo! razon..... Dadme la mano Dantes......
El jóven cayó de rodillas apoyando su ¡adios!..... ¡adios!..... Incorporándose
cabeza contra la cama delviejo. entonces hizo un último esfuerzo en que
–Pero sobre todo prestad atencion á pareció reunir todas sus facultades inte
lo que voy á deciros en este momento su lectuales: Monte-Christo, dijo, no olvi
premo: el tesoro de losSpada existe aun; deis á Monte-Christo; y cayó tendido so-
Dios me concede que no haya ya para mi bre la cama. --

ni obstáculos ni distancias que me lo im El acceso fué terrible: miembros enhier


pidan. Le veo en el fondo de la segunda tos, hinchados párpados, sanguinolenta
gruta; mis ojos atraviesan las entrañas de espuma, un cuerpo sin movimiento, hé
la tierra y se deslumbran al aspecto de aqui todo lo quedó en aquel lecho de do
tantas riquezas. Si llegais á escapar algun lor en vez del ser inteligente que en el se
dia, acordaos de que el pobre abate á acostára unos momentos antes. Dantes to
quien todo el mundocreia loco, no lo era. mó la lámpara, la colocó á la cabecera de
Corred á Monte-Christo, aprovechaos de la cama sobre una piedra que sobresalia
nuestra fortuna, aprovechaos de ella, que de la pared y de donde su incierto resplan-"
harto habeis sufrido. dor iluminaba con fatídico reflejo aquel
Una violenta sacudida interrumpió al rostro desencajado, aquel cuerpo inerte y
anciano. Dantes levantó la cabeza, y vió envarado. Alli, con la vista inmóvil, espe
cual se inyectaba de rojo el blanco de sus ró impávido el instante de administrar el
ojos, hubiérase dicho que desde su pecho remedio salvador. Cuandocreyó llegado el
acababa de invadir su cabeza un granrau momento, tomó elcuchillo,separó los dien
dal de sangre. tes que ofrecieron menos resistencia que
—¡Adios! ¡adios! murmuró el viejo apre vez primera, contósucesivamente hasta
la
tando convulsivamente la mano deljóven, diezgotas y esperó. La botellita contenia
¡adios!.... aun á corta diferencia el doble de lo que
—Todavia no, todavia no, esclamó és habia administrado. Esperó diez minutos,
te, no me abandoneis asi: ¡Dios mio! un cuarto de hora, media hora; ninguin
socorredle.... ayudadme.... movimiento: temblando, erizados los ca
—¡Silencio! ¡silencio! dijo entredien bellos, inundada la frente de un sudor frio,
tes el moribundo, nos separarian si me contaba los segundos por los latidos de su
salvaseis. COITaZOI).

—Teneis razon. ¡Oh! si, si, tranquili Entonces creyó que era ya tiempo de
zaos; yo os salvaré, mayormente cuando ensayar la última prueba, acercó la bote
si bien sufris mucho, paréceme que no es llita á los cárdenos lábios de Faria y sin
ll.) Como la otra vez. necesidad de separar "las mandibulas que
albim. 127
habian quipdado entreabiertas vertió en la pía. Nada indicaba en el esterior de aquel
boca todo el licor que aquella contenía hombre que tuviese conocimiento del ac
El remedio produjo un efecto galvánico; cidente ocurrido cuando salió del calabozo
un violento temblor ajitó los miembros del de Dantes.
anciano , abriéronse sus ojos con un mirar Apoderóse de este un irresistible deseo
que estremecía, arrojó un suspiro que me de saber lo que iba pasar en el calabozo
jor parecía un grito, y luego aquel cuerpo, de su infeliz amigo: entró pues en la gale
convulso, adquirió poco á poco su inamo- ria subterránea y llegó á tiempo de poder
vilidad; tan solo jos ojos quedaron abier • oir los gritos del llavero llamando ausilio.
tos. Muy luego entraron lo&otros llaveros; oyóse
Pasóse media hora , una hora , hora y en seguida el sonido de ese paso tardio y
media. Durante esta hora y media de an regular que es habitual de los soldados
gustias, Edmundo inclinado hácia su ami-j aun cuando no estén de servicio. Detrás
go, aplicada sobre su corazon la mano, sin de los soldados llegó el gobernador. Ed
tío enfriarse paulatinamente aquel cuerpoj mundo oyó el ruido de la cama sobre la
y aquel corazon apagar sus latidos cada que ajilaban el cadáver, distinguió la voz
vez mas sordos y profundos. En fin, ya no del gobernador que mandaba le echáran
quedó señal de vida, la última convulsion |agua en la cara, y que, viendo que á pe
del corazon cesó , púsose lívido el rostro , sar del aspersion el preso no volvía en si ,
quedaron los ojos abiertos, pero cristaliza mandó llamar al médico. El gobernador
dos. salió, y algunas palabras de compasion en
Eran las seis de la mañana, asomaba la tremezcladas con risas y despropósitos vi
aurora, y sus débiles rayos, invadiendo el¡ nieron á herir los tímpanos de Dantes.
calabozo, hacian palidecer la espirante luz Vaya, vaya, decia uno, el loco ha ido
de la lámpara. Estrados reflejos ilumina á juntarse con sus tesoros: buen viaje.
ban el rostro del cadáver, dándole de vez — Y no tendrá, á pesar de tantos millo
en cuando una apariencia de vida. Mien nes, con que pagar la mortaja, añadió
tras duró esta lucha del dia y de la noche otro.
Dantes pudo dudar aun , pero desde que — I Oh ! repuso un tercero ; la mortaja
hubo vencido comprendió que estaba solo del castillo de If no es muy cara.
con un cadáver. Entonces un profundo é| —Tal vez, añadió uno de los primeros
invencible terror se apoderó de él , no se interlocutores , como este hombre ha sido
atrevió ya á cojer aquella mano que pen ura, se hará alguna cuesta para sus sufra-
día fuera de la cama, no se atrevió ya á
fijar sus miradas en aquellos ojos blancos —Entonces se le honrará con el saco.
é inmóviles, que habia probado de cerrar Edmundo escuchaba ; no perdia ni una
aunque en vano, puesto que siempre vol sola palabra, pero no comprendia gran
vían á abrirse. Apagó la lámpara, la ocul cosa de toda aquella jerigonza. Muy luego
tó con cuidado y escapó colocando lo me fueron estinguiéndose las voces y le pare
jor que pudo la baldosa por su parte inte ció que los asistentes abandonaban el cuar
rior; ya era tiempo, porque el llavero iba to. Con todo no se atrevió á entrar; podia
á llegar. Comenzó su visita por Dantes: al haber quedado algun llavero para velar el
salir de su calabozo, iba á pasar al de Fa muerto. Permaneció pues, mudo , inmó
ría á quien llevaba el almuerzo y ropa hm- vil y reteniendo la respiracion. Al cabo de
,
128 -
ALBUM.

"una hora, á poca diferencia, se interrum bar vuestra obra cumpliendo las formaf
pió el silencio con un débil rumor que fué dades prescritas por la ley.
aumentando. Era el gobernador que vol –Que se calienten desde luego los cau
via acompañado del médico y de varios terios,dijo el médico; si bien estaprecau
oficiales. cion es por demas.
Hubo un momento de silencio: era de Esa órden de calentar los cauterios hizo
presumir que el médico se acercaba á la horrorizar á Dantes. Oyéronse pasos apre
cama y examinaba el cadáver. Muy luego surados, el rechinamiento de la puerta,
empezaron los procedimientos. El médico idasyvenidas, y algunos instantes despues
analizó la afeccion á que habia sucumbido entró el criado del carcelero diciendo:
el preso, y declaró que estaba muerto. Las —Aquí está el brasero con los hierros
preguntas y respuestas se hacian con una candentes. Observóse denuevo el maspro
indiferencia que indignó á Dantes. Le pa fundo silencio, oyóse luego el chirrido de
recia que todo el mundo debia sentir ha las carnes que se quemaban y cuyo olor
cia el pobre abate una parte de la estima eraso y nauseabundo atravesó hasta la pa
cion que le profesaba. red trás la que estaba Dantes escuchando
—Pues en verdad que lo siento, dijo el con horror. A ese olor de carne humana
gobernador contestando al médico que carbonizada, inundóse de sudor la frente
aseguraba la realidad de la muerte; era del jóven y creyó que iba á desmayarse.
un preso afable, inofensivo, de divertida —Ya veis, caballero, que está bien
locura y sobre todo su custodia no reque muerto, dijo el médico; esta quemadura
ria mucha vigilancia. en el talon es decisiva: el pobre loco está
– Hubiérase podido muy bien dejarle curado de su locura y libre de su prision.
en completa libertad, repuso el llavero, —¿No se llamaba Faria? preguntó uno
sin temor de que hiciera tentativa alguna de los oficiales que acompañaban al go
de evasion aunque trascurrieran cincuenta bernador.
años, estoy seguro de ello. —Sí, señor. y segun suponia, era de
–Con todo, dijo el gobernador, yo creo una antigua familia; por lo demas era muy
seria muy conveniente a pesar de vuestra sabio y muy razonable sobre todas las cues
conviccion, no porque yo dude de vuestra tiones que no tuvieran relacion con sus te
ciencia,pero para cubrir mi responsabili soros: pero sobre este punto, preciso es
dad, el asegurarnos de que el preso está confesarlo, no habia medio de entenderse
real y verdaderamente muerto. con él.
Hubo de nuevo un instante de silencio —Es una afeccion que nosotros llama
absoluto durante el cual, Dantes siem mos monomanía, dijo el médico.
pre alerta, creyó que el médico examina —¿No le habíais oido lamentarse ja
ba y reconocia por segunda vez el cadáver. más? dijo el gobernador al llavero encar
–Podeis estar tranquilo, dijo el médi gado de llevar los víveres al abate.
co, está bien muerto, os respondo de ello. –Jamás, señor gobernador, absoluta.
—Ya sabeis, caballero, insistió el gober mente jamás; antes por el contrario algu
nador, que nopodemos darnos por satis nas veces me divertia mucho contándome
fechos en casos semejantes al presente, lindas historias; un dia en que mi muger
con el simple exámen: á pesar de todas estaba indispuesta, me dióuna receta que
las apariencias, hacedme el favor de aca- lla curóperfectamente.
.

ALatin. 129
—¡Ah! ¡ah! esclamó el médico, igno
y.l I
o —Entre diez y once.
Cr -

raba yo que tuviese -"que habérm. elas" con|


. " –¿Se velará al difunto?
un colega; espero señor gobernador, alia —¿Y por qué? se cerrará el calabozo
dió chanceándose, que le trataréis cual|como si estuviese vivo y santas pascuas.
T ,
corresponde." —Entonces el ruido de los pasos se fué
—si, sí, quiedad tranquilo, será sepul-|alejando, debilitóse el eco de las voces y
tado con la mayor decencia en el saco mas oyóse el ruido de la puerta que se distin
núevo que pueda encontrarse; ¿estáis con guió por su chillona cerradura y mohosos
tento? " " " " " " " " " "" goznes. Un silencio mas profundo que el
—¿Debemos cumplir con esta formali del desierto, el silencio de la muerte, pe
dad á presencia vuestra, señor? preguntó netró hasta el alma helada del jóven. En
el criado del carcelero. " -
tonces levantó lentamente la baldosa con
—Por supuesto, y daos prisa que no su cabeza y arrojó una investigadora mi
puedo estar todo el dia en este cuarto. lrada dentro del cuarto: este estaba vacío.
Oyerónse nuevas idas y venidas, "un Dantes salió de la galería.
pmomento despues llegóá los oidos de Dan ... , (* XX.
tes un ruido cual si restregasen lienzo cru EL ceMENTERIo DEL CASTILLo De IF.
dó, crujió el tablado de la cama, sonó so Encima de la cama, echado á lo largo
bre las baldosas el pisar aplomado como el y debilmente iluminado por una claridad
de un hombre cargado con un fardo y la tenebrosa que penetraba á través de la
cama crujió de nuevo bajo el peso que la ventana, se veía un saco de grueso lienzo
oprimia. á través de cuyos plieguesse dibujaba con
—Hasta la noche, dijo el gobernador. fusamente una figura larga y envarada:
—¿Se le dirá alguna misa? preguntó érase la última"mortaja de Faria; mortaja
uno de los oficiales. " " que al decir de los llaveros, costaba muy
—Es imposible, contest ó el gober na poco. Así que, todo habia concluido: una
dor. El capellan del castilo me pidió ayer separación"material existía ya entre Dan
permiso para hacer una escursion de ocho tes y su anciano amigo;no podia ver aque
dias áThiers. Le respondí de mis presos los ojos que habían quedado abiertos co
durante todo ese tiempo; si el pobre abate mo para continuar mirando aun despues
no se hubiese precipitadotanto hubiese te de la muerte, no podia ya apretar aque
nido su Requiem. lla mano industriosa que habia levantado
–¡Bah! ¡bah! dijo el médico, con esa el velo que cubria las cosas ocultas. Faria,
impiedad familiará todos los de su profe el útil, el buen compañero á quien se ha
sion; era eclesiástico, Dios tendrá encuen bia adherido tan intimamente ¡ no existía
ta su estado, y no dará á los infiernos el ya sino en sus recuerdos! Sentóse enton
ruin placer de enviarles un cura. ces al borde de aquel terrible lecho y se
Una carcajada subsiguióátan tonta bu sumergió en una sombría y amarga me
fonada. Durante este tiempo continuaban lancolía.
amortajando. —¡Solo!! ¡había quedado solo !! ¡había
–Hasta lanoche: repitió el gobernador de nuevo caido en el silencio, y se encon
cuando se hubo concluido. traba frente áfrente de la nada! ¡Solo
—¿A qué hora? preguntó el criado del sin la presencia, sin oir la voz de aquel
carcelero. ser humano que le habia retenido en la
33
130 ALBUM.
tierra ! No le seria mucho mejor que, co — ¡Oh! ¡Ohl murmuró, ¿quién me
mo Faria, fuese á pedir á Dios el enigma infunde tales ideas? ¿seréis vos, Dios mío?
de su vida antes que pasar por la lúgubre Puesto que solo los muertos salen libres
puerta de los sufrimientos! La idea del de aquí, ocupemos su lugar.
suicidio combatida por su amigo, espulsa Y sin dejarse tiempo para desistir de tal
da por su presencia aparecióse de nuevoj determinacion , dirijióse al horrible saco ,
entonces como una fantasma cerca el ca descosiólo con el cuchillo que Faria habia
dáver de Faria. hecho, sacó del saco el cadáver, Jo llevó á
—Si me fuese posible morir , dijo , iria| su cuarto, lo metió en su cama, cubrió su
á donde él va , y de fijo nos encontraria cabeza con un harapo de lienzo cual acos
mos. ¿ Pero cómo morir ? nada mas fácil , tumbraba él cubrirsela, abrigóle con su
añadió riéndose. Me quedaré aquí y arro manta, besó por última vez aquella frente
jándome sobre el primero que entre, le helada , probó de cerrar aquellos ojos re
ahogo, y despues me guillotinan. beldes que continuaron abiertos y horro
Mas como sucede en los grandes dolores, rosos por cuanto faltaba de ellos la espre-
así como en las grandes tempestades el sion, volvióle de cara á la pared a fin de
abismo se encuentra entredos montañosas que el llavero al llevarle la cena , creyese
olas , Dantes retrocedió á la idea de una que estaba acostado como acostumbraba '
muerte tan infamante, y de una estremada ¡hacerlo muy á menudo; volvió á entrar
desesperacion cayó en una ardorosa sed en el pasadizo, acercó la cama á la pared,
de vida y de libertad. entró en el otro cuarto , sacó del armario
— ¡Morir! ó nó, esclamó; no valdria la aguja y el hilo , se despojó de sus an
la, pena de haber vivido tanto tiempo, de drajos para que se sintiera por defuera el
haber sufrido tanto para morir ahora. contacto de las carnes , deslizóse en aquel
¡ Morir ! eso era bueno cuando ya estaba saco desvencijado , situóse en la posicion
resuelto á ello , pero han pasado ya mu que tenia el cadáver, y recosió por dentro
chos años , al presente seria contribuir á las costuras descosidas. H por desgracia
agravar mi mísera suerte. No; quiero vi alguien hubiese entrado en aquel momento
vir ; no, quiero luchar hasta el último es habria podido oir los vigorosos latidos de
tremo ; no, quiero reconquistar esa dicha su corazon.
que me han arrebatado. Me olvidaba ya Dantes hubiese podido esperar hasta
que antes de morir tengo que castigar á despues de la visita de la tarde , mas te
misverdugos y ¿quién sabe si tal vez ten nia miedo de que hasta entonces el gober
dré algunos amigos que recompensar? Pe-| nador no cambiase de resolucion y man-
ro me han dejado hasta ahora aquí olvi ¡dase retirar el .cadáver. Entonces se des
dado y no saldré del calabozo sino como| vanecía su última esperanza. En todo caso
Faria. fracasando su plan quedaba preso del mis
A estas ideas Edmundo quedó inmóvil", mo modo. Hé aquí su proyecto.
con la vista fija cual un hombre á quien Sí durante el tránsito los enterradores
ocurre una idea repentina, pero que le echaban de ver que conducían un cuerpo
espanta solo el considerarla. Levantóse de
improviso, llevó su mano á la frente cual vivo en vez de un cadáver, Dantes no les
si estuviese poseido de un vértigo, dió dos daba tiempo para que se cerciorasen de ello;
ó tres vueltas por el cuarto, y volvió á pa de una vigorosa cuchillada abria el saco de
rarse frente la cama... arriba abajo, y aprovechándose del terror
ALBCM. 131
que esto infundiria, escapaba ; si trataban guno en el castillo, y Dantes creyó yaque
de detenerle , se valdria del mismo cuchi habia escapado á este primer peligro. Era
llo. Si le conducían hasta el cementerio y esto un buen augurio. En fin, al aproximar
le depositaban en una hoya, se dejaria cu se la hora indicada por elgobernadoroyé-
brir de tierra ; luego cuando fuese de no ronse pasos en la escalera. Edmundo viendo
che á penas los sepultureros habrian vuel ya llegado el critico momento llamó en su
to las espaldas, se abriria paso á traves de ausilio todo su valor; al retener el aliento,
la tierra recien movida y escaparia: con se hubiese considerado feliz de poder con
fiaba en que la capa de tierra que le cu tener igualmente las precipitadas pulsacio
briria no seria tanta que no pudiese levan-| nes de sus arterias.
tarla. Si se engañaba ; si por el contrario Paráronse los que venían á la puerta ;
de lo que se creia , la tierra pesaba dema-| los pasos eran dobles lo que indicó á Dan-
siado moriria sofocado y en este caso tan-' tes que eran dos los sepultureros que ve-
to mejor : ¡ todo concluido ! n-an á buscarle. Su suposicion se trocóen
Dantes no habia probado bocado desde certeza cuando oyó el ruido que hacían al
el dia anterior, pero por la mañana no dejar en tierra las angarillas. Abrióse la
habia pensado en ello siquiera, ni aun aho puerta, una luz velada llegó hasta los ojos
ra se acordaba tampoco. Su posicion era de Dantes; á traves del lienzo que le cu
muy difícil para entretenerse en pensarj bria, vió acercarse dos sombras á su cama.
.otra cosa. El primer peligro que corria Un tercero se quedó en la puerta, tenien
Dantes, era que el carcelero, al traerle la do en su mano un farol de ronda. Cada
•cena sobre las siete de la noche echase de uno de los dos hombres que se habian acer
ver la sustitucion verificada. Felizmente cado á la cama cojió el saco por uno de
mas de veinte veces , ya por misantropía , sus estremos.
ya por cansancio , Dantes habia recibido —Mucho pesa para ser tan viejo y flaco,
al llavero metido en su cama, y en tal dijo uno de ellos levantándole la cabeza.
caso por lo comun aquel hombre dejaba Dice que cada año aumenta de me-
el pan y la sopa sobre la mesa retirándose dia libra el peso de los huesos ; añadió el
sin hablar palabra. Pero esta vez podia el otro cojiendole por los pies.
carcelero faltar á la costumbre de su callar —¿ Le has atado ya la cuerda ?
habitual, dirijir la palabra á Dantes, y —Muy animal seria en cargar con ese
viendo que no contestaba acercarse á la ca peso inútil, dijo el segundo, ya se la ataré
ma y descubrir el pastel. allá abajo.
Al aproximarse la hora de las siete comen —Tienes razon, vamos pues.
zaron las verdaderas angustias : apretando —¿ Para qué esa cuerda? se preguntaba
con su mano el corazon trataba de conte - Dantes.
ner sus latidos , mientras con la otra en Trasladaron el supuesto cadáver desde
jugaba el sudor de la frente que se desli- ¡la cama á las angarillas. Edmundo se pu
zaba por las sienes ; de vez en cuando le so tieso á fin de desempeñar mejor su pa
entraban calofrios que recorrian toda la pel , y el cortejo fúnebre alumbrado por
estension de su cuerpo , y le comprimían el hombre del farol que marchaba delan
el corazon como en un helado torno. En te , subió las escaleras. De repente sintió
tonces' creia morir de veras. Pasáronse las bañado su cuerpo con el fresco y húmedo
horas sin que se observase movimiento al aire de la noche. Esta fué una sensacion
)
a , , , t. . ... , ALBUM. . - "

súbita, en que el placer y las angustias que está situado el "castillo, llegabá mas
se disputaban la primacia. Los conducto distinto á los oidos de Dantes ámedida que
res anduvieron como veinte pasos, luego se adelantaban. ". " . . . .

se pararon y dejaron en el suelo las ang —¡Maldito tiempo! dijo uno de loscon
rillas. Uno de ellos se alejó y Dantes oyó ductores. " " "

sus herrados zapatos sonarsobre el empe —Si, el abate corre riesgo de mojarse,
drado. -
dijo"el otro; y soltaron una carcajada.
–¿En donde estoy? dijo para si. Dantes no penetró el sentido de esta bu
—¿Sabes que no es muy ligero? dijo fonada, pero se le erizaron los cabellos.
el que habia quedado cerca de Dantes,|| —¡Bueno! ya hemos llegado: dijo el
sentándose en el borde de las angarillas. primero.
El primer impulso de Dantes fué de huir; —Mas allá, mas allá, añadió el otro; ya
masfelizmente logró contenerse. sabes que el último se quedó á mitad de
—Alúmbrame, animal; dijo aquel de camino, estrellándose contra las rocas y
los conductores que se habia alejado, ó que el gobernador nos dijo aldia siguiente
-.. -
sino jamas encontraré lo que busco. que eramos unos holgazanes.
El hombre del farol obedeció á tal in Caminaron pues cuatro ó cinco pásos
vitacion aunque tan poco cortés. mas, siempre subiendo; luego sintió Dan
-¿Qué diablos buscan?se preguntóde tes que le cojian por la cabeza y por los
nuevo Dantes; algun azadonsin duda. |pies y le bamboleaban.
Una esclamacion de alegria índicó que —¡Uno! dijeron los enterradores, ¡dos!
elenterrador habiaencontrado lo que bus ¡tres -" .

caba. Y al propio tiempo vióse en efecto Dan


-Enfin, dijo el otro, pero no ha sido tes lanzado en un enorme vacío, atrave
sin trabajo. ndo el aire como un pájaro herido, ca
–Si, contestó éste, pero nada habrá yendo siempre con un terror que le hela
perdido en esperar. , . " ba el corazon. Aunque algunobjeto pesado
Al decir estas palabras se acercóá Ed precipitaba su caida, le pareció que esta
mundo á quien pareció que el otro dejaba|duraba un siglo. En fin, con un ruido es
en el suelo un cuerpo pesado y sonoro:|pantoso entró como unaflecha en un agua
en el mismo instante una cuerda sujetó|tan fria que le hizo arrojar un grito sofo
sus pies con viva y dolorosa presion. cado instantáneamente por la inmersion. "
–Vaya ¿está ya atada la cuerda? pre Dantes habia sido lanzado al mará cuyo
guntó el enterrador que se mantuviera pa fondo le conducia la bala de átreinta y
sivo. seis sujeta ásus pies. El mar es el cemen
–Y bien atada, dijo el otro, yo res terio del castillo de If.
pondo. XXI.
—En este caso, vamos andando LA ISLA DETIBOULEN.
Y levantando las angarillas continuaron Dantes sobrecojido, cuasi sofocado,tuvo
su camino. -

|con todo bastante serenidad para retener


Caminaron como unos cincuenta pasos: la respiracion y, como su mano derecha,
luego
-s se pararon
p para
p abrir una puerta, prevenido como estaba á todo evento,y. ém
y siguieron andando: el ruido de las elas puñaba el cuchillo, de una cuchillada rajó
| -

estrellándose contra las rocas sobre las el saco, sacando primero un brazo y des
ALBUM. 133
pues la cabeza; pero luego, como á pesar Cuando apareció de nuevo en la super
de sus movimientos para cojerlabala, ob e del mar habia desaparecido ya el fa
sérvase que continuaba sumerjiéndose á rol. Erale preciso calcular. De todas las
toda prisa, arqueósu cuerpo en busca de islas que rodeaban al castillo de If, la de
la cuerda que sujetaba sus tobillos, ypor Ratonneau y la de Pomeque eran las
un esfuerzo sobrehumano la cortópreci mas cercanas, pero una y otras están lla-.
samente en elinstante mismo enque no po bitadas; tambien lo está la isleta de Dau
dia ya resistir mas la sofocacion. Entonces, me. Las únicas islas que podian ofrecer
dando un vigoroso empuje, remontó libre le mas seguridad eran las de Tiboulen ó
á la superficie del mar, mientras que la Lemaire; pero estas distan una legua del
bala conducia áprofundidades desconoci del castillo de lf, mas apesar de ello Dan
das el groserotejido que habia constituido tes resolvió abordará una de las dos. ¿Pe
su mortaja. Dantes no hizo mas que res ro como habia de hallar esas islas á me.
pirar y se sumerjió por segunda vez;por dia noche mientras aumentaba por mo
que la primera precaucion que debia tomar mentos la oscuridadásu alrededorº Reparó
era evitar el ser visto. entonces en el Faro de Planier, que brillaba
Cuando reapareció por segunda vez, es cual una estrella. Dirigiéndose en dere
taba ya á cincuenta pasos por lo menos chura á ese Faro dejaba la isla de Tibou
del punto desu caida: vió sobre sucabeza len un poco á la izquierda, debia pues
un cielo oscuro y tempestuoso, de cuya inclinándose á este lado encontrar la isla
superficie barria el viento con rapidez las en su camino. Pero, como hemos dicho
nubes, descubriendo alguna que otra vez ya, distaba una legua por lo menos del
un pequeñopuntoazulado en que brillaba castillo de If.
una estrella. Delante de su vista se esten Con frecuencia, en la prision le habia
dia la lóbrega y bramadora llanura cuyas dicho Faria al jóven al verle abatido y de
olas empezaban á borbotar como cuando sanimado. «Dantes, no os entregueis á
Sº 3Ce"Cal la tempestad; mientras que á su|« GSa molicie, si cuando trateis de huir IO

espalda, mas negro que elmar, mas oscuro|«habeis sabido mantenervuestras fuerzas
que el cielo, se elevaba cual un fantasma|«indispensablemente os ahogareis.» Bajo
amenazador el gigante de granito, cuyá la molesta y salada ola, aquellas palanas
sombrio remate parecia un brazo tendido|herian los oidos de Dantes, y entonces
y pronto á cojer la presa. Sobre la roca|apresuraba áremontar y hendir las agus
mas elevada habia un farol que alumbra-|para ver si efectivamente habia perdidº
ba á dos sombras. Parecióle que aquellas|algo de sus fuerzas; esperimentando z
dos sombras se inclinaban sobre el mar|so que su forzada inaccion en nada las ha
con inquietud. En efecto, los exóticos se-|bia disminuido, conociéndose aun de 5.
pultureros debian haber oido el grito que del elemento en que de niño cuasi secr
arrojó al atravesar el espacio. Dantes se|ra. A mas de esto, el miedo, ese atroz pe
sumergió de nuevo y adelantó un largo|seguidor, redoblaba el vigor de Dantes.
trecho le
niobra nadando
era enentre dos aguas.
otro tiempo muy Esta ma|Escuchaba,
familiar desde
ercibia algun la cima
rumor; cadade lasquelas »
vez o

y le atrajera por lo comun en la ensena-1 s or; cada vez que algu


da del Faro, numerosos admiradores, quie-|na le remontaba á una altura dominan
nes muy á menudo le proclamaran el mas|te su rápida mirada investigaba el hori.
hábil nadador de Marsella
34
e visible y trataba de penerar la opa
134 ALBUM.
ca oscuridad. Cada ola mas elevada que ¡dujo la mano y sintió una resistencia ; de
las otras le parecía una lancha que le per jó ir á fondo la otra pierna y tocó tierra ;
seguía, y entonces redoblaba sus esfuerzos| 'conociendo entonces cual era aquel objeto
que le alejaban de aquel punto , no hay que tomára por una nube. A veinte pasos
duda, pero cuya repeticion debia gastar| de distancia se elevaba una masa de rocas
muy pronto sus fuerzas. de caprichosas formas que cualquiera to
Continuaba empero nadando, dejando maria por un inmenso hogar petrificado
el terrible castillo sumerjido en el vapor en el momento de su mas viva combus
nocturno , no podia divisarlo , pero siem tion. Esta isla era la de Tiboulen.
pre le sentía encima de sí. Pasóse una ho Dantes se puso de pié: adelantóse algu
ra en la que Dantes, exaltado por el grato nos pasos y se arrodilló dando gracias á
sentimiento de libertad que se apoderára Dios sobre esas puntas de granito que le
de su espíritu continuó hendiendo las olas| parecían ahora mas blandas que no lo ha
en la direccion que se habia propuesto. bia sido jamas para él la mas muelle ca
— Vaya, se decía, muy luego habrá ma. Despues, apesar del viento, apesarde
una hora que nado , pero como el viento la tempestad , apesar. de la lluvia que em
os contrario he perdido un cuarto. Con pezaba á caer, rendido de fatiga , se dur
todo, á menos que me haya equivocado de mió con ese delicioso sueilo del hombre
direccion , no debo estar ya lejos de Ti- cuyo cuerpo se entorpece , pero cuya al
boulen. Pero, ¿si me he engañado? ma vela con la posesion de una dicha in
Un calofrio recorrió el cuerpo del na esperada. Al cabo de una hora Edmundo
dador. Probó por un instante de mante se dispertó al retumbo de un inmenso true
nerse quieto y estendido á flor de agua no; la tempestad se habia desencadenado
para poder descansar, pero la mar se iba en el espacio y conmovía el aire con su
alborotando mas y mas, echó luego de| ruidoso vuelo. De vez en cuando un rayo
ver que ese único medio de descanso con descendia del cielo cual una serpiente de
que habia contado era imposible. fuego iluminando las aguas que se em
—Pues bien , se dijo , sea; iré nadando pujaban unas á otras cual las olas de uu
hasta que mas no pueda , hasta que mis inmenso caos.
brazos se doblen de fatiga , hasta que se Dantes con su perspicaz ojeada de ma-
enrampen mis piernas , hasta que los ca |rino, no se habia equivocado; habia abor
lambres invadan mi cuerpo ; entonces me dado á la isla da Tiboulen. Sabia ya que
iré á fondo. era árida, desierta y que no podia ofrecer
Y se pusode nuevo á nadar con la fuerza la menor guarida. Pero aplacada la tem
y aliento de un desesperado. De pronto le| pestad, contaba .lanzarse otra vez al agua
pareció que el cielo ya de sí oscuro se en y pasar á nado á la isla de Lemaire, no>
negrecía mas, que una nube espesa, pesada menos árida que aquella pero al menos
y compacta se adelantaba hácia él; al pro mas grande y por lo tanto mas hospitala
pío tiempo sintió una fuerte contusion en ria. Una roca medio desplomada ofreció ;í
la rodilla. La imaginacion con su incalcu Dantes un momentáneo abrigo, en ella se
lable velocidad , le hizo parecer que aquel refugió y cuasi en el mismo momento es
choque habia sido el de una bala y que talló la tempestad con todo furor. Edmun
iba á sentir muy pronto la esplosion del do sentia retemblar la roca bajo la que se
fusil ; pero esta no se oyó ; Dantes intro- ¡cobijaba, las olas estrellándose contra la.
ALBUM. 135
base de la gigantesca pirámide rebotaban batada á las sombrias tinieblas que enca
hasta él. A pesar de la seguridad en que |potaban el cielo, semejante á esosgrandes
estaba, en medio de aquel espantoso rui-|pájaros blancos que se diseñan en las ne
do, en medio de los fulgurantes relámpa-|gras nubes.
gos se veía presa de una especie de vérti-| Al propio tiempo se oyó un crujido hor
go; parecíale que la isla retemblaba bajo|roroso, llegando hasta Dantes confusos gri
sus pies y que de un momento á otro iba,|tos de agonía; aferrado como una esfinge
como un buque anclado, á romper los ca-|á su roca situada sobre un abismo, un
bles y arrastrarle al medio de aquel in nuevo relámpago le patentizó el pequeño
menso torbellino. Entonces recordó que ha bastimento destrozado y entre sus restos
cia veinte y cuatro horas que no habia asomaban cabezas con rostro desesperado,
probado bocado: tenia hambre, tenia sed. brazos suplicantes tendidos al cielo: luego
Dantestendió las manos y sacó la cabeza volvió á quedar todo oscuro; tan terrible
y bebió agua de la tempestad en un hue espectáculo habia durado tan solo lo que
co de la roca. un relámpago.
Al incorporarse, un rayoque pareciara Dantes se precipitó á la resbaladiza pen
jar el cielo hasta los pies del trono esplen diente de las rocas, con peligro de caer
dente de Dios, iluminó el espacio. A su se á la mar. Miró, escuchó pero no vió
fulgorvió Dantes, entre la isla de Lemai ni oyó nada : ya no mas gritos, ya
rey el cabo Croiselle, á un cuarto de le no mas lamentos humanos; la tempes
gua distante aparecer como un espectro, tad sola, ese gran espectáculo que nos
deslizándose de la cima de una onda á la dá Dios, continuó haciendo bramar los
profundidad de un abismo, un peque vientos y convirtiendo en espuma las
ño barco pescador arrebatado á la vez olas. Poco á poco fué disminuyendo el
por el huracan ypor las olas. Un segun viento que despejó el cielo arrastrando á
do despues á la punta de otra ola rea Occidente grandes nubarrones cenicientos
pareció el fantasma acercándose con es detenidos, por decirlo así, por el huracan.
pantosa rapidez. Dantes quiso gritar, bus Reapareció en el cielo su azulada capa
có algun giron de lienzo que poder agitar sembrada de estrellas mas brillantes que
en el aire para demostrarles queseiban á nunca: á poco rato, hácia el Este, apare
estrellar; pero ellos no lo necesitaban por ció en el horizonte una brillante larga faja
que conocian bien, el peligro. A la luz rojizaformando en el ondulaciones de azul
de otro relámpago el jóvenvió cuatro hom oscuro; empezaron á colorearse de amari
bres aferrados a los mastilesy gruesos ca llo las olas, un súbito resplandor recorrió
bos; el quinto se mantenia agarrado á la sus crestas cambiándolas de blancas en do
barra del timon.Aquellos hombres á quie radas. Era de dia.
nes él veía, le vieron tambien probable Dantespermaneció mudo é inmóvil en
mente,porque llegaron á sus oidos gritos|vista de tan gran espectáculo, como si le
desesperados, conducidospor una silvantepresenciárapor la vezprimera:yen efecto,
ráfaja: debajo del mastil quebrado cual|despues de tanto tiempo como estuviera en
una caña, chasqueaba al aire con precipi-|el castillo, lo habia casi olvidado. Dirigió
tados movimientos una vela hecha giro-|sus miradas á la fortaleza, interrogando á
nes. De repente las ligaduras que aun la|la vez con una ojeada circular á la tierra
retenian se rompieron y d sapareció arre-y á la mar. El sombrío castillo salia del
136 "ALBUM.

seno de las olas con la imponente mages-|conocer por una tartana genovesa en la
tad de las cosas immóviles, que parecen vi-ínea medio oscura aun de la mar. Venia
gilar y mandar á la vez. Podrian ser las del puerto de Marsella y se iba internando,
cinco de la mañana: el mar continuaba en|levántando rutilante espuma con su agu
calma. Dentro dos ó tres horas; se dijoda proa que abria mas fácil camino á sus
Edmundo, entrará el llavero en mi cuar anchos costados.
to, encontrará el cadáver de mi pobre —¡Oh! esclamó Edmundo; ¡pensar
amigo, lo reconocerá, me buscará en va * dentro de medía hora me habria reu
nioy alarmará el castillo; entonces encon nido á ese buque, si no temiese que me
trarán el agujero de la galería: se pregun fastidiáran ápreguntas, me reconocieran
tará á los hombres que me lanzaron al como á fujitivo y condujeran áMarsella!
mar y que probablemente oyeron el grito ¿que haré? ¿que les diré? ¿que fábula
que arrojé: Desde luego se destacarán lan inventar cuya falsedad no conozcan? Esas
ehas llenas de gente armada en busca del gentes son todas contrabandistas, semi-pi
desgraciado fugitivo que están seguros no ratas. Bajo el pretesto de hacer el comer
puede hallarse muy lejos. El cañon ad cio de cabotaje, piratean las costas: prefe
vertirá átoda la costa que deben guardar rirán venderme á hacer una buena accion
se de dar asilo á un hombre que encon que les seria estéril. Esperemos.
trarán errante, desnudo y muerto de ham * Pero esperar es imposible, memuero de
bre. Se pondrán en movimiento todos los hambre; dentro algunas horas las pocas
espías y esbirros de Marsella que recorre fuerzas que me quedan se habránabatido:
rán la costa interin el gobernador del cas ademas la hora de la visita se acerca; no
tillo de If recorrerá el mar.Entonces per han tocado aun diana, tal vez no pongan
seguido en el agua, circunvalado en tier en duda lo que les diré, puedo suponerme
ra, ¿qué haré? tengo hambre,tengo frio; un marinero de ese barquichuelo que se
he arrojado el cuchillo salvador porque ha estrellado esta noche; esta fábula no
me molestaba para nadar; estoyá la mer dejará de tener grandes visos de verdad,
ced del primero que quiera ganar veinté nadie vendrá á contradecirme,todos están
francos presentándome á las autoridades; bien muertos, vamos pues. -

yo no tengo ya ni fuerzas, ni ideas, ni re Y al decir estas palabras, Dantes dirijió


solucion. ¡Oh! ¡Dios mio! ¡Dios mio! la vista al punto en que se estrellára el
Ved si he sufrido bastante y sipodeis ha barquichuelo,y se estremeció. En la punta
cer por mí, lo que no me hallo yo en dis de una roca habia quedado encajado el
posicion de hacer. gorro frigio de uno de los marineros nau
En el instante en que Dantes, sumido fragados, ypor alliflotaban algunos ma
en una especie de delirio ocasionado por|deros de la quilla, vigas inertes que la mar
la falta defuerzas yla debilidad de su cé-|arrojaba y arrastraba de nuevo consigo al
rebro, pronunciaba tan ardiente plegaria,|pié de la isla que batia cual impotente
dirijiendo sus ansiosas miradas al castillo|ariete.
de ir, vió aparecer
Pomeque, asomandoá su
la vela
puntalatina
de laenisla.
el En un instante
rojóse detomó Dantes
al
unanadó
reso
en
horizonte y parecido á una gaviota volan- a del gorro con el que cubrio su ca
• beza, asióse á uno de los maderos, y ende
do á flor de agua, un pequeño buque, querezó su rumbo á salir sobre la línea que
solo el ojo avizor de un marino podia re-ldebia correr el buque descubierto.
ALBUM. 137
—Por ahora estoy salvado , murmuró, pié sobre el agua, ajitando su gorro y ar
y esta conviccion le prestó nuevas fuer rojando uño de esos lamentables gritos que
zas. acostumbran los marineros cuando se ven
No tardó mucho en apercibir con toda en un peligro , y que parecen los plañidos
claridad la tartana que teniendo viento de algun genio del mar.
contrario, se adelantaba bordeando entre Entonces le vieron y oyeron. La tartana
el castillo de If y la vuelta dePlanier. Un suspendió la maniobra y enderezó la proa
momento despues temió Dantesqueen vez hácia él; al propio tiempo vió cual se pre
/de arrimarse á la costa se internaba mar paraban a echar el bote al mar, y un ins
adentro, como lo hubiera él verificado, si tante despues , guiado por dos individuos
'por ejemplo hubiese ido con destino & la se dirijió hácia él, batiendo las olas con su
isla de Córcega ó á la Cerdeña; pero en el doble remo. Dantos soltó entonces el ma-
modo de maniobrar, echó de ver el nada Jdero de que creia no tener ya necesidad y
dor.que lo que deseaba era pasar, cualj nadó vigorosamente para ahorrar la mitad
acostumbran los buques que vienen de Ita-|del camino á los que venían por él; pero
lia, por entre la isla de Faros y la de Ca- el nadador habia contado con unas fuerzas
toseraigne. de que carecía), y conoció toda la utilidad
Con todo : el buque y el nadador fueron que reportára de aquel pedazo de tabla que
aproximándose insensiblemente : en una de flotaba ya abandonada á cien pasos de
sus bordadas, la tartana llegó á un cuarto distancia. Sus brazos empezaron á enva
de legua distante de Dantes. Irguióse este rarse; á perder su flexibilidad las piernas;
cuanto le fué posible sobre las ondas aji sus movimientos á ser mas tardios y des
tando la gorra en señal de apuro, pero na arreglados, su respiracion se hizo traba
die le vió á bordo del buque que de ñuevoj josa. ,
emprendió otra bordada: Dantes pensó Arrojó un segundo grito, y los remeros
gritar, pero midió con la vista la distancia redoblaron su enerj a gritando uno de ellos
,y conoció que su ,voz no llegaria hasta el en italiano; «¡ánimo!» Esta palabra la
Tiuque, arrebatada por la brisa y confun |oyó en el mismo instante en que una ola
dida con el ruido de las olas. Entonces fué que no habia podido evitar , pasaba sobre
cuando se felicitó por su prevision en ar su cabeza cubriéndole de espuma.
rnarse de aquel madero. Debilitado como| Reapareció batiendo las aguas con esos
estaba, no hubiera tal vez podido sostener desesperados y desiguales movimientos de
se á flor de agua hasta alcanzar la tartana los que se ahogan: lanzó un tercer grito y
y mucho menos, si como era muy posible sintió cual se hundia en el mar , como sí
pasaba aquella sin verle, hubiera podido tuviese aun sujeta á sus pies la mortal ba
ganar las costa. Aunque estaba Dantes la. Cubrióle el agua la cabeza y á sutra
persuadido de la ruta que llevaba el bu vés vió el cielo lívido con manchas negras.
que, siguióle .ansioso con la vista hasta Un esfuerzo violento le remontó de nuevo
tanto que le vió amainar y de nuevo- en la superficie Entonces le pareció que le
derezar su rumbo hácia él. Entonces ade asían por los cabellos; y luego ya no vió
lantóse para salirle al encuentro, pero an nada, nada oyó, pues se habia desmayado.
tes de que llegaran á juntarse empezó el Cuando abrió los ojos, Dantes se encontró
buque á virar. Entonces Dantes, haciendo^abrc el P,]ente de la tartana que continua .
un estremado ésfuerzj, levantóse cuasi de'¡ba 8)1 camino: su primer mirada fué ver

138 ATLUMI.

que direccion seguia: continuaba alejándo uno de vuestros marineros me agarró de


se del castillo de If. los calbellos.
Estaba Lantes tan aníquilado que la es —Ese era yo, dijo un marinero de ros
clamacion de alegria que se le escapó fué tro franco y placentero, limitado por po
interpretada por un suspiro de dolor. Co bladas patillas negras; ya era hora, pues
mo hemos dicho ya estaba tendido sobre os ibais á fondo.
el puente: un marinero le frotaba los miem —Si, le dijo Dantes alargándole la ma
bros con una manta de lana; otro en quien no, si amigo mio, y os doy por ello las
reconoció al que le habia gritado «ánimo» gracias segunda vez.
le introducia en la boca el estremo de una —A fe mia, dijo el marinero, que estu
calabaza;un tercero, marino viejo, que ve un momento indeciso con esa barba de
desempeñaba á la vez el cargo de piloto y seis pulgadas de largo y vuestros cabellos
el de patron, le miraba con esesentimien de mas de un pié; teneis mas el aspecto de
to de egoista piedad que esperimentan en un pícaro consumado que de un hombre
general los hombres por aquellas desgra de bien.
cias de que escaparonlavíspera ó que pue l antes recordó entonces que en efecto
den acontecerles al siguiente dia. Algunas desde que le encerraron en el castillo de
gotas de rom que contenia la calabaza rea If no se habia cortado el pelo ni afeitado la
timaron eldesfallecido ánimo del jóven, barba.
mientras que lasfricciones que el marine —Sí, dijo, es un voto que hiceáNues
ro de rodillas á su lado continuaba hacién tra Señora del Pie de la Gruta en un mo
dole con la lana devolvian la elasticidad mento de peligro, de pasar diez años sin
sus miembros. -

|cortarme los cabellos ni la barba. Hoy es


-¿Quien sois? le preguntó el patron pira mi voto y poco ha faltado sino me he
en mal francés. anegado para celebrar el aniversario.
–Soy, contesté Dantes en malitaliano, -¿Y ahora que haremos de vos?pre
un marinero maltés; veniamos de Siracu, guntó el patron.
sa cargados de vino. La termenta de esta —Lo que vos querais, confestó antes,
pasada noche nos ha pillado frente el cabo el falucho que montaba se ha ido á pique
Morgion y nos ha estrellado contra aque y el capitan ha muerto. Cómo veis he es
llas rocas que veis allá. capado por milagro de la misma suerte,
–¿De donde venís? pero absolutamente desnudo. Felizmente
– De aquellas rocas, en donde tuve la soy buen marinero. Dejadme en el primer
suerte de aferrarme mientras que nuestro puerto á que arribemos que no me faltará
pobre capitan se estrellaba en ellas la ca colocacion en algun buque mercante.
beza. Mis tres compañeros se han anega —¿Conoceis el Mediterráneo?
do. Creo que soy el único que ha quedado —Navego en él desde niño.
vivo; divisé vuestra embarcacion yteme —¿Conoceis los buenos fondeaderos?
roso de tener que esperar mucho tiempo —Hay pocos puertos, aun los mas ma
en aquella isla salvaje y desierta, me ar los, cuyas entradas no conozca pudiendo
riesgué á venirá alcanzaros asidoá unres salir de ellos con los ejos vendados.
—Pues bien, decid patron, dijo el ma
to de nuestro buque. Ahora osdoylas gra rinero que gritára ánimo á Dantes, si el
cias, continuó Dantes, porque me habeis camarada dice verdad,¿qué inconvenien
salvado la vida; era yo ya perdido cuando te hay en que se quede con nosotros?
ALBUM. 139
–Tienes razon, si dice verdad, dijo el –¡Bravo! esclamó el patron.
patron indeciso;pues que en el estado en –¡Bravo! repitieron los marineros.
que se encuentra ese pobre diablo se suele Y todos dirijieron suvista con admira
prometer mucho para cumplir luego muy cion á aquel hombre en cuya mirada des
poco. cubrieron la inteligenca y en su cuerpoun
–Cumpliré mas de lo que oshe prome vigor que estaban lejos de suponer en él.
tido, dijo Dantes. –Ya veis, dijo Dantes dejando la caña
-¡Oh! ¡oh! añadió el patron riendo, del timon, que podria seros de alguna uti
ya lo veremos. lidad durante la travesía por lo menos;
—Cuando querais, repuso Dantes levan si no necesitais de mis servicios en Liorna,
tándose, ¿á donde os dirijis? corriente: entonces me dejais alliy demis
—A Liorna. primeras mensualidades os reembolsaré
—Pues, ¿porquéen vezde ir bordeando mi alimento y los vestidos que tengais á
lo que os hace perder un tiempo precio bien prestarme.
so, no cargais la vela segun el viento? —¡Está bien! ¡está bien! dijo el patron;
–Porque iríamos á parar en derechura podremos entrar en arreglos sison razo
á la isla de Rion. nables.
— Pasareis lo menos á veinte brazas de —Un hombre vake tanto como otro cual
ella. quiera, dijo Dantes, lo que deis á los ca
—Tomad pues el timon, dijo el patron, maradas eso me dareis y estamos cor
y dadnos una muestra de vuestra cien rientes.
cia. —Eso no esjuste, dijo el marinero que
Eljóven fué á sentarsejunto al gober habia sacado del mar á Dantes, pues que
Malle, se aseguró por un ligero movimien vos sabeis mas que nosotros.
to de si el buque cedia con facilidad,y —¿Y quién te manda á ti meterte en
viendo que sin ser de los mas finos no lo que no te importa, Jacopo? dijo el pa
dejaba de podergobernarse bien dio: tron, cada uno es libre de ajustar los tra
—A los cruceros y bolinas. |tos que mas le convengan.
Los cuatro marineros que componian la —Es muy cierto, dijo Jacopo, era tan
tripulacion corrieron á su puesto, mien solo una observacion que yo hacia.
tras que el patron contemplaba la ma –Pues mira, mejor harias con prestar
niobra. á este guapo muchacho que está en cue-.
—Aballestad los cables, continuó Dan ros, un pantalon y una camisola, sitienes
tes. alguna para mudarte. -

Los marineros obedecieron con bastante —No, dijo Jacopo, pero sí tengo una
precision. camisa yun pantalon.
—Ahora , amarrad. —Es todo lo que me falta, dijo Dantes;
Esta órdense ejecutó como las dos pri gracias amigo.
meras, y la pequeña embarcacion en vez Jacopo se escabulló por la escotilla y
de continuar las bordadas, comenz á volvió á subir al instante con las dos pren
avanzar en direccion á la isla de Rion, das de ropa, que Dantes se vistió con in
cerca la que pasó como dijera Dantes de decible satisfaccion. -

jándola á estribor á veinte brazas de dis —¿Osfaltaahora algo mas? le pregun


tancia. tó el patron.
140 ALBUM.
—Un pedazo de pan y otro sorbo de nalle. El timonero complacido por que le
aquel escelente rom que ya he probado, relevasen en sus funciones consultó con
pues ha muchashoras que no he tomado una mirada al patron, quien le dióá enten
nada. der con una señal de cabeza que podia en
Habia en efecto cuarenta horas pór lo tregar la caña del timon á su nuevo ca
menos.
marada. Dantes así situado podia mante
—Trajeron á Dantes un pedazo de pän ner fija su vista en Marsella.
y Jacopo le presentó la calabaza. -¿A cuantos estamos del més? pregun
—La caña á babor, gritó el patron di tó Dantes á Jacopo que habia venido á
rigiéndose al timonero. -

sentarse á su lado en cuanto perdieron de


Dantes arrojó una mirada hácia el mis vista el castillo de If. -

mo lado llevando á la vez la calabaza á la —A los 28 de febrero, contestó éste.


boca,pero quedóá medio camino. -¿De que año?insistió Dantes.
—¡Ola! dijo el patron, ¿qué sucede en —¡Cómo ¿de qué año? ¿me pregun
"el castillo de If? tais de que año?
En efecto, una blanca nube que habia —Sí, repuso eljóven, os pregunto de
ya llamado la atencion de Dantes, acaba que año.
ba de aparecer sobre las baterías del Sud —¿Habéis olvidado el año en que es
del castillo de If. Un segundo despues, el tamos?
ruido de una lejana esplosion vino á apa —Que quereis, he tenido esta noche
garse á bordo de la tartána. Los marine tan gran miedo, dijo riendo Dantes, que
ros levantaron la cabeza mirándose unosá
ha faltado poco para noperder el juicio,
òros. pero lo que es mi memoria ha sufrido una
—¿Qué significa eso? preguntó el pa perturbacion completa: os pregunto pues
tron.
¿de qué año es este 28 de febrero?
–Que se habrá escapado algun preso —Del año 1829 dijo Jacopo.
esta noche, dijo Dantes,y dan el cañona Habia catorce años, dia por dia, que
zo de alarma.
fuera preso Dantes; tenia diez y nueve
# El patron dió una mirada al jóven, que años cuando entró en el castillo de If;te
al concluir estas palabras llevó á su boca nia trinta y tres cuando salia de él. Una
larcalabaza, mas le vió saborear el licor dolorosa sónrisa divagó por sus labios pre
que aquella conteñia con tan calmosa sa guntóse que habria sido de Mercedes du
tisfaccion que situvo algunasospecha esta rante todo aquel tiempo en que ella tal
no hizo mas que invadir su espíritu apa vez le creyera muerto. Una llamarada de
gándose en el momento. rabia avivó sus ojos al acordarse de aque
—Hé aquí un rom endiabladamente los tres hombres causantes de tan larga y
fuerte; dijo Dantesenjugando con la man cruel cautividad; y renovó contra Dan
ga de su camisa su frente chorreante de glars, Fernando y Villefort el juramento
sudor. de implacable venganza que hiciera ya en
—En todo caso, murmuró el patron mi la prision; este juramento no era ya uná
rándole, si es él, tanto mejor porque he vana amenaza, porque entonces el mas
adquirido un hombre inteligente. velero buque del Mediterráneo no hubie
Con pretesto de hallarse fatigado, Dan ra podido alcanzar la pequeña tartana que
tes pidió le permitieran sentarse al gober-á todo trapo se dirigía á Liorna.
ALBUM.

XXII, el que acababa de recibir á su bordo era


LOS CONTRABANDISTAS. el mismo á quien saludaban con una sal
No habia aun pasado un dia Dantes áva, cual álos reyes cuando entran y sa
bordo que ya conocia el tráfico á que sellen de una poblacion. Esto le daba menos
dedicaba.Sin haber asistido á las leccio-|cuidado, preciso es decirlo, que siel recien
nes de Faria, el digno patron de la Jóven|venido fuese aduanero; pero esta segunda
Amelia, así se llamaba la tartana genove-|suposicion desapareció bien pronto en vis.
sa, hablaba bien ó mal todos los idiomas|ta de la perfecta tranquilidad de su re
que se hablan en torno del gran lago lla-|cluta.
mado Mediterráneo, desde el árabe al pro| Edmundo tuvo pues la doble ventaja de
venzal; esto le facilitaba, dispensándole de saber quien era su patron sin que este su
la necesidad de tomar intérpretes gentes|piera quien era él. De cualquier lado que
siempreimportunasy algunas veces indis-|le atacaran asi el viejo marino como sus
cretas, en gran manera los medios de co-camaradas, estaba prevenidosin tenerque
municacion ya con los buques que encon-|acudir ágeneralidades, dando, abundam
traba en alta mar, ya con los barquichue |tes detalles de Nápolesyde Malta, que co
los que se le acercaban salidos de las cos-|nocia tan bien comoMarsella, mantenién
tas frente á las que pasaban;ya en fin con|dose exacto en su primera narracion con
esas gentes sin nombre, sin patria, sin oficio|una seguridad que hacia honor á su me
conocido cuales hay todos los dias en los moria. Fué pues el genovés, apesar de su
andenes de los puertos que viven por me-sutileza, el que se dejó engañar por Dan
dio de esos recursos misteriosos y desco-|tes, en cuyofavorabogaban su afabilidad,
nocidos que es preciso creer les vienen de su superioridad en la náutica y sobre todo
la Providencia en derechura, por cuanto el mas discreto disimulo. Ademas, el ge
no es posible conocerá simple golpe denovés era tal vez como esos hombres de
vista ninguno de los medios de su exis talento que jamas saben lo que deben sa
tencia. Conócese desde luego que Dantes er y que no creen sino lo que les intere,
estaba á bordo deun buque contrabandis Sa creer. En este estado llegaron á Liorna,
ta. De aqui es que el patron le recibió á Edmundo debia hacer alli una primera
bordo con cierta desconfianza: era muy prueba; la de saber si se reconocería á si
conocido de todos los aduaneros de la cos mismo despues de catorce años de no ha
ta,y como entre estoscaballeros y éljuga berse visto. Conservaba una idea bastante,
ban ardides los mas ladinos, creyóal prin exacta de lo que era cuando jóven, é iba
cipio que Dantesera simplemente un emi áver lo que era despues de hecho hom
sario de doña qabela, que empleaba tan in bre. En opinion de sus camaradas se ha
genioso medio áfin de penetrar alguno de bia cumplido el voto: veinte veces habia
los secretos del oficio; pero la brillante hecho anteriormente escala en Liorna
prueba que hiciera Dantes de sus conoci donde conocia un barbero, en la calle de
mientos en el primer ensayo le disuadie S. Fernando: á él pues se dirigió para que
ron completamente: mas luego, cuando le cortára el pelo y le afeitára. El barbe.
vió flotar la leve humareda cual un rode ro admiró en aquel hombre su larga ca
te sobre las almenas del castillo de If, y bellera y su espesa barba negra, que se
oyó el ruido lejano de la esplosion, le ocur parecia á una de esas hermosas testas de
rió por un momento la idea de que tal vez Ticiano. No era todavia moda en aquel
ALBUM.
iempo llevar la barba y el pelo tan cre redondeada y musculosa de las misma?.
cidos : hoy dia un barbero se pasmaria de En cuanto á su voz , las plegarias, los so
que un hombre dotado de tan grandesj llozos y las imprecaciones la habian cam
ventajas físicas consintiera voluntariamen biado dándole ora un timbre de dulzu
te en privarse de ellas. El barbero liornés| ra particular , ora una pronunciacion du
puso manos á la obra sin hacer observa ra y cuasi ronca. Ademas acostumbrado
cion alguna. siempre á una luz débil ó á una oscuridad
Cuando hubo terminado la operacion profunda , sus ojos habian adquirido esa
cuando Edmundo sintió su barba entera singular facultad de distinguir los objetos
mente despejada, cuando quedaron re durante la noche , como los de la hiena ó
ducidos sus cabellos á las ordinarias di |del lobo. Edmundo al mirarse no pudo
mensiones, mandó traer un espejo y se menos de sonreir: era imposible que "su
miró. Tendria entonces treinta y tres años mejor amigo, si alguno le quedaba, le re
como hemos dicho ya , y los catorce de conociera ; pues que el mismo no se co
prision habjan verificado un cambio total nocía.
en su fisonomía. Dantes entró en el casti El patron de la joven Amelia que tenia
llo de If, con esa cara ingenua , afable y grandes d seos de conservar en su tripula
placentera propia de los hombres dicho cion á un hombre del saber de Edmundo,
sos que han dado sin tropiezo los prime le habia adelantado algunas cantidades á
ros pasos de la vida y que auguran del buena cuenta de su parte en los beneficios
porvenir como una consecuencia natural futuros y Edmundo las habia aceptado.
de lo pasado. Todo habia cambiado. Su La primer diligencia asi que salió de la ca
rostro oval se habia prolongado, su bocaj sa del barbero que acababa de operar en él
en que divagaba constantemente la sonri aquella primera metamorfosis , fué entrar
sa, habia adquirido esos trazos invariables en una tienda y comprar un trage completa
y severos que indican la resolucion , sus¡ de marinero. Este, como es sabido, es muy
cejas se habian arqueado bajo una arruga sencillo ; componese de un pantalon blan
sola y meditabunda , dominaba su mirar co, camisa listada y un gorro frigio. Bajo
profunda tristeza, de cuyo fondo brotaban esta nueva forma , y devolviendo á Jaro
de vez en cuando los rayos sombrios de po la camisa y pantalon que 'le prestara,
la misantropía y del odio ; su tez privada se presentó Edmundo ante el patron dela
de la luz del dia y de los rayos del sol por Joven Amelia , al que se vió precisado á
tanto tiempo, habia adquirido ese color repetir su historia. El patron no queria re •
mate que constituye , cuando adornan el conocer en aquel elegantey apuesto mari
rostro lustrosos cabellos negros , la aristo - nero al hombre de barba poblada, de ca
crética belleza de los habitantes del Norte, bellos entrelazados con algas y el cuerpo
La ciencia profunda que adquiriera reile-| empapado enagua de mar, que habia aco-
jaba en su rostro una auréola de inteli jido desnudo y moribundo sobrede! puente
gente seguridad. Ademas, siendo ya de del navio. Cautivado por su gallarda pre
una estatura bastante regular , habia ad sencia , renovó á Dantes las proposiciones
quirido ese vigor propio solo de las peque de ajuste, pero- éste que tenia sus proyec
ñas tallas que reconcentran en sí todassusl tos , no quiso aceptarlas sino para tres
fuerzas. A la elegancia de sus formas ner-j meses.
vudas y airosas habia sucedido la solideZj La tripulacion de la Jócen Amelia era
ALBtM.
Quitamente activa, y subordinada ademas hubiese aceptado la libertad sin ellas si se
al mando del patron que habia adquirido'lo hubieran propuesto? ¿no eran tal vez
la costumbre de no perder tiempo. A los aquellas riquezas una vana quimera, crea-
ocho ¡dias de estar !en Liorna, los obe ida en el cérebro del pobre Faria? ¿no ha-
sos flancos del buque estaban atestados bia muerto con él esa idea? Verdades que
de muselinas pintadas, de algodones pro-¡,la letra del cardenal Spada era de unapre-
hibidos, de rapé inglés y de tabaco en eLcísion matemática ; y Dantes recitaba de
cual la aduana olvidó poner su sello. Tra ¡|cabo á rabo la carta de la quejno habia ol-
tábase de hacer salir todo aquello de Lior vidado una sola palabra.
na, que por ser puerto franco estaba exen Llegó la noche : Edmundo vió colorear-
to de visita, ydesembarcarloenlasplayas.se la isla con los diferentes matices que
de Córcega , donde ciertos especuladores presta el crepúsculo, y perderse en fin pa
se encargaban de trasportar el cargamen ra todos sumida en la oscuridad : pero él
to á Francia, Por fin partieron. Edmundo con su vista avezada á las tinieblas de la
hendió de nuevo las cerúleas aguas , pri prision', continuó viéndola sin duda pues
mer horizonte de su juventud y que tan que fué el último en retirarse del puente.
tas veces viera en sueños durante su pri \l otro dia al dispertarse se hallaron á la
sion. Dejaron á su derecha la Gorgona, á altura de Aleria. Todo el dia se mantuvie
su izquierda la Pianosa y avanzaron hácia ron bordeando, y por la noche dos gran
la patria de Paoli y Napoleon. Al siguien des hogueras brillaron en la costa. En vis
te dia, al subir al puente el patron , segun ta de la disposicion de los fuegos creyeron
sa costumbre de todas las mañanas, en que podrian desembarcar, puesto que el
contró á Dantes apoyado en la orla del buque izó un farol á la punta del asta
bHque y mirando con espresion particular bandera en vez del pabellon y luego se
un hacinamiento de rocas de granito que acercaron á la playa á distancia de un ti
el sol saliente coloreaba con su luz rosada ro de fusil.
aquellas rocaseran la isla de Monte -Chris Dantes observó, y sin duda solo lo ha
to. La Joven Amelia la dejó á unas tres¡ cia en circunstancias solemnes como esta ,
leguas poco mas ó menos á estribor y con que el patron de la Joven Amelia, al acer
tinuó su camino á Córcega. carse á tierra jmontaba dos pedreros se
Dantes pensaba , á medida que se iban mejantes á los de las plazas fortificadas-
alejando de aquella isla cuyo nombre pro que sin mover mucho ruido , podian lan
ducía en él mágicos efectos, que podia sal- zar á mil pasos una linda bala de cuatro
tai al mar y dentro de media hora pisar libras. Pero en aquella noche fué supér-
la tierra de promision. Pero en estando flua la precaucion , pues todo se hizo con
allí ¿qué haria sin instrumento para des la mayor calma y sin contratiempo. Cua-
cubrir su tesoro, sin armas para defender-! 'tro chalupas atracaron silenciosamente al
le? y á mas ¿qué dirian los marineros? buque, que, sin duda para hacerlas los
¿qué pensaria el patron? Era pues preciso honores botó al mar su esquife. Tan bien
esperar. Felizmente Dantes habia apren trabajaron las cinco lanchas que á las dos
dido ,á hacerlo ; habia esperado su liber de la mañana se habia trasladado ya á
tad por espacio de catorce años, y podia tierra todo el cargamento de la Jóven Ame
muy bien, ahora que estaba libre, esperar lia. El patron era tan exacto , que en la
seis meses ó un año aquellas riquezas. ¿NoHisma noche. hizo la reparticion de la
- ALBUNI.

prima: tocaron á cada individuo cien li poco es tan malo como se le figuraba
bras toscanas es decir sobre ochenta fran Dantes, puesto que aquel hombre, que
cos de moneda francesa. nada podia esperar de su compañero si
Mas la espedicion no habia terminado no heredarle en una fraccion de su par
aun: dirigieron su rumbo áCerdeña. Tra te en las empresas, esperimentaba tan vi
tábase de volver á cargar el buque que va afliccion al creerle muerto. Felizmen
acababa de alijar. te, como se ha dicho, Edmundo no esta
Verificóse la segunda operacion con la ba mas que herido.Graciasá ciertas hier.
misma felicidad que la primera; la fortu bas, cogidas en ciertas épocas, yvendidas
na sonreía á la Jóven Amelia. El nuevo á los contrabandistaspor lasviejas de Cer
cargamento iqa destinado al ducado de Lu deña la herida cicatrizó muy pronto. Ed
ca. Componíase cuasi en su totalidad de mundo quiso entonces probar á Jacopo:
cigarros habanos, y vino de Jerez y de ofrecióle en recompensa de sus cuidados
Málaga. Al fin la tripulacion tuvo que ha su parte de primas, pero Jacobo rehusó
bérselas con el resguardo, ese constante con indignacion.
enemigo del patron de la Jóven Amelia. Resultó pues de esta adhesion simpática
Un aduanero quedó en la estacada y dos que Jacopo esperimentó por Edmundo en
marineros fueron heridos. Dantes era uno cuanto le vió, que Edmundo sintiera por
de estos; una bala le habia atravesado las Jacopo una pequeña inclinacion. Jacopo
carnes de la espaldilla izquierda. o deseaba mas; habia advinado instinti
Dantes se consideraba feliz por la esca vamente en Edmundo esa suprema supe
ramuza y estaba contento con aquella he rioridad de posicion; superioridad que Ed
rida. A pesar de ser algo dura la leccion, inundo'habia conseguido ocultar á los de
le habia señaladó" el punto de vista bajo mas. De ese poco que le concedia Edmun
que debia mirar aquel peligro,y el ánimo do el bravo marino estaba contento. Asi
con que debia soportar los padecimientos. que, durante los eternos dias de navegacion,
Habia considerado el peligro riéndose, y cuando el buque caminando conseguridad
al recibir la herida habia dicho como el sobre el azulado mar é hinchando un buen
filósofo griego «Dolor tu no eres un mal.» viento sus velas no tenia necesidad mas
A mas habia contemplado al aduanero que del timonero, Edmundo, con una cam
herido de muerte, y sea el calor de la ta de marear en la mano se convertia en
refriegasea la tibieza de susinstintos hu preceptor de Jacopo como el abate lo fue
manos, aquella vista no le produjo la mas ra de él. Mostrábale la situacion de lascos
ligera impresion. Dantes estaba ya en la tas, esplicábale las variaciones de la brú
senda que se habia propuesto seguir y jula, enseñábale á leer en aquelgran libro
marchaba derecho al fin que deseaba: suabierto sobre sus cabezas llamado cielo,
corazon, estaba dispuesto á petrificarse en cuyo fondo cerúleo ha escrito Dios con
dentro del pecho. Durante la escaramuza,|letras de diamante.
Jacopo que al verle caer creyó que le ha| Y cuando Jacopo le preguntaba «¿De
bian muerto, se precipitó en su socorro,|que sirve aprender todas esas cosas á un
e incorporó y continuó prodigándole los pobre marinero como yo?» Edmundo le
cuidados de uñ escelente compañero. contestaba: «Quien sabe;tal vez llegarás
No hay tantas virtudes en este mundoláser capitan de algun buque; tu compa
como creía el doctor Panglosse, pero tam-triota Bonaparte llegóá ser emperador.»
ALBUMI. 145
Habiamos olvidado decir que Jacopo Bolsa marítima; y al ver aquellos
corso. atrevidos corsarios que proveen un litoral
de
Dos meses y medio trascurríeron en su dos mil leguas de estension, no pudo
cesivas correrias. Edmundo había llegado menos de calcular la potencia de aquel
á ser tan diestro costanero como fuera en que llegára á tenerá su disposicion y pu
otro tíempo atrevido marino: había he diera dar impulso uniforme á todos aque
cho conocimiento con todos los contraban llos hilos, ya sueltos ya en tejido. Tratá
distas de la costa; habia aprendido los sig-base en aquel dia de un gran negocio:
nos masónicos, por cuyo medio esos semi-|habia en campaña una embarcacion car
. . . . "y - -

piratas se conocen entre sí. Habia pasádolgada de tapicería turca, tegidos de seda
veinte veces por delante de la isla de Mon de Levante y cachemiras: necesitábase
te-Christo; pero entre tantas no se le ha hallar un terreno neutral para verificar el
bia presentado ocasion de abordar en ella. trasbordoytentar luego el alijo total en
Habia pues tomado una resolucion: á sa las costas de Francia. La prima era enor
ber: en cuanto hubiese fenecido el tér me si salia en bien el negocio: tratábase
mino de su contrata alquilar un barqui de cincuenta ósesenta piastras por plaza.
chueloy cargarlo de su cuenta, lo cual El patron de la Jóven Amelia designó
podía hacer por cuanto en sus diferentes como á lugar mas á propósito para el de
correrias se habia agenciado un centenar sembarque la isla de Monte-Christo que,
de piastras, y bajo un pretesto cualquiera estando completamente desierta y no ha
pasar en él ála isla de Monte-Christo. Alli biendo en ella soldados ni aduaneros, pa
podia hacer con toda libertad sus investi. rece situada en medio del mar por el Mer
gaciones; con toda libertad, no; porque curio de los tiempos del Olimpo pagano;
sin duda alguna no de arían de observarle ese dios de los comerciantes y salteadores,
los que le ayudaran en el servicio de la clases que nosotros hemos separado, aun
embarcacion, mas en este mundo algo se que no distinguido, y que la antigüedad,
ha de arriesgar. por lo visto, colocaba en la misma cate
La prision habia hecho á Dantes cauto, goría. Al nombre de Monte-Christo Dan
y hubiese preferido no tener que aventu tes brincó de alegría: levantóse para disi
rar nada; pero habiá combinado en su mular su emocion y dió una vuelta por la
imaginacion, ya bástante fecunda, todos|ahumadá taberna en que todos los idiomas
los medios posibles y no encontraba otro del mundo conocido venian á refundirse
para llegar á la tan suspirada isla que el en la lengua francesa. Cuando se acercó
de hacerse conducirá ella. Dantes fluc de nuevo á los dos interlocutores habian
tuaba indeciso, cuando el patron que te ya resuelto anclar en Monte-Christo y
nia puesta en él una confianza suma, y partirpara esta espedicion en la próxima
que tenia grandes deseos de conservarle á noche. Habiendo pedido su parecer á Ed
su servicio, le tomó una noche del brazo mundo, fué de opinion que la isla ofrecia
y le condujo á la taberna de la Via del todas las seguridades posibles, y que en
Oglio, en la que acostumbraba á reunir las empresas arriesgadas, para poder al
se lo mas selecto de los contrabandistas de canzar un feliz éxito, era preciso concluir
Liorna. Allí era en donde por lo regular las cuanto antes. En nada se cambió pues
solían tratarse los negocios de la costa. Ya el plan propuesto. Convinieron quese apa
habia asistido Dantes dos ó tres veces árejaria al dia siguiente por la tarde y que
37
146 ALBIM
tratarian, si el viento y el marfavorecian, i El dia fué para él tan febril como 1o
de hallarse al siguiente dia en las aguas fuera la noche, pero el raciocinio vino en
de la isla neutral. |ayuda de la imaginacion , y Dantes pudo
XXIII. ¡determinar y fijar un plan hasta entonces
LA ISLA DE MONTE-CHRISTO» indeciso y fluctuante en su cérebro. Vino
En fin, Dantes, por una de esas dichasj la noche y con ella los preparativos para
inesperadas que sobrevienen de vez en la marcha; estos sirvieron de medio á Dan-
cuando á los que se lian visto durante lar tes par ocultar su agitacion. Poco á poco
go tiempo acosados por la desgracia , iba habia adquirido sobre sus compañeros la
á alcanzar su objeto por un medio muy autoridad del mando como si fuese dueño
sencillo y natural , y pondria los pies en l'de la embarcacion ; y como sus órdenes
la isla sin inspirar á nadie sospecha al eran siempre claras, concisas y de facil
guna. ejecucion sus compañeros le obedecían no
• Una noche faltaba tan solo para esapar solo con presteza si que hasta con placer.
tida tan deseada, y esta noche fué una de| El viejo marino le dejaba hacer : tambien
las mas agitadas que pasó Dantes. En ella él habia reconocido la superioridad de Dan-
todas las suposiciones buenas y malas sepre tes sobre los otros marineros y aun sobre
sentaron sucesivamente á su imaginacion, ¡sí mismo ; veia en el joven á su natural
si cerraba los ojos veia la carta del carde-| sucesor y sentía en el alma no tener una
nal Spada escrita en caractéres de fuego hija para sujetará Edmundo á su lado con
«nía pared; si se adormecía un instante, tan alta alianza.
los ensueños mas insensatos iban á arre A las siete de la tarde todo estaba corrien
molinarse en su cérebro; parecíale que| te : á las siete y diez minutos doblaban el
descendia á unas grutas cuyo suelo esta faro, precisamente en el mismo instante en
ba tapizado de esmeraldas, las paredes dej que le encendian. La mar estaba bonan
rubies , y que del techo pendian estalác cible , un viento fresco soplaba del Sudes
titas de diamantes ; las perlas caian go te. Navegaban bajo un cielo azulado en el
teando, como filtra ordinariamente el agua que Dios iba encendiendo tambien esos fa
en los subterráneos. Edmundo gozoso ros, cada uno de los cuales es un mundo.
maravillado. rellenaba sus bolsillos de pe-i Dantes dijo á la tripulacion que podian to-
dreria ; salia luego" al campo y todas aque- dos retirarse á descansar y que el se en
llas piedras preciosas se convertían en sim cargaba del timon. Cuando el Maltes, que
pies guijarros ; entonces pretendia entrar así se designaba á Dantes, se espresaba en
de nuevo en las milagrosas grutas queape- tales términos, bastaba paraque todos se
nas tuvo tiempo pira ver, pero el camino |fuesen á dormir tranquilamente, lo que
se perdia en espirales infmitos; la entrada |sucedia algunas veces , pues que Dantes ,
habia quedado invisible ; buscaba en vano lanzado al mundo desde una absoluta so
en su fatigada cabeza aquella palabra má ledad, esperimentaba alguna que otra vez
gica y misteriosa con la que el pescador necesidades imperiosas de hallarse sylo ;
árabe abria las espléndidas cavernas de porque ¿qué soledad es mas absoluta y
Ali-Baba. Todo era inútil, el escondido mas poética que la del buque que flota ais
tesoro habia vuelto á ser propiedad de los lado en medio del mar, durante la oscuri
génios de la tierra á quienes creyó por un dad de la noche, en el silencio de la in
momento poderlo arrebatar. mensidad, bajo el amparo del Señor? Es-
ALBUM. f47
ta vez la soledad estaba poblada de pensa de lo mucho que sabia dominarse, no se
mientos, la noche iluminada porilusiones, pudo contener y saltó el primero á la pla
el silencio animado por sus promesas. ya. Si se hubiese atrevido hubiera cual
Cuando el patron se levantó, el buque Bruto besado la tierra. Habia ya cerrado
marchaba á todo trapo; no habia un giron la noche, mas sobre las once la luna em
de lienzo que el viento no hinchase. Ade pezó á salir del fondo del mar, plateando
lantaban mas de dos leguas y media por su inquieta superficie: luego sus rayos á
hora. La isla de Monte-Cristo iba agranmedida que iba elevándose empezáron á
dándose en el horizonte. Edmundo hizo convertirse en blancas cascadas de luz,
entrega de la direccion del buque á su sobre las rocas hacinadas de aquella nue
dueño, y fué á tenderse en su hamaca; va Pelion.
mas á pesar de la noche que pasáraen ve La isla era en estremo conocida de la
la, no pudo cerrar los ojos ni por un tripulacion de la Jóren Amelia como otro
momento. Dos horas despues volvió á su de los puntos en que acostumbraban hacer
bir al puente. La embarcacion estaba á escala. Dantes,lahabia vistoy examinado
punto ya de doblar la isla de Elba; ha en todos sus viages á Levante pero jamás
llábanse á la altura de la Mareciana y de habia tomado tierra en ella. Trató pues
bajo de los terrenos llanos y siempre ver de preguntará Jacopo.
des de la Pianosa. Viérase confundirse en —¿En dónde pasarémos la noche? le
las nubes la cima flamigera de Monte dijo.
Christo. Dantes ordenó al timonero virá —A bordo de la embarcacion, le con
ra á babor á fin de dejar la Pianosa á la testó el marino.
derecha; habia calculado que con esta ma -¿No estariamos mejor en las grutas?
niobra abreviaba el camino en dos ó tres —¿En qué grutas?
—En las de la isla.
millas. Sobre las cinco de la tarde, divisa
ron la isla en toda su estension; podian —No sé que haya tales grutas. dijo Ja
distinguir en ella los mas leves objetos, copo.
gracias á la transparente atmósfera que es Un sudor frio bañó la frente de Dantes.
peculiar á la luz que prestan los rayos del *—¿No hay grutas en Monte-Christo?
sol en su ocaso. preguntó.
Edmundo devoraba con la vista aquella –No.
masa de rocas que tomaba sucesivamente Dantes quedópasmado por un momen
todos los visos de la luz crepuscular, des to: mas luego pensó que aquellas grutas
de el color de rosa mas vivo al azul osc podian haberse obstruido por algun acci
ro; de vez en cuando invadian su rostro dente cualquiera ó tal vez cerrado para
súbitas llamaradas,se matizaba de púrpu mayor precaucion,por el mismo cardenal
ra su frente y una nube roja perturbaba Spada. La dificultad, en ambos casos, es
su vista. Jamás jugador alguno, cuya for-|tabaen encontrar la antigua abertura. Era
tuna esté sobreel tapete,habrá esperimen-linútil buscarla durante lanoche, por lo que
tado al correr los dados las angustias que Dantes dejó para el siguiente dia sus in
pasaba Edmundo en aquel paroxismo de vestigaciones: á mas de que, unfarol enar
esperanza. Por fin llegó la noche: á las bolado á una media legua maradentro, al
diez anclaron; la Jóven Amelia fué la pri-|que contestó la Jóven Amelia con otro se
mera en acudir á la cita. Dantes á pesarlnal semejante, indicó que habia llegado
118 ALBUM.
el mómento de comenzar la tarea. El bu-mida. Dantes continuósu camino volvien
que que se habla retardado, seguro yá pordo de vez en cuando la cabeza, y llegado á
la señal que debía darle á conocer, que po|la cima de una roca, vióá mil pies deba
día atracar con toda confianza apareció1jo de él á sus compañeros con quienes
muy luego blanco y silencioso cual unfan-lacababa de reunirse Jacopo y que se ocu
tasma, y vino átomar fondo áunas cienpaban ya activamente en aprestar el desa-
brazas de la playa. Desde luego comenzó aumentado, gracias á la destreza
el trasbordo. e Dantes con una pieza de caza máyor.
Calculaba Dantes, mientrás hacia su ta-| Edmundo los comtempló por un instante
rea, el grito de alegría que soltarian todos|con esa sonrisa triste pero afable del hon
aquellos hombres sí el llegaba á decir en|bre superior. Dentro dos horas, se dijo,
alta voz lo que la tenazidea que murmu-¡esos hombres se considerarán ricos alver
raba en torno de su oído y de su corazón;|se dueños de cincuenta plastras preparán
pero lejos de revelar el magnífico pen-|dose para ganar otras cincuentá con riesgo
samiento temia haber soltado ya alguna|de su vida, y luegoirán, poderosos con un
espresion imprudente y dado á entender|capital de seiscientas libras, á dilapidar sus
por sus idas y venidas, sus repetidas pre-tesoros con el orgullo de los sultanes y la
guntas y minuciosas o servaciones y aun|confianza de los Mogoles. Hoy día la es
_

por su misma preocupacion haber susci-|peranza hace que yo desprecie su riqueza


tado sospechas. Por fortuna, á lo menos que me parece una miseria,y mañana el
en aquellos momentos los tristes recuerdos|desengaño me precisará tal vezámirar esa
de sus pasadas desventuras marcaban so-|porqueria como la suprema felicidad...
bre su freite una tristeza indeleble y los; Oh no, esclamó Edmundo, nosucederá
impulsos de alegría que al través de esátal; el infalible Faria no se hubiera enga
nube pudieran distinguirse, eran rápidósñado precisamente en esto solo; á mas de
como el relámpago. que, es preferible morir que continuar är
Nadie llegóá sospechar, cuando el rastrando esta vida miserable y abyecta.
rayar el dia tomando un fusil, alas y pólÁsi que Dantes, que tres meses antes as
vora, Dantes manifestó deseos de irá ca-piraba solo á la libertad, no tenía ya sufi
zar alguna de las muchas cabras monteses|ciente con ella pues que anhelaba riquezas.
que se veían saltar de roca en roca, atri- La falta no estaba en Dantes, pero si en
buyeron esta escursion á su aficion á la|Dios qie limitando el poder del hombre,
caza óá su amor á la soledad. Nadie mas le infunde deseos insaciables.
tanto, por una senda encajona
que Jacopo se empeñó en seguirle; Dantes| Mientrasrocas
no quiso oponerse temiendo que esta re-lda en las y siguiendo un átajo esca
pugnancia á ser acompañado inspirára al-vado por el torrenté que segun toda pro
guna sospecha: mas apenas andara un|babilidad jamásplánta humana había pi
cuarto de legua que tuvo ocasion de apun-sado, Dantes se iba acercando al punto en
tar y matar un cabritillo y lo remitió porque suponia debian existir las grutas. Al
Jacopo á sus compañeros, invitándoles á fin, recorriendo la playa y examinando los
que le guisáran y que cuando estuviese menores objetos con nimia atención, creyó
cocido se lo avisáran disparando un fusil.|observar en ciertas rocas unas muescasó
Algunas frutas secas y un frasco de vino hendiduras que solo el hombre pudo ha
de Montepuiciano delan completar la cer impreso en ellas.
ALBUM.
u%2
El tiempo que crea en todos los objetos en el instante en que retiraban del fuego
fsicos esa capa de musgo para cubrirles,|el improvisado asador divisaroná Edmun
cual sobre los moralesarroja el velo deldo que, lijero y atrevido como un gano,
olvido, parecia haber respetado aquellassaltaba de roca en roca: dispararon pues
señales trazadas con cierta regularidad co-el tiro para darle laseñal. El cazadorcam
mo para servir de guia, mas de vez en bió de direccion y se vino corriendo á ellos;
cuando aquellas señales desaparecian ocul-|mas en el instante en que todos le seguian
tas en la espesura de los mirtos que se es|con la vista en aquella especie de vuelo
tienden en gruesas ramas cargadas flores,|que verificaba, calificando su destreza de
ódebajo los liquenes parásitos. Erale enton-|temeridad como para dar algunfundamen
ces preciso á Edmundo separar las ramas á sus temores, faltóle á Edmundo un
ò arrancar los musgos para encontrar las pié;viéronle bambolearse, arrojar ungrito
señales que le guiaban y que debian con y desaparecer.. -

ducirle por aquel nuevo laberinto. Aque Todos se lanzaron á la vez en su socor
los signos habian dado algun valor á las ro, porque todos amaban á Dantes ápesar
esperanzas de Edmundo. ¿Por que no po de su superioridad; pero de todos modos
dian sertrazados por el cardenal para que Jacopo fué el primero que llegó. Encontró
pudieran en caso de una catástrofe, que no á Edmundo tendido, ensangrentado ycuasi
temió, llegára á ser completa, servir de sin conocimiento; habia caido de la altura
guia á su sobrino? Aquel lugar solitario de doce á quince pies.Administráronleal
era el mas, á propósito para un hombre gunas gotas de rom, y este remedio que
que queria enterrar en él un tesoro. Pero ya, en otra ocasion habia obrado con tanta
¿nopodian aquellos signos infieles haber eficacia produjo el mismo efecto que la vez
llamado la atencion de otros ojos que los primera.
de aquellos para quienes se trazaron? ¿la Edmundo abriólos ojos, se quejó de un
isla de lúgubres maravillas habria guarda vivo dolor en la rodilla, de gran pesadez
dofielmente su magnífico secreto? de cabeza y de insoportables punzadas en
Con todo: á sesenta pasos del puerto los riñones. Trataron de trasportarle á la
poco mas ó menos, le pareció á Edmun playa, pero cuando fueroná tocarle,á pe
do, oculto siempre á sus compañeros sar de ser Jacopo el que dirijia la manio
por las escabrosidades del terreno, que bra, declaró entre gemidos que no se sen
las muescas habian concluido; pero no por tía con fuerzas para soportar esta opera
eso fué á parar ágruta alguna. Unagran cion. Ya se echa de ver que no hubo que
de roca circular, colocada sobre una sólida
hablar del almuerzo á Dantes, mas exijió
base, era el único término á que al parea de sus camaradas, que no tenian los moti
cer conducian. Edmundo pensó que tal vez vos que él para guardar dieta, marchasen
en lugar de haber llegado al fin, se encon á comerlo á su salud. En cuanto á él les
trabapor el contrario al principio; volvió dijo que no tenia necesidad sino de reposo
en consecuencia paso atrás y empezóáde y que á la vuelta le encontrarian mas ali
sandar lo andado. Durante este tiempo viado. Los marineros no se hicieron mu
sus compañeros preparaban el almuerzo,|cho de rogar; pues tenían hambre, el olor
habian ido por agua al manantial y trans-del cabrito estimulaba su olfato, y entre
portado átierra el pan y las frutas, aca-lobos marinos no-se gastan cumplimien
bando de cocer el cabritillo. Precisamentetos.
150 ALBUM.

Una hora despues volvieron. Todo lo –Pero te morirás de hambre, dijo el


que pudo hacer Edmundo fué adelantarse patron.
arrastrando unos diez pasos para recostar-| —Lo prefiero, contestó Edmundo,áte
se sobre una roca tapizada de musgo,pe-|ner que sufrir los atroces dolores que exa
ro léjos de calmarse sus dolores aumen-|cerbaria el mas leve movimiento.
taban en intensidad. El viejo patron quese| El patron dirijió sus miradas á la em
veia precisado á marchar aquella mañana|barcacion que se mecia en el pequeño
para ir á descargar susfardos en las fron-|puerto con compasado movimiento, como
teras del Piamonte ó de Francia entre Ni-|preparándose á engolfarse en la mar ën
zas y Frejus,insistió porque Dantes probá-|cuanto hubiese concluido su aparejo.
ra de incorporarse. Este hizo esfuerzos| —¿Qué quereis pues que hagamos,
sobrehumanos para prestarse á esta invita-|Maltés? le dijo. Nosotros no podemos aban
cion, pero á cada esfuerzo aumentaban sus|donarte asi. ni tampoco podemos retardar
quejidosy palidez. la partida.
—Tiene los riñones quebrantados, dijo —Marchad, marchad; esclamó Dan
entre dientes el patron; no importa, GSUII) tes.
buen compañero, y espreciso no abando —Tardaremos lo menos ocho dias en
narle; tratemos de trasportarle á la tar poder volver, dijo el patron, y aun será
tana. preciso que retrocedamos para recogerte.
Pero Dantes se aferró en que prefería —Escuchad, dijo Dantes: si dentro dos
morir donde estaba á soportar los atroces ó tres dias encontrais algun barquichuelo
dolores que le ocasionaria el movimiento pescador ú otro que se dirija á estas aguas
por poco que fuese. recomendadme á él: yo le daré veinte y
–¡Pues bien ! dijo el patron; esperare cinco , piastras para que me conduzca á
mos cuanto podamos: no quiero que se Liorna. Si no le encontrais, volved.
diga que hemos dejado sin socorro á tan El patron meneó la cabeza.
bravo compañero comovos. No partiremos —Escuchad, patron Baldi: hay un me
hasta la tarde. dio que lo concilia todo, dijo Jacopo: par
Esta proposicion admiró en estremo á tid y yo me quedaré con el herido para
los marineros, pero ninguno de ellos la cuidarle.
contrarió. El patron era hombre ríjido en —¿Y tú renunciarás á tu parte, dijo
estremo y era la primera vez que se le Edmundo, para quedarte conmigo?
viera renunciar á una empresa ó por lo —Si, dijo Jacopo, sin pesar ninguno.
menos retardar su ejecucion; Dantes no —Vamos, que eres un guapo mucha
quiso en modo alguno consentir que se co cho, Jacopo; dijo Edmundo; Dios te re
metiera en su favor tal infraccion de las compensará por tus buenas intenciones;
reglas de disciplina establecidas á bordo. mas yo no necesito á nadie, gracias: un
—No, dijo al patron; soy un torpe y es dia ó dos de quietud bastarán para resta
muyjusto que sufra la pena de mi torpe blecerme y espero encontrar en esaspróc
za. Dejadme una pequeña provision de simas rocas ciertas yerbas escelentespara
vizcocho,un fusil,pólvora, balaspara ma las contusiones.
tar un cabritillo ópara defenderme y un
pico para construirme, si tardais mucho Una estraña sonrisa contrajo los labios
en volverme á buscar,una especie de co de Dantes: apretó con efusion la mano á.
bertizo. Jacopo, pero continuó inalterable en su
ALBUM.
resolucion de quedarse , y quedarse solo. | delante de él los lagartos cuyo lomo pa
Los contrabandistas trajeron á Edmundo recía de esmeralda. Vierase saltar á lo le
lo que les pedia y se alejaron no sin vol jos sobre perpendiculares y escarpados de-
ver muchas veces la cabeza, haciéndole clivesde la isla, cabras salvages que alguna
cada vez que sevolvian, señas de una cor vez atraen á ella los cazadores: en una
dial despedida á que Edmundo contestaba palabra , la isla estaba habitada , poblada
con la mano solamente , como si no pu de vivientes, animada y á pesar de todo
diera mover el cuerpo. Mas luego que hu Edmundo se sentía solo bajo el amparo de
bieron desaparecido murmuró riendose : Dios. Esperimentaba una emocion muy
— I Es bien raro que entre hombres co semejante al miedo. Es esa desconfianza
mo esos se hallen verdaderas pruebas dej que en medio del dia nos hace suponer ,
amistad y actos de sincera adhesion ! aun en el desierto, que nos están inspec-
Arrastróse luego con precaucion hasta jcionando atentamente ojos inquisidores.
la cima de una roca que le impedia la vis Este sentimiento fué tan vehemente que
ta del mar y de alli vió á la tartana aca jen el momento de empezar la obra , Ed
bar de aparejarse , levar ancla, balan mundo se detuvo , dejó el pico , tomó el
cearse graciosamente como una paviota fusil, subió de nuevo á la maselevada ro
que va á tomar vuelo, y partir. Al cabo de ca de la isla y desde alli arrojó una vasta
una hora habia ya desaparecido del todo; mirada á todo lo que le rodeaba. Mas,
ó á lo menos del punto en que estaba el preciso es decirlo , lo que llamó su aten
herido era imposibfe verla. cion no fué la poética Córcega de que po
Entonces Dantesse incorporó mas flexi dia distinguir hasta las casas, ni la casi
ble y lijero que un cabritillo, entre los mir-| desconocida Cerdeña que la subsigue , ni
tos y lentiscos de aquellas rocas salvages; to la isla de Elba de gigantescos recuerdos ,
mó su fusil en una mano, en la otra el ni en fin esa línea imperceptible que se
pico y corrió- á la roca en que iban á pa estiende en el horizonte y en la que el ojo
rar las muescas que habia observado en de un marino descubre á la soberbia Gé-
las peñas. nova y á Liorna la mercantil ; no : fué el
—Ahora, esclamó acordándose de la bergantín que habia partido al amanecer
historia del pescador árabe que le contára y la tartana que acababa de marchar. El
Faria, ahora j Sésamo, ábrete I primero estaba desapareciendo cuasi en el
XXIV. |estrechode Bonifacio: la otra seguía rum
DESLUMBRAMIENTO. bo opuesto y costeaba la isla de Córcega
El sol habia hecho ya una tercera par que se disponía á doblar.
te de su carrera , y sus rayos del mes de| Esta vista tranquilizó á Edmundo; d¡-
mayo vibraban calientes y vivificantes so rijió sus miradas á los- objetos que le ro
bre las rocas que hasta parecían sensiblesj deaban mas de cerca : vióse en el punto
al calor. Dos millares de cigarrones invi mas elevado de la isla conica cual una es-
sibles en los matorrales daban al aire sus tátua sobre tan gran pedestal : á sus pies ,
monótonos y continuados cantares. Las ni un hombre; á su alrededor, ningun bu
hojas de los arrayanes y acebuches que se que ; nada mas que el azulado mar que
agitaban inquietas producían un sonido ca batía la isla y que con ese eterno choque
si metálico. A cada paso que daba Ed formaba una franja de plata á su alrede-
mundo sobre el enardecido granito huían | dor. Descendió entonces con paso rápido
., ALBIM.

pero precavido; en tales momentosuncionde continuidad, piedras y guijarros,


accidente semejante.á aquel que tan feliz cubriendo esta especie de pared de mam
y habilmente habia simulado era muy te- posteria con tierra vejetal en la que se
mible. criaran muy luego hierbas diferentes; nar,
Dantes, como hemos dicho ya, natal ió abundante musgo, y algunas semillas,
vuelto atras recorriendo á la inyensa las|de arrayany lentisco que con la tierrase,
rocas endentadas y observó que aquella|meclaron, echaron allí raices y la vieja,
línea conducia á una especie de ancon|roca parecia enclavada en el suelo. Dantes.
oculto como el baño de las antiguas nin-|quitócon precaucion la tierra y recono
fas. Esta pequeña ensenada era bastanteció, óle pareció reconocer, tan ingenioso
ancha en su entrada y bastanteprofunda|artificio. Entonces se puso,á descalzar con,
en su centro para que, pudiera entrar en su pico esa pared intermedia, consolidada,
él y mantenerse oculto un buque devela por el tiempo.
latina. Despues de trabajar, unos diez minutos,
Siguiendo entonces el hilo de sus in- la pared cedió, abriéndose un agujero por
ducciones; aquel hilo que, en manos del el que podia pasar el brazo. Dantes fué
abate Faria habia visto, guiar su espíritulentonces á cortar el, acebuchemas fuerte,
de un muertenemiso en el encontró, lo despojó de las ramas, y
dédalo de las probabilidades: presumió lo introdujo en el agujero en forma de,
que el cardenal Spada, teniendo sumo in|palanca mas la roca era muy pesada y
terés en no ser visto, habria fondeado en encajada con mucha solidez en la inferior
aquel ancon escondiendo en él subarquipara que lafuerza de un hombre ni aun
chuelo, y siguiendo la línea marcada enla del mismo Hércules, pudiese remo
las hendiduras de las peñas, habia en Suverla,
terminacion enterrado su tesoro Esta su-l Dantes pensó entonces que lo, que le.
posicion condujo áDantes alpé de la roca|convenia destruir era lapiedra que le ser
circular. Tan solo una cosa le inquietabavia de encaje, pero ¿de qué modo? Dió,
y desconcertaba todas sus ideas ¿cómo Edmundo una ojeada á su alrededor, cual
sin fuerzas considerables habian podidolos hombres que no saben que hacerya,
subir aquella roca que pesaba tal vez cin-y su vista se fijó en un cuerno lleno de
co ó seis mil libras y colocala sobre lalpólvora que le dejira su amigo Jacopo: al
especie de base en que descansaba?i |verle se sonrió; la máquina infernal iba á
De improvisose le ocurrióá Dantesuna|ponerse en movimiento.
idea.—«En vez de hacerla suhir, dijo, tal Con la ayuda de su pico, Dantes abrió en
vez la habrán hecho bajar;» y se encarnó ela roca superior y aquella sobre, la que
sobre la roca, á fin de versiancontraria descansaba, un conducto de, mina como,
su primitivo lugar. En efecto, observó que suelen hacerle los mineros cuando quieren
se habia practicado una ligera pendiente,|ahorrarse trabajo; lo llenó bien de pólvo
por la que deslizándose de suasiento aquer|ra, rollando luego su pañuelo y restregan-,
la roca habia venido á situarse en el pundolo tambien con pólvora hizo de él una,
to en que otra roca, de la magnitud de mecha,á la que pegó fuego despues de
una piedra labrada comun, le sirviera dd e colocada y se, alejó, No, se oyó, esplosion.
encaje; Habíanseajustados mañosamente ninguna la roca superior se levantó mo-.
|
en las rendijas, á fin de ocultar toda solu mentáneamente un pocoáimpulsesde una
ALBUM. 153
fuerza incalculable , la roca inferior voló trario para nada serviria lo que hasta ahora
hecha astillas. Por la pequeña abertura he sufrido. El corazon se lacera cuando
que practicara antes Dantes , escapó un despues de haberse esplayado desmesura
sinnumero de insectos chillando y una damente en la esperanza fundada en va
enorme culebra , guarda de aquel camino gos motivos , se reconcentra al aspecto de
misterioso , rodando sobre sus azuleas es-! la fria realidad. Faria se ha engañado: el
camas desapareció. cardenal Spada no ha enterrado nada en
Dantes se acercó. La roca superior, sin esta gruta , tal vez jamas puso los pies en
apoyo ya, se inclinaba hácia el abismo. El ¡ella, ó si por acaso en efecto vinoá escon-
intrépido investigador la examinó en todo der su depósito , Cesar Borgia , intrépido
su alrededor, escojió el punto mas vacilan aventurero , infatigable y diestro ladron,
te, apoyó su palanca en una de las hendi vino despues de él, descubrió sus huellas,
duras y semejante á Sísifo , empleó todas siguió las mismas muescas que yo ; como
sus fuerzas contra la roca. Esta, removida yo levantó esa piedra, y descendió antes
ya por la impulsion dela pólvora, bambo-j que yó; nada me ha dejado despues de su
leó: Dantes redobló sus esfuerzos. Hnbié visita.
rase dicho que era uno de aquellos Tita Qued;sepor un momento inmóvil, pen
nes que arrancaban los montes para hacer sativo, fija su vista en aquella abertura
la guerra á los dioses. En fin, la roca ce-, oscura y cuyo fin no se divisaba. Si, si;
dió, giró, se precipitó y fué, á desapare esta es una de las muchas aventuras que
cer absorvida por la mar. En su lugar corrió durante su vida , mezcla de luz y
quedó descubierto un sitio circular, en que tinieblas, aquel bandido real. En ese te-
se veia un anillo de hierro engastado á gido de acontecimientos estraños que com
una baldosa cuadrada. ponen la matizada trama de su existencia,
Dantes lanzó un grito de alegria y de este fabuloso suceso ha debido encade
pasmo. Jamas ninguna primer tentativa se' narse con los demas. Si: Borgia habrá ve
viera coronada de éxito tan brillante. Qui nido alguna noche aqui , con una antor
so continuar, pemsus piernas se convelie cha en una mano y una espada en la otra
ron tan fuertemente, su corazon latió con mientras que á veinte pasos de distancia,
tanta violencia, obscureció tanto su vista tal vez al pie mismo de esta roca, se que
una nube de fuego, que le fué preciso de daren sombrios y amenazadores dos es
tenerse. Este instante de hesitacion se des birros escudriñando la tierra , el aire y la
vaneció con la velocidad del relámpago. mar mientras que su amo entraba como
Edmundo pasó su palanca por el anillo, voy á verificarlo yo, alejando las tinieblas
tiró de él con vigor y la baldosa , desen con su flamíjero y tremendo brazo. Si,
cajada , se levantó , dejando en descubier mas los esbirros á los que asi hizo pose
to la pendiente de una como escalera que sores de su secreto, ¿qué fué de el!o":? ¿Lo
se hundia en la oscuridad de una gruta. que hizo de eljos? se contestó sonriendo
Un cualquiera se hubiese precipitado Dantes, lo que de los sepultureros deAh-
trasportado de gozo , pero Dantes se de rico, á quienes enterraron con é! Ahora
tuvo , palideció y dudó. que ya no cuento con nada, ahora que es
—Vaya, sedijo, seamos hombre. Acos toy persuadido de que seria un 'insensato
tumbrados á la adversidad , no nos deje ¡e- 1en conservar alguna esperanza , la conti
mos llevar de una decepcion, ó de lo conin-1 nuacion de esta aventura es para mi un
39
154 ALBUM.

objeto de curiosidad tan solo, y nada mas. de la segunda gruta» decia aquel testa
y continuó aun inmóvil y meditabundo. mento.
Mas, si hubiese venido, continuó Dan Luego Dantes no habia penetrado sino
tes, si hubiese entrado y llevádose el te en la primera gruta, luego era preciso
soro; Borgia, el hombre que comparára buscar ahora la entrada de la segunda.
á la Italia con una alcachofa cuyas hojas ijantes calculó. Esta segunda gruta de
comia una á una; Borgia apreciaba en bia naturalmente dirijirse á lo interior de
la
mucho el tiempo para perderle en colocar isla. Examinó las diferentes capas de
de nuevo esta roca sobre su base. Descen piedra y fué ágolpearuna de las paredes
damos pues. en que le pareció debia hallarse la aber
Y entonces bajó: divagando sobre sus tura embadurnada sin duda para mayor
labios una sonrisa de duda ymurmurando precaucion. Golpeó con elpico en la roca
entre dientes la última frase de la huma y dió esta un sonido mate que hizo brotar
na sabiduría: ¡Tal vez!.... el sudor en la frente de Dantes. Porfin le
Pero en vez de las tinieblas que se creia pareció al perseverante minero que una
encontrar, en vez de una atmósfera densa porcion de la pared granítica respondia,
yviciada, Dantes vió un débil resplandor con un eco mas opaco y profundo, al lla
que daba al recinto un tinte azulado: el mamiento que le hacia. Acercó su ardien
aire y la luz penetraban no solo por la te mirada á la pared y reconoció, con el
abertura que acababa de practicarsi que tado de preso, lo que ningun otro hubie
tambien por ciertas rendijas de las rocas, se reconocido tal vez; y es que alli debia
invisiblesal esterior, á través delas que se existir la abertura. Con todo, para no tra
divisaba el azulado cielo, y se veian cim bajar en valde, Dantes, que como Cesar
brear las movedizas ramas de los verdes Borgia, habia aprendido á conocer el va
robles y las punzantes enredaderas de las lor del tiempo, examinó las otras paredes
zarzas. Despues de unos segundos de es con elpico, recorrió el suelo con la cula
tar en la gruta, cuya atmósfera mas bien ta de su fusil, removió la arena en dis
caliente que húmeda, agradable que in tintos puntos y no habiendo encontrado
cómoda al olfato, era á la temperatura de Ill visto nada, volvió á la porcion de pa
la isla lo que el azulado resplandor, era á red que despedia sonido tan consolador
la luz del sol; la mirada de Dantes habi golpeándola de nuevo y con mas fuerza.
"tuada ya, como dijimos, álas tinieblas pu Entonces observó una cosa singular; y
do reconocer los ángulos mas recónditos es que á los golpes del instrumento una
de la caverna: era toda ella de granito especie de barnizado semejante al que se
cuyas bruñidasfacetas relumbraban como aplica sobre las paredes para pintarlas al
diamantes. fresco,se desprendia y caía á trozos de
He aqui sin duda, dijo Edmundo son iando en descubierto una piedra blanquiz
riendo, todos los tesoros que habrá dejadoca y blanda semejante á las piedras co
el cardenal, y el buen abate, viendo en munes para labrar. Habian cerrado la na
sus ensueños estas resplandecientes pare - tural abertura de la roca con piedras de
des, se saborearía en sus ricas esperanzas! distinta naturaleza, que embadurnárán lue
mas Dantes recordó los términos en que go con el barniz indicado, imitando des
estaba concebido el testamento que sabial pues sobre éste el colory cristalizaciondel
de memoria. « En el ángulo mas lejanolgranito. Dantes golpeó entoncescon la es
ALEUM. 155
tremidad aguda del pico, que entró cosa nocimiento de la realidad, halagando sus
de una pulga a en el tabique.Allí estaba esperanzas. En fin, despues de una nueva
pues el punto por donde era preciso ho pero momentánea indecision, Dantes pasó
radar. de la primer gruta á la segunda.
Por un estraño misterio de la humana Esta era mucho mas baja, mas oscura,
organizacion cuanto mas se iban acumu y de un aspecto mas espantoso que aque
lando laspruebas de que Faria no se ha lla. El aire que solo penetrára por la aber
bia engañado y por consiguiente mas ani tura practicada en aquel instante tenia ese
moso debia sentirse Dantes, mas desfalle olor mefítico que Dantes se admiró de no
cia su corazon renovando sus dudas y en sentir en la otra. Dió luego tiempo al ai
tregándose al abatimiento. Esta nuevaprue re esteriorpara que renovára aquella at
ba que hubiese debido inspirarle mayores misfera corrompida y entró.A la izquier
ánimos le quitó la fuerza que le quedaba; quierda de la abertura habia un rincon
cayó el pico escapándose cuasi de sus ma profundo y oscuro, pero, ya lo hemos di
nos, lo dejó en el suelo, enjugó su frente cho, para el ojo de Dantes no habia tinie
y salió átomar el aire bajo pretesto de ver blas. Recorrió con una mirada esta segun
si alguien le celaba,pero en realidad por da gruta: estaba vacía como la primera.
que necesitaba respirar con libertad, por El tesoro, caso de existir, estaba enterrado
que se sentia desfallecer. en aquel oscuro rincon.
La isla continuaba desierta y el sol en La hora de la agonía habia llegado ya:
su zenit parecia abarcarla toda con su mi dospies de tierra que escarbar era loúni
rada de fuego: á lo lejos algunos barqui co que restaba á Dantes para llegará un
chuelos pescfores tendian sus alas sobre gozo estremo ó á una desesperacion pro
el mar de un azul de záfiro. Dantes no funda. Adelantóse hácia el rincon y como
habia probado nada todavia; pero estaba tomando una súbita resolucion, escavó con
lejos de pensar en comer en tales mo intrepidez el suelo. Al quinto ósexto gol
mentos; sorbió unas gotas de rom y entró pe de pico, el hierro chocó con hierro. Ja
en la gruta mas animado. El pico que tan más toque fúnebre ni lúgubre clamoreo
pesado le pareciera era ya mas ligero: lo produjo tal efecto en los que le oyeran.
levantó como una pluma y emprendió con No hubiese sidotanta la palidez de Dantes
vigor la tarea. A los pocos golpes observó á no haber encontrado nada. Sondeó de
que las piedras no estaban adheridas y si nuevo el punto que habia ya reconocido,
solo colocadas unas sobre otras cubiertas y encontró la misma resistencia mas no el
luego con el barniz de que hemos hablado; mismo sonido.
introdujo en una de las cisuras la punta —Es un cofre de madera con aros de
del pico, apoyóse sobre el mango y vió hierro, dijo para sí.
con placer rodar la piedra como sobre un En este momentocruzó una rápida som
gozne y caer á suspies. Ya desde enton bra interceptando la luz; Dantes dejó caer
Ces no tuvo que hacer Dantes mas que ir el pico, tomó el fusil,volvióá salir por la
separando cada piedra; todas rodando fue abertura y se lanzó al raso. Una cabra
ron á parar junto á la primera. montes habia saltado por cima la primera
En cuanto fué regular la abertura, entrada de la gruta y pastaba á algunos
Dantes hubiese podido entrar, mas retar pasos de allí. Era una escelente ocasion
dándolo algunos instantes retardaba el co: para asegurarse una buena comida; pero
156 ALBUM.
Dantes temió que la detonacion' de su fu astillas. Una larga abertura que dejaron
sil atrajese á alguien. Reflexionó un ins aquellas inutilizó las cerraduras que arran
tante, cortó las ramas de un árbol resino có,¡ una despues de otra ; separando con sus
so, que encendió en el hogar humeante uñas las tenaces planchas que se descanti
aun en que los contrabandistas guisáran el llaron al saltar, y el cofre quedó descu
almuerzo y volvió á la gruta con aquella bierto.
antorcha. No queria perder la mas míni Una fiebre vertiginosa se apoderó de
ma cosa de lo que iba á ver. Dantes , cogió su fusil , lo preparó y colo
Acercó la antorcha á la hoya informe có á su lado. Luego cerró los ojos, como
ja no concluida , reconociendo que no se hacen los niños, para percibir en la relu
habia engañado: habia golpeado alterna ciente oscuridad de su imaginacion, mas es
tivamente ora sobre hierro, ora sobre ma trellas de las que pueden contar en el cie
dera ; dejó en el suelo la antorcha y con lo crespuscular ; volvió luego á abrirlos y
tinuó su tarea. En un instante despejó un quedó deslumhrado.
sitio de unos tres pies de longitud por dos Dividiase el cofre en tres secciones: en
de anchura y Dantes pudo reconocer un la primera brillaban rutilantes escudos de
cofre de encina con,, aros de hierro cin oro de leonado reflejo: en la segunda bar
celado. En el centro de la cubierta res ras mal pulidas pero arregladas con orden
plandecían en [una placa de plata que l; y que solo tenían de oro el peso y el va
tierra no pudo empañar, las armas de la lor: en la tercera, en fin, Edmundo re
familia Spada, es decir; una espada atra movió con ambas manos los diamantes,
vesada en un escudo oval , como todos losj las perlas, los rubíes, que cual resplande
escudos italianos y. surmoqtada.de un ca ciente cascada hacían, al caer las unasso- .
pelo de cardenal. Dantes las reconoció fá bre las otras, el ruido del granizo sobre el
cilmente; el abate Faría se, las habia di vidrio.
bujado tantas veces! Desde entonces, ya Despues de haber tocado, manoseado y
no tuvo duda alguna; el tesoro estaba allí: hundido sus trémulas manos en el- oro y la
no se hubieran tomado tantas precaucio pedreria ,. Edmundo se levantó y echó á
nes para esconder allí.un cofre, vacío. correr á través de la caverna con ia tré
En un instante quedó despejado e! cofre mula exaltacion del hombre cuya mente
y Dantes víó aparecer sucesivamente la raya en la locura. Subió á una roca desde
cerradura del centro colocada entre dos la que podia descubrir el mar y nada vió;
candados y las asas de los costados, todo estaba solo, absolutamente solo, con aque
cincelado, cual se cincelaba en aquella lla- riquezas incalculables, inauditas, fa
época en que el arte convertía en precio bulosas, que le pertenecían : pero ¿estaba
sos los mas viles metalesi Dantes cogió el soñando ó dlspierto"? '¿.apretaba entre sus
Cofre - por las asas y trató de levantarle; manos las ilusiones de un fugaz ensueño,
pero era empresa-imposible. Erobóde abrir é empuñaba cuerpos verdaderos?
le ,, la cerradura y candados estaban cerra Tenia como pecesidad de ver de nuevo
dos ; estos fielos guardianesparecía no que aquel oro , y sin embargo conocía que no
rer. entregar ol tesoro. Dantes introdujo el tendria la fuerza suficiente para tan fuer
estremo cortante del pico entre el cofre y tes, emociones. Apoyó por un instante su
la cubierta ,, apoyóse sobre su mango y la cabeza en las dos manos como para impe
tapa despues de haber crujido, saltó hecha. dir que se estraviase su razon; luego se
ALBUM. 157
lanzó á través de la isla , sin seguir, no la XXV.
senda, porque no las hay en la isla de EL DESCONOCIDO.
Monte Christo, pero si una direccion fija, Despuntó por fin el dia: esperábale Dan-
espantando con su presencia las cabras sal jtej desde largo rato con los ojos abier
vajes, y los pájaros del mar con sus gritos tos. A los primeros albores se levantó, su-
y gesticulaciones. Despues de un rodeo, >¡ó como en la víspera á la mas elevada
volvió dudando aun , á precipitarse en la roca de la isla á fin de esplorar los alrede
primer gruta, de ésta en la segunda en dores ; y como la víspera todo estaba de
contrándose frente á frente de aquella mi sierto.
na de oro y diamantes. Ésta vez cayó de Kdmundo volvió á bajar, levantó la ro
rodillas , comprimiendo con ambas manos ca que obstruía la entrada, llenó sús bol
convulsivas su palpitante corazon, y imur sillos de pedreria, colocó de nuevo lo me
muró una plegaria inteligible solo para jor que pudo las tablas y cerraduras de
Dios. Luego se sintió mas .tranquilo y por •ofre, que volvió á cubrir de tierra, piso
lo mismo mas feliz porque desde entonces teándola luego y cubriéndola con arena
empezó á crecer en su felicidad. á fin de ocultar lo mejor posible el punto
Púsose entonces á contar su fortuna : recien removido y ponerlo al igual del de-
habiaen el baul mil barrotes de oro de dos| mas piso ; salió luego de la gruta , colocó
á tres libras cada uno , luego amontonó de nuevo la roca que ajustó con guijarros
veinte y cinco mil escudos de oro todos y piedras de diferente magnitud, tapó con
con el busto del papa Alejandro VI y de tierra las rendijas en que plantó mirt^j y
sus predecesores , con lo que apenas va arbustos, regóMuego aquellas plantaciones
ció la mitad de la seccion aquella ; por fin nuevas, á fin de que parecieran mas anti
llenó diez veces el hueco de ambas manos¡ guas, borró los vestigios de sus pasos acu
juntas de perlas, pedreria de distintas cla mulados en aquel punto y espero con im
ses , diamantes de los que, la mayor par paciencia la vuelta dé sus compañeros,
te , montados por los mejores artistas de porque no se trataba ya de pasar el tiem
aquella época, tenian un valor de obra es- po contemplando el oro y los diamantes ,
cesivo aun comparado con su valor intrín y de quedar en Monte-Christo como un
seco. dragon velando inútilmente los tesoros.
Dantes vió lailuz del dia disminuir y Era preciso volver á la vida, á morar en-
estinguirse poco á poco. Temió ser sor ¡tre los hombres , y tomar en la sociedad
prendido si queflaba en la caverna y salió el rango, la influencia y el poder que dan
de ella con el fusil en la mano. Un peda en este mundo las riquezas, la principal y
zo de galleta y algun sorrjo de rom le sir mas fuerte palanca de que puede disponer
vieron de cena. Colocó de nuevo la piedra, la criatura humana.
se tendió encima de ella y durmió apenas Los contrabandistas volvieron al sesto
algunas horas cubriendo con su cuerpo la dia. Dantes reconoció de lejos el porte y
entrada de la gruta. Fué aquella noche marcha de la Joven Amelia, se arrastró
una de esas deliciosas á la par terribles de hasta la playaicual Philoctétes herido, y en
que este hombre], de tan estraordinarias cuanto saltaron sus compañeros les dijo ,
emociones, pasara ya dos ó tres en el' de quejicoso aun y lamentándose, que habil
curso de su vida. reportado una mejoria sensible: luego es
cuchó á su vez el relato de las aventaras
40
I3S ALBUM.
de sus compañeros. Habian salido en bien llan, y de una joven que vivía en el barrio
del negocio , es verdad , mas apenas aca de los Catalanes llamada Mercedes.
baron de descargar todos sus fardos, cuan Parecíale á Jacopo que soñaba. Edmun
do supieron que un brick que estaba de! do le contó como se habi» hecho marino por
vigilancia en Tolonj, acababa de salir del ana calaverada y porque su familia le rehu
puerto y dirigía su rumbo hacia aquel la saba el dinero necesario para sus caprichos,
do. Entonces habian echado á andar con pero que al llegar á Liorna había entrado
alas y arrastraderas echando de menos á¡ en posesion de la herencia de un tio que
Dantesque sabia apresurar y dar velocidad le habia dejado por solo y único sucesor.
tan escelente al buque el que no estuviese| La escelente educacion de Dantes daba á
allí para dirigirle. este relato grandes visos de certeza de mo
En efecto , muy luego avistaron el bu do que Jacopo no dudó un instante de que
que que les daba caza, pero favorecidos su antigüe camarada decía verdad. Por lo
por la oscuridad de la noche y doblando demas como elenganche de Edmundo á
el cabo de Córcega habian escapado á su bordo de la Joven Amelia habia espirado,
vista. En suma, el viaje no habia sido ma se despidió del patron quien probó de nue
lo del todo, y todos, en particular Jacopo, vo de retenerle, pero habiendo oido como
sentían que no hubiese estado Dantes , á Jacopo la historia de la herencia, renun
lin de que hubiese ' tenido su parte en los| ció desde luego á la esperanza de vencer
beneficios que reportáran y que montaban la resolucion de su antiguo marinero.
á cincuenta piastras cada uno. Al dia siguiente Jacopo se hizo á lajvela
Edmundo se mantuvo impenetrable, ni para Marsella, debiendo á su vuelta ir á
siquiera contrajo sus labios la mas leve reunirse con con Fdmundo en Monte-Chris-
sonrisa al oir la enumeracion de los bene to. En el mismo dia Dantes marchó , sin
ficios de que hubiese percibido su parte á decir donde iba , despidiéndose de la tri
haber podido dejar la isla : como la Joven ¡pulacion de la Joven Amelia con un es
Amelia no habia venido á Monte-Christofl pléndido regalo, y del patron con la pro
mas que para recoger á Dantes, volvieron mesa de escribirle de vez en cuando. Dan-
á embarcarse en aquella misma tarde di tes marchó á Génova.
rigiendo su rumbo á Liorna : en cuanto| En cuanto llegó, estábase ensayando un
llegó dirigióse á casa de un judio á quien yacht encomendado por un inglés, que
vendió cuatro de los mas |pequeños dia habiendo oido decir que losgenoveseserau
mantes en veinte y cinco mil francos cada los mejores constructores del Mediterrá
uno. El judio hubiera podido informarse neo , quiso poseer un yacht construido en
de cómo un pescador tenia en su poder! Génova. El inglés lo habia ajustado em
tales objetos, pero se guardó muy bien de cuarenta mil francos, Dantes ofrecio per
hacerlo puesto que ganaba mil francos en él sesenta mil bajo condicion de que en
cada uno. Al siguiente dia , compró una aquel mismo dia le seria entregado. El in
embarcacion nueva que regaló á Jocopo glés habia ido á hacer una esemsion eni
añadiendo á este don cien piastras á fin Suiza esperando á que concluyeran la em
de que pudiera satisfacer á la tripulacion , barcacion, y no debia volver hasta dentro
con la sola condicion de ir á Marsella á tres semanas ó un mes: el constructor-
saber noticias de un viejo llamado Luisj ¡pensó que para este tiempo podia tener ya?
Dantes, y que vivía en los barrios de Mei- I'otro construido en astillero. Dautes con—
ISO
«úu'o al constructor á casa de un judio, saliéra Dantes; este fué á ver su tesoro;
pasó con él á la trastienda y el judio en y lo encontró todo en el mismo estado en
tregó sesenta mil francos al constructor. que lo dejára.
Este se ofreció á Dantes para agenciarle Al otro dia por la tarde la inmensa for
tripulacion , mas este le dio las gracias di- tuna habia sido trasladada á bordo del
ciéndole que tenia la costumbre de nave yacht y encerrada en las tres divisiones
gar solo, y que lo único que deseaba era del armario secreto. Dantes quedó espe
que arreglase en su camarote, á la cabe rando ocho dias, durante los que hizo ma
cera de la litera, un armario secreto divi niobrar su yacht al rededor de la isla ,
dido en tres secciones ocultas también: examinándole cual un picador á su caba
dióle las medidas de estas divisiones y al llo. Al cabo de este tiempo conocía ya to
(lia siguiente estaban ya concluidas. das sus buenas cualidades y defectos. Dan-
Dos horas despues Dantessaüa del puer tes se prometió aumentar las unas y cor
to de Genova hecho objeto de una curiosa regirlos otros. Al octavo dia, Dantes avis
muchedumbre ansiosa de \er al señor es- tó un pequeño buque que se dirijia á todo
panol que tenia la costumbre de navegar trapo á la isla reconociendo en él al de
solo. Dantes se portó á las mil maravillas Jacopo. H izole una señal á que contestó
ausiliado únicamente del timon, del que Jacopo , y dos horas despues estaba ya la
no tuvo necesidad de apartarse, hizo con embarcacion de éste fondeada junto al
su barco tridas las evoluciones imagina- yacht. Era portador de una triste contes
Mes: huhierase dicho que era un ser in tacion á cada uno de los encargos de Ed
teligente, pronto á obedecer al menor im- mundo; el viejo Dantes habia muerto;
pulso, y Dantes na pudo menos de con Mercedes habia desaparecido.
venir en que los genoveses merecían su Edmundo escuchó estas nuevas con ros
reputacion de ser los primeros cons tro tranquilo: mas en seguida saltó en tierra
tructores del mundo. Los curiosos siguie prohibiendo que nadie le siguiese. Dos ho
ron con los ojos la pequeña embarcación ras despues volvió: dos individuos de la tri
hasta que la perdieron de vista, enta pulacion de Jacopo pasaron al yacht para
blándose entonces acaloradas discusiooes! ayudarle en la maniobra y dió la orden
sobre e! punto á que se dirigía; los unos¡ de enderezar el rumbo hacia Marsella:
opinaban por Córcega, los oiros por la is habia ya previsto la muerte de su padre,
la de Elba , estos apostaban que iba á Es pero Mercedes ¿qué habia sido de ella?
paña, aquellos sostenían qwe se dirijia a Sin divulgar su secreto, no podia Ed
Africa ; nadie llegó á pensar en la isla de mundo dar á su agente suficientes instruc-
Íiionle-Christo. | ciones; queria ademas adquirir ciertas no
Y con todo, á Monte-* hristo se dirijia ticias sobre otros hechos y personas, cuya
Dantes, donde llegó al segundo dia. El investigacion á nadie podia confiar. El
huque era escelente velero y salvó l:i dis espejo le demostró en Liorna que no cor
tancia en treinta y cinco horas. Dantes ria riesgo alguno de ser reconocido; sobre
habia ya reconocido con perfeccion la si que de todos modos tenia é su disposicion
tuacion de la costa, y en vez de abordar los medios de desfigurarse. Una mañana
en el punto habitual ancló en el pequeno pues el yacht, seguido de su lancha entró
ancon. La isla estaba desierta, parecía que magestuosamente en el puerto de Marse
nadie habia abordado en ella desde que lla y tomó fondo en frente del punto en
160 ALBUM.
que aquella noche de fatal recordacion, nueva : todos los recuerdos de la infancia»
le habian embarcado para el castillo de lf. recuerdos indelebles, constantemente pre-
No pudo empero menos de horripilarse |sentes á su imaginacion, se le ofrecían allí
cuando vió en la lancha desanidad que iba en cada rincon de plaza, en cada bocacalle
á reconocerle, á un gendarme; pero Dan y en cada encrucijada. Al llegar al estremo
tes con ese perfecto dominio sobre si mismo de la calle de Noaillesy divisar la de Mei-
que habia adquirido, le presentó un pasa llan sintió doblársele las rodillas y faltóle po
porte inglés comprado en Liorna , y con co para no caer bajo las ruedas de un carrua
este documento estrangero mucho mas res je. Llegó por fin hasta la casa en que ha
petado en Francia que los del mismo pais, bitaba su padre. Las aristoloquías y capu
saltó en tierra sin n<ngunadificultad. Lopri chinas habian desaparecido de la ventana
mero que se ofreció á Dantes al pisar la Can en que en otro tiempo la mano del buen
nebiere , fué uno de los antiguos marine viejo las entrelazaba y enramaba con tanto
ros del Faraon. Este hombre habia estado cuidado. Dantes se apoyó contra un árbol
á sus órdenes y se encontraba alli para y. se quedó por algun tiempo pensativo
proporcionar un medio á Dantes de cer contemplando los últimos pisos de aquella
ciorarse sobre los cambios que su físico su pobre casita; por fin se adelantó hácia la
friera. Dirijióse á el sin rodeos , y le hizo| puerta, atravesó los umbrales, preguntó si
muchas preguntas á que contestó sin indr habia vacía alguna habitacion , y á pesar
car siquiera la mas leve sospecha , ni en de estar todas ocupadas insistió tanto por
sus palabras ni en su rostro, de haber vis- poder visitar el quinto piso, que el conserje
ti jamas á aquel que le dirijia la palabra. subió, y suplicó á los inquilinos de parte
Dantes dio al marino una moneda oara del estranjero le permitieran ver las dos
remunerarle por sus noticias; un momento! piezas de que se componía.
despues oyó al buen hombre que corria á Las personas que habitaban aquella re
su alcance. Dantes volvió la cabeza. ducida habitacion eran dos jóvenes recien
—Perdonad , caballero, dijo el marine casados apenas hacia ocho dias. Al verles
ro; pero vos os habeis engañanado sin du Dantes exhaló un suspiro. Nada en toda
da: os habreis creido darme una pieza de ella recordaba la morada de su padre. Ya
cuarenta sueldos y me habeis dado un do no era el mismo papel el que tapizaba las
ble napoleon. paredes; todos los viejos muebles amigos
—En efecto , amigo mío, dijo Dantes , de la infancia de Edmundo, presentes ásu
me he equivocado; pero como vuestra maginacion con todos sus pormenores. ha
honradez merece ser recompensada , aqu bian desaparecido. Tan solo las paredes
teneis otro que os ruego acepteis paraje eran las mismas. Dantes dirigió su vista á
k3r á mi salud con vuestros camaradas. la cama; estaba en el mismo lugarque tu
El marinero quedó tan pasmado con viera la suya el antiguo inquilino: á su pe
aquel regalo, que ni pensó siquiera en darle sar, los ojos de Edmundo se henchieron de
las gracias por ello , y al verle alejarse lágrimas : era en aquel lugar do el viejo
dijo: debió espirar nombrando á su hijo.
—Este será algun Nabab que ha llegado| Los dos jóvenes contemplaban con ad
de la India. miracion aquel hombre de severa frente
©aates contküuó su camino; á cada paso por cuyas mejillas se deslizaban dos grue
que daba oprimía su corazon una emocionll sas lágrimas sin que su semblante se con
ALBUM. 16l
tragese. Pero como todo dolor lleva consiso' len una pobre choza de pescadores, en que
un sello religioso , los jóvenes no dirigio estuvo mas de una hora inquiriendo noti
fon pregunta alguna al desconocido, antes cias de muchas personas que ó habian
bien se retiraron para dejarle llorar a sus muerto ó habian desaparecido desde quin
anchuras; cuando se marchó le Scompa ce ó diez y seis afíos atrás.
fiaron diciéndole que cuan lo tuviese gus Al otro dia las gentes en cuya casa en
to de volver á su modesta habitacion seria trara para hacer todas aquellas preguntas,
siempre bien recibido recibieron en recompensa un barco cata
Al pasar por frente el piso de debajo , lán , nuevo y flamante, aparejado con dos
Edmundo se paró delante de otra puerta y ¡redes comunes y una de mayor. Bien hu
preguntó si vivía aun allí un sastre llama biesen queri fo aquella buena gente dar
do Cadcrousse; contestóle el conserje que las gracias al generoso pregunton , mas
el hombre por quien preguntaba, habien al despedirse de ellos, le habian visto, des
do tenido desgracia en algun negocio , se pues de dar algunas órdenes á un marino,
habia retirado, y se hallaba entonces de montar á caballo y salir de Marsella por
mesonero en el camino de Bellaguarda á la puerta de Aix.
Belcaire, meson del Puente de (¡ard. XXVI.
Dantes bajó, pidió las señas de la haLi EL MESON DEL PUENTE DE GAUD.
tacion del propietario de la casa de Mei- Los que como yo , han recorrido á pié
lian; fuese allá en derechura, hízose ahun el Mediodia de la Francia, habrán podido
ciar bajo el nombre de lord Wilmore, es observar entre Bellaguarda y Belcaire, á
te era el nombre y título bajo el que le li mitad del camino sobre poca diferencia
braron el pasaporte, y compró la casita aunque algun tanto mas cerca de Belcaire
por la suma de véSnte y cinco mil francos: que de Bellaguarda , un pequeño meson
diez mil francos por lo menos mas de su |sobre cuya puerta pende una plancha de
valor : pero Dantos si le hubiesen pedido hierro que rechina al mas leve aire, en la
medio millon , lo hubiese dado sin soltar que hay grotescamente diseñado el Puen
te de Gard.Este pequeño meson siguiendo
palabra.
En el mismo dia notificó el escribano la corriente del Bódano, está situado á la
ante quien se otorgara el contrato, á losi jó izquierda del camino, teniendo el rio á la
venes del quinto piso , que el nuevo pro espalda; tiene lo que en Languedoc lla
pietario les dejaba escoger habitacion en man un jardih; es decir que la cara opues
toda la casa sin aumentar en nada el al ta á aquella por la que entran los viajeros da
quiler , con condicion de que le cederian á un cercado en que vejetan algunos oli
los dos cuartos que ocupaban. Este estra- vares desmedrados y algunos cabrahigos
ño suceso ocupó durante ocho dias á«todos ¡uyas hojas están plateadas por el pe Ivo:
los vecinos de la calle de Median , y did ni sus mtermedios brotan , por toda ver-
lugar á mil conjeturas de las que ninguna lura, algunas escarolas, pimientos y esca-
fué exacta. Pero lo que mas que todo re iuñas; en fin en un rincon, cual olvidado
•entínela, se eleva un pino quitasol, aseen -
volvió todos los cerebros y enredó to¡la^
las ideas, fué que en la misma tarde e! liendo melancólicamente su flexible tallo
..
hombre á quien vieran entrar en la cass I nientras su ramage, esparramado cual un
deir^lle^MtíTlan' separaba por" el '^nico , cruje bajo3 e! el influjo de un sol de
reducid, barrio de los Catalanes , y entreunta grados. lodos aquellos arboles,
41
162 ALBUM.

grandes ópequeños, se encorvan inclinán su tez naturalmente morena, habíase acar


dose naturalmente en la direccion del do bado de curtir con la costumbre que el
minante mistral uno de los tres azotes de pobre diablo habia tomado de estarse sen
la Provenza. tado desde la mañana hasta la noche en el
En la próxima llanura parecida á un umbral de la puerta para versiápié ó en
gran lago depolvo,vejetan dispersas algu carruaje llegaba algun parroquiano, espe
nas cañas de trigo que los labradores del ranza casi siempre burlada y durante la
puis crian sin duda porcuriosidad, sirvien cual no oponia al devorante ardor del sol
do cada una de alojamiento á un cigarron otro preservativo que un pañuelo encarna
que acosa con su d sonante y monótono do sujeto á su cabea al uso de lostragine
cantará los viajeros descarriados en aque ros españoles.
lla Thebaida. Este hombre es nuestro antiguo conoci
Hacia siete años que un hombre y una do Gaspar Caderousse. Su muger, por el
muger eran los dueños de este meson, te contrario, que cuando soltera se llamaba
niendo por únicos criados una doncella lla Magdalena Radelle, era una muger pálida,
mada Trinidad y un mozo para la caba llaca y enfermiza. Nacida en los alrede
lleriza llamado Pablo, ausiliares que basta dores de Arles, habia visto, conservando
Iban suficientemente á las necesidades del con todo los restos primitivos de la belle
servicio, desde que el canal que cruza de za tradicional de sus compatriotas, irse
Belcaire á Aguasmuertashabia hecho su esencajando sus facciones con los accesos
ceder con ventaja los buques de trasporte casi continuos de esas fiebres lentas, tan
acelerado á los coches y diligencias.Aquel comunes en las poblaciones vecinas á los
canal como para avivar mas el sentimien estanques de Aguasmuertas y á los pan
to del infeliz mesonero á quien arruinaba, tanos de Camarga. Estábase pues casi to
pasaba entre el Ródano que le proveía de do el dia sentada tiritando en un rincon
aguas y el camino que hacia inútil, á cien de su cuarto situado en el primer piso, ó
pasos poco mas ó menos del meson que bien tendida en un sofá, ó recostada en la
breve pero fielmente acabamos de descri cama mientras que su marido hacia en la
bir. No debemos olvidar un mastin, viejo puerta su acostumbrada centinela, servi
guardian de noche, y que al presente así cio que prolongaba con tanto mas gusto
acosaba á los transeuntes durante el dia cuanto que cada vez que topaba con si
como en lastinieblas, tanto habia perdido agridulce mitad, esta le fastidiaba con sus
ya la costumbre de ver viajeros. eternas quejas contra la suerte, lamentos
El mesonero era un hombre de cuaren á que su marido no contestaba sino ma
ta ácuarenta y dos años,flaco y nervudo, quinalmente estas filosóficas palabras:
verdadero tipo meridional, con sus ojos —¡Cállate, Carconta, pues Dios lo quicº
hundidos y brillantes, su nariz de pico dere asi! Este apodo era debido á que Mag
águila y sus dientes blancos como los deldalena Radelle habia nacido en el pueblo
un animal carnívoro; sus cabellos que álde Carconta situado entre Salou y Lan
pesar de losprimerosimpulsosde la edad,|bese. Insiguiendo pues su marido la cos
principiaban apenas á blanquear, eran así|tumbre del pais en que naciera de desig
como la barba que le circuía completa-|nar á las gentes por un apodo en vez de
mente la cara, espesos, crespos y ape-|distinguir las por su nombre, habia susti
nas salpicados de alguna que otra cana:|tuido al de Magdalena demasiado afable y
ALBUM. 163
eufónico para su rudo lenguage, el de Car la puerta como para invitar á los viageros
Conta. á que no dejáran de visitarle al pasar.
Con todo; apesar de su aparente resig En el instante en que Caderousse entra
nacion á los decretos de la providencia, no ba, el camino real de que hemos hablado
vayamos á creer ahora que nuestro me y que recorria con sus miradas, estaba
sonero no sentia en el alma el estado de tan desnudo y solitario como el desierto á
miseria á que le habia reducido el mise la hora del medio dia; estendiase blanco y
rable canal de Belcaire, y que fuese in sin término aparente entre dos hileras de
vulnerable á los incesantes lamentos con árboles migrados, echándose de ver desde
que le persiguiera su esposa. Era, como luego que ningun viagero libre para esco
todos los meridionales, hombre de limi ger otra hora del dia, no penetraría en
tados deseos pero sumamente apegado á. aquel formidable Sahara. Mas á pesar de
las esterioridades. Asi es que en tiempo de todas estas probabilidades, si Caderousse
su prosperidad, no habia fiesta ni proce- se hubiese mantenido en su puesto, habria
sion de la Tarasca á que no concurriéra podido ver aparecer por la parte de Bella
con su Carconta; él con ese trage pinto-guarda un caballero y un caballo, mar
resco de los habitantes del Mediodía, mez-chando con aquel aire atento y amigable
cla de catalan y andaluz, ella con el airo-que indican una cordial correspondencia
roso trage de las arlesianas, que parece entre el hombre y el animal; el caballo
importado de la Grecia ó de la Arabia era castrado y llevaba una marcha regu
Mas poco ápoco, la cadena de reloj, co-lar; el ginete era un eclesiástico vestido
llares, cinturones de mil colores, corpi-de negro con sombrero tricornio. Apesar
ños bordados, chalecos de terciopelo, me-del ardiente calor del sol de medio dia,
dias caladas de todo lujo, polainas y za- no daba á su caballo mucha prisa. Al lle
patos con hevillas de plata habian desapa-gar frente á la puerta, el grupo se detu
recido, y GasparCaderousse, no pudiendo vo: hubiera sido dificil decidir si fué el
ya presentarse con el lujo y esplendor caballo quien detuvo al hombre, ó este
pasado habia renunciado para él y su es-al caballo: pero de todos modos elginete
posa todas esas pompas mundanas, cuyo echó pié á tierra, y tirando al animal por
sonoro ruido le oprimia el corazon al lle- la brida, le sujetó al pasador de una puer
gar á sus oidos en su pobre meson, en el ta ventana desquiciada que solo tenia un
que continuaba, mas para tener un abrigo gozne; adelantóse luego hácia la puerta,
que como á una especulacion. Caderousse secándose con un pañuelo de algodon en
habia pasado ya, como de costumbre, una carnado su frente inundada de sudor, dió
gran parte de la mañana sentado á la puer-tres golpes en el suelo con el estremo her
ta fijando su melancólica mirada ya en un rado de su baston que llevaba en la mano.
pelado césped que escarbaban algunos po- Al momento el mastin negro se levantó
lios, ya en los dos estremos del desierto avanzando hácia él ladrando y enseñándo
camino que se perdian el uno hácia el Me- le sus dientes blancos y afilados, doble de
diodia, el otro hácia el Norte, cuando de mostracion hostil que indicaba lo poco
repente la destemplada voz de su muger acostumbrado que estaba á la sociedad.
le precisó á abandonar su puesto. En-Oyóse en seguida un andar torpey pesado
tró en casa refunfuñando y subió al pri- que hacia retemblar la escalera de encina
mer piso, dejando abierta de par en par arrimada á la pared y por la que bajaba
164 ALBUM.

encorvado y hácia atrás el huésped del –Como gusteis, señor abate.


pobre meson á cuya puerta estaba el ecle Y para no perder la ocasion de despa
siástico. char una de las últimas botellas de vino de
—¡Aquí estoy! dijo Caderousse; ¡aquiCahors que le quedaban, Caderousse se
estoy ! ¿Quieres callarte. Regañom? No apresuró á levantar una trampa practicada
tengais cuidado, caballero; ladra mucho en el suelo mismo de aquel cuarto bajo,
pero jamás muerde. ¿Quereis vino, no es que servia á la vez de comedory de coci
esto? porque hace un calor escesivo. ¡Ah! na.Al cabo de cinco minutos compareció
perdonad, continuó interrumpiéndose Ca de nuevo encontrando al abate sentado en
derousse al ver la cualidad del sugeto con un banquillo, apoyando el codo en una
quien hablaba, perdonad; yo no sabia á larga mesa mientras que Regañon, que
quien tenia el honor de dirijirme. ¿Que se habia hecho paces con él al ver que, con
os ofrece? ¿que queréis señor cura? Estoy tra la costumbre, iba tomar alguna cosa,
á vuestras órdenes. tendió sobre su muslo su descarnado ho
El cura miró á aquel hombre durante cico. -

dos ó tres segundos con particular aten –¿Vivís solo?preguntò el abate á su


cion, parecia que trataba de atraerse las huésped, mientras que éste ponia delante
miradas del mesonero: mas luego viendo de él un vaso y la botella.
que sus facciones no demostraban otra -¡Oh! Dios mio, si; solo ó casisolo,
sensacion que la de la sorpresa que le cau señor abate; porque mi muger no puede
saba no recibir contestacion, juzgó opor ayudarme en nada, pues que siempre está
tuno poner término á esta escena y dijo enferma: ¡ pobre Carconta!
con un acento italiano sumamente remar —¡Ah! ¿sois casado? dijo el cura con
cable. una especie de interés y arrojando á sual
—¿No sois vos el señor Caderousse? rededor una.mirada que parecia estimar
—Si señor, dijo el huésped, talvez mas en su corto valor el escaso mueblaje de la
admirado aun de la pregunta que lo estu pobre casa.
viera del anterior silencio; en efecto, soy —Os parecerá que no soy muy rico,
Gaspar Caderousse, para serviros. ¿no es asi, señor abate? dijo suspirando
–¿Gaspar Caderousse?... Si... este creo Caderousse; mas que quereis; nobasta ser
que es el nombre y apellido. ¿Vos habeis hombre de bien para prosperar en este
vivido en otro tiempo en la calle de Mei mundo.
llan, en el cuarto piso, no es asi?. El abate fijó en él una mirada pene -
–Cierto. trante. -

—¿Y ejerciais alli el oficio de sastre? –Si; hombre de bien, de eso puedo
–Si; pero el oficio ha ido muy á me vanagloriarme, caballero, dijo el huésped
nos. Hace tanto calor en ese malditoMar mirando tambien de hito en hito alabate,
sella que yo creo acabarán por andar des puesta una mano en el pecho y balancean
nudos. Yápropósito de calor,¿no quereis do la cabeza; en la actualidad no todos pue
den decir otro tanto. -

tomar algo para refrescar, señor abate? —Tanto mejor, si es cierto eso de que os
—Si. Traedme una botella de vuestro
envaneceis, dijo el abate, porque tarde ó
mejor vino y continuarémos la conversa temprano estoy convencido de que el hom
cion si os parece en el punto que la deja bre de bien es premiado y elpícaro escas
IOS. tigado.
ALBUM. 165

—Vuestro estado os obliga á decir eso, Dios no esbueno mas que para los malos
señor abate; vuestroestado, repuso Cade ¡Ah! continuó con ese florido lenguaje
rousse con amargura. Pero cada uno es de los habitantes del Mediodia; este mun
libre de creer ó no lo que vos decis. do va de mal en peor. ¡Caigan pues delcie
—Haceis muy mal en hablar asi, ami lo por dos dias consecutivos torrentes de
go; porque tal vez yo mismo voy á ser pólvora y luego una hora de fuego y con
con respecto á vos y en este momento, cluya todo de una vez!
una prueba verdadera de lo que he di -¿Parece que queriais de todas verasá
cho. ese pobre muchacho? dijo el abate.
–¿Qué quereis decir? preguntó Cade —Si, le amaba con toda mi alina, dijo
rousse admirado. Caderousse, aunque tenga que reprochar
–Quiero decir que ante todo debo ase me el haber tenido por un momento en
gurarme de si sois vos el que yo busco. vidia de su felicidad. Pero despues, os lo
–¿Qué pruebas quereis de ello? juro á fe de Caderousse, he lanentado
–¿Habeis conocido en 1814 ó 1815 á vivamente su tan desgraciada suerte.
un marino llamado Dantes? Hubo unos momentos de silencio du
—¡Dantes! ¡si he conocido al "pobre rante los que la inflexible mirada delaba
Edmundo! yo lo creo; era uno de misme te no cesó de inquirir sobre la fisonomía
jores amigos; esclamó Caderousse cubrién versátil del mesonero.
dose surostro de un rojopurpurino, mien —¿Yvos le habeis conocido al pobre
tras que el ojofijo é investigador del abate muchacho? continuó Caderousse.
parecia dilatarse para abarcar todo entero —Fuí llamado á su lecho de muerte
al que interrogaba. para prestarle los últimos ausilios de la
—Si; efectivamente creo que se llama relijion.
ba Edmundo. -¿Y de qué ha muerto?preguntóCa
—¿Si se llamaba Edmundo? pobre mu derousse con voz ahogada.
chacho, yo lo creo; tan cierto como me —¿De qué se muere en una cárcel cuan
llamo yo Gaspar Caderousse. ¿Y qué ha do se tiene treinta años, como no sea de
sido de él, señor, qué ha sido del pobre la prision misma?
Edmundo? ¿le habreis tal vez conocido? Caderousse enjugó el sudor que brotaba
¿vive aun? ¿está libre?¿es dichoso? de su frente. -

—Ha muerto en la prision, mas deses —Lo que es mas particular en todo es
perado y mas miserable que los galeotas te negocio, continuó el abate, es que Dan
que arrastran una cadena en los presidios tes, próximo á espirar, sobre el crucifijo
de Tolon; contestó el abate. cuyos pies besaba, me ha jurado constat
Una palidez mortal reemplazó en el ros temente que ignoraba la verdadera causa
tro de Caderousse al vivo colorido que an de su prision.
—Es muy cierto, muy cierto; murmi,
teriormente le invadiera. Volvió la cara y
ró Caderousse, él no podía saberla: no
el abate le vió secar una lágrima con la señor abate; él no mentia, pobre chico.
punta delpañuelo encarnado que leservia —Por esta razon me dió el encargo de
de tocado.
averiguar el por qué de su desgracia, ya
— Pobre chico! murmuró Caderousse. que jamas pudo sacarla él en limpio, y
Pues bien;ved ahi una prueba de lo que de rehabilitar su memoria si esta hubiese
os decia, señor abate, de que el buen sufrido menoscabo.
166 ALBUMI,

Y la mirada del abate,fijándose mas y quedó relumbrando en el fondo del pen


mas, devoraba la sombria espresion que samiento de Caderousse.
tomó el rostro de Caderousse. –¿Pero como es que tengais en vues
–Un rico inglés, continuó el abate, su tro poder ese diamante, señor abate? pre
compañero de infortunio, y que fué pues guntó Caderousse ¿os instituyó acaso Ed
to en libertad cuando la segunda restau mundo su heredero?.
racion, poseia un diamante de inestima —No, pero si su albacea testamentario.
ble valor. Al salir de la cárcel quiso dejar Tenia tres íntimos amigos y una novia,
á Dantes, que durante una enfermedad me dijo: los cuatro, estoy seguro de ello,
quetuvo le cuidó como un hermano, una lloran amargamente mi falta: uno de es
)
prueba de su reconocimiento regalándole tos amigos se llamaba Caderousse.
aquel diamante. Dantes en vez de servir Este se conmovió.
se de él para seducir á sus carceleros, que —El otro, continuó el abate,al parecer
podían haber aceptado al pronto para ha sin echar de ver la emocion de Caderous
cerle despuestracion, le conservó siempre se, el otro se llamaba Danglars; el terce
con cuidado para en caso de salir algun ro, añadió, si bien que mi rival, me ama
dia en libertad; puessi llegaba á salir de ba tambien...
la cárcel tenia asegurada su fortuna con el Una diabólica sonrisa animó las faccio
solo precio de la joya. nes de Caderousse quien hizo un movi
–¿Con que era, segun decis,preguntó miento para interrumpir al abate.
Caderoussecon ojos tamaños, undiamante —Esperad, le dijo éste, dejadme aca
de gran valor? bar, y si teneis alguna observacion que ha
—Todo es relativo, dijo el abate; de cer me la haréis despues. El otro, si bien
gran valor para Edmundo, pues estaba que ni rival, me amaba tambien, y se
valorado en cincuenta mil francos. llamaba Fernando; en cuanto á mi novia
–¡Cincuenta mil francos! esclamóCa su nombre es... no recuerdo el nombre de
derousse; ¿seria grande como una nuez? la novia.
—No, no lo creais, dijo el abate; vaisá —Mercedes, dijo Caderousse.
juzgar vos mismo de él, pues le tengoen —¡Ah! sí; ese es, repuso el abate ahc
cima. gando un suspiro, Mercedes.
Caderousse tenia trazas de querer des –¿Y qué mas?repuso Caderousse.
cubrir bajo los vestidos del abate el depó —Dadme una botella de agua, dijo el
sito de que hablaba. - -
abate.

Fl abate sacó de su bolsillo una cajita Caderousse se apresuró á complacerle.


de piel negra que abrió, é hizo brillaran El abate llenó el vaso y bebió algunos
te la ofuscada vista de Caderousse la res sorbos.
plandeciente maravilla, montada en un —¿En qué estábamos? preguntó dejan
anillo de admirable trabajo. do el vaso sobre la mesa. La novia se lla
–¿Y esto vale cincuenta mil francos? maba Mercedes, s, eso es. Ireis á Marse
preguntó Caderousse con avidez. lla... Es Dantes quien habla ¿entendeis?
–Perfectamente.
—Sin las monturas, que no dejan de —Vendereis este diamante; hareis cin
tener su valor.
co partes de su producto, que repartireis
Dijo el abate cerrando la cajita que me entre estos amigos; los únicos séres que
tió en subolsillo junto con el diamante que me amaban sobre la tierra!
ALBUM. 167

–¿Cómo cincopartes? dijo Caderous voz desde la escalera, ¿en qué vas á me
se, sino habeis nombrado mas que cuatro terte ahora?
personas ! Los dos hombres se volvieron yvieron
–Porque la quinta ha maerto, segun á través de las barras de la baranda de la
me han dicho...La quinta era el padre de escalera, la enfermiza cabeza de Carconta;
Dantes. habíase ido arrastrando hasta allí y escu
—¡Ay de mí! teneis razon, dijo Cade chaba la conversacion sentada en el últi
rousse conmovido por las pasiones encon mo escalon, apoyando la cabeza sobre las
tradas que se ponian en juego en él, ¡Ay rodillas.
de mí, si, el infeliz ha muerto ! —¿Y átí quien te mete en lo que ha
–He sabido este suceso en Marsella, blamos, muger? dijo Caderousse. El señor
contestó el abate haciendo un esfuerzo pa me pide algunas noticias, la política exige
ra permanecer indiferente, pero hace tan que se las dé.
to tiempo que murió que no he podido sa –Si, pero la prudencia manda que rehu
ber ningun detalle... ¿Sabríaispor casua ses darlas. ¡Quién te ha dicho la intencion
lidad algo de la muerte de ese viejo? que abriga haciéndote charlar así, imbé
–¡Vaya! dijo Caderousse ¿quién puede cil
saberlo mejor que yo?viviamos pared en —Una intencion escelente, señora, os
medio con el buen hombre... ¡ Dios mio! lo juro, dijo el abate; vuestro esposo nada
¡ no habia pasado un año despues de la tiene que temer y puede contestar sin re
desaparicion de su hijo, cuando murió el celo.
pobre viejo! –Nada que temer... si, siempre se em
–Pero ¿de qué murió? pieza porbellas promesas y luego se con
—Los médicos calificaron su enferme entan con decir, que nada hay que te
dad, que creo dijeron ser una gastro-en mer, y luego se marchan sin cumplir na
teritis; los que le conocian dijeron que ha da de lo que prometieron, y el dia menos
bia muerto de dolor, mas yo que cuasi le pensado le sobreviene á uno un fracaso sin
ví espirar, digo que murió ... y Caderous que sepa por donde.
se se detuvo. –Tranquilizaos, buena muger, contes
—¿Murió, de qué? repuso con ansiedad tó el abate, la desgracia no os la acarrea
el abate. ré yo, os lo prometo.
–Pues bien, murió de hambre. LaCorconta refunfuñóalgunaspalabras
–¡ De hambre! esclamó el abate re que no pudieron comprenderse, reclinó de
moviéndose sobre el banquillo, ¡ de ham nuevo la cabeza sobre sus rodillas y con
bre ! los mas viles animales no mueren de tinuó tiritando el frio de la calentura, de
hambre ¡ los perros que van perdidospor jando á su marido en libertad de continuar
las calles encuentra una mano compasiva la conversacion, pero colocada de modo
que les arroja un pedazo de pan ! ¡ y un que no perdiese una palabra.
hombre, un cristiano ha muerto de ham Mientras esto pasaba el abate habia be
bre en medio de otros hombres que se di bido algunos sorbos de agua y se estaba
cen cristianos como él ! ¡Imposible ! ¡oh ! quieto.
¡es imposible! —¿Pero, continuó, ese viejo se veria
–Lo dicho, dicho; repuso Caderousse. abandonado de todo el mundo para morir
—Y tu has dicho muy mal, dijo una de semejante muerte?
168 ALBUM.

–¡Oh! señor, contestó Caderousse, no puede tener ya rencor, tampoco pueda


fué porque Mercedes la catalana ni el se vengarse; con que dejémoslo correr.
ñor Morrel le abandonáran, pero el pobre —¿Vos quereis pues, dijo el abate, que
viejo tenia una antipatía tan profunda por yo dé á esas gentes, que juzgais indignas,
Fernando; por ese mismo, continuó Ca que teneis por falsos amigos, la recompensa
derousse con irónica sonrisa, que Dantes destinada solo á la fidelidad?
os ha dicho ser uno de sus amigos. —Verdad es; teneis razon, dijo Cade
–¿Con qué no lo era? dijo el abate. rousse. A mas de que ¿que seria al pre
—Gaspar, Gaspar, murmuró la muger sente para ellos el legado del pobre Ed
de lo alto de la escalera, ten cuidado en mundo? lo que una gota de agua para el
... lo que vas á decir! mar inmenso.
Caderousse hizo un movimiento de im —Sin tener en cuenta que esas gentes
paciencia, y sin contestar la mas mínima te pueden anonadar con un solo gesto,dijo
cosa á la que le interrumpia prosiguió. la muger.
—¿Se puede ser amigo de aquel cuya -¿Como es eso? ¿tan ricos y tan po
muger se codicia? Daotes, que era un co derosos han llegado á ser esos sugetos?
razon de oro, llamaba á todas esasgentes -¿Con que no sabeis su historia?
sus amigos.... ¡Pobre Edmundo!.... Al —No; contádmela.
fin y al cabo vale mas que no hayasabido Caderousse pareció reflexionar un ins
nada; hubiérale sido muy costoso tener tante.
que perdonarles en su postrimera hora.... —No, no, porque á decirverdad seria
y digan lo que quieran, continuó Cade asunto muy largo, dijo.
rousse con ese lenguaje en que descuella —Sois muy dueño, amigo mio, dijo el
una especie de ruda poesía, temo mas la abate con la mayorindiferencia; yorespeto
maldicion de los muertos que el furor de vuestro escrúpulos: á mas de que, el modo
los vivos. de portaros es el de un verdadero hombre
—¡Imbécil! le gritó la Carconta. de bien: no hablemos de ello ya mas. ¿Qué
—¿Sabriais pues segun eso lo que Fer era lo que me habian encargado?una sim
nando hizo contra Dantes? continuó el ple formalidad. Venderépues este diaman
abate. te; continuó sacándole del bolsillo, abriendo
—¿Si lo sé? ¡yo lo creo ! la caja y haciéndole brillar por segunda
–1)ecid pues. vez ante los ofuscados ojos de Caderousse.
—Gaspar, haz lo que quieras, eres due —Ven á verle mnger, dijo éste convoz
ño, dijo la muger; pero si me hubieses de gutural.
creer no dirias nada. —¡Un diamante ! dijo la Carconta le
–Lo que esahora creo que tienes razon, vantándose y bajando con casi segura planta
muger, dijo Caderousse. la escalera. ¿Que es lo que hay pues sobre
–¿Con que no quereis decir nada? re e e diamante?
puso el abate. -¿No lo has oido, muger? dijo Cade
—¿A que fin? dijo Caderousse. Si el rousse; es un diamante que el chico nos
pobre chico viviera y hubiese venido ámi lega, á su padre en primer lugar, luego á
para conocer de una vez á sus amigos y sus tres amigos, Fernando, Danglars y
enemigos, no digo que no; pero está ya Caderousse y á Mercedes su novia. Este
bajo tierra segun me habeis dicho, y no diamante vale cincuenta mil francos.
ALBUM. 169

–¡Oh! ¡ hermosa joya ! dijo ella. La Carconta entró en su cuarto lanzan


—¿La quinta parte de esa suma, nos do un suspiro, rechinó el piso con el peso
pertenece pues? dijo Caderousse. de sus pisadas hasta que llegó al camapé
–Si, señor, contestó el abate, y á mas en que se dejó caer, reclinándose negligen
la parte del padre de Dantes que me creo temente.
autorizado para repartir entre los cuatro. —¿Qué habeis decidido? preguntó el
—¿Y por qué entrelos cuatro?preguntó abate.
la Carconta. —Decíroslo todo.
—Porque sois los cuatro amigos de Ed-| —Yo creo, en verdad, que es lo me
mundo. jor que podeis hacer; no porque yo tenga
—No son amigos aquellos que dañan á empeño en saber lo que queriaiscalarme,
traicion, murmuró entre dientes la mu sino porque esto me servirá de norte para
ger. distribuir el legado segun los deseos del tes
—Si, si; dijo Caderousse; eso es lo que tador.
yo decia. Es cuasi unaprofanacion, un sa —Asi lo espero, dijo Caderousse, in
crilejio recompensar de ese modo la trai flamadas las mejillas por el carmin de la
cion y tal vez el crímen. esperanza y de la codicia.
—Vos lo habeisquerido, contestó tran —Ya os escucho, dijo el abate.
quilamente el abate, volviendo el diaman —Esperad; podrian interrumpirnos, y
te al bolsillo de la sotana: hacedme ahora esto siempre molesta, á mas de que es
" el favor de darme las señas de los amigos inútil que nadie sepa que habeis venido.
de Edmundo, á fin de que pueda yo eje Y dirijiéndose á la puerta la cerró, apun
cutar su última voluntad. tándola cual de noche para mayor pre
Caderousse sudaba la gota gorda; vi caucion. Durante esta operacion, el abate
al abate levantarse, dirigirse hácia la puer habia escojido su puesto para escuchar con
ta como para llamar al caballo, y volver toda comodidad: sentóse en un ángulo de
á entrar. Caderousse y su muger se mi modo que quedaba sepultado en la som
raron mutuamente con una indecible es bra, mientras que la luz vendria á herir
presion. de lleno el rostro de su interlocutor; con
—¡El diamante será todo nuestro! dijo la cabeza inclinada, sus manos plegadasó
Caderousse. " mejor crispadas, se disponia á escuchar
—¿Lo crees asi? dijo la muger. con profunda atencion. Caderousse acercó
—Un eclesiástico no querrá engañar un banquillo y se sentó frente á él.
nóS. —Acuérdate que yo no te he impulsa
—Haz lo que quieras, dijo la muger. ánada, dijo la temblorosa voz de la
do
En cuanto á mi no quiero mezclarme en Carconta, como si á traves del piso hu
nada. biese podido ver la escena que se prepa
raba.
Y se dirijió hácia la escalera, refunfu
ñando; sus dientes castañeteaban apesar de —Está bien, muy bien; dijo Caderous
se, no hablenos ya mas de ello, cargo so
la ardiente calentura que la abrasaba. Al bre mitoda la responsabilidad.
llegar al último escalon se detuvo un ins Y empezó.
tante. - XXVII.
—Reflexiónalo bien, Gaspar; le dijo. EL RELATo.
—Estoy decidido; contestó —Antetodo, dijo Caderousse, debo sin
43
170 ALBUM.

plicaros, caballero, que me prometais una | —Si: y la comida que tuviera un prín
COS3, cipio bullicioso tuvo un triste fin. Un co
—¿Cual? dijo el abate. misario de policia seguido de cuatro sol
–Be que jamas, si algun uso haceisde dados, entróy Dantes fué arrestado.
estos detalles, se sabrá que os los he pro —Aqui termina lo que yo sé, caballe
porcionado yo: pues los sugetos de quie ro; dijo el abate. Dantes mismo no sabia
nes voy á hablaros son ricos y poderosos, mas que aquello que le tocaba personal
y si me tocaban tan solo con la punta del mente,
puesto que jamas volvió á ver á
dedo me harian pedazos como un vaso de ninguno de los cinco sugetos que os he
vidrio. - nombrado, ni oido hablar de ellos.
–Quedad tranquilo, amigo mio: soy –¡Pues bien! una vez arrestado Dantes,
eclesiástico y las confesiones se estinguen elseñor Morrel fuese apresuradamente á
en mi seno. Recordad que no tengo otro tomar informes, que porcierto fueron muy
medio para poder cumplir dignamente la tristes. El viejo se volvió solo á su casa,
última voluntad de nuestro amigo. Hablad desnudóse llorando del traje de bodas, pa
sin miramientos pero tambien sin rencor; só todo el dia paseándose por su cuarto,y
decid la verdad, solo la verdad. No co por la noche ni se acostó siquiera,porque
nozco mi conoceré probablemente los su yo vivia en la habitacion de debajo y le oi
getos de quienes me vais á hablar; á mas andartoda la noche; aun yo debo confesar
de que soy italiano y no francés; perte que no dormí mas que él; el dolorde aquel
mezco á Dios y no á los hombres, voy á infeliz padre me afectaba tanto que cada
entrar de nuevo en mi convento del que uno de sus pasos resonaba en mi corazon,
salí tan solo para cumplir la última vo como si realmente pusiera su planta sobre
luntad de un moribundo. mi pecho.Al siguiente dia Mercedes vino
Esta positiva promesa pareció daráCa Marsella á implorar la proteccion del se
á
derousse mayor seguridad. ñor de Villefort, nadaalcanzó; mas alpro
—Pues bien , en este caso, dijo éste, pio tiempo fué á visitar al viejo. Cuando
quiero, y aun diré mas, debo desengaña le viò tan triste y abatido, cuando observó
ros respecto á esos amigos que Edmundo que habia pasado la noche sin acostarse
creia sinceros y leales. siquiera y que no habia probado nada des
—Empecemos por su padre, si os pla de la víspera, quiso llevársele consigo para
ce; dijo el abate. Edmundo me hablaba prodigarle sus cuidados, pero el viejo no
mucho de aquel viejo á quien profesaba quiso consentir de modo alguno. «No,de
un entrañable amor. cia; yo no abandonaré esta casa, porque el
–La historia es triste, caballero; dijo pobre chico me ama con preferencia áto
Caderousse meneando la cabeza. ¿Ya co do lo demas, y si sale de la cárcel, antes
nocereisprobablemente los principios? que á nadie vendrá corriendo á verme.
—Si, contestó el abate, Edmundo me ¿Qué diria si no me he allase sperándole?
contó todo hasta el momento en que le Yo oia todo esto desde el tramo de la
arrestaron en un pequeño figon cerca de escalera, porque hubiese querido que Mer
Marsella.
cedes recabára del viejo que la siguiera:
–En la Reserva. ¡Oh! Dios mio, si.
mi
Me parece que veo aun aquella escena. sus pasos resonando noche y dia sobre
-¿ No fué mientras estaban celebrand cabeza no me dejaban un momento de re
la comida de esponsales? poso.
ALBUM. 171
–¿Pero vos no subisteis á consolar el do mal escondido; luego comprendí lo que
obre viejo? preguntó el abate. eran aquellos líos: iba vendiendo paulati
—¡Ah! señor, contestóCaderousse; no namente todo lo que tenia para poder vi
se consuela sino á aquellos que quieren ser vir. En fin, cl buen hombre acabó con todo
consolados, y él no lo queria de modo al su ajuar.... Debia ya tres meses de alqui
guno. A mas de que, yo no sé porque, ler: amenazáronle con echarle de casa; su
pero me parecia que el verne le causaba plicó le concedieran tan solo ocho dias, y
repugnancia. Con todo, una noche que o le fué acordado. Sé estas minuciosidades
sus sollozos no pude contenerme, y subí: porque el casero entró en mi cuarto al sa
cuando llegué á la puerta no lloraba ya; lir del suyo. Durante los tres prineros dias,
rezaba. No me esposible repetirossuselo le oí anuar segun costumbre, mas al cuarto
cuentespalabras y lastimeras súplicas; no ya no oli nada. Me arriesgué á subir, la
era solo la piedad era el dolor quien las puerta estaba cerrada; pero átravés de la
espresaba; como que yo, que no soy bea cerradura le distinguípálido y tan desfa
tucho ni partidario de los jesuitas, me dije llecido que, considerándole gravemente
en aquella ocasion: soy muy dichoso, en enfermo envié un recado al señor MHorrel
verdad, en encontrarme solo y que el buen y fuí corriendo á casa de Mercedes. Am
Dios no me haya dado hijos, porque sifuese bos se apresuraron á venir. El señorMor
padre y esperinentase tan dolor semejante rel trajo consigo un médico; éste diagnos
al que sufre ese pobre viejo, no pudiendoticó en éltima gastro-enteritis y prescribió
hallar em ni memoria ni en mi corazon dieta. Yo estaba allí, caballero, y no olvi
todo lo que dice á Dios, me iria en dere darè jamás la sonrisa del viejo al oir esta
thura á precipitarme en el mar para no prescripcion. Desde entonces quedó abierta
sufrirpor mas tiempo. su puerta: tenia una escusa para no comer,
—¡ Pobre padre! murmur el abate. el médico habiale mandado que guardase
—De dia en dia, vivia mas solo y aisla dieta.
do; Morrel y Mercedes venian á verle á El abate sofocó una especie de sus
menudo, mas encontraban la puerta cer piro.
rada; y aunque estaba yo cierto de que —Esta historia os interesa,¿no es asi,
se hallaba dentro no contestaba. Un dia caballero? dijo Caderousse.
que, contra su costumbre habia admitido —i, contestó el abate; es lastimera.
á Mercedes, y que la pobre niña, á pesar —Mercedes volvió; encontróle tan de
de su desesperacion, trataba de consolarle mudado que como la vezprimera se em
la dijo « Créeme, hija mia, él ha muerto, peñó en trasportarle á su casa. De la mis
y en vez de esperarle nosotros, es él quien ma opinion era el señor Morrel, que á la
nos espera.... Me tengo por muy dichoso, fuerza queria verificar el traslado; mas el
porque soy el mas viejo, y por consiguien viejo gritó tanto, que temieron una catás
te, le volveré á ver el primero.» trofe. Mercedes se quedó á la cabecera de
Por compasivo que uno sea, repugna el Su cama. El señor Mlorrel se marchó ha
irá ver personas que solo nos entristecen: ciendo un signo á la catalana de que le de
el viejo Dantes acabó por vivir enteramen jaba una bolsa sobre la chimenea. Pero
te solo. Yo no veia subir á su cuarto sino escudado con la órden del médico, el vie
de vez en cuando gentes desconocidas, que jo no quisotomar nada. En fin, despues
volvian á bajar llevando consigo algunfar-de nueve dias de desesperacion y de abs
172 ALBUM.
tinencia, el viejo espiró, maldiciendo álos -¿Qué decís, señor?
causantes de su desgracia y diciendo á —Nada; contestó el abate, continuad.
Mercedes: «Si vuelves á ver á Edmundo, —Danglars escribió la denuncia con la
dile que muero bendiciéndole.» mano izquierda á fin de que no fuese co
El abate se levantó; dió dos ó tres vuel nocido su carácter, y Fernando quien la
tas por el cuarto, aplicando su temblorosa dió curso.
mano á su enjuta garganta. —¡Pero vos, gritó de repente el abate,
–¿Yvos creeis que ha muerto?... vos estabais allí!
—Le hambre....señor,dehambre,dijo —¡Yo! dijoCaderousseadmirado ¿quién
Caderousse; os respondo de ello; es tan os ha dicho tal?
cierto como que ambos somos cristianos. El abate echó de ver que se habia pre
El abate, con mano convulsiva, cojió el cipitado.
vaso de agua medio lleno aun, vacióle de —Nadie; mas para estar tan bien in
un trago y volvióá sentarse encendidos los formado de todos esos detalles es preciso
ojosypálidas las mejillas. que fueseis testigo.
—Confesad que es una gran desdicha, —Verdad es, dijo Caderousse con voz
dijo con ronca voz. sofocada, yo estaba allí.
—Tanto mayor, caballero, cuanto que —Y sivos estabais ¿cómo no os opu
Dios ninguna parte tiene en ello,y solo los sisteis á esa infamia? dijo el abate; luego
hombres son la causa. sois su cómplice.
–Pasemos pues á esoshombres, dijo el —eñor, dijo Caderousse, me hicieron
abate; mas tened presente, continuó con beber tanto que llegué poco menos que á
aire cuasi amenazador, que os habeis en perder la razon; no veía masque á través
cargado de decírmelo todo: veamos ¿cua de una nube. Dije todo lo que puede de
les son esos hombres que han hecho mo cir un hombre en tal estado, mas me con
rir al hijo de desesperacion y al padre de testaron que era una chanza que habian
hambre ? querido hacer, y que no tendria conse
—Dos hombres celosos de él, el uno por cuencia alguna.
amor, el otropor ambicion: Fernando y —Pero al dia siguiente bien visteis que
Danglars. la tenia y con todo no dijísteis nada, sin
—¿Y como demostraron sus celos? de embargo de que estariais allí cuando le
cid. -
prendieron.
—Acusaron á Edmundo de agente bo | —Sí, señor; estaba allíy quise hablar,
napartista. -
quise decirlo todo, pero Danglars me de
—¿Pero cual de los dos le denunció? tuvo: «si por casualidad es culpable, me
¿cual de los dos fué el verdadero culpa dijo, si en realidad ha arribado á la isla
ble ? de Elba, si es verdad que se ha encargado
—Los dos, señor: el uno escribió la car de una carta para el comité bonapartista
ta, el otro la puso en el correo. de Paris, si le encuentran encima ese es
— En donde se escribió esa carta?
—En la Reserva, la víspera misma del crito, los que le apoyen serán tenidos por
casamiento. cómplices.» Entonces tuve miedo. de la
—Eso es, eso es, murmuró el abate policía tal como estaba entonces montada.
»

¡oh, Faria ! ¡Faria! que bien conocias Lo confieso, me callé; fué una vileza, con
u los hombres y las cosas. vengo en ello, pero no fué un crímen.
ALBUM. 173
-Comprendo; dejasteis hacer, y nadajá casa del padre de Dantes para llevarle
mas. |consigo á la suya, y la víspera ó ante
-Sí, señor; contestó Caderousse, eselvíspera de su muerte, os lo repito, dejó
es el remordimiento que me acosa ince- sobre la chimenea un bolsillo con cuyo
sante de noche y de dia. A menudo pido contenido se cubrieron las deudas del buen
perdon á Dios, os lo juro,tanto mas cuan-|hombre y se sufragaron los gastos de su
to que esta accion, la única que pueda en|entierro, de modo que el pobre viejo pudo
realidad reprocharme en todo el decurso por lo menos morir como habia vivido,
de mi vida, es sin duda la causa de todas sin hacer daño á nadie.Aun tengo yo la
mis adversidades. Espío con usura un mo bolsa, que es de seda encarnada.
mento de egoismo, de modo que cuando —¿Y ese señor Morrel vive aun pre
la Carconta viene lamentándose, cosa que guntó el abate.
sucede todos los dias, la digo: «Cállate -Sí, dijo Caderousse.
muger, pues Dios lo quiere así.» -¿En este caso la bendicion del cielo
Y Caderousse bajó la cabeza con ine habrá caido sobre ese hombre y deberá
quívocas demostraciones de verdadero ar ser rico... feliz?
repentimiento. Caderousse sonrió amargamente.
-Bien, caballero; dijo el abate, habeis -Si; feliz como yo, dijo.
hablado con franqueza; el que, de este -¡Cómo ! ¡el señor Morrel seria des:
modo se acusa alcanza su perdon. aciado! esclamó el abate.
–Desgraciadamente, dijo Caderousse, -Está cuasi sumido en la última mise
Edmundo ha muerto sin haberme perdo ria, señor; y aun mas, próximo á quedar
nado. deshonrado.
-El ignoraba, dijo el abate... -¿Cómo es eso?
–Pero ahora tal vezlo sabe ya, repu —Si, tal como os lo digo; despues de
so Caderousse. Dícese que los muertos lo veinte y cinco años de ímprobo trabajo,
saben todo. despues de haber logrado colocarse en e,
Hubo un instante de silencio el abate mas honroso lugar entre el comercio de
Se habia levantado y paseaba pensativo; Marsella, el señor Morrel está arruina
Volvió luego á su puesto y se sentó. |enteramente. Ha perdido cinco buque,
—Me habeis nombrado dos ó tresveces dos años, ha sufrido tres bancarrotas ho
á un tal Morrel, le dijo: ¿Quién es ese ribles, yal presente solo confia en ese mi
hombre " " " " " mo Faraon que mandaba Dantes, y que
—Es el armador del Faraon, el protec debe llegar de las Indias con , un carg
tor de Dantes. -

mento de cochinilla y añil. Si ese navío


-¿Y qué papel ha desempeñado en falta como los otros está perdido.
este triste negocio? preguntó el abate. -¿Tiene muger é hijos ese infeliz? di
—El papel de un hombre honrado, ani-||
moso y apasionado, señor; veinte veces : tiene una muger que á pesar de
intercedió por Edmundo: cuando entró el tantos contratiempos se porta, como una
emperador, escribió, rogó y amenazó, lo santa: tiene una hija que iba á casar con
que le valió cuando la segunda restaura un hombre á quien ama, y cuya familia
cion que se le persiguiera como bonapar se opone á que se enlace con una jóven
tista. Diez veces, como os he dicho ya, fué arruinada; tiene en fin un hjo subtenien
44
174 ALBUM,

te en el ejército. Pero, ya comprenderéis|gurarlo? La infelicidad y la dicha son el


que todo esto redobla su dolor en vez de secreto de las paredes: estas tienen oidos
endulzarlo. Si fuese solo, se levantaria la pero no lengua; si basta una granfortuna
tapa de los sesos y negocio concluido. para poder ser dichoso Danglars no hay
–¡Eso eshorroroso! murmuró el abate, duda que lo es.
—Ahíteneis como recompensa Dios la —¿Y Fernando? -

virtud, dijo Caderousse, ved aquí; yo que | —¿Fernando?Es otro ya de loque era.
jamás hice una mala accion, escepto la que –¿Pero cómo ha podido hacer fortuna
os he contado, me veo sumido en la mi un infeliz pescador catalan, sin recursos,
seria; así que despues de presenciar la sin educacion? os confieso que esto me
muerte de mi muger sucumbiendo á la pasma.
fiebre, sin poder hacer nada por ella, mo –Y admira tambien á todo el mundo:
riré de hambre cual el padre de Dantes, preciso es que haya en su vida algun es
mientras que Fernando y Danglars nadan traño secreto que nadie sabe.
en el oro. –Pero en fin ¿por qué medios visibles
—¿Cómo ha sido eso? ha logrado remontar á tan alta fortunaró
–Porque todo les ha ido viento en po á tan elevada posicion?
pa,mientras que para la gentes honradas —A las dos cosas, señor, á las dos co
todo han sido reveses de fortuna. sas:pues que tiene fortuna y ocupa alta
—¿Qué ha sido de Danglars, el mas posicion juntamente.
culpable, no es así; el instigador? —¿Es un cuento lo que me estáis di
—¿Qué ha sido de él? se marchó de ciendo?
Marsella; entró, por recomendacion del —El hecho es que la cosa "lo parece;
señor Morrel que ignoraba su crímen, co masescuchad y vaisá comprenderlo luego.
mo dependiente en casa de un banquero —Fernando unos dias antes de la vuel-
español. Cuando la guerra de España, se ta de Dantes, cayó soldado. Los Borbones
encargó de una parte de los abastos del le dejaron tranquilo en su barrio de los
ejército francés é hizo su fortuna: enton Catalanes; pero vino Napoleon, decretó
cescon este primer dinero,jugó en la bol una leva estraordinaria. y Fernando se vió
sa y ha triplicado, cuadruplicado sus ca forzado á partir.Tambien tuve que mar
pitales yviudo ya de la hija de su ban char yo, pero como tenia mas edad que
quero, ha casado con una viuda, la señora Fernando, y acababa de casarme con ni
de Nargonne, hija del señor de Servieux, infeliz muger, me enviaron tan solo á
chambelan del rey actual y que goza del guardar las costas. Fernando fué agregado
mayor favor. Se ha hecho millonario; le á un regimiento de tropas activas, pasócon
han dado el título de conde, de modo que él la frontera y asistió á la batalla de Lig
se llama el conde de Danglars, y tiene un ny. La noche que siguió a la batalla esta
palacio en la calle de Montblanc, diez ca ba de ordenanza con un general que tenia
ballos en sus cuadras, seis lacayos en su relaciones secretas con el enemigo. En
antesala y no sé cuantos millones en sus aquella misma noche debia el general pa
gabetas. sarse á losingleses ypropuso á Fernando
—¡Ah! esclamó el abate con un acen que le acompañára; éste aceptó, abando
to singular: ¿es dichoso? nó supunto y siguió al general. Lo que
—¡Dichosc! ¿quién se atreverá á ase hubiera hecho pasar á Fernando por un
ALBUMI, 175

«consejo de guerra si Napoleon hubiese con tructor. Murió Ali-Pachá en una accion,
tinuado en el trono, le sirvió de recomen como ya sabreis: pero antes demorir, re
dacion para con los Borbones. Entró en compensó los servicios de Fernando rega
Francia con una charretera de subtenien lándole una suma considerable con lo que
te y como la proteccion del general, que volvió á Francia donde le confirmaron en
disfrutaba grande favor. no le abandonó el grado de teniente general.
un momento era ya capitan en 1823cuan —De modo que hoy en dia...? pregun
do la guerra de España; es decir cuando tó el abate. -

Danglars empezaba sus primeras especu —De modo que en eldia.prosiguió Ca


laciones. Fernando era español, por lo derousse, es conde, diputado, posee un
que le enviaron á Madrid para sondear el magnífico palacio en Paris, calle de Hel
espíritu de sus compatricios. Allí se en der, número 27.
contró con Danglars, se puso de acuerdo El abate abrió la boca, quedó por un
con él, prometió á su general un apoyo instante como un hombre que vacila, mas
entre los realistas de la capital y de las haciendo por fin un esfuerzo sobre símis
provincias, aceptó algunas promesas, hí mo dijo:
zolas tambien á su vez, guió á su regi —¿Y Mercedes? ¿me han asegurado
miento por veredas solo de él conocidas al que habia desaparecido?
través de las montañas coronadas de rea —Desapareció, dijo Caderousse, cual
listasy en fin, prestó en aquella campaña desaparece el sol para volver á salir aldia
tales servicios, que despues de la toma del siguiente mas esplendente que antes.
Trocadero se le nombró coronel y recibió -¿Con qué ha hecho tambienfortuna?
la cruz de oficial de la legion de honor con preguntó el abate con irónica sonrisa.
el título de baron. —Mercedes es al presente una de las
– Fué su estrella, su estrella, murmu principales señoras de Paris.
ró el abate. -Continuad, dijo el abate; me pare
—Si;pero escuchad, no es eso todo. ce que oigo contar un ensueño. Pero he
La guerra de España acabó; la carrera de visto por mi mismo cosas tan estraordina
Fernando se veia atascada en razon á la rias, que las que me estais contando me
larga paz que prometía reinar en Europa. admiran menos.
Sola la Grecia estaba sublevada contra la —Mercedes se desesperó al principio
Turquía, y principiaba la guerra de suin con el golpe que la arrebataba á su Ed
dependencia.Todos dirigian á Atenas sus mundo. Os he dicho ya las instancias que
miradas; estaba en moda compadecerse y hizo al señor de Villefort y sus sacrificios
socorrer á los griegos. El gobierno fran para con el padre de Dantes. En medio
cés sin protegerles abiertamente , como de su desesperacion un nuevo dolor vino
ya sabreis, toleraba las emigraciones par á exacerbarla; este fué la partida de Fer
ciales; Fernando solicitó y obtuvo el per nando; de Fernando cuyo crímen ignora
miso de servir á la Grecia, sin perjuicio ha y al que miraba como un hermano.
de su antigüedad en el ejército. Algun Fernando marchó y Mercedes se quedó
tiempo despues se supo que el baron de sola.
Morcerf, tal era el nombre bajo que se le Tres meses trascurrieron para ella ane
apellidaba, habia entrado al servicio de gada siempre en lágrimas, ninguna noti
Ali-Pachá, con el grado de general ins-|cia de Edmundo, ninguna nueva de Fer
176 ALBUM.
nando; nada ante su vista mas que lunáMarsella. Era ya subteniente. En supri
viejo que iba muriéndose por la misma|mer viaje no dijo á Mercedes una solapa
causa que motivaba sudesesperacion. Unalabra de amor; al segundo la recordó que
tarde, despues de haber pasado todo eldial amaba. Mercedes le pidió seis meses
sentada segun costumbre en el ángulo as de tiempo para llorar y esperaráEd
que forman los dos caminos queconducen mundo.
de Marsella al barrio de los Catalanes, en —En resumidas cuentas, dijo el abate
tró en casa mas abatida que nunca. Nisu Qn amarga sonrisa,todojunto componen
amante ni su amigo venian por ninguno diez y ocho meses. ¿Que mas puede exijir
de ambos caminos, y nada sabia del uno lamante mas idolatrado? y luego murmu
ni del otro. De improviso le pareció re ró estas palabras del poeta inglés: Frailly
conocer el ruido de ciertas pisadas cono ly nameis woman l
cidas, volvió con ansiedad la cabeza, abrió -Seis meses despues, continuóCade
se la puerta y apareció en sus umbrales rousse, verificóse el casamiento en laigle
Fernando con el uniforme desubteniente. sia de Accoules.
Este no era sino la mitad de la causa de —Era la misma iglesia en quedebia ca
su dolor, pero era unaporcion de suvida r, con Edmundo, murmuró el eclesiás
pasada que se le incorporaba de fuevo. tico; nada, sino el novio habia cambiado.
Mercedescojió las manos de Fernando con -Mercedes se casó pues, continuó Ca
un trasporte que este juzgó ser amor y|derousse; pero aunque en la apariencia
que sin embargo no era mas que la ale-|estaba tranquila, no dejó de desmayarse al
gria de no verse yasola en el mundo y|pasar por delante de la Reserva, donde
de volver por fin áverá un amigo des-|diez y ocho meses antes habia, celebrado
pues de tan largas horas de solitaria tris-|Sus esponsales con aquel á quien amaba
teza, á mas de que, preciso, es decirlo, ja-todavia, sise hubiese atrevido á investigar
mas Fernando habia sido aborrecido sien lo profundo de su corazon. Fernando
bien tampoco habia sido amado; otro era|mas feliz, pero no mas tranquilo, porque
dueño del corazon de Mercedes y este otro|yo le ví en aquella, época, temerososince
estaba ausente.... habia desaparecido..... sar de la vuelta de Edmundo; Fernandose
habia muerto tal vez. A esta última idea ocupó en seguida de llevarse á su muger
Mercedes se deshacia en llanto y retorcia al estrangero y desterrarse á simismo.
sus brazos de dolor, pero esta idea que Tenia entonces muchos peligros que temer,
otras veces rechazaba cuando se le suge y muchos recuerdos que combatir quedán
ría otro, se le venia por si sola á la ima dose en los Catalanes. Ocho dias despues
ginacion,aparte de que el viejo Dantes la de la boda partieron.
decia incesantemente: «nuestro Edmundo —¿Y de entonces acá habeis vuelto á
ha muerto, porque áno ser asi, se ha verá Mercedes? preguntó el cura.
bria reunido ya con nosotros.» -Si: cuando estalló la guerra de Espa
Murió el viejo, como os dije ya; sihu ña, la ví en Perpiñan, donde la dejára Fer
biese vivido, tal vez Mercedes no hubiera nando: ocupábase entonces enlaeducacion
jamás llegado á ser muger de otro, puesto eElsu hijo.
abate se inmutó.
-

que hubiese estado él allí para echarle en -¿De su hijo? dijo. -

cara su inconstancia. Fernando lo conoció


-Si, contestó Caderousse; delpequeño
Cuando supo la muerte del viejo, regresó Alberto.
ALBUMI. 177

–Pero para educará su hijo, continuó -¿Y el señor de Villefort? preguntó


el cura.
el abate, es preciso que ella hubiese reci
bido alguna instruccion,y me parece ha -¡Oh! esejamáshabia sido amigomio,
ber oido á Edmundo que era la hija de un ni le conocia siquiera, no tenia por lo tanto
simple pescador, bonita pero sin educa que pedirle nada.
cion. -¿Pero no sabeis lo que hasido de él,
—¡Oh! dijo Caderousse; ¡pues conocia y que interes ha tomado por la desgracia
muy mal á su novia ! Mercedes hubiera de Edmundo?
podido llegará ser reina, caballero; si la -No: tan solo sé que despues de algun
corona debiesen ceñirla sola las cabezas tiempo de haberlehecho arrestar,casó con
mas bonitas é inligentes. Su fortuna iba la señorita de Saint-Meran abandonando
creciendo y ella se engrandecia con la for en seguida á Marsella. Sin duda que la
tuna.Aprendia de dibujo, de música, de fortuna le habrá sonreido como álosotros;
todo. A mas de que yo creo, aquipara en probablemente será rico como Danglars y
tre nosotros, que si ella hacía todo eso era titulado como Fernando; tan soloyo como
con el objeto de distraerse, para olvidar, me veis he quedado pobre, miserable y
y que no hacinaba tantas cosas en su ca olvidado de lios.
beza sino para sofocar la que tenia en el —Os engañais, amigo mio, dijo el aba
corazon. Mas al presente, debe decirseto te; puede parecer que Diosalguna vez ol
do, los honores y riquezas la han consola vida y es cuando su justicia descansa, mas
do sin duda. Es rica, es condesa, y con viene un momento en que se dispierta y
todo.... de ello teneis aquiuna prueba.
Caderousse se detuvo. A estas palabras el abate sacó de su bol
–Con todo, ¿que ? preguntó el abate. sillo el diamante y presentándole á Cade
—Y con todo estoy seguro de que noes rousse le dijo:
- dichosa. –Tomad, tomad este diamante,pues
–¿En que lo fundais? que solo ávos os pertenece.
—Ya veréis. Cuando me vítan desgra -¡Como ! ¿á mi solo? esclamó Cade
ciado, pensé que mis antiguos amigos me rousse; ¡ah!, señor! ¡ no os burleis de mi!
socorrerian en algo. Me presenté pues en —Este diamante debiapartirse entre los
casa de Danglars que no me recibió. Fuí amigos de Edmundo: éste no tenia mas
á casa de Fernando, que me envió cien que un amigo, la particion es pues inútil.
francospor conducto de su ayuda de cá Tomad el diamante y vendedle; os repito .
" IIla"3, que vale cincuenta milfrancos,y esta suma
-¿Con qué no visteis ni al uno ni al espero que bastarápara sacaros de la mi
Otro? seria.
—No; pero la señora de Morcerf me —¡Oh, señor! dijo Caderousse alar
vió ámi. gando contimidez una mano mientras con
–¿Como? la otra secaba el sudor que manaba de su
-Cuando salí de su casa cayó á mis frente ¡oh, señor! ¡ no os divirtais con la
pies un bolsillo: contenia veinte y cinco felicidad ó desesperacion de un hombre l
luises. Levanté con prontitud la cabeza —Ya sé yo lo que es la dicha y lo que
y ví á Mercedes que cerraba laspersia es la desesperacion, y jamás me divertiré
I3S, promoviendo esos sentimientos, contestó
45
178 ALBUM.

el abate. ¡Tomad pues! pero en cam entusiastas raptos de Caderousse, quitó él


bio. mismo el puntal de la puerta, salió, mon
Caderousse que tocaba ya el diamante tóá caballo, saludó por última vez al me
retiró con viveza la mano. El abate seson sonero que se deshacia enestrepitosas des
rió. pedidas,ypartió siguiendo la misma di
—En cambio, continuó, dadme ese bol-|reccion que trajo al venir.
sillo de seda encarnada que el señor Mor Cuando Caderousse volvió la cabeza, vió
rel dejó sobre la chimenea del viejo Dan á sus espaldas á la Carconta mas pálida y
tes, y que, segun me habeis dicho, teneis temblorosa que nunca.
en vuestro poder. -¿Es realmente cierto loque he oido?
Caderousse masy mas admirado, diri dijo ella. -

ióse á un grande armario de encina, abrió –¿Qué? ¿que nos daba el diamante
je, y dió al abate un bolsillo largo, de se para nosotros solos? dijo Caderousse cuasi
da encarnada descolorida ya, por el que loco de alegria.
corrian dos anillos de cobre dorados en –Si.
otro tiempo. El abate lo tomó; y en cam —Nada mas cierto: hélo aqui.
bió dió el diamante á Caderousse. La muger lo contempló un momento,
–¡Oh! sois un enviado del Señor, ca luego con voz sorda dijo:
ballero, esclamó Caderouse, porque á de -¿Y si es falso?
cir verdad nadie sabia que Edmundo os Caderousse sepuso pálido y vaciló.
hubiese dado este diamante y os le hubie —¡Falso!murmuró ¡falso!...¿Y por
rais podido guardar. que ha de haberme dado ese hombre un
–¡Bueno, dijo para sí el abate, á lo diamante falso?
que parece tu lo hubieras hecho! -Para poseer tusecreto sin pagar, ¡im
El abate se levantó, tomó susguantesy bécil!
sombrero y dijo: Caderousse quedó porun instante con
–¿Con qué es cierto todo lo que me fundido bajo el peso de esta suposicion.
habeis dicho y puedo creerlo en todas sus -¡Oh! dijo al cabo de un rato toman
partes? do el sombrero que puso sobre el pañuelo
—Ved aqui, señorabate, dijoCaderous encarnado atado al rededor de su cabeza,
se, ved aqui en ese rincon un Cristo de pronto voy á saberlo.
umadera bendita, ved aqui sobre ese cofre –¿De qué modo?
el libro del Evangelio de mimuger: abrid —Hoy hay feria en Belcaire; á ella ha
ese libro y por él tendiendo una al Cristo,|brán acudido los diamantistas de Paris;
os juraré por la salud de mi alma, por ni¡voy allá y se lo enseñaré. Tu guarda la
fé de cristiano que os lo he contado todo casa, muger; dentro dos horas estoy de
ial cual ha pasado, tal cual lo dirá el ángelvuelta.
de los hombres al oido de Dios el dia del| Y Caderousse se lanzó fuera de su casa,
juicio final. echando á correr por la parte opuesta á
—Está bien, dijo el abate; queos apro-|aquella que acababa de tomar el descono
veche ese dinero. A dios, vuélvome léjos|cido.
de los hombres que tanto daño se hacen| –¡Cincuenta mil francos! murmuró la
unos á otros. Carconta apenas quedó sola; es bastante
Y el abate escapando con trabajo á los|dinero... pero no es una gran fortuna.
ALBUM. 1TD
estremada delicadeza ; saludó , salió y se
lOS REGISTROS DE LA CARCEL. dirigió, con ese aire peculiar á los hijos de
Al dia siguiente al en que pasára en el la Gran Bretaña , hacia la calle lindicada.
.camino de Beliaguarda á Belcaire la esce l'l señor Boville estaba en su gabinete : al
na que acabamos de referir, un hombre verle, el inglés hizo un ¡movimiento de
de treinta á trienta y dos años , con frac sorpresa que parecía indicar no ser aque
azul, pantalon de mahon *y chaleco blan lla la vez primera que se encontraba en
co , teniendo á la vez el aire y el acentoj presencia de aquel á quien iba á visitar.
inglés se presentó al maire de Marsella. Por lo tocante al señor Boville, estaba tan
—Caballero, le dijo: soy el primer ofi desesperado que era evidente que todas las
cial de laxasa Thomson y French de No facultades de su espíritu, absortas en el
ma , estamos hace diez años en rela pensamiento que en aquel entonces le ocu
ciones con la casaMorrel é hijo deMarse paba, no dejaban ni á su memoria ni á su
Ha ; tenemos interesados en estas relacio imaginacion el tiempo necesario para re
nes unos cien mil francos poco mas" ó me-| cordar lo pasado. El inglés, con esa flema
nos, y estamos alarmados en vista de lal caracteristica de su nacion , le propuso á
voces que corren de la próxima ruina de poca diferencia en los mismos términos la
esa casa. Con este solo objeto he venido de cuestion misma que acababa de proponer
Roma á suplicaros que me deis algunas al maire de Marsella.
noticias sobre el estado de la casa. — ¡Oh! señor, esclamó el señor de Bovi
—Caballero, contestó el maire, sé efec lle, vuestros temores desgraciadamente son
tivamente que hace cuatro ó dio añosl sobradamente fundados, y aquí donde me
la desgracia parece encarnizarse en el veis estoy desesperado. Tenia yo colocados
señor Morrel: ha perdido sucesivamente)«en la casa Morrel doscientos mil francos ,
.cuatro ó cinco buques, y tres ó cuatro ban destinados para la dote de mi hija á la que
carrotas han amenguado su caudal : pero trataba de casar dentro quince dias; de los
no es de mi incumbencia , á pesar de ser doscientos mil francos debian reembolsár
acreedor por unos diez mil francos, el dar seme cien mil el 15 de este mes , y los
ninguna noticia sobre el estado de su for otros cien mil el 15 del siguiente. Mani
tana. Preguntadme como á maire lo que| festé al señor Morrel que deseaba se me
pienso del señor Morrel , y os contestaré reembolsasen con exactitud , y héos aquí
que es un hombre probo hasta la rigidezI que se me presenta apenas hará una ho
y que hasta el presente ha cubierto sus ra , para decirme que si su buque el Fa
compromisos con escrupulosa exactitud. raon no ha fondeado de' aquí al 15, se ve
Eso es todo lo que puedo deciros , caba ria en la imposibilidad de hacerme ese
Hero; si queréis saber mas, dirigios al se pago.
ñor Boville, inspector de cárceles, que vi-¡ —Mas esto parécese mucho á pedir es
ve en la calle de Nouailles, núm. 15; el pera, dijo el inglés.
tiene , segun creo , doscintos mil francosl •I Decid mejor que parece una ban
colocados en la casa Morrel; si en realidad carrota ! esclamó desesperado el señor de
hay algo que temer, como esa suma es Boville.
El inglés estuvo como reflexionando por
mas considerable que la mia , es probable un instante y luego dijo.
que esté él mejor informado que yo. ¿ -egun eso, señor, el crédito os ins
El inglés dió ¡muestras de apreciar tan' pira temores?
180 ALBUM.

—Mas claro: le míro como perdido. —¿En esos registros habrá adjuntas las
—¡Pues bien ! yo os le compro. notas relativas á los presos?
–¡Vos! —Cada preso tiene su informe.
–Sí, yo. —Pues bien, caballero, me educó en
–¿Pero será con un quebranto enor Roma un infeliz abate que luego desapa
me, sin du la? reció de pronto. He sabido despues que
—No: mediante doscientos mil fran habia sido conducido preso al castillo de
cos: nuestra casa, añadió el inglés rien lf, y desearía algunos detalles sobre su
do, no hace pegocios como esos. muerte.
–¿Como se llamaba?
—El abate Faria.
—¡Oh! recuerdoperfectamente, escla
billetes de banco que podian doblar la su mó el señor de Boville, estaba loco.
ma que el señor Boville temia perder. Un —Asi se decia.
fulgorde alegría animó el rostro del seño –¡Oh! era muy cierto.
Boville; mas con todo hizo un esfuerzo —¿Es posible? ¿de qué género era su
para dominarse y dijo: locura?
–Caballero: debo preveniros que se –Pretendia conocer el punto en que
gun toda probabilidad no lograréis sacar estabaescondido un inmenso tesoro yofre
el seispor ciento de esa suma. cia enormes sumas al gobierno si consen
–Lo que es á mino me importa; con tía en ponerlo en libertad.
testó el inglés, importa solo á la casa –¡Pobre diablo! ¿y ha muerto?
Thomson y French en cuyo nombre ope —Si señor: hará como unos cinco o
ro. Tal vez está interesada en apresurar seis meses: en febrero último.
la ruina de una casa rival. Lo que si sé, –Teneis una memoria feliz, caballero,
caballero, es que estoy pronto á entrega pues que asi recordais las fechas.
ros la suma en cambio del endoso que me —Lo recuerdo tanto mas, cuanto una
hareis; tan solo os pediré el derecho de singular circunstancia acompañó la muer
corretage. te de este infeliz.
—¡Como! caballero, es muy justo; es —¿Pobria saberse cual? preguntó el
clamó el señor de Boville. La comision inglés con una espresion de curiosidadque
por lo comun vale uno y medio por cien un observadorprofundo se hubiera admi
to ¿quereis el dos? ¿el tres? ¿el cinco? rado de encontrar en aquel flemático ros
tro.
¿quereis mas aun? ¡Hablad!
—Caballero, contestó el inglés riendo, —No hay inconveniente: el calabozo
soy como la casa de que dependo, no ha del abate estaba cuarenta ó cincuenta pies
go yo negocios de esa clase, no; mi dere distante del de un antiguo agente bona
cho de corretage es de otra especie. partista; uno de esos que mas contribu
3–Hablad pues, os escucho. yeron al retorno del usurpador en 1815,
—¿Sois inspector de las cárceles? hombre resuelto y peligroso.
–Hace mas de catorce años. – De veras! dijo el inglés.
–¿Tendreis los registros de entrada y –Si, contestó el señor de Boville: tu
salida? ve Ocasion de visitar á este individuo en
-Sin duda, 1816 ó1817, yjamas se bajaba á su ca
ALBUM. 181

labozo sin ir acompañado de algunos sol los muertos se arrojan sencillamente al


dados: este hombre me hizo una profun mar atando á sus pies una bala de átrein
da impresion, y jamas olvidaré sus fac ta y seis.
ciones. –¿Y qué? dijo el inglés como si fuera
Moviéronse los labios delinglés conuna de tardía comprension.
imperceptible sonrisa y dijo: —¿Y qué? le ataron á los pies la bala
—Decis, caballero, que los dos cala de á treinta y seis y le lanzaron al mar.
bozos.... –¿De veras? esclamóel inglés.
—Estaban separados á cuarenta piesde –Si, señor; continuó el inspector. Ya
distancia, mas parece que este Edmundo comprendereis cual debió ser el pasmo del
Dantes..... fugitivo cuando se sintió precipitar de la
–¿Ese hombre peligrosose llamaba...? cumbre de las rocas. Hubiese querido ver
—Edmundo Dantes; si señor: pues pa su cara en aquel momento.
rece que el tal Dantes se habia procurado –Dificil era por cierto.
herramientas ó se las habia fabricado, —No importa, contestò de Boville á
puesto que se encontró un pasillo por el quien la certidumbre de reembolsar sus
cual comunicaban ambos presos. doscientos mil francos pusiera de buen hu
—¿Y ese pasillo lo fabricarian sin duda mor. No importa, cuasi me la represento.
con objeto de escapar? Y dióuna carcajada.
—Eso es: mas desgraciadamente para —Y yo tambien; dijo el inglés, y se
los presos, el abate Faria se vió atacado puso áreir, mas con la risa de los ingle
de una catalepsia y murió. ses, es decir de dientes á fuera.¿Con qué,
—Ya comprendo: este suceso debióre continuó,pues fué elprimero en recobrar
tardar susproyectos de fuga. su sangre fria, con qué el fugitivo se
—Para el muerto si, mas no para el anegó?
–Lindamente.
vivo: muy al contrario, Dantes vió en ello
un medio de apresurar su fuga; pensósin –¿De modoque elgobernador del cas
tillo se vió á la vez desembarazado del fu
duda que los presos muertos en el castillo
de If se enterraban en un cementerio or rioso y del loco?
dinario, por lo que trasportó á su cuarto –Eso es.
al difunto, ocupó su lugar en el saco con –¿Pero sobre ese suceso se instruiría el
que se le amortajára y esperó el momento espediente oportuno?
del entierro. –Si, si, acto mortuorio, porque ya
—Muy aventurado era ese medio y no comprendereis que los parientes de ese Dan
deja de indicar algun valor, repuso el tes, si es que los tiene, podian tener un
ingles. interés en asegurarse de si estaba vivo ó
—¡Oh! ya os he dicho que era hombre muerto.
muy peligroso; ¡afortunadamente él mis —De modo que al presente pueden es
mo ha librado al gobierno de los temores tar tranquilos los que hayan heredado de
que le infundía! él, si es que algo habia que heredar. ¿Es
—¿Cómo? tais bien cierto de que murió?
–¿Cómo; no lo comprendeis? —Tan cierto que se les librará el com
—No. petente certificado siempre que lo ex
—El castillo de lf no tiene cementer jan.
6
182 ALBUM.
— Asi sea: dijo el inglés; pero volvamos| Ieon conservada por Villefort , habíase con
á los registros. vertido cuando la segunda restauracion en
—Teneis razon. Esta historieta nos ha' una arma terrible en manos del procura
distraido del objeto principal ; perdonad dor del rey. No le causó pues admiracion
— ¡Perdon! ¿de qué? muy al contra hojeando en el rejistro, encontrar esta no
rio, me ha parecido en estremo curiosa ta junto al corchete que habia al lado de
—En efecto lo es. ¿Con qué deseais ver, su nombre :
caballero , todo lo relativo á vuestro infe IBonapartista furibun
liz abate , que por cierto era la dulzura do; tomó una parte muy
personificada? activa en el retorno de
umuuuuu uȟra la isla de Elba.
—Tendré en ello sumo placer. j Guárdese en el ma-
—Pasemos pues al despacho , y oS lo| f yor secreto, con la mas
mostraré. ' severa vigilancia.
Y los dos pasaron al gabinete del señor| Al pié de estas lineas habia escrito en
(le Boville. otro carácter:
Todo estaba alli en el mayor orden; ca-¡ « Vista la anterior nota, no puede hacer
da registro enumerado , cada legajo en su se nada.
respectiva casilla. El inspector hizo sentar! Observó si, que comparando el escrito
al inglés en su sillon , y le puso delante del corchete con el del informe que acom
«! registro y legajo correspondiente al cas pañaba la peticion de Morrel , acabó de
tillo de If, dejandole en libertad de hojear cerciorarse de que la nota del corchete
le con cachaza , ínterin él, sentado en un era del mismo canicter que la letra del in
rincon leia su diario. forme; es decir, trazadas ambas por Ville
El inglés encontró fácilmente los pa fort.
peles pertenecientes al abate Faria; mas En cuanto á la nota que le acompaña
al parecer la historia que le contara de ba, Dantes dedujo que debió ser escrita
Boville le habia llamado vivamente la aten por algun inspector que tomára ün interés
cion, porque despues de haber examina pasagero por la situacion de Dantes ; pero
do los primeros papeles, continuó hojean-| que las notas de que acabamos de hablar
dolé hasta tanto que dió con el lio de Dan- habian imposibilitado el continuar intere
tes. En él encontró cada cosa en su lugar: sándose por él.
la denuncia, interrogatorio, peticion de Como hemos dicho ya, el inspector, por
Morrel, anotacion de Villefort. Dobló con discrecion y no por distraer a) alumnodel
disimulo la denuncia, metióla en su faltri abate Faria en sus investigaciones , se ha
quera, leyó el interrogatorio y vió que el bia alejado y puesto á leer la Bandera bla -
nombre de Noirtier no sonaba para nada ca. En su consecuencia no vió como el in
en él ; examinó el memorial fechado el 10 glés doblaba y guardaba en su bolsillo la
de abril de 1815 , en el que Morrel , se denuncia escrita por Danglars bajo el em
gun los consejos del substituto, exageraba parrado de la Reserva, timbrada en la
con buen fin , pues que Napoleon reinaba administracion de correos de Marsella , el
entonces , los servicios que Dantes prestá- 27 de febrero, á las seis de la tarde. Mas,
ra á la causa imperial , servicios que el in preciso es decirlo, aunque lo hubiese visto,
forme de Villefort atestiguaba. Entonces! como tenia en poco aquel papel y estíma
lo comprendió todo. Esta súplica á Napo-üba en mucho sus doscientos mil francos,
n.nrn. 183
tampoco se hubiera opuesto á lo que hacia lia zumbona colmena hoy dia cuasi inha
el inglés, por irregular que fuese. bitada; y habia en tal grado substituido á
—Mil gracias , dijole éste, cerrando con su verdadero nombre que, segun toda pro
estrépito el registro. Sé ya loquedeseaba babilidad, no hubiese vuelto la cabeza si
ahora me toca cumpliros mi palabra; dad le llamaran por su apellido.
me un simple endoso de vuestro crédito Cocles habia quedado al servicio del se
por valor recibido , y voy á contaros la ñor Morrel , verificándose un cambio no
suma. table en la situacion : habia á la vez
Y cedió su lugar en el bufete al señor conservado su grado de cajero y des
de Boville, que se sentó y puso manos ála cendido al rango de doméstico. No por eso
obra apresurándose á estender el endoso dejó de ser el mismo Cocles, bondadoso,
pedido, mientras que el inglés contaba sus paciente y amante de su principal, mnsin-
billetes de banco en el borde la mesa llexible en tocando á la aritmética , único
XXIX. punto sobre el que hubiese presentado ca
LA CASA MORBEL. ra al mundo entero , aun al mismo señor
El que hubiese; marchado de Marsella ||Morrel, no conociendo mas que su tabla
algunos años antes, conociendo el interior Pithagórica, que sabia por la punta de los
de la casa Morrel, y hubiese vuelto á entrar dedos, bajo todos los aspectos en que pu
en ella en la época á que hemos llegado, hu dieran presentársela y en todas las ocasiones
biera observado un cambio estraordinario. en que por probarle le propusieran algun
En v^^e aquel aire vital, de bienestar y error.
felicííBPque se exhala, por decirlo asi, de En medio de la tristeza general que se
una casa que prospera; en vez de aquellos habia apoderado de la casa Morrel, Cocles
rostros placenteros que se dejaban vertrás fué el único que quedára impasible. Mas
las cortinillas de las ventanas, de aquellos[ esta impasibilidad no procedia de falta
dependientes atareados que cruzaban los de afeccion, sino, por el contrario, de
corredores con una pluma atravesada en una conviccion íntima, cual los ratones que,
la oreja; en vez de aquellos patios atesta segun dicen, abandonan paulatinamente el
dos de fardos, de que partían las risas y buque condenado de antemano por el des
algazara de los dependientes que cuidaban tino á naufragar, de modo que esos egois
de ellos, echábase de ver á la primera ojea tas enemigos le han completamennte aban
da un no sé que de luto y tristeza en aquellos donado cuando trata de levar áncoras; del
desiertos corredores , en aquel patio vacío mismo modo , como hemos dicho , toda
De la multitud de dependientes que en otro aquella multitud de dependientes y em
tiempo ocupáran los escritorios tan solo dos, pleados, cuya existencia dependia de la
habian quedado: el uno era un joven de casa del armador, habian poco á poco aban
veinte y tres á veinte y cuatro años , lia donado el bufete y almacen. Cocles lesvió
mado Manuel llaymond, el cual estaba marchar á todos sin pensar siquiera en
enamorado de la hija del señor Morrel , y deslindar la causa de su partida ; todo se
habia quedado en la casa á pesar de las reducia como ya va dicho, para Cocles á
gestiones de sus padres para sacarle de ella: una cuestion de números, y como despues de
el otro era un viejo cajero, tuerto, llama veinte años que estaba en casa Morrel ha
do Cocles ; apodo que le pusieron los jóve bia visto siempre verificarse los pagos en
nes que en otro tiempo pululaban en aque las horas de oficina con tal regularidad ,
184 ALBUM.

no creia pudiese alterarse esta regula esperanza de la vuelta del Faraon, cuya
ridad, ni suspenderse estospagos, á la ma salida supo por un buque que levára án
nera que un molinero, que posee un mo coras junto con él yque habia llegado sal
lino cuyo movimiento promueve un abun vo al puerto. Mas este buque, viniendoco
dante canal, no admite el que las aguas mo al Faraon de Calcuta, hacia quince
dejen de correr por aquel punto. En efec dias que habia llegado, mientras que del
to, hasta entonces nada habia venido á Faraon nada se sabia.
contrariar la íntima conviccion de Cocles. Tal era el estado de cosas al siguiente
El último fin de mes se habia saldado con dia en que terminara con el señor de Bo
rigurosa puntualidad. Cocles había subsa ville el importante negocio de que hemos
nado un error de setenta céntimos come hablado ya, el enviado por la casa Thom
tido por el señor Morrel en contra suya, y son y French de Roma; cuando se pre
en el mismo dia trajo los catorce sueldos sentó éste en casa el señor Morrel. Ma
de esceso al señor Morrel que, con melan nuel le recibió. Eljóven al que espantaba
cólica sonrisa, lostómára y dejára en una cada cara nueva, porque anunciaba un
gabeta vacía, diciendo. nuevo acreedor que segun sus recelos iba
—Bien, Cocles, eres la perla de los ca á reconvenir al gefe del establecimiento,
jeros. " el jóven, decimos, quiso ahorrará su prin
Y Cocles se habia retirado muy satisfecipal el fastidio de esta visita; preguntó al
cho; porque un elogio del señor Morrel, recien llegado; mas este le contestó que
esa perla entre los hombres de bien de nada tenia que ver con el señoranuel,
Marsella, lisonjeaba mas áCocles que una y que solo con el señor Morrel
gratificacion de cincuenta escudos. Mas deseaba hablar.
despues de este fin de mes tan victoriosa Manuel llamó suspirando áCocles. Pre
mente saldado, el señor Morrel habia pa sentóse éste, y el jóven le mandó condu
sado horas crueles: para hacer frente á cir al estranjero al cuarto del señor Mor
ese fin de mes, habia agotado todos sus rel. Cocles tomo la delantera y el estran
recursos, ytemeroso de que el rumor de jero le siguió. En la escalera encontró una
sus apuros no se esparciese por Marsella, linda jóven de diez y seis á diez y siete
cuando le vieran recurrir á tan estremos años la que miró al estranjero con inquie
medios, hizo un viaje á la feria de Belcaire tud.

para vender algunas alhajas pertenecientes Cocles no reparó siquiera en esa espre
á su esposa é hija y una parte de sus cubier sion del rostro que pareció no haber es
tos.Mediante este sacrificio, todos los nego capado al estranjero.
cios terminaron honrosamente para la casa —El señor Morrel, está en su gabinete,
Morrel. Mas la caja habia quedado com ¿no es así señorita Julia? preguntó el ca
pletamente vacía. El crédito, espantado jero.
con el rumor que corria, se retirára con —Sí,á lo menos creo que sí, contestó
su habitual egoismo y para hacer frente á la jóven indecisa: vedlo antes, Cocles, y
los cien mil francos que debian reembol caso de estar papá, anunciadle al caba
sar el 15 del mes de la fecha al señor de llero.
Boville y á los otros cien mil francos que —Seria inútil, señorita, contestó el in
vencian el 15 del siguiente mes, el señor glés: el señor Morrel no conoce mi nom
Morrel no tenia, en realidad, mas que la lbre. Este buen hombre ha de decir tan
ALBUM. 185 "
solo que es el "primer dependiente de los —De parte de la casa Thomson y
señores Thomson y French de Roma, con French, á lo menos eso me ha dicho el
los que está en relaciones la casa de vues cajero. -

tro señorpadre. —Y os ha dicho la verdad, caballero.


Lajóven palideció y continuó bajando, La casa Thomson y French tiene que pa
mientras que Coclesy el estranjero siguie gar en Francia portodo el corriente mes
ron subiendo. Ella entró en eldespacho en y el próximo tres ó cuatro mil francos, y
que estaba Manuel, y Cocles mediante conociendo vuestra escrupulosa exactitud,
una llave que tenia en su poder indicio ha comprado todo el papel aceptado por
cierto de lo mucho que privaba con su vos que le ha sido dable y me ha encar
amo, abrióuna puerta situada en un án gado que á medida que vayan venciendo
gulo de la meseta de la escalera del se los plazos de ese papel, recoja de vos su
gundo piso,por la que introdujo al estran importe y dé á los fondos el competente
jero en una antesala; abrió una segunda destino.
puerta que cerró tras sí, y despues de de Morrel arrojó un profundo suspiro ypa
jar solo por un instante al enviado de la só la mano por su frente inundada de
casa Thomson y French, volvió á salir sudor.
haciéndole una seña de que podia entrar. —¿Con qué es decir, caballero, pregun
El inglés entró: encontró al señor Morrel tó Morrel, que vos teneis letras aceptadas
sentado delante de su bufete y palidecien-|por mí?
do á lavista de las horrorosas colunas —Sí, señor; por una suma bastante
del registro en que estaba inscrito su pa considerable.

sivo. Al ver al estranjero, el señor Mor —¿Cuánta cantidad? preguntó Morrel


rel cerró el registro, se levantó y le acer con un tono que procuraba fuese seguro.
cóuna silla, sentándose luego en cuanto —Ved aquí primero, dijo el inglés sa
vió que lo verificaba aquel. cando de su bolsillo un lio,un endoso de
Durante el trascurso de catorce años ha doscientos mil francos librado á nuestro
bia cambiado notablemente el digno co favor por el señor de Boville, *
merciante, que de edad de treinta y seis de cárceles.¿Confesais deber esta suma
años al comenzar esta historia, rayaba ya Señor de Boville ?
en los cincuenta. Sus cabellos habian en —Si, señor; es una imposicion que ve
canecido, su frente se veía cruzada de rificó en micasa al interés de cuatro y me
recelosasarrugas; en fin su mirada en otro dio por ciento, hará como unos cinco años.
tiempo fija é invariable, se habia trasfor —¿Y cuyo plazo vence?...
mado en vaga é irresoluta, yparecia te —La mitad el quince de este mes, la
mer siempre verse precisado á fijarse ó| otra mitad el quince del que viene.
en una idea ó en un hombre. El inglés le —Eso es: ved aquíá mas treinta y dos
º

miraba con una especie de curiosidad mez mil quinientos francos que vencen al fin
clada evidentemente de cierto interés.
del corriente: son libranzas aceptadas por
vosy que nosha proporcionado el corredor.
—Caballero, dijo Morrel, al que este —Las reconozco: dijo Morrel cuyo ros
exámen parecia redoblar la desazon, ¿de tro invadia el rubor de la vergüenza al
seabais hablarme? pensar que por la primera vez de su vida
—Siseñor. Ya sabéis departe de quien no podia hacer el debido honor á su fir
vengo ¿es así? lma ¿Está todo ahí?
47
186 ALBUMI.

—No, señor: tengo á mas que vencen tinuados accidentes de que he sido víctima
al fin de mesestos créditos que nos ha en me han quitado; mas si por desgracia el
dosado la casa Pascale Wild et Turner de Faraon, este último recurso con quecuen
Marsella: cincuenta mil francosá poca di to, me falta,... las lágrimas anegaron los
ferencia, que componen todo junto un to ojos del infeliz armador.
tal de doscientos ochenta y siete mil qui —¡Y bien! preguntó su interlocutor,
nientos francos. ¿si este último resorte os falta?...
Lo que padecia elinfeliz Morrel duran —Pues bien, caballero; contestó Mor
te esta enumeracion no es posible descri rel, cruel es decirio... mas habituadoya á
birlo. -

la desgracia, preciso es que me acostum


—¡ Doscientos ochenta y siete mil qui bre á la deshonra... creo que meveréfor
nientos francos! repitió maquinalmente. zado á suspender los pagos.
—Si señor: contestó el inglés.No pue —¿No tenéis amigos que puedan ayu
do empero ocultaros, señor de Morrel, con daros en esta circunstancia?
tinuó despues de un momento de silencio, Morrel sonrió tristemente.
que respetando vuestra probidad no des — En los negocios, caballero, no hay
mentida hasta la fecha, el rumor que cor amrigos: ya lo sabeis, no hay mas que cor
re en Marsella es de que no os hallais en responsales.
estado de hacer frente á esta clase de ne —Verdad es, murmuró el inglés, ¿con
gocios. qué no teneis mas que una esperanza?
A tan brusca declaracion Morrel se pu —Una sola.
so terriblemente pálido. —¿La última?
—Caballero, dijo, hasta el presente, y —La última.
desde hace mas de veinte y cuatro años —De modo que si esta osfalta.
que me entregó mi padre la direccion de —Soy perdido, caballero; completa
la casa que el mismo regentára por espa mente perdido.
cio de treinta y cinco años; hasta el pre —Cuando venia hácia aquí entraba en
sente no se ha presentado letra alguna, el puerto un buque. -

aceptada por Morrel é hijo, que no haya —Ya lo sé. Un jóven que se me ha man
sido satisfecha por la caja. tenido adicto á pesar de mifunesta estre
—Sí, lo sé; contestó el inglés, pero en lla; pasa una gran parte del dia de pié en
confianza, hablais con un hombre de ho el mirador situado en lo alto de la casa,
nor, decidme francamente, caballero;¿pa con la esperanza de venir el primero á
gareis estos créditos con la misma exacti anunciarme tan felice nueva. Por él he sa
tud?
bido la entrada de ese buque.
Morrel se sobresaltó y miró al que así –¿Y no es el vuestro?
le hablaba con masfijeza de lo que hicie —No: esun buque bordeles, la Giron
ra hasta entonces. da viene de la India tambien, pero no es
—A las cuestiones propuestas con tanta el que yo espero.
franqueza, dijo, debe darse una contesta —Tal vez habrá sabido noticias del Fa
cion franca tambien; sí, caballero, paga raon y os trae alguna nueva.
ré, si como espero, llega mi buque salvo —¿Será preciso que os lo diga, eaba
r

al puerto, puesto que su llegada me de llero? tan sensible me es ir á saber noti


volverá el credito que los sucesivos y con cias de mi fragata como permanecer en la
ALU"MI, 187

incertidumbre. Esta, conserva al menos Morrel palideció espantosamente: Julia


la esper-aza: y luego, añadió el señor Mor se arrojó en sus brazos.
rel con apagada voz: este retardo no es — Oh! ¡padre mio,padre mio! dijo,
natural; el Faraon salió de Calcuta, el 5 ¡valor!
de febrero, hace mas de un mes que de —¿Con que el Faron se ha perdido?
biera hallarse aqui. preguntó Morrel con voz ahogada.
—¿Qué será eso, dijo el inglés con oido La jóven no contestó; pero hizo con la
atento, qué significa ese rumor? cabeza que apoyaba en el pecho de su pa
—¡Oh! ¡Dios mio! ¡ Dios mio! es dre, una señal afirmativa.
clamó Morrel palideciendo,¿qué me falta —¿Y la tripulacion?preguntó Morrel?
todavia? —Se ha salvado, dijo la jóven, gracias
Sonaba efectivamente un grande rumor al navio bordelés que acaba de entrar en
en la escalera;iban y veniany se oyó tam el puerto.
bien un grito de dolor. Morrel se levantó Morrellevantó sus dos manos al cielo.
para ir á abrir la puerta, mas le faltaron con una espresion de resignacion y de sú
las fuerzas y volvió á caer en su sillon. blime reconocimiento.
Los dos hombres quedaronfrente áfren —Gracias Dios mio, dijo: por lo me
te: Morrel temblando como un azogado, nos yo solo soy la víctima.
el estrangero mirándole con una espresion Apesar de la flema que aparentaba el
de profunda piedad. El rumor habia ce inglés, una lágrima humedeció sus pár
sado, mas apesar de eso se hubiera dicho pados.
que Morrel esperaba alguna desgracia. —Entrad, dijo Morrel;pues que pre
Aquel rumor debia ser producido por una sumo estareistodos ahi en la puerta.
causa yesta debia tenersus consecuencias. En efecto, apenas pronunciára estaspa
Parecióle al estrangero que subian con labras, cuando entró llorando la señora
tiento la escalera y que los pasos, al pa Morrel, seguida de Manuel: en el fondo
recer de muchas personas, se detenian en de la antesala se veian las rudas faccio
la meseta. Introdujeron en la cerradura nes de siete ú ocho marineros medio des
de la primera puerta una llave, y se oyó nudos. A la vista de aquellos hombres el
cual rechinaba aquella puerta sobre sus inglés se inmutó: dió un paso como para
goznes. dirijirse á ellos, pero conteniéndose fué á
—Tan solo dos personastienen llave de ocultarse en el rincon mas oscuro y aisla
esa puerta, murmuró Morrrel; Cocles y do del gabinete. La señora Morrel se sen
Julia. - -

tó en el sillon, tomó entre las manos una


Al propio tiempo se abrió la segunda de las de su marido, mientras que Julia se
puerta en que apareció la jóven, pálida y mantenia en pié, apoyada en el seno de
bañadas en llanto sus megillas. Morrel se su padre. Manuel quedó en medio del
levantó temblando, y se afianzó en uno de cuarto y parecía servir de lazo entre el
los brazos del sillon, pues sin aquel apoyo grupo de la familia Morrel y los marinos
no hubiera podido tenerse en pié.Trata que habia en la puerta.
ba de interrogarla pero habia perdido la —¿Como sobrevino eseacontecimiento?
palabra. preguntó Morrel.
—¡Oh ! padre mio, dijo la jóven jun
tando sus manos, perdonad á vuestra hija —Acercaos Penelon, dijo el jóven, y
contad el suceso.
el ser mensagera de aflictivas nuevas.
188 AI.BÜM.
Un viejo marinero, bronceado por el ria y recoje sobras y pinta-foques.» Ya era
sol del Ecuador, se adelantó machucando tiempo: apenas se ejecutára la orden cuan
entre sus manosj los restos de su som do se nos encajó el chubasco encima y el
brero. buque empezó á escorar. « Bueno , dijo el
—Buenos dias , señor Morrel ; dijo, co capitan, aun tenemos demasiadas velas;
mo si se hubiese marchado de Marsella el carga y aferra mayores. » Cinco minutos
dia antes y llegase de Aix ó de Tolon. despues estaban ya aferradas y navegába
—Buenos dias, amigo mio; dijo el ar mos con la mesana , gavias y juanetes.
mador , no pudiendo menos de sonreirse " ¿Que tal, padre Penelon, me dijo el ca
apesar de sus lágrimas; mas ¿donde está pitan ; porque sacudis de ese modo la ca
el capitan ? beza ? » Porque yo en vuestro lugar , no
—En cuanto al capitan , señor Morrel , me quedaria aun con tanta vela en viento.
quedó enfermo en Palma; mas, Dios me « Creo que tienes raz«n, viejo , dijo ; va
diante, su mal no será nada y vereisle lle mos á tener otra turbonada. » Por ejem
gar dentro breves dias tan fresco y loza plo, capitan, le contesté; el que nos com
no como yos y yo. prara lo que se está fraguando allá bajo en
—Está bien.... ahora hablad, Penelon; cambio de un golpe de aire no podria me
dijo Morrel. nos de ganar en el cambio; es una tempes
Penelon pasó su mascada de tabaco del tad en regla , cual jamás la haya yo visto.
carrillo derecho al izquierdo, puso la ma Esto lo dije porque veia vénir el viento
no delante la boca, volvió la cabeza, es cual se ve el polvo en Montredon feliz
cupió en la antesala una gran porcion de mente daba con un hombre que le cono
saliva negruzca, adelantó un pié y bam cía.
boleándose sobre sus caderas dijo r « Listos á tomar dos fajas de rizos á
—Por lo demas, señor Morrel, estaria las gavias, gritó el capitan; larga bolinas, '
mos sobre poco mas ó menos entre el cabo bracia en cruz, arria y aferra juanetes, y
Blanco y el cabo Bojador, adelantando con pasad los palanquines de respeto á las ber-
hermosa brisa Sud-sud-oeste, despues de (gas.»
haber ido á bordadas durante ocho dias de — Todo eso no es suficiente en esos pa
calma, cuando el capitan Gaumard se me rajes, dijo el inglés; yo hubiese tomado
acerca, es preciso deciros que yo estaba en cuatro rizos á las gavias y me hubiese de
el timon, y me dijo: «Padre Penelon, sembarazado de la mesaná.
¿que opinais de aquellas nubes que se le Esta voz firme, sonora é inesperada so
vantan allá bajo, en el horizonte?» Pre bresaltó á todo el mundo. Penelon puso su
cisamente las estaba contemplando ahora, mano haciendo sombra á l¿ vista y miró al
¿lo que pienso yo, capitan? lo que pienso que censuraba con tanto aplomo la manio
que suben mas aprisa de lo que debieran, y bra de su capitan.
que son mas negras de lo que conviene á —Nosotros hicimo* aun mas que eso ,
unas nubes que no abriguen siniestras in caballero, dijo el viejo marino con cierto
tenciones. « Esa es tambien mi opinion , respeto, porque a mas de aferrar hasta el
dijo el capi'an, y voy á tomar desde eljjtrinquete hemos braceado en cruz á fin de
momento mis precauciones. Tenemos ten correr en popa la tormenta. Diez minutos
didas demasiadas velas para el viento que¡ Jespues aferramos las gavias y nos queda
va á cargar de repente.... ¡ Hola, eh ! ar dos á palo seco.
ALBUM. 189
r de salvar los individuos. A la cha
-El buque era demasiado viejo para trata
arriesgarse á todo eso, dijo el inglés me lupa, hijos mios, lo imas pronto esible:...»
Escuchad, señor lo rel, continó Pe
neando la cabeza.
nelo n, nosotros a los en en
–Pues bien; precisamente fué eso lo
que nos perdió: al cabo de doce horas de Faraon; mas preo , , n.
llevarnos al retortero de modo queparecia rino á su buque es “ . ".
... "

andar el diablo en el negocio, se nos de Así que no nos icinos , , , ,ns- .


claróuna via de agua «Pen elon , me dijo que, ya ves, el buqu e se a pre
, es ,
el capitan; creo que nos llenamos: buen ia decirnos. «; " ,
viejo, dame la caña y baja á la bodega.« el pobr e Fara u ,ie se
Le entregué el timon y bajé: habia ya hundirse bajo nuestro es en
".
trespies de agua. Volví á subir grita ndo, tensi on de la pa rºsa s
¡á las bombas! ¡á las bombas ! mas ay nos que en un air y es ,, ,
Dios, era ya demasiado tarde. Pusiéronse tuvo en el mar i e
manos á la obra, pero creo que cuanta en ella. El cºn »:
más sacábamos mas se aumentaba. ¡Ah! jorno, no hjo, eje o "
por Cristo, dije desp ues o
de cuatr hora s dona r el bue , o e le -
de trabajar,puesto que nos vamos á fondo zos y lo lancé á lis camaras y "o
dejémosle ir á pique no se muere sino una esto salté á mi vez. era te pe
vez. «¿Así es como das el ejemplo, tio Pe nas acabé de sar, el pie se ,,,
nelon? dijo el capitan, ¡ pues bien ! ¡espe tal estru endo que se era de , .
a
ra, esper !» y fué á su cama rote en busc a anda nada de un buj e de á cuare y
de un par de pistolas. «Elprimero que de ocho. Diez minutos despues se
je la bomba, dijo, le abraso los sesos!» proa, luego la popa, luego es a ge
—Muy bien, esclamó el inglés. sobre sí mismo cual un perro qe je
–Nada da tanto valor como las buenas con su cola, y despues, buenas neces,
razones, continuó el marino,y tanto mas brrrru. Todose acabó; cl Faron nee.
cuanto que el tiempo se iba aclarando y el Por lo que toca á nosos, evs
viento habia cesado,mas tampoco era ne tres dias sin comer ni her y " ,
nos cierto que el agua ascendia mas y ya de echar suertes sobre qc soria
mas, no mucho, unas dos pulgadas por ho de alimento á los demás, enados es
ra, mas ello es que subia; dos pulgadas, la Gironda, á la que hicimos se
rez, r:o
por hora; que al parecer es nada, mas al por fortuna echó de ver; ende
cabo del dia son veinte y cuatro pulgadas hácia nosot ros, nos envi ó su ch .
yveinte y cuatro pulgadas componen dos recog ió á su bord s. Héos aquí el o
pies. Dospies y tres que ya teni amos ha tal cual acont eció, seño r More l, p.
no ¿uo así
cen un total de cinco. Por lo que cuando de honor,por la fé de mari
un buque tiene cinco piés de agua en su comp añer os?
lbarriga puede muy bien pasarplaza de hi Un murm
ullo de general aprobacion in
dicó que el narrador había reundo todos
drópico. «Vamos, dijo el capitan, basta giospor la verdad con que conti
los sufra
con lo que se ha practicado; el señor Mor
el suces o y por lo pintoresco e
rel nada tendrá que echarnos en cara: he ...
ales.
mos hecho cuanto nos ha sido posible pa
ra salvar la embarcacion: ahora espreciso —Bien, amigos mios, dijo Morre, se
48
190 ALBUM.

hombres cumplidos; ya sabia yoque en la nos; miráronse unos á otros como azora
desgracia que me sobrevenia no habia otro dos. Penelon,alque faltára la respiracion,
culpable que mi destino.Es la voluntadde por poco se traga la mascada de tabaco,
Dios, no la falta de los hombres. Adore mas felizmente llevo á tiempo la mano á
mos tan santa voluntad. ¿Y cómo estais la garganta.
de socorro? —¡Cómo ! señor Morrel, esclamó con
—¡Bah! ¡ bah! no hablemos de eso se voz ahogada, ¿nos despedís? ¿estáis que
ñor Morrel. joso de nosotros?
—Al contrario: ajustemos cuentas; dijo —No, hijos mios, dijo el armador, no,
el armador con triste sonrisa. no estoy descontento de vosotros muy al
–Pues bien; se nos deben tres meses. contrario; tampoco yo os despido; pero
—Cocles, entregad doscientosfrancos á ¿qué quereis? como ya no tengo buques
cada uno de estos escelentes marinos. En tampoco necesito marineros.
otra época, amigos mios, dijo Morrel, os —¡Cómo! no teneis buques, dijo Pe
hubiese ajustado las cuentas, y os hubiese nelon, ¡quéimporta ! mandareis construir
regalado á cada uno doscientosfrancos de otros; esperarémos; felizmente sabemos
gratificacion pero lostiempos son malos, ya lo que es correr de bolina.
amigos mios, y el poco dinero que me —No tengo dinero para hacer construir
queda no me pertenece; dispensadmepues nuevas embarcaciones, Penelon, dijo el
y no por eso me estimeis menos. armador con triste sonrisa. No puedo por
Hizo Penelon un gesto de enterneci consiguiente aceptar vuestra oferta por
miento, juntóse con sus compañeros con afectuosa que sea.
los que tuvo una corta conversacion y —¡Pues bien! si no teneis dinero tam
volvió. poco teneis que pagarnos, harémos como
–¿Y para qué ese dinero, señor Mor el pobre Faraon, corréremos ápalo seco,
rel? dijo pasando su mascada de tabaco yse acabó.
del uno al otro lado de la boca y lanzando —Basta, basta, amigos mios; dijo Mor
una porcion de saliva que fué á reunirse rel sofocado por la emocion; basta, os lo
con la primera; y repitió ¿para qué ese ruego. Ya mejorarán lostiempos. Manuel;
dinero ? añadió el armador, acompañadles ypro
—¿Qué quereis decir? curad que se cumplan mis deseos.
—Ese dinero. –Por lo menos, no nos de pedimossi
—¿Y bien, ese dinero, que? - hasta otro dia, ¿no es asi, señorMor
–¿Qué? señor Morrel; los amara ? dijo Penelon.
dicen que por de pronto tienen bastante -Si, amigos mios; por lo menos asi lo
con cincuenta francos cada uno y que pa espero. Marchad.
ra el resto esperarán. É hizo un signo áCocles para que an
—¡Gracias, amigos mios, gracias! es dára delante: los marinos siguieron al ca
clamó el señor Morrel enternecido; teneis iero, y á aquellos Manuel.
todosun corazon bellísimo; pero tomad, —Ahora, dijo el armadorá su esposa y
tomad; si hallais un buen acomodo no le á su hija; dejadme solo un instante. tengo
dejeispasar, sois libres. que hablar con el señor.
Esta última parte de la frase produjo É indicó con la vista al comisionado
un efecto prodigioso en los dignos mari de la casa Thomson y French que habia
ATLBUMI, 101

quedado en pié é inmóvil en unrincondu —Yyo osesperaré, caballero, dijo Mor


rante esta escena, en la que no tomó par rel, yvosseréispagado ó yo habré muerto.
te sino con algunas palabras, que hemos Estas últimas palabras las pronunció tan
citadoya. Las dos mugeres dirigieron sus bajo que el estrangero no pudo oirlas. Re
miradas al estrangero al que habian com novó las letras, rasgó las antiguas y el
pletamente olvidado, y se retiraron; mas pobre armador se encontró por lo menos
al marchar la jóven lanzó á aquelhombre con tres meses de plazo para reunir sus
una mirada de rendida súplica á la que últimos recursos. El inglés recibió las mas
contestó con una sonrisa que un indiferen vivas demostraciones de gratitud con la
te observador se hubiese admirado de ver flema peculiar á sur nacion, y se despidió
en aquel rostro glacial. Los dos hombres de Morrel, que bendiciéndole le acompañó
quedaron solos. -
hasta la puerta. En la escalera encontróá
—¿Y bien, caballero? dijo Morrel de Julia; la jóven hacia cono que bajaba,
jándose caer en su sillon; ya lo habeis vis mas en realidad le esperaba.
to, ya lo habeis oido, no tengo por lotan —¡Oh! caballero, dijo juntando sus
to nada que añadiros. II.3DOS,

—He visto, caballero, dijo el inglés,que —Señorita, contestó el estrangero; re


os ha sobrevenido una desgracia inmere cibiréis un dia una carta firmada.... Sim
cida como las otras, y esto me afirma en bad el marino... Ejecutad al pié de lale
los deseos que ya tenia de seros útil. tra lo que os dirá aquel escrito,por estra
-¡Oh! caballero, dijo Morrel. ño que os parezca el encargo.
—Veamos pues, continuó el estrangero; —Está bien, señor, contestó Julia.
yo soy uno de vuestrosprincipales acree –¿Me prometeis hacerlo?
dores ¿no es cierto? —Os lo juro.
—Sois por lo menos el que posee valo –Corriente: adios, señorita; continuad
resá mas corto plazo. siendo una doncella buena y pura cual
—¿Deseariais que os concediese una ahora, y espero que Diosos recompensará
próroga? dándoos á Manuel por esposo.
—Una demora podria salvar mi honor, Julia lanzó un ay á media voz, púsose
dijo Morrel, y por consiguiente la vida.colorada como una cereza y se asió á la
—¿Cuanto tiempo necesitais? baranda para no caer. El estrangero con
Morrel estuvo indeciso. tinuó su camino haciéndole un gesto de
-Dos meses, dijo por fin. despedida. En el patio encontróá Penelon
—Bueno; yo os concedo tres. |que tenia un cartucho de cien francos en
-Pero, continuó Morrel; creeis que la cada mano y estaba como indeciso sin de
casa Thomson y French... cidirse á llevárselos.
-Quedad tranquilo, caballero; queda á —Venid, amigo mio, le dijo, tengo que
mi cargo.... ¿Estamos hoy al 5 dejunio? hablaros.
–Si. XXX.
-Pues bien; renovadme estas letras al EL CINCO DE SETIEMBRE.

5 de setiembre, y en este dia á las 11 de La espera concedida por el comisionado


la mañana, (el péndulo señalaba precisa de la casa Thomson y French, en el mo
nente las 11 en aquel momento) me pre mento en que Morrel menos lo esperaba,
sentaréyo aqui. parecióle al pobre armador uno de esos
192 ALBUM.

mensajeros de felicidad que anuncian al trema cuando vieron al fin de mes que
hombre que la suerte se cansa ya de ce-cubría los compromisos con su ordinaria
barse en él. En el mismo dia contó el su-ecsactitud; mas apesar de eso no renació
ceso á su hija, á su esposa y á Manuel, la confianza en los espíritus, ytodosuná
con lo que renació en aquella familia un nimemente aplazaron para fines del si
rayo de esperanza ya que no de tranquili-guiente mes el balance que debia poner
dad. Pero desgraciadamente tenia pendien-en claro la fatal posicion del infeliz ar
tes otros negocios á mas de los de la casa nador.
Thomson y French que tan noblemente Pasóse todo el mes en enojosas tentati-
se portára con él. Como ya va dicho, en vas por parte de Morrel á fin de reunir
el comercio no hay amigos, sí solo corres-todos sus recursos. En otro tiempo, su pa
ponsales. Despues de mucho reflexionar pel era tomado con confianza á cualquier
sobre ello no pudo atinar en la causa de precio, y aun hasta buscado. Probó Mor
tan generosa conducta por parte de los se- rel de negociar papel á los noventa dias,
ñores Thomson y French para con él; y mas halló cerradas todas las cajas. Feliz
solo se lo esplicaba por esta reflexion, mente debia tenerMorrel algunas entra
egoista átodas luces, que tal vez se hicie-das con las que podia contar; estas se ve
ra dicha casa. «Vale mas sostener á un rificaron y Morrel se vió en el caso de
hombre que nos debe cerca trescientos mil poder cubrir sus compromisos á fin de
francosytener estos trescientos mil fran-julio.
cos al cabo de tres meses que apresurar su Por lo demas, nadie habia vuelto áver
ruina, y cobrar solo el seis ú ocho por en Marsella al comisionado de la casa Thom
ciento del capital. son y French. Al siguiente dia de su visi
Desgraciadamente, ya por odio, ya porta al señor Morrel, habia desaparecido: y
ceguedad, no todos los acreedores de Mor-como no habia tenido en Miarsella mas re
rel se hicieron la misma reflexion, y aunlaciones que con el maire , con el inspec
algunos pensaron en sentido contrario. Las tor de cárceles y con Morrel, su tránsito
letras aceptadaspor Morrel fueron presen-|no dejórastro sino en los distintos recuer
tadas para su cobro con escrupulosorigor, dos de estas tres personas. En cuanto á
y gracias á la dilacion concedida por ellos marineros del Faraon habian sin duda
inglés, fueron pagadas por Cocles á su encontrado colocacion pues que tambien
presentacion. Continuó pues Cocles en su habían desaparecido.
fatídica tranquilidad; pero Morrel viera | El capitan Gaumard, repuesto ya de la
con terror que si hubiese tenido que reem indisposicion que le retuviera en Palma,
bolsar el 15 los cincuenta mil francos al volvió á Marsella. Estaba receloso de pre
señor de Boville y el 30 los treinta y dos sentarse al señor Morrel, mas este supo su
mil quinientos francos en letras por las que llegada, y fué en persona á buscarle. El
asi como para el crédito del inspector de dino armador sabia de antemano, por la
| •

cárceles, obtuviera plazo mas largo, en narracion de Penelon, la valerosa conduc


aquel mes se veia perdido sin remedio. ta del capitan cuando el siniestro desastre,
La opinion general en Marsella estaba por lo que fué él quien tuvo que conso
unánime en que con lossucesivos contra-llarle. Llevóle el importe de su sueldo, que
tiempos que le abrumaban, Morrel no po-el capitan Gaumard no quiso ni siquiera
dia sostenerse. La admiracion fué
ALBUMI, 193
Al bajar la escalera, encontróse el se con la acostumbrada atencion el papel que
ñor Morrel con Penelon que subia. Este se le presentaba, y desde la primera á la
habia, al parecer, empleado bien su dinero, última satisfizo todas las letras con la mis
pues que llevaba un vestido todo nuevo. ma exactitud. Hasta se presentaron dos
Al ver al armador, el digno timonero pa letras intervenidas por el señor Morrel y
|
reció muy embarazado, arrinconóse en el que Cocles pagó con la misma exactitud
ángulo mas separado de la meseta, pasan que si hubiesen sido negocios peculiares
do alternativamente su mascada de tabaco del armador. Nadie podia comprenderlo,
de derecha á izquierda y de izquierda á asi que prorogaron, con la especial tena
derecha, girando susgrandes ojos azora cidad de los profetas de malas nuevas, la
dos y no contestósino con una tímida pre bancarrota para fin de setiembre.
sion al apreton de mano que le diéra con El dia primero de este mes llegó Mor
su ordinaria cordialidad el señor Morrel.
rel: esperàbale toda su familia con gran
Este atribuyó el embarazó de Penelon á ansiedad: de este viage á Paris debía sur
la elegancia de su traje: era evidente que gir la primerafuente de salud;Morrelha
el buen hombre no habia podido vestirse bia pensado en Danglars, millonario en
de su cuenta con tanto lujo; estaba pues aquella fecha y que á mas debia estarle
ajustado sin duda á bordo de algun otro reconocido por cuanto á consecuencia de
buque, y suvergüenza provenia, si pue la recomendacion de Morrel, Danglars en
de espresarse así, de no haber llevado por trara al servicio del banquero español en
mucho tiempo luto del Faraon. Tal vez cuya casa comenzára su inmensa fortuna.
venia para ofrecer al capitan Gaumard Hoy en dia, Danglars, decian; es hom
una parte en su buena fortuna y hacerle bre de seis á ocho millones, y un crédito
proposiciones de parte del nuevo amo. ilimitado; Danglarssin sacar de su faltri
—¡Bella gente! dijo el armador ale quera un escudo puede salvar á Morrel :
jándose; pueda vuestro nuevo amo ama no tiene mas que garantir el préstamo que
ros como yo os amaba y ser mas felizque este contraiga y queda salvado. Morre
yo he sido ..... hacia tiempo que pensaba en Danglars,
Discurrió el mes de agosto "para el se mas uno tiene en su interior esas antipa
ñor Morrel empleado en esfuerzos para tías instintivas que no es dueño de don
restablecer su antiguo crédito ó abrirse nar, y Morrel habia retardado todo lo po
otro nuevo. El 20 de agosto se supo en sible en acudirá este medio estreno. Y
Marsella que habia tomado un asiento en Morrel habia tenido razon, puesto que al
la diligencia, y se atribuyó esta marcha á. fin volvia entonces quebrantado por la hi
que el señor Morrel no queria presenciar millacion de una negativa.
personalmente su declaracion de quiebra; De modo que á su vuelta, no exhaló
acto que no podia diferirse despues de fi lamento alguno, ni profirió ninguna re
nes del mismo mes, delegando susfacul criminacion: abrazó llorando á su esposa
tades sin duda á su primer dependiente yá su hija, tendió una mano de amigo á
Manuel y á su cajero Cocles. Mas contra Manuel, encerróse en su gabinete del se
todas las presunciones, vino el dia,31 de gundo piso y mandô llamaráCocles. .
agosto y la caja se abrió como de costum —Lo que es ahora, dijeron lasmugeres
bre. Cocles apareció en su escritorio, tran áManuel, somos perdidos.
quilo como el justo de Horacio; examinó Luego, en un pequeño conciliábulo ce
49
¡94 ALBUM.
Jebrado entre ellas, convinieron en que — ¡Oh! ¡ señorita, señorita ! ¡quéhor-
Julia escribiria á su hermano, que se ha- rorosa desgracia ! ¡quien hubiese jamás lle
liana de guarnicion en Nimes, para que se gado á figurársela !
viniese sin Idemora. Las pobres conocían —Un instante despues volvió á verle su-
que necesitaban de todas sus fuerzas para bir, cargado con dos ó tres registros , una
sobrellevar el golpe que las amenazaba, á" cartera y un saquillo de plata. Morrel con
mas de que Maximiliano Morrel , aunque sultó los registros, examinó la cartera, con -
«penas de edad de veinte y dos años, te tó el dinero. Todos sus recursos montaban
nia ya una grande influencia sobre su pa á seisú ocho mil francos, las entradas has
dre. ta el dia 5 , á cuatro ó cinco mil ; todo lo
Erase un joven recto é inflexible. Des que componía, contando un poco largo, un
de el momento en que se trató de elegírj activo de catorce mil francos para hacer
carrera , su padre no quiso indicarle nin ¡frente á un crédito de doscientos ochenta
gun porvenir , consultando solo la volun y siete mil quinientos francos. No habia
tad y deseos del jóven. Este determinó medio de ofrecer á cuenta tan corta can
entonces seguir la carrera militar, paralo tidad.
que hizo escelentes estudios, entró por opo-| Con todo, cuando Morrel bajó para co
sicion en la escuela politécnica , y de allí mer, parecía bastante tranquilo. Aquella
salió 'á subteniente con destino al 53 de calma espantó mas á las dos mugeres de
línea. Al cabo de un año que poseia este| lo que lo hiciera el mas profundo abati
grado se le prometió el de teniente en la miento. Despues de comer, Morrel tenia
primera proposicion. En el regimiento , jla costumbre de salir un ratoá paseo: íba-
Maximiliano Morrel era citado como el se á tomar su café al de los Marinos y leia
mas rigido observador no solo de las obli allí el Semafore : aquel dia en vez de salir
gaciones que le correspondian como á sol volvió á subirse á su escritorio.
dado, sí que de los deberes del hombre en En cuanto á Cocles parecía alelado. Ha
sociedad, de modo que se le llamaba el bia pasado una parte del dia en el patio ,
Stoico. Es por demas decir que muchos |sentado sobre una piedra., descubierta la
de los que le designaban con este epíteto cabeza y espuesta á un sol de treinta gra
lo repetían tan solo por haberlo oido, mas dos
no porque supiesen su significado. A este Manuel trató de tranquilizar á las nw-
jóven pues enviaron á buscar su madre y geres, pero faltábale persuasiva. El jóven
hermana para que las ayudáse á sobrelle estaba demasiado al corriente de los nego
var los graves conflictos que presentían. cios de la casa , para no presentir la gran
Y efectivamente no se habian engaña catástrofe que pesaba sobre la familia Mor
do sobre la gravedad de las circunstancias, rel. Llegó la noche : las dos mugeres que
porque un instante despues de entrar Mor daron en vela esperando que al bajar Mor
rel en su gabinete con Cocles, Julia vió rel de su gabinete entraria en su cuarto ;
salir á este último pálido, temblando y mas le oyeron pasar por delante su puer
con la vista descarriada. Quiso interrogar ta, aligerando el paso sin duda por temor
le cuando pasó por su lado mas el buen de que le llamáran. Escucharon ellas con
hombre, continuando en bajar la escalera
con una precipitacion que no le era natu ¡atencion y le oyeron entrar en su cuarto
ral , se contentó con esclamar levantando' cerrando la puerta por dentro.
sus manos al cielo. I La señora Morrel hizo acostar á su hi«
ALBIM. 195
ja; al cabo de media hora de haberse re Julia hizo como que buscaba la llave.
tirado ésta, se levantó, quitóse los zapatos —Tal vez la habré dejado en mi cuar
y se deslizó por el corredor á fin ,de ver to , dijo.
por el ojo de la llave lo que hacia su ma Y salió : mas en vez de ir á su cuarto ,
rido. En el corredor percibió una sombra bajó corriendo y fuélo á consultar con Ma
que se ¡retiraba. Era Julia que inquieta nuel.
tambien , habia precedido á su madre. La —No entregueis á vuestro padre esa lla
joven se dirigió á su madre y la dijo : ve, dijo, éste y mañana por la mañana, si
—Está escribiendo. es posible no os separeis de su lado.
Las dos mugeres se habian ¡entendido Probó ella de preguntar á Manuel, mas
sin hablar. este no sabia ó tal vez no queria decir
La señora Morrel se inclinó hasta po mas.
«erse al nivel de la cerradura , y vió que Durante la noche del 4 al 5 de setiem
en efecto Morrel escribia ; mas lo que no bre, la señora .Vorrel estuvo siempre con
vió su hija lo observó ella : su marido es el oido pegado al tabique que la separaba
cribia en papel sellado. Vínole á la imagi de su esposo : hasta las tres de la madru
nacion la terrible idea de que escribia su gada , oyóle andar ajitado por su habita
testamento : conveliéronse todos sus miem cion ; á esta hora se acostó. Las dos mu-
bros pero tuvo sin embargo la suficiente geres pasaron la noche juntas: desde la vis
fuerza para no decir nada. pera esperaban á Maximiliano. A las ocho
Al siguiente di;t parecía el señor Morrel de la mañana, entró el señor Morrel en
.completamente tranquilo; estúvose en.su su cuarto: estaba tranquilo, mas la ajita-
bufete como de ordinario, bajó .para al cion de la pasada noche se veía impresa
morzar segun costumbre : tan solo despues en su semblante pálido y traspostado. Las
de comer, hizo sentar á su hija á su lado y mugeres no se atrevieron á preguntarle si
«ojiendo su cabeza la estrechó largo rato| habia descansado. Morrel se portó mejor
«ontra su pecho. Por la noche dijo Julia ájcon su muger y mas paternal con su hija
su madre, que aunque en apariencia tran de lo que jamás lo hubiera hecho , no se
quilo, el corazon de su padre latia con vio cansaba de mirar y de abrazar á la pobre
lencia. Los dos dias siguientes se pasaron niña.
del mismo modo. El 4 de setiembre por Julia se acordó de lo que le encomen-
la noche, el señor Morrel exigió de su hi dára Manuel y quiso seguir á su padre
ja le devolviese la llave del gabinete. Julia cuando salió: mas éste la rechazó con sua
se estremeció á esta exigencia que le pa vidad.
reció siniestra. ¿ Por qué su padre la re —Quédate con tu madre, dijo.
cogía aquella llave que siempre habia te Julia quiso insistir.
nido en su poder escepto cuando , siendo —Yo lo quiero, dijo Morrel.
niña, se la queria castigar? La joven miró Era esta la vez primera que hablaba
pasma 'a al señor Morrel. tan imperiosamente á su hija. « Yo lo
—¿En qué puedo haberos disgustado, quiero » mas lo habia dicho con un acen
para que me recojais esa llave? to de tan paternal dulzura que Julia no se
— Kn, nada niña mía; contestó el infor
tunado Morrel, al que tan sencilla pregun atrevió á dar un paso mas. Quedóse en el
ta hizo brotar las lágrimas; tan solo es un mismo lugar, de pié, muda é inmóvil. Un
instante despues la puerta volvió á abrirse
196 ALBUM,

y sintió dos brazos que ceñian su cuerpovantó los ojos buscando para interrogarle
y una boca que besaba su frente. Levantó al hombre que le habia traido el billete,
los ojos y arrojó una esclamacion de gozo mas habia desaparecido. Dirijió por segun
—¡Maximiliano! ¡hermano mio! es da vez los ojos sobre el escrito para leerle
clamó. lde nuevo y entonces observó un post scrip
A este grito, la señora Morrel se preci-|tun que leyó:
pitó y arrojó en los brazos de su hijo. «Es importante que desempeñeis esta
–Madre mia, dijo el jóven mirando al-comision en persona y sola; si venís en
ternativamente á la señora Morrel y á su compañia ú otro sugeto se presenta en
hija, ¿que es lo que hay? ¿que sucede? vuestro lugar, el conserge contestará que
¡vuestra carta me espantóy he venido vo no sabe de que se le habla.»
lando ! Esta posdata fué un poderoso minora
–Julia, dijo la señora Morrel haciendotivo de la alegria de la jóven. ¿No tenia
una señal al jóven; véá decir á tu padre ella nada que temer? ¿no seria esto algun
que Maximiliano acaba de llegar. lazo que le tendian? Ignoraba en su ino
La jóven se lanzó fuera del cuarto, cencia los peligros que podia correr una
al subir el primer escalon se encontró conjóven de su edad. Mas no es necesario co
un hombre que llevaba una carta en la|nocer el peligro para temerlo: hay tam
manO. bien que observar una cosa y es que pre
—¿Seriais tal vezvos la señorita Juliacisamente son los peligros desconocidos los
Morrel? dijo este hombre con un acentoque inspiran mayor terror. Julia estaba
italiano de los mas pronunciados. indecisa; resolvió por fin aconsejarse con
–Si, señor, contestó Julia balbucean-|alguien; mas por un sentimiento original
do;¿que me quereis? ¡ no tengo el honor|no fué á su madre ni á su hermano áquie
de conoceros ! nes acudiópara ello; fué á Manuel.
—Leed esta carta, dijo el hombre dán Bajó pues; contóle lo que la sucedió el
dola un billete. dia en que elcomisionadode la casa Thom
Julia dudó. son y French vino á casa de su padre;es
—Vá en ello la salud de vuestro padre, plicóle la escena de la escalera, repitióle
dijo el mensajero. palabra por palabra la promesa que le hi
La jóven le arrancó de las manos el es ciera y le enseñó la carta.
crito que abrió conviveza, y leyó: -Es preciso ir, señorita, dijo Ma
«Marchad al instante mismo á la calle nuel.
de Meillan, entrad en la casa núm. 15, -¿Ir? murmuróJulia.
pedid al portero la llave del cuarto del —Si; yo os acompañaré.
quinto piso, entrad en aquella habitacion, "—¿Mas no habeis visto que debo ir
tomad un bolsillo de seda encarnada que Sola?

vereis sobre el antepecho de la chimenea, —Tambien ireis sola, contestó el jóven;


llevadlo ávuestro padre. Es importante yo os esperaré en la esquina de la calle del
que la tenga antes de las once. Meprome Museo: si veo que tardais lo bastante para
tisteis obedecermeciegamente:os recuerda causarme inquietud iré entonces á reunir
vuestra promesa me con vos, y yo os respondo que desgra
SIMBAD, EL MARINO. ciados de aquellos de quienes medigaisque
La jóven lanzó un grito de alegria, le os han dado que sentir.
ALbrn. 197
—Con que, Manuel, dijo la jóven inde-arrojó un grito de sorpresa al percibir á
cisa aun; ¿sois de parecer que me preste á Maximiliano pues ignoraba la llegada del
esta invitacion? -- jóven. Quedóse inmóvil en el mismo lu
—Si: ¿no os ha dicho el mensagero que gar, apretando con su brazo izquierdo un
iba en ello la salud de vuestro padre? objeto que tenia oculto debajo el redingo
—Mas, por fin, Manuel; ¿que peligro te. Maximiliano descendió con prontitud
corre? preguntó la jóven. |los escalones y se arrojó al cuello de su
El jóven dudó, mas el deseo de deter padre: mas de repente retrocedió, dejando
minará la jóven de una vez y sin retardo tan solo su mano derecha apoyada en el
le resolvió: pecho de Morrel.
—Escuchadme, la dijo; hoy es el 5 de —Padre mio, le dijo palideciendo como
setiembre, ¿no es asi? un muerto; ¿por qué llevais un par de
—Si. pistolas debajo de vuestro redingote?
—Hoy á las once, vuestro padre tiene —¡Oh! he ahi lo que yó temia, dijo
que pagar cerca trescientos mil francos. Morrel.
—Si: lo sabemos. -
—¡ Padre mio... padrenio ! en nombre
—Pues bien, dijo Manuel, apenas hay de cielo, esclamó el jóven, ¿para que que
quince mil en caja. reis esas armas?
—En este caso ¿que es lo que va á su —Maximiliano, contestó Morrel fijando
ceder? en su hijo la vista; tu eres hombre y hom
—Vá á suceder que hoy, antes de las bre de honor: ven y te lo diré.
once, si vuestro padre no ha encontrado Y Morrel subió con segura planta á su
alguien que venga en su ayuda, al me gabinete, mientras que Maximiliano le se
dio dia se verá obligado á declararse en guia sin poderse cuasi sostener. Morrel
quiebra. , abrió la puerta que cerró tras de su hijo;
—¡Oh! venid, esclamó la jóven arras atravesó luego la antesala, se acercó al bu
-

trando consigo áManuel. fete, dejó las pistolas sobre un ángulo de


Mientras pasaba esta escena la señora la mesa y designó con la punta del dedoá
Morrello había contado todo á su hijo: su hijó un registro abierto. En aquel re
el jóven sabia bien que de resultas de lasjistró se veia consignado el estado exacto
desgracias sucesivas que habían sobreve de su situacion Morrel debia pagar, den
nido á su padre, se habían efectuado grantro media hora, doscientos ochenta y siete
des reformas en los gastos de la casa; mas mil quinientos frantos; poseyendo tan solo
ignoraba el estremo á que habían llegado doce mil doscientos cincuenta y siete fran
las cosas. Quedóse pasmado; despues de cos. - ..

improviso se lanzó fuera de la habitacion —Lee, dijo Morrel,


-
... " "... ", ". -

subió con rapidez la escalera puesto que Eljóven leyó y quedó como petrificado
creia hallará su padre en el gabinete; por un momento: Morrel no decía una pa
mas llamó en vano. Estando á la puerta labra ¿que hubiese podido decir mas de lo
de este gabinete oyó abrir la puerta del que decian los números?
cuarto; volvió la cabeza y vióá su padre. –¿Habeis apurado todos los medios,
En vez de subir á su gabinete el señor"padre mio, dijo despues de un instante el
Morrel habia entrado en su cuarto é iba áiven, para hacer frente á esa desgra
salir en aquel entonces. El señor Morrelicia?
198 ALBUM.

–Si, contestó Morrel. . —Está bien; ahora emos acabado ya


—¿No contais ya con ninguna entrada? por lo tanto vuélvete al lado de tu madre
—Con ninguna. y hermana.
—¿Habeis agotado todos los recursos? —Padre mio, dijo el jóven doblando una
–Todos. rodilla, dadme vuestra bendicion.
–¿Y dentro media hora.... añadiócon Morrel cojió con ambas manos la cabe
sombrio acento, nuestro nombre será des za de su hijo, la acercó á su rostro é im
honrado? primió en ella sus lábios repetidas veces
—La sangre lava el deshonor. diciendo:
—Teneis razon, padre mio, dijo; os —¡Oh! si, si, yo te bendigo en mi
comprendo.Tendiendo luego su mano há nombre y en nombre de las tres genera
cia las pistolas añadió, hay una para vosy ciones irreprensibles que se han sucedido.
otra para mí; gracias. Escucha pues lo que ellas te dicen por mi
Morrel detuvo su mano. boca: el edificio que la providencia ha der
—¿Y tu madre... y tu hermana?¿quien ruido puede volverlo á levantar. Al verme
las sustentará? muerto de semejante modo, los mas ine
Un calofrio recorrió todo el cuerpo del xorables tendrán piedad de mi; átítal vez
jóven. te concederán los plazos que á mi me han
—Padre mio, dijo; acordaos de que me negado; en este caso procura evitar que se
hablais de vivir. pronuncie la palabra infame; pon manosá
—Si, te lo digo, repuso Morrel, porque la obra; trabaja, jóven, lucha con ánimo
es tu deber; tu tienes el espíritu tranquilo y y ardor. Vive tu, tu madre y hermana
recto, Maximillano... Maximiliano; tu no con lo mas estrictamente necesario á fin
eres un hombre vulgar, nadate recomien de que cada dia se aumenten los bienes de
do, nada te ordeno, tan solo te digo: exa los sugetos á quienes debo y fructifiquen
mina la situacion como si fueses estraño á en tus manos. Piensa siempre que será un
ella y juzga tu mismo. bello dia, un dia grande, un dia solemne
Él reflexionó un instante, luego toma el de la rehabilitacion, el dia aquel en que
ron sus ojosuna espresion de resignacion en este mismo bufete dirás: «Mipadre ha
sublime, y con un movimiento pausado y muerto porque no podia hacer lo que yo
triste se quitó la charretera y capona,in hagohoy, pero ha muerto tranquilo y sa
signias de su grado, y tendiendo luego la tisfecho porque al morirya sabia que yo
mano al señor Morrel, dijo. haria lo que hoy hago.»
—Está bien; morid en paz, padre mio, —¡Oh! padre mio, padre mio: ¿si
yo viviré. miéntras tanto pudieseis vivir? esclamó el
Morrel hizo un movimiento como para jóven.
arrojarse á los pies de su hijo: Maximilia —Si yo vivo todo se ha perdido: si vi
no le recibió en sus brazos: aquellos no vo el interés se convierte en dudas, la pie
bles corazones latieron por un moment dad en ira: sivivo no seré jamás sino un
juntos. -

—¿Ya sabes que no es por culpa mia? hombre que ha faltado á su palabra, que
dijo Morrel. no ha cumplido con sus compromisos; se
Maximiliano se sonrió. répor fin un quebrado. Si muero, por el
-Sé padremio, que soiselhombremas contrario; acuérdate Maximiliano, que mi
de bien que he conocido. cadáver no es sino el de un hombre des
ALBUM". 19
graciado, Viviendo mis mejores amigos se rás mi testamento en la papelera de mi
alejarán de mi casa,una vez muerto,Mar dormitorio.
sella en peso me acompañará llorando El jóven quedó de pié é inerte, tenia
hasta mipostrer morada. Viviendo te da tan solo la fuerza de la voluntad mas no
rá vergüenza llevar mi nombre; muerto la de accion.
erguirás la cabeza y dirás: «soy el hijo —Escucha Maximiliano, dijo su padre,
de aquel que se mató porque por la pri supon que soy soldado como tú, que re
mera vez de su vida se vióprecisado á fal cibo la órden de asaltar un reducto, y que
tará su palabra.» tu sabes que debo morir en la demanda,
El jóven lanzó un gemido, mas pareció ¿no me dirias lo que no hace una hora
resignado. Era la segunda vez que la con me decias: «id, id padre mio; porque si
viccion entraba sino en su corazon en su no vais quedareis deshonrado y antes la
espíritu por lo menos. muerte que la deshonra?»
—Ahora, dijo Morrel, déjame solo y –“Sí, si; dijo el jóven, sí; y apretando
procura alejar á las mugeres. convulsivamente el brazo de Morrel con
—¿No queréis volver á ver á mi her tinuó; id, padre mio.
mana º Y se lanzó fuera del gabinete.
El jóven abrigaba una postrer é íntima Cuando salió su hijo, Morrel quedópor
esperanza durante toda la conversacion, un instantede pié, fijos los ojos en la puer
por ella hizo esta pregunta. Morrel no ta; alargó luego la mano, cogió el cordon
vió la cabeza negativamente. de la campanilla y tiró de él. Al cabo de
-La he visto ya esta mañana, dijo, y un momento compareció Cocles. No era
me despedí de ella. . ya el mismo hombre; éstos tres dias de
-¿No tenéis nada que encargarme en conviccion le habian anonadado. Esta idea
particular, padre mio? preguntó Maximi «la casa de Morrel va ásuspender sus pa
liano con voz alterada. gos» le encorvaba hácia la tierra mas que
—Sital, hijo mio; una recomendacion no lo hicieran veinte años que pesáran so
Sagrada. bre él. -

—Decid,padre mio. —Mi buen Cocles, dijo Morrel con un


—La casa Thomson yFrench es la úni acento imposible de describir, vasá que
ca que por humanidad, por egoismo tal darte en la antesala. Cuando el caballero
vez, pues no le es á uno posible leer en el que vino hace tres meses,ya sabes, el co
interior de los hombres, tuvo piedad de misionado de la casa Thomson y French
mí. Su comisionado; aquel que dentro diez se presente, me lo anunciarás.
minutos se presentará para cobrar el im Cocles no contestó palabra; inclinó su
porte de un crédito de doscientos ochenta cabeza,fué á sentarse en la antesala y es
y siete mil quinientos francos, no diré que peró. Morrel cayó sobre una silla, sus ojos
me concedió sino que me ofreció tres me se dirigieron al péndulo; le quedaban sie
ses de espera; que sea esa casa la primera te minutos, nada mas; la minutera ade
que reembolse sus valores; hijo mio, que lantaba con una rapidez increible; pare
te sea sagrado ese hombre. cíale que la veía caminar. Lo que pasó en
—Lo será, padre mio. tonces, en aquel momento supremo, en el
-Ahora, otra vez y no mas, adios: interior de aquel hombre que, jóven aun,
Vete, vete, necesito estar solo: encontra á consecuencia de una reflexion tal vez fal
200 ALB UMI,
sa, pero álo menos especiosa,iba á sepa Morrel tomò el bolsillo y se estremeció;
rarse de todo lo que mas amabá en este un vago recuerdo le hizo fijar su atencion
mundo y á quitarse la vida en que disfru en este objeto pues le parecia haberleper-
taba de todas las dulzuras de la familia, es tenecido. En un estremo estaba el créditó
imposible de describir: hubiera sido pre de los doscientos ochenta y siete mil qui
ciso ver, para formarse una idea, su fren nientos francos, pagado ya. En el otro
te inundada de sudor y con todo resigna un diamante del grandor de una avellana"
da, sus ojos anegados en lágrimas y con con estas trespalabras escritas en un pe
todo dirigidos al cielo. dacito de pergamino «Dote de Julia.»”
La aguja adelantaba siempre: las pisto Morrel pasó la mano por su frente; pa
las estaban prevenidas; alargó la mano, recióle estar soñando. En este momento
tomó una y murmuró el nombre de su hi sonaron en el péndulo las once. La cam
ja;volvióluegoá dejar la mortífera arma, pana vibraba para él como si cada golpe"
tomó una pluma y escribió algunas pala del martinete de acero vibrase sobre su
bras. Parecíale entonces que no se habia propio corazon. -

despedido lo suficiente de su hija querida, —Veamos, hija mia: dijo, esplícate:


dirigió luego su vista al péndulo; no con ¿Donde has encontrado este bolsillo?
taba ya por minutos,sí solo por segundos. —En una casa de la calle de Meilan,
Volvió de nuevo á tomar el arma, entrea número 15, sobre el antepecho de la chi
bierta la boca y fijos los ojos en la minu menea de una reducida habitacion del quin
tera, luego se estremeció al solo ruido que to piso.
el mismo hizo al montar el pie-de-gato. —Pero, esclamó Morrell, este bolsillo
En este momento un sudor mas frio manò no es tuyo.
de su frente, una angustia mas mortal le Julia entregó á su padre la carta que
oprimió el corazon; oyò rechinar sobre recibiera por la mañana.
sus goznes la puerta de la escalera, luego —¿Y has ido tu sola á esa casa? dijo
abrirse la del gabinete, el péndulo iba á Morrel despues de haber leido.
marcar las once. —Manuel me ha acompañado, padre
Morrel nóvolvió la cabeza siquiera, es mio; me esperaba en la esquina de la ca
peraba de Cocles estas palabras: «El co lle del Museo; mas, cosa estraña, á mi
misionado de la casa Thomson"y French» vuelta ya no estaba alli.
así que, aproximó el artina á la boca... Del —¡Señor Morrel! gritó una voz desde
improviso oyó ungrito... era la voz de su la escalera, ¡señor Morrel!
hija. . .. . .
—Es su voz, dijo Julia.
. ..

Volvió la cabeza y vióáJulia: la pisto Al propio tiempo entró Manuel demu


la se le escapó de las manos. dado el rostro de alegria y emocion.
—Padre mio, esclámó la jöven sofocada —¡EI Faraon, esclamó, el Faraon!
y trasportada de alegría, ; salvado ya –¿Qué dices? ¡el Faraon! ¿estás loco,
estaís salvado! - —- - Manuel?ya sabes que naufragó.
y se arrojó en sus brazos, llevando en —El Faraon, señor, ¡están señalando
la mano un bolsillo de seda encarnada. el Faraon ! ¡ el Faraon vaá entrar en el"
— ¡Salvado ¿hija mia, que quieres puerto! -

decir? Morrel cayó de nuevo sobre su silla: las


—Sí, salvado: ved, ved" fuerzás le abandonaron: su inteligencia no
Ann. 201
podía admitir esta continuada serie de su- Mientras Morrel y su hijo se abrazaban
cesos inauditos, increibles, fabulosos.Mas en el muelle entre los aplausos de toda la
su hijo entró á su vez esclamando: ciudad testigo de este prodijio, un hombre,
—Padre mio, ¿qué deciais de haberse cuyo rostro estaba medio cubierto con una
perdido el Faraon? el vigia le señala y se- barba negra, y que oculto tras la garita
gun dicen está entrando ya en el puerto. de un centinela, contemplaba esta escena
—Amigos mios, dijo Morrel, si esto es con enternecimiento, murmuró estas pa
asi preciso será que agradezcamos un mi-labras: •

lagro á la Providencia imposible;im-1 —Sé dichoso, noble corazon: sé bende


posible! cido portodo el bien que has hecho y por
Mas lo que tambien era real y no me- el que harás todavia, yque mi reconoci
nos increible es el bolsillo que tenia en la miento quede encubierto comotus benefi
mano; aquella letra de cambio satisfecha; cios.
aquel magnífico diamante. | Y con una sonrisa en la que se revelaba
– ¡Ah, señor dijo Cocles á su vez, el gozo y la dicha, dejó el punto en que
¿qué significa eso que oigo del Faraon? estuviera escondido, y sin que nadie para
—Vamos, hijos mios: dio Morrel le- se en él su atencion pues todos estaban
vantándose, vamos á ver, Dios tenga pie- preocupados con el suceso de aquel dia,
dad de nosotros, si es eso alguna noticia descendió por una de las pequeñas escali
falsa. natas que sirven de desembarcadero ygri
Todos bajaron: á mitad de la escálerató tres veces: -

les esperaba"la señora Morrel: la pobre -Jacopo ¡Jacopo! ¡Jacopo!


señora no se atrevia á subir. En un ins- A este grito se acercóá él una chalupa
tante estuvieron en la Cannebiere.“Habia que le reció á su bordo y le condujo á
en el puerto una inmensa muchedumbre. un yacht ricamente adornado á cuyo pun-
A través de ella se abrió un paso para el to se encaramó con la ligereza de un ma
señor Morrel. rino: desde alli contempló otra vez aun á
—El Faraon, el Faraon decian todos áMorrel que llorando de alegria distribuia
lna. VOZ. - cordiales apretones de mano á toda aque
En efecto, cosa maravillosa, inaudita; la multitud,y daba gracias con su vago
frente la torre de San Juan, una embar-mirar al invisible bienhechor que parecia
cacion, en cuya popa se veían escritases- buscar en el cielo.
tas palabras en letras blancas: El Faraón —Ahora, dijo el desconocido, ¡adios,
Morre e hijos de Marsella, del mismo gran-bóndad, humanidad, reconocimiento.....
dor precisamente que el otro Faraon, yadios todos los sentimientos que dilatan el
como el otro cargado de cochinilla y añil, corazon ... Me he sustituido á la provi
soltaba una áncora y cargaba velas; sobre dencia para recompensará los buenos.....
el puente daba sus órdenes el capitan auque el Dios vengador me ceda ahora su
mard, y el tio Penelon hacia señas al se-" *****"
ior Morrel. No habia ya que dudar, lugar para castigará los malvados
testimonio de los sentidós lo autorizaba y FIN DE LA PRIMERA PARTE. "
diez mil personas lo confirmaban.
202 ALBUM.
m

SECUNDA PARTE!.

SlHBAb el marino. Franz quedó en Florencia. Cuando hubd


A principio» de 1838 se hallaban en Flo disfrutado por algun tiempo de la vida que
rencia dos jóvenes pertenecientes á la cla proporciona la ciudad de los Médicis, cuan
se mas elegante de la sociedad de Paris: el do hubo paseado bastante en ese Eden lla»*
uno era el vizconde Alberto de Morcef, el mado Caschines, despues de haber sido ad
otro el baron Franz d'Epinay. Habianse mitidp en los palacios magníficos llamado»
convenido en pasar el carnaval de aquel Corsiní-Montfort ó Poniatowski , le dió el
año en Roma en donde Franz , que hacia capricho habiendo ya visitado la isla de
cuatro años habitaba en Italia serviria de Córcega cuna de Bonaparte, de ir á ver la
cicerone á Alberto. Pero como no es ne isla de Elba, ese gran lugar de ocio de Na
gocio de poca monta ir á pasar el carnaval poleon.
en Roma, sobre todo cuando no puede uno Una noche pues, desamarróse una gón
echarse á dormir en la plaza del Popolo ó dola del anillo de hierro á que estaba su
en el Forum romanum , escribieron al tio jeta en el puerto de Liorna , recostóse en
Pastrini , propietario de la fonda de Lon - el fondo envuelto en su capa, diciendo á los
dres plaza de España, rogándole les reser marineros estas solas palabras. —« A la is
vara un aposento cómodo y divertido. El la de Elba»— La lancha dejó el puerta»
tio Pastrini les contestó que solo podia po como el ave marina deja su nido. y alotrw
ner á su disposicion dos cuartos y un ga dia desembarcaba Franz en Portoferrajo.
binete situados al secondo piano , que les Atravesó la isla imperial despues de haber
ofrecía mediante la módica retribucion de recorrido todas las huellas que allí dejara
un luis diario. Los dos jóvenes aceptaron el paso del jigante y fué á embarcarse en
y queriendo aprovechar el tiempo que les Marcfana. Dos horas despues de haberse
qnedaba, Alberto partió para Nápoles y embarcado volvió á saltar en tierra en la
ALBUM.
203
| Como le sobraba aun á Franz bastante
Pianosa donde le aseguraron encontraria tiempo antes no se reuniría con su com
numerosas perdices rojas. La caza fuépé
|pañero y no tenia porque pasar cuidado
sima, Franz á duras penas logró mataral
de su alojamiento en Roma, aceptó la pro
gunas perdices flacas, y como todo caza
posicion de desquitarse de la primera ca
dor que se ha fatigado en vano, volvió á za. Una vez resuelto los marineros se di
embarcarse de pésimo humor.
as
–¡Ah! siV. E. quisiera, le dijo el pa jeron algunas palabr en voz baja.
–¿Qué hay?preguntó, ¿ha sobreve
tron, podria hacer una caza escelente.
nido algun estorbo?
–¿Y en donde? –No; contestó el patron, pero debe
–¿Veis aquellaisla? continuó el patron
señalando con el dedo al Mediodia é indi mos advertir á W. E. que la isla está en
rebeldía.
cando una masa cónica que salia del cen
tro del mar teñida de un bello azul ce —¿Qué quereis decir con eso?
—Eso quiere decir que, como Monte
leste. tado, acostumbran ha
—¡Y que l ¿que isla es esa? preguntó Christo está inhabi
cer en él escala los contrabandistas y pi
Franz.
–La de Monte-Christo, contestó el lior ratas que vienen de Córcega, de Cerdeña
ó de Africa; si llega á descubrirse, por
nés.
–Pero yo no tengo permiso para cazar una casualidad cualquiera, nuestra arri
en ella.
bada á la isla nos veremos precisados,
–Vuestra escelencia no le necesita, pues cuando volvamos á Liorna, á hacer una
cuarentena de seis dias.
que está desierta.
–Vive Dios, dijo eljóven, que una isla –¡Diablo! ¡eso cambia del todo el as
desierta en medio del Mediterráneo es una pecto de la cuestion ! ¡seis dias! Precisa
cosa curiosa.
mente tantos como necesitó Dios para crear
—Y muy natural, escelencia. Esa isla mundo. Es un plazo bastante largo, hi
el
esun banco de rocas, y en toda ella no jos mios.
hayun palmo de tierra de labor. –¿Pero quién dirá que S. E. ha esta
do en Monte-Christo?
–¿Y á quien pertenece esa isla?
-A la Toscana. –¡Oh! no seré yopor cierto, esclamó
-¿Que caza encontraré en ella? Franz.
—Ni nosotros tampoco, añadieron los
—Miles de cabras salvajes.
an
-¿Que se aliment lamiendo laspie marine ros.
dras? dijo Franz con una incrédula son —En este caso,vamosàMonte-Christo.
risa.
El patron mandó la maniobra, dirijien
do
—No: pero si ramoneando las puntas la proa hacia la isla, el barco empezó
del mirto y lentisco que brotan entre sus ávogaren derechura á ella. Franz esperó
á que concluyese la operacion, y una vez
peñas. entrados en la nueva ruta, cuando las ve
–¿Pero en donde dormiré yo?
—En tierra, en lasgrutas, ó á bordo las empezaron á hincharse al impulso del
embozado en vuestra capa. A mas de que viento y cuando los cuatro marineros se
si S. E. quiere podremos partir concluida hubieron colocado en sus puestos, tres en
la caza: lo mismo navegamos de noche proa y uno en el timon,
anudó la conver
que de dia y lo mismo con vela que con
IBIIO,
sacion.
204 ALRUM,

—Mi querido Cayetano, dijo al patronillos á quienes sobreviene semejante fraca


acabais de decirme segun creo, que la isla sono dan el parte competente, como no
de Monte-Christo sirve de refujio á los piden venganza á los gobiernos francés,
contrabandistas y piratas, lo que me pa ardo ó toscano contra esos piratas?
rece una caza muy distinta de la de las —¿Por qué? dijo Cayetano sonriendo.
cabras. -

—Sí, ¿por qué?


—Eso he dicho, señor, y es la pura —Porque primero trasladan á subordo
verdad. -

todo lo que les conviene del buque óyacht


—Ya sabia yo la existenciade esos con apresado; luego atan de pies y manos á
trabandistas,pero creía al mismo tiempo toda la tripulacion, sujetan al cuello de
que desde la toma de Argel y la destruc cada uno una bala de á veinte y cuatro,
cion de la regencia, los piratas no existian abrenun agujero del diámetrode una bar
mas que en las novelas de Cooper y del rica en la quilla del buque capturado; vuel
capitan Maryat. ven luego á subir al puente, cierran las
—Pues ha de saber V. E. que se enga escotillas y se vuelven á su buque. Al ca
ñaba; hay piratas los mismo que bandi bo de diez minutos la embarcacion empie
dos, que se creen esterminados por el pa za á balancear y á crugir: poco á poco se
pa Leon XII y que no dejan por eso de Va hundiendo; primero se sumerje un cos
detener á losviajeros hasta en las mismas tado, luego otro; vuelve luego á levantar
puertas de Roma. ¿No habeis oido decir se, para volver á sumergirse y asísucesi
que, apenas habrá seis meses, el encar vamente hasta que se hunde del todo. De
gado de negocios de Francia cerca la an repente suena un estampido semejante al
ta Sede hábia sido robado á cincuenta pa de un cañonazo: es el aire que rebienta el
sos de Welletriº? |puente. Entonces la embarcacion se ajita
—Si por cierto. |cual un ahogado en sus últimos momen
–Pues bien: si V.E. habitase en Lior tos, hundiéndose mas á cada movimiento.
na como nosotros, oiria decir de vez en Muy luego el agua sumamente comprimi
cuando que un pequeño buque cargado de da hasta entonces en aquella cavidad, se
mercancías ó que un yacht inglés, que es lanza por las aberturas semejante á esas
taban esperando en Bastia, Portoferrajo ó colunas de líquido que arrojaria por sus
Civitavechia, no ha llegado al punto de su agallasunjigantescocétaceo. Porfin arroja
destino, que no saben lo que ha sido de él un postrer resoplido,dá una última vuelta
y que sin duda se habrá estrellado contra sobre sí mismo y se sumerge escavando en
alguna roca. Pues esta roca que ha encon el abismo un vasto embudo, que se ciega
trado en el camino es una embarcacion poco á poco yacabapor borrarse del todo,
complanada y oblonga, montada por seis ú tan bien que al cabo de cinco minutos es
ocho hombres que la ha sorprendido ó sa preciso la penetrante vista de Dios para ir
queado en una noche oscura y borrascosa, á encontrar en el fondo de aquel martran.
al revolver algun islote salvaje é inhabita quilo el buque perdido. ¿Comprendeis
do, lo mismo que detienen y saquean los ahora, continuó el patron sonriendo por
batididos ina silla de posta en la encruci que el buque no entra en el puerto, y por
jada de un bosque. que la tripulacion no se queja?
–Pero como es, repuso Franz siempre Si Cayetano hubiese contado todo eso
tendido en el puente ¿cómo es que aque antes de proponer la espedicion, es pro
ALBUM. 205
bable que Franz lo hubiese reflexionado tenian suma vigilancia y que su mirada
mucho antes de determinarse á ello, pero investigaba el vasto espejo por el que se
la góndola vogaba en direccion á la isla y deslizaban, cuyo horizonte se viera sen
le pareciócobardía el retroceder. Era Franz brado de barcos pescadores con sus blan
uno de esos hombres que jamás van en cas velasmeciéndose como las paviotas so
busca del peligro, pero cuando éste se pre-bre la cresta de las olas.
senta á su vista conservan su inalterable san| Apenas distarian quince millas de Mon
gre fria para arrostrarle: era uno de esos te-Christo cuando empezó el sol á ocul
hombres de ánimo tranquilo y que consi-tarse trás la isla de Córcega cuyas monta
deraba los peligros que podian sobrevenirle ñas se divisaban á la derecha, proyectando
durante la vida, cual á su adversario en en el cielo su recortada sombra iluminando
un duelo, calculando sus movimientos, re aun la punta de aquella masa de pie ras
conociendo su fuerza, que retrocede para que, semejantes al jigante Adamastor, se
tomar aliento sin parecer cobarde, y en elevaban frente el barquichuelo. Poco á
que p0cc fué ascendiendo la sombra desde el
fin que conociendo todas las ventajas
tiene sobre su contrario le mata á la pri-mar y pareció que con ella se llevaba el
mera estocada. último reflejo del dia próximo á concluir:
–¡Bah! repuso,he atravesado la Sici llegó por fin el rayo luminoso á verse im
lia y la Calabria, he navegado dos meses pelido hasta la punta del cono en el que
en el Archipiélago y jamás he visto lasom se detuvo un momento como el penacho
bra de un bandido ni de un pirata. inflamado de un volcan: en fin la sombra,
–Es que no he dicho áV. E. todo eso siempre ascendente, invadia progresiva
para hacerle desistir de su proyecto; ha mente la cima cual habia invadido la base
sido tan solo porque V.E. me ha pregun presentándose luego cual una montaña
tado yyo he respondido, nada mas. gris cuyo color se iba ennegreciendo mas
–Sí, miqueridoCayetano; vuestra con y mas. Media hora despues habia cerrado
versacion es de las mas interesantes; así la noche.
pues como deseo disfrutar de ella la mayor Aunque felizmente los marineros esta
parte posible de tiempo, vamos á ionte ban en su centro habitual y conia -
Christo. ta la mas pequeña roca del archipio
Durante esta conversacion se aproxima toscano, con todo, en medio de la prºfun
ban con rapidez al término de su viaje; el da oscuridad que rodeaba al barquichuelo,
vientovenia fresco y en popa y el buque ha Franz no estaba del todo libre de inque
cia de seisá siete millas por hora. A me tud. La isla de Córcega habia desapareci
dida que se iban aproximando la isla pa do del todo, y hasta la isla de lonte
recia salir é ir creciendo del seno del mar. Christo se habia, hecho invisible; pero
yátravés de la atmósfera despejada; con los marineros parecian tener como el lin
los últimos rayos del dia se distinguian, ce la facultad de penetrar las tinieblas, y
como las balas en un arsenal, aquel grupo el piloto que dirijía el timon no daba
de rocas amontonadas unas sobre otras en nuestras de la menor indecision.
cuyos intersticios se veían rojear laszarzas Una hora se habia pasado á poco dife
y el verdecer de los arbustos. En cuanto rencia, despues de puesto el sol, cuando
á los marineros, aunque en apariencia Franz creyó apercibir á su izquierda, á
Perfectamente traquilos, era evidente que un cuarto de milla distante,una masaos.
52
206 ALBUMI,

cura; maséraleimposible distinguir lo que cio una maniobra, con cuya ayuda vira
era: temeroso de provocar las burlas de ron en un instante; y desandando luego
los marineros si fuesen casualmente algu el camino que acababan de hacer desapa
nas nubes flotantes en vez de tierra firme, reció el fuego que se ocultó en un recodo
guardó silencio: de repente apareció en del terreno. Entonces el piloto, por me- ""
ella un vivo resplandor: la tierra podia pa dio del timon, dió al barquichuelo una
recer una nube mas el fuego noera un me nueva direccion con la que se aproximó
téoro. visiblemente á la isla, de la que estuvo
—¿Qué luz es aquella?preguntóFranz. muy luego distante unos cincuenta pasos.
–Chut, dijo el patron, es una ho Cayetano amainó velas y la embarcacion
guera. «. se mantuvo al pairo.
–¿Pero no deciais que estaba inhabi Todas estas operaciones se ejecutaron
tada ? -
con el mayor silencio y desde que se cam
—Os dije que no tenia poblacion fija; bió la direccion no se pronunció una sola
pero os añadíque es unpunto de arribada palabra á bordo. Cayetano al proponer la
para los contrabandistas. espedicion habia cargado con la respon
–¿Y para los piratas? sabilidad de sus resultas. Los otros tres
—Ypara lospiratas, continuóCayeta marineros no separaron un momento de
no repitiendo las palabras de Franz, por él la vista preparando los palos de virar,
esta razon he dado dirden de ir mas allá, y prontos evidentemente á huir á fuerza
al lado opuesto, pues que ese fuego ahi de remo, cosa no muy dificil gracias á la
donde le veis está á nuestras espaldas. obscuridad. En cuanto á Franz, requirió
–Pero ese fuego, continuó Franz, mas sus armas con aquella sangre fria que ya
me parece un motivo de seguridad que de le conocemos: llevaba consigo una esco
inquietud; si fuesen gentes que temiesen peta de dos cañones y una carabina, que
ser vistas no irian á encender fuego. cargó, asegurándose de los cebos y es
–¡Oh! lo que es eso no quiere decir peró.
nada, dijo Cayetano; sipudieseis juzgar, Durante este tiempo el patron se habia
en medio de la oscuridad que reina, de la despojado de su camisola y de su camisa,
posicion de la isla, veriais que en la situa atándose el pantalon á los riñones, y co
cion en que está ese fuego no puede ser mo ya iba descalzo, notuvo que quitarse
avistado ni de la isla de Córcega ni de la los zapatos ni las medias. Constituido en
Pianosa, tan solo se ve desde plena mar. este nuevo traje, llevó un dedo sobre sus
—¿Con quétemeis que ese fuego nos labios comoindicando guardasen el mayor
indique mala compañia? silencio, y deslizándose al mar, nadó há
—Esto es de lo que convendrá cercio cia la playa con tanta precaucion que era
rarse, repuso Cayetano, fijos sus ojos imposible oir el menor ruido. Tan solo po
constantemente en aquella estrella terres dia seguirse su ruta por el surco plateado
tre. que promovia con sus movimientos. Mas
–¿Y como podremos hacerlo? luego hasta ese surco desapareci : era evi
–Vais á verlo. dente que Cayetano habia tomado tierra.
A estas palabras Cayetano conferenció Todos los que quedaron en el bar{ui
con sus compañeros, y al cabo de cinco chuelo permanecieron inmóviles durante
minutos de discusion ejecutaron en silen media hora, la cual trascurrida vieron
ALBUM, 207
aparecer en la orilla y acercarse á la conocemospor medio de ciertas señales.
embarcacion el mismo surco luminoso. —¿Y os parecequepodemos desembar
Conpocas braceadas Cayetano ganó la em cará nuestra vez sin ningun temor?
barcacion. -¡Ninguno absolutamente! los contra
" –¿Qué hay? dijeron á una Franz y los bandistas no son salteadores.
tres marineros. —Pero esos dos bandidos corsos... repu
–¡Qué hay! son contrabandistas es so Franz, calculando de antemano todos
pañoles, tan solo hay con ellos dos ban los peligrosposibles.
didos corsos. —¡Por Dios! dijo Cayetano, no es cul
–¿Y qué relaciones pueden mediar en pa suya si son bandidos, quien la tiene es
tre dos bandidos corsos y los contraban la autoridad. -

distas españoles? -¿Como es eso?


–¡Por Dios! escelencia, repuso Caye —¡Claro está! se les persigue por ha
tano con un tono de profunda caridad cris ber abierto pun ojal y no otra cosa, como si
tiana, es preciso ayudarse unos á otros no estuviese en la masa de la sangre delos
Muy á menudo los salteadores se ven aco corsos el vengarse.
sados en tierra por los gendarmes ó cara —¿Y que entendeis por abrir un ojal?
bineros; ¡ mas que hacen se refugian en ¡Haber asesinado á un hombre ! dijo Franz
un barco y dentro de aquel barco encuen continuando sus observaciones.
tran gente honrada como nosotros. Vienen —¡Yo entiendo por eso haber muerto
á pedirnos hospitalidad á nuestra propia á un enemigo! repusó el patron, lo que es
casa flotante ¿como rehusar nuestros so ya muy diferente.
corros á un pobre diablo perseguido? Le —Vaya pues, dijo el jóven: pidamos
recibimos con nosotros, y para mayor se hospitalidad á los contrabandistas y á los
guridad nos internamos mar adentro Esto salteadores ¿os parece si nos la concede
no nos cuesta nada,y salvamos la vida ó rán?
por lo menos la libertad á uno de nuestro –¿Quien lo duda?
semejantes, que cuando llega el caso, nos -¿Cuantos son?
satisface el servicio que le prestamos in –Tres, escelencia y los dos salteadores
dicándonos un punto seguro donde poder componen cinco.
desembarcar nuestras mercancías sin que –Pues bien; son exactamente tantos co
nos estorben los curiosos. mo nosotros: estamos en el caso de que si
-Vaya, vaya, dijo Franz; ¿con que esos caballeros nos reciben de mala gana
tambien sois algo contrabandista, mique ó con siniestras intenciones, somos tantos
rido Cayetano? átantos y en disposicion de contenerles;
-¡Que quereis!escelencia, dijo con una con que porúltima vez: áMonte-Christo.
Sonrisa imposible de describir, se ha de —Está bien, escelencia: pero permitid
hacer un poco de todo: es preciso vi nos antes que tomemos algunasprevencio
VII. Il6S.

-¿En este caso os hallais en pais cono —Como mejor os parezca, querido;
cido con los que ahora se encuentran en la sois sábio como Nestor y prudente cual
isla de Monte-Christo? Ulises. No solo os lo permito si que os in
vito á ello.
—Muy cierto que sí: nosotreslos mari –Corriente. ¡silenciopues! dijo Caye
nos Somos como los fracmasones, nos re tano.
208 ALBUM.

Callaron todos. videz en el cerco luminoso entonando una


Para un hombre que como Franz lo ec cancion de pescadores cuyas estrofas can
saminaba todo bajo su verdadero punto de taba él y los marineros repetian á coro el
vista, la posicion, sin serpeligrosa, no de estrivillo.
jaba de tener cierta gravedad. tncontrá A la primera palabra de la cancion, los
lbase sumido en las tinieblas mas profundas; individuos sentados al rededor de la ho
aislado en medio del mar con unos mari guera se levantaron yacercaron al desem
nos á quienes no conocia y que no tenian barcadero, fijos sus ojos en el barquichue
motivo alguno para serle adictos; que sa lo, cuya fuerza trataban evidentemente de
bían llevaba en su cinto algunos miles de juzgar y de adivinar sus intentos. Mas lue
francos y que habian examinado diez ve go pareció habian examinado lo suficiente
ces, sino con envidia á lo menos con cu y se retiraron,á escepcion de uno que que
riosidad, sus armas que por cierto eran dó en piéjunto á la orilla, para sentarse
muy hermosas. Por otro lado iba á abor de nuevo al rededor del fuego en el que
dar, sin otra escolta que aquelloshombres, asaban un cabrito entero.
á una isla que llevaba un nombre religioso En cuanto el batel se aproximó á unos
en estremo pero que no prometia, gracias veintepasos de tierra, el hombre que que
á los contrabandistas y bandidos, ofrecer dó en la playa púsose maquinalmente en
otra hospitalidad que la que halló Cristo en guardia, cual un cetinela que espera una
el Calvario: á mas, aquellahistoria de em patrulla y gritó ¡Quién cive! en patues
barcaciones echadas á pique y que él cre sardo.
yera exageradas siendo de dia, le parecian -Franz preparó con la mayor sereni
mas probables por la noche.Asi colocado dad su escopeta de dos tiros.
entre este doble peligro, tal vez imagina Cayetano cambió entonces con aquel
rio, tal vez real, no dejaba de vista á aque hombre algunas palabras de las que nada
llos hombres ni soltaban sus manos el fu comprendió el viajero, pero que evidente
sil. mente le concernian.
Mientras tanto los marineros habian iza -¿Su escelencia, preguntó el patron,
do velas y emprendido de nuevo su ruta quiere nombrarse ó guardar el incógnito?
que cortáran diferentes veces yendo y vi -Mi nombredebe quedar del todo des
niendo. A través de la oscuridad, Franz, conocido para esos señores, contestó Franz,
habituado ya un poco á las tinieblas dis decidles tan solo que soy un francés que
tinguia el jigante de granito que iban cos viajo por divertine. ,

teando; luego en fin revolviendo de nuevo En cuanto Cayetano hubo transmitido


la punta de una reca apercibió el fuego esta contestacion, el centinela dió una voz
que brillaba mas resplandeciente que num á uno de los hombres sentado delante del
ca y á cuyo alrededor estaban sentadas fuego, que se levantó al momento desa
cuatro ó cinco personas. El reverbero pareciendo tras de las rocas. Hubo un mo.
hogar se estendia á un centenar de pa mento de silencio. Cada uno parecia ocu
en el mar. Cayetanofué costeando la cla pado en sus negocios: Franz, en su de
ridad, manteniéndose siempre en el punto sembarco; los marineros, en susvelas; los
menos iluminado; mas luego que hubo de contrabandistas, en su cabrito; pero ea
colocarse frente á frente del hogar, diri imedio
|
de esa aparente indiferencia, todos
gióse á el en derechura y entró con imparse observaban mutuamente.
ALBUM1. 209

El hombre que se habia alejado apare el centro amontonaron algunostroncos de


ció de repente por el lado opuesto á aquel olivo y espesos ramages de mirtos. Franz
por el que habia desaparecido, hizo con acercó á ellos una antorcha y dedujo por
la cabeza un signo al centinela que dirigi un monton de cenizas que alivió, que no
á él su vista y se limitó á pronunciar estas eran ellos los primeros en reconocer tan
solaspalabras: s'acconimo i. delicioso lugar y que era alli probable
El s'accommodi italiano es intraducible: mente donde se albergaban habitualmente
quiere decir á la vez «Venid, entrad, sed los nómadas visitadores de la isla de Monte
bienvenido, estais en vuestra casa, sois el Christo.
amo, » el s"arconnoli es como aquella En cuanto á los sucesos que esperaba
frase turca de Moliere que tanto admira al nada habia acontecido.
noble campesino por la multitud de sinó Asi que hubo puesto el piéen tierra fir
nimos que abraza. me, asi que hubo visto las disposiciones
Los marineros no se lo hicieron repetir, sino amistosas, al menos indiferentes de
en cuatro golpes de remo, el barco dió sus huéspedes, habia desaparecido toda su
fondo.Cayetano saltó en la arena, cambió preocupacion, y al olor de la cabra que
algunas palabras mas en voz baja con el asaban en el vivac próxsimo, la preocu
centinela, sus compañeros saltaron uno pacion se habia convertido en apetito.
despues de otro llegando por fin el turno Dijo algunas palabras acerca de este
á Franz. nuevo incidente á Cayetano, quien le res
Llevaba una de sus escopetas á la espal pondió que nada habia mas facil que una
da, Cayetano la otra y uno de los marine cena, cuando se tenia, como les sucedía á
ros su carabina. Parecia su aspecto de ar ellos en su barca,pan, vino, seis perdi
tista y de dandy á la vez, así que no ins cesy un buen fuego para asarlas.
piró á los huéspedes sospecha alguna ypor —Por otra parte, añadió, si V.E. en
consiguiente tampoco les ocasionó inquie cuentra tan incitativo el olor de la caba,
tud. Amarraron la barca á la ribera, y puedo irá ofrecerá nuestros vecinos dos
adelantaron algunos pasos para encontrar aves por un trozo de su cuadrúpedo.
punto en que establecer un cómodovivac, - Si, marchad, Cayetano, marchad,
pero sin duda el lugar á que se encami dijo Franz; es ingénito en vos el génio de
naban no era á gusto del contrabandista la negociacion.
que estaba de centinela porque gritó áCa Durante este tiempo, los marineros ha
yetano. bian arrancado muchos montones de yer
—¡No por ahi, si os place ! ba seca, ramas de encina, que aplica
Cayetano balbuceó alguna escusa, y sin ron al fuego que presentó á poco rato
insistir mas se dirijió hácia el lado opues una hoguera bastante respetable. Franz
to mientras que dos marineros paraalum esparaba con impaciencia la vuelta del pa
brar el camino iban á encender en el ho tron, cuando éste se presentó y dirijió á
gar dos antorchas. Andaron como unos él con aire preocupado.
treinta pasos, é hicieron alto en una pe —¡Y bien! preguntó Franz, ¿qué te
queña esplanada rodeada de rocas, en nemos? ¿rechazan nuestra oferta
que habian arreglado una especie de tin —Al contrario, dijo Cayetano: el gefe
glados á propósito para servir de garitas, á quien se le ha dicho que sois un jóven
en las que hacian centinela sentados. En noble,53francés, os invita á cenar con él.
210 ALBUMI.

–¡Pues bien ! esclamó Franz, no seré|patron, es realidad. Cama, el piloto del


yo quien rehuse, tanto menos cuanto que San Fernando, entró en él un dia y salió
llevo miparte para la cena. maravillado, diciendo que tales tesoros no
–¡Oh! no es eso;tiene comida abun existen sino en los cuentos de las hadas.
dante; sino que añade al convite ásu casa -¿Sabeis, dijo Franz, que con seme
una singular condicion. jantes palabras me hariais descender á la
—¡A su casa ! replicó el jóven, ¿ha caverna de Ali. Baba?
mandado acaso edificar una casa? —Os repito lo que me han dicho, es
–No, mas sin embargo, no deja de te celencia.
ner un sitio bastante cómodo, segun me -¿Con qué me aconsejais que acepte?
han asegurado. -¡Oh! no digo eso; vuestra Escelen
—¿Conoceis á ese gefe? cia hará lo que mejor le parezca, pues yo
–He oido hablar de él. no quisiera aconsejarle en semejante oca
–¿Bien ó mal? sion.
—De ambos modos. Franzreflexionó algunos instantes, com
—¡Diablo! ¿y qué condicion es la que prendió que aquel hombre tan rico no po
me impone? dia obrar contra él, que solo llevaba al
–Que os dejeis vendar los ojos y que gunos miles de francos; y como no veía en
no os quiteis la venda hasta que él mismo todo esto sino una escelente cena, aceptó.
os lo diga. Cayetanofué á llevar la respuesta.
Franz sondeó cuanto le fué posible la Sin embargo,ya lo hemos dicho, Franz
mirada de Cayetano, para saber lo que era prudente; así pues trató de adquirir
ocultaba aquella proposicion. todos los detalles posibles acerca de aquel
—¡Ah! diantre, replicó éste respon huésped misterioso.Volvióse pues hácia el
diendo al pensamiento de Franz, bien lo marinero, que había desplumado las per
conozco, la cosa merece reflexionarse. dices durante este diálogo con la gravedad
—¿Qué hariais vos en mi lugar? escla de unhombre orgulloso de ejercer susfun
mó eljóven. ciones, y le preguntó donde habian podido
—Yo que nada tengo que perder, iria. abordar aquellos hombres, puesto que no
—¿Con qué..... aceptariais? se veía ni barca, ni tartana.
—Si, aunque no fuese mas que porcu —No os inquieteis por eso, dijo el ma
riosidad. rinero, conozco la embarcacion que mon
—¿Luego en ese gefe hay que ver algo tan.
de curioso? –¿Es bonita?
—Escuchad, dijo Cayetano bajando la – Deseo á vuestra exelencia una seme
voz; no sé si será cierto loque se cuenta... iante para dar una vuelta al mundo.
y se detuvo mirando á su alrededor para —¿De qué fuerza?
ver si era escuchado. —Casi de mas de cien toneladas. Por lo
—¿Y qué se cuenta? demas es un buque de capricho, un yacht,
como dicen los ingleses, pero construido
–Que ese gefe habita un palacio sub de manera que pueda contrarestar al mar
terráneo, al lado del cual el palacio Pittí en todos tiempos.
es bien poca cosa. –¿Y dónde ha sido construido?
–¡Soñais! dijo Franz sentándose. —Lo ignoro; sin embargo, creo que es
—¡Oh! no es un sueño, continuó el genovés.
ALBUMI, 211
-¿Y cómo es que un gefe de contra do la mas mínima abertura. Por otra par
bandistas, continuó Franz, osa construir un te, dicen que la puerta no se abre con lla
yacht destinado á su comercio, en el puer ve, sino por medio de una palabra má
to de Génova? gica.
—Yo no he dicho, dijo el marinero, —Vamos, decididamente , murmuró
que el dueño de ese yacht fuese un gefe Franz, héme aquí convertido en el héroe
de contrabandistas. de un cuento de las Mil y una noches.
—No, pero Gayetano lo ha dicho, se —Su escelencia os espera, dijo una voz
gun creo. á su espalda, en que reconoció la del cen
—Cayetano habia visto la tripulacion de tinela.
lejos; pero aun no habia hablado con nadie. Al recien venido le acompañaban dos
—Y si ese hombre no es un gefe de hombres de la tripulacion del yacht. Por
contrabandistas, ¿qué es entonces? toda respuesta Franz sacó su pañuelo del
—Un señor muy rico que viaja por bolsillo y lo presentó al que le habia ha
gusto. blado. Este, sino decirle una palabra si
—Vamos, pensó Franz, el personaje es quiera, le vendó los ojos con un cuidado
mucho mas misterioso ahora, puesto que que indicaba el temor de cometer alguna
las opiniones acerca de él son diferentes. indiscrecion, despues de lo cual le hizo ju
¿Y cómo se llama? rar que no trataria de quitarse la venda
—Cuandose le pregunta, responde que hasta tanto que se lo dijera su gefe. Franz
se llama Simbad el marino; pero dudo lo juró.
que Sea ese su verdadero nombre. Entonces los dos hombres le cogieron
—¿Simbad el marino? cada uno porun brazo, yempezó á cami
–Sí. |
nar guiado por ellos yprecedido del cen
—¿Y dónde habita ese señor? tinela. Despues de andar unos treinta pa
—En el mar. |
sos, conoció á causa del fuerte calor de la
—¿De qué pais es? hoguera y del olor cada vez mas apetitoso
—No sé. de la cabra, que pasaba por delante del
—¿Le habeis visto? vivac; le hicieron continuar caminando
—Algunas veces. unos "cincuenta pasos mas avanzado evi
" —¿Qué clase de hombre es? dentemente hacia el lado por dondeno ha
—Vuestra escelencia juzgará por sí bian querido dejar pasar áCayetano, cuya
IllSInO, prohibicion se esplicaba ahora perfecta
-¿Y dónde me va á recibir? nente. Pronto conoció Franz, por el cam
—Sin duda en ese palacio subterráneo bio de atmósfera, que entraba en un sub
de que os ha hablado Cayetano. terráneo. Al cabo de algunos segundos de
—¿Y nunca habéis tenido curiosidad, marcha oyó un crugido, y le pareció que
cuando habeis arribado aquí y hallado la la atmósfera cambiaba de nuevo volvién
isla desierta, de procurar penetrar en eseldose tibia y perfumada; en fin, sintió que
palacio encantado? sus pies pisaban sobre una alfombra blan
—¡Oh! si tal, replicó el marinero, y da y túpida: entonces sus guias le aban
mas de una vez; pero nuestras pesquisas donaron Hubo un momento de silencio,
han sido inútiles: hemos registrado la ro yuna voz dijo en buen francésaunquecon
ca por todos lados, y no hemos encontra un acento estranjero.
212 ALBUM,

–Caballero, bien venido seais ámica-cubrian la puerta por donde Franz habia
sa, podeis quitaros la venda. entrado, viéndose á través de otra puerta
Como ya se pensará, Franz no se hizo|una segunda habitacion que parecia esplén
repetir dos veces esta invitacion; desanu-|didamente iluminada. El gefe dejó por un
dóse el pañuelo, y se encontró en frente instante á Franz entregado á su sorpresa,
de un hombre de unos treinta y ocho á|devolviéndole al propio tiempo su exámen,
cuarenta años, vestido con un traje griego;|pues no dejaba de mirarle con atencion.
es decir, un casquete encarnado con una| —Caballero, le dijo al fin. os pido mil
larga borla de seda azul, una túnica de veces perdon por las precauciones que se
terciopelo negro bordada de oro, calzones han exiiido de vos para introduciros en mi
de color de sangre muy anchos, polainas casa; pero como la mayor parte del tiem
del mismo color bordadas de oro como la|po está desierta esta isla, si el secreto de
túnica, ybabuchas amarillas,un magnífico esta morada fuese conocido, sin duda la
chal de cachemira le ceñia la cintura, pen hallara al volver en muy mal estado, lo
diendo de este chal una pequeña daga cual me seria muy desagradable, no por
aguda y algo encorvada. Aunque de una lla pérdida que esto me causaria sino por
palidéz lívida este hombre tenia una fiso que ya no tendria la certeza de poder,
nomia notablementehermosa;sus ojos eran cuando quiero, separarme del resto de la
vivos y penetrantes; su nariz recta y casi tierra. Ahora voy áprocurar haceros ol
al nivel de la frente, indicaba el tipo grie vidar este pequeño disgusto, ofreciéndoos
go en toda su pureza, y sus dientes blan lo que seguramente no esperariais hallar,
cos como perlas resaltaban admirablemen es decir una cena bastante regular y buena
te bajo el bigote negro que los cubria. Es C) Ill.
ta palidéz era estraña, parecia la de un —Afé mia, mi querido huésped, res
hombre encerrado largo tiempo en una pondió Franz, que no se os debe escusar
tumba y que aun no habia podido recobrar por eso. Siempre he visto que se vendaba
el color de los vivos. Sin ser de gran esta los ojos á laspersonas que penetraban en
tura, era muy bien formado; y como to los palacios encantados; ved sino á Raoul
dos los hombres del Mediodia, tenia las en los Hugonotes, y verdaderamente no
manos y los pies pequeños. Pero lo que tengo porque quejarme, pues lo que me
mas asombró á Franz, que habia creido mostrais es digno de las maravillas de las
ser un sueño lo que decia Cayetano, fué la Mil y una noches.
suntuosidad del mueblaje. —Pues yo os diré como Lúculo: si hu
Toda la habitacion estaba forrada de una biese sabido que tendria el honor de vues
tela turca de color carmesí, y bordada de tra visita me hubiera preparado para ella.
grandes flores de oro: en un lado habia Pero en fin , tal como es mi hermita, la
una especie de divan, sobre el cual estaba pongo á vuestra disposicion, y os ofrezco
colocado un trofeo de armas árabes ador. mi frugal cena con toda cordialidad. Ali
nado con resplandecientes piedras precio ¿podeis ya servirnos?
sas; del techo colgaba una lámpara de cris Casi en el mismo instante la trampa se
tal de Venecia de una forma y de un co levantóy un negro de la Nubia, de color
lor encantadores, y los pies reposaban en de ébano, vestido de una sencilla túnica
una alfombra de Turquía en la que los pies blanca hizo señas á su amo de que podia
se sumerjian hasta el tobillo, unastrampas pasar al comedor.
ALBCM 213
—Ahora, dijo el desconocido á Franz, de un faisán asado y rodeado de mirlos de
no sé si sois de mi opinion, pero me pare ||Córcega, un jamon de jabalí con gelatina,
ce que no hay nada mas desagradable quejl un cuarto de cabra á la tastara , un mag
tener una conferencia de dos ó tres horas sin nífico rodaballo, y una descomunal langos
saber con que nombre llamarse. En cuan ta. Los intermedios de los grandes platos
to á mi , que respeto demasiado las leyes se veian ocupados por otros de pequeños
de la hospitalidad para preguntaros el vues que componían los estremeses. Las fuen
tro, os ruego solamente que me designeis tes eran de plata , los platos de porcelana
un nombre cualquiera, por mediodelcual del Japon. Franz se frotó los ojos para
pueda dirigiros la palabra. Respecto ámí, asegurarse de que no soñaba. Alí era el
os dire que acostumbran llamarme Simbad| único admitido al servicio de la mesa que
«! marino. desempeñaba á las mil maravillas.
Y yo, replicó Franz, os diré que como —Si, replicó Simbad, haciendo los ho
no me falta para estar en la situacion de nores á su cena con desembarazo; si, este
Aladino, mas que la lámpara maravillosa, |es un pobre diablo que me profesa mucho
no veo ningun inconveniente en que por afecto ; se acuerda de que le he salvado la
ahora me llameis Aladino. Esto no mesa vida, y como segun parece iba á perderla
cará del Oriente á donde creo haber sido cabeza, me ha guardado algun reconoci-
trasportado por medio del poder de algunllmiento por habérsela conservado.
buen genio Aunque no entendiese el francés, Alí
— I Y bien ! señor Aladino , esclamó el conoció por las miradas de ¡ Simbad que
estraño anfitrion , ya habeis oido que po hablaba de él; asi pues se acercó á la me
diamos ser servidos ¿no es asi? dignaos| sa, tomó una mano de su bienhechor y la
pues, tomaros la molestia de pasar al co besó.
medor; vuestro humilde servidor os pre —¿ Y seria indiscrecion , señor Simbad,
cede para mostraros el camino. dijo Franz, el preguntar en que circuns
Y en efecto, á estas palabras, levantando tancia habeis hecho esa buena accion?
la trampa , Simbad echó á andar delante| ¡Oh, Dios mio! bien sencillo es, re
de, Franz. plicó Simbad; segun parece este truan ha
Este marchaba de encanto' en encanto bia rondado el serrallo del bey de Tunez
la mesa estaba espléndidamente servida mas cerca de lo que convenia á un tunan
Una vez convencido de este punto impor te de su color, de suerte que fué condena
tante, dirijió los ojos á su alrededor. El do por el bey á que.se le cortase la lengua,
comedor era menos espléndido que la sala una mano y la cabeza: la lengua el primer
que acababa de abandonar; todo él era de dia, la mano el segundo y el tercero la ca
mármol, con bajos relieves antiguos de beza. Yo siempre habia deseado con ansia
gran valor, y en los cuatro ángulos de la tener á mi servicio un mudo; esperé á que
habitacion, otras tantas magníficasestátuas tuviese la lengua cortada, y fui á proponer
ostentaban sobre sus cabezas otros tantos al bey que me le diese en cambio de un
canastos que contenian, en forma de pira magnífico fusil de dos cañones que el dia
mide, frutas diversas: ananas de Sicilia, ¡¡anterior me pareció escitaba en su alteza
granadas de Málaga , naranjas de las islas los deseos de poseerle. Vaciló un instante,
Baieares, abridores de Francia y dátiles de! .tanta era su gana de acabar con el pobre
Tunez. En cuanto á la cena se componiaüdiablo; pero añadi al fusil un cuchillo de
54
214 ALBUM.

caza inglés, con el cual habia hecho peda-ticia; justicia baja y alta, sin prórroga nl
zos el yatagan de su alteza, mediante lo apelacion, que condena ó que absuelve,
que se decidió á concederle el perdon de y con la cual nadie tiene que ver nada.
la mano y de la cabeza, bajo la condicion ¡Ah! si hubieseis disfrutado de mi vida
de que no volveria á poner los pies en Tu no apeteceriais otra ni volveríais al mun
nez. La recomendacion era inútil, pues en do, á menos que, como yo, tuvieseis que
cuanto apercibe las costas de Africa se re realizar algun proyecto!
fugia en la sentina y no vuelve á parecer —¡Una venganza! por ejemplo, repli
hasta que se ha perdido de vista la tercera có Franz.
parte del mundo. El desconocido fijó en el jóven una de
Franzpermaneció un momento mudo y esas miradas que penetran hastan lo mas
reflexivo, no sabiendo que pensar de la profundo del corazon y del pensamiento.
bondad cruel con que Simbad acababa de –¿Y por quéuna venganza? preguntó.
hacerle aquel relato. –Porque, continuó Franz, me pareceis
–¿Y asi como el marino, cuyo nom un hombre que, perseguido por la socie
bre habeis tomado, dijo cambiando de dad, tiene que arreglar con ella alguna
conversacion,pasais vuestravidaviajando? cuenta terrible.
–Si; es un voto que hice en un tiempo —¡Y bien! esclamó Simbad riendo y
en que no creia poderlo cumplir,dijo son mostrando sus dientes blancos y agudos,
riendo el desconocido; he hecho algunos no lo creais; tal como me veis, soy una
votos mas como éste, los cuales espero que especie de filántropo, y algun dia tal vez
se cumplirán á su vez. vaya á Paris para reunirme con Mr. Ap
Aunque Simbad pronunció estas pala pert y con el hombre de la pequeña capa
bras con la mayor sangre fria, sus ojos azul.
Janzaron una mirada de estraña ferocidad. —¿Y será probablemente la primera
—¿Habéis sufrido mucho, caballero? vez que haceis ese viaje?
preguntó Franz. - —¡Oh! si; tengo aire de ser poco cu
Simbad se estremeció y le miró fija rioso, ¿eh?pero os aseguro que no es cul
mente. pa mia si he tardado tanto;un dia ú otro
–¿En qué lo conoceis? preguntó. será. -

—En todo, replicó Franz; en vuestra —¿Ypensais hacerlopronto?


voz, en vuestra mirada, en vuestra pali —Aun no sé; eso depende de las cir
dezy en la vida que llevais. cunstancias sometidas á combinaciones in
—¡Yo! si llevo la vida mas feliz que ciertas.
darse pueda, una verdadera vida de bajá; —Me alegraria hallarme con vos en la
soy el rey de la creacion. me gusta un época en que fueseis allá, y procuraria
lugar, me quedo en él; me fastidio, par devolveros la hospitalidad que me dais en
to; soy libre como el pájaro, y como él Monte-Christo.
tengo alas. Las personas que me rodean —Con mucho gusto aceptaría vuestra
me obedecen á una señal; de vez en cuan oferta, replicóSimbad; pero desgraciada
do me divierto en burlarme de la justicia mente, sivoy, á de ser de incógnito.
libertando de sus garras algun bandido á La cena entretanto avanzaba y parecia
quien busca, ö algun criminalá quien per-haber sido servida espresamentepara Franz
sigue. Ademas,yo tambien tengo mijus porque apenas gustára el desconocido de
ALBUMI, 215

alguno que otro plato de los que le había sin límite de la fantasía. ¿Sois ambicioso?
ofrecido en su espléndido festin, y al que corréis tras las grandezas de la tierra?
el inesperado convidado habia hecho tan quitada de nuevo y en una hora seréis
bien los honores. rey; no rey de un pequeño estado oculto
Al concluir, Alí trajo los postres, ó mas"en un rinconde Europa, como la Francia.
bien tomó las canastas de las cabezas de la España ó la Inglaterra; sino rey de
las estátuas y las puso sobre la mesa, co-mundo, rey del universo, rey de la crea
locando entre dos de ellas una copa de oro cion.Vuestro trono estará erigido sobre la
cubierta con unatapaderadel mismo metal montaña donde Satanás llevó áJesus; y
El respeto con que habia traido Alí esta sin tener necesidad de rendirle homenage,
copa picó la curiosidad de Franz Levantó sin veros obligado á besarle las garras, se
la tapadera y vió una especie de pasta de réis el soberano dueño de todos los reinos
colorverde que le era del todo desconoci-de la tierra. ¿No os tienta lo que os ofrez
da; volvióá colocar la tapadera, quedan co? decid: y ved que es cosa lhien fácil
do tan ignorante de lo que contenia des puesto que no hay que hacer mas que es
pues de haberla tapado como antes de des to: mirad.
cubrirla; y mirando á su huésped le vió Al acabar estaspalabras, descubrió á su
Sonreirse de su admiracion. vez la pequeña copa de oro que contenia
—No podeis adivinar, le dijo éste, que la sustancia tan alabada; tomó con una
clase de comestible encierra esa copa, y cucharita de caféun poco del confite má
esto os fatiga ¿no es así? gico, le llevó á su boca y le saboreó len
-Lo confieso. tamente, con los ojos medio cerrados y la
-Pues bien, esa especie de confite ver cabeza inclinada hácia atrás. Franz le de
de no es sino la ambrosia que Hebe servia jó todo el tiempo necesario para saborear
en la mesa de Júpiter. aquel manjar favorito; cuando le vió al
-Pero esa ambrosia, dijo Franz, habrá gun tanto repuesto esclamó:
sin duda, al pasar por la mano de los hom —En fin ¿qué manjar es ese tan pre
bres, perdido su nombre celestial para to cioso?
mar un nombre humano. En fin, ¿cómo –¿Habeis oido hablar del viejo de la
se llama ese ingrediente hácia el cual, por montaña, le preguntó su huésped, elmis
otraparte no siento gran simpatía? mo que quiso asesinar á Felipe Augusto?
—Hé ahíjustamente lo que revela nues. –Sin duda.
tro orígen material, esclamó Simbad; á –Pues bien; ya sabeis que reinaba en
Veces pasamos al lado de la felicidad sin un rico valle al que domina la montaña
Verla, sin mirarla, ó si la hemos visto y cuyo nombre pintoresco habia tomado.
mirado, sin conocerla. ¿Sois un hombre En ese vallehabia magníficos jardinesplan
positivo y el oro es vuestro Dios? quitad tadospor Hasseu-beu-Sabah, y en el cen
esa pasta, y láminas del Perú, de Guzca tro de esos jardines pabellones aislados. En
ratey de Golconde se presentarán á vues aquellospabellones hacia entrar á sus ele
tros ojos. ¿Sois poeta? quitadla de nuevo, jidos y halli les hacia comer, segun dice
y desaparecerán las barreras de lo posi Marco Polo, cierta hierba que los tras
ble; los campos de lo infinito se abrirán portaba al Paraiso en medio de plantas
ante vcs; os paseareis con corazon libre y siempre floridas, de frutos siempre ma
con ilbertad de espíritu, por los campos duros,de mugeres siempre vírgenes.Aho
216 ALBUM.

ra pues; lo que aquellosjóvenes biena goces de la existencia ficticia? Ya no que


venturados tomaban por la realidad, era reis vivir mas,y siempre quereis soñar.
ese sueño; pero un sueño tan dulce, tan Cuando abandoneis vuestro mundo por el
embriagador, tan voluptuoso , que se mundo de los demas, osparecerá que pa
vendian en cuerpo y alma al que se lo ha sais de una primavera napolitana áun in
bia proporcionado,y obedeciendo sus ór vierno de la Laponia, os parecerá aban.
denes como á las de Dios, iban á herir al donar el paraiso por la tierra, el cielo por
opuesto polo del mundo á la víctima indi elinfierno. Probad el hatchis, mi querido
cada; muriendo en lostormentos sin que huesped, probadlo!
jarse, con la única idea de que la muerte Por toda contestacion, Franz tomó una
que sufrian no era sino una transicion á cucharada de aquella pasta maravillosa,
esa vida de delicias, de la cual aquella en igual cantidad que habia tomado su
hierba santa, que ante vosveis servida,les anfitrion y la llevó ásu boca.
habia dado una idea. —¡ Diablo !! esclamó despues de haber
—En este caso, esclamó Franz, será el tragado aquel divino manjar, no sé aun
hatchis. Si, le conzco, es decir, de nom si el resultado será tan agradable como de
bre. cis, pero la cosa no me parece tan sabro
–Justamente habeis dicho la palabra, sa como afirmais.
señor Aladino; es el hatchis, el mejor y —Porque vuestro paladar no está aun
mas puro que se fabrica en Alejandria; el acostumbrado á la sublimidad de la sustan
hatchis de Abon-Gor, el gran fabricante, cia quegusta. Decidme, ¿acaso habeis cena
el hombre único; hombre á quien se de do con gustodesde la primera vezlas ostras,
biera edificarun palacio con esta inscrip elté, lastruchas, todo lo que habeis anhe
cion: «Alfabricante de lafelicidad, el muu lado despues?Comprendeis acasoá los ro
do reconocido.» manos que sazonaban losfaisanes con asa
—Sabeis, le dijo Franz, que tengo de fétida, y los chinos que comen nidos de
seos de probarpor mi mismo la verdadó golondrinas? ¡Pues bien! lo mismo sucede
la exajeracion de vuestros elojios? con el hatchis; comedle por espacio de
–Juzgad por mi propio, mi querido ocho diasy al cabo deese tiempo, ningun
huesped,juzgad; pero no os fieis de la alimento del mundo os parecerá reunir la
primera esperiencia. Como en todo, es delicadeza de ese gusto que hoy se os fi
preciso acostumbrar los sentidos á una im gura desabrido y nauseabundo. Por otra
presion nueva, dulce ó violenta, triste ó parte, pasemos á esa habitacion cercana,
alegre. Hay una lucha de la naturaleza es decir, á vuestro cuarto, donde Ali nos
contra esa divina sustancia, pues aquella servirá el café y nos dará pipas.
no está acostumbrada á la alegria, antes Los dos se levantaron y mientras el lla
bien propende al dolor. Es preciso que la mado Simbad daba algunas órdenes á su
naturaleza vencida sucumba en el comba criado, Franz entró en dicha habitacion.
te; es preciso que la realidad suceda al Estaba esta amueblada con sencillez,
sueño, y entonces el sueño reina, enton aunque no por eso menos ricamente. Era
ces es el sueño el que se vuelve vida y la su forma circular, y un gran divan la ro
vida sueño, ¿pero qué diferencia hay en deaba: dívanes paredes y pavimentos, es
esta trinsfiguracion, es decir, comparan taban colgados de magníficas pieles tupi
do los dolores de la existencia real con los das y blandas como los mas muelles tapices,
ALBUM. 217
eran estas pieles de leon del Atlas, de po —Afé mia, dijo Franz, que será la cosa
bladas crines; pieles de tigre de Bengala mas fácil del mundo, pues me parece que
de hermosas y marcadas rayas; pieles de me han colocado alas de águila, y con
pantera del Cabo, manchadas graciosa estas alas daria la vuelta al mundo en
mente como la que se apareció al Dante; veinte y cuatro horas.
en fin, pieles de oso de la Siberia, y de —¡Ah! ¡ah! el hatchis va operando;
zorros de Noruega, y todas ellas estaban ¡ pues bien! abrid vuestras alas y elevaos
arrojadas unas sobre otras con profusion, hasta las regiones sobrehumanas; no te
de manera que pareciera pisar sobre el mais nada, velan por vos, ysi, como las
mas espeso césped y reposar sobre la ca de Icaro, vuestras alas se derriten al sol,
ma mas blanda. Los dos se recostáronso aquí estamospara recibiros.
bre el dívan; houkas con tubos de jazmin Entonces pronunció algunas palabras
y boquillas de ámbar estaban á la altura árabes áAlí, que hizo una señal de obe
de la mano preparadas para no tener el diencia y se retiró, mas sin alejarse. En
trabajo de fumar dos veces en la misma. cuanto á Franz, una estraña trasformacion
Tomaron una de ellas cada uno. Ali las se operaba en él: toda la fatiga física de
encendió y salió á traer el café. aquel dia, toda la preocupacion de espíritu
Hubo momentos de silencio, durante el que habian hecho nacer los acontecimien
cualSimbad se dejó arrastrar por pensa tos de la noche, desaparecian como en un
mientos que le ocupaban sin cesar, aun primer momento de reposo, donde se vó
en medio de la conversacion,y Franz se lo suficiente para sentirvenir el sueño.Su
abandonó á esa somnolencia muda en que cuerpo parecia adquirir una ligereza in
se cae siempre al fumar un tabaco esce material; su imaginacion se aclaraba de
lente, que parece llevarse con el humo una manera estraña; sus sentidos parecian
todas laspenas del corazon, y devolveren aumentar sus facultades.
cambio todos los pensamientos al alma. El horizonte se ensanchaba ante él, no
Ali sirvió el café. ya aquel horizonte sombrío sobre el cual
—¿Cómo le quereis tomar? dijo el des se estendia un vago terror, sino un hori
conocido; ¿á la francesa ó á la turca, fuer zonte azul: trasparente, vasto, con todo
te ólijero, dulce ó con poco azúcar, pasado|el azul del mar, con todo el brillo del sol,
óen el momento de hervir? ávuestra elec-|con todo el perfume de la brisa; luego, en
cion; lo hay preparado de todos modos. |medio del canto de sus marineros, cantos
–Pues bien, lo tomaré á la turca, res-tan puros y tan claros que hubiesen for
pondiò Franz. mado una armonía divina, veía aparecer
—¡Y teneis razon! esclamó su hués-la isla de Monte-Christo, no ya como un
ped, esto prueba que teneis disposiciones escollo amenazador sobre las olas, sino
para la vida oriental. ¡Ah! los orientales como un oásis perdido en el desierto; lue
son en el mundo los que saben vivir. En go, á medida que la barca se acercaba, los
cuanto á mi, añadió con una de esasson-cantos se volvian mas numerosos, porque
risas que no se escapaban al jóven, cuan-unaarmonía divina y misteriosa elevaba á
do haya concluido mis asuntos en Paris, uno desde aquella isla hasta Dios, como si
iré á morir en Oriente, y si queréis en-alguna hada como Iorelay ó algun encan
contrarme, será preciso que vayaisá bustador como Anfion, hubiese querido atraer
carme al Cairo, á Bagdad óá Ispahán. á ella * alma ó edificar una ciudad.
2l8 ALBUM.
Al fin la barca tocó la orilla , pero sin una serpiente sobre el pájaro, abandonan^ .
esfuerzo , sin sacudimiento , así como los| doseá esas miradas dolorosasque parecían
labios tocan á los labios, yFranz sj imagi abrasarle , pero sin embargo .voluptuosas
nó entrar en la gruta sin que cesase aque como un beso.
lla música encantadora. Bajó' 6 mas bien Le pareció á Fran/que cerraba los ojos,
le pareció bajar algunos escalones , |respi y que á través de ja última mirada qué
rando un aire fresco y embalsamado comOj arrojaba en derredor suyo, entreveia la
el que debia reinar al redador de la gruta estatua púdica que se velaba enteramente;
de Cireé, compuesto de tales perfumes que y cerrando los ojos á las cosas reales, sus
estasian , de tales ardores que abrasan , y sentidos se abrieron á las impresiones im
volvió á ver todo lo que habia visto antes posibles.
de su sueño , desde Simbad , el huésped Entonces gozó de una voluptuosidad
fantástico, hasta Alí, el servidor mudo ; completa , de un amor sin reposo , como .
despues parecióle borrarse y confundirse to el que prometía el profeta á sus elegidos.
do ante su vista como las últimas sombras| Entonces todas aquellas bocas de piedra
de una linterna mágica que se apaga, en se animaron hasta el punto que para FranZ,
contrándose en la habitacion de las, está- sufriendo por la primera vez la influencia
tuas, iluminada solamente por una de esas! del halchis, aquel amor era casi un dolor,
lámparas antiguas que velan en medio de aquella voluptuosidad casi un torm(nto,
la noche el sueño de la voluptuosidad. cuando sentía pasar por su boca los labios
Eran aquellas estátuas ricas de formas , de aquellas estátuas, flexibles yfrias como
de lujuria y de poesía, de ojos magnéticos, los anillos de una culebra. Pero mientras
de sonrisa lasciva, de magnífica cabellera. mas intentaban rechazar sus brazos aquel
Las tales representaban Firinee, Cleopa- amor desconocido , mas sufrian sus sentí-
tra, Mesalina , las tres mas hermosas cor dos el encanto de aquel sueño misterioso ;
tesanas; y en medio de aquellas sombras| tanto quedespuesde una lucha por la cual
impúdicas se deslizaba como un rayo pu hubiese dado su alma se abandonó sin re
ro, como un ángel cristiano en medio del serva y concluyó por caer sin aliento, fa
Olimpo , una de esas figuras castas , una| tigado, aniquilado por el cansancio bajo
de esas sombras tranquilas, una de esas los encantos de aquel sueño desconocido.
visiones dulces que parecía velar su fren II.
te virginal bajo todas aquellas impurezas| EL DISPERTAR.
de mármol. Cuando Franz volvió en sí , los objetos
Entonces le pareció que aquellas tres| esteriores pareciéronle como una segunda
estátuas hab'an reunido sus tres amores pa parte de su sueño ; creyó hallarse en un
ra un solo hombre, y que este hombre sepulcro donde apenas penetraba, como
era él; que se acercaban á la cama en que| una mirada de piedad , un rayo de sol ;
sonaba bajo el influjo de un segundo sue estendió la mano y tocó la piedra , se ín -
ño, con los pies perdidos en sus largas tú corporó, y vio entonces que estaba ten
nicas blancas, los cabellos sueltos forman dido sobre una cama de yerba seca , muy
do ondas , en una de esas actitudes á las| suave y blanda. Toda vision habia desa
que resistían los santos, mas ante la cual parecido, y como si las estátuas no hubie
sucumbian los dioses : con una de esas mi sen sido mas que sombras salidas de sus
radas inflexibles y ardientes como las de tumbas durante su sueño , se habian des
ALBUM 219
\ahecido al tiempo de dispertarse ; dio al ¡y el sol mayor que nunca. Acercóse ale
gunos pasos hacia el punto por donde pe gremente á sus marineros. Apenas le vie
netraba la luz; á toda la agitacion del sue ron , se levantaron y el patron se acercó
ño sucedia la calma de la realidad. Se á él.
encontró en una gruta, se adelantdghácia —El señor Simbad, le dijo, nos ha en-*
la abertura y al través de la puerta , vis cargado que presentemos sus respetos á
lumbró un cielo azul y un mar tambien V. E. , y nos ha dicho que os espresemos
azul. El aire y el agua brillaban á los ra |su sentimiento por no haber podido des
yos del sol de la mañana ; los marineros pedirse de vos; pero espera que le dis
estaban sentados en la orilla hablando pensareis cuando sepais que un asunto
riendo ; á diez pasos en el mar , la barca muy urgente le llama á Málaga.
se mecía muellemente sobre su áncora. — ¡ Ah t querido Cayetano, dijo luego
Entonces aspiró por largo tiempo la bri Franz , ¿verdaderamente todo ha sido una
sa que refrescaba su frente; escuchó el realidad ? Existe un hombre que me ha
débil ruido de las olas que iban á morir recibido en esta isla , que me ha dado en
en la orilla, y que dejaban sobre las rocas ella una hospitalidad real, y que ha par
una franja de espuma blanca comola plata; tido durante mi sueño?
dejóse ir sin reflexionar, sin pensaren aquel —Existe , y la prueba es que allí teneis
«ncanto di-vino que hay en los objetos de su yacth que se aleja á toda vela , y si
la naturaleza , sobre todo cuando se sale quereis tomar vuestro anteojo de larga
.de un sueño fantástico; luego poco á poco vista , reconocereis á vuestro huésped en
aquella vida del esterior tan tranquila, tan medio de su tripulacion.
pura , tan grande le fué recordando la in Y al decir estas palabras, Cayetano es
verosimilitud de su sueño, y los recuer tendió el brazo en la direccion de una pe
dos empezaron á entrar en su memoria queña embarcacion que hacia rumbo á
Se acordó de su llegada á la isla , de su la punta meridional de Córcega; Franz sa
presentacion á un gefe de contrabandistas, có su anteojo, lo graduó á su vista ylodi-
de un palacio subterráneo lleno de esplen ríjió hácia el lugar indicado. Cayetano no
dores , de una cena escelente y de una cu |se engañaba. En la popa del buque estaba
charada del hntckis. Necesitaba hallarse de pié el misterioso estrangero, vuelto há-
•de frente con aquella realidad para no eia él y como él con un anteojo en la ma
creer que ya hacia lo menos un año que no. Llevaba el mismo traje bajo el cual ie
habian pasado aquellas cosas; tanta era habia presentado la víspera á su convida
la importancia que tenia para él aquel do, y agitaba un pañuelo en señal de des
sueño. Así, pues, de vez en cuando pre-|pedida; Franz le devolvió su saludo,
«entíbale su imaginacion como sentada en cando ¡á su vez su pañuelo y agitándolo
medio de los marineros ó trepando por como su huésped agitaba el suyo. Despues
una roca, ó cerniéndose por encima de de un segundo , una ligera nube de humo
la barca, una de las sombrasqueselepre se dibujó en la popa del buque, y subió
sentaron durante la noche con sus miradas {lentamente hácia el cielo; una lijera de
y con sus besos. Por otra parte tenia la tonacion llegó hasta Franz.
cabeza perfectamente libre y el cuerpo —^Oís? dijo Cayetano, se despide de
descansado , ninguna pesadez en su cére- vos.
bro; por el contrario, un cierto bienestar El joven tomó su carabina y la descargó
general , una facultad de absorver el aire «n el aire, pero sin esperanza de que el
220 ALBUM.

ruido pudiese atravesar la distancia que se cabritillos. Pero las cabras, aunque salva
paraba elyacht de la costa. jes y lijeras como gamuzas,seasemejaban
–¿Tiene algo que mandar S. E.? dijo mucho á nuestras cabras domésticas, y
Cayetano. Franz no las consideraba como caza.
—En primer lugar que encendais una Ademas ideas distintamente poderosas
antorcha. preocupaban su imaginacion. Desdela vís
–¡Ah! si, comprendo, replicó el pa pera era ver laderamente el héroe de un
tron, para buscar la entrada de esepalacio cuento de las Mil y una noches, y casi in
encantado.Perfectamente, voyá encender sensiblemente se dirigia hácia la gruta.
la antorcha. Pero tambien yo hetenido la Entonces, á pesar de la inutilidad de su
misma idea que vosy hecho variastenta primera pesquisa, volvió á empezar la se
tivas,pero al fin he renunciado á mi in gunda, despues de haber dicho á Cayeta
tento. Giovanni, añadió, enciende una an no que mandase asar uno de los dos cabri
torcha y entrégala áS. E. tillos. La segunda visita duró bastante
Giovanni obedeció. tiempo, el suficiente para que el cabritillo
Franz tomó la antorcha y entró en el al volver estuviese asado, y preparado el
subterráneo seguido de Cayetano. almuerzo.
Reconoció el lugar donde se habia des Franz se sentó en el mismo lugar donde
pertado por la cama de yerba; dió una la vispera habian venido á invitarle á ce
y.
vuelta con la antorcha en la mano por la nar de parte del huésped misterioso, y aun
superficie esterior de la gruta, nada vió, apercibia al pequeño yacht que seguia
á, no ser ligeras trazas de humo, lo cual avanzando hácia la Córcega.
probaba que otros antes que él habian in —Me habeis anunciado, dijo áCayeta
tentado inútilmente la misma investigacion. no, que el señor Simbad hacia. vela para
Sin embargo, no dejó sin examinar la me Málaga. pero me parece que lleva rumbo
nor rendija de aquella muralla degranito. directo á Porto-Vecchio.
Por todas introdujo la hoja de su cuchillo. —¿No os acordais, replicó el patron,
Se apoyaba sobre cualquier punto saliente de que entre las personas de su tripula -
que veia con la esperanza de que cederia, cion, os he dicho que habia dos bandidos
pero todo fué inútil, y perdiósin resultado corsos?
dos horas en esta pesquisa. Alcabodeeste —¡Es verdad! y va á dejarlos en la cos
tiempo renunció á ella. Cayetano triunfó. ta, esclamó Franz.
Cuando Franzvolvió á laplaya, elyacht —Justamente. ¡Ah! es un individuo ,
no aparecía mas que como un punto blan esclamó Cayetano, que no teme ni á Dios
co en el horizonte; recurrió á su anteojo, ni al diablo, segun dicen, y que andaria
pero aun con su ausilio era imposible dis cincuenta leguas para hacer un servicio á
tinguir nada. Cayetano le recordó queha un pobre hombre. -

bia venido para cazar cabras, lo cual ha –¿Pero ese género de servicio podria
bia olvidado completamente. Tomó su fu malquistarle con las autoridades del pais
sil, y se puso áre orrer la isla con elade donde ejerce esa clase de filantropía? es
man de un hombre que cumple con un clamó Franz.
deber unas bien que con el de quien se en —¡Ah! dijo Cayetano riendo: ¿que le
trega á una diversion, y al cabo de un cuar importan á él las autoridades? Se burla de
to de hora habia matado una cabra y dos ellas, y cuando procuran perseguirle, no
ALBUM. 221
es ya su yacht un buque velero, esunpá-iirumor sordo y febril que precede á los
jaro, y ademas no tiene mas que tomarlgrandes sucesos. Ahora, pues, en Roma
tierra en la costa, pues por todas partes en hay cuatro grandes acontecimientos al año;
cuentra amigos. el Carnaval, la Semana Santa, el dia del
Lo único que se podia deducir de esto Corpus y el de San Pedro. Todo el resto
es que el señor Simbad , el huésped de del aiio la ciudad vuelve á caer en esa
Franz , tenia el honor de estar en relacio triste apatía, estado intermedio entre la
nes con todas las costas del Mediterráneo, vida y la muerte , que la hace semejante
lo cual no dejaba de procurarle una posi á una especie de estacion entre este mun
cion bastante rara. En cuanto á Franz, do y el otro ; estacion sublime , reposo
nada le detenia ya en Monte- Cristo; ha lleno de poesía y de carácter que Franz
bía perdido toda esperanza de encontrar' habia observado cinco ó seis veces , y que
el secreto de la gruta ; apresuróse , pues , cada vez habia encontrado maravilloso y
á almorzar, ordenando á los marineros que; mas fantástico aun. En fin, atravesó aque^
dispusiesen la barca para cuando conclu lia turba siempre creciente y siempre agi
yera. Media hora despues estaba á bordo. tada, y llegó, á la fonda. A su primer pre
Arrojó la última mirada sobre el yacht , gunta, le respondieron, con esa imper-
el cual estaba á punto de desaparecer en tinencia particular á los cocheros de al-
€l golfo de Porto-VeCchio. Dió la señal qm'ler desocupados y á los posaderos, que
<ie partir. En el momento en que la barca en la fonda de Londres no habia ni si
se ponía en movimiento , el yacht desapa-| quiera una habitacion para él. Entonces
recio; con él se borraba la última realidad, |envió su targeta á maese Pastrini y pre
de la noche precedente; asi, pues, la ce guntó por Alberto de Morcerf. El medio
na, Simbad, hatchis y estátuas, todo empe fué escelente y maese Pastrini corrió en
zaba á confundirse para Franz en el mis persona , escusándose de haber hecho es
mo sueño. La barca caminó todo el dia y perar á S. E. , regañando á sus criados,
toda la noche, y al dia siguiente cuando tomando la bujía de la mano del cicerone
«alió el sol, la isla de Monte-Christo de que se habia apoderado ya del viajero , y
sapareció á su vez: Asi que Franz hubo preparándose á conducirle al lado de Al
puesto los pies en tierra, olvidó, á lo me berto , cuando este le salió á su encuen
nos momentáneamente, los acontecimien tro.
tos que acababan de pasar para terminar| La habitacion indicada se componía de
sus asuntos de placer y de política en Flo dos pequeñas piezas y de un gabinete. Es
rencia, y no ocuparse mas que de reunir tas daban á la calle, circunstancia que maese
se con su compañero que le esperaba en Pastrini hizo valer añadiendo que tenia
Roma. Partió, pues, y el sábado por la aquella pieza un mérito inapreciable. El
noche llegó la plaza de la Aduana en la resto de aquel piso estaba alquilado á un
sil! a correo. personaje muy rico, que creian siciliano ó
La habitacion estaba guardada , como maltés; pero el posadero no pudo decir
de cierto á cual de laS dos naciones perte
ya sabemos de antemano; no habia mas necía el tal viagero.- •.. , ,..-.... «; ,
que dirijirse á la fonda de maese Pastrini, Está bien, maese Pastrini, dijoFranz,
lo cual no era muy fácil, pues una multi pero necesitariamos por el pcontp upa ce
tud inmensa de gente poblaba ya las ca na cualquiera para esta noche, y un car-
lles, y Roma se hallaba poseida de esei ruage para mañana y d¡as siguientes.
56
"*" vs. ,

222 ALBUM,

–En cuanto á la cena, respondió el —Tranquilizaos, querido amigo, ellos


posadero, sereisservidos inmediatamente: vendrán porsí solos; solo se trata de fijar
pero respecto al carruage.... el precio.
—¿Dudais maese Pastrini? vamos, no Y Morcerf, con esa admirable filosofía
os chanceeis, necesitamos un carruage. de un hombre que no cree nada imposi
–¡Oh! caballero, se hará todo lo po ble mientras siente bien lleno su bolsillo,
sible para proporcionaros uno, esto es cenó, se acostóy durmióperfectamentey
cuanto puedo deciros. soñó que pasaba el carnaval en uncarrua
—¿Y cuando sabremos la respuesta? ge tirado por seis caballos.
preguntó Franz. II.
—Mañana por la mañana, respondió el BANonos Romanos.
psadero. Al dia siguiente Franz se despertó pri
—¡Qué diablo! dijo Alberto, se paga mero que su compañero y asi que estuvo
rá mas caro..... ya sabemos lo que es..... despierto, tiró del cordon de la campanilla.
en casa de Diakeytaron, veinte y cinco Aun vitraba el sonido de esta, cuando mae
francos por los dias ordinarios y treinta ó se Pastrini entró en persona.
treinta y cinco francos por los domingos —¡Y bien ! dijo el huésped triunfante
ó dias de fiesta; añadid pues cinco francos sin esperar á que Franz le intérrogase, bien
al dia por corretage, resultan cuarenta lo sospechaba ayer cuando no queriapro
asi pues no volvamos á hablar de ello. meteros nada; habeis acudido demasiado
—Temo que esos señores, aun ofre tarde, y ya no hay en Roma un solo car
ciendo el doble no podrán procurároslo. ruaje desalquilado; para los tres últimos
—Pues entonces que pongan caballos al dias, se entiende.
mio, aunque algo estropeado á causa del —Si, esclamó Franz,para los dias que
camino.... no importa. mas necesarios son.
—No se encontrarán caballos. —¿Que hay?preguntó Alberto entran
Alberto miró á Franz como un hom do, ¿no tenemos carruaje? "
bre á quien se le dá una respuesta que le —Justamente, querido amigo, respon
parece incomprensible. " dió Franz; lo habeis adivinado.
—¿Comprendeis eso, Franz? no hay —¡Vaya una ciudad! buenaestá laciu
caballos, dijo, ¿pero no podria haber ca dad que habitais.
ballos de posta? —Es decir, replicó maese Pastrini, que
—Todos están alquilados hace quince deseaba sostener la capital del mundo cris
dias, y ahora no quedan mas que los ne tiano en cierta dignidad respecto á sus via
cesarios para el servicio. jeros, es decir, que no hay carruaje desde
–¿Qué estais diciendo? preguntó Franz. el domingo por la mañana hasta el martes
—Digo que cuando no comprendo una por la noche, pero de aqui allá encontra
cosa tengo la costumbre de no detenerme reis cincuenta si quereis.
mucho en ella y de pasar á otra. ¿Está –¡Ah! eso ya es algo, dijo Alberto; hoy
pronta la cena, maese Pastrini? es jueves, ¿quien sabe de aquial domingo
—Si, ecelencia. lo que puede suceder?
–Pues bien, antes de nada cenemos. –Que llegarán diezó doce milviajeros,
—¿Pero el carruage y los caballos? dijo respondió Franz, los cuales harán mayor
Franz. laun la dificultad.
LBUMI 23

—Amigomio, dijo Morcerf, gocemos del —Mas sin embargo, escelencia, dijo
presente, y no pensemos tan tristemente maese Pastrini procurando rebelarse.
del porvenir." —Andad, andad, mi querido huésped,
-¡A lo menos,preguntó Franz, ten dijo Franz, óvoy yo mismo à ajustar el
dremos una ventana! carruaje con vuestro afflistore, queestam
–¿Donde? bien el mio; es un antiguo amigo que me
—En la calle del Cours. ha robado bastante dinero en su vida, y
-¡Oh! ¡una ventana ! esclamó maese que con la esperanza de robarme mas pa
Pastrini, imposible de toda imposibilidad 3. sará por un precio menor que el que os
una solamente quedaba en el quinto piso ofrezco; de este modo perdereisla diferen
del palacio Doria, y ha sido alquilada á un cia,yvos tendreis la culpa.
príncipe ruso porveinte zequies al dia. —¡Oh! no os tomeis esa molestia, es
Los dos jóvenes se miraron con aire es celencia, dijo maese Pastrini con lasonrisa
tupefacto. del especulador italiano que se confiesa
—Y bien, querido, dijo Franz áAlber vencido, cumplirévuestro encargo lo me
to; lo mejor que podemos hacer es irnosá jor que me sea posible y espero que que
pasar el Carnaval en Venecia; al menos dareis contento.
alli, si no encontramos carruje, encontra —A las mil maravillas, eso sellama ha
remosgóndolas. -
blar con juicio.
—¡Oh! no, esclamó Alberto; estoy —¿Cuando quereis el carruaje?
decidido áver el carnaval en Roma, y lo —entro de una hora.
veré aun que sea sobre unos zancos. Pues dentro de una hora estará á la
–Calle, esclamó Franz, es una idea puerta.
triunfante, sobre todo para acabar con los En efecto, una hora despues el carrua
suvecolett; nos disfrazaremos de polichi je esperaba á los dos jóvenes; era un mo
nelas, vampiros ó de landeres, y tendre desto fiacre que atendida la solemnidad de
mos un éxito magnífico. la circunstancia , habian elevado al rango
-¿Desean aun SS. EE. tener un car de gran carruaje. Pero á pesar de la me
ruaje para el domingo? diana apariencia que tuviese, los dos jóve
—¡Pues que ! ¿creeis que vamos áre nes se hubieran dado por muy felices con
correr las calles de Roma á pié como si teneruna covacha semejante para los tres
fueramos pasantes de escribano? últimos dias.
—¡Bien voy á apresurarme á ejecutar —Escelencia, gritó el cicerone al ver á
las órdenes de SS.EE., dijo maese Pastri Franz asomarseá laventana,¿se acerca la
ni;pero les prevengo que el carruaje les carroza al palacio?
cuesta seis piastras al dia. Por acostnmbrado que estuviese Franz
—Y yo, querido maese Pastrini, dijo al énfasis italiano, su primer movimiento
· l
Fran, yo que no soy vuestro vecino el mi fué mirar á su alrededor; pero en efecto,
llonario, os prevengo que atendido á que á él era á quien se dirigian aquellas pala
es la cuarta vez que vengo á Roma, conoz-bras. Franz era la escelencia, la carroza
co el precio de los carruajes, tanto los do era el fiacre, y el palacio era la fonda de
mingos y dias de fiesta como los que nolo Lóndres. Todo el genio laudatorio de la
son, os daremos doce piastras por hoy, ma nacion estaba encerrado en aquella frase.
ña y pasado, y aun sacaréis muy buen pro
ducto, FranzyAlberto bajaron, la carroza se
221 ALBUMI.

acercó al palacio en la que montaron y el —Escelencia, dijo, mucho me lisongea


cicerone se colocó en la trasera. vuestra aprobacion, pero no he subido pa
–¿A dónde quieren SS. EE. que se les ra eso á vuestro cuarto.
conduzca? -¿Era acaso para decirnos que habiais
–Primero á San Pedro, luego al coli encontrado carruaje? preguntó Albertoen
S00. | cendiendo un cigarro.
Dijo Alberto, mas éste no sabia que —Mucho menos; ademas, mejor haceis
para verá San Pedro necesitaba undia, no en no pensar mas en ello, y en tomar un
teniendo suficiente con un mes para estu partido. En Roma las cosas se puedenó
diarlo. Así que se pasó el dia recorriendo no se pueden. Cuando se os ha dicho que
á San Pedro. no se podia, punto concluido.
Los amigos no echaron de ver que se –¡Oh! en Paris es mucho mas có
hacia tarde hasta que el dia empezó á de modo, cuando una cosa no se puede se
clinar. Franz sacó su reloj; eran las cuatro paga el doble y al instante se tiene lo que
ymedia.Al punto emprendieron el cami se pide.
no hácia la fonda, y al apearse en la puer —Si, sí; ya he oido decir eso á todos
ta dió Franz al cochero la órden de estar los franceses, dijo maese Pastrini algun
allí á las ocho. Queria hacer contemplar á tanto picado, y entonces no comprendo
Alberto el coliseo á la luz de la luna, así como viajan.
como le habia hecho ver á San Pedro con –Pero tambien, dijo Alberto arrojando
la luz del sol. flemáticamente una bocanada de humo há
Cuando se haceverá un amigo una ciu cia el techo, ybalanceándose sobre los pies
dad que no conoce, se usa de la misma co-traseros de su silla, solo viajan los locos
quetería que para enseñarle la muger á|y los necios como yo; las personas sensa
quien se ama; de consiguiente Franz tra-|tas no abandonan su habitacion en la calle
zó al cochero su itinerario; debia salir por|de Helper, el boulevard de Gand y el café
la puerta del Pópolo, costear la muralla|de aris.
esteriory entrarpor la puerta de “an Gio Digamcs que"Alberto vivia en la dicha
vanni. De este modo el coliseo se les apa-|calle, daba todos los dias su paseo fashio
recia de improviso y sin que el capitolio, el|nable y comia cotidianamente en el único
forum, el arco de Septimio Severo, el tem-|café en que se come cuandose está en re
plo de Antonino, Faustinio y la Via Sacra|laciones con los jóvenes solteros de Paris,
hubiesen servido de grados colocados al|maese Pastrini permaneció un momento
paso en el camino como términos prepa-|silencioso; era evidente que meditaba la
ratorios. respuesta que le, había dado Alberto; res
Se sentaron á la mesa, Maese Pastrini puesta que sin duda alguna no le parecia
habia prometido á sus huéspedes un festin|del todo clara.
escelente,sin embargo lesdió solo una co —l'ero en fin, dijo Franz á su vez in
mida pasable de la que no tuvieron que terrumpiendo las rellexionesgeográficas de
quejarse. |su huésped, vos habíais venido aquí con
Al fin de la comida entró el posadero: un objeto cualquiera; ¿queréis esplicarnos
pues este objeto?
Franz creyó que era para recibir las gra | —¡Oh! es muy justo, hélo aquí;¿vos
cias, y se disponia á dárselas, cuando les habeis mandado venir el carruaje á las
interrumpió á las primeraspalabras. ocho?
–Perfectamente. Anum. 225
e te, pero yo sí os creeré; tranquilizaos,
—¿Teníais
loseo? intencion de visitar el co- hablad,
– Mas sin embargo, escelencia, bien
—Esdecir el coliseo, comprendels que si poneis en duda mi ve
—Es exactamente la misma cosa racidad. -

—Sea. –Querido, interrumpió Franz,soismas


—¿Habeis dicho ávuestro cochero que susceptible que Casandra la cual era pro
subiese por la puerta del Popolo, que die-fetisa y á la que nadie escuchaba; al paso
se la vuelta por el lado esterior de las mu-quº º á lo menos, estais seguro de la
ralas y que entrase por la puerta de San itad de vuestro auditorio: vamos» sºn
Giovanniº taos, y decidnosquienes ese señor Vampa.
—Esas son mis propias palabras. "ya os lo he dicho, escelencia, es un
— Pues bien l ese itinerario es imposi- bandido como nunca se ha visto otro des
ble,–Peligroso
ó á lo menospormuy peligroso.
qué? pues
—del famoso
Pues bien!Mastrilla. :
¿qué relacion tiene ese ,

—A causa del famoso Luis Vampa. bandido con la órden que Yº he dado á
–Primeramente , mi querido huéspedmi cochero de salir por la puerta del Pó
¿quien es el famoso Luis vampa? prepolo y de entrar por la puerta de San Gio
guntó pero os Puede
Roma,Alberto. ser que
prevengo muyenfamoso
Parisenlvanni
es —Hay, respondió maese Patrini, que "

enteramente desconocido. " " por la una podréis salir, pero dudo que
¡Cómo no le conoceis? entreis por la otra. " ".

—No tengo ese honor. —¿Por qué preguntó Franz


— Pues bien l es un bandido al lado –Porque llegada lanoche,ya no se es
del cual los Decesaris y los Gasparone ltá en seguridadá cincuenta pasos de las
-

*.."
al — Atención,unFranz,
fin hallamos esclamó
bandido palabraConde,
Alberto; _Señor
osprevengº» de honordijoesclamó
maese Alberto
Pastrini
querido huésped, que no voyá creer una siempre picado por la duda que tenia Al
labra de lo que me digais. Sabido esto, berto de suveracidad, lo que digo no va
cuanto querais, estoy pronto áes- dirigido ávos, sino á vuestro compañero
cucharos—«Habia una vez.- aya, de viaje, que conoce á Roma y que sabe
vaya, no proseguís?. que sobre ese punto no hay que chan
1.

queMaese Pastrini
le parecia se volvió
mucho hácia que
mas juicioso
. . .
Francearse
. .»
su —oye, querido, dijo Alberto dirigién
.
_

-
* .
compañero, y le dijo gravemente. "*"|dose áFranz, hé aquíuna aventura ad
*

—Escelencia, si me creeis un embuste- mirable: atestamos nuestrº coche de pis


ro, inútil esque os diga lo que queria de- tolas, trabucos y escopetas de dos caño
ciros; sin embargo, puedo raros quenes º vampa viene á prendernos, no
lo hacia por el interés de vuestras esce- sotros le prendemos. Le conducimosáRo
lencias. - “ lna, le presen amos á Su Santidad que nos
" —Alberto no os dice que sois un em- pregunta que es lo que puede hacer en
bustero, querido señor pastrini, replicó reconocimiento á nuestro servicio. Enton
-- *ces reclamamos pura. Y sencillamente una
Franz; os dice que nº os creerá enterar 57
226
ALBUM.
carroza y dos caballos de sus caballerizas, El posadero se volvió hácia Franz, con
y vemos el carnaval en Carruaje, sin con un aire que queria deci decididam ente
tar con que probablemente el pueblo ro vuestro camarada está loco r:
.
mano, reconocido tambien, nos corone en –Qu do
el Capitolio, y nos proclame, como áCur tra resperi Alberto, replicó Franz, vues
uesta es sublíme, yvale tanto co
cio y á Horacio Coclés, salvadores de la mo qu"mou
el rul de Corneille; únicamen
patria. te, cuando Horacio respondia esto, se tra
Mientras que Alberto deducia esta con taba
de la salvacion de Rom y la cosa
secuencia, maese Pastrini gesticulaba de valia por cierto la pen Per a,
una manera difícil de describir. a. o en cuanto á
nosotros notad que se trata solo de un ca
—En pri mer lugar, pre guntó Franzá pric
ho que queremos satisfacer y que se
Alberto, ¿dime dónde encontrarás esas pis
ria ridículo que por este capricho arries
tolas, esos trabucos, esas escopetas de dos gas
emos nuestra vida.
cañones, con qué quieres atestar elcoche?
—¡Ah! ¡per Bacco! esclamó maese Pas
—Lo que es en mi arsenal no será, dijo trini, eso se llama saber hablar.
Alberto, pues en la Terracine, me despo Alberto se llen un vas
aro hast
n a de mi puñal, ¿ y á tí?
ó o de Lacryma
—A mi me sucedió otro tanto en Acua
Christi, el cual bebió á pequeños sorbos
murmurando palabras ininteligibles.
pendente.
-Ybien, maese Pastrini, replicó Franz,
—¡Ah! querido huésped, dijo Alberto
encendiendo su segundo cigarro en el res ahora que mi compañero está tranquilo,
to del primero, ¿sabéis que es muy có y que habeis podido apreciar mis disposi
ciones pacíficas: ¿decidnos ahora quien es
moda para los ladrones esa medida, yque
ese señor Vampa?¿es pastor ó patrício?
me parece ha sido tomadade acuerdo con|¿
ellos? es jóven óviejo?¿alto ó bajo? describid
nos su figura, á fin de que si le encontra
Sin duda maese Pastrini halló aquella mos por casualidad en
el mundo, como
pregunta muy embarazosa, pues no res Jua Sbogar
pondió sino á medias, dirigiendo aun la n d ó Lara, podamos á lo me
nos reconocerle.
palabra á Franz como al único ser razo
–Pues para adquirir detalles exactos á
ble con el cual pudiera entenderse. nadie mejor que á mi pudiérais dirigiros;
—Su escelencia sabe que cuando uno porque he conocido á Luis Vampa desde
se vé atacado por bandidos, no es la cos la niñez y un dia que yo hab caid
tumbre defenderse. ia o en
sus manos al ir de Florencia á Alafri, se
–Cómo! esclamóAlberto cuyo valor se acordó felizmente para mi, de nuestro
exaltaba á la sola ideade dejarse robar sin anti ,
pronunciar una sola palabra; como ! ¿qué guo conocimiento; me dejó ir no tan
no es la costumbre de defenderse? solo sin hacerme pagar nada antes bien
—No, porque toda defensa seria inútil, me reg aló un precioso reloj y me contó su
¿Qué quereis hacer contra una docena de historia.
bandidos, que salen de un foso, de una —Enseñadnos el reloj, dijo Alberto.
choza ó de la misma tierra, si así puede Maese Pastrini sacó de su bolsillo una
decirse, y que os apuntan á boca dejarro magnifica saboneta en que se veia graba
todos á un tiempo? do el nombre de su autor, el timbre de Pa
—i Pues bien ! yo quiero hacerme ma ris y una corona de cond
tar, esclamó Alberto. e.
—Aqui la teneis.
227
ALBUM.
lidad de su amigo. ¿Yá qué clase de la
-Diantre, esclamó Alberto, os doy la
enhorabuena. Tengo uno semejante, aña soc—E iedad pertenecia?
ra un simple pastor de la quinta del
dió sacando á su vez el reloj del bolsillo conde de San Felice, situada entre "a
de su chaleco, que me ha costado tres mil lestrina y el lago de Gabri: habia nacido
francos. en Pampinara, y entrado á la edad de cin
—Ahora contadnos la historia , dijo co años al servicio del conde. Su padre,
Fran zásu vez hac iendo as
señ se
á mae
pastor en Anaqui, poseia en un pequeño
Pastrini para que se sentára. rebaño, y vivia de la lana de sus carne- .
—¿Permiten SS. EE.? ros y de la leche de sus ovejas que venia
—¡Qué diantre ! dijo Alberto, no sois í venderá Roma. Cuando era niño, el pe
un predicador para hablar de pié. queño Vampa tenia un carácter muy estra
El posadero se sentò, despues de haber ño. Un dia á la edad de siete años, fué á bus
hecho á cada uno de sus oyentes una pro car al cura de Palestrina y le rogó que le
funda y respetuosa cortesía, lo cual indi enseñíse á leer, lo cual era dificil pues el
caba que estaba pronto á dar los informes jóven pastor no podia abandonar un ins
que le pedian acerca del famoso bandido tante su ganado: pero el buen cura iba
Luis Vampa. -

o todos los dias á decir misa á una pobre


- ¡Ah! esclamó Franz deteniend á aldea demasiado reducida para pagar un
maese Pastrinien el momento en que abria sacerdote, y que, no teniendo nombre,
la boca, decis que habeis conocido á Luis era conocida bajo el de Borgo. Ofreció á
Vampa desde su niñez; ¿es aun jóven? Luis hallarse en el camino por donde él
-¡Cómo ! yo lo creo que es jóven: pasára á la hora de su vuelta y darle de
tiene veinte y dos años apenas! ¡Oh! este modo su leccion, previniéndole que
a
todavi ha de met er cho do.
mu rui
esta seria corta, y que por consig uiente
-¿Qué decis de eso, Alberto? es muy tendria que aprovecharse de ella. El po
raro el haber adquirido ya á los veinte años bre muchacho aceptó lleno de gozo.
una reputacion, dijo Franz. Todos los dias Luis llevaba á pastar su
—Sí, ciertamente, y á su edad Alejan ganado hácia el camino de Palestrina á
dro, César y Napoleon, que despues han á Borgo y todos los dias á las nueve de
figurado tanto, no habian adelantado lo la mañana el cura y el muchacho se sen
que él. taban sobre la yerba, y el pastorcillo daba
o
—Asi, pues, replicó Franz dirijiénd .
su leccion en el breviario del sacerdote Al
se á su huésped, ¿el héroe cuya historia cabo de tres meses, sabia leer. Aun no
nos vais á contar, tiene veinte y dos años? era esto todo; necesitaba aprender á es
—Aun tal vez no los ha cumplido, co cribir. El sacerdote se empeñó con un
mo he tenido el honor de deciros. profesor de escritura de Roma, quien le
.—¿Es alto ó bajo? -
hizo tres alfabetos: uno con letra muy
—De estatura mediana, asi como vues gruesa, otro con letra mediana y el ter
tra escelencia, dijo el huésped señalando cero con una letra muy pequeña; y di
á Alberto. -
ciéndole que copiando aquellas cifras en
—Gracias por la comparacion, dijo éste una pizarra, podia, con ayuda deuna pun
inclinándose. ta de hierro, aprender á escribir. Aque
—Vaya, proseguid maese Pastrini, re lla misma noche asi que hubo entrado el
plicó Franz sonriéndose de la susceptibi
228 ' ALBUM.
ganado en la quinta , el pequeño Vampa,«dia cumplían su palabra, y de este modo
corrió á casa del cerrajero de l'alestrina.lfban creciendo juntos. Vampa llegó á }qs
Tomó un grueso clavo, lo forjó, lo ma- doce anos y Teresa á los once.
chacó, lo redondeó, consiguiendo hacer| Sin embargo, tambien se desarroljabao
de él una especie de stylet antiguo. Al sus instintos naturales. Ademas de la aiicic-n
dia siguiente, habia reunido una porcion á las artes en que Luis se habia distingui
de pizarras y trabajaba en ellas. Al cabo| do tanto como habia podido hacerlo en la
de tres meses ya sabia escribir. soledad , le acometían crueles arrebatos;
Asombrado el cura de aquella maravillo era ardiente, colérico, burlon. Ninguno de
sa inteligencia,. y conmovido en vista de los jóvenes de Pampinara, de Palestrina ó
aquella disposicion tan rara, le regaló unos|| de Valmontore habian podido no solamen
cuantos cuadernos de papel, un paquete de te tener influencia alguna sobre él , sino
plumas y un cortaplumas. Este fué un llegará ser su compañero. Su tempera
nuevo estudio, pero estudio que no era na mento altanero, siempre dispuesto á exi
da al lado del primero. Ocho dias despues| gir, sin querer nunca acceder á» ninguna
' manejaba la .pluma lo mismo que el sty concesion, apartaba de su lado todo instin
1 et. El cura contó esta anécdota al conde to amistoso, toda demostracion simpática.
de San Felice, que se empeñó en ver al Teresa era la única que mandaba con una
pequeño pastor; le hizo leer y escribir de-j palabra, con una mirada, con un gesto aquel
lante de él. mandó á su mayordomo que carácter fiero que se humillaba bajo la
le hiciese comer coa sus criados, y le dió mano de una muger. Teresa por el con-
dos piastras al mes. Con este dinero, Luid trario era viva, alegre, pero coquetahasta
compró libros y lápices. jel estremo; la? dos piastras que daba £ Luí*
En,efecto, habia aplicadoá todos losob- el mayordomo del conde de SanFelice, el
jetos aquella facultad de imitacion que te precio de todos los juguetillos que vendía
nia, y , como Giotto , dibujaba sobre susj en Roma , se gastaban en pendientes de
pizarras sus ovejas, los árboles, las casas, perlas, en collares, en alfileres; asi pues,
y con la punta de su cortaplumas empezó! gracias á aquella prodigalidad de sa joven
á tallar la madera, y á darla todaslas for amigo, Teresa era la mas bella] y la paas¡
nias que queria. Asi fué cc¡mo empezó elegante aldeana de los alrededores de
Pinelli, el escultor popular. Una jóven de Roma. Los dos jóvenes seguían creciendo,,
seis ó siete años, es decir, un poco mas jó pasando todo el dia juntos, y entregándo
ven que Vampa. guardaba por su parte el se sin obstáculo á los instintos de su ca
rebaño de una quinta próxima á Palestri rácter; asi pues, en sus conversaciones, en
na; era huérfana, habia nacido en Valmon sus deseos, en sus sueños, Vampa se veia
tore , y se llamaba Teresa. Los dos niños siempre hecho un capitan de navio, gene
se encontraban, se sentaban el uno junto ral de ejército, ó gobernador de una pro
al otro, dejaban sus ganados mezclarse y vincia. Teresa se veia rica , vestida de be
pastar juntos, hablaban, reian y jugaban , llo trage, y seguida de lacayos con sus li
y despues. por la noche, apartaban los car breas. Ademas, cuando habian pasado d
neros del conde de ¿an Felice , de los del' dia juntos adornando su porvenir con aque
baron de Cervetri, y los niños se separa llos locos y brillantes arabescos, se sepa
ban para volver á su quinta respectiva pro raban para conducir los rebaños á los es
metiendo reunirse al dia siguiente. Este| tablos y descender desde la elevacion de
ALBUM. 229
su sueño hasta la humildad de su posicion Una noche salió un lobo de un bosque,
real. Un dia, el jóven pastor dijo al ma cerca del cual acostumbraban á reunirse
yordomo del conde que habia visto salir los dos jóvenes apenas anduviera el lobo
un lobo de las montañas de la Sabina que diezpasos por la llanura,habia ya muerto.
rondaba su ganado. El mayordomo le en Vampa, orgulloso con aquel lobo tan her
tregó una escopeta; esto era lo queria moso, cargó con él y lo llevó á casa. To
Vampa. Esta escopeta tenia por casuali dos estos detalles daban á Luis cierta re
dad un escelente cañon de Brescia, que putacion en los alrededores de la quinta;
calzaba bala como una carabina inglesa; elhombre superior, do quier que se halle,
masun dia el conde, persiguiendo á un se crea una multitud de admiradores. Ha
zorro, rompió la culata, y ya habian ar blábase en todo el contorno de aqueljóven
rinconado el arma. Esto no era una difi pastor como del masfuerte y del mas va
cultad para un escultor como Vampa. Exa liente contadino quehabia en el circuito de
minó la culata primitiva, calculó la figu diez leguas;y aunque Teresa por su parte
ra que habia de tener, y al cabo de unos pasasepor una de lasjóvenes mas hermo
cuaritos dias hizo otra culata cargada de sas de la Sabina, nadie osaba decirle unapa
adornos tan maravillosos, que, si hubiese labra porque sabian que Vampa la amaba.
querido venderla sin el cañon, hubiera Y sin embargo, los dos jóvenes no se
ganado seguramente quince ó veinte pias habian confesado nunca semejante amor."
tras; pero él no pensaba hacer tal uso de Habian ido creciendo el uno y el otro co
ella; una escopeta habia sido durante su mo dos árboles que mezclan sus raices
vida el pensamiento fijo deljóven. bajo la tierra, sus ramas en el aire, su
En todos los paises en que la indepen perfume en el cielo; pero su deseo de vi
dencia ha sustituido á la libertad, la pri vir juntos era el mismo; este deseo habia
mera necesidad que esperimenta todo co llegado áser una necesidad y mejor hu
razon fuerte, toda organizacion poderosa, biesen preferido la muerte que la separa
es la de una arma que asegure al propio cion de un solo dia, por mas que esta idea
tiempo el ataque y la defensa y que ha no les hubiese jamasvenido á la imagina
ciendo terrible al que la lleva le hace tam cion. Teresa tenia diez y seis años y Vam
bien temido. Desde estemomento Vampa, pa diez y siete.
dedicó todos losinstantes que le quedaron Por este tiempo empezóse á hablarmu
libres al ejercicio del arma; compró pól cho de una compañía de bandidos que se
vora y balas y se sirvió de todos los obje iba organizandoen los montes Lepini. Los
tos que tenia á mano para tirar al blanco; salteadores no han sido nunca enteramen
el tronco de los olivos, el zorro que salia te estinguidos en los alrededores de Roma.
de su cueva por las noches para empezar A veces faltan gefes, pero cuando se pre
su caza nocturna, el águila que se cernía senta uno es raro que le falte una compa
en el aire. Pronto llegó á ser tan dies ñia El célebre Cucumetto perseguido en
tro, que Teresa venció el temor que en las Albruzzes, arrojado del reino de Ná
un principio esperimentára al oir la deto poles, donde habia sostenido una verda
nacion, y se divertía en verá su jóven dera guerra, atravesó el Garigliano, como
compañero poner la bala en el punto que Manfredo, y habia venido á refugiarse
pensaba con tanta exactitud y limpieza entre Sonnino y Juperno, á orillas del
como si la colocára alli con la mano. Amasina. Elera quien se ocupaba en reOr.
57
230 ALUM,

ganizar alguna tropa y quien seguia las velo con su adorno, traje pintoresco de
huellas de Decaesaris y de Gasparone álas paisanas romanas, y ocultaba su ros
quienes pronto esperaba sºbrepujar. Mu-|tro á las lujuriosas miradas de los bandi
chos jóvenes de Palestrina, de Frascati y|dos. Alli se lo contó todo: sus amores con
de Pampinara desaparecieron; al princi-|la prisionera, sus juramentos defidelidad,
pio sus amigosy allegadosse inquietaron y como cada noche desde que estaban en
por su suerte, mas pronto supieron que aquellos alrededores, se citaban á unas
habia ido á reunirse con la banda de Cu-|ruinas. Aquella noche justamente Cucu
cumetto. Al cabo de algun tiempo Cucu-|metto envió á Carlini á un pueblo vecino,
metto llegó á ser el objeto de la atencion|y no pudo acudirá la cita:pero Cucunet
general. Citaron de este gefe rasgos llenos|to se habia hallado alli por casualidad se
de una audacia y de una brutalidad es|gun decia y entonces robó á la jóven.
traordinarias. Carlini suplicó á su gefe que hiciese una
Un dia robó á una jóven: era la hija|escepcion en favor suyo y que respetase á
del agrimensor de Frosinone. Las leyes|Rita, diciéndole que su padre era rico y
de los bandidos son positivas: una jóven|que pagaria un buen rescate. Cucumetto
pertenece al que la roba, despues á cada|pareció rendirse á las súplicas de su ami
uno por suerte, y la desgraciada sirve go y le encargó que buscase un pastor á
para los placeres de toda la compañía has quien pudiese enviará casa del padre de
ta que la abandonan ó muere. Cuando los Rita, á Frosinone. Entonces Carlini se
parientes son bastante ricos para resca acercó gozoso á la jóven, la dijo que esta
tarla, envian un mensagero que trata del ba salvada, y la invitó á que escribiese á
rescate; la cabeza del prisionero responde su padre una carta en la cual le contase
de la seguridad del emisario. Si las con todo lo que habia pasado, y le anunciase
diciones del rescate son rehusadas, elpri que su rescate estaba fijado en trescientas
sionero es condenado irrevocablemente. piastras. Concedian al padre por todo tér
Esta jóven tenia á su amante en la parti mino, doce horas, es decir hasta el dia si
da de Cucuinetto; se llamaba Carlini. Al guiente á las nueve de la mañana.
reconocer al jóven, se creyó salvada y le Escrita la carta, Carlini se apoderó de
tendió los brazos; pero el pobre Carlinial ella al punto, y corrió á la llanura para
verla sintió despedazarse su corazon, por buscar un mensagero. Encontró á un jó
que aun ignoraba la suerte queestaríades ven pastor que guardaba un rebaño. Los
tinada á su querida. mensageros naturales de los bandidos son
Sin embargo, como era el favorito de los pastores que viven entre la ciudad y la
Cucumetto, como habia compartido con montaña, entre la vida salvaje y la vida
él sus peligros hacia mas de tres años, civilizada. Eljóven pastorpartió inmedia
como le habia salvado la vida matando de tamente, pronetiendo estar en Frosinone
un pistoletazo á un carabinero que tenia antes de una hora. Carlini volvió lleno de
ya el sable levantado sobre su cabeza, gozo para reunirsecon su querida yanun
esperó que Cucumetto se apiadaría de él. ciarla aquella buena noticia.
Llamó, pues, al gefe aparte, mientras|| Encontró átoda la compañía en la pla
que lajóven, apoyada contra el tronco de zuela donde cenaba alegremente laspro
un gran pino que se elevaba en medio de visiones que los bandidos exigian de los
una plazuela del bosque, habia hecho un paisanos como un tributo,tan solo en me
ALBUM., 231

dio de aquellos alegres compañeros, buscó| —¿Y por qué se había de hacer una
en vano á Cucumetto,y á Rita. Pregunta escepcion en su favor ?
donde estaban; los bandidos respondieron –Creí que mis súplicas...
con una gran carcajada. Un sudor frio —¿Y por qué has de ser tu mas que
inundó la frente de Carlini, y sintió una los demas?
angustia mortal.ifenovó su pregunta; uno —Es justo.
de los bandidos lienó un vaso de vino de — ero tranquilízate, prosiguió Cucu
Orbietto y se lo presentó, diciendo: metto riendo, un poco antes ó un poco
–¡A la salud del valiente Cucumetto y despues, ya llegará tu turno. "
de la hermosa Rita ! Los dientes de Carlini chocaban convul
En este momento Carlini creyó oir un sivamente.
grito de muger, todo lo adivinó; tomó el —Va nos, dijo Cucunetto dando un pa
vaso, le hizo pedazos contra el rostro del so hácia los bandidos, ¿vienes?
que se lo presentaba, y se lanzó en direc —Ya os sigo...
cion del grito. Al cabo de cien pasos, á la Cucumetto se alejó sin perder de vista
vuelta de un matorral, vió á Rita desma á Carlini, porque tal vez temia que le hi
yada en los brazos de Cucumetto. Al ver á riese por detrás; pero nada anunciaba en
Carlini, Cucumetto se levantó con una pis el bandido una intencion hostil. En pié,
tola en cada mano. Los dos handidos se con los brazos cruzados, estaba al lado de
miraron durante un momento, el uno con Rita que seguia desmayada. Cucumetto
la sonrisa de la lujuria en los labios, el creyó por un instante que el jóven iba á
otro con la palidez de la muerte en la tomarla en sus brazos y huir con ella;
frente. Hubiérase creido que iba á pasar pero poco le importaba, habia conseguido
alguna escena terrible entre aquellos dos lo que deseaba; y en cuanto al dinero,
hombres, pero poco á poco las facciones trescientas piastras repartidas entre los
de Carlini se aplacaron; su mano, que ha compañeros hacian una suma tan pobre
hia llevado á una de las pistolas de su cintu que le importaba poco el que se las diesen
ron,permaneció inmóvil; Rita estaba ten ó no. Continuó pues su camino hácia la
dida entre los dos. La luna iluminaba esta plazuela; pero con gran asombro suyo
SCena. -

Carlini llegó casi al propio tiempo que él.


—¡Y bien !! le dijo Cucumetto, ¿has —¡El sorteo! ¡el sorteo! gritaron to
hecho la comision que te habia encar dos los bandidos al divisará su gefe.
gado º Y los ojos de aquellos hombres brilla
—S, capitan, respondió Carlini, y ma ron de alegría, mientras que la llama de
flana antes de las nueve el padre de Rita la hoguera esparcia sobre todos ellos un
estará aquí con el dinero. resplandor rojizc que los hacia asemejarse
—Perfectamente. Mientras tanto vamos á los demonios.
á pasar una noche deliciosa. Esta jóven es Lo que pedian era justo; asípues el ge
encantadora, y en verdad que tienes buen fe hizo una señal con la cabeza indicando
8usto. Carlini; así pues como no soy egois que accedia á su demanda. "usiéronse to
ta, vamos á volver al lado de los camara dos los nombres en un sombrero, así el de
das y sorteará quien pertenecerá ahora. Carlini como el de los demas y el mas jó
-¿ Luego estais decidido á abandonarla ven de la compañía sacóuna papeleta de
*la ley comun? preguntó Carlini. la urna improvisada. Aquella contenia el
232 ALBUM.

nombre de Diavolaccio. Era el mismo que ciontenia un aspecto tan estraño y tan so ·
habia propuesto á Carlini un brindis á la lemne, que todos se levantaron escepto
salud del gefe, y á quien Carlini contestó Carlini, que se quedó sentado y continuó
haciendo pedazos el vaso contra su rostro. comiendo y bèbiendo como si nada pasase
Una estensa herida, que cogía de la sien á su alrededor. Diavolaccio continuó avan
hasta la boca, daba sangre en abundancia: zando en medio del mas profundo silencio
Diavolaccio, al verse así favorecido por la y depositó Rita á los pies del capitan.
fortuna arrojó una carcajada. Entonces todos pudieron conocer la cau
—Capitan, dijo, hace poco que Carlini sa de la suma palidez de la jóven y del
no quiso beberá vuestra salud, proponed bandido. Rita tenia un cuchillo clavado
le que beba á la mia: tal vez tenga para hasta el puño en el corazon.
convos mas condescendencia que para con Todas las miradas se fijaron en Carlini:
migo. la vaina estaba vacia en su cinturon.
Todos esperaban una esplosion de parte —¡Ah! ¡ah! dijo el gefe, ahora com
de Carlini, pero, con gran asombro de to prendo porque se quedó atras Carlini.
dos, tomó un vaso con una mano, con la Toda naturaleza salvaje aprecia una
otra una botella y llenando el vaso dijo accion sublime. Aunque ninguno de los
con voz perfectamente tranquila. bandidos hubiese hecho lo que Carlini, to
—A tu salud, Diavolaccio, y bebió el dos apreciaron el valor de aquella accion.
contenido del vaso sin que su mano tem —Y ahora, dijo Carlini levantándose á
blase y sentándose en seguida junto á la su vez con la mano apoyada en el gatillo
hoguera continuó: mi parte de la cena: de una de sus pistólas, ¿hay alguno que
la caminata que acabo de hacer me ha me dispute esta muger?
abierto el apetito. —No, dijo el gefe, te pertenece.
–¡Viva Carlini! esclamaron los ban Entonces Carlini la tomó en sus brazos
didos. y la condujo fuera del círculo de la luz
—Enhorabuena; eso se llama tomar las que proyectaba la llama de la hoguera.
cosas como buenos compañeros. Cucumetto distribuyó los centinelas co
Y todos formaron un círculo al rededor mo de costumbre, y los bandidos se ten
de la hoguera, mientras que Diavolaccio dieron, envueltos en sus capas, alrededor
se alejaba. de la hoguera.
Carlini comia ybebia como si nada hu A media noche el centinela dió la señal
biese pasado. |
de alarma y en un instante estuvieron de
Los bandidos le miraron con asombro pié el gefe y sus compañeros. Era el pa
sin comprender aquella impasibilidad dre de Rita que venia en persona á traer
cuando oyeron resonar cerca de ellos unas el rescate de su hija.
pisadas lentas y pausadas. Se volvieron y —Toma, dijo áCucumetto, presentán
divisaron á Diavolaccio que conducia· á ...la dole un saco lleno de dinero, aqui tie
jóven en sus brazos: tenia la cabeza incli nes trescientos doblones, devuélveme á mi
nada hácia atrás de modo que sus largos hija.
cabellos tocaban en tierra. A medida que El gefe sin pronunciar una sola palabra
iban entrando en el círculo de la luz pro-|y sin tomar el dinero, le hizo señas de que
yectado por la hoguera, notaban la pali-|le siguiese.
dez de la jóven y del bandido.Esta apari- El anciano obedeció: los dosse alejaron
ALBUM, 233

y perdieron entre los árboles á través de no mientras con la otra apartaba su ca


cuyas ramas penetraban los rayos de la misa y le presentaba su pecho desnudo.
luna. En fin, Cuicumetto se detuvo, ten —Has hecho bien, le dijo el anciano
dió la mano y mostrando al anciano dos con vozsorda. Abrázame, hijo mio.
personas agrupadas el pié de un árbol, le Carlini se arrojó llorando en los brazos
dijo: del padre de su querida. Eran las prime
—Mira:pide tu hija á Carlini; él te da ras lágrimas que derramaba aquel hom
rá cuenta de ella. bre. -

Y se volvióá reunirse con sus compa —Ahora, dijo el anciano á Carlini, ayú
ñeros. dame á enterrar á mi hija.
El anciano permaneció inmóvil y con Carlini fué á buscar dos azadones, y el
los ojos fijos. Sentía que pesaba sobre su padre y el amante se pusieron á cavar al
cabeza alguna desgracia desconocida, in pié de una encina cuyas espesas ramas
mensa. Al fin dió algunos pasos hácia el debian cubrir la tumba de la jóven. Asi
grupo. Al ruido que hizo para acercarse que estuvo preparada, el padre abrazó el
á él Carlini levantó la cabeza, y las for primero al cadáver, el amante despues,
mas de dos personas comenzáron á apa y en seguida levantándola uno por los pies
recer mas distintas á los ojos del anciano. y el otro por debajo los sobacos, la colo
Vió á una muger tendida en tierra con caron en la hoya. Arrodilláronse luego á
la cabeza apoyada sobre las rodillas de un los dos lados y rezaron las oraciones de
hombre sentado é inclinado hácia ella. Al difuntos: cuando concluyeron cubrieron
levantarse este hombre fué cuando pudo el cadáver con la tierra que habian saca
descubrir el rostro de la muger que apre do hasta que la hoya estuvo llena. Enton
taba contra su corazon. El anciano reco ces presentándole la mano
noció á su hija, y Carlini reconoció al an -Gracias, hijo mio, dijo el anciano á
ciano. Carlini; ahora déjame solo.
–Te esperaba; dijo el bandido al pa. -Pero..... replicó éste.
dre de Rita. -Déjame solo.... te lo mando.
- ¡Miserable ! contestó éste, ¿qué has Carlini obedeció; fué á reunirse consus
hecho? compañeros, se envolvió en su capa, y
Y miraba con terror á Rita, pálida, in pronto pareció tan profundamente dormi
móvil,ensangrentada, con un cuchillo hun do como los demas. El dia anterior se ha
dido en el pecho. Un rayo de luna la ilu bia decidido que iban á mudar de campa
minaba con su blanquecina luz. mento. Una hora antes de amanecer, Cu
—Cucumetto habia violado á tu hija, cumetto dispertó á sus camaradas y se dió
dijo el bandido; y como yo la amaba la la órden de partir, pero Carlini no quiso
he matado, porque despues de él iba á abandonar el bosque sin saber lo que ha
servir de juguete á toda la compañía. bia sido del padre de Rita. Dirijióce hícia
El anciano no pronunció una palabra, el lugar donde le habia dejado... OIl
pero se quedó pálido como un cadáver. contró al anciano ahorcado de una de las
—Ahora, prosiguió Carlini, si he hecho ramas de la encina que daba sombra á la
mal véngala. tumba de su hija. Entónces hizo sobre el
Y arrancó el cuchillo del seno de la jó cadáver del uno y la tumba de la otra el
ven que con una mano presentó al ancia an de vengarlos; mas este jura
-
231 ALEUM,

mento no pudo cumplirse, porque dos dias Asi que estuvo á distancia de poder ser
despues, en un encuentro con los carabi oido, esclamó:
neros romanos, Carlinifué muerto. Mas –Mie persiguen ¿podeis ocultarme?
lo que á todos llenó de asombro fué que Los jóvenes echaron de ver desdeluego
haciendo frente al enemigo hubiese reci que aquel fugitivo debia ser algun bandi
bido la bala por la espalda. El asombro do; pero hay entre el paisano y el bandi
cesó cuando uno de los bandidos hizo no do romano una simpatia desconocida que
tará suscompañeros que Cucumetto esta hace que el primero esté siempre pronto
ba colocado diez pasos detras de Carlini á hacerun servicio al segundo. Vampa,
cuando este cayó. sin pronunciar una palabra corrióá la pie
La madrugada del dia en que partieron dra que tapa la entrada de la gruta, des
del bosque de Frosinone habia seguido á cubrió dicha entrada apartándola, hizo una
Carlini en la oscuridad y escuchado el ju señal al fugitivo para que se refugiase en
ramento que hiciéra, por lo que áfuer de aquel sitio desconocido de todos, volvió
hombre cauto habia tratado de evitar el luego á colocar en su lugar la piedra que
resultado. ocultó la entrada y se sentó al lado de Te
Aun se contaban sobre este terrible ge reSa. *
fe de bandidos otras muchas historias no A pocos momentos aparecieron en el
menos curiosas que esta; de manera que lindar del bosque cuatro carabineros á ca
desde Fondi á Perousse todo el mundo ballo; tres de ellos parecian buscar al fu
temblaba al solo nombre de........ Cucu gitivo, el cuarto conducia por el cuello á
metto. un bandido prisionero. Los tres primeros
Estas historias habian sido con frecuen esploraron el pais con una ojeada, aperci
cia el objeto de las conversaciones de Luis bieron á los dos jóvenes, corrieron al ga
y de Teresa. La jóven temblaba al oirta lope hácia ellos y les preguntaron; nada
les aventuras, pero Vampa la tranquili habian visto.
zaba con una sonrisa dirijiendo una mira —Lo siento, dijo el cabo,porqueel ban
da á su soberbia escopeta que tan certero dido á quien buscamos es el gefe.
tiro tenia, y si esto no bastaba á tranqui –¡Cucumetto !! esclamaron á la vez
lizarla, le mostraba á cien pasos al cuervo Luis yTeresa.
sobre alguna rama, le apuntaba, salia el —Si, contestó el cabo; y como su ca
tiro y el animal herido caia al pie del ár beza estápregonada en mil escudos roma
bol; sin embargo el tiempo corria; los dos nos, os darian quinientos á vosotros si
jóvenes habian proyectado casarse cuando nos hubieseis ayudado á descubrirle.
Vampa tuviese veinte años y Teresa diez y Los dos jóvenes se miraron recíproca
nueve. Ambos eran huérfanosy no tenian mente y el cabo tuvo alguna esperanza.
que pedir permiso á nadie mas que ásus Quinientos escudos romanos son tres mil
amos; lá estos lo habian ya pedido y les francos,ytres mil francos son una fortu
habia sido concedido. na para dos pobres huérfanos que van á
Un dia que hablaban desus futuros pro-|casarse.
yectos, oyeron dos ó tres tirosy de repen —Si, yo tambien lo siento, pero no le
te un hombre salió del bosque, cerca del hemos visto; dijo Vampa.
cual acostumbraban los dos jóvenes llevar Entonces los carabineros recorrieron el
á pastar sus ganados, y corrió hácia ellos.|terreno en diferentes direcciones pero úni
ALBUMI, 25
tilmente; al fin fueron desapareciendo. En mitido, entre los sirvientes y los paisanos.
tonces Vampa retiró la piedra y Cucumetto La fiesta era magnífica. No solamente
salió. la quinta estaba profusamente iluminada
Habia visto, al través de las rendijas de sino que millares de linternas devarios co
la puerta de granito, á los dosjóvenesha lores estaban suspendidas de los árboles
blar con los carabineros; dudó al pronto del jardin. En cada salon habia una or
del resultado de la conversacion pero leyó questa y refrescos, las máscaras se dete
en el rostro de Luisy de Teresa la firme nian, formábanse cuadrillas, y se bailaba
resolucion de no entregarle: sacó pues de donde mejor parecia.Carmela iba vestida
su bolsillo una bolsa llena de oro y se la de muger de Sonnino; llevaba su gorro
ofreció; masVampa levantó la cabeza con bordado de perlas, las agujas de sus cabe
orgullo; en cuanto áTeresa, sus ojos bri llos eran de oro y de diamantes, su cintu
llaron al pensar en las ricas joyas y her ron era de seda turca con grandes flores,
mosos vestidos que podria comprar con su sobretodo y sujubon de cachenir, su
aquella gran cantidad de oro. delantal de muselina de las Indias, los bo
Cucumetto era un demonio muy hábil; tones de su jubon eran otras tantas piedras
pero habia tomado la forma de un bandi preciosas. Otras dos de sus compañeras
do en vez de tomar la de una serpiente. iban vestidas, la una de muger de Neptu
Sorprendió aquella mirada, reconoció en no, la otra de muger de la Riccia.
Teresa una digna hija de Eva, y entró en Cuatrojóvenes de lasfamilias mas ricas
el bosque volviendo muchas veces la ca y unas nobles de Roma las acompañaban
beza bajo el pretesto de saludar á sus li con esa libertad italiana que no tiene igual
bertadores. Muchos dias pasaron sin que en ningun otro pais del mundo: iban ves
se volviese á ver à Cucumetto, sin que se tidos de aldeanos de Albano, de Velletri,
oyese hablar de él. La época del carnaval de Civita-Castelane y de Sora. Ademas,
se acercaba y el conde de San Felice anun tanto en los trages de los aldeanos como
ció que iba á dar un baile de máscaras, al en los de las aldeanas, el oro y las piedras
cual seria convidada toda la elegancia de preciosas deslumbraban la vista.
Roma. Teresa tenia muchas ganas de ver Carmela deseó formar una cuadrilla uni
este baile, Luispidió á su protector el ma forme; pero faltaba una muger. Carmela
yordomo, permiso pára asistirél y Teresa miraba á su alrededor, ninguna de las con
á la funcion mezclados entre los sirvientes vidadas llevaba un trage análogo al suyo
de la casa, el que se lo concedió. y á los de sus compañeros. El conde de
El conde daba este baile solo para dar •an Felice le señaló, en medio de las al
gusto á su hija Carmela á quien adoraba. deanas áTeresa, apoyada en el brazo de
Carmela tenia la misma edad y la misma Luis.
estatura de Teresa, y Teresa era á lo me —¿Permitís acaso, padre mio?
nos tan hermosa como Carmela. La noche —Sin duda, respondió el conde, ¿no
del baile, Teresa se vistió de su trage mas estamos en carnaval?
bello, se adornó con sus mas brillantes al | Carmela se inclinó hácia un jóven que
hajas. Llevaba el traje de las mujeres de la acompañaba, y le dijo algunas pala
Frascati. Luis vestia el pintorescotraje de brasen voz baja mostrándole con el dedo
paisano romano en los dias de fiesta. Am á la jóven. El jóven siguió con los ojos la
bos se mezclaron, como se les habia per-, direccion de la linda mano que le servia
236 ALB UM.

de conductor; hizo un ademan de obe Luis estaba celoso, sentia que llevada
diencia, y fué á invitar áTeresa parafigu de su naturaleza coqueta y orgullosa, Te
rar en la cuadrilla dirigida por la hijadel resa podia olvidarle. Y sin embargo la be
conde. lla aldeana, tímida y casi espantada al
Teresa sintió arder su frente, interrogó principio, pronto se habia repuesto. Ya
con la mirada á Luis: no podia rehusar: hemos dicho que Teresa era hermosa.
Luis dejó deslizar lentamente el brazo de Pues aun no es esto todo:Teresa era gra
Teresa que se apoyaba en el suyo, y Te ciosa, de esa gracia salvage mucho mas
resa alejándose conducida por su elegante poderosa que nuestra gracia afectada. Ca
caballero,fué á ocupar temblando supues si recibió todos los honores de la cuadri
to en la cuadrilla aristocrática. Segura lla, y si tenia envidia de la hija del conde
mente, á los ojos de un artista, el exacto de San Felice,no osariamos decir que Car
y severo traje de Teresa hubiese tenido un mela estaba celosa de ella. Así pues, con
carácter muy distinto del de Carmela y muchos cumplimientos fué como su ele
sus compañeras; pero Teresa era una jó gante pareja la volvió á conducir al punto
ven frívola y coqueta, y los bordados de del que la habia sacado á bailar y donde
la muselina, las perlas de los gorros, el la esperaba Luis.
brillo de la cachemira, el reflejo de los Dos ó tres veces durante la contradanza
záfiros y de los diamantes la volvian loca. la jóven le habia arrojado una mirada, y
Por su parte Luis sentia nacer en él un cada vez le habia visto pálido y con las
sentimiento desconocido: una especie de facciones crispadas.Una vez la hoja de su
dolor sordo que le desgarraba primero el puñal, medio sacada de su vaina, habia
corazon, y despues circulaba por sus ve brillado á sus ojos con un resplandor si
nas yse apoderaba detodo su cuerpo.Se niestro. Así, pues, temblaba cuando vol
guia con los ojos los menores movimien vióá apoyarse sobre el brazo de su aman
tos de Teresa y de su pareja: cuando sus te. La cuadrilla habia tenido un éxito tan
manos se tocaban sus artérías latian con brillante, que probablemente se trataria
violencia, y hubiérase dicho que el soni de repetirla. Carmela se oponia, pero el
do de una campana vibraba en sus oidos. conde de San Felice rogó con tanta ternu
Cuando se hablaban, aunque Teresa escu ra á su hija, que al fin consintió.
chase tímida y con los ojos bajos los dis Al punto uno de los caballeros se diri
cursos de supareja, como Luis leía en los gióá invitar á Teresa, sin la cual era im
ojos ardientes del bello jóven que aquellos posible que la contradanza se verificase;
discursos eran lisonjas, le parecia que la pero la jóven habia desaparecido. En efec
tierra se abria bajo sus piesy que toda las to, Luis no se sintió con fuerzaspara su
vocesdelinfierno le hablabanpronunciando frir una segunda prueba; y casi por per
palabras de muerte y de asesinato. Enton suasion ó por fuerza, arrastró á Teresa
ces, temiendo dejarse arrastrar por su lo hácia otro punto del jardin. Teresa cedió
cura, se agarraba con una mano al sillon bien á pesar suyo; pero habia visto la al
en el cual se apoyaba, y con la otra opri terada fisonomía del jóven, y comprendia
mia con un movimiento convulsivo el pu
ñal de mango cincelado que pendia de su por su silencio entrecortado, por sus es
cinturon, y el cual, sin apercibirse de ello, tremecimientos nerviosos que pasaba en él
sacaba algunas veces casi enteramente de algo de estraordinario. Tampoco ella de
la vaina. jaba de sentir una ajitacion interior; y sin
ALBUM. 237
haber hechosin embargo nada malo com-noche por el resplandor de las llamas, ha
prendia que Luis tenia derecho para que-bia saltado de su cama, se habia envuelto
jarse; de qué?… lo ignoraba; pero no por en su bata, y habia intentado huirpor la
eso dejaba de conocer que sus quejas se- puerta: pero el corredorpor el cual debia
rian merecidas. No obstante, con gran pasar estaba ya invadido por las llamas.
asombro de Teresa, Luis permaneció mu-Entonces entró en su cuarto pidiendo so
do y ni siquiera entreabrió sus labios para corro, cuando de repente el balcon, situado
decir una palabra durante el resto de la á veinte pies de altura se abrió; un jóven
noche. Mas cuando el frio hizo salir de aldeano se lanzó en la habitacion, cogió la
losjardines á los convidados, y cuando las jóven en sus brazos, y con una fuerza y
puertasse hubieron cerrado para ellos pues una agilidad sobrehumanas, la trasportó
iba á comenzar una fiesta interior, se lle dejándolas sobre el musgo del prado, don
vóáTeresa, y así que iba á entrar en su de quedó desmayada. Al recobrar el sen
casa la dijo: tido, su padre se hallaba delante de ella,
—Teresa, ¿en qué pensabas cuando todos los criados la rodeabanprodigándola
bailabas en frente de la jóven condesa de socorros.Un ala entera del palacio habia
San Felice? ardido; pero ¿qué importaba? ¡Carmela
—"ensaba, respondió la jóven con to se habia salvado! Buscaron por todas par-"
da la franqueza de su alma, que daria la tas á su líbertador, pero éste no pareció;
mitad de mi vida por tener un traje como preguntaron átodos en todas partes, pero
el que ella llevaba. nadie le habia visto. Carmela estaba tan
—¿Y qué te decia tu pareja ? turbada que no le habia reconocido. Por
—Me decia que solo de mi dependia el otra parte, como el conde era inmensa
tenerle con solo pronunciar una palabra. mente rico, escepto el peligro que habia
—Tenia razon,respondió Luis. ¿Lede corrido su hija, y que le pareció por la
SeaStan ardientemente como dices? milagrosa manera con que se habia salva
—Si. do mas bien un nuevo favor de la Provi
—¡Pues bien ! lo tendrás. dencia que una desgracia real, la pérdida
La jóven asombrada levantó la cabeza ocasionada por las llamas fué insignifi
para preguntarle; pero su rostro estaba cante para él. -

tan sombrío y tan terrible que la voz se Al dia siguiente, á la hora de costum
heló en sus lábios. Por otra parte, al pro bre, los dos jóvenes se encontraron en la
nunciar estas palabras Luis se habia ale entrada del bosque; Luis habia llegado el
jado: Teresa le siguió con los ojos en la primero. Salió al encuentro de la jóven
obscuridad mientras pudo y así que hu con gran alegría; parecia haber olvidado
bo desaparecido entró en su cuarto suspi. completamente la escena de la víspera. Te
pirando. resa estaba visiblemente pensativa,pero al
Aquella misma noche sucedió un gran verá Luis tan alegre, afectó por su parte
acontecimiento, sin duda por la impru forzada la alegría que era el fondo de su
dencia de algun criado que se descuidó al carácter cuando alguna otra pasion no ve
pagar las luces; el fuego habia incendiado nia á turbarla. Luistomó el brazo de Te V

el palacio de San Felice,justamente en los resa y la condujo hasta la entrada de la


alrededores de la habitacion de la hermo gruta. Allí se detuvo. La jóven compren
sa Carmela. Despertada en, medio de la diendo que algo habia de estraordinario
60
238 ALBUM.

en la conducta del jóven le miró fijamente.]de nuevo, rogóá Luis que le sirviera de
—Teresa, dijo Luis, ayer por la nocheguia. Luis se quitó la capa y la colocó en
me dijíste que darias la mitad de tu vida tierra, se echó la escopeta al hombro y
portener un trage semejante al de la hija marchó delante del viajero con ese paso
del conde. rápido del montañés, que apenas puede
–Seguramente, dijo Teresa, pero esta seguir el trote de un caballo.
ba loca al desear tal cosa. En diez minutos Luis y el viajero estu
—Y yo te respondí: «Está bien,lo ten vieron en la especie de encrucijada indir
drás.» cada por el jóven pastor. Llegado allí, con
–Sí, respondió la jóven, cuyo asombro un ademan magestuoso como el de un en
crecia á cada palabra de Luis; pero res perador, estendió la mano hácia el sender
pondiste aquello sin duda por no disgus ro que debia seguir el viajero.
tarme.
—Este es vuestro camino, dijo, ya no
–Nunca te he prometido nada que no puede engañarse su escelencia.
—Aquí tienes tu recompensa, dijo el
lo haya dado. Teresa, dijo Luis con orgu
llo. entra en la gruta yvístete. viajero ofreciendo al jóven pastor algunas
Al pronun ciar estas palabr as, retiró la monedas.
piedra y mostró á Teresa la gruta ilumi –Gracias, dijo Luis retirando su mano,
nada por dos bugías que ardian á cada la hago un servicio, pero no le vendo.
do de un soberbio espejo; sobre la mesa —Sin embargo, dijo el viajero que pa
rústica, hecha por Luis, estaban coloca recia acostumbrado á aquella diferencia
dos el collar de perlas y las agujas de dia entre la servidumbre del hombre de las
mantes; sobre una silla estaba depositado ciudades y el orgullo del campesino,... sí
arás un re
el resto del adorno. Teresa arrojó un grito rehusas un salario no desdeñ
de alegría, y sin informarse de donde ve galo.
nia aquel trage, sin dar las gracias á Luis, – ¡Ah! si, eso ya es otra cosa.
se lanzóá la gruta transformadaen un ga —¡Pues bien toma estos dos cequies
venecia nos y dalos á tu novia para unos
binete de tocador. Detrás de ella Luis co s.
locó la piedra, porque acababa de aperci zarcillo
bir sobre la cumbre de una pequeña coli —Yvos tomad este puñal, dijo el jó
na que impedia ver á Palestrina, un via ven pastor, no encontrareis otro cuyo
jero á caballo, que se detuvo un momento mango esté mejor cincelado desde Albano
como incierto de su camino, dibujándose á Civita de Castelane.
sobre el azul del cielo con esa limpieza del|| —Acepto, dijo el viagero,pero enton
contorno particular á las lontananzas de ces yo soy el que te quedo agradecido.»
los paises meridionales. porque este puñal vale mucho mas de dos
Al verá Luis, el viajero espoleó su ca cequies.
ballo, y se acercó á él. Luis no se habia —En la ciudad tal vez, pero como lo
engañado, el viajero que se dirigia de Pa he cincelado yo mismo, apenas vale una
lestrina áTívoli estaba incierto del camino piastra.
que debia tomar. El jóven se lo indicó: —¿Como te llamas? preguntó el via
pero como á un cuarto de milla de allí, el gero.
camino se dividia en tres senderos, y lle —Luis Vampa, respondió el pastor con
gado á ellos el viajero, podia estraviarse el mismo tono que si hubíera respondidos
ALEUM. 239
Alejandro, rey de Macedonia.—¿Yvos? hombre le llevaba mas de doscientos pa
—Yo...... dijo el viagero, me llamo sos de delantera: era pues imposible al
Simbad el marino. canzarle antes de que hubiese llegado al
Franz de Epinay arrojó un grito de bosque. El jóven pastor se detuvo como
sorpresa. si le hubiesen clavado en aquel lugar. Apo
–¡Simbad el marino! esclamó. yó en su hombro derecho la culata de su
—Si, respondió el narrador, ese es el escopeta, apuntó lentamente el cañon en
nombre que el viagero dijo á Vampa. la direccion del raptor, le siguió un se
—¡Y bien! ¿qué teneis vos que ver gundo en su carrera y al fin hizo fuego.
con ese nombre? interrumpióAlberto; es El raptor se detuvo: sus rodillas flla
un nombre muy bello, y las aventuras quearon, y cayó, arrastrando á Teresa
del patron de este caballero, debo confe en su caida. Pero esta se levantó al punto;
sarlo, me han divertido mucho en mi ju en cuanto al fugitivo permaneció tendido,
ventud. luchando con las convulsiones de la ago
Franz no insistió mas. Aquel nombre nía. Vampa se lanzó hácia Teresa, por
de Simbad el marino, como se compren que á diez pasos del moribundo habia cai
derá, dispertó en él una multitud de re do tambien de rodillas, y el jóven temia
cuerdos, como le habia sucedido el dia que la bala que acababa de matar á su
anterior con el del conde de Monte enemigo hubiese herido á Teresa. Feliz
* Christo. mente no sucedió nada"de esto; era el
—Continuad, dijo al posadero. terror solamente el que habia paralizado
Vampa guardó desdeñosamente los dos las fuerzas de Teresa. Cuando Luis se hu
cequies en su bolsillo y emprendió de nue bo asegurado de que estaba sana ysalva,
vo el camino que trajera al venir.Asique se volvió hácia el herido; acababa de es
hubo llegado á unos dos cientos pasos de pirar con los puñoscrispados, la boca con
la gruta creyó oir un grito. Se detuvo traida por el dolor, y los cabellos erizados
procurando descrmbrir el lado de donde por el sudor de la agonia; sus ojos se ha
viniera aquel, y al cabo de un segundo bian quedado abiertosy amenazadores.
oyó su nombrepronunciado distintamente, Vampa se acercó al cadáver, y recono
viniendo el sonido de la voz del lado don ció á Cucumetto.
de estaba la gruta. Desde el dia en que el bandido habia
Saltó como un gamo, montando el ga sido salvado por los dos jóvenes, se habia
tillo de su escopeta á medida que corria, enamorado de Teresa, y habiajurado que
y en menos de un minuto estuvo en lo al la jóven le pertenecería. Desde este dia
to de la colina opuesta á aquella en que la habia espiado, y, aprovechándose del
apercibió el viagero. Alli los gritos de so momento en que su amante la habia deja
corro llegaron mas distintos á sus oidos. do sola para indicar el camino al viagero,
Arrojó una mirada por el espacio que do la habia robado, y ya la creia suya, cuan
minaba: un hombre robaba á Teresa co do la bala de Vampa, guiada por la in
mo el centauro Nessus á Dejanira. Este falible puntería deljóven pastor, le habia
hombre, que se dirijia hácia el bosque, atravesado el corazon. Vampa le miró un
habia ya andado las tres cuartas partes instante sin que la menor emocion sepin
del camino que mediaba entre aquel y la táse en su semblante, mientras que Tere
gruta. Vampa midió la distancia; aquel sa, temblorosa aun, no osaba acercarse
240 ALBUM.

al bandido muerto sino con lentos pasos, Se habia vestido el traje completo de Cu
arrojando una ojeada sobre el cadáver cumetto. El jóven apercibió el efecto que
por encima del hombro de su amante. Al producía en su querida,yuna sonrisa de
cabo de uninstante Vampa se volvió hácia orgullo asomó á sus lábios.
su querida. —Ahora, dijo á Teresa, dime, ¿estás
—¡Ah! ¡ah! dijo, bien, ya te hasves pronta á compartir mi suerte, cualquiera
tido; ahora me toca á ni adornarme. En que sea?
efecto, Teresa estaba vestida desde la ca —¡Oh! si, esclamó la jóvencon entu
beza hasta los pies con el traje de la hija siasmo.
del conde de San Felice.Vampa cogió el| —¿A seguirme donde yo vaya?
cuerpo de Cucumetto entre sus brazos, y -¡Al cabo del mundo !
lo llevó á la gruta, mientras que á su vez —Entonces, agárrate de mi brazo ypar
Teresa permanecia fuera. tamos, porque no tenemos tiempo queper
Si un segundó viajero hubiese pasado der.
entonces, hubiera visto una cosa estraña; La jóven pasó su brazo por debajo del
una pastora guardando sus ovejas, con ba de su amante,sinpreguntarle siquieradon
ta de cachemir, pendientes, un collar de de la conducia; porque en aquel momento
perlas, alfileres de diamantes, y botones de le parecia hermoso, fiero ypoderoso como
záfiro, de esmeraldas y rubíes. Sin duda se un Dios. Y ambos avanzaron hácia el bos
hubiese creidotrasladado al tiempo de Flo que, atravesando la llanura en menos de
rian, y hubiese asegurado á su vuelta á un minuto.
Paris, que habia encontrado la pastora de "reciso es decir que todos los senderos
los Alpes sentada al pié de los montes Sa de la montaña eran conocidos de Vampa;
binos. avanzópues en el bosque, sinvacilar aun
Al cabo de un cuarto de hora, volvió á que no hubiese ningun camino, recono
salir Vampa de la gruta. Su trage no era ciendo solamente el que debia seguir por
menos elegante en su género que el de Te la posicion de los árboles y por la maleza;
ITOS, un torrente seco conducia á una profunda
Vestia una almilla de terciopelo color garganta. Vampa siguió este estraño ca
de granate, con botones de oro cincelados, mino, que, en errado por decirlo asiy os
un chaleco de seda cuajado de bordados, curecido por la espesa sombra de los ele-
una banda romana atada alcuello, un por vados pinos, se asemejaba á aquel sendero
tapliegos bordado de oro y de seda encarna del Averno de que habla Virgilio. Teresa,
da y verde, calzones de terciopelo azul ce temerosa al aspecto de aquel lugar salvaje
leste atados por encima de sus rodillascon y desierto, se estrechaba contra suguia sin
dos hebillas de diamantes, unos botines de prontenciar una palabra; pero como le veia
piel de gamo bordados de mil arabescos, caminar siempre con un pasoigualy como
y un sombrero en que flotaban cintas de la mas prefunda tranquilidad brillaba en
todos colores; dos relojes pendian de su su semblante, tuvo ella misma fuerzas pa
cinturon, que sujetaba un magnífico pu ra disimular su emocion.
ñal. De repente á diez pasos de donde ellos
Teresa arrojóun grito de admiracion, estaban, un hombre pareció destacarse de
Vampa con este traje se asemejaba á una un árbol detrás del cual estaba oculto, y
pintura de Leopoldo Robertó de Schenetz. apuntando con un trabuco á Vampa:
ALBUM. 241
-Si das un paso mas, esclamó, eres" -Quiero decir que estoy fastidiado de
muerto l - ier pastor, replicó Vampa.
-¡Vamos! dijo Vampa tevantando la| –¡Ah! comprendo, dijo el teniente;
mano con despreciativo ademan ¿acaso sey vienes á pedirnos que te alistemos en
devoran los lobos á si mismos? nuestra partida? -

-¿Quien eres? preguntó el centinela.| —Bien venido sea, gritaron muchos


—Soy Luis Vampa, el pastor de la quin-bandidos de Ferrusino, de Pampinara y
ta de San Felice. de Anagni que habian reconocido á Luis
-¿Que quieres? Vampa.
-Quiero hablarátus compañeros que —Si, pero vengo á pediros otra cosa
están en la floresta de Rocca-Bianca. mas que ser vuestro compañero.
—Entonces sígueme, dijo el centinela, ó| -¿Y qué vienes ápedirnos? dijeron los
mas bien, puesto que sabes el camino, mar-bandidos con asombro.
cha delante. —Vengo á pediros.... ser vuestro capi
Vampa se sonrió con aire de desprecio tan, dijo el jóven con aire resuelto.
de aquella precaucion del bandido, pasó| Los bandidos arrojaron una carcajada.
delante con Teresa, y continuó su cami- –Y que has hecho para aspirar á tal
no con el mismo paso tranquilo y firme honor? preguntó el teniente.
que le habia conducido hasta alli. -He matado ávuestro gefe Cucumet
Al cabo de cinco minutos, el bandido|to, cuyos despojos teneis ávuestra vista,
les hizo señas para que se detuviesen. Los dijo Luis, y prendido fuego á la quinta
dos jóvenes obedecieron. El bandido imi-de San Felice para dar un trage de boda
tó por tres veces el graznido del cuervo: á mi novia.
un murmullo de voces respondió á esta| Una hora despues Luis Vampa era ele
triplellamada. gido capitan en reemplazo de Cucumetto.
—Bien, dijo el bandido. Ahora puedes| —. Y bien ! mi querido Alberto, dijo
continuar tu camino. Pero á medida que Franz, volviendose hácia su amigo; ¿qué
avanzaban, Teresa temblando se arrima-pensais ahora del ciudadano Luis Vampa?
ba mas á su amante; en efecto, al traves| —Digo que eso es mitológico y queja
de los árboles veian aparecer hombres y|mas ha existido.
relucir cañones de escopetas. La floresta| —¿Qué significa mitológicos? preguntó
de Roco-Bianca estaba en la cima de una|maese Pastrini.
pequeña montaña que antes sin duda ha-| —Sería largo de esplicároslo, querido
bia sido un volcan, volcan apagado antes|huésped, respondió Franz. ¿Y decis que
que Remus y Rómulus hubiesen abandona ese Vampa ejerce en este momento su
doáAlba para irse áfundará Roma. Te-profesion en los alrededores de Roma?
resa y Luis llegaron á la cima, y se en-| —Y con una habilidad tal que jamas
contraron cara á cara con unos veintelha demostrado otro bandido antes que él.
bandidos. —¿Y la policía no ha intentado apode
-Aquiteneisun jóven que os busca y|rarse de su persona?
desea hablaros, dijo el centinela. —¿Qué quereis? está de acuerdo á un
—¿Y qué quiere decirnos? preguntò el tiempo con los la llanura, los
que hacia las veces de capitan en ausen-pescadores del Tiber y los contrabandistas
cia de este. , de la costa. Le buscan por la montaña, y
61 -
242 ALBUM.

está en el rio; le persiguen por el rio y legraduadas quitasen al coliseo un solo ápice
teneis en alta mar; de repente cuando se|de susjigantescas proporciones. Era seguir
le cree refugiado en la isla de El Gi-alio,|la Via Sistina, cortar el ángulo derecho
de El-Guanocetti ó de Monte-Christo, se|delante de Santa-María-Mayor, y llegar
le ve aparecer en Albano, en Tivoli ó en|por la Urbana y San-Pietro-in-Vincoli has
la Riccia. ta la via Colonco.
–¿Y cual es su modo de proceder con| Este itinerario ofrecia por otra parte
respecto á los viageros? otra ventaja; la de no distraer en nada á
—¡Ah! Dios mio, bien sencillo. Segun||Franz de la impresion producida en él por
la distancia en que esté de la ciudad, da|la historia que habia contado maese Pas
de término ocho horas, doce, ó un dia|trini, y en la cual se hallaba mezclado
para pagar su rescate; pasado este tiem-|su misterioso anfitrion de Monte-Christo.
po, concede aun una hora, trascurrida|Así, pues, habia vuelto á aquellos mil in
esta sino tiene el dinero, hace saltar deterrogatorios sin fin que se habia hecho á
un pistoletazo la tapa de los sesos del pri-|sí mismo, y de los cuales ni uno siquiera
sionero ó le hunde su puñal en el corazon|le habia dado una respuesta satisfactoria.
ypunto concluido. Una cosa, por otra parte, le habia aun
—¡Y bien ! Alberto, preguntó Franzá recordado á su amigo Simbad el narino:
su compañero,¿estais aun dispuesto á ir eran aquellas misteriosas relaciones entre
alColiseo por los bulevares esteriores? los bandidos y los marineros. Lo que ha
–Sin duda, dijo Alberto, ¡si es el ca bia dicho maese Pastrini del refugio que
mino maspintoresco ! encontraba Vampa en las barcas de los
En este momento dieron las nueve, la pescadores yde los contrabandistas, recor
puerta se abrió y el cochero apareció en daba á Franz aquellos dos bandidos corsos
ella. que habia encontrado cenando con la tri
—Escelencia, dijo, el coche os espera. pulaciondel pequeño yacht que habia vira
—Bien, dijo Franz, en ese caso al co do de rumbo y habia abordado en Por
liseo. to-vecchio, con el único fin de desembar
–¿Por la puerta de Pópolo, ó por las carlos. El nombre con que se hacia llamar
calles, escelencia? su huésped de Monte-Christo, pronuncia
–Por las calles, qué diantre ! por las do por su huésped de la fonda de España,
calles, esclamó Franz. le probaba que representaba el mismo pa
—¡Ah! querido mio, dijo Alberto le pel filantrópico en las costas de l'uzabino,
vantándose á su vez y encendiendo el ter de Civitavechia, de Ostic y deGaete, que
cer cigarro; en verdad que os creia mas en las de Córcega, Toscana, España, y
valiente.... - aun en las de Tunez y Palermo; lo cual
Al decir esto, los dos jóvenes bajaron era una prueba de que abrazaba un círcu
la escalera y entraron en el carruaje. lo bastante estenso de relaciones.
IV. Pero por fijas que estuviesen en la ima
APARICIONES. ginacion del jóven todas aquellas reflexio
Franz habia encontrado un término me nes, al instante se desvanecieron cuando
dio para que Alberto llegase al coliseo sin vió elevarseante él el sombrío y jigantesco
pasar delante de ninguna ruina antigua, y espectro del coliseo al través de cuyas
pºr consiguiente sin que laspreparacioneslaberturas la luna proyectaba aquellos pá
ALBtM. 243
íiáos y prolongados rayos que arrojan los| das mas y mas por la 'misteriosa claridad
ojos de las fantasmas. El carruaje se detu de la luna meridional cuyos rayos parecen
yo á algunos pasos de la Meta Sudam . El un erquícuslo de Occidente.
cochero fué á abrir la portezuela . los dosj Asi, pues, apenas Franz el pensativo
jóvenes saltaron del carruaje y se encon hubo andado cien pasos bajo los pórticos
traron en frente de un cicerone que pare interiores, que abandonando á Alberto y á
cia haber salido de la tierra. Como tam sus guias, que no querian renunciara! im
bien las habia seguido el de la fonda, re prescriptible derecho de hacerle ver deta
sultó que tenían dos. lladamente la Fosa de los Leones la mansion
Imposible es por otra parte evitar en Ro de los Gladiadores, el í'odium de los Cé
ma este lujo de guias; ademas del cicero sares, se dirijió hacia una escalera medio
ne general que se apodera de vos en el arruinada , y haciéndoles continuar en si
momento en que poneis el pié en el dinte métrico camino , fué á sentarse á la som
de la puerta de la fonda, yquenoosabando " bra de una columna, enfrente de una aber
na mas que el dia en que poneis el pié fuera tura que le permitía abrazar al jigante de
de la ciudad, hay aun un cicerone especial granito en toda su majestuosa estension.
en cada monumento , y casi diré en cada Franz estaba allí hacia un cuarto de ho
fraccion|del monumento; juzgúese sino se ra, perdido como se ha dicho en la som
debe ir acompañado de un cicerone en el bra de una columna , ocupado en mirar á
.coliseo, es decir, en el monumento por esce- Alberto que, acompañado de susdos hom
lencia que hacia decir á Marcial. «Cese Men bres con sus antorchas, acababa de salir
fis de ponderarnos los bárbaros milagro de un vomítorium colocado al estremo del
desus pirámides, qué no se canten mas coliseo, y los cuales, semejantes á dos som
las maravillas de Babilonia, todo debe ce bras que siguen un fuego vago, descendian
der ante el inmenso trabajo del anfiteatro de grada en grada hasta los sitios reserva
<de los;Césares, yitodas las voces de la fama dos á las vestales, cuando le pareció oir ro
deben reunirse para ponderar este monu dar en las profundidades del monumento
mento. Franz y Alberto no intentaron sus una piedra destacada de la escalera situa
traerse á la|tiraníaciceronica. Por otra par da enfrente de la que él acababa de subir
te, esto seria tanto mas difícil cuanto que para colocarse en el lugar en que estaba
solo los guias tienen derecho de recorrer sentado. Nada de estraño tenia una piedra
el (monumento con antorchas. No hicie que se destaca bajo el pié del tiempo, yvá
ron, pues, ninguna resistencia, y se entre-¡ á rodar al abismo; pero esta vez le parecía
garon á sus conductores. que la piedra habia cedido bajo el pié de
Franz conocía este paseo por haberle un hombre, y que un ruido de pasos lle
dado diez veces ; pero como su compañe gaba hasta él, aunque el que le ocasiona
ro, mas novicio, ponia el píe por primera ba hiciese cuanto pudiera para apagarlo.
vez en el monumento de Flavio Vespasiano, En efecto, al cabo de un instante, un
debo confesa rio en alabanza suya, á pesar hombre apareció, saliendo gradualmente
de la ignorante charlataneria de sus guias de la sombra, á medida que descendia se
estaba fuertemente impresionado. En efec confundia en la oscuridad.
to, no se puede formar una idea , cuando Podia ser un viajero como él que prefi
do se ha visto, de lamagestadde semejante riese una meditacion solitaria á la insigni
ruina, cuyas proporciones están aumenta ficante charla de sus guias , y por consi
244 ALBUMI,

guiente su aparicíon no tenia nada quepu rior. Al punto una sombra interceptó fº
diese sorprenderle; pero en la indecision luz un hombre apareció en la abertura,
con que subia los últimos escalones, en la arrojó una ojeada penetrante por las tinie
manera con que llegadoque hubo á la pla blas, y al fin apercibió al hombre de la ca
taforma, se detuvo ypareció escuchar; pa; al punto agarró un puñado de aquellas
era probable que habia venido con un fin enredaderas y de aquellas yedras flotantes,
particulary que esperabaá alguno.Porun se dejó deslizar, y cuando llegó á tres ó
movimiento instintivo Franz se ocultó todo cuatro pies del pavimento, saltó lijeramen
lo mas que pudo detrás de la columna. A te abajo. Este llevaba el traje de un trans
diez pasos delpavimento donde se halla tevere,
ban los dos, la bóveda estaba algun tanto -Dispensadme, escelencia, dijo en dia
derribada, y una abertura redonda seme lecto romano, si os he hecho esperar; sin
jante á la de un pozo, permitia apercibir embargo no me he tardado mas que algu
el cielo todo sembrado de estrellas. Alre nosminutos, las diez acaban de dar en San
"dedor de esta abertura que daba tal vez Juan de Letran. .

despues de cien años,paso á los rayos de —Mas bien yo me he adelantado, res


la luna , habian nacido una infinidad de pondió el estrangero en el mas puro tos
yerbas silvestres, cuyas ramasse destaca cano; asi, pues, nada de ceremonias; y
ban erguidns sobre el azul mate del fir ademas, aunque hubieseis tardado mas, ya
mamento, mientras que las me habria figurado que seria por una cau
y la yedra pendian de aquel terrado supe sa independiente de vuestra voluntad.
rior y se balanceaban bajo la bóvda,seme-| —Y hubierais tenido razon, escelencia;
jantes á cuerdas flotantes. vengo del castillo de San Angelo, y me ha
El personaje cuya misteriosa llegada costado un trabajo infinito el hablará
habia llamado la atencion de Franz, esta Peppo.
ba colocado en una media tinta que no le —¿Quien es Peppo ?
permitia distinguir sus facciones, pero que —Peppo es un empleado de la prisioná
sin embargo no era bastante oscura para quien tengo destinada una rentita por sa
impedir que se detallase su traje: estab ber todo cuanto pasa en el interior del cas
envuelto en una gran capa parda, cuyo tillo de su Santidad.
embozo caido sobre el hombro izquierdo —¡Ah! ¡ah! veo que sois hombrecau
le ocultaba la parte inferior del rostro, to, querido.
mientras que su sombrero de anchas alas —Que quereis, escelencia! nadie sabelo
cubria la parte superior.Solamente el es que algun dia puede suceder;tal vez ámi
tremo de su traje se hallaba iluminado por mismo me pescarán como á ese Pepino,y
la luz oblícua que atravesaba la abertura, necesitaré de alguna rata para que meroa
y que permitia distinguir un pantalon ne la puertas de la prision.
–¿En fin, que habeis sabido?
oro, cuyo botin cuadraba coquetamente —El martes habrá dos ejecuciones, á
una botacharolada. Este hombre pertene las dos como es costumbre en Roma; un
cia evidentemente sino á la aristocracia, condenado será mazzolato, este esun mi
á lo menos á la alta sociedad. serable que ha matado á un sacerdote que
Estaba alli hacia algunos minutos,y ya le educó y que no merece ningun interés;
comenzaba á impacientarse, cuando un li el otro será decapitado; y este es el pobre
gero ruido se dejó oir en el terrado supe
ALBUM. 245
-¿Que quereis, querido? inspirais un | –¿Estais seguro de obtener buen éc
terror tan grande, no solamente en el go Sito?
biernopontifical, sino en los reinos veci —¡ Diantre ! dijo en francés el hombre
nos, que quieren hacerun ejemplar. de la capa.
–Pero Pepino no forma partede nues –¿Que?preguntó al transtevere.
tra partida, es un pobre pastor que no ha -Digo, querido, que mas he de hacer
cometido mas crimen que el de proporcio yo con mi oro que vosy toda vuestra gen
narnos viveres. te con sus puñales, suspistolas, sus cara
–Pues eso le constituye perfectamente binas y sus trabucos. Dejadme y vereis.
vuestro cómplice; asi pues, ya veis que le —Perfectamente; pero por si acaso, es
guardan algunas consideraciones. En lugar taremos prontos.
de martirizarlo como harian con vos, sios —Bueno, si asi lo quereis, pero estad
llegáran á echar la mano, se contentan con seguro de que he de obtener la dicha dila
guillotinarlo. Esto variará los planes del cion.

pueblo,y habrá espectáculo paratoda cla —Cuidad de que el mártes es pasado


se de gustos. mañana. No os queda mas que mañana.
–Sin con el que yo preparo y con el —¡Y bien! ¿qué? un dia se compone de
cual no cuentan, prosiguió el transte veinte y cuatro horas, cada hora se com
Were. pone de sesenta minutos, cada minuto de
—Amigo mio, permitidme que os diga, sesenta segundos:y en ochenta y seis mil
prosiguió el hombre de la capa, que me cuatrocientos segundos se pueden hacer
pareceis dispuesto á hacer alguna sim muchas cosas.
pleza. —Y si habeis obtenido buen éxito, ¿co
mo lo sabremos?
—Estoy dispuesto á todo para impedir
la ejecucion del pobre diablo que morirá —Bien sencillo es, he alquilado los tres
por causa mia; por la madona! me consi últimos balcones del café Roscolí; si he
deraria muy cobarde si no hiciese algo por obtenido la próroga, los dos balcones de
ese valiente muchacho. los lados estaráncolgados de damascoama
–¿Y que hareis? rillo, pero el de en medio de damasco blan
–Colocaré unos veinte hombres al re co con una cruz roja.
dedor del cadalso, y enel momento en que —Perfectamente; ¿y por quien hareis
le conduzcan, á una señal hechà por mi, entregar el perdon?
nos lanzaremos daga en mano sobrela es —Enviadme uno de vuestros hombres
colta, y le libertaremos. disfrazado de penitente, y se lo daré: gra
—Eso me parece muy peligroso, y de cias á su traje, llegará hasta el pié del
cididamente creo que mi proyecto vale cadalso, y entregará la orden al gefe de
mucho mas que el vuestro. la hermandad, que la pasará al verdu.
–¿Y cual es vuestro proyecto, escelen go. Mientras tanto, haced saber esta noti
cia?
cia á Pepino, no se vaya á morir de mie
—Daré dos mil piastras á una persona do óá volverse loco, lo cual seria causa de
que yo conozco, y que obtendrá que la
ejecucion de Pepino se dilate hasta dentro que hubiésemos hecho un gasto inútil.
de un año; daré otras mil piastras á otra —Escuchad, escelencia, dijo el aldeano,
persona que tambien yo sé, y lo haréeva os profeso un gran afecto, bien lo sabeis;
dir de la prision. -
no es asi?
61
246 ALBUM,

–Yo lo creo al menos. maba. Esperó para responderá quelos dos


—¡Pues bien si salvais á Fepino, no|hombres se hubiesen alejado, procurando
será efecto lo que os profese, será obedien no revelarles que habian tenido un testigo
Cla. que, si no habia visto su rostro, no habia
—Atiende á lo que dices, querido, algun perdido una sola palabra de su conversa
dia te lo recordaré, porque tal vez tendré cion. Diez minutos no habian pasado aun
necesidad de tí. cuando Franz estaba ya camino de la fon
–¡Pues bien!.... entonces, escelencia, da de España, escuchando con una dis
me encontraréis en la hora de la necesi traccion impertinente el erudito discurso
dad, como yo os he encontrado en esta que Alberto hacia, segun Plinio y Calpa
misma hora; y aun cuando os fueseis al rini, acerca de las rejas guarnecidas de
fin del mundo, no tendreis mas que es puntas de hierro que impedian á los ani
cribirme: «Haz esto, » y lo haré á fé males feroces lanzarse sobre los especta
de. dores. Le dejaba hablar sin contradecirle,
—¡Silencio! dijo el desconocido, oigo pues deseaba hallarse solo para pensar sin
ruido. . distraccion alguna en lo que acababa de
–Son viageros que visitan el coliseo con presenciar.
antorchas. . De estos dos hombres, el uno segura
—Esinútil que nos encuentren juntos. mente era estrangero, y aquella era la
Estos demonios de guias podrian recono primera vez que le veia y oia, pero no
ceros, ypor honrosa que sea vuestra amis sucedia lo mismo con el otro, y aunque
tad, amigo mio, si supiesen que estába Franz no hubiese distinguido su rostro
mos tan unidos como lo estamos, esta constantemente envuelto en la sombra ú
union me haria perder un poco de micré oculto en su capa, el acento de aquella
dito. voz le habia llamado demasiado la aten
–¿Con qué si conseguis la próroga?... cion desde la primera vez que la oyera
—El balcon de enmedio colgado de da para que hubiese resonado alguna vez en
masco blanco con una cruz roja. su presencia sin que la reconociese. Habia
–¿Ysi no la cdseguis?.... sobre todo en las entonaciones irónicas al
–Tres colgaduras amarillas. go de estridente y metálico que le habia
-¿Y entonces?.... hecho estremecer en las ruinas del coliseo,
—Entonces, querido amigo, manejad lo mismo que en la gruta deMonte-Chris
el puñal como gusteis; os lo permito, y to; asipues estaba perfectamente conven
yo estaré allipara veros maniobrar. cido de que aquel hombre no era otro que
—Adios, escelencia, cuento con vos; Simbad el marino.
contad conmigo. En cualquiera otra circunstancia, la
Al pronunciar estas palabras, el trans curiosidad que le habia inspirado aquel
tevere desapareció por la escalera, mien-|hombre hubiese sido tan grande que se
tras que el desconocido, cubriéndose mashubiera dadoá conocerá él; pero en aque
que nunca el rostro con su capa, pasó á|lla ocasion, la conversacion que acababa
dos pasos de Franz, y descendió al circo|de oir era sobrado íntima para que no
por lasgradasesteriores. Un segundo des-|se detuviese por eltemor demasiado fun
pues Franz oyó resonar su nombre en dado de que su aparicion no les seria nada
aquellas bóvedas, era Alberto que le lla-agradable. Le habia dejado pues alejarse,
ALBUMI, 917
como se ha visto, pero prometiendo si le de palco en la ópera. Lo cual no im
encontraba otra vez no dejar escapar la pedia que Alberto se vistiese de gran
segunda ocasion como lo habia hecho con etiqueta siempre que iba á la ópera con
la primera. Franz; tiempo perdido, pues, preciso es
Franz estaba muy preocupado para po confesarlo para vergüenza de uno de los
derdormir bien. Aquella noche la empleó representantes de nuestra elegancia; des
en renovar en suimaginacion todaslas cir pues de cuatro meses que paseaba la Ita
cunstancias concernientes al hombre de la ia en todos sentidos, Alberto no habia te
gruta y al desconocido del coliseo,y que nido ni una sola aventura.
parecian hacer de aquellos dos personajes Alberto hacia lo posible algunas veces
el mismo individuo; ademas, mientras para que esta se le presentase; Alberto de
mas pensaba Franz, mas se afirmaba en Morcerf, era uno de los jóvenes que mas
esta opinion. Se durmió, cerca del ama corridos podian estar de hallarse en este
necer, lo que hizo que no despertára sino|| descubierto. La cosa era tanto maspeno
muy tarde. Alberto, á fuer de verdadero sa, cuanto que segun la modesta costum
parisien, habia tomado ya sus precaucio bre denuestros queridos compatriotas, Al
nes para la noche. Habia enviado por un berto habia salido de Paris con la convic.
palco al teatro Argentino. Franztenia que cion deque iba á tener los mejoreslances,
escribir muchas cartas para Francia, y y que volveria á entretenerá sus amigos
cedió el carruage á Alberto para todo el del boulevard de Gand con la relacion de
dia. sus aventuras, nada de esto habia sucedi
A las cinco entró Alberto; habia entre do: las encantadoras condesas genovesas,
gado las cartas de recomendacion, tenia florentinas y napolitanas habian temido,
billetespara todas las tertulias y habiavis no á sus maridos, sino á sus amantes, y
to á Roma. Alberto habia adquirido la cruel convic
Un dia habia bastado á Alberto para to cion de que las italianastienen á lo menos
do esto. Y todavia habia tenido tiempo para sobre lasfrancesas la ventaja de ser fieles
informarse de la pieza que se representa á su infidelidad; sin embargo no quiero
ba y de los actores que la ejecutaban. La decir con esto que en Italia, como en to
pieza tenia por título: Parisina; los acto das partes, no haya regla sin escepcion.
tores se llamaban Coselli, Moriani y la Y no obstante Alberto era no solamente
Spech. un jóven muy elegante, sino un hombre
Nuestros dos jóvenes no eran tan des de mucho talento; ademas era vizconde,
graciados como se vé: iban á asistir á la vizconde de moderna nobleza, es verdad:
representacion de una de las mejores ópe pero en el dia que no se hacen pruebas,
ras del autor de Lucia di Lammermoor, ¿qué importa que lo sea de 1399 ó de
ejecutada portres artistas de los de mas 1815? Sobre todo esto, tenia cincuenta
nombradia en Italia. mil libras de renta; y siendo mas de lo
Alberto no habia podidojamasacostum necesario para vivir en l'aris á la moda,
brarse á los teatros ultramontanos, cuya era pues algo humillante el no haberse
orquesta no se puede oir, y que no tiene hecho notable en ninguna de las ciudades
ni balcones ni palcos descubiertos; esto por donde habia pasado.
era bastante duro para un hombre quete Pero tambien él contaba con pescar al
nia su luneta en los Buffes y su parte guna cosa en Roma, mucho mas por el
248 ALBUM.

carnaval, siendo esta una de las épocas de en seguida las conversaciones particulares
libertad en que las mas severas se dejan recobraban su objeto habitual.
arrastrará algun acto de locura. Como el Hácia el final del primer acto, la puerta
carnaval empezaba al siguiente dia, era de un palco que habia permanecido va
muy importante que Alberto échára volar cío se abrió, y Franzvió entrar áuna mu
su prospecto antes de aquella apertura. ger á la cual habia tenido el honor de ser
Alberto habia alquilado, pues, con esa presentado en Paris, y que creía aun en
intencion uno de los palcos mas visibles Francia. Alberto vió el movimiento que
del teatro, y se habia vestido con mucha hizo su amigo al ver aquella aparicion, y
elegancia. Estaba en la primera fila, que volviéndose hácia él:
reemplaza en nuestros teatros la galería. —¿Conoceis acaso á esa muger? dijo.
Por otra parte, los tresprimeros pisos son —Sí, ¿qué os parece?
tan aristocráticos los unos como los otros, —Encantadora, querido, y rubia. ¡Oh!
y por esta razon son llamados los palcos que cabellostan adorables; ¿es francesa?
nobles. Aquel palco, donde podrian estar –No, es veneciana.
doce personas sin estrechez, habia cos –¿Y cómo se llama?
tado á los dos amigos un poco mas barato —La condesa G.....
que un palco de cuatro personas en el am -¡Oh! la conozco de nombre, esclamó
bigú cómico. Alberto; dicen que ademas de ser hermo
Alberto tenia aun otra esperanza; que sa tiene mucho talento: ¡Diantre! cuando
si llegabaá encontrar cabida en el corazon pienso que hubiera podido ser presentado
de una bella romana, esto le conduciria á ella en el último baile de Mad. de Vi
naturalmente á conquistar un puesto en el llefort, en el cual estaba,y que entonces
carruaje,y por consiguiente áver el car no quise, ¡vaya, soy un necio !
naval en algun balcon de príncipe. —¿Queuéis que repare esa falta? pre
Todas estas circunstancias hacian, pues, guntó Franz.
áAlberto mas emprendedor de lo que nun —¡C mo! ¿la conoceis tan intimamen
ca habia sido. Volvia la espalda á los ac e para conducirme á su palco?
tores, inclinándose fuera del palco, y mi —He tenido el honor de hablarla tres
rando á todas las personas con unos anteo ó cuatro veces en mi vida, pero, bien lo
jos de seis pulgadas de largo, lo cual no sabeis, es lo bastante para no cometer una
hacia que ninguna muger recompensase, indiscrecion.
con una sola mirada ni aun de curiosidad, En este momento, la condesa apercibió
todos los movimientos de Alberto. En efecá Franz y le hizo con la mano un ademan
to, cada cual hablaba de sus asuntos, de gracioso, al cual respondió él con una res
sus amores, de susplaceres, del carnaval petuosa inclinacion de cabeza.
que comenzaba al dia siguiente, de la pró —Ah! ¿me parece que estais en bue
xima semana santa,sin fijar la atencion ni na armonía? dijo Alberto.
un solo instante ni en los actores, ni en la —¡Y bien ! Os engañais, y hé aquí lo
pieza, escepto en los momentos indicados que nos hará cometer mil necedades á no
en que todos se volvian, sea para oir un sotros los franceses, en el estranjero, por
trozo del recitado de Coselli, sea para someterlo todo á nuestrospuntos de vista
aplaudir algun rasgo brillante de Moriani, parisienses. En España y en Italia, sobre
sea en fin para gritar bravo á la Spech; todo, no juzgueis jamás de la intimidad de
ALBUM. 249
las personas por lo espresivo de los cum su sombrero, se atusó sus cabellos y com
plimientos. Hemos simpatizado la condesa puso su corbata ysus puños, é hizo obser
yyo, pero nada mas. vará Franz que le esperaba. Como por su
—¿Simpatía de corazon? preguntó Al parte la condesa á quien Franz interroga
berto riendo. -

ba con la mirada, le hizo comprender que


—No, de carácter, respondió gravemen seria bien recibido, Franz no tardó en sa
te Franz. tisfacer la impaciencia de Alberto, y diri
—¿Y en qué ocasion? giéndose al palco seguido de su compañe
—En un paseo de coliseo semejante al ro, que se aprovechaba del pasopara com
que hemos dadojuntos. ponerlos falsos pliegues que los movimien
–¿A la luz de la luna? tos habian podido imprimir en el cuello de
—Sí. ia camisa y en las solapas de su frac, lla
—¿Solos? mó al palco número 4, que era el que
—Así, asi. ocupaba la condesa. Esta se levantó al
—¿Y habéis hablado?... punto, cediendo su lugar, segun costum
—De los muertos. bre italiana, al recien venido, como debe
—¡Ah! esclamó Alberto,no dejaria de cederse cuando llega una visita.
ser agradable. ¡Pues bien ! yo os prome Franz presentóAlberto á la condesa co
to que si tengo la dicha de servir de caba mo uno de nuestros jóvenes mas distingui
llero á la bella condesa en un paseo seme dospor su posicion social yporsu talento,
jante al vuestro, no la hablaré sino de los lo que por otra parte era verdad; pues en
vivos. Paris, para hacer que le presentasená ella,
—Y tal vez haréis mal. le habia encargado que reparase su falta,
—Mientras tanto, vais á presentarme á mision que cumplia, rogando á la conde
ella como me lo habeis prometido. Sa, á cuyo lado tambien él hubiera nece
—Así que se baje el telon. sitado un introductor, que escusase su in
—¡Qué largo es este diablo de primer discrecion.
acto La condesa respondió haciendo un salu
—Escuchad el final, es muy bello, y do encantador á Alberto y presentando la
Coselli lo canta admirablemente. mano á Franz. Alberto, invitado por ella,
” —¡Sí, pero qué talle! se sentó en el lugar desocupado de la de
—La Spech está sumamente dramática. lantera, y Franz lo verificó en segundo
—Ya comprenderéis que cuando se ha término, detrás de la condesa.
0ido á la Sontag y la Malibran... Alberto habia encontrado un escelente
—¿No os parece escelente el método de asunto de conversacion; Paris; habla
Morianiº ba á la condesa de sus conocimientos co
—No me gustan los morenos que can munes. Franz comprendió que se llala
, tan rubio. en su terreno; dejóle pues, y pidiéndole
—¡ Ah! querido, dijo Franz volviéndo jigantescos anteojos, se puso á su vez
sus
se, mientras que Alberto continuaba mi á esplorar el salon. Solo en la delantera de
rando con los anteojos, en verdad que es un palco de la tercera fila en frente de
tais muy distraido. ellos, estaba una muger admirablemente
· En fin el telon se bajó, con gran satis hermosa, vestida de un traje griego que
faccion del vizconde de Morcerfque tomó llevaba con tanta soltura que era evidente
(33
y
250 ALBUM.
ser su traje habitual. Detras de ella, entre¡ to, pareciendo , á pesar del ruido infernal
la sombrase divisaba la forma de un hom producido por las trompetas, los timbales
bre cuyo rostro era imposible distinguir. y los chinescos de la orquesta , gustar de
Franz interrumpió la conversacion de Al las celestiales dulzuras de un sueño pacífi
berto y de la condesa para preguntar á es co y radiante.
ta última si conocia á la bella albanesa En fin, el baile concluyó , y el telon se
digna de atraer no solamente la atencion bajó en medio de los frenéticos aplausos
de los hombres, sino la de las mugeres. de un público embriagado de placer. Gra
—No, dijo ; todo cuanto sé es que está cias á esa costumbre de cortar la ópera
en Roma desde el principio de la estacion; con un baile, los entreactos son muy cor
porque en la apertura del teatro la he vis tos en Italia , teniendo tiempo para des
to donde está , y hace un mes que no ha cansar y cambiar de traje mientras que los
faltado á una sola representacion, unas veces bailarines ejecutan sus piruetas y saltos.
acompañada del hombre que en este mo La abertura del segundo acto comenzó. A
mento está con ella , otras seguida de un los primeros sonidos de la orquesta, Franz
criado negro. vió al durmiente levantarse lentamente y
—¿Qué os parece, condesa? que se volvió para
— Estremadamente hermosa, Medora dirigirle algunas palabras, y se apoyó de
se debia asemejar á esa muger. nuevo sobre el antepecho del palco. La
Franz y la condesa cambiaron una son- fisonomía de su interlocutor seguia oculta
risa ; esta última se puso á hablar de nue en la sombra, y Franz no podia distinguir
yo con Alberto , y Franz á mirar á su al ninguna de sus facciones.
banesa. El telon se levantó para el baile. El'telonse levantó, la atencion de Franz
Era uno de esos bailetes italianos puestos fué atraida por los actores, y sus ojos aban
en escena por el famoso Henry, que se donaron un instante el palco de la hermo
ha formado como coreógrafo una reputa sa griega para fijarlos en el escenario.
cion en Italia tan colosal, que el desgra El acto comienza, como ya se sabe, por
ciado ha venido por fin á perder al teatro el duo del sueño. Parisina, acostada deja
Náutico; uno de esos bailetes en que to escapar delante de Azzo el secreto de su
do el mundo , desde el primer bailarin al amor por Hugo. El esposo engañado sufre
último comparsa, tenían una parte tan ac todos los furores.de los celos, hasta que,
tiva en la accion, que ciento cincuenta convencido de que su esposa le es infiel ,
personas hacen á la vez el mismo ademan la dispierta para anunciarla su próxima
y levantan á un tiempo el mismo brazo ó venganza. Este duo, esunodelos mas her
la misma pierna. Llamaban á este baile mosos , de los mas espresivos y de los m;¡s
Dorlitka. terribles que |hayan salido de la fecunda
Franz estaba demasiado preocupado en pluma de Donizettí. Franz le oia por la
su hermosa albanesa para ocuparse del tercera vez, y aun que no pasaba por un
baile por interesante que fuese. En cuanto melomano furioso, produjo en él un efec
á ella, tenia un placer visible en aquel es to profundo Iba, pues , á unir sus aplau
pectáculo, placer que hacia una estremada sos á los del salon, cuando sus manos, pron
tas á chocar, permanecieron apartadas
oposicion con el profundo desden del que y el bravo que se escapára de su boca espi
¡a acompañaba , y que mientras duró la ró en sus lábios. ,
escena coreográfica, no hizo un movimien- El hombre del palco se había levantado,
ALBUM. 251
y avanzando su cabeza ha ta el delantero do no era, pues,una impresion particular,
de él , Franz habia reconocido al mis puesto que otra persona le sentía lomismo
terioso habitante deMonte-Christo,á aquel que él.
cuya voz habia creido reconocer en las —¡Y bien ! preguntó Franz á la con
ruinas del coliseo; ya no le cabia duda, el desa despues que le hubo observado por
estraño viajero vivia en Roma. segunda vez;¿qué pensais de ese hon
Sin duda la espresion de la fisonomía bre ?
de Franz estaba en armonía con la turba -Que creo ver á lord Ruthwen en car
cionqueprodujera en suimaginacion aque ne y hueso.
lla aparicion, porque la condesa le miró. En efecto, este nuevo recuerdo de lord
empezó á reir, y le preguntó que era lo Byron admiró á Franz: si un hombre pu
que tenia. diese hacerle creer en la existencia de los
-Señora condesa, hace poco os he pre vampiros, no era otro que aquel.
guntado si conociais á esa mujer alba —Es preciso que sepa quien es, dijo
nesa; ahora os pregunto si conoceis á su Franz levantándose.
marido. —¡Oh! no, esclamó la condesa; no, no
—Lo mismo que á ella, respondió la me abandoneis; cuento con vospara que
condesa. me acompañeis, y os quiero tener á mi
—¿No habeis reparado nunca en él? lado.
—¡Hé ahi una pregunta francesa! Bien —¡Cómo !! la dijo Franzinclinándose á
sabeis que para nosotras las italianas no su oido,¿tendríais miedo?
hay otro hombre en el mundo mas que el —Escuchad, le dijo ella; Byron me ha
que amamos! jurado que él creia en los vampiros; me
—Es verdad, respondió Franz. ha dicho que loshabia visto. Meha descri
—En todo caso, dijo ella acercando los su rostro,quees absolutamentesemejan
to
anteojos de Alberto á sus ojos, y dirijién te al de ese hombre; esos cabellos negros,
dolos hácia el palco, debe ser algun recien esos ojos tan grandes, que brillan con una
desenterrado, algun muerto salido de su llama estraña, esa palidez mortal; ade
tumba con el permiso del enterrador, mas, notad que no está con una mujer
como las demas; está con una estranje
porque me parece horriblemente pálido.
ra.... una griega.... una cismática.... sin
—Pues siempre está lo mismo, respon
dió Franz. duda con una mágica como él.... Os rue
—¿Le conoceis acaso? preguntó la con
go que no os vayais. Mañana podreis bus
carle, si asi os parece; pero hoy os de
desa; entoncesyo soy la que os pregunta
ré quien es. claro que teneis que acompañarme.
Franz insistió.
—Creo haberle visto, y me parece re
Conocerle. —Escuchad, dijo ella levantándose, me
voy; no puedo quedarme hasta el fin de
—En efecto, dijo ella haciendo un mo
vimiento con sus hombros, como si un la funcion, tengo gente en mi casa, ¿sereis
estremecimiento circulase por sus venas, tan poco galante que me rehuseis vuestra
compañía?
comprendo que cuando se ha visto una
Franz no podia dar otra respuesta que
vez á un hombre semejante jamás se le la de tomar el sombrero, abrir la puerta
olvida. y ofrecer su brazo á la condesa.Yestofué
El efecto que Franz habia esperimenta lo que hizo.
252 ,
ALBUM.

La condesa estaba efectivamente muy Al entrar en la fonda Franz encontró


conmovida, y Franz no dejaba tampoco áAlberto con bata y pantalon sin trabillas,
de esperimentar cierto terror supersticio voluptuosamente arrellanado en un sillon
so, tanto mas natural, cuanto que lo que y fumando un cigarro.
era en la condesa el producto de una sen —¡Ah! ¡sois vos! le dijo, en verdad
sacion instintiva, era en él el resultado de que no os esperaba hasta mañana.
un recuerdo. Sintió que temblaba al subir —Querido Alberto, respondió Franz,
al carruage. La condujo hasta su casa: me felicito por tener una ocasion de deci
no habia nadie, y no era esperada por ros una vezpor todas , que teneis la idea
nadie; él la reconvino. -
mas equivocada de las mugeres italianas;
—En verdad, dijo ella, no me siento me parece,sin embargo que vuestras des
buena, y tengo necesidad de estar sola: dichas amorosas debian habérosla hecho
la vista de ese hombre me ha trastor perder.
nado. —¡Que quereis! ¡esas mugeres el dia
Franz procuró reirse. blo que las comprenda ! os dan la mano,
—No “os riais; le dijo ella; ademas, os la estrechan, os hablan al oido, hacen
prometedme una cosa. que la acompañeis á su casa: con la cuar
–¿Cual? ta parte de ese modo de tratar á un hom
–Prometédmela. bre una parisiense perderia pronto su re
—Todo cuanto querais, escepto renun putacion.
ciar á descubrir á ese hombre.Tengo mo —"ues justamente porque nada tie
tivos que no puedo deciros para desear nen que ocultar, porque viven contanta
saber quien es, de donde viene y á don libertad, es por lo que las mugeres se cui
de vá. -

|dan tan poco del público en el bello pais


—De donde viene lo ignoro; pero don donde resuena el si, como decia Dantes.
de vá puedo decíroslo: va al infierno de Por otra parte bien habeis visto que la con
seguro. desa tenia miedo.
–Volvamos á la promesa que queríais —Miedo ¿de que? ¿de aquel honrado
exijir de mi, condesa, dijo Franz. caballero que estaba enfrente de nosotros
—¡Ah! es la siguiente: entrar direc con aquella hermosa griega? pues yo al
tamente en vuestra casa y no buscar esta salir me los encontré en el corredor. No
noche á ese hombre. Hay cierta afinidad sé de donde diablos os han venido esas
entre las personas que se separan y las que ideas del otro mundo! Es un hombre buen
se reunen. No sirvais de conductor entre nozo y muy elegante, no parece sino que
ese hombre y yo. Mañana corred tras él se viste en Francia en casa de Blinó de
cuanto querais, perojamas me lo presen Hummanes. Un poco pálido, es verdad; pero
teis sino quereis hacerme morir de miedo: bien sabeis que la palidéz es un signo de
asi, pues, buenas noches, procurad dor distincion.
mir; yo se bien que no podré cerrar los Franz se sonrió; Alberto tenia tambien
ojos en toda la noche. pretensiones á estarpálido.
Y con estas palabras la condesa se se - —Asi pues, le dijo Franz, estoy conven
paró de Franz dejándole fluctuando en la cido de que las ideas de la condesa acerca
indecision de si se habia divertido á su de ese hombre, no tienen sentido comun.
costa ó si verdaderamente habia sentido ¿Ha hablado ávuestro lado y habeis oido
el temor que espresára. alguna de sus palabras?
ALBUM. 253
—Ha hablado, pero en griego. He re Robert.Si para mayor propiedad la con
conocido el idioma en algunas vocesgrie desa quiere vestirse de paisana de Puz
gas desfiguradas. zole ó de Sorrente, esto completará la
—Es preciso deciros, querido, que en mascarada; y seguramente la condesa es
el colegio era muy dificil ese griego. demasiado hermosa para que la tomen por
–¿Con que hablaba en griego? el original de la muger del niño.
—Esprobable. —¡Diantre ! esclamó Franz, por esta
—Ya no hay duda, murmuró Franz, vez teneis razon, Alberto, y esa es una
él es. idea feliz.

—¿Que decís?... —Y nacional. ¡Ah señores romanos


–Nada. creeis que se correrá á piépor vuestras
–¿Que haciais alli? calles como unos lazzaroni, porque no te
—Os preparaba una sorpresa. neis calesas ni caballos. ¡Pues bien ya
–¿Cual? se inventarán.
—Bien sabeis que es imposible encon -¿Y habeis comunicado á alguno esa.
trar una calesa. idea triunfante?
—¡ Diantre ! por lo menos hecho hu —A nuestro huésped. Al entrar le hice
manamente cuanto se podia hacer. subir y le manifesté mis deseos. Me ha
–¡Pues bien ! me ha ocurrido una idea asegurado que nada era mas fácil: yo que
maravillosa. ría hacer dorar los cuernos de los bueyes;
Franz miró áAlberto como dudando del pero él me ha dicho que para eso se ne
estado de su imaginacion. cesitarían tres dias: por lo que será preci
—Querido, dijoAlberto, mehonrais con so pasar sin esa superfluidad.
una mirada que mereceria os pidiese re –¿Y donde está?
paracion. –¿Quién?
—Estoy pronto á dárosla, querido ami —Nuestro huésped.
go, si la idea estan ingeniosa como de —En busca de la cosa; mañana será ya
cís. ltarde.
–Escuchad. -¿De suerte queesta misma nocheten
—Escucho. drémos la contestacion?
—¿No hay medio de encontrar car —La espero.
ruaje. En este momento la puerta se abrió y
—No. |maese Fastrini asomó la cabeza.
–¿Ni caballos? -¿Se puede entrar? dijo.
—Tampoco. —¡Ciertamente que se puede! esclamó
-¿Pero una carreta bien se podrà en Franz.
contrar? —¡Y bien dijo Alberto, ¿nos habeis
—Tal vez. encontrado la carreta buscada y los bue
—¿Un par de bueyes? s |yes pedidos?
—Es probable. —He encontrado algo mejor que eso:
—Pues bien; esa es d respondió con aire perfectamente satisfe
cho de sí mismo.
adornar la carreta, nos vestimos de sega "|| - ¡Ah! mi querido huésped, tened
dores napolitanos, y representamos al cuidado, dijo Alberto; el mejor es ene
tural el magnífico cuadro de Leopolúo migo del
64
bien.
254 ALBUM
—Fiense vuestras escelencias en mi, di cino , tendré el honor de informarme pof
jo maese Pastrini. estos señores á que hora estarán visibles.
—Peroen fin, ¿qué hay? esclamó Franz —A fé mia , dijo Alberto á Franz, que
á su vez. no nos podemos quejar.
—Ya sabeis , dijo el posadero , que el — Decid al conde, respondió Franz,
conde de Monte-Christo vive en este mis que nosotros tendremos el honor de antici
mo piso. parnos á su visita.
—Yo lo creo , dijo Alberto , pues que| El criado se retiró.
gracias á él no liemos podido alojarnossi- —Eso es lo que se llama un asalto de
no como dos estudiantes en la calle de elegancia; dijo Alberto; vamos, decidida
Saint-Nicolás-du-Charnedot. mente vos teníais razon , maese Pastrini ,
— Y bien, sabeene! apuroen que osen . y el conde de Monte-Christo es un hom
centrais , y os ofrece dos asientos en su bre enteramente comm il fuul.
carruaje y dos sitios en sus ventanas del — ¿ Luego aceptais su oferta ? dijo el
palacio Rospoli. huésped.
Alberto y Franz se miraron. —Yo lo creo , respondió Alberto ; sin
¿Pero, preguntó Alberto, debemos embargo , os lo confieso, siento que no se
aceptarla oferta de ese extrangero? ¿de un realice nuestro plan.de la carreta y los se
íiombre que no conocemos? gadores; y si no hubiese lo del balcon del
—¿Qué clase de hombre es ese conde palacio Rospoli para compensar lo que per
de Monte-Christo? preguntó Franz á su demos, creo que volveria á mi primera
huésped. idea ; ¿ que os parece , Franz?
—Un gran señor siciliano ó maltes , no —Me parece que tambien son los bal
lo sé de fijo, pero noble como un borglie- cones los ijue medeciden, respondió Franz
se y rico como una mina de oro. á Alberto.
—Me parece, dijo Franz á Alberto, En efecto, esta oferta de dossítiosen un
que si ese hombre fuese de tan buenas cua- balcon del palacio Rospoli habia recorda
lidadescomo dice nuestro huésped, hubie do á Franz la conversacion que oyera en
ra debido hacernos su invi: acion de otra las ruinas del coliseo, entre su desconoci
manera , ya fuese escribiéndonos, ya do y el transtevere , conversacion en la
En este momento llamaron á la puerta. cual el hombre de la capa habia prometi
— Entrad, dijo Franz. do obtener la gracia del condenado. Aho
Un criado vestido perfectamente con ra pues, si el hombre de la capa, era, se
una elegante librea, se presentó en el din gun todo se lo probaba á Franz, el mismo
tel de la habitacion. cuya aparicion en la sala Argentina le ha
—De parte del conde de Monte-Christo, bia preocupado tanto,. sin duda alguna le
pira M. Franz d'F.pinay y para el señor reconoceria. y entonces nada le impediria
vizconde Alberto de Morcerf , dijo. satisfacer su curiosidad respecto á esttí
Y presentó al huésped dos tarjetas que punto.
éste entreyó á los jóvenes. Franz pasó una parte de la noche pen
— lil señor conde de Monte-Christo, sando en sus dos apariciones y deseando
continuó e^ criado, me manda que pida á que llegase el dia siguiente. En efecto, et
estos señores permiso para presentarse ma siguiente dia debia aclararlo todo , y esta
¡"anaporla mañana en su cuarto comove-^vcz, á menos que su huésped de Monte
ALIUM. )0

Christo poseyese el anillo de Gyges y el repartidor y me trae esos anuncios, asi


gracias á este anillo su facultad de hacerse como me trae los carteles de teatro, á fin
invisible, era evidente que no se le esca de que si algunos de mis parroquianos de
paria. si pues se despertó á las ocho. En sea asistir á la ejecucion estén preveni
" cuanto á Alberto como no tenia los mis dos.
mos motivos que Franz para madrugar —¡Ah! esa es una atencion en estremo
tanto, dormia aun apaciblemente. Franz delicada, esclamó Franz.
mandó llamará su hnésped, que se pre —¡Oh! dijo maese Pastrini sonriendo:
sentó con sus saludos ordinarios. puedo vanagloriarme de que hago todo
—Maese Pastrini, le dio, ¿no debe ha cuanto está en mi mano para satisfacer los
ber hoyuna egecucion? deseos de los nobles estranjeros que me
—Si, escelencia, pero sipreguntais eso honran con su confianza.
para tener un balcon, os acordais de ello —Eso es lo que veo, querido huésped,
muy tarde. y lo que repetiré á quien quiera oirlo, es
–No, prosiguió Franz; por otra parte, tad cierto de ello. Mientras tanto desearia
e leer una de esas taro"ette.
siyo lo hiciese absolutament para ver ese
espectáculo, encontraria sitio en el monte —Nada mas fácil, dijo el huéspedabrien
Pincio. do la puerta; he mandado poner una en
—¡Oh! yo creía que V. E no querria el correuor.
mezclarse con la canalla, cuyo anfiteatro Salió, descolgó la tarolette,y la presentó
eS ese. á Franz. Hé aquí la traduccion literal del
—Es probable que no vaya, dijo Franz, cartel patibular.
pero desearia adquirir algunos detalles. « e hace saber á todos que el martes 22
-¿Cuales? de febrero, primer dia de Carnaval, serán,
—Quisiera saber el número de conde por mandato del tribunal de la Rota, eje
nados, sus nombres y su género de supli cutados en la plaza del Pópolo los llama
CIOS. dos Andrea Rondolo, culpable de asesinato
—¡Oh! no lo podiais pedir masátiem en la persona muy respetable y venerada
po, escelencia; ahora justamente me aca de don César Torini, canonigo de laiglesia
han de traer las tacolette. de San Juan-de-Letran, y el llamado Pe
-¿ Que es eso de las tavolette? pino, alias Rocca Priori, convencido de
-Las te colette son unas tabletas de ma complicidad con el detestable bandido Luis
dera que se cuelgan en todas las esquinas Vampa y los demas de su banda. El pri
de las calles la víspera de las ejecuciones, mero será mazzolato, y el segundo decapi
Y en las cuales están inscritos los nombres lato. Las almas caritativas pueden pedirá
de los condenados, la causa de su cönde Dios un arrepentimiento sincero para esos
nacion,y la clase de suplicio. Este aviso dos infelices condenados.» -

tiene por objeto invitar á los fieles á que Esto mismo era lo que Franz habia oido
"ueguen á Dios para que dé á los culpables la antevíspera en las ruinas del coliseo, y
"n síncero arrepentimiento. nada habia cambiado en el programa; los
—.Yo, traen esas tabletas para que unais nombres de los condenados, la causa de su
Vuestras súplicas á las de los fieles? pre suplicio y el género de su ejecucion eran
8ºntó Franz con aire de duda. ecsactamente los mismos. Asi pues, segun
- No, escelencia; yo me entiendo con toda probabilidad, el transtevere no era
256 ALBUM.

otro que el bandido LuisVampa, yelhom —Si sus escelencias quieren sentarse
bre de la capa Simbad el marino, que en dijo el criado, voy á prevenir al seño r
Roma como en Porto-Vecchio y en Tu conde.
nez proseguia el curso de sus filantrópicas Y desapareció por una de las puertas.
espediciones. En el momento en que esta puerta se
No obstante el tiempo corria, eran las abria, el sonido de una guzla llegó á los
nueve, y Franziba á despertará Alberto, oidos de los dos amigos; pero al punto se
cuando con gran asombro de parte suya, apagó; la puerta cerrada casi al mismo
le vió salir de su cuarto vestido ya. El car tiempo que abierta, no habia podido por
naval le habia hecho despertar mas de ma decirlo así, dejar penetrar en el salonmas
ñana de lo que su amigo esperaba. que un soplo de armonía. Franzy Alberto
—¡Vaya pues! dijo Franzá su hués cambiaron una mirada yvolvieron kos ojos
ped, ahora que estamos prontos, ¿creeis, hácia los muebles, los cuadros y las ar
señor Pastrini, que podremospresentarnos mas.Todo esto á segunda vista les pareció
en casa del conde de Monte-Christo? |aun mas magnífico que al primergolpe.
—¡Oh! seguramente, respondió; el —¿Qué tal que os parece? preguntó
conde de Monte-Christo acostumbra á ma Franz á su amigo.
drugar, y estoy seguro de que hace dos —A fé mia, querido, dijo, que es pre
horas que se ha levantado. ciso que nuestro vecino sea algun agente
—¿Y créeis que no será indiscrecion el de cambio que ha jugado á la baja sobre
presentarse
en su casa ahora? .
los fondos españoles, ó algun príncipe que
–Ninguna. viaja de incógnito.
—En ese caso,Alberto, siestais pronto. –¡Silencio! ledijo Franz, eso es loque
–Perfectamente, dijo Alberto. |vamos á saber, pues aquíviene.
—Vamosá dar gracias á nuestro vecino En efecto, el ruido de una puerta que
por su atencion. |giraba sobre sus goznes acababa de llegar
—¡Vamos! |basta los oidos de los dosamigos, y casi al
Franz y Alberto no tenian que atrave mismo tiempo el tapiz, levantándose dió
sarmas que el corredor. El posadero se paso al propietario de todas aquellas ri
adelantó y llamó por ellos; un criado salió quezas. Alberto se levantó y le salió al en
á abrir. . cuentro;pero Franz al verle se quedó cla
—Y signori francesi, dijo el huésped. vado en su sitio.
El criado se inclinó y les hizo señas deEl que acababa de entrar no era otro
que entrasen. que el hombre de la capa del coliseo, el
Atravesaron dos piezas amuebladas con desconocido del palco, el huésped miste
un lujo que no creían encontrar en la fon rioso de Monte-Christo.
da de maese Pastrini, y llegaron en fin á V.
un salonsumamente elegante: cubria el pa LA MAZZOLATA.
viniento una alfombra de Turquía y los
muebles mas cómodos ofrecian blandos —Señores, dijo al entrar el conde de
almohadones y sus espaldares inclinados Monte-Christo, recibid mis escusas por
hácia atrás. Magníficos cuadros mezclados haber dado lugar á que os hayais adelan
entre trofeos de armas espléndidas pendian
de las paredes, y hermosos tapices flota tado, pero al presentarme antes en vues
tra casa hubiesetemidoser indiscreto. Por
ban delante de cada puerta.
ALBUM. 257
otra parte, me habeis dichoque vendríais, —Señor conde, le dijo; nos habeis ofre
y os he estado esperando. cido dos asientos en vuestro carruage y dos
—Teniamos que daros mil y mil gra sitiosen vuestrasventanas del palacio Ros
cias, Franzy yo, señor conde, dijo Al poli; ahora ¿podreis decirnos cómo po
berto; pero verdaderamente nos sacais de driamosprocurarnosun puesto cualquiera,
un gran apuro,yya estábamos á punto de como se dice en Italia, en la plaza del Pó
inventar la estratagema masfantástica en polo?
el momento enque nosparticiparonvues —¡Ah! sí, es verdad, dijo el conde
tra atenta invitacion. con aire distraido y mirando á Morcerf
—¡Eh! ¡Dios mio! señores, dijo el con una atencion sostenida ¿no hay en la
conde haciendo seña á los jóvenes de que plaza del Pópolo una... una ejecucion?
se sentasen en un divan; ese imbécil de —Si, respondió Franz, viendo que por
Pastrinitiene la culpa de que os haya de sí mismo iba donde él queria conducirle.
jado tanto tiempo en esa angustia; no me -Esperad, esperad, creo haber dicho
habia dicho una palabra de vuestro apu ayer á mi mayordomo que se ocupase de
ro, á mi que, solo y aislado como lo es eso, tal vez pueda haceros ese pequeño
toy aqui, no buscaba mas que una oca Se”VICIO,
sion de hacer conocimiento con mis veci Y tendió la mano hácia un cordon de
nos. Asi, pues, desde el momento en que campanilla.
supe que podia seros útil en algo, ya ha Al punto vió entrar Franz á un indivi
beisvisto con qué prisa he aprovechado duo de cuarenta y cinco á cincuenta años
la ocasion de presentaros mis servicios. que parecia asemejarse, como se aseme
Los dos jóvenes se inclinaron: Franz no jan dos gotas de agua, al contrabandista
habia encontrado aun una sola palabra que le habia introducido en la gruta, pero
que decir, aun no habia tomado ninguna que no pareció reconocerle. Sin duda es
resolucion, y como nada indicaba en el taba prevenido.
conde su voluntad de reconocerle ó su de —Señor Bertuccio, dijo el conde, ¿os
seo de ser conocido por él, no sabia si ha habeis ocupado como os dije ayer, de pro
cer poruna palabra cualquiera, alusion á curarme una ventana en la plaza del Pó
lo pasado, ó dejar tiempo al porvenir para polo?
que le diese nuevaspruebas. Por otra par —Si, escelencia, respondió el mayor
te, seguro de que la víspera era él quien domo, pero ya era tarde.
estaba en el palco, no podia responder —¡Cómo ! dijo el conde frunciendo las
tan positivamente de que fuése él quien cejas, ¿no os he, dicho que queria tener
estaba la antevíspera en el coliseo. Resol una ?
vió, pues, dejar marchar las cosas sin ha —Y vuestra escelencia tiene una, la
cer ninguna pregunta directa. Ademas, que estaba alquilada al príncipe Labanieff;
tenia una superioridad sobre él, era due pero me he visto obligado á pagarla en
ño de su secreto, mientras que el conde ciento..... -

no podiatener ninguna accionsobre Franz, -Basta, basta, señor Bertuccio ; de-


que nada tenia que ocultar. Sin embargo, jémonos de cuentas; tenemos una venta
resolvió hacergirar la conversacion sobre na, esto es lo principal. Dad las señas de
un punto que podria aclarar un poco casa al cochero, y estad en la escalera
dudas. para duernos Esto basta: idos.
258 ALBUM.
El mayordomo saludó y dióün paso pa — Si , ayer en casa del cardenal Rospí»
ra retirarse. i , donde estuve de tertulia , se ha
— I Ah ! prosiguió el conde , tened lal blaba de una próroga concedida á uno de
bondad de preguntar á Pastrini si ha re los condenados.
cibidó la tavolette y si quiere enviarme el —¿A Andrea Rondolo? preguntó Franz.
programa de la ejecucion. —No... replicó sencillamente el conde;
—Es inútil, dijo Franz sacando su car al otro.... dirigió la vista sobre la cartera
tera del bolsillo; he tenido en la mano ese' como para acordarse del nombre; á f epi-
programa y lo he copiado: aqui lo te no, llamado Runa Prinrí. Esto os priva
neis. de asistir á ver guillotinar, pero os queda
—Está bien ; entonces señor Bertuccio, la mazzulain , que es un suplicio muy cu
podéis retiraros, ya no os necesito. Decid rioso cuando se vé por primera vez, y aun
que nos avisen cuando esté pronto el al por la segunda , mientras que el otro, que
muerzo. ¿Estos señores, continuó vol debeis ya conocer , es muy sencillo y no
viéndose hácia los dos amigos , me harán tiene nada de particular. El Mandaiano se
el honor de almorzar conmigo? engaña, no tiembla, no dá golpe en vago,
— Señor conde, dijo Alberto, eso seria no vuelve á herir treinta voces como él
abusar. soldado que cortaba la cabeza al conde de
—No lo creais, al contrario, me pro- Chalais y al cual acaso Richelieu recomen-
porcionais un sumo placer; todo esto me dára el paciente. ¡Ah! callad, continuó el
lo devolvereis algun dia en Paris , uno ú conde con tono despreciativo , no me ha -
otro, ó tal vez los dos. Señor Bertuccio , bleis de los europeos para los suplicios, no
hareis poner tres cubiertos. |entienden nada de eso y puede decirse que
El conde de Monte-Christo tomó la car ¡están en la infancia respecto de este punto.
tera de las manos de Franz y el señor Ber —En verdad , señor conde , respondió
tuccio salió. Franz, se creeria al oiros que habeis he
— Con que decíamos, continuó con el cho un gran ¡estudio comparando los di
mismo tono que si hubiera leido los car ferentes suplicios de todas las partes del
teles, que.... «serán ejecutados hoy 22; mundo.
de febrero, los llamados Andrea Rondolo, — Pocos habrá que no haya visto , res
culpable de asesinato en la persona muy pondió friamente el conde.
respetable y venerada de D. César Torli- — ¿Y habéis encontrado algun placer
ni , canonigo de la iglesia de San Juan de asistiendo á esos horribles espectáculos?
Letran, y el llamado Pepino, alias Rocca —El primer sentimiento fué el de la re
Priori , convencido de complicidad con el pugnancia, el segundo la indiferencia y el
detestable bandido Luis Vampa y los de tercero la curiosidad.
mas de su banda. » \ Hum ! « El primeroj —¿La curiosidad? ¿sabéis que la pala
será mazzolatto , el segundo decapítalo bra es terrible?
Si , en efecto , prosiguió el conde , asi era —¿Por qué? una sola preocupacionjhay
como debia suceder al principio, pero creo |en la vida; esta es la de la muerte; y qué,
que desde ayer han sobrevenido algunos ¿no os parece curioso estudiar de cuantas
cambios en el orden y marcha de la cere maneras puede el alma salir del cuerpo, y
monia. como segun los caractéres , los tempera-
— ¡Bah! dijo Franz. ¡mentos, y aun las costumbres del pais,
ALBUM. 259
¡sufren los individuos ese supremo traspaso sociedad indiferente deja sin castigo?.. res
del ser á la nada? En cuanto á mí os res ponded ¿no hay tales crimenes?
pondo de una cosa, que mientras mas he — Sí, respondió Franz, y para castigar
visto morir, mas fácil me parece á mi jui los está tolerado el duelo.
cio ; la muerte será tal vez un ¡suplicio , — ¡ Ah ! ¡ el duelo ! esclamó el conde ,
pero no una espiacion ¡ buen modo, á fé mia, de conseguir el ob-
— No os comprendo bien , dijo Franz ; fljeto, cuando este es la venganza I Un hom
esplicaos, pues, no sabeis hasta que punto bre os lia robado una querida; un hombre
me interesa lo que decís ha seducido á vuestra muger , un hombre
— Escuchad, dijo el conde, fy su rostro ha deshonrado á vuestra hija: de una vida
tomó una espresion de odio. Si un hom entera que teníais derecho á esperar de
bre hubiese hecho perecer por medio de Dios la parte de felicidad que ha prometi
un tormento atroz, un tormento sin fin, á do á todo ser humano al orearlo, ha hecho
vuestro padre, á vuestra madre, á vuestra una existencia de dolor , de miseria ó de
querida , á uno de esos séres , en fin que, infamia, y os creáis vengado, porque á
cuando se Ies separa del corazon, dejan en ese hombre , que ha provocado el delirio
él un vacío eterno y una llaga siempre en vuestro espíritu y la desesperacion en
sangrienta; ¿creeriais la reparacion que os vuestro corazon , habeis dado una estoca
concede la sociedad suficiente , porque el da en el pecho ó pegado un balazo en la
Jiierro de la guillotina ha pasado entre la cabeza ! ¡ Vamos ! Sin contar con que es
base del occipital y los músculos trapecios él quien sale á menudo triunfante de la
del cuello, y por qué aquel que os ha he lucha , lavado de la mancha á los ojos del
cho sentir años de sufrimientos morales ha !' mundo, y* en cierto modo absuelto f" por
Dios. No, no, continuó el conde : si algu
res físicos? na vez tuviera que vengarme, no me ven .
—Sí, ya lo sé, replicó Franz, la justicia garia así.
humana es tan insuficiente como consola —¿Con qué desaprobais el duelo? ¿con
dora; puede derramar la sangre en cam- que no os batiriais en duelo? preguntó á
bio de la sangre; preciso es preguntarla su vez Alberto , asombrado de oir tan' es-
lo que puede y nada mas. traña teoria.
—Y aun os supongo un caso material , ¡ Oh ! si tal, dijo el conde. Entendá
replicó el conde, aquel en que la sociedad, monos : me batiria por una miseria , por
atacada por la muerte de un individuo en un insulto, por una palabra, por una bo
la base sobre la cual se reposa , venga la fetada y eso con tanto mas desprecio,
muerte con la muerte. ¿Pero no hay mi cuanto que , gracias á la habilidad que he
llares de dolores con los que pueden ser adquirido en todas los ejercicios de armas
desgarradas las entrañas de un hombre, sin y en la costumbre que tengo del peligro ,
que la sociedad se ocupe de ello , sin que estaria casi seguro de matar á mi hombre.
le ofrezca el medio insuficiente de vengan ¡Oh! sí, me batiria en duelo por todo eso;
za de que hablamos hace poco? ¿No hay pero por un dolor lento, profundo, infinito,
crimenes para los cualesel palo de los tur eterno , devolvería , si era posible, un do
cos, las gamellas de los persas, los nervios! lor semejante al que me habrian hecho;
retorcidos de los ¡roqueses serian suplicios ojo por ojo, diente por diente, como dicen
demasiado dulces, y que sin embargo la los orientales , nuestros maestros en todo ,
260 ALBUM.

esos elegidos de la creacion que han sabi gradado , sea enfin que los antecedente
bo formarse una vida de sueños yun pa que hemos contado,conocidos solodeFranz
raiso de realidades. hubiesen aumentado para él el efecto de
–Pero, dijo Franz al conde, con esa las teorías del conde, no se apercibió de
teoría que os constituye juez yverdugo en que su compañero estuviese tan preocupa
vuestra propia causa, es difícil que vos do; hacia los honores á la comida como
mismo escapeis delpoder de la ley. El odio hombre condenado desde cuatro á cinco “
es ciego, la cólera aturdida, y el que toma á años á la cocina italiana, es decir, á una
su cargo la venganza arriesga el beber un de laspeores cocinas del mundo. En cuan
amargo brevaje. to al conde, poseido de una viva preocupa
–Sí, si es pobre y torpe; no, si es mi cion que parecia inspirarle la persona de
llonario y hábil. Por otra parte, lo peor Alberto, apenas probóun bocado de cada
seria ese último suplicio de que hablába plato; hubiérase dicho que al sentarse á la
mos hace poco, el que la filantrópica re mesa con sus convidados cumplia un sen
volucion francesa ha sustituido al descuar cillo deber de política, y que esperaba su
tizamiento y á la rueda. ¡Y bien ! ¡qué partida para hacerse servir algun plato es
es el suplicio si se está yengado! En ver traño ó particular. Esto le recordaba á
dad que casi siento que ese miserable Pe Franz el terror que habia inspirado el con
pino no sea decapitado, como ellos dicen; de á la condesa G.... y la conviccion en
veriais el tiempo que dura y si merece la que le habia dejado de que el"conde, el
pena de hablar de ello. Pero, en verdad, hombre que él le mostrára en el palco de
señores, que tenemos una conversacion un enfrente, era un vampiro.
poco singular para un dia de carnaval. Al fin del almuerzo Franzsacó su re
¿Cómohemosvenido á parará este asun loj.
to? ¡Ah! ya recuerdo: me habíais pe –¡Y bien !! ledijo el conde,¿que ha
dido un sitio en mi balcon; pues bien; ceis?
sea, lo tendreis: pero primero sentémonos —Nos escusaréis, señor conde, respon
á la mesa, pues justamente nosvienen á dió Franz, perotenemos mil cosas que ha
Cerº,
anunciar que ya está el almuerzo servido.
En efecto, un criado abrió una de las —¿Cuales?
cuatro puertas del salon, ypronunció las —Nos hallamos sin disfraces, y hoy estos
palabras sacramentales de: son de rigor.
–¡Al suo commodo ! —No os ocupeis de eso. Tenemos, se
Los dos jóvenes se levantaron y pasaron gun creo, en la plaza del Pópolo,un cuarto
al comedor. Durante el almuerzo, que era particular; haré llevar á él los trajes que
escelente, y servido con un esmero delica me indiqueis,y nos disfrazaremos inme
do, Franz buscó con los ojos las miradas diatamente.
de Alberto, á fin de leer en ellas la impre -¿Despues de la ejecucion? esclamó
sion que no dudaba habrian producido en Franz.
él las palabras de su huésped; pero ya sea –Sin duda; despues, durante ó antes,
que en medio de su desden habitual no les como querais.
hubiese prestado grande atencion, ya sea –¿En frente del patibulo?
que lo que el conde de Monte-Christo le —El patibulo forma parte de la fiesta.
habia dicho respecto al duelo le hubiese –Mirad, señor conde, he reflexionado,
ALBUM, 261
dijo Franz; mucho os agradezco vuestras —¿Vais, Alberto? preguntó Franz.
bondades,pero me contentaré con aceptar —A fémia, si, querido; vacilaba co
un asiento en vuestro carruaje, un sitio en mo vos, pero la elocuencia del conde me
el palacio de Rospoli, y os dejaré en liber decide.
tad de disponer del lugar del balcon, de la —Vamos, puesto que asi lo quereis;
piazza del Pópolo. dijo Franz, pero al dirigirme á la plaza
—Puesosprevengo que perdeis una co del Pópolo, deseo pasar por la calle del
sa muy curiosa, respondió el conde. Cours. ¿Es posible, señor conde?
-Ya me la contaréis, replicó Franz, y —Apié, si; en carruage, no.
en vuestra boca meimpresionará tanto co –Pues bien, iré ápié.
mo si la viese. Por otra parte, masde una -¿Es necesario que paseis por la calle
vez he querido asistir á una ejecucion, y del Cours ?
nunca me he podido decidir; ¿y vos Al —Sí, tengo que ver una cosa.
berto? —¡Pues bien ! pasemos por la calle del
—Yo, respondió el vizconde, he visto Cours, enviaremos el carruage á que nos
ejecutará Casteins;pero creo que estaba espere en la piazza del Pópolo por la en
un poquillo alegre ese dia,pues era el de trada del Babuino; por otra parte, tam
mi salida del colegio. -bien yo me alegro de pasar por la calle
—Pero, respondió el conde, no es una del Cours para ver si se han cumplido al
razon, que no hayais hecho una cosa en gunas órdenes que he dado. -

Parispara que no lo hagais en el estran —Escelencia, dijo el criado abriendo la


jero; cuando se viaja es para instruirse; puerta, un hombre vestido de penitente
cuando se cambia de lugares para ver. pregunta si puede hablaros.
Pensad que papel hariais cuando os pre —¡Ah! si, dijo el conde, ya sé lo que
guntasen como ejecutan en Roma, y que es; señores si quereis pasar al salon, alli
respondieseis: no sé. Y ademas, dicen encontrareis escelentes cigarros de la Ha.
que el condenado es un tunante, un pí bana; en un instante me reuno con vo
caro que ha matado á fuerza de golpes Sotros.
con un caballete de chimenea á un buen Los dos jóvenes se levantaron y salie
canónigo quelehabia educado como sifue ron por una puerta, mientrasque elconde,
se su hijo. Si viajaraispor España, iriais despues de haberles renovado sus escusas,
áver las corridas de toros, ¿no es verdad? salió por la otra.
¡Pues bien ! suponed que vamos áver un Alberto, que desde que estaba en Ita
combate; acordaos de los antiguos roma lia, se veia privado de los cigarros del ca
nos en el círco, de las cazas en que se fé de Paris, gran sacrificio en él, se acer
mataban trescientos leones y un centenar cóá la mesa y lanzó un grito de alegría
de hombres. Acordaos de aquellos ochen al percibir verdaderos puros.
ta mil espectadores que aplaudian, de —¿Querido, le preguntó Franz, qué
aquellas matronas que conducian alli á sus pensais del conde de Monte-Christo?
hijas, y de aquellas vestales de blancas -¿Quépienso? dijo Alberto visiblemen
manos que hacian con el índice una en te admirado de que su compañero le hi
cantadora señal que queria decir:–Va ciese tal pregunta; pienso que es un hom
mos, no hayapereza, acabadcon esehom bre encantador, que hace los honores de
bre que ya está moribundo. |su casa á las mil maravillas, que ha visto
66
262 ALRUM.

mucho, que ha estudiado mucho, rellecll.allialgun


, ,
dia, y, puesto que lo permitis,
sionado mucho, que es como Bruto deliré á llamar á vuestra puerta. Vamos,
la escuela estóica, y sobre todo, aña señores, vamos, no tenemos tiempo que
dió arrojando amorosamente una bocana perder, son las doce y media,partamos.
da de humo que subió en forma de espl Lostres bajaron la escalera. Entonces
ral hácia el techo, que posee escelentes el cochero recibió las órdenes de su amo
cigarros. y siguió la via del Balniero, mientras que
Tal era la opinion de Alberto respecto los que iban ápie subian por la plaza de
al conde; ahora, pues, como Franz sabia España y por la via Frattina, que los con
que Albertoteniapretension de no formar ducia sin dar revuelta alguna entre el pala
una opinion de los hombres y de las cosas cio Fiano y el palacio fospoli. Todas las
sinodespues de muchas reflexiones, no in miradas de Franz sedirijieron álos balcones
tentó cambiar en nada la suya. de este último palacio; no habia olvidado
—Pero, dijo, ¿habeis notado una cosa la señal convenida en el coliseo entre el
singular? hombre de la capa y el transtevere.
—¿Cual? —¿Cuales son vuestros balcones? pre
—La atencion con que os miraba. guntó al conde con el tono mas natural
—¿A mi? que pudo dar á su pregunta.
—Sí, á vos. —Los últimos, respondió este sencilla
Alberto reflexionó. mente, pues no podia adivinar en que
—¡Ah! dijo lanzando un suspiro, nada sentido se le hacia aquella pregunta.
tene eso de estraño.Estoy ausente de l'aris Los ojos de Franz se dirijieron rápida
hace un año, y debo haber adquirido las mente hácia los tres balcones. Los dos la
costumbresprovinciales. El conde me ha terales estaban colgados de un damasco
brá tomado, pues, por un provinciano; amarillo, y el de enmedio de damasco
desengañadie, amigo mio, y decidle, os blanco con una cruz roja. El hombre de
ruego, en la primera ocasion que se os la capa habia cumplido supalabra altrans
presente, que no hay nada de eso. teverino, y ya no le quedaba duda algu
Franz se sonrió; un instante despues na. El hombre de la capa era el conde.
entró el conde. Los tres balcones estaban aun vacios.
—Aqui estoy, señores, ávuestra dispo Ademas, por todas partes se hacian pre
sicion, las órdenes están dadas, el car parativos, se colocaban sillas, se levanta
ruaje irá por su parte á la plaza del Pópo ban tablados, se colgaban los balcones y
lo, y nosotros por la nuestra vamos, si las ventanas. Las máscaras no podian pre
quereis, á la calle del Cours. Tomad al sentarse, y los carruajes no podian circu
gunos cigarros de estos, señor de Morcerf, lar hasta el toque de la campana; pero
añadió apoyando su acento de una mane sentíanse á las máscaras detrás de todas
ra estraña sobre este nombre quepronun las ventanas, á los carruajes detrás de to
ciaba por la vez primera. das las puertas.
—Acepto, con mucho gusto, dijo Al | Franz, Alberto y el conde continuaron
berto, porque los cigarros italianos son descendiendo la calle del Cours. A medi
peores aun que los de la tercena. Cuando da que se acercaban á la plaza del Pópo
vengais á Paris os devolveré todo esto. lo, la turba era cada vez mas espesa, y
—Nolo rehuso, pues cuentocon ir hasta por encima de las cabezas de aquella mul
ALISU, 263
titud veíanse elevarse dos cosas, el obelis uno de ellos levantó la plancha, sacó un
co finalizando con una cruz que indica el rasco de vino, bebió un trago y pasó el
centro de la plaza, y delante del obelisco. frasco á su compañero; estos dos hombres
justamente en el punto de corresponden eran los ayudantes del verdugo! A esto
cia visual de las tres calles del Babuino , solo aspecto, Franz estaba ya horrori
del Cours y di Hipetta, los dos terribles zado.
potros del patíbulo, entre los cuales brilla Los condenados, trasportados la víspera
ba el hierro de la mandaia. En el ángulo por la noche desde los tarceri Nuove á la
de la calle encontraron al mayordomo de equeña iglesia de Santa María del Pópo
conde que esperaba á su señor. El balcon lo, habian pasado la noche, asistidos cada
alquilado á un precio exorbitante sin du uno de ellos por dos sacerdotes; era una
da, pertenecia al segundo piso del gran capilla cerrada con una reja delante de la
palacio situado entre la calle del Babuino cual se paseaban los centinelas relevándo
y el monte Pincio; era, como hemos di se de hora en hora. Dos filas de carabine
cho, una especie de gabinete de tocador ros colocados á cada lado de la puerta se
que comunicaba con una alcoba: cerrando estendian hasta el patíbulo, á cuyo rede
la puerta de la alcoba, los que estuviesen loriban formando un círculo, dejando li
en el gabinete quedaban perfectamente in bre un camino de dos pies de ancho, y en
dependientes, sobre las sillas se habian co torno de la guillotina una espacio de unos
locado trajes de pallazo, de seda blanca y cien pasos de circunferencia.
azul, de los mas elegantes. Todo el resto de la plaza estaba atesta
—Como me habíais dejado la eleccion do de hombres y de mugeres. Muchas de
de los trajes, dijo el conde á los dos ami estas sostenian á sus hijos sobre sus hom
gos, os he hecho preparar estos. En pri bros. Estos niños que dominaban la tur
mer lugar, será lo que mas se lleve este ba, estaban admirablemente colocados.
año; en segundo, es lo mas cómodo para El monte Pincioparecia un vasto anfi
los rostros, atendido á que no hay que teatro, cuyas gradas estuviesen cargadas
darse con harina. de espectadores; los balcones de las dos
Franz no oyó bien las palabras del con iglesias que formaban el ángulo de las ca
de, y no apreció tal vez como debia aquel les de Babuino y di Repetta estaban ya
nuevo servicio, pues absorvia toda su llenos de curiosos privilegiados; los esca
atencion el espectáculo que presentaba la lones de los peristilosparecian una ola mo
plaza del Pópolo y el instrumento terrible vible empujada hácia el pórtico por una
que entoncesformaba su principal adorno. incesante marea; cada ángulo saliente de
Aquella era la primera vez que Franzveía la pared que pudiese sostener á un hom
una guillotina, porque la mandaia roma bre, tenia su estátua viviente. Lo que de
na tiene casi la misma forma que nuestro cia el conde era verdad; lo mas curioso
instrumento de muerte. La cuchilla es un que hay en la vida es el espectáculo de la
semicírculo que corta por la parte conve muerte. Ysin embargo, en lugar del si
Xa, pero cae de menos altura. lencioque parecia exigir la solemnidad del
Dos hombres sentados sobre la plancha espectáculo, un gran ruido reinaba en
donde tienden al condenado, almorzaban aquella turba; informe mezcolanza de ri
imientras tanto; y comian, segun podia al sas, silvidos ygritos de gozo; era eviden
canzar la vista de Franz,pan y salchicha; te, como habia dicho el conde, que aque
264 ALBUM.

lla ejecucion no era otra cosa para todo el ojos negros sobre todo tenianuna espresion
pueblo que el principio del carnaval. de bondad admirable.
De repente cesó este ruido como por en Sin embargo, los dos condenados conti
canto; la puerta de la iglesia acababa de nuaban andando hácia el patibulo, y áme
abrir e.Una cofradia de penitentes, de la dida que avanzaban, podíanse distinguir
cual cada miembro vestia un sacogrís con las facciones de su rostro. Pepino era un
dos agujeros para los ojos únicamente, y muchacho buen mozo, de veinte y cuatro
con un cirio encendido en la mano, apare á veinte y seis años, de tez tostada por el
ció antes que nada; delante marchaba el sol, de mirada franca y salvaje. Andaba
gefe de la cofradía. Detrás de los peniten con la cabeza erguida, y parecia aspirar el
tes venia un hombre de elevada estatura; viento para ver de que lado vendria su li
este hombre iba desnudo, escepto un cal bertador. Andrea era grueso y rechoncho;
zon de lienzo; á su lado izquierdo se veia su rostro de una bajeza cruel, no indicaba
sujeto un gran cuchillo oculto en su vaina; la edad; sin embargo, podria tener unos
llevaba sobre el hombro derecho una pe treinta años. En la prision habia dejado
sada maza de hierro. Este hombre era el crecer su barba. Su cabeza caia sobre uno
verdugo. Calzaba ademas unas sandalias de sus hombros, y sus piernas se doblega
atadas á la pierna con cuerdas. Detrás del ban bajo su peso; todo su serparecia obe
verdugo marchaban con el órden con que decer á un movimiento maquinal en el
debian ser ejecutados, primero Pepino y cual su voluntad no entraba para nada.
despues Andrea. Cada uno marchaba acom —Meparece, dijo Franz al conde, que
pañado de dos sacerdotes. Ni uno ni otro me habiais anunciado que no habria mas
iban con los ojos vendados. Pepino cami que una ejecucion.
naba con paso firme; sin duda debió ser —Os he dicho la verdad, respondió el
prevenido de lo que debia acontecer. An conde con frialdad.
drea iba sostenido por un sacerdote. Am —. Sin embargo, alliteneis doscondena
bos besaban de cuando en cuando el cru dos.

cifijo que les presentaba su confesor. –Si;pero de esos dos condenados, el


Franz sintió á este aspecto que le fla uno pronto va á morir, y al otro le que
queaban las piernas; miró á Alberto. Es dan aun largos años de vida yperdon.
taba pálido como su camisa, y por un mo —Pues me parece que si ha de venir,
vimiento maquinal arrojó léjos de sí su no tiene tiempo que perder.
cigarro, à pesar de no haberlo fumado mas —Pues justamente alliviene; mirad, dijo
que hasta la mitad. El conde era el único el conde.
que parecia impasible, antes bien una li En efecto, en el momentoen que Pepino
jera tinta sonrosada habia cubierto sus me llegaba al fin de la mandaia , un peniten
jillas de una palidéz lívida. Su nariz se di te que parecia tardar, atravesópor entre
lataba como la de un animal feroz que las dos filas sin que lossoldados le opusie
huele la sangre, y sus lábios lijeramente sen ningun obstáculo, y adelantándose há
abiertos, dejaban ver sus dientes blancos, cia el gefe de la cofradía, le entregó un
papel doblado en cuatro dobleces. La mi
pequeñosy agudos como los deun chacal. rada ardiente de Pepino no habia perdido
Y no obstante á pesar de todo esto, su ninguno de estos detalles; el gefe de la co
rostro tenia una espresion de dulzura ri fradía, desdobló el papel, lo leyô y levan
sueña que Franz no le habiavisto aum; Sus tó la mano.
AL BUM. 265
—El Señor sea bendecido y su Santidad se os conoce en eso, y que dignos sois en
sea loada, dijo en alta é inteligible voz; todo tiempo de vosotros mismos!
hayperdon de la vida para uno de loscon En efecto, Andrea y los dos ayudantes
denados. del verdugo se revolcaban por el suelo,
—¡Perdon ! esclamó el pueblo á un solo mientras que el condenado seguia gritan
grito; ¿hay perdon? do: « debe morir, quiero que muera, no
A esta palabra de perdon, Andrea pa tienen derecho para matarme á mi solo.»
reció saltary levantar la cabeza. —Mirad, mirad, continuó el conde
–Perdon, ¿para quien?gritó. agarrando á cada uno de los jóvenes por la
Pepino permaneció inmóvil, mudo y mano; mirad, porque áfé mia es cosa cu
atento. riosa; allí teneis un hombre que estaba re
—Hay perdon de la pena de muerte pa signado á su suerte, que marchaba al pa
ra Pepino, llamado Rocca-Priori, dijo el tíbulo, que iba á morir como un cobarde,
gefe de la cofradía, ypasó el papel al ca es verdad, pero en fin iba á morir sin re
pitan que mandaba los carabineros, el cual sistencia ysin recriminacion;¿sabeis lo que
despues de haberlo leido, se lo devolvió. le daba alguna fuerza? ¿sabeis lo que le
—¡Perdon para Pepino! esclamóAndrea consolaba? ¿sabeis lo que le hacia sufrir
enteramente sacado del estado de entorpe el suplicio con resignacion?... que otro
cimiento en que parecia estar sumerjido. participaba de su angustia, que otro iba á
¿Por qué perdon para él y no para mí? morir como él, que otro iba á morir antes
Debiamos morir juntos, me habian prome que él. Llevad dos carneros ó dos bueyes
tido que moriria antes que yo, no tienen al matadero, y haced comprenderá uno de
derecho para hacerme morir solo; no quiero ellos que su compañero no morirá; el car
morir solo, no quiero. nero balará degozo yel bueymujirá depla
se agarróá los brazos de los dos sa cer; pero el hombre, el hombre que Dios
cerdotes, torciéndose, ahullando, rugiendo ha creado á su imágen, el hombre á quien
y haciendo esfuerzosinsensatos para rom Dios ha impuesto por primera, por única,
per las cuerdas que le ligaban las manos. por suprema ley, el amor al prójimo, el
El verdugo hizo señalá sus dos ayudantes hombre á quien ha dado una voz para es
que bajaron del cadalso y se apoderaron presarsu pensamiento, ¿cual será supri-
del condenado. mer grito cuando sepa que su camarada se
—¿Que hay? preguntó Franzal conde, ha salvado? una blasfemia. ¡Honor al
pues como todo esto pasaba en lengua ro hombre, esa obra maestra de la naturaleza,
mana, no habia comprendido muy bien. ese rey de la creacion!
—¿Que hay? dijo el conde, ¿no lo adi Y el conde empezó áreir, pero con una
vinais? Esa criatura humana que va ámo risa terrible que indicaba haber sufrido
rir, está furiosa porque su semejante no horriblemente para conseguirreir de aque
muere con ella, y que si la dejasen lades lla manera.
garraria con sus uñas y con sus dientes No obstante, la lucha continuaba, y era
mas bien que dejarla gozar de la vida de una cosa espantosa. Los dos ayudantes
que se va áver privada. ¡ Oh, hombres, llevaban áAndrea al patíbulo; todo el pue
bombres! raza de cocodrilos, como dice blo había tomado partido contra él, y vein
Karl-Moor, esclamó el conde estendiendo te mil voces gritaban á un tiempo; ¡Mue
los dos puños hácia toda la turba; que bien ra! ¡nuera!» Franz se retiró, pero el
67
266 ALBUM.

conde agarrósu brazo y le detuvo delanteneció de pié, pero asido á las cortinas del
de la ventana. balcon sin cuyo apoyo hubiese caido se
—¿Que haceis? le dijo ¿teneis piedad? guramente.
Si oyeseis ladrar á unperro rabioso,toma El conde estaba en pié y su rostro de
riais vuestra escopeta, saldriais á la calle, notaba una espresion satánica y triunfante
matariais sin misericordia á boca de jarro como el ángel malo.
al pobre animal, que al fin y al cabo no VI.
seria culpable mas que de haber sido mor EL CARNAVAL DE ROM.A.

dido por otro perro, y devolver lo que le Cuando Franz volvió en sí encontróá
habian hecho; y ahora teneis piedad deun|Alberto bebiendo un vaso de agua, juz
hombre á quien ningun otro hombre hagando porsu palidez lo mucho que le con
mordido, y que sin embargo ha matado á|venia, y al conde vistiéndose ya depallazo.
su bienhechor, y que ahora no pudiendo Arrojó maquinalmenteuna miradaála pla
ya matará nadie, porque tiene las manos|za: todo habia desaparecido, patíbulo, ver
atadas, quiere á toda fuerza ver morir á|dugos, víctimas; no quedaba mas que el
su compañero de cautiverio, á su camara-|pueblo azorado, alegre, bullicioso; la cam
da de infortunio ! No, no, mirad, mirad.|pana de Monte Citorio que no se tocasino
La recomendacion era inutil, Franz es para la muerte del Papa, y la apertura de
taba como fascinado por el horrible espec a mascarada, repicaba velozmente.
tículo. Los dos ayudantes habian llevado —¿Y bien? preguntó al conde, ¿quéha
el condenado al patíbulo, y allí á pesar de pasado?
sus esfuerzos, de sus mordeduras, de sus —Nada, absolutamente nada, dijo, como
gritos, le habian obligado á ponerse de ro veis; pero el carnaval ha comenzado, vis
dillas; durante este tiempo el verdugo se támonospronto.
habia colocado á su lado con la maza le —En efecto, respondió Franz al conde,
vantada,entonces áuna señal losdos ayu solo resta de tan horrible escena las hue
dantes se separaron. El condenado quiso llas de un sueño.
volverse á levantar, pero antes que hu —Pues no es otra cosa que un sueño
biese tenido tiempo para ello la maza ca lo que habeis tenido tenido.
yó sobre su sien izquierda: oyóse un rui —Si, yo,pero ¿y el condenado?
do sordo y seco, y el paciente cayó como —Tambien es un sueño; pero él ha
un buey, con el rostro contra la tierra; quedado dormido, al paso que vos os ha
mas despues á consecuencia del choque se béis despertado, ¿y quién puede decir
volvió de espaldas, entonces el verdugo de cual e los dos será el privilegido?
jó la maza, sacó el cuchillo de su cintu —¿Pero qué ha sido de Pepino?
ron, de un solo golpe le cortó lo gargan • —Pepino es un muchacho juicioso que
ta, y subiendo al punto sobre su vientre, no tiene ningun amorpropio, y que, con
empezó á patearlo con vigor. A cada pre tra la costumbre de los hombres que Se
sion saltaba nn caño de sangre del cuello enfurecen cuando no se ocupan de ellos,
del condenado. se ha alegrado de que la atencion general
Al ver esta operacion, Franz no pudo se fijase en su compañero; por consiguien
tenerse en pié, se retiró vacilando y fuéá te, se ha aprovechado de esa distraccion
caerse casi desmayado sobre un sillon. | para deslizarse por entre la turba y desa
Alberto, con los ojos cerrados, perma parecer, sin dar siquiera las gracias á los
ItEV». 267
«Signos sacerdotes que le habian acompa loca y bulliciosa. Una turba de máscaras
ñado. Decididamente , el hombre es un salia por todas partes, escapándose de las
animal muy ingrato y egoista Pero puertas, descendiendo por los balcones;
vestios; mirad como os dá el ejemplo los carruages desembocaban por todas las
M. de... Morcerf. calles cargados de pierros, de figuras gro
En efecto, Alberto pasaba maquinal tescas, de dominos, de marqueses, de
mente su pantalon de tafetan por encima transteverinos , de ar equines , de caba
de su pantalon negro y sus botas charo lleros, de aldeanos; todo esto gritando,
ladas. gesticulando, lanzando huevos llenos de
—¿Y bien? Alberto, preguntó Franz harina, confites. ramilletes; atacando con
¿ estáis dispuesto á cometer algunas locu palabras y proyectiles á los amigos y á los
ras? Veamos, responded francamente. iestraños, á los conocidos y desconocidos,
—No, dijo, pero en verdad ahora me sin que nadie tuviese derecho para enfa
alegro de haber visto una cosa semejante darse, sin que nadie hiciese otra cosa que
y comprendo lo que decia el señor conde; reir.
que cuando uno ha podido acostumbrarse Franz y Alberto eran como esos hom
á semejante espectáculo es el único que bres que para distraerse de un violen
aun puede causar algunas emociones to pesar son conducidos á una orgía, y
— Sin contar con que en ese momento que á medida que beben y se embriagan,
se pueden hacer estudios de los caracteres, sienten interponerse un denso velo entre
dijo el conde; en el primer escalon del pa el presente y lo pasado. Siempre veian ó
tíbulo , la muerte arranca la máscara que mas bien continuaba obrando en ellos el
se ha llevado toda la vida y aparece el reflejo de lo que habian visto. Pero poco
verdadero rostro. Preciso es convenir que á poco les iba dominando la embriaguez
el de Andrea no estaba muy bonito... pí general; parecióles que su razon vacilante
caro, infame!.... ¡Vistámonos, señores iba abandonándoles; sentían una necesidad
vistámonos! tengo necesidad de ver más estraña de tomar una parte en aquel rui
caras de carton para consolarme de las do, en aquel movimiento, en aquel vér
máscaras de carne. , tigo. Un puñado de confites dirigido á
Ridiculo hubiera sido para Franz el Morcerf desde un carruage próximo, y
aparentar aun conmocion y no seguir el que, cubriéndole de polvo, asi como á
ejemplo que le daban sus compañeros. sus dos compañeros, pegó en su cuello y
Vistióse, pues, su trage, y puso su careta parte de rostro que no estaba cubierta por
que no era seguramente tan descolorida la máscara como si le hubiesen lanzado
como su rostro. Concluido que hubieron cien alfileres, acabó por impelirle á la lu
de disfrazarse, bajaron la escalera. El car cha general , en la que entraban todas las
ruaje se esperaba á la puerta , lleno dej máscaras que encontraban. Púsose de pié
dulces y de ramilletes á su vez en el carruage ; agarró puñados
Difícil es formarse una idea de un cam de proyectiles de los sacos , y con todo el
bio mas completo que el que acababa de vigor y la habilidad de que era capaz, en
operarse. vió á su vez huevos y yemas de dulce á
En lugar de aquel espectáculo de muer sus vecinos.
te, sombrio y silencioso, la plaza del l'ó- Desde entonces se trabó el combate. El
polo presentaba el aspectd de una orgía!|recuerdo de lo que habian visto media ho-

4&
268 ALBUM.

ra antes, se borró enteramente de la ima opoli, y en el balcon de enmedio, el


ginacion de los dos jövenes; tanto había que estaba colgado de demasco blanco con
influido en ellos aquel espectáculo movina cruz roja, había un dominó azulado
ble, alegre, bullicioso, que tenian á la bajo el cual la imaginacion de Franz se
vista. En cuanto al conde de Monte-Chris-representó sin trabajo la bella griega del
to, nunca habia parecido impresionado un teatro Argentino.
solo instante. —Señores, dijo el conde saltando á tier
En efecto, figúrese el lector aquellara, cuando os canseis de ser actores y que
grande y hermosa calle, limitada por un rais ser espectadores, ya sabeis que teneis
lado y otro de palacios de cuatro ó cinco un sitio en mi balcon; mientras tanto,
pisos, con todos sus balcones guarnecidos disponed de mi carruage y de mis cria
de colgaduras. En estos balcones, tres dos.
cientos mil espectadores romanos, italia- Hemos olvidado decir que el cochéro
nos, extrangeros venidos de las cuatro del conde iba vestido gravemente con una
partes del mundo; todas las aristocracias piel de oso, negra, exactamente seme
reunidas, aristocracias de nacimiento, dejante á la de Odri, en el oso y el Pachá,
dinero, de talento; mugeres encantadoras y que los dos lacayos iban en pié detras
que, sufriendo la influencia de aquel es-del carruage con dos vestidos de mono
pectáculo se inclinan sobre los antepechos verdes, perfectamente ajustados á su cuer
de los balcones, sacan su cuerpo fuera depo, y con caretas de resorte con las que
las ventanas, hacen llover sobre los car|hacian gestos á lospaseantes.
ruages que pasan una granizada de confi-| Franzdió gracias al conde por sudelica
tes que se las devuelve por ramilletes, la|da oferta. En cuanto á Alberto, estaba co
admósfera espesada con los dulces que des-|queteando con un carruage lleno de aldea
cienden y las flores que suben; y sobre elinas romanas, detenido como el del conde
pavimento de las calles una turba gozosa|por uno de esos descansos tan comunes en
incesante, loca, con trajes insensatos, gi-|las filas, y tirando de una parte y de otrá
gantescas coliflores que se pasean, cabe-|ramilletes. Desgraciadamente para él, la fi
zas de búfalo que mugen sobre cabezas la proguió su movimiento, y mientras que
de hombre, perros que parecen andar con él descendia hácia la plaza del Pópolo, el
las patas delanteras: en medio de todo es carruage que habia llainado su atencion
to una náscara se levanta y en esa tenta subia hácia el palacio de Venecia.
cion de San Antono soñada por Cattot, —¡Ah! querido, dijo á Franz, ¿no ha
algun Astarteo, que ve un rostro encan beis visto ese carruage que va cargado de
tador al que quiere seguir y del cual se ve aldeanas romanas?
separado por especies de demonios seme - No.
jantes á los que se ven en sueños, y ten —Pnes estoy seguro de que son muge
drá una débil idea de lo que es el carna res encantadoras.
val en Roma. –¡Qué desgracia que esteis" ennasca
A la segunda vuelta el conde hizo de rado, querido Alberto ! dijo Franz, este
tener el carruage y pidió á sus compañeros era el momento de desquitaros de vues
permisopara separarse de ellos dejándo tras desdichas amorosas.
les aquel á su disposicion. Franz levan —¡Oh! respondió Alberto, medio ri
tó los ojos; estaban enfrente del palacio sueño, medio convencido , espero que no
ALBUM. 269
pasará el carnaval sin que me acontezca la ópera. Si la bella paisana tiene gana de
alguna aventura. ir mas allá ya la encontraremos mañana,
Apesar de esta esperanza de Alberto, ó mas bien ella nos encontrará, entonces
todo el día pasó sin otro suceso que elen-lme dará una señal... de existencia y yo
cuentro renovado dos ó tres veces del car-veré lo que tengo que hacer.
ruage de las aldeanas romanas; en uno| —Es verdad, mi querido Alberto, dijo
de estos encuentros sea por casualidad, Franz, sois sabio como Nestor y prudente
sea por cálculo de Alberto, se le cayó la cual Ulises, y si vuestra Circé llega ácam
careta.
En este encuentr tomó el resto de ra
biarse en una bestia cualquiera, preciso
o,
será que sea muy diestra ó muy pode
milletes y lo arrojó al carruage; sín duda"| IOSa.
-

una de aquellas mugeres encantadoras, á Alberto tenia razon: la bella descono


lo menos como tales las juzgaba Alberto, cida habia resuelto sin duda no llevar la in
se conmovióá esta galantería; pues á su
triga mas lejos aquel dia, pues aunque los
vez, cuando volvió á pasar el carruage de jóven es dieron aunmuchas vuelt no vol
as,
kos dos amigos, arrojó un ramillete de
violetas. Albe rto se preci pitó sobre él: co
vieron áver el carr uage que busc aban con
los ojos: habia desaparecido por una de
mo Franz no tenia ningun motivo para las calles adyacentes. Entonces subieron al
creer que iba dirijido á su persona, dejó palac Rosp
áAlberto apoderarse de él. Este lo puso habiaiodesap oli; pero el conde tambien
arecido con el dominó azul; los
victoriosamente en sus ojales, y el carrua dos balcones colgados de damasco amari
ge continuó su marcha triunfante. llo seguian por otra parte ocupados por
—¡Y bien l le dijo Franz, este es un personas que él sin duda habia convidado.
principio de aventura. En este momento la campana que ha
—Ríete cuanto quieras, respondió; pero bia sonado para la apertura de la masca
creo que si; asi pues no me separo de este rada sonó para la retirada; la fila del Cor
ramillete. *
so se rompió al punto, y en un instante
—Diantre, bien lo creo, respondióFranz todos los carruages desaparecieron por las
riendo, es una señal de reconocimiento. calles transversales. Franz y Alberto esta
La broma, por otra parte, tomó un ca ban en este momento en frente de la via
rácter de realidad, por que cuando, siem delle Maratte; el cochero arreó los caba
pre conducidos por la fila, Franz y Al llos y llegando á la plaza de España, se
berto se cruzaron de nuevo con el carrua detuvo delante de la fonda.
ge de las aldeanas, la que habia lanzado Maese Pastrini salió árecibir á sus hués
el ramillete comenzóá aplaudir al verle en pedes al umbral de la puerta.
el ojal del traje de Alberto. El primer cuidado de Franz fué infor
– ¡Bravo, querido, bravo! le dijo marse del conde, y espresar el sentimien
Franz, esto se va preparando perfecta to de no haberle ido á buscar á tiempo;
mente; ¿quereis que os deje si preferis pero Pastrini le tranquilizó, diciéndole que
estar solo? el conde de Monte-Christo habia manda
—No, dijo, nomos arriesguemos demasia do un segundo carruage para él y que este
do. No quiero dejarme en gañar como un carruage habia ido á buscarle á las cuatro
tonto á la primera demostracion,á una cita al palacio Rospoli. Ademas estaba encar
bajo el reloj, como decimos en el baile de gado de ofrecer á los dos dos amigos la
(38
270 ALBüB.
llave de su palco en el teatro Argentino. to al despojarse del suyo, guardó con et
Franz interrogó á Alberto acerca de sus| mayor cuidado su ramillete de violetas;
disposiciones; pero Alberto tenia que po era su señal de reconocimiento para el dia
ner en ejecucion grandes proyectos antes siguiente. Los dos amigos se sentaron á la
de pensar en ir aljeatro. En su consecuen mesa; pero al comer, Alberto no pudo
cia, en lugar de responder, se informó menos de observar la diferencia notable
de si maese Pastrini podia procurarle un que existia entre los méritos respectivos
sastre. del cocinero de maese Pastrini , y el del
—¿Un sastre? preguntó él huésped ¿y conde de Monte Christo. La verdad obli
para qué? gó á Franz á confesar, apesar de las pre
—Para hacernos de aquí á manana dos| venciones que debia tener contra el conde,
vestidos de aldeanos romanos lo mas ele que la ventaja no estaba de parte de maese
gante posible , dijo Alberto. Pastrini.
Maese Pastrini meneó la cabeza. A los postres , el criado del conde se in
— ¡ Haceros de aqui á mañana -dos tra-| formó de la hora á que deseaban los jó
jesl esclamó ; ¿dos trajes, cuando de aqui venes el carruage. Alberto y Franz se mi
á ocho dias no encontrariais seguramente raron, temiendo ser indiscretos. El criado
un sastre que consintiese en coser seis bo los comprendió.
tones á un chaleco , aunque le pagaseis á| — Su escelencia, el conde de Monte-
escudo el ooton? Christo, les dije, ha dado órdenes termi
•— ¿Entonces, es .preciso renunciar á nantes para que el carruaje permaneciese
procurarnos los trajes que deseo? todo el dia á la disposicion de susseñorias.
—No , porque tendreis esos trajes he Sus señorias puedenidisponer de él sin
chos. Dejad que me ocupe de eso , y ma temor de ser indiscretos.
ñana encontrareis al despertaros una co- | Los jóvenes resolvieron aprovecharse
leccion de sombreros , de chaquetas y de hasta el fin de la amabilidad del conde, y
calzones , de los cuales quedarei» satisfe . mandaron enganchar , mientras que ellos
chos. sustituían un traje de etiqueta á su traje de
— I Ah ! querido, dyo Franz á Alber calle, un si es no es descompuesto por los
to, fiéiponos en nuestro huésped , ya nos numerosos combates á los cuales se habian
ha probado que era hombre de recursos ; entregado. Tomada esta precaucion, se di
comámos pues tranquilamente, y despues rigieron al teatro Argentino , y se instala
de la comida vamos á ver la Italiana en ron en el palco del conde.
Argel Durante el primer acto, entró en el su
— Sea por la Italiana en Argel , dijo| yo la condesa G... su primera mirada se
Alberto; pero pensad, maese Pastrini, dirigió hácia el lado donde la víspera ha
que este caballero y yo , continuó seña bia visto al singular desconocido, de suer
lando á Franz, tenemos mucho interésen te que apercibió á Franz y Alberto en el
poseer esos trajes mañana palco de aquel acerca del cual habia for
El posadero afirmó por última vez ásusj mado una opinion tan estraña.
huéspedes que no se inquietasen por nada, Sus anteojos estaban dirigidos á él con
y que serian servidos á medida de su de una pertinacia tal , que Franz vió que se
seo, con lo cual Franz y Alberto subieron ria una crueldad el tardar mas tiempo en
para quitarse sus trajes de pallazo. Alber-|Jsatisfacer su curiosidad. Así pues, usando
ALBUM. 271
del privilegio concedido á los espectadores —No solamente vive en la misma fon
de los teatros italianos,que consiste en ha da, sino en el mismo piso.
cer de las salas de espectáculo un salon de -¿Cómo se llama? porque sin duda
recibo, los dos amigos salieron del palco sabreis su nombre.
para ir á presentar sus respetos á la con -Perfectamente: el conde de Monte
desa. Apenas hubieron entrado en su pal Christo.
co que hizo una seña á Franz para que se -¿Qué nombre es ese? ¿no será un
sentase en el sitio de honor; Alberto se nombre de familia?
colocó detrás de ella. —No, es el nombre de una isla que ha
–¡Y bien l dijo á Franz sin darle si comprado.
quiera tiempo de sentarse, no parece sino -¿Y es conde ?
que no habeistenido nada que osurgiera -Conde toscano.
tanto como hacer conocimiento con el nue —En fin, sufriremos ese como los de
vo lord Ruthwen, ¿y segun veo ya sois los mas, respondió la condesa que era de una
mejores amigos del mundo? de las mas antiguasfamiliasde los alrede
–Sin que estemos tan adelantados co dores de Venecia. ¿Y qué clase de hom
mo decís, en una intimidad recíproca, no bre es ?
puedo negar, señora condesa, respondió -Preguntad al vizconde de Morcerf.
Franz, que hayamos abusado todo el dia -Ya lo oís, caballero, me envian á
de su amabilidad. vos, dijo la condesa.
-Como, ¿todo el dia? —Hariamos muy mal si no le juzgáse
-Si por cierto, señora: esta mañana mos encantador, señora, respondió Alber
hemos aceptado su almuerzo; durante to to; un amigo de diez años no hubiese he
da la mascarada hemos recorrido el corso cho por nosotros lo que él ha hecho, y es
en su carruaje; en fin, esta noche veni to con una gracia, con una delicadeza,
mos alteatro y ocupamos su palco. una amabilidad que indican verdaderamen
–¿Le conocíais? te un hombre de mundo.
-Sí... y no.
-¿Cómo? -Vamos, dijo la condesa riendo; ve
-Es una larga historia. reis como mi vampiro será sencillamente
-Razon de mas. algun nuevo millonario, que quiere gastar
-Esperad al menos que esta historia sus millones.
tenga un desenlace. -¿Yá ella la habéis visto?
—Bien. Me gustan las historiascomple
-¿A quién? preguntó Franzsonriendo.
tas. Mientras tanto, decidme, ¿cómo os
habeis encontrado en contacto? ¿quién os —A la graciosa griega de ayer.
ha presentado á él? —No, nos pareció sí haber oido el so
—Nadie; él es quien se ha hecho pre nido de su guzla, mas en cuanto á ella
Sentará nosotros ayer noche, despues de permaneció invisible.
haberme separado de vos.
—¿Por qué intermediario? —Es decir, que cuando decís invisible,
—¡Oh! ¡Dios mio! por el muy pro mi querido Franz, dijo Alberto, es con el
sáico intermediario de nuestro huésped. fin de hacerlo mas misterioso. ¿Quién
-¿Vive, pues, en la fonda de Lóndres
C0m0 yOsº -
lcreeis sea aquel dominó azul que estaba
272 ALBUM. "

en el balcon colgado de damasco blancoen En efecto, al dia siguiente á las nueve


el palacio Rospoli? entró en el cuarto de Franz acompañado
–¡Pues quél ¿el conde tenia tres bal de un sastre cargado con ocho ó diez cla
cones en el palacio Rospoli? ses de vestidos de aldeanos romanos. Los
—Sí. ¿Habéis pasado por la calle del dos amigos escogieron dos parecidosy que
Cours? casi ajustaban á su cuerpo; encargaron á
—in duda. ¿Quién es el que hoy no ha su husped que les pusiesen unas veinte
pasado por la calle del Cours? cintas en cada uno de sus sombreros y pro
-

–¡Y bien l ¿no visteis tres balcones y curarles dos de esasfajas de seda de listas
uno de ellos colgado de damasco blanco, transversales y colores vivos, con las cua
con una cruz roja? ¡Pues esos eran los les los hombres del pueblo en los dias de
tres balcones del conde ! - fiesta tienen la costumbre de ceñir la cin
—¿Acaso ese hombre es algun nabab? tura.
¿Sabéis lo que cuestan tresbalcones como Alberto estaba impaciente porver como
esos durante los ocho días de carnaval, y le sentaria su improvisado vestido, el que
en el palacio Rospoli; es decir, en el me se componia de unos calzones y de una
jor sitio del Corso? chaqueta de terciopelo azúl, medias con
—Boscientos ó trescientos escudos ro cuchillas bordadas, zapatos con hebillas y
IIl3Il 08. un chaleco de seda. Por consiguiente el
–Decid mas bien dos ó tres mil. jóven no podia menos de ganar con este
—¡ Diantre l traje tan pintoresco,y cuando su cinturon
–¿Es acaso su isla la que le produce hubo oprimido su elegante talle, cuando
tanto ? su sombrero, lijeramente inclinado á un
–Su isla no produce ni un solo bejuco, lado, dejó caer sobre su hombro una infi
—Entonces, ¿por que la ha comprado? nidad de cintas, Franz se vió obligado á
–'or capricho. confesar que el traje influye mucho en la
—Es un hombre original. superioridad física en ciertas poblaciones.
—El caso es, dijo Alberto, que me ha Los turcos tan pintorescos antes con sus
parecido bastante escéntrico. Si habitase entrajes largos de vivos colores ¿no están
París, si frecuentase nuestros teatros, os di-jahora horribles con sus levitas azules abo
ria que es un pobre diablo á quien la litera tonadas y su gorro griego que parecenbo
tura moderna ha trastornado la cabeza. En tellas de vino con taponencarnado? Franz
verdad me ha dado ayer dos ótresgolpes felicitóáAlberto, que en pié delante del
dignos de Didier ó de Antony. espejo, se sonreia con un aire de satisfac
En este momento entró una visita y se cion que nada tenia de equívoco. Estaban
gun la costumbre cedió Alberto su lugar asi cuando entró el conde de Monter
al recien venido; esta circunstancia ade Christo.
mas de mudar de asiento hizo tambien –Señores, les dijo, comoporagradable
cambiar de conversacion. Una hora des que sea un compañero de placer, la liber
pues, los dos amigos volvieron á entrar en tad es mas agradable aun, vengorá anun
la fonda. Maese Pastrini estaba ya ocupado ciaros que por hoy y los dias siguientes
en sus disfraces para el dia siguiente y les dejo á vuestra disposicion el carruaje de
prometió que quedarian satisfechos de su que os habeis servido ayer. Nuestro hués
inteligente actividad. ped ha debido deciros que tenia tresó cua
ALBUM. 273
tro en las cuadras de su casa; no me pri ginado poner sus libreas sobre sus pieles
vais, pues, de ir en carrueje; usad de él de animales, lo cual les formaba un cuer.
libremente, ya para ir á divertiros como po mas grotesco si cabe que el dia ante
para ir á vuestros asuntos. Nuestra cita,si rior, lo que les valió el que Franz y Al
algo tenemos que decirnos, será en el pa berto les alabasen por aquella invencion.
lacio Rospoli. Alberto habia atado sentimentalmente á
Los dosjóvenes quisieron hacer algunas sus ojales el ramillete devioletas ajadas ya.
observaciones, peroverdaderamentenote Al primer toque de la campana partie
nian ninguna razon para rehusar una ofer ron y desembocaron en la calle del Cours
ta que por otra parte les era agradable. por la via de Vittoria. A la segunda vuel
Concluyeron por aceptar. ta un ramillete de violetas frescas que sa
El conde de Monte-Christo permaneció lió de un carruage de pallazas, y que vino
un cuarto de hora con ellos, hablando de á caer dentro el carruage del conde, in
todo con una facilidad estremada. Estaba, dicó áAlberto, que como su amigo y él,
como ya se habrá podido notar, muy al las paisanas de la vispera habian cambia
corriente de la literatura de todos los pai do de traje, y que, sea por casualidad,
ses. Una ojeada que dióá las paredes de sea por un sentimiento semejante al que
su cuarto habia probado á Franz y á Al le habia hecho obrar, asi como él habia
berto que era aficionado á cuadros. Algu adornado elegantemente su traje, ellas
nas palabras que pronunció al pasar, les porsu parte habian engalanado el suyo.
probó que no le eran estrañaslas ciencias, Alberto sustituyó el ramillete ajado con
sobre todo parecia haberse ocupado par el fresco, conservando empero aquel en
ticularmente de química. la mano y cuando cruzó de nuevo el car
Los dos amigos no tenian la pretension ruage, lo llevó amorosamente á suslabios;
de devolver al conde el almuerzo con que accion que pareció divertir mucho nosolo
aquel les obsequiara; hubiera sido una á la que se lo habia arrojado, si que tam
necedad ofrecerle, en cambio de su esce bien á sus locas compañeras. El dia no fué
lente mesa, el servicio apenas mediano menos animado que el anterior: es pro
de maese Pastrini. Se lo dijeron franca bable que un profundo observador hubie
mente yel recibió sus escusas como hon se reconocido aun cierto aumento de ruido
bre que sabia apreciar su delicadeza. y de alegria. En una de las vueltas per
Alberto estaba encantado de los moda cibieron al conde en su balcon, pero cuan
les del conde, en quien, sin su ciencia, hu do el carruage volvió á pasar habia ya
biera reconocido un noble caballero. La desaparecido.
, libertad de disponer á su arbitrio del car Inútil es decir que el cambio de coque
ruage era lo que mas alegria le causaba, terías entre Alberto y la pallaza de los ra
tenia ya susmiras respecto aquellas gracio milletes de violetas duró todo el dia. Por
sas aldeanas,y como en la vispera se le la noche al entrar Franz en casa encontró
habian aparecido en un carruage muyele una carta de la embajada, en la que le
gante, no le desagradaba presentarse á su anunciaban que tendria el honor de ser
vista, acerca de este punto bajo un pié de recibido al dia siguiente por Su Santidad.
igualdad. En cada viaje de los que precedentemente
A la una y media los dos jóvenes baja hiciéra á Roma, habia solicitado y obte
ron: el cochero y los lacayos habian ima nido el mismo favor; y tanto por relijion
69
274 ALBUM.

como por reconocimiento no habia queri la bella aldeana de levantar su máscara.


do salir de la capital del mundo cristiano, | Ya se comprenderá que Franz no era tan
sin rendir su respetuoso homenage á los egoista que detuviese á Alberto en medio
|
pies de uno de los sucesores de San Pedro de una aventura que prometia á la vezser
que ha dado el raro ejemplo de todas las tan agradable para su curiosidad, y tan li
virtudes. De consiguiente en este dia no songera para su amorpropio.Conocia bas
habia que pensaren el carnaval,pues ape tante la perfecta indiscrecion de su digno
sar de la bondad con que rodea su gran amigo para estar segurc de que le tendria
deza, siempre es con un respeto lleno de al corriente de los menores detalles de su
profunda emocion, como se dispone uno|aventura; y como despues de dos ó tres
á inclinarse ante ese noble y santo ancia-|años que recorria la Italia en todos senti
no á quien llaman Gregorio XVI. dos,jamás habia tenido ocasion de meter
Al salir del Vaticano, Franz se volvió|se en una intriga semejante por su cuenta,
á la fonda en derechura evitando el pasar|no le supo mal á Franz el que se le pre
por la calle del Cours. Llevaba un tesoro|sentára ocasion de saber como pasarian"las
de piadosos pensamientos, para los que|cosas en semejante caso. Prometió, pues,
hubiese sidouna profanacion el contacto|áAlberto que se contentaria al dia siguien
de los locos goces de la mascarada. A las te con mirar el espectáculo desde los bal
cinco y diezminutos entró Alberto. Ha cones del palacio Rospoli.
bia llegado al colmo de la alegria: la pa En efecto, al dia siguiente vió pasar y
llaza habia vuelto á vestir su traje de al volver á pasar á Alberto. Llevaba un enor
deana y al cruzar con el carruage de Al me ramillete, comisionado sin duda para
berto, habia levantado su máscara: era ser el portador de su epistola amorosa. Es
encantadora. ta probabilidad se cambió encertidumbre,
Franzdióá Alberto la mas síncera enho cuando Franz vió el mismo ramillete, no
rabuena, y este la recibió como hombre table porun círculo de camelias blancas,
que la merecia. Habia conocido, decia, en en manos de una encantadora pallaza ves
ciertos ademanes inimitables de elegancia, tida de satin color de rosa. Así, pues,
que su bella desconocida debia pertenecer aquella noche al retirar no era alegría;
á la mas alta aristocracia. Estaba decidido era delirio lo que Alberto sentia: no du
á escribirla al dia siguiente. daba de que su bella desconocida le res
Al recibir esta confianza, Franz notó pondiese del mismo modo. Franz previno
que Alberto parecia tener que pedirle al sus deseos, diciendo que todo aquel ruido
guna cosa, y que sin embargo vacilaba en le fatigaba, y que estaba decidido á em
dirigirle esta demanda. Insistió declarando plear el dia siguiente en revistar su album
de antemano que estaba pronto á hacer y en tomar algunas notas. Por otra parte,
por su dicha todos los sacrificios que estu Alberto no se habia engañado en sus pre
viesen en su poder. Alberto se hizo de ro visiones: el dia siguiente por la noche
gar todo el tiempo que exigía una política Franz le vió entrar en su cuarto haciendo
amistosa; en fin, confesó á Franz que le cabriolas y con aire de triunfo ostentando
haria un gran servicio si le dejase para el en una mano un pedazo de papel que sos
dia siguiente el carruage á él solo. |tenia por una de sus puntas.
Alberto atribuía á la ausencia de su ami –¡Y bien ! dijo, ¿me habia engañado?
go la estremada bondad que habia tenido –¡Ha respondido !! esclamó Franz.
275
—Reid cuanto querais, burlaos, respon
Esta palabra fué pronunciada con una dió Alberto, estoy enamorado.
(entonacion imposible de pintar. Franz to — ¡ Oh , Dios mio ! me espantais. escla
mó el billete y leyó. mó Franz, y veo que no solamente iré so
« El martes por la noche , á las siete , lo al baile del duque de Bracciano, sino
«bajad de vuestro carruaje en frente de la que podré volver solo á Florencia.
« Via Pontifici , y seguid á la aldeana ro -El caso es que si mi desconocida es
« maria que os arranque.vuestro moccolet tan amable como bella, os declaro que me
«to. Cuando llegueis al primer escalon de| fijo en Roma para seis semanas lo menos.
«la iglesia de San Giacomo, tened cuida Adoro á Roma, y por otra parte siempre
« do, para que pueda reconoceros, de atar he tenido un gusto particular por la ar-
« una cinta color de rosa en el hombro de queolojía.
« vuestro traje de pallazo. —Vamos, un encuentro ó dos como ese ,
« Hasta entonces no me volvereis á ver y no desespero de veros miembro de la
« Constancia y discrecion. » academia de las inscripciones y de las be
— I Y bien ! dijo á Franz cuando este llas letras.
hubo terminado esta lectura: ¿qué pen Sin duda Alberto iba á discutir séria-
sais de esto, mi querido amigo? mente sus derechos al sillon académico,
—Pienso, respondió Franz, que la cosa pero vinieron á nunciar á los dos amigos
va tornando el carácter de una aventura que la comida estaba pronta , y como el
muy agradable. amor en Alberto no era contrario al ape
—Esa es tambien mi opinion , dijo Al tito; se apresuró , asi como su amigo , á
berto, y mucho me temo que iréis solo al, sentarse á la mesa, prometiendo proseguir
baile del duque de Bracciano. la discusion despues de comer.
Franz y Alberto habian recibido por la Mas al concluir la comida , anunciaron
mañana cada uno una invitacion del céle al conde de Monte-Christo. Hacia dos dias
bre banquero romano. que los jóvenes no le habian visto. Un
—Cuidado , mi querido Alberto , dijo asunto. habia dicho maese Pastrini, le lla
Franz, toda la aristocracia irá á casa del mó á Civita-Vecchia. Habia partido la vís
duque; y si vuestra bella desconocida es| pera por la noche , y se hallaba de vuelta
verdaderamente de la aristocracia, no po hacia una hora solamente. El conde estuvo
drá dejar de ir. amabilísimo. Sea que estuviese sobre sí, sea
—Que vaya ó no sostengo mi opinion que la ocasion no despertase en él las fi
acerca de ella , continuó Alberto. Habeis) bras acrimoniosas, que ciertas circunstan -
leido el billete; ya sabeis la pobre educa cias habian ya hecho resonar dos ó tres
cion que reciben en Italia las mugeres del veces en sus amargas palabras, estuvo ca
Mezzo-sito (asi llaman á la clase media) si como todo el mundo. Este hombre era
pues bien, volved á leer este billete, exa para Franz un verdadero enigma. El con
minad la letra, y bascad me una falta dej de no podia ya dudar que el joven viajero
lengua ó de ortografía. le hubiese reconocido, y sin embargo, in
En efecto; la letra era preciosa y la or una sola palabra desde su nuevo encuen
tografía purisima.
—Sois un predestinado, dijo Franz á tro parecía indicar que se acordase de ha
Alberto, devolviéndole por segunda vez elll berle visto en otro paraje. Por su parte,
billete. por mucho que desease Franz el hacer
976 ALBUM.

alusion á su primera entrevista, el temor mejanza con los héroes fantásticos del poe
de ser desagradable á un hombre que le ta inglés, el conde parecia tener el don de
habia colmado, tanto á él como á su ami la fascinacion.
go, de bondades, le detenia; así, pues, si Alberto no cesaba de hablar de la feli
guió con la misma resolucion que él. cidad que habian tenido él y Franz en en
El conde habia sabido que los dos ami contrar á semejante hombre. Franz era
gos habian tratado de tomar un palco en menos entusiasta, y no obstante sufria la
el teatro Argentino, y que se les habia influencia que ejerce todo hombre supe
respondido que todo estaba tomado; de rior sobre el espíritu de los que le rodean.
consiguiente, les traia la llave del suyo; á Pensaba en aquel proyecto que habia ma
lo menos este era el motivo aparente de nifestado varias veces el conde de ir á Pa
su visita. Franz y Alberto pusieron algu ris, y no dudaba que con su carácter es
nas dificultades, alegando el temor de que céntrico, su rostro caracterizado y su for
él se privase de asistir; pero el conde les tuna colosal, el conde produjese gran efec
respondió que como iba aquella noche al to. Y sin embargo no deseaba hallarse en
teatro Valle, su palco del teatro Argenti Paris cuando él fuese.
no quedaria desocupado si ellos no lo aproLa noche pasó como pasan las noches
vechaban. por lo regular en el teatro de Italia, no
psta razon determinó á los dos amigos en escuchará los cantantes, sino en hacer
á aceptar. Franz se habia acostumbrado visitas ó hablar. La condesa G..... queria
poco á poco á aquella palidez del conde hacer girar la conversacion acerca del con
que tanto le habia admirado la primera de; pero Franz la anunció que tenia que
vez que le viera. No podia menos de ha revelarla un acontecimiento muy notable;
cer justicia á la belleza de aquella cabeza y á pesar de las demostraciones de falsa
severa, en la que la palidez era el único modestia á que se entregó Alberto, contó
defecto ó tal vez la principal cualidad. Ver á la condesa el gran acontecimiento que,
dadero héroe de Byron, Franz no podia, hacia tres dias, formaba el objeto de la
no diremos verle, pero ni pensar siquiera preocupacion de los dos amigos.
en él sin que se representase aquel rostro Como estas intrigas no son raras en Ita
sobre los hombros de Manfredo, ó bajo la lia, á lo menos si se debe creer á los via
toga de Lara. Tenia esa arruga en la fren geros, la coñdesa lo creyó y felicitó áAl
te que indica la incesante presencia de al berto por el principiode una aventuraque
gun amargo pensamiento; tenia esos ojos prometia terminarse de una manera tan
ardientes que leen en lo ma profundo de satisfactoria. Se separaron prometiéndose
las almas; tenia ese labio altanero y bur encontrarse en el baile del duque de Brac
lon que dá á las palabras que salen por él ciano, al cual, loma entera estaba convi
un carácter singular que hacen se graven dada. La dama del ramillete cumplió su
profundamente en la memoria de los que promesa: ni el dia siguiente ni el otro dió
las escuchan. á Alberto señal alguna de existencia.
El conde no erajóven; tendrialo menos En fin, llegó el mártes, el último y el
cuarenta años, y parecia haber sido for mas ruidoso de los dias de carnaval. El
mado para ejercer siempre cierto dominio mártes, los teatros se abren á ias diez de
sobre los jóvenes con que se reuniese. Lo la mañana, porque pasadas las ocho de la
cierto es que, como para completar la se noche entra la cuaresma. El mártes,todos
ALBUM. 277

los que, por falta de tiempo, de dinero ó del carnaval. Al ruido de aquellos tambo
de entusiasmo, no han tomado aun parte res, los carruages rompieron al instante las
en las fiestas precedentes, se mezclan en filasyse refugiaron en la calle transversal
la bacanal, se dejan arrastrar por laorgia, mas cercana de donde se hallaban. Todas
y unen su parte de ruido y de movimien estas evoluciones se hacen, por otra par
to al movimiento y al ruido general. Des te, con una habilidad inconcebible y una
de las dos hasta las cinco, Franzy Alber rapidez maravillosa, y esto sin que la po
to siguieron la fila, cambiando puñados de licía se ocupe de señalar á cada uno su
dulces con los carruajes de la fila opuesta puesto, ó de trazar á cada uno su camino.
y los que iban ápié que circulaban entre Los queiban ápié se pegaron á las pare
los caballos, entre las carrozas, sin que des de los palacios; en seguida se oyó un
aconteciese enmediodeesta espantosa mez gran ruido de caballos y de sables.
cla un solo accidente,una sola disputa,un Un escuadron de carabineros á quince
solo reto. Los italianos son el pueblo por de frente recorria al galope y en todo su
escelencia respecto á este punto. Las fies ancho la calle del Cours, la cual barria
tas son para ellos verdaderas fiestas. El para dejar sitio á los barberi. Cuando el
autor de esta historia, que ha vivido en escuadron llegó al palacio de Venecia, el
Italia por espacio de cinco ó seis años, no sonido de otras cajas anunció que la calle
se acuerda de haber visto nunca solemni estaba libre.
dad turbada por uno solo de esos aconte Casi al mismo tiempo en medio de un
cimientos que sirven siempre de corolario clamor inmenso, universal, inaudito, pa
á los nuestros. saron como sombras siete ú ocho caba
Alberto triunfaba con su traje de palla los escitados por los gritos de trescientas
zo. Tenia sobre el hombro un lazo de cin mil personas y por las bolas de hierro que
ta color de rosa, cuyas puntas le colgaban les saltan sobre la espalda: despues el ca
bastante, para que no le confundieran con ñon del castillo de Santo-Angelo dió tres
Franz. Este habia conservado su trage de cañonazos, era para anunciar que el nú
aldeano, romano. ,- mero tres habia ganado.
Mientras mas avanzaba el dia, mayor se Al punto, sin otra señal que esta, los
hacia el tumulto; no habia en todas las carruages se volvieron á poner en movi
calles, en todos los carruages, en todos lo miento, llenando de nuevo el Corso; de
balcones, una boca que estuviese muda, sembocando por todas las calles comotor
un brazo que estuviese quieto; era verda rentes contenidos un instante, y que se lan
deramente una tempestad humana, com zan juntos hácia el rio que alimentan, y
puesta de un trueno de gritos y de una la ola inmensa volvió á proseguir mas rá
granizada de grajeas, de ramilletes, de pida que antes su carrera entre los dos rios
huevos, de naranjas yde flores. A las tres, de granito. Pero un nuevo elemento de
el ruido de las cajas batiendo marcha á la ruido y de movimiento se habia nezclado
vez en la plaza del Pópolo, y en el pala aun á esta multitud: los vendedores de
cio de Venecia, atravesando ágrandes pe moccoli acababan de entrar en la escena.
nas aquel horrible tumulto, anunció que Los moccolió moccoletti son bugías que
iban á comenzar las carreras. varian de grueso, desde el cirio pascual
Las carreras, como los moccoli,sonunos hasta el cabo de la vela, y que recuerdan
episodios particulares de los últimos días. á los actores
70
de esta gran escena que ter
278 ALBUJt.
mina el carnaval romano, suscitando dos¡ moccoli , y Aquilon , heredero de la Ct)"
preocupaciones opuestas, 1.° la de conser rona.
var encendido su moccoletto; 2.° la de Esta carrera loca y ardiente duró doi
apagar e.l moccoletto de los demas. horas casi; la calle del Cours estaba ilu
El moccoletto es como la vida : el hom- minada como si fuese de dia ; distinguían •
bre no ha encontrado sino un medio de se las facciones de los espectadores hasta
transmitirlo, y este medio lo tiene de Dios el tercero ó cuarto piso. De cinco en cin
Pero ha descubierto mil medios para qui co minutos Alberto sacaba su reloj; al fin
tarlo : es verdad que para esta operacion este señaló las siote. Los dos amigos se ha
el diablo le ha ayudado un poco. llaban justamente en la altura de la Via du
El moccoletto se enciende acercándolo Pontifici; Alberto saltó del carruage con
á una luz cualquiera. Tero quien describi su moccoletto en la mano.
rá los mil medios inventados para apagar Dos ó tres máscaras quisieron acercarse
el moccoletto , los fuelles gigantescos , los á él para apagárselo ó arrancarlo; pero, á
apagadores monstruos , los abanicos sobre fuer de hábil luchador, Alberto las envió
humanos? Cada cual se apresuró á com á rodar una tras otra á diez pasos de él
prar y encender m'occoletti , Franz y AI- continuando su camino hácia la iglesia de
beto como los demas. San Giácomo. Las gradas estaban carga-
La noche se acercaba rápidamente, y das de curiosos y de máscaras que luchaban
ya al grito de Moccolil repetido por las es sobre quien se arrancaria de las manos la
tridentes voces de un millar de industria- antorcha. Franz seguia con los ojos á Al
Jes, dos ó tres estrellas empezaron á bri berto, y le vió poner el pié sobre el primer
llar encima de la turba. Esta fué una se escalon: casi al punto una máscara con el
ñal. Al cabo de diez minutos cincuenta traje bien conocido de la aldeana del ra
^mil luces brillaron descendiendo del pala millete, estendiendo el brazo, y sin que esta
cio de Venecia á la plaza del Popolo , y vez hiciese él ninguna resistencia , le ar
volviendo á subir de la plaza del Popolo rancó el moccoletto.
al palacio de Venecia. Hubiérase dicho que Franz estaba muy lejos para escuchar
aquella era una fiesta de fuegos fátuos. No las palabras que cambiaron, pero sin duda
se puede formar una idea de aquel aspec nada tuvieron de hostil, porque vió alejar
to á no haberlo visto. se á Alberto y á la aldeana ambos agarra
Supongase que todas las estrellas se des dos del brazo. Por espacio de algun tiem
tacan del cielo y vi-men á mezclarse en la po los siguió con la mirada en medio de la
tierra á un baile insensato : todo acompa multitud, pero en la via Macelio los perdió
ñado de gritos cual nunca oidos humanos de vista
han percibido , sobre el resto de la super
ficie del globo. De repente el sonido de la campana que
En este momento sobre todo es donde' dá la señal de la conclusion del carnaval,
ya no hay distincion social. El facchino se sonó, y al mismo instante todos los mocco
une al principe, el principe al transteverino, li se apagaron como por encanto.
el transteverino al hombre de la clase me Hubiérase dicho que un solo é inmenso
dia, cada cual soplando, apagando, encen soplo de viento los habia aniquilado. Franz
diendo. Si el viejo Eolo apareciese en este se encontró en la oscuridad mas profunda.
momento, seria proclamado rey de los' Con el mismo toque de campana cesa
ALBUM. 279

rom losgritos, como si el poderoso soplo berto hasta bastante tarde. Pidió, pues,
que habia apagado las luces apagase el bu el carruage paralas once, rogando á mae
llicio, no se oyó mas que el ruido de las se Pastrini que le avisase al instante si
carrozas que conducian á las máscaras á Alberto volvia á la fonda. A las once Alber
su casa: no se vió mas que las raras luces to no había entrado. Franz se vistió y
que brillaban detrás de los balcones. partió,previniendo á su huésped que p
El carnaval habia concluido. saba la noche en casa del duque de Brac
VII. ciano.
LAS CATACUMBAS DE SAN SEBASTIAN. La casa del duque de Bracciano es una
En su vida tal vez habia esperimentado las mejores casas de Roma ; su muger
de
Franz una impresion tan viva, un pasotan una de las últimas herederas de los Co
rápido de la alegria á la tristeza como en lonna, hace los honores de ella de una
este momento; hubiérase dicho que Roma, manera perfecta; de esto resulta que las
bajo el soplo májico de algun demonio de fiestas que da tienen una celebridad eu
la noche, acababa de cambiarse en una ropea.

vasta tumba. Por una casualidad que au Franz y Alberto habian llegado á Roma
mentaba aun la intensidad de las tinieblas, con cartas de recomendacion para él; asi
la luna, que estaba en su menguante, no pues, su primera pregunta fué decir á
debia salir hasta las doce de la noche; las Franz que habia sido de su compañero de
calles que eljóven atravesaba estaban su viaje; Franz le respondió que sehabia se
merjidas en la mayor oscuridad. Por otra parado de él en el momento de pagar los
parte, el tránsito era corto; al cabo de diez moccoletto; y que le habia perdido de
vista en la via Macello.
minutos su carruaje, ó mas bien el del con
de, se detuvo delante de la fonda de Lón –¿Entonces no habrá vuelto?pregun
dres. tó el duque.
La comida estaba prevenida, pero co —Le he esperado hasta esta hora, res
mo Alberto habia avisado que no le espera pondió Franz.
sen, Franz se sentó solo á la mesa. Maese –¿Y sabeis donde iba?
Pastrini, que acostumbraba verlos comer —No precisamente; sin embargo, creo
juntos, se informó de la causa de su au que se trataba de una cita.
sencia;pero Franz se contentó con, res –¡Diablo! dijo el duque, mal dia es
ponder que Alberto habia recibido una este ó mala noche para tardar de ese mo
invitacion, á la cual habia acudido. do, ¿no es verdad, señora condesa?
La súbita estincion de los moccoletti, Estas últimas palabras se dirijian á la
aquella oscuridad que habia reemplazado condesa G.... que acababa de llegaryque
á la luz, aquel silencio que habia sucedi se paseaba del brazo de Mr. Forlonia,
do al ruido, habian dejado en el espíritu hermano del duque.
de Franz cierta tristeza que participaba —Creo al contrario que es una noche
tambien de alguna inquietud.Comió, pues, encantadora, respondió la condesa, y los
silenciosamente, apesar de la oficiosa so que están aqui no se quejarán mas que
licitud de su huésped, que entró dos ó de una cosa; de que pasará demasiado
tres veces para informarse si tenia nece pronto.
sidad de algo. –Pero, replicó el duque sonriendo, yo
Franz estaba resuelto á esperar á Al no hablo de las personas que están aqui
280 - ALBUM.

estos no corren otros peligros, los hom –¡Con una carta del vizconde ! escla
bres que enamorarse de vos, y las muge mó Franz.
res caer enfermas de celos al veros tan —Si.
hermosa: hablo de los que recorren las –¿Y quién es ese hombre?
calles de Roma. —Lo ignoro.
–¡Oh! preguntó la condesa, ¿quien —¿Porqué no ha venido átraerlaaqui?
recorre las calles de Roma á esta hora, - El mensagero no ha dado ninguna
como no sea para venirá este baile? esplicacion.
—Nuestro amigo el vizconde de Mor -¿Y donde está el mensagero?
cerf, señora condesa, de quien me separé –Partió en cuanto me vió entrar en el
dejándolo con su desconocida á eso de las salon de baile para avisaros.
siete de la noche, dijo Franz, y á quien —¡Oh! ¡Dios mio! dijo la condesará
no he visto despues. Franz, id pronto; ¡ pobre jóven! tal vez
—¡Cómo ! ¿y no sabeis donde está? le haya sucedido algun accidente.
—Ni lo sospecho. –Corro allá, dijo Franz.
—¿Y tiene armas? —¿Os volveremos áver para saber de
—Iba de pallazo. él?preguntó la condesa.
—No deberiais haberle dejado ir, dijo —Si, si la cosa no esgrave; si no, no
el duque áFranz, vos que conoceis mejor respondo de lo que será de mi mismo.
á Roma. —En todo caso,prudencia, dijo la con
—¡Oh! si, lo mismo hubiera adelan desa.
tado que si hubiese intentado detener al —Tranquilizaos.
número tres de los barberi que ha gana Franz tomó su sombreroy partió inme
do hoy el precio de la carrera, respondió diatamente. Habia mandado venir su car
Franz; ademas, ¿qué quereis"que le su ruage á las dos; pero felizmente, el pala
ceda? |cio Bracciano, que dá por un lado á la
–¿Quién sabe? la noche está sombria, calle del Cours, y por otro á la plaza de
y el Tiber está cerca de la via Marcello. los Santos-Apóstoles, está á diez minutos
"Franz sintió circular por sus venas un de camino de la fonda de Lóndres. Al
estremecimiento al ver que el duque y la acercarse á esta, Franz vió un hombre en
condesa estaban tan acordesen susinquie pié en medio de la calle; no dudó un solo
tudes personales. instante de que era el mensagero de Al
—Tambien he dejado dicho en la fonda berto. Este hombre iba envuelto en una
“que tenia el honor de pasar la noche en gran capa. Se dirijió á él; pero, con
vuestra casa, señor duque, dijo Franz,y gran asombro de Franz, este hombre fué
deben venirá anunciarme su vuelta. quien le dirijió primero la palabra.
–Mirad, dijo el duque, creo que alli -¿Qué me quereis, escelencia? dijo
viene uno de mis criados buscándoos. dando un paso atras como un hombre que
" El duquenose engañaba; alverá Franz desea estar siempre á la mira.
el criado se acercó á él. -¿No sois vos, preguntó Franz, quien
—Escelencia, dijo, el dueño de la fon me trae una carta del vizconde de Mor
cerfº
da de Lóndres, os manda avisar que un
hombre os espera en su casa con una car —¿Es vuestra escelencia quien vive en
ta del vizconde de Morcerf. la fonda de Pastrini?
ALBUM. 281
«unidla á la vuestra; si no es saficiente,
-¿Es vuestra escelencia el compañeITO « corred á casa de Torlonia, tomad in
de viaje del vizconde? «mediatamente cuatro mil pastras y en
-Si. «tregadlas al portador. Es urgente que
-¿Cómo se llama vuestra escelencia? « esta suma me sea dirijida sin tardanza.
—El baron Franz d'Epinay. «No insisto mas, cuento con vos, como
-Está bien: á vuestra esce encia es á «vospodeis contar conmigo.
quien va dirijida esta carta. «P. D. V beliere non to italian ban
« detti.
—¿Exije respuesta? preguntó Franzto
mándole la carta de las manos. «Vuestro amigo
—Sí, al menos vuestro amigo la es «ALBERTO DE MORCERF, o
pera. Debajo de estos renglones habia escri
-Subid á mi cuarto, alli os la daré. tas con una letra estraña estas palabras
—Quiero mejoresperar aqui, dijo rien italianas:
do el mensagero. «Se alle sei della matina, le quattro mile
–¿Porqué? «piastre non sono nelle mie mani, alle sete
—Vuestra escelencia, lo comprenderá «il conte Alberto atra cesato di cirire. (1)
cuando haya leido la carta. C LUIS VAMPA. y

—¿Entonces os encontraré aqui? Esta segunda firma lo esplicó todo á


-Sin duda alguna. |Franz, que comprendió la repugnancia
Franz entró, en la escalera,encontróá del mensagero en subir á su cuarto; la
maese Pastrini. calle le parecia massegura.Alberto habia
-¡Y bien !! le preguntó. |caido en manos del famoso gefe de ban
—¡Y bien ! ¿qué? le respondiò Franz didos cuya existencia tan fabulosa le pa
-¿Habeis visto al hombre que desea reciera.
hablaros de parte de vuestro amigo? pre No habia tiempo que perder. Corrió al
guntóá Franz. |buró, lo abrió, en el dicho cajon encon
—Si le he visto, respondió éste, y me tró la cartera, y en ella la letra de crédi
ha entregado esta carta. Haced que trai to; era de seis mil piastras; pero de esas
gan una luzá,mi cuarto. is mil piastras hadia ya gastado tres
El posadero dió esta órden á un criado mil. En cuanto á Franz, no tenia ningu
El jóven habia encontrado á maese Pas na, letra de crédito; como vivia en Flo
trini muy asustado, y esto había aumen rencia, y habia venido á Roma para pasar
tado su deseo de leer la carta. Acercóseá en ella siete ú ocho dias solamente, ha
la bujía, asi que estuvo encendida,y des bia tomado unos cien,luises, y de estos
dobló el papel. La carta estaba escrita de cier luises, le quedaban cincuenta todo lo
la mano de Alberto, y firmada por él. mas. Necesitaba, pues, siete ú ochocien.
Franz la volvióá leer dos veces, tan lejos tas piastras para que entre los dos, pudie
estaba de esperar su contenido. sen reunir la suma pedida. Es verda que
He aquilo que decia Franz podia contar en un caso semejante
«Querido amigo, al punto que recibais con la bondaddel señor Torlonia. Asipues,
«la presente, tened la bondad de tomar (1) Si à las seis de la mañana las cuatro mi
« de mi cartera, que, hallareis en el cajon pastras no están en mismanos, á las siete el
«cuadrado del buró, la letra de crédito, con de pero habrá cesado de existir.
282 ALBUM.

se disponia á volver al palacio Bracciano «Se alle sei della mattina le quattro mile
sin perder un instante, cuando de repente piastre non sono nelle mie mani, il conte
una idea le pasópor la imaginacion. Alberto avra cessato di vivere.»
Pensó en el conde de Monte-Christo. « Luis Vampa.»
Franziba á dar la órden de que avisasen —¿Que decís á esto? preguntó Franz.
á maese Pastrini, cuando éste en persona –¿Teneis la suma que os pide?
se presentó á la puerta. —Si, menos ochocientas piastras.
–Querido señor Pastrini, le dijo viva El conde se dirijióá su buró, lo abrió,
mente, creeisque el conde esté en su cuarto? y tirando de un cajon lleno de oro que se
–Si, escelencia, acaba de entrar. abriópor medio de un resorte
—¿Habrátenido tiempo de acostarse? —Espero, dijo á Franz, que no me ha
-Lo dudo. reis la injuria de dirijiros á otro que ámi?
—Entonces, llamad ásupuerta, y pe —Bien veis, dijo este, que ávos me
didle por mi permiso para presentarme en he dirijido primero que ánadie.
su habitacion. —De lo que os doy gracias: tomad.
Maese Pastrini se apresuró á seguir las É hizo señasá Franz de que tomase del
instrucciones que le daban; cinco minutos cajon cuanto necesitase.
despues estaba de vuelta. —¿Es necesario enviar esta suma áLuis
—El conde espera á vuestra escelencia, Vampa?preguntó el jóven mirando á su
dijo. vezfijamente al conde. -

Franz atravesó el corredor, un criado —Diantre, juzgad vos mismo, la posdata


le introdujo en la habitacion del conde. es terminante.
Hallábase en un pequeño gabinete que -Me parece que sí os tomaseis el tra
Franzno habia visto aun, y que estaba ro bajo de buscar, hallariais algun medio que
deado de divanes. El conde le salió al en simplificase mucho el negocio, dijo Franz
cuentrO.
—¿Y cual? preguntó el condeasombrado.
–¡Oh! ¿á que debo el honor de esta –Por egemplo, si fuesemos á verá
visita? dijo;¿vendriais á cenar conmigo? Luis Vampa juntos, estoy seguro que nº
Seriais muy amable. os rehusaria la libertad de Alberto.
-No, vengo á hablaros de un asunto –¿A mi?¿Y que influencia quereisque
grave. tenga yo sobre ese bandido?
—¡De un asunto! dijo el condemiran —¿No acabais de hacerle uno de esos
do á Franz con esa mirada profunda que servicios que jamás se olvidan?
le era habitual; ¿y de que asunto? –¿Y cual?
–¿Estamos solos? —¿No acabais de salvar la vída á Pºr
El conde se dirijió á la puerta y vol pino?
vió.
–¡Ah! ¡Ah! dijo el conde, ¿quien ºs
–Perfectamente solos, dijo. ha dicho eso?
Franz le presentóla carta de Alberto
–¿Que os importa?yo lo sé.
—Leed, le dijo.
El conde leyó la carta. El conde permaneció un momento mu
–¡Ah! ¡ah! esclamó. do y con las cejasfruncidas.
–¿Habeis leido la posdata? –¿Y si yo fuese á ver á Vampa, me
Si, ya la veo. acompañariais?
ALBUM. 283
—Si mi compañía no os fuese desagra Pepino arrojó sobre Franz una ojeada
dable. inquieta.
—Pues bien, el tiempo es hermoso, un — ¡Oh ! puedes hablar delante de S. E.,
paseo por el campo de Roma no puede dijo, es uno de mis amigos. ¿ I ermitísque
menos de aprovecharnos, |os dé este título ? dijo en francés el conde,
—¿Se llevan armas? volviéndose hácia Franz; es necesario pa
—I Para que ? ra escitar la confianza de este hombre.
—¿Dinero? — Podeis hablar delante de mi, esclamó
—Es inútil. ¿Donde está el hombre que Franz, soy un amigo del conde.
lia traido este billete? Enhorabuena, dijo Pepino volviéndo
—En la calle. se hácia el conde, interrogueme 5. E. que
—¿Espera respuesta? yo responderé.
—Si. —¿Como ha caido el conde Alberto en
—Es preciso saber donde hemos de ir ; manos de Luis?
voy á llamarle. —Escelencia, el carruaje del francés se
—Inútil, no ha querido subir ha encontrado muchas veces con aquel 'en
—A vuestro cuarto, tal vez, pero al mio que iba Teresa.
no pondrá ninguna dificultad. —¿La querida del gefe?
El conde se asomó á la ventana del ga — Si. El francés la empezó á hacer co
bínete que caia á la calle, y silvó de cierta cos. Teresa se divertía en responderle ; el
manera. El hombre de la capa se separo francés le arrojó ramilletes, ella le devol
de la pared y se plantó en medio de la vió todo esto, pero con consentimiento del
«alie gefe que estaba en el carruaje, se en
— ¡Salitel dijo el conde con el mismo tiende.— ¡Como! esclamó Franz, ¿Luis Vampa
tono que si hubiera dado una orden á su ¡estaba en el mismo carruaje (le las aldea
-criado nas romanas?
El mensajero obedeció sin tardanza, sin —Era el que le conducía disfrazado de
.vacilar, mas bien con prisa, y subiendo laL0Cjier0, respondió Pepino
«scalera, entró en la fonda; cinco segun —¿Despues? preguntó el conde.
dos despues estaba á la puerta del gabi- — I Y bien ! despues el francés se quitó
la máscara ; Teresa siempre con consenti
—.¡ Ah! eres tú, Pepino, dijo el conde. miento del gefe , hizo otro tanto ; el fran
Pero i epino en lugar de responder, se cés pidió una cita ; Teresa concedió la cita
arrojó de rodillas, asió una mano al con pedida ; pero en lugar de Teresa fué Bep-
de, y la aplicó á sus lábios repetidas ve po quien estuvo en las gradas de San Giá-
ces. como.
— ¡Ah! ¡ ah I dijo el con Je, aun no has' ¡ Cómo I interrumpió Franz, ¿aquella
olvidado que te he salvado la vida ! eso es aldeana que le arrancó el moccoletto?...
estreno, y sin embargo ya hace ocho dias. —Era un muchacho de quince años,
—No, escelencia , y nunca lo olvidaré, respondió Pepino; pero no es vergonzoso
respondió Pepino con el acento de un pro para vuestro amigo el haber caido en el
fundo reconocimiento. lazo, pues Beppo ha atrapado á otros mu-
— I Nunca I eso es mucho. pero en fin , llchos.
bueno es que asi lo creas. Levántate y res ¡ —¿Y Beppo le condujo fuera de los mu-
ponde. Iros? dijo el conde.
281 ALBUM.

–Justamente:un carruaje esperaba al se halla en un lugar muy pintoresco. ¿Ha


estremo de la Via Macello; Beppo montó béis visto las catacumbas de San Sebas
en él invitando al francés á que subiera tian?
tambien: este no se lo hizo repetir. Ofre. -No, jamás he descendido á ellas; pe
ció galantemente la mano derecha áBep ro me habia propuestoiverificarlo algun
po, y seco ocó detrás de él, Beppo le anun dia.
ció que le iba á conducirá una poblacion —¡Pues bien ! ahora seos presenta la
que estaba á una legua de Roma. El fran ocasion y por cierto que será difícil-se os
cés dijo que estaba prontoá seguirle al ca proporcione otra mejor. ¿Tenéis pronto
bo del mundo. Al punto el cochero se di vuestro coche?
rigióá la calle dilipetta, llegó á la puer –No.
ta de San Paolo, y adelantó hasta doscien —No importa, es micostumbre-el te
tos pasos en el campo. Como el francés se ner siempre uno prevenido y enganchado
iba haciendodemasiado atrevido,Beppo le noche y dia.
presentó un par de pistolas al cuello; al –¿Del todo corriente?
punto el cochero detuvo álos caballos, se —Sí; porque soy muy caprichoso, pre
volvió sobre su asiento, éhizo otro tanto. ciso es confesarlo; muchas veces al levan
Al mismo tiempo cuatro de los nuestros tarme, al acabar de comer,á mediano
que estaban ocultos en las orillas del Almo che, me ocurre marchará un punto cual
se lanzaron á las portezuelas. El francés quiera y parto en seguida.
tenia gana de defenderse, y aun estrangu El conde sonó la campanilla; y se pre
lóun poquillo áBeppo, segun"he oido de sentósu ayuda de cámara.
cir, pero no podia'hacer nada contra cin —Haced que saquen el coche de la co
co hombres armados, notuvo,pues, maschera, dijo, quitad de las bolsas las pisto
remedio que rendirse; le hicieron bajar las: es inútil dispertar al cochero, Alí le
del carruaje, siguieron la orilla del peque conducirá.
ñorio, y le condujeron ante Teresay-Luis Al cabo de un instante oyóse el ruido
que le esperaban en lascatacumbas de San del carruaje que parabadelante la puerta.
Sebastian. |El conde sacó su reloj.
-Que tal, dijo el conde dirigiéndose á -Las doce y media, dijo, hubiésemos
Franz, ¿qué os parece de esta historia, vos tenido lugar hasta las cinco de la maña
que sois conocedor? napara marchar llegando aunátiempo,
--Quela encontraria muy chistosa, con pero tal vez esta demora hubiese hecho
testó, sino fuese el pobre Alberto su pro pasar una mala noche.á vuestro compa
tagonista. ñero,valemas que vayamos enseguida á
–El caso es, dijo el conde, que sino arrancarle del poder de los infieles. ¿Es
llegais á encontrarme en casa, hubiera táis aun decidido á acompañarme?
sido una aventura que hubiese costado bas -Mas que nunca.
tante cara á vuestro amigo; pero tranqui -Ea pues, venid.
lizaos, tan solo el susto será lo que le Franz y el conde salieron seguidos de
Cueste. Pepino. A la puerta encontraron el car
–¿Con qué vamos en su busca en se ruage. Alí estaba ya en el pescante y Franz
guida? preguntó Franz. reconoció en el al esclavo mudo de la gru
—Si por cierto: ytanto mas cuanto que tade Monte-Chrtsto.Franz y el conde mon
-
ALBUM. 285
taron en el carruage, Pepino se colocó declinando notablemente el terreno, les
al lado de Alí, y los caballos arrancaron á condujo al fondo de un pequeño valle, en
escape.Seguramente que de antemano re. el que divisaron dos hombres platicando á
cibiera instrucciones puesto que se dirigió la sombra de los arbustos.
á la calle del Cours, atravesó el campo
Vaccino, remontó la Via deSan Gregorio
-¿Debemos seguir avanzando pregun
y llegó á la puerta de San Sebastian: al rar?Franz al conde, ó serápreciso espe

llegar á ella el conserge quiso oponer al
-Marchemos, Pepino debe haber ad-
gunas dificultades, mas el conde de Mon vertido al centinela nuestro arribo.
te-Christo le presentó una autorizacion del
gobernador de Roma para entrar y salir En efecto, uno de aquellos dos hombres
de la ciudad á cualquier hora asi de dia
era Pepino, el otro un bandido que estaba
como de noche; abrióse pues el rastrillo, centinela. Franz y el conde se le acer
de
caron, y el bandido les saludó,
recibió el conser, e un luis por este trabajo
y pasaron.
—Escelencia, dijo Pepino dirijiándose
El camino que siguió el coche fué la an
al conde, si quereis seguirme, la entrada
que conduce á las catacumbas está á dos
tigua via Apenina limitada de tumbas por pasos de aqui.
ambos lados. Letrecho en trecho, á la luz
-No tengo inconveniente, contestó el
de la luna que comenzaba á salir, pare conde, marcha delante.
cióle á Franz ver un centinela destacarse
de las ruinas; mas al punto, á una señal En efecto, detrás de un espeso matorral
y en el centro de un monton de rocas se
de Pepino, volvia á ocultarse en la sombra presentaba una abertura que apenas podia
y desaparecia.Un poco antes de llegar al dar paso á un hombre.
circo de Caracalla el carruajese paró, Pe
pino se presentó á abrir la portezuela, y
"epino se deslizó el primero por aquella
el conde y Franz se apearon. rendija, mas apenas se internóalgunos pa
sos el subterráneo fué agrandándose. En
–Dentro diez minutos, dijo el conde á
su compañero, habremos llegado al tér tonces se detuvo, encendió su antorcha, y
mino de nuestro viaje.
volvió su rostro para ver si le seguian.
Llamó en seguida á Pepino, á quien
El conde fué el primero que se introdu
jo por aquella especie de lumbrera, y Franz
separóá parte y dió alguna órden en voz siguió trás él. El terreno se inclinaba en
baja,y Pepino marchó despues de haber
se provisto de una antorcha que sacó del una pendiente suave y á medidaque se iba
uno internandomas, mayores dimensiones
cajon del coche. Cinco minutos se pasaron, presentaba aquel conducto subterráneo;
durante los que Franz vió al pastor enfilar mas Franz y el conde se veian aun preci
un estrecho y tortuoso sendero practicado sados á caminar agachados y se hubiesen
en el movedizo terreno que forma el piso
visto apurados á tener que caminar dos de
dela llanura deRoma, desapareciendo tras
frente. Andaron asi trabajosamente como
los jigantescos arbustos rojizos, que pare
unos cincuenta pasos, cuando se vieron de
cen las erizadas melenas de algun disforme tenidos por un quien vive. Al propio tiem
leon. po, vieron brillar en medio de la Oscuridad
—Ahora, dijo el conde, sigámosle. sobre el cañon de una carabina el reflejo
Franz y el conde avanzaron á su vez en de su propia antorcha.
el mismosendero, el que,á unos cien pasos -41 gº dijo fepino.
- 7 .
·.
286 ALRUI.

Y adelantándose solo, dijo en voz baja enteramente cúajadas susparedes de ti


algunas palabras á este segundo centinela, chos semejantes á los de que ya hemos
quien, como el primero, saludóá los visi hablado. En medio de este cuarto se ele
tadores nocturnos, dando á entender con vaban cuatro piedras que probablemente
un gesto que podian continuar su camino. en otro tiempo sirvieron de altar, como
El centinela guardaba la entrada de una lo indicaba la cruz en queterminaban. Una
escalera como de unos veinte escalones, sola lámpara colocada sobre el pedestalde
por la que bajaron Franz y Alberlo encon una coluna iluminaba con su pálida y va
trándose en una especie de encrucijada de cilante luz la estraña escena que se ofre
edificios mortuorios. Cinco caminos dife. ció á la vista de los dos visitadores ocultos
rentes salian divergentes de aquel punto en la sombra.
como los rayos de una estrella, y las pa Veíase un hombre sentado, apoyando
redes que los limitaban, atestadas de nichos el codo en la dicha coluna, leyendo, vuel
sobrepuestos y que guardaban laforma del to de espaldas á las arcadas por cuya aber
ataud, indicaban que habian por fin entratura le observaban los recien llegados.
do en las catacumbas. En una de aquellas Este era el gefe de la banda, Luis Vampa.
cavidades cuya estension era imposible A su alrededor, agrupados á discrecion,
apreciar, se divisaba una luz, ó por lo me
envueltos en sus capas ó tendidos sobre
nos sus reflejos. El conde golpeó amiga una especie de banco de piedra que cir
Imente con una mano el hombro de Franz. cuia aquella especie de Colombarium, se
—¿Quereis ver un campamento de ban distinguian una veintena. de bandidos to
didos? le dijo. dos con las armasjunto á sí. En elfondo,
—De muy buenagana, contestó Franz. silencioso, apenas visible y semejante á
—Pues bien venid conmigo.... Pepino una sombra paseábase un centinela por
apaga la antorcha. delante una especie de abertura que tan
Pepino obedeció, y Franz y el conde se solo se distinguía porque parecian ser en
hallaron sumidos en la mas profunda os aquel punto las tinieblas mucho mas den
curidad; tan solo á unos cincuenta pasos SS,

ante sí, continuaban reflejándose en las pa En cuanto le pareció al conde que Franz
redes algunos destellos rojizos, que se ha habia saboreado lo bastante sus miradas en
bian hecho mas visibles despues que Pe este pintoresco cuadro, aplicó el dedosobre
pino apagó la antorcha. "Avanzaron pues sus labios para recomendarle el silencio,
silenciosamente, guiando el conde áFranz y subiendo lostres escalones que median
como si hubiese tenido la singular facultad entre el corredor y el Colombarium, en
de distinguir los objetosátravés de las ti tró en la sala por la arcada del centro di
nieblas. Al fin, Franz empezaba á distin rijiéndose á Vampa, que tan embebido
guir con mayor claridad los lugares que estaba en su lectura que ni menos oyó el
pasaba á medida que se aproximabanálos ruido de sus pasos.
reflejos que les servian de norte. —¿Quién vive? gritó el centinela me
Tres arcadas, de las que la del centro "nos preocupado y que distinguió á la luz
servía de puerta de entrada les dió paso. de la lámpara una especie de sombra que
Estas arcadas, daban porun lado al cor aumentaba de dimensiones á medida que
redor en que estaba Franz y el conde y se acercaba por detras á su gefe.
Por el otro á un grande espacio cuadrado, A este grito, vampa se levantó con
ALBUM. 2S7
l
prontitud, tirando al propio tiempo de el conde sacando una carta de su bolsillo,
una pistola que en su cinturon llevaba. le habeispuesto ápreciocomo si fuese un
En un instante todos los bandidos estuvie
cualquiera.
ron de pié y vente bocas de carabina, se –¿ orqué no mehabeisprevenido todas
dirijieron al conde. estas circunstancias, vosotros? dijo el gefe
—¿Qué es eso? dijotranquilamente es-dirigiéndose hácia aquellos hombres, que
te, con una voz enteramente segura y sin retrocedieron ante su mirada, ¿por qué
que se conveliese un solo músculo de sume habeis espuesto de este modo á faltar
rostro; ¿qué es eso? mi querido Vampa,á mi palabra con un sugeto como el señor
me parece que moveis mucho estrépito Conde, que tiene nuestra vida en sus ma
para recibirá un amigo! nos? ¡Por la sangre de Christo! siyo lle
–¡Abajo las armas! grito el gefe ha | gase á sospechar que alguno de vosotros
ciendo con la mano un ademan imperati sabia que el jóven era amigo de su Esce
vo, mientras que con la otra se quitaba lencia, lelevantaria la tapa delos sesoscon
respetuosamente el sombrero, y luego di mi propia mano. -

rigiéndose al singular personaje que domi –¡Los veis ! dijo el conde dirigiéndose
naba en esta escena. Perdonad, señor con á Franz, ¿no os habia dicho yo que en
de, le dijo, pero estaba tan lejos de espe esto habia alguna equivocacion?
rar el honor de vuestra visita, que no os –¿Qué, no venís solo? preguntóVam
habia reconocido. pa con inquietud.
—'arece que sois falto de memoria en –He venido con la persona á quien iba
muchas cosas, Vampa, dijo el conde; y dirigida esta carta y á quien he querido
que no tan solo olvidais las facciones de probar que Luis Vampa es un hombre que
la gente, si que tambien los pactos que sabe guardar su palabra. Acercaos, esce
median entre vos y ellos. lencia, dijo á Franz, aquí teneis á Luis
—¿Y qué pactos he olvidado, señor Vampa que va á deciros está desesperado
conde? preguntó el bandido con un tono por el error que acaba de cometer.
que demostraba estar dispuesto á reparar Franz se acercó: el gefe se le adelantó
el error caso de haberlo cometido. unos pasos.
–¿No tenemos convenido, dijo el con –Sed bien venido entre nosotros, esce
de,que no tan solo mi persona sique tam lencia, le dijo, ya habeis oido lo que aca
bien las de mis amigos,os serian sagradas? ba de decir el señor Conde y mi contesta.
—¿Y en qué he faltado yo al tratado, cion ; ahora os añadiré que desearia, aun
escelencia? que me costíra las cuatro mil piastras en
–Vos habeís arrebatado esta noche y que habia fijado el rescate de vuestroami
trasportado aquí al vizconde Alberto de go, que no hubiese acontecido semejante
Morcerf: pues bien, continuó el conde con SU1CeSO,
tono un qué hizo estremecer á Franz, este –Pero, dijo Franz mirando con inquie
jóven es uno de mis amigos; esejóven se tud á su alrededor, ¿en dónde está el pri
ha alojado en la misma fonda que yo, es sionero, que no le veo?
jóven haverificado el Corso, durante ocho —¿Supongo que no le habrá sucedido
dias en mi propio carruaje, y á pesar de nada? preguntó el conde frunciendo el en
todo esto, os lo repito, le habeis arrebata trecejo.
do, le habeis trasportado aquí y, añadió —El prisionero está allí, dijo Vampa
288 ALBUM.

indicando con la mano el hueco delante" para juzgar por sí mismo del tiempo tras
cuya entrada sepaseaba el bandido de cen currido,
y añadió; la una y media de la
tinela; y voy yo mismo á anunciarle que madrugada ¿porque diablos me dispertais
está en libertad. á esta hora?
El gefe se adelantó hácia el punto de -Para deciros que estais en libertad,
signadopor él como á prision de Alberto, escelencia.
y Franz y el conde le siguieron. –Querido, dijo Alberto con una per
–¿Qué hace el prisionero? preguntó fecta seguridad, acordaos en lo sucesivode
Vampa al centinela. esta máxima del gran Napoleon «No me
– Os juro, capitan, que no lo sé, con disperteis sino para las malas nuevas». Si,
testó éste, hace mas de una hora que no me hubieseis dejado dormir hubiese aca
le oido moverse siquiera. ibado migalop, y os hubiera estado reco
–Venid, escelencias, dijo Vampa. nocido
toda mi vida.... ¿Con que han pa
El conde y Franz subieron siete ú ocho gado mi rescate?
escalones, precedidos por el gefe, que tiró —No escelencia.
de un cerrojo y empujó una puerta. En –¿'ues como me poneis en libertad?
tonces, á la luz de una lámpara semejante —Un sugeto al que nada puede negarº
á la que iluminaba el Colombarium, se se, ha venido á reclamaros.
pudo verá Alberto envuelto en una capa -¿ Aqui?
que le prestára uno de los bandidos, tendi -Aqui.
do en un rincondurmiendo en el mas pro —¡Oh! por Dios que esuna estremada
fundo sueño. galanteria.
– Vaya, dijo el conde sonriendo con Alberto miróásu alrededory apercibió
aquella sonrisa que le era peculiar, no me á Franz.
parece mal para un hombre que debia ser —¡Como! le dijo, ¿soisvos, miquerido
fusilado á las siete de la mañana. Franz, á quien impulsa hasta este punto
Vampa miraba á Alberto dormido con vuestra amistad para conmigo?
cierta admiracion, deduciéndose de su mi —No, contestó este, que es nuestroveº
rada que no era insensible á esta prueba cino el conde de Monte-Christo.
de valor. –¡Ah! por cierto, señor conde, dijo
–Teneis razon, señor conde, dijo; este con jovialidad Alberto ajustándose el cor
hombre debe seruno de vuestros amigos. batin y arreglándose el traje, que sois un
Luego acercándose á Alberto y tocán hombre precioso en todos conceptos; es
dole en la espalda. pero que me considerareis ligado ávos con
—Escelencia, dijo, haced el favor de los vinculos de una eterna gratitud, primer
dispertaros si os place. ro por la cesion de vuestro carruaje, lue
Alberto estiró los brazos, se frotó los go, por este suceso; ytendió al conde su
párpados y abrió los ojos. mano, que se conmovió al acto de corres
–¡Ah! dijo, ¿sois vos capitan? Par ponderle con la suya, pero que con todose
diez, que hubiérais hecho muy bien en la dió.
dejarme dormir, estaba soñando un paso El bandido contemplaba esta escena con
encantador, me parecia estar bailando la aire estupefacto; al parecer estaba acostum
galopen casa Torloniacon lacondesa G" brado áver temblar en su presencia á los
al decir esto sacó su reloj que guardára prisioneros, mas al presente habia encon
ALBUM. 289

trado uno cuyo humorfestivo no sufriera –No, mi querido Vampa;á mas de que
la menor alteracion: en cuanto á Franz es - enmendai, vuestros errores con tanta ga
taba envanecido de que Alberto hubiese|anteria que casi uno se ve tentado á con
sostenido, aun ante los bandidos, el honor gratularse de que los hayais cometido.
nacional. —Señores, repuso el gefe dirijiéndoseá
—Mi querido Alberto, le dijo, siquereis los dos jóvenes,tal vez la oferta os presen
daros prisa aun llegaremos á tiempo de tará poco atractivo, mas si algun dia os
poder acabar la noche en casa Torlonia. venian ganas de hacerme una segundavi
Continuareis vuestra galop en el punto en sita, dó quier que yo me halle sereissiem
que la suspendisteis, y de este modo no pre bienvenidos. -

guardareis rencor alguno al señor Luis, Franz y Alberto saludaron. El conde


que verdaderamente se ha portado, en es salió el primero, Alberto enseguida, Franz
te negocio, con una estremada galanteria. quedó el último.
–¡Ah! verdad es, teneis razon; pode –¿Vuestra escelencia tiene algo que
mos llegar casi antes de las dos. seo mandarme? dijo Vampa sonriendo.
Luis, continuó Alberto, ¿hay que cumplir —Sí; deseo, contestó Franz, tengo cu
alguna otra formalidad para despedirse de riosidadde saber que obra era la que leíais
V. El con tanta atencion cuando hemos llegado.
—Ninguná, caballero, contestó el ban —Los Comentarios de Cesar,dijo el ban
dido, sois libre como el aire. dido, es mi libro predilecto.
–En este caso, procurar conservarse —¡Qué hacéis ! preguntóAlberto, ¿qué
sin novedad. ¡Venid, señores, venid! no venís?"
Y Alberto, seguido de Franzy del con —Al momento, héme aquí, contestó
de, bajó la escalera, y atravesó la gran sala Franz.
cuadrada. Todos los bandidos estaban de Y salió á su vez por la lumbrera. An
pié sombrero en mano. daron algunos pasos y Alberto les detuvo
-

–Pepino, dijo el gefe, dadme la antor volviendo atrás.


cha. –Perdonad; ¿me permitís, capitan?
–¿Que es lo que quereis hacer? pre-| Y encendió su cigarro en la antorcha de
guntó el conde. Vampa.
–Voyà acompañaros hasta fuera, dijo —Ahora, señor conde, le dijo, apresu
el capitan; es la mas pequeña prueba que rémonos lo posible, estoy deseando impa
puedo dar de mi adhesion á vuestra esce ciente poder acabar de pasar la noche en
lencia. -
casa del duque de Bracciano.
Y tomando la antorcha encendida de las Encontraron el coche en el punto en
manos del pastor, marchó delante sus que le dejaron. El conde dijo una sola pa.
huéspedes, no como un criado que ejecu labra en árabe áAlí y los caballos partie
ta un acto de servidumbre sino como un ron á escape. Marcaba las dos en punto el
rey que precede á los embajadores.Allle reloj de Alberto cuando los dos amigos en
gará la puerta se inclinó. traban en el salon de baile. Su vuelta fué
—Ahora, señor conde, dijo, os renuevo un gran suceso, mas como entraron jun
mis protestas y espero que no me guarda-tos, todas las inquietudes que la ausencia
reis ningun resentimiento por lo que Alberto motivára cesaron desde el mo.
ba de suceder. mento.
73
290 ALBUM.

—Señora, dijo el conde de Morcerfdi-hablar de ello. Por vuestra parte, añadió,


rigiéndose á la condesa, ayer tuvisteis la|recibid mienhorabuena, habeisestado ad
bondad de prometerme una galop,vengo,|mirable en valor y en sangre fria.
aunquealgo tarde,á reclamar tanisatisfac-| -¿Qué quereis, conde? dijo Alberto;
toria promesa; aquí está mi amigo, cuya|me he figurado que habia tenido una dis
veracidad conoceis, que os dirá que la tar-|puta, y que á ella habia seguidoun duelo,
danza no ha sido por culpa mia. y he querido hacer comprender una cosa
Y como en este momento la música|á esos bandidos; que en todas partes del
preludiaba un wals, Alberto ciñó con su|mundo se baten, pero que solo los fran
brazo el talle de la condesa y desaparecióceses se baten riendo. No obstante, como
con ella en el torbelino de los danzantes.|mi obligacion respecto á vos no es menos
Durante el resto de la noche Franz no|grande, vengo á preguntaros si yo, mis
pudo apartar de su imaginacion el singu amigos ó mis conocidos, os podrian ser
lar estremecimiento que recorrió todo el útil en algo. Mi padre, el conde de Mor
cuerpo del conde de Monte-Christo en e cerf, que es de orígen español, ocupa una
momento en que hasta cierto punto se vió elevada posicion en Francia y en España;
precisado á tender su mano á Alberto. vengo, pues, á ponerme yo y laspersonas
l VII. que me aprecian, á vuestra disposicion.
LA CITA. *
–¡Pues bien! dijo el conde, os confie
El dia siguiente al levantarse, las prime so, señor de Morcerf, que esperaba vues
meras palabras de Alberto fueron para tra oferta y que la acepto de todo cora
proponer á Franz el ir á visitar al conde. zon. Ya habia yo contado con vos para
Ya le habia dado las gracias la víspera, pediros un gran servicio.
pero creía que un serviciocomo aquel va —¿Cuál?
lia la pena de repetírselas. Franz, á quien –Jamás he estado en Paris y ni le co
una atraccion mezclada de terror atraía nozco siquiera.
hácia el conde de Wlonte-Christo, no qui –¡Cómol esclamó Alberto, ¿habeis
so dejarle ir solo á casa de aquel hombre, podido vivir sin ver á Paris? eso es in
y le acompañó. Ambos fueron introduci creible. -

dos; cinco minutos despues se presentó el –tues ya lo veis. Pero conozco como
conde. . vos que continuar por mas tiempo en la
—eñor conde, le dijo Alberto dirigién ignorancia de la capital del mundo inteli
dose á él, permitidme que os repita hoy gente es cosa imposible. Mas: tal vez hu
lo que ayer os espresé mal; y es que no biera hecho este viage indispensable hace
olvidaré jamás en que circunstancia me tiempo si hubiese conocido á alguno que
habeis socorrido, y que siempre me acor pudiese introducirme en ese mundo, en el
daré de que os he debido la vida ó poco que no tengo relacion ninguna.
II162IOS. —¡Oh! ¡un hombre como vos! escla
—Querido vecino, respondió el conde mó Alberto.
riendo, exageraisvuestrasobligaciones res —Eso es mucho favor. Pero como yo
pecto á mí; me debeis una pequeña eco no reconozco en mi mismo otro mérito
nomía de unos veinte mil francos en vues que el de poder competir, en cuanto á mi
tra cartera de viaje, y nada mas. Bien veis llones, con vuestros mas ricos banqueros.
que esto no merece la pena de volver ály que yo no voy á Paris para jugar, á la
ALBU"M, 291

Bolsa, esta pequeña circunstancia me ha uno de esos proyectos que edificados so


detenido. Ahora me decide vuestra oferta.
bre la arena, son destruidos pr el primer
Veamos; ¿, os comprometeis, mi querido soplo de viento?
señor de Morcerf(y el conde acompañó es —No, palabra de honor, dijo el conde,
taspalabras con una sonrisa singular), os quiero ir á Paris, es preciso que vaya.
comprometeis cuando vaya á Francia, á —¿Y cuando?
abrirme laspuertas de ese mundo, al que -¿Cuando estareis allívos mismo?
seré tan estraño como un huron ó un co —¡Yo! dentro de quince diasó de tres
chinchino? semanas á mas tardar; el tiempo preciso
—¡Oh! en cuanto á eso, señor conde, para llegarme allá nada mas.
perfectamente y con muchísimo gusto, —¡Pues bien ! dijo el conde, os doy
respondió, Alberto; y tanto mas, cuanto tres meses; bien veis que es bastante.
que me llaman á Paris por una carta que —Y dentro de tres meses, esclamó
he recibido esta misma mañana (querido Alberto lleno de gozo,ireis á llamar á mi
Franz; no os burleis de mi); y en la que puerta.
se trata de una alianza con una casa muy —¡Queréis mejor una cita dia por dia,
buena, y que tiene las mejores relaciones hora por hora? dijo el conde. Os preven
en el mundo parisiense. go que soy muy exacto.
-¿Alianza por casamiento? dijo Franz — Dia por dia, hora por hora;perfec
riendo. tamente; dijo Alberto.
—¡Oh ! Dios mio, si. Asi pues, cuan. —¡Pues bien l sea.
do volvais á Paris, me hallareis hecho un Y tendió la mano hácia un calendario
y hombre de juicio un padre de familia. colgado junto áun espejo.
Esto vendrá bien á migravedad natural, —Hoy estamos, dijo, á21 de febrero;
¿no es verdad? En todo caso. conde, os sacó su reloj; son las diez y media de la
lo repito, yo y los mios estamos á vues mañana. ¿Quereis esperarme el 21 de ma
tra disposicion. yo próximo á las diez y media de la ma
—Acepto, dijo el conde; porque os ju ñana ?
ro que solo me faltaba esta ocasion para —¡Si, si! esclamó Alberto, el almuer
realizar ciertos planes que proyecto hace zo estará preparado.
mucho tiempo. —¿Donde vivis?
Franz no dudó de que estos proyectos –Calle de Helder, número 27.
fuesen aquellos de los que el conde habia -¿Vivis en vuestra casa.... solo?¿no
dejado escapar una palabra en la gruta tendré que incomodar?
de Monte. Christo, y miró al conde mien —Vivo en el palacio de mi padre, pero
tras decia estas palabras, para procurar en un pabellon en el fondo del patio, en
ver en su fisonomia alguna revelacion de teramente separado.
aquellosplanes que le conducian á Paris, —Bien.
pero era muy dificil el penetrar en el al El conde sacó su cartera y escribió: «Ca
ma de aquel hombre, sobre todo cuando lle de Helder, número 27, 21 de mayo,
la velaba con una sonrisa. á las diez v media de la mañana. »
—Y ahora, dijo el conde guardandosu
-Pero veamos, conde, prosiguió Al carter en el bolsillo, tranquilizaos, la
berto encantado de tener que dirigirá un aguja de vuestro reloj no será mas exacta
hombre como Monte-Christo, ¿no es ese que la del mio.
992 ALBUMI.

-¿Os volveréáver antes de mi par —Escuchad, dijo Alberto, y me ale.


tida? preguntó Alberto. |
gro que se presente ocasion de decíroslo;
—Segun; ¿cuando partis? siempre os he encontrado muyfrio, res
—Mañana á las cinco de la tarde. pecto al conde, quien por suparte nopue
—En ese caso, me despido de vos. Por de haber estado mas fino y espresivo para
que tengo que irme á Nápoles, y no es con nosotros. ¿Tenèis algun motivo par.
taré aqui de vuelta sino el sábado por la ticular de resentimiento contra él?
noches ó el domingo por la mañana. -Tal vez. -

–Yvos,preguntó el conde á Franz, -¿Le habeis visto ya en alguna parte


¿partis tambien, señor baron? antes de encontrarle aqui?
–Si. –Justamente.
–¿Para Francia? -¿Donde ?
–No, para Venecia. Me quedo toda –¿Me prometeis no decir una palabra
via un año ó dos en ltalia. á nadie de lo que voy á contaros?
–Con que ¿no nos veremos en Paris? -Os lo prometo.
–Mucho temo no tener ese honor. -Está bien. Escuchad, pues.
–Vamos, señores, buen viage, dijo el Y entonces Franz contó á Alberto su
conde á los dos amigos presentándoles una escursion á la isla de Monte Christo, como
mano á cada uno. habia encontrado alli una tripulacion de
Era la primera vez que Franz tocaba contrabandistas, y entre ellos dos bandi
la mano de aquel hombre, se estremeció, dos corsos. Contó la hospitalidad mágica
porque aquella mano estaba helada como que el conde le dió en su gruta de las mil
la de un cadáver. y una noches;pasó á la cena, el hatchis,
–Por última vez, dijo Alberto, queda las estátuas, la realidad y el sueño, y co
dicho; bajo palabra de honor, ¿no es ver mo al despertar ya no quedaba, como
dadº calle de Helder. número 27, el dia prueba de todos aquellos acontecimientos,
21 de mayo, á las diez y media de la ma mas que aquel pequeño yacht á lo lejos
ñana. -

en el horizonte haciendo vela para Porto


—El 21 de mayo, á las diez y media Vecchio. Luego habló de Roma, de la
de la mañana, calle de Helder, número noche del coliseo, de la conversacion que
27, respondió el conde, había oído entre él y Vampa, conversa
Despues de lo cual los dos jóvenes sa cion relativaá Pepino, y en la cual el con
ludaron al conde y salieron. de habia prometido obtener el perdon del
–¿Qué teneis, dijo al entrar en su cuar bandido, promesa que tan bien le habia
to Alberto á Franz; pareceis disgustado? cumplidocomo habránpodidojuzgarnues
tros lectores.
—Si, dijo Franz, os lo confieso, el
conde es un hombre singular y contem Al fin llegó á la aventura de la noche
plo con inquietud esa cita que os ha dado precedente, al embarazo en que se habia
en Paris. -
encontrado al ver que le faltaban, para
—Esa cita..... ¡ con inquietud! ¡ah! completar la suma, seis ú ochocientas
¡ah! pero estais loco, ni querido Franz, piastras; en fin, á la idea que le ocurrie
esclamó Alberto. ra de dirijirse al conde, idea que habia
—¡Qué quereis! dijo Franz, loco ó no tenido á la vez un resultado tan novelesco
esa es mi idea. ly satisfactorio.
AL BUM. 993
Alberto escuchaba á Franz con profun da probabilidad, debo la vida á esainfluen
da atencion. cia, no debojuzgarla con rigidez. Asi, pues,
–¡Y bien! le dijo cuando hubo cón en lugar de calificarle como vos, de un
cluido, ¿qué encontrais eneso deestraño? crimen capital, deberé escusarle, si no por
el conde es viagero, el conde tiene un bu | haberme salvado la vida, lo cual es ecsa
que suyo porque es rico. Id á Porsmouth jerar mucho las cosas, á lo menos por ha
yáSouthampton,vereis los puertos lle berme ahorrado cuatro mil piastras que son
nos de yachtspertenecientes á ricos ingle veinte y cuatro mil libras de nuestra mo
ses que tienen el mismo capricho. Para neda, suma en la que seguramente no me
saber donde hospedarse en sus escursio hubieran estimado en Francia; lo cual prue
nes, para no probar nada de esa espan ba, añadió Alberto, que nadie es profeta
tosa cocina, á que estoy sujeto yo, hace en su pais.
cuatro meses, vos, hace cuatro años; pa —¡Pues bien! justamente, decidme,
ra no dormir en esas abominables camas ¿de que pais es el conde ? ¿cuales son sus
donde no puede uno cerrar los ojos, ha medios de existencia?¿de donde le have
ce amueblar una habitacion en Monte nido esa inmensa fortuna? ¿cual ha sido
Christo. Cuando su habitacion está amue esa primera parte de su vida misteriosa y
blada, teme que el gobierno toscano le desconocida? ¿quien ha esparcido en la
despida y sus gastos sean perdidos, enton segunda esa tinta sombría y misantrópica?
ces compra la isla y toma el nombre de eso es lo que yo quisiera saber.
ella. Querido, buscad en vuestra memo -Querido Franz, dijo Alberto, cuando
ria, y decidime, ¿cuantas personas cono al recibir mi carta, habeis visto que tenia
cidas de nosotros toman el nombre de mos necesidad de la influencia del conde,
propiedad que jamas han tenido? habeis idoá decirle: «Alberto de Morcerf,
–Pero, dijo Franz áAlberto, esosban mi amigo, corre un gran peligro, ayudad
didos corsos que se hallaban entre su tri me á sacarlo de él:» ¿no es verdad?
pulacion?.... –Si.
—¿Y qué hay en eso de estraño? Sa —Entonces os preguntó: ¿quien es ese
beis mejor que nadie, que los bandidos Alberto de Morcerf? ¿de donde le viene
corsos no son ladrones, sino pura y sen ese nombre, su fortuna? ¿cuales son sus
cillamente fugitivos á quienes alguna ven medios de existencia? ¿cual es su pais?
detta, ha desterrado de su ciudad ó de su ¿donde ha nacido?¿os ha preguntado to
aldea: bien puede uno verlos sin compro do eso? decid.
meterse. En cuanto á mi, declaro que si —No, lo confieso.
alguna vez voy áCórcega, antes de ha —Fué y me libró de las manosde Vam
cerme presentar al gobernador y al pre pa, donde ápesar de mi apariencia llena
fecto, me hago presentar á los bandid de desenvoltura, como decís, hacia una
de Colomba,por lo que pueda suceder; triste figura, lo confieso; ¡ pues bien que
me gustan mucho. rido, cuando en cambio de semejante ser
-Pero Vampa y su banda, dijo Franz, vicio, me pide haga porél lo que se hace
son bandidos que detienen para robar, no todos los dias por el primer príncipe ruso
lo negareis, ¿eh? ¿qué decis de la influen ó italiano que pasa por "aris, es decir, pre
cia del conde sobre semejantes hombres? sentarlo en el mundo, ¿quereis que se lo
-Diré, querido, que, como, segun to. rehuse? Vamos, Franz, ¡estais loco
74
201 ALBüM.
Preciso es decir que, contra su costum esto, sentémonos á la mesa, y vamosáfia*
bre, la razon estaba ahora de parte de Al cer la últrma visita á San Pedro.
berto. Todo se verificó como habia dicho Al
—En fin, dijo Franz dando un suspiro, berto, y e! diá siguiente á las cinco de la
tarde los dos jóvenes se separaban; Alber
haced lo que querais , querido vizconde, to de Morcerf para volverá aris, y Franz
todo cuanto me estais diciendo es muy con de Epinay para ir á pasar unos quince dias
vincente , pero no por eso dejo de creer en Venecia.
que el conde de Monte -Christo es un hom Pero antes de subir al carruajes Alberto
bre estraíio. entregó al mozo de la fonda , tanto temía
—El conde* de Monte- Christo es un fi que su convidado faltase á la cita, una tar*
|jeta para el conde de Monte-Christo, en la
lántropo ; no os ha tiicho para que venia cual bajo estas palabras: « Vizeomie Alher-
á Paris, ¡ pues bien ! viene para concurrir lo de Moire¡f,» habia escrito con I pizí
al premio de Monthijon, y si solo necesita 2l de mayo, á las diez y media de la ma.
mi voto para obtenerlo , se lo daré. Con ñana, núm. ¿7, calle de Helder.
que, mi querido Franz , no hablemos dé fíS DE LA SEGUKDA PAUTE.

TERCERA PABfE.

•'- I. | ciosa del conde y la condesa de Morcerf*


ÉL ALMUERZO. Habia de trecho en trecho junto á la calle*
En la casa de la calle de Helder donde una pared baja dividida por una grande
Alberto de Morcerf habia citado en Ro reja dorada que servia para dar entrada á
ma al conde de Monte-Christo , todo se¡ las personas de gran etiqueta ; una puerta
preparaba para hacer honor á la palabra pequeña casi pegada al cuarto del portera
del joven. daba paso á los sirvientes ó á los que en^
Alberto de Morcerf ocupaba un pabellon traban y salían á pié.
situado en el ángulo de un gran patio y Adivinábase en esta eleccion del pabe-*
hacia frente á otro edificio; dos ventanas llon destinado á la habitacion de Alberto,
de este pabellon caian solo á la calle , las la delicada prevencion de una madre que»
otras tres al patio y otras dos al jardin. sin querer separarse de su hijo, habia comj
Entre este patio y el jardin se elevaba , prendido no obstante que un jóven de la
construido con el mal gusto de la arquitec edad del vizconde necesitaba de toda su
tura imperial, la habitacion vasta y espa libertad. Conocíase tambien por otro lado
ALBUM. 203
debemos decirlo, el inteligente egoismo del piezas, eran tres: un salon, una alcoba y
jóven, amante de aquella vida libre y ocio un gabinete.
sa, cual es la de los hijos de familia. El salon del bajo era una especie de di
For las ventanas que daban á la calle, van destinado á los fumadores.
Alberto de Morcerfpodia hacer sus esplo El gabinete del principal estaba al lado
raciones exteriores. La vida del exterior de la alcoba, y por una puerta invisible
estan necesaria á los jóvenes,que quieren comunicaba con la escalera. Bien se vé
siempre ver al mundo á través del hori que estaban tomadas todas las medidas de
zonte, aunque este horizonte no sea otro precaucion.
que la calle: una vez hecha una esplora Encima de este piso principal reinaba
cion, si merecia un exámen mas profun un vasto taller que habian agrandado
do, Alberto podia, para entregarse á sus echando abajo lostabiques, sala que el ar
pesquisas, salir por una puertecita que ha tista disputaba al dandy.Allíse refugiaban
cia frente á la que hemos mencionado, y se confundian todos los caprichos suce
junto al cuarto del portero, y que merecesivos de Alberto, los cuernos de caza, las
una descripcion particular. flautas, violines, una orquesta completa,
Era una puertecita que se hubiera crei-|pues Alberto habia tenido porun instante,
do olvidada de todo el mundodesde el dia|no el gusto, sino el capricho de la música;
en que la casa fué construida, y que se hu-|los caballetes, las paletas, los pasteles, por
biera creido condenada para siempre, tan|que al capricho de la música habia segui
sucia y cubierta de polvo estaba; pero cu-|do el de la pintura; en fin, los floretes, los
ya cerradura ygoznes cuidadosamenteun-|guantes de boxear, las espadas y las canas
tados de aceite anunciaban un uso miste-|de todos géneros, porque en fin,siguiendo
rioso y continuado. Esta puertecita hemos lastradiciones de los jóvenesá la moda de
dicho que daba frente á la otra y se bur la época á que hemos llegado, Alberto de
laba del portero, de cuya vigilancia esca Vlorcerf, cultivaba con una perseverancia
paba, abriéndose como la famosa puerta infinitamente superior á la que habia te
de la caverna de las Mil y una noches, co nido con la pintura yla música; estos tres
mo el Sesamo encantado de Alí-Baba, por artes, que completan la educacion de un
medio de algunas palabras cabalísticas ó calavera: es decir, la esgrima, el boxco y
de algunos golpecitos convenidos, pronun el palo, y recibia sucesivamente en esta
ciados por una dulce voz ó dados por los pieza destinada á todos los ejercicios del
dedos mas delicados del mundo. cuerpoá Grisier, Coots y Cárlos Lecour.
Al estremo de un corredor largo y so El resto de los muebles de esta pieza
litario, con el cual comunicaba esta puer privilegiada, eran antiguos cofres y mesas
ta, y que servia de antesala, estaban á la del tiempo de Francisco I,cofres llenos de
derecha el comedor de Alberto que caía porcelanade la China, de vasos del Japon,
al pátio, y á la izquierda su saloncito que jarrones de Lucca y de la Robbia, y pla
daba al jardin. llantas de enredaderas que tos de Bernard y de Pahssy: antiguos si
nacian delante de la ventana, ocultaban al llones donde tal vez se habrian sentado
pátio y aljardin el interior de estas dos Enrique IV, Luis XIII ó Richelieu, por
piezas, las únicas en el piso bajo donde que dos de estos sil ones, adornados de un
pudiesen penetrar las miradas indiscretas. escudo esculpido,donde brillaban en cam
En el principal, en lugar de estas dos po azul las tres flores de lisde Francia, en
-

290 ALBUM.
cima de las cuales habia una corona real , |cho ó la simpatía de los fumadores. Albef-
habian salido por fuerza de los guarda to habia presidido el arreglo ó mas bien el
muebles del Louvre , ó de algun castillo desorden simétrico que gustan tanto de
real. Sobre estos sillones de fondos som contemplar despues del café los convida
brios y severos, estaban esparcidas en pro dos de un almuerzo moderno al través del
fusion ricas telas de vivos colores, tejidas vapor que se escapa de su boca, y que su
al sol de la Persia ó bajo los dedos de las be hasta el techo en largas y caprichosas
mugeres de Calcuta y de Chandernagor. espirales.
Lo que hacian allí estas telas, no se sabe ; A las diez menos cuarto un criado entró.
esperaban sin duda recreando la vista , un Este venia con un pequeño groom de
destino desconocido á su propietario, y quince años , que no hablaba mas que nj -
mientras tanto iluminaban la habitacion glés, y que respondia al nombre de Jonh»
con sus espejos sedosos y dorados. El criado que se llamaba German, y que
En el lugar mas preferente se elevaba gozaba de la entera confianza de su joven
un piano, construido por Koller y Blnnchet, amo, llevaba en la mano un lío de perió
de madera de rosa, pianoque contenia una dicos que depositó sobre la mesa y un pa
orquesta en su estrecha. y sonora cavidad, quete de cartas que entregó á Alberto*
y que gemia bajo de las obras de Becho- Alberto arrojó una mirada distraida so-
ven, de Wever, de Mozart, Haydu, Gre |bre estos diferentes objetos, tomó dos car
try y Porhora. tas de papel satinado y perfumado, las
Ademas en la pared, en el techo, en las |abrió y las leyó con cierta atencion.
puertas , habia colgados puñales , espadas, —¿Cómo han venido estas cartas ?,'pre-
lanzas. corazas, achas, armaduras com ¡guotó.
pletas doradas á incrustadas; pájaros dise- —La una por el correo , la otra la ha
cados abriendo por un vuelo inmóvil sus traido el criado de Mme. Danglars.
alas color de fuego y su pico ¡que jamás| — Decid á Mme. Danglarsque acepto el
cierran. lugapque me ofrece en su palco... Espe-
Falta decir que esta pieza era la predi jrad... á eso de medio dia , pasareis á casa
lecta de Alberto de Morcerf. de l-osa; la direis que iré como me ha in
Sin embargo, el diade la cita, el jóven, vitado á cenar con ella al salir de la ópera,
vestido de media toilette, habia establecido y la llevareis seis botellas de vinos de Chi
su cuartel en el saloncito del piso bajo. pre, de Jerez, de Málaga , y un barril de
Allí, sobre una mesa rodeada de todos los ¡ostras de Ostende tomad las ostras de
tabacos buenos conocidos, desde el tabaco casa de Borel, y sobre todo decid que son
de Petersburgo hasta el tabaco negro de para mí.
Sinai. Al lado de estos, en cajas de made —¿A qué hora quereis ser servido?
ra odoriferas, estaban arreglados por or —¿ Qué hora es ?
den de tamaños y de calidad de puros, los — Las diez menos cuarto.
de regalía, los habanos y los manileños — Pues bien , servidnos para las diez y
én fin, en un armario abierto, una colee media en punto. Debray se verá obligado
cion de pipas alemanas, con boquillas de á ir á su ministerio... Y por otra parte....
ambar, adornadas de coral , é incrustadas Alberto miró su cartera. Sí, esa es la ho
de oro, con largos tubes de tafilete arrolla ra que indiqué al Conde; el 21 de mayo, á
dos como serpientes, esperaban el capri las diez y media de la mañana, y aunque
ALBUl. . 297

no cuente con su promesa, quiero ser exac-siempre, pero nunca caemos, y empiezoá
to. A propósito;¿sabeis si se ha levanta |creer que pasamos buenamente á la ina
do la señora condesa? |movilidad, sin contar con que los asuntos
–Si quiere el señor vizconde me infor-|de la Península nos vaná consolidar en
maré. teramente.

–í, sí,pedireis que os entreguen la —¡Ah! si, es verdad, arrojais de Espa


llave de una de sus cuevas de licores; laña á D. Cárlos.
mia estáincompleta; y le direis que ten -No, querido, no nos confundamos, le
dré el honor de pasará su cuarto á eso de traemos del otro lado de la frontera de
las tres, y que le pido permiso para pre- Francia, y le ofrecemos una hospitalidad
sentarle una persona. real en Bourges.
El criado salió.Alberto se arrojó en un -¿En Bourges? -

divan, desgarró la faja de dosó tres perió -Sí, no tendrá porque quejarse, ¡qué
dicos, miró los teatros, hizo un gesto al demonio ! Bourges es la capital del rey
ver que representaban una ópera y no un Cárlos VII. ¿Cómo es que no sabíais esto?
baile; buscó en vano en los anuncios de Todo el mundo lo sabe desde ayer en Pa
perfumería cierta agua para los dientes, ris; y antesde ayer la cosa marchaba bien
de que le hábian hablado, y arrojó uno en la bolsa, porque Mr. Danglars (no sé
trás otro los periódicos, murmurando en como sabe ese hombre las noticias al mis
medio de un profundo bostezo. mo tiempo que nosotros), porque M. Dan
-En verdad estos periódicos ,se van glars jugóá la alza y ha ganado un millon,
volviendo cada vez masinsípidos. -Yvos una nueva cinta, segun parece.
En este momento un carruaje ligero se - Pschl me han enviado la placa de
detuvo delante de la puerta,y un instante Gárlos lII, respondió sencillamente De
despues el criado entró para anunciar á bray.
M. Luciano. Debray. —Vamos, no os hagais el indiferente,
Un jóvenálto, rubio, de ojos grises y y confesad que la noticia os habrá agra
dado.
mirada fija, de labios delgados y pálidos, • • y •
con un frac azúl con botones de oro, cor —Si,.áfé mia", una placa siem pre re
bata blanca, lente de concha, suspendidosalta sobre un frac negro abotonado; es
al cuello por una cinta de seda negra, |elegante.
que por un esfuerzo del músculo superci -Y, dijo Morcerfsonriendo, se tiene
liar lanzaba miradas profundas y fijas, en el aire de un príncipe de Galles ó de un
tró sin sonreir, sin hablar, y con un aire duque de Reichstadt.
medio oficial. " -Por eso me yeis tan de mañana,que
—Buenos días, Luciano, buenos dias, rido.
dijo Alberto. ¡Ah! me asombra vuestra -¿Porqué teneis la placa de Cárlos III
exactitud! ¿Qué digo? ¡exactitud! Yo y queriais anunciarme esta buena noticia
qué os esperaba el último, y llegais á las —No, porque he pasado la noche es
diez menos cinco minutos, cuando la cita pidiendo cartas: veinte, cinco despachos
era á las diez y media ! ¡esto es milagro diplomáticos. De vuelta á mi casa, quise
so;¿ha caido el ministerio? dormir, pero me dió in, fuerte dolor de
—No, querido, dijo el jóven incrustán cabeza y me levanté para montar una ho
dose en el divan, tranquilizaos, vacilamos ra á caballo. En Boulgone me avisaron de
75
298 ALBUM.

tal modo el hambre y el fastidio, que mejNapoleon hacia de sus campos de batalla
acordé de que hoy dábais un almuerzo, y con su espada y su victorias, poseyendo
aqui me teneis: tengo hambre, dadne de|veinte y cinco mil libras de renta,un ca
comer; me fastidio, distracdne. ballo por el que Chateau Renaud os ha
—Ese es mi deber de anfitrion, queri ofrecido cuatrocientos luises: un sastreque
do amigo, dijo Alberto llamando á un no osfalta en un pantalon, teniendo asien
criado, mientras que Luciano hacia sal to en la ópera, Jockey Club y el teatro de
tar, con el estremo de su baston con puño Variedades no hallais en todo esto con que
de oro incrustado deturquesas, los perió distraeros? Pues bien, yo os distraeré.
dicos; German,Jerez y vizcochos. Mien –¿Como? -

tras tanto, querido Luciano,.. aqui teneis —Haciéndoos contraer un conocimien


cigarros de contrabando; os invito á que to nuevo.
los probeis ytambien podreis decir ávues —¿De hombre ó de muger?
tro ministro que nos venda como estos en –De hombre.
lugar de esas especies de hojas de nogal -¡Ya conozco demasiados!
que condena á los buenos ciudadanos á –Pero no conoceis al hombre de que
fumar. os hablo !! .
—¡ Diablo! yo me guardaria muy bien -¿De donde viene? ¿del cabo del
de hacerlo. Desde el momento en que os Inundo?

viniesen del gobierno osparecerlan detes. —De mas lejos tal vez.
tables. Por otra parte, eso no conviene al —¡Diablo! esperoque no se llevenues
interior, sino á la hacienda; dirijios á tro almuerzo.
Mr. Humam, á la seccion de las contribu -No, tranquilizaos; nuestro almuerzo
ciones indirectas, corredor A. número 26. está seguro. ¿Pero teneis hambre?
—En verdad, dijo Alberto, me asom —Si, lo confieso por humillante que
brais con la este son de vuestros conoci sea decirlo. ero ayer he comido en casa
mientos. Pero tomad un cigarro! de Mr. de Villefort;y¿lo habeis notado?
—¡Ah! querido conde, dijo Luciano se come bastante mal en casa de todas esas
encendiendo un cigarro habano en una personas del estrado de jueces; cualquie
bugia de rosa ardiendo en un candelero ra diria que tienen remordimientos.
sobre dorado,y recostándose en el divan, —¡Ah! ¡diantre l despreciad las comi
¡ah! querido conde, ¡qué feliz sois en no das de los demas; en cambio se come bien
tener nada que hacer! en verdad no co en casa de vuestros ministros.
noceis vuestra felicidad. —Si,pero no convidamosá ciertas per
-¿Y qué hariais, mi querido pacifica sonas al menos;y si nonos viésemos obli
dor de reinos, repuso Morcerf con una gados á hacer los honores de nuestra me
ligera ironía, si nohicieseis nada? ¡Cómo sa á algunos infelices que piensan y sobre
¿secretario particular de un ministro, lan todo que votan bien, nos guardariamos
zado á la vez en el mundo europeo y en sa; como de la peste de comer en nuestra ca
debeis creerlo.
las intrigas de Paris; teniendo reyes, y —Entonces, querido, tomad un segun
mucho mejor aun, reinas que protejer, do vaso de Jerez y otro vizcocho.
partidos que reunir, elecciones que dirijir, —De buena gana, vuestro vino de Es
haciendo mas de vuestro gabinete, con paña es escelente; bien veis que hemos
vuestra pluma y vuestro telégrafo, quellhecho bien en pacificar es pais.
ALBUM. - 29)

-Si, pero ¿D. Cárlos? –Solo una cosa espero para seguirvues
—Don Cárlos beberá vino de Burdeos. tro consejo. Un ministerio que esté asegu
y dentro de diez años casaremos á su hijo rado por seis meses Ahora, una sola pa
vcon la reinita. labra. mi querido Alberto, porque es pre
– Lo cual os valdrá el Toison de Oro, ciso que deje respirará ese pobre Lucia
si aun estais en el ministerio. no. ¿Almozanos ó conemos? Tengo que
—Creo, Alberto, que habeis adoptado hacer. No es todo rosas, como decís, en
nuestro oficio.
por sistema esta mañana alimentarme de
humo. –Se almorzará solanente: ya no espe.
—Y eso es lo que divierte alestómago, ramos mas que dos personas y nos senta
convenid en ello pero, justamente oigo la remos á la mesa en cuanto hayan llegado,
voz de Beauchamp en la antesala, dispu dijoAlberto. -

tareis con él,y eso liará que no os impa –¿Y qué clase de sugetos son los que
cienteis. esperais á almorzar? dijo Beauchamp.
–¿Sobre que? —Un gentilhombre y un diplomático,
–Sobre los periódicos. repuso Alberto.
–Que, ¿acaso leo yo los periódicos?di —En este caso es negocio de tener que
jo Luciano con un desprecio soberano. esperar cerca dos horas al gentilhombre y
—Razon de mas, disputareis mejor. mas de dos horas aldiplomático. Memar
–¡El señor de Beauchamp! anunció el cho pues y volveré á los postres; guar
criado. dadne pues unasfresas, café y cigarros,
—¡Entrad, entrad,pluma terrihle! di que de lo demás tendré bastante con co
jo Alberto saliendo al encuentro del jóven, mer una chuleta.
mirad, aquiteneis á tebray que os detes —No hagais tal, Beauchamp, porque
ta sin leeros, segun él dice á lo menos. aunque el gentilhombre fuese un Mont
—Tiene razon, dijo Beauchamp, lo mis morency y el diplomático un Metternich,
mo que yo, que le critico sin saber lo que almorzariamos á las once en punto: mien
hace. Buenos dias, comendador. tras tanto seguid el ejemplo de Debray;
—¡Ah! lo sabeis ya, dijo el secretario probad miJerez y mis vizcochos.
particular cambiando con el periodista un —Ea pues, sea como vos decis, me
apreton de mano y una sonrisa. quedo. Espreciso que emplee en algo es
–¡Diantre l replicó Beauchamp. lta mañana.
—¿Y que se dice en el mundo? –Bueno: ahi teneis á Debray; me pa
—¿En que mundo? Tenemos muchos rece que desde que el ministerio presenta
mundos en el año de gracia en 1838. síntomas de sucumbir la oposicion estámas
—En el mundo crítico-político del que alegre.
formais parte. —Se conoce, amigo mio, que no sa
–¡Oh! se dice que es una cosa muy beis el fastidio que me aguarda. Tendré
justa y que sembrais bastante rojo para que que oir esta mañana un discurso de Mr.
nazca un poco de azul. Danglars en la cámara de los diputados y
—Vamos, vamos, no va mal, dijo Lu esta velada en casa su muger una trage
ciano, porque no sois de los nuestros, que dia de un par de Francia. Llévese el
rido Beauchamp, con el talento que tencis, diablo al gobierno constitucional! y puesto
º • -
haríais fortuna en tres ó cuatro años. |que segun decis, somos libres de entablar
300 ALBUM,

la conversacion sobre un punto cualquie con los talegos, ¿no esasiº y bien! ¡qué
ra, ¿porqué habeis ido á escojer la polí importa ! son preferibles esos talegos con
tica? |un blason de menos mientras podais con
–Comprendo:teneis necesidadde bro tar un cero de mas. Teneis siete blasones
mear ahora, para conservar luego un ai en vuestrasarmas, podreis dar tres ávues
re de gravedad. tra esposa y aun os quedarán cuatro. Aun
—No digais mal de los discursos de tendreis uno mas que los Guisas que tu
Mr. Danglars, dijo Debray, puesto que vieron pretensiones al trono de Francia,
es de vuestra bandera, y se sienta en los y cuyo primo hermano llegó á ser empe
bancos de la oposicion. |rador de Alemania.
–¡Oh! ¡Dios mio! he ahitodo el mal; -Por mi vida, creo que teneis razon,
como que espero le envieis al Luxembur Luciano, contestó Alberto distraido.
go á improvisar discursos para poder reir -Amasde que, todo millonario es no
á mis anchuras. ble como un bastardo, es decir que puede
–Querido, dijo Aberto á Beauchamp, llegar á serlo. -

todo el mundo sabeque losasuntos de Espa —¡Chut! ¡no digais tal heregia! De
ña están ya enteramente arreglados, y vos bray, repuso riendo Beauchamp, porque
estais animado esta mañana de un espíri ahi teneis á Chateau-Renaud, que para
tu revolucionario. Acordaos pues, de que la curaros de vuestra mania de sentar tales
crónica parisiense habla de un casamiento paradojas, os atravesará el cuerpo con la
entre la señorita Eugenia Danglars y yo. espada de Reaud de Montauban, su ante
No puedo pues, en conciencia, permitir pasado.
que hableis mal de la elocuencia de un -Perderia de su mérito en tal caso,
hombre que vendrá á decirme un dia contestó Luciano, porque soy un villano
«Señor vizconde ya sabeis que doy á mi muy villano. -

hija dos milflorines.» . -¡Bueno! esclamó Beauchamp, ya


–Vaya, pues yo os digo, esclamóBeau teneis al ministerio cántando la balada de
champ, que ese casamiento no se reali mio
Beranger,
! ¡á donde vamos á parar, Dios
• -

zará jamas. El rey habrá podido darle el


, título de conde, podrá hacerle par; pero – El caballero de Chateau-Renaud! el
no le hará gentilhombre, y el vizconde señor Maximiliano Morrel! dijo un paje
de Morcerf tiene unas ideas demasiado anunciando á estos dos nuevos convida
aristocráticas para consentir,por dos mi dos.
serables millones, en semejante alianza. —¡Ya estamos todos! dijo Beauchamp,
El vizconde de Morcerf no debe casar por con que vamos á almorzar, porque si no
lo menos sino con una marquesa. me engaño, no esperabais mas queá dos
—¡ Dos millones! ¿sabeis que es una personas, ¿no es asi Aberto?
cosa muy linda? repuso Morcerf. –¡Morrel ! murmuró Albertosorpren
–Para un capital social de un teatro dido, ¡Morrel! ¿qué significa eso? -

del boulevard ópara un camino de hier Pero antes que hubiese concluido esta
ro desde el jardin botánico á la Rapée no reflexion, el caballero de Chateau-Re
se necesita mas. naud, jóven de unos treinta años, el tipo
—Dejadle decir, Morcerf, repnso chan del verdadero gentil-hombre, esdecir, con
ceándose Debray, y casaos. Vos os casais la apostura de un Guiche,y las ideas de un
ALBUM. 301
Mortemart, habia tomado áAlberto por ¿esto no vale la pena de recordarlo? ¿El
la mano. salvarme la vida no vale la pena de que
–Permitidme querido, le dijo, presen se hable de ello?... En verdad, que no
taros al capitan de Spahis el señor Maxi creo muy filosófico lo que estais diciendo,
miliano Morrel miamigo íntimo, y de mas mi querido señor Morrel... Esto será bue.
á mas misalvador;á parte de que no ne no para vos que esponeis vuestra "vida á.
cesita de mi recomendacion pues simisma cada instante.… pero para mi que el espo
presencia le recomienda; saludad pues á nerla fué una casualidad...
mi héroe, vizconde. "
—Lo que veo hasta ahora con mas cla
Y se retiró á un lado para dar lugar á ridad en esta contienda, baron, es que e
que se adelantára aquel jóven de elevada capitan Morrel os ha salvado la vida.
y magestuosa estatüra, de despejada fren —Si por cierto, repuso Cahteau-Renaud.
te, de ojo penetrante, de bigotes negros, —Y como fué? preguntó Beauchamp.
á quien nuestros lectores recordaran haber —Beauchamp, amigo mio, ¡sabéis que
visto en Marsella, en una circunstancia me muero de debilidad! no déis pié aho
bastante dramática para que puedan ha ra para largas historias.
berle olvidado fácilmente. Un rico unifor —. Y bien ¿qué?... dijo Beauchamp,
me semi-francés semi-oriental, de elegan. esto no impide que nos sentemos á la me "
te apostura, daba un gran realce á su de sa, yo. pero Chateau-Renaud nos la con
sarrollado pecho condecorado con la cruz tará mientras comamos.
de la Legion de Honor, y á sus bien con —Señores, dijo Morcerf, no son mas
torneadas caderas que sobresalian de su que las diez y cuarto, tenedlo en cuenta;
fino talle. á mas de que debemos esperar otro con
El jóven oficial hizo una inclinacion con vidado.
una política elegante: Morrel era gracioso —Ah! es verdad, un diplomático, re
en cada uno de sus movimientos, aunque puso Debray.
demostraba una robustez átoda prueba. —Un diplomático, ú otra cosa, yo no lo,
—Caballero, dijo Alberto á una afec sé; lo que si sé es que por mi parte le en
tuosa cortesía, el señor baron de Chateau cargué una embajada que terminó muy á
Renaud sabia ya de antemano el sumo mi satisfaccion, y si yo hubiese sido rey,
placer que me debia causar el trabar co le hubiese desde luego creado caballero de
nocimiento con vos; sois uno de sus ami todas mis Ordenes, aunque hubiese podi-.
gos, caballero, sedlo tambien nuestro. do disponerá la vez del Toison de dro y
—Muy bien, dijo Chateu-Henaud, y re de la Jarretiera.”
cordad mi querido vizconde que, no quie —Ya pues que no nos podemos sentar
ra Dios que suceda, pero creo está pronto aun á la mesa, escanciadme un vaso de
á hacer por vos lo que no ha mucho hizo Jerez como habeis hecho ya otra vez, y
contadncs vuestra historia, baron.
—¿Qué servicio os ha prestado? pre —Todos sabeis ya la idea que me vino,
de ir al Africa.
guntó Alberto.
—¡Oh! dijo Morrel, una cosa que no —Es un camino que los trazaron vues.
vale la pena de mentarlo siquiera, el señor tros antepasados, mi querido Chateau Re
lo exagera en estremo." " naud, contestó con galantería Morcerf.
—¡Cómo ! repuso Chateau-Renaud, —Sí, mas dudo que como ellos fuese
'76 . .
302 ALRUM.

con la idea de libertar el Santo sepulcro. ¡llo habia muerto; tenia que verificar mi
–Teneis razon, Beauchamp, dijo el marcha ápié cuando seis árabes me alcan
jóven aristócrata, puesfué tan solo para|zaron al galope con ánimo de cortarme la
tirar la pistola á qme sabeis soytan aficio-|cabeza; maté á dos de dos tiros de fu
nado. El duelo me repugna, como sabeis, sil; otros dos de dos pistoletazos cargadas
desde que dostestigos, que elegí para ar las armas hasta la boca, pero quedaban de
reglar el negocio, me obligaron á romper pié dos y yo estaba desarmado. El uno me
el brazo á uno de mis mejores amigos. cogió por los cabellos, por esta razon des
Por cierto, que fué á ese pobre Franz de de entonces los llevo cortos pues nadie sa
Epinay al que todos conoceis. be lo que podrá suceder, el otro amagómi
—¡Ah! sí, ¿es cierto, dijo Debray, cuello con su yatagan; ya sentia yo la re
que os hayais batido en otro tiempo?.....pugnante frialdad del hierro cuando el se
¿por qué causa? ñoraqui presente, cargóá su vez sobre ellos;
–¡ El diablo me lleve si lo recuerdo mató de un pistoletazo al que me agarra
dijo Chateau-Renaud, pero lo que si re por los cabellos, y hendió la cabeza del
cuerdo perfectamente, es que dándome que se preparaba á cortarme el gaznate
vergüenza el largo reposo á que habiaconcon su sable. El señor se habia impuesto
denado mis profundos conocimientos en en aquel dia la obligacion de salvar á un
el arma quise probar en los árabes un hombre, la casualidad hizo que este hom
par de pistolas nuevas que acababan de bre fuese yo: cuando llegue á ser rícoman
regalarme. En su consecuencia me embar daré á Klargnan óá Marocheti, erigir una
qué para Oran; de Oran pasé á Constan estatua á la Casualidad.
tina, y llegue á tiempo le poder presen —Si, dijo sonriendo Morrel; era el 5 de
ciar el levantamiento del sitio. Emprendí setiembre, es decir, el aniversario del dia
la retirada como los demas.En lasprime en que mi padre fué salvado milagrosa
ras cuarenta yocho horas aguanté bastan mente, asi que en cuanto está en mi ma
te bien de dia la lluvia, de noche la nie no, celebro todos los años este dia con al
ve: en fin,al tercer dia por la mañana, mi Una aCCIOIl....
caballo murió de frio. ¡ l'obre animal! —Heróica, ¿no es asi?interrumpió Cha
acostumbrado al mismo, cuidado ytem teau-Renaud; en una palabra, fuíyo el
plada atmósfera de la caballeriza... un ca afortunado; pero no está aqui todo. Des
ballo árabe que al encontrarse en su pais pues de libertarme del hierro enemigo, me
con un frio de diezgrados se veía ya per salvó del frio dándome, no la mitad de su
dido. capa como hizo San Martin, sino toda ella
–Por esa razon será que me quereis entera; luego acalló mi hambre partiendo
comprar mi caballo inglés, dijo Debray; cennigo.... ¿adivinad qué?
seguramente supondreis que aguantaráme —¿Un paslel de casa el tio Felix? dijo
jor el frio que vuestro árabe. Beauchamp.
—Os equivocais, pues hice voto de no —No, su caballo, del que comimos ca
volver mas al Africa. da utro un trozo con sumo apetito: era al
–¿Con que habeistenido miedo de ve go duro.
ras? preguntó Beauchamp. | —¿El caballo? preguntó riendo Mor
—Os lo coufieso. si, contestó Chateau cerf.
Renaud,y habia por que tenerlo!micaba —No, el sacrificio, contestó Chateau
-

*
\
* ,,
* , ..." -
ALBUM, 303
Renaud. ¿Preguntad á Debray si sacrifi - Ydedondeviene preguntó Debray;
caria su cuadrúpedo inglés por un desco-dispensad el queinsista, sé que habeiscon
nocido? |testado ya á esta pregunta, pero tan su
–Por un estraño, no, dijo Pebray; por|perficialmente que me permitireis os la re
un amigo tal vez. pita otra vez.
—Ya preví que tambien el miomoriria, -En verdad, dijo Alberto, que no sé
señor conde, dijo Morrel; á mas de que, nada. Cuando le convilé hace dos meses,
he tenido ya el honor de repetiros que, estaba en Roma; mas desde entonces ¿quien
heroismo ó no, sacrificio ó no, en tal dia podrá decir los lugares que habrá recor
debía una ofrenda al desgraciado en re rilo?
compensa de los favores que en otro tiempo -¿Y le creeis hombre de cumplir con
nos dispensára propicia la fortuna. exactitud? preguntó Delbray.
—Esta historia, á la que el señor Mor —Le creo capaz de todo, contestó Mor
rel hace alusion, continuó Chateau-Renaud cerf.
esuna portentosa historieta que os conta. —Tened presente que hemos concedido
rá algun dia, cuando habreis trabado con cinco minutos de espera, nofaltansino diez
él mayores relaciones; lo que es por hoy, minutos. -

proveamos el estómago y dejemos en re –¡Pues hien! estos los aprovecharé


poso la memoria. ¿A que hora es el al para deciros dos palabras acerca mi convi
muerzo, Alberto'? dado.
—A las diez y media. –Perdonad, dijo Beauchamp, ¿habrá
—¿untual? pregunto Debray sacando materia para un folletin en lo que vais á
su reloj. contarnos?
—¡Oh! bien me concedereis cinco mi —Si por cierto, dijo Morcerf, y es cosa
nutos de gracia, dijo Morcerf, porque yo muy curiosa.
tambien espero un salvador. —Entonces hablad, pues ya veo que no
–¿De quien? me será posible asistirá la cámara, y por
—¡Mio, pardiez! contestóMorcerf. ¿Os lo mismo preciso será que me indemnice.
figurais que no se me pueden presentar —Estuve en Roma en el último carna
y al.
ocasiones en que sea necesaria la interven
con de un salvador, y que solo hay ára –Ya lo sabiamos, dijo Beauchamp.
bes que puedan cercenar cabezas? Nuestro —Si, mas lo que no sabeis es que fuí ro
almuerzo es un almuerzo filantrópico, y lbado porunos salteadores.
veremos sentados á nuestra mesa, por lo —Si por allí no hay ladrones, dijo De
menos asi lo espero, dos bienhechores de bray.
fa humanidad. —Si que los hay, y sumamente lorri
-¿Y como nos gobernaremos ahora? bles, qu ero decir admirables pues los ha
dijo Debray, en Montyon solo se concede llé sumamente á propósito para meter
un premio. miedo.

-¿Y que importa? repuso Beauchamp, –Vamos, mi querido Alberto, dijo De


lo concederemos á aquel que nada haya bray; confesad que vuestro repostero se la
hecho para obtenerle. Generalmente es este descuidado, que no han llegado aun las
el medio de que se vale la Academia para ostras de Merennes ó de Ostende, y queá
salir de apuros. - egemplo de Mme. Mantenon tratais de
304 ALBUM.
sustituir un plato con vuestro cuento. De ll . ¿Armado hasta los dientes?
cidlo francamente, querido amigo , somos| No llevaba ningun arma.
demasiado amigos para no dispensaros y || — ¿Pero trató de vuestro rescate? ;
para escuchar vuestra historia , por fabu —Dijo dos palabras al oido del gefe y
losa que ella sea segun parece* fui puesto en libertad. . ,
—Y yo os digo , que por fabulosa que —Le daria escusas por haberte preso ,
sea , os la cuento por verdadera desde el dijo Beauchamp.
principio hasta el fin. Habiéndome robad. —Justamente, respondió Morcerf. . ,
los ladrones , me condujeron á un lugar — ¡Pero era Ariosto ese hombre!
muy triste, que se llama las catacumbas de
San Sebastian. —No, era el conde de Monte Christe.
—Ya conozco ese sitio, dijo Chateau- —Ya no se llama el .conde de Monte-
Renaud ; me faltó poco para cojer allí la Christo, dijo Debray.
tiebre. Yo no creo, añadió Chateau-Renaud,
—Y yo, dijo Morcerf, la tuve realmente. con la sangre fria de un hombre que tiene
Me habian anunciado que estaba prisione en la punta de los dedos el moviliario eu
ra y me pedian por mi rescate una mise ropeo, que haya en parte alguna quien co
ria, cuatro mil escudos romanos, veinte y nozca al conde de Monte-Christo.
seis mil libras tornesas. Desgraciadamente —Puede ser que venga de la Tierra
no tenia mas que mil quinientas; estaba alj Santa, dijo Beauchamp; alguno de sus as
fin de mi viaje y mi crédito se habia con cendientes habrá póseido el calvario, como .
cluido. Escribi á Franz. \ Y por Dios ! los Montemar el mar muerto.
aguardad; al mismo Franz podeis pregun • -— Perdonad , dijo Maximiliano , pero
arle si miento; escribi á Franz, que si no creo que os voy á confundir. Señores,
legaba á las seis de la mañana coa los cua Monte-Christo es una pequeña isla , de la
tro mil escudos, á las seis y diez minutosj que he oido hablar muchas veces á los ma
me habria ido á reunir con los bienaven rinos que empleaba mi padre, ungranode
turados santos y los gloriosos mártires, en arena en medio del Mediterráneo, en fin ,
compañía de los cuales tendria el honor un átomo en el infinito.
de encontrarme , y Luis Vampa , ese era —Eso es ecsactamente , dijo Alberto.
el nombre del gefe de los ladrones, hubie ¡ Pues bien ! de ese grano de arena, de ese
ra cumplido escrupulosamente su pala átomo, es señor y rey ese de quieu os ha
bra. . .. blo; habrá comprado su título de conde en
—¿Pero llegó Franz con los cuatro mil alguna parte de Toscana.
escudos? dijo Chateau-Henaud. ¡Quédian — ¿Será muy rico vuestro conde?
tre! ni Franz d'Epinay, ni Alberto del —Yo lo creo.
Morcerf, se pueden ver embarazados por — Tero se deberá ver, me parece.
cuatro mil escuJos —Os engañais, Debray.
— No ; llegó simplemente acompañado! —No os comprendo.
del convidado que os anuncio y que espe —¿ Habeis leido las Mil. y una noches?
ro presentaros.
— ¡ Ah ! ya, ¿pero era ese hombre un — ¡ Buena pregunta t
Hércules matando á Caco ó un Perseosal- — ¡Pues bien! ¿sabeis' si las personas
vandtfá Andrómada? que alli se ven son ricas ó pobres? ¿si sus
—No, es un hombre de mi estatura po granos de trigo no son de rubies ó de dia-
co mas ó menos. flmantes? Tienen el aire de miserables pes-
ALBUM, 305
cadores, ¿no es eso? Los tratais como á La cámara les destruye todos los dias sus
tales, y de repente os abren alguna caver. apuntes hasta el punto de no encontrar
na misteriosa, en donde os encontrais un ninguno. ¿Quereis ser embajador, Alber
tesoro que basta á comprar la India. to?Yo os hago nombrar en Constantino
–¿Ydespues? pla.
-Despues! mi conde de Monte-Christo - No, porque el sultan, á la primera
esuno de esos pescadores. Tiene ademas demostracion que hiciera en favor de Me.
un nombre adecuado; se llama Simbad el hemet-Alí, me envia el cordon, y mis
marino y posee una caverna llena d secretarios me ahorcarían.
OTO, -¿Lo veis? dijo Debray.
-¿Y habeisvisto esa caverna,Morcerfº —Sí; pero todo esto no impide que ec.
preguntó Beauchamp. sista mi conde de Monte-Christo.
-Yo no, Franz,... Pero, silencio; es - ¡ Por Dios! todo el mundo existe:
menester no decir una palabra de esto de ¿qué tiene eso de particular?
lante de él. Franz ha bajado allicon los ojos –Todo el mundo existe, sin duda, pero
vendados, y ha sido servido por mudos y no en condiciones semejantes. Todo el
por mugeres, al lado de las cuales, á lo que mundo no tiene esclavos negros, armas á
parece, no hubiese sido nada Cleopatra la Casamba, caballos de seis nil francos,
Lo que es de las mugeres,no está muy se damas griegas !
guro, puesto que no entraron hasta des -¿Habeis visto la dama griega
pues de haber comido el hatchis; de suer -i, la he visto y oido. La he visto en
te que podrá suceder que lo que ha creido el teatro del Valle, y la he oído un dia
mugeres fuesen una cuadrilla de estatuas. que almorzaba en casa del conde.
Los jóvenes miraron á Morcerf con una -¿Cóme acaso ese hombre estraordi
mirada que parecia decir: nario?
- Querido, ¿os habei, vuelto loco, ó -Sí come, es tan poco, que no vale
quereis burlaros de nosotros? la pena de hablar de ello.
-En efecto, dijo Morrel pensativo; yo -Ya vereis como es un vampiro.
he oido contar á un viejo marino, llama —Reios si quereis. Esta era la opinion
do Penelon, alguna cosa parecida á lo que de la condesa de G.... que como sabeis
ha dicho Mr. de Morcerf. ha conocido á lord Ruthwen.
-¡Ah! dijo Alberto, me alegro que —Ah! ¡ muy bien dijo Beauchamp
Mr. de Morrel venga en mi ayuda. ¿Esto aqui tenemos para un hombre que no es
os contraria? ¡eh! tanto mejor.... periodista, la cuestion de la famosa serpien
–Perdonad, mi querido amigo, dijo te de mar del fonstitutionel; un vampiro,
Debray;pero nos contais unas cosas tan ¡eso es magnífico!
inverosímiles.... —Ojo de color leonado, cuya pppila
–¡Ah! es porque vuestros embajado disminuye y se dilata segun su voluntad,
res, vuestros cónsules no os hablan ! No dijo Debray; aire sombrio, frente mag-
tienen tiempo; es menester que incomo nífica, tez lívida, barba negra, dientes
den á sus compatriotas que viajan. blancos y agudos, y modales desenvuel
–¡Ah! hé aqui por lo que nos inco tos.
modais, culpando á nuestrospobres agen -Y bien, eso es justamente, dijo Lu
tes. ¿Y con qué quereis que os protejan? cano,y las señas están trazadas perfecta
77
306 ALBUM.

mente. Si, política aguda éincisiva. Esteto de sorpresa que demostraba lo mucho
hombre me ha dado frecuentemente mie que les impresionára é introdujera en su
do, y un dia entre otros que presenciába espíritu el discurso de Morcerf. El mismo
mos juntos una ejecucion, creí que iba á Alberto no pudo disimular una emocion
ponerme malo, mas bien de verle y oirle instantánea. Nadie oyó miruido de carrua
hablar friamente sobre todos los suplicios je, ni pasos en la antecámara, la puertase
de la tierra, que dever al verdugo cum abriópor si misma sin ocasionar el mas
plirsu oficio y oir los gritos del paciente. leve ruido.
–¿No os ha conducido un poco á las El conde apareció en el dintel, vestido
ruinas del coliseo para ver correr la san con la mayor sencillez; y con todo el dan
gre, Morcerfº preguntó Beauchamp. y mas exigente no hubiese encontrado la
—¿Y despues de haber deliberado, no mas leve cosa que criticar en sutraje. To
os ha hecho firmar algun pergamino co do él era de un gusto delicado, salido de
lor de fuego,por el cual le cedeis vues manos de los mas, hábiles, sastres, sombre
tra alma como Esaú su derecho de pri reros y costureras. -

mojenitura? -
Tendria al parecer unos treinta años es
– Burlaos! ¡burlaos lo que querais, casos, y lo que mas llamó la atencion de
señores! dijo Morcerf un poco picado. todos, fué su estrema semejanza con la
Cuando os miro ávosotros bellos parisien pintura que de él hiciera Debray.
ses, habitantes del boulevard de Gand, El conde se adelantó sonriendo hasta el
paseantes del bosque de Boulogne, y me centro del salon, dirigiéndoseá Alberto en
acuerdo de ese hombre ! me parece que derechura, que saliéndole al encuentro le
no somos de la misma especie. ofreció con efusion su mano.
–¡Yo me lisongeo de ello l dijo Beau -En la ecsactitud, dijo Monte-Christo,
champ. consiste la política de los reyes, pretension
–Siempre será, añadió Chateau-Re que ha tenido, segun creo, uno de vues
naud, vuestro conde de Monte-Christo, trossoberanos; mas por grandes que sean
un hombre galante en sus momentos per sus deseos no siempre les es dado á los via
didos, escepto alguna vezensus pequeños jéros el satisfacerlos. Espero, pues, mi
arreglos con los bandidositalianos. querido vizconde, que me dispensareis, en
—¡Ya no hay bandidositalianos! dijo favor de la intencion, los dosó tres segun
Debray. dos, que creo haber retardado en compa
—¡Ni vampiros! añadió Beauchamp. recerá la cita. Quinientas leguas nosean
—Ni conde de Monte-Christo, respon dan como quiera y sin sufrir contratiem
dió Debray. Aguardad, querido Alberto, pos, y particularmente enFrancia, en don
que son las diez y media. de, segun parece, está probibido sacudir
—Decid que habeis tenido una pesadi el polvo á los postillones.
lla, y vamos á almorzar, dijo Beauchamp, –Señor conde, contestó Alberto; estoy
Pero apenas se habia estinguido la vi en el caso de anunciaros á algunos de mis
bracion del reloj, cuando se abrió la puer amigos á quienes hereunido con motivo de
ta y German anunciò: la promesa que tuvisteis á bien hacerme,
—Su escelencia el conde de Monte por lo tanto tengo el honor de presentáros
Christo. les. Y son; el señor conde de Chateau
Todos los oyentes hicieron un movimien Renaud, cuya nobleza reconoce su origen
ALBUM. 307

en les doce pares, y cuyos antepasados ocu- Aun se hubiera podido notar en estas
paron un lugar en la Mesa Reonda; espalabras de Monte-Christo, esa mirada
Ror Luciano Debray, secretarioprivado del fija , ese rubor fugitivo, y el ligero ten
ministro del interior; el señor Beauchamp, blor del párpado que demostraba en él la
gran publicista, la pesadilla del gobierno emocion.
francés, pero del que tal vez, apesar de su| -¡Ah! el señor tiene un noble cora
celebridad nacional, no habreis oido ha-zon, dijo el conde, ¡eso es bueno!
blarjamas en ltalia, atendido que su dia-| Esta especie de esclamacion, que res
rio no tiene entrada en aquel reino; en fin'pondia al pensamiento del conde, mas bien
el señor Miximiliano Merrel, capitan de que lo que acababa de decir Alberto, sor
spahis. prendió á todo el mundo, y particularmen
Al oir este último nombre, el conde, te á Morrel, que miró á Monte Christo
que hasta entonces se habia limitado ása con admiracion. Pero al mismo tiempo el
ludar con la mayor cortesia, y con una acento era tan dulce, ó por mejor decir,
frialdad é impasibilidad verdaderamente tan suave, que por estraña que fuese esta
inglesa, adelantó maquinalmente y á su esclamacion, no habia medio de incomo
pesar un paso, yun ligerotinte encarnado darse.
coloreó con la instantaneidad del relámpa –¿Por qué habia de dudar? dijo Beau
go, sus pálidas mejillas. champá Chateau-Renaud.
-¿El señor viste el uniforme de los —En verdad, respondió éste, quien con
modernos franceses vencedores? dijo, en su trato de unundo y su mirada aristocrá
este caso es un bello traje. ca habia penetrado enMonte-Christo tod ,
Hubiera sido dificil deslindar el senti lo que se podia penetrar en él; en verdad
miento que diera á la voz del conde una que Alberto no nos habia engañado, y que
vibracion tan profunda, y que hiciera bri es un personage singular el conde; ¿qué
llar, como á pesar suyo, sus hermosos decís vos, Morrel?
ojos, siempre tan impasibles ytranquilos, –Porvida mia, dijo éste,tiene la mi
cuando no tenia un motivo para cubrirlos rada franca y la voz simpática de manera
con un impenetrable velo. que me agrada á pesar de la estraña re
-¿No habeis viste nunca á nuestros flexion que acaba de hacerme.
africanos, señor conde ? dijo Alberto. –Señores, dijo Alberto, German me
—Jamás, contestó éste, habiendo logra anuncia que el almuerzo está servido. Mili
do dominarse enteramente. querido conde, permitidime enseñaros el
—Pues bien, caballero; bajo este uni CamIRO.
forme late uno de los mas valientes y mas Pasaron silenciosamente al comedor.
nobles corazones del ejército. Cada uno ocupó su sitio.
—¡Oh! señor conde...... . interrumpió —Señores, dijo el conde sentándose,
Morrel. permitidme que os haga una confesion que
—Dejadme decir, capitan.... Y acaba será miescusa por todas las faltas que pue
mos, continuó Alberto, de saber una he da cometer; soy estranjero; pero hasta tal
roica accion del señor, que me impele punto, que es la vez primera que vengo á
aunque es hoy el primer dia que tengo el Paris. Las costumbres francesas me son
honor de conocerle, á pedirle el favor de particularmente desconocidas, y no he
permitirme presentárosle como un amigo, practicado bastante hasta ahora, sino las
38 ALBUM,

costumbres orientales, las mas antipáticas mes; de manera que me retardé un poco
á las buenas tradiciones parisienses. Os su y no he querido pararme.
plico, pues, que me escuseis si encontrais -¿Y habeis comido en vuestro carrua
en mi algo de turco, de napolitano ó de ge? preguntó Morcerf.
árabe. Dicho esto, señores, almorcemos. —No, he dormido, como me sucede
–Por lo que ha dicho,murmnró Beau-"cuando me aburro sin tener valor de dis
champ, es decididamente un gran señor. traerme, ó cuando tengo hambre sin te
–Ungran señor estranjero, añadió De ner gana de comer.
bray. —¿Pero mandais en vuestro sueño, se
–Un gran señor de todos los paises, se ñor?preguntó Morrel.
ñor Debray, dijo Chateau-Renaud. —Casi.
El conde segun hemos dicho, era un —¿Teneis receta para ello?
convidado bastante sóbrio. Alberto se lo –Infalible.
hizo observar, atestiguando el temor que —He aqui lo que seria buenopara no
desde el principio tuvo de que la vida pa sotros los africanos, que no siempre te
risiense no agradase al viagero en su par nemos que comer, y rara vez que beber,
te mas material, pero al mismo tiempo dijo Morrol. .
mas necesaria. —Si, dijo Monte-Christo; desgracia
—Mi querido conde, dijo,estoy poscido damente mireceta que es escelente para un
de un temor, y es que la cocina de la ca hombre como yo, que lleva una vida es
lle de Helder, no os agradará tanto como cepcional, seria muy peligrosa aplicada á
la de la plaza de España. Hubiera debido "un ejército que no se dispertaria cuando
preguntaros vuestro gusto, y haceros pre se tuviese necesidad de él.
parar algunos platos que os agradasen. –¿Y se puede saber cual es esa receta?
—Sime conocieseis mas, respondió son preguntó Debray.
riéndose el conde, no os preocupariais por –¡Oh! Dios mio, si; dijo Monte-Chris
un cuidado casi humillante para un viaje to , no hago secreto de ello; es una mez
ro como yo, que ha pasado sucesivamente cla de un escelente ópio queheidoábuscar
con los macarrones en Nápoles, la polenta yo mismo á Canton, para estarseguro de
en Milan, la olla podrida en Valencia, el obtenerlo puro, y del mejor hatchis que
arroz cocido en tonstantinopla, el kárrik se recoje en Oriente, es decir, entre el
en la India,y los nidos de golondrinas en Tigris y el Eufrates; se reunen estos dos
la China. No hay cocina para un cosmo ingredientes en porciones iguales, y se
polta como yo. Como de todo y en todas hace una especie de píldoras, que se tra
partes, solamente que como poco, y hoy gan cuando hay necesidad. Diez minutos
que os quejais de mi sobriedad, estoy en despues producen el efecto. Preguntad al
uno de mis dias de apetito, porque desde baron Franz d'Epinay, creo que él lo ha
ayer mañana no he comido. probado un dia.
—¡Cómo! ¿desde ayer mañana? escla —Si, respondió Morcerf, me ha dicho
maron los convidados; ¿no habéis comido algunaspalabras de ello, y ha conservado
desde hace veinte y cuatro horas? al mismo tiempo un recuerdo muy agra
dable.
—No, contestó Monte-Christo; me fué –Pero, dijo Bauchamp, quien en su
preciso separarme de mi camino ytomar calidad de periodista era muy incrédulo,
algunos informes en las cercanías de Ni ¿llevais esas drogas con vos?
309
~Stem$re, respondió Monte-Christo. miracion; hablaba con tanta sencillez, que
—¿ Seria demasiado indiscreto el pedi era evidente decia la verdad, ó que estaba
Iros ver esas preciosas pildoras? continuó loco; sin embargo, la esmeralda queha-
Beauchamp esperando coger alestrangero bia quedado entre sus manos > hacia que
en falta. se inclinasen naturalmente hácia la pri
—No, señor, respondió el conde; y sa mera suposicion.
có de su bolsillo una maravillosa cajitain — ¿Y qué os han dado esos dos sobera
mistada en una sola esmeralda, y cerrada nos en cambio de ese magnífico regalo?
poruna rosca de oro, que destornillán preguntó Debray»
dose, daba paso á una bolita de color ver — El Gran Señor , la libertad de una
doso y del grueso de un guisante. Esta muger, respondió el conde; nuestro Santo
bola tenia un olor agrio y penetrante; te Padre el Papa, la vida de un hombre. De
nia cuatro ó cinco iguales en la esmeralda manera que una vez en mi vida he sido
y podria contener basta una docena. tan poderoso, como si Dios me hubiese
La cajita pasó de mano en mano por hecho nacer en las gradas de un trono.
todos los convidados, mas para examinar —¿Y es á Pepino á quien habeis liber
esta admirable esmeralda que para ver o tado, no es esto ? esclamó Morcerf, ¿es en
para analizar las. pildoras él en quien habeis hecho aplicacion de
— ¿Es vuestro cocinero quien os prepara vuestro derecho de gracia?
este manjar? preguntó Beauchamp. Puede ser , dijo Monte- Christo son
— No, señor, dijo Monte-Christo; yo! riendo.
no entrego mis goces reales como este, á —Señor conde, vos no podeis formaros
merced de manos indignas. Soy bastante! una idea del placer que esperimento al
buen químico, y preparo las pildoras} oiros hablar asi , dijo Morcerf. Os habia
mismo. , anunciado antes á mis amigos como un
—Esta es una admirable esmeralda , y hombre fabuloso, como un encantador de
la mas gruesa que he visto jamas, aun las mil y una noches, como un nigromán
que mi madre tiene algunas joyas de fa tico de la edad media; pero los parisienses
milia bastante notables, dijo Chateau- son tan sutiles y materiales, que toman
Renaudk , , por capricho de la imaginacion las verda
—Tenia tres ¡guates, respondió Monte- des mas incontestables, cuando estas ver»
Christo; he dado una al Oran Señor, que dades no entran en las condiciones de su
la ha hecho engarzar en su espada ; otra existencia cotidiana. Por ejemplo, aqui
á nuestro Santo Padre el Papa , quien la teneis á Debray y Beauchamp que leen
hizo incrustar en su mitra , enfrente dejj todos los dias* que han sorprendido y han
otra esmeralda casi, parecida pero menoi robado en el boulevard á un miembro del
hermosa, sin embargo,- que habia sido Jockey Club que se retiraba tarde , que"
dada á su predecesor, por el emperador han asesinado á cuatro personas en la ca
Napoleon ; he aguardado la tercera para lle deSaint-Deqis, óen elfaubourg Saintr
mi , y la he hecho ahuecar, lo qué la ha Germain , que han preso diez , quince 6
'Hiitado la mitad de su valor, pero quelaj veinte ladrones, sea en un café del boule
ba hecho mas cómoda para el uso que he vard del Temple, ó en San Julian, y que
querido hacer de ella.. disputan la existencia de los bandidos
Todos miraban á Monte -Cristo con ad-|¡Marennes, del campo de Roma, ó de lo*

310 ALBUM.

pantanos de Pontins. Decidles pues, vos con la ayuda de siete ú ocho de sus con
mismo, os lo suplico, señor conde, que he pañeros, me condujeron, ó mas bien me
sido cogido por esos bandidos, y que sin arrastraron al iondo de las catacumbas de
vuestra generosa intercesion esperaria hoy San Sebastian, en donde encontré al gefe
probablemente la insurreccion eterna en de los bandidos, por cierto muy instruido,
las catacumbas de San Sebastian, en lugar que leia los «Comentarios de César,» y que
de darles una comida en miindigna ca ita se dignó interrumpir su lectura,para de
“de la calle de Helder. -
cirme que si al dia siguiente á las seis de
–¡Bah! dijo Monte-Christo, me ha la mañana no entregaba cuatro mil escu
beis prometido no hablarme jamás de esta dos, el dia siguiente á las seis y cuarto ha
miseria. bria dejado de existir. La carta existe en
—No soy yo, señor conde, esclamó Mor poder de Franz, firmada por mi, con una
cerf, es algun otro á quien habeis hecho posdata de Luis Vampa. Si dudais de ello,
el mismo servicio que á mí, y que confun escribiré á Franzque hará legalizar las fir
diréis conmigo. Continuemos hablando de mas. Hé aquí lo que sé. Lo que yo no sé
ello, os lo suplico, porque si seguimos co ahora, es como fuisteis, señor conde,áin
mentando esta circunstancia, tal vez no fundir tanto respeto á los bandidosde Ro
solo me recordareis lo que ya sé, si que ma, que respetan tan pocas cosas. Oscon
tambien me direis algo de lo que no sé. fieso que Franz y yo nos quedamos sor
-Pero me parece, dijo sonriendoel con prendidos.
de, que habeis representado en todo este —Nada mas sencillo, respondió el con
asunto un papel bastante importante para de: yo conocia al famoso Vampa hacemas
saber tan bien como yo lo que ha pasado. de diez años. Muy jóven, cuando era pas
-Quereis prometerme,si digo todo lo tor, un dia que le dí una moneda de oro
que sé, dijo Morcerf, de ¿decir á vuestro por haberme enseñado mi camino, medió,
turno lo que sepais? para no deberme nada, un puñal escupi
-Es muy justo , respondió Monte do por él y que habreis visto en micolee
Christo. · cion de armas. Mas tarde, sea que hubie
—Pues bien, respondió Morcerf, aun se olvidado este cambio de regalos, ó que
que padezca mi amor propio, me he crei no me hubiese reconocido, intentó robar
do durante tres dias el objeto de las aten me, pero fuíyo al contrario quien le puse
ciones de una máscara, que tomaba por preso con una docena de lossuyos. Podia
alguna descendiente de las Tullié, ó de las entregarle á lajusticia romana, que eseje
Poppée, entretanto que era pura y senci-|cutiva y que lo hubiera sido aun mas con
llamente el objeto de las coqueterias de una|ellos, pero no hice nada. Le solté á él y á
contadina, y notad que digo contadina por los suyos.
no decir aldeana. Lo que sé, es que, como| –Pero á condicion que no robarian ya
un inocente, mas inocente aunque de que mas, dijo el periodista riendo. Veo con
yo hablaba ahora, tomé por esta aldeana|placer que han cumplidoescrupulosamen
á un jóven bandido de quince á diezy seiste su palabra.
años, imberbe, de talle delicado, quien en –No, señor, respondió Monte Christo,
el momento en que queria emanciparme con la simple condicion que merespetaria"
hasta depositar un beso en sus castos hom|á ni y á los mios. Lo que voyá decirº
bros, me puso una pistola en el pecho,y los parecerápuede ser estrañoá vosotrº»
ALBUM. 311
señores socialistas, progresistas, humanis tro nombre de familia, Simbad el marino
tas, qne yo no me ocupo nunca de mi pró por vuestro nombre de bautismo, y hé
jimo, no procuro nunca protejer á la so aquí que desde el dia que poneis el pié en
ciedad que no me proteje, ydiréaun mas; Paris poséeis de instinto el masgrande mé
que no se ocupa generalmente de mi, sino rito ó el mayor defecto de nuestros escén
para perjudicarme; y retirándoles ni esti. tricos parisienses, es decir, que usurpais
macion, y guardando la neutralidad fren. los vicios que no teneis, y que ocultais las
te áfrente de ellos, es aun la sociedad y virtudes que poseeis !
mi prójimo, quienes me deben agradeci —Mi querido vizconde, dijo Monte.
miento. Christo, no veo en todo lo que he dicho ó
–¡Sea en buen hora! esclamó Chateau hecho una sola palabra que me valga por
Renaud, hé aquí el primer hombre intré. vuestra parte y la de estos señores, el pre
pido á quien he oido predicar leal y bru tendido elogio que acabo de recibir. Vos
talmente el egoísmo; es hermoso; ¡bravo! no sois un estraño para mí, porque os co.
señor conde. miocia,porque os habia cedido dos habita.
—A lo menos esfranco, dijo Morrel; ciones, porque os habia dado de almorzar,
pero estoy seguro que el señor conde se porqueos habia prestadouno de mis carrua
habrá arrepentido alguna vez de los prin jes, porque habíamos vistopasar las másca
cipios que acaba sin embargo de espo ras juntos en la calle del Cours, y porque
nernos de una manera tan absoluta. habíamos mirado desde una ventana de la
-¿Como que he faltado á esos princi plaza del 1 ópolo, esa ejecucion que os hi
pios? preguntó Monte-Christo, que de vez zo tan fuerte impresion. Fuera de esto,
en cuando no podia dejar de mirar à Ma ¿pregunto á estos señores si podia yo de ar
ximiliano con tanta atencion, que ya dos á mi huésped entre las manos de estos in
ó tres veces, el atrevido óven , habia ba fames bandidos, cómo vos los llamais?
jado los ojós delante de la mirada clara y Por otra parte, vos lo sabeis; tenia, sal
fija del conde. vándoos, un pensamiento en proyecto que
– ero me parece, respondió Morrel, era el servirme devos para introducirme
que libertando á Mr. de Morcerf, á quien en los salones de l'aris cuando viniese á
ho conociais, serviais ávuestro prójimo y visitar la Francia. Algun tiempo habeis
á la sociedad. podido considerar esta resolucion como un
-De quien formasu mas bello adorno, proyecto vago y fugitivo, pero hoy, bien
dijo gravemente Beauchamp, vaciando lo veis, es una realidad á la cual es me
de un solo sorbo un vaso de vino de Cham nester someteros, sopena de faltar ávues.
pagne. tra palabra.
—Señor conde, esclamó Morcerf, ya es —Y la cumpliré, dijo Morcerf,pero te
tais cogido en el lazo por la razon, vos, es mo que quedeis descontento, mi querido
decir, uno de los mas rudos lógicos que conde. Vos que estais acostumbrado á los
conozco; y vais á ver que va á seros cla grandesparages, á los acontecimientos pin
ramente demostrado ahora que lejos de ser torescos, á los horizontes fantásticos. No
un egoista, sois al contrario un filántropo. sotros no conocemosel menor episodiodel
¡Ah! señor conde, vos os llamais Orien género de aquellos á que os ha acostum
tal, de Levante, malayo, indio, chino, brado vuestra vida aventurera, Nuestra
salvage, os llamais Monte-Christo porvues-Cimborazzo es Montmartre; nuestro Hi.
312 ALBUM.

malaya, es el Mont-Valerien; nuestro gran –Yquien dice proyecto, dijo Debray


desierto es la llanura de Grenelle, en la quiere decirinseguridad.
que hay alguno que otro pozo para que —¡No! ¡ no ! dijo Morcerf, mi padre
las caravanas encuentren agua. Tenemos stá empeñado, y yo espero antes de poco
ladrones, pero de esos ladrones que temen presentaros, sino á mi muger, á lo, me
mas á un muchacho del pueblo que á un nos á mifutura, Mlle. Eugenia Danglars.
gran señor; en fin, la Francia es un pais -¡Eugenia Danglars! replicó el conde
tan prosaico, y Paris una ciudad tan civi de Monte-Christo, esperad, ¿no es su padre
"lizada, que no encontraríais en nuestros el conde Danglars?
ochentay cinco departamentos, digo ochen —Sí, respondió Morcerf:pero conde de
ta y cinco, porque esceptúo á la Córcega; nueva creacion.
no encontraréis en nuestros ochenta y cin -¡Oh! ¡qué importa! respondió Mon
co departamentos la menor montaña so te-Christo, si ha hecho al Estado servicios
bre la que no haya un telégrafo, y la me que le hayan merecido esa distincion
nor gruta, por negra que sea, en la que —¡Oh! enormes, dijo Beauchamp
un comisario de policía no haya hecho po Aunque liberal en el alma, ha completado
ner una piquera de gas. Solo un servicio en 1829 un empréstito de seis millones
puedo haceros, mi querido conde, y es para el rey Cárlos X, que le ha hecho
presentaros por todas partes, ó haceros conde y caballero de la Legion de Honor,
presentar por mis amigos; por otra parte, de suerte que lleva su cinta, no en el bol
vos no teneis la necesidad de nadie para sillo del chaleco como pudiera creerse,si
eso; con vuestro nombre, vuestra fortuna no en el ojal del frac.
y vuestro talento (Monte-Christo se incli - ¡Ah! dijo Morcerf riendo, Beau
nó con una sonrisa ligeramente irónica), champ, Beauchamp! guardad eso para el
os podeis presentar sin necesidad de nadie, Corsario y el (harivari; pero delante de
y sereis bien, recibido de todo el mundo. mi no hables así de mifuturo suegro.
En realidad solo os puedo servir en una Volviéndose despues hácia Monte-Chris
cosa, si alguna de las castumbres de la vi to :
da parisiense, alguna esperiencia, algun -¿Pero hace poco habeis pronunciado
conocimiento de nuestros bazares pueden su nombre como si conociérais al conde?
recomendarme á vos, me pongo á vuestra dijo.
disposicion para buscaros una casa de las -No le conocia, respondió sencillamen
mejores. No me atrevo á proponeros que te el conde de Monte-Christo, pero no tar
compartais conmigo mi habitacion, así co daré en conocerle, atendido á que tengo
mo yo lo he hecho en Roma con la vuestra; un crédito abierto contra él por la casa de
yo que profeso el egoismo, pero que soy Richard y Blount de Lóndres, Arstein y
egoista por escelencia, porque en mi ca Eskeles de Viena, y Thompson y Frenh
sa, escepto yo, no habria una sombra, á de Roma.
no ser la de una muger. Y al pronunciar estas palabras, Monte
–¡Ah! esa es una reserva conyugal. Christo miró de reojo á MaximilianoMor
En efecto, me habíais dicho en Roma algo rel.
acerca de un casamiento... debo felicitaros
por vuestra próxima felicidad. Si el estranjero habia esperado producir
—La cosa sigue en proyecto, señor alguna emocion en Maximiliano Morrel,
conde. linose habia engañado. Maximilianose es
ALBUM. 313
tremeció como si hubiese recibido una posiciones que acaban de hacerle. Ahora,
conmocion eléctrica. como no ha respondido, creo poder ofre
–Thompsón y French, dijo, ¿conoceis cerle una habitacion en una casa encanta
esa casa, caballero? dora, á la Pompadour, que mi hermana
—Son mis banqueros en la capital del alquiló hace un año en la calle de Meslay.
mundo cristianc, respondió tranquilamen —¿Tenéis una hermana? preguntó Mon
te el conde; ¿puedo serviros en algo res te-Christo. -

pecto á esosseñores? —Si señor, y una hermana escelente.


—¡Oh! señor conde; podríais ayudar —¿Casada?
nosen unas pesquisas que hasta ahora han —Pronto hará nueve años.
sido infructuosas: esta casa ha hecho hace —¿Feliz? preguntó de nuevo el conde.
tiempo un gran servicio á la nuestra,y no —Tan feliz como puede serlo una cria
sé porque siempre ha negado habernos he tura humana, respondió Maximiliano; se
cho este servicio. ha casado con el hombre que amaba, el
—Estoy á vuestras órdenes, ceballero, cual nos ha sido fiel en nuestra mala for
respondió Monte-Christo inclia indose. tuna; Manúel Herbaut.
—Pero, dijo Morcerf, nos hemos apar Monte-Christo se sonrió imperceptible
tado de la conversacion que teníamos á mente.

causa de Danglars. Se trataba de buscad —Vivo allímientras estoy aquí, conti


una buena habitacion al conde de Monte nuó Maximiliano, y están con mi cuñado
Christo. Veamos, señores, formemos una Manuel á la disposicion del señor conde,
idea: ¿dónde colocaremos á este nuevo para todo lo que necesite.
habitante de Paris? -

—Un momento: esclamó Alberto antes


—En el barrio de Saint-Germain, dijo que Monte-Christo hubiese podido respon
Chateau-Renaud: este caballero encontra der, cuidado con lo que haceis, señor
rá allí una casa encantadora entre patio y Morrel, vais á hacer entrará un viajero,
jardin. á Simbad el Marino, en la vida de fami
—¡Bah dijo Debray: no conoceis mas lia. Vais á convertir en patriarca á un
que vuestro triste barrio de Saint-Ger hombre que ha venido para ver á Paris.
main: no le escucheis, señor conde;buscar -¡Oh! no, respondió Morrel sonrien
casa en la Chaussée d'Autin; este es e do, mi hermana tiene veinte ycinco años,
verdadero centro de Paris. mi cuñado treinta, sonjóvenes, alegres y
—En el Boulevard de la Opera, dijo dichosos; por otra parte el señor conde
Beauchamp; en el piso principal, una ca estará en su casa y no encontrará á sus
sa con balcones. El señor conde hará lle huéspedes, sino cuando quiera bajar á
vará ella almohadones de terciopelo bor verlos. -

dados de plata, y verá, fumando en pipa —Gracias, señor, gracias, dijo Monte
ó tragando sus píldoras, desfilará sus ojos Christo, me alegraria de que me presen
átoda la capital. taseisávuestra hermana y cuñado, si guS
—Yvos, Morrel, ¿no teneis idea? ¿no tais hacerme este honor; pero no he acep
proponeis nada? dijo Chateau-Renaud. tado la oferta de ninguno de estos Señores
—Sital, dijo sonriendo el jóven: al contra puesto que tengo ya mi habitacion prepa
rada.
rio, tengo una, pero esperaba que el señor
conde admitiese alguna de lasbrillantes pro —no esclamó Morcerf, vais áir
311 ALBUM.

á una fonda; eso seria muy mezquino pa —Campos Eliseos, número 30, leyó
ITa. VOS. Morcerf.
–¿Tan mal estabaen Roma? preguntó -¡Ah! eso es original, no pudo me
Monte-Christo. nos de esclamar Beauchamp.
–Que diantre, en Roma, dijo Morcerf, - ¡Cómo ! ¿aun no sabeis donde está
gastasteis cincuenta mil piastras para ha vuestra casa? preguntó Debray.
ceros amueblar una habitacion, pero pre —No, dijo Monte-Christo; ya os hedi
sumo que no estaisdispuesto á renovar to cho que no queria faltará la hora. Me he
dos los dias un gasto semejante. vestido en mi carruage, y me he apeado
–No es eso lo que me ha detenido, res á la puerta del vizconde.
pondió Monte-Christo; pero estaba resuel Los jóvenes se miraron; no sabian si
to á tener una casa en Paris, una casa era una comedia representada por el con
mia, se entiende. Envié de antemano á. de de Monte-Christo; pero todo cuanto
mi criado, y ya ha debido habérmela com Salia de su boca tenia uncaráctertan origi
prado y amueblado. nal, tan sencillo, que no se podia supo
–Pero el criado ese no conoce á Paris, ner que debiese mentir.¿Y porque habia
de haber mentido?
esclamó Beauchamp.
—Es la primeravez comoyo que viene -Preciso será contentarnos, dijo Beau
á Francia, caballero, es negro, y no ha champ, con prestar al señor conde to
bla, dijo Monte-Christo. dos los servicios que estén en nuestra ma
—Entonces es Alí? preguntó Alberto en no; yo como periodista le ofrezco entrada
en todos los teatros de Paris.
medio de la sorpresa general.
–Si, señor, es Ali-Minubiano, mimu —Gracias, caballero, dijo sonrićndose
do, el que segun creo habeis visto en Monte-Christo; mi mayordomo ha reci
Roma. bido ya la órden de abonarme á todos
–Si, mé acuerdo perfectamente, dijo ellos.
Morcerf. -¿Yvuestro mayordomo estambien al
–Pero ¿como habeis encargado á un gun mudo'? preguntò Debray.
nubiano el comprarosuna casa en Paris, —No señor, es un compatriotavuestro.
y á un mudo el hacerla amueblar? Hará si es posible que un corso sea compatriotas
las cosas al revés. " |de alguien; pero vos le conoceis, señor
—Desengañaos, estoyseguro de que to de Morcerf.
das las cosas las habrá hecho águsto mio, –¿Seria por casualidad aquel valeroso»
porque bien sabeis que mi gusto no es el Bertuccio, que es tan hábil para alquilar
de todos los demas. Ha llegado hace ocho balcones?
dias, habrá recorrido toda la ciudad con —Justamente, y le visteis el día en que
ese instinto que podria tener un buen per tuve el honor de almorzar en vuestra com
ro cazador: sabe mis caprichos, mis ne-pañía. Es todo un hombre; tiene un poco»
cesidades; todo lo habrá organizado á mide soldado, de contrabandista, en fin, de
* Sabia que yo
as diez; me esperaba des s nueve
todo cuanto sepuede ser. Y no juraria que
en la barrera de Fontainebleau. Me no haya tenido algun altercado con la po
s -

gó este papel; en él están escritas las se- licía. una miseria, por no se que cu
ñas de mi casa; mirad, leed: y Monte |chilladas. -

"risto pasó un papel áAlberto. -Y habeis escojido á ese honrado ciu


ALBUM. 315
dadano para vuestro mayordomo; ¿cuan -Querido, dijo Debray levantándose,
to os roba cáda año? son las dos y media; vuestro convite ha
–¡Pues bien! ¡palabra de honor! dijo sido delicioso, mas no hay compañía, por
el conde, mas que cualquiera otro, estoy buena que sea, que no sea necesario dejar,
seguro; pero hace mi negocio, para él no y aun algunas vecespor otra peor; espre
hay imposibilidad ninguna, y por eso le ciso que vuelva á mi ministerio. Hablaré
COISOTWO,
del conde al ministro; será menester que
sepamos quien es.
—Entonces, dijo Chateau-Renaud, ya
teneis la casa puesta, poseis un palacio en –Tened cuidado, dijo Morcerf, losmas
los Campos Eliseos, criados, mayordomo, atrevidos han renunciado á ello.
no os falta sino una esposa. – ¡Bah! tenemos tres millones para
Alberto se sonrió; pensaba en la her nuestra policia: es verdad que casi siem
mosa griega que habia visto en el palco pre se gastan antes; pero no importa,
del conde en el teatro Valle y en el teatro siempre quedan unos cincuenta mil fran
Argentino. COS,

—Mucho mejor la tengo, dijo Monte —Y cuando sepais quien es¿me lo di


Christo; tengo una esclava; vosotros ala reis?
bais á vuestras señoras del teatro de la —Os lo prometo. Adios, Alberto. Se
Opera, delVaudeville, del de Varietés, ñores, servidor vuestro.
mas yo he comprado la mia en Constan Y al salir Debray esclamó muy alto en
tinopla, me ha costado bastante cara; pe la antesala:
ro ya no tengo necesidad de inquietarme -Daos prisa.
por nada. -¡Bueno! dijo Beauchamp áAlberto,
—Pero os olvidais, dijo riendose De no iré á la cámara; pero tengo que ofre
bray, que somos, como dijo el rey Cárlos, cer á mis lectores algo mejor que un dis
francos de nombre, francos denaturaleza, curso de Danglars.
y que en poniendo el pié en tierra deFran —Hacedme un favor, Beauchamp, n.
cia, el esclavo es ya libre? una palabra, os lo suplico; no me quitei"
-¿Y quién se lo ha de decir?pregun el mérito de presentarle y de esplicarle,
tó Monte-Cristo. ¿no es verdad que es curioso?
-El primero que llegue. —Es mucho mejor que eso, replicóCha
teau-Renaud; es verdaderamente uno de
-No habla mas que romano. los hombres mas estraordinarios que he
-¡Ah! eso es otra cosa. visto en mi vida. ¿Venís, Morrel?
-¿Pero la veremos al menos? pregun —Esperad; voy á dar una tarjetaalcon
tó Beauchamp: teniendo un mudo, ten de que me ha prometido irá hacerme una
dreis tambien eunucos. - visita, calle Meslaí, núm. 14.
—¡No áfé mia! dijo Monte-Christo; —Estad seguro de que no faltaré, dijo
el conde inclinándose.
no llevo el orientalismo hasta tal punto; Y Maximiliano Morrel salió con el baron
todos los que me rodean pueden dejarme. de Chateau-Renaud, dejando solos áMon
y no tienen necesidad de mi ni de nadie; te-Christoy Morcerf.
he ahi acaso por lo que no me abando II.
IlaI),
LA PRESENTACION,
Despues de mucho tiempo, pasado en Cuando Alberto se encontró en frente y
los postres y en fumar, á solas con Monte-Christo: "
-" "
36 Ant.
–Señor conde, le dijo, permitidne que niños con cabezas de ángeles, mugeres de
empiece minuevo oficio de Cicerone ha facciones virginales, bocetos arrancados
ciéndoos una descripcion de una habitacion del album del viaje á Oriente de Dacorats,
del jóven acostumbrado á los palacios de que habian sido trazadosen algunossegun
Italiá, esto os servirá de estudio para sa dos sobre la silla de algun camello ósobre
ber en cuantos pies cuadrados puede vivirla cúpula de una mezquita; en fin todo lo
un jóven que no pasa de ser de los mas que el arte moderno puede dar en cambio
mal alojados. A medida que vayamos pa y en indemnizacion del arte perdido con
sando de una pieza á otra, abriremos las los siglos precedentes.
ventanas para que podais respirar. Alberto esperó mostrar esta vez al me
Monte-Christo conocia ya el comedor y nos alguna cosa nueva al estraño via
el salon del piso bajo. Alberto le condujo jero, pero con gran admiracion, éste, sin
á su taller; este era su cuarto predilecto. tener necesidad de buscar las firmas, en
Monte-Christo era digno apreciador de que algunas por otra parte no estaban re.
todas las cosas que Alberto habia acumu presentadas sino con iniciales, aplicó al
lado en esta habitacion: antiguos cofres, instante el nombre de cada autorá su obra;
porcelanas del Japon, alfombras de Orien de manera que era fácil ver que no sola
te, juguetes de Venecia, armas de todos mente cada uno de estos nombres le era
los paises del mundo, todo le era familiar, conocido, sino que cada uno de estos ta
y á la primera ojeada conocia el siglo, el lentos habian sido apreciadosy estudiados
pais y el orígen. Morcerf habia creido ser por él. "
el que esplicase, y él era el que estudiaba| Del salon se pasó al dormitorio. Era á
bajo la direccion del conde un curso com la vez un modelo de elegancia y de gusto
pleto de arqueolojía, de mineralojía y de severo; un solo retrato, pero firmado por
historia natural. Alberto introdujo á su Leopoldo Rober, resplandecia en su mar
huésped en el salon. Las paredes estaban co de oro mate.
cubiertas de cuadros de pintores moder Este retrato atrajo al principio las mi
nos; paises de Dupré con sus hermosos ar radas del conde de Monte-Christo, porque
royos, sus árboles desgajados, sus vacas dió tres pasos rápidos en la habitacion, y
paciendo y sus encantadores cielos; tenia se paró de repente delante de él.
tambien jinetes árabes de Delacroix con Era el de una jóven de 25 á26 años,
largos albornoces blancos, cinturones bri de tez morena, de mirada de fuego; vela
llantes y con armas damasquinas,y cuyos da bajo unos párpados hermosos; llevaba
caballos se muerden el bocado con rabia, el traje pintoresco de las pescadoras cata
mientras que los hombresse desgarran con lanas con su corpiño encarnado y negro, y
mazas de hierro; las aguadas de Boulanger sus agujas de oro enlazadas en los cabe
representando toda Nuestra Señora de Pa llos; miraba al mar. ysu elegante contorno
ris con aquel vigor que hace del pintor el se destacaba sobre el doble azúl de las olas
émulo del poeta; telas de Diaz que hace á y del cielo.
las flores mas hermosas de lo que son La habitacion estaba sombría, sin lo cual
Alberto hubiese podido ver la palidéz lívi
flores, el sol mas brillante que el sol; di da que se estendia sobre las mejillas del
bujos de Decamp con un colorido como conde, y sorprender el temblor nervioso
de salvador Rossa, pero mas poético; pas que circulaba por sus espaldas y por su
teles Giraud y de Muller representand pecho.
ALBUM.
317
Hubo un instante de silencio, durante ro que mi madre venga á mi casa sin m
el cual Monte-Christo permaneció con la rarle, y mas raro aun, que le mire sin
mirada obstinadamente fija sobre estapin llorar. La nube que condujo la aparicion
tura. •
de esta pintura al palacio, es la sola que
—Teneis ahi una hermosa jóven, viz se ha elevado entre el conde y la condesa,
conde, dijo Monte-Christo con una voz quienes aunque casados desde hace mas
perfectamente segura;y ese traje de baile de veinte años, están aun unidos como el
sin duda le sienta á las mil maraviilas. primer dia.
—¡Ah! señor, dijo Alberto, hé aqui Monte-Christo arrojó una mirada rápi
un desprecio que no me perdonaré, si al da sobre Alberto, como para buscar una
lado de este retrato hubieseis visto algun intencion oculta en estas palabras; pero
otro. Vos no conoceis á mi madre, caba era evidente que el jóven las habia dicho
llero; es á ella á quien veis en ese lienzo, con toda la sencillez de su alma.
se hizo retratar asi hace seis ú ocho años. —Ahora, dijo Alberto, habeis visto to
Este trage es un trage de capricho, á lo das mis riquezas, señor conde, permitid
que parece, y la semejanzaes tan grande, me ofrecéroslas por indignas que Sean ;
que creo aun ver á mi madre tal como consideraos estando aqui como en vuestra
era en 1830. La condesa mandó haceres
casa; y para mas franqueza aun, dignaos
te retrato durante una ausencia del conde acompañarme hasta el cuarto de Mr. de
Sin duda creia prepararle para su vuelta Morcerf, á quien he escrito desde Roma
una graciosa sorpresa; pero cosa rara; ese el servicio que ne habeis hecho, y á quien
retrato desagradó á mi padre, y el valor he anunciado la visita que me habiais pro
de la pintura, que es como ya veis, una metido, y puedo decirlo; el conde y la co
de las mejores de“Leopoldo Robert, no desa esperaban con impaciencia que les
pudo hacerla pasar sobre la antipatía que fuese permitido daros las gracias. Estais
le habia tomado. La verdad, aqui para un poco cansado de estas cosas, lo sé, se
entre nosotros, mi querido conde, es que fior conde, y las escenas de familia no
Mr. Morcerf es uno de los pares mas asi tienen para Simbad el marino mucho
duos al Luxembourg, un general muy afa atractivo: ¡ habreis visto tantas escenas
mado en la táctica pero un amante del Sin embargo, aceptad la que os propongo
arte de los mas medianos; no es lo mismo como iniciativa de la vidaparisiense, vida
mi madre, que pinta de un modo bastan de política, de visitas y de presentaciones.
te notable, y que estimando demasiado Monte-Christo se inclinó sin responder;
una obrasemejante para separarse de ella, aceptaba la proposicion sin entusiasmo y
ne la ha dado, para que mi en casa esté sin pesar, como una de esas conveniencias
menos espuestaádesagradará Mir. de Mor de sociedad en que todo hombre de edu.
cerf, en donde os haré ver á su vez el re cacion se hace un deber. Alberto llamó á
trato pintado por Gros. Perdonadme si os su criado y lemandó irá prevenirá Mir. y
hablo de una manera tan familiar; pero áMme. de Morcerf de la próxima llegada
como voy á tener el honor de conduciros del conde de Monte-Christo.
á la habitacion del conde, os digo esto Alberto le siguió con el conde.
para que no se os escape elogiar este I'e Al llegará la antesala del conde, veiase
trato delante de él. Por lo demas, tiene encino de la puerta que caia al salon un
una funesta influencia, porque es muy ra escudo80que por sus ricos adornos y su ar
318 ALBim.
monia indicaba la importancia que dpro-j —Es muy posible, dijo Morcerf; mi
pietario daba á este blason. i padre tiene en su gabinete un árbol ge-
Monte-Christo se detuvo delante de es- nealógíco que nos esplicará esto. Pero ana-
te blasen , qiie examinó con atencion. ra no pensemos en ello, y sin embargoos
—Campo azul y siete aves deoro pues diré, señor conde, y esto entra en mis
tas en fila. ¿Sin duda será este el escudo obligaciones de Cicerone, que empiezan
de vuestra familia, caballero? preguntó á ocuparse mucho de estas cosas en estos
Escepto el conocimiento de las piezas quej tiempos de gobierno popular.
me permite descifrarlo, soy muy ignoran I Pues bien ! vuestro gobierno debia
te en cuanto á heráldica; yo, conde de haber elejido alguna cosa mejor que esos
casualidad, fabricado por laToscana, ayu |dos carteles que he visto en vuestros mo
dado por una encomienda de San Esté- numentos, y que no tienen ningun sentid
ban, y que hubiera pasado siendo gran do heráldico. En cuanto á vos, Vizconde,
señor, si no me hubiesen repetido que sois mas feliz que vuestro gobierno, por
cuando se viaja mucho es, cosa absoluta que vuestras armas son verdaderamente
mente necesaria; porque al fin siempre es¡ hermosas y hablan á la imaginacion. Si,
preciso, aunque no fuese mas que para eso es, sois á un tiempo de Provenza yde
cuando los aduaneros os registran, tener|Fspaña , lo cual está esplicado, si el re
algo en la portezuela de vuestro carruage ftrato que me habeis mostrado es semejan-
Escusadme pues si os hago semejante pre- te por su hermoso color moreno qne tan
gunta. to admiraba yo eu el rostro de ta noble
—De ningun modo es indiscreta , dijo catalana.
Morcerf con la sencillez de la conviccion , Preciso hubiera sido ser otro Edipoó la
y lo habeisadivinado; son nuestras armas, misma Esfinge para adivinar la ironía que
es decir las de la casa de mi padre , pero dió el conde á estas palabras , llenas en la
como ve>s, están unidas á otro escudo con apariencia de la mayor política; /Ylorcerf
torre de oro que es de la casa de mi ma |le dió gracias con una sonrisa , y pasandu
dre ; por las mugeres soy español ; pero primero para mostrar'e el camino, abrió
la casa de Morcerf es francesa , y segun la puerta que estaba debajo de sus armas,
he oido decir, una de las mas antiguas; y que, como liemos dicho, comunicaba al
del mediodia de la Francia. ¡salon.
— Si, replicó Monto-Christo, lo indican En el lugar principal de este salon se
las aves; casi todos los peregrinos armados! veia tambien un retrato; era el de un
que intentaron ó que hicieron la conquis hombre de treinta y cinco á treinta y oche»
ta de la tierra Santa , tomaron por armas años', vestido con un uniforme de oficial
ó cruces , señal de la mision que iban á general, con sus dos charreteras, señal de
cumplir, ó aves viageras, símbolo del lar los grados superiores; la cinta de la legion
go viage que iban á emprender y que es de honor al cuello , lo cual indicaba que
peraban acabar con las álas de la fé. Uno; era comendador ; y en el pecho , á la de
de vuestros abuelos paternos habrá perte recha, la placa de gran oficial de la orden
necido á una de las cruzadas, y supo ¡en- del Salvador , y á la izquierda , la de la
do que no sea mas que la de San Luis , gran cruz de la órden de Cárlos IU, lo
ya esto os remonta al siglo xm , lo cual cual indicaba que la persona representada
no deja de ser bueno. «por este retrato habia debido hacer la
ALBUMI, 31)

gnerra áGrecia y á España, ólo que vie una de sus arrugas, esculpidas antes de
me á ser lo mismo, habia cumplido alguna tiempo. -

mision diplomática en ambos paises. La señora condesa, dijo Morcerf,estaba


Monte-Christo estaba ocupado en deta. en su tocador cuando el vizconde la man
Ilar este retrato con no menos cuidado que dó avisar la visita que iba á "ener el honor
habia hecho con el otro, cuando se abrió de recibir;va á bajary dentro de diez mi
una puerta lateral yvió al mismo conde nutos estará en el salon.
de Mlorcerf. —Mucho honor es para mí,dijo Monte
Era un hombre de cuarenta á cuarenta Christo, el entrar, acabado de,llegar á 1 a
y cinco años, pero que representaba cin ris, en relaciones con un hombre, cuyo mé
cuenta lo menos, cuyo bigote y cejas ne rito iguala á la reputacion, y con quien la
gras contrastaban con unos cabellos casi fortuna nunca se ha mostrado adversa;
blancos, enteramente cortados segun la ¿pero no tiene todavía que ofreceros en las
moda militar, iba vestido de paisano, y llanuras del Misisipi ó en las montañas del
llevaba en su o al una cinta, cuyos dife Atlas, algun baston de maris al?
rentes colores recnrdaban las diferentes ór -¡Oh! repuso Mlorcerf sonrojándose,
denes de que estaba condecorado. Este he dejado el servcio, caballero. Nombra
hombre entré con paso bastante noble y do par en tiempo de la restauracion, yo
apresurado. Monte-Christo le vió venir sin estaba en la primera campaña, y servia
dar un paso; hubiérase dicho que sus pies bajo lasórdenesdel mariscal de Bourmont,
estabanclavadosen el pavimentocomo sus podia pues aspirar á un mando supe
ejos sobre el rostro del conde de Morcerf. rior, y quien sabe lo que hubiese sucedi
–Padre mio, dijo el jóven, tengo el do, si la rama mayor hubiese perman ci
honor de presentaros el señor conde de do en el trono. Pe o la revolucion de ju
Monte-Christo, el generose amigo que he lio era, segun parece, demasiado gloriosa
tenido el honor de encontrarle en las difí para seringrata, y lo fué sin embargo pa.
ciles circunstancias que sabeis. ra todo servicio que no databa del período
—Mucho placer recibo en ver á este imperial; porque cuando como yo, se han
caballero, dijo el conde de Mlorcerf son ganado las charreteras en los campos e
riéndose, ha hecho á muestra casa, con batalla, no se sabe maniobrar sob e el res
servándole su único heredero, un servi baladizo terreno de los salones, he abau
cio que escitará eternamente nuestro reco donado la espada para lanzarme en la po
nocimiento. lítica, me dedico á la industria, estudio
Y al pronanciar estas palabras, el con las artes útiles, Durante los veinte años
de de Morcerf señalaba uin sillon al conde que yo habia permanecido en el servicio
de Monte-Chisto, mientras él se sentaba lo habia deseado mucho, pero me faltó
en frente de la ventan . tiempo.
En cuanto á Monte-Christo, mientras —Semejantes ideas son las que man
tomaba el silton señalado por el conde de tienen la superioridad de vuestra nacion
Morcerf, se arregló de manera que per sobre los otros paises, cablero, respondió
maneciese oculto en las sombras de las Monte-Christo; gentil-hombre pertene
grandes cortinas de terciopelo y pudiera ciente á una gran casa, con una brillante
leer en las facciones del conde una histo fortuna, habeis consentdo primero en ga
ria de secretos dolorosos, escritos en cada nar los primeros grados como soldado os
32) ALBUM.
curo, esto es rarísimo; despues general, conde, dijo el general encantadodelos mo
par de Francia, comendador de la legion dales de Monte-Christo, le habria condu
de honor, consentís en volver á empezar cido á la cámara;...hoy tenemos una sesion
una segunda carrera, sin otra esperanza, curiosa para el que no conozca á nuestros
sin otra recompensa que la de ser algun senadores modernos.
dia útil á vuestros semejantes... ¡Ah! ca —Muy reconocido os quedaré, caballe
ballero, eso es hermoso, diré mas, su ro, si quereis renovarme esa oferta otra
blíme. - vez; pero hoy me he lisonjeado con la es
Aberto miraba y escuchaba á Monte peranza de ser presentado á la señora con
Christo con asombro; no estaba acostum desa, y esperaré.
brado á verle elevarse á semejantes ideas —¡Ah! aquí está mi madre, esclamó
de entusiasmo. el vizconde.

— Ay continuó el estranjero, sin du En efecto, Monte-Christo, volviéndose


da para hacer desaparecer la impercepti vivamente, vió á la señora de Miorcerf en
ble nube que estas palabras acababan de la puerta del salon opuesta á la otra,por
hacer pasar por la frente de Morcerf; no donde habia entrado su marido: pálida é
sotros no hacemos lo mismo en Italia, obra inmóvil, dejó caer, cuando Monte-Christo
mos segun nuestra cuna y clase, y siem se volvió hácia ella, su brazo que, no se
pre que podamos haremos lo mismo toda sabe porque, se habia apoyado sobre el
nuestra vida. quicio dorado de la puerta; estaba allí
— Pero caballero, repuso el conde de hacia algunos segundos, y habia oido las
Morcerf, para un hombre de vuestro mé últimas palabras pronunciadas por el es
rito,la Italia no esuna patria, y la Fran trangero.
cia os abre sus brazos; venid á ella, la Este se levantó ysaludóprofundamente
Francia no será tal vez ingrata para todo á la condesa, que se inclinó á suvez muda
el mundo; trata mal á sus hijos, pero ge y ceremoniosa.
neralmente recibe bien á lo estranjeros. —¡Ah, Dios mio! señora, preguntó el
—Ah padre mio, dijo Alberto son conde, ¿qué teneis?¿os hace mal el calor
riéndose; bien se vé que no conoceis al de este salon?
señor conde de Monte-Christo. No aspira –¿Sufrís, madre mia? esclamó el viz
á los honores, y solo se cuida de lo que le conde lanzándose al encuentro de Merce
des.
puede facilitar un pasaporte.
—Esa es, á mijuicio, la espresion nas Ambos fueron recompensados con una
exacta que jamás he oido, respondió eles sonrisa.

tranjero. —No, dijo, pero he esperimentado al-,


Vos habeissido dueño de vuestro por guna emocion al ver por primera vezá
venir, respondió el conde Morcerf con un aquella persona, sin la intervencion del
suspiro, y habeis elegido el camino de las cual en este momento estariámos sumerji
flores. dosen lágrimasy desesperacion.Caballero,
justamente, caballero, replicó Monte continuó la condesa adelantándose con la
Christo con una deesas sonrisas que jamás majestad de una reina, os debo la vida de
podrá copiar un pintor, y que en vano tra un hijo, y por este beneficio os bendigo.
tará de analizarun fisiólogo. Ahora os doygracias por el placer que me
—Si no hubiese temido fatigar al señor causais procurándome una ocasion de da
ALBUM, 321
ros lasgracias, como os he bendecido, es Monte-Christo se inclinó sin responder
decir, en el fondo del corazon. pero esta inclinaciò podia pasar por un
El conde se inclinó de nuevo, pero mas asentimiento. -

profundamente que la primera vez; esta —Entonces, no os detengo, caballero,


ba aun mas pàlido que Mercedes. dijo la condesa, porque no quiero que mi
–Señora, dijo, el señor conde y vosme reconocimiento sea una indiscrecion ó una
recompensais con demasiada generosidad importunidad.
por una accion muy sencilla; salvar á un —Querido conde, dijo Alberto, si que
hombre, ahorrartormentos áun padre y reis,voyá devolveros en Paris vuestro ama
á una madre, esto no es solo una buena ble favor de Roma, y poner mi cupé á
obra, es hacer un acto de humanidad. vuestra disposicion hasta que tengais tiem
A estas palabras pronunciadas con una po de arreglar vuestros carruages.
política y una dulzura delicadas, la seño —Gracias,mil veces por vuestra bon
ra de Morcerf respondió con un acento dad, vizconde, dijo Monte-Christo; pero
profundo: presumo que le señor Bertucciohabrá em
—Mucha felicidad es para mi hijo, ca pleado las cuatro horas y media que aca
ballero, eltenerospor amigo, y doy gra bo de dejarle,y que encontraré á la puer
cias á Dios que lo ha dispuesto todo asi. ta un carruage preparado.
Y Mercedes levantó al cielo sus hermo Alberto estaba acostumbrado á los mo
sos ojos con una gratitud tan infinita, que dales del conde; sabia que era como Ne
el conde creyó ver temblar en ellos dos ron en busca de lo imposible, y no se
lágrimas. asombraba de nada; pero queria juzgar
El se ior de Morcerf se acercò á ella. por si mismo de qué modo habian sido
–Señora, dijo, ya he dado mis escu ejecutadas sus órdenes, y le acompañó
sas al señor conde por verme obligado á hasta la puerta de su casa.
dejarle, y os suplico que vos se las reno Monte-Chrisio no se habia engañado:
veis. La sesion se abre á las dos, son las apenas se presentó en la antesala, un la
tres y debo hablar en ella. cayo, el mismo que en Roma fué á lle
—Id descuidado, caballero, yo procu var la carta de los dos jóvenes y á anun
raré hacer olvidar vuestra ausencia ánues ciarles su visita, se habia lanzado fuera
tro huésped, dijo la condesa con el mismo del peristilo, de suerte que al llegar al
acento de sensibilidad; señor conde, con pié de la escalera, el ilustre viajero en
tinuó ella volviéndose hácia Monte-Chris contró efectivamente su carruage espe
to, ¿nos hareis, el honor de pasar el dia rándole.
con nosotros? Era un cupé acabado de salir de los
—Gracias, señora, y estoy sumamente talleres de Keller, y un tiro por el que
reconocido ávuestra oferta;pero he ba Drake no habia admitido la víspera diez y
jado esta mañana ávuestra puerta de mi ocho mil reales.
coche de camino Ignoro cómo estoyins -Caballero, dijo el conde á Alberto,
talado en Paris. Esta es una inquietud li no os propongo que me acompañeis á mi
gera, lo sé, pero sin embargo muy na casa, pues no podria mostraros mas que
tural. una cosa improvisada. Concededme un so
—A lo menos tendrémos otra vez este lo dia, y permitidme entonces convidaros.
placer, ¿nos lo prometeis? preguntó la Estaré mas seguro de no faltará las leyes
condesa. de la hospitalidad.
81
322 ALBUM.

–Si pedis un dia, estoy tranquilo; no —No, señora, pero á vos, acordaos,
será entonces una casa la que me mos os hizo esta observacion.
treis; será un palacio. Decididameute te —No me acuerdo, dijo la condesa.
neis algun génio á vuestra disposicion. Un criado entró, acudia al ruido de la
–Creedlo asi, dijo Monte-Christo, po campanilla.
niendo el pié en el estribo forrado de ter. —Llevad esas flores á la antesala ó al
ciopelo de su espléndido carruage; esto gabinete de tocador, dijo el vizconde, ha
me lisonjeará con las damas. cen mal á la señora condesa.
Ysubió á su carruage, que partió rá El criado obedeció.
pidamente; pero no tanto que no sin Hubo un largo silencio, que durótodo
tiese el movimiento imperceptible que hi el tiempo que se gastó en cumplir esta
zo temblar las cortinas del salon don ha órden. -

bia dejado á Mercedes. –¿Qué nombrees ese deMonte-Chris


Cuando Alberto entró en el aposento de to? preguntó la condesa asi que el criado
su madre vió á la condesa sumergida en hubo llevado el último vaso de flores.¿Es
un gran sillon de terciopelo; todo el cuar algun nombre de familia, de tierra, un
to anegado en sombra, apenas dejó dis simple título?
tinguir á Alberto las facciones de su ma Creo, madre mia, que es un título y
dre; pero parecióle que su voz estaba nada mas. El conde ha comprado una isla
alterada:tambien distinguió entre losper en el archipiélago toscano, y ha fundade
fumes de las rosas y de los heliotropos del un pequeño reino, segun él decia esta ma
florero el olor ágrio de las sales de vina ñana. Ya sabeis que eso se suele hacer por
gre sobre una de las copas cinceladas de San Esteban de Florencia, por San Jorge
la chimenea: en efecto el pomo de la con Constantino de Parma y aun por la órden
desa atrajo la iuquieta atencion del jóven. de Malta. Por lo demas, no tiene ningu
–¿Sufris, madre mia? esclamó entran nas pretensiones de nobleza, y se llama un
do,¿os habeis puesto mala durante mi au conde de casualidad, aunque la opinion
sencia? general de Roma es que el conde es un
–¿Yo? no, Alberto pero ya compren gran señor.
dereis que estas rosas y estas flores exa –Sus modales son escelentes, dijo la
lan durante estosprimeros calores, á los condesa, á lo menos segun lo que he po
cuales no estoy acostumbrada tan violen dido juzgar por los certos instantes que ha
tos perfumes..... permanecido aquí.
—Entonces, madre mia, dijo Morcerf –¡Oh! perfectas, madre mía, tan per
llevando la mano á la campanilla, espre fectas que sobrepujan en mucho á todo lo
ciso llevarlas á vuestra antesala. Estaisin mas aristocrático que yo he conocido en
. dispuesta, cuando entrasteis estabais ya las tres noblezasprincipales, es decir, en
muypálida. la nobleza inglesa, la española y la ale
–¿Qué estaba pálida decis, Alberto? IT18I3.
—Con una palidez que os sienta per La condesa reflexionó un instante, des
fectamente, madre mia; pero que no por pues replicó.
nos ha asustado menos á mi padre y –Habeis
IIll, visto, mi querido Alberto.....
-¿Os ha hablado de ello vuestro padre? es una pregunta de madre la que os diri
preguntó vivamente Mercedes. jo... habeis visto á Mr. de Monte-Chris
"A"LUI. 323

o en su interior? teneis perspicacia, te-el mundo, dejando estupefactos á todos los


neis mundo, mas de lo que ordinaria que allí estaban, y auná Chateau-Renaud.
mente se tiene á vuestra edad y ¿creeis que —¿Y qué edad puede tener el conde ?
el conde sea lo que realmente parece ser? preguntó Mercedes, dando simplemente
—¿Y qué os parece? gran importancia á esta pregunta.
—Vos lo habeisdicho hace un instante, –Tiene de treinta ycinco á treinta y seis
un gran señor. años, madre mia.
—Os he dicho madre mia, que le te —Tan jóven, es imposible; dijo Merce
nian por tal. des, respondiendo al mismo tiempo á lo
–¿Pero vos qué creeis,Alberto? que le decia Alberto, y á lo que decia su
—Yo no tengo opinionfija acerca de él, pensamiento.
le creo maltés. —Sin embargo,es verdad, tres ó cuatro
—No ospregunto sobre su orígen; os veces me ha dicho, y seguramente sin pre
pregunto sobre su persona. meditacion, en tal época yo tenia cinco
—¡Ah! sobre su persona, eso es otra años, en otra tenia diez, en aquella doce.
cosa; he visto tantas cosas estrañas de él, Yo, que por mi curiosidad estaba alerta
que si quereis qüe os diga lo que pienso, siempre que hablaba de estos detalles, reti
0s responderé que le miraria como uno de nia las fechas, y jamás le cogí en falta.
los hombres de Byron, á quienes la desgra La edad de este hombre singular, que no
cia ha marcado con un sello fatal; algun tiene edad, es treinta y cinco años, todo
Manfredo, algun Lara, algun Werner: lo mas. Acordaos, madre mia, cuan viva
como uno de eses restos, en fin de alguna es su mirada, cuan negros están sus cabe.
familia antigua que, desheredados de su llos, y su frente, aunque pálida, no tiene
fortuna paterna,se han adquirido una por una arruga; es una naturaleza no sola
la fuerza de su genio aventurero, que les mente vigorosa, sino jóven.
" ha hecho superior á las leyes de la socie La condesa bajó la cabeza como agovia
dad... da por amargos pensamientos.
—¿Qué decis?... —¿Y ese hombre es un amigo verda
—Digo que Monte-Christo es una isla dero? preguntó con un estremecimiento
en medio del Mediterráneo, sin habitan nervioso.
tes, sin guarnicion, guarida de contraban —Yo lo creo así, señora.
distas de todas naciones, de piratas de to –¿Yvos... le apreciais tambien?
dos los paises.¿Quién sabe si estos dignos —Me agrada, señora, diga lo que quie
industriales pagarán á su señor un derecho ra Franz d'Epinayque queria hacerle pa
de asilo? "|sará mis ojos por un hombre venido del
—Esposible, dijo la condesa reflexio otro mundo.
nando. La condesa hizo un movimiento de ter
— Pero no importa, replicó el jóven; TOT",

Contrabandista o no, convendreis, madre —Alberto, dijo con voz alterada, siem
mia, puesto que le habeis visto, en que el pre os he encargado que tengais mucho
Señor conde de Monte-Christo es un hom cuidado con los nuevos conocimientos que
bre notable, y que hará mucho efecto en hagais.Ahora scis hombre, y me podriais
los salones de Paris; y escuchad, esta ma dar consejos; sin embargo, sed prudente,
fiana en mi cuarto empezó su entrada en Alberto.
32 ALBUM.

–Pero seria preciso, querida madre, "su efecto sobre un termómetro infalible
para poder aprovechar el consejo, saber Mi madre ha parado mucho la atencion en
de que tengo que desconfiar. El conde no él, de consiguiente debe ser notable.
juega nunca, no bebe mas que agua dora-| Y bajó abajo á las caballerizas, no sin
da con una gota de vino de España: el cierto despecho secreto, de que, sin mali
conde se ha anunciado rico, y en efecto locia alguna, el conde deMonte-Christo ha
es: ¿qué queréis pues, que tema de parte bia logrado tenerun tiro de caballos me
del conde? jor que el suyo, el cual desmereceria mu
—Teneis razon, dijo la condesa, y mischo en la opinion de los conocedores.
terrores son locos, tratándose sobre todo -Decididamente, dijo, los hombres no
de un hombre que os ha salvado la vida. son iguales, es preciso suplicar á mi pa
A propósito, ¿le ha recibido bien vuestro dre que aclare este teorema en la cámara
padre? Es importante que estemos masalta.
que amables "con el conde. El señor de III.
Morcerf está ocupadoá veces, sus negocios EL sEÑoR BERTUCCIo.
le ponen disgustado, ypodria ser que sin Durante este tiempo el conde habia lle
querer..... gado á su casa; seis minutos se habian pa
—Mi padre ha estado perfecto, señora, sado en el camino. Estos seis minutos ha
interrumpió Alberto; diré mas: ha pareci bian bastado para que fuese visto de mas
do infinitamente lisonjeado de dos ó tres de veintejóvenes que, conociendo elpre
cumplimientos que le ha dirigido tan á del tiro de caballos que ellos no habian
propósito el conde, como si le hubiese podido comprar, habian puesto sus cabal
conocido hace treinta años. Cada una : al galope para entrever al esplén
|
estasflechas lisonjeras han debido agradar dido señor que usaba caballos de 10,000
á mi padre, añadió Morcerf riendo, defrancos cada uno.
suerte que se han separado como losmejo La casa eligida por Alí, y que debia ser
res amigos del mundo, y el señor deMor vir de residencia á Monte-Christo, estaba
cerfqueria llevarle á la cámara para hacer situada á la derecha subiendo los Campos
que oyese su discurso. Eliseos, colocada entre un patio y jardin;
La condesa no respondió; estaba absor una plazoleta de árboles muy espesos que
ta en una meditacion tan profunda que se elevaban en medio del patio, eubrian
sus ojos se habian cerrado poco á poco. El una parte de la fachada; al rededor de es
jóven, en pié delante de ella, la miraba ta plazoleta se estendian como dos brazos,
con ese amorfilial mastierno y afectuoso dos calles de árboles que conducian desde
en los hijos, cuyas madresson aun hermo la reja los carruajes á una doble escalera
sas; despues de haber visto cerrarse sus sosteniendo en cada escalon un jarron de
ojos, la escuchó respirar un instante en su porcelana lleno de flores. Esta casa aislada
dulce inamovilidad, y creyéndola dormida en medio de un ancho espacio, tenia ade
se alejó de puntillas, abriendo conprecau mas de la entrada principal otra entrada
cion la puerta del aposento donde quedaba que caia á las calles de Ponthiéu.
su cuadro. Antes de que el cochero hubiese llama
—Este diablo de hombre, murmuró me do al portero, la reja maciza girósobre sus
neando la cabeza, ya yo le habia predicho goznes: habian visto venir al conde, y en
que haria sensacion en el mundo, París como en Roma, como en todas par
ALBUM. 325
tes, era servido con la rapidez del relám Era un hombre de fisonomia honrada y
pago. El cochero entrópues, describió el ypacifica. -

semicírculo, y la reja estaba ya cerrada -¿Vossoisel notario encargado de ven


cuando las ruedas rechinaban aun sobre la der la casa de campo que yo quiero com
arena de la calle de árboles. prar? preguntó Monte-Christo.
A la izquierda de la escalera elcarruaje -Si, señor conde, respondió el nota
se paró; dos hombres se presentaron en la rio.
portezuela; uno era Alí, que se sonrió con -¿Estápreparada el acta de venta?
una franqueza increible de alegria, al ver -Si, señor conde.
á su señor, y que fué pagado por una -¿La habeis traido?
mirada de Monte-Christo. —Aqui está. -

El otro saludó humildemente ypresen —'erfectamente. ¿Y donde está la ca


tósu brazo al conde para ayudarleá bajar sa que compro? dijo el conde dirijiéndose
del carruaje. á Bertuccio y al notario.
—Gracias, señor Bertuccio, dijoelcon . El mayordomo hizoun gesto que signi
de saltando ligeramente del carruaje, ¿y el ficaba: No sé.
notario? El notario miró á Monte-Christo con
—Está en el saloncito, escelencia, res asombro.
pondió Bertuccio. -¿Como? dijo,¿el señor conde no sa
-¿Y las targetas que os he mandado be donde está la casa que compra?
grabar en cuanto supieseis el número de –No. -

la casa? -¿ No tiene el señor conde la menor


—Ya está hecho, señor conde; he es idea de su situacion?
tado en casa del mejor grabador del Pa -¿Y como demonios habia de saberlo?
lais-Royal, que grabó la plancha delante acabo de llegar de Cádiz esta mañana,ja
de mí, la primera que tiraron fué llevada más he estado en París, esta es la primera
al instante á casa del señor baron Danglars, vez que pongo lospies en Francia.
diputado, calle de la Chaussée-d'Antin, —Entonces es otra cosa, respondió el
número 7, las otras están sobre la chime notario, la casa que el conde compra está
nea de la alcoba de S. E. situada en Antenil.
—Bien, ¿que hora es? A estas palabras Bertuccio palidecióvi
—Las cuatro. siblemente. -

Monte Christo dió sus guantes,susom —¿Y donde está Antenil? preguntó
brero y su baston al mismo lacayofrancés Monte-Christo.
que se habia lanzado fuera de la antesala —A dos pasos de aqui, señor conde,
de Morcerfpara hacer aproximar el car respondió el notario, un poco mas alláde
ruaje; despues pasó al saloncito , prece Passy, en una situacion encantadora, en
dido por Bertuccio, que le mostró el ca medio del bosque de Bolonia.
IIIOO. —¡Tan cerca ! dijo Monte-Christo; pe
—Vaya una pobreza de mármoles en ro eso no es campo. ¿Como diablos me
esta antesala, espero que los cambien in habeis ido á escojer una casa á las puertas
mediatamente. · ... "

Bertuccio se inclinó. de Paris, señor Bertuccio?


Como habia dicho el mayordomo,elno —¡Yo! esclamó el mayordomo turba
tario esperaba en el saloncito. do, no seguramente, no es á mi á quien
82
326 ALRUMI,

el señor conde encargó que le eligiese una -¿Y ahora, preguntó el conde, están
casa; acuérdese el señor conde, busque en cumplidas todas lasformalidades?
su memoria, reuna sus ideas. –Todas, señor conde.
–¡Ah! es justo, dijo Monte-Christo; –¿Teneis las llaves?
me acuerdo ahora de que he leido este —Están en poder del portero queguar.
anuncio en un periódico, y me he dejado da la casa; pero aqui teneis la órden que
seducir por este título Casa de campo. le he dado de instalaros en vuestra nueva
—Aun estiempo, dijo vivamente Ber propiedad.
tuccio,ysi V. E. quiere encargarme que —Muy bien.
busque otra, la encontraré mucho mejor, Y Monte-Christo hizo al notario un mo
en Enghien, en Fontenay-aux-Roces, ó vimiento que quería decir:
en Belle-vue. —Ya no tengo necesidad de vos; idos.
–No, no, dijo desdeñosamente Monte –Pero, esclamó el honrado notario, el
Christo; puesto que ya tengo esta la con señor conde se ha en añado, me parece;
servaré. comprendido todo, no son mas que cin
—Y hareis bien, dijo vivamente el no cuenta y cinco mil francos.
tario,temiendo perder sus ganancias: es —¿Y vuestros honorarios?
una propiedad encantadora: aguas crista —Están pagados con esta suma, señor
linas y abundantes; bosques espesos, ha conde.
bitaciones cómodas, aunque abandonadas —¿Pero no habeis veuido de Antenil
hace tiempo; sin contar con los muebles aquí?
que, aunque un poco antiguos, tienen va —¡Oh! yo lo creo.
lor, sobre todo en el dia que solo se bus —Pues bien; preciso es pagaros vues
can las cosasantiguas. Perdonad,pero creo tra incomodidad, dijo el conde. Y le des
que el señor conde tendrá el gusto de la pidió con una mirada.
época. El notario salió lentamente, haciendo
—Hablad, hablad, dijo Monte-Christo; una cortesía hasta los pies á cada paso que
¿es cosa conveniente? daba, era la primera vez desde el dia que
—¡Ah! señor, mucho mejor, es mag habia empezado la carrera, que habia en
nífica. contrado semejante cliente.
–Pues nada, no hay que desperdiciar —Conducidá este caballero, dijo el con
esta ocasion, dijo Monte-Christo; él con de á Bertuccio.
trato, señor notario. - Y el mayordomo salió detrás del no
tario.
Yfirmó rápidamente despues de haber
echado una ojeada hácia el sítio donde es Apenas estuvo solo el conde, sacó de
taban designados los nombres de los pro su bolsillo una cartera con cerradura, que
pietarios y la situacion de la casa. abrió con una llavecita que llevaba al cue
—Bertuccio, dijo, entregad cincuenta y llo, y de la que no se separaba nunca.
cinco mil francos á este caballero. Despues de haber buscado un momen
El mayordomo salió con pasos no muy to, se detuvo en una hoja que contenia
seguros, y volvió con un pliego debilletes varias notas, comparó estas notas con el
de banco que el notario contó como un acta de venta que habia puesto sobre la
hombre poco acostumbrado á recibir el di mesa, y reflexionando un momento:
nero sin el descuento competente. —Antenil, calle de la Fontaine, núme
ALBUMI, 327

ro 30, este es, dijo: ¿ahöra deberé arran Monte-Christo escribió dos ó tres es
car esa confesion por el terror religioso ó quelas; cuando cerraba la última, volvió
por el terror físico? Dentro de una”hora á presentarse el mayordomo.
lo sabré todo. —El carruaje de su escelencia está á la
—¡Bertuccio! esclamó dando un golpe puerta, dijo.
con una especie de martillo sobre un tim –Pues bien, tomad vuestros guantes y
bre, que produjo un sonido agudo y sono vuestro sombrero, dijo Monte-Christo.
ro: ¡Bertuccio! —¡Pues qué! ¿voy al fin con el señor
El mayordomo sepresentó en el dintel. conde? esclamó Bertuccio exasperado.
—Señor Bertuccio, dijo el conde, ¿no —Sin duda es preciso que déis vuestras
me habeis dicho otras veces que habiais órdenes, puesto que quiero habitar aque
viajado por Francia? lla casa.
—Por ciertaspartes de Francia, sí, es No se podia responderá esta órden; así,
celencia. pues el mayordomo sin pronunciar una
–¿Sin duda conoceis los alrededores de palabra siguió á su señor que subió al car
Paris? -

ruaje haciéndole señal de que le siguiese.


—No, escelencia, no, respondió el ma El mayordomo se sentó respetuosamen
yordomo con cierto temblor nervioso, que te sobre la banqueta delantera.
Monte-Christo, conocedor enpunto á emo IV.
ciones, atribuyó con razon á una viva in LA CASA DE ANTENIL.
quietud. Monte-Christo habia reparado que al
—Siento que no hayais recorrido los a bajar la escalera, Bertuccio se habia per
redores de Paris, dijo, porque quiero visi signado á la manera de los corsos, es de
tar esta tarde mi nueva propiedad, y vi cir cortando el aire en forma de una cruz
niendo conmigo hubiérais podio darme con el pulgar, y que al tomar asiento en
útiles informes. el carruaje habia murmurado una corta
—¡A Antenil !! esclamó Bertuccio, cu oracion. Cualquiera otro que no fuera un
ya tez tostada se volvió casi lívida: ¡yo ir hombre curioso hubiese tenido piedad de
áAntenil !! -

la singular repugnancia manifestada por el


—¿Y qué tiene eso de estraño? Cuando digno intendente para el paseo premedita
yo viva en Antenil será preciso que ven do estramuros, por el conde; pero segun
gais conmigo, puesto que formais parte de parece, este era demasiado curioso para
la casa. -

poder dispensará Bertuccio este viaje.


Bertuccio bajó la cabeza ante la impe En veinte minutos estuvieron en Ante
riosa mirada de su señor, y permaneció nil. La emocion del mayordomo crecia por
inmóvil sin responder. grados. Al entrar en el pueblo, Bertuccio,
—¡Ah! ¿qué teneis?¿Vais á hacerme arrimado á un ángulo del carruaje, co
llamar por segunda vez para el carruaje? menzó á examinar con una emocion febril
dijo Monte-Christo con el tono con que todas las casas, por delante de las cuale
Luis XIVpronunció aquella frase; «¡hé pasaban.
tenido que esperar!» –Parareis en la calle de la Fontaine,
Bertuccio se lanzó á la antesala, y gritó núm. 28, dijo el conde fijando despiada
COI). VOZ rOnCa: damente su mirada sobre el mayordomo,
—Los caballos de su escelencia. al cual daba esta órden.
328 ALBUM,

El sudor inundaba la frente de Bertuc este nombre no me es desconocido, dijo


cio, y sin embargo obedeció, é inclinán el conde; el marqués de Saint-Meran.
dose fuera del carruaje, gritó al cochero: Y pareció reunir sus ideas....
calle de la Fontaine, núm. 28. —Un anciano gentil-hombre, continuó
Este número 28 estaba situado en un el conserge, un fiel servidor de los Bor
estremo del pueblo. Durante el viaje se bones;tenia una hija única que casó con
habia acercado la noche, ó mas bien una el señor de Villefort, que ha sido procu
nube negra, cargada de electricidad, daba rador del rey en Nimes y despues en Ver
á estas tinieblas la apariencia y la solem salles.
nidad de un episodio dramático. El car Monte-Christo arrojó una mirada que
ruaje se detuvo, y el lacayo se precipitó á encontróá Bertuccio mas lívido que lapa
la portezuela para abrirla. red, contra la cual se apoyaba para no
—Y bien, dijo el conde, ¿no bajais, se C30’.

ñor Bertuccio? ¿os quedáis dentro? ¿en —¿Y esa jóven no ha muerto?pregun
que diablos pensais hoy? tó Monte-Christo; me parece haberlo oi
Bertuccio se precipitópor la portezue do decir. -

la, ypresentósu hombro al conde, quien —Si señor, hace veinte y un años, y
se apoyó esta vez, y bajó uno á uno los desde este tiempo apenas hemos vuelto á
tres escalones del estribo. ver tres veces al pobre marqués.
—Llamad, dijo el conde, y anunciadme. —Gracias, gracias, dijo Monte-Christo,
Bertuccio llamó, la puerta se abrió, y juzgando por la postracion del mayordo
cl portero se presentó en ella. mo que ya nopodia tirar de aquellacuer
–¿Quién es? preguntó. da sin temor de romperla; gracias, dad
—Es vuestro nuevo amo; y presentó al me una luz.
portero el billete de reconocimiento, en —¿Os he de acompañar?
tregado por el notario. —No, es inútil; Bertuccio me alum
—Luego ¿se ha vendido la casa? pre brará.
guntó el portero, ¿y es este caballeroquien Y Monte-Christo acompañó estas pa
la viene á habitar? labras con el donde dos piezas de oro,
—Si, amigo mio, dijo el conde, pro que hicieron deshacerse al conserje en
curaré hacer todo lo posible porque que bendiciones y suspiros.
deis contento de vuestro nuevo amo. —¡Ah, caballero! dijo el conserje des
–¡Oh! caballero, dijo el portero, no pues de haber buscado inútilmente sobre
tendré mucho que sentirlo, porque leveia la chimenea; es que notengo aquibugías.
mos rara vez; hace mas de cinco años — Tomad una de las linternas del car
que no ha venido, y bien ha hecho en ruage, Bertuccio, y mostradme las habi
vender una casa que no le serviría de taciones, dijo el conde.
nada. El mayordomo obedeciósin observacion;
—¿Y cómo se llamaba vuestro amo? pero era fácil ver en el temblor de la ma
preguntó Monte-Christo. no que sostenia la linterna cuanto le cos
—El señor marqués de Saint-Meran taba obedecer.
respondió el portero. Recorrieron un piso bajo bastante gran
—¡El narqués de Saint-Meran l repli de, un piso principal compuesto de un sa
có Monte-Christo; pero me parece que lon, una sala de baños y dos alcobas. Por

"
ALBUM. " 329
• .

una de estas dos alcobas se iba a


s una es —¡Oh! ¡oh! esclamó Monte-Christo
calera de caracol que terminaba en el jar deteniéndose, de repente, ¡qué palabra
din. , " acabais de pronunciar! ¡ diablo de hom
–¡Calle aqui hay una escalera, dijo bre! ¡ corso maldito! ¡ siempre misterios
el conde; esto es bastante cómodo, Alum ósupersticiones! Vanos, tomad esa lin
bradme, señor Bertuccio; pasad delante, terna y visitemos eljardin, conmigo es
y vamos á donde nos conduzca esta esca pero no tengais miedo.
lera. . . . . . . ..., v" , Bertuccio recojió la linterna y obedeció.
—Señor, dijo "Bertuccio, conduce al La puerta, al abrirse, descubrió un cielo
jardin. ... . . ..." opaco, en el que la luna se esforzaba en
—¿Y como sabeis eso? vano para luchar contra un mar de nubes
—Es decir, debe conducir... que la cubrian con sus olas sombrias que
—¡Pues bien nos aseguraremos. iluminaba un instante, y que iban á per
Bertuccio lanzó un suspiroy caminóde derse en seguida mas sombrias aun, en
lante. , , ,. |las profundidades del firmamento.
. . . . . . . . "

La escalera desembocaba efectivamen El mayordomo Bertuccio quiso dirijir


te al jardin. se por un sendero de la izquierda.
En la puerta esterior se paró el mayor-| -No, no, porallino, dijo Monte-Chris
domo. , . .» - to;¿á que seguir por las calles de árboles?
—Vamos, señor Bertuccio, dijo else aqui se distingue una plazoleta, sigamos
ñor conde. , ,, , , " , ", |de frente. . .
Pero este estaba aniquilado, aturdido, Bertuccio se enjugó el sudor que corria
casi sin conocimiento. Sus ojos buscabaná por sufrente, pero obedeció; sin embar
su alrededor como las huellas de un pasa go, seguía inclinándose á la izquierda;
do terrible, y con las manos crispadas Monte Christo seguia, la derecha, y asi
parecia separar recuerdos espantosos. que hubo llegado juntoáunos cuantosár
—¡Y bien ! insistió el conde. toles corpulentos y añosos, se detuvo.
—No, no, esclamó Bertuccio colocan-| El mayordomo no pudo mas.
do la linterna en el ángulo de la pared —Alejaos, señor, esclamó; alejaos,
interior; no señor, no iré mas lejos, es os lo suplico, estaisjustamente en el sitio.
imposible. , --, … --, " " - . — En qué sitio?. .
—¿Qué decis? articuló la irresistible voz —En el sitio donde cayó... , , , ,
de Monte-Christo. , —Querido señer Bertuccio, dijo Mon
—Pero no veis, señor, esclamó el ma te-Christo riendo, volved en vos, os lo
yordomo, que no es natural queteniendo ruego, aqui no estamos en Sartene, ó en
una casa que comprar en Paris, la com Corte. Esto no es un bosque,sino un jar
preis justamente en Antenil, y que com din inglés, y no sé porque tengais tanta
prandola en Antenil esta casa haya de ser repugnancia en ir por él. "
el número28 dela calle de Fontaine. Ah! —¡Señor! ¡ no esteis ahi! ¡ no esteis
¿porqué no os lo he contado todo, mon ahi!....
señor?Seguramente no hubierais exijido —Creo que os volveis loco, maese Ber
que viniese. Yo esperaba que sería otra tuccio, dijo friamente el conde; si es asi
la casa del señor conde.¡Como si no hu avisadine, porque os haré encerrar en al
biese otra sasa en Antenil que la del ase guna casa de salud antes de que suceda
sinato! una desgracia.
83
330 ALBUMI,

–¡Ay! escelencia, dijo Bertuccio me Bertuccio desesperado; siempre he


neando la cabeza y cruzando las manos sido hombre honrado y he hecho todas
eon una actitud que hiciera reir al conde cuantas buenas acciones he podido.
sipensamientos de mayorimportancia no —No digo que no, replicó el conde;
le ocupasen en este momento y no le hu ¿, pero porqué diablos estais tan agitado?
biesen hecho prestar atencion las meno Esa es una mala señal; una conciencia
res palabras de su mayorólomo, ¡ ay! es pura no pone las mejillas tan pálidas.....
celencia, la desgracia hasucedido. —Pero señor conde, repuso vacilando
—Señor Bertuccio, dijo el conde, me Bertuccio, ¿no me habis dicho vos mismo
agrada el veros torcer los brazos y abrir que el abate Busoni, que oyó miconesion
unos ojos de condenado; y siempre he no en lasprisiones de Nimes, os habia adver
tado que no hacen tantas contorsiones si tido, al enviarme ávuestra casa, quetenia
no los que tienen algun secreto. Yo sabia una acción sola que reprenderme?
que erais corso, sabia que erais sombrio —Si; pero como os dirigia á mi dicién
y algunas veces hablabais entredientes de dome que seriais un mayordomo escelen
una historia de vendetta, y esto os lo pa te, creí que habriais robado nada mas.
saba en Italia porque estas cosas están de —¡Oh! señor conde, esclamó Bertuc
moda en aquel pais, pero en Francia el cio con desprecio.
asesinato es de muy mal gusto; hay gen —Porque como erais corso, no habíaís
darmes que se ocupan de él, jueces que podido resistir al deseo de hacer una piel,
lo condenan y cadalsos que lo vengan. como suele decirse en vuestro pais, cuan
Bertuccio cruzó las manos, y como al do al contrario, se deshace una.
ejecutar estas diferentes evoluciones no —¡Pues bien!si, monseñor, si, mi buen
habia dejado su linterna, la luziluminó su señor; eso es, esclamó Bertuccio arroján
rostro descompuesto. dose á lospies del conde; si, esuna ven
Monte-Christo le examinó con la misma ganza, lo juro, solo una venganza.
mirada con que habia examinado en Ro —Comprendo; pero lo queno compren
ma el suplicio de Andrea, despues, con do es que esta casa sea justamente la que
un tono que hizo estremecer alpobre ma os galvanice has’a tal punto. -

yordomo dijo. –Pero, monseñor, ¿no es natural, re


—Luego mintió el abate Busoni, cuan plicó Bertuccio, puesto que la venganza
do despues de su viage áFrancia en 1629, fué ejecutada en vuestra casa?
os envió á mi casa con una carta en la -¡Como ! ¿esta casa?
que me recomendaba vuestras buenas cua -¡Oh! monseñor: aun no era vmes
lidades. ¡Y bien ! voy á escribir al abate, tra....
le haré responsable de su protegido, y sin —¿Pero, de quien era? ¡El portero nos
duda sabré toda la historia de un asesina ha dicho que de el marqués de Saint-Me
ran ¿Por que diablos teniais que venga
to; solamente os prevengo, señor Bertuc
cio, que cuando vivo en un pais estoy ros del marqués de Saint-Meran ?
acostumbrado á conformarme con sus le —¡Oh l no era de él, monseñor, era de
yes, y que no tengo ganas de andar, con Otr().
enredos con la justicia de Francia. —Vaya un estraño encuentro, dijo
—¡Oh! no hagais eso, escelencia, os Monte-Christo, pareciendo ceder á sus re
he servido fielmento, ¿no es verdadº es flexiones, que os encontreis por casualidad.
ALBUM. 331
sin preparacion alguna, en una casa donde el mayordomo admirado y aterrado de es
ha pasado, lo que os causa tan espantososta amenaza. ¡Oh! ¡si no se necesita mas
remordimientos. que eso para quedaryo ávuestroservicio,
—Señor, dijo el mayordomo, la fatali-|hablaré, lo diré todo; y si me separo de
dad conduce todo esto, estoy seguro; pri-|vos, sera para ir al cadalso!
mero comprais una casa justamente en| —Entonces, eso es diferente, dijo Mon
Antenil; esta casa es la misma donde yo|te-Christo: pero si queres, reflexionadlo;
cometí el asesinato; bajais al jardin, justa-|mas vale que no hableis nada.
mente por una escalera por donde élbajó;| -¡No señor! os lo jnro por la salva
os deteneis justamente en el lugar dondecion de mi alma, os lo diré todo; porque
recibió el golpe; á dos pasos,debajo de este el abate Busoni ha sabido mas que una
plátano, estaba la fosa donde acababa de|parte de mi secreto: pero primero, os lo
enterrar al niño: todo esto no es casuali-|suplico, alejaos de ese plátano, mirad, la
dad; esto es providencia. luna va á salir,y ahí, colocado como es
–Pues bien; veamos, señor corso: su tais, envuelto en esa capa que oculta vues
pongamos que sea providencia; yo supon tro cuerpo, que se asemeja al del señor de
go siempre lo que quiero: ademas, á los Villefort.... "

espíritus débiles espreciso concederles to —¡Como !! esclamó Monte-Christo,¿es


do lo que desean. Veamos, reunid vues el señor de Villofort?
trasideas, y contadme eso. -¿Le conoce. V. E?
-No lo he contado mas que una vez, —¿El antiguo procurador del rey en
Señor, y fué al abate Busoni. Tales cosas, Nimes?
añadió Bertuccio meneando la cabeza, no –Si.
se dicen mas que bajo el sellode la confe –¿Que se casó con la hija delmarqués
sion. de Saint-Meran ?
—Entonces, mi querido Bertuccio, dijo –Si.

el conde, os agradará que os envie con —Y que tenia la reputacion del magis
vuestro confesor; con él os hareis cartujo trado mas honrado, mas severo, mas rí
ó bernardino;y hablareis de vuestros se gido.
cretos. Pero yo tengo miedo de un hom –Pues bien, señor, esclamó Bertuccio;
bre que se asusta de semejantes fantasmas; ese hombre de una reputacion tan sólida y
no me gusta que mis servidores nose atre tan irreprochable....
van á pasearse por la noche en mi jardin: —Si, si....
despues, lo confieso, me agradaria poco —¡Era un infame !...
alguna visita del comisario de policía;por —¡Bah! dijo Monte-Christo, imposible.
que, sabedlo, maese Bertuccio, en Italia –Sin embargo, es la pura verdad.
no se paga lajusticia como no secalle,pero –¿Sí?... dijo Monte-Christo, y teneis
en Francia no se la paga, al contrario, si pruebas de ello...
—La tenia á lo menos.
no cuando habla. ¡Diantre os creia un
poco mas corso, un gran contrabandista, –¿Y la habéisperdido, torpe?
–Sí; pero buscándola bien, podremos
un hábil mayordomo; pero veo que teneis encontrarla.
otras cuerdas en vuestro arco. Señor Ber
—¡Bien l ¡bien ! ahora contadme eso,
tuccio, ya no estais á mi servicio. señor Bertuccio, porque os digo á la ver
—¡Oh, monseñor, monseñor! esclamó dad que me vá interesando.
332: ALstir."
Y el conde tarareando un aria de la Lu-1–Escusadme, escelencia, pero estos pri .
cia, se fuéá sentarse sobre un bañeómeros detallesson necesarios, y me habeis"
mientras que Bertuccio le seguía reunien-prometido tener paciencia.
do sus ideas — Proseguidº proseguidº cumpliré
Bertuccio permaneció en pié delánté delini palabra.
conde." —Un día recibimos una carta;és menes"
V. , des habitábaños en la pequé".”
LAve Nnierra: " . ña aldea" de Rogliano, en la estremidad"
—¿Por dónde queréis, señor conde que del cabo Corso: esta carta era de mi her-"
os empiece á contarlos sucesos preguntó man; nos decia que el ejército estaba li-" ".
Bertucció. cenciado que vivía poctuito.
–Por donde queráis, dijo Monte-Chris-Clermont-Ferrand, el Puy y Nimes; "si "
to, pues no sé absolutamente nada:º dinero me suplicaba que lo"
—Sin embargo; yo creía que el abate mandase áNimes en casa de un fondista"
Busoni habia contado "á vuestra esceler- conocido nuestro, con él cual ténia yo al
cia... guias relaciones.
—Sí, algunos detalles sin duda:pero se" —De contrábando, respondió Monte-"
han pasado siete ú ocho años despues, y|Christo."
lo he olvidado todo. —¡Pero por"Dios señor cónde, es me-
—Entonces puedo, sin temorde fasti-inester buscarse la vida."
diar ávuestra escelencia:... —Ciertamente; continuad, pues."
—Hablad, señor Bertuccio, hablad, del —Yo amaba tiernamente ámi herma:
este modo pasaré la noche. |no, ya os lo he dicho, escelencia; así re
–Los sucesos se remontan á“1815.”solvímó énviarle el dinero, sino llevárselo"
—¡Ah! ¡ah! dijo Monte-Christo; noyó mismo. Poseía mil francos, dejé qui-"
es ayer 1813. ientos áAssunta, que era mi cuñada, to
—No señor, y sin embargó los menores mé los quinientos restantes, y me puse en
detalles los tengotan presentes cómo sicamino para Nimes. Era cosa fácil, tenía
hubiesen pasado ayer. Yo tenia una her-|mi barca un cargamentó que hácer en el "
mana, un hermano"mayor que éstaba almar; todo secundaba miproyecto. " "
servicio del emperador. Era teniente en “Pero hecho el cargaméntosevolvió con-
un regimiento compuesto de corsos. Estetrario el viento; de manera que estuvimos"
hermano era mi único amigo; habíamoscmatróó cinco días sin poder entrar en el "
quedado huérfanos, yo á los ciñco años, y Rhone..."Porfin, lo conseguimos; llegamos " "
él á los diezy ocho; mie habia criado co hasta Arie dejé el barco entre Bellaguar
mo si hubiese sido su hijo: En 1814, en da y Belcairé, y tomé el caminio de Ni-
tiempo de los Borbones se había ºcasādó. eS. " " -
El emperador salió de la isla de Elba, –¿Y llegasteis, no es esto?
º •

mi hermano volvió á seguir al iristante en|—Sí, señor, dispensadine; pero como .


el servicio, y herido ligeramiente en Wa-vé y yo no le digo, mas .
teró, se retiró con el ejército detrás de que las cosas absolutamente necesarias,
la Loire, fuera de esto, era el momento en que te-"
–Peró esa historia de los cien dias quienian lugar "las famosas mortandades de
me contais, señor Bertuccio, la he oído ya Mediodia. Había allí, dos ó tres bandidos
sino me engaño, que se llamaban Trestaillon, Truphémy y
… ALBUM. 333
Graffan, que, degollaban por las calles á sido asesinado ayer en las calles deNimes,
todos los que se sospechaba bonapartistas. yo no se porqué, pero es vuestra obliga
Sin duda el señor conde habrá oido hablar cion el saberlo. Vos sois aqui el gefe de
de estos asesinatos. la justicia, y á la justicia toca vengará los
–Vagamente; estaba muy lejos de Fran que no ha sabido defender.
cia en esa época, Continuad. -¿Y qué era vuestro, hermano? pre
—Al entrar en Nimes, se caminaba por guntó el procurador del rey.
cima de la sangre, á cada paso se encon –Teniente del batallon corso.
traban cadáveres; los asesinos organizados -¿Un soldado del usurpador entonces?
por bandas, mataban, saqueaban, y que —Un soldado de los ejércitos franceses.
maban. –¡Y bien l replicó, se ha servido de
A la vista de esta carnicería me entró la espada y ha perecido por la espada.
miedo, no por mi, yo, simple pescador -Os engañais, señor, ha perecido por
corso, no tenia gran cosa que temer; al el puñal. -

contrario, aquel tiempo era bueno para -¿Qué quereis que yo haga? respon
nosotros los contrabandistas; pero por mi dió el magistrado.
hermano, pormi hermanosoldado delim –Ya os lo he dicho; quiero que leven
perio, que volvia del ejército de la Loire gueis.
con su uniforme y sus charreteras, y que –¿Y de quién?
por consecuencia tenia que temerlo todo. -De sus asesinos.
Corrí á casa de nuestro fondista, mis –¿Y los conozco yo?
presentimientos no me habian engañado; —Hacedlos buscar.
mi hermano habia llegadoáNimes, y á la —¿Para qué?Vuestro hermano habrá
puerta misma del que venia á pedir hos tenido alguna querella, y se habrá batido
pitalidad habia sido asesinado. en duelo. Todos esos antiguos soldados se
Pregunté á todo elmundo para conocer entregan á escesos en que han tenido buen
á los asesinos, pero nadie se atrevióá de-éxito en tiempo del imperio, pero que se
cirme sus nombres, tan temidos eran.|vuelven mal para ellos ahora; fuera de
Pensé entonces en la justicia francesa de esto, nuestras gentes del mediodia no quie
que me habian hablado tanto, que no te-|ren ni á los soldados ni á los escesos.
me nada, y me presenté en casa del pro-| —Señor, respondíyo, no ossuplico por
curador del rey. mi. Yo lloraria ó me vengaría, eso sería
-¿Y ese procurador del rey se llamaba todo: pero mi pobre hermano tenia una
Villefort? preguntó sencillamente el con-|muger. Si me sucediese la misma des
de de Monte-Christo. gracia á mi vez, esta pobre criatura mo- .
—Si, escelencia: venia de Marsella,|riria de hambre, porque se mantenia solo
en donde habia sido sustituto. Su celo le con el trabajo de mi hermano. Obtened
habia valido el ascenso. Era uno de los para ella" una pequeña pension del go
primeros, decian que habían anunciado|bierno.
al gobierno el desembarco de la isla de –Cada revolucion tiene sus catástrofes,
Elba. respondió el señor de Villefort; vuestro
—Pero, respondió Monte-Christo,¿vos|hermano ha sido víctima de esta; es una
os presentasteis en su casa? desgracia; pero el gobierno no debe nada
—Señor, le dije yo, mi hermano hallá vuestra familia por esto. Si tuviésemos
134 ALBUM.
que juzgar todas las venganzas que tos su casa, haciéndeme buscar por todas par
partidarios del usurpador han ejercido con tes. Felizmente -estaba tan bien oculto que
tra los partidarios del rey cuando á su vez no pudo encontrarme. Entonces se apode-
disponian del poder, vuestro hermano taliró de él el temor, ytembló dcquedar mas
vez hubiese sido hoy condenado á muerte. tiempo ea Nimes; solicitó su cambio de
Lo que se ha verificado es cosa muy na- residencia, y como era en efecto un hom
tural porque es la ley de las represalias bre influyente , fué nombrado en Versa-
—¡ Y qué ! señor, esclamé yo , ¡es po-| lies; pero, vos lo sabéis, no hay distancia
sible que me hableis asi, -vos, un magis para un corso que ha jurado vengarse de
trado ! su enemigo, y su carruaje, por bien con
—Todos estos corsos son "locos, contes ducido que fuese, nunca me ha adelantado
tó el señor de Villefort , 7 creen aun que mas de media jornada , que sin embargo
su compatriota esemperador. Osengañais le seguía á pié. .
querido mio; hubiese sido menester me Lo importante no era matarle, cien ve
hubieseis dicho esto dos meses atras. Aho ces habia encontrado ya ocasion; pero era
ra es demasiado tarde; idos pues, porque si menester matarle sin ser descubierto, y
no quereis de grado , me "veré obligado á sobre todo sin ser arrestado; Por otra par
precisaros á ello. te, yo no me pertenecía ya; tenia que pro
Yo le miré un instante á fm de ver sil teger y mantener á mi cuñada. Durante
una nueva súplica podria tener a'lgun me tres meses espié al señor Villefort; durante
jor exito. Este hombre era de piedra. Me! tres meses no dio un paso, un movimien
aproximé á él. to, un paseo, que mi mirada no !e siguiese
—Ea pues, le dije á media voz, pues donde iba. En fin, descubri que venia mis
to que vos conoceis tan bien á los corsos, teriosamente á Antenil; le seguí aun, y le
debeis saber como cumplen su pálabra vi entrar en esta casa en que estamos; so
vos creeis que han hecho bien en matar lamente , en lugar de entrar como todo el
á mi hermano , que era bonapartista , por mundo , por la puerta de la calle , venia ,
que vos sois realista , ¡ pues bien I yo que unas veces á caballo , ó en carruaje, deja
soy bonapartista tambien , os declaro una ba el carruaje ó el caballo en la posada, y
cosa ; y es, que os he de matar. A contar entraba por esta pequeña puerta que vers
desde este momento os declaro os declaroftallí.
la vendetta: asi pues ya lo sabeis, y guar Monte-Christo hizo con la cabeza un
daos mejor; porque la primera vez que| movimiento , que probaba que en medio
nos encontremos cara á cara, habrá llega de la oscuridad distinguía en efecto la en -
do vuestra última hora. trada indicada por Bertuccio.
Y antes que hubiese vuelto de su sor —Yo no tenia nada que hacer en Ver-
presa , abri la puerta y me marché. |salles, me fijé en Antenil y me informé.
— I Ah ! ¡ ah I dijo Monte-Christo , con| Si queria pillarle, aquí es donde infalible
vuestra humilde figura decis esas cosas, mente debia encontrarle.
señor Bertuccio , y á un procurador del ¡ —La casa pertenecía, como ha dicho el
rey ! ¿Y sabia él al menos lo que quiere portero á vuestra escel ncia, á Mr. do
drzh la palabra vendetta? Saint- Meran , suegro de Villefort. Mr. de
—Lo sabia tan bien, que desde aquel Saint -Meran vívia en Marsella, por consi
momento no salió ya solo y se encerró en guiente esta casa ic era inútil , así pues ,
ALBUM.

Recian que acababa de alquilarla átima jó u


despues, otro hombre ápié, envuel
venviuda á quien conoeian bajo el nom to en una capa, abria la puertecita del
bre de la baronesa. jardin que se volvió á cerrar detrás de, él
En efecto, una noche mirando por en Bajé rápidamente. Aunque no habia
cima de la tapia, ví una muger jóven y|visto el rostro de Villefort, le reconocí por
hermosa qme se paseaba sola por el jar.|los latidos de mi corazon; atravesé la ca
din; mirada con frecuencia á la puerteci-|lle, me arrimé á un poste colocado junto
ta, y comprendí que esa noche esperaba|á la tapia, ycon ayuda del cual habia mi
áVillefort. Cuando estuvo bastante cerca|rado etra vez al jardin. -

de mí para que á pesar de la obscuridad| Esta vez no me contenté con mirar:


pudiese distinguir sus facciones, ví una|saqué mi cuchillo del bolsillo, me aseguré
muger de edad de diez y ocho á diez y|que la punta estaba bien afilada, y salté
nueve años, alta y rubia. Como estaba|por encima de la tapia.
vestida solo con un peinador y nada ceñia| Mi primer cuidado fué correrá la puer
su cintura, noté qne estaba en cinta y queta; habia dejado la llave dentro, tomando
su embarazo parecia de mucho tiempo. |la simple precaucion de dará la cerradu
Algunos momentos despues abrieron la|ra dos vueltas.
puertecita; un hombre entró, la jóven cor-| Nada impediria mi fuga por este lado.
rió precipitadamente á su encuentro, am-|Me puse á estudiar las localióades. El jar
bosse arrojaron en los brazos uno de otro,|din formaba un cuadrilongo; un prado de
abrazáronse tiernamente y entraron juntos|fino musgo se estendia hácia enmedio; en
en la casa. los ángulos de este prado habia algunos
Este hombre era el señor Villefort. Yo árboles de follaje espeso y mezclados de
juzgué que al salir, sobre todo si salia de flores de otoño.
noche, debia atravesar eljardin. Para dirigirse de la casa á la puerteci
–Y, preguntó el conde, ¿habeis sabido ta, Mr. de Villefort tenia que pasar junto
despues el nombre de esa muger? á uno de estos árboles.
—No, escelencia, respondió Bertnccio; Era el fin de setiembre; el viento sopla
vais á ver que no tuve tiempo de saberlo. ba con fuerza; un poco de luna pálida y
–Continuad. velada á cada instante por gruesas nubes,
—Aquella noche, replicó Bertuccio, hu blanqueaba la arena de las calles de árbo
bera podido matarle si hubiese conocido les que conducian á la casa; pero no podia
mejor el jardin. Temí no matarle bien, y atravesar la oscuridad de estos árboles es
si alguno acudia á susgrios nopoder huir. pesos, en los que un hombre podia perma
Lo dejé para la próxima cita y para que necer oculto sin temor de ser visto.
nada se me escapase, tomé un cuartito en Me oculté en uno de ellos por donde de
frente de la tapia deljardin. bia pasar Villefort: apenas estaba alli,
Tres dias despues, hácia las siete de cuando en medio de las bocanadas de vien.
la noche, vísalir de la casa un criado á to que encorvaban los árboles sobre mi
caballo que tomó á galope el camino que frente, creí distinguir como unosgemidos.
conducia al de Sevres; presumí que iba á Pero ya sabeis, ó mas bien no sabeis, se
Versalles, no me engañaba. Tres horas ñor conde, que el que espera el momento
despues el hombre volvió cubierto de pol de cometer un asesinato, cree siempre oir
vo,su mensaje estaba terminado. Diez mi gritos sordos en el aire. Dos horaspasaron
336 ALBUM.

durante las cuales, repetidas veces creíoir desaparecer la huella de la obra nocturna.
los mismos gemidos. Entonces me lancé sobre él y le sumerjí
Al fin dieron las doce de la noche. mi cuchillo en el pecho, diciéndole:
Cuando sonaba la última campanada, -¡SoyGiovanni Bertucciol tu muerte
lúgubrey retumbante, apercibí un débil por mi hermano, tu tesoro por su viuda;
resplandor que iluminaba lasventanas de bien ves que mi venganza es mas comple
la escalera oculta, por la que hemos des ta de lo que yo esperaba.
cendido hace poco. No sé si oyó estas palabras; no lo creo,
La puerta se abrió,y el hombre de la pues cayó sin arrojar un grito; yo senti su
capa volvió á aparecer. sangresaltar humeante y ardiente sobre
El momento era terrible, pero hacia mu mis manos y sobre mi rostro; pero estaba
cho tiempo que estaba preparado á este mo ébrio, deliraba; esta me refrescaba en lu
mento para poder dudar; saqué mi cuchi ar de quemarme. En un segundo desen
llo y me preparé. terré el cofre con el ayuda del azadon, y
El hombre de la capa se dirigió hácia para que no viesen que lo habia desenter
milado, pero á medida que avanzaba el rado, llené á mi vez el agujero, arrojé el
el espacio, creí notar que tenia un arma azadon por encima de la tapia, y me lan
en la mano derecha: tuve miedo, no de cé,por la puerta que cerré por fuera, lle
una lucha, sino de un mal éxito. Asi que vándome la llave.
estuvo retirado de mí solo algunos pasos, "—Bueno, dijo Monte-Christo, fué un
conocí que lo que yo habiatomado porar asesinato yun robo. -

ma, no era otra cosa que un azadon. —No, escelencia, respondió Bertuc
Todavia no habia tenido tiempo de adicio, fué una vendetta seguida de una res
vinar con que objeto tenia en la mano el titucion.
señor de Villefort un azadon; cuando se —¿Y la suma estaria al menos en bue
detuvo al lado del árbol, arrojó en derre na moneda?
dor suyo una mirada y se puso á cavar —No era dinero.
para hacerun agujero en la tierra. Enton -¡Ah! si, ¿recuerdo que me hablas
ces noté que llevaba algo debajo de la ca teis de un niño?
pa que acababa de colocar sobre el mus —Justamente, escelencia; corrí hacia el
go para que fuesen mas libres sus movi rio, me senté sobre la orilla, y ansiando
mientos. saber lo que contenia el cofre, hice saltar
Entonces, la curiosidad me detuvo, y|la cerradura con un cuchillo.
quise ver que era lo que iba á hacer Vi Entre unos paños de finísima batista es
llefort, y permanecí inmóvil, sin aliento,|taba envuelto un niño acabado de nacer;
csperando el resultado. su rostro color de púrpura, sus manos co
Despues me ocurrió una idea que se lorde violeta anunciaban que debió sucum
confirmó al ver al procurador del rey sa |birá una asfixia causada por ligamentos
car de bajo de su capa un cofrecito de dos|naturales arrollados al rededor del cuello;
pies de largo y de seis á ocho pulgadas del no obstante, como aun no estabafrio,pro
ancho. - curé bañarle en el agua que corria á mis
Le dejé colocar el cofre sobre el aguje-|piés; en efecto, al cabo de un instantecreí
ro, sobre el cual echó tierra; despues sobre|sentir un ligero latido hácia la region del
esta tierra fresca apoyó sus pies para hacerlcorazon; desembaracé su cuello del cordon
ALBUMI.

que le envolvia, y como habia sido enfer —Giovanni, me dijo Assunta, tu debias
mero en el hospital de Bastia, hice lo que habertraido ese niño; le hubié emos Ser
-
-

hubiera hecho un médico en mi lugar, es|vido de padres, le hubiésemos llamado Be


decir, le introduje aire en los pulmones, y|nedetto, y en favor de esa buena accion,
despues de un cuarto de hora deinauditos Dios nos bendecºria seguramente.
esfuerzos, le vírespirar y oí escaparle un Por toda respuesta, le dí la mitad del
grito de su pecho. pañal que habia conservado, á fin de ha
A miver yo tambien arrojé un grito, cer reclamar el niño si algun dia llegába
pero fué un grito de alegria. Dios no me mos á ser ricos.
maldice, dije, puesto que permite que de -¿Y con qué letras estaba marcado
vuelva la vida á una criatura humana en ese pañal?preguntó Monte-Christo.
cambio de la vida que he quitado á otro. —Con una H y con una N debajo de
-¿Y que hicisteis del niño? preguntó una diadema de baron.
Monte-Christo, era una carga bastante —Creo, Dios me perdone, que OS ser
embarazosa para un hombre que tenia.que vís de términos de blason: ¡señor Bertuc.
huir. . cio! donde diablos habeis hecho vuestros
estudios heráldicos?
-Asipues, ni un instante tuve la idea
de conservarle conmigo. Pero yo sabia —A vuestro servicio, señor conde, don
que habia en París un hospicio donde se de todo se aprende.
recibian estas pobres criaturas. Al pasar —Continuad, estoy deseando saber dos
por la barrera declaré haber hallado aquel COSS,
niño en el camino,y me informé. El co -¿Cuáles, Monseñor?
fre estaba allíypodia dartestimonio: los -Qué fué del niño; ¿no me habeis di
pañales de batista indicaban que el niño cho que era un niño . Señor Bertuccio?
pertenecia á parientes ricos; la sangre de -No, escelencia, no me acuerdo de ha
que yo es aba cubierto podia pertenecer beros dicho nada de eso.
lo mismo á la criatura que á cualquiera - ¡Ah! creí haber oido..... hien, me
otra persona. No pusieron ninguna difi habré engañado.
cultad; entonces me dieron las señas del —No os habes engañado, porque efec
Hospicio, que estaba situado en la calle tivamente era un niño; pero vuestra esce
del Infierno. Y despues de haber tomado lencia desearia, segun me dijo, saber dos
la precaucion de cortar el pañal en dos cosas, ¿cuál es la segunda ?
pedazos, de manera que una delas dos le —La segunda es el crímen de que fuis
tras que lo marcaban envolviese elcuerpo teis acusado cuando pedíteis un confesor,
del niño, mientras que yo conservaria la y el abate Bosonifué á veros á la prision
de Nimes.
otra,deposité mi carga en el torno,llamé,
y entonces fué cuando empecé á correr —Talvez durará mucho esa relacion,
escelencia.
sin descansar. Quince dias despues estaba
de vuelta en Rogliano, y decia á Assunta. —¿Quéimporta? apenasson las diez,
—Coosuélate, hermana mia, Israel ha bien sabeis que yo no duermo, y supongo
muerto; pero le he vengado. que tampoco vostendréis muchas ganas de
Entonces me pidió la esplicacion de es hacerlo.
tas palabras,y le contétodo lo que habia | Bertuccio se inclinó, yprosiguió su nar
pasado. racíon.
85
ALBUM,

—Tanto para arrojar de mi imagina pida y una ejecucion vigorosa y determí


cion los recuerdosque me asaltaban, cuan nada. En efecto, una vez hecho el sacrifi
to para ayudará las necesidadesde la po cio de la vida, ya no es uno igual á los
lre viuda, me dediqué, con ardor al ofi otros hombres, ó mas bien los otros hom
cio de contrabandista. bres no son nuestros iguales, y una vez
Las costas del Mediodia estaban muy tomada esta resolucion, siente uno aumen.
mal guardadas, á causa de los contínuos tarse sus fuerzas y agrandarse su hori
movimientos que tenian lugar allí, ora en zonte.
Avignon, ora en Nimes, en Uzés. Nos —Filosofía tambien? ¡ señor Bertuccio!
provechamos de esta especie de tregua interrumpió el conde; pero vos de todo
ue nos concedia el gobierno. Despues sabeis un poco.
el asesinato de mi hermano en las calles –¡Oh! ¡ escelencia !...
de Nimes yo no habia querido entrar en —No, no; solamente que la filosofía á
sta ciudad. De ajuí resultó que el posa las diez y media de la noche es un poco
ero, con el cual haciamos nuestros ne tard. Pero no tengo otra observacion que
ocios, viendo que no querianos buscarle haceros, atendido á que la encuentro exac
s buscó él á nosotros, y fundó una po ta, lo que no se puede decir de todas las
da en el camino de Bellaguarda á Bel filosofías. -

aire, con el nombre de la posada del puen —Mientras mas estensas eran mis cor
de Gard. Asíteníamos,ya sea en Aguas rerías, mas provechos me producian. As
muertas, ya en Martignes,ó en Bouc,una sunta era el ama de casa, y nuestrapeque
locen . de casasdondedepositábamos nues ña fortuna se iba aumentando. Un dia que
tras mercancías, y donde, en caso de ne yo partía para una correría,dijo ella; á tu
esidad, hallábamos un refugio contra los vuelta te preparo una sorpresa.
aduaneros y los gendarmes. Este oficio de La interogué inutilmente. Nada quiso
ontrabandista produce mucho, cuando se decirme ypartí.
plicaá él cierta inteligencia secundada de La correria duró mas de seis semanas:
algun vigor; en cuanto á mí, yo vivia en habiamos estado en Lucques cargando
us montañas, teniendo ahora que tener aceite, y en Livuruz tomando algodones
en doble razon de los gendarmes y adua ingleses; nuestro desembarque se hizo sin
eros, atendido á que toda presentacion ningun acontecimiento contrario; realiza
elante de jueces podia producir una pes mos nuestros beneficios, y volvimos mas
uisa, y esta pesquisa es siempre una es gozosos que nunca.
rsion de lo pasado, y, en mi pasado po Al entrar en casa, la primer cosa que
lia mostrar algo masgrave que algunos ví en el sitio mas descubierto del cuarto
igarros entrados de contrabando, ó bar de Assunta, en una cuna suntuosa, relati
vamente al resto de la habitacion, fué un
riles de aguardiente circulando sin pagar niño de siete á ocho meses.Arrojé un gri
erechos. Así pues, prefiriendo mil veces to de alegria.
a muerte á un arresto, hacia hazañas Los únicos momentos de tristeza que
sombrosas, y que mas de una vez, me habia esperimentado despues del asesinato
probaron que el tener tanto cuidado con del procurador del rey, habiansido causa
el cuerpo es el único obstáculo que se opo dos por el abandono de ese niño; porque
ne al buen éxito de aquellos de nuestros lo que es remordimientos por el asesinato
lroyectos que necesitan una decision rá no tuve ninguno.
ATR UMT.

La pobre Assunta todo lo habia adivina seis años), el vecino Basilio, que segun
do;se habia aprovechado de mi ausencia,y las costumbres de nuestro pais, no encer
con la mitad del pañal, habiendo escrito, raba ni su dinero nisus joyas, porque el
para no olvidarlo, el dia y la hora en que señor conde lo sabe tan bien como nadie,
fué depositado el niño en el hospicio, par en Córcega no hay ladrones, el vecino Ba
tióá Paris y fué á reclamarle. No la pu silio se quejó á nosotros de que habia de
sieron ninguna dificultad, y el niño le fné saparecido un luís de su bolsillo; todos cre
entregado. ¡Ah! confieso, señor conde, yeron que habia contado mal; pero el dijo
que al verá aquella pobre criatura dur estar seguro de que le faltaba. Este dia
miendo en su cuna, se me partió el co Benedetto habia salido de casa desde por
razon, y algunas lágrimas cayeron de mis la mañana, y estábamos sumamente in
ojos. •

quietos, cuando por la noche le vimosve


—En verdad, Assunta, esclamé, eres nir con un mono que se habia oncontrado
una buena muger,y la Providencia teben segun decia, encadenado al pié de un ár-
decirá. bol. Hacia un mes que yo no sabia que
—Lo que estais diciendo es mas even cosa imaginar; no cesaba de pensar en un
tual que vuestra filosofía , dijo Monte. mono. Un batelero que habia pasado por
Christo, si bien es verdad que todo consiste Rogliano, y que tenia muchos de estos
en la fé. animales,inspiró sin duda este desgraciado
—¡Ay escelencia ! repuso Bertuccio; yo capricho.
no sospechaba que este niño habia de ser —En nuestros bosques no hay monos,
el encargado por Dios de mi castigo. Ja le dije yo, y sobre todo encadenados: con
más se declaró tan pronto una naturaleza fiésame de donde te ha venido este.
mas perversa, y no obstante no se podia Benedetto sostuvosu mentira,y la acom
decir que estuviese mal educado, porque pañó de detalles que hacian mas honorá
mi hermana le trataba lo mismo que áun su imaginacion que á su veracidad: me ir
principe; era un muchacho de una fisono rité, y se echó à reir; le amenacé, y se re
mia encantadora, con unos ojos de azúl tiró dos pasos.
claro; únicamente sus cabellos, de un ru –Tu no puedes pegarme, dijo, no tie
bio muy vivo, daban á esta fisonomia un nes derecho á ello, no eres mi padre.
carácter estraño, que aumentaba la viva Siempre ignoramos quien le reveló este
cidad de su mirada y la malicia de suson fatal secreto, que con tanto cuidado le ha
risa. Tambien es verdad que la dulzura de biamos ocultado; en fin, de todos modos,
Su malre animó sus primeras inclina esta respuesta en la cual el muchacho se
ciones: el niño, por quien mi pobre her revelaba abiertamente, me espantó casi:
Illana iba al mercado de la ciudad, situado mi brazo levantado volvió á caer sin tocar
á cuatro ó cinco leguas de allí. para com al culpable; el muehacho triunfó, y esta
prarle las primeras y mejoresfrutas y los victoria le dió tal audacia, que desle este
vizcochos mas delicados, preferia las na momento todo el dinero de Assunta, cuyo
ranjas de Palma á las conservas deGenés, amor hácia él parecia aumentarse á medi
las castañas robadas á su señor, mientras da que era menos digno de él, se gastóen
que tenia á su disposicion las castañas y caprichos.Cuando yo estaba en Rogliano,
manzanas de nuestro jardin. las cosas marbaban bastante bien; pero
Un día (apenas tenia Benedetto cinco ó apenas hube partido, Benedetto quedó
340 ALBUMT.

dueño de la casa, y desde entonces todo Bertuccio, si hubiese sido mihijo, ó á lº"
empezóá caminar mal. De edad de once menos mi sobrino, yo le hubiese correji
años escasos, todos sus camaradas, los ha do sus vicios. Pero la idea de que habia
bia elegido entre jóvenes de diez y ocho á matado al padre me hacia imposible toda
veinte años los peores sugetos de Bastia; correccion; díbuenos consejos á mi her
por algunos incidentes, la justicia nos ha mana, que siempre tomaba la defensa del
bia avisado repetidas veces. desgraciado; y como me confesó que mu
Yo estaba asustado: cualquier informe chas veces le halian faltado sumas consi
podia tener funestas consecuencias: justa derables, le indiqué un lugar donde podia
mente pronto me iba á ver obligado á sa ocultar nuestro pequeño tesoro. En cuan
lir de Córcega para una espedicionimpor to á mi, mi resolucion estaba tomada. Be
tante. Reflexioné largo tiempo, y con el nedetto sabia leer, escribir y contar per
presentimiento de evitar grandes desgra fectamente, porque cuandopor casualidad
cias, me decidí á llevar conmigo á Bene él queria dedicarse al trabajo, aprendia.
detto. Esperaba que la vida activa y labo en un dia lo que los otros aprendian en
riosa del contrabandista, la disciplina se- una semana. Mi resolucion, pues, estaba
vera del Norte, cambiarian este carácter tomada; yopensaba emplearle de secre
pronto á corromperse, si ya no lo estaba tario en algun buque, y sin avisarle nada.
completamente. hacerle venir conmigo una mañana y tras
Llamé, pues, á Benedetto áparte y le portarle á bordo; de este modo, reco
hice la proposicion de seguirme, rodeando mendándole al capitan todo su porvenir
esta proposicion de todas las promesas que dependia de él.
pueden seducirá un niño de doce años. Una vez dispuesto este plan, partí para
Me dejó hablar hasta el fin, y cuando Francia.
hube acabado, soltó una carcajada di Todas nuestras operaciones debian eje
ciendo: cutarse esta vez en el golfo de Lyon, y
–¿Estaisloco, tio? dijo, asi me llamaba estas operaciones eran cada vez mas difí
cuando estaba de buen humor; yo cambiar ciles, porque estábamos en 1829 la tran
lavida que llevo con la que vos llevais, mi quilidad reinaba por do quier, y por con
escelente holgazanería por el horrible tra siguiente el servicio de las costas era en
bajo que os teneis impuesto. Pasar la no tonces mas regular y massevero que nunca.
che al frio, el dia al calor; ocultarse sin ce Esta vigilancia habia aumentado momen
sar, recibirtirossin cuento; y todo esto por taneamente por la feria de Belcaire que
ganar un poco de dinero? Dinero tengo habia principiado. -

yo cuanto quiero; madre Assunta me dá Nuestra primera espedicion se ejecutó


todo el que le pido; bien veis, que seria sin ningun tropiezo. Amarramos nuestra
un imbécil si aceptaselo que me proponeis barca que tenia un doble fondo, en el que
Yo estaba estupefacto de esta audacia y ocultábamos nuestras mercancías de con
de este razonamionto. Benedetto siguióju trabando, en medio de una cantidad de
gando con sus camaradas,y le vi á lo le bateles que bordaban las dos orillas del
jos mostrándome á ellos como áun idiota. Ródano desde Belcaire hasta Arlés. Lle
—¡Oh ! ¡ niño encantador! murmuró gamos alli, empezamos á descargar nues
Monte-Christo. tras mercancías prohibidas, y á hacerlas
-¡Ah! si hubiese sido mio, respondió pasarpor medio de laspersonas que esta
ALbtM. 311
ban en relaciones con nosotros, ó de po-mos con el primero siguieron con el se
saderos, en casa de los cuales las íbamos|gundo; á este hombre fué á quien yo iba
depositando. Ya fuese que el buen éxitá pedir un asilo.
nos hubiese hecho imprudentes, ya qué –¿Y como se llama ese hombre? pre
fuésemos vendidos, una tarde, á las cincolguntó el conde que parecia volver á to
y media, cuando volvíamos á comenzarmar algun interés en la relacion de Ber
nuestros trabajos, uno de nuestros espiastuccio.
llegó azorado, diciendo que había visto ún| —Llamábase Gaspar Caderousse, esta
grupo de aduaneros, dirijirse hácia esteba casado con una muger del pueblo de
lado. No era precisamente el grupo el que la Carconte, y que nosotros no conocia
nos asustaba: á cada instante, sobre todo|mos bajo otro nombre que el de su pue
en este momento, compañías enteras ron-|blo; era una pobre muger atacada de una
daban en las orillas del Ródano;pero eran|penosà enfermedad que la iba llevando al
las precauciones que segun deciá el mu sepulcro. En cuanto al hombre era unro
chacho tonaban para nó ser vistas. En un busto mancebo de cuarenta á cuarenta y
instante estuvimos sobre pié; pero ya era cinco años, que mas de una vez nos habia
muy tarde: nuestra barca era evidente dado en circunstancias apuradas pruebas
mente el objeto de las pesquisas, estaba de su presencia de espíritu y de su valor.
rodeada. Entre los aduaneros víá algunos -Ydecis, preguntóMonte-Christo, que
gendarmes, y tan tímido á la vista de es estas cosas pasaban en el año...
tós como valiente de ordinario á la vista –Mil ochocientos veinte y nueve, se
de cualquier otro cuerpo militar, descen #ior conde.

díá la sentina y destizándome por una —¿En qué mes?


tronera, me dejé caer en el rio, despues —En el mes de junio.
nadé entre dos aguas, no respirándo sino|| --¿Al principio ó al fin?
á largos intérvalos, tan bien que sin ser —El 3por la noche.
visto llegué al canal que se dirije desde —¡Ah! dijo Monte-Christo, el tres de
Belcaire hasta Aguasmuertas. Una vez lle junio de 1829... Bien, continuad.
gado aqui, me había salvado, porqué po —A Caderousse, pues, era á quien te
dia seguirsin ser visto este canal. No era nia que pedir asilo, pero como por lo re
por casualidad y sin premeditacion por lo gular no entrábamos en su casa por la
que seguí este camino; ya he hablado á puerta que daba al camino, resolvi no al
vuestra escelencia de un posadero de Ni terar las costumbres; salté el vallado del
mes que había establecido una posadá en jardin, me deslicé al través de los olivosy
el camino real de Bellaguarda á Belcaire. de las higueras, y entré temiendoque Ca
–Si, dijo Monte Christo, me acuerdo, deroussetuviese algun viagero en su po
ese hombre era tambien, sino me engaño, sada, en una especie de caramanchon en
vuestro asociado. |en el que mas de una vez habia pasado la
—Eso es, respondió Bertuccio; pero noche tan bien como en la mejor cama.
despues de siete ú ocho años habia cedido Este camaranchon no estaba separado de
la sala comun del piso bajo mas que por
su establecimiento á un antiguo sastre de un tabique de tablas separadasun poco las
Marsella que, despues de haberse arrui ínas de las otras á propósito, á fin de que
nado en su oficio, quiso probar fortuna desde alli pudiésemos conocer el momento
en otro. Ademas las relaciones que tenia oportuno de presentarnos.
86
32 ALUI.

Mi intencionera, si Caderousse estaba nuestras manos. Mientrastanto, caballero,


sólo, avisarle mi llegada, cenar con él, y sentaos, sigustais, y como el tiempo está
aprovecharme de la tempestadque se algo caluroso, os voy átraer algo con que
paraba para llegará las orillas del Róda frescar.
no y asegurarme de lo que habia sidº de Eljoyero examinó con atencion el inte
la barca y de los que la montaban. M rior de la posada y la visible pobreza de
deslicé, pues, en el caramanchon y me los queiban ávenderle undiamante digno
alegré no haber dado la señal, pues en el de un príncipe.
mismo momento víá Caderousse que en –Contad, señora, dijo, queriendo sin
traba en su casa con un desconocido. duda aprovecharse de la ausencia de su
Me agazapé alliy esperé, no con la in marido para que ninguna señal departe de
tencion de sorprender los secretos de mi este imbuyese en la muger,ypara ver si
huésped, sino porque no podia hacer otra entrambas relaciones venian bien la una
cosa; ademas, diez veces habia sucedido con la otra.
ya un caso semejante. –¡Oh, Dios mio! dijo la muger con
El hombre que acompañaba á Cade volubilidad, es una bendicion del cielo que
rousse era evidentemente extrangero en e estábamos muy léjos de esperar. Imagi
Mediodia de la Francia: era uno de eso naos, caballero, que mi marido tuvo rela
negociantes quevienen á vender joyas á iones en 1814 ó 1815 con un marino, lla
la feria de Belcaire, y que, durante un mado Edmundo Dantes; este pobre mu
mes que dura esta feria, donde se reunen chacho á quien Caderousse habia olvidado
mercaderes de todas laspartes de Europa, completamente, no lo ha olvidado á él, y
hacen algunas veces negocios de ciento le ha dejado al morir eldiamante que aca
cincuenta mil francos. bais de ver.
Caderousse entró vivamente y el pri –Pero ¿como llegó á serposeedor de
IGITO, ese diamante?preguntó el joyero. ¿Lete
Viendo la sala vacia como de costum nia cuando entró en la prision?
|
bre guardada solo por su perro, llamó á –No señor, respondió la muger, pero
su mujer. en la prision trabó conocimiento con un
–¡Eh!....Carconta, dijo, el buen sa inglés muy rico; y como cayó enfermo su
cerdote no nos habia engañado; el dia compañero de prision y Dantés le cuidó
mante era bueno. como si hubiese sido su hermano, el in
Una esclamacion de alegria se oyó, y glés, al salir de la cautividad, dejó al po
casi al mismo tiempo la escalera crujió bre Dantes, que menos feliz queél, murió
bajo un peso vacilante y pesado. en la prision, este diamante que nos legó
–¿Qué es lo que dices?preguntó masá su vez al morir.y que encargó de entre
pálida que una muerta. garnos al digno abate que vino esta maña
-Digo que el diamanteera bueno; aquina á cumplir con su órden.
tienes al señor, uno de los primerosjoye —Bien. las dos historias son las mismas,
ros de París, que está pronto á darnos|murmuró el joyero;y al cabo, bien puede
cincuenta mil francos. Solamente para es-serverdad aunque parezca inverosimil á
tar mas segúro de queeldiamantees nues-primera vista. Solo resta convenirnosen el
tro, me ha pedido que le cuente, comoyaprecio, con el cual no estoy de acuerdo.
º lo he hecho, e que manera vino ál –¡Como ! dijo Caderousse, yo creia
ALBU. 33
que habriais consentido en el precio que yo despues separando el cerco de oro que su
pedia. jetaba la piedra en la sortija, hizo salir el
–Es decir, replicó el jºyero, queyohe diamante de su engarce y le pesó minu
ofrecido cuarenta mil francos. iosamente en las balanzas.
–¡Cuarenta mil! esclamó la Carconta; -Daré hasta cuarenta y cinco mil fran
no le daremos por ese precio. El abate nos os, dijo, pero no daréun cuarto encima;
ha dicho que valia cincuenta mil francos por otra parte, como esto es lo que valia
solo el diamante. diamante, no he tomado de casa mas
-¿Y como se llama ese abate? ¿pregun que esta Stma.
tó el infatigable joyero. -Gh! eso no le hace, dijo Caderous
-El abate Busoni.
-¡Era un estrangero! |otros cinco mil.
-Era un italiano de los alrededores de -Ne, dijo el platerodevelviendo el ani
Mantua, segun oreo. |llo y el diamante á Caderousse: no, ese
-Enseñadme ese diamante, repuso e no vale nas,y aun ya siento haber ofre
joyero, véale yo por segunda vez, á ve cido esa suma, atendidoá que tiene la pie
ces se juzga mal de las piedras á primera dra min defecto que yomo habia visto;pe
vista.
| ro no importa, no tengo ninas que una pa
Gaderousse sacé de su bolsillo un es labra, he diche cuarenta y cinco milfran
tuchito negro, lo abrió y lo pasó al joyero. cos y no me desdigo.
A la vista del diamante que era casi tan –Al menos volvedá colocar el diaman
grueso como una nuez pequeñita, me teen la sertija, dijo la Carconta con acritud.
acuerdo cemo si lo estuviese viende, –Justo es, dijo el platero; y volvióá
ojos de la Carconta brillaron de codicia. engarzar la piedra.
-Yvos,señor Bertuccio, ¿qué pensa –Bueno, bueno, bueno, dijo Caderous
bais de todo eso? preguntó Monte-Chris se metiendo el estuche en el blsillo, á
to, ¿dabaisfé á esa fábula? otro se lo venderemos.
-Sí,escelencia, yo no creía que Cade –Si, replicó el platero; pero otro no
rousse fuese un mal hombre; y le creia hará lo queyo; otro no se contentará con
incapaz de haber cometido un crimen ó los informes que me habeis dado; no es
un robo.
natural que un hombre como vos tenga
—Eso hace mas honor á vuestro cora un diamantede cuarenta y cinco mil fran
zon que ávuestra esperiencia, señor Ber cos; avisaré á los magistrados, tendrán
tuccio,¿habiais conocido á ese Edmundo que buscar al abate Busoni; y los abates
Dantes de quien hablabais? que dan diamantes de dos mil luises son
-No, éscelencia, jamas habia oido ha raros; la justicia empezará por enviaros á
blar de él hasta entonces, y solo otra vez|la cárcel,y si sois reconocido inocente, si
volvi á oirlamentar, despues de esto, alos sacan de la cárcel al cabo de tresó cua
abate Busoni, cuando le vi en la cárcel de|tro meses, la sortija se habrá perdido, ó
Nimes.
bien os darán una piedra falsa que solo
-Bien, continuad. valdrá tres francos en lugar de un dia
El platero tomó la sortija de manos de mante que vale cincuenta mil.
Caderousse, y sacó de su bolsillo una Caderousse ysu mugerse interrogaron
pinza de acero y dos balanzas de cobre; lcon una mirada.
311 ÁLBUM.

—No, dio Caderousse, no somos tan ta, es decir, una fortuna como yo quisiera
ricos para poderperder cinco mil francos. tenerla,y aun no está contento!
–Como querais, amigo mio, dijo el —¿Y los cuarenta y cinco mil francos
platero; sin embargo, como veis, habia dónde están? preguntó Caderousse con voz
traido buena moneda. - |ro ca;¿veámos donde están?
Y sacó de uno de sus bolsillos un pu —Aquí están, dijo el platero.
brados ojos del posadero;y *
ñado de oro que hizo brillará los deslumi

paquete de billetes de banco. " " "


Y contó sóbre la mesa quince mil fran

anco.
OI OTO
y treinta mil en billetes de
e" se
. "

Un rudo combate sufria en aquel mo —Esperad á qué encienda la lámpara,


mento Caderosse; era evidente que aquel dijo la Carconta, ya no se ve muy bien y
estuchito que daba vueltas en su mano no nos podriamos engañar. *
le parecia corresponderá la enorme su-| En efecto, la noche se habia acercado
ma que fascinaba sus ojos. durante esta discusion, y con la noche la
Volvióse hácia su muger, y la dijo en tempestad que amenazaba hacia una ho
voz baja: ra. Oíase gruñir sordamente el trueno á
—¿Qué piensas tú? lo lejos; pero ni el platero, ni Caderous
—Dáselo, dáselo, dijo ella; si vuelve á se, ni la Carconta parecian ocuparse de
Belcaire sin el diamante, nos denuncia ello, poseidos cómo estaban los tres de una
rá; y segun él dice, quien sabe sipodre varicia diabólica.
mos encontrar al abate Busoni. Yo inismo esperimentaba una estraña
–¡Pues bien! sea; dijo Caderousse, to fascinacion á la vista de todo aquel oro y
mad el diamante por cuarenta y cinco mil de los billetes. Me parecia soñar, y como
francos; pero mi muger quiere una cade sucede en un sueño, me sentia clavado en
na de oro, y yo un par de hebillas de el sitio donde estaba.
plata. - Caderousse contó y volvió á contar el
El platero sacó de su bolsillo una ca oro y los billetes, despues los entregóá su
jita de plata larga y chata que contenia muger que los contó y volvió á contará
muchos objetos de los que habían pedido. su vez.
—Tomad, dijo, acabemos de una vez, Durante este tiempo el platero hacia
eleid. brillar el diamante á la luzde la lámpara,
La muger eligió una cadena de oro que y el diamante arrojaba resplandores que
podria valer cinco luíses, y el marido un le hacian olvidar los que, precursores de
par de hebillas de plata que valdrian quin la tempestad, comenzaban á inflamar las
ce francos. Ventanas.
—¿Espero que no os quejareis? dijo el –¡Y bien ! ¿está la cuenta cabal? pre
platero. guntó el platero.
—El abate habia dicho que valia cin. —Sí, dijo Caderousse, dame la cartera
cuenta mil francös, murmuró sordamente y busca un saco, Carconta.
Caderousse. -

La Carconta se dirigió á un armario, y


-¡Vamos, vamos! Qué hombre es es volvió con una vieja cartera de cuero de
te, replicó el joyero sacándole el diamante la cual sacaron algunas cartas grasientas
de las manos; le doy cuarenta y cinco mil en lugar de las cuales pusieron los bille
francos, dos mil quinientas libras de ren tes, y un saco que contenia dos ótres es
ALBUMI. 345
cudos de seis libras que probablemente -¡Entónces, buen viaje! dijo Cade
componian toda la fortuna del miserablerousse.
matrimonio. -Gracias, contestó el platero.
—¡Ea dijo Carderousse, aunque nos Tomó su baston, y saltó.
hayais dejado sin una docena de milfran En el momento en que abrió la puerta,
eos tal vez, ¿queréis cenar con nosotros?una bocanada de viento entró por ella vio
os lo digo con buena voluntad. lentamente, y poco faltó para que apaga
—Gracias, dijo el platero, debe ser tar-se la lámpara.
de y espreciso que vuelva á Belcaire, mi -Oh! dijo; vaya un tiempo que va á
muger estaria inquieta: sacó su reloj, hacer, y no será nada agradable caminar
¡diantre 1 esclamó, las nuevei, y tardaré ahora dos leguas al despoblado.
tres horas en irá Belcaire. Adios, ami -Quedaos, dijo Caderousse; aquí dor
gos mios, si vienen"por ahí mas abates mireis. .

Busoni, pensad en mí. -Sí, quedaos, dijo la Carconta con voz


—Dentrode ocho dias ya no estareis en temblorosa; os cuidaremos mucho.
Belcaire, dijo Caderousse, puesto que la -No, es preciso que vaya á dormir á
feria concluye la semana que viene. Belcaire. Adios.
-No, pero eso no le hace; escribidme Caderousse llegó lentamente hasta el
á Paris á Mr. Joannés, Palais-Royal, ga. dintel.
|
lería de piedra, número 45; haré espre —No se ve el cielo ni la tierra, dijo el
samente un viaje sivale la pena. platero ya fuera de la casa; ¿sigo la dere
Oyóse de repente un trueno acompa cha ó la izquierda?
ñado de un relámpago tan violento, que -La derecha, dijo Caderousse, no os
borró casi la claridad de la lámpara. podeis perder, el camino está limitado por
—¡Oh! ¡oh ! dijo Caderousse,¿vais á árboles á entrambos lados.
partir con ese tiempo? –Bueno,ya estoy, dijo la voz cuyo eco
—Yo no temo á los truenos, dijo el pla se habia perdido casi á lo lejos.
tero. -¡Cierta la puerta! dijo la Carconta,
—¿Y á los ladrones? preguntó la Car no me gusta la puerta abierta cuando
conta. Ahora durante la feria no está el truena.
camino muyseguro. —Y cuando hay dinero en la casa, ¿no
—¡Oh! en cuanto á los ladrones, dijo es verdad? respondió Caderousse dando
Joannés, estoypreparado contra ellos. dos vueltas á la cerradura.
Y sacó de su bolsillo un par de pistolas Entró, se dirigió al armario, retiró el
cargadas hasta la boca. saco y la cartera, y ambos se pusieron á
-He aquí, dijo, un par de cachorros volverá contar por la tercera vez su oro
que ladran y muerden al mismo tiempo: ysus billetes.
los tengo destinados para los dos primeros Jamás he visto una espresion semejante
que tengan ganas de poseer vuestro dia á la de aquellos dos rostros cuya codicia
mante, tioCaderousse. iluminaba la lámpara. La muger sobre to
do estaba odiosa; el temblorfebril que la
Caderousse y su muger cambiaron una animaba generalmente se habia aumenta
mirada sombría. Parecia que al mismo dô, su rostro se habia vuelto lívido, sus
tiempo habían tenido algun terriblo pen ojos hundidos brillaban en el fondo de sus
samiento. órbitas.
87
346 ABUM.
—¿Para qué, preguntó ella con voz sor -¿ Quién seis vos?
da, le ofrecístes que se quedase aquí á —¡Eh! ¡Qué diantre l Joan nés, epía
dormirº tero!
—¡Oh! respondió Caderousseestreme —¡Qué tall no decias tú antes, repli
ciéndose , para.…. para que no tuviese la|có la Carconta con una sonrisa infernal,
molestia de volver à Belcaire... |que yo ofendia al buen Dios?… puesmi
—¡Ah! dijo la muger con una espre
sion imposible de pintar,yo creía que era| Caderousse cayó pálido y des allecido
para otra cosa. . . bre su silla. , .

—¡Muger l muger esclamó Cade La Carconta, al contrario, se levantó y


rotisse, ¿por qué tienes tales ideas? ¿y po endo á la puerta con paso firme, la abrió.
qué al tenerlas no las callas? —Entrad, querido señor Joannés, dijo
—Es igual, dijo la Carconta despues de ella...",
- -. - -

un instante de silencio; tú no eres un ¡A fémia! dijo el platero empapado


hombre. , |: sacudiéndose; parece, que el
-

—Cómo, esclamó Caderousse. - liablo no quiere que vuelva áBelcaire es


—Si tu hubieses sido un hombre, no ta noche.Nada, me habeis ofrecido hos
habria salido de aqui. pitalidad, la acepto, y vuelvo á dormir
—¡Muger ! en vuestra casa. -

—o bien no habría llegado a Belcaire. Caderousse murmuró algunas palabras


—¡Muger! "
º " . . . . . . enjugándose el sudor que inundaba su
—El camino hace un recodo, tiene que frente. .
seguir por él, mientras que junto al canal La Carconta cerró cuidadosamente y
hay otro camino mucho mas corto. con llave la puerta detras del platero.
—Muger, tu ofendes al buen Dios. Mi VI.
ra, escucha....
En efecto, oyóse un espantoso trueno A LLuvia DE sANGRE.
al mismo tiempo que un relámpago azu Al entrar el platero arrojó una mirada
lado inflamaba toda la sala, y un rayo interrogadora á su alrededor; “pero nada
descendiendo rápidamente, pareció alejar parecia inspirarle sospechas.
se con sentimiento de la casa maldita. Caderousse tenia siempre su y oro y sus
—¡Jesus! dijo la Carconta santiguán billetes entre sus manos. La Carconta se
dose. mostraba risueña con su huésped lo mas
En el mismo instante y en medio del agradablemente que podia.
silencioso terror que sucede generalmen —¡Ah! ¡ah! dijo el platero, parece
te á la tormenta se oyó llamar
precipita que teniais no haber contado bien, ¿esta
damente á la puerta. bais repasando vuestro tesoro despues de
Caderousse y su mugerse estremecieron mi partida? "
y se miraron espantados. —No, dijo Caderousse, pero el acon
—¿Quién vá? esclamó Caderousse le tecimiento que nos ha hecho poseedores
vantándose y reuniendo en un monton el de él es tan inesperado que apenas pode
cro y los billetes esparcidos sobre la mesa mos creerle, y cuando no tenemos á la
cl cual cubrió con ambas manos. vista la prueba material, creemos soñar.
—¡Yo! dijo una voz. El platero se sonrió.
ALBUM. 347

-¿Teneis viajeros en vuestra posada? conta con una amabilidad que no le era
preguntó. . . . . . . habitual ni aun con los huéspedes que pa
—No, respondió Caderousse, no duer gaban.
me aqui nadie; estamos muy cerca de la| De cuando en cuando Caderousse lanza
ciudad y nadie se detiene en ella.- ba sobre ella una misada rápida como un
—Entoncesvoyá incomodaros horri relámpago. . . . .
blemente! La tempestad continuaba. " -

—, Incomodarnos vos?9h —¿Ois? ¿ois? dijo la Carconta, bien


no l |habeis
creas, ºrn , riy "."
hecho á fé mia, en volver.
— Veamºs, donde me pondreis? - Lo cual noimpide, dijo el platero,
, =En el cuarto de arriba... , , , , ue si durante mi cena se aplaca ese ten
-¿Pero no es el vuestro? oral, me vuelva á poner en camino.
—¡Uh! no importà, tenemos una se -Este es el mistral, dijo Caderousse
gunda cama, en la pieza que está, al lado rrojndo un suspiro, y me parece que lo
de esa. , , ,, , , , , , , , , , tenemos hasta mañana.
Caderousse miré á su muger con asom –¡Oh! tanto peor para los que estén
bro... - . . . . . . . . fuera, dijo el platero sentándose á la mesa.
El platero se acercó á calentarse á un —Sí, replicò la Carconta, mala noche
poco de lumbre que habia encendido la pasarán.
Carconta en la chimenea para secar á su El platero empezó cenar, y la Careon
huésped. - * ta siguió prodigándole los cuidados mas
Durante este tiempo, colocaba sobre una atentos; si el platero la hulhiese conocido
esquina de la mesa donde habia estendido de antenano, tal cambio le hubiera asom
una servilleta, los restos de una cena, lo brado, y no habria dejado de inspirarle
cual acompañó de dos ó tres huevos fres sospechas.
COS. En cuanto á Caderousse, no pronuncia
Caderousse encerró de nuevo los bille ba una palabra; seguia paseando y pareci
tes en su cartera, su oro en un saco y to vacilar aun en mirar á su huésped.
do en el armario. Paseábase por la sala Cuando se huboterminado la cena, Ca
sombrio y pensativo, levantando de cman derousse fué el mismo á abrir la puerta.
do en cuando la cabeza sobre el platero —Creo que se calma la tempestad, dijº.
que estaba finando delante del hogar, y Pero en este momento, como para des
que á medida que se secaba de un lado mentirle, un trueno terrible estreneció la
se volvía del otro. casa, y una bocanada de viento mezclada
—¡Aqui! dijo la Carconta, colocando de lluvia entróy apagó la lámpara.
una botella de vino sobre la mesa; cuan Caderousse volvió á cerrar la puerta;su
do querais cenar todo está preparado. muger encendió un cabo de vela en la ho
-¿Yvos? preguntó Joannés. guera moribunda.
-Yo, no cenaré, respodióCaderousse. —Mirad, dijo al platero, debeis estar
—Hemos comido tarde, se apresuró á fatigado, ya he puesto sábanas limpias en
decir la Carconta. la cama, subid á acostaros y dormid bien.
—¿Luego voy á cenarsolo? dijo el pla Joannés se quedó aun un instante para
tero. asegurarse de que el huracan no se calma
—Nosotros os serviremos, dijo la Car ba, y cuando se cercioró de que el trueno
3$ Ar.

y la lluvia crecian considerablemente, dióéste permanecia en la misma posicion, la


ásus huéspedes las buenas nochesy si estender un brazo hácia él y tocarle con
la escalera. sur descarnada mano en la frente.
Pasaba por encima de mi cabeza, y yo Caderousse se estremeció. Me pareció
sentia crujir cada escalon bajo sus pasos. que la muges movia Jes lábios, pero sea
La Carconta le siguió con una mirada ue hablase bajo, 6 que mis sentidos estu
ávida, mientras que al contrarioCaderous viesen embotados por el sueño, sus pala
se le volvió la espalda sin mirarke. bras, si las pronunció, no llegaron á mis
Todos estos detalles que los recordé des oidos. Todo lo veia al través de una den
pues de algun tiempo, no me chocaron en sa niebla, y con esa duda precursora del
el momento en que los presenciaba: nada sueño, durante la cuarse cree comenzará
era para mi mas natural que lo que esta soñar. En fin, mis ojos se cerraron y que
ba pasando, y escepto la historia del día dé completamente dormido.
mante que me parecia un poco inveros Estaba en lo mas profundo de misueño,
mil, todo lo encontrabar fundado. cuando fui dispertado por un pistoletazos
Asi,pues, como estaba estenuado defa seguido de un grito terrible.
tiga, resolví dormir algunas horas y ale Algunos pases vacilantes resonaron so
jarme á media noehe. bre el pavimento del cuarto y una masa
Yo sentia en la pieza de encima al pla inerte fué á rodar á la escalera, justamen
tero hacer todas las disposiciones para pa te encima de mi cabeza.
sarmejor la noche. Pronto su cama crujió Aun no era yo, dueño de mi. Oia gemi
bajo sur cuerpo. |dos, muchos gritos añogados como los que
Acababa de acostarse. acompañan á una Mucha.
Yo sentia que mis ojos se cerrabaná pe Un último grito, masprolongado que los
sarmio, yo como no habia concebido nin demas, y que se trocó en gemido,mesacó
guna sospecha, no intenté luchar contra el completamente de mi letargo.
sueño, y arrojé una última mirada á la Me levanté apoyado en un brazo, abrí
cocina. Caderousse estaba sentado al lado los ojos, que no distinguieron nada en las
de una larga mesa, sobre uno de esosban tinieblas, y me puse las manos en la fren
cos de madera que en las posadas dealdea, te, sobre la que me parecia que goteaba á
reemplazan á las sillas; me volvia la espal través de las rendijas de la escalera una
da, de suerte que no podia ver su fisono lluvia tibia y abundante.
mia; además, aun cuando hubiese estado El mayor silencio habia sucedido á este
en la posicion contraria, me hubiera sido espantoso ruido. Oí los pases de un hom
tambien imposible; atendido á que tenia su bre que andaba sobre la pieza que estaba
cabeza sepultada entre sus dos manos. sobre mi cabeza; sus pies hicieron crujir
La Carconta le miró algun tiempo; se la escalera, el hombre descendióá la salar
encojió de hombros y fuéá sentarse delan inferior, se acercó á la chimenea y encen
te de él. dió una luz.
En este momento la moribunda llama| Este hombre era Caderousse.
cncendióun monton de leña seca que an Tenia el rostre pálido y su camisa esta
tes olvidára; un resplandor mas vivo ilu ba ensangrentada.
minó aquel sombrío interior. La Carconta Asi quehubo encendido el cabo de vela,
tenia sus ojes fijos en su marido, y comolsubió Caderousse rápidamente la escalera,
4
ALBUM. 349

y oidenuevo sus pasos rápidos éinquietos. En la cuarta habia quedado un lurg


Un instante despues volvió á bajir: lle cuchillo de cocina, del que no seveia mas
vaba en la mano el estuche, se aseguró que el mango.
de que el diamante estaba dentro, buscó Tomé la segunda pistola, que no se ha
un instante en cual de sus bolsillos le guar bia disparado, sin duda porque la pólvora
daria; y luego despues, no considerando se habia mo, ado.
el bolsillo bastante seguro, lo lió en su Me acerqué al platero;efectivamente no
pañuelo encarnado que se ató al cinello. estaba muerto; al ruido que hice, al ruido
Despues corrió al arnario, sacó de él de las tablas rotas sobre todo, abrió los
sus billetesy su oro, metió los unos en el ojos, los fijó un momento en mí, movió
bolsillo de su pantalon y el otro en los de los lábios como si quisiese hablar, y es
un chaqueton; tomó dos ó tres camisas y piró.
lanzándose hácia la puerta, desapareció en Este espantoso espectáculo me dejó casi
la oscuridad. Entonces lo conocí todo cla |insensato; desde el momento en que ya no
ramente; me eché en cara lo que habia podia socorrerá nadie, no esperimentaba
pasado como si yo hubiese sido el verda mas necesidad que la de huir, y me pre
dero culpable; me parecia oírgemidos; el cipité á la escalera, arrojandoun grito de
desgraciado platero podia no haber muer terror.
to,talvez estaba en mipoder, socoriéndo En la sala interior habia cinco ó seis
le, reparar una parte del mal, no que ha aduaneros y dos ótres gendarmes. -

bia hecho, sino que habia dejado de evi Apoderáronse de mí; yo no opuse nin
tar. Apoyé mi espalda contra una de aque guna resistencia, no era dueño de missen
llas tablas tan mal unidas que me separa tidos; procuré hablar,y solo pude lanzar
ban de la sala superior. Las tablas cedie algunos quejidos inartículados.
ron y me encontré ya en la casa. Ví que los aduaneros y los gendarmes
Corríá la lámpara y me lancé á la es me señalaban con al dedo; á su vez me
calera; un cuerpo la atravesaba éimpedia mirétambien, y estaba cubierto de sangre.
el paso, era el cadáver de la Carconta. Aquella lluvia tibia y abundante que ha
El pistoletazo que yo habia oido había bia sentido caer sobre mí al través de los
sido disparado á ella; tenia la garganta escalones de la escalera, era la sangre de
- atravesada de parte á parte, y a lemas de la Carconta.
su doble herida que desangraba á borbo Yo entonces mostré con el dedo ellugar
tones, vomitaba sangre por la boca. donde estaba diculto.
Estaba enteramente muerta. —¿Que quiere decir? preguntó un gen
darme. . ..."
Salté por encima de su cuerpo y pasé.
El cuarto ofrecia el aspecto del nas es Un aduamero fué á ver lo que orn.
pantoso desórden. Dos ó tres muebles ro —Quiere decir que ha pasado por aquí,
daban por el suelo; las sábanas, á las cua respondió.
les se habia agarrado el infeliz platero, Y mostró el agujero por donde efectiva
arrastraban por el cuarto; él mismo estaba mente habia yo pasado.
tendido con la cabeza apoyada contra la Entonces comprendí que me tomaban
pared, nadando en un mar de sangre que por el asesino; recobré mi voz, recuperé
salia de tres anchas heridas recibidas en el mís fuerzas; me desembaracé de las ma.
pecho. nos de dos hombres que me sujetaban,
350 ALBUM.

esclamando: ¡No he sido yo! ¡ no he si cel diciendo que había sábido que un pre
do yo! so deseaba hablarle. Esto lo habia sabido
Dos gendarmes me apuntaron con sus en Marsella y se apresuraba á compla
carabinas. - Ce"Ime.

—Si haces un movimiento, dijeron, eres Ya comprendereis con qué ardor le re


muerto. cibí; le conté todo lo que habia presen
–Pero, esclamé, ¡os repito que no he ciado, le conté tambien la historia del dia
sido yo! |mante;.. contra lo que yo, esperaba, era
—Eso lo dirás á los jueces de Nimes, verdadera; contra lo que yo esperaba tam
respondieron. Entretanto, síguenos, y si bien, creyó todo lo que le dije. Entonces
quieres seguir nuestro consejo, no hagas fué cuando arrastrado por su dulce cari
resistencia ninguna. dad,habiendo yo conocido que estaba muy
No era mi intencion esta, estaba aniqui-enterado de las costumbres de mi pais.
lado por el asombro y por el terror. Melpensando que elperdon del único crímen
pusieron grillos, me ataron á la cola de unque habia cometido podia venir tal vez de
caballo,y me condujeron á Nimes. sus labios tan caritativos, le conté, bajo el
Habia sido seguido por un aduanero; sello de la confesion, la aventura de An
me habia perdido de vista en los alrededo-|tenil con todos sus detalles. Lo que yo ha
res de la casa; sospechó que pasaria allila|bia hechopor arrebato obtuvo el mismo
noche; fué á avisar á sus compañeros y|resultado que si hubiese sido hecho por
llegaron justamente en el momento en que cálculo; la confesion de este primer asesi
sonó el pistoletazo para pillarme en medio|nato que yo no estaba obligado á confe
de tales pruebas de culpabilidad; de modo sarle le probó que no habia cometido el

que al momento comprendí el trabajo que segundo, y se separó de mi encargándo


me costaria hacer reconocer mi inocencia.|me que esperase, y prometiéndome hacer
Asi, pues, lo primero que pedí al juez todo lo que estuviera en su poder para
de instruccion fué qme buscase por todas convencer á mis jueces de miinocencia.
partes un cierto abate Busoni, que la ma Pronto conoci que en efecto se habia
ñana de aqueltriste dia se habria detenido ocupado de mí,cuando ví dulcificarse gra
en la posada del puente de Gard. Si Ca dualmente mi prision y cuando supe que
|
derousse habia inventado una historia; si ibaná reunir el tribunal para juzgarme.
el abate no existia, seguramente era per En este intérvalo, la providencia per
dido, á menos que Caderousse no fuese mitió que Caderousse fuesepreso en el es
preso á su vez y todo lo confesase. tranjero y conducido á Francia. Todo lo
Dos meses pasaron, durante los cuales, eonfesó culpando á su muger de haberlo
debo decirlo en "alabanza de mi juez, se pensado y de haberle instigado.
hicieron todas las pesquisas para hallar al Fué condenado á un presidio perpétuo,
abate que yo deseaba ver. Ya habia per y yo fuípuesto en libertad. -

dido toda esperanza. Caderousse no habia| —Y entónces, dijo Monte-Christo, os


sido preso. Iba á ser juzgado en la prine presentásteis
abate Busoni.
en mi casa con una carta de
ra sesion, cuando el 8 de setiembre, es
—Sí, escelencia, tomó por mi tin inte
decir, tres me es y cinco dias despues del rés visible; vuestro estado de contrabanr
acontecimiento, el abate Busoni, á quien dista os va á perder, me dijo; si salís de
yo ya no esperaba, se presentó en la cár aquí, dejadlo.
ALBUM. 35
–Pero, padre mie, ¿cómo quereis que zon de madre. Llegó la noche, y le espe
viva y que haga vivir á ni pobre her ró sin acostarse. Cuando á las once entró
mana ? con dos de sus amigos, compañeros de te
–Uno de mis penitentes, me respon das sus locuras, entonces Assunta le ten
dió, me estima sobremanera, y me ha en dió los brazos; pero se apoderaron de ella,
cargado que le busque un hombrede con - yuno de lostres, creo que fué ese infer
fianza. ¿Quereis ser ese hombre? os diri nal Benedetto, dijo:
giré á él. —Señores, atormentemósla para ver sí
—¡Oh! padre mio, esclamé, ¡cuánta nos dice donde tiene el dineró.
bondad! Justamente el vecino Wasilio estaba en
—¿Pero me jurais que no tendré nun Bastia,su mugerúnicamente estaba en la
“ca que arrepentirme? casa. Ninguno, escepto ella, podia ver ni
Entonces estendí la mano para hacer el oir lo que pasaba en casa de mi herma
juramento. na; dos detuvieron á la pobre Assunta:
—Es inútil, dijo, conezco y amo á los que no pudiendo creer en la posibilidad de
corsos, tomad mi recomendación. tal crímen, se sonreía; el tercero fué á
Y escribió algunos renglones que yo os barricar puertas y ventanas, despuesvol
entregué, y por los cuales vuestra esce vió, reunidos los tres, ahogandolosgritos
lencia tuvo la bondad de tomarme á su que el terror la arrancaba ante estos pre
servicio. Ahora, lo pregunto con orgullo parativos mas graves, acercaron los pies
ávuestra escelencia, ¿ha tenido nunca al ede Assunta al brasero para ver si con él
"guna queja de mí?... lograban saber donde tenia oculto nuestro
—No, respondió el conde, y lo confieso pequeño tesoro; pero en medio de la lu
con placer, sois un buen servidor, Bertuc cha prendió el brasero fuego á sus vesfi
cio, aunque sois poco amigo de confiaros dos; entonces soltaron á la pobre paciente
COn otro. para no quemarse ellos. Con sus vestidos
—¡Yo! señor conle. inflamados corrió á la puerta; pero estaba
—Sí, vos. ¿Cómo es que teneis una cerrada. Lanzóse hácia la ventana, pero
hermana.yun hijo adoptivo, y nunca me estaba barricada. Entonces la vecina oyó
habeis hablado del uno ni del otro? gritos espantosos; era Assunta que pedia
—¡Ay! escelencia, es que aunme que socorro. Pronto se ahogó suvoz; los gri
da por contares la parte mastriste de mí tos se trocaron en gemidos, y al dia si
vida. Partíá Córcega. Tenia muchos de guiente, despues de una noche de terror
seos de ver y de consolar á mi pobre her y de angustias, cuando la muger de Wa
mana; pero cuando llegué á Rogliano ha silio se atrevió á salir de su casa y mandó
llé la casa vacía; habia pasado una esce abrir la puerta de nuestra casa por el juez,
na horrible, de la cual conservan aun me encontraron á Assunta medio quemada,
moria los vecinos; mi pobre hermana, se pero respirando aun; los armarios abier
gun mis consejos, resistia á las exigencias tos, y el dinero habia desaparecido.
de Benedetto que queria le diese á cada En cuantoá Benedetto, salió de Roglia
instante el dinero que habia en la casa, no para no volver á él jamás: despues de
Una mañana la amenazó y desapareció este dia no le he vuelto á ver y tampoco
durante todo el dia. La pobre Assunta llo he oido hablar de él.
ró porque tenia por el miserable un cora Despues de haber sabido estas noti
352 ALBtJM.

cias, prosiguió Bertuccio,fué cuando me| —Bien sea, dijo Bertuccio. Todo lo
dirigí á vuestra escelencia. No tenía que que pido únicamente al cielo es no volver
hablaros de Benedetto, puesto que habia le á verjamas: Ahora, continuó el ma
desaparecido, ni de mi hermana, puesto ron bajando la cabeza, todo lo sa
que habia muerto. |eis, señor conde: sois mijuez en la tierra
–¿Y qué habeis pensado de ese acon como Dios lo será en el cielo, ¿no me
tecimiento? preguntó Monte-Christo. dires alguna palabra de consuelo?
—Que era el castigo del crímen que ha —Teneis razon, en efecto, y puedo de
bia cometido, respondió Bertuccio. ¡Ah! ciros lo que os diria el abate Busoni. Ese
esos Villefort, son una raza maldita. á quien habeis dado muerte, ese Villefort
—Lo creo, murmuró el conde con aeen merecia un castigo por lo que ávos osha
to lúgubre. bia hecho y tal vez por otra cosa. Bené
—Y ahora, replicó Bertuccio, vuestra detto, si vive, servirá como os he dicho,
escelencia comprenderá que esta casa que para alguna venganza divina, después se
no he visto hace tanto tiempo, que este rá castigado á su vez. En cuanto á vos,
jardin donde me he encontrado de repen en realidad, no teneis que echaros én
te, que este sitio donde he matado á un cara mas que una cosa; ¡preguntaos por
hombre, han podido causarme estas som qué, habiendo salvado la vida á ése niño,
brias emociones, cuyo origen habeis que no le devolvisteis á su madre! ahi está el
rido saber, porque al fin yo no estoy se crímen, Bertuccio.
guro de que aqui, delante de mi, no esté - Si señor; ahi está el crímen y el ver
enterrado el señor de Villefort en la fosa dadero crímen, porque he obrado muy
que él mismo cavó para su hijo. mal en eso;una vez devuelta la vida al ni
–En efecto, todo es posible, dijo Mon ño, no tenia mas que una cosa que ha
te-Christo levantándose del banco donde cer, enviarle a su madre.
estaba sentado; aun cuando, añadió mas Pero para eso tenia que hacer pesquí
bajo, el procurador del rey no haya muer sas, llamar. la atencion, entregarme tal
to. El abate Busoni ha hecho bien en en - vez; no he quierido morir; deseaba la vi
viaros á mi. Vos habeis hecho muy bien da por ni hermana, por mi amor propio
en contarme vuestra historia, porque ya de salirvictorioso deuna véíganza; ylue
no tendré malos pensamientos respecto, á go despues, tal vez deseaba la vida por el
este negocio. En cuanto á ese Benedetto, mismo amor á la vida. ¡Oh! yo no soy
tan mal nombrado, ¿no habeisprocurado tan valiente cono mí hermano!
saber su paradero, ni lo que habrá sido Bertuccio ocultó su rostro entre sus ma
de é1? nos, y Monte-Christo fijó sobre él una
—Jamas. Si yo hubiese sabido donde
larga é indefinible mirada, despues de un
estaba, en lugar de irá buscarle, hubie instante de silencio, mas solemne aun por
ra huido de él como de un monstruo. No. la hora y el lugar.
–Para terminar debidamente esta con
felizmente,jamas he oido hablar de él:
espero que habrá muerto. ferencia que será la última sobre estas
—No lo espereis, Bertuccio, dijo el con aventuras, señor Bertucció, dijo el conde
de: los malos no mueren asi, porque Dios con un acento de melancolía que no le
parece protejerlos para hacerlos instru ora habitual; conservadbien mis palabras,
mentos de sus venganzas. varias veces las he oido pronunciar alaba
ALBUM. 333
te Busoni: todo mal tiene dos remedios, El carruage tomó el camino de Paris.
el tienpo y el silencio. Ahora, señor Ber-| La misma noche, cuando llegó á la ca
tuccio, dejadme pasear un instante por sa de los Campos Eliseos, el conde de
este jardin. Lo que tanto os afecta á vos, Monte-Christo visitó toda la habitacion
actor de esa terrible escena, será para mi como hubiera podido hacerlo un hombre
una sensacion casi dulce y que dará doble familiarizado con ella despues de muchos
precio á esta propiedad. Los árboles, se años; ni una sola vez abrió una puerta por
ñor Bertuccio, no gustan sino porque ha otra, y no siguió ni una escalera ni un cor
cen sombra, y la sombra no gusta sino redor que no le condujese donde que
porque está llona de fantasmas y visiones. "Il II".
Por eso he comprado un jardin creyendo Ali le acompañaba en esta revista noc
comprarun simple huertecillo rodeado de turna. El conde dió á Bertuccio muchas
cuatro tapias y nada mas: de repente este órdenes para el adorno ó la nueva distri
huertecillo se trueca en un jardin lleno de bucion de las habitaciones, y sacando su
fantasmas que no están en el contrato.... relej, dijo al negro:
Ahora,pues, á mi me agradan las fan —Son las once y media, Haydée no
tasmas; nunca he oido decir que los muer puede tardar en llegar.¿Habeis mandado
tos hayan hecho en seis mil años tanto da avisar á las camareras francesas?
ño como los vivos en un solo dia. Volved All estendió la mano hácia la habitacion
á la casa, señor Bertuccio, y dormid en destinada á la bella griega, y que estaba
paz. Si vuestro-confesor en el momento de tal modo aislada que ocultando la puer
supremo es menos indulgente que lo fué ta detrás de una colgadura se podia visitar
el abate Busoni, mandadme llamar, si toda la casa sin sospechar que hubiese allí
aun existo en el mundo, y os diré pala un salon y dos cuartos habitados. Alí, re
bras que mecerán dulcemente vuestra al petimos, estendió la mano hácia la habita
ma en el momento en que esté pronta á cion, seña’ó el número tres con los dedos
ponerse en camino para hacer ese rudo de su manoizquierda, ysobre lapalma de
viaje que llaman la eternidad. esta misma mano, apºyando su cabeza,
Bertuccio se. inclinó respetuosamente erró los puños.
ante el conde, y se alejó lanzando suspiro. —¡Ah! … dijo Monte-Christo acostum
Monte-Christo se quedó solo, y dando brado á este lenguaje, son tres y esperan
cuatro pasos hacia adelante, murmuró: en la alcoba, ¿no es verdad?
—Aqui, junto á ese plátano, la fosa --Si, espresó Alí bajando la cabeza.
donde fué depositado el niño: alli abajo la —La señora estárá fatigada esta noche,
puertecita por la cual se entraba al jardin, continuó Monte-Christo, y sin duda quer
en aquel ángulo la escalera oculta que rá dormir; que no la hagan hablar; las ca
conduce á la alcoba. No creo tener nece marerasfrancesas no harán mas que salu
sidad de escribir esto en mi cartera, por dar á su nueva señora y retirarse;velareis,
que aqui tengo á mi vista, ámi alrededor, porque la criada griega no se comunique
á mis pies, todo el plan en relieve. con las camareras francesas.
Y el conde, despues de dar una última
vuelta por el jardín, fué á buscar su car Alí se inclinó.
ruage. Bertuccio que le veia pensativo, su A poco tiempo se oyódar voces como de
bió sin decir nada sobre elpescante al lado anuncio á la reja, esta se abrió, un carruaje
del cochero. rodó por la calle de árboles y se paró de
89
351 ALUI,

lante de la escalera. El conde bajó de su Mientras tanto este hombre consideraba


cuarto para recibir á la persona que salia|con una atencion tan minuciosa, que casí
del carruaje,y dió la mago á una jóvenera ya impertinente, el esterior de la casa,
envuelta en una especie de capuchon de lo que se podia distinguir del jardin y de
seda verde bordado de oro que la cubria|la librea de algunos criados que iban y ve
la cabeza. La jóven temó la mano que la|nian de un lado á otro. La mirada de este
presentaban, la besó con cierto amor mez |hombre era viva, pero astinta: sus lábios
clado de respeto, y algunaspalabras fue-|eran tan delgados que mas bien que salir,
ron cambiadas con ternuran de parte de la|entraban en su boca: en fin. lo prominente
jóven, y con una dulce gravedad de parte de lospómulos, señal infalible de astucia,
del conde de Monte-Christo. su frente achatada,todo contribuia á dar
Entonces, precedida de Alí, que llevaba|un carácter casi repugnante á la fisonomia
una antorcha de cera color de rosa, la jó-|de este personaje, muy recomendable á los
ven que no era otra que la bella griega,|ojos del vulgo por sus magníficoscaballos;
compañera ordinaria de Monte-Christo en|el enorme diamante que llevaba en su ca
Italia, fué conducida á su habitacion, y po-|misa y la cinta encarnada que se estendia
co despues el conde se retiró al pabellon de un ojal á otro de su frac.
que le estaba reservado. El lacayo llamó á los cristales del cuar
A las doce y media de la noche todas to del portero y preguntó:
las luces estaban apagadas en la casa, y –¿No vive aqui elseñor conde deMona
hubiérase podidor creer que todos dor te-Christo?
mian. —Aquivive S. E., respondió el porte
VII, ro, pero..... y consultó á Alí con una mi
EL, UREDITO ILIMITADO, rada.
Al dia siguiente, á las dos de la tarde, Alíhizo una seña negativa.
una carretela tirada portres magníficos ca —¿Pero que?...preguntó el lacayo.
ballos ingleses, se paró delante de la puer –Pero S. E. no está visible, repondió
ta del palacio de Monte-Christo;un hom el portero.
bre vestido con un frac azul, con botones —En este caso, tomad la targeta de mi
de seda del mismo color, un chaleco blan amo, el señor conde Danglars. La entre
co adornado de una enorme cadena de oro, gareis al conde de Monte-Christo. yle di
y un pantalon color de nuez, con unos ca réis que al ir á la cámara mi amo se ha
bellos tan negros y peinados de modo que detenido para tener el honor de visitarle.
descendian tantosobrelas cejas,que se hu —Yo no hablo á S. E., dijo el portero;
biera podido dudar fuesen naturales, tan su ayuda de cámara desempeñará la comi
en poca armonia estaban con las arrugas sion. -

inferiores que no podian ocultar; un hom El lacayo se volvió al carruaje.


bre en fin de cincuenta á cincuenta y cin –¿Y bien?preguntó Danglars.
co añes y que queria aparentar cuarenta; El lacayo, bastante avergonzado de
asomó su cabeza por la ventanilla de su la leccion que habia recibido, llevó á ss
carretela, sobre cuya portezuela estaba amo la respuesta que le diera del portero
pintada una corona de baron, y mandó á —¡Oh! dijo Danglars,¿es algun prín
su lacayo quepreguntase al portero si es cipe ese caballero para que le llamen es
taba en casa el conde de Monte Christo. celencia y para que solo su ayuda de cá
ALBUM. 353
mara pueda hablarle? No importa;puesto hubiera creido poder encontrar ni en su
que tiene un crédito contra mí, será me voz ni en su rostro. Tú no entiendes mu
nester que yo le vea cuando quiera di cho de caballosingleses.
I62ITO, -
La serenidad volvió á las facciones de
Y Danglars se recostó en el fondo de su Ali.

carruaje gritando al cochero de modo que —Señor conde, dijo Bertuccio, los ca.
pudieran oirle del otro lado del camino. ballos de que me hablais no estaban de
–¡Ala cámara de los diputados! venta.
Al través de una celosia de su pabellon, Monte-Christo se encogió de hombros.
el conde de Monte-Christo, avisado átiem —Sabed, señor mayordomo, dijo, que
po, habia observado al baron con la ayuda todo está siempre de venta para quien lo
de unos escelentes anteojos con no menos paga bien.
atencion que el señor Danglars habia pues El señor Danglars los pagó á diez y seis
to en examinar la casa, el jardin y las li mil francos, señor conde.
breas. –Pues bien, se le ofrecian treinta y
—Decididamente, dijo eon un gesto de dos mil; es banquero y un banquero ne
disgusto haciendo entrar los tubos de sus desperdicia nunca una ocasion de dupli
anteojos en las fundas de marfil, decidi car su capital.
damente es una criatura fea ese hombre; -¿Habla formalmente el señor conde?
como se reconoce en él á primera vista preguntó Bertuccio. •,

á la serpiente de frente achatada, y al El conde miróal mayordomo asombra


buitre de cráneo redondo yprominente l do de que se atreviese á hacerleuna pre
- ¡Alí! gritó y dió un golpe sobre el tim gunta.
bre. —Esta tarde, dijo,tengo que hacer una
Alise presentó. visita; quiero que esos dos caballos estén
—Llamadá Bertuccio. uncidos á mi carruage con unos arneses
En este momento entró Bertuccio. IUICVOS,

–¿Preguñaba por mi vuestra escelen Bertuccio se retiró saludando, yjunto


cia? dijo el mayordomo. á la puerta se paró.
—Si señor, dijo el conde. ¿Habeis vis -¿A qué hora, dijo, piensa hacer esa
to los caballos que acaban de parar delan visita su escelencia?
te de mi puerta? —A las cinco, dijo Monte-Christo.
-Seguramente, escelencia, son her –Haré observar á vuestra escelencia,
IIOSOS, replicó timidamente el mayordomo, que
–¿Y cómo esposible, dijo Monte-Chis son las dos.
to frunciendo las cejas, que cuando ospe —Losé, se contentó con responder Mon
dí los dos caballos mas hermosos de Paris, te-Christo: volviéndose despues hacia Ali.
haya en Paris otros dos tan hermosos como Haced pasar todos los caballos por de
los mios, y que no estén en mi cuadra? lante de la señora, dijo, que ella esco.
Al fruncimiento de cejas y á la severa ja el tiro que mejor le convenga, y que
entonacion de esta voz, Ali bajo lacabeza me mande decir si quiere comer conmigo.
y palideció. En este caso se servirá la comida en su
—No es culpa tuya, buen Ali, dijo en habitacion, marchad; cuando bajeis me
árabe el conde con una dulzura que no se enviareis al ayuda de cámara.
356 ALBUM.

Apenas habia desaparecido Ali, el ayu pierden necesariamente este dinero, que
da de cámara entró. recae en provecho de los que se quedan,
—Señor Bautista, dijo el conde, hace y que tendrán derecho á ella despues de
un año que estais á mi servicio; este esel mi muerte, Ya hace un año que estais en
y

tiempo de prueba que yo impongo á mis mi casa; vuestra fortnnas ha empezado y

criados: me convenis. continuadla. •"

Bautista se inclinó. -

Estas últimas palabras pronunciadas de


—Ahora resta saber siyo os convengo. lante de Alí que permanecia inpasible,
–¡Oh! ¡señor conde ! se apresuró á atendido á que no comprendia una pala
decir Bautista. bra de francés, produjeron al señor Bau
—Escuchad hasta el fin, repuso elcon tista un efecto que comprenderán todos los
de. Vos ganais quinientos francos al año; que han estudiado un poco la fisiologia del
es decir, el sueldo de un oficial que todos criado francés.
los dias arriesga su vida; teneis una mesa -Procuraré conformarme en todo con
como la desearian muchos jefes de ofici los deseos de vuestra escelencia, dijo; por
na, infinitamente mas ocupados que vos, otra parte tomaré por modelo al señor Alí.
criados que cuiden de vuestra ropa y de -¡Oh! no, no, dijo el conde con una
vuestros efectos. Ademas de vuestros qui frialdad de mármol, Alí tiene muchos de
nientos francos de sueldo, me robais con fectos mezclados con sus cualidades; no le
las compras de mitocador y otras cosas... tomeis por modelo porque Ali es una es
otros quinientosfrancos al año. cepcion; no tiene sueldo, no es un criado,
–¡Oh! escelencia. es mi esclavo, es... mi perro; si faltase á
—No me quejo no de ello, señor Bau-su deber, no le echaria de mi casa,pero
tista, es muy justo; sin embargo deseo si le mataria. -

que eso se quede así; en ninguna parte en Bautista abrió desmesuradamente los
contrarias un puesto semejante al que os ojos.
ha dado la buena fortuna. Yo jamás mal –¿Lo dudais? dijo Monte-Christo.
trato á mis criados, no juro nunca, no me | i
Y repitió en árabe áA as mismas pa "

encolerizo,perdono siempreun error,pe labras que acababa de decir en francésá


ro nunca un descuido ó un olvido. Mis "Bautista.
órdenes son generalmente cortas, pero Ali las esctichó, se sonrió, se acercóá
claras y terminantes; mejor quiero repe su amo, hincó una rodilla en tierra,yle
tirlas dosveces y aun tres, que verlas mal |besó respetuosamente la mano.
interpretadas. Soy bastante rico para sa | Esta pantomima que sirvió de leccioná
l

ber todo lo que quiero saber, y soy muy Bautista, le dejo sumamente estupefacto.
El conde hizo una seña á Bautista de
..curioso, os lo prevengo. Si yo supiese que
vos habeis hablado bien ó mal de mi, co que saliese y á Ali de que le siguiese.
-
º

nentado mis acciones, procurado saber|| Ambos pasaron á sugabinete, y alli ha


ni conducta, soldriais de mi casa al ins blaron largo tiempo.
tante, jamás advierto las cosas mas que
A las cinco, el conde dió tres golpes So
una vez, ya estais advertido, ¡idos! bre su timbre. Un golpe llamaba à Ali,
A propósito, continuó el conde, olvida dos á Bautista, y tres á Bertuccio.
ba deciros que cada año separo cierta su El mayordomo entró.
ma para mis criados. Los que despido –Mis caballos, dijo Monte-Christo.
ALBUM. 337

—Están en el carruaje, escelencia, -La misma noche que salimosde Mar.


replicó Bertuccio. ¿Acompaño al señer sella, la ví darse á la vela.
conde ? - –¿Y el yacht? -

—No, el cochero, Bautista y Ali, nada —El yacht tiene órden de permanecer
|
llS. en Martignes.
El conde descendió y vió, uncidos á —¡Bien l os entendereis de cuando en
su carruaje, los cáballos que habia admi cuando con los dos patrones que la man
rado por la mañana en el carruaje de l dan, á fin de que no se duerman.
Danglars. —Y en cuanto al barco de vapor...
Al pasar junto á ellos les dirigió una —¿Qué está en Chalons?
–Sí.
ojeada.
—En efecto, son hermosos, dijo, y ha —Las mismas órdenes que para los
beis hechobien en comprarlos, pero ha si otros dos buques.
do un poco tarde. -¡Bien !
—Escelencia, dijo Bertuccio, mucho —Alpunto que esa propiedad esté com
trabajo me ha costado poseerlös, y me han prada, tendré tiros preparados de diez en
costado muy caros. diez leguas, en el camino del Norte y en
—¿Son por eso menos hermosos los el camino del Mediodia.
caballos? preguntó el conde encogióndose —Vuestra escelencia puede contar con
de hombros. migo.
—si vuestra escele cia está satisfeche, El conde hizo un movimiento de satis
dijo Bertuccio, no hay mas que decir: faccion, bajó los escalones,saltó á su car
; dónde va vuestra escelencia ! ruaje, que, arrastrado al trote por el mag
—A la calle de la Chaussée d'Antin, á nífico tiro, no se detuvo sino delante de la
casa del baron Danglars. casa del banquero.
Esta conversacion pasaba en medio del Danglars presidia una comision nom
la escalera. Bertuccio dió un paso para ba | brada para un camino de hierro, cuando
jar primero. | le anunciaron la visita del conde de Mon
"—Esperad, dijo Monte-Christo dete te-Christo. Por otra parte la sesion estaba
niéndole. Necesito una tierra en las ori finalizándose.
llas del mar, en Normandia,por ejemplo, Al oir el nombre del conde, se levantó.
entre el Havre y Boloña. Os doy tiempo —Señores, dijo dirigiéndose á sus cole.
como veis. Tambien seria necesario que gas,de los cuales muchos eran respetables
esta adquisicion tuviese un pequeño puer miembros de una ú otra cámara; perdo.
to, una pequeña bahía, donde pudiese en madme si os dejo así, pero imaginaos que
trar y poder estar mi corbeta: el buque la casa Thomsson y French de roma, mue
estará siempre pronto á darse al mar á dirije un cierto conde de Monte-Cristo,
cualquier hora del dia ó de la noche que abriéndole en mi casa un crédito ilimita
á mine plazca hacer la señal. Os infor do. Es la broma mas chistosa que han he
maréis en casa de todos los notarios, de cho conmigo mis corresponsales del es
una propiedad con las condiciones que os
tranjero.
esplico; cuando sepais algo iréis á visitar. la Ya comprenderes, esto me picó
curiosidad
la, y si os agrada la comprareis en vues , me pasé esta mañana por
tro nombre. La corbeta debe estar en e casa del pretendido conde; si era un ver.
mino de Fecamp, ¿ño es así? dadero conde, ya os figurareis que no se
90
338 ALBU.

ria tan rico. El soñor conde no estaba vi —Escusadme caballero, dijo, sino ostie
sible. ¿Qué os parece? ¿no son manerasldado el título bajo el cual me habeis sidb.
ie un príncipe ó de una linda señorita las anunciado; pero, bien lo sabeis, vivo°eh
del conde de Monte-Christo? Por otra par iempo de un gobierno popular,y yo soy
te, la casa situada en los campos Elíseos, un representante de los intereses del pueblo.
y que le pertenece, me ha parecido bas —De suerte, respondió Monte-Christo,
tante bien. Pero vaya! un crédto ilimita ue conservando la costumbre de haceros
do, añadió Danglars riendo con su astu llamar baron, habeis perdido la de llanar
sonrisa, hace exigente al banquero en cu á los ótros conde.
ya casa es abierto el crédito. Tengo de —¡Ah! tampoco lo lago conmigo, res
seos de verá nuestro hombre. No saben pondió candidamente Danglars; me han
aun con quien van á dar, ¡ah! ¡ah! nombrado baron y hecho caballero de la
Al acabar estaspalabras dichas con un legion de honor por algmnos sérvicios;
énfasis que hinchó las narices del baron, pero.....
éste se separó de sus colegas y pasó áun –Pero habeis abdicado vuestros títulos
salon tapizado de satin con esculturas do como hicieron otras veces MM. de Mont
radas, y del cual se hablaba mucho en la morency y de Lafayette. ¡ah! ese es un
Chaussée de Antin. bten ejemplo, caballero.
Aquí mand5 introducir al conde para —No tanto, replicó Danglars embara
deslumbrarlo del primer golpe. zado; pero ya comprendeis, por los cria
El ede estaba en pié, contemplándo dos.... - -

algunas copias de Albano y del Fattore, –Si, si, os llamas monseñor para los
que había "hecho pasar al banquero por criados; para los periodistas, es llama
originales, y que pegaban muy mal con caballero, y para los del pueblo ciudada
los adornos dorados y de diferentes celo no. Esas son medidas muy aplicables a
res del techo y de los ángulos del salon. gobierno constitucional.
Al ruido que hizo Danglars al entrar,|| –Comprendo perfectamente.
el conde se volvió. Danglars se mordió los labios; vió que
Danglars saludó ligeramente con la ca no podia en este terrenoconMonte-Chris
beza, é hizo seña al conde de que se sen to, y procuró hacer volver la cuestion a
tase en un sillon de madera dorado con terreno que le era mas familiar.
forro de satin blanco bordado de oro. –Señor conde, dijo inclinándose, he
El conde se sentó. ibido una carta de aviso de la easa Thom
–¿Es al señor conde de Monte-Chris ny French.
á quien tengo el honor de hablar? —¡Oh! señor baron,permitidime que
—Y yo, replicó el conde ¿al señor ba los llame como lo hacen vuestros criados;
ron Dangiars, caballero de la legion de es una mala costumbre que he adquirido
honor, miembro de la cámara de los di en paises donde justamente no hay barones
putados? porque aun no se han creado; con que es
Monté-Christo hacía la nomenclatura e que no tendré necesidad de presen
de todos los títulos que habia leido en la tarme yo mismo, lo cual siempre es emba
targeta del baron. razoso. ¡ Deciais que habiais recibido una
Danglars sintió la pulla y se mordió los" carta de aviso !
labios. | – Si, respondió Danglars,pero oscon
r
"ALBUM.
35)
fieso que no he comprendido bien el sen dispuesta á hacer locuras, la casa Dan
tido. glars no lo está á seguir su ejemplo.
–¡Bähl -¿Como, señor conde ?
–Y aun habia tenido el honor de pa -S, sin duda alguna: losseñores Thom
"sar á vuestra casa para pediros esplica son y French hacen los negocios sin cifras;
ciones.
pero el señor Danglars tiene un límite papa
—Decid, señor baron, os escucho, y los suyos; es un hombre prudente, como
“estoy pronto á responderos. decia hace poco.
—Esta carta, repuso Danglars, la ten -¡Caballero! respondió orgullosamen
"go aquisegun creo (y registró su bolsillo), te el banquero, nadie ha contado aun con
si, aqui está. Estacarta abre al señorcón mi caja.
de de Monte-Christo un crédito ilimitado
-¿Entonces, dijo Monte-Christo con
sobre mi casa.
frialdad, parece que seré yo el primero?
–¡Y bien l señor baron, ¿qué es lo -¿Quién os lo ha dicho?
que no entendeis de eso? -Las esplicaciones que me pedis, ca
—Nada, caballero; pero, la palabraili ballero, y que se asemejan mucho áinde
mitado.... cisiones. ...
—¡Pues bien! ¿esa palabra no es fran-1 Dangla se mordió los lábios; era la
cesa?... ya comprendeis, son anglo-al egunda vez que era vencido por aquel
manes los que la escriben. ombre, y sobre un terreno que era el
– Oh sí tal, caballero, y en cuan suyo; su política irónica era afectada y
á la sintáxis no hay nada que decir, pe casi rayaba en impertinencia.
-

no sucede lo mismo en punto á contabi Monte-Christo, al contrario, se sonreia


dad.
con gracia, y observaba silenciosamente
—¿Acaso la casa Thomson y French, el despecho interior del banquero.
"preguntóMonte-Christo con el airemas —Enfin, caballero, dijo Danglars des
sencillo que pudo afectar, no está perfec pues de un momento de silencio; voy á
tamente segura, bajo vuestro concepto, ver si me hago comprender suplicándoos
señor baron? ¡Diablo! esto me contraria que vos mismo fijeis la suma que quereis
ria sobremanera, porque tengo os entregue.
fondos colocados en ella.
-Pero caballe replicóMonte
, ro, -Chris
– Ah! perfectamente segura, responto, decidido á no perder una pulgada de
dió Danglars con una sonrisa casiburlona; terreno en la discusion, si he pedido un
pero el sentido de la palabra ilimitado en crédito ilimitado sobre vos, es porque no
punto á los negocios mércantiles, es tan sabia justamente que sumas a
Vago... El banquero eyó que-habia
uecesitaba.
llegad»
-¿Que asi es ilimitado, ¿no es verdadel mor
dijo Monte-Christo. l, . ento de dar el golpe final; recos
-Justamente, caballero, “eso queria óse en un sillon,y con una sonrisa org
llosa dijo:
"decir.Ahora, pues,una cosa vaga, es lo
mismolo que la duda, y segun dice un sabio -Oh! caballero, no temais desear,
d ebe uno abstenerse de dudar. pronto os convencereis de que el caudal
- —Locual significa, replicó Monte-Chris de la casa Danglars, por limitado que sea,
puede satisfacer las mayores exig ncias, y
to, que si la casa Thomson y French está aunque pidiéseis un millon.
360 an -

–¿Cómo? pre risto. -¡Oh! una casa como la vuestra no se


–Digo un millo rs tan facilmente, dijo Monte-Chris
el aplomo de la tonteria. _1to con mucha política; asi pues podreisen
-

- Bahlbah ¿y que haríayo común viarme algun dinero, ¿no es verdad?


millon?dijo el conde. Diablo caballero, -Hablad, señor conde; estoyá vuestras
sino hubiese necesitado mas que un mi órdenes. -

llon no me hubiera hecho abrir en vues —; Pues bien replicó Monte-Cristo,


tracasa un crédito por semejante miseria. ahoraquemosentendemos; porque nosen
¡Un millon yo siempre llevo III milloul tendemos, ¿no es asiº."
en mi cartera ó en mi neceser de viaje. Dangars hizo mmovimiento de cábe.
Y Monte Christo sacó de un taigetero za afirmativo.
dos billetes de quinientos mi francos cada —¿Y ya no teneis ningiina desconfian
uno pagables al portador sobre el tesoro. zaº continuóMonte Christo.
Preciséra atacar de este modo á un —¡Oh! señor cónde, esclamó el ban.
hombre como Damgas. El golpe hizo su quiero, jamás la hetenido."
efecto, el banquero se levantó estupefacto; —Deseabais una prueba, "nadamas.
-

abrió desmesuradamentesus ojos " -

bien repito el conde, ahora que


ahora que no teneis nin
-

pila se dilató espantosamente.


—Vamos, confesadine, dijo Monte-g fijemos si quieres una
Christo, que desconfiais de la casa Thom a primeraño, por ejem
sin y Frenchioh nada mas sencillo. He
previsto caso, y aunque poeo entende –¡Seis millones! esclamó Danglarsso
dor en esta elasede asuntos, tomé mis pre focado.
cauciones. Aquiteneisótras dos cartasse -Si necesito mas, repuso desdeñosa
mejantes á la que os está dirigida, la unamente Monte-Christo ospediré mas; pero
es de la casa Arestein y Eskeles de Vienanopienso permanecer mas de un año en
sobre el senor baron de Rothschia, la otrarrancia, y durante este año no creogastar
es de la casa Baring de Lóndres sobre mas que lo que os he dicho... en fin, allá
Mr. Lamitte. Decid una palabra, caballe-veremos.... Hacedme el favor para empe
ro, y es quitaré toda preocupacion presenzar, de mandarme quinientos mil francos
tándone en una ó en otra de estas dos calmañana, estaréen casa hasta mediodia; y
SS. tra parte, sino estuviese, dejaré un
Ya no había que dudario, Dangas es y á mi mayordomo.
taba venjo; abrió eon mºtemblor visible—El dinero estará envuestra casa ma
la carta de Alemania y la cartadelóndresñana por la mañanaá las diez, señorconde,
que le presentaba con el .
esrespondió 1 anglars;¿quereis oro, billetes
-

dedos el conde, y comparó las firmas con "e banco ó plata?


una minuciosidad impertinente. |—Oro y billetes por mitad.
—Oh! caballero, aquiteneis tres fir Y el conde se levantó.
mas que valen bastantes millones, dijo —Debo confesaros una cosa, señor con
nuestras tres casas. Perdonadne,
conde, pero al cesar de ser desconfiado ay
Es
Danglars. Tres créditos ilimitados sobre de, dijo Danglars á su vez; creia tener no
todas las mejores fortunas de Eu
sin embargo la vuestra, que me
pobos edo menos de quedarme asombrado. parece considerable, me era, lo confieso,
ALBU. 361
enteramente.desconecida : ¿es reciente? Danglars tiró de la campanilla, un la
–No señor, respondió Monte-Christo, cayo, vestido con una librea cuajada de
al contrario, es muy antigua, era una es bordados se presentó.
pecie de tesoro de familia al cual estaba –¿Está en su cuarto la señora barone
prohibido tocar, y cuyos intereses acumu sa? preguntó Danglars.
lados triplicaron el capital; la época fija —Si, señor baron, respondió el lacayo.
da por el testador concluyó hace algunos –¿Sola?
años solamente,y despues de este tiempo —No , tiene visita.
uso de ella, y vuestra ignorancia respecto —¿No será indiscrecion presentaros de
á este punto es muy natural; por otra parte, |lante de alguien señor conde? ¿no guar
dentro de algun tiempo la conocereis me dais incógnito?
jor. —No, señor baron, dijo sonriendo Mon
Y el conde acompañó estas palabras de te-Christo; de ningun modo.
una de aquellas sonrisas que tanto terror -¿Y quién está con la señora?.... ¿el
causaban á Franz d'Epinay. señor Debray? ¿eh? preguntó Danglars
–Con vuestrosgustos yvuestras inten con una bondad que hizo sonreir interior
ciones, caballero, continuó Danglars,vais mente al conde de Monte-Christo, infor
á desplegar en la capital un lujo que nos mado ya de los secretos de familia delban
váá obscurecerá nosotros pobres millona quero.
rios; sin embargo, como me pareceis bas -Si,señorbaron, elseñorDebray; res.
tante inteligente, porque cuando entré mi pondió el lacayo.
rabais mis cuadros, os pido término para Danglars le mandó salir.
enseñaros mi galería; todos son cuadros Volviéndose despues hácia el conde de
antiguos; yo no soy amador de la escuela Monte-Christo.
moderna. —El señor Luciano Debray, dijo, es
—Teneisrazon, caballero, porque todos un antiguo amigo nuestro, íntimo secre
tienen un gran defecto, el de no haber tario del ministro del interior; en cuanto
tenido tiempo de ser antiguos. á mi esposa, es una señorita de Servieres
–Podré mostraros algunas estátuas de viuda del coronel marqués de Nargonne.
Thorwaldsen, de Bartolini, de Cánova, —No tengo el honor de conocer á la
todos artistas estrangeros. Como veis, yo señora baronesa Danglars; pero no me
no aprecio á los artistas franceses. sucede lo mismo con el señor Luciano De.
–Sois injusto para con ellos, caballe bray
ro, porque son vuestros compatriotas. —; Bah! dijo Danglars, ¿donde le co
–Pero todo esto lo dejaremos para mas nocisteis?
tarde, por hoy me contentaré, si lo per —En casa del señor de Morcerf.
mitis, con presentaros á la señora baro —¡Ah! conoceis al vizcondecito dijo
nesa Danglars; dispensadme que me dé Danglars.
tanta prisa, señor conde, pero un cliente —Hemos estado juntos en Roma en la
como vos debe considerarse como de la época del carnaval.
familia. —¡Ah! si, dijo Danglars, he oido ha
Monte-Christo se inclinó dando á enten
blar de una aventura singular con bandi
dos en unas ruinas; salió de ellas milagro
der que aceptaba el honor que le hacia el samente. Creo que esto lo contó á mint
banquero. ger y á mi hija á su vuelta de Italia.
91
362 ALBUMi.

–La señora baronesa espera á estos se el ánimo de los convidados el conde de


ñores, dijo el lacacayo asomándose á la Monte Christo; pues esta impresion aun
puerta. no se habia borrado de la imaginacion de
–Paso delante de vos para mostraros el Debray, y los informes que habia dado á
camino, dijo Danglarssaludando. la baronesa lo demostraban bastante. La
–Yyo os sigo, dijo Monte-Christo. curiosidad de la señora Danglars, escita
lX. da por los antiguos detalles dados por Al
EL TIIRO DE CARALLOS TORDOS. berto de Morcerfy los nuevos detallesda
El baron, seguido del conde, atravesó dos por Luciano, habia llegado á su colmo.
una infinidad de habitaciones, notables Así,pues, este arreglo de piano y de
porsu pesada suntuosidad y por su faus album no era mas que una de esas esce
tuoso mal gusto, y llegó hasta una sala nas del mundo con las cuales se cubren
perteneciente á la habitaciones de la se las masfuertes preocupaciones. La baro
ñora Danglars; esta sala era octógona for nesa recibió al señor Danglars con una
rada de satin color de rosa, colgaduras de sonrisa, lo cual no acostumbraba á hacer.
muselina de las Indias; los sillones eran En cuanto al conde, recibió en cambio
de madera antigua, dorados y forrados de de su saludo, una armoniosa, pero al mis
telas antiguas tambien; en fin, dos lindos mo tiempo graciosa reverencia.
pasteles en forma de medallon, en armo Luciano, por su parte, cambió con el
nía con el resto de la habitacion hacian conde un saludo de medio conocimiento,
que esta mesa fuese la única de la casa y con Danglars un ademan de intimidad.
que tuviese algun carácter; es verdad que —Señora baronesa, dijo Danglars, per
no estaba incluida en el plano general tra mitid que os presente al señor conde de
zado por el señor Danglars y su arquitec Monte-Christo, dirigido á mi por uno de
to,una de las mejores y mas eminente mis corresponsales de Roma con las ma
celebridades del imperio, y cuyo adorno yores recomendaciones; solo una palabra
habia dispuesto la baronesa y el señor De tengo que decir; viene á Paris con la in
bray. tencion de permanecer un año en él, y de
Asi, pues, el señor Danglars, gran ad gastarse seis millones durante este año;
mirador de lo antiguo, segun lo compren-|esto promete una série de bailes y de co
dia el directorio, despreciaba mucho esta|midas, en las cuales espero que el señor
coqueta sala, donde por otra parte no era|conde no nos olvidára, como tampoco no
admitido á no escusar su presencia pre sotros le olvidarémos en nuestras peque
sentando algun amigo. ñas fiestas.
La señora Danglars, cuya belleza po Aunque la presentacion fuese hecha con
dia aun ser citada apesar de sus treinta bastante grosería,esuna cosa tan rara que
y seis años, estaba tacandosu piano, mien un hombrevenga á gastarse á Paris, en un
tras que Luciano Debray, sentado delan año la fortuna de un príncipe que la sefo
te de un velador, ojeaba un album. ra Danglars arrojósobre el condeuna ojea
Luciano habia tenido ya tiempo de con da que no dejaba de espresar algun in
tará la baronesa muchas cosas relativas terés.
al conde. Ya se sabe cuan admirados que —Y habéis llegado, caballero?.... pre
daron todos durante el almuerzo en casa
guntó la baronesa.
de Alberto, y cuanta impresion dejó en —Ayer por la mañana, señora.
ALBUM. - 363
–Yvenis, segun vuestra costumbre, —Lo que me dice mi camarera...
del fin del mundo. –¿Y qué os dice?
—De Cádiz solamente, señora. –¿No lo sabéis?
—¡Oh! venís en una estacion espanto —Lo ignoro completamente.
sa: Paris está detestable en el verano; no -¡Pues bien ! dice que en el momento
hay bailes, ni reuniones, ni fiestas. La en que mi cochero fué á sacar mis caba
ópera italiana está en Lóndres, la ópera llospara uncirlos al carruaje, no los encon
francesa está en todas partes, escepto en tró en la cuadra; ¿qué significa esto?
Paris; y en cuanto al teatro francés, no -Señora, dijo Danglars, escuchadme,
está ahora en ninguna parte. No nos que -¡Oh! ya os escucho, caballero, por
da para distraernos, mas que algunas des que tengo curiosidad de saber lo que me
graciadas corridas en el campo de Marte vais á decir, estos señores serán testigos ;
y en Satory. ¿Haréis correr, señor conde? señores, Danglars tiene diez caballos en
–Yo, señora, dijo el conde, haré todo las cuadras, y entre estos diez hay dos que
lo que se haga en Paris, si tengo la dicha son mios, dos caballos encantadores, los
de eneontrar alguno que me enseñe las mas hermosos de Paris, ya los conoceis,
“costumbres francesas. señor Debray; mis caballos tordos. Pues
—Os gustán los caballos, ¿señor conde? bien, en el momento en que la señora Vi.
–He pasado "una parte de mi vida en llefort me pide un carruaje, y yo se lo
Oriente, señora, y los orientales, bien lo prometo para ir al bosque, no parecen los
sabeis, no estiman mas que dos cosas en caballos. El señor Danglars habrá encon
el munde, la nobleza de los caballos, y la trado quien le haya dado algunos miles de
belleza de las mugeres. francos masde suprecio, y los habrá ven
—¡Ah! señor conde, dijo la baronesa dido. ¡Ah! infames especuladores.
sonriéndose, hubiérais debido anteponer —Señora, respondió Danglars, los ca
las mugeres á los caballos. ballos eran demasiado vivos; apenas te
—Bien veis, señora, que tenia mucha nian cuatro años, siempre estaba temien
razon cuando os dije hace un momento do porvos.
que deseaba un preceptor, un amigo que — ¡Eh! caballero, dijo la baronesa,
mepudiese instruir en las costumbresfran bien sabeis que hace un mes que tengo á
COSS,
mi servicio el mejor cochero de Paris, á
En este momento la camarera favorita no ser que tambien le hayais vendido con
de la señora Danglars entró, y acercándo los caballos.
se á su señora, la dijo algunas palabras al — Querida amiga, ya encontraré yo
oido. otros iguales, mas hermosos aun, si los
La señora Danglars palideció. hay, pero caballos que sean dulces, tran
—¡Imposible ! dijo. quilos, que no me inspiren terror nin
—Es la pura verdad, señora, respondió gunO.
la camarera,podreis creerme con toda se La baronesa se encogió de hombros con
guridad. -
profundo desprecio.
La baronesa se volvió hácia su marido. Danglars no pareció apercibirse de este
—Es verdad, ¿caballero? le preguntó. gesto mas que conyugal, yvolviéndose há
-¡Qué ! ¿señora? preguntó Danglars cia Monte-Christo.
visiblemente agitado. —En verdad, siento no haberos cono
304 ALBUM.

cido antes, señor conde, dijo, ¿estaisy... y que me ha costado treintamilfran


montando vuestra casa? cos, segun creo.
–Sí, dijo el conde. Debray fué á llevar esta respuesta á la
—Os los hubiera propuesto;imaginaos baronesa.
que los he dadopor nada, pero como os Danglars estaba tan pálido y tan des
he dicho, queria deshacerme de ellos, son concertado, que el conde afectó tener pie
caballos para un jóven. dad de él.
–Caballero, dijo el conde, os doy gra –Ya veis, le dijo, cuan ingratas son las
cias, esta mañana he comprado unos bas mugeres; este obsequio de parte vuestra
tante hermosos. Miradlos, señor Debray. no ha conmovido á la baronesa; ingrata
vos que lo entendeis. - no es la palabra, loca debiera decir.Pero,
Mientras que Debray se acercaba á la que quereis, siempre se desea lo que fas
ventana, Danglars se acercó á su muger. tidia; asi, pues, lo mejor que podeis ha
–Imajinaos, señora, ledijoen voz baja, cer, señor baron, es no volver á hablar
vinieron á ofrecerme por los caballos un una palabra del asunto, este es miparecer,
precio exhorbitante. No sé quien es el loco vos obraréis como mejor gusteis.
que quiere arruinarse, y que me ha envia Danglars no respondió nada, preveia en
po esta mañana un mayordomo; pero el su próximo porvenir una escena desastro
caso es que he ganado diezyseis milfran sa; ya se habian arrugado las cejas de la
cos encima; no os pongaisde malhumor y señora baronesa; y cual otro Júpiter Olim
os daré cuatro mil,y dos mil á Engenia. po presagiaba una tempestad; Debray, que
La señora Danglars dirigió á su marido la oia ya empezar á mujir, dió una escusa
otra mirada despreciativa. cualquiera y se marchó.
–¡Oh, Dios mio! esclamó Debray. Monte-Christo, que no quería incomo
–¿Que?preguntó la baronesa. dar de ninguna manera al enojado matri
–Pero, no me engaño, son vuestros monio, saludó á la señora Danglars y se
caballos, vuestros propios caballos en el retiró, abandonando al baron á la cólera
carruaje del conde. de su muger.
–¡Mis caballos tordos! esclamó la se –Bueno, dijo Monte-Christoretirándo
ñora Danglars. - se; he conseguido lo que queria;tengo en
Y se lanzó hácia la ventana. mis manos la paz del matrimonio y de un
–En efecto, ellos son , dijo. solo golpe voy á adquirir el corazon del
Danglars estaba estupefacto. baron y el de la baronesa; ¡ que dicha !
–¿Es imposible? dijo Monte-Christo Pgro aun no he sido presentadoá la seño
finjiendo asombro. rita Eugenia Danglars, á quien hubiera
-¡Es increible! murmuró el banquero. deseado conocer.
La baronesa dijo dos palabras al oido de Pero, replicó con aquella sonrisa que le
Debray, que se acercóá su vez á Monte era particular; estoy en Paris y me queda
Christo. mucho tiempo.... mas tarde será.....
–La baronesa me encarga os pregunte Con esta reflexion, el conde subió á
por cuanto os ha vendido.su marido ese ti su carruaje y volvió á su casa.
ro de caballos. Poshoras despues, Monte-Christo es
–Pero yo no sé, dijo el conde, es una cribió una carta encantadora á la señora
sorpresa que mi mayordomo me ha hecho Danglars, en la que la declaraba que, no
ALBUMI, 365

queriendo comenzar su entrada en el mun Alí descendió á la calle é hizo delanto


do parisiense desesperando á una muger de la puerta una raya sobre la arena; des
tan linda, la suplicaba que aceptase sus pues volvió y mostró la raya al conde que
caballos. Tenian los mismos arneses que le habia soguido con la vista.
ella le habia visto por la mañana, pero en El conde le dió dos golpecitos en el
el centro de cada roseta que llevaban so hombro, era su modo de dar las gracas á
bre la oreja, el conde habia hecho engar. Alí; despues el negro fué áfumar en pipa
zar un diamante. -
á la esquina que formaba el ángulo de la
Danglars recibió tambien una carta. El casa y de la calle, mientras que Monte
conde le pedia permiso para dar á la ba Christo volvia á su gabinete sin ocuparse
ronesa este pequeño capricho de un millo mas de nada. -

nario, rogándole que escusase las maneras Sin embargo, á las cineo, es decir, á la
orientales con que iba acompañado el re hora en que el conde esperaba elcarruaje,
galo de los caballos. hubieran podido observarse en él las seña
Aquella tarde, Monte-Christo partió para les casi imperceptibles de una ligera im
Antenil, acompañado de Alí. paciencia; paseábase en una sala que daba
Al dia siguiente á las tres, Alí, llamado á la calle, aplicando el oido por intérva
por un golpe en el timbre, entró en el ga los, y acercándose de cuando en cuando á
binete del conde. la ventana por la cual apercibia á Alí ar
—Alí, le dijo, varias veces me has ha rojando bocanadas de humo con una re
blado de tu habilidad para lanzar el lazogularidad que probaba que el negro estaba
Alí hizo una señal afirmativa y se incor delicado enteramente á esta importante
poró con orgullo. ocupacion.
—Bien.... asipues, ¿podrias detenerun De repente se oyó un ruido lejano, pe
toro? o que se acercaba con la rapidez del ra
Alí hizo seña de que sí. yo; despues aparecióuna carretela, cuyo
—¿Un tigre? cochero queria en vano detener los caba
La misma respuesta por parte de Alí. los que avanzaban furiosos con las crines
—¿Un leon? erizadas, mas bien saltando con impulsos
Alí hizo el ademan de un hombre que insensatos que galopando.
lanza el lazo, éimitó un rugido ahogado.| En la carretela, una jóven y un niño de
—¡Bien! comprendo, dijoMonte-Chris siete á ocho años estaban abrazados; ha
to; ¿has cazado leones? bian perdido por el esceso del terror hasta
Alí hizo un orgulloso movimiento de ca la fuerza de lanzar un grito; hubiera bas
beza. tado una piedra debajo de la rueda, óun
-l'ero, ¿detendrias en su carrera dos árbol en medio del caminopara romper el
caballos desbocados? carruaje que crujia. •

Alí se sonrió. El carruaje iba por la centro de la ca


—¡Pues bien ! escucha, dijo el con 'e; lle;y oíanse en esta los gritos deterror de
dentro de poco un carruaje pasará por aqui los que le veian venir.
arrastrado por dos caballostordos, losmis De repente Alítiró á un lado su pipa,
naos que yo tenia ayer. Aunque te rebien saca de su bolsillo el lazo, lo lanza, en
tes, es preciso que detengas ese carruaje vuelve en una triple vuelta las piernas de
delante de mi puerta. lanteras del caballo de la izquierda, se deja
92
355 LBUM,

arrastrar tres ó cuatro pasospor la violen tenia un licor rojo como la sángre, y de
cia del impulso, pero al cabo de estos tres que dejó caer una sola gota sobre los há».
é cuatro pasos cae sobre la lanza que rom bios del niño.
pe y paraliza los esfuerzos que hace el ca Este, aunque siempre pálido, abrió al
ballo que quedó en pié para continuar su punto los ojos.
carrera; el cochero aprovechó este instan Al ver esto la madre, la alegria casi le
tepara saltar de su pescante, pero ya Alí fué un delirio.
habia agarrado las narices del segundo ca —¿Donde estoy? esclamó, ¿y áquien
ballo con sus dedos de hierro, y el animal, debo tanta felicidad despues de una prueba
tan cruel"?
relinchando de dolor,cayó convulsivamen
te junto á su compañero. |
—Estais, señora,respondió Mcnte-Chris
En menos tiempo que hemos gastado to, en casa del hombre mas feliz por haber
en describirla, habia pasado esta escena. |podido evitaros un pesar.
Sin embargo, bastópara que de la casa, -¡Oh, maldita curiosidad mia Mº todo
frente de la cual habia pasadoeste acciden París hablaba de esos magníficos caballos
te, saliese un hombre seguido de muchos de la señora l'anglars, y hetenido la locura
eriados; en el momento en que el cochero de querer probarlos.
abria la portezuela, arrebató de la carre -¿Como !! esclamó el conde con un
tela á la dama que con una mano se agar sorpresa admirablemente finjida; ¿son esos
raba á los almohadones, mientras que con caballos los de la baronesa?
la otra estrechaba contra su pecho á su hijo -Si, señor; ¿la conoceis?
desmayado. Monte-Christo los trasportó —Tengo ese honor, y mi alegría es do
á un salon, colocándolos sobre un ca-|ble por haberos salvado del peligro que os
mapé. han hecho correr, porque ese peligro,esá
–No temais nada, señora, dijo, estaismi á quien lo podeis atribuir; habia com
en salvo. rado ayer estos caballos al baron,pero la
La mujer volvió en sí, y por respuesta|baronesa pareció sentirlo tanto que se los
le presentó su hijo con una mirada mas nvié ayersuplicándola que losaceptase de
IIll IIlaIDO,
elocuente que todas las súplicas.
En efecto, el niño estaba desmayado. –¿Pues entonces, vos sois el conde de
-Si, señora, comprendo, dijo el conde Monte-Christo de quien tanto me ha ha
examinando al niño; pero tranquilizaos, blado Hermina ?
nada le ha sucedido, y solo el miedo ha —Si, soñora, dijo el conde.
embargado su sentido. —Yo, caballero, soy Eloisa de Vilke
-¡Oh ! caballero, esclamó la madre, fort.
¿no decís esopara tranquilizarme? ¡mirad El conde saludó como si se pronunciára
cuan pálido está ¡Hijomio! ¡mi Eduar-delante de él un nombre completamente
dol ¿no respondes á tu madre? ¡Ah, ca desconocido.
–¡Oh! , cuan, reeonocido quedará el
ballero! enviadá bnscar un médico; ¡doy señor de Villefórt! repuso Eloisa, porque
mi fortuna á quien me devuelea mi hijo al fin él os debe nuestras dos vidas; segu
Monte Christo hizo con la mano un ramente, sin
vuestro generoso servidor,
movimiento para tranquilizar á la madre éramos muertos nuestro bijo y yo.
|
desolada, y abriendo un cofre, sacó de él -¡Ay! señora, aun me estremezco al
un frasco de cristal de Bohemia que con pensar en el peligro que habeis corrido.
"ALBUM. 337
—Oh! yo espéro que me permitireis|sí; pero calmado su temor. arrojósobreel
“ecompensar debidamente la accion deese cofre una corta pero espresiva mirada que
hombre. el conde apercibió.
—Señora, dijo Monte-Clirisio, no me En este momento entró Alí.
echeis á perderáAlí, os lo ruego, ni con La señora de Villefort hizo un movi
alabanzas ni con recompensas; con vicios miento de alegria, y llamando al niño le
que no quiero yo que afitiera. Ali es mi dijo:
esclavo: salvandoos fa vida me sirve, y su —Eduardo, ves á este buen servidor,
deber es servirme. es un valiente,porque ha espuesto su vi.
—;Pero ha arriesgado su vida! esclamó da por detener los caballos quenos arras
a señora de Villéfort á quien este tono tan traban, y el carruage que iba áromperse.
uperior imponia singularmente. Dale las gracias, porque probablemente
–He salvado esa vida. señora; respon á“no ser “por él, hubiéramos muerto los
dió Monte Christo, por consiguiente me dos.
pertenece, El niño entreabió la boca y volvió des
La señora de Villéfort se calló; tal vez deñosamente la cabeza.
"reflexionaba en aquel hombre que, á pri —Es muy fe , dijo.
mera vista, hacia una impresion tan pro El conde se sonrió como si el nifio ata
-funda solre todos los ánimos base de cumplir una de sus esperanzas;
Durante este instante desilencio, el con en cuanto ála señora de Villefort, reprem
de pudo considerar el niño que su madre dió á su hijo con nna moderación que no
cubria de besos. Era flaco, blanco como hubiera sido seguramente del gusto de Juan
los niños de pelo rojo, y sin embargo un Jacobo Rousseau, si el pequeño Eduardo
"bosque de cabellos cubria su frente salien se hubiese llamado Emilio,
te, y cayendo sobre sus hombros adorna -Mira, dijo en árabe el conde á Ali;
ban su rostro, y aumentaban la vivacidad|esta señora dice á su hijo que te dé las
de sus ojos llenos de malicia y de juvenil|gracias por la vida que has salvado á los
maldad; su boca apenas sonro ada, era|dos, y el niño responde que eres muy
delgada y ancha; las facciones de este niño|feo.
anunciaban ya doce años lo menos. Su| Ali volvió un instante sninteligente ca
primer movimiento fué desembarazarse|beza, y miró al niño sin espresion apa
porun fuerte impulso de los brazos de su rente; pero un lijero estremecimiento de
hadre para ir á abrir el cdfre de donde él|narices probóá Monte-Christe que elára
conde habia sacado el frasco de elixir:|be acababa de ser herido en el corazon.
despues, sin pedir permiso ánádie, y co –Caballero, preguntó la señora de Vi
mo un niño acostumbrado á hacer todos llefort levantándose para retirarse, ¿es esta
sus caprichos se puso á destapar todos los casa vuestra morada habitual?
botes. —No, señora, respondió el conde, es
—No toques ahi, amiguito mio, dijov una especie de quinta parasolazarme, que
vanente el conde, algunos de esos licores he comprado; vivo en losCampos Eliseos,
son peligrosos, no solamente al beberlos, número 30. Pero veo que estais perfecta
sino el respirar su olor. mente repuesta y que deseais retiraros.
La señora de Villefortpalideció y detu Acabo de mandar que pongan esos eaha
vo el brazo de su hijo á quien atrajohácialillos en mi carruaje; y Alí, ese muchacho
ALBUM.
tan feo , dijo al niño sonriendo , vá á te Querina Hermina :
ner el honor de conduciros á vuestra ca « Acabo de ser milagrosamente salvada
sa mientras que vuestro "cochero que con mi hijo por ese mismo conde de Mon
dará aqui cuidando de la compostura' del>-Christo, de auien ,anto hemos hablado
carruage. Y una vez terminada esta , uno ayer tarde , y que tan lejos estaba yo de
de mis tiros de caballos lo volverá á con sospechar que le habia de ver hoy. Ayer
ducir directamente á casa deja señora Dan tarde, me habis hablado de él con un en
glars. tusiasmo de que no pude menos de bur
—Pero , dijo la señora de Villefort, no larme creyendo que exajerábais, pero hoy
me atreveré á ¡r con esos mismos caba me he convencido que era fundado. Vues
líos. tros caballos se desbocaron en Banelagh ,
— ¡ Oh ! vais á ver, señora , dijo Mote y seguramente íbamos á ser despedazados
Christo: en manos de Ali, se volverán tan mi Eduardo y yo , cuando un árabe , un
mansos como dos corderos indio, un hombre negro en fin , al servi
En efecto , Ali se habia acercado á los| cio del conde , detuvo á una señal suya ,
caballos que habian puesto de pié con mu el impulso de los caballos, á riesgo de
cho trabajo. Tenia en la mano unaespon haber muerto él mismo; y fué un mila
ja empapada en vinagre aromático; frotó gro que no sucediese asi. Entonces acu
con ella las naric.es y las sienes de los ca dió el conde , nos trasportó á su casa á
ballos, cubiertos de espuma y de sudor , Eduardo y á mi, é hizo volver en si á Eduar
y casi al punto empezaron á relinchar es do. En su propio carruage fui conducida
trepitosamente y á estremecerse durante á casa; el vuestro os lo enviarán mañana.
algunos segundos. Encontrareis bastante débiles á los caba-
Despues, en medio de una.multitud- de|llos despues de este incidente; están como
gente numerosa á quien los restosdel car atontados, diriase que no pueden perdo-
ruage y el rumor que se habia esparcido narseá sí mismos el haberse dejado domar
de aquel suceso, habian atraido delante! por un hombre. El conde me encarga que
de la casa, Ali unció los caballos'al cupé os diga que dos dias de reposo y por todo
del conde, reunió en su- mano las rien ¡alimento cebada , los volverán á un esta
das, subió sobre el pescante, y con gran do tan floreciente, quiere decir, tan es
asombro de los asistentes que ha bian visto pantoso como estaban ayer.
á estos caballos impelidos como por uní « ¡ Adios ! no os doy las gracias por mi
torbellino , se vió obligado á usar del lá paseo: y cuando lo reflexiono, es una in
tigo para hacerlos partir, y aun asi no gratitud el guardaros rencor por los ca
pudo obtener de los famosos tordos, aho prichos de vuestros caballos, porque áuno
ra petrificados, casi muertos, mas que un de esos caprichos debo -el haber visto al
troté tan poco seguro y tan lánguido, que conde de Monte- Christo , y el ilustre es
gastaron dos horas en conducir ála señora trangero me parece un hombre muy cu
de Villefort al barrio de Saint-Honoré , rioso, y tan interesante, que quiero es
tudiarle á todo precio, aunque tuviese que
donde tenia su casa. dar otro paseo al bosque con vuestros mis
Apenas hubo llegado á ella, y aplaca mos caballos.
das las primeras emociones, escribió el «Eduardo ha sufrido el accidente con
siguiente billete á la señora baronesa Dan- un valor milagroso. Se desmayó, pero sin
glars. lanzar un grito , y tampoco derramó dea-
ALBUM. 369.
pues una lágrima. Aun imo diteis que nuehábil, como se reputa generalmente á las
ciega el amor maternal; pero en ese cuerpo|personas que no han sufrido ningun cho
tan débil y delicado hay un alma dehierro.|que político; aborrecido de muchos, pero
«Nuestra querida Valentina me dá mil|protegido con ardor por algunos, sin ser
recuerdos para vuestra hija Eugenia, yo|por eso mejor querido de nadie, el señor
os abrazo de todo corazon, de Villefort se hallaba en una de las altas
EloisA DE VILLEForr. posiciones de la magistratura y estaba en
«P.D. Haced que vea en vuestra casa|esta altura como un Harley ó como un
de cualquier modo que sea á ese conde de Molé. Sus salones, regenerados por una
Monte-Christo, quiero absolutamente vol-muger jóven y por una hija de su primer
verle áver. Por otra parte, acabo de ob-|casamiento, de edad apenas de diez y ocho
tener del señor Villefort que le haga una|años, no dejaban de ser por ello de esos
visita; espero que se la devolverá.» salones severos de Paris donde se observa
Aquella noche, el suceso de Antenil era el culto de las tradiciones y la relion de
el objeto de todas las conversaciones, Al-|la etiqueta. La política fria, fidelidad ab
berto se lo contaba á su madre, Chateau-soluta á los principios del gobierno, un
Renaud en el Jockey Club, Debray en el desprecio profundo á los ideólogos, tales
salon del ministro, Beauchamp tambienjeran los elementos de la vida interior y
hizo al Conde la galantería deponer en su pública del señor deVillefort.
periódico nn párrafo que ensalzó al conde| El señor de Villefort no era solamente
comparándole con un héroe. En fin, esta un magistrado, era casi un diplomático,
accion le válióá Monte-Christo la admi-|Sus relaciones con la antigua córte, de la
racion y el interés de todas las mugeres de que siempre hablaba con dignidad y res
la aristócracia. ‘’. - peto, le hacian respetar de la moderna, y
Muchas personas fueroná inscribirse ensabia tantas cosas, que no solamente le
casa de la señora de Villefortá fin de te-contemplaban todos sus conocidos, sino
ner derecho á renovar su visita en tiempo que á voces lo consultaban.
útil, y oir entonces de su boca todos los Tal vea no hubiera sucedido esto si hu
detalles de esta pintoresca aventura. biesen podido desembarazarse del señor de
En cuanto á la señora deVillefort, co-Villefot; pero habitaba como esos seño.
mo habia dicho Eloisa á su amiga la se- res feudales rebeldes á su soberano, una
ñera Danglars, se puso un pantalon, fracfortaleza inespugnable. Esta fortaleza era
blancos, su cargo de procurador del rey, cuyas ven
de igual color, chaleco y corbata
guantes amarillos y subióá su carretela tajas todas esplotaba maravillosamente,
que le condujo aquella misma tarde á lay que no hubiera abandonado sino para
puerta de la casa número 30 de los Cam hacerse diputado y reemplazar así la neu
pos Eliseos. tralidad por la oposicion.
y En general el señor de Villefort hacia ó
" " bonocía. devolvia muy pocas visitas. Sn muger vi
Si el conde de Monte-Christo hubiese sitaba por él, era cosa admitida en este
vivido mas tiempo en el mundopaisien-mundo donde siempre disculpaban al na
se, habria apreciado la visita que le hacia gistrado por susgraves y numerosas ocu
el señor de Villefort. paciones, pero esto no era en realidad mas
Reputado por todos como un hombre que de orgullo, una quinta
370 ALBUM.;.

esencia de aristocracia, la aplicacion en fin|bre, ó mas bien, la continuacion del mise


de este axioma : Estímate á tí mismo, y|mo hombre á quien hemos conocido de
serás estimado por los demás; axioma mas|sustituto en Marsella. La naturaleza no ha
útil cien veces en nuestra sociedad que el|bia cambiado en nada el curso que debià
de losgriegos: Conócete á ti mismo, reem-seguir, de delgado que era, se habia vuelto
plazado en nuestrosdíaspor el arte mchos|flaco; de pálido se habia vuelto amarillo;
difícil y mas ventajoso de conocer á los sus ojos hundidos se habian profundizado
demas. nas aun, y su lente de oro, al colocarle
Para sus amigos, el señor de Villefort sobre la órbital, parecia formar parte del
era un poderoso protector: para sus ene rostro; escepto su corbata blanca, el res
migos era un adversario sordo, pero en to del traje era completamente negro; y
carnizado;para losindiferentes era la es este color fúnebre no era interrumpido
tátua de la ley convertida enhombre; fiso mas que por la ligera tinta de su cinta en
nomía impasible, porte altanero, mirada carnada, que pasaba imperceptible por un
apagada y brusca óinsolentemente pene ojal,y que parecia una línea de sangre
trante y escudriñadora, tal era el hombre trazada con un pincel.
á quien cuatro revoluciones seguidasunas Por muy dueño de sí mismo que fuese
á otras, habian construido y despues afir Monte-Christo, examinó con una curiosi
mado su pedestal. dad visible devolviéndole su saludo, al ma
El señor de Villeforttenia la reputacion jistrado que, desconfiado por costumbre, y
de ser el hombre menos curioso de Fran poco crédulo sobre todo en cmanto á las
cia; daba un baile todos los años y no se maravillas sociales, estaba mas dispuesto á
presentaba en él mas que un cuarto de ho ver en el noble estrangero, asi era como
ra, es decir, cuarenta y cinco minntos me llamaban ya al conde de Monte-Christo,
nos que el rey en los suyos; jamás se le un caballero de industria que venia á es
veía en losteatros ni en los conciertos; ni plorar un nuevo teatro, que un principe
en ningun lugar público; algunas veces, de la Santa Sede ó un sultan de las Mil y
pero raramente, jugaba una partida de una noches.
whist, y entonces cuidaban de elegirle ju -Caballero, dijo Villefort con ese tono
gadores dignos de él; era algun embaja afectado que usan los magistrados en sus
dor, algun arzobispo, algun príncipe, al periodos oratorios, y del cual no quieren
gun presidente, ó en fin, alguna duquesa prescindir en la conversacion; caballero, el
viuda. señalado servicioque hicisteisayerámimu
Este era el hombue cuyo carruaje aca ger y á mi hijo me ha impuesto el deber
baba de parar delante de la puerta del de daros las gracias;vengopuesá cumplir
conde de Monte-Christo. con este deber y á espresaros todo ni re
El ayuda de cámara anunció al señor de conocimiento.
Villefort en el momento en que el conde, Y al pronunciar estaspalabras la mira
inclinado sobre una gran mesa, seguia so da severa del magistrado no habiaperdido
nada de su arrogancia habitual. Estas pa
bre un mapa un it nerario de San Peters labras que acababa de decir, las habia ar
btirgo á China. ticulado en pié, con aquella rigidéz de cure
El procurador del rey entró con el mis llo y hombros; que le hacia asemejarse,
mo paso grave y compasado con que. en como ya hemos dicho, á la estátua de la
traba en el tribunal; era el mismo hom ley.
XLBtM. 37
««-Caballero replicó el conde á su vezCcaer sobre el mismo en que estaba arrodi
T/on una frialdad glacial, soy muy feliz por llado cuando entró el procurador del rey {
haber podido conservar un hijo á su ma de este modo el conde se encontró enfren
dre, porque se suele decir que el senti- te de su interlocutor, con la espalda vuelta
niíento de la maternidad es el mas pode á la ventana , y el codo apoyado sobre el
roso y el mas santo de todos; y está felici mapa jeogránco. que era por entonces el
dad que disfruto os dispensaba. caballero, |objeto de la conversacion, conversacion que
de cumplir un deber, cuya egecucion me tomaba como cuando habló en casa de
l'Otira sin duda alguna, porque sé que el Morcerf y Danglars, un giro análogo, si
señor de Villefort no prodiga el favor que no á la situacion, al menos á los persona -
íne hace. ;es.
Villefort, admirado de esta salida que no — ¡ Ah! caballero, replicó Villefort des
esperaba, se estremeció como un soldado pues de un instante de silencio, duranteel
que siente el golpe que le dan, á pesar de cual, como un atleta que encuentra un rudo
la armadura de que está cubierto, y un adversario, habia hecho provision de fuer-
gesto de su desdeñoso láb o indicó que des- zas. Os digo de veras que si como vos, yo
de el principio no tenia al conde de Monte- no tuviese nada que hacer , buscaria una
Christo por un gentil-hombre muy civilU| upacion menos triste.
cade* —Es verdad, cabal ero, replicó Monte-
Arrojó una mirada á su alrededor parajChristo , y el hombre tiene sus caprichos
hacer variar la conversacion particulares; pero vos acabais dedecir, se- '
Vio el mapa que examinaba Monte gun breo, que yo no tenia nada que hacer.
Christo en el momento en que habia en Veamos, ¿creeis vos tener algo que hacer?
Irado, y replicó. ó para hablar mas claramente, ¿creeis vos
—¿Os ocupais dejeografia, caballero que lo que haceis vale la pena de llamarse
Es un estudio muy bueno para vos sobre| trabajar ?
todo, que , segun aseguran , habeis visto El asombro de Villefort se aumentó á
tantos paises como hay grabados en este este segundo golpe tan bruscamente dado
mapa. por su estraño adversario; mucho tiempo
—Si, señor, respondió el conde, he hacia que el magistrado no habia oido que
querido hacer sobre la especie humana en le hablasen de esta manera, ó mas bieu
general, lo que vos haceis cada dia sobre para hablar con ecsactiturl, esta era la pri
escepcioues, es decir , un estudio fisiolóji mera vez que oia que le tratasen asi.
co. He pensado que me seria mas fac¡¡ El procurador del rey se preparó para
descender de una vez del todo á la parte, responder.
que subir de la parte al todo. Es un axio —Caballero, dijo, sois estranjero, y vos
ma algebraico que exíje el que se proceda mismo decís que habeis pasado una gran
de lo conocido á lo desconocido y no delo parte de vuestra vida en los paises orien
desconocido á lo conocido... Pero sentaos, tales; ¿no sabeis, pues, cuantos pasos pru
caballero, os lo suplico. dentes y compasados de la justicia huma
Y Monte-Christo indicó con la mano al na en esos paises bárbaros?
procurador del rey un sillón que tuvo este — ¡Ohl sí tal, caballero, sí tal; es el
que tomarse la molestia de arrimar, mien pede clawlo antiguo. Todo eso lo |sé, por
tras que el conde no tuvo mas que dejarse que de h justicia de, todos los paises ha sido
372 - ALBUM. - - - -

de lo que mas en particularmehe ocupado, –Esplicaos, caballero, dijo Villefort


he comparado el procedimiento natural d;cada vez mas asombrado; no os compren
todas las naciones con la justicia naturalelo bien. . -

y debo decirlo, caballero, esa ley de los| —Digo, caballero, que con los ojos fijos
pueblos primitivos ha sido la que he en-sobre la organizacion social de las nacio
contrado mejor segun mi parecer. nes, no veis mas que los resortes de la má
–Si se adoptase esa ley, caballero, di-|quina, y no al sublíme obrero que la haca
jo el procurador del rey,simplificaria mu|andar, digo que no conoceis delante de
cho nuestros códigos. |vos y á vuestro alrededor mas que los
–Con el tiempo se adoptará probable |titulares de los destinos cuyos despachos
mente, caballero, dijo Monte-Christo; bien han sido firmados por ministros ó por un
sabéis que las invenciònes humanas mar- ey, y que los hombres que Dios ha crea
chan de acuerdo con la perfeccion. |do superiores á los titulares de los minis.
—Mientras tanto, caballero, dijo el ma-|trosy de los reyes encargándoles que pro
gistrado, nuestros códigos existen con sus sigan una mision, en lugar de llenar su
artículos contradictorios, sacados de las deber, esos hombres repito, se escapan á
costumbres de la Gália, de las leyes roma-vuestra corta vista. Tobias tomaba al án.
nas; ahora, pues, el conocimiento de to- gel qne debia devolverle la vista por un
das estas leyes, convendreis en ello, no se jóven ordinario. Las naciones tomaban á
adquiere sin largos trabajos y es preciso|Atila, que debi aniquilarlos, por un con
un largo estudio para adquirir este cono-|quistador como todos los conquistadores,
cimiento, y una gran memoria para no ol-y ha sido necesario que ambos revelasen
yidarlo una vez adquirido. smisiones celestiales para que se les re
—Soy de ese parecer, caballero; pero|conociese; fué preciso que el uno dijese:
todo lo que vos sabeis respecto al código|«Soy el ángel del Señor:» y el otro:
francés, lo sé yo, no solamente de ese có|«Soy el martillo de Dios,» para que fue
digo, sino del código de todas las naciones;|se revelada la esencia divina de los dos.
las leyesinglesas, turcas, japonesas, indías,|| —Entonces, dijo Villefort cada vez mas
me son tan familires como las leyes fran-|asombrado y creyendo hablará un loco,
cesas; y yo hacia bien en decir que rela-|os considerais como uno de esos séres es
tivamente á todo lo que he hecho, vos te-|res estraordinarios que acábais de citar.
neis poco que hacer, y que relativamente | —¿Por qué no? dijo Monte-Christo.
á lo que yo he aprendido, vos teneis que —Perdonad, replicó Villefort
aprender aun muchas cosas. |estupefacto, pero me escusareis si presen
—¿I'ero con qué objeto habeis apren-|tándome en vuestra casa ignoraba que me
dido todo eso? replicó Villefort sobrado. |presentaba en casa de un hombre cuyos
Monte-Christo se sonrió. conocimientos y cuyo talento sobrepujan
–Bien, caballero, dijo: veoque ápesar tanto á los conocimientos ordinarios y al
de la reputacion que teneis de hombre su-talento habitral de los hombres. No es.
: :
, y lista materal IV VIIII CI ie-
costumbre en nosotros,
do por e hombre y a* de la civilizacion, 1-1.
desgraciados cor
que
-
genti
do por el hombre; es decir, bajo el punto º nombres » poseedores como vos de una
de vista mas estrecho que le está permiti-fortuna inmensa, á lo menos segun se ase
do abrazará la especie humana. gura, no es costumbre, digo, que esos pri
ALBUM, 373
vilegialos de las riquezas pierda su tiem poco, y ahora mismo os hallais en presen
po en especulaciones sociales, en sueños cia de uno... . ,
filosóficos para consolará aquellos á quie - De modo que, WQS.· e .
nes la suerte ha desheredado de los bienes. -Yo soy uno de esos séres escepciona
de la tierra. la - . . . les, si señor. Y ereo que hasta ahora in
- qué ! ¡ caballer
! ¿habeis llegado gua hombre se ha encontrado en una po
vosá la situacion eminente que ocupais sin sicion semejante á la mia. Los reiuos le
haber admitido, y aun sin haber encon los reyes son limitados, sea por montañas,
trado escepciones? y no ejerceis nunca por rios, por un cambio de costumbres,
vuestra mirada, que tanta necesidad ten por una mutacion de lenguaje. Mi reino
dria sin embargo de penetracion y de se es grande como el mundo, porque no s:
guridad, en adiainará primera vis a qué ui italiano, nifrancés, ni indio, ni ameri
clasede hombre se halla bajo lainfluencia cano, ni español; soy cosmopolita. Nin
de ella? Un magistrado no deberia ser, no gun pais puede decir que me ha visto na
digo el mejor aplicador de la ley, ni el cer. Dios solo sabe que pais me verá mo
intérprete mas astuto, sino una sonda de rir. Adopto todas las costumbres, halto
acero para probar los corazones, una pie todas las lenguas. ¿Me creeisfrancéspor
dra de toque paraprobar el oro de que es que hablo el francés con la misma facili-
tá formada cada alma con mas ó menos dad y la misma pureza que vos? ¡ pues
mezcla de metal. -
bien ! Alí, mi negro me cree árabe; Ber
-Caballero, me confundís, yjamás he tuccio, mi mayordomo, me cree romano,
oido, hablará nadie cono vos lo haceis. Haydée, ni esclava, me cree griego. Así,
-Eso es porque habeis estado constan pues, comprendeis que no siendo de nin
tementeencerrado en el círculo de las con gun pais, no pidiendo proteccion á ningun
diciones generales, y nunca os habeir re gobierno, no reconociendo á ningun hom
montado á las esferas superiores que Dios bre por hermano mio, ninguno de los es
ha poblado de seresinvisibles y escepcio- | crúpulos que detienen á los poderosos, ó
uales. , de los obstáculos que paralizan á los di
—Yvos creeis, caballero, que esas es les, me paraliza ni me detiene. No tengo
feras existan, yque dos séres escepcionales mas que dos adversarios, no quiero decir
é invisibles se mezclen con nosotros? vencedores, porque conpersistencia losso
-¿Por qué no? ¿acaso veis el aire que meto, y son la distancia y el tiempo. El
respirais, y sin el cual no podriais vivir? tercero, y el mas terrible, es micondicion
-¿Entonces no vemos á esos séres de de hombre mortal. Este es el único que
que hablais? uede detenerme en el camino en que nie
—Sital; los veis cuando Dios permite encuentro, y antes de que haya consegui
que se materialicen: lestocais, les hablais do el objeto que deseo; todo lo demas lo
y os responden. tengo calculado. Lo que los hombres lla
— Ah dijo villefort sonriéndose, con-man reveses de la suerte, es decir, la rui
fieso que querria que me avisasen cuando na, el cambio, las eventualidades, todas
uno de esos séres salencuentre en cantac las tengo yo previstas, y si alguna me fa
to conmigo. lla, no por eso puede d rribarme. A me
—Habeis sido servido á vuestro gusto, los que muera, siempre seré lo que soy;
cabailero, porque habeis sido avisado hace hé aquí que os digo cosas que nunca
374 ALB U.

habeis oído, ni de boca de los reyes; por tamos. Ahora, pues, bien sabeis cuantas
que los reyes os necesitan y los demas crueles verdades se dicen á veces los teó
hombres os tienen miedo. Quien es el que logos de Sorbona, ó los filósofos en sus
no puede decir en una sociedad tan ridí disputas: supongamos que hablamos con
culamente organizada como la nuestra. la teolojía social y la filosofía teolójica, es
« ¡Tal vezun dia tendré que buscar al diré en esta por ruda que sea hermano,
procurador del rey !» os sacrificais al orgullo; sois superior á los
—Pero vos mismo, caballero, ¿podeis demas, pero Dios es superior ávos.
decir eso? porque desde el momento en –Superior átodos, caballero, respondió
que habitais la Francia, naturalmente te-|Monte-Christo con un acento tan profun
neis que someteros á las leyes francesas. do que Villefortse estreneció involunta
—Ya lo sé, caballero, respondió Monte-|riamente. Yo tengo mi orgullo para con
Christo, pero cuando debo ir á un pais,|los hombres, serpientes siempre prontas á
empiezo á estudiar por medios que mesonatacar al que las sobrepuja sin hollarlas
propios, á todos los hombres de quienes|con sus pies; pero abandono este orgullo
puedo tener algo que esperaró que temer,|delante de Dios que me ha sacado de la
º

y llego á conocerlos tan bien ó mejor tal nada para hacerme ko que soy.
vez que ellos se conocen á si mismos. De —Entonces, señor conde, os admiro,
esto resulta que el procurador del rey, dijo Villefort que, por primera vez en es
cualquiera que fuese, á quien yo buscase,|te estraño diálogo, acababa de emplear
se veria seguramente mas embarazado que esta fórmula aristócrática para con el es
yo mismo. tranjero á quien hasta entonces no habia
–Lo cual quiere decir, replicó con in-|llamado mas que eaballero. Si, os lorepi
decision Villefort, que siendo débil la na-|to, si sois realmente fuerte, realmente su
turaleza humana..... todo hombre, segunperior, realmente inflexible é impenetra
vuestro parecer, ha cometido....faltas. ble, lo que viene á ser lo mismo,segua
—Faltas.... ó crímenes, respondió sen decís; sed soberbio, caballero, esa es la ley
cillamente Monte-Christo. de las dominaciones. Pero, sin embargo,
–Y que, ¿vos solo, entre los hombres ¿teneis alguna ambicion?
á quienes no reconoceis por hermanos, –Tengo una, caballero.
repuso Villefort con voz alterada, y que, –¿Cual?
vos solo soisperfecto? —Tambien yo, como sucede á todo
—No, perfecto no, respondió el conde, hombre en la vida, he sido conducido por
¡mpenetrable nada mas. Fero dejemos es Satanás sobre la montaña mas alta de la
to, caballero, si la conversacion os desa tierra; una vez llegado allí, me mostró el
grada, no por eso dejo yo de verme ame mundo entero, y como habia dicho otra
nazado de vuestra justicia como vos de mi vez áCristo me dijo á mí «veamos, hijo
doble vista. de los hombres, ¿que quieres para adorar
—¡No ¡no ! caballero, dijo vivamente me?» Entonces reflexioné mucho tiempo,
Villefort, que temia sin duda se figurasen porque hacia mucho tiempo que una am
que trataba de abandonarelterreno, ¡no! hicion terrible devoraba en efecto mi co
con vuestra brillante y casi sublime con razon; despues le respondí: «escucha,
versacion, me habeis elevado sobre los ni siempre he oido hablar de la Providencia
veles ordinarios, ya no hablamos, dispu y sin embargo nunca la he visto ni nada
ALBUM. 375
que se le parezca, lo cual me hace creer que una masa inerte, que como Calíbiano
que no existe; quiero ser la Providencia,|es casi una bestia; esto se llama, segun
porque lo mas hermoso y grande que pue-|os decia, una apoplegía. Venid, si que
de hacer un hombre es recompensar y|reis, á continuar esta conversacion en mi
castigar.» Pero Satanás bajó la cabeza y|casa, señor conde, un dia que deseeis en
… lanzó un suspiro. «Te engañas, dijo, la|contrar un adversario capaz de compren
Providencia existe; pero tu no la ves, por-|deros y ansioso de contestaros, y encon
que como hija de Dios es invisible como|trareis á mi padre, el señor Noirtier de
su padre. Tú no has visto nada que se le Villefort, uno de los mas fogosos jacobi
parezca,porque procede porresortesocul-|nos de la revolucion francesa, es decir la
tos, y marcha por caminos oscuros: todo|audacia mas brillante puesta al servicio de
lo que puedo hacer por tí, es hacerte uno|la organizacion mas vigorosa; un hombre
de los agentes de esa "rovidencia.» Se hizo|que, como vos. no habia visto tal vez
el trato, tal vez en él perdoré mi alma;|todos los reinos de la tierra, pero queayu
pero no importa, repuso Monte-Christo,|dóá derribar uno de los mas poderosos;
pues que si este trato tuviese que volverle un hombre en fin que, como vos se creia
. á hacer, no vacilaría. como uno de los enviados, no de Dios,
Villefort miraba á Monte-Christo consino del Ser-Supremo;uo de la Providen
asombro. cia, sino de la fatalidad; pues bien, caba
–Señor conde, dijo, ¿teneis parientes?|llero, todo esto fué destruido, no en un
-No, caballero, soysolo en el mundo.|dia, ni en una hora, sino en un segundo.
-¡Tanto peor l La víspera, el señor Noirtier, antiguo ja
–¿Porqué? preguntó Monte-Christo. |cobino, antiguo senador, antiguo carbo
–Porque hubierais podido ver un es-|nario, que se reia de la guillotina, del ca
pectáculo que destruyese vuestro orgullo.|ñon y del puñal, el señor Noirtier jugando
Decis que no temeis mas que la muerte. con las revoluciones; el señor Noirtier,
–No digo que la temo, que ella sola|para quien la Francia no era mas que un
puede detenerme. vasto juego de ajedrez del cual peones,
-¿Y la vejez? torres, caballeros y reinas debian desapa
—Mi mision se habrá cumplido antes recer con tal que el rey hiciese mate: el
de que sea viejo. ñor Noirtier tan temidoy tan terrible,
-¿Y la locura? era al dia siguiente, ese pobre señor Noir
–Poco me ha faltado para que no meier, anciano inmóvil, entregado á lasvo
haya vuelto loco, y ya conoceis el axio luntades del ser mas débil de la casa, es
ma non bis in idem; es un axioma crimi decir, de su nieta Valentina; un cadáver
nal, y que por consiguiente está en vues mudo y helado en fin, que no vive sin ale
tra cuerda. gria y sin sufrimiento, sino para dar tiem
-Caballero, repuso Villefort, otra co po á la materia de llegar sin tropiezo ásu
sa hay que temer mas que la muerte, la entera descomposicion.
vejezó la locura; la apoplejía, por ejem -¡Ay! caballero, dijo Monte-Christo,
plo; ese rayo que os hiere sin destrui ese espectáculo no es estraño á mis ojos ni
ros,y que despues del cual sin embargo á mi pensamiento; entiendo un poco de
sois enteramente otro;vos que casi érais medicina,y como mis cofrades, he bus
comoun Ariel, un ángel, ya no sois maslcado mas de unavez el alma en la mate
376 ALBUM.

ria viva 6 en la materia muerta; y conocedido de dos lacayos que,á una señal d
la providencia, ha permanecido invisible á|su amo, se apresuraban á abrir la porte
mis ojos, aunque presente en mi corazon.zuela.
Cien autores, desde Sócrates, desde Séne-| Despues, así que el procurador del rey
ca, desde San Agustin, desde Gall, han|hubo desaparecido:
hecho en prosa ó en verso la misma des-| —Vamos, dijo Monte-Christo sacando
- cripcion que vos acabais de hacer, pero con gran esfuerzo un suspro de su opri
sin embargo comprendo que los sufrimien |mido pecho; vamos, basta de veneno,y y
-tos de um padre pueden operar grandesahora que mi corazon está lleno, vamos
cambios en el espíritu de su hijo. Iré, ca-á buscar el remedio ,
ballero, presto que quereis á contemplar| Y llamando sobre el timbre sonoro:
ese terrible espectáculo que debe entriste-| –Subo al cuarto de a señora, dijo áAlí;
Cer vuestra casa. que esté preparado el carruaje dentro de
- –Eso sucederia sin duda, si Dios no|media hora l 1
me hubiera dado uma compensacion á es-1 XI.
ta desgracia. En frente del anciano que HAYDEE.
desciende hácia esa tumba, tengo dos hi-| Ya se acordará el lector cuales eran los
jos que entran en la vida: Valentina, * , ó mas bien los attiguos conoci
hija de primer casamiento con la señorita|mientos del conde de Monte-Christo, que
Reneé de Saint-Meran, y Eduardo, eseávivian en la calle Meslay; eran Maximi
quien habeis salvado la vida. liano Morrel, Julia y Manuel.
-¿Y qué resulta de esa compensacion?| Halagado con la esperanza de esta visita
preguntó Monte-Christo. |que iba á hacer, de estos cortos momentos
-Resulta que mi padre, estraviado por felices que iba á pasar, de este resplandor
las pasiones, ha cometido una de esas fal-del paraiso que penetraba en el infierno
tas que se libertande la justicia hhmana, donde habia entrado voluntariamente, se
pero no de la justicia de Dios!.…. y que habia esparcido desde el momento en que
. Dios no queriendo castigar mas que áuna|perdió de vista á Villefort, kaiserenidad
- persona, le ha castigado á él solo. mas encantadora sobre el rostro del con
Monte Christo, con la sonrisa en los lá-de; y Alí, que habia acudido al ruido del
bios, arrojó en el fondo de su corazon un timbre, al ver este rostro tan radiante de
rugido que habria hecho huirá Villefort,||una alegría tan rara, se habia rétirado de
si hubiese podido oirle. puntillas suspendiendo la respiracion para
-Adios, caballero, replicó el magistra-|no alterar los buenos pensamientos que
trado que hacia algún tiempo estaba le-|creía leer en el rostro de su amo.
vantado y hablaba en pié: os dejo lle-| Eran las doce del dia: el ede se ha
vando devos un recuerdo de estimacion|bia reservado una hora para subir al cuarto
que, lo espero, podrá seros agradable de Haydeé; hubiérase dicho que la ale
cuando me conozcais mejor; por otra par-|gríanopodia entrar de pronto en aquella
te habes adquirido en la señora de Ville-alma ulcerada por tanto tiempo, y quiene
fortuna amiga eterna. e itabaprepararse para las emocionesdul
El conde saludó y se contentó ebn acomues como las otras almas necesitan prepa
pañar hasta la puerta de su gabinete áV-|rarse para las emocionesviolentas.
- llefort, el cual subió en su carruaje, pre-l La jóvengriega estaba, como hemos di
ALBUM. 377
cho, en una habitacion enteranente sepa-entre dos pequeñas sandalias de punta re
rada de la del conde. Esta habitacion es-torcida, bordadas de oro y de perlas; una
taba amueblada á la manera oriental; estúnica corta con largas rayas azules y blan
decir, que los suelos estaban cubiertos de cas, y anchas mangas abiertascon botones
espesas alfombras de Turquía, que inmen-de plata y perlas; en fin, una especie de
sas cortinas de brocado tapizaban las pa-corpiño entreabierto por delante que deja
redes, y que en cala pieza habia alrede-ba ver el cuello y la mitad del pecho, y
dor un anchodivan con almohadones for-que se abrochaba por debajo de su seno
rados dericas telas de la Persia. con tres botones de diamantes. En cuanto
Hayleé tenia á su serviciotres mugeres á la cintura, desaparecia bajo uno de esos
francesas y una griega. chales de seda, con achas franjas de vivos
Las tres mugeres francesas estaban en colores que tanto ambicionan nuestras ele
la primera pieza, prontas á correr al so-gantes parisienses.
nido de una campanilla de oro, y á obe || Llevaba en la cabeza un gorro de oro
decer las órdenes de la esclava griega » bordado de perlas, inclinado á un lado, y
la cual sabia bastante francés para poder debajo de este gorro resaltaba una hermo
transmitir las voluntades de su señora á sus sa rosa natural sobre unos cabellos de seda
tres camareras, á las que Monte-Christo tan negros como el azabache.
habia recomendado tuviesen las mismas En cuanto á la belleza de este rostro,
consideraciones con Haydeé que con una era la belleza griega en toda la perfeccion
reina. de su tipo, con sus grandes y hermosos
La jóven estaba en la pieza mas retirada ojos negros ve ados, su frente de marmol,
de su habitacion, es decir, en una especie su nariz recta, sus lábios de coral y sus
de saloncito redondo, en el que tan solo dientes de perlas.
penetraba la luz por la parte superior al Y sobre este conjunto encantador la flor
través de cristales color de rosa. Estaba de la juventud habia esparcido todosu bri
recostada sobre unos almohadones de raso llo y todo su perfume.
azul bordados de pata, apoyando su cabe Haydeé podia tener diezynueve óvein
za sobre su brazo derecho, m entras que te años.
con el izquierdo fijaba en sus lábios el tubo Monte. Christo llamóá la criada griega
de coral que estaba unido á otrötubo flec y la dijo que pidiera permiso á Haydeé
sible que no dejaba pasar el lijero vaporá para entrar á verla.
su bocasino perfumado por el agua de Por toda respuesta, Haydee hizo seña á
Benjuí, al través de la cual le obligaba a la criada de que levantasela colgadura que
pasar su dulce aspiracion. habia delante de la puerta.
La postura, tan natural para una mujer|, Monte-Christo entró.
de Oriente, hubiera sido para una france Haydeé se levantó sobre un codo, y pre
sa de una coqueteria algun tanto afectada|sentando su mano al conde Inientras le di
En cuanto á su traje era el de las mu-|rigia una sonrlsa.
jeres de Oriente, es decir, unos calzones — "orqué, dijo, en la lengua sonora
anchos de satin blanco bordado de flores de las hijas de Atenas, por qué me pides
l
y que dejaban descubiertos dos pies de ni permiso para entrar á verme? ¿No eres
ño que se hubieran creido de mármol de|mi dueño, no soyyo tu esclava
Paros, si no se les hubiera visto Macro se sonrió á su vez.
3Í8 ALBUÜ.
—Haydeé, dijo, bien sabeis.... ti. Alí y Myrtho te acompañarán á íoñtk
— ¿í'or que no me hablas de tu como partes y estarán á tus órdenes; perotesn-»
de costumbre? interrumpió la jóvéngrie plicu una cosa.
ga; ¿he .cometido alguna falta? En este¡ — Dita.
caso, castígame, pero no me hables de ese —Guarda el secreto acerca de tu naci
modo. miento, no digas una palabra de lo pasa
— Haydeé, replicó el conde, bien sabesj do; no pronuncies en ninguna ocasion ef
que estamos en Francia, y porconsiguien nombre de tu ilustre padre ni el de tu po
te que eres libre. bre madre.
—Libre, ¿de que? preguntó la jóven. Ya te lo he dicho, señor, no veré á
—Libre de dejarme. nadie,
—Dejarte, ¿y por qué te hafeia de de-H Escucha , Haydeé , tal vez no será
jar? posible esta reclusion oriental , en París ;
—¿Que se yo? Vamos á ver el mundo sigue aprendiendo la vida de nuestros pai-
—Yo no quiero ver á nadie. ¡jses del Norte; lo has hecho en Roma, en
—Y si entre los bellos jóvenes que en Florencia, en Milan y en Madrkí; estate
cuentres hubiese alguno que te gustase, yo! servirá siempre, ya sigas viviendo aqui,
no seria tan injus o. ó que nos volvamos á Oriente.
—Jamás he visto hombre mas hermoso La joven dirijí© al conde sus grandes
que tú, y no he amado á nadie masque á ojos húmedos, y respondió:
mi padre y á tí. — O que volvamos á Oriente, quieres
—Pobre Haydeé, dijo Monte -Christo , decir, ¿no es verdad , señor?
es que nunca has hablado á nadie mas que — Sí, hija mía, dijo Monte-Christo;
á tu padre y á mi. |bien sabes que nunca seré yo quien te
— ¡ Pues bien ! ¿que necesidad tengo yo deje. No es el árbol quien abandona á la
de hablar á nadie mas? Mi padre me lla flor; la flor es la que abandona al árbol.
maba su alegría , tú me llamas tu amor ; —Yo nunca te abandonaré, señor, dijo»
ambos me llamais vuestra hija. Haydeé , porque estoy segura de que ntf
—¿Te acuerdas de tu padre, Haydeé?1 podria vivir sin th
. La joven se sonrió. — I Pobre niña ! dentro.de diez años y»
—Está aquí, y aqui, dijo poniendo la seré viejo, y dentro de diez años tú serás
mano sobre sus ojos y sobre su corazon. jóven aun.
—Y yo, ¿donde estoy ? "preguntó son- -Mi padre tenia una larga barba blan
riéo.dose Monte-Christo. ca , esto no impedia que yo le amase; mí
—Tú, dijo ella, estás en todas partes. padre tenia sesenta años, me y parecií»
Monte-Christo tomó la mano de Haydeé mas hermoso que todos los jóvenes que
para besarla ; pero ta sencilla joven retiró veia .
su mano, y presentó su frente. •Pero veamos, dime, ¿crees tú que
—Ahora, Haydeé, la dijo, ya sabes que' te podrás acostumbrar á esta vida?
eres libre, que eres aqui la dueña, que eres —¿Te veré?
reina; puedes conservar tu traje ó dejarle —Modos los dias. . -
segun tu ' capricho : permanecerás aqui — Pues bien : ¿ qué es lo que pides , se
cuando quieras, saldrás duando gustes; ñor?
siempre éstará mi carruaje preparado para —Temo que te fastidies.
ALBUM. 379
-Ño tengas cuidado, pues por la ma-imies macetas contenían hermosísimas flo-
fiana pensaré que \endrús á verme, y pobres.
la noche me acordaré de que has \ cuido: El conde reconoció á Cocles en el por
.por otra parte , cuando estoy sola tengo tero qut le abrió la puerta. Pero comoés-
grandes recuerdos. Vuelvo á ver inmen te , ya se acordará el lector, no tenia mas
sos cuadros, grandes horizontes con el que un ojo, y despues de nueve años este
Olimpo á lo lejos; despues tengo en el co ojo ?e habia debilitado considerablemente,
razon tres sentimientos con los cuales no Cocles no reconoció al conde.
se puede una fastidiar: tristeza, amor y Los carruages para detenerse delante
Teconocimiento. de la entrada debian dar una vuelta, á fm
—Eres una digna hija del Epiro, Hay de evitar un surtidlir- de; agua cristalina
deé , graciosa y poética , y se vé que des que salia del centrfffe una gran taza en
ciendes de esa familia de diosas que ha forma de concha, de mármol, la cual ha-
nacido en tu pais: tranquilízate, hija mia, fbia escitado bastantesenvidlas en el barrio,
yo haré de manera que tu juventud no se y era causa de que llamasen á esta casa el
pierda, porque si me amas como á unpa pequeño Versatlef.
<lre, yo te amo como á una hija. Inútil es decir que en esta taza nadaban
—Te engañas, seíior, yo no amaba ám Una multitud de peces encarnados y de di
padre como á ti te amo; mi amor hacia versos coloros.
tí es otro amor; mi padre ha muerto y yoj La casa , elevada sobre un piso de co
no he muerto; y si tú murieras moriria cinas y de cuevas, tenia ademas del preo
contigo. bajo otros dos; los jóvenes la habían' •com
El conde dio su mano á la jó\en con prado con sus dependencias, que consistían
una sonrisa llena de profunda ternura en un inmenso taller, dos pabellones m
Haydeé imprimió en ella sus lábios como el fondo de su jardin y el mismo jardin.
de coslumbre. Manuel habia visto, desde la primera ojea
' Vel donde dispuesto asi para la entre da, en está disposicion una pequeña espe
-vista que iba á tener con Morrel y su fa culacion : se habia reservarlo la casa , la
ojilia , partió murmurando estos versos de mitad del jardin y habia tirado una línea,
Píndaro : es decir, que habia construido una tapia
« La Joven es una flor cuyo fruto es el en're este y los talleres , que alquiló con
amor Dichoso el que le obtenga des los pabellones y la otra mitad del jardin;
pues de tiaberle visto madurar lenta de suerte que v¡via en una-casa sumamen^
mente.» te agradable por una cantidad bastante
Segun sus órdenes, el carruage estaba módica.
pronto. Subió en él ; y el carruage, como Los adornos del comedor eran de enci
siempre, partió rápidamente al galope de na, los del salon de caoba y de terciopelo
sus caballos. • azul, los de la alcoba de nogal y de da
XII. masco verde ; ademas habia un gabinete
LA FAMILIA MORREL. de trabajo para Manuel que no trabajaba,
En pocos minutos llegó el conde á laca- y un salon de música para Julia , que na
lle Meslay, número 7. estudiaba este bello arte.
La casa estaba blanqueada , risueña y El segundo piso estaba consagrado á
'¡precedida de un patio en el cual dos enor- Maximiliano; era una repeticion exacta de
380 Album.
la habitacion de su hermana, pero el co- Arrojó un pequeño grito al ver al es
medor había sido convertido en una sala tranjero.
de billar donde llevaba á sus amigos. Maximiliano dió al oirlo una carcajada.
El mismo estaba limpiando su caballo, —No te incomodes, hermana, dijo; el
y fumndo á la entrada del jardin, cuan señor conde hace solo dos ó tres días que
do se detuvo á la puerta el carruaje del está en Paris; pero sabe lo que es una
|
conde de Monte-Christo. apasionada á las flores, y si no lo sabe, tu
Coclés abrió la puerta como hemos di se lo enseñarás. -

cho, y Bautista, bajando del pescante, pre —¡Ah! caballero, dijo Julia, traeros
guntó si el señor y la señora Herbault y así es una traicion de mi hermano, que
Maximiliano Morrel estaban visibles para no usa de ninguna etiqueta... ¡Penelon!...
el conde de Monte-Christo. ¡Penelon!...
– ¡Para el conde de Monte-Christo! Un anciano qne regaba un plantío de
esclamó Morrel tirando su cigarro y sa rosales de Bengala, depositó su regadera
liendo al encuentro del conde; ya lo creo, en tierra y se acercó con su gorra en la
ya lo creo que estamos visibles para él. mano. Algunos nechonescanosblanquea
¡Ah! gracias, mil gracias, señor conde, ban su cabellera aun espesa, mientras que
por no haber olvidado vuestra promesa. su tezbronceada y su mirada osada y vi
Y el jóven oficial estrechó tan cordial vaz recordaban al viejo marino, tostado
mente la mano del conde, que este opu por el sol del ecuador y fortalecido con los
do menos de conocer por la franqueza del vientos de las tempestades.
hijo de Morrel, que era esperado con im —Creo que me habeis llamado, señori
paciencia. ta Julia, dijo, héme aquí.
—Venid, venid, dijo Maximiliano, quie * Penelon había conservado la costumbre
ro serviros de introductor; un hombre co de llamar á la hija de su patron la seño
mo vos no debe ser anunciado por un rita Julia, y jamás habia podido acostum
criado: mi hermana está ensu jardin cor brarse á decirla señora Herbault.
tando las flores marchitas; mi cuñado lee –Penelon, dijo Julia, id á avisar à Ma
sus dos periódicos, la Presse y los Debates,nuel la visita que tenemos, mientras que
á seis pasos de ella, porque donde quiera Maximiliano conduce á este caballero al
que se ve á la señora Herbault, no hay sálon.
mas que mirará cuatro varas de distan " Volviéndose despues hácia Monte
cia, y veréis al señor Manuel, y recipro hristo.
camente, como decimos en la escuela po —Me permitireisque me retire un mo
litécinca. mento! dijo.
El ruido de los pasos hizo levantar la Y sin esperar el consentimiento del con
cabeza á una jóven de veinte á veinte y de desapareció por una calle de árboles
cinco años, vestida de una bata, de seda, que conducia á la casa.
y cortando cuidadosamente las rosas mar – ¡Ah! mi querido Morrel, dijo Mon
chitas de un soberbio rosal. te-Christo, advierto con dolor que mivi
Esta muger era nuestra antigua, Julia, sita causa un trastorno en toda la casa.
que á poco tiempo, segun se lo habia pre-| –Mirad,mirad, dijo Maximiliano rien
dicho el mandatario de la casa Thomson do: ¿veis allí al marido que por su parte
y French, fué la señora Herbault. lva á cambiar su chaqueton con una levi
ALBUM. 331

ta? ¡Oh! es que os conocen en la calle de —«Julia, le dijo, aquí está el último car
Meslay, estábais anunciado. tucho de cien francos que acaba de entre
—Me parece que es una familia feliz, garme Coclés, y que completa los doscien
caballero, dijo el conde respondiendo á su tos cincuenta mil francos que hemos fija
propio pensamiento. do como límite de nuestras ganancías. Que
—¡Oh! si, lo aseguro, señor conde,que darás satisfecha con este poco, con lo cual
quereis? no les falta nada para ser felices, será preciso contentarnos de aqui en ade
sonjóvenes, alegres, se aman, y con sus lante. Escucha, la casa hace por un ni
veinte y cinco mil libras de renta se figu llon de negocios al año, y pnede producir
ran, ellos que tan inmensas fortunas han cuarenta mil francos de beneficios. Ven
manejado, se figuran poseer las riquezas deremos la clientela, si te parece, en tres
del Perú. cientos mil francos en una hora , porque
—Sin embargo, veinte y cinco mil li aquí tengo una carta del señor Delaunay
bras de renta es poco, dijo Monte Christo que nos lo ofrece en cambio de nuestros
con una dulzura tan suave que conmovió fondos que quiere reunirá los suyos. ¿Con
áMaximiliano, como hubiera podido ha qué á ver que te parece que hagamos?
cerlo la vozde un padre; pero no pararán| —Amigo mio, dijo mi hermana. la casa
ahí nuestros jóvenes, ya serán á su vez Morrel no puede sostenerse sino por un
millonarios. Vuestro cuñado es abogado. Morrel. Salvar para siempre de los vaive
I",

ó médico... ó. nes de la fortuna el nombre de nuestro pa


—Era comerciante, señor conde, y to dre, ¿no vale esto trescientos mil francos?
mó á su cargo la casa de nuestro pobre —Eso pensaba yo, respondió Manuel;
padre. El señor Morrel ha muerto dejando sin embargo, queria saber tu parecer.
quinientos mil francos de fortuna. Yo tenia —¡Pues bien! amigo mio, ahí le tie
una mitad y mi hermana otra, porque no nes.Todas nuestras entradas se han y cri
eranos mas que dos niños. Su marido, ficado; nuestras letras pagadas; podemos
que se habia casado con ella sin tener otro echar una raya debajo de la cuenta de es
patrimonio que su noble probidad, su in ta quincena y cerrar la casa; elenos es
teligencia de primer órden y su reputacion ta raya y cerrémosla; lo cual fué hecho
ilesa, quiso poseer tanto como su niger, inmediatamente; eran las tres, á las tres
trabajó hasta que hubo reunido doscientos y cuarto se presentó un cliente para hacer
cincuenta mil francos: seis años le basta asegurar un paso de dos buques; era un
ron. Era un tierno espectáculo el de estos beneficio de quince mil francos contautes.
dos jóvenes tan laboriosos, tan unidos, —Caballero, dijo Manuel, tene la bol
destinados por su capacidad á la fortuna dad de dirigirosá nuestro cofrade el seor
mas alta, y que no queriendo cambiarna Delaunay, En cuanto á nosotros, ya le -
da de las costumbres de la casa paterna, mos dejado el comercio.
gastaron seis años en hacer lo que otros —¿Y desde cuando? preguntó el clien.
comerciantes hubieran hecho en dos ó tres; te asombrado.
así, pues, Marsella entera colinó de ala-| —Desde hace un cuarto de hora.»
banzasá una abnegacion tan laboriosa En —Y aquíveis, caballero, continu son
fin, un dia Manuel fuéá buscar á su mu riéndose Maximiliano, como mi hermana
ger que acababa de pagar las cuentas ven y mi cuñado no tienen mas que veinte y
lcinco mil franeos de renta.
cidas. 9j
382 ALBUM.

Maximiliano acababa apenas su narra-| La curiosidad se pintó en las facciones


cion durante la cual el corazon del conde del conde.
se habia dilatado cada vez mas, cuando –¡Oh! es una historia de familia,
apareció Manuel con una levita abrocha-como ds decia el otro dia Chateau-Re
da; saludó como un hombre que conocenaud, replicó Maximiliano;para vos, se
la importancia del personage á quien ha-'nor conde, acostumbrado á ver ilustres
blaba, y despues condujo al conde á la desgracias y espléndidas alegrías, tendria
CaSa, peco interés este cuadro de familia: mu
El salon estaba ya embalsamado de flo chos, muchísimos dolores hemos sufrido,
res contenidas con gran trabajo en un in como os decia Julia,aunque estuviesen en
menso vaso del Japon con asas naturales. cerrados en este pequeño cuadro.
Julia, bien vestida ypeinada con coque —¿Y Dios os ha dado consuelospara
tería, se presentó para recibir al conde. vuestros sufrimientos? pregunto Monte
Oíase cantar á los pájaros del jardin y Christo.
de una pajarera próxima al salon; las ra —Sí, señor conde, dijo Julia, podemos
mas dejazmines y de acacias color de ro decirlo, porque hizo por nosotros lo que
sa bordaban eon sus hojas las cortinas de no hace mas que por sus elegidos; nos
terciopelo azul. envió uno de sus ángeles.
Todo en esta encantadora norada res Un vivo carnin cubrió las mejillas del
piraba la mayor tranquilidad y el mas conde que tosió para disimular y se llevó
completo reposo, desde fos gorjeos de los al pañuelo á la boca.
pájaros hasta la sonrisa de los dueños de —Los que han nacido en una cuna de
la casa. . púrpura, y nunca han deseado nada, dijo
El conde desde su entrada en la casa, Manuel, no saben lo que es la felicidad
se habia impregnado ya de esta felicidad, de vivir; lo mismo que no pueden cono
asípues se quedó mudo y pensativo, ol cer el precio de un cielo puro los que no
vidando que le mirasen y que le oyesen han entregado nunca su vida á merced de
para proseguir la conversacion interrum cuatro tabas fluctuantes en un mar enfu
dida despues de los primeros cumpli recido.
mientos. Monte-Christo se sonrió, ysin respon
Apercibiose de este silencio que era ya der nada, porque solo en el temblor se hu
impolítico, y saliendo con un gran esfuer litera conocido la emocion de que estaba
zo de su meditacion. agitado, se puso á recorrer el salon á lar
—Señora, dijo en fin, perdonadme una gos pasos.
emocion que debe asombraros, á vos acos –Nuestra magnificencia os hace son
tumbrada á la paz y á la felicidad que reir, señor conde, dijo Maximiliano que
aquí encuentro; pero para mi es una cosa le seguia con la vista.
tan nueva la satisfaccion sobre un rostro —No, no respondióMonte Christo muy
humano, que no me canso nunca de mi pálido, y conteniendo con una mano los
raros ávos y á vuestro marido. latidos de su corazon, mientras que con
—Somos muy felices, en efecto, caba
llero, repuso Julia; pero hemos sufrido otra mostraba al jóven un globodecris
la
mucho tiempo, y pocas personas habrán tal bajo del que reposaba un bolsilio de
comprado su felicidad tan cara como
sotros.
º: sobre una almohadilla de terciopelo
negro. Me preguntaba solamente para que
ALBUM. 383
sive este bolsillo, que en un estremo con-y Maximiliano sacamdo un billete del bol
tiene un papel, me parece, y en el otro sillo lo presentó al conde, esta carta fué
un hermoso diamante. escrita por él, un dia en que mi padre ha
Maximiliano tomó un aire grave y res bia tomado una resolucion desesperada,
"pondió: y este diamante fué regalado para su dote
—Esto, señor conde, es el tesoro mas á mi hermana por este generoso descono
precioso de nuestra familia. cido. .
—En efecto, este diamante es bastan Monte-Christo abrió la carta, y la-leyó.
te hermoso, repuso el conde de Monte con una espresion indefinible de felicida;
Christo. era el billete que nuestros lectores cono
– ¡Oh! mi hermano no os habla del cen, dijido áJulia, y firmado, Simbad el
valor de la piedra, aunque está estimada marino.
en cien mil francos, señor conde: quiere –¿Desconocido, decis? conque, el hom
solamente deciros que los objetos que en bre que os ha hecho ese servicio ha per
cierra ese bolsillo son las reliquias del án manecido desconocido?
gel de quien hablábamos hace poco. –Si, señor, jamas hemos tenido la di-a
—No puedo comprender eso, y sin em cha de estrechar su mano; no será por
bargo no debo preguntároslo, señora, re no haber pedido á Dios este favor, añadió
plicó el conde de Monte Christo inclinán Maximiliano; pero ha habido en toda es
“dose; perdonadme, no he querido serin ta aventura un misterio que aun no he
discreto. mos podido penetrar; todo ha sido con
–¿Indiscreto, decis? ¡oh! ¡que felices ducido poruna mano invisible, poderosa
nos haceis, señor conde, al contrario; como la de un mago.
ofreciendo una ocasion de oirnos acerca –¡Oh! dijo Julia, aun no he perdido
de ese asunto !! Si ocultásemos como un toda esperanza de besar un dia aquella
secreto la accion unas hermosa que recuer como ahora beso el bolsillo que ha tocado.
da ese bolsillo, no le espondríamos de ese Hace cuatro años Penelon estaba en Tries
modo á la vista de todos. te; Penelon, señor conde, es ese valiente
—¡Oh! quisiéramos poderla publicar marino á quien habeis visto con una re
en todo el universo, para que un estre gadera en la mano,y que de contramaes
mecimiento de nuestro bienhechor desco tre se ha hecho jardinero. Penelon. estan
nocido nos revelase su presencia. do pues en Trieste, vió en el muelle un
–¡Ah! voy comprendiendo, dijo Mon inglés que iba á embarcarse en un yacth
te Cristo con voz ahogada. y reconoció al que fué á casa de mipadre
—Caballero, dijo Maximiliano levan el 5 de junio de 1829 y que me escribió
tando el globo,y besando religiosamente cl billete el 5 de setiembre. Era el mismo,
el bolsillo de seda; esto ha tocado la mano segun él asegura, pero no se atrevió áha
de un hombre por el cual mi padre ha si blarle.
do salvado de la muerte, nosotros de la –¡Un inglés! esclamó Monte-Christo,
ruina y nuestro nombre de la vergüenza; y que se inquietaba á cada mirada de Ju
de un hombre, gracias al cual, nosotros lia, ¿un inglés decis? -

pobres muchachos entregadosá la miseria ó —Si, replicó Maximiliano, un inglés


las lágrimas, podemos oir hoy á la gente que se presentó en nuestra casa como un
estasiarse en nuestra felicidad. Esta carta, mandatario de la casa Thomson y French
384 ALBUM.

de Roma. Hé aqui por que cuando dijis-solamente. He conocido á un tal...... lord


teis el otro dia en casa de Morcerfque los Wilmore que tenia tambien rasgos de ge
señoresThomson y French eran vuestros nerosidad que admiraban.
banqueros, me estremecíinvoluntariamen —¿Sin darse á conocer?
te. Y á nombre del cielo, caballero, esto | —Era un hombre estraño y que no creia
pasaba, como os hemos dicho, en 1829. en el reconocimiento.
¿Habeis conocido á ese inglés? —¡Oh, Dios mio! esclamó Julia con
–Pero ¿no me habeis dicho tambien que un acento sublime y cruzando las manos;
la casa Thomson y French habia siempre ¿en que creia entonces ese desgraciado?
negado que os hubiese ese hecho ese ser —A lo menos asi le sucedia en la época
vicio ? en que yo le conocí, dijo Monte-Christo,
–Si. á quien esta voz que partia del fondo del
—Entonces ese inglés ¿no podia ser un |alma habia estremecido hasta la última fi
º

hombre que reconocido á vuestro padre bra; pero despues de este tiempo, tal vez
por alguna buena accion que él mismo habrá tenido alguna prueba de que existia
habria olvidado, pudiera haber tomado el reconocimiento. ,

ese pretesto para hacerle un servicio? —¿Yvos conoceis á ese hombre, caba
–Todo es posible, caballero, en seme llero? preguntó Manuel.
jante circunstancia, aun un milagro. —¡Oh! si le conoceis, caballero, escla
—¿Como se llamaba? preguntó Monte móJulia; decid, decid,¿podeis llevarnos á
Christo. su lado . mostrárnosle, decirnos donde es
–Nunca ha dado otro nombre, respon tá? ¡Oh! Maximiliano, ¡oh Manuel, si
dió Julia mirando al conde con profunda le encontrásemos le hariamos creer en el
atencion, que el nombre con que se firmó reconocimiento.
en el billete: Simbad el marino. Monte-Christo sintió asomarse doslágri
—El cual no seria sin duda su nombre mas á sus ojos, y se puso á pasear de nuevo
propio. por el salon.
—Es probable, dijo Julia, mirándole —En nombre del cielo, caballero, dijo
siempre. Maximiliano, ; si sabeis alguna cosa de ese
El conde iba á proseguir, perocomovió hombre, decidnoslot
que Julia le examinaba con tanta atencion - ¡Ay! dijo Monte-Christo contenien
como queriendo conocer el sonido de su do la emocion de su voz, si vuestro bien
voz, se detuvo para reponerse algun tan hechor es lord Wilmore, temo que no le
to de su emocion y continuó con voz alte encontremos nunca. Me separé de él, en
rada. "alermo, y partia para los mas fa

—Veamos, ¿no es un hombre de mi es bulosos; con que mucho dudo quevuelva


tatura casi, tal vez un poco mas alto, un —¡Ah! caballero, ¡sois cruel! esclamó
poco mas delgado, enterrado en una in Julia con espanto. .
mensa corbata, con una levita abrochada Y las lágrimas asomarðn á los ojos de la
hasta arriba y siempre con el lápiz en la
mano? —Señora , dijo gravemente Monte
—¡Oh! pero, ¿le conoceis? esclamó Christo devorando con los ojos las dos per
Julia con los ojos brillantes de alegria. … las líquidas que rodaban por las megillas
–No, dijo Monte-Christo, lo supongo de Julia; si lord Wilmore hubiese visto lo
ALBUM.
385
que yo acabo de ver aqui, amaria aun la cida á la iluminacion de la tumba, est
vida, porque las lágrimas qué derrāmais pensamiento, que hasta entonces habiasi
- le reconciliarian con el género humano.
Y presentó la mano á Julia que le dió do una duda, se trocó en conviccion, y
la suya, arrastrada como se sentia por la las últimas palabras que pronunció al mo
mirada y por el acento del conde. "rir fueron estas:
–Pero ese lord Wilmore, dijo, ¿tenía —«Maximiliano, era Edmundo Dan
un pais, una familia, parientes, era cono-tes!...»
cidô, en fin? ¿no podríamos. La palidez del conde, que despues de
–¡Oh no oscanseis, señora, dijo el
conde, no procureisinterpretar esaspala algunos segundos iba creciendo, era es
bras que se me han escapado. No, lord pantosa cuando pronunció el hijo de Morrel
;

Wilmore, no es probablemente el hombre estas palabras; toda su sangre se agolpó á


que buscais, era mi amigo, yo conocia to-|corazon; no podia hablar; sacó su reloj
dos sus secretos, y me hubiera contado como si hubiera olvidado la hora, tomó
CSG, -
su sombrero, hizo á la señora Herbault
—¿Y no os ha dicho nada? esclamó una cortesía brusca y embarazada, y es
Júlia. trechando las manos de Manuel y Maxi
–Nada miliano:

–¿Ni una palabra que os hiciera supo —Señora, dijo, permitidme que venga
nerº?.... algunas veces á visitaros. Aprecio mucho
–Nunca. vuestra casa, y os estoysumamente reco
–Sin embargo hace poco le nombras nocidó por vuestra acogida, porqme es la
teis. primera vez que me he olvidado de mí
-¡Ah! una suposicion. mismo despues de muchos años.
-

—Hermana, hermana, dijo Maximi , Y salió precipitadamente."


liano ayudando al conde, el señor tiene —Este conde de Monte Christo es un
, razon. Acuérdate de lo que tantas veces hombre singular, dijo Manuel.
nos ha dicho nuestro padre; no es un in-| —Sí, respondió Mauimiliano, pero yo
glés el que nos ha hecho tan felices. creo que tiene un corazon escelente, y es
Monte-Christo se estremeció. toy seguro de que nos ama.
—Vuestro padre os decia.... ¿qué os —Y á mi, dijo Julia, me ha llegado su
decia, señor Morrel? repuso vivamente. voz al corazon, y dos ó tres veces sente
- —Mi padre, caballero, veia en esa accion ha figurado que no era esta la primera
un milagro. Mi padre creia en un bienhe. vez que le veia.
chor que había salido por nosotros de su|| ... ". XII.
, tumba. ¡Oh! ¡que tierna supersticion! , PYRAMo Y THIsbE.
. Caballero, y sin embargo, sin creerlo,yo Cerca del barrio de Saint-Honoré, de.
mismo estaba lejos de querer destruir esta tras de la mas hermosa casa notable en
… creencia en su noble corazon! ¡Así pues tre las notables casas de este suntuoso bar
CuantaS VeCeS pensaba en ello, pronun rio, se estiende un vastojardin cuyos es

ciaba en voz baja un nombre que le era"pesos castaños sobrepujan con mucho las
muy querido, un nombre de amigo per enormes tapias, y dejan caer cuando lle
dido! y cuando se vió cercano á morir, ga la primavera sus flores sobre dos enor.
cuando la proximidad de la eternidad hu mesjarrones de mármol colocados para
bo dado á su imaginacion una cosa pare lelamente
97
sobre dos pilatras cuadrangula.
386 ALBUM.

res en las que encaja una reja de hierro En esta huerta en lugar de eolifletes,
del tiempo de Luis XIII. ensaladas, verduras, rábanos, patatas y
Esta grandiosa entrada está condenada melones, nacen solo grandes alfalfas, úni
apesar de los magnificosgeranios quebro co cultivo que anuncia que no se ha olvi
tan en los dos jarrones y que entregan al dado del todo este lugar abandonado; una
viento sus hojas blanquizcasysusflores de puertecita baja, abriéndose á la calle pro
púrpura; desde que los propietarios de la yectada, daba entrada á este terreno cer
casa se privaron de ella se privaron de cado de tapias, que sus habitantes acaba
la posesion, del patio plantado de árboles ban de abandonará causa de su esterili
que cae á la calle principal, y del jardin dad, y que despues de ocho dias, en lugar
que cierra esta reja, la cual caia antes á de producir un cincuenta por ciento como
una magnífica huerta de una fanega de antes, noproduce absolutamente nada.
tierra francesa, perteneciente á la propie Por el lado de la casa, los eastaños de
dad. Pero el demonio de la especulacion que hemos hablado coronan la tapia. lo
habiendo tirado una línea, es decir, for cual no impide que otros árboles verdes y
mado una calle en el estremo de esta huer floridos des icen en los espacios que median
ta, y habiendo recibido la calle un nombre entre unos y otros, sus ramas ávidas de
antes de existir, gracias á una placa de aire. En un ángulo en que el follaje es tan
vidrio, pensaron poder vender esta huer espeso que apenas penetra la luz eu él, un
ta para edificar casas en la calle, y facili ancho banco de piedra y sillas de jardin
tar el tránsito á ese magnífico barrio de indican un lugar de reunion ó un retiro
Saint-Honoré. favorito de algun habitante de la casa si
Pero en punto á especulacion el hom tuada á cien pasos, y que apenas se perci
bre propone y el dinero dispone; la calle be al través del espeso ramaje que la en
bautizada murióen la cuna; el que adqui vuelve. En fin, la eleccion de este asilo
rió la huerta, despues de haberla pagado misterioso, está justificado á la vez por la
á buen precio no pudo lograr el venderla ausencia del sol, por la frescura eterna,
en la suma que queria, y esperando una aun durante los dias mas ardorosos del es
subida de precio que no podia dejar de tio,por el gorjeo de los pájaros y por el
indemnizarle un dia ú otro, se contentó aislamiento de la casa y de la calle, es de
con alquilar la huerta á unos hortelanos cir, de los negecios y del ruido.
por quinientos francos al año. En nina tarde del dia mas caluroso de
No obstante, ya lo hemos dicho, la re primavera habia sobre este banco de pie
ja del jardin, la reja que caia á la huerta, dra un libro,un sombrilla, un canasto de
está condenada y el orin roe sus goznes; habor y un pañuelo de batista cuyo bordado
aun hay mas: para que los innobles hor estaba comenzado; y no lejos de este ban
telanos no curioseen con sus miradas vul co, junto á la reja, en pié, delante las ta
gares el interior del jardin aristocrático, blas, con los fijos á una de las aberturas,
un tabique de tablas está unido á las bar habia una jóven cuyas miradas penetraban
ras hasta la altura de seis pies. Es verdad en el terreno desierto que ya conocemos
que las tablas no están bien unidas que
no se pueda dirijir una mirada furtiva por Casi al mismo tiempo la puertecita de
entre las rendijas; pero esta casa no es este terreno se cerraba sin hacer ruido, y
una casa severa que tema las indiscrecio un jóven alto, vigoroso, vestido de una
IOS. blusa azul, una gorrilla de terciopelo, poro
ALBUM. 3S7

cuyos bigotes, barba y cabellos negros —Un estado... ¿Que quereis decir,
cuidadosamente peinados, desdecian de este |Maximiliano? ¿ somos bastante dichosos
traje popular, despues de una rápida ojea-|para que hableis de lo que nos concierne
da á su alrededor para asegurarse de que con ese tono de broma?
nadie le espiaba,pasando por esta puerta, —¡Oh! Dios me libre, dijo el jóven,
que cerró tras sí, se dirigió con pasospre-de chancearme con lo que decidirá de mi
cipitados hácia la reja. suerte; pero,fatigado de ser un corredor
A la vista del que esperaba, pero no pro de campos, y un asaltador de murallas,
bablemente en aquel traje, la jóven tuvo espantado á la idea que me infundisteis la
miedo y dió dos pasos hácia atrás. otra tarde de que vuestro padre me haria
Y sin embargo, ya al través de lashen juzgar un dia como ladron, lo cual con . .
diduras de la puera, el jóven con esa mi prometeria el honor del ejército francés,
rada que solo pertenece á los amantes, ha no menos espantado de la posibilidad de
bia visto flotar el vestido blanco y el largo que se asombren de ver eternamente ron
tinturon azul; se lanzó hácia el tabique,y dar al rededor de este terreno, donde no
aplicando su boca áuna abertura: hay la menor ciudadela que sitiaró el mas
–No temais, Valentina, dijo, soy yo. pequeño bloqueo que defender, á un capi
La jóven se acercó. tan de spahis, me he convertido en horte
–¡Oh! caballero, dijo, ¿por qué ha lano, y he adoptado el traje de mi profe
beis venido hoy tan tarde? Sabeis que es sion. -

hora de ir pronto á comer, y que me he –¡Bueno, qué locura 1


tenido que valer de mil medios para de —Esta es al contrario la cosa mas bien
sembarazarme de mi madrastra que me pensada que he hecho en toda mi vida,
espia, de mi camarera que me persigue,y porque á lo menos nos deja en toda segu
de ni hermano que me atormenta, para ridad.
venir á trabajar en este bordado, que temo -Veamos, esplicaos.
no se acabe en mucho tiempo?... ¿Asi –Pues bien; fuí á buscar al propieta
que os escuseis de vuestra tardanza, me rio de esta huerta, el arrendamiento con
direis el motivo de este nuevo traje que los antiguos inquilinos habia concluido, y
habeis adoptado, y que casi ha sido causa yo se la alquilé de nuevo. Toda esta alfal
de que no os haya conocido? fa me pertenece, Valentina: nada impide
-Querida Valentina, dijoel jóven, de que mande construir una cabaña aquí cer
masiado conoceis miamor, para queos ha ca, y viva de aquí en adelante á veinte pa
ble de él,y sin embargo siempre que os sos de vos. ¡Oh! no puedo contener mi
veo tengo necesidad de deciros que osado alegría y mifelicidad. Comprendeis, Va
ro, á fin de que el eco de mispropiaspa lentina,que tengan precio estas cosas?¿Es
labras me alhague dulcemente el corazon imposible, no es verdad? ¡Pues bien l to
cuando no os veo. Ahora, os doy milgra-|da esta felicidad, toda esta dicha, toda es
ciaspor vuestra reprimenda, es encanta-|ta alegría, por las que yo hubiera dado
dora, porque me prueba, no me atrevo á|diez años de mi vida,me cuestan, ¿no adi
decir que me esperabais, pero si que pen-|vinais cuánto. quinientos francos al
sabais en mi. Queriais saber la causa del Así pues, ya
mi tardanza y el motivo de midisfraz, voyº pagados por trimestres.
a
stres. Así,
á decírosla, y espero que me escusareis; lo veis: de aquí en adelante no hay nada.
he elegido un estado. que temer. Aquí estoy en mi casa, puedo
388 ALBUM.

poner una escalera apoyada, en mitapia, -Y eso es lo que os ha animado, Ma


y mirar por encima, y tengo sin temor ximiliano; y eso mismo me proporciona.
de que venga una patrulla áineomodar una vida dulce y desgraciada hasta, tal
, me, derecho para deciros que osame, punto, que me preguntóáveces que es lo
mientras que vuestroorgullo no se re que valemas para mí, si el pesar que me
tade oir salir esapalabra de la boca de causaba antes el rigor de mi madrastra y
pobre jornalero con una gorrilla; y una su ciega preferencia á su hijo, ó la felici
blusa, dad llena de peligros que esperimentó al
Valentina, arrojó un ligero grito, de sos VºIOS, -

presa, y luego de repente dijo tristemente —Depeligros, esclamó Maximiliano,


y como si una nube hubiesevelado el rar podeis decir una palabra tan dura y tan
yo desol que iluminaba su corazon, injusta l ¿Haheis visto, nunca un esclavo
-¡Ay! Maximiliano, ahora seremos mas sumiso que yo? Me habeis permido
demasiado libres, nuestra felicidad nos ha dirigiros algunas veces, la palabra,Valen
rá tentar á Dios; abusaremos de nuestra tina, pero me habeis prohibido seguiros;
seguridad, y,nuestra seguridadnos per he obedecido. Desde que encontré un me
derá - diopara penetrar en esta huerta, para ha
-Podeis decirme eso, amigamia, ámi blaros al través de esta puerta, de estar,
que desde que os conozco os pruebocada|en fin, taacerca de vossinveros, ¿os he
dia que he subordinado mis pensamientospedidoalguna vezque me deis vuestrama
y mi vida á vuestra vida y vuestros-penino al través de esta rejº. ¿Heintentado
samientos? ¿Quién:os ha dado confianza|siquiera saltaresta tapia, fútil obstáculo
en mí? mi honor, ¿no es así cuandome para mijnventud y mi fuerza? Nunca me
dijísteis que un vago instinto os aseguraba|hequejado de vuestro rigor, nunca os he
que corriais algun peligro,todo mi anhelomanifestado en voz alta un deseo; he sido
fué serviros, sin pediros otra recompensafielámi palaba como un caballero de los
que la felicidad de serviros. Desde este tiempos pasados. Confesad eso al menos
tiempo ¿os he dado motivo por una pala para que no oserea injusta.
bra, por una accion, de arrepentiros por —Es verdad, es verdad; dijo Valenti
haberme preferido á los que hubieran sido na pasando por entre dos tablas al estre
felices en morir por vosº,Medijísteis po mo de dos de sus dedos afilados, sobra ols
bre niña, que estabais prometida al señor cuales,aplicé Maximiliano los labios; es
Franz de Epinay, que vuestro padre ha verdad, sois un amigo honrado. Pero en
bia decidido esta alianza, es decir que era fin,vos no habeis obrado, sino por vuestro
segura; porque todo lo que quiere el se interés, mi querido Maximiliano; biensa
ñor de Villefort se efectúa infaliblemante. biais que desde el dia en que, la esclava
Pues bien, he permanecidoálasombra, fuese exigente, todo lo debía perder. Me
esperando, no de mi voluntad nie de la habiais prgºmetido, la amistad deunherma
vuestra, sino de los sugesos de la provi no, á mique no tengo amigos,ámi, á
dencia de Dios, y sin embargo, me ama quien mi padre olvida,á quien misma
bais; tuvisteis piedad de mi, Valentina, y drastra persigue, y que no tengo por con
vos misma mé lo habeís dicho; gracia
por esta dulce palabra, que no os pidosi- suelo mas que un anciano, inmóvil, mu
no que me la repitais de cuando en cuan-do, helado, cuya, mano no puede estre
do, y que me hará olvidarlo todoes char la mia, cuya mirada sola puede ha
ALBUM. 3S9
blarme, cuyo corazon late sin duda por estais segura de que os amo, cien veces
mi con un resto de calor. Amarga irrision hubiera pasado ya mi mano por las bar
de la suerte que me hace enemiga y vic ras de esa reja, y hubiera estrechado la
tima de todos los que son nas fuertes que mano del pobre Maximiliano, diciéndole:
yo, y que me da un cadáver por único «Seré vuestra, vuestra solamente, Maxi
sosten y amigo! ¡Oh! Maximiliano, Ma miliano , en este mundo y en el otro.»
ximiliano, soy muy desgraciada, y haceis Valentina no respondiónada,pero eljó.
bien en amarine por miy no por vos. ven la oyó suspirar y llorar.
—Valentina, dijo el jóven con una emo —¡Oh! esclamó, ¡Valentina! ¡Valen
cion profunda, no diré que ánadie sino á tina! olvidad mis palabrassi hay en ellas
vos amo en el mundo, porque tambien algo que haya podido disgustaros.
amo á mi hermana yá mi cuñado; pe —No, dijo ella, teneis razon:¿perono
ro este es un amor mas dulce y tran veis que yo soy una pobre criatura alban
quilo que nada se asemeja al sentimiento donada en una casa casi estraña, porque
que esperimento hácia vos; cuando pien mi padre es para mi un estraño, y cuya
so en ello, mi sangre se agolpa á las ve voluntad ha idodesapareciendo despues de
nas, mi corazon se dilata; pero esta fuer diez años, dia por dia, hora por hora, mi
za, este ardor, este poder sobrehumano nuto por minuto? Nada de lo que sufro. y
los emplearé en amaros solamente hasta ánadie sino á vos lo he dicho. En la apa
el dia en que me digais que los emplee en riencia, y á los ojos del mundo, todos son
serviros. El señor Franz d'Epinay estará buenos, todos son afectuosos; en realidad,
ausente un año, segun dicen; en un año todos son hostiles. El mundo dice; el Sr. de
; cuantos sucesos favorables pueden secun Villefort es demasiado grave, demasiado
dar nuestros proyectos Esperemos siem severo para mostrarse tierno con su hija;
pre; es tan bueno y tan dulce el esperar! pero á lo menos tiene la felicidad de en .
Pero mientras tanto, vos, Valentina, vos l en la señora de Villefort una se
que me echaisen cara miegoismo ¿qué ha gunda madre. Pues bien: el mundo se en
beis hecho por miº Hermosa y fria estátua gaña; mi padre me abandona con indife.
de la Venus púdica, en cambio de este inte rencia, y mi madrastra me aborrece con un
rés,de esta obediencia,de este cariño, qué encarnizamiento tanto mas terrible cuanto
me habeis prometido? nada; ¿qué me ha que está velado por una sonrisa eterna.
habeis concedido? bien poco á la verdad. - Aborreceros! ¡á vos, Valentina 1 y
Me hablais del señor d'Epinay, vuestro ¿cómo pueden aborrecerros?
prometido, y suspirais á la idea de ser un - ¡Ay! amigo mio, dijo Valentina.
dia su esposa. Veamos, Valentina, ¿es eso me veo obligada á confesaros que este ódio
todo lo que siente vuestro corazon? ¿Como proviene de un sentimiento casi natural.
os doy mi vida y mi alma, os consagro Adora á su hijo, á mi hermano Eduardo.
Inasta el mas insignificante latido de mi –¿Y bien? -

corazon; y cuando ya soy vuestro, cuan —Os parecerá estraño que mezclen en
do ya me digo á ni mismo en voz baja lo que estamos hablando una cuestion de
«jue moriré si os pierdo, no os espantaisá dinero: ¡ pues bien ! amigo mio, yO creo
la sola idea de pertenecer á otro. ¡Oh! que su odio proviene de ahi, os lo asegu
"¡Valentina,Valentina! si yo fuese lo que ro. Como ella por si no tiene fortuna, co
vos sos, siyo me sintiese anado como vos uo yo soy ya rica, y esta fortuna será aun
95
390 ALBUM.

aumentada por la del señor y señora de —No me bableis de Marsella, Maximi


Saint-Meran, yo creo que está envidiosa. liano, esa sola palabra me recuerda á mí
¡Oh! ¡Dios mio! si yo pudiese darle la buena madre, ese ángel que todo el mun
mitad de esa fortuna y encontrarme en do ha llorado, y que, despues de haber
casa del señor de Villefort, como una hija velado por su hija durante su corta per
en la casa de su padre; no vacilaria un manencia en la tierra, vela aun por ella,
momento en hacerlo. lo espero, durante su eterna morada en el
–¡Pobre Valentina! cielo. ¡Oh! siviviera mi pobre madre,
—Si, me siento encadenada, motiempo Maximiliano, nada tendria que temer; le
mesiento encadenada, y al mismo tiempo diria que os amo, y me protegeria.
me siento tan débil, que me parece que —¡Ay! Valentina, replico Maximilia
estos lazos me sostienen y tengo miedo de no, si viviera,sin duda yo no os conoce
romperlos. Por otra parte mi padre no es ria; porque vos misma lo habeis dicho, se
un hombre cuyas órdenes se puedan revo riais felizsiviviera, y Valentina feliz, me
carimpunemente; es poderoso contra mi, habria mirado desdeñosamente desde lo
lo seria contra vos, lo seria contra el mis alto de su grandeza.
mo rey,protegido como está poruna po —¡Ah! amigo mio, esclamó Valenti
sicion inatacable. ¡Oh! ¡Maximiliano! os na, sois injusto... pero, decidme...
lo juro, no lucho porque tanto vos como —Que quereis que os diga, replicó Ma
yo temo que seamos vencidos en esta lu ximiliano, viendo que Valentina vacilaba.
cha. —Decidime, continuó lajóven, ¿ha ha
–Pero en fin, Valentina, repuso Maxi bido alguna vez en Marsella algun motivo
miliano,¿porqué desesperar asi, y ver el |de querella entre vuestro padre y el mio?
porvenir siempre sombrio? —No, que yo sepa, respondió Maximi
-¡Ah! amigo mio, porque lo juzgo liano, sino es que el vuestro era un parti
por el pasado. dario acérrimo de los Borbones, y el mio
—Veamos; si yo no soyun partido ílus del emperador; este es, segun presumo,
tre bajo el punto de vista aristocrático, el único motivo que han tenido de quere
soy considerado en algo por muchos mo lla. ¿Pero por qué me preguntais eso, Va
tivos en el mundo en que vivis; el tiempo lentina ?
en que habia dos Framiers en la Francia —Voyá decíroslo, replicó la jóven, por
no existe ya; las familias mas altas de la que todo lo debeis saber. ¡Pues bien ! es
monarquía se han mezclado con las fami to pasaba el dia en que fué publicado en
lias del imperio; la aristocrácia de la lan los periódicos vuestro nombramiento de
zar se ha desposado con la nobleza del ca oficial de la Legion de honor. Todos está
ñon. ¡Pues bien yo pertenezco á esta bamos en casa de mi abuelo. El señor Noir
última:tengoun belloporvenir en elejér tier, y además el señor Danglars estaba
cito; gozo de una fortuna limitada, pero con nosotros; ya sabeis, ese banquero, cu
independiente; la memoria de mipadre, yos caballos estuvieron á pique de matar
en fin, es venerada en nuestro pais, como antes de ayer á mi madre y á mi herma
la de uno de los comerciantes mas hom no. Leía en voz alta el periódico á mi
rados que han existido. Hablo de nuestro abuelo, mientras que los demas hablaban
pais, Valentina, porque vos sois casi de del proyectado casamiento entre Mlorcerf
Marsella. con la señorita Danglars.Cuando llegué al
ALBUM. 391
párra’o que os concernia, y que yo habiacho el señorde Villefort;mivaleroso pa.
ya leido, porque desde el dia anterior por dre no cedia en ese punto al vuestro, y re.
la mañana me habia anunciado esta bue-|petia sin cesar. «¿Por qué el emperador
na noticia; cuando llegué á él, es decir,|que tan buenas cosas hace, no forma un
al párrafo que os concernia, estaba muy|regimiento de jueces y abogados y no los
contenta... pero temblaba tanto por ver-|envia siempre al primer fuego?» Ya lo
me obligada á pronunciar vuestro nom-|veis, querida amiga, no hay como los par
bre, que seguramente lo hubiera omitido|tidos para lo pintoresco de la espresion y
á noser por el tenor que yo esperimentépara la dulzura del pensamiento. ¿Pero
de que interpretasen mal misilencio; así|qué dijo Danglars al oir las palabras del
pues, reuní todo mi valor y leí, procurador del rey?
–¡Querida Valentina! —¡Oh! comenzó á reir con esa risa
—¡ lues bien al punto que resonóburlona que le especuliar y que á mi me
vuestro nombre, mi padre volvió la cabe-|parece feroz: en seguida se levantaron y
za; estaba tan persuadida de que todo el salieron juntos.Entonces si que mi abuelo
mundo se iba á admirar, que creíver es-estaba agitado; es preciso que sepais, Ma.
tremecerse á mi padre, y aun (en cuanto|ximiliano, que yo sola adivino sus agita
áéste, de seguro era una ilusion) al señorciones, y á mas sospechaba que la conver
Danglars. " sacion que habia pasado delante de él, le
—Morrel, dijo mi padre, ¡esperad! y|habia causado mucha impresion atendido
frunció las cejas. Seria uno de esos Mor-|á que habian hablado mal del emperador,
rel de Marsella, uno de esos bonapartistas y segun parece ha sido fanático por el en
ácérrimos que tanto nos dieron que hacer perador.
en 1815? —En efecto, es uno de los nombres mas
—Sí, respondió el señor Danglars, creolconocidos del imperio; ha sido senador, y
que es el hijo del antiguo armador. como vos sabeis, ó como vos no sabeis.
—i De veras! esclamó Maximiliano; ¿y|Valentina, estuvo metido en todas las cons
qué respondió vuestro padre? |piraciones bonapartistas que hubo en tiem
-¡Oh! una cosa espantosa y que no|po de la Restauracion.
me atre o á deciros. —Si, algunas veces oigo decir en voz
—1Oh! hablad, replicó Maximiliano,|baja esas cosas que me parecen muy es
sonriéndose. trañas; el abuelo bonapartista, el padre
—Su emperador, continuó frunciendo realista; en fin, ¿qué quereis?... me vol.
las cejas, sabia colocar donde debia á esosví hácia él.
fanáticos; los llamaba carne de caño, y| Mostróme con el dedo el periódico.
era el único nombre que merecian; veo -¿Qué teneis, buen papá? le dije, ¿es
con gozo que el nuevo gobierno renueva|tais contento?
este saludable principio. Aunque no fuese| Hizo con la cabeza señal de que si,
mas que por que vigila por Argel, felici —¿Por lo que mi padre acaba de decir?
taria algobierno,ápesar de que nos cues pregunté. -

ta un poco caro. Hizo seña de que no.


—Eso es en efecto una política bastante –¿Por lo qué ha dicho el señor Dan
brutal, dijo Maximiliano; pero no os son-|glars?
rojeis, querida amiga, por lo que ha di-l Hizo tambien seña de que no.
392 --- ALBUM,

–¿wcaso por qué el señor Morrel ha hizo venir al punto á su hijo para que le
sido nombrado oficial de la Legion de ho reiterase su agradecimiento; y Eduar
nor? -
o, que no habia cesado de oir hablar ha
Hizo seña de que sí. cia dos dias delgranpersonaje, se apresu
—¿Lo creereis, Maximiliano? Estaba róá acudir al salon, no por obediencia á
contento porque hubiéseis sido nombrado su madre, no para dar las gracias al con
oficial de la Legion de honor, y eso que de, sino por curiosidad y para decir algu
no os conoce: seráuna locura tal vez, pe-no de aquellos chistes que hacian esclamar
ro le quiero mucho mas por ese sí. la madre: ¡Oh, que malo es! pero es

—Es estraño,pensó Maximiliano, vues reciso perdonarle; tiene tanto talento!


tro padre me aborrece, al paso que vues Despues de haber cambiado lasprimeras
tro abuelo.... ¡Estraños ódios yamoresd e rases de política acostumbradas, el conde
partidos! " ,
| se informó del señor de Villefort.
–Silencio, esclamó Valentina. ¡Ocul —Mi marido come hoy en casa del Can
taos, huid, que vienen l - ciller, respondió la señora de Villefort;
Maximiliano cojió un azadon y se puso acaba de salir ahora mismo, sentirá mu
á arrancar desapiadadamente las raices y chisimo el no haber podido tener el placer
las hojas de las alfalfas. de veros.
—Señorita, señorita, gritó una voz de os caballeros que estaban de visita en
trás de los árboles, la señora de Villefort el salon antes que el conde, y que le de
os busca por todas partes y os llama; hay voraban con sus miradas, se retiraron des
una visita en el salon. pues del tiempo razonable exjido á la vez
—¡Una visita ! dijo Valentina agitada; y por la política y por la curiosidad.
¿quien nos hace esa visita? —A propósito. ¿que hace tu hermana
—Un gran señor, un príncipe, segun Valentina? dijo la señora de Villefort á
dicen, el señor conde de Monte-Christo. Eduardo; que la avisen para que tenga el
—Alla voy, dijo en voz alta Valentina. honor de presentarla al señor conde.
Este nombre hizo estremecer del otro la-| —¿Teneis una hija, señora? preguntó el
do de la reja á aquel á quien el allá voy conde: ¿deberá ser una niña?
iba dirigido como despedida. —Es hija del señor de Villefort, replicó
—¡Calle! dijo para sí Maximiliano apo la jóven: una hija del primer casamiento,
yándose pensativo sobre su azadon, ¿como una jóven bellísima.
diablos conoce el conde de Monte-Christo —Pero muy melancólica, interrumpió
al señor de Villefort?... Eduardo arrancando, para hacerun plu
XIV. mero á su sombrero, las plumas de la cola
ToxicolocA. de un magnífico papagayo que chillaba de
En efecto, el conde de Monte-Christo dolor en su dorada jaula.
acababa de entrar en casa devillefort, con La señora de Villefort se conténtó con
la intencion de devolver al procurador del decir:
rey la visita que le habia hecho, y solo al –¡Silencio, Eduardo !
oir pronunciar su nombre toda la casa se Despues añadió:
habia revuelto. —Ese jóven aturdido casi tiene razon,
La señora de Villefort, que estaba sola y repite lo que bastantes veces me ha oido
en el salon cuando anunciaron al conde, decir á mi con dolor; porque la señorita de
ALBM. 393
Villefort tiene, ápesar de todo lo que ha - Este se levantó.
cemos por distraerla, un carácter triste y -La señorita de Villefort, milija po
un humortaciturno que cuasi llegaá bor lítica, dijo la señora de Villefortá,Monte
rar el efecto que produce su belleza, Pero Christo, inclinándose sobre el sofá y mos
noviene; Eduardo, idá, ver porque tarda trándole áValentina.
tante. - -Y el señor,... es el conde de Monte
–Porque la buscan donde no está. Christo, rey de la China, emperador de
-¿ l’onde la buscan? la Cochinchina, dijo el gracioso niño,
–En el cuarto del abuelo Noirtier. lanzando ásu hermana una mirada mali
–¿Y dices que alli no está? ciosa,
—No. no, no. no, no, no, no está, res Esta vez palidecióla señora deVillefort,
pondió Eduardo gritando con todossuspul yfaltó poco para que se irritase con el lin
OneS. do muchacho que se quedó riendo de la
–¿Donde está? Decidlo si lo sabeis. gracia;pero al contrario, elcondesesonrió
-Está...... grandes y pareció mirar al niño con bondad, lo
castaños, continuó el niño; présentando á cual llevó al colmo la alegria y elentusias
pesar de los gritos de su madre, moscas mo de la madre.
vivas al papagayo, que parecia muy afi-| -Pero, señora, repuso el conde prosi
cionado á esta especie de caza. guiendo la conversacion y mirando á su
La señora de Villefort estendia la mano vez á la señora de Villefort y á Valentina:
para llamar, ó para dar la órden de que no hetenido ya el honor de veros en otra
buscasen á, Valentina, en el lugar que le parte, ávos y á esta señorita?Ahora poco
habian dicho, cuando, ésta entró. estaba pensando en ello, y cuando entró
Parecia,triste en efecto, y mirándola esta señorita, su vista fué un rayo de luz
conatencion hubiérase podido, notar que para mi confusa, memoria; perdonadme,
sus ojos estaban humecidos aun por las lá sta palabra.
grimas. " -
-No es probable, caballero. A la seño
Valentina, en quien todavia, no, hemo rita de Villefort no le gusta el mundo, y
parado la atencion, era una jóvenaita, y alimos rara vez, dijo la jóven esposa.
esbelta, de diez y nieve años, cabellos de —Entonces no es en elmundo dondeyo
un castaño claro, ojos azules, su andar|he visto á esta señorita, ávos y á este ni
lánguido y con aquella, misma, distraccion nº encautador? El mundo parisiense me
que caracterizaba.ásu madre; sus manoses absolutamente desconocido, porquecreo
blancas y afiladas, su cuello anacarado haber tenido ya el honor de deciros ota
sus mejillas lijeramente sonrosadas, la ha vez que hace pocos dias que estoy en Pa
cian asemejarse.á primera vista,á una derís. Si permis que recuerde… espe
inlrad....
esas hermosas,inglesas que, se compa
con bastante poesía en sus movimientos, á| º conde puso la mano sobre su frente,
cisnes recreándose en el agua. |y pareció reunir sus ideas: -

Entró, pues y al verá su madre junto| –No, fué en otra parte...fué... nosé...
al estranjero, de quien tanto había oídolpero mede
hablar, saludó sin ese encojimiento natu-
parece que estesolrecuerdo
un hermoso esinse
y de una fiesta
ral de las jóvenes, y sin bajar los ojos, religiosa. La siñorita, tenia flores en la
con una gracia queaumentó la atenciondel
conde. í - • mano: el niño corria, detrás de un payo
99
394 ALBUM.

real en eljardin, y vos, señora, vos esta —¡Oh! si; acuérdate, mamá; ya sabes,
bais debajo de un emparrado.... Ayudad dijo Eduardo, despues de haberle cogido,
me, señora; ¿no os recuerdan nada las le arranqué de la cola tres plumas de las
cosas que os digo? mas largas.
—No, nada, respondió la señora deVi —Vos, señora, permaneciais debajo del
llefort, y sin embargo me parece, caballe emparrado; ¿no os acordais cuando esta
ro, que si yo os hubiera encontrado en al bais sentada en el banco de piedra mien
guna otra parte, vuestro recuerdo hubiera tras la señorita de Villefort y vuestro hijo
permanecido fijo en mi memoria. estaban ausentes, de haber hablado con
—¡Ah! tal vez nos haya visto el señor una persona?
conde en Italia, dijo tímidamente Valen —Si, si, dijo la jóven sonriéndose, me
tina. acuerdo; con un hombre envuelto en una
–En efecto, en Italia... es posible, dijo gran capa de paño ... con un médico, si
Monte-Christo.¿Habeis viajado por Italia, mal no me acuerdo.
señorita? —Justamente, señora.... ese hombre
—Mamá y yo estuvimos alli hace dos era yo; despues de quince dias que hacia
años. Los médicos temian por misalud, y que habitaba la casa, curé á un criado
me recomendaron los aires de Nápoles. Pa de una fiebre bastante pertinazy á ni pa
samos por Boloña, por Perousse y por tron de unos dolores en la pierna; de suer
Roma. te que todos me miraban eono un gran
–¡Ah! es verdad, señorita, esclamó doctor. Hablamos largo tiempo, señora,
Monte-Christo como si solo esta indicacion de cosas indiferentes, del Parugina, de
hubiese bastado para fijar sus recuerdos. Rafael, de las costumbres italianas, de
En Perousse fué el dia de la Fete Diem, aquella famosa agua-tofana, cuyo secre
en el jardin de la fonda de la Poste, donde to conservaban ann algunas personas en
la casualidad nos reunió, á vos, á la seño Perousse,
rita, á vuestro hijo yá mi;recuerdo haber —¡Ah! es verdad, dijo vivamente la
tenido el honor de veros. señora de Villefort con cierta inquietud,
–¡Oh! yo me acuerdo perfectamente me acuerdo.
de Perousse, caballero, de la fonda de la —Yo no sé ya lo que vos me dijisteis
Poste y de la fiesta de que me hablais, dijo detalladamente, señora, replicó el conde
la señora de Villefort; pero por mas que con una tranquilidad perfecta, pero par
hago por acordarme, me avergüenzo de ticipando del error general, me consultas
mi poca memoria, no recuerdo haber te teis sobre la salud de la señorita de Vi
nido el honor de veros. lleforf.
—Es estraño, niyo tampoco, dijo Va —Pero, sin embargo, vos erais médico,
lentina, mirando á Monte-Christo. |dijo la señora de Villefort, puesto que ha
–¡Ah! pues yo si me acuerdo, dijo biais curado varios enfermos.
Eduardo. —Moliere ó Beaumarchais. os hnbie
–Voy á ayudaros, señora. El dia estaba ran respondido, señora, que justamente
caluroso; vos esperabais unos caballos que
no llegaban á causa de la solemnidad del porque no lo era no he curado á mis en -
dia. Esta señorita desapareció por las ca fermos sino que mis enfermos se han cm
lles del jardin, y vuestro hijo siguió cor rado; yo me contentaré con deciros que
riendo tras del pavo real. "
ne estudiado bastante á fonde la química
ALBUM. 395
y las ciencias naturales, pero solo como Valentina al cuarto del abuelito Noirtier,
aficionado,... ya comprendcis. —¡El album !... dijo Eduardo.
|

En este momento dieron las seis. -¿Cómo el album?


–Son las seis, dijo la señora de vel —Si, si, quiero el album....
fort, visiblemente agitada;¿no vais ya si –¿Porqué has cortado los dibujos?
quiera á ver comer á vuestro abuelo,Va –Porque asi me divierto.
lentina? – Vete, vete!
Valentinase levantó, y saludandoal con —No, no, no meiré hasta que se me
de, salió de la sala sin pronunciar una pa dé el album, dijo sentándose en un sillon
labra. -
el niño, fiel siempe á su costumbre de no
-¡Oh! Dios mio, señora, seria por ceder nunca. -

mi causa por lo que despedis á la señrita –Toma y déjanos en paz, dijo la seño
de Villefort? dijo el conde asi que Valen ra de Villefort, y dió el album á Eduar
tina, hubo sa ido. do, que salió acompañado de su madre.
—No lo creais, repuso vivamente la jó El conde siguió con la vista á la señora
ven; pero esta es la hora en que hacemos de Villefort.
dar al señor Noirtier la triste comida que —Veamos si cierra la puerta tras de sí
sostiene su mísera existencia. ¡Ya sabreis, cuando entre, murmuró.
caballero en qué deplorable estado se ha La señora de Villefort cerró la puerta -

Ha el padre de mi marido! con mucho cuidado, al volver á entrar;


-Si, señora , el señor de Villefort me el conde nopareció apercibirse de ello.
ha hablado de ello; una parálisis segun Despues arrojó una mirada á su alre
CTeO, | dedor, y volvióá sentarse sobre subutaca.
—¡Ay! el probre anciano está sin mo – Fermitidme que os haga observar,
vimiento, solo el alma vela en esa má señora, dijo el conde con aquella bondad
quina humana, pálida y temblorosa como que ya le conocemos, que sois muy seve
uina lámpara pronta á apagarse. Pero per ra con ese niño encantador.
donad que os hable de nuestros infortu —Es necesario, caballero, replicó la se
nios domésticos, os he interrumpido en el ñora de Villefort; con un verdadero aplo
momento en que me deciais que erais un mo de madre,
hábil químico. - -
—Le habeis interrumpido justamente
—No he dicho yo eso, señora, respon cuando pronunciaba una frase que prueba
dió el conde sonriéndose; he estudiado la que su preceptor no ha perdido el tiempo
química porque decidido á vivir particu con él, y que vuestro hijo está muy ade
larmente en Oriente, he querido seguir el |lantado para su edad.
ejemplo del rey Mitrhídates. - —¡Oh! si: tiene mucha facilidad y
"—Mithrídates, ex Ponticus, dijo el ni aprende todo lo que quiere. No tiene mas
ño cortando de un magnífico albun uno |defecto que ser muy testarudo, pero á
dibujos de paisaje que iba doblando y guar propósito de lo que decia; creeis vos, por
dándose en el bolsillo. |ejemplo,señor conde, que Mithridates usa
-¡Eduardo! ¡ no seas malo! esclamó se de aquellas precauciones y que pudie
la señora de Villefort arrancando este li ran ser eficaces.
bro mutilado de las manos de su hijo, eres|| —Lo creo con tanta mas razon, seño
insoportable, me aturdes: déjame, vé con ra, cuanto que yo las he, usado para no
390 ALBUM.

er envenenado en Palermo. Nápoles y -Justamente, señora, respondió Mon


Smirna, es decir, entres ocasiones,donde, te-Christo; pero veo que me queda muy
á no ser por estas precauciones hubiera poco que enseñaros, recibid mi enhora
perecido. buena, pues semejantes conocimientos son
-¿Vossalió bien? uy raros en las mugeres.
-Perfectamente. -¡Oh! lo confieso, dijo la señora de
-Si, es verdad; me acuerd9 de que en Villefort, soy muy apasionada á las cien
Perousse me contasteisuna cosa. parecidacias ocultas que hablaná la imaginacion
- Deveras! esclamó el conde con una como una poesía, y se resuelven con cifras
sorpresa admirablemente, fineida; pues yo como una ecuacionalgebráica; pero con
no me acuerdo. tinuad, os suplico, lo que me decismein
-Ospregunté si los venenos obrabanteresa sobremanera.
lo mismo y con la misma energía sobre - Pues bien repuso Monte-Christo,
los hombres del Norte que sobre los del suponed que este veneno sea el brugino,
Mediodia, y me respondisteis que los tem-|por ejemplo, y que tomaseis un migra
peramentos frios y linfáticos de los septen-|mo el primea, dia. Dos milígramos el se
trionales no presentaban la misma dispo- gundo; pues bien, al cabo de diez dias
sicion que la enérgica naturaleza de las tendréis un centígramo; al cabo de veinte
personas del Mediodia. dias, aumentando otro milígramo, tendreis,
-Es verdad, dijo,Monte-Christo; yo tres centígramos, es decir, una dósis que
he visto á rusos devorar sustancias sin incoveniente, y que seria
les que hubiesen matado infaliblemente á|muy peligrosa para otra persona que no
un napolitano.ó un árabe. hubiese tomado las mismas precauciones
-¿Conquéyos creeis que el resultado|quevos; en fio, al cabo de un mes, be
seria,aun mas seguro en nosotros, que en biendo agua, en la misma jarra, matareis
los orientales, y en medio de nuestras bra álapersona que ya haya bebido en aquel
|
mas y nuestras lluvias, un hombre se acosagua al mismo tiempo que vos, sin notar
tumbraria mas fácilmente que bajo uncli- mas que un poco de malestar, causado por
macaliente á esa absorcion progresivadelana sustancia venenosa mezclada en aquel
veneno? líquido.
-Seguramente; se entiende que ha de| —¿No conoceis otro contra-veneno?
ser siempre que se esté preparade contral -No conozco ningun otro.
-

elveneno á que se haya uno acostumr-Yo habjaleido varias veces esa his
brado. toria de Mitrídates, dijo la señora de Vi.
—Sí, comprendo; y ¿cómo **el pensativa, y la habia tomado por
brariais vos,...por ejemplo, 1)"
"..... ó mas bien, có
º"|una fábula.
njo os habeis acostumbrado? -No señora; contra la costumbre de
—Nada más fácil. Suponed que vos sa-º.
| - -

beis de antenano que veneno deben usarla historia, es una verdad; pero lo que me
contra vos... suponed que este veneno decís, señora, lo que me preguntais nº es
sea... el brucino, por ejemplo. el resultado de una pregunta caprichosa,
-Sí, que *: uesto que hace dos años me hicisteis pre
ra, () segun creº, dijº la Señºr de Vigutas semejantes, y me habeis dichoque
llefort. esa historia de Mithridatesos ocupaba ha
1) Bruccca ferruginea. cetiempo.
ALBUM. 397
—Es verdad, caballero, los dos estudios —Pero, caballero, repuso la jóven,
favoritos de mi juventud han sido la bo esas sociedades orientales, en medio de las
tánica y la mineralogía; y cuando he sa cuales habeis pasado una parte de vuestra
bido mas tarde que el uso de los simples vida, son fantásticas como los cuentos que
esplicaba á menudo toda la historia y toda hemos oido de su hermoso país; existe
la vida de los individuos de Oriente, como en realidad el Bagdad ó Bassorra de Mr.
las flores esplican todo su pensamiento1 Galland?
. Los sultanes y los visires que
amoroso, sentí no ser hombre para lle rigen estas sociedades, y que constituven
gará ser un Flamet, un Fontana ó un lo que se llama en Francia el gobierno,
Cabanis. son otros Haraun-al-Raschild y Giafar,
—Tanto mas, señora, repuso Monte que no solo perdonan á un envenenador,
Christo, cuanto que los orientales no se sino que lo hacen primer ministro, si el
limitan, como Mithridates, á hacer de los crímen ha sido ingenioso, y en este caso
venenos una coraza; hacen tambien de él hacen grabar la historia en letras de oro
un puñal; la ciencia es entre sus manos para divertirse en sus horas de fastidio.
no solo un arma defensiva, sino á veces —No señora, no existen tampoco en
ofensiva; la una les sirve contra sus su Oriente esasfantasías, hay alli tambien,
frimientos, la otra contra sus enemigos; conocidos bajo otro nombre, y con dife
con el ópio, la belladona, el hatchis se rentes atribuciones por ser otras las cos
procuran en sueños la felicidad que Dios tumbres, comisarios de policía, jueces de
les ha negado en realidad; con la falsa instruccion, procuradores del rey, y pe
angustura, la belladona, el laurel cere ritos. Alle se ahorca, se decapita y empa
zo, adormecen á los que quieren. No hay la con la mayor frescura á los delincuen
una sola de esas mugeres, egipcia, turca tes, pero aquí un astuto criminal puede
ógriega, que aquí llaman buenas muge burlar impunemente la justicia humana y
res, que no sepan en materia de química asegurar el éxito de sus empresas por me
con que dejar estupefacto á un médico, y dio de hábiles combinaciones. Entre no.
en materia de sicología con que espantar sotros un necioá quien domina el espíritu
á un confesor. de la venganza ó la concupiscencia, que
—¡De veras! eslamó la señora de Vi tiene un enemigo al que intenta destruir
llefort cuyos ojos brillaban durante esta ó un pariente al que le conviene aniquilar,
conversacion." “ se vá á casa de un droguero, dá un non
—¡oh si señora, continuó Monte brefalso, que contribuye luego á probar
Christo, los drámas secretos de Oriente s le mejor el crímen, y compra, bajó pre
desenvuelven y se desarrollan de este mo testo de que los ratones le privan disfrutar
do desde la planta que hace amar hasta la del sueño, cinco óseis escrúpulos de ar
planta qué hace morir; desde el brevage sénico; si es algo sagaz váá casa cinco ó
que abre el cielo hasta el que sumerge á seis drogueros, con lo que aumenta el nú
un hombre en el infierno ! Tienen tantas
mero de testigos que podrán deponer con
rarezas de este género como caprichos hay tra él; luego, cuando posee ya su especí
en la naturaleza humana, física y moral;
y, diré mas el arte de estos químicos sa fico, administra á su enemigo, ásu próxi
be aplicar admirablemente el remedio y mo parienteuna dósis de arsénico capaz
el mal á sus necesidades de amor ó á sus de hacer rebentar á un toro y que sin
deseos de venganza. saber cómo ni por ué, obliga á la víctima
100
398 ALBUM. --

á dar ahullidos y lamentos que ponen en ya á Caire, ó tan solo á Nápoles y áRo
conmocion á todo el barrio. Preséntanse ma, y vereistransitar por las calles á gen
entonces una multitud de agentes de poli tes con la cabeza erguida, rollizas y fres
cía y de gendarmes, vase corriendo en cas de las que si el Diablo Cojuelo os en
busca del facultativo, que reconoce el ca volviera en su capa, podria deciros: «Este
dáver y recoje en sus entrañas el arsénico caballero hace tres semanas que está en
administrado. Alsiguiente dia los periódi venenado,y dentro de un mes á mastar
cos relatan el hecho con los nombres de dar, habrá muerto.»
la víctima y de su asesino. En la misma —En este caso, dijo la señora de Vi
tarde el droguero ó drogueros se presen llefort, ¿es que han encontrado el secreto
tan á declarar: «Soy yo quien ha vendido de aquella famosa agua-tofana que se de
el arsénico al señor, » y en vez de hallar cia haberse perdido en Perousse?
un vendedor encuentran veinte; entonces —¡Oh! ¡Dios mio! señora, ¿se pierde
el delincuente tonto es reducido á prision, acaso alguna cosa entre los hombres? Las
le encierran, le interrogan, le carean, le artes se sustituyen ydan vuelta al mundo;
confunden, condenan y guillotinan, ó si las cosas cambian de nombre, sirven para
es una muger de lindas facciones y de re varios objetos á la vez y asi se engaña al
laciones con sugetos de alguna valía, la vulgo, pero siempre el resultado es el mis
encierran para toda su vida. He aqui co mo; el veneno. Cada veneno obra con es
mo vosotros los septentrionales entendeis pecialidad sobre tal ó cual órgano: el uno
la quimica, señora. Desrues, sabia mas sobre el estómago, el otro sobre el cére
que todo eso, debo confesarlo. bro, el otro sobre los intestinos. Pues bien;
—¿Qué quereis, caballero? dijo riendo el veneno promueve la tos, esta tos una
la jóven, se hace lo que sepuede. No todo fluxion al pecho ú otra enfermedad aná
el mundoposee el secreto de los Médicisó loga conocida en la ciencia bajo un nom
de los Bórgias. bre especial lo que no impide que llegue
–Quereis pues que os diga, continuó á hacerse necesariamente mortal, y sipor
el conde encojiéndose de hombros, la cau casualidad no habia llegado á serlo, ven
sa de todas esas necedades? Es porque en dria á causar tambien la muerte gracias á
vuestros teatros, segun he podido juzgar los remedios administradospor algun mé
por la sola lectura de los anuncios de las dico nécio é ignorante, en general malos
piezas que se representan, se ven ellos químicos, y que darán á la enfermedad
todos los dias personas que sorben el con el giro que tanto deseais, con lo que ten
tenido de una botellita, óse tragan el ve dreis muerto á vues ro hombre con todas
neno que enciera el secreto de una sortija, las reglas del arte, sobre el que nada tendrá
cayendo muertas en el acto; cinco segun que ver la justicia, segun decia un gran
dos despues cae el telon y los espectadores químico amigo mio, el abate Adelmonte
se van á sus casas. Se ignoran las conse de Taormine, en Sicilia, quien se habia
cuencias del asesinato, no se vé jamas ni dedicado con especialidad al estudio de es
al comisario de policía con su faja, ni al tos fenómenos, su ocupacion predilecta.
cabo con sus cuatro soldados, lo que dá á dijo—Eso es horroroso, pero admirable;
la jóven que hasta entonces estuviera
entender á mas de cuatro botarates que escuchando con suma atencion; yo creia,
estos negocios terminan asi; mas alejaos os lo confieso, que todas esas historias
un poco de Francia, idos ya sea á Alep, eran cuentos de la edad media.
ALBUMI. 39)
–Y asi es, señora, sin duda alguna, conejos, gatos y conejillos de la India,que
ero de entonces acá se hanperfeccionado en nada cedian á su coleccion de legum
lo sumo. ¿Para que quereis que sirvan bres, flores y frutos; el abate Adelmonte,
el tiempo que en e lo se emplea, la pro tomó pues un conejo al que hizo comer
teccion que se les dispensa, las medallas, una hoja de la col; el conejo murió ¿Que
las cruces, los premios de Monthyon, como juez de instruccion se atreveria á reprem
no sea para encaminar la sociedad á su der esto, ni que procurador del rey se la
mayor perfeccion? El hombre no será per visto jamás obligado á espedir requisitorias
fecto hasta tanto que sepa crear ydestruir contra Mr. Magendie ó Mr. Flourens en
cual un Dios; al presente sabeya destruir, alguna causa sobre conejos, conejillos de
tiene pues adelantado la mitad del ca la India, ó gatos á los que hayan muerto?
mino.
Ninguno. Héos aqui un conejo muertos
–De modo, que, repusoinsistiendo con ue la justicia haga el mas mínimo caso
pertinacia en el mismo asunto, los venenos de ello. Muerto el conejo, el abate Ade
de los Borgias, de los Médicis, de los Re monte le mandó destripar por su cocinero
née, de los Ruggieri, y mas adelante pro y arrojar los intestinos á un estercolero.
bablemente los del baron de Trench, de
En este estercolero habia una gallina qe
que, tan gran partido han sacado los auto comenzó ápicotear los intestinos, cayó en
res dramáticos y novelistas.... ferma á suvezy murió al dia siguiente:
—Eran objetos á que el arte se dedica en el momento en que se estremecia con
ba con predileccion, suñora, y no otra co las convulsiones de la agonía acertó á pa
sa, contestó el conde; ¿Creeis vos que el sar un buitre, debo advertiros que abun
verdadero sábio no tiene mas objeto por dan mucho los buitres en Alemania, y
término de sus conocimientos que el hom precipitándose sobre el cadáver lo arreba -
bre solo?pues no es asi. La ciencia ama ta y lleva sobre una roca en la que verifi
los rodeos, las desviaciones, lo fantástico cósu improvisada comida. Tres dias des
para decirlo de una vez. Asi, por ejemplo, pues, el pobre buitre, que desde aquel
ese escelente abate Adelmonte, del que os festin se habia encontrado indispuesto,
hablaba hace poco, ha hecho con este ob hallándose revoloteando cerca las nubes,
jeto esperimentos maravillosos. se vió acometido de un desvanecimiento,
–¡ De veras ! empieza á rodar por el vacio y viene á
—Si, yvoy á citaros uno tan solo. Te caer pesadamente en nuestro estanque. El
nia un hermoso jardin lleno de legumbres, sollo, la anguila y la murena comieron de
de flores y defrutos;entreestas legumbres, él con avidez,ya sabeis que el buitre es
escojió la mas inocente de todas, una col uno de sus manjares favoritos. Pues bien,
por ejemplo. Régola tres dias con una di suponed que al dia siguiente os presentan
solucion de arsénico; al tercer dia la col ese sollo, esa anguila ó esa murena, en
enfermó y se volvió amarillenta, era el venenados en cuarta escala, vuestro con
momento de arrancarla. A la vista parecia vidado lo será en la quinta y morirá á los
estar en sazon y conservaba su apariencia ocho ó diez dias de doloresen las visceras,
de bondad, tan solo para el abate Adel de algun vicio en el corazonó de escirro en
monte estaba emponzoñada. En este esta el piloro. Se hará la autopsia y los médi
do se llevó la colá su casa,cojió unconejo; cos dirán:
el abate Adelmonte tenia una coleccion de «Este individuo ha muerto á causa de
M00 ALBUM.
un tumor en el hígado ó de una fiebre ti de apoplejía. Es un caso raro en las gali
foídea. » nas, lo sé, pero muy comun en los hom
—Pero, dijo la señora de Villefort, to bres. -

das esas circunstancias que vos enlazais La señora de Villefort parecia cada vez
unas con otras,puede faltaralguna de ellas mas pensativa. -

por un accidente insignificante:puede muy —Es una felicidad, dijo, que tales sus
bien el buitre no acertará pasar, ó caerá tancias no puedan ser preparadas mas que
cien pasos del estanque. - por químicos, porque en verdad, entonces
–Pues hé aquí cuando se necesita del la mitad del mundo efivenenaria la otra
arte: para serun gran químico en Orien mitad.
te es preciso dirijir el acaso, esto han lle —Por químicos ó por personas que se
gado á alcanzarlo. ocupan de la química, respondió cándida
La señora de Villefort estaba medita mente Monte-Christo.
bunda y escuchaba. —Y luego despues, dijo la señora de
—Pero, repuso ella, el arsénico es inde Villefort, por bien combinado que esté, el
leble; sea cual fuere la forma bajo la que crímen siempre es crímen; y si se libra de
se absorva, siempre se le encontrará en el la investigacion humana, no le sucede
cuerpo del hombre cuando haya entrado otro tanto con la mirada de Dios. Los
|
en cantidad suficiente para producir su orientales son mas despreocupados que no
muerte. sotros en punto á eonciencia han suprimi
–¡Bueno, esclamóMonte Christo, bue prudentemente el infierno.
nol hé aquí lo que dijeáAdelmonte. Mas —¡Oh! señora, ese es un escrúpul o
él reflexionó, se sonrió y me contestó con que debe nacer naturalmente en una alma
un proverbiosiciliano, que lo es también honrada como la vuestra pero que desa
n
de la generalidad de las naciones «Hijo pareceria pronto con el razonamiento. Lo
mio, no se hizo el mundo en un solo dia, peor que puede idear el pensamiento hu
se necesitaron siete; vuelve el domingo.»mano se reasumirá siempre por esta má
El domingo siguiente, en vez de regarxima de Juan Jacobo Rouseau: «el man
su col con arsénico, la regó con una disoldarin que mata á cinco mil leguas levan
lucion desales de stricnino, «stricninos-co ||tando el estremo del dedo.» La vida del
lubriana», como dicen los sábios. Esta vez hombre se pasa en ejecutar estas cosas y
la col presentaba un aspecto perfectamen-su inteligencia se agota en "pensarlas. En
te sano; asi pues el conejo no sospechó contraréis muy pocas personas que vayan
nada, y á los cinco minutoshabia muerto: á clavar brutalmente un cuchillo en el co
la gallina picoteó las tripas del conejo, y razon de su semejante ó que le adminis
al dia siguiente dejó de existir; entoncestren para hacerle desaparecer de la super
nosotros hicimos las veces de buitres y co-ficie del globo, la cantidad de arsénico que
jimos la gallina y la destripamos. Esta vez deciamos hace poco? Para llegar á este
habian desaparecido todos los síntomas punto es menester que la sangre se calien
particulares, y no quedaban mas que los te á treinta y seis grados,que el pulso ba
síntomas generales. Ninguna alteracion ta á noveinta pulsaciones, y que el alma
particular en ningun órgano; exasperacion salga de sus límites ordinarios; peso si pa
del sistema nervioso nada mas; la gallina sando de la palabra al sinónimo, haceis
no habia sido envenenada, habia muerto una sencilla eliminacion, si en lugar de
-, , •
-» •
ALIBUM. 401
cometer un asesinato innoble, apartais pues, despues de la muerte de Dun
ra y sencillamente de vuestro camino alcan, lady Macbeth hubiera sido una mu
que os incomode, y esto sin choque, sin gerdesgraciada á no ser por Su conciencia.
violencia, sin el aparato de esos sufrimien La señora de Villefort absorvia con avi
tos que hacen de la víctima un mártir; si dez estas espantosas palabras pronunciadas
no hay sangre, ni ahullidos, ni contorsio por el conde con aquella ironía sencillaque
nes, ni sobre todo esa horrible instantanei le era particular.
dad del asesinato, entonces os libertais de Despues de un instante de silencio:
la ley humana que os dice: ¡No turbes lal -¿sabeis, señor conde, dijo ella, que
sociedad!.... Hé aquí como proceden los Sois un terrible argumentista, y que veis
orientales, personajes graves y flemáticos, el mundo bajo una luz algun tanto lívi
que se inquetan muy poco de las cuestio da? Teníais razon, sois un gran químico,
nes de tiempo en los casos de cierta im Y aquel elixir que hicisteis tomar á mi hi
portancia. jo, y que tan rápidamente le devolvió la
–Pero queda la concíencia, dijo la se vida...
ñora de Villefort con voz conmovida y -Oh! no os fieis en eso, señora, dijo
un suspiro ahogado. Monte-Christo,una gota de aquel elixir
–Sí, dijo Monte-Christo, sí;felizmen bastó para devolver la vidaá aquel niño que
te queda la conciencia, sin la cual seria se moria; pero tres gotas hubiesen agolpa
mos muy desgraciados. Despues de toda dola sangre á sus pulmones y le hubieran
accion un poco vigorosa, la conciencia es causado una fluxion en el pecho; seis le
la que nos salva, porque nos provee de cortarian la respiracion y le hubieran cau
mil escusasde las que nosotros solos somos sado un desmayo muchísimo mas grave
los jueces; y estas razones por escelentes que aquel en que se hallaba; diez, en fin,
que sean para conservar el sueño, serian le habrian muerto en el acto. ¡Bien visteis,
medianas tal vez ante un tribunal para señora, como leseparévivamente de aque
conservaros la vida.Asípues,Ricardo III, llos frascosá los cuales tenia la impruden
por ejemplo, ha debido estar sumamente cia de tocar!
agradecido á su conciencia despues de la -¿Acaso es algun veneno terrible?
muerte de los dos hijos de EduardoVI; -¡Oh! ¡ no! En primer hugar, es me.
pues que en efecto podia decir para sí; es nester que sepais que la palabra veneno
tos dos hijos de un rey cruel, persegui no existe, puesto que en medicina se sir
dor, y que han heredado los vicios de su ven de los venenos mas violentos, que se
padre, que yo solo he sabido reconocer en convierten por la manera con que son ad
susinclinaciones juveniles; estos dos niños ministrados, en remedios saludables.
me incomodaban para hacer la felicidad —¿Entonces que era aquello?
del pueblo inglés cuya desgracia habrian —Era una magn'fica preparacion de mi
causado infaliblemente. amigo, el abate Adelmonte; de la cuai
Del mismo modo tambien debió estar me enseñó á usar.
agradecida á su conciencia, lady Macbeth, —¡Oh! dijo la señora de Villefort, de
que queria dar un trono no á su marido, be ser un escelente antiespasmódico.
sino á su hijo. ¡ h! el amor maternal es —Soberbio, señora, bien lo habeis visto,
una virtud tan grande, un móvil tan po respondió el conde, y yo hago de él un
que hace escusar muchas cosas: luso bastante frecuente; con toda la pru
deroso.y Ql
F

ë 101
402 ALUn.
dencia posible se entiende, añadió el con Las seis y media acababan de dar, y
de riendo. anunciaron una amiga de la señora de Vi
—Lo creo, replicó la señora de Ville llefort que venia á comer con ella.
fort en el mismo tono. En cuanto á mí, –Si yo tuviera el honor de veros por
* tan nerviosa y tan propensa á desmayar la tercera ó cuarta vez, señor conde, en
me como soy, necesitaria de algun doctor vez de ser la segunda que tengo ese ho
Adelmonte paraque meinventase los me nor, dijo la señora de Villefort; situviese
dios de respirar libremente y me tranqui el honor de ser vuestra amigº, en lugar
lizase sobre el temor que esperimento de de ser solo vuestra deudora, insistiria en
morir un dia sofocada. Mientras tanto, co deteneros á comer, ynome dejariavencer
mo es difícil encontrar en Francia á vues por la primera negativa.
tro abate y no estará dispuesto á hacerpor —Milgracias, señora,respondió Monte
míun viaje á Paris, me ateng á los an Christo, tengo un compromiso al cual no
tiespasmódicos de Mr. Blanche; y las go puedo faltar. He prometido llevar al tea
tas de Hoffmann hacen en mi organiza tro á una princesa griega que aun no ha
cion un gran papel. Mirad, aquí teneis visto la ópera, y que cuenta conmigo para
unas pastillas hechas á propósito para mi; ir esta noche.
tienen doble dósis de la que se acostum —Os dejo ir, caballero; pero no olvi
bra dar. deis mi receta. " " .

Monte-Christo abrió la caja de concha —¿Cómo es posible, señora? para eso


que le presentaba la jóven, y aspiró el era preciso que olvidase la hora de con
olór de las pastillas como conocedor de que acabo de tenerá vuestro la
aquella preparacion. |do, lo cual es enteramente imposible.
–Son esquisitas, dijo, pero es necesa Monte-Christo saludó y salió.
rio tragarlas, cosa imposible en las perso La señora de Villefort se quedó pensa
nas desmayadas; prefiero mi específico. tiva. - "

–¡Oh! yo tambien le prefiriria ypar … –¡Qué hombre tan estraño! dio, de


ticularmente despues de los efectos que he biera llamarse tambien Adelmonte.
visto; pero sin duda será un secreto, y yo En cuanto á Monte-Christo, el resulta
no soy tan indiscreta que os lo vaya á do fué mejor de lo que él esperaba.
pedir. –Vamos dijo al tiempo de marcharse.
–Pero yo,señora, dijo Monte Christo esta es buena tierra; estoy convencidísimo
levantándose, soy bastante galante para de que cualquiera clase de grano que en
ofrecéroslo.
ella sesiembre germinará inmediatamente.
–¡Oh! caballero Y al dia siguiente, fiel á su promesa,
–Pero, acordaos ue una cosa, y es que envió á la señora deVillefort la receta que
ápequeñas dósis es un remedio, en mayor le habia pedido.
cantidad es un veneno. Una gota devuel XV.
ve la vida como ya habeis visto, cinco ó RoBERTO EL DIA BLO.
seis matarian infaliblemente, de una ma
nera tanto mas terrible, cuanto que mez La escusa de tener que ir á la ópera,
cladas en un vaso de vino no cambia venia tanto mas á tiempo, cuanto que
rian absolutamente en nada el gusto. Pe. aquella noche habia gran funcion en la
ro soy demasiado minuicioso, señora, di Academia Real de música. Levasseur des
riase que os quiero aconsejar. pues de una larga indisposición se pre
ALBUM. 33
sentabaá desempeñar la parte de Beltran, de los espectadores que han llegado, ya no
y, como siempre, la obra del maestro á la en mirar ó escuchar la pieza, sino en mi
moda, atrajo al teatro la sociedad mas es rar entrar á los espectadores que llegan y
cogida de Paris. no oir mas que el ruido de las puertas y
Morcef, como la mayor parte de los jó el de las conversaciones.
venes ricos, tenia su luneta de orquesta, –¡Calle! dijo Alberto de repente, al
ademas diez palcos de personas conocidas ver abrirse un palco de primer piso ¡calle!
suyas que le hubieran cedido un asien ¡la condesa G!....
"to con franqueza, sin contar con aquel al –¿Quién es esa condesa G?... pregun
cual tenia derecho de ir, es decir, al pal tó Chateau-Renaud.
co de los calaveras de buen tono. -¡G)h! baron, esa es una pregunta que
Chateu Renaud tenia su luneta próxí no os perdono: ¿me preguntais quién es
mo á la suya. la condesa G?....
Beauchamp, como periodista, era el –¡Ah! es verdad, dijo Chateau-Re
"rey del salon y tenia sitio en todas partes. naud; ¿no es esa encantadora veneciana?...
Esta noche Luciano Debray tenia á su "—Justamente.
-
disposicion el palco del ministro, y lo ha En este momento la condesa G... aper
bia ofrecido al conde de Morcerf, el cual, cibióáAlberto, y canbió con él un salu
no habiendole aceptado Mercedes, lo ha do acompañado de una sonrisa.
bia enviado á Danglars, mandándole de –¿La conoceis? dijoChateau-Renand.
cir que probablemente él iria á hacer aque —Sí, esclamó Alberto, le fuí presenta
lla noche una visita á la baronesa y à su do en Roma por Franz.
hija si querian aceptar el palco que las –¿Queréis hacerme en Paris elmismo
ofrecia.La señora Danglarsysu hija acep favor que Franz os hizo en Roma?
“taron. –Con mucho gusto.
En cuanto á Danglars, habia declarado –¡Silencio! gritó el público.
que sus principios políticos y su calidad de Los dos jóvenes continuaron su conver
diputado de la oposicion no le permitian sacion, sin demostrar inquietarse por el
ir al palco del mínistro. deseo que parecia tener el patio de oir la
Por lo tanto la baronesa escribió á Lu música. -

ciano supl cándole que fuese á buscarla, —Estaba en las carreras del Campo de
atendido á que nopodia ir á la ópera sola Marte, dijo Chateau-Renaud.
con Eugenia. –¿Hoy?
En efecto, si las dos mugeres hubiesen –Sí.
ido solas, lo habrian creido de mal tono; – ¡Calle! habia carreras. ¿Estabais
al paso que yendo la señorita Danglars á comprometido en ellas?
la ópera con su madre y el amante de su –¡Oh! por una miseria; por cincuen
madre, no habia nada que decir. lta luises.
Levantóse el telon, como de costumbre, –¡Y quién ganó?
ante un salon casi vacío. –Nantilus: yo apostaba por él.
Tambien es esta una de las costumbres –¿Pero habia tres carreras?
del mundoparisiense; llegar al teatrocuan –Si, el Jockey-Club habia propuesto
do la funcion se ha empezado; de aquí un premio, una copa de oro. Pasó una co
sa bastante rara.
resulta que el primer acto pasa, de parte
404 ALBUM.

-¿Cual? derecha? Si segun parece tratan de llamar


-¡Chist!... gritó el público impacien vuestra atencion.
tado. Alberto se volvió y sus ojosencontraron
-¿Cual?... repitióAlberto. efectivamente los de la baronesa Danglars,
|
—Un caballero y un Jockey completa que le hizo un saludo con su abanico. En
|
mente desconocidos que han ganato esta cuanto á la señorita Eugenia, sus grandes
carrera. |y hermosos ojos negros, apenas se digna
–¿Cómo? ron inclinarse hácia la orquesta.
–¡Oh! ¡Dios mio! sí; nadie habia fi. -En verdad, querido, dijo Chateau
jado la atencion en un caballo señalado Renaud, no comprendo que es lo que po
con el nombre de Vampa; y un Jockey deis tener contra la señorita Danglats; es
con el nombre de Job; cuando de repente unajóven bellisima.
vieron avanzar un admirable alazan y un —Seguramente, dijo Alberto; pero os
Jockey que no levantaba un palmo, vié confieso que en cuanto á belleza preferi
ronse obligadosáintroducirle veinte libras ría una cosa mas dulce, mas suave, mas
de plomo en los bolsillos, lo cual no im femenina, en fin.
pidió que se adelantase diez varas á -¡Qué jóvenes estos! dijo Chateau
y Bárbaro que corrian con él. Renaud, que como hombre de treinta años
—Y no se ha sabido á quien pertenece tomaba con Morcerficierto aire paternal,
el caballo y el Jockey? nunca estais satisfechos. ¡Cómo ! ¡encon
–No. |frais, una novia ó mas bien otra Diana ca
—Decis que el caballero tenia el nom zadora, y no estais contento!
bre de.... -Pues bien, justamente, mejor hubie
–Vampa. ra yo querido otra Venus de Milo ó de
—Entonces, dijo Alberto, yo estoy mas Cápua. Esta Diana cazadora siempre en
adelantado que vos; sé á quien pertenece. medio de sus ninfas me espanta un poco;
-¡Silencio!...gritó portercera vez el temo que me trate cual otro Acteon.
patio. En efecto, una ojeada que se hubiera
Esta vez las vocesfueron creciendo has arrojado sobre la jóven, podia esplicar ca
ta tal punto, que al fin los jóveues nota |si el sentimiento que acababa de confesar
rou que el público se dirijía á ellos. Vol-|Morcerf•
viéronse un momento buscando enaquella La señorita Danglars era hermosa, co
multitud un hombre que tomáse á su car mo habia dicho Alberto, pero de una be
go la resposabilidad de lo que miraban lleza un poco varonil; sus cabellos eran
como una impertinencia; pero nadie rei de un negro hermoso, pero un tanto re
teró la invitacion, y se volvieron hácia la beldes á la mano que queria arreglarlos:
eSCena. sus ojos negros como sus cabellos, ador
En este momento el palco del ministro nados de magníficas cejas que no tenian
se abrió y la señora Danglars, su hija y mas que un defecto, el fruncirse con de
Luciano Debray se colocaron en sus asien masiada frecuencia, eran notables por una
tos. espresion de firmeza que todos se admira
–¡Ah! ¡Ah! dijo Chateau, Renaud ban de encontrar en la mirada de una mu
ahi teneis ávariaspersonas conocidasvues ger; su nariz tenia las proporcionés exac
tras, vizconde. ¿Qué diablos mirais, á la tas que un escultor habria dado á la diosa
ALBUM, 405
Juno; su boca solamente era demasiado hacer visitas en los entreactos á causa de
grande, pero adornada de unos dientes ser estos demasiado largos, las lunetas se
hermosos que hacian resaltar unos lábios habian desocupado á poco aato.
cuyo carmin demasiado vivo hacia opo-| Morcerfy Chateau-Renaud habían sa
sicion con la palidez de su cutis; en fin lido de los primeros. La señora Danglars
dos hoyitos mas pronunciados que de cos creyó por un momento que aquella prisa
tumbre en los ángulos de su boca, acaba de Alberto por salir tenia por objeto e
ban de dar á su fisonomía ese carácter irla á ofrecer sus respetos, y se inclinó a
decidido que tanto espantaba á Morcerf. oido de su hija para anunciarle esta visita,
Por otra parte el resto del cuerpo de pero esta se contentó con mover la cabeza
Eugenia estaba en armonía con la cabeza sonriendo, y al mismo tiempo,como para
que acabamos de describir. Como habia probar cuan fundada era la incredulida
dicho Chateau-Renaud, era diana la ca de Eugenia respecto á este punto, apare
zadora pero con un aire mas fuerte y mas ció Morcerfen un palco del primer ps
muscular en su belleza. Este palco era el de la condesa G....
En cuanto á la educacion que habia re —¡Ola ! al fin se os vé por alguna par
cibido, si habia algo que echarle en cara, te, señor viajero, dijo esta presentándole
era que, lo mismo que su fisonomía, pa la mano con toda la cordialidad de una
recia pertenecer un poco al otro sexo. En antigua amiga; sois muy amable, prime
efecto, hablaba dos ó tres lenguas, dibu ro por haberme reconocido, y despues por
jaba con facilidad y soltura, hacia versos haberme dado la preferencia de vuestra
y componia música; de este último arte primera visita.
era sobre todo muy apasionada; estudiá – Creed, señora, respondió Alberto,
balo" con una de sus amigas de colejio,|que si yo hubiese sabido vuestra llegada á
jóven sin fortuna, pero con todas las dis- Parisy las señas de vuestra casa no hu
posiciones posibles para llegar á ser una|biera esperado tanto tiempo. Pero permi
escelente cantatriz. Un gran compositor|tidme que os presente al baron de Cha
profesaba á esta, segun decian, un interés|teau-Renaud, amigo mio, uno de los ra
casi paternal y la hacia trabajar con la|ros gentiles hombres que aun hay
esperanza de que algun dia encontrase|Francia, y por el cual acabo de saber e
una fortuna en su voz. habeis asistido á las carreras del campo
La posibilidad de que la señorita Luisa|Marte.
de Armilly (este era su nombre), entrase| Chateau-Renaud se inclinó.
un dia en el teatro, hacia que la señorita| —¡Ah! ¿estábais en las carreras, e
Danglars, aunque la recibia en su casa, ballero? dijo vivamente la condea.
no se mostraba en público con ella. –Si, señora. , ,

Por otra parte, Luisa sin tener en la —¡Y bien! repuso la señora G. ... ¿po
casa del banquero la posicion independien eis decirme á quien pertenece el caballo
te de una amiga, disfrutaba de mucha fran que ganó el premio del jockey club ?
queza y confianza. –No señora, dijo Chateau-Renaud!, y
Algunos segundos despues de la entrada ahora mismo hacia la propia pregunta á
de la señora Danglars en el palco, el ter Alberto.
lon se habia bajado, y gracias á la facul –¿Desais "saberlo.... señora condesa?
- ad de dejar pasear por los corredores ó preguntó Alberto.
102
º

A
406 ALBUM.

" –Con toda mi alma. Imaginaos que... –¿Y qué?


¿pero lo sospechais acaso, vizconde? —¡Cómo ! no os acordais del nombre
—Señora, ibais á contar una historia; del famoso bandido que me hizo prisio
habeis dicho, imaginaos.... nero
–¡Pues bien! imaginaos que aquelen -¡Ah! es verdad.
cantador caballo y aquel diminutivo joc —Y de las manos del cual me sacó mí
key de casaca color de rosa me inspiraron lagrosamente el conde?
á primera vista una simpatía tan viva,que —Sital.
yo en miinterior deseaba que ganasen lo —Llamábase Vampa. Bien veis que
mismo que si hubiera apostado por ellos la era él.
mitad de mi fortuna; asi pues, apenas los — Pero, ¿porqué me ha enviado esa
ví llegar alpunto, dejando bastante atras copa? -

á los demas caballos, fuétal mi alegria que —Primero, señora condesa, porqueyo
empecé á palmotear como una loca. Fi le habia hablado mucho devos, como po
guraos mi asombro cuando al entrar en deis creerlo; despues porque se habráque
mi casa ençuentro en la escalera aljockey dado encantado de encontrar una compa
de casaca color de rosa ! creí que el ven triota y de ver el interés que se tomaba
cedor de la carrera vivia por casualidad por el.
en la misma casa que yo, cuando al abrir —Espero que no le habreis contado las
la puerta del salon, lo primero que ví fué locuras que hemos dicho de él.
la copa de oro, es decir el premio ganado —¡Oh! de ningun modo. Pero me es
por el caballo y el jockey desconocidos. traña la manera de ofreceros esa copa bajo
En la copa habia unpapelito que contenia el nombre de lord Ruthwen....
estas palabras -¡Pero eso es espantoso, me compro
«A la condesa G.... lord Rutwen.» mete atrozmente !
—Eso es justamente, dijo Morcerf. -¿Es por ventura ese proceder el de
—¡Cómo ¿qué quereis decir? un enemigo?
—Quiero decir que es lord Ruthwen —No, lo confieso.
en persona. –¡Y bien l
–¿Quién es lord Ruthwen? —¿Con qué está en Paris?
—El nuestro, el vampiro, el del teatro -1,

Argentino. -¿Y que tal sensacion ha producido?


—¡De veras! esclamó la condesa,¿está —¡Oh! dijoAlberto, se habló de él ocho
aqui? dias, pero despues, acaeció la coronacion
–Si señora. de la reina de Inglaterra y el robo de los
–¿Yvos le habeis visto? ¿le recibis? diamantes de la señorita Mars, y no se ha
¿vais á su casa? hablado mas que de esto.
—Es mi intimo amigo, y el señor de —Querido, dijo Chateau-Renaurd, bien
Chateau-Renaud tambien tiene el honor se vé que el conde es vuestro amigo, y que
de conocerle. le tratais como tal. No creais lo que dice
–¿Qué es lo que puede haceros creer Alberto, señora condesa, no se habla por
que es él quien ha ganado? el contrario mas que del conde de Monte
–Su caballo que llevaba el nombre de Christo en Paris. Primeramente empezó
Vampa. por regalar á la señora Danglars dos ca
ALBUM. 107
ballos de treinta mil francos de valor; des -Señores, dijo la condesa, todos los
pues salvó la vida á la señora de Villefort; sábados por la noche, calle de Rivoli, 22
la ganado la carrera del jockey-club, se estoy en mi casa para mis amigos.
gun parece. Pues sostengo, diga Morcerf Losjóvenes saludaron ysalieron.
le que quiera, que no se ocupa la gente en Al entrar en el salon, vieron á todó cl
este momento mas que del conde deMon patió en pié con los ojos fijos en un solo
te. Christo y no se ocuparán sino de él por punto; sus miradas siguieron la direccion
espacio de un mes, si continúa con sus ra general, y se detuvieron en el antiguo pal
rezas, lo cual, por otra parte, parece que co del embajador de Rusia.Un hombre
es su modo de vivir. vestido de negro, de treinta y cinco á cua
–Es posible, dijo Morcerf, pero, ¿quien renta años, acababa de entrar en él con
ha tomado el palco del embajador de Ru una mujer vestida de un traje oriental. La
sia? mujer era admirablemente hermosa y el
–¿Cual?preguntó la condesa. traje de tal riqueza, que, como hemos
—El entre columnasprincipal; me pa dicho,todos los ojos se habian vuelto há
rece perfectamente renovado. cia ella.
–En efecto, dijo Chateau-Renaud; ha –¡Calle! dijo Alberto, Monte-Christo
bia en él alguien durante el primer acto? y su griega.
–¿1}onde? En efecto, eran el conde y Haydeé.
–¿En ese palco? Al cabo de un instante, la jóven era el
—No, repuso la condesa, no he visto á objeto de la atencion, no solamente del patio
nadie; asi pues, continuó, volviendo á la sino de todo el salon; las mujeres se incli
primera conversacion, ¿creeisquees vues naban fuera de los palcospara ver brillar
tro conde de Monte-Christo quien ha ga bajo los luminosos rayos del quinqué aque
nado el premio? lla cascada de diamantes.
—Estoy seguro. El segundo acto pasó en medio de ese
–¿Y quien me ha enviado la copa? rumor sordo que indica en las grandes
—Sin duda. reuniones de personas un suceso notable.
–Pero yo no le conozco, dijo la conde Nadie pensó en gritar que calláran. Aque
sa, ytengo ganas de devolvérsela. lla mujer tan jóven, tan bella, tan deslum
–¡Oh! no hagais tal cosa; os enviará brante, era el espectáculo mas curioso que
otra tallada en algunzáfiro ó en algun ru se hubiera pod do ver.
bí: son sus maneras de obrar; que que Esta vez una seña de laseñora Danglars
reis, es preciso conformarse con sus ma indicó claramente á Alberto que la ba
nías. ronesa deseaba que la visitase en el entre
. En este momento se oyó la campanilla acto siguiente.
que anunciaba que el segundo acto iba á3. Morcerfera demasiado amablepara ha
comenzar. Alberto se levantó para volver cerse esperar cuando le indicaban clara
á su asiento. mente que era esperado.
—¿Os volveré á ver?preguntó la con Concluido el acto, se aprestaró á subiral
desa. palco.
—En los entreactos, silopermitís. Ven Saludó á las dos señoras y presentó la
dré á informarme si puedo seros útil en mano á Debray.
algo aqui en Paris. La baronesa le acojió con una sonrisa
A08 ALBUM,

encantadora, y Eugenia con sufrialdad -Y esa muger, señor Luciano, dijo Eu


habitual. genia ¿habeis reparado qué hermosa es?
—A femia, querido, dijo Bebray,aqui -En verdad, señorita, no he conocido
teneis á un hombre sumamente apurado y á otra que sepa hacer justicia como vos.
que os llama para que le saqueis del com Luciano acercó su lente á su ojo de
promiso. La señora baronesa me aniquila recho.
áfuerza de preguntas respecto al conde, - Encantadora, dijo. -

y quiere que yo sepa de donde es,de don -¿Y sabe el señor de Morcerfquien es
de viene, á donde va; a fémia, yo no soy esa muger?
otro Cagliostro, y para librarme de sus —Señorita, dijo Alberto, respondiendo
preguntas, dije; averiguad todo eso por á esta interpelacion casi directa, casi lo sé;
medio de Morcerf; conoceá Monte-Chris quiero decir, como sé todo lo que concier
to bastante á fondo, y entonces os llama ne al misterioso personaje de que nos ocu
TOIl. pamos. Esa muger es una griega.
-No es increible, dijo la baronesa, que -Fácilmente se conoce eso por su tra
teniendo medio millon de fondos secretós je, y no me habeis dicho sino lo que toda
á su disposicion, no se esté mucho mejor el salon sabe tan bien como nosotros.
instruido? -Siento, dijo Morcerf, ser un cicerone
—Señora, dijo Luciano, creed que si tanignorante; pero confieso que hasta ahí
yo tuviese medio millon á midisposicion se limitan mis conocimientos. Sé ademas
lo emplearia en otra cosa que no en tomar que es música, porque un dia que almorcé
informes acerca del conde de Monte-Chris en casa del conde, oí los sonidos de una
to, que á mis ojos notiene otro mérito que guzla que seguramente no podian venir si *.
el de ser dosveces mas rico que un nabab; no de ella.
pero he cedido la palabra á miamigo Mor -¿Recibe vuestro conde? preguntó la
cerf, arreglaos con él. señora Danglars.
—Un nabab no me habria enviado se-l -Y de una manera espléndida, os lo
guramente un par de caballos de treinta juro.
mil francos, con cuatro diamantes de cin-| -Espreciso que me empeñe con el se- .
co mil francos cada uno. |ñor Danglars para que le ofrezca alguna
—¡Oh! los diamantes, dijo i Morcer comida, algun baile, á fin de que nos le
riendo, esa es su manía.Yo creo que, cual devuelva.
otro Potemkin, lleva siempre los bolsillos -¡Cómo ! ¿iréis ásu casa? dijo Debray
llenos, y los va sembrandopor el camino. riendo.
—Habrá encontrado alguna mina, dijo -¿Por qué no? ¡ con mi marido !
la señora Danglars", ¿sabeis que tiene un -Pero si es soltero el misterioso conde.
crédito ilimitado sobre la casa del baron? -Bien veis que no, dijo riendo la ba
-No, no lo sabia, respondió Alberto, ronesa y mostrando á la bella griega.
pero eso debia ser. —Esa muger es una esclava, segun él
–¿Y qué ha anunciado al señor Dan mismo me ha dicho, ¿recordais Morcerf
que lo dijo el dia que almorzó en vuestra
glars que pensaba permanecer un año en casa? -

Paris y gastar seis millones?


-Convenid, mi querido Luciano, dijo
—Es el shah de Persia que viaja de in la baronesa, que mas bien tiene aire de
cógnito. . -
una princesa.
ALB11. 409
-De las mil y una noch s. -Vamos, dijo Morcerf, me sacrifico;
-De las mil y una noch snodigo; pero os dejo, y voy á ver si hay medio de ha
¿qué es lo que constituye á una princesa? blarle.
son los diamantes, y en esta no se vé otra –Id á su palco; es lo mas sencillo.
COS3,
-Pero aun no he sido presentado...
—Tiene demasiados, dijo Eugenia; es –¿A quién?
taria mas hermosa á no ser por eso, por -A la hermosa griega.
que dejaria al descubierto su cuelo y sus -Es una esclava, segun decís.
brazos, que son de encantadorasformas! -Sí, pero vos decís que es un prince
—¡Oh! ¡la artista! dijo la señora Dan sa..... No. Espero que me vea salir y él
glars, ¡cómo se entusiasma! tambien saldrá.
—Soy apasionada de todo lo hermoso, -Es posible, id.
dijo Eugenia. —Allá voy.
–Pero qué decís entonces del conde? Morcerfsaludó, y salió.
dijo Debray, me parece tambien bastante Efectivamente, en el momento en que
buen moz0.
pasaba delante del palco del conde, seabrió
—¿El conde? dijo Eugenia, como si la puerta, el conde dijo algunaspalabras
aun no le hubiese mirado; el conde es de árabes áAlí que estaba en el corredo
r, y
masiado pálido. se cogió del brazo de Morcerf.
—Justamente, dijo Morcerf, en esa pa Alívolvió á cerrar la puerta y se quedó
lidez está el secreto que buscamos. La en piéjuntoá ella: habia en el corredor un
condesa G. dice que es un vampiro. círculo de gente al rededor del Nubio.
—¿Está de vuelta la condesa G?..." —En verdad, dijo Monte-Christo, vues
preguntó la baronesa. tro Paris esuna ciudad estraña yvuestros
—En este palco del lado, dijo Eugenia, parisienses un pueblo singular. Diríase que
casi enfrente de nosotros, madre mia; esa es
la primera vez que ven á un Nubio.
muger de unos cabellos rubios admira Miradlos estrecharse al rededor de esepo
bles, ella es. |bre Alí, que no sabe que significa eso. Solo
– ¡Ah! si, dijo la señora Danglars, os digo una cosa, y es que un parisien
¿no sabeis lo que debiéraishacer Morcerf? puede ir á Tunez, á Constantinopla, á
–Mandad, señora. |Bagdad ó al Cairo, y no se reunirá á su
—Debiéraisirá hacer una visitaá vues alreded
or la gente como aquí.
tro conde de Monte-Christo y traérnosle. —Es que vuestros orientales son perso
—¿Para qué? dijo Eugenia. nas sensatasyque no miran lo que no va
– ¡Oh! para hablarle; ¿no tienes tú le la pena de mirarse; pero creedme, Alí
curiosidad de verle? |no goza de esa popularidad sino porque
—Absolutamente ninguna. os pertenece, y en este momento vos sois
—¡Qué estraña eres! murmuró la ba el hombre á la moda.
1"OIOSa. _

—¡ De
veras! ¿y qué es lo que me va
—¡Oh dijo Morcerf, vendrá probable le ese favor?
mente él mismo. Ya os ha visto, señora,
–¡Diantre l vos mismo. Regalais ca
y os saluda.
La baronesa devolvió al conde su salu ballos de mil luises; salvais la vida á la
-

do acompañado de la sonrisa mas encan muger del procurador del rey; haceis cor
tadora. rer bajo el nombre del mayor Black ca
103
4110 ÁLiUM.

ballos de sangre pura, y jockeys no ma ce demasiado ruido. Para dormir yo con


yores que un huevo; en fin ganais una el sueño de que os hablo, necesito tran
copa de oro, y la enviais á una muger be quilidad y silencio, y ademas cierta pre
llísima por cierto. |paracion.....
–Y ¿quién diablos os ha contado –¡Ah! ¿el famoso hatchis?
todas esas locuras? —Justamente, vizconde, cuando que
–Primero, la señora Danglars, que de rais oir música,venid á cenar conmigo.
sea con ansia veros en su palco, ó mas –Peroya la he oido cuando fuíá al
bien que os veanen él;despues elperiódico morzará vuestra casa, dijo Morcerf.
de Beauchamp,y últimamente miimagi –¿En Roma?
nacion. ¿Por qué llamaisáivuestro caballo –Sí.
Vampa, si quereis guardar el incógnito? —¡Ah! era la guzla de Haydée. Si, la
–¡Ah! ¡es verdad ! dijo el conde, es pobre desterrada se entretiene á veces en
una imprudencia. Pero decidme; el conde tocarme algunas composiciones de su pais.
de Morcerf, no viene algunas veces á la Morcerf no insistió mas; por su parte
ópera? Le he buscado por todas partes, y el conde se calló tambien.
no le he visto. En este momento oyóse la campanilla.
—Vendrá esta noche. —Dispensadme, dijo el conde dirigién
–¿Dónde? dose hácia su palco. -

—Alpalco de la baronesa, segun creo. —¡Cómo l -

–¿Esa encantadora jóven que está con —Mil recuerdos de parte mia á la con
ella es su hija? |desa G... de parte de su vampiro.
–Sí. -¿Y á la baronesa?. .
–Os doy la enhorabuena. —Decidla que si permite, iré á ofre
Morcerf se sonrió. |cerla mis respetos luego que se concluya
–Ya hablaremos de esto mastarde y el acto.
detalladamente, dijo. ¿Qué decís de la El tercer acto empezó.
música? Durante este acto entró el conde de
–¿De qué música? Morcerf en el palco de la señora Danglars,
—¿De cuál ha de ser?. ...de la que aca segun se lo habia prometido.
bamos de oir. El conde no era uno de esos hombres
–Digo que esuna música bellísima pa que causaban impresion con su presencia,
ra ser compuesta por un compositor hu así pues nadie se apercibió de su llegada
mano, y cantada por pájaros sin pluma, de mas que las personas en cuyo palco en
dos pies, como decia Diógenes. traba.
-¡Ah! querido conde, pareceque pu Monte-Christo le vió sin embargo, y
diérais oir cantar los siete coros del Pa una ligera sonrisa asomó á sus labios.
raiso ! En cuanto á Haydée, no veía nada
—Sí, eso es. Cuando quiero oir música mientras que el telon estaba levantado;
admirable, vizconde, música como jamás como todas las naturalezas no degeneradas
ningun mortal la ha oido, duermo. adoraba todo lo que habla al oido y á la
—Pues bien, querido conde, dormid, la vista. -

ópera no se ha inventado para otra cosa. El tercer acto pasó como de costum
-No, en verdad; vuestra orquesta ha bre. Mlles. Noblet, Julia y Leroux, can
-

ALBUM. "I
taron sus respectivos papeles; el prín El conde se inclinó; la señorita Danglars
cipe de Granada fué desaliado por Rober hizo"un lijero movimiento de cabeza.
ºto-Mario; en fin, este magestuoso rey dió —Estais en vuestropalco con una mu
su vuelta por el tablado para lucirsu man jer admirable, señor conde, dijo Eugenia;
to de terciopelo llevando á su hija de la ¿es vuestra hija?
mamo; bajóse despues el telon, y toda la –No, señorita, dijo Monte-Christo,
concurrencia sedispersó por lasala de des asombrado de aquella ingenuidad estrema
-canso y los corredores. da, ó de aquel aplomo asombroso; es una
El conde salió de su palco, y un instan pobre griega de la que soy tutor.
te despues apareció en el de la baronesa –¿Y se llama?
Danglars. —Haydeé, respondió Monte-Christo. ,
Esta no pudo contener un-ligero grito -¡Unagriega murmuró el conde de
de sorpresa, mezclado de alegría. Morcerf.
–¡Ah! venid, señor conde, esclamó, —i, conde, dijo la señora Danglars;
porque á la verdad, deseaba añadir mis y decidme si habeisvisto jamás en la cór
gracias verbales á las que ya os he dado te de Ali-Tebelin, donde habeis servido
por escrito. tan gloriosamente, un trajetan admirable
-¡Oh! señora, dijo el conde,¿aun os como el que tenemos delante.
acordais de esa miseria? yo ya la habia -¡Ah! dijo Monte-Christo, ¿habeis
olvidado. servido en Janina, señor conde ?
—Sf, pero jamás se olvida que al dia -He sido general instructor de las tro
siguiente salvásteis á mi amiga la señora de pas del pachá, respondió Morcerf, y mi
Villefort del peligro que la hicieron cor escasa fortuna, no lo oculto, proviene de
rer los mismos caballos. |las liberalidades del ilustre jefe albanés.
-Tambien esta vez, señora, no merezco —¡ Pues miradla ! insistió la señora
vuestras gracias, fué Alí mi Nubio, quien Danglars.
tuvo el honor de hacer á la señora de Vi –¡Donde ! balbuceó Morcerf.
llefort ese inminente servicio. —Alli, dijo Monte-Christo.
-¿Y fué tambien Ali, dijo el conde de Y apoyando el brazo sobre el 1hombro
Morcerf, quien sacó á mi hijo de las ma del conde, se inclinó con él fuera del
-nos de los bandidos romanos? palco.
—No, señor conde, dijo Monte-Christo En este momento, Haydeé, que busca.
estrechando la mano que le presentaba el ba al conde cen la vista, apercibió su ca
conde; no, ahora mereservo lasgracias, beza pálida al lado de la de Morcerfáquien
pero ya me las habeis dado, las he recibi tenia abrazado.
do y me avergüenzo á la verdad de que Esta vista produjo en lajóven el efecto
quedeis tan reconocido á una pequeñez de de la cabeza de Medusa; hizo un movi
esa clase. Señora baronesa, hacedme se miento hácia delante como para devorar
honor, os lo suplico, de presentarme á á los dos con sus miradas, y al mismo
vuestra encantadora hija. arro
—¡Oh! ya estais presentado, de nom tiempo se retiró al fondo del palco
bre al menos, porque hace dos ó tres dias jando un débil grito, que fué oido sin en
que no hablamos mas que devos. Eugenia, bargo de las personas que estaban próc
continuó la baronesa volviéndose hácia su|simas á ella, y de Alí que al punto abrió
hija, el señor conde de Monte-Christo. la puerta.
4112 ALBUM.

–Calle, dijo Eugenia, ¡que acaba de nente el tercer acto de Riberto, y se va


sucederle á vuestra pupila, señor conde ! en el momento en que va á empezar el
dirian que se ha sentido indispuesta. cuarto.
—En efecto, dijo el conde; pero no os XV.
asusteis, señorita: Haydeé es muy nervio EL ALZA Y LA BAJA.

sa, y por consiguiente muy sensible á los Algunos dias despues de este encuentro,
olores; un perfume que la sea antipático, Alberto de Morcerf fué á hacer una visita
basta para causarla un desmayo; pero, al conde de Monte-Christo, á su casa de
añadió el conde sacando un pomo de su los campos Eliseos, que ya habiatomado ese
bolsillo, tengo aquí el remedio. aspecto de palacio, que gracias á sufortu
Y despues de haber saludadoá la baro na, acostumbraba á dar el conde de Monte
nesa y á su hija, cambió un apreton de Christo, aun á las habitaciones que menos
mano con el conde y con Debray y salió habituales le eran. Venia á renovarle las
del palco de la señora i'anglars. eracias de la señora Danglars.
|
Cuando entró en el suyo Haydeé esta Alberto iba acompañado de Luciano
ba aun muy pálida; apenas le vió le cojió Delbray, el cual unió á las palabras de su
ll3. II).3D0. amigo algunasfrases políticas, que no le
Monte-Christo notó que las manos de la eran habituales y cuyofin no pudo pene
jóven estaban húmedas y heladas. trar el conde.
–¿Con quien hablabais, señor? pregun arecióle que Luciano venia áverle mo
tó la griega. vido por un sentimiento de curiosidad y
–Con el conde de Morcerfque ha es que la mitad de este sentimiento emanaba
tado al servicio de tu ilustre padre, y que ele la calle de la Chaussée d'Autin. En
confiesa deberle su fortuna , respondió el efecto podia suponer, sin temor de enga
conde. iñarse, que la señora Danglars no pudien
–¡Ah, miserable l esclamó Haydeé, él do conocerpor sus propios ojos el interior
fué quien le vendió á los turcos, y esa for de un hombre que regalaba caballos de
tuna es el pago de su traicion. ¿No sabiais treinta mil francos, y que iba á la ópera
eso, señor"? con una esclava griega que llevaba un mi
—Habia oido algo de esa historia en llon en diamantes, habia suplicado á la
Epiro, dijo Monte-Christo, pero ignoro persona mas intima, que la diese algunos
los detalles. Ven, hija mia, vente yme los informes acerca de este interior.
contarás; debe ser eso curioso. | Pero el conde no pareció sospechar la
–¡Oh 1 si, vamos, vamos; me parece menor relacion que pudiera haber entre
que me moriria si permaneciese mastiem la visita de Lucianoy la curiosidad de la
po en frente de ese hombre. baronesa.
Y levantándose vivamente, Haydeé se -¿Seguís en relaciones íntimas con el
envolvió en su albornoz de cachemirablan baron Danglars? preguntó á Alberto de
co, bordado de perlas y de coral, y salió Morcerf.
vivamente en el momento en que se levan —¡Oh! si, señor conde, bien sabeis lo
taba el telon. que os he dicho.
— En nada se parece ese hombre álos —¿Sigue eso todavia?
demas! dijo la condesa G... áAlberto que —Con mas empeño que nunca, dijo
había vuelto á su lado; escucha relijiosa-Luciano, es negocio concluido
- ALBUM. 413
Yjuzgando sin duda Luciano que estaca para mi, dijo Morcerf; eso me espanta.
palabra mezclada en la conversacion le -¡Bah! dijo Monte.Christo, razon de
daba derecho ápermanecerestraño :
colocó el lente en su ojo, y mordiendo el
¿no sois vòs tambien rico?
- Mi padre tiene algo.... como unas

cincuenta mil libras de renta, y me dará


puño de oro de su cañita, comenzó á pa ln -
sear lentamente al rededor de la sala exa-diez ó doce mil cuando me case.
minando las armas y los cuadros. -Algo modesto es eso, en Paris sobre
–¡Ah! dijo Monte-Christo. Al oiros todo; pero no consiste todo en poseer una
hablar de eso no creia en verdad que se buena fortuna en el mundo; tambien es
hubiese tom do ya una resolucion. lo
tener un bello nombre y una elevada
—¿Qué quereis? las cosas marchan sin posicion social. Vuestro nombre es céle
que nadie lo sospeche; mientras que vos|bre, vuestra posicion magnífica: el conde
no pensais en ellas, ellas piensan en vos,|de Morcerf es un soldado y por lo tanto
y cuando os volveis os quedais será muysatisfactorio unir la integridad
de todo el camino que han dado. Mi pa- de un Bayardo á la pobreza de un Dugues
dre y el señor Danglars han servido jun clin, el desinterés es el rayo de sol mas
tos en España; mi padre en el ejército,|hermoso al cual puede relucir una noble
y el señor Danglars en una casa de co-|espada. Yo al contrario, encuentro esa
mercio. Entonces fué cuando mi padre, ar-|union muy conveniente: la señorita Dan
ruinado por la revolucion, y el señor Dan |glars os enriquecerá y vos la ennoblece
glars que no tenia patrimonio empezaron reis !
á hacerse ricos, mi padre con su fortuna| Alberto movió la cabeza y permaneció
política y militar que es hermosa, el se.|pensativo.
ñor Danglars con su fortuna política y fi-| —Aun hay mas, dijo.
nanciera, que es admirable. -Confieso, repuso Monte-Christo, que
—Si, en efecto, dijo Monte-Christo, me cuesta trabajo el comprender esa re
creo que durante la visitaque lehe hecho, pugnancia hácia una jóven hermosa y
el señor Danglars me ha hablado de eso;|rica.
y, continuó arrojando una mirada á Lu-| —i Oh! ¡ Dios mio! dijo Morcerf, esa
ciano que hojeaba un album; la señorita repugnancia no es tan solo de mi parte.
Eugenia es una jóven bellísima, creo qu -¿De qujén mas? porque vos mismo
es Eugenia como se llama. me habeis dicho que vuestro padre desea
—Bellísima, respondió Alberto, peroba ese casamiento.
de una belleza que yo no aprecio; soy in-| —De parte de mi madre; y la sentencia
digno de ella. de mi madre es prudente y segura. ¡Pues
—Hablais de vuestra novia como siya|bien no se sºnrie al hablarla yo de esa
fuéseis su marido! union; tiene yo no sé que prevencion con
—¡Oh esclamó Alberto, mirando á|tra los Danglars.
su alrededor para verá su vez lo que ha-| —i Oh! dijo el conde aparentando un
cia Luciano. tono indiferente, eso se concibe facilmen
—sabes, dijo Monte-Christo bajandote. La condesa de Morcerf, que es la dis
la voz, que no me pareceis muy entusiastincion, la aristocracia, la delicadeza perso
mado con ese casamiento l nificada,vacila en tocar una mano ordina
–La señorita Danglars es demasiado ri ria,grosera y brutal, nada mas natural.
104
414 ALBUM.

–Yo no sési es eso, dijo Alberto; pero —Si, calculo; esto os concierne ind
lo que sé es que este casamiento la hará rectamente, vizconde; calculo lo que la
desgraciada. Ya debian haberse reunido casa Danglars ha debido ganar en la últi
para hablar del negocio hace seis sema ma alza de Haiti: de 206 subieron los fon- .
nas; pero me atacaron tales dolores de ca dos en tres dias á409, y el prudente ban
–¿Reales?.... dijo el conde sonriendo. quero habia comprado mucho á 206. Lo
–¡Oh! sí, sin duda el miedo.... enfin, menos ha debido ganar300,000 libras.
dilataron la cita hasta pasados dos meses. —No es ese su mejorgolpe, dijo Mor
No corria prisa como comprendereis; yo cerf: ¿no ha ganado este año un millon
no tengo todavia mas que veinte y un años, con los bonos españoles?....
y Eugenia diez y siete; pero los dos me —Escuchad, querido, dijo Luciano, es-
ses espiran la semana que viene. Se con cuchad á Monte-Christo, que os dirá co
sumará el sacrificio; no podeis compren mo los italianos;
der, conde, cuan embarazado me encuen Ianaro e santita
tro.... ¡Ah! ¡qué felizsois en ser libre! Metá della metá (1).
beza... Y aun es mucho. Asi, pues, cuandome
—¡Puesbien sed libretambien; ¿quién hablan de eso me encojo de hombros.
os lo impide, decid? -¿Pero no hablábais de Haiti? dijo
–¡Oh! seria una decepcion muy gran Monte-Christo.
de para mipadre si no me casára con la —¡Oh! Haiti: eso es otra cosa; es el
señorita Danglars. ecarté delagiotage francés. Se puede amar
–Pues entonces, casaos, dijo el conde al whist, el boston; y sin embargo cam
encojiéndose de hombros. sarse de todo esto. El señor Danglars ven
–Si, dijo Morcerf; mas para mi ma dió ayer á406 y se embolsó300,000fran
dre esto no seria decepcion, sería unfuer cos: si hubiese esperado á hoy, los fondos
te pesar. bajaban á205, y en lugar de ganar tres
—Pues no os caseis, esclamó el conde. cientos mil francos, perdia veinte óveinte
-Yo veré, reflexionaré, vos me dareis y cinco mil.
consejos, ¿no es verdad? y si es posible, —Y ¿porqué han bajado los fondos de
me sacareis del compromiso. ¡Oh! por 409 á205?preguntó Monte-Christo. Per
no causar una pena á mi pobre madre, se donad, soy muy ignorante en todas esas
ria yo capaz de quedar reñido hasta con inrtrigas de bolsa.
el conde mi padre. —Porque, respondió Alberto, las no
Monte-Christo se volvió: parecia su ticias se siguen unas á otras,y no se ase
mamente conmovido. mejan.
—; Olal dijo á Debray, sentado en un —¡Ah! ¡Diablo! dijo-el conde:¿el se
sillon, en un estremo del salon con un lá ñor Danglars juega áganar ó perder tres
piz en la mano derecha, y en la izquier cientos milfrancos en un dia? ¿Será enor
da una cartera: ¿haceis algun eroquis de memente rico?
uno de estos cuadros? - —¡No es él quien juega ! esclamó vi
—¿Yo? dijo tranquilamente. ¡Oh! si, vamente Luciano, es la señora Danglars;
un croquis; amo demasiado la pintura es una muger verdaderamente intrépida.
para eso. No; estoy haciendo números. (1) Dinero y santidad.
–¿Números? Mitad de la mitad.
ALBUM. 445
–Pero vos que sois razonable, Luciano, Monte Christo, aunque indiferente en
“y que conoceis la pcca seguridad de las la apariencia, no habia perdido una pala- .
*noticias, debiérais imperdirlo, dijo Mor bra de esta conversacion, ysu penetrante
cerfsonriendo. mirada creyó leerun secreto en la turba
—¿Cómo he de poder hacerlo, si su cion del secretario del ministro.
marido no ha podido lograrlo? respondió De esta turbacion de Luciano, que no
-Luciano; vos conoceis el carácter de la fué notada por Alberto, resultó que De
baronesa; nadie tiene influencia sobre ella, bray abreviase su visita; se sentia eviden
y no hace absolutamente sino lo que ella temente disgustado. El conde al acompa
quiere. ñarle hácia la puerta le dijo algunas pala
–¡Oh! si yo estuviera en vuestro lu bras en voz baja, á las cuales contestó:
gar!.... dijo Alberto. -

–Con mucho gusto, Sr. conde; acepto.


–¿Y bien? El conde se volvió hácia Morcerf.
—Yo la curaria; un favor le hariais á —No pensais, le dijo, que habeis he
su futuro yerno. - cho mal en hablar de vuestra suegra de
–¿Pues cómo? -
lante de Debray en el sentido que le ha
—Nada mas facil. La daria una lec beis hecho?
cion.
—Escuchad, conde, dijo Morcerf, os
—¡Una leccion! lo suplico, no digais en adelante una pa
—Si; vuestra posicion de secretario del labra acerca de esto.
-ministro hace que dé mucha fé á vuestras —Decid la verdad; la condesa se opo
noticias; apenas abris la boca y al mo ne en este punto al patrimonio?
mento son taquigrafiadas vuestras pala —La baronesa viene rara vez á casa.
bras. Hacedle perder unos cuantos miles y mi madre creo que no ha estado dosve
de francos, y esto la volverá mas pru ces en su vida en casa de la señora Dan
-dente. -

|glars.
—No cómprendo, murmuró Luciano. —Entonces, dijo el conde, esome alien
—Pues bien claro me esplico, respon ta á hablaros con franqueza: el señor Dan
dió el jóven con una sencillez que nada glars es mi banquero; el señor de Ville
tenia de afectado; anunciadle el mejor dia fort me ha colmado de atenciones en agra
una noticia telegráfica que solo vos hayais decimiento al servicio que una dichosa
podido saber; por ejemplo, que á Enri casualidad me proporcionó hacerle. Yo
que IV le vieron ayer en casa de Gabriela; descubro bajo todo esto una infinidad de
esto hará subir los fondos; ella al momen comidas y de diversiones, y ademaspara
to obrará segun la noticia que la hayaistener siquiera el mérito de adelantarme,
dado, y seguramente perderá cuando Beau si quereis, he proyectado reunir en mica
champ escriba al dia siguiente en su pe sa de campo de Antenil, á los señores
riódico: Danglars y Villefort con sus esposas. iyo
c« Personas mal informadas han dicho os convido á esta comida, asi como al se
que el rey Enrique IV fué visto antes delñor conde y á la señora condesa de Mor
ayer en casa de Gabriela; esta noticia es|cerf, esto tendrá visos de una entrevista
complamente falsa; el rey Enrique IV no|umatrimonial; á lo menos la señora con
ha salido de Pont-Neuf.» esa de Morcerf considerará la cosa asi;
Luciano se sonrió ligeramente. sobre todo, si el señor baron Danglarsme
416 ALBUMI.

hace el honor de traerá su hija. En este – Hoy es martes, bien, mañana por
caso vuestra madre me cobrarla antipatla; la tarde partimos, pasado mañana por la
de ningun modo quiero yo que suceda esto, mañana estaremos en Tréport. ¿Sabeis,
y haré todo lo posible porque no me co-señor conde, que sois un hombre muy
bre aborrecimiento antes muy al contra-complaeiente en proporcionar asi á todas
rio, y deseo que se lo hagais asi presente las personas su comodidad?
siempre que tengais ocasion para ello. —¡Yo! en verdadque me teneisenmas
—A fémia, conde, dijo Morcerf, osde lo que valgo; deseoseros útil y nada
doy mil gracias por esa franqueza que usaismas.
conmigo y acepto la proposicion que me —¿Qué dias habeis empezado á convi
haceis. Decis que no quereis que mi ma larº
dre os cobre antipatía, y sucede todo lo —Hoy mismo.
contrario. —¡Pues bien ! corro á casa del señor
–¿Lo creeis asi? esclamó Monte Chris Danglars, le anuncio que dejamos á Paris
to con interés. mañana, mi madre y yo. Yo no os he
–¡Oh! estoy seguro. Cuando os sepa visto; por consiguiente no sé nada devues
rasteis el otro dia de nosotros hablamos tra comida.
una hora de vos; pero vuelvo á lo quede —¡Qué loco sois! ¡ y el señor Debray
ciamos antes. ¡Pues bien ! si mi madre que acaba de veros en mi casa !
pudiese saber esa atencion de vuestra par —¡Ah! es cierto.
te, estoy seguro que os quedaria suma —Al contrario, os he visto y os he con
mente reconocida; es verdad que mi pa vidado aqui sin ceremonia, y me habeis
dre se pondria furioso. respondido ingenuamente que no podiais
El conde soltóuna carcajada. admitir porque partíais para Tréport.
—¡Y bien dijo á Morcerf, ya esta —¡Pues bien ! ya está todo arreglado;
prevenido. Pero ahora que me acuerdo, pero vos vendreis á ver á mi madre de
no será solo vuestro padre el que se pon hoy á mañana.
dráfurioso; el señor Danglars y su espo —De hoyá mañana, es dificil; porque
sa me considerarán como á un hombre estareis ocupados en vuestros preparativos
de poca finura. Saben que nos tratamo de viaje.
con cierta intimidad, que sois mi amigo —¡Pues bien haced otra cosa mejor;
parisiense mas antiguo,y si no os ven en antes no érais mas que un hombre encan
mi casa, me preguntarán porque no ostador; sereis un hombre adorable.
he convidado. A lo menos buscad un com —¿Qué es menester que haga para lle
promiso anterior que tenga alguna apa-gará esa sublimidad?
riencia de probabilidad, y del cual me —¿Qué es menester que hagais?
dareis parte por medio de cuatro letras. Ya—Si, os lo pregunto. -

sabeis, con los banqueros, solo los escri —Estais hoy libre como el aire; venid
tos son válidos. á comer conmigo; seremos pocos; vos,
--Yo haré algo mejor que eso, Señor mi madre y yo solamente. Aun no habeis
conde, dijo Alberto; mi madre quiere ir | asi conocido á mi madre; pero la vereis
C

á respirar el aire del mar. ¿Para qué dia de cerca. Es una muger muy notable, y
está fijada vuestra comida? no siento mas que una cosa. y es no en
–Para el sábado. contrar una muger semejante con veinte
ALBUM. A7

años menos; pronto habria, os lo -Que cerrase la puerta del señor con
una condesa y una vizcondesa de Morcerf. de en cuanto hubiesen dado las cinco, res
En cuanto á mi padre, no le encontrareis, pondió el criado.
en casa, está de comision, y come en casa –¿Y que mas?
de un amigo suyo. Venid, bablarenos de —¡Oh! señor conde.... dijo Alberto.
viajes;vos que habeis visto el mundo en-| —No, no; quiero absolutamente desem
tero,nos contareis vuestras aventuras; nos barazarme de esa reputacion misteriosa
direis la historia de aquella bella griega que me atribuís, mi querido vizconde: es
queestaba la otra noche con vosen la ópe| muy difícil representar eternamente el
ra que llamais vuestra esclava, y á quien Manfredo.¿Que mas?... continuad; Bau
tratais como una princesa. Hablaremos ita-|tista.
liano y español, veamos ¿aceptais? mi —En seguida no recibir mas que al
madre os dará las gracias. señor mayor Bartolomeo Cavalcanti y ásu
–Tambien yo os las doy, dijo el con-|hijo.
de, el convite es de los mas graciosos, y –Ya lo oís, al señor mayor Bartolomeo
sientovivamente- no poder aceptarlo. Yo||Cavalcanti, un hombre de la mas antigua
no soy libre como pensais, y tengo por el nobleza de Italia; ademas, su hijo, un jó
contrario una cita de las masimportantes,|ven bello de vuestra edad, ó poco mas,
—¡Ah! acordaos, conde que me acabais vizconde; que lleva el mismo título que
de enseñar como se dan disculpas de una vos, y que hace su entrada en el mundo
«cosa desagradable. Necesito una prueba. con los millones de su padre. El mayor.
Yo no soy felizmente banquero como el me trae esta tarde á su hijo Andrea, el
señor Danglars, pero os prevengo que soy contino, como decimos en Italia. Me le
tan incrédulo como él. -
confia y yo le protejeré sitiene algun més
–Por lo mismo, voy á dárosla, dijo el rito. Me ayudaréis, ¿no es asi? -
«conde, – Sin duda. ¿Es algun antiguo amigo
Y llamó. yuestro, ese mayor Cavalcanti? preguntó
– Hum! dijo Morcerf, ya va de dos Alberto. -

veces que reusais comer con mi madre. –No tal, es un digno señor, muy mo ·
¿Habéis tomado ese partido, conde ? desto, discreto, como muchos de los que
Monte-Christo se estremeció. hay en Italia; descendiente de una de las
–¡Oh! no lo creais, dijo;por otra par mas antiguas familias. Le he visto muchas
te pronto os daré una prueba. veces en Florencia, en Bolonia, en Luca,
Bautista entróy se quedóá la puertaen y me ha prevenido su llegada. Los cono
piéy esperando. cidos de viaje son exijentes, reclaman de
–Yo no estaba prevenido devuestravi vos en todas partes la amistad que se les
sita, ¿no es verdad? ha manifestado una vez por casualidad.
—Sois un hombre tan estraordinario, Este buen mayor Cavalcantiva á volverá
que no os puedo responderá eso. Paris, que no ha visto mas que de paso en
—¿Y tampoco podia adivinar que me tiempo del imperio, marchando en se--
convidariais á Comer"?
—¡Oh! en cuanto á eso, es probable guida á helarse áMoscow. Yo ledaré una
—Escuchad. Bautista, ¿que os he dicho buena comida, me dejará su hijo; le pro
yo esta mañana, cuando osllamé á miga meterévijilarle, le dejaré hacer todas las
binete? locuras que quiera y estamos en paz.
105
418
–¡Magnífico! dijo , Alberto, veo que
| —Me gusta la pregunta; hace dos ho
sois un escelente mentor. Adios, pues, es ras que os estoy aqui incomodando, y te
taremos de vuelta el domingo. A propósi| neis la bondad de preguntarme si mevoy.
to, he recibido noticias de Franz. En verdad, conde, sois el hombre mas po
–¡Ah! ¿le veras? dijo Monte-Chris lítico de la tierra. Y vuestros criados ¡que
to; ¿le agrada todavia la Italia?
| bien educadosestán ! ¡Especialmente Bau
–Creo que si; sin embargoosecha mu-|tista! jamás he podido tener uno como ese.
cho de menos. Dice que sois el sol de Ro-|Los mios parece que toman el ejemplo de
ma, y que sin vos está nublado. Yo, no sélos del teatro francés, que, justamente
si aun llega á decir que llueve. porque no tienen que decir mas que una
–¿Con que ha canbiado de modo de palabra, siempre la dicen mal. Con que si
pensar respecto de mi? despedís alguna vezá Bautista, os le pido
—Al contrario, aun persiste en creeros para mi antes que á nadie.
el ente mas fantástico que imajinarse pue –Convenido, respondió Monte-Christo.
da; y hé aquí porque os echa de menos. – No es esto todo; dares mil recuerdos
–Jóven encantador, dijo Monte-Chris de mi parte á vuestro discreto mayor, al
to, y por el cual he sentido una viva sim señor Cavalcanti del Cavalcanti; y sipor
patia la primera tarde que le ví buscando casualidad desea casar á su hijo, buscadle
una cena cualquiera, y que tuvo á bien una mujer muy rica, noble, baronesa lo
aceptar la mia. Creo que es hijo del gene menos, yo os ayudaré por mi parte.
ral d'Epinay. —¡Ola ! ¿tambien vos teneis interés?...
–Justamente. –Si, si.
—El mismo que fué tan miserablemen —No lo creyera, á fé mia.
te asesinado en 1845. –¡Ah! conde, escamó Morcerf, que
–¿Por los bonapartistas? servicio me hariais y como os apreciaria
–¡Cierto ! ¿No tiene él proyectos de cien veces mas, aun sigracias á vos, per
matrimonio? maneciese soltero, siquiera por diez años.
–Si, debe casarse con la señorita de –Todo es posible, respondió grave
Villefort. mente Monte-Christo; y despidiéndose de
—¿De veras? Alberto, entró en su habitacion y llamó
—Tan cierto como que yo debo casarme tres veces sobre el timbre.
con la señorita Danglars, respondió Alber Bertuccio sepresentó.
to, riendo. —Señor Bertuccio, dijo, ya sabreis que
el sábado recibo en mi casa de Antenil.
–¿Os reís?
–Si. Bertuccio se estremeció ligeramente.
–¿Y por qué? —Bien, señor, dijo.
–Me rio porque me parece que tiene —Os necesito, continuó el conde, para
Franz tanta simpatia por su matrimonio, que todo se prepare como sabeis. Aquella
como hay entre la señorita Danglars y yo. casa es muy hermo a, ó á lo menos pue
Pero en verdad, conde, que hablamos de de ser muy llermosa.
las mujeres como las mujeres hablan de –Para eso seria preciso cambiarlo todo,
los hombres; ¡esto es imperdonable ! señor conde, lasparedes ha envejecido.
Alberto se levantó. —Cambiadlo todo, escepto una sola ha
-¿Os vais? bitacion, la de la alcoba de damasco en
ALBUM. 11)

carnado; la dejareis lo mismo que está ac-to, y que, apenas hubo oido la respuesta
tualmente. afirmativa del portero, se dirigió hácia la
Bertuccio se inclinó. escalera
—Tampoco tocareis al jardin; pero del| La cabeza pequeña y angulosa de este
patio hareis lo que mejor os parezca; que|hombre, sus cabellos canos, su bigote es.
daré contento sinadie pudiese reconocerlo.|peso y gris, le hicieron reconocer por Bau
–Haré todo lo que pueda, porque el tista, que ya tenia conocimiento de las se
señor conde quede satisfecho; sin embar ñas del personaje que le esperaba en el
go, quedaré mas tranquilo siquisiera vues vestíbulo.Así, pues, apenas pronunció su
tra escelencia decirme susintenciones pa nombre, que oyó el inteligente servidor,
ra la comida. el conde de Monte-Christo tuvo noticia de
—En verdad,mi querido señor Bertuc su llegada.
cio, dijo el conde, desde que estais en l'a Introdujéronle en uno de los salones
ris os encuentro desconocido: ¿no os acor mas sencillos. El conde le esperaba allí y
dais ya de misgustos, de misideas? salió á su encuentro con aire risueño.
–Pero en fin; ¿podria decirme vues —Oh caballero, bien venido seais. Os
tra escelencia quién asistirá? esperaba.
—Aun no lo sé, y tampoco vos teneis —¡De veras! dijo el mayor Cavalcanti
necesidad de saberlo. ¿me esperaba vuestra escelencia?
Bertuccio se inclinóy salió. —Sí, fuí avisado de vuestra visita para
XVI. hoy á lassiete.
EL MAYora cAvALCANT1. —¿De mivisita?¿con qué estabais avi
Ni el conde ni Bautista habian mentido sado?
al anunciar á Morcerf esta visita del ma —Oh, si por cierto.
yor Cavalcanti, que servia á Monte-Chris -¡Ah! tanto mejor, temia, lo confie
t) de pretesto para reusar la comida que so, yo creíaque habrian olvidado esta pre
le ofrecian. caucion.
Lassiete acababan dedar, y elseñor Ber –¿Cuál?
tuccio, segun la órden que habia recibido, —La de avisaros.
habia partido dos horas antes para Ante –¡Oh ! ¡ no !
nil, cuando un fiacre se detuvo á la puer -¿Pero estais seguro de no engañaros?
ta del palacio,ypareció huir avergonza –Segurísimo.
do, apenas hubo dejado junto á la reja á —¿Era á mí á quien esperaba vuestra
un h mbre como de cincuenta y dos años, escelencia hoy á las siete?
vestido de una de esas largas levitas ver —Avos, sí. Por otra parte, pronto nos
des cuyo color es indefinible, un ancho podemos cerciorar.
pantalon de paño azul,unas botas bastan —¡Oh! sí me esperabais; dijo el ma
te limpias aunque con un barniz algo des yor, ¡no merece la pena!...
quebrajado, guantes de ante, un sombre —¡ ital ! ¡sital ! dijo Monte-Christo.
ro que tenia la forma del de gendarme, y El mayor pareció ligeramente inquieto.
una corbata negra; tal era el pintoresco —Veamos, dijo Monte-Christo, ¿no sois
traje bajo el cual se presentó el personaje el marqués Bartolomeo Cavalcanti?
que llamó á la reja, preguntando si era —Bartolomeo Cavalcanti,pepitió elma
allí donde vivia el conde de Monte-Chris yor con regocijo, eso es.
120, ALBMI,

—¿Ex-mayor al servicio de Austria? honor que no sabia que ascendiese átanto.


—¡Ah! ¿era de mayor migraduacion? –Porque tendreis un mayordomo, que
preguntó tímidamente el antiguo propier os robará; ¡ que quereis, señor Cavalcan
tario. ti, es precisopasarpor todo!
—Sí, dijo Monte-Christo, mayor. —Acabais de iluminarme, dijo grave
nombre se dá en Françia, al grado de mente el mayar, plantaré al muy pillo en
disfrutabais en Italia. la calle.
—Bueno, dijo el mayor, no pregunt Monte-Christo continuó.
mas, ya comprendeis... «Y al cual no faltaba mas que una cosa
—Por otra parte no venís aquí por vues Da Se feliz.»
tro propio interés, repuso Monte-Christo. —¡Oh! ¡ Dios mio, sil una sola; dijo el
–¡Oh! seguramente. mayor suspirando.
—Venís dirigido á mí por alguna per «Encontrar un hijo adorado.»
sona? —¿Un hijo adorado?
–Sí. « Robado en su niñez, bien sea por un
—¿Por el escelente abate Busoni? enemigo de su noble familia, óbien por
—Eso es, esclamó el mayor con alegría,|gitanas.»
–¿Yteneis una carta? —¡A, la edad de cinco años, caballero l.
—Aqui está. repuso el mayor con un suspiro y levan
—¡Pues bien ! dádmela, tando los ojos al cielo.
Y Monte-Christo tomó la carta, que l —¡Pobre padre dijo Monte-Christo.
abrióy leyó. El conde continuó:
El mayor miraba al conde con «Le devuelvo, la esperanza, la vida,
asombrados que dirigia con curiosidadá señor conde, anunciándole que este hijo,
cada objeto del salon, pero que se volyianá quien busca en vano hace quince años,
inmediatamente hácia su antagonista, vos se lo podeis hacer encontrar.»
—Esto es... Oh! querido abate!... «el, El mayor miró á Monte-Christo con
mayor Cavalcanti; un digno patricio de una espresion indefinibledeinquietud.
Luca, descendiente de los Cavalcanti de –Yo puedo hacerloasi, respondióMon
Florencia, continuó Monte-Christo leyen te -Christo•.

do, que goza de una fortuna de un millon El mayor se incorporó.


de rentas...» -

- ¡Ah! ¡ah! dijo, ¿la carta era ciertas


Monte-Christo levantó los ojos por en en todos sus estremos?"
cima del papel, y saludó. —¿Lo dudais, querido señor Bartolo
—De medio millon, dijo: ¡diantrel que meo?
rido señorCavalcanti. -
–No, jamás. ¡Cómo! ¡un hombre
—¿Dice medio millon?preyuntó el ma graye, un hombre revestido de un carác
–Con todas sus letras; y asi debe ser, ter relijioso como el abate Busoni, no hu
y"OI”,
biera podido mentir; pero vos no lo habeis
el abate, Busoni es el hombre, que cºnoce|leido todo, escelencia l
mejor que nadie todas las fortunas colosa - -¡Ah! esverdad, dijo Monte-Christo.
les de Europa. hay una pisdata....
—¡Convengo en que sea medio millon| —Si, replicó el mayor.... sí... . hay-...
dijo el mayor; pero os doy mi palabra deluna. posdata.
ALB UM1, 421

Para mo causar al mayor Cavalcanti -Ahora, dijo el conde, ¿quereis to


el embarazo de sacar fondos de casa de mar, alguna cosa? un vaso de Jerez, de
su banquero, le envio una letra de dos Oporto, de Alicante?....
mil francos para sus gastos de viaje y el -De Alicante,puesto que osempeñais;
crédito sobre vos de la suma de cuareinta es mivino predilecto.
y ocho mil francos.» -Le tengo escelente. ¿Con un vizco
El mayorseguia con la vista el efecto chito, no es verdad ?
que producia esta posdata con una ansie -Con un vizcocho, ya que me obligais
dad visible. - á ello.
—¡Bueno! dijo Monte-Christo. Monte-Christo llamó; Bautista se pre
-Ha dicho bueno, murmuró el ma-|sentó.
yor; con qué... repuso el mismo. El conde se adelantó hácia él.
-¿Con qué?...preguntóMonte-Christo. -¿Y bién?.... preguntó en voz baja.
—Con que, la posdata.... -El jóven está ahi, respondió el criado
—¡Y bien la posdata.... en el mismo tono.
—Es acojida porvostan favorablemen -Bien, ¿donde le habeis hecho entrar?
te como el resto de la carta? -En el salon azul, como habia manda
-Seguramente. Ya nos entenderemos do su escelencia,
el abate Busoni y yo. Vos, segun veo, -Perfectamente. Traed vino de Alican
dábais mucha importancia á esa posdata, te y vizcochos.
señor Cavalcanti? Bautista salió.
—Os confesaré, respondió el mayor, —En verdad, dijo el mayor, os moles
que confiado en la carta delabate Bussoni, to de una manera.... -

no me habia proveido de otros fondos; de -¡Bah! ¡no lo creais ! dijo Monte


suerte que si me hubiese faltado este re Christo.
curso, me habria encontrado muy emba Bautista entró con los vasos, el vino y
razado en Paris. los vizcochos. -

-¿Acaso un hombre como vos, sepue * El conde llenó un vaso y cehó en el se


de encontrar embarazado en algunaparte? gundo algunas gotas solamente del rubí
dijo Monte-Cristo. líquido que eontenia la botella cubierta de
—¡Diablo! no conociendo á nadie.... elarañas y de todas las señales que indi
—¡Oh! pero ávos os conocen.... can la vejez del vino.
–Si, me conocen, de suerte que.... El mayor tomó el vaso lleno y un viz
-¡Acabad, querido señor Cavalcanti! cocho.
—? De suerte que me entregareis esos El conde mandóá Bautista que coloca
cuarenta y ocho mil francos? se la botella junto á su huésped, que co
–Cuando querais. menzóporgustar el Alicante con el Lorde
El mayor no podia dominar su estupor. de sus labios, hizo un gesto de aprobacion
–Pero sentaos,dijo Monte. Christo, en é introdujo delicadamente el vizcocho en
el vaso.
verdad, no sé en que estoy pensando… –Con qué, caballero, dijo Monte-Chris
inace un cuarto de hora que os tengo ahí to,vos viviais en Luca, érais rico, noble,
de pié.... gozabais de la consideracion general, te
–No le hace, señor conde.... niais todo cuanto puede hacer feliz á un
hombre?
El mayor tomó un sillon y se sentó.
106
ALBUMI.
A22
–Todo, escelencia, dijo el mayor co | -¡Porsu pobre madre! murmuró el
miendo el vizcocho, absolutamente todo. mayor haciendo los mayores esfuerzos por
—Y no faltaba mas que una cosa ávues humedecer sus párpados con una falsa lá
tra felicidad?
-¡Ay! una sola, dijo el mayor. -Quépertenecia á una de las prime
–¿Encontrar á vuestro hijo? ras familias de Italia, segun creo?
! ó
–¡Ah esclam el mayor tomand un o - ¡Natural de Fiesole, señor conde,
o ho; ente me natural de Fiesole!
segund vizcoc eso únicam
faltaba. -¿Y se llamaba?...
El digno mayor levantó los ojos al cielo -¿Deseais saber su nombre?
é hizo un esfuerzo para suspirar. —¡Oh, Dios mio! dijo Monte-Christo,
– Ahora, veamos, señor Cavalcanti, es inútil que me lo digais, lo séye.
dijo Monte-Christo, ¿de donde vino ese —El señor conde lo sabe todo, dijo el
hijo tan adorado?porque me habian dicho mayor inclinándose.
quevos habiais permanecido en el celi -Oliva Corsinari,¿no es verdad?
bato. –¡Oliva Corsinari!
–Asi se creia, caballero, dijo el ma —¿Marquesa?...
yor, y yo mismo... -¡Marquesa !
–Si, repuso Monte-Christo, y vos mis —Y al fin os casásteis con ella, apesar
mo habiais acreditado ese rumor. Un pe de las oposiciones de familia...
cado de juventud que vos queriais ocultar —¡Dios mio! señor conde, al fin, y al
cabo me casé.
á los ojos de todos.
El mayor tomó el aire mas tranquilo y -Y, repuso Monte-Christo, ¿traeis en
mas digno que pudo, mientras bajaba mo regla vuestrospapeles?
destamente los ojos, ya sea para asegurar -¿Quépapeles?preguntó el mayor.
—Vuestra acta de casamiento con Oli
su posicion, ópara ayudará su imagina
cion, mirando de reojo al conde cuyason va Corsinari y el acta de nacimiento del
risa anunciaba siempre la misma benévola niño.
curiosidad. -¿Qué acta de nacimiento?
–Si, señor, dijo,falta que yo queria - La partida de bautismo de Andrea
ocultar á los ojos de todos. Cavalcanti, vuestro hijo: ¿no se llama
–No por vos, dijo Monte-Christo, por Andrea?
que un hombre no se inquieta por esas —Creo que si, dijo el mayor.
COSS,
—¡Cómo l ¿no lo afirmais?
!
–¡Oh nopor mi, cierta mente, dijo -¡ Diantre ! no me atrevo; hace tanto
sa
el mayor con malicio sonrisa . tiempo que le he perdido.
–Sino por su madre, dijo el conde. —Es justo, dijo Monte-Christo. Enfin,
—¡Por su madre ! esclamó el mayor ¿traeis todos esospapeles?
tomando untercer vizcocho, ¡por supobre -Señor conde, con gran sentimiento
madre l
de parte mia os anuncio que no sabiendo
–Bebed, queridoseñor Cavalcanti, dijo lo útiles que eran esospapeles, se me ol
Monte Christo llenando al mayor un se vidó traerlos.
gundo vaso de Alicante; la emocion os –¡Diablo! esclam Monte-
ó Christo.
-¿Eran tan necesarios?
ahoga.
ALBU. 123
–indispensables. Cattini; aqui teneis el certificado del sacer
El mayor se rascó la frente. dote.
—¡Ah! per Bacho, dicho, indispensa -si, áfé mia, este es, dijo el mayor
bles!... "mirándole con asombro,
—Sin duda; si naciesen aquialgunas du —Y esta es la partida de bautismo de
das acerca devuestro casamiento, de la le Andrea Cavalcanti, librada por el cura de
jitimidad de vuestro hijo. |Saravezza.
—Es justo, dijo el mayor; podrian muy –Todo está en regla, dijo el mayor.
bien nacer algunas dudas. —Entonces tomad estos papeles, que á
–Seria eso muy triste para ese jóven. mi no me hacen falta; los entregareis á
–Seria fatal. vuestro hijo, que losguardará cuidadosa
–Podria hacerle perder algun magnífi mente.
co casamiento. –¡Ye lo cree ".... ¡si los perdiese!....
—¡Opeccato!... –¡Y bien! ¿si los perdiese? preguntó
—En Francia, ya comprendeis, hay en Monte-Christo.
este punto mucha severidad; no basta co –¡Y bien! repuso el mayor, seria muy
mo en Italia ir á buscar un sacerdote y de dificil procurarse otros.
cirle: Nos amamos, echadnos la bendicion. —En efecto, muy dificil, dijo Monte
Hay casamiento civil en Francia, y para Christo.
casarse civilmente, se necesitan papeles que — Casi imposible, respondió el mayor.
hagan constar la identidad. —Me alegro que comprendais el valor
–Pues ahí está la desgracia; yo no ten de esos papeles.
go esos papeles. —Es decir que los miro como impaga
—Felizmente los tengo yo, dijo Monte bles.
Christo. –Ahora, dijo Monte-Christo, en cuan
—¿Vos? to á la madre del jóven...
—ri. —En cuanto à la madre del jóven......
—¿Vos los teneis? repitió el mayor con inquietud....
—Los tengo. —En cuanto á la marquesa Corsinari...
—¡Ah! dijo el mayor, esa es una feli —¡ Dios mio! dijo el mayor, quien á
cidad que yo no esperaba en verdad. cada palabra se enredaba en una nueva
—; Diantre ! yo lo creo, no se puede dificultad; ¿tendrian acaso necesidad de
… pensar en todo á la vez. Pero felizmente el ella?
abate Busoni ha pensado en ello en lugar —No señor, repuso Monte-Christo, por
- Vuestro, otra parte no ha....
-¡G)h, amabilísimo abate! —Sital, sital, dijo el mayor, ha....
—¡ Fs un hombre precavido! –Pagado su tributo á la naturaleza....
—Es un hombre admirable, dijo el ma -¡Ay! si, dijo vivamente el mayor.
yor; ¿y os los ha enviado? —Ya lo sé, repuso Monte-Christo, mu
rió hace diez años.
—Aqui están. –Y aun lloroyo su muerte, señor, dijo
El mayer cruzó las manos en señal de el mayor, sacando de su bolsillo un pañue
admiracion. lo á cuadros, y enjugándose alternativa
=Os habeis casado con Oliva Corsina mente primero el ojo izquierdo, despuesel
ri en la iglesia de San Pablo de Monte |derecho.
424 ALB UMI,

–Que quereis, dijo MonteChristo, to -¡Ah, perfectamente, perfectamente!


dos sounos mortales. Ahora, ya compren dijo el mayor cruzando las manos y arri
deis, señorCavalcanti, que es inútil, que mándoselas al pecho á cada esclamacion.
en Francia se sepa que estais separado de -Señor mio, dijo Monte-Christo, com
vuestro hijo hace quince años. Todas, es prendo vuestra emocion; es preciso daros
tas historias de jitanas que roban los niños tiempo para que os repongais; quiero tam
no están en voga entre,nosotros. Vos le|bien preparar al jóven para esta entrevista
habeis enviado á instruirse en un colejio tan deseada, porque yo presumo que no
de provincia, y quereis que acabe su edu estarámenos impaciente que vos.
cacion (en el mundo parisiense. Hé aqui —Yo lo creo, dijo Cavalcanti.
porque habeis salido de Via Reggio, don -¡Pues bien l dentro de un cuarto de
de viviais desde la muerte de vuestra mu hora soy con vos. -

jer. Esto bastará. -¿Me lo vais á traer? ¿llevais vuestra


–¿Lo creeis asi? |amabilidad hasta el estremo de presentár.
-seguramente. mefe?
–Pues entonces, muy bien. —No, yo no quiero colocarme entre un
–Si supiesen algo de esta separacion... padre y su hijo; estareis solos, señor ma
–¡Ah! si,¿que se diria? yor; pero tranquilizaos, en el caso que la
-Que un preceptor infiel, vendido álos vo4 de la sangre no os lediese á conoceros
enemigos de vuestra familia.... daré algunas señas: entrará por esa puer
–¿A los Corsinari? ta, es un jóven rubio, demasiado rubio,
–Seguramente..... habia robado á ese de modales desenvueltos, esto os bastará.
jóven para que se estinguiese vuestro nom -A próposito, dijo el mayor, sabeis
bre. que no trage conmigo mas que los dos
–Justo puesto que es hijo único... mil francos que tuvo la bondad de darme
–¡Pues bien ! ahora que todolo sabeis; el bueno del abate Busoni. Con esta pe
¿sin duda habeis adivinado que os prepa queña suma he hecho el viaje, y...
raba una sorpresa? —Y necesitais dinero... es muy justo,
–¿Agradable? preguntó el mayor. querido señorCavalcanti, tomad, aquíte
–¡Ah! dijo Monte-Christo, bien,veo neis ocho billetes de mil francos para em
que nada se escapa a los ojos ni al corazon pezar.
de un padre. , Los ojos del mayor brillaron de codicía.
–¡Hum! esclamó el mayor. —Os quedo á deber cuarenta mil fran
–¿Os han hecho alguna revelacionin cos, dijo MonteChristo.
–¿Quiere vuestra escelencia un recí
discreta, ó habis adivinado que estaba bo? dijo el mayor guardando los billetes
… aqui? en uno de los bolsillos de su chaleco de
–¿Quien? una hechura antiquísima.
–Vuestro hijo, vuestro Andrea. -¿Para qué?
—Lo he adivinado, respondió el mayor –Para arreglarvuestras cuentascon el
con la mayor flema del mundo, ¿con que abate Busoni.
–Pues bien, me dareis un recibo ge
está aqui? neral cuando tengais en vuestro poder los
Aqui mismo, dijo Monte-Christo; al en cuarenta mil francos que aun no os heda
trar hace poco el criado me anunció su lle do. Entre honbres honrados son inútiles
gada. |semejantes precauciones.
ALBUM. 425
-¡Ah! si, es verdad, dijo el mayor, que vuestro corazon está prevenido á una
entre honiibres honrados!..."
fuerte emocion, preparaos, señor Caval
—Escuchad ahora una palabrita, mar canti, á volver á ver á vuestro hizo An
qués drea.
Decid.
Y haciendo una encantadora cortesía al
–¿Me permitis que os haga una ligera
observacion? mayor, Monte Christo desapareció por
– ¡Oh! ¡señor conde ! os la exijo. una puertecita oculta hasta entonces por
=Hariais bien en quitaros ese chaleco un tapiz.
que mas bien parece una chupa. XVII.
—¿De veras? dijo el mayor sonrién . ANDREA CAVALCANTI.
dose.
El conde de Monte-Christo entró en el
–Si, eso aun se usa en Via-Reggio,
pero en Paris hace mucho tiempo que ha salon próximo, que Bautista habiaseñala
pasado esa moda por elegante que sea. do con el nombre del salon azul, y donde
– ¡Qué diantre l lo haré asi, dijo el acababa de precederle un jóven de mane
mayor. |ras desenvueltas, vestido con elegancia, y
-Siquereis, ahora os podeis mudar.
-¿Pero qué quereis que me ponga? á quien un cabriolé de alquiler habia de
– Lo que encontreis en vuestras ma jado media hora antes en la puerta del pa
letas. lacio.

—¿Como, en mis maletas? si no he Bautista no tardó en reconocerle; aquel


traido ninguna. era el jóven de elevada estatura, de cabe
–Con vos, no lo dudo. ¿Para que os los cortos y rubios, de barba casi roja,
habiais de incomodar? Por otra parte un ojos negros y una tez sumamente blanca,
antiguo soldado gusta siempre de llevar que su amo le habia descrito.
poco equipaje. Cuando el conde entró en el salon, el
—Hé ahí justamente porque.... jóven estaba muellemente reclinado sobre
–Pero vos sois hombre precavido y ha un sofá, dando golpecitos por distraccion
beis enviado antes vuestras maletas. Ayer sobre su bota, con un junquito con puño
de oro.
llegaron al hotel des Princes, calle de Ri
chelieu. Alli creo que es donde habeis fi Al verá Monte-Christo, se levantó con
jado vuestra morada. viveza.

—Luego entonces en esas maletas... —¿Sois el conde de Monte-Christo?


–Presumo que habreis tenido la pre. dijo.
caucion de hacer encerrar en ellas por —iseñor, respondió éste, y yo ¿tengo
vuestro mayordomo todo lo que necesiteis: el honor de hablar, segun creo, al señor
trajes de paseo, uniformes. En ciertas cir conde Andrea Cavalcanti?
cunstancias solemnes os vestieis de uni —El conde Andrea Cavalcanti, repitió
forme, es una costumbre establecida aqui. el jóven acompañando estas pa abras de una
No olvideis vuestras cruces. De esto se saludo lleno de desenvoltura.
burlan bastante en Francia, pero todos los —¿Debeis traer una carta que os reco
que la tienen la llevan. mienda al lado mio? dijo Monte Christo.
–¡Muy bien! ¡ muy bien! ¡bravisimo! —No os he hablado ya de ella á causa
esclamó el mayor cada vez mas sorpren de la firma, quie me ha parecido bastante
dido. estraña.

—Y ahora, dijo Monte-Christo, ahoral" –Simbad el marino, ¿no es verdad?


107
426 ALBUM.

—Justamente. Ahora, pues, como yo tro padre está aquí en efecto y es busca.
nunca he conocido otro Simbad el marino El conde, desde que entró en el salen
que el de las Mil y una noches.... nohabia cesado de observar al jóven, ha
—¡Pues bien ! este es uno de sus des biendo admirado la firmeza de su mirada
cendientes, uno de mis amigos muy rico, y la seguridad de su voz; pero á estas pa
un inglés mas que original, casi loco, cu labras tan naturales: l'uestro padre está
yo nombre verdadero es lord Wilmore. qui en electo y os busca, eljóven Andrea
–¡Ah! eso ya va aclarando mis dudas, se estremeció y esclamó:
dijo Andrea. Luego entonces, ese es el mis —¡Mi padre! ¡ mipadre aqui!
mo inglés que yo he conocido.... en....sí —Sin duda, respondió Monte-Christo.
muy bien !..... señor conde, soy vuestro vuestropadre el mayor BartolomeoCaval
servidor... canti.
—Si es cierto lo que estais diciendo, re | La impresion de terror que se pintó en
puso sonriendo el conde, espero que ten las facciones del jóven se borró casi en un
gais la bondad de darme algunos detalles momento.
acerca de vuestra familia... ¡y de vos! -¡Ah! si, es verdad, dijo; el mayor
–Con mucho gusto, señor conde . re Bartolomeo Cavalcanti. ¿Y decís, señor
puso el jóven con una volubilidad que pro conde, que está aquí mi querído padre?
baba la solidéz de su memoria. Yo soy, —Si señor, aun podria añadir que
como vos habeis dicho, el conde Andrea acabo de separarme de él; que la historia
Cavalcanti, hijo del mayor Bartolomeo que me ha contado de su hijo perdido me
Cavalcanti, descendiente de los Cavalcanti ha conmovido mucho á la verdad; sus do
inscritos en el libro de oro de Floren lores, sus temores, sus esperanzas respecto
cia. Nuestra familia, aunque muy rica, á este punto compondrian un poema su
puesto que mi padre posee medio millon namente tierno. En fin, un dia recibió
de renta, ha sufrido bastantes desgracias, ciertas noticias que le anunciaban que los
y yo mismo, caballero, fuí robado á la raptores de su hijo ofrecían devolvérsele
edad de cinco á seis años por un ayo in mediante una suma lbastante crecida. Pero
fiel. de suerte que hace quince años que nada detuvo á este buen padre, la suma
no he visto al autor de mis dias. Desde fué enviada á la frontera del fiamonte,
que entré en la edad de la razon, desde con un pasaporte para Italia. ¿Vos esta
que soy libre y dueño de mi volutad, le bai en el mediodia de la Francia, segun
busco, pero inútilmente. En fin..... esta CreO'? " " .. . . . . "

carta de vuestro amigo Simbad el marino — i señor, respondió Andrea con aire
me anuncia que está en Paris, y mue auto confuso; s", yo estaba en el mediodia de
riza á dirigirme á vos para recibir noticias la Francia.
suyas. -¿Un carruaje os esperaba en Niza?
—En verdad, caballero, todo lo que me —Eso es, caballero; me condujo de Ni
contais es muy interesante, dijo el conde, za á Génova, de Génova áTurin, de Tu
que miraba con sombria satisfaccion aquel rin á Chambery, de Chambery á Pont de
rostro atrevido, de una belleza semejante Beauvoisin, y de Pont de Beauvoisin á
á la del angel malo, y habeis hecho muy Paris.
bien en conformaros en todo con la invi –Perfectamente: esperaba hallaros en
tacion de mi amigo Simbad, porquevues el camino, porque esta era la ruta que él
ALB. 42
seguia; por cuya razon fué trazado vues que, por consiguiente, pueden pasarse sis
tro itinerario de esta manera. originalidades, aunque le arruinan, he
–Pero, dijo Andrea si me hubiese en prometido seguir sus instrucciones. Aho
contrado, mi querido padre, dudo que me ra, caballero, no os enojeis, por las pre
hubiera reconocido; desde que le ví por guntas que voy á haceros, tengo casi de
última vez hace quince años he cambiado recho á ellas: desearia saber si las desgra.
bastante. cias que os han acaecido, desgracias inde
—¡Oh! la voz de la sangre, dijo Mon pendientes de vuestra voluntad, y que no
te-Christo. disminuyen en ningun modo la considera
—¡Ah! sí, es cierto, repuso el jóven, cion que yo os guardo; no os han vuelto
¡ no me acordaba de la voz de la sangre! estraño á este mundo en el que vuestra
—Ahora, dijo Monte-Christo, una sola fortuna y vuestro nombre tanto debían
cosa inquieta al marqués de Cavalcanti, y figurar. -

es lo que os ha pasado desde que os ha —Caballero, respondió el jóven reco


beis alejado de él; como habeis sido tra brando su aplomo á medida que el conde
tado por vuestros perseguideres; si os han hablaba; tranquilizaos; los raptores que
guardado por vuestra cuna todos los mi me alejaron de mi padre, y que sin du a
ramientos debidos; en fin, si no seguís se proponian el objeto de venderme m.s
esperimentando á causa de tantos pesares tarde, como lo han hecho, calcularon que
ese sufrimiento moral, cien veces peor que para sacar mejor partido de mi era nece
el sufrimiento físico; alguna debilidad en sario dejarme todo mi valor personal, y
las facultades de que os ha dotado la na aumentarlo aun si era posible; he recibido
turaleza, y sivos mismo creeis poder sos pues una buena educacion, y he sido tra
tener en el mundo el rango que os perte tado por los ladrones de niños como lo
DeCO, eran en Asia los esclavos, á los cuales sus
—Caballero, balbuceó el jóven con tur amos les hacian seguir la carrera de mí
bacion, espero que ninguna calumnia... dicos,filosófos, etc., para venderlos des
—¡Yo!..... he oído hablar de vos por pues á un precio exorbitante.
primera vezá mi amigoWilmore, el filán Monte. Claristo se sonrió con satisfac
tropo. He sabido que os habia conocido en cion: no habia esperado tanto al parecer
una situacion bastante tristc, ignoro cuál, del señor Andrea Cavalcanti.
y nada le le preguntado acerca de esto; –Por otra parte, repuso el jóven, si
no soy curioso. Vuestras desgracias le han hallasen en mi algun defecto de educacion
interesado vivamente. Me ha dicho que ó de poca costumbre de mundo,tendrian,
queria devolveros en el mundo la posicion yo creo, un poco de indulgencia, en con
que habíais perdido, que buscaria á vues sideracion á las desgracias que han acom
tro padre, que le hallaria; le ha buscado, pañado á minacimiento y á mi juventud.
le ha encontrado en efecto, segun parece, —¡Y bien! dijo Monte-Christo con sen
puesto que está aquí; en fin, ayer me pre cillez; vos hareis lo que querais, conde,
vino vuestra llegada dándome nuevas ins porque sois muy dueño de hacerlo así;
- trucciones relativas á vuestra fortuna. Yo pero os aseguro que yo por mi parte no
sé que es una persona original mi amigo diria una palabra de todas esas aventuras;
Wilmore, pero al mismo tiempo,como es vuestra historia es una novela, y el mun
un hombre rico como una mina de oro, y do que se entusiasma con las novelas por
428 ALBUM.

escrito, no las admite representadas porjuventud algun tanto borrascosa. ¡Oh 1 yo


un ser viviente. Esta es la dificultad que |no os pido una confesion; por otra parte
yo me anticipo á deciros, señor conde;|para que no tengais necesidad de nada han
apenas hayais contado á alguien vuestra|hecho venir de Luca al señor marques de
tierna historia, correrá por el mundo con Cavalcanti,vuestro padre. Vais áverle,
pletamente desnaturalizada. Entonces pa es un poco sério, mas bien brusco; pero
sareis porun expósito. Osvereis obligado en cuanto se sepa que desde la edad de
á imitar á Antony,y el tiempo ese de los diez y ocho años está al servicio del Aus
Antony ha pasado ya. Tal vez entonces tria todo se le escusará. Nosotros en ge
os convertireis en objeto de curiosidad, pe neral, no somos exigentes para con los
ro no todosgustan ser el blanco de las ha austriacos. En fin, es un buen padre, yo
bladurías y de los comentaríos. Tal vez los lo aseguro.
esto os molestaria. –¡Ah! ine tranquilizais, caballero;es.
–Creo que teneis razon, señor conde, toy separado de él hace tanto tiempo, que
dijo el jóven, palideciendoá su pesar bajo ya ningun recuerdo tengo.
las miradas inflexibles de Monte Christo; —Y sobre todo, demasiado sabeis que
ese es un grave inconveniete. una buena fortuna lo cubre todo.
–¡Oh! tampoco se le debe exagerar, -¿Mi padre es realmente rico, caba
dijo Monte-Christo, porque para evitar lilero?
una fata puede que rayárais en locura. —Millonario.... quinientas mil libras
No, es un simple plan de conducta que se de renta.
debe determinar; y para un hombre inte —¿Entonces, pregunto el jóven con an
ligente como vos este plan es tanto mas siedad, voy á hallarne en una posicion....
fácil de adoptar, cuanto que está confor agradable?
me á vuestros intereses: será preciso com —De las mas agradables, caballero; os
batir por medio de honrosas amistades, to pasa cincuenta mil libras de renta al año
do lo oscuro que haya podido haber en durante todo el tiempo que permanezcais
en Paris.
vuestro pasado.
Andrea perdió visiblemente su sangre —En ese caso, me quedaré siempre.
fria. —¡Pisch!.... ¿quien puede responder
—Yo puedo ofrecerme á responder d de las circunstancias, caballero? el hom
vos, dijo Monte-Cbristo; sin embargo, de bre propone y Dios dispone.
bo advertiros que soy un pocodesconfiado Andrea lanzó un suspiro.
de mis amigos; por lo que representaria —Pero en fin, dijo, todo el tiempo que
aquí un papel fuera de mi carácter, como permanezca en Paris.... tendré ese dinero
dicen los trágicos, y ne espondria á ser siti falta?....
silvado, lo cual es de todo punto fuerá de –¡Oh! no tengais el menor recelo....
lugar. "
—¿Y será mi padre quien me lo facilite?
—Sin embargo, señor conde, dijo An preguntóAndrea con inquietud.
drea con audacia, en consideracion á lord –Si, pero protegidopor lord Wilmo
Wilmore que me ha recomendado ávos... e, que os ha abierto un crédito de cinco
—Si,seguramente, repuso Monte-Chris mil francos al mes en casa el señor Dan
to; pero lord Wilmore nome ha oculta glars, uno de los banqueros nas fuertes de
do, señorAndrea, que hablais tenido un Paris.
ALBUM. M29
–¿Y piensa estar mi padre en Paris Y los dos se abrazaron como se acos
mucho tiempo? preguntó Andrea con in tumbra abrazar en el teatro, es decir, re
quietud. posando la cabeza sobre el hombro y en
—solamente algunos dias; respondió lazando los brazos.
Monte-Christo. Su servicio no le permite —¡Al fin nos vemos reunidos! dijo An
ausentarse mas que por dos ó tres sema dIT63l.
nas. —Ya estamos reunidos, dijo el mayor.
—¡Oh! ¡querido padre! dijo Andrea, -¿Para no separarnosjamas?
visiblemente encantado de esta pronta par —Sital; yo creo, mi querido hijo, que
tida. vos mirais ahora la Francia como una se
—Con que, dijo Monte-Christo, aparen gunda patria.
tando engañarse acerca del sentido de estas —Seguramentesentiria yo mucho el te
palabras; con que, no quiero retardar el ner que abandonar á Paris.
momento de vuestra reunion.¿Estais pre —Yyo, bien lo comprendereis, no po
parado á abrazará ese digno señor Ca dria vivir fuera de Luca. Volveré á Italia
valcanti? en cuanto pueda.
—Espero que notendreis la menor duda. —Pero antes de partir, querido padre,
- ¡Pues bien ! entrad en ese salon, mi me dareis los papeles, con la ayuda de los
querido anijo; en él contrareis á vuestro cuales pueda yo facilmente hacer constar
padre inpaciente de veros. mi nacimiento.
Andrea hizo un profundo saludo al con —in duda alguna; porque vengo es
de y entró en el salon. presamente para eso, y me ha costado de
El conde lesiguió con la vista, y asi que masiado trabajo el encontraros, á fin de
He vió desaparecer empujó un resorte que entregároslos para emplear mas tiempo en
habia detras de un cuadro, el cual sepa-volverá buscaros; esto bastaria para apre
rándose descubria tin agujero perfecta-surar el fin de mi existencia.
mente preparado en la pared, por el cual-¿Y esospapeles?
se veía cuanto pudiese pasar en el salon.—Aqui están.
Andrea cerró la puerta y se adelantó Andrea se apoderó rápidamente del acta
hácia el mayor, que se levantó apenas decasamiento de su padre, de su partida de
oyó el ruido de los pasos del jóven conde. bautismo, y despues de haberlo desdobla
—¡Ah! querido padre, dijo Andrea con do todo con una avidez “muy natural en
voz bastante alta de rhodo que lo pudiese un buen hijo, recorrió los papeles con una
oir el conde al través de la puerta cerrada, ansieda que denotaba el mas vivo inte
¿sois vos? rés
—Buenos días, hí querido hijo, dijo Asi que hubo concluido , una espr sion
gravemente el mayor. indefinible
| de alegría brilló sobre su feu
-Despues de tantos años de separacion, te, y mirando al mayor le dijo, acor.
dijo Andrea mirando háciala puerta, ¡que ñando
felicidad el volvernos sus palabrasde una sonrisa esta :
á ver!!...
—¡Ah!... dijo en escelente toscano, ; se
En efecto, la separacion ha sido larga.
—¿No nos abrazainos, señor? repiso conoce que no hay presidios en Italia?...
Andréa. El mayor le miróá su vez con estupor.
—Como querais, hijo mio, dijo el ma -¿Y porqué? dijo.
yor. —¿Por qué permiten que se fabriquen
108
A30 ALBUM.

semejantes piezas? Pues solo por la mi —Diantre yo no sé nada: los que es


tad de lo que haceis, querido padre, os han escrito; ¿no habeis recibido una carta?
enviarian en Francia á tomar los aires de -Si.
Tolon por cinco años. -¿De quién?
-¿Cómo? dijo el mayor procurand —De un tal abate Buseni.
tomar un aire magestuoso. -¿A quién no conoceis?
-Querido señor Cavalcanti, dijo An —A quien jamás he visto.
drea agarrandoun brazo al mayor. ¿cuan —¿Qué os decia esa carta?
to os dan porque seais mipadre? –¿Me vendereis?
El mayor quiso hablar. —Meguardaré muy bien de hacerlo;
—¡Silencio! dijo Andrea bajando la voz, vuestros intereses son hos mios.
voy á daros un ejemplo de confianza; á —Entonces, leed.
mi me dan cincuenta mil francos al año Y el mayor entregó una carta al jóven.
porservuestro hijo;por consiguiente ya Andrea leyó en voz baja.
comprendereis que no seré yo quien nie «Sois padre, una vejez desgraciada os
gue que sois mipadre. espera. Quereis haceros sino rico, al me
El mayor miró con inquietud á su al nos independiente?
rededor. a Marchad á l'aris inmediatamente; id,
–¡Oh! tranquilizads; estamos solos, reclamad al señor conde de Monte-Chris
dijo Andrea;por otra parte hablamos ita to, Campos Eliseos, número 30, el hijo
liano. que habeis tenido de la marquesa Corsi
–¡Pues bien l á mi me dan cincuenta nari, yque os fué robadoá la edad de cinco
mil francos perfectamente pagados. años.
–Señor Cavalcanti, dijo Andrea, ¿creeis «Este hijo se llama Andrea Cavalcanti.
vos en los cuentos de hadas? «Para que no dudeisde la intencion que
—Antes no; pero ahora es preciso que tiene el abajo firmado de seros útil, en
crea en ellas. contrareis en esta carta : -

–¿Habeis tenidopruebas? 1° «Un billete de 2,400 libras tosca


El mayor sacó de su bolsillo un puñado nas, pagaderas en casa de M. Gozzi, en
de monedas. Florencia. -

–Palpables como veis. 2.° «Una carta de recomendacion para


–¿Creeis vos que yo pueda contar con el señor conde de Monte-Christo, en la
las promesas que me han hecho? cual le pido para vos la cantidad de 48.000
-Lo creo. lfrancos.
—¿Y que las cumplirá ese buen conde?«El 26 de mayo, á las siete de la no
–Perfectamente; pero ya comprende che, estareis sin falta en casa del conde.
reis que para conseguir ese objeto seráne a Firmindo,
ABATE BUSONI.
cesario seguir representando nuestro ac
– Eso es.
tual papel.
–¡Cómo .... –¡Cómo l ¿eso es? ¿qué quereis decir?
--Yo de tierno padre.... . . . preguntó el mayor.
–Y yo de hijo respetuoso. Puesto que —Digo que yo he recibido una carta
desean qme descendais de mi. semejante.
-¿Quién, ellos?... —¡Vos
ALBUI. 31

-Si yo. –¡Hum! esclamó el mayor; ¿no pue


—¿Del abate Busoni! de estar mejor arreglado el asunto?
–No. –¿Sí, en?
—¿Pues de quién? -¿Habeisvisto al conde?
—De un inglés, de un tal lord Wilmo —Acabo de separarme de él.
re, que ha tomado el nombre de Simbad -¿Y lo ha aprobado?...
… el marino. -Todo.
–¿Y á quien tampoco conoceis? -¿Comprendeis vos algo de esto?
–Si, estoy en este punto mas adelan -Os juro que no.
tado que vos, -¿Será una burla?
–¿Le habeis visto? -Caso de que así fuera, yo no soy el
-Si, una vez. |burlado, ¿y vos creo que tampoco?
–¿Dónde ? –Seguramente.
—Eso es lo que no podré deciros, por –¡Y bien ! ¿entonces?...
que sabriais tanto como yo; á mas de que –Poco nos importa lo demas..... -

no hace á la cuestion. —Justamente, eso mismo iba á decir;


–¿Y esa carta os decia? dejemos rodar la rueda de la fortuna.
—Leed. —Hallareis en mí un hijo digno de su
«Sois pobre y no debeis esperar mas padre.
que un porvenir miserable, ¿queréis tener —No esperaba yo menos de vos.
un nombre, ser libre, ser rico?» —Es un grande honorpara mí.
«Tomad la silla de posta que encontra Monte-Christo eligió este momento pa
reis preparada saliendo de Niza por la ra entrar en el salon.
puerta deGénova. Pasad por Turia, Cham Al oir el ruido de sus pasos, padreé hijo
bery, y Pont de Beauvoisin. Presentaos se arrojaron en los brazos uno de otro;
en casa del señor conde de Monte-Chris así pues el conde les encontró tiernamente
to, Campos Eliseos, núm.30, el25 de abrazados.
mayo, á las siete en punto de la noche, y —¡Ola! señor marqués, dijo Monte
preguntadle por vuestro padre.» Christo, parece que habeis encontrado un
«Sois hijo del marqués Bartolomeo Ca hijo segun vuestros deseos.
valcanti y de la marquesa Leonora Corsi l
– ¡Ah! ¡señor conde ! la alegría me
nari, como lo declararán los papeles que ofoca.
os serán entregadospor el marqués, y que –¿Yvos, jóven?
*os permitirán presentaros bajo este nom –¡Ah! señor conde, es demasiada fe
bre en el mundo parisiense.» licidad !
«En cuanto á vuestro rango, una renta – ¡Feliz padre! ¡feliz hijol dijo el
de 50.000 francos al año hará que le sos conde.
tengais como es debido.» —Una sola cosa me entristece, dijo el
«Adjunto va un billete de 5,000 libras, mayor;y es la necesidad de tener que de
pagaderas en casa del señor Ferrer, ban jar tan pronto á Paris.
quero de Niza, y una carta de recomen -¡Oh! querido señorCavalcanti, dijo
dacion para el señor conde de Monte Monte Christo; no partireis sin que os ha
Christo, encargado por mí de proveer á ya presentado antes á algunos amigos.
vuestras necesidades.»
—Estoy á las órdenes del señor conde,
«Simbad el Marino.» dijo el mayor.
132 *ALBUM.

—Ahora, veamós, jóven, franqueaos. –¡Ah! sí, preguntó Andrea, ¿cuando


–¿A quién? ltendremos ese honor?
—Avuestro padre; decidfealgunas pa —Si quereis... el sábado, sí... esto es...
labras acerca del estado de vuestro bol el sábado. Doy una comida en"mi casa de
sillo. Ahténil, calle de LaFontaine, número25,
–¡Ah! ¡diablo! tocais facuérda sen á muchas personas, y entre otras al señor
sible. Danglars, vuestro banquero; ospresentaré
–¿Oís, mayor? dijo Monte-Christo. á él, es preciso que os conozca á los dos pa
–Sin duda que le oigo. ra entregaros despues él dinero...
–Sí; pero ¿cómprendeis? —¿De gran etiqueta?... preguntóáme
—A las mil maravillas." dia voz el mayor.
–Vuestro querido hijo dice que "nece –¡ Psch !.... si. Uniforme, cruces, cal
sita dinero. zon corto.
–¿Qué quereis que yo le haga? -¿Y yo? preguntó Andréa.
-Dárselo, nadamas sencillo. -¡Oh! vos, véstido cóm sencillez;pan
–¿Yo? talon negro, botas chroladas, chaleco
–Vos. blanco, frac negro ó azul, corbata larga;
Monte-Christo se colocó entre sus dos dirijíos á Blin óá Veronique para vestiros.
interlocutores. Si no sabels las señas de su casa, Bautista
–Tomad, dijo á Andrea deslizándole las dará. Mientras "meños pretensiones
un paquete de billetes de banco en la afecteis en vuestro traje, siendo rico en
III)0.
efecto como lo sóls, mejor efecto causará.
–¿Qué esto? Si cómprais cáballos tonadlos en casa de
–La respuesta de vuestro padre. Deredeux;sí comprais tiburtidácasa de
–¿De mipadre? Biútista.
—Sí. ¿No acabais de decir que nece-| —¿A que hora podremos presentarnós?
sitabais dinero? preguntó el jóven.
–Si. ¿Y bien? —A eso de lás seis y medía. - -

–¡Y bien me encarga que os entre —Está bien, iremos; dijó el mayorto
gue esto. |mando su sombrero.
–¿A cuenta de mi renta? Los dos Cavalcanti saludaron al conde
—No; para vuestros gastos de instala y salierón.
cion. -

El conde se acercó á la ventana y los


—;Oh querido padre l vió atravesar el patio agarrados del brazo.
—Silencio, dijo Monte-Christo, bien lo —En verdad, dijo, los dos Cavalcanti.
veis, no quiere que se diga que esto viene son de los mayores iniserables que he co
de su mano. lo. ¡Lástima que no sean padre é
—Aprecio infinitamente esa delicadeza, nio !...
dijo Andrea, guardando sus billetes "de despues de un midimento de sonbría
banco en el bolsillo de su paritalon. reflexión, escláhó el conde.
—Está bien, dijo Molte Christo, aho –Vamos á casa de los Morrel. ¡Oh!
ra ya podeis retiraros. el desprecio me afecta mas que el ódio.
-¿Y cuando téndréhós "el "hönor de XVIII.
LA HUERTA.
volverá ver al señorconde?preguhtó Ca
valcanti, Es preciso que nuestros lectores nos per
A.BUM. * A33

mitan que los conduzcanos á la huerta! Al cabo de media hora de paseo, las
próxima á la casa del señor de Villefort, dos jóvenes se alejaron. -

y detras de la reja rodeada de castaños Maximiliano comprendió que la visita


encontraremos algunas personas conoci-de la señorita Danglars iba á terminarse.
das. | En efectopocos momentos despues, Va
Maximiliano habia llegado esta vez el lentina se presentó sola; tenienlo que la
primero. Tambien esta vez fué él quien se observase alguna mirada indiscreta anda
asomó á las rendijas de las tablas, que di-ba lentamente y en lugar de dirijirse á la
visó en el jardin algo distante una sombra reja fué á sentarse sobre un banco, des
entre los árboles y oyó el crujido de un pues de haber mirado sin afectacion cada
traje de seda sobre la arena y las hojas. calle de árboles.
Al fin el crujido tan deseado se oyómas Tomada estas precauciones, corrió á la
claro, y en lugar de una sombra fueron reja.
dos las que se acercaron. La tardanza de —Buenos dias, Valentina, dijo una voz.
Valentina había sido ocasionada por la se — Buenos dias, Maximiliano: os he
ñora Danglars y Eugenia, visita que se hecho esperar, pero habeis visto la causa.
habia prolongado mas de la hora en que —Si, he reconocido á la señorita Dan
era esperada Valentina. Entonces, para glars; yo no sabia que estuviéseis tan re
no faltará su cita, la jóven propuso á la se lacionada con esa jóven.
ñorita Danglars un paseo por el jardin, —¿Quién os ha dicho que estábamos
queriendo mostrará Maximiliano que su relacionadas, Maximilano?
tardanza no habia sido por culpa suya. —Nadie; pero me lo ha parecido asi,
El jóven lo comprendió todo al punto por el modo con que la dabais el brazo y
con esa rapidez de penetracion particular con que la hablabais; pareciais dos com
á los amantes, y su corazon se alivió de pañeras de colejio confesándose mútua
un gran peso. Por otra parte, sinarcercar mente sus Secretos. -

se mucho, Valentina dirijió su paseo de —En efecto, nos confesábamos nuestros


modo que Maximiliano pudiese verla pa secretos, dijo Valentina: ella me confe
sar y volverá pasar; y cada vez que pa saba su repugnancia por su casamiento con
saba, una mirada inapercibida de su com el señor de Morcerf, y yo le confesaba
pañera lanzada á la reja y recojida por el que miraba como una desgracia el casar.
jóven, le decia: me con el señor d'Epinay.
—Tened un poco de paciencia, amigo —¡Querida Valentina
bien veis que no es culpa inia. —Por esto, amigo mio, continuó l.
laximiliano, en efecto, tenia pacien. habeis visto esa apariencia de alia.
Ven,

cia admirando el contraste que habia en-. dono entre miy Eugenia, porque al ha
tre las dos jóvenes, entre aquella rubia de blarle del hombre que no po Gr,
«jos lánguidos y de cuerpo flexible como pensaba en el hombre que ano.
un hermoso sauce, y aquella morena dé -Cuan buena sois en todo, Valentina,
y poseeis lo que la señorita Danglas nó
mirada altanera y de cuerpo tan erguido tendrá nunca; ese encanto infinito que es
como un álamo: ademas en esta compa en la mujer lo que el perfume en la flor,
racion entre dos naturalezas tan opuestas, lo que el sabcr en la fruta: porque no to
toda la ventaja, en el corazon del jóvenido en una flor es el ser bonita, ni en una
al menos, estaba por Valentina. fruta ser sabrosa.
1U9
M31 ALBUI.
–Vuestro amor os hace ver las cosas de —¡Ah! ya comprendo.
cse modo, Maximiliano! —¡Y bien !... ¿que prueba esto? pre
–No, Valentina, os lojuro. Mirad, os guntó Valentina.
estaba mirando á las dos hace poco, y os -Nada, dijo Maximiliano sonriendo.
juro por mi honor, que haciendo justicia —Entonces, preguntó Valentina, ¿por
tambien á la belleza de la señorita Dan que os sonreís á vuestra vez?
glars, no comprendia como un hombre po —¡Ah! dijo Maximiliano, bien veo que
dia enamorarse de ella. -
vos tambien mirabais, Valentina.
—Es que como vos deciais, Maximilia —¿Quereis que me aleje?
no, yo estaba alli, y mi presencia os hacia —! Oh! no, no, pero volvamos ávos.
ser injusto.
—¡Ah! si, es verdad, porque apenas
—No, pero decidme.... respondedme á tenemo s diez minutos que pasarjuntos.
una pregunta que emana de ciertas ideas —¡Dio s inio! esclamó Maximiliano cons
o a
e que yo tenia respect á la señorit Dan ternado .
—Sí, Maximiliano, teneis razon, dijo
glars.
–¡Oh! injustas, desde luego lo digo con melancolia Valentina: y en mi temeis
sin saberlo. Cuando nos juzgais á nosotras tina pobre amiga. ¡Qué vida os hago lle
pobres mujeres, no debemos esperar nin var, pobre Maximiliano, ávos tan digno
de ser feliz l Bien me lo echo en cara,
guna induljencia.
—En cambio¿las mujeres son muy jus creedme.
tas lasunas respecto á las otras? —Y bien, ¿qué os importa, Valentina;
–Porque casi siempre hay pasion en siyo me encuentrofeliz asiº Sieste esperar
s
nuestro juicios . Pero volvam os ávuest ra eterno me parece suficientemente pagado
con cinco minutos de poder disfrutar de
pregunta.
–¿La señorita Danglars ama á otro y vuestra vista, con dos palabras de vuestra
por eso teme tanto su casamiento con el boca, y con esa conviccion profunda, eter
señor de Mlorcerf? na, de que Dios no ha creado dos corazo
–Maximiliano, os he dicho que yo no nes tan en armonía como los nuestros, y
era amiga de Eugenia. sobre todo que no los ha reunido milagro
—¡Oh! pero sin ser amigas, las jóvenes samente, para separarlos.
se confian sus secretos, convenid en que le –Bueno, gracias, esperad por los dos,
habeis hecho algunas preguntas acerca de Maximiliano, siempre es una felicidad.
esto. ¡Ah! os veo sonreir. —¿Por qué me dejais hoy tan pronto,
Valenti na ?
–Si es asi, Maximiliano, ¿no vale la
–No sé; la señora de Villefort me ha
pena tener entre nosotros esta separacion
de tablas?
suplicado que vaya á su habitacion para
hacerme una comunicacion , de la cual
—Veamos, ¿que os ha dicho?
—Me ha dicho que no amaba á nadie, depende una parte de mi fortuna. ¡Oh!
dijo Valentina; que tenia horror al casa ¡ Dios mio! que tomenmifortuna, yo soy
miento; que su mayor alegria hubiera si bastante rica, y despues de haberla toma
do llevar una vida libre é independiente, do que me dejen tranquila y libre: vos
y que casi deseaba que su padre perdiese me amareis tambien pobre,¿no es cierto
Morrelº
su fortuna para hacerse artista como su
–Yo os amaré siempre, sí: ¿qué me
amiga la señorita Luisa de Armilli.
ALIEUMI. 433

importa la riqueza ó la pobreza si mi va —No me comprendeis, Maximiliano;


entina no se ha de separar de ni lado? 1 cuando hace un año hablé yo de reli.

¿Pero no temeis Valentina, que esa co rarme áun convento, ella habia, á pesar
municacion sea alguna noticia relativa á de las observaciones que me hizo antes,
vuestro casamiento? recibido mi proposicion con gozo, mi pa
--No lo creo. dre tambien hubiera consentido, estoy se -
–Sin embargo, escuchadme, Valenti gura; solo mi abuelo fué el que me detu
na, y no os asusteis, porque mientras viva vo. No podeis figuraros,Maximiliano, que
no seréjanás de otra. espresion hay en los ojos de ese pobre an
—¿Créeis tranquilizarme diciéndome ciano, que á nadie sino a mí ama en el
eso, Maximiliano? mundo, y que, Dios me perdone si es una
–Perdonad, teneis razon. ¡Pues bien ! blasfemia , tampoco es amado de nadie
yo queria decir que el otro dia encontré mas que de mí. Si supiéseis cuando supo
al señor de Morcerf. mi resolucion, como me miró , ¡ cuántas
—¡Y bien ! quejas habia en aquella mirada, y cuanta
—El señor Franz es su amigo, como desesperacion en aquellas lágrimas que ro
vos sabeis. daban por sus inmóviles mejillas! ¡Ah!
—Sí, ¿y qué? Maximiliano, entonces esperimenté una
–¿Y qué?... 1na recibido una carta de especie de remordimiento, me arrojé á
Franz en que le anuncia su próxima vuelta. sus pies gritándole: ¡perdon, perdon, pa
Valentina palideció y tuvo que apoyar dre mio! harán de mí lo que quieran, pe
se en la reja. ro no me separaré nunca de vos. Enton
–¡Ah! ¡Dios mio! dijo, ; si así fuese! ces levantó los ojos hácia el cielo! Mlaxi
pero no, porque entonces no seria la seño miliano, mucho puedo sufrir, pero aque
ra de Villefort la que me habria avisado. lla mirada de mi buren abuelo me la
—¿Por qué? pagado suficienteniente todos mis sufri
–Porque..... no sé... pero me parece unientos.
que la señora de Villefort, sin oponerse á —¡Querida Valentina! sois un ángel ,
ćl abiertamente, no le agrada este casa y en verdad no sé como he merecido la
miento. confianza que me haceis. Pero en fin, Va
—¡Oh! voy á adorar á la señora de lentina, ¿veámos cual es el interés que
Villefort de aquí en adelante. tiene la señora de Villefort en que no os
—¡Oh! esperad, Maximiliano, dijo Va caseis?
lentina con triste sonrisa. -¿No habéis oido hace poco que os
—En fin, si es antipática á ese casa dije que yo era rica, muy rica?Tengo por
miento, aunque no fuera mas que por des la dote mi madre cerca de 50,000 libras
baratarlo, admitiria tal vez alguna otra de renta; mi abuelo y mi abuela, el mar
proposicion. qués y la marquesa de Saint Merán deben
—No lo creais, Maximiliano; no son los dejarme otro tanto; el señor Noirtier tie
maridos los que rechaza la señora de Vi ne á lo menos intenciones visibles de ha -
llefort, es el casamiento. cerme su única heredera. De "esto resul
—¡Como ! ¡el casamiento! si tanto de ta, que comparado conmigo mi hermano
testa el casamiento, ¿por qué se ha ca Eduardo, que no espera ninguna herencia
sado? de parte de su madre, es pobre. Ahora,
A36 ALBUM.

pues, la señora de Villefort, ama á este rimentado la primera vez que he visto á
niño con entusiasmo, y si yo me hubiese ese hombre estraordinario.
hecho religiosa, toda mi fortuna recaía en —¿Un hombre estraordinario?
su hijo. —Si.
–¡Oh! que estraña es esa codicia en —¿A quien conoceis hace ya mucho
una muger jóven y hermosa. tiempo?
–Habeis de notar que no es por ella. —Hará unos ocho dias apenas.
laximiliano,sino por su hijo;y que lo que —¿Y llamais amigo vuestro á un hom
la achacais como un defecto, es casi una bre á quien conoceis despues de ocho dias
virtud mirado bajo el punto de vista del nada mas? ¡Oh! Maximiliano, os creia
amor maternal. mas avaro de ese bello nombre de amigo.
–Pero veamos, Valentina, dijo Morrel, —Teneis razon, Valentina; pero, decidi
si vos abandonaseis una gran parte de lo que querais, nada me hará cambiar este
vuestra fortuna á vuestro hermano? sentimiento instintivo. Yo creo que este
—¿Cual es el medio de hacer semejan hombre podrá mezclarse en todo lo bueno
te proposicion, dijo Valentina, y sobre to que me suceda de aqui en adelante, que á
do á una mujer que tiene sin cesar en losveces su mirada profunda parece conocer
lábios la palabra desinterés? ysu poderosa mano dirijir. -

—Valentina, mi amor ha permanecido —¿Acaso es un adivino? dijo sonriend


siempre sagrado, y como todo lo sagrado Valentina.
yo le he cubierto con el velo de mi respe —A fé mia, dijo Maximiliano, casi estoy
to, le he encerrado en mi corazon; nadie tentado por creer que adivina... sobre todo
en el mundo, ni aun mi hermana le sos el bien.
pecha. Este amor que no he confiado á —¡Oh! dijo Valentina sonriendo tris
nadie en el mundo, Valentina, ¿me per temente; mostradme á ese hombre, Maxi
mitís que hable de él á un amigo? miliano; sepa yo de él si seré suficiente
Valentina se estremeció. mente amada en cambio de todo cuanto he
—¿A un amigo? dijo. ¡Oh Dios mio! sufrido.
Maximiliano, me estremezco solo al oiros —¡ Pobre amiga ! pero vos le cono
hablar asi ¡Aun amigo! y quien es ese Cº(1S.

amigo. –¿Yo?
—Escuchad, Valentina,¿habeis sentido –Si.
alguna vez por alguna persona una de esas -¿Quien es?
simpatías irresistibles que hacen, que aun —Es el mismö que ha salvado la vida á
que veais á esa persona por primera vez, vuestra madrasta y ásu hijo.
creais conocerla de mucho tiempo, y os –¿El conde de Monte-Christo?
—El mismo.
pregunteis ávos misma donde y cuando la
habeis visto, y que, no pudiendo acorda —¡Oh! esclamó Valentina, jamás pue
ros del lugar nidel tiempo, llegueis ácreer de ser mi amigo, lo es para eso demasiado
que es de un m undo anterior al nuestro, de mi madrasta.
y que esta simpatía no es mas que un re —¿Amigo de vuestra madrasta, Va
cuerdo confuso que se empieza á aclarar? lentina? su instinto nopuede fallar hasta
—Si, ¡oh l si... este punto; estoy seguro de que os enga
—¡Pues bien! eso es lo que yo he espe IlllS.
ALBUM. A37
—¡Oh!' si supieseis, Maximiliano… yo soy desgraciada; porque si hubierasido
pues ya no es Eduardo quien reina en la generoso, al verme sola y triste en medio
casa, es el conde; querido de la señora de esta casa, me habria protejido con esa
de Villefort que le considera como elhom influencia que ejerce; y puesto que él re
bre poseedor de todos los conocimientos presenta, segun vos decís, elpapel del sol,
humanos; admirado ¡oís! admirado de mi hubiera reanimado mi corazon con uno
padre, que segun dice, no ha oido nunca sus rayos. 1ecís que os ama, Maximilian
formular, con mas elocuencia ideas mas ¡Oh, Diosmio!¿vos que sabeis? los hom
elevadas: idolatrado de Eduardo, que ape bres siempre ponen un rostro risueño áun.
sar de su miedo á los grandes ojos negros oficial de cinco pies y ocho pulgadas co
del conde, corre á su encuentro apenas le vos, que tiene un buen bigote y un gra
vévenir, y le abre la mano donde siem sable, pero creen poder infundir temorá
pre encuentra algun juguete admirable;el una pobre jóven que no sabe mas que llo
conde de Monte-Christo no está aquí en I'31",
casa de mi padre; el conde de Monte —¡Oh! Vaientina, os engañais, os lo
Christo no está aqui en casa de la señora juro.
de Villefort; el conde de Monte-thristo —Si asi no fuése, veamos, Maximilia
está en su casa. no; si me tratáse diplounáticamente, es
—ues bien, querida Valentina; si las decir como un hombre que de un modo ó
cosas son como decís, ya debeis sentir ó de otro quiere simpatizar con todos los de
sentireis pronto los efectos de sú presencia. la casa, me hubiera, aunque no fuese mas
Si encuentra áAlberto de Mlorcerf en Ita que una vez, honrado con esa sonrisa,
lia, es para sacarle de las manos, de los que tanto me ponderais; pero no; me ha
bandidos; vé á la señora Danglars, y es visto desgraciada, comprende que no pue
para hacerla un regalo real; vuestra ma do serle útil en nada, y no fija la atencion
drasta y vuestro hermano pasan por de en mi. Quién sabe si, para hacer la corte
lante de la puerta de su casa, y es, para á mi padre, á la señora de Villefort ó á
que su Nubio les salve la vida. Este hom mihermano. no me perseguirá siempre
bre ha recibido evidentemente el poder de que pueda hacerlo? Veamos, francamen
influir sobre los acontecimientos, sobre los te, Maximiliano, yo no soy una muger
hombres y sobre las cosas; jamás he visto que se deba despreciar asi, sin razon, vos
gustos mas sencillos unidos á una magnifi me lo habeis dicho. ¡Ah! perdonadne,
cencia tan soberana. Su sonrisa es tan dul continuó la jóven al ver la impresion que
ce cuando me la dirije, que olvido cuan causaban en Maximiliano estas palabras.
amarga la encuentran otros. ¡Oh! decid hago mal, muy mal en deciros acerca de
me, Valentina, ¿os ha sonreido asiávos? ese hombre cosas que yo ni siquiera sen
¡Oh! si lo ha hecho asi, sereis feliz. tia ósospechaba. Mirad, no niego que ec
—¡Yo! dijo la jóven, ¡oh, Dios mio! sista esa influencia de que me hablais; y
Maximiliano, ni siquiera me mira: ó mas que no la ejerza sobre ni; pero si la ejer
bien, si paso por casualidad cerca de él ce, es de un modo pernicioso aniquila
aparta de mi su vista. O no esgeneroso, ó dor, como veis.
mo posee esa mirada profunda que lee en —Está bien, Valentina, dijo Morrel
corazones y que vos le suponeis, porque lanzando un suspiro, no hablemos mas de
sí poseyese esta mirada habria visto que esto; no le diré nada.
1 10
438 ALBUM.
— j Ay ! amigo mío, dijo Valentina; os¡ digo para mi que el conde , ese honnSffe
aflijo mucho , ya lo veo. j Oh ! y no po singular que todo lo adivina, ha queri
der estrechar vuestra mano para pediros| do buscar una ocasion en que presentar
perdon I pero convencedme á lo menos, me á los esposos Villefort; y algunas ve
solo os pido eso ; decidme que ha hecho) ces, os lo juro, procuro leer en sus ojo»
por vos ese conde de Monte -Christo. si ha adivinado nuestro amor.
—Mucho me embarazais, lo confieso, —Amigo mio, dijo Valentina, os to
Valentina , preguntándome que es lo que maria por un visionario y temeria verda -
el conde ha hecho por mi; ostensible na deramente por vuestro juicio , sino escn-
da, bien lo sé, pues, como os he dicho, ¡chase tan buenos razonamientos. ¡Cómo!
mi afecto hacia él es instintivo y no tienepvos creeis que no es casualidad ese en
nada de fundado. ¡ Ha hecho acaso algo) cuentro? En verdad reflexionadlo bien.
por mi el sol que me alumbra I No ; me Mi padre que no sale nunca fia estado á
calienta y á su luz os veo. ¿Ha hecho aca - punto de rehusar esa invitacion mas de
so por mi algo este ó el otro perfume? No; diez ^eces, pero la señora de Villefort que
su o'or recrea agradablemente uno demisi desea ardientemente ver en su casa á ese
sentidos; no tengo otra cosa que decir cuan hombre estraordinario , obtuvo con mu
do mepreguntan porque pondero este per cho trabajo que la acompañsae. No, no,
fume; mi amistad hacia él esestraña, como creedme, escepto á vos Maximiliano, no
la suya hacia mi. Una voz secreta me ad tengo á nadie á quien pedir que me so
vierte que hay algo mas que mera casua corra en esle mundo, mas que á mi abue
lidad en esta amistad recíproca é impre lo, un cadáver.
vista. Me parece encontrar alguna relacion Conozco que teneis razon, Valentina, 1
en sus menores acciones, en sus mas se y que la lógica se queda para vos. dijo
cretos pensamientos, entre mis acciones y Maximiliano; pero vuestra dulce voz, siem
mis pensamientos, Os vais á reir de mi, pre tan poderosa para mi, hoy no me con
Valentina , pero desde que conozco á ese vence.
hombre, se me lia ocurrido la idea ab —Ni la vuestra á mi tampoco, dijoVa-
surda de que todo el bien que me suceda lentina, y confieso que como no tengais
no puede emanar de nadie sino de él. Sin mas ejemplos que citarme....
embargo , he vivido treinta años sin ese| — Uno tengo, dijo Maximiliano dudoso;
protector , ¿ no es verdad ? no importa ; pero en verdad , me veo obligado á con
mirad un ejemplo: él me ha convidado á fesarlo, es mas absurdo que el primero.
comer para el sábado, ¿no es asi? na —Tanto peor, dijo Valentina sonrien-
da mas natural en el punto de amistad dose.
en que nos hallamos. Pues bien; ¿qué he| — Y sin embargo, continuó Morrel,
sabido despues? vuestro padre está convi para mi es muy concluyente, para mi qu
dado á esta comida, vuestra madrasta tam despues de diez años que hace que sirvo,
bien irá. Yo me encontraré con ellos, he debido la vida á uno de esos instintos
¿quién sabe lo que resultará de esta en que os dicen que hagais un movimiento
trevista? Estas son circunstancias muy sen hacia atras ó hacia adelante para que la
cillas en la apariencia; sin embargo, yo bala que debia mataros pase por vuestro
veo en esto una cosa que me asombra; lado.
ten^o en ello una confianza estrema. Yo, — Querido Maximiliano, porque no dais
ALBUM. 43)

importancia á mis oraciones por vos du fesarlo. Valentina, gané cinco mil francos.
rante ese peligro? uando stais fuera, no Nos separamos á media noche. Yo no spin
es por mi por quien rue, o á Dios y á mi de contenerme, tomé un cabriolé é hire
madre, sino por vos. que me condujeran á casa de mi tratante
–Si, desde que os conozco, dijo Mor de caballos. Palpitábame el corazon de ale
rel sonriéndo, pero ¿y antes de que os co gría. Llamé, me abrieron: apenas ví la
nociese, Valentina ? puerta abierta, me lancé á la cuadra, miré
–Vaya pues,ya que nada quereis de al pesebre. ¡Oh, felicidad! Medeal es .
berme, ingrato, volvamos á ese ejemplo taba allí: cojo una silla que hallo á mano,
que vos mismo confesais que es absurdo. se la pongo y le paso la brida, prestandose
–¡Pues bien! mirad por las rendijas á todo Medeah con la mejor voluntad de l
de las tablas aquel caballo nuevo en que mundo. Entregando despues los 4,500
he venido hoy. francos al dueño del caballo, salgo y paso
–¡Oh! ¡qué hermoso animal ! escla la noche paseándome por los campos Eli
móValentina. ¿Por qué no le habeis trai seos. He visto luz en una ventana de la
“do juntoá la rejapara contemplarle mejor? casa del conde, aun he creido ver su son
-En efecto, como veis, es un animal bra detrás de las cortinas..... Ahora, Va
de gran valor,dijo Maximiliano. ¡Bueno! lentina, juraria que el conde ha sabidoque
vos sabeis que mi fortuna es limitada, y yo deseaba poseer aquel caballo, y que la
que soy lo que se llama un hombre arre perdido ápropósito para hacérmelo con
glado. ¡Pues bien ! yo habia visto en casa prar.
de un mercader de caballos ese magnífico —Querido Maximiliano, dijo Valentina,
Medeah, asíle llamo. Pregunté cuanto va Sois demasiado fantástico.... ¡Oh! no ne
lia, me contestó que 4,500 francos; como amareis mucho tiempo... Un hombre así
comprenderéis, me abstuve de comprar se fastidiaria al momento de una pasion
lo aunque lo contemplé por algun tiem mónotona como la nuestra... Pero, ¡gran
¿po y me fuí, lo confieso, bastante triste, Dios! ¿no oís que me llaman?
porque el caballo me habia mirado con —¡Oh! ¡Valentina! dijo Maximiliano,
ternura, me habia acariciado con su ca or la rendía de las tablas... dadme un
beza y había hecho mil corbetas cuan dedo vuestro siquiera para que lo bese.
do le probé, del nodo mas agradable que -Maximiliano, hemos dicho que seria
darse puede.Aquella misma tarde se reu mos el uno para el otro dos voces, dos
nieron en mi casa algunos amigos el señor sombras!
de Chatean-Renaud, el señor Debray, y —¡Ah!... como gusteis, Valentina.
otros cinco ó seis malas cabezas. que vos —¿Quedarcis contento si hago lo que
teneis la dicha de no conocer ni aun de pedís?
nombre. Propusieron que se jugase un po —¡Oh! ¡ sí! ¡sí!...
co, yo no juego nunca,porque no soy rico Valentina subió sobre un banco, y pasó,
para poderperder, ni tan pobre que de no un dedo, sino toda su mano por enci
see con ansia ganar. Pero en fin, yo esta ma de las tablas.
ba en ni casa y no tuve mas remedio que Maximiliano arrojó un grito de alegría,
ceder. Cuando íbamos á empezar, llegó el y lanzándose á su vezsobre las tablas, se
conde de Monte-Christo, tomó parte, se apoderó de aquella mano adorada y es
jugó y yo gané; apenas me atrevoá con tampó en ella sus ardientes labios; pero al
10 ALBUM.

punto la delicada mano se deslizó entre anciano Villefort, cuyas cejas negras con
las suyas, y el jóven oyó correrá Valenti-trastaban con la blancura de su larga ca.
na asustada tal vez de la sensacion que bellera; en aquellos ojos negros se habían
acababa de esperimentar. concentrado toda la actividad, toda la vida,
XX.
toda la fuerza, toda la intelijencia que an
EL señor Norrier DE v1. LEFoRT, tes pertenecian á aquel cuerpo. En efecto,
Ahora veremos lo que habia pasado en faltábale movimiento á aquel brazo, falta
la casa del procurador del rey despues de ba sonido á la voz, actitud al cuerpo; pero
la partida de la señora Danglars y de su aquellos ojos suplian á todo; él mandaba
hija, y durante la conversacion que aca con los ojos, daba gracias con los ojos tam
bamos de referir. bien; era un cadáver con los ojos anima
El señor de Villefort, habia entrado eu dos, y nada era mas espantosoá veces que
la habitacion ocupada por su padre segui aquel rostro de mármol, cuyos ojos espre
do de su esposa en cuanto áValentina ya saban unas veces la clera, otras laalegria;
sabemos donde estaba. tres personas únicamente sabian compren -
Los dos esposos, despues de haber sa der el lenguaje del pobre paralítico; eran
ludado al anciano, despues de haber des Villefort, Valentina y el antiguo criado de
pedido á Barrois, antiguo criado que ha que hemos hablado. Pero como Villefort
cia mas de veinte años que servia en la no le veia sino muy rara vez, y por decir
casa, tomaron asiento á su lado. lo asi, cuando no tenia otro remedio; co
El señor Noirtier, sentado en su gran mo cuando le veia, no procuraba compla
sillon con ruedas donde le colocaban por cerle comprendiéndole; toda la felicidad
la mañana y de donde le sacaban por la del anciano reposaba en su nieta; y Valen
|
noche, sentado delante de un espejo que tina habia logrado á fuerza de cariño y
reflejaba toda la habitacion y le permitia constancia, comprender por la mirada to
ver, sin hacer un movimiento imposible dos los pensamientos del anciano; á este
en él, quien entraba en su cuarto y quien lenguaje mudo é inintelijible para otro
salía de él: el señor Noirter, inmóvil co cualquiera, ella respondia con su voz, con
mo un cadáver, miraba con ojos inteligen su fisonomia, con toda su alma; de suerte
tes y vivos á sus hijos, cuya ceremoniosa que se entablabandiálogos animados entre
reverencia le anunciaba que iban á dar al aquella jóven y aquel cadáver próximo á
gun paso oficial y desesperado. convertirse en polvo, y que era sin embar
La vista y el oido eran los dos ú icos go un hombre de talento inmenso, de un a
sentidos que animaban aun como dos lla- penetracion inaudíta, y de una voluntad
mas aquella masa humana, perteneciente tan poderosa como puede serlo el alma en
casi á la tumba; mas de estos dos sentidos cerrada en una materia por la cualhaper
uno solo podia revelar la vida interior que dido el poder de hacerse obedecer.
animaba á la estátua, y la vista que de-| Valentina habia resuelto este estraño
nunciaba esta vida interior se asemejaba á problema de comprender el pensamiento
una de esas luces lejanas que durante la del anciano para comunicarle su propio
noche muestran al viajero perdido en un"pensamiento y gracias á este estudio, ni
desierto que aun hay un ser viviente que siquiera una palabra dejaban de compren
veia en aquel silencio y aquella oscuridad.der tanto uno como otro.
Asi pues, en aquellos ojos negros del En cuanto al criado, como despues de
ut. 11
veinte y cinco años, segun hemos dicio "La señora de villefort tomóá su vez la
servia á su amo, conocia tambien todas palabra y se apresuróá añadir:
sus costumbres, de modo que rara vez tenial –Hemos creido que esta noticia sería
que pedirle algo Noirtier. |de algun interés para vos, señor; por otra
De consiguiente, Villefort no teniane |parte, Valentina ha parecido merecer
cesidad de los socorros ni de uno ni desiempre vuestro afecto; solamente nos res
otro para entablar con su padre la estrata deciros el nombre del jóven que se a:
ña conversación que venia á provocar destinado. Es uno de los mejores partid,
Tambien él conocía el vocabulario del an-á que puede aspirar Valentina; una bue
ciano y si no se servía de él con mas fre-fortuna y perfectas garantías de fiedad
cuencia, era por fastidio ó por indiferen en la conducta y los gustos del que ledes
cia. Dejó, pues, bajar al jardin áValenti-|tinamos, y cuyo nombre no debe seros
na, alejóá Barrois, y despues de haberto-|desconocido. Se trata del señor Franz de
mado asiento á la derecha de su padre|Quesnel, baron d'Epinay.
mientras que la señora de Villefort sesen-| Villefort durante estas palabras de su
taba á la izquierda, esclamó: |mujer, fijaba sobre el ancia o una mirada
—Señor, no os admireis de que Va-|mas atenta que ntinca. Cuando la señora
lentina no haya subido con nosotros, y que de Villefort pronufició el nombre de Franz,
yo haya mandado alejará Harrois, porquellos ojos de Noirtier, que tanto conocia su
la conferencia que vanosátener juntos es hijo, se estrenecieron, y los párpados di
de esas que no pueden tener lugar delan-latándose como fubieran podido hacerlo
te de una jovenó un criado; la señora de los lábios para "dejar pasar una palabra
villefort y yo tenemos que lacérós una"|dejaron básir una chispa.
*: El procurador del rey que conocia las
rostro de Ñoirtier permaneció impa|antiguas enemistades de política que ha
sible durante este preámbulo; en vibían existido entre su padre y el padre de
procuró Villefort penetrar los pensamien Franz, comprendió este fuego y esta ajita,
tos profundos del anciano en aquel mo- pero sin embargo, la dejó pasar co
mento. |no inafercibida; y volviendo á tomar la
—Esta comunicacion, continuó el propalabra donde la habia dejado su mujer.
curador del rey con su tono glacial, y que –Callallero, dijo, es muy importante
parecia no sufrir ninguna contestación, s-|que próxima como se encuentra Valentilla
tamos seguros, la señora de Villefort y yo. cultir los diez y nueve años, se piense
que será de vuestro gusto. . . . |en establecerla. No obstante, no os hemos.
El anciano seguía impasible, si bien no olvidado 6) nuestras conferencias, y nos
perdia una sola pa abra, hemos asegurado de antenano de que el
—Caballero, repuso Villefort, casamos marido de Valeñtina aceptaria vivir, si,
áValentina. -
á nuestro lado, porque tal vez incomoda
".
Una figura de cera no permaneceriariamos á unos jóvenes esposos, al menos
mas fria al oir esta noticia quie el rostro con vos á quien tanto cariño profesa Va
anciano
del–El casamiento
· . tendrá lugar dentro de lentina.
"deci y. que pareceis
cariño que
- p -devolverla:; es
-

“, decir, que vos vivireis á su lado, de ser


meses,
tresLos repuso
ojos del Villefort,
anciano , , nani- te que
continuaroni erdereis ni una de vuestras
que nº pºrºsing
mados. costumbres, con la diferencia de que ten
111
449. ALBUM.

dreis para cuidaros dos hijos en vez desaba el desdén profundo y la cólera inte
I10, ligente.
Los ojos de Noirtier parecieron injectar Villefort por su parte respondió á es
le de sangre. ta mirada encogiéndose ligeramente de
Alguna cosa espantosa debia pasar en es hombros.
alma de aquel anciano, seguramente el Despues hizo señas á su esposa de que
grito del dolor y la cólera subia á su se levantase.
garganta, y no pudiendo estallar, le aho —Ahora, caballero, dijo la señora de
gaba,porque su rostro se enrojecia y sus Villefort, recibid todos mis respetos. ¿Que
lábios se amorataron. réis que venga á presentáros los suyos
Villefort abrió tranquilamenteuna ven Eduardo?
tana, diciendo: -
Se habia convenido que el anciano es
—Mucho calor hase aquí, y este calor presase su aprobacion cerrando los ojos,
puede hacer daño al señor Noirtier. su negativa cerrándolos precipitadamente
Despues se acercó, massin sentarse. y repetidas veces, y cuando miraba al cie
-Este casamiento, añadió la señora de lo era que tenia algun deseo que espresar.
Villefort, agrada al señor d'Epinay y á su Siqueria llamará Valentina cerraba so
familia; por otra parte sufamilia se com amente el ojo derecho.
pone solamente de un tio y de una tia. Si queria llamar á Barrois, el ojo iz
Su madre murió en el momento de darle quierdo.
á luz, y su padre fué asesinado en 1815, A la proposicion de la señora Villefort,
es decir, cuando el niño tenia dos años, guiñó los ojos repetidasveces.
de consiguiente este casamiento depende La señora Villefort, sobrecojida por una
de su voluntad. negativa evidente se mordió los labios.
—Asesinato misterioso, dijo Villefort, –¿Quereis que os envie á Valentina?
y cuyos autores han permanecido desco dijo.
nocidos, aunque las sospechas han pare –Sí, esclamó el anciano cerrando los
cido recaer sobre muchas personas. ojos vivamente.
Noirtier hizotal esfuerzo que sus lábios El señor y señora de Villefort saludaron
se contrajeron como para sonreirse. y salieron dando en seguida la órden de
-Ahora, pues, continuóVillefort, los que llamasen á Valentina.
verdaderos culpables, los que saben que Apenaspasaron algunos momentos, Va
han cometido el crímen, aquellos sobre los lentina entró en la habitacion del señor
cualespuede recaer durantesu vida la jus Noirtiersonrosada aun por la emocion.No
ticia de los hombres y la justicia de Dios necesitó mas que una mirada para com
despues de su muerte, serian dichosos en prender cuanto sufria su abuelo, cuantas
hallarse en nuestro lugar yteneruna hija cosas tenia que decirla.
que oirecer al señor Franz d'Epiney para —¡Oh! buen papá, esclamó¿qué te ha
apagar hasta la apariencia de la sospecha. pasado?te han enojado?.... no es verdad
Noirtier se habia calmado con uña pron que estás enfadado?
titud que no se hubiera podido esperar de Sí, dijo cerrando los ojos.
aquella organizacion tan febril. —¿Contra quien? ¿contra mi padre?
Sí, comprendo, respondió con la mi no; ¿contra la señora de Villefort? no;
rada á Villefort, y aquella mirada espre ¿contra mí?
ALBUMI,

El anciano hizo señas de que sí. —Te han dicho entonces que el señor
—¡Contra mi! esclamó Valentina asom d'Epinay consentia en quepermaneciése
brada. mos juntos? -

El anciano renovó las señas. Si.


–¿Y qué he hecho yo, querido y buen –¿Entonces por qué estás enojado?
papá? esclamó Valentina. Los ojos del anciano tomaron una es
" Ninguna respuesta: entonces continuó presion de dulzura infinita.
la jóven. —Si, comprendo, dijo Valentina, por
—Yo no te he visto hoy aun....te han que me amas.
contado algo de mi? El anciano hizo señas de que si.
–Si, dijo la mirada del anciano con vi —¡Ytemes que sea desgraciada !
VOZ3. Si.
-—Veámos. Dios mio, tejuro..... buen —¿Tú no amas al señor Franz?
papá... ¡Ah!... el señor y señora de Vi Los ojos repitieron tres ó cuatro veces:
llefort acaban de salir, ¿no es verdad? No, no, no.
Si. —¿Entonces sufrirás mucho? buen papá.
–Y son ellos los que te han dicho esas Si.
cosas que te han enojado?...¿Qué es?... —¡Pues bien ! escucha, dijo Valentina,
¿Quiéres que se lo vaya á preguntar? arrodillándose delante de Noirtier, y pa
No, no, dijo la mirada. sándole sus brazos alrededor de su cuello,
–¡Oh! me espantas. Que han podido yo tambien tengo un gran pesar porqué
decirte. ¡Dios mio! y comenzó á refle tampoco amo al señor Franz d'Epinay.
xionar.
Una espresion de alegria se pintó en los
—¡Oh! ya caigo, dio bajando la voz ojos del anciano.
y acercándose al anciano. ¿Han hablado —Cuando quise retirarme al convento,
tal vez de mi casamiento? te acordarás que te enfadaste mucho con
Si, replicó la mirada enojada. migo.
—Comprendo; me hechas en cara mi Una lágrima humedeció el árido párpa
silencio. ¡Oh! mira, es porque me habian pado del anciano.
recomendado que no te dijese nada; tam —¡Pues bien ! continuóValentina, solo
poco á mi me habian hablado de ello; y era por librarme de este casamiento que
en cierto modoyo he sorprendido este se causa mi desesperacion.
creto por indiscrecion: hé aqui porque he Noirtier estaba cada vez mas conmo
sido tan reservada para contigo. ¡Perdó vido.
name, buen papá Noirtier! —Tambien árti te disgusta este casa
Sin embargo, la mirada pareció res miento, buen papá. ¡Oh! ¡Dios mio! si
ponder: tú pudieses ayudarme; si los dos pudiése
No estan solo tu casamiento lo que me mos romper eseproyecto. Pero no puedes
aflige. hacer nada contra ellos; tú que tienes un
—¿Pues qué es? preguntó la jóven: ¿tú espíritu tan vivo y una voluntad tan fir
crees tal vez que yo te abandonaria, buen me! pero cuando se trata de luchar tú
papá, y que mi casamiento me haria ol eres tan débil y aun mas débil que yo.
vidadiza ? |¡Ah! tu hubieras sido para mí un protec
No, dijo el anciano. tor muypoderoso en los dias de tu fuerza
11 ALmum.
y de tu salud; pero hoy no puedes haceren que se hallaba, le habia hecho tan fá
mas que comprenderme y regocijarte ó|cil este trabajo, que adivinaba tan pronto
afligirte conmigo; esta es una última feli el pensamientodel anciano como si él mis
cidad que Dios ha olvidado quitarme con mo hubiese podido buscar en el diccio
nario. ---

las otras.
Hubo tal espresion de malicia y de pro A la palabra notario, Noirtier le hizo
fundidad en los ojos de Noirtier al oir es seña de que se parase.
tas espresiones, que la jóven creyó leer en —Notario, dijo ¿quieres un notario,
ellos estas palabras: buen papá? -

Te engañas, aun puelo hacer mucho El anciano hizo señas de que en efecto
portí. era un notario lo que deseaba.
-

–¿Puedes hacer algopor mi,buen pa -¿Espreciso enviará llamará un no


pá? dijo Valentina. tario?preguntó Valentina.
Sí. _ Sí, indicó el paralítico.
Neirtier levantó los ojos al cielo. Esta —¿Debe saberlo mi padre?
era la señal convenida entre él y Valenti Si. .
-¿Tienes prisa porque vayan á buscar
na cuando deseaba algo.
—¿Qué quieres, querido papá, veamos? al notario?
Valentina buscó un instante en su espí j.

ritu, espresó luego en voz alta sus pensa —Pues entonces le enviaremos á llamar
mientos á medida que se la iban presen
res?
e ¿Es eso todo lo que quie
tando á la imaginacion, y viendo que á
todo respondía su abuelo, no! Si. , , , , , " .
–Pues señor, dijo, recurramos al gran Valentina corrióá la campanilla y lla
medio, soy una torpe. " l mó a un criado para suplicarle que hicie
se venir inmediatamente al señor y señora
Entonces recitó una tras otra todas las
de Villefort al cuarto de su padre.
letras del alfabeto, desde la A hasta la N,
mientras que sus ojos interrogaban la es -¿Estás contento? dijo Valentina, si.
presion de los del paralítico; al pronun o creo, bien... no era muy fácil de adi
ciar la N, Noirtier hizo señas de que sí. vinar eso! . . . . ... ". "

—¡Ah! dijo Valentina, lo que deseai Y la jóven sesonrió mirando á su abue


empieza por la letra N, bien. Veamos que lo como lo hubiera hecho con un niño.
letra ha de seguir á la N, nº, ne, ni, no... El señor de Villefort entró precedido de
Sí, si, si, espresó el anciano. Barrois. - - -

–¡Ah!... con que es no. —¿Qué quereis, caballero? preguntó


Sí. ... al paralítico. -

Valentína fué á buscar un gran diccio — eñor, mi abuelo desea que se man
nario, que colocó sobre un atril delante de de Ilamará un notario.
Noirtier; abriólo, y cuando hubo visto| A este deseo estraño, y sobre todo ines
fijar en las hojas la mirada del anciano, perado, el señor de Villefort cambió una
su dedo recorrió rápidamente las colum niraba con el paralítico.
nas de arriba á abajo. , , , , Si, dijo este último con una firmeza
El ejercicio, despues de seis años que que indicaba que con ayuda de Valentina
Noirtier habia caido en el lastimoso estado y de su antiguo servidor qué sabía lo que
ALBUM. 445
deseaba, estaba pronto á sostener la lucha. "Tres cuartos de hora despues el criado
—¿Pedís un notario? repitióVillefort. entró con el notario.
¿Para qué? —Caballero, dijo Villefort despues de
Noirtier no respondió. |los primeros saludos, sois llamado por el
—¿Mas para qué necesitais un notario? señor Noirtier de Villefort á quien teneis
preguntó de nuevo Villefort. presente;una parálisis completa le ha qu
La mirada del paralitico permaneció in tado el uso de todos los miembros y de la
móvil, y por consiguiente muda, lo cual voz, y nosotros solo con gran trabajo lo
queria decir: Persisto en mivoluntad. gramos comprender algo de sus ideas.
–¿Para jugarnos alguna mala pasada? Noirtier dirigió una mirada á valent
dijo Villefort, no podria saber..... na, mirada tan grave é imperativa, que
—Pero, en fin, dijo Barrois, pronto á lajóven respondió al momento:
"nsistir con la perseverancia propia de los -Caballero, yo comprendo todo cuan
criados antiguos, si el señor quiere un no to dice mi abuelo.
tario, será porque tiene necesidad de él. -Es verdad, añadió Barrois, todo, ab
Asi, pues, voy á buscarle. solutamente todo, como os decia cuando
Barrois no reconocia otro amo mas que veníamos.
Noirtier, y no permitia nunca que sus vo —Permitid, caballero, y vos tambien
luntades fuesen contrariadas en nada. señorita, dijo el notario dirijiéndose áVi
Si, quiero un notario, dijo el anciano llefort y áValentina: es este uno de esos
cerrando los ojos con una especie de des casos en que el oficial público no puede
confianza, y como si hubiese dicho: proceder sin contraer una responsabilidad
Veamos si se me niega lo que pido. peligrosa. La primera necesidad es que
—Vendrá un notario, puesto que os el notario quede convencido de que hain
empeñais, caballero; pero yome escusaré terpretado fielmente la voluntad del que
con él, y tambien os escusaré á vos, por le dicta. Ahora, pues, yo no puedo estar
que la escena va á ser muy ridícula. seguro de la aprobacion ó desaprobacion
—No importa, dijo Barrois, yo voy á de un cliente que no habla; y como el
buscarle; y el antiguo criado salió triun objeto de sus deseos ó de sus repugnancias
fante. no puede serme probado claramente, mi
XX. ministerio es inútil y seria ejercido con
EL TESTAMIENTO, ilegalidad.
En el momento en que salió Barrois, El notario dió un paso para retirarse.
No rier miróáValentina con aquel inte Una sonrisa imperceptible de triunfo se
rés malicioso que anunciaba tantas cosas, dibujó en los lábios del procurador del
La jóven comprendió esta mirada y Ville. rey.
fort tambien, porque su frente se obscu Por su parte Noirtier miró á Valentina
reció, y sus cejas se fruncieron. con una espresion tal de dolor, que la j6.
ven detuvo al notario.
Tomó una silla, se instaló en el cuarto
del paralitico y esperó. —Caballero, dijo, la lengua que yo ha
blo con mi abuelo, es una lengua que se
Noirtier le miraba con una indiferencia
perfecta;pero de una guiñada habia indi puede aprender fácilmente; y lo mismo
cado áValentina que no se inquietase y que la comprendo yo,puedo enseñárosla
que se quedára tambien. en pocos minutos. Veamos, caballero,
112 . . .
446 ALBUMI.

¿qué necesitais para quedar perfectamen —Caballero, dijo, ¿creeis que un hon
te convencido de la voluntad de mi abuelo? bre haya sufrido impunemente un choque
–Lo necesario para que nuestras actas|físico tan terrible como el que esperimen
sean válidas, respondió el notario: es de tó el señor Noirtier de Villefort. sin que
cir, la certeza de la aprobacion. Se puede la parte moral haya recibido tambien un
estar enfermo de cuerpo;pero sano dees grave choque?
píritu. —No es eso precisamente lo que me in
–Pues bien, señor, con dos señales ad quieta, caballero, respondió el notario;
duirireis la certeza de que mi abuelo no pero cómo conseguiremos adivinar los pen
ha gozado nunca mejor que ahora de su samientos, á fin de provocar las respues
completa inteligencia. El señor Noirtier, tas?
privado de la voz, del movimiento, cier —Bien veis que es imposible, dijo Vi
ra los ojos cuando quiere decir que sí, y llefort.
los cierra muchas veces cuando quiere de Valentina y el anciano oian esta con
cir que no.Sabeis lo principal para con Versacion. Noirtier fijó una mirada tanfir
versar con el señor de Noirtier: 1 robad. me sobre Valentina, que esta mirada pro
La mirada que ianzó el anciano áVa vocaba evidentemente una contestacion.
lentina era tan tierna y espresaba tal re —Caballero, dijo la jóven, no os in
conocimiento, que fué comprendida aun quieteis por eso; por dificil que sea, ó que
hasta del notario. os parezca descubir el pensamiento de mi
—Habeis comprendido bien lo que aca abuelo; yo os lo revelaré, de modo que
ba de decir vuestra nieta? preguntó el no desvanezca todas vuestras dudas. Ya hace
tario. seis años que estoy con el señor Noirtier,
Noirtier cerró dulcemente los ojos y los pues que diga si durante ese tiempo ha
volvió á abrir despues de un momento. quedado en su corazon alguno de sus de
–¿Y aprobais lo que se ha dicho? es seos por no poder hacermelo comprender.
decir que las señales indicadas por ella No, respondió.
son aquellas con ayuda de las cuales ha —Ensayemos, dijo el notario; ¿acep
ceis comprender vuestro pensamiento? tais á esta señorita por intérprete?
Si, espresó de nuevo el anciano. El paralitico respondió que sí.
–¿Sois vos quien me ha mandado lla —Bien, veamos, caballero, ¿qué es lo
mar? quereis de mi? ¿qué clase de acta quereis
Si. hacer? -

-¿Para hacer vuestro testamento? Valentina fué diciendo todas las letras
Si. del alfabeto hasta la t.
–¿Y no quereis que me retire sin ha En esta letra la detuvo la elocuente mi
ber hecho este testamento? rada de Noirtier.
El paralítico cerróvivamente y repeti —La letra t es la que pide el señor, di
dasveces los ojos. jo el notario, está claro....
–¡Pues bien l caballero ¿comprendeis —Esperad, dijo Valentina, y volvién
ahora, preguntó la jóven, y descansara dose hácia su abuelo: ta.... te ...
vuestra conciencia? El anciano la detuvo en la segunda de
Pero antes de que el notario pudieseres estas sílabas.
ponder, Villefort le llamó aparte. Entonces Valentina tomó el diccionario
ALBUM. 447

y hojeó las pájinas á los ojos del notario costumbre, asistirá al acto. ¿Estais satisfe
atento. cho, caballero? continuó el notario diri
Testamento, señaló su dedo, detenido jiéndose al anciano. -

por la ojeada de Noirtier. i, respondió Noirtier, contento en la


—Testamento, esclamó el notario, es apariencia por haber sido comprendido.
evidente que el señor quiere testar. —¿Que va á hacer? se preguntó Ville
Si, respondió Noirtier. fort, á quien suelevada posicion prescribia
—Esto es maravilloso caballero, dijo el tanta reserva, y que no podia adivinar las
notario á Villefort. intenciones de su padre.
—En efecto, replicó,y mas maravillo Volvióse para mandar llamar al segun
so aun sería este testamento, porque yo no ido notario pedido por el primero; pero
creo que los artículos se puedan arreglar Barrois, que todo lo habia oido y que ha
sobre el papel palabra por palabra á no ser bia adivinado el deseo de su amo, halia
por mi hija. Ahora, pues. Va entina esta salido ya en busca suya.
rá interesada en este testamento para ser Entoncesel procuradór del rey envió á
un intérprete de las oscuras voluntades del decir á su mujer que subiese Al cabo de
señor Noirtier de Villefort. un cuarto de hora todo el mundo estaba
¡No, no, no ! dijo el señorNoirtier. reunido en el cuarto del paralítico, yel se
—¡Cómo ! repuso el señor de Villefort, gundo notario habia llegado.
¿Valentina no está interesada en vuestro Con pocas palabras los dos funcionarios
testamento? públicos estuvieron de acuerdo. Leyeroná
No. Noirtier una fórmula de testamento; y pa
-Caballero, dijo el notario que encan ra empezar, por decirlo asi, la investigacion
tado de esta prueba se proponia contar en de su intelijencia, el primer notario, vol
el mundo los detalles de este episodio pin viéndose hacia él, le dijo:
toresco; caballero, nada me parece mas fá –Cuando se hace testamento es en f
cil ahora que lo que haceun momento mi vor de alguien ó en perjuicio de alguna
raba como imposible, y ese testamento se persona.
rá tan solo un testamento místico; es de Si, respondió Noirtier.
cir, previsto y autorizado por la ley con —¿Teneis alguna idea de la cantidad á
tal que sea leido delante de siete testigos, que asciende vuestra fortuna?
aprobado por el testador delante de ellos, Si.
y cerrado por el notario, siempre delante —Voy á deciros algunas cantidades que
de ellos. En cuanto al tiempo, apenas du irán subiendo sucesivamente; ¿me deten
rará mas que un testamento ordinario; pri dreis cuando llegue á la que creais que es
mero están las fórmulas que siempre son la vuestra?
las mismas; y en cuanto á los detalles la Si.
mayor parte serán adivinados por el esta Habia en este interrogatorio una especie
do de los asuntos del testador y por vos, de solemnidad; por otra parte jamás habi
que habiéndolos administrado, los conoce sido tan visible la lucha de la intelijencia
reis. Mas por otra parte, para queesta ac contra la materia; era un espectáculo cu
ta permanezca inatacable vamos á hacerlo rioso.

con la formalidad mas completa: uno de Todos formaron un círculo al rededor


mis cofrades me ayudará, y contra toda de Noirtier; el segundo notario estaba
113 ALBUM.
sentado á una mesa pronto á escribir; el –¡Oh! dijo la señora de Villefort, es
primer notario estaba en pié á su lado é no tiene duda; el señor Noirtier ama úni
interrogaba. |camente ásu hija, la señorita Valentina
–Vuestra fortuna pasa de trescientos de Villefort; ella es quien le cuida hace
mil francos, ¿no es verdad?preguntó. seis años; ha sabido cautivar con sus cui
Noirtier hizo señas de que sí. dados asiduos el afecto de su abuelo, yca
—¿Poseeis cuatrocientos mil francos? si diré su reconocimiento; justo es, pues,
preguntó el notario. que recoja el precio de su cariño.
Noirtier permaneció inmóvil. Los ojos de Noirtier lanzaron miradas
—¿Quinientos mil? irritadas á la señora de Villefort como si
La misma inmovilidad conociese su falsedad al espresar las inten
–¿Seis cientos mil?... ¿setecientosmil?.. ciones que le suponia.
¿ochocientos mil?... ¿novecientos mil?.. —¿Dejais pues á la señorita Valentina
Noirtier hizo señas de sí. de Villefort los novecientos mil francos?
—¿Poseeis novecientos mil francos?..... l preguntó el notario pensando que ya no
". • •
Si. , "
faltaba mas que el asentimiento del para -
–¿En inmuebles?... |litico para cerar el acta.
¡No!... Valentina se habia retirado á un rincon
—¿En inscripciones de rentas?..... y lloraba; el anciano la miró un instante
Noirtier hizo señas de que si. con la espresion de la mayorternura, vol
–¿Están en vuestro poder estas inscrip viéndose en seguida hácia el notario, cer
ciones? ró los ojos muchasvecesde la manera mas
Una ojeada dirijida á Barrois hizo salir significativa.
al antiguo criado, que volvió un instante || "—¿No? dijo el notario; ¿con que no es
despues con una cajita. á la señorita Valentína de Villefortáquien
–¿Permitís que se abra esta caja? pre haceis heredera vuestra universal?"
guntó el notario. " ---- Noirtier hizo seña de qué no. -

Noirtier dijo que sí. .." –¿No os engañais? esclamó el notario


Abrieron la caja y encontraron nove asombrado; ¿decís que no?
cientos mil francos en inscripciones sobre| No, repitió Noirtier, no... º
el gran libro. Valentina levantó la cabeza; estaba es
El primer notario pasó una tras otra ca tupefacta, no por habersido desheredada,
da inscripcion á su colega; la cuenta esta sí o por haber provocado el sentimiento
ba cabal como habia dicho Noirtier. q le dicta ordinariamente semejantes ac
—Esto es, dijo: este caballero no puede tos. " . .. . .

estar mas sano de espíritu. Pero Noirtier la miró con una espresion
Volviéndose despues hàcia el paralí tal de ternura que la jóven esclamó:
tico. -
—¡Oh, mi buen padre! bien lo veo,
—¿Con qué le dijo, poseeisnovecientos "solo me quitais vuestra fortuna, pero siem
mil francos de capital, que, del modo en pre¡Oh!
me conservaisvuestro corazon.
si, seguramente, dijeron los ojos
que están colocados, deberán produciros delparalítico cerrándose con una espresion
cuarenta mil francos de renta? |de la que Valentina no podia engañarse.
Si. -

—¡Gracias, gracias murmuró la jó


—¡A quien deseais dejar esa fortuna? ven.
ALBCH. 449
Sin embargo esta negativa habia hecho Si.
nacer en el corazon de la señora de Viíle- — I Pero eso es un absurdo ! dijo Ville-
Fort una esperanza inesperada y se acercó^fort
al anciano. h —Perdonad, caballero, dijo el notario,
—¿Entonces será á vuestro nietecito todo esto que está pasando es muy natu-
Eduardo Villefort , á quien dejais vuestra'ral, y creo que todos quedaremos perfec-
fortuna, querido señor Noirtier? preguntó tamente convencidos de la verdad,
la madre. j —No quieres que me case con el señ
El movimiento negativo de los ojos fué,Fran2 ,^¡,^7
terrible, casi espresaba ódio. No, no quiero, espresáron los ojos d
—No, esclamó el notario; ¿noesá vues
anciano.
tro hijo 'que está presente? —Y desheredariais á vuestra nieta, es
¡ No ! repuso el anciano. clamó el notario, porque hace un casa
Los dos notarios se miraron estupefac
miento contra vuestro gusto?
tos; Villefort y su mujer se sonrojaron, e
fri, respondió Noirtier.
uno de vergüenza, la otra de despecho. —¿ De suerte, que á no ser por este ca
— ¿Pero que os hemos hecho, padre? samiento seria vuestra heredera?
dijo Valentina, ¿no nos amais ya?
Si. . .
La mirada del anciano pasó rápidamen
Hubo entonces un silencio profundo a[
te sobre su hijo y su nuera, y se fijó en
rededor del anciano.
Valentina con una espresion de profunda
Los dos notarios se consultaban; Valen
ternura. tina, coa las manos cruzadas miraba á su
— ¡Pues bien! dijo ésta, si me amas! abuelo con una dulzura singular; Villefort
veamos, padre mio, procura unir este, se mordia los lábios; la señora de Villefort
amor á lo que haces en este momento. Tu
no podia ríprimir un sentimiento de ale
me conoces , sabes que nunca he pensado
gria que á pesar suyo, se retrataba en su
en tu fortuna; por otra parte dicen quesoy
(semblante. - ... -
rica por parte de mi madre, demasiado ri
. Pero, dijo- ai fin Villefort rompiendo
ca tal vez; esplícate pues. el silencio, me parece que yo solo soy
Noirtier fijó su mirada ardiente sobrela
dueño de la mano de mi hija , quiero que
mano de Valentina. ¡se case con el señor Franz d'Epinay, se
— ¿Mi mano? dijo ella.
casará.
Si, dijo. Valentina cayó llorando sobre un si
—¿ Su mano? repitieron admirados todos|
llon.
los asistentes.... — Caballero, dijo el notario dirijiéndose
— ¡ Ah ! señores, bien veis que todo es
|al anciano, que pensais hacer de vuestra
inútil y que mi pobre padre está loco, dijo
fortuna, caso de que la señorita Valentina
Villefort. se case con el señor Franz?
— ¡ Oh ! esclamó de repente Valentina El anciano permaneció inmóvil.
ya comprendo, mi casamiento, ¿no es ver — Sin embargo, ¿tratais de disponer de
dad, padre mió? ella ?
,>¡ , si , si , repitió tres veces el paralí
Si, respondió Noirtier.
tico.
—¿No te agrada mi casamiento, no es —¿En favor de alguno.de vuestra fami-
verdad ?
113
150 ALIRUMI,

No. y esperaba en el salon. La señora de Vi


–¿Es favor de los pobres? llefort, demasiado conmovida para entrar
Si. de repente, pasó á su tocador, mientras
–Pero, dijo el notario, bien sabeis que que el procurador del rey, mas sobre sí
la ley se opone á que despojeis enteramen se dirijió inmediatamente al salon.
te á vuestros hijos. Por dueño que fuese de sus acciones,
Si. por bien que supiese componer su rostro,
–¿No dispondreis pues mas que de la el señor de Villefort no pudo disipar tan
parte que os autoriza la ley? bien la nube que oscurecia su frente, que
Noirtier permaneció inmóvil. el conde de Monte-Christo no reparáse
–¿Seguís siempre con las mismas in aquel aire sombrio y peñsativo.
tenciones de querer disponer de todo? —¡Oh! ¡Dios mio! dijo Monte-Chris
Si. -
to despues de los primeros saludos; que
–Pero despues de vuestra muerte ata teneis, señor de Villefort? ¿he llegado tal
carán el testamento. vez en el momento en que estendiais al
No. una acusacion capital? .
–Mipadre me conoce, caballero, dijo Villefort trató de sonreirse.
el señor de Villefort, sabe que su voluntad —vo, señor conde, dijo, aqui no hay
será sagrada para mí; por otra parte com mas víctima que yo; esta vez he perdido
prende que en mi posicion no puedo plei la causa, y todo por una casualidad, una
tear contra los pobres. locura, una manía.
Los ojos de Noirtierespresaron el triunfo. —¿Qué quercis decir? preguntó Mon
–¿Que decís, caballero? preguntó el te Christo con un interés perfectamente
notario á Villefort. finjido.¿Os ha sucedido en realidad algu
–Nada, caballero, mi padré ha toma na desgracia grave?
do esa resolucion, y yo sé que mi padre —¡Oh! señor conde, dijo Villefort con
no cambia nunca. Me resigno pues. una tranquilidad llena de amargura, ¡esto
Estos novecientos mil francos saldrán de no merece la pena deque se hable de ello!
la familia para enriquecer los hospitales; ¡Oh! no ha sido nada, una simple pér
pero jamas cederé ante un capricho de dida de dinero.
anciano, y obraré segun mi voluntad. —En efecto, respondióMonte Christo,
Y Villefort se retró con su muger, de una pérdida de dinero es poca cosa para
jando á su padre libre de testar como qui una fortuna como la que poseeis, y para
siese. un talento filosófico y elevado como lo es
Aquel mismo dia quedó cerrado el tes el vuestro!
tamento; buscáronse testigos, fué apro —Asi, pues, respondió Villefort, no es
bado por el anciano,firmado en su pre la pérdida de dinero lo que me preocupa,
sencia, y depositado en casa de Mr. Des aunque despues de todo, novecientos mil
Chams, notario de la familia. francos bien merecen ser sentidos, ó á lo
. XXI. menos causar un poco de despecho á la
EL TELEGRAFO,
persona que los pierde. Pero sobre todo,
Los esposos Villefort supieron al volver lo que unas me enoja es la casualidad, la
á su cuarto que el señor conde de Mionte fatalidad no sé cómo llamar al poder que
Christo habia venido á hacerles una visita dirije el golpe que me hiere y destruye
ATLBUM. 45

mis esperanzas, de fortuna tal vez, y el Al ver el conde que los dos esposos em
porvenir de mi hija por un capricho de pezaban á hablarporparábolas,tomó un
anciano.... e aire distraido, y miró con la mas profun
– ¡Calle!... ¿qué decis? esclamó el da atencion y con las mayores señales
conde. ¿Novecientos mil francos habeis de aprobacion á Eduardo, que derramaba
dicho? ;Oh! esasuma merece, comode tinta en el bebedero de los pájaros.
cis, ser sentida aun deun filósofo. ¿Y quién –Querida, dijo Villefort respondiendo
os causa ese pesar? á su muger, bien sabeis que á mi no le
—Mi padre, de quien ya os he hablado. gusta echarla de patriarca en mi casa, y
—; El señor Noirtier! Pero vos me ha que jamás he creido que la muerte del
beis dicho, si mal no me acuerdo, que universo dependiese de un movimiento de
tanto él como todas sus facultades están mi cabeza. sin embargo, importa que mis
completamente paralizadas.... decisiones sean respetadas en mi familia
–Si, sus facultades físicas porque no y que la locura de un anciano y el capri
puede moverse; no puede hablar, y sin cho de una niña no destruyan un proyec
embargo, piensa, desea, obra como veis. to fijo en mi imaginacion despues de mir
Hace cinco minutos que me he separado chos años. El baron d'Epinayera mi amigo,
de él, y en este momento está ocupado en una alianza con su hijo sería muy conve
dictar un testamento á dos notarios. niente,
—Pero, ¿ha hablado? —No sois de opinion, dijo la señora de
—No; se ha hecho comprender. Villefort, de que Valentina está de acuer
–¿Como? con él?..... en efecto..... siempre ha sido
–Por medio de la mirada; sus ojos han opuesta á ese casamiento, y no me admi
seguido viviendo, y bien lo veis, matan. raria que todo lo que acabamos de pre
—Amigo mio, dijo la señora de Ville senciar fuese un plan concertado entre
fort que acababa de entrar, tal vez exaje ellos.
rais la situacion. –Señora, dijo Villefort,no se renuncia
— eñora.... dijo el conde inclinándose así, creedme,á una fortuna de nuevecien
La señora de Villefort saludó al conde tos mil francos.
con la sonrisa mas amable. —Renunciaba al mundo, caballero,
—Pero ¿qué es lo dice el señor de Vi ¡puesto que hace un año queria entrar en
llefort?preguntó Monte-Christo;¿y qué un convento ! -

desgracia incomprcnsible?.... —No importa, repuso Villefort, repito


—¡Incomprensible, esa es la palabra! que ese casamiento se ará, señora.
repuso el procurador del rey encogién —¡A pesar de la voluntad de vuestro
dose de hombros; un un capricho de an padre! dijo la señora de Villefort tocan
ciano "? do otra cuerda, ¡eso es muy grave !
—No hay medio de hacerle variar esa Monte-Christo hacia como que no escu
decision ? chaba, y sin embargono perdia una pala
—Si tal, dijo la seora de Villefort; y bra de lo que hablaban.
aun diré que depende de mi marido el —eñora, repuso Villefort, puedo de
que ese testamento en lugar de ser hecho cir que siempre he respetado á mi padre,
en favor de lospobres, lo hubiera sido en porque al sentimiento natural de la des
favor de Valentina ! endencia iba unido en mí el convenci
132 ALBUM.

miento de su superioridad moral, porque —Tero, dijo Monte-Christo ¿no como


al fin un padre es sagrado bajo dos aspec-|ceis una causa de ese ódio?
tos; sagrado como nuestro creador, sagra –¡Oh! quién puede saber?....
do como nuestro dueño;ipero hoyldebo re -¿Alguna antipatía política tal vez ?...
nunciará reconocer una inteligencia en el| –En efecto, mi padre y el padre del
que, por un simple recuerdo de odio|señor d'Epinay han vivido en tiempos re
(
intra el padre, persigue así al hijo; se-|vueltos de los que yo no he visto mas que
ria pues ridículo para mí conformar millos últimos dias, dijo Villefort.
conducta con sus caprichós.Seguiré siem -¿Vuestro padre, no era bonapartista?
pre respetando al señor Noirtier. Sufriré|preguntó Monte-Christo. Creo acordarme
sin quejarme el castigo pecuniario que de que vos me habeis dicho una cosa por
me impone, pero permaneceré firme en ese estilo.
mi voluntad y el mundo apreciará de par —Mi padre ha sido jacobino antes de
te de quien estaba la razon En fin, yo ca todo, repuso Villefort, y la túnica de se
snré a mi hija con el baron Franz d'Epi nador que le puso sobre los hombros Na
nay, porque este casamiento es á mi juicio poleon no hacia mas que disfrazar al an
bueno, ysobre todo quiero casar á mi hi tiguo hombre, aunque sin cambiarle. Cuan
ja con quien mejor me parece. do mipadreconspiraba, no era por el em
—Y que, dijo el conde cuya aprobacion perador, era contra los Borbones, porque
habia solicitado con una mirada elprocu |lo mas terrible de mi padre es que jamás
rador del rey; ¡qué ! el señor Noirtierdes|trabajó en favor de utopias irrealizables, si
hereda á la señorita Valentina porque se solo por cosas posibles, aplicando al mejor
va á casar con el señor baron Franz d'E-|éxito de susplanes las horribles teorías de
pinay. la Montaña que no cejan jamás.
–¡Oh! si, si señor; esa es la razon, —¡Pues bien ! dijo Monte-Christo; eso
dijo Villefort encogiéndose de hombros. es; el señor Noirtier- y el señor d'Epinay
–La razon visible, á lo menos; añadió se habrán encontrado en esastrifulcas po
la señora de Villefort. líticas. El general d'Epinay, aunque sirvió
—La razon real, señora. Creedme, yo á Napoleon,¿no conservó en el fondo del
conozco á mi padre. corazonsentimientos realistas y no fué ase
—¿Cómo se concibe eso? respondió la sinado una noche al salir de un club de
señora;¿en que puede desagradar el señor partidarios de Napoleon, donde le habia
d'Epinay al señor de Noirtier? atraido la esperanza de encontrar en él
—En efecto,dijo el conde, he conocido un hermano?
al señor Franz d'Epinay, ¿el híjo del ge Villefort miró al conde casi con terror.
neral Guesnel, no es verdad, que fué he —Me engaño,tal vez ... dijo Monte
cho baron d'Epinay por el rey árlos X? Christo.
—;Justamente repuso Villefort. —No, caballero, dijo la señora de Vi
— Pues bien !... es un jóven encanta llefort, y esa por el contrario, es la causa
dor á mi parecer ! · porque el señor de Villefort ha querido
—¡Oh! estoy segura de que no es mas que se amasen dos hijos cuyos padres se
que tin pretesto, dijo la señora de Ville habian aborrecido.
fort; los ancianos son muy tiranos en suis —¡ “ublime idea !.... dijo Monte-Cris
afecciones;y el señor de Noirtier no quie
re que su nieta se case! to; idea llena de caridad y que debia ser
ALBUM. A53

aplaudida por el mundo. En efecto sería –Teneis razon, caballero, esclamó la


hermoso ver llamarse á la señorita Noir señora de Villefort con una entonacion im
tier de Villefort, señora Franz d'Epinay sible de describir; eso es injusto, odio
villefort se estremeció y miróáMonte lamente injusto; eso pobre Eduardo ta
Christo como si hubiese querido leer en el ieto es del señor Noirtier como Valenti
fondo de su corazon la intencion que ha a, y sin embargo si Valentina no se
bia dictado las palabras que acababa de sase con el señor d'Epinay, el señor Noir
pronunciar. tier la dejaria toda su fortuna; adem
Pero el conde conservó su bondadosa Eduardo lleva tambienel nombre de fami
sonrisa en los labios,ytambien esta vez, ia. lo cual no impide que de todos mo
apesar de la profundidad de sus miradas, Valentina sea tres veces mas rica que él
el procurador del rey no pudo traspasar la El conde seguia escuchando con aten-
epidermis. ion sin decir palabra.
—Asi, pues, repuso Villefort, aunque —Mirad, dijo Villefort, mirad señor
sea una gran desgracia para Valentina el|conde, dejémonos de esas pequeñeces de
perder la fortuna de su abuelo, yo no creo|familia; si, es verdad, mi fortuna aumen
por eso que se desbarate el casamiento;|tará la renta de los pobres, que son aho
no creo yo tal del carácter del señor d'Epi-|ra los verdaderos ricos. Mi padre me ha
nay, él verá que mi voluntad no ceja ape-|brá frustrado una esperanza legítima, sin
sar de esa suma que sacrifico por cumplir |razon; pero yo habré obrado comoun hom
le mi palabra, calculará que Valentina es|bre de honor. El señor d'Epinay, á quien
rica por los bienes de su madre adminis-|yo habia prometido esta suma , la recibi
trados por el señor y señora de Saint-Me-|rá aunque para ello tuviera que imponer-
ran, sus abuelos maternos, que la aman me lás mayores privaciones.
tiernamente, amor correspondido por par —Sin embargo, repuso la señora de
te de ella, Villefort, volviendo á la única idea que
—Y bien merecen ser amados y aten rebullia incesantemente en su corazon,
didos con los mismos cuidados que Valen tal vez seria mejor confiar este suceso al
tina tiene por el abuelo Noirtier, dijo la señor d'Epinay, y que nos dispensase de
señora de Villefort; ademas, van ávenir nuestro compromiso.
á Paris dentro de un mes todo lo mas; y —¡Oh! seria una gran desgracia ! es
Valentiná, despues de su llegada no po clamó Villefort.
drá refugiarse como lo ha hecho hasta —¡Una gran desgracia ! repitió Monte.
aqui al lado del señor Noirtier. Christo.
El conde escuchaba complacido la con —Sin duda, repuso Villefort; un casa
traria voz de estos añores propios heri miento desbaratado, y por razones pecu
dos,y de estos intereses destruidos. niarias, desfavorece mucho á una jóven;
—1'ero yo creo, dijo Monte-Christo des luego despues, volverian á nacer antiguos
pues de un instante de silencio, y ospido rumores que yo queria apagar. Pero no,
perdon de antenano por lo que voy á de no sucederá tal; el señor d'Epinay, si es
ciros. yo creo que si el señor Noirtierdes honrado, se verá mas comprometido que
hereda á la señorita de Villefort, culpa antes con motivo de la desheredacion;
ble por querer casarse con un jóven cuyo
padre ha detestad o, no tiene que echar e n sino obraria como un avaro: no, es im
cara lo mismo al pobre Eduardito. posible
114
451 AL BUM.

–Yopienso como el señor de Villefort, que la cumple aun cuando sea en perjui
dijo Monte-Christo fijando su mirada so-|cio suyo; ¿cómo no la cumplirá cuando
bre la señora de Villefort; y si yo fuese gana en ello?
bastante amigovuestro para daros un con -Y, preguntó Villefort, ¿la rennion
sejo, os invitaria,puesto que el señor d'Epi tendrá lugar en vuestra casa de los Cam
nayva á volver pronto, segun me han di pos Eliseos?
cho, á anudar ese asunto de modo que –No, dijo Monte-Christo, y por eso
_fuese imposible desatarlo; le comprome tendrá mas mérito vuestra asistencia; es
eria de tal manera que no detuviese mas en el campo.
remedio que acceder á los deseos del se -¿En el campo?
ñor de Villefort. –Si.
Este último se levantó transportado de –¿Y donde? será cerca de Paris, no
una alegria visible, mientras que su mu es verdad?
ger palidecia ligeramente. —A media milla de la barrera, en An
—Bien, dijo: eso es todo lo que yope tenil.
dia, y yo me alegraria infinito de ser tan –¡ En Antenil! esclamó Villefort. ¡Ah!
buen consejero como vos, dijo presentan ¡es verdad! mi mujer me ha dicho que
do la mano á Monte-Christo. Asi, pues, ibais á Antenil algunas veces, puesto que
que todos consideren lo que ha sucedido alliteniais una preciosa quinta.¿Y en que
hoy, como si nada hubiese pasado; en ma sitio de Antenil?
da han cambiado nuestros proyectos. —En la calle de la Fontaine.
—Caballero, dijo el conde, el mundo –¿Calle de la Fontaine? repuso Ville
porinjusto que sea, sabrá apreciar como fort con voz ahogada; ¿y en que núme
es debido vuestra resolucion, os respondo ro?....
de ello; vuestros amigos se enorgullece —En el número 28.
rán, y el señor d'Epinay, aunque tuviese —Oh! esclamó Villefort..... luego en
que tomar sin dote á la señorita de Ville tonces à vos es á quien han vendido la ca
fort, tendrá un gran placer en entrar en sa del señor de Saint-Meran?
una famila que sabe elevarse á la altura –¿ Del señor de Saint-Meran? preguntó
de tales sacrificiospor cumplir su palabra Monte-Christo.¿Pertenecia esa casa alse
y su deber l ñor de Saint-Meran?
Y al acabar de pronunciar estas pala –si, repuso la señora de Villefort; y
bras, se habia levantado y se disponía á ¿creereis una cosa, señor conde?
partir. –¿Que?
—¿Nos dejais ya, señor conde? pre –¿Encontrais bonita esa casa, ¿no es
verdad?
guntó la señora de Villefort.
–Encantadora.
—Es preciso, señora, venia solo á re
–Pues bien, mi marido no ha querido
cordaros vuestra promesa para el sábado. habitarla nunca.
–¿Temiais que la hubiésemos olvidado? —¡Oh! repuso Monte-Christo, en ver
–Sois demasiado bondadosa, señora; dad, caballero, es esa una prevencion cuya
pero el señor de Villefort tiene á veces tan causa no puedo adivinar.
graves y tan urgentes ocupaciones... —No me gusta vivir en Antenil, caba
–Mi marido ha dado su palabra, caba llero, respondió el procurador del rey ha-
llero, dijo la señora de Villefort; bien veis|ciendo un esfuerzo sobre sí mismo.
ALBUMI. 455

-Pero yo no seré tan de graciado, dijolcho de aquelgefe todo poderoso; entonces


con inquietud Monte-Christo, que esa an-|creia en los genios, en las sílfides, en fin,
tipatía me prive de la dicha de recibiros. |en los poderes ocultos, y me reia. Ahora
—No, señor conde.... asi lo espero.....|pues nunca me habian dado ganas de ver
creed que harétodo cuanto pueda, murmu-|de cerca á aquellos inmensos insectos de
ró Villefort. vientres blancos, y de patas negras y del
–¡Oh 1 repuso Monte-Christo, no ad-|gadas, porque temia encontrar debajo de
mito escusa. El sábado á las seisosespero,|sus alas de piedra al pequeño genio huna
y si no vais, creeré, ¿que sé yo?..... Que no pedantesco. atestado de ciencia y de
hay acerca de esa casa inhabitada despues májia. Pero una mañana supe que el mo
de veinte años..... una lúgubre tradicion,|tor de cada telégrafo era un pobre diablo
alguna sangrienta leyenda. de empleado con 1200 francos al año, ocu
–Iré, señor conde, iré, dijo vivamente pado todo el dia en mirar, no al cielo, co
Villefort. mo un astrónomo, ni al agua, como un
–Gracias, dijo Monte Christo. Ahora pescador, ni al paisaje como un cérebro
es preciso que me permitais despedirme de vacío, sino á un correspondiente insecto
WOS, blanco tambien de patas negras y delga
—En efecto, habeis dicho que teniais das, colocado á cuatro ó cinco leguas de
precision de dejarnos, dijo la señora de distancia. Fntonces senti mucha curiosi
Vil efort. Y creo que ibais á decirnos la dad por ver de cerca á aquel insecto y
causa de vuestra marcha repentina. asistir á la maniobra de que se valia para
—En verdad , señora , dijo Monte comuncicar las noticias al otro insecto.
Christo; no sé si me atreveré á deciros —¿Y ahora vais allá?
donde voy. –Si.
–¡Bah! perded ese temor... –¿A que telégrafo?¿Al del ministerio
—Puesvoy ávisitar una cosa que meha del interior ó al del observatorio?
hecho cavilar horas enteras. –¡Oh no! encontraria en ellosperso
–¿El que?... nas que me querrian obligar á compren
–Un telégrafo. der cosas que yo quiero ignorar, y me es
—¡Un telégrafo ! repitió la señora de plicarian á mipesar un misterio que ellos
Villefort. mismos no conocen. ¡ Diablo! quiero con
—Si, si, un telégrafo. He visto varias servar las ilusiones que tengo aun sobre
veces en un camino sobre un monton dellinsectos; bastante es el haber perdido las
tierra, levantarse esos brazos negrosseme-|que tenia sobre los hombres. No iré, pues,
jantes á laspatas de un inmenso insecto,y|ni al telégrafo del ministerio del interior
nunca fué sin emocion, os lo juro, porqueni al del observatorio. Lo que deseo ver
pensaba que aquellas señaleses rañas hen-|es el telégrafo del campo, para encontrar
diendo el aire con tanta precision, y que en él al hombre honrado petrificado en su
llevaban á trescientas leguas la voluntad|torre.
desconocida de un hombre sentado delan –Sois un singulargran señor, dijo Vi
te de una mesa, á otro hombre sentado al|llefort.
estremo de la linea delante de otra mesa; –¿Qué línea meaconsejais que estudie!
se dibujaban sobre el gris de las nubes óel —De la que mas se ocupan todosalpre
azul del cielo, solo por la fuerza del capri-lsente.
56 ALB UMI,

-¡Bueno! de la de España, ¿eh? mente en el momento en que pasaba el


—Justamente. . |conde, hacia mover sus largos y descar
—Quereis una carta,del ministro para nados brazos y llegó á la torre de Mont
que os espliquen..... lhery, situada, como se sabe, sobre el
—No, dijo Monte-Christo, porque os punto mas elevado de la llanura" de este
epito que no quiero comprender nada. nombre.
esde el momento en que comprenda al Al pié de la colina, el conde echópié á
, ya no habrá telégrafo, no habrá ierra, y por un pequeño sendero circular
e una señal de Mr. Duchateló del se de diez y ocho pulgadas de ancho, empe
Fñor Montalivet trasmitida al prefecto d zo á subir la montaña: así que hubo lle
Bayona en dos palabras griegas—telé–gra gado á la cima se encontró detenido por
plein. El insecto de las patas negras y pa un vallado sobre el cual los frutos verdes
labra espantosa es lo que yo quiero con habian sucedido á las flores sonrosadas y
servar en toda su pureza y en toda mive blancas. -

neracion. Monte-Christo buscó las puertas del jar


–Pues marchad, porque dentro de dos dincito, y no tardó en hallarlas. Consistia
horas, será de noche y no vereis nada. esta en una especie de enrejado de made
—¡Diablo! ¡ me asustais ! ¿cuál es el ra, que giraba sobre goznes de mimbre, y
mas próximo? |cerrada por medio de un clavo y de un
—El del camino de Bayona. bramante bastante grueso. En un instante
—Bien, ¡ sea el del camino de Bayona ! quedó el conde enterado del mecanismo
—El de Chatillon. |y la puerta se abrió.
–¿Y despues del de Chatillon? El conde se encontró entonces en un
—El de la torre de Montlhery, segun jardincito de veinte pies de largo por doce
creo, - -- de ancho,limitado un lado por la parte de
—¡Gracias! hasta la vista, el sábado os cerca en la cual estaba colocada la inge
contaré mis impresiones. niosa máquina que hemos descrito bajo el
Encontróse el conde á la puerta á los nombre de puerta, y el otro por la anti
dos notarios que acababan de desheredar gua torre cubierta de musgo, de hiedra y
áValentina, y que se retiraban encanta de alelíes silvestres.
dos de haber estendido un acta de tal es Nadie hubiera creido al verla tan flore
pecie qie no podia menos de hacerles mu cida que podria contar tantos dramas ter
cho honor. ribles, si uniese una vozá los oidos amena
XXII. zadores que un antiguo proverbioatribuye
EN QUE se ver A E. MEDIO DE LIBERTAR á las paredes.
"Á cNARoseno De Los Liaones (1) que Recorríase estejardin siguiendouna ca
cóMEN sus ALARicootes. " " lle de árboles cubierta de arena roja. Esta
El conde de Monte-Christo no fué, co calle tenia la forma de un 8y daba vuel
mo había dicho, aquella tarde ávisitär e tas enlazándose de modo que hacia en un
telégrafo; pero la mañana siguiente salió ardín de veinte pies un paseo de sesenta.
por la barrera del Infierno, tomó el cami Jamás fué honrada Flora, la risueña y
no de orleans, pasó el pueblo de Linas tresca diosa de los "buenos jardineros lati
sin detenerse en el telégrafo, que, justa" nos, con un culto tan minucioso y tan puro
-
|como lo era el que la rendian en este jar

(1) Laon , especiede raton de los Alpes. dincito. e


ALBUM. 17
En efecto, de veinte rosales que brota-| Tenia doce hojas de parra y casi la mis
ban en el jardin, de cuyas hojas no habiama cantidad de fresas.
una que llevase señal de las picaduras de| El buen hombre, al levantarse, estuvo
los moscones, nisiquiera una planta queá pique de dejar caer lasfresas, las hojas
estuviese dañada por los pulgones ó insec-y el plato que las contenia.
tos que asolan y roen las plantas que na-| — Olal Estais cogiendo fresas, ¡e
cen sobre un terreno húmedo; no era sin dijo Monte-Christo sonriendo.
embargo humedad lo que faltaba á este —Perdonad, caballero, respondió el
jardin; la tierra negra como el lodo, el buen hombre quitándose su gorra, no es
opaco follage de los árboles lo denotaban toy allá arriba, es verdad, pero ahora
bien; por otra parte la humedad facticia mismo acabo de bajar. -

hubiera suplido pronto á la humedad na-| -Que no os incomode yo en nada, ami


tural, gracias á una especie de pequeño"go mio, dijo el conde, coged vuestras fre
estanque redondo lleno de agua encenaga |sas, si aun os queda alguna por coger.
da que habia en uno de los ángulos del| -Aun quedan diez, dijo el hombre,
jardin, y en el cual permanecian conti-porque aquí hay once, y conté ayer vein
nuamente sobre una capa de verdin, unate yuna, cinco mas que el año pasado.
rana y un sapo que sin duda por la diver-Pero no es estraño, la primavera ha sido
sidad de carácter se volvian continuamen-este año muy calurosa, y ya sabreis, ca
te la espalda en los dos puntos opuestos del ballero, que lo que las fresas necesitan es
círculo del estanque. calor. Esa es la razon porque en lugar de
Por otra parte, no se vela una yerba en diez y seis que cogí el año pasado tengo
la calle de árboles, niun malretoño pará este año, mirad, once cogidas; trece... ca.
sito: pues que, no cuida con tanto esme- torce. quince... diez y seis... diez y sie
ro una hacendosa doncella los geranios,|te. diez y ocho... ¡Oh! ¡Dios mio me
acaciar y rosales de sus macetas de porce-faltan tres,pues ayer estaban, caballero,
lana, que lo hacia en aquel jardin su due-ayer estaban, no me cabe duda, las conté
ño hasta entonces invisible. muy bien. Nadie sino el hijo de la tia Si
Monte-Christo se paró despues de ha-|mon puede habérmelas quitado; esta ma
ber sujetado la puerta con su clavo y suñana me pareció haberle visto andar por
cuerda, y con una mirada recorrió toda aquí. Robar en un jardin, no sabe él á lo
la propiedad. que esto puede conducirle l...
- egun parece, se dijo, el encargado|| —En efecto, dijo Monte-Christo, eso
de este telégrafo tendrá algun jornalero á es muy grave, pero vos tendreis en con
propósito para estejardinó es que se de- sideracion la juventud del delincuente y
dica con pasion á la agricultuaa. su glotonería.
De repente echó de ver un bulto oculto| -“eguramente, dijo el jardinero; sin
detrás de una especie de matorral; este embargo no es por eso menos desagrada
bulto se levantó dejando escapar una es-|ble. Pero ospido perdon de nuevo, ca
clamacion que denotaba su asombro, y ballero es tal vez algungefe á quien hago
JMonte-Christo se encontró frente de un esperar?
buen hombre que representaba unos cin-| E interrogaba con una mirada tímida al
cuenta años y que cogia fresas que las y á su frac azul.
colocando sobre hojas de parra. —Tranquilizos, amigo mio, dijo el
115
458 ALBUMI.

conde con aquella sonrisa que tan terri la mitad; un abridor soberbio y que es»
ble y tan bondadosa sabia hacer, seguntaba escelente. ¡Nunca he comido otro
su voluntad; y que esta vez no espresaba igual !
mas que la bondad, yo no soy un gefe -¿Pues cómo le comisteis?.... pregum
que vengo áinspeccionar vuestras accio tó Monte-Christo.
nes, sino un simple viagero cenducidopor -Es decir, la mitad que quedaba, ya
la curiosidad y que empieza á echarse en comprendereis. Estaba esquisito, caballe
cara su visita al ver que os hace perder ro. ¡Ah! ¡diantre l Estos señores no es
vuestro tiempo. cojen los peores bocados. Lo mismo que
-¡Oh! mitiempo no importa, repuso el hijo de la tia Simon, no ha elejido las
el buen hombre con una sonrisa melancó peores fresas! Pero este año, continué el
lica. Sin embargo este tiempo pertenece jardinero, no sucederá eso, aunque tenga
algobierno y yo no debiera perderle, pe. que pasar la noche de centinela cuando
ro habia recibido la señal que me anun yo vea que están prontas á madurar.
ciaba que podia descansar una hora (ymi Monte-Christo habia visto bastante ya pa
ró hácia un reloj de sol, porque de todo ra poder juzgar. Cada hombre tienesu pa
habia en la torre de Montlhery) y ya veis, sion, lo mismo que cada fruta su gusano;
aun tenia diez minutos de que disponer; la del hombre del telégrafo, era como se
ademas mis fresas estaban maduras y un ha visto, una estremada aficion al cultivo
dia mas....¿Por otra parte, creeriais, ca de las flores y de lasfrutas....
ballero, que los lirones me lascomen? Pusose á arrancar algunas hojas de
—¡Calle!.... pues no lo hubiera crei la parra que impedian diese el sol á los
do, respondió gravementeMonte-Christo, racimos con lo que conquistó el corazon
es una vecindad muy mala la de los liro deljardinero.
nes, particularmente para nosotros que –¿El señor habrá venido tal vez para
no los comemos conservados en miel como ver el telégrafo? le dijo éste.
hacian los romanos. –Si señor, si es que no está prohibido
-¡Ah! ¿los romanos los comian?.... por los reglamentos.
esclamó el jardinero, ¿se comian los liro – ¡Oh! no señor, dijo el jardinero,
nes? atendido á que no hay nada de peligroso,
—Yo lo he leido en Pétrone, dijo el puesto que nadie sabe ni puede saber lo
conde. que decimos. -

—¿le veras?.... pues no dbee ser eso —Me han dicho, en efecto, repuso el
muy saludable. Por mas que se diga: gor conde, que repetis señales que vos mis
do como un liron. Y no es estraño, caba mo no comprendeis!
llero, que los lirones estén gordos, aten –Seguramente, caballero, y me agra
dido á que no hacen masque dormir todo da mas así, dijo riendo el hombre del te
el santo dia, y no se dispiertan sino para légrafo.
roer y hacer daño durante la noche. Mi –¿Por qué os agrada mas así?
rad, el añopasado,tenia yo cuatro alba –Porque de este modo no tengo res
ricoques; me comieron uno.Yo teniatam ponsabilidad.Yo soy una máquina,y con
bien un abridor, uno solo, es verdad que tal que obre no me piden mas.
esta es fruta rara;pues bien, caballero, –¡Diablo l dijo Monte-Christo, ¿ha
me lo devoraron.... es decir, devoraron bré dado por casualidad con un hombre
ALBUM, %)

que no tuviese ambicion?..... seria jugar ojos á fuerza de tanto mirar, pero al cabo
con desgracia. de uno ó dos años se acostumbra uno á
—Caballero, dijo eljardinero echando ello; luego despuestambien nosotros te
una ojeada hácia su reloj de sol, los diez nemos nuestras horas de recreo y nues
minutos van á espirar, yo vuelvo á mi tros dias de vacaciones..
puesto. ¿Quéreis subir conmigo? —¿Vuestros dias de vacaciones?
"–Ya os sigo. —Si.
Monte-Christo entró en efecto en la tor –¿Cuáles?
re dividida en tres piscs; el bajo contenia —Los dias en que hay neblina.
algunos instrumentos de labranza, como -¡Ah! es justo.
azadones, espiochas, regaderas apoyadas —Esos son mis dias de fiesta; bajo al
contra la pared; este era todo el mueblaje. jardin estos dias, planto, cavo, siembro...
El segundo piso era la habitacion ordi y en fin... se pasa el rato.....
naria ó mas bien nocturna del empleado; –¿Cuánto tiempo hace que estais aquí?
contenia algunosutensilios de poco valor, —Hace ya diez años y cinco de super
‘cómo una cama, una mesa, dos sillas, una numerariado... son quince...
cántara de barro, ademas algunas yerbas –Vos teneis...
secas colgadas del techo, y que el conde —Cincuenta y cinco años...
reconoció por guisantes de olor y albari —¿Cuánto tiempo de servicio necesitas
coques de España cuyas semillas conser para obtener la pension?....
vaba el buen hombre dentro de sus cap —¡Oh! caballero, veinte ycinco años.
sulas naturales; todo esto lo tenia tan bien —¿Y de cuánto es esa pension?....
guardado como hubiera podido hacerlo el —De cien escudos.
mejor botánico del jardin de plantas. •–¡Pobre humanidad! murmuró Mon
—Senecesita mncho tiempo para apren te-Christo.

der la telegrafia, amigo mio?.... pregun —Qué decis... caballero?... preguntó


tó Monte-Christo. el empleado. -

-No es tan largo el estudio como el —Digo que eso es muy interesante.....
supernunnerariado. —¿El qué?...
-¿Y qué sueldo teneis?. ... —Todo lo que me enseñais..... ¿y vos
—Mil francos, caballero. nocomprendeis nada de vuestras señales?..
—No es mucho. —Nada absolutamente.
—No; pero dan la habitacion, como .—¿No habeis "procurado comprender
veis. nada ?...
Monte Christo miró el cuarto. —Jamás;¿y de qué me serviria?...
Pasaron despues al tercer piso; este era —Sin embargo, señales hay que se di
la pieza destinada al telégrafo. Monte rigen directamente á vos.
Christo miró sucesivamente los dos manu –ºin duda.
bios de hierro, con cuya ayuda el emplea —Y esas si las comprendereis.
do hacia mover la máquina. -
-Siempre son las mismas.
—Esto es muy interesante, dijo, pero -¿Y dícen?...
esta es una vida que deberá pareceros un —Nada de nuevo.... teneis una hora....
poco insípida? -
() lasta mañana...
-Sí, al principio duelen un poco los —Eso es del todo inocente, dijo el con
48) anum.
de; pero mirad ¿no veis á vuestro telé –¿De cuanto es esa multa?...
grafo opuesto que se pone en movimiento? –De cien francos.
—¡Ah! es verdad; gracias, caballero.| —La décima parte de vuestro sueldo;
—¿Y qué os dice? ¿comprendeis algo? esuna diversion!
—Sí, me preguntá si estoy pronto. —¡Ah! esclamó el empleado.
–¿Y le respondeis? —¿Os ha sucedido eso alguna vez dijo
-Por la misma señal, que revela á mi Monte-Christo.
colega de la derecha que estoy pronto, —Una vez, caballero, una vez que es
mientras que invita al de la izquierda á taba regando un rosal... -

que se prepare á su vez. —Bien. Ahora si cambiaseis alguna se


—Eso es muy ingenioso, dijo el conde. ñal ó transmitieseis otra?
—Vaisáver, repuso con orgullo el buen —Entonces, eso es diferente, seria des
hombre, dentro de cinco minutos va á pedido y perderia mi pension.
hablar. —¿Trescientos francos?.
–Tengo aun cinco mínutos, dijo Mon —Cien escudos, si señor; con que ya
te-Christo, esto es mas de lo que necesito. comprendereis que nunca haré tal cosa.
Amigo mio, permitid que os haga una —¿Ni por quince años de vuestro suel
pregunta. do? Veamos, esto merece reflecsionarse
–Hablad. bien.
—¿Vossois apasionado á los jardines? —¿For quince mil francos?
—En estremo. "l.

—Y seriais feliz, si en lugar de tener —Caballero, me espantais.


un jardinillo de veinte pies, tuviéseis una – Bah!
huerta y jardin de dos fanegas de tierra?... —Caballero, ¿vos quereis tentarme?
– Señor, haria de él un paraiso ter-| —¡Justamente! Quince mil francos,
restre. omprendeis?...
—¿Vvis mal con vuestros mil francos? —Caballero, dejadme mirar á mi cole
—Bastante mal; pero en fin vivo. ga de la derecha.
—Sí, pero no teneis mas que un mise —Al contrario, no le mireis y mirad
rable jardin. esto, -

—; Ah! es verdad, el jardin no es —¿Que es eso?


grande. —; Como! ¿no conoceis estos papeli
—Y.... pequeño como es, es devorado toS.
por los lirones. —¿Billetes de banco?
—Esa es una plaga. —Justo; quince hay.
—Decidme, si tuvieseis la desgracia de –¿Y á quien pertenecen?
volver la cabeza cuando vuestro colega ha —A vos, si quereis.
blase?... —¡A mi! esclamó el empleado sofo
–No le veria. cado.
—¿Entonces que sucederia? . –¡Oh, Dios mio! á vos, si, á vos.
–Que no podria repetir sus señales. —Caballero, ya empieza á moverse mi
—¿Y despues? - - colega de la derecha.
—Y despues sucederia que no repitién —Dejadle mover....
dolas por descuido ó por lo que fuese... me -Caballero, me habeis distraído,y me
exijirian la multa. van á exijir la multa...
. - 11 aun· 461
-Eso os costará cien francos; bien ves -Si, pero.... "

que teneis interés en tomar mis quince bi -Por este poco trabajo tendreisalbari
lletes de banco, - ; ." . cogues buenos... .
–Caballero, mi colega de la derecha se El empleado empezó á maniobrar, .6In-
impacienta, redobla sus señales. |cendido el rostro y sudando á mares, el
—Dejadle obrar, y tomad. |buen hombre ejecutó una tras otra las tres
El conde puso el paquete en las manos señales que le dió el conde, á pesar de
del empleado. las espantosas dislocaciones del colega de
—Ahora, dijo, esto no es todo; con lla derecha , que no comprendiendo nada
vuestros quince mil francos no podreis vi de este cambio, empezaba á creer que el
vir. " hombre de los abridores se habia vuelto
-Conservaré mi destino. | loco,
—¡No; le perdereis! porque vais a ha En cuanto al colega de la izquierda, re
cer otro señal diferente de la de vuestro pitió concienzudamente las mismasseñales »

colega. * | que fueron recojidas en el ministerio del


-¡Oh! caballero, ¿que es lo que me interior.
proponeis? "| —Ahora sois ya rico, repuso Monte
—Una niñada. , , , Christo,
—Caballero, á menos de obligarme... -Si, respondió el empleado, pero ¿á

—Pienso obligaros efectivamente... |que precio?...


-
-r -

Y Monte-Christosacó de su bolsillo otrolChristo,


T —Escuchad, amigo mio, dijo, Monte.
"

paquete, -

no quiero que tengais remordi


—Aqui teneis otros diez mil francos mientos creedme, porque os lo juro, no
dijo; con los quince que están en vuestro habeis causado ningun perjuicio á nadie,
bolsillo,son veinte y cinco mil.Con cinco y habeis hecho al contrario una buena ac
mil francos comprareis una bonita casa y cion.
dos fanegas de tierra; con los veinte mil|| El empleado miraba los billetes de ban
podreis procuraros mil francos de renta. co, los palpaba, los contaba, estaba pálido,
-

-¿Un jardin de dos fanegas?... |estaba colorado; al fin se precipitó hácia


-Y mil francos de renta, su cuarto para beber un vaso de agua; pe
-¡ Dios mio! ¡Dios mio!... ro no tuvo tiempo de llegar hasta la fuente,
—¡Tomad pues!... Y se desmayó en medio de sus albaricoques
Y Monte-Christo puso á la fuerza en la SGCOS.,, ,
mano del empleado el otro paquete de diez|.
mil francos. Cinco minutos despues de haber llegado
-¿Que debo hacer? al ministerio la noticia telegráfica, ebray
--Nada que os cueste trabajo. . hizo enganchar los caballos á su coupé, y
-¿Pero en finº.... corrióá casa de Danglars.
—Repetir las señales que os voy á dar. — Tiene vuestro marido vales de inte
Monte-Christosacóde su bolsillo unpapel rés del empréstito español dijoá la baro
en el que habia trazadas tres señales y otros IOSa.
tantos números indicaban el órden con que —l Yo lo creo! lo menos por seis millo
debian ejecutarse. I16S,

-No será muy largo como veis. -Que los venda á cualquier precio.
116
462. ALBUM.

–¿Por qué?
|se consideraron arruinados y pasaron utia
-Porque don Carlos se ha escapadode mala noche.
Bourgesy ha entrado en España. Al dia siguiente se leia en el Moniteur: ,
-¿Como lo sabeis?... «No tenia ningun fundamento la noti
–¡Diantre! como sé yo todas las noti cia del Messager de anoche que anunciaba
cias?... la fuga de don Carlos y la sublevacion de
La baronesa no se lo hizo repetir otro Barcelona.
vez; corrió á ver á su marido, el cual cor «El rey don Carlos nohasalido de Bour
rióá su vez á casa de su ajente de cambio ges,y la peninsula goza de la mas perfecta
y le mandó que lo vendiese todo á cual tranquilidad.
quierprecio. «Una señaltelegráfica,malinterpretada
Cuando todos vieron que Danglarsven á causa de la niebla, ha dado lugará este
dia, losfondos españoles bajaron alpunto. error.»
Danglars perdió quinientos mil francos, Los fondos subieron el doble de lo que
pero se desembarazó de todos sus vales de habian bajado. -"
interés.... Esto causó á Danglars la pérdida de un
Aquella noche se leia en el Messager. millon.
Despacho telegráfico. –¡Bueno! dijo Monte-Christo á Mor
«El rey don Carlos se ha escapado de rel, que estaba en su casa en el momento»
Bourges, y ha entrado en España por la en que le anunciaban la estraña jugada de
frontera de Cataluña. Barcelona se ha su que habia sido víctima Danglars; acabode
blevado en favor suyo.» hacer por veinte y cinco mil francos un
Durante toda la noche no se habló mas descubrimiento por el que hubiera dado
que de la prevision de Danglars que habia cien mil.
vendido sus créditos, y de lafelicidad que –¿Que habeis descubierto? preguntó
habia tenido en no perder mas que qui Maximiliano.
nientos mil francos en semejante jugada. —Acabo de descubrir el medio de librar
Los que habian conservado susvales ó á un jardinero de los lirones que le comiaa
los que habian comprado los de Danglars, sus albaricoques.

EIN DEL TOMO PRIMERO.


4
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