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¡No le busquéis más...!

(A Federico García Lorca, in memoriam)

¡No le busquéis más entre los muertos, no a quien cuyo Duende


alienta y alentará por siempre entre nosotros...!

No, no le busquéis más, no busquéis sus blancos huesos de afrenta,


no remováis más la negra turba de nuestra más infame vergüenza,
no turbéis de nuevo el seno sacro de la Madre Tierra, la Diosa
Primera a La que tanto amó Federico y por Ella fue amado... No, no
busquéis más los trágicos despojos de aquel que ya es inmortal, y
resplandece en las esferas o dimensiones superiores, allá, bello y
triunfante, en el Olimpo de los Selectos, Favorito de las Musas,
Copero de Zeus, Amigo de Apolo, Colega de Dionisos, Hermano de
Hermes, Confidente de Isis, Cómplice de Hécate, Paje de Minerva...
No, no volváis a agitar el poso maldito de la memoria del odio, no
invoquéis, torpes aprendices de brujos, el conjuro de la sin-razón, el
fanatismo, la bestialidad fraterna y la venganza... No, no finjáis los
unos, ralea de los asesinos, hijos de la “peor y más cerril burguesía
fascista de Europa”, que ahora le honráis, veneráis y lamentáis su
insultante martirio, porque siempre le habéis rechazado, burlado y
difamado por todo lo que él era y sentía, cerrados de mente, pobres
de alma, envidiosos de espíritu, inquisidores de poetas y creadores,
ricos quizás algunos en vil materia pero más que mendigos
paupérrimos en libertad y grandeza de pensamiento..., persistentes
en vuestros rutinarios rituales de santurrona hipocresía, refugiados
para siempre en la fortaleza patética de vuestros millones y la sucia
y a la par ridícula escudería de vuestros pésimos y malolientes
chistes de “rojos”, “sudacas”, “moracos” y “maricones”... Pero
tampoco le conjuréis vosotros, sectarios que con similar fariseismo
clamáis ante todos que lo amáis, veneráis e idolatráis, como si su
exquisita memoria y sus mismos restos os pertenecieran en
exclusiva, cuando él jamás sirvió en rebaño alguno ni militó en
vuestros ejércitos partidarios, demasiado puro y libre para
enfangarse en vuestros lodos gregarios... No, Federico, el divino
Federico, el Gran Poeta, el Iluminado del Parnaso en medio de una
España destrozada y convulsa entregada al delirio de su más
abyecta autodestrucción, ya posee su Templo, su propio Templo
prístino e inconmovible, labrado en las armonías musicales de su
dulce y profunda Palabra transmutada en Etérea Inmortalidad a
través de la alquimia hechicera de su genio... No necesita para
nada vuestros groseros mausoleos minimalistas de buenismo
progre descafeinado avariento de votos...

Los pequeños asesinos, sus traicioneros delatores y verdugos no


fueron sino gusanos infectos y ciegos, babosas repletas por la
brutalidad o la bilis del odio, el resentimiento y la, por desgracia,
muy ibérica envidia... No merecen ser nombrados a su lado ni tan
siquiera para ser execrados. Y en cuanto al Gran Asesino, al
mediocre, acomplejado, cruel y ridículo tirano que permitió tan
espantoso, injusto, estúpido y cobarde crimen, ya empezó a recibir
en este mundo parte de su merecido; La Diosa Madre se tomó
cumplido desquite en su cuerpo enfermo, desvalido, abandonado
por todos, agonizando sin fin en un increíble y atroz ensañamiento
terapéutico sin esperanza propiciado por aquellos mismos que se
decían sus más íntimos y allegados, con tal de ganar unos espúreos
días más de pretendido poder absoluto... Ya la amable sonrisa de
Isis arrojó su velo, revelándose ante el marchito General en
postrera hora cual Sekhmet-Kali, la Diosa Leona, atormentándolo
sin piedad en su suntuoso lecho de muerte y bañándose con su
sangre corrompida... Por ende, su Sentencia es perpetua..., e
inapelable. Federico, el tierno, hondo y lúcido Federico, ya ha sido
vengado, pues los pecados contra la Belleza y la Inteligencia son los
únicos que ni Dios puede perdonar ni Luzbel mismo suscribir...

¡Dejadle – pues – solo... ! Dejad a Federico a solas con su


incorruptible y perfecto Altar de Música en Verso, dejadle con las
ninfas y los elfos de las fuentes cantarinas del Al-Ándalus, con sus
toreros de oro y sus doncellas en flor, con sus efebos de bronce y la
plata de embrujadas noches, con sus visiones de muerte y sus
fulgores de radiante jazmín enamorado de la vida, con sus
tragedias telúricas de uterina y abisal sabiduría y sus visiones de
arrebolados apocalipsis de aceitados músculos de chocolate en
Harlem, entre columnas aceradas de cieno y avaricia en pleno
Manhattan... Dejadle con sus negros tricornios de nefasto presagio
y sus ondulantes danzarinas gitanas, con su adolescente Dalí y su
joven Buñuel, con su perfumada Alhambra y sus aterradores y
enigmáticos marineros sin ojos, dibujados con escalofriante trazo
por su delicada y sensitiva mano, inspirada no tan sólo en el
supremo arte de las rimas... “El Misterio es la Vida” – escribió, a
modo de rúbrica, bajo esos grabados a carboncillo – . Él lo sabía
bien, aunque ahora comercien con su mito los carroñeros filisteos.

Os lo suplico, dejadlo solo, dejad que quienes podemos amarlo y


comprenderlo con auténtica sinceridad, los hombres y mujeres de
espíritu libre y sensible, lo lloremos en silencio, con dignidad...
Tened al menos la decencia de hacer posible que aquellos que
percibimos como él el Alma Mater de la Matriz Femenina Creadora
del Cosmos y sus múltiples Mundos y Universos, sus humildes
discípulos, los que lo sentimos como un Maestro y un Hermano,
velemos para siempre su Duelo en paz, lejos del infernal griterío de
los manipuladores necrófagos. Porque su sangre nos duele, pues es
sangre de Plata y de Luna...

No matéis de nuevo a Federico. Es lo que desea su familia de forma


legítima..., y es mi convicción que también lo que él prefiere.

Permitid tan sólo que se cumpla una vez más la certera visión de su
Ojo Astral, el Ojo que algunos elegidos – para su ventura o
desgracia – disfrutan más allá de las pupilas físicas ordinarias..., de
manera que puedan transmutarse en verídicas profecías algunas de
sus estrofas más premonitorias e impresionantes:

“Cuando se hundieron las formas puras


bajo el cri cri de las margaritas,
comprendí que me habían asesinado.
Recorrieron los cafés y los cementerios y las iglesias,
abrieron los toneles y los armarios,
destrozaron tres esqueletos para arrancar sus dientes de
oro.
Ya no me encontraron.
¿No me encontraron?
No. No me encontraron.
Pero se supo que la sexta luna huyó torrente arriba,
y que el mar recordó ¡de pronto!
los nombres de todos sus ahogados”.

(De “Poemas de la Soledad en Columbia University”, tercer poema,


“Fábula y Rueda de los tres amigos”, Sección I de “Poeta en Nueva
York”)
E, igualmente el pasaje:

“Yo haré con mi sueño una fría paloma de marfil que lleve
camelias de escarcha sobre el camposanto. Pero no
camposanto, no. Lechos de tierra. No quiero ver a nadie. La
tierra y yo”

(Fragmento de “Bodas de Sangre”)

Ojalá los dioses y la Diosa Madre en sus dos Formas, tanto la


Luminosa como la Sombría, concedan el cumplimiento de tu
sagrado Oráculo, alejando de tu Mito las sucias manos de los
mercaderes de la falsa reparación vergonzante, tardía e imposible o
el no menos falso incienso rentable.

¡Dejadlo – os conmino – dejadlo en la refulgente compañía de


Avatares, Héroes, Anti-Héroes, Iluminados y Santos, tanto de la Luz
como de la Oscuridad, tales como Nefertiti, Platón, Aristóteles,
Alejandro Magno, Jesús de Nazaret, Cleopatra, Atila, Van Acken “El
Bosco”, Cristóbal Colón, Diego de Velázquez, Vlad Drácula, Erzsébet
Báthory, Albin Grau... y otros muchos cuyas tumbas siguen siendo
un Enigma...

Federico se merece de sobra tan ilustre y mitológica compañía.

Y la cerril, necia, contumaz y vergonzosa historia de desprecio,


incomprensión, intolerancia, cruel persecución, envidia e incluso
odio de esta nación y sus poderes fácticos dominantes contra sus
propios genios, artistas y sabios merece expiar su culpa
recordándolo desde la Ausencia...

Así sea.

Juan R. Schreiber.

En Sevilla, 6:45 A.M.

Martes 22-12-2009

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