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El gobierno continuó, luego de la fundación del Banco Central,

con el esquema ya iniciado de reestructuración de la deuda públi-


ca, tanto interna como externa. El esquema se sostenía en el cam-
bio de los bonos a corto plazo por bonos que requerían un pago
anual menor, pero que se prolongaba en el tiempo. Esto permitía
disminuir los costos anuales para el Estado, y contó con la acepta-
ción de los acreedores.
Las medidas más innovadoras, contrapuestas con orientaciones
anteriores, fúeron el control de cambios y la devaluación del peso
dispuesta en 1933, y reiterada en 1938 al mismo tiempo que se
introducía un sistema de restricciones a las importaciones que bus-
caba evitar que un exceso de demanda siguiera presionando sobre
su valor. Era, justamente, el control de cambios, la herramienta
que le permitía al gobierno establecer quiénes tenían prioridades
para acceder a las divisas más baratas del mercado oficial, tanto
para cubrir las necesidades de importación, como para cumplir
con las remesas de inmigrantes y de los beneficios de las empresas
extranjeras.
El sistema de control de cambios implicaba la creación de un
mercado oficial, donde las divisas obtenidas de las exportaciones
tradicionales se vendían al gobierno y éste las revendía a las em-
presas favorecidas, que contaban con un permiso previo de impor-
tación, a un precio más alto. Aquellos importadores que no podían
acceder al mercado oficial debían comprar las divisas en el merca-
do libre, lo que significaba un sobreprecio cercano al 20%. Aun-
que en principio las divisas del mercado libre provenían de expor-
taciones no tradicionales y algunas otras fuentes, el gobierno po-
día intervenir vendiendo divisas de un mercado en el otro, lo que
le proporcionaba una fuente importante de ingresos así como la
posibilidad de incidir fuertemente en los productos importados y
en la definición de los países desde los cuales podían ser importa-
dos. Una de las consecuencias del tratado Roca-Runciman consis-
tía, precisamente, en las prioridades que se les otorgaban a las em-
presas británicas. Pero el sistema también fúncionaba para restrin-
gir importaciones e impulsar la producción local de productos an-
tes adquiridos en el exterior.
Las ganancias que el gobierno podía obtener por las diferencias
entre los precios de compra y de venta de las divisas sirvieron,
además, para permitirle al ministro Pinedo establecer un precio
sostén para el trigo, el maíz y el lino entre 1933 y 1936. A estas

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