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Introducción

Puede decirse que la felicidad es un concepto algo complejo, a su vez discutible y que ha causado muchas
inquietudes habiendo interesado a grandes pensadores a lo largo de la historia; cinco siglos antes de
Cristo, Aristóteles la fijó con claridad y exactitud meridiana como el bien supremo del hombre, Sócrates daba por
cierto que no existía felicidad sin valores morales como la integridad y la excelencia de la virtud y Epicuro que
vivía un estado de nihilismo nómade de placer continuo, atendiendo necesidades físicas y fundamentales como
la alimentación; innecesarias como el deseo de hablar con las personas, el sexo en las relaciones de pareja y
de cultura; y superfluas como la distinción por sus rasgos del reconocimiento y el ejercicio del poder en
la política.
Las investigaciones provenientes de la experiencia empírica más importante, se realizó en 1974, cuando el
economista Richard Easterlin en un estudio, comprobó la existencia de determinadas vacilaciones e indecisiones
que cuestionaban abiertamente la importancia de la riqueza como un indicador confiable y susceptible de
establecer valores de bienestar, que pueden medirse y observarse, dando nacimiento a la famosa "paradoja de
la felicidad o paradoja de Easterlin". El economista estadounidense, hizo un examen comparativo entre los
países y las personas, analizando las relaciones entre semejanzas y diferencias de los ciudadanos que decían ser
felices y estableció a modo de conclusión, una característica símil en aquellos que habían saciado y cumplido en
satisfacer sus necesidades fundamentales, el índice de felicidad promedio no se alteraba, al margen de la mayor
capacidad de generación de ingresos.
Mariano Rojas, México D.F., 2014, investigador universitario, expresa que "la felicidad para que exista deberá
estar conectada o subordinada a la brecha entre los ingresos con los que se cuenta y aquellos a los que se
pretende conseguir". Diógenes parecía tener razón al afirmar que "rico no es quien más tiene, sino quien menos
necesita".
Desde hace un tiempo, importantes personas confiables en teorías del desarrollo económico de los países,
incluyendo psicólogos, sociólogos y cientistas políticos, han venido poniendo en duda
la metodología de evaluación y cálculo puramente estadístico del producto nacional, debido a que el origen del
PBI como variable surge de la economía de mercado, y trae más abundancia de cosas de valor materialista, pero
no garantiza el bienestar físico como la salud, el material como alimentación y vivienda, el social en término de
amistades familia y comunidad, el de desarrollo con la productividad y educación, así como el emocional, como
la autoestima, inteligencia emocional, religión, etc.
En 1972 en un pequeño país asiático llamado Bután el rey de ese país llamado Jigme Singye Wangchuck creó un
indicador bastante especial ya que mide la riqueza de la felicidad de los habitantes de un país en vez de las
posesiones materiales esto lo llamó Felicidad Interna Bruta (FIB).
La felicidad es un sentimiento complejo que en la actualidad se realiza en la acción de satisfacer una necesidad. En esta sociedad
rico el que menos necesita, y no el que más tiene.
Este tema de la felicidad ha causado muchas preguntas habiendo interesado a grandes filósofos a lo largo de la historia; cinco
siglos antes de Cristo, Aristóteles la menciono con claridad y exactitud meridiana como el bien supremo del hombre, Sócrates
decía que no existía felicidad sin valores morales como la integridad y la excelencia de la virtud.
La economía de la felicidad, es una detonante en el mundo de las empresas, ya que

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