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1. Sobre los procesos del s.

XVII en general, la trama fundamental que son las transformaciones


políticas, económicas y sociales.
2. Más partículas sobre la revolución francesa e industrial, comparar ambas, buscar su hilo conductor
y caracterizarlas

-Transición en procesos históricos: Factores: políticos, económicos y sociales.


-Emergencia de personajes claves: Antecedentes de revolución.
-Rev. Francesa: Énfasis en hilos conductores: Similitudes y Diferencias (Ejercicio Comparativo)
-Motivaciones: En ambas revoluciones: Actores e ideologías (Resultados)
-Definición Personal: “carácter*” que se le asignaría a cada revolución.
*Condición o naturaleza de algo que le distingue de los demás.

Hill: De la Reforma a la Revolución Industrial

Hill presenta dos tesis importantes en sus escritos: En primer lugar, que la revolución inglesa fue una
“revolución social” y, específicamente, burguesa. A pesar de las diversas modificaciones hechas sobre esta
tesis a lo largo de los años, Hill ha defendido persistente y eficazmente que la revolución impulsó en gran
manera el desarrollo del capitalismo. En segundo lugar, que la revolución inglesa, además de haber sido una
revolución burguesa y por tanto de consecuencias capitalistas, fue a su vez democrática aunque en este
aspecto fracasó.

Guerra civil: comienza con revuelta de nobles, clase dirigente en contra de Carlos I (1640 al borde de la ruina
por guerra contra escoceses). Este último cierra el parlamento, despreciando a los que lo financian (nobles)
-> Parlamentarios se juntan y declaran ilegal el reinado. Rey organiza un partido tradicional y el parlamento
acude al pueblo en pos de mejorar las condiciones (sin buscar generar una rebelión descontrolada). 1640-45
guerra entre ambos bandos: toma un carácter de lucha de clases -> nobleza buscaba restaurar su antiguo
poder y los mercaderes mayor capacidad de comercio/negocio.

Rev. En el Gobierno: 1640-50 -> Tras la ejecución de Carlos I hay un cambio en el gobierno. Cromwell: gob.
sin parlamento hasta el 58; Luego se restauró la Monarquía (Carlos II): rey+parlamento; 88-89: reafirmación
de la supremacía de elementos no monárquicos en la constitución, quedando el poder financiero en mano
de hombres que buscaron una política comercial agresiva contra Francia; desde aquí pasa a ser una soc.
libre, con un parlamento imprescindible, poder judicial se independiza en 1701 y abole el sist. feudal -> se
sientan las bases para un avance agrícola e industrial. Inglaterra se unifico quitando privilegios a Gales, se
expande el puritanismo, se una Escocia (1652) y se conquista Irlanda (lana).

Rev. Agrícola: 1646 abolición de tendencias feudales abrió el camino para una etapa de desarrollo
capitalista en la agricultura que, sumada a la expansión comercial, sentó las bases que harían posible la
eclosión de la revolución industrial un siglo más tarde. Se volvió posible la inversión de capital en las fincas =
se consolidan las oligarquías; en la tierra se comienza a producir para el mercado, nuevas técnicas de cultivo
lo que libera mano de obra que va a parar a la industria.

Revolución comercial, el imperio y la política exterior: 1650 el gob. se dispuso a lanzar sus intereses fuera
de Inglaterra, poniendo en marcha una política colonial coherente con el comercio en primer plano. Guerra
contra Holanda (1652-74): busca romper el monopolio sobre el tabaco, azúcar, pieles, esclavos, entre otros.
Implementación Actas de Navegación (1651): victoria del interés comercial nacional sobre los intereses
particulares y privilegios de las compañías. Desde esta época se siguió un doble principio, guerra y orden,
por un lado se mantenía el orden en las clases bajas, mientras que por otro se desarrollaba el comercio e
industria. Se perdió la ideología en Gran Bretaña, derecha e izquierda pasaron a ser lo mismo,
preocupándose netamente por seguir aumentando la riqueza del país, buscando ser cada vez más ricos y
más poderosos, basado en la propiedad y en la libertad. Es así como a partir de 1688 Inglaterra se configura
como un Estado Moderno con proyectos de comunicaciones tanto terrestres como marítimas, además de un
amplio crecimiento de la industria británica.

La Industria: En primer momento la revolución desestabilizó la económica, pero a partir de 1688 se produjo
un despegue definitivo. Se eliminaron los obstáculos a la libre producción, se comenzó a aumentar el poder
adquisitivo, con lo que el mercado se retroalimento; el comercio y la industria se desligan del Estado. Se
comienza a producir a gran escala en sectores claves como el carbón, el hierro y los productos textiles.
Capitalismo estableció diferencias de clases, por lo que hicieron leyes proteccionistas en las comunidades.

Revolución Financiera: Se introducen las accisas (impuestos especiales o por consumo específico) y el
impuesto sobre la tierra. La tasación de la guerra, sirve para sufragar las guerras y nos da ya el concepto de
tierra como capital. El poder pasa de los terratenientes a los contratistas y prestamistas. Así mismo la
Corona pasa a depender de los créditos y préstamos de la City, un régimen de banqueros que se enriquecen
más y más, concentrando cada vez más capital. Así vemos la bancarrota estatal de 1672. Se fijan los tipos de
interés, se van poniendo las piedras del capitalismo y del mercado. La riqueza se va a ligar a hipotecas,
acaparamientos y a los artículos de lujo.

Religión y Rev. Intelectual: A partir de 1640 con el auge del puritanismo definitivo comienzan a haber
disputas para quitar las rentas eclesiásticas, a pesar de esto siguen cobrando pero no por derecho divino.
Hay libertad de prensa para los acomodados y a partir de 1689 cierto grado de tolerancia religiosa. En el
siglo XVII disminuye la creencia en el infierno (lo cual coincide con la llegada de la democracia); se establece
una época de mayor racionalismo y de personas menos temerarias de dios. El liberalismo acaba con estas
creencias anteriores, y se propaga el anabaptismo. Se derrumba la censura y la represión de la iglesia. Se
establece una revolución moral, la cual lleva al abandono de la tortura. Comienza a existir un mayor
acomodamiento económico, lo que trae consigo la presencia de mejores casas, lo cual se expande no solo a
las clases acomodadas, sino que también a los pobres. Es una era de impulso de las ideas científicas; las
ideas del siglo XVII dan nueva confianza a los hombres, ven a la naturaleza como una maquina a la que
manejar mediante el intelecto y el conocimiento, pero sin dinero no hay ciencia, la ciencia necesita un
mercado donde venderse, por lo que se convierte en tecnología.

Rúde: La Revolución Francesa (1789)

Pregunta muy importante: ¿por qué hubo revolución en Francia si la situación no era tan penca como la de
otros países? Porque la sociedad estaba llena de CONTRADICCIONES.

Detalle:
La monarquía era “absoluta pero estaba en decadencia. La aristocracia privilegiada y rica estaba resentida
por ser excluida de los cargos importantes. La burguesía aunque estaba en creciente prosperidad no lograba
obtener jerarquía social ni participación en gobierno según su riqueza. Los campesinos estaban adquiriendo
cultura e independencia pero aún recibían el trato de una bestia de carga, despreciada y MUY cargada de
impuestos.

*Campesinos franceses: Estaban lejos de ser tan pobres como en otros países de Europa, e incluso su
situación legal no era tan mala. Sin embargo, soportaban una excesiva carga de impuestos: Diezmo a la
Iglesia, Impuesto directo al ingreso o a la tierra, un impuesto del vigésimo sobre el ingreso, impuesto per
cápita sobre el ingreso, impuesto sobre la sal, etc. Además de servicios obligados al Estado. Durante los años
de malas cosechas y crisis estas cargas eran insoportables.
*La nobleza o aristocracia: se dividía en la “nobleza de espada” tradicional y la burocracia real que eran
burgueses que habían comprado los títulos.

*Las clases medias estaban molestas por la extravagancia, la ineficacia y la tiranía de la corte y del gobierno.

Esto es importante para entender otra contradicción: Luis XVI intentó un reformismo para reducir gastos de
la administración, liberar el comercio de restricciones, aliviar la carga impositiva que pesaba a los
campesinos, e incluso quiso darle más autonomía a las organizaciones locales. Se llamaron las Reformas de
Turgot. Estas fracasaron. Las clases medias las acogieron felices pero los Parlamentos, el alto clero y la
aristocracia de la corte las rechazaron porque los perjudicaba. NO era posibles aplicar reformas profundas
(ni siquiera el rey y sus ministros) si la aristocracia mantenía su control sobre la sociedad a través de su
poder sobre los Parlamentos y las cortes. La burguesía también aumentó su resentimiento durante el
antiguo régimen cuando, a pesar de aumentar en número (ellos) así como sus riquezas y su educación, no
podían acceder a cargos importantes porque para 1789 se hizo condición casi exclusiva para ocupar altos
mandos en el ejército, la Iglesia o la Administración del Estado.

“Reacción Feudal” o renacimiento del feudalismo. Así le llamaron los campesinos y algunos historiadores a
la tendencia de los terratenientes nobles o burgueses a exhumar antiguos privilegios relacionados con la
tierra e imponer nuevas obligaciones a los campesinos. Esto aumentó el resentimiento de la clase
campesina.

Otro factor gatillante fue que durante la crisis cíclica de la producción agrícola se produjo la súbita catástrofe
de 1787-89 que provocó cosechas pobres y escasez. Los campesinos, artesanos urbanos y los obreros se
unieron en la oposición al gobierno, terratenientes, mercaderes y especuladores. Estas clases entraron a la
Revolución en un contexto de escasez  y privaciones cada vez más acentuadas.

Los escritores del Iluminismo debilitaron las defensas ideológicas del antiguo régimen. Las ideas de
Montesquieu, Voltaire, Rousseau fueron asimilados por aristócratas y plebeyos. Se puso de moda incluso en
parte del clero.

Panfletistas de 1788-89 pusieron de moda vocablos como Ciudadano, Nación, Contrato Social, derechos del
hombre, voluntad general.

¿Cuál fue la chispa desencadenante?


1) El compromiso del gobierno francés con la revolución en Norteamerica contra Inglaterra, en 1778. A pesar
de que Inglaterra perdió, Francia fue la que quedó destrozada económicamente. Déficit de ¼ del PIB anual.
Se declaró en quiebra.
Se inició una revuelta aristocrática que duró 4 meses. El gobierno convocó los “Estados Generales”
(asamblea basada en tres estados: clero, nobleza, pueblo –burguesía-) a través de los cuales los privilegiados
buscaron resolver el problema a costa de los plebeyos. “Los campesinos, agitados por las crisis económicas y
políticas, habían comenzado a actuar por propia cuenta; y una combinación de estas fuerzas -las clases
medias, los artesanos urbanos y los campesinos- ahora unidos en un propósito común- fue la que, con el
apoyo aristocrático, liberal y clerical en julio -agosto de 1789- ejecutó la primera etapa importante de la
revolución en Francia”.

Otro factor importante para entender la rev en Francia: “Paris, incluso más que Londres era una capital que
estaba en el corazón mismo de los asuntos públicos, en el centro del gobierno y de la administración, de la
ley, la cultura y la educación. Más aún era una capital que tenía una activa población de burgueses,
abogados y pueblo común que, una vez encendida la mecha podía marcar con su impronta colectiva la
sucesión de hechos dramáticos que siguieron.”
Debate historiográfico:
- Burke y “Tesis de la Conspiración”: La revolución carecía de motivos legítimos y fue una conspiración de
pocos. “Venía la turba o multitud sucia, ansiosa de botín, propensa al crimen e incapaz de formar juicios
independientes.
- Michelet: La revolución fue un alzamiento espontáneo y regenerador de toda la nación francesa contra el
Despotismo y la pobreza y la injusticia demoledoras del Antiguo régimen. La más influyente.
- Tocqueville: Fue preparada por las clases más civilizadas pero ejecutada por las más bárbaras y toscas de la
nación.
CONTRADICCIÓN: “el orden social destruido por una revolución casi siempre es mejor que aquel que
inmediatamente lo procede, y la experiencia muestra que el momento más peligroso para un mal gobierno
es generalmente aquel en que se propone abordar la reforma.”
Opinión: Es paradójica esta reflexión. Mientras mejor y más educadas están las clases medias y populares
(en un sistema autoritario) más probabilidades hay de que se levanten, porque van adquiriendo cultura y
conciencia de clase. Cuando están peor (más explotados y menos educados) aguantan más abusos.

- Autores marxistas hicieron las primeras lecturas de lucha de clases sociales. Antes se había visto como un
problema ideológico y político.

-Lefebvre: Presentó a los campesinos de la revolución no como una sola clase indiferenciada (como habían
hecho casi todos) sino como un conglomerado de grupos sociales muy distintos unos de otros. Las
diferencias enfrentaban a los pequeños propietarios con los terratenientes y los especuladores. La
revolución lejos de subsanar estas diferencias otorgando satisfacción universal, ensanchó la brecha y las hizo
irreconciliables. Los campesinos pequeños y sin tierras continuaron siendo pobres y se sintieron
insatisfechos durante las generaciones siguientes. Habló del pánico rural o “el Gran Miedo” de 1789 sobre
las actitudes y el comportamiento social de las masas revolucionarias.

-Doyle: “La revolución francesa no había sido realizada por revolucionarios. Sería más válido afirmar que los
revolucionarios habían sido creados por la revolución”. Es decir, no había un plan, sino que este se armó en
el camino.

Hobsbawm: La era de la revolución 1789 (rev. Industrial)-1848(primavera de los pueblos).

Palabras como industria, industrial, fábrica, clase media, capitalismo, etc. son producto de estas
revoluciones. Triunfo del capitalismo y la burguesía en Europa.

Mundo 1780-1790: La consecuencia más importante de la doble revolución (francesa, de carácter político, e
inglesa, de carácter industrial, fue  el establecimiento del dominio del globo por parte de unos cuantos
regímenes occidentales sin paralelo en la historia. El mundo (solo algunas zonas) cambió “demasiado
rápido” entre 1760 y final de siglos. Las carretas eran usadas tanto para el transporte de personas como
para el de mercancías (especialmente los correos). Vivir cerca del mar era vivir cerca del mundo.
El problema agrario era fundamental en el mundo de 1789, la tierra, y su renta, eran la única fuente de
ingresos. Y que el eje del problema agrario era la relación entre quienes poseen la tierra y quienes la
cultivan, entre los que producen su riqueza y los que la acumulan. El siglo XVIII no supuso un estancamiento
agrícola. Por el contrario, si bien seguía siendo regional, una gran era de expansión demográfica, de amento
de urbanización, comercio y manufactura, impulsó y hasta exigió el desarrollo agrario. La segunda mitad del
siglo vio el principio del tremendo aumento de población.

El siglo XVIII debió toda su fuerza de desarrollo al progreso de la producción y el comercio, y al racionalismo
económico y científico, que se creía asociado a ellos de manera inevitable. El objetivo principal de los
ilustrados no fue el capitalismo, sino, a través del humanismo y las ideas racionalistas-progresistas, la
libertad de todos los ciudadanos. Las monarquías absolutas del despotismo ilustrado encendieron la llama
de la revolución intelectual y luego de la revolución práctica.

El enfrentamiento entre Francia e Inglaterra significó la confrontación de dos sistemas políticos antagónicos.
Los ingleses no sólo vencieron más o menos decisivamente en todas esas guerras excepto en una, sino que
soportaron el esfuerzo de su organización, sostenimiento y consecuencias con relativa facilidad. La doble
revolución iba a hacer irresistible la expansión europea, aunque también iba a proporcionar al mundo no
europeo las condiciones y el equipo para lanzarse al contraataque.

Revolución Industrial: Primeros pasos a principios del siglo XVIII. La Revolución Industrial supone que un día
entre 1780-1790, y por primera vez en la historia humana, se liberó de sus cadenas al poder productivo de
las sociedades humanas, que desde entonces se hicieron capaces de una constante, rápida y hasta el
presente ilimitada multiplicación de hombres, bienes y servicios. Que el estallido se diera en Inglaterra no
quiere decir que fuese superior científica y técnicamente hablando. En las ciencias naturales Francia era, con
mucho, el baluarte de Europa.

El dinero no solo hablaba, sino que gobernaba . Había algo que alzaba a Gran Bretaña sobre el resto de
naciones, que además tras las guerras napoleónicas quedaron sometidas: la industria algodonera y la
expansión colonial. .     Los esclavos y el algodón fueron en paralelo. Liverpool, Bristol y Glasgow crecieron al
amparo de este tráfico de mercancías. La Revolución industrial puede considerarse, salvo en unos cuantos
años iníciales, hacia 1780-1790, como el triunfo del mercado exterior sobre el interior. La gran industria del
algodón se llevó por delante el trabajo manufacturero, de gran antigüedad. Muchos se rebelaron ante la
pérdida de sus puestos de trabajo cuando y la industria no los necesitaba para nada. Comenzaba la tiranía
de las máquinas.

La industria como tal tiene su nacimiento en base al algodón. El textil es posterior y el vapor no se usaba
mucho fuera de la minería. Con ella arrastró a otros sectores; por eso influyó en el progreso económico de
Gran Bretaña. Se pasó de importar 11 millones de libras de algodón bruto en 1780 a 588 millones en 1850
(su producción suponía casi el 50% del total). La pequeña crisis entre 1830-1840 sacudió levemente el
mercado del algodón y tambaleó toda la economía británica: queremos con esto mostrar lo importante que
era el algodón para su estabilidad.
     La desviación de las rentas hacia el arrendatario, supuso levantamientos cartistas y otros en 1848 contra
las máquinas, vistas como la raíz de los problemas. No solo proletariado, sino granjeros fueron los
protagonistas. Por eso los pequeños burgueses y los obreros se unieron a los radicales ingleses, republicanos
franceses o jacksonianos norteamericanos, dependiendo la localización.
     A los capitalistas solo les preocupaba el cómputo de sus ganancias; mientras tanto les daba igual las
acciones proletarias. Los tres fallos del sistema fueron: el ciclo comercial de alza-baja, la tendencia de la
ganancia a declinar y la disminución de las oportunidades de inversiones provechosas. Inicialmente la
industria del algodón tenía muchas ventajas. Su mecanización aumentó mucho la productividad de los
trabajadores, muy mal pagados en todo caso, y en gran parte mujeres y niños. La inflación que suponía la
diferencia entre el coste de la materia prima y el beneficio que suponía la venta de la manufactura, quedó
neutralizada (e incluso en descenso) en 1815.
     En los momentos de crisis había se ajustaba el presupuesto reduciendo los salarios de los trabajadores: se
podía comprimir directamente los jornales, sustituir los caros obreros expertos por mecánicos más baratos o
introducir máquinas en el lugar de un grupo. La medida más racional era introducir maquinaria. Entre 1800-
1820 hubo 39 patentes nuevas, 51 entre 1820-1830, 86 en 1830-1840 y 156 en 1840-1850. Si bien la
industria se estabilizó tecnológicamente en 1830, no sería hasta la 2/2 de siglo cuando la producción tuviera
un aumento revolucionario.
 
IV.    El problema de las producciones masivas es que necesitan un buen mercado de consumo. La industria
militar, tras Waterloo, entró en decadencia y la de productos primarios no era excesivamente grande. Nunca
falló, sin embargo, la industria del carbón: 10 millones de toneladas (90% de producción mundial) frente a 1
millón de los franceses) en 1800. El ferrocarril es el hijo de las minas del norte de Inglaterra: una gran
producción requería una excelente movilización de producto.
     El ferrocarril constituía el triunfo del hombre mediante la técnica. Que requiriese de una gran inversión
en hierro, acero, carbón y maquinaria pesado, de trabajo e inversión de capital, supuso que el ferrocarril
impulsó, como ningún otro invento, el desarrollo de la segunda industrialización. Carbón y acero triplicaron
su producción. La sociedad inglesa invertía sus riquezas y obtenía beneficios, la aristocracia y la sociedad
feudal se lanzó a malgastar una gran parte de sus rentas en actividades improductivas. Esa fue la diferencia.
     Cuando el capital acumulado fue tanto que no lo pudo absorber el propio país, se decidió invertir en el
extranjero, especialmente desde la década de 1820. Pero solían ser empresas fracasadas porque no se
cumplían las expectativas: o terminaban por cobrar menos interés o el pago de este se retrasaba unos 40
años (como el caso de los griegos).
 
V.     El factor más crucial que hubo de movilizarse y desplegarse, fue el trabajo, pues una economía
industrial significa menos población agrícola, más urbana y un aumento general de la población, luego
también se necesita mayor suministro de alimentos: una revolución agrícola. Para eso se hubo de terminar
con los comunales medievales y las caducas actitudes comerciales del feudalismo. En 1846 se abolieron
las Corn laws que retrasaban la entrada del capitalismo en el campo.
     Para que la industrialización urbana triunfara, había que hacer dos cosas: mecanizar el campo para liberar
a muchos campesinos de su actividad tradicional y tentarlos a la industria y, después, formarlos para que
estuviesen capacitados en sus puestos. En un principio, se contrataron mayoritariamente niños y mujeres
(que resultaban más rentables).
     Si bien sus ciudades pronto se contaminaron y llenaron de niebla (recordad Oliver Twist!), los ingleses
supieron utilizar muy bien sus recursos. A la altura de 1780 su consumo de algodó era dos veces el de los
EE.UU y cuatro el de Francia; producía más de la mitad de lingotes de hierro del mundo; recibía dividendos
de todas sus inversiones por el mundo. Gran Bretaña era el taller del mundo.
 
 3. La revolución francesa  
 
I.   Si Inglaterra proporcionó la base de la Rev. Industrial, Francia lo hizo en la política. Entre 1789-1917, las
políticas de todo el mundo lucharon ardorosamente en pro o en contra de los principios e 1789 o los más
radicales de 1793. Proporcionó los programas de los partidos liberales, radicales y democráticos de la mayor
parte del globo.
     Ya entre 1776 y 1790 se produjo una serie de revoluciones democráticas, en EE.UU. Bélgica, Holanda;
pero fue la francesa la que más consecuencias tuvo. Fue la única verdadera revolución de masas (hemos de
saber que 1/5 europeos era francés…) y radical (tanto que los extranjeros revolucionarios que se le unieron
fueron luego moderados en Francia). Al contrario que la Revolución americana, la francesa influyó en
ámbitos geográficos muy distantes: afectó en Sudamérica y fue el primer gran movimiento de ideas en la
cristiandad occidental que produjo algún efecto real sobre el mundo islámico –caso de la India y Turquía-.
     En Francia, al contrario que en Inglaterra, el conflicto entre los intereses de antiguo régimen y la
ascensión de las nuevas fuerzas sociales era peligrosamente agudo. Una monarquía absoluta, como la de
Luis XVI, no aceptaría pequeñas dosis reformistas como las propuestas de Turgot. Hacía falta un gran
cambio. La monarquía absoluta, no obstante, introdujo, por iniciativa propia a una serie de financieros y
administrativos en la alta aristocracia, quienes fundían los descontentos de nobles y burgueses en los
tribunales.
     La nobleza se granjeó numerosos enemigos: no solo ocupaba los puestos más importantes del Estado,
sino que tenía una creciente inclinación a apoderarse de la administración central y provincial. La mayoría de
la gente eran gentes pobres o con recursos insuficientes, deficiencia ésta aumentada por el atraso técnico
reinante. La miseria general se intensificaba por el aumento de la población. Diezmos y gabelas también
contribuían a ello.
     La revolución americana terminó con victoria para Francia, pero el precio fue demasiado alto: una
bancarrota total. Aunque muchas veces se ha echado la culpa de la crisis a las extravagancias de Versalles,
hay que decir que los gastos de la corte sólo suponían el 6% del presupuesto total en 1788. La guerra, la
escuadra y la diplomacia consumían un 25% y la deuda existente un 50%. Guerra y deuda –la guerra
norteamericana y su deuda- rompieron el espinazo de la monarquía.
     La Revolución comenzó con la “Asamblea de notables” de 1787 y la convocatoria a Estados Generales de
1789. Todo comenzó como un intento aristocrático de retomar el control, pero fue un error subestimar al
“tercer estado” con una crisis económica tan profunda, dejándolo a un lado en los órganos representativos.
La Declaración de derechos del hombre y del ciudadano es un manifiesto contra la sociedad jerárquica y los
privilegios, pero no a favor de una sociedad democrática. No se pedía el fin de los reyes ni la conformación
de una asamblea representativa (podía haber intermediarios. Pero eso sí: la soberanía residiría en la
“Nación” (vocablo importante). Esta identificación iba más allá del programa burgués, tenía un acento
mucho más radical y peligroso para el orden social.
     La crisis del trigo, que el pan duplicara su precio, el bandolerismo y los motines, hicieron de la Asamblea   “
del juego de pelota”, algo más revolucionario y crítico de lo que cabría esperar. La contrarrevolución hico a
las masas de París una potencia efectiva de choque. La toma de la Bastilla fue el símbolo del final del Antiguo
Régimen en Francia: 14-7-1789.
     La revolución fue burguesa y liberal-conservadora. El tercer estado fue liberal-radical. Por momentos esta
dicotomía oscilaba hasta que finalmente quebró. Algunos burgueses dieron un paso más hacia el
conservadurismo, al ver que los “jacobinos” llevaron la revolución demasiado lejos para sus ideales. El tercer
estado no quería una sociedad burguesa, que progresivamente adquiría tintes aristocráticos.
     De los jacobinos, solo los sans-culottes tenían cierta iniciativa política. El resto, desarrapados y
hambrientos eran incultos y seguían a líderes bien formados. Marta y Hébert defendían los interesas de la
gran masa de proletarios, el trabajo, la igualdad social y la seguridad del pobre: igualdad, y libertad directa.
Pero su utopía fue irrealizable y más fruto de la desesperación que de un plan bien trazado. Su memoria
queda unida al jacobinismo, del que no siempre fue partidario.
 
II.  Entre 1789 pocas concesiones se hicieron a la plebe, pero sus reformas fueron las más duraderas. Desde
el punto de vista económico, las perspectivas de la Asamblea Constituyente eran completamente liberales:
su política respecto al campesinado fue el cercado de las tierras comunales y el estímulo a los empresarios
rurales; respecto a la clase trabajadora, la proscripción de los gremios; respecto a los artesanos, la abolición
de las corporaciones.
     La Constitución Civil del clero fue un mal intento, no de destruir el clero, sino de alejarlo del absolutismo
romano.
     El rey sabía que la única opción de reconquistar el absolutismo sería con una intervención desde el
exterior, pero esto sería difícil debido a la buena situación del resto de países. Pero Europa se dio cuenta de
que corría peligro su derecho al trono y se pusieron en marcha. La Asamble Legislativa pronosticaba la
guerra y así fue desde 4-1792. Sin embargo fueron derrotados y las masas se radicalizaron. Los altos mandos
fueron encarcelados, incluido el rey y la República fue instaurada.
     La Convención Girondina se percató de que o vencían rotundamente o eran eliminados del tablero de
juego. Para ello movilizó el país como nunca se había hecho: economía de guerra, reclutamiento en masa,
racionamiento, y abolición virtual de la distinción entre soldados y civiles. Por último, reclamaba sus
fronteras naturales con dos propósitos: tumbar la contrarrevolución y conseguir más territorios con los que
hacer la guerra económica a Gran Bretaña. En este clima, los jacobinos fueron ganando terreno palmo a
palmo. Esto derivó en la toma de poder por los sans-culottes el 2-6-1793.
 
III.   La Convención jacobina se recuerda por el almidonado Robespierre, el gigante Danton, el elegante
Saint-Just, el tosco Marat y el Comité de Salud Pública –Comité de guerra-, el tribunal revolucionario y la
guillotina. Hubo 17.000 ejecuciones en 14 meses. El terror, a pesar de lo que se dice, fue mucho menor que
el de las matanzas contra la Comuna de París en 1871 o las del siglo XX. Pero el caso es que tras ese tiempo
de muerte, Francia se estaba desintegrando por los ataque extranjeros en todos los frentes. El resultado: la
contrarrevolución vencida, un ejército mejor formado y más barato una moneda más estable (ya casi toda
en papel) y un gobierno estable (aunque con otro color) que iba a comenzar una racha de casi veinte años
de victorias militares ininterrumpidas.
     El fin del programa jacobino era un Estado fuerte y centralizado –le grande nation-, las levas en masa y
una Constitución radical que prometía el sufragio universal, alimento, trabajo y derecho a la rebelión. Se
procuraría el bien común con unos derechos operantes para el pueblo (lo que implicaba el fin total de todo
lo concerniente al sistema y los privilegios feudales).
      El rígido Robespierre venció al pícaro Danton, que acaudilló a numerosos delincuentes, especuladores,
estraperlistas y otros elementos viciosos y amorales de la sociedad. La guillotina recordaba que nadie estaba
seguro. Los procesos de descristianización disgustaron a algunos. El 27-7-1794, con la victoria en Fleurus y la
ocupación de Bélgica, se dio paso a una revolución termidoriana que terminó con los andrajosos sans-
culottes y los gorros frigios. Robespierre, Saint Just y Couthon, junto con otros 87 miembros, fueron
ejecutados.
 
IV.   Termidor se encontraba con el problema de enfrentarse la clase media francesa para la permanencia de
lo que técnicamente se llama período revolucionario (1794-1799). Tenían que conseguir una estabilidad
política y un progreso económico sobre las bases del programa liberal original de 1789-1791. Los sucesivos
regímenes hasta 1870 (Directorio, Consulado, Imperio, monarquía borbónica restaurada, monarquía
constitucional, República e Imperio de Napoleón  III, no fueron más que el intento de mantener una
sociedad burguesa intermedia entre dos sistemas antagónicos:  la república democrática jacobina y del
antiguo régimen.
     El régimen civil era débil. Su constitución no fructificó como se esperaba. Precariamente, los políticos
oscilaron entre la derecha y la izquierda y tenían que hacer uso frecuente del ejército tanto contra los
agentes exteriores como contra las rebeliones internas. En este contexto, es normal que Napoleón brotara
en este clima de ambigüedad en el que los militares tenían más poder que los gobernadores. Poco a poco el
ejército fue abandonando su carácter revolucionario y adquirió tintes de ejército tradicional y nacional,
propiamente bonapartista.
     La escala se configuraba por las dotes personales y la capacidad de mando. La rigidez castrense aún no
estaba definida. El ejército no contaba con un abundante armamento, respaldado por una industria pesada
efectiva. Contaba más la efectividad de actuación. Con estos Napoleón conquistó Europa, no solo porque
pudo, sino porque tenía que hacerlo. Con él el mundo tuvo su primer mito secular: de cónsul pasó a
Emperador, estableció un código civil, un concordato con la Iglesia y hasta un Banco nacional. El Corso hizo
de la revolución liberal un régimen liberal asentado.
    Napoleón fue mito y realidad. Era el hombre civilizado del siglo XVIII, racionalista, curioso, ilustrado, pero
lo suficientemente discípulo de Rousseau para ser también el hombre romántico del XIX. Si bien construyó
las estructuras de la universidad, la legislación, el gobierno, la economía, destruyó el sueño jacobino de la
libertad, igualdad y fraternidad: ascensión del pueblo para sacudir el yugo de la opresión… Este mito
revolucionario sobreviviría a la muerte de Napoleón.
 
 4. Guerra
 
I.    Entre 1792 y 1815 los enfrentamientos en el mundo, ya entre Estados, ya entre sistemas sociales, fueron
continuos. Casi todos los intelectuales del momento –poetas, músicos, filósofos- apoyaron el movimiento, al
menos antes y después del terror y antes del Imperio napoleónico. El jacobinismo solo contó con apoyo en
Inglaterra –a través de los escritos de Tomas Paine, como Los derechos del hombre-; pero en el resto de
lugares solo unos cuantos jóvenes ardorosos o iluministas utópicos apoyaron esta rebelión. En los lugares
donde la nobleza era fuerte el ideal jacobino impregnó a las clases medias, pero no se pudo llevar a cabo
acciones contra la fuerte nobleza, al contrario que en Irlanda, donde el malestar del país, más las ideas
masónicas de losUnited Irishmen empujaron a la gente. No porque les gustaran los franceses, sino para
buscar aliados contra los ingleses.
     En realidad, PP.BB. Alemania, Suiza y algunos estados italianos creyeron en el triunfo del proyecto
jacobino (por particularidades de política exterior y economía).La tendencia del era convertir las zonas con
fuerza jacobina local, en repúblicas satélites que, más tarde, cuando conviniera, se anexionarían a Francia
(como el caso de Bélgica en 1795). Fue tal el crecimiento que experimentaron los ramales de la revolución
que, en 1798, Inglaterra era el único beligerante… no podemos especular sobre una bien organizada
actuación francoirlandesa; pero acaso hubieran forzado un tratado de paz-subordinación para los ingleses.
     En otro orden, paradójicamente, la importancia militar de la guerra de guerrillas fue mayor para los
antifranceses que la estrategia militar del jacobinismo extranjero para los franceses. Socialmente hablando,
no es descabellado afirmar que estas guerras fueron sostenidas por Francia y sus territorios fronterizos
contra el resto de Europa (Austria, Rusia, España…). Gran Bretaña, por su parte, solo quería preponderancia
económica y que en el continente unas fuerzas quedaran sometidas por las otras mientras ellos se
expandían. Su objetivo no era de expansión territorial por Europa. Este conflicto se ganó la comparación con
el romano-cartaginés: destrucción total el enemigo, que nunca pudo ser porque ninguno de los dos podía
invadir con garantías las tierras del otro.
     Quienes se enfrentaron a Francia lo hicieron de modo intermitente, pues no tenían reales motivos
políticos para chocar con ella. Los aliados franceses eran los sometidos por los antirrevolucionarios: la
enemistad de A implica la simpatía de anti-A. En este caso los príncipes alemanes contra el emperador –
Austria en este caso-, que crearon la Confederación Alemana y Sajonia –por el contra a Prusia-. Francia no
tenía militares bien formados en marina, pero donde primaba la improvisación, la movilidad y la flexibilidad,
enfrentamiento en tierra, no tenían rival: los altos mandos rusos rondaban los sesenta años de media… los
franceses no más de treinta tres años. Esto es fruto de la revolución.
 
II.   En 1802 se consolidó la supremacía de las zonas conquistadas en 1794-1798. Los ataque que recibió
Francia entre 1805-1807 le granjearon muchas victorias que llevaron sus dominios aliados hasta las
fronteras con Rusia. Sin embargo, Trafalgar fue el punto y final en la carrera hacia una posible invasión a
través del estrecho o el establecimiento de contactos ultramarinos.      
     Tras la derrota de Leipzig, las fuerzas invadieron el imperio y sometieron a Napoleón desde todos los
puntos geodésicos. El agónico intento de Waterloo terminó con todas las esperanzas de Napoleón.
 
III.   Debemos centrarnos en los cambios fronterizos que sobrevivieron a Napoleón: en esencia se terminó la
Edad Media y Alemania e Italia quedaban pre-configuradas. Los principados episcopales de Colonia,
Maguncia, Tréveris desaparecieron, así como las ciudades libres. Solo los Estados Pontificios persistieron.
Antes de estos cambios había Estados dentro de Estados o regiones bajo soberanía dual, aduanas entre
territorios de un mismo gobierno… “fronteras”.
     El afán revolucionario de unificación y la codicia que asolaba a los pequeños condados, señoríos y demás,
favoreció el acercamiento y conformación de naciones con más posibilidades de competencia. Pero más que
las fronteras debemos destacar la constancia, el eco que tuvieron los códigos napoleónicos en las
posteriores leyes y sistemas legislativos de Bélica, Renania e Italia. El feudalismo había sido vencido al oeste
de Rusia y el Imperio Otomano.
     El congreso de Viena anduvo con ojo. Ya se sabía que una simple revolución podía saltar las fronteras, que
la revolución social era posible, que las naciones existían al margen de los estados y los pueblos
independientemente de sus dirigentes. La Revolución Francesa abrió los ojos al mundo para hacerles ver sus
posibilidades. Una fuerza universal había cambiado el rumbo de la historia.
 
IV.      Prácticamente ningún país sufrió una gran variación de sus cifras de población más allá de la merma
que el ritmo de una guerra poco cruenta y las pocas epidemias y hambrunas que hubo podía ocasionar. No
más del 7% de la población francesa fue llamada a filas (en la I G.M. fue el 21%). Los costes de la guerra no
impidieron el crecimiento de Francia, pues los cubría con el dinero saqueado de los territorios dominados;
pero perdió el comercio de ultramar. Inglaterra, por su parte, al no expandirse, sufrió más los efectos de las
campañas porque, además, debía subvencionar a sus aliados en el continente. Pero Inglaterra salió como
vencedora y estuvo a la cabeza de todos los estados, aún más de lo que lo estuvo en 1789.
 5. La Paz
 
I. Tras veinte años de guerras las naciones se enfrentaban con la problemática de mantener la paz. Los reyes
no eran más inteligentes ni más pacifistas, pero estaban asustados ante un nuevo brote social. Desde 1815 a
1914 no hubo en Europa (excepto la guerra de Crimea) una guerra en Europa que enfrentara a más de dos
potencias. Para que esto fuera posible la diplomacia francesa, inglesa y rusa estuvo a la orden del día.
Digamos que existió una tensa calma entre grandes potencias por zonas no-europeas.
     Francia reingresó en el concierto internacional de las monarquías. Los Borbones regresaron, pero ya nada
volvería a ser como antes de 1789. En este caso se debieron respetar los cambios más importantes y se
concedió una (moderadííiiisima) Constitución, Carta “libremente otorgada”. Inglaterra trató en Europa, tan
solo, que ninguna nación fuera demasiado fuerte (por eso permitió la independencia de Bélgica en las
revoluciones de 1830).
     El principal objetivo de la Confederación de Estados alemanes era mantener a los pequeños estados
occidentales alejados de la órbita francesa. En tanto Austria haría de equilibradora de las fuerzas en
Centroeuropa (no le interesaba la inestabilidad). Rusia se expandió hacia Finlandia, Polonia y Besarabia.
     Para mantener el orden restablecido, se crearon los Congresos de las potencias, que solo se convocaron
entre 1818-1822. No resistieron el posterior embiste. Inglaterra no apoyó la Santa Alianza porque de este
modo el absolutismo hubiera impregnado Sudamérica, y precisamente los ingleses querían lo contrario. De
hecho firmaron la Declaración Monroe de 1823 que tenía carácter profético. La independencia de sus
estados estaba cercana.
     Las revoluciones de 1830 alejaron todas las tierras al oeste del Rin de las operaciones políticas de la Santa
Alianza. Entretanto, la “cuestión de Oriente” alteraba el ritmo normal de la vida en los Balcanes. Rusia quería
un acceso al Mediterráneo. G.Bretaña pugnaba por evitarlo. El tratado de “protectorado” entre rusos y
turcos en 1833 fue visto como una afrenta por los ingleses. Desde 1840 Rusia ya estaba pensando en el
fraccionamiento del Imperio islámico. Esta cuestión y la imposible alianza con los turcos frente a los rusos,
llevó a la guerra de Crimea en 1854-1856 (único gran conflicto antes de la I G.M.).
     Aparte de este capítulo bélico, el resto de crisis fueron solo diplomáticas (Egipto profrancés, Imperio
Otomano que tenía influencia sobre Egipto, Rusia que no quería guerra por Constantinopla…). Además,
ninguna de las potencias tenía motivos para entablar lucha: todas estaban más o menos satisfechas tras
1815, excepto Francia, que no tenía aún fuerza para “quejarse” en alta voz. Entre 1815-1848 ningún
gobierno francés arriesgaría la paz general por los interesas de su país. Solo Argelia fue la excepción en 1847.
    Inglaterra solo buscaba mantener sus colonias –sobre todo la India- y establecer puntos comerciales de
esclavos en las cosas de África. Con las guerras del Opio (1839-1842) contra China, Inglaterra llegó a
controlar 2/3 del subcontinente asiático.
    Más importante es la definitiva abolición de la esclavitud, por humanitarismo y por intereses comerciales:
Inglaterra y Francia la abolieron entre 1834 y 1848.
 
6. Las Revoluciones
 
I.  El objetivo principal de las potencias tras 1815 era evitar una segunda Revolución francesa, o la catástrofe
todavía peor de una revolución europea general según el modelo de la francesa.
     La primera oleada revolucionaria tuvo carácter mediterráneo: Grecia, España y Nápoles, entre 1820 y
1821. La segunda reavivó los ánimos de independencia sudamericana. Bolívar, San Martín y O’Higgins
liberaron la Gran Colombia, Perú y Argentina. Iturbe hizo lo propio con México y Brasil se separó sin más
problemas de Portugal. Las grandes potencias las reconocieron rápidamente, pero Inglaterra, además,
concertando tratados económicos.
     La segunda oleada fue más amplia aún. Todas las tierras al oeste de Rusia sufrieron alzamientos. Bélgica
se independizó de Holanda en 1830, Polonia fue reprimida, pero en Italia y Alemania hubo graves
convulsiones, el liberalismo triunfó en Suiza, España y Portugal padecieron guerras civiles e Inglaterra tuvo
que aceptar la secesión religiosa de Irlanda: el catolicismo había sido legalizado. Esto derivó en la definitiva
derrota de la aristocracia para dar paso a una clase dirigente de “gran burguesía” con instituciones liberales
bajo una monarquía constitucional al estilo de 1791, pero con privilegios más restringidos. El EE.UU. de
Jackson fue más allá: extendió el voto a los pequeños granjeros y los pobres de las ciudades. Pero hubo
consecuencias aún más graves: los movimientos nacionalistas y de la clase trabajadora.
     La tercera “gran ola” fue la “primavera de los pueblos” de 1848, cuando la revolución mundial soñada por
los rebeldes estuvo más cerca que nunca. Estalló y triunfo en casi toda Europa.
 
II.  Las revoluciones, dependiendo de su origen:
-Liberales (franco-española): con su modelo en la revolución y el sistema de 1791. La monarquía
sería parlamentaria y sus votantes restringidos por sus ganancias.
- Radicales (inglesa): cuya inspiración encuentra eco en la revolución de 1792-1793, jacobina, cuyo
ideal es una república democrática hacia el “estado de bienestar”.
-Socialista (anglo-francesa): toman las directrices de las revoluciones postermidorianas, entre las
que cabe destacar la protagonizada por Babeuf en 1796, con un carácter comunista, en la línea de Sant-Just.
     Pero todas tenían algo en común: la lucha contra la monarquía absoluta, la Iglesia y la aristocracia… o
dicho de otro modo, aborrecían los regímenes de 1815 y lucharon contra ellos por distintas vías, como
hemos visto.
 
III.   Entre 1815 y 1830 aún no existía una clase trabajadora como tal. Solo las personas reunidas en torno a
las ideas owenistas o “Los seis puntos de la Carta del pueblo” (Sufragio universal, voto por papeleta,
igualdad de distritos electorales, pago a los miembros del Parlamento, Parlamentos anuales, abolición de la
condición de propietarios para los candidatos) empezaban a mostrarse algo más radicales. Los discursos de
Paine aún insuflaban aliento y también los escritos de Bentham.
     El deseo de luchar conjuntamente contra el zar y las naciones organizadas bajo su amparo contra las
posibles insurrecciones, favoreció la creación de grupos organizados de reacción liberal. Todas tendían a
adoptar el mismo tipo de organización revolucionaria o incluso la misma organización: la hermandad
insurreccional secreta. La más conocida es la de los carbonarios, que actuaron sobre todo entre 1820-1821 y
la de losdecembristas. Desde 1806, de un modo latente, se reforzaron hasta que se presentó el momento
apropiado: 1820. Muchas fueron destruidas en 1823, pero una triunfó: Grecia 1821, la cual sirvió de
inspiración en los años siguientes.
     Las revoluciones de 1830 mostraron abiertamente el desasosiego económico y social. Los revolucionarios
se ciñeron a los modelos de 1789 y no tanto a las sociedades secretas. Además, el capitalismo empobrecía a
los trabajadores que se comenzaron a sentir miembros integrantes de una clase: la clase trabajadora. Un
movimiento revolucionario proletario-socialista empezó su existencia. En estas fechas los liberales habían
pasado de ser oposición al Antiguo Régimen a ocupar un escalafón en la política de sus países o, al menos, a
presionar a los moderados. Esta fue la lucha que se siguió en adelante.
     Como en Inglaterra y Francia los liberales se fueron moderando e incluso reprimieron a algunos
trabajadores, estos vieron en el Republicanismo social y demócrata una salida más afín a sus peticiones… y
así sería como el movimiento obrero se radicalizó. Unos soñaban en las barricadas, otros en los príncipes
convertidos al liberalismo, pero esta última apuesta era muy complicada. En 1834 se crea la Unión aduanera
alemana, con Prusia al frente.
     La falta de perspectiva de una revolución europea hacía necesario, como pensó Marx, en una Inglaterra
intervencionista o una nueva Francia jacobina y eso era imposible. Románticos o no, los radicales
rechazaban la confianza de los moderados en los príncipes y los potentados, por razones prácticas e
ideológicas. Los pueblos debían prepararse para ganar su libertad por sí mismos, por la “acción directa”, algo
aún muy carbonario. Tomar la iniciativa planteaba la duda de si estaban o no preparados para hacerlo al
precio de una revolución social.
 
IV.     En Europa y América latina este espíritu revolucionario no se consumó. En Europa el descontento de
los pobres y el proletario era creciente. El descontento urbano era universal en Occidente. Que la política
estratégica y directiva, así como las sistemáticas ofensivas de los patronos y el gobierno, no triunfara redujo
a los socialistas a grupos propagandísticos y educativos un poco al margen de la principal corriente de
agitación.
     En Francia los grupos revolucionarios no eran tan proletarios como “patronos desengañados”. Saint-
Simon, Fourier, Cabet y Blanqui protagonizaron las agitaciones políticas de las clases trabajadores al alborear
la revolución de 1848. La debilidad del blanquismo era la debilidad de la clase trabajadora francesa. Su
objetivo era instaurar “la dictadura del proletariado”.
     La división de simpatías entre la extrema izquierda y los radicales de la clase media los llenaba de dudas y
vacilaciones acerca de la conveniencia de un gran cambio político. Llegado el momento se mostrarían
jacobinos, republicanos y demócratas.
 
V.  Donde el núcleo del radicalismo lo conformaban las clases bajas y los intelectuales, el problema era
mucho más grave. El levantamiento de los campesinos en Galitzia en 1846 fue el mayor de los movimientos
campesinos desde 1789. Pero donde aún había reyes legítimos o emperadores, estos tenían la ventaja
táctica de que los campesinos tradicionalistas confiaban en ellos más que en los señores. Por eso los
monarcas aún estaban dispuestos a usas a los campesinos contra la clase media.
    Los radicales se dividieron en demócratas (que buscaban cierta armonía entre el campesinado y la
nobleza/monarquía) y la extrema izquierda (que concebía la lucha revolucionaria como una lucha de las
masas simultáneamente contra los gobiernos extranjeros y los explotadores domésticos. Anticipándose a los
revolucionarios nacional-socialistas de nuestro siglo, dudaban de la capacidad de la nobleza y la clase media,
cuyos intereses estaban fuertemente ligados al gobierno.
     En la Europa subdesarrollada la revolución de 1848 no triunfó bien por inmadurez política de los
campesinos o por medidas demasiado férreas de los señores y monarcas, quienes odiaban hacer
concesiones adecuadas u oportunas.
 
VI. La revolución de 1830 y 1848 tenían cosas en común: estaban organizadas por intelectuales y gente de
clase media a los que, una vez el estallido, se unían los campesinos y demás gente. Además, siguieron
patrones tácticos de la revolución de 1789. Pero mientras hubo un conato de política democrática las
actividades fundamentales de una política de masas (campañas públicas, peticiones, oratoria ambulante-
apenas eran posibles.
     La liga alemana de los Proscritos (que más adelante se convertiría en la Liga de los Justos y en la Liga
Comunista de Marx y Engels), cuya médula la formaban jornaleros alemanes expatriados, era una de esas
sociedades ilegales. El credo general que se extendía era el que rezaba que los aristócratas y reyes eran
usurpadores de las libertades y que el gobierno debía ser elegido por el pueblo y responsable ante él. Veían
la instalación de la república demoburguesa como un preliminar indispensable para el ulterior avance del
socialismo.
     En el proyecto de la “Joven Europa” de Mazzini ya reflejaba el deseo de crear una sociedad internacional
masónico-carbonaria. Respecto al exilio de los militantes de izquierdas, Francia y Suiza acogieron a gran
parte de ellos. No es extraño que la I Internacional tuviera su génesis en la ciudad de “la gran revolución”
 
7. El nacionalismo
 
I.   Desde 1830 el movimiento general a favor de la revolución se escindió. Un producto de esa escisión
merece especial atención: los movimientos nacionalistas. Los movimientos que mejor simbolizan estas
actividades fueron los llamados “Jóvenes”, fundados o inspirados por Giuseppe Mazzini. Este apelativo
(“Joven Alemania”, “Joven Turquía”) señalaba la desintegración del movimiento revolucionario europeo en
segmentos nacionales. Cada uno de esos segmentos nacionales tenía los mismos programas políticos,
estrategia y táctica que los otros, en incluso una bandera tricolor. Aspiraban a la hermandad de todas,
simultaneada con la propia liberación.
     La vanguardia de la clase media nacionalista libraba su batalla a lo largo de la línea que señalaba el
progreso educativo de gran número de “hombres nuevos” dentro de zonas ocupadas antaño por una
pequeña elite. Sin embargo, la importancia de los estudiantes en las revueltas de 1848 nos hacen olvidar
que eran poco más de 40.000 en todo el continente.
     Otro factor que ayuda a comprender el nacionalismo es la adopción en documentos oficiales y libros
universitarios, del idioma nacional como preferente. El latín y el griego, si bien continuaban enseñándose,
quedaron relegados en la Dieta húngara y en Rumanía. Entre 1820 y 1840 se triplicó la publicación de libros
en Alemania, lo cual nos habla de una evolución estratosférica en Centroeuropa. Por su parte, Francia y
Bélgica tenían un 50% de analfabetos, España y Portugal llegaban al 80%.  En síntesis, solo aquellos países
que se habían asimilado la doble revolución tenían buenos índices de alfabetización y progreso:
escandinavos, Irlanda, Inglaterra y EE.UU. sobre todo.
     Identificar el nacionalismo con la clase letrada no es decir que las masas, por ejemplo rusas, no se
consideraran “rusas” cuando se enfrentaban con alguien de fuera. El hecho de que el nacionalismo estuviera
representado por la clases medias y acomodadas, era suficiente para hacerlo sospechoso a los hombres
pobres (si bien trataban de atraerlos con el señuelo de una reforma agraria). Para las masas, en general, la
prueba de la nacionalidad era todavía la religión: los españoles se definían por ser católicos, los rusos por ser
ortodoxos.
 
II.     Fuera del área del moderno mundo burgués existían también algunos movimientos de rebelión popular
contra los gobiernos extranjeros (entendiendo por éstos más bien los de diferente religión que los de
nacionalidad diferente) que algunas veces parecen anticiparse a otros posteriores de índole nacional. No
podemos considerar nacionales los movimientos de sij frente a los ingleses,  la de los bereberes contra los
pachás (el nacionalismo islámico está acuñado en el siglo XX) o la de los albaneses (que no solo luchaban
contra sus gobernadores provinciales, sino que reclamaban mayor autoridad del sultán turco).
     El caso de Grecia es especial. Todas las clases educadas y mercantiles de los Balcanes y el área del mar
Negro y Levante, estaban helenizadas por la naturaleza de sus actividades. Durante el siglo XVIII esta
helenización prosiguió con más fuerza que antes, debiéndose, en gran parte, a la expansión económica en el
floreciente Mar Negro. El nacionalismo griego fue comparable a los movimientos de elites de Occidente, lo
que explica el proyecto de promover una rebelión por la independencia en los principados danubianos bajo
el mando de magnates locales griegos. La philiké Hetairía –sociedad secreta y patriótica, protagonista de la
revuelta de 1821- consiguió la afiliación de sectores más bajos.
     La independencia griega fue la condición esencial preliminar para la evolución de otros nacionalismos
balcánicos en tanto que concentró en la Hélade a la dispersa clase ortodoxa, balcánica y culta que se
repartía por el resto de territorios bajo el Imperio turco, intensificando el nacionalismo de los demás
pueblos balcánicos.
     Los ideales de “panbalcanismo” o “panamericanismo” no eran viables, primeramente por la variedad de
pequeñas repúblicas y segundo por la variedad de culturas e ideas. Sólo México, bajo la bandera de la Virgen
de Guadalupe, inició un movimiento popular agrario, indio. El resto tan solo son embriones de una
“conciencia nacional”.
     En ninguna parte se descubre nada que semeje nacionalismo, pues las condiciones sociales para ello no
existen. El intelectual, el comerciante de turno tendría difícil luchar contra un gobierno tradicional si los
tradicionales gobernados no recogían sus ideas. Por eso, aunque se tiene a simplificar el nacionalismo como
resistencia antiextranjera, en Asia, los países islámicos e incluso África, la unión entre intelectuales y
nacionalismos, y entre ambos y las masas, no se efectuaría hasta el siglo XX. Esto es porque el nacionalismo,
como tantas otras cosas del mundo moderno, es hijo de la doble revolución.

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