Está en la página 1de 9

From the SelectedWorks of Alexis Perea

April, 2012

UNA ALTERNATIVA DE MERCADO PARA


LAS PLAZAS DE MERCADO. Sobre cómo las
asociaciones público privadas pueden ayudar a
reorganizar las ventas informales de productos
agroalimentarios en Quibdó (Colombia).
Alexis Perea

Available at: https://works.bepress.com/alexis_perea/15/


UNA ALTERNATIVA DE MERCADO PARA LAS PLAZAS DE MERCADO.
Sobre cómo las asociaciones público privadas pueden ayudar a reorganizar las ventas
informales de productos agroalimentarios en Quibdó* (Colombia).

ALEXIS FARUTH PEREA S**.


aperea@ajfconsultores.com

Sumario.
Resumen .................................................................................................................................................... 1
Introducción. ............................................................................................................................................ 1
El comercio informal y el costo de la legalidad. .................................................................................. 3
Las asociaciones público - privadas una alternativa para resolver el problema de las plazas de
mercado de Quibdó. ................................................................................................................................ 6
Conclusiones. ............................................................................................................................................ 8

Resumen

En el presente artículo, el autor expondrá algunas de sus ideas


entorno a las posibles soluciones que puede brindar el mercado para
resolver el problema que actualmente se vive en las distintas plazas de
mercado de Quibdó (Colombia). Así el autor pretende demostrar
como es el mercado y no el Estado el que con los incentivos
correctos puede resolver dicha problemática.

Palabras clave: Comercio informal; Costo de la legalidad; Asociaciones Público – Privadas.

Introducción.

Erase una vez en un país no muy lejano, había una ciudad pequeña, de cerca de cien mil
habitantes, la cual era capital del departamento (Estado o Provincia) más pobre de dicho país,
departamento que curiosamente era a la misma vez el de mayor biodiversidad, de tierras más
fértiles y con una de la mayor pluviosidad del mundo; en su capital, se desarrollaba casi toda la
economía de dicho territorio, siendo esta precisamente la gran central de abastecimiento de
todo la región.

* Quibdó es la ciudad capital del Departamento del Chocó, un territorio ubicado en el Pacífico colombiano, lugar
de donde es originario el autor del presente artículo.
** Abogado de la Universidad Tecnológica del Chocó (Colombia), Especialista en Derecho del Mercado de

Capitales de la Pontificia Universidad Javeriana (Colombia), y con un perfeccionamiento en Derecho de la


Competencia de la Universidad Externado de Colombia. Profesor visitante Universidad Santiago de Cali, Socio de
la firma AJF CONSULTING GROUP SAS.

1
Por muchos años, el abastecimiento de alimentos de esta ciudad se realizaba en dos plazas de
mercado, ubicadas en el centro y al sur de la misma, allí, los campesinos llevaban sus productos
agrícolas y piscícolas para proveer a los expendedores quienes los vendían a los consumidores;
ésto había sido planificado hace muchas décadas por administraciones que jamás pudieron
imaginar el crecimiento exponencial que tendría la urbe. Y fue precisamente ese crecimiento,
alimentado principalmente por fenómenos como la corrupción que genero el olvido total del
campo y con ello de sus campesinos y la violencia que trajo consigo olas de desplazamiento, lo
que volvió complejo algo que parecía simple, ¡tener plazas de mercado ordenadas!

Con el paso de los años, las migraciones de campesinos hacia la ciudad y el que la misma con el
tiempo se convirtió el la ciudad de mayor índice de desempleo del país, crearon un comercio
informal en las plazas de mercado que llegó al punto de hacer casi intransitables las calles
aledañas a ellas; esto, por supuesto, dio lugar a múltiples quejas de sus habitantes, pues ya no
podían transitar con libertad por dichos espacios, además de tener que soportar incomodidades
ambientales y sanitarias producidas por estos nuevos agentes económicos; los comerciantes
formales también se quejaban pues veían como sus nuevos competidores les robaban parte de
lo que antes era su mercado.

Ante esta situación, los gobiernos de turno analizaron varias medidas. En principio, se pensó
en que lo mejor era reubicar los informales en algunos inmuebles de propiedad municipal o
alquilados a particulares, esta propuesta sin embargo tenía el problema de las limitaciones
presupuestas de la entidad territorial, la cual acarreaba una deuda que para sus exiguas finanzas
parecía impagable; algunos juristas sugerían que la mejor forma de solucionar el problema era
acudir a la justicia para que ésta ordenara desalojar a estas personas en pro del derecho
colectivo al espacio público; los informales pedían al gobierno respetarles su derecho
fundamental al trabajo y a la subsistencia, pues creían no hacerle daño a nadie; los gobernantes
finalmente optaron por no hacer mucho, pues el costo político de desalojar podría ser enorme,
en efecto, casi todos ellos habían llegado al poder en gran medida, gracias al apoyo que estos
sectores populares les habían brindado. Por ello, decidieron trasladar algunos de estos
comerciantes a un antiguo local que se usó por mucho tiempo como matadero de cerdos y
ganado, pero esto poco efecto tuvo, pues dicho local no respondía por sí solo a la demanda de
ambulantes de la ciudad, era muy pequeño y no fue administrado con los criterios propios del
mercado, sino los propios del poder público, lo cual por supuesto no generó los incentivos
necesarios para que en el mismo se diera un crecimiento tal que lo convirtiera en una central de
abastos; es más, en poco tiempo aquellos que se había trasladado hasta allí regresaron a las
plazas de mercado, pues como las migraciones no cesaban, nuevos inmigrantes se habían
instalado en los lugares que aquellos habían dejado, lo que les restaba clientela, impidiéndoles
obtener rentas para subsistir. ¡Cualquier parecido con la realidad de las plazas de mercado de Quibdó, no
es pura coincidencia!

2
El comercio informal y el costo de la legalidad.

Sin duda, uno de los problemas que afronta actualmente la ciudadanía de Quibdó, es el de la
pérdida paulatina del espacio público a causa de las ventas ambulantes de productos
agroalimentarios, lo cual ha atentado no solo contra la locomoción de sus habitantes, sino
contra el embellecimiento que se espera que alcancen las ciudades. Éste, no es un problema
fácil, la multiplicidad de intereses en juego, y la sensibilidad de los destinatarios de las políticas
públicas a implementar hacen que las medidas adoptadas por el Estado resulten casi siempre
ineficientes.

Frente a esta problemática, surgen algunas preguntas frente a las cuales en el presente artículo
pretendemos presentar nuestra posición: ¿Por qué hay comerciantes informales? ¿A qué
aspiran estos comerciantes? ¿Qué alternativas ofrece actualmente el mercado para solucionar
éste problema?

En primer lugar, es menester destacar que la economía informal es un fenómeno que se ha


hecho palpable en toda Latinoamérica, los problemas estructurales de Estados que se
centraron en la ciudad abandonando al campo a su suerte a pesar de la importancia de éste, la
consecuencial pobreza de los campesinos y los altos costos de transacción, entendiendo estos
como todos aquellos costos monetarios o no monetarios en que incurre una persona cuando
pretende usar el mercado, que suponen en la mayoría de nuestros países la formalización de
empresas, son causas claras del vertiginoso crecimiento que en los últimos años ha tenido la
informalidad económica.

Así, aunque para muchos resulte molesto, el comerciante informal no es más que una persona
que actúa de manera racional, pues abrazado en la mayoría de los casos por una extrema
pobreza, opta por actuar al margen de la legalidad para subsistir, pues es para él más costoso
actuar de conformidad con la ley que operar al margen de la misma. Estas personas no puede
sufragar los altos costos de establecimiento de una empresa en el sector formal, costos como:
los de creación de una empresa, declaración y pago de impuestos nacionales y territoriales,
llevar contabilidad, los de la ley laboral, las contribuciones parafiscales, los derivados de actuar
en un local comercial, los de acceder al crédito debido a la falta de garantías entre otros, hacen
que estas personas no tengan otra alternativa que salir a las calles para sobrevivir.

Según el premio Nobel de economía de 1991 Ronald Coase, uno de los fundadores del análisis
económico del derecho, el derecho tiene como función económica reducir los costos de
transacción1, estos costos, pueden ser clasificados siguiendo a Carl J. Dahlman2 en costos de

1 Coase Ronald. La Naturaleza de la Empresa.


http://www2.eco.uva.es/ricardo/La%20naturaleza%20de%20la%20empresa%20-%20Coase.pdf
2 Dahlman, Carl J.. «The Problem of Externality». Journal of Law and Economics 21 (2).

3
búsqueda de información necesaria para poder negociar, por ejemplo, aquellos en que incurre el
empresario para asesorarse antes de formalizarse, los cuales no solo se representan en dinero
sino principalmente en tiempo; costos de negociación propiamente dichos, como son los necesarios
para adquirir un local para operar u obtener un crédito para iniciar su negocio, y costos de
ejecución de la operación siendo ejemplo de estos los indispensables para que la contraparte
respete los términos de un contrato. Estos costos sin lugar a dudas, en el caso de los
informales impiden que los mismos puedan actuar de manera legal, lo que en últimas genera
incentivos para que estos actúen en el mercado al margen de la ley, pues tal y como señala el
doctrinante Enrique Ghersi: “si el costo de la legalidad es tal que resulta insufragable o bien supera los
beneficios de las transacciones, la gente opta por quedarse fuera, es decir en la informalidad”3.

En segundo lugar, para poder dar una alternativa al actual problema del comercio informal de
productos agroalimentarios, es menester entender sus aspiraciones, y tratar de predecir sus
conductas, para de esta forma poder generar los incentivos correctos para que a estos el costo
de la legalidad les pueda ser disminuido. En éste sentido, es importante entender que en el
comercio informal en general, no es como se cree de una sola modalidad, éste puede
clasificarse en dos tipos principales, el comercio ambulante y los mercados informales; en
cuanto al primer tipo, éste se puede subdividir a su vez como lo enseña el reconocido
economista peruano Hernando de Soto en su obra clásica “El Otro Sendero” en dos clases: “La
primera es la itinerante; la segunda, la que se ubica en un lugar fijo dentro de la vía pública. Por lo general son
etapas dentro del comercio ambulatorio que los comerciantes van superando a lo largo del tiempo para poder
trabajar con mayor seguridad”4. Siguiendo a éste autor, podemos afirmar que los denominados
itinerantes son aquellos informales que adquieren cantidades pequeñas de productos como
dulces, esferos u otros bienes y deambulan por las calles ofreciéndoselos a peatones, pasajeros
o conductores de vehículos; sus ingresos dependen de su capacidad de venta durante sus
recorridos pues los clientes difícilmente los buscarán, lo interesante es que con el tiempo, este
tipo de ambulantes tiende a evolucionar reemplazando las bolsas o cajas en donde transporta
su mercancía con carretillas que le permiten transitar con mayor comodidad, almacenar un
mayor número de productos e incrementar la escala de sus operaciones; ahora, debe tenerse en
cuenta que con el conocimiento del circuito de ventas, el ambulante empieza a reconocer los
lugares más atractivos para ejercer su actividad, por lo cual empieza a pensar en establecerse en
un lugar fijo, lo que le supondrá ventajas tales como: un espacio donde pueda almacenar,
mostrar su mercancía, donde los clientes lo puedan encontrar y donde se pueda pensar en
alcanzar una estabilidad5.

3 Ghersi Enrique. El Costo de la legalidad. Revista Estudios públicos. Nº 30, 1988.


www.cepchile.cl/dms/archivo_1398_1132/rev30_ghersi.pdf
4 De Soto Hernando; Ghersi Enrique y Ghibellini Mario. El Otro Sendero. Editorial El Barranco. Segunda

edición. Lima – Perú. Pág. 67.


5 En este sentido, De Soto Hernando … Ibídem.”

4
La segunda clase de comercio ambulante, hace referencia a aquellos comerciantes que han
dejado de recorrer las calles, identificando un lugar e instalándose en el mismo para desarrollar
su actividad, lo que supone una invasión del espacio público. Este proceso, no es un fruto de la
irracionalidad, todo lo contrario, es producto de una análisis costo – beneficio, pues éste
informal intuitivamente valoriza la ubicación del espacio a ser tomado, lo cual hace mediante la
observación del número de clientes potenciales que podría recibir a diario, lo que le permite
hacerse a una idea del ingreso esperado; la resistencia que podría tener de parte de otros
ambulantes ya instalados, lo cual puede implicar la necesidad de realizar algunos arreglos con
ellos; la posibilidad de ganarse una reputación, entre otros; Así, solo si los beneficios de invadir
son mayores que los costos de hacerlo procede a instalarse. La referida ubicación del
ambulante, también hace que surjan lo que en la literatura económica se ha llamado como
“Derechos especiales de dominio”6, los que en principio se evidencia por el hecho de que el lugar
donde se ubica el ambulante siempre es el mismo, lo que supone la lotización de las calles, y en
la posibilidad de que estos ambulantes puedan enajenar a otros una parte de dicho espacio; por
supuesto, estos “Derechos especiales de dominio” son imperfectos pues tienen un carácter
transitorio y extralegal, lo que finalmente es reflejo de los costos propios de la informalidad,
dentro de los que se puede destacar principalmente el que supone la posibilidad de desalojo.

El segundo tipo de comercio informal es el de los mercados informales, los cuales son
establecimientos construidos informalmente por o para ambulantes que desean dejar las calles7.
Existen incentivos para la construcción de estos mercados, entre los que encontramos la
reducción paulatina de los costos de la informalidad, costos como por ejemplo, los de ser
ilegales, como los que surgen de tratar de evitar ser sancionados por la autoridad, aquellos
derivados de pagar impuestos indirectos, soportar la inflación que hace que el efectivo pierda
valor o las diferencia en tasas de interés que deben pagar a prestamistas exógenos al sistema
financiero, o los costos propios de no acceder al sistema legal, lo cual se evidencia en la
ausencia de derechos de propiedad pues estos no pueden legalmente enajenar o excluir a
terceros del uso de los lugares en donde se establecen temporal o permanentemente; los costos
de no acceder a la protección que ofrece el sistema contractual, lo que hace que deba asumir
mayores riesgos en sus transacciones, y el de la ineficiencia de la responsabilidad
extracontractual que les permita reclamar las indemnizaciones por daños o perjuicios. Costos
que el informal pretende evitar en este nuevo estado de su proceso productivo.

Visto éste panorama, surge claramente la idea de que en el fondo, de acuerdo con su proceso
evolutivo, lo que en últimas desearía el informal es contar con la posibilidad formalizarse para
acceder a los beneficios de la legalidad, solo que no puede hacerlo pues esa legalidad le resulta
muy costosa.

6 Ibíd.
7 Ibíd.

5
Las asociaciones público - privadas una alternativa para resolver el problema de las
plazas de mercado de Quibdó.

Para expresar nuestra opinión, es menester visualizar las alternativas que ofrece actualmente el
mercado para solucionar éste problema. En este sentido, es importante recalcar que, en el caso
de Quibdó, nos encontramos ante la ciudad con el mayor indicador de desempleo de Colombia
con cerca del 19% de su población8, donde la economía informal ha crecido en gran medida,
en especial la dedicada a la venta de productos agroalimentarios en las dos principales plazas de
mercado de la ciudad, lo que ha ocasionado todo un caos en las vías invadidas actualmente por
estos comerciantes.

En este sentido, creemos que el mercado puede dar una respuesta eficiente para lograr la
recuperación de la movilidad en las vías invadidas y garantizar el derecho al trabajo en
condiciones dignas a los ambulantes. En efecto, creemos que es el mercado por vía de las
llamadas asociaciones público – privadas el que puede brindar la mejor solución a éste
problema, ya que alternativas como no hacer nada, perjudican gravemente a la ciudadanía pues
se impide un desarrollo ordenado de la ciudad; ahora, expulsar por la fuerza del derecho a los
ambulantes, a nuestro juicio es ineficiente, pues parte del supuesto de que el derecho no es
costoso, lo que como vimos anteriormente, no es cierto; además, una solución de éste tipo
tiene en el caso concreto un costo político tan alto para los dirigentes elegidos popularmente
que estos no tendrían los incentivos necesarios para ponerla en práctica. En cambio, la
construcción de una central de abastos con recursos públicos y privados y administrada de
acuerdo con los criterios propios del sector privado si puede cumplir con este objetivo.

Al respecto, debemos indicar que las asociaciones público – privadas son mecanismos de
financiación de proyectos de interés público, por medio de los cuales se vincula capital privado
con el Estatal a fin de proveer la infraestructura de bienes o servicios deseada a la población
demandante de la misma. En Colombia, las mismas fueron reguladas a partir de enero de 2012
mediante la Ley 1508 de 2012, aunque ya se venían utilizando de vieja data mediante los
conocidos contratos de concesión, en especial los de infraestructura vial. En éste sentido, lo
que se pretende es que el estado entregue a los particulares el diseño, construcción, gestión y
financiación de servicios públicos u obras de infraestructura requeridas por una población, para
que los particulares lo exploten por el término estipulado en los respectivos contratos, término
en el cual se espera que se recupere la inversión y se obtengan rentas para los inversores, de
acuerdo con la nueva ley dicho término puede ser hasta de treinta (30) años, al final de los
cuales la infraestructura retorna a manos del Estado.

8 Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE). PRINCIPALES INDICADORES DEL


MERCADO LABORAL. Febrero de 2012.
http://www.dane.gov.co/files/investigaciones/boletines/ech/ech/bol_ech_feb12.pdf

6
Estos esquemas han sido muy exitosos tanto en los países industrializados como en economías
emergentes, así por ejemplo, encontramos que en el Reino Unido bajo estos esquemas, ha sido
posible la materialización de unos 800 proyectos Macroproyectos en el sector de transporte y la
construcción (específicamente hospitales y prisiones) avaluados en 50 billones de libras. En
Francia gracias a estos esquemas se han podido desarrollar proyectos tan importantes como
aeropuerto de París que ha representado una inversión de más de 500 millones de euros en los
últimos años9; en España se ha visto beneficiada por estos esquemas principalmente la
infraestructura vial; En Latinoamérica, encontramos casos como los de Chile y Uruguay países
que han usado los mismos para el mejoramiento de su infraestructura de transportes, sea éste
local, como en el caso de las autopistas concesionadas de Santiago o interestatal como en el
país charrúa; un caso interesante se presenta en México donde se vienen usando estos en
esquemas en sectores como la educación o el de la gestión de residuos sólidos.

En el caso concreto de las plazas de mercado de Quibdó, pienso que una asociación público -
privada permitiría que el Estado pudiera aportar recursos para la construcción de una central
de abastos lo suficientemente amplia para acoger a los actuales informales, los particulares con
sus dineros podrían financiar otra parte del proyecto y explotarlo por el tiempo que fuere
convenido; con esto, todas las partes tendrían incentivos para desarrollar y llevan a buen
término el proyecto. Los ambulantes tendrían incentivos para establecerse allí y no en las calles
como lo hacen actualmente, pues no se necesita ser un genio para entender que en esa central
podrían adquirir sus productos de los proveedores, tendrían la posibilidad de captar muchos
clientes quienes debido a las comodidades brindadas por la central llegarían a la misma,
además, superarían el costo que implica ser ilegales, pues podrían establecer derechos de
propiedad, mediante el arrendamiento de locales comerciales o espacios en lugares específicos
ubicados en los corredores de la central lo que les permitiría no tener que incurrir en el costo
de evitar ser sancionados por las autoridades, pues estarían actuando en el mercado dentro del
marco legal. Igualmente, accederían a la protección contractual, pues al tener contratos que les
indican el lugar donde pueden ubicarse, pueden reclamar ante la autoridad privada,
administrativa o judicial su derecho a ocupar dicho sitio; también podrían acceder al sistema de
responsabilidad extracontractual que les permita reclamar las indemnizaciones por los daños o
perjuicios que terceros les ocasionen. Con esto, los informarles finalmente, tendrían un mayor
incentivo para ser más eficientes, pues el anhelo de formalizarse a bajo costo estaría cada vez
más cerca.

Por su parte, el Estado tendría incentivos derivados del hecho de resolver el problema de los
informales sin necesidad de recurrir a mecanismos coercitivos, que tendrían como se dijo un
alto costo político, sino, mediante la creación de un mecanismo para el abandono de las calles

9 En este sentido. TABORDA VELÁSQUEZ ÓSCAR. Esquemas de APP y la experiencia mundial.


http://www.larepublica.co/node/6394

7
por la fuerza del mercado, con lo cual podría recuperar la movilidad para los habitantes de la
ciudad a un bajo costo, y con la certeza de que la obra construida una vez finalizado el plazo
del contrato retornará a manos del Estado.

Finalmente, los particulares además de recibir la colaboración del Estado para el desarrollo del
proyecto, al tener derechos de propiedad sobre la central, tendrían incentivos para realizar
constantes mejoras a la misma, las cuales de acuerdo con la demanda podrían implicar las
ampliaciones de zonas, la obtención de nuevas tecnologías, el mejoramiento estético de la
central, el establecimiento de reglas de cuidado y no sobreexplotación de la infraestructura
entre otros.

Por todo lo anterior, creo que la solución al problema de las plazas de mercado de Quibdó,
está realmente en la utilización de los mecanismos que el mercado provee, no en el uso de la
capacidad coercitiva del Estado, pues al final del día, creo que arreglos institucionales como los
presentados son muchos más eficientes para que la situación de todos los actores involucrados
mejore.

Conclusiones.

En el presente artículo, hemos intentado demostrar como la solución a la problemática que


presentan actualmente las plazas de mercado de la ciudad de Quibdó, está en el uso del
mercado como mecanismo de reorganización del comercio informal. Así, hemos podido
exponer como algunas medidas adoptadas por el Estado bien sea mediante la provisión de
servicios como la entrega de inmuebles a los informales o la coerción para que abandonen las
calles resulta ser ineficientes bien por la limitación de recursos públicos para sostener en el
largo plazo dichas medidas o por la falta de incentivos que podrían tener los gobernantes para
implementarlas.

Por tanto, podemos concluir que el establecimiento de una asociación público – privada para la
construcción de una central de abastos, en donde el papel decisorio del estado sea mínimo
constituye la mejor alternativa eficiente para solucionar dicho problema, pues se le garantizaría
a los ambulantes una reducción significativa de los costos de la informalidad, y se generarían
para los inversionistas privados de esta asociación los incentivos que tiene el establecimiento
de derechos de propiedad.

También podría gustarte