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La propiedad siempre ha sido uno de los temas de mayor relevancia dentro de una sociedad no
solo por ser un derecho real donde el propietario como tal, tiene ciertas atribuciones que le asigna
propiamente la ley para ejercer sobre un determinado bien sino también porque es el medio para
impulsar el desarrollo económico del estado y a su vez el bienestar común donde el estado no
puede limitar el ejercicio del poder jurídico de ningún propietario, a menos que se incurra en
normas prohibitivas y/o cuando al ejercer sus facultades como propietario perjudique a una
persona y lesiones algún derecho subjetivos reconocidos en la constitución. Asimismo, el derecho
de propiedad tiene resguardo jurídico tanto el artículo 70 de la constitución que se señala que la
propiedad es un derecho inviolable y además el estado lo garantiza, y en el artículo 58 que
establece que la iniciativa privada es libre. Es decir, que los particulares podrán realizar tanto los
actos de usar, disfrutar, disponer y reivindicar como también dejara de ejercer sus facultades
sobre su bien, ya que él tiene el derecho de ejercer su libertad económica según le convenga.
Sin embargo, este panorama del derecho de propiedad no se veía en la constitución de 1979, la
cual señalaba que "La propiedad obliga a usar los bienes en armonía con el interés social. El
Estado promueve el acceso a la propiedad en todas sus modalidades. Como se puede evidenciar,
la propiedad no era un derecho como tal sino una obligación del propietario, el cual tenía
responsabilidades antes que atribuciones donde además, aquella concepción de usar bienes en
armonía con el interés social no duró mucho en la legislación ya que no tenía sentido que la
propiedad se encuentre en servicios de los demás y no exclusivamente del propietario, el cual ha
invertido los frutos de su esfuerzo realizando todos los trámites correspondientes para adquirir un
determinado bien. Así que, no sería justo que los demás puedan disponer del bien cuando no han
aportado nada para adquirirlo. Durante la vigencia de la Constitución del 1979 se invocó el interés
social en muchas ocasiones interrumpir contra la propiedad a favor ciertos sectores de la
población que no gozaban de ella" La Reforma Agraria de los años 60 y la intervención del sistema
financiero y de seguros en los 80 son ejemplos claros del alcance de este concepto erróneo y
perjudicial.
Después de analizar ambas normativas de los distintas constituciones que hemos tenido a lo largo
del tiempo, se puede notar que la constitución actual 1993 tiene una mejor legislación ya que esta
se ha ejecutado basando en los principios constitucionales que toda persona posee y la misma
normativa reconoce y además se brinda seguridad jurídica al propietario con el fin de que este siga
promoviendo riquezas al estado a través de sus actividades económicas. Cabe recalcar que la
propiedad no es un derecho absoluto ya que la ley también le impone límites y restricciones de
carácter general para evitar el abuso del ejercicio y a su vez también contraen responsabilidades
como la de aportar sus tributos al órgano competente.
A pesar de que propiedad se considere como un derecho constitucional donde en teoría tal
actividad es libre e espontanea dentro de la economía del mercado, aún se sigue perjudicando a
miles de peruanos donde el estado todavía actúa de forma arbitraria pese a que la constitución
brinda protección al propietario y señala en que supuestos excepcionales el estado tiene la
facultad de intervenir.