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SISTEMA JURIDICO DE VENEZUELA

De acuerdo con su ordenamiento jurídico, la República Bolivariana de


Venezuela es un Estado

Democrático, Social de Derecho y de Justicia. Es un Estado federal


descentralizado en los términos que consagra la Constitución, en el cual
la soberanía reside intransferiblemente en el pueblo, quien la ejerce
directamente en la forma prevista en ella y en la ley, e indirectamente,
mediante el sufragio, a través de los órganos que ejercen el Poder Público
(artículos 2 y 5 Constitución).

El Poder Público tiene atribuidas sus competencias de manera exclusiva,


las cuales se ejercen con fundamento en los principios de honestidad,
participación, celeridad, eficacia, eficiencia, transparencia, rendición de
cuentas y responsabilidad, con sometimiento pleno a la ley y al derecho
(artículo 141 Constitución). El Poder Público se encuentra distribuido
según la estructura político territorial a nivel de la República. El mismo,
está integrado por el Poder Público Nacional, de los Estados a los cuales
corresponde el Poder Público Estadal y de los Municipios que
corresponde al Poder Público Municipal (artículo 136 de la Constitución).
El Poder Público Nacional está dividido en cinco poderes: Legislativo,
Ejecutivo, Judicial, Ciudadano y Electoral. Estos dos últimos poderes
fueron incorporados en la normativa Constitucional aprobada en 1999. El
Poder Público Nacional se regula conforme al principio de la separación
de poderes. El Poder Legislativo Nacional es ejercido por la Asamblea
Nacional, órgano parlamentario de forma unicameral, integrado por
diputados elegidos en cada una de las veinticuatro entidades federales,
los cuales tienen representación proporcional según una base
poblacional y son electos por periodos de cinco años. Entre sus
atribuciones está la de legislar en materias de competencia nacional y
sobre el funcionamiento de las distintas ramas del Poder Nacional;
proponer enmiendas y reformas a la Constitución; ejercer funciones de
control sobre el Gobierno y la Administración Pública, en los términos
establecidos en la Constitución y en la ley; y discutir y aprobar el
presupuesto nacional.

El Poder Ejecutivo Nacional está conformado por el Presidente de la


República, el Vicepresidente

Ejecutivo, los Ministros, el Consejo de Ministros,la Procuraduría General


de la República y el Consejo de Estado. Entre sus deberes y atribuciones
se encuentran la de cumplir y hacer cumplir la propia Constitución y las
leyes; la dirección de la acción del Gobierno y de las relaciones
exteriores; dictar decretos con fuerza de ley, previa autorización de una
ley habilitante; reglamentar las leyes; administrar la hacienda pública;
celebrar y ratificar tratados, convenios o acuerdos internacionales; dirigir
y ejercer el mando supremo de la Fuerza Armada Nacional; dirigir
informes o mensajes especiales a la Asamblea Nacional, personalmente o
por intermedio del Vicepresidente Ejecutivo; y las demás atribuciones
que le señalen la Constitución o la ley.

El Poder Judicial es el encargado de la administración de justicia y de


conocer sobre las causas y asuntos de su competencia, mediante los
procedimientos que determinen las leyes y ejecutar o hacer ejecutar sus
sentencias. Este Poder goza de autonomía funcional, financiera y
administrativa y no está facultado para establecer tasas, aranceles, ni
exigir pago alguno por sus servicios –justicia gratuita- (artículo 254 de la
Constitución).
El Poder Ciudadano es autónomo y con poder de actuación a escala
nacional y está destinado a prevenir, investigar y sancionar los hechos
que atenten contra la ética pública, la moral administrativa, así como velar
por la buena gestión y la legalidad en el uso del patrimonio público, y el
cumplimiento y la aplicación del principio de la legalidad en toda la
actividad administrativa del Estado. Este Poder es ejercido por el Consejo
Moral Republicano, el cual está integrado por el Defensor del Pueblo, el
Fiscal General y el Contralor General. Los órganos del Poder Ciudadano
son: la Defensoría del Pueblo, el Ministerio Público y la Contraloría
General de la República (artículo 273 de Constitución). La Defensoría del
Pueblo tiene a su cargo la promoción y vigilancia de los derechos y
garantías establecidos en la Constitución y en los tratados
internacionales sobre derechos humanos, además de los intereses
legítimos, colectivos y difusos de los ciudadanos y está a cargo del
Defensor del Pueblo. En desarrollo de sus atribuciones le corresponde la
protección de los derechos humanos; velar por el correcto
funcionamiento de los servicios públicos; interponer las acciones de
inconstitucionalidad, habeas corpus, habeas data y las demás acciones y
recursos necesarios para el cumplimiento de sus atribuciones (artículos
280 y 281 de la Constitución). El Ministerio Público está bajo la dirección
del Fiscal General de la República y tiene entre sus atribuciones la de
garantizar, en los procesos judiciales, el respeto a los derechos y
garantías constitucionales, así como a los tratados, convenios y acuerdos
internacionales suscrito por la República; y ordenar y dirigir la
investigación penal en los casos de perpetración de hechos punibles
(artículos 284 y 285 de la Constitución). La Contraloría General de la
República es el órgano de control, vigilancia y fiscalización de los
ingresos, gastos, bienes públicos y nacionales, así como las operaciones
relativas a los mismos (artículo 287 a 291 de la Constitución). El Poder
Electoral, de carácter nacional y autónomo, se ejerce a través del Consejo
Nacional Electoral como ente rector y, como organismos subordinados se
encuentra la Junta Nacional Electoral, la Comisión de Registro Civil y
Electoral y la Comisión de Participación Política y Financiamiento
(artículos 292 a 298 de la Constitución). El Poder Público Estadal, es el
que corresponde a los Estados como entidades autónomas e iguales en
lo político, con personalidad jurídica. Es ejercido por dos ramas, el Poder
Ejecutivo y el Poder Legislativo. El Poder Ejecutivo, es a quien concierne
el ejercicio de las funciones de gobierno y administración de cada estado,
cuyo titular es un Gobernador elegido mediante sufragio popular. El
Poder Legislativo de cada Estado legisla sobre la materia de competencia
estadal y sanciona su ley de presupuesto. Este

Poder lo ejerce el Consejo Legislativo cuyos integrantes representan


proporcionalmente a la población del Estado y la de los Municipios. Cada
Estado cuenta con una Contraloría, dotada de autonomía orgánica y
funcional, la cual ejerce el control, la vigilancia y la fiscalización de los
ingresos, gastos y bienes estadales, sin perjuicio de las atribuciones que
tiene la Contraloría General de la República (CGR) (artículos 162 y
siguientes de la Constitución de la República).
Por último, el Poder Público Municipal está conformado por los
Municipios y las entidades locales, tales como las parroquias, las
mancomunidades y los Distritos, lo ejercen dos ramas: el Poder Ejecutivo
y el Poder Legislativo. El Poder Ejecutivo, ejerce el gobierno y la
administración del Municipio y está a cargo de un Alcalde, elegido
mediante sufragio. La función legislativa corresponde al Concejo
Municipal, integrado por los Concejales, elegidos mediante sufragio.

Cada Municipio posee una Contraloría, dotada de autonomía orgánica y


funcional, la cual ejerce

el control y fiscalización de los ingresos, gastos y bienes municipales, sin


detrimento de las atribuciones de la CGR. Además, se contempla el
Consejo Local de Planificación Pública, presidido por el Alcalde e
integrado por los Concejales, los Presidentes de las Juntas Parroquiales
y por los representantes de las organizaciones vecinales y de otras de la
sociedad civil (artículo 182 de la Constitución).
Con el desarrollo del Plan de la Patria, como proyecto de estado que
cimenta las bases del Estado Social de Derecho y de Justicia, que
promueve nuestro Legislador en la Carta Magna, se derivan un
conjunto de transformaciones en diferentes sectores de la sociedad
venezolana, la cual, regida por un conjunto normativo de leyes
administradas por el Aparato de Justicia, que en ocasiones contradice
la realidad jurídica por sus viejos esquemas heredados de gobiernos
anteriores, con sus prácticas en detrimento de las necesidades del
pueblo. Por ello, se han asumido, un conjunto de modificaciones tanto
en lo organizativo, lo procedimental y estructural; dando paso al
denominado Plan Estratégico del Poder Judicial Venezolano, el cual,
iremos analizando de manera progresiva en futuras entregas, iniciando
en ésta ocasión con su primer punto de agenda.

Eje estratégico I: Gestión y Administración del Poder Judicial.

1.- Renovar las estructuras y los procesos del Poder Judicial, para
elevar los niveles de eficacia y eficiencia garantizando la igualdad en el
acceso a la administración de justicia, en el marco del proceso de la
refundación de la República.

A partir de éste planteamiento, se reitera la intención del Legislador,


por efectuar una transformación en el aparato burocrático de
administración de justicia, a partir de una reingeniería social, mediante
la cual, se adapten las funciones operacionales a las nuevas demandas
de los usuarios a partir de procesos de capacitación que orienten la
calidad de servicio en todos los niveles, sin restricciones para las
personas que así lo precisen. En éste sentido se amerita tomar en
cuenta las siguientes consideraciones:

 Aplicar un estudio de reingeniería de procesos, que arroje una


propuesta fundamentada en el achatamiento del Aparato del
Sistema de Justicia Penal, con procesos menos engorrosos y más
transparentes. Para ello, efectuar mesas de trabajo y procesos de
consulta institucional.
 Desmontar la estructura actual de los circuitos penales,
favoreciendo la municipalización del sistema de justicia, mediante
aplicación de estrategias vinculadas a la fase de investigación en
acción que integre de manera conjunta a los Jueces de Paz en el
proceso penal, para los delitos menos graves.
 Promover una consulta interna orientada a conocer las
propuestas efectuadas por los trabajadores del Poder Judicial sobre
el funcionamiento y organización actual de los tribunales.
 Impulsar la rendición de cuentas permanente sobre la gestión
tribunalicia, mediante la elaboración y difusión de boletines
digitales en medios alternativos y comunitarios sobre la gestión de
las instancias del poder Judicial.
 Organizar comités de investigación sobre las nuevas tendencias
delictivas en la jurisdicción correspondiente, mediante la
conformación de enfoques interdisciplinarios y de carácter
transversalmente comunitario.
 Otros que se deriven o a los que haya lugar.

Para ello considerar de manera complementaria y vinculante el


cumplimiento y análisis permanente de los siguientes objetivos
estratégicos:

 Optimizar las condiciones para garantizar el acceso a la justicia,


la tutela judicial efectiva y el debido proceso, para la protección de
los intereses nacionales, colectivos; así como elevar la dignidad y el
desarrollo de la personalidad en una sociedad democrática,
participativa y protagónica:

Con el propósito de avanzar a un nuevo modelo de sociedad más


participativo e inclusivo, de acuerdo al espíritu de nuestra Carta
Magna, se precisa la necesidad de impulsar niveles de
empoderamiento en todos y cada uno de los asuntos de la vida pública
nacional por parte de ciudadanos(as), mediante la cultura de la
corresponsabilidad como herramienta de lucha social, auspiciando la
tolerancia, el respeto de los Derechos Humanos de las personas, sin
más restricciones que las específicas de ley que se determinen
mediante la consulta pública, la discusión y el debate.

Para ello surge la necesidad de desmontar las viejas prácticas,


estructuras, procedimientos obsoletos que den paso a un nuevo
sintagma jurídico, de aplicación práctica en el corto y mediano plazo,
teniendo sus bases en el Humanismo y no el carácter punitivo del viejo
estado Burgués, que siempre cosificó al individuo, sin nisiquiera
considerar la responsabilidad del Estado en el incremento del
fenómeno delincuencial de la criminalidad desde un análisis crítico de
sus diversas arístas. Para ello, se precisa la aplicación directa de la
Hermeneutica y el Enfoque Sistémico desde una óptica
verdaderamente crítica, no complaciente al status quo reinante, si
verdaderamente la intención que se busca es la de adapatar el sistema
a los nuevos cambios y demandas que experimenta la sociedad en todo
su contexto.

Empresa nada fácil de asumir, en tiempos de crisis económica, la cual,


a nuestro humilde modo de ver las cosas, representa en éste momento
el motor de la incidencia del delito contra la propiedad y las personas,
estigmatizado en los estratos sociales bajos por la influencia de factores
externos que han incidido en la psique colectiva de nuestro pueblo.
Empresa que debe ser asumida, de manera directa con la intervención
de la denominada Misión Justicia Socialista (MJS), como factor de
cambio dentro de la estructura del Poder Judicial Venezolano y como
enlace directo con el poder constituyente, como fuente de la
administración de justicia penal.

De ello se desprende la articulación social, entendida desde nuestra


perspectiva jurídica como:"El esfuerzo y compromiso de todos(as) y
cada uno(a) de los Servidores(as) publicos(as), instituciones y factores
socio-políticos por brindar una elevada calidad de servicio (Q&S) en la
Administración Pública Nacional (APN), en función de los objetivos
estratégicos nacionales y el interés común; a través de la
correspondiente atención directa, gratuita, eficiente, expedita y celere
respuesta de servicios judiciales a los(as) ciudadanos(as)".

De allí promover las siguientes iniciativas:

–Diseñar un plan individualizado de trabajo integral, para el


crecimiento y desarrollo laboral para el ejercicio de la Carrera Judicial
de sus funcionarios(as), que incluya aspectos tales como: metas en el
trabajo, bienestar y desarrollo social, perfil laboral-institucional,
investigación y condiciones del medio de trabajo.

–Conformar Comisiones Técnicas por parte de los funcionarios de los


diferentes niveles organizacionales dentro de las diferentes Circuitos
Judiciales, con miras a elaborar propuestas de manuales de normas y
procedimientos para las diferentes dependencias organizacionales
vinculadas a los servicios prestados a los usuarios del Sistema de
Justicia Penal. Las cuales, serán asesoradas por entes públicos y
privadas especializados en las áreas respectivas y sometidas a
consultas públicas, para legitimar su previa aprobación por parte del
TSJ.

En nuestra próxima entrega abordaremos el análisis de las siguientes


tareas que están implícitas dentro de éste eje, según las mencionamos a
continuación:
 Superar las prácticas burocráticas a través de la simplificación de
procedimientos y estrategias en las organizaciones para fomentar
una cultura organizacional participativa e innovadora.
 Implantación de sistemas y herramientas informáticas que
permitan el registro, agilización, coordinación, oportunidady
transparencia que potenciarán el seguimiento y evaluación de los
procesos judiciales y la interconexión entre las distintas
jurisdicciones y órganos que conforman el poder judicial.
 Renovar las estructuras físicas, tecnológicas y los procesos en las
prestación de servicios del sistema judicial penal venezolano.
Introducción

El siguiente trabajo persigue un acercamiento, así sea teórico, a la


solución de los problemas que puede causar el sistema de justicia sobre
la gobernabilidad del sistema político. Perseguimos incrementar el nivel
de gobernabilidad del sistema mejorando la calidad de la justicia que
dicho sistema produce. Cuando nos referimos a la relación de la justicia
-como producto institucional y como valor societario- con la
gobernabilidad del sistema político, no se trata de cualquier sistema ni de
toda gobernabilidad. En propiedad, sólo nos interesa la gobernabilidad de
la democracia, ya que hablar de la ingobernabilidad de las dictaduras
como problema, no tiene ninguna importancia para nosotros. Por
supuesto que, con esta aseveración, estamos tomando partido a favor de
un tipo de sistema político: el democrático. De otra parte, lo que nos
preocupa y queremos atender es la dificultad de gobernar en un deseado
ambiente de pluralidad social y de libertades políticas, orientados por
aspiraciones colectivas de desarrollo social y económico. Así,
desechamos la tentación de querer incrementar el rango de
gobernabilidad de la democracia con mecanismos autoritarios. Esto
último, a la larga, se traduce en convertir a la democracia en una
dictadura. Esto es, un sistema político autoritario con fachada
democrática. En definitiva, lo que deseamos es, aunque suene
redundante, una democracia democrática. Por ello, este trabajo versa
sobre como mejorar la gobernabilidad de la democracia, como sistema
político, con el empleo de medios democráticos en el sistema de justicia.

La primera parte contiene un análisis sobre las distintas aproximaciones


que podemos hacer a las relaciones entre justicia, desarrollo, legitimidad
política, capacidad de gobierno y gobernabilidad, acercamientos que
aislados pueden sesgar los diagnósticos y sus soluciones. Veremos
como lo que se debate es si existe una variable independiente o, por el
contrario, se conjugan diversas variables para que la "mala" justicia se
conforme y llegue a causar inestabilidad política en nuestras
democracias. Por ello, expondremos la imperiosa necesidad de abordar la
justicia bajo una visión integral que la explique cabalmente como
fenómeno social e institucional. En la segunda parte, abordaremos la idea
de reconceptualizar el sistema judicial para adaptarlo a los principios de
la democracia. Esta adaptación pasa por lograr una justicia democrática
para lograr una democracia justa. Para ello proponemos crear controles
sociales a la gestión judicial, utilizar la participación popular en la justicia,
desechando el formalismo jurídico que ha caracterizado los sistemas de
justicia. Por último, sugeriremos alternativas para rediseñar el actual
modelo conceptual de sistema de justicia con reformas democratizadoras
que, en nuestro juicio, permitan incrementar el grado de gobernabilidad
de la democracia venezolana mejorando la calidad de su justicia.
Proponemos esta socialización de la justicia con la inclusión de medios
de participación directa o semidirecta en la creación de la legalidad que
regula el sistema de justicia, en la selección de sus integrantes, en el
funcionamiento regular del proceso judicial formal -antes, durante y
después del proceso judicial-, y con la creación de mecanismos alternos,
no formales, de resolución de conflictos. ¿Es Gobernable la Democracia
sin Justicia? El Sistema de Justicia y la Gobernabilidad de la Democracia
Si la hipótesis que sostenemos en el presente trabajo es la incidencia de
los sistemas de justicia sobre la gobernabilidad de la democracia,
debemos establecer los límites de esta relación. Para ello tenemos que
ponernos de acuerdo, someramente, en lo que entendemos por
gobernabilidad democrática y por sistema de justicia. El término
gobernabilidad, en general, o de gobernabilidad democrática,
especialmente, se comenzó a utilizar en la región, a mediados de los años
ochenta, como el necesario control político-institucional sobre el cambio
social para dirigir el proceso transformador preservando y fortaleciendo,
a la vez, el régimen democrático. De manera que, la ingobernabilidad
democrática indica una incapacidad de los gobiernos para dar respuestas
oportunas y adecuadas a las demandas de la población en el contexto
actual, debilitándolos, al tiempo que pone en peligro, incluso, la viabilidad
del Estado-Nación (COPRE; 1994). Cuando hablamos de ingobernabilidad
democrática por causa del sistema de justicia, hacemos referencia a los
problemas que originan un grupo de elementos que lo constituyen. Estos
elementos son: i) la cultura jurídica predominante -noción del Estado de
Derecho-; ii) el diseño institucional del sector justicia -estructura
orgánica-; iii) el diseño de los procesos funcionales -procedimientos para
obtener justicia-; iv) el modo de gobierno judicial -gerencia del sector
justicia-; y, v) la relación entre la justicia producida -producto
institucional- y ]ajusticia esperada -valores sociales de equidad y justicia-.
De lo que se trata es, de cuál es la incidencia del sistema de justicia,
como variable institucional, sobre la eficiencia y eficacia de los gobiernos
democráticos y, cuánta es la consecuente legitimidad de éstos, por el
mayor o menor apego de las poblaciones a la justicia resultante, como
producto institucional. En definitiva, es la "relación entre instituciones
judiciales y rendimiento político". Dicha relación implica, también,
determinar los vínculos entre justicia y desarrollo, justicia y legitimidad
política, así como entre justicia y capacidad de gobierno. En cuanto al
vínculo entre justicia y legitimidad política, se trata de determinar si el
sistema de justicia puede aportar respaldo popular al sistema político
democrático o incidir en el desapego de la población a la democracia. En
segundo término, si el sistema de justicia incide o no en el desarrollo de
la nación, y éste, a su vez, incide en la legitimación política. Y, por último,
si la incapacidad de gobernar -dirección o conducción político-
administrativa- al propio sistema de justicia incide en la calidad de
¡ajusticia, y si esta contribución afecta el desarrollo de la nación y la
legitimidad del sistema político. Como vemos, en definitiva, de lo que se
trata es de la incidencia de la justicia sobre la gobernabilidad
democrática, sea esta una variable directa o indirecta, independiente o
asociada a otras variables. En todo caso, somos de la opinión de que la
incidencia del sistema de justicia sobre la gobernabilidad es una variable
dependiente, unida a otras variables, sean éstas relaciones económicas y
sociales o fenómenos políticos preinstitucionales. Lo cual no resta
importancia al estudio de las consecuencias que la disfunción del sistema
de justicia pueda causar sobre la gobernabilidad democrática, y de las
posibles soluciones a tales disfunciones. Para esquematizar el contenido
de la cadena resultante de incidencias entre el sistema de justicia y la
gobernabilidad democrática, que veremos luego, podemos acudir a la
siguiente fórmula:

Los Cometidos del Sistema de Justicia en la Democracia Un segundo


asunto que se debe tener en cuenta, es que el Estado democrático tiene
una misión y un rol determinados, dentro de los cuales la función judicial
juega un papel estelar, en tanto que la mayoría de las constituciones le
atribuyen al sistema de justicia objetivos específicos, que son viejas
aspiraciones sociales. El Estado de derecho, desde la perspectiva de la
actual concepción del Estado social y democrático de derecho, se
sustenta en cuatro principios, a saber, i) la consagración de una carta de
derechos fundamentales del hombre, anteriores y superiores al Estado,
tanto de carácter formal como material; ii) el gobierno de las leyes o el
principio de la autoridad de la ley, según el cual los actos del Estado se
derivan y están limitados por el derecho; iii) el establecimiento de la
democracia como forma de gobierno; y, por último, iv) el principio de la
división de los poderes, que genera una limitación del poder por el poder
en protección de la libertad del hombre contra la posible arbitrariedad del
Estado.

La Socialización de la Justicia. De la Justicia Formal a la Justicia Popular


En la actualidad, es difícil pensar en la viabilidad de la democracia sin
justicia, ni alcanzar la justicia fuera del marco democrático. De allí que, el
Poder Judicial debe tener como propios los fines de la democracia y, en
ese sentido, la legalidad, la justicia y los servicios que la suministran
deben ser democráticos. Pero, ¿cómo lograrlo?. Para nosotros es posible
mediante el control social sobre la gestión judicial, en lo estratégico,
táctico y operacional. La reforma judicial debe ser, desde su concepción
hasta su ejecución, transparente, participativa y contar con un liderazgo
amplio para el cambio. Imponer una reforma, por muy preclaro que sea su
fundamento, puede llegar a ser inútil. Recordemos que, la modificación de
las reglas formales, sean estas normas o procedimientos, es fácil y rápido
de lograr, el asunto es el cambio cultural del cual depende su
permanencia. Una reforma impuesta y con sustancia formalista puede
hacer duradero el dicho de "se acata pero no se cumple", que resume el
abismo entre las determinaciones del formalismo jurídico y la actuación
real de los actores judiciales. Proponemos lograr el control social sobre la
gestión judicial por medio de la participación democrática de los
ciudadanos, como un instrumento para que los medios institucionales, a
través de los cuales se forman las políticas judiciales, sean permeables a
dicho control social. Esto requiere una reforma a fondo de los modelos de
formación de políticas judiciales y de los propios sistemas políticos.
Habría que introducir un nuevo esquema de carácter participativo, que
modifique el actual esquema de gobierno judicial, permitiendo el
surgimiento de nuevos experimentos organizativas, como expresiones
sociales, así como, la participación directa o semidirecta de los
ciudadanos en las decisiones del gobierno judicial. Estos canales de
control social sobre la gestión judicial, son los mecanismos más
efectivos para garantizar que la reforma judicial se construya como se
desea, al tiempo que le proporciona la legitimidad necesaria para
garantizar su éxito. No es posible el cambio judicial si este no contiene
beneficios directos para la gente. En definitiva, el sector justicia podría
mantenerse como campo de discrepancias sociales y, lejos de coadyuvar
a la paz social para el trabajo creador de la sociedad, seguir siendo un
elemento más de la disociación social con la consecuente inestabilidad
política. Como lo señala Enrique Iglesias (1993:9): "No basta con
esfuerzos encaminados a la modernización del derecho si su aplicación
no se efectúa con la firmeza y la celeridad que la ciudadanía espera."
Pero, ¿a quién le interesa que los cambios sean efectivos?. Más que a
nadie al propio beneficiario o usuario de los sistemas de justicia, por eso
es necesario que aquel fiscalice el proceder y el producto de los sistemas
de justicia. El control social sobre la gestión judicial es el único camino
que puede garantizar que la permanencia de la reforma y de su
operatividad posterior. Es indispensable la creación de causes
institucionales para la participación directa y semidirecta de la población,
en la formación y mantenimiento de la legalidad y de la justicia
democráticas, porque la manera como se originan y se conforman es tan
importante como sus propios contenidos. El control social sobre la
gestión judicial en la formulación de la legalidad, en la ejecución de las
actividades del Estado, en el control de estos actos, en la resolución de
los conflictos sociales o individuales y en el resarcimiento de los daños
causados, le darán un carácter realmente democrático. Si la legalidad
democrática beneficia a la sociedad en su conjunto, ésta debe participar
en su mantenimiento, por cuanto al estar interesados todos los
ciudadanos en su existencia velarán por su vigencia más que las
instancias del propio Estado. En modo alguno estamos sugiriendo
desmantelar la institucionalidad estatal, en general, o la judicial, en
particular, pero si establecer el control social sobre la gestión judicial. De
lo que se trata es de utilizar la participación democrática de los
ciudadanos como un instrumento para que los medios institucionales, a
través de los cuales se forma la legalidad y la justicia, sean permeables al
control social.
La iniciativa legislativa popular Se entiende por iniciativa legislativa
popular, a los medios por los cuales la población de forma directa puede
iniciar procedimientos para formar o modificar la legalidad. Entre estos
medios, el más usual es la iniciativa popular legislativa. En la actualidad
prevista en muchas constituciones de la Región, con mayor o menor
eficacia, ya que en algunas no se tiene garantía de que los proyectos
normativos presentados sean considerados por los cuerpos legislativos.
Si esta iniciativa funcionara eficazmente, tendríamos un ordenamiento
jurídico legitimado y compartido socialmente. Habría menos distancia
entre la previsión normativa y el actuar estatal y social.

La Educación y la Formación de los Ciudadanos para una Nueva Cultura


de la Justicia Hemos señalado la existencia de dos legalidades
contrapuestas, una escrita y una real, que conviven y se enfrentan. Esta
doble legalidad es desarrollada por un comportamiento de los actores
político-sociales, que es dictado por una cultura determinada. La
legalidad es el resultado de la implantación de determinados valores
sociales, ya sea de toda la sociedad o de una parte de ella. Así, la
implantación de una legalidad deseada no se logrará con la mera
aspiración de que el Estado o actores institucionales, políticos o sociales
se comporten de cierta manera, por el contrario, lo que se requiere es un
cambio en las actitudes de las personas, que se traduzca en nuevas
formas de comportamiento. La cultura judicial, como fenómeno, se
impone porque las rutinas sociales le dan vigencia. De manera que, para
sustituir definitivamente una por otra, se debe lograr la modificación de
los patrones de comportamiento, variando la matriz del pensamiento
colectivo. La nueva cultura judicial, como conjunto de valores político-
sociales normativizados y practicados, será una realidad si se consigue la
modificación conductual de los individuos en la sociedad. Pero, la nueva
cultura judicial no tendrá efectos permanentes hasta que se entronice en
ellos el Estado de Derecho democrático, como un valor socialmente
reconocido y defendido, hasta que sea un concepto indisoluble a nuestra
vida. Por ello, es que se debe urgar en los mecanismos de reproducción
de los valores, en los vehículos del pensamiento colectivo, y en el
proceso de internalización individual. Sólo así, tendremos la posibilidad
de construir un Estado social y democrático de derecho, que atienda a los
intereses generales de la sociedad, supeditado a ella por el control social
de su gestión; como el garante y promotor de las condiciones para el
desarrollo social y económico de los ciudadanos, pero deslastrándose de
los rasgos autoritarios y de la intervención desmedida en actividades
intrascendentes. Uno de los enfoques que hemos recogido en el presente
ensayo, es que el problema de la justicia es, fundamentalmente, de orden
social, y que lo estatal-institucional sólo representa una de sus aristas.
Detrás de ésta base social, lo que se encuentra es uno o varios sistemas
de valores político-sociales. De modo que la legalidad y justicia
democráticas se obtendrán en la medida en que se realicen cambios
verdaderos en la sociedad, y en las relaciones de ésta con el Estado. Sin
una nueva cultura judicial, los mecanismos propuestos de control social
no pasarán de ser un deseo sobre el papel. En coherencia con lo anterior,
se debe incidir sobre los mecanismos que establecen y reproducen la
cultura societaria, fundamentalmente sobre aquellos por medio de los
cuales se consolidan los valores de las personas. Entre estos
mecanismos, hay dos que pueden situarse en ambientes bien definidos:
la familia y la escuela. De allí que, debemos considerar imprescindible la
creación inmediata de una estrategia cultural, para la consolidación de un
sistema judicial democrático, que logre internalizar los valores político-
sociales que le corresponden a la nueva legalidad. Valores como los del
Estado de Derecho y su principio de legalidad, el de la responsabilidad
ciudadana, el del derecho deber de la participación democrática, el del
control social sobre la gestión del Estado, el de la responsabilidad del
Estado, el de la justicia formal y, sobre todo, material. Estos valores,
deben ser efectivamente valores sociales vigentes y no ideas de lo que
debiera ser, sólo así podremos pretender que la legalidad y justicia
democráticas, además de ser las que definen los textos
normativosconstitución escrita-, sean las que se practiquen en la
sociedad y en el Estado -constitución real-. El primer componente de la
estrategia sugerida es la formación familiar, cuya importancia reside en
que en ella se impronta de modo imborrable la personalidad del individuo.
No hay otro mecanismo de creación y reproducción de valores con mayor
fuerza y permanencia que éste. De hecho, los otros medios podrán
afianzar o moldear algunos valores adquiridos en la familia, pero el
reemplazarlos, aun cuando no es imposible, resulta difícil. Por ello es
crucial que esta formación propenda a inculcar los valores de la nueva
cultura, como fundamento para la convivencia humana. De manera que
sean valores de convicción personal, que luego se convertirán en
elementos de socialización. Pero esta recomendación no será más que un
buen propósito si se deja a la voluntad de la familia, por ello debe
concretarse en una campaña dirigida desde la institucionalidad estatal y
desde la sociedad organizada. Con los valores de la nueva cultura
democrática, improntados por la formación familiar, se deben crear las
condiciones para que posteriormente sean reafirmados por la educación
institucional. Esta consolidación debe efectuarse desde la escuela básica.
No debe esperarse a los niveles de educación media y superior. Se debe
proceder a una revisión concienzuda de los contenidos programáticos,
para que, a la vez, que se provea de información, también se ofrezca una
formación ciudadana. Formación que no debe ser teórica sino vivencial.
La democracia, como modo existencial del ser humano, es un fenómeno
vivencial, podemos explicarlo teóricamente, pero es la praxis la que la
inculca. Si bien, se requiere de una sistematización racional, para que el
ciudadano comprenda los procesos democráticos, ello no es suficiente,
siendo imprescindible la repetición de las conductas democráticas y el
funcionamiento, cierto, de controles sociales, para que la conducta del
ciudadano no se desvíe de la deseada y, en caso de transgredir la
conducta democrática, contar con los recursos para que el ciudadano
regrese a la prevista. Debemos recordar que los medios coactivos más
fuertes para mantener las conductas, no son los físicos, sino los de
carácter moral, más si éstos son reforzados por una presión social. Esos
dos ambientes, el familiar y el escolar, pueden complementarse y lograr a
la larga una cultura social permanente, que permita la vigencia de la
deseadas legalidad y justicia democráticas. Pero a la necesidad de
formación democrática de la población, se debe sumar la formación y
capacitación de los propios operarios judiciales, fundamentalmente de
los jueces, que permita modificar la hoy dominante cultura del formalismo
jurídico. Los jueces deben avanzar del exacerbado formalismo procesal,
por el que las formas sustituyen a los contenidos y los derechos son
escasamente nominales. La justicia debe ser accesible, oportuna,
confiable y materializable, o los procesos del sistema de justicia no
pasarán de ser ritualismos vacíos, con productos carentes de contenido
social. En definitiva, una justicia alejada de la legitimidad social, que la
debe validar, contamina de ilegitimi A manera de Conclusión Que la
ingobernabilidad de la democracia pueda deberse en parte al diseño,
funcionamiento y productos del sistema de justicia, es una hipótesis que,
cuanto menos, vale la pena considerar. Esta incidencia negativa del
sistema de justicia sobre la gobernabilidad democrática, se debe a su
distancia con respecto a la realidad social. La distancia se puede medir en
tanto que el sistema de justicia obstaculiza el desarrollo social y contraría
los postulados de la propia democracia. Igualmente, porque la
incapacidad de gobierno sobre el sistema de justicia puede contribuir al
debilitamiento de la gobernabilidad de todo el sistema político. La
contradicción entre el sistema de justicia y los principios democráticos
puede deberse a que la democracia ha sido más formal que real, y no
logró permear toda la institucionalidad del Estado. Dejando al sistema
judicial bajo la vieja cultura del formalismo jurídico, que contiene
principios autoritarios y pretende una justicia tutelada, elitesca. La mejora
de la gobernabilidad de la democracia no se verificará sin que la justicia,
cono producto institucional, se transforme en una justicia democrática,
avanzando de las conquistas formales a las materiales, de manera que la
población la sienta como suya y se incremente su apoyo al sistema
político democrático. Pero esta justicia democrática sólo es posible en el
marco de una nueva legalidad democrática, y de una gestión judicial
eficiente y eficaz bajo control social. La nueva concepción de legalidad,
pasa de una visión jurídicoformal a otra de orden social. Así la nueva
legalidad garantizará el nuevo proceder del sistema de justicia. Pero, a su
vez, la nueva legalidad y justicia democráticas sólo son posibles si se
impone el control social sobre la gestión judicial. La participación de
la población en los procesos generadores de justicia, en sus diversas
etapas y por diversos medios, son el camino para establecer el control
social sobre la gestión judicial. Pero la garantía definitiva, para que la
legalidad y la justicia democráticas bajo control social sean posibles,
pasa por un cambio cultural, con nuevos valores que conformen un
Estado democrático y social de derecho moderno. El cambio del
pensamiento y consecuente accionar social será tanto o más importante
que los cambios institucionales que puedan operar en el Estado. dad a
todo el sistema político democrático. Los cambios institucionales son
necesarios, pero el cambio cultural es definitorio para que la legalidad y la
justicia sean democráticas y, con ello, la democracia sea gobernable.
Ética profesional.
Es la que regula el comportamiento de todo profesionista, que llevamos a cabo
con honor y decoro nuestra carrera, es por eso que cuando nos graduamos
hacemos un juramento solemne en el que nos comprometemos a cumplir una
profesión apegados a la ética y a la moral, para que así la sociedad goce de
sus servicios profesionales.

El profesional del derecho.


Nos debemos a sí mismo a una misión de auxiliar de la justicia otorgada por
la ley, una conducta íntegra y ceñida a los parámetros de lo moral, de la
equidad. Cuando pretendemos como abogado tener una ética profesional,
debemos de a prender a navegar en la corriente, pero nunca dejar que ésta
nos lleve y manipule a su antojo, es decir aprender a convivir en este medio
pero sin perder los valores que nos han sido inculcados con anterioridad,
desafortunadamente nos encontramos inmersos en un mundo muy globalizado,
el cual en lugar de alentarnos a conservar nuestra ética y principios como
abogados nos coloca frente a un fuerte dilema “la necesidad contra nuestros
principios”, pues cada vez es más frecuente encontrar millares y millares de
abogados buscando encontrar algún asunto para subsistir, sin embargo el
mundo obliga y orilla a los abogados a actuar conforme se requiera.

Valores del Abogado.


Para entrar en materia de los valores del abogado antes debemos conocer que
es la deontología la cual enunciamos como una disciplina que va centrada al
análisis de los deberes y valores que rigen la moral Se dice que el filósofo
británico Jeremy Bentham fue el responsable de adjudicar que la deontología
forma parte de la ética y los valores Es importante destacar que la deontología
analiza los deberes internos del individuo; es decir, aquello que debe hacer o
evitar según lo que dicta su conciencia Los valores compartidos y aceptados
por la ética son recogidos por los códigos deontológicos.

Continuando el orden de ideas aparece la deontología jurídica la cual va centra


en los valores que debe tener un abogado en su ejercicio de la carrera
profesional. En primer lugar el abogado salvaguarda los intereses de sus
clientes y se debe proteger el bien jurídico y la intimación de su vida personal
siempre respetando todos los parámetros ético y morales.
Es complicado enunciar todo los valores que deben existir en un abogado pero
a continuación se enmarcaran los más notorios:

Honestidad.
Para cumplir con esto hace falta ser sinceros en todo lo que decimos, fieles a
las promesas en el campo laboral esto ayudara a reafirmar nuestro trabajo
como transparente y legal ante la sociedad.

Justicia
Ella consiste en conocer, respetar y hacer valer los derechos de las personas
honrar a los que han sido buenos con otros ser justo implica reconocer y
fomentar las buenas acciones y en todo el ejercicio profesional velar por que
siempre prevalezca la justicia ante todo. En pocas palabras es la constante y
perpetua voluntad de dar a cada quien lo suyo Ulpiano.

Imparcialidad.
Este valor lo podemos explicar mediante un ejemplo en el ejercicio como
abogado son latentes las probabilidades de oportunidad de trabajo como
órgano que imparta la justicia ejemplo como juez en materia civil, penal,
mercantil o como funcionario público en la amplia gama del de la
administración pública debe prevalecer la imparcialidad sin ningún tipo de
distinción racial, social, política o religioso.

La imparcialidad consiste en poner entre paréntesis todas las consideraciones


subjetivas que puedan atarnos la capacidad de obrar adecuadamente. 

“La imparcialidad es la falta de designio anticipado o de prevención a favor o en


contra de personas o cosas, de que resulta poderse juzgar o proceder con
rectitud”.

Lo contrario de la imparcialidad es la corrupción y si ésta se da por dinero se


denomina soborno.

La seguridad jurídica.
Es un principio universalmente reconocido del Derecho que se entiende como
certeza práctica del Derecho, y representa la seguridad de que se conoce o
puede conocer lo previsto como prohibido, mandado y permitido por el poder
público respecto de uno para con los demás y de los demás para con uno.

La palabra seguridad proviene de securitas, la cual deriva del adjetivo securus


(de secura) que, significa estar SEGUROS DE ALGO y libre de cuidados.

La seguridad jurídica es la garantía dada al individuo, por el Estado, de que su


persona, sus bienes y sus derechos no serán violentados o que, si esto llegará
a producirse, le serán asegurados por la sociedad, protección y reparación.

En resumen, la seguridad jurídica es la certeza que tiene el individuo de que su


situación jurídica no será modificada más que por procedimientos regulares, y
conductos establecidos previamente.

Bien común.
Es el conjunto de condiciones de la vida social que permiten que las
asociaciones y cada uno de sus miembros alcancen de manera más fácil e
íntegra la perfección que les corresponde.

Implica.
a) El conjunto de condiciones de la vida social: estructuras, libertad, orden,
seguridad, educación, empleo, salud (perfeccionamiento físico y
espiritual), justicia, familia, vivienda, religión (el hombre tiene una
dimensión sobrenatural que es preciso desarrollar);

b) Asociaciones y cada uno de sus miembros: integrantes de la sociedad


agrupados o individualmente.

c) El logro de su propia perfección: plenitud de las potencias.

Son cuatro los elementos que constituyen el Bien Común:


1. Las condiciones sociales de paz, justicia y libertad.
2. Un conjunto de bienes materiales, educativos, religiosos.
3. Equidad en el reparto de esos bienes; y
4. Una adecuada organización social

La verdad.
Es la realidad de las cosas: “Moralmente, es la conformidad de la palabra con
la idea del que habla, o sea, la expresión sincera de lo que uno siente en su
interior”

El significado de la palabra verdad abarca desde la honestidad, la buena fe y la


sinceridad en general, hasta el acuerdo de los conceptos con las cosas, los
hechos o la realidad en particular.

Si queremos ser Honestos, debemos empezar por enfrentar con valor nuestros
defectos y buscando la manera más eficaz de superarlos, con acciones que
nos lleven a mejorar todo aquello que afecta a nuestra persona y como
consecuencia a nuestros semejantes, rectificando cada vez que nos
equivocamos y cumpliendo con nuestro deber en las labores grandes y
pequeñas sin hacer distinción.

Antivalores.
Los antivalores son conocidos también como valores inmorales, es decir
conductas dañinas y actitudes negativas que los seres humanos manifiestan
día tras día en la sociedad, es decir La deshonestidad, la injusticia, la
intransigencia, la intolerancia, la traición, el egoísmo, la irresponsabilidad, la
indiferencia, son ejemplos de esto antivalores que rigen la conducta de las
personas inmorales.

Política.
Es el conjunto de ideas, convencimientos o acciones sociales que se relaciona
con las cuestiones públicas o relacionadas con el poder. Se habla de política al
hacer referencia a un grupo de gobernantes y su relación con el grupo al que
gobierna.

En lo jurídico.
se la denomina de tres formas posibles: como un conjunto de actividades
desarrolladas por un grupo y que permiten crear, planificar y ejercer el poder
sobre otro; Como la lucha y la oposición que debe llevarse a cabo por parte de
un grupo reducido para dominar a uno mayor; y por último, como una actividad
cuya razón de ser es alcanzar un fin preciso: el bien común (todo debe llevarse
a cabo con el objetivo común de alcanzar la paz a través de métodos que no
incluyan la violencia).

Algunas teorías sobre política afirman que no debe ser importante resolver de
qué forma se estable la relación de poder-dominio sino de qué maneras se
puede entender la integración de las partes del grupo, contemplando incluso
aquellas minorías que en la mayoría de los casos no son tenidos en cuenta.
Esto significa analizar y comprender cada una de las relaciones que existen
entre los miembros tanto individuales como colectivos. De este modo, podemos
caer en una nueva definición de la palabra, llegando a comprenderla como el
arte de la integración y no de la dominación, como la gran mayoría sostiene.

Papel que juegan las tecnologías de la información y comunicación en la


profesión del derecho.
El desarrollo de las tecnologías de la información y la comunicación facilitan el
ejercicio de este derecho. El derecho a la comunicación reclama la existencia
de espacios tecnológicos y sociales abiertos para el intercambio de
información, el debate y el diálogo democráticos, que faciliten la construcción
de consensos e imaginarios colectivos, materialicen la participación y
fortalezcan la ciudadanía.

Entre el Derecho y la Informática se podrían apreciar dos tipos de


interrelaciones. Si se toma como enfoque el aspecto netamente instrumental,
se está haciendo referencia a la informática jurídica. Pero al considerar a la
informática como objeto del Derecho, se hace alusión al Derecho de la
Informática o simplemente Derecho Informático.

La cibernética juega un papel bastante importante en estas relaciones .Por


cuanto sabemos que la cibernética es la ciencia de las ciencias, y surge como
necesidad de obtener una ciencia general que estudie y trate la relación de las
demás ciencias.

De esta manera, tenemos a la ciencia informática y por otro lado a la ciencia


del derecho; ambas disciplinas interrelacionadas funcionan más eficiente y
eficazmente, por cuanto el derecho en su aplicación, es ayudado por la
informática; pero resulta que ésta debe de estar estructurada por ciertas reglas
y criterios que aseguren el cumplimiento y respeto de las pautas informáticas;
así pues, nace el derecho informático como una ciencia que surge a raíz de la
cibernética, como una ciencia que trata la relación derecho e informática desde
el punto de vista del conjunto de normas, doctrina y jurisprudencias, que van a
establecer, regular las acciones, procesos, aplicaciones, relaciones jurídicas,
en su complejidad, de la informática.

Pero del otro lado encontramos a la informática jurídica que ayudada por el
derecho informático hace válida esa cooperación de la informática al derecho.

En efecto, la informática no puede juzgarse en su simple exterioridad, como


utilización de aparatos o elementos físicos electrónicos, pura y llanamente; sino
que, en el modo de proceder se crean unas relaciones Inter. Subjetivas de las
personas naturales o jurídicas y de entes morales del Estado y surgen
entonces un conjunto de reglas técnicas conectadas con el Derecho, que
vienen a constituir medios para la realización de sus fines.

El derecho a la comunicación.
Es la protección jurídica que reclama el derecho de todas las personas al
acceso en condiciones de igualdad material a la información y al conocimiento
sin someterse a las leyes del mercado permitiendo la libre expresión de la
ciudadanía.

El derecho a la comunicación contempla tres ámbitos para su acción:


producción, emisión y recepción los cuales encuentran formatos diversos para
su manifestación; es decir, además de los medios de difusión, se encuentran
expresiones artísticas y otras herramientas.

En tanto derecho humano, por su carácter interdependiente, el derecho a la


comunicación se encuentra vinculado a otros derechos tales como el de acceso
a la información y la libertad de expresión. Su ejercicio y garantía son
necesarios para promover la participación democrática de las personas en el
ejercicio de informar y ser informadas.

El artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948


indica que "todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión;
este derecho incluye el no ser molestado a causa de sus opiniones, el de
investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación
de fronteras por cualquier medio de expresión."

El derecho a la comunicación no es exclusivo de labores periodísticas y


profesionales. En el marco de los derechos humanos se reclama que pueda ser
ejercido por cualquier persona en el ejercicio de su ciudadanía. Entre los
principales obstáculos que limitan su ejercicio se encuentran las diferentes
brechas digitales que marcan el acceso y los conocimientos del uso de las TIC
determinantes en las posibilidades de acceso a los medios de producción y
difusión.

INTRODUCCION
La ética y la moral son dos cosas que van de la mano, siempre ha existido la
necesidad por parte del ser humano de saber qué es lo que está bien y lo que
está mal, sobre todo cuando se desenvuelve en una sociedad donde existen
más individuos que son capaces de juzgar de manera positiva o negativa
dichas acciones.

El sentido de pertenencia del ser humano en la sociedad hace que este se


comporte de cierta manera además de las costumbres y enseñanzas que
acontecen el círculo en donde se desenvuelve.

La calidad humana siempre ha tenido un antecedente y ese antecedente es la


moral. La ética va en conjunto, ya se entiende como el conjunto de normas que
rigen el adecuado comportamiento del ser humano dentro de la sociedad y
hacia sus semejantes.

CONCLUCION
En conclusión, puedo decir que el ser humano es un ser racional y autónomo
en la sociedad sin embargo de acuerdo a sus enseñanzas y sus criterios
personales, los cuales provienen desde el núcleo familiar y posteriormente con
el desarrollo del ser humano dentro de la sociedad y diferentes ámbitos en los
cuales se desenvuelve, pueden afectar de manera positiva como negativa el
criterio de estas personas. Asimismo las costumbres adquiridas son otro
principio que se puede ver alterado por la sociedad, pero si el mismo ser
humano vive su moral de una manera intachable y asimismo ser mejor persona
y hacer mejor a los demás.

REPUBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA


ESPECIALIZACION EN GESTION JUDICIAL
ETICA Y POLITICA JURIDICA
ETICA PROFECIONAL
DEL ABOGADO
TUTORA:
ABG; KISSI ORTA

AUTORA.
ABG. CARMEN LUISA FERMIN
C.I V-12125585

MATURIN, NOVIEMBRE 2018

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