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Podemos partir de la idea de que es evidente que los conflictos sociales contemporáneos provocan
procesos de desocialización, crisis, desesperanzas entre los seres humanos, generando
desconfianza mutua, desconfianza hacia las ideologías existentes, hacia los liderazgos, hacia el
concepto de autoridad, hacia los valores humanos, hacia el otro y hacia uno mismo, ahondando en
lo que Lipovetsky significa como “la era del vacío”.
Esta idea se constituye en una base ideológica de preocupación, reflexión y acción que tiñe nuestro
camino de exploración de la construcción de conocimiento. Es por ello que consideramos
fundamental que dicha construcción no se base en enfoques mecanicistas, materialistas,
reduccionistas y fragmentados, sino que se contemple la multidimensionalidad de los seres
humanos, teniendo en cuenta no sólo el contexto histórico y social, sino también sus aspectos
emocionales, cognitivos, espirituales, intuitivos.
Desde estas perspectivas, nos interesa explorar un tipo de metodología cuyo fundamento teórico
no se base exclusivamente en los lineamientos científicos derivados de las ciencias naturales, sino
más en un pensamiento poético. La famosa frase de Antonio Machado, “caminante no hay camino,
se hace camino al andar”, nos abre otras posibilidades de exploración acerca de la construcción de
conocimiento, vinculando, por ejemplo, conceptos tales como orden, desorden, incertidumbres,
inestabilidades, rupturas de expectativas, tiempo, espacio, etc. en sus dimensiones metafóricas y
simbólicas, dando lugar, así, a la diversidad, a la divergencia, a lo que se oculta, a lo que se sugiere.
De esta forma, podemos contactarnos con nuestras intuiciones, sensaciones, comprensiones
históricas, experiencias vivenciales, percepciones, imaginaciones.
Y cuando hablamos de realidad, nos referimos a todo lo existente, incluidos nosotros mismos, como
personas y como sociedad y la concebimos como una unidad compleja, como una confluencia de
múltiples fenómenos, cuya comprensión reside en sus conexiones, en sus relaciones entre hechos
y procesos. Lo interesante aquí es observar que el resultado globalizado de esta comprensión
puede ir develando conexiones ocultas, no-percibidas, invisibilizadas, otras realidades que tienen
derecho propio de existencia pero que, paradójicamente, sólo existen cuando se las descubre. En
ese descubrimiento aparece la sorpresa de que eso estaba allí pero no podíamos verlo, no porque
estuviera oculto sino porque el modo de vincularnos no lo permitía.
El drama de ciertas posturas académicas es que la complejidad de la vida, con sus aspectos
invisibilizados, no es teorizable sino solamente pensable. Los físicos y los químicos, por ejemplo,
pueden crear modelos y construir mundos a partir de ellos, pero en el campo de las humanidades,
el desafío no es crear modelos de laboratorio sino comprender las situaciones como la vida las
presenta. Y en esas situaciones habrá que dar lugar a lo no-percibido, a lo invisibilizado, a lo oculto,
que también forman parte de la realidad de la vida. El sentido común de nuestra cultura social
(producto de paradigmas de dominación) no propicia la búsqueda de esas conexiones, de esas
otras realidades subyacentes a la relación entre hechos y procesos.
Pensando en el campo del arte, consideramos que estas posturas también conllevan un valor
teórico en sí mismo, ya que intentan abordar una temática relevante que, en muchos ámbitos
académicos, se torna un tanto marginal o directamente no tienen cabida: establecer un diálogo
crítico y reflexivo entre los estudios estructuralistas rigurosos y los que remiten a la concepción de
una obra de arte como un emergente cultural.
Por ello, las Artes ofrecen la gran posibilidad de poder ingresar al camino de la construcción de
conocimiento en una búsqueda integradora, holística, que contemple la multidimensionalidad de los
seres humanos que la construyen. Este tipo de búsqueda puede adaptarse al entorno social,
económico y cultural de cada lugar y apunta al desarrollo integral del ser humano (en los niveles
físico, emocional, cognitivo, espiritual, intuitivo) de manera activa, protagonista e incluyente.