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UNIVERSIDAD PEDAGÓGICA NACIONAL

EDUCACIÓN CULTURA Y SOCIEDAD VIII SEMESTRE

TEORÍAS DE LA REPRODUCCIÓN CULTURAL

El conjunto de sistemas de hábitos, que contempla en un sentido amplio tanto los modos de
ser, de vivir y de actuar del sujeto, es la cultura, la cual, no está circunscrita a un orden
natural, universal, físico o espiritual, sino a un carácter relativo. Esta concepción de cultura
nos direcciona a un concepto central en la teoría de la reproducción cultural, lo
denominado: arbitrariedad cultural. Este concepto, hace referencia, a aquello que está
atado a las dinámicas sociales que tienen lugar en la clase dominante y que se nos es
impuesto por medio de una violencia simbólica. Así pues, de la cultura y las dinámicas que
suscitan allí, se desprenden numerosos aspectos en relación con las esferas y sistemas que
conforman la sociedad, de los cuales, se harán mención en el presente texto.
El sistema escolar y la desigualdad social
El sistema escolar, como una de las partes fundamentales dentro de la sociedad, es central
en los aspectos relacionados con la reproducción cultural. En primera medida, podemos
situar lo implícito en dicha institución, es decir, lo denominado como cultura escolar, la
cual, reviste una conexión profunda con la clase alta de nuestra sociedad, lo cual provoca
que, los contenidos enseñados allí, en relación a aspectos culturales y científicos, traigan
consigo un conjunto de saberes y sobre todo, de manera acentuada, una serie de facilidades
de expresión propias de las clases altas, lo que permite determinar que los estudiantes de las
clases populares quedarían en cierta desventaja en relación a los procesos que tienen lugar
en la escuela.

Hay que observar que el porcentaje de estudiantes originarios de las diversas clases refleja
sólo de modo incompleto la desigualdad educativa, siendo las categorías sociales más
representadas en la educación superior al mismo tiempo las menos representadas dentro de
la población activa. Pero es menos habitual que se perciban ciertas formas ocultas de la
desigualdad ante la educación, como la relegación de los niños de clases inferiores y
medias en ciertas disciplinas y su retraso o estancamiento en los estudios. La desventaja
educativa se expresa también en la restricción de elección de los estudios que pueden
razonablemente estar destinados a una categoría social dada. Así, el hecho de que las
posibilidades de acceso a la universidad sean parecidas tanto para los varones como para las
mujeres no debe esconder el hecho de que, una vez entrados en la facultad, es muy posible
que unos y otras no cursen los mismos estudios.

En principio, y sea cual fuese el origen social, sigue siendo más probable que las mujeres se
inclinen por las letras y los varones por los estudios científicos. Es más probable que la
elección sea limitada cuando los estudiantes pertenecen a un medio más desfavorecido. Se
puede ver un ejemplo de esta lógica -según la cual se presenta una restricción de elecciones
más o menos severa de acuerdo con el origen social- en el momento de entrada en la
enseñanza superior en el caso de las mujeres de sectores medios y de las mujeres de
sectores superiores. Como regla general, la restricción de las elecciones se impone a la
clase baja más que a las clases privilegiadas y a las estudiantes más que a los estudiantes,
siendo la desventaja mucho más marcada para las mujeres que provienen de un origen
social más bajo.

En definitiva, sí la desventaja vinculada al sexo se expresa principalmente por el


relegamiento a las facultades de letras, la desventaja ya vinculada al origen social tiene
consecuencias más evidentes pues se manifiesta al mismo tiempo por la eliminación pura y
simple de los jóvenes surgidos de las capas desfavorecidas y por la restricción de elecciones
disponibles a aquellos de entre ellos que logran escapar a la eliminación. Pero las
posibilidades condicionales de inscribirse en las facultades de letras para estudiantes
provenientes de una categoría social dada traducen sólo de manera confusa el relegamiento
de quienes provienen de clases más desfavorecidas. El porcentaje relativo de estudiantes de
letras provenientes de una categoría social dada tiene por lo tanto una significación
equívoca porque la facultad de letras puede ser para unos una elección y para otros un
refugio. Si es verdad que la asequibilidad desigual a las diferentes disciplinas conduce al
fenómeno del relegamiento, se puede esperar que la jerarquía de las instituciones de
enseñanza conduzca a que aquellos que forman parte de las clases más favorecidas
acaparen las que están en más alto lugar.

Entonces se postula que, según la clase, se dan las relaciones con la educación, pues,
dependiendo del status y lugar social que le da la clase a los individuos que la componen, se
ve mayor o menor importancia en aspectos culturales, educativos y económicos, lo cual
influye de manera determinante en el acceso y permanencia de los sujetos dentro del
sistema educativo
Esta situación, traería consigo entonces un aspecto muy importante el cual es de vital
importancia hacer mención y es el origen social, el cual, actúa de dos formas, la primera de
ellas, de una forma explícita, haciendo referencia a procesos relacionados con los recursos
económicos, la información, las recomendaciones, y la segunda, de una forma implícita que
comprende todo ese capital cultural que recoge comportamientos, hábitos y aficiones.
Dicho origen social y su actuar contribuiría de cierta forma entonces a propiciar esas
desigualdades que se dan en la escuela. La forma de actuar de la escuela en relación con la
reproducción trae consigo varios aspectos. El primero de ellos, es la violencia simbólica,
como un mecanismo de dominación utilizado en la escuela sobre la acción pedagógica, que
precisamente favorece a las clases dominantes y sus intereses.
En relación a lo denominado como acción pedagógica, la cual, favorece y posibilita la
inculcación de la arbitrariedad cultural. Dicho trabajo pedagógico se da por un tiempo
prolongado, suficiente para generar en el individuo un habitus capaz de perpetuarse al final
de todo este proceso de accionar pedagógico, generando prácticas en el sujeto en donde
sobresalen aquellos principios de la arbitrariedad interiorizada, que ocultan las preferencias
hacia la clase dominante con aparente autonomía y/o neutralidad.
Todo este proceso que genera la escuela en relación a la reproducción, es de una manera
enmascarada, es decir, lo hace como ya se mencionó, con una aparente autonomía relativa,
que permite que instituciones como la escuela sirvan a las demandas externas bajo una
aparente independencia, de modo que, las funciones que sí son visibles como por ejemplo
la instrucción o la formación están enmarcadas a una función social externa, la cual, es
invisible y proporciona lo necesario para preservar y estructurar el orden social vigente.
Dicho enmascaramiento genera una mayor eficacia a la hora de generar procesos referidos
a la reproducción.
Reproducción cultural
Uno de las principales elementos que hace posible la reproducción cultural, es lo
denominado habitus, que hace referencia a todos aquellos principios interiorizados por el
sujeto producto del arbitrario cultural y que implica la regulación de las prácticas sociales y
del conjunto de estructuras que integran la forma en cómo se establece un orden social
objetivo. Donde el sujeto ordena sus apreciaciones, percepciones y acciones de cara a
determinado suceso o situación, con formas de criterio que son apropiados de manera
inconsciente, lo que marca en gran medida nuestro actuar e interaccionar cultural verbal y
no verbal.
Generando así, que el sujeto se disponga a crear prácticas acordes a la cultura escolar, la
estructura social y la economía que es parte de las clases sociales, de manera arbitraria e
inculcada para su actuar diario aparentemente voluntario dentro de la sociedad, bajo el nivel
de la conciencia y el lenguaje, que tenemos incorporado a través de la experiencia, Puesto
que se postula que cada clase social tiene códigos de comunicación diferentes y que estos
se transforman según el puesto de poder y control al que se pertenezca.

Sin duda, los factores sociales de diferenciación pueden a veces anular sus efectos más
evidentes y el pequeño burgués serio puede compensar la ventaja que brinda a los
estudiantes de clase alta la familiaridad con la cultura académica. Se lo ve particularmente
bien con relación al teatro que, a diferencia de la pintura o de la música, participa a la vez
de la cultura enseñada en la escuela y de la cultura libre y adquirida libremente. Los hijos
de campesinos o de sectores medios, de obreros o de niveles superiores pueden manifestar
un conocimiento equivalente del teatro clásico sin por eso tener la misma cultura, incluso
en ese terreno, pues no tienen el mismo pasado cultural. Se ve con claridad que una cultura
puramente escolar no es sólo una cultura parcial o una parte de la cultura sino una cultura
inferior porque los propios elementos que la componen no tienen el mismo sentido que
podrían adquirir en un contexto más amplio.

Pero si las diferencias que separan a los estudiantes en el terreno de la cultura libre remiten
siempre a los privilegios o desventajas sociales, para los individuos provenientes de
sectores más desfavorecidos, la educación sigue siendo el único camino de acceso a la
cultura y esto en todos los niveles de enseñanza. Podría ser entonces la vía regia de la
democratización de la cultura si no se dedicara a consagrar -por el simple trámite de
ignorarlas- las desigualdades iniciales ante la cultura y si no soliera llegar, por ejemplo,
reprochado a un trabajo académico que sea demasiado "académico", hasta desvalorizar la
cultura que se transmita en beneficio de la cultura heredada que no lleva la marca del
esfuerzo y, de ese modo, favorecer a quienes aparentan facilidad y gracia. Difiriendo por
completo en un conjunto de predisposiciones y pre saberes que deben a su medio, los
estudiantes sólo son iguales formalmente a la hora de la adquisición de la cultura
académica.

Relacionados con la división social del trabajo y de las relaciones sociales, siempre resalta
la clasificación, el encuadre, la selección y combinación de códigos de comunicación que
procuran una identidad acorde a la clasificación social que va de la mano con el contexto,
produciendo según la clase, diferentes códigos y significados.

Se distinguen dos tipos de códigos: (1) el restringido, otorgado a la clase obrera,


caracterizado por el uso de oraciones cortas, gramática simple y significados dependientes
del contexto y (2) el elaborado, otorgado a la clase media, caracterizado por construcciones
gramaticalmente complejas, con uso frecuente de pronombres impersonales y con
significaciones independientes del contexto.

En efecto, están separados, no por divergencias que podrían establecerse por categorías
estadísticas y que difieren por una relación diferente y por razones diferentes, sino por
sistemas de características culturales que comparten en parte, aunque no se lo confiesen,
con su clase de origen. En el contenido y la modalidad del proyecto profesional tanto como
en el tipo de conducta universitaria que se pone al servicio de esa vocación o en las
orientaciones más libres de la práctica artística, en resumen, en todo lo que define la
relación que un grupo de estudiantes tiene con sus estudios se expresa la relación
fundamental que su clase social tiene con la sociedad global, el éxito social y la cultura.

Bernstein postula que las reglas de reconocimiento o clasificación permiten identificar los
significados relevantes en la comunicación, de manera que los alumnos de las diferentes
clases adquieren a través de esta las relaciones de poder y su posición en ella, sin embargo,
existe la posibilidad de que en la socialización y adquisición de los distintos tipos de
comunicación se formen distintas conciencias y percepciones.

Por eso no hay mejor manera de servir al sistema -creyendo combatirlo- que imputar
únicamente a las desigualdades económicas o a una voluntad política todas las
desigualdades ante la educación. En resumen, la eficacia de los factores sociales de
desigualdad es tal que la igualación de los medios económicos podría realizarse sin que el
sistema universitario deje por eso de consagrar las desigualdades a través de la
transformación del privilegio social en don o en mérito individual. Mejor aún, habiéndose
cumplido con la igualdad formal de posibilidades, la educación podría poner todas las
apariencias de la legitimidad al servicio de la legitimación de los privilegios.

Reflexiones
- Bordieu describe en sus postulados que el éxito educativo alcanzaría a los
estudiantes provenientes de la clase media al igual que a los estudiantes
provenientes de las clases cultivadas, quedando unos y otros separados por
diferencias sutiles en la manera de abordar la cultura. No se excluye que el profesor
que opone al alumno «brillante» o «dotado» con el alumno «serio» en muchos casos
juzgue sólo la relación con la cultura a la cual están prometidos unos y otros por
nacimiento. Inclinado a comprometerse totalmente con el aprendizaje y a movilizar
en su trabajo las virtudes profesionales que valora su medio, el estudiante de clase
media será juzgado con los criterios de la elite cultivada que numerosos docentes
toman con entusiasmo como propios, incluso y sobre todo si su pertenencia a la
«élite» data de su ascenso al «magisterio». La imagen aristocrática de la cultura y
del trabajo intelectual presenta tales analogías con la representación más habitual de
la cultura plena que se incluso a los espíritus menos sospechados de complacencia
hacia las teorías de la elite, impidiendoles ir más allá de la reivindicación de la
igualdad formal.

- Teniendo en cuenta el despliegue de la teoría de la reproducción cultural, y situando


las numerosas tensiones y puntos de debate, valdría la pena entonces empezar a
preguntarnos a profundidad por el papel del docente en las instituciones educativas
y en la sociedad en general. Habría que cuestionarnos entonces, qué tan nocivo
resultaría concebir la escuela como un todo, tal como nos dice Marina Subirats en el
texto de Gil Villa, en donde todo es uno y lo mismo, de manera que de cierta forma
caeríamos en un círculo vicioso, en donde toda acción contestataria sería la
repetición del mismo sistema que pretendemos negar. Entonces. ¿Cómo no caer en
esa repetición? ¿Cómo generar procesos que propicien una tensión y que finalmente
se traduzcan en un umbral de cambio en un sistema como la escuela? Quizá nuestra
posición como docentes entonces debería centrarse en ejercer como un posible
agente generador de conflicto y tensión en un sistema cerrado, rígido y esquemático,
que posibiliten nuevas construcciones, en donde se genere un cambio y no tan solo
una reproducción de una arbitrariedad cultural inculcada proveniente de las clases
dominantes.

Presentado por: Yuly Katherine Aros Castro


Juan David Urbano Duque
Jesús Esteban Garzón
Bibliografía
Gil Villa, Fernando. (1997). Capítulo 6 La reproducción cultural de Bourdieu y Passeron.
En Teoría sociológica de la educación, (pp. 207-224). Bogotá: Editorial Nueva América.
Bourdieu, Pierre y Passeron, Jean -Claude. (2009). Capítulo 1 La elección de los
elegidos.En Los herederos: los estudiantes y la cultura, (pp. 11- 45). Buenos Aires:
Siglo XXI Editores.
Ávila Francés, Mercedes. (2005). Socialización, educación y reproducción
cultural: Bourdieu y Bernstein. Revista Interuniversitaria de Formación del Profesorado, 19
(1): 159-174.

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