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La Biblia
La Biblia
La Biblia hoy por hoy es uno de los libros más famosos alrededor
del mundo, su mismo nombre deriva de la palabra griega biblios,
que significa libros, y en este sentido es una colección de 66 libros
enmarcados en un solo volumen que guardan una unidad increíble.
Amada y odiada, la Biblia se ha convertido en un libro que le ha
dado la vuelta al mundo transformando miles de vidas a lo largo de
la historia y despertando todo tipo de comentarios. En
esta sección estudiaremos los temas referentes a la Bibliología, una
rama de la teología que considera la revelación de la Biblia,
su inspiración, singularidad, las evidencias internas y externas que
la validan como palabra de Dios, sus divisiones, origen y el canon.
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La Biblia: Un Libro Único
El siguiente poema nos retrata la grandeza de la Biblia: “Nacida en el oriente y vestida de forma e
imaginación oriental, la Biblia anda por todo el mundo con pies familiares, y entra en tierra tras tierra para
hallar la suya en todas partes. Se ha aprendido hablar al corazón del hombre en centenares de idiomas.
Llega al palacio para decirle al monarca que es un siervo del Altísimo, y luego entra en la casa de campo
para asegurarle al campesino que él es un hijo de Dios. Niños escuchan su relato con admiración y encanto, y
sabios la consideran ser parábola de luz. Contiene una palabra de paz en la hora de peligro, una palabra de
consuelo en el tiempo de calamidad, y palabra de luz en la hora más obscura. Sus oráculos se repiten en la
asamblea del pueblo; su consejo se susurra en el oído del solitario. A los perversos y orgullosos les hacen
temblar sus amonestaciones, más a los heridos y contritos les resuena como voz de madre. El desierto y
lugar solitario han sido alegrados por ella, y el fuego del hogar ha alumbrado la lectura de sus páginas bien
hojeadas. Se ha pasado lentamente a nuestros sueños más preciosos para que el amor, la amistad, la
memoria y esperanza, la simpatía y devoción se vistan de la ropa más bella de su lenguaje atesorado que
respira incienso y mirra. ¡La Biblia! ¡La Palabra de Dios!”.
Autor desconocido.
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En palabras elegantes este poema describe la grandeza y singularidad de la Biblia. La
Biblia hoy por hoy es uno de los libros más famosos alrededor del mundo, su mismo
nombre deriva de la palabra griega biblios, que significa libros, y en este sentido es una
colección de 66 libros enmarcados en un solo volumen que guardan una unidad increíble.
Amada y odiada, la Biblia se ha convertido en un libro que le ha dado la vuelta al mundo
transformando miles de vidas a lo largo de la historia y despertando todo tipo de
comentarios. Por ejemplo, el gran predicador Juan Crisóstomo dijo: “Os amonesto
continuamente y no me canso de amonestaros, que no solamente estéis atentos a lo que
se os dice, sino que también os ocupéis en vuestras casas cuidadosa y diligentemente en la
lectura de la Sagrada Escritura. Esto he encarecido constantemente a los que han hablado
privadamente”, Orígenes, un padre de la iglesia asevero: “Nuestras aseveraciones y
discursos no tienen ningún peso; las Escrituras son los testigos que no podemos recusar”.
Abraham Lincoln declaro: “Creo que la Biblia es el mejor don que Dios jamás haya dado a
los hombres. Todo el bien que emana del Salvador del mundo se nos comunica a través de
este libro”. Michael Faraday, uno de los más grandes científicos del siglo XIX dijo: “¿Por
qué se extraviarán los hombres cuando tienen este bendito libro de Dios para guiarlos?”.
John Adams, el segundo presidente de Estados Unidos, dijo respecto a la Biblia: “La he
examinado toda, tanto como mi esfera limitada, mis medios enderezados, y mi vida activa
me la dejan examinar, y hallo como resultado que la Biblia es el mejor libro en el mundo.
Contiene más de mi poca filosofía que todas las bibliotecas que he visto, y las partes de
ella que no puedo reconciliar con esa poca filosofía, las aplazo para una investigación
futura”. John Quincy Adams el sexto presidente de Estados Unidos, dijo, “Hablo como un
hombre del mundo a los hombres del mundo, y les digo: Escudriñad las Escrituras. La Biblia
es un libro sobre todos los otros para ser leído en todas las edades y en todas las
condiciones de la vida humana; no para ser leído una o dos veces y luego ser puesto a un
lado, mas es de ser leído en porciones pequeñas de uno o dos capítulos cada día”. Tomás
Jefferson dijo lo siguiente en cuanto a la Biblia, “Siempre he dicho, y seguiré diciendo, que
la lectura cuidadosa del Sagrado Volumen nos hará ciudadanos, esposos y padres de los
mejores”. Sir Isaac Newton comento: “Hay más señales de autenticidad en la Biblia que en
la historia profana alguna. Reconocemos en las escrituras de Dios la más sublime
filosofía”.
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Todos estos comentarios realizados por eminentes personajes de la historia, y muchos
otros más son un contundente testimonio de lo impactante que este libro sagrado ha sido
alrededor del mundo y a lo largo de la historia, y por ello el profeta Isaías declaraba lo
inmutable y eterno de las declaraciones de la palabra de Dios: “Sécase la hierba,
marchítese la flor; más la palabra del Dios nuestro permanece para siempre”, (Isaías
40:8). En esta ocasión estudiaremos una de las ramas de la teología que todos deberíamos
estudiar, y esta es la bibliología, que es el estudio de todos los aspectos de la palabra de
Dios, es decir, se estudian las evidencias externas e internas de la inspiración de la
Escritura, sus divisiones, su origen, el canon bíblico, los libros apócrifos entre otros temas,
todos orientados a demostrarnos que la Biblia es mas que un libro humano, es la palabra
de Dios.
UN LIBRO ÚNICO
Si comparamos los diferentes libros sagrados que ciertas culturas han adoptado nos
daremos cuenta que la Biblia los supera a todos ellos. Siendo el libro más traducidos a
cientos de idiomas y dialectos, el más impreso alrededor del mundo, que ha sobrevivido a
lo largo de la historia de la humanidad, su libro más antiguo data de 1400 a.C. y su
preservación asombra a todos aquellos que lo consideran. Ha sido un libro muy
perseguido y criticado, han tratado de destruirlo y callarlo, pero lejos de perder
popularidad, la Biblia sigue influyendo en miles de personas hoy en día. Se han escrito
miles de libros acerca de ella y su poder transformador es indiscutible. Por tal motivo la
Biblia es un libro único. La Biblia es única en su origen. Fue escrito en un periodo de 1600
años a lo largo de 60 generaciones y por no menos de 40 autores de diferentes trasfondos
culturales incluyendo reyes, pastores, eruditos, pescadores, publicanos, estadistas,
ganaderos, poetas, etc. Fue escrito en diferentes lugares: el desierto, en cárceles, durante
largos viajes, en casas, en palacios y otros lugares en diferentes épocas y estados de
ánimo en tres idiomas: el hebreo, el arameo y el griego. Su contenido es precioso, su
historia incuestionable, su arqueología impresionante, su poesía bella, sus profecías
exactas, su tema principal es Cristo, invaluable, y su beneficio eterno para el hombre es la
salvación. Por todo esto y mucho más, la Biblia es un libro único.
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La Biblia: Revelada, inspirada, iluminada
e interpretada
INTRODUCCIÓN
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LA REVELACIÓN
“Ahora, pues, oh Israel, oye los estatutos y decretos que yo os enseño, para que los
ejecutéis, y viváis, y entréis y poseáis la tierra que Jehová el Dios de vuestros padres os da.
No añadiréis a la palabra que yo os mando, ni disminuiréis de ella, para que guardéis los
mandamientos de Jehová vuestro Dios que yo os ordeno”.
Deuteronomio 4:1-2
LA INSPIRACIÓN
“Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir,
para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente
preparado para toda buena obra”.
2 Timoteo 3:16-17
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El segundo término que debemos conocer es la palabra inspiración. La inspiración
de las Sagradas Escrituras no es un término teológico que los eruditos han creado, más
bien es una doctrina que la misma Biblia enseña. Lewis Sperry Chafer la define de la
siguiente manera: “La inspiración de la Biblia se define como una enseñanza que Dios ha
impartido directamente a sus autores y que, sin destruir ni anular su propia individualidad,
su estilo literario o intereses personales, Dios ha transmitido en la misma su completo e
íntimo pensamiento, y así ha quedado registrado por sus autores humanos”. En este
sentido la inspiración es la influencia del Espíritu Santo sobre los autores humanos para
que escribiesen lo que Dios desea decir, sin anular su estilo literario. Por tanto, la
revelación y la inspiración son dos conceptos completamente diferentes pero
complementarios. La revelación el en si la palabra de Dios, pero la inspiración es lo que
nos garantiza que esa revelación nos llega sin ningún error. Charles Hodge lo dice de esta
forma: “El objeto de la revelación es comunicar conocimiento. El objeto o designio de la
inspiración es asegurar la infalibilidad en la enseñanza”.
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Con respecto a la forma de como la inspiración se dio, se tienen las siguientes teorías:
*Inspiración parcial
Esta teoría supone que la Biblia es inspirada solo en partes, por lo que existen
partes de ella que solo es historia, cultura o ciencia que no es inspirada por Dios. Al igual
que la teoría anterior, esta contradice la doctrina que toda la Escritura es inspirada por
Dios.
*Inspiración naturalista
Esta teoría es la más extrema y atea de todas. Los que creen en ella dicen que la Biblia no
es un libro inspirado por Dios, sino un tratado de historia, cultura y religión judía, como lo
son el Corán del Islam, el Popol Vuh de los Mayas o los Vedas de los hindúes. Esta teoría
niega que la Biblia sea un libro divinamente inspirado.
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LA ILUMINACIÓN
“Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña,
aun lo profundo de Dios. Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el
espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el
Espíritu de Dios. Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que
proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido, lo cual también
hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el
Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual. Pero el hombre natural no percibe las
cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender,
porque se han de discernir espiritualmente”.
1 Corintios 2:10-14
Podemos ver el efecto de esta iluminación gloriosa en los dos discípulos que iban
camino a Emaús, los cuales no comprendían la razón por la cual Jesús había sido
entregado en manos de pecadores, sin embargo, sin saberlo, el mismo Jesús se les
apareció en el camino y sin reconocerlo, les explico detalladamente todo lo concerniente a
lo que las Escrituras hablaban acerca de Él:
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“Entonces él les dijo: ¡Oh insensatos, y tardos de corazón para creer todo lo que los
profetas han dicho! ¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara
en su gloria? Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les
declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían”, (Lucas 24:25-27). Finalmente, antes
que lo reconocieran Jesús se les desapareció, pero fue la acción de la iluminación que les
permitió comprender estas palabras: “Entonces les fueron abiertos los ojos, y le
reconocieron; mas él se desapareció de su vista. Y se decían el uno al otro: ¿No ardía
nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el camino, y cuando nos abría las
Escrituras?”, (Lucas 24:31-32).
LA INTERPRETACIÓN
“Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué
avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad”.
2 Timoteo 2:15
La interpretación tiene que ver con la explicación que como seres humanos le
damos a las diferentes doctrinas y partes de las Sagradas Escrituras. Ahora bien, por ser
seres diferentes en cuanto a nuestro raciocinio, existen diferentes interpretaciones que le
podemos dar a algunas partes de la Biblia y esa es la razón por la cual existen
presbiterianos, metodista, bautistas, pentecostales, etc. En teología existe una disciplina
que nos ayuda a interpretar correctamente las Sangradas Escrituras, esta es la
Hermenéutica la cual analiza el contexto histórico, cultural, tiempo y características
literarias del texto para poder dar la mejor interpretación del texto. Charles S. Chafer lo
dice de esta manera: “Al recibir la revelación que proviene a través del Espíritu Santo, en la
forma en que El enseña la Palabra de Dios a un creyente en Cristo, los problemas de
interpretación de la Biblia se hacen evidentes. Son necesarias ciertas reglas básicas si se
tiene que comprender la ciencia de la interpretación, llamada hermenéutica”.
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Aun con todo eso, algunas doctrinas presentan diferentes puntos de
interpretación, como el calvinismo que asegura que la salvación no se pierde y el
arminianismo que dice que si se pierde la salvación. Los pentecostales creen en el
bautismo del Espíritu Santo, y lo diferencia de la morada del Espíritu Santo, mientras que
los bautistas afirman que las dos cosas son las mismas. Algunos creen que la iglesia pasara
por la gran tribulación, otros aseguran que no. Unos creen que el milenio tendrá lugar
después de la gran tribulación, otros opinan que no habrá milenio. Y en general, para una
doctrina específica podemos encontrar diferentes puntos de vista y esto vuelve a la
teología polémica en algunos temas.
Ahora bien, todo esto no debe de extrañarnos ya que aún desde los comienzos
de la iglesia han existido conflictos de interpretación. Quizás el mejor ejemplo lo vemos en
la posición de la salvación que sostenía Pablo y la iglesia en Jerusalén. Por ejemplo, Pablo
siempre enseño que el hombre era salvo sin las obras de la ley: “Concluimos, pues, que el
hombre es justificado por fe sin las obras de la ley”, (Romanos 3:28). Sin embargo, la
iglesia en Jerusalén consideraba importante que el creyente en Cristo continuara
practicando fielmente la ley: “Cuando ellos lo oyeron, glorificaron a Dios, y le dijeron: Ya
ves, hermano, cuántos millares de judíos hay que han creído; y todos son celosos por la
ley. Pero se les ha informado en cuanto a ti, que enseñas a todos los judíos que están entre
los gentiles a apostatar de Moisés, diciéndoles que no circunciden a sus hijos, ni observen
las costumbres. ¿Qué hay, pues? La multitud se reunirá de cierto, porque oirán que has
venido. Haz, pues, esto que te decimos: Hay entre nosotros cuatro hombres que tienen
obligación de cumplir voto. Tómalos contigo, purifícate con ellos, y paga sus gastos para
que se rasuren la cabeza; y todos comprenderán que no hay nada de lo que se les informó
acerca de ti, sino que tú también andas ordenadamente, guardando la ley”, (Hechos
21:20-24).
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La Biblia: Palabra de Dios
“La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma; el testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al
sencillo”. Proverbios 19:7
INTRODUCCIÓN
La Biblia es declarada la palabra de Dios. Esta afirmación significa que leer la Biblia
es conocer las propias palabras del Dios Todopoderoso contrario a cualquier libro de
invención humana. Esta es llamada la Ley de Jehová, o el testimonio de Jehová, la ley de
Moisés, los preceptos de Jehová, las Sagradas Escrituras, la palabra de Cristo, el pacto de
Jehová, la palabra de Dios, etc. Todos estos posesivos nos hacen referencia a comprender
que esta palabra ha sido emitida por Dios mismo. Veamos las evidencias que respaldan
esta afirmación.
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EVIDENCIAS INTERNAS
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En las cartas del Nuevo Testamento, tenemos los versículos de 2 Timoteo 3:16-17 y
2 Pedro 1:21 los cuales testifican la inspiración divina de la Biblia, tal y como ya lo hemos
visto. A parte de eso, el apóstol Pedro pone las cartas paulinas al mismo nivel que las
Sagradas Escrituras: “tened entendido que la paciencia de nuestro Señor es para salvación;
como también nuestro amado hermano Pablo, según la sabiduría que le ha sido dada, os
ha escrito, casi en todas sus epístolas, hablando en ellas de estas cosas; entre las cuales
hay algunas difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen, como
también las otras Escrituras, para su propia perdición”, (2 Pedro 3:15-16). En general,
estos versículos y muchos más nos testifican que la Biblia es la palabra de Dios.
EVIDENCIAS EXTERNAS
Lewis S. Chafer dijo: “La Biblia no es la clase de libro que el hombre escribiría si
pudiera, o que podría escribir si quisiera hacerlo”. Esto es una verdad contúndete que se
concluye al verificar las evidencias externas que hace que este libro sobresalga sobre
cualquier otro libro escrito en esta tierra. Entre las evidencias externas que demuestran
este hecho podemos mencionar las siguientes:
Su traducción.
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Su supervivencia.
Otra evidencia externa que demuestra que la Biblia es la palabra de Dios es su
supervivencia a lo largo del tiempo. No existe un libro que haya sido tan perseguido y
atacado como la Biblia. Desde los emperadores romanos hasta el mismo comunismo ha
tratado de destruirla permanentemente, pero sin resultado alguno. Voltaire, un destacado
incrédulo francés que murió en 1778 dijo que 100 años después de su muerte el
cristianismo desaparecería. Lo irónico fue que después de su muerte, 50 años después la
Sociedad Bíblica de Génova utilizo su prensa y casa para producir cientos de Biblia. Hoy en
día Voltaire ha pasado a la historia y la Biblia continúa circulando alrededor del mundo.
También tenemos el ejemplo de Diocleciano, un emperador romano que promulgo un
edicto donde condenaba al cristianismo y ordenaba la destrucción por fuego de todas las
Biblias. Irónicamente, 25 años después, Constantino el nuevo emperador romano
comisiono a Eusebio para que preparara 50 ejemplares de la Biblia a expensas del mismo
gobierno. En la década de los 80’s se levantó una nueva corriente de pensamiento que
tenía como objetivo ridiculizar a la Biblia usando la ciencia para ello a lo cual se le conoció
como la alta critica. En aquel entonces condenaron a la Biblia y afirmaron que en pocos
años dejaría de ser popular. Hoy en día podemos darnos cuenta que eso no ocurrió y que
la Biblia sigue reinando como el libro de mayor circulación en el mundo. Así, la Biblia ha
sobrevivido a muchos otros ataques donde han tratado de quemarlas, destruirla,
criticarla, ridiculizarla o prohibirla, pero hasta hoy su supervivencia muestra la poderosa
mano de Dios obrando en ella.
La arqueología.
La arqueología es una ciencia que da fiel testimonio de la veracidad de la Biblia al
corroborar la existencia de ciudades, culturas, lugares y personajes bíblicos cuya
existencia era cuestionada por el mundo académico y descartado a menudo como mito.
Aunque han tratado de usar la arqueología para desmentirla, con el tiempo nos ha
ayudado a corroborar su veracidad. Por ejemplo, la alta crítica desmintió la aseveración
que el Pentateuco fue escrito por Moisés en el periodo del Éxodo basándose en que para
esa época no existía todavía un sistema de escritura que permitiera elaborar estos
documentos. Esto se conoció como la teoría documentaria que afirmaba que el
Pentateuco se escribió en tiempos del exilio judío y que era la recopilación de 4
documentos llamados: los documentos J.E.P.D (Yavista, Elohista, Sacerdotal,
Deuteronomico).
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Sin embargo, entre 1901 y 1902 J. Margan descubrió el código de Hammurabi, que
no era más que un bloque de piedra negra de 2.25 metros de alto por 1.65 metros de
circunferencia en la parte alta y 1.90 metros en su parte baja. Este posee una escritura
cuneiforme y es ubicada entre el año 2057 y 1758 a.C., fecha aún más antigua que el
mismo Pentateuco, desmintiendo la teoría de la alta crítica que negaba un sistema de
escritura para esta época y favoreciendo la postura bíblica en cuanto a la fecha de
elaboración de los cinco libros de la ley.
También la alta crítica llego a negar la existencia de los hititas, una civilización
antigua que tiene una participación en los libros del Antiguo Testamento. Se los menciona
en Génesis 15:20 como un pueblo que habitó la tierra de Canaán, aparecen en 1 Reyes
10:29 donde se dice que compraron carrozas y caballos al rey Salomón, y Urías el Heteo el
esposo de Betsabé fue también un hitita. Antes del siglo XIX no se conocía nada acerca de
esta civilización, pero en 1876, un descubrimiento cambio todo. El británico A. H. Sayce,
encontró inscripciones talladas en rocas en Turquía. Sospechó que podrían ser evidencia
de la nación hitita. Diez años más tarde, se encontraron más tablas de arcilla en Turquía,
en un lugar llamado Boghaz-koy. El experto en escritura cuneiforme alemán Hugo
Winckler investigó las tablas y comenzó su propia expedición al sitio en 1906
descubriendo cinco templos, una ciudadela fortificada con varias esculturas enormes y 10
mil tablas de arcilla entre las cuales estaba el registro del tratado entre Ramsés II y el rey
hitita. Esto corroboraba que realmente la nación hitita existió.
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También la arqueología ha ayudado a apoya la historia de cómo fue conquistada
Jericó y sus muros que cayeron. Cuatro arqueólogos destacados han excavado en el sitio:
Carl Watzinger (1907-1909), John Garstang (finales de 1930), Kathleen Kenyon (1952-
1958) y, últimamente Bryant Wood. Entre los hallazgos descubrieron que Jericó tenía un
sistema de fortificaciones impresionante. Un muro de retención de cinco metros de altura
rodeaba la ciudad. Encima del muro, había un muro de ladrillos de unos dos metros y
medio, fortalecido por detrás por un murallón de tierra. Se encontraron estructuras
domésticas detrás de este primer muro. Otro muro de ladrillos circundaba el resto de la
ciudad. Las estructuras domésticas que se encontraron entre ambos muros son
consistentes con la descripción del alojamiento de Rahab en Josué 2:15. También
encontraron que, en una parte de la ciudad, había grandes pilas de ladrillos indicando un
desmoronamiento repentino de las fortificaciones las cuales formaban una rampa
mediante la cual un invasor podría entrar fácilmente en la ciudad validando así la invasión
de Israel a la ciudad una vez los muros cayeron (Josué 6:20). Aparte de esto se encontró
una espesa capa de hollín indicado que la ciudad fue destruida por fuego, según se
describe en Josué 6:24. Por tanto, la evidencia arqueológica apoya el relato bíblico de
como cayo Jericó.
Así la arqueología ha ayudado a dar evidencias externas que comprueban que
verdaderamente la Biblia es la palabra de Dios.
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El cumplimiento exacto de sus profecías.
“En aquel tiempo hizo Josué un juramento, diciendo: Maldito delante de Jehová el hombre
que se levantare y reedificare esta ciudad de Jericó. Sobre su primogénito eche los
cimientos de ella, y sobre su hijo menor asiente sus puertas”.
Josué 6:26
Años más tarde vemos su fiel cumplimiento: “En su tiempo Hiel de Bet-el reedificó
a Jericó. A precio de la vida de Abiram su primogénito echó el cimiento, y a precio de la
vida de Segub su hijo menor puso sus puertas, conforme a la palabra que Jehová había
hablado por Josué hijo de Nun”, (1 Reyes 16:34).
“Aquél clamó contra el altar por palabra de Jehová y dijo: Altar, altar, así ha dicho Jehová:
He aquí que a la casa de David nacerá un hijo llamado Josías, el cual sacrificará sobre ti a
los sacerdotes de los lugares altos que queman sobre ti incienso, y sobre ti quemarán
huesos de hombres”.
1 Reyes 13:2
Muchos años después el rey Josías cumplía esta profecía: “Asimismo profanó el
rey los lugares altos que estaban delante de Jerusalén, a la mano derecha del monte de la
destrucción, los cuales Salomón rey de Israel había edificado a Astoret ídolo abominable
de los sidonios, a Quemos ídolo abominable de Moab, y a Milcom ídolo abominable de los
hijos de Amón. Y quebró las estatuas, y derribó las imágenes de Asera, y llenó el lugar de
ellos de huesos de hombres”, (2 Reyes 23:13-14).
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El cumplimiento de las profecías de la Biblia sobre Babilonia son otro ejemplo de
la exactitud de las mismas, estas se encuentran registradas en Isaías 13; 14:1-23; 21:1-10;
46:1,2; 47:1-3 y Jeremías 51:37. En Jeremías 51:37 se afirmó que Babilonia vendría a ser
unos montones de ruinas, y esto es literalmente lo que ha venido a ser. Darío destruye
Babilonia en el 520-519 a.C. y otra vez en el 514, Babilonia se rebela contra Darío
Histospes, que le venció ambas veces y, finalmente, la destruyó. Seleuco Nicatór, que
conquistó la ciudad el 312 a.C. aceleró la decadencia. Hizo gran uso de los materiales de
construcción que halló en Babilonia para construir Seleucia, su nueva capital, a orillas del
Tigris.
El tiempo nos faltaría para hablar acerca de las profecías contra Edom, las 70
semanas de Daniel, el fiel cumplimiento de las profecías mesiánicas que anunciaban el
primer advenimiento de Jesús, y muchas otras que ante nuestros ojos se están
cumpliendo y testifican la veracidad de la Biblia como palabra de Dios.
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La Biblia: Sus divisiones
“Y les dijo: Estas son las palabras que os hablé, estando aún con vosotros: que era necesario que se
cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos”.
Lucas 24:44
INTRODUCCIÓN
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ANTIGUO TESTAMENTO
La palabra testamento tiene una raíz del latín Testamentum que a su vez se tradujo de la
palabra pacto, tanto en el hebreo que es berit ()רית,ִ como en el griego que es diazéke
(διαθήκη). Un testamento es un pacto, un acuerdo o una última voluntad. Por tanto, el
Antiguo Testamento es el acuerdo que Dios hizo con los israelitas, comprende todas sus
leyes y está basado en el pacto que realizo con Abraham. Si consideramos las divisiones
del Antiguo Testamento, la iglesia del Señor ha llegado a establecer las siguientes:
3. Libros Poéticos. Estos libros hacen una presentación del culto al Señor y la fe
personal. En esta sección se incluyen los libros de Job, Salmos, Proverbios, Eclesiastés y
Cantar de los Cantares.
4. Libros Proféticos. En estos el Señor revela sus bendiciones, juicios y promesas. Esta
sección se divide a su vez en Profetas Mayores donde se incluye a Isaías, Jeremías,
Lamentaciones, Ezequiel y Daniel, y Profetas Menores que son Oseas, Joel, Amos,
Abdías, Jonás, Miqueas, Nahúm, Habacuc, Sofonías, Hageo, Zacarías, y Malaquías.
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El Pentateuco
22
Libros Históricos
Libros Poéticos
23
Job Los sufrimientos de los justos y la Posiblemente Siglo II o
participación del diablo en ellos. Moisés I a.C.
Profetas Mayores
24
Libro Tema Autor Fecha
Profetas Menores
25
Oseas La apostasía de Israel caracterizada Oseas 750-720
como adulterio espiritual a.C.
26
NUEVO TESTAMENTO
El Antiguo Testamento era el libro de Dios para los judíos. Ellos creían que contenía la ley y la
voluntad de Dios y que un día vendría el Mesías que los liberaría de la opresión extrajera, tal y como lo
vemos en Lucas cuando nos habla de la esperanza del anciano Simeón: “Y he aquí había en Jerusalén un
hombre llamado Simeón, y este hombre, justo y piadoso, esperaba la consolación de Israel; y el Espíritu
Santo estaba sobre él”, (Lucas 2:25). La ultimo profeta del Antiguo Testamento fue Malaquías, después de él
Dios guardo silencio y la nación atravesó por un periodo no menor a 400 años donde históricamente
ocurrieron varios acontecimiento como el surgimiento del imperio Greco-Macedonio impulsado
principalmente por Alejandro Magno, la traducción del Antiguo Testamento del hebreo al griego conocida
como la versión Septuaginta, la poderosa influencia de la cultura griega en todas las naciones, el surgimiento
de las sinagogas y las sectas de los fariseos y saduceos, hasta llegar a la conquista del imperio romano sobre
todo el mundo, incluyendo Judea. Es al final de este periodo que surge Juan el bautista, y con él se da inicio a
lo que sería el canon del Nuevo Testamento: “En el año decimoquinto del imperio de Tiberio César, siendo
gobernador de Judea Poncio Pilato, y Herodes tetrarca de Galilea, y su hermano Felipe tetrarca de Iturea y
de la provincia de Traconite, y Lisanias tetrarca de Abilinia, y siendo sumos sacerdotes Anás y Caifás, vino
palabra de Dios a Juan, hijo de Zacarías, en el desierto”, (Lucas 3:1-2). Es en este periodo que se desarrollan
los eventos del Nuevo Testamento, el cual es el cumplimiento de las profecías mesiánicas del Antiguo
Testamento tal y como lo expresa el autor de la carta a los Hebreos: “Porque la ley, teniendo la sombra de
los bienes venideros, no la imagen misma de las cosas, nunca puede, por los mismos sacrificios que se
ofrecen continuamente cada año, hacer perfectos a los que se acercan”, (Hebreos 10:1). A partir de aquí, el
plan de salvación de Dios se da a conocer a todo el mundo, tanto a judíos como a gentiles a través de la
persona de Jesucristo en 27 libros. Si consideramos sus divisiones, podemos enumerar las siguientes para el
Nuevo Testamento.
1. Los Evangelios. Comprende a Mateo, Marcos, Lucas y Juan, y cada uno de ellos presenta una faceta
diferente del Mesías, nuestro Señor Jesús.
2. Libros Históricos. Únicamente comprende al libro de Hechos de los apóstoles el cual es una descripción
del surgimiento y vida de los primeros cristianos y los viajes misioneros de Pablo.
3. Cartas Paulinas. Estas son cartas que Pablo dirigió a iglesias o personas específicas y son Romanos, 1 y
2 Corintios, Gálatas, Efesios, Filipenses, Colosenses, 1 y 2 Tesalonicenses, 1 y 2 Timoteo, Tito y Filemón.
4. Cartas universales. Son llamadas universales porque no fueron escritas a una persona o iglesia
específica y estas son Hebreos, Santiago, 1 y 2 Pedro, 1,2 y 3 Juan y Judas.
Evangelios
27
Marcos Jesús es el Siervo de Dios Marcos 60 d.C.
Libros Históricos
Cartas Paulinas
28
Romanos El plan de salvación: la 57 d.C.
justificación por fe y los deberes
cristianos.
Cartas Universales
29
Hebreos Muestra la gloria trascendente del
cristianismo en comparación con la del
Antiguo Testamento y exhorta a los
cristianos judíos a no volver a la
Desconocido 64 d.C.
observancia de la ley.
Libros Proféticos
La Biblia: Su Origen
“Y Jehová dijo a Moisés: Escribe tú estas palabras; porque conforme a estas palabras he hecho pacto contigo
y con Israel”. Éxodo 34:27
30
INTRODUCCIÓN
La Biblia es uno de los libros más antiguos con los cuales cuenta el mundo actual y sus orígenes se
remontan a los inicios de los mismos israelitas como nación. Con las palabras ordenadas a Moisés: Escribe tú
estas palabras (Éxodo 34:27) se inicia un proceso de elaboración de 66 libros sagrados que tardaría un
periodo de 1600 años en terminar. En esta sección consideraremos los primeros materiales en los cuales fue
elaborada la Biblia, así como sus orígenes y quienes se encargaron de su fiel reproducción hasta llegar a las
actuales traducciones.
La Biblia: Su Origen
31
Con la liberación de Israel de Egipto, Dios hace pacto con ellos en el Monte Sinaí y
les da alrededor de 613 leyes las cuales tenían que obedecer y así serian bendecidos por
Dios entre todas las naciones: “Acontecerá que si oyeres atentamente la voz de Jehová tu
Dios, para guardar y poner por obra todos sus mandamientos que yo te prescribo hoy,
también Jehová tu Dios te exaltará sobre todas las naciones de la tierra”, (Deuteronomio
28:1). Estas leyes tendrían que ser enseñadas por los sacerdotes y levitas a todo el pueblo,
incluyendo sus extranjeros: “Harás congregar al pueblo, varones y mujeres y niños, y tus
extranjeros que estuvieren en tus ciudades, para que oigan y aprendan, y teman a Jehová
vuestro Dios, y cuiden de cumplir todas las palabras de esta ley”, (Deuteronomio 31:12).
También Dios les pidió a los padres enseñar estas leyes a sus hijos, repitiéndolas
constantemente y escribiéndolas en los postes de sus casas: “Y estas palabras que yo te
mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas
estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. Y las
atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos; y las escribirás
en los postes de tu casa, y en tus puertas”, (Deuteronomio 6:6-9). Con todas estas
ordenanzas los israelitas le dieron una gran importancia a la palabra de Dios que
comenzaron a escribirla y conservarla. Por ejemplo, vemos como Moisés labro en piedra
los Diez Mandamientos y los guardo en el Arca del Testimonio: “En aquel tiempo Jehová
me dijo: Lábrate dos tablas de piedra como las primeras, y sube a mí al monte, y hazte un
arca de madera; y escribiré en aquellas tablas las palabras que estaban en las primeras
tablas que quebraste; y las pondrás en el arca”, (Deuteronomio 10:1-2). Esto aparte de
otras ocasiones donde le ordeno escribir las leyes que él le había ordenado enseñar a
Israel: “Y Jehová dijo a Moisés: Escribe tú estas palabras; porque conforme a estas
palabras he hecho pacto contigo y con Israel”, (Éxodo 34:27). Así nacen los cinco libros de
la Ley. Es a partir de aquí que la historia de Israel que esbozaba en forma de sombras la
venida del Mesías comienza a escribirse, y surgen hombres que fueron considerados
profetas para Israel tales como Josué, Samuel y otros de carácter anónimo que
documentaron los acontecimientos que hoy se encuentran registrados en los libros
históricos del Antiguo Testamento. Respecto a los autores de estos libros Edward J. Young
dice: “Los autores de estos libros, quienes hayan sido, eran hombres que tenían el oficio de
profetas. En el Israel de aquel tiempo, era un oficio especial y único. El profeta era un
israelita que actuaba como mediador entre Dios y el hombre. Así como el sacerdote
representaba al pueblo ante Dios, así el profeta representaba a Dios ante el pueblo. En un
sentido muy especial por lo tanto, era el que recibía la revelación. Dios implantaba sus
palabras de tal manera en la boca del profeta, que el mensaje que éste entregaba,
resultaba ser la misma Palabra de Dios”. También se llegaron a apreciar como Escritura
algunas obras de carácter poéticas escritas en su mayoría por el rey David y Salomón, los
cuales con el tiempo formaron los libros poéticos que hoy conocemos. Finalmente, se
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llegó a incluir en el canon hebreo los libros de los profetas que Dios levanto para
amonestar a la nación de Israel y Judá, tanto antes, durante y después del exilio para
finalizar con Malaquías. A estos, Dios les ordeno que escribieran las palabras que les daba,
tal y como lo vemos en Jeremías: “Así habló Jehová Dios de Israel, diciendo: Escríbete en
un libro todas las palabras que te he hablado”, (Jeremías 30:2), o en Habacuc: “Y Jehová
me respondió, y dijo: Escribe la visión, y declárala en tablas, para que corra el que leyere
en ella”, (Habacuc 2:2).
De esta forma se concibieron los libros del Antiguo Testamento los cuales fueron
fielmente copiados por un grupo especial que los judíos llamaron escribas. Estos eran tan
meticulosos con la transcripción de los libros inspirados que al finalizar con ellos contaban
una por una las letras para asegurarse que tuviesen el número correcto y evitar errores.
Este grupo cobro mayor importancia después del exilio, con el sacerdote Esdras el cual era
un escriba diligente el cual, según la tradición, es el autor de algunos libros como Esdras, 1
y 2 Crónicas y el Salmo 119: “Este Esdras subió de Babilonia. Era escriba diligente en la ley
de Moisés…”, (Esdras 7:6). A este Esdras se le atribuye el haber recopilado todos los libros
del Antiguo Testamento y ordenarlos en un solo volumen, cobrando a partir de él una
inmensa importancia la conservación y enseñanza del mismo. Fue durante su ministerio
que la enseñanza de la palabra de Dios se vio relacionada con los escribas: “El escriba
Esdras estaba sobre un púlpito de madera que habían hecho para ello, y junto a él estaban
Matatías, Sema, Anías, Urías, Hilcías y Maasías a su mano derecha; y a su mano izquierda,
Pedaías, Misael, Malquías, Hasum, Hasbadana, Zacarías y Mesulam. Abrió, pues, Esdras el
libro a ojos de todo el pueblo, porque estaba más alto que todo el pueblo; y cuando lo
abrió, todo el pueblo estuvo atento”, (Nehemías 8:4-5). Y así fue hasta los tiempos de
Jesús, donde junto con la secta de los fariseos y saduceos, los escribas tenían un
protagonismo muy especial como doctores de la ley.
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divinidad de Jesús y el tema de la salvación sin obras. En ellas también los autores
abordaron temas de instrucción doctrinal, la vida cristiana cotidiana y recomendaciones
orientadas a resolver problemas dentro de la misma iglesia. De esta forma, los escritos del
Nuevo Testamento se unieron con los del Antiguo para formar lo que hoy conocemos
como la santa Biblia.
MATERIALES UTILIZADOS
En el mundo antiguo existían ciertos materiales que se utilizaban para la escritura de los
documentos, y muchos de ellos fueron utilizados para la elaboración de la Biblia. Estudiarlos nos ayuda a
comprender un poco el origen de los libros de las Sagradas Escrituras. Hoy en día son muy pocos los
manuscritos antiguos que se tienen del Antiguo Testamento ya que los escribas judíos solían enterrar las
copias antiguas y no las conservaban. Contrario a los documentos antiguos del Nuevo Testamento, existen
muchas copias en la actualidad. Veamos cuales eran estos materiales.
Papiro.
Era uno de los materiales más utilizados en el antiguo mundo y al mismo tiempo el más frágil ya
que no era muy resistente en las partes desérticas de palestina. Era elaborado de las cañas de una arbusto
acuático llamada papiro que creía en lagos y ríos pocos profundos en las partes de Egipto y Siria,
especialmente en el delta del Nilo: “El lugar seco se convertirá en estanque, y el sequedal en manaderos de
aguas; en la morada de chacales, en su guarida, será lugar de cañas y juncos”, (Isaías 35:7). Su caña gruesa y
triangular de 6 cm de largo produce flores largas abiertas en forma de sombrilla. La palabra generalmente se
traduce por "juncos" en la versión Reina Valera. Su extremo superior en forma de abanico aparece en
diseños egipcios y es un símbolo del Bajo Egipto. Sus tallos, atados en manojos se usaban para hacer botes:
“¡Ay de la tierra que hace sombra con las alas, que está tras los ríos de Etiopía; que envía mensajeros por el
mar, y en naves de junco sobre las aguas! Andad, mensajeros veloces, a la nación de elevada estatura y tez
brillante, al pueblo temible desde su principio y después, gente fuerte y conquistadora, cuya tierra es surcada
por ríos”, (Isaías 18:1-2). Además, de la fibra se elaboraban sandalias, vestidos y arquillas. Para producir el
papiro se desprendían tiras de 32 a 36 cm de largo de la corteza de la planta las cuales eran golpeadas y
prensadas sobre la superficie de madera. Este material se embargaba en grandes cargamentos desde el
puerto Biblos, de donde se piensa que proviene el término griego para libros, biblos.
Entre los documentos bíblicos encontrados se tienen fragmentos de Deuteronomio 5 y 6 que datan
del siglo II a.C. De la Septuaginta han sobrevivido muchos fragmentos que datan del siglo II a.C. Los escritos
originales del Nuevo Testamento no lograron conservarse, pero existen copias fragmentarias de las mismas
en papiro que datan del siglo II d.C. y copias completas que datan del Concilio de Nicea del 325 d.C.
Posteriormente, Eusebio de Cesarea recibió la orden de Constantino emperador romano de proveer en el
mismo material un texto completo del Nuevo Testamento. Actualmente se contabilizan cerca de 241
manuscritos antiguos del Nuevo Testamento escritos en papiro.
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Pergamino.
El pergamino era otro material antiguo sobre el que se solía escribir. Su nombre
proviene del griego que significa membrana y a veces se traduce como piel. Era un
material muy durable contrario al papiro ya que era elaborado de la piel de animales
como ovejas, cabras, antílopes y otros. Las pieles eran sometidas a un baño de cal que
facilitaba descarnarlas para posteriormente ser lavadas, raspadas y estiradas siendo
cubiertas con capas de albayalde. Su color final era blanco, pero podía ser teñida con
azafrán o tintura purpura. Una tradición antigua afirma que el proceso de preparar
pergaminos se inventó en Pérgamo, de donde deriva su nombre, durante el reinado de
Eumenes II, cuando el rey Tolomeo V de Egipto prohibió la exportación de papiros, el
material de escribir más común de la antigüedad. Sin embargo, documentos fechados
sobre pergaminos de comienzos del s II a.C. descubiertos en Dura Europos, sobre el
Éufrates, demuestran que el pergamino también se producía en otros países desde una
fecha muy temprana. Josefo menciona que en su tiempo existían escrituras hebreas sobre
ese material. Pablo hace una referencia a este material cuando le pide a Timoteo que le
traiga los libros, especialmente los rollos, que eran pergaminos: “Trae, cuando vengas, el
capote que dejé en Troas en casa de Carpo, y los libros, mayormente los pergaminos”, (2
Timoteo 4:13).
Fue en el siglo IV d.C. que la iglesia elaboro varias copias de la Biblia en
pergamino, de los cuales los más los famosos son los Códices Sinaítico, Vaticano y
Alejandrino. También entre los manuscritos antiguos encontrados en el Mar Rojo es
encontraron algunos elaborados de pergamino.
Vitela.
La vitela era un material elaborado de piel de ternero generalmente teñida de
purpura. En la actualidad se conservan manuscritos bíblicos antiguos escritos de este
material, entre los cuales hay algunos fechados del 1500 a.C.
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Originalmente cada libro de la Biblia se escribió sin ninguna división en capítulos y versículos; sin
embargo, con los años estos surgieron. Entre las primeras divisiones tenemos las realizadas al Pentateuco
por el Sanedrín judío alrededor del 586 a.C. En total se realizaron 154 agrupaciones y 50 años más tardes
concluyeron en 54 secciones mayores divididas a su vez en 669 más pequeñas para facilitar su aprendizaje y
lectura en un año. Fue Jerónimo en el siglo III d.C. que introdujo capítulos y versículos en su traducción de
los idiomas originales al latín conocida como la Vulgata Latina. La También los griegos realizaron divisiones,
los más antiguos datan del 350 d.C. que se encuentran en el Códice Vaticano. También a partir del 900 d.C.
comienzan a aparecer las primeras divisiones en versículos, y se le atribuye al arzobispo Esteban Langton en
el siglo 13 que dividió la Biblia en capítulos y versículo como la conocemos hoy.
En la actualidad no se cuenta con algún manuscrito que se pueda aseverar que es el original que se
escribió, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento, pero se cuentan con algunas copias y versiones
antiguas que se creen que fueron copiadas o traducidas de estos originales. Veamos algunas de ellas.
La Septuaginta.
Esta es considerada la primera versión en otro idioma del Antiguo Testamento, del hebreo al griego.
Data del 250 a.C. y fue bajo el auspicio Ptolomeo II Filadelfo (284-246 a. C.), que gobernaba en Egipto, el cual
al darse cuenta que la única obra que no había sido traducido al griego era el libro Sagrado de los judíos, el
Tanaj (el Tanaj es el Antiguo Testamento que todos conocemos), solicitó al sumo sacerdote de Jerusalén que
se tradujera. De acuerdo a la tradición judía, fueron alrededor de 72 rabinos que se reunieron en la ciudad
de Alejandría, en Egipto, que se dedicaron a esta tarea. Por eso a la Septuaginta también se le conoce como
la versión de los 70 o LXX.
La Vulgata Latina.
Esta es la tercera traducción que se realizó de la Biblia completa de los originales hebreos y griegos al latín.
Su traductor fue Jerónimo, un erudito en idiomas que se fue a Belén en el siglo IV d.C. donde termino su
obra. La Vulgata no solo contiene los 66 libros de la Biblia, sino también incluye 11 libros apócrifos. En la
actualidad es la versión autorizada por la Iglesia Apostólica, Católica y Romana, sin embargo, el
protestantismo no acepta los 11 libros apócrifo como inspirados por Dios.
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XVI. Erasmo utilizo textos griegos no tan antiguos para realizar su obra de traducción, los
cuales estaban muy dañados y hoy en día no son tan fidedignos como los más tempranos
que se han descubiertos. Muchas traducciones que se realizaron de la Biblia se apoyaron
en el Textus Receptus, tales como la Biblia en alemán de Lutero, la Biblia en Frances de
Pierre Robert Olivétan, la Biblia del Oso de Casiodoro de Valera, la Biblia en inglés, la King
James Version, entre otras más.
El Códice Sinaítico.
En una copia antigua de la Biblia en griego uncial (solo utiliza letras mayúsculas)
que data del siglo IV d.C. que fue adquirida en República Soviética de Rusia por Gran
Bretaña en 1933 y que ahora se encuentra en el Museo Británico.
El Códice Alejandrino.
Se cree que probablemente se escribió en el siglo V d.C. y es una copia antigua de
toda la Biblia en griego a excepción de 40 hojas que se perdieron. Actualmente se
encuentra en el Museo Británico.
Códice Vaticano.
Es una copia antigua de la Biblia en griego que originalmente contenía todos los
libros de la Biblia, pero en la actualidad no se conservan partes de ellos. Escrito
probablemente en el siglo IV d.C. se conserva en la Biblioteca del Vaticano.
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Las primeras traducciones de la Biblia al español datan del periodo Medieval en España a finales
del siglo XII y principios del XIII, pero lamentablemente no se conservan ninguna de ellas. Sin embargo, se
conservan otras más tardías como la Biblia Alfonsina que es una traducción del Antiguo Testamento de la
Vulgata del año1260, La Biblia de Alba traducida por el rabino Moisés Arragel en 1430 y que se encuentra en
la biblioteca de Alba, y otras traducciones parciales como los Evangelios y Epístolas en 1450 por Martin A.
Lucena y el Pentateuco por un grupo de judíos desterrados de España por la Inquisición romana. No
obstante, fue durante el periodo de la Reforma que la traducción de la Biblia tuvo mayor auge, entre las más
destacadas podemos mencionar las siguientes.
La Biblia de Ferrera.
Fue en tiempos de la inquisición romana que un grupo de judíos que escaparon de España y
Portugal y se establecieron en Ferrera, Italia, tradujeron el Antiguo Testamento en 1553. Esta traducción fue
literalista a tal punto que está llena de hebraísmos haciendo su comprensión difícil.
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en su portada, un hombre plantando un árbol, mientras otro lo riega con agua que sale de
un cántaro. Finalmente, después de introducir algunos cambios, publico la versión en
1602, en Amsterdam, Holanda. Aparte de algunos leves cambios, saco los libros apócrifos
de entre los libros canónicos del Antiguo Testamento y los puso en una sección aparte.
Cipriano de Valera fue un ilustre escritor y amigo de Casiodoro de Reina y Juan Pérez, y
como ellos, tuvo que huir de España en 1557 debido a la inquisición. Hoy en día su versión
se conoce como la Biblia Reina Valera y se ha convertido en la reina de las Biblias de habla
española alrededor del mundo. Desde entonces las Sociedades Bíblicas Unidas han sacado
millones de copias de esta Biblia, realizando varias revisiones, tales como en 1906, 1960,
1995, 2006 y así sucesivamente.
Versiones Católicas.
También los católicos han realizado sus traducciones de la Biblia, especialmente de
la Vulgata y el Códice Vaticano. Entre las versiones más destacadas publicadas en España
tenemos la de Felipe Scío de San Miguel, en 1793, la Versión Torres Amat publicada en
1825 por Félix Torres Amat, la Nacar-Colunga de 1944 elaborada por Eloino Nacar Fuster y
Alberto Colunga, la versión Palabra de Dios publicada por la editorial Verbo Divino en
1964, la Biblia Jerusalén, de 1967, entre otras versiones.
Otras Versiones.
En la actualidad existen otras versiones de la Biblia en el idioma español, como la
versión Dios Habla Hoy, que distribuye sus Biblias tanto al pueblo evangélico como a los
católicos, incluyendo para estos últimos los libros apócrifos. También destaca para este
tiempo la Nueva Versión Internacional (NVI), tanto en español como el inglés que es el
resultado del trabajo de varios eruditos de diferentes disciplinas como la psicología, la
arqueología, lingüística, historia antigua, entre otros, los cuales traducen la Biblia a un
lenguaje más actualizado y basado en manuscritos hebreos y griegos de mayor fidelidad.
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También la Biblia fue traducida al idioma de los anglosajones, específicamente en
Inglaterra. Se hicieron muchos intentos por traducir la Biblia al inglés, entre estos están
algunos pasajes del libro de Génesis que fueron parafraseados al inglés en un monasterio
de Whitby por Caedmon en el año 670 d.C. También en el año 735 d.C. el erudito
distinguido Beda completo su traducción del Evangelio según Juan. Más tarde el rey
Alfredo (849-901 d.C.) realizo una traducción de los Salmos y el Decálogo.
Entre los primeros traductores de la Biblia completa está John Wiclyffe, un erudito
de Oxford y predicador de parroquia, mejor conocido como la estrella matutina de la
reforma. Wiclyffe completo su obra en el año 1384 traduciéndola directamente de la
Vulgata Latina, sin embargo, ahora solo sobreviven 170 ejemplares ya que no
sobrevivieron muchos volúmenes ya que se hicieron las copias a mano. Guillermo Tyndale
fue un prominente erudito bíblico cuyo anhelo era hacer llegar la palabra de Dios al
campesino ignorante en su propio idioma ya que era prohibido por la iglesia Católica
difundirla en cualquier otro idioma que no fuera el latín. Para cumplir sus objetivo decidió
traducir la Biblia completa, no de la Vulgata, sino de los originales textos en hebreo y
griego. Completo su obra en 1530, sin embargo, años después fue capturado y acusado de
herejía por los jerarcas católico y condenado a muerte. Después de su muerte su obra se
volvió popular a tal punto que le realizaron algunas revisiones y la imprimieron con muy
pocas correcciones en tiempos del rey Enrique VIII.
En 1604 el rey Jacob I de Inglaterra dio su autorización para que se hiciera una
nueva versión de la Biblia para lo cual comisiono a 54 eruditos para este trabajo, aunque
solo se conocen los nombre de 47. Estos trabajaron en 6 grupos, dos en Wetsminster, dos
en Cambridge y dos en Oxford, examinando exhaustivamente la versión de Tyndele y
revisaron los textos originales del hebreo y griego para obtener una obra lingüística
hermosa la cual fue publicada en 1611. En Estados Unidos se conoce como la versión del
rey Jacob, o James King Version, mientras que en Inglaterra se conoce como la versión
Autorizada, o Autorized Version. Como La Reina Valera, la James King Version se ha
convertido en la versión favorita de este pueblo. Otras versiones se han creado en el
idioma inglés, tratando de proporcionar la Biblia en un idioma más contemporáneo ya que
algunas palabras han cambiado de significado o caído en desuso, de allí que existan otras
versiones como la English Standard Version (Version Estandar en Ingles) y la New
International Version (Nueva Version Internacional); pero aun con todo esto la James King
Version no ha perdido su preferencia entre el pueblo de habla inglesa.
La Biblia: El Canon
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“Porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron
siendo inspirados por el Espíritu Santo”. 2 Pedro 1:21
INTRODUCCIÓN
El Canon Bíblico
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Ahora bien, surge la pregunta: cómo los libros llegaron a ser canónicos y cuáles
son. Es importante comprender que los libros de la Biblia no llegaron a ser canónicos por
la acción de un hombre, o que lo fueron a partir de una fecha determinada. El libros de la
Biblia fueron canónicos desde el mismo momento que los hombres los escribieron por
inspiración del Espíritu Santo. Con el tiempo los hombres descubrieron su canonicidad. El
apóstol Pedro dice: Porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los
santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo. Los libros bíblicos
fueron elaborados, no porque un hombre así lo decidiese, aunque fue el instrumento que
Dios uso para tal fin, sino que fueron inspirados por Dios. El teólogo Charles Ryrie lo
explica de una mejor manera: “Es esencial recordar que la Biblia se autentica a sí misma,
puesto que sus libros fueron aspirados por Dios (2 Timoteo 3:16). En otras palabras, los
libros eran canónicos en el momento que fueron escritos. No fue necesario esperar hasta
que los varios concilios pudiesen examinar los libros para determinar si eran aceptables o
no. Las personas y los concilios solamente reconocieron y declararon lo que es verdadero
por la inspiración intrínseca de los libros tal como fueron escritos. Ningún libro de la Biblia
fue hecho canónico por la acción de algún concilio de la iglesia”. Sin embargo, los concilios
ayudaron a organizar y comprobar cuáles de todos los libros iban a ser considerados por
inspirados por Dios, hasta llegar a los 66 libros que hoy por hoy constituyen el canon
bíblico.
Resumiendo todo, el canon bíblico tiene como objetivo identificar y conservar los
libros inspirados por Dios, impedir que la revelación bíblica sufra alteraciones y brindar a
los cristianos la oportunidad de conocer y vivir la palabra de Dios.
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Los
judíos fueron muy diligentes en la conservación y celo del canon hebreo. En el
año 90 a.C. se llegó a constituir una escuela especial de rabinos que se conoció como el
concilio de Jamnia y se preocuparon por evaluar y validad la inspiración divina de estos
libros, siendo los libros de Ester, Eclesiastés, y Cantar de los Cantares aquellos cuya
canonicidad mas se discutió. Finalmente, llegaron a establecer su canon hebreo dividido
en tres partes y sumando un total de 24 libros, contrario a los 39 que nosotros tenemos ya
que consideraron algunos libros como uno solo, diferentes a nosotros que los dividimos
en primero y segundo. La primera sección es conocida como Tora, que corresponden a los
libros de la ley de Moisés o Pentateuco e incluyen Génesis, Éxodo, Levítico, Números y
Deuteronomio. La segunda división es conocida como Nebiim (profetas en español), y se
subdivide en Profetas Anteriores en los que figuran Josué, Jueces, Reyes y Samuel (Estos
últimos son un solo volumen), y los Profetas Posteriores: Isaías, Jeremías, Ezequiel y el
Libro de los Doce (los doce profetas menores). La tercera división de la Biblia Hebrea es el
Ketubim (escritos), la cual incluye once libros: Salmos, Proverbios y Job, el Megilot o
rollos que comprenden Cantar de los Cantares, Rut, Lamentaciones, Eclesiastés y Ester.
Finalmente, se agregan Daniel, Esdras-Nehemías y Crónicas (estos últimos contaban
como un solo libro.
Si consideramos los libros que ellos ven unidos como los Doce, Crónicas, Reyes,
Samuel y Esdras-Nehemías, veremos que son exactamente los 39 que nosotros tenemos
en nuestra Biblia, pero ellos lo presentan en un total de 24. Veamos las diferencias entre
ambas clasificaciones.
Tora: El Pentateuco:
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Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Génesis, Éxodo, Levítico, Números y
Deuteronomio Deuteronomio
44
que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés (la Tora), en los
profetas (Nebiim) y en los salmos (Ketubin)”, (Lucas 24:44). Otros ven en el relato de Lucas
11:51 la extensión de la división de la Biblia Hebrea, desde el primer libro (Génesis), hasta
el último, Crónicas. Respecto a esto, Charles Ryrie comenta: “Aquí el Señor afirmó algo
definitivo tocante a la extensión del canon del Antiguo Testamento que El aceptaba. Al
condenar a los líderes del pueblo judío por matar a los mensajeros de Dios a través de su
historia, El los acusó de ser culpables de derramar la sangre de todos los justos desde Abel
hasta Zacarías. Ahora bien, el homicidio de Abel se narra en Génesis 4, y el de Zacarías en
2 Crónicas 24, que fue el último libro en el arreglo del canon hebreo (como Malaquías lo es
en nuestro arreglo)”. A parte de todo esto, existen alrededor de 250 citas del Antiguo
Testamento en el Nuevo Testamento que validan su influencia divina, citando todos los
libros del canon hebreo a excepción de Esdras, Nehemías, Cantar de los Cantares, Ester y
Eclesiastés.
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“mi palabra… será prosperada en aquello para que la envié”. Isaías 55:11
INTRODUCCIÓN
Por todo lo que hemos visto podemos decir que no hay libro u obra literaria que
iguales la singularidad, continuidad en sus temas y poder de la Biblia. Una evidencia
incuestionable de su autoridad divina es el testimonio de miles de vidas que ha cambiado
a lo largo de la historia, su mensaje es poderoso, más que cualquier otro que jamás se allá
escrito o dicho. Por eso el profeta decía: “Porque como desciende de los cielos la lluvia y la
nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla
al que siembra, y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a
mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié” ,
(Isaías 55:10-11). Sin embargo, con el tiempo han surgido otros libros que han querido
igualar a los 66 canónicos, queriendo aludir a que estos también son inspirados por Dios y
por ende merecen incluirse en la Biblia. Estos libros son conocidos como los Apócrifos,
Deuterocanónicos o Pseudoepígrafos.
El término Apócrifo significa escondido, y es utilizado para designar a los libros
que no han sido considerados canónicos por los judíos y los protestantes por tener
contener errores o herejías, o simplemente porque su calidad literaria no llega a la altura
de los inspirados. Estos últimos hacen referencia a ellos como Deuterocanónicos, que
literalmente significan segundos canónicos. En otras ocasiones oímos hablar de libro
Pseudoepígrafos, para hacer referencia a aquellos que fueron escritos por otra persona
que no es el aparente autor.
Libros Apócrifos
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d.C. Estos fueron escritos en su mayoría en hebreo o arameo, a excepción de Sabiduría, la
Oración de Manasés y 2 de Macabeos. La mayor parte de estos fueron incluidos en la
versión de la Septuaginta y más tarde en la Vulgata Latina de Jerónimo. Sin embargo, los
rabinos que se reunieron en el concilio de Jamnia en el 90 d.C. al momento de ratificar la
canonicidad de los libros del Antiguo Testamento no los consideraron dignos de entrar en
esta clasificación por las razones siguientes:
3. Su calidad literaria es inferior al no guardar una armonía con los escritos inspirados y
carecer del poder profético y autoritativo.
Sin embargo, con todo no todos estos libros han sido desechados por completo.
Hay algunos que ven en algunos que ven la influencia de estos libros en el Nuevo
Testamento, aunque Jesús jamás cito textualmente uno de ellos, pero algunos padres de
la iglesia primitiva tuvieron la costumbre de citarlos sin elevarlos a la calidad de inspirados
por Dios. El erudito en idiomas bíblicos, Jerónimo, llego a incluirlos en su traducción al
latino haciendo referencia en su prólogo que dichos libros podían leerse, pero jamás
servirían para establecer doctrina. Durante la reforma Lutero llego a juntar los apócrifos
en una sección aparte al final del Antiguo Testamento en su versión alemana de la Biblia y
los encabezo con las palabras: “Apócrifos. Libros que no son tenidos por iguales a la
Sagrada Escritura, pero cuya lectura es útil y buena”. También Casiodoro de Reina en su
Versión del Oso introdujo algunos de estos libros aclarando que no eran inspirados por
Dios y estos han sido llamados entre los protestantes como Deuteronomio. Frente a esta
actitud, la Iglesia Católica Apostólica y Romana llego a considerarlos canónicos en el
Concilio de Trento en el 1546 condenando a todos aquellos que lo negaran. En general, la
iglesia evangélica en sus diferentes enunciados y artículos de fe no reconocen la autoridad
divina de los libros apócrifos, por no alcanzar las características literarias, por errores en
sus escritos y hasta herejías, no obstante, muchos de ellos nos dan una buena descripción
histórica de los acontecimientos Intertestamentario que ayuda en gran manera a los
estudiosos bíblicos. Veamos algunos de ellos.
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Segundo Libro de Esdras (4 Esdras en la Vulgata).
Es un libro apocalíptico que contiene una mezcla de dos secciones de autores
diferentes. El primero de ellos es un judío desconocido que escribió en arameo y se piensa
que escribió a fines del siglo I y presenta siete visiones que Esdras tuvo en Babilonia. Los
capítulos 1, 2, 15 y 16 son adiciones tardías realizadas según se cree por autores
cristianos.
Tobías.
Es un relato muy popular fechado alrededor del siglo II a.C. El Libro de Tobit analiza
la presencia de Dios en las relaciones familiares, expresadas en el acompañamiento que el
arcángel Rafael hace a Tobías, un joven lleno de fe que va a buscar esposa y finalmente se
casa con ella tras sortear enormes dificultades con la ayuda del ángel enviado por Dios.
Tobit es un judío de la tribu de Neftalí deportado a Nínive. El anciano, de gran sabiduría,
sufre un accidente cuando le caen en los ojos unos excrementos de ave. Los remedios de
los diferentes médicos no hacen sino agravar su enfermedad, hasta que acaba por perder
totalmente la vista. Por otro lado, Sara, hija de unos parientes lejanos de Tobit, trata de
suicidarse a causa de los insultos de su criada, que la acusa de asesina; ello se debe a que
la joven, que ha contraído matrimonio siete veces, ha enviudado de todos sus maridos y
sigue siendo virgen porque está poseída por un demonio, Asmodeo; este demonio está
perdidamente enamorado de Sara y se llena de celos cada vez que ella se casa, por lo que
el demonio mata a sus esposos en la noche de bodas antes de que puedan unirse a ella.
Sin embargo, Sara se arrepiente de sus planes de suicidio en el último momento y pide
ayuda a Dios, que envía al arcángel Rafael. Tras la muerte de los siete maridos de Sara,
Tobías, hijo de Tobit, se convierte en el pariente más cercano de la joven, y debe
desposarla siguiendo la ley del levirato, por lo que sale de viaje a visitar a sus parientes y
tomar por esposa a Sara. Por el camino, se le aparece el arcángel Rafael en forma humana
y bajo el nombre de Azarías y los dos se hacen amigos. Azarías le cuenta toda la historia de
Sara a Tobías, quien se enamora de ella antes de conocerla por la descripción que le da el
arcángel: "Es inteligente, valiente y muy bonita y su padre es honrado" (6:12). Asimismo,
le da un remedio tanto para salvar a Sara como para curar a Tobit: Tobías debe pescar un
pez y quemar el corazón y el hígado delante de Sara; el humo espantará a Asmodeo, que
irá para no volver. Para curar la ceguera de Tobit, deberá conservar la hiel del pez. En casa
de sus parientes, Tobías desposa a Sara ante la tristeza de los padres de ella, que creen
que el joven morirá igual que los otros maridos; en la noche de bodas, cuando Asmodeo
va a atacar a Tobías, él sigue el consejo de Azarías y logra ahuyentar al demonio. A la
mañana siguiente, los padres de ella se alegran de verle con vida y les dejan marchar a
ellos y a Azarías. De vuelta en casa, Tobías logra curar la ceguera de su padre untándole
sobre los ojos la hiel del pez. Cuando se efectúa el milagro, Azarías desvela su verdadera
identidad ante todos, que dan gloria a Dios. Comúnmente es aceptado como parte del
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canon de los escritos bíblicos por las comunidades judías de la Diáspora, por todas las
iglesias cristianas ortodoxas, y también por la iglesia católica romana. Ha sido rechazado
como parte del canon por los judíos rabínicos y los protestantes.
Judit.
Libro escrito en hebreo alrededor del 100 a.C. y cuenta la historia de una viuda
hebrea, Judit hija de Merari, en plena guerra de Israel contra el ejército babilónico,
erróneamente denominado asirio. De bellas facciones, alta educación, enorme piedad,
celo religioso y pasión patriótica, Judit descubre que el general invasor, Holofernes, se ha
enamorado de ella. Acompañada de su criada, la viuda desciende de su ciudad amurallada
y sitiada por el ejército extranjero —Bethulia— y, engañando al militar para hacerle creer
que estaba realmente enamorada de él, consigue ingresar a su tienda de campaña. Una
vez allí, en lugar de ceder a sus reclamos galantes, lo hace beber hasta emborracharlo.
Cuando Holofernes cae dormido, Judit lo decapita y siembra de esta forma la confusión en
el ejército de Babilonia y obtiene de este modo la victoria para Israel. El relato está lleno
de errores históricos y geográficos.
Adiciones a Ester.
Entre el siglo I y II a.C., un hombre llamado Lisímaco tradujo el texto hebreo del
libro de Ester al griego, pero al hacerlo introdujo pasajes que no se hallan en el original,
donde todos a excepción de una mencionan el nombre de Dios (ya que si recordamos,
ninguna vez aparece el nombre de Dios en este libro). En la Vulgata estas adiciones se
agregaron al final del texto canónico y en la Biblia de Jerusalén se incluyeron
diferenciándolas con letra cursiva.
Eclesiástico.
El Libro de la Sabiduría de Jesús ben Sirac, la tradición latina lo ha llamado Libro del
Eclesiástico. No debe confundirse con el Eclesiastés, el cual es otro libro sapiencial del
Antiguo Testamento. El original fue escrito en hebreo y la traducción griega se considera
obra de un nieto de Ben Sirac unos 60 o 70 años después. Hoy se dispone de copias del
texto hebreo manuscritas por los judíos caraítas en el Siglo IX, encontrado en el depósito
de una sinagoga en El Cairo. Tal como el mismo nieto de Sirácides señala en el Prólogo, el
Libro se dirige a los judíos piadosos, deseosos de regir su propia vida de acuerdo con la
Ley, sin olvidar a los paganos que deseen saber qué les espera al asumir al Dios, la fe y las
tradiciones propias de los judíos. Sirácides intenta mantener la integridad de la fe religiosa
yahvista, y poder contribuir a la depuración y purificación de usos y costumbres, que cada
vez se iban tiñendo más de infiltraciones helenísticas. El Sirácida contiene sobre todo
máximas éticas, por lo que se asemeja considerablemente a los Proverbios. Se ignora si
Sirácides fue el autor original o sólo se trató de un compilador. Aunque el estilo uniforme
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mostrado por el libro parece indicar lo primero. Trata temas diversos, desde sencillas
reglas de cortesía, humanidad y urbanidad, preceptos sobre el culto, superación de
pruebas y el temor del Señor, hasta las normas respecto de los deberes para con el
estado, la sociedad y el prójimo.
El libro de Baruc.
El libro de Baruc existió primeramente como tres partes separadas e
independientes que más tarde fueron reunidas y resultaron en el libro actual. La pieza
más antigua (dos poemas, Baruc 3:9-5:9) pertenecen al siglo III a. C. Ya en tiempos de los
Macabeos, un último redactor añadió el prólogo y la parte final y atribuyó el todo Baruc
amanuense de Jeremías. La Septuaginta muestra separado el capítulo 6 de Baruc, que se
llama "Carta de Jeremías" y en las Biblias de ciertas religiones se encuentra como libro
separado. La Vulgata, en cambio, la junta con el libro de Baruc y la numera como un
capítulo más. La Carta de Jeremías es un discurso apologético contra la idolatría, y
desarrolla aún más los conceptos estudiados por Jeremías e Isaías.
Susana.
Es otra adición al libro canónico de Daniel que aparece al final cuyo autor es
desconocido y data aproximadamente del II siglo a.C. Susana, una bella mujer, esposa de
Joaquín, un rico e influyente judío en el Exilio Babilónico, es vista y deseada por dos
ancianos que habían sido nombrados jueces entre los judíos en el exilio en Babilonia. Los
dos viejecillos se ponen de acuerdo para sorprender a solas a Susana y así abusar de ella.
Ante la importancia y la "credibilidad" de sus acusadores, Susana es condenada a morir
apedreada. Mas, cuando es llevada por la congregación para ser lapidada, el profeta
Daniel, que por aquel entonces, es sólo un adolescente, aprendiz de las artes de la
consejería, con miras a ejercerla al servicio del rey Nabucodonosor, detiene el cortejo del
pueblo que lleva a Susana hacia el sitio de su lapidación, reprende a la gente por estar
actuando sin conocimiento pleno de la causa, y pide separar a los dos viejecillos para
interrogarlos con inteligencia. Y, tal como sucede en los procesos en los que se
implementa dicho procedimiento, los dos falsos testigos incurren en tremenda
inconsistencia o contradicción en sus declaraciones cuando el jovencillo les pregunta bajo
qué árbol vieron a Susana recostada con su supuesto amante. Uno de ellos dice: "Debajo
de un lentisco." Y el otro de ellos dice: "Debajo de una encina." Ante la evidencia del falso
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testimonio de los jueces, la bella y noble dama es exonerada de todos los cargos que
habían sido afincados en su contra, y los dos viejecillos mueren ejecutados en lugar de
Susana.
Bel y el Dragón.
Aparece como una adición en el capítulo 14 de Daniel, su autor y fecha son
desconocidas y desarrolla el drama donde el profeta demuestra que Bel, patrono y
protector de Babilonia, no es un dios verdadero. Un rey de Babilonia ofrendaba
diariamente delante de su estatua enormes cantidades de alimentos, que eran
"devorados" por la estatua de Bel. Daniel demuestra al rey que todos los manjares y
alimentos ofrendados al dios, eran, en realidad, consumidos por los sacerdotes de dicho
ídolo, sus niños y mujeres. En la segunda parte, el profeta destruye un animal al cual los
babilonios adoraban en virtud de su aspecto imponente. La voz griega drakón (δρακων),
traducido dragón, fue empleada con frecuencia en la Biblia Septuaginta para hacer
referencia a todo tipo de seres que se suelen desplazar o propulsar por medio del arrastre,
o del deslizamiento de sus cuerpos de esta acepción a dicho término, es de donde se
infiere que pudiese tratarse de un enorme reptil.
La oración de Manasés.
Presenta la oración que Manasés realizo confesando sus pecados y pidiendo
perdón a Dios. Se escribió en griego ya comenzada la era cristina posiblemente para
introducirse en 2 Crónicas 33:12-18.
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Jerusalén y da por sentado la fe en la resurrección de los justos así como recomienda la
oración y el sacrificio de expiación por los muertos.
Libro de Enoc
El libro que hoy se conoce fue editado tal vez en el siglo I de nuestra era, y consta
de varias partes escritas entre los siglos III a.C. y I d.C. en el estilo literario apocalíptico.
Entre las partes o capítulos que lo dividen tenemos: el Libro del Juicio, donde da una
profecía del juicio venidero, el Libro de los Vigilantes o Caída de los ángeles, donde
describe como algunos de ellos descendieron del cielo para tener relaciones sexuales con
las mujeres, el Libro de las parábolas o El mesías y el reino, cuyo contenido es meramente
mesiánico, entre otros.
A parte de los escritos del Nuevo Testamento, se escribieron otras obras que
hablaban acerca de Jesús y los apóstoles, algunas escritas por los mismos apóstoles, otras
no, pero todas estas fueron excluidas del canon bíblico. A parte de los apócrifos del Nuevo
Testamento, también se tienen otras obras que no son consideradas como tales, tampoco
son inspiradas por Dios, pero que gozaron de gran aceptación entre los cristianos de los
primeros siglos y son conocidas como literatura patrística.
Literatura patrística.
Fueron escritos utilizados por los padres de la iglesia primitiva para la enseñanza
de los dichos de Jesús y las virtudes cristianas las cuales no alcanzaron el nivel de los
canónicos del Nuevo Testamente, pero que gozaron de gran aceptación por muchos años
entre la comunidad cristiana. Entre ellos están el Pastor de Hermas, una obra cristiana del
siglo II y se compone de cinco visiones de género apocalíptico, doce mandatos y diez
parábolas. La Didaché (pronunciada en el latín como Didajé), contiene la enseñanza de los
doce apóstoles referente a su vida en comunidad, culto y principios cristianos. Algunos
fechan la obra a mediados del siglo I, por lo que sería contemporánea de las epístolas de
Pablo y algo anterior a los Evangelios. La Epístola de Bernabé, es un tratado cristiano de
22 capítulos, escrito en griego, con algunas características de epístola, y se divide en dos
secciones, la primera es teórica y trata de la interpretación de la Ley, del Antiguo
Testamento y de cuestiones dogmáticas mientras que la segunda sección, denominada los
Dos Caminos, se refiere a la vida cristina, la ética y la moral. Aparte de eso se tienen los
escritos y homilías de Clemente de Roma, Ignacio de Antioquia, discípulos de Pedro, y
Policarpo de Esmirna, el discípulo de Juan el apóstol.
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Evangelios Apócrifos.
Entre el siglo II y siglo IV surgieron algunos escritores, la mayoría herejes, que quisieron
llenar algunos vacíos de las narraciones bíblicas, surgiendo así varios evangelios que se consideran
apócrifos. Entre ellos se encontraba el Evangelio de los hebreos, se conserva en fragmentos
citados o resumidos por varios Padres de la Iglesia y consistía en una narración de la vida de Jesús,
que incluía su bautismo, la tentación, su transfiguración, su última cena, su crucifixión y su
resurrección. El Evangelio de los Egipcios, el cual incluye dialogo entre Cristo y Salome sobre el
repudio de la relación sexual. El Evangelio de Tomas, contiene 114 dichos atribuidos a Jesús de
Nazaret. Se ha conservado en un papiro manuscrito en copto, descubierto en 1945 en la localidad
egipcia de Nag Hammadi. Existen dudas acerca de su fecha de composición. Algunos de los dichos
de este evangelio se asemejan a los de los evangelios canónicos de Marcos, Mateo, Lucas y Juan;
otros eran desconocidos hasta su descubrimiento. También existen evangelios apócrifos que
describen la pasión de Cristo, como el Evangelio de Pedro y el de Nicodemo, exagerando un tanto
los milagros, otros como el evangelio de Matías, Judas, Felipe, Bartolomé, etc., así como los que
hablan de la infancia de Jesús como el Proto-evangelio (o primer evangelio) de Santiago.
Hechos Apócrifos.
Como una forma de darle continuidad a la vida de los apóstoles, y especialmente darle
énfasis a sus últimos días, algunos llegaron a escribir referentes a ellos, donde algunos de ellos
brindan una buena referencia histórica, y otros por el contrario son heréticos. Entre ellos están los
Hechos de Pedro, de Andrés, de Pablo, de Tomas, etc.
Epístolas Apócrifas.
Durante los siglos II y III las falsificaciones que hacían de cartas supuestamente de Pablo (lo
cual se conocen como Epístolas Pseudoepígrafos) se volvieron populares especialmente en Siria y
Egipto. Entre estas están Tercera a los Corintios, Epístola a los Laodicenses, y Correspondencia
entre Pablo y Séneca.
Apocalipsis Apócrifos.
La literatura apocalíptica, propia de la cultura judía del post exilio se volvió muy popular
entre los hombres a tal punto que se escribieron libros que querían asemejarse al Apocalipsis de
Juan el apóstol, pero sin el respaldo divino. Entre estos se tiene el Apocalipsis de Pedro, de Pablo,
de Juan (no canónico), el de Tomas, de Esteban y María.
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