Está en la página 1de 18

JOSEP FONTANA

Europa ante el espejo

CRITICA
Earcelmm
·--------------------
Nota del editor

·Europa ante e! espejo se publicó originalmente en 1994, en la colec-


ción «La construcción de Europa» surgida a jinales de los anos
ochenta como una iniciativa de cinco editoriales de lenguas y nacionali-
dades d'ferentes pero con inquietudes culturales compartidas. En esa co-
lección. dirigida por el historiador francês Jacques Le Goff, hdn publica-
do ya sus libros una docena de autores de tan reconocido prestigio como
Umberto Eco, Peter Brown o Aaron Gurevich, que han tratado de res-
ponder, desde sus respectivos enfoques y âmbitos de investigación, a las
cuestiones que el propio Le Gojf planteaba al presentar la nueva colec-
La presente obro ha .<ido edi~ d d'•
ción: «,;Quiénes son lm·europeo~·? ,;De dónde vienen? lA dónde van?».
B"l~ a me <ante la ayudade la Dircedón General de! [ !bm No exagero si digo que ellibro de Josep Fontana ---cdlijicado de
Y '" totecas dei Mínist~.rio de Cultura ·
«magistral» y de «lección de lucidez cívica» por Le Monde- ha respon-
dido más y mejor que ninguno de los otros títulos a la preguntafundacio-
nal de Jacques Le Gojf. En ejecto, el profesor Fontana nos explica en
Prirnera cdición en B•BUOTfõCA OE Bo•. b
~o!LL(l; ocru rede 2000 Europa ante el espejo de qué modo se ha ido produciendo el «descubri-
Que~m rigorosamente probibidm., sin Ia auror;zación es . miento» de los europeos por sf mismos: el largo proceso histórico que
btyo las sanciones establecidas en las !e e c.nta de lm titulares dei copyrighr,
1
. por cualquier medio 0 procedimieJ to y s, a reptoducc•6n tmal o parctal d~esta obra convirtió lo que inicialmente aa una simple división geográfica en una
mfonnático, y la. dismbució" de e· ' • co;pretid,dos Ia mprografia y nl tmtamientu conciencia de colectividad, cuyas semillas se encuentran en la Grecia
Jemp 1ares e ella mediante alq.,iler 0 préslamo públicos.
clásica y que parece estar culminando a principias dei tercer milenio de
Disefio de la colección: Joan Bata1! 6
la era común.
© 1994 Y 2000: Joiep Fonmna Pero ,;cómo se ha ido construyendo esa conciencia de ser un colecti-
© 1994 y 2000: EDiTURIM CRfuc_". S. L, Provença, 260, 08008 Barcelona
©C:·H. Bock, Wdhelmstra.':,e 9, Muni eh ·
vo? Si bien todos las seres humanos se definen a símisnws mÚándose en
~ B~Ii Biack~ell, 108 Cowley R<><td, Oxford el çspejo de ~los otros», para diferenciarse de ellos, el caso de los euro·
© Laterzo, voa do Yllla Sacchetti 17 Rmna ' . o
© Éd - ' · • VIa ,,parano 162, Bari peos es, para Fontana, uno de los más complejos: cuando trataron de co-
Utons du Seu i!, 27 rue Jacob, París '
ISBN: 84-8432·114-2 difiwr una identidad común, tejieron un relato basado en las imágenes de
Depósito leg:U: B. 4D.223-2000 una serie de espejos deformantes, que les permitían definirse siempre ven-
Impte.~o en F.spruia
2000.-~ ROMANYÀ/VALLS , tajosamente frente a las imágenes falaces de! «otro».J'rimero fue el bár-
· • • S.A, Capdlades (Bmcelona)
baro, deMstado por griegos y romanos; mós tarde, los rastros diabólicos
El espejo salvaje 107
CAPÍTULO SIETE
guras que simbol!zAD-~_çm!!.int;nte~u,Q_~c;>n sólo.tipos.abstractos,_~in__p ---
------------·---------~-- -Ía..representaCión de seresJ'!-!Wla!!QS.JlS<.l!ll!Lc!istil!~s-carac._tgí_sticas
ffsicâs. :E~Õp'ães de-tezblanca, África es negra, en América se mez-
~iân (en una escena que el pintor ha si~ado en el Brasil) ~a in~ia \
El espejo salvaje de piel rojiza y un negro africano. Y As1a nos presenta en pnmer ter-
mino a una pareja otomana y en el segundo, figuras que sugieren el
mundo más lejano de los mongoles, chinos y japoneses. Si ei siglo
XVI ha descubierto que las «partes dei mundo» tenian animales y plan-
tas propios, ei xvn ha aiiadido a ello el convencimiento de que tam-
bién los seres humanos que las pueblan son diversos y «característicos»_,_
E -~-:r~_16(j4 Y.1666, JAN y~ KJ;:ssEL, tla!~_º§~res, pintó
UE.élS aJ.egorías (]onde las cuatro partes del mundo aparectãlioomo
Todos los hombres se definen a sí mismos mirándose en el~spejo
de «1õsotroS>>:·i)ãi~dif~encfarsede ellos. Per~est?, que r~!qlta_~~-n-.
I11~~-eres sHuadas en escenarios llenos de óbjetos-librós ycuádros"'de éifiopam comuD.idades- qÜehaoliiji"uriá):msiÍla Je~K~(a:~f::C()!llJ?..~eh
I>.ájaros e insectc>s representativos de cada oorititú:Utf:: @ágenesparé~
làs formas de vidá ylas costuinbres, no había de sedo para los euro-
,f:~li~-e~JE.:c::uellt.:~_el.llli pilltlll'!l ~l!!C>Pt:a_ deu~x:ril_:Ysu~s~ peos, en .:special a pai"!_i!'_clel siglo _x~ criando.serQ:m,pió:l~.~~gad .
.!~~t:rJ.~ba de una fu~te CQIJ1~: IostipQs.creado_s_pot:.Ces~e RipiC n:li~iosa y se potenció el uso literario·:de las divers~s len~~~s__!l~lga­
~11 ~l!J~o_!!dlºgía~ publicada en 1593: un libro en el que buscaron iiiS= r~s; :Eí'tratadode Utrecht, en 1714, fue el último documento europeo
piración muchos artistas delós sÍglÕs xvn y xvrn. En ei texto de Ripa
q"9~:se redactó en términos de la «respublica Christiana». E~t_e, p~_e.­
se explica el significado de los atributos que ostentan Ias figuras de
blo pl~~ll11l:>q _cl~ mirarse a partir de ahora en un juego de__.:speJ~S
Van Kessel. La corona de Europa viene a cuenta de su primacía sobre
iiiás.oomplejo para distillguir lo que lo identificaba, ;~t:_nt~9desu dJ:;,.
los demás continentes, «porque en Europa residen los mayores y más
vérstdad, y fohãdª dis!into a los demás.~~ nu~ f.C>!~li.clt! P!<J!~J-Se-
poderosos príncipes dei mundo»; las armas, libros e instrumentos mu" _.
I:Csí óíismos los européos nacía de una condenCiague ya no tema q~e.
sicale~ «muestran su perpetua y constante superioridad ... , tanto en ver~~la religión, sino ques~basãbaen~~~t:e.l!e_s!}J!~iiore~}UQ[ªLe:
las armas, como en las letras y en las artes liberales». . -
l~iclêct.üahúent~:-§[iiü~Q_iéi-~.9 d~~f~_g:~~}.a_S«:)~~~e.!.!ll!'!.. s~ ha
Las representaciones de «las cuatro partes del mundo» comien-
zan a mediados del siglo XVI y se multiplican en los siglos Xvn y XVÍIJ. .
elabQ_f.l!PQ.t:.~tl! !m~e.:D.:_~~el de la natura..t_ez!l illferie>T.clt!.~().§_!JQ_eur~~
pêôs; pero el espejo ai que·s~:n:~aâo plifa _c!t:f.i~se !!t:l!t;JUllt.do~
Los ~~tinentes han dejado de ser meras indicaciones de un espacio Ol~Ciiii. E:il" úiia :di"ellas "sé <<Vem) las diferencias de raz~_Y._!!_l]I~tra
geograf1co, como en el pasado, para caracterizarse por la diversidad
~e la flo:a Y la fauna que los viajeros han descubierto en ellos y cuya
.
cit%~t;~.def<<~alvaj;>;; ~~n Gl· ÇtJi:i~tic!~s:iita4i:en\%ã.visión_~l!fo­
'êé~trica de I~ historia, se_.ve.elJ!t:!i<Piimi.ti~J>. Delpriniérô hán sur-_
smgulandad produce fascinación en los europeos dei quinientos. El ~do~l ~p:_2Çi4i,J;:y·ia trata de esclavos; del segundo, <:_l__!:p_g_e.!}~~~O.
elefante que el rey Manuel I de Portugal regaló al papa León X ---:Y El hombre salvaje, peludo como un oso y armado con un garrote,
que en su solemne entrada en Roma, en 1514, deieitó a la concurren- es un personaje típico de Ia mitologia medieval europea, que figura
cia ai regar con sutrompa a los prelados y cardenales presentes~ fue en historias piadosas de santos y penitentes, o en leyeridas populares
pintado por Rafael, y el rinoceronte que le siguió dos afios más tarde, del hombre-oso que dan lugar a fiestas como la que reproduce un gra-
pero que se ahogó ai naufragar frente a Génova el buque que lo con- bado famoso de Pieter Bruegel. Pero si para la religión el salvaje re-
ducía, lo fue por Durero, a partir de un boceto que le habían enviado presenta a un penitente y para el saber popular, la fuerza y simplici-
desde Lisboa.
dad de Ia naturaleza, en la literatura caballeresca suele ser un gigante
Pero e~esentaciones de Van Kessel hay algo más. Las fi- monstruoso y malvado, símbolo de Ia temida rusticidad campesina,
~~.~-~~- ..... -------~·-------·---...,--·-···-----·-·------~,--.- .... -··"··-:--
108 Europa ante el espejo E/ espejo salvaje 109

como el boyero de E/ cabal/era dei león de Chrétien de 'Il"oyes, «un tierra, aire y comidas»-, había que encontrar ~>r()J'__.pla!a _ell c~ti­
villano que parecia un moro, grande y feo fuera de medida». En ai" dad suficiente. En el segundo-V:i'afe,'finandado en buena medida con
gunas representaciones tardomedievales aparece como un hombre que dÊiêrõTúêàl.ítido a los judíos expulsados, Colón llevaba diecisiete em~
vive en armonía con la naturaleza y se integra incluso a Ia vida agrí- barcaciones y mil trescientos «hombres de pelea», con el fin de «Sa-
cola. Estamos en tiempos en que la 'visión patricia de la sociedad no ber dei oro lo cierto, e adquirido para el rey e reina, quier por grado
se ha impuesto definitivamente. Pero a colllierizo.~•.d.~l siglo xvrr Gio- de los abitadores, quier por fuerza». Y habría de ser «por fuerza»,
van Battista.Della Porta.contrélPOil,re ersàivare,defin!4(} ÇQinOJifsi!~ porque Ia única forma de conseguido era obligar a los indígenas a
y
éô;-<dricuÍto melancólico», ai «ciudadano», ql!~-~!i «apacible y hu:~ trabajar en la obtención de los metales preciosos. .
'mãnó;··duiee Y·soêiáblé>. ·· · ·· · · " · · · · ···· · -- --- Una vez asentados en.eLçJ:mtinentelos espafio!es encontraron Ill!-
EJ. 'deséübnmii.n.tQ',_Q_e àméric.clY d~e sus habitantes abrió. ~ de"
.............. _ _ , _ _,._.......-.._ _, ••• ··-·-•,,,, ,-o.-~•-"'''''''·' '''•"'''•-•~-•·••• '•• '""••<~·-
nasde.pl~ta' y, I~ que e~a mucho másimport~uí.i'é, inÍiiensas minas_de
b!lte «científico»
_,,_......_ _____
__,_~ --.. .
so~~Sê~~Jema. Las primeras noticias dadas por eo~
----o:•-~ ~-:7 •
hóll1i:lrésellcuadrados en sociedades organizada§ que_po~Í@.P.Qiler
lón hablabaif âe hombres desnudos y pacíficos -«no tienen fierro. à iràbajar forzadamente. No es qÚe los .fJÕnes de metal precioso ame-
· ni acero ni armas, ni son para ello»-, que .vivían en un estado de . rÍ~ano-'fuésên de tiniréspecial riqueza, sino que el trabajo con que se
inocencia y que, según se recogía en la bula por la que el papa Ale- ·. explotaban era mucho más barato que el de los mineros europeos:. Per9
jandro VI concedía aquellas tierras a los Reyes Católicos, creían en ello exig;ía que se solll.~tier(l previamente a los indígenas, esto es,. que
un Dios creador y parecían aptos para la conversión ai catolicismo. .: S~ los (<con'virtiera», porque e} concepto de conversión tal como }O_§,
Esta imagen idílica duró püco. En una fase intermedia resultó haber cont]llistado~e~ lcl entendían iniplicabaque los in~o~ deb!an vivir «eJJ.
indígenas «buenos» y otros «maios» -caribes cambales que atacaf cfistiandad, sü]eción, obedÍencia y policia, como los demás sus va~a-
bana los inocentes arawak-, para acabar siendo todos bárbaros fe~ IIos: ·<lliê-· ··'iõsreyes--:- tiinen y .P9~~I1-- en los~ c!t!Jll.asreinos>>. ·
roces, con abundantes vícios y en especial el dei canibalismo (algurias " ·. sõdedade's'i~Õ~tumbradas a cultos sincréticos pudieron creer ini-
tribus indígenas ereían, en cambio, que eran los europeos los antro~. cialmente que les bastaba con anadir el dios y los ritos de los cristi~­
pófagos). Para ento1;1ces, el deísmo ya se había mudado en idolatria.· nos a su cultura, como hicieroii inicialmente los mayas; pero los nu-
Mjentras ~I teólogo Juan Qin.~_s_cleSeJ>.@y_eda.&o~t~;:nía que era líci~ sioneros se lo. aclararon con la pesquisa inquisitorial de 1562, en que
to do~~1õiindígenM porias ~~s porque eran «todos..Mr!>a- se torturó a más de 4.500 índios, 1)8 de los cuales murieron a conse-
~en.süs-éosiumbí:ês ;;i;mãyor
p~ p~~-su nat~aleza sin let;; cuencia dei trato recibido. Algo seniejante sucederia en los Andes con
niprudencia, y contaminados con muchos vícios bárbaros»,_el_ga~ la «extirpación de idolatrias». •
4~.. Casas sostenía.queno lo eran, ni por su condu~ -ant'eshien; · No se trata de contraponer motivaciones religiosas y afán de ga-
«"e8te-iloiíibrê ·deb'árbaros cuadii a ·dertos espaftoles que afligieron nancia. Como 11a dicl!g_y, M~Qqc:li.@Q..!<!llQS.~.e.sç:ubridox.es ll.flY'LJ!la
a los indios, gente en verdad inocente y la más mansa de todas, con imbricaclõii'êoi'ple.ja cie nwtivos <<e.qtre.Iª cJ:U~~~élY. (!l..C.Q!I!~rçiQ'-:~.Q­
tan horrendas crueldades, tan terribles mortandades y males más que tr~I~·_pjr~t~ct!!.iJC:t.e~ge~ci~ll»~.E~!!t.JE.~(;()l!lllZa se da e11 ÇÇíló!},
il;lfernales»~, m~ pqr.s:u,.. çmwc.idad.intekcj:ual_Q_J!l_Q.ral. como en Vasco de Gamâ. :En Os Lusiadas, el gran poema de los des-
Los viajes ele coión téõíafiliD. iràSf'ondo de inspiración religiosa, cubrimie~~~~-fu.~ión entre los dos planos es constante. Si la pri-
pero también una motivación económica, como lo prueban los pac- mera exclamación ante el arribo de los portugueses a Calcuta es: «Ya
tos firmados con los reyes, ·que no le hubiesen proporcionado unos habéis llegado, ya tenéis delante, la tierra de riquezas abundante»; a
recursos de los que andaban escasos, de no haber mediado esperan- ello Ie sigue una exhortación a los reyes cristianos de Europa para que
zas de ganancia. !':{9 habien.àQ. ~uJ~~..!~P-~.()~~~e.ll~~-~JLt!:S!'!t'lill! se 'unan en una cruzada contra los turcos, en la que Carnoens habla
comprar, ni siendo los índios buenos
~ ...... ,, --, ........---~---~~-.---,~~-~---------
para vendedos comó---~-----'~-,
...--~· .... ~·---~~~----~----.- --""·····
- -
esclavos
. ..::~- de Ia expansión portuguesa en Ultramar como de una sucesión de ac-
-'-resultó que se morian fáéiffiíente «a causa del cambió contrario de tos de cruzada: de «cristianos atrevimientos».
r.·..,..,~~-=-o;--:-:::;:-::;:;.:.--;~::::.::--;o..::.~~~
110 Europa ante e/ e$pejo Ei espejo salvaje 111

.. Afán de ganancia y legitimación reli$ios~ ~s~b3}1 p~~_gt~~--~!l:La caba como una huida de «las depravaciones de Europa», los relatos
vida~Õtiéliãííá~de Ioscoiiqüisia.dores espaíioles. Una cosa no debe oélil::' de indios y cautivos recordaban la lucha dei pecador por la redención de
tarnos iâ "õira: Es Ciêrto qué ias gobernárii~s se preocuparon por Ia su alma: «el cautivo, con la ayuda de Dios, pelea contra los agentes
suerte del indígena y que tomaron medidas para evitar que se abusase de Satán». Cotton Mather, un clérigo puritano, adornó su Magna/ia
de ellos. Pero la conquista y explotación de las Indias era esencial- . Christi Americana con espeluznantes relatos de indios que acallaban
le
mente una em;~;~ prlvadá;·en'Iá que sê f(;servàbaai.rey'"su ..pârte, elllanto de los ninos~a:Ütivos abriéndoles la cabeza contra el tronco
comõ.ên la. Edad Media se Ie guardaba la dei botín. Tras estudiar la de un árbol (olvidó contar, sin embargo, que estos hechos· eran fruto
vida y carrera de más de quinientos ellco111~!1<!e1:2s mexiCa.rios, un his- de Ia guerra y que las atrocidades que sufrían los indios a manos de
toriador los define como «empresaHÕS''que.perseguian móviles.eco- los cristianos invasores de sus tierras no eran menores).
nómicos». Por la cuenta qlle1es' tràíà;·estos «empresru-ios>; se'encar: Hacia 1685 cuando las enfermedades ya ha.bían comenzado a diez-
'garon-d:e'que los indios fueran primero esclavizados y, más adelante, marlos, había 'en Virginia y en las dos Carolinas unos cuarenta mil
explotados en ias más diversas formas, directas e indirectas. indígenas. Las presiones de los colonos para arrebatarles unas tierras
Escánda.lizarse por ello resulta hipócrita, porque !9~~-~g~~~,&>­ que querían destinar al cultivo dei tabaco, y las guerras que fueron
llo colonial que hizo. posible que Eurol?a crease, entre~ !65.Q_yeJ850, consecuencia de este despojo, hicieron el resto. Cien anos más tarde
Ios"í.mp-enos iilêrcânilfes ·êií.Cit!é.s~}tillPJmiê..Pt~~ e.I ~reglpient<?_e~o~ los supervivientes de la población nativa no llegaban a un ~llar.
nÓffiico.mÓdern~,·Úene el Diism,o QJ:jgen y Se hizo_COI_llQS miSffios m~ El mismo proceso se extendió después hacia el oeste, a medida que
t~do~;,. ctlánd~ ~t~s puebÍo~ ~urope~s decidú~i~n instãl'àrSé.eii êl'Ca- los nuevos colonos eran empujados a instalarse en tierras del interior
ri'6'épara desarrollar las primeras economias de plantación, utilizaron arrebatadas a los indios, con lo que, de paso, se convertían en una
la misma retórica acerca dei caniba.lismo y la maldad indígenas, y aco~ muralla viva que defendía Ia. seguridad de los propietarios de la costa
saron a los nativos hasta que las enfermedades, el suicidio y la húída atlántica. Estos coloi19S lle$aban de Europa e11_ viajes serr1eja.Jlte~ a~
los dejaron .convertidos en un pequeno grupo residual. los de los esCI~~os ~~~ 1741 casú~'ffiiíaél de los 106 J)âSajeros de un
En las colonias inglésas del norte fue la enfermedad la que comenzó 'õ'ifq_Ú~- ~~d~ dé Belfast murieron de hambre en ia travesía, ~eis de ellos
la tarea de «despoblar» la tierra de indígenas. Pero los colonos prosi-
comidos por sus compafteros-, .!l~~~.<!~E~~~oe!.J?~~J_~~-~o-~~(),U·
guieron después con entusiasmo la caza dei «salvaje». El enfrenta~
miento no era inevitable. Hubo casos de colaboración pacífica, como
tratos de trabajo que)~~_gpli~~l:>~ l:l.Pefll1ane~er._~l:!J_(~t~ \l!lPª-tJo-
nõ~àê'cfll'êõa~-Sietêafios, como si fueran siervos, -~~~1!!9~Y-~tn=!fta.rse.
ª
el delllamado lmperio iroqués, nacido de los acuerdos firmados en- ·cré·-gü~é~t:'~;:J-;;~-~~-n:~~e.sRaai5§~imas·éxf)u~stosai_~P!!!Il~~nto
tre las cinco naciones iroquesas y las colonias británicas, que entre cÓ~ Í~sj~dios ,_...fuesen sus más encarnizadOs_.enemigos?
..., ___.- ... -=-) ---~----
1677 y 1755 reg1,1ló las relaciones y el comercio entre ambos pueblos
.QQ!L~Ltiempo los ..~gull!~lltQ!> .@~leg!t.in.tll:l:>l:IJ:l.~19~.!'l'~j-;<t§~.~~f~­
(pero la corona inglesa nunca aceptó que se pudieran hacer tratados_ larizaron. La sociedad norteamericana dei sigl.QJrnc.nra.ctlcOc.el.e.s.qm-
con los súbditos;_y los indios lo eran por el mero hecho de que la mo~
narquía, como la república. americana después, nunca reconoció a las
;;;:(réci~-;;ju~g~·arcelebr;ii àrlndió'i(íeafuac(o COmO «ng)?Jt:J>~Va­ ª1
Je;>:y-·d~~CO~SideJW a lq~ i~~osr~aíes. como b4rb~os. que jmyygtan
comunidades indias como naciones).
· La de colaboración no era, sin embargo, la actitud dominante, ni
el ~~ance de tª• :--t··;··
.,, ........... • • .
pivil!~ªción hacia el oeste. Aq\l_el}ll~()~ê,!l ~~~t!!C-
·· -·. ·-- ..e....t.ra·--·t"·b·-a· ·d·e'puêb1os muy diversos in- '
to m SI9..'l!w..t~UID~.)lhJ~~--91!~ ~-- __ ..~............. - ·.-.~.. :1-... ···· · ~ · ·"'........ -• ;"~/
encajaba bien con colonos puritanos que creían ser superiores a los díi~o~de.agricultores.s.!<M.ntl:!Pg~;J~.e.r() _pa_r,a_<;()J.TIJJatjrl()s_.c()!11Q.~5!>.W....:-
infieles y tener el cielo de su parte. A fines del siglo xvn y comienzos
~"ª-rQ;;>>..h.ªbí..a. que. cQWeil~-W. ..E~~~-d~~e.s .~\l.s__ ~~~~ti~ad~~ ..C.:\11~\l~~s.
dei xvm se hizo popular en las colonias inglesas de América una na- ª
EC indio era inferior .y. Il.Q..!enia derechó_ Q~~t!:l,C\lliza,t" <<I()~. ()l>_VIOS
rrativa de episodios de cautividad a manos de los «indios», C!lfgada
desfglli~;_-Pe.~Iª·-l!J:.9ri<!~!l(;.ia,~~~--~~~Y!ri!:l_!ll;i~!1:!~~9...u~!;!~~..!l~~tj!l,~.
de motivos religiosos. Si la venida a América de los colonos se expli- cones de..... territorio prescindíbles donde pudiera refugiarse_del «avan-
..
,.-,,,...,.,.,.._...-~.""'~ _~..... , ....... .•. -
~ ·~ _ ~- ,- --
--.~· "-----~-~---·-,- ..
~····~··--~----···--·--
112 Europa ante e/ espejo E/ espejo salvaje 113

ce de la civilización», pero su destino, a la larga, era la extinción. Wounded Knee hasta lraq o Somalia, pasando por el lincharniento
"' 'úescie riied.iaciosdel siglo XIX, después de Ias anexiones territoria~~ habitual de negros (a razón de aproximadamente uno por semana,
les realizadas a costa de México, los norteamericanos «blancos» pro_.: de 1882 a 1930):
clamaron su .derecho ai dominio de todo el continente, y ai término: El caso dei Brasil, más tardío, resulta interesante porque los argu-
de la guerra civil se dispusieron a adueõ.arse de lo que consideraban mentos se expresaban ya en nombre de la «ciencia». Las descripcio-
suyo. Así surgíó la epopeya dei oeste. En estas tierras nuevas el «piol: nes idílicas de tribus brasilefias que vivían en un paraíso natural y en
nero» estableceria una sociedad más equitativa y más libre: una uto" media de una armonía social que no perturbaban la codicia ni la gue-
pía agraria fundada en la concesión gratuita de tierras a todos los co" rra (que habían servido de inspiración a Rousseau) se olvidaron a co-
lonos. De ahí saldria una nueva civilización que se extenderia por las. mienzos dei siglo XIX, cuando se quiso incluir a estos hombres Y a sus
islas dei Pacífico y regeneraria Oriente. Walt Whitman expresó COI}- tierras dentro de un proceso de «civilización». Dos científicos báva-
fuerza este su~õ.o: ros, un zoólogo y un botánico, que acompaiiaban en su viaje a la ar-
chiduquesa Leopoldina, llegaron en 1818 a la conclusión de que los
Canto el nuevo imperio, más grande que cualquiera de los anterio~' indios eran incapaces de asimilar la elevada cultura de los europeos,
res, que viene a mí como en una visión. Canto a América la domína"' por lo cual estaban destinados a «desaparecer» ~esto es, a «dejar
dora, canto una supremacía mayor. Canto el proyecto de mil ciudade8ê' Ias filas de los vivos»~ como muchas otras especies en la historia de
que florecerán con el tiempo en estos archipiélagos. Mis buques de vela~; Ia naturaleza. Si la calidad científica de su análisis era discutible; su
y de vapor enlazando las islas, mis estrellas y barras ondeando al vien- ' profecía está resultando acertada. Los más de 3,5 millones deill,cl.íge-
to. El comercio revivido, puesto final sueií.o de los tiempos, razas re-. nas tribales que había en el territori'O"Cfél Brisif en el si~lo _){\11, Y lo!'
nacidas ... Lo viejo, lo asiático, renovado como debe ser. · . . cfos~mfiíõ~~sgue quedélbati "ã fines ciel xvrn,
sehabfanreducid() en
19Hfa menÜs de-un ffiiilón .. Ysuextermínio, eri.nombre deJa..sneçe,si-
A cambio de este suefio grandioso que realizaria el designio in-: dades defprogreso,. h~.segtrld';; síg\i(; incesanteln.ent~:y
acabado de Colón con el «paso a la India», l,qué podían valer las vi~ · Í:élcríi~çaa)osargumentos de qui,e11es pn:tendíaJ1 justificar la do-
das. de unos salvajes sanguinarios? Porque, paradójicamente, el ex-' millãéíói. po!:Jél.b.arbariede]()s ~Qiiíeticl,()sJé:l)~izo_~~~~t:lli@;~. ~-~'pa­
termínador se presentaba a sí mismo como la víctima: en la literatura: Iaõrãs que no han p~r~ic:io-aéi:uaJidél_li, No sólo relativizá el concepto
dei oeste ai piel-roja sele asignó el papel de malvado que mataba.;t' m1si:rio~<~cada.llnonaflii.bãrbàriealo
- ~,._~,·----~·''-'".,~.,.--r=.:.c---··
""" ...
que no le~es h,abjt~>~
-~ -~···-··"
sino
,-=~~~~--=-~~:,·~""""-~
.(
los colonos y les arrancaba las cabelleras (aunque lo de las cabellenis· que enfrentÓ así el gran argumento dei canibalismo: <<~ç_gu_e,.hay
fuese una invención «blanca>> para facilitar el pago por cabeza a los ' más barQarie~encpmerse él un _homb[~ \'ÍYº"'Cillt: ~rt_<;<,lmerl9_!1!1l~~to,
cazadores de indios). ·•·· enCíést~~zar con. tormentos.un ruerpotQ<:lmTÍél 11~110 qej~!iti_slp,_asar­
La sucesión de las campafias de guerra contra los índios desde 1860· Iõ1ênt~~~t~; hacerlo morder y laçenrr p~r los__p_~r~os L!_.~_ ct:r:dos
hasta la masacre de los sioux en Wounded Knee, en 1890, no es sólo< (c"õmo Io-Iiêmos:~iiêi!@sólo_i~íc:lp._~!no TI~!Q_I".t:.~i~l!te~~ll~~--~o ~ntre
una historia de crímenes y engaií.os sino, sobre todo, la de la aniquila~ VÍe]õs'eneffiigoS, .sino e_n_!r~. yecillº~.Y.!<.Q1Jç_i1Jclª4.ê1Q.,S,_Y,}()__9,~-~ _e.~.,peor,
ción sistemática de unas comunidades y de sus culturas. Con el amargp . bã]õj,rei:extõ _çl~~i)Ied"ad y_~~li.g_!<)n), que_~D.-. ~~é!rl_q y_CQ..Il!~flQ_çl~spués
afiadido de que la utopía igualitaria naufragá a manos de las compa~ qiiêl1a1'ali~cidg.».·,.Quienes disfrutabaíícon la muerte de brujas, here-
fiías ferroviarias; los especuladores de tierras y las necesidades de una· jesYliicHõs____ dignos sucesores, ai cabo, de los habitantes de la Gre-
agricultura mecanizada que requeria un considerable capital físico para cia clásica que acudían a deleitarse con la tortura de los esclavos~
funcionar eficazmente. De todo ello sólo quedó el afán dei imperio no tenían derecho alguno a sentirse superiores a los «Cambales» ame:_
y la convicción de una stiperioridad racial y moral que ha seguido sir..: ricanos.
viendo pará legítimar el exterminio de «salvajes malvados», desde l.Qué se había hecho, entre tanto, de los «nobles salvajes»? Du-
114 Europa ante e/ espejo El espejo salvaje 115

rante mucho tiempo los descubridores los buscaron en edenes y eldo~ entre dos mundos culturales que no se comprendían -los europeos,
rados que pensaban encontrar en algún lugar remoto dei interior de~ por ejemplo, buscaban reyes a imagen y semejanza de los de su mun-
América.. AI no aparecer alli, pensaron que los podían encontrar en do, sin entender que la sociedad pudiera estar organizada de otra
las islas dei Pacífico, donde Bacon había situado su Nueva Atlántida. · forma- y que podían hacer poca cosa más que intercambiar objetos.
Sería en Oceanía donde por más tiempo iba a sobrevivir Ia ima~, En ocasiones, los dirigentes nativos descubrieron que el nuevo siste-
gen de los nativos felices e inocentes que habitaban tierras paradisía": ma de la civilización europea, menos igualitario, podía resultarles per-
cas, lo cual se explica porque en un principio no había interés alguno:i sonalmente beneficioso y ayudaron a «europeizar» las islas en su
en explotarlos. Los viajeros, en especial Bougainville y Cook, diflin-; provecho.
dieron una imagen idílica de las islas. Cuando, ya en el siglo XIX; 11~. Pero en el úníco caso en que hubo desde el principio un pobla"
garon los misioneros, las cosas empezaron a cambiar. Para ellos los: miento europeo considerable, el de Australia, se repitió la pauta de
«nobles salvaies», con su vida natural, eran «seres depravados sen~, lo que había sucedido en América dei Norte. Los indígenas eran un
tenciados a condenarse». Bougainville había descrito Tahití como Ia estorbo. Mientras se les estaban arrebatando sus tierras para explo-
isla de la desnudez y dei amor; Cook pudo comprobar que Ias cosas~ tarlas «mejor», los «negros» australianos fueron considerados como
no eran muy distintas en Hawaii y los franceses que llegaron a Nueva una raza bárbara e ignorante destinada a una extinción que los colonos
Zelanda en 1772 afirmaban que las mujeres eran «muy amorosas»,. europeos se encargaban de acelerar matándolos sin ningún escrúpu-
La consecuencia fue que los marineros europeos difundieron rápida~· lo. Después, diezmados e indefensos, fueron simplemente olvidados:
mente la sífilis y otras enfermedades venéreas por Ias islas. A fines . ni feroces cambales, ni nobles salvajes; tan sólo «aborígenes».
dei siglo XIX, cuando Gauguin llegó a Tahití, los médicos considera~ La economia de plantación ..,.:.tal como se organizó enel Caribe,
ban que la mayor parte de las mujeres estaban enfermas «de ese mal Bras1fYEstadõ8yni_4(,s ·-" 'íêilía un pfó'biénla:reql1~Iia Urínlíílleió'con-
que los europeos civilizados les han llevado a cambio de su geneiosa siâernble- c:iê trabaj~dores a bajo costo. Y en estas !ierra~ no
había~<i:iri­
hospitalidad». AI margen de su avidez erótica, los nativos eran, ade:.. rias dê hónibres}~ apk;s~prui Sei §o!Uetidos ai_ t!abaj o,_ CQ1ll0 _la_s_ qU(!
más, ladrones Oo que signífica, sobre todo, que no compartían Ia çon- lõsespáfiôiês habían encontrado. en Mé~_c.o_y~i_Ri!:lLg~tQ..Q~ligó. a
cepción de la propiedad privada de sus visitantes). Joseph Banks, un tfaerescl~vosde A.t'ricà. La. esclàvitud- era ún hecho milenario a1 que
joven naturalista de la expedición de Cook, pasó una noche de amor todas Ias CiViHzaciónêsesiãfían Jiabituadas,-pero ~~ci~_~jq gue ante-
con la reina Oberea, para descubrir a la mafiana siguiente que sus ~;o­ rioiníêiíte 'había conocldo la hunianidad podía êÓmp~arse a I~ eno\--
pas habían desaparecido.· riíespropor~fones' ~üe'fomó'ãhofit ia tiata'iú:grera: eiitf€!']600 y 1800
Todo eso, sin embargo, eran pequefieces sin importancia. Liter~t, ciuzaron
. ·- elÀtlántlco ocho_lnii.Iones.
-····-· .... - ·-··· -· -·· -·-· .- .
' . . . de esclayos procedentes
. --·
dê! Áfri-
---~---~~·

tos y pintores -Melville, Stevenson, Gauguin, Jack London- pr~~ cànegra.


servaronpara el gran público la imagen paradisíaca, que el cíne h.à. "Cuâhdq__s~,9:t!i~r~ l~mtimm.:.~Lgg@l_lÍ()~ ·ªmg-t:cen I3:s_!t:orí3:~ g:ue
mantenído viva. En Noa Noa Gauguin nos describe un mundo ind" «demuês~n».:.fme..los_d.Q.n;Yn,aQQ.s ..~onJnferiore~ Lõ '9.~t: para el so-
.------~---· ·- • • -~-· ,,-,·~ .., o.•;..,..,--Ç--·.--...,..

cente, habitado por gentes amables y benévolas: «Estos seres negros~' metuiiiento de 19~ jpdjgenas,am~ricanos hiçi~ro.nJo.~ teólogos caste-
estos dientes de.cambal» "-no importa que en Thbití jamás hubiera· llãnõiÇio~hlcieroQ.Pa.ra~ldeJo!i escl~vos negJ:qslos filÓsofos france"
habido\ canibalismo; ya se sabe que todo salvaje es ·por definición · ses'"áef~iglo-XV:irr. Voltaire no tuvo e~pacho en declique--«Ia~ràZa. dé
carubal- «me traían a la boca la palabra de salvajes. Para ellos en Iós~negrosêsunâespecie de hombres diferente de Ia nuestra como Ia
cambio yo era el salvaje. Con razón. Thl vez». de los podencos lo es de la de los lebreles», a lo que afiadiría: <<se
La verdad era que el «noble salvaje» de la fábula, cuya caracterís- puede decir que, si su inteligencia no es de otra especie que nuestro
tica esencial era la mansedumbre, no existía. El encuentro con los in- entendimiento, es muy inferioD>. Y más claro resulta aún Montesquieu;
dígenas reales fue complejo y contradictorio: era un enfrentamiento El hombre que ha escrito que «la.. esclavitud .... _.... - .
'
va contra elderech~
·- ---- ... ,. .....
~-~· _,_.,,
~a-
. .._....._.,".,_,.,.- ...
--~--.,
116 Europa ante e/ espejo El espejo salvaje 117

tu,r_al por el cual todos los hombres nacen libres e independientes», Si eso sucedía en relación con la cultura islámica, la única que el
'(léf~nderá paradójicamente la de los negros -con «razones» coníc>"lã~ Dr. Johnson aceptaba tomar en cuenta aliado de la europea, imagí-
de que «uno no puede hacerse a la idea de que Dios, que es UIJ,:_set~ nese cuál sería la situación respecto de las otras: respecto de este pen-
muy sabio, haya puesto un alma, y en especial un alma buella, en UI({ samiento «salvaje» o «primitivo» cuyo estudio se encomendaría a la
~ilerpó ent~ramente negro», en una aparente inconsecuenclacuya cl~ve;: antropología, porque su naturaleza elemental, «prelógica», lo hacía
'nos ·la da un argumento práctico: «el azúcar sería demasiado caroéi . indigno de ·ser analizado con los métodos y las reglas que se aplica-
si no se hiciese trabajar la planta que 1~ produce por m~0 (!e. esélavós»J ban a las culturas «civilizadas».
. Esli es, al fin y. al cabo, una _buena razón para explicar el aÚg;dê}i La inferioridad
--
«natural»
.,...,.~.-:·""'··;r···~·-v~---~
de los salvajes fue legitimada por los:
···--·--· --·-······"· ······.··-·
-~. ~--c.,;" ·•· .• , . . . . . ··--·•--.. ,. ... - (!

'la esclaVftud en la época de Iá-!Iusti-ación: el desarrono de las 'ééüii0:3 naturaltstaseuropeos del stglo XVIII, que aphcaron a la (!Specie hUllla- ·
mías de plantación que propordonaron a Europa grandes éahtidââes:; iíâ'iin_á óptÚ.:à similar àia que empieàban par~ clasificar a lÕ.~ ~a:
.ae tabaco, café, azúcar y algodón a precios asequibles al consumo l>o-· · l~~;~iinneo, el grari sisú!iriatízadór de la nat~raleza, se contentó.cÕ~
'pular ~Y que animaron unos tráficos de los que surgió el crecimien.Ío; seiiai-;-~~;tro grandes grupos humanos, uno por cada continente, y
éconÓ.mico «moderno»- _QO hubieia si~o posible_sin el trabajo for:;; de
los caracteiizó ma'ô~ra ~fém~ntal: los europeos se regian por leyes;
zado de 10 s ((otr0 s». Para l~gitimarlo, se necesitaba ~~stént:'r-qü;és·i los americanos, por costumbres; los asiáticos, por la opinión, y los
tosno-eran propiamente seres humanos, o que eran «bárbaros» y qué'i' africanos actuaban arbitrariamente. Buffon, que conocía y admiraba
su sometimiento estaba destinado a civilizarlos. A comienzos del si"':' la obra de Montesquieu, sostenía quêiàs'diferenciasentrelos hom-
glo XIX, cuando se abolió la trata, el gobierno espaií.ol la justificabai bres derivaban de la influencia del m~diõ; - . - . .. . . -
. . - ·-
~,,_ .. . '··~· --~ ... -··- ..
-~---· - . --·
retrospectivamente diciendo que había sido necesaria con el fm de hacer:;
posible la cristianización de los africanos. ·· Todo contribuye a probar que el género humano no se compone
Elmenosprecio de las.culturas de los ~~otros>~seJ>asaba en eldes~~' de especies esencialmente diferentes entre sí, sino que, por el c:Ontra-
cono~i~iénto que de elÍas tenían los eurol'eos y en s~-i::UcapadClâd(' rio, no ha habido originariament~ más que una sola especie de hom-
para .coml'renctei lo que se apartál>â cté su iiorizõnte méí:iiáí:I>ésZaú bres que, habiéndose multiplicado y extendido por toda la supetficie
fâmultiplicadón de los relatos dê víajês ydê las descri!'(:io~~~-d~::-~ de la tierra, ha sufrido diferentes cambios por la influencia dei clima,
rrau: pueblos
~~----~·-·'~'" ··· ··--
exótic~~. Út ignorandá
··,---"·-··· ''····~"- • ,-..~·c.·····
d.el coinlín
:: . . .·.··--·... ····""···-· --.o·
de los
-
eur~peÔ·; de);
·- ·.•. -'·''r-···~-1"~~--;
por las diferencias de alimentación, por las dei modo de vivir, por las
enfermedades epidémicas y también por el cruce variado al infinito de
la epoca de la Ilustrac10nrespecto de la divemdad delos humanos:''
indivíduos más o menos semejantes.
ris!IJ§lba extràordinil!iá. Efasombro'q~e M~~tesquieu h~bía i~ã'gi,l;;
nado que-un 'fràncés podía sentir ante un persa --,-«;,El sefior es per..;.i
sa? jQué cosa más extraordinaria! ;,Cómo se puede ser persa?»- re;~! Lo_cualle llevaba alaconclusión de que, a consecuepda del me-
sultaría confrnnado en la realidad afios,después, cuando, al llefai1 se
dio hostifen-qÚe hà:t)Ían desarroUa_do, .los kwgenas ;Ün.erl.canos eran
Bougainville a Paris a un tahitiano, hubo de escuchar preguntas como~~ iiit'eriqres a los def Viejo Mwido, ·como I.o er@, en general, todÕs los
esta: « ;,Cómo, me decían algunos, en el país de este hombre no ·se ha~;f áiilinales- cte aquelcóntínente.- cün
lo que, en d.~fimúw: 8~-~;;baba
bla francés, inglés ni espaií.ol?» (recuérdese, sin embargo, que hoy si~f Íl.eg-ando-liígu.rudad-que se·suponía defender.
gue habiendo norteamericanos convencidos de que Jesucristo habla~\ De hecho, los primeros teóricos del racismo parten de la tradición
ba en inglés). Cuando en 1787 llegó a Madrid un embajador turco, ilustrada de Montesquieu, Buffon o Voltaire, y recibirán un conside-
el público lo ignoraba todo acerca de su religión: «Allí oí decir a unos rable apoyo de la medicina, que les proporcionará diversos métodos
que adoraban por dios a un caballo; a otros, que a la luna; a otros, que, (el índice cefálico de Retzius, que distinguía entre razas dolicocéfalas
eran ateístas; a otros, que a tal hora decían su misa y confesaban a y braquicéfalas, etc.) para objetivar la pretensión de que las diversas
tal otra». razas tienen un origen y naturaleza distintos (más tarde ayudó a desa-
118 Europa ante e/ espejo E/ espejo salvaje 119

rrollar los «métodos» pam asegurar la limpieza étnica, desde la euge- los Balcanes-, Q_ero pasamospor alto su realidad cotidiana de dis- ~}:
nesia hasta el exterminio). cr!IJ1inac_ign y p,["eJUicio: y ni. siqÍ.!iera SOmOS C()llScientes de hasta qll~· i \
T_,g,gg ~sto Sl!çedía ai mismo tiempo _ que se desarrollaba laJucb.!l punto ~onfigura nuestractllWJ:a y~ con ell~, nuestro utillaje m~n@l.
por la_ al:ÍoiiCión de la esclavii:ud _y la supresión âe la trata.. AI lltd'o IJe hecho, ti? importa que tenga o no fundamento, porque no se basa?:~"
dei Ímniarntarismo de los abolíCiorustas se estâb~ ~eando u~ ;~;; ep. ideas razonadas, sino en temores inconfesados. No es más que el '
raCismo con pretensiones científicas, m.i,~!lt~s)osgohi~r:nos"eurppeos rostro que toma el rrii<:ido irÍ"licional ai «otro».
iniciaban una segunda, y inayor, fase de expansión imperüil y come~~
iaba una nueva forma de tráfico de seres humanos, Ilt de io~ «culís»
âel este y sureste asiático, de un volumen mucho íiuiyor qtie el de)a
esclavitud negra. Los prejuicios y los intereses políticos iban asocia-
dos. La actitud ,Sle la Revolución ante la esclavitud negra, diría Napo-
león, había sido fruto de su ignorancia de la realidad. La suya, en
cambio, mostraba una extraiia mezcla de racionalización y prejuicio:
«z,Cómo se ha podido conceder la libertada africanos, a hombres que
no tenían ninguna civilización? ... Estoy en favor de los blancos por-
que soy blarico; no tengo otra razón y ésta es la buena».
'Iàll convincente y útil resultaba el mito racial, que se ap~có inciu.:
so en.-ei lniéiior dé las soCiedades etiiopeãs. ·Fàiiieia~~por eJemplÜ: se .
veía comõ iliial1ación integradapor dos pueblós: eivenÇe<J.or (lo·s"irin-
cos, l1obles y guerreros), y el vencido (los galÓs, campesinos y plebe-
yos). La Revolución habíà erifrentãcto a estos pueblos y su paradójico
resultado había sido una sociedad en que seguían mandando los «fran- .
cos», pero en qU:e la riqueza estaba en manos de los «galos», de quie-c
nes procedia la burguesía industrial y de negocios. Los que se preten~.
dían descendientes de Jos francos harían ur1. discurs~ áristocrá.dzante
có.lllo ~}<ie Gobineau, que afirmab~~q~e t~doiÕ qliehabí~ de impor~
tÍmte enhi historia hmriana era óbrli de los arios, y que ladecade.nªa
ae Iás sódedâdes prove:tlíá de la ni..ez,cÍ!ide su sangre con 1~. (Ú: raiâs
l~!~ri<>rs:~ Qa derrota de Fran~ia ant~ Prusia, en 1870, le pare~í~ "iiiia
prueba de ello). Los que reivindicaban pam Francia un origen «galo»;
con una actitud más populista y democrática, elaborarían los mitos<
de la cultura celta, desde los viejos héroes guerreros que se habían?
enfrentado a César hasta Astérix. ·
El racismo ha se~do instalado et1 nuestras S()ciedades, pese a que
la i~~tigición Científlcale'iiâ arrebàtadó ciúuqmêr.pretensloii dne-
iitiirrictaâ.'tO.condenamos êuán.dõ toriia cãrnêtéres ágiidoi-y se pre-
séi:úa"fôil.J.Q'al!::çw4~iá ·=m.cendio. de residenêiàs"ctê.inmigrantes ;m
Aiema.D.ia, exterminio de indígenas en el Brasil, «limpieza étnica» en
·E/ espejo dei progreso 121

CAP Í TU L O O CH O navega hacia los rincones más alejados del globo -escribía un viaje-
--------------------------· -------------------------- ro en 1800- viaja de hecho a lo largo de la ruta del tiempo.. Viaja
al pasado.» Los hombres que encontraba, eran testimonios vivos de
los orígenes de la civilización humana. Co~arando las costumbres
El espejo dei progreso ge lg§ djferentes pueblos desc_!!bie_rtosson r;;_~=d;~t~g~ 4el·p~sa4~ euro-
peo :_los pieles rojas americanos con los germanos, por ejemplo-
s(nos podíaclasificar de acuerdo con su respectivo grado de evolu-
si§risrda escala QÇ la civilizliCÍtJn. . . .. .
Así, partiendo de este enfoquehistórico,. un grupo de filósofos,
historiadores y econorcistâ~ escÕcei;s diêi(;'D. una nueva dimensión a .

L OS GRANDES .DESCUBRIMIENTOS GEOGRÁFICOS obligaron a confron-


t~ la realidad de lo observado con lo que se decía én los viejos
tibros; y ello produjo desconfianza ·hacia el saber tradicional en su
la afirmación deMontesquiew_las leyes ycostumbres dependían de la
fÔtmâ de pro~urarse ia sÚbsisÚ:ncÍà, peró nó ha:bía que busêar'a esto
úíi:~." explicadón geográfica (la influencia del clima y de las condicio-
conjunto, al :idyertirse la falsedad de mucho de ló que usualmente nes naturales) sino histórica. Cada ~Pll. d~}4e\>an:ollo hJl1llli.P.o co-
se admitia, e impulsó a reeinplazar el conocirniento libresco por otro rrespondía a un «modo de su~sfsi~ncia» ~~~~;eiq )ri~s diferencia~ q~~
bàsado ellla observación directa. Galileo diría: «La filÓsofía éstá és- 'md'stiâhán entre sí los diV'ers~s pueblo~ en unmÓ;;~ii,t~~~dQ:"Çérie]â-
cí:ità en este grandísimo libro' que está abierto continuamente a nues- !i:~.S};IJ~Ôs}ii~n-.-~~5iesçãÍ.a~Í!~Ül~il1!~~th.\!nL~-i>~J2m4:t~u.flle.fu~
tros ojos: quiero decir, el universo», y Descartes propuso que se apren- qu!~!!,!J~iJ?ero tra:z:<) .lªs· gr3Jl.d..t:.§ .~!J!.e,!l§~<!~i.. este&sg:t!t:IP:a.<JE~.!i~cfa,pa­
diera en «el gran libro del mundo». sãrà.l()S hombres de }a Cazll. y la. ~SÇa l\Ja ªgriC1J)t1Jra, y de ahí al
Los europeos se apasionaron con las noticias sobre la geografía; ~rê~o.~!nio del .CQillerçiq, {~§e !l-.. la que sólo. habrfa llegatii);~:ID:Çlpa,
la flora; la fauna, los habitantes y los objetos de las nuevas tierras, ~_si~s en buena medida a.~.Wil!!t;:tJ,cia deJQ.s çles0J:btimi.e.nt% ~Sª~
lo que queda reflejado en los libros ilustrados, las colecciones y las una de estas.~~~~ !e çorresp2u,g!@, unas~()r~~ d.~ ~!ganizaci_ó~s.C?­
· Wunderkammer. Cambió antes que nada Iaimagen Inisma del plane- cial y un eqwi>amie,pto cultlJ!"ª}adecuadó a fàspreocupâciones y à
ta en los J:lU€VOS mapas; después, nÚestfo conoéi~ento"<fe fa ·natura- '~_;:ICi~íl?'(ú<iideii:cieJi:l!iJiombres.·e·~~" --~·
y:
, Íeza. Íinal~~~í~;· el del hombre y sus cult~ras. · ··· --~ · ··. ···· . ·.· Esta vis.ión, que sería más adelante completada por Adam Smith
·· .. :Este llu~xi~~~~,r soÇr,~.~Lho!ÍJ:~re sefé11nió.__ê,!l ~~911~1Ul'ls o,rdena- ."'~.!l.ll}Jçmpi4Ç.hl. te~r!ª.A~ kJs.~~ç}Ia!!~.~fi~2F"~~~!ªJji§fõi'jâ'íiliíll~:
dos:':Pí-lmero estáticos, como meras clasificaciones de la.divéi:sidad, ·:na -caza, pastoreo, agricultura y comercio-, perrnitía ubicar Jas
que nonnplicãoan'que unos fuesen·superiores a: los otros. «La poten- df;ersª~~ ~CiÇ,ie<iªd~s conocidas enrun esquema evoltiti;S7íos sâlvã]es
cia de bien juzgar y de distinguido verdadero de lo falso, que es lo ca'i~dõ~~~-·Y'-~esoi~~t~res. gel Mricà nêil"á. ~ de Aifiériéa.· dei :Nõrt~-c-~­
que propiamente se llarila buensentido o razón, es, por naturaleza, rresi'óncli'an ·a la P!:@!!!.itallii_;, los !!?ébJ()i!!2~~ªi4iL<\súÇen­
igual en todos los hombtes», diría Descartes. Las diferencias de opi~ !xS\!. a la ~~-~.EE!!; la mayo~.e..a~~t~~QJi~~. a laJ~~e~Mriç9la (que
p.i,c,)g_Q,~pendían..de_la .. costumbre:.S{todoslos-qu;:ti~n~il.~Õpiil.i~rÍes también se llamaría <~f~ug~~>) y s~l~Ji!_:gJllQllª-º-ç_çid~o.WJtalJía al-
contrarias a las nuestra:s no son por esto bárbaros o salvajes», Mõn- canzado el P..~~!:l,q desarrQIJo.de!_çyarto ~§.ffigjo, eL~~r,~~!iJ, que ase-
tesqUfeu aporiarfu~na-êXpiicãClón de esta diversidad~-{<las ley~~ g~;r­ guraba la prosperidad de sus naciones y, dentro de ellas, de toda la
dan una gran relación con .la forma en que los diversos pueblos se sociedad, hasta «los más bajos rangos del pueblo».
procura:Ii la subsistencia». La reconversión del «salvaje» en «primitivo», que implica_gue to
Había otra fol1lla <;fe cla:sificar estos datosy: era situados en un dos]9Ih~ib;~§~~--<~poteiiC!ãhíieílie;·igli~.R.~~-J~giJiillãr la
esquema tempôrál que presupc.hna una-ilináffiiéãevõluü~i.~((Quien ~lotación de los puehlos<<airãsados~;:-enuna épocá en que la es~la-
~~--~--~···" ..-_.,.. _·-·~<~~~~-.. ---~-----~--- ~-----------"~-·----J
122 Europa ante el espejo El espejo dei progreso 123

vitud comenzaba a ser rechazada. Se suele decir que los hombres de En este mismo afio 1872 Auguste Blanqui publicaba en París sus
la escuela escocesa han «inventado el progreso». Seria más exacto de- especulaciones «científicas» con el título de La eternidad por los as-
cir que han «inventado el atraso» de los demás para definir, mirán- tros. Sostenía que, como la naturaleza hacía un número infinito de
dose en este espejo, su progreso. combinaciones con un pequeno número de elementos, era forz.oso que
Elmodelo ordenado de desarrollo de lasociedadendiversas eta- repitiese una y otra vez las mismas combinaciones, de lo que deducía
. pa~ 9üêiiãbían cie-~~éorrer.sucésiiculleóie íüdüslôs-P'iiebio~í(;úià-iiDàS'"' que todo lo que ocurría en un momento dado, había sucedido ya mu-
ventajas que explican su formidable éxito. Permitía reducir el conjun- chas veces, y volveria a repetirse de idéntica manera durante toda la
to dela historia a un solo esquema univers~mteválidô,'situahi·a eternidad. Viniendo de un revolucionaria que había luchado toda su
las'soéíedades <<meréantilés)) éurop'éas __:_que mu)''i:>roÍlto se defini" vida por cambiar la sociedad, esa visión dei «eterno retorno» era, dirá
rían como «industriales»- en el punto culminante de la civilización Walter Benjamin, «una swnisión sin reservas y, al propio tiempo, la
(lo que acababa convirtiendo la historia universal en historia de Europa) requisitaria más terrible que pueda pronunciarse acerca de una socie-
J'Aaba_ un carácter «científico» .tanto a las pr~tensiones de s11periori" dad que proyecta en el cielo esta imagen cósmica de sí misma».
· ~~(!!Jé--Icís eúropeos'êóniq a s~s h1terfer~~éias en 'út vid~ yNrusfoná Más importante fue aún la influencia de la visión evolucionista
de los~dém,ás: er cofoniZàdor se transformaba 'eri wúriisiÓnêró.; de lô:S'
-.-·."·· ~~'-'<.:;~'<':"·,-.c·~-·'
dei mundo elaborada a partir de Darwin, Huxley, Wallace y, sobre
nuevos tiempos que se proponía ensefiar a los pueblos prhnitivos el todo, de Spencer (quien, viendo en la lucha por la supervivencia mi
<<Verdadero CanlÍnO>> hacia el progreso intelectual y material. mecanismo esencial dei progreso, legithnaba con ello los aspectos más
Los primitivos pasaban a ser «pueblos nifios» que debían ser edu- depredadores del capitaliSmo).._;J;J ~yplucioniSiflO J:eÇI:)gÍÓ_el.. ema
.Cfi~pfEiconodime!lto dela histõria"univ~rsafcàpacf~ba aJôs.C'tíh- ordenadod~}OSS!!X:(!S viyosq~~ hâbf!ill~el~tioraqpJqsMtllt S dêl
ll!~dorespara cóntrÓlar la evolución_de l9s paÍses atrasad9~- ·Là·iii~"­ ~~i~~prl:[I xl~ ~i~ú!~iC?~é~ ig~ffi!~,~~~?;va: iit hl~toria =-ia
.
vención de una historia feudal para Oriente, por ejemplo, fegithnaba teoria de la evolucióri soCial disefiada inicialniente por la escuela
a los británicos para controlar el pasado índio, y con él su presente. escocesa- había proporcionado a los científicos la clave para poner
El hecho de que ellos hubiesen superado ya el feudalismo les permitia en movimiento los «sistemas de la naturaleza» de sus antécesores. En
ensefiar a los índios cómo hacer otro tanto. «Estaban en situación, contrapartida, «las ciencias» venían allmi a confirmar estas intuiciones
a través de su propia ·historia, de dirigir el curso futuro de la India.» de los filósofos sociales y los historiadores, y proporcionaban un fun-
'§p el siglo XIX este esquema se refprzó ~911 baiJa.zgos paralelos en damento a las nuevas disciplinas sociales, como la antropologia o la
ot~~~)~rrell~s_,de}~, çi«!lÇ!;t -en algunos c~osi~ ·que ·w~~-fl1.é sociologia, que aspiraban a asetnejarse a ellas (para Radcliffe-Brown
orientarlos_:_ Y.,_.~~~óJil!~~~~lllJ!<:!.11ItE~a(iJ~li l,lniyersahl1çJJ:!<? ~C},y­ la antropologia social era «una ran1a de las ciencias naturales»).
_t~gp,"En syJ!!Ilcf~~!lt~ estaba (!Ld~terminismo cósmico de I4tplace, .Q.P<t e~.<:<J2_W~çi!grol:l1dPJlal, C!J,X.9_eteJnento .central...era una visió_n
.,S~!l }11. pr:etei}~!9[~ªt9ile, l!!W ye7dêscúbiéffã~ IãSI~yes-(i~~lo: re:· ~!~,..d,e }~}l,i~!EI"~a :-nai:urai y humana- a,nil'Ila4a p()f__!l}J~a.SQ!l~~p­
gíll!l, era posible. alcaniar. un conochniento «exacto» dei universo y ción dei prog~:es()•. tuviese mucll() _4~proyección_ g(! la_ &oçie.da<l§,ogre
<<i~i<!~~s.k» el oompoitamiento de cadaun,o de sus coriiponen:i:,~~. d~s­ lâ"éíêntia~··n(; sigiuflcaquef~~se una.. meraÍe~timación de Unos in-
de las prutículàs hasta los astros.· Esta certeza se traspuso más' ãd.e~· t~~~;~;~de clase en el seno de las sociedades capitalistas y de la do-
i:;i'tê''àlterrêno· Mmana: 'cuàiJ.do êí~;~ Ae estadísticas s~dal~s-ú~vó minación colonial de los europeos sobre otros pueblos, en la escena
àl'ê<?}We1Isinn(!1lt9 9~g~e tâiribiél1 MllÍhabí~ul"las r;gularidad~s qu~ planetaria. EJª un lll~ÇQ d,e ide~;~.s ;n,:nplj(_l,_ qeJ}.!.to.,4eLç.IJ~PQ.d(ª!l_~e­
ãêfiiaban poco menos que çomoJeyes: Du Bois-Reymond afirmaria sarrollarse ala vez-posturas legitimadoras ·y.críÚças: El evoludóms-
en'1872 Q.U:é quien pudiese conocer por unos momentos la posición, ffi()"'-soêialse ha derillid~--~ô~o «iiiii'~;P~-i~ de ·g~nealogía 'cósmica
dirección y velocidad de todos los átomos dei universo, podría prede- de la civilización burguesa», pero era también compatible con una vi-
cir los· acontecimientos futuros de la historia de los hombres. sión crítica de ésta. En 1869, Alfred Russel Wallace concluía el relato
124 Europa ante e/ espejo E/ espejo dei progreso 125

de ocho anos de viajes y estudios por el archipiélago malayo con una Fueron las máquinas las que dieron al europeo una superioridad
comparación entre la solidaridad y la justicia que había conocido en decisiva en la navegación y en la guerra y le permitieron su rápida
los pueblos salvajes y los males de la sociedad británica, que le lleva- expansión imperial en África y Asia, de modo que no ha de extranar
ban a sostener que «en lo relativo a la auténtica ciencia social, esta- que viese en ellas la razón de su primacía y pensase que la capacidad
mos todavía en una fase de barbarie». de los hombres para construirias proporcionaba una regia segura con
· Para usar críticamente esta teoría bastaba con nçg,arse a aceptar que medir su grado de civilización.
el pre~ente conícl'~<ê1 fin <lêfâ'íiistor'iã»,' yreduciiJ()_~'uD.a /ase transt:' Nuestras historias de la tecnología suelen ser poço.más que histo-
'iõ'tir delpro'grç§ô' humano:·- éri la'cuafsubsistían rasgos negatí~oifq~e rias de la mecanización y hablan poco de todo lo demás. Se describen
iíàbíiin dftsüperarse Üevaudo
<·.--~---·-.···~·~.:'·-~:.-...,.---c
la evoludón
-c~·~::
.._.-··
más ~fiá.
-.;:--- ;ç;:-.y.:
Esa :futia visiÓn
r.-·""'·""'\'~~-~-
ptír encima ias aportaciones delmtindoislámicÓ, se citan las de la
iruciai.d.é Marx. Educado en el cufto a la cultura griega ptopio de Iâ' tecnología china -sin aceptar, no obstante, que «los grandes inven-
Aiem~nia ctêsu
trempo, colilenz<) a elaborar su interpretación de la tos que iban a permitir la llegada de los tiempos modernos en Occi-
sociedad y de la historia -~~iriõ Ün~ crític~ '(iê r~ escÚeia escoces~.' y dente» sean en lo fundamental legados dei saber chino, como quieren
triffisformó los «modos de susbsi~tep.cia~{~efini<los por el grado 'âe los sinólogos-, y las civilizaciones autóctonas de Allérica y dei África
d~ll}}iio deTa téc~ca, e~ «modos de pro<l~céió-~>;, éciÇ')õ ~r~~~p"QL negra, carentes de máquinas, no son siquiera mencionadas o se las
la naturaleza de las relaciones entre los hombres. Con ello aceptaba arroja a la «prehistoria».
'y se
el esquema Íniico linéal dei progréso, dçl cual no liberó_has~ Í~s No hay lugar en este tipo de visiones, por ejemplo, para artefac-
ánosfinâles de sii,,vida (conla dramãticaconsecuencia de que sus se- tos modestos, pero de trascendental importancia, como la carretilla
guidores se quedasen 'con las formulaciones más esquemáticas de los de mano, que permite a un hombre transportar con facilidad grandes
primeros anos y fuesen incapaces de corregirlas a la luz de las dudas. pesos, y que es un invento chino que no se conoció en Europa hasta
y rectificaciones de su madurez). la baja Edad Media. Pero su sesgo más escandaloso es el que se refie-·
Dei mismo modo que elllamado «socialismo científico» fue víc- re a la relación dei hombre con su entorno natural. El hecho de que'
tima de su aceptación de los fundamentos de la ciencia social burgue- la civilización de la máquina requiriese un enorme consumo de ener-
sa, que le hizo pensar que la superación dei capitalismo podía lograrse gÍa y de materias prinil:ts hizô que convirt.iéramos la depredacióiúle
con una «superindustrialización», lo fueron los pueblos extraeuropeos lÓs recursos -bautizada como (<domínio sobre la naturaleza»_:_ en
que los adoptaron, creyendo que se los apropiaban cuando elimina- un.criterio de prógresq,
ban de ellos su fliiíción legitimadora. "···séentien'de así nu~stra inca2acjda<JJ>.N~a Pet:.si\>ir!~s.Jormas. de.
La «historia universal» construída a partir de esta teoría se asien- tecnología relacionadas' cõíí'êfu~sÕ~ctêrffiê(!l<úiªiü;ràl. 'êuiôdo sehá::
ta en una serie de falsificaciones, comenzando por su manera de con- bHl"de'los intercambios entre Ainérica Europa, por ~felli.plo, se da y
cebir el «motor» dei progreso. Nu.estra~tintemretq_ç_ig_nes_ge la supe- por supuesfó qÚeel maíz Y la patatª $0I\ <;los (<prÓductÓs naÚrrales»
riori da_d. europea se_bªsWL~n @ª'.:_çoncepció·n';=sesg~ctá''<ler~~~ce que «haiiaron» losde~Cllbd<lores. Ss.,pa~a p()t:l"J!Q gge_fQ,.er.on elªb.o-
td~il.~ÍÓgi~ü-;i-êdücicto por lo general a ctõs elementos.ciavê: Tãênergía rádos por el hombre aii1eri!<ano como ,r<;:_sultaçl.o d<;:_ 11~a largª_ªçción
;íà'ffiá(iiiill.á. «soro ·raéiiêrg{a d.oln.àda por Ia tecnoiÕgía pro'PorCio- ç_liitijfjb
·~"~-~~·
dentro ~
de una compleja estrategi;;t d<;: utiliza~i<)n_,deUneçlio,
:cs-;::,.;J,_~~~.~..;;;;;tE->:.~,f-:·~.~.-·c:;; :.~ ·.--.~··'.· ~

iiliti)i~ireso··c:U1türal.» La llamada «revolución industrial» se ha soli-


' • •. -.. ...-• ...: .. _ :c:· •..··.:·· _....-::.,
que le cpndUJO ~una exi>lotacio·n conibinllda deJos_piªO,~,~y~OJQgÍÇOS
do definir en térininos de vapor y mecanización.'Y cuando se ha tra- :c:.·. •"-""'·' ;
o
âl sistemâ'"'aiticôíã
en!os Andes, ~·'7-,·--P;;'~I.'.~·r-<'•·1:~-..,~
';:o-~o..·r '•
de los mayªs, q~ç-~utÜJz;;tbán)os
.,=..;•_·:-!'i"'<~"í .. ' ~;·"'~..!
.- f"':'"~c<>::---.r'::'·"""''"'">f',:;..;.-__,."-·=::-~·;=•
-" •··· ·· ···'
tado de analizarla en función de las formas de organización dei trabajo c~ales paJ:acnar pécesque, ademlis de servrr para el con~umg,c:Jjtec-
humano, no ha faltado quien se apresure a insistir en que lo esencial J9;'fêktllt~bân.-!os 'cuftivós'êõ'~ suldeyeccfo~es (Ún sistem;que, como
reside en el paso de 1íiía economía que depende de la energía orgánica se"h~ dicho:" rêqueríãtambié!Wna<<i~cn~iÓgía sociAl», expresada por
a otra que usa sobre todo energía mineral. la invenciqn de, «símbolos políticos-que
'<~-·-.;: :'·">- _.-.. <•"·· _; ·.• _.,_'7-
tríillsformaronV
ê~~rdiiiáron
·.;"e.:~---'·-~-::- ··-'·~·-;;-,._:.----:.-'-:-"'-f"-'·:·:::o=J ~--·. --.:~:6:;',-i/
126 Europa ante e/ espejo E/ espejo de/ progreso 127

instituciones tradicionales como la familia extensa, el poblado, el cha- o sus condiciones para el comercio, como harían los británicos en China
J#:~,}'ef i:>ãfilãfcâ"êJ!.Iâ íii~ferià'ffiismá'1fê' Ia ·~1da''·êl~Iizacia'>;~ · a mediados dei· siglo XIX, cuando forzaron la introducción de opio
'"'. ,, "'A):mrtir'a'êéritenos sesgâaôs hemoielaborado visiones históricas como mercancia con que compensar sus compras (ante el escándalo
falseadas, como la que presenta a los europeos sacando delletargo de los altos funcionados chinos, ·que ignoraban que el opio se consu-
a los países dei sur y sureste asiático e incorporándolos a la «moder- mia también en Gran Bretafia, donde las madres trabajadoras lo em-
nidad» (un concepto dei que no me he ocupado, porque no es otra pleaban en preparados farmacéuticos para que los niiíos permanecie-
cosa que la legitimación de todo lo que consideramos correcto por ran dormidos durante sus largas jornadas en la fábrica).
su mera ubicación ai final de una escala temporal evolutiva). Exami- · Donde los europeos no lograron imponers.~- ç<;nno sucedió en Ja.
nadas a la luz de la dinámica propia de estos países, las cosas apare- pón~""esta retirada prepàró las condiCiones de uH~NiaP'a.de crecimien-
cen de manera muy distinta. Comenzando por el hecho de que cuan- · t~-éoonónrico interior, que permitiria una nueva integración .e11 el mer-
do Vasco de Gama llegó a Calcuta encontró en la ciudad a un tunecino cado mundial, en tina segunda «edad dei çom~rcim~. _que esl~;t nu,estra.
que hablaba castellano, lo cual resulta ser algo más que una anécdota. sóiô que esta vez .lo haríail qe mânerit. aut()npm_a, sip subordinar_se
Porque la realidad es que estas tierras hacía mucho que estaban ahítermediarios foráneos. Este proceso, que se inició en Japón a fi-
integradas en un mercado «mundial» que se extendía desde el norte nes dei siglo XIX, ha ~eguido clespués de I~ segunda @~rr~ lriHii(}jai
de África hasta Insulindia y desde las ciudades caravaneras de Asia eri 'fo~ rmevos países industriales asiáticos yhoy pareçe haber lle$a,çlo
Central hasta el este africano, y que tenía como elementos motores a't;hiíi.a. Vistos desde fines dêl siglo x:x, tras el h1mdiiniento. de los
la economia china y la cultura islámica. A fines dei siglo xv, cuando impê:ios colonial~; y el declive de los viejos países industriale~, .e~tos
los portugueses llegaron a esta parte de(illúrlâo~ dent6n:le comer- .d~tfentos aiíos çle .r,eflujo se parecen menos a la vlctpria de Europa
ciantes de Arabia, Persia, India, Indonesia y China acudían ai puerto sobte Oriente que nos cuentan nuestro~ Iibrós qe historia que a, l1P.a
de Melaca, que era tal vez el mayor centro comercial dei planeta, donde re'firàaà proVi.siónal para adaptarse a las nuevas condiciones de la eco-
se podían oír hablar ochenta y cuatro lenguas distintas. Ep un merca- noffiiamundial ên sus propios términos. . . . . ' - - .. . -
do asiático activo y en expansión los europeos comenzaron siendo ante- ··~@te. 4.~J~s. ~~r,o~~~ .d..e, !!J.t.er.Pn~t~"'ü?.n.gu.tçome~em<>~- en.e§~~__t~:
todo transportjstas que se insertaban en los tráficos locales, ya que rreno proc~.d~nA~ .Ia.s fa1_~aBill1~g~!le~ d~ 1~?~. ot~()~ q_11; sorprendente-!
sus toscas manufacturas interesaban poco a los asiáticos. «Se-niez-"' menre;·lieinos conseguido que ellos mismos acepten, Para construir;
éíaron, pelearon yerrÍ.):mjaron con ios otios comercianteS con los que el concePio' de eliropeQ_~-~~ lu~ deÍ~-di~~~fl~dd~'fpsh';;~br~ú; hís'
competían y entre los cuales vivían» y acabaron inlponiéndose gra- cliitúras, «inventamos» a"lós.~siâüÇ<:>,s,Jõs-·ªfr.iÇ.ânos..Y-10ª. ap:l_erica-
das, sobre todo, a s11 sup~,rioridad miÍitar, que les permitió. desthiir · ifô~:·ai:nbuyé~dole.S una identidad -~Ólectiyaqu.e}JQ tení~· En el prerun-.
«los tráficos musuim.anes e indios preexistentes». · · · · -, bii1õ de una deehrrad6n de laUNESCO se dice que la raza es algo
. Lo~1le entop.ces slicedió fue muchÓ más complej o de lo que habi- que se evidencia a los sentidos cuando se ve conjuntamente «a un afri-
tuaJrilente se atrrma. La amen~doril. presencia de los europeos; com- cano, un europeo, un asiático y un índio americano» (animales tan
binada. co~ una crisis lbcal )' con la disminÜcióll de lás düiponibilida- irreales como el unicornio o las sirenas).
àesyd:e"plàfâ: qu~· pehnitían íllianciar e1 comércio internacionai.,-movió A estos retratos
1
«unificados» a escala continental
!ii&'~- :tfSo~.YÍI~~"l;"~~t~"'
.•
corresponden
~~4:ct<"""-'P.«:..~~':'.~~~"4·<§
.....
á"Búenaparte>ête estos pueblos a r~plegarse sobre sí mismos, abando- .!,~~f~!~~i~~-~hi~~~~Jgualmente ~t~~~2H,.ga~,?:~~. como I~ de un
nando los cultÍ.vosdesÍ:Ínéidq~ a)a~ortaci()n. Acabai:mna,s{supar- Xfnca negra gue.no
---'' *
~
M.b.PªSi>Q~P,a,s.ado
..:...;•· ,. ••.. , ,. ..
:.--~:""-····'·•.·>'•·~.-
etestªêfio
..<_."""--"':-"':
tnbal, olvidando
..-....
,···-·+-"·-"~~-.,;,.,.·,r·' ,,·n:._•·.;.~·

ti.C'ípaclón activa en esta prlinera «edad dei com:ercíô>>:A.ná donae lés la importancia que en su historia tienen las ciudad.es .::..:...hacia 1600 había
fueposible;Iôs'éiífopêos se-opúslêrôi:í.'porl~-fuerza'ãl repliegue, im- en el continente unas treinta de más de 20.ÓOO habitantes~ o que en ·
poniendo su domínio (como hicieron los holandeses en Indonesia y, su suelo hubo estados tan importantes como el reino de Aksum o el
más tarde, los ingleses en la India y los franceses en Cochinchina), de Mali.
128 Europa ante el espejo El espejo dei progreso 129

La más sutil de estas invenciones ha sido precisamente la de ASia;, si~loxV1IIIos viajeros y los natllralistas los consideraban bl~~()~: ~~­
;:......,::'\):'':'--;-...;--.··~;~>V ' ,'.,.~:.• ..·
[
que pasó de ser un mero conéeptô 'geográfico a convertirse en una'en-
:: ._·. · -· ". · ··.···- ,-,.-{::;..,; . •. ,,:- :··· ç--;.:-~---;:'; ~·-.~- .-.-~.:~--:O~b:t.~-
.fíâ''i '.fin'e'~ 'éi~i siglo~ xv:U('á1a véi <i~~ se. inlç:laba Ia iillagen c!~spe~fixa
.._,_.-.; .,~·c,~.-..···· --,-~;:':"::.:--,.~;:.-.~.·.6!. ·.~.~~e.."'.·_,_··.·..~.'."·'"'.~-:;..:""~., ··.·. ·'.·'."'>'·""_--~-.··. · ...~·-- -~-.-.~-·~· -,·. ·~-.-. .·-.~.. '.' ·." . ;;:;.o:~-~,.:·---•.:.'\ -.·,J·é,.:.·.·.·...···."'.'.' --.···.·'.. ' ........
0.·.•... ' ·..
tidad histórica y cultural, el «Oriente», que nos permitía resolverei de una China decauerite, cuandó se le.s c.oiilenzase a cahfiçar ..como
problema de ubicar en nuestro esquema lineal a unas sociedades de «âiíiãriíí~s» Ciê;iírü''(fe la supÍ.Íestá divisióri '(i~ la humaru.dadena'Iico
cultura avanzada que no podíamos arrojar a la prehistoria, como las -raiãs"!ê:-fPi~ri~:::illif!~.w~:~~· . · -· ~ .,·«··-·~ . · - · · · •.. •. ,,,"·"'r,
de África, América y Oceania. ""'·'"'Este cambio de actifud se advierte en la Encyclopédie. Diderot ad-
~t5~Pc~?:!.?}e ~<O,ri'*t~», se e<L"~?~-ro~jando al_tie~p~~9~e n~es­ mite que los chinos tienen una cultura admirable, pero afiade a conti-
tr~..conVIccion de que las SOCiedades as1at1Cas eran mfenores, 'f. Sé na nuación: «en general, el espíritu de Oriente es más tranquilo, más pe"
'completado a fines dei siglo 'xvmycolnienzosdel XIX· Fue entonces"" rezoso, más encerrado en las necesidades esenciales y limitado a lo
cl.íru:ldo se «orientalizó» a los turcos, que hast;'ent~n~es habían ~te­ que encuentra establecido, menos ávido de novedades que el espíritu
ffi:}~izado aEuropa gràcias a su forridable maquinaria administrati.: de Occidente».
va y militar (Lepanto fue sólo un episodio; en 1622 Anthony Sherley ~A~t~<~(ip!JitJbç!~"Q,Ú~Qt~? ,ç:aJ.l§~ª est~g~!!,~ eyi,nig por.. I!~ p~e
afirtnaba que «las dos maiores potenzias que oy día hai en .el mundo. ~ar~ ~~f.\1~1!-çlir,wBtVisión.: sç~ga,g~_ge.,~s.tf!§ ç.Mlt:ura&,: la·«chinoiserie»
son las de esta monarquía -la espafiola- y dei turco»). íiÕ- iêllia nada que ver con el granju:t~ chin9, que sólo fue conocido
Lo mismo se hizoçgn el norte de África, que. se as9ciaba tradicio"' ~1i'Êiliôií'a criálld.o se.exhlbi~ôl'lerii~ exP~~ición londinense de 1862
'<-:.,.;7,t>' •-:, • • r·· :. • :· . ·/ •• .,_. ·''•~ - . · : :C • • ." $

nalniente al pirata <<berberisco» y ?l,Jemor iv<;onfesado por la càpaêi~ las obras robadas por los militares que habían asaltado y destruido
dadCle atiáéción deiislam (el gran número de «renegados» cristianos el palacio de Pekíri («por discreción se atribuyó su propiedad a las
cÓntrastaba con la escasez de los musulmanes que se «convertían» al esposas»). Dei mislllo/cc·. "·
modo, la imagen dei Japón «exótico>~.S~~.41:
~'"''""~-··:~~~ 1" • ·
·• :··.·'"'""'""-"''\ • 1-.-. __ ··:.' , _·::,., -::- ,,.:_:.·~~~"-· ·· ..-i",·~"').Y.s•c.:y!~ ._.,..:<=,.,...--"·~

cristianismo). Los Borbones franceses declararon la guerra a Argel .• fundió cierta literaturaeuropea riõ']:iôdíá~dar ideá dei mundo protei-
con el pretexto de vengar tres golpes de abanico que el cónsul francés 'êõ'y'VÍgorÓsÕde~HÕkusa:í~nutfiêfo'àé"êUltúrapÕpUl'ãf"(qÚê'Tôs'piiitô­
había recibido dei dey (los. historiadores discuten todavia si se los dió~ rêsí'fa:ncese~~d~sdí'bri~;~~ gracláS aió8'giib~dos q~e venian de relleno
con el mango o con las plumas; pero lo cierto es que eLcónsul se los · en los paquetes de mercancías y que se vendían a bajo precio en las
había ganado por su impertinencia). Se suele decir que lo hicieron tiendas de té).
para adornarse con el prestigio militar de la conquista; pero se calla La çaricatura de lo. orientàl açe~,b9 cegan~o a sus creadores y le§.
que entre sus propósitos figuraba también el de .saquear las arcas del impiiliír~nieilcter Ii"ieaiid'áa~~~ disíi~ahJL:·':Nü sé ilierór?d~é'iiía, -;;ói
..Jesoro argelino, como se apresuraron a hacer. , e];i:pr~:· dê q;;e 'S'iia ind.llstriafuáción japonesa (que desmentia la creen-
Çhina se orientalizó también a fin._es dei siglo xvm, Hasta enton- cia de que los«pueblos primitivos» sólo podían acceder al «progre-
ces ~e-~i.;~~·~ti'estiill;;~1Uiã;~;ué~si bien se suponía so» tutelados por los colonizadores) adoptaba la tecriología europea,
que los chinos no podían compararse. a los europeos en las ciencias~ no repetía en cambio cl modelo supuestamente universal de la britá-
especulativas, se pensaba que les. eran superiores en otros terrenos: ·· nica, ya que se realizó sin crecimiento urbano y con una inteligente
«No puedo decir cuánto sobresalen en el estudio de la politica y cuán · adaptación de la tecnología importada a las condiciones locales. Cuan-
maravillosamente ordenan su imperio, lo mantienen libre de rewel- do este proceso industrializador se manifestó con toda su potencia,
tas y cuánta atención dedican a la administración de su república».' después de la segunda guerra mundial, la dificultad de encajarlo en
Los fisiócratas seguian considerando, en vísperas de la Revolución fran- .. los esquemas previos alentó todo tipo de especulaciones sobre el «es-
cesa, que el «despotismo chino» era un modelo politico a imitar. · píritu japonés», sin que, como era de esperar, se dijese nada razonable.
Pero en estos momentos las cosas comenzaban ya a cambiar. Para·.· La fascinación por el Oriente islámico que invadió la Europa dei
empezar, se les mudó elcolor de la piei a chinos y japoneses; lo que romanticismo era una consecuencia de esta misma incomprensión. Una
era una forma sencillà y·eficaz de <<órientaliZai"los». HàSiá fines dei nómina impresionante de viajeros se lanzó entonces a recorrer Tur"
·---:: '::..-·.-ç
130 Europa ante e/ espejo E/ espejo de/ progreso 131

· quía, Tierra Santa, Egipto, Palmira, el ÇáUCflSO (que era el Oriente Thmpoco hay que exagerar las ganancias del colonialismo. La ideá
de los rusos) ... No eran exploradores y estudiosos, sino escritores de que el imperialismo generase grandes benefícios -una idea que
-Chateaubriand, Flaubert, Pushkin-, pintores sedientos de exotisc_· debían compartir aquellos europeos que hicieron grandes sacrifícios
mo que contribuyeron a construir una nueva imagen de estas tierras para conquistar y conservar imperios coloniales- resultó ser una ilu-
-los harenes de Lewis, los monumentos de David Roberts, pero tam- sión infundada, que se basaba en una estimación equivocada de la
bién Delacroix-, proyectistas sansimonianos («a cada uno su Orien- riqueza de las colonias tropicales. Lo demuestran los balances finales
te, según sus necesidades») y un gran número de mujeres: lady Hester de los dos mayores imperios, el inglês y el francês, que arrojan saldos
Stanhope; Isabel Burton, F1orence Nightingale, Jane Digby, Aimé Du~ parecidos: las ganancias globales fueron inferiores a los costes. El he-
bucq de Rivery, Isabelle Eberhardt ... · .·· cho de que algunos sectores concretos de las sociedades metropolita-
El Oriente que buscaban era una invención europea: un refugio nas hicieran cuantiosos benefícios a costa de los gastos soportados
contra la mezquina fealdad del Occidente industrial que habían ela- por el conjunto de la nación muestra, sencillamente, que la frontera
borado ellos mismos en sus sueií.os, adornândolo con todo lo que echa~ de la explotación no pasa tanto entre la metr6poli y la colonia, como
bana faltar en su entorno. Apenas puesto el pie en Alejandría, en entre un grupo limitado de benefi.ciarios de la metrópoli -y de la co-
1849, Florence Nightingale hablaba ya de un «nuevo mundo de vieja lonia, conviene no olvidarlo- y la gran masa de la población de una
poesía, imágenes de la Bíblia, luz, vida y belleza». Ese mundo lo traía y otra.~
consigo y lo único que necesitaba era un escenario en que encarnarlo. No qUiere ello decir que se deba aceptar la imagen apologética de
Lo que de verdad había y ocurría en estas tierras les importaba poco. la colonización -«la carga del hombre blanco», generosamente en-
Oriente era una huida -Goethe queria fugarse al «Oriente puro» para· tregado al bienestar del «hombre de color», del que sólo recibirá
«mezclarme con los pastores, refrescarme en los oasis, viajando con -desagradeciiniento~. sino que es peligroso quedarse con una imagen
las caravanas, traficando en sedas, café y almizcle»-, un ensuefto 'o demasiado elemental y simplista de algo tan complejo, que ha indu-
un disfraz. cido a pensar que todos los males del mundo subdesarrollado se aca-
!,p, pe.or fue quelos pueblos no .europeos ~abaran aceptando, con barían con su independencia.
'ias falsas identidades Q:Ue les. 4~büunos asignaclo, fá flcción i>arâ
la Reducir la historia de África, por ejemplo, al relato de «cómo Euro-
éú'il habían sido.creadas: la visión liné~ de la historia: Renund;:ô'n pa subdesarrolló a África», en que todo se explica por la depredación
a;Í ~"su
,-.rp.;.-
propiÓ
~·.: --~
pa!!ado, ree;nplazándolo
-:· . ., ..
--~·:--:--·:_;·,>:'.:.
por l.ffia
.... _;;- -· . - ·. .-.
revisio~"'c;iÍi~~=~f;;l.
·_
r-Jt<;~·''-~~ -)~i-·~.._,o_ _.· '· · .
.-:·.,,~..,-- '~::-1-".:i~
y la esclavitud, nos aparta de la realidad. Los comerciantes europeos
que les habíanasignado_!pse:uropeos, sin darse CJ.lenta.de que ellóJes· de la trata eran bien acogidos por los gobernantes locales que les ven-
ihlp~día percibii)a y~rdadera natrnalé7;a de sus problemas. Nó basta- dian los esclavos. La esclavitud estaba muy arraiga9-a en el África atlân-
ba 'cõrHtátí:sform~-~1~- vid~ ~pop~y~ déi progrêso ~~ la vergonzosa tica, donde representaba la forma más común de propiedad privada
historia de la explotación. Con ello se cambiaba la caracterización de productiva (ocupaba ellugar que en Europa tenía la propiedad de la
los personajes, pero se mantenía el escenario y lo substancial del ar- tierra). Que la trata adquiriese grandes proporciones se debe sobre todo
gumento. al hecho de que los proveedores africanos respondieron a la creciente
La explicación del crecimiento europeo no podía reducirse a la del demanda del mercado atlântico. Unos y otros son cómplices, con un
expolio colonial. Es cierto que la construcción de un mercado mun- grado parecido de culpabilidad, aunque sean más cínicos los euro-
dial fue el estímulo que cebó el crecimiento moderno de Europa, pero peos, que usaron el argumento de la esclavitud para calificar a los afri-
una vez puesto en marcha el proceso, éste pasó a depender de una canos de bárbaros y justificar su conquista como una exigencia civili-
dinámica más compleja, como lo demuestra el hecho de que el co- zadora. Pero una vez ventilado el aspecto moral de la cuestión, lo que
mercio internacional haya tendido, desde fines del siglo XIX hasta nues- . irp.porta es entender cómo la trata ayudó.a transformar las socieda-
tros dias, a ser cada vez más un intercambio entre países desarrollados. des africanas y abrió el camino para formas de agricultura comercia-
132 Europa ante e/ espejo E/ espejo de/ progreso 133

lizada que han resultado tal vez más destructoras que el tráfico de es- terminados pueblos contra otros, o de determinados grupos sociales
clavos. , · dentro de un mismo pueblo) sólo sirve para enrnascarar la realidad
Intenm~tar la historia de los pueblos no europeos a la luz de nues- .~· y aboca a los indígenas a una visión supuestaniente crítica de la que
•' ~·•.,_.,_.1,>;'.:,•-"••"-,..-·-"i· .:-··.-,:• ~··~·. ··;--,• ·•-· -\'' .' t•::i'··-:->">': ,,.· •'- '; ·r•' .,._.,.,_.;, •
.ç,,"";:_ - )'-·--/r~;:;;;<
-',,·

tras. çoncepciohés sigtiifiêa arre.batarles §u propia historia y dificultai no pueden salir más que protestas retóricas o actos testimoniales. Se
i~:~9ilifi9íi~C!t~u~ 'í:iiQ~l~IIÍãs~ iOs ~trôpÓiogos lfiêiehm Ci~"fos b~s­ les invita, en el fondo, a aceptar la civilización europea, y a que corri-
qüimanos.deikãiaiían, unpuéblo de cazadores-recolectores, un ejem- jan los vicios de ésta con las virtudes de una vieja sociedad indígena
plo de sociedad primitiva, que estaba en el escalón más bajo de la idealizada, en lugar de ayudarles a repudiar la imagen global delpa-
evolución histórica, lo que les convertía en un objeto de estudio apa- sado que se les ha impuesto y a analii:ar el presente y proyectar el fu-
sionante, pero les condenaba a un aislamiento real respecto de otros turo a partir de la situación problemática en que viven. Que no es
pueblos africanos vecinos, con el resultado de que un comisionad'o ' lo mismo que sofiar pasados míticos en los que refugiarse de su im-
británico llegase_a decir, en 1936: «No puedo concebir propósito útil potencia: como en el caso de los campesinos peruanos que imagina-
alguno en gastar dinero y energía para conservar una raza decadente ron un Imperio inca benéfico y providente que no correspondía a la
y agónica, que es perfectamente inútil desde cualquier punto de vista, realidad, lo cualles sirvió probablemente para preservar su identidad,
tan sólo para permitir que unos pocos teóricos lleven a cabo investi- pero dificultó también la formulación de una politica que enfrentara
gaciones antropológicas y hagan dinero escribiendo libros que no con- de maner;;t realista sus problemas, comenzando por el de la propie-
ducen a nada». Negándoles una hlstoria que sí tenían -los bosquí- dad de la tierra en la actualidad.
manos no habían vivido al marg~n de la evolución de los pueblos de Echemos una ojeada final a este «triunfo de Europa» que hemos
su entorno, como se suponía, y la situación en que se encontraban usado para reorganizar, y falsificar, la historia universal. Cuando Volney
en el momento de la colonización era consecuencia de desarrollos eséribía sus meditaciones sobre las ruinas de Palmira, partía de la idea
recientes- se les situaba ai margen de cualquier posibilidad de pró- generalmente admitida de que Asia había quedado atrás en la carrera
greso, como especímenes a preservar en una reserva o en un zoológi- dei progreso -«el esplendor eclipsado dei Asia en la modema Euro-
co, permitiéndoles conservar sus formas de vida «tradicionales», sin pa»'-, pero no se apresuraba a deducir de ello la habitual conclusión
apercibirse de que esta «tradición» era en buena medida una inven- acerca de la superioridad natural de los europeos, sino que iba un paso
ción de los antropólogos europeos. más aliá: ·
Algo parecido podría decirse de Australia y de la construcción por
parte de los antropólogo,s dei concepto de «aborigen», que define una Reflexionando en que no menor había sido la actividad de los paí-
contraposición elemental entre aborígenes y europeos, que acabó siendo ses que delante tenía: i,quién sabe, pensaba entre mí, si no será otro
compartida tanto por los que legitimaban la colonización como por día igual el abandono de nuestra patria? i,Quién sabe si a orillas dei
quienes la condenaban, incluyendo mia buena parte de los indígenas Sena, dél Támesis o. dei Zuiderzee ... no se sentará, como hoy yo, .el
a quienes se ensefió así a asurirlr una falsa solidaridad con «sus caminante encima de silenciosas ruínas, y no llorará solo sobre las ce-
hermanos>>. nizas de los pueblos y las memorias de su pasada grandeza?
AI ímponerle la versión «primitiva» dificultamos la percepción por
parte dei «no europeo» ·de la realidad de su sociedad y su cultura y Porque z,qué significa, ai cabo, esta especie de culminación de la
lo condenamos a una colonización cultural. La forma en que se ha historia en que hemos convertido los tiempos modernos de «europei~
desarrollado la contestación ai «quinto centenario» dei «déscubri- · zación dei mundo»? Para el sinólogo Jean Gemet este auge se explica
miento» de América puede ilustrarlo. Pretender que en 1492 había por el hecho de que el establecirniento dei Imperio mongol favoreció
«americanos>> y ocultar las complicidades que los conquistadores en- . la llegada a Europa de los adelantos tecnológicos de una- China mu-
conti:aron en las propias sociedades indígenas (colaboraciones de de- cho más avanzada.
134 Europa ante el espejo

.
Lo que,_ en una historia universal que de hecho se reduce a la de CAPÍTULO NUEVE
Occi~ente, tenemos la costumbre de considerar como el principio de
los t1e~~~s ~odernos, no es niás que la repercusión de la expansión -------'----~-----'-- ------------
de las. CI~Ciones urbanas ymercantiles cuyo campo se extendia, antes
de la mvas1ón monsola, dei Mediterráneo al mar de China.- Occidente
reco~~ una parte de esta herencia y recibió los fermentos que iban a
El espej o dei vulgo
permitir su desarrollo.

Quinientos afíos de un auge «prestado» -y en lo que se refiere


a la industrialización no pasan de trescientos-, que parece estar a-
punto de ser reemplazado por un retorno de la iniciativa a los mis-
mos focos dei este-asiático en donde se habría originado, no son mu-
cho. No son nada, por lo menos, que justifique hablar de Ia culmina- u--~~~!o:ra7~;::~::rar&;~~~i~~~~r~~~~1~~~it~~
ción, o incluso el fm, de la historia. Pudiera creerse que vamos a asistir trucciõfi"áer<<~~~~() ~o<_ler,no», al que los estamentos privilegiados
a un simple desplazamiento geográfico dei centro dei mundo, como traspasarori pàiie de s~s fund~nes políticas y militares a cambio de
los que se han producido en fases anteriores de la historia, de acuer- asegurarse la conservación de sus privilegias sociales y económicos.
do con la visión trivial de una marcha de la civilización en el sentido Como dijo Locke: «La finalidad wáJri,ntayprincipal qgebu~can los
del_sol: dei Mediterráneo al Atlántico, primero, y ahora dei Atlántico hom,_IJres al n;-unirse ênestadoso comilltidadés: ~9md:ié~dose ~n a go-
al Pacífico. ti!e'fi1~. és la de s~vaguardar sus_ bienes». Pero la idea común de que
~ cosas son mucho más complejas. Mantener una interpretación efeSí:ado moderno ha surgido de súbito, «con todos sus arreos», re-
seme]ante nos condenaría a conservar todos los vicios y liniitaciones forzadatal vez por la denominación de «absoluto», es errónea.
de las visiones unilineales de la _historia y dei progreso. Las consecuen- El estado moderno nació con escasa capacidad para englobar y
""'''·"'~'·"""=-"""''·'·-,_....,..-.-=c.:::c.•::.~-'---"""'""""""-~-;~c:-·.-.,.-·_•:;-----·~~.·.-··:--:-
._,,., .. -.... -:;<",·-:;r· ..;.~·'"'<··.:.'·~·.-.-~-~--~-"""·"'~ --"0'--7~0.,

cias Y perspectivas de cinco siglos de «milagro europeo» deben verse c~~-9~~--~-Lçgnj;qn.to~de_l<>§__ç_i:gp~<_l~ps. :S.r!t:r~_e.l_s_()_ger::tll9_ y_}()§~~úb­
de otra forma. Y, para empezar, hay que buscar parte de sus claves ditos _se in_ter:Q,.<>!!:Í"ªJJJl_p]!lJ1_() in~errne<fio conune_§trato superior inte-
en el interior de. la propia sociedad europea. g~~~?::i)~!-_lJ.~-ºljg_~qll_Í~ ~e-~~~~ate~ Ç~ç~,a,~ p~>d.ei~C.~trifi9ii:9,
~~~?-<> ~_!!_b_orQil1ll:<i.O _al a_n_t~iorJ que est.aiJa f<>:rwa.do por el e,:q:pjunto
de los_~r<:Jpie_t.arios aC?II1()da,dosJ_:Q-~~!~S,_Y.Yi!l.l!!lº~'-g_l!5E_c__o!!_tr<?!ªban
ef'póder local (la Corona de Castilla ha podido ser descrita, así, como
<<uiía-federãción de municipios»), ·
Por más que se hable de centralización, la vida local, incluyendo _
la. recaudación de los tributos, escapó al control dei poder central hasta
muy tarde, como lo demuestra la supervivencia de formas de patro-
nazgo, caciquismo y clientela hasta bien entrado el siglo XIX. En la
Francia dei siglo xvn, por ejemplo, la monarquía «absoluta» era in~
capaz de reparar el puente sobre el Ródano .enLyon, el úiÍico por el
que podian pasar tropas y provisiones para Italia, porque los fondos
consignados en las cajas provinciales para su reparación no se paga-
ban, ya que se daba preferencia a las reclamacionesde los particulares.
Otro de los errores de bu_çp,~ru:re,de.Ias,teotiza.ç;io.QeS _a.cexca dei
<o..'i'>''"-;.'<'.J'=-.'~~·.:o;:c.··~·····:. ·-~--- • ., __ "_,.,._...., ••• ~":'-~-·· . '· . . -· •.·- ·-····'·"-
-------------·-------------

Índice

Nota del editor 7


~

Capítulo uno. El espejo bárbaro 9

Capítulo dos. El espejo cristiano 26

Capítulo tres. El espejo feudal 39


,'--.____

· Capítulo cuatro. El espejo del diablo 56

Capítulo Cinco. El espejo rústico 73

Capítulo seis. El espejo cortés 89

Capítulo siete. El espejo salvaje 106

Capítulo ocho. El espejo del progreso 120

Capítulo nueve. Elespejo del vulgo 135

Capítulo diez. Fuera de la galería de los espejos 148

~eferencias bibliográficas esenciales 157


Indice alfabético 188

También podría gustarte