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MARÍA

A mí me tocó hablarles de una persona cuyo papel es esencial en todo este tiempo
que estamos viviendo… y es María, la madre de Jesús… Todos tenemos una madre… y
para que nosotros estemos hoy acá, viviendo esta noche heroica nuestras mamás tuvieron
que decirle SÍ a la vida.
Pero el SÍ de María, fue el fundamental… porque si ella no hubiese aceptado la
misión que Dios le dio, ni siquiera estaríamos viviendo esta Noche Heroica… Porque Jesús
no hubiese existido… no tendríamos a quien estar acompañando esta noche en su dolor…
Pocas veces una mujer habló tan poco y, sin embargo, tuvo tanto que decirnos a
través de ese silencio… Nunca una mujer tan joven como lo fue ella, tuvo que afrontar el
privilegio por el que todas las generaciones la llamaran ‘’bienaventurada’’ y al mismo
tiempo saberse humilde servidora del Señor…
María fue una gran mujer, de mucha fe… elegida desde siempre para ser la madre
de Dios… Por esa fe en Dios fue que no dudo en decir que sí. Frente al Arcángel Gabriel,
quedó anonadada frente al mensaje que este le transmitía de parte de Dios. El ángel le dice
que no tema… y eso, es de suma importancia cada vez que el Señor nos pide algo en la
vida: abandonar el temor. Porque Él nos
da las fuerzas para cumplirlo… Y eso
habría sentido María viendo a su Hijo en la
cruz… Dios fue quien le dio la fortaleza para
soportar tanto dolor.
María que contempló a su niño
recién nacido, en Belén… a su niño, que
envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre
también lo contempló destrozado, muriendo
en la cruz. Ella sabía que en ese niño que
había criado con tanto amor y ternura, había
algo misterioso: En él se cumplían las promesas que, por cientos de años, Dios había hecho
a su pueblo. Y lo acompañó hasta el último suspiro.
María, que lo había ofrecido al Padre en el templo cuando era pequeño, volvió a
ofrecerlo con todo su dolor de Madre cuando lo miraba crucificado. Ella, que ante el ángel
dio su sí generoso, volvió a darlo cuando Jesús cumplía su misión suprema, derramando su
sangre por todos nosotros. María estaba ante la cruz, contemplando, sin esconderse del
dolor, sin cerrar los ojos. Su mirada, estaba ante la cruz, en su Hijo, meditando todo en su
corazón, Miraba cada una de sus llagas, la herida de su costado… su cabeza crucificada…
el cuerpo flagelado de su querido hijo.
En ese momento de tanto dolor, habrá recordado las palabras de Jesús, en las bodas
de Caná, cuando ella misma le planteó que ya no había más vino, para que él hiciera algo
por esa gente. Y cuando Jesús realizó ese primer milagro, pedido por su madre, gracias a
eso, sus discípulos creyeron en él. María fue el puente para que todos nosotros, creyéramos
en él… María es nuestra intermediaria para llegar a él… Es nuestro modelo de fe, de
humildad y entrega…
Pero su función más importante fue cuando ella estuvo a su lado, en la Hora de la
Cruz. Ahí fue cuando ella alcanzó su fecundidad como madre, porque se unió a Jesús en su
dolor. Y todo, absolutamente todo su dolor, se lo ofreció al Padre; todo su dolor de madre,
estaba en manos de Dios. Porque ella, lo aceptó todo, desde el silencio… porque sabía que
esa era la voluntad de Dios…
Ahora, los invito a cerrar los ojos… y a acompañar a María, en ese momento de
dolor tan profundo… escuchando esta canción que nos intenta transmitir todo esto, y más…

(A TANTO AMOR)

Como les decía al principio… todos tenemos una mamá… quizás algunos tengamos
la mejor de las relaciones… otros no tanto… quizás algunos tenemos la posibilidad de
tenerla con nosotros… y quizás otros no… Pero sabemos que, así como tenemos una madre
terrenal, también, tenemos una mamá celestial… Y que es la mismísima madre de Jesús,
que él mismo nos dejó, estando en la cruz…

(Leer Jn 19, 25-27)

Porque Jesús seguía sin pensar en Él mismo a pesar de todo lo que estaba sufriendo,
y nos dejó el mejor de todos los regalos: su madre, que era lo único que le quedaba…
María, junto a un pequeño grupo de mujeres y el discípulo amado eran los únicos que no lo
habían abandonado en aquel momento. Ella permanecía firme y con esperanza a los pies de
su Hijo recordando con nostalgia todo lo vivido. Se quedaba sin Hijo, pero se le daba uno
nuevo: todos nosotros, representados en Juan.
Jesús, le dio un papel importante a su Madre, y es que cuide de todos nosotros, pero
también nos pide que cuidemos de ella.
María dio su SI de nuevo, aceptando recibir a toda la humanidad, incluso a los que están
asesinando a su Hijo, como hijos de su alma: una nueva anunciación que da a luz una nueva
comunidad de hermanos.
Por eso, hoy les quiero proponer que cuidemos de ese regalo tan especial que Cristo
nos hizo y la aceptemos como Madre nuestra… que le abramos nuestro corazón… que le
entreguemos nuestros dolores, ¿Quién más nos va a poder entender? Mejor que ella, con
todo el sufrimiento que pasó… NADIE… Así como contempló cada momento de la vida de
Jesús, también contempló la nuestra… conoce cada uno de nuestros dolores, nuestras
inseguridades y fortalezas y nos quiere acompañar a nosotros… en lo bueno y en lo malo…
como lo hizo con Jesús… Por eso los invito ahora a escuchar a Vero, que nos va a explicar
la dinámica que vamos a hacer….

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