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PRÓLOGO
Entre los varios aspectos dignos de destacarse en un texto como el que aquí prologamos, Lengua y
Cultura Quechuas. Autoaprendizaje I, especialmente diseñado -como ya lo señala su título- para el
autoaprendizaje de esta lengua, deseo comenzar por aludir al interesante capítulo inicial destinado a
mostrar, en apretadas síntesis, la identidad de la cultura quechua, que tanta influencia ha tenido y sigue
teniendo en una extensa zona de Sudamérica, incluido nuestro país. Prueba de ello son los innumerables
términos que proceden de esa lengua y que empleamos a diario, sin siquiera percatarnos de ello.
Organizado el texto en doce unidades, el aprendiz va de la mano avanzando casi sin darse cuenta en la
adquisición gradual del léxico y de las estructuras morfológicas y sintácticas de la lengua de los incas,
hablada actualmente por más de 17 millones en diversos países y regiones de Sudamérica. Por cierto que
la estrategia metodológica a la que recurre el autor con muy buen criterio pedagógico consiste en
introducir directamente al estudioso de esta lengua aglutinante en situaciones reales de comunicación,
mediante breves diálogos que permiten, incluso, descubrir los sufijos pospuestos para las diferentes
categorías y estructuras sintácticas. Sólo entonces se procede a la sistematización de los conceptos
gramaticales, con nociones sencillas de morfología y de sintaxis, como también a nuevas e interesantes
informaciones sobre la cultura quechua.
Después de cada unidad se le ofrece al estudioso variados ejercicios de autoevaluación con objeto de
que el él mismo pueda monitorear el proceso de aprendizaje. En esta evaluación hay un apartado para los
aspectos histórico-culturales, correspondiendo los demás aspectos al aprendizaje de las estructuras y del
léxico de la lengua. Se incluyen ítemes tales como contestar y formular preguntas, traducir al español,
traducir al quechua, llenar espacios en blanco y construir oraciones, etc., proceso que termina con una
fórmula que permite medir los resultados del aprendizaje.
Mención aparte merece la sexta unidad dedicada a la descripción fonológica del quechua. En
forma sencilla, el autor introduce al lector en el sistema de fonemas consonantes con sus variantes fónicas
y al sistema vocálico de la lengua en estudio.
En definitiva, el texto que prologamos recoge la larga experiencia como hablante nativo y la probada
competencia como profesor de lengua y cultura quechuas que nos ofrece el profesor Alipio Pacheco,
invitándonos con esta obra a entrar en un mundo cultural y lingüístico tremendamente enriquecedor. No
me cabe duda de que, después de este proceso de autoaprendizaje, el lector y potencial aprendiz de
quechua querrá viajar a alguno de los lugares del Continente en que esta legua se mantiene en toda su
vitalidad.

José Luis Samaniego Aldazábal


Pontificia Universidad Católica de Chile

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