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LA PARRANDA VALLENATA: UN RITUAL DE AMISTAD

OSVALDO ENRIQUE FIGUEROA ÁLVAREZ

Trabajo presentado al docente: ABEL ANTONIO MEDINA SIERRA

UNIVERSIDAD DE LA GUAJIRA
FACULTAD DE CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN
PRAGAMA DE LICENCIATURA DE MÚSICA
RIOHACHA
2020
“El de las carcajadas era el viejo Poncho Cotes, riéndose de un cuento que contaba Andrés
Becerra…”. El verso de Poncho Cotes Maya habla de cuentos que hacían reír, de poesía, de evocaciones
de amores, de nostalgias provocadas por las penas; pero sobre todo habla de amistad y cofradía; elementos
constitutivos imprescindibles en una parranda vallenata.

El diccionario de la Real Academia de la Lengua Española define la palabra Parranda como “Cuadrilla
de músicos o aficionados que salen de noche tocando instrumentos de música o cantando para divertirse”.
Y así, pasar un rato agradable. Sin embargo, al trasladar este término a la comarca del vallenato, sus
connotaciones toman otras dimensiones que trascienden el entretenimiento y se instala en regiones del
espíritu, en aquello que sólo puede entenderse, digerirse, leerse, sentirse, en los territorios del alma. Por
otra parte, el compositor Rosendo Romero Ospino afirma que: “se parrandea por amistad. Puede que la
persona no hubiere sido parrandera ni le gustara el trago, pero sí era amigo”. A todo esto, se suma el
concepto de la Fundación Festival de la Leyenda Vallenata: “La parranda vallenata es, fundamentalmente,
un rito de amistad”. Emiliano Zuleta Díaz, afirma “Si son más de 20 personas, ya no es parranda sino
concierto”. Por otra parte, Poncho Zuleta Díaz, dice que “En una parranda se detiene el tiempo y el
espacio. Es como si el exterior no existiera. Eso es muy emocionante”.

Los relatos orales alrededor de la música vallenata tradicional dan cuenta de memorables parrandas que
tenían lugar en patios amplios, a la sombra de frondosos árboles, en fincas, a lado de ríos, en fin, en
entornos muy naturales, aunque podían darse bajo techo. Para que una parranda sea memorable, tenga
acogida o se pueda repetir, se requiere que quienes la interpretan tengan el don de saber tocarla. Hablando
de intérpretes de la parranda tradicional como Emiliano Zuleta, Toño Salas, Lorenzo Morales, Leandro
Díaz; ellos no solamente tocaban la parranda, sino que además la animaban con chistes y, como parte
integral de la misma interpretación, explicaban por qué habían compuesto tal canción. Surge nostalgia en
aquellos que alcanzaron a vivir las llamadas “auténticas parrandas” y duelo porque éstas “son un hecho
perdido”. Andrés 'El Turco' Gil recuerda que en su niñez en el barrio San Luis de Villanueva, en La
Guajira, llevaban personajes como Escalona, Buitrago (Guillermo), con el viejo Emiliano (Emiliano
Zuleta Baquero); era muy bonito, aunque estábamos muy niños, veíamos esa integración de amigos,
departían de una manera muy amena y uno veía eso. Continúa mencionando que hoy la tecnología ha
dañado la parranda, ya que nadie presta atención a quien interpreta el acordeón, quien canta, un mensaje
de una letra, sino concentrados en el WhatsApp. Las parradas se acaban, afirma Adrián Villamizar y lo
sustenta en las transformaciones en las formas de relación de los sujetos. Los mecanismos que sirvieron
para establecer nexos de vinculación entre los individuos de tu región, la mía, las otras regiones del país y
muy especialmente en ese encuentro cultural de casi 300 años que fue el terreno entre la Sierra Nevada,
del Perijá y los Montes de Oca. Esa comarca estableció una forma de vincularse una persona con la otra de
tal manera que la gente no fue uña y mugre sino cuero y carne.

La gente se va buscando vida. Antes no tenían pa' donde coger. Era acostumbrase a vivir la vida que
les tocó vivir y cada quien, a forjar una identidad, por eso los personajes no se movían por décadas, y en la
esquina siempre encontrabas el mismo sujeto”. Esas formas de establecer lazos de hermandad, ya no
existen, como tampoco existen las parrandas en su forma original, con sus elementos constitutivos, que
incluían incluso a los gorreros y el llanto que tomaba parte cuando la nostalgia por evocaciones de
momentos o amigos idos sacudía los sentimientos y halaba del corazón lágrimas y lamentos.

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