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Como Se Imprime Un Mural
Como Se Imprime Un Mural
Francisco Villa
“¿Por
qué
el
banco
BBVA-‐Bancomer
invierte
en
la
producción
de
arte
contemporáneo
del
tipo
crítico?
¿Por
qué
la
mayoría
de
los
artistas
beneficiados
por
los
apoyos
del
BBVA,
a
pesar
de
hacer
arte
contemporáneo
inconforme
y
crítico,
no
parecían
inconformes,
ni
críticos
por
recibir
ayuda
de
un
banco
trasnacional?
¿Qué
beneficios
obtiene
el
BBVA
al
apoyar
este
tipo
de
producciones,
en
su
mayoría
de
aires
o
aspiraciones
anti-‐capitalistas?”
Estas
eran
algunas
de
las
preguntas
que
me
hacía
en
2014,
justo
antes
de
solicitar
la
beca
que
otorga
la
Fundación
BBVA-‐
Bancomer
en
colaboración
con
el
Museo
de
Arte
Carrillo
Gil
para
la
producción
de
un
proyecto
de
arte
contemporáneo.
El
intento
por
entender
esos
problemas
y
responder
desde
la
práctica
artística
me
llevó
a
plantear
una
exploración
sobre
las
manifestaciones
de
la
deuda
en
el
capitalismo
contemporáneo
y
sus
efectos
concretos
en
la
vida
diaria
de
gente
cercana
a
mí.
Por
ello
representar
mi
contexto
inmediato
y
mi
historia
familiar,
fue
decisivo
para
la
propuesta.
Mi
padre,
Juan
Manuel
Aguilar
Rivera,
a
inicios
de
la
década
de
1990,
durante
el
llamado
«error
de
diciembre»,
perdió
la
casa
familiar
y,
posteriormente,
se
fue
a
la
quiebra
por
insolvencia
económica
debido
a
las
deudas
contraídas
con
diferentes
bancos.
Esa
desventura
económica
marcó
la
vida
de
mi
familia
y
fomentó
nuestra
desconfianza
en
las
entidades
bancarias.
La
propuesta
que
mandé
a
la
Fundación
BBVA-‐Bancomer
consistió
en
pagar
la
deuda
contraída
por
algún
deudor
del
banco
BBVA-‐Bancomer
usando
el
propio
dinero
de
la
beca.
Por
otro
lado,
el
deudor
concerniente
no
sería
una
persona
tomada
al
azar,
sino
alguien
llamado
Juan
Manuel
Aguilar.
A
cambio
de
saldar
su
adeudo,
Juan
Manuel
Aguilar
se
comprometería
a
reinterpretar
los
fracasos
2
financieros
de
Juan
Manuel
Aguilar
en
un
video
dirigido
por
Juan
Manuel
Aguilar.
Contra
varios
pronósticos,
obtuve
la
beca
e
hice
el
proyecto.
Dentro
de
las
lecturas
realizadas
durante
la
investigación
de
la
pieza
¿Por
qué
no
fui
tu
amigo?,
descrita
en
el
párrafo
anterior,
La
fábrica
del
hombre
endeudado,
libro
del
filósofo
Maurizio
Lazzarato,
me
ayudó
a
entender
la
doble
operación
realizada
por
la
deuda:
como
condición
de
posibilidad
del
neoliberalismo
y
como
productora
de
una
subjetividad
específica:
el
homo
debitor.
Uno
de
los
tópicos
recurrentes
en
la
crítica
a
la
economía
política
de
la
deuda,
presente
tanto
en
Lazzarato
como
en
muchos
otros
analistas
de
izquierda,
es
la
emisión
de
moneda
en
el
capitalismo
contemporáneo,
ya
sea
como
metal,
papel
o
plástico,
y
su
intricada
relación
con
el
crédito.
El
dinero
es
deuda,
privada
y
pública.
Por
esta
razón,
un
objeto
económico
tan
complejo
como
el
billete
de
100
pesos
que
se
apropia
del
mural
de
Siqueiros,
Del
Porfirismo
a
la
Revolución,
me
llevó
a
reflexionar
sobre
la
producción
de
imágenes
bajo
un
Estado-‐nación
neoliberal
que,
paradójicamente,
reclama
como
divisa
el
fragmento
de
un
mural
marxista;
un
billete,
que
simbolizando
la
lucha
de
clases,
circula
como
moneda
dentro
de
una
economía
basada
en
la
deuda.
El
objetivo
de
este
ensayo
es
entender
cómo
confluyen
el
arte,
el
dinero
y
el
Estado-‐
Nación
en
un
billete
que
es,
al
mismo
tiempo,
arte,
porque
contiene
un
fragmento
de
un
mural
de
Siqueiros;
dinero
porque
es
posible
comprar
mercancías
con
ese
pedazo
de
papel
moneda,
y
Estado-‐nación,
en
tanto
símbolo
oficial
de
la
identidad
nacional.
Sin
embargo
ninguna
de
esas
nociones
se
ha
mantenido
intacta
desde
que
Siqueiros
falleció;
por
ello
creí
pertinente
elaborar
una
reflexión
al
respecto.
En
este
texto
discuto
desde
cuatro
ejes
teóricos,
mismos
que
motivan
la
noción
de
Realismo
neoliberal
que
desarrollo
en
este
ensayo:
la
dictadura
financiera,
el
estalinismo
como
obra
de
arte
total,
el
realismo
capitalista
y
la
sensibilidad
y
el
sentido
común
neoliberal
a
partir
de
los
textos
de
Franco
Bifo
Berardi,
Boris
Groys,
Mark
Fisher
e
Irmgard
Emmelhainz
.
3
Franco
Bifo
Berardi,
en
varios
textos,
afirma
que
vivimos
bajo
el
yugo
de
la
dictadura
de
las
finanzas
que
consiste
en
la
reducción
de
la
totalidad
de
la
vida
a
abstracciones
económicas.
En
la
Sublevación,
Bifo
advierte
Podríamos
asegurar
que
la
dictadura
neoliberal
se
inauguró
en
el
momento
en
que
los
Chicago
Boys
decretaron
que
el
dinero
inventaba
la
realidad,
en
el
momento
en
que
la
evaluación
monetaria
excluyó
a
su
referente.
“Olvida
al
referente,
el
dinero
creará
el
mundo”:
ésta
es
la
arrogante
declaración
de
omnipotencia
que
el
poder
económico
hizo
al
fundar
el
monetarismo
neoliberal
(…)
(…)
La
violencia
fría
y
abstracta
de
la
dictadura
financiera
desterritorializada
prepara
la
reterritorialización
violenta
del
cuerpo
reactivo
de
la
sociedad
europea:
nación,
raza,
limpieza
étnica
y
fundamentalismo
religioso
aparecen
en
el
escenario.
Boris
Groys
indica
en
Obra
de
Arte
Total
Stalin
que
el
estalinismo,
además
de
un
proyecto
político,
era
un
proyecto
estético,
pues
transformó
la
realidad
soviética
como
si
se
tratara
de
un
material
plástico.
Groys
compara
el
estalinismo
con
una
instalación
artística
y
lo
define
como
una
obre
de
arte
total:
“Gesamtkunstwerk”.
El
mundo
que
el
poder
que
se
estableció
en
Rusia
después
de
la
Revolución
de
Octubre
prometía
construir,
no
sólo
debía
llegar
a
ser
más
justo
o
garantizarle
al
hombre
un
mayor
bienestar
económico:
ese
mundo,
tal
vez
hasta
en
mayor
grado,
debía
llegar
a
ser
bello.
La
vida
desordenada,
caótica,
de
las
épocas
pasadas
debía
ser
sustituida
por
una
vida
armónica,
organizada
con
un
arreglo
a
un
único
plan
artístico.
La
subordinación
total
del
conjunto
de
la
vida
económica,
la
vida
social
y
la
vida
meramente
ordinaria
a
una
sola
instancia
planificadora,
llamada
a
regular
hasta
los
más
pequeños
detalles
de
la
misma,
armonizarlos
y
crear
a
partir
de
ellos
un
todo
único,
convirtió
a
esa
instancia
—la
dirigencia
del
Partido—
en
una
especie
de
artista
al
que
el
mundo
entero
le
servía
de
material,
y
cuyo
objetivo
consistía
en
“vencer
la
4
resistencia
del
material”,
hacerlo
modelable,
capaz
de
tomar
cualquier
forma
que
se
necesitara.
La
noción
de
«realismo
capitalista»
que
Mark
Fisher
desarrolla
en
su
libro
Realismo
capitalista,
está
presente
en
aquellas
producciones
culturales
que
sustentan
al
capitalismo.
Quizás
las
que
abren
posibilidad
de
imaginar
el
fin
del
mundo
mediante
la
imposibilidad
de
soñar
con
otro
sistema
económico-‐político
que
no
sea
el
capitalismo
son
las
producciones
más
representativas
de
esta
tendencia,
de
acuerdo
con
el
autor,
estas
creaciones
ideológicas
están
presentes
en
la
publicidad,
las
canciones
hip-‐hop,
en
las
películas
de
ciencia
ficción
de
Hollywood,
entre
otros
productos
culturales.
El
realismo
capitalista,
no
puede
ser
confinado
al
arte
ni
a
la
forma
cuasi-‐
propagandística
en
la
cual
funciona
la
publicidad.
Es
más
como
una
atmósfera
penetrante
que
condiciona
no
solamente
la
producción
de
cultura,
actuando
como
una
especie
de
barrera
invisible
que
constriñe
la
acción
y
el
pensamiento.
A
inicios
del
2016
se
publicó
La
tiranía
del
sentido
común.
La
reconversión
neoliberal
de
México
de
Irmgard
Emmelhainz.
Este
ensayo
declara
que
el
neoliberalismo
representa
La
producción
de
sentido
común
basado
en
la
racionalidad
del
interés
propio
y
el
deseo,
y
que
no
sólo
mantiene
sino
que
causa
que
las
relaciones
de
poder
(una
red
de
control)
proliferen.
En
otras
palabras,
considero
al
neoliberalismo
como
una
sensibilidad
que
trabaja
los
deseos
más
íntimos,
colonizando
nuestros
sueños,
canibalizando
nuestros
ideales
de
libertad
y
regurgitándolos
como
estrategias
de
control
social
[…]
Por
lo
tanto,
podría
pensarse
al
neoliberalismo
como
una
forma
de
pensar,
producir
y
distribuir
los
antagonismos
y
el
goce
al
poner
en
escena
una
promesa
de
gratificación
(eternamente
diferida)
y
al
poder
como
una
compleja
red
de
distribución
de
5
cuerpos
inmersos
en
la
aceleración
diferencial
de
la
realidad
sensual
a
partir
de
su
distribución
en
el
espacio
[…]
trabajando
nuestras
subjetividades
a
partir
del
deseo,
la
sensibilidad
y
el
afecto,
lo
cual
empapa
al
arte
y
a
la
cultura,
así
diferencia
al
tiempo
que
homogeneiza
moldeando
vidas
y
deseos.
Por
ello
considero
que
el
neoliberalismo
es
un
totalitarismo,
al
igual
que
el
estalinismo
o
el
nazismo,
un
proyecto
político
tirano
que
instrumentaliza
la
estética
como
arma
de
dominación
y
por
esta
vía
transforma
materialmente
la
realidad.
La
hipótesis
de
este
ensayo
radica
en
declarar
que
el
movimiento
artístico
oficial
del
neoliberalismo
y
el
único
autorizado
por
la
triada
finanzas-‐estado-‐industria
del
régimen,
es
una
especie
de
realismo
socialista
negativo,
imposición
e
intervención
global
de
una
nueva
libertad
que
hace
del
mundo
un
lugar
más
bello;
una
nueva
libertad
que
es
fruto
y
trofeo
post-‐ideológico
del
aparente
“final
de
la
historia”
proclamado
por
Francis
Fukuyama—.
Se
trata
de
un
Realismo
neoliberal
que
apadrina
y
permite
imaginar
todos
los
apocalipsis
pero
impide,
tajantemente,
fantasear
con
el
fin
del
libre
mercado
y
la
propiedad
privada.
Las
consideraciones
antes
mencionadas
me
permitieron
analizar
el
billete
conmemorativo
de
la
Revolución
mexicana
como
la
quinta
etapa
del
muralismo
de
Siqueiros,
propaganda
realista
neoliberal
mexicana
y
síntoma
de
la
desintegración
plástica.
Este
análisis,
busca
comprender
cómo
confluyen
el
arte,
el
dinero
y
el
Estado-‐nación
en
una
imagen
¿Cuáles
son
las
implicaciones
que
trae
consigo
un
billete
de
100
pesos,
conmemorativo
de
la
Revolución
mexicana
que,
al
mismo
tiempo,
representa
arte,
dinero
y
Estado?
6
I.
MÉXICO,
COMO
PRIMERA
EXPERIENCIA
PARA
LA
DESINTEGRACIÓN
PLÁSTICA
Según
Wikipedia
La
Generación
de
la
Ruptura
es
el
nombre
que
dio
la
crítica
de
arte
Teresa
del
Conde
al
conjunto
de
artistas
mexicanos
y
extranjeros
radicados
en
México,
que
en
la
década
de
los
50
comenzaron
a
reaccionar
contra
lo
que
percibían
como
los
gastados
valores
de
la
Escuela
Mexicana
de
Pintura,
la
cual
aglutinaba
a
los
muralistas
mexicanos
(David
Alfaro
Siqueiros,
Diego
Rivera
y
Clemente
Orozco
entre
otros)
cuya
temática
nacionalista,
izquierdista
y
revolucionaria
había
sido
la
corriente
artística
hegemónica
en
México
desde
el
estallido
de
la
revolución
mexicana
en
1910
[…]
La
generación
de
la
Ruptura
incorporó
valores
más
cosmopolitas,
abstractos
y
apolíticos
en
su
trabajo,
buscando
entre
otras
cosas
expandir
su
temática
y
su
estilo
más
allá
de
los
límites
impuestos
por
el
muralismo
y
sus
ramificaciones.
El
movimiento
no
fue
jamás
organizado
ni
definido,
como
tal
se
daba
de
modo
bastante
espontáneo,
no
era
deliberado
y
las
relaciones
entre
sus
miembros
fueron
más
bien
informales.
Supongo
que
el
logro
más
grande
de
la
Generación
de
la
Ruptura
fue
la
Desintegración
plástica.
Con
ello
no
me
refiero
a
una
simple
negación,
en
la
teoría
y
práctica
artística,
de
los
principios
básicos
de
la
Integración
plástica
del
muralismo
mexicano.
Para
los
muralistas
la
Integración
plástica,
a
grandes
rasgos,
descansaba
en
la
cooperación
de
múltiples
medios
pintura,
escultura,
arquitectura
y
diseño
para
lograr
la
articulación
de
una
obra
integral
y
monumental
de
carácter
público.
Dos
claros
referentes
de
integración
plástica
son
el
Polyforum
Siqueiros
de
David
Alfaro
Siqueiros
y
el
Cárcamo
de
Dolores
de
Diego
Rivera.
La
Desintegración
plástica
a
la
que
me
refiero
no
consistió
sencillamente
en
dejar
de
pintar
murales
y
volver
a
la
pintura
de
caballete.
La
Desintegración
plástica
se
7
asemeja
mucho
—por
falta
de
rigor
histórico,
consultas
constantes
a
Wikipedia
y
un
ánimo
trasnochado
y
paranoico,
simpatizante
de
cierta
sensibilidad
anti-‐yanqui
de
Guerra
Fría—
a
una
teoría
de
la
conspiración
y
por
lo
tanto,
desde
mi
perspectiva,
aparece
como
maniobra
de
contrainsurgencia
diseñada
desde
EUA
(nación
que
curiosamente
impulsó
y
apoyó
los
inicios
de
la
carrera
de
los
muralistas
cuando
las
políticas-‐económicas
keynesianas
estaban
en
su
apogeo
y
el
enemigo
público
de
las
potencias
capitalistas
era
el
fascismo
y
no
el
comunismo).
La
Desintegración
plástica
consistió,
pues,
en
la
fragmentación
político-‐estética
del
movimiento
muralista
desde
sus
cimientos,
mediante
su
estigmatización
y
reducción
a
propaganda
priista.
Todavía
es
muy
popular
la
descalificación
y
creencia
simplificadora
entre
la
gran
mayoría
de
artistas
jóvenes,
de
que
el
muralismo
fue
meramente
un
movimiento
propagandístico
del
Partido
Revolucionario
Institucional
(PRI),
un
exotismo
político
incoherente
y
generador
de
una
«ruta»
oficial
que
no
sólo
no
admitió
otras
posibilidades
plásticas,
sino
que,
por
el
contrario,
las
reprimió.
Otra
lectura
menos
popular
consiste
en
pensar
que
el
régimen
priista
se
apropió
del
muralismo
y
lo
ha
instrumentalizado
como
propaganda.
El
billete
de
100
pesos,
del
que
hablaré
en
este
texto,
es
una
muestra
de
desviación
priista
del
muralismo.
Es
innegable
que
los
muralistas
realizaron
muchas
de
sus
obras
más
famosas
con
el
apoyo
y
cobijo
del
Estado
mexicano
que,
paradójicamente,
nunca
fue
marxista
y
que
muy
pronto
dejó
de
ser
revolucionario.
Sin
embargo,
la
complicidad
entre
artistas
y
gobernantes
no
es
un
argumento
suficientemente
sólido
para
menospreciar
esta
corriente
y
mucho
menos
permite
entender
los
aportes
y
alcances
que,
en
tanto
movimiento
artístico
de
tipo
marxista,
efectuó
en
movimientos
artísticos
locales
e
internacionales,
de
derecha
y
de
izquierda,
por
igual.
El
muralismo
influyó
en
las
más
disímiles
historias
del
arte
del
siglo
XX:
es
bien
sabido
que
el
action
painting
de
Pollock
no
sería
posible
sin
el
accidente
controlado
de
Siqueiros.
Proféticamente
el
muralista
tituló
El
nacimiento
del
fascismo
a
la
pintura
que
dio
origen
al
accidente
controlado.
Más
tarde,
Paz,
quizá
fascinado
por
el
8
fascinante
fascismo,
renombró
a
la
pintura
de
Siquieros
como
El
nacimiento
de
la
pintura.
Por
otro
lado,
el
valor
sustancial
y
radical
de
lo
«público»
en
la
propuesta
política
y
estética
del
muralismo
es
posiblemente
la
lección
más
urgente
a
estudiar,
en
el
caso
mexicano.
El
neoliberalismo
ha
transfigurado
la
noción
de
lo
«público»,
no
sólo
en
la
política,
sino
también
en
el
arte,
debido
a
las
sistemáticas
privatizaciones,
reformas
estructurales
y
otras
medidas
de
austeridad
que
los
gobiernos
neoliberales,
en
complicidad
con
organismos
financieros
internacionales,
han
aplicado
a
nuestro
país
y
al
mundo
entero,
desde
hace
40
años.
Todo
ello
ha
debilitado
al
Estado
benefactor,
afectando
a
los
servicios
públicos
como
la
educación,
la
salud,
la
cultura,
entre
otros
sectores,
a
veces
hasta
hacerlos
desaparecer.
Por
esta
razón
es
apremiante
atender
críticamente
a
los
errores
y
aciertos
de
lo
que
los
muralistas
entendieron
por
arte
público.
Como
artistas,
es
preciso
repensar
nuestra
práctica
y
estudiar
las
opciones
de
acción
entre
la
esfera
de
lo
público-‐privado
y
lo
común.
El
reciente
desdibujo
de
las
líneas
que
separaban
lo
público
y
lo
privado
producido
por
las
redes
sociales
ha
originado
el
trazado
y
la
constitución
de
un
espacio
público
digital.
A
diferencia
del
espacio
público
moderno,
este
espacio
público
digital
no
es
administrado
por
un
Estado-‐
nación
en
particular,
sino
por
intereses
privados
globales
representados
por
diferentes
compañías
de
informática,
comunicaciones,
marketing,
finanzas
y
organismos
trasnacionales
de
inteligencia.
Volviendo
al
tema
de
este
apartado,
creo
que
la
colaboración
de
muralistas
como
Rivera
o
Siqueiros,
con
el
embrionario
régimen
priista
no
es
incoherencia,
sino
fidelidad
al
programa
estético
marxista
de
aquella
época.
Es
necesario
tener
presente
que
tanto
Siqueiros
como
Rivera
(aquí
excluyo
a
Orozco
porque
fue
más
cercano
al
anarquismo
y
al
cristianismo),
eran
militantes
marxistas,
versados
en
el
materialismo
histórico.
Rivera
era
afín
al
trotskismo
y
Siqueiros,
al
estalinismo;
corrientes
de
pensamiento
que
cada
uno
interpretó
de
forma
muy
particular.
9
Octavio
Paz
afirmó
que
Siqueiros
y
Rivera
realizaron
malas
interpretaciones
de
Marx,
sin
embargo
el
poeta
no
consideró
que
el
muralismo,
además
de
ser
un
sincretismo
de
las
vanguardias
artísticas
europeas
y
del
arte
de
las
culturas
originarias
de
México,
consistía
también
en
un
sincretismo
de
marxismos
(apenas
nacientes
en
la
América
Latina
de
la
primera
mitad
del
siglo
XX;
tal
fue
el
caso
de
Liborio
Justo
en
Argentina
o
José
Carlos
Mariátegui
en
Perú).
Estas
corrientes
políticas
desarrollaron
un
importante
cuestionamiento
a
los
fundamentos
de
La
Crítica
a
la
Economía
Política,
que
también
mostraba
los
convencionalismos
coloniales,
racistas
y
sexistas
de
cualquier
teoría
eurocéntrica
del
XIX
y,
al
hacerlo
reinventaron
a
Marx.
De
acuerdo
con
Raúl
Fornet-‐Betancourt,
en
el
caso
específico
de
Siqueiros
se
trata
un
marxismo
transformado,
distinto
de
la
teorización
europea.
Dicho
de
otro
modo,
la
oposición
del
muralismo
contra
occidente
fue
integral:
estética
y
política.
La
realización
de
la
estética
marxista
no
recae
únicamente
en
la
pintura,
en
sus
formas
o
contenidos,
sino
también
en
lo
que
se
encuentra
alrededor
del
lienzo
o
del
muro.
En
el
caso
concreto
de
los
muralistas,
la
poética
(una
actividad
práctica
que
hace
y
rehace
cosas,
esto
es,
que
trasmuta
una
materia
o
una
situación)
está
presente
también
en
el
incompatible
consentimiento
de
pintar
una
obra
marxista
en
los
muros
de
una
edificación
del
régimen
priista.
Ambos
pintores,
Rivera
y
Siqueiros,
concebían
al
capitalismo
como
la
última
etapa
del
proceso
histórico,
y
por
lo
tanto
representaba
una
transición
necesaria
para
llegar
al
proyecto
político
del
futuro:
el
comunismo.
En
consecuencia,
la
misión
de
llevar
al
límite
las
contradicciones
del
sistema
capitalista
era
menester
obligatorio
para
colapsarlo
y
superar
el
estadio
burgués.
En
su
consideración,
el
Estado
capitalista
era
un
horizonte
temporal
que
debía
ser
derrocado
desde
adentro.
Los
muralistas
intentaron
férreamente
llevar
la
negación
(dialéctica)
a
su
fin
lógico-‐
histórico,
conforme
al
programa
de
una
estética
marxista,
y
reclamaron
como
suyo
y
ocuparon
a
largo
plazo,
cual
tumor
carcinoide,
lo
que
no
era
de
ellos:
las
paredes
de
los
intestinos
de
la
propiedad
privada
más
pública,
el
Estado.
10
La
sociedad
sin
clases,
sin
propiedad
privada,
sin
explotación
del
hombre
por
el
hombre,
no
ha
acontecido
hasta
la
fecha.
El
PRI
sigue
en
el
poder
y
si
continuamos
por
la
misma
vía:
nos
espera
un
futuro
todavía
más
podrido.
Desde
la
óptica
del
pesimismo
cínico
burgués
los
muralistas
se
nos
presentan
como
unos
románticos
politizados
que
se
equivocaron,
pareciera
innegable
que
el
sistema
capitalista
los
derrotó.
Pero
si
lo
observamos
desde
el
ángulo
del
marxismo
esto
sólo
significa
una
cosa:
la
historia
no
se
ha
acabado.
Opacar
las
radicales
aportaciones
plásticas
que
Rivera,
Orozco
y
Siqueiros
hicieron
en
sus
numerosas
acciones
políticas
y
estéticas
es
negar
la
extrema
vigencia
del
análisis
de
la
praxis
plástica
del
muralismo.
Para
continuar
con
la
teoría
de
la
conspiración,
que
he
llamado
Desintegración
plástica,
haré
una
irresponsable
y
paranoide
generalización:
la
propuesta
estética
de
la
Generación
de
la
Ruptura
se
comportó,
muchas
veces,
dócil
y
obedeciendo
a
las
demandas
políticas
y
económicas
que
los
EUA
de
posguerra
—afectados
por
el
macarthismo—
exigían
a
los
países
del
Tercer
Mundo.
Por
otro
lado,
los
artistas
jóvenes,
con
justa
razón,
distinguían
el
germen
y
motivo
de
las
más
horribles
atrocidades
que
la
humanidad
haya
cometido
contra
sí
misma,
en
cierto
nacionalismo
exacerbado
de
la
Escuela
Mexicana
de
Pintura.
Sin
ahondar
en
pormenores
me
limitaré
a
mencionar
tres
componentes
indispensables
para
entender
las
exigencias
y
alcances
del
proyecto
cultural
de
Washington
durante
la
Guerra
Fría
en
América
Latina:
la
Organización
de
los
Estados
Americanos
(OEA),
los
Salones
ESSO
de
Artistas
Jóvenes
y
el
influyente
crítico
de
arte
José
Gómez-‐Sicre.
Si
se
quiere
profundizar
en
el
tema,
el
libro
Pintura
mexicana
en
tiempos
de
cambio
de
Shifra
Goldman
explica
el
papel
de
la
CIA
en
el
arte
latinoamericano
durante
la
Guerra
Fría
y
un
texto
contemporáneo
de
Claire
Fox
Making
Art
Panamerican
que
trata
la
relación
Gómez-‐Sicre,
la
OEA
y
las
políticas
gringas
en
el
sur
de
América.
11
Para
las
finalidades
del
presente
ensayo,
es
necesario
tomar
distancia
y
una
definición
distinta
de
la
Generación
de
la
Ruptura.
Para
ello
hemos
de
prescindir
de
la
noción
de
“ruptura”
como
movimiento
artístico,
(ya
que
ni
siquiera
se
consideraban
una
corriente
artística,
había
numerosas
diferencias
formales
y
conceptuales
entre
sus
obras)
para
tratarla
como
un
slogan
exitoso
que
devino
puesta
en
escena;
un
montaje
de
gestos
de
pleno
agrado
para
nuestro
espectador
y
vecino
más
poderoso,
Estados
Unidos
de
América
del
Norte.
La
Ruptura,
percibida
como
slogan
y
teatralidad,
escapa
al
control
e
intereses
individuales
y
específicos
de
un
pequeño
grupo
de
artistas.
La
Ruptura
como
slogan
y
teatralidad
de
un
síntoma
local
propio
de
la
segunda
mitad
del
siglo
XX
interioriza
un
malestar
global.
La
Ruptura
rompe
con
la
política-‐estética
marxista
y
nacionalista
del
muralismo
para
pactar
con
la
sensibilidad
y
valores
de
las
democracias
liberales
avanzadas.
Con
ello
pone
en
marcha
la
gran
arma
ideológica
de
la
cultura
del
bloque
Occidental:
la
libertad
de
expresión.
El
proyecto
sensible
y
gestual,
expresivo
y
teatral,
del
bloque
capitalista,
tiene
su
máxima
expresión
en
la
individualidad
y
en
la
exasperada
intimidad
plasmada
en
muchos
de
los
lienzos
del
llamado
expresionismo
abstracto
que
como
ya
se
mencionó
no
sería
posible
sin
el
accidente
controlado
de
Siqueiros.
El
delirio
de
persecución
me
lleva
a
especular
que
acaso
el
expresionismo
abstracto
fue
en
esencia
eso
un
accidente
controlado;
pero
por
la
CIA.
La
Generación
de
la
Ruptura
no
se
declaró
públicamente
como
una
agrupación
a
favor
o
en
contra
de
alguna
ideología
de
derecha
o
de
izquierda.
Como
muchos
artistas
que
experimentaron
la
Segunda
Guerra
Mundial,
ya
fuera
como
víctimas
o
como
victimarios
o
espectadores,
desconfiaron
de
la
política
y
de
cualquier
proyecto
estético
totalitario.
Además
de
la
fuerte
influencia
que
tuvieron
algunos
artistas
españoles
—familiarizados
con
las
vanguardias
artísticas
europeas—
que
llegaron
exiliados
a
México
como
resultado
de
la
Guerra
Civil
Española.
A
la
Generación
de
la
Ruptura
los
unió
una
demanda
y
misión
común:
reclamar
la
libertad
creadora,
que
consideran
difícil
de
ejercer
bajo
la
opresiva
figura
paternal
12
del
arte
oficial
mexicano.
José
Luis
Cuevas,
en
su
famoso
texto
La
cortina
de
nopal,
denunció
el
sentimiento
de
encierro
provocado
por
el
aparente
himno
de
guerra
“no
hay
más
ruta
que
la
nuestra”
del
arte
oficial
mexicano,
claustrofobia
compartida
por
muchos
otros
artistas
jóvenes.
Sin
embargo,
las
obras
y
textos
de
esta
generación
de
artistas
presumidamente
sin
ideología,
es
decir
“sin
falsa
conciencia”,
producciones
autónomas
e
independientes
del
arte
oficial,
hoy
pueden
interpretarse
igual
de
ideológicas
que
las
de
sus
antecesores
muralistas
ya
que
sirvieron
para
reproducir,
acaso
de
manera
involuntaria,
las
existentes
relaciones
de
opresión.
Bajo
la
presión
de
la
Guerra
Fría
y
la
latente
amenaza
de
las
revoluciones
y
guerrillas
en
América
Latina,
uno
de
los
primeros
proyectos
estéticos
a
abatir
fue
el
muralismo.
A
estas
alturas
del
partido
es
evidente
que
la
cultura
fue
una
de
las
muchas
armas
y
herramientas
ideológicas
que
ayudaron
a
los
Estados
Unidos
a
ganar
la
Guerra
Fría.
Octavio
Paz
atinó
en
declarar
que
el
mal
que
Cuevas
pintaba
no
era
el
mal
visible.
13
II.
¿ES
LA
QUINTA
ETAPA
DEL
MURALISMO
VALIOSA?
Como
todas
nuestras
artes
contemporáneas
–y
quizá
más
acusadamente-‐
la
pintura
es
hija
de
la
Revolución
mexicana.
Octavio
Paz
Siqueiros
escribió
numerosos
textos
con
los
cuales
acompañó
su
propuesta
política-‐
estética.
El
arte
público
monumental,
de
corte
marxista,
fue
un
tema
que
exploró
recurrentemente
en
su
destreza
discursiva.
En
sus
escritos
más
populares
profundizaba
sobre
su
propia
obra,
extendía
críticas
a
la
obra
de
sus
camaradas
o
dibujaba
un
objetivo
en
común
para
el
arte
de
su
tiempo,
ya
sea
luchando
al
lado
de
las
resistencias
campesinas
y
obreras
de
México,
con
los
republicanos
en
la
Guerra
Civil
Española
o
en
contra
de
la
expansión
del
fascismo
alemán
y/o
el
imperialismo
norteamericano.
En
el
breve
texto
Esculto-‐pintura,
cuarta
etapa
del
muralismo
en
México,
Siqueiros
describe
concisamente
las
etapas
de
su
obra
mural:
Si
en
la
primera
etapa
de
nuestro
muralismo
pasamos
de
la
composición
propia
de
caballete
—una
composición
relativa
y
en
cierto
modo
primaria—
a
la
composición
mural
en
rectángulos
que
yo
llamo
estáticos,
y
en
la
segunda
atacamos
soluciones
en
superficies
interiores
y
hasta
exteriores
en
algunos
casos,
en
la
tercera
y
cuarta
etapas
hemos
podido
afrontar
el
principio
que
algunos
llamarán
integración
plástica,
o
sea
la
conjugación
de
arquitectura,
pintura
y
escultura
como
fenómeno
inmutilable,
esto
es,
un
paso
hacia
lo
que
yo
he
llamado
en
otras
ocasiones
arte
público
integral,
un
concepto
del
nuevo
realismo,
superrealismo
o
realismo
integral.
La
ineptitud
histórica,
económica,
política
y
artística
que
motiva
este
ensayo
radica
en
la
paranoica
hipótesis
de
que
con
la
impresión
del
panel
de
los
campesinos
alzados
en
armas
del
mural
de
Siqueiros,
Del
Porfirismo
a
la
Revolución,
en
un
billete
de
100
pesos,
el
Banco
de
México
no
sólo
pone
en
circulación
un
nuevo
billete
para
14
conmemorar
los
100
años
de
la
Revolución
mexicana,
sino
que
además
da
forma
a
la
quinta
etapa
del
muralismo
mexicano.
Para
explicar
lo
anterior
haré
un
recorrido
por
las
etapas
del
muralismo
de
Siqueiros
a
la
par
de
la
historia
económica
de
México.
PRIMERA
ETAPA
DEL
MURALISMO:
LA
RECONSTRUCCIÓN
DEL
SISTEMA
POLÍTICO
MEXICANO
A
su
retorno
a
México
en
1922,
después
de
una
estancia
por
Europa,
Siqueiros
es
convocado
por
José
Vasconcelos
para
pintar
los
muros
(1922-‐24)
de
la
Escuela
Preparatoria
Nacional,
ahora
Antiguo
Colegio
de
San
Ildefonso,
taller
y
laboratorio
del
muralismo.
«Estoy
totalmente
de
acuerdo
con
su
idea
básica
de
crear
una
nueva
civilización
extraída
de
las
más
profundas
entrañas
de
México…
».
Siqueiros
escribe
a
Vasconcelos
en
una
carta.
En
estas
obras
inconclusas
ya
aparecen
temas
que
quedarán
como
referentes
del
imaginario
siqueiriano:
la
religiosidad,
la
lucha
campesina
y
obrera,
el
sincretismo
comunista.
Para
esos
primeros
murales
aplicó
las
ancestrales
técnicas
del
fresco
y
la
encáustica.
Ambos
procedimientos
necesitan
de
materias
primas
como
cal,
cera
o
huevo
para
su
producción;
la
materialidad
de
esta
pintura
concuerda
con
la
utilizada
en
una
economía
pre-‐industrial
como
es
el
caso
de
la
mexicana,
todavía
en
recuperación
de
los
estragos
de
la
Revolución:
una
economía
agrícola
en
camino
a
la
industrialización.
El
progreso
del
país
y
la
estabilidad
económica,
no
podían
ser
alcanzados
sin
antes
reconstruir
el
sistema
político
mexicano.
Durante
esa
truculenta
década
se
sentaron
las
bases
para
la
creación
del
Partido
Nacional
Revolucionario
que
más
tarde
cambiaría
su
nombre
a
Partido
Revolucionario
Institucional.
15
En
un
contexto
político-‐económico
internacional
inestable,
la
economía
mexicana
entró
en
crisis
en
1927
debido
a
la
contracción
de
las
exportaciones,
la
agudización
de
conflictos
internos,
como
el
religioso,
y
externos
con
Estados
Unidos
a
causa
del
petróleo
y
del
campo.
A
ello
hay
que
sumarle
la
disputa
político-‐militar
entre
Plutarco
Elías
Calles
y
Álvaro
Obregón,
que
culminaría
con
el
asesinato
de
éste
último
en
1928.
16
En
1932
encuentra
una
solución
a
la
necesidad
de
abandonar
México
y
es
invitado
como
docente
a
la
Chouinard
School
of
Arts
en
Los
Angeles,
California.
Ahí
pinta
Mitin
Obrero
(1932)
obra
mural
elaborada
con
la
innovadora
técnica
que
el
artista
llamó
«fresco
moderno»
empleando
por
primera
vez
el
proyector
de
fotografías,
la
pistola
de
aire
y
el
aerógrafo.
Funda
además
Block
of
Mural
Painters,
colectivo
de
trabajo
conformado
por
estudiantes
de
la
Chouinard.
El
grupo
se
constituye
con
el
objetivo
de
enseñar,
en
la
práctica,
las
técnicas
artísticas
de
«el
Renacimiento
mexicano»
como
se
conocía
al
muralismo
en
el
extranjero
gracias
a
Jean
Charlot.
En
el
texto
Vehículos
de
la
pintura
dialéctica
subversiva
(1932)
Siqueiros
declara,
«La
revolución
técnica
consiste,
pues,
en
que
el
Block
of
Mural
Painters
está
usando
ventajosamente
los
modernos
elementos
e
instrumentos
de
producción
plástica
que
la
ciencia
y
la
mecánica
moderna
aportan.
Para
el
Bloque
los
modernos
elementos
e
instrumentos
de
producción
pictórica
representan
una
reserva
de
inmenso
valor
para
la
propia
esencia
de
la
plástica
y
para
la
pintura
política
de
agitación
y
propaganda
revolucionarias.
Son
el
único
vehículo
posible
para
los
pintores
de
convicción
marxista
y,
en
general,
para
aquellos
que
hayan
sido
estremecidos
por
la
vida
actual».
El
periodo
de
1920
a
1940,
de
la
historia
económica
de
México,
es
conocido
por
la
profundización
y
ampliación
de
la
reforma
agraria,
la
nacionalización
del
petróleo
y
17
los
ferrocarriles,
y
por
la
creación
de
todo
un
conjunto
de
empresas
estatales;
y
posteriormente
por
la
organización
masiva
de
la
clase
trabajadora
bajo
el
control
del
gobierno,
el
desarrollo
de
las
comunicaciones,
la
reorganización
del
sistema
financiero
y
el
establecimiento
de
las
bases
de
una
agricultura
rentable,
a
través
de
obras
de
irrigación
e
impulso
a
la
producción
eléctrica
principalmente.
En
1940,
año
en
que
se
da
por
finalizado
el
primer
«fresco
moderno»
en
México,
inicia
el
período
histórico
llamado
«crecimiento
hacia
afuera».
En
1940,
la
Segunda
Guerra
Mundial
provocó
una
mayor
demanda
de
bienes
primarios
y
manufacturados,
en
Europea
y
en
Estados
Unidos,
producidos
en
los
países
periféricos;
situación
que
condujo
a
un
mayor
crecimiento
de
las
exportaciones
mexicanas
y
que
se
prolongó
hasta
1945.
El
auge
exportador
elevó
la
capacidad
del
país
para
importar,
lo
que
facilitó
poner
en
práctica
el
intento
de
crear
una
industria
sustentada
en
la
demanda
interna.
Tentativa
que
requirió,
al
menos
en
un
inicio,
de
importaciones
de
maquinaria
e
insumos
intermedios.
Retrato
de
la
burguesía
(1939-‐1940),
es
el
mural
que
Siqueiros
realizó
para
el
cubo
de
la
escalera
principal
del
Sindicato
Mexicano
de
Electricistas.
La
obra
retrata,
con
tono
expresionista,
la
barbarie
perpetrada
por
el
fascismo
y
las
democracias
burguesas
contra
la
izquierda
y
la
clase
oprimida.
Los
materiales
y
herramientas
utilizados
fueron
industriales,
aplicando
la
piroxilina
con
compresor,
brocha
de
aire
y
aerógrafo.
De
nuevo
usó
fotografía
a
manera
de
bocetos,
y
para
su
ejecución
conformó
al
Equipo
Internacional
de
Artes
Plásticas,
integrado
por
pintores
que
el
éxodo
de
España
y
el
gobierno
cardenista
trajeron
a
México:
Joseph
Renau,
Rodríguez
Luna
y
Miguel
Prieto.
18
TERCERA
ETAPA
DEL
MURALISMO
MEXICANO:
DESARROLLO
ESTABILIZADOR
El
«crecimiento
hacia
adentro»
estuvo
caracterizado
por
un
desarrollo
sostenido
con
bajas
tasas
de
desempleo
y
una
inflación
estable.
Este
fenómeno
conocido
como
el
«milagro
mexicano»
fue
el
episodio
más
relevante
en
la
historia
económica
del
país.
En
los
años
sesenta,
la
tasa
real
de
crecimiento
del
PIB
alcanzó
un
promedio
de
6.7%
anual
y
la
inflación,
después
de
haber
asimilado
las
repercusiones
de
la
devaluación
de
1954,
descendió
a
un
nivel
anual
de
2.5%.
El
periodo
se
caracterizó
por
una
prolongada
estabilidad
cambiaria
que
duró
20
años.
En
suma,
las
décadas
de
1950
y
1960
se
caracterizaron,
en
lo
general,
por
un
bajo
desempleo,
un
rápido
crecimiento
y
una
inflación
estable.
Cuando
Siqueiros
integra
la
tercera
dimensión
y
la
noción
de
espectador
en
movimiento
a
sus
proposiciones
sobre
el
arte
público,
marca
el
final
de
la
segunda
etapa
del
muralismo.
Inicia,
entonces,
la
experimentación
con
láminas
semicóncavas
como
en
el
mural
Muerte
al
invasor
(1941-‐42)
pintado
en
Chile,
con
elementos
escultóricos
en
Cuauhtémoc
contra
el
mito
(1944)
pintado
en
su
casa
de
la
Colonia
Roma
o
en
El
hombre
amo
y
no
esclavo
de
la
técnica
(1951)
para
el
Instituto
Politécnico
Nacional.
En
los
murales
El
derecho
a
la
cultura,
Nuevo
símbolo
universitario
(1952-‐1956)
y
El
pueblo
a
la
Universidad,
la
Universidad
al
pueblo
(1952-‐1956)
pintados
para
la
Torre
de
Rectoría
en
Ciudad
Universitaria
(CU),
el
artista
identifica
otro
tipo
de
espectador,
producto
del
auge
de
los
recientes
programas
de
urbanización.
La
novedosa
noción
de
un
espectador
en
movimiento
ayuda
a
cuestionar
y
continuar
la
producción
anterior.
En
los
murales
de
CU
Siqueiros
identifica
a
un
nuevo
sujeto,
con
otra
forma
de
ver
y
entender
el
espacio
público
que
no
es
propia
del
peatón.
Un
sujeto
que
es
producto
del
acelerado
desarrollo
urbano
y
económico
experimentado
en
el
sexenio
de
Miguel
Alemán:
el
espectador
motorizado
de
la,
entonces
naciente,
sociedad
de
consumo.
19
Dos
de
los
tres
murales
proyectados
por
Siqueiros
para
CU:
El
derecho
a
la
cultura
y
Nuevo
símbolo
universitario,
están
inacabados
y
El
pueblo
a
la
Universidad,
la
Universidad
al
pueblo
fue
el
único
que
se
concluyó.
Estas
obras,
con
todo
y
la
interrupción
como
fiel
metáfora
del
«milagro
mexicano»,
son
la
muestra
más
clara
de
la
tercera
etapa
mural.
Por
ejemplo
el
mural,
diseñado
para
el
muro
sur
de
la
Torre
de
Rectoría,
El
pueblo
a
la
Universidad,
la
Universidad
al
pueblo.
Por
una
cultura
nacional
neohumanista
de
profundidad
universal,
fue
elaborado
con
la
técnica
de
esculto-‐pintura,
trazado
con
vinilita
y
recubierto
con
mosaico
de
vidrio.
En
ese
momento
Siqueiros
ya
no
estaba
dialogando
con
el
humanista
del
Renacimiento,
ni
con
el
obrero
del
Realismo
socialista.,
se
dirigía
al
espectador
motorizado
de
la
sociedad
del
consumo.
En
el
texto
El
affiche
como
antecedente
y
experiencia
para
nuestra
pintura
mural
en
el
exterior
(1953)
declara:
La
única
experiencia
formal
directa,
inmediata
que
ha
tocado
el
problema
del
arte
de
representación
realista
en
el
exterior
es
el
arte
comercial
destinado
a
la
calle,
el
arte
destinado
a
las
multitudes
y
a
las
multitudes
en
movimiento
[…]
Un
arte,
en
consecuencia,
sujeto
a
soluciones
ópticas
para
las
grandes
distancias,
para
el
juego
angular
en
la
perspectiva.
[…]
un
muralismo
exterior
de
la
sociedad
económica
inmediata
anterior
(la
sociedad
capitalista)
a
la
que
nosotros
los
marxistas
estamos
construyendo
(la
sociedad
socialista),
que
los
sarcásticamente
llamados
pintores
de
vanguardia,
en
el
mundo
entero,
no
han
podido
ver,
porque
el
destino
económico,
mercantil,
de
sus
obras,
no
les
ha
permitido
salir
de
las
sombras
de
sus
pequeños
talleres
individuales,
de
los
limitados
apartamientos
de
los
ricos
y
de
las
ahogadas
galerías
de
algunas,
muy
pocas,
ciudades
del
mundo.
20
CUARTA
ETAPA
DEL
MURALISMO
MEXICANO:
POPULISMO
En
1963,
durante
la
tercera
y
última
estancia
del
artista
en
la
penitenciaria
de
Lecumberri
—preso
por
cuatro
años
(1960-‐64),
bajo
el
debatible
cargo
de
«disolución
social»—,
lejos
de
los
murales,
sin
mítines
ni
reuniones
y
«encerrado
en
una
caja
de
zapatos»,
recibe
la
invitación
para
pintar
un
mural
en
el
Hotel
Casino
de
la
Selva,
en
Cuernavaca,
propiedad
del
empresario
Suárez
y
Suárez.
Sin
embargo,
en
1966,
debido
a
la
próxima
celebración
de
los
Juegos
Olímpicos
de
1968
en
México,
a
la
importancia
del
artista
y
a
las
buenas
relaciones
del
mecenas
con
el
presidente
Díaz
Ordaz,
cambiaron
la
sede
del
mural.
Lo
que
llevó
a
proyectar
la
construcción
de
un
atractivo
turístico:
«el
mural
más
grande
del
mundo».
A
un
costado
del
Hotel
México
en
el
Parque
de
la
Lama,
ambos
propiedad
de
Suárez
y
Suárez,
en
la
Ciudad
de
México.
El
mural
de
237.6
metros
cuadrados
La
Marcha
de
la
Humanidad
(1965-‐71),
ubicado
en
el
Polyforum
Siqueiros,
se
inauguró
el
15
de
diciembre
de
1971.
La
ceremonia
fue
encabezada
por
el
recién
electo
presidente
Luis
Echeverría,
el
empresario
Manuel
Suárez
y
Suárez,
el
arquitecto
priista
Guillermo
Rossell
de
la
Lama,
el
artista
David
Alfaro
Siqueiros
y
el
escritor
Salvador
Novo
dieron
discursos
inaugurales.
El
arte
público
integral
—la
colisión
indisoluble
y
transformación
de
la
arquitectura,
la
escultura,
la
pintura,
la
danza,
la
música
y
el
teatro
en
una
manifestación
plástica
total—,
es
la
principal
característica
de
la
cuarta
etapa
del
muralismo.
En
el
Polyforum
Siqueiros
desembocaron
muchas
de
las
nociones
plásticas
siqueirianas:
el
fresco
moderno,
la
perspectiva
poliangular,
el
espectador
en
movimiento,
la
plástica
cinefotogénica,
la
plástica
fílmica,
la
esculto-‐pintura,
la
poliplástica,
la
policromía,
el
cuadro
mural
y
la
caja
plástica,
entre
otras.
21
Lo
que
distingue
a
este
mural
de
los
anteriores,
además
de
cualidades
y
particularidades
político-‐estéticas
específicas,
es
el
origen
de
los
fondos
económicos
para
la
producción.
En
los
murales
previos
el
patrocinio
emanaba
directamente
del
Estado
benefactor,
de
vena
keynesiana-‐proteccionista
y
administrado
por
el
Partido
Revolucionario
Institucional,
aunque
hubo
contadas
excepciones
(en
EUA
y
Cuba,
por
ejemplo)
en
que
Siqueiros
obtuvo
dinero
privado
para
hacer
obra
mural.
El
Polyforum
Siqueiros
fue
realizado
con
el
patrocinio
del
pudiente
empresario
y
mecenas
del
arte
mexicano,
Manuel
Suárez
y
Suárez.
El
Polyforum
Siqueiros
representa,
además
de
la
cuarta
etapa
del
muralismo,
el
surgimiento
de
una
acaudalada
clase
empresarial,
capaz
de
colocarse
a
la
altura
del
Estado
mexicano.
El
patrocinio
del
Polyforum
Siqueiros
pone
en
duda
el
derecho
exclusivo
del
régimen
priista
para
apadrinar
el
muralismo.
ENTRE
LA
CUARTA
Y
LA
QUINTA
ETAPA:
FIDEICOMISO
DEL
LEGADO
DE
DAVID
ALFARO
SIQUEIROS
Siqueiros
y
su
esposa
Angélica
Arenal
se
mudaron
al
número
29
de
la
Calle
Tres
Picos
en
Polanco
en
febrero
de
1960.
Vendieron
su
casa
y
se
mudaron
al
nuevo
domicilio
gracias
a
su
cercanía
con
el
Castillo
de
Chapultepec
donde
el
artista
realizaba
el
mural
Del
porfirismo
a
la
Revolución
(1958-‐66)
en
la
Sala
de
la
Revolución
del
Museo
Nacional
de
Historia.
Sin
embargo,
el
9
de
agosto
de
1960
es
apresado
y
a
su
liberación,
en
1964,
decide
partir
a
Cuernavaca.
Ahí
construye
una
casa-‐taller-‐escuela
donde
inicia
la
realización
de
los
paneles
de
La
Marcha
de
la
Humanidad
destinados
al
Polyforum
Siqueiros.
Años
más
tarde,
en
1969,
bautizó
a
su
casa
de
Polanco,
Sala
de
Arte
Público,
con
la
idea
de
convertirla
en
un
centro
de
teoría,
enseñanza
e
innovación
en
el
arte
público.
En
el
comienzo
de
la
década
de
1970
el
auge
inflacionario
marca
una
línea
divisoria
22
en
el
desempeño
económico
de
México.
En
1971,
el
mismo
año
que
se
finaliza
La
Marcha
de
la
Humanidad,
se
derrumba
el
sistema
de
Bretton
Woods,
cuando
los
Estados
Unidos
deciden
abandonar
el
patrón
oro,
con
lo
que
se
devalúa
el
dólar;
en
consecuencia
aumentan
los
precios
del
petróleo
entre
1975
y
1979.
Siqueiros,
antes
de
morir,
al
igual
que
Diego
Rivera,
donó
«al
pueblo
de
México»
mediante
un
testamento
público,
la
Sala
de
Arte
Público
Siqueiros,
ubicada
en
Polanco
y
La
Tallera
Casa
Estudio
de
David
Alfaro
Siqueiros
en
Cuernavaca,
Morelos,
junto
con
una
importante
colección
de
obra
de
caballete,
gráfica,
dibujo,
estudios
y
proyectos
murales,
así
como
su
archivo
personal
y
biblioteca.
Designó
a
su
esposa
albacea
y
ejecutiva
de
su
legado,
a
través
de
un
fideicomiso
que
debía
actuar
de
acuerdo
a
las
instrucciones
de
un
comité
técnico
del
que
formaron
parte
Adriana
Siqueiros,
Sofía
Bassi,
Luis
Suárez,
Jorge
Díaz
Serrano,
Alberto
Híjar,
Felipe
Lacouture
y
José
López
Portillo
y
Pacheco.
El
20
de
junio
de
1974,
por
acuerdo
publicado
en
el
“Diario
Oficial”
de
la
Federación
del
día
5
de
julio
del
mismo
año,
se
dispuso
la
constitución
de
un
fideicomiso
en
el
Banco
de
México,
S.
A.,
con
los
bienes
que
integran
el
legado
del
pintor
José
David
Alfaro
Siqueiros,
protocolizado
en
Escritura
1665,
ante
el
C.
Luis
Lauro
Aguirre,
Notario
Público
número
4
en
Cuernavaca,
Mor.,
el
12
de
diciembre
de
1973.
A
partir
de
1974
Luis
Arenal
dirige
la
Tallera
y
Angélica
Arenal
asume
la
dirección
de
la
Sala
de
Arte
Público.
El
joven
maestro
de
la
Facultad
de
Filosofía
y
Letras
Alberto
Híjar
se
asegura
de
continuar
el
rumbo
político
de
Siqueiros,
hace
de
la
Sala
un
centro
de
acción
importante
para
artistas
e
intelectuales
de
izquierda.
Vietnam,
Cuba,
los
golpes
de
Estado
en
América
del
Sur,
el
capitalismo
norteamericano
y
su
imperialismo
cultural
eran
algunos
de
los
motivos
de
congregación.
Cuando
el
fideicomiso
nació
recibió
$800,000.00
anuales
hasta
que
en
1977,
durante
el
adverso
sexenio
de
López
Portillo,
la
cantidad
aumentó
a
$2.600.000
por
23
año.
Sin
embargo,
luego
de
la
crisis
económica
de
1982,
el
apoyo
descendió
hasta
que
el
presidente
Miguel
de
la
Madrid
(1982-‐88)
en
mayo
de
1988
extinguió
el
Fideicomiso
del
Legado
de
David
Alfaro
Siqueiros
por
petición
de
Angélica
Arenal.
De
esta
manera,
la
Secretaría
de
Educación
Pública,
en
representación
de
«el
pueblo
de
México»,
otorga
la
responsabilidad
de
cuidar
el
legado
de
Siqueiros
al
INBA.
Alberto
Híjar
en
un
artículo
publicado
en
el
semanario
Proceso
relata
que
Desde
el
85
la
crisis
nos
golpeó
muy
fuerte
El
Banco
de
México
no
da
fondos
para
el
fideicomiso,
pero
no
da
para
nada,
regatea
en
las
reuniones.
El
Banco
de
México
inventó
que
Angélica
no
estaba
en
condiciones
de
administrar
el
dinero
y
a
pesar
de
que
ella
estuvo
siempre
muy
lúcida,
aunque
en
sus
últimos
dos
años
vivía
la
paranoia
de
que
querían
quitarle
el
legado,
y
a
pesar
de
que
había
proyectos
concretos.
Hay
que
añadir
que
los
dos
nietos
del
pintor,
David
y
Martín,
saqueaban
el
museo.
Ya
la
situación
era
un
desastre.
El
Banco
nunca
puso
un
sistema
de
seguridad.
Los
aguaceros
provocaban
que
el
agua
cayera
en
chorros
al
interior
de
la
sala.
Y
siempre
quedaba
dinero
del
que
nunca
podíamos
disponer,
no
obstante
se
necesitaba.
El
último
proyecto
era
echar
a
andar
el
offset
y
continuar
con
la
Editorial
Arte
Público
de
Luis
Arenal.
Llevamos
técnicos
a
ver
la
máquina,
pero
nunca
nos
dieron
recursos.
Ante
esta
situación,
la
jugada
era
quitarnos
de
encima
al
fideicomiso
(…)
Por
otra
parte,
a
Angélica
le
entraban
terrores.
Si
nos
llegaba
un
documento
de
Programación
pidiendo
un
informe
sobre
paraestatales,
ella
creía
que
iban
a
quitar
el
fideicomiso
porque
estaban
cerrando
paraestatales.
En
realidad,
Angélica
pasó
así
dos
años,
y
murió
de
terror.
La
SEP
nunca
hizo
nada
a
pesar
de
las
promesas.
Entonces
yo
convencí
a
Angélica
de
que
el
INBA
se
hiciera
cargo.
Claro,
el
otro
problema
era
el
INBA,
pero
había
algo
urgente:
resolver
lo
del
techo.
24
QUINTA
ETAPA
DEL
MURALISMO
MEXICANO:
NEOLIBERALISMO
El
alto
precio
del
petróleo
y
las
grandes
reservas
que
tenía
México
le
permitieron
que
pudiera
acceder
a
créditos
en
el
mercado
internacional;
así,
la
deuda
externa
pasó
de
8,990
millones
de
dólares
en
1973
a
la
estratosférica
cifra
de
97.662
millones
de
dólares
en
1986.
Al
mismo
tiempo
la
restrictiva
política
monetaria,
aplicada
por
el
Tesoro
de
los
Estados
Unidos,
fortaleció
al
dólar
y
elevó
las
tasas
de
interés
(en
dólares);
el
pago
de
los
intereses
de
la
deuda
se
volvieron
inmensos,
motivo
por
el
cual
se
declaró
la
moratoria
de
la
deuda
en
1982.
Ese
año
marca
el
inicio
público
e
institucional
del
neoliberalismo
en
México,
una
nueva
etapa
económica
que
pondrá
fin
a
la
fuerte
intervención
del
Estado
en
algunas
actividades
económicas.
En
esa
década
arranca
un
ambicioso
programa
de
desincorporación
de
empresas
públicas,
desregulación
de
la
actividad
económica,
apertura
del
sector
financiero
y
en
general
de
toda
la
economía.
La
apertura
externa
se
coronó
con
la
firma
y
entrada
en
vigor
del
Tratado
de
Libre
Comercio
de
América
del
Norte
(TLCAN)
en
1994.
Durante
los
años
ochenta
del
siglo
pasado
la
economía
mexicana
se
caracterizó
por
una
salida
neta
de
capitales
debido
al
pago
de
los
intereses
de
la
deuda
externa,
la
cual
logró
ser
renegociada
en
1989.
También
en
los
años
ochenta
y
a
principios
de
los
noventa,
tuvieron
lugar
los
llamados
Pactos
Económicos.
A
partir
de
1987
se
logró
reducir
y
estabilizar
la
inflación,
que
pasó
de
un
histórico
150%
a
un
7%
en
1994;
sin
embargo,
la
devaluación
de
diciembre
de
ese
año
y
la
posterior
crisis
económica,
echaron
por
tierra
todo
el
edificio
económico,
que
resultó
demasiado
frágil.
25
superada
gracias
al
rescate
financiero
del
FMI
y
del
Gobierno
de
Estados
Unidos
por
el
monto
de
25
mil
millones
de
dólares.
26
etapa
histórica
en
la
que
derivó
la
Revolución
mexicana
no
fue
el
socialismo,
como
Siqueiros
hubiera
querido;
por
el
contrario,
vivimos
bajo
una
versión
más
rapaz
del
capitalismo
que
Siqueiros
no
conoció.
Según
David
Harvey,
el
régimen
neoliberal
es
una
tentativa
por
regresar
a
la
época
de
oro
del
capitalismo,
el
de
la
primera
revolución
industrial.
Por
ello
me
atrevo
a
sospechar
paranoica
y
narrativamente
—
sin
ningún
ánimo
de
cinismo
realista
tan
apreciado
en
algunas
prácticas
de
arte
contemporáneo—
que
el
Banco
de
México,
al
imprimir
el
billete
de
100
pesos
conmemorativo
del
inicio
de
la
Revolución
mexicana
está
“invirtiendo”
(semántica,
material
y
financieramente),
el
ansiado
Realismo
socialista
mexicano
de
Siqueiros.
El
muralista
esperaba
«un
arte
nacional
y
popular
[…]
en
condiciones
de
transformarse,
tanto
por
su
contenido
como
por
su
forma,
en
una
expresión
realista
socialista
[…]
pero
su
solución
fundamental
es
política»,
sin
embargo
la
solución
política
fundamental
no
ha
llegado
y
desde
casi
20
años
el
Realismo
neoliberal
mexicano
se
ha
impuesto
como
el
único
movimiento
estético
y
sensible
del
régimen
industrial-‐estatal-‐financiero.
Este
billete
conmemorativo
representa
la
quinta
etapa
del
muralismo
de
Siqueiros
de
forma
desintegrada,
es
decir,
alterada
bajo
los
efectos
aspiracionales
del
marco
de
sensibilidad
neoliberal:
el
cinismo
alcaloide
inhalado.
La
quinta
etapa
del
muralismo
de
Siqueiros
diseñada
irreflexivamente
por
el
Banco
de
México
y
el
Instituto
Nacional
de
Bellas
Artes
representa
la
desintegración
plástica
y
se
distingue
por:
circular
públicamente
de
la
manera
más
privada:
mercantilmente
ser
condición
de
posibilidad
de
cualquier
muro:
dinero
estar
hecha
de
reformas
mixtas
y
medidas
variables
de
austeridad:
precariedad
desintegrar
plásticamente
la
utopía:
crack
encoger
literal
e
ideológicamente
el
imaginario
de
la
Revolución
mexicana:
desregulación
27
comprimir
y
deformar
el
espacio-‐temporal
de
lo
público
y
lo
privado:
liberalización
dotar
de
perspectiva
y
liquidez
poliangular
para
el
espectador
endeudado:
derivados
alienar
la
plástica
cinefotogénica
y
móvil
de
afectos:
laissez-‐faire
ser
una
caja
plástica
de
cancelación
del
tiempo:
crédito
REALISMO
NEOLIBERAL
El
día
de
hoy,
sabemos
que
plantear
un
proyecto
político-‐económico
marxista
y
por
lo
tanto
una
estética
marxista,
puede
parecer
absurdo
después
de
la
disolución
de
la
URSS,
el
fin
de
la
lucha
de
clases
y
el
“fin
de
la
historia”
de
Fukuyama,
ya
que
el
neoliberalismo
se
expandió
y
triunfó
«democráticamente»
como
el
mejor
mundo
político-‐económico
posible;
por
consiguiente
el
cinismo
del
homo
economicus
se
estableció
como
sensibilidad
y
racionalidad
económica
única.
El
neoliberalismo
defiende
la
libertad
económica,
el
libre
mercado,
hasta
la
muerte.
A
lo
largo
de
la
historia
hemos
presenciado
que
la
mayoría
de
las
intervenciones
militares
de
EUA
terminan
en
préstamos,
privatizaciones,
tratados
comerciales
y
otras
negociaciones
financieras.
Para
que
la
libertad
mercantil
sea
factible,
son
necesarias
una
serie
de
reformas
políticas
y
económicas
encaminadas
principalmente
a
disminuir
la
intervención
del
Estado
en
la
iniciativa
privada;
la
mayoría,
orientadas
a
debilitar
las
políticas
públicas
del
Estado
destinadas
al
bienestar
(salud,
educación,
preservación
de
los
recursos
naturales,
etc.),
con
lo
que
las
clases
más
desprotegidas
son
afectadas
directamente.
David
Harvey
piensa
al
neoliberalismo
como
una
restitución
del
poder
de
clase:
los
Slim,
los
Walton,
los
Gates,
los
Buffett,
etc.
La
frase
nosotros
somos
el
99%,
estandarte
del
movimiento
Ocuppy,
representa
una
descripción
precisa
del
neoliberalismo
pensado
como
el
ejercicio
del
poder
económico
y
político
de
la
clase
dominante,
constituida
por
ese
1%
restante,
sobre
el
99%
de
la
población
global.
28
Dentro
de
este
panorama,
considero
que
el
Realismo
neoliberal
constituye
la
visualidad
totalizante
que
alimenta
al
régimen
escópico
del
capitalismo
contemporáneo.
El
realismo,
en
la
historia
de
la
pintura,
se
asume
como
el
momento
de
coincidencia
de
la
objetividad
en
el
arte,
sin
embargo
el
realismo
nunca
es
real
ya
que
el
principio
de
objetividad,
en
todo
realismo,
siempre
está
sustentado
por
una
ideología.
Existe
una
serie
de
creencias
y
verdades
que
determinan
la
vida
social
de
una
civilización
ligadas
a
un
modo
de
producción
específico,
en
este
caso
el
neoliberalismo
produce
una
conciencia
propia
de
lo
que
es
bello
y
verdadero.
Octavio
Paz
criticaba
que
el
«realismo
ideológico
de
los
pintores
revolucionarios
(…)
afiliados
al
realismo
socialista»
entrañaba
una
inaceptable
sujeción
del
arte
a
un
«realismo»
que
nunca
se
portó
respetuoso
con
la
realidad.
Hoy,
en
ese
billete
de
100
pesos,
el
«realismo»
se
muestra
muy
respetuoso
con
ese
«campo
de
fuerzas
magnéticas»
que
para
el
premio
Nobel
simbolizaba
la
realidad;
ya
en
1960
Paz
nos
advierte
que
la
realidad
ha
dejado
de
ser
estática,
«no
es
visible
con
los
ojos;
se
nos
escapa
y
disgrega».
Tal
vez
Adam
Smith
comentaría
que
la
imagen
sublime
a
la
que
Paz
refiere
es
la
mano
invisible
del
mercado.
Irmgard
Emmelhainz
en
el
libro
Alotropías
en
la
trinchera
evanescente
señala
que
«oponiéndose
a
la
narratividad
histórica
y
a
la
lógica
representativa
del
realismo
socialista,
el
modernismo
occidental
desdeñó
a
la
iconografía
del
trabajo
y
de
los
trabajadores.
El
campesino,
trabajador
o
revolucionario
(de
la
China
maoísta,
de
la
Unión
Soviética
leninista
y
estalinista,
de
Europa
del
Este
o
de
América
Latina,
África),
se
habían
convertido
en
las
figuras
centrales
de
las
artes
visuales
y
literarias
de
sensibilidad
socialista.
En
contrapunto
con
el
realismo
socialista,
durante
el
apogeo
de
la
Guerra
Fría
en
los
años
sesenta,
la
subjetividad
capitalista
y
la
incipiente
espacio-‐
temporalización
del
capital
se
expresaron
en
las
artes
por
medio
de
la
documentación
conceptual,
al
nivel
“cero”
de
la
ideología».
29
La
desintegración
plástica,
el
nivel
“cero”
de
la
ideología,
es
una
experiencia
familiar
en
las
sociedades
capitalistas
(específicamente
en
las
grandes
metrópolis)
que
se
ha
embutido
en
la
subjetividad
contemporánea
después
del
«there
is
no
alternative»
de
Margaret
Thatcher.
«No
hay
alternativa
ya
no
es
posible
integrarse
con
nada,
ni
nadie,
mucho
menos
cambiar
la
realidad
inmediata.
No
hay
más
alternativa
que
desintegrarse
y
luchar
a
toda
costa
por
los
beneficios
individuales,
porque
la
única
realidad
que
se
puede
cambiar
es
la
de
cada
uno»
sospecho
que
Thatcher
anotaría
si
continuara
viva.
La
expresión
de
Realismo
socialista
se
adopta
en
el
Primer
Congreso
de
Escritores
Soviéticos
celebrado
en
agosto
de
1934.
Durante
su
intervención,
Gorki
proclama
que
El
realismo
socialista
confirma
la
existencia
como
acción,
como
creación
cuyo
fin
es
el
desarrollo
continuo
de
las
más
preciadas
capacidades
individuales
del
hombre,
para
su
victoria
sobre
las
fuerzas
de
la
naturaleza,
su
salud
y
una
larga
vida,
para
la
gran
felicidad
de
poder
vivir
en
esta
tierra
que
quiere
ordenar
en
completo
acuerdo
con
el
continuo
crecimiento
de
sus
necesidades,
como
la
magnífica
morada
de
una
humanidad
unida
en
una
sola
familia
(…)
el
realismo
de
los
hombres
que
transforman
y
reconstruyen
el
mundo.
Si
ponemos
a
tono
la
definición
de
Gorki
con
el
libre
de
flujo
de
capitales,
que
es
argumento
principal
y
sexy
slogan
del
movimiento
de
sensibilidades,
que
he
llamado
Realismo
neoliberal,
obtendríamos
la
siguiente
declaración:
El
Realismo
neoliberal
confirma
la
existencia
como
deuda,
como
crédito;
su
fin
es
el
crecimiento
exponencial
de
las
más
preciadas
capacidades
predatorias
individuales
de
la
clase
prestamista;
para
incrementar
su
victoria
sobre
las
fuerzas
de
la
naturaleza,
su
salud
bursátil
en
la
criogenia
y
en
la
inseminación
artificial;
para
asegurar
la
gran
felicidad
de
poder
vivir
30
eternamente
en
esta
tierra
públicamente
privatizada,
la
clase
prestamista
que
debe
embargar
todos
los
bienes
comunes
de
acuerdo
con
el
continuo
crecimiento
exponencial
de
sus
hedonistas
necesidades
financieras,
como
la
magnífica
banca
del
1%
de
la
humanidad,
unidad
que
representa
una
sola
familia
industrial-‐financiera-‐estatal.
El
Realismo
neoliberal
es
el
realismo
de
los
acreedores
que
deforman
y
destruyen
el
mundo
cancelando
la
tierra
y
redistribuyendo
la
deuda.
Podríamos
concluir
que
los
ingenieros
de
las
almas
neoliberales
entienden
que
«hay
ciertas
cosas
que
el
dinero
no
puede
comprar
pero
para
todo
lo
demás
existe
MasterCard».
Además
del
billete
100
pesos
conmemorativo
de
la
Revolución
existen
muchas
otras
expresiones
del
Realismo
neoliberal
mexicano.
Por
ejemplo,
dos
obras
oficiales
de
Realismo
neoliberal
mexicano
muy
populares
y
que
no
profundizaré
al
respecto
en
este
ensayo
ya
que
merecen
un
análisis
aparte:
el
ambicioso
proyecto
de
transformación
de
Distrito
Federal
a
CDMX,
liderado
por
el
actual
Jefe
de
Gobierno
de
la
CDMX,
Miguel
Ángel
Mancera,
y
el
Programa
de
Pueblos
Mágicos
(ahora
desaparecido)
impulsado
por
la
Secretaría
de
Turismo.
31
III.
HACIA
UNA
DESOBEDIENCIA
MONETARIA:
VALOR
DE
USO
Y
CONTRAHECHURA
"El
que
reina
más
allá
es
el
dinero;
es
este
el
que
se
comunica,
y
lo
que
falta
en
la
actualidad
no
es,
por
cierto,
una
crítica
del
marxismo,
sino
una
teoría
moderna
del
dinero
que
sea
tan
buena
como
la
de
Marx
y
la
prolongue"
Deleuze
No
trato
simplemente
de
criticar
la
obra
de
Siqueiros,
ni
mucho
menos
de
hacer
un
comentario
cínico
sobre
el
supuesto
fracaso
y/o
contradicciones
del
marxismo.
Este
texto
trata
de
describir
los
hechos
de
una
realidad
económica
que
puede
ser
transformada.
Por
otro
lado,
tampoco
es
un
llamado
dogmático
a
repetir
las
lecciones
del
muralismo
sino
a
recoger
la
experiencia
de
la
integración
plástica
para
traerla
al
presente.
Con
la
finalidad
de
posibilitar
en
la
práctica
estética
otro
sentido
común,
distinto
al
homo
œconomicus
que
la
desintegración
plástica
de
la
economía
política
del
neoliberalismo
demanda.
Otra
racionalidad
económica
que
interrumpa
los
procesos
de
valorización
y
acumulación
del
capital.
Entiendo
que
una
de
las
potenciales
rutas
críticas
del
arte
contemporáneo
reside
en
reflexionar
sobre
sus
propias
condiciones
de
mercancía
para
generar
modos
disidentes
de
expropiación
de
valor
y
así
constituir
modelos
económicos
heterodoxos
que
obstaculicen
la
acumulación
burguesa
del
capital.
En
Arte
y
Trabajo
BWEPS
—un
grupo
de
estudios
conformado
por
varixs
amigxs
y
compañerxs
para
debatir
y
generar
reflexión
subcrítica
en
torno
a
las
artes
y
culturas
visuales
bajo
el
modo
de
producción
capitalista—
hemos
mariposeado
con
la
noción
de
autodefensa
y
cómo
se
puede
aplicar
esta
a
una
desobediencia
epistémica.
Consideramos
que
desde
nuestrx
campo
de
acción,
el
de
la
producción
sensible
y
el
conocimiento,
se
pueden
aportar
—como
contribución
mínima
y
discreto
accesorio
subversivo—
herramientas
simbólicas
para
protegerse
epistemológicamente
contra
la
violencia
del
capital.
Escribimos
un
día
así,
a
manera
de
bitácora:
32
Partimos
de
cero
pero,
Por
seis
meses
nos
hemos
reunido.
Hemos
leído,
discutido.
Por
seis
meses
hemos
compartido
textos,
café
y
un
espacio.
Hemos
buscado
forjar
un
léxico
común,
rastreando
una
tradición
de
pensamiento,
de
resistencia,
de
confrontación;
para
ubicar
el
arte
al
interior
del
sistema
general
de
producción
para
entender
cómo
nuestro
trabajo
se
aliena
se
fetichiza,
se
subsume
cómo
alimenta
una
ley,
un
orden,
un
mercado.
Queremos:
crear
un
arsenal
epistémico
para
la
autodefensa
y
ofrecerlo
a
nuestros
aliados
al
interior
del
campo
de
producción
restringido
en
el
que
nos
movemos;
dilapidar
nuestro
tiempo
y
nuestras
risas
en
nombre
de
una
economía
general
que
nos
piensa
excedente;
que
las
mesas
bailen
a
nuestro
ritmo
y
no
al
ritmo
del
valor
de
cambio;
que
nuestro
trabajo
nunca
deje
de
ser
nuestro
33
siendo
de
todos.
Partimos
de
cero
pero,
Seguimos
haciéndonos
de
herramientas,
máquinas
y
cómplices.
Leeremos
en
voz
alta,
hablaremos,
toseremos
Con
los
cuellos
torcidos,
la
boca
reseca
y
las
espaldas
encorvadas.
Con
sueño
o
resaca
Con
frío
o
calor.
Vamos
a
encontrar
lo
que
buscamos:
Autodefensa
económica
Autonomía
epistémica.
Por
lo
tanto
el
concepto
marxista
de
valor
uso
y
el
concepto
postfactógrafo
de
contrahechura
(que
se
exponen
más
adelante)
se
proponen
como
dos
instrumentos
ópticos
para
mirar
desde
inclinación
anticapitalista
los
hechos
de
la
realidad
económica.
Estas
dos
maniobras
y
tentativas
de
autodefensa
epistémica
—aclaro
que
no
son
las
únicas,
ciertamente
hay
muchas,
muchas
más
por
imaginar—
se
formulan
como
tecnologías
del
saber
para
zangolotear
y
contradecir
el
sentir
pequeño
burgués,
con
las
que
cierro
este
ensayo.
Este
planteamiento
se
hace
desde
la
búsqueda
de
otras
formas
de
sensibilidad
y
sentido
común
opuestas
a
la
racionalidad
económica
capitalista
a
nivel
local
y
global.
Valor
de
uso.
Según
la
teoría
del
valor
de
Marx,
toda
mercancía
debe
tener
a
la
vez
un
valor
de
uso
y
un
valor
de
cambio.
Tiene
que
tener
un
valor
de
uso,
pues
si
no
lo
tuviera
nadie
la
compraría,
debe
satisfacer
alguna
necesidad.
Si
una
mercancía
no
posee
un
valor
de
uso
es
invendible,
se
la
habría
producido
inútilmente,
y
no
tendría
ningún
valor
de
cambio.
Pero
no
todo
producto
que
tiene
un
valor
de
uso
tiene
un
valor
de
cambio.
Lo
que
le
da
un
valor
de
cambio,
ante
todo,
es
haber
sido
producido
34
en
una
sociedad
fundada
en
el
cambio,
mercantil,
en
una
sociedad
donde
el
cambio
es
una
práctica
común.
El
valor
de
cambio
ensombrece
al
valor
de
uso
y
hace
que
veamos
a
todos
los
productos
del
trabajo
humano
como
mercancías.
Si
además
de
percibir
los
precios
—expresiones
monetarias
del
valor
de
cambio
que
distribuyen
y
administran
el
fetichismo
de
la
mercancía—
pudiéramos
penetrar
en
el
interior
de
las
mercancías
hasta
llegar
a
la
sombra
del
valor
de
uso,
es
probable
que
entendiéramos
que
el
secreto
que
sostiene
al
valor
de
cambio
es
un
acto
de
fe,
una
luz
proyectada
sobre
la
realidad
económica
susceptible
de
desenchufar.
El
valor
de
uso
lo
entiendo
como
una
forma
de
disentir
y
de
descreer
del
dogma
económico
pues
se
trata
de
un
bien
común,
poético,
no-‐intercambiable,
nunca
exclusivo,
ni
escaso,
ni
público,
ni
privado,
irreducible,
inexpresivo
y
patafísico.
Algunas
obras
de
arte
contemporáneo
son
un
claro
ejemplo
de
valor
de
uso
que
ha
devenido
puro
valor
de
cambio
(la
calavera
de
diamantes
de
Damien
Hirst
es
la
obra
más
popular
de
ese
tipo
de
producción).
Contrario
a
las
vanguardias
europeas
afines
a
la
autonomía
del
arte,
que
lo
concebían
como
un
gesto
inútil,
separado
de
la
sociedad,
Diego
Rivera
entendía
que,
en
una
sociedad
de
intercambios
comerciales,
el
arte
es
una
mercancía.
Lo
percibía
así
porque
para
él,
el
arte
contenía
un
valor
de
uso
fundamental
como
alimento
para
la
imaginación,
que
entraba
por
los
ojos
hasta
las
glándulas
suprarrenales
para
liberar
adrenalina,
y
que
por
lo
tanto,
al
cubrir
una
necesidad,
tenía
un
valor
de
cambio.
Sin
embargo
para
Rivera
el
valor
de
uso
de
las
artes
plásticas
era
su
significado.
Actualmente
el
sentido
común
neoliberal
indica
que
el
valor
de
uso
del
arte
contemporáneo
es
su
precio.
No
hay
que
deprimirnos;
la
mercantilización
de
todos
los
ámbitos
de
la
vida
humana
nos
da
la
posibilidad
y
la
responsabilidad,
como
artistas
visuales,
de
entrar
en
los
procesos
de
valorización
de
las
obras.
Estoy
sugiriendo
la
refuncionalización
anti-‐
capitalista
del
valor
de
uso
y
el
valor
de
cambio
como
materiales
plásticos
y
como
factores
sensibles
importantes
en
las
obras
de
arte
(al
igual
que
la
composición,
la
35
luz,
el
color,
etc.);
es
decir,
la
toma
de
conciencia
de
que
estos
elementos
económicos
—expropiados
de
nuestro
saber
debido
a
la
división
del
trabajo—
son
productores
de
realidades.
Ciertamente,
si
los
ocupamos
como
material
plástico
y
los
estudiamos
con
detenimiento,
podemos
repartir
una
realidad
artística
transformada
donde
otra
política
económica
es
posible,
como
la
teoría
económica
marxista
o
cualquier
otra
crítica
incisiva
a
los
cimientos
de
la
política
económica
burguesa.
Contrahechura.
La
factografía
soviética,
que
apareció
a
finales
de
la
década
de
1920,
durante
la
segunda
fase
del
productivismo
en
la
URSS,
como
“escritura
de
los
hechos”
mediante
el
uso
de
estrategias
documentales
del
periodismo,
la
fotografía
y
el
cine,
se
nos
presenta
como
un
movimiento
relevante
de
analizar,
ya
que
apelaba
al
abandono
de
la
ficción
y
a
la
construcción
de
la
realidad.
El
factógrafo,
según
Víctor
del
Río
en
su
libro
Factografía.
Vanguardia
y
comunicación
de
masas,
intenta,
por
primera
vez,
acceder
al
sentido
del
relato
(la
ficción)
mediante
el
análisis
preciso
de
los
hechos
e
intenta
guiar
la
atención
hacia
la
condición
real
que
éstos
presentan,
hacia
su
carácter
concreto.
La
factografía,
por
tanto,
es
la
organización
de
un
discurso
a
partir
de
materiales
documentales
entre
los
que
puede
haber
tanto
imágenes
como
textos.
Una
fábrica
de
hechos.
Después
de
leer
este
ensayo
y
ver
una
primera
impresión,
con
varias
técnicas
(impresión
3D,
impresión
de
pintura
e
inyección
de
tinta),
del
billete
de
100
pesos
conmemorativo,
a
mi
amigo
y
camarada,
el
antropólogo
Sam
Law,
se
refirió
al
billete
con
el
término
anglosajón
“counterfeit”.
Le
pregunté
qué
significaba
y
de
dónde
venía
el
término,
ya
que
en
español
se
dice
falsificación.
Sam
rápidamente
sacó
su
celular
y
buscó
la
etimología.
“Counterfeit”
venía
del
latín,
una
palabra
compuesta
por
“contra”
(en
oposición)
y
“facere”
(hacer).
Luego
investigué
si
en
español,
había
algo
similar
y
encontré
la
palabra
“contrahechura”
que
no
me
era
para
nada
familiar.
En
esos
días
tenía
en
mente
una
frase
escrita
en
una
pancarta
que
vi
en
un
soso
documental
de
derecha
sobre
la
crisis
financiera:
¿Por
qué
los
falsificadores
no
pueden
imprimir
dinero
y
los
bancos
sí?
36
Si
la
factografía
es
la
“escritura
de
los
hechos”
y
los
hechos
son
un
efecto
de
la
realidad
política
y
económica,
supongo
que
una
de
las
formas
de
actualizarla
sería,
ya
no
tanto
apelando
a
la
inserción
del
arte
en
la
realidad
inmediata
pues
ya
está
adentro,
sino,
más
bien,
“escribiendo
contra-‐hechos”,
es
decir,
realizando
contrahechuras,
falsificando
la
realidad,
alterando
su
tejido.
La
contrahechura
consiste
en
la
producción
ilegal
de
objetos
económicos
que
transformen
la
realidad
mercantil
inmediata:
dinero,
documentos
de
identidad,
títulos
de
propiedad,
etc.
Contra
los
hechos
estéticos
(imágenes
y
diseños
oficiales)
que
nos
asigna
la
realidad
total
del
Realismo
neoliberal,
la
factografía
trataría
de
producir
y
distribuir
contrahechuras
que
desdigan
esa
realidad
económica
impuesta
como
verdadera.
Una
escritura
operante,
paranoica
y
esquizofrénica
de
contrahechuras
consistiría
en
la
búsqueda,
compilación
y
montaje
de
deshechos
(valores
de
uso
en
potencia)
que
habitan
los
puntos
ciegos
de
la
cosificación
capitalista,
esquivando
los
marcos
legales
y
sensibles
del
valor
de
cambio.
Si
el
capitalismo
produce
una
realidad
irrebatible
porque
se
basa
en
hechos,
esa
realidad
puede
ser
deshecha
a
partir
de
contrahechuras.
En
oposición
a
lo
que
algunos
pesimistas
sermonean
yo
sí
creo
que
el
capitalismo
tiene
fronteras.
Ya
la
teórica
Jodi
Dean
ha
señalado
que
una
de
las
maneras
de
identificar
esos
límites
es
mediante
la
inspección
del
libre
mercado
como
fantasía
y
así
revelar
qué
elementos
ponen
en
crisis
esa
fantasía.
Claramente
dos
de
sus
barreras,
y
enemigos
públicos
más
mediáticos,
son
de
orden
ideológico
y
legal:
el
fundamentalismo
y
el
narcotráfico.
Tales
expresiones
populares
de
ultraderecha,
llevan
al
límite
las
demandas
de
acumulación
del
capitalismo.
Los
sujetos
periféricos
del
neoliberalismo,
proletariado
gore
según
Sayak
Valencia,
pretenden
con
el
uso
de
violencia
extrema
afirmar
o
negar
su
participación
en
el
proceso
de
acumulación.
No
voy
a
terminar
con
una
ensalzamiento
del
terrorismo,
ni
del
narcotráfico
ya
que
no
todos
los
límites
del
capitalismo
son
necesariamente
destructivos;
por
ejemplo,
en
México
está
presente
y
en
pie
de
lucha
el
Ejército
Zapatista
de
Liberación
37
Nacional
(EZLN)
que
desde
hace
más
de
20
años
está
construyendo
autonomía
desde
abajo
y
a
la
izquierda
o
la
reciente
propuesta
de
candidatura
independiente
para
conformar
un
Concejo
Indígena
de
Gobierno
que
formará
parte
de
la
contienda
electoral
del
2018,
una
propuesta
de
las
organizaciones
de
pueblos
originarios
en
resistencia
congregados
alrededor
del
Congreso
Nacional
Indígena
(CNI)
y
otro
gran
ejemplo
al
que
vale
la
pena
aludir,
sugestivo
para
los
temas
de
este
ensayo,
es
la
moneda
solidaria
Túmin,
a
la
cual
se
le
dedican
estos
últimos
párrafos.
38
IV.
El
otro
Banco
de
México
y
“La
vendedora
de
alcatraces”
de
Diego
Rivera
La
palabra
Túmin
en
totonaca
significa
dinero
pero
también
significa
un
modelo
local
de
desobediencia
monetaria,
autodefensa
económica
y
epistémica
del
cual
es
necesario
recoger
varias
enseñanzas
y
experiencias.
En
mi
opinión
se
trata
de
un
modelo
de
integración
plástica
pero
no
desde
la
pintura
mural,
sino
desde
la
economía
subversiva;
el
Túmin
es
un
proyecto
integral
que
va
más
allá
de
plantear
otro
sistema
de
intercambio
ya
que
además
de
buscar
el
desarrollo
económico
local
y
comunitario,
exige
otra
sensibilidad
económica
y
por
lo
tanto
otra
forma
de
conocimiento
(una
episteme
preparada
a
refutar
el
capitalismo)
para
circular
como
moneda
solidaria.
La
realidad
económica
para
el
Túmin
no
es
rígida
ni
inamovible,
es
un
material
plástico
susceptible
de
cambiar
de
forma
o
ser
destruido.
El
Túmin
es
un
acto
rebeldía
financiera
y
creo
que
opera
como
un
antagonismo
contundente
del
billete
de
100
pesos
conmemorativo
del
centenario
de
la
Revolución
y
bicentenario
de
la
Independencia
impreso
por
Banxico;
valor
de
uso
y
contrahechura
se
descubren
en
una
misma
perspectiva
poliangular,
la
única
perspectiva
para
Siqueiros
que
es
la
anticapitalista.
Los
creadores
de
la
moneda
solidaria
Túmin
relatan
al
respecto:
Empujados
por
la
fuerza
de
los
símbolos,
en
medio
del
centenario
de
la
revolución
mexicana
y
bicentenario
de
la
independencia,
un
día
del
2010
decidimos
iniciar
en
Espinal
una
pequeña
independencia,
nuestra
propia
revolución,
chiquita,
a
nuestra
medida,
a
nuestro
modo,
a
como
podíamos
en
aquel
pueblo
olvidado
al
norte
del
estado
de
Veracruz.
39
Este
empuje
de
la
fuerza
de
los
símbolos
que
describe
el
libro
Aceptamos
Túmin,
sucede
en
paralelo
a
las
celebraciones
oficiales
del
2010.
Es
una
contestación
desde
abajo
y
a
la
izquierda
a
las
celebraciones
de
la
revolución
institucionalizada
organizadas
por
el
gobierno.
En
Espinal,
un
pequeño
grupo
de
personas,
mediante
la
creación
de
una
moneda
solidaria
le
disputan
al
Banco
de
México
la
autoridad
sobre
tres
símbolos
que
suponía
exclusivos:
el
arte,
la
economía
y
la
identidad
nacional.
Al
narrar
el
proceso
de
diseño
del
Túmin
explican
que:
(…)
tuvimos
que
obtener
las
imágenes
de
internet.
Los
diseños
de
la
primera
emisión
incluyeron
pinturas
de
Diego
Rivera
y
Rufino
Tamayo,
destacados
pintores
mexicanos
reconocidos
internacionalmente.
Para
poder
publicar
la
obra
de
Frida
Kahlo
y
Diego
Rivera
es
necesario
solicitar
y
pagar
el
permiso
sobre
derechos
de
autor
al
Banco
de
México;
pues
en
1955,
un
año
después
de
la
muerte
de
Frida
Kahlo,
Rivera
dona
al
pueblo
de
México
a
través
de
un
fideicomiso
la
casa
donde
nació
Kahlo,
los
derechos
de
autor
de
ambos,
su
colección
de
piezas
prehispánicas
y
el
Museo
Anahuacalli.
En
el
contrato
de
fideicomiso
se
estipuló
a
Diego
Rivera
como
donador
y
fideicomitente,
al
pueblo
de
México
como
beneficiario
y
como
fiduciario
al
Banco
de
México.
Walter
Benjamin
incita
a
hacer
una
“comparación
entre
las
imágenes
de
los
santos
de
diferentes
religiones
y
los
billetes
de
banco
de
diferentes
Estados.
El
espíritu
que
habla
en
la
ornamentación
de
los
billetes.”
Por
lo
tanto
la
acuñación
de
moneda
no
es
lo
único
que
está
en
disputa
(¿quién
o
quiénes
puede(n)
imprimir
dinero?).
También
es
una
disputa
por
los
símbolos
nacionales
—lo
que
podría
explicarse
como
cultura
oficial—
presentes
en
la
Escuela
Mexicana
de
Pintura.
Al
imprimir
en
el
papel
moneda
de
Túmin
una
pintura
de
Diego
Rivera;
se
re-‐significa,
se
paganiza
la
pintura
pues
su
condición
de
obra
artística
autónoma
y
emancipadora
retorna
a
los
ojos
del
pueblo,
después
de
años
de
haber
sido
reducida
a
propaganda
de
la
clase
política
y
financiera.
El
Túmin
desvía
imágenes
de
Rivera
y
Tamayo
para
expropiarlas
de
los
sacerdotes
del
capitalismo:
los
economistas
burgueses.
Profana
40
las
creencias
de
Banxico
tres
veces:
1)
profana
la
acuñación
de
moneda,
2)
profana
los
derechos
de
autor
del
fideicomiso
de
Diego
Rivera
y
Frida
Kahlo
y
3)
profana
el
monopolio
de
la
organización
económica.
Si
para
Benjamin
el
capitalismo
es
una
religión;
el
Túmin,
entonces,
es
un
culto
pagano
y
como
tal
fue
denunciado
por
Banxico
ante
la
Santa
Inquisición
de
la
PGR
en
2011
por
falsificación
y
suplantación
de
la
moneda
nacional.
Sin
embargo,
la
acusación
no
prosperó
porque
el
Túmin
no
falsifica
ni
sustituye
al
peso,
como
indican
los
tumistas:
La
filosofía
que
identifica
y
hace
funcionar
al
Túmin
es
totalmente
contraria,
y
muy
superior
a
los
esquemas
capitalistas
que
maneja
el
Banco
de
México
en
torno
al
peso,
pues
no
se
basa
en
el
lucro
ni
permite
la
especulación
o
el
agiotismo;
ni
permite
que
extranjeros
intervengan
o
lucren
con
los
mexicanos
a
través
de
intereses
y
embargos
como
resultado
de
las
grandes
deudas
en
que
tienen
sometido
a
todo
el
país.
El
Túmin
no
genera
concentración
de
la
riqueza
ni
acaparamiento
de
los
medios
de
producción.
Tampoco
obedece
órdenes
de
los
Estados
Unidos
ni
traiciona
a
la
patria
como
se
hace
con
el
peso;
ni
está
involucrado
en
el
narcotráfico
como
lo
están
muchas
autoridades
del
Estado.
Además
el
Túmin
no
se
crea
en
las
teclas
de
una
computadora
como
el
peso,
sin
respaldo
alguno;
al
Túmin
lo
respaldan
los
bienes
y
servicios
de
los
socios.
El
Túmin
no
es
un
instrumento
para
robar
sino
para
cooperar
y
apoyarse
entre
compañeros;
no
es
para
enriquecerse
de
los
trabajadores.
Surge
ante
una
situación
de
pobreza
extrema
para
satisfacer
las
necesidades
locales,
ante
una
economía
nacional
llevada
al
desastre,
donde
el
Banco
de
México
tiene
mucho
que
ver.
Indisciplinas
monetarias
como
el
Túmin
nos
incitan
a
imaginar
que
otro
Banco
de
México
es
posible,
que
otro
muralismo
es
posible.
41
V.
UNA
EXPERIENCIA
CONCRETA:
BILLETE
DE
100
PESOS,
CONMEMORATIVO
DEL
INICIO
DE
LA
REVOLUCIÓN
MEXICANA
¿CÓMO
SE
IMPRIME
UN
MURAL?
Ver
video:
https://youtu.be/sey41X4CetI
«Sujetos
nuevos,
aspectos
nuevos»
David
Alfaro
Siqueiros
42
APÉNDICE
EL
PRECIO
Y
LA
SIGNIFICACIÓN
A
continuación,
un
pequeño
glosario
desordenado
con
algunas
de
las
reformas
y
medidas
de
austeridad
a
las
que
han
sido
sometidas
las
nociones
de
arte,
dinero
y
Estado-‐nación,
desde
hace
cuarenta
años:
Desmaterialización
del
arte
(pintura).
En
la
década
de
1960
y
1970
el
arte
experimenta
una
“desmaterialización”
tal
como
Lucy
Lippard
lo
identifica.
El
arte
conceptual,
el
minimalismo,
el
performance,
el
video
arte
y
el
arte
de
la
tierra,
fueron
movimientos
artísticos
del
Primer
Mundo
que
privilegiaron
las
ideas
o
la
percepción
de
conceptos
antes
que
cualquier
otra
cualidad
plástica
en
la
obra
de
arte.
Se
contrapone
así
al
mimetismo
paródico
del
arte
pop
o
a
una
tradición
de
producción
pictórica
emocional
como
el
expresionismo
abstracto.
Desmaterialización
del
dinero
(dólar).
En
1971
el
presidente
de
los
EUA
Richard
Nixon
cancela
los
acuerdos
de
Bretton
Woods
con
la
derogación
del
patrón
oro
—anula
la
convertibilidad
directa
del
dólar
americano—;
desde
entonces
el
dólar
se
vuelve
su
propio
respaldo,
triunfa
como
la
moneda
de
reserva
mundial
y
cambia
la
historia
financiera.
Desmaterialización
del
Estado-‐nación
(México).
Luis
Echeverría
Álvarez
y
José
López
Portillo
fueron
los
últimos
caudillos
del
priismo
populista
que
gobernaron
México
durante
el
período
de
transición
ideológica
del
Estado-‐nación
al
Mercado-‐nación.
Los
graves
errores
que
llevaron
a
la
crisis
y
devaluaciones
consecutivas
de
los
70
y
80
demostraron
que
era
necesario
un
cambio
de
aires,
por
lo
que
se
abrió
paso
a
nueva
generación
de
presidentes
43
tecnócratas
educados
en
EUA:
Miguel
de
la
Madrid,
Carlos
Salinas
de
Gortari
y
Ernesto
Zedillo.
Ellos
llevaron
las
riendas
del
país
como
eficientes
Chief
Execute
Officers
de
cualquier
compañía
trasnacional
at
their
mexican
headquarters.
Preciepto.
Noam
Yuran
en
su
libro
What
money
wants?
detalla
que
El
mejor
ejemplo
para
ilustrar
la
manera
en
que
el
precio
se
convierte
en
una
característica
de
la
cosa
en
sí
misma
se
encuentra
en
el
arte,
en
relación
a
las
variadas
formas
de
su
desmaterialización.
Sin
entrar
en
detalle,
podemos
señalar
que
el
dinero
se
ha
convertido
en
la
sustancia
de
la
obra
de
arte.
En
los
campos
de
la
fotografía,
arte
digital,
o
video
arte,
tiene
cada
vez
menos
sentido
hacer
distinción
entre
original
y
copia.
El
caso
extremo
es
el
arte
conceptual,
donde
cada
variación
física
de
la
obra
material
es
solamente
una
mera
ejecución
de
la
misma
(“Un
acto
secundario”
citando
al
artista
conceptual
Sol
LeWitt).
Aun
así,
obras
de
arte
conceptual
pueden
ser
compradas
y
vendidas.
Lo
que
uno
compra
en
este
caso
es
el
derecho
abstracto
a
ejecutar
la
idea.
Pero
esto
significa
que
como
un
objeto
económico,
la
mera
identidad
de
la
obra
está
envuelta
en
su
precio
[…]
Hay
que
notar
el
cambio
de
rol
en
relación
con
formas
tradicionales
de
arte.
En
formas
tradicionales
de
arte,
una
obra
es
un
recurso
escaso,
que
está
sustentado
por
su
precio.
En
las
obras
de
arte
desmaterializadas,
es
de
la
forma
opuesta:
el
costo
de
la
obra
artificialmente
mantiene
la
posibilidad
de
un
original.
Alguna
cosa
puede
ser
un
objeto
original
de
arte
porque
se
pagó
por
ello.
Deleuze
en
un
video
de
Youtube
define
al
arte
como
productor
de
preceptos,
es
decir
percepciones
de
la
realidad,
a
diferencia
de
la
filosofía
que
produce
conceptos.
Supongo
que
la
percepción
que
actualmente
provoca
el
arte
es
la
de
su
propio
precio:
preciepto.
44
Deuda.
La condición neoliberal, según el filósofo Maurizio Lazaratto, es la deuda.
Dinero
fiat.
Lazzarato
comenta
que
para
Delueze
y
Guattari
En
lo
que
atañe
a
la
moneda,
ambos
autores
afirman
que
no
deriva
del
intercambio,
de
la
circulación
simple,
de
la
mercancía;
no
constituye
tampoco
el
signo
o
la
representación
del
trabajo,
sino
que
expresa
una
asimetría
de
fuerzas,
un
poder
de
prescribir
e
imponer
modos
de
explotación,
dominación
y
sujeción
venideros.
La
moneda
es,
ante
todo,
moneda-‐deuda,
creada
ex
nihilo,
sin
equivalente
material
alguno,
como
no
sea
en
un
poder
de
destrucción/creación
de
las
relaciones
sociales
y,
sobre
todo,
de
los
modos
de
subjetivación.
Mercado-‐nación.
Sayak
Valencia
en
su
libro
Capitalismo
gore
detalla
al
Mercado-‐nación
como
1)
Mercado
laboral
desregulado.
45
2)
Desterritorialización
(segmentación
internacional
y
descontextualización
del
ámbito
propio
de
cada
país).
3)
Decodificación
de
flujos
financieros
por
la
aplicación
exacerbada
del
libre
mercado.
4)
Estrategias
aplicadas
para
que
el
dinero
viaje
a
la
velocidad
de
la
información
(maridaje
de
la
economía
con
la
tecnología)
[…]
Si
bien
es
cierto
que
el
Mercado-‐nación
ya
no
se
reduce
geográficamente
a
un
país,
también
es
cierto
que
el
neoliberalismo
tiene
como
principal
representante
a
los
Estados
Unidos
quienes
extienden
su
cultura
a
través
de
la
tecnología,
los
mass
media,
el
networking,
la
publicidad
y
el
consumo
a
todos
los
confines
de
la
tierra;
creando
deseos
consumistas
incluso
en
aquellos
lugares
donde
difícilmente
podrán
ser
satisfechos
por
la
vía
legal;
fortaleciendo
la
emergencia
y
el
afianzamiento
del
Mercado
como
la
Nueva
Nación
que
nos
une».
46
AGRADECIMIENTOS
Alberto
Híjar,
Arte
y
Trabajo,
Bernardo
Núñez
Magdaleno,
Biquini
Wax
EPS,
Christian
Camacho,
Emily
Rose
Lyver,
Daniel
Garza
Usabiaga,
Ignacio
Neri,
Irmgard
Emmelhainz,
Israel
Urmeer,
Juan
Pablo
López,
Julio
García
Murillo,
León
Múñoz,
Luciano
Concheiro,
Mónica
Montes
Flores,
Natalia
de
la
Rosa,
Oliver
Martínez
Kant,
Operación
Hormiga,
Paloma
Contreras
Lomas,
Sam
Law,
Taiyana
Pimentel
BIBLIOGRAFÍA
Arvon,
Henri,
1972,
La
estética
marxista,
Buenos
Aires,
Amorrortu.
Berard,
Franco,
2014,
La
sublevación,
Ciudad
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México,
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Cuevas,
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Luis,
1988,
La
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nopal,
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Ruptura,
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Ciudad
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México,
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Jodi,
2008,
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London,
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Río,
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Vanguardia
y
comunicación
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masas,
Madrid,
Abada
Editores.
Emmelhainz,
Irmgard,
2012,
Alotropías
en
la
trinchera
evanescente,
Puebla,
Benemérita
Universidad
Autónoma
de
Puebla.
Emmelhainz,
Irmgard,
2016,
La
tiranía
del
sentido
común,
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