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La Laudato Si y La Tecnología
La Laudato Si y La Tecnología
2018-2019
INTRODUCCIÓN
La definición clásica de persona ha sido dada por Boecio, a saber, la persona es “una
sustancia individual de naturaleza racional”. Con esta definición, que después es retomada
y enriquecida por la tradición cristiana, se quiere expresar la singularidad del ser humano,
que viene caracterizado por algo que le es esencial, esto es la racionalidad. No es una
característica entre otras, su ser racional pertenece a su composición hipostática, lo define
por naturaleza, no se puede concebir sin ella, por lo que no se reduce a una acción o algún
ejercicio determinado. A esta definición de Boecio también se puede anexar una muy
cercana, pero perteneciente a la edad moderna; me refiero a la definición que da el filósofo
francés Blas Pascal, “el hombre es una caña pensante: el hombre ha sido claramente hecho
para pensar. Allí radica su dignidad y su mérito; y toda su obligación es la de pensar con
corrección”. Y es precisamente por esta capacidad racional que ha logrado desarrollar a lo
largo de la historia herramientas y artefactos, si bien es cierto que esta característica no es
la que define al hombre, también es cierto que no se puede pensar a este sin pensar en la
técnica. Con estos presupuestos podemos enmarcar la grandeza de uno de los
descubrimientos que han catapultado la diferencia entre el hombre y el resto de la creación:
la tecnología.
1
Laudato Si’ (en adelante LS), #164.
1. ¿QUÉ ES LA TECNOLOGÍA?
El término tecnología, no aparece hasta los primeros años del siglo XVIII. “El documento
fundamental de este cambio fue la Encyclopedie, editada entre 1751 y 1772. La palabra
tecnología aparece como una combinación entre tecné (el misterio de un arte manual) con
logos (saber organizado, sistemático y con un fin determinado). Así entonces, podemos
definir la tecnología como el conjunto ordenado de todos los conocimientos usados en la
producción y uso de viene y servicios 2” (Ferraro 2007). Sin duda, la tecnología amplía
nuestras habilidades para cambiar la forma de acercarnos al mundo. Ella permite satisfacer
algunas necesidades o deseos humanos en una forma no solo detallable, también
reproducible. Por lo que se debe concluir que la tecnología no se refiere a artefactos sino al
conocimiento que ellos llevan incorporados y en la forma en que la sociedad puede usarlos.
Son llamadas nuevas porque aparecieron y se han difundido después de la segunda guerra
mundial. Su desarrollo se ha caracterizado por una fuerte aceleración, y sus consecuencias
son de una magnitud y trascendencia que no tenían antecedentes. “De todas las
manifestaciones tecnológicas que existen, se pueden sintetizar, a grandes rasgos, en tres
grupos: las biotecnologías, los nuevos materiales y las tecnologías de la información3”.
En otros campos hay ejemplo de también aplicación de biotecnologías, como por ejemplo
el maíz que se usa en Estados unidos es rediseñado, permitiendo que se mantenga erguido
hasta el otoño. Igualmente es normal encontrar vacunos y porcinos para que produzcan más
leche y que su carne sea más magra. En Estados Unidos y Brasil se usa etanol, alcohol
fabricado con maíz o con caña de azúcar. Aquí el riesgo es alterar de forma irresponsable
los ritmos de ríos, y la devastación de grandes cantidades de bosque, fundamentales para la
vida humana, para poder responder a la demanda. Así, lo que parecía un avance para el
beneficio y mejoramiento de las necesidades básicas se pueden convertir en un enemigo de
la humanidad.
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Vicens J. y Canadell A. La tecnología desde la perspectiva intercultural. Ed. Documenta Universitaria.
Palma de Mallorca. España. 2006. Pag. 24
(Metales con memoria que recuperan la forma original al ser calentados, líquidos que se
convierten en sólidos al aplicarles algunos voltios, aceros superresistentes que se emplean
en vehículos de menor peso y mucho más económicos).
Así como se sabe armar los organismos para que sean capaces de producir lo que deseamos,
hoy se sabe cómo construir los materiales que necesitamos para cada caso en particular.
Pero detrás de este proceso de evolución hay problemas escondidos a los que muchas veces
se les da la espalda. Para poner un caso muy puntual tenemos el problema del Coltán, que
es un mineral compuesto por colombita y tantalita, de color negro o marrón muy oscuro,
que se utiliza en microelectrónica, telecomunicaciones y en la industria aeroespacial.
Debido a la gran demanda de este material, en los lugares donde se extrae, hay pérdidas
humanas en cifras alarmantes, debido a la explotación, especialmente de niños, dejando en
evidencia lo denunciado por El Papa Francisco quien recordaba que “el inmenso
crecimiento tecnológico no estuvo acompañado de un desarrollo del ser humano en
responsabilidad, valores, conciencia”5.
Sin duda alguna, la relación entre los seres humanos y la naturaleza ha estado siempre
mediada por instrumentos de transformación del entorno, así la técnica se convierte en la
adaptación de la especie humana al medio, la respuesta creativa a los elementos naturales y
a su fuerza. “La intervención humana en la naturaleza siempre ha acontecido, pero
durante mucho tiempo tuvo la característica de acompañar, de plegarse a las posibilidades
que ofrecen las cosas mismas”9. De ahí que el presupuesto es un sano equilibrio entre la
dimensión humana y la naturaleza, una relación proporcional entre la que el hombre es
capaz de hacer por sí mismo y los materiales que su entorno le proporciona. “La técnica
está sincronizada con el ser humano, es un intercambio entre el propio cuerpo y el
simbolismo de los elementos”10.
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10
Vicens J. y Canadell A (2006). Pág, 48.
la naturaleza” (Vicens J. y Canadell A. 2006). Con la tecnología se rompe la relación
directa, más o menos equitativa, del hombre con la naturaleza. La tecnología se distingue
de la técnica por haberse independizado del hombre, pierde la medida humana. Por lo que,
en lugar de contribuir a la emancipación del hombre, manipula al hombre, haciéndole
perder su singularidad. Orientada al beneficio económico, la tecnología impone un tiempo
propio, ahora vemos al hombre actuando al ritmo de la herramienta. “Ahora lo que interesa
es extraer todo lo posible de las cosas por la imposición de la mano humana, que tiende a
ignorar u olvidar la realidad misma de lo que tiene delante. Por eso, el ser humano y las
cosas han dejado de tenderse amigablemente la mano para pasar a estar enfrentados”11.
La mecanización del trabajo produce un nuevo estado mental, un cambio a la vez filosófico
y económico que se tradujo en la necesidad de ganar tiempo, reducir espacios, multiplicar
los bienes, prescindir de las leyes naturales o prolongar la duración de la vida. De ahí
emergieron los dogmas de la ciencia y la técnica, dogmas que se convirtieron en mitos al
caer en el suelo propicio. “Estos cambios produjeron un alejamiento que ha empobrecido a
la persona haciéndola enormemente dependiente del estilo de vida de las sociedades
industriales y de sus tecnologías”12.
Este cambio de mentalidad constituyó la base de que las personas aceptaran como un bien
la regularidad mecánica que el capitalismo exigía para implementarse. El surgimiento de
nuevas formas de energías modificó totalmente la relación con el tiempo y el espacio,
obligando a los trabajadores a adaptarse al ritmo de la producción. Hoy la dimensión del
sistema industrial está orientada al crecimiento indefinido y a la creación constante de
nuevas necesidades. La salud del medioambiente está hipotecada por la producción global,
sin embargo no se llega a cuestionar el modelo de crecimiento económico, ni a asumir los
cambios personales necesarios para mejorarla. “Se supone que limitar la innovación
tecnológica implica un paso atrás, un volver a incomodidades de la vida anterior a la
industrialización. No se explica que la opción por una sociedad tecnológica es una opción,
no una necesidad histórica” (Vicens J. y Canadell A. 2006).
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RUSSO, Nicola . Filosofia ed ecologia. Genealogia della scienza ecologica ed etica della crisi ambientale.
Ed. Guida. Napoli, Italia. 2000. P. 37.
La visión tecnocientífica del mundo se ha institucionalizado, imponiéndose como forma de
percibir la tierra para su explotación y consumo. Esto constituye la tecnocracia, que vendría
a ser el poder ejercido y mantenido a través de la tecnología, cuyas huellas más claras
constituyen la globalización económica. Esto es confirmado por el para Francisco al
afirmar que “El paradigma tecnocrático también tiende a ejercer su dominio sobre la
economía y la política”13. Si la tecnología ofrece libertad y emancipación de la naturaleza y
del tiempo, produce a la vez procesos de esclavitud del hombre y de destrucción del
planeta. La cuestión es aprender a discernir en qué lugar se rompe la relación equitativa
entre el ser humano y la tierra, entre el conocimiento y la acción. En este punto es
fundamental recordar lo dicho por Francisco “Una ciencia que pretenda ofrecer soluciones
a los grandes asuntos, necesariamente debería sumar todo lo que ha generado el
conocimiento en las demás áreas del saber, incluyendo la filosofía y la ética social”14.
La tecnología nos ha presentado, en forma de mito, que podemos escapar del tiempo y de la
tierra. Que es posible huir de nosotros mismos. Esta esperanza, expresada gráficamente en
la mitología como la voluntad titánica de conquistar el mundo, como el robo prometeico a
los dioses. Ambos expresan la perdida de la mesura, el exceso en el que se cae cuando se
olvida nuestra condición mortal. Todas estas opciones confluyeron en el proyecto de una
civilización científica y tecnológica. Es una experiencia del mundo donde el ser humano,
separado del cosmos, se vuelca hacia el progreso, hacia la innovación de un control
máximo sobre su destino. La tecnología se convierte en un discurso uniformador; en que
una esperanza de salvación colectiva, que oscurece el sentido y el valor real de las cosas. Es
sobre este reduccionismo y sobre este desequilibrio que creemos necesario actuar, ya que
“la especialización propia de la tecnología implica una gran dificultad para mirar el
conjunto. La fragmentación de los saberes cumple su función a la hora de lograr
aplicaciones concretas, pero suele llevar a perder el sentido de la totalidad, de las
relaciones que existen entre las cosas, del horizonte amplio, que se vuelve irrelevante”15.
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mundo de la percepción, interponiendo entre el cuerpo y la naturaleza un mundo de
superficies lisas virtuales. “La tecnología ha impuesto un punto de vista objetivo y lineal, y
ha ignorado la riqueza perceptiva de otras cosmovisiones. Impone un ritmo de
crecimiento, de producción y de consumo acelerados, del que no es posible prescindir si se
quiere conocer su lenguaje. Por ello la cultura tecnocientífica aparece incompatible con
la existencia de otras culturas, siendo un factor fundamental de colonización. En la
civilización tecnológica el mundo queda reducido a un objeto de cálculo y de dominio”
(Vicens J. y Canadell A. 2006) De esta manera, en el mundo de lo útil, el hombre es un
objeto más. Sin lugar para el enigma, sin poder nombrar lo invisible. La experiencia
cosmológica desaparece como característica de nuestra civilización.
El problema que se levanta ante nuestros ojos no es decir sí o no a las tecnologías, sino
determinar el grado de libertad que proporcionan, y en qué medida contribuyen al
desarrollo humano y a qué tipo de sociedad sirven. Ya que una tecnología que degrada al
medioambiente y que bloquea el desarrollo pleno de las capacidades humanas es contraria
al sentido común. Cuando la tecnología se convierte en tecnocracia, es decir, en un sistema
económico y político, que impone una forma de vivir, entonces hace desposeer al hombre
de su capacidad innata de sobrevivir, con la comunidad y genera una dependencia creciente
que no puede controlar. La tecnología ha de estar al servicio de un proyecto social
equitativo y justo, del bienestar de todos los seres vivos y de sus ecosistemas. En el
contexto de la globalización económica y de la crisis ecológica, es necesario hacer emerger
una cosmovisión propia, ecuánime con la tierra y con las culturas. “Una cosmovisión que
integrando aspectos de otras culturas y con el apoyo de los conocimientos que la ciencia
occidental ha desarrollado, sepa encontrar un nuevo equilibrio entre el respeto por la vida
y la pluralidad de formas en que esa vida se expresa”16.
Ya que hoy “no puede pensarse que sea posible sostener otro paradigma cultural y
servirse de la técnica como de un mero instrumento 17”. Emanciparse de la visión
16
RUSSO, Nicola. 2000. Pág. 57.
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tecnocientífica significa no absolutizar la visión científica del mundo y, al mismo tiempo,
recuperar la dimensión humana de la tecnología como técnica, devolviéndole a la persona
el control sobre lo que utiliza, su capacidad de decidir cómo quiere vivir, “es posible volver
a ampliar la mirada, y la libertad humana es capaz de limitar la técnica, orientarla y
colocarla al servicio de otro tipo de progreso más sano, más humano, más social, más
integral18”. Este cambio implica reconocer y respetar los ritmos y los contornos de los
paisajes, el orden natural que rige en los seres vivos, ya que “la liberación del paradigma
tecnocrático reinante se produce de hecho en algunas ocasiones. Por ejemplo, cuando
comunidades de pequeños productores optan por sistemas de producción menos
contaminantes, sosteniendo un modelo de vida, de gozo y de convivencia no consumista. O
cuando la técnica se orienta prioritariamente a resolver los problemas concretos de los
demás, con la pasión de ayudar a otros a vivir con más dignidad y menos sufrimiento19”.
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19
Ibid.
Reestructurar la sociedad desde esta perspectiva lleva consigo determinar los límites a
partir de los cuales una acción destruye el equilibrio en una parte del sistema. Inventar
formas y ritmos de producción que no coarten la libertad y la creatividad humanas y que al
mismo tiempo cuiden y perseveren las condiciones autorreguladoras de la tierra debe ser un
objetivo de la nueva cultura de la sostenibilidad. “El criterio fundamental para valorar una
técnica determinada es comprobar si con ella se gana más autonomía, libertad y
creatividad, si vincula a las personas que pertenecen a una comunidad en un objetivo
común, si contribuye a su realización personal, esto contiene el germen de un cambio
posible20”. Una sociedad convivencial sería aquella que, superando la ideología del
progreso y desarrollo, fuera capaz de priorizar la equidad y la justicia como objetivos de
toda organización cultural. Que comprendiera que si hay algún progreso necesario es el
progreso de la conciencia. Que es buscar aquel punto de equilibrio en el que una sociedad
no se invente más necesidades que aquellas a las que puede responder sin recurrir a una
clase dominante.
20
VICENS J. y Canadell A. (2006) Pág. 64.
21
RUSSO, Nicola . 2000. P. 83.
distinguir el lugar de cada cosa, así como el respeto por lo desconocido. Querer limitar el
crecimiento y a la tecnificación del mundo no es oponerse al avance. La realidad es siempre
cambiante y el conocimiento avanza con ella. Pero ese avance no supone una colonización
de la tierra ni una victoria sobre los demás seres. Más bien supone un despliegue conjunto
con la tierra, con sus habitantes. “Desde esta perspectiva la relación del ser humano con su
hacer adquiere otro tono. Ha reducido su pretensión de dominio, su voluntad titánica.
Podríamos decir que el deseo de crear un mundo a la medida del hombre es sustituido por
el deseo de inserirse en el tejido del mundo, siendo un lugar de conexión, de cohesión y de
aportación de la propia singularidad. Ese posicionamiento genera una relación distinta
con la tecnología”22.
Es imperante buscar técnicas que puedan facilitar el equilibrio con los ritmos de la
naturaleza, que supongan una ayuda real para une mejor calidad de vida y un mayor
desarrollo de las capacidades humanas. Técnicas dialogantes, no impositivas. Que no
necesiten imponerse, ni convertirse en monopolios para existir. Que faciliten el encuentro
con el otro. Todas estas condiciones implican un diseño. La emancipación de la tecnología
implica un ejercicio de descondicionamiento. Es necesario desilusionarse del sueño que la
tecnología va a convertir en realidad nuestros sueños de grandeza, y aprender a aceptar los
límites de nuestra condición humana. Esta visión positiva de naturaleza humana, limitada y
contingente, conlleva una actitud distinta con nuestros deseos y aspiraciones. La
perspectiva de pertenecer a un todo autosostenido, a una biosfera limitada, genera interior
el cuidado de su bienestar.
22
Ibid, p. 60.
El relacionarse de manera equitativa con la tierra y con las culturas implica un acto de
humildad intelectual. En esta transición, la ciencia y la tecnología, necesitan recuperar su
dimensión humana, contextual y precaria. Una tecnología que esté al servicio del desarrollo
humano no puede crecer a espaldas de la naturaleza, puesto que un verdadero desarrollo
humano no es posible si separamos al hombre de los demás seres vivos. Tampoco es
posible si prescindimos de sus capacidades sensitivas, porque es a través de los sentidos
que nos abrimos al mundo. La perspectiva ecológica nos enseña la compleja organización
de lo vivo, de lo cual nuestra especie forma parte. Es necesario pensar desde esa
complejidad y reorientar nuestro estilo de vida en función del equilibrio multidimensional.
CONCLUSIÓNES
El ser humano es el único ser en la tierra que “sabe que sabe”, y por esta razón es
responsable de su proceder. Es el único ser que ante una necesidad que le es impuesta por el
ambiente no huye ni emigra, sino que, por su inteligencia, tiene la capacidad de poner a su
servicio la realidad que parecer dominarlo y doblegarlo. Sin embargo, en este afán de poner
a su servicio todo su entorno, se ha excedido, teniendo como consecuencia el atentar de
forma directa e indirecta consigo mismo.
En la encíclica Laudato sí el papa Francisco nos hace un llamado para que reconsideremos
el uso que le estamos dando a la tecnología, ya que al perder su horizonte se ha convertido,
muchas veces, en un instrumento de colonización y de dominio social y político. Al perder
su conexión con la naturaleza, al querer ocupar su lugar, el principal damnificado ha sido el
mismo hombre, que cada día pierde sentido de vida lo cual contrasta con los avaneces
tecnológicos nunca antes vistos.
BIBLIOGRAFÍA
1. Carta encíclica Laudato Si’, del santo padre francisco, sobre el cuidado de la casa común,
http://w2.vatican.va/content/francesco/es/encyclicals/documents/papafrancesco_20150524_
enciclica-laudato-si.html.
4. RUSSO, Nicola . Filosofia ed ecologia. Genealogia della scienza ecologica ed etica della
crisi ambientale. Ed. Guida. Napoli, Italia. 2000.