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Panorama Educativo

¿Nueva covidianidad?
Por: Luciano Firpo
La pandemia del Covid-19 ha desafiado y puesto de rodillas la capacidad de inventiva de los
grandes laboratorios del mundo, ha eclipsado la dinámica comercial y financiera del
capitalismo, ha paralizado de forma momentánea el empuje sin procedentes de la economía
de servicios, la que suele mover millones de seres humanos hacia todos los horizontes del
mundo. Ha abortado la magra propensión al ahorro de la clase baja y ha colocado en una
situación crítica a la clase media, la que ha mantenido o ampliado sus gastos. Los servicios que
requiere este segmento de la sociedad se mantienen casi inalterados, se han acabado los viajes
y excursiones, pero se han multiplicado las visitas al mall, súper o aquellas catedrales del
consumo que han estado disponibles. Las visitas a estos lugares son de las escasas válvulas de
escape que nos ha dejado la covidianidad. Parece cumplirse el planteamiento de Bauman, que
sostiene que la felicidad hoy se vincula a la posibilidad de llegar al ágora mercantil y adquirir
los bienes que momentáneamente se sacian el frenesí generado por el mercado, así como las
ansias de libertad o movimiento del sujeto. La parálisis global generada por el fenómeno
sanitario ha evidenciado la efectividad de los aparatos sanitarios estatales para dar respuestas
a los problemas de la población. Se ha podido observar improvisación e incapacidad para
abordar el problema en muchos países. Se ha puesto de manifiesto la necesidad de una
medicina familiar, la cual dote a los individuos de los protocolos y orientaciones pertinentes
para encarar los problemas inherentes a la salud. En el marco de la pandemia la geopolítica
global ha seguido moviendo piezas del ajedrez político mundial. Según Chomsky el estado
cubano, el cuál ha sido colocado como un paria internacional por la política exterior
norteamericana, ha juzgado un internacionalismo humanitario, los médicos cubanos han sido
colocados al servicio de países tanto del primer mundo como del tercer mundo. Aún no se ha
encontrado la vacuna que inmunice a la población de esta amenaza global. Existe una fuerte
puja entre investigadores norteamericanos y chinos, quienes hacen ingentes esfuerzos para
alcanzar el antídoto o la panacea que neutralice la pandemia. Para muchos ambientalistas la
destrucción de la biodiversidad ha sido el caldo de cultivo que ha facilitado la explosión y
expansión de este fenómeno viral que afecta a la humanidad. La situación sanitaria ha
propiciado por parte de los estados la promoción de políticas restrictivas hacia las libertades
públicas, el control social es más severo que nunca. Como diría L. Althusser "Los aparatos
coercitivos del estado, en nombre de preservar la salud de la población, cercenan la capacidad
de movimiento, confinan a los individuos a una especie de prisión domiciliaria. En su momento
Michael Foucault advertía sobre la brutalidad del control social y la negación de la libertad a
los individuos. En República Dominicana, quienes gobiernan han instrumentalizado el combate
a la pandemia, han apelado al estado de emergencia para agenciarse fondos y préstamos. El
candidato presidencial del partido oficial cuenta con una patente de corso para salir en las
noches a distribuir alimentos y otros insumos. El ministro de salud ha confesado que el estado
no adquirido mascarillas y otros insumos indispensables para el distanciamiento social. Los
negocios onerosos para el estado no se han detenido. Las ayudas son entregadas para
favorecer a contertulios del oficialismo. La institucionalidad se ha perdido, los grupos vivos de
la nación han sido excluidos por el estado en los esfuerzos para canalizar medidas armoniosas
irracionales ante la pandemia. La covidianidad no ha sido obstáculo para la especulación de
bienes de consumo masivo para el incremento de los precios en el agua potable, la energía
eléctrica y otros insumos necesarios para la vida cotidiana. El Estado dominicano no articulado
políticas públicas claras para encarar el problema creado con la pandemia. El
desconfinamiento anunciado para esta semana ha sido una forma de legitimar lo que la gente
y sectores productivos habían acogido como imperioso. En República Dominicana, una franja
significativa de la población la cual vive de la informalidad y el día a día, así como los pequeños
negocios se veían en la disyuntiva de poder ser tocados por la pandemia o morir de hambre o
inanición en su casa. Quienes se vieron compelidos a consumir los escasos ahorros de toda la
vida no retornarán a la normalidad. La recuperación de la actividad turística para largo plazo el
turismo caribeño depende de la llegada de visitantes del primer mundo esto dificultará
reiniciara ese sector, aunque las iniciativas capitalistas no escatiman recursos para generar
actividades y ganancias. La covidianidad encontró a República Dominicana inmersa en un
proceso electoral, el cual debió ser pospuesto de mayo para Julio, pero mucho antes de la
pandemia en el país se había convertido en mayoritario un sentimiento de rechazo a la
irracionalidad del gobierno y sus funcionarios. La atrofia institucional, así como la anomia
social que se respiran en la sociedad dominicana apuestan hoy a la necesidad de un relevo
político, a la posibilidad de reiniciado todo: la justicia, el ministerio público, los cuerpos de
seguridad del Estado en lánguido rol de los diferentes ministerios. En medio del caos y el
término irregular del año escolar y ministro de Educación se ha empecinado en impartir las mal
llamadas pruebas nacionales, parece que la necesidad de hacer ese último negocio para estas
autoridades es ineludible. Han hecho caso omiso a todos los llamados de dejar sin efecto
dichas pruebas debido, a la presencia de la pandemia. Parece que una mano providencial cuida
al pueblo dominicano ya que la improvisación y la ausencia de políticas públicas para encarar
la situación sanitaria no han contribuido al desborde letal del Covid-19. La nueva covidianidad
debe encarar la reapertura eficiente del aparato productivo, la aparición de nuevas
autoridades, que sin tener dejo mesiánico o providencial lleguen con la disposición de
enderezar el caos y la irracionalidad de la manigua decimonónica en que la actual presidente
ha colocado la nación. Como dijo Duarte "Hoy hombres sin juicio y sin corazón conspiran
contra la salud de la patria".
El autor es Dr. en Educación.

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