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Hay que empezar por conocer los puntos dolorosos en los que suele
manifestarse: el cuello, la zona lumbar, la cadera, el dedo pulgar en concreto o
el resto de los dedos de la mano, la rodilla y el dedo gordo del pie. Cuando hay
molestias en alguna de esas zonas, y se pertenece a uno de los grupos de riesgo
comentados, es muy posible que se trate de dolor articular.
Los síntomas de las lesiones articulares, aunque dependen de la localización de la
articulación y el grado de lesión, se reconocen por el dolor, la hinchazón,
la rigidez o la dificultad para mover la zona afectada.
Por este motivo el factor prevención cobra especial importancia para evitar
problemas futuros en las articulaciones. La incorporación de suplementos de
colágeno en la dieta, sumada a los buenos hábitos en la alimentación, así como
entrenamiento y calentamiento adecuados en el caso de los deportistas, es la
mejor garantía para la buen estado de las articulaciones. Y de ahí ahí a la libertad
de movimientos, solo habrá un paso.
Existen básicamente dos formas para categorizar las articulaciones. Una
manera de clasificar las articulaciones es a base de su función o cantidad de ejes
que posee y la otra es a base de sus estructura.