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Clase I

DE CULTURA A MERCANCÍA: LA CONFIGURACIÓN DE LA PROPIEDAD INTELECTUAL EN EL MARCO


DE LA ORGANIZACIÓN MUNDIAL DEL COMERCIO

Introducción:
La propiedad intelectual, en su sentido más amplio no puede entenderse hoy como el fruto de una
decisión soberana e individual de un Estado para proteger e incentivar la creación artística e
intelectual en su territorio.

Si bien un régimen de propiedad intelectual e industrial era aplicable a todo un territorio nacional
sin diferencias entre los ciudadanos, su eficacia internacional dependía de que los países llegaran a
acuerdos entre ellos. El régimen actual de propiedad intelectual e industrial, ampliamente
uniformizado y homogeneizado durante los últimos 25 años, es, en este sentido, un hecho
novedoso y excepcional en comparación con los últimos dos siglos. Esto no ha sido resultado de
una evolución natural sino fruto de intensas luchas entre intereses contrapuestos y entre
diferentes formas de entender cómo deben gestionarse la creación intelectual.

Entre más ha avanzado el proceso de globalización y los bienes, ideas, personas o mercancías
circulan con mayor facilidad el reconocimiento de la propiedad intelectual e industrial a nivel
internacional se ha convertido en un tema de importancia creciente en términos económicos, y
más cuando el conocimiento es entendido como una mercancía con la que puede comerciarse.

Se analiza lo que se considera un verdadero orden institucional internacional que ha venido a


trabajar por la protección y el reconocimiento internacionales de una concepción característica
sobre cómo deben gestionarse las creaciones artísticas, los inventos y gran parte del
conocimiento. El objetivo de la OMC ha sido imponer una visión mercantilista de la producción
intelectual en todo el mundo, incluyendo la regulaicón legal que permite hacerla efectiva. La
regulación favorece a los exportadores de este tipo de bienes y a grandes conglomerados
empresariales. La normativa internacional no reperctue de forma positiva en los países menos
desarrollados (pobres). Al contrario, son estos los que asumen los costes de proteger las ideas, las
creaciones artísticas y los inventos como si se trataran de mercancías.

El régimen internacional de propiedad intelectual e industrial no fomenta ni incentiva la creación o


investigación, ni genera beneficios y riqueza para la mayoría de los países, sino solo para unos
pocos a costa de los más pobres. Se analiza el paso de la OMPI a la OMC porque supuso la
aceptación implícita de regular unos bienes determinados como bienes mercantiles con los que
comerciar, como si se trataran de cualquier otro bien.

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