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NO QUIEREN QUE SEPAS
LO QUE LOS SUPERMERCADOS
Capuchino Para :l
derrochador f3.00
Capuchino para el ahorrativo 6op
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O, traducido:
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EL ECONON4ISTACAMUFLADO
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: ]O
S QUIERENQUF SEPAS
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método'
Curiosamenre, Ia gente no tiende a objetar tanto el segundo
dis-
la estrat egia d.l "ol;etivo grupalu, según la cual se ofrecen precios
de las tari-
tinros a miembros de distinros gruPos. ¿Quién se quejaría
ancianos?
fas de autobuses con precios reducidos Para los niños y los
las cafeterías ofrezcan descuentos para
¿De verdad es rnás razonable que
q,ri.rr.s viven en las inmediaciones y que las atraccioYresturísticas Per-
-i."., que los vecinos del lugar donde se enclrentran ernplazadas entren
por un precio más bajo que el resto? A menudo, esto Parece razoÍaa-
tt. p"tque quienes se encuentran en los grupos que Pagan tarifas más
altas, por lo general pueden pagarlas; y esto es así Porque quienes Pue-
d.., p"gar más casi siempre son los que menos se preocupan por el Pre-
cio. Sin embargo, no deberíamos olvidar que se trata sólo de una afor-
runada casualidad. Las empresas que intentan aumentar sus ganancias
y obrener el máximo valor de la escasezcon la que clrentan están inte-
resadas en aquellas personas que están realmente dispuestas a pagar
rnás, en lugar de en aquellas que podrían Pagal más.
Por ejemplo, cuando Disney \7orld, en Florida, ofrece a los veci-
nos de esa ciudad descuenros de más del cincuenta por ciento en la
enrrada, no es porque quiera transmitir algún tipo de rnensaje sobre
la miseria absolura que sufre el que llaman Sunshine State ("Estado
del Sol"). Sencillamente, la empresa sabe que es probable gue, por
una enrrada de menor precio, los vecinos de Florida vayan con más
regularidad al parque. Sin embargo, los turistas seguramente lo harán
una sola y única vez, sin importar si la entrada es cara o barata.
Esre ejemplo muesrra la real naturaleza de las cosas y nos aclara lo
qlle queremos decir cuando hablamos de (ser sensible al precio, o ((ser
derrochador, o (ser indiferente al precior. El concepto que importa es
el siguienre: cuando subo un precio, ¿cuánto caen mis ventas? Y cuan-
do rebajo un precio, ¿cuánto suben mis ventas? Los economistas tien-
den a llarnarlo "elasticidad inherente al precior. Personalrnente, creo que
la expresión "sensibilidad al precio)) es Lrn poco rnás descriptiva.
Los rurisras que visitan Florida son menos sensibles a los precios
que los vecinos de esa ciudad, lo cual significa que si Disney \7orld
au¡Trenta sus precios, es más probable que los vecinos eviten pasar un
día en el parque. Por la misrna razórt, si el valor de la entrada baja,
esos mismos vecinos pueden llegar a visitar el parque repetidas veces
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CAMUFTADO
EL ECONOMISTA
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Aproximadamente quinientos metros es todo lo que separa a dos locales de Marks &
Spencer que tienen políticas de precios distintas; sin embargo, para la mayoría de los resi-
dentes de la ciudad, no vale la pena caminarlos.
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^ los clientes
promiso con comercio Justo, ai usarlo Paraidentificar
buen negocio ofrecerle
irr. ,.rría' dinero para gastar.También es un
i.r.tr.,lros a los ancianosy a los estudiantes(traducción:cobrarle Pre-
cios más altos a quienes,probablemente,tienen un trabajo)' ¿Quién'
saivo un cínico -o Ltn economista-, podría objetar ur-l comPorta-
miento tan loable?
En este momento, la jugada preferida tiene que ser aumentar des-
mesuradamente los preciot d. 1o natural, subiéndose al tren de los
alimentos ecoiógicos (también llamados biológicos u orgánicos)- Este
ripo de alimenros se está poniendo de moda por distintas razones'
irclu;re.rdo entre ellas el hecho de que, tras los reiterados episodios
de pánico causados por las enfermedades que se transmiten por medio
de los aiimentos, muchas personas creen que los productos ecológi-
cos son mejores o, por lo rnenos) no los matarán. Los suPermercados
han salido al rescarecon un gran suministro de productos orgánicos
cuyo precio es muy superior al coste adicional que generan. E,n los
supermercados briránicos, estos productos están ubicados, por lo gene-
ral, en una misrna sección: en apariencia, para la comodidad de quien
compra dichos producros, pero también resulta ser una ventaja p.ara
los supermercados que, de ese modo, reducen el riesgo de que dichos
clientes advierran el precio de los productos alrernativos rípicos. En
\Tashingron D. C., el local de \{Zholefoods se encuentra ubicado jus-
to frenre a Starbucks y su amplia y exuberante sección de vegetalescon-
riene productos orgánicos y productos cultivados en forma conven*
c i o n a l , u n o s a l l a d o d e l o s o r r o s . . . ,p e r o s i e m p r e s e c o l o c a j u n t o a u n
producro dererminado otro completarrrente distinto: los plátanos eco-
lógicos se encuentran junto a las manzanas (convencionales, (es decir,
no orgánicas); el ajo ecológico se encuentra al lado de las cebollas con-
vencionales.Nunca encontrarás los plátanos orgánicos junto a los conven-
cionales o al ajo biológico junto al convencional. La comparación de
precios te haría pensar dernasiado al respecto.
¿Peroson realnlenre los costososalirnentos ecológicos parre de una
rácrica de fijación de precios según el cliente? Los alimentos orgáni-
cos deberían ser más caros: prodr-rcirloscuesta rnás y el tiempo duran-
te el qlle pueden ser conservados para el consumo es lrrenor; además,
su cosre de distribución es mayor que el de los productos colTlunes.
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Sin embargo, ai igual que lo que sucede con tu capuchino, las mate-
rias primas representan sólo una parte del precio de la mayoría de los
alimentos que se encuentran en las estanceríasdel supermercado. Por
ejemplo, en el Reirro unido, la leche orgánica exige un monranre exrra
de aproximadamente 5O centavos de dólar por cuarto de galón (casi
un iitro), pero el productor ve menos de 20 cenravos de dólar por
esa cantidad. No debería sorprendernos que los supermercados se apro-
vecharan de la oportlrnidad que les brinda la corrienre a favor d. lot
alimentos ecológicos para bornbardear a los clientes con unos cerre-
ros aumentos de precios. Mi consejo, si estás convencido d.e los méri-
ros de los alimentos orgánicos, es qLre no permitas que los minoristas
de los productos alimenticios se aprovechen de ru entusiasmo: por
medio de ru bolsiilo, demuestra tu apoyo a cualquier minorisra o
pro-
veedor directo que ileve el precio de los alimenros ecológicos a u'
nivel
más cercano al de los alimenros no orgánicos.
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los clienres que las escogían demostraban que no habían realizado una
comparación de precios entre dos productos casi idénticos, en casi idén-
rica ubicación. Estaban más interesados en comérselas.
H"y que reconocer que para algunas personas Ia diferencia entre
sabores es imporrante. Algunos notarán que las que tienen sabor a sal
y pimienta rienen un precio más alto, pero, aunque esto les irrite, lo
pagarán de todas formas. Orros preferirán los demás sabores y se sen-
tirán afortunados por tener un gusto barato.
No obstante, ésre es un ejemplo de un tipo de verdad universal
sobre los supermercados: están llenos de sustitutos parecidos (o no
tan parecidos); algunos son baratos, otros son caros, pero todos com-
parten un fuerte elemento azaroso en su precio. El elemento fortuito
se encuentra siempre presente, de modo que sólo los clientes que pres-
tan cuidadosa atención, recuérdalo, y comparan precios obtendrán las
rnejores ofertas. Si lo que quieres es burlar a los supermercados, ru me-
jor arma es la simple observación. Y si no te molestas en pracricarla,
entonces es que, realmente, no necesitas ahorrar el dinero.
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TaI vez seas el director de una empresa y estés frotándote las manos
con regocijo mientras lees este capítulo y planeas utilizar en ru nego-
cio una serie de astutas estrategias de fijación de precios según clien-
te. Antes de que te entusiasmes demasiado, deberás lidiar con las fisu-
ras de dicho sistema. Existen dos tipos de fisuras, o grandes agujeros,
potencialmente catastróficos en un, por lo dernás, brillanre esquema
de márketing. Si no te ocupas de ellos, se arruinarán tus planes.
El primer problema es que los clientes que supuestamenre son
insensibles a ios precios tal vez no jueguen a la autofijación de pre-
cios. No es difícil persuadir a los clientes sensibles a los precios de
que se alejen de un producto caro, pero a veces es más diflcil impe-
dir que los clientes insensiblescompren un producro barato. En el caso
en que las diferencias de precio son pequeñas, r1o se producen pro-
blemas; ya hernos visto que puedes hacer que algunos clientes paguen
un modesto aumento en términos absolutos, aunque el aurnenro pue*
da ser enorme en términos relativos (con sólo envoiver algunos chiles
en una bolsa plástica o desplazar un paquere de pararas friras a la par-
te suPerior de la estantería). Sin embargo, cuando se rrara de decisio-
nes de compras de mayor envergadura, no es siernpre ran fácil.
Aigunos de los ejemplos rnás extremos provienen de ia ir-rdustria
de viajes: es mucho más caro viajar en prirnera clase por tren o avión
que viajar en los asientos de tercera clase, pero corno el objetivo fun-
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res, los bares (no existen muchas librerías que tengan tr¡¿ nho ra feIiz"),
'los supermercados y las atracciones turísticas.
Por el contrario, algunos productos presentan fisuras que les son
:compleramenre inherenres: son caros, Fácilesde transportar y no pere-
cederos. Los ejernplos obvios son los rnedios digitales (CD, DVD y
programas de informática) y productos farrnacéuticos. Las empresas
extreman sus esfuerzos para evitar las fisuras, pero en una época en la
cual las compras por Internet nos permiten solicitar productos de cual-
quier parte del mundo, esta tarea se vuelve cada vez más dificil. Por
ejernplo, Ia industria del DVD acord ó utilizar sistemas de codifica-
ción regional de modo que un DVD comprado en Estados Unidos
no funcionara en Europa. Sin embargo, ese sistema ha sido burlado
por una alianza de clientes y de proveedores de lectores de DVD que
gustosamente equipan a los apararos para que lean los DVD prove-
nientes de todo el mundo.
Si tus instintos son iguales a los míos, re parecerá una mala pasa-
da; sin embargo, es la misma opinión generalizada que desprecia a la
industria del DVD por tratar de vender sus producros a precios dife-
rentes, en mercados diferentes, la que considera que las grandes empre-
sas farmacéuticas deberían suminisrrarle a los países pobres medica-
mentos a un precio reducido. Resulta confuso que nuesrra intuición
moral nos envíe mensajes tan contradictorios.
Tal vez todo esto sea así de sirnple: cuando se rrara de un pro-
ducto importanre, como por ejemplo el rratarniento del sida/-VIlts^,
lo más importante es hacérselo llegar a los pobres; cuando se rrara
de algo tan superficial corno un DVD, la irritación que nos pro-
voca el ser estafados nos domina. No obsranre, no es del todo razo-
nable: los DVD llegan a lugares rnuy pobres ¡ ciertamenre,
¿no
nos debería reconfortar un poco que los pobres puedan ver pelícu-
Ias en los bares y en los auditorios de los pueblos de los países en
vías de desarrollo? O, a la inversa, ¿no debería enfurecernos aún
más el hecho de que las empresas farrnacéuticas cobren un precio rnás
alto en los países desarrollados por el tratarnienro de las enferrneda-
des más graves? lJn econornista no puede resolver esros dilernas éti-
cos' Pero lo que sí puede hacer es desvelarlos para esclarecerIa cues-
tión ética.
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es algo perjudicial
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esraba lleno, ¿de dónde sale ese asiento? Bueno, tomas a un escudian-
re, que no tenga demasiada prisa -y gue, adernás, escabadispuesro a
pagar poco más de 50 dóiares por ei asiento, digamos 5 5 dóIare.5-, I,
con toda am¿lbilidad, lo echas del tren. Le devuelves lo que pagó por
el billece y le das 10 clólares más por los inco¡rvenientes ocasionados.
¿En dónde nos encontrarrros ahora? El pasajero que va a su traba-
jo escabadispuesto a pag r 95 dólares, pero sólo pagó 90 dólares. Sale
ganando 5 dólares. Ei esrudiante estaba dispuesco a pagar 55 dólares
por url biliete de 50 dólares; por lo tanto, si se le hubiera permitido
viajar en el tren, hubiera salido ganando sólo 5 dólares. No obstanre,
acaban de darle l0 dólares, por lo tanro cambién esrá feliz. ¿Y Train-
Corp? Bueno, TiainCorp acaba de transFormar un billere de 50 dóla-
res en uno de 90 dólares, logrando una venta rnás rentable. Aun rras
pagarle al escudiante una cornpensación de 10 dólares, la empresa sigue
ganando 30 dólares. Ahora, todos han resultado ganadores, o así lo
serían si ThainCorp adoptara este sistema en lugar de su estrategia de
fijación de precios en función de un grupo determinado de clienres.
Claro esrá que eso no es lo que ocurre en la realidad, porque, si
TiainCorp lo intentara, los pasajeros que utilizan el rren para despla-
zarse hasta su crabajo y que esruvieran dispuesros a pagar 100 dólares
esperarían a que los billetes bajaran a 90 dóiares y, a su vez, los esru-
diantes que no estuvieran dispuestos a pagar 50 dólares comprarían
igualmente los billetes y esperarían a que se los compensara por ser
sacados del tren. Toda la esrrategia resultaría perjudicial para Train-
Corp, que es quien establecelos precios.
Por si acaso estás un poco mareado, te io resurno rápidamenre: la
esrraregia de fijación de precios en función de un grupo decerrninado
de clienceses ineficiente, porque impide que obtengan asientos los clien-
tes que esrán dispuestos a pagar más por ellos y, en cambio, se los da
a quienes estátl dispr-restosa pagar Llna suma inferior. No obsrante, las
aerolíneas y las empresas ferroviarias la utilizan porque la alrernariva
de la fijación de precios en función del cliente les resulta inviable.
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en el caso del tren; mienrras que otras veces aquélla es más eficiente
que ésta, como en el caso de los medicamentos para tratar el MH/sida.
Pero podemos decir algo más todavía. Cuando la fijación de precios
de acuerdo con el ciiente no logra aumentar el número de ventas y,
al igual que sucede en el caso de TlainCorp, sólo le quita un deter-
minado producto a aquellas personas que lo valoran más, como quie-
nes se rrasladan largas distancias para tabajar, y se 1o entrega a aque-
llas personas que lo valoran menos, corno los esrudianres, sin duda
será menos eficiente que la fijación de un precio unifbrme. Cuando
la fijacióre de precios en función del cliente permite la apertura de un
nuevo mercado, sin afectar al mercado ya existente, al igual que suce-
de en el caso de PillCorp, sin duda será más eficiente que la fijación
de un precio uniforme.
Y existe una situación intermedia. En muchos de los casos, la fija-
ción de precios en función de un grupo determinado de clientes logra
un poco de cada una de las situaciones anteriores: abre algunos ffrer-
cados nltevos, pero rambién le quita innecesariamenre un derermina-
do producto a los usuarios de mayor poder adquisitivo y se lo entre-
ga a los de menos. Por ejemplo, este libro primero se publica en una
edición de tapa dura a un precio alto, pero luego aparece en una edi-
ción en rústica, a un precio menor. El objetivo es fijar un precio alto
para las librerías y para aquellas personas que están impacientes por
escr,rcharlo que tengo para decir. Lo bueno de esra estrategia es qlte
el editor podrá vender las ediciones en rapa blanda a un precio más
bararo, ya que una parte del coste de dicha edición será absorbida por
Ias ventas de la edición en tapa dura y, de esta rrranera, el libro llega-
rá a un mayor número de personas. La consecuencia desFavorable es
que la edición inicial es mucho más cara de lo que hubiera sido si
sólo se hubiera publicado la edición de tapa dura y, por Io ranro, se
desalenrará a algunos compradores potenciales. Así es la vida en el
mundo de la escasez:cuando las empresas que tienen el poder de la
escas€ztratan de aprovecharlo, casi siempre producen una siruación
que será ineficiente y, de ]a rnisma manera, nosotros, los econornis-
tas, casi siempre seremos capacesde pensar en una alrernativa mejor.
Digo ncasi" porque una empresa capaz de aplicar una estrategia
de fijación de precios en Función de clientes perfectamente indivi-
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