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El Acuerdo Bretón Woods y

sus consecuencia contemporáneas


por la profesora Maria Laura Sánchez*
(Argentina)

En julio de 1944, 44 países se reunieron en la ciudad estadounidense de Bretton Woods, New Hampshire, para
establecer el sistema monetario internacional de posguerra. Aunque aparentemente era una conferencia de las
Naciones Unidas, estuvo estrictamente controlada y dirigida por
los Estados Unidos. Esta reunión histórica que dio origen al Fondo Monetario Internacional (FMI) y al Banco
Mundial (BM), en un principio  llamado Banco Internacional para la Reconstrucción y el Desarrollo  (BIRD), marcó
el comienzo del dominio de Estados Unidos sobre el decadente poder imperial de Gran Bretaña y posteriormente
sobre los países en vías de desarrollo.

Tras la Segunda Guerra Mundial nació la llamada Cooperación Internacional y en ese momento se hizo evidente la
existencia de dos bloques de países netamente diferenciados por sus niveles de riqueza y bienestar: los que disfrutaban de
una mejor posición económica (los países industrializados) y los que se situaban en una posición menos ventajosa (los
países en vías de desarrollo). Para paliar esta situación los primeros se comprometieron a transferir una serie de recursos a
los segundos. Para este fin se creó el Sistema Bretton Woods (1944-1976) que tenía como objetivo impulsar el crecimiento
económico mundial, el intercambio comercial entre naciones y la estabilidad económica tanto dentro de los países como a
nivel internacional, diseñando un sistema monetario internacional de posguerra. 

En el acuerdo se crearon instituciones sumamente importantes:

 El Fondo Monetario Internacional (FMI) que debía garantizar el cumplimiento de las normas acordadas en lo
referente al comercio y las finanzas internacionales y establecer facilidades de crédito para los países con
dificultades temporales de balanza de pagos.
 El Banco Mundial (BM) que fue creado para financiar el desarrollo a largo plazo.
 El Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y el Comercio (GATT) creado en 1947, que tenía por meta la
liberación del comercio mundial (reducción de las barreras arancelarias). En la década del 90, se convirtió en la
actual Organización Internacional de Comercio (OIC) cuyos objetivos iban paralelamente a los del FMI.

En 1947, Estados Unidos creó el Plan Marshall, con el fin de reconstruir Europa a cambio de que esta última
disminuyese sus barreras aduaneras y su inflación. Se estableció un sistema de cambio conocido como el patrón oro
donde existían tipos de cambios fijos en relación con el dólar norteamericano y un precio invariable del oro en dólares (35
US$ la onza de oro). Los países miembros mantenían sus reservas en dólares o en oro, y tenían derecho a vender sus
dólares a la Reserva Federal a cambio de oro al precio oficial.

Los recursos para la asistencia monetaria del FMI vienen básicamente de las cuotas con que los Estados miembros
contribuyen al Fondo y son determinadas en función de diversos indicadores, que tienen una repercusión enorme en el
establecimiento de las relaciones internas entre dichos Estados, ya que condicionan no solo el número de votos sino
también la cantidad máxima de dinero con los que puede contar cada miembro. Esto significa que los países más ricos tiene
la posibilidad de acceder a volúmenes muchos más altos de financiamiento y con menos condiciones.

Así pues, desde un principio los países creadores del BM y del FMI se habían garantizado un peso suficiente para ser
decisivos en la toma de decisiones en el seno de estas organizaciones. No en vano una de las críticas dirigidas a estos dos
organismos es, precisamente, que fueron concebidos de manera que los EEUU se aseguraran el control sobre sus
intervenciones sin compartirlo con nadie más. Estados Unidos se convirtió en la superpotencia del planeta y en el motor
de crecimiento de la economía mundial transformándose en el país hegemónico donde la Reserva Federal pasa a ser el
banquero del mundo y el dólar el medio principal de comercio, la unidad de cuenta y la reserva de valor para el mundo.

Las políticas macroeconómicas de los EE.UU. a finales de los años sesenta ayudaron a provocar el derrumbamiento del
sistema BW a comienzos de 1973. 

La política fiscal súper expansiva de los EE.UU. contribuyó a la necesidad de devaluar el dólar, a principio de los setenta y
los temores de que eso ocurriese desencadenaron unos flujos especulativos de capitales huyendo del dólar, lo que hinchó
las ofertas monetarias de los países extranjeros. El mayor crecimiento monetario de los EE.UU. alimentó la inflación interior
y la extranjera, haciendo que los países fueran cada vez más reacios a continuar importando inflación estadounidense a
través de los tipos de cambio fijos. 

Una serie de crisis internacionales que empezaron en la primavera de 1971, condujeron al abandono de los lazos del dólar
con el oro y los tipos de cambio fijos respecto del dólar por parte de los países industrializados. 
A mediados de los setenta, el sistema de cambio fijo se desmoronó pero eso no significó que la famosa institución cayera
con él; el FMI evolucionó y se adaptó al mundo de los tipos de cambio flotantes, la inflación y las problemáticas surgidas de
las dos crisis petroleras de los años setenta. 

Los principales países adoptaron tipos de cambio flexibles con esperanza de controlar su inflación y con la intención de
contar con un mecanismo automático de la balanza de pagos que garantizase el equilibrio externo. El FMI empezó a
extralimitarse en sus funciones y lo hizo definitivamente en los ochenta con el problema de la Deuda Externa. 

Empezó entonces a diseñar y negociar planes de ajuste estructural para los países no desarrollados. Diseño incluso
instrumentos de financiación a largo plazo. Sin embargo, la ayuda que daba el FMI iba condicionada al cumplimiento de los
planes propuestos por las instituciones al país y aconsejaba amablemente a los “clientes” cómo disfrazar con habilidad lo
que el Fondo ordenaba para que pareciese su “libre” decisión. 

Hoy en día, el BM presiona a los gobiernos para que acepten los principios del libre mercado. Otra de las críticas que tiene
que ver con la función real de estos organismos es que, en sus relaciones con el Tercer Mundo, el FMI no se ha puesto
como objetivo impedir el endeudamiento excesivo, ni reducir la deuda. 

Por el contrario, ha sido el principal gestor de la Deuda Externa de los países del Sur, obligándolos a insertar sus
economías en el mercado globalizado, eso sí, en una posición claramente dependiente. Esto a producido que las
desigualdades no hayan dejado de crecer entre los países del Norte y del Sur. 

Los banqueros y funcionarios bien pagados seguramente tienen muchas razones para regocijarse con la creación de estos
organismos encargados de poner “disciplina y orden” en las economías de los países pobres y asegurar el pago de la
deuda externa. Estos dos hermanos siameses se han constituido en los principales factores de desestabilización
económica, política y social de los países del Sur y generadores de pobreza, desigualdad e injusticia. 

Sin duda alguna, las instituciones nacidas de los Acuerdos de BW, son enormes burocracias, extraordinariamente
influyentes, en las cuales los países que forman parte del FMI entran en un club en donde sólo unos cuantos tienen voto,
mientras que el resto está condenado a un papel pasivo y subordinado. 

Conclusión
Teniendo en cuenta todo lo dicho anteriormente y lo leído en la bibliografía que encuentran al final de estos párrafos,
podemos concluir que el historial de las IBW a la hora de gestionar las crisis internacionales, financieras y monetarias, es
lamentable; los resultados finales de los Grandes Organismos Internacionales (FMI, BM) en “supuesta defensa” de los
pueblos, su desarrollo y el respeto de los derechos humanos, no han podido ser más catastróficos. 

Considero que estas Instituciones son en gran parte responsables de los problemas sociales y del proceso de globalización
neoliberal en que los desequilibrios económicos no paran de aumentar y tienen nefastas consecuencias para la mayoría de
la humanidad. 

Dichas Organizaciones Internacionales hablan de países en vías de desarrollo y de la necesidad de realizar cambios
estructurales que permitan así el arranque de su crecimiento económico. Sin embargo, mientras se siga poniendo parches a
las grandes heridas, estos pueblos continuarán sometidos sin saber ni siquiera identificar al culpable de su situación y pero
aun, los países que se dicen  “desarrollados” vivirán cada vez mas ciegos a la realidad del resto del planeta. 

Quisiera presentar algunas soluciones a dichas cuestiones: en primer lugar es necesario acercar a los ciudadanos el
problema que es presentado como si estuviera en manos de los Grandes Organismo cuando en realidad son los “Grandes
Responsables” del mismo. Se debería también informar a las personas sobre la utilización, los resultados y sobre todo el
costo de la Ayuda al Desarrollo. 

Solo desde el momento en que se tenga un conocimiento claro de la realidad social y de la realidad de la cooperación, se
podrá actuar con resultados positivos. 

Finalmente, pienso que la Argentina al acceder a las condiciones que exige el FMI, accede también al embargo de la
nación entera, de todas sus riquezas, de su soberanía misma, para entregarlas al moribundo sistema financiero
internacional. Creo que nuestro país  debe adoptar una posición clara de ruptura con el FMI ya que esto sentaría un
precedente para que otras naciones también adopten iniciativas tendientes a ponerle fin al saqueo de la oligarquía
internacional, quienes padecen de una histeria violenta por cobrar una deuda injusta que resulta a todas luces impagable.

Este trabajo muestra la forma en que las IBW se han convertido en los administradores de las rupturas del equilibrio
económico mundial, analizando sus inútiles esfuerzos por solventar las crisis de la deuda, lo que ha ocasionado enormes
daños a las economías deudoras y ha impedido una solución adecuada hasta la fecha.

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