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PRIMERO DEBEMOS INDAGAR ACERCA DE LA AMPLITUD DE ESE

"PARA" QUE SIGUE A LA PALABRA TEATRO...

Estoy cada día más convencida de la necesidad y del interés del TEATRO PARA con
la siguiente definición:
La búsqueda constante de un equilibrio entre los impulsos de un artista y los
puntos de vista de los niños.

De un lado... está el artista,


un adulto apasionado por tópicos de adultos
cuyo pasado transcurre durante años
cuya niñez no se parece a la que está creciendo en torno suyo
cuya formación ya es antigua
que tiene sus gustos,
un estilo y un universo...

' Ponencia presentada en los Encuentros Teatalia 2002, Alcalá de Henares.


2
Autora. Codirectora de la compañía canadiense "Le Carrousel".
OcTubf(E'DÍCÍEMbRE 2005

y, además, que reivindica una libertad de pensamiento


libertad de decir,
libertad esencial, vital para el acto de crear.

Del otro lado... están ios niños espectadores


con lo adquirido psicológica, física e intelectualmente.
La edad, muchas veces, es un lugar de identificación
como lo son el estatus social y los gustos para el público de adultos.

Este público de niños, a pesar de progresos indudables en materia de difusión,


todavía está casi siempre cautivo.

Aquí se sitúa, en esa relación con el objetivo artístico, la primera distorsión entre la
obra y su público.
Esta distorsión nunca me quita el ánimo de escribir obras específicas para
el público joven.

Sin embargo, no es en el enfoque que consiste en crear un teatro específico


donde se debe investigar el origen del malestar
que experimentamos regularmente frente a producciones mediocres
o en los comentarios reductores de los adultos.

Más bien, hay que buscarlo en la relación que se mantiene con los niños
allí donde la distorsión adquiere toda su amplitud
allí donde se construye la cárcel que encierra las creaciones para el público joven.

LA RELACIÓN QUE LOS ADULTOS MANTIENEN CON LOS NIÑOS ES


ESENCIALMENTE DIDÁCTICA

Los adultos explican


dan a entender
y reciben el mandato, la obligación de dar un punto de vista sobre el mundo que
sea, en lo posible, objetivo...
Los niños reciben la obligación de aprender

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~™"™~" N°6
PARA LA REFUXÍÓN

Esta relación didáctica entre niños y adultos


se vuelve omnipresente
evidente o sutilmente disimulada tras una fachada de buenas intenciones.
Entre padres e hijos.
Entre maestros y alumnos.
Entre artistas y niños.

Las obras que se están ofreciendo a los niños


sufren todavía de esta relación en una sola dirección que los adultos establecen bajo
la ley implícita
de niños que aprenden
y de adultos que enseñan.

En este proceso de aprendizaje permanente hay que evaluar siempre la


rentabilidad
de la relación
y por ello, nombrar, definir, determinar objetivos precisos.
La inversión de tiempo
de energía
de dinero dedicada a los niños
siempre tiene que ser evaluada
o justificada por los aprendizajes producidos.

Es comprensible la necesidad
de definir objetivos
y métodos de evaluación
en educación
pero se debería cuestionar seriamente la calidad del vínculo que se establece con el
niño
cuando el alma de la relación
se apoya esencialmente en la obligación recíproca de enseñar por parte del adulto
y de aprender por parte del niño.

La historia reciente del teatro para niños


nos permite averiguar hasta qué punto esta relación didáctica ha dictado sus
OcTubR£'DiciEMbr¡E 2005

condiciones en las creaciones contemporáneas.


El teatro debe gustar y enseñar.
Cuando se trata de niños la palabra "gustar" se encoge.
Se pronuncia con una punta de burla y malicia

Presupone causar risa, seducir, divertir, entretener... y en cuanto sea posible,


enseñar...
Enseñar cualquier cosa... enseñar algo.
Raras veces estremecer, conmover, provocar, trastornar.
Estas palabras nunca se utilizan cuando se trata de teatro para niños. Estas
palabras
son peligrosas

Se supone que los niños serían capaces de discernimiento, de apreciación


personal,
de sentido crítico, y se supone también que la obra podría ser comprendida de
manera diferente por cada niño.

Pero, al contrario, una obra que se ofrece a los niños debe ser entendida por todos,
resumida en unas palabras
para luego ser apreciada.
Si los niños han sentido con unanimidad el mismo placer
y recibido una lección de vida
el adulto obtiene la sensación reconfortante
de haber logrado dos éxitos a la vez.

Un propósito simple, bien entendido, resumido por todos con las mismas palabras
y que tenga a los niños cautivos y cautivados...

Esta definición de las expectativas de los adultos parece simplista


pero la experiencia acumulada durante más de veinticinco años
me permite saber que el corsé es de hierro
que la trasgresión se castiga con severidad
y que todo intento de alejarse de este hito de lo autorizado
de lo posible
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PARA LA REFLEXÍÓN

de lo moralmente aceptable
es meticulosamente sofocado.

El pedagogo que se esconde en cada adulto


despierta cuando se trata de niños.
El padre, el maestro, el crítico, el difusor, el editor
no sienten haber recibido el derecho de cometer errores.

FUNCIÓN DIDÁCTICA DE LA OBRA DE ARTE

Tengo la ingenuidad de seguir creyendo


en la función didáctica del arte
por el arte.
La obra debe permitir que se produzca ese encuentro
que rompe como un relámpago
que trastorna las certezas
que abre puertas y ventanas hacia el mundo
que toma el alma por asalto y que deja una huella imperecedera en el recuerdo.
Es lo que espero del teatro
y este teatro es el que deseo ofrecer a los niños.

Por su naturaleza misma, la obra


se dirige a la más completa subjetividad
llega a los "no dichos" (a los inefables) acumulados
nos mantiene vivos porque somos únicos
como ella es única.

No existe ningún modo de empleo que defina y normalice la forma de recibir el


objeto artístico
y cuando se trata de recibir una obra de arte
nadie puede detectar la verdad y pretender tener razón.
Aunque se puede analizar la factura de una obra
su originalidad

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sus fuerzas y sus fallas


no se puede forzar la adhesión.
Ésta es un lugar de pura arbitrariedad
es un espacio que debemos proteger contra toda normalización.

MUY INCONSCIENTEMENTE SE LES NIEGA ESTE DERECHO A LOS NIÑOS

Derecho a un verdadero encuentro artístico.

Una obra dirigida a los niños debe llevar a un consenso amplio


que sólo se puede conseguir nivelando el discurso por su nivel más bajo
diluyendo el propósito en lugares comunes, en trivialidades, en evidencias
aprobadas por todos
y queriendo cumplir múltiples funciones didácticas.

La sumisión a la obligación del consenso


y la multiplicación de los objetivos
anular el sentido de la función del arte.
Esta primera y última finalidad del arte que es restituir al niño al centro de sus
propias vivencias
a lo mejor y a lo peor que tiene dentro de sí mismo
está siendo sustituida por objetivos que se pueden cuantificar,
pero los más mezquinos:
aprendizaje de vocabulario
pautas de vida en sociedad
mensajes moralizadores de tolerancia
de buena conducta
de cumplimiento responsable, etc.

Se añaden a la obra actividades pedagógicas periféricas


pocas veces para multiplicar el sentido
sino, al contrario, frecuentemente para reducirlo a algunos hallazgos simples
y evidentes
a una lectura unívoca que será la misma para todos y cada uno.

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PARA LA REFLEXÍÓN

Desde el momento en que la obra se somete a los premios de aquella relación en


sentido único en la cual el adulto debe poseer la verdad
y el niño debe creerle
el qué decir adquiere una importancia desmesurada...
no se puede decir cualquier cosa a los niños
y lo que se dice no puede ser tratado de cualquier manera.

Un creador que trabaja con niños tiene la obligación de decir


lo esperado en las formas aceptadas
y los niños deben entender lo dicho y punto.
La cárcel se. va construyendo con mucha solidez

La censura, censura exterior


y la autocensura, la peor, la más sutil y la más difícil de controlar,
se ejerce en los detalles más pequeños.
Los signos se vuelven profesión de fe
y puede ocurrir que una coma resulte subversiva.

Para proteger a los niños, los adultos que deciden han exigido
y los adultos que crean han forjado
de la nada
un universo que pretende ser el lugar del "bien estar",
un universo artificial, aséptico y esterilizado.
Un mundo encarcelado
demasiado limpio
demasiado sumiso y tranquilo
demasiado bien criado
donde la lección toma el lugar de la visión
donde el estilo propio de un artista se asemeja a una receta.
En este universo aseptizado
"Walt Disney es el príncipe de los niños ya que representa una sociedad sin
movimiento social, y más todavía sin lucha social, un sueño estéril de extrema
derecha en el que ricos y pobres, dominantes y dominados, y gatos se rodean con
la misma sonrisa", de Koning
Que se quiera o no, Disney persiste siendo una referencia incontrolable para el
mundo infantil.

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OcTubt¡E'D¡CÍEMbRE 2005

Estamos muy lejos de la fantasía de Lewis Carroll quien en sus metáforas del
mundo multiplica el sentido
de la sensibilidad de Andersen al mundo danés del siglo diecinueve, el cual sigue
resonando en nuestras vivencias modernas.

DETENGÁMONOS A CONTEMPLAR LA VARIEDAD DE EMOCIONES


QUE OFRECEMOS A LOS NIÑOS

Se sitúan entre menos uno y más uno.


Las emociones negativas sólo se relatan
manteniéndolas bajo control.
Ahora bien sabemos todos que la ira de un pequeñito es terrible
su pena desmesurada
y su alegría explosiva.

Esas emociones rara vez encuentran un lugar en el teatro contemporáneo


perfectamente perfecto y limpiamente limpio.

El teatro para niños


con unas pocas excepciones
se encuentra acorralado por su obligación de buena conducta y
por su discurso simple asumiendo el límite inferior del espectador al menos
interpelado,
y por la terrible exigencia de poseer y decir la verdad.
Y eso incluso si todos sabemos que el primer reclamo que se hace a cualquier obra,
la primera condición de su legitimidad,
es que nos ofrezca una visión parcial del mundo, provisoria y siempre
cuestionable... hasta los mismos cimientos.

Debemos rechazar esta necesidad de erigirnos


en poseedores de la verdad
y no aceptar más que nuestras propias demandas,
las que nos vienen de nuestras pulsiones artísticas,
permaneciendo a la vez sensibles a la visión del mundo de los niños. Los Cuentos
de niños reales ilustran bien el ejercicio de esta dinámica entre creador y público.

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N°6
PARA LA REFLEXÍÓN

Desde los años setenta


Los niños constituyen un mercado importante.
Los autores escriben para niños
Los autores escriben textos variados
los grupos de teatro crean espectáculos que son muy vistos
el medio teatral tiene un repertorio impresionante, un mercado, estructuras de
difusión
el problema ya no es la cantidad, sino la diversificación y la calidad.

Nuestro teatro es moderado, demasiado moderado.


Pocas veces resulta subversivo.
No se atreve a la desviación.
La delincuencia se encuentra de inmediato ridiculizada o pisoteada
y el héroe es él que queda bien con el Orden.
Raras veces se pone en tela de juicio el mundo
En que transcurre la niñez
A pesar de que este mundo en el cual vivimos juntos
Niños y adultos está muy lejos de ser perfecto.

A los quince años, cuando le pondrán pantalones cortos a Shakespeare


los niños accederán a un teatro que habla de la vida,
del sufrimiento, de la duda, de la traición, de las
penas del amor y del vivir,
sin dar lecciones.
En ese momento, no alcanzará la sangre derramada ni la desesperanza aulladora
Para colmar al espectador.

Bien extrañamente encerramos a los niños en plena luz


y a los adultos en la sombra
en dos universos perfectamente estancos.

Así se perpetúa el malentendido traducido en el pensamiento siguiente:


"la felicidad es un estado ilusorio que los niños creen reservado a los adultos y que
esperan alcanzar al madurar".

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OcTubRE'Dl'CÍEMbRE 200?

LOS NIÑOS VIVEN EN EL MISMO MUNDO QUE NOSOTROS

Cada día nos muestra la evidencia de que los niños viven en el mismo mundo.
Con pocas diferencias ven la misma televisión, los mismos noticieros...
Tienen penas de amor y de amistad turbadoras y desgarradoras.
Saben por intuición que el frío, el hambre, el miedo, la
injusticia, la mentira existen...
Si los adultos viven una separación
los niños a la vez se separan
y es todavía más doloroso porque viven situaciones
que no dominan
que no escogieron
situaciones frente a las cuales se encuentran impotentes.

Al contrario de lo que muchos adultos quisieran creer


La niñez no es una edad de inocencia, sino de descubrimiento y
De formación de "sí-mismo". (Como lo evidencia muy bien la psicoanalista Alice
Miller en su libro El niño sobrecapacitado)

Tendremos que vigilar y cuestionar siempre las obras que ofrecemos a los niños
luchar con todas nuestras fuerzas
contra la tentación del teatro artificial y nivelador
del uso de un lenguaje banal
de las recetas aprobadas y de las fórmulas hechas.
Tenemos que ser atrevidos
reencontrar el sentido del riesgo refugiado en nuestro deseo de rehacer el mundo
el gusto del equilibrio en la cuerda floja
y, sobre todo, permanecer cerca de los niños para comprender sus puntos de vista
de las cosas
y su modo de decir las cosas relevantes.
Por fin, debemos ir hasta las raíces de nuestra propia infancia
Y acordarnos de que a los cinco años la araña en la pared
Tenía una carga emotiva tal como la pinta Kafka en La metamorfosis. Y

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