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12 Prefacio

ma, de las múltiples influencias que han ejercido unas religiones sobre otras.
El propósito general de este manual ha obligado a contentarse con una des-
cripción de las religiones del mundo que quedarán de rnanifiesto en sus para-
lelismos ideológicos.
Esperamos haber acertado con la publicación de un manual que estimule
en adelante el estudio sistemático de la historia de las religiones. GEO WlDENGREN
C JoucoBLEEKER
PROLEGÓMENOS
GEO WlDENGREN

LA CRITICA DE LAS FUENTES


Y
LA VIDA DE LOS GRANDES FUNDADORES

INTRODUCCIÓN

En cuanto disciplina histórica, la historia de las religiones depende


de los métodos elaborados desde hace varias generaciones por otras dis-
ciplina históricas, sobre todo por la historia política. Implican estos mé-
todos una crítica de las fuentes, lo que significa que hemos de responder,
entre otras, a preguntas como éstas: ¿cómo reconstruir, a partir de los
manuscritos, el texto de cada una de las fuentes? ¿Cómo determinar si
la fuente en cuestión es o no auténtica, en todo o en parte? ¿Cómo abrir-
nos camino partiendo de las fuentes secundarias hasta las fuentes pri-
marias? ¿Cómo distinguir la verdadera historia de la leyenda y el mito?
Los principios de la crítica textual se encuentran en todos los libros
de texto sobre filología o historia de carácter introductorio, donde se
dan numerosos ejemplos.
Los principios en que se funda el juicio sobre el valor del mejor texto
adquirido aparecen en las introducciones a la historia política. Aquí he-
mos de responder a preguntas de este tipo: ¿cómo adquirió el autor en
cuestión sus conocimientos? ¿En qué momentos utiliza o reproduce
fuentes actualmente perdidas? ¿Cuándo depende de la tradición oral?
¿Cuándo habla fundándose en su personal experiencia? ¿Cuándo se
atiene a unos esquemas legendarios o míticos ? Todos estos interrogantes
corresponden al análisis de las fuentes.
Es de lamentar que en la historia de las religiones se hayan descuida-
do en gran medida todos estos principios de la crítica de las fuentes. Ello
es cierto especialmente en el caso de ciertas religiones, como veremos
más adelante. En nuestros días, con la señalada postura antihistórica de
nuestra generación, se tiende a mezclar elementos históricos y no his-
tóricos de las tradiciones conocidas afirmando que es imposible una
clara delimitación. Esta tendencia se observa, por ejemplo, en la manera
de tratar la historia del período primitivo del cristianismo, aduciendo el
pretexto de que los relatos evangélicos son textos supuestamente «ke-
rigmáticos». Esta misma tendencia nos saldrá al paso en el campo de
otras religiones.
14 G. Widengren La vida de los grandes fundadores 15

Los problemas relacionados con la crítica de las fuentes se ilustran histórico y fundador del budismo. El interesante principio que subyace
a continuación mediante ejemplos elegidos a partir de los datos biográ- en la interpretación de Senart es que no considera los elementos mitoló-
ficos atribuidos a las figuras de los grandes fundadores. En este sentido gicos como aportes inconexos a un material histórico, sino que todo ello
vuelven a plantearse una y otra vez los mismos problemas. compone una totalidad, integrándose, según Senart, en un complejo
mítico centrado en dos figuras: el Cakravartin y el Mahapurusa. El pri-
I mer término se traduce generalmente por «Rey universal»; éste es cier-
tamente su significado (aunque quepa discutir su matiz exacto). El sol
BUDA
es el Rey universal, pero también un gobernante terreno puede ser un
Podemos empezar sometiendo a examen la vida de Buda como his- cakravartin. El segundo término es exclusivamente mitológico; ya apare-
toria y leyenda. En su caso, los textos se refieren sobre todo a su naci- ce en el Rigveda. Características de este «Gran Hombre» son las señales
miento, la llamada renuncia, la subsiguiente iluminación, su actividad especiales o laksana, en número de 32, por las que se reconoce a un
docente o actividad pública y, en fin, su muerte. Sin embargo, los epi- Mahapurusa. Según la leyenda búdica, cuando el sabio Asita contem-
sodios correspondientes a su actividad como maestro no se atienen a pló el cuerpo del recién nacido Siddharta, halló en él estas marcas y se
ningún orden cronológico; se narran principalmente como marco de sus llenó de alegría. Senart sostiene que los complejos míticos del Cakra-
enseñanzas morales o religiosas. vartin y el Mahapurusa cristalizaron en torno al Buda histórico y de
La crítica de las fuentes ha demostrado que poseemos dos grupos esta forma configuraron su leyenda. En la lucha de Buda con Mará, el
importantes de tradiciones acerca de la vida de Buda: una en los sutras Malo, vio un mito original, el combate por el árbol cósmico, representado
mahayana y la otra en los textos hinayana, representada la primera por en la leyenda por el árbol-Boddhi bajo el que Buda recibió la ilumina-
una «colección de leyendas conservadas en las Escrituras tibetanas, es- ción.
pecialmente en el Vinaya» (Thomas). «El Mahavastu y el Lalitavistara Kern llevó a sus últimas consecuencias las ideas de Senart; su posi-
son obras posteriores en sánscrito, ambas con indicios de estar basadas ción resulta tan absurda que no merece examen crítico alguno en nues-
en originales compuestos en un dialecto popular» (Thomas). tros días.
Estas fuentes Mahayana se corresponden a veces verbalmente con Oldenberg no niega la existencia de elementos míticos en la biogra-
los textos del canon pali de la escuela Theravada, sobre todo con el ma- fía de Buda; otra cosa hubiera sido imposible. Pero niega enérgicamente
terial legendario aportado por los comentaristas, de los que Buddhaghosa que influyeran en la descripción de la vida de Buda hasta el extremo que
es especialmente bien conocido. En el canon pali,. por consiguiente, tan- Senart ha sostenido. Un caso típico sería el cometido del árbol-Boddhi
to por lo que se refiere al Dhamma como al Vinaya, encontramos aportes bajo el que Buda sufrió el ataque de Mará. Oldenberg se siente incapaz
de material legendario. Es muy interesante comprobar que en una obra de encontrar tras la historia de la gran tentación rastro alguno de la
de disciplina monástica como el Vinaya tenemos el material legendario perspectiva cósmica mitológica que sugiere Senart. Su método consiste
más antiguo. en suprimir los elementos mitológicos claramente milagrosos de la le-
Hubo otra biografía, el Abhiniskramanasutra, de la que hoy sólo yenda y considerar el resto como hechos históricos bien establecidos o
queda una traducción china, en que la leyenda, de modo muy parecido al menos como noticias históricas absolutamente plausibles. Oldenberg
a l o que ocurre en el Mahavastu, va dispuesta en forma de relato conti- funda su análisis en los textos pali, cuyo valor como documentos histó-
nuo. «Estas tres obras (o sea, el Mahavastu, el Lalitavistara y el Abhi- ricos tasa muy alto. Trata de demostrar que la iluminación de que ha-
niskramanasutra) representan un estadio posterior en comparación con blan los textos coindice con lo que nosotros sabemos acerca de otras
lo que hallamos en el Vinaya pali y tibetano» (Thomas). experiencias psicológicas equivalentes. Por otra-parte, consciente o in-
Los textos que contienen las leyendas referentes a Buda no nos ofre- conscientemente ignora el análisis de la tradición del norte con sus textos
cen ninguna base para una cronología aceptable, y habrá que buscarla sánscritos, norteiranianos, tibetanos y chinos. En el caso de la vida de
en otros lugares, concretamente, en las crónicas y en los puranas. El Buda tampoco ha acertado a liberarse de la tesis anticuada según la cual
problema se plantea así: ¿ofrecen estos documentos en conjunto una el canon pali es la única auténtica entre las formas antiguas de la tradi-
base suficiente para una historia segura de la vida de Buda? A esta pre- ción budista.
gunta se han dado diferentes respuestas. Podemos ilustrar los distintos Thomas ha adoptado una postura distinta. Investigó cuidadosamen-
métodos seguidos poniendo como ejemplos los nombres de Senart, Ol- te la fecha de las tradiciones legendarias, a fin de determinar la forma y
denberg y Thomas. la estructura de las más antiguas. Este método le capacitó para hacer
Senart representa la interpretación mitológica radical de la leyenda una crítica tanto de las interpretaciones mitológicas de Kern (cuyas teo-
de Buda, aunque en modo alguno niega que Buda fuera un personaje rías encontró más discutibles que las de Senart) como de la interpreta-
16 G. Widengren
La vida de los grandes fundadores 17
ción «racionalista», según Thomas, de Oldenberg. De esta forma, su
crítica de las fuentes puede resultar en algunos momentos más severa puede ofrecernos un esquema de biografía, así como el hecho de que el
y lógica que la de Oldenberg, por ejemplo, en lo que se refiere a las re- elemento milagroso juega un papel importante en la de Buda. Los ex-
laciones familiares de Buda. Thomas parece mostrarse más bien escép- pertos en budismo tienen la urgente tarea de establecer qué partes de
tico acerca de la historicidad de la esposa y el hijo de Buda, por poner esta biografía pueden considerarse históricas y qué otras no deberán
tan sólo un ejemplo. «Los cronistas no tenían necesidad de empezar por clasificarse bajo ningún concepto como historia en el pleno significado
el dato histórico de que Buda tenía esposa y un hijo. Ello podría ser del término.
cierto y haber sido transmitido por la tradición no escrita, pero la verdad
es que la tradición no nos ha conservado noticia alguna acerca de ellos». II
En conjunto podemos afirmar que la crítica de las fuentes ha llevado a ZOROASTRO
Thomas a una actitud altamente escéptica con respecto a los posibles
hechos históricamente contenidos en la leyenda. Este esceptismo, que Un caso interesantísimo es la biografía de Zoroastro. Hoy contamos
va mucho más lejos que el de, pongamos por caso, Oldenberg o Pischel, con diversos textos en que se nos ofrece la vita del fundador del zoroas-
no implica que se acepten los puntos de vista de Senart. En realidad se trismo. El más importante de ellos es la famosa biografía contenida en
tiene la impresión de que Thomas les ha prestado escasa atención. en libro VII del compendio pahlevi Denkart. Por diversas razones—sobre
Sin embargo, el punto débil de la importante obra de Thomas es todo por el hecho de que sólo se nos ha conservado un manuscrito—
que el autor realmente nunca nos dice nada acerca de lo que considera ya la misma fijación de un texto correcto es causa de numerosas dificul-
posible afirmar como hechos históricamente en relación con la vida de tades; más aún lo son la traducción y la comprensión del texto pahlevi.
Buda (aunque nosotros podamos deducir de su análisis tales hechos). Una vez llevada a cabo la labor de crítica textual y de traducción provi-
Parece rehuir cualquier afirmación explícita acerca de lo que él conside- sionales, llega el momento de abordar la verdadera crítica de las fuentes.
ra posible decir en cuanto a la vida histórica de Buda. La investigación ha establecido que el texto pahlevi está basado en un
Finalmente, hemos de decir algo acerca de la postura adoptada por texto avéstico original de carácter poético. Hace años señalé este hecho,
dos modernos investigadores, Lamotte y Bareaul. Ambos admiten, por que ha sido reconocido en la edición del texto pahlevi por Nyberg, en
supuesto, que la biografía de Buda está plagada de elementos legendarios. la que se indica el carácter poético de numerosos pasajes. Sin embargo,
Sin embargo, a la hora de exponer las circunstancias de la vida de Buda, este punto- de vista tan importante no ha sido recogido en la edición y
ambos se contentan con repetir las principales narraciones de esta bio- traducción postumas del Denkart VII por Mole; es posible que ello se
grafía legendaria sin hacer el mínimo esfuerzo por distinguir entre sus deba a la notoria falta de sentido y olfato históricos de este dotado inves-
elementos reales y los ficticios. En este sentido llegan a copiar los rasgos tigador. Por otra parte, Mole, cuando lo juzgó posible, señaló en su co-
más notoriamente legendarios; por ejemplo: el famoso relato en que mentario al texto del Denkart VII el trasfondo avéstico de aquellos pa-
Buda se encuentra con un anciano, un enfermo y un cadáver. Sin embar- sajes que no son otra cosa que meras citas de textos avésticos hoy per-
go, hay pasajes, como Majjhima-Nikaya I, 163, entre otros, en que se didos. Hace más de cincuenta años vio Salemann ya que la mayor parte
dice cómo Buda tomó conciencia del problema de la vejez, la enfermedad del libro VII constaba de citas escriturísticas. Este gran investigador
y la muerte a través de su propia reflexión sobre estas cuestiones. Como comprendió además que el único método para determinar el sentido
señala Thomas, «en estos relatos no hallamos mención alguna de cir- exacto del texto pahlevi consistía en tratar de reconstruir su trasfondo
cunstancias históricas definidas ni rastros de los acontecimientos de la avéstico. Una vez concluida esta tarea, vendrá a continuación la de in-
leyenda tal como la encontramos en los comentarios y obras posterio- vestigar si todas las citas avésticas son o no de carácter poético. Si resul-
res». Por esta razón señalaron Oldenberg y Pischel previamente la base tara—como creo que ocurrirá—que no es así, el paso siguiente consistirá
real de la leyenda. Lo más desorientador es ver cómo Lamotte y Bareau en reconstruir, hasta donde nos sea posible, los pasajes poéticos ante-
repiten la leyenda sin aludir a la verdad de su trasfondo histórico. riores en lenguaje avéstico, que formaban el poema épico sobre la vida
Las limitaciones de espacio nos impiden seguir haciendo más co- de Zoroastro, su vita. En este punto se impone por sí. misma la compa-
mentarios. Suponemos que lo dicho será suficiente para mostrar cómo ración, pongamos por caso, con el Buddhacarita de Asvaghosa. Es en
el moderno análisis hace posible distinguir con seguridad entre realidad este momento cuando empieza la verdadera tarea de la crítica de las
y ficción en los relatos de la vida de Buda; sin embargo, los historiado- fuentes, pues nos hallamos ante una biografía de carácter fuertemente
res contemporáneos de las religiones dejan a veces a sus lectores igno- legendario, en que predominan los elementos míticos y de leyenda y
rantes de qué es lo que puede decirse acerca de la vida de Buda con donde abundan los milagros. Tendremos que analizar esta biografía con
ciertas garantías históricas. Está claro que en este caso la historia sólo la máxima atención a fin de determinar qué hechos realmente históricos
18 G. Widengren La vida de los grandes fundadores 19

contiene que no hayan sido tomados de los Gathas, los cánticos del mis- de las religiones Hugo Gressmann, que, sin embargo, a pesar de sus
mo profeta. numerosos análisis de gran finura en algunos lugares, se dejó llevar
Tenemos a nuestra disposición varios métodos, y de todos ellos ha- de su viva imaginación y su brillante talento para combinar datos.
bremos de echar mano. Ante todo, será preciso investigar qué alusio- La crítica de las fuentes emprendida por Meyer—ya muy radical—
nes a sus circunstancias personales en los Gathas de Zoroastro pudie- y Gressmann fue llevada a sus últimas consecuencias por Martin Noth,
ron pasar a su vita, siendo amplificadas y desarrolladas en ésta. En destacado exegeta del Antiguo Testamento y excelente historiador de
segundo lugar, al comparar esta vita oriental con las noticias biográ- nuestra propia generación. De todas las noticias contenidas en el An-
ficas que sobre Zoroastro nos dan los autores clásicos, que evidente- tiguo Testamento, apenas admite como dato histórico algo más que la
mente están basadas en una biografía occidental entonces existente, de Deuteronomio 34,5-6 sobre la tumba de Moisés, en la que ve el
podremos fijar un terminus ante quera para algunos de los rasgos legen- punto en torno al cual fueron cristalizando todas las tradiciones pos-
darios introducidos; esta biografía, como es de suponer, habría sufrido teriores. Siguiendo los pasos de Eduard Meyer, se negó a aceptar al
influencias orientales y tendría también un marcado carácter legenda- Moisés de nuestras fuentes como un personaje realmente histórico.
rio, pero habría sido reelaborada por los magos medos de acuerdo con Sin embargo, no es posible mantener este escepticismo radical, ya
sus propios intereses. El tercer paso consiste en la tarea de establecer que no se funda en métodos del todo coherentes, sino en una hipercrí-
una comparación con la manera en que la biografía de Buda ha sido tica que, a su vez, resulta demasiado crédula en cuanto a sus propias
ampliada y desarrollada a partir de las alusiones contenidas en los co- observaciones críticas un tanto hipotéticas. Estos reparos no han sido
mentarios hasta formar una vita legendaria. Esta comparación, en la sometidos a la necesaria crítica; el excelente investigador que fue Martin
que se prestará la debida atención a la forma en que el elemento mila-
Noth a veces da la impresión de olvidar la máxima cartesiana: de du-
groso ha ido aumentando continuamente, resultará muy instructiva.
bito est dubitandum.
La labor que hemos esbozado está aún por realizar. Las posturas Noth parte de una observación muy adecuada y absolutamente
ante la vita de Zoroastro contenida en el Denkart VII han sido muy
correcta: resulta sorprendente el hecho de que los grandes profetas
variadas; entre los modernos investigadores occidentales puede decirse
(exceptuando a Oseas) apenas mencionen por su nombre o aludan a
que han sido más bien negativas. Sin embargo., a finales del pasado
Moisés, hasta que llegamos a la época de Jeremías y Miqueas.
siglo, A. V. W. Jackson escribió una biografía de Zoroastro caracte-
rizada por una absoluta falta de crítica de las fuentes, ausencia comple- Por lo que se refiere a los salmos, el hecho es que Moisés es mencio-
ta de sentido histórico y fe ciega en las noticias aportadas por el li- nado como mediador entre Dios e Israel en dos pasajes: Salmo 103,7
bro VII del Denkart, reproducidas más o menos íntegramente. Este y 106,23. En ambos salmos hay una clara alusión a las tradiciones del
método—mejor diríamos, falta de método—fue severamente criticado Pentateuco, que, en consecuencia, se presuponen. En los salmos no
por Soderblom en una memorable recensión del libro de Jackson. aparece ninguna tradición independiente acerca de Moisés.
En cuanto a la situación actual, la postura entre los investigadores En los libros históricos hallamos cierto número de referencias a
en general es la de considerar como más seguro el recusar in toto los Moisés, pero en toda la literatura preexílica, exceptuando los pasajes
hechos consignados en el Denkart VII, aunque no muestren un carác- en que hay influencia deuteronómica, falta la expresión «la Ley de
ter mítico o legendario. Es posible que semejante actitud peque de Moisés», que tampoco aparece en la literatura profética o en los salmos.
excesivamente negativa. Sólo un análisis exhaustivo de la biografía En consecuencia, aparte de la tradición del Pentateuco, en la literatura
legendaria de Zoroastro podría hacernos avanzar algún día hacia una preexílica no se hallará referencia alguna a Moisés como el gran legis-
nueva visión. lador de Israel. Este hecho precisa una explicación, que no resulta
difícil de encontrar: las tradiciones referentes a Moisés fueron difun-
III didas por los levitas entre las tribus del norte. Es sobre todo en el Israel
del norte donde encontramos unas tradiciones acerca de Moisés en
MOISÉS
la literatura preexílica. Como el Deuteronomio tiene su origen en el
Más a occidente, y remontándonos en el tiempo, nos encontramos norte, transmitió estas tradiciones acerca del gran fundador al reino
con ciertos elementos biográficos en los relatos de la vida de Moisés, sur, después de la caída de Israel, el reino del norte.
el fundador de la religión judía; estas noticias abarcan unos pocos Las noticias del Pentateuco, que Meyer y Noth miran con tanto
datos históricos y una masa de materiales legendarios. La crítica de las escepticismo, refieren numerosos datos concretos acerca de Moisés.
fuentes avanzó mucho en este caso gracias al gran historiador Eduard Sometiendo estas tradiciones a una comprobación crítica, he llegado
Meyer, al que siguió el exegeta del Antiguo Testamento e historiador a las siguientes conclusiones:
G. Widengren La vida de los grandes fundadores 21
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más sus rasgos de héroe legendario y hasta mítico. El elemento mila-


Moisés era un levita, pero su nombre es egipcio, un hipocorístico
groso, sin embargo, ocupa ya un lugar importante en los niveles más
compuesto con el verbo msi, parir, producir. La tradición menciona
antiguos de la tradición.
además otros nombres egipcios entre sus descendientes. Esta circuns-
tancia indica una asociación con Egipto. Tenemos, por consiguiente, que las leyendas han cristalizado sobre
En cuanto a Aarón y Mirian, los hermanos de Moisés, es posible es- todo en torno al nacimiento de Moisés, mientras que su muerte no fue
tablecer con seguridad que si bien Mirian es probablemente un perso- objeto de la misma atención. En cuanto a su vocación, resulta difícil
naje histórico, aunque originalmente en modo alguno hermana de Moi- determinar hasta qué punto es historia o leyenda. Cuando se le pre-
sés, Aarón no es otra cosa que el antepasado legendario del sacerdocio senta recibiendo la Ley, los correspondientes relatos se atienen al mo-
posterior, los aaronitas. delo del rey como transmisor de la revelación; así lo ha demostrado la
Las distintas tradiciones dan noticias divergentes sobre el origen de moderna investigación. Las tablas de la Ley corresponden a las míticas
la esposa de Moisés. Se diría que el único dato cierto es que ya los más tablas del destino de Mesopotamia. Pero, de todas formas, Moisés es
antiguos niveles de la tradición relatan que Moisés tenía una esposa una figura histórica.
extranjera, es decir, no israelita. Igualmente incierto es el nombre de su IV
suegro, si bien la tradición de Jueces 4,11, no perteneciente al Pentateuco,
comparada con dos pasajes de éste, a saber, Éxodo 2,18 y Números 10,29, JESÚS
demuestra que su nombre era Jobab ben Reuel, probablemente un que-
nita. Otra tradición, conservada únicamente en el Pentateuco, como es En el caso de Jesús, exegetas e historiadores están en general de
bien sabido le atribuye el nombre de Jetró, sacerdote de Madián; ob- acuerdo en que los materiales biográficos de los evangelios contienen
viamente, esta última tradición es la que prevaleció. Pero es de notar numerosos elementos legendarios y míticos y en que, incluso una vez
que ambas tradiciones asocian a Moisés con una región situada al este suprimidos éstos, subsiste una gran incertidumbre en cuanto a la cro-
de la península del Sinaí. nología y un gran número de acontecimientos aislados de su actividad,
La tradición localiza en esa misma zona el llamamiento de Moisés tal como no la narran los cuatro evangelios canónicos. Cuanto aparece
para la misión de salvar a su pueblo de la esclavitud de Egipto. Resulta fuera de la tradición de los evangelios canónicos no puede afirmarse que
difícil determinar si aquella experiencia es histórica o no en sí misma. añada nada a nuestro conocimiento histórico de Jesús.
En cuanto al éxodo de Egipto, mi análisis del material disponible La misma reconstrucción de los textos más dignos de confianza im-
se ha centrado en Jueces 1,20, una tradición ajena al Pentateuco, coin- plica ya numerosos problemas difíciles, por ejemplo, el valor del llama-
cidente con las noticias dadas en Números 14,24 y 30. El hecho de que do «texto occidental» y la cuestión de hasta dónde hemos de suponer
en este pasaje de Jueces se mencione a Moisés como jefe de su pueblo la existencia de una tradición oral aramea subyacente al actual texto
parecería vindicar la historicidad de esta posición que se le atribuye. griego, que, en consecuencia, habría de ser corregido a la luz de esta
En este caso nada habría que oponer a la tradición unánime del Penta- supuesta forma original aramea de la tradición. Este problema, sin em-
teuco, según la cual Moisés sacó realmente al pueblo de Egipto. bargo, parece afectar más a las palabras que a las obras de Jesús, por
El hecho de que fuera un levita confirma la noticia de que Moisés lo que aquí podemos pasarlo por alto.
comunicó la voluntad de Dios en la forma de la toráh. Las tórót eran La base de toda crítica de las fuentes tiene que ser el análisis lite-
comunicadas por los levitas por medio de los urim y tummim, como rario de la tradición evangélica de acuerdo con los principios formulados
explícitamente indica Deuteronomio 33,8-10. A pesar de que se ha de- por la llamada historia de las formas, cuyos máximos representantes
mostrado que los Diez Mandamientos, en su forma actual, no pueden son Bultmann, Dibelius y K. L. Schmidt. Este método puede ser criti-
tener su origen en Moisés, puede afirmarse que algunos mandamientos cable en cuanto a sus resultados concretos, pero sus principios son per-
son de inspiración mosaica. fectamente admisibles.
Ante todo, ha de tenerse en cuenta que el objetivo primario de los
Todo esto, al menos, puede establecerse como verdad histórica
evangelios es kerigmático y religioso, no histórico. Pero en cuanto que
subyacente a la figura de Moisés, tal como éste aparece en las fuentes
ofrecen una base histórica para reconstruir la vida de Jesús, los evange-
del Pentateuco. El resto no es más que leyenda y poesía épica. Sobre
lios han de ser sometidos al mismo tipo de crítica de las fuentes que los
todo el relato de su nacimiento es el resultado de la influencia de la
restantes textos en que se contienen los materiales para la reconstruc-
leyenda difundida en el antiguo Próximo Oriente sobre el nacimiento
ción de la vida de una personalidad histórica.
de algunos reyes, principalmente la leyenda del origen de Sargón de
Agade, C T XIII, 42S. Sobre Moisés se encuentran otras tradiciones Empecemos por tomar en consideración los elementos míticos y le-
posteriores en Josefo y en la literatura samaritana que acentúan aún gendarios. Está fuera de toda discusión el hecho de que en los evange-
22 G. Widengren La vida de los grandes fundadores 23

lios hay elementos de este tipo, como ya subrayó D. F. Strauss. Esos leyendas son adiciones de fecha más bien tardía. Los repetidos intentos
elementos se dan principalmente en relación con el nacimiento y la in- de salvar la historicidad de estas leyendas o, al menos, una parte de las
fancia de Jesús. En otro lugar he analizado la anunciación y he demostra- mismas supone un desconocimiento de los métodos usados en la crítica
do que sigue el modelo de la realeza sagrada de Israel, y que, en este de las fuentes, aparte de una sorprendente falta de sentido histórico.
caso, el mito y el modelo ritual pueden rastrearse más allá de los textos En cuanto al relato de las tentaciones, es posible aducir en parte un
hebreos más antiguos hasta Egipto y Ugarit. trasfondo veterotestamentario, como ha demostrado K. H. Rengstorf,
El relato de los tres magos, la estrella y el nacimiento de Jesús, por que, también aquí, pertenece al ritual regio. Al mismo tiempo, el hecho
otra parte, tiene su modelo en el esquema, también mítico-ritual, del de una tentación por el poder maligno al comienzo de la actividad pú-
nacimiento del Rey Salvador iranio y en su adoración por los magos en blica del fundador nos recuerda las tentaciones sufridas por Buda y
el «Monte de la Victoria», como demostré hace algunos años. Especial- Zoroastro. Este relato está marcado por un intenso tono legendario, lo
mente significativo es el hecho de que en el antiguo arte de Armenia que dificulta la tarea de encontrar en él cierta realidad histórica sub-
existiera una tradición independiente en que aparecían los tres magos yacente.
ofreciendo como don al recién nacido coronas de oro, no el oro, el in- Hace ya cincuenta años demostró K. L. Schmidt en una obra me-
cienso y la mirra que se mencionan en la tradición evangélica a causa morable que el marco cronológico y topográfico de la vida de Jesús, tal
de su base éscriturística en el Antiguo Testamento (Isaías 60,6). En como se nos narra en los evangelios, había sido creado artificialmente por
todas las representaciones artísticas de origen iranio en que se describe sus autores. Sin embargo, Wellhausen había distinguido ya entre hechos
el tributo presentado a un rey, es un rasgo característico la entrega que y dichos de Jesús, tal como nos han sido transmitidos por la tradición,
se le hace de coronas de oro. Así lo demostró hace ya muchos años y adiciones redaccionales de los autores evangélicos a fin de darles forma
Cumont, pero como desconocía la tradición artística de Armenia, no de relato continuo en pasajes más amplios y completos. Schmidt aplicó
pudo llevar más adelante esta línea de investigación. La tradición irania, esta distinción necesaria de forma muy sistemática, demostrando cla-
por consiguiente, ha sido en este caso más fuerte que la base éscritu- ramente que casi todas las noticias relativas a lugares y fechas eran
rística de la leyenda evangélica. También la estrella tiene su contexto adiciones posteriores.
adecuado únicamente en el mito iranio del nacimiento del Rey Salvador, Frente a estas conclusiones sobre la carencia de valor histórico de
así como el hecho de que el Salvador nazca en una cueva; en algunas los relatos evangélicos se ha asegurado que la transmisión de estas na-
variantes antiguas de la leyenda del nacimiento, el establo se concibe rraciones en el cauce de una tradición oral vendría a ser, por parte de
en realidad como una cueva. Así lo demuestra, la más antigua traduc- los testigos de esta tradición, una garantía de veracidad histórica. Los
ción armenia de los evangelios, que utiliza en Mateo 2,9 el término hechos fueron consignados de esta forma en fecha tan temprana que
gom, cuyo significado es a la vez cueva y establo.
no quedaría mucho espacio para introducir cambios. Por supuesto, no
Jesús aparece en la tradición como el nuevo Moisés. Ello hace ló- se pretendía que los elementos claramente míticos y legendarios fueran
gico que en su infancia se vea expuesto a las maquinaciones del rey otra cosa que leyendas y mitos. Esta idea de que la tradición oral me-
Herodes. El carácter legendario de esta conjura y la supuesta matanza
recía confianza fue expresada ya en 1942 por Antón Fridrichsen, pero
de todos los niños pequeños de Belén y sus alrededores es tan evidente
sólo en lo que afecta a las palabras de Jesús. Pero Fridrichsen se apre-
que no merece la pena dedicar muchas palabras a este tema. Josefo,
suraba a indicar que la tradición referente a las palabras y los hechos
que consigna todas las perversidades de Herodes, nada nos dice sobre
este asunto. Todas las demás fuentes guardan absoluto silencio. de Jesús en sus etapas primitivas en modo alguno había sido fijada,
sino que se encontraba como flotando y expuesta a alteraciones. Si-
José recibe aviso de un ángel—otro rasgo típico—y lleva consigo a su
guiendo a Fridrichsen, que apelaba a la forma'en que los discípulos de
familia a Egipto. Sobre el nacimiento en Belén, la huida a Egipto, la
los profetas y de los grandes rabinos judíos conservaron las palabras de
matanza de los inocentes y el regreso de Egipto se aducen otras tantas
éstos a través de una tradición oral, esta idea fue ulteriormente desarro-
citas del Antiguo Testamento, presentándolas como profecías que tienen
ahora su cumplimiento. Este tipo de exégesis, en que ciertos pasajes llada por Riesenfeld, mientras que Gerhardson la llevaba a sus últimas
veterotestamentarios son interpretados a la luz de acontecimientos pos- consecuencias. Este otro investigador, apoyándose en'la cuidadosa trans-
teriores, ha quedado ampliamente ilustrado en nuestros tiempos gracias misión oral de las tradiciones de las escuelas jurídicas judías, defendió
a la colección de comentarios sobre el Antiguo Testamento proceden- la veracidad esencial de la tradición evangélica, que, según él, se trans-
tes de Qumrán. Es típico el hecho de que falten por completo las mitió exclusivamente en forma oral y fue puesta por escrito en la obra
leyendas de la infancia en la tradición evangélica más antigua que po- ile los autores evangélicos. La transmisión oral vendría a ser el respaldo
seemos, la contenida en el Evangelio de Marcos. En consecuencia, estas que garantiza la tradición evangélica.
24 G. Widengren
La vida de los grandes fundadores 25
Esta postura, aparte de demostrar una notable falta de espíritu
crítico, ha sido criticada por mí mismo y por otros investigadores sobre tumba vacía, pero no habla de apariciones. Por otra parte, encontramos
la base de que aquí no es aplicable la analogía de los discípulos de los en este evangelio el aviso del ángel para que marchen a Galilea, donde
maestros judíos, exceptuando quizá aquellos casos en que la halákáh Jesús se manifestará a sus discípulos (16,1-8; los w . 9-20 se han reco-
de Jesús ha sido transmitida oralmente, lo que habría servido para pre- nocido como una adición posterior). 8) Las apariciones consignadas
servarla cuidadosamente. por la tradición más antigua tuvieron lugar en Galilea. 9) Una tradición
En lo que concierne a las narraciones, el recurso a la confianza que más reciente hablaba de apariciones en Jerusalén y sus alrededores.
merece la transmisión oral se presta a graves confusiones, como se ha 10) Merece subrayarse especialmente el hecho de que la tradición más
demostrado repetidas veces. Además, una comparación entre los Evan- antigua afirma que las mujeres, atemorizadas, nada dijeron de la tumba
gelios Sinópticos demuestra irrefutablemente que las tradiciones refe- vacía ni de la advertencia del ángel. Sin embargo, la tradición más re-
rentes a Jesús se han desarrollado y han evolucionado cada vez más en ciente afirma que hablaron de ello a los apóstoles. 11) Se dan distintos
el sentido de la leyenda y el mito. nombres a los testigos femeninos; su preocupación por ungir un cuerpo
Entre las secciones de la narración evangélica más difíciles de anali- que ya había sido envuelto en lienzos y depositado en una tumba re-
zar se encuentra el relato de la pasión, muerte y resurrección de Jesús. sulta más bien extraña, como observó Wellhausen. 12) Si la tumba
Ya Strauss ironizaba a propósito de los esfuerzos que hacían los exege- vacía era prueba de la resurrección, como afirma la tradición de Marcos,
tas de su tiempo por «armonizar» las afirmaciones opuestas de los cuatro ¿por qué dejó de mencionar Pablo este dato, aludiendo únicamente a
evangelistas cuando llegamos a estos acontecimientos de la vida de las apariciones? Por otra parte, nada mítico o legendario hay en el
Jesús, que realmente constituyen la culminación de los evangelios, motivo de la tumba vacía per se.
hasta el punto de que éstos han sido caracterizados como relatos de la Es de suponer que en la situación actual no nos queda posibilidad
pasión con unas extensas introducciones. La diferencia del método se- alguna de avanzar más. No es factible determinar lo que realmente ocu-
guido por los exegetas «armonizadores» y los historiadores analíticos rrió, pero en este caso, como sucede en otros muchos, podemos deter-
puede muy bien ilustrarse trayendo a colación dos obras muy conocidas, minar al menos lo que no ocurrió. La investigación histórica no puede
referentes ambas al proceso de Jesús, la de Blinzler y la de Winter. La tomar en cuenta nada que vaya en contra de las analogías de la expe-
primera es un esfuerzo muy hábil por armonizar los relatos tal como riencia humana. Por esta razón, el elemento milagroso dominante no
aparecen en los evangelios, mientras que el libro de Winter ofrece un
plantea muchas dificultades. Algunos milagros poseen indudablemente
análisis verdaderamente histórico de las afirmaciones divergentes, tra-
un trasfondo real en virtud de las capacidades psíquicas de Jesús para
tando de reconstruir el acontecimiento histórico tal como realmente
sucedió. curar, como en el caso de otras personalidades carismáticas.
Podemos poner fin a este apartado subrayando un problema al que
Igualmente discutidas, pero realmente no tan difíciles de analizar, ya hemos aludido al hablar de las leyendas en torno al nacimiento.
son las narraciones de la resurrección. En este punto, el trabajo reali- También en los relatos de la pasión tropezamos con alusiones a pasajes
zado por Lyder desde el punto de vista de la historia de las formas ha veterotestamentarios. En su conjunto, la actividad de Jesús se conside-
de completarse mediante una valoración de las distintas tradiciones ra como corresponde a un retoño de la estirpe regia de David. Toda la
desde una perspectiva histórica. Una buena investigación de este gé- vida de Jesús se describe con palabras que aluden a las sentencias del
nero es la obrita bien conocida que ha compuesto Campenhausen. Antiguo Testamento sobre el futuro reinado de la dinastía davídica.
A partir de las investigaciones ya realizadas parece que se pueden Todo está calculado para demostrar que Jesús es el Mesías prometido,
establecer ciertos hechos, i) La tradición más antigua está representada el rey davídico, ya que en su vida todo concuerda con las profecías del
por Pablo en i Cor 15. 2) Esta tradición sólo habla de apariciones. Antiguo Testamento. Ello hace evidente que k investigación histórica
3) Las apariciones que refiere Pablo fueron contempladas: a) por un se halla enfrentada con unos problemas terriblemente difíciles. ¿Qué
apóstol (Pedro o Santiago); b) o por un grupo de apóstoles (discípulos). sucedió realmente? ¿Qué hay de leyenda y mito en los relatos evangé-
4) En consecuencia, la tradición parece fluctuar acerca de quién con- licos? ¿Qué hay de historia en ellos?
templó primero una aparición de Jesús, Pedro o Santiago (y hemos de
Antón Fridrichsen ha observado con razón que un historiador ordi-
suponer que este hecho refleja una rivalidad entre ellos acerca de a
nario que se dedique a la historia política general y que en un determi-
quién correspondía el primer lugar en la comunidad de Jerusalén).
nado momento emprenda el estudio de los evangelios llegará en la ma-
5) Pablo nada dice acerca de un sepulcro vacío. 6) Por ello hemos de
yoría de los casos a la conclusión de que en ellos encontramos una rea-
preguntarnos si esta tradición se desarrolló entonces o no. 7) Marcos,
el más antiguo de los evangelios, tiene únicamente la tradición de la lidad histórica transcrita con los colores del mito y la leyenda. No es-
tamos en posición de determinar cómo se desarrolló la breve actuación
pública de Jesús, exceptuando lo concerniente al medio en que tuvo
26 G. Widengren La vida de los grandes fundadores 27

lugar, sus rasgos generales y ciertos datos aislados. Es de suponer que históricos biográficos en que hemos de apoyarnos para escribir la vida
esta conclusión es hoy tan válida como en 1942, cuando Fridrichsen de Mani. Aun cuando hayamos de desechar mucho material legenda-
escribió su opúsculo sobre el valor histórico de los evangelios. rio, nos queda todavía lo suficiente para reconstruir la vida de Mani,
al menos en sus líneas generales, con mucho más detalle que en el caso
V de Buda, Zoroastro, Moisés y Jesús. Esta tarea ha sido realizada por
H. Ch. Puech y por mí mismo en nuestros libros sobre Mani y el ma-
MANÍ niqueísmo.
En el caso de Mani, el fundador del maniqueísmo, existió con segu- VI
ridad una obra biográfica que relataba su vida. Esta vita terminó por
difundirse en toda su comunidad, siendo vertida a numerosos idiomas. MAHOMA
Sin embargo, esta biografía se ha perdido, conservándose algunos frag- Entre los fundadores de una gran religión, Mahoma es aquel cuya
mentos dispersos en diferentes contextos. Estas tradiciones fragmenta- vida conocemos con más detalle. Contamos, por una parte, con el Co-
rias no nos hacen posible reconstruir todo el curso de la vida de Mani, rán, con todas sus alusiones a los acontecimientos dicisivos de su vida,
pero nos indican claramente cuáles eran los puntos esenciales de su y por otra, con una colección de tradiciones contenidas en distintas
vida en el sentir de su comunidad: su nacimiento, vocación y comienzo fuentes: sirah, o biografía del Profeta; hadit, o tradiciones, y tafsir,
de su actividad pública, el final de su vida y su muerte en prisión como o comentarios exegéticos sobre el Corán. En estos dos tipos de fuentes
mártir. Para reconstruir su vida disponemos ante todo de la tradición se encuentra el verdadero material histórico. A ellas podemos añadir
arábiga, conservada en el Fihrist, los tres fragmentos de Turfan en como tercera categoría todos los escritos de carácter popular en que se
idioma iranio medio, así como varios pasajes cópticos en las llamadas describen acontecimientos especiales de la vida del profeta, tales como
«Homilías» y «Cephalaia». su nacimiento o su ascensión a los cielos. A estas tres clases de fuentes
Esta «Vida de Mani» parece haberse caracterizado por un elemento acudiremos para reconstruir la biografía de Mahoma, a fin de esclare-
fuertemente legendario, lo que en modo alguno debe extrañarnos. La cer el problema de lo que es historia o leyenda en la biografía del Após-
biografía de Mani podría clasificarse en la categoría hagiográfica con la tol de Dios.
que nos encontramos por primera vez en la época de la civilización he- Los historiadores del Islam están generalmente de acuerdo en que
lenística, de donde luego la tomarían los cristianos y los maniqueos por el Corán es la única fuente de confianza en todos los aspectos por el que
igual. La vita maniquea de Mani, el fundador, presenta los rasgos lite- se refiere a la vida de Mahoma. Ya hace tiempo que Tor Andrae de-
rarios característicos de las biografías helenísticas y cristianas de per- mostró que, por ejemplo, las narraciones acerca de la vocación de
sonalidades que responden al mismo tipo que Mani. Encontramos en Mahoma han de ser analizadas y criticadas a la luz de lo que el Corán,
ella «idéntica mezcla de relatos autobiográficos y de testigos presencia- sura 53, 6-10, nos dice. En este caso, la tradición ha mezclado el ver-
les, la misma insistencia en las circunstancias maravillosas del naci- dadero acontecimiento histórico con una descripción legendaria, adap-
miento y una muerte edificante, decididamente milagrosa», como yo tada a lo que la exegesis más antigua juzgó que hubo de ser la experiencia
mismo afirmé en otro lugar. También hallamos «idénticas descripcio- del Profeta cuando fue llamado a ser el Apóstol de Dios. Los exegetas
nes de viajes misioneros a tierras lejanas, los mismos encuentros con imaginaron que la vocación de Mahoma tuvo que realizarse del mismo
poderosos gobernantes, las mismas noticias de portentos, los mismos modo que la de un kdhin a su profesión. Por ello se inventó un hadit
discursos piadosos, la misma aglomeración deshilvanada de diversos en que se describía la ingrata experiencia de Mahoma en la caverna en
episodios, las llamadas praxeis» (Widengren). que el ángel le dio el mandato: «Recita», iqra'. -De esta forma pensaron
Sometida a la crítica de las fuentes, la biografía de Mani muestra, que la sura 96,1-4 había introducido un Qur'an, «Recitación»: iqra
como era de esperar, la bien conocida predilección por los elementos Insmi rabbika, que correspondía a la exhortación de Gabriel: iqra'. La
míticos y milagrosos, como las demás biografías legendarias. Se descri- sura 96, según la sirah compuesta por Ibn Hisam siguiendo la antigua
ben con los colores de la leyenda piadosa principalmente el nacimiento biografía escrita por Ibn Ishaq, era, por tanto, la primera reveladón
de Mani, su vocación y primera actividad pública en su tierra natal del comunicada a Mahoma.
Irán, y su muerte. En este caso, un cuidadoso análisis de las tradiciones unido a una
Por otra parte, disponemos de algunos textos, en forma de noticias comparación con las sentencias del Corán hizo posible a Tor Andrae
autobiográficas o de testigos presenciales, caracterizadas por un estilo ile mostrar que la experiencia de Mahoma cuando recibió su vocación
muy sobrio y exacto, sin concesiones a lo mítico o legendario. En con- consistió realmente en que contempló un ser celeste, «en el horizonte
secuencia, parece que resultaría relativamente fácil señalar los datos superior», que descendía hacia él.
28 G. Widengren La vida de los grandes fundadores 29

En cuanto al nacimiento y la infancia del Profeta, es muy poco lo por Alfonso X el Sabio; cf. J. Muñoz Sendino, La Escala de Mahoma
que nos dice el Corán; realmente, nada acerca de las circunstancias de [Madrid 1949]) se presenta a Mahoma relatando cómo realmente reci-
su nacimiento. La leyenda sobre el Profeta, sin embargo, ha revestido bió el Corán en los cielos de manos del mismo Alá. Y ello en contra de
este acontecimiento con una envoltura de rasgos míticos. Se vieron es- las claras palabras del Corán en la sura 17,95. Todo esto ha sido des-
peciales fenómenos luminosos. Cuando lo hubo dado a luz su madre arrollado con cierta amplitud en mi monografía Muhammad, the Apostle
Aminah brotó de su cuerpo una luz que iluminó los castillos de Siria of God, and his Ascensión.
(Ibn Sa'ad I, 1.63). El investigador francés Basset se refería a un fenó- En los casos que hemos mencionado y en otros semejantes, la tarea
meno similar que se encuentra en la leyenda de Buda, en la Vida de de expurgar los rasgos legendarios y míticos de la biografía de Mahoma
Apolonio de Tyana y en el Evangelium Infantiae; a estas referencias no supondrá dificultad alguna para los historiadores.
añadió Tor Andrae muy oportunamente otra a la leyenda de Zoroastro La situación se complica aún más cuando tratamos de analizar
(Denkart VII, II.3). Cuando escribió su brillante tesis, Die Person aquellas partes de la sirah que no producen de inmediato la impresión
Muhammeds in Lehre und Glauben seiner Gemeinde (1917), no tenía de estar influidas por la leyenda, pero en las que una crítica de las fuen-
conocimiento de la estructura literaria de la leyenda de Zarathustra en tes tajante no admitiría una verdadera realidad histórica en los detalles
el Denkart. Ignoraba, sobre todo, que el texto pahlevi del Denkart es- biográficos. La actitud más radical en este sentido fue adoptada por
taba basado en fuentes avésticas (cf. parte II, supra). En nuestros días Henry Lammens, del que, sin embargo, no puede decirse que haya
ya no se podría admitir—como realmente hizo Tor Andrae—que una estado completamente libre de prejuicios. Trató de demostrar por todos
parte de las tradiciones del Denkart había sufrido la influencia de las los medios que Mahoma y sus amigos íntimos, tales como Abu Bakr
concepciones islámicas en vez de viceversa. y Ornar, no pertenecían a las clases superiores de la sociedad mequí,
No es necesario poner de relieve todos los restantes rasgos legenda- sino a sus niveles más pobres, cosa absolutamente contraria a lo que nos
rios de la vida de Mahoma que aparecen en las fuentes distintas del dice la tradición. También sostiene que Mahoma no tuvo ningún hijo,
Corán. Están enumeradas en el famoso libro de Tor Andrae al que quitando cualquier importancia en este sentido a su qunyah Abu Qa-
acabamos de referirnos. En vez de ello, fijaremos nuestra atención en sim, y que su hija Fátima, debido a su deformidad, hubo de ser entre-
la famosa descripción del llamado «viaje nocturno» de Mahoma a Jeru- gada al «gordo» Alí, personaje sin relieve alguno, etc. En una palabra,
salén, al que se alude en la sura 17,1. En realidad, este versículo nos da todas las afirmaciones desfavorables que se hayan podido hacer sobre
únicamente una brevísima alusión a este enigmático acontecimiento, Mahoma, su familia, sus amigos, son aceptadas como verdad histórica.
diciendo tan sólo: En cuanto a los rasgos positivos, se afirma que son el resultado de una
«Gloria a él, que llevó a su siervo de noche propaganda deliberada.
desde la santa mezquita a la mezquita más lejana, En realidad, como ha demostrado Becker, Lammens ha trazado este
cuyos recintos nosotros hemos bendecido, cuadro «histórico» de Mahoma y su círculo íntimo utilizando tradiciones
para mostrarle algunos de nuestros signos. que se caracterizan por lo tendenciosas. Este es, afirma Becker, el mis-
El es el que todo lo oye, el que todo lo ve». mo método que siguen los historiadores islámicos, con la diferencia de
Si bien queda cierta incertidumbre en cuanto al significado exacto que éstos se esfuerzan por trazarnos una imagen ideal del Apóstol de
de la expresión al-masgid al-'aqsá, entre los exegetas e intérpretes de Dios, mientras que Lammens parece complacerse especialmente en
la tradición es opinión unánime que su significado consiste en que el presentar a Mahoma tan indigno como le es posible.
Apóstol de Dios emprendió un viaje a Jerusalén, y que desde allí tuvo Lammens no ve en la sirah otra cosa que el producto del tafsir y del
lugar una ascensión, mirág, a los cielos. En otro lugar he dedicado hadit, postura que es generalmente aceptada entre los investigadores
un análisis exhaustivo a la leyenda del mirKág, por lo cual ahora me limi- occidentales. Todo el problema, por consiguiente, se centra en el valor
taré a señalar—como ya hice en el Congreso de Amsterdam de 1950— histórico del hadit y del tafsir. Becker ha subrayado acertadamente que
que en este caso el mito ha vencido a la historia. El mismo Mahoma no en el tafsir hemos de distinguir dos partes: 1) aquellas en que es posi-
pretendió haber recibido toda la revelación, el Corán, en su ascensión. ble discernir una tendencia dogmática. Estas carecen de todo valor
N o descendió del cielo trayendo consigo el Libro Santo, como debiera histórico; 2) aquellas otras que tienen carácter puramente exegético.
haber ocurrido conforme al modelo ritual y mítico del antiguo Próximo En ellas se revela el hecho de que existía una tradición histórica, por
Oriente. Así, el mismo Mahoma negó enérgicamente haberse atenido ejemplo, acerca de las batallas de Badr, Uhud, etc., y que son un pa-
a este modelo, y ello le causó ataques por parte de sus adversarios de ralelo verbal del Corán (aunque mucho más circunstanciado). Esta tra-
La Meca. Pero en el Liber Scalae del siglo XIII (que ha llegado a nosotros dición está generalmente libre de rasgos tendenciosos, y por ello posee
únicamente en una traducción al castellano, latín y francés ordenada cierto valor histórico, aunque ha de analizarse a la luz de los datos
30 G. Widengren

adquiridos. Desearía añadir que también en este tipo de tradición puede


VII
darse cierta tendencia a favor o en contra de Alí y su familia. Ya hemos
visto que Lammens, por ejemplo, utilizó casi exclusivamente las tra- RESUMEN
diciones contrarias a Alí.
En el caso del hadit, la situación viene a ser la misma. Goldziher ha La atmósfera del círculo de los discípulos congregados en torno al
demostrado en su magistral análisis de la literatura hadit que en su fundador es carismática en sumo grado; ello explica que las narraciones
mayor parte está compuesta simplemente de tradiciones libremente in- sobre sus obras y sus palabras estén llenas de elementos legendarios y
ventadas. Pero también poseemos tradiciones muy antiguas que podrían míticos. Ya hemos visto cómo los relatos de los momentos decisivos de
contener hechos históricos. Becker se muestra más bien pesimista acerca su vida, sobre todo el nacimiento y la vocación, se prestan a elevar al
de los criterios objetivos que podríamos utilizar para entresacar esta fundador por encima de la esfera humana. Como mediador entre Dios
tradición auténtica. «Para diferenciarlos se precisa sólo de instinto his- y los hombres, ocupa una posición intermedia. En algunos casos, su
tórico, por lo que únicamente se llegará a resultados subjetivos». Por muerte señala no sólo el término de una actividad humana, sino tam-
mi parte, soy algo más optimista. El gran Noeldeke, que también criticó bién su retorno al mundo celeste, del que descendió a la tierra en el
la postura de Lammens, señaló que, aparte del Corán, contamos con momento de nacer.
algunos documentos auténticos enquistados en la masa de las tradicio- Ya hemos tenido ocasión de subrayar que el elemento milagroso
nes, como demostró Wellhausen en el análisis que de ellos hizo, por juega un cometido importante durante toda su vida terrena. Los mila-
ejemplo, en el caso de la carta de Mahoma a las distintas tribus y en el gros son la prueba de su legitimidad como transmisor de la revelación;
de la llamada «Constitución de Medina». Partiendo del Corán y de esos esta idea destaca claramente en la vida de algunos fundadores, como
documentos, podemos reconstruir una imagen de la vida de Mahoma Jesús, Mani y Mahoma, quienes, sin embargo, rehusaban hacer los mi-
en sus rasgos principales. Los materiales contenidos en el tafsir y en la lagros que de ellos se esperaban.
sirdh sirven para completar muchos detalles históricos, en aquellos Todas estas circunstancias obligan a someter las fuentes de la bio-
casos, por supuesto, en que no se advierten rasgos tendenciosos. grafía de todos los fundadores a una revisión crítica exhaustiva. En la
Un investigador crítico como Régis Blachére en su libro Le probleme mayor parte de los casos—siendo las excepciones Mani y Mahoma—
de Mahomet (1952), aunque en principio acepte el hecho de que el Co- no es posible reconstruir otra cosa que un escueto esquema de los datos
rán es la única fuente que merece confianza en relación con Mahoma biográficos.
•—prescindiendo de los documentos auténticos,-que también Blachére Las observaciones acerca de la crítica de las fuentes que hemos
acepta como tales—, a la hora de escribir la vida de Mahoma relata los hecho en el caso de cada fundador pueden extenderse con cierto pro-
conocidos episodios contenidos en la sirah. Se diría, por consiguiente, vecho a otras personalidades religiosas descollantes en cuya vida pre-
que entre los investigadores se da una communis opinio acerca de los domine el elemento «carismático»; por ejemplo: el jefe profético en Is-
hechos históricos contenidos en la tradición. rael, el gran rabino en el judaismo, el théios anér en la religión helenís-
Seré breve en relación con los relatos populares. A la vez que na- tica, el gran, asceta en el primitivo cristianismo, el místico destacado y
rran hechos históricos bien establecidos, su interés se dirige principal- dirigente de fraternidades en el Islam, etc. En todos estos casos es ur-
mente al elemento milagroso, sobre todo en relación con el mi'rdg del gente la tarea crítica en relación con las fuentes biográficas, tarea que
Profeta, y cultivan los rasgos legendarios y míticos. Esto hace que en no siempre ha sido plenamente realizada en nuestros días, como nuestro
su mayor parte carezcan de todo valor histórico, pero al menos dan breve análisis ha demostrado.
testimonio de la inmensa influencia histórica ejercida por Mahoma.
Noeldeke ha observado con razón que poseemos infinitamente más
noticias históricas acerca de Mahoma que en relación con Jesús, por no
hablar de Buda o Zoroastro. A estos nombres pudo añadir también el
de Moisés, como antes he tratado de demostrar. Maní y Mahoma son
los fundadores sobre los que más noticias fidedignas poseemos, pero
ello es cierto sobre todo en relación con Mahoma.
La vida de los grandes fundadores 33
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