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5/7/2020 Doctrina

Coleccion: Actualidad Juridica - Tomo 296 - Numero 10 - Mes-Ano: 7_2018

El delito de atentado contra las condiciones de seguridad y


salud en el trabajo. Comentario al artículo 168-A del CP
Elky Alexander VILLEGAS PAIVA*

[-]
RESUMEN

El autor analiza críticamente la configuración normativa del tipo penal de atentados contra las condiciones de
seguridad y salud en el trabajo, sosteniendo que el legislador ha complicado excesivamente las bases de imputación
delictiva para evitar que el empleador sea objeto de una incriminación penal por este delito. De modo tal que el
legislador ha inclinado decididamente la balanza a favor del potencial sujeto activo (empleador) del delito.

MARCO NORMATIVO

Código Penal: art. 168-A.

Palabras clave: Salud / Trabajo / Imputación objetiva / Dolo / Autopuesta en peligro

Recibido: 20/07/2018

Aprobado: 26/07/2018

I. DESCRIPCIÓN LEGAL

El artículo 168-A del CP, modificado por el artículo 2 de la Ley N° 30222, publicada el 11 de julio de 2014, prescribe lo
siguiente:

“Artículo 168-A. Atentado contra las condiciones de seguridad y salud en el trabajo

El que, deliberadamente, infringiendo las normas de seguridad y salud en el trabajo y estando legalmente obligado, y
habiendo sido notificado previamente por la autoridad competente por no adoptar las medidas previstas en estas y
como consecuencia directa de dicha inobservancia, ponga en peligro inminente la vida, salud o integridad física de
sus trabajadores, será reprimido con pena privativa de libertad no menor de uno ni mayor de cuatro años.

Si, como consecuencia de la inobservancia deliberada de las normas de seguridad y salud en el trabajo, se causa la
muerte del trabajador o terceros o le producen lesión grave, y el agente pudo prever este resultado, la pena privativa
de libertad será no menor de cuatro ni mayor de ocho años en caso de muerte y, no menor de tres ni mayor de seis
años en caso de lesión grave.

Se excluye la responsabilidad penal cuando la muerte o lesiones graves son producto de la inobservancia de las
normas de seguridad y salud en el trabajo por parte del trabajador”.

II. EL ASPECTO OBJETIVO DEL TIPO PENAL

A primera vista se podría considerar que estamos ante un delito común, en la medida en que el tipo penal en comento
usa la expresión “el que…”, sin embargo, de la lectura completa de la mencionada figura penal, queda claro que no
cualquier persona puede ser considerada autor de dicho delito, sino únicamente el “sujeto obligado” a cumplir con las
normas de seguridad y salud en el trabajo, y antes de velar por dicho cumplimiento las haya infringido de forma
deliberada. De este modo, sujeto activo sería –en términos generales– el empleador en cualquier centro de trabajo.

Ahora bien, originalmente, el tipo penal para su configuración requería, solamente, el incumplimiento de las normas de
seguridad y salud en el trabajo, reguladoras de los riesgos laborales, esto es, del quebrantamiento de la normativa
extrapenal que coloque en peligro la vida, salud o integridad física de los trabajadores.

Ahora, se exige –además de lo anterior– que el empleador haya sido avisado o notificado por la autoridad competente
que no está adoptando las medidas de control de riesgos, conducta que precisamente es la que genera el desvalor
material de sanción criminal. De tal suerte que no podrá considerarse como típica la conducta del agente que aun
cuando haya infringido –conociendo e incluso habiéndose representado el peligro– omitió realizar las medidas
correspondientes de control de riesgos y ocasionó graves afecciones a los bienes jurídicos de un trabajador, si es que
no fue notificado por la autoridad administrativa correspondiente de su conducta renuente a ejecutar las medidas
adecuadas de control de riesgos.

Es decir, si no se le ha notificado al empleador acerca de la inobservancia de las normas de seguridad –¡que está
[1]
obligado a saber y aplicar! – no se podrá sostener que su conducta haya generado un riesgo prohibido, o en todo
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caso elevado el nivel de un riesgo de permitido a prohibido, de tal suerte que no podrá imputársele el resultado
acaecido.

Esto significa que, aun habiéndose provocado la situación de peligro para los bienes jurídicos elementales de los
operarios, la conducta no podrá ser catalogada como típica, pues –previamente a ello– se requiere ineludiblemente
que la autoridad competente le haya cursado una notificación al empleador, señalándose que no se encuentra
cumpliendo con alguna medida de precaución necesaria para evitar peligros para la indemnidad de sus empleados.

Este requisito es realmente injustificado e innecesario, en la medida en que cualquier empleador, ni bien da inicio a
sus actividades socioeconómicas está ya de plano obligado a adoptar las medidas y ajustes que sean necesarios para
evitar peligros para sus trabajadores (Peña Cabrera, 2014, p. 116).

Ahora bien, en tanto la falta de notificación de la inobservancia de las normas de seguridad para el control de los
riesgos de los trabajadores, se constituye en una causal de atipicidad del comportamiento del empleador, cómo es
que se debería resolver aquellos casos en que la notificación tarda en llegar, y en ese lapso ocurre un accidente
laboral, que genera lesiones graves en el trabajador ¿podrá imputársele dicho resultado al empleador? La respuesta
es negativa, pues la redacción vigente del artículo 168-A del CP exige que el empleador haya sido “notificado
previamente”, con lo cual una vez más la normativa lo protege de toda posible responsabilidad penal.

Siendo así, tal prescripción resulta una puerta abierta para que algunos empleadores puedan abusar de tal
prerrogativa y exponer a grandes riesgos a sus empleados, durante el tiempo en que no se les hace llegar la –tantas
veces citada– notificación. Pues como hemos dicho, mientras no se le notifique se encuentran blindados contra
cualquier posible responsabilidad penal, y ello aun cuando se pueda probar que deliberadamente no pretendió
implementar las medidas de seguridad y salud, y conociendo de los peligros a los que exponía a sus trabajadores.

III. MODIFICACIONES AL ASPECTO SUBJETIVO DEL TIPO PENAL

No solo es necesario, como hemos visto al comentar el aspecto objetivo del tipo, que el agente haya sido notificado
de su renuencia a cumplir con las normas de seguridad para los trabajadores, sino que tiene que haber actuado
deliberadamente (aspecto subjetivo). En efecto, señala la actual redacción del texto legal que: “El que,
deliberadamente, infringiendo las normas de seguridad y salud en el trabajo y estando legalmente obligado”, y “Si,
como consecuencia de la inobservancia deliberada de las normas de seguridad y salud en el trabajo, se causa la
muerte del trabajador o terceros o le producen lesión grave”.

No se está refiriendo, por tanto, a que el resultado sobrevenido sea una especie de imprudencia deliberada, lo que
podría asociarse con la denominada “ignorancia deliberada”, en la medida en que la infracción a la ley laboral,
conforme al primer párrafo, se da a título de dolo y no de imprudencia; por consiguiente, no resulta factible imputar el
desvalor del resultado a una especie de culpa con “representación intencional”, que habría de merecer más penalidad
que una simple imprudencia, pero menos que una atribución a título de dolo eventual (Peña Cabrera, 2014, p. 116).

Se tiene, de esta forma, una redacción terminológica favorable para los intereses del agente y de dificultosa probanza
en el proceso penal, en tanto no bastará acreditar que el autor era consciente o conocía que debía observar la
normativa de seguridad con el fin de evitar posibles riesgos, sino que tendría que probarse que dicha inobservancia
fue adrede, a propósito, esto es deliberadamente. Y sin duda alguna, es muy dificultoso, por no decir imposible, al
menos en este tipo de delitos, probar las intenciones del agente.

Sin duda alguna, las reformulaciones al aspecto objetivo y subjetivo del tipo penal en comento, conjugan
armoniosamente en el sentido de brindar protección no a los bienes jurídicos fundamentales del trabajador expuesto a
riesgos, sino de brindar protección al empleador, es decir a quien somete al trabajador a tales riesgos. Así, por un
lado, si se le notificó previamente de la inobservancia a las normas de seguridad y salud, y luego se produjo el
accidente laboral, pero no se logró probar que el empleador (empresario) actuó adrede, a propósito, no se le podrá
imputar penalmente el resultado del peligro que generó con su conducta omisiva de no aplicar las medidas de
seguridad y salud en el trabajo. Igualmente, en el supuesto, realmente extraño, de que se lograra probar la
inobservancia deliberada del empleador con respecto a las normas de seguridad, pero no se le notificó, o se le notificó
muy tarde (la notificación llegó después de ocurrido el accidente) tampoco se le podrá imputar el resultado producido.

Claro está, que conforme a la redacción del texto legal, lo primero a lo que habrá que acudir para evitar iniciar una
investigación penal infructuosa, será verificar si el empleador fue notificado o no, si no lo fue, entonces no se puede
más que dar por terminada cualquier posibilidad de investigar, acusar, procesar o condenar al empleador.

A estas mayores exigencias a nivel de imputación objetiva y subjetiva, se agrega la mitigación de la pena, en el marco
penal impuesto en el segundo párrafo del artículo 168-A del CP, la cual oscila ahora entre los 3 y 6 años de pena
privativa de la libertad, cuando antes era entre 5 y 10 años. Es realmente extraño este proceder, sobre todo cuando
estamos acostumbrados a ver a un legislador punitivista, siempre proclive a agravar las penas o las formas de imputar
responsabilidad penal. Y es aún más extraño que solo actúe de manera demasiado restrictiva con la posibilidad de
imputar responsabilidad penal en el caso de definir la conducta típica del empleador que no cumple con las normas de
seguridad y salud en el trabajo, colocando en grave riesgo la vida y la integridad de los trabajadores.

IV. LA AUTOPUESTA EN PELIGRO Y DEFINICIÓN DE LOS ÁMBITOS DE RESPONSABILIDAD

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El legislador agrega un tercer párrafo al artículo 168-A del CP, acogiendo expresamente uno de los criterios de la
teoría de la imputación objetiva: la imputación a la víctima, que abarca los supuestos de autopuesta en peligro de la
víctima. Así señala el legislador: “Se excluye la responsabilidad penal cuando la muerte o lesiones graves son
producto de la inobservancia de las normas de seguridad y salud en el trabajo por parte del trabajador”.

Los criterios de imputación objetiva, fueron introducidos en nuestro país, por la jurisprudencia y luego por la doctrina.
Y finalmente como observamos, el legislador ha decidido también acoger tales criterios, y positivarlos. Sin embargo,
más allá de que la redacción en este punto sea clara, lo que resulta sorpresivo es que el legislador se tome tantas
atenciones para fijar criterios de imputación objetiva en este precepto legal del CP. Con tal forma de proceder, surge la
inquietud de que –en tanto ha decidido prescribir expresamente el criterio de imputación a la víctima en el artículo
168-A del CP– deba también hacer lo mismo con los demás tipos penales que regula el CP, o es que acaso solo en
esta figura penal es que se merece tal prescripción expresa.

Dejemos de lado por ahora tal inquietud, y esbocemos algunas líneas sobre este criterio de imputación objetiva que
[2]
recoge el artículo 168-A del CP: el ámbito de competencia de la víctima .

La finalidad de las normas penales no es, pues, evitar que los resultados perjudiciales acaezcan, sino que las
personas realicen determinados comportamientos riesgosos (no permitidos) que, por su aptitud lesiva, pueden
desembocar en dichos resultados: en este caso, evitar que una persona realice una conducta transgresora del
cuidado que jurídicamente se le exigía, en el caso concreto, para evitar determinado resultado (lesiones graves).

Sin embargo, puede suceder que quien infrinja la norma de cuidado sea la propia víctima, pues fue ella misma quien
no actuó con prudencia en la realización de su trabajo. Por lo que en estos casos se deberá excluir de toda posible
responsabilidad al empleador. Así, la conducta de la víctima autorresponsable ha de ser introducida en el juicio de
tipicidad y, por ende, en el sistema de imputación objetiva, siendo que cuando sea su propio accionar el relevante
para las lesiones que decayeron sobre sus bienes jurídicos, entonces será ella la propia responsable de tales daños,
excluyéndose el ámbito de imputación de terceras personas.

En tal sentido, a veces, el comportamiento imprudente del sujeto pasivo es decisivo en la producción del resultado. En
estos casos, no hay responsabilidad civil ni penal del empresario o encargado. No obstante, hay que distinguir: por un
lado, los casos en los que no existe infracción de norma de cuidado alguna por parte del empresario, siendo la única
conducta negligente la realizada por el trabajador. En estos supuestos, ni siquiera existe la creación de un riesgo
típicamente relevante por parte del empresario, es decir, no se da la imputación objetiva de primer nivel o ex ante. En
cambio, en otras ocasiones, pese a existir infracción de una norma de cuidado por parte del empresario, no es este
riesgo el que explica el resultado, sino el producido por el trabajador. En este segundo grupo de casos, pese a
concurrir un riesgo típicamente relevante creado por el empresario, este no se da en el resultado, por lo que queda
excluida la imputación objetiva de segundo nivel o ex post: hay una interrupción del nexo de imputación (Castiñeira
Palou; Llobet Anglí, y Montaner Fernández, 2005, pp. 4 y 5; Olaizola Nogales, Inés, 2005, pp. 31-39).

También puede suceder que junto a la infracción del deber objetivo de cuidado del autor, puede concurrir un
comportamiento descuidado de la propia víctima. Se trata del supuesto conocido como “concurrencia de culpas”, en el
que no es una sola la causa directa del resultado perjudicial al bien jurídico, sino que son varias conductas
(imprudentes en su caso) las que confluyen a la vez y, en conjunto, desencadenan un resultado lesivo.

En este caso, el examen de la infracción del deber debe realizarse, individualizadamente, en cada sujeto cocausante
del hecho, de modo tal que se establezca su grado de influencia en la producción del resultado y, por ende, si la
conducta incriminada al agente se halla dentro de la prohibición penal. Se requiere de un examen y ponderación por
separado de ambas conductas infractoras, para luego cotejarlas y establecer la trascendencia de cada una de ellas
con relación al resultado dañoso.

La significación de la culpa de la víctima puede determinar la aminoración de la responsabilidad penal del agente (v.
gr. en casos donde el tipo penal se agrava cuando existe culpa “cualificada”) o, incluso, su descarte (v. gr. cuando la
culpa del imputado es inexistente, o tan leve o insignificante que enerva su tipicidad penal). Este último caso sucede
cuando se establece que la conducta infractora de la víctima fue el factor decisivo o determinante para la producción
del resultado típico, y la del imputado, por ejemplo, un comportamiento meramente accesorio.

Ahora bien, si un caso se subsumiera en el tipo penal del artículo 168-A del CP, determinándose que se trata de un
supuesto de concurrencia de culpas, esto es, trabajador y empleador coadyuvaron a la elevación del riesgo y la
producción del resultado, tendríamos –como acabamos de decir– que podría atenuarse la pena del empleador. Pero
ello solo sucedería si con anterioridad, el empleador ha sido notificado de su incumplimiento a las normas de
seguridad y salud, pues de no haber sido notificado, su conducta será impune, por más que se pueda demostrar que
su omisión fue uno de los factores determinantes del accidente laboral.

Entonces, tenemos que tratándose del criterio de imputación a la víctima y concurrencia de culpas, pueden
presentarse los siguientes supuestos:

i) La víctima es la única responsable del accidente laboral que sufrió, pues el empleador cumplió con todas las normas
de seguridad y salud que prevé la ley extrapenal; por lo tanto, el empleador está exento de toda responsabilidad
penal, pues los hechos se le imputan a la propia víctima del accidente laboral.

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ii) Puede suceder que aun cuando el empleador no cumplió con las normas de seguridad y salud, el resultado
producido no se debió a dicho incumplimiento, sino a circunstancias ajenas a ello, provocadas por la propia víctima,
de modo que aun cuando el empleador hubiera cumplido con la normativa en materia de seguridad, el resultado
igualmente se hubiera producido. Aquí igualmente el empleador no puede ser pasible de responsabilidad penal, aun
cuando se le hubiera notificado que venía incumpliendo con las normas de seguridad.

iii) Aquí, al igual que en el supuesto anterior, el trabajador infringe su deber de cuidado, pero en el resultado se realiza
exclusivamente el riesgo creado por el empresario al omitir cumplir con las normas de seguridad, de modo que aun
cuando el trabajador se hubiera comportado conforme a derecho, el resultado igualmente se hubiera producido. Aquí
la autopuesta en peligro de la víctima resulta irrelevante en cuanto a la posibilidad de excluir de responsabilidad penal
al empleador, por lo que este resulta responsable del resultado producido. Sin embargo, dada la exigencia en el
primer párrafo del artículo 168-A del CP de exigir, para poder imputarle responsabilidad penal, que previamente se le
haya notificado que venía incumpliendo la normativa de seguridad y salud, entonces en los casos como el descrito, si
no se le ha notificado previamente, su conducta omisiva será impune.

iv) Puede ser que el resultado lesivo sea consecuencia de una “concurrencia de culpas”, es decir, tanto el empleador,
con su conducta omisiva de no cumplir con las normas de seguridad, y la conducta imprudente del trabajador fueron
los desencadenantes del accidente laboral. En estos casos, el empleador sí es responsable y, por ende, debería
imputársele su aporte al hecho lesivo, y quizá solo pueda ser pasible de una disminución de la sanción penal a
imponérsele. Sin embargo, ello solo sería posible de haber sido notificado con anterioridad de su inobservancia a las
normas de seguridad y salud en el trabajo, de modo que si el empleador no fue notificado por la autoridad
correspondiente, el comportamiento del empleador –de acuerdo al primer párrafo del artículo 168-A del CP– quedará
impune.

Referencias

Cancio, M. (2001). Conducta de la víctima e imputación objetiva. Barcelona: J.M. Bosch.

Castiñeira, M.; Llobet, M. y Montaner R. (2005). Accidentes de trabajo, medidas de seguridad y concurrencia de
culpas: criterios jurisprudenciales. InDret, (01).

Kuri, J. (2013). Imputación a la víctima en los delitos de resultado en México. México D.F.: Instituto de Investigaciones
Jurídicas de la UNAM.

López, C. (2006). Acciones a propio riesgo. Exclusión de la tipicidad por responsabilidad de la víctima con base en
una concepción funcional estructural de la sociedad. Bogotá: Universidad Externado de Colombia.

Olaizola, I. (2005). Delitos contra los derechos de los trabajadores (arts. 316 y 317 CP) y su relación con los
resultados lesivos. InDret. Nº 02/2010.

Peña, A. (2014). Análisis de las modificaciones al tipo penal de atentados contra la seguridad y salud laboral. Gaceta
Penal & Procesal Penal, (62).

Ramírez, P. (2009). Determinación de la conducta típica como elemento objetivo del tipo de delito contra la seguridad
y salud en el trabajo. Revista Penal, (19).

_____________________

* Presidente de la Academia Peruana de Ciencias Penales. Socio y director del Área Penal del Estudio Villegas Paiva-
Abogados.

[1]
Se encuentra obligado a conocer y aplicar por el deber de garante que ostenta, pues el empresario dentro de la
estructura organizacional de la empresa es el sujeto responsable de la dirección, coordinación y supervisión de la
actividad productiva. En virtud del poder de dirección el empresario ocupa dentro de la escala jerárquica una posición
de superioridad respecto de los trabajadores. Con lo cual, la relación entre estos sujetos se caracteriza por la
desigualdad, subordinación y dependencia, siendo aquel el directo responsable de la salvaguarda de los intereses
fundamentales de los trabajadores respecto de los riesgos inherentes al desarrollo de su actividad productiva. Así,
véase: RAMÍREZ BARBOSA, 2009, p. 146.
[2]
Para profundizar sobre el tema consúltese los trabajos de: CANCIO MELIÁ, 2001, passim. LÓPEZ DÍAZ, 2006,
passim; KURI PAZOS, 2013, passim.

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