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DERECHO PROCESAL
Profesora Irma Lamilla Ortega

UNIDAD II: LA JURISDICCIÓN

Concepto y Acepciones.

La palabra jurisdicción viene de las voces latinas “juris” y


“dictio”, que significa declarar el derecho, en consecuencia en
sentido etimológico, jurisdicción es sinónimo de declarar el
derecho, en este aspecto sería una facultad o atribución
perteneciente tanto al poder judicial como al legislativo; el
primero declararía el derecho en los casos particulares o
concretos que se le presenten y el segundo en términos generales,
sin relación a un conflicto determinado.

Conceptos de autores extranjeros.

Eduardo Couture: “Función publica realizada por órganos


competentes del Estado, con las formas requeridas por la ley, en
virtud de la cual, por acto de juicio, se determina el derecho de
las partes con el objeto de dirimir sus conflictos y controversias
de relevancia jurídica, mediante decisiones con autoridad de cosa
juzgada, eventualmente factibles de ejecución.”

Ugo Rocco: “Actividad con que el Estado a través de los órganos


jurisdiccionales, interviniendo por requerimiento de los
particulares, sujetos de intereses jurídicamente protegidos, se
sustituye a ellos en la actuación de la norma que tutela aquellos
intereses, declarando en lugar de ellos si existe y cual es la
tutela que una norma concede a un determinado interés, imponiendo
al obligado , en lugar del derecho-habiente, la observancia de la
norma y realizando mediante el uso de la fuerza coactiva, en vez
del derecho-habiente, directamente aquellos intereses cuya tutela
legalmente se ha declarado cierta”.

José Chiovenda: “Consiste en la actuación de la ley mediante la


sustitución de la actividad de los órganos públicos a la actividad
ajena, ya sea afirmando la existencia de una voluntad de ley, ya
sea poniéndola posteriormente en practica.”

Francesco Carnelutti: “Actividad destinada a obtener el arreglo de


un conflicto e intereses mediante la justa composición de una
litis contendida en una sentencia.”

Jaime Guasp: “Función específica estatal que tiende a la


satisfacción de pretensiones.”

Conceptos de autores nacionales

Francisco Hoyos: “Es un poder deber del estado que, ejercido con
sujeción a las formas del debido proceso de derecho, tiene por
objeto resolver litigios, con eficacia de cosa juzgada y eventual
posibilidad de ejecución”.

Hugo Pereira: “La potestad pública ejercida privativamente por los


jueces, mediante el debido proceso, para dirimir en justicia
conflictos jurídicos actuales o eventuales, con aplicación de
normas y principios de derecho o la equidad natural, en sentencia
con autoridad de cosa juzgada, susceptible, según su contenido, de
ejecución”.

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Juan Colombo: “Es el poder – deber que tienen los tribunales para
conocer y resolver, por medio del proceso y con efecto de cosa
juzgada, los conflictos de intereses de relevancia jurídica que se
promueven en el orden temporal, dentro del territorio de la
república y en cuya solución les corresponde intervenir”.

Mario Mosquera: “Es el poder deber del estado, radicado


preferentemente en los tribunales de justicia, para que como
órganos imparciales, resuelvan de manera definitiva e inalterable
con posibilidad de ejecución, los conflictos de intereses de
relevancia jurídica suscitados entre las partes o que surjan de
una violación del ordenamiento jurídico social, en el orden
temporal y dentro del territorio de la República”

Cristian Maturana: “Es el poder deber del estado, radicado


exclusivamente en los tribunales establecidos en la ley, para que
éstos, dentro de sus atribuciones y como órganos imparciales, por
medio de un debido proceso, iniciado generalmente a requerimiento
de parte y a desarrollarse según las normas de un justo y racional
procedimiento, resuelvan con eficacia de cosa juzgada y eventual
posibilidad de ejecución, los conflictos de intereses, de
relevancia jurídica que se promuevan en el orden temporal y dentro
del territorio República”.

Una idea que resulta concordante en las definiciones de


jurisdicción que hacen los autores nacionales, es que la
identifican como un “poder-deber”, resulta lógico entonces
preguntarse a que se refieren los autores con ello.

Se dice que la jurisdicción es un poder por que la función


jurisdiccional esta radicada exclusivamente en los órganos del
estado, quienes para un actuar valido es necesario que lo hagan
dentro de sus competencias y en la formas que la propia ley
establece, debiendo además los funcionarios que integran dichos
órganos estar investidos regularmente en sus funciones (art. 7
CPR); aclarado este primer punto en el sentido que la función
jurisdiccional es ejercida por el estado debemos saber cual es el
órgano que la ejerce, solución que da el art. 76 de la CPR, al
señalar que “La facultad de conocer las causas civiles y
criminales, de resolverlas y de hacer ejecutar lo juzgado,
pertenece exclusivamente a los tribunales establecidos por la
ley.”, idea corroborada además por el art. 1 del COT; por lo dicho
decimos que la jurisdicción es un poder.

Ahora decimos que la jurisdicción es un deber, pues reclamado


el ejercicio de la función jurisdiccional al órgano del estado que
la ejerce (Tribunales de Justicia), este no puede eludir el
ejercicio de su función bajo ninguna circunstancia ni pretexto,
tal idea esta también consagrada en el artículo 76 de la CPR que
en su inciso 2° señala que “Reclamada su intervención (la de los
tribunales) en forma legal y en negocios de su competencia, no
podrán excusarse de ejercer su autoridad, ni aun por falta de ley
que resuelva la contienda o asunto sometidos a su decisión”, idea
corroborada en el art. 10 del COT, este es lo que se conoce como
el principio de inexcusabilidad; corresponde preguntarse aquí ¿si
no hay ley que resuelva un conflicto, cómo han de resolver los
tribunales?, tal respuesta nos la da el artículo 170 N° 5 del CPC
que señala que a falta de ley se debe resolver un conflicto en
base a los principios de equidad. Una última idea que se ha de
tener presente es que ante la violación del principio de
inexcusabilidad origina para los jueces una serie de
responsabilidades tanto de carácter criminal, política y
administrativa.

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Respecto de las acepciones de jurisdicción, citaremos al


profesor Jaime Guasp que en su obra “Derecho Procesal Civil”,
señala: Puesto que el proceso se define como una institución
jurídica destinada a la satisfacción de pretensiones, que han de
verificar órganos específicos del estado, resulta evidente que es
básica en todo proceso la intervención de un cierto órgano
estatal. Dicha intervención se conoce, como ya fue indicado, con
el nombre de jurisdicción. La jurisdicción puede concebirse tanto
desde un punto de vista subjetivo (conjunto de órganos estatales
que intervienen en el proceso), como desde un punto de vista
objetivo (conjunto de materias procesales en las que intervienen
los órganos del estado), como desde un punto d vista de la
actividad (conjunto de actos realizados por los órganos estatales
al intervenir en el proceso). Pero, al fijar el concepto de
jurisdicción, conviene superar estas acepciones parciales y
referirse a una idea más amplia, la idea de función, en virtud del
cual la jurisdicción o administración de justicia en sentido
estricto, se define como la función específica estatal por la cual
el poder público satisface pretensiones.

Naturaleza de la jurisdicción

Definida la jurisdicción como una función estatal de


satisfacción de pretensiones, la fijación de su naturaleza ha de
verificarse de dos distintos ámbitos, el derecho político y el
derecho procesal.

Para el derecho político la jurisdicción ha sido durante


largo tiempo, uno de los poderes básicos del estado, el llamado
poder judicial, teóricamente equiparado a los restantes, pero
prácticamente inferior a ellos, porque entre otros rasgos carecía
de la potestad de ponerse en marcha espontáneamente y de paralizar
el ejercicio de los otros. Al margen de la doctrina de separación
de poderes, la jurisdicción pasa a considerarse una función
pública, atribuida normalmente al estado, lo que explica la
inclusión de las normas básicas a ella en los textos
constitucionales de cada país.

Suele considerarse a la función jurisdiccional como


independiente en el sentido de que su ejercicio se halla sometido
tan sólo a la ley. Pero esta nota de independencia, reflejo de la
teoría de separación de poderes, no hace más que traducir en un
término equívoco la naturaleza de la jurisdicción como institución
específica, esto es, no dedicada típicamente sino a la realización
del fin que le es propio. La especificidad de la jurisdicción
supone de un lado que la potestad de juzgar y ejecutar lo juzgado
corresponde privativamente a los órganos jurisdiccionales, y
determina de otro, que tales órganos no verifiquen tareas
distintas a aquellas que le están atribuidas expresamente por ley.
La jurisdicción se perfila así como una función única y exclusiva,
características ambas que garantizan su imparcialidad.

Para el derecho procesal, la jurisdicción constituye un


verdadero requisito del proceso, cuya falta impide entrar en el
examen de fondo de la pretensión formulada. Dada la importancia de
este requisito, su existencia o inexistencia puede y debe ser
tenida en cuenta de oficio al comenzar el proceso o después de
comenzado, con ineficacia en este caso de todos los actos
anteriores; al litigante por su parte, le cabe denunciar el
defecto de jurisdicción en el tramite destinado normalmente a la
invocación de la falta de requisitos procesales, pero su
consentimiento o su silencio no convalidan un posible vicio en ese

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sentido ya que la jurisdicción no es prorrogable. Entre los


requisitos del proceso, la jurisdicción ocupa el primer puesto y
debe examinarse, por ello en primer lugar; faltando la
jurisdicción no puede practicarse validamente ninguna de las
restantes actividades procesales.

Elementos y características de la jurisdicción.

Características.

1° Tiene consagración constitucional.

Específicamente en el art. 76 de la CPR, que señala, “La


facultad de conocer de las causas civiles y criminales, de
resolverlas y de hacer ejecutar lo juzgado, pertenece
exclusivamente a los tribunales establecidos por la ley. Ni el
Presidente de la República ni el Congreso pueden, en caso alguno,
ejercer funciones judiciales, avocarse causas pendientes, revisar
los fundamentos o contenidos de sus resoluciones o hacer revivir
procesos fenecidos.
Reclamada su intervención en forma legal y en negocios de su
competencia, no podrán excusarse de ejercer su autoridad, ni aun
por falta de ley que resuelva la contienda o asunto sometidos a
su decisión.”
También se refiere a ella el artículo 19 nº 3 CPR, idea del
debido proceso.

2° La jurisdicción es una función pública.

La jurisdicción es una expresión de la soberanía y


corresponde al Estado delegando el ejercicio de ella, a través de
sus órganos, particularmente el poder judicial; sin perjuicio de
lo cual existen otros órganos públicos que también ejercen
jurisdicción, a modo ejemplar El Senado en el juicio político, el
Tribunal Constitucional, con anterioridad a la entrada en vigencia
de la ley 20.322 el S.I.I. (Ley Orgánica de Tribunales Tributarios
y Aduaneros, promulgada 13/01/2009, vigencia progresiva, año 2013
regiones V, VI y Metropolitana, 18 tribunales en total y 1 en
Valparaíso, dependen directamente de la C. Suprema, ya no del SII
ni de la Aduana, hoy son Tribunales especiales e Independientes)

Es pública además porque su organización y funcionamiento se


rige por las normas de derecho público.

3° La jurisdicción es un concepto unitario.

La jurisdicción es una e indivisible, es la facultad de


conocer, resolver y ejecutar las contiendas sometidas a la
decisión de un órgano jurisdiccional.

Sólo es divisible la competencia y la jurisdicción no


contenciosa no es tal, son funciones administrativas entregadas a
los órganos judiciales.

Según Hoyos la jurisdicción civil y penal, es idéntica en la


esencia pero es un árbol que se separa en varas. Por ello existen
tribunales de jurisdicción común y pueden insertarse acciones
civiles en un proceso penal.

En consecuencia y más allá de las diversas ramas de las que


puede componerse, el concepto de jurisdicción como facultad de
“decir el derecho” es unitario.

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4° El ejercicio de la jurisdicción es eventual.

La jurisdicción se ejercerá sólo en el caso del


incumplimiento de los mandatos contenidos en las normas jurídicas
que deben tender a cumplirse espontáneamente.

El ejercicio de la jurisdicción se condiciona a la


trasgresión de la ley y del ordenamiento jurídico, ella se hace
efectiva cuando se trasgrede la norma y el órgano jurisdiccional
tiene conocimiento de ello.

5° El ejercicio de la jurisdicción corresponde exclusivamente a


los tribunales establecidos en la ley.

Los órganos que la ejercen son los tribunales de justicia que


establece la ley (art. 1 COT y 76 CPR). Tribunal es todo órgano
que ejerce la función jurisdiccional para resolver conflictos
jurídicos, aunque no pertenezca al poder judicial.

6° La jurisdicción es indelegable y privativa de los tribunales


de justicia.

En efecto, un Juez no puede delegar la función jurisdiccional


a otro órgano, particular o público, desde que el Tribunal ha sido
instalado.

Art. 7º CPR: “Los órganos del Estado actúan válidamente


previa investidura regular de sus integrantes, dentro de su
competencia y en la forma que prescriba la ley.
Ninguna magistratura, ninguna persona ni grupo de personas
pueden atribuirse, ni aun a pretexto de circunstancias
extraordinarias, otra autoridad o derechos que los que
expresamente se les hayan conferido en virtud de la Constitución o
las leyes.
Todo acto en contravención a este artículo es nulo y
originará las responsabilidades y sanciones que la ley señale.”

Por su parte el Art. 35 del Código Procesal Penal sanciona


con nulidad la delegación de funciones en empleados del Tribunal
en aquellos actos en que la ley requiere la intervención del Juez.

Por otro lado la Jurisdicción pertenece exclusivamente a los


tribunales que establece la ley, agrega que no corresponde al
Presidente de la República ni al Congreso funciones
jurisdiccionales que no le competen.

Al órgano al que la ley le encomiende el ejercicio de la


jurisdicción, tendrá el carácter de tribunal de justicia; es la
función la que le otorga el carácter al órgano, sin perjuicio de
lo cual ese mismo órgano puede tener también funciones distintas a
la jurisdiccional; por otro lado pueden existir órganos de
carácter administrativo que ejerzan función jurisdiccional.

Así las cosas y en virtud de los argumentos dados podemos


decir que la jurisdicción es exclusiva y excluyente de los órganos
que la ejercen.

7° La jurisdicción es improrrogable.

Las partes involucradas en el conflicto no tienen la facultad


de someter su conocimiento a una autoridad distinta a la señalada
en la norma legal. Lo que si es prorrogable es la competencia,
según las normas de los arts. 181 y ss. del COT. (Ello respecto de

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asuntos contenciosos civiles, ante tribunales de primera instancia


y solo con relación al elemento territorio).

En el caso de los tribunales arbitrales es la ley la que


permite delegarles el conocimiento de ciertos asuntos a ellos por
parte de los involucrados en un conflicto.

8° La parte de la jurisdicción que corresponde a cada juez o


tribunal, constituye su competencia.

La competencia es la medida de la jurisdicción entregada a


cada juez; la competencia es la medida de distribución de la
jurisdicción entre los diferentes órganos jurisdiccionales.

9° La jurisdicción se ejerce por medio de actos procesales.

La jurisdicción se ejerce por medio de actos jurídicos


procesales, que tienen por objeto hacer posible el proceso de
conocer, juzgar y hacer ejecutar lo juzgado. Los actos procesales
conforman el procedimiento.

10° La jurisdicción resuelve conflictos a través de sentencias


que tienen eficacia de cosa juzgada.

La cosa juzgada es el efecto característico de las sentencias


definitivas e interlocutorias ejecutoriadas y consiste en que
ellas son inamovibles o inmodificables, no pueden discutirse.

Atributos de la Jurisdicción

Los atributos de la jurisdicción representan el


desenvolvimiento del ejercicio de la función jurisdiccional a
través del proceso; en Chile se hace a través del procedimiento
que la ley establece, o excepcionalmente las partes o el juez.

El ejercicio de la función jurisdiccional se realiza en tres


fases, el conocimiento, el juzgamiento y la ejecución, ellas se
plasman en el concepto de jurisdicción del art. 1 del COT y 76 del
CPR.

Lo anterior corresponde más o menos lógicamente a lo que es


un proceso intelectual para enfrentar un conflicto, pues lo que
debe hacer quien se enfrenta a la tarea de solucionar un conflicto
es, en primer lugar, conocer los hechos, para posteriormente
juzgarlo o resolverlo y en definitiva ejecutar o hacer ejecutar
aquello que ha determinado.

NOTIO- El Conocimiento: “Nadie puede ser juzgado sin ser


oído”, se conoce para juzgar, en esta etapa el juez conoce el
conflicto con trascendencia jurídica.

El juez conoce los elementos fácticos que componen el


conflicto sometido a su decisión y los fundamentos de derecho en
los que las partes apoyan sus pretensiones y contra pretensiones.
En el proceso civil, la primera etapa del conocimiento viene dada
por los escritos de demanda, contestación, réplica y duplica;
mientras que en el NCPP el período de conocimiento está dado por
la acusación que sostiene el Misterio Público, y la acusación
particular que sustenta el querellante, si lo hubiere, y la
contestación a esa acusación que efectúa el imputado a través de
su defensa.

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Una segunda etapa dentro del conocimiento es la prueba de los


hechos fundantes de las pretensiones y contra pretensiones de las
partes, prueba que puede rendirse por propia iniciativa de las
partes o por medio de la iniciativa del Juez (ej. medida para
mejor resolver). Por ello, es evidente que el momento
jurisdiccional del conocimiento está claramente integrado por dos
elementos relevantes, cuales son los períodos de discusión y el
período de prueba.

En esta fase cobran importancia dos principios; el principio


de legalidad del procedimiento en cuya virtud el conocimiento se
realiza de acuerdo a las normas preestablecidas y que conforman el
procedimiento, es la ley la que establece la forma de conocer el
conflicto; la inobservancia de tales normas puedan acarrear
sanciones como la nulidad de lo obrado; y el principio
dispositivo, en cuya virtud los jueces actúan a petición de parte,
son las partes las que exponen y prueban los hechos.

IUDICIUM- El Juzgamiento: Es la etapa esencial de la


jurisdicción, por ello la etapa más importante y constituye el
juicio propiamente tal, a través del cual el juez resuelve el
conflicto, determinando si los hechos alegados y probados por las
partes coinciden o no con el supuesto general y abstracto que
establece la norma jurídica invocada para el caso concreto.

En esta etapa el tribunal declara el derecho aplicable al


caso concreto o excepcionalmente falla de acuerdo a la equidad
(art. 170 N° 5 CPC y 10 COT), por medio de un acto procesal
denominado sentencia que es generalmente definitivo (tras el
periodo de impugnación).

EXECUTIO- La Ejecución: El art.1 del COT, habla de “hacer


ejecutar lo juzgado”, si el litigante que pierde un juicio, es
decir se ha determinado que esta gravado con una obligación de
realizar una determinada prestación a favor del que ha obtenido en
juicio, se allana y cumple lo ordenado por el tribunal, finaliza
en este acto la jurisdicción, pues se ha cumplido el mandato
legal. Pero, si el obligado persiste en su pasividad ante el
cumplimiento, el conflicto permanece y se necesitará convertir la
sentencia en actos, en esta fase la promesa de coercibilidad se
transforma en coerción concreta y real.

La facultad de hacer cumplir coactivamente una resolución


judicial por parte de un tribunal, se conoce también como IMPERIO,
y su consagración constitucional se materializa en el art. 76
inciso tercero, y se reproduce la misma idea en el artículo 11 del
COT. Es más, ante el litigante condenado a cumplir que se resiste
al cumplimiento el tribunal que ha de hacer cumplir la sentencia,
puede pedir el auxilio de la fuerza pública para lograr el
cumplimiento, es decir se puede ayudar de la fuerza policial que
en ningún caso puede calificar el fundamento ni la legalidad de la
sentencia que se trata de cumplir.

Por otro lado y en lo que respecta a la ejecución de la


sentencia, la forma de hacerlo depende de la clase de proceso y la
naturaleza de la norma trasgredida, puede por ej. pedirse el
cumplimiento por naturaleza o por equivalencia.

Finalmente debemos tener presente que hay resoluciones


judiciales que no son susceptibles de ejecución, ej. las meramente
declarativas o constitutivas (sentencia que recae en un juicio de
divorcio); también hay sentencia que pese a ser de condena, se

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cumplen en sede administrativa, vg. las sentencias que condenan al


fisco, la ejecución penal también se realiza en sede
administrativa.

Debemos recordar que alguna parte de la doctrina ha


cuestionado el carácter jurisdiccional a esta fase, debido al
contenido administrativo que suele atribuírsele, pero es
actualmente compartido por la inmensa mayoría de la doctrina y aún
por la jurisprudencia de nuestra Corte Suprema el que este momento
jurisdiccional forma parte inherente de la jurisdicción, pues de
faltar este momento, la jurisdicción se quedaría en la mera
declaración del derecho, sin que se pudiere éste hacer efectivo a
través de aquellos actos, incluso compulsivos que son necesarios
para imponer el derecho.

DIVERSOS TIPOS DE GARANTIA JURISDICCIONAL O DE TUTELA


JURISDICCIONAL

Puesto que la finalidad última a la cual tiende la garantía


jurisdiccional es la de operar en la vida de las relaciones
humanas como una forma de conseguir, prescindiendo de la voluntad
del obligado, el mismo resultado práctico (o un resultado
equivalente) al que se habría obtenido sí la norma jurídica
hubiere sido observada voluntariamente, es natural que los medios
prácticos con que la jurisdicción actúa se adapten y se conformen
al diverso contenido de las norma jurídicas, de las que, caso por
caso, se trata de garantizar o tutelar su observancia, y de los
intereses que, caso por caso, buscan en la observancia de tales
normas jurídicas, su satisfacción. Es sin embargo, posible reducir
estos medios a algunos tipos fundamentales de garantía
jurisdiccional o de formas de la tutela jurisdiccional.

Garantía o Tutela Jurisdiccional contra la trasgresión de un


precepto (Condena)

La forma más evidente de inobservancia del derecho es la que


consiste en que la persona respecto del cual nace, de una norma
jurídica, un concreto precepto individualizado que le ordena tener
un cierto comportamiento positivo o negativo, se comporte de un
modo diverso al prescrito por la norma; no hace aquello que
debería hacer o hace aquello que ésta prohibido hacer. Se puede
hablar en este caso, en sentido estricto, de trasgresión o
violación o inejecución del precepto jurídico.

Debemos tener presente que antes de poner en obra cualquier


medida dirigida a reintegrar el derecho, el estado exige que
respecto de la ya verificada inobservancia concreta del derecho,
se obtenga preventivamente la certeza oficial; la coacción
jurisdiccional no puede ser ejercitada sino previa declaración de
certeza del derecho en garantía del cual la misma es exigida.

En consecuencia es necesario primeramente un juicio y una


decisión, mediante la cual la autoridad judicial individualizará
el concreto precepto jurídico nacido de la norma, establecerá la
certeza acerca de cual ha sido y cual habrá debido ser el
comportamiento del obligado, y determinará, como consecuencia, los
medios prácticos para reestablecer en concreto la observancia del
derecho violado (condena); pero esta declaración de certeza,
obtenible a través de una declaración judicial, no es en este caso
el fin en si misma, sino solamente una necesaria preparación para
poner en practica los medios de coacción.

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Garantía o Tutela Jurisdiccional contra la falta de certeza del


derecho (Declara)

El mantenimiento de la legalidad puede ser puesto en peligro


no sólo por la trasgresión de un mandato ya cierto sino también
por la falta de certeza de un mandato todavía no trasgredido,
puede ocurrir que por no ser clara o por ser demasiado vaga la
formulación de la norma jurídica, o por la dificultad de
encasillar las circunstancias de hecho de un supuesto específico
legal preciso, se produzca entre los miembros de la sociedad un
estado de falta de certeza en torno a la existencia o a la
extensión de un determinado precepto, de modo que, aún no habiendo
llegado todavía el momento de hacerlo valer, sea desde ya
previsible que, precisamente como consecuencia de esta falta de
certeza, resultará aumentado, cuando el momento llegue, el peligro
de trasgresión.

Como vimos, para actuar en contra de la trasgresión de un


precepto se requiere una declaración jurisdiccional que no es un
fin en si mismo, sino que actúa como un puente de paso hacia la
acción (obtención de condena); pues bien en el presente caso
cuando se trata solamente de eliminar una falta de certeza
jurídica, la cual, aun no habiendo dado lugar todavía a
trasgresiones, constituye ya en si misma un daño (porque destruye
entre los miembros de la sociedad el sentido de seguridad y de
libertad que surge del conocimiento preciso de los propios
derechos y de los propios deberes), entonces la declaración
oficial de certeza del derecho incierto se convierte en una
garantía en si misma, que tiene por objeto la producción de la
certeza jurídica considerada como un bien en sí mismo, y se habla
en estos caso de declaración de mera certeza o de declaración de
simple certeza. El Estado considera en estos casos la certeza del
derecho como un momento necesario de la observancia del mismo, y
considera la eliminación preventiva de la falta jurídica de
certeza, como una parte de las funciones jurisdiccionales, pues la
falta de certeza del derecho constituye una potencial
inobservancia del mismo.

Garantía o Tutela Jurisdiccional con finalidad constitutiva.


(Constituye)

También esta garantía de finalidad constitutiva supone la


inobservancia del derecho, pero en un sentido diverso al de la
garantía ante la trasgresión de un precepto. En este aspecto la
garantía jurisdiccional de finalidad constitutiva responde a la
siguiente finalidad: a que el cambio de ciertas relaciones o
estados jurídicos no puede ocurrir sino previa declaración
jurisdiccional del cumplimiento de los requisitos que la ley exige
a fin de que ese cambio pueda producirse.

Acá la intervención del Estado, a través del órgano


jurisdiccional, trata de garantizar la observancia del derecho,
pero de un modo diverso al de la trasgresión del derecho, en el
caso de trasgresión el Estado interviene para satisfacer el
interés individual protegido por el derecho, sólo porque el
obligado no ha observado voluntariamente la conducta exigida por
la ley; aquí el Estado interviene para satisfacer el interés
individual de quien reclama la modificación porque la única vía
para obtener la satisfacción de ese interés es, por ley, a través
del pronunciamiento del juez. En este caso el Estado antes de
prestarse a satisfacer el interés individual, ordenando el cambio
jurídico exigido por el interesado, quiere controlar a priori

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mediante la declaración jurisdiccional de certeza, si existen los


requisitos exigidos por la ley para poder ordenarlo.

Este fin jurisdiccional se asocia a lo que se denomina la


jurisdicción no contenciosa, cuya importancia va creciendo con la
extensión del control del Estado sobre diversos campos de la vida
social, pero hay que decir que no es exclusiva de la misma.

Garantía o Tutela Jurisdiccional con finalidad cautelar (Asegura)

Para agotar el cuadro de las garantías jurisdiccionales, es


necesario hacer referencia aquí también a la actividad cautelar,
la cual no se pude considerar en estricto rigor un cuarto género
de garantía jurisdiccional, susceptible de ser colocado en el
mismo plano de los otros tres tipos de garantía. Lo que distingue
a la actividad cautelar y permite hacer de ella un tipo especial,
es que ella anuncia y prepara la puesta en práctica de las otras
garantías jurisdiccionales (especialmente la garantía ante la
trasgresión), pues la actividad cautelar quiere asegurar
anticipadamente el más eficaz rendimiento práctico de las otras
garantías jurisdiccionales.

A fin de que la reintegración del derecho obtenido por vía


jurisdiccional pudiera resultar de igual eficacia y oportunidad
que la ejecución voluntaria, sería necesario que la declaración de
certeza y la puesta en práctica de los medios de coacción,
actuasen instantáneamente de manera que tomasen la situación de
hecho como era en el momento en que, de la norma abstracta nació
el precepto individualizado; pero esta instantaneidad del acto
jurisdiccional no es posible, porque el desarrollo de las
actividades necesarias para llegar a la declaración de certeza y
después a la coacción, exige casi siempre un tiempo largo, de
suerte que existe el peligro de que mientras los órganos
jurisdiccionales se ponen en movimiento, la situación de hecho se
altere de un modo tal que haga resultar ineficaces e ilusorias sus
providencias, destinadas así a llegar demasiado tarde, cuando el
daño sea ya irremediable. Con el fin de evitar que el daño
producido por la inobservancia del derecho resulte agravado por
este inevitable retardo del remedio jurisdiccional, existe
precisamente la actividad cautelar, la cual mientras se esperan
las providencias definitivas destinadas a hacer observar el
derecho, procura anticipar provisoriamente sus previsibles
efectos.

Así la garantía cautelar aparece como puesta al servicio de


la ulterior actividad jurisdiccional que deberá reestablecer de un
modo definitivo la observancia del derecho, la misma esta
destinada, más que a hacer justicia, a dar tiempo a la justicia de
cumplir eficazmente su obra.

Para poner en práctica las garantías jurisdiccionales que


acabamos de señalar, se requiere el ejercicio de una actividad
continua, en la cual se pueden distinguir dos momentos: la
cognición y la ejecución forzada. La cognición se dirige a la
declaración de certeza de un mandato individualizado y se expresa
en una decisión; la ejecución forzada trata de hacer que el
mandato individualizado, declarado cierto mediante la decisión sea
ejecutado en la práctica.

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Debemos agregar que estos diversos tipos de garantía o tutela


jurisdiccional, cada cual con sus diversos fines, dan lugar a
diversos tipos de acciones, procedimientos y sentencias, a saber:

Acciones declarativas - Meramente declarativas. Vg. Posesión


de Cognición: efectiva. Jactancia. Acción Ordinaria
de nulidad.
- Constitutivas. Vg. Divorcio.
Filiación. Estado Civil en general.
Muerte presunta.
- De condena. Vg. Indemnización de
perjuicios.

Acciones ejecutivas: Juicio ejecutivo. (Cumplimiento de


sentencia recaída en acción de condena,
o de un derecho que consta en algún
título ejecutivo)

Acciones cautelares: Vg. medidas precautorias, cautelares


personales en materia penal.

Así, cada uno de estos tipos de acciones deriva en un tipo de


procedimiento, ya sea declarativo de cualquiera de sus tipos,
ejecutivo o cautelar, cada uno de ellos además encaminado a la
obtención de una sentencia de la misma categoría. (declarativa
ejecutiva o cautelar)

Jurisdicción, legislación y administración.

Función jurisdiccional y función legislativa:

La función legislativa tiene por objeto producir o generar


normas jurídicas generales (aplicables a todos lo que se
encuentren en una determinada situación) y abstractas (no ligadas
a personas, lugares ni tiempo determinado). En tanto la función
jurisdiccional se dedica a satisfacer pretensiones de personas
determinadas, comparándolas generalmente con la descripción
abstracta contemplada en normas preexistentes.

Las principales diferencias entre una y otra son:

1. Desde el punto de vista de la obligatoriedad:


Obligatoriedad general, la Obligatoriedad relativa, la
función legislativa declara, función judicial declara, crea e
crea e interpreta el derecho de interpreta el derecho sólo de
modo general. manera concreta y sus
resoluciones afectan sólo a las
parte del litigio (art. 3 C.C.)

2. Desde el punto de vista del interés comprometido:


Intereses generales, la función Interés de las partes, la
legislativa concierne a los función judicial concierne al
interesas generales de la interés de las partes litigantes
comunidad, o al menos, de un que componen el conflicto
grupo o localidad dentro de ella jurídico que se habrá de
resolver. (interés mediato paz
social)

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3. Desde el punto de vista de la iniciativa o el impulso para


ejercer la función:
Impulso de oficio, la función Impulso a petición de parte, la
legislativa se ejerce de oficio. función judicial se ejerce a
petición de parte (art. 10 COT)

4. Desde el punto de vista del resultado final que resulta del


ejercicio de cada función:
Crea una ley, la función Crea resoluciones judiciales, la
legislativa da origen a una función judicial crea
fuente de derecho denominada ley resoluciones judiciales.

5. Punto de vista de la modificación del resultado:


Actuación modificable, las leyes Las sentencias judiciales firmes
pueden ser modificadas y/o y ejecutoriadas son inamovibles
revocadas. ya que producen autoridad de
cosa juzgada.

Función jurisdiccional y función ejecutiva:

Según Guasp la función jurisdiccional se basa en la dualidad


de quienes piden que se satisfaga una pretensión procesal, y de
quienes la conceden; la función administrativa no gira en torno al
problema de la satisfacción de una pretensión procesal, sino que
en la satisfacción de las necesidades públicas.

En tal sentido, el criterio del órgano que la ejerce no es


determinante, ya que existen casos en que un órgano de la
administración ejerza funciones jurisdiccionales o un órgano
judicial ejerza funciones administrativas ej. jurisdicción no
contenciosa, ej. reclamos tributarios ante el SII.

Como diferencias entre una y otra función podemos indicar:

1. Desde el punto de vista del rol de quien ejerce la función:


En la función jurisdiccional el En la función ejecutiva el
juez es un tercero, en un Estado es parte interesada, en
conflicto la función judicial el caso de la función
interesa a las partes, el juez administrativa, sus actos
es un tercero imparcial. interesan a las partes y al
Estado que es sujeto y parte
interesada.

2. Desde el punto de vista del interés comprometido en el


ejercicio de la función:
La función judicial concierne a La función administrativa
los intereses particulares. concierne a intereses generales.

3. Desde el punto de vista para del impulso para ejercicio de la


función:
La función judicial opera en La función administrativa por lo
virtud de requerimiento de general opera de oficio o sin
parte, principio de pasividad necesidad de requerimiento.
(art. 10 COT)

4. Desde el punto de vista de la posibilidad de modificación de


las decisiones que se toman en ejercicio de la función:
Las resoluciones de la función Las resoluciones de la función
judicial son inamovibles y administrativa son modificables.
producen cosa juzgada.

5. Desde el punto de vista del principio que inspira la función:


La función judicial se construye La función administrativa se

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en base al principio de unidad, construye en base al principio


ella es una sola. de pluralidad.

Sin embargo, se producen relaciones entre ambas funciones, ya


que la función administrativa proporciona medios materiales
necesarios para que la función judicial opere, a su vez la función
judicial califica la actividad administrativa.

Limites internos y externos de la jurisdicción.

Para el profesor Gonzalo Calvo el supuesto de este problema


es la existencia de la pluralidad de jueces, todos con
jurisdicción, surgiendo así el conflicto de determinar quién debe
conocer de una determinada controversia, los límites de la
jurisdicción nos ayudan a resolver este problema. Por su parte el
profesor Hoyos señala, que la jurisdicción se ejerce en el tiempo
y en el espacio de manera que estos elementos son los que
determinan su ejercicio, es decir sus límites.

Podemos realizar el siguiente esquema respecto de los límites


de la función jurisdiccional:

a. En el tiempo: Perpetuidad V/S Temporalidad.

b. En el espacio: 1. Externos: Internacional.


Constitucional.
2. Internos: Competencia.

a. Limites Temporales.

La regla general es que el órgano jurisdiccional se integre


por funcionarios perpetuos, en tal sentido, el art. 80 de CPR y el
247 del COT, consagran la inamovilidad de los jueces durante su
buen comportamiento, por lo que podemos decir que la permanencia
de la jurisdicción es la regla general.
Sólo existe jurisdicción temporal en el caso de los árbitros,
quienes duran en su cargo lo que las partes pacten en el
instrumento de nombramiento (234 n° 4 COT) o a falta de
designación, dos años desde la aceptación del cargo (art. 235
COT).

b. Límites Espaciales.

i. Límites Externos: Son los elementos que demarcan la


vigencia y aplicación de la jurisdicción externamente.

ii. Límite Internacional: La función judicial es parte del


ejercicio de la soberanía de un Estado y ella se ejerce dentro
del territorio nacional, ya que se limita por la jurisdicción de
otros Estados que ejercen sus facultades soberanas en sus
territorios. Este límite esta expresamente consagrado en el art. 5
i 1° del COT, que reza “A los tribunales mencionados en este
artículo corresponde el conocimiento de todos los asuntos
judiciales que se promuevan dentro del territorio de la República
cualquiera sea naturaleza o calidad de las personas que en ellos
intervengan, sin perjuicio de las excepciones que establezcan la
Constitución y la leyes.”

Excepcionalmente se consagra la extraterritorialidad de la


ley en materia penal, en donde se atribuye competencia a los

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tribunales para juzgar en Chile delitos cometidos en el extranjero


(art. 6 COT); esto es una excepción al límite internacional y
obedece a la naturaleza de los delitos y las personas que
participan en él.
Otra excepción es la Inmunidad de Jurisdicción, contemplada
tanto en la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas, la
Convención de Viena sobre Relaciones Consulares como en el Código
de Derecho Internacional Privado, en que los agentes diplomáticos
y consulares así como los jefes de estado extranjeros no pueden
ser juzgados en territorio nacional. (Art. 31 C. de Viena sobre
Relaciones Diplomáticas; Art. 43 C. de Viena sobre Relaciones
Consulares; Art. 333 Código de Bustamante)

Límite Constitucional: La jurisdicción se limita por el


ámbito de de atribuciones de los demás poderes públicos, este
limite tiene una doble perspectiva: EXCLUSIVO: Al poder judicial
le esta prohibido arrogarse funciones que pertenecen a otros
poderes del Estado (art. 4 COT). EXCLUYENTE: Los otros poderes no
pueden avocarse al conocimiento de los asuntos que se le entreguen
al poder judicial, el artículo 12 COT indica en este sentido, que
el Poder Judicial es independiente de toda autoridad en el
ejercicio de sus funciones; tal idea tiene consagración a nivel
constitucional (art. 76 CPR) y se refuerza por el principio de
legalidad y competencia consagrados en los arts. 6 y 7 de la CPR.

Límites Internos: La competencia. Este límite mira a la


función jurisdiccional en si misma, con prescidencia de la
soberanía de otro Estado, o de los poderes del mismo Estado que
ejercen otras funciones soberanas. De esta manera surge la noción
de competencia, que determina y delimita el ejercicio de la
función jurisdiccional dentro del poder judicial; las reglas de
competencia distribuyen el ejercicio de la función jurisdiccional
entre los distintos tribunales, la competencia es la medida de la
jurisdicción.

CONFLICTOS DE JURISDICCIÓN

Este tema se relaciona con los límites externos de la


jurisdicción, ya que los límites internos dan origen a
controversias de competencia.

Límite Internacional: El conflicto se produce entre


tribunales de distintos Estados, quienes se atribuyen el
conocimiento de un determinado conflicto, esta situación la
resuelve el derecho internacional privado, particularmente en
Chile se aplica el Código de Bustamante.

Límite Constitucional: Se suscita entre órganos


jurisdiccionales nacionales y otros órganos del Estado,
autoridades políticas, administrativas y/o legislativas; entran en
conflicto dos o más poderes del Estado con ocasión de sus
atribuciones.

Son dos las autoridades llamadas a solucionar estos


conflictos. Es atribución exclusiva del Senado conocer las
contiendas de competencia que se suscitan entre las autoridades
políticas o administrativas y los tribunales superiores de
justicia (art. 53 N° 3 CPR). Por su parte el Tribunal
Constitucional conoce de las contiendas de competencia que se
suscitan entre las autoridades políticas y administrativas y los
tribunales de justicia, que no corresponden al Senado (art. 93 nº
12 CPR)

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Límite Interno: Surge entre órganos que ejercen jurisdicción,


entre los tribunales de justicia, son conflictos de competencia
entre quienes ejercen una misma jurisdicción, es un problema de
distribución de jurisdicción. Según como se promuevan, pueden ser
cuestiones de competencia (promovida por las partes) o contiendas
de competencia (promovida por los propios órganos).

Finalmente debemos tener presente que la falta de


jurisdicción es más grave que la de competencia, mientras la
primera da origen a la inexistencia procesal, la segunda da origen
a la nulidad procesal; la primera se promueve y alega a través de
una excepción de fondo, la segunda se promueva y alega a través de
una excepción de forma.

LOS EQUIVALENTES JURISDICCIONALES

Quien introdujo este concepto fue el profesor Carnelutti,


quien definía los equivalentes jurisdiccionales como: aquellos
medios diversos a la jurisdicción aptos para la legítima
composición de un litigio.

El conflicto entonces no se resuelve a través del ejercicio


de la función jurisdiccional sino por otro medio, debemos tener
presente que bajo este título se comprenden instituciones de
distinta índole, pero coincidentes en su función y finalidad. Sólo
puede decirse que pertenecen a un género y que tienen el mismo
objeto pero no una misma naturaleza jurídica.

Clasificación:
Según el momento en que se realizan: preprocesales o
procesales.
Atendiendo a si pertenecen o no al proceso: intraprocesal o
extraprocesales.
Atendiendo a la obligatoriedad para llevarlos a efecto:
necesarios o voluntarios.

I La sentencia extranjera.

Se refiere a los fallos dictados en procesos tramitados y


resueltos por jueces de otros Estados, que hayan ejercido su
potestad jurisdiccional. La sentencia extranjera es equivalente
jurisdiccional porque no emana de un tribunal nacional y, sin
embargo, la legislación nacional la equipara a los fallos dictados
en nuestro país, es decir las homologa, o las “nacionaliza”, en la
medida que cumplan con los requisitos de los artículos 242 y
siguientes del C.P.C., en donde se debe distinguir:

- La existencia de tratados internacionales que autoricen su


aplicación, los cuales habría que observar. (art. 242 CPC)
- Si no existen dichos tratados, se aplica el denominado principio
de la reciprocidad, por el cual se les dará a las sentencias
extranjeras en Chile la misma fuerza que se les conceda a las
sentencia Chilenas en el país en el que se dictó la sentencia
(Art. 243 CPC) (Art. 244 CPC)
- Si no pueden aplicarse las normas anteriores, se aplican los
denominados “principios de regularidad internacional” (ART 245
CPC), que significa que las sentencias tendrán la misma fuerza que
aquellas dictadas por Tribunales nacionales, con tal que reúnan
las circunstancias siguientes: (1º Que no contengan nada contrario
a las leyes de la República. Pero no se tomarán en consideración
las leyes de procedimiento a que haya debido sujetarse en Chile la
substanciación del juicio; 2º Que tampoco se opongan a la

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jurisdicción nacional; 3º Que la parte en contra de la cual se


invoca la sentencia haya sido debidamente notificada de la acción.
Con todo, podrá ella probar que, por otros motivos, estuvo
impedida de hacer valer sus medios de defensa; 4º Que estén
ejecutoriadas en conformidad a las leyes del país en que hayan
sido pronunciadas).

Cuando se cumple con tal procedimiento, la Corte Suprema


dicta un exequatur, que es la resolución que resuelve que el fallo
extranjero cumple con los requisitos que autorizan a su
cumplimiento en Chile, como si fuese dictada por un tribunal
nacional, nace así el equivalente jurisdiccional.

Procede la ejecución de la sentencia extranjera de acuerdo al


artículo 434 N° 1 o 251, ambos del CPC; debemos tener presente que
lo que se ejecuta es el fallo extranjero, no el nacional que lo
reconoce (exequatur). En efecto, en este caso hay dos fallos, el
extranjero y el nacional, este último fruto de la jurisdicción
nacional no tiene por objeto resolver el conflicto, pues ya ha
sido resuelto por la sentencia extranjera, sino que determinar si
se cumplen los requisitos para homologar el fallo que lo resolvió,
es decir tiene un fin constitutivo.

Si no existe exequatur, puede oponerse la excepción del 434


N° 7 CPC a la ejecución, ya que falta un requisito legal al
título, pues este título es perfecto en la medida que exista una
sentencia extranjera homologada por una sentencia nacional.

Finalmente y en lo que se refiere a materia penal también es


pertinente realizar el tramite del exequatur, sin perjuicio de lo
cual el art. 13 del CPP, indica que tienen valor en Chile las
sentencias penales extranjeras, sean condenatorias o absolutorias;
en consecuencia, nadie puede ser juzgado ni condenado por un
delito por el cual ya hubiere sido condenado o absuelto por una
sentencia firme de acuerdo a la ley y al procedimiento
considerados en el país extranjero. Excepcionalmente, una persona
juzgada y condenada o absuelta en país extranjero puede ser
nuevamente juzgada en Chile, si el propósito del juzgamiento en
dicho país hubiere obedecido al propósito de sustraer al sujeto de
su responsabilidad penal por delito de la competencia de los
tribunales nacionales. Lo mismo ocurre cuando el imputado lo
solicitare expresamente, si el proceso respectivo no hubiere sido
instruido de conformidad a las garantías de un justo y racional
proceso, o lo hubiere sido en condiciones que revelaran el ánimo
de no juzgarlo seriamente, en estos casos, la pena que se haya
impuesto por la sentencia extranjera se imputará a aquella que se
imponga en Chile, si son de similar naturaleza o se rebajará
proporcionalmente, en caso contrario.

II La transacción.

Sin perjuicio de que nos remitimos a lo dicho respecto de la


transacción al estudiar las formas de solucionar conflicto,
recordemos que el art. 2446 del CC señala que la transacción es un
contrato en que las partes terminan extrajudicialmente un litigio
pendiente o precaven uno eventual.

Se critica esta definición, pues es incompleta pues adolece


del defecto de omitir un elemento esencial del contrato, las
concesiones recíprocas de las partes que la doctrina señala como
tal de manera uniforme.

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Para el CC hay litigio pendiente desde que la demanda ha sido


totalmente notificada, es decir desde que se traba la litis, tal
idea se confirma en base a los arts. 1551 (requerimiento judicial
para constituir en mora), 1911 inciso 2º (desde cuando se entiende
litigiosos un derecho, esto es desde que notifica judicialmente la
demanda), 2455 (la transacción es nula estando resuelto un litigio
con fallo que produce cosa juzgada y de que las partes o alguna de
ellas no haya tenido conocimiento al tiempo de transigir), y 2503
(interrupción de la prescripción).

Finalmente el art. 2460 del CC señala que la transacción


produce el efecto de cosa juzgada en última instancia; de ello
deriva su carácter de equivalente jurisdiccional, pero ella no
necesariamente tiene el carácter de título ejecutivo o mérito
ejecutivo, salvo que conste en escritura pública.

III El avenimiento.

El avenimiento es un acto jurídico bilateral que tiende a


poner fin a un juicio sin intervención directa del juez. En el
avenimiento el acuerdo de voluntades tiene lugar dentro del
proceso, distinto a la transacción que es extrajudicial.

En el avenimiento el juez no tiene una ingerencia directa en


su generación, pero el acta de avenimiento “pasa” ante él, lo
tiene presente, es decir el juez participa en su efecto.

La legislación nacional no trata orgánicamente esta figura,


sólo el art. 434 N° 3 del CPC dice, que el acta de avenimiento
pasada ante el tribunal competente y autorizada por un ministro de
fe o dos testigos de actuación, tiene mérito ejecutivo.

En la práctica el avenimiento se hace por escrito redactado y


firmado por las partes y no en un acta; luego el Secretario del
Tribunal u otro ministro de fe autoriza las firmas, y luego el
juez lo tiene presente, no lo aprueba.

IV La conciliación.

La conciliación es un acto jurídico procesal por el cual las


partes ponen fin a un proceso total o parcialmente, a partir de
las bases de arreglo propuestas por el juez. En este equivalente
el juez tiene una injerencia mayor, cita a las partes a una
audiencia de conciliación y les propone las bases de un acuerdo,
lo que no lo inhabilita para seguir conociendo del juicio.

La conciliación es un acto jurídico netamente procesal, se


realiza dentro del proceso y está destinado a producir efectos en
él, concluir el juicio. En caso de ser fructífera la conciliación,
se debe levantar un acta en donde se consignan las bases
específicas del arreglo, la suscriben las partes que lo deseen, el
Juez de la causa y el secretario del tribunal; esta acta se
estimará como sentencia ejecutoriada para todos los efectos
legales (art. 267 CPC), de este artículo deriva entonces su
carácter de equivalente jurisdiccional.

La diferencia de la conciliación con el avenimiento están en


la activa participación del juez y en que la primera produce los
efectos de un fallo ejecutoriado, no sólo es título ejecutivo,
sino que produce acción y excepción de cosa juzgada (art. 175
CPC).

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V La sentencia de tribunal arbitral.

Para la mayoría de las doctrinas la sentencia de un tribunal


arbitral no es un equivalente jurisdiccional, ya que el árbitro es
un órgano jurisdiccional especial, pero órgano jurisdiccional al
fin y al cabo; así lo establece el art. 5 del COT y el 222 del
COT, el cual dispone expresamente que son jueces.

En tal sentido, si son jueces, ejercen jurisdicción y sus


decisiones son fallos, de modo que no serían equivalentes
jurisdiccionales, sino que jurisdicción propiamente tal. Sin
embargo, para algunos autores no son tribunales permanentes y
carecen de imperio, es decir, para cumplir sus resoluciones los
tribunales arbitrales deben concurrir a la justicia ordinaria,
cuando ellas exijan procedimientos de apremio, medidas compulsivas
o que afecten a terceros que no sean partes del compromiso (art.
635 inciso 3 CPC).

VI El desistimiento de la demanda.

Es un acto jurídico procesal declarativo por el cual el actor


manifiesta su voluntad de no continuar con el proceso tras la
notificación válida de la demanda al demandado.

Si el demandado no ha sido notificado en forma legal, el


demandante puede retirar materialmente su demanda, la que se
considera como no presentada, no siendo equivalente
jurisdiccional; el desistimiento opera tras la notificación de la
demanda y se tramita como un incidente dejando la resolución en
torno a la aceptación o no del desistimiento en manos del juez de
la causa.

El desistimiento es equivalente jurisdiccional en la medida


que sea acogido por el tribunal, toda vez que en este caso
extingue las acciones a que se refiera el desistimiento, en
relación a las partes litigantes y a todas las que habría afectado
la sentencia del juicio al que le pone fin (art. 150 CPC); es
decir produce acción y excepción de cosa juzgada.

Algunos autores niegan el carácter de equivalente


jurisdiccional, señalando que en definitiva es el juez mediante
una resolución (sentencia interlocutoria) declara el
desistimiento, es decir, habría ejercicio de función
jurisdiccional; se controvierte este argumento señalando que el
juez no resuelve la controversia, objeto principal del pleito,
sino que se limita a resolver si se acoge o no el desistimiento.

VII La Renuncia.

Como dijimos, se puede renunciar a un derecho material o


pretensión extraprocesal que se tiene o que se cree tener de
acuerdo a lo establecido en el art. 12 del CC.

Para saber si la renuncia es un equivalente jurisdiccional


debemos algunos distinguen el momento de la renuncia. Si la
renuncia ocurre antes del juicio, no es equivalente
jurisdiccional, porque no se ha producido el conflicto, ej.
renuncia a acción de saneamiento por vicios redhibitorios (1836
CC), en este caso no se resuelve un conflicto, sólo es un no
ejercicio de un supuesto derecho. Ahora si ocurre durante el
proceso, tras la notificación de la demanda, es decir trabada la
litis, estamos frente a un desistimiento.

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Quizá sería más adecuado diferenciar el instrumento en el


cual consta la renuncia para determinar su carácter de equivalente
jurisdiccional.

VII El Allanamiento.

El allanamiento es la aceptación de la pretensión contenida


en la demanda (art. 313 del CPC).

No es equivalente jurisdiccional porque el demandado


allanado, no resuelve el conflicto, el juez sólo omite la etapa de
prueba, pero igualmente debe resolver la controversia a través de
la dictación de la correspondiente sentencia.

Pregunta:
¿Podríamos encontrar nuevos equivalentes jurisdiccionales a
propósito del nuevo proceso penal? Entre los ya vistos y
explicados modos de resolución de conflictos autónomos es posible
discutir la calidad de equivalente jurisdiccional de la Suspensión
Condicional del Procedimiento y del Acuerdo Reparatorio.

Facultades anexas a la jurisdicción.

Son aquellas atribuciones vinculadas con el ejercicio de la


función jurisdiccional que se radican en los tribunales, por
mandato de la constitución o de la ley; tales atribuciones están
consagradas en el art. 3 del COT que señala, “Los tribunales
tienen, además, las facultades conservadoras, disciplinarias y
económicas que a cada uno de ellos se asignan en los respectivos
títulos de este Código”.

Facultades Conservadoras: Son las que tiene los tribunales de


justicia para velar por que todos los poderes públicos actúen
dentro de la órbita de sus atribuciones y, en especial, velar para
que las garantías constitucionales individuales sean respetadas
así como la legalidad en general.

Son manifestaciones de estas facultades conservadoras:

I. Recurso contra la privación o desconocimiento de la


nacionalidad chilena, lo establece el art. 12 de la CPR, conoce la
Exc. Corte Suprema como jurado y se recurre contra una resolución
o acto de autoridad administrativa, suspendiendo los efectos del
acto. (30 días desde el acto)

II. Recurso de Protección; establecido en el art. 20 de la CPR y


regulado en un auto acordado, procede contra los actos u omisiones
ilegales o arbitrarios que priven, amenacen o perturben las
garantías establecidas en el art. 19 de la CPR, no todas pero si
la mayoría; conoce la I. Corte Apelaciones y en segunda instancia
la Ecx. Corte Suprema.

III. Recurso de amparo, establecido en el artículo 21 de la CPR y


el Amparo ante el Juez de garantía del artículo 95 del CPP;

Facultades Económicas: Es la facultad de los tribunales de


justicia para regular el funcionamiento interno de los mismos, con
el objeto de lograr una más pronta y cumplida administración de
justicia.

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No olvidemos que por expreso mandato constitucional (art. 82


CPR), la Corte Suprema tiene la superintendencia directiva,
correccional y económica de todos los tribunales de la nación con
excepción del Tribunal Constitucional, Tribunal Calificador de
Elecciones y Tribunales Electorales Regionales. Los tribunales
superiores de justicia tienen la facultad de dictar medidas
generales tendientes a ese mismo fin. Dentro de los instrumentos
que poseen los indicados tribunales, para ejercer este fin se
destacan los autos acordados, que se pueden conceptualizar como
aquellos emanados de los tribunales superiores de justicia y que
imponen directrices para obtener una mejor administración de
justicia, en lo demás nos remitimos a lo ya estudiado. Otros
instrumentos para ejercer la facultad económica son las circulares
(recomendaciones de la C. Suprema para el funcionamiento de los
tribunales), y las instrucciones que pueden emanar de cualquier
tribunal y determinan la forma de su funcionamiento interno.

Facultades Disciplinarias: Son aquellas que tienen los


tribunales de justicia para tomar medidas y aplicar sanciones, con
el objeto de que los debates judiciales se desenvuelvan con la
debida compostura y que los funcionarios judiciales cumplan con
las medidas que regulan su conducta ministerial. Están reguladas a
partir del artículo 530 del COT.

El objeto de estas facultades es lograr un buen


comportamiento tanto de quienes integren los tribunales, tanto de
los auxiliares de la administración de justicia, como también de
aquellos que concurren ante los tribunales sea a litigar o por
alguna comparecencia; el buen comportamiento se logra a través de
un ejercicio adecuado de los derechos que se reclaman, cumplir los
deberes impuestos y abstenerse de incurrir en las prohibiciones
que la ley establece.

La fuente legal de esta facultad emana del artículo 82 de la


CPR, el 3 del COT y el título XVI de ese mismo cuerpo legal,
dentro de las facultades disciplinarias y sus formas de aplicación
se puede distinguir:

I Aplicación de oficio:
a. Por el Juez de Letras: Arts. 530, 531, 532 y 533 COT.
b. Por el Juez de Garantía, según art. 71 CPP y del Presidente
del Tribunal del Juicio Oral en lo Penal, según Art. 292 CPP.
c. Por las Cortes de Apelaciones (535 y sig. COT)
d. Por la Corte Suprema (Art. 540 y sig. COT)

II Aplicación a petición de parte:


La Queja Disciplinaria, reguladas en arts. 536, 547 y 551
COT; que se deduce no por faltas o abusos cometidos en
resoluciones judiciales, sino que dice relación con la conducta
Ministerial de los Jueces y demás funcionarios judiciales.

El recurso de queja, de los arts. 545, 548, 549 y 551 COT,


por el cual se recurre contra el Juez o Jueces que dictaron una
resolución con flagrante falta o abuso; se puede deducir sólo
cuando concurran los siguientes requisitos:
- Se trate de resoluciones de carácter jurisdiccional;
- Se trate de sentencias definitivas o interlocutorias, siempre
que ella ponga término al juicio o haga imposible su continuación;
y
- La resolución no debe ser susceptible de recurso alguno;

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Otra manifestación de las facultades disciplinarias lo


constituyen las sanciones a los abogados, de los artículos 546 COT
y 287 CPP.
Finalmente, hay también medios indirectos de ejercicio de
esta misma facultad, cuales son esencialmente las Visitas a los
Tribunales, ordinarias o extraordinarias. Aquellas denominadas
ordinarias están reguladas en los artículos 553 a 558 COT y las
Extraordinarias, en los arts. 559 y siguientes, siendo el artículo
560 el que indica los casos en que procede una Visita
Extraordinaria.

Actos judiciales no contenciosos.

Tradicionalmente, se ha señalado que el contenido de la


jurisdicción es amplio y comprende la jurisdicción contenciosa y
voluntaria; la jurisdicción disciplinaria, económica y
conservadora; y también la llamada jurisdicción especial. Ahora
bien y en lo que respecta a la jurisdicción disciplinaria,
económica y conservadora, no es propiamente jurisdicción en el
sentido estudiado, sino facultades anexas de los tribunales de
justicia.

Según el artículo 2 del COT “También corresponde a los


tribunales intervenir en todos aquellos actos no contenciosos en
que una ley expresa requiere su intervención”; relacionando el
artículo 2 del COT con el artículo 817 del CPC podemos decir que
“son actos judiciales no contenciosos aquellos que según la ley
requieren la intervención del juez y en que no se promueve
contienda alguna entre partes”.

A la luz de los conceptos vertidos dos precisiones debemos


hacer, primero no es jurisdicción, toda vez que no hay conflicto
jurídico a resolver ello debido a que no existe una controversia,
no hay partes ni contrapartes. Sólo si alguien se opone a la
petición del interesado podría plantearse una controversia, pero
mudaría en un acto de jurisdicción contenciosa. Y segundo, tampoco
es voluntaria, pues la propia ley establece la obligatoriedad de
un pronunciamiento judicial para la realización de ciertos actos.

Entonces es preferible hablar de actos judiciales no


contenciosos los que doctrinariamente se definen como aquella
facultad que ejercen los tribunales en los casos en que la ley
requiere expresamente su intervención y en que no se promueve
contienda alguna entre partes.

Existen muchas razones que justifican la existencia de la


jurisdicción no contenciosa, la principal, es que se constituye
como una garantía a los solicitantes, toda vez que el poder
judicial es un órgano independiente y dotado de conocimientos
especializados, que le permiten intervenir en estos asuntos que en
muchas ocasiones no sólo afectan intereses privados; por otro lado
hay una razón practica pues muchos de estos casos son susceptibles
de transformarse en asuntos contenciosos, en la medida que haya
oposición de un interesado, de modo que resulta conveniente que
conozca de estos asuntos el mismo órgano que eventualmente
conocerá de la controversia.

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CARACTERISTICAS.

1. Son actuaciones administrativas entregadas al poder judicial.

2. Su tramitación se somete principalmente a los procedimientos


del Libro IV del CPC, también se pueden encontrar en otros cuerpos
legales ej. pago por consignación regulado en los artículos 1598 y
siguientes del CC; ley nº 17.344 que autoriza el cambio de nombres
y apellidos.

3. Requiere ley expresa para la intervención del tribunal (2 COT


y 817 CPC), de modo que no opera el principio de inexcusabilidad.

4. Se refiere a derechos indisponibles, por lo tanto no opera el


artículo 12 del CC.

5. Sus resoluciones sólo producen cosa juzgada en la medida que


sean resoluciones positivas y se han cumplido, en consecuencia no
la produce si son negativas o si son positivas y no se han
cumplido. (Art. 821 del CPC)

6. No existe conflicto, no se promueve una pretensión procesal


frente a una pretensión material resistida, por ello no existen
partes ni contrapartes, sino interesados y solicitantes.

7. La prueba se rinde de forma sumaria, es decir de manera


desformalizada. (Art. 818 CPC)

Criterios para distinguir jurisdicción contenciosa y no


contenciosa.

I. Romanista: La jurisdicción contenciosa se desarrolla con


conocimiento de causa, lo que implica que el juez debe recabar la
mayor cantidad posible de antecedentes; en tanto la voluntaria se
ejerce sin conocimiento de causa. Se critica, porque en ambos
casos actúa con conocimiento de causa (ver art. 820 CPC), la
diferencia esta en la falta de formalidades para rendir prueba, en
la jurisdicción voluntaria se a hace a través de informaciones
sumarias, sin contradicción y sin término probatorio.

II. De la voluntad de las partes: La jurisdicción contenciosa es


“inter invitos”, es decir, previa citación; la no contenciosa es
“inter volentes”, o sea por espontánea actuación de los
interesados. Se critica este criterio pues hay casos de
jurisdicción contenciosa que opera “inter volentes”, ej. juicios
arbitrales; y en los casos de jurisdicción no contenciosa es
necesario realizar la gestión que establece la ley para que se
produzcan los efectos deseados, aunque sea voluntario realizar el
acto de derecho sustantivo que este tras ella ej. compra venta de
inmueble a un incapaz, no es obligatorio, pero si es necesaria la
autorización del juez para efectuarla.

III. De los efectos del acto: Si el acto produce cosa juzgada es


contencioso, si no los produce, es voluntaria. Tal distinción no
es absoluta ej. medida precautoria ej. resoluciones no
contenciosas afirmativas cumplidas.

IV. Criterio Clásico: En la jurisdicción contenciosa existe


contradictor, en la voluntaria no. Se critica ya que en los
juicios que se siguen en rebeldía o en los que hay allanamiento
del derecho, que son contenciosos no hay contradictor. Este el
criterio aceptado por nuestra legislación (817 CPC).

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V. Criterio Moderno: Atiende la finalidad de cada uno, la


jurisdicción contenciosa se refiere a una relación jurídica ya
determinada o existente; la voluntaria tiene por objeto cooperar
al nacimiento de una relación jurídica nueva, es decir, tiene una
finalidad constitutiva. Sin embargo es necesario diferenciar a la
jurisdicción no contenciosa de la finalidad constitutiva de la
jurisdicción contenciosa, esta última se lleva a efecto por que
existe un conflicto jurídico, en la no contenciosa no hay
conflicto sino que se recurre ante el juez por que es la ley lo
que lo ordena respecto de determinados trámites y formalidades.

Naturaleza de los actos de jurisdicción no contenciosa

Para Calamandrei, Chiovenda y Rocco son actos de naturaleza


administrativa. Para Casarino, son actos sui generis, ya que el
acto administrativo crea una relación entre la administración y el
administrado, y el jurisdiccional voluntario no crea tal relación
en cuanto al asunto sometido a su conocimiento.

Clasificación de los actos de jurisdicción no contenciosa

A. Tendientes a la protección de los incapaces: Se protege


justamente a estas personas incapaces ya sea en razón de su edad,
condición jurídica o mental; Vg. Habilitación del incapaz para
comparecer en juicio; autorización judicial para repudiar la
legitimación de un interdicto; nombramiento de tutores o
curadores; autorización para enajenar, arrendar, gravar por largo
tiempo inmuebles de incapaces.

B. Tendientes a obtener declaraciones solemnes de ciertos actos


y derechos que produzcan consecuencias jurídicas: La ley reconoce
ciertos derechos, pero establece la obligación de comprobar la
concurrencia de ciertos requisitos que permitan su ejercicio; Vg.
Concesión de posesión efectiva de la herencia testada; declaración
de herencia yacente; declaración de posesión provisoria o
definitiva de los bienes en el caso de la muerte presunta.

C. Tendientes a dar autenticidad a ciertos actos: como la


apertura y protocolización de testamentos; confección de
inventarios solemnes; tasaciones.

D. Tendientes a evitar la comisión de fraudes legales: como la


insinuación de donaciones; guarda de muebles y aposición de
sellos.

Diferencias entre la jurisdicción no contenciosa y la


contenciosa:

1. El juez tiene la obligación 1. La ley debe establecer


de intervenir siempre que se expresamente la posibilidad de
requiera su intervención y en intervención judicial.
negocios de su
competencia:Inexcusabilidad.
2. La prueba se rinde en la 2. La forma de rendir prueba es
forma y a través de los medios a través de la información
que establece la ley. sumaria.
3. Produce acción y excepción de 3. Sólo las resoluciones
cosa juzgada. afirmativas cumplidas producen
cosa juzgada.

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Bases Generales de la Administración de Justicia


(Bases de la función jurisdiccional)

Por base de la función jurisdiccional del Estado, se entiende


aquel conjunto de principios y condiciones indispensables para que
esta función cumpla justa y eficazmente su cometido.

Si bien todo órgano o actividad debe regirse por ciertos


principios o enunciados para cumplir su fin, aquellos por los que
se rige la función jurisdiccional cobran especial importancia por
la delicada e importante misión que le corresponde realizar, a
saber, la satisfacción de pretensiones jurídicas y la de ser
garantía de los derechos individuales.

Al tratar esta materia se hace imposible dar una enumeración


taxativa de las llamadas bases de la función jurisdiccional ya
que, por ser principios abstractos y generales unos y meramente
prácticos otros, su consideración dependerá del modo en que se
aprecie el problema; no todos estos principios son esenciales para
a la correcta y eficiente administración de justicia, pero son
principios en los cuales se estructura la misma.

I. Legalidad.

La legalidad es un principio orientador de todos los órganos


del Estado, ergo, también del poder judicial, en consecuencia toda
actividad judicial debe ceñirse a la ley. Este principio se
encuentra establecido y reconocido en los arts. 6 y 7 de la CPR.

En el caso del poder judicial, la ley es la que determina el


órgano, su organización y estructura; también sus atribuciones, el
funcionamiento y conducta debe ceñirse a la ley, tanto en su
comportamiento personal como en el ejercicio de funciones; y en el
procedimiento también debe observarse la ley tanto en la forma
(competencia y ritualidades), como en el fondo (juzgamiento).

La legalidad del órgano judicial emana de los arts. 76 y 19


N° 3 de la CPR, de los cuales se puede concluir que los tribunales
deben estar establecidos por la ley (Orgánica Constitucional) y
deben estar establecidos con anterioridad al conocimiento y
juzgamiento de un asunto determinado, encontramos en el CPP una
alteración a esta regla pues en su art. 2 indica que el tribunal
debe estar establecido con anterioridad al hecho que se pretende
juzgar.

La legalidad de la organización y atribuciones emana, como


dijimos de los arts. 6 y 7 de la CPR. En cuanto a la legalidad del
procedimiento nace del 19 N° 3 inciso sexto de la CPR “Toda
sentencia de un órgano que ejerza jurisdicción debe fundarse en un
proceso previo, legalmente tramitado. Corresponderá al legislador
establecer siempre las garantías de un procedimiento y una
investigación racionales y justos.”
Especial mención a la legalidad en materia penal establece
este mismo articulo 19 Nº 3 en sus incisos Quinto (legalidad del
órgano), Octavo (legalidad de la pena); inciso Noveno (Tipicidad
de la conducta).

En cuanto a la observancia y aplicación de la leyes de fondo


en la dictación de fallos, no existe un reconocimiento legal tan
expreso, pero, como sabemos es de la esencia de la jurisdicción
aplicar la leyes para resolver un conflicto sometido a su
decisión, podemos afirmar que tal reconocimiento se encuentra en
el numeral 5 del art. 170 del CPC, que dentro de las

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consideraciones que debe tener una sentencia, se encuentra la


obligación por parte del juez de hacer una enunciación de las
leyes o principios de equidad en que se funda el fallo; sirve para
sostener lo dicho la circunstancia de que el CP (Código Penal)
establece como delito el hecho de que los jueces fallen a
sabiendas contra ley expresa y vigente en causa criminal o civil
(art. 223 CP), entonces implícitamente, se reconoce que los jueces
deben respetar el principio de legalidad al momento de
pronunciarse sobre el fondo de un asunto sometido a su decisión.

Sin perjuicio de lo dicho nos encontramos con que existen


excepciones al principio de legalidad respecto de la resolución de
los asuntos sometidos a la decisión de un tribunal, en efecto, en
virtud del art. 10 del COT, el juez debe siempre fallar una
controversia sometida a su decisión, aun cuando no exista ley que
resuelva el conflicto específico, caso en el cual debe fallar
conforme a los principios de equidad. Por otro lado el legislador
permite prescindir de la ley, cuando le permite al juez apreciar
la prueba en conciencia o fallar en conciencia, o de acuerdo a la
prudencia o equidad, o de acuerdo a las reglas de la sana critica,
ej. juicios del trabajo, juicios de familia, juicios de policía
local, juicio arbitral, etc.

II. Independencia.

Consiste en que el órgano jurisdiccional no debe estar


sometido a otro en su actuar; si bien este es un principio común a
todo órgano del Estado, reviste una mayor importancia en el poder
judicial dada la imparcialidad y objetividad con que debe ejercer
su función.

Este principio se puede observar desde una doble perspectiva,


la primera de ellas relativa a la independencia del poder judicial
con los demás órganos del Estado, y la segunda de la independencia
de tribunales de justicia entre sí.

Independencia respecto de otros poderes.

El art. 12 del COT señala que “El poder judicial es


independiente de toda otra autoridad en el ejercicio de sus
funciones”, idea que se complementa con lo establecido en el art.
76 inciso primero parte final de la CPR, en orden a que ni el
Presidente de la República ni el Congreso pueden ejercer funciones
judiciales, ni avocarse al conocimiento de causas pendientes, ni
hacer revivir procesos fenecidos; a este respecto es preciso tener
presente que el art. 222 inciso segundo del CP que sanciona como
delito el ejercicio de funciones judiciales por autoridades
administrativas (usurpación de atribuciones, sancionado con la
suspensión del empleo).

Reforzando este principio, en el sentido estudiado, se


establecen incompatibilidades en el ejercicio de la función
judicial con otras funciones públicas (ver arts.57 nº 4 CPR, 257 y
261 del COT).

Entonces podemos sostener, de acuerdo a lo estudiado, que


ningún órgano del Estado puede atribuirse el ejercicio de las
funciones propias del poder judicial, pero la ley también impone
una prohibición al poder judicial, en efecto, el art. 4 del COT
señala, “Es prohibido al poder judicial mezclarse en las
atribuciones de otros poderes públicos y en general ejercer otras
funciones que las determinadas en los artículos precedentes”, en
el mismo orden de ideas el art. 222 i 1° del CP, sanciona a las

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funcionarios del orden judicial que ejercieran atribuciones


distintas a las encomendadas por le ley.

De acuerdo a lo expuesto la doctrina sostiene que la


independencia tiene una doble faz, positiva: en el sentido que el
poder judicial, es libre de los otros órganos públicos; y
negativa: en el sentido de que le esta vedado al poder judicial
inmiscuirse en el ejercicio de las atribuciones de otros órganos
del Estado.

Otro elemento que nos sirve para sostener el principio de la


independencia del poder judicial es la relativa autogeneración de
los miembros que lo componen, sin perjuicio de que algunos de los
cargos son en definitiva nombrados por el P de la R.

Independencia entre los órganos jurisdiccionales.

Acá el principio es observado en un plano interno, entre los


distintos tribunales que componen el poder judicial, ellos son
totalmente independientes entre sí desde la perspectiva del
ejercicio de su función jurisdiccional. La consagración del
principio así planteado posibilita un actuar sin temor, sin
coerción y sin presiones indebidas por parte de sus pares y
superiores.

Esta independencia funcional esta consagrada en el art. 8 del


COT, que indica “Ningún tribunal puede avocarse al conocimiento de
causas o negocios pendientes ante otro tribunal, a menos que la
ley le conceda expresamente esa facultad” (Principio de
Inavocabilidad).

Finalmente otra perspectiva desde la cual se puede abordar la


independencia, es desde el punto de vista de los funcionarios que
ejercen función jurisdiccional, en este sentido se establecen las
implicancias y recusaciones (arts. 194 a 205 COT), la prohibición
del 320 del COT, y las obligaciones de los arts. 323 a 323 ter del
COT.

III. Inamovilidad.

Es la garantía consagrada en beneficio de los magistrados


judiciales, en cuya virtud no pueden ser removidos de su cargo,
mientras observen el buen comportamiento exigido por la
constitución y las leyes.

Este principio es una garantía del de independencia, pues sin


la inamovilidad la independencia sería una quimera, toda vez que
eventualmente se pueden cometer abusos y presiones por parte de un
superior jerárquico quien podría remover a discreción a un juez
que no se adecua a sus requerimientos.

Este principio se encuentra consagrado en la CPR (art. 80),


que señala que los jueces permanecerán en sus cargos durante su
buen comportamiento. Es de la esencia de la inamovilidad que el
juez sólo pueda ser removido de su cargo, en virtud de causa legal
determinada previo proceso legalmente tramitado.

La inamovilidad reconoce como excepciones:


i. Remoción: La decreta la C. Suprema por mayoría total de
sus miembros, a requerimiento del Presidente de la Republica, de
la parte interesada o de oficio, y previo informe de la Corte de
Apelaciones respectiva y del interesado, y en razón de no haber

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tenido el juez un buen comportamiento (art. 80 i 3 CPR y 332 N° 3


COT).
ii. Mala calificación: “El funcionario que figure en lista
deficiente o, por segundo año consecutivo, en lista condicional,
una vez firme la calificación respectiva, quedará removido de su
cargo por el solo ministerio de la ley.” (art. 278 bis COT)
iii. Juicio de Amovilidad: (332 N° 4 COT) Implica una
declaración de que el juez no tiene el buen comportamiento exigido
por la Constitución para permanecer en el cargo. El artículo 337
del COT señala presunciones de derecho de que un juez no tiene
buen comportamiento. Son procesos que instruyen los tribunales
superiores de justicia a requerimiento del fiscal judicial, de
oficio, o del agraviado. Estos juicios se tramitan sumariamente y
la apreciación de la prueba es en libertad, respetando los
principios de la lógica, las máximas de experiencia y el
conocimiento científicamente afianzado. (Artículos 337, 338 y 339
COT).
iv. Responsabilidad civil o criminal: (332 n° 9 COT) Por
haber sido declarado responsable criminal o civilmente por delito
cometido en razón de sus actos ministeriales.
v. Juicio Político: (Artículo 333 COT) Los magistrados de
los tribunales superiores de justicia cesan, además, en sus
funciones por la declaración de culpabilidad hecha por el Senado,
por notable abandono de sus deberes, en conformidad a los
artículos 52 nº 2 letra c y 53 nº 1 de la CPR. (Referencia a
artículos 48 y 49 es errónea)
vi. Incapacidad legal sobreviniente: 332 n° 1 relación 256
COT.
vii: Edad: art. 80 i 2° de la CPR. (75 años)

IV. RESPONSABILIDAD

La responsabilidad complementa los principios de


independencia e inamovilidad, pues garantiza que el juez
independiente e inamovible se sujete a las leyes en el ejercicio
de sus funciones, so pena de incurrir en las responsabilidades que
establece la ley.

Este principio esta consagrado en el art. 79 de la CPR y 324


COT, que señala que “Los jueces son personalmente responsables de
los delitos de cohecho, falta de observancia en materia sustancial
de las leyes que reglan el procedimiento, denegación y torcida
administración de justicia, y en general de toda prevaricación en
que incurran en el desempeño de sus funciones...” y se complementa
con el artículo 13 del COT que indica “Las decisiones o decretos
que los jueces expidan en los negocios de que conozcan no les
impondrán responsabilidades sino en los casos expresamente
determinados por la ley”.

De acuerdo con lo dicho, no es posible hacer efectiva la


responsabilidad de juez que desempeña correctamente su función,
como tampoco respecto del juez que de buena fe se equivoca en su
fallo; lo que se pretende es establecer la responsabilidad de los
jueces en el caso que cometan delito o falta disciplinaria.

La responsabilidad de los jueces se regula en el Título X


párrafo 8 del COT, artículos 324 y siguientes; también la CPR se
refiere a solo un tipo de responsabilidad, la penal. Podemos
distinguir entonces:

a. Responsabilidad Política: Que afecta a los magistrados de los


tribunales superiores de justicia por notable abandono de sus

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deberes, y se hace efectiva a través del juicio político regulado


en la CPR (art. 52 nº 2 letra c y 53 nº 1). Distintos conceptos
tratan de definir el notable abandono de deberes; un concepto
restringido, asevera que se trata de la infracción de deberes
meramente adjetivos o procesales, y se fundamenta en la
circunstancia de que el Congreso no puede analizar el fundamento
de los fallos ni la naturaleza de las resoluciones que se dicten.
El fundamento de esta posición es naturalmente el respaldo a la
base del ejercicio de la jurisdicción de la independencia. Por
otro lado un concepto amplio es aquel que considera el notable
abandono de deberes como un delito de rango constitucional y de
contenido más o menos amplio, que comprende por tanto el
cumplimiento de deberes procesales, pero también sustantivos.

b. Responsabilidad disciplinaria: Que se comete en el desarrollo


de la función ministerial y se relaciona con las facultades
disciplinarias que corresponden a los tribunales de justicia
(engrana con la jurisdicción disciplinaria).

c. Responsabilidad penal: Aquella que se origina cuando le juez en


el ejercicio de su cargo cometa algún delito, esto genéricamente
se denomina prevaricación, figuras delictivas que se regulan en el
CP. Al respecto debemos tener presente que tanto la CPR como el
COT eximen de responsabilidad a los magistrados de los tribunales
superiores de justicia en lo relativo a la falta de observancia de
las leyes que reglan el procedimiento y en cuanto a la denegación
y torcida administración de justicia.

Finalmente, para hacer efectiva la responsabilidad de los


jueces es necesario una especie de antejuicio que se conoce como
Querella de Capítulos y que esta regulado en el Título V del Libro
Cuarto del Código Procesal Penal, antejuicio que tiene por objeto
determinar si es admisible o no la acusación en contra del juez
que realice un fiscal del Ministerio Público, se busca con este
procedimiento rodear de garantías al juez y proteger su
independencia de posibles venganzas, tal situación se reconoce en
el art. 328 del COT.

d. Responsabilidad Civil: 325 y ss. COT, “Todo juez delincuente


será, además, civilmente responsable de los daños estimables en
dinero que con su delito hubiere irrogado a cualesquiera personas
o corporaciones”

Finalmente y en lo que se refiere a este principio debemos


tener presente lo establecido en el art. 331 del COT, que señala
que “Ni en el caso de responsabilidad criminal ni en el caso de
responsabilidad civil la sentencia pronunciada en el juicio de
responsabilidad alterará la sentencia firme”. Se trata de una
opción que efectuó nuestro legislador, entre la responsabilidad de
los jueces y la cosa juzgada, habiéndose optado por ésta última.
El único correctivo que se ha establecido para esta situación es
el denominado recurso de revisión, que veremos en su oportunidad.

V. PASIVIDAD. (explicar impulso procesal)

Principio consagrado en el artículo 10 i 1° del COT “Los


tribunales no podrán ejercer su ministerio sino a petición de
parte, salvo en los casos en que la ley los faculte para proceder
de oficio.”

De la norma referida podemos señalar que existen dos formas


de actuación de los tribunales de justicia: a petición de parte,

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en donde el tribunal actúa previa solicitud o a requerimiento de


la parte interesada, y de oficio, que es sinónimo de proceder por
iniciativa propia sin que sea necesaria requerimiento o solicitud
de persona alguna.
Antes de la entrada en vigencia del nuevo sistema de
enjuiciamiento criminal se decía que en materia civil la regla
general era la actuación a requerimiento de parte (principio
dispositivo), y en materia penal en tanto, la regla general era la
actuación de oficio por parte del tribunal (principio
inquisitivo). Tras la entrada en vigencia del Código Procesal
Penal, esta diferencia se ha diluido o atenuado, toda vez que
tanto el juez de garantía y mayormente el Tribunal Oral en lo
Penal, actúan a requerimiento de partes.

Otra concreción de este principio, en sede civil, lo


encontramos en el artículo 160 del CPC, que al referirse a la
sentencia señala que esta debe pronunciarse conforme al mérito del
proceso y no podrá extenderse a puntos que no hayan sido
expresamente sometidos a juicio por las partes, salvo en cuanto
las leyes manden o permitan proceder de oficio. Si el juez vulnera
esta norma esta incurriendo en un vicio de casación en la forma
(ultra petita) que permitiría anular una sentencia.

En materia civil, encontramos como excepciones a la


pasividad, es decir, el juez puede proceder de oficio, entre
otros, en los siguientes casos:
1°. Declaración de nulidad absoluta que aparezca de manifiesto en
un acto o contrato (art. 1.683 CC).
2°. Medidas para mejor resolver (art. 159 CPC).
3°. Impulso de oficio del juicio un vez que ha precluido un
termino para ejercer un derecho o realizar una actuación en él
(art.64 CPC)
4°. Declaración de implicancia de los jueces (art. 200 COT)
5°. En materia de recursos la declaración de inadmisibilidad de
apelación (213 CPC) y casación (781 CPC); casación en la forma y
fondo de oficio (776 y 785 CPC).
6°. Declaración de nulidad procesal (83 CPC).
7°. El juez de oficio puede no dar curso a una demanda que no
contenga las tres primeras menciones del artículo 254 del CPC.
(256 CPC)
8°. El Juez puede denegar la ejecución si el título ejecutivo que
se le presenta tiene más de tres años contados desde que la
obligación se hizo exigible (442 CPC);
9°. El juez puede de oficio adoptar todas aquellas medidas que
estime necesarias para la corrección de los actos del
procedimiento (84 CPC).

VI. INEXCUSABILIDAD.

Consiste en la obligación de los jueces de ejercer su


ministerio cuando sean requeridos legalmente, su consagración la
encontramos en el art. 10 i 2° del COT “Reclamada su intervención
en forma legal y en negocios de su competencia, no podrán
excusarse de ejercer su autoridad ni aún por falta de ley que
resulta la contienda sometida a su decisión”; ante el evento de la
inexistencia de ley fallan conforme a los principios de equidad.

VII. INAVOCABILIDAD.

Si un tribunal competente ha comenzado a conocer de un


determinado asunto, ningún otro tribunal puede conocer
simultáneamente de ese mismo asunto; principio consagrado en el

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art. 8 COT “Ningún tribunal puede avocarse el conocimiento de


causas o negocios pendientes ante otro tribunal, a menos que la
ley confiera expresamente dicha facultad”.

Encontramos como excepciones a este principio:

1°. Las visitas de Ministros de Corte: Nos referimos a los


Ministros en Visita Extraordinaria. (Artículos 559, 560 y 561
COT), ministros que se eliminan dentro del sistema del nuevo
proceso penal.
2°. Acumulación de autos o expedientes, en que el mas nuevo se
acumula al más antiguo. (Artículo 92 del CPC)
3°. El sometimiento a arbitraje, cuando éste se produce con
relación a una causa pendiente ante los tribunales ordinarios de
justicia.

VIII. PUBLICIDAD

Este principio busca garantizar el correcto funcionamiento de


los tribunales de justicia y la correcta administración de ella, a
través de una fiscalización de los propios intervinientes en un
juicio, logrando así una mayor transparencia del poder judicial.
Por otro lado permite que terceros que puedan ser afectados por
resoluciones judiciales, puedan conocer los actos del proceso que
les afecta.

Este principio esta consagrado en el art. 9 COT que indica


que “los actos de los tribunales son públicos, salvo las
excepciones establecidas por la ley”, es decir, cualquier persona
puede imponerse libremente de los actos judiciales. Tal idea esta
conformada por el art. 380 n° 3 del COT, que impone a los
secretarios del tribunal dar conocimiento a cualquier persona de
los procesos que tengan en sus oficinas.

En lo que respecta a las excepciones a este principio, la


doctrina distingue entre secreto absoluto (la prohibición de
acceso a un expediente o actuación judicial, afecta a cualquier
persona, sean partes o terceros); y secreto relativo (la
prohibición de acceso a expedientes o actuaciones judiciales sólo
afecta a terceros ajenos al juicio).

Casos de secreto absoluto en nuestra legislación:

1°. En el antiguo proceso penal, la etapa de sumario criminal


(investigación) por crimen o simple delito de acción penal
pública, era secreto art. 78 CPP (antiguo).
2°. En el nuevo proceso penal, y en la etapa de investigación a
cargo del ministerio público, la regla general es el secreto
relativo de la investigación, mientras que respecto del imputado y
demás intervinientes la regla general es la de la publicidad, sin
perjuicio de que excepcionalmente el Fiscal puede disponer del
secreto de determinadas actuaciones, registros o documentos por un
plazo no superior al de 40 días. Sin embargo, este secreto no se
puede decretar respecto de ciertas actuaciones, que están
descritas en el artículo 182 del CPP y que son las declaraciones
del imputado; cualquier otra actuación en que haya intervenido el
imputado o haya tenido derecho a intervenir; las actuaciones en
que participare el Tribunal y los informes evacuados por peritos
respecto del propio imputado o de su defensor.
3°. Los acuerdos en los tribunales colegiados (81 y 103 COT), que
son privados, sin perjuicio de poder invitar a Relatores u otros
funcionarios.

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Casos de secreto relativo en nuestro país:

1°. Causas de nulidad de matrimonio, divorcio y separación


judicial; el Art. 86 de la Ley de Matrimonio Civil dispone que
estas sean reservadas, salvo que por resolución fundada y a
petición expresa de las partes el Juez disponga lo contrario.
2°. Diligencias probatorias en el plenario criminal (CPP antiguo)
cuando ellas pudieren afectar las buenas costumbres. En el CPP
(nuevo)la regla general es la publicidad de las diligencias y del
juicio completo, sin perjuicio de poder disponer el Tribunal de
Juicio Oral en lo Penal, a petición de parte y por resolución
fundada, algunas medidas que tiendan al secreto de determinadas
actuaciones, cuando considere que ello es necesario para
resguardar la intimidad, el honor o la seguridad de cualquier
persona que deba tomar parte en el juicio, o para evitar
divulgación de un secreto protegido por ley: la salida de una o
más personas de la sala en la que se verifica la audiencia;
impedir el acceso del público en general; prohibir a los
intervinientes el efectuar declaraciones a los medios de
comunicación social. (289 CPP)
3° Libro de distribución de causas: art. 176 COT: En los lugares
de asiento de Corte en que hubiere más de un juez de letras en lo
civil, deberá presentarse a la secretaría de la Corte toda demanda
o gestión judicial que se iniciare y que deba conocer alguno de
dichos jueces, a fin de que se designe el juez a quien corresponda
su conocimiento. Inciso segundo: Esta designación se hará por el
presidente del tribunal, previa cuenta dada por el secretario,
asignando a cada causa un número de orden, según su naturaleza, y
dejando constancia de ella en un libro llevado al efecto que no
podrá ser examinado sin orden del tribunal.
4°. Libro de jurisdicción disciplinaria: (art. 531 No. 2 COT) El
libro no puede ser examinado sin orden del tribunal.
5°. Sesiones de Tribunales colegiados para la calificación de
funcionarios. (Artículos 274 y 276 COT)
6°. Adopciones: Todos los trámites, tanto judiciales como
administrativos y la guarda de documentos a que de lugar la
adopción (archivo del Registro Civil), serán reservadas, salvo que
los interesados en la adopción hayan requerido lo contrario.

IX. IMPARCIALIDAD.

Consiste en el tratamiento igualitario que el juez debe


conceder a las partes litigantes en un conflicto sometido a su
conocimiento. Se dice que la contradictoriedad permite la
imparcialidad, ya que escuchar a ambas partes deja al juez en una
posición neutral; se manifiesta por ejemplo en el orden de
votación de los jueces colegiados (art. 84 COT) y en la existencia
de las implicancias y recusaciones.(artículos 194 a 205 COT)

X. GRATUIDAD.

Reproduciremos respecto de este principio lo dicho por el


profesor Casarino en su Manual de Derecho Procesal (Tomo I). “Este
principio fundamental consiste en que la administración de
justicia debe ser esencialmente gratuita.
Sin embargo, su aplicación práctica da origen a diversas
cuestiones: ¿la función judicial debe ser gratuita o remunerada?,
y en caso de ser remunerada, ¿esta remuneración debe soportarla el
Estado o, por el contrario, las personas que piden se ponga en
movimiento la función judicial, o sea por los propios litigantes?
Acerca del primer problema, esto es, si la función judicial
debe ser gratuita o remunerada, la doctrina totalmente acorde
contesta esta interrogante, en el sentido de que la función de

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administrar justicia debe ser remunerada, porque si así no lo


fuere, su ejercicio sería sólo patrimonio de los ricos; a lo que
cabe agregar que si en la sociedad actual toda función pública
debe ser remunerada, con mayor razón debe serlo la judicial, de
por si técnica, pesada y compleja.
Resuelta la primera cuestión, en cuanto que la función
judicial debe ser remunerada, nace de inmediato la segunda, o sea,
quien debe soportar los gastos de esta remuneración, si el Estado
o los litigantes. La doctrina también se ha uniformado en el
sentido de que debe soportarlos el Estado, porque la función
judicial se ejerce en su nombre, con miras al interés público, y
de ser remunerados los jueces por los litigantes, se atentaría
contra su decoro y serviría de magnífico pretexto para sospechar
de su indiscutible imparcialidad.
Sin embargo, establecido que el Estado debe soportar la
remuneración de los jueces, cabe aun preguntarse si esta
remuneración debe correr a cargo de la totalidad de los
contribuyentes o sólo de aquellos contribuyentes litigantes.
Tres teorías o doctrinas se han diseñado sobre el particular.
Una, sostiene que la remuneración de la magistratura debe ser
soportada por la totalidad de los contribuyentes, porque sería
injusto hacerla recaer sólo sobre los contribuyentes litigantes,
puesto que si recurren a los tribunales de justicia es en atención
a que atraviesan, precisamente, por un periodo de apremio
económico en sus vidas.
Otra, agrega que la remuneración de la magistratura debe ser
soportada exclusivamente por los contribuyentes litigantes, porque
es la única manera de poner atajo a la manía de litigar y de
evitar las demandas temerarias y de mala fe.
Una tercera, por fin, estima que la remuneración de la
magistratura, en principio, debe soportarla el Estado, ya que se
ejerce en su nombre y con miras al interés público; pero como en
último termino el beneficiario es el litigante, deben imponerse a
éste cargas tributarias, aunque moderadas, que sirvan en parte al
Estado para sobrellevar los pesados gastos de la administración de
justicia demandada.
En Chile, en esta materia, se ha seguido más bien la tercera
doctrina, llamada también ecléctica, la cual sostiene que la
función judicial debe ser remunerada por el Estado, pero que puede
resarcirse de esta carga imponiendo tributos a los contribuyentes
litigantes.
En efecto, en nuestro país, los jueces son verdaderos
funcionarios públicos, y como tales son remunerados con los fondos
generales de la nación; pero los litigantes, a su vez, deben
soportar cargas tributarias moderadas, las cuales van a beneficiar
a determinados funcionarios auxiliares de la administración de
justicia (ej. derechos de los receptores, notarios, conservadores,
archiveros etc.), y honorarios de los abogados, todo ello sin
perjuicio de lo que resuelva el tribunal, en definitiva, en
materia de costas.
Por excepción, hay litigantes que están exentos de soportar
estas cargas tributarias y son aquellos que gozan del privilegio
de pobreza, el cual puede revestir dos formas, legal o judicial
dependiendo de su fuente u origen”.

La consagración de este principio la encontramos en el art.


19 N° 3 de la CPR que señala “Que toda persona tiene derecho a
defensa jurídica en la forma que la ley señale. La ley arbitrara
los medios para otorgar asesoramiento y defensa jurídica a quienes
no pueden procurársela por si mismos”.

Ahora bien en el entendido que de el ejercicio de la función


jurisdiccional es gratis para quienes la reclaman, los litigantes

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deben soportar ciertos gastos, de los que eventualmente están


eximidos, por ejemplo a través del privilegio de pobreza, los
abogados de turnos, las Corporaciones de Asistencia Judicial, la
Defensoría Penal Pública, la Oficina de Defensa Laboral, en
algunos casos. (Ver artículo 600 COT)

XI. TERRITORIALIDAD

Por una razón de organización la ley divide el ejercicio de


la jurisdicción entre los distintos tribunales que ella misma
crea, asignándole a cada uno el conocimiento de ciertos asuntos
dentro de cierto territorio, esto es lo que se denomina
competencia.
Este principio esta consagrado en el art. 7 i 1° del COT “Los
tribunales sólo podrán ejercer su potestad en los negocios y
dentro del territorio que la ley les hubiera expresamente
asignado”.

Encontramos como excepción a este principio:

1. Actuaciones de los jueces civiles de la región metropolitana,


que pueden verificar actuaciones en todas las comunas de la
jurisdicción, independientemente de la circunstancia de habérseles
asignado territorios jurisdiccionales (art. 43 i 3° COT).
2. Inspecciones personales del tribunal, que pueden verificarse en
cualquier territorio jurisdiccional. (403 Inc. 2º CPC)
3. Sistema de exhortos, que son las comunicaciones escritas que un
tribunal exhortante remite a otro tribunal exhortado, para que
éste último practique una determinada actuación dentro de su
territorio, delegándole la competencia correspondiente para ese
solo efecto.

XII. SEDENTARIEDAD.

Los tribunales deben ejercer su ministerio en un lugar fijo y


determinado. No existen, en términos generales, jueces ambulantes.

Los arts. 28 a 40; 54 y 94 COT establecen el lugar de asiento


de los tribunales del país.

El artículo 311 del COT establece el deber de residencia de


los jueces: Los jueces están obligados a residir constantemente en
la ciudad o población donde tenga asiento el tribunal en que deban
prestar sus servicios.
Sin embargo, las Cortes de Apelaciones podrán, en casos
calificados, autorizar transitoriamente a los jueces de su
territorio jurisdiccional para que residan en un lugar distinto al
del asiento del tribunal. Art. 1º Nº 61 d)

La excepción la constituyen los Tribunales de Juicio Oral en


lo Penal que pueden desplazarse a localidades situadas fuera de su
lugar de asiento, cuando sea necesario para facilitar la
aplicación oportuna de la justicia penal, de acuerdo a criterios
de distancia, acceso físico y dificultades de traslado de quienes
intervienen en el proceso.

XII. GRADO O GRADUALIDAD.

Se funda en el reconocimiento y en la intención de evitar o


reducir el error judicial por parte de los tribunales de justicia;
de modo que lo que resuelve un juez puede ser revisado por un juez
de graduación superior, que se supone que esta cualitativa y
cuantitativamente más idónea o preparado.

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Esta revisión del proceso se logra a través del


establecimiento de la doble instancia, es decir, el conocimiento
de una pretensión procesal puede ser conocida y fallada por dos
tribunales, uno inferior en primer lugar, y luego, el superior que
revisa el acertado juzgamiento del primero.

La instancia es cada uno de los grados jurisdiccionales que


la ley establece a fin de que un tribunal que conoce de un asunto
sometido a su decisión, tiene facultades soberanas para
pronunciarse acerca de todas las cuestiones de hecho y de derecho
que en él se plantean. Lo que distingue a la instancia de otras
etapas procesales es que esta permite el conocimiento de los
hechos y del derecho.

Entonces, con lo expuesto podemos señalar que la gradualidad


supone que un asunto determinado puede ser conocido, tanto en los
hechos como en el derecho, sucesivamente por dos tribunales, el
segundo superior jerárquico del primero. Ahora bien el medio a
través del cual se logra este conocimiento por parte del superior
es el recurso de apelación.

XIII. ECONOMIA PROCESAL.

Consiste en generar los mayores beneficios o resultados


procesales con el menor desgaste del órgano jurisdiccional.
Vg. Acumulación de autos, acciones conjuntas o subsidiarias,
reconvención.

XIV. EL CONTRADICTORIO.

Idea de iguales facultades de las partes de intervenir en la


actividad procesal, y de controlar las actuaciones de la
contraria.
Ej. Demanda- traslado, incidente-traslado, asistir a prueba
de la contraria, Contrainterrogar testigos.
Excepción, incidentes que el Tribunal está habilitado para
resolver de plano.
La bilateralidad de la audiencia es solo una manifestación
del principio del contradictorio.

XV. PRECLUSION.

Dice relación con el diseño y estructura del proceso, que


puede ser mediante un orden consecutivo legal, que se refiere a
que la ritualidad que debe seguir el procedimiento que está
establecida en la ley, en que están reguladas las actuaciones y
las oportunidades procesales de ellas; el orden es convencional
cuando ha sido fijada por acuerdo de las partes y discrecional
cuando no tiene establecida una ritualidad especifica.
Para poder lograr el avance del proceso y el desarrollo de
las etapas consecutivas se establecen los plazos: oportunidad
temporal para realizar una actuación; y la preclusión. Este último
principio consiste en la pérdida, caducidad o extinción de un
derecho procesal por no haberse ejercido en la oportunidad que
determina la ley para su ejercicio.

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