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INSTITUCIÓN EDUCATIVA INEM JOSE EUSEBIO CARO

EDUCACIÓN RELIGIOSA
UNDÉCIMO GRADO
GUIA 06
Profesor: Gerardo Bonifacio Pineda Rodríguez

TRABAJO Y RESPONSABILIDAD SOCIAL

Mediante el trabajo las personas desarrollamos nuestra vocación y colaboramos con el desarrollo
de la sociedad. Sin embargo, el sistema de libre mercado plantea serios conflictos en el tratamiento
a los trabajadores y en la distribución de la riqueza, entre otros retos a los que es importante dar
respuesta.

Indicador de desempeño:
Identifica el concepto de economía y los sistemas económicos vigentes.
Reconoce el aporte del cristianismo y el respeto de la dignidad de hombre como creatura e hijo de Dios.

ACTIVIDAD

1. Copie el título de la guía y los indicadores de desempeño


2. Consulte qué es el trueque.
3. En qué consiste la administración de bienes
4. Exprese con sus palabras en qué consiste el desfile de la humanidad, ¿por qué se da la
desigualdad?
5. Explique con sus palabras qué es el capitalismo y el comunismo
6. ¿En qué consiste el humanismo cristiano y cómo se relaciona con la dignidad del hombre?
7. Para usted qué es el sentido cristiano del trabajo.
8. ¿Todos los derechos de los trabajadores expuestos en la guía son respetados por los patronos?
Justifique su respuesta.
9. Cuáles enseñanzas recibo del texto “El trabajo reviste importancia primaria para la realización
del hombre”.

LA ADMINISTRACIÓN DE LOS BIENES


La palabra economía proviene del griego oikos que significa “casa” y nomos que significa “norma”. Así,
economía, en su origen se refiere a la “administración de la casa”.
La economía primitiva era muy básica: las personas acudían a los mercados y cada una ofrecía sus
productos. Compraban solo lo que necesitaban.
Al principio se usaba el trueque, el intercambio de bienes y servicios, sin utilizar dinero. Poco a poco se vio
que había que usar algo más práctico para el intercambio de productos y así aparecieron las monedas
como medida de cambio. Con el dinero se vivió la primera revolución económica.
En Europa, durante la segunda mitad del siglo XVIII y principios del siglo XIX, se vivió una serie de
transformaciones que modificaron la estructura social y económica de cada país. Estas transformaciones
dieron lugar a la primera Revolución Industrial. Las herramientas del artesano fueron sustituidas poco a
poco por máquinas. La explotación de los trabajadores alcanzó niveles increíbles. Niños de ocho años
trabajaban hasta once horas seguidas.
Este modelo económico trajo consigo una prioridad del capital sobre el trabajo. Las diferencias económicas
y sociales entre unos países y otros han aumentado enormemente en los últimos doscientos años.
En Latinoamérica, los “pueblos originarios” también utilizaban sistemas básicos de intercambio, que
progresivamente fueron remplazados por los modelos económicos que impulsaron las sociedades
capitalistas en el denominado “Nuevo Mundo”.
En los pueblos andinos, la recuperación del sumak kawsay (expresión quechua que significa “buen vivir”),
sugiere un orden económico diferente, a favor de la ecología, la vida, la comunidad y la sabiduría ancestral
que promueve el equilibrio en el cuidado del planeta, la “casa” común (oikos).

El desfile de la humanidad
Imagina un mundo en el que la talla de cada persona es proporcional al dinero
que gana. Supongamos que medimos un metro con setenta y tres centímetros.
Hoy es un día especial. Asistimos a un desfile extraordinario: la totalidad de
habitantes del planeta va a pasar delante de nosotros en una hora. Acaba de
empezar. ¿Realmente ha comenzado? No vemos nada. Perdón, sí, vemos algo
que se mueve... Parece increíble: miles y miles, cientos de millones de seres
más pequeños que hormigas avanzan sin que se pueda distinguir qué son.
Pasan y pasan durante diez minutos.
Ahora empieza a verse gente reconocible aunque no son más altos que un
celular. Pequeños y con ropas de muchos colores. La inmensa mayoría son
mujeres y van acompañadas de muchos niños. Siguen y siguen pasando... ya llevamos más de treinta
minutos, eso quiere decir que ya ha desfilado la mitad de la población del planeta. Sin embargo, todavía no
ha pasado nadie más alto de siete centímetros y medio.
Suponíamos que íbamos a esperar bastante antes de ver gente de nuestra estatura, pero, ¡no tanto!
Llevamos cuarenta minutos de desfile y los más altos nos llegan a las rodillas. Hay soldados y obreros de
muchos países pero enanos todavía. Ya solo quedan diez minutos y empezamos a sospechar que el
desfile no acabará a tiempo. Al menos ahora las caras son más familiares. Quedan solo cinco minutos y
empezamos a ver gente de nuestra talla: funcionarios y comerciantes sobre todo, y todos norteamericanos
o europeos. Ahora vienen gerentes y directores de empresas; estos ya pasan de nuestra estatura.
Y ahora, ¿qué pasa? De pronto parece como si la gente creciese de golpe, ¡cada vez son más altos!
Empresarios y terratenientes de muchos países, todos bien vestidos y de un tamaño... de cuatro metros, de
seis, ¡de nueve! Es el turno de la gente famosa: algunos actores, deportistas y cantantes mezclados con
tipos sospechosos, todos altos como torres de treinta y cuarenta metros.
Acabamos de entrar en el último minuto del desfile, el minuto cincuenta y nueve. Hacen falta binoculares
para ver bien la cara de estos jeques. También hay directores de multinacionales. Son realmente
sorprendentes. Superan fácilmente los novecientos metros. ¡Allá arriba debe estar nevando! Los últimos
segundos. Paseos de los multimillonarios. Son muy pocos, pero alcanzan alturas de kilómetros y
kilómetros. ¿Quién iba a imaginarlo? Ya se acaba el tiempo. Pero, ¿qué pasa? Se oscurece el horizonte.
¡Atención! Nos cubre una gigantesca nube negra que se nos viene encima... se trata de... ¡Cuidado, el pie
de Bill Gates!
ADAPTADO DE, La alternativa del juego II

CAPITALISMO Y COMUNISMO
El capitalismo es el sistema mayoritario de producción en todo el mundo. Pocos países mantienen un
sistema comunista desde la caída del muro de Berlín (1989).
La producción es el proceso por el cual se transforman recursos para el mercado. Así, de la leche se
produce queso o la carne de los
animales queda lista para el consumo.
* Los materiales necesarios son las
materias primas.
* La maquinaria y recursos industriales
son los medios de producción.
* Con la mano de obra humana, los
productos quedan listos para su
distribución y venta.
* El capital aporta los medios de
producción, compra las materias
primas necesarias, paga los salarios
de los trabajadores y vende los
productos.
La diferencia entre lo que cuesta el
producto y el precio por el que se
vende es el valor añadido, que aporta el beneficio al capital.

EL SISTEMA CAPITALISTA
El sistema capitalista defiende:
* La propiedad privada de los medios de producción. Los
empresarios son los que asumen el riesgo de su inversión; tanto si
pierden como si ganan. Ocupan una situación de privilegio en la
cadena de producción.
* El libre funcionamiento del mercado. El precio de los productos se
fija por la ley de la oferta y la demanda. Si aumenta la competencia,
los precios tienden a bajar y el margen de beneficio disminuye. Este
sencillo mecanismo regula el mercado sin necesidad de intervención.
* La búsqueda del beneficio. Todos, trabajadores, productores de
materias primas, empresarios, distribuidores y vendedores, quieren
ganar más dinero. Se establece así un difícil equilibrio entre todos los elementos del sistema que genera
muchos conflictos.
Como resultado del sistema capitalista, emerge la “sociedad de consumo”, un modo de vida que vuelve
absolutos los deseos y las necesidades del ser humano, con la insaciable premisa de “compro, luego
existo”.

EL SISTEMA COMUNISTA
El capitalismo se desarrolló en la época de la Revolución Industrial durante el siglo XIX en Europa. Fueron
años duros para los trabajadores que, sin ningún tipo de protección legal, trabajaban en jornadas
interminables, en condiciones infrahumanas y con un salario indigno. Surgen entonces muchas voces que
denuncian la situación laboral y social de los trabajadores.
Carlos Marx fue quien estableció las bases del sistema comunista que no se hizo
realidad hasta la Revolución rusa de 1917. Entonces surgen los países
comunistas. Este sistema defiende:
* La propiedad pública de los medios de producción. Las fábricas, granjas y
redes de distribución, entre otros, pertenecen al Estado, para garantizar la igual
distribución de la riqueza.
* La planificación estatal de la economía. Desde el gobierno de la nación se
orquesta la totalidad de la economía: se fijan precios para el público (y no el
mercado libre), se calcula la cantidad de producción, las fechas, etc.
El objetivo es favorecer la igualdad. Pero, en la práctica, se hizo a expensas de
la libertad personal. Los regímenes comunistas impusieron un régimen de partido
único y recortaron las libertades personales: expresión, reunión, asociación,
prensa e incluso, en algunos momentos, la propiedad privada.
El sistema comunista fracasó, principalmente, porque es muy difícil programar tanto volumen de manera
eficiente, porque no eliminó las desigualdades económicas y, sobre todo, por la desmotivación de los
trabajadores por su propia promoción.
El sistema comunista también tuvo resonancia en algunas naciones latinoamericanas. La Revolución
cubana de 1959 es la única que persiste, a pesar de la caída del muro de Berlín en 1989, que marcó el final
del régimen comunista y, al mismo tiempo, la consolidación de la hegemonía capitalista.

EL HUMANISMO CRISTIANO Y LA DIGNIDAD DE LA PERSONA TRABAJADORA


El humanismo cristiano
Después de la Segunda Guerra Mundial surge en el seno de Europa el deseo de hacer una propuesta
filosófica y social de inspiración cristiana que responda a los límites del liberalismo y del comunismo: es el
humanismo cristiano, y su principal figura, el francés Jacques Maritain.
El concepto clave que orienta este humanismo es la persona como imagen y semejanza divina. La persona
en su dignidad es el centro de todas las estructuras económicas, políticas y sociales. Es decir: el capital, el
trabajo, la ley, los sindicatos, los partidos políticos…, todo está al servicio del ser humano.
El humanismo cristiano opina que:
* El capitalismo valora el trabajo humano como mercancía que coloca el
capital y los intereses personales de la clase adinerada por encima de los trabajadores y de los más
desfavorecidos.
* El comunismo es un sistema totalitario que anula las libertades de la persona que son inviolables: la
libertad de conciencia, de religión, de asociación y de opinión.
Ante estas y otras realidades que afectan la vida y la dignidad del ser humano, la “Doctrina Social de la
Iglesia” se constituye en un importante referente del humanismo cristiano.

Sentido cristiano del trabajo


El ser humano ha recibido la invitación a
trabajar para desarrollar la Creación. Trabajar
es un privilegio y una necesidad más que un
castigo o una maldición. Trabajamos para ser
colaboradores de Dios. El trabajo permite a
cada persona desarrollar su propia vocación,
aportar lo suyo al progreso de la sociedad.
Además el trabajo permite ganar el sustento
necesario para vivir gracias al salario justo.
Jesús supo ganarse la vida como carpintero.
Pablo, en sus cartas, nos recuerda, que quiere
trabajar en su oficio (constructor) para ganarse
el pan y no ser una carga para las
comunidades. Por eso, el trabajo es un deber
de justicia. Jesús fue un trabajador que enseñó
a poner el trabajo en su sitio: aunque el trabajo sea esencial a la vida humana, no vivimos para trabajar. El
cuidado de la propia vida y la dedicación al Reino van por delante. Así se lo hizo saber a los fariseos que se
escandalizaban por el modo de proceder de sus discípulos: “el sábado ha sido instituido para el hombre y
no el hombre para el sábado”
(Mc 2, 27).

Trabajo y capital
Ya que el ser humano desarrolla su propia vocación en su trabajo, no puede considerarse solo como una
mercancía o un elemento impersonal de la producción. Las personas son más importantes que los
productos, las máquinas y el propio capital. No podemos anteponer el beneficio financiero a la dignidad y a
beneficio personal. La mayor riqueza de una empresa es el conjunto de sus trabajadores. Cuidarlos
redundará en una mejor consecución de sus fines y un mayor rendimiento.
De la misma manera que el capital está subordinado al trabajo, la propiedad privada está subordinada al
principio del destino universal de todos los bienes; es decir, todas las personas tienen derecho a los bienes
necesarios para una vida digna y nadie puede apropiarse de ellos aunque sean de su propiedad.
Los derechos de los trabajadores
El pensamiento cristiano reconoce los principales derechos de los trabajadores, como son:
* El derecho a una justa remuneración
* El derecho al descanso
* El derecho a trabajar en condiciones seguras
* El derecho a salvaguardar su identidad y libertad
* El derecho a un subsidio de desempleo
* El derecho a una pensión por vejez, enfermedad o accidente laboral
* El derecho a recibir prestaciones por la maternidad
* El derecho a conciliar vida familiar y laboral
* El derecho a asociarse y reunirse

EL TRABAJO REVISTE IMPORTANCIA PRIMARIA PARA LA REALIZACIÓN


DEL HOMBRE
…La Biblia, en diferentes páginas, muestra cómo el trabajo pertenece a la
condición originaria del hombre. Cuando el Creador hizo al hombre a su
imagen y semejanza, le invitó a trabajar la tierra (Gn 2,5-6). Fue a causa del
pecado de nuestros padres que el trabajo se transformó en fatiga y dolor (Gn
3,6-8), pero en el plan divino aquel mantienen inalterado su valor. El propio
Hijo de Dios, haciéndose en todo semejante a nosotros, se dedicó durante
muchos años a actividades manuales, tanto como para ser conocido como el
«hijo del carpintero» (Mt 13,55). La Iglesia siempre ha mostrado,
especialmente en el último siglo, atención y solicitud por este ámbito de la
sociedad, como testimonian las numerosas intervenciones sociales del
Magisterio y la acción de múltiples asociaciones de inspiración cristiana,
algunas de las cuales están reunidas hoy aquí para representar a todo el
mundo de los trabajadores.

[…] El trabajo reviste importancia primaria para la realización del hombre y


para el desarrollo de la sociedad, y por esto es necesario que aquél se
organice y desarrolle siempre en el pleno respeto de la dignidad humana y al servicio del bien común. Al
mismo tiempo, es indispensable que el hombre no se deje someter por el trabajo, que no lo idolatre,
pretendiendo hallar en él el sentido último y definitivo de la vida. Al respecto llega oportunamente la
invitación contenida en la primera lectura: «Recuerda el día del sábado para santificarlo. Seis días
trabajarás y harás todos tus trabajos, pero el día séptimo es día de descanso para Yahveh, tu Dios» (Ex 20,
8-9). El sábado es día santificado, esto es, consagrado a Dios, en el que el hombre comprende mejor el
sentido de su existencia y también de la actividad laboral. Se puede por lo tanto afirmar que la enseñanza
bíblica sobre el trabajo halla su coronación en el mandamiento del descanso. Oportunamente observa al
respecto el Compendio de la doctrina social de la Iglesia: «Al hombre, ligado a la necesidad del trabajo, el
descanso le abre la perspectiva de una libertad más plena, la del sábado eterno (Cf. Hb 4,9-10). El
descanso permite a los hombres recordar y revivir las obras de Dios, desde la Creación a la Redención,
reconocerse ellos mismos como obra Suya (Cf. Hf 2,10), dar gracias por la propia vida y por la propia
existencia a Él, que es su autor» (n. 258).

La actividad laboral debe servir al verdadero bien de la humanidad, permitiendo «al hombre, como individuo
y como miembro de la sociedad, cultivar y realizar íntegramente su plena vocación» (Gaudium et epes, 35).
Para que ello suceda no basta la necesaria cualificación técnica y profesional; no es suficiente tampoco la
creación de un orden social justo y atento al bien de todos. Se necesita vivir una espiritualidad que ayude a
los creyentes a santificarse a través del propio trabajo, imitando a San José, que cada día tuvo que proveer
a las necesidades de la Sagrada Familia con sus manos y a quien por ello la Iglesia señala como patrono
de los trabajadores. Su testimonio muestra que el hombre es sujeto y protagonista del trabajo. Desearía
encomendar a él a los jóvenes que a duras penas consiguen introducirse en el mundo del trabajo, a los
desempleados y a los que sufren las molestias debidas a la difundida crisis ocupacional. Que junto a María,
su Esposa, vele San José sobre todos los trabajadores y obtenga para las familias y para toda la
humanidad serenidad y paz. Que contemplando a este gran Santo, los cristianos aprendan a testimoniar en
todo ámbito laboral el amor de Cristo, fuente de solidaridad verdadera y de paz estable.
Homilia del Sumo Pontífice Benedicto XVI

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