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TRABAJO PRÁCTICO N° 1

Consignas:
1. Concepto de “impedimento matrimonial” y “aptitud nupcial”. Caracterice brevemente.
2. Explique brevemente cómo debe hacer un menor de edad para casarse, para remover el
impedimento matrimonial (arts. 403 y 404 CCyC).
3. Indique si el “convenio regulador” (arts. 438 y 439 CCyC) en el proceso de divorcio, debe
ser presentado en forma obligatoria o facultativa. Explique las razones. Criticas. Opinión
personal.
4. La compensación económica derivada del divorcio, ¿es renunciable o irrenunciable?
Fundamente brevemente.

1) Los impedimentos matrimoniales son las causas por las cuales la ley obstaculiza la
celebración del matrimonio.
La aptitud nupcial es el conjunto de condiciones y requisitos que debe cumplir una
persona para que la celebración del matrimonio sea válida.
Nuestro ordenamiento jurídico sostiene como principio general en la materia, que toda
persona goza de aptitud nupcial; a su vez, establece en qué casos existen impedimentos
matrimoniales para la celebración del acto. Es decir, que toda persona tiene la libertad de
contraer matrimonio, salvo los impedimentos expresamente contemplados por la ley.
Son impedimentos matrimoniales:
- Parentesco en línea recta: entre parientes (por consanguinidad, adopción y
reproducción humana asistida) no pueden casarse los que se encontraren
vinculados en línea recta, en todos los grados, sin limitación.
- Parentesco en línea colateral: el impedimento solamente comprende el 2°
(segundo grado), esto es, hermanos unilaterales y bilaterales. En cambio, no es
impedimento y, por lo tanto, tienen aptitud nupcial los tíos y sobrinos 3° (tercer
grado) y los primos entre sí 4° (cuarto grado).
- Parentesco por afinidad: es solamente en línea recta en todos los grados, sin
limitación. Es decir, con suegros, yernos y nueras y con hijos del cónyuge. Puede
haber matrimonio en la línea colateral, es decir, entre cuñados y cuñadas, con el
primo, tíos y sobrinos del otro cónyuge. El impedimento por afinidad nace recién
cuando se disuelve el matrimonio. Frente a la nulidad del matrimonio desaparece
el impedimento con los parientes consanguíneos de dicho cónyuge.
- Ligamen: se da cuando uno o ambos contrayentes, al momento de la celebración
del acto, mantienen un matrimonio no disuelto, por alguna de las causales legales
(muerte, presunción de fallecimiento, divorcio vincular o nulidad del matrimonio).
- Crimen: la prohibición para contraer matrimonio esta referida al tercero, es decir,
a la persona ajena al matrimonio que mata a uno de los miembros de la pareja
para casarse con el supérstite. Para que constituya impedimento, el delito debe
haber sido “doloso”. Quedan incluidos el homicidio en riña y el duelo. El tercero
que comete el delito debe haber actuado en calidad de “autor”, “cómplice” o
“instigador”; el “encubridor” no es alcanzado por el impedimento. El delito
además debe haberse consumado. Aunque se cumpla la pena, el impedimento
subsistirá.
- Falta de edad legal: se tiene edad legal cuando se alcanza la mayoría de edad (18).
Tanto el hombre como la mujer, al momento de la celebración del matrimonio,
deben haber cumplido los 18 años de edad para tener aptitud nupcial. Para
situaciones excepcionales, la ley deja abierta la posibilidad de la dispensa judicial
cuando la persona menor de edad (que no haya cumplido 16 años) pretenda
contraer matrimonio. Y cuando tuviere 16 años, los representantes legales podrán
autorizar la realización del acto sin necesidad de intervención judicial.
- Falta de salud mental: se da cuando al momento de la celebración del acto
matrimonial, una de las partes se hallara privada de salud mental. Fuera ella
transitoria o permanente. La ley tiene en cuenta la “privación de la razón”.
2) El artículo 403 CCyC en el inciso f enumera como impedimento matrimonial “tener menos
de 18 años” al momento de la celebración del matrimonio. La edad mínima exigida
coincide con la mayoría de edad.
Sin embargo, el artículo 404 CCyC, establece que el menor de edad que no haya cumplido
la edad de 16 años pueda contraer matrimonio previa dispensa judicial. Y además, que el
menor que haya cumplido la edad de 16 años pueda contraer matrimonio con
autorización de sus representantes legales; y a falta de esta pueda hacerlo previa dispensa
judicial.
La dispensa judicial es la institución por la cual la ley permite que el juez remueva un
obstáculo legal (impedimento) para que válidamente pueda contraerse matrimonio.
El juez va a llevar a cabo una entrevista personal con los futuros contrayentes y con sus
representantes legales. Al momento de decidir deberá tener en cuenta la edad y el grado
de madurez alcanzados por la persona, referidos especialmente a la comprensión de las
consecuencias jurídicas del acto matrimonial; también deberá evaluar la opinión de los
representantes, si la hubiesen expresado.
Se exige que el tutor pida dispensa judicial para contraer matrimonio con su pupilo. El juez
otorgara la dispensa judicial si considera oportuno, analizando las circunstancias del caso,
y siempre que se hubieren aprobado las cuentas de la tutela. Si las nupcias se realizan sin
la debida dispensa judicial, el matrimonio será valido. Solamente se contempla una
sanción patrimonial por el incumplimiento. La necesidad de la dispensa judicial no solo es
requerida cuando el tutor pretende casarse con su pupilo, sino también cuando el
matrimonio se pretende realizar entre algún descendiente del tutor con su pupilo.
3) Según lo dispuesto en el artículo 438 CCyC, se instaura la obligatoriedad de la propuesta
reguladora. En el procedimiento de divorcio se exige que el peticionante, al solicitarlo,
acompañe una propuesta reguladora de todas las cuestiones atinentes a su matrimonio.
La omisión de la propuesta reguladora al iniciar la acción de divorcio impedirá dar trámite
a la petición. Por lo tanto, la exigencia de la propuesta constituye un requisito de
admisibilidad de la demanda, porque de no cumplirse con ella al momento de la
presentación, la ley impide dar trámite al divorcio.
En la lógica del divorcio incausado, el procedimiento contemplado adolece del sentido
practico que implica regularizar la situación de hecho cuando la comunidad de vida, por
distintas razones, ha cesado.
Desde esta perspectiva, y teniendo en cuenta que la finalización del matrimonio puede
acaecer tanto por voluntad unilateral como de común acuerdo, sin expresar razones,
causas o motivos, debió contemplarse un procedimiento judicial que no obligue a los
litigantes a introducir propuestas reguladoras, sino solamente cuando existe acuerdo de
partes. Es decir, un procedimiento que no necesariamente involucre otros aspectos que
no sea el de divorciarse, propiamente dicho. Al menos, en forma obligatoria.
El contenido de la norma no se corresponde con un procedimiento acorde al divorcio sin
causa.
La obligatoriedad llevaría a que uno de los cónyuges se vea impulsado a efectuar una
propuesta reguladora simbólica, solamente para cumplir con el requisito legal impuesto.
Ante ello, podría darse el absurdo de que un juez considere que no esta cumplida la
manda legal, rechazando el respectivo trámite de divorcio. Todas estas cuestiones podrían
haberse evitado, separando los respectivos procesos judiciales.
En los Fundamentos del Proyecto, se justifica la obligatoriedad haciéndose referencia a la
autonomía de la voluntad, cuando, en realidad, debió establecerse el carácter facultativo
del mismo. Si los cónyuges quieren acordar y hay consenso, así será; de lo contrario,
solamente solicitaran el respectivo divorcio. El disenso llevara a que dichas cuestiones se
canalicen por la vía pertinente.
En definitiva, las condiciones y requisitos establecidos en la norma de fondo dificultan y
complejizan el procedimiento de divorcio. Se consagra un sistema engorroso para obtener
la disolución del vínculo matrimonial.
Todavía más, obliga al juez a convocar una audiencia en el juicio de divorcio para tratar de
conciliar sobre las cuestiones controvertidas. Con tal previsión, se confunden los procesos
judiciales y, lo que resulta mas criticable, se dificulta el acceso al divorcio vincular.
La propuesta reguladora debiera ser una facultad de las partes, cuando haya concordancia
entre los cónyuges sobre alguna de las cuestiones personales o patrimoniales derivadas de
la disolución del matrimonio y no, como se establece, una obligación de las partes.
A su vez, el artículo 439 CCyC establece el contenido del convenio regulador: la atribución
de la vivienda familiar; la distribución de los bienes; las eventuales compensaciones
económicas entre los cónyuges, y el ejercicio de la responsabilidad parental, en especial, la
prestación alimentaria. Dicha enumeración no excluye que en la propuesta reguladora o
en el convenio regulador se incluyan otros aspectos que resulten de interés para los
cónyuges.
4) La posibilidad de renunciar a la “compensación económica” es procedente en el marco del
proceso de divorcio, no así con anterioridad o durante el matrimonio.
Sostiene Solari: “ningún inconveniente habría en renunciar a tal derecho durante la
sustanciación del juicio, pues en tal caso, los cónyuges podrán solicitar o no al momento
del mismo, en atención a que las compensaciones económicas requieren solicitud de parte
interesada y nunca prosperan de oficio”.
De esta manera, el derecho a renunciar a la compensación económica una vez decretado
el divorcio compatibiliza con el principio de la voluntad personal.

Micaela Roncaglia

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