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Tema 9.

El borrador de la monografía

Objetivo:
Identificar las diferencias entre la redacción del borrador del ensayo y el de la monografía.

Introducción
El proceso de construcción de una casa inicia con una fase inicial de planeación. En los
planos se puede ver con detalle lo que se espera que sea algún día la casa construida. Aunque
se dedica bastante tiempo a elaborar los planos con detalle, asegurando que las medidas estén
bien, y que la construcción proyectada sea resistente, la elaboración de planos no tiene
sentido si luego no se da lugar a la construcción de la vivienda.

La fase de pre-escritura de la monografía implica un proceso minucioso de investigación que


consume una cantidad de tiempo considerable. Sin embargo, dentro del proceso de
redacción, la pre-escritura solo tiene sentido si lleva a la composición de un texto. En esta
unidad se trabajará el tema de la redacción del borrador: cómo llevar las ideas recopiladas en
la pre-escritura a un texto coherente que le comunique esas ideas a otros.

El borrador de la monografía
En general, el borrador de una monografía es bastante parecido al borrador de un ensayo:
tiene una introducción, un desarrollo y una conclusión, pero hay algunas diferencias
importantes que impactan la forma en la que se escribe el borrador.
Primero que todo, al escribir la monografía no hay la misma restricción del número de
párrafos que había en el ensayo. En el ensayo que se estudió en este curso se debía escribir
un párrafo de introducción, tres párrafos de desarrollo y un párrafo de conclusión. En la
monografía, es el escritor quien decide si escribe uno o dos párrafos de introducción, uno o
dos (o tres) párrafos de desarrollo sobre cada razón del argumento, y uno o dos párrafos de
conclusión. Es el escritor quien debe decidir cómo organiza el temario y distribuye el espacio
que tiene.

Por ejemplo, en el ensayo, solo podía haber un párrafo de introducción, en el que se debía
presentar la tesis del ensayo y las razones, así como los antecedentes que mostraran la
importancia del tema. En la monografía, el escritor puede decidir que tendrá un párrafo que
presente los antecedentes del tema y su importancia y otro párrafo que presente la estructura
y la justifique. En el caso de una monografía en la que una razón importante tenga que ver
con las causas de la enfermedad mental, el escritor puede decidir escribir un párrafo que
explique las causas físicas y otro que explique las causas ambientales. Así, se dedicarían dos
párrafos a un solo subtema.

Sin embargo, el hecho de que no haya la misma restricción que en el ensayo no significa que
no haya ningún límite que respetar. Por lo general, cuando los profesores asignan una
monografía, les dan a los estudiantes unos límites sobre su extensión. El escritor debe decidir
cuál es el mejor uso que puede hacer del espacio que tiene para argumentar su tesis de manera
convincente o para exponer de manera completa su tema.

Esta primera diferencia entre la redacción del ensayo y la monografía implica que como
puede haber más de un párrafo en torno a una misma función (introducción o conclusión) o
un mismo subtema, se hace aun más necesario mantener la claridad en el enfoque de cada
uno de esos párrafos. Una de las maneras de mantener la claridad es mediante el uso de
subtítulos, los cuales organizan el texto de una manera fácil de captar visualmente. Sin
embargo, aun si se usan subtítulos, es muy importante hacer buen uso de las oraciones
temáticas y ser muy preciso en lo que corresponde al temario de cada párrafo.

Una segunda diferencia entre el borrador del ensayo y el de la monografía es que, para mayor
claridad, se utilizan los párrafos de transición. Puesto que puede haber más de un párrafo
que desarrolla un solo argumento o subtema, es muy importante indicarle al lector que se
cierra un subtema y se inicia otro. Esta es la función del párrafo de transición: cerrar la razón
anterior (no solo el párrafo anterior) y presentar la razón que sigue.

Para estructurar el borrador de la monografía, es importante entonces tener claridad en cuanto


a los subtemas que se van a trabajar y el espacio del cual se dispone para desarrollar el texto.
Al finalizar la pre-escritura de la monografía, se elaboró un diagrama con los puntos
principales que se iban a desarrollar. Al revisar este diagrama, el autor debe poder identificar
cuáles aspectos de su tema requerirán más espacio para su desarrollo y así podrá distribuir
bien su tema según la extensión total del texto.

Una tercera diferencia tiene que ver con la incorporación en el texto de la información
recopilada en la investigación. Puesto que el ensayo es un texto que presenta principalmente
las reflexiones personales del autor en torno a un tema, es opcional la incorporación de
diferentes fuentes de información que sustenten esos puntos de vista. En la monografía, es
indispensable que cada aspecto del tema que se trabaje esté sustentado en datos concretos, ya
sea en el pensamiento de autores con autoridad en el tema, o con datos de investigaciones de
campo. Este aspecto del borrador de la monografía se trabajará en la siguiente lección.

Los párrafos de introducción


Si la monografía tiene una extensión de entre cinco y diez páginas, por lo general es
suficiente escribir dos párrafos de introducción. En uno de estos párrafos se plantea el tema
central de la monografía y su importancia, lo cual ayuda a despertar el interés del lector. En
el segundo párrafo, se plantea cómo se desarrollará el tema a lo largo de la monografía y, si se
quiere o si es necesario, se puede explicar por qué se decidió desarrollar el tema de esa
manera. El segundo párrafo de introducción debe cerrar con una oración de transición que le
indique al lector que el párrafo siguiente marca el inicio del desarrollo del tema.

Los párrafos de desarrollo


Tal como se mencionó anteriormente, la distribución del desarrollo del texto dependerá de la
extensión que requieran los diferentes subtemas trabajados en la pre-escritura. Debe ser la
lógica la que determine cómo se distribuye cada subtema entre los diferentes párrafos. Así se
esté desarrollando un solo subtema, cada párrafo debe tener un enfoque específico, el cual se
resume en su oración temática. Debe haber suficiente distinción entre el enfoque de un
párrafo y el de los demás para que sea claro por qué se cambió de párrafo. Díaz dice que “en
su organización interna, un párrafo de desarrollo está constituido por una serie de
proposiciones que giran alrededor de una idea central”.1 Cuando no hay una diferencia
suficiente entre la idea central de un párrafo y otro, el lector puede perderse en el desarrollo
del tema, pues la estructura del texto (el cambio de párrafo) le está indicando que hay un
cambio de enfoque, pero esa indicación no se ve respaldada por el contenido del párrafo.

Los párrafos de transición


Como lo describe Álvaro Díaz, los párrafos de transición “son párrafos cortos y carentes de
idea principal, que contribuyen a darle cohesión al texto; es decir, párrafos cuya única
función es servir de puente o de eslabón entre dos párrafos de desarrollo”. 2 Los párrafos de
transición no tienen una oración temática, pues carecen de idea principal: sencillamente
resumen la idea central que se desarrolló anteriormente (el subtema anterior) e introducen el
subtema que se tratará en los párrafos siguientes. Su función dentro del texto es orientadora,
con el fin de evitar la confusión del lector.

Así, según lo mencionado en un ejemplo anterior, en una monografía se puede desarrollar el


subtema de las causas de la enfermedad mental en tres párrafos: uno sobre causas físicas, otro
sobre causas familiares, y otro sobre causas ambientales más generales. Al final de cada uno
de estos párrafos, se debe usar una oración de transición para pasar al párrafo siguiente.
Pero después de los tres párrafos, se escribe un párrafo de transición que cierre el subtema
de las causas de la enfermedad mental, y le indique al lector cuál será el subtema siguiente.

Los párrafos de conclusión


Al igual que con los párrafos de introducción, para una monografía de cinco a diez páginas,
dos párrafos de conclusión deben ser suficientes. Uno de estos párrafos debe enfocarse en
recopilar los aspectos sobresalientes que se trabajaron a lo largo de la monografía, mientras
que el segundo párrafo puede sugerir una línea de acción, hacer una advertencia, o expresar
una reflexión. Tal como se mencionó en la unidad sobre el borrador del ensayo, es

1 Álvaro Díaz, Aproximación al texto escrito (Medellín: Universidad de Antioquia, 1999), 44.
2
Díaz, Aproximación al texto escrito, 54.
indispensable mantener el tono académico a lo largo de toda la conclusión, y sugerir, advertir
o reflexionar solamente sobre aquello que se haya desarrollado o demostrado con claridad en
el desarrollo del texto.

Ejercicio de aplicación:
Escriba el borrador de su monografía. La monografía que usted escriba debe tener una
extensión máxima de cinco (5) páginas con las normas Chicago, es decir, a interlineado 2 y
con márgenes de 3 cm.

Recurso

María Serafini, Cómo se escribe. Capítulo 5 El párrafo (México: Paidós, 1996). (Documento
disponible en la plataforma Moodle).

En la redacción del borrador de la monografía (o de cualquier texto académico), un recurso


como este capítulo de Serafini puede ser bastante útil pues plantea estrategias específicas para
la redacción de cada párrafo. El texto de Serafini provee instrucciones detalladas de cómo
redactar diversos tipos de párrafos, cuál es la utilidad de cada uno de ellos, y cómo evitar los
errores más frecuentes que se cometen en su redacción.

Se recomienda estudiar cuidadosamente esta lectura, y en aquellos casos en que sea


pertinente, emplear las estrategias descritas por Serafini en la redacción del borrador de la
monografía.

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