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El documento habla sobre un patakí (cuento sagrado) en el que Obatalá estaba sembrando uvas para alegrar a sus hijos. Llegó el Diablo y se ofreció a ayudar, pero en realidad mató varios animales y los enterró cerca de las vides, contaminando la tierra. Cuando los hombres bebieron el vino de esas uvas, demostraron las características de los animales sacrificados, dependiendo de la cantidad ingerida: mansos como carneros, valientes como leones, feroces como tigres
El documento habla sobre un patakí (cuento sagrado) en el que Obatalá estaba sembrando uvas para alegrar a sus hijos. Llegó el Diablo y se ofreció a ayudar, pero en realidad mató varios animales y los enterró cerca de las vides, contaminando la tierra. Cuando los hombres bebieron el vino de esas uvas, demostraron las características de los animales sacrificados, dependiendo de la cantidad ingerida: mansos como carneros, valientes como leones, feroces como tigres
El documento habla sobre un patakí (cuento sagrado) en el que Obatalá estaba sembrando uvas para alegrar a sus hijos. Llegó el Diablo y se ofreció a ayudar, pero en realidad mató varios animales y los enterró cerca de las vides, contaminando la tierra. Cuando los hombres bebieron el vino de esas uvas, demostraron las características de los animales sacrificados, dependiendo de la cantidad ingerida: mansos como carneros, valientes como leones, feroces como tigres
Por este camino fue donde una vez Obatalá estaba sembrando uvas con la idea de alegrar el corazón de sus hijos. Estando en esto, se le apareció de pronto el Diablo y le preguntó: ¿Qué haces? Sembrando un árbol que alegre el corazón de mis hijos, contestó Obatalá. Pues yo también ayudaré, le dijo el Diablo, espérame que vuelvo enseguida, añadió. Desapareció en un agujero en la tierra, volviendo luego con un Agbo, un Kenku, un Ekun, un Elede y un Shewelo shewe. Mato esos animales juntos a los nuevos árboles, de manera que su sangre empapase bien la tierra y llegase hasta las tiernas raíces de los árboles de uva. Después, contento de su obra se volvió y desapareció nuevamente. Obatalá se asustó y casi con miedo se dijo, mirando a los árboles: ¿Qué ha de pasarle a aquellos hombres que beban el vino de estas uvas? Muy pronto pudo comprobarlo, los animales sacrificados en aquélla ocasión mostraron pronto sus características en las consecuencias del vino ingerido. Cuando era ingerido en pequeñas cantidades, el hombre se tornaba dulce y manso como un carnero; si tomaba un poco más se volvía fuerte y valiente como un león; si seguía tomando pronto se notaba en él, el principio feroz del tigre; revolcándose a continuación como un cerdo, para pasar más adelante el ridículo y la vergüenza como el mono.