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01/07/2020
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Iván Camacho Anguiano
01/07/2020
otros términos, volver al “caos” (en el plano cósmico), a la “orgía” (en el plano social),
a las “tinieblas” (para las semillas), al “agua” (bautismos en el plano humano; Atlántida
y Diluvios en el plano social).
Cuando ocurre ese corte del tiempo que es el año, asistimos no sólo al cese
efectivo de cierto intervalo temporal, sino también a la abolición del año pasado y del
tiempo transcurrido. La duración del tiempo queda suspendida por el rito, de ahí la
importancia de los festejos de fin de año. La expulsión anual de los pecados,
enfermedades y demonios es en realidad una tentativa de restauración, aunque sea
momentánea (sic), del tiempo mítico y primordial, del tiempo “puro”, el del “instante”
de la creación. La coincidencia entre el “instante mítico” y el “momento actual” supone
tanto la abolición del tiempo profano como la regeneración continua del mundo. Todo
Año Nuevo es volver a tomar al tiempo en su comienzo; es decir, una repetición de la
cosmogonía. Al conferir al tiempo una dirección cíclica, se anula su irreversibilidad.
Todo puede recomenzar por su principio. El pasado pasa a ser sólo un prefiguración del
futuro. El tiempo se limita a hacer posible la aparición y la existencia de las cosas. No
tiene ninguna influencia decisiva sobre esta existencia, puesto que también él se
regenera sin cesar. La repetición del tiempo tiene el sentido de conferir realidad a los
acontecimientos. Ya decía Jorge Santayana que “vivir es perder tiempo: nada podemos
recobrar o guardar sino bajo la forma de eternidad”.
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Iván Camacho Anguiano
01/07/2020
Publicado en
EL HERALDO DE CHIHUAHUA
Viernes 19 de septiembre de 2002
Año LXXV N° 26737