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Cereza

Loss cerezos en flor anuncian el equinoccio de primavera y conllevan toda


una simbología que los pueblos de Extremo Oriente han incorporado a sus
ritos y su cultura.
Los japoneses ven en ellos una de las manifestaciones de la belleza en
estado puro. La flor de sakura es un símbolo de pureza y el emblema del
bushi o ideal caballeresco.
Para los samuráis esa misma flor vuelta hacia el sol simboliza la devoción
de sus vidas.
En las ciudades japonesas abundan los cerezos ornamentales, que no dan
frutos, pero que se cultivan por su valor decorativo y por tratarse de un
emblema nacional.
Y en honor a su espectacular floración, se celebra el festival de
hanami, en el que familiares y amigos se reúnen para compartir alimentos
bajo la sombra de sus copas.
También en nuestro país podemos asistir al bello espectáculo que ofrecen
los cerezos. La floración del Valle del Jerte se encuentra entre los
mayores espectaculos que puede ofrecer la naturaleza cada años
Pero el goce que este depara tan solo anticipa otro igual de esperado en
los meses que siguen: el de degustar su maravilloso fruto, con su pulpa
carmesí, brillante, jugosa, seductora, que además está repleta de
sustancias que potencian la salud.
Se cree que la cereza es originaria de Asia Menor y que su cultivo
proviene de la antigua colonia griega Kerasos, la actual Giresun, en la
costa del mar Negro.
Las aves y las migraciones humanas contribuyeron a su difusión y hoy el
cerezo se cultiva en muchas zonas del mundo con clima templado. Los
países de mayor producción son Turquía, Rusia, Estados Unidos,
Alemania, Italia, Francia y España.
Los cerezos pertenecen a la familia de las rosáceas, del género prunus,
como el albaricoque, la ciruela o el melocotón. Descienden de dos
especies silvestres: la Prunus avium, de frutas dulces y color oscuro, y
la Prunus cerasus, de frutas más ácidas y color rojo brillante.

Propiedades de las
cerezas
Pobre en grasas y proteínas, la cereza es abundante en hidratos de
carbono (un 13% de su peso), sobre todo fructosa; aunque su aporte
calórico (59 calorías por 100 g) es medio.
Destaca su contenido en potasio (210 mg / 100 g), mineral que favorece la
formación de orina y también en fibra (2%), que le confiere un efecto
laxante.
Entre sus vitaminas destacan la C (15 mg/100 g), el ácido fólico (14 mcg),
el betacaroteno o provitamina A y las vitaminas B1 y B6. Además, es
rica en antocianinas y ácido elágico, poderosos antioxidantes.

Beneficios de las
cerezas
Estas jugosas perlas rojas son muy saludables y no cabe esperar
reacciones adversas de su consumo, aunque solo deben comerlas con
moderación las personas con dificultades digestivas o propensas a los
cálculos renales, debido a su contenido de ácido oxálico.
• Reumatismo y artritis. Debido a sus componentes depurativos y
antioxidantes, así como a la presencia de ácido salicílico, las cerezas
tienen propiedades antiinflamatorias.
• Diabetes. Reducen el riesgo de aparición de esta enfermedad y
sus complicaciones (retinopatía, etc.). Además, son bien toleradas por los
diabéticos por su contenido en fructosa y levulosa, de bajo índice
glucémico. 
• Trastornos hepáticos. Ayudan a reducir los niveles de colesterol
y triglicéridos en la sangre y su posible acumulación en el hígado. Evitan
igualmente la formación de cálculos biliares. 
• Corazón. Varios componentes fenólicos que abundan en la cereza
protegen el sistema cardiovascular y previenen la angina de pecho y el
infarto de miocardio.
• Obesidad. Son recomendables en dietas para reducir peso por su efecto
saciante, laxante y diurético. Esto se debe a su contenido en fibra, agua
y potasio, así como al bajo aporte de lípidos y sodio.
• Belleza. Gracias a sus vitaminas A y C protegen y suavizan la piel.
También favorecen el bronceado por su contenido en caroteno y pueden
ayudar a reducir la celulitis, pues mejoran la microcirculación y la
inflamación del tejido subcutáneo.
• Trastornos intestinales. Su acción reguladora mejora el estreñimiento y
el meteorismo (excesiva formación de gases). 
• Gota. Para rebajar los niveles de ácido úrico, nada mejor que una cura
de cerezas. Algunos gotosos aseguran que cuando notan los primeros
síntomas de un ataque, 30 cerezas bastan para calmarlo.
• Cáncer. Su riqueza en bioflavonoides, especialmente antocianinas,
pigmentos a los que deben su color rojizo azulado y que tienen
propiedades antioxidantes, capaces de evitar la degeneración celular,
comer cerezas ayuda a reducir el riesgo de cáncer, en particular el de
colon. Su contenido en ácido elágico refuerza sus propiedades protectoras.
• Antienvejecimiento. Los componentes de la cereza depuran el
organismo y protegen el sistema nervioso y vascular (previenen la
aterosclerosis); por ello puede considerarse un alimento «antiaging».
• Sueño. Su riqueza en melatonina, una hormona que segrega la glándula
pineal por la noche ayuda a regular el sueño.

Las cerezas en la
cocina
Las cerezas alcanzan su plenitud en primavera, aunque alguna variedad
se prolonga hasta finales de verano. Además de consumirse como fruta de
mesa, también es posible incluirlas en ensaladas, sopas, salsas, postres,
helados o como guarnición de platos únicos y completos.
Las hay dulces, ácidas y mixtas. Una de las principales diferencias es la
que se establece entre cerezas y picotas. Las cerezas –generalmente
dulces– presentan un rabo largo y fino, mientras que las picotas –más
grandes, rojas y oscuras, y ligeramente ácidas– se comercializan sin el
rabo, ya que se desprende de manera natural al ser recolectadas.

COMPRA Y CONSERVACIÓN
A las cerezas no les convienen los cambios bruscos de temperatura.
Deben conservarse en la parte alta de la nevera, sin amontonarlas y
tapadas con film o un paño, un máximo de tres días. Como no aumentan
su dulzor tras la recolección, deben elegirse y consumirse en su punto.

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