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I.

Formule las objeciones planteadas por John McDowell al empirismo clásico y


especifique por qué considera que cae bajo el “mito de lo dado.”

Es preciso señalar, en primer término, que los empiristas clásicos han reparado en el
hecho de que es necesaria cierta relación o “fricción” con el mundo externo como garantía
del carácter objetivo del conocimiento empírico y han intentado conservar esta idea
abrazando un “realismo ingenuo”, según el cual, el conocimiento del mundo físico es
directo e inmediato. Tales empiristas han apelado a lo Dado para evitar la devastadora
conclusión escéptica que pone en duda todo presunto conocimiento que pudiéramos tener
sobre el mundo externo, garantizando, en el conocimiento empírico, la correspondencia
entre el mundo y la imagen que nuestra mente se forma de él. En tal sentido, han concebido
las impresiones como el único vínculo que puede mantener unido el ámbito de lo mental
con el de lo extra-mental, debido a que constituyen el vínculo directo e inmediato que nos
mantiene en contacto con el mundo y que nos permite escapar de escepticismo que implica
el problema del mundo externo.
Una de las objeciones que plantea McDowell al empirismo clásico consiste en que
las impresiones por sí mismas no pueden justificar nuestras creencias, no pudiendo decidir
acerca de cuáles juicios son correctos y cuáles no. Desde la posición del empirismo clásico
las impresiones no pertenecen al contexto normativo u orden lógico de las razones;
McDowell plantea que se necesitan reglas y un criterio de corrección para que las
impresiones nos proporcionen conocimiento.
Para McDowell, la pretensión, por parte del empirismo clásico, de que las
impresiones solas sean las que determinen qué es lo correcto o incorrecto, lleva a dicha
posición a una caída en el Mito de lo Dado, que consiste en admitir una impresión o
elemento dado en la experiencia que no es conceptual pero que funciona como fundamento
último de nuestras creencias empíricas. Si, por lo tanto, las impresiones pertenecen al
ámbito causal de la naturaleza no pueden por sí solas justificar nuestras creencias –debido a
que no pertenecen al ámbito racional o de la justificación–. De modo que, la restricción
externa que ofrece lo Dado no es racional sino causal, no ofrece justificaciones sino meras
exculpaciones, pues no podríamos ser responsables de nuestras creencias.
Cabe señalar que el Mito de lo Dado se identifica con el fundacionalismo de
raigambre empirista, en cuanto admite ciertas creencias básicas que se justifican en
percepciones o impresiones. En tal sentido, la experiencia desempeña el papel de
fundamento epistémico sobre el que recae todo el proceso de la justificación. Por su parte,
McDowell niega que la experiencia pueda funcionar como fuente de justificación no
doxástica, como pretende el fundacionalismo.
Asimismo, los defensores de lo Dado sostienen que la experiencia se da desprovista
de toda conceptualización. De modo que, desde el punto de vista del empirista clásico, la
capacidad conceptualizadora de la mente no interviene en el hecho de aprehender los
contenidos de la experiencia, sino que se entra en contacto con la realidad tal y como ella es
en sí misma. McDowell afrontará esta posición al sostener que lo que entra en la

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experiencia no es la simple obtención de algo Dado, sino un tipo de suceso o estado que ya
posee contenido conceptual.

II. Analice la propuesta de John McDowell:

1. Formule las tesis que conforman su “empirismo mínimo”.

La propuesta del “empirismo mínimo” de McDowell surge de la necesidad de no


verse obligado a elegir entre dos teorías, a su juicio, igualmente insatisfactorias que han
señalado el dilema del pensamiento moderno: el fundacionalismo (o Mito de lo Dado) y el
coherentismo.
Según el fundacionalismo existen ciertas creencias básicas que no se justifican en
otras creencias. El coherentismo, por su parte, reemplaza la metáfora fundacionalista del
edificio como modelo de la estructura del conocimiento por la metáfora de la nave de
Teseo, que para asegurar la navegabilidad debe cambiar las piezas que la nave necesite, es
decir, que cualquier creencia puede ser remplazada por otra creencia –puesto que no hay
creencias privilegiadas o básicas como en el fundacionalismo– dentro de un conjunto
coherente. Cabe señalar que, para el coherentismo, la justificación de una creencia se apoya
en otros conocimientos o creencias, por lo que se pierde el vínculo con el mundo.
El “empirismo mínimo” de McDowell conserva lo mejor de cada una de las
propuestas anteriores. Sostiene que para dejar de oscilar entre el Mito de lo Dado y el
coherentismo es preciso admitir la colaboración entre sensibilidad y entendimiento e insistir
en que el entendimiento se halla inextricablemente implicado en aquello que nos entrega la
sensibilidad.
Una de las tesis del “empirismo mínimo” consiste en que la relación entre mente y
mundo es normativa, en que el pensamiento que se dirige hacia un juicio o hacia la fijación
de una creencia es responsable ante el mundo empírico de cómo son las cosas (es decir, una
creencia es correcta cuando dice que p y, en efecto, necesariamente se da p. De otro modo,
las creencias son incorrectas).
La tesis principal del empirismo de McDowell sostiene que la experiencia debe
constituirse como un tribunal ante el cual debe responder nuestro pensamiento cómo son las
cosas. En otros términos, el “empirismo mínimo” exige a la experiencia que juzgue acerca
de nuestros intentos por decidir cómo son las cosas, o sea, que juzgue nuestras creencias.
Por otro lado, este Autor considera las experiencias como impresiones que el mundo hace
sobre nuestros sentidos, es decir, como producto de la receptividad, pero ya poseyendo
contenido conceptual –para McDowell el contenido de la experiencia perceptiva es
conceptual–.
El “empirismo mínimo” reconoce el requerimiento de una constricción racional
desde el exterior sobre el pensamiento sin oscilar hacia el Mito de lo Dado; para ello, no se
debe suponer que la receptividad haga ninguna contribución separable, ni siquiera
nocionalmente, en su colaboración con la espontaneidad. En otras palabras, para llevar al

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mundo al espacio lógico de las razones es necesario que entendimiento (la espontaneidad)
sea restringido por la sensibilidad (la receptividad). De este modo, sostiene McDowell, el
mundo habrá de ejercer un control racional sobre nuestras creencias.

2. Explicite sus críticas a la posición de Evans.

En contraste con la posición de McDowell, Evans afirma que el contenido de la


experiencia perceptiva no es conceptual. Así, los estados informativos que un sujeto
adquiere a través de la percepción no están conceptualizados, siendo en la elaboración de
los juicios basados en la experiencia donde entra en juego la conceptualización. Según
Evans, el proceso de conceptualización de los juicios hace que el sujeto pase del estado
informativo (contenido no conceptual) al estado cognitivo (contenido conceptual).
Los estados informativos no conceptuales son el resultado del papel que juega la
percepción en lo que Evans denomina “el sistema informativo”. Tal sistema engloba las
capacidades que ejercemos cuando recabamos información acerca del mundo utilizando
nuestros sentidos (la percepción) y retenemos esa información a lo largo del tiempo (la
memoria). Al respecto, Evans sostiene que las operaciones del sistema informativo (e.g. la
percepción y la memoria que compartimos con los animales) son más primitivas que las
operaciones de la espontaneidad.
McDowell critica la posición de Evans respecto de que las experiencias perceptivas
carecen de contenido conceptual, y que es en los juicios de experiencia únicamente cuando
las capacidades conceptuales entran en acción. Por el contrario, McDowell sostiene que el
contenido de la experiencia perceptiva ya es conceptual. Argumenta que un juicio de
experiencia no introduce ninguna clase nueva de contenido, simplemente se adhiere al
contenido conceptual que ya poseía la experiencia sobre la cual se funda.
Según McDowell, Evans cree que el juicio efectúa una transición desde un tipo de
contenido no conceptual hasta otro conceptual, y no que consiste en una selección a partir
de cierta riqueza de contenido que ya es conceptual –tal como sostiene McDowell–.
Por otro lado, Evans no considera idénticas la idea de una experiencia y la idea de
un estado informativo perceptivo. De acuerdo con su posición, un estado informativo
perceptivo vale como experiencia sólo si su contenido no conceptual está a disposición “de
un sistema pensante, que aplica conceptos y razona”, es decir, sólo si su contenido no
conceptual está a disposición de la facultad de la espontaneidad (cabe señalar que Evans
atribuye a las experiencias un contenido representacional). Desde tal perspectiva, una
criatura que carezca de la facultad de la espontaneidad tendrá un estado informativo no
conceptual pero no valdrá como experiencia perceptiva. Es decir que, para Evans, las
criaturas dotadas de espontaneidad comparten con aquellas que no la poseen el contenido
no conceptual del sistema informativo; pero, además, los hombres poseen espontaneidad,
gracias a la cual podemos hacer conceptual ese contenido. La posición de McDowell difiere
de la de Evans en que, la sensibilidad perceptiva que compartimos con los animales, los
hombres la poseemos de una forma especial, ya que nuestra sensibilidad perceptiva hacia el

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entorno se halla inserta en el ámbito de la espontaneidad y esto es lo que nos distingue,
según McDowell, de los animales.
La crítica que dirige McDowell a la posición de Evans es que, respecto de su
concepción de la experiencia, la receptividad o sistema perceptivo produce estados dotados
de contenido independientemente de toda acción de la espontaneidad. McDowell sostiene,
en cambio, que la receptividad no debe hacer ninguna contribución separable en su
colaboración con la espontaneidad. En la posición de Evans la espontaneidad no participa
en la determinación de su contenido y las actuaciones independientes del sistema
informativo aparecen como una contribución separable que la receptividad hace en su
colaboración con la espontaneidad.
De modo que, para Evans, los estados del sistema informativo son independientes
de las creencias. Considera a la creencia como disposición para hacer juicios, siendo el
juzgar un acto de la espontaneidad. Por lo que el término “creencia” se reserva para un
estado cognitivo más sofisticado y conectado con la noción de juicio y de razones.
Por último, cabe señalar que, según McDowell, al concebir la experiencia como
algo exterior a lo conceptual, Evans cae en el Mito de lo Dado. Contrariamente, McDowell
sostiene que las capacidades conceptuales pueden estar en acción en la sensibilidad misma.

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