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GÉNERO POLICIAL: NOVELA NEGRA

CONTEXTO

Mientras que el género policial clásico surge en la primera mitad del siglo XIX, en Inglaterra,
la otra corriente, conocida como policial negro o policial duro, nace en la primera mitad del siglo XX,
en Estados Unidos. Su nacimiento se relaciona con otro contexto totalmente distinto al del policial
clásico. En las primeras décadas del siglo XX ya tenemos un capitalismo desarrollado y afianzado,
cuyos resultados negativos están a la vista y conforman esa otra realidad que ya no se puede ocultar.
Esa ‘otra realidad’ implica nuevos ambientes, nuevos personajes, nuevos valores o dis-valores. La
novela negra trabaja e intenta representar atmósferas que implican miedo, violencia, injusticia,
inseguridad y corrupción del poder político, elementos que son propios de las primeras décadas del
siglo XX en Estados Unidos, cuando la crisis económica desatada tras la Primera Guerra Mundial
(1914-1918) y la Gran Depresión de 1929 da lugar a historias policíacas inspiradas por la entrada en
vigor de la ley seca (1920-1933) y el subsiguiente desarrollo del crimen organizado y el gangsterismo.

Este tipo de policial se difunde originalmente a través de revistas impresas en papel barato o
pulp a un público trabajador o proletario. Una de las revistas más famosas y que publicó a los primeros
escritores de policial negro fue Black Mask en Estados Unidos. En Francia existió una colección
llamada Série Noire perteneciente a la editorial francesa Gallimard. Debido al público al que iba
dirigido este tipo de policial, su lenguaje no abusa de la decoración, hay una genuina preocupación
social, ambientación urbana, descripciones lo más explícitas posibles de ambientes marginales como el
hampa y los suburbios, que son los lugares en los que se mueve este género.

El desarrollo de la acción es rápido, movido y frecuentemente violento, no tan intelectual e


inquisitivo como en la narrativa policiaca inglesa. Al contrario que en ésta, el crimen se da en los
ambientes degradados y la resolución no es un objetivo primordial, sino el esclarecimiento de su
motivación moral. Tanto el detective como los criminales cruzan a menudo la barrera entre el bien y el
mal, pero el detective se muestra muchas veces como un personaje fracasado y cínico que termina
salvándose apenas por los pelos al final gracias a un rudimentario sentido del honor personal.

La motivación o móvil de los crímenes es siempre alguna debilidad humana: rabia, ansia de
poder, envidia, odio, codicia, lujuria, etc. Por eso en los diálogos aparece un lenguaje crudo, a menudo
el slang callejero, y se da más importancia al desarrollo de la acción que al análisis del crimen, aunque
también importa una descripción naturalista y a veces impresionista de la sociedad donde, más que
nacen, se hacen los criminales. Siempre se puede leer, no de manera explícita, una reflexión del
deterioro ético de la sociedad en estos tipos de relatos.

El policial negro no se centra en el enigma en sí, sino en la representación de una sociedad


corrupta y de una compleja trama de intereses como el poder y el dinero, que opera detrás del delito.
Por eso, en estos relatos aumentan el suspenso y la incertidumbre: los detectives no son infalibles y el
lector no sabe qué ocurrirá con su héroe en el siguiente capítulo, ya que, en este mundo de violencia
urbana, mafia y complicidad de los poderosos, rige la ley del más fuerte. Las historias del policial
negro hablan de una sociedad que perdió sus valores fundamentales y de que la ley fue reemplazada
por los negocios turbios. En ese contexto, los detectives ya no intentan restablecer el orden, sino
simplemente hacer su trabajo.

Algunos de los escritores más conocidos y creadores de este género son: Dashiell Hammett,
Cosecha Roja (1929), El Halcón Maltés (1930); Raymond Chandler, El sueño eterno (1939), El largo
adiós (1953). Hammet y Chandler son creadores de los personajes de San Spade y Philip Marlowe,
respectivamente. Este tipo de detectives se diferencia de los del policial clásico en que viven de su
trabajo y se lanza a las calles: la investigación los lleva por ámbitos sociales diversos; frecuenta los
bajos fondos y enfrenta engaños que ponen en peligro su vida. Suelen ser ex policías en decadencia,
que conocen los códigos del mundo del delito; actúan basándose en la lealtad y son incorruptibles.
Otro escritor reconocido fue Chester Himes, escritor afroamericano. La serie de novelas más popular
de Himes fue la que presenta a los detectives Ataúd Ed Johnson y Sepulturero Jones, de la policía de
Nueva York, que prestan servicios en Harlem. Las narraciones de Himes se desarrollan en un tono
sarcástico y una visión fatalista de la vida en las calles del barrio negro. Otros autores contemporáneos
son; James Ellroy, cuyo libro más conocido es La Dalia negra (1987), y Elmore Leonard con Jackie
Brown.

NOVELA NEGRA SEGÙN TODOROV

 Novela policial que fusiona las dos historias; suprime la primera y da vida a la
segunda.
 Ya no es un crimen anterior al relato lo que nos cuentan, el relato coincide ahora
con la acción.
 No hay punto de llegada desde donde el narrador con su vista puede cubrir los
acontecimientos que sucedieron, no sabemos ni siquiera si llegará vivo al fin de la
historia.
 La prospección es sustituida por la retrospección.
 Ya no hay que adivinar una historia, ya no hay misterio, como en la novela enigma.
 El interés del lector no se pierde, hay dos formas de interés distintos:
 Curiosidad: su recorrido va del efecto a la causa (ej: a partir de un cierto resultado,
un cadáver y algunos indicios, hay que hallar la causa, el culpable y lo que lo llevó a
matar)
 Suspenso: se va desde la causa al afecto (ej: nos muestran los datos iniciales,
gangster preparando el delito, y nuestro interés se centra en la espera de lo que va a
suceder, es decir, los efectos; crímenes, cadáveres, etc... Este tipo de interés es
insostenible en el policial clásico, ya que sus personajes principales, detective y
ayudante, eran inmunes.
 En la novela negra todo es posible y el personaje arriesga su salud o su vida.
 Definición temática de Duhamen en 1945: en la novela negra hallamos: 'violencia
-bajo todas sus formas, y más particularmente las más deshonestas-, peleas y
masacres', 'La inmoralidad tiene tanto lugar como los buenos sentimientos',
'También hay amor, preferentemente bestial, pasión desbordada, odio sin perdón'.
 Obligatoriamente la segunda historia, esa que se desarrolla en el presente, tiene en
la novela negra un lugar central, sin embargo, la supresión de la primera historia no
es un rasgo obligatorio: los primeros escritores no la suprimieron, conservan el
misterio, la diferencia es que esta primer historia asume un papel secundario, ya no
central.
 En la novela negra el criminal es casi obligatoriamente un profesional y no mata por
razones personales (asesino a sueldo). Muchas veces resulta ser policía.
 El criminal debe ser siempre uno de los personajes principales.
 Las explicaciones fantásticas, las descripciones y los análisis psicológicos
permanecen desterrados del policial negro.
 Respecto a los finales: la novela negra no guarda ninguna sorpresa para el final del
capítulo, cuando la de enigma puede terminar los capítulos revelando algo de la
historia sucedida.
 Rasgos estilísticos que son propios de la novela negra: las descripciones se realizan
sin énfasis aunque se describan hechos espantosos. Las descripciones connotan
frialdad cuando no el cinismo. (ej: Joe sangraba como un cerdo. Increíble que un
viejo pudiese sangrar hasta ese punto)
 Las comparaciones evocan cierta rudeza (ej: sentía que si alguna vez esas manos
agarraban mi garganta, me saldría sangre hasta por las orejas).

LOS ASESINOS - HEMINGWAY

Este cuento suele ser considerado como uno de los mejores de Hemingway, en donde el
escritor lleva casi al extremo el minimalismo (otro relato famoso es Colinas como elefantes blancos).
La mayoría de los relatos de Hemingway presentan un estilo similar, es decir, no se trata de una simple
experimentación formal, sino que esta forma de escribir se da a lo largo de todos sus relatos. Se
considera a Hemingway como uno de los más grandes escritores norteamericanos del siglo XX porque
introdujo una nueva forma de escribir; simple y sencilla, sin adornos. Detrás de esta forma hay todo un
trabajo con el lenguaje, que consiste en suprimir las oraciones complejas, subordinadas, y escribir con
frases sencillas e intercaladas. Esta forma de escribir, como ya vimos con Salinger, persigue un
propósito que consiste en no darle todo servido al lector. ‘No intentes explicarte’, es uno de los puntos
del decálogo de Hemingway. Hemingway trabaja con lo ‘no dicho’, con lo ‘no contado’, pareciera,
cuando lo leemos, como si en la narración faltara algo, como si se hubieran suprimido frases que
pudieran aclararnos mejor el asunto. Muchos de los relatos de Hemingway tienen esta singularidad,
que el narrador, cuando se trata de un narrador en tercera persona objetivo, no nos cuenta todo, como
si no hubiera pasado o futuro. En todo caso, la historia es contada y desarrollada por los personajes,
que hablan y actúan, y la función del narrador se limita a contarnos de qué hablan y qué es lo que
hacen, nada más.

Henry Louis Gates cree que el estilo de Hemingway se formó fundamentalmente «en reacción
a [su] experiencia en la guerra mundial». Después de la Primera Guerra Mundial, él y otros
modernistas «perdieron la fe en las instituciones centrales de la civilización occidental», reaccionaron
contra el estilo elaborado de los escritores del siglo XIX y crearon un estilo «en el cual el significado
se establece a través del diálogo, a través de la acción, y los silencios, una ficción en la que nada
importante, o al menos muy poco, se dice de manera explícita».

Los asesinos se trata de una historia sencilla; dos asesinos a sueldo entran a un restaurante en
el que supuestamente cena la persona que tienen que matar. Toman de rehenes a todos los trabajadores
y se dedican a esperar a la víctima. Como la futura víctima no aparece, los asesinos se retiran. Uno de
los empleados del restaurante va a avisarle a la víctima que lo andan buscando para matarlo, a lo que
la víctima, según la poca descripción que nos aporta el narrador, aparece como una persona entregada
que dice: Ya no hay nada que hacer. Se trata de un relato narrado en tercera persona, no omnisciente
ni omnipresente, el famoso narrador objetivo. Más que contarnos, el narrador nos muestra lo que va
sucediendo. Son los personajes por medio de las acciones y los diálogos los que nos cuentan que están
ahí para matar a una persona y que, según los empleados del restaurante, se podría tratar de asesinos a
sueldo (Habrá traicionado a alguien. Por eso los matan.), y que la víctima, aunque el cuento no
termine con su muerte suponemos que al final será asesinado, fue boxeador y que todo se puede deber
a alguna deuda.

Los asesinos suele considerase como un policial negro por el tema que trata más que por la
forma en qué está escrito. Siguiendo lo planteado por Todorov, en este relato se suprime la primer
historia, esa que sucede antes del comienzo, y sólo se desarrolla lo que va a suceder, el asesinato.
Como decíamos anteriormente, en ningún momento sabemos explícitamente por qué quieren matar a
la víctima y, en cierto modo, tampoco importa demasiado en este tipo de historias. Una deuda o una
traición pueden ser móviles suficientes para que una persona decida matar a la otra. Acá encontramos
otro elemento que lo diferencia de ambos tipos de relatos; no aparece ningún detective a resolver
ningún crimen, al contario, nos encontramos con dos asesinos que pueden ser los típicos gangsters de
la ciudad de Chicago de la década del 20. Que no haya detectives no significa que este relato no sea un
policial, la utilización de asesinos a sueldo lo acerca al género negro a la vez que lo diferencia.

Respecto al tipo de interés planteado por Todorov que produce el policial, en Los Asesinos
tenemos suspenso puro; se nos muestran los preparativos de un crimen y nuestro interés se centra en lo
que va a suceder. Lo que vuelve una joyita a este relato en el que se va incrementando el interés por
saber lo que va a suceder, no sólo con la víctima sino también con los empleados, es que Hemingway
nunca culmina con el suspenso, es decir, corta el relato en la parte más interesante. Se puede decir que
el suspenso se mantiene luego del punto final, porque nos quedamos pensando en lo que pasará y
aunque ya sabemos lo que va a pasar, ese suspenso nunca se termina. Otra cosa muy distinta hubiera
sido que Hemingway nos hubiera mostrado el crimen, cosa que sucede en cualquier relato negro
común y corriente, pero el autor elije otro camino; deja que el lector saque sus propias conclusiones y
que termine y resuelva la historia. Este recurso de no contarlo todo se lo conoce como ‘La teoría de la
omisión’.
Si un escritor en prosa conoce lo suficientemente bien aquello sobre lo que escribe, puede
silenciar cosas que conoce, y el lector, si el escritor escribe con suficiente verdad, tendrá
de estas cosas una sensación tan fuerte como si el escritor las hubiera expresado.
—Ernest Hemingway en Muerte en la tarde

RICARDO PIGLIA – POLICIAL ARGENTINO

Ricardo Piglia nació en Adrogué, en 1941. En 1955 su familia se mudó a Mar del Plata.
Formalmente estudió Historia en la Universidad de La Plata. Como Asesor Editorial, dirigió en los
sesenta la "Serie Negra", difundiendo la obra de Hammett, Chandler, Goodis y Mc Coy. En los
ochenta creó la colección "Sol Negro" descubriendo nuevas figuras del policial negro moderno. A
nivel académico, es Profesor Titular de la Facultad de Filosofía y Letras (UBA) y ha enseñado en las
Universidades de Princeton y Hardvard.

En 1967 apareció su primer libro de relatos, La invasión, premiado por Casa de las Américas.
En 1975 publicó Nombre falso, un libro de relatos que ha sido traducido al francés y al portugués. En
1980 apareció Respiración artificial, de gran repercusión en el ambiente literario y considerada como
una de las novelas más representativas de la nueva literatura argentina. Su siguiente novela Ciudad
ausente, demoró doce años en aparecer.

Piglia recibió, en noviembre de 1997, el Premio Planeta por su novela Plata quemada –luego
llevada al cine por Piñeiro–. El premio estaba dotado de 40.000 dólares y fue otorgado a la novela de
Piglia por unánime decisión del jurado integrado los escritores Augusto Roa Bastos, Mario Benedetti,
Tomás Eloy Martínez y María Esther de Miguel. Junto a su obra de ficción, Piglia ha desarrollado una
tarea de crítico y ensayista, publicando textos sobre Arlt, Borges, Macedonio Fernández, Sarmiento y
otros escritores argentinos. En el año 2001 obtuvo en Madrid, por su libro Formas breves, el premio
Bartolomé March a la crítica, en la categoría ensayo. Su última obra publicada es Blanco nocturno.
Actualmente vive en Buenos Aires, en el barrio de Palermo.

LA LOCA Y EL RELATO DEL CRIMEN (1975)

Este relato está dividido en dos. En la primera parte se nos cuenta la historia de una prostituta
que es codiciada por un par de clientes (Almada y Larry) y protegida por otro; Altúnez. La Loca a la
que hace mención el nombre del cuento aparece un pequeño momento pidiendo limosnas, como un
personaje sin importancia. En la segunda parte, un periodista investiga el crimen de la prostituta y de
Larry y va a llegar a la conclusión de que el hombre que llevaron preso, Altúnez, no es el asesino sino
otro, que permanece libre: Almada.

La loca y el relato del crimen se trata de un cuento complejo que coquetea con los dos tipos de
policiales vistos hasta ahora; el de enigma y el negro. Es decir, toma elementos de ambos tipos y los
mezcla, produciendo un relato ambiguo que aunque se trata de un policial negro, también puede leerse
desde el policial clásico. A continuación vamos a analizar el relato desde los dos tipos:

Narrador. Forma. En La loca tenemos un narrador en tercera persona omnisciente y


omnipresente. Se trata de un narrador bastante atípico para este género, ya que en el policial negro
abunda el narrador en tercera persona pero no tan omnisciente y omnipresente, sino más bien el
objetivo, como en el relato de Hemingway. Otro narrador usado en este tipo de policial es el narrador
en primera persona protagonista. El relato de Piglia también se diferencia del policial clásico, en el que
abunda el narrador testigo que nos cuenta las hazañas del detective mientras descubre el misterio. El
tipo de escritura utilizado en este cuento se diferencia mucho del policial negro en donde, como ya
vimos, predomina el lenguaje directo y sin adornos. Si bien Piglia no trabaja con un lenguaje
demasiado complejo, su manera de escribir se asemeja más a la escritura clásica que a la moderna, a la
vertiente desarrollada por Hemingway.

Historias. Del policial clásico toma las dos historias que había mencionado Todorov como
constituyentes del policial de enigma, es decir, la historia del crimen (lo que sucedió) y la historia de la
pesquisa-investigación (lo que sucede), sin embargo, Piglia no suprime la primera y el hecho del
asesinato tampoco está dado de antemano, así que en este punto fusiona las dos historias como hacían
los fundadores del género negro. Se nos muestra el asesinato para luego mostrarnos la investigación.
Con respecto a los dos tipos de intereses, el cuento de Piglia se apoya en la curiosidad, que según
Todorov, significa ir del efecto a la causa. Los asesinatos no suceden con anterioridad a la historia,
sino que se sugiere (se lo reconstruye) en la primera parte donde se nos habla de los cadáveres para
luego centrar nuestra atención en el descubrimiento de las causas o del culpable.

Personaje. Otro de los quiebres que plantea el relato de Piglia con respecto a los dos tipos de
policiales, lo encontramos en el tipo de personaje utilizado. Ya no se trata de un detective, sino de un
periodista que trabaja en la sección cultura del diario El Mundo y que va a cubrir un hecho policial
porque el encargado de esa sección no estaba ese día. Emilio Renzi, el protagonista de este relato, es
considerado como un alter ego de Piglia y aparece en muchas de sus novelas, Respiración Artificial y
El Camino de ida, por ejemplo. En este relato, en vez de encontrarnos con el típico personaje
detectivesco del policial clásico, como Dupin, que resuelve todo sin salir de la habitación, tenemos un
personaje más parecido a los del policial negro; esos que salen a la calle para tratar de resolver el caso.
Renzi no es un detective ni un asesino a sueldo, y sin embargo se ve obligado a sumergirse en ámbitos
que no son los suyos. En cierto modo, no trabaja desde su escritorio, sino que como todo periodista, se
mete y conoce el lugar del crimen, habla con algunos policías, incluso con la loca que da nombre al
relato. Otro de los rasgos del policial negro en el relato de Piglia lo encontramos en la ambientación;
calles oscuras, neblina, ambientes sórdidos. También el lugar en donde sucede el crimen resulta propio
del policial negro: en un prostíbulo. La prostitución, la noche, la gente de mala vida y trabajos dudosos
son elementos que vamos a encontrar en la mayoría de los policiales negros. También se puede
agregar a estos ambientes la redacción del periódico y la comisaría.

La investigación. Uno de los temas que separan a este relato del policial negro y lo acercan al
clásico, tiene que ver con la deducción del crimen. Es decir, si bien Renzi en un principio se sumerge
en la investigación, al final termina deduciendo la identidad del asesino por medio de las declaraciones
de la loca. A partir de una teoría lingüística, que es explicada en el relato, Renzi descubre, o cree
descubrir, al verdadero asesino, que no es el hombre que ha sido apresado. Si bien la lingüística
pertenece a las ciencias sociales, se apoya en el método científico para explicar el funcionamiento del
lenguaje. Renzi, entonces, descubre el misterio como los viejos detectives del policial clásico, por
medio del análisis científico, ya no por medio de la violencia y la fuerza como en el policial negro.

Disvalores. Otro de los elementos que lo acercan al policial negro es el hecho de que a valores
como la justicia no se le de importancia. Si el hombre que está preso es inocente como plantea Renzi y
si su jefe le ordena que no se meta, que no meta las narices donde no le incumbe, nos encontramos con
una historia bastante pesimista donde los inocentes van presos y los culpables andan libre. En este
cuento se descubre al asesino pero no se reestablece el orden ni se hace justicia por mano propia. Pero
esto no es por culpa de Renzi sino de un sistema podrido que decide que las cosas sean y sigan así.

El final. El último párrafo rompe con cualquier tipo de ambigüedad, y otra vez se acerca al
policial clásico. Termina como empieza y empieza como termina, se da una especie de circularidad
donde la realidad se mete en la ficción y la ficción no sale de otro lugar que de la realidad.
Empezamos leyendo el relato como si el narrador no tuviera nada que ver con la historia y terminamos
enterándonos que el narrador no era otro que Renzi. Se puede complejizar el asunto y plantear que hay
dos narradores, Renzi, que se sienta y escribe la historia de lo que sucedió, y otro narrador en un nivel
superior que nos indica que Renzi hizo eso. Es decir, Renzi se mete adentro de la historia y la
ficcionaliza. Renzi vuelve ficción un hecho real y todo comienza nuevamente.

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