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LECCION SIN APRENDER

Por: Rafael Castañeda Amashta

El lunes pasado, se cumplieron seis años de la absurda tragedia ocurrida el 14 de


mayo de 2014, en el municipio de Fundación, donde murieron 33 niños y un
adulto. Era el mediodía de un caluroso domingo, cuando en el bus que
transportaba 43 niños ocurrió una explosión, generando un incendio que provocó
la muerte de los niños, cuyas edades estaban entre los 2 y 13 años.
Esa aterradora escena, junto con los angustiosos gritos y fuertes llantos de los
niños, generaron dolor, angustia y sufrimiento a los familiares, a los habitantes de
la población, a los colombianos y al mundo entero. La noticia se regó como un río
crecido, por todo el país y el mundo, generando manifestaciones de solidaridad y
apoyo a los familiares de las víctimas.
Una fatalidad similar había ocurrido en Bogotá, el 28 de abril de 2004, donde 21
niños del colegio Agustiniano Norte, que se transportaban en un bus escolar,
murieron aplastados por una máquina trituradora de asfalto, de aproximadamente
50 toneladas de peso.
Es por esto que el Ministerio de Transporte, a través de la Resolución 4101 del 28 de
diciembre de 2004, adoptó el Plan Nacional de Seguridad vial, el cual contiene las
políticas y directrices en esta materia. A la fecha, dicho documento es letra muerta en
gran parte del territorio nacional, ya que muchos municipios no cuentan con los planes
locales de seguridad vial y la falta de prevención y el desacato a las normas de
tránsito, es el factor común, al momento de conducir un vehículo en nuestro país.
Según datos procesados por el Observatorio Nacional de Seguridad Vial – ONSV,
con base a los registros proporcionados por el Instituto Nacional de Medicina
Legal y Ciencias Forenses, en Colombia, entre enero y marzo de 2020 se
registran de manera preliminar 1445 fallecidos. Esta cifra comparada al mismo
período de 2019, representa un aumento del 6.4%, lo que equivale a 87 víctimas
fallecidas adicionales, en el que los jóvenes entre 20 y 30 años, aportan la mayor
cantidad de muertos.
En el trimestre de abril a junio de este año, esas cifras van a disminuir, debido al
aislamiento preventivo obligatorio. Aun así, en el período del 25 de marzo hasta el
12 de abril, en pleno confinamiento por la pandemia, se registraron 66 fallecidos
en accidentes de tránsito en el país, según cifras preliminares de la Policía de
Tránsito. Es por esto, que los Alcaldes y Gobernadores, deben desarrollar
acciones de prevención y control, que permita contener el fenómeno de la
siniestralidad vial en sus territorios.
Es una tarea urgente aplanar la curva de la tragedia vial y para lograrlo, es
necesario sensibilizar a todos los actores viales, enseñarles sus deberes y
derechos, para que formen hábitos y comportamientos seguros, que contribuyen al
bienestar colectivo.
Es necesario que la Agencia Nacional de Seguridad Vial, se descentralice y
distribuya a las entidades territoriales, recursos del Fondo de Prevención Vial, para
la realización de campañas, en donde a partir de la lúdica y la pedagogía se
divulguen conocimientos de prevención vial, que contribuyan a una menor
siniestralidad en el país.
Por la tragedia de Fundación, un Juez de la República condenó por los hechos a
dos personas, por el delito de homicidio culposo agravado. Sin embargo, los
familiares de las víctimas y la sociedad en general, siguen a la espera que las
entidades públicas, servidores del Estado y personas naturales, que de una u otra
manera pudieran tener responsabilidad en el hecho, también paguen por la
omisión al permitir la circulación del vehículo en condiciones técnicas deplorables.
Es una vergüenza lo que ocurrió en Fundación, pero es consecuencia de que
lección no aprendida, lección repetida.

Twitter: @RafaelCastane
Facebook: Rafael Castañeda Amashta

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