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Cuando el Señor Jesús habló del amor, nos enseñó que si se piensa primera
o únicamente en uno mismo, este sentimiento se destruye. Además, si no hay
reciprocidad tampoco hay amor verdadero. Cristo, por tanto, nos insta a amar
a nuestra esposa como él amó a la Iglesia, es decir sacrificándonos por ella.
No hay sacrificio en el egoísmo; no hay amor en el egoísmo. El verdadero
amor lo da todo y lo recibe todo. Entonces, sobre las bases de este tipo de
amor es donde desarrollaremos el romance en el matrimonio.
El romance en el amor
El romance en la Biblia
(Cantares 1.2–4)
del trote de las yeguas que tiran del carro del rey.
(Cantares 1.8–11)
(Cantares 1.14)
(Cantares 2.3)
Cantares nos presenta a dos personas cuyas emociones están tan colmadas
que las palabras son insuficientes para expresar sus sentimientos, y deben
recurrir a imágenes para expresar su amor. Igualmente, una pareja que se
ama aprende a desarrollar un lenguaje privado con palabras cariñosas y
exclamativas. Esas palabras tienen un significado que solamente ellos dos
pueden entender. Es más, con el tiempo, pueden comunicarse con una
mirada y, aun en medio de una muchedumbre, intercambiar sonrisas
cómplices para comunicar un mensaje comprensible únicamente entre ellos.
Descubriendo el romance
¿Qué es la belleza? Sin necesidad de ser expertos, todos podemos decir qué
nos gusta. Yo, por ejemplo, considero a Diana, mi esposa por casi veintinueve
años, una mujer hermosa. Lo fue cuando nos conocimos y me enamoré de
ella, y lo es más ahora. ¿Es su belleza actual el producto de una esmerada
preocupación durante muchos años o esta descansa en mi amor por ella? Es
decir, ¿la amo porque es bella o es bella porque la amo? considero ambas
cosas ciertas. Diana es bella, pero también es importante resaltar que se
cuida y eso se nota: siempre huele bien. Entonces, la persona enamorada
busca estar bien arreglada, perfumada y con un deseo constante de agradar
al ser amado. Lo mismo ocurre con los esposos y entre ellos, el cuidado
personal debe ser esmerado y continuo.
Cierta vez, me fue necesario ausentarme de mi casa por casi un mes. Sin
embargo, antes de irme, y sin que Diana sospechara nada, encargué tres
ramos de flores, escribí tres tarjetas especiales y arreglé para que recibiera
las flores y las tarjetas, una cada semana. Con esto, cada vez que ella recibía
un ramo, le comunicaba que antes de partir, ya había estado pensando en ella
y que la llevaría en mi corazón hasta mi regreso.
Por supuesto, este sistema encontrará fuerte resistencia del mundo, el cual se
opone a todo compromiso que no resulte en conveniencia personal, ridiculiza
la disciplina y prefiere acumular cosas en lugar de desarrollar personas. El
matrimonio debe ser una prioridad en la vida del líder. Es nuestra
responsabilidad como hombres y mujeres de Dios invertir tiempo y esfuerzo
en la búsqueda de un matrimonio sólido y edificado en la Palabra de Dios.
1. Siempre exprese su amor, no solo con palabras sino también con sus
acciones. Trate de hacer, por ejemplo, cada día una actividad práctica para
agradar a su esposa, como acostar a los niños, lavar los trastos, servir la
comida, etcétera. El simple hecho de pensar qué hacer, cada día, ya es muy
importante.
4. Cada día abrácela, bésela y demuéstrele su amor con alguna caricia y con
palabras. No dude en decirle que la quiere.
1. Recuerde que los hombres son sorprendidos por lo que ven. Por eso, cada
cierto tiempo vístase para su esposo con alguna ropa especialmente sensual.
4. Una vez por mes, prepare una velada especial para estar junto a él, en
casa y a solas. No tema ser sensual y provocativa.
Para ambos
4. Nunca dejen asuntos sin resolver. Recuerden que los problemas sin
resolver pueden constituirse en vallas de separación las cuales,
eventualmente, pueden destruir un matrimonio.
5. Busquen que Cristo sea realmente el centro del hogar. Aprendan juntos
cuáles son los parámetros bíblicos para un matrimonio eficaz y síganlos.
6. Nunca duden en buscar ayuda pastoral si observan en su matrimonio
señales de deterioro.
(a) Ridiculizar los sentimientos es una manera. Cuando uno de los dos
tímidamente confiesa que quisiera tener una «escapada amorosa» y el otro
enfatiza la ridiculez de tal idea. «¿Cómo podríamos irnos un fin de semana si
todavía no está arreglada la puerta del fondo...!» Una persona acepta estar en
una condición de completa vulnerabilidad al volcar sus sentimientos, solo para
recibir un rechazo contundente.