Sócrates decía que el alma, era aquello en virtud de lo cual se nos designa como
sabios o ignorantes; y asumiendo esa postura de “no saber nada”, interrogaba a la gente para luego poner en evidencia la incongruencia de sus afirmaciones; a esto se le denominó “ironía socrática” o “método socrático”. El método del ateniense se basaba en la dialéctica; preguntas de un interlocutor a otro, tratando de demostrar quién tiene la verdad acerca de su propio punto de vista. Esta práctica era una demostración lógica para la búsqueda de nuevas ideas, muy parecida al proceso creativo que a su vez también busca soluciones a problemas de una manera original. Ambos fenómenos del pensamiento utilizan el cuestionamiento de conceptos ya establecidos y así crear otros nuevos.
Pero ¿cómo podríamos aplicar este recurso al proceso creativo?
Preguntándonos a nosotros mismos, encontraremos diferentes puntos de vista de cómo definir el problema, con preguntas retóricas para acceder cada vez a un pensamiento más profundo mediante interrogantes analíticas. Por ejemplo, si buscamos solucionar el problema del sistema educativo de un país. Las preguntas básicas para comenzar serían:
¿Por qué es importante la educación? ¿Acaso la educación no es importante
para el desarrollo del individuo? ¿Quién es la gente educada? ¿Qué es la ignorancia? Éstas y otras preguntas serían necesarias para entender la magnitud del dilema y de esa manera solucionar mejor un problema concreto. El método socrático, también llamado debate socrático o método de Sócrates, es uno de los enfoques educativos más antiguos que persigue la enseñanza junto al desarrollo del pensamiento crítico. Su principal característica es la eliminación de pretensiones de certeza con el objetivo de animar a una comprensión más profunda de un tema en particular.