Está en la página 1de 2

Segunda edad dorada[editar]

La ciudad revivió de nuevo bajo una dinastía amorrea. Esta segunda edad dorada comenzó
alrededor del 1900 a. C. como fue documentado gracias a dos descubrimientos arqueológicos
importantes. El primero fue el palacio de Zimri-Lim, un rey de Mari, que tenía
aproximadamente 300 habitaciones. El palacio posiblemente fue el mayor de su época, y tuvo
una gran reputación en las ciudades y reinos vecinos. Supuestamente, el rey Yahmad
de Alepo y el rey de Ugarit expresaron su deseo de visitar el palacio y comprobar su esplendor
con sus propios ojos.

Una de las tablillas de Zimri-Lim. rey de Mari, que data del 1780 a. C.

El otro descubrimiento importante fueron los archivos estatales donde se encontraron unas
25 000 tablillas cuneiformes. Según Andre Parrot, «esto ha traído consigo una revisión
completa de la historia del Cercano Oriente antiguo, con más de 500 nuevos topónimos, que
conllevan rediseñar el mapa geográfico del mundo antiguo».

Destrucción final[editar]
Mari fue destruida en el 1760-1755 a. C. por Hammurabi.1 Esto es sabido gracias a las
numerosas tablillas de los archivos estatales que cuentan como Hammurabi traicionó a su
antiguo aliado Zimri-Lim, y lo derrotó en una batalla. Después de esta destrucción, la ciudad
fue habitada por asirios y babilonios, pero su tamaño fue el de una aldea hasta la llegada de
los griegos cuando desapareció de la historia para siempre.

Economía[editar]
El crecimiento de la ciudad desde un pequeño poblado a un importante centro comercial se
debió a su diversidad económica en el mundo antiguo. La ciudad llegó a controlar las rutas
comerciales entre diferentes regiones como el oeste de Irán, Mesopotamia, Karkemish y parte
de Anatolia. Algunas de las ciudades en las que se ha confirmado el comercio con Mari
son Ur, Alepo y Ugarit. Mari comerció con diversos productos, tales como aceitunas, cerámica,
porcelana, cereales, madera y piedra.

Cultura y religión[editar]
Los ciudadanos de Mari fueron bien conocidos por su elaborado estilo de pelo y su ropa, y
eran considerados parte de la cultura mesopotámica a pesar de estar a más de 250 kilómetros
de Babilonia. Algunos argumentan que Mari funcionaba como puesto comercial para la
Mesopotamia meridional.
Los habitantes de Mari adoraban a un extenso panteón de dioses y diosas sumerios. Un dios
importante era Dagón, el dios de las tormentas, que tenía un templo entero dedicado a él.
Otros dioses que recibían gran culto eran Ishtar, diosa de la fertilidad, y Shamash, deidad
del sol. Shamash era un dios muy importante (hijo de Anu). Se creía que era el dios que lo
sabía y lo veía todo y en muchos sellos cilíndricos es representado de pie entre varias puertas
grandes. Según la leyenda de Gilgamesh, estas puertas se encuentran en medio del monte
Mashu, y son las puertas del cielo. A través de la extensa red comercial de Mari, estos
llevaron los dioses y diosas sumerios a ciudades no sumerias tales como Ebla y Ugarit siendo
incorporados a sus religiones nativas.

También podría gustarte