Camilo Herrera

La gruta del macho-ángel

Ediciones Carabinero
No leía nunca, pero sus subrayados eran
perfectos.
OSVALDO LAMBORGHINI
EL MAL GUSTO DE CITAR A BOLAÑO

Entonces le digo a Esteban, mi personal trainer

portorriqueño, que por favor sea un doll y me alcance aquel
libro de Douglas Coupland que estoy releyendo. Deja
suavemente las pesas en el suelo. Y mientras Esteban se va
acercando, y esos brazos que calzan tan bien con esa polera
tommy sin mangas que le regalé para la navidad, veo la
portada del libro armarse ante mí. Sus grandes letras rojas.
Como un tajo en el corazón Y la portada dice Generation X.

Y pienso, claro, este libro habla sobre aquella

generación criada entre el 70 y el 89. El hombre invadido por el
avance acelerado de la Cooltura decide abandonar todo y
esconderse en el Desierto de Mojave, en el de Sonora o en
cualquier otro Desierto Mental. Surgen intentos desesperados:
Individualismo pobre. Trends. Tribus. Tríos. Surge el metal. El
rock latino. Esteban me entrega el libro. Suda. Y pienso que si
hubiese que ponerle un nombre a la nueva generación de
escritores chilenos, crecida entre el 90 y el 2000, yo le pondría
Generation XXX. Niños nacidos después de la dictadura.
Prepúberes criados luego de la transición. Pendejos ignorantes
y ajenos a las utopías. Aunque detesto hablar de generación.
Me parece de un mal gusto terrible. Un mal gusto
norteamericano. Superado únicamente por el mal gusto de citar
a Bolaño. Gracias, Esteban querido. Tomo el libro y lo ojeo.
Extraño. Éste no es el libro. Pesa y huele distinto. ¿Qué me
habrá hecho ver su nombre en la portada? El título del libro en
mis manos es Fistfuckers. De cuentos. El primer libro de
Amaro Cuevas. Escritor chileno nacido el 86. Escritor chileno
de la Generation XXX. Amaro es un gran lector de la tradición buscar algo mucho menos mundano creo que reside el
literaria gringa. Ha leído a Paul Auster, ha leído a Thomas verdadero valor de empezar a llamarnos una generación». Eso
Pynchon, ha leído a Philip Roth, supongo que ha leído a Don hace ponerme un poco nervioso. ¿Es posible no optar por
DeLillo y por supuesto que ha leído a Douglas Coupland. Y seguir el modo de vida heredada de la dictadura? ¿Marginarse?
pienso, vaya, si no es una curiosa coincidencia estar pensando ¿Especialmente cuando esa herencia se ha fragmentado y se ha
en generaciones y que aparezca justo este libro a hacerme especializado convirtiéndose en pequeños focos de fascismo,
compañía. Lo reviso. Segundo milagro: uno de los cuentos como diría el poeta Héctor Hernández, en microdictaduras?
lleva una dedicatoria. A Bolaño. Y otro para su sancho panza Políticas. Sociales. Sexuales. Sumemos ahora otra: Literaria-
personal, Mario Santiago. Y pienso, bien, la lista va sumando. joven: Bolaño y dictadura. Hay veces en que pienso que para
Porque son varios los libros en donde he visto citar ser tomado en Chile como un escritor serio hay que repetir esas
gratuitamente a Bolaño, pero son pocos de los que me acuerdo. dos palabras hasta el hartazgo. Consejos de un manager
Son tres: 1) en el libro de un activista evangélico. 2) en la literario. No hay nada más desagradable que los comunistas y
antología poética de un grupo de trabajadores de una empresa los momios del siglo XXI (palabras, por cierto, también muy
de tampones. 3) y ahora el libro de Amaro. ¿Pero qué significa desagradables), al menos los serios, digo a regañadientes. Al
citar a Bolaño? Citar a Bolaño es citar su nombre. Es decir la mismo tiempo que Esteban me avisa que el five minute break
Palabra. Bolaño: un nombre peligroso. Un nombre tan ha terminado. Volvemos a la trotadora.
peligroso que la generación del 90 (llamémosla la Generation Z
o la Generation ZZZ) no lo pudo controlar. Lecturas
apresuradas e hipnóticas que tienden a la imitación y al exceso.
No es extraño darse cuenta cómo los dos últimos libros de
Zambra reflejan recién el desarrollo de una estética propia
complementada por la lectura del mexchileno español. La
Decantación. Recuerdo haber leído el año pasado la entrevista
al autor de otro primer libro de cuentos, Mutación y Registro,
también chileno, también perteneciente a la Generation XXX,
en lun.cl [tema de mi próxima columna; título tentativo: lun.cl,
el Nuevo Semanario de lo Insólito], el escritor y poeta Maori
Pérez, quien, junto con mencionar a Bolaño dentro de sus
influencias, también se refirió a la herencia de la dictadura: «De
alguna manera, todos hemos heredado una serie de leyes y
concepciones de la vida que nos hacen más daño que bien, y
que fueron creadas en dictadura. En el no optar por ellas y

CYBER-YONQUIS
El prólogo de Yonqui de William S. Burroughs dice:
«He aprendido la ecuación de la droga. La droga no es un
medio para incrementar el disfrute de la vida, no es un
estimulante. Es un modo de vivir». Año de publicación: 1953.
Hoy, 2008, año de ciencia-ficción, se sigue fumando y se sigue
jalando y se sigue pinchando. Una pequeña diferencia:
agreguemos la palabra cyber o la palabra virtual: La droga
online. Un nuevo yonqui is in town. And is here to stay. En 10
sencillos pasos.
Uno. Despiertas. Te haces unos huevos. Tuestas pan.
Tomás café frente a la pantalla del PC. Estaba prendido desde
dios sabe cuándo. Revisas el mail. Revisas lun.cl. Dos. Durante
la mañana revisas nuevamente el mail. Varias veces. Te
conectas a msn. Hay sólo un contacto online. Está busy o está
away. Tres. Ves los myspace de algunos desconocidos. Los
facebooks. Los fotologs. Los videologs. Revisas el mail.
Correos nuevos: 3. Uno es el flyer de una fiesta. Uno es una
cadena sobre una niña con un tumor en la frente. Otro es el
aviso del cumpleaños de un nombre extrañamente familiar.
Cuatro. Ojeas algunos cuadernos. No vas a clases hace
semanas. La materia es indescifrable. Buscas las palabras raras
en wikipedia. Al poco rato, de l'hôpital y lagrande pasas a
houdini y goddard. Luego a la biografía del cantante sueco ted
gärdestad. Curioso, no sabía que se había suicidado. Luego a
los viajes de la ahnenerbe en la antártica chilena. Luego a un
concierto de kraftwerk. Cinco. Suena seven nation army en tu
celular. Es Pobrech. Llama diciendo que hay un carrete en la
casa de un loco en provi. Te pregunta si recibiste el mail con la
dirección. Excelente. Rutina antes de la ducha: eskimotube,
pornhub, youporn, porntube, redtube, orgasmatrix (mención
aparte: la mejor página en todo el internet: XXX y cultura-
basura en un solo lugar; aunque sea usual encontrarse con
momentos paradójicos: es difícil decidir entre hacerse cariño o
ver cuáles son las 10 portadas más gore del metal). Seis. Llega
Pobrech. Promo de ron entre los dos. Pobrech revisa su mail.
Se mete a msn en calidad de offline. De nick pone: previa en la
casa del guatón. O pone: carrete hoy día en provi con el guatón.
O pone: donde el guatón, carretón hoy día papá. Se cambia a
busy. Siete. Probech dice: los días han estado algo raro, el sol,
como si el sol se estuviese volviendo más negro con el paso del
tiempo. Haces un gesto indescifrable. Te pregunta si viste el
video donde salen unos chinos empelota caminando por la
nieve. No lo has visto. Se meten a youtube. Ocho. Lista de
canciones kitsch: pablito ruiz, gloria trevi, ariztía, la lambada,
christianes, ana gabriel, almodovar y mcnamara. Cantan.
Nueve. Temas de teleseries: sólo veo inocencia, estoy
pensando en ti, quiero que me quieras, me estoy enamorando,
no me pidas hoy una canción de amor. Cantan. Pobrech baja a
comprar otra promo. Cuando vuelve Pobrech te pregunta si
sigues escribiendo esa huevá de poesía. Le respondes que no,
que ya la dejaste, te hacía mal para el estómago. Qué lástima, te
dice. Diez. Te metes a mapcity. Tienes que escribir la dirección
del carrete más de una vez. Ya estás ebrio. Están listos para
salir. Pobrech se mira en el espejo del baño. Te llama. Te hace
mirar el espejo y te pregunta si ese que está ahí, mirando de
vuelta, es realmente él, si es realmente Pobrech. Lo miras con
curiosidad (a Pobrech no al reflejo de Pobrech). Le dices que sí,
que sí, que es él. Pobrech dice: lo he pensado, guatón, creo que
voy a dejar la u. Voy a dejar la u y me voy a ir de vuelta a
Temuco. En lugar de Temuco escuchas Miami o escuchas
Purgatorio o escuchas Nada. Fiesta de despedida entonces, le
dices. Y se sonríen. Dejas bajando en bitorrent el último
capítulo de lost o de heroes o de prision break. Cuando llegues
ya estará listo para verlo. ; )
EL ÚLTIMO CINE EN CALLE MUERTE
Miki está sentada sobre la cama, desnuda. Le habla a
la cámara. Ella dice: ¿Quieres saber la verdad sobre los
adolescentes de hoy? Sonríe. Sus tetas son perfectas. Ella dice:
Ellos son el futuro de Japón. La luz es densa, como de neón.
Ella dice: Ese futuro de Japón, ese futuro de Japón sin
esperanzas. La cámara tiembla o el camarógrafo tiembla. Es
Kiyoshi, el papá, el que la sostiene. También está desnudo. No
habla.
Invité a la Oma, mi abuela, a ver una maratón de
películas en el pequeño cine que tiene mi edificio. Un home
theater con parlantes. De los antiguos. Ella trajo a un primo de
mi misma edad, Elías. Los tres nos sentamos en distintas
butacas de la sala. Había comprado una tonelada de películas
en el persa. La primera sería Holocausto Caníbal, de Ruggero
Deodato. Terror-b de los setenta. Del bueno. La Oma adora una
buena película en la tarde. Especialmente si hay violencia.
Especialmente si hay sangre. Muy especialmente si todo eso
está envuelto en un paquete de bajo presupuesto. Me complace
verla feliz. A final de cuentas su felicidad significa mi
felicidad. El otro día le regalé el dvd doble de Grindhouse, el
homenaje al cine rotativo de Tarantino y Robert Rodríguez.
Para mi cumpleaños, dos semanas después, ella me hizo
merecedor de un pasaje ida y vuelta para Florianópolis. Por su
parte, Elías, a quien sólo podía verle la nuca, parece
entretenerse más con las formas que hacen las sombras que con
la escena clímax de la película: el cadáver de una mujer
atravesada anal y oralmente con una estaca de madera. Termina
la primera película. Next in line es Godzilla, la primera. Elías,
ahora más atento, alega que preferiría ver algo más nuevo. Pide
ver Cloverfield, la última película sobre un monstruo que arrasa
una ciudad (en este caso un Nueva York contemporáneo). Le
digo a mi primo que Cloverfield salió el 2008, 6 o 7 años
después del ataque a las torres gemelas y que Godzilla se
estrenó en 1954, 9 años después de que la bomba atómica
cayera sobre Hiroshima. Le digo que, por lo tanto, Godzilla es
una obra mucho más reposada. Mucho más elegante. La
Decantación de la experiencia, le digo. Guarda silencio pendejo
de mierda, dice la Oma. Los dos nos sentimos aludidos. La
Oma es insaciable, la maratón se alarga mucho más de lo
previsto. Vemos La Última Casa en Calle Muerte. Vemos Las
Mujeres-lobo de la SS. Vemos Festival de Sangre. Vemos Pink
Flamingos, La Navaja Hanzo, The Wizard of Gore, Dead
Alive, El Ataque de los Zombis Atómicos, The Blob. Vemos
Gone in 60 seconds (la original, del 74, no la otra basura con
Angelina Jolie) Vemos Bonnie and Clyde. Películas eternas.
Ajenas a la producción en serie hollywoodense de fórmulas
morales repetidas. Las cintas de las que la Oma goza son las
llamadas exploiting films (algo así como películas-que-
explotan, en el sentido de abusar, de abusar un tema). El abuso
al terror o a la sangre o a los japoneses o a la desmembración.
Hasta hacerlo una caricatura de sí misma. Un cartoon hecho
obra de arte. Cine-artesanal. Cine-amor. Cine-héroe. A la
Warhol. Disminuye el nivel de las palomitas y de la promo de
ron. La Oma quisiera descansar un poco los sentidos. Me pide
que ponga la última película. Algo romántico. Visitor Q de
Takashi Miike. La elección resulta ser un éxito. La Oma nunca
ha visto una película oriental. Y, a pesar de ser extremadamente
racista, disfruta la obra con un fervor casi erótico. La primera
escena muestra a un padre y a su hija conversando encima de
una cama. Están desnudos. Gonzo-style. La hija cobra 50.000
yens por acostarse con él. 30.000 yens por chupárselo. Veo en
ese momento que la nuca de Elías se encuentra exageradamente
echada para atrás. Me estiro para ver mejor. Elías se toca la
entrepierna por debajo del pantalón. Pienso que ya es como
mucho y salgo de la sala de cine a fumarme un cigarro. Lo
único que vi de esa película fue el diálogo. Aún así me pareció
una manera justa de cerrar la maratón. Cuando volví, ni Elías ni 2XXX
la Oma me estaban esperando.
Durante las vacaciones el artista visual Philip Bezorra
hizo llegar a mis manos los dos tomos de novelas, cuentos y
fragmentos que editorial sudamericana sacó de Osvaldo
Lamborghini. Los había conseguido luego de una travesía
alucinógena-sexual por Buenos Aires. Me los prestó con la
condición que se los devolviera sin ninguna mancha de sangre.
No entendí el chiste.

A los pocos días partí a Lima a un encuentro de poesía

mística. Metí los libros en la maleta en forma casi inconciente.
No los leí en el avión. Tampoco en el hotel. De hecho, para la
primera semana en Perú ya había olvidado todo acerca del
escritor argentino. En una esquina del barrio bohemio de Kill-
ka ocurrió la catástrofe: empanadas fritas con queso en estado
de descomposición. Esa noche el virus se paseó tranquilamente
por mi duodeno causando estragos mientras yo, precavido,
intentaba matarlo con cerveza y clorhidrato. Uno de los poetas
peruanos aceptó llevarme a su casa. Amanecí sudando frío. 38
de fiebre. Deliraba. El poeta dijo llamarse Rocco. La habitación
era o me pareció ser lo más parecido a un búnker en medio de
la cuarta guerra mundial (porque la tercera ya empezó y
terminó, Ángel, sólo que nadie se ha dado cuenta, me dijo
Rocco el día que nos despedimos en el aeropuerto de Lima). Y
Rocco me dio de beber agua con sal. Pero la fiebre seguía ahí.
Impertérrita. Con sus nalgas presionadas sobre mi cabeza
mientras yo veía o creía ver animales dentro de la pieza.
Animales imposibles que se paseaban y me miraban con recelo.
Sopas de animales. Hasta que uno de ellos, uno muy parecido a
un mono o a un suricate o a la cruza entre los dos, se me
acercó. Se levantó a la altura de mi mirada (yo seguía acostado
sobre cama) y con una expresión que me hizo pensar en el rey
Lear, pero en un rey Lear bien pobre, exclamó: ¡Qué lindo
cojo! Y soltó una carcajada desmesurada. Luego me dijo su
nombre: Osvaldo Lamborghini. El mismo que el poeta
argentino, comenté. Él aseguró no conocerlo. Nos entretuvimos
hablando toda la noche (el encuentro de poesía proseguía, así
que Rocco había salido de la casa para ir a una lectura o a un
bar, que es lo mismo). Aunque en realidad era Osvaldo quien
hablaba. Yo me dediqué a escuchar. Y Osvaldo habló sobre el
amor. El amor de los animales. El amor de los animales
pensantes (como tú o como yo, aclaró). El amor del año 2XXX.
Y, aunque los temas explícitamente sexuales no son de mi
escritural devoción (en ningún texto mío, menos en estas
delicadas líneas de mi columna aparecerá jamás la palabra
semen o la palabra condón), las palabras de Osvaldo se
volvieron pequeños bichos curiosos y calientes que hicieron su
camino por mi torrente sanguíneo y se alojaron profundo en mi
cerebro y en mi corazón. Me levanté como pude de la cama y
me dirigí a la biblioteca familiar. Osvaldo se había convertido
en una voz penetrante que me susurraba obscenidades al oído.
Me indicó que tomara el libro Psicopatía Sexuales de herr
doktor Richard von Krafft-Ebing. Lo abrí. Y entonces
comprendí. Y comprendí el gangbang. Y comprendí el
bukkake. Y comprendí el creampie. (Y la voz de Osvaldo
decía: sí chiquita mía, sí). Y comprendí el snowball. Y
comprendí el gagging. Y comprendí el fistfucking, el
feetfucking, el squirting o el gushing y el toesucking. (Y la voz
de Osvaldo decía: es toda tuya, qué bien la chupás, sí). El
woundfucking (mención aparte: sexo dentro de una herida;
muy japonés). Los toys. Las dolls. Las fuck-machines y las
lick-machines. (Y la voz: me vas a volver loco ah, sí) Y
comprendí la filias: la hipoxifilia, la agrexofilia, la acrofilia, la
algofilia, la asfixiofilia (sexo y asfixia; así murieron con una
sonrisa en la cara Michael Hutchence de INXS, Kevin Gilbert y
tanto otros), la necrofilia, la ninfofilia, la pedofilia, la pigofilia
(Y la voz: ¡cómo se nota que querés a tu macho, sí! ¡ay! ah…
ya te la doy, prepárate, ah…). Y la voz calló. Como desprovisto
de la energía que me poseía, solté el libro y dejé de leer. Me
sentía físicamente devastado. Regresé arrastrándome al lecho
de enfermo y me dormí. A los pocos días volví a recuperar las
fuerzas. Rocco se ofreció a acompañarme hasta el aeropuerto.
En el taxi, el conductor cantaba una canción en inglés que, más
tarde supe, era cantada en 1940 contra los negros en los
Estados Unidos. El ritmo era pegajoso. Fue una curiosa guerra
la segunda guerra mundial, me dijo Rocco cuando habíamos
llegado, pero no tan curiosa como la cuarta guerra mundial,
porque la tercera ya empezó y terminó, Ángel, sólo que nadie
se ha dado cuenta. La cuarta guerra mundial: la guerra del sexo
oral. Europa, especialmente hacia el este, es considerada
potencia global, las mejores bocas del mundo, tanto hombres
como mujeres. América, es decir, los Estados Unidos, son el
hijo consentido de Europa, pero la pelea más brutal se vivió
aquí, en Sudamérica, obviamente los grandes perdedores fueron
los chilenos, quizás la más pobre de las culturas-felattio de este
lado de la galaxia, no tienen nada que competir con los
peruanos. Nosotros siempre hemos considerado como nuestros
eternos rivales a los mexicanos, es como… Para cuando Rocco
dejó de hablar yo ya estaba subiéndome al avión. Le dejé los
libros de Lamborghini bajo la cama como regalo.
BEHIND THE SCENES
Supongamos que eres el macho-ángel y que escribes
una columna para una prestigiosa revista online. Supongamos
que para el siguiente número decides escribir sobre música de
ciencia-ficción. Supongamos que nunca has leído o has visto o
has escuchado algo sobre la música de ciencia-ficción.
Supongamos que escribes la columna anyways. La revisas
negligentemente y la entregas. Una vez más es un éxito total.
Aplausos. Stop. ¿Qué es lo que acaba de ocurrir? ¿Qué
proceso maravilloso o siniestro toma lugar entre tu ignorancia
plena y la concreción de la columna, una columna maravillosa
por cierto? ¿Magia negra? ¿Voodoo? ¿mapu-telequinesis
aprendida de las cartas perdidas de Orellie Antonie de
Tounnens? ¿acaso el Horror? Un recorrido detrás de las
cámaras y el glamour de lo que es ser un escritor de
columnas. Where all the magic happens.
El macho-ángel se sienta frente al PC. Son las seis de la
tarde. Viste polera del che y boxers. Abre una página de
mozilla. Googlea las palabras sci, fi y music. En cualquier
orden. Mueve la lengua. Extraño, no recuerda haber fumado la
noche anterior. El primer resultado es un link hacia wikipedia
con la etiqueta “sci-fi music”. El segundo también lleva a
wikipedia con el nombre de “theremin”. El tercero es una sitio
punto com: “scifislacker”. Hace clic en las tres y las abre en
tres nuevas pestañas. La primera página resulta ser un hallazgo.
Muestra la historia de la música sci-fi (se le considera un tipo
de música instrumental-progresiva que abarca géneros desde el
techno, el ambient, el rock progresivo hasta el new age sin
comprometerse con ninguno (sic)) y una lista de sus máximos
exponentes. La segunda es sobre un extraño instrumento
electro-musical inventado durante la primera mitad del siglo
XX, aparece la imagen de un tipo en tuxedo conduciendo a una
radio o a un televisor como si fuese una orquesta. Scifislacker
resulta ser una página de avances de las películas más tristes de
fantasía y ciencia-ficción. Hollygoo. El macho-ángel emite un
sonido ininteligible y la cierra. Revisa la lista de músicos. A
cada uno le abre una nueva pestaña. Así es como por primera
vez en su vida ve la cara de Eduard Artemiev, ruso, más
parecido a un profesor de astrofísica o a un farmaceuta que a
una estrella del rock robot. A Wendy Carlos, gringa, la amante
loca de Stanley Kubrick si Stanley Kubrick fuese un
sintetizador. A Vangelis, griego, cuyo nombre verdadero es
Evangelos Odysseas Papathanassiou y que compuso el
soundtrack de Blade Runner. A Mike Oldfield, inglés, que
aparece junto a un helicóptero, vestido entero de blanco, como
preparándose para hacer un viaje (¿hacia el pasado o hacia el
futuro, hacia dónde te gustaría viajar?, le preguntaron una vez
al macho-ángel, él se cruzó de piernas, en un gesto casi
instintivo, y no habló una palabra durante el resto de la noche).
A AQi Fzono, japonés, creador del techno-hippie e hijo de
padres futen, que en inglés quiere decir freak y que en español
no quiere decir nada. Y así es como conoce Jean Michel Jarre,
francés, en una postura que lo asemeja a un chamán. A un
chamán perdido. A un chamán perdido en el humo de un
atentado en el centro de la plaza de San Petersburgo. El macho-
ángel se detiene. Estoy pensando huevadas, se dice y se pone
de pie y va a la cocina a hacerse un té de manzanilla mientras
piensa en lo que acaba de leer sobre Jean Michel Jarre, nombre
de poeta, de poeta francés, a quien en 1986 la NASA le pidiera
hacer un concierto para celebrar los 25 años de aniversario de
la institución. Durante ese concierto, el astronauta Ronald
McNair tocaría el saxofón vía satélite mientras en orbita sobre
el transbordador espacial Challenger. Sería la primera pieza de
música grabada desde el espacio en la historia. El Challenger
despegó un 28 de enero. 73 segundos después ocurrió el
desastre. El concierto fue dedicado a los siete pasajeros (seis
astronautas + 1 profesora) que iban sobre la nave. Hasta la
fecha ostenta el record guiness de audiencia por más de 1.5
millones de personas. El dato curioso pone al macho-ángel de
un humor confuso. Se pasea indeciso por el living de su casa.
Derrama té sobre el manuscrito de una novela incompleta.
Decide seguir revisando las ventanas. Y conoce a The
Ariaphonics, rusos. Y conoce a Larry Fast, gringo. Y conoce a
Klaus Schulze, german, un tipo bonito, digamos, de una belleza
en el sentido frágil y terrible de la palabra, un tipo que
perfectamente pudo haber colgado el computador y haberse
mezclado entre las bandas psicodélicas de los 60 y haberse
sentado en un cojín y puesto a tocar el sitar o el melotrón o la
marimba o la tambura o el pandero o el acordeón en el Madison
Square Garden junto a los Rolling Stones. O el theremin. El
macho-ángel lee acerca del theremin, inventado por Léon
Theremin en 1919 (¡en plena guerra civil rusa!). Un año
después Theremin se entrevista con el mismo Joseph Stalin,
quien 15 años más tarde lo enviaría a trabajar a las sharashkas,
los laboratorios-cárcel de la Unión Soviética, para trabajar con
otros científicos en el desarrollo de proyectos secretos durante
la WWII. En youtube encuentra una banda de estudiantes
japoneses interpretando la sinfonía no.9 en mi menor de
Antonín Dvrorák en unos theremins con forma de mamushkas
o matrioshkas. Excelente, piensa el macho-ángel mientras
mastica unos doritos frente a su PC, ya tenemos una
introducción. Es cosa de unir las piezas, rellenar algunos
espacios vacíos (de forma precaria, pero no sin un infantil velo
de talento), firmar la columna con el nombre y enviarlo. El
macho-ángel se rasca el muslo de una manera muy poco
estética. Escucha que pronuncio su nombre a sus espaldas.
Extraño, él no recuerda haber dormido con nadie. Anochece.
Para mañana no sabrá de qué estábamos hablando.