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Cap 11
Cap 11
Este capítulo traza las grandes líneas de las transformaciones que caracterizan a los espacios
económicos modernos. Como en el primer capítulo, adoptaremos una perspectiva histórica,
pero echando una mirada hacia el futuro. Seguiremos lo más fielmente posible el marco
general de análisis que nos sirvió de punto de referencia en los dos capítulos anteriores, o sea
un territorio habitado (Pm plano homogéneo) en cuyo centro se encuentra un polo
dominante. Como hemos visto. esta representación simple del espacio económico se aplica
tanto a la comprensión de los espacios urbanos canto a la de los espacios nacionales.
Se trata de explicar la evolución espacial de los espacios económicos a la luz de los conceptos y
modelos examinados en los capítulos anteriores. ¿En qué medida pueden éstos ayudarnos a
comprender las transformaciones observadas? ¿Qué podemos decir sobre la evolución
probable de las economías urbanas y regionales? En este sentido. En el último capítulo
intentará también proporcionar ciertos elementos de prospectiva.
En el primer capítulo, movimientos de urbanización que vive nuestro planeta desde hace más
de un siglo se explica. en gran medida, por la transición de una economía predominantemente
agrícola a una economía en la que dominan las actividades industriales y comerciales. que
resultan a su vez del progreso tecnológico y de la evolución de las estructuras de consumo.
Nunca antes habían experimentado las economías nacionales transformaciones tan radicales:
la geografía del empleo y de las poblaciones ha sufrido una metamorfosis. Las nuevas
actividades industriales y comerciales, libres de la servidumbre de la tierra. han obedecido a
"leyes" que hemos tratado de comprender mejor a lo largo de este libro. Sabemos ahora que
estas "leyes" favorecen la formación de ciudades y de redes urbanas. Sabemos también que la
transición a una economía moderna no se realiza sin costos sociales. Estos últimos toman la
forma de disparidades regionales más o menos pasajeras. y de movimientos de población.
FIGURA 11.1 - Evolución comparativa del empleo (en porcentaje) en la industria y en los
servicios. Estados Unidos, 1820-1995
La terciarización del trabajo está íntimamente ligada al progreso de los conocimientos y a las
innovaciones tecnológicas. Los procesos modernos de producción exigen, proporcionalmente,
cada vez menos "brazos" y cada vez más know-how y materia gris, en forma de actividades de
asesoría, de concepción, de investigación y. de desarrollo. Son estas tareas. más intensivas en
materia gris, el corazón de lo que llamamos los servicios a la producción.
Así, la terciarización de las economías modernas. confirmada por las estadísticas nacionales.
aparece en parte como la consecuencia -metodológica- de la definición de los conceptos y de
su utilización. Efectivamente, la distinción entre "secundario" y "terciario" descansa en un
ejercicio de clasificación de las actividades económicas con muchas limitaciones. En este
sentido, el progreso del sector terciario se explica en palle por tina ilusión estadística. La
decisión de clasificar a un trabajador en el sector manufacturero no descansa en la actividad
que este trabajador ejerce, sino en la empresa donde trabaja. Según esta forma de proceder.
un arquitecto que trabaja para una empresa de fabricación es clasificado en el sector
manufacturero (es la regla que aplican las agencias estadísticas de casi todos los países). Pero
este arquitecto, ejerciendo el mismo trabajo. es clasificado en el sector terciario si trabaja por
su cuenta o en un despacho de arquitectos. Los contadores, los investigadores. los asesores en
ingeniería. las secretarias, etc.. son objeto de este tipo de fluctuación. Por esta razón, en los
dos capítulos anteriores, hemos utilizado a menudo el término actividad de oficina, que abarca
los empleos "terciarios". sin importar el sector de actividad económica en que se ejercen.
Sin exagerar indebidamente la importancia de lo que llamamos ilusión estadística para explicar
el empuje del sector terciario, hay que reconocer que la distinción entre sector manufacturero
y sector terciario se vuelve cada vez menos pertinente a medida que se desarrollan los
servicios a la producción. tomo lo deja entender el término "producción". estos servicios en
rápido crecimiento son una extensión del aparato de producción de bienes. En este sentido,
sería más apropiado hablar de la industrialización del sector terciario que de la
desindustrialización de las economías urbanas o nacionales.
Las actividades de oficina son aún más sensibles a las fuerzas de centralización que las
actividades de fabricación. En escala nacional (capítulo 9). manifiestan una tendencia
desproporcionada a elegir las ciudades más grandes: en escala urbana (capítulo 10),
demuestran la misma tendencia desproporcionada a instalarse en el centro de la ciudad. Por
otra parte. sabemos que las actividades de oficina pueden implicar rentas del suelo más
elevadas que los demás sectores de actividad, con el resultado que se produce un proceso de
expulsión-sucesión. del que se habló en el capítulo anterior y cuyas consecuencias
exploraremos en las secciones siguientes.
Por esta razón se acentuarán las presiones sobre el centro, con las consecuencias que
conocemos para las rentas del suelo y la intensidad del uso del suelo. Se incrementará la
posibilidad de que las deseconomías de aglomeración (incluyendo los problemas de medio
ambiente) superen a las economías de aglomeración. Las actividades más dinámicas en
búsqueda de una localización central expulsarán a las actividades capaces de adaptarse más
fácilmente a otras localizaciones.
Las informaciones para la Ciudad de México, por ejemplo, van en el sentido esperado.
Recordemos que los servicios al productor manifiestan una tendencia neta a la concentración
en el centro. Como lo indica la Figura 11.3, los servicios al productor son también los que
crecen más rápidamente: 94% de crecimiento del empleo en diez años, comparativamente con
4% para la industria. En breve, las presiones sobre el centro de la ciudad de México se
proseguirán mientras dure la progresión relativa de los servicios al productor, que tienen una
fuerte tendencia a la centralidad.
Para entender la dinámica espacial de una economía, no basta con observar que tal o cual
sector esté desplazándose (o descentralizándose): hay que comprender las tendencias de
localización de los sectores más dinámicos. examinando su impacto (expulsión) en los demás
sectores de la economía. Estos impactos pueden analizarse en escala nacional o urbana.
Comencemos por la ciudad.
Transformaciones del espacio urbano
La terciarización de las estructuras del empleo afecta a todas las grandes ciudades del mundo
industrializado. En Estados Unidos. la parte del sector manufacturero en el empleo total pasó
de 25.1% a 14,3% en la región de Nueva York. de 35,4% a 19.9% en Chicago, y de 31.9% a
19.6% en Los Ángeles en el transcurso del período de 1972-1990. Durante ese mismo período,
en términos absolutos, la región de Nueva York perdió más de 280 000 empleos
manufactureros, y la región de Detroit 156 000. En algunas ciudades norteamericanas
aumentó el número de empleos manufactureros. pero, incluso en esos casos, la parte relativa
del sector manufacturero disminuyó. La terciarización está en general menos avanzada en las
ciudades de América Latina. lo cual permite entrever para el futuro una época de expansión
terciaria. Si nos fiamos a la Figura 11.3. hasta 1985 la Ciudad de México presentaba aún un
carácter industrial, pero los datos mexicanos tienden a sobreestimar la parte del sector
industrial.
El mismo movimiento se observa en las ciudades de México y Bogotá (Figuras 11.4 y 11.5). En
el transcurso de la década 1975-1985, el núcleo central de la ciudad de México habría perdido
55 000 empleos manufactureros, pero habría ganado otro tanto en el sector de servicios al
productor. Por lo tanto, no hay que sorprenderse por el auge de los rascacielos en el centro de
México. En Bogotá, los cambios (1972-1989) en los cocientes de localización demuestran
claramente el traslado del empleo manufacturero en beneficio de las zonas menos centrales
(Figura 11.5). En resumen, en los lugares donde el empleo manufacturero disminuye, la
disminución se hace sentir primero en la parte central de la región urbana. De la misma
manera, cuando el empleo manufacturero aumenta, se trata ante todo de los suburbios. En
Estados Unidos,
las regiones que han creado más empleos manufactureros a partir de 1980, son como zonas
suburbanas: Anaheim County y Orange County. cerca de Los Angeles, San José. cerca de San
Francisco (donde se encuentra la famosa Silicon Valley). Nassau County y Suffolk County. no
lejos de la ciudad de Nueva York.
A medida que las actividades de fabricación se alejan de las partes más densamente
urbanizadas, y se redistribuyen geográficamente. la terciarización se acelera en las partes
centrales de las grandes regiones urbanas.
a) El hecho de que las industrias y los almacenes abandonen el centro por localizaciones más
periféricas. dejando terrenos vacíos y edificios que pueden servir de viviendas. Muchos "lofts"
(departamentos muy amplios, a menudo acondicionados a partir de una única pieza) del
centro de Nueva York son antiguos almacenes o talleres de confección;
b) El centro posee, intacta, una cantidad de viviendas habitadas por población con más o
menos recursos, a menudo caracterizada por su valor arquitectónico y patrimonial, que por
consiguiente ejerce una atracción sobre ciertos grupos acomodados. El barrio del Marais
(París) es un buen ejemplo:
d) Las parejas de jóvenes profesionales sin hijos en las que ambos miembros trabajan en el
centro son muy sensibles a la proximidad del centro y pueden. guardando las proporciones,
dedicar a la vivienda recursos monetarios más importantes que otros elementos de la
población.
La gentriticación se limita sobre todo a las viejas ciudades de Europa y de América que poseen,
en su centro, una cantidad recuperable de viviendas antiguas. La reconcentración de ciertos
grupos de altos recursos en el centro acelerará la división espacial de las funciones, y por lo
tanto la expulsión de funciones comerciales o residenciales que no puedan implicar rentas del
suelo tan elevadas. Pocos son los comercios o los hogares capaces de darse el lujo de adquirir
un espacio en la calle de Montaigne en París (costo: aproximadamente de US$2500 el metro
cuadrado en 1991). Esta manifestación del proceso de expulsión-sucesión afecta a las
poblaciones e implica costos sociales a veces importantes. La llegada de nuevos estratos
sociales al centro expulsa de éste a poblaciones de menores recursos. que deben desplazarse
hacia localizaciones menos deseables.
Pero estas invasiones no afectan a todos los barrios del centro. Vimos en el capítulo 10 que las
poblaciones más pobres buscan a menudo localizarse cerca del centro, y que están dispuestas
a hacer sacrificios para vivir allí. pues los transportes colectivos son caros. En varias grandes
ciudades. sobre todo en Estados Unidos, se encuentran a menudo barrios residenciales de
postín al lado de barrios residenciales miserables. La acentuación de la segregación social es
todavía mayor si las poblaciones de pocos recursos son de origen étnico o cultural distinto del
de la mayoría.
Los desplazamientos dentro del espacio nacional pueden analizarse en escalas diferentes. Así,
conviene distinguir tres niveles de redistribución. según las dimensiones del espacio donde se
llevan a cabo:
Suburbanización
Desconcentración
Empleamos aquí . el término desconcentración para designar los desplazamientos que van más
allá del perímetro de suburbanización, pero permanecen dentro de un radio limitado. Podría
también hablarse de descongestión, o aún de movimientos peri-urbanos. Hemos lijado,
grosso /nado, los límites del área de desconcentración en un perímetro correspondiente a una
hora de viaje a partir del polo central. Este perímetro sirve para delimitar la zona de influencia
comercial de la ciudad para bienes y servicios de rango intermediario, cuyo consumo exige a
menudo desplazamientos semanales o mensuales.
Descentralización
Veamos ahora más de. cerca cómo suceden las cosas, gracias a datos franceses y canadienses.
En la Figura 11.6. representamos la evolución de la concentración espacial del empleo
industrial (manufacturero) en Francia. de 1896 a 1985. El índice de concentración puede leerse
como un coeficiente de Gini, cuyo valor varía de O a 1. Si el empleo industrial estuviera
distribuido de manera proporcional en todos los departamentos (cada uno con una parte
según
su población), el índice valdría 0, su valor mínimo. Valdría 1, su valor máximo, si todo el
empleo estuviera concentrado en un solo departamento.
Los resultados, representados por una curva en forma de campana, recuerdan la curva de
Williamson que presentarnos al tratar de la evolución de las disparidades regionales (ver de
nuevo la Figura 6.6). En los primeros momentos de la industrialización, el empleo
manufacturero se concentra cada vez más, pero al llegar a una cierta cúspide (alcanzada hacia
1960 en Francia), vuelve a dispersarse en el territorio nacional.
La Figura 11.6 comprende una segunda curva que representa la evolución de los índices de
concentración en ausencia de la gran región parisina. Esta curva inicia su descenso mucho
antes, alrededor de 1925. En resumen, entre 1925 y 1960, en escala nacional, el empleo
manufacturero conserva. en términos relativos, su tendencia a la concentración en la región
parisina. Pero ya se ha iniciado un movimiento de desconcentración. A partir de 1960, este
movimiento se generaliza (las industrias empiezan a alejarse del Gran París), con lo que es
posible hablar de un inicio de descentralización industrial. Un examen más detallado de los
desplazamientos en cada departamento confirma que todos los departamentos de la gran
corona parisina aprovecharon estos desplazamientos del empleo industrial. Sin embargo, más
allá de este eran perímetro de desconcentración industrial, los departamentos ganadores no
se adaptan a un modelo regulan La desconcentración industrial se hace por oleadas sucesivas,
en función del nivel de desarrollo del país. del nivel de terciarización de la economía nacional y
de las presiones que la terciarización ejerce sobre la parte central. Si los datos existiesen, las
curvas para México adoptarían sin duda alguna la misma forma (si sustituimos París por la
Ciudad de México). México se situaría seguramente en alguna parte cerca de la transición
entre la desconcentración y la descentralización industrial. Con el fin de ver más precisamente
cuáles son las industrias afectadas, y al mismo tiempo situar los movimientos en el contexto
del conjunto de una economía, usaremos ahora datos canadienses.
Para examinar la redistribución espacial del empleo, hemos recurrido al método shift-share
cuyo cálculo detallado se encuentra en el Cuadro 11.4 (la explicación del modelo se encuentra
sombreado a partir de la página 393). Para facilitar la comprensión, hemos aplicado también el
método a los datos simulados del Cuadro 11.1. En términos sencillos, el análisis shift-share
permite descomponer el crecimiento del empleo en tres elementos: el efecto nacional, el
efecto estructural y el efecto regional. El efecto nacional da el crecimiento que hubiera tenido
la región si hubiera crecido al mismo ritmo que el país en su
conjunto. El efecto estructural mide el crecimiento que hubiera tenido la región. tomando en
cuenta su estructura de empleo inicial, más allá del efecto nacional (o sin llegar a éste). Si hay
fuerte concentración de industrias de crecimiento rápido, el efecto estructural será positivo. El
efecto regional capta los demás factores que hubieran podido contribuir a un crecimiento
superior o inferior al promedio nacional: desplazamientos de actividades económicas de una
región a otra, expansiones por encima del promedio nacional.
El modelo shift-share
Es importante señalar que para cada término de la identidad (5) tenemos la estructura
sectorial, es decir, que para el componente regional, por ejemplo, podemos decir en qué
sectores se ha manifestado el dinamismo regional.
Examinemos los resultados referentes a Canadá para 1971-1981 (Cuadro 11.4). En las ciudades
más grandes (región tipo 1), el ritmo de crecimiento del empleo ha rebasado el promedio
nacional (38,9% contra 35,6%), con lo cual se ha proseguido la concentración espacial del
empleo global. Pero presentan también, en cuanto al efecto regional, una pérdida importante
(-98 764 empleos) principalmente debida a "desplazamientos" del empleo manufacturero
(última columna). Este resultado recuerda nuestra simulación (Cuadro 11.1), en la que el
centro prosigue su crecimiento pese a los desplazamientos hacia la periferia, porque una parte
más que proporcional del empleo de los sectores más dinámicos continúa localizándose en el
centro. En el caso de Canadá, esto puede verse gracias al valor elevado del efecto de
estructura (+230 665 empleos), reflejo de la especialización de las grandes ciudades en los
sectores de actividad de crecimiento rápido, cuyo peso acaba compensando ampliamente las
pérdidas relacionadas con el efecto regional. En cuanto al empleo estrictamente industrial
(manufacturero), Canadá. como Francia (ver más arriba), se encontraba en plena fase de
dispersión espacial. Los principales beneficiarios de estos movimientos del empleo
manufacturero fueron primero las pequeñas localidades rurales cercanas a los grandes centros
(región tipo 9: + 40 926 empleos) y las pequeñas localidades rurales más periféricas (región
tipo 10: + 30 451 empleos). La importancia de las ganancias de las regiones periféricas y las
pérdidas de las regiones más centrales (regiones tipo 1, 2, 3) indican que Canadá había iniciado
su fase de descentralización industrial51. Pero la distancia sigue siendo un obstáculo. Los
movimientos de desconcentración y de descentralización no afectan a las mismas industrias,
como lo veremos ahora.
En los sectores tradicionales, los empleos "perdidos" se encuentran casi todos en las regiones
centrales, siendo la única excepción el sector de la madera (aserraderos, de construcción);
pero incluso entonces, las grandes ciudades son las que pierden empleos en primer lugar, en
beneficio de otras regiones. Es claro que las industrias tradicionales están abandonando las
ciudades. En contrapartida, los empleos "ganados" se encuentran tanto en zonas centrales
como en zonas periféricas. En resumen, se trata de un movimiento de desconcentración y de
descentralización. Los sectores de los alimentos y bebidas (fábricas de transformación y de
envasado) y de la madera, o sea los que más dependen de las materias primas, son los que
manifiestan la mayor tendencia a instalarse en la periferia. En el modelo weberiano de
localización industrial, estos dos sectores tendrían un índice material superior a 1, y por lo
tanto caracterizado por una pérdida de peso, lo que reduce la fuerza de atracción del punto de
mercado. La diferencia entre el sector textil (producto intermediario) y el de la confección
(producto final), es instructiva. Este último, más sensible a los clientes, es mucho más reticente
a alejarse de los centros urbanos. También en el caso de las industrias de alta tecnología, los
"perdedores" están concentrados en las grandes ciudades (Cuadro 11.6). Así, nos encontramos
nuevamente ante un movimiento de expulsión hacia ubicaciones exteriores a las grandes
ciudades. Pero, al contrario de lo que sucede en el caso de las industrias tradicionales, todos
los desplazamientos, en este caso, permanecen dentro de un radio limitado. Las industrias de
alta tecnología no se alejan de la ciudad. Asistimos realmente a un movimiento de
desconcentración, en el sentido que lo hemos definido, pero el movimiento de
descentralización aún no ha iniciado. Para la industria de alta tecnología, se ejerce sobre todo
el efecto "puro" de expulsión (precio de los terrenos, congestionamiento vial). Pero, por su
sensibilidad a los costos de información, que incluyen el acceso a una mano de obra
capacitada, esta industria no suele poder localizarse demasiado lejos de las grandes
metrópolis. Los parques tecnológicos se encuentran a menudo a orillas de las grandes
aglomeraciones, no lejos de los suburbios de alto estatus social.
La distancia, como lo hemos visto en el capítulo 9, ejerce también un efecto protector, sobre
todo para el sector terciario, en el que las transacciones exigen con mayor frecuencia el
desplazamiento del consumidor. La distancia no tiene el mismo impacto en el sector terciario
que en el sector manufacturero. Para atraer industrias, sobre todo industrias más modernas, la
cercanía de la gran ciudad sigue siendo un elemento muy importante. El éxodo industrial
aprovecha a las zonas cercanas antes de llegar a las zonas más alejadas. Al contrario, las zonas
más cercanas corren más peligro de verse afectadas por la competencia terciaria (comercial)
de la gran ciudad, a medida que mejoran los medios de transporte y se ven alcanzadas por los
suburbios de las grandes ciudades. Es más difícil para ciudades como Puebla o Toluca
(relativamente cerca de la Ciudad de México) imponerse como polos terciarios que dominan
un área de influencia más o menos importante, que para ciudades como Monterrey o
Guadalajara, más alejadas de la capital. Guardando las proporciones, puede esperarse que el
sector terciario se desarrolle más en el segundo grupo de ciudades.
La redistribución geográfica de las actividades acentúa la división de las funciones a medida
que el espacio económico nacional se vuelve cada vez más integrado. La Figura 11.7 refleja la
imagen de un espacio nacional cuyo polo urbano principal está especializado en el sector
terciario (moderno), mientras que las zonas urbanas y rurales que lo rodean se especializan en
las actividades manufactureras; las actividades de fabricación más extensivas (en terrenos) y
las más estandarizadas se encuentran ubicadas más lejos. Caricaturizando. puede decirse que
es el panorama de un territorio dividido, donde las oficinas están en el centro y las fábricas en
la periferia. A escalas decrecientes, esta división se reproduce a medida que se descience en la
jerarquía urbana. Cada
polo urbano (plaza central) tiene su zona de desconcentración industrial, cuya extensión es
más o menos grande según el tamaño del polo y según su distancia en relación con el polo
nacional.
Claro está, este modelo sencillo tiene variantes debidas a las particularidades locales. Por
ejemplo, en el caso mexicano, la atracción de la frontera norte, por la proximidad de Estados
Unidos, dificulta la aplicación simple del modelo centro-periferia. Recordemos por fin que el
sistema no es estable. Seguirá transformándose, a merced de las oleadas de redistribución
espacial de los empleos y de las poblaciones, a medida que evolucionen las tecnologías y las
estructuras económicas.
a) Las poblaciones urbanas sigan queriendo consumir cada vez más espacio residencial
(per cápita);
d) Esto vuelva a las empresas menos sensibles a la distancia en relación con el centro
de la ciudad.
Es poco probable que los factores a y b ejerzan todavía una gran influencia en la mayor parte
de los países industrializados; la disminución del tamaño de las familias favorece más bien el
desarrollo de formas más intensivas de vivienda. Es el mejoramiento de los medios de
transporte y de comunicación lo que, en el futuro, dará origen a la extensión del perímetro de
suburbanización. En este sentido, provocará efectivamente una mayor dispersión de las
poblaciones y de las empresas alrededor de un núcleo central.
Sin embargo, sabemos ahora que una disminución de los costos de transporte favorece
también la centralización de las actividades económicas más sensibles a las economías de
escala y a las economías de aglomeración. Sabemos también que las actividades en expansión
suelen ser más sensibles a las economías de aglomeración que las actividades en regresión.
Resulta de esto un proceso de expulsión-sucesión por medio del cual las actividades en
expansión, en búsqueda de localizaciones centrales y utilizadoras más intensivas del espacio
urbano, empujan a las demás hacia los suburbios (o aún más lejos). En resumen, el sistema
sufre la influencia de dos fuerzas en apariencia contradictorias: un movimiento de
centralización, cuyo principal efecto visible es la especialización cada vez más acentuada del
polo nacional y de su centro en el terciario superior, y un movimiento de descentralización,
cuyas principales manifestaciones visibles son la expansión de los suburbios y el éxodo de las
industrias hacia localizaciones peri-urbanas.
Las distintas poblaciones y las diferentes empresas no se ven afectadas de la misma manera.
La mayor movilidad espacial de las poblaciones dentro de la ciudad tiene a menudo por efecto
acentuar la división social del espacio residencial. La atracción que ejerce el centro para los
mejor provistos es tanto más fuerte cuanto que el terciario superior es igualmente fuerte. La
movilidad residencial de las poblaciones más pobres depende en gran parte de los transportes
colectivos, cuya disponibilidad depende a su vez del carácter más o menos denso y más o
menos ordenado del modelo de vivienda. En este aspecto, las decisiones políticas en materia
de infraestructuras y de financiamiento y establecimiento de tarifas de transportes, tienen un
impacto importante. También dependen de estas decisiones las posibilidades de densificación
del centro de la ciudad. Así, los espacios urbanos pueden tomar formas diferentes de un país a
otro, y sus centros ser más o menos fuertes.
A medida que suben los precios del suelo en la parte central de la ciudad, y que se manifiestan
los efectos del congestionamiento vial, los sitios menos centrales van presentando más
ventajas para el desarrollo industrial. Pero todas las industrias no adoptan el mismo modelo de
redistribución espacial. Las industrias manufactureras más sensibles a las economías de
aglomeración buscan localizaciones en los suburbios, dentro del perímetro de expansión
suburbana. Aunque a veces se extienden más allá de este perímetro, permanecen dentro de
un radio limitado (en lo que llamamos área de desconcentración), para poder tener
interacciones fáciles con la gran ciudad. En varias regiones urbanas se desarrolla, en
prolongación de las zonas residenciales de alto estatus social, una especie de "eje de prestigio"
donde se concentran las industrias que consumen gran cantidad de materia gris: laboratorios,
industrias científicas, otras empresas de alta tecnología.
El destino de las regiones más alejadas se presta menos a grandes generalizaciones. En todos
los países, se trata de un universo muy heterogéneo. En distintos grados, las regiones
periféricas aprovechan el movimiento de descentralización industrial que se manifiesta en las
fases subsecuentes del desarrollo económico. Pero las pequeñas ciudades periféricas, alejadas
de los grandes centros, tienen siempre dificultad en atraer industrias de gran valor agregado (o
en asegurar la expansión de éstas), en la medida en que el movimiento de descentralización
suele limitarse a los sectores más tradicionales. En muchos casos, su sector manufacturero
sigue siendo tributario de las materias primas. El impacto redistributivo del movimiento de
descentralización industrial depende en parte de la dimensión del territorio. En un pequeño
país como Suiza o El Salvador, casi todo el territorio se verá afectado. En Canadá o en México,
al contrario, varias regiones periféricas siguen en espera de establecimientos industriales.
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