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MI LIBRO

EMILIA LOPERA BERRÍO

Ensayos

1928
VOCES DE LA PRENSA

Una Escritora Antioqueña

Una escritora –y una escritora que desdeña voluntaria y deliberadamente los temas fáciles y la lírica
ramplona y frívola- no es un ejemplar de todos los días y de todos los climas, y tal acontece con doña Emilia
Lopera Berrío, alma fuerte, enjundiosa y atrevida que parece troquelada espiritualmente en moldes más
recios y fuertes de los de sus conterráneas.

No es acaso su mayor elogio haber observado que aboca con hombruna complacencia las cuestiones
que se le presentan. La lectura de sus prosas da otra sensación y sugiere distintas conclusiones. Es que las
ideas al pasar por su alma netamente femeninas, pero de mujer nerviosa y ágil, que no da hospedaje
cómodo a las sensiblerías dulzarronas, se hacen aptas dentro de su cálida envoltura para destacarse entre la
falange de las masculinas, muchas de ellas renegadoras de su origen, vestidas con afeites y olorosas a
perfumes livianos.

Es necesario prescindir, muy a nuestro pesar, y a un ingenuo orgullo sin fundamento que todavía
subyuga, la falsa virilidad de algunos, de suponer que la fuerza del pensamiento y los medios para darle vida
suntuosamente son monopolio de uno solo de los sexos. No hay que citar nombres extraídos de la
enciclopedia, pero el arte de arrojar la flecha audaz se cubre con idéntica precisión al impulso suave de las
manos delicadas de una mujer que por el esfuerzo rudo y colérico de los hombres. Divorciar los estilos,
clasificarlos y separarlos como en ciertas cofradías se hace para evitar entre los congregantes peligrosas y
humillantes promiscuidades, es una cándida obsesión de cataloguización sin sistema ni método. Doña Emilia
–que tuvo una ilustre y admirable tocaya ultramarina, puede como ella desdeñar la ingenua vecindad en las
academias varoniles y la ridícula preocupación del estilo macho.

Las prosas encendidas y severas de la escritora antioqueña se abren ancho cauce en el espíritu del
lector, bien sea que aborde el estudio de altas cuestiones sociales, penetre literariamente en campos
inexplotados por la mujer o se hunda en la consideración de elevados problemas. Pero su estilo se hace más
límpido y suave cuando son asuntos relacionados con la instrucción, los que atraen el trabajo de su pluma. Y
es que ella, por vocación electa y noble, ha consagrado su vivir fecundo a ese apostolado sereno y santo que
no tiene otra retribución que el repasar interiormente en la labor cumplida.

No pasará inadvertido el libro que doña Emilia Lopera Berrío acaba de publicar. Tal vez suscite
apasionadas opiniones, contradictorios comentarios, pero quedará siempre como la expresión de una alma
fuerte y sincera que conoce la piedad, esa virtud arrojada ya del mundo, y sabe que no es estéril ni perdido
el empeño de restaurar la justicia y la fe sobre la tierra.

Jack.
(“El Gráfico”, Bogotá)

AL MARGEN DE UN LIBRO

Un hecho casual quiso que a mis manos viniera un libro. Cayó al acaso, con su pasta rústica mostrando
el nombre de su autora.

Conste de una vez que he sido poco aficionado a leer obras de mujer, y siempre les he profesado cierta
aversión talvez por el fastidio que me causa su cansada lectura.

Pero hablando esta semana con ese huésped espiritual hijo legítimo de doña Emilia Lopera Berrío,
bautizado con el nombre de “Esbozos sociológicos”, he sentido profunda admiración. Consta el libro de
cuarenta y un artículos de cada uno de ellos se presta para escribir otros tantos libros. Dicción elegante sin
ataques de ampulosidad tan en boga hoy, acopio nutrido de conocimientos, clarividencia en los destinos
sociales, rotundidad en la expresión francamente valerosa, y, más que todo, un recio tropicalismo, hacen la
obra de la señorita Lopera Berrío, quien la adornó en cada uno de sus capítulos con una ironía finísima. En
ellos se evoca un tema y se aborda una cuestión, cosa verdaderamente difícil de hacer en tan pocos
renglones.

“Esbozos Sociológicos”, obra de conocimientos nítidos, netamente antioqueña, debiera ser el texto de
lectura cuotidiana en todos los hogares de Colombia, por sus principios elevados y saludables. Releyendo
capítulos, me parece ver a su autora auscultando el corazón de la sociedad, a la manera que el héroe del
“Infierno” de Barbuse avizoraba por un hueco las tragedias de la Europa desgarrada.

La sociedad, cruelmente atacada en su organismo por el derrumbamiento hacia la molicie sobre que
hoy oscila, necesita apóstoles de la envergadura intelectual y arrestos de Emilia Lopera Berrío; y es bello (y a
la vez vergonzoso para nosotros) ver que una mujer desde el himalaya de su elocuencia ha empuñado la
bandera de la restauración social, señalando un rol de reforma; y lo hace intrépidamente y hasta faltando al
respeto a una caterva de pelafustanes atacados de snobismo, plaga de este siglo que nos ha importado la
civilización.

En su libro critica fuertemente la autora a Oscar Fingall O’Flahertie Wills Wilde y talvez tenga razón al
hablar de la culpa que pueda tener la mujer de hoy, por su ignorancia, en el desquiciamiento social, y lo hace
de un modo digno. “Nuestros paisanos se están poniendo un poco refractarios al amor, al matrimonio. No es
una enfermedad aún sino un síntoma. Dios quiera que por culpa de la deficiencia de la mujer, causada por
una viciada educación, no caigan los hombres en la regresión infame que convirtió al esteta de “El Retrato de
Dorian Gray”, en el fatídico “C. 3. 3.” De la cárcel de Reading”.

Resumiendo conceptos, es muy posible suponer que si los manes de Heriberto Spencer se levantaran,
quedaríanse admirados de tan insigne discípula.

Diego Vargas G.
(“El Tribunal”, de Pereira).
UN LIBRO INTERESANTE

Emilia Lopera Berrío, una de las escritoras antioqueñas que recorre entre nosotros el camino
ascesional que a la mujer americana han trazado Gabriela Mistral y otras de su estirpe, ha escrito en Medellín
un libro muy interesante que hemos leído con fruición, nosotros que somos amigos de las glorias femeninas.
El volumen que se titula “Esbozos Sociológicos”, está prologado por el Dr. Alfonso Castro. Rendimos desde
acá un homenaje a la escritora antioqueña reproduciendo en esta página de “La Nación” unas cuantas de las
prosas vivas, sustanciosas y, sobre todo, esplendentes de ideas, que escogemos al acaso de entre las
muchas que forman el nuevo libro.

(“La Nación”, Barranquilla)

UN NUEVO LIBRO

La guerra del lápiz. – Los cabellos cortos

De la Imprenta de Carteles en Medellín, el cerebro de Antioquia y el brazo empujoso de Colombia, ha


salido en nítida edición, prologada por el Dr. Alfonso Castro, una obra escrita por la señorita doña Emilia
Lopera Berrío, que titula “Esbozos Sociológicos”.

De la importancia del libro puede dar idea el tema de sus capítulos dedicados a los doctores Carlos E.
Restrepo, A. Castro, Ricardo Uribe Escobar, Emilio Jaramillo, Efe Gómez, Ricardo Uribe Gómez, Antonio J.
Cano, Simón Uribe, Tobón Quintero, Carlos Henao y otros y que titulan: Cobardías, El hombre bien preparado,
Una ilusión, Un terrible mal social, Las víctimas, Nuevos Rumbos, Educación, Educación física, Crisis social,
Snobismo, Llamamiento a la juventud, La vida moderna, El feminismo en marcha, La educación de la mujer,
Nuestras mujeres, Problema femenino, Nuestro derecho, Historia, La mujer romana, La mujer en la edad
media, La mujer en la reforma, El filosofismo y la mujer, Cultura femenina, La mujer fuéra del hogar,
Educación moral, Sentimiento religioso y varios más de crónicas variadas y amenas,

Aprestigia más la obra sociológica el sólo nombre de su autora, considerada como una de las mejores
pedagogas de la nación y como la Emilia Pardo Bazán colombiana, “lo que quiere decir que así como la
Emilia española fué clasificada no recordamos si por Menéndez Pelayo o Valera, como la mujer más sabia de
Europa, la Emilia colombiana es la más sabia de nuestras mujeres”.

Despacio haremos más tarde una crítica de “Esbozos”, y adornaremos nuestras columnas con algunas
de sus producciones que tanto enseñan como deleitan. Por hoy terminaremos con estos párrafos del
prólogo:

“Confieso que cuando la señorita Emilia Lopera Berrío me hizo el honor de presentarme las páginas de
su libro “Esbozos Sociológicos”, para que sobre él dijera algunas palabras, lo primero que sentí fué un
impulso de parcialidad, un brote de admiración.

“Y cómo no? Publicar un libro en estas montañas es casi un heroísmo, máxime si está saturado de
ideas, no adula el criterio arremansado y borreguil del ambiente, arremete contra prejuicios y cobardías, es
irrespetuoso, valerosamente irrespetuoso, frente a la honorabilidad convencional de gentes aconductadas y
serias, y sobre todo, si está escrito por una mujer....

Y para concluír, un apunto grato: Continúa Emilia Lopera Berrío en tierras de Antioquia, la gallarda
trayectoria que han iniciado en América una admirable teoría de mujeres con Gabriela Mistral a la cabeza.
Van hacia el porvenir, hacia la redención humana. Aspiran, influenciadas por almas selectas, que los hombres
sean mejores y que junto al brillo inevitable de las lágrimas y a la púrpura de las heridas, luzca la
magnificencia de las rosas en un ambiente cordial y luminoso. Sueñan, sueñan bellamente, con ávido y
encendido corazón e intenta, como mineros del ideal, merced al fuego y contagiosidad del verbo y al rumor
musical de las estrofas, descubrir en el fondo del alma criolla las fuerzas en potencia y los tesoros de poesía,
que allí dejaron sepultados nuestros anhelos, cuando en nombre de una civilización caduca, fueron
bárbaramente asesinados....”

(“La Patria”, Manizales, Feb. 10.-1927.)

“ESBOZOS SOCIOLÓGICOS”

Emilia Lopera Berrío, distinguida institutora antioqueña, mujer de excepción y de selección, acaba de
editar en Medellín un libro valeroso, que con el nombre de “Esbozos Sociológicos” viene a enriquecer la
biblioteca de la reducida pero admirable intelectualidad femenina del país.

“Es un libro irrespetuoso, valerosamente irrespetuoso”, ha dicho Alfonso Castro. Pero ha de


entenderse, un irrespeto ante todo lo dañado, la protesta elegante y consciente de un espíritu inconforme y
el grito de ascua ante la vulgaridad del prejuicio y los cánones inviolables e inviolados de nuestro medio
exquisitamente adormecido por el temor de inquietar. Es raro, y por todas maneras curioso, que Emilia
Lopera Berrío no se halla dejado influenciar por la sensiblería tropical de nuestra literatura. Porque su libro
es sobrio y sincero y en él se relievan claras orientaciones nacionales; se percibe el alma humana por el
sentido del pueblo que sufre, por la miseria del desvalido, por el llanto, por el dolor. Libro mesurado y al
mismo tiempo atrevido, hace leer la confianza en el triunfo y aleja en todo caso el pensamiento de la
impotencia.

Emilia Lopera Berrío encarna mejor que nadie la revolución femenina, que apenas se despierta en
Colombia y que toma impulso en la literatura de la Montaña, en donde Sofía Ospina de Navarro, María
Eastman, Enriqueta Angulo, inician una portentosa época de generosa espiritualidad, que marca el sello de
una voluntad firme que irá por tierras de América sembrando semillas que darán mañana bellas cosechas
insuperables.
(“El Espectador”.)

“ESBOZOS SOCIOLÓGICOS”

La publicación de un libro en estas Beocias constituye para nosotros motivos de sorpresa. Y si ese libro
es producto de pluma femenina y si se sale del carril prefijado –cuentos, versos,- para afrontar serios
problemas, entonces nuestra sorpresa conviértese en asombro.

Tal nos sucede con “Esbozos Sociológicos”, libro de que es autora doña Emilia Lopera Berrío, escritora
antioqueña de la más alta distinción cuyo nombre ha salvado con justicia los lindes del terruño para hacerse
nacional.

Nosotros hemos leído estos artículos –que una recopilación de artículos periodísticos es “Esbozos
Sociológicos”, con el mismo agrado y entusiasmo que hace años, cuando aparecieron en los periódicos de
Antioquia. Y nos hemos reafirmado en nuestro parecer de entonces: Emilia Lopera Berrío es la escritora
antioqueña -y quizás colombiana- de ilustración más vasta, y por tanto la que con mayor propiedad puede
atreverse con los problemas connaturales a naciones que como la nuéstra apenas abren los ojos a la vida de
los pueblos cultos.

Una de las mejores impresiones que la lectura del libro produce-al lado de la copia de ideas que
presenta y del estilo armonioso y masculino es la agilidad pasmosa de la escritora; agilidad que la lleva a
pasar fácilmente de un tema a otro de diversa índole, de un artículo meramente literario, a otro de honda
raigambre sociológica.

Nosotros quisiéramos que este libro no quedara circunscrito a la escasa élite a que su carácter
genuinamente cerebral lo expone; quisiéramos que anduviera por todas las manos, que penetrara en todos
los hogares, porque en él se hallan opiniones sesudas y valientes sobre toda suerte de cuestiones, lo mismo
sobre la bancarrota de la juventud que sobre el feminismo, igual sobre higiene que sobre agricultura.

Así, leyéndolo, comentándolo, siguiéndolo en las indicaciones precisas que la escritora da, se le haría el
mejor de los elogios a quien ha tenido el valor de romper el cerco de la timidez que encerraba a la mujer
como para gritar a los cuatro vientos que ella, la mujer, no es ya la muñeca exornativa sino que también tiene
un cerebro en el que encuentran cabida generosa todas las inquietudes de que está repleta la hora que
vivimos.

Ignacio Sánchez

(De “Horas”.-Medellín).

INTRODUCCIÓN

Sólo se puede defender aquello que se tiene. Es muy común, y al mismo tiempo muy lamentable, que
nuestras mujeres tengan pocas ideas; muchas no alcanzan a poseer sino los conceptos corrientes sobre
modas, noviazgo, crónicas de costurero y pintura facial. Sacarlas de allí para que hablen o escriban sobre
temas distintos, es un imposible porque no han cultivado en forma alguna sus excelente facultades mentales.

Naturalmente, al carecer de ideas sobre temas ajenos a los apuntados, abdican su pensamiento, se
dejan guiar por los extraños y renuncian a los aspectos más nobles de su personalidad.

No así algunos ejemplares de nuestro sexo femenino, raros y meritorios. Uno de ellos, la señorita Emilia
Lopera Berrío, autora de los vibrantes artículos que forman este libro. Ella siente y piensa por su cuenta y
riesgo, ha atesorado un considerable acopio de ideas, las expone con valentía y las defiende con brío.
Su campo especializado es la pedagogía, en el que ha demostrado que sabe ser apóstol propagandista
y maestra práctica: esparce ideas a los cuatro vientos y las arraiga en el alma de las niñas. Sin perjuicio de
espigar en historia, amonestar cuerdamente en política pura, dar lecciones de economía sana y hacer
prudentes advertencias en ramos tan delicados como petróleos y empréstitos; y todo con marcial desenfado,
en estilo rotundo, con quien siempre se afirma en la buena fe de sus convicciones.

Enseña a nuestras madres que para educar bien a sus hijos, no les basta con ser honradas y tiernas,
sino que han menester de conocimientos en higiene, pedagogía, civismo y hasta en eugenesia, y cultivar la
inteligencia con cuidadoso esmero, así como se cultiva el sentimiento religioso.

Clama la señorita Lopera Berrío sobre la necesidad de que padres y maestros estudien y comprendan
el alma del niño, y protesta airada-ah, con cuánta razón!-contra las divisiones y disociaciones de que es
víctima y por medio de las cuales se les preparan los odios futuros, esos que ensangrientan la patria de los
hombres.

Hace una bella apología del libro y de las bibliotecas, de estos grandes e indispensables instrumentos
de cultura, que tan mal mirados y tan pobremente atendidos se hallan entre nosotros. “De nuestra indolencia
por lectura –dice- y de nuestra pereza intelectual, ha salido el proletariado intelectual en que vivimos... En
esos países (Estados Unidos, Inglaterra, etc.) hay muchos hombres superiores con inteligencias mediocres,
con inteligencias superiores!”.

Con loable valentía señala los defectos de que adolece el cultivo del sentimiento religioso. Como lo
observaba un príncipe de la iglesia, “tenemos más culto que religión”; y la señorita Lopera protesta contra
estas devociones “a plazo fijo... cosas que entretienen como entretiene el cine, y a las cuales se asiste con la
misma disposición interior”.

En varios pasos de este libro se defiende un feminismo inteligente y sano, tan alejado del sufragismo
marimacho como de la servidumbre tradicional hispánica. Es un feminismo que no hace perder a la mujer el
encanto de la feminidad, así como el que Gabriela Mistral ha predicado con inspirada sabiduría. Quiere una
educación que permita a nuestras mujeres hacer “solas” el camino de la vida, con inteligencia y honradez,
para que al llegar “el otoño trágico de la vida.... no vayan a engrosar las filas de las histéricas o de las
monomaniacas religiosas, oprobio de los hogares y de la sociedad”. Destilan éstas y otras páginas un
marcado amargor, pero hay qué explicarlo por el que siempre deja en el alma el ejercicio de los apostolados
en el desierto.

Destacamos este párrafo, en que diseña la educación actual: “La labor de profesores y padres no es
formar hombres preparados para afrontar las dificultades de la vida, sino receptáculos de cosas indigestas e
inútiles que les hagan ganar el curso y salir con el codiciado diploma. Las influencias de familia, dinero,
partido, harán lo demás y llegarán a ser “personalidades de respeto” que Nietzsche acribilló a burlas”. Y lo
destacamos, porque esas palabras denuncian el mayor mal de nuestra educación, contra el cual están
clamando –y en vano- todos nuestros pensadores, desde la Colonia hasta hoy.

El nuevo y admirable libro del doctor Miguel Jiménez López, “La Escuela y la Vida”, está casi
íntegramente consagrado a este tema: a hacer comprender que la escuela no sólo es preparación para la
vida sino que es la vida misma, y a que cese este irreconciliable divorcio entre las dos, que en Colombia
hemos mantenido como si fueran entidades enemigas, imposibles de concordar.

Todos los países civilizados de Europa están preocupándose de este problema como uno de los más
urgentes, y lo están resolviendo, así por medio de la misma escuela como por la educación post-escolar o
continuativa, en virtud de la cual adquieran forma útil y vividora los conocimientos adquiridos en los planteles
de enseñanza. Al abandonarlos, los hombres y las mujeres no tienen que preguntarse “qué hago con este
cartón?”, sino que Gobiernos y educadores los toman de la mano y los ponen en capacidad de luchar
ventajosamente en la ardua brega diaria.

Pero es a los Estados Unidos a donde debemos mirar especial y constantemente, como a la estrella
polar contemporánea, en materia de instrucción y educación públicas. El doctor Jiménez López muestra con
convencida elocuencia los progresos realizados allá en asunto tan fundamental y cómo por medio de los
trabajos manuales y de la enseñanza de industrias y oficios mecánicos, cultivados desde el Kindergarden
hasta la Universidad, se ha logrado identificar la escuela con la vida, haciendo aquélla palpitante y real y
elevando ésta hasta grados asombrosos de progreso, de civilización y de cultura.

No pedimos una imitación servil de las escuelas norteamericanas, que ello sería error mayúsculo, sino
una adaptación inteligente. Objetivo principal de esta adaptación sería evitar los excesos del pragmatismo,
generador de la concupiscencia, del egoísmo, de la vulgaridad, de la soberbia y de la injusticia.

El doctor Jiménez López señala prudentemente los escollos; pero de las lecciones que pueden darnos
los Estados Unidos siempre quedará un enorme acerbo de vida noble, palpitante y útil, aquí donde hay qué
demoler hasta los cimientos esta enseñanza libresca y verbalista, inútil para la vida y estéril para la misma
ideología.

La señorita Lopera Berrío, apóstol de recta educación, merece aplausos férvidos por las ideas que
propaga, por la entereza con que lo hace y por la inteligente colaboración que aporta a la dignificación y
engrandecimiento de la mujer.

Carlos E. Restrepo

Agosto, 1928.
MI LIBRO
(Ensayos)

LA EDUCACIÓN DEL NIÑO

El objeto de la verdadera educación ha de ser el de cultivar la voluntad y desarrollar la iniciativa por


medio de la propia experiencia, y no la de llenar sus cabecitas infantiles de un fárrago de conocimientos
inútiles. Por eso el trabajo del niño ha de ser de acuerdo con sus inclinaciones naturales, lo que desarrollará
sus facultades mentales y físicas.

Generalmente los padres y maestros ignoran los derechos, muy numerosos, que tienen los niños. Ellos
tienen el derecho a ser felices y no hay fuente de felicidad más firme y durable que la del amor
desinteresado.

Hay que hacer comprender a los niños que el amor da nacimiento al amor y el odio al odio. La vida nos
da lo que le damos. El que no tiene o pierde la facultad de dar es un infeliz. Las buenas obras hechas
desinteresadamente producen un bienestar que no será comparable a ninguna recompensa material.

El niño descansa tranquilo siempre que haya unos brazos amorosos que lo reciban en ellos para
descansar; siempre que sienta que a su lado está una inteligencia ilustrada que lo guíe en sus experiencias.
Esta misión de consejero y guía no puede desempeñarla una persona extraña y pagada. Es deber que los
padres, y sobre todo las madres, deben cumplir.

Aquí el niño levanta en una atmósfera mezquina en que sólo se piensa en obtener prosperidad material;
él es testigo de las bajezas que a diario se cometen con los pobres; vive empapado, si es rico, de la creencia
de que los afortunados forman una clase aparte, de que los niños pobres son de otra especie.
Y esa labor disociadora, empezada en el hogar, continúa en la escuela. No sé dónde se educarán –
dentro de algún tiempo- los hijos de los pobres en esta ciudad tan conservadora, pues hasta en las escuelas
públicas están seleccionando el personal.

De aquí se origina la separación de clases, no la natural en toda sociedad civilizada, sino la antisocial
de ricos y pobres.

La inmoralidad de este modus operandi hace que todos anhelen –como suprema aspiración- el
conseguir dinero, salga por donde salgare, como decía el otro.

Saliendo de aquí, en Bogotá y en la Costa y en otros pueblos, se nota al momento esa


despreocupación, esa amabilidad que tienen para atender a quien se lo merece, sin pensarlo en la balanza
comercial, que hace tan amenas las relaciones sociales, sin el estiramiento y pose que por aquí se estila, en
donde todos viven pendientes de la posición.

PEDAGÓGICAS

Es el niño un sér en vía de formación, que ha de alcanzar la vida plena de los seres adultos. Para
conseguir esta plenitud se necesita el desenvolvimiento de todos los poderes, mediante la influencia de
seres ya desarrollados.

Nada tan variado como el concepto que se tiene de la educación, siendo la causa de estas divergencias
los diferentes puntos de vista desde los cuales la han estudiado los filósofos. Unos, como Julio Simón y Carlos
Rosenbranks han dicho –atendiendo sólo al agente o factor que la ejerce- que es la influencia que un hombre
tiene sobre otro. Otros –entre ellos Pestalozzi- que miran al resultado de esa influencia sobre el educando-
que es el desenvolvimiento armónico de todas nuestras facultades. Y los que se preocupan por la finalidad a
que debe aspirar toda empresa humana, la definen, con Spencer a la cabeza, que es la preparación del
hombre para la vida completa, o, lo que es lo mismo, la adaptación de un sér al medio en que ha de vivir.
Estas definiciones son incompletas, una vez que no consideran sino un aspecto del asunto. Para que la
educación sea una cosa real, tiene que tener en mira tres factores importantísimos: el desarrollo completo
del educando, la acción consciente del educador y el fin general de la educación que no es otro que el
preparar al hombre para la vida plena. En el sentido más amplio, educación es la suma de influencia
consciente e inconsciente que en el individuo ejercen la naturaleza, la familia, la sociedad, la iglesia y el
estado, es decir, el medio cósmico y social en que vive el educando.

En primer lugar figura como organismo educador, el hogar, la familia. Por acá tenemos la creencia que
es la escuela la que ha de educar, y los padres descansan tranquilos cuando entregan sus hijos al maestro, a
quien muchas veces no conocen. De aquí que ni de nombre conozcan nuestras madres la Pedagogía, o si la
han oído nombrar creen que sólo es estudio para maestros.

Hay que inculcar a los padres que la educación escolar es sólo complemento de la del hogar, y hacerles
comprender que la escuela no debe hacerse a más responsabilidades que las que le incumben.

Para que la labor educativa surta efecto, deben ambos factores –la escuela y el hogar- conocerse y
estimarse, y esto se consigue por medio del niño, haciéndose el maestro querer de ellos. Esto hará mucho
para el acercamiento de los dos poderes. La formación de comités y juntas de los padres de familia ayudarán
mucho para una inteligente colaboración.

EL VALOR DE UN HOMBRE

La distinción que se hace entre la educación y la instrucción ha servido en la práctica para desterrar el
vicio fundamental de la Pedagogía antigua que cultivaba sólo la memoria, en detrimento de los demás
poderes. Hoy los pedagogos modernos armonizan ambos conceptos, estableciendo el principio de que toda
instrucción –para ser buena- debe ser educadora.

“El valor de un hombre –ha dicho Herbart- no está en su saber sino en la naturaleza de su voluntad”.
La esencia del desarrollo de la humanidad estriba en un proceso continuo de espiritualización del sér
humano, haciendo que a los instintos animales se sobrepongan los intereses intelectuales, el anhelo de
saber, las aspiraciones estéticas, morales y religiosas.

La instrucción ha de servir de alimento a los poderes psíquicos, ejercitando la inteligencia,


enriqueciendo la vida efectiva y sobre todo, robusteciendo el carácter moral del sér humano. Y este principio
tiene aplicación también en la colectividades.

La ciencia ha demostrado que la evolución de los poderes humanos se haya sometida a ciertas leyes
inviolables, de donde lógicamente se deduce que la educación sólo podrá realizarse siguiendo la naturaleza
humana.

El desenvolvimiento de los poderes humanos se verifica de un modo continuo y gradual, mediante el


ejercicio de aquéllos. Es necesario, pues, dar a cada actividad del educando la clase de trabajo que necesita,
según el grado de su desarrollo mental. Se hallan también en relación tan íntima y estrecha, que el desarrollo
de cada uno depende en gran manera del de todos los demás. Tiene, pues, que ser completa.

De aquí se derivan dos grandes principios. Que el maestro tiene que ser un gran psicólogo y que la
educación tiene qué basarse en la personalidad del educando. Sólo en el terreno de la teoría se estudia el
niño-tipo, y sólo en nuestra tierra se ciñe a eso la labor del maestro. De aquí la materialización de la
instrucción que hace trabajar en exceso a los niños, de allí el aprendizaje mecánico que tan desastrosos
frutos está dando. Los resultados no satisfacen, se nota descontento en los dirigentes. La ilustración y
medidas tendientes a reformar nuestra enseñanza del actual director de instrucción pública no remediarán
nada. Todo falsea por la base, que es la formación de buenos maestros.

Y ya que gozan de regulares sueldos, oblígueseles a estudiar; a que vivan al tanto de los adelantos
pedagógicos, que avanzan día por día.

Si el director de instrucción pública quisiera –como el juez Lombana- inmiscuirse en el dominio privado
de sus subalternos e hiciera una requisa de los libros que los maestros tienen para consultar, se hallaría con
cuadernos de malas preparaciones que figuran en la Normal desde cuarenta años há.
EDUCACIÓN FÍSICA

Haciendo a un lado las discusiones entre materialistas y espiritualistas, creemos, con casi todos los
psicólogos modernos que existe una diferencia esencial entre los fenómenos físicos y los mentales.

De allí viene la división entre la educación física y las funciones mentales, división aceptada hoy por
todos los pedagogos.

En el estado actual de la ciencia, los psicólogos estudian separadamente las funciones de pensar, sentir
y querer, aunque en todo acto hay en el fondo una actividad del pensamiento, una volición y un fenómeno de
la sensibilidad.

Fundándose en esto, la pedagogía divide la educación mental en tres grandes ramas: la intelectual, la
de la voluntad y la de la sensibilidad. Las dos últimas se comprenden bajo la denominación de educación
moral.

Hay que considerar la educación bajo el triple punto de vista físico, intelectual y moral; empero estas
divisiones no son más que aspectos diferentes y no separaciones absolutas. Hay entre el espíritu y el cuerpo
relaciones constantes, y todo fenómeno psíquico es indivisible, participando a la vez de la naturaleza del
pensamiento, del sentimiento y de la voluntad.

Muy íntimas han de ser en la escuela las relaciones entre la formación intelectual de una parte, y la
higiene y el desarrollo corporal de otra. Hoy en día nos damos perfecta cuenta de que han sido muy
numerosos los descuidos en este sentido.

Es un error creer que el objeto de la educación física tiende a formar acróbatas o atletas, capaces de
hacer prodigios de agilidad y de fuerza. Tampoco debe proponerse endurecer el cuerpo para hacerle
soportar las fatigas, pues, como ha dicho Spencer, en ese empeño de endurecer el organismo, algunos niños
se endurecen tánto que se van de este mundo.
El verdadero fin de la educación física es promover y asegurar la salud del cuerpo y la formación de
ciertos hábitos de acción y disciplina. Lo primero tiene un carácter higiénico, y lo segundo un fin educador. Es
indudable que la higiene del cuerpo es una misión eminentemente doméstica, y que la escuela no hace más –
con sus instrucciones higiénicas- que suplir las deficiencias de la educación familiar. El adiestramiento del
cuerpo sí es obra escolar.

El ejercicio físico no es un simple ejercicio de los músculos sino ante todo y sobre todo, una educación
del sistema nervioso.

Por un lado sostiene el estado normal del sistema neuro-muscular, y en segundo término, forma
hábitos ventajosos en el educando.

De todos modos, la cultura del cuerpo ha de ocupar en los futuros planes de enseñanza un puesto más
importante del que ha tenido hasta ahora.

CAPITAL HUMANO

En alguna ocasión hablamos de la gimnasia que hoy se enseña en muchos de nuestros más afamados
colegios, gimnasia abrumadora y fatigante, que sólo atiende al desarrollo de la fuerza, hipertrofiando el
músculo, provocando el esfuerzo y naturalmente la fatiga, y que sólo sirve para descoyuntar articulaciones,
violentar músculos y quebrar huesos.

Esta gimnasia tuvo su período de oro en el siglo pasado, en que la pusieron en práctica hombres
enamorados de Rouseau y de su Emilio. Sus principales representantes fueron Amorós, en Francia, Basedow
en Alemania y Clías en Suiza. Este fue el inventor del endiablado triángulo y Amorós el del trapecio, que es
una variante del triángulo. Los triunfos y panegiristas del trapecio fueron incontables, y la humanidad se
creyó salvada. El nombre de Federico Luis Jahu, el verdadero fundador de la gimnasia alemana, fue
enaltecido en todos los tonos del entusiasmo. Luégo vino Sandow con su resorte de pesas, que en gira
triunfal pasó por el mundo entero, dando triunfos en los circos a sus secuaces y en todas partes a los
fuertes.

Fruto natural de eso ha sido la demasiada expansión que hoy han tomado los deportes, expansión que
tiene alarmados a los fisiólogos e higienistas modernos.

Ese mundo de aparatos de tortura, que exhiben como timbre de gloria en algunos colegios, traen a la
memoria los refinamientos de los romanos con los mártires del cristianismo, las delicias de la Inquisición para
los herejes.

Imposible que en el adelanto que ha habido en Fisiología e higiene se permitiera continuar semejantes
procedimientos y llegó Ling, fundador de la gimnasia moderna, que persigue como fin la obtención de la
salud máxima, tanto para los débiles como para los fuertes por medio del fortalecimiento gradual y
progresivo de los órganos esenciales de la vida, subordinando a su acción la de los músculos.

Hay qué recordar que no hay capital más valioso en un país que el capital humano y que hasta hoy este
problema ha ocupado un lugar secundario en nuestra tierra. Se precisa un cambio radical, que aumente el
factor demográfico en nuestra extensa y hermosa patria, tan digna de engrandecimiento y de un porvenir
brillante y próspero.

PSICOLOGÍA FISIOLÓGICA

La educación intelectual no aspira sólo a instruir sino especialmente a desarrollar los poderes de la
inteligencia humana, convirtiendo la instrucción en alimento para el espíritu. No debe, pues, olvidarse que los
poderes intelectuales no son entidades independientes, sino diferentes aspectos de la unidad mental, y que
para que sea de buena ley debe relacionarse íntimamente con la educación moral y aun con el ejercicio de
los poderes físicos.

Por inteligencia se entiende el conjunto de actividades del espíritu mediante las cuales nos ponemos en
relación con un objeto, reproducimos los estados mentales anteriores o relacionamos en la conciencia dos o
más objetos.

Estas actividades suelen dividirse en perceptivas (percepción, sensación), representativas (memoria,


fantasía, imaginación), y cognoscitivas (abstracción, juicio, raciocinio). Todo nuestro conocimiento del mundo
proviene de los sentidos; por medio de ellos recibimos impresiones de diversas clases, calor, olor, sonidos,
etc., etc. Los nervios transmiten estas impresiones al sensorio que tiene su asiento en los centros nerviosos.
La impresión que recibe el sensorio se llama sensación, cuando nos damos cuenta de su existencia, o, como
dicen los psicólogos, cuando es consciente para el sensorio.

Las sensaciones son de dos clases: generales y especiales. Las primeras nos dan a conocer más o
menos vagamente el estado de nuestro organismo. Tales son la sed, el hambre, el malestar y otras muchas
que no recibe el sensorio por medio de órgano especial. Las sensaciones especiales son las que nos ponen
en comunicación con el mundo exterior por medio de órganos localizados en algunas partes del cuerpo.
Estos órganos se llaman sentidos. Los psicólogos modernos han agregado, a los cinco que conocemos, el
sentido muscular.

La percepción es el acto en virtud del cual fundimos en la conciencia todas las sensaciones recibidas de
un objeto presente. Ella no nos suministra más que nociones individuales y concretas de lo que nos rodea;
pero como estos conocimientos son la base necesaria de todas las demás operaciones mentales, la
educación debe procurar que el niño y el joven observen cuidadosamente el mundo exterior. El estímulo es
transmitido de una manera desconocida, por las fibras nerviosas, a la médula espinal, al cerebro. En el
cerebro se verifican diferentes procesos químicos y mecánicos. Esto es lo que llamamos “paralelismo
psicofísico”, pues todos estos procesos poseen simultáneamente una doble naturaleza; inmediatamente son
procesos intelectuales; considerados desde fuéra son corporales.
Este paralelismo es un problema de capital importancia en la educación, por cuanto los fenómenos
corporales pueden ser influidos favorable o desfavorablemente por la alimentación, por la recreación, etc.,
etc. De esto se deduce que el aseo y la cultura del cuerpo es de suma importancia para la cultura intelectual.

¿Tomará la cultura fisiológica parte en la preparación de nuestros maestros?

SABER LEER

Se llama sentimiento intelectual el que acompaña el ejercicio de la inteligencia. Tiene su origen en la


necesidad de conocer. En sus formas más sencillas se manifiesta por un sentimiento simple de admiración o
de sorpresa; pero en sus grados superiores se depura hasta constituír una curiosidad científica,
completamente desinteresada, que en algunos hombres domina por completo su existencia. El goce
intelectual es tanto mayor, cuanto más activo y personal haya sido el trabajo realizado por el sujeto. Por eso
los métodos heurísticos son más interesantes para los niños que los dogmáticos.

Este sentimiento intelectual es el menos cultivado en nuestra educación, como si los maestros fueran
todos discípulos de Rouseau en este punto. A multitud de personas conocemos, que después de haber
terminado sus estudios no vuelven nunca a preocuparse de las disciplinas mentales. Hay casa en nuestra
tierra en que no se encuentra un solo libro, y otras en que sí los hay, encerrados en hermosos estantes,
como elemento decorativo, muchos de ellos sin abrir las hojas. Como aunque borroso, hay ahora algún
convencimiento acerca del valor intelectual, la moda ha impuesto que en el cuarto o pieza, que sirve de
antesala haya libros y periódicos, allá se ven, en nuestras lujosas casas, en estudiado desorden, haciendo el
mismo oficio de bronces y terracotas.

Aquí no sabemos leer. Se ven los grabados, se leen los títulos, las páginas de vida social, y uno que
otro artículo que llame la atención, o de firma que nos interesa. No sabemos que cada artículo de periódico o
revista está allí con un propósito y que aun cuando ni el título ni las primeras páginas atraigan, vale la pena
de seguir leyendo, pues se encontrará en ellas algo de interés excepcional.
Los Estados Unidos son en la actualidad el pueblo más rico próspero del mundo. Inglaterra, Francia y
Alemania son, después de los yankees, los más adelantados. Sus hombres son más hombres, más
completos, con sentidos más numerosos y más perfectos, con facultades más desarrolladas, voluntades más
enérgicas, y medios de acción más eficaces. Nosotros sólo vemos, oímos, olemos, gustamos y palpamos. De
nuestra indolencia por la lectura y de nuestra pereza intelectual, ha salido el proletariado intelectual en que
vivimos. En alguna ocasión lo dije: En esos países hay muchos hombres superiores con inteligencias
mediocres mientras que por acá tenemos hombres mediocres con inteligencias superiores.

La grandeza de esos pueblos se ha hecho mediante la difusión de los conocimientos y de la cultura por
medio del hábito de la lectura.

En los Estados Unidos hay estaciones de depósitos de libros alojados en tiendas, oficinas postales,
cremerías y casas particulares. Algo característico de este gran pueblo es el automóvil para libros. Durante el
verano, estas bibliotecas ambulantes recorren todas las regiones, se detienen en cada casa, cambian libros,
dan consejos, transmiten las noticias locales y sirven de unión entre todos los habitantes. Al lado del chofer
va el bibliotecario, que es persona por lo menos medianamente cultivada. En el otoño cada automóvil deja en
cada casa, en su último viaje, provisión de libros para el invierno.

En las grandes librerías de las ciudades hay una demanda cada vez más creciente por los libros que
tratan de la vida real en vez de las novelas sensacionales que tánto gustaban anteriormente.

Las bibliotecas son uno de los factores más importantes en la educación de los pueblos.

Los libros técnicos y los libros sobre problemas sociales ponen a los patrones y a los empleados en
contacto intelectual y establecen la armonía entre ellos.

De todas mis ambiciones juveniles, lo único que me ha quedado es el amor a los libros, la necesidad de
entrar en comunicación con los grandes genios, los hombres de talento, los filósofos, los historiadores, los
poetas, pidiéndoles, para mi corazón y para mi inteligencia, consejo y apoyo.
Pocas necesidades físicas, muchas necesidades intelectuales, tal es el secreto de la independencia y de
la verdadera riqueza.

Los estudios literarios, dice Cicerón, son de todos los tiempos, edades y lugares, alimento de la
juventud, alegría de la vejez, gala y adorno de la prosperidad, consuelo y refugio en la adversidad, gozo y
alegría del hombre en el hogar, en el campo o en el viaje.

Tras las tempestades del corazón y las decepciones de la vida, después de haber amado como después
de haber sufrido, lo que se encuentra aún con la misma emoción y gusto de antes es un libro querido, ese
libro que se ha salvado con nosotros de todos los naufragios para repetirnos sus bellezas y hacernos olvidar
en la soledad de nuestro hogar, los bienes cuya pérdida lamentamos.

PSICOGENÉTICA

Si para la educación intelectual es necesario para el educador el conocimiento de la Psicología


fisiológica, no es menos importante la Psicogenética o estudio del desenvolvimiento del alma.

La principal ley de este desenvolvimiento es lo que ha llamado Wundt, ley del crecimiento mental.

Las tres primicias en que se apoya esta ley forman lo que se llama “síntesis creadora”, sin la cual no
puede existir la vida mental; relación progresiva, condensación progresiva y mecanización progresiva. La
importancia de la primera se palpa al comparar la firmeza y cohesión del hombre culto con el caprichoso e
incoherente discurrir de la conciencia primitiva. La segunda resume los conocimientos aislados en ideas
claras y precisas, en pensamientos racionales, en firmeza de carácter. La mecanización progresiva hace que
sin esfuerzo ninguno, sin ningún desgaste, por rutina, llevemos a la práctica o utilicemos conocimientos en
cuya adquisición tuvimos tánto qué fatigarnos, hacer tantos esfuerzos. La fisiología explica esto por los
obstáculos que oponen a los nervios, antes de canalizarse, las modificaciones que tiene que sufrir la masa
nerviosa.

Entendemos por memoria el poder de conservar y remover los anteriores estados de conciencia. En
esta importantísima función se descubren tres elementos: la retención o conservación de los fenómenos
anteriores; la representación o reproducción de esos fenómenos con todos los que a ellos se hallaban
asociados y el reconocimiento que hacemos de las representaciones, como hechos de nuestra experiencia
anterior. La tenacidad del recuerdo, así como la facilidad para retener las imágenes y renovarlas, depende de
tres condiciones fisiológicas: la salud, el vigor del organismo, la edad, etc., etc. Los recuerdos son
provocados por las relaciones que unen los estados de conciencia y son: semejanza, contraste y
coexistencia. La Psicología moderna la llama asociaciones y las ha reducido a dos: simultaneidad y sucesión.

Se ha combatido con razón lo que se llama la memoria de las palabras, o sea la abominable costumbre
de repetir al pie de la letra lo que antes se ha estudiado; pero no puede negase que es absolutamente
necesario el cultivo de la memoria de las ideas, sin la cual es imposible la vida intelectual. Aun la memoria de
palabra no debe desterrarse por completo de la escuela, si se limita, como propone Compayré, al estudio de
trozos selectos, en prosa y en verso, o fechas históricas, o nombres geográficos, etcétera.

La memoria no es del mismo orden en todos los sujetos. Existen cuatro tipos especiales de memoria: el
normal o medio, el visual, el auditivo y el motriz. Es claro que cada profesión exige el desarrollo de una
memoria especial, y que el maestro debe estudiar y conocer las diferencias de memoria de sus alumnos.

El maestro que tiene en cuenta las leyes del desenvolvimiento cultiva la economía pedagógica que
consiste en conseguir el mayor rendimiento con el menor esfuerzo posible.

En nuestras modernas escuelas se sigue, para la educación de la memoria, un método ideal; el maestro
copia en el tablero lo que dice el libro, los alumnos lo copian y tienen qué traerlo aprendido de memoria.
Triple gasto, triple trabajo, triple embrutecimiento. El actual director de instrucción pública no terminará con
la desastrosa enseñanza cuadernesca?
ESTÉTICA

El sentimiento estético comprende aquellos estados afectivos completamente desinteresados, que se


refieren a lo bello en la naturaleza y en las obras de arte. Tiene su origen en el placer mismo de ejercitar
nuestras actitudes por medio de la imitación de actos útiles como el deporte y la danza.

A medida que se desarrolla, el sentimiento se hace más completo y de carácter cada vez más
intelectual interviniendo en la composición de un modo importantísimo la imaginación creadora, la apreciación
de las relaciones entre los materiales sensitivos, las emociones de orden elevado, etc.

La apreciación consciente de una emoción estética o de las obras que la producen se llama juicio
estético, y el poder de hacerlo con acierto, buen gusto.

La belleza entre todas las cosas, es la que nos lleva más dulcemente a Dios; la que proporciona los
inefables placeres espirituales; la que colma y ordena las turbulentas manifestaciones de la sensibilidad; la
que unge todas las cosas con el poleo del consuelo; la que forma el lazo más íntimo de la sociedad.

Las facultades estéticas hay qué educarlas, pues no sólo perfeccionan el espíritu del hombre, sino
también por la trascendencia inmensa que tiene en la vida del hogar y en la vida social.

Y en nuestra tierra ¿qué se hace en este sentido? Tristeza da decirlo. Fuera de algunas preciosas
excepciones, la cultura aristocrática de moda en la juventud se confunde con el buen tono y el sport, es decir,
con algo que por convención se llama música, pintura, tennis.

En el fondo del alma de cada hombre, existen sombras terribles: la ignorancia, la fealdad, el crimen. El
arte será la luz que ahuyentará esas tinieblas.
El alma antioqueña no tiene hogar artístico; el hombre de ideal no existe, el artista es motejado de loco,
y por eso todos los jóvenes prefieren la zarpa y el músculo, engrosar la procesión de mercaderes, de
bastardos apetitos y oficiar en el altar de la diosa Codicia.

Y hay qué prender la luz del arte, que es la vida. A su influjo la palabra se desgrana desparramando
ideas por el mundo; el cincel hace surgir olimpos; la rima crea infiernos; a su voz asoma Dios en las curvas
helénicas de un mármol, en el enorme pincel de Rubens, en los tintes celestiales de Murillo, en la sonrisa
sangrienta y dulce de Gioconda. De una vida amargada por todo lo humano, el arte hizo que tánta
desventura cristalizara en la alegría de la Novena Sinfonía.

Pero para qué hablar de armonía si nosotros tenemos, para arrullar nuestras combinaciones
mercantiles, la pianola y la victrola, que nos dan la música molida. Esto nos basta.

EL ALMA NACIONAL

Aquí en Colombia no hay arte nacional como no hay alma nacional y se necesitarán muchos años para
su formación. Sólo cuando la civilización haya llegado a grandes alturas; cuando los habitantes todos barajen
sus sentimientos y sus costumbres para formar un todo armónico, con modalidades homogéneas; cuando las
aspiraciones comunes individualicen al país en fuerza de lineamientos precisos que lo hagan figurar en el
concierto de las naciones, entonces se formará el alma colectiva que en los pueblos se plasma en
producciones que sinteticen el sentimiento, en manifestaciones artísticas, fiel trasunto del desarrollo
intelectual, o en las diversas modalidades de su vida o de sus hechos heroicos, o de sus aspiraciones.

Las ciudades también tienen alma que hace sentir y en esto precisamente está la diferencia entre la
ciudad y el pueblo. El espíritu de una ciudad todo lo baña, lo modela y dignifica, como dice Canivet. En
Bogotá, Cartagena, Popayán, el alma encantadora de esas ciudades se inocula en los que las visitan, los
satura de su esencia y hace sentir emociones íntimas a las que las visitan.
Para penetrar en el alma de una ciudad el mejor medio es el de estudiar sus edificios, sus calles. Aquí
no hay parques, monumentos ni arte local. Aquí no se exige ni ciencia ni arte para construir. No se buscan
arquitectos sino acomodadores. La cuestión es hacer dinero, y en pequeño espacio acomodar buena renta.

No se tiene en cuenta ni la estética, ni la higiene, y dando una vuelta por la ciudad se nota el espíritu
imitativo, anomalía rara en un pueblo que todos tachan de individualistas. Así como en el pensamiento se
exige una absurda uniformidad, en las casas se persigue la monotonía externa. El exterior de todas es gris y
sin variedad.

Actualmente hay síntomas de modernidad aún entre los más rezagados y fatigados. Es ahora cuando
está naciendo la ciudad. En cuanto la ciudad nazca y crezca, y sea urbe nerviosa e inquieta, con vivacidad y
alegría, el alma nueva no se hará esperar.

Por ahora tiene un ambiente agobiador de silencio y nostalgia. Un poblachón polvoso donde caen con
honda monotonía las horas de sus relojes. El derroche de luz espléndida que la inunda no la ha despertado
de su sueño sin sueños.

Cuándo despertará a ser urbe de espiritualidad y de cultura, cuán se abrirá a la inteligencia esta Bella
Durmiente de la Montaña?

SENTIMIENTO RELIGIOSO

Entre los sentimientos hay algunos de orden muy abstracto y por lo mismo de un gran valor intelectual.
Tales son el sentimiento moral, el artístico, el religioso y el intelectual.

El sentimiento religioso, que en sus formas primitivas se compone de un sentimiento de temor o


inquietud ante lo desconocido, y de amor hacia los poderes bienhechores, adquiere después un carácter
eminentemente intelectual, de una complejidad extraordinaria. Supone la existencia de un orden cósmico y
moral establecido por un poder o fuerza superior, al cual debemos subordinar nuestra conducta, y un estado
efectivo particular cuyo grado varía considerablemente con los individuos.

Hay peligro en inspirar una religión sentimental. Muchos elementos realmente poderosos de
sentimientos tiene la religión pero no son toda la religión. En el fondo del alma de un niño hay un venero
inagotable de inspiraciones, pero tampoco éste es todo su espíritu. No hay qué mutilar ni la religión ni el
alma. El sentimiento si se deja solo, o se le da mala dirección, se hace perturbador y daña todas las cosas. El
más propenso a la exaltación es el sentimiento religioso y por esto ha de ser el mejor educado, no
exasperándolo con el fanatismo ni dejándolo atrofiar con la indiferencia.

Por acá tiene mucho de formulismo la religión. Es verdad que la piedad necesita fórmula y prácticas
exteriores, pero qué valor pueden tener delante de Dios, qué poder para la formación del espíritu, esas
devociones a plazo fijo, ese conjunto de flores, de fiestas, de objetos piadosos si el alma que los practica no
tiene una idea divina bien definida ni un propósito moral consciente, ni una norma general de perfección
completa y bien orientada? Esas son cosas que entretienen, como entretiene el cine, y a ellas se asiste con la
misma disposición interior. La piedad, la religión, vive de los grandes ideales del Cristianismo bien
penetrados, colocado en lo sumo de toda nuestra vida como término a donde todo se dirige, como luz que
todo lo ilumina, como fuente de energía que nos sostiene en las grandes penas y en las pequeñas
contrariedades de la vida.

La educación religiosa de esta tierra hace muchos cristianos de nombre pero no en espíritu y en
verdad, como dijo Jesucristo a Fotina, la célebre samaritana.

EDUCACIÓN MORAL

El objeto de la educación moral no es otro que formar buenos hábitos de conducta en todas las
direcciones de la actividad humana, desarrollando los sentimientos sociales y fortaleciendo la voluntad en el
ejercicio de las acciones buenas. Esta es la parte más difícil y la más compleja de la educación, y al mismo
tiempo la más elevada e importante, la más necesaria para la vida social del individuo. Terrible mál es que un
hombre descuide el cultivo de la inteligencia, y sea ignorante; pero es más lamentable que su corazón sea
viciado, que su voluntad permanezca torcida por perversas inclinaciones. El ignorante no es de ninguna
utilidad para la sociedad en que vive, pero el malo es un peligro y una amenaza continuos. Estas
consideraciones bastan para demostrar la esencial importancia que la formación del carácter tiene en la
ciencia de la educación. Todas las fuerzas de la familia, de la escuela, de la sociedad deben converger al
perfeccionamiento moral del hombre por la educación.

Los factores que influyen en la educación del carácter son de naturaleza muy compleja, pues se
componen de elementos intelectuales, efectivos y volitivos de extraordinaria variedad. El pedagogo debe
analizar estos elementos, examinar la importancia relativa de cada uno y utilizarlo convenientemente en la
tarea que le está encomendada.

Tres aspectos diferentes, pero unidos por vínculos estrechos: la educación de la sensibilidad, la de la
voluntad y la de la conciencia moral.

En todo fenómeno psíquico hay un elemento efectivo, es decir, un tono que se manifiesta
principalmente en las formas de placer o de dolor. El poder experimentar estos estados efectivos es lo que
se llama sensibilidad. Importantísimas son las relaciones que guarda esta función con la inteligencia y la
voluntad. La sensibilidad constituye el estímulo, la fuerza que impulsa nuestras acciones, es como dice Sully,
la que determina la dirección habitual de nuestra conducta.

Los estados afectivos del animo pueden ser sentimientos simples que el análisis no puede
descomponer como el que nos produce, según Wundt, en sentimientos de placer o desplacer, excitantes y
deprimentes y de expectación de alivio. De las primeras clases son el placer que produce un sonido dulce, y
el desplacer de un ruido áspero. Sentimiento excitante el que produce el color rojo, y deprimente el color
azul. Un sentimiento espectante produce la espera de una carta anunciada, y uno de alivio su recepción.
Cuando los sentimientos simples se combinan forman los compuestos y las emociones. Los primeros son
estados afectivos que se presentan con lentitud y poca intensidad, como el de melancolía que produce la
simetría de los postes. Las emociones son sentimientos de gran intensidad, bien especificadas como la
cólera, la alegría. Las emociones van siempre acompañadas de fenómeno físico más o menos visible. El
miedo hace palidecer, eriza los cabellos y aun puede paralizar el corazón.

Y en nuestra tierra hay madres que se valen del miedo para hacer aquietar a sus hijos! Y no hay en
nuestra tierra quién le hable a nuestras mujeres de sus deberes de madre.

Y ahí tenéis los frutos; niños enfermizos, pueblos de escasa virilidad... algo así como la demolición de la
raza!

ÉTICA

El sentimiento moral o el deber nos hace considerar como una obligación todo lo que es bueno, y nos
inspira repugnancia hacia todo lo que es malo. Es un grado elevado de desarrollo de los sentimientos
sociales y altruistas. En él hay dos elementos: el juicio y el sentimiento. El primero nos hace aprobar o
reprobar una acción, según sea buena o mala, y el segundo es la base afectiva de esa conciencia moral.

Forma parte de ese sentimiento la justicia, fundada en el principio de equivalencia y la ley de solidaridad
humana, que nos hace mirar como una injusticia hecha a nosotros mismos lo que se hace contra
cualesquiera de nuestros semejantes.

El conocimiento de los deberes morales y el de los ideales de conducta más elevados que puede
proponerse un hombre en la existencia, son otros tantos motivos que pueden ejercer una influencia
extraordinaria en nuestra vida. No debe creerse, sin embargo, que basta la regla moral para modificar el
carácter. La influencia de las representaciones sobre la voluntad es casi nula cuando no va acompañada de
fuerza afectiva.

La moralidad tiende a conservar la dignidad racional de nuestra naturaleza; la sociedad, aún en medio
de sus convencionalismos –a veces bien monstruosos- la pide, la exige, sobre todo en la mujer. Ella no es
sólo un sentimiento de pureza, sino también de justicia y honestidad, sentimientos opuestos a toda vejación o
explotación de la vida humana.

Por esta razón, son inútiles las lecciones sistemáticas y regulares de moral que se estilan por acá por
padres y maestros. La enseñanza moral debe penetrar toda la vida del hogar y de la escuela; es una
educación constante, no una clase determinada con un lugar fijo en el horario.

Es hora de que nos demos cuenta del estado moral de nuestra sociedad; que analicemos las ideas y
sentimientos que reinan en nuestra civilización. Para confusión de nuestra decadente vida moderna, hemos
de confesar que nuestra realidad moral no satisface. De día en día gozan de menos pureza aquellas ideas,
aquellos sentimientos que no tienen más testigos que Dios y el alma, pues nuestra moral es sólo
convencionalismo, aromado ligeramente de moralidad. Se concede el mismo prestigio a la honradez y a la
corrupción en las agrupaciones políticas y a las diversiones y al altruismo en el trato social.

Las generaciones adelantadas se quejan de ser sustituídas por juventud que ha ido descendiendo por
grados en la delicadeza de su criterio moral, sobre todo en lo que mira a las relaciones sociales. Es extraño
que no vean los que tal dicen que con esto lanzan una terrible acusación contra sí mismos, pues
implícitamente confiesan que estas juventudes nuevas, a lo menos en el orden moral, no han tenido su
educación en el hogar ni en la escuela, en donde se educan los sentimientos, sobre todo en el hogar.

Y esto no quiere decir reclusión y retraimiento, ni que éste sea el medio más oportuno, ni oportuno
siquiera, para este fin.

Es condición indispensable de toda formación espiritual la expansión del corazón, la luz y anchura del
horizonte, el saber vivir conscientemente en el medio que nos ha de rodear.

Esa virtud de exterioridades que manejamos por acá, es un disfraz; esa reglamentación de colegio por
sí sola no da sino un ejercicio mecánico; ese confundir la moralidad con la ignorancia, con el temor, con el
escrúpulo, tal vez con el error, no puede conducir sino a formar almas vacías y débiles y quizá peores
resultados.
Si algún doctor López cristalizara, en una conferencia universitaria, lo que se dice de la mujer
antioqueña, moderna, por esos mundos de Dios, veríamos con espanto el concepto en que se tiene a la que
fue en un tiempo prototipo de la honestidad y el señorío.

Lo que quiere decir es que no se puede seguir con la rutina en la tarea de educar que hemos tenido
hasta ahora, y los educadores deben tener una honda ciencia y consciencia de la vida.

EDUCACIÓN CÍVICA

Se llama educación cívica, la que se dirige a la formación de las virtudes sociales, es decir al
cumplimiento de los deberes civiles y políticos.

En todo país que se gobierne a sí mismo donde los ciudadanos intervienen en la dirección de los
negocios públicos, esta parte de la formación moral es de una necesidad imprescindible, y tarde o temprano
ha de repercutir en el porvenir de la Nación.

Como todo en la formación del carácter, esta educación es de carácter sumamente complejo. Algunos
maestros suponen que se reduce a la instrucción de los deberes del ciudadano; esta forma de instrucción es
casi inútil en la escuela o por lo menos no debe intentarse sino en los últimos años de enseñanza primaria y
fastidioso y abstruso es para el niño oír una lección sobre el gobierno de su país como sobre los deberes de
los padres para con sus hijos.

La instrucción cívica es asunto de información y por sí sola no tiene virtuosidad alguna. Conocemos
muchas personas instruídas en sus deberes cívicos y que sin embargo en su acción y palabra demuestran no
tener amor patrio de ninguna clase.
Como parte que es de la educación moral, la cívica debe hablar al sentimiento y a la voluntad;
sentimiento de simpatía entre los hombres y formación de hábitos que faciliten el cumplimiento de los
deberes políticos y sociales.

Debe procurarse que el educando investigue y descubra pos sí mismo cuáles son sus deberes públicos.

“El hábito de investigar, hallar y usar la verdad es de la mayor importancia en educación. Si este hábito
se forma será llevado a los asuntos políticos y a toda la vida social. El hombre educado en esta forma, por
ejemplo, votará, no porque pertenece él a un partido determinado, ni porque cree en el “ipse dixit” de un jefe
político; podrá descubrir, con auxilio de las fuentes de información que estén en su poder, cuál es realmente
la verdad, y cuál debe ser su voto en consecuencia”. Esto dice el profesor Parker.

Todo hombre ama místicamente el país donde ha nacido. La obra del educador consiste en robustecer
ese sentimiento por todos los medios que están a su alcance. Los grandes hechos de nuestros antepasados,
la poseía nacional y la música patriótica, producen una impresión saludable y duradera en nuestro corazón.

En Francia, las mujeres, acabado el rezo del rosario, dirigen una ferviente plegaria por la patria “Salvad
a Francia!” Hermoso grito que oyen los niños, se va infiltrando en su alma y hará que más tarde cristalice esa
oración en verdaderos patriotas que tendrán el ideal de Patria por encima de todo.

La verdadera causa del malestar nacional, del atraso en que nos hallamos, de la falta de orientación, de
voluntad y de iniciativas es la carencia de ideales en la mayoría de los colombianos. Todos criticamos, pero a
nadie se le ocurre hacer nada más que criticar sin ejercer acción activa para mejorarnos.

Hay qué hacer hombres! Si logramos hacerlos, tendremos gobernantes, legisladores, financistas,
maestros, no de nombre, como actualmente, sino enérgicos, severos, ecuánimes, activos como lo son unos
pocos que viven y luchan desesperados por falta de ambiente.
Estos defectos de la raza, sólo la mujer puede corregirlos. De qué sirve que tengamos buenas escuelas,
si cuando el niño llega a la escuela ya está viciado y su alma pervertida? Qué logrará el mejor profesor si su
primer enemigo es la madre?

La mujer colombiana ha vivido demasiado recluída y retirada en su hogar, y es por esto egoísta y
conservadora. No piensa sino en los suyos, ajena por completo a toda acción social. Muchas veces hemos
oído decir a una mujer a su marido y a sus hijos: “La política no da pan; qué le importa a Usted lo que pase
fuéra de la casa? Nuestro deber es traer dinero a nuestro hogar, sin perder tiempo en esas bobadas”. Esa
incomprensión, esa ignorancia de los deberes de la ciudadanía ha hecho que Colombia sea uno de los países
menos patriotas, y es causa de nuestra inferioridad nacional.

No es la fortuna la dominadora del mundo; hay en cada país causas morales o físicas que lo elevan,
sostienen o precipitan, ha dicho Gibbon.

HÉROES

Las solemnidades y fiestas con que Colombia entera, y sobre todo Antioquia, han querido honrar la
memoria del doctor Berrío, glorioso exponente de la raza, son lecciones prácticas de civismo, mil veces más
provechosas que un curso completo de abstractas y pesadas clases de Instrucción Cívica como se dan en
nuestras escuelas y universidades.

Los grandes pueblos civilizadores del mundo, Grecia y Roma, llamaban semidioses a los grandes
hombres que llevaban a cabo hazañas superiores a las comunes fuerzas humanas. Esos pueblos-deudores a
ellos grandes beneficios, les dieron aplausos, coronas, aclamaciones. Por poco inflamable que fuera el
patriotismo de aquellas almas, las ceremonias se volvían culto, el sepulcro altar, la casa templo y el héroe
venía a ser adorado por la generación inmediata, siendo alguna vez tan rápido este proceso, que sus mismos
conciudadanos, conocidos y amigos, tomaban el incensario y cantaban los himnos.
Nuestra época, más adelantada, no puede caer en el absurdo de deificar a sus grandes hombres; pero
hay una gran diferencia entre ese exceso y la ingratitud con que tratamos la memoria de los preclaros hijos
de la Patria.

Concretándose a Antioquia, y sobre todo a Medellín, carecemos de monumentos que atestigüen y


muestren a las generaciones presentes y futuras los triunfos de la raza.

Qué glorioso proyecto sería el de levantar estatuas, columnas, monumentos, colocarlos en los parajes
más públicos de la ciudad con una leyenda sintética de lo más saliente de su vida!

Qué mejor adorno para la ciudad! Qué estímulo para nuestra juventud, que se levantará desde su niñez
a la vida de unas cenizas tan venerables!

El pueblo inglés levanta monumentos a sus héroes en el mismo templo que sirve de panteón a sus
reyes, llegando a tánto su sistema, que hace a veces igual obsequio a las cenizas de los héroes enemigos,
para realzar la gloria de sus hijos.

Las sombras veneradas de Zea, Córdoba, José Félix de Restrepo, Manuel Uribe Ángel, Gregorio
Gutiérrez González, Epifanio Mejía y tántos otros cobijando con su mirada este pueblo rudo y trabajador
harían mucho por su educación moral y estética que tiene no pocas deficiencias.

A este ardid debió Roma el ser la dueño del mundo.

LAS GLORIAS PATRIAS

Hablando de la ruina de la República Lacedemonia, dice Polibio: “Vivió en la anarquía y murió por falta
de hombres”.
Para formar los hombres que serán ciudadanos del mañana, es necesario que quienes ejercen
influencia en la educación, procuren formar generaciones nuevas que reemplacen a las generaciones
viciadas, así como en los organismos envenenados por algún virus corrompido, el facultativo procura
regenerar la sangre para que vuelva la salud perdida.

Un pueblo cuyas inteligencias no se abren a las lecciones del progreso humano, cuyos espíritus no se
estimulan por las aspiraciones y conquistas de sus héroes, tiene que quedar atrás en el constante y benéfico
avance de la civilización.

Estas y muchas otras tristes reflexiones se vienen al pensamiento al ver la indiferencia con que pasan
entre nosotros las grandes efemérides de la Patria; y la Patria no es una idea, un símbolo; es una realidad. Y
a estudiar y amar esa realidad deben tender los esfuerzos del hogar, de la escuela, del gobierno, siendo el
medio más eficaz el estudio y conocimiento de los grandes sucesos nacionales, de los hombres que nos
dieron Patria y libertad. Es el mes de julio el mes imperator del año y a él están vinculados los días más
gloriosos de muchos pueblos, entre ellos el nuéstro.

En la cronología Pompiliana se llamaba Quintilino hasta que Marco Aurelio lo llamó Julio, por haber
nacido en él el gran César. Estaba consagrado a Júpiter, el padre de los dioses, y en el Zodíaco le
corresponde el signo Leo, el rey de los animales.

El 24 de julio de 1783 nació en Mariana de Caracas un niño, hijo de familia rica y distinguida, que el 30
del mismo mes fue bautizado por el doctor Juan Félix Jerez y Aristeguieta con los nombres de Simón José
Antonio de la Santísima Trinidad. Fue nuestro gran Julio, nuestro Libertador.

Corría el año de 1810. La Provincia de Pamplona, el 4 de julio, puso preso al corregidor doctor Juan
Bartús y confió el mando al Cabildo de Santafé. El Socorro siguió este ejemplo e instaló su junta el 16 de
julio. El 19 por la noche el oidor Alba decía al Virrey Amar, quien temía que en la capital siguieran esos
ejemplos:”Los americanos son perros sin dientes; laten pero no muerden”, Al día siguiente, -20 de julio- un
incidente insignificante, hizo estallar el movimiento inicial de nuestra independencia. El 25 la junta ordenó la
prisión del Virrey y el 29 se envió a las Provincias una circular, en la cual las excitaba a nombrar
representantes para el Congreso, circular que no fue obedecida y que dio principio a las rivalidades que tánto
retardaron la obra empezada.

El 12 de julio de 1812 firmó Miranda las capitulaciones que hicieron perder el fruto de tánto sacrificio. A
esta resolución lo llevó el desaliento que invadió sus fuerzas cuando se supo la caída de Puerto Cabello,
plaza confiada a Bolívar y que sucumbió debido a la traición de Francisco Fernández Vinoni.

El 30 de julio, al querer embarcarse Miranda, pues no tenía fe en la palabra de Monteverde, fue cogido
prisionero y entregado al enemigo dizque por traidor. De la Guaira fue trasladado a Puerto Rico y luego
sepultado en la Carraca de Cádiz, donde murió el 14 de julio de 1816. Así terminó la carrera del Precursor de
la Libertad, del héroe que dejó escrito su nombre en el Arco del Triunfo de París, del favorito un tiempo de
Catalina de Rusia, del suramericano que tántos triunfos amorosos consiguió en Europa por su gallarda
apostura y por su caballerosidad.

El constante discutir y batallar por cuestiones abstractas y extemporáneas, había ocupado a nuestros
dirigentes en esos primeros años, y estas constantes querellas les habían hecho olvidar al enemigo común.
Cuando vieron la inminencia del peligro el 16 de julio de 1813, el Gobierno de Santafé declaró, por primera
vez, la independencia absoluta del gobierno de España, siendo Antioquia la primera sección del país que
siguió ese ejemplo, el 11 de agosto.

El 31 de julio de 1813, ganó Bolívar la Batalla de los Taguanes, que lo hizo dueño de Valencia y le
abrió las puertas de Caracas.

Julio de 1819. Como el tiempo no era propicio para continuar la guerra, en Venezuela, Bolívar resolvió
aprovechar este tiempo para venir a libertar a Nueva Granada, que gemía bajo la crueldad de Sámano y sus
tenientes. Después de una maravillosa campaña, que ella sola era suficiente para cubrir de fama al jefe que la
acometió, el ejército libertador llegó a Socha el 6 de julio. Gámeza, Molinos, Tópaga, Cerinza, Molinos de
Bonza, fueron los preludios de la célebre batalla del Pantano de Vargas, una de las más sangrientas y
encarnizadas. La legión británica, cuyo pundonoroso jefe Rook murió en ella, Rondón y los negros, Infante y
Carvajal decidieron el triunfo y prepararon el camino de Boyacá. Era el 25 de julio.
El 24 de julio de 1823 se cubrió de gloria Padilla en las aguas de Maracaibo, que dió por resultado la
salida de las tropas españolas que se salvaron del desastre. De los 18,000 españoles que vinieron con
Murillo, sólo regresaron 700 con su jefe, el execrado Morales.

Y la entrevista de los dos grandes generales Bolívar y San Martín, fué también el 21 de julio de 1823,
entrevista misteriosa de la cual salió el Libertador del Sur a renunciar puestos y honores en su patria,
mientras que el del Norte iba a cubrirse de nuevas glorias al Perú, a saturar de amargura su alma en
Colombia y a morir siete años más tarde en la tristeza y la desolación.

En lugar de tánto Tácito y de tánto Plutarco, nuestros jóvenes deben empaparse de entusiasmo
leyendo la vida y los hechos grandiosos de nuestra historia, cuya enseñanza es uno de los muchos desastres
de nuestra actual educación.

PROBLEMAS DE ESTUDIO

Lo que forma la base de la vida social y de su desarrollo es el educar, tarea que tiene por base iniciar al
educando en las formas de pensar, de expresar y de obrar.

El estudio sistemático de los principios en que se funda la educación recibe el nombre de Pedagogía o
Paidología, y también se llama así el conjunto de reglas a que se ajusta en la práctica un educador. La
Pedagogía Social da más importancia a los deberes del individuo para con la sociedad, y la individual hace
destacarse en primer término al individuo, procurando su mayor perfección.

Muy desconocida es en nuestra tierra la importancia de la Pedagogía, creyéndola del dominio exclusivo
del maestro. Si la importancia de una ciencia crece en relación con sus fines y su utilidad, habrá ciencia
comparable a la que tiene por objeto el formar al hombre, el factor decisivo en la vida de un pueblo?
La Pedagogía es a un tiempo ciencia de la educación y el arte de educar. Averiguar y conocer los
medios mediante los cuales la evolución del individuo es conducida a sus más elevados fines, tal es la
orientación de la Pedagogía como ciencia, la más importante de todas y la que tiene más relaciones con
otras ciencias.

Como el objetivo primordial de la Pedagogía es el desarrollo del sér humano y estudia al hombre desde
el doble punto de vista físico y mental, va unida íntimamente con la Fisiología y con la Psicología, que es la
más importante de sus complementarios, sobre todo en la rama, la Psicogenética que es la que trata de la
evolución del alma. La ciencia de las formas de pensar es la Lógica y ningún educador debe ignorar las leyes
que gobiernan al raciocinio. Aunque las formas de expresión deben obedecer a la Lógica, la ciencia que más
exclusivamente se refiere a esta función es la Estética. Siendo otro de los fines de la Pedagogía la adaptación
del hombre a la sociedad en que forma parte, sostiene íntimas relaciones con la Sociología, sobre todo con la
parte llamada Ética o Moral. También necesita el auxilio de la Higiene, especialmente la higiene escolar.

El fundamento de la formación pedagógica es pues, filosófico, y deslumbrado queda uno al dar un


vistazo siquiera al acervo de ilustración que necesita el que se dedica a la sublime misión de educar.

Según los diarios de estos días, el señor Director de I.P. está dando los pasos necesarios para que en
el año entrante sea una realidad la escuela de educación, proyecto aprobado por la Asamblea pasada.

Dios quiera que con esto no vaya a suceder lo que ha sucedido con muchos hermosos proyectos; que
en la práctica han resultado desastrosos.

EDUCADORES

En la manera de enseñar y de educar ha de traslucirse la instrucción filosófica general del maestro,


cuya formación científica es absolutamente necesaria, pero que no da al maestro lo más apreciable: su
personalidad.
La influencia sobre sus discípulos será nula si no posee ciertas cualidades que integren su personalidad
como educador. El principal factor de la enseñanza no es el método empleado, ni el mobiliario, ni la escuela,
ni el material de enseñanza, sino el maestro que es la fuerza viva de la instrucción, el alma mater que ha de
llenar de inspiraciones el corazón y el cerebro del educando. Aunque muchos lo crean humilde, el trabajo del
maestro es un arte sagrado, ya que se refiere a los más altos fines de la humanidad, y a la más preciosa
materia: el alma humana. El maestro debe ser un psicólogo de verdad, un verdadero educador para buscar
en cada alumno la cuerda que vibra en el secreto de toda enseñanza. El profesor Morgan dice que el
maestro debe ser un “hombre viril”, de ideas elevadas sobre la vida humana y sobre el deber; un filántropo,
que ame al hombre por lo que tiene de hombre; un patriota que adore a su país; un hombre de estudio; un
filósofo, un artista, un cristiano en el sentido más elevado de esta palabra. El arte de enseñar ha de ser
severo, pues únicamente se llega a la superación a fuerza de vocación personal, de muchos esfuerzos, de
mucho entusiasmo y de mucha perseverancia. Debe ser alegre, con la alegría que da el ideal, la fe optimista
en el porvenir del mundo. Un arte libre en que un innato acierto salga triunfante sobre las sabias opiniones
teóricas.

Pero precisamente, donde con libertad trabaje el maestro debe comprobar, llegado el caso, que su
labor reposa siempre sobre base científica, pues las facultades intelectuales del maestro son juzgadas por
los niños, determinando conforme a tal juicio la medida de su estimación.

El profesor debe ser como un músico de las almas, pues dar con la nota “psicológica” de cada uno que
es distinta de los demás y hay maestros que quieren enseñar a todos de la misma manera!

El problema es éste: Antes que aprender para enseñar hay que aprender a enseñar.

La ruina o la prosperidad de un país depende del maestro y su personalidad debe reunir estos tres
importantísimos factores: Instrucción, Método, Alma.

El que no posea estos elementos hará mejor retirándose de la cátedra y dedicándose a otro oficio.
PSICOLOGÍA

Se llama voluntad, en su sentido más lato, toda actividad consciente, como hablar, meditar, etc., etc. En
un sentido más psicológico y estricto, voluntad es, según la define Sergi, todo acto precedido por la
conciencia anticipada del acto mismo. En ella entran muchos elementos afectivos, intelectuales y volitivos,
que hacen que sea la más complicada de las funciones psíquicas, y, por lo mismo, la más elevada de todas.

En sus más sencillas formas, los actos volitivos son determinados por un motivo único. Se les llama
comúnmente actos impulsivos. Tales, por ejemplo, el acto de beber cuando tenemos sed. Propiamente estos
actos no son voluntarios.

Cuando el motivo o excitación que nos mueve a la actividad encierra varias representaciones o
sentimientos y todos tienden a actos diferentes, el fenómeno volitivo se llama compuesto voluntario. La lucha
que surge entre los motivos de un acto voluntario toma el nombre de proceso electivo, y su resultado, acto
de la elección. Es natural suponer que el motivo más poderoso triunfe en esa lucha, o que el acto tome la vía
más fácil, ya por hábitos adquiridos o por propia idiosincrasia.

Todos los procesos psíquicos que preceden a la acción van acompañados de actos efectivos, deseo,
sentimiento de esfuerzo, etc., etc. Una vez hecha la elección, el sujeto pasa a la ejecución, que puede ser una
inhibición o una ejecución propiamente dicha. En el primer caso, se detiene el curso exterior de la volición; y
en el segundo, se realiza exteriormente. Contribuye a la ejecución un estado psíquico llamado conacción, o
sea un principio de acción que acompaña a los estados mentales. Pienso en mover un brazo, e
instintivamente comienzo a moverlo. Es un ejemplo de conacción.

Ni el infierno de que nos habla la teología, ni el Tártaro de los griegos, ni el magistralmente descrito por
el Dante, son peores que el infierno que nosotros mismos nos creamos al dejar que nuestro carácter tome
una mala forma. No hay nada más digno de compasión, que el que carece en absoluto de hábitos; todo él
indecisión, que no acierta a ejecutar ninguna acción sin un mandato especial de la voluntad.
Como el ejercicio constante es el que desarrolla los poderes del hombre, el principio cardinal de la
educación de la voluntad se basa en la formación de hábitos por medio del ejercicio continuado. Toda
nuestra vida, en cuanto tiene una forma definida es solamente un cúmulo de costumbres prácticas,
emocionales e intelectuales, organizadas sistemáticamente para nuestro provecho o nuestro daño.

Para convertir la actividad espontánea en actividad consciente y voluntaria, debe cultivarse la atención,
el predominio de sí mismo y el amor a la independencia personal.

Se dice que la inteligencia atiende cuanto se dirige a sí misma, es decir, cuando se concentra en un
objeto determinado y se inhibe de todas las demás influencias interiores y exteriores. El esfuerzo necesario
para sostener la atención no ha de ser superior al poder mental, pues de lo contrario produce la fatiga,
peligrosa para todo trabajo.

La mayor dificultad que ofrece la educación de la voluntad es la formación de ese poder de control de
nuestros actos que nos permita inhibirnos de todo aquello moralmente malo o extraño al fin que perseguimos
en un momento dado. Este poder de control, por difícil y penoso que sea, es el coronamiento, la esencia de
la voluntad.

Al llegar a cierta edad, el niño escapará de la influencia de sus padres y maestros, independizándose
por completo. La educación ha de preparar esa época, formando en el niño la capacidad de bastarse a sí
mismo y de confiar en sus propias fuerzas, que es lo que da la independencia personal.

Precisamente, el olvido de esta última parte de nuestra educación es la causa de la mayor parte de
nuestros desastres. El estado social del mundo moderno, con sus múltiples problemas, nos ha encontrado
sin preparación, y nos hallamos desorientados todos, desde los dirigentes hasta el último de los
colombianos, salvo contadísimas excepciones.

Desde el hogar principia la ineducación. Los padres absorben la personalidad de sus hijos, los someten
a su modo de ser, quisieran tenerlos cosidos a su lado, allanando toda dificultad, rodeándolos siempre de
comodidades. En su egoísmo, quisieran que fueran siempre niños, y como a táles les tratan no sólo en la
niñez sino también en la juventud. Este procedimiento se continúa en la escuela, en donde todavía es un
dogma el magíster dixit. La dignidad del educando se considera como rebeldía; se le obliga a aceptar como
suyas las opiniones de sus superiores. La labor de profesores y de padres no es formar hombres preparados
para afrontar las dificultades de la vida, sino receptáculos de cosas indigestas e inútiles que les hagan ganar
el curso y salir con el codiciado diploma. Las influencias de familia, dinero, partido, harán lo demás y llegarán
a ser “personalidades de respeto” que Nietzche acribilló a burlas.

Cuán distinta sería la suerte de nuestra patria si tuviéramos mayoría de hombres de aquellos que
definió Horacio:

“Frangi, non flectri”.

PROBLEMAS SOCIALES

Es la sociedad un conglomerado de unidades en que cada uno debe procurar cumplir lo mejor posible
la misión que le haya tocado en suerte y no contentarse con eso sino cooperar, según su posición, al
mejoramiento y perfección del medio en que le toque actuar. Esta acción social, producirá salud y felicidad al
conjunto.

En las sociedades existe una gran fuerza reguladora de la vida común, tanto en la parte social como en
la espiritual, y es la justicia. Si la humanidad fuera únicamente materia o sólo inteligencia, ella bastaría para
establecer el orden perfecto. Pero hay en la vida tánta diversidad de factores; hay tántas relaciones
exquisitas y necesarias que no se mueven nunca por regulares impulsos; tántas exigencias de orden afectivo
que no caen bajo el dominio de la ley, que difícilmente se encuentran agentes verdaderamente aptos para
ejercer la multitud de funciones a que dan origen estas causas.

Concretándonos a las cuestiones femeninas, se han dividido las mujeres en dos bandos: las que creen
que todo puede resolverse por protección caritativa; y otras -entre las feministas más exaltadas que no miran
como eficaz sino la fuerza y la violencia. Esta división también existe entre los hombres, socialistas los unos,
que predican una justicia, que ellos son los primeros en falsear, pues la hacen servir para destruir altas
virtudes, y algunos que siendo católicos practican sólo la caridad cristiana echando a un lado los fueros de la
justicia.

Para el bien social es necesario aunar las dos corrientes: la del amor y la de la justicia, pues la caridad
sola no puede curar todos los males sino va unida a una justa organización social; y la justicia sola no podrá
remediar muchas calamidades que sólo se curan con el amor.

La mujer ha recibido de la naturaleza tesoros de abnegación y sacrificio; es la más apta para todo lo
que sea delicadeza y sentimiento; sin la caridad, la vida de muchas de ellas sería inútil y vacía. Mas en esto –
como en muchas cosas- hay que reaccionar. Si en un tiempo bastaba dar dinero, o hacer una visita a un
pobre, o a un hospital o cárcel, hoy se han ensanchado los ideales y todas debemos empaparnos en la
verdad de que no sólo de pan vive el hombre y que las principales dolencias sociales no son de las que
pueden remediarse con dinero. Una sociedad que careciera de inteligencias rectas y de conciencia justa,
sería un caos, y la que le faltara corazón y sentimientos lo más que llegaría a ser sería un engranaje artificial,
una máquina.

Abrir nuevos derroteros a la mujer que deba ganarse la vida, elevar al nivel de su cultura, dar impulso a
la instrucción, mejorar la condición de las clases trabajadoras, son todas estas empresas en que debe
intervenir la mujer moderna, pero de una manera consciente y sabia. Por acá tenemos un bello sexo
admirable de caridad, y son muchas las obras en que ellas han colaborado, pero aún subsiste la idea de que
el dinero es panacea para los males sociales, y de que dando cada ocho días o cada mes centavo más o
centavo menos, se hace acción social eficaz y caritativa.

Aquí hemos considerado la caridad como factor curativo, y de allí la fundación de hospitales, asilos, etc.,
etc., Cuánta más importancia social, más humano, más firme y más excelente sería trabajar en prevenir y
preservar al pueblo de enfermedades, dotándolo de higiénicas viviendas; procurando la dignificación de la
vida de los obreros por medio de la difusión de bibliotecas ambulantes; costeando conferencias,
recompensas para el ahorro, para el trabajo, etc.
Muchos de los males de nuestra sociedad podrían curarse con una ciencia más práctica, que
propendiera a hacer más equitativa la acción del Estado y más aprovechada la fuerza individual.

ESPIRITUALICEMOS EL TRABAJO

El centro de la vida moderna va siendo cada día más un egoísmo ciego, tomado en el peor sentido de
la utilidad material. No se puede esperar otra cosa de una sociedad que oficialmente –por decirlo así- vive
sin ideas ni sentimientos trascendentales.

Todas las manifestaciones de la vida son susceptibles de ennoblecimiento; la vida de familia, la vida
corporativa, la relación entre la vejez y la juventud, el trato social, la vida de los partidos políticos; todo esto y
mucho más aun puede ser paulatinamente ennoblecido.

Así como en el individuo distinguimos dos partes distintas, la corporal y la intelectual, así también en el
cuerpo social hay dos campos distintos, uno superior, representante del trabajo intelectual, y otro inferior en
el cual está comprendido el trabajo mecánico. Al primero pertenecen los que hacen obra de reconstrucción
nacional, los literatos, los artistas, los profesionales, etc. Este sector oculto de nuestra sociedad es el
superior, y su obra absorbe toda su personalidad. No sucede lo mismo con la otra parte, pues los poderes
intelectuales quedan sin uso, ya que lo mecánico del trabajo, la penuria de los medios, la monotonía de la
obra va quitando espiritualidad, lo que constituye un serio peligro para la vida. Por eso hay que espiritualizar
el trabajo, poniendo arte en lugar de rutina, si la clase de trabajo lo permite y, si esto no es posible, los
trabajos espirituales deben ser complementados con recreaciones y lecturas, que solacen la vida de la
colectividad y de la familia. Hay que saber gozar con los productos del arte y con las maravillas de la ciencia.

Mantener viva la luz de la espiritualidad en la sociedad, o prenderla cuando esté apagada, es tarea
propia de la mujer en su calidad de madre, esposa, hermana. Y para cumplir esta altísima labor social
necesita de muchas condiciones, siendo una de las principales la generosidad, un tanto desconocida por
nuestras damas, de las cuales muchas no viven más que para ellas buscando en todo las mezquinas
satisfacciones del amor propio, sin ningún elevado ideal. Y para poder dar hay qué tener. Cuál de entre
nuestras mujeres podrá decir lo que escribió alguna vez M. Sevigné? “Trabajo todos los días en la mejora de
mi entendimiento, de mi alma, de mi corazón y de mis sentimientos?”

No basta a la mujer el ser virtuosa; es necesario también el atesorar la ciencia. La sola virtud es
impotente para hacer el bien siempre y en todas partes; y la ciencia podría a veces ocasionar daños si no
anduviera en compañía de la idea moral y religiosa, ese aroma necesario, dice Bacón, para impedir que se
corrompa.

Arnault, en una de sus mejores alegorías, habla así del egoísta: “Sin familia, sin amigos, vivir como
extranjero, retirarse a su concha a la señal del menor peligro, amarse con un amor sin límites, de sí solo
llenar su casa; salir de ella para hacer daño al prójimo; marcar su paso destructor con huella repugnante,
ajar las más tiernas flores con su beso o mordedura, y en su casa verse envejecer día en día; tal es la historia
del egoísta y también del caracol”.

SINDICATO DE LA AGUJA

Los esfuerzos de todos los sociólogos modernos se dirigen a hacer que los obreros, para mejorar su
vida y librare de vejámenes, deben organizarse en asociaciones que los hagan fuertes, y los capacitan para
hacer valer sus derechos. La ninguna preparación de los obreros les impide hacer por sí mismos la unión de
sus propias fuerzas, y cae siempre en manos de un director que sólo tiene en mira su propio medrar, como
lo vemos constantemente.

El problema femenino se presenta más agravado que en los hombres por muchas causas, y no está
lejos el día en que sobrevengan conflictos sociales, sobre los morales y materiales que ya tenemos.

El feminismo, lo hemos dicho muchas veces, desea y busca una nueva organización social que dé a la
mujer medios suficientes para satisfacer las nuevas necesidades que han creado los modernos sistemas de
producción; y se anhela dar a la mujer mayor cultura para hacerla apta para ejercer profesiones que hasta
hoy han sido desempeñadas por hombres. Será, pues, una acción social muy meritoria ayudar a la obrera a
su mejoramiento, a su defensa por medio de la asociación y organización del trabajo. En este sentido se
requiere que cada clase se constituya con sus propios elementos espirituales y materiales, para que pueda
defenderse de las contingencias naturales de la vida y de los que pretenden explotarlos.

La organización el trabajo es el más moderno y el más simpático a las clases populares, cuando se
penetra bien de su eficiencia. Este procedimiento no sólo es educador para el individuo sino constitutivo para
la sociedad. Es cierto que requiere mucho tacto y delicadeza, gran fuerza y abnegación y una
compenetración de la vida y amor a las trabajadoras. Existen esas condiciones en casi todas las damas de
Medellín, y resaltan más en las que forman el Cuadro de Honor de la S. de M. P.

En Bogotá existe ya el Sindicato de la Aguja que tiene una magnífica organización. ¿Por qué aquí no se
ha establecido? Es una acción eminentemente cristiana y en Medellín, que ya casi es gran capital, se siente
esa necesidad social. Ningún gremio más acreedor y más interesante que el de las trabajadoras de la aguja.
Muchas y muy negras crónicas se escribieron sobre las miserias de esas costureras que ganan un irrisorio
jornal; ¡cuántos apuros para pagar alquiler de casa, luz, vestido, y sobre todo, qué clase de trabajos tan
fuertes se las obliga a hacer! Nunca –y mucho menos en las sociedades modernas- un estado social deja de
producir una teoría, y toda teoría tiene apóstoles que la propaguen. Si las católicas damas medellinenses no
preveen lo que ha de venir, muchos y muchas se aprovecharían de la desorganización del trabajo femenino,
y, encontrándose entonces la mujer sin válvula de seguridad, romperá violentamente por los caminos del
socialismo y del anarquismo.

LA FORMACIÓN DE LA MUJER

Para que la mujer cumpla su misión social es necesario educarla dándole conciencia de su poder, de
sus deberes y de sus derechos.

Entre los dos extremos –la mujer socialista y revolucionaria y la beata insufrible y fanática- está el tipo
de la mujer fuerte de que nos habló Salomón en el libro de los Proverbios. Esa mujer que tiene ternuras y
perdones para ese niño grande que es siempre el hombre; que es oportuna siempre en el llegar y el
retirarse, en el hablar y en el callar, en la alegría y en el dolor; esa que impera en su hogar cumpliendo con
amor los pequeños quehaceres domésticos, sin ser esclava de ellos, como se estila por acá, en que hay
muchas damas que pasan día tras día sacudiendo y arreglando sin que una idea brille en su cerebro, sin una
inquietud espiritual que la acerque al alma de su marido, sin un latido que vibre en su corazón al unísono del
de sus hijos. Mujer fuerte la que es creyente y piadosa conscientemente; la que embellece su hogar
materialmente con su artístico sentimiento de la belleza y moralmente con el suave calor de sus afectos y
virtudes, que harán que los seres que ella ama prefieran el hogar a todos los lugares de la tierra.

El único medio que se impone en los males morales que aquejan a nuestra desequilibrada civilización
es educar a la mujer con la misma solicitud que al hombre, sin que el sexo sea impedimento.

Si es cierto que la natural misión de la mujer es ser esposa y madre, el desequilibrio numérico entre
ambos sexos y otras muchas circunstancias actuales, cierran muchas veces a la mujer las puertas del
matrimonio, es preciso impedir que se malogren tantas vidas, proporcionándole a la mujer armas bien
templadas para valerse y bastarse a sí misma en la sociedad. Educando a la mujer para hacer “sola” el
camino de la vida es como se formarán buenas esposas y buenas madres de familia.

Las mujeres que han llegado al otoño trágico de la vida sin preparación ninguna, que no llevan en el
alma ningún ideal, serán profundamente desgraciadas, seres inútiles cuando no nocivos. Engrosarán las filas
de las histéricas o de las monomaníacas religiosas, oprobio de los hogares y de la sociedad.

Si es cierto -como dice el poeta- que al paso de la mujer las flores no deben marchitarse, ellas deben
extender su poderío a hacerlas brotar del suelo inculto. El amor, unido a la piedad y a la cultura hará el
milagro.
EL ACIERTO DE BERRÍO

Para que la mujer pueda intervenir en la acción social –como se lo exige la vida moderna- es
indispensable que tenga espíritu público, es decir, ciencia y sentimiento de la obra que a emprender.

Y cómo podrá llevar a efecto acción eficiente la mujer que vive alejada del medio popular? Se necesita,
pues, un acercamiento a la realidad de la vida del pueblo para sentirla y trabajar en su remedio.

La práctica es muy distinta a la teoría. Ya San Pablo nos lo ha enseñado cuando dio aquella fórmula
para un buen apóstol. “Hacerse todo a todos”.

Muchos casos conocemos, que, si no son imitables, son altamente representativos, de una acción social
experimental. Mlle. Gahéry, en Francia, vivió mucho tiempo como costurera. Esta vida le enseñó las
necesidades de ese gremio y la manera de remediarlas, y de ahí salió la fundación de la Unión Familiar, tan
pródiga en resultados benéficos. Lo mismo hicieron las dos damas inglesas que establecieron el sindicato de
la Aguja.

El sentimiento de la solidaridad humana y con acercamiento lo más íntimo que se pueda a la vida del
pueblo, harán más que esos discursos y esas vagas concepciones de los que se creen bienhechores del
pueblo.

Hay que huír de la ligereza femenil que se va siempre por el lado de lo aparatoso y que sólo es cebo
para la vanidad. Por eso para las fiestas de caridad se encuentran tántas socias. La gran fiesta de toda obra
social es la vida pujante de la misma, una continua fiesta, deleite incomparable para los que en ella han
puesto su corazón y su inteligencia.

Aquí en Medellín hay muchas personas, y en todos los campos, que confunden la acción con el
movimiento, el trabajo con la agitación, el celo con la pasión, la rectitud con las rencillas, el fruto real con el
ruido y el espectáculo. Creen haber hecho mucho con reunir una junta, o con agitar momentáneamente la
opinión. Si las junta nos hubieran de salvar ya habríamos llegado a la cima de la perfección.
Las obras las hacen las personas, no los nombres. El talento de los hombres notables de gobierno ha
sido el de saber conocer las cualidades de las personas y la condición de la función para emplear cada
persona a la obra que le conviene y después dejar libre expansión a la iniciativa individual. Ese fue el gran
acierto de Berrío. Los grandes y eficaces movimientos se preparan en humildes cuartos y por pocos
caracteres fuertes. Del cenáculo salió la acción civilizadora del cristianismo.

EL CUADRO DE HONOR

La Sociedad de Mejoras Públicas, comprendiendo que sin la ayuda de la mujer su labor no sería tan
eficaz, nombró un Cuadro de Honor para que la secundara en toda iniciativa, pusiera su gracia y encanto en
las obras sociales con que esta benemérita institución ha dado impulso y embellecimiento a la capital
antioqueña. Empero, el Cuadro de Honor, con pena lo decimos, ha sido elemento decorativo únicamente.

Las revistas y periódicos extranjeros nos dan cuenta de que la mujer forma ya parte de la humanidad
pensante; que ellas inician, secundan y son el portaestandarte de todo progreso, de todo ideal.

En todas las ciudades civilizadas de otros mundos, y entre nosotros en Bogotá, se representan
constantemente piezas teatrales por damas y caballeros de la alta aristocracia, se dan veladas, conciertos,
etc. ¿No creéis vosotras, damas del Cuadro de Honor, madres, esposas y hermanas de lo más granado de
Medellín que una de las causas de la terrible inmoralidad que nos asedia es este carecer de diversiones
sanas, esta poca sociabilidad que hay en esta tierra? Y quién más llamado que vosotras a levantar más el
nivel espiritual e intelectual de este pueblo medellinense, que se ahoga en la pesada atmósfera de
mercantilismo que impera? Esta es una cruzada que haréis a favor de vuestros hogares, del afecto de
vuestros maridos, hijos, hermanos.

Nos hemos olvidado mucho de aquellas divinas palabras de Nuestro Señor Jesucristo: “No sólo de pan
vive el hombre”.
Y no creáis que con eso os dirán feministas, mote que aterra a muchas damas de abolengo, porque lo
consideran sinónimo de burguesas. No; sólo quisiera que recordárais aquellas palabras de una célebre Lady:
“Procuremos ser no hombres pequeños sino grandes madres”.

Me sueño un centro de cultura mixto, funda-conferencias, se lea, se representen piezas literarias, se


abran concursos, se inicien juegos florales; un centro que al par que instrucción que levantaría el nivel bajo
en que vive la intelectualidad paisana, se le diera expansión al espíritu cuya atmósfera moral está tan
enrarecida.

Leed la historia de Francia y allí sabréis cuánto debe la gran literatura francesa a la mujer. La
inteligencia unida a la gracia y la belleza de una Du Defant, Maintenon, Sevigné, Rambouillet, Recamier y
tántas otras, despertaron y animaron e hicieron trabajar a los más grandes poetas y literatos que llenaron el
mundo con su fama.

No hace mucho tiempo que un obispo alemán, Pablo Guillermo de Keppler, publicó un libro de gran
resonancia titulado “Más alegría”. Y ya antes en Francia la señora Félix Faure Goyau había publicado otro con
el título “Hacia la Alegría”.

Dadnos un poco de alegría, damas del Cuadro de Honor, que la alegría es cristiana y es una arma
poderosa para conquistar a la juventud Sursum Corda.

EUGENESIA

Era muy joven cuando leí por primera vez “Los Espectros” de Visen, ese enorme drama que ha
conmovido los teatros todos. El degenerado protagonista, hijo de un padre alcohólico y lidibidinoso turbó el
sueño de muchas de mis noches y levantó en mi alma súbitas rebeldías ante tamaña injusticia. Pagar un
inocente los crímenes que no había cometido me pareció un horror, y la vida un mentís a la justicia divina.
Mis posteriores estudios y la vida misma me han enseñado que lo que yo creía injusticia era sólo lógica,
y que si hallamos perfectamente natural que los hijos tengan el físico semejante a sus progenitores, cosa
igual debe suceder en la parte patológica y en la moral. Terrible verdad que debiera estremecer a los padres
de familia.

Tan horriblemente tema es natural que haya sido la base de muchos dramas, desde Esquilo, nacido
525 años antes de Jesucristo, en su “Euménides”, en donde lo esboza apenas, y en “Las Suplicantes”,
donde forma el argumento, hasta los modernos “Hombre y Superhombre” de Bernard Shaw y “Los
Averiades” de Brieux.

En nuestro medio paradisíaco este problema es completamente desconocido, y por lo mismo felicito
efusivamente a mi viejo amigo “El Correo de Colombia” que ha visto la importancia del asunto y su gran
actualidad, transcribiendo un artículo extranjero sobre “Eugenesia”, o mejor, Eugenia. Eugenies, el nombre
aceptado por todos los filósofos contemporáneos, le fue dado a esta ciencia por Sir Francis Galton, en su
obra “Humana Faculty”, en el año de 1884. Este nombre fue tomado del griego Euyevia, usado por Eurípede,
Homero Herodoto y otros. La Eugenia, como teoría filosófica, no es, pues, nueva, siendo los griegos sus
iniciadores. Platón lo trató detenidamente en su obra “Leyes”; empero, sólo en la edad moderna ha venido a
ser investigadora y práctica.

Yo no llevaré mis teorías hasta donde avanza la renombrada y ultramodernista pedagoga sueca Ellen
Key, pero sí creo que nociones de esta ciencia deben tener no sólo las mujeres sino también los hombres,
pues el dar hijos sanos a la sociedad no consiste únicamente en que la mujer los cuide bien después de
nacidos.

Hoy por hoy, todas las sociedades del mundo se preocupan intensamente por los que nacen, habida
consideración del valor que representa un ser humano en el conglomerado de las sociedades modernas. De
allí las grandes iniciativas que llevan a cabo las grandes sociedades eugénicas de Europa, que se preocupan
especialmente por levantar el nivel de la familia humana.
La Eugenia es una gran fuente de moral sana, puesto que anhela conducir al joven a un vencimiento de
sus pasiones, sobreponiéndose a ellas; tiende a que el hombre confíe en sí mismo por su potencia física, por
su capacidad intelectual, por el dominio de su voluntad; su finalidad es hacer a la mujer un sér enérgico, de
elevados sentimientos, de graciosas formas y de robustez orgánica que permitan esperar de ella hijos fuertes
y vigorosos.

La Eugenia ha dado tema al doctor Marañón para sus célebres conferencias, que han tenido resonancia
mundial.

No creo sea extemporáneo el tratar de esta cuestión, pues ya sabemos que la raza colombiana, según
sabias observaciones, en lugar de crecer se achica, y tampoco ignoramos las causas. A la conducta opuesta
deben los pueblos del Norte la ventaja que nos llevan en estatura y talla.

CONCEPTO POR LA PATRIA

Señor Don Enrique A. Gaviria. Pte.

Estimado amigo.

He leído en estos días en “El Correo de Colombia”, de quien usted es digno director, una lista de las
personas mejor preparadas de la ciudad, a quienes usted hace un llamamiento para que aporten luces en
uno de los más graves problemas nacionales.

Entre ellos está mi nombre y el de otras distinguidas damas. No se imagina usted cuánta alegría me
proporcionó esta citación, no la alegría pueril de vanidad satisfecha, sino un sentimiento altísimo de contento
por ese triunfo de la mujer antioqueña, a quien usted cree capaz de ser colaboradora del hombre en la
acción social. Y es usted el primero, sépalo, que nos ha creído capaces de trillar otro campo distinto al de un
cuentecito literario, una elegante revista sobre modas, o la preparación de una receta culinaria.
Nos ha hecho usted sentir así, suavemente nuestra responsabilidad, la necesidad de la propia
formación y el deber de ilustrarnos. Su llamamiento y el proyecto de ley presentado a la consideración del
actual congreso son dos triunfos del feminismo en Colombia. En nombre de la mujer antioqueña doy a usted
las gracias.

En mi libro “Esbozos Sociológicos”, esbocé este problema en el año de 1925 y en diversos periódicos
he tratado el mismo tópico. En conferencias y en conversaciones con mis discípulas he procurado inquietarlas
y con tristeza le confieso que no he logrado inquietar a ninguna.

Aquí se han gestionado contratos con el gobierno sin que el pueblo ni sus legítimos representantes los
conozcan hasta después de firmados; se obtienen concesiones petrolíferas y privilegios sobre la tierra, que
forman un señorío en que se fundan ulteriores pretensiones cuando convenga, alegando atentados a los
derechos adquiridos.

El único modo –a mi entender- de hacer frente a la amenaza que encierra este problema, es el
saneamiento político, económico y fiscal del país, empezando por practicar la doctrina de la honradez.
Aunque la regeneración que se impone es social, hay qué empezar por regenerar la política, que ha sido en
nuestra tierra un acervo de intrigas y ruindades, que la han hecho odiosa. Hay que acabar con los partidos
que tánto daño le hacen a la Patria, y nacionalizarse los ideales y aspiraciones de suerte que se pueda llegar
a discutir estos asuntos con un criterio sereno y patriótico, que permita demostrar y apreciar las ventajas y
desventajas que encierra un contrato. Por eso, los puestos públicos deben ser ocupados por los mejores,
por los que por su saber y su preparación sean capaces de trabajar en el bien común, con programas
modernos alejados de todo sectarismo. Haciéndolo así, el pueblo descansaría tranquilo pues sabría que sus
dirigentes tendrían el criterio suficiente para evitar poner en peligro la soberanía de la Nación.

Así se acabará la mala administración nacional, que es otro de nuestro desastre. Esa ha sido la que ha
llevado a cabo las negociaciones que tan onerosas han sido para el país. Aquí llamamos política el cambio
continuo de empleados, como un juguete que pasa de las manos del uno a las del otro, sin que para esto se
tengan en cuenta sino las intrigas y compadrazgos.
Saneamiento económico y fiscal.

Hay qué evitar el despilfarro del tesoro público, pues las naciones, lo que mismo que los individuos,
están sujetos a las mismas contingencias, y un tesoro exhausto acaba con la dignidad, y da origen al
peculado. El tesoro nacional se ha empleado muchas veces para comprar votos, para silenciar infamias. La
caja del tesoro más parece caja de beneficencia para que de ella vivan los que no tienen otro mérito que el
de pertenecer al partido gobernante. La fiscalización estricta, las sanciones efectivas para los que trafican
con el decoro nacional, lo mismo que una economía prudente y sabia, se imponen. La palabra oficial debe ser
respetada en el interior y en el exterior, pues ante un pueblo digno todos se inclinan. Por eso, en los
contratos debe darse mucha importancia a cada palabra, evitando toda ambigüedad que más tarde pueda
perjudicar. El ejemplo nos lo da Estados Unidos, que demoró muchos años el tratado con Colombia
discutiendo una palabra que figuraba en el primer texto. Nuestros diplomáticos deben hacer carrera especial.
El valor, la dignidad y la energía para hacer valer nuestros derechos, todo esto respaldado por un
conocimiento profundo y documentado de ellos. Las naciones son respetadas en la medida en que se hacen
respetar. Allí está Venezuela, a quien salvó de una humillación ignominiosa y tal vez de la pérdida de su
soberanía la actitud digna de Cipriano de Castro, quien con este acto cubrió de luz todos los demás actos de
su gobierno.

Hay qué estudiar también, y mucho, las condiciones del país con quien se va a entrar en concesiones.
Me parece muy conveniente que no sea una sola la que adquiera todo contrato. En eso hay muchos peligros.
Aquí me callo; por la primera vez quiero ser diplomática, no nombrando a quien yo no quisiera que se entrara
más de lo que está a esta mi patria querida.

Debemos hacer patria; formidable obra y formidable debe ser el esfuerzo. Pero tenemos fe en el
porvenir, olvidando la carga abrumadora del pasado. Debemos todos entrar de lleno a esa patriótica tarea,
empezando por higienizar el medio, modernizándolo, para que la civilización, que ya entra a nuestra patria,
no se asfixie.

Afectísima servidora,
Emilia Lopera Berrío.

NOS CONVENDRÁ ENMENDARNOS?

Uno de los más graves problemas que se presentan al estudio del Congreso de 1927, es el de los
empréstitos.

Toda nación que progrese tiene qué endeudarse no sólo para su bienestar material, sino para entrar en
el rol de las naciones civilizadas. Los empréstitos atraen la atención sobre ellas, se sigue paso a paso su
inversión, y se conocen así sus riquezas y sus recursos naturales.

Colombia quiere salir del estancamiento en que ha vivido; quiere intensificar su producción, necesita
vías de comunicación urgentes que darán solución a otro grave problema; el abaratamiento de la vida. Para
esto necesita dinero, mucho dinero que debe conseguir en mercados extranjeros, pues sus propios recursos
no le bastan.

La complejidad del problema no está, pues, en los empréstitos, sino en la cuantía, en la forma, en el
país en que deben hacerse.

Los financistas modernos están acordes en señalar los peligros de los empréstitos. Nitti los condena
abiertamente. La misión Kemmerer les considera como maldiciones públicas, y todos recomiendan al
respecto mucha prudencia.

La ciencia social, hija de la filosofía de la historia, no debe perder de vista lo que ha sucedido a muchos
países por su imprevisión al endeudarse. Sin hablar de Italia y Rusia y Francia, ésta última, después de la
guerra, recordemos lo que pasó a Santo Domingo, Cuba, Nicaragua, Honduras, Venezuela, Argentina.
Una tarde apacible de noviembre de 1916 se presentó al palacio presidencial de Santo Domingo un
empleado americano, llevando un pliego del capitán Knapp. En este texto se declaraba la intervención
armada de Estados Unidos en toda la república por tiempo indefinido.

Qué motivaba tan extemporánea declaración? Según la proclama, la infracción del artículo 3° de la
Convención dominico-americana de 8 de febrero de 1907, artículo que se refería a la deuda pública y a la
modificación de los derechos de importación. Arrogándose facultades que no tenía, en plena civilización
moderna, aplicó un pueblo extraño a una república libre, la teoría, originaria de los tiempos primitivos de
Roma llamada “Nexum”, es decir, “La esclavitud por deuda”.

Banqueros que habían hecho diferentes empréstitos en connivencia con ministros de Washington,
quines casi siempre son agentes financieros de su país, pidieron protección a Estados Unidos, porque se
habían presentado algunas dificultades para el pago. Y se cometió este atentado ante los ojos del mundo!
Todo por deudas y la manera de pagarlas.

Las deudas públicas y la infame ambición de traidores vulgares ha traído el reciente y terrible caso de
Nicaragua. El testimonio del señor Georges Harvey, personaje político influyente, es decisivo. Este hacedor de
Presidentes, como lo llaman, dijo a un periodista de “La Matín”, en París:

“Nuestra actitud en Nicaragua no tiene más objeto que proteger el futuro canal, pues el de Panamá,
para dentro de treinta años, será muy pequeño. Eso lo vimos apenas se terminó y en 1916 firmámos el
tratado Bryan-Chamorro, en que se nos autorizaba abrir un segundo canal entre el Atlántico y el Pacífico, y
que en seguida nos cedió en arrendamiento por 99 años un cierto número de puertos estratégicos entre los
dos océanos. Desde hace varios meses nuestros ingenieros están sobre el terreno estudiando los trabajos
del futuro canal. Sin duda ellos han experimentado alguna inquietud para sus trabajos, han pedido apoyo a
Washington y hé aquí por qué hemos intervenido”.

Ante semejante declaración todo comentario huelga.


INCAPACIDAD LEGISLATIVA

Después de la guerra, el mundo ha tomado nuevos rumbos, y, por consiguiente, la ciencia social en su
parte política, administrativa y financiera, también los ha tomado.

En nuestra tierra se presentan muchos y complejos problemas de orden económico, administrativo e


internacional, problemas vitales para Colombia. Y causa tristeza y desconcierto la incapacidad de nuestros
legisladores, completamente inadaptados para la actual y trascendental comprensión de estos problemas. Y
qué problemas? Empréstitos, abaratamiento de la vida, tratados internacionales, defensa de fronteras,
concesiones petrolíferas. Como los empréstitos son la locura idiosincrática del momento, tema que
someramente tratamos en días pasados, concretando nuestro artículo a lo sucedido en Santo Domingo.

Tal vez alguno pueda creer que es así, en un pueblo pequeño y pobre, y por eso hablaremos hoy del
primer país de la América del Sur, a quien los empréstitos hicieron casi fracasar, aunque en él no existe el
peligro que tienen con relación a su soberanía los pueblos situados en la cuenca del Caribe. Hablo de la
Argentina.

La vida civilizada de este país principió con la caída de Rosas, el célebre político cuya personalidad aún
no ha sido bien definida. Se organizó políticamente, empezó el incremento económico y se ordenaron sus
finanzas. Las rentas se triplicaron en menos de 20 años. Llenos de ambición quisieron hacerlo todo en
grande, pues este pueblo aspira a hacer en la historia del mundo un papel semejante al de los Estados
Unidos. Guardando las debidas proporciones, hay mucha semejanza entre ambos países. Preparado el
crédito, el vértigo invadió la vida pública y privada de la nación. Su industria hizo surgir ciudades del desierto,
y en lo que ayer era un campamento de salvajes, en poquísimo tiempo tenía máquinas de vapor, periódicos y
teléfonos. La deuda pública en menos de cinco años subió al 33 por ciento más de lo que producían las
rentas nacionales. El enriquecimiento rápido de unos pocos extranjeros y grandes propietarios, lanzaron a
todos a grandes especulaciones; las provincias y los municipios emitían bonos, los Bancos aumentaron sus
emisiones, y la inflación fué enorme. Esto ocasionó la desmoralización pública, pues mientras los
especuladores se entregaban al juego de las acciones, los políticos se arrojaban a escalar los cargos. Vino
una brusca reacción; casi todas las empresas serias se vieron detenidas por quiebras más o menos
disfrazadas y la crisis llegó, tan tremenda, que puso dificultades al Banco de Inglaterra. Una vez más se vió
cuán inestable es el equilibrio de un país cuya riqueza no se basa en la labor del propietario campesino, y
cuyo progreso industrial, simple decoración de importación extranjera, no se deben a la instrucción y a la
iniciativa del pueblo mismo.

Los enérgicos esfuerzos del gobierno, que hizo un nuevo arreglo de las deudas, fundó el Banco de la
Nación Argentina sobre las acciones de otro, redujo los gastos, rectificó los presupuestos y se hizo cargo de
los papeles de crédito, unidas todas estas medidas a una enorme cosecha de trigo y de maíz, cuya
exportación ayudó al desequilibrio económico, permitieron que a los diez años se colocara la Nación en la
situación que tenía antes del desastre, aunque la moneda quedó con una depreciación de casi la mitad en
cada peso.

Las grandes ventajas que ofrece el país para la economía general del género humano hacen que por
largas y profundas que sean las crisis, retrasarán pero no podrán detener los progresos de la Argentina,
cuya población sigue creciendo, su inmigración es enorme y la superficie cultivada aumenta de día en día.

Podrá Colombia contar con los mismos recursos para salvarse de la situación que se ve venir?

INDIFERENCIA

Una de las modalidades de nuestra tierra, sin duda debido a la educación, es el espíritu novelesco que
integra toda nuestra vida. Ninguna cuestión es tratada a fondo. Nuestros hombres tocan apenas la superficie
de las cosas, escriben rápidamente sobre los tópicos más importantes y pasan de asunto en asunto,
olvidando el uno por hablar del otro. En estos días se han sucedido con una rapidez vertiginosa los
problemas más importantes de nuestra actual vida nacional. Empréstito, troncal, contrato Yates-Montalvo. El
último nos apasiona y el silencio se hace alrededor de los otros.

De estos silencios trágicos se valen los que conocen esta modalidad y aguardan tranquilamente que
pase el alboroto y luégo se llevan a efecto contratos, empréstitos, concesiones y nadie chista. Más tarde
volverá el tema a ser de actualidad, cuando se palpen sus desventajas; y cuando ya sea irreparable se
increparán los unos a los otros echándose mutuamente la culpa del desastre.

Cuando haya que estudiar un problema social, hay que considerarlo desde cuatro puntos de vista.
Primero. Qué es; segundo, por qué es; tercero, cuáles son sus consecuencias, y cuarto, qué debe hacerse
para resolverlo.

Uno de los más graves problemas actuales es el de la carestía de la vida, que va tomando caracteres
alarmantes en todo el país. Nuestro congreso ya pronto clausurará sus sesiones y no vemos qué se haya
hecho en pro de la parte más castigada, la clase media y la obrera, que son las fuerzas vivas de un país.

Todos los hechos corroboran la teoría de que el factor más importante en toda fluctuación considerable
de precios es el dinero. Por supuesto, que eso no quiere decir que el dinero sea el único factor. Es posible
que los artículos en su conjunto se abaraten o se encarezcan; pero sus fluctuaciones son casi siempre
despreciables en comparación con las del dinero.

Como todo en la actualidad, han evolucionado las ideas con respecto al dinero, y el mundo todo se ha
percatado de que los grandes trastornos de los precios, que algunos atribuyen a escasez o abundancia de
los artículos, se deben en realidad al girar del dólar.

Tiempo es ya de considerar este asunto desde un punto de vista diferente y que en vez de tratar de
medir los artículos con el oro, tratemos de medir el oro con los demás artículos.

La explicación de que los precios sean ahora más altos es que el dinero es ahora más abundante y por
consiguiente, más barato y de menor poder adquisitivo. No es que los artículos hayan subido sino que el
dólar se ha desprestigiado.

En cuanto al alto costo de la vida, él no representa un verdadero empobrecimiento pero es, empero, un
mal.
Como muchos precios han sido fijados por la costumbre, o por la ley, o por contrato, que perdurarán
por muchos años, estos precios necesariamente no pueden estar de acuerdo con el alza general. De este
desequilibrio que es un grave mal, puesto que es una injusticia social, vienen el descontento y la
desconfianza, que son tanto más peligrosos cuanto que los que experimentan estos sentimientos no
comprenden la causa verdadera de esta injusticia, y al ver la desigualdad en la distribución de la riqueza
social, se llenan de odios y fermentos malsanos que estallarían a la primera oportunidad.

De esta causa se deriva el debilitamiento de la clase media y principalmente de los que viven de sueldo.

Hay qué darle, pues, al dólar poder adquisitivo estable, y en esta lucha están empeñadas las grandes
potencias extranjeras.

No podrían nuestros financistas hacer algo a favor del pueblo colombiano?

IDEALES

Así como el ázoe es parte importantísima de la atmósfera, no por su acción que es ninguna, sino
porque forma una parte pasiva que impide al oxígeno estallar en cataclismo, el hombre mediocre es una
fuerza social, necesaria en la economía de las sociedades. Empero, lo que entristece el alma del patriota, lo
que conturba el espíritu en estos últimos tiempos, es el comprobar que pocos, muy pocos, sobre todo en la
juventud, prefieran las disciplinas espirituales a los apetitos del instinto.

La fe en el poder del espíritu, en la bondad que existe en el corazón de las cosas, en el triunfo
reservado a los grandes ideales modernos de la raza, conduce a los hombres que la poseen a un optimismo
que desgraciada y fatalmente está en desavenencia con los resultados reales. Los acontecimientos
generalmente dan la razón al positivista, no al idealista.

Olvidamos que el espíritu humano, el espíritu de bondad y de ventura, es un niño que llora en la noche
y que la batalla con la obscuridad es todavía un combate desigual. No solamente los dirigentes sino los
pueblos prefieren unas migas de pan, un poco de oro o una fuente de petróleo antes que las atracciones
delicadas del ideal.

En la edad moderna el alma de la humanidad ha fracasado. La guerra pasada, al destruir los idealismos
morales nacidos de los sacrificios de la guerra misma, destruyó la estructura de la civilización occidental.

Al aplastar la fuerza bruta personificada en Alemania, el mundo entero creyó que el carácter moral del
mundo se había vindicado completamente. Universalmente se esperaba un nuevo orden en el mundo, una
gran paz moral, consecuencia de las fuerzas espirituales que durante la guerra habían templado a los
pueblos y les hicieron llevar a efecto esfuerzos casi superiores a la humana capacidad.

Sin comprender bien, ni darse cuenta de lo que pasó, el pueblo de todos los países vio morir sus
esperanzas y venir la inmensa desolación al ver perdida la mejor posibilidad que han presentado los siglos
para crear un nuevo orden de cosas. Los efectos de una guerra cuyas conmociones se sentirían por muchas
generaciones, vinieron a parar en un botín para repartir.

Para que pueda llegar una verdadera paz se necesita un nuevo espíritu de los pueblos. Don Quijote ha
sido una vez más derrotado por Sancho.

En América ha repercutido este aplanamiento moral y el ideal ha sido substituído por la voracidad; al
que protesta se le hace callar dándole su parte en el festín; se predican patrióticas verdades y sólo se
practica la bajeza. Apagado el faro de Grecia y el fanal de Roma, sólo reinan las ferias de Cartago.

Tócale a la mujer, la gran fuerza anímica, a quien los tiempos actuales –de motu propio- han llamado a
ocupar su lugar en la sociedad moderna, mantener el fuego sagrado del ideal en nuestra tierra. Ella será la
que formará la raza y le infundirá un alma; y las almas vuelan y el vuelo es libertad, belleza, bondad.
AUTOEDUCACIÓN

En la moderna, civilización la vida se desarrolla entre dos formas de actividad; la del trabajo y la de la
competencia. A medida que los pueblos se civilizan, el trabajo evoluciona tornándose cada vez más
mecánico, más inteligente. De esfuerzo doloroso primero, pasa a ser hábito, y muy pronto se torna en placer.
En este último grado, que se pudiera llamar supercivilización, es donde llegan los poetas, los sabios, los
filósofos.

De aquí se desprende la afirmación de que todo malestar social es derivado de algún problema
económico. Ese malestar nunca puede ser por exceso de actividad sino por el arrollamiento de derechos que
no se dejan avanzar. Se puede avanzar de dos modos; el uno es andando y el otro no dejando andar a los
demás.

En esta hora, que pudiéramos llamar antioqueña, pues en ella ha culminado la antipatía que este
pueblo despierta en el país, es necesario que todos nos propongamos a defendernos y a aumentar nuestro
poderío, no con actitudes bravuconas que a nada conducen, sino procurando acrecentar nuestras riquezas,
que son la raza y el trabajo.

Antioquia lucha honradamente por su propia existencia, haciendo gala de energía que tiene en sí
misma, pero poniendo en su mira engrandecer a su patria. Ella –en sus reivindicaciones- no pretende luchar
contra Colombia, sino con ella misma, no buscando frente a la nación la competencia, sino duplicando
energías al lado de todos los colombianos. Porque defenderse a sí misma es ayudar a defender
económicamente el hogar común, físicamente la raza común y espiritualmente la civilización común también.

Hay en nuestra tierra un desconocimiento absoluto entre las diversas secciones del país,
desconocimiento que engendra indiferencia unas veces, odio otras. Al primer choque estallan esos odios,
resalta esa falta de cohesión, que hace que Colombia no sea una nacionalidad fuerte.

Antioquia debe continuar su labor para que sea factor activo en el engrandecimiento de Colombia, sin
prestar oídos a las voces insultantes o despectivas que pretendan denigrarnos.
En esta labor social toca el primer lugar a la mujer, que tiene obligación de preocuparse de estos
problemas patrios y de ayudar a hacer a Colombia verdadera patria para todos sus hijos.

Lo primero sería cambiar radicalmente el “modus operandi” que aquí se ha seguido en la educación
física, intelectual y moral de la mujer. Empero –como hoy por hoy- es casi imposible conseguir esto en la
escuela, debe la mujer empezar con ánimo y fe, la magna obra de su auto-educación.

PROBLEMAS INQUIETANTES

La abundancia de dinero en nuestra tierra hoy por hoy, es una cosa increíble, y sería un bien si no
fuera producida casi en su mayor parte de causas ficticias, y, pena da decirlo, no viene ella de trabajo
nacional, sino de causas que son más bien síntomas de decadencia que de prosperidad.

Esas causas que producen la abundancia ayudan a disminuirla y acabarán con ella en un porvenir tal
vez no muy lejano. Las fuentes de riqueza de todo país son la agricultura, la industria y el comercio. Todas
las demás profesiones extraen de esas tres fuentes, los recursos que las sostienen.

La primera causa del aumento del medio circulante es el dinero conseguido por empréstitos.
Refiriéndonos sólo a Antioquia, ¿no sería más conveniente atenerse a sus rentas comunes para atender a la
terminación de sus obras más importantes, que adeudarse? Muy cierto es que a los individuos, lo mismo que
a las naciones, se les presentan casos en que fatalmente tienen qué recurrir al crédito y que con esto salvan
situaciones difíciles, o se hacen negocios que reportan grandes beneficios; empero, esos son casos de
excepción, que en nada amenguan el peligro de las deudas.

Esa multitud de grandes y costosas obras en que está empeñado nuestro departamento, no todas son
de inmediata necesidad ni de inaplazable terminación, pero sí de funestas consecuencias en un porvenir no
muy lejano. El halago de los grandes sueldos que ganan en las vías de comunicación en que ahora está
empeñado el gobierno departamental, ha puesto en grave peligro todas las industrias, y sobre todo ha
restado brazos a la agricultura, de tal manera que esas vías que nos deben salvar de este encarecimiento de
vida, por la facilidad y baratura de los transportes, sean las mismas que den muerte a lo mismo que ellas
debe darles vida. El problema de la agricultura ha interesado siempre muy poco a los colombianos. Todas las
preocupaciones han sido y son para la ciudad, sin darnos cuenta de que al campo es a donde se debe mirar
siempre, por ser el lugar de donde ha de venir la vida del mañana, la verdadera vida. Entre el caos de
conflictos que ha planteado la falsa civilización moderna, no ha de quedar en pie sino la cuestión agraria, que
es la que hay qué resolver antes que cualquier otra. Los problemas nacionales cada día se definen más y se
concretan, sobre todo para las personas de espíritu humanista y justiciero, y el de la agricultura y su fomento
es el más interesante. La tierra da para todos y para todo cuando se la trata como es debido, cuando se
intensifican sus cultivos y se vulgariza por todas partes la ciencia.

IMPREPARACIÓN

La impreparación de nuestros legisladores y dirigentes es una cosa vieja. Sin hacer hincapié en los
miles desaciertos que se han cometido en el régimen interno, en el corto lapso de cuarenta años, poco más o
menos. Colombia ha perdido casi la tercera parte de su antiguo territorio. Querida y pobre Patria! No ha sido
–hay qué creerlo- ni la traición ni la falta de patriotismo lo que ha ocasionado la mutilación de nuestro gran
territorio, sino la supina ignorancia de la sociología, de la historia, de la Economía Política, etc., etc.

Colombia entra apenas al rol de las naciones civilizadas y qué hora tan grave y también tan hermosa!
Su situación privilegiada la dará una grandísima importancia, y también la pondrá en gravísimo peligro, pues
la lucha comercial tendrá como teatro el océano Pacífico, inevitablemente.

La historia de la cultura humana envuelve en sí la historia de las fuerzas fundamentales del espíritu
humano, y juntamente la de las obras literarias o artísticas en que aquellas fuerzas se han manifestado
siguiendo diversas direcciones. Así también, en la misma naturaleza y según la diferencia de épocas y de
razas, han tenido lugar fenómenos sociales y económicos en el mundo, independiente del querer de los
hombres.
El germen de toda civilización occidental estuvo en los países que ocupan la cuenca del Mediterráneo,
no debido a la voluntad de sus habitantes sino a sus circunstancias geográficas.

En esa estrecha cuenca floreció la brillante civilización de Egipto, Fenicia, Grecia, Roma. La emigración y
el comercio fueron las causas que de manera más poderosas influyeron en el desarrollo de esos pueblos. La
idea de la grandeza del mundo existían en la mente de muchos filósofos. Aristóteles, Estrabón, Eratóstenes,
Platón dice en su “Phedon”: “Nosotros todos, los que llenamos el espacio entre el Phaso y las columnas de
Hércules, no poseemos sino una pequeña parte de la tierra agrupada alrededor del Mediterráneo como
hormigas y ranas en derredor de un charco”.

Muchos siglos permaneció el “Mare Nostrum” dueño de la civilización, del comercio y de las artes, pues
nadie se aventuraba a llegar siguiera a las columnas de Hércules, en donde se leía la célebre inscripción
“Non plus ultra”. Una casualidad, como en casi todas las cosas de la vida, cambió la faz del mundo. Coleo de
Samos, en viaje para Egipto, fué llevado de Gades y arrastrado hasta el océano. “Una mano divina –dice
Gerodoto- guiaba a Coleo de Samos”. La faz del mundo se cambió. El terrible “Mare Mágnum” atrajo a los
pueblos todos y fenicios y griegos, asates, catalanes, mallorquines, franceses, genoveses, portugueses y
españoles llegaron al cabo, y de uno y otro apostadero, al continente americano. El mundo cambió de ruta y
las naciones que quedaron aisladas del nuevo rumbo decayeron por la fuerza inevitable de los
acontecimientos.

El porvenir pertenece al Pacífico, inevitablemente. Estados Unidos, que deben su grandeza a la notable
preparación de sus hombres en ciencia social, comprendieron desde mucho há la necesidad de hacerse a
puntos estratégicos en las costas del Pacífico, y de allí sus actividades con respecto a Panamá y a todo lo
vecino al canal.

Tiempo, mucho tiempo hace que los americanos del Norte han hecho explorar toda nuestra costa
occidental, compran terrenos, levantan planos, explotan minas, conocen palmo a palmo sus bahías. En la
hermosa costa del Pacífico, en una extensión de 1.175 kilómetros, sólo tiene Colombia dos puertos:
Buenaventura y Tumaco, abandonado casi, pues no tiene más obra importante que un hotel, que se sepa, sin
ninguna de las comodidades de los puertos modernos y en manos de traficantes ignorantes el primero, y el
segundo casi destruido por el mar, clamando inútilmente por que el gobierno evite males y preste atención a
un punto tan decisivo para la patria: el Chocó, aislado, olvidado, con la mirada rapaz del águila norteña sobre
él, y nuestro Congreso prestando toda su atención al nombramiento de designados sin que haya votado
sumas para el arreglo de esos puertos, sin que se haya adelantado o principiado el cable que debe ir a la
Bahía de Solano, una de las más maravillosas bahías del mundo. Esta salvadora idea del cable es antioqueña,
y creo que nunca se llevará a efecto, pues el solo hecho de ser antioqueña hará que sea rechazada por los
leaders de la carrera séptima.

Con su carretera al mar Caribe y su cable a la bahía de Solano, Antioquia ayudará a salvar a Colombia
en el gran conflicto en que se verá envuelta cuando Estados Unidos y Japón exterioricen su rivalidad en
guerras terribles que darán al vencedor el dominio del vasto mar de Balboa.

HEGEMONÍA DEL PACÍFICO

Como dijimos en artículo pasado, las miradas del futuro están fijas en el Pacífico, y Colombia tiene muy
descuidada la extensa costa que posee sobre ese mar.

Da tristeza lo desvinculadas que parecen todas las secciones de la Nación, de la idea de patria, cuando
cada una grita y clama por que el congreso apruebe vías que sólo favorecen parroquias o provincias,
olvidando las que favorecen a Colombia, social y comercialmente. Las costas occidentales merecen toda
atención. El Ferrocarril del Pacífico, el arreglo de Buenaventura y Tumaco, la construcción del cable a la bahía
de Solano, el levantar al Chocó a la altura que se merece, son obras primordiales para la vida de la nación.

Atraviesa el país un período difícil en sus problemas internaciones, dificultades agravadas últimamente
debido a sus mal definidas fronteras, a la enorme extensión de ellas y a la ambición de algunas naciones
vecinas, ambiciones alentadas por la decidia de nuestros gobiernos que han mantenido esas fronteras en
lamentable abandono.
Es Nariño el centinela avanzado de nuestras fronteras sureñas; por el Sur limita con el Ecuador y por el
Sureste con el Perú, las dos naciones con quienes estamos en relaciones tirantes por más de un motivo. Las
estadísticas deben tener notas de lo mucho que ha disminuido el comercio de importación de Nariño. Esto
sucede desde que se estableció la carretera entre Ipiales y Quito, vía, que ayudada por la mayor baratura de
los derechos de aduana de Guayaquil sobre los de Tumaco, hace que salga esa fuente de riqueza para otro
país.

El Ecuador, que sí sabe lo que le conviene, está dedicando toda su atención a terminar pronto el
ferrocarril que de Quito viene a nuestra frontera, y entonces sí, todo el comercio de Nariño será tributario del
Ecuador.

Por qué no se trabaja por unir a Pasto con el mar? No parece muy costosa una carretera que
comunicara pronto a la capital con un punto cualquiera de la bahía de Tumaco. Como Pasto está unida con
Barbacoas por una carretera, no quedaría sino un trecho muy corto por hacer, y por terreno muy plano. A la
vuelta de pocos años tendríamos un hermoso puerto, que no sólo afianzaría nuestro dominio sobre el
Pacífico, sino que volvería a Colombia esa renta que hoy se escapa al exterior. Y si, como dicen algunos, la
defensa de Tumaco es costosísima y tal vez inútil, se transplantaría la ciudad a la costa.

Y qué enorme riqueza se conociera entonces. En Barbacoas existe una mina que en sólo diez meses
dio una tonelada de oro en polvo. Y si el subsuelo es rico, las producciones vegetales no lo son menos. Y el
nefando oro negro, el petróleo, muchos estudios científicos han probado que los yacimientos en el Putumayo
son los más ricos de Colombia.

Pero mientras los de fuera vemos esto, el congreso –en sus últimas sesiones- está entretenido oyendo
los cargos mutuos que se hacen dos notable miembros sobre su respectiva actuación.

Si no fuera porque Colombia es la que sale perdiendo, curioso y divertido sería oír, corroborado por
ellos mismos, lo que hace mucho tiempo está en la conciencia de los colombianos; que todos los males
patrios nos vienen de nuestros dirigentes y que el móvil de casi todos ha sido desde mucho tiempo el “aurí
sacra fames”.
TRANSFORMACIÓN

En estos momentos el mundo sufre una transformación radical y duradera, que no ha tenido
precedentes y cuyas causas son múltiples. Una de las principales es el cambio que se va verificando en la
producción y en los transportes. Antes se producía en pequeño y casi siempre a mano, y para un reducido
círculo, pues los deficientes medios de transporte no permitían exportar lejos ningún artículo.

Hoy se produce con elementos poderosísimos, la clientela se extiende por el mundo entero, la ciencia
en sus progresos ayuda y cambia los métodos del trabajo. De aquí que hay que salir bien de la competencia
produciendo más, mejorando los productos y abasteciendo más pronto los mercados. Se acabó la vida
tranquila. Hoy reinan la innovación y la actividad. El mundo marcha por el progreso material y sólo el que
corra al par con las nuevas condiciones de vida será el que triunfe.

Naturalmente, este estado de cosas ha producido terrible bancarrota en cuestiones espirituales, y


pocos se inclinan a las disciplinas de la inteligencia, sobre todo en ciertos pueblos.

En las dos ciudades principales de Colombia, Bogotá y Medellín, se nota muy bien este fenómeno social.

Bogotá es la ciudad artista y señorial, que a los discreteos espirituales dedica su mayor tiempo y se
vive más la vida íntima del arte en sus distintas manifestaciones. Un bogotano que posee diez mil pesos los
hace producir como mil y con esa renta se da la gran vida sin preocuparse más del porvenir. En la capital
antioqueña sólo se vive para el negocio, sólo se habla de alza y baja del café, del modus operandi para hacer
dinero. Un antioqueño dueño de mil pesos los hace producir como diez mil y aún anhela más. Guardando la
debida proporción, Bogotá es París y Medellín, New York.

Aquí tenemos la idea de que en Bogotá no se trabaja. Se trabaja, y, dejando el trabajo, no vuelven a
preocuparse del negocio, y con entusiasmo raro pasan en diversiones la tarde y la noche. En estas tierras, el
antioqueño cuando abandona el trabajo, lo continúa en su casa, pues son muy pocas las tertulias,
maquinando tramas para hacerse a ganancias mayores, combinando negocios o lamentando la mala
situación.

Yo creo que Medellín se irá delante de Bogotá en el progreso material y tal vez más pronto de lo que
creemos, pero el centro de la espiritualidad y del arte, las manifestaciones hermosas del alma de un pueblo
no standarizado, serán siempre de la capital, siempre antigua y siempre nueva.

PATRIA

La hermosísima palabra patria en nuestra tierra va unida a todas las concupiscencias del gobierno y de
los que lo disputan. A ese nombre, la patria misma va a su ruina.

El patriotismo es el que hace que suban o bajen, callen o acometan los partidos; el patriotismo es el
que tiene de dirigentes a muchos momificados en el poder; por patriotismo se evita toda luz en asuntos
vitales, toda justicia. Por ese sentimiento un representante ordena a todos sus secuaces que saquen el puñal
para exterminar colombianos, y personalidades salientes se baten en duelo por patriotismo.

Ante semejantes alardes de patriotismo, el viejo concepto de la patria no puede subsistir, y no existe,
como puede verse en la fiesta de la Bandera del 12 de Octubre pasado.

Es necesario para que Colombia viva, para que tengamos nacionalidad, hogar independencia, concebir
la patria de otro modo, una patria que valga más de lo que cuesta.

La juventud intelectual no va por el camino de la política, gracias a Dios. Ella comprende la realidad del
día y siente por sí misma que el pueblo necesita cambiar los discursos de sus políticos por pan.

El relativo progreso de la industria y del comercio ha hecho surgir en toda su difícil y peligrosa amplitud
los problemas económicos. Los políticos se van quedando solos. Cada uno tiene su amigo y su clientela,
masas ninguno.
Los discursos de los congresistas, más que de apelaciones al país, revisten el carácter de una familia
de fieras. Hablan unos para que otros, y ellos mismos comentan, aplauden y se pelean, y el país sigue
tranquilo.

Para mover el patriotismo que algunos creen muerto hay que hablar a las almas en nuevo lenguaje.

No es el congreso inútil ni estéril; son los caciques, el egoísmo de los unos, la ignorancia de los otros.

La afirmación de Jaret es exacta para Colombia.

“Se dice que en materia de gobierno se han hecho todas las experiencias políticas posibles y eso no es
exacto. Falta por hacer una que es decisiva; la del gobierno por sí mismo. Hasta el presente, los partidos se
han apoderado de éste, y en adelante es preciso, sea él quien se sirva de los partidos”.

GEO-ECONOMÍA

Desde el principio de los tiempos buscó el hombre en la Naturaleza el medio de utilizar las energías que
ella en abundancia le ofrecía, y desde entonces se entabló esa lucha titánica en que el hombre ha tratado de
dominar a la Naturaleza y en que ella ha hecho del hombre su más humilde esclafo.

En esta lucha el hombre le ha robado sus secretos, ha domesticado sus rayos; desvía el lecho de sus
ríos, ciega sus pantanos, aplana sus colinas, da a sus desiertos la frescura de las flores, domina sus átomos
y pesa sus orbes; descubre sus caminos en los espacios siderales, descubre el éter y lo ha utilizado para sus
propios fines. Lee su historia en las rocas, convierte la telegrafía inalámbrica natural en un vehículo de
noticias y lleva sus mensajes por debajo de los mares, sobre las montañas y a través de los continentes. Aún
no ha logrado confirmar el ciclón ni utilizar los volcanes, pero ha enjaezado el Niágara y está amordazando
estrechamente las fauces de las enfermedades contagiosas, alargando así los días de su existencia.
Este desarrollo de actividad que procura al hombre el sostenimiento de sus energías vitales, es lo que
se llama economía.

Aunque desde el principio halló el hombre innúmeras energías vitales, la busca y aprovechamiento
científico y la racionalidad en su explotación, sólo llegaron a su apogeo entre los siglos XVIII y XIX como
consecuencia natural de una numerosa población, y la necesidad de satisfacer aspiraciones cada día más
elevadas.

Que Europa y EE.UU. haya sido el teatro de semejante transformación no debe sorprendernos si
recordamos que todo fenómeno social tiene sus bases en algún fenómeno geográfico. Ningún pueblo tan
bien situado como Europa. Multitud de mares que penetran muy adentro, la maravillosa distribución de sus
montañas, la multitud de ríos que desde el centro del continente relacionan sus países entre sí; su apacible
clima y su abundancia de minerales de fácil extracción, todo esto ha contribuido al gigantesco desarrollo de
Europa, que tiene como base para su progreso económico una perfecta capacidad técnica.

En América saltan a la vista las muchas ventajas que la América del Norte posee y de que carece la del
Sur. La masa más importante de sus tierras se halla en las altitudes medias. La bahía de Hudson, los grandes
lagos y el golfo de Méjico penetran profundamente el país, que está cruzado por grandes ríos. Las montañas,
aunque elevadas, se hallan lejos, hacia el Oeste, quedando llana la masa más importante de tierras, lo cual
facilita en gran manera las comunicaciones. La economía tiene como bases el producto y la energía. A medida
que el hombre se enseñoreaba de la tierra, iba buscando y encontraba en ella elementos energéticos cuya
eficacia suplía por millones su energía física, fuerzas que trabajando sin descanso ponían en movimiento
máquinas potentes. Empezó entonces el reinado del carbón, que ha sido el factor decisivo no sólo en lo
económico sino en lo político, en la técnica como en la cultura.

Durante mucho tiempo ha sido el amo negro bajo cuyo férreo yugo la humanidad ha derramado la
sangre de millaradas de hombres en guerras injustas y crueles; los capitales todos del mundo le han pagado
su tributo, y a él deben muchos países su altísima posición comercial y su enorme riqueza industrial.
Misterios de la Naturaleza? La última guerra hizo saltar a la palestra un rival poderoso del carbón, que ha
cambiado la faz política del mundo: el Petróleo.
Estos dos factores son los que han colocado a la cabeza del mundo actual a los dos países mejor
dotados para ello; Inglaterra ha debido su puesto de primera potencia al carbón, y Estados Unidos que le
disputa hoy ese puesto, al petróleo. Es el carbón de origen orgánico producido principalmente de las plantas
parecidas en formaciones pantanosas de todos los períodos geológicos, pero con preferencia en el
paleozoico y terciario. De allí su limitación a la zona templada y en general al hemisferio norte.

El poderío inglés en el carbón no es debido únicamente a sus yacimientos sino a la situación


maravillosamente favorable respecto a los puertos de embarque y a las plazas mercantiles. Estas condiciones
son las que han hecho tributarias de Inglaterra a casi todas las naciones del mundo.

Los yacimientos carboníferos de los Estados Unidos están situados al interior, excepción hecha de los
situados en los Apalaches occidentales, que tienen como centro a Pensilvania, en un trayecto de 1,200 k. m.,
cuenca a la que corresponde la mitad de la producción. Sólo en los tiempos posteriores a la guerra, con el
rápido incremento de la flota, el tránsito por el Canal de Panamá, pudo el carbón saxoamericano ser
exportado. Pero lo que el carbón le negó lo ha logrado en grande escala con el petróleo.

Es el petróleo substancia orgánica, procedente en la mayoría de los casos de la grasa de animales


marinos parecidos en las cercanías de las costas, y aunque su expansión geográfica no está sometida a
limitación en cuanto al clima, ha dado compensación a la zona tropical de su pobreza en carbón, dotándola
de manera espléndida, superproducción de que se han dado cuenta las dos grandes potencias Inglaterra y
Estados Unidos. Este último, aunque tiene magníficos yacimientos petrolíferos se ha dado cuenta de que sólo
dispone del 18% de las reservas mundiales, y por eso se han propuesto hacerse a la producción total en
América, pues sabe muy bien que el petróleo será el arma político-militar del porvenir. De allí la formación de
los grandes trust, especialmente la Stándar Oil Company, que no sólo domina la producción en los Estados
Unidos sino que controla la mayor parte de la producción de todo el continente americano. La Argentina es el
único país que hoy por hoy quiere conservar y nacionalizar su producción.

Inglaterra no tiene importancia y su suerte económica en América está ya echada, pero llegó tarde al
banquete. Pero en cambio todo el oriente le pertenece al país, y a sus trust, especialmente, a la Anglo-
Persian Oil Company, que controla todas las estaciones petrolíferas de Inglaterra en el Mediterráneo, en las
Indias y en el Extremo Oriente. ¿No se encontrará en esto una explicación para las zalemas que ha hecho
últimamente Inglaterra al Rey de Afgamsthon? Las existencias petrolíferas de Mesopotamia en Mosul, Hit y
Schuschter han sido el móvil de las expediciones de varias potencias europeas. En todas ellas triunfó
Inglaterra, que de este manera ha sabido mantener y asegurar su hegemonía, que tuvo por base el carbón,
en el continente antiguo y aguardar confiada la lucha económica y política que se desarrolla en torno a la
hegemonía del Océano Pacífico.

De perlas le vendría la colocación en Urabá y nada omitirá para que se celebre el contrato Yates-
Montalvo, siempre que Estados Unidos lo permitan.

LA HULLA BLANCA Y NUESTROS PRODUCTOS

En su lucha por la vida, y desde tiempos remotísimos, el hombre ha buscado y ha hallado en la


naturaleza, agentes energéticos que le han ayudado a ser el verdadero rey del mundo, y, al mismo tiempo, el
esclavo de la Naturaleza.

En artículos pasados hablámos del carbón y del petróleo, los verdaderos amos del mundo, hoy por hoy,
y que han sido los factores decisivos del engrandecimiento de dos pueblos. Inglaterra le debe su posición al
primero y Estados Unidos al segundo. Pero hay en la Economía mundial otros factores, otras fuerzas aun no
bastante explotadas y que serán en el futuro palancas poderosas de energía.

La primera fuerza natural es el agua, la “hulla blanca”, de cuya importancia se está hablando por
primera vez en nuestra tierra.

De día en día aumenta la competencia que la fuerza hidráulica hace al carbón, y aunque desde tiempos
remotos se ha utilizado en molinos, etc., hoy en día, por medios diversos, especialmente de presas, se
racionaliza la utilización, venciendo los obstáculos que le oponen el clima y las estaciones.
Europa está magníficamente dotada en materia de energía hidráulica, debido a su riqueza en montañas
y a su espléndida distribución; a su situación respecto al mar y a la libre entrada de los vientos del occidente,
portadores de lluvia. Esta energía, unida a las existencias carboníferas, harán que por mucho tiempo esta
parte del mundo vaya a la vanguardia en cultura técnica.

El país de Europa que actualmente va adelante en su entusiasmo por aprovechar su fuerza hidráulica,
es Italia, debido en parte a su pobreza en carbón, y por otra, al exceso de población, pues los mejores
países de emigración están cerrados a los italianos. Nada menos que 48 presas se construyeron en 1923, y
el entusiasmo continúa, aprovechando su abundante energía hidráulica, pues cuenta con los Alpes, los
Apeninos, e innumerables ríos y lagos.

Mal está Asia de fuerza hidráulica, y solamente el Japón ha dedicado un consciente aprovechamiento a
esta energía, pues su progresiva industrialización y la pobreza y carestía de carbón y de petróleo, lo han
obligado a hacerlo.

África es el Continente mejor dotado, por su configuración y por estar situada en los trópicos lluviosos.
Su porvenir económico, si no fuera por ésto, sería nulo, pues el carbón no existe casi en esta parte del
mundo.

Estados Unidos quedan por debajo de Europa en energía hidráulica. La gran llanura central, cerrada
por el oeste, y por donde corren ríos muy caudalosos, hacen que éstos sean de escasa pendiente e inútiles
para producir fuerza eléctrica de base hidráulica. En el oriente, existe la famosa cuenca entre los Apalaches,
el Golfo y la depresión del Atlántico. Allí están las famosas cataratas del Niágara, origen de una poderosa
industria que, cosa rara, no le ha restado belleza a la maravillosa catarata. No sucede lo mismo en las
cataratas de Anthony, en el Mississippí, afeadas al ser industrializadas.

Es el Brasil el más privilegiado de los países de la América del Sur, aunque en conjunto le ganan los
países que como el nuestro son andinos. Esta riqueza está inexplotada, y ni siquiera nos hemos dado cuenta
de su verdadera magnitud. Motivo de orgullo, y perdónesenos el regionalismo, es el ver que Antioquia va a
ser la primera que va a hacer uso de la hulla blanca en grande escala, con el magno proyecto del
aprovechamiento de la cascada de Guadalupe.

La hulla blanca suplantará al carbón y al petróleo y naturalmente cambiará la faz del mundo político,
pues será la fuerza que se aproveche para resolver el problema en que están interesadas las grandes
potencias; la transformación del combustible sólido en líquido, el carbón en petróleo.

El aprovechamiento de las aguas de Guadalupe determinará la industrialización progresiva de Antioquia


que tendrá como consecuencia el aumento rápido del número de habitantes, y la ley geográfico-económica
de la reciprocidad de los fenómenos demográficos, estadísticos y económicos, se cumple inexorablemente.

ECONOMÍA

En los primeros tiempos, cuando la economía doméstica bastaba a los pueblos para su propio
sostenimiento, no se daba cuenta el hombre de las relaciones económicas, ni delos muchos factores que
entran a formar la cultura técnica de un país. Hoy que estamos en la etapa más alta de las relaciones
económico-geo-políticas, tenemos obligación todos de ilustrarnos a ese respecto, pues en ello va envuelto el
porvenir de la patria.

Fuera de las dos grandes potencias anglosajonas, que están a vanguardia precisamente por su riqueza
en carbón y en petróleo, los demás países cuentan con pobres reservas. Francia, por ejemplo, muy pobre en
carbón y petróleo, ha vista caerse su importancia política exterior debido a esta deficiencia y lucha
denodadamente por llenar ese vacío. De allí la incautación de los carbones alemanes del Sarre y del Ruhr y el
exigir el pago de reparaciones en carbón. Ni esto ni el haber vuelto a ser dueña de los yacimientos
alsacianos, han remediado el mal. De allí que haya puesto todas sus esperanzas en los yacimientos polaco-
galitcios y rumanos, y en el desarrollo de su energía hidráulica.
Cuenta Francia –para el desarrollo de la “hulla blanca”- con la parte septentrional de los Alpes
franceses y los Alpes centrales y occidentales, en cuyas abundantes precipitaciones se han hecho ensayos
desde hace mucho tiempo há.

La guerra, con sus consiguientes trastornos en el Norte de Francia, hizo que en los Pirineos
septentrionales se desarrollara una floreciente industria hidroeléctrica que unida a las represas que
actualmente construye en el Ródano, Isere y Durance, hará que Francia pueda economizar parte de su
producción carbonífera.

Menguada es la producción petrolífera de Alemania; los yacimientos de Hanover, y tiene este artículo
una importación característica; en carbón, empero, es muy rica, y en él tendrá su base el renacimiento
industrial de este país. Aunque le fue incautada la rica región del Sarre, que según el tratado de Versalles,
todo el carbón que se extraiga de allí tiene que ser entregado a Francia durante quince años, le queda la rica
región del Rhur, los yacimientos de la alta Silesia.

Se está hablando ahora del trascendental invento del doctor Bergius, mediante el cual el lignito, que
actualmente posee una notable importancia económica, se convertirá en “Carbón líquido”. El 1° de
Septiembre de 1926 se formó un consorcio financiero con un capital de 1.000 millones de marcos oro, lo
que prueba la gran trascendencia de este invento, que será una de las muchas sorpresas que en el porvenir
dará Alemania al mundo.

Colombia apenas está entrando a figurar en el rol de las naciones civilizadas. Urge la formación de
hombres preparados en los actuales problemas económicos, para que inteligentemente guiada y con ayuda
del capital extranjero, explote sus riquezas naturales que son enormes, aunque otra cosa diga el doctor
Laureano Gómez.
LA LUZ DEL SOL

Uno de los agentes terapéuticos más importantes es la luz, y sobre todo la luz del sol. Si algún terrible
cataclismo sumiera al mundo en tinieblas, toda vida cesaría inmediatamente.

Nuestras mujeres, tan hacendosas y arregladas, cierran herméticamente las ventanas para que el viejo
sol no penetre en sus lujosas habitaciones haciendo estragos en cortinas y tapices. Oh! Si ellas supieran
cuánto mayor es el desastre y más costoso el privar a su familia de los beneficiosos rayos solares, y que al
cerrarle la entrada al sol se la abren a la tisis y a muchas otras enfermedades.

Los rayos del sol ejercen una acción química sobre los tejidos del cuerpo, vigorizándolos. Esto apenas
ha sido reconocido en estos últimos tiempos, y no hay ciudad civilizada en esos mundos que no cuente, en
hoteles y paseos, con sales de sol, donde los que buscan la salud puedan encontrar los efectos
regeneradores de la luz solar, sin los inconvenientes del tiempo.

Esta costumbre ha sido tomada de los romanos, los opulentos patricios que tenían sus baños de sol en
el techo de sus habitaciones.

El efecto de la luz solar no es únicamente termal. Sus rayos tienen funciones químicas y eléctricas.
Como decía recientemente un ilustre médico francés, es más que posible que la luz del sol produce
vibraciones y cambio de partículas en lo más profundo de los tejidos del cuerpo, tan efectivos como los de la
electricidad. Muchos saben por experiencia el alivio que proporciona a los incómodos dolores, neuralgias,
dolores en la cabeza, etc., etc. En la debilidad nerviosa y en el insomnio el tratamiento mejor es el de
descansar al sol.

Es más activo estimulante que el vino, la electricidad y el masaje, y estamos al borde de grandes
descubrimientos terapéuticos respecto a este poderoso agente.
Las mujeres, especialmente, debieran ser muy amigas del sol, que las rejuvenece y hermosea.
Presentar alternativamente las mejillas a la caricia del sol, es un gran procedimiento para que se cubran de
un bello color de rosa, garantizado contra el desteñimiento y sin tarifa.

Los animales no pierden oportunidad de calentarse al sol, y las plantas aman su luz y la buscan. Que
las madres se impongan el deber de dar a sus niños largos baños de sol, pues si ennegrecen su piel, les
dan, en cambio, salud y vida.

El “Hágase la luz” es hoy tan imperativo como el Fiat que resonó potente en el amanecer de la
creación.

GEOGRAFÍA

Es la Geografía uno de los estudios más importantes, pues es su objeto estudiar la distribución de los
fenómenos naturales en la superficie terrestre, y la acción mutua del hombre y del medio en que éste se
desarrolla. Así considerada, constituye el punto de enlace de todas las ciencias humanas.

La división de la Geografía en astronómica, física y política, tal como aún se enseña por estos
andurriales, ha sido rechazada por la ciencia, por errónea e incompleta. Los modernos geógrafos la dividen
en matemática, física, biológica, antropológica, económica y política.

En cuanto al método que se estila, qué desastre! Qué puede importar al espíritu moderno, investigador
e impregnado de un hondo sentimiento de lo humano, esa lista de ciudades, o de ríos, o de golfos? Lo que
se necesita saber es qué significan para el hombre esas cordilleras que nos detienen, esos mares que nos
atraen, esas tierras exóticas, esos ríos a cuyas orillas se han levantado enormes ciudades. Necesitamos
indagar las causas que mantienen a unos pueblos en la miseria y que levantan a otros hasta las cumbres de
la riqueza y el poderío. Hay que saber qué es lo que la vida de un pueblo debe al ambiente en que se ha
desarrollado; hay que conocer las relaciones que existen entre la actividad humana y los fenómenos de la
Geografía física.
El fin de la Geografía en la escuela primaria es el de suministrar profundos conocimientos del terruño y
de la patria e ideas claras de la significación de las señas cartográficas; conocimiento de la división física y
política de la superficie terrestre; entendimiento de las relaciones recíprocas y de la causalidad de los
fenómenos geográficos, entendimiento de la dependencia de la cultura y economía humanas, de las
condiciones físicas del ambiente, y entendimiento de las nociones fundamentales de la geografía matemática
y astronómica.

La enseñanza del terruño no es sólo punto de partida, sino también fin de la enseñanza, de modo que
todo lo enseñado se aplicará a conocer a fondo la situación y las condiciones particulares de la patria y las
posibilidades de su prosperidad. Una científica enseñanza de la geografía física dará base a la geografía
cultural y económica, pues hará conocer las influencias que ejercen las condiciones locales y naturales en el
hombre; cómo éste aprovecha aquí las riquezas de la naturaleza y allí lucha contra su pobreza y sus
energías; demostrar que en agricultura, producción y elaboración de las materias primas, en comercio y en
tráfico, en ciencias y artes, en la vida pública, en religión y en carácter, el hombre depende de la naturaleza y
a su vez procura dominarla.

Mientras no se modernice la enseñanza de la geografía, poniendo al frente de esa importante y


moderna ciencia maestros bien preparados, debe suprimirse y no aburrir al estudiante con ese acervo de
nombres y de listas que a nada conduce.

FE DE ERRATAS

Pág. 49: Suprímase la quinta línea.


Pág. 50, párrafo tercero, falta la segunda línea, que debe decir: “do por las damas de nuestra
sociedad, donde se dicten”.
Pág. 51, párrafo tercero, última línea, dice: “Los Averiades”, léase “Los Averiados”.
Pág. 57, párrafo tercero, inviértanse las líneas quinta y sexta.
Pág. 80, léanse las dos primeras líneas del segundo párrafo así: “Inglaterra no tiene importancia en
América y su suerte económica está ya echada, pues llegó”.

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