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Arthropoda

Los artrópodos (Arthropoda, del griego ἄρθρον, árthron, «articulación» y πούς, poús,
«pie») constituyen el filo más numeroso y diverso del reino animal (Animalia). El término
incluye animales invertebrados dotados de un esqueleto externo y apéndices articulados;
entre otros, insectos, arácnidos, crustáceos y miriápodos.

Hay más de 1 300 000 especies descritas,1 en su mayoría insectos (estimados entre 941.000
a un millón de especies),234 que representan al menos el 80% de todas las especies animales
conocidas.5 Son importantes miembros de ecosistemas marinos, de agua dulce, terrestres y
aéreos. Varios grupos de artrópodos están perfectamente adaptados a la vida en ambientes
secos, al igual que los vertebrados amniotas y a diferencia de todos los demás filos de
animales, que son acuáticos o requieren ambientes

Los artrópodos constituyen una de las grandes divisiones del reino animal, subdividida en
diversas clases, algunas de las cuales cuentan con gran número de géneros y especies. Se
los denomina de esta manera por estar provistos de patas articuladas. De hecho, todo el
cuerpo de los artrópodos está formado por varios segmentos unidos entre sí por medio de
articulaciones.

A pesar de su gran variedad y su disparidad, los artrópodos poseen en común características


morfológicas y fisiológicas fundamentales:

 Presencia de apéndices articulados que muestran una plasticidad evolutiva enorme y


que han dado lugar a las estructuras más diversas (patas, antenas, branquias,
pulmones, mandíbulas, quelíceros, etc).
 Presencia de un esqueleto externo o exoesqueleto quitinoso que mudan
periódicamente. Dado que diversos filos pseudocelomados también mudan la
cutícula, algunos autores relacionan los artrópodos con los nematodos y grupos
afines, en un clado llamado ecdisozoos.67

 El esqueleto externo tiene una desventaja y es que, para poder crecer, el animal debe
desprenderse de él. Lo hace en un proceso, controlado hormonalmente, de ecdisis o
muda. La hipodermis secreta enzimas que ablandan y digieren en parte la capa más
inferior de la cutícula (la endocutícula), provocando que el resto se desprenda.
Inmediatamente comienza la secreción de una cutícula nueva, primero la epicutícula
y luego, debajo de ella, la procutícula. Hasta que no se endurece esta nueva cubierta
el animal está relativamente indefenso, con menos posibilidad de escapar o
resistirse. Todo el proceso de la muda está controlado hormonalmente; la ecdisona u
"hormona de la muda" es la sustancia responsable de que estos cambios se
produzcan. Se llaman estadios o instares a las sucesivas fases de la existencia del
animal entre muda y muda. Este rasgo lo comparten los artrópodos con algunos
otros filos, como los nemátodos que también tienen una cutícula y mudan; hay una
teoría que los clasifica ahora juntos en un subreino Ecdysozoa.
 Apéndices
 Artículo principal: Apéndice (artrópodos)

 Para los apéndices el exoesqueleto aporta tubos huecos articulados, en cuyo interior
se sitúan los tejidos vivos y específicamente los músculos estriados que, adheridos a
ambos lados de las articulaciones, les proporcionan versatilidad y rapidez de
movimientos. Se llama artejos (voz que deriva del latín artículo, "articulado") a las
piezas articuladas que forman los apéndices.

 Existen dos tipos básicos de apéndices, los unirrámeos, formados por un solo eje,
propios de los artrópodos terrestres (arácnidos, miriápodos e insectos), y los
birrámeos formados por dos ejes y propios de los artrópodos acuáticos (trilobites y
crustáceos). No hay acuerdo sobre cuál fue el apéndice ancestral.

 En el curso de la evolución ha existido la tendencia a restringir los apéndices a


determinadas regiones del cuerpo y a especializarlos para funciones distintas. Los
apéndices de la cabeza están adaptados para la percepción sensorial, la defensa y
para manipular los alimentos; los del tórax sirven para andar y nadar; los
abdominales cumplen funciones respiratorias y reproductoras, como retener los
huevos o aferrarse a la pareja durante la cópula. Otros se han modificado de tal
modo que cuesta reconocerlos como tales (hileras de las arañas, peines de los
escorpiones)

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