Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Curso de Derecho Penal Tomo II - Eduardo Novoa Monreal
Curso de Derecho Penal Tomo II - Eduardo Novoa Monreal
MONREAL
CURSO DE
DERECHO
PENAL
CHILEÑO
TOMO 2
SEGUNDA EDICION
Reimpresión del texto original
Parte General
CORTE SUPREMA
4775
BIBLIOTECA
4 a PARTE
Variaciones de la
Responsabilidad Penal
pág. 1
5 a PARTE
La Reacción Social
pág. 313
6 a PARTE
Fin de la
Responsabilidad Penal.
Responsabilidad Civil
pág. 469
C U A R T A P A R T E
VARIACIONES DE LA
RESPONSABILIDAD PENAL
.CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
CAPITULO I
CIRCUNSTANCIAS MODIFICATORIA DE
RESPONSABILIDAD PENAL. LAS CIRCUNSTANCIAS
ATENUANTES
357.- Generalidades
358.- Concepto
359.- Antecedentes históricos y de legislación comparada
360.- Clasificación de las circunstancias modificatorias
361- Generalidades
362.- Las eximentes incompletas
363.- El artículo 73 del Código Penal
364.- Necesidad del requisito básico
365.- Exceso en las justificantes
366.- La ebriedad como atenuante
367.- La excepción del artículo 71
368.- La edad como atenuante
369.- Las atenuantes emotivas o pasionales
370.- La regla general del N° 5
371.— La atenuante de provocación o amenaza inmediatamente
precedente
372.- La atenuante de vindicación próxima de ofensa grave
373.- La conducta anterior irreprochable
374.- La reparación con celo del mal causado
375.- La entrega voluntaria a la justicia
376.- La confesión espontánea
377.- El celo de la justicia
EDUARDO NOVOA MONREAL
SECCION PRIMERA
357.- Generalidades
Hasta este momento hemos conocido al delito en su estructura más
simple, como la conducta típica, antijurídica y culpable de un hom-
bre que realiza un hecho en el que se completan todas las exigencias
del tipo, sin ningún accidente accesorio.
En la vida real, sin embargo, los hechos no se presentan general-
mente con esa simplicidad. Multitud de variaciones pueden darse
en razón de formas diversas que puede presentar la conducta, bien
sea porque concurran en ella o en el sujeto accidentes no considerados
especialmente en el tipo y que influyan en la responsabilidad penal,
bien sea porque la conducta típica no quede completa, bien sea por-
que el sujeto activo que se t r a t a de juzgar haya tenido en ella una
intervención diversa de la de su ejecución material directa, bien sea,
en fin, porque no sea ella el único hecho por el cual se origine respon-
sabilidad penal a su agente. De todos estos motivos de variación
de la responsabilidad penal nos ocuparemos en esta C u a r t a Parte.
El presente capítulo está dedicado únicamente a los accidentes
accesorios que pueden ser considerados, en relación con una conduc-
ta delictuosa, como capaces de modificar la responsabilidad penal
que de ella proviene normalmente. A ellos les damos el nombre de
circunstancias modificatorias de la responsabilidad penal 1 .
358. Concepto
2) Maggiore llama a estas circunstancias solamente "circunstancias del delito"y las defi-
ne como "los elementos no constitutivos, sino simplemente accesorios del delito, que in-
fluyen en su gravedad, dejando intacta su esencia". Esta definición no es válida para la
ley chilena, porque en ella hay también circunstancias que no son propias del delito sino
del delincuente.
3) Las circunstancias de que se trata, surgen en la ley, según Jiménez de Asúa, por la des-
confianza de ésta en el arbitrio judicial como medio de individualizar la pena. Puede mi-
rárselos, entonces, como una salvaguardia de los derechos ciudadanos contra la posibili-
dad del abuso judicial.
3
EDUARDO NOVOA MONREAL
4
—CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
El sistema del antiguo régimen, que otorgaba a los jueces la facultad de regu-
lar a su arbitrio las penas, fue repudiado por el principio de legalidad de la sanción
penal que proclamara la Epoca de las Luces. Es así como el C. Penal Francés de
1791 estableció para los delitos penas fijas, que el tribunal había de aplicar en for-
ma matemática. Pero ya en el C. Penal de 1810 se reaccionó en Francia contra esa
rigidez, introduciendo para los delitos penas que fluctúan entre un mínimo y un
máximo. El sistema penal francés actual deja entregada la apreciación de las cir-
cunstancias que deben atenuar la pena de un delito al criterio del tribunal, el cual
no tiene la obligación de precisar cuáles son las circunstancias atenuantes que con-
sidera al mitigar la pena. En materia de agravantes, fuera de algunas especialmente
previstas en el código francés, también está permitido a los jueces admitir con el
carácter de tales a cualquier circunstancia que concurra en un hecho punible y que
en su concepto haga conveniente una sanción más severa dentro de los marcos
legales.
5
EDUARDO NOVOA MONREAL
para fijar las circunstancias que en el caso particular pueden modificar la respon-
sabilidad penal (numerus apertus)-, b) indicaciones genéricas que marcan un rum-
bo al tribunal acerca de las circunstancias que deben considerar para tal modifi-
cación, y c) señalamiento preciso y taxativo de las circunstancias modificatorias
(numerus clausus).
Es el último de éstos el que ha acogido el legislador chileno.
La tendencia legislativa moderna es la de establecer fórmulas amplias que
permitan a los jueces verificar si en el caso particular un hecho determinado debe
influir o no en la medida de la responsabilidad, concediendo especial relieve a los
motivos determinantes y a la personalidad del delincuente.
Por lo que se refiere a la sistemática penal en relación con estas causas modi-
ficatorias, se dibujan también en la legislación extranjera y en la doctrina dos ten-
dencias diversas. Mientras algunos tratan la materia después de fijadas las bases
de la responsabilidad penal, como circunstancias que modifican a ésta (Códigos
Penates de España y Chile y casi todos los comentaristas de ellos); otros la sitúan
en ta parte destinada a fijar la medida de la pena. Este último es el sistema de lo»
códigos alemán y argentino y a él ajusta sus explicaciones aún el tratadista es»
pañol Del Rosal.
6
—CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
SECCION SEGUNDA
3 6 1 . - Generalidades
7
E D U A R D O NOVOA MONREAL
8
—CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
9
EDUARDO NOVOA MONREAL
10
—CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
7) La tesis que busca apoyo en la constancia de la Comisión Redactora cuenta con varias
sentencias de la Corte Suprema: de 22 de mayo de 1935 (con voto disidente del Ministro
Sr. Peragallo) publicada en Gaceta, año 1935, primer semestre, pág. 269; de 9 de julio de
1945, publicada en Rev. C. P. tomo IX, pág. 35, y de 6 de agosto de 1945, publicada en
Rev. C. P. tomo IX, pág. 46. Varias sentencias de Cortes de Apelaciones y el fallo de la
Corte Suprema de 21 de agosto de 1959, publicado en Rev. D„ tomo LVI, secc. 4a, pág.
182, marcan la tendencia a que se alude en el texto.
11
EDUARDO NOVOA MONREAL
12
—CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
13
EDUARDO NOVOA MONREAL
10) Pueden mencionarse, entre otras, las siguientes sentencias de ¡a Corte Suprema: de
20 de octubre de 1939, publicada en Gaceta de ese año, 2o semestre pág. 391; de 27 de
diciembre de 1945, publicada en Gaceta de ese año, 2o semestre, pág. 190, y de 20 de
marzo de 1959, publicada en Rev. Derecho, tomo L VI, secc. 4« pág. 17.
11) En el fondo, la salvedad que es materia de este párrafo se origina en una defectuosa
redacción de los N°s. 4 y 7 del artículo 10, porque la agresión ilegitima y la existencia de
14
—CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
12) La legislación extranjera tiene soluciones muy variadas para el exceso en la defensa.
Algunos códigos no lo mencionan, otros, como el alemán (§53) lo declaran causa de in-
culpabilidad y otros conceden al juez la facultad de disminuir o eliminar la pena, según
los casos (articulo 33 del Código Suizo).
15
EDUARDO NOVOA MONREAL
16
—CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
Mucho más difícil es la solución jurídica para los casos de ebriedad plena que
tiene el carácter de culpable o de intencional. ¿Sería posible, en presencia de ella,
sostener que contándose con el requisito de privación total de razón y faltando
la exigencia de que ello ocurra por causa independiente de la voluntad (ver N.° 285),
correspondería aplicar el N . ° 1 del art. 11 del C. Penal? Estamos decididamente
por la negativa, porque en la segunda parte de la eximente del N.° 1 del art. 10 no
cabe distinguir entre privación de razón y causa independiente de la voluntad co-
mo cosas separables; el hecho es uno solo: privación total de razón que provenga
de causa independiente de la voluntad. Ese único hecho puede admitir división
en requisitos o grados desde un punto de vista moral o intelectual (por ello es que
hemos admitido atenuación en caso de ebriedad semiplena), pero no puede ser
seccionado en dos hechos diversos. De otro modo se llegaría al absurdo de consi-
derar también atenuante una ebriedad plena preordenada por concurrir el requisito
de la privación total de razón y faltar el o t r o . . . Este absurdo prueba que no es
posible concebir como separables los términos empleados por la ley; hay un solo
hecho, posible de ser graduado (mayor o menor privación de razón), pero que no
puede ser cortado en la materialidad de las palabras de la ley 1 *.
La jurisprudencia chilena, influida por las actas de la Comisión Redactora,
se ha resistido a conceder valor de atenuante a la ebriedad en caso alguno 14 .
Los proyectos siguen criterios diversos. El de 1938 reconoce valor como ate-
nuante a la embriaguez fortuita; el de 1946 niega aplicación a la eximente incom-
pleta en el caso del ebrio o intoxicado.
13) Fuenzdida piensa que la segunda parte del N° 1 del articulo 11 contiene dos requi-
sitos, con lo que llega a una conclusión que tenemos por equivocada en relación con ¡a
ebriedad, pues estima que cuando ella es plena y voluntaria, cabe declarar la atenuante
del N° 1.
14) Sentencias de 31 de agosto de 1915 (Gaceta 1915, pág. 1.030) y 8 de abril de 1932
(Gaceta de 1932, ler. semestre, pág. 168) ambas de la Corte Suprema; de 27de abril de
1950 de la Corte de Concepción (Gaceta de 1950, ler. semestre, pág. 423).
17
EDUARDO NOVOA MONREAL
Sea, pues, que falte la debida diligencia, sea que el mal causado
no reconozca su origen en un mero accidente, el hecho habrá de ser
juzgado conforme a la norma del art. 490 del C. Penal, que trata
de la penalidad aplicable a los cuasidelitos.
18
—CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
Una edad inferior a dieciocho años reduce la pena del joven impu-
table que cometió delito. Sabemos que, de los menores de edad, son
inimputables los menores de dieciséis (ver N.° 290) y los mayores de
dieciséis y menores de dieciocho a menos que conste que obraron con
discernimiento (ver N.° 291). El menor de dieciocho y mayor de
dieciséis que haya obrado con discernimiento es el favorecido por la
disposición del primer inciso del art. 72 del C. Penal (modificado
por Ley N.° 11.183), según el cual, a dicho menor, no exento de res-
ponsabilidad penal, se le debe imponer la pena inferior en grado al
mínimo de los señalados por la ley para el delito de que sea responsable.
Existe, pues, una atenuación calificada para los imputables
menores de dieciocho años, no obstante que la Ley N.° 11.183 haya
derogado el N.° 2 del art. 11 del C. Penal que se refería a la atenua-
ción por menor edad.
Esta atenuante es, en cierta forma, una especie de eximente
incompleta, porque favorece a quien ha alcanzado un mínimo des-
arrollo psíquico para que se le pueda considerar sujeto apto para
un juicio de reproche, sin haber logrado, no obstante, una madurez
plena (ver N.° 288). Carrara la justificó porque "sobre la j u v e n t u d
las pasiones vehementes ejercen una coacción psicológica más po-
tente".
La Ley N.° 4.447 modificó ambos preceptos, fijando en veinte años la edad
hasta la cual habría lugar a atenuación y disponiendo que la pena del mayor
de dieciséis y menor de veinte años respecto del cual se hubiere declarado su dis-
cernimiento, sería discrecional, pero siempre inferior en dos grados, por lo menos,
al mínimo de los señalados por la ley para el delito correspondiente.
n. Ya hemos expresado que la tendencia moderna respecto de los menores
que incurren en hechos delictuosos es someterlos a un tratamiento tutelar y edu-
19
EDUARDO NOVOA MONREAL
m. La edad senil ha sido considerada por algunos penalistas como una cir-
cunstancia que debería ser considerada para disminuir la responsabilidad del su-
jeto activo del delito. Es cierto que una edad avanzada se acompaña muchas veces
de un debilitamiento de los procesos psíquicos, especialmente en razón de dete-
rioros provocados por la arteriesclerosis cerebral. Hay merma de la inteligencia,
pérdida parcial de la memoria, menoscabo de la voluntad; y no es raro que se pre-
senten manifestaciones anormales en el campo sexual. Pero, por otra parte, se sostie-
ne que esas alteraciones seniles, cuando se presenten, pueden ser tenidas en cuenta
por la vía de una eximente incompleta (art. U N.° 1. del C. Penal) en relación con
la causa de exención del N . ° 1 del art. 10.
En lo que hay mayor acuerdo es que ciertas penas, excesivamente duras o
rigorosas, deben ser excluidas en la penalidad de los ancianos. Nuestra antigua
ley de 1883, sobre pena de azotes, hoy derogada, dispuso expresamente que ella
no se aplicaría a los mayores de cincuenta años.
El art. 12 N . ° 1 del Proyecto Chileno de 1946 considera circunstancia atenuan-
te de responsabilidad penal el hecho de ser el culpable mayor de setenta años; esta
misma circunstancia se había propuesto también a la Comisión Redactora del C.
Penal vigente, por uno de sus miembros, y fue desechada por no considerársela
suficientemente fundada (sesión 122).
20
—CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
Carrara, trata del Impetu de los afectos como coacción que se ejerce sobre la vo-
luntad, por la cual se precipita la determinación criminosa y se olvidan con mayor
facilidad los obstáculos de la ley prohibitiva. Distingue entre pasiones ciegas, que
son las excitadas por la representación de un mal, que actúan con vehemencia sobre
la voluntad, superando las resistencias de la razón, y las pasiones razonadoras, que
son las movidas por la representación de un bien y que aguzan los cálculos del ra-
ciocinio y dejan al hombre la plenitud del arbitrio. Pasiones ciegas son la ira, des-
pertada ante la representación del mal sufrido, y el temor, que nace de la repre-
sentación del mal que se va a sufrir; solamente ellas pueden tener eficacia de ami-
norar la imputación, puesto que quitan a las determinaciones del hombre la calma
y el tiempo necesarios para reflexionar, dejando a la voluntad desarmada de la razón.
El amor, la amistad y los celos tendrían el mismo efecto solamente en cuanto fue-
ran causa de ira o temor.
La psicología moderna no mantiene ni los conceptos ni la clasificación formu-
lada por el sumo Maestro de Pisa.
La emoción es un fenómeno afectivo caracterizado por una especial tonalidad
de sentir, provocado por percepciones, ideas o recuerdos, acompañado por alte-
raciones viscerales y somáticas y que se expresa en gestos, actitudes u otras expre-
siones motoras, a veces muy intensas.
La emoción viene a ser una respuesta total del organismo humano a ciertos
estímulos muy intensos que actúan sobre la esfera afectiva, y compromete al in-
dividuo en sus dimensiones psíquica y somática.
Dentro de la experiencia emocional es posible distinguir, según su calidad,
entre emociones agradables y desagradables; según su integración, entre emocio-
nes simples y complejas, y según su duración, entre emociones puramente episó-
dicas y emociones algo más duraderas. Por cierto que, según su intensidad, pueden
darse emociones de mayor o menor fuerza en una gama muy amplia.
Cuando la emoción adquiere gran intensidad, se mantiene en forma más o
menos duradera, se centra alrededor de un tema determinado y perturba al sujeto
en forma de impulsarlo con violencia a cierta actividad, se le da el nombre de pasión.
La pasión tiene, por consiguiente, las características de una emoción con tendencia
obsesiva y con impulsividad intensa.
Los juristas modernos no admiten que los efectos jurídicos de los trastornos
afectivos puedan ser preestablecidos conforme a nomenclaturas o clasificaciones
abstractas de tipo psicológico. Cuando se trata de determinar o graduar responsa-
bilidades penales siempre ha de examinarse en particular el cuadro psíquico del
sujeto determinado en el momento concreto de su conducta, porque muchas veces
serán las singularidades del caso las que podrán explicar un efecto jurídico de ate-
nuación de responsabilidad de un estado afectivo que en otro no lo habría tenido.
Esta clase de hechos psíquicos no tiene para el Derccho un valor en sí misma sino
que lo adquiere en relación con las circunstancias en que se presenta y los efectos
que en virtud de ellas produce en el agente.
El art. 62 del C. Penal de Italia señala como una de las atenuantes de respon-
sabilidad penal, el estado de ira determinado por la injusticia ajena, circunstancia
21
EDUARDO NOVOA MONREAL
que se presenta como comprensiva de los N.* 1 3 y 4 de nuestro art. 11, P « o que no
tiene la amplitud de su N.* 5.
Aun cuando con ello se altere el orden del art. 11 del C. Penal, ló-
gicamente corresponde estudiar primero la circunstancia 5.", que
tiene por atenuante "obrar por estímulos tan poderosos que natu-
ralmente hayan producido arrebato y obcecación", pues ella tiene
un carácter muy amplio, a tal punto que bien pudiera estimarse que
incluye también los casos previstos en las circunstancias 3. a y 4.»
El texto legal le confiere una naturaleza genérica indiscutible.
Siendo así, no debe extrañar que su aplicación sea subsidiaria a
las circunstancias específicas de dichos N . 0 , 3 y 4 del art. 11 y q u e si
un hecho cabe dentro de Jos términos de cualquiera de las tres cir-
22
—CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
16) Esto no significa negar en absoluto la posibilidad de admitir estímulos putativos, con
tal que existan apariencias que muevan el ánimo del agente como si correspondieran a
una real causa excitante de sus reacciones motoras. En este sentido, las apariencias cons-
tituirían el estimulo de la naturaleza que el texto explica. Debe recordarse que él articu-
lo 59 del C. Penal de Italia expresamente rechaza ¡a atenuación de responsabilidad penal
si el agente cree por error que existe la atenuante y que, respectivamente, da la misma re-
gla respecto de las agravantes.
23
EDUARDO NOVOA MONREAL
24
—CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
aplicar los arts. 73 y 11 N.° 1, según el caso, para disminuir la responsabilidad del
que delinquió. Pero habrá otros casos en que la extrema indigencia pueda obrar
propiamente como estímulo poderoso que naturalmente produzca arrebato y ob-
cecación. Es lo que ha ocurrido con madres desamparadas que, imposibilitadas
para alimentar a sus hijos y con la desesperación propia de quien escucha impotente
el llanto de hambre de éstos, los mata para luego atentar contra su propia vida;
la aplicación del N.° 5 que estudiamos, no puede ofrecer aquí duda alguna.
Un gran temor, capaz de perturbar el ánimo del afectado, aun cuando no le
resulte plenamente insuperable a sus condiciones psíquicas, deberá ser considerado,
con más propiedad, como eximente incompleta en virtud del N.° 1 del art. 11, en
relación con el N . ° 9 del art. 10 del C. Penal.
v. Uno de los problemas más debatidos por comentaristas y jurisprudencia
en relación con esta atenuante, es el de determinar si es necesaria la existencia de
móviles éticos en la alteración psíquica que presenta el agente. La cuestión se ha
promovido, concretamente, ante el caso del que da muerte a su concubina en el
arrebato que le sobreviene al sorprenderla en infidelidad, pues no han faltado opi-
niones que han negado la atenuación para él, por estimar que la causa del arrebato
y obcecación debe responder a móviles éticos. Pero sucede que el legislador no ci-
fra la atenuación en la naturaleza de los móviles que guían al sujeto activo ni en
su calidad ética, ni impone una valoración de ellos, sino que simplemente manda
que ante el hecho psíquico de un arrebato u obcecación, provocados naturalmente
por estímulos muy poderosos, sea reducida la responsabilidad del agente por haber
faltado en éste el control de sus actos de que se le supone capaz normalmente. Tan-
to da, pues, que la situación que constituye el estímulo sea o no-ajustada a las exi-
gencias morales o jurídicas, si ella tiene la aptitud como para turbar al sujeto de
tal manera, que sus reacciones motoras no sean libres y razonadas, sino que estén
impulsadas por un ímpetu emotivo desconectado de las inhibiciones normales 1 7 .
vi De ordinario la sorpresa es un factor que contribuye a hacer más fuerte
sobre el ánimo del sujeto, un estímulo turbatorio cualquiera. Cuando de manera
imprevista llega a conocerse un hecho que ha de despertar una reacción emocional
considerable, el impacto psíquico se recibe aumentado; en cambio, el que supone
o espera el suceso está ya con su ánimo prevenido y tiene mejores posibilidades
de dominar la emoción que él pueda causarle. Suprimida actualmente la eximente
del N.° 11 del art. 10 del C. Penal sobre homicidio o lesiones in rebus veneris, la
atenuante del N.° 5 del art. 11 soporta toda la benignidad que el legislador penal
25
EDUARDO NOVOA MONREAL
acuerda para esa figura (salvo casos excepcionales de pérdida transitoria de razón,
según se explicó en el N . ° 287); es en ella, justamente, donde la sorpresa tiene una
primordial importancia, ya que no cabe admitir arrebato ni ofuscación en el mando
que conocía de antiguo los deslices de su mujer.
vii. Maggiore afirma que la atenuante de ímpetu pasional no es aplicable a
los delitos permanentes, pues el estado de trastorno emocional es incompatible
con la persistencia del delito. Ha de considerarse con reservas este parecer. Bajo
un impulso pasional violento puede iniciarse la comisión de un delito permanente;
el que vuelta la calma anímica cese el sujeto activo en ta actividad delictuosa, no
eliminaría la responsabilidad por lo ya realizado, y a esta responsabilidad conven,
drá, manifiestamente, la atenuación.
26
—CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
27
EDUARDO NOVO A MONREAL
2S
—CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
Con el N.° 6 del art. 11 del C. Penal se inicia una serie de atenuantes
que consisten en hechos ajenos a la conducta delictuosa misma. Son
las que llevan los números 6 a 9 de la misma disposición. Algunos
de esos hechos constitutivos de atenuantes son anteriores al delito,
como es el caso de la que vamos a tratar en este párrafo. Otros le
son posteriores, como ocurre con los tres casos que siguen. Ninguna
de ellas se contenía en el Código Penal Español de 1848, y sus fuentes
son el Código Penal Austríaco de 1803 y el C. Penal Español de 1822.
La circunstancia del N.° 6 se presenta "si la conducta anterior
del delincuente ha sido.irreprochable".
Por conducta ha de entenderse aquí no la actitud corporal con-
creta de un hombre en un momento determinado, que fue el sentido
que dimos a la expresión en el Capítulo iv de la Tercera P a r t e de
esta obra (Tomo i), sino la manera permanente de comportarse o
de dirigir su vida que ha tenido el sujeto.
19) Pero al igual que ocurre con ¡a atenuante delN° 3 del articulo 11, en la del N° 4, no
se necesita una turbación del ánimo; ella alcanza también al que fríamente procede a ven-
garse, En otro sentido, esta atenuante es más limitada que la consignada en el N° 5 del
articulo 11, pues tiene indicadas determinadamente las personas sobre quien debe re-
caer el agravio que constituye el estimulo del sujeto activo, cosa que no sucede en el N° 5.
20) Sentencias de la Corte Suprema de 4 de julio de 1912 (Gaceta de 1912 ler. semestre,
pág. 1.169), de 14 de enero de 1918 (Gaceta de 1918, pág. 143), de 22 de mayo de 1918
29
EDUARDO NOVOA MONREAL
ley exige que sobre ella no recaiga mácula alguna. Por ello es que no
podría invocarla el que acostumbra a embriagarse y ni siquiera el
que estaba voluntariamente ebrio al cometer el delito 51 . Son también
incompatibles con ella el estado de concubinato o las relaciones adul-
t e r a s " y cierta clase de actividades moralmente desdorosas, como
la de regir una casa de tolerancia 18 .
Aun cuando la jurisprudencia no ha insistido en ello, nos parece
indudable que en la apreciación de la irreprochabilidad de la con-
ducta deben considerarse factores como el ambiente en que vive el
individuo y su grado cultural. No se puede exigir lo mismo al indi-
viduo culto que actúa en medios socialmente favorables, que al que
está sumido en la miseria y no ha logrado una educación mínima;
por ello es que ciertas actitudes de éste que menoscabarían el con-
cepto sobre la calidad de la conducta si se advirtieran en aquél, de-
ben ser apreciadas con mayor indulgencia.
La ley exige una conducta irreprochable que sea anterior al
delito, sin fijar u n a duración mínima o un plazo determinado en el
cual ella se haya presentado. Por consiguiente, la conducta irrepro-
chable debe haber existido durante toda la vida anterior del sujeto
activo* 4 . La jurisprudencia, salvo un caso excepcional corregido pron-
21) Sentencias de la Corte Suprema de 12 de enero de 1912 (Gaceta 1912, ler. semestre,
pág. 7), de 31 de agosto de 1915 (Gaceta de 1915, pág. 1.030), de8 de octubre de 1917
(Gaceta de 1917, 2o semestre, pág, 564), de 5 de diciembre de 1917 (Gaceta de 1917,
2o semestre, pág. 617) y de 11 de septiembre de 1922 (Gaceta de 1922, 2o semestre,
pág. 491).
23) Sentencia de la Corte de Talca de 14 de agosto de 1915 (Gaceta de 1915, pág: 1.210).
24) Por esta razón, se ha estimado insuficiente prueba de la atenuante, la que proviene de
testigos que han conocido al delincuente solamente una pequeña parte de su vida. Ver
sentencias de la Corte de La Serena de 29 de agosto de 1945 (Rev. C. P. tomo IX, pág.
73) y 17 de noviembre de 1945 (Repertorio de Fuenzalida, M> 58 del articulo 11 N° 6).
30
—CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
25) Fallo del Ministro señor Oro Solazar de 25 de abril de 1945 (Gaceta de 1946, ler. se-
mestre, pág. 251, considerandos 33 y 34).
31
EDUARDO NOVOA MONREAL
32
—CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
33
EDUARDO NOVOA MONREAL
i. Este N . ° 7 del art. 11 fue transcrito literalmente de N . ° 7 del art. 39 del antiguo
Código Penal de Austria. El Código Español de 1848 no contenía disposición al-
guna semejante, pero con posterioridad se le agregó una (actual N.° 9 del art. 9)
que considera una atenuante para el que repara o disminuye los efectos del delito
o da satisfacción al ofendido, siempre que lo haga "por impulsos de arrepentimiento
espontáneo" y "antes de conocer la apertura del procedimiento judicial". También
el art. 62 del C. Penal de Italia exige que la reparación o el esfuerzo para reparar,
se produzcan antes del juicio.
i i . La atenuante que nos ocupa está vinculada a varios otros preceptos del C.
Penal.
El art. 69 dispone que dentro de los límites de cada grado el tribunal determi-
nará la cuantía de la pena, aparte de la consideración de las atenuantes y agravantes
que concurran, según la mayor o menor extensión del mal producido por el delito.
Indudablemente lo que la ley manda tomar en cuenta en dicho art. 69 es la exten-
sión objetiva del mal, porque si ese mal se ha reducido gracias a los esfuerzos pos-
teriores del mismo delincuente, lo que cabe es considerar la concurrencia de la ate-
nuante del N . ° 7 del art. 11.
En el inciso final del art. 456 bis, agregado al C. Penal por la Ley N.» 11.625,
se contiene una disposición aclaratoria del N.° 7 del art. 11, innecesaria porque el
texto es suficientemente claro, en la que se expresa que en los delitos de hurto y
robo no constituye la atenuante la mera restitución a la víctima de las especies
34
—CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
35
EDUARDO NOVOA MONREAL
36
—CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
Esta atenuante fue tomada del art. 39 N . ° 8 del C. Penal austríaco y la circunstan-
cia 6.» del art. 107 del C. Penal Español de 1822. El C. Penal Español de 1848 no
la contenia, pero, posteriormente se incluyó en el N . ° 9 de su art. 9 la confesión de
la infracción a la autoridad, siempre que ella fuera antes de conocer la apertura del
procedimiento judicial y por impulso de arrepentimiento espontáneo.
La expresión "se ha denunciado", (sich selbst angegeben) ha dado origen a hon-
das vacilaciones en la jurisprudencia. Como en su sentido natural "denunciar"
significa dar aviso o noticia de algo, especialmente de un mal o de un delito y como
el art. 82 del C. de Procedimiento Penal explica que denunciar un delito es poner
en conocimiento de la justicia o de sus agentes el hecho que lo constituye y, por lo
regular, el nombre del delincuente o los datos que lo identifiquen para informar al
tribunal a fin de que proceda a la instrucción del respectivo proceso, algunas sen-
tencias han creído que solamente puede acogerse la atenuante cuando todavía no se
ha iniciado proceso y el delincuente da al tribunal la primera noticia de lo ocurrido 41 .
Con esta interpretación, las circunstancias de existir ya juicio criminal, de conocerse
o sospecharse el nombre del delincuente por denuncia de otro o de existir en su con-
tra orden de detención pendiente, excluirían totalmente la aplicación del art. 11
N.° 8.
No es ésa la interpretación correcta. Denunciar no está empleado por la ley
en su sentido corriente ni tampoco en el jurídico. Más aún, no vacilaríamos en ca-
lificar a ese término como una expresión oscura de la ley, que debe ser entendida
conforme a su intención o espíritu. En efecto, si denunciarse significara aquí dar
noticia al tribunal del delito que se ha cometido, sería necesario que la noticia se
diera por el delincuente señalándose él mismo como responsable de él, puesto que
la ley le pide que se denuncie; con ello estaría de más la exigencia copulativa de la
confesión del delito, implicada ya en esa autodelación. Además, ordinariamente
no se explicaría que la ley requiriera que pudiera eludir la acción de la justicia un
sujeto que era completamente ignorado por ésta, que aun no se había puesto en
movimiento. Sentencias más recientes encaminan en este sentido la aplicación de
37
EDUARDO NOVOA MONREAL
3 7 6 . - La confesión espontánea
"Si del proceso no resulta contra el reo otro antecedente que su es-
pontánea confesión", surge en su favor la circunstancia atenuante
de responsabilidad prevista como la novena del art. 11 del C. Penal.
Con ello la ley considera, otra vez más, un hecho posterior al delito
como apto para disminuir la responsabilidad penal.
El legislador ha querido mostrarse indulgente con el individuo
que habría eludido la sanción penal que le correspondía de no haber
confesado voluntariamente. El propósito manifestado con esa con-
fesión, de someterse a la aplicación de la ley punitiva, es lo que de-
cide el tratamiento más favorable; pero ello no significa desconocer
la finalidad utilitaria que el precepto también trasluce: fomentar la
confesión dentro de procesos que a falta de ella terminarían sin la
condena que corresponde.
42) Sentencias de la Corte de Santiago de 12 de agosto de 1951 (R. D., tomo 48, secc.
40, pág. 235) y de 27de abril de 1953 (R. D., tomo 50, secc. 4a, pág. 196).
44) Sentencia de la Corte Suprema de 13 de abril de 1939, publicada en Gaceta del mis-
mo año, ler. semestre, pág. 290 y de la Corte de Oiillán, de 30 de marzo de 1942, pu-
blicada en Gaceta del mismo año, ler. semestre, pág. 297.
38
—CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
45) Por eso no permitirán la atenuación las confesiones que sean resultado de un careo
en que el sujeto se vio psicológicamente forzado a reconocer el delito o que se presten
cuando el delincuente sabe que pronto la justicia va a poderlo convencer de responsabili-
dad.
46) En cambio, el Proyecto chileno de 1946 estimó que si no había otros medios de
prueba suficientes para probar su participación en el hecho, la confesión debía tenerse
como circunstancia atenuante (articulo 12 N° 7 del Proyecto).
39
EDUARDO NOVO A MONREAL
40
—CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
3 7 7 . - El celo de la justicia
51) Articulo 9 N° 7 del actual C. Penal Español de 1944 declara atenuante obrar por
motivos morales, altruistas o patrióticos de notoria importancia. El artículo 62 N° 1 del
C. Penal de Italia estima tal el haber obrado por motivos de particular valor moral o so-
cial, en disposición que han adoptado los códigos de Uruguay (artículo 46 N° 10) y de
Brasil (articulo 48, IV letra a).
41
EDUARDO NOVOA MONREAL
53) Alejandro Fuenzalida, Raimundo del Rio y Alfredo Etcheberry. La Comisión Redac-
tora introdujo la atenuante en su sesión 122 para beneficiar a los que, arrastrados por un
celo exagerado, incurran en delito, 'proponiéndose no obstante el mejor servicio de un
puesto público". La atenuante, como está concebida, es original del Código chileno.
42
—CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
CAPITULO II
CIRCUNSTANCIAS MODIFICATORIAS DE
RESPONSABILIDAD PENAL. LAS CIRCUNSTANCIAS
AGRAVANTES
3 7 8 . - Generalidades
379.— La alevosía
3 8 0 . - Concepto de delitos contra las personas
3 8 1 . - Delito por precio, recompensa o promesa
3 8 2 . - Los medios catastróficos
383.— El ensañamiento
384.— La premeditación
385.— La astucia, el fraude o el disfraz
386.— Abuso de la superioridad
387.— Abuso de confianza
3 8 8 . - Prevalencia del carácter público
3 8 9 . - Agregar la ignominia
390.— Con ocasión de calamidad
3 9 1 . - El auxilio de otros
392.- Nocturnidad o despoblado
393.— El desprecio de la autoridad pública
394.— Delinquir en lugar destinado a un culto
3 9 5 . - El desprecio de la calidad del ofendido o de su morada
396.- El escalamiento
3 7 8 . - Generalidades
43
E D U A R D O NOVOA MONREAL
44
—CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
3 7 9 . - La alevosía
45
EDUARDO NOVOA MONREAL
Carrara, tratando del homicidio, anotó un aumento de la cantidad política del de-
lito (dependiente de su daño mediato, esto es, de la medida en que ofende el sen-
2) Explica Carrara que puede haber alevosía en un delito no premeditado, por recurrirse
a la insidia por una instantánea resolución y sin intervalo de tiempo entre la deliberación
v la acción, como puede ocurrir también que desde tiempo atrás se haya premeditado
una agresión y que se la haya ejecutado después cara a cara; pero ¡o corriente será que
ambas vayan acompañadas. En todo caso, juzga él más grave la insidia que la premedita-
ción. La Corte Suprema de Chile, en sentencia de-23 de julio de 1958, publicada en R. D.
tomo 55, secc. 4a, pág. 133, establece que el concepto de alevosía no requiere de pre-
meditación.
46
—CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
3) El articulo 576 está contenido entre las disposiciones relativas a los delitos contraía
vida humana, en su parte general, el código italiano solamente señala la agravante general
de aprovecharse de circunstancias de tiempo, lugar y persona que impidan la defensa pú-
blica o privada (articulo 61 N° 5).
4) En el ejemplo que pone Irureta Goyena de un miliciano revolucionario que con repug-
nancia se ve obligado a obedecer la orden del caudillejo que le ordena matar al prisionero
atado, no puede considerarse en contra del ejecutor directóla agravante de alevosía, por-
que aún cuando concurre el hecho material que la constituye, falta la voluntad de valerse
de él por parte del delincuente.
47
1 DUAKDO NOVOA MONREAL
48
—CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
6) Asi opinan Fuenzaliday Labatut. Varias sentencias de la Corte Suprema hacen aplica-
bles las agravantes especiales de los delitos contra las personas al delito de robo con ho-
micidio: sin embargo, no se sostiene en ellas que el concepto de delitos contra las perso-
nas sea amplio y abarque también algunos delitos extraños al Titulo VIII del Libro II, si-
no que se apoyan en que el robo con homicidio es un hecho complejo o mixto, que parti-
cipa tanto de los caracteres propios de los delitos contra la propiedad como de los delitos
contra las personas. Ver sentencias de 6 de agosto de 1945, publicada en R. C. P., tomo
49
EDUARDO NOVOA MONREAL
(Continuación nota 6)
IX, pág. 46; de 27 de mayo y de 23 de julio de 1932, publicadas en R. D. tomo XLJX,
secc. 4a, pág. 135 y 194.
7) En la sesión 9a, la Comisión Redactora consignó que promesa tiene el sentido de mó-
va o aliciente capaz de mover la voluntad, definición excesivamente amplia que incluiría
también el precio y la recompensa, desde que no se caracteriza la promesa por lo que es
característico de ella, que es un bien ofrecido para el futuro.
50
—CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
8) Ver jurisprudencia española en Rodríguez Navarro, tomo /, págs. 1.448 y 1.449. Via-
da. Groizard y Ferrer Sama participan de este criterio. Pacheco no aclara bien su pensa-
miento en este punto. Soler, refiriéndose al homicidio mercenario, también estima que el
delito se califica para instigador y sicario.
9) El texto aprobado por la Comisión Redactora para la agravante fue con la palabra
"mediando". No hay explicación ni constancia en actas de su sustitución por "mediante"
que aparece en el texto aprobado legislativamente.
51
EDUARDO NOVOA MONREAL
52
— C U R S O DE DERECHO PENAL CHILENO
En el N.* 1 del art. 391 del C. Penal se califica el homicidio cometido por me-
dio de veneno. Sin embargo, la agravante del N.* 3 en estudio en la parte en que se
refiere al veneno no se identifica con la calificante. Porque la disposición del art.
391 se refiere al veneno que se usa para dar muerte a una o más personas determi-
nadas; en cambio, la agravante tiene por objeto aumentar la responsabilidad del
que para cometer un delito se vale de un medio apto para causar males mucho ma-
yores que el delito que se quiere. Tal sería, por ejemplo, el caso del que para matar
a una persona, echara veneno en el utensilio de cocina en que se tiene lista la co-
mida para toda la familia. Si el medio usado es alguno de los que se especifican en
los art. 316 y 317 N . a 2 del C. Penal (en relación con la regla del art. 319), no po-
dría considerarse la agravante, en razón de la regla del art. 63.
53
EDUARDO NOVO A M O N R E A L —
3 8 3 . - El ensañamiento
54
—CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
3 8 4 . - La premeditación
55
EDUARDO NOVOA MONREAL
El art. 297 del C. Penal Francés definió la premeditación (al tratar del homicidio)
como "el designio formado antes de la acción, de atentar contra la persona de un
determinado individuo, o contra la de cualquiera que se halle o encuentre, aun
cuando este designio dependa de alguna circunstancia o condición". Garraud cri-
tica acertadamente esta definición por estimar que si bien en ella se hace mención
de una resolución criminal que ha precedido a la acción, se omite absolutamente
la exigencia de que el agente haya reflexionado o meditado su proyecto, lo que es
inherente al concepto de premeditación.
F.1 art. 211 del C. Penal Alemán señalaba la deliberación (Ueberlegung) como
circunstancia que transformaba el homicidio en asesinato (Mord). El empleo de
la palabra Ueberlegung, que es ambigua en su significado y que no tiene la preci-
sión de Vorbedacht (premeditación), tuvo como consecuencia que en la doctrina
alemana cundiera la opinión de que había asesinato cuando el sujeto activo deli-
beraba por un espacio de tiempo si cometería o no el crimen, esto es, cuando se
detenía a ponderar Jos motivos de acción y de inhibición 10 . La supresión de la Ue.
berlegung como calificante del homicidio, para sustituirla por los motivos innobles,
según ley de 4 de septiembre de 1941, ha eliminado la cuestión en la doctrina ger-
mana.
Carmignani dio en Italia su famosa fórmula, a la cual adhirió Carrara, confor-
me a la cual la premeditación importa occidendi propoñttim frígido pacatoque animo
¡usceptum moram hab:ns atque occasionem quaerens, ut crimen veluti exoptatum
Jinem perficiat (el propósito de matar formado con ánimo frío y calmado, buscando
y esperando la ocasión, para que el crimen logre el fin que se desea). Con tan sólido
respaldo, adquirió gran prestigio en la península la tesis que señala como nota esen-
cial de la premeditación el ánimo frío, tranquilo y sereno con que el delincuente
56
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
12) Manuel Rodrigue: Navarro. "Doctrina Penal del Tribunal Supremo ", tomo I, págs.
1.461 y siguientes.
57
EDUARDO NOVOA MONREAL
13) Corte Suprema, sentencia de 7de septiembre de 1946, publicada en Rev. C. P., tomo
IX, pág. 332, y sentencia de 5 de noviembre de 1963, publicada en R. D„ tomo LX,
secc. 4a, pág. 482 (considerando 12).
14) Corte Suprema, sentencia de 30 de junio de 1952, publicada en R. D., tomo XLIX,
secc. 4a, pág. 178.
15) Corte Suprema, sentencia de 8 de julio de 1953, publicada en R. D., tomo L, secc. 4a,
pág. 89.
58
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
Los prácticos venecianos exigían que entre la determinación del crimen y su eje-
cución hubiera transcurrido una noche. Una bula del Papa Clemente vu fijó un
límite mínimo de seis horas que debían transcurrir entre el propósito criminal y la
ejecución, para que pudiera imputarse premeditación, lo que fue interpretado por
algunos como que en ese plazo se entendía calmada la ira que provenía de una in-
juria causada al cuerpo, mas no el enojo de las injurias al honor que duraba más.
F.1 antiguo Código Penal del Brasil exigía que entre el proyecto y la acción
hubieran transcurrido más de 24 horas.
La doctrina penal examina el caso de la llamada premeditación condicional
(al que se refiere el art. 297 del C. Penal Francés) y que consiste en que el sujeto
activo se forme resolución anticipada, firme y reflexiva de cometer el delito si se
produce un evento futuro e incierto que podrá ser tanto una actitud de la víctima
como un suceso extraño. Hay quienes sostienen que en este caso no se da premedi-
tación, porque el sujeto activo está indeciso hasta que se produce el evento del cual
hace depender su actuación, pero prevalece la idea contraria.
Carrara distingue varias situaciones diversas: a) si lo incierto es solamente
la forma y la oportunidad de cometer el delito, no podría negarse la existencia de
la premeditación, porque allí la determinación de delinquir es cierta y lo incierto
16) En la jurisprudencia del Tribunal Supremo de España se encuentran casos en los que
se extremó la reducción de intervalo de tiempo, conformándose con dos horas (3 de no-
viembre de 1871), con una hora (18 de abril de 1904) o el tiempo preciso para recorrer
tres cuartos de legua (10 de septiembre de 1882).
59
EDUARDO NOVOA MONREAL
60
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
17) Sin embargo, Carrara cifra la razón de ser de la agravante en la disminución de la po-
tencia de la defensa privada y en el aumen to del daño mediato del delito.
18) Corte de Santiago, 6 de mayo de 1944, fallo publicado en R. C.P., tomo VII.pág.364.
61
EDUARDO NOVOA MONREAL
62
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
63
EDUARDO NOVOA MONREAL
3 8 6 . - Abuso de la superioridad
64
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
19) Sentencias de 26 de enero de 1927 de la Corte de Talca (Gaceta de 1927, ler. semes-
tre, pág. 445), de 30 de junio de 1952 de la Corte Suprema (Rev. D. tomo XLIX secc'.
4a, pág. 178, considerando 22) y de 5 de septiembre de 1962 de la Corte de Temuco
(Rev. D. tomo LIX, secc. 4a, pág. 172).
20) Sentencia de la Corte Suprema publicada en Gaceta de 1887, tomo II, pág, 2.185,
sent. 3.201.
65
EDUARDO NOVOA MONREAL
Por aplicación del art. 63 del C. Penal (ver N.° 414), esta agra-
vante tiene el efecto de aumentar la pena en todos aquellos delitos
en que el abuso de superioridad de fuerzas es inherente a ellos; por
ejemplo, violación, rapto de fuerza, etc.
3 8 7 . - Abuso de confianza
23) Sentencia de la Corte Suprema publicada en Gaceta de 1878, tomo I, pág. 618, sent.
1.535.
66
CURSO DE D E R E C H O PENAL CHILENO
3 8 9 . - Agregar la ignominia
67
EDUARDO NOVOA MONREAL
24) Sentencia de 4 de agosto de 1922 publicada en Gaceta del mismo año, 2o semestre,
pag. 1.226.
68
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
3 9 1 . - El auxilio de otros
69
EDUARDO NOVOA MONREAL
70
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
71
EDUARDO NOVOA MONREAL
lugar que ella toca no significa una mayor facilidad o un menor ries-
go para el delincuente o una desventaja para el ofendido ni mayor
alarma pública. N a d a importa, por ejemplo, que una falsificación
documentaría se realice de noche, y es casi preferible que una im-
putación calumniosa se haga en despoblado, pues con ello se afec-
tará menos la fama del sujeto pasivo. Por esta razón la ley deja en-
tregado al juez respectivo el atribuir o no, según la naturaleza y
accidentes del delito, carácter de agravante a la circunstancia pre-
vista en el N.° 12 en estudio. Y es el criterio del tribunal el que en
definitiva resolverá, tomando en cuenta las características propias
del delito incriminado o las condiciones particulares en que él se
llevó a cabo, si las circunstancias designadas en el N.° 12 de que se
trata deben ser estimadas o no como agravantes de responsabilidad".
Además, para que la circunstancia en estudio opere como agra-
vante, será necesario que el delincuente haya procurado aprove-
charla para la comisión de su delito (Corte de Santiago, 10 de
abril de 1961, Rev. D., tomo 58, sec. 4.*, pág. 58).
Sobre los fundamentos de esta agravación y oportunidad en que
debe ser considerada, pueden consultarse las sentencias de la Corte
Suprema de 23 de junio de 1927 (publicada en Gaceta del mismo año,
primer semestre, pág. 311) y de la Corte de Apelaciones de Santiago
de 14 de diciembre de 1928 (publicada en Gaceta de dicho año, se-
gundo semestre, pág. 824). La Corte de Apelaciones de Santiago
ha resuelto que se toma en cuenta la agravante cuando de noche se
disparan balazos contra un tren en marcha, causando lesiones a dos
pasajeros (sentencia de 5 de abril de 1915, publicada en Gaceta del
mismo año, pág. 295).
26) En la sesión 124 de la Comisión Redactora del C. Penal el señor Fabres pidió que la
circunstancia del N° 12 se considerara como atenuante o como agravante, según los ca-
sos, y que se la situara dentro del párrafo V, correspondiente a las circunstancias mixtas.
La Comisión no aceptó la idea, porque si bien hay casos en que la circunstancia no debe
agravar la responsabilidad, nunca producirá el efecto de atenuarla. Debe agregarse que el
72
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
73
EDUARDO NOVOA MONREAL
(Título vi, párrafo 1.° del Libro n del C. Penal y art. 6 de la Ley
N.» 12.927 sobre Seguridad Interior).
La segunda parte del N.° 13 requiere que el delito sea cometido
en el lugar en que la autoridad pública se halla ejerciendo sus fun-
ciones. Es indispensable, pues, la presencia física de la o las personas
investidas de autoridad, sea que se halle en el lugar destinado nor-
malmente al ejercicio de sus funciones o que accidentalmente se en-
cuentre ejerciéndolas allí.
Las agravantes de los N . 0 ' 14, 15 y 16 del art. 12 del C. Penal serán
estudiadas en el capítulo próximo. Por ello pasamos ahora a exa-
minar la que lleva el N.° 17, conforme a la cual agrava la responsa-
bilidad penal el "cometer el delito en lugar destinado al ejercicio de
un culto permitido en la República'\
Como la Constitución Política asegura el ejercicio libre de todos
los cultos que no se opongan a la moral, a las buenas costumbres o
al orden público, los templos pertenecientes a cualquier confesión
religiosa no opuesta a esos principios quedan comprendidos en la
disposición. También se incluyen en ella otros lugares, aun de carác-
ter privado, que están destinados al ejercicio de un culto, como son
los oratorios.
El fundamento de la agravación ha de encontrarse en la irre-
verencia del que comete delito en un lugar destinado al culto divino".
Es agravante, según el N.° 18 del art. 12, "ejecutar el hecho con ofen-
sa o desprecio del respeto que por la dignidad, autoridad, edad o
28) La agravante del N° 17 tiene una nutrida historia. Primeramente se quiso aplicarla
solamente a los lugares de culto cristiano (sesión 9 de la Comisión Redactora). Después
se la quiso reducir a los lugares en que había culto público (en esa época, solamente las
iglesias católicas), pero la Comisión no aceptó la limitación (sesiones 124 y 125). Tampo-
co se aceptó restringir su aplicación a los lugares destinados "exclusivamente" al culto
cristiano (sesión 126), por haber muchas iglesias cristianas en que se celebran también
otros actos que no forman parte directa del culto. Fue en la Cámara de Diputados donde
la disposición quedó redactada en la forma que hoy presenta, tras un largo debate ideo-
lógico.
74
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
75
EDUARDO NOVOA MONREAL
29) Un antiguo fallo de la Corte Suprema (publicado en Gaceta de 1880, pág. 353) apli-
có esta agravante a un criado que agredió a su patrón después de injuriarlo. Los concep-
tos a que alude la ley al referirse a personas que merecen respeto por su dignidad o auto-
ridad (privada), son conceptos culturales que no se escapan a las nuevas concepciones de
la vida social y sus exigencias. Difícilmente podría mantenerse hoy día el mismo criterio
de esa sentencia. Esto también se aprecia respecto de la mujer, a la que actualmente se
tiende a igualar en muchos aspectos de sus actividades con el hombre: esto obliga a ser
más parco, hoy día, en la aplicación de la agravante, cuando se trate de un delito en que
una mujer sea la ofendida.
76
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
31) Ver Rodríguez Navarro. Doctrina Penal del Tribunal Supremo, tomo I, págs. 1.667y
siguientes.
34) Corte Suprema, sentencia de 28 de julio de 1953, publicada en Rev. C. P. tomo XIII,
pág. 108.
77
EDUARDO NOVOA MONREAL
El texto N." 19 del art. 12 se presta para sostener que el significado del término
escalamiento que él emplea, no puede ser el mismo que indica el art. 440 por aludir
aquél separadamente a escalamiento y fractura, que en éste se refunden en un solo
término. Podría argüirse, además, que la definición del art. 440 está dirigida úni-
camente a la consideración del escalamiento en el delito de robo con fuerza en las
cosas, lo que haría restricta su aplicación a esa clase de hechos punibles, en tanto
que la circunstancia agravante del N . s 19 está destinada a ser considerada en toda
otra clase de delitos. Esta es la opinión de Etcheberry.
El efecto de tal argumentación sería el dejar entregados los términos "escala-
miento" y "fractura" a una interpretación judicial más dúctil que la que permite
una interpretación dada por vía legislativa. Pero al mismo tiempo ella traería mu-
cha imprecisión para el vocablo escalamiento, que según el diccionario (en acepción
por extensión) existe cuando se entra subrepticia o violentamente en alguna parte,
o se sale de ella, rompiendo pared, tejado, etc., y que según comentarista tan au-
torizado como Pacheco consiste en saltar por cima de pared, o aunque sea de va-
Hado, siempre que presente resistencia y ofrezca de ordinario seguridad.
De admitirse el distingo, podría concluirse, como en alguna oportunidad lo
hizo la jurisprudencia chilena 11 , que la salida de lugar cerrado, para cometer delito
o en el acto de su comisión, mediante fractura, forado o rompimiento de paredes,
etc., permite aplicar también la agravante, cuando el ?irt. N . ° 440 entiende con-
tenida en el "escalamiento" allí definido, únicamente la entrada por alguno de esos
medios. También se seguiría que la agravante puede aplicarse a la fractura de cajas
35) Es indispensable que el sujeto activo se valga del escalamiento como un medio para
consumar el delito. No se aplica la agravante, en consecuencia, al que habiendo penetra-
do a lugar cerrado con un fin no delictuoso, incurre dentro de él en responsabilidad penal
por delito que no se proponía cometer cuando escaló.
36) Sentencias de la Corte Suprema publicadas en Gaceta, año 1877, fallo N° 2.944 y
año 1879, fallo N° 1.540.
78
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
79
EDUARDO NOVOA MONREAL
C A P I T U L O III
SECCION PRIMERA
La Reincidencia
80
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
mina! que están unidas por el factor común de haber sido objeto el
delincuente de condena criminal anterior. El hecho de que la per-
sona a la cual se imputa la comisión de un delito haya sido conde-
nada antes por otro u otros delitos, se presenta en las tres dispo-
siciones ya mencionadas.
En cierta forma se hace referencia en esas disposiciones a una
pluralidad de delitos cometidos por el mismo sujeto activo, lo que
en sentido amplio llama la doctrina concurso de delitos. Pero la de-
signación de concurso de delitos se reserva con más propiedad para
señalar el caso de un individuo que es actualmente responsabili-
zado por varias transgresiones sancionadas penalmente, esto es,
para aquél que ha perpetrado varios delitos que son o van a ser ma-
teria de un solo juicio por no haber existido pronunciamiento judi-
cial sobre ninguno de ellos. Las situaciones que nos propone el le-
gislador en los citados números del art. 12 son diferentes, porque en
todas ellas se t r a t a de la circunstancia de haber sido condenado antes
por otro u otros delitos, el que ahora es o será sometido a juicio por
un delito nuevo; y lo que regla la ley es el efecto que va a tener en
la apreciación de la responsabilidad penal correspondiente a este
nuevo delito, la circunstancia de que en juicio o juicios criminales
ya terminados, se hubiera declarado responsable al mismo sujeto
por otro u otros delitos y se le hubieren aplicado la o las penas con-
siguientes. Estas situaciones previstas en el art. 12 caben en la de-
nominación de reincidencia, materia a la que están destinados los
párrafos que siguen. En cambio, al concurso o pluralidad de delitos
propiamente tal hemos de referirnos en el Capítulo vn de esta Cuar-
ta Parte.
81
EDUARDO NOVOA MONREAL
(Continuación nota 1)
ñol vigente también reserva el nombre de reiteración para la reincidencia en que los deli-
tos ya juzgados son de diversa índole del que es materia del nuevo juzgamiento. Pero en
la actucdidad se emplea el término reiteración, como correspondiente a un concepto di-
verso del de reincidencia >- con el significado señalado por nosotros, en casi la totalidad
de las obras jurídico-penales. Una vez más queda de relieve la importancia que tiene para
el progreso de nuestra disciplina la adopción de una nomenclatura técnica uniforme, que
evite confusiones perjudiciales y aun debates estériles.
82
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
83
EDUARDO NOVOA MONREAL
84
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
ren los medios para que pueda vivir y perseverar en un plano ajustado
a las exigencias del Derecho.
85
EDUARDO NOVOA MONREAL
86
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
400.- Gasificación
4) Los artículos 99 a 109 del C. Penal de Italia constituyen, en cambio, preceptos infor-
mados por las modernas ideas sobre esta materia.
5) La falta de uniformidad en la nomenclatura juridico-penal se manifiesta también en
estas denominaciones. Para Carrara y Maggiore, entre otros, la reincidencia propia corres-
ponde a la especifica y la impropia a la genérica.
6) Pacheco sostiene que sólo la reincidencia especifica debe tenerse por agravante. "El
que conspira por segunda vez, después de penado la primera -dice- acredita que es un
incorregible conspirador: el que conspiró una vez y después riñe con otro, no acredita na-
da que sea análogo".
87
EDUARDO NOVOA MONREAL
En el Código Penal Español de 1848 que sirvió de modelo respecto de estas dispo-
siciones a la Comisión Redactora de nuestro Código Penal, no existía una agravante
que mencionara la forma de reincidencia del N.° 14 de que tratamos. Esta circuns-
tancia agravante es, pues, original del código chileno y fue introducida en la Sesión
NT.° 138 de la Comisión Redactora, a indicación del señor Fabres, con ocasión de
estudiarse la redacción definitiva del que es hoy el art. 91 del C. Penal, que corres-
pondía a la prescripción del art. 125 del referido Código español, destinado a reglar
la situación de los que después de haber sido condenados por sentencia ejecutoria
delinquieren nuevamente durante el tiempo de su condena, sea mientras la cum-
plen sea después de haberla quebrantado.
88
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
7) Asi lo establece con toda claridad el acta de la sesión N° 140 de la Comisión Redacto-
ra del C. Penal.
8) La jurisprudencia ha declarado que debe considerarse que se halla cumpliendo conde-
na el que está en libertad condicional, como puede verse en sentencias de ¡a Corte de
Iquique de 9 de mayo de 1927, publicadas en Gaceta del mismo año, ler. semestre, pág.
345 y de la Corte de La Serena que cita Santiago Fuenzalida en los N°s. 5, 6 v 9.
89
EDUARDO NOVOA MONREAL
una pena temporal (ver N.° 567) esto es, una que tiene duración en
el tiempo. Esto fluye con más claridad aún del texto del art. 91.
Quebrantar la condena significa no solamente forzar el recintu
donde se cumple una pena privativa de libertad o escapar de él,
sino sustraerse en cualquier forma a los efectos de la pena que se
está cumpliendo 9 mediante la realización de actos contrarios a aque-
llos que corresponden al penado. Así se deduce del art. 90 del C.
Penal. Por ello es que pueden quebrantarse no solamente las penas
de presidio, reclusión o prisión, sino también las de relegación, con-
finamiento, extrañamiento y destierro. También pueden quebran-
tarse las penas privativas de derechos (inhabilitación para cargos u
oficios públicos, etc., y suspensión de los mismos) ejerciendo esos de-
rechos. En cambio, no será quebrantamiento de pena el simple no
pago de la multa impuesta, tanto por no ser pena temporal como por
no ser condena que se esté cumpliendo.
N a d a dice la ley sobre la índole o gravedad del delito que se
cometa durante el tiempo de la condena. Por consiguiente éste puede
ser de la misma o de distinta especie que aquél que motivó la sen-
tencia condenatoria anterior o de igual, menor o mayor gravedad.
En cualquier caso opera la agravante, puesto que para ella se re-
quiere tan sólo que se perpetre un delito mientras se cumple una
condena o después de haber quebrantado la impuesta.
9) Corrobora esta exigencia de que se esté cumpliendo ¡a pena el articulo 98 del C. Penal.
90
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
En cuanto a las medidas que se contemplan en el art. 90 del C. Penal, pese a las
palabras de la ley no nos inclinamos a considerarlas como verdaderas penas, ni el
quebrantamiento a estimarlo como un verdadero hecho punible; nos parecen más
bien medidas legales para impedir nuevos quebrantamientos o poner fin al cometido,
que muchas veces se reducen a la sustitución de una penaio por otra de más fácil
vigilancia. Prueba de ello es que el referido art. 90 no está contenido dentro de los
libros del C. Penal que contienen los diferentes crímenes, simples delitos y faltas
y sus respectivas penas (Libros n y n i ) , sino en el Libro i, destinado a las normas
generales sobre delito, responsabilidad penal y penas.
Si esas medidas del art. 90 fueran consideradas penas habría que llegar a la
poco lógica conclusión de que el que delinque de nuevo después de quebrantar una
condena, soportaría tres diversas responsabilidades penales: primero, la correspon-
diente al primer delito que dio origen a la pena que se quebrantó; segundo, la deri-
vada del hecho punible que sería el quebrantamiento de la condena, y tercero, la
consiguiente al delito cometido durante el quebrantamiento. En cambio, la ley nos
permite deducir que soporta solamente dos penas: una en que se convierte la
pena quebrantada (la misma que se había impuesto, con aditamentos de mayor
severidad, u otra nueva que entra a sustituirle) y la que corresponde por el nuevo
delito perpetrado durante el quebrantamiento.
Si la ley debiera entenderse como que impone tres responsabilidades diversas,
que el quebrantamiento constituye un verdadero delito y que las medidas dispuestas
por el art. 90 son auténticas penas, variaría la inteligencia que debe darse a la frase
del N.° 14 "dentro del plazo en que puede ser castigado por el quebrantamiento",
porque ella estaría referida al lapso dentro del cual sigue vigente la responsabilidad
penal por el "delito de quebrantamiento". Para ello deberían computarse los pla-
zos de acuerdo con el art. 94 del C. Penal, contados desde el día en que se cometió
el quebrantamiento (art. 95). Según esta interpretación (puesto que los plazos de
los arts. 94 y 97 son iguales en su duración) la diferencia estaría en que habría de
estarse, para determinar la gravedad del delito que fija la duración del plazo de
prescripción, a la pena establecida por la ley para el quebrantamiento, a diferencia
de lo que antes sostuvimos en orden a basarse en la gravedad de la pena quebran-
tada (la pena del primer delito). Pero no sería fácil esa determinación, puesto que
en el art. 90 se señalan como "penas" del quebrantamiento varias que dentro del
art. 21 del C. Penal son accesorias de crímenes y simples delitos, de manera que
surgiría la duda de cuál de esos hechos punibles debe calificar al quebrantamiento
de condena. Por otra parte, en los casos en que el art. 90 manda sustituir la pena
quebrantada por otra no podría averiguarse qué parte de la pena de sustitución
10) El carácter sustitutivo de esas penas está declarado por sentencia de ¡a Corte de La
Serena, de 21 de mano de 1946, publicada en Gaceta de 1946, ler. semestre, pág. 213.
91
EDUARDO NOVOA MONREAL
11) Esta era también la idea de la Comisión Redactora, según aparece del acta déla se-
sión N° 140. As ib ha declarado la Corte de Valdivia en fallo de 9 de noviembre de 1937
que se publica en Rev. C. P. tomo III, pág. 404. Sin embargo, la Corte de La Serena, en
sentencia de 13 de febrero de 1946, dictada por mayoría de votos v que publica Gaceta
de 1946, tomo I, pág. 201, llega equivocadamente a una decisión contraria.
92
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
4 0 2 . - La reincidencia del N° 15
93
EDUARDO NOVOA MONREAL
ya por dos o más delitos a que la ley señala igual o mayor pena. Con
ello confirmó que la palabra "delitos", puesta en plural en el N.° 15,
exige pluralidad de hechos punibles anteriores, que hayan sido cas-
tigados en virtud de sentencias ejecutoriadas 1 1 . Es de notar que la
Comisión Redactora (sesión 9.*) se propuso j u s t a m e n t e exigir que
el reo hubiera sido condenado anteriormente más de u n a vez para
que procediera la agravación 1 * y que con este fin puso en plural la
palabra "delitos", que en el C. Penal Español de 1848 aparecía en
singular.
Los delitos que hayan sido objeto de las condenas anteriores
deben tener asignada en la ley una pena no inferior al nuevo delito
cometido. En consecuencia, la pena de aquéllos ha de ser, como li-
teralmente lo indican el N.° 15 del art. 12 y el art. 92, igual o mayor
que la del delito actual. El legislador se refiere en estos casos a la
pena que la ley señala a los delitos y no a la pena que por circunstan-
cias concurrentes haya sido aplicada al delincuente en las sentencias
anteriores (ya se trate de atenuantes, agravantes, eximentes incom-
pletas, etc. 1 *).
Ninguna exigencia contiene la ley en orden a la especie o índole
de los delitos anteriores, aparte de una entidad no menor que la del
nuevo delito determinada por la gravedad de la pena. Por consi-
guiente, el N.° 15 en estudio establece una reincidencia genérica,
dentro de la segunda clasificación del N.° 400.
94
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
4 0 3 . - La reincidencia delN° 16
95
EDUARDO NOVOA MONREAL
96
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
los castiga". Pero ese precepto establece en forma expresa que esa norma rige so-
lamente "para los efectos de este artículo 509", que regla una materia diversa
de la reincidencia. Por esta razón no nos cabe duda alguna que el inciso final del
art. 509 referido no tiene aplicación respecto de la reincidencia.
19) Ver repertorio de Santiago Fuenzalida, artículo 12 N° 16, cuestión N° 46, pág. 227.
20) Publicada en Jurisprudencia al Día de 1946, pág. 112.
21) Ver especialmente sentencias de la Corte de Temuco, de 2 de julio de 1935, publica-
da en R. C. P. tomo I, pág. 544 y de 7 de agosto de 1946, publicada en R. C. P. tomo IX,
97
EDUARDO NOVOA MONREAL
tantas veces lo ha negado 2 8 , a nuestro juicio, con error. La mención que se hace,
para contradecir la tesis que consideramos ajustada a la ley, de una constancia
que figura en el acta de la sesión 90." de la Comisión Redactora del C. Penal, en
la que se consignó que el robo no es una especie del género hurto, es enteramente
impertinente a este debate, a nuestro juicio, porque allí las expresiones "género" y
"especie" se usaron en su acepción filosófica y no en su sentido natural. Solamente
en ese sentido, de no ser el robo una ramificación de un tronco común llamado hurto,
debe tomarse todo lo que se expresa en esa constancia. El mejor argumento en fa-
vor de nuestra posición se halla en el art. 432 del C. Penal, que en una sola disposi-
ción define el robo y el hurto.
98
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
Grave yerro es el que se aprecia en numerosos fallos que sostienen que no son
delitos de la misma especie los hechos en que no hay coincidencia dentro del grado
de ejecución que alcanzaron o dentro del grado de participación del sujeto, tra-
tándose de hecho punible previsto en el mismo tipo 2 9 , por ejemplo, entre hurto con-
sumado y tentativa de hurto, o entre autor de robo y encubridor de robo. Afortu-
nadamente en contra de esta tesis que barrena todo el fundamento criminológico
de la reincidencia y que desconoce el tenor del precepto en examen, se han publicado
algunas sentencias 1 0 .
Muchos tribunales han afirmado que no son delitos de la misma especie el
hurto simple delito (arts. 446 a 448) y el hurto falta (art. 494 N . ° 1 9 ) n . A nuestro
juicio no puede negarse la identidad de especie de delito cuando se trata de dos
hechos idénticos que solamente difieren en la cuantía de la cosa sustraída y en la
gravedad de la pena asignada. Pero en lo relativo al efecto de las faltas sobre la
reincidencia nos remitimos a lo que se expresa en el párrafo 407 de este capítulo.
28) Dicha sentencia, al igual que la de la Corte de Valdivia de 17 de junio de 1938, publi-
cada en R. C. P. tomo IV, pág. 344, estiman que son de la misma especie, en contra del
fallo de la Corte de Concepción de 23 de octubre de 1918, publicada en Gaceta de ese
año, pág. 1.753.
29) Sentencias de Corte de Concepción, 21 de agosto de 1912, publicada en Gaceta de
1912. 2o semestre, pág. 54; 4 de septiembre de 1912, publicada en. mismo volumen,
pág. 180; de la Corte de Valparaíso, 1° de julio de 1923, publicada en Gaceta del año in-
dicado, 2o semestre, pág. 462; de Corte de Iquique, 6 de septiembre de 1939, publicada
en Gaceta de 1939, 2o semestre, pág. 415; de Corte de La Serena, 11 de agosto de 1945,
publicada en R. C. P. tomo VIII, pág. 222.
30) Corte de Temuco, 30 de agosto de 1935, en R. C. P. tomo I, pág. 546 y Corte de
Valdivia, 30 de abril de 1949, en Gaceta de 1949, ler. semestre, pág. 355,
31) Corte de Concepción, 26 de septiembre de 1911 y 16 de octubre de 1911, Gaceta de
1911, 2o semestre, págs. 394 y 627; 9 de noviembre de 1920, Gaceta de ese año, 2o se-
mestre, pág, 697; Corte de Iquique, 4 de abril de 1934, Jurisprudencia ti Día de 1934.
pág. 128, y Corte de Santiago, 29 de marzo de 1943, Gaceta de 1943, ler. semestre,
pág. 209.
99
EDUARDO NOVOA MONREAL
100
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
la mayor parte de los delitos cuya pena se cumplió, atendida la brevedad de los
plazos señalados en el art. 104 del C. Penal y el momento desde el cual se empiezan
a contar. Pero podría presentarse en la práctica si algunas de las penas anteriores
fueron indultadas.
Labatut estima que en casos como el propuesto, en que hay hechos diversos
que colman las exigencias de más de una agravante de reincidencia, deben conside-
rarse las varias que se configuren en virtud de ellos. Por nuestra parte, no estamos
tan seguros de que en la situación planteada se llenen independientemente todos
los hechos correspondientes a las tres circunstancias de agravación por reincidencia,
por la muy simple razón de que el nuevo delito, que junto a el o los delitos anteriores
es un requisito sirte qua non de la reincidencia, sería un elemento común a las tres
agravantes. Pero aun en el caso de resolver que es una sola la agravante que procede,
restaría el problema de saber cu.íl de las tres que se presentan como posibles pre-
fería sobre las otras.
101
EDUARDO NOVOA MONREAL
Los positivistas, en especial Ferri y Garófalo, piensan que la reincidencia debe tener
efectos permanentes, que durarán cualquiera que sea el tiempo corrido desde la pri-
mera condena, porque un nuevo delito, mientras más postergado en el tiempo,
mejor demuestra el arraigo de una tendencia peligrosa para la sociedad, dilatada
en su manifestación externa solamente por falta dé una ocasión favorable.
Garraud, Vidal y Alimena, estiman, en cambio, que el haber transcurrido un
tiempo largo de la vida del sujeto que tuvo condena anterior, sin tener recaídas,
permite afirmar que no hay en él persistencia a delinquir y que la pena impuesta
resultó eficaz.
En España hasta una modificación del C. Penal de 1925, la reincidencia no
prescribía.
La Comisión encargada de la Reforma del C. Penal Chileno en 1945, acordó
recomendar la supresión del art. 104 del C; Penal.
102
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
36) Códigos penales de Italia (articulo 12), de Suiza (artículo 67), de Noruega (articulo
61), de Dinamarca (articulo 81), de Méjico (articulo 20), de Argentina (articulo 50) y
del Perú (articulo 111).
37) Ver sobre esta materia la parte final del párrafo III, en el Tomo I.
103
EDUARDO NOVOA MONREAL
Sin embargo, cada día se abre paso con más fuerza en la doc-
trina la tesis de que no deben hacerse distinciones entre los diversos
hechos punibles y mucho menos excluir de plano a algunos de ellos
del ámbito de la reincidencia, sino que deben concederse facultades
al juez para que pueda apreciar en cada caso concreto si alguno de
ellos, cualquiera que sea, es indicio de una tendencia antisocial del
agente, lo que en caso afirmativo hará que se le tenga por rein-
cidente.
Nuestro código no hace distinción alguna al tratar de la rein-
cidencia, salvo en el N.° 16 del art. 12 en que exige que se trate de
delitos de la misma especie, de modo que toda clase de hechos pu-
nibles queda sujeta, en principio, a las normas sobre reincidencia,
sin perjuicio de lo que se expresa en el párrafo siguiente.
38) (torrara, Alimena, Pessina, Garraud y Manzini se oponen, entre otros, a mezclar deli-
tos dolosos y culposos para los efectos de la reincidencia, florión y Altavilla están en po-
sición contraria.
104
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
105
EDUARDO NOVOA MONREAL
Nuestra opinión se inclina a aceptar que, cuando en los N.<" 14, 15 y 16 del
art. 12 y art. 92 se habla de delitos, se comprenden también las faltas, motivo por
el cual debe reconocerse, en principio la reincidencia en faltas. Sin embargo, debe
precisarse, a) que en los casos contemplados por el N . ° 14 del art. 12 puede haber
reincidencia en falta, sin perjuicio de que corresponda aplicar el art. 91 solamente
al caso del que durante una condena comete un nuevo crimen o simple delito (ver
sobre este punto lo que se explica en el párrafo 401); b) que en los casos contení,
piados en e l ' N . 0 15 del art. 12, si las condenas anteriormente cumplidas lo fueron
por pena de faltas, será necesario que el nuevo hecho punible sea constitutivo de
una falta a la que la ley señale una pena igual a las que se cumplieron o inferior a
éstas, como única forma en que concurran las exigencias previstas por la ley en ese
número. Aparte de lo expresado, las faltas pueden determinar la aplicación de una
ngravante de reincidencia sea que el delito o delitos ya sancionados hayan cons-
tituido falta, sea que constituya falta el nuevo delito cometido, sea que unos y otros
formen entre las faltas.
Los proyectos chilenos de Ortiz-von Bohlen de 1929 y de Silva-Labatut de
1938 excluyen a las faltas para los efectos de la reincidencia. En cambio, el Pro-
yecto de Reforma de 1946 admite la reincidencia, tratándose de faltas, solamente
cuando los hechos sancionados anteriormente y también el nuevo delito, son cons-
titutivos de faltas.
La tendencia moderna es no preocuparse tanto de la naturaleza jurídica de los
sucesivos delitos, como de su valor como indicio de peligrosidad o tendencia antiso-
cial. Por ello se propugna permitir al juez que aprecie, en relación con los hechos
atribuidos al sujeto y a la personalidad de éste, si una falta debe ser antecedente
que permita calificarlo como reincidente.
42) Si se admite la reincidencia entre faltas y crímenes o simples delitos, resultaría que
condenas anteriores por falta no obstarían a la remisión condicional de la pena, por no
estar previstas ellas ni en la Ley N° 7.821 ni en el articulo 564 que se menciona.
106
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
4 0 9 . - Causas de la reincidencia
107
EDUARDO NOVOA MONREAL
108
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
109
EDUARDO NOVOA MONREAL
110
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
SECCION SEGUNDA
111
EDUARDO NOVOA MONREAL
43) La regía de Pacheco parece no contar con total acogida del 1coslador chileno porque
en el articulo 400 del C. Pené se establece aumento de pena aun por delito de lesiones
menos graves para un apreciable con/unto de parientes.
112
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
45) Corte de La Serena, sentencia de 17 de junio de 1912, publicada en Gaceta del mis-
mo año, ler. semestre, pág. 603, y Corte de Iquique, sentencia de 21 de octubre de
1940, publicada en Gaceta dd mismo año, 2o semestre, pág. 309.
46) Corte de Santiago, 21 de septiembre de 1888, publicada en Gaceta del mimo año,
tomo 11, pág. 210, y Corte de Talca, 14 de julio de 1945, publicada en Rev. C. P. tomo
IX, pág. 226.
113
EDUARDO NOVOA MONREAL
SECCION TERCERA
4 1 3 . - Reglas generales
114
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
para las agravantes que importan una condición personal del delin-
cuente, como son, por ejemplo, las relativas a la reincidencia. En la
ley se encuentra un indicio de lo expresado en el inciso segundo del
art. 64 del C. Penal, por lo que nos remitimos a lo que se dirá en el
N.° 415.
El art. 63 del C. Penal contiene una regla general que es válida so-
lamente para las circunstancias agravantes, de responsabilidad cri-
minal. Según ella " N o producen el efecto de aumentar la pena las
circunstancias agravantes que por sí mismas constituyen un delito
especialmente penado por la ley, o que ésta haya expresado al des-
cribirlo y penarlo. Tampoco lo producen aquellas circunstancias
agravantes de tal manera inherentes al delito que sin la concurrencia
de ellas no puede cometerse".
Esta disposición, copia textual del art. 68 del C. Penal Español
de 1848, señala tres situaciones diversas en las cuales una circuns-
tancia agravante no produce el efecto de aumentar la pena. Las exa-
minaremos por separado.
En primer lugar se mencionan las agravantes que por sí mismas
constituyen un delito. Hablando con propiedad, ninguna de las cir-
cunstancias de agravación que enumera el art. 12 del C. Penal cons-
tituye por sí misma un delito, puesto que el legislador ha señalado
en ese precepto accidentes que pueden concurrir en un hecho prin-
cipal constitutivo de delito y que serán tomados en cuenta para au-
mentar la responsabilidad. Esos accidentes, accesorios a un hecho
principal, normalmente no deben constituir por sí mismos un delito
y si llegaran a constituirlo la solución jurídica evidente sería tomar-
los como entes jurídicos autónomos e imputar al reo responsabilidad
por dos delitos diversos. Por esta razón se ha estimado erróneo e
innecesario este primer caso a que se refiere el art. 63, y el Proyecto
Chileno de 1938 y el Proyecto de Reforma de 1945 lo eliminan de la
disposición. Sin embargo, afirman algunos que el N.° 3 del art. 12
del C. Penal, que declara agravante el valerse como medio para la
ejecución del delito, de inundación, incendio, veneno u otro artificio
que pueda ocasionar grandes estragos o dañar a otras personas, cons-
tituye por sí mismo los delitos de incendio (arts. 474 y siguientes
del C. Penal) y estragos (art. 480 del C. Penal). Es indudable que de
115
EDUARDO NOVOA MONREAL
116
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
Este segundo inciso del art. 63 suscitó debate en el seno de la Comisión Redactora
del C. Penal (sesión 19), pero finalmente se convino en que en el caso que él contem-
pla era necesario dejar algo de latitud a la apreciación prudencial de los jueces,
para que califiquen aquellas circunstancias accesorias que pueden o no ser de la
esencia de un delito.
Recalcamos que la diferencia entre la situación prevista en el aludido inciso
segundo y el segundo de los casos contemplados en el inciso primero del art. 63
consiste fundamentalmente en que en este último la letra de la ley contiene en la
descripción del tipo o en la determinación de la pena correspondiente una referen-
cia expresa que hace necesaria la concurrencia de alguna circunstancia (ahora con-
vertida en requisito del tipo o en elemento determinante de la penalidad) que nor-
malmente constituye circunstancia agravante, en tanto que el inciso segundo hace
referencia a circunstancias no expresadas, pero que integran la esencia o la natu-
raleza misma de un delito. El olvido de esta diferencia hace que muchos comen-
taristas citen como ejemplos del segundo inciso del art. 63, casos que corresponden
al primero de sus incisos.
Una cuestión de interés consiste en dilucidar sí esta inherencia de la circuns-
tancia al delito debe ser considerada en abstracto, en relación con cada tipo de de-
lito previsto en la ley, o en concreto en relación con el hecho determinado que en
el juicio se imputa al reo. La Corte de Temuco, en sentencia de 14 de octubre de
1936 (publicada en Gaceta del mismo año, 2.° semestre, pág. 857), estimó lo segundo,
a nuestro juicio con error, porque el texto de la ley manifiesta que se refiere ella al
tipo delictivo previsto en la ley. Una confirmación a posteriori de nuestra tesisj
frente al hecho juzgado en la sentencia referida, ha venido a darlo el art. 456 bis
introducido al C. Penal por la Ley N . ° 11.625, de 1954.
117
EDUARDO NOVOA MONREAL
118
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
El art. 64 reproduce el art. 69 del C. Penal Español de 1848, sin otra modifi-
cación que la introducida por la Comisión Redactora en la sesión 136 al inciso se-
gundo, al acordar el agregado de las palabras "antes o" después de la frase "los que
tuvieren conocimiento de ellas".
119
EDUARDO NOVOA MONREAL
120
C U R S O DE D E R E C H O PENAL CHILENO
CAPITULO IV
Cada vez que la ley señala un hecho que debe ser sancionado penal-
mente, precisa en qué consiste y cómo debe ser realizado. E s t a deter-
minación legal de los hechos cuya realización trae consigo la aplicación
de una pena se hace en la legislación chilena en los Libros n y m del
Código Penal y en diversas leyes penales especiales. Sabemos ya que
cada una de las disposiciones existentes sobre esta materia consti-
tuye un tipo penal (ver Capítulo vi de la Tercera P a r t e de este Curso,
en el Tomo i) y que para que sobrevenga la responsabilidad penal y
sea procedente la aplicación de la pena correspondiente es necesario
no solamente ejecutar la conducta descrita en el tipo, sino también
121
EDUARDO NOVOA MONREAL
que estén presentes todos los demás elementos que integran la res-
ponsabilidad penal (antijuricidad y culpabilidad). Pero al tratar déla
consumación no hablamos de la concurrencia de todos esos elementos
de la responsabilidad, sino que nos referimos solamente a que se
cumplan todas las exigencias formales del tipo descrito por la ley.
122
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
II. La terminología que emplea el legislador chileno parece dar el mismo sig-
nificado a las expresiones cometer, ejecutar, y perpetrar, según se advierte en los
arts. 1, 2, 5, 6, 12, 15, 16 y 17. Sin embargo, casi siempre esas expresiones se refieren
a la realización de algo que es punible, sin distinguir si se trata de tipo consumado o
de un grado que no alcance consumación. Así lo confirman, por lo demás, los arts.
51 y 52.
Pero en el art. 8 la palabra ejecución está limitada a la consumación y en el
art. 17 la palabra perpetración tiene ese mismo significado restricto. En el artículo
7, en cambio, se habla de consumar, al igual que en los arts. 50, 51 y 52.
Para referirse a la tentativa, nuestro código habla de "principiar a poner por
obra" (art. 8), de "los actos ejecutados para llevarlo a cabo" (art. 17), o de "tra-
tar de producir" (art. 323); fuera de los casos en que directamente usa el vocablo
tentativa.
123
EDUARDO NOVOA MONREAL
124
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
Siendo voluntad del legislador imponer también sanción a los delitos tentados,
bien pudo él haber expresado dentro de cada tipo una descripción que abarcara
no solamente a los hechos constitutivos de consumación sino también a los de ten-
tativa. Pero este procedimiento "farragoso y técnicamente deficiente" al decir de
Max E. Mayer, habría impuesto una duplicación de todos los tipos para extenderlos
también a los hechos que intentaran su consumación.
125
EDUARDO NOVOA MONREAL
126
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
4 2 0 . - Historia de la tentativa
Solamente en los últimos períodos del desarrollo del Derecho Romano, cuando
por influencia del pensamiento griego, se fue acentuando el valor de la voluntad
(voluntas) sobre el resultado (exitus) se hizo una distinción entre el Jlagitium per~
ftctum y el flagitium imperfectum que permitió señalar a la tentativa como un hecho
punible.
Algo semejante sucedió con el Derecho Germánico, que sólo vino a dar cabida
a la tentativa en sus etapas finales. En las Capitulares de Carlomagno se considera
la tentativa de homicidio.
Generalmente se acepta, no obstante, que la elaboración de la tentativa como
institución jurídica se debe a los prácticos italianos de la Edad Media, quienes la
trataron bajo la denominación de conatus. Gandino aludió a ella con los términos
"qui cogitat et agít nec per/ieit" (el que piensa y obra, pero no perfecciona). Alciato
la caracteriza en la siguiente forma: "aliud crimen, aliud conatus; hic in itinere,
illud in meta est" (uña cosa es el crimen y otra el conato; éste está en el camino,
aquél en la meta). Los prácticos señalaron para la tentativa una penalidad más
reducida que la del delito consumado.
La Carolina (1532) contempla en su art. 178 una extensa definición de la ten-
tativa.
El Código Penal Francés de 1810 trató en su artículo 2.° de la tentativa di-
ciendo que "toda tentativa de crimen que haya sido manifestada por un principio
de ejecución, será considerada como el crimen mismo si ha sido suspendida o ha
faltado su efecto por circunstancias independientes de la voluntad de su autor".
127
EDUARDO NOVOA MONREAL
128
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
129
EDUARDO NOVOA MONREAL
Pero antes de exponer las teorías que buscan explicar el umbral de lo punible, de-
bemos mencionar una fase intermedia entre las fases interna y externa, que no
siempre se produce, pero que en los casos en que aparece da origen a cuestiones
difíciles. Esa fase intermedia, brillantemente desarrollada por Jiménez de Asúa,
es la de las resoluciones manifestadas 7 .
Cuando el que tiene resuelto cometer un delito se limita a dar a conocer su
propósito a otro u otros, de palabra, por escrito o por gestos, sin realizar ningún
acto material encaminado al objetivo que persigue, no3 encontramos ante lo que
en este instante llamamos una resolución manifestada.
En principio, no corresponde intervención al Derecho Penal ante una simple
manifestación de un propósito delictivo no traducido en actos apropiados para
llevarlo a cabo. Podrán adoptarse, es cierto, medidas policiales o administrativas
tendientes a impedir el delito que se anuncia, y ciertamente podrá prepararse le-
gítima defensa para el mismo fin, pero sin que esta defensa pueda hacerse efectiva,
ya que no existe aún la agresión injusta (ver N . ° 218).
Pero hay casos en que la pura manifestación verbal de una determinación
delictuosa puede constituir la pérdida de una situación de seguridad, de paz o de
tranquilidad, individual o colectiva. En tales casos puede el legislador considerar
esa seguridad, paz o tranquilidad como un bien jurídico digno' de protección por
medio de preceptos penales y tener a la pura manifestación de voluntad delictiva
como un hecho antijurídico sujeto a sanción penal. Es lo que sucede con el delito
de amenazas, previsto en los arts. 296 a 298 y 328 del C. Penal, al que se le asigna
pena por estimarse que atenta contra el derecho que toda persona tiene a gozar
de tranquilidad y a no ver perturbada su seguridad por expresiones anunciadoras
de males verosímiles que dirija otro en su contra, aun cuando esos males no se con-
viertan en realidad. Es también lo que acontece con el tipo de asociación ilícita
7) Jiménez de Asúa incorpora también en esta fase intermedia al delito putativo, que
nosotros tratamos en el error de derecho (ver N° 335).
130
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
previsto en el art. 292 del C. Penal, que "importa delito que existe por el solo hecho
de organizarse". Algo semejante ocurre con la provocación o incitación a cometer
ciertos delitos, en que el sujeto que desea que un determinado hecho punible se
verifique, estimula a otros a que lo cometan, comprometiendo con ello lá tran-
quilidad o la paz pública; o con la inducción o instigación a la realización de deter-
minados delitos, en que el sujeto va todavía más allá y mueve la voluntad de otro,
obteniendo que éste se deíida a perpetrarlos, con el mismo desfavorable resultado
en la paz pública. La provocación o incitación y la inducción o instigación se con-
vierten por sí mismas en actividades punibles, por las razones antes expresadas,
generalmente cuando se relabionan con delitos de sublevación contra las autori-
dades del Estado o con ciertos hechos que ponen en peligro la subsistencia del orden
externo más básico en una sociedad organizada, según puede apreciarse en los arts.
122 y 123 del C. Penal, 13 de la Ley N." 15.576 (Ley de Abusos de Publicidad) y
1, 4 y 6 de la Ley N . ° 12.927 sobre Seguridad Interior del Estado. También pasan
a serlo en circunstancias que al legislador le parecen, por condiciones especiales
del ambiente social, suficientes para que se cometa un delito grave (ver arts. 404
y 407 del C. Penal).
En otros casos la provocación y la inducción son apreciadas por el legislador
por su aptitud para que llegue a* producirse un determinado hecho punible. En
estos casos las toma como formas de participación criminal del inductor o del pro-
vocador en el delito que ha cometido el inducido o el provocado. De manera general
el N.° 2 del art. 15 del C. Penal tiene como coautor de un delito al que induce di-
rectamente a otro a cometerlo. Y el art. 13 de la Ley N.° 15.576 castiga como
cómplices del delito cometido a quienes provocaron a los autores a perpetrarlo
por alguno de los medios de publicidad que ese precepto señala.
Deben distinguirse estas formas de manifestación de resolución delictuosa ck
otras fij .iras punibles eVi que la ley sanciona, por razones especiales y en circunstan-
cias dadas, las expresiones verbales, escritas o en gestos que haga un individuo.
Es lo que sucede con la injuriadla ^alumnia, el falso testimonio y la apología de
delito, entre otros 8 . Son éstos los delitos llamados de expresión, en que la conducta
del ( sujeto activo está constituida por su palabra verbal o escrita. Pero se diferencian
éstos de los actos que corresponden a puras resoluciones manifestadas, en que en
los últimos la expresión se refiere a un delito que hay el propósito de cometer, en
tanto que en los otros la expresión constituye por si misma la conducta típica.
8) Dentro del C. Penal chüeno pueden mencionarse como tipos que pueden ser realiza-
dos por expresión verbal o escrita los siguientes: artículos 109 incisos 7 y 10.112, 139
N° 2. 206 a 212, 224 N° 6, 231, 246, 247, 252, 257 a 259, 263, 264, N° 3,337, 338,
35 7, 359, 373, 416,495 N° 5 y 496 N° 11.
131
EDUARDO NOVOA MONREAL
132
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
Con el fin de distinguir dentro de los actos que integran la fase ex-
terna del proceso de realización del hecho delictuoso, los que escapan
a la ley penal y los que quedan sujetos a pena, según lo explicado en
el N.° 421, la doctrina ha venido clasificándolos tradicionalmente
entre actos preparatorios y actos de ejecución o actos ejecutivos.
Los primeros serían aquellos que, no obstante tender a la perpetración
del hecho delictuoso,*no tienen en sí mismos notas que los vinculen
directamente con éste, por lo que serían impunes. Los actos de eje-
cución, por el contrario, llevarían en sí mismos impreso su carácter
criminal y marcarían el campo de la punibilidad penal dentro del
desarrollo progresivo de la actividad que tiende al delito, campo que
se extiende desde el umbral de lo punible hasta ^eslindar con la con-
sumación. i
El Código Penal acoge, al parecer, este distingo, pues en su de-
finición de la simple tentativa, primer grado de la fase externa que
declara punible (el segundo grado es el delito frustrado), la carac-
teriza como un " d a r principio a la ejecución" del delito.
y
La clasificación de actos preparatorios y actos de ejecución, como necesaria para
precisar lo que dentro del proceso de realización del delito es punible, señala en el
principio de ejecución el umbral de la punibilidad.
La expresión "principio de ejecución" es de rancio abolengo en las legislacio-
nes. Apareció en el C. Penal Francés de 1810, en su art. 2 (commencement d' exicution),
continuando la misma terminología del Código de 1791. El Código Penal Español
de 1848 también exigió para la tentativa el principio de ejecución. Igual sucedió
en el Código Penal Alemán de 1870 (Anfang der Ausf'úrung) y en el antiguo Código
Italiano de 1889 (cominciato Fetecuzione). La definición de tentativa del C. Penal
de Chile fue elaborada por pljmiembro de la Comisión Redactora don Manuel Ren-
gifo, teniendo a la vista losipódigos penales de Francia, Bélgica y Nápoles, que
aluden a actos de ejecución o a principio de ejecución (sesión 4.* de la Comisión
Redactora). Los proyectos chilenos de 1938 y 1945 conservan la expresión "prin-
cipio de ejecución".
No obstante, en la legislación positiva chilena se encuentran casos en que se
tipifican penalmente hechos que pueden ser puramente preparatorios. Así se ob-
serva en los arts. 307, 445 y 481 del C. Penal. El art. 1 N.® 7, de la Ley N . ° 11.625,
sitúa algunos de esos hechos, con mayor técnica, entre los estados antisociales que
autorizan la aplicación de una medida de seguridad.
v
Sin embargo, no hay acuerdo en la doctrina sobre el fundamento
de la distinción entre actos preparatorios y actos de ejecución, razón
133
EDUARDO NOVOA MONREAL
Esta es una de las teorías que cuenta con más adeptos en la actualidad. Entre
otros la acoge Soler.
Muchas otras teorías se ocupan de caracterizar los actos pwfcaratorios y los
actos de ejecución. Veamos algunas otras entre las más ímpor^nies.
Carrara, después de abandonar la teoría de la univocidad, s^jjiñó al criterio
del ataque a la esfera jurídica de la víctima, conforme al cual serían actos consuma-
tivos los que recaen sobre el sujeto pasivo de la consumación, vale decir, sobre las
personas o cosas respecto de las cuales se dirige la violación definitiva del derecho (el
hombre que se va a matar, la cosa que se va a robar, etc.); serían a£tos ejecutivos
los que recaen sobre el sujeto pasivo del atentado (el domicilio invadido o la ventana
forzada para cometer un hurto o robo), y serían actos preparatorios los que recaen
solamente sobre el sujeto activo del delito que se prepara (rondar la casa ajena,
proveerse del arma necesaria). Esta teoría ha tenido pocos seguidores.
134
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
pies se resuelven con el solo criterio formal, pero en caso de duda el criterio mate-
rial decide.
La teoría de Mayer, al igual que las de aquellos que en cualquier medida acuden
a la antijuricidad material para decidir el problema, tiene un inconveniente de sistemáti-
ca, cual es traer a una cuestión que se plantea en el terreno de la tipicidad (ya que en
nuestro concepto la tentavia es un dispositivo amplificador del tipo), aspectos valorativos
que tocan a otros planos de la responsabilidad por delito tentado.
Buen número de penalista desecha la posibilidad de fijar de manera nítida con
principios generales el deslinde entre actos preparatorios y actos ejecutivos (Frank, del
Rosal, Massari, etc.) y piensan que se trata de una distinción muy relativa que no puede
ser resuelta sino en relación con cada tipo concreto y en cada hecho determinado que se
presente.
135
EDUARDO NOVOA MONREAL
136
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
10) Corte Suprema, sentencia de 8 de noviembre de 1917, Gaceta mismo año, 2o semes-
tre, pág. 596; sentencia de 17 de octubre de 1944, Rev. C. P.. tomo VIH, pág. 37, y sen-
tencia de 4 de abril de 1961, R. D. tomo L VIII, secc. 4a, pág. 111.
137
E D U A R D O NOVOA MONREAL
138
C U R S O DE D E R E C H O PENAL CHILENO
139
EDUARDO NOVOA MONREAL
11) Mayor desarrollo de esta tesis puede hallarse en nuestro trabajo "Algunas considera-
ciones acerca de la tentativa", publicado en Revista de Ciencias Penales, tomo XX, año
1961, pág. 3.
12) Pueden citarse como ejemplos los artículos 169, 156, 162, 181 y 459 N° 2 del C.
Penal. La tendencia general de la doctrina es considerar que en estos casos hay tentativa
desde que el sujeto usa de alguno de los medios indicados en la ley.
140
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
el medio o vía que el agente elija para tal fin, habrá realizado una conducta típica,
puesto que habrá sido causa del resultado.
No pueden sin embargo eludirse tres vías causales diferentes que pueden ser
utilizadas dentro de esta amplísima posibilidad:
a) curso causal conducido personalmente por el sujeto activo a lo largo de todo
su desarrollo, y sostenido por él mediante aplicación de su actividad corporal;
tendiente a guiar los acontecimientos en la dirección que él pretende, a modificar
los hechos estáticos que se le presentan y a eludir los movimientos del mundo ex-
terior que desfavorecen el curso elegido;
b) curso causal constituido por fuerzas naturales que el agente encauza o de-
sata hacia el resultado que él se propone, las cuales continúan después obrando por
sí mismas, sin necesidad de que las siga impulsando o sosteniendo;
c) curso causal constituido por una actuación humana ajena, que el sujeto
activo espera que tome la dirección que él busca y que procura encaminar hacia ella.
Esta actuación humana puede ser de un tercero o de la propia víctima.
Casi todas las teorías que quieren precisar el ámbito de la tentativa se elaboran
a base del curso causal signado a) el cual, si bien es el más frecuente, no es el único.
Frente a los dos últimos, las teorías más difundidas, excepto la que considera a la
tentativa un curso causal interrumpido, fracasan, pues en ellos la acción realizada
por el agente aparece como inocua para el que no la relaciona con la fuerza natural
o la de otro hombre que el agente procura utili/ar 1 *.
La clasificación indicada interesa también para fijar los obstáculos o impedi-
mentos que pueden detener o desviar el curso causal. Así, respecto del curso causal
señalado con letra a) pueden ser factores psicológicos que hagan cesar su actividad
al sujeto activo y factores físicos que impidan sus movimientos corporales, inutili-
cen los instrumentos que está usando o cierren el paso al curso causal. En el seña-
lado con letra b), una vez que el sujeto activo ha realizado el acto que encauza o
libera la fuerza natural, solamente podrán consistir en factores físicos que enerven
la fuerza utilizada, la desvíen o le opongan resistencia invencible. En el señalado con
letra c), deben considerarse tanto la libre determinación del tercero cuya actividad
se aprovecha, como la interposición respecto de ese tercero de factores análogos a
los indicados para el propio sujeto activo al tratar del curso causal a).
141
EDUARDO NOVOA MONREAL
142
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
143
EDUARDO NOVOA MONREAL
en que todavía faltan otros actos directos para que el efecto delic-
tivo se produzca 1 8 .
H a b r á , por ello, tentativa en el caso en que el que quiere dar
muerte a otro toma el revólver, lo carga y lo apunta a un órgano
vital con ánimo de disparar, momento en el que un tercero le arre-
bata el arma. Los actos directos para m a t a r están constituidos por
la utilización de un arma a p t a para dar muerte, que se dirige a una
parte del cuerpo de la víctima en la que el disparo causará una lesión
mortal. En el momento de interrupción del proceso, no obstante,
faltaba otro acto directo para completar los anteriores, que era apre-
tar el disparador del arma.
No habría tentativa, en cambio, por falta de actos directos, si
el proceso se interrumpiera, por ejemplo, cuando el sujeto ha adqui-
rido el arma en el comercio y la ha cargado, debido a que un tercero
se la sustrae. En efecto, aquellos actos no son potencialmente aptos
para la muerte del individuo determinado que el sujeto se propone
matar, pues no están encaminados derechamente a matarlo.
En el delito frustrado, el proceso de realización del hecho típico
está más avanzado, pues "el delincuente pone de su parte todo lo
necesario para que el crimen o simple delito se consume y esto no se
verifica por causas independientes de su voluntad". Lo que carac-
teriza a la frustración, por consiguiente, es la realización de
todos los actos directos que eran necesarios para poner en marcha un
curso causal apto para producir el hecho típico. La no verificación
del resultado por causas independientes de la voluntad del hechor
no la señalamos como característica del delito frustrado, porque
ella se presenta igualmente en la tentativa 1 6 .
Acudiendo al mismo ejemplo anterior, habrá homicidio frustra-
do si el sujeto activo no tuvo impedimento para apretar el disparador
del arma y se produjo el disparo dirigido hacia el corazón de la víc-
15) Califican el hecho de autos corno tentativa las sentencias de la Corte de Talca, de 24
de junio de 1922 y de 12 de enero de 1926, publicadas «n Gaceta, ler. semestre de 1922,
pág. 726, y 2o bimestre de 1926, pág. 167, respectivamente.
16) Caracterizan el hecho juzgado como delito frustrado las sentencias de la Corte Supre-
ma, de 24 de junio de 1911, de 16 de abril de 1918, publicadas en Gaceta, ler. semestre
de 1911, pág. 983, y tomo de 1918, pág. 189, respectivamente y de 15 de abril de 1964,
publicada en R. D. tomo L VIII, secc. 4a, pág. 74.
144
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
17) La distinción es particularmente difícil en los delitos de hurto o robo, según puede
apreciarse en las sentencias de la Corte Suprema, de 24 de noviembre de 1925 (publicada
en Gaceta del mismo año, 2o semestre, pág. 440) y de la Corte de Talca de 12 de enero
de 1926 (publicada en Gaceta del mismo año, 2o bimestre, pág. 167). Pero también pue-
den surgir dificultades con otros tipos, como ser la estafa (sentencia de la Corte de Tac-
na, de 14 de octubre de 1912, publicada en Gaceta de 1912, 29 semestre, pág. 411) y el
homicidio (sentencia de la Corte Suprema, de 23 de julio de 1920, publicada en Gaceta
del mismo año, 2o semestre, pág. 383).
Los proyectos chüenos de 1938 y 1945 eliminan la distinción entre tentativa y de-
lito frustrado y hablan solamente de tentativa para abarcar todo el proceso de realización
delictivo que entra en la esfera de lo punible.
145
EDUARDO NOVOA MONREAL
23) Corte de Valparaíso, 28 de abril de 1914. Gaceta de ese año, pág. 138.
24) Sentencias de la Corte Suprema, de 16 de diciembre de 1927 y de 13 de enero de
1930, publicadas en Gaceta de esos años, 2o semestre, pág. 564 y ler. semestre, pág.
146
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
4 2 7 . - Tentativa y culpabilidad
147
EDUARDO NOVOA MONREAL
Por disposición del art. 9 del C. Penal, "las faltas sólo se castigan
cuando han sido consumadas". No hay, pues, tentativa punible
tratándose de faltas.
Esto no significa que teóricamente sea imposible concebir una
falta en grado de tentativa o frustrada, especialmente si se trata de
algunas que son enteramente iguales a un delito, pero con menor
gravedad (por ejemplo, las del art."494 N.°* 5 y 19), sino que el legis-
lador, por razones de política criminal, ha estimado innecesaria la
pena para hechos tan leves, cuando ellos no alcanzan su consumación.
148
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
Conforme a la primera, se tiene por idónea toda actividad que según el agente
y conforme a su opinión subjetiva sea apropiada para realizar plenamente el fin
propuesto. Ella fue elaborada por von Buri y debido a su influencia determinó las
sentencias del Reitksgericht alemán.
La posición de von Buri puede fundamentarse de la siguiente manera. Es de
la esencia de la tentativa el que no se presente en ella la consumación del delito.
No habiendo consumación, igual da que el sujeto se haya servido de medios inidó-
neos o idóneos para realizar su propósito, puesto que la realización objetiva se tor-
na absolutamente irrelevante; objetivamente no existe lesión jurídica ni en todo,
ni en la mitad, ni en parte. El punto de vista subjetivo, que todo lo sitúa en la cre-
encia del agente, viene a ser por ello el único compatible con la lógica.
149
EDUARDO NOVOA MONREAL
150
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
151
EDUARDO NOVOA MONREAL
152
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
Por lo que se refiere a la inidoneidad de los medios, debe, desde luego, insistirse en
que la clasificación de ellos en inidóneos absoluta y relativamente es muchas veces
impracticable de manera general. Una cucharada de agua con azúcar puede ser
inocua para un hombre sano, pero administrada repetidamente a un diabético pue-
de llevarlo a la muerte; una corriente de aire no será apta para dar muerte a otro,
considerada genéricamente, pero podría causar la muerte de un enfermo de pul-
monía (ejemplos de Maggiore).
La mayor parte de las veces, las circunstancias de hecho permiten que una
misma inidoneidad sea juzgada con criterio enteramente diverso, como lo demues-
tra el caso del disparo hecho desde distancia superior al alcance del arma. En
precisamente a la no existencia de la persona o cosa sobre la cual
ella tendría que haber recaído para ser típica. El que dispara sobre
un cadáver (creyendo que el cuerpo vive), no se puede decir que
incurra en tentativa inidónea por falta de objeto, sino que ha desa-
rrollado una conducta que no ajusta con el tipo de homicidio, que
exige un sujeto pasivo con vida 2 9 . Lo mismo podría decirse del que
intenta provocar aborto en mujer que no está embarazada y del que
pretende hurtar una cosa que le pertenece a él mismo.
Con esta tesis de la falta de tipo se resuelven sin duda ninguna
como impunes los casos en que el objeto del delito no existe absolu-
tamente, pero el problema permanece para aquellos otros en que ese
objeto existe pero no se encuentra en el lugar hacia donde el sujeto
activo dirige su acción (ejemplo del disparo a un lecho donde no está
la víctima buscada porque acaba de abandonarlo). Estos son los
casos que la doctrina tradicional califica de inidoneidad relativa del
objeto. En estas situaciones conceptualmente debe rechazarse la
existencia de una tentativa por falta de un curso causal apto para
llegar al término buscado por el sujeto activo.
Sin embargo, consideraciones diversas podrán aconsejar la adop-
ción de medidas de carácter penal, especialmente en los casos en que
con leves variaciones de circunstancias el intento hubiera sido rea-
lizable (pues no es igual que el sujeto pasivo estuviese en el ejemplo
del disparo al lecho, en la pieza de baño contigua o que estuviese en
otra ciudad), ya que la -alarma social que él podría causar bastaría
para fundamentar una sanción. Nos remitimos en este aspecto a lo
que expresamos en relación con la inidoneidad de medios. También
153
EDUARDO NOVOA MONREAL
toña aberrante del proyectil es posterior a aquel instante anterior, en el que el hecho
llegó -a cumplir con todas las exigencias necesarias para fundar una incriminación
por tentativa. Una sentencia de la Corte de Concepción, de 21 de julio de 1911
(publicada en Gaceta de 1911, l.er semestre, pág. 1251) declara que hay tentativa
punible en caso de disparo con rifle que hirió al caballo que montaba la víctima.
Hay casos en que la inidoneidad de medios beneficia al bien jurídico que el
sujeto activo quiere lesionar. Si un individuo quiere provocar un choque de trenes
y para ello mueve la palanca que hace el cambio de líneas, puede suceder que por
un descuido precedente del guardavías, el cambio haya servido justamente para
evitar un choque que de otro modo se hubiera producido. La actitud del sujeto
activo podría, tal vez exteriorizar su propósito delictivo, pero no podria fundamentar
una incriminación penal por no existir hecho objetivo alguno de su parte que hu-
biere constituido un proceso impulsado hacia un hecho típico. Por el contrario, lo
único que obró fue útil para evitar tal hecho.
29) Bettici opina que en ese caso puede surgir, no obstante, responsabilidad pend por vi-
lipendio de cadáver (parcialmente contemplado en el articulo 321 del C. Penal Meno).
Disentimos del parecer del Üustre penalista en razón de la falta de culpabüidadcon que
obraría el sujeto en relación con ese tipo, por ignorar que se trataba de un cadáver.
154
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
30) Graf zu Dohna recalca la diferencia entre tentativa inidónea y casos de ausencia de
tipo.
155
EDUARDO NOVOA MONREAL
156
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
157
EDUARDO NOVOA MONREAL
1S8
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
4 3 2 . - El desistimiento en la tentativa
31} El canon 2.213 del Código de D. Canónico libera de responsabilidad al que espontá-
neamente desiste de la ejecución ya empezada del delito, siempre que de la tentativa no
se haya seguido daño o escándalo. Excluyen la pena por desistimiento voluntario de la
tentativa el articulo 56 de C. Penal de Italia, artículo 46 del C. Penal alemán y articulo
43 del C. Penal de Argentina.
159
EDUARDO NOVOA MONREAL
La mayor parte de los autores consideran el desistimiento como una causa de im-
punidad (Mezger), una causa de exclusión de la pena (Maggiore, Bettiol) o como
una excusa legal absolutoria (Dohna, Soler). Se usan de este modo diversas deno-
minaciones para lo que en el fondo no es sino la eliminación de la sanción penal, por
motivos de pura conveniencia (ver N.° 355 en el Tomo i) para un hecho que con-
servaría su calidad de típico, antijurídico y culpable.
Rodríguez Muñoz, en sus notas al tratado de Mezger, sostiene que tal afir-
mación no es válida para el Código Penal Español, en el cual el concepto de tenta-
tiva exige que el delito no llegue a cometerse por causa o accidente que no sean el
propio y voluntario desistimiento del sujeto. De modo que si está ausente ese re-
quisito y la tentativa no surge porque el agente mismo desistió, se da una "ausencia
de antijuricidad tipificada". Conforme a este criterio no es que haya conducta de
tentativa y esté solamente suprimida la pena, sino que objetivamente no existe
una tentativa.
Entre nosotros, Labatut, siguiendo la misma idea, afirma que el desistimiento
de la tentativa no constituye una excusa absolutoria, sino el desaparecimiento de
la tentativa misma, de la cual es elemento integrante la interrupción de la ejecución
por causas ajenas a la voluntad del actor.
Aun cuando lo que hemos expresado parece que nos sumara a la posición de
Rodríguez Muñoz, debemos hacer una reserva. El desistimiento en la tentativa
puede sobrevenir en cualquier instante de un proceso que se desarrolla en el tiempo,
a partir de un momento en que ha adquirido ya los caracteres de una actividad
conscientemente dirigida a la consumación del delito. Ese proceso puede cons-
tituir por ello una conducta antijurídica y culpable. Sin embargo, como hemos
tenido a la tentativa como un dispositivo amplificador del tipo y la hemos contem-
plado exclusivamente en su aspecto objetivo, formal e incoloro (ver N.° 418), esa
conducta antijurídica y culpable no llegará a ser típica, en cuanto no alcance la
consumación, sino en el caso de que su no consumación se deba a causas indepen-
dientes de la voluntad del agente. Por esta razón el desistimiento lo situamos como
un requisito negativo de la tipicidad.
160
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
33) Soler distingue dos casos diversos en el temor de ser descubierto, como impedimento
psíquico de ¡a consumación. El temor de ser descubierto antes de consumar el delito no
excluiría la tentativa punible, pero si la excluiría el temor de ser descubierto después de
consumado el hecho que nadie actualmente podría impedir.
34) Hay algunos autores y leyes que hablan del desistimiento espontáneo en lugar del de-
sistimiento voluntario. Mezger explica que el autor no debe haber sido impedido en la
consumación del delito por circunstancias extemas, independientes de su voluntad, para
que quede excluida la pena; pero con esto no queda suficientemente aclarada la situación
del que desiste persuadido por otro.
35) Sin embargo, se ha sostenido por algunos que basta desistir de ¡a situación concreta,
en tanto que el autor no quiera utilizar la situación ya creada para continuarla. Mezger
acepta esta última posición en principio, pero admite que es correcta ¡a opinión de
Schónke en el sentido de que el hecho de diferir la ejecución no implica abandonarla.
Vannini distingue entre el desistimiento de la ejecución del delito y el desistimiento del
propósito delictuoso, sosteniendo que basta el primero para eludir la sanción. Bettiol es-
tima esta tesis contraria a la ratio legis.
161
EDUARDO NOVOA MONREAL
162
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
163
EDUARDO NOVOA MONREAL
38) El artículo 46 del C. Penal Alemán exige que el desistimiento en la tentativa acabada
se produzca antes de que la acción haya sido descubierta. General/gente tal descubri-
miento supone una coacción psíquica para que el agente desista, lo que quita al desisti-
miento su carácter de voluntario, que es el que le imprime fuerza para excluirla respon-
sabilidad penal. Ver sobre este punto la nota 33 de este capitulo.
164
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
1.« El art. 3.° del C. Penal Español de 1848, base del nuestro, exigía expresa-
mente en la simple tentativa que el agente no prosiguiera la ejecución del delito
"por cualquier causa o accidente que no sea su propio y voluntario desistimiento".
Con ello reconocía de manera expresa el efecto excluyente de responsabilidad del de-
sistimiento voluntario. La Comisión Redactora de nuestro Código varió el concepto,
sin consignar razones, y eliminó toda referencia al desistimiento (sesión 4.*).
2.» El art. 8 del C. Penal define la proposición y la conspiración (ver N.® 422),
figuras ambas que corresponden a fases menos avanzadas de la preparación de un
hecho punible, y en su inciso final declara exento de pena al que desiste de ellas,
solamente con la condición de que se cumplan varios requisitos, entre ellos, que
el sujeto desista "antes de principiar a poner por obra el delito", que desista antes
de iniciarse procedimiento judicial y que lo haga "denunciando a la autoridad
pública el plan y sus circunstancias".
165
EDUARDO NOVOA MONREAL
166
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
CAPITULO V
436.- Generalidades
437 - El concepto de autor
438 - Delimitación del concurso
439.- Requisitos del concurso de personas
440.- Importancia de la relación de causalidad
441.- Teorías que equiparan jurídicamente las formas de concurso
442.- El elemento subjetivo en el concurso
443.- Teorías sobre la estructura jurídica del concurso de personas
444.— Las diversas formas de concurso y su clasificación (según la doctrina)
445.- La coautoría (según la doctrina)
4 4 6 - La llamada autoría mediata
447 — La accesoriedad de la participación
448.- La instigación (según la doctrina)
449.- La complicidad (según la doctrina)
450 - El delito colectivo en su aspecto criminológico
451.- Las muchedumbres delincuentes
436.— Generalidades
167
EDUARDO NOVOA MONREAL
168
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
No hay acuerdo en doctrina acerca del punto en que la teoría del concurso debe ser
insertada en la teoría del delito, ni sobre la naturaleza del concurso ni sobre su ubi-
cación sistemática.
De atenernos a la postura que adoptamos en el capítulo anterior, relativo a la
tentativa, preferiríamos, para la simetría de la construcción jurídica, que también
el concurso fuera un "dispositivo legal amplificador del tipo", destinado a comple-
mentar las descripciones típicas con un principio general indicador de que no sola-
mente caen dentro del tipo los que ejecuten la conducta que éste describe, sino
también otras personas que en diversas formas aportan una cooperación para esa
conducta.
Hemos de reconocer, no obstante, que si hubo tropiezos para presentar a la
tentativa como una descripción de conducta complementaria del tipo, para proce-
der en igual forma respecto del concurso se presentan obstáculos jurídicos difícil-
mente superables, que más adelante irán surgiendo en todo su vigor.
En manera alguna participamos del criterio de Soler, que manifiestamente
incorpora a la noción de concurso de personas (que él llama participación) todos los
elementos de la responsabilidad penal, con lo cual el estudio del concurso queda trans-
formado en una determinación de "responsables" de un hecho típico concreto.
Porque, pese a las dificultades, hemos de intentar descubrir en el concurso carac-
terísticas puramente naturales, en el sentido de no valorativas, que lo reduzcan a
formas de conducta lo más simplificadas posible.
En estrecha relación con este problema está la cuestión relativa a si las dis-
posiciones sobre concurso de personas son causas de restricción o de extensión de
la pena.
169
EDUARDO NOVOA MONREAL
debe excluirse del ámbito de ésta todo lo que no sea causal en la producción del re-
sultado (ver N . ° 440). Siendo equivalentes todos los factores causales, habría de
tenerse por autores a todos los que intervinieran en un hecho punible (concepto
extensivo de autor). Pero la ley penal dispone que algunos partícipes tendrán una
pena inferior a ta pena del autor, de donde resulta que sus preceptos son causas de
restricción de pena, puesto que extraen de! campo en el que todos por Ja naturaleza
de su intervención tendrían que ser autores, a ciertos partícipes en los que por ex-
preso mandato de derecho positivo habrá que reconocer una responsabilidad más
reducida.
Maurach y Bettiol están en la posición contraria, si bien invocando fundamen-
tos diversos; el primero su concepción finalista de la acción dolosa, única en la que
cree posible la participación, y el segundo, su sistema teleológico que lo lleva a de-
sechar toda posición puramente formalista. Para estos autores sólo es válido un
concepto restrictivo de autor, pues solamente pueden serlo aquellos que realizan
la acción típica. Todos los demás que sin realizarla cooperan con los autores, son
partícipes en virtud de disposiciones legales extensivas que establecen también
penas para ellos.
4 3 7 . - El concepto de autor
170
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
1) Hemos de ver más adelante si coinciden los conceptos de sujeto activo del tipoy autor
de un delito o si el último exige además de requisitos vaiorativos tales como la antijurici-
dad y la reprochabilidad. Hemos de señalar, también, que al hablar del sujeto activo com-
prendemos a todo ser humano que cumple una conducta típica, sea ella de acción o de
omisión.
171
EDUARDO NOVOA MONREAL
172
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
2} Ejemplo de un caso de actuación plural de sujetos en un solo hecho, sin que haya con-
curso, es el siguiente: un individuo quiere incendiar una casa y para ello acumula en un
173
EDUARDO NOVOA MONREAL
4) Esto no significa que cada participe deba tener conocimiento de la actuación de todos
los demás sujetos que concurren; basta que la tenga de la del ejecutor principal, bien sea
directamente, bien sea a través de otro. Excepcionalmente, sin embargo, puede haber
concurso sin que el ejecutor principal sepa que otros colaboran con él.
174
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
La conducta de cada una de las personas que concurre en un mismo hecho punible
puede ser, desde un punto de vista puramente natural, tanto de realización de un
movimiento muscular, como de abstención de tal movimiento, y desde el punto de
vista normativo, tanto de acción como de omisión.
Lo importante es que esa conducta se manifieste en el mundo exterior y sea
apta ya para provocar cambios en él, ya para evitar cambios que pueden operar
otras fuerzas físicas o humanas. Porque no basta para el concurso un puro elemento
psíquico interno, como podría ser un simple deseo o propósito de intervenir en el
hecho de otro. Con mayor razón, no basta tampoco el mero conocimiento de que
otro ejecutará un delito.
En consecuencia, el cuidador de un edificio que deja abierta la puerta de él
para que entren los que van a hurtar especies que allí se hallan, es partícipe en el
hurto que se comete. Asimismo lo es el policía que pudiendo y debiendo actuar,
deja que el delito se cometa, sin hacer nada para impedirlo 6 .
Ciertamente será la concreta teoría sobre causalidad que se acepte, la que deter-
minará el concepto que se tenga sobre el concurso de personas en un delito; ya que
serán muy diversas las consecuencias que extraiga un sostenedor de la equivalencia
de las condiciones, de las que obtengan quienes sustenten la teoría de la causa ade-
cuada, de la causa eficiente u otra.
175
EDUARDO NOVOA MONREAL
Birkmeyer, por ejemplo, imaginó que era posible hacer una distinción entre
autores y cómplices, según la mayor o menor intervención que a cada sujeto corres-
pondiera en la producción del resultado punible; pues aquéllos serían los que ponen
la causa del resultado y los segundos, los que solamente ponen una condición del
mismo.
Von Buri, en cambio, partiendo de la base de que no cabe hacer diferencias
sobre el valor causal de las distintas condiciones que hacen posible la producción
de un hecho (ver Tomo i, N . ° 186), negó que pudieran hacerse diferencias entre los
copartícipes de un delito, derivadas de la calidad objetiva de las actuaciones de
cada uno de éstos.
En nuestra opinión, como se expresó ya en el T o m o i (ver N.°» 170 y 184), la
relación causal no se requiere en toda clase de hechos típicos, sino solamente en
aquéllos que exigen la producción de un resultado externo (cambio material en el
mundo exterior). La relación causal es enteramente ajena a los delitos de simple
actividad.
No puede dudarse que en los delitos de simple actividad es perfectamente
posible el concurso de personas para realización de la conducta que por sí misma
constituye el hecho típico. Luego, es imposible admitir que la relación de causali-
dad pueda ser el fundamento de toda la teoría del concurso de personas en un mismo
hecho punible.
Debe reconocerse, sin embargo, que en la mayor parte de los delitos para los
que corrientemente se da una intervención plural de sujetos, la determinación de
una auténtica concurrencia de cada uno de éstos se presenta estrechamente ligada
a la vinculación causal de su conducta con el resultado típico.
176
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
Los que insisten en la necesidad del factor causal para todas las formas de concurso,
olvidan la importancia de una distinción muy útil. Si alguien facilita al que va a
cometer un homicidio un revólver para que consume el delito (caso de auxilio),
puede suceder, o bien que el homicidio habría sido cometido de todos modos, aun
sin el revólver, o bien que el delincuente no habria podido llevar a cabo su propó-
sito sin él 8 . En el primer caso, el que entregó el arma se limitó a hacer más fácil un
delito que sin su ayuda también habría sido cometido; de manera que no media
entre su actuación y el resultado punible nexo causal alguno dentro de los términos
de la teoría de equivalencia de las condiciones 7 . Para comprenderlo basta agregar
que la actuación del delincuente principal no se desenvuelve en el marco de una
física ciega, sino que va animada por un propósito delictual bien definido que puede
ser logrado por varías vías diversas que no escaparán a su inteligencia y que no
desechará su voluntad.
7) La jurisprudencia alemana niega que deba exigirse un vinculo causal entre la actividad
de cooperación del cómplice y el delito para el cual ella se presta, según puede leerse en
el Libro de Estudio de Mezger.
177
EDUARDO NOVOA MONREAL
Se ha. pensado que si todos los que intervienen en un hecho punible han contribuido
a su perpetración, debe asimilárseles jurídicamente y debe aplicárseles el mismo
tratamiento penal, sin distinguir grados o importancia en sus actuaciones.
Esta equiparación de los copartícipes fue postulada por Getz y quedó consa-
grada en algún grado en el Código Penal noruego de 1902, en cuya redacción él
intervino. Por una ruta semejante, el Código danés de 1930 acepta en principio igua-
lar las sanciones de todos los que participan en el hecho punible, sin perjuicio de
permitir rebajas de ellas para quienes han prestado tan sólo una asistencia de me-
nor importancia.
En el Código Penal de Italia de 1930 (art. 110) se dispone que cada una de las
personas que concurre al mismo delito queda sujeta a la pena establecida para él,
sin perjuicio de algunas excepciones que se consignan para casos en que la interven,
ción aparece como de mínima importancia. A ello se debe que muchos autores ita-
lianos nieguen una diferencia conceptual entre autores y cómplices.
En el Código francés se aprecia también una tendencia semejante, pues su
art. 59 establece que los cómplices de un delito incurrirán, por regla general, en la
misma pena de los autores.
El art. 25 del Código Penal del Brasil hace aplicable la pena establecida en el
correspondiente delito al que contribuye a la comisión de él, de cualquiera manera
que sea.
La legislación penal anglosajona no reconoce diferencia entre los diversos par-
tícipes, pero permite al juez reducir la pena al cómplice.
Criticando dichas posiciones, sostiene Mezger que un sentido valorativo más
fino puede distinguir diversas formas de participación en el hecho punible y hacer
gradaciones en ellas, advirtiendo que el igual valor causal que corresponde a las
distintas condiciones del resultado, no supone al mismo tiempo igualdad valorativa
jurídica. Sin embargo, no mantiene su posición hasta sus últimas consecuencias,
porque llega a rechazar que las distinciones se funden en la naturaleza misma de
las cosas y establece su reducto en la legislación positiva, declarando que ellas son
un absoluto "producto de la ley".
178
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
Debe tenerse en cuenta, sin embargo, que ese elemento subjetivo puede ser
separado intelectualmente del elemento material del delito en los casos simples de
realización de un delito por un solo sujeto, que son los casos normales en Derecho
Penal. Y como el estudio analítico del delito no tiene por objeto desconocer la com-
plejidad de los elementos que lo integran, ni negar que él es una unidad como fe-
nómeno, sino simplemente descomponerlo lógicamente, para una más fácil apre-
hensión intelectual posterior del concepto total, basta a nuestro juicio que esa des-
composición sea posible con fines didácticos en el caso simple, para que subsista
su utilidad. Lo cual, a su vez, implica que la dificultad para separar el elemento
psicológico de la conducta en la tentativa y en el concurso, no se nos represente
como un "argumento" en favor del finaiismo (ver N . ° 154 en el Tomo i).
Los penalistas más antiguos, Chauveau y Hélie y Haus, entre ellos, creyeron
necesario un concierto previo entre todos los concurrentes, como requisito indis-
pensable para que pudiera hablarse de concurso.
Pessina, Manzini y Carnelutti señalan la necesidad de un verdadero acuerdo
de voluntades.
179
EDUARDO NOVOA MONREAL
i i i . Aun cuando lo recién explicado basta para aclarar que el elemento inter-
no del concurso de personas es algo enteramente diverso del elemento subjetivo
del delito o reprochabilidad, conviene agregar algo.
Frank señala el dolo como elemento que interviene en todo concurso. También
Mezger llama en alguna oportunidad "dolo" a ese elemento interno. Con más pru-
dencia, Bockelmann lo denomina "intención'' ( V o r s a t z ) .
í v . Los textos positivos chilenos son suficientemente claros como para con-
vencer a cualquiera de que el criterio legal es no estimar requisito del concurso un
concierto previo o un pacto explícito entre los que concurren a la realización de un
hecho punible. Así lo prueba el art. 15 del C. Penal, que en uno solo de sus números
el 3.®, señala como exigencia de casos que "considera" de coautoría, el concierto,
para la ejecución. Con ello da a entender que, en las demás formas de concurso de
personas, ese concierto no es necesario.
180
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
181
EDUARDO NOVOA MONREAL
182
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
183
EDUARDO NOVOA MONREAL
Mezger piensa que el punto de partida para diferenciar las distintas formas de
participación es la dirección subjetiva de la voluntad del partícipe, pues el autor
actúa con voluntad de autor y el partícipe accesorio (instigador y cómplice) con
voluntad de tal. Pero como la voluntad se reconoce y determina, por lo general,
en virtud de características objetivas, el deslinde de las distintas formas de parti-
cipación se realiza en forma mixta, por características subjetivas y objetivas.
184
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
185
EDUARDO NOVOA MONREAL
186
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
187
EDUARDO NOVOA MONREAL
Carrara se refirió expresamente al caso del autor mediato, aun cuando sin darle este
nombre, al tratar de la instigación que se cumple sobre un sujeto que sirve de
"instrumento ciego e inconsciente" al verdadero autor.
La noción se desenvuelve por la doctrina alemana que, colocada ante preceptos
positivos que exigían que el ejecutor material del hecho fuera imputable para que
el instigador de él pudiera ser sancionado penalmente (accesoriedad máxima, ver
9) La teoría del autor mediato ha encontrado acogida en algunos fallos chilenos. Puede
consultarse el considerando 80 de la sentencia de 9 de enero de 1961 déla Corte de Ape-
laciones de Santiago, a la que se refiere la sentencia de casación publicada en R. D. tomo
LVIII, secc. 4a, pág. 283.
188
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
N.° 447), se vio abocada a tener que hallar una solución justa para poder penar al
que se valía de un inimputable para la realización material de un hecho punible.
Esa solución la encontró mediante la elaboración jurídica de la teoría del autor
mediato. La dificultad también se presentó a los juristas alemanes respecto del
auxilio o complicidad prestada a un inimputable y por ello, se extendió la doctrina
a todas las formas de participación. Luego, ella fue ampliada también a todos los
casos en los que el ejecutor material actúa sin responsabilidad penal.
En Italia, sin embargo, pronto se inició un ataque frontal en contra de la teo-
ría del autor mediato.
Grispigni la combatió impugnando varios presupuestos de hecho en que ella
podría apoyarse. Así, negó que un inimputable pueda ser utilizado generalmente
como instrumento ciego de una voluntad ajena, citando el caso de un paranoico
en el cual ha prendido un delirio de persecución y al cual sería posible instigarlo a
agredir a otro, pero no a perpetrar atentados coníra la honestidad, por ejemplo.
También objetó que mediante una elaboración doctrinaria pudiera transformarse
una conducta que según su propia naturaleza es de colaboración secundaria (ins-
tigador, auxiliador), en una conducta de autor.
Maggiore califica de sofisma a la teoría del autor mediato. A su juicio ella es
una complicada construcción dogmática viciada en su premisa, esto es, en la afir-
mación desque el concurso exige participación en el delito de otro, por lo que no
habría concurso si el otro (el ejecutor material) no existe. Sostiene que si se pres-
cinde de la accesoriedad en la noción de concurso y se admite la equivalencia de las
causas, tendrá que concluirse que el carácter delictuoso de la obra común no de-
saparece porque uno de los cooperadores pierda su subjetividad jurí<fico penal.
Entre los tratadistas que acogen la teoría del autor mediato no se encuentra
ni uniformidad de criterio para delinearía ni convencimiento firme su necesidad.
Mezger, ateniéndose al derecho alemán vigente, distingue tres grupos de au-
tores mediatos: a) el que utiliza como instrumento a quien actúa sin dolo, ya sea
por no ser imputable, ya sea por estar en error esencial, ya sea por encontrarse fa-
vorecido por causa de exclusión de la culpabilidad; b) el que utiliza como instru-
mento a quien no actúa con voluntad de autor, aunque obre con dolo, y c) el que
procurando cometer un "delito especial" (ver N.° 470) utiliza un instrumento que
no está cualificado para la autoría. Pero antes, el propio Mezger había afirmado que
la autoría mediata no es sino una forma especial de aparición de la autoría, por lo
que no precisa de una fundamentación especial, puesto que su fundamentación
aparece ya en la del concepto general de autor del delito; fijado éste, la autoría
mediata resulta algo natural y lógico.
189
EDUARDO NOVOA MONREAL
190
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
ejecución personal". Se trata de algunos tipos delictivos Que, según su propia na-
turaleza, no podrian ser cometidos sino por el autor en persona, sin posibilidad de
utilizar como instrumento a otro ser humano. El resultado de esta excepción es
que en los delitos de propia mano su ejecutor material y directo es el único que puede
ser tenido como su autor; y si él es irresponsable no cabrá buscar un autor mediato
ni sancionar penalmente a otro, aun cuando éste lo haya movido a realizar el hecho.
Las discrepancias comienzan, sin embargo, cuando se trata de señalar estos
"delitos de propia mano". Algunos (Mezger), con criterio restricto, solamente ven
uno o dos en toda la legislación penal, especialmente los delitos relativos al jura-
mento (perjurio). Otros, en cambio (Hellmuth Mayer), incorporan a este grupo
a todos los delitos contra la honestidad (delicia carnit), por estimar que están cons-
truidos sobre la base de su realización personal; con ello el adulterio, el incesto y
los abusos deshonestos quedarían al margen de la autoría mediata, en forma que el
que utilizare a alguien que obra sin responsabilidad penal para realizarlos, queda-
ría fuera de sanción. Hasta se ha pretendido que los delitos de simple actividad
(Beling y Del Rosal) y de omisión, no podrían ser cometidos mediante un sujeto-
instrumento, lo que implica una generalización inaceptable. Para Binding, creador
del concepto de delitos de propia mano, forman entre ellos: el prevaricato, la de-
serción, el adulterio, el incesto y el falso testimonio.
La idea de los delitos de propia mano debe ser sometida a estudio crítico en
relación con cada tipo particular de los que se quiere agrupar bajo tal nombre,
teniendo en vista tanto las características del tipo, como el bien jurídicamente
protegido, en estricta conformidad con la legislación positiva. En principio, todo
delito puede ser cometido por intermedio de otro. La imposibilidad legal de tal cosa,
en algún caso excepcional, debe ser analizada cuidadosamente 1 0 .
El texto del art. 212 del C. Penal, que dicta para el que a sabiendas presenta
testigos o documentos falsos en juicio la misma pena del falso testimonio, resta
importancia en Chile al problema de si el delito de falso testimonio es o no delito
de propia mano, pero puede traer la cuestión de si para el efecto de aquel tipo es
testigo falso solamente el que depone a sabiendas de la falsedad o si lo es también
el testigo que declara como instrumento inconsciente del sujeto activo, que es lo
que parece más adecuado a los fines del precepto.
191
EDUARDO NOVOA MONREAL
hay autoría, sea que se realicen por un solo sujeto activo (N.° 437),
sea que se cumplan por un conjunto de individuos que se distribuyen
la labor principal, caso de la coautoría (N.° 445), sea que se lleven
a efecto utilizando a un ser humano como instrumento, caso del au-
tor mediato (N.° 446), es necesario poner el f u n d a m e n t o esencial de
las formas secundarias o de participación propiamente dicha.
Por cierto que la figura básica más simple para apreciar los problemas de la
accesoriedad es la actuación de un solo ejecutor material inmediato y directo del
hecho típico, en conexión de la cual aparecen las intervenciones secundarias de
instigación o complicidad (ver N . ° 437). Cuando se presenta un caso así simplifi-
cado, la mayor parte de las dificultades desaparecen. Hay un sujeto que por sí mismo
y con sus propios movimientos musculares produjo el cambio en el mundo externo
que la ley penal describe como tipo, y es en torno de ese hecho material tangible
que se dibujan como accesorias las imágenes secundarias de otros que participan
en él. ¡Lástima para los juristas que la vida y las múltiples posibilidades de varia-
ción que da a la actuación humana la inteligencia aplicada a la violación de ta ley,
no siempre proporcionan esquemas tan sencillos!
192
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
La doctrina penal, en su enorme mayoría, y podemos dar entre ellos los nombres
de Mezger, Bockelmann, Ranieri, Bettiol, Jiménez de Asúa y Del Rosal, admite
que la accesoriedad de la participación en relación con el hecho del autor, es algo
que pertenece a la esencia misma de la participación y está en su propia naturaleza.
Sin embargo, no faltan penalistas que la nieguen, entre otros Maggiore y Antolisei,
basándose en que todos los que concurren en un delito, sea cual fuere su forma de
colaboración, ponen una causa del resultado, y en que no puede hallarse accesorie-
dad en lo que por ser causal es principal y necesario, desde que todas las causas son
equivalentes.
No está demás recordar en este punto, que no siempre el partícipe pone una
condición necesaria del resultado que surge dé una actuación conjunta. H a y cóm-
plices que solamente hacen más fácil o breve una tarea delictiva que sin su ayuda
habría podido también cumplirse, aun cuando más laboriosamente (ver N . ° 440).
193
EDUARDO NOVOA MONREAL
Las consecuencias jurídicas antes indicadas, propias del carácter accesorio o con-
dicionado de la participación propiamente dicha, son las que normalmente siguen
a la participación en cualquiera de los delitos señalados por la ley positiva. Pero
debe tenerse en cuenta que la misma ley puede modificarlas.
Puede sancionarse una instigación, aun cuando no haya sido acogida; así lo
establecían los arts. 13 y 14 del D. L. N.° 425 de 1925, por ejemplo, y parcialmente
jo dispone el art. 13 de la actual Ley N.° 15.576.
Hay casos en que la ley penal expresamente exige que la excitación o incitación
hayan tenido resultado, como se aprecia en los arts. 123 y 407 del C. Penal.
Pero en todos estos casos, no se trata de formas de participación especialmente
legisladas, sino de tipos especiales creados por la ley, en los que la conducta típica
está constituida justamente, por la acción de inducir, incitar o instigar. Para apre-
ciar en ellos si es necesaria la realización del hecho punible que tal acción tiende a
provocar, debe estarse al texto del precepto determinado, o a falta de ella, acudirse
a las normas de interpretación correspondientes.
1 ¡) Si el au tor principal desecha la ayuda que le presta otro que quiere actuar como cóm-
plice y realiza el hecho delictuoso con medios o elementos propios, surge un problema
que (.xaminaremos en el N° 455.
194
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
Max E. Mayer, según el punto de vista recién expresado, distinguió cuatro grados
diversos de accesoriedad. Conforme a sus palabras, la participación puede ser "mí-
nimamente accesoria" en cuanto basta para su punición que el autor principal
haya realizado un tipo legal; puede ser "limitadamente accesoria", en cuanto la
realización del tipo por el autor principal debe ser antijurídica; puede ser "extre-
mamente accesoria" s i ' s e exige, además, que el agente principal haya actuado de
modo culpable; y puede ser "hiperaccesoria" cuando incluso las causas personales
de exclusión de pena o las circunstancias atenuantes y agravantes que concurran
en la persona del autor, benefician al partícipe secundario o pesan contra él.
195
EDUARDO NOVOA MONREAL
12) En el Tomo I, para referirnos a los elementos del delito analíticamente examinados,
señalábamos la conducta humana como el primero y básico de esos elementos. Ahora
que estamos en el estudio de un delito en cuya realización intervienen varios seres hu-
manos, tenemos que aislar el delito de cada uno de los distintos sujetos que lo cometen y
por dio lo impersonalizamos en el "hecho", esto es, el cambio del mundo externo resul-
tante de esas intervenciones plurales, desligado de sus sujetos.
196
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
A falta de disposiciones expresas que den tal solución, puede ella extraerse de las
ideas directrices que inspiran al C. Penal, especialmente porque:
a) la antijurícidad, atendido su carácter objetivo, alcanza a las actuaciones
de todos los que intervinieron en el hecho (ver N . ° 208 sub. 3);
d) los arts. 72 inciso 2.° y 456 bis N . ° 5 confirman que es posible participar
en el hecho que directa y materialmente realiza un inimputable.
El art. 72,'inciso segundo, fue introducido en el Código por la Ley N." 11.183,
de 10 de junio de 1953.
El art. 456 bis fue agregado al Código por el art. 53 de la Ley N . ° 11.625, de
4 de octubre de 1954.
Conforme al primer texto, pueden intervenir en un mismo delito personas
imputables e inimputables, atendida su edad, sin que se discrimine sobre la forma
en que la intervención tenga lugar (podrá ser, pues, como autores o en forma ac-
cesoria) y en tal caso a los mayores se les aplicará pena aumentada. De aquí se
desprende que para el legislador, antes de la modificación correspondiente, cabía
participación en el acto de un inimputable (accesoriedad limitada) ya que la mo-
dificación se limita a disponer que habrá de agravarse la pena al partícipe mayor
de edad.
Conforme al N.° 5 del art. 456 bis, a partir de la fecha en que él es introducido,
va a ser una agravante específica de los delitos de robo y hurto el actuar —en cual-
quier forma— con personas inimputabl£s por anormalidad mental; lo que permite
deducir que antes de la modificación cabía participación en los actos de un inim-
putable por anormalidad mental, pero a partir de ella esa participación se considerará
como especialmente agravada.
197
EDUARDO NOVOA MONREAL
13) Frank precisa que la causalidad de que se arve un instigador es su influjo sobre el ins-
tigado, que es hombre que actúa libre y conscientemente; en cambio, la causalidad que
utiliza un autor es "el causalismo natural inconsciente".
198
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
provocado por el instigador no sólo en una ofensa, sino también en una agresión
actual de X o en una coacción de parte de otro.
199
EDUARDO NOVOA MONREAL
14) Para este efecto Mezger aconseja proceder con arreglo a un juicio de valoración obje-
tivo que permita resolver si hay o no diferencias esenciales entre la representación del ins-
tigador y el hecho que realizó el instigado; porque previene (pie nunca habrá una corres-
pondencia exacta entre ambos debido al factor movible e incalculable de la voluntad del
instigado. En su concepto, aún habiendo diferencias, debe establecerse si el hecho reali-
zado estaba comprendido al menos en el dolo eventual del instigador.
15) Maurach distingue en los casos de exceso del instigado el exceso cuantitativo y el
cualitativo. Del primero no responde el instigador. Del segundo no responde tampoco si
la acción del instigado es esencialmente distinta a la proyectada por el instigador. Deter-
minar cuándo la desviación no es esencial y persiste por eüo la responsabilidad de! insti-
gador (diversidades de tiempo, lugar o modalidades equivalentes a una misma tipificación,
por ejemplo) es cuestión que sólo puede ser resuelta atendiendo a los tipos concretos.
200
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
ii. Carrara había señalado cinco diversas formas de participación moral (ins-
tigación), que serían: el mandato, la orden, la coacción, el consejo y la sociedad para
delinquir. Modernamente, Maggiore acoge esa especificación. Los términos de ella
son imprecisos e insatisfactorios. Pero ya la trataremos en el N.* 456.
ni. El que no quiere que el hecho delictuoso se produzca realmente, sino que
solamente se propone excitar a otro a su comisión a fin de descubrir al instigado,
poner de manifiesto su tendencia delictual y luego impedir el resultado, no puede
responder como instigador porque carece de una efectiva voluntad de que el hecho
delictuoso llegue a producirse. Objetivamente, es cierto, obraría como instigador,
pero en cuanto a su responsabilidad, examinada mediante la concurrencia de todos
los elementos que jurídicamente la determinan y, particularmente, en cuanto al
dolo, que estaría ausente, no podría tenerse por integrada.
201
EDUARDO NOVOA MONREAL
Por chocantes que ellas sean desde el punto de vista moral, legalmente no
pueden generar responsabilidad por lo que se refiere a la tentativa del hecho al cual
se instigó a otro 18 . Sin embargo, concordamos con Mezger en que si el hecho
delictuoso no pudo ser impedido y se realizó, podría llegar a atribuirse al agente
provocador una responsabilidad por delito culposo (cuasidelito).
Pero si el que instiga se propone obtener el castigo del instigado y para obtener
tal propósito llega hasta a aceptar la producción del hecho delictuoso, existe en él
el dolo necesario para hacerlo responsable por su instigación.
No ha sido ésa la tesis más seguida, sin embargo. Uno de los autores que dis-
crepa de ella, Beling, aplicando un criterio semejante al que usó para distinguir
actos de ejecución de actos preparatorios en la tentativa, entendió que habían de
incluirse en los actos principales de autoría aquellos que integran el "núcleo" del
tipo y que los actos de complicidad quedaban circunscritos a los que están situados
en la "zona periférica" del tipo.
16) Maggiore discrepa y cree que el fin que el agente provocador se proponga nada tiene
que ver con el dolo; por ello resuelve que si la acción del provocador es idónea para pro-
ducir el hecho, debe responder penalmente como instigador de éste, lo que ocurrirá siem-
pre que el delito se haya verificado, pese a sus precauciones. Si el delito no se produjo ha-
brá que atender, en su concepto, a la idoneidad de los medios: en caso de inidoneidadha-
bría una tentativa imposible. Por su parte, Manzini, resuelve el caso mediante el distingo
de si el provocador es funcionario de policía, caso en que seria impune, o si es un particu-
lar cualquiera, caso en que aplica las reglas de la instigación.
202
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
Max E. Mayer estima que en la autoría hay ataque al bien jurídico, al paso
que en la complicidad solamente se prepara o se asegura tal ataque.
Desde un punto de vista puramente causal, algunos autores ven complicidad
en toda actuación que se limita a poner una simple condición favorecedora del re-
sultado y no una verdadera causa, esto es, factor determinante del mismo.
Von Buri, situado en posición estrictamente subjetiva, cree que la voluntad
del cómplice está subordinada a la voluntad del autor, que en contraste con aquélla
es una voluntad independiente y que decide el delito.
Maurach propicia una teoría final objetiva, que tiene en cuenta tanto la dis-
tribución real de fuerzas entre los varios cooperadores de un hecho punible, como
también la parte que ellos tienen en el dominio del acto. A su juicio, la complicidad
requiere no solamente realizar meros actos favorecedores, sino también no tener
el dominio del hecho. De modo que será coautor y no cómplice, en su concepto, el
que simplemente coopere en la ejecución del delito por mera división del trabajo,
sin reducirse a un simple instrumento y teniendo dolosamente en sus manos el
curso del suceso típico. Tendría el dominio del hecho el que puede voluntariamente
interrumpir o dejar correr la realización del resultado total; por consiguiente, se
trata de un dominio objetivo del hecho y no de una pura voluntad de tener su do-
minio.
17) También Ranieri distingue entre cooperadores inmediatos, que son los que sin tomar
parte directa en la ejecución del hecho, colaboran con los ejecutores con actos eficaces
pero distintos de los que constituyen el delito mismo; y auxiliadores, que son los que con
su conducta facilitan la ejecución del delito.
204
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
206
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
207
EDUARDO NOVOA MONREAL
208
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
18) El articulo 62 N° 3 del C. Penal de Italia considera circunstancia atenuante obrar por
sugestión de una multitud en tumulto, cuando no se trata de reuniones prohibidas y el
culpable no es delincuente habitual o por tendencia.
209
EDUARDO NOVOA MONREAL
CAPITULO VI
4 5 2 . - Generalidades
453.- Clasificación
4 5 4 . - El concepto de autores en la ley chilena
455.- Los autores del No 1 del artículo 15
456.- Los autores del N° 2 del artículo 15
4 5 7 . - Los autores del N° 3 del artículo 15
458.- Los cómplices según el artículo 16
459.— Los encubridores según el artículo 17. Requisitos comunes
460.— Aprovechamiento de los efectos del delito
461.- Ocultamiento del hecho punible
462.- Ocultamiento del delincuente
463.- Exención de ciertos parientes
464.- El elemento subjetivo del concurso en la ley chilena
465.- El problema del exceso en la coparticipación
466.- Participación culposa
467.- Participación en la omisión y en faltas
468.- Reglas especiales sobre concurso
469.- Unidad del hecho en que se centra el concurso de personas
470.- Concurso y comunicabilidad
471.- La comunicabilidad de eximentes y circunstancias modificatorias
472.- Comunicabilidad de elementos típicos
473.- Regla general y casos particulares de comunicabilidad
474.- La comunicabilidad exige el conocimiento del no cualificado
475.- Intervención accesoria del cualificado
452. - Generalidades
210
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
pecto de un individuo que ha realizado un hecho en que concurren todos los ele-
mentoí de los que depende la imposición de una sanción penal, esto es, del que
lu incurrido en conducta típica, antijurídica y culpable (reprochable). Es la res-
ponsabilidad penal la consecuencia jurídica de haber actuado en forma sustancial-
mente delictuosa, con reunión de todos los elementos que en concepto de la ley
hacen del sujeto un verdadero delincuente. A la responsabilidad penal va anexa la
imposición de una pena (sin perjuicio de lo dicho sobre las excusas absolutorias
en el N.» 355).
Pero los arts. 14 a 17 del C. Penal no se dirigen a establecer tal responsabilidad.
F.llos no tienen otro alcance que determinar en qué forma puede verse ampliada la
calidad de sujeto activo de un hecho típico.
Hemos visto (N.° 437) que todo tipo delictivo descrito por la
ley penal está referido generalmente a un solo individuo que lo rea-
liza, en el sentido de ser causa de que aquél tenga efecto en el mundo
físico. Son excepcionales los casos de tipos que presuponen la inter-
vención conjunta de dos o más sujetos activos (ver N.° 438) y en
éstos la misma ley resuelve especialmente la forma en que ha de
apreciarse su situación penal.
Si la regla general es el tipo delictuoso referido a un solo sujeto
activo y si la experiencia indica que es frecuente que los hechos típi-
cos sean ejecutados por más de un individuo, era indispensable al
legislador dar las reglas que indicaran la forma cómo había de ser
apreciada esa intervención plural y la situación que en su concepto
correspondía a cada uno de los individuos que habían contribuido
a realizarlo. Para este objeto el Código proporcionó normas que tien-
den a señalar hasta qué punto un individuo que coopera en un hecho
típico o que realiza una actuación que está de algún modo relacionada
con él, puede ser vinculado a tal hecho y cuál es la gravedad de su
intervención.
211
EDUARDO NOVOA MONREAL
4 5 3 . - Gasificación
1) Esta posición que nos parece difícil formular, aun cuando muy deseable, en un plano
de pura teoría del concurso de personas en un hecho punible, según explicamos en la par-
te final del N° 436, nos parece más viable en relación con la exégesis de nuestra ley posi-
tiva y manifiestamente recomendable desde el punto de vista pedagógico.
212
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
213
EDUARDO NOVOA MONREAL
Varios argumentos se dan para defender la autonomía delictiva de los actos de en-
cubrimiento:
a) no puede existir participación propiamente tal en un hecho punible que
quedó consumado antes;
b) el bien jurídico lesionado con el encubrimiento no es el mismo que ataca
el delito principal; éste puede estar dirigido contra la vida, e! honor, la propiedad,
etc.; en cambio, aquél está siempre dirigido contra un mismo bien jurídico que es
la recta administración de justicia;
c) en virtud de lo anterior, los móviles del encubridor generalmente no coin-
ciden con los del delincuente principal; mientras éste obra muchas veces por odio o
lucro, aquél puede actuar en muchos casos por piedad o por razones afectivas que
lo liguen con el autor principal;
d) si el encubrimiento fuera delito autónomo, sería posible sancionar a los que
participan en la actividad de encubrir y a los que intentan encubrir, cosa que no es
posible si se le considera forma de participación;
e) finalmente, en el mismo caso, sería posible sancionar en un país a los encu-
bridores de un delito que fue cometido en otro país y serían competentes para ju7.-
garlos los tribunales de aquél.
La proposición y la conspiración, a las que se refiere el art. 8.° del C. Penal
v de las que tratamos en el Capítulo iv de esta Tercera Parte (ver N.° 422) son
214
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
215
EDUARDO NOVOA MONREAL
3) La expresión "se consideran autores" tiene alcance también para el aspecto que seña-
laremos en el N° 453, en orden a que el ejecutor material único de un hecho típico no
está expresamente contemplado en el articulo 15 del C. Penal, sino que su calidad de au-
tor emana del propio tipo.
216
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
El N.° 1 del art. 15 menciona como autores a "los que toman parte
en la ejecución del hecho, sea de una manera inmediata y directa,
sea impidiendo o procurando impedir que se evite".
217
EDUARDO NOVOA MONREAL
218
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
El art. 12 N.° 1 del C. Penal Español de 1848 era mucho más sencillo que el pre-
cepto examinado, como que se limitaba a señalar a "los que inmediatamente toman
parte en la ejecución del hecho". Comentándolo, J. F. Pacheco escogía un ejemplo,
muy sabroso para quien hoy día lo lee, por su arcaísmo: "Una cuadrilla de facine-
rosos recorre los caminos y sorprende la diligencia y despoja a los viajeros que
ísta conduce. No sólo el que de hecho recogió las bolsas de cada cual es el autor del
robo: lo son todos los que concurren a él. Esto el que sujetó al postillón, el que de-
tuvo los caballos, el que voceó para que se apartasen del camino, el que concurrió
en silencio con áu escopeta en la mano, aumentando el poder de la banda, el que se
puso en tanto de centinela, siendo de ella, para que no la sorprendiesen. La parti-
cipación directa e inmediata es de todos: la concurrencia es de ese género que cons-
tituye agentes de la obra".
219
EDUARDO NOVOA MONREAL
220
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
5) Hubo un momento en que la Comisión Redactora separó los dos casos en números di-
ferentes, pero luego volvió sobre sus pasos (ver acta de la Sesión 10).
221
EDUARDO NOVOA MONREAL
Las maquinaciones y artificios culpables sólo en raras ocasiones van a ser úti-
les como medios de inducción. Generalmente han de ser empleados para utilizar
a otro como mero instrumento no voluntario del delito, caso en el que no habrá
instigación sino la autoría que la doctrina llama mediata. Sobre este punto, los
ejemplos de Kantorowicz y Bockelmann reproducidos en el N . ° 448 ilustran bas-
tante. Pese, pues, a la intención de los redactores de nuestro Código Penal, no pueden
siempre considerarse como fuentes de inducción las maquinaciones o artificios cul-
pables. Esa podrá ser la voluntad de los individuos que redactaron el texto legal;
pero esa voluntad, como sabemos, se distingue de la voluntad de la ley (ver N.° 98
en el Tomo i), que es el criterio interpretativo correcto.
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
223
EDUARDO NOVOA MONREAL
Por fallo de 25 de septiembre de 1962, publicado en Rev. D. tomo 59, sec. 4.*,
pág. 198, la Corte Suprema declaró que la orden implícita y permanente que da el
dueño de un establecimiento comercial a sus dependientes para que vendan mer-
caderías en que se abusa de marcas comerciales ajenas, constituye una instigación
directa a delinquir que hace penalmente punible al inductor aun cuando no haya
sido perseguida la responsabilidad de los instigados. En una materia muy vinculada
a la accesoriedad de la inducción y a la autoría mediata, el tribunal no profundizó
el estudio en relación con estos temas.
224
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
determinar al instigado a obrar de acuerdo con la voluntad de aquél, que logra asi
la finalidad que se propone.
Con más concisión, la Corte Suprema en sentencia de 10 de agosto de 1959
publicada en la misma revista y sección, pág. 173, exige para la inducción el "per-
suadir con positivos influjos" que van más allá del mero consejo o simple sugerencia.
Tiene como autores este N.° 3 a "los que, concertados para su eje-
cución, facilitan los medios con que se lleva a efecto el hecho o lo
presencian sin tomar parte inmediata en él".
También podemos distinguir dos casos diversos en este número:
a) los que concertados p a r a la ejecución del hecho, facilitan los
medios con que él se lleva a efecto, y
225
EDUARDO NOVOA MONREAL
En opinión de Fuensalida, perfectamente aceptable, esta parte del N.° 3 del art.
15 debió quedar incluida en el N.° 1 del mismo precepto.
El N . ° 3 quedó muy diversamente redactado del N.° 3 del art. 12 del C. Penal
Español de 1848, que solamente aludía a "los que cooperan en la ejecución del
hecho, por un acto sin el cual no se hubiera efectuado".
Se aprecia fácilmente que la disposición chilena quedó de mucho mayor am-
plitud y contribuyó a reducir aún más los casos posibles de complicidad. Puede ser
226
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
t
—es sólo una conjetura— que el ejemplo de Pacheco que citamos en el N.° 453,
relativo al asalto de una diligencia, haya llevado a pensar a los miembros de la Co-
misión Redactora que el N . ° 1 del art. 15 no era bastante para alcanzar al que "con-
currió en silencio con su escopeta en la mano"; y que con ello se originara la dis-
posición que se comenta.
La jurisprudencia chilena ha dicho que hay concierto para ejecutar el delito
por parte del que es invitado por otros a participar en él y acepta (Corte Suprema,
sentencia de 7 de mayo de 1954, publicada en R. D. tomo 51, sec. 4.», pág. 49) y
$ue el que previo concierto presencia, por lo menos en parte el delito, es autor de
él (mismo fallo). También ha decidido que el que concertado con otros para un
robo, espera fuera del recinto que sus compañeros realicen la sustracción y después
coopera con, ellos para conducirlos a otro lugar, debe ser tenido como autor y no
como mero cómplice (Corte Suprema, sentencia de 10 de agosto de 1937, publicada
en Gaceta de 1937, 2.° semestre, pág. 506); pero si el que estaba concertado para
un delito de hurto, sólo intervino con posterioridad a la consumación de la sus-
tracción, debe ser tenido únicamente por encubridor (este discutible fallo, con voto
disidente, está publicado en Gaceta de 1938, 2.° sem., pág. 250, y corresponde tam-
bién a la Corte Suprema, con fecha 14 de diciembre de 1938). La Corte de Santia-
go, en sentencia de 10 de abril de 1952, publicada en R. D. tomo 49, sec. 4.*, pág. 85,
ha declarado que el concierto ha de ser previo al delito.
227
EDUARDO NOVOA MONREAL
i. En el N.° 449 vimos que alguna doctrina distingue entre complicidad necesaria,
en la que se proporciona una ayuda sin la cual el delito no habría podido existir, y
complicidad no necesaria, en la que el delito se habría podido cometer aun sin la
ayuda de otro. Pero esa distinción no podría ser admitida si se quisiera extender el
segundo extremo también al caso en que alguien proporcionó un auxilio que de hecho
no fue utilizado ni aprovechado en la ejecución del delito. La razón es muy clara:
cuando la ayuda que uno da no constituye prácticamente aporte alguno para la rea-
lización del delito, falta de su parte el elemento material que ha de poner para la
obtención del hecho típico, consistente en una conducta individual que esté en-
caminada, no sólo subjetiva, sino también objetivamente a la realización del hecho
común (ver N.° 439). Puede ocurrir que la ayuda no sea indispensable para la per-
petración del hecho, en el sentido de que el ejecutor material habría podido reali-
zarlo aun sin ella (complicidad no necesaria); pero si ella fue aprovechada efecti-
vamente para la perpetración, en la forma concreta como ella tuvo lugar, habrá
complicidad. En cambio, si se prescindió en el hecho de la ayuda que uno quiso
proporcionar, faltaría la materialidad necesaria para una responsabilización penal
y no habría sino la exteriorización de un propósito delictivo, no punible sino en
casos de excepción que expresamente contemple la ley (ver N.° 422);
228
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
8) Los términos que emplea Fuenzalida son más imprecisos y peligrosos, pues habla de
los "intermediarios", con lo cual podría producirse confusión en ¡o que respecta al requi-
sito de que la inducción sea directa. Por ello hemos corregido sus términos, creemos que
sin modificar el sentido.
229
EDUARDO NOVOA MONREAL
l v . Los tribunales chilenos han declarado que obran como cómplices los que
reciben en depósito la suma que el inductor pagará al sicario, a fin de entregarla a
éste una vez cometido el delito. Ver sentencias de la Corte de Valparaíso y de La
Serena, de 23 de diciembre de 1911 y de 18 de mayo de 1914, respectivamente,
publicadas en Gaceta de esos años, 2.° semestre, pág. 1054 y pág. 451. La Corte
de Santiago, en fallo de 10 de abril de 1952, publicado en Rev. D. tomo 49, sección
4.*, pág. 85, decidió que el que facilita el arma con que de inmediato se comete un
homicidio, sin que hubiera concierto previo para ello, responde como cómplice.
En el mismo sentido había resuelto la Corte Suprema el 26 de julio de 1949, en fallo
publicado en Gaceta del mismo año, 2.° semestre, pág. 301. La Corte de Talca,
en sentencia de 28 de marzo de 1935, que publica la Gaceta de ese año, l.er semestre,
pág. 440, resolvió que el que presencia simplemente un delito, sin concierto previo,
no es autor, ni cómplice ni encubridor de él.
230
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
231
EDUARDO NOVOA MONREAL
11) Pacheco piensa que basta que pueda racionalmente tenerse noticia del mal.
232
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
La ley no ha explicado quiénes son "los delincuentes" de que aquí habla. Estimamos
que ellos han de ser los autores y los cómplices del delito que se encubre. Por con-
siguiente, el que sin buscar provecho propio permite el aprovechamiento a un ter-
cero que no ha participado en el delito o a otro que quiere encubrir aprovechando
para sí, no realizaría la conducta que la ley determina como base de este modo de
encubrimiento. Antón Oneca sostiene, por ello, que no hay participación en parti-
cipación, lo que si se sale del campo del encubrimiento es Inexacto; hemos visto
que se puede ser cómplice auxiliando al que va a ayudar en el delito.
También puede existir un aprovechamiento indirecto, como lo explica Labatut,
pues en caso de hurto o robo de dinero, podría haber encubrimiento originado
en la actividad de recibir para sí objetos que los delincuentes hubieran adquirido
con el dinero mal habido, y en caso de robo o hurto de especies muebles podría haber
encubrimiento debido a la recepción del dinero en que esas especies fueron converti-
das por los delincuentes. También es indiferente que el efecto beneficioso se obtenga
directamente de los delincuentes o por interpósita persona, pues en todo caso el
aprovechamiento personal es una actividad propia de encubrimiento.
233
EDUARDO NOVOA MONREAL
234
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
Este art. 454 fue modificado por la Ley N.° 11.625 y antes había sido modificado
por la Ley N.° 11.183. Según su primitivo texto contenía en su inciso final una regla
que ordenaba castigar como "encubridor" al que compraba o recibía la cosa,
sabiendo su origen o no pudiendo menos de conocerlo. La reforma de la Ley N.°
11.625 procuró aumentar la sanción para esta clase de hechos, que por su naturaleza
propia son constitutivos de encubrimiento. Desafortunadamente eligió el mal ca-
mino de disponer que se sancionaran como actos de complicidad, de cuya natura-
leza solamente podrían participar si desde antes del delito se hubiera ofrecido la
ayuda posterior, lo que no siempre ocurre.
235
EDUARDO NOVOA MONREAL
14) En cambio, en el articulo 108 del C. deProc. Penal, la misma expresión se usa con el
significado de hecho punible mismo, o sea, de la existencia real de todos los elementos de
la conducta típica.
15) Labatut y Del Rio, sin fundamento bastante, sostienen que la ley se refiere sólo a los
efectos materiales. En cambio, la Corte de Concepción, en fallo de 13 de septiembre de
1911, publicado en Gaceta de 1911, 2o semestre, pág. 581, condenó como encubridora
quien para procurar la impunidad de un homicida, propalaba el rumor de que la víctima
estaba en otra ciudad.
16) Ello sin perjuicio, por cierto, de la exigencia subjetiva general de tener conocimiento
del crimen o simple delito y de los hechos ejecutados para llevarlo a cabo, de que trata-
mos en el N° 457. La Corte Suprema absolvió de la acusación de encubridor al que llevó
el arma empleada para el homicidio a casa de un vecino, por constar que no se quería im-
pedir el descubrimiento del delito; sentencia de 19 de mayo de 1941, publicada en Gace-
ta de ese año, ler. semestre, pág. 188.
236
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
17) Pacheco hace muchas consideraciones para inducir a la benignidad en el trato del fa-
vorecimiento personal, estimándolo manifestación de nobles sentimientos de humanidad.
237
EDUARDO NOVOA MONREAL
238
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
239
EDUARDO NOVOA MONREAL
Este número 4.° fue tomado por la Comisión Redactora del Código Penal Español
de 1822, pero este cuerpo legal no exigía la habitualidad, que fue dispuesta por la
Comisión (actas de las sesiones 10 y 11).
El inciso final del art. 17 dispone que estará exento de las penas del
encubrimiento el que lo sea de su cónyuge o de ciertos parientes
próximos que allí se señalan, con sólo la excepción del que se halle
comprendido en el número 1.° del art. 17 (aprovechamiento de efectos
del delito) 18 .
Durante mucho tiempo se explicó esta eximente de responsa-
bilidad penal como una excusa legal absolutoria (ver Tomo i , N . ° 355).
Un examen más fino de ella y de sus fundamentos, permite apreciarla
como una clara causa de no exigibilidad de otra conducta, expresa-
mente contemplada en la ley nacional, aun cuando sin atribuirle
una denominación técnica de acuñación relativamente reciente (ver
Tomo i N.° 330).
La razón de ser de la exención se halla en la solidaridad que
deriva de los lazos familiares, de enorme fuerza para la generalidad
de los hombres.
Sin embargo, queda fuera de la exención el que procura su be-
neficio o provecho personal o el de su pariente, porque en tal caso
queda de manifiesto un espíritu de egoísmo o lucro contrario a los
sentimientos de afecto que son la base de la exención.
A través de las explicaciones anteriores hemos podido apreciar que en la ley chilena
no se da una regla general y comprensiva sobre el elemento subjetivo que es propio
de todo concurso de delitos (ver N . ° 442).
240
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
Sin embargo, en varios casos hay directa alusión a ese elemento subjetivo
según puede apreciarse en el siguiente recuento: '
Esto nos coloca ante el problema del exceso del autor principal en relación
con lo que conocía o sabía el partícipe.
241
EDUARDO NOVOA MONREAL
242
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
4 6 6 . - Participación culposa
Muchos y prestigiosos son los tratadistas que niegan la posibilidad de que pueda
producirse el concurso respecto de un hecho culposo, pues no aceptan que varios
sujetos que obraron con culpa, en la producción de un resultado antijurídico pre-
visible hayan de ser tratados jurídicamente como integrando un concurso de per-
sonas. El reparo, entiéndase bien, no tiene el alcance de negar que cada uno de los
que obró con culpa haya incurrido en responsabilidad culposa propia, sino queda
circunscrito a rechazar que cada uno de ellos pueda considerarse como miembro
integrante de un concurso, sea en la forma de coautoría, sea en la forma de partici-
pación en el hecho culposo de otro. Las responsabilidades posibles, según esta po-
sición, serían independientes entre sí, porque no podría hallarse en las actuaciones
individuales esa convergencia que aúnn la actividad de los que obran en concurso.
Por consiguiente, no cabría complicidad culposa respecto de un autor culposo, ni
la instigación culposa para un hecho culposo.
Ya Pessina se adscribía a este bando, arguyendo que la ausencia de un acuerdo
de voluntades, propio de un concurso según él, impedía admitir el concurso en los
hechos culposos.
Von Liszt señaló que "sólo la instigación o la complicidad intencionales para
un acto intencional, son participación en el sentido de la ley".
Jiménez de Asúa estableció que siendo base de la participación el acuerdo para
el resultado antijurídico, no podía aceptarse el concurso de los que obran culpa-
blemente.
Bockelmann califica de teoría absurda y grotesca la posición contraria, si se
trata de la instigación; pues no concibe una instigación a un hecho no doloso. Sin
embargo, acepta que podrían establecerse penas para los que cooperan en hechos
culposos, pero no a título de participación.
Maurach, consecuente con su doctrina finalista, exige el dolo en la acción del
autor y también en la del partícipe.
243
EDUARDO NOVOA MONREAL
personas. Acepta, pues, el delito culposo único cometido por todos los que parti-
ciparon imprudente o negligentemente en él o sin observar las instrucciones de
precaución, y lo distingue del concurso de culpas, en el que hay mera coincidencia
de acciones culposas.
Con argumentos parecidos, Mezger admite la coautoría y la participación
en hechos culposos.
De igual criterio participan Schonke, Quintano Ripollés y Soler. El Código
Penal de Italia se acoge también a él en el art. 113.
El 7.® Congreso Internacional de D. Penal celebrado en Atenas en 1957 no
logró zanjar la cuestión y optó por consignar como aceptables las dos posiciones.
244
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
245
E D U A R D O NOVOA MONREAL
que realice una omisión punible o el del que ayuda a otro para que
pueda incurrir mejor en la omisión; ninguna imposibilidad existe
para ello.
Por lo que se refiere a las faltas, caben en ellas las formas de
coautoría previstas en el art. 15. Del art. 498 del C. Penal, que esta-
blece para el cómplice de una falta una pena que no excede de la
mitad de la que corresponde al autor —haciendo excepción con ello
a la regla de penalidades del art. 51— se desprende claramente que
la ley acepta la complicidad en las faltas, si bien con regla especial
relativa a su penalidad. En cambio, la referencia que el art. 17 y los
arts. 52, 53 y 54 hacen de crimen y simple delito solamente, da a
entender claramente que el encubrimiento no se castiga en las faltas
(ver N.° 459).
246
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
247
EDUARDO NOVOA MONREAL
248
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
249
EDUARDO NOVOA MONREAL
20) Sin embargo, los autores que exigen un ánimo de actuar en forma justificada, como
son principalmente los finalistas, no concordarán con td amplitud de las causas de justi-
ficación, porque habrán de estimar que favorecen solamente a los que obraron con el fin
de defensa o de salvar el bien mayor, etc.
250
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
21) Se ha sostenido entre nosotros que la ley chilena parece no hacer la diferencia que
establecemos entre circunstancias modificatorias de responsabilidad y elementos típi-
cos de aquellos que pueden caracterizar un delito especial. En sus explicaciones orales
el Prof. Bunster ha apoyado tal posición en lo que disponen los artículos 63 y 453 del
C. Penal de Otile. Lo que más adelante expresamos para sustentar nuestra posición, nos
parece argumento bastante para ella, sin que ello signifique desconocer que el punto es
susceptible de controversia.
251
EDUARDO NOVOA MONREAL
El art. 117 del C. Penal de Italia zanja la duda mediante disposición que impone
una comunicabilidad absoluta, si bien permitiendo una rebaja de pena para el no
cualificado. Dice ese precepto: "Si, por las condiciones o calidades personales del
culpable, o por las relaciones entre el culpable y la persona ofendida, cambiare el
título de la infracción para alguno de los que han concurrido en ella, también los
demás responderán de esa misma infracción. Sin embargo, si ésta fuere más grave,
el juez podrá disminuir la pena respecto de aquéllos para quienes no ekistan las
condiciones, calidades o relaciones antedichas".
El Proyecto de Reforma del C. Chileno de 1945 también acepta ta plena co-
municabilidad en su art. 18, diciendo: "En los casos en que la ley describe un delito
en consideración a determinadas calidades, condiciones o relaciones de su autor,
los demás responsables serán sancionados por el mismo delito, atendida su parti-
cipación, siempre que hubieren tenido conocimiento de ellas antes o en el momento
de su perpetración".
22) Estas sentencias han recaído especialmente en diversos recursos de queja que ten-
dían, bien a que no se encargara reos como autores de defraudación al Estado a particu-
lares que se coludieron con funcionarios aduaneros para no pa&r los correspondientes
derechos de internación por mercaderías que importaron, bien a que se les encargara reos
en tal calidad, cuando habían sido sometidos a proceso por simple fraude aduanero. To-
dos esos recursos inciden en sumarios acumulados a la causa contra José Manuel Rodrí-
guez Gutiérrez y otros, N° 85.381, del Primer Juzgado del Crimen de Mayor Cuantió de
Santiago. Una de estas sentencias se publica en R. D., tomo LX1, secc. 4°, pág. 156, y Üe-
252
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
Cabe explicar, sin embargo, que en la doctrina no faltan quienes han encontrado
que tal solución, adecuada a los principios jurídicos que deben reglar el concurso
de personas, tiene efectos muy desventajosos para el no cualificado, que en su virtud
puede quedar sujeto a una pena superior, siendo mero partícipe accesorio, que la
que habría podido corresponderle en el caso de que él hubiera realizado directamente
el hecho. Es por ello que Antón Oneca y Rodríguez Muñoz señalan que en esta
materia se observa una cierta contraposición de los principios jurídicos con las
exigencias de la justicia.
Los autores que estudian esta materia lo hacen siempre dentro del concurso
de personas, pero utilizando designaciones muy variadas para ella. Mezger la llama
"las condiciones personales de los partícipes".
Según von Liszt-Schmidt son delitos especiales aquellos "cuyo tipo exige la
ejecución por un sujeto precisamente determinado". Mezger los define como "de-
litos en los que la posibilidad de ser autor está limitada a un círculo determinado
de personas".
253
EDUARDO NOVOA MONREAL
23) En otras legislaciones que emplean términos diversos de los que usa el artículo 361
del C. Penal, ¡a materia ha sido discutida. Nuestra ley no ofrece dudas en este sentido.
254
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
con cuánta mayor razón habrá que admitir una posible participación
accesoria de un no varón en el mismo tipo.
Algo semejante podría decirse respecto de los tipos delictivos
especiales de empleados públicos que se contemplan en el Título v
del Libro u del C. Penal. Y tratándose de éstos es más fácil advertir,
por su ubicación sistemática en la Parte Especial, que el legislador
busca, mediante ellos, dar protección debida a un bien jurídico de
singular importancia, que es la Administración Pública y su recto
funcionamiento, susceptible de ser ofendido en primer término por
quienes integran esa administración, pero también por quienes sin
pertenecer a ella, cooperen con los ofensores principales.
i. Una disposición de la ley bastante escondida dentro del Código Penal, puede ser
esgrimida, a nuestro juicio, como un fuerte argumento a favor de la comunicabili-
dad a los copartícipes de las cualidades o condiciones especiales previstas legalmen-
te para el sujeto activo de un tipo delictivo. Es la parte final de la regla 4.* del
art. 61 del C. Penal, que ordena que cuando se señalan al delito penas copulativas
comprendidas en distintas escalas, etc., se aplicarán unas y otras a todos los
responsables, "pero cuando una de dichas penas se impone al autor de crimen o
simple delito per circunstancias peculiares a él que no concurren en los demás, no se
hará extensiva a éstos".
Caso de esta disposición sería el hecho delictuoso de empleado público sancio-
nado legalmente con penas de reclusión y suspensión del empleo, copulativamente
(por ejemplo, art. 148 del C. Penal). Si un simple particular obra como inductor
del empleado público que realiza el tipo, correspondería a aquél, según la regla del
art. 61, solamente la pena de reclusión, porque la pena de suspensión está señalada
para el empleado público por circunstancias peculiares a él que no concurren
en el simple particular que participó en el delito.
II. Hay preceptos aislados de la Parte Especial que pueden ser examinados
para esclarecer si su contenido no pugna con las conclusiones anteriores.
Uno de los preceptos que más se prestan para oscurecer el problema es el art.
250 del C. Penal, que establece sanción para el sobornante, esto es, para el simple
particular que cohecha a un funcionario público. En efecto, de dicha disposición
Parecería deducirse:
255
EDUARDO NOVOA MONREAL
Pero una recta comprensión del art. 250 del C. Penal transforma a éste en un
verdadero argumento en pro de la comunicabilidad ya que: a) sólo por regla es-
pecial escapa el sobornante a la calidad de coautor de delito especial, no obstante
no ser cualificado; b) aun dentro del precepto excepcional más benigno del art.
250, el legislador sigue adscribiéndolo al hecho punible cometido por el sobornado,
puesto que lo estima cómplice de él y, por lo tanto, partícipe accesorio en su ac-
tuación principal.
Queda de este modo excluida la argumentación que en contrario se intentare
hacer, invocando el art. 250 como una disposición expresa que habría sido necesario
24) Lamentablemente, Pacheco yerra al fundar el titulo de la coautoria, pues estima que
es d haber cooperado a ¡a ejecución del hecho por un acto sin el cual no se hubiere ejecu-
tado, siendo que el que obtiene que otro delinca dándole para ello dádiva o promesa, es
claramente un inductor. (El Código Penal Concordado y Comentado, tomo II, pág. 502,
Madrid 1881).
256
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
257
EDUARDO NOVOA MONREAL
Primer caso: caso en que el exlraneus sería impune si él realizara sólo y por sí mismo
el hecho típico. Es lo que ocurre, por ejemplo, con los delitos previstos en los arts.
134 y 246 del C. Penal. Si un particular que actúa aislada y directamente obra en
la forma prevista en ésos tipos, no incurre en responsabilidad penal, porque su con-
ducta no caería ni bajo esos tipos, que exigen calidad de empleado público, ni bajo
ningún otro, porque no hay ninguno que contemple como delictuosos tales hechos
cuando son cometidos por cualquier persona.
En esta situación el intérprete se ve tentado de razonar de la siguiente manera:
si la ley penal no contempla sanción para hechos semejantes en el caso de que su
autor único y directo sea un particular, no se justifica que ese particular haya de
ser penado por hechos de idéntica naturaleza solamente porque intervino jun-
tamente con un empleado público. Creemos, no obstante, que el razonamiento es
viciado.
El hecho de esa naturaleza cometido por empleado público, es tenido como
delictuoso por la ley penal por altas razones de protección de bienes jurídicos muy
estimables y en defensa de los más altos intereses sociales. La ley penal lo declara
delictuoso mediante preceptos de orden público, con el fin preciso de impedir que
llegue a realizarse. Luego, si un simple particular colabora con un empleado público
para que lo cometa o participa accesoriamente en la acción delictuosa de éste, se
identifica con el hecho en sí mismo delictuoso, se incorpora a él y coopera en forma
eficaz a su producción, todo lo cual justifica que la ley le dé el mismo trato (sin
perjuicio de regular la gravedad de la pena según la importancia de su intervención)
que al funcionario delincuente.
No se fundamenta, pues, la punibilidad del extraneus en que él realizara ci
hecho, sino en que cooperara, instigara o auxiliara al que legalmente podía cometer
un hecho delictuoso, contribuyendo a la perpetración de lo que la ley penal quiere
impedir.
El que se pene a alguien por favorecer la comisión por otro de un hecho que
si lo realizara él mismo no sería delictuoso, no es novedad en nuestra legislación.
Hasta el momento, el que presta declaración falsa bajo juramento en causa civil
propia, no tiene responsabilidad penal; el art. 209 del C. Penal solamente puede
ser aplicado a los testigos y no a los litigantes mismos. Sin embargo, el art. 212 del
Código permite que se sancione al litigante que a sabiendas presenta testigos fal-
sos en juicio. También pudiera deducirse otro ejemplo de la aplicación del inciso
2.° del art. 146 del C. Penal; si una mujer casada induce o auxilia a un tercero para
que viole la correspondencia de su marido, no podría invocar la exención que la ley
le acuerda para los casos en que ella misma lo hiciera y sería inductora o cómplice
del delito cometido por ese tercero.
258
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
Tercer caso: caso en que más que un delito especial o propio, que requiera de
un cualificado como sujeto activo, se presenta un tipo calificado en relación con el
tipo fundamental, o un tipo privilegiado en relación con el tipo fundamental (ver
en Tomo i N.° 203). Estos tipos calificados o privilegiados están construidos sobre
la base del tipo fundamental, que es el genérico y normal y solamente se distinguen
de éste en que se los adiciona con una circunstancia especial, generalmente igual
o análoga a alguna de las circunstancias modificatorias de responsabilidad (ate-
nuantes o agravantes). La doble característica de estos casos, de existir como for-
mas modificadas de un tipo básico y de diferir de éste solamente en circunstancias
asimilables a las atenuantes o agravantes de que tratan los art. 11 a 13 del C. Penal,
hace que no sean válidos para ellos los argumentos que dimos para apoyar la co-
municabilidad de los elementos del tipo en los delitos especiales o propios.
El ejemplo más apropiado para este tercer caso es el delito de parricidio (art.
390 del C. Penal), que es un homicidio (art. 391 del mismo código) al que se agrega
una relación particular, de matrimonio o parentesco, entre el sujeto activo y el
sujeto pasivo.
25) Ver "Comunicabilidad v Parricidio ", por Enrique Schepeler en Rev. D„ tomo L. pri-
mera parte, pág. 85, con una solución equivocada, a nuestro juicio.
259
EDUARDO NOVOA MONREAL
Para estos casos, nos parece apropiada la aplicación del principio contenido
en el art. 64 del C. Penal, con el cual se resuelven sin dificultad todas las cuestiones,
muy variadas 26 que pudieren surgir.
Fuera de los tres casos clasificados nuestra ley positiva presenta otros que por
su particular situación conviene también analizar. Son aquellos en que de manera
implícita el legislador manifiesta su voluntad de que no se sancione penalmente al
extraneus.
Nos parecen ejemplos adecuados los arts. 106 y 107 del C. Penal. El inciso
2.° del primero, y el segundo, exigen que el sujeto activo sea un chileno y en prin-
cipio, no habría inconveniente en que un extranjero participara en el hecho del
chileno. Pero en ambas disposiciones puede apreciarse un sentido de la ley que se
opone a la sanción del extranjero, cualquiera que sea la forma en que participe en
la conducta principal del chileno. En efecto, el inciso segundo del art. 106 sanciona
exclusivamente al chileno cuando el hecho tiene lugar fuera del territorio y el art.
107 sanciona al chileno cuando milita bajo banderas enemigas. Si se aceptara la
comunicabilidad a los demás partícipes extranjeros, ocurriría que habría de inter-
pretarse la ley de modo absurdo, pues probablemente esos extranjeros serían los
enemigos de Chile que estarían actuando en interés de su propia patria. Jamás
pudiera aceptarse que la voluntad de la ley fuera a referirse a ellos.
Finalmente hay un caso que a nuestro entender es muy dudoso, por cuanto
la disposición correspondiente no hace fácil extraer el sentido de la ley: es el del
incesto previsto en el art. 364 del C. Penal. El que sin tener la relación personal,
que es evidentemente la fuente básica del tipo delictivo, participa como instigador
o auxiliador en el incesto de otro ¿puede ser tenido como partícipe en el hecho pu-
nible?
26) Ver "Comunicabilidad", por Eduardo Varas V. en Rev. C. P„ tomo V, pág. 54.
260
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
261
EDUARDO NOVOA MONREAL
de ello, habrá de tenerse el hecho por un delito especial cometido por el infraneus.
Es aquél en que el no cualificado obre como mero instrumento del cualificado, o sea,
«n que te produzca la llamada "autoría mediata".
262
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
CAPITULO VII
EL CONCURSO DE DELITOS
476.- Generalidades
477 - Principios básicos
478.- El concurso real
479.- Penalidad del concurso real
480.- Delitos habituales y profesionalidad criminal
481.- Concurso ideal de delitos
482.- La unidad del hecho y su importancia
483 - El concurso ideal impropio
484.- Penalidad del concurso ideal
485 - El delito continuado y sus antecedentes históricos
486.- La posición subjetiva
487.- La posición objetiva
488.- Hondas discrepancias doctrinarias
489 - Criterio dentro de la ley chilena
490.- Jurisprudencia chilena
4 7 6 . - Generalidades
1} Los autores alemanes hablan solamente de "concurso". No necesitan agregar "de deli-
tos", porque ordinariamente emplean otra denominación para el concurso de personas de
que antes hemos tratado.
263
EDUARDO NOVOA MONREAL
264
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
Sin embargo, la mera lectura de la ley penal nos señala que hay
casos en que un solo hecho puede constituir dos o más delitos (art.
75 del C. Penal). Y la contemplación de ciertos tipos nos demostra-
ría que en otros casos se requieren varias conductas para que surja
un solo delito (arts. 17 N . b 4 y 367 del C. Penal).
Por consiguiente, podríamos esquematizar las situaciones posi-
bles, en este aspecto, en los tres casos siguientes:
a) pluralidad de conductas que corresponde a una pluralidad
de delitos (concurso real);
b) pluralidad de conductas que integran en conjunto un solo
delito, y
c) unidad de hecho que corresponde a pluralidad de delitos (con-
curso ideal).
265
EDUARDO NOVOA MONREAL
266
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
verse los problemas difíciles, que son precisamente aquellos en que el legislador
abandona esa sencillez.
Maggiore proclama enfáticamente que la unidad y multiplicidad de los delitos
no son realidad natural ni ficción de derecho, sino verdaderas y propias realidades
jurídicas, esto es, producto de la voluntad de la ley misma, sobre una base de rea-
lidad natural que aquélla puede modificar y modifica frecuentemente.
Parecido criterio sustenta Mezger, cuando expresa que no existe en derecho
penal ninguna unidad natural de la acción que constituya como tal, sin más, una
unidad jurídica de la acción; de modp que toda apreciación de esta índole es una
consideración jurídica valorativa. Esto no significa, sin embargo, que el derecho
rechace ajustarse a los hechos naturales; al contrario, él procura evitar el reproche
de que es ajeno a la experiencia de la vida.
Incluso Maurach, que por su posición finalista habría podido verse inclinado
a decidir los problemas de unidad o multiplicidad de la acción con arreglo a la fi-
nalidad perseguida por el sujeto, niega que el plan del autor valga como criterio
autónomo en la teoría del concurso, pues la primacía la tiene el tipo. Es as! como
acepta que un actuar finalista complejo movido por un solo plan del autor, que
desde un punto de vista natural él aprecia como unidad de acción, sea descompuesto
jurídicamente en una pluralidad de acciones típicas.
267
EDUARDO NOVOA MONREAL
Es el examen de los textos legales lo único que puede guiarnos hacia una ade-
cuada solución del caso dudoso.
Por lo que concierne al hurto y al robo, hay unidad de conducta aunque el
sujeto activo se apropie de varias cosas, siempre que lo haga en una misma oportu-
nidad. La pluralidad de movimientos de mano para coger esas varias cosas carece
legalmente de relevancia para multiplicar los delitos, como lo demuestran las siguien-
tes consideraciones:
a) la ley positiva chilena no hace cuestión del número de cosas objeto de la
apropiación; etlas, en un solo delito de hurto o robo, pueden ser varías, con lo que
probablemente su apropiación demandará varios movimientos consecutivos para
coger con cada uno de ellos una cosa o un grupo de ellas 4 ;
b) si fuera verdadero propósito del legislador individualizar como delito dife-
rente la apropiación de cada cosa diversa, necesariamente lo habría expresado den-
tro de los varios párrafos y numerosos preceptos que destina al hurto y al robo, y
c) existen en la ley tipos de hurto que suponen pluralidad de cosas apropiadas
y de movimientos para cogerlas, y que dan origen a una sola conducta típica en
conjunto, como puede verse en el art. 496 N . ° 33 del C. Penal.
Pero esos varios movimientos tienen que producirse en una misma oportunidad,
puesto que la solución de continuidad y la repetición posterior de ellos da origen a
una situación diversa, con tratamiento penal diferente, que la ley llama reiteración
(arts. 451 del C. Penal y 509 del C. de Proc. Penal).
La Corte de Chillán en sentencia de 4 de agosto de 1952, que publica la Rev. D.
tomo 53, sec. 4.*, pág. 236, llegó a la misma conclusión, si bien razonando de modo
diverso.
El delito de circulación de moneda falsa (arts. 168 y 170 del C. Penal), es
otro de aquéllos que conforme a las disposiciones que lo tipifican no pierde unidad
aun cuando se realice en más de una oportunidad y mediante varios actos. Así lo
ha declarado la jurisprudencia (Corte Suprema, sentencia de 12 de octubre de
1882, publicada en Gaceta del mismo año, pág. 1441).
El delito de lesiones no ofrece dentro de la ley chilena dificultad alguna; cual-
quiera que sea el número de heridas que se causen a otro por un mismo sujeto ac-
tivo y cualquiera sea el número de movimientos corporales ejecutados por éste
para causarlas o los medios o armas empleados, habrá una sola conducta, siempre
que el conjunto de actos haya tenido lugar en una unidad de tiempo. Así resulta,
no tanto del empleo en plural del término "lesiones" en los arts. 397, 399, 401,
402 y 403, sino de los verbos rectores del tipo, que son "herir, golpear o maltratar
de obra a otro", que suponen o al menos admiten, especialmente el último, mul-
tiplicidad de actos y efectos en una misma oportunidad.
4) Aparentemente el articulo 432 del C. Penal y también los artículos 446, 455,456 y
otros, suponen que en el hurto o robo habría apropiación de una sola cosa. Sin embar-
go, basta examinar los artículos 436, 439, 443 y 447N° 4, entre otros, para convencerse
de que no se exige tal unidad y que ¡a forma singular empleada en aquéllos es tan solo
una forma de expresión. La cuestión que se plantea pudiera parecer excesivamente ob-
via, pero nos parece útil promoverla por estimarla un peldaño que nos lleva a la solución
legal de los problemas da unidad o pluralidad de. conductas.
268
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
Muy dudoso resulta, en cambio, ante la ley nacional, el caso del adulterio.
Ciertos términos legales podrían hacer pensar que la mujer casada que yace repe-
tidas veces con el mismo varón que no es su marido, comete varios delitos de adul-
terio (arts. 378 y 381 del C. Penal). Pero, por otra parte, un paralelismo entre ese
delito y el amancebamiento, que es el que corresponde al marido, podría dar base
para sostener que dos tipos regidos por reglas casi idénticas (inciso final del art.381),
pudieran asimilarse también en lo relativo a la habitualidad de la relación como
elemento inapto para multiplicar las responsabilidades. Pero también, dentro del
delito continuado (ver N.° 4891 podría encontrarse la solución del adulterio múl-
tiple cometido con un mismo varón.
Algunas sentencias chilenas declaran que varias relaciones incestuosas produci-
das entre los mismos sujetos, constituyen un solo delito de incesto. Así, Corte de
Santiago en fallo publicado en Gaceta del año 1889, tomo 1.°, pág. 476 y Corte de
Santiago, 22 de noviembre de 1957, publicada en Rev. D., tomo 54, sección 4.*,
pág. 509.
Hay concurso real de delitos cada vez que un mismo sujeto ha rea-
lizado dos o más conductas i n d e p e n d i e n t e s , cada una de las cuales
constituye un hecho delictivo (por concurrencia en cada una de los
elementos necesarios para dar origen a responsabilidad penal), sin
que haya recaído sentencia penal ejecutoriada respecto de ninguna
de ellas.
Las conductas pueden corresponder a un mismo tipo o a tipos
diversos. Ejemplo del primer caso es el del que hurta un brillante
en una joyería, luego dinero en un banco y finalmente un reloj a un
transeúnte. Ejemplo del segundo, es el del que primero hurta a uno,
luego injuria a otro y finalmente lesiona a un tercero.
Las conductas que integran un concurso real son generalmente
sucesivas (caso en que se habla de reiteración), pero no hay in-
conveniente legal para que sean simultáneas. Por ejemplo, alguien
269
EDUARDO NOVOA MONREAL
5) Sn embargo, por aplicación del articulo 507 del C. de Proc. Penal, o porque otro u
otros de los delitos no fue perseguido en forma conjunta con los demás, pudiera ocurrir,
excepcionalmente, que un concurso real de delitos diera lugar a más de un juzgamiento y
sentencia.
6) Ver nota 2 de este capitulo.
270
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
271
EDUARDO NOVOA MONREAL
272
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
8) Los grados y regulación de las diversas penas es materia que explicamos en el Capitulo
IX de ¡a Quinta Parte de este Curso.
9) Solamente el inciso 2o del articulo 509 del C. de Proc. Penal dispone que el aumento
de grados depende del número de delitos, pero éste es el espíritu manifiesto también del
inciso primero, aun cuando se haya omitido expresarlo.
273
EDUARDO NOVOA MONREAL
274
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
275
EDUARDO NOVOA MONREAL
276
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
Para los casos en que los tipos legales no cubren debidamente un hecho, pues
ninguno de ellos lo abarca en su integridad, por lo que no queda otra vía que un
encuadramiento doble o múltiple de ese hecho único dentro de varios tipos legales,
ha dado la ley la regla que estamos analizando.
Pero, como ha quedado ya insinuado, el encuadramiento múltiple de un hecho
unitario sólo va a ser procedente cuando éste importe una lesión simultánea de dos
o más bienes jurídicos diferentes. Porque si un mismo hecho tuviera cabida simul-
tánea en diversos tipos, pero no se contuviera en él el atentado plural en contra de
bienes jurídicos distintos, faltaría el fundamento sustancial de la imputación múl-
tiple y no quedaría sino pensar en un concurso aparente de leyes penales que co-
rrespondería resolver mediante estudio e interpretación de los tipos en juego para
determinar cuál era el único que correctamente debía vincularse a la conducta
examinada (ver N.° 491 y siguientes).
10) Mezger declara poco feliz, con razón, el nombre de concurso ideal. A su juicio, la de-
signación apropiada sería la de concurso de leyes, pero rehuye emplearla por reconocer
Que él uso ha sancionado la denominación y produciría confusiones su cambio, puesto
que la expresión concurso de leyes se utiliza para otro fin.
277
EDUARDO NOVOA MONREAL
278
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
unitaria con varios resultados heterogéneos (un disparo que mata a un hombre,
hiere a otro y daña la propiedad ajena) y acción unitaria con varios resultados
homogéneos (un solo disparo que mata a dos personas). A nuestro juicio, tan
sólo en el primer extremo hay concurso ideal conforme a la ley chilena.
Cuando un sujeto realiza una sola acción, que por su potencia o aptitud es
capaz de producir varios resultados tipificados penalmente, no puede sostenerse
que estemos en presencia de un solo hecho. En los tipos que requieren un resultado
material, lo que de ordinario se propone el legislador es justamente evitar ese resul-
tado, y si con un medio potente se causan varios de ellos, el sentido de la ley es que
en tal caso hay pluralidad de hechos. Pese, en consecuencia, a que hubo de parte
del sujeto un solo movimiento corporal (apretar una vez el disparador del arma),
la potencialidad intrínseca de ese movimiento y la pluralidad de resultados típicos
que le siguen, conducirán a que se aprecie en el caso —jurídicamente (ver N.«
477)— varias conductas.
Lo normal será, entonces, que cada resultado externo originado por conducta
humana que esté penalmente tipificado, corresponda a un hecho diferente. Cuando
ese hecho quede abrazado no solamente por un tipo sino que por dos o más, se pro-
ducirá el caso previsto en el art. 75, parte inicial, siempre que además concurran
otros elementos de la responsabilidad penal.
Hay casos que presentan dificultad para determinar si el resultado es uno solo
o es múltiple. Por ejemplo, el del que hurta un canasto en el que hay objetos que
pertenecen a diversas personas. Como expresamos que el que con un movimiento
corporal produce varios resultados, homogéneos o heterogéneos, origina varios
279
EDUARDO NOVOA MONREAL
Estimamos que esta clase de facultades debe ser resuelta buscando en los precep-
tos de la ley positiva el verdadero sentido de ésta, tal como lo hicimos con la cues-
tión de si la apropiación de una pluralidad de cosas importaba pluralidad de ac-
ciones de hurto (ver N.° 477). Varias disposiciones legales dan a entender a nuestro
juicio, que una mera pluralidad de víctimas en un hecho constitutivo de robo o
hurto no significa necesariamente pluralidad de delitos. Entre ellas pueden men-
cionarse los arts. 433 N.° 2, 443, 447 N.° 3 y 448 inciso segundo. Confirma la con-
clusión el art. 451, que sólo en caso de reiteración de hurtos a distintas personasen
una misma casa (en lo que es pertinente) adopta una forma especial de regulación
que lleva envuelto que la simple multiplicidad de víctimas no multiplica los hurtos11.
A la misma conclusión llegó la Corte de Chillán en su fallo de 4 de agosto de 1952,
citado en el N.° 477, si bien con argumentos diferentes.
La doctrina se ocupa, también, de la manera de solucionar problemas cuando
el hecho no produce resultados materiales sino lesión de bienes jurídicos puramente
abstractos (p. ej.: daño de la fe pública). Para ello se proponen distintas fórmulas,
que por lo que antes hemos manifestado, creemos fuera de lugar. Porque si no hay
resultado material, no habrá más hecho material externo que el movimiento cor-
poral del sujeto activo y si este movimiento lesiona dos o más bienes jurídicos en
forma abstracta y queda cubierto por dos o más tipos, nos hallaremos ante un au-
téntico caso de concurso ideal de delitos. Las cuestiones dudosas habrán de ser
resueltas conforme a las reglas que se darán sobre concurso aparente de leyes (ver
N.° 491 y siguientes) y si no hay concurso aparente, habrá de tratarse de concurso
ideal.
Soler insiste en que el concurso ideal tiene por finalidad corregir una abusiva
represión que intentara multiplicar inconsideradamente el número de delitos, ha-
ciendo un delito distinto de cada calificación jurídica. Estima que por una sola
acción no puede haber más que una pena, porque otra cosa significaría violar la
regla non bis in Ídem.
En el párrafo precedente fundamentamos la multiplicidad de imputaciones
que se producen en el concurso ideal, en una pluralidad de lesiones jurídicas. Al
legislador penal le interesan las conductas humanas en cuanto ellas pueden lesionar
11) Discordamos, de este modo, de las reglas jurídicas generales que da von Liszt, según
las cuales, cuando se trata de bienes jurídicos que sólo pueden ser lesionados opuestos
en peligro en la persona que los posee (vida, honor, libertad, etc.) la unidad o pluralidad
de personas atacadas regularía la unidad o pluralidad de resultados, y cuando se trata de
bienes que son susceptibles de peligro o lesión separados también de la persona que ¡os
posee (derechos patrimoniales), la unidad de acto determinaría unidad de resultado aun
cuando fueran muchas las víctimas (propietarios afectados). Nuestra opinión es que esta
clase de cuestiones no se resuelve a priori, mediante reglas generales, sino con cuidadoso
análisis de la tipificación legal.
280
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
o poner en peligro los bienes jurídicos que le interesa proteger. Si una sola acción
vulnera más de un bien jurídico, no contraviene los principios jurídicos el que le-
galmente se aprecien en ella dos infracciones y se aumente o agrave (como regla de
penalidad) la pena que habría correspondido a una sola lesión jurídica.
Por lo demás, nuestra ley positiva decide en forma expresa un punto que ha
sido objeto de debates doctrinarios en otros países, que consiste en resolver si en
el concurso ideal se producen varios delitos o un solo delito. El art. 75 expresa que
hay casos en que un solo hecho constituye dos o más delitos y, como si esto fuera
poco, más adelante distingue al delito más grave entre los que se han cometido con
el hecho único.
De este modo, no rigen en nuestro derecho los argumentos que da Mezger
para demostrar que en el concurso ideal sólo puede existir un delito puesto que
existe una sola acción. Cierto es que como regla general, para la legislación chilena
cada acción constituye en principio un delito (art. 1.° inciso 1.° del C. Penal), pero
hay casos en que puede ser procedente una solución contraria, bien por una dis-
posición expresa, como la del art. 75, bien porque la clara voluntad de la ley per-
mita en un caso apreciar, en lo que "naturalmente" sería una acción, varias accio-
nes en el sentido de la ley.
La única particularidad del concurso ideal, en relación con las responsabilida-
des penales múltiples que de él emanan para el sujeto activo, reside, por consiguien-
te, en que la base natural y material de esas responsabilidades no será —como de-
biera normalmente ocurrir— una para cada responsabilidad, sino que será una sola
para todas. Sin embargo, los demás elementos de esas responsabilidades múltiples,
desde que la ley no dispone otra cosa, deberán estar presentes por separado, para
cada una de ellas. Es así como deberán ser aplicables tantos tipos como distintos
delitos se aprecien en el hecho único, y deberá haber tantas lesiones o puestas en
peligro de bienes jurídicos diversos y tantas culpabilidades como el número de esos
delitos.
Tiene interés mencionar una regla empírica que dio Alimena por lo que se re-
fiere a la culpabilidad en los casos de concurso ideal, que expresaba en estos tér-
minos: "no decimos al reo: responde de un solo delito porque has querido una sola
cosa; sino que le decimos: responde de un solo delito, porque si hubieses querido
dos cosas no habrías producido un efecto mayor, y si hubieses querido una sola,
no habrías producido un efecto menor". Pero en esta regla, denominada del "exceso
de dolo", aparte de su ingenio no se contiene mayor verdad, porque en los casos de
concurso ideal el sujeto activo está lesionando dos o más bienes jurídicos mediante
un hecho que admite encuadramiento típico plural y este hecho lo realiza volunta-
ria y conscientemente; de modo que sería posible a ese sujeto, si quisiera lesionar
solamente un bien jurídico, obrar de otra manera de como lo hace.
281
EDUARDO NOVOA MONREAL
en que "uno de ellos (dos o más delitos) sea el medio necesario para
cometer el otro". Es éste el caso que algunos comentaristas llaman
de "concurso ideal impropio". La verdad es que no tiene nada de
concurso ideal, sino que se trata de dos o más delitos conectados entre
sí por la relación de medio a fin.
Como ejemplos de esta segunda parte del art. 75 podrían men-
cionarse la calumnia que se lleva a efecto invocando documentos
falsificados, que se exhiben como prueba del delito falsamente atri-
buido a la víctima, y la violación de correspondencia que se realiza
para apoderarse de valores que se contienen dentro de ella.
Realmente cuesta captar la idea que inspira este segundo contenido del art. 75.
En primer lugar, no se advierte que la conexión de medio a fin tenga una im-
portancia como para equipararla, doctrinaria y prácticamente, al concurso ideal
propiamente tal.
No se ve claro que una verdadera razón de justicia deba mover a suprimir la
doble penalidad al que para cometer un delito perpetra otro, a condición de que
éste haya sido medio necesario para llegar a aquél. La conexión corriente de medio
a fin, aun sin la exigencia de medio necesario, pudo bastar si en el precepto quisiera
apreciarse una aplicación premonitoria de ideas finalistas 12 .
En segundo lugar, es bien difícil encontrar casos en que un delito sea efecti-
vamente un medio necesario para cometer otro 13 . Desde luego, si se distingue entre
necesidad jurídica o legal y necesidad práctica o de hecho, podrá apreciarse que no
ha de ser la primera aquélla a que quiso referirse el legislador. Porque si hay una
necesidad jurídica de que para la realización de un hecho delictuoso se incurra en
otro como un medio, el tipo habrá ya considerado esa condición y la habrá incor-
porado en sus términos. Es así como en el robo con fuerza en las cosas, el daño ma-
terial a los dispositivos de protección colocados por el propietario para defensa
de su cosa, está considerado en el tipo específico.
Y una necesidad de hecho, para que solamente poniendo un delito como medio
pueda alcanzarse el delito que se persigue como fin, es bien discutible 14 . Para llegar
a la consumación de un hecho determinado, y especialmente si se trata de un hecho
que da origen a responsabilidad penal, la imaginación humana es lo bastante fértil
como para hallar muchas vías que no demanden un aumento de esa responsabilidad.
12) Por lo demás, si se lee a Maurach, se aprecia que éste no cree suficiente una finalidad
unitaria para unificar las acciones.
13) Ver sentencias de la Corte Suprema de 20 de diciembre de 1963, considerandos 16 a
18, publicada en Rev. D. tomo LX, secc. pág. 605 y de 23 de junio de 1965, publica-
da en Fallos del Mes, año 1965, pág. 126.
14) J. F. Pacheco hace una clasificación de los delitos en atención a su relación de medio
a fin con otros, en el comentario al artículo 10N° 11 del antiguo Código Penal español,
pero ni de cerca logra solucionar las cuestiones que formulamos.
282
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
No hay, pues, otra razón para esta segunda parte del art. 75, que una arraigada
tradición de la legislación penal.
Manda el inciso final del art. 75 del C. Penal que las dos excepciones
(concurso ideal propio e impropio) a la regla de la acumulación ma-
terial de penas sean sancionadas con una sola pena. " E n estos casos
—dice— sólo se impondrá la pena mayor asignada al delito más grave".
No obstante haber una pluralidad de delitos en los casos del
art. 75, la ley ordena aplicar una sola pena.
La pena única que habrá de aplicarse, será la mayor que esté
determinada por la ley para el delito más grave. Será preciso, en
consecuencia, considerar las penas asignadas por la ley a cada uno
de los diversos delitos, buscar de entre ellas aquélla que sea más
grave (que será lo que señalará al delito más grave) y, finalmente,
si las penas establecidas legalmente para el delito más grave fueren
varias, será necesario elegir de entre ellas a la mayor de todas. La
pena más alta, así calculada, será la que habrá de ser aplicada como
pena única al conjunto de los hechos.
En materia de concurso ideal de delitos, por consiguiente, la
ley chilena se ha valido del sistema de la acumulación jurídica o
asperación para fijar las penas aplicables.
283
EDUARDO NOVOA MONREAL
284
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
285
EDUARDO NOVOA MONREAL
286
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
4 8 7 . - La posición objetiva
La teoría objetiva pura es sostenida por varios autores alemanes, especialmente von
Liszt-Schmidt y von Hippel.
Pero la parte más importante de la doctrina actual se inclina a una teoría ob-
jetiva mitigada, que reconoce también alguna influencia al elemento subjetivo.
Mezger en su Lehrbuch se mostró partidario de la teoría objetiva pura que
declaró "la única correcta". Hizo, no obstante, la cauta reserva de que las caracte-
rísticas del delito continuado no eran susceptibles de ser fijadas de manera esque-
mática, sino que la decisión última quedaba entregada "a un razonable arbitrio".
El mismo autor, en su m i s reciente Studtenbuch, se apoya, en cambio, tanto en
conexiones externas como internas y reconoce para el delito continuado presupues-
tos objetivos e internos. Entre los objetivos se cuentan: a) la lesión o puesta en
peligro del mismo bien jurídico; b) la fundamental identidad y continuidad de las
distintas acciones, y c) la violación de la misma ley penal. Como presupuestos in-
ternos señala: a) un dolo unitario, que ha sido exigido por el Reiehsgerichí, pero
que Mezger desecha como absurdo, y b) un cierto aspecto subjetivo que debe li-
mitar el criterio simplemente objetivo y que consistirá en la unidad de dolo que se
da "cuando alguien concibe una nueva resolución igual o casi igual a la anterior,
de modo que constituya continuación de la anterior".
Las vacilaciones e imprecisiones de un autor tan definido como M e z g e r , dan
mucho que pensar en lo referente a una auténtica existencia jurídica de la noción
de delito continuado.
Maurach reconoce en la estructura del delito continuado presupuestos subjeti-
vos y objetivos. En lo subjetivo se requiere que el autor renueve la misma o similar
resolución de actuar, bajo la eficacia motivadora de circunstancias iguales o esen-
cialmente iguales. En lo objetivo coloca: a) la homogeneidad de los diversos ac-
tos realizados; b) la lesión de un mismo bien jurídico; c) una relación de tiempo y
lugar, y d) que se hayan cometido aprovechando relaciones esencialmente iguales.
288
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
A Carrara pareció innegable que debía tenerse como más perverso al que varias
veces se ha decidido al delito y no al que a éste se ha decidido una sola pez. Por ello,
y por estimar que pese a la pluralidad de acciones externas la determinación única
que exigió para el delito continuado permitía solamente una imputación al sujeto,
consideró que este delito debía ser tenido como una unidad que sirviera para mode-
rar múltiples penas.
Una base semejante debe tener la postura del Tribunal Supremo alemán, que
exige un dolo conjunto previo que abarque la pluralidad de conductas típicas, pues
apreciará seguramente en ese dolo total único el factor que funde jurídicamente
en un delito un conjunto de hechos que sin él serían otros tantos delitos.
Sin embargo, el criterio de Mezger, Maurach y otros es enteramente opuesto.
En opinión de éstos un plan preconcebido o un dolo unitario previo no puede ser
tomado como motivo de atenuación, sino más bien de agravación de la pena; lo
que puede favorecer al sujeto activo en el delito continuado es el haber sucum-
bido cada vez de nuevo a la tentación por hallarse colocado ante circunstancias
motivantes esencialmente ¡guales; jamás el haber obrado en forma premeditada.
Para Carrara, Maggiore y otros, el delito continuado es una pura ficción ju-
rídica, establecida con el objeto único de evitar que el que haya cometido varias
violaciones a una misma disposición legal pueda ser sancionado con múltiples penas
separadas si concurre un elemento interno común en ellas.
En cambio, para otros autores, el delito continuado es una realidad jurídica;
desparecen en él los hechos punibles aislados y solamente subsiste, como único
ente jurídico real, un solo delito integrado por esos varios hechos. Este es el criterio
de Del Rosal y el que sustenta, implícitamente al menos, Mezger, ya que expresa
que a los diversos hechos particulares que constituyen un delito continuado les
falta "en el sentido de una consideración natural" independiencia entre ellos, pro-
duciéndose una conexión externa e interna tan amplia que no pueden ser separados
de ninguna manera.
Para algunos, el delito continuado forma una unidad igual a la que se produce
en un solo hecho delictuoso que abarque el resultado total que en aquél ha sido frac-
cionado por el sujeto activo. Sea que este fraccionamiento sea buscado por el autor
para disimular más fácilmente su delito y poder escapar así a la persecución de la
289
EDUARDO NOVOA MONREAL
290
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
291
EDUARDO NOVOA MONREAL
15) Se ha discutido si el articulo 451 del C. Penal ha sido tácitamente derogado por el ar-
tículo 509 del C. de Proc. Penal. Acertadamente lo ha negado la Corte Suprema en sen-
tencia de 20 de octubre de 1949, publicada en Gaceta de ese año, 2o semestre, pág. 327.
16) Algo semejante se produce en el artículo 55 del C. Penal argentino.
292
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
17) Ya vimos que el artículo 81 del C. Penal italiano regla expresamente el delito conti-
nuado.
293
EDUARDO NOVOA MONREAL
4 9 0 . - Jurisprudencia chilena
18) Las sentencias revisadas, según su orden cronológico, son las siguientes: 1) Corte de
Talca, 31 de diciembre de 1935, publicada en Gaceta de ese año, 2o semestre, pág. 473;
2) Corte Suprema, 3 de junio de 1940, pubiicada en Gaceta del mismo año, ler. semes-
tre, pág. 243; 3) Corte de Talca, 22 de diciembre de 1943, publicada en Gaceta del mis-
294
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
Es enorme la disparidad con que los tribunales que se refieren al delito conti-
nuado definen su elemento subjetivo. Para algunos es unidad de designio criminal 22 ;
para otros, unidad de determinación 23 ; para aquéllos, unidad de ánimo doloso 24 ;
295
EDUARDO NOVOA MONREAL
para los de más allá, unidad de fin 26 , y para éstos, unidad de conciencia de delito2'.
Dentro de tamaña confusión, no faltan las sentencias que parecen estimar sinónimas
todas estas expresiones, correspondientes a conceptos diversos, y que, tal vez en
ánimo de no errar el tiro, las mencionan todas como aspectos variados de una misma
realidad, como quien dispara a la bandada 27 .
Hay fallos en que la conceptuación de varias acciones típicas diversas como
un delito continuado se formula o apoya en el hecho de no haber prueba suficiente
que permita distinguirlas y separarlas en el tiempo y en sus cuantías (esto último,
cuando se trata de delitos penados conforme a la cantidad de su objeto material)28,
como si la falta de pruebas de la multiplicidad de las acciones tuviera algún efecto
en el forjamiento de una entidad jurídico-penal que si algo presupone —según
acuerdo unánime de tirios y troyanos— es precisamente la pluralidad de tales ac-
ciones. Con más acierto, otras sentencias se han limitado, en tales casos de falta de
prueba de la pluralidad de acciones, a declarar que se condena por un solo delito
al cual no se le da el nombre de delito continuado 29 .
Es alentador comprobar, dentro de tal desbarajuste, que la Corte Suprema no
ha quedado comprometida hasta el momento en un reconocimiento explícito del
delito continuado como institución compatible con la legislación positiva chilena.
Sus sentencias han sido muy cautelosas y, generalmente, han rechazado directa-
mente la idea' 0 . En otros casos ha acogido los recursos atendiendo a los hechos
establecidos en la instancia". Fallos ha habido también en los que ha aludido a
la posibilidad de que el delito continuado pudiera tener cabida en la legislación
chilena, o en los que pareciera desprenderse un implícito reconocimiento del mismo,
pero sin sentar doctrina 32 .
296
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
CAPITULO VIII
297
EDUARDO NOVOA MONREAL
1) En Chile el gran escollo ha estado en los artículos 197y 468 del C. Penal, como lo ex-
pondremos en el N° 497.
298
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
299
EDUARDO NOVOA MONREAL
300
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
el caso como de concurso aparente de leyes, regido sólo por ese tipo
que en forma más directa, completa y eficaz cubra la protección del
bien jurídico afectado.
Por ejemplo, en el caso de acceso carnal violento con una parienta próxima, que
señalamos como el clásico de concurso ideal, tal hecho único habrá de ser cubierto
simultáneamente por las figuras de violación (art. 361 del C. Penal) e incesto (art. 364
del mismo Código), porque una sola de ellas no sería suficiente para abarcar su
total ni para alcanzar con su pena todo el injusto que él contiene. En efecto, la
violación solamente mira al yacer violento, y el incesto, tan sólo al yacer con
pariente de grado próximo. Es cierto que hay una zona común, constituida por el
acto de yacer, a la que ambos tipos se refieren, pero al respecto debe considerarse:
a) que en sí misma, la conducta de yacer no es antijurídica, sino en cuanto está
acompañada de alguna de las circunstancias contempladas en cada uno de los dos
tipos, de modo que son estas circunstancias las que confieren al hecho su contenido
antijurídico; b) que la utilización de esta zona común, por su carácter neutro ya
expresado, no impide que cada uno de los dos tipos solicitantes pueda estimarse
plenamente integrado. De modo que la doble antijuricidad, que corresponde a una
doble tutela jurídico-penal queda evidenciada aun cuando el hecho sea uno solo.
De allí que se precise la aplicación simultánea a él de dos tipos diversos.
En cambio, si comparamos los tipos de los arts. 114 y 121 del C. Penal, en cuan-
to el primero se refiere al que sin autorización legítima levantare tropas en el te-
rritorio de la República, con cualquier objeto que se propusiere, y el segundo, en
cuanto trata de un alzamiento a mano armada contra el gobierno legalmente cons-
tituido con el objeto de promover la guerra civil, veremos que ambos parecerían
aplicables a un sujeto que armara un ejército privado desobediente a la autoridad
con el propósito de atacar las fuerzas armadas regulares. Pero solamente uno de
los tipos será, según las características propias del hecho, el que podrá regir correc-
tamente ese caso. No podría pretenderse una superposición de tipificaciones. En
este ejemplo advertimos que el hecho único solicitado aparentemente por dos tipos
legales distintos, solamente es compatible con uno de ellos que lo capta y alcanza
íntegramente. Por eso es que aquí estamos ante un caso de concurso aparente de
leyes y no ante un concurso ideal de delitos. Y este concurso aparente de leyes
va a ser resuelto con el examen del bien jurídico afectado por la acción propuesta.
Si el levantamiento en armas pone en peligro la seguridad exterior del Estado o la
normalidad de las relaciones de la República con otras naciones, el único tipo apli-
cable será el del art. 114. Y si lo afectado es el orden institucional interno del país,
el único tipo aplicable será el del art. 121.
Por cierto que el criterio de los bienes o valores jurídicos protegidos será
válido en tanto la ley no señale claramente una voluntad distinta.
301
EDUARDO NOVOA MONREAL
Con el muy laudable propósito de dar solución a difíciles cuestiones que se suscitan
en relación con el concurso aparente de leyes, una parte de la doctrina penal se ha
esmerado por elaborar reglas o principios que permitan determinar cuál de los varios
tipos que parecen captar el hecho es el que debe serle correctamente aplicado en
forma exclusiva.
Pero al querer sistematizar y clasificar fenómenos de extremada variedad y
que brotan sin coherencia alguna entre ellos, como son, entre otros, los errores
de tipificación del legislador, se ha entrado por el peligroso camino de profusas y
artificiosas categorías que han dado al tema un carácter de hermetismo muy in-
conveniente.
Sea por la vía de examinar las relaciones que se suponen existir entre los di-
versos tipos, sea por la de establecer "principios" de los que se deduciría la solu-
ción de cualquier dificultad posible, se han emitido hasta cuatro reglas que vendrían
302
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
a constituir enconjunto una especie de hilo de Ariadna que permitirá salir del la-
berinto.
Las reglas son: a) de la alternatividad; b) de la consunción; c) de la especialidad,
y d) de la subsidiariedad.
Alrededor de ellas se ha explicado durante muchos años la materia. No se po-
dría afirmar que su aplicación ha tenido el efecto práctico de eliminar las verda-
deras dificultades.
A esta división de los medios de solución en varios principios fijos, supuesta-
mente aptos como para agotar las explicaciones en torno al tema, se agregan sub-
divisiones y distingos. Todo queda preparado, pues, para que una materia de suyo
difícil, quede transformada en el quebradero de cabeza de los estudiantes y en el
pantano que inmoviliza a los estudiosos.
En nuestra opinión, todas las cuestiones derivadas de la determinación del
tipo que verdaderamente corresponde regir a un hecho concreto, cuando ella pre-
senta dudas o cuando hay varias figuras que parecen disputar a éste, son problemas
de interpretación legal, que como tales se resuelven. Por consiguiente, para resolver
una duda no puede sentarse a priori un número determinado de reglas y entender
que solamente dentro de ellas se encontrará la solución. Porque la solución la darán
todos aquellos elementos, tan variados, que permiten encontrar el adecuado sentido
de un precepto legislativo.
Conviene examinar las diversas fórmulas elaboradas por la técnica penal como
solución de las dificultades que presenta el concurso aparente de leyes, para pon-
derarlas y, si tienen validez, situarlas en el plano que jurídicamente les corresponde.
F.l principio de la "alternatividad" señala que hay tipos que se excluyen re-
ciprocamente por ser incompatibles en su aplicación simultánea a un mismo hecho.
Ese principio intervendría tanto en casos en que el hecho, por sus características
propias solamente puede ser tipificado dentro de una o de otra figura legal, pero
en caso alguno en ambas; como cuando el propio tipo contiene dos conductas pre-
vistas como equivalentes, en el sentido de que cualquiera de ellas que se cumpla se
entiende realizado el tipo (arts. 109, 199, 246, 263, 353, 383 y 457 del C. Penal,
entre otros).
2) Derecho Penal, por Alfredo Etcheberry, Santiago 1964, tomo II, pág. 121.
303
EDUARDO NOVOA MONREAL
Pero como Maurach se encarga de demostrar, en los casos en que dos tipos se
excluyen por la modalidad comisiva, de tal modo que uno solo de ellos puede coger
la conducta examinada, no se plantea una cuestión de concurso aparente de leyes,
porque la acción examinada es allí de ral naturaleza que sólo puede cumplir uno
de los tipos y no hay alternativa alguna.
Y cuando se trata de tipos alternativos (ver N.° 203 en Tomo i), la aplicación
del precepto es demasiado simple para que sea preciso acudir a un principio o regla
que sirva de guía. En todo caso, el principio dicho de la alternatividad no sirve
para resolver las dudas que algunos tipos alternativos pudieran presentar en orden
a si sería posible doble imputación por la realización de los dos extremos previstos
en él por un mismo sujeto activo. La duda podría surgir, por ejemplo, con el art.
263 del C. Penal, respecto del que en un acto oficial injuriara gravemente no sólo
al Presidente de la República, sino también a alguno de los cuerpos colegisladores.
Parece manifiesto, por ello, que el llamado principio de la alternatividad está
demás y no cumple ninguna función útil en relación con el concurso aparente de
leyes penales.
El principio de la subsidiariedad vendría a señalar que hay ciertos tipos que
solamente entran en función en los casos en que no pueden recibir aplicación otros
que la ley tiene por prevalentes. El tipo subsidiario queda como un precepto de
reemplazo, que únicamente entrará a actuar a falta de otro que es llamado en pri-
mer término.
Si la aplicación subsidiaria de un tipo penal está expresamente ordenada por
el legislador, no hay dificultad alguna; nadie podrá pretender que ese tipo debe ser
aplicado mientras tenga cabida el que prevalece. En este aspecto, por consiguiente,
el aporte del principio de subsidiariedad es nulo, desde que el problema se resuelve
con el obedecimiento de una regla legal.
La pretendida subsidiariedad tácita, como bien lo señala Mezger, es un caso
al cual se llega por la vía de la interpretación. Y la determinación por dicha vía
de la prevalencia de un tipo sobre otro, tiene que ser lograda mediante un examen
de todos los criterios que señalamos en el N.° 492. Dicho en otros términos, la sub-
sidiariedad tácita carece de valor como fórmula apta para una solución.
304
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
305
EDUARDO NOVOA MONREAL
306
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
Por esta razón es que al autor de robo con fuerza en las cosas que
se realiza en lugar habitado (art. 440 del C. Penal), no se le aplicarán
penas separadas por los daños y la violación de morada ajena que
perpetre al realizar su apropiación con uso de fuerza. Estos últimos
hechos serán consumidos por el tipo de más alta valoración, porque
lex consumens derogat legi consumptae.
307
EDUARDO NOVOA MONREAL
308
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
Consta del acta de la Sesión N.° 160, que la Comisión Redactora de nuestro
Código Penal consideró expresamente un caso de absorción, cuando el Sr. Ganda-
rillas señaló que el texto no resolvía si la violación o el estupro que sean
resultado del delito de rapto quedan comprendidos en este último o deben
tener una pena aparte. Entendió la Comisión, por boca del Sr. Altamirano,
que "al castigar el rapto se castigaban también esos actos indicados por el
señor Gandarillas y que son, por lo regular, una consecuencia de él; de ma-
nera que en tal caso se impondría sólo una pena, la del rapto, haya o no
violación, pues ésta fue la mente que se tuvo al acordar estas disposiciones".
La doctrina desarrolla con extensión la impunidad de los llamados "actos ante-
ñores y posteriores", constituidos por todo lo que, sin tener el carácter de hecho au-
tónomo, queda situado en el camino previo al hecho punible o en las consecuencias
que él presupone.
Maurach ha prevenido que ellos son ajenos al concurso aparente de leyes, porque
si se trata de pluralidad de acciones, no pueden ellas entrar en una noción que por
naturaleza presupone una sola conducta.
309
EDUARDO NOVOA MONREAL
4 9 7 . - Jurisprudencia chilena
310
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
un documento privado falsificado, un concurso ideal de delitos que debía ser re-
suelto conforme al art. 75 del C. Penal*; posteriormente se empezó a sentenciar
que en un caso de esa especie había un concurso aparente de leyes y que ambos
tipos eran incompatibles entre si. La mayor parte de las sentencias 1 ha decidido
desde entonces que hay una relación de especialidad entre los dos tipos que juegan
como posibles, siendo el art. 468 el genérico, y el especial el art. 197. En consecuen-
cia, se ha resuelto en los últimos veinte años que un hecho como el propuesto es
sólo una falsedad de instrumento privado.
No es el momento de debatir la cuestión, que es propia de la parte especial,
porque supone entrar al esclarecimiento del fin de cada uno de los tipos menciona-
dos y de los bienes jurídicos que procuran proteger, lo que supone un conocimiento
acabado de las dos figuras delictivas.
Podemos adelantar, sin embargo, que no creemos que el asunto haya de ser
resuelto mediante relación de especialidad, por la muy simple razón de que el art.
197 no cabe íntegramente en el art. 468. En efecto, el art. 197 exige que se obre
"en perjuicio de tercero". Con esa exigencia no se manda que el perjuicio haya de
ser pecuniario, único al que puede referirse el art. 468.
En nota publicada en Revista de Ciencias Penales, tomo 9, pág. 69, don Luis
Cousiño afirma que cuando dos tipos tienen un elemento común, no pueden concu-
rrir en concurso ideal de delitos. Esta afirmación nos parece equivocada por las
razones que dimos en el N.° 492, fuera de que ha de discutirse, como ya se expuso,
que haya elemento común en el perjuicio de las figuras de los arts. 197 y 468.
La sentencia de la Corte de Santiago de 9 de mayo de 1946, que publica Rev.
C. P. tomo 9, pág. 64, participa de la opinión del Sr. Cousiño.
Un fallo muy reciente de la Corte Suprema, de 23 de junio de 1965 (Fallos del
Mes, 1965, pág. 126), trae un enunciado completo del problema doctrinario del
concurso aparente de leyes y hace consistir su diferencia con el concurso ideal de
delitos en la incompatibilidad u oposición de los tipos concurrente?
LA REACCION SOCIAL
EDUARDO NOVOA MONREAL
CAPITULO I
314
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
2) Hay violaciones de derecho de pequeña entidad que son penadas, asi como las hay de
magnitud apreciable, que solamente tienen señaladas sanciones civiles. Es adecuada la in-
dicación de Maggiore acerca de que es más grave la infracción dolosa de un contrato que
el robar una naranja.
315
EDUARDO NOVOA MONREAL
3) Hemos dicho en otra oportunidad que la pena es considerada por algunos un elemento
integrante de la noción del delito (ver N° 152 en el tomo II. Además, algunos tratadistas,
Maurach entre ellos, conceden tal importancia a la pena, que desarrollan su teoría en las
explicaciones preliminares del ramo.
4) Solamente a titulo de verdadera curiosidad puede anotarse que en el C. Penal se hicie-
ra referencia a "medidas preventivas" (articulo 23), pero visiblemente con alusión a me-
didas de aseguramiento procesal del delincuente. Sin ese nombre, pero con más claro sen-
tido de medidas de seguridad, pueden tomarse las que señalan el articulo ION0 1. incisos
2 y 3, y articulo 298 del C. Penal.
316
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
del Tomo i). Es indudable que fueron los nuevos enfoques que al
D. Penal dio dicha escuela, los que hicieron resaltar la importancia
de la prevención del delito.
Cabe señalar que en la actualidad la doctrina admite medidas
de seguridad, tanto para aplicarlas a individuos que presentan ca-
racterísticas de antisociabilidad y de los cuales pueden temerse de-
litos, para prevenir éstos, como para aplicarlas a sujetos que no
pueden ser responsabilizados penalmente por falta de imputabilidad
(enajenados), para evitar de su parte nuevos hechos antijurídicos.
Asimismo, acepta en general la doctrina que puedan imponerse
en ciertos casos a un sujeto que delinquió no solamente la pena co-
rrespondiente a su delito, sino también medidas de seguridad que
permitan tomar mayor garantía de que no volverá a delinquir (sis-
tema dual). Con ello se a p a r t a la incompatibilidad entre penas y
medidas de seguridad, al menos para algunas situaciones 8 .
317
EDUARDO NOVOA MONREAL
318
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
319
EDUARDO NOVOA MONREAL
320
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
Estas teorías ven en la pena un medio para prevenir los delitos, para
contener a los delincuentes, para reeducarlos o para que la sociedad
se defienda de ellos.
De este carácter es la teoría de la prevención mediante la coac-
ción psíquica enunciada por Feuerbach, conforme a la cual el Estado
cumple su fin específico de evitar las violaciones del derecho, no
mediante la coacción física, que no es utilizable ni tiene eficacia en
la mayor parte de los casos, sino mediante la coacción psíquica con
la que de una manera general y anterior al delito impide que éste
llegue a cometerse, obrando sobre sus causas. En efecto, lo que im-
pulsa al hombre al delito son sus pasiones y sus apetitos desordenados.
Estos impulsos se contrarrestan haciendo saber a todos que a su
hecho seguirá inevitablemente un mal mayor que el que deriva de
la insatisfacción del impulso de cometer el hecho. Mediante la ame-
naza de la pena a toda posible violación de la ley y mediante la apli-
cación efectiva de la pena cuando la ley fue transgredida, opera la
coacción psíquica como un mecanismo encaminado a contener los
impulsos delictuosos. (Ver T o m o i N.°" 54 y 270).
321
EDUARDO NOVOA MONREAL
322
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
Para Roeder la pena tiene por fin reformar al sujeto que delin-
quió. El delincuente ha demostrado ausencia de sentimientos mo-
rales, lo que hace necesario buscar su mejoramiento en el plano moral,
l.u pena debe ser la vía que conduzca al delincuente a una reedu-
cación que le permita la convivencia en la sociedad. Por ello no mira
a la pena como un mal para el delincuente, sino como un bien para
éste y consecuencialmente para la sociedad.
En España Pedro Dorado Montero profesó una posición co-
rreccionalista extrema, que lo condujo a sostener que el Derecho
Penal debía transformarse en el derecho protector de los criminales.
Aun cuando carezca hoy de efectiva importancia y no haya j u -
ristas que la sostengan en toda su crudeza original, es conveniente
también una referencia a la teoría positivista, por cuanto, con mu-
chas atenuaciones o modificaciones, sigue inspirando algunas ten-
dencias penológicas. En su primitiva posición, la Escuela Positiva
veía en el delito un simple fenómeno perjudicial a la sociedad y a su
existencia, en contra del cual ésta debía reaccionar por simple ne-
cesidad de supervivencia, sin entrar a averiguar si provenía de un
sujeto imputable o si había sido cometido con culpa. El ser humano,
determinado por leyes naturales en su actuar, es el agente material
que aparece ligado como causante del hecho antisocial y ello, por el
hecho de vivir en sociedad, basta para obligarlo a soportar las reac-
ciones de la sociedad. Estas reacciones no están fundadas en razones
de justicia sino en la necesidad biológica de defensa que tiene la so-
ciedad ante cualquier hecho que la amenace. En los casos en que el
sujeto es susceptible de recuperación, pueden llegar a adquirir el carác-
ter de un tratamiento que tienda a eliminar en él los impulsos antiso-
ciales. Tales reacciones no tienen otro fin que impedir un nuevo hecho
antisocial (delito) y, por consiguiente, se aplican a toda persona,
sea o no imputable, con tal que puedan esperarse de ella nuevos
atentados de esa clase (peligrosidad). Como lo que fundamentalmente
interesa es impedir nuevos hechos antisociales, se asimilan las medidas
preventivas o de seguridad con las penas. Estas medidas no tienen
otro límite que la seguridad de la sociedad, de modo que cesan tan
pronto desaparece la peligrosidad del sujeto, y, si ésta se mantiene,
pueden prolongarse e.n forma indefinida.
323
EDUARDO NOVOA MONREAL
324
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
325
EDUARDO NOVOA MONREAL
7) Todo esto integra lo que Carrara denominó el "mal moral" del delito, como contra-
puesto a aquel otro daño especifico y directo que él causa en el ordenamiento jurídico,
al que antes nos hemos referido.
326
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
8) Maggiore explica que la pena deja al delincuente en estado de absoluta sujeción, para
demostrar que no se exige sumisión voluntaria a ella, sino que se impone coactivamente y
que aún se cuenta con ¡a resistencia del reo. Concluye, por ello, que el reo no tiene la
obligación de cumplir la pena.
327
EDUARDO NOVOA MONREAL
328
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
9) Nos referimos aquí a esos males a que se refiere la nota 7 de este Capitulo.
10) Es por esto que Maggiore recuerda que la justicia absoluta no está al alcance de los
hombres. Sólo a Dios está reservada la justicia absoluta; la justicia humana carga con im-
perfecciones y debilidades.
329
EDUARDO NOVOA MONREAL
11) Aunque queden algunos residuos de él en nuestro Código Penal, seffín se aprecia en
su artículo 208, relativo a la pena del falso testimonio en juicio criminal
12) De este modo, el considerable aumento actual de las sanciones pecuniarias, tendría
su explicación en ¡a valoración tan especial que la sociedad de hoy atribuye al dinero.
13) En el acápite final del N° 505 consignamos la opinión de Maurach sobre el valor de
la retribución como medida esencial de las penas.
330
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
331
EDUARDO NOVOA MONREAL
332
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
14) A la objeción de quienes quisieran desconocer esa eficacia de la pena, arguyendo que
no obstante ella se continúan cometiendo delitos, puede responderse: a) que la cuestión
está mal planteada en esos términos, porque nadie pretende que con la pena vaya a que-
dar suprimido todo delito; por ello es que el planteamiento correcto seria: si no se aplica-
ra pena alguna a los violadores del orden jurídico, ¿qué sucedería?; b) que la objeción só-
lo puede ser planteada en un país en el que la eficacia de la justicia criminal sea óptima,
en forma que prácticamente estén suprimidos los casos de impunidad de los delitos por
falta de descubrimiento de ellos o de sus autores, y bien sabemos que esa condición está
muy lejos de ser realidad en nuestro medio.
333
EDUARDO NOVOA MONREAL
Existen también otras formas en que las penas pueden ser apro-
vechadas para evitar los delitos, pero ellas no se presentan en todas,
?ino en algunas, principalmente en las penas privativas de libertad.
Una de ellas es la corrección del delincuente, si es que su delin-
cuencia reconoce origen en un desconocimiento del ordenamiento
jurídico o de su valor para el bien social, o en falta de sensibilidad
ante ellos, o en resentimiento contra la sociedad y su régimen jurí-
dico, o en una alteración o deformación de la escala de valores ético-
jurídicos y culturales, etc. Tal corrección podrá lograrse mediante
instrucción del sujeto, despertando en él sentimientos de solidaridad
y altruismo, convenciéndolo de las ventajas y valores de una vida
ajustada a las normas del Derecho y, especialmente, elevándolo en
su aspecto ético. Además, pueden proporcionarse al delincuente
medios que le permitan adaptarse más fácilmente a la convivencia
en sociedad, particularmente una profesión que le permita expedirse
honestamente una vez concluida su pena.
La otra es la innocuización del delincuente durante un período
más o menos largo, colocándolo en la imposibilidad de repetir sus
hechos delictuosos mediante su reclusión en establecimientos peni-
tenciarios.
Maurach recalca, sin embargo, que los fines utilitarios de la
pena están siempre limitados pó'r la esencia retributiva de ella, la
que constituye un doble límite para la selección y medición de la
pena. En primer lugar, la sanción punitiva ni siquiera en el caso en
que la necesidad de prevención sea nula o escasa respecto del sujeto
(pronóstico social particularmente favorable de éste), debe quedar
por debajo de la medida fijada por tal esencia retributiva en relación
con el hecho concreto cometido. En segundo lugar, la medida de la
pena determinada por la retribución, constituye un límite máximo
que no debe ser excedido ni por una exigencia del aseguramiento,
por justificada que sea, ni por un pronóstico desfavorable relativo
a la readaptación social (ver N. 0B 562 y sigtes).
334
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
335
EDUARDO NOVOA MONREAL
336
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
CAPITULO n
5 0 9 . - Criterios de clasificación
Las sanciones represivas que contempla la ley para los hechos delic-
tuosos son variadas y admiten clasificación desde diversos puntos
de vista.
Pueden clasificarse las penas según el bien jurídico de que ellas
privan al delincuente, en penas de vida, privativas de libertad, res-
trictivas de libertad, privativas de otros derechos y pecuniarias. Esta
catalogación de las penas no está expresamente contemplada en la
ley, pero es la más científica, pues se basa en la naturaleza de ellas
como mal jurídico que se inflige al delincuente.
Según su gravedad se dividen las penas en penas de crímenes,
simples delitos y faltas, según una empírica clasificación que dispone
el art. 21 del C. Penal. Este precepto agrega, además, una categoría
de penas que son comunes a las tres clases que indica.
Según tengan o no autonomía, o estén o no previstas en especial
para el respectivo hecho delictuoso, las penas pueden ser principales
o accesorias.
Y según la forma cómo el legislador las ponga a disposición del
tribunal que debe imponerlas, las penas se dividen en copulativas y
alternativas.
También pueden dividirse las penas en aflictivas y no aflictivas,
Conforme lo dispone el art. 37 del C. Penal; pero el principal efecto
de esta clasificación está en algunos preceptos constitucionales y en
las regí as procesales penales.
337
EDUARDO NOVOA MONREAL
Por cierto que hay la posibilidad de multiplicar las clasificaciones, incluso buscando
base para ello en el texto de la ley positiva. Sin embargo, las clasificaciones anteriores
son las que tienen hoy día más importancia sustantiva.
El texto de la ley autoriza para algunas otras clasificaciones de menor impor-
tancia, como serían divisibles e indivisibles, perpetuas y temporales, etc.
Hay casos en que la ley, especialmente en materia procesal, habla de penas
corporales y no corporales.
guamente se hablaba también de una categoría especia! de penas, cons-
por las penas infamantes.
338
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
339
EDUARDO NOVOA MONREAL
340
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
341
EDUARDO NOVOA MONREAL
342
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
También consigna el referido art. 21, como penas que pueden ser
aplicadas indistintamente a cualquier hecho punible, sea crimen,
simple delito o falta, las siguientes:
Multa.
Pérdida o comiso de los instrumentos o efectos del delito.
5 1 2 . - Principales y accesorias
Las penas principales son aquellas que pueden ser impuestas inde-
pendientemente sin necesidad de otra o que en cada caso están ex-
presa y determinadamente previstas para el correspondiente tipo
delictivo.
Penas accesorias son las que necesitan de una pena principal
a la cual deben ir agregados o que, no imponiéndolas especialmente
la ley, ordena que otras las lleven consigo.
Según el art. 21 del C. Penal son penas accesorias de los crímenes
y simples delitos las de cadena o grillete, celda solitaria e incomunica-
ción con personas extrañas al establecimiento penal. Dichas penas
son de aquellas que j a m á s pueden ser impuestas aisladamente; ellas
solamente se conciben como anexas a u n a pena privativa de libertad.
De allí proviene su carácter de accesorias.
343
EDUARDO NOVOA MONREAL
2) El inciso final del articulo 80 del C. Penal no puede ser mencionado aqui porque las
medidas que él contempla son "castigos disciplinarios"y no penas.
344
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
Para nuestro legislador son penas divisibles aquellas que tienen una duración tem-
poral. Respecto de ellas señala la ley el límite inferior y superior de su duración
y también las divide en grados, como lo dispone el art. 56 del C. Penal.
A las penas divisibles se refieren los arts. 56, 57, 61, 67 y 68 del C. Penal.
Son penas indivisibles para la ley chilena la de muerte y las penas perpetuas
(presidio, reclusión, relegación e inhabilitación perpetuos). A ellas aluden los arts.
61, 65 y 67 del C. Penal.
Esta división tiene importancia para las reglas de aplicación de las penas y
especialmente para el efecto que sobre las penas tiene la concurrencia de circuns-
tancias atenuantes y agravantes de responsabilidad penal.
Las penas corporales están precisadas en el art. 606 del C. de Proc. Penal en
forma excluyente. Lo son todas aquellas que no son corporales. Y el mismo precepto
indica como no corporales la de inhabilitación para cargos y oficios públicos, derechos
políticos y profesiones titulares, la de suspensión de cargo u oficio público o profe-
sión titular, la de pérdida o comiso de los efectos o instrumentos del delito y las
meramente pecuniarias.
346
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
4) Sobre el significado que en el C. Penal puede tener ¡a expresión "pena corporal" Pedro
Javier Fernández trae abundantes antecedentes en su "Código Penal", explicación del ar-
ticulo 81.
347
EDUARDO NOVOA MONREAL
CAPITULO ra
LA PENA DE MUERTE
5 1 6 . - Tema controvertido
1) En los últimos años se han publicado "Reflexions sur la guillotine", deAlbert Camus
y "Reflections on hanging", de Arthur Koestter, ambas en contra de la pena capital.
2) Jiménez de Asúa, con manifiesta intención peyorativa, prefiere llamar "morticolas"a
los no abolicionistas.
3) Es costumbre atribuir a los abolicionistas sentimentalismo barato y propósitos dema-
gógicos o de populachería, cuando no de... anarquismo. Por otro lado se culpa a los no
348
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
517.- Historia
(Continuación nota 3)
abolicionistas de ser espíritus feroces que defienden ¡a sangre y la violencia, en los que
reviven instintos atávicos de violencia y deseos sádicos, y se les atribuye que en vez de
horrorizarse, se deleitan con el sufrimiento y la muerte ajenos (asilos califica Maggiore).
4) Pero, sin remontarse tan atrás, eran bastante más de un centenar de delitos los que te-
nían fijada la pena capital en Francia del antiguo régimen y más de dos centenares en In-
glaterra del siglo XVIII.
349
EDUARDO NOVOA MONREAL
350
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
No hay constancia alguna que durante la redacción de nuestro C. Penal por la Co-
misión respectiva o durante su discusión en el Congreso, se haya planteado siquiera
cuestión sobre la pena de muerte. La ha habido, sin embargo, después de su dic-
tación y en especial en los últimos cuarenta años.
El proyecto de C. Penal Erazo-Fontecilla, de 1929, la eliminó del elenco de
penas en su art. 31.
Tampoco aparece ella en el Proyecto Ortiz-von Bohlen, no obstante ser el
primero de los nombrados un decidido partidario de esa pena.
En el Proyecto Silva-Habatut, de 1938, se contempla la pena de muerte en
forma muy semejante a la que dispone el Código vigente. La principal diferencia
está en que se hace estrictamente privada la ejecución del reo.
En el Proyecto de Reforma de 1945 se conserva la pena de muerte. Resulta
interesante anotar la posición que al respecto tomaron los once miembros de la
Comisión de Reforma que asistieron a la 6. a sesión plenaria 6 . Tres de ellos, los se-
ñores Abraham Drapkin, Luis Cousiño y Ernesto Biancht, se declararon abierta-
mente contrarios a la pena capital, pero todos los demás votaron por que ella fuera
mantenida en el Código. Sin embargo, los ocho votos positivos difirieron mucho en
su fundamentación; los menos se declararon partidarios de aplicarla en forma muy
restringida (Schepeler y Novoa), la mayor parte se manifestó doctrinariamente
contrario a ella, pero optó por conservarla en atención a diversas razones de orden
práctico.
5) Ver actas en publicación del Libro I del Proyecto de Reforma que hizo el Ministerio
de Justicia en 1946.
351
EDUARDO NOVOA MONREAL
352
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
353
EDUARDO NOVOA MONREAL
354
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
Claro es que podría replicarse que habrá casos de criminales tan contumaces
y fieros que puede casi asegurarse que cuando tengan oportunidad cometerán nue-
vos crímenes, sin q_e la prisión les signifique un impedimento absoluto a su incli-
nación delictuosa.
6) En expresión de B. Alimena.
355
EDUARDO NOVOA MONREAL
En relación con esta postura podemos recordar las ideas de Carrara, franco
abolicionista, para el cual la ley no puede permitir la destrucción de un hombre
cuando la necesidad presente de la defensa de los otros hombres no admita tanto
sacrificio. Niega por ello que en las condiciones actuales de los pueblos cultos sea
una necesidad material la muerte del enemigo social. De este modo, su aceptación
relativa de la pena de muerte, para aquellos casos en que es necesaria para la con-
servación de otros seres inocentes, en virtud del principio de la defensa directa,
que así como se reconoce al individuo ha de reconocerse también a la autoridad,
queda prácticamente excluida. En los tiempos actuales solamente acepta la pena
de muerte en pueblos de cultura retrasada y en casos excepcionales.
356
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
No ha sido este criterio, en nuestro sentir el único lógico, el que siguen los que
pugnan por la derogación de la pena de muerte citando gran número de países en
que ella no se aplicaría. Con el equivocado concepto que criticamos, fue elaborado,
por ejemplo, el interesantísimo trabajo publicado por Naciones Unidas con el nom-
bre de "Capital Punishment", 1962. En efecto, se computan allí como abolicio-
nistas a naciones que tienen disposiciones legales que permiten la aplicación de la
pena de muerte, solamente porque esas disposiciones figuran en leyes especiales y
no en el Código Penal.
El intento existió ya en Carrara, que quiso separar de los casos regidos por el
[brecho Penal a aquellos que, como la traición, creyó que se justificaban con el
jut Mh. Su concepto del jus belli no se limitó, por lo demás, a los delitos militares
357
EDUARDO NOVOA MONREAL
8) Tratado de Derecho Penal, tomo II, N° 902, pág. 1.041, primera edición, Buenos Ai-
res, 1950.
9) El articulo 12 N° 10 del C. Penal de Chile, que reproduce la misma regla del articu-
lo 10 N° 11 del C. Penal español, se refiere a este punto.
358
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
10) En Chile la pena de muerte se impone judicialmente a no más de tres o cuatro perso-
nas por año en término medio, principalmente por delitos de parricidio y de robo con
homicidio. Sin embargo, ella se cumple en un porcentaje muy bajo del totd, que noal-
359
EDUARDO NOVOA MONREAL
360
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
361
EDUARDO NOVOA MONREAL
Más numerosos son los casos en que dicha pena se señala comu
grado máximo de varios que pueden imponerse a algunos graves
crímenes, entre los que pueden mencionarse, otras formas de traición
(arts. 106,107, 108 y 109 del C. Penal), lesiones a un ministro de culto
de las que resulte la muerte de éste (art. 140), sustracción de menor
para obtener rescate o ejecución de actos deshonestos, si resultara
muerta la víctima o con gravísimas lesiones (art. 142), asesinato
(art. 391 N.° 1), robo con homicidio, violación, mutilación o lesiones
gravísimas (art. 433), piratería (art. 434) e incendio con muerte de
personas (art. 474).
362
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
363
EDUARDO NOVOA MONREAL
364
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
CAPITULO IV
523 - Concepto
524- Antecedentes históricos
525- Los sistemas penitenciarios
526 - El sistema progresivo
527 - Los reformatorios
528 - Régimen penitenciario chileno
5 2 3 . - Concepto
365
EDUARDO NOVOA MONREAL
La privación de libertad, como pena propiamente tal, fue muy poco conocida 1 .
Generalmente la prisión se utilizaba como lugar de custodia de los condenados
que esperaban la ejecución de sus penas corporales. Así sucedió especialmente en
Roma.
Parece haber sido el Derecho eclesiástico el que elaboró las primeras formas de
penas privativas de libertad, por evolución del sistema de penitencias y reclusión
en claustro dispuesto para los pecadores. El régimen de reclusión canónico fue
primitivamente duro; se cumplía en celdas, con aislamiento del recluso para favo-
recer una vida de meditación y plegaria. El trabajo no se menciona, por estimár-
selo una participación en la vida del siglo. Sin embargo, se ha sostenido que ta!
rigor importaba una dulcificación en relación con las crueles penas civiles, y que el
régimen interno mismo era más benigno que el de las prisiones laicas que se fueron
creando grvfjualmente.
La Rasphuis de Amsterdam, construida en 1595, fue probablemente el primer
establecimiento carcelario laico de importancia que fuera destinado a recibir con-
denados. Allí se introdujo la separación de los delincuentes por sexo, edad y ca-
tegorías; se imponía trabajo a los reclusos y se les daba instrucción elemental y
religiosa. Sus resultados fueron considerados tan buenos que muy pronto la idea se
difundió por Europa y se comenzó la construcción de establecimientos semejantes,
especialmente en Alemania, Italia y Bélgica. Particular fama adquirieron la cárcel
de Hamburgo (1622), Milán (1759) y Gante (1775).
Clemente xi funda en Roma en 1690 el célebre Hospicio de San Miguel, des-
tinado preferentemente a menores y jóvenes, que tiene señalada importancia den-
tro de la penología, por haber implantado un tratamiento propiamente penitenciario,
en el sentido actual, con aislamiento nocturno, trabajo diurno en común bajo la
regla del silencio y afán de levantar moralmente a los recluidos. Su lema: "no basta
intimidar con la pena, sino volver mejores con una disciplina eficiente" se men-
ciona hasta hoy como un principio básico del régimen penitenciario. El sistema en
ella aplicado se sintetiza en: separación, silencio, trabajo y plegaria.
En el capítulo vil de la Primera Parte de esta obra (ver Tomo i, N . ° 53) hemos
señalado ya la influencia que tuvo John Howard, en su crítica a los vicios de las
prisiones de su tiempo. Su obra State of Prisont determinó un cambio profundo en
las ideas penitenciarias de la época y contribuyó grandemente a despertar el inte-
rés de gobernantes, sociólogos y técnicos por una estructuración científica del
régimen carcelario.
366
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
367
EDUARDO NOVOA MONREAL
5 2 6 . - El sistema progresivo
368
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
370
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
371
EDUARDO NOVOA MONREAL
372
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
Para que se advierta hasta qué punto resultan inaplicables los buenos propósitos
del Reglamento Carcelario, considérese que en los establecimientos penales se ha-
cinan varios reos en cada celda, mientras que el Reglamento dispone (art. 22) que
en cada celda no podrá permanecer, por ningún motivo, más de un reo"; que nin-
gún penado recibe uniforme ni especies de vestuario, siendo que el Reglamento
previene que a su llegada "se le dará el vestuario oue proporcione el establecimiento";
373
EDUARDO NOVOA MONREAL
374
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
375
EDUARDO NOVOA MONREAL
CAPITULO V
529.- Concepto
530 - Requisitos para la libertad condicional
531.- Forma de conceder la libertad condicional
532 - Obligaciones y derechos del liberto
533 - Revocación de la libertad condicional
534.- Apreciación crítica de la libertad condicional
535.- Los Patronatos de Reos
536.- Los Patronatos de Reos en Chile
529.- Concepto
376
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
377
EDUARDO NOVOA MONREAL
El libro de vida está a cargo de un Tribunal de Conducta, consejo que debe existir
en todo establecimiento penal destinado al cumplimiento de penas privativas de
libertad, que está integrado por el Alcaide o Jefe del establecimiento, el Jefe de la
Sección de Criminología, el Director de la Escuela, el Jefe de la Sección Trabajo,
el Jefe de la Guardia Interna, el médico, la asistente social y un abogado o un psi-
378
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
cólogo designado por el Director del Servicio. También podrán formar parte de
dicho Tribunal un miembro de los tribunales de justicia, el Inspector Zonal corres-
pondiente y un abogado del Servicio de Asistencia Judicial (art. 5° del Reglamento,
modificado por el D. S. N . ° 231, de 14 de enero de 1964).
Tomando en cuenta las notas medias que tenga el reo en el libro de vida, de"
terminará el Tribunal de Conducta si el penado cumple con el requisito que se exa-
mina. Las notas de conducta estarán formadas por el término medio de las notas
que cada mes pasarán el Jefe de Gendarmes, el Director de la Escuela y el Jefe del
Taller respectivo.
Para ser propuesto para la libertad condicional el penado debe haber obtenido
en el semestre anterior la nota "muy bueno". Es de notar que estas notas se gradúan
entre 5 puntos, el máximo de los cuales corresponde a "muy bueno" y que el Tri-
bunal solamente puede aumentar en cada bimestre en un punto la nota de conducta
del bimestre anterior.
La determinación de la no'ta de conducta se hará considerando:
a) conducta del penado en el patio o calle, en el taller y en la escuela;
b) su asistencia al taller y a la escuela;
c) su aseo personal y los de su celda y útiles, y
d) las manifestaciones de su carácter, sus tendencias, educación y moralidad-
Para este fin prevé el Reglamento que en cada establecimiento penal donde no haya
escuela fiscal, se establecerá una escuela con profesores asimilados al Servicio de
Prisiones.
También la apreciación de este requisito está entregada al Tribunal de Con-
ducta, el que tomará como base las notas mensuales de aplicación y aprovechamiento
que le presente el Director de la Escuela, considerando sus progresos como alumno.
379
EDUARDO NOVOA MONREAL
380
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
381
EDUARDO NOVOA MONREAL
382
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
ducta, con el objeto de establecer, si no con seguridad, a lo menos con el mayor nú-
mero de probabilidades de acierto, si debe considerársele enmendado y no peligroso
para la sociedad a cuyo seno va a retornar.
384
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
385
EDUARDO NOVOA MONREAL
CAPITULO VI
1) Pettegrino Rossi llamó a ¡a pena privativa de libertad 'la pena por excelencia ".
386
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
387
EDUARDO NOVOA MONREAL
4) Cuche dice que se comprenden aquéllas cuya duración es demasiado restringida para
permitir la eficaz aplicación al detenido de una disciplina moralizadora. Traté de Science
et de Legislation Penitentiare, 1905.
388
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
Von Liszt critica la reprensión judicial como pena poniendo de relieve su ine-
ficacia con estos términos: "la amonestación es el perdón con la humillación del
condenado si éste aprecia su honor, o con la humillación de la Justicia si no lo apre-
cia". "El delincuente sin sentido moral no tomará en serio la amonestación y la
acogerá con la sonrisa en los labios, con aire de desafío, y se alejará burlándose de
la debilidad de la Justicia".
389
EDUARDO NOVOA MONREAL
390
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
cargo. Los sistemas francés y belga, en cambio, llegan hasta la sentencia condenato-
ria; es la pena impuesta por ella la que se suspende durante el término de prueba y
>e remite si transcurre con buen éxito.
El art. l.° de la Ley N.° 7.821 dispone que, sin perjuicio de la condena
condicional por faltas de que t r a t a el C. de Procedimiento Penal,
los tribunales podrán suspender la ejecución de la sanción que im-
ponga la sentencia condenatoria, cuando concurran los siguientes
requisitos:
a) Que la sentencia aplique una pena restrictiva o privativa de
la libertad que no exceda de un año.
392
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
Dentro del proyecto del Instituto de Ciencias Penales, el aspecto más importante
de la nueva creación era una vigilancia muy eficiente a cargo de un organismo es-
pecializado que no debía tener carácter policial ni judicial. A tal punto llevó el
Instituto mencionado la importancia de un organismo de esta especie, que propuso
que la remisión condicional de la pena no entrara a regir sino una vez que ¿1
estuviera debidamente organizado y en funcionamiento.
El proyecto del Instituto de Ciencias Penales era más coherente y armónico que la
ley que se promulgó. Disponía aquél que "transcurrido el período de prueba sin
que la remisión condicional hubiere sido revocada, se tendrá por cumplida la pena".
Al mismo tiempo, tanto la revocación judicial como la revocación por ministerio
de la ley, debían producirse dentro del período de prueba, esto es, dentro del mismo
plazo.
También el proyecto estimaba suficiente causal de revocación tpso faeto de la
suspensión de la pena la comisión de cualquier delito o cuasidelito. Porque resulta
bien absurdo y contrario a los principios científicos en que se apoya la institución,
que se mantenga la remisión condicional de la pena a un sujeto que posteriormente,
y dentro del plazo de prueba, comete uno o varios delitos, pero que no alcanzan la
misma gravedad de su primer delinquimiento.
6) Nada resuelve la ley para el caso de que el proceso por el nuevo delito, en que hubo
encargatoria de reo, termine sin condena, en virtud de sentencia absolutoria o de un so-
breseimiento. Como se trata de revocación por ministerio de la ley, debe entenderse que
la absolución o sobreseimiento posterior en nada influyen, lo que puede ser injusto. El
proyecto del Instituto de Ciencias Penales exigía para esta revocación automática una
sentencia condenatoria. También esta idea tenia el inconveniente de ser imposible la tra-
mitación total del nuevo proceso dentro del periodo de prueba, especialmente si el nuevo
delito se había perpetrado después de avanzado este periodo.
396
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
397
EDUARDO NOVOA MONREAL
CAPITULO VII
398
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
para tal caso se aplica el art. 90 N.° 4 del C. Penal, que dispone que
el que la quebrantare deberá cumplir en presidio la mitad del tiempo
que le quede de condena.
Las penas restrictivas que deben cumplirse dentro del país son
la relegación, el destierro y la sujeción a la vigilancia de la autoridad,
todas ellas ya definidas en el N.° 510.
Las penas restrictivas de libertad son muy antiguas en la historia del Derecho Penal.
Tuvieron ya un amplio desarrollo en el Derecho Romano. En la República existió
un destierro voluntario, llamado exiliumt en virtud del cual el ciudadano se separaba
de su comunidad con el objeto de evitar las consecuencias que pudiera significarle
un juicio penal pendiente. Antes de Sila, los magistrados podían prohibir a un in-
dividuo no ciudadano romano la entrada a Roma, bajo pena de muerte, como medio
de librar a la comunidad romana de un indeseable, en forma de simple acto admi-
nistrativo.
Pero la restricción de libertad como verdadera pena aparece con Sila y los pri-
meros tiempos del Imperio bajo la denominación de reiegatio, pena que se convirtió
en una de las más importantes del sistema penal romano y revistió diversos grados,
desde la simple relegación sin cambio de condición de la persona, sin amenaza de
muerte para el caso de quebrantamiento y sin confinamiento, hasta la grave relega-
ción con confinamiento y amenaza de muerte para su quebrantamiento, acompa-
ñada de la privación de todos los bienes y del derecho de la ciudadanía. Esta última
forma, más grave, se denominó deportatio y fue introducida por Tiberio.
En el Derecho germánico también se conoció el destierro, al igual que en el
Derecho Canónico.
Las Partidas (Part. vil, ley iv, tít. x x x i ) contemplan el destierro a una isla o
lugar desierto, sin pérdida de bienes o con pérdida de éstos.
La sujeción a la vigilancia de la autoridad, en cambio, no es de tan antiguo
origen. Al parecer se la encuentra por primera vez en Austria, en el Código Josefino
de 1787, para los condenados por robo.
399
EDUARDO NOVOA MONREAL
5 5 0 L a relegación
Muchas legislaciones antiguas consignaron penas que recaían sobre la dignidad del
condenado, privándolo jurídicamente de su honor.
Estas penas infamantes desaparecieron con las nuevas nociones, que no sola-
mente reconocen como un valor específico la dignidad de la persona humana, sino
que, desde el punto de vista penal, consideran altamente inconveniente destruir en
un ser humano sus sentimientos de dignidad personal y el aprecio de su honor, y
peligroso excitar al pueblo al desprecio de los condenados.
Además se trata de penas muy desiguales, porque mientras llenan de aflicción
al que conserva un sentido del honor y restos de moralidad, deja indiferente al in-
dividuo corrompido y desmoralizado.
400
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
La mayor de las penas privativas de derechos del antiguo régimen fue la muer-
te civil, en virtud de la cual el condenado era tenido como muerto para la sociedad,
cesando en absoluto su vida política y civil. Con dicha pena quedaba disuelto el
matrimonio civil, desligados los lazos de paternidad y perdidos los bienes. Una
vez impuesta, se abría la sucesión del condenado y entraban a sucederle sus here-
deros, Nada podía adquirir en el futuro y ni siquiera le era posible disponer de los
bienes que adquiría con su trabajo.
Esa pena de muerte civil fue contemplada en las Partidas (Part. iv, tít. x v m ,
ley n) y en el Código Penal Español de 1822 (art. 33), pero no subsistió en el de
1848. En Francia se mantuvo la muerte civil hasta el 5 de mayo de 1854, en que
fue derogada.
Sin embargo, subsisten aún ciertas penas que llevan una nota de infamia, es-
pecialmente la degradación, que se conserva en el Derecho Penal Militar (arts.
217, 219, 228, 233 y 241 del C. de Justicia Militar de Chile).
Es de notar que en el C. Penal Español de 1848, modelo del nuestro, subsistían
penas infamantes como accesorias. Ellas eran la argolla y la degradación (arts. 113
y 114), que fueron eliminadas en nuestro código por la Comisión Redactora. An-
teriormente habían regido también en el Derecho hispánico la picota y el cepo.
Una de las penas infamantes más difundidas en el antiguo Derecho fue la marcación
a fuego.
En el acta de la sesión 131 de la Comisión Redactora consta que ese cuerpo enten-
dió que lo que se perdía era la facultad de solicitarlas y no el goce de jubilación o
401
EDUARDO NOVOA MONREAL
402
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
403
EDUARDO NOVOA MONREAL
También esa regla debe ser concordada con los arts. 212 y 213 del Estatuto Ad-
ministrativo, conforme a los cuales el Fiscal que instruye un sumario administrá-
is La Corte de Concepción, en sentencia de 20 de diciembre de 1934 publicada en Gace-
ta del mismo año 2<> semestre, pág. 496, negó, infundadamente, q¿e tal inciso segundo
autorizara al tribunal para suspender durante el juicio. Otras resoluciones no publicadas
han resuelto, correctamente, que el tribunal está facultado para suspender preventiva-
mente en virtud del articulo 40 del C. Penal.
404
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
Dentro del C. Penal, según su texto primitivo, existe una pena especial de priva-
ción de derechos que no está expresamente contemplada en la nómina del art. 21.
Es la pena de interdicción de ejercer la guarda y de ser oído como pariente en los
casos que la ley designa, que el art. 372 establece para los ascendientes, guarda-
dores, maestros y cualesquiera personas que con abuso de autoridad o encargo,
cooperen como cómplices en la perpetración de delitos de rapto, violación, estupro,
incesto, sodomía, abusos deshonestos y proxenetismo y para cualesquiera otros reos
de corrupción de menores en interés de terceros.
405
EDUARDO NOVOA MONREAL
2) En este punto, por lo que se refiere a ¡áspenos especificadas, hay concordancia entre
esos preceptos y el articulo 9o N° 2 de la Constitución Política.
3) Una omisión del legislador hace que en el artículo 27 sobre pena de muerte y penas
perpetuas, no se mencione la inhabilitación absoluta perpetua para profesiones titulares.
En el texto aprobado en la sesión 15 por ¡a Comisión Redactora, se con tenia la inhabili-
tación absoluta perpetua para profesiones titulares en el articulo que corresponde al ac-
tual 27. En la sesión 130 ella fue suprimida, no obstante dejarse en el articulo 28, sin que
las actas proporcionen explicación suficiente, ya que no basta la de que con ella se despo-
jaría al reo de un medio de subsistencia.
406
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
407
EDUARDO NOVOA MONREAL
CAPITULO VID
En el N . 8 43 del tomo i, expusimos que las penas pecuniarias estaban muy difun-
didas entre los pueblos germánicos, en forma de composición. En dicha composición
se distinguían las cantidades pagadas a la víctima a título de reparación (fFergeld),
las que se abonaban por concepto de pena al mismo ofendido (Busse) y las que
debían darse a la comunidad como precio de la paz, para recuperar la protección
del poder público (Fredus o Friedensgelá).
408
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
409
EDUARDO NOVOA MONREAL
410
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
411
EDUARDO NOVOA MONREAL
412
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
413
EDUARDO NOVOA MONREAL
2) En un sentido jurídico pueden considerarse también como efectos del delito ciertos
reotltados o beneficios inmateriales que provienen de un hecho punible, pero en el ar-
ticulo 31 del C. Penal ellos han de entenderse limitados a cosas materiales, pues sola-
mente respecto de ellas puede tener sentido el comiso como pena pecuniaria. Unicamen-
te en esta forma puede cobrar sentido el articulo 60 del C. Penal, en la subasta que orde-
na para tales "efectos".
414
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
La norma del art. 48 no es afortunada, porque deja a las víctimas del delito en la
condición de meros acreedores valistas del delincuente. Puede éste, en consecuencia,
contraer nuevas obligaciones con posterioridad al delito y con ellas sobrepasar el
monto de su activo, con lo que colocará al ofendido, por hecho suyo, en la imposi-
bilidad de obtener la reparación total a que tiene derecho (ver N.° 607).
Es por este motivo que en el proyecto de reforma del año 1945 se reconoció a
los créditos que se indican en el actual art. 48 un privilegio de cuarta clase, tenién-
dose como fecha de su causa la de la comisión del delito, o si ésta no pudiere deter-
minarse, la fecha de iniciación del proceso criminal.
Invocando la aplicación del art. 48, se pidió al juez en un proceso criminal que
declarara que toda suma que el condenado consignara al tribunal para cumplir la
sentencia que le aplicaba multa y lo declaraba obligado a pagar al ofendido una
determinada suma como indemnización de perjuicios, fuera imputada primera-
mente al pago de las costas y de las indemnizaciones fijadas y que, solamente
una vez que esas obligaciones hubieran quedado íntegramente satisfechas,se apli-
carán al pago de la multa impuesta. El tribunal accedió a ello, pero el reo, para
415
EDUARDO NOVOA MONREAL
eludir lo resuelto, hizo que un tercero se presentara al tribunal para pagar la mul-
ta impuesta. Objetó el ofendido que no era admisible que un tercero pagara una
pena de multa, que como sanción penal, es personalísima y debe recaer solamente
sobre el condenado. La Corte de Santiago, en sentencia de 27 de enero de 1948,
publicada en Gaceta del mismo año, l.er semestre, pág. 303, declaró que estaba
bien hecho el pago del tercero y que mediante él debía considerarse satisfecha la
multa.
Pese a los fundamentos de la sentencia de segunda instancia, que invoca la
imposibilidad de admitir un procedimiento que podría llevar a la prisión por deuda
civil, estimamos equivocada la resolución, en cuanto admite que una pena de mul-
ta pueda - ser satisfecha por un tercero. La multa es pena y como tal, debe ser so-
portada por el condenado. No es admisible que otro la sufra por él. Si el tercero
quiere ayudar al condenado, debe donarle a éste el dinero necesario, pero será el
condenado quien deberá hacer el pago con lo que ya es suyo. Todo esto sin perjuicio
de que a los ojos de la ley sea también objetable que terceros reúnan fondos para
ayudar al que fue condenado a pagar su pena de multa, como lo ^videncia"*el art.
23 de la Ley N.° 15.576, sobre Abusos de Publicidad, que sanciona á los que abren
o anuncian suscripciones que tengan por objeto indemnizar a cualquier persona de
las multas, daños y perjuicios a que sea condenada por algún delito (ver N.°606).
416
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
CAPITULO IX
417
EDUARDO NOVOA MONREAL
SECCION PRIMERA
1) Es corriente que se atribuya a la Escuela Positiva el mérito de tal cambio. Sin descono-
cer la influencia que ella ha podido ejercer, debido a su centramiento del problema penal
en el hombre, creemos que es el progreso científico en los campos de la biología, psicolo-
gía y otras ramas afines el que ha determinado decisivamente el nuevo enfoque. '
418
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
2) Conviene tener presente que aun para los que quieren reducir todo el problema a la
personalidad del delincuente, el delito cometido tiene un significado sintomático de ex-
teriorización de las tendencias de ésa personalidad.
419
EDUARDO NOVOA MONREAL
420
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
421
EDUARDO NOVO A MONREAL
422
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
5) También se han propuesto sentencias que fijen solamente un tiempo mínimo de dura-
ción de la pena, como medio de salvar el carácter retributivo y el valor intimidante de la
pena, o que fijen solamente un tiempo máximo de duración, a objeto de resguardarlos
derechos individuales del condenado; claramente se aprecia en ellas una consideración
unilateral de los problemas envueltos.
423
EDUARDO NOVOA MONREAL
424
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
Preciso es hacer constar, sin embargo, que los tribunales chilenos raras veces hacen
uso de este arbitrio que la doctrina científica ha reclamado tan incansablemente
para los jueces. Sea por desconocimiento de principios criminológicos, sea por una
mal entendida benignidad, que en el hecho viene a traducirse en rechazo de una
facultad con que la ley los dotó para mejor aplicación de la ley penal, sea, en fin,
por irresponsabilidad o desconocimiento de su misión, se limitan a fijar la duración
de la pena en el mínimo posible que les permite el margen legal.
425
EDUARDO NOVOA MONREAL
426
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
SECCION SEGUNDA
427
EDUARDO NOVOA MONREAL
428
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
más baja de doscientos mil pesos, ya que las cifras mencionadas son
las máximas para cada clase de delitos.
Sin embargo, algunas disposiciones especiales han fijado lími-
tes superiores más altos. Así, el art. 483 b, del C. Penal señala para
los comerciantes responsables de delito de incendio pena de multa
que puede llegar hasta dos millones de pesos ( E ° 2 000).
Cuando la ley impone multas cuyo cómputo debe hacerse con
relación a cantidades indeterminadas, nunca podrán exceder aquéllas
de un millón de pesos (E° 1 000).
429
EDUARDO NOVOA MONREAL
430
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
(Continuación nota 8)
observación que ha calificado a ¡os primeros en tistintas categorías, ha debido inspirar el
arte que ordena a éstas en diversos grupos".
431
EDUARDO NOVOA MONREAL
9) Nótese que la ley hace una diferencia entre penas compuestas (por ejemplo presidio
o reclusión menores en cualquiera de sus grados que impone el articulo 472;presidio per-
432
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
(Continuación nota 9)
perno a muerte que impone el articulo 108; presidio menor en su grado máximo a presi-
dio mayor en su grado mínimo que impone el articulo 193) y penas copulativas (por
ejemplo, reclusión menor y suspensión¡ en sus grados mínimos a medios que impone el ar-
ticulo 148; reclusión menor en su grado mínimo y multa de $ 20.000 a $ 60.000 que im-
pone el articulo 204). Las penas compuestas están situadas en la misma escala gradual,
según se desprende del articulo 61 N° 4 del C. Penal.
433
EDUARDO NOVOA MONREAL
11) Ya en el N° 455 consignamos nuestra opinión de que cada precepto penal especial
ordena sancionar al sujeto activo del hecho y que el articulo 15 del C. Penal se limita a
disponer que se "considerarán" autores otras personas que tengan intervención edifica-
da, ensanchando el concepto propio de au tor.
434
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
por sí mismo. Es perfectamente lógico, por ello, que las penas previs-
tas en la ley correspondan a los autores que consumaron el delito. Esto
no tiene otra excepción que la muy natural relativa a los casos en
que el delito frustrado, la tentativa, la complicidad o el encubrimiento
se hallan expresamente penados por la ley, como lo recuerda el art. 55.
De la pena prevista para el respectivo delito, ordena la ley que
se rebaje para delito frustrado un grado y para la tentativa, dos
grados. De allí también m a n d a que se rebaje un grado para el cóm-
plice y dos grados para el encubridor. Pero como puede suceder que
en un hecho imperfectamente realizado (que quedó solamente en etapa
de tentativa o de delito frustrado), intervengan algunos como meros
cómplices o como encubridores, acepta la ley que se superpongan los
órdenes de rebajas de penas, por imperfección en la ejecución y por
participación secundaria, con lo que se obtienen rebajas combinadas
de dos, tres y cuatro grados. Tres grados deben rebajarse cuando el
hecho constituye tentativa (dos por este aspecto) y debe penarse a
un cómplice (otro más por esto), o bien cuando el hecho constituye
delito frustrado (uno por este aspecto) y debe penarse a un encubridor
(dos más por esto). En cambio, si se trata de un encubridor (rebaja
de dos grados) de una tentativa (otros dos grados), corresponde hacer
una rebaja de cuatro grados en relación con la pena señalada por la
ley al delito.
Todas estas rebajas de grados están previstas en los arts. 51
a 54 del C. Penal y ellas deben hacerse a partir del mínimo de los
designados por la ley (art. 61 N.° 2) y tomando por base la respectiva
escala gradual (art. 59 del C. Penal).
Sin embargo, la ley contempla como excepciones que no se ciñen
a esas reglas los encubridores contemplados en los N . 0 ' 3 y 4 del art.
17 del C. Penal, para los cuales el art. 52 señala las penas especiales
que ya indicamos en el N.° 462.
435
EDUARDO NOVOA MONREAL
436
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
13) No existiendo un concepto dado por la ley de lo que es una circunstancia calificada,
deberá tenerse por tal aquélla que en el caso particular de que se trata pueda ser estimada
como de especial fuerza para atenuar la responsabilidad penal. Lo serán, de ordinario, las
circunstancias atenuantes que se basen en el ímpetu pasional, si en la situación (fie se
faga se presentaron con suficiente intensidad.
437
EDUARDO NOVOA MONREAL
14) No han faltado, a este respecto, fallos y opiniones en contrario, si bien aislados. Para
conocer la argumentación que en uno y otro sentido se hace, recomendamos conocerla
sentencia de la Corte Suprema de 22 de abril de 1943, publicada en Rev. C. P„ tomo VI,
pág.. 202 y el comentario que a ella hace el Prof. Miguel Schweitzer y la sentencia del
mismo tribund de 11 de junio de 1954, que publica la Rev. C. P. tomo X V, pág: 86, y los
comentarios del Prof. Miguel Schweitzer y de don Franklin Quezada. El primer fdlo está
contra la tesis dd texto y el segundo en favor de ella.
438
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
439
EDUARDO NOVOA MONREAL
440
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
El art. 72, que versa sobre la pena que corresponde a los impu-
tables menores de edad (menores de dieciocho años y mayores de
dieciséis que han obrado con discernimiento), fue desarrollado en el
N.° 368 y la agravación especial que él prevé para el mayor que par-
ticipa en delitos cometidos por menores se explicó en el N.° 468.
441
EDUARDO NOVOA MONREAL
SECCION TERCERA
442
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
443
EDUARDO NOVOA MONREAL
444
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
445
EDUARDO NOVOA MONREAL
446
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
CAPITULO X
576.- Antecedentes
577.- Campo de aplicación y naturaleza
578.- Problemas doctrinarios
579 - Delimitación
580 - Ley Chilena sobre Estados Antisociales
581.- Las medidas de seguridad previstas en la ley
582.- Las medidas aplicables a los diversos estados antisociales
583.- Valor y efectos de la ley respecto de medidas de seguridad
584.- Procedimiento
585 - Concurrencia de estado peligroso y delitos
586.- Medidas de seguridad provisionales
587.- Ejecución de las medidas de seguridad
588.- Otras medidas de seguridad
576.- Antecedentes
448
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
449
EDUARDO NOVOA MONREAL
Carlos Stoos tiene el mérito de haber nominado e introducido las medidas de seguri.
dad en su anteproyecto de Código Penal para Suiza de 1893.
Pero la aplicación práctica de las medidas de seguridad, en varias leyes especia-
les, se inicia en Inglaterra, con la creación de manicomios criminales, establecimientos
para tratar a los alcoholizados, etc.
En la actualidad, ellas se contienen en la legislación de casi todos los países
civilizados. En algunos países las medidas de seguridad se contienen dentro del
mismo Código Penal (por ejemplo, en Italia, Brasil y Perú). En otros países ellas
están contenidas en leyes especiales. Tal es el caso de nuestro país, en el cual las
medidas de seguridad fueron introducidas, como conjunto de medidas de prevención
del delito, por Ley N.° 11.625 de 4 de octubre de 1954.
Ancel estima que un sistema único de medidas de defensa social debe sustituir
a la dualidad actual, con el objeto de que se pase de la pena a la medida de seguridad
no por criterios jurídicos o por comodidades administrativas, sino por consideración
a la personalidad del delincuente, sobre la base de criterios a la vez físicos, sociales
450
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
y morales, subordinados a una política criminal apropiada. Por ello, más que uni-
ficación de las sanciones penales, propone su integración en un sistema unitario.
Grispigni se atiene a la tesis de que no habría sustancial diferencia entre penas
y medidas de seguridad, pues en ambas aprecia carácter preventivo y asegurativo,
lo que es perfectamente explicable dentro de su concepción positivista.
La Comisión Internacional Penal y Penitenciaria aprobó un voto contrario a
la posición dualista, en 1951, afirmando que la distinción entre pena y medida de
seguridad se atenúa cada vez más en la práctica de los sistemas penitenciarios mo-
dernos y que debería ser evitada en cuanto sea posible.
En contra de esas opiniones, se alza la tesis dualista, que encuentra nítidas
diferencias entre pena y medida de seguridad.
Birkmeyer representa una de las posiciones dualistas más rígidas, negando
todo compromiso posible entre penas y medidas de seguridad. A su juicio, ni la
naturaleza ni el alcance de la pena retributiva se modifican en lo más mínimo por
el hecho de que el legislador ponga al lado de ella las medidas de seguridad.
También Garraud se acoge a un dualismo que lo lleva a proponer que se dicten
separadamente códigos de penas y códigos de seguridad.
Maggiore se mantiene igualmente en una posición dualista muy enfática y
señala abundantes diferencias entre las penas y las medidas de seguridad, sobre
la base de insistir en el carácter esencialmente retributivo de las primeras.
La Asociación Internacional de Derecho Penal ha tratado el punto en más de
uno de sus Congresos, pero sin que haya llegado a una conclusión definida y clara.
En su vi Congreso Internacional de Roma, celebrado en 1953, Jiménez de Asúa
sostuvo con gran firmeza la posición dualista.
Mezger, en su Studienbuch, se manifiesta partidario del dualismo, examinado
el problema desde el punto de vista teórico, pero reconoce que la aplicación prác-
tica de las sanciones penales ha llevado a una cierta crisis del dualismo. Menciona
principalmente que la bipartición de un tratamiento para un mismo sujeto no es
siempre conveniente ni adecuada, y que la aplicación de la "custodia de seguridad"
plantea al criterio dualista uno de los problemas más difíciles por la dificultad de
distinguirla de la pena en sus efectos prácticos. Alude a que se ha dicho, con cierto
fundamento, "que el cambio entre pena y medida de seguridad no significa otra
cosa que el traslado del ala oriental al ala occidental del establecimiento".
451
EDUARDO NOVOA MONREAL
579 - Delimitación
452
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
La Ley N.° 11.625 fue dictada por iniciativa del Instituto de Ciencias Penales.
Dicho Instituto preparó en 1941 un proyecto de ley sobre "Estados Antisociales
y Medidas de Seguridad" (ver Rev. C. P. tomo v, pág. 60), sobre la base de la ley
española de 1933, de la ley colombiana sobre la materia, de un proyecto uruguayo
1) Maggiore recalca esta distinción con las medidas de policía; pero agrega otra que no es
válida para la legislación chilena, cual es que las medidas de seguridad operan solamente
después de cometido un delito y que aquéllas proceden sin que se haya cometido delito
alguno.
453
EDUARDO NOVOA MONREAL
3) Los artículos 309 y 310 del C. Penal, al igual que el articulo 305 que antes se mencio-
nó, han sido derogados por el artículo 61 de la Ley N° 11.625, pero la derogación no en-
trará en vigencia sino 90 días después que el Presidente de la República señale por decre-
to los establecimientos en que se mantendrán detenidos o internados a los antisociales,
decreto que aún no se dicta.
454
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
El art. 3.° de la Ley N.° 11.625 señala las diversas medidas de segu-
ridad cuya aplicación se permite. Ellas son las siguientes:
1.° Internación en casa de trabajo o colonia agrícola por tiempo
indeterminado que no podrá exceder de cinco años.
455
EDUARDO NOVOA MONREAL
456
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
457
EDUARDO NOVOA MONREAL
Así como al tratar de la teoría de la ley penal nos referimos a las fuen-
tes de la ley penal y a los efectos que ésta produce en el espacio, en
el tiempo y en las personas, análogo examen puede hacerse por lo
que se refiere ^ los textos legislativos que disponen la aplicación de
medidas de seguridad.
Con las medidas de seguridad rige absolutamente el principio
de la legalidad, según lo dispone el inciso final del art. 3.° de la Lev
N.° 11.625.
En virtud de ese principio de legalidad, "nadie puede ser some-
tido a medidas de seguridad que no estén expresamente previstas
por la ley y fuera de los casos previstos en ella".
El carácter restrictivo de derechos y garantías individuales en
que consisten las medidas de seguridad (aun cuando por sí mismas
no constituyan conceptualmente un mal para el afectado, según se
explicó en el N.° 579), ha llevado al legislador a extender a ellas el
principio de legalidad (ver en el T o m o i, el X.° 82). Y lo ha hecho
en forma doble, porque:
a) no admite otras medidas de seguridad que las señaladas por
la ley;
458
EDUARDO NOVOA MONRLAL
584.- Procedimiento
459
EDUARDO NOVOA MONREAL
460
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
461
EDUARDO NOVOA MONREAL
La razón de ello puede deducirse del art. 34 de la Ley, que permite al tribunal
dejar sin efecto las medidas de seguridad que deben ser cumplidas después de la
ejecución de una condena penal, previo informe técnico que establezca la falta de
peligrosidad del delincuente y su readaptación social. Ella no puede ser otra que la
presunción de que la ejecución de la pena ha eje tener un efecto favorable para la
eliminación de la peligrosidad del sujeto y para su readaptación social.
Sin embargo, hay un caso en el que la propia ley dispone expresamente y en
forma imperativa que deben aplicarse medidas de seguridad para ser cumplidas
después de la condena penal. Es el señalado en el art. 33, correspondiente a la ha-
bitualidad criminal.
Conforme al art. 33, toda sentencia condenatoria en contra de un reincidente
o reiterante en crimen o simple delito, debe contener declaración expresa y moti-
vada sobre si concurre o no en el imputado la habitualidad criminal. En caso afir-
mativo, el tribunal debe aplicar de oficio, en esa misma sentencia, las medidas de
seguridad previstas en el art. 10 para tal caso y esas medidas serán cumplidas des-
pués de la condena.
Para el efecto de la declaración de habitualidad criminal el tribunal puede con-
siderar no solamente las sentencias condenatorias dictadas en contra del reo, sino
también los hechos establecidos que dieron origen a la formación de causa, aun
cuando ellos no hayan sido estimados bastantes para aplicar una pena, bien sea por
insuficiencia de prueba, bien sea por tratarse de tentativa iñidónea, bien sea por
concurrir la causa de inimputabilidad del N . c 1 del art. 10 del C. Penal, o la pres-
cripción de la acción o de la pena, o el desistimiento o abandono de la acción penal
privada.
Pero también en este caso, que corresponde a auténticas medidas de segaridad
postdelictuales, está facultado el Juez para dejar sin efecto las medidas, una vez
cumplida la condena, previo informe técnico, si ha desaparecido la peligrosidad del
sujeto o está acreditada su readaptación social (art. 34).
£1 art. 23 de la Ley N.° 11.625 faculta al tribunal que conoce de una causa sobre
declaración de estado antisocial, para declarar provisionalmente tal estado y apli-
car, en el mismo carácter provisional, las medidas de seguridad correspondientes.
Para que pueda hacerse uso de esta facultad, entregada al soberano criterio del
tribunal, es necesario que medien antecedentes graves que lo justifiquen y que se
dicte una resolución motivada.
462
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
463
EDUARDO NOVOA MONREAL
464
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
465
SEXTA PARTE
CAPITULO I
589.- Generalidades
590 - Las causas de extinción de la responsabilidad penal
591.- La muerte del reo
592.- El cumplimiento de la condena
593.- La amnistía
594.- El indulto
595.- La prescripción de la acción penal
596.- La interrupción y suspensión de la prescripción
597.- Prescripciones especiales
598.- La prescripción de la pena
599.- Reglas comunes a las prescripciones de acción y de pena
600 - La prescripción gradual de la acción penal y de la pena
6 0 1 - La prescripción de la reincidencia y de inhabilidades
602.- Causas especiales de extinción de responsabilidad penal; el perdón del
ofendido
589.- Generalidades
469
EDUARDO NOVOA MONREAL
470
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
4.° El indulto.
5.° La prescripción de la acción penal.
6.° La prescripción de la pena.
Fuera de estas causas generales, existe una cajisa de extinción
que solamente obra en los delitos de acción privada: el perdón del
ofendido (art. 93 N.° 5). El art. 369 del C. Penal menciona, además,
una causa de extinción de responsabilidad penal especial para los
delitos de violación, estupro y rapto, que consiste en el matrimonio
del ofensor con la ofendida 1 .
2} No parece que haya de atribuirse este carácter a la renuncia de la acción penal que
puede obtener el responsable de contrabando o fraude aduanero, conforme al articulo
233 de la Ordenanza del ramo, previo pago de una multa. Esta es una forma especial de
extinguir la responsabilidad penal por dichos delitos, pero más se asemeja a una compo-
sición (ver tomo IN° 39) que a una oblación voluntaria.
471
EDUARDO NOVOA MONREAL
3) llene también alguna semejanza con esta institución penal de la rehabilitación del
condenado, la rehabilitación del fallido de que tratan los ar tículos 209, 210 y 211 N° 3
de la Ley de Quiebras.
472
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
473
EDUARDO NOVOA MONREAL
5 9 3 . - La amnistía
Se hace remontar el origen de la amnistía al año 404 antes de Cristo, en que se dic-
tó en Atenas una ley para declarar la impunidad de los que habían participado en
la expulsión de los Treinta Tiranos. Posteriormente los griegos acudieron nueva-
mente al mismo recurso, para eliminar responsabilidades por delitos políticos.
4) Ver "Amnistía e Indulto", trabajo de Rafael FonteciUa R. que publica Rev. C. P. to-
mo XIII, pág. 3.
474
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
475
EDUARDO NOVOA MONREAL
7) Sin embargo, se ha fallado que una amnistía que favorece.a personal de Carabineros,
debe considerarse extensiva también a los procesados civiles que tuvieron participación
en el hecho. Ver Corte Marcial, sentencia de 30 de noviembre de 1943, publicada en Ga-
ceta de ese año, 2° semestre, pág. 459.
476
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
El texto del art. 93 N.° 3 del C. Penal también favorece esta interpretación,
porque al señalar los efectos de la amnistía los restringe a la pena y a todas las con-
secuencias de ella. Como la responsabilidad civil es enteramente independiente de
la pena y jamás podría ser tenida como un efecto de ésta, se deduce de esa disposi-
ción que la amnistía no extingue la posible responsabilidad civil.
El Proyecto chileno Silva-Labatut, de 1938, expresamente excluye la respon-
sabilidad civil de los efectos de la amnistía (art. 84 N.° 2), al igual que el Proyecto
de reforma de 1946 (art. 95).
ii. La amnistía hace perder efecto a lo que disponen leyes penales. En conse-
cuencia, debe ser considerada como una medida excepcional, que corresponde adop-
tar después de períodos de gran beligerancia política, trastornos institucionales o
momentos revolucionarios. Con ella se pretende solucionar conflictos a que daría
lugar la aplicación de leyes permanentes, que no pudieron prever instantes anor-
males o extraordinarios que tuvieron lugar en la vida de una sociedad, durante los
cuales esa aplicación no se estima justa. La legislación pena! que era adecuada
para tiempos normales, puede tornarse excesiva o contraria a los sentimientos ge-
nerales de justicia, si se trata de imponerla en tales instantes. Tambiín puede ser
considerada la amnistía como una medida de benignidad que tienda a apaciguar
477
EDUARDO NOVOA MONREAL
478
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
por cuanto el indulto, que tiene menor eficacia que la amnistía, solamente es capaz
de eliminar la pena que el penado haya de cumplir o la parte que le reste por cum-
plir, pero no aquélla que ya se hizo efectiva, como lo sería la privación de cargos u
oficios sufrida antes del indulto.
Sin embargo, para que tal efecto se produjera, sería menester que la privación
de cargo u oficio público se hubiera debido única y exclusivamente a la declaración
de responsabilidad penal. Tal ocurriría con las penas de inhabilitación impuestas
como principales o accesorias.
vi. Dictada una ley de amnistía, ha de tenerse por anulado el carácter de-
lictuoso del hecho y por eliminada toda consecuencia penal que para el autor derive
de él. Este efecto se retrotrae al momento mismo en que el delito fue cometido, de
modo que el sujeto habrá de ser tenido como un inocente que en momento alguno
ha soportado el peso de una responsabilidad penal.
Si la amnistía se dicta antes de que se inicie proceso, no podría deducirse ac-
ción penal alguna. Si se dicta durante el proceso, corresponderá sobreseer defini-
tivamente en la causa, según antes se explicó. Y si se dicta mientras el sujeto cumple
condena, habrá de ser puesto de inmediato en libertad y se tendrá por extinguida
la pena.
Pero, aparte de lo anterior, en cualquier caso, habrá lugar a tos siguientes efec-
tos, según lo precisa Del Río: a) la recuperación de los derechos políticos que el
individuo hubiere perdido; b) la reintegración en los cargos y oficios públicos y
profesiones titulares de que hubiere sido privado, según se explicó; c) la aptitud
de él para ejercer cualquier cargo con que hubiere sido agraciado mientras cumplía
la pena y cuyo desempeño no hubiere podido asumir por dicha circunstancia; d)
la devolución de los sueldos, pensiones y emolumentos que el condenado hubiere
dejado de percibir® y de las multas, costas y gastos que se le hubieren cargado; e)
la cancelación del nombre del penado de los registros respectivos donde existieren,
y f) el término de las incapacidades civiles, comerciales o administrativas que
puedan acompañar a la pena.
5 9 4 . - El indulto
479
EDUARDO NOVOA MONREAL
10) Indulto viene del latín "indultus", que significa perdón, indulgencia.
480
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
482
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
15) Hay disposición expresa en este sentido en el articulo 8o de una ley sobre indultos,
de 1870, dictada en España, y que está vigente en ese país.
483
EDUARDO NOVOA MONREAL
16} Sobre diferencias entre amnistía e indulto ver fallo de la Corte Suprema de 9 de di-
ciembre de 1931, publicado en Gaceta del mismo año, 2° semestre, pág. 412.
484
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
Uno de los mayores campos de aplicación del indulto es en las condenas a muer-
te. Conforme al art. 531 del C. de Proc. Penal, el tribunal que dicte una sentencia
que la imponga, debe deliberar sobre si el condenado es digno de indulgencia y
comunicar su acuerdo al Presidente de la República para que éste resuelva "si ha
o no lugar a la conmutación de la pena o al indulto" (ver N.° 521).
"La fuerza natural del tiempo cubre de olvido los hechos cri-
minales, anula el interés represivo, apaga las alarmas sociales y di-
ficulta la consecución de pruebas", dice Maggiore para fundamen-
tar la prescripción penal. Cuando el recuerdo del delito ha desapare-
cido, desaparecen también sus perniciosos efectos sociales (ver N.°
505), como lo son la intranquilidad, el temor, la aversión contra el
delincuente, etc. También se pierden o se desvanecen los medios de
485
EDUARDO NOVOA MONREAL
En la doctrina penal no faltaron, sin embargo, autores que se* manifestaron abier-
tamente contrarios a la prescripción. Bentham fue uno de los primeros.
486
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
cuente, sino que importaría solamente una autolimitación que se pondría el Estado
a sí mismo, en su derecho a perseguir los delitos 17 .
17) Esta tesis ha sido invocada en Alemania, en mayo de 1965, en que prescribían con-
forme a su ley penal todas las acciones para perseguir crímenes de guerra, para sostener
que si se ampliaba el plazo de prescripción, como efectivamente se hizo, no podrían in-
vocar ¡os nuevos procesados el plazo antiguo en su favor, como ley penal más favorable.
18) La existencia de esta regla hace que en Chile no se presente la cuestión que ha preo-
cupado a la doctrina sobre si se computa también para los efectos de la prescripción el
día mismo en que el delito se cometió (ver Merkel y Garraud). Conforme a la regla del
487
EDUARDO NOVOA MONREAL
488
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
19) Durante los estudios del Proyectó de Reforma del C.Penal de 1945, en la sesión 31
de Subcomisión se acordó dejar constancia en el acta que los delitos permanentes, conti-
nuados y habituales se entienden cometidos cuando se realiza el último acto incriminado,
para los efectos del cómputo del plazo de prescripción. Este es el criterio dominante en
la doctrina.
489
EDUARDO NOVOA MONREAL
490
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
Dos son los casos excepcionales, señalados por el mismo art. 96,
en que, no obstante haberse dirigido al procedimiento en contra del
culpable, continúa corriendo la prescripción como si no se hubiera
suspendido ("como si no se hubiera interrumpidodice erróneamente
21) Gertamente no bastará que sobrevenga uno de los hechos o actuaciones capaces de
iniciar el proceso, según el articulo 81 del C. de Proc. Penal, sino que será menester tam-
bién que el tribunal que conocerá de él ordene su efectiva iniciación.
491
EDUARDO NOVOA MONREAL
22) Debe notarse, sin embargo, que este fallo fue dictado por estrecha mayoría de votos.
492
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
vista por el tribunal, conforme al orden previsto por las leyes de procedimiento,
se declaró que tal estado de detención del proceso, en que no recaían en él resolu-
ciones que lo hicieran adelantar, constituía una paralización. En otros de esos casos
(fallos publicados en el tomo 59 de la R. D., que antes se citaron) se resolvió que
aunque el expediente criminal estuviera extraviado y fuera ésa la causa de que no
hubiere adelantado su prosecución, debía estimarse que había paralización bastan-
te para que entrara en aplicación la parte final del art. 96 del C. Penal.-
ii. La acción penal comienza con la iniciación del proceso criminal y se agota
con el término legal de dicho proceso. El proceso criminal puede terminar por sen-
tencia, sea condenatoria o absolutoria, por sobreseimiento definitivo o por sobre-
seimiento temporal. Cuando un proceso concluye por sentencia definitiva o por
sobreseimiento definitivo, no cabe aplicar la regla que se contiene en el art. 96 del
C. Penal sobre continuación de la prescripción, porque entonces habrá que estarse
a lo que tales resoluciones dispongan, ya sea para declarar que hay responsabilidad
penal del reo (sentencia condenatoria), ya para declarar que ella no existe o que
está extinguida (sentencia absolutoria o sobreseimiento definitivo).
En consecuencia, la única forma legal de terminación del proceso sin condena
a que ha podido aludir el art. 96 referido, es al sobreseimiento temporal, que técni-
camente no es una forma de terminación del proceso, sino solamente de suspensión
de él mientras aparecen mejores datos de investigación o cesa el inconveniente legal
que detenga la prosecución del juicio (art. 418 del C. de Proc. Penal) (ver senten-
cia de la Corte Suprema de 16 de junio de 1965).
Con todo, en virtud de lo dispuesto por el art. 102 del C. Penal, que estudiaremos
más adelante (ver N.° 599), no podría ser considerado para estos efectos un sobre-
seimiento temporal por ausencia del reo (art. 409 N.° 5 del C. de Proc. Penal), a
no ser que en el momento de cumplirse el plazo de prescripción, el delincuente re-
belde estuviere presente en la causa.
III. Con razón ha postulado Rafael Fontecilla la conveniencia de que entre
las causas de suspensión de prescripción de la acción penal, se incluyan las cuestio-
nes prejudiciales que son previas a la iniciación o desarrollo de la acción penal 2 '.
Nuestra ley no las incluye y por ello puede suceder que mientras se espera una de-
cisión judicial previa para el comienzo o desenvolvimiento de la acción penal, pueda
ésta prescribir, sin que el proceso correspondiente haya venido a suspender el tér-
mino.
a) Para el delito de adulterio existe, conforme al art. 377 del C. Penal, un plazo
de un año para el ejercicio de la acción, el que se cuenta desde que el ofendido- tuvo
493
EDUARDO NOVOA MONREAL
noticias del delito, pero sin que en caso alguno pueda entablarse acción después de
cinco años" contados desde que el delito fue cometido 1 4 .
b) Para el delito de amancebamiento son aplicables las mismas reglas de pres-
cripción de acción que rigen para el delito de adulterio, según el art. 381 del C. Penal.
c) Respecto del delito de matrimonio contraído sin consentimiento de quien
debe prestarlo, dispone el art. 385 que al cabo de dos meses de haber tenido cono,
cimiento del matrimonio, se entenderá que la persona que puede accionar ha re-
mitido la pena, lo que pese a los términos legales, constituye una implícita prescrip-
ción de la acción penal.
d) Los delitos de calumnia e injuria prescriben en un año, contado desde que
el ofendido tuvo o pudo tener racionalmente conocimiento de la ofensa, pero en
caso alguno la acción podrá ser ejercitada después de cinco años, contados desde
que se cometió el delito, según lo establece el art. 431 del C. Penal.
e) La Ley N.° 4.702, sobre ventas de cosa mueble a plazo, contempla algunas
figuras delictivas especiales, cuyo plazo de prescripción de la acción o de la pena
tienen duración de solamente dos años.
0 El art. 114 de la Ley de Municipalidades, modificado por los arts. 32 y 33
de la Ley N.° 15.078, establece que la responsabilidad criminal que corresponde a
los Alcaldes y Regidores por los decretos o acuerdos ilegales que dicten y por sus
omisiones funcionarías, solamente se podrá hacer efectiva dentro del plazo de dos
años.
g) El art. 187 de la Ordenanza de Aduanas, modificado por Ley N.* 16.127,
dispone que la responsabilidad de los particulares por los hechos punibles que ese
cuerpo de leyes contiene, prescribirá en tres años. La de los funcionarios aduaneros
prescribe en cinco años.
h) El art. 38 de la Ley N.* 15.576, sobre Abusos de Publicidad, establece que
la acción penal y la civil que provienen de los delitos contemplados en esa ley, pres-
criben en seis meses, contados desde la fecha en que se haya difundido por un medio
de publicidad la producción abusiva; pero si se tratare de un libro, el plazo de pres-
cripción será de un año.
24) Agrega el precepto que, en caso de fallecimiento de uno de ios culpables, la acción
debe iniciarse en el plazo de cuatro meses siguientes a éste, siempre que este plazo quepa
dentro del año fijado.
494
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
De estarse a la historia del establecimiento del citado art. 153 del C. de Proc.
Civil, se decía primitivamente en el precepto "sentencia definitiva" y en la sesión
24 de la Comisión Mixta de Senadores y Diputados que revisó el proyecto de código
de 1893, el señor Ballesteros propuso reemplazar esa frase por "sentencia de término"
"ya que el abandono puede solicitarse en segunda instancia y después de dictada
en primera sentencia definitiva". Según ese antecedente, sentencia de término sería
25) Hay razones para sostener que ¡a prescripción de la pena debe tener platos más ex-
tensos que los de la acción penal, pues una parte de los inconvenientes que el transcurso
del tiempo tiene para el ejercicio de ¡a acción penal (especialmente, debilitamiento de los
medios de prueba), no se producen con la ejecución postergada de la pena, Algunas de
esas razones fueron consignadas por el Sr. Fabres en la sesión 138 de ¡a Comisión Redac-
tora del C. Penal, no obstante lo cual los plazos quedaron iguales.
495
EDUARDO NOVOA MONREAL
la sentencia que pone fin a la instancia, sea ella de única o de segunda instancia,
esto último en el caso de haber dos 2 6 .
Pero con ello no queda resuelto el problema que surge cuando en contra de la
sentencia criminal se interponen recursos de casación.
S u p o n g a m o s que se d e d u c e en c o n t r a de ella recurso de c a s a c i ó n en el fondo y
q u e ese recurso es a c o g i d o , bien sea para a u m e n t a r o para disminuir la pena. ¿Es
q u e en tal c a s o el p l a z o de prescripción de la p e n a e m p e z a r í a a correr d e s d e que se
d i c t ó la s e n t e n c i a de s e g u n d a i n s t a n c i a , q u e fue p o s t e r i o r m e n t e m o d i f i c a d a por el
fallo de c a s a c i ó n ? Sería i m p o s i b l e a d m i t i r l o , p u e s t o q u e el fallo de casación bien
pudiera h a s t a m o d i f i c a r la g r a v e d a d del h e c h o , t r a n s f o r m a n d o un simple delito en
crimen, o v i c e v e r s a , con lo que resultarían v a r i a d o s los p l a z o s m i s m o s de prescrip-
ción.
Por la razón anterior, pensamos que lo único compatible con una correcta apli-
cación del art. 98 del C. Penal y con los principios de procedimiento, es tener por
sentencia condenatoria de término a la que hubiere puesto fin a las instancias, sin
haber sido objeto de recursos de casación. Si ha habido recursos de casación que
sean desechados, lo será la sentencia de casación que declare la validez de la sen-
tencia. Si se trata de recursos de casación acogidos, debe distinguirse si el recurso
es en la forma, porque en tal caso la sentencia habrá quedado anulada y no podrá
correr prescripción por este motivo, mientras no se dicte otra válida, o si se trata
de recursos de casación en el fondo. Cuando éstos últimos son acogidos, si es para
dictar sentencia de reemplazo absolutoria o que sobresea definitivamente, no cabrá
hablar de prescripción de una pena que no existe, y si es para dictar sentencia de
reemplazo condenatoria, habrá de estarse a lo que primeramente expresamos.
496
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
En atención a lo expuesto, para los efectos del art. 98 del C, Penal, nos parece
perfectamente aceptable el concepto que da Del Río sobre la expresión "sentencia
de término", en el sentido de que lo es la sentencia que no admite ningún recurso
legal capaz de revocarla o modificarla.
Otra duda que surge del art. 98 del C. Penal, más difícil de resolver que la an-
terior, es la de determinar desde cuándo debe empezar a contarse la prescripción
de la pena, si desde la fecha misma en que se expide la sentencia de término o desde
!a fecha en que ella puede considerarse ejecutoriada.
"Sentencia de término" no es lo mismo que "sentencia ejecutoriada". Conforme
al art. 174 del C. de Proc. Civil, se entiende firme o ejecutoriada una resolución
"desde que se haya notificado a las partes, si no procede recurso alguno en contra
de ella, y en caso contrario, desde que se notifique el decreto que la mande cumplir,
una vez que terminen los recursos deducidos, o desde que transcurran todos los
plazos que la ley concede para la interposición de dichos recursos, sin que se hayan
hecho valer por las partes". En el último caso, la sentencia no será considerada
firme sino una vez que el secretario haya certificado el hecho.
Hay la posibilidad de interpretar la cuestión propuesta en uno u otro sentido,
pues los arts. 97 y 98 del C. Penal no guardan la debida coordinación y se prestan
para argumentar en forma contradictoria.
Con apoyo en el art. 98 del C. Penal puede sostenerse que el plazo de prescrip-
ción de la acción penal debe empezar a contarse desde la fecha misma en que se dicta
sentencia de término, sin esperar a que se cumplan los trámites legales necesarios
para que ella se entienda ejecutoriada. Por esta posición pueden darse los siguientes
argumentos:
1." El tenor literal del art. 98, que textualmente manda que el plazo se cuente
"desde la fecha de la sentencia de término".
2.° La circunstancia de que la legislación española, que siempre nuestro le-
gislador tuvo a la vista cuando se preparaba nuestro actual Código Penal, haya
dispuesto que ese plazo se contaría "desde que se notifique la sentencia que causa
la ejecutoria" (art. 126 del C. Penal de 1848, modificado en 1850) o "desde el día
en que se notifique personalmente al reo la sentencia firme" (art. 134 del Código
Español de 1870). Ese texto fue cambiado por nuestro legislador, para dejar, en su
lugar, el qtie ya hemos transcrito".
3." Debe haber una secuencia entre la prescripción de la acción penal y la de la
pena, en el sentido de que apenas deja de ser aplicable aquélla, entre a operar ésta.
De otro modo, habría espacios en los cuales no empezaría a correr prescripción al-
guna, lo que no parece coincidente con el propósito legislativo. Ahora bien, la po-
sibilidad de que prescriba la acción penal termina en cuanto se dicta la sentencia
de término y aun antes que ella haya quedado ejecutoriada por el cumplimiento
27) Ver actas de las sesiones 139 y 140 de la Comisión Redactora del C. Penal. Aun
cuando la comisión no dejó constancia de las razones que tuvo para introducir el cambio,
todo demuestra que el legislador no quiso atenerse a trámites posteriores a la sentencia y
ajenos a ella, sino a ella misma.
497
EDUARDO NOVOA MONREAL
de las ritualidades adicionales dispuestas por la ley para este fin, ritualidades que
pueden durar varios días. Dictada la sentencia de término, la acción penal queda
agotada. Lo que pueda seguir, es tramitación accesoria que tiende a evidenciar el
carácter definitivo e irrevocable de la sentencia dictada, pero que no forma parte
del ejercicio de la acción penal.
En cambio, con apoyo en el art. 97 del C. Penal podría sostenerse lo contrario
con los siguientes argumentos:
1.* El texto del art. 97 del C. Penal, que dice expresamente que lo que pres-
criben son las penas "impuestas por sentencia ejecutoria".
Los arts. 100, 101 y 102 del C. Penal dan algunas reglas que son apli-
cables tanto a la prescripción de la acción penal como a la de la pena.
La primera de las reglas comunes, de atenerse a un orden lógico,
es la señalada en el art. 101, conforme a la cual "tanto la prescripción
de la acción penal como la de la pena corren a favor y en coptra de
toda clase de personas". De este precepto resulta: a) que las pres-
cripciones en materia penal son causas de extinción de responsabilidad
498
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
Los arts. 107 y 573 del C. de Proc. Penal consignan la obligación del juez en lo cri-
minal de verificar previamente a la iniciación de un proceso, si la acción penal está
prescrita. Al mismo fin proveen los arts. 408 N.® 5 y 433 N.® 7 del mismo código.
La jurisprudencia uniforme de la Corte Suprema ha resuelto que para que
un reo se tenga por no presente en un juicio criminal, debe haber sido declarado
rebelde por ausencia, conforme a las normas que da el C. de Proc. Penal en sus
arts. 589 y siguientes, declaración a la cual debe seguir el sobreseimiento temporal,
de acuerdo con el art. 409 N . ° 5 del mismo cuerpo de leyes. Asi lo disponen las sen-
tencias de 2 de junio de 1926, publicadas en Gaceta del mismo año, 2.* bimestre,
págs. 79 y 82, y de 4 de septiembre de 1962, publicada en R. D., tomo 59, sec. 4.»,
pág. 168.
La circunstancia de que el reo fuera declarado rebelde para los efectos del re-
curso de apelación que había deducido contra la sentencia condenatoria de primera
instancia, no le quita su condición legal de reo presente para los efectos del art. 102
del C. Penal 2 ', según la sentencia de la Corte Suprema de 18 de diciembre de 1925,
publicada en Gaceta del mismo año, 2.® sem. pág. 451. El reo que sin haber sido
declarado Vebelde por ausencia, conforme a los arts. 589 y siguientes del C. de Proc.
Penal, no se presenta al tribunal sino que se limita a hacer peticibnes por intermedio
de un apoderado, también debe ser tenido como reo presente para los efectos del
referido art, 102, según sentencia de la Corte Suprema de 11 de julio de 1962, pu-
blicada en R. D. tomo 59, sec. 4.», pág. 116.
En consecuencia, para estos fines solamente será tenido por ausente el reo
cuyo paradero sea desconocido o que resida en el extranjero sin que sea posible u
oportuno obtener su extradición (art. 589 del C. de Proc. Penal).
La Corte de Apelaciones de Santiago, en sentencia de 3 de octubre de 1963,
publicada en R. D., tomo 59, sec. 4.*, pág. 203, ha aceptado que un reo que fue de-
clarado rebelde por ausencia y, como tal, sobreseído temporalmente, pueda, tres años
29) Esta declaración de rebeldía era necesaria respecto del apelado que no había compa-
recido, según antiguas reglas procesales que hoy no rigen.
499
EDUARDO NOVOA MONREAL
En el art. 103 del C. Penal se contiene una norma cspecial que per-
mite una prescripción gradual o incompleta de la acción penal o de
la pena, cuando no ha transcurrido todo el plazo necesario para pres-
cribir, pero ha corrido ya la mayor parte de él.
30) Según el artículo 134 del C. Penal Español de 1870, la prescripción no podía ser in-
vocada por el que se ausentara al extranjero, a país con el cual no fuere posible la extra-
dición, porque en tal caso se interrumpía. El Sr. Fabres propuso en el seno de la Comi-
sión Redactora que hubiera prescripción aunque el reo estuviera ausente de la República,
pero doblándose el tiempo, como para la prescripción civil (acta de la sesión 138). Des-
pués de alguna discusión se aceptó este criterio (actas de las sesiones 138 y 140),
500
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
31) No cabe invocar el articulo 103 por reos en contra de los cuales se dirige actualmente
el procedimiento, por el solo hecho de que desde el momento en que se cometió el delito
haya transcurrido la mitad del plazo necesario para la prescripción de la acción penal, se-
según lo declaró la Corte Suprema en sentencia de 23 de julio de 1929, publicada en Ga-
ceta del mismo año, 2o semestre, pág. 248. La verdadera razón, que él fallo citado no ex-
presa, está en que al dirigirse el procedimiento contra los reos, se suspendió el plazo de
prescripción y tal suspensión afecta también a la prescripción gradual o incompleta pre-
vista en el articulo 103.
501
EDUARDO NOVOA MONREAL
En el N.° 405 estudiamos el art. 104 del C. Penal, que establece una
forma de prescripción para las agravantes de reincidencia. A lo dicho
entonces nos remitimos.
El art. 105 del C. Penal contiene una regla especial relativa a
las inhabilidades legales provenientes de crimen o simple delito.
Según él, "las inhabilidades legales provenientes de crimen o simple
delito sólo durarán el tiempo requerido para prescribir la pena, com-
putado de la manera que se dispone en los arts. 98, 99 y 100. Esta
regla no es aplicable a las inhabilidades para el ejercicio de los dere-
chos políticos".
Es un precepto oscuro en cuanto a su alcance, pues aquí la ley
emplea un término que no había usado hasta el momento y que no
aparece definido ni explicado por ella: "inhabilidades legales". An-
tes el código solamente nos había hablado de las penas de "inhabili-
tación".
Consta del acta de la sesión 164 de la Comisión Redactora, que el señor Reyes ex-
puso la duda que le producían los nombrados efectos de las penas, en cuanto a si
debían durar siempre o si debían tener un límite. Considerando que había un vacio
al respecto en la legislación, pidió se consignara una disposición especial, concebida
en los térmi nos del actual art. 105. En la sesión siguiente se discutió si el cese de
esas inhabilidades legales requería de una sentencia de rehabilitación, que compro-
bara que el condenado había observado una conducta intachable posterior al delito
que lo hiciera merecedor de confianza, pero después de detenido examen, se convino
en que el solo transcurso del plazo debía bastar para que se extinguieran las inhabi-
lidades.
502
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
Tomo i),en los cuales se requiere la denuncia del ofendido para ini-
ciar el procedimiento, pero iniciado éste, no se suspende sino por
las mismas causas porque debe suspenderse el procedimiento en los
juicios que se siguen de oficio, lo cual significa negar cabida al perdón
del ofendido, a lo menos después de iniciado el proceso. Por esta razón,
el perdón opera ampliamente como causa de extinción de respon-
sabilidad penal, solamente respecto de delitos de acción privada.
No debe confundirse el perdón del ofendido, que sobreviene
después de cometido el delito y una vez generada la responsabilidad
penal, con el consentimiento del sujeto pasivo, que ha de ser previo o
coetáneo al delito y que en ciertos casos puede excluir la responsa-
bilidad penal, impidiendo que ésta llegue a nacer (ver en Tomo i N. M
246 a 250).
La institución del perdón del ofendido, aun restringida a los delitos de acción pri-
vada, ha sido objeto de fundadas criticas. El que una sanción impuesta en virtud
del ejercicio del derecho punitivo del Estado quede sin efecto por voluntad pri-
vada, es censurable; especialmente cuando el particular ofendido puede abusar de
su poder hasta para exigir precio por su perdón.
El perdón debe ser absoluto; un perdón condicional, como lo ha resuelto el
Tribunal Supremo de España, es solamente una promesa de perdón* 4 .
Hay una tendencia muy difundida a reducir el perdón a la condición de causa
de extinción de la pena. La voluntad del ofendido de no castigar al ofensor, tratán-
dose de delitos de acción privada, constituiría una renuncia de la acción respectiva
si se ejercitara antes de la iniciación de un proceso, o sería desistimiento de la acción
que se entabla, si se manifestara durante el curso del proceso; pero no sería propia-
mente perdón.
En nuestro concepto, dentro de la ley chilena no caben esas distinciones. Toda
manifestación de voluntad del ofendido por un delito de acción privada, dirigida a
evitar el castigo o la persecución del delincuente, entra dentro del concepto genérico
de perdón al que se refiere el N.° 5 del art. 93 del C. Penal.
En esta forma, el perdón puede manifestarse antes de que exista proceso en
contra del delincuente, y en este caso deberá adoptar la forma de una renuncia a
la acción penal privada. Puede manifestarse también durante el curso de un proceso
ya iniciado, y entonces se presentará como un desistimiento de la acción privada.
Igualmente puede manifestarse después de terminado el proceso por sentencia con-
denatoria, sea que el delincuente haya entrado ya a cumplir su pena o que todavía
no la esté cumpliendo. En todos esos casos el perdón del ofendido servirá para ex-
tinguir la responsabilidad penal del reo, como lo expresa el art. 93 del C. Penal,
sin distingo alguno.
Si el perdón se expresa como un desistimiento de acción penal privada, por
haber proceso pendiente, debe ajustarse a las reglas procesales correspondientes.
Por consiguiente, regirán con el desistimiento los arts. 30, 32, 33 y 34 del C. de Proc.
Penal. Conforme a ellos, el querellante que desiste queda condenado al pago de
las costas y perjuicios causados al querellado y no se dará lugar a su desistimiento
si el querellado se opone a él. El querellado tendrá a salvo su derecho para accionar
por querella calumniosa y para demandar los perjuicios, a menos que haya aceptado
expresa o tácitamente el desistimiento.
Los artículos 28 y 29 del C. de Proc. Penal se refieren a la renuncia de la acción
privada y determinan que ella solamente afecta al renunciante y a sus sucesores y
no a otras personas a quienes corresponda también la acción.
El art. 379 del C. Penal consigna la facultad del marido ofendido de perdonar
aun la pena que ya fue impuesta por delito de adulterio a su consorte, extendiéndose
al cómplice los efectos de la remisión. Conforme al art. 428, el culpable de calumnia
o injuria puede ser relevado de la pena impuesta mediante el perdón del acusador,
salvo la multa que haya sido satisfecha. Todos estos preceptos confirman que el
perdón del ofendido, en los delitos de acción privada, permite no solamente renun-
34) Mencionada por E. Cuello Calón, D. Penal, Barcelona 1941, tomo I, pág. 593.
504
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
ciar a la acción o desistir de ella una rez entablada, sino también relevar de la pena
impuesta por sentencia firme, e incluso, poner término a la condena que esté cum-
pliendo el condenado.
El perdón, una vez concedido, es irrevocable, pues la responsabilidad queda
extinguida por su sola virtud. Esto no obsta a que si hay juicio pendiente y si el
querellante quiere desistirse, deba contar para ello con el consentimiento del quere-
liado (art. 33 del C. de Proc. Penal). Se trata de una regla especial, que se explica
porque en tal caso el querellado puede tener interés en demostrar que es inocente y
que se le inculpa falsamente.
La ley admite no solamente un perdón expreso, sino también uno presunto,
como se desprende de varias disposiciones. Asf, el hecho de volverse a unir a la con-
sorte, indica perdón por parte del marido victima de adulterio, según el art. 379
del C. Penal; el tácito perdón de calumnias e injurias está previsto por el inciso
final del art. 428 y existe cuando han mediado actos positivos que importan re-
conciliación o abandono de la acción; e! ejercicio de la pura acción civil correspon-
diente a un delito que no puede perseguirse de oficio, da por extinguida la acción
penal según el art. 12 del C. de Proc. Penal.
505
EDUARDO NOVOA MONREAL
CAPITULO II
LA RESPONSABILIDAD CIVIL
506
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
0 pérdida de la facultad de repudiar, por parte del heredero que sustrae efec-
tos de la sucesión (art. 1231 del C. Civil);
g) causa de divorcio perpetuo, por ser condenado por crimen o simple delito,
o por adulterio o por delito perpetrado contra los bienes, honra o vida del otro cón-
yuge (art. 21 N.°« 1, 3 y 11 de la Ley de Matrimonio Civil);
h) inhabilidad para ser testigo, según criterio del tribunal, por haber sido con-
denado por delito (art, 357 N . ° 8 del C. Proc. Civil) 1 ;
i) inhabilidad para ser juez, por condena por crimen o simple delito (art. 256
N.' 6 del C. Orgánico de Tribunales);
jf inhabilidad para ser abogado, en caso de condena o procesamiento por de-
lito que merezca pena corporal, salvo ciertos delitos políticos (art. 523 N> 3 del C.
Orgánico de Tribunales).
Fue A. Merkel quien procuró unificar todas las consecuencias que los actos
injustos producen, tanto en el D. Público como en el D. Privado. A su juicio, todas
las consecuencias impuestas por el Derecho para los actos injustos sirven para el
mismo fin que las penas, pues fortalecen la autoridad de la ley, garantizan la subsis-
tencia de los intereses jurídicamente amparados y paralizan las fuerzas que hayan
obrado o se dispongan a obrar contra esos intereses. Aunque las demás consecuen-
cias legales no prestan inmediatamente los mismos medios que las penas para la
obtención de tal fin, concurren a prestar garantía y restablecer las situaciones que
ha perturbado la acción antijurídica, en sus efectos mediatos y generales.
Por esta razón Merkel estimó que la pena no era una absoluta antítesis de todas
las demás consecuencias jurídicas de los hechos injustos.
Esta posición es exacta solamente en cuanto el Derecho en su conjunto persigue
una finalidad, que es desterrar la injusticia de la convivencia entre los hombres y
asegurar a éstos paz, seguridad, tranquilidad y libertad, para lo cual se sirve de di-
versas vías, que generalmente corresponden a las vanadas ramas en que se divjde.
Pero como hemos de comprobarlo más adelante (ver N.° 612), son muchas
las diferencias que pueden establecerse entre las consecuencias jurídicas de carácter
penal y otras consecuencias legales, especialmente las consecuencias civiles.
1) Las consecuencias civiles mencionadas con las letras a.byh fueron señaladas por la
Comisión Redactora del C. Penal (sesión 164) como inhabilidades legales de aquellas a
que se refiere el articulo 105 del C. Penal.
507
EDUARDO NOVOA MONREAL
La pena es la consecuencia legal del delito en razón del mal que éste
constituye p a r a toda la sociedad. P e r o hay muchos casos en que el
delito, fuera del perjuicio público que causa, produce también daño
a las personas privadas.
2) Omitimos en este caso la cuestión sobre excusas legales absolutorias (ver Tomo 1
N° 3551.
508
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
3) En este sentido hace excepción, sin embargo, el articulo 495 N° 21 del C. Penal.
509
EDUARDO NOVOA MONREAL
510
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
511
EDUARDO NOVOA MONREAL
512
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
5) Soler previene que ha de evitarse que el cumplimiento de esa prelación pueda tener co-
mo efecto que la pena de multa se convierta en prisión, porque asi el ofendido podría
obtener que se apremiara con privación de libertad por las obligaciones puramente arfes
que están antes Se apoya en que los privüegiosy preferencias están establecidos sobre el
patrimonio del condenado y no sobre su persona. En relación con este punto ver el caso
que se cita en el N° 561.
513
EDUARDO NOVOA MONREAL
152 del C. de Proc. Penal, que obliga al juez que declara la falsedad
de un instrumento público a ordenar que se lo reconstituya, cancele
o modifique, de acuerdo con la sentencia que ha expedido.
Pero la forma más frecuente y general de reparación del daño,
como se dijo, es la que se expresa como indemnización de los per-
juicios sufridos. Esa indemnización se efectúa mediante el pago de
u n a suma de dinero compensatoria del monto de esos daños.
Es importante señalar que la obligación civil de reparar todo
daño no varia según cual sea el grado de culpabilidad del delincuente.
H a y a obrado éste con culpa o con dolo, siempre su responsabilidad
civil se extenderá a la reparación del daño total. La responsabilidad
civil, a diferencia de la penal, no está influida por la intensidad de su
culpabilidad.
Comúnmente se clasifican los daños reparables civilmente en
daños materiales y daños morales*. Los primeros son aquéllos que
consisten en un menoscabo patrimonial y se dividen, a su vez, en
daño emergente y lucro cesante. El daño emergente se presenta como
u n a disminución efectiva del patrimonio y el lucro cesante como
un aumento que se habría producido en el patrimonio, pero que no
tuvo lugar debido al delito. D a ñ o moral es el que consiste en un menos-
cabo de la integridad psíquica del perjudicado, como serían, por
ejemplo, el dolor, el pesar, la angustia que el delito le han ocasionado.
Se ha discutido la procedencia jurídica de la indemnización del
daño moral. La jurisprudencia chilena actualmente la acepta amplia-
mente. P a r a ello, aun cuando no pueda invocar disposiciones genera-
les expresas de la ley, cuenta con puntos suficientes de apoyo en
ésta. Principalmente pueden señalarse: el art. 20 de la Constitu-
ción, que dispone indemnización aun para daños meramente morales;
los arts. 370 y 389 del C. Penal, preceptos especiales sobre forma de
indemnizar respecto de ciertos delitos, que consideran fundamental-
mente el daño moral del ofendido; los arts. 2314 y 2329 del C. Civil,
que ordenan indemnizar todo daño, sin hacer distingos; el art. 2331
que, excepcionalmente, restringe en el caso, de imputaciones inju-
6) Esa es la nomenclatura usada por los juristas y tribunales chüenos. Maggiore la critica
porque hay ofensas a la personalidad moral que afectan indirectamente al patrimonio, y
en cambio, daños físicos que pueden no tener repercusiones patrimoniales. Por eBo pre-
fiere hablar, al igual que el artículo 185 del C. Penal de Italia, de daño patrimonial y no
patrimonial.
514
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
Por este motivo, muchos penalistas, y en esto han insistido especialmente los
positivistas Ferri y Garófalo, sostienen que la reparación de los daños provenien-
tes del delito no debe quedar librada únicamente al esfuerzo personal del perjudi-
cado sino que debe ser una preocupación del Estada, ya que con ello se está obran-
do indirectamente en defensa del interés de la sociedad toda. Varias son las ideas
que se han sugerido, dentro de esta posición, para hacer más eficaz la protección
del ofendido. Algunos han preconizado la creación de Cajas especiales destinadas
a reunir fondos para acudir en ayuda de las víctimas de los delito¿, las que estarían
financiadas con las multas o indemnizaciones que se paguen por los delincuentes y
en las que se operarían compensaciones para resolver los casos en que un delincuente
carezca de toda posibilidad de indemnizar los daños. Otros llegan a atribuir al Es-
tado la obligación de indemnizar a las víctimas de los delitos, sin perjuicio de su
derecho de obtener el reembolso de los responsables. Finalmente, se abre paso la
idea de extender las facultades de los tribunales en materia de regulación y cobro
de los daños ocasionados por el delito, permitiéndoles obrar de oficio.
515
EDUARDO NOVOA MONREAL
516
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
517
EDUARDO NOVOA MONREAL
inciso del art. 2320. En cada uno de ellos se determinan las limita-
ciones que tiene esta responsabilidad por el hecho de otro.
En caso de que en un hecho punible hayan intervenido personas
naturales que han obrado a nombre de una persona jurídica, a aqué-
llas afecta la responsabilidad penal y la civil que pudiera correspon-
der p a r a reparación del daño causado; pero, en este último aspecto,
también tiene responsabilidad civil la persona jurídica, conforme
al art. 39 del C. de Proc. Penal.
9) El Código de Comercio da reglas sobre la echazón, que es una fiama de estado de ne-
cesidad justificante (artículos 1.102 y 1.103). Para tal caso prevé el prorrateo de las mer-
caderías perdidas sobre el valor de las salvadas (artículos 1.110 a 1.123). Así se aprecia
el criterio del legislador de no cargar el peso del daño ni sobre el propietario de la merca-
dería echada al mar ni sobre el que la echó al mar, sino sobre los que se beneficiaron con
la echazón.
518
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
tante, si se trata de menores de edad que ya han sobrepasado los siete años o de
menores de dieciséis que han obrado sin discernimiento, que se les asimilan, la res-
ponsabilidad civil podría ser perseguida sobre sus padres, tutores, curadores, jefes
de colegios o escuelas o cualquier persona que los tuviere a su cuidado, en virtud de
las normas de los arts. 2320 y 2321 del C. Civil.
En cuanto a las causas de inculpabilidad, es preciso distinguir. Si en virtud de
ellas quedan excluidos absolutamente tanto el dolo como la culpa, no habrá respon-
sabilidad penal ni tampoco civil. Para la responsabilidad civil se exige 'también a
lo menos culpa (arts. 2284, 2314 y 2329 del C. Civil). Sin embargo, en algunos caso»
excepcionales establece la ley civil una responsabilidad objetiva (sin culpa) (por
ejemplo, art. 2327 del C. Civil).
Debe tenerse presente, además, que muy frecuentemente la ley penal exige
para la punibilidad del delito culposo (cuasidelito) un cierto grado o intensidad de
culpa (por ejemplo, art. 490 del C. Penal, que exige "imprudencia temeraria"), ea
circunstancias que para la responsabilidad civil por el daño causado basta la colpa
ordinaria. De aquí puede provenir que en un hecho determinado haya culpa y, no
obstante estar tipificado legalmente, si es cometido con culpa, no haya lugar a apli-
cación de pena, por no ser suficiente la culpa existente frente a la exigencia de la ley;
lo cual no impediría que pudiera exigirse la completa responsabilidad civil por esc
hecho.
Las llamadas excusas legales absolutorias (ver N.* 355 en el Tomo i), en materia
penal solamente excluyen la pena, no obstante hallarse presentes todos los elementos
de la responsabilidad penal; pero si el hecho en que concurren causó daño, no queda
eliminada la responsabilidad civil de quien los cometió. Así aparece, por lo dem¿s,
de lo dispuesto en el art. 489 del C. Penal, relativo al m i s característico caso át
excusa absolutoria.
El perjudicado por el delito puede ejercitar la acción civil que la ley le concede contra
el delincuente, tanto ante el tribunal que conoce del proceso criminal, como ante el
tribunal civil correspondiente, a su libre elección (art. 5.® del C. de Proc. Penal y 171
del C. Orgánico de Tribunales). Solamente cuando se trata de la mera restitución
de una cosa está obligado a ejercitar la acción ante el tribunal que conoce del pro-
ceso criminal (mismos preceptos citados). También es posible deducir ante el tri-
bunal que conoce del proceso criminal la acción civil que se entabla en contra del
tercero civilmente responsable del delito (art. 17J del C. Orgánico de Tribunales).,
Si la acción civil se interpone ante el tribunal en lo criminal, deberá ser dedu-
cida en el escrito de acusación particular si el perjudicado es a la vez querellante
519
EDUARDO NOVOA MONREAL
(art. 427 del C. de Proc. Penal); en caso contrario, antes de que se dé traslado al
reo para contestar la acusación (art. 429 del mismo código). Ello significa que la
acción civil empieza a tramitarse solamente en el plenario del juicio criminal.
Sin embargo, aun dentro del sumario la ley reconoce algunas facultades al
perjudicado que hace valer sus derechos. El art. 104 del C. de Proc. Penal le permite
pedir conocimiento del sumario. Los arts. 381 y 392 del mismo código permiten
también al perjudicado obtener medidas que aseguren la responsabilidad pecunia-
ria del procesado.
La prueba y decisión de las cuestiones civiles sometidas al tribunal que conoce
del proceso criminal, se sujetan a las disposiciones del derecho civil, conforme al
art. 173 inciso final del C. Orgánico de Tribunales.
El actor civil dentro del juicio criminal puede entablar todos los recursos que
franquea la ley, especialmente los de casación (art. 536 del C. de Proc. Penal).
Si la acción se deduce por el perjudicado ante el tribunal civil correspondiente,
se seguirán generalmente los trámites del juicio ordinario, pero desde que el proce»
dimiento criminal pase al estado de plenario podrá quedar ella en suspenso (arts,
5.® del C. de Proc. Penal y 167 del C. de Proc. Civil).
Si al ejercitarse esta acción civil separada existe ya sentencia condenatoria en
lo criminal, dicha sentencia será título bastante de la obligación de pagar costas,
daños y perjuicios por parte de autores, cómplices y encubridores del delito y de-
más personas legalmente responsables; de manera que el juicio civil se limitará a
la discusión de la especie y monto de los daños (art. 24 del C. Penal, art. 13 del C.
de Proc. Penal y arts. 178 y 180 del C. de Proc. Civil).
Si se ejercita solamente acción civil por un delito que no puede perseguirse
de oficio, se considerará extinguida por ese hecho la acción penal (art. 12 del C. de
Proc. Penal).
520
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
10) Ferri expresó no encontrar diferencia real entre el pago de una cantidad a titulo de
multa y otro pago a titulo de resarcimiento del daño. Pero la doctrina señala fundamen-
tales diferencias entre la responsabilidad penal y la civil. En el paralelo que hacemos he-
mos considerado muy especialmente lo expresado por Maggiore.
11) Binding (Die Normen) expresa que "la pena debe inferir una herida y el resarcimien-
to debe curar una herida, sin causar otra, en cuanto sea posible ".
521
EDUARDO NOVOA MONREAL
12) Aceptando fundamentación retributiva a la pena, como lo hemos hecho en elN° 505,
podría entenderse que la pena mira al delito cometido: "quia peccatum". Pero la distin-
ción está formulada en relación con los fines que persigue la pena (ver N° 507).
13) En este punto hacemos la restricción, ya considerada en losN°s. 175 y 602, respecto
de las penas de los delitos de acción privada, que el titular de la acción puede remitir.
14) Con la excepción ya conocida (ver N° 591) de la pena pecuniaria impuesta por sen-
tencia ejecutoriada.
522
CURSO DE DERECHO PENAL CHILENO
del delito puede ser pagada por cualquiera, extinguiendo con ello la
deuda del condenado.
12.° Las penas están precisa y determinadamente señaladas por
la ley para cada delito, no sólo en su calidad, sino también en su
cantidad, a lo menos dentro de ciertos límites. La reparación del
daño queda entregada a la libre regulación del tribunal en cada caso
en que ilícita y reprochablemente se infiera daño a otro.
15) Es preciso tener presente, en este punto, lo que se expone en el N° 608 sobre respon-
sabilidad civil de los encubridores, que para la ley chilena son tan bien participes.
16) Conviene tener presente que el artículo 2.318 del C. Gvil da re&a expresa sóbrela
responsabilidad del ebrio, lo que no ocurre en materia penal.
523
EDUARDO NOVOA MONREAL
F I N DE LA O B R A
524
INDICES
ÍNDICE ALFABETICO
I N D I C E A L F A B E T I C O D E M A T E R I A S D E L A OBRA*
M A T E R I A Y P A R R A F O DE LA O B R A
528
ÍNDICE ALFABETICO
529
ÍNDICE ALFABETICO
530
ÍNDICE ALFABETICO
532
ÍNDICE ALFABETICO
533
ÍNDICE ALFABETICO
534
ÍNDICE ALFABETICO
535
ÍNDICE ALFABETICO
536
ÍNDICE ALFABETICO
538
ÍNDICE ALFABETICO
Matrimonio sin consentimiento pa- Menor que puede ser imputable, 291
dres, 592 Menor siempre inimputable, 290
Medicina legal, 26 Menores delincuentes, 289
Médico, tratamiento, 243 Menores en situación irregular, 289
Medida de policía, 579 Miedo insuperable, 183, 354
Medida de protección, 290 Militar, obediencia, 255, 347
Medida de seguridad, 8, 139, 281, 499, Monopolio, 567
576 y siguientes Morada (del ofendido), 396
Antecedentes, 576 Moral (v. reí. derecho penal con otras
Aplicación estados antisociales, 582 ciencias)
Campo aplicación y naturaleza, 577 Moral insamty (v. locura moral)
Delimitación, 579 Morfología criminal, 23
Ejecución, 587 Mortícola, 516
Legislación chilena, 580 Motivación (en la culpabilidad), 264,
Otras medidas seguridad, 588 308
Procedimiento, 584 Móvil, 308, 370
Problemas doctrinarios, 578 Muchedumbres delincuentes, 451
Relación con pena, 589 Muerte civil, 551
Reí. ley en el tiempo, 139 Muerte, pena de, 516 y siguientes, 555,
Reí. principio legalidad, 82, 582, 583 570, 575
Teoría dualista, 578 Argumentos pro y contra, 518
Teoría unitaria, 578 Garantía aplicación, 521
Valor y efecto, 583 Historia, 517
Medida de seguridad patrimonial, 581 Legislación chilena, 520
'Medida de seguridad personal, 581 Formas de ejecución, 522
Medida d-j seguridad predelictual, 577 Posición autor, 519
Medida de seguridad provisional, 586 Tema controvertido, 516
Medida disciplinaria, 20, 553 Muerte del reo, 590, 591
Medida preventiva, 24, 281, 499, 553, Multa, 510, 511, 538, 557, 561, 567,
576 571, 581
Medidas curativas, 577 Multa (legislación chilena), 559
Medidas eliminatorias, 575 Multa (sistemas), 558
Medidas probatorias, 577 Multitud delincuente, 451
Medidas reformadoras, 577
Medio de ataque, 147 Narcotismo, 182
Medio necesario, 220, 483 N a v e s , 111
Medios (facilitarlos), 457 N a v e s guerra, 111
Medios catastróficos, 382 N a v e s mercantes, 111
Antecedentes legislativos, 382 Naves privadas, 111
Reí. homicidio, 382 Necesitados de estima, 277
Reí. incendio, 382 Negligencia, 315, 318
Reí. inundación, 382 Negligentia, 318
Mendigo, 580, 582 Neidingswerke, 43
Meneur, 450 Neoclasicismo, 64
Menor edad, 271, 288 y siguientes Neurastenia, 277
Criterios antiguos y modernos, 289 Neurosis, 277
Determinación edad, 294 Nocturnidad o despoblado, 392
Menor edad e imputabilidad, 288 Concepto despoblado, 392
540
ÍNDICE ALFABETICO
d t d , 47, 48, 49, 51, 52, 54, 55, Como accesorias, 555
56, 60, 498, 505, 507 Otras, 554
Relación con medidas seguridad, 589 Penas restrictivas libertad, 509, 510,
Teoría absoluta, 501, 502 548 y siguientes, 555, 567, 572
Teoría relativa, 501, 503 Antecedentes históricos, 549
Penas (clasificación), 509 y siguientes Pena simple delito, 509, 511, 555
Criterios clasificación, 509 Penas susritutivas de penas cortas de
Según gravedad, 511 prisión, 537 y siguientes
Según naturaleza, 510 Penalidad (además, ver Pena), 155
Otras clases, 515 Penología, 25
Pena (medida y regulación), 562 y Clasificación, 25
siguientes Pentateuco, 40
Evolución ¡deas, 562 Pérdida efectos delito, 511, 512, 560
Factores especiales regulación, 571 Pérdida facultad repudiar, 603
Regulación según atenuantes y Perdón judicial, 541, 590
agravantes, 570 Perdón ofendido, 590, 602
Regulación según grado ejecución y Periodismo (ejercer oficio), 238, 242
participación, 569 Período científico del D. Penal 54
Pena accesoria, 509, 512, 555, 567 Perjuicio (v. Indemnización de)
Pena afiicriva, 509, 514, 552, S5S Personas (delito contra), 380
Pena alternativa, 509, 513, 568 Persona jurídica, 160, 161, 162
Pena capital (v. muerte) Personalidad y motivación, 264
Pena compuesta, 568, 570 Personalidad (principio), 109
Pena copulativa,- 509, 513, 568 Aplicación, 116
Pena corporal, 515 Personalidades psicopáticas, 277
Penas cortas de prisión, 537 y siguien- Perturbación mental, 276
tes Perversidades sexuales, 577
Reparos penas cortas, 537 Pillán, 70
Pena crimen, 509, 511, 555 Piratería, 119
Pena de azotes, 515 Pluralidad de personas, 436
Pena de muerte (v. muerte) (Ver además Concurso personas)
Pena divisible, 515, 570 Policía científica, 27
Pena de falta, 509, 511 Política criminal, 24
Pena indivisible, 515, 570 Características, 24
Pena mayor, 567 Concepto, 24
Pena menor, 567 Positivismo, 57 y siguientes,
Pena no aflictiva, 509, 514 263, 270, 503
Pena no corporal, 515 Positivismo critico, 62
Pena pecuniaria, 509, 510, 556 y si- Prácticas penales (v. Historia)
guientes, 567 Prácticos, 49
Concepto e historia, 556 Precepto y sanción, 498
Pena principal, 509, 512, 567 Precepto penal, 92
Pcnits privativas libertad, 500, 510, Precio (cometer delito por), 381, 456
523 y siguiente*, 555, 567 Precio, recompensa o promesa, 381
Antecedentes histórico,*, 524 Reí. homicidio, 381
Concepto, 523 Rcl. participación, 331
Pe ñas privativas otros derechos, 509, Rcl. premeditación, 381
510, 548 y si«niences, 551, 567 Predisposición (.il delito), 399
542
ÍNDICE ALFABETICO
543
ÍNDICE ALFABETICO
544
ÍNDICE ALFABETICO
546
INDICE DE DISPOSICIONES LEGALES.
A R T I C U L O S D E L L I B R O I D E L C. P E N A L * **
547
INDICE DE DISPOSICIONES LEGALES.
27 555 67 570
28 555 68 570
29 555 69 559
30 555 70 559, 571
31 510 y 560 71 367
32 510 72 571
33 510 73 363, 364. 365
34 510 74 478, 479
35 510 y 550 75 481, 483, 484
36 510 76 555
37 514 77 521, 568
38 5/0 y 552 79 572
39 510 y 552 80 572
40 553 81 573
42 552 82 520
43 552 83 520
44 552 84 520
45 510 85 520
46 510 y 560 86 528
47 607 87 528
48 561 y 607 88 528
49 559 89 510
50 569 90 401, 574
51 569 91 401, 575
52 569 92 402, 403
53 569 93 590 a 595, 598, 602
54 569 94 595
55 569 95 595
56 567 96 596
57 568 97 598
58 568 98 598
59 568 99 598
60 559, 568 100 599
61 513, 568 101 599
62 570 102 599
63 414 103 600
64 415, 471 104 405
65 570 105 601, 603, 611
66 570
548
INDICE DE DISPOSICIONES LEGALES.
549
INDICE DE DISPOSICIONES LEGALES.
550
INDICE DE DISPOSICIONES LEGALES.
298 87, 37!, 422, 508, 512 351 192, 310, 326
299 266, 462 352 170, 310, 326, 412
302 166, 315 353 494
305 580 3X4 201, 207, 264, 303
306 512 355 169
307 423 356 247, 326, 468
308 512 357 162, 303
309 480, 512, 580 358 75, 162, 201, 247, 250,
310 406, 580 264, 308
313 170, 201, 489 359 438
•314 83 361 92, 247, 249, 336, 472,
315 266 481, 492
316 170, 201 363 163, 197, 247, 250, 417
317 170, 201, 319 364 303, 411, 412, 438,
318 83, 162, 197, 316, 319 473, 481, 492
319 192, 316 365 580
320 559 366 412, 438, 496, 580
321 479 367 162, 174, 201, 468,
322 83, 163,197 477, 480, 580
323 416 368 92, 360
325 192, 326, 494 369 37, 92, 162, 175, 355,
326 192, 266, 326 374, 590, 602
327 92, 192 370 92, 162, 605
328 422 371 412, 468
329 166, 192, 303, 315, 372 554
3/8, 468 373 85, 201, 580
330 192, 285 374 85, 201, 468
331 214 375 197, 43S
318 376 37, 162
333
377 597
334 201, 303
414 378 477
335
379 602
336 92
380 37, 92
337 92, 247, 315
381 477, 597
338 201, 303, 310
382 5, 173, 431, 473
339 468
383 201, 202, 303, 307,
341 494
412, 494
342 194, 247, 303, 310
384 197
343 324
385 134, 597
344 264, 330, 360
389 92, 605
345 228
390 303, 412, 473, 491, 520
346 162, 170, 197
391 5, 163, 202, 306, 336,
347 170, 412
379, 381, 382, 383,
348 192, 310, 326
419, 473, 491, 520
349 170
393 201, 249, 303, 468
350 412
551
INDICE DE DISPOSICIONES LEGALES.
394 162, 197, 412, 414 440 92, 107, 197, 206,
395 201, 303, 310 396, 414, 445, 496
396 201, 303 441 225
397 5, 192, 326, 477 442 107, 496
398 192, 201, 303 443 107, 477,482
399 5, 92, 477 444 92
400 411, 412 445 85, 423, 496
401 92, 477 446 403J 445, 479, 477, 495
402 477 447 87, 92, 387, 403, 414,
403 477 482, 477
404 170, 264, 422 448 303, 403, 482
405 264, 422 449 568
406 2/4, 326, 422, 438 451 477, 482, 489
407 201, 264, 422, 447, 452 87, 264, 408, 5/2
456, 468 453 472
408 264, 468 454 92, 459, 460, 468
409 264 455 37, 92, 477
410 92, 162, 605 456 92, 261, 360, 433, 477
411 162 456 bis 374, 380, 413, 447,
412 5 450, 471
413 5 457 92, 173, 240, 494
414 5, 166 459 201
415 92, 607 462 201, 264, 303, 308, 607
416 208, 215, 373 468 107, 247, 250, 491, 497
418 559 469 481
422 02 470 303, 307, 473
424 37, 162 471 240
425 116 472 5, 75, 83, 438, 548,
426 37, 87, 242 554, 568
427 92 473 197, 494, 5/3, 559, 568
428 92, 162, 602 474 192, 324, 326, 380,
429 37
382, 414, 520
430 92, 355 475 107, 170
431 /62, 597 479 324
432 201, 218, 247, 303, 480 107, 170, 192, 382,
307, 336, 473, 477 414, 496
433 225, 266, 326, 380, 481 85, 170, 197, 423, 496
391, 455, 477, 482, 482 83
520 483 75, 92
434 520 483 b) 559, 567
436 92, 225, 449, 455, 484 229, 494, 604
477, 496 485 604
438 197 486 604
439 92, 95, 477 487 604
552
INDICE DE DISPOSICIONES LEGALES.
C O N S T I T U C I O N POLITICA
4 90 33 146
8 514 34 146
9 514, 552 39 32, 143, 146, 207, 594
10 82
42 32, 143, 146, 207, 552,
11 32, 78, 81. 90, 105,
594
132,'19 5,'583
18 556 44 89, 593, 594
19 514 45 493
20 32, 607 72 594
22 255 80 572
27 514 84 145
32 32,144 86 90
554
INDICE DE DISPOSICIONES LEGALES.
6
°6 127, 180, 515 635 127, /<5<5, /<?£>, /<?/
611
146,212 647 127, 180, /<?/, /í¿
614 /7d 657 5/5
ORDENANZA DE ADUANAS
LEY D E S E G U R I D A D I N T E R I O R D E L E S T A D O
456
1 422,450 11
4 116, 422, 450, 456, 468 24 468
6 422, 456, 468 26 202
L E Y D E ALCOHOLES
LEY DE CHEQUES
3 567 24 567
L E Y N." 13.305
556
INDICE.
INDICE D E L TOMO II
35 7. G e n e r a l i d a d e s 2
358. Concepto 2
3 5 9 . A n t e c e d e n t e s históricos y de legislación c o m p a r a d a 4
3 6 0 . C l a s i f i c a c i ó n de las circunstancias m o d i f i c a t o r i a s 6
3 6 1 . Generalidades 7
3 6 2 . Las e x i m e n t e s i n c o m p l e t a s 9
3 6 3 . El A r t . 73 del C ó d i g o Penal 12
3 6 4 . N e c e s i d a d del r e q u i s i t o b á s i c o 14
3 6 5 . E x c e s o e n las j u s t i f i c a n t e s 15
3 6 6 . La ebriedad c o m o atenuante 16
3 6 7 . La e x c e p c i ó n del A r t . 71 17
3 6 8 . La edad c o m o atenuante 19
3 6 9 . Las a t e n u a n t e s e m o t i v a s o pasionales 20
3 7 0 . La regla general del N° 5 22
3 7 1 . La a t e n u a n t e de p r o v o c a c i ó n o a m e n a z a i n m e d i a t a m e n t e
precedente 26
3 7 2 . L a a t e n u a n t e d e v i n d i c a c i ó n p r ó x i m a d e o f e n s a grave 28
3 7 3 . La c o n d u c t a anterior irreprochable 29
3 7 4 . La reparación c o n c e l o del mal c a u s a d o 33
3 7 5 . La entrega voluntaria a la justicia 36
376. La confesión espontánea 38
3 7 7 . El c e l o de la justicia , 41
3 78. Generalidades 43
379. La alevosía 45
380. Concepto de delitos contra las personas 48
381. Delito por precio, recompensa o promesa 50
557
INDICE.
558
INDICE.
C a p í t u l o IV — El p r o c e s o de g e n e r a c i ó n del delito.
La tentativa
C a p í t u l o V - El c o n c u r s o de personas en un h e c h o p u n i b l e ,
según la d o c t r i n a
167
436. Generalidades
1 7 0
43 7. El c o n c e p t o de autor
172
438. Delimitación del concurso
439. R e q u i s i t o s del c o n c u r s o d e personas 173
440. I m p o r t a n c i a d e l a r e l a c i ó n d e causalidad 175
441 T e o r í a s q u e equiparan j u r í d i c a m e n t e las f o r m a s d e
178
concurso
559
INDICE.
442. El e l e m e n t o s u b j e t i v o en el c o n c u r s o 179
443. T e o r í a s sobre la estructura j u r í d i c a del c o n c u r s o de
personas 182
4 4 4 . Las diversas f o r m a s de c o n c u r s o y su c l a s i f i c a c i ó n
(según la d o c t r i n a ) 183
4 4 5 . La c o a u t o r í a (según la d o c t r i n a ) 185
4 4 6 . L a llamada a u t o r í a m e d i a t a 187
4 4 7 . La a c c e s o r i e d a d de la participación 191
4 4 8 . La instigación (según la d o c t r i n a ) 197
4 4 9 . La c o m p l i c i d a d (según la doctrina) 202
4 5 0 . El d e l i t o c o l e c t i v o en su a s p e c t o c r i m i n o l ó g i c o 206
4 5 1 . Las m u c h e d u m b r e s d e l i n c u e n t e s 207
C a p i t u l o VI — El c o n c u r s o de personas en un h e c h o p u n i b l e
según la ley positiva
560
C a p í t u l o VII - El concurso de delitos
476. Generalidades
477. Principios básicos 263
264
478. E l c o n c u r s o real . . .
269
479. Penalidad del concurso real
271
480. D e l i t o s habituales y profesionalidad criminal . . »
274
481. El c o n c u r s o ideal de delitos ] .
276
482. La unidad del h e c h o y su importancia
278
483. El c o n c u r s o ideal i m p r o p i o
281
484. Penalidad del c o n c u r s o ideal
283
485. El d e l i t o c o n t i n u a d o y sus antecedentes históricos
284
486. L a p o s i c i ó n subjetiva
285
487. La p o s i c i ó n objetiva
288
488. H o n d a s discrepancias doctrinarias
289
489. Criterio d e n t r o de la ley chilena
290
490. Jurisprudencia chilena
294
561
INDICE.
C a p í t u l o III — La p e n a de m u e r t e
C a p í t u l o V — La libertad c o n d i c i o n a l y l o s P a t r o n a t o s de R e o s
562
INDICE.
C a p í t u l o VI — S u s t i t u c i ó n de p e n a s cortas de prisión y
remisión condicional
4 0 8
556. C o n c e p t o e historia
4 0 9
557. L a pena d e multa
558. S i s t e m a s para la m a y o r e f i c a c i a de la multa 410
4 1 1
559. L a m u l t a e n l a l e y chilena
4 1 3
560. Las p e n a s d e c a u c i ó n y c o m i s o
561. Prelación d e las o b l i g a c i o n e s pecuniarias del c o n d e n a d o 415
C a p í t u l o IX - M e d i d a , a p l i c a c i ó n y e j e c u c i ó n de las penas
418
562. E v o l u c i ó n de las ideas
563. La individualización de la pena ^19
564 D e t e r m i n a c i ó n de la p e n a y s e n t e n c i a indeterminada 421
563
INDICE.
C a p í t u l o X — Las m e d i d a s de seguridad
5 8 9 . Generalidades 469
5 9 0 . Las causas d e e x t i n c i ó n d e l a responsabilidad penal 470
564
INDICE.
C a p í t u l o II — La responsabilidad civil
I n d i c e A l f a b é t i c o de Materias de la Obra
I n d i c e de D i s p o s i c i o n e s Legales citadas en esta Obra
Indice de este T o m o II
s u * i
/"BIBLIOTECA^
565
CORTE SUPREMA
4775
BIBLIOTECA