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Come and Get Me

by
Julie Cannon
Reconocimientos

Este libro no podría haberse llevado a cabo si no fuera por el


huracán Rita. El huracán de categoría 3, golpeó en Lake Charles,
Louisiana, el 24 de septiembre 2005, a la sombra de su hermana
Katrina. Rita causó el peor daño a la propiedad que el suroeste de
Luisiana haya visto jamás. La familia de mi pareja vive en Lake
Charles, y Rita se llevó los hogares de dos miembros de su familia,
dañó la de otro, y causó que su madre estuviese sin agua o electricidad
durante unas tres semanas.
Las veinte horas en auto para recoger a mi suegra y el viaje de
regreso de veinte horas a Phoenix me proporcionaron una amplia
oportunidad de escribir Come and Get Me. Cualquiera que haya
conducido a través de Nuevo México y Texas sabe de lo que estoy
hablando. Si mi suegra hubiese tenido alguna idea de lo que saldría de
ese viaje, habría pensado de manera diferente antes de preguntar:?
“Laura, vendrían a por mí?”
Para todas las mujeres maravillosas de Bold Strokes Books: su
tiempo, estímulo, apoyo y fe en mí son invaluables. La simple palabra
gracias parece apena suficiente, sin embargo, dice mucho. Jennifer
Knight fue mi fabulosa editora tirana, y he aprendido de ella más que
de cualquier persona, incluso si todavía me obsesiono con el Punto de
Vista.
Por último, el 14 de junio de 2006, me uní a la hermandad de
mujeres afectadas con cáncer de mama. Durante mi tratamiento y
recuperación tuve el privilegio de conocer a algunas de las más
fuertes, más divertidas, y más hermosas mujeres en el frente. Estas
mujeres me enseñaron una nueva definición de esperanza, fe y amor, y
lo que nosotras, como mujeres, podemos hacer juntas.
Dedicatoria

Para mi papá: Te echamos de menos cada día. Hablamos de ti todo el


el tiempo y reímos porque sospechamos que estás probablemente
fumando un cigarrillo, bebiendo una cerveza y jugando a las cartas
con tus amigos.

Para mi querida amiga Claire: te extraño más de lo que puedes


imaginar, especialmente en un día como hoy. Te encantaría
leer este libro, y es justo que sea liberado exactamente
un año después de que nos dejaste. Dile a Bailey que los niños dicen
Hola.

Para Tía, La Devine Señorita Em, y # 1: Tu me haces


entender lo que es verdaderamente importante en la vida.

Para Laura, mi compañera, mi vida: Después de 15 años todavía soy


toda tuya. Venid a por mí. Te amo
Julie Cannon Come and Get Me

Capítulo Uno

“Bueno, ¿qué diablos pasa ahora?” Gritó Elliott Foster desde


su armario.
Estaba tratando de vestirse y, en la última hora, había
recibido tres llamadas de ventas y un número equivocado. Ante el
sonido del timbre de su puerta estaba dispuesta a destruir a la
pobre alma del otro lado. Echando humo, se dirigió a través de la
casa y se lanzó a abrir la puerta.
“¿Qué demonios estás haciendo aquí?” Sabía que era sólo
una cuestión de tiempo que esta mujer apareciera en la puerta de
su casa.
“¿Saludas a todas tus amantes con esta rudeza?”
“Tu no eres mi amante, Rebecca” Gruñó Elliott con
frustración. No necesito esta mierda en este momento.
Varios meses atrás ella y Rebecca Alsip habían pasado un
largo fin de semana de nieve en Aspen, entre las sábanas de
franela, lo que Elliott difícilmente podría clasificar como
convertirlas en amantes. Habían salido por un par de semanas,
pero cuando Rebecca comenzó a hacer demandas, incluyendo el
derecho a tener a Elliott en forma exclusiva, Elliott lo había
terminado. Sin embargo, su corta aventura no fue calma.
Rebecca batió sus duros ojos azules y volvió con su mejor
sonrisa de niña de Papá. “Podríamos remediar eso muy fácilmente,
Elliott. Sabes que yo estoy más que dispuesta a continuar donde lo
dejamos.” Esta invitación fue acentuada por un examen lento del
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cuerpo de Elliott mientras se acercaba un paso más a ella.


Elliott bloqueó la puerta. “Estaría más que feliz de seguir
donde lo dejamos. Si no recuerdo mal, yo te decía que todo lo que
tengas que decirme a mí, se lo puedes decir a mi abogado.”
Nunca había querido que su desacuerdo fuera tan lejos como
para involucrar abogados, pero el comportamiento errático de
Rebecca en los últimos meses le había torcido la mano.
Emociones conflictivas batallaban en su cabeza. No sabía si
estaba furiosa porque esta mujer se negaba a aceptar el hecho de
que su relación había terminado, o porque estaba aquí, de pie en su
porche. Se decidió por lo primero y exigió, “¿Qué quieres,
Rebecca?”
Elliott observó con cierta disociada fascinación cómo la
actitud de Rebecca cambió en un instante de utilizar el atractivo
sexual como una incitación a usar el sexo como un arma. Había
sido inevitable, suponía, que tarde o temprano sus interludios
sexuales la sobrepasarían. Desde el momento en que conoció a
Rebecca percibió peligro, pero una mirada al perfecto cuerpo de
muerte frente a ella, había arrojado su precaución al viento. No era
un error que cometiera en los negocios. Había pasado los últimos
tres años llegando a la cima por ser buena juez de las personas y
de los riesgo. El hecho de no haber hecho caso a sus propios
instintos con Rebecca la hacía sentir como una idiota, y peor aún,
una idiota que todavía podría tener la tentación de tocar la flama
que la estaba quemando.
Irritada, se obligó a apartar la mirada de la división que
mostraba la provocativa blusa de Rebecca y se recordó a sí misma
sobre las decenas de llamada telefónicas que había recibido de la
manipuladora rubia. Rebecca había intentado todo, desde las
tímidas bromas sexuales a suplicar para verla de nuevo y,
últimamente, a las amenazas directas si seguía rechazándola.
Ahora, un destello de triunfo en los ojos de Rebecca dejaba en
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claro que había atrapado a Elliott mirando.


Con su confianza creciendo cada vez más, dijo con una
sonrisa sensual, “Sé lo que quieres, cariño.”
“No te engañes,” replicó Elliott con frialdad. “Tu no sabes
nada de lo que yo quiero.”
“Tal vez eso sea cierto. Pero sé lo que no quieres” Una
mirada de desprecio minó la hermosura superficial de la cara de
Rebecca, revelando una mujer que probablemente sería proxeneta
de su abuela. “Tu no quieres que todos sepan que eres rara. Y por
trescientos mil dólares, no tienen que saberlo.”
Años de auto-control en la sala de juntas no le fallaron a
Elliott. Su corazón estaba acelerado y su mente girando, pero tan
tranquila como si Rebecca le hubiera pedido mantequilla,
respondió: “No te estoy siguiendo.”
“Estoy diciendo que trescientos mil hacen que me vaya.” La
voz de Rebecca goteaba sarcasmo. Evidentemente, ella creía que
tenía a Elliott por los pelos. Ya había amenazado con delatar a
Elliott de una manera desagradable y explícita con la junta
directiva de Foster McKenzie, y Elliott ya le había dicho que,
dado que la junta ya sabía que era gay, no le importa un comino.
La demanda de dinero en efectivo era nueva y totalmente
inesperada.
Elliott tomó varias respiraciones profundas y relajantes antes
de hablar. No le gustaba ser amenazada, y mucho menos por una
mujer que se suponía que era sólo una cara bonita. “Eso es más o
menos cincuenta mil dólares el polvo,” dijo con un dejo de
diversión. “No se con quién has estado hablando Rebecca, pero tu
definitivamente no lo vales.”
Los ojos de Rebecca se llenaron de furia y su rostro se
coloreó de un profundo carmesí, a punto de explotar. “Cómo te
atreves! Espera a que acabe contigo. ¿Qué pensarán de ti tus
adorados peces gordos cuando te exponga aprovechándote y
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seduciendo a una inocente e indefensa mujer heterosexual?” Su


voz hervía de odio. “Tu caerás en desgracia y quedarás
en la calle, sin nada.”
Una calma extraña se apoderó de Elliott mientras cambiaba
su punto de vista sobre este problema. La verdad es que Rebecca
se le había propuesto descaradamente y estaba muy lejos de ser
una inocente virgen lesbiana. Pero ahora, esto ya no era personal,
se trataba de negocios, y Elliott sabía cómo manejar los negocios.
“Déjame adivinar a quién va a creer mi Consejo. A mi, la
dueña de la empresa, o a ti, una mujer que juguetea a espaldas de
su marido y está tratando de obtener dinero.”
“Te crees tan inteligente!” Respondió Rebecca agudamente.
“Bueno, tus amigos de negocios pueden aceptar que seas rara a
puertas cerradas, pero espera a que tus sucios secretos estén por
todos los tabloides. Sabes, en tu posición es muy tonto dejar que
las mujeres te envíen e-mails pornográficos con fotos de ellas.
Pueden caer en las manos equivocadas.”
Eso tomó toda la fuerza de voluntad de Elliott para no
mostrar una reacción más allá del descarado desprecio. ¿Era acaso
posible que Rebecca hubiese accedido a su correo electrónico?
Elliott se sintió débil ante el pensamiento. Sus comunicaciones de
negocios se encontraban en una cuenta separada que nunca dejaba
abierta. Pero había estado usando su computadora portátil cuando
estuvieron en Aspen, y era posible que no hubiese salido de su
correo electrónico personal. Pensó en varios e-mails francos que
Rebecca podría haber encontrado allí. Dos de ellos eran de la hija
de un político cerrado en cuanto a valores familiares, una historia
que los medios de comunicación devorarían. Elliott los había
eliminado recientemente. No lo suficientemente pronto, por lo
visto.
Enmascarando su preocupación con un tono de indiferencia
descarada, dijo, “No jodas conmigo Rebecca, porque te comeré en
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el almuerzo. Ahora sal de aquí o necesitarás un abogado por más


que amenazarme.” Elliott le cerró la puerta a un error muy grande.
“Jesús, Ryan me va a reventar las costillas por ésta,” le dijo a
nadie mientras caminaba por el pasillo para terminar de vestirse.
Involucrarse con Rebecca había sido el error más grande
de su vida, y Ryan Smith, su abogado, le había dado instrucciones
estrictas de no hablar con ella. Ese era el problema. Elliott
parecía tener muy poco control sobre sus acciones cuando se
trataba de la bomba rubia, y definitivamente iba a pagar por ello.
Se preguntó si Rebecca hablaba en serio sobre vender su historia a
la prensa sensacionalista. Si era así, tal vez trescientos mil era un
precio pequeño para hacer que todo desapareciera. La hija del
político era una encantadora mujer joven que había sido
imprudente. Nunca debería haber enviado e-mails indiscretos, y
Elliott se lo había dicho. Ambas habían acordado borrar todas sus
comunicaciones, pero Elliott había sido descuidada.
No era como si ella fuera a extrañar el dinero, pensó, sino que
se trataría simplemente de otra línea en su talonario de cheques.
Elliott ya podía oír a Ryan reírse de esa idea. Sólo sería el
principio; los chantajistas nunca dejan de pedir dinero. Pero tenía
que hacer algo. Esto era culpa de ella y no podía permitir que una
ex, todavía en el armario, fuese puesta al descubierto en estas
circunstancias, y mucho menos permitir la publicidad sórdida que
nadie en su posición necesita, ni homosexuales ni heterosexuales.
Terminó de asegurar sus gemelos, se puso la chaqueta, y se paró
frente al espejo mientras se ajustaba el cuello y las solapas. La mujer
que le devolvía la mirada se veía tan exitosa como lo era, desde el
nudo de su corbata de seda a los dedos de los pies de sus mocasines
Bruno Magli. El esmoquin Armani impecablemente confeccionado
sólo resaltaba su delgada forma y la hacía parecer más alta de lo que
era en realidad. Su rebelde pelo oscuro había sido cortado
recientemente y ella continuaba declinando el aclarado que su
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peluquero Randall garantizaba que escondería las pocas hebras de


plata que empezaban a salpicar sus sienes. Elliott se negaba a ser otra
cosa que lo que era.
A los treinta y cuatro años, era la presidenta de la junta y CEO
de Foster McKenzie, una empresa de capitales de riesgo con miles de
millones de dólares invertidos en negocios y economías de todo el
mundo. Hasta que tomó el mando, tres años atrás, lo más importante
en su vida había sido la próxima gran aventura bajo las sábanas.
Conducía coches de lujo, entregada a lo que ella llamaba “la
celebración de la vida,” tenía amigos en todo el mundo, y nunca le
faltaba compañía femenina. Todo había se venido abajo cuando murió
su padre y su tío, posteriormente, llevó a la empresa próxima a la
quiebra. Su hermana más joven, Stephanie, no estaba ni calificada ni
interesada lo suficiente como para manejar el negocio, por lo que
Elliott se había visto obligada a reconsiderar su alegre existencia y
asumir la responsabilidad que era legítimamente suya.
Junto con esa responsabilidad venían el poder y la fama, los
que dieron lugar a un suministro interminable de atractivas mujeres
dispuestas a compartir su cama. Elliott no sabía si se sentían atraídas
por ella o por su dinero y, francamente, la mayoría de las veces no le
importaba. Siempre había dejado muy claro que no estaba interesada
en la monogamia o en una relación, y cortaba las cuerdas si
empezaban a apretar. Hasta ahora, nadie se había quejado. Elliott
siempre se aseguraba de elegir como compañeras a mujeres que
conocían la partitura. Entonces, ¿cómo lo hice tan mal con esta?
La mujer elegantemente vestida en el espejo, dijo, “¿Cómo se
atreve a chantajearme por nuestro pequeño rollo en la cama.? Que me
cuelguen si le doy a esa perra un solo centavo.”
Elliott se peinó. Y hablando de perras, este evento de caridad era
la última cosa a la que quería ir esta noche. ¿Por qué no había dicho
que no?
El rostro bronceado frunció el entrecejo. “Sí, claro.”
Sin mirar atrás, Elliott giró sobre sus talones, apagó la luz, y salió
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por la puerta, en dirección a su garaje.


Tal como lo esperaba el tráfico estaba paralizado a tres cuadras
de su destino, el Gran Hotel Lincoln. Esto añadió otra capa de ira a su
ya corto fusible. Las responsabilidades públicas de su posición en
Foster McKenzie eran onerosas, y a veces parecía que eran más
sociales que de gestión. Esta noche era una de esas ocasiones. Elliott
sabía que su presencia importaba a los organizadores, y su amiga más
cercana, Victoria, había insistido en que asistiera para que pudieran ser
una la cita de la otra esa noche, una estrategia que por lo general les
funcionaba; Elliott soplaba humo si Victoria quería irse temprano, y su
amiga siempre hacía lo mismo por ella.
Los coches avanzaron arrastrándose hasta que finalmente fue
capaz de girar en la entrada de su destino. Le entregó las llaves al valet
y entró en el vestíbulo del hotel histórico, en busca de un trago.
La electricidad estaba en el aire y la multitud de personas mezclándose
puso sus dientes en el borde. La charla casual era una habilidad en la
que sobresalía, sobre todo en estos tipos de asuntos sociales, pero en
su mal humor, la charla benigna no vendría con facilidad. Enderezó su
postura como si se preparara para la batalla y se acercó a uno de los
miembros de su consejo.
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Capítulo Dos

Lauren Collier se desconectó de la voz del hombre calvo que


hablaba desde el podio. Su cita de la noche era igual de aburrido, y
le tomaba toda su fuerza de voluntad prestarle atención a
cualquiera de ellos. Como única mujer en el equipo ejecutivo de
Bradley & Taylor, por no mencionar única mujer soltera ejecutiva,
se le había asignado la tarea de escoltar al sobrino del jefe esa
noche.
Lauren se había indignado por la suposición de que, no sólo
renunciaría a su tiempo libre por el evento, sino que estaría
agradecida por la oportunidad de pasar la noche con un macho
casadero bien conectado. Todavía estaba enojada varias horas
después, cuando el muy bien cuidado, pomposo MBA de
Princeton seguía tratándola como si ella fuese algo vistoso en su
brazo, en vez de entender que él era el hombre que tenía que tener
una cita arreglada.
Tiene que haber una ley en contra de esta mierda. Lo curioso
era que Lauren conocía la ley de arriba a abajo, como consejera
legal principal de una de las 500s compañías Fortune. Dos años
atrás, se había sorprendido cuando un caza talentos la contactó
como candidata potencial para cubrir la posición que pronto sería
dejada vacante por el consejero que se retiraba. Nunca estuvo
segura de quién la había puesto en la mira del reclutador, ya que
sólo era una abogada relativamente exitosa de nivel medio en una
empresa legal local. Siete entrevistas y ocho meses más tarde,
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estaba en un trabajo que amaba, con un alto salario de seis dígitos,


una oficina con vista, y una secretaria, y estaba siendo ignorada
por el “atractivo” Sr. GQ.
Su mirada recorrió el salón de baile del Gran Lincoln
exquisitamente decorado. Hombres guapos y mujeres hermosas se
estaban poniendo de pie aplaudiendo desde las mesas cubiertas con
manteles de lino blanco y porcelana china. El código de vestimenta de
la noche era la etiqueta, y por la forma en que lucían las mujeres, y
algunos de los hombres, cada caja de seguridad en San Diego había
sido vaciada de su contenido para este evento.
Los ricos, famosos y poderosos de su ciudad se reunieron en
masa para ser vistos y para recaudar fondos para el Fondo de
Educación de los Niños del Gran Condado de San Diego. Lauren
había estado en varias de tales galas en el último año y estaba
convencida de que estas personas estaban más interesadas en la
deducción de impuestos y la distinción de tener su nombre en la lista
de benefactores, de lo que lo estaban en realidad con la ayuda a los
niños pobres de su ciudad natal.
El presidente de la Cámara de Comercio y su esposa ocupaban la
mesa directamente en frente del estrado junto con el obispo de la
arquidiócesis. Junto a ellos estaba el director general del banco más
grande de la ciudad, que estaba mirando a una rubia platinada con
pechos quirúrgicamente mejorados, mientras que su mujer de
veintidós años lo miraba por encima de su vaso vacío de Chardonnay.
En la mesa del alcalde estaba su esposa y Steven Stark, una envejecida
estrella de cine de la ciudad, para promover su más reciente película.
La esposa trofeo de Stark estaba sentada junto a él luciendo
una expresión que decía que prefería estar en cualquier lugar que no
fuera este.
La mirada de Lauren se detuvo en una mujer en una mesa al otro
lado de la amplia habitación. Era más alta que todo el mundo en su
mesa, e incluso desde esta distancia, Lauren pudo discernir una figura
larga y delgada que se hizo evidente en su atuendo formal cuando se
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puso de pie y aplaudió al ganador del premio. Lauren se sintió


intrigada por el hecho de que ella era la única mujer en la sala con un
esmoquin, y lo llevaba con comodidad. Le resultaba vagamente
familiar, pero Lauren no podía ubicar donde la había visto antes.
Definitivamente la hubiera recordado si se hubiesen conocido.
Se dio cuenta de que estaba mirando fijamente, cuando su
acompañante se inclinó y le murmuró algo ininteligible al oído.
Asintió con la cabeza vagamente e hizo un comentario socialmente
apropiado, agradecida de que esta farsa terminaría pronto y que podría
irse a casa y ver viejos reestrenos de Amo a Lucy. Durante todos los
llamamientos de dinero, sus ojos continuaban volviendo a la mujer en
el esmoquin, que estaba sentada cómodamente en su silla, dando
vueltas a la copa de vino medio vacía en su mano. Se veía preocupada,
pensó Lauren, infeliz de estar aquí, pero lo esconde muy bien.
Elliott permitió que los discursos de largo aliento resbalaran
sobre ella mientras trazaba sus opciones y planeaba lo que le iba a
decir a su abogado en esta ocasión. ¿Qué era lo peor que podría
suceder si tan sólo le dijeran a Rebecca que se jodiera a sí misma? La
sexualidad de Elliott no era un secreto celosamente guardado, pero
tampoco quería que fuera un tema de conversación diaria, y Rebecca
podría ser un problema. Elliott podía manejar cualquier consecuencia
en su vida personal - su familia hacía mucho tiempo había aceptado el
hecho de que ella era lesbiana - pero estaba más preocupada por la
vergüenza que esto podría traer a su empresa.
Había trabajado sin parar para llevar a la empresa a su anterior
nivel de confianza, respeto y normas éticas impecables, los principios
establecidos por su padre hacía muchos años. Sería una gran
distracción si sus clientes siquiera sospecharan que había seducido a
una mujer que no estaba dispuesta. A través de algunas lecciones muy
duras, había aprendido que no se puede cambiar lo que piensa la gente
y había dejado de intentarlo muchos años atrás. Ella era muy
consciente de que el foco rápidamente pasaría de su brillante mente y
la cantidad de dinero que había hecho, a su entrepierna, como parece
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ser el caso para la mayoría de los hombres cuando fantasean con


dos mujeres juntas. Varios clientes le vinieron a la mente, a los
conservadores estaba segura de que los perdería si Rebecca
comenzaba los rumores, y habría asociados que comenzarían a tomar
distancia de su empresa. Estaba en las negociaciones finales con el
desarrollador de software más grande del país, tratando de conseguir
financiación adicional de capital de riesgo, y sabía, sin duda, que ese
acuerdo podría detenerse en forma abrupta si había cualquier
publicidad de mala “moral”.
Los rostros de sus empleados destellaban en frente de ella. Estas
serían las personas más perjudicadas en un escándalo. Si los clientes y
los gestores de inversión llevaban su negocio a otra parte, se vería
obligada a despedir a personas relacionadas con dichas cuentas. Los
empleados de Foster McKenzie ya habían sufrido en el desastroso
reinado de su tío. Ella había logrado volver a contratar a muchos
cuando la empresa volvió a estar de pie, y ahora tenía un personal
excepcional. Elliott tragó ante la idea de defraudarlos.
Mientras consideraba las complicadas posibilidades, los cabellos
de la parte posterior de su cuello se levantaron y se distrajo con la
sensación familiar de que alguien la estaba mirando. Elliott estaba
acostumbrada a ser el objeto de las miradas indiscretas en las
reuniones de la empresa, o durante un discurso que estuviera dando, o
en un bar. Este último era generalmente el único momento en que
le prestaba atención, ya que era generalmente el preludio de una noche
de entretenimiento agradable en los brazos de una mujer hermosa.
Pero esta noche, un encuentro casual, era lo último que en lo que
estaba interesada. Su encuentro con Rebecca todavía estaba fresco en
su mente, y no se sentía de ánimo como para conducir el contra-
interrogatorio que garantizaría que la mujer ligando con ella
compartiera las mismas ideas sobre el sexo sin ataduras. En este
momento, todo lo que Elliott quería era la oportunidad de escapar
después de que hubiera pagado lo que adeudaba, y volver a casa a
remojarse en un baño caliente.
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Mientras el discurso continuaba, sutilmente exploró la multitud.


Caras, igualmente aburridas, salpicaban el paisaje de las mesas, y una
o dos cabezas asintieron por el sueño. Finalmente, sus ojos se posaron
en una cara cuidadosamente adiestrada en esmaltada concentración,
como si el hombre que hablaba en el micrófono de verdad demandara
atención. Elliott reconoció la expresión. Ella está tan encantada de
estar aquí como yo, y lo oculta mejor que la mayoría. Me pregunto en
la lista de mierda de quién está ella? Una fracción de segundo
después, sus ojos se encontraron.
Lauren se ruborizó. Sabía que había sido sorprendida mirando.
La mujer en el esmoquin le sostuvo la mirada durante un largo
momento, firme, y la expresión de su rostro cambió de aburrida
indiferencia e irritación, a débil interés, luego desvió la mirada.
Lauren sintió como, a pesar de que acababa de ser considerada para
algo importante, fue dejada de lado por no valer la pena el esfuerzo.
Bueno, lo mismo para ti también. Ella volvió su enfoque a la parte
delantera del escenario y valientemente continuó con su falso interés.
Veinte minutos más tarde, los discursos habían terminado y el
baile estaba en pleno apogeo. Un grupo de músicos tocaba una mezcla
de música clásica y jazz ligero, la cual era bien recibida, obviamente, a
juzgar por el número de parejas en la pista de baile. Las mesas habían
sido absueltas de toda prueba de la cena con entusiasmo consumida
por los invitados, y los manteles blancos había sido reemplazados con
rojos.
Lauren abandonó a su cita y fue en busca de un nuevo cóctel,
ya que se figuró que iba a morir de sed si esperaba a que él notara
su vaso vacío. Una vez que su misión estuvo cumplida, eligió una
zona donde sabía que podía esconderse de la multitud sin estar
muy lejos de la vista de las festividades si su presencia se
necesitaba. Asegurándose de no hacer contacto visual con
cualquier persona que quisiera charla, se dirigió rápidamente hacia
el refugio. Cuando doblaba la esquina, tropezó casi de cabeza con
la mujer alta en el esmoquin y se quedó inmóvil, murmurando una
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disculpa que fue ignorada. La mujer estaba tan preocupada, que


apenas pareció darse cuenta.
“Yo sé lo que me dijiste, Ryan, pero te lo digo otra vez,
No voy a darle un maldito centavo. Sí, sé que mi reputación no es
la única cosa en juego.” Elliott parpadeó mientras virtualmente
pisó a una invitada en su camino. Irritada, informó a la extraña a
modo de disculpa, “Disculpe, estoy teniendo una conversación
privada aquí.”
Lauren tuvo que inclinar la cabeza para mirar hacia los fríos,
casi negros, ojos de la mujer que era varios centímetros más alta
que sus propios 5 pies 6. Fue entonces cuando notó el teléfono
celular en su oreja y los signos de ira en su rostro. Esa misma
tarde le había parecido un rostro muy atractivo, pero ahora la
mirada mordaz dirigida a ella estropeaba su encanto.
“Sólo un minuto, Ryan.” Elliott levantó el teléfono de su
oreja y traspasó a Lauren con una mirada que usualmente
convertía a hombres adultos en apologéticos bufones llorones.
“Hola! No me oíste? Estoy al teléfono teniendo una conversación
privada.” Hizo hincapié en la palabra privada para marcar su
punto.
Lauren se recuperó de la conmoción inicial de su cuasi
colisión y alzó la barbilla en respuesta al desafío. “Te he oído.
Pero esta no es tu terraza privada, y no es necesario que seas
tan imbécil. Tal vez si estuvieras prestando más atención a tu
entorno, podrías no toparte con extraños, y no sería necesario que
los culpes de tu propia torpeza.”
Lauren no tuvo que alzar la voz para hacerle llegar su punto.
Era una experta en poner a las personas de rodillas con su tono de
voz e inflexión. Le dio a la mujer una mirada fulminante y se
alejó. Todavía estaba en llamas por el encuentro cuando vio a su
acompañante encarar hacia ella. Rápidamente, miró a su alrededor
y se encontró con que no tenía una vía de escape adecuada.
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Reteniendo una mueca, se armó de valor para lo que él quisiera


ahora.
Las manos de Elliott temblaban cuando cerró el teléfono y lo
regresó a su bolsillo. No estaba molesta por el regaño que había
recibido de ambos, tanto de su abogado, como de la mujer enojada
que simplemente se fue, sino por el hecho de que sus acciones lo
habían hecho necesario en primer lugar. Jesús, que grupo! Le
pidió un whisky al camarero más cercano y se concentró en su
respiración. Volvió más rápidamente de lo esperado y le dio una
propina generosa para asegurarse que continuara su buen servicio
el resto de la noche. Sorbiendo su bebida, buscó en la multitud,
repasando mentalmente la lista de personas con las que necesitaba
estrechar manos antes de que pudiera salir y buscar a la atractiva
mujer que le había dado la bofetada verbal.
Como en la repetición de una mala película, Elliott recordó su
rudeza y la estupefacta conmoción de la mujer. Su estómago dio
un vuelco. Normalmente, nunca habría volcado su ira sobre una
inocente desconocida, especialmente una tan hermosa de
contemplar. Avergonzada, y sabiendo que tenía que corregir un
error, se encaminó hacia la mujer que había ofendido y comenzó a
ensayar una disculpa amable.
Mientras caminaba hacia ella, apreció la elegancia del sobrio
vestido negro que favorecía sus curvas pero no hacía alarde de
ellas, a diferencia de los vestidos reveladores elegidos por muchas
de las mujeres en la habitación. Su piel estaba muy bien bronceada
por la exposición natural al aire libre, no con el curtido sombrío
de salón que Elliott veía en la mayor parte de las mujeres con las
que salía. Me pregunto si tendrá algunas marcas de bronceado?
Asombrosamente para su tono de piel, tenía el cabello rubio rojizo
que parecía natural. Era grueso y ondulado, e iluminado con
reflejos que hicieron que Elliott deseara correr sus manos a través
de él. Gimió para sus adentros. Sólo pide disculpas y sal de aquí,
Julie Cannon Come and Get Me

Foster.
“Discúlpame,” dijo, y se quedó pasmada con los ojos azules
más vividos que había visto nunca. Tenían el color de una bahía
del Caribe y eran claros, nítidos, y curiosos. El rostro ligeramente
inclinado hacia el suyo era suave e impecable, perfectamente
proporcionado, y sugería un toque de maquillaje. Ella era
absolutamente preciosa. “¿Puedo hablar contigo un momento?”
Cuando no hubo respuesta inmediata, Elliott agregó, “¿Por
favor.?”
Lauren sintió una oleada de ternura hacerse curso a través de su
cuerpo con la simple palabra, sumándose al arrebato que había
provocado la directa mirada de la mujer. Había estado tratando de
llevar su parte de la conversación con un pequeño grupo de abogados
que habían gravitado juntos, pero se había distraído al ver la alta
figura acercándose. Murmurando una excusa cortés, se alejó del
grupo.
“Siento alejarte de tu cita, pero yo...”
Lauren la interrumpió antes de que la mujer pudiera continuar.
“Él no es mi cita.” Tan pronto como lo dijo se preguntó por qué
estaba explicándose con esta extraña - esta extremadamente grosera
extraña.
Elliott asintió con la cabeza y sólo pasó un momento
preguntándose por qué se sentía aliviada con la información. “Mi
error, entonces. Yo quisiera pedir disculpas por mi terrible conducta de
antes. Estaba en medio de algo y me sorprendiste. Me la tomé contigo,
que no tenías absolutamente nada que ver con eso. Por favor, acepta
mis disculpas.” Comenzó a retorcerse cuando la mujer no respondió
como ella lo esperaba.
“¿Y si no lo hago?”
“Oh, por el bien de Cristo” Elliott no estaba de humor para que
jugaran con ella. “Es una simple disculpa, no un tratado de paz
global.” Su encantadora compañía reaccionó como si le hubieran dado
una bofetada. Mierda, Ni siquiera puedo hacer ésto bien esta noche.
Julie Cannon Come and Get Me

Elliott se frotó la mano en la frente. “Espera, por favor. No suelo ser


un ogro. Permíteme empezar de nuevo. Soy Elliott Foster. Estaba en
medio de algo difícil y me lo tomé contigo y al parecer, todavía no
estoy haciendo las cosas bien. Una vez más, por favor, acepta mis
disculpas.” Empujó toda seriedad a un lado y puso la palma de su
mano en el pecho. “Si no lo haces estaré devastada y tendré que
postrarme a tus pies. Luego tendré que sacar un anuncio de página
completa en el Wall Street Journal o en el USA Today, el que prefieras.
Y si eso no funciona, entonces simplemente tendré que invitarte a
cenar.”
La última oración se derramó de su boca antes de Elliott supiera
lo que estaba diciendo. Miró atentamente para ver si había
sobrepasado sus límites.
Lauren frunció el ceño mientras consideraba los puntos de
acción en la lista. No conocía a esta mujer en absoluto, y no estaba
segura de su sinceridad. Una cosa era evidente, sin embargo:
“Elliott Foster” estaba acostumbrada a salirse con la suya, y
Lauren estaba segura de que había pedido perdón en más de una
ocasión si pensaba que le serviría hacerlo. Quería estar molesta,
pero por alguna razón, no lo estaba y se unió al juego. “Mmm. Eso
es mucho que considerar. Tendré que pensar en ello.”
“Eso es justo.” Elliott ocultó su sorpresa. Normalmente las
mujeres caían con la frase, incapaces de resistirse a ella cuando se
humillaba. En contra de su mejor juicio, de repente no quería que
su conversación terminara. “Dado que ese tipo no es tu cita,
¿puedo tener la oportunidad de convencerte de tomar una copa en
el patio?”
El corazón de Lauren comenzó a latir más rápido ante la
mirada expectante de la atractiva mujer. “Esta bien. Tienes cinco
minutos.”
El pulso de Elliott se aceleró inmediatamente con la cadencia
familiar del deseo. Las perspectivas de la noche han cambiado
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definitivamente para mejor. “Puedo hacer tremendamente mucho


en cinco minutos.”
No sabía por qué en la tierra estaba coqueteando con esta
mujer. Debido al incidente con Rebecca, había tenido bastante de
mujeres, al menos por los próximos días. Pero encontraba a ésta
completamente hermosa y le pareció perfectamente razonable
distraerse de su molestia. ¿Por qué no ver a dónde podían conducir
“cinco minutos”? En su experiencia, por lo general señalaban una
tarde larga y placentera.
Lauren había captado la insinuación de Elliott, pero decidió
dejarla caer. “Yo tomaré un vodka gimlet,” -dijo, mientras se
trasladaban hacia uno de los numerosos bares ubicados
estratégicamente alrededor del salón. “Soy Lauren Collier, por
cierto.”
“Es un placer conocerla, señorita Collier.” Elliott extendió su
mano.
Lauren sintió la cálida carne en contacto con la suya, y los
ojos de la mujer parecieron oscurecerse a medida que escaneaban
su cara. El calor que se inició en la palma de su mano se movió
rápidamente por el resto de su cuerpo y se estableció en la boca
del estómago. Lauren se sentía un poco mareada mientras
escuchaba a Elliott hacer el pedido al camarero, solicitando un
Chivas para sí misma.
Tardíamente, se dio cuenta que seguía sosteniendo la mano
de Elliott y rápidamente dejó caer su compresión, intrigada por su
reacción física a esta mujer. Conocía gente todos los días, de todas
las formas, tamaños y grados de encanto, pero ninguna la había
afectado como esta. Su respiración estaba en una carrera con su
pulso, sus manos estaban mojadas, y quería perderse en los ojos
profundos y líquidos de color marrón que estaban mirándola sólo a
ella. Si no hubiera sabido que no era así, habría pensado que
estaba por enfermarse de algo. Sacudió la cabeza para despejarse y
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se las arregló para chirriar un agradecimiento cuando Elliott le


entregó la copa.
Mientras caminaban por la habitación, Lauren aprovechó la
oportunidad para estudiar más de cerca a la mujer a su lado.
Cabello castaño oscuro que llegaba justo por debajo del cuello de
una camisa blanca almidonada cubierta con una contrastante
corbata de lazo de color azul real. Su piel estaba bronceada y no
llevaba maquillaje para ocultar las pequeñas líneas de la risa que
rodeaban sus ojos. Pernos de diamantes brillaban en sus oídos
cuando se asomaban por debajo de los rizos ondulados.
Sorprendiéndose a sí misma, Lauren encontró a Elliott
extremadamente atractiva de una manera sutil pero sensual.
Siempre había tenido un alto nivel de apreciación por las
mujeres hermosas, como lo tenía con los hombres guapos, pero la
sensación de hormigueo en el estómago le dijo que algo sobre
Elliott Foster era más interesante que de costumbre. Lauren no era
en absoluto una mojigata, ni dormía con todo el mundo que le
hiciera la más mínima invitación. No era común que tuviera
pensamientos sexuales sobre alguien que acababa de conocer, sin
embargo, allí estaba, con inquietantes destellos corriendo a través
de su mente. Jesús, ¿cuándo fue la última vez que tuve sexo? Tuvo
que pensar mucho sobre esta pregunta. Aceptar la posición en
Bradley & Taylor había significado semanas de trabajo de ochenta
horas, aprendiendo acerca de su nueva empresa y manejando la
multitud de litigios que se amontonaban sobre su escritorio.
Cualquiera que fuera el tiempo libre, se la pasaba restaurando la
casa de cien años, que había comprado recientemente. Como
resultado, había perdido contacto con todos, excepto sus amigos
más cercanos y no había salido a una cita real en mucho tiempo.
Afortunadamente, no era una mujer que creía que estaba
incompleta sin una pareja o amante. Conservaba su libertad y
valoraba su privacidad. Se decía a menudo que podría estar sola,
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pero nunca solitaria. Sin embargo, de pronto, aquí con esta mujer,
era muy consciente de su estado solitario. Lauren supuso que no
era irracional imaginar ser tocada y sostenida, a pesar de que era
inusual que tuviera esos pensamientos por una mujer. Para ser
honesta, de hecho rara vez los tenía por nadie.
Elliott sostuvo las puertas francesas abiertas, esperando a que
Lauren pasara por ellas. Mientras lo hacía, cogió una bocanada del
perfume de Elliott y lo reconoció como Carisma, la nueva fragancia
que a todos en su oficina les encantaba. Eso es apropiado. Cuando
salieron al patio, el nivel de ruido disminuyó sustancialmente y se
reunieron con la fragancia del jazmín llevado por una brisa fresca.
“¿Qué te trae a este evento de gala, señora Collier?” Preguntó
Elliott mientras apoyaba la cadera en la barandilla que separaba los
jardines de la zona donde se encontraban.
“Una obligación de negocios.” Lauren no sabía por qué sentía
importante reiterar que no estaba con el Sr. Suave por propia
elección. “¿Y a ti?”
“Un buen amigo mío esta con la agencia de relaciones públicas
que promovía esta fiesta. Victoria no tenía una cita, por lo que me
pidió que fuera su acompañante.”
Lauren se sorprendió con la sensación de hormigueo en la boca
de su estómago por el uso de Elliott del término cita. Lo dijo
inocentemente, pero Lauren sabía exactamente a lo que se refería.
Elliott captó la reacción de Lauren y sonrió. “Victoria es
sólo una amiga.” Tomó un sorbo de su bebida. “Intentamos el romance
en la universidad pero ambas coincidimos en que somos mejores
como amigas que como amantes.”
Ahí esta, A la intemperie, abiertamente. ¿Vas a tomarlo y correr
o sólo a correr? ¿Y por qué me importa? Elliott sabía por qué le
importaba. Lauren era hermosa y encantadora, características que
normalmente no iban de la mano en las mujeres con las que salía.
Estaban definitivamente en la categoría de hermosas y muchas habían
encantado su camino hacia su cama, pero en comparación con sólo los
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pocos minutos que había pasado con Lauren Collier, algo les faltaba.
Elliott pensó en eso y decidió que el atributo que les faltaba era la
clase. Y mira donde mi gusto habitual por las mujeres me ha llevado
hasta ahora. Frunció el ceño ante su fugaz pensamiento en Rebecca.
Lauren vio una gama de emociones reflejarse a través de la cara
de Elliott, la última de las cuales era cinismo. La expresión le recordó
a Lauren que debería hacer lo políticamente correcto y regresar a su
cita. A la mierda. Por alguna razón no podía hacerlo, mejor pasar el
resto de la velada hablando con Elliott. El hecho de que Elliott
acababa de admitir que era lesbiana no frenó su interés ni un poco. En
todo caso, Lauren lo encontró refrescante; al menos una persona en
esta habitación no estaba siendo falsa.
Haciendo caso omiso del llamado del deber, dijo, “Me gusta tu
nombre. Parece a tu medida.” Dios mío, ¿por qué digo esto? Apenas
si conozco a esta mujer. A ella no podría importarle menos si te gusta
su nombre o no.
Elliott no pareció dejarse intimidar por su comentario soso. Con
una nota de exasperación fingida, dijo, “Gracias. Era mi turno de
continuar la tradición familiar. A medida que he ido haciéndome
mayor he llegado a apreciarlo, pero hubo momentos, cuando estaba
creciendo, en que fue un dolor en el culo.”
Lauren sonrió. “No te hubiera tomado por tradicionalista.” Otra
suposición apresurada. Se preguntó qué la había poseído para que
hiciera tales comentarios personales. No era su estilo habitual.
Sintió el calor de lo ojos de Elliott quemar un sendero a través de
su cuerpo. Aún envuelta en el vestido de seda negro que le caía en
suaves pliegues justo por encima de sus rodillas, se sentía demasiado
expuesta. Cuando la mirada de Elliott se detuvo demasiado tiempo en
el modesto escote que mostraba una insinuación de división, Lauren
sintió que sus pezones se endurecían y supo que eran visibles a través
de la seda pura del corpiño. Tenía los hombros al descubierto, excepto
por las correas finas del vestido, y se sintió muy cálida mientras lo
ojos de Elliott se movían por encima de ellos. Se quedó sin aliento en
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la garganta cuando vio la reacción que sus miradas habían causado. Se


sentía como si hubiera sido acariciaba. Oh, sí, esta mujer es
definitivamente gay.
“Así que, señora Collier, ¿qué haces cinco día a la semana que te
permite ponerte un hermoso vestido de Vera Wang?” le preguntó
Elliott, indicando el vestido que Lauren había comprado
recientemente específicamente para este evento.
“Soy abogada,” dijo, peleando con la necesidad de cubrir sus
pechos o acercarse a esta atractiva mujer atractiva, no sabía con cuál.
“¿Estás en la práctica privada o con un bufete?” Eres
magnífica!
“Soy Consejera en Jefe de Bradley & Taylor.”
Y también inteligente. Elliott se dio cuenta de que le gustaba esta
mujer. De hecho, le gustaba mucho, y estaba impresionada. Lauren no
podía tener más de treinta y cinco años, sin embargo, ocupaba la más
alta posición jurídica en una de las compañías Fortune 500 que
hicieron su hogar en el sur de California. “Muy bueno,” dijo,
asintiendo con la cabeza en apreciación.
“Es una gran oportunidad,” respondió Lauren, contenta de estar
moviéndose a terreno familiar. “¿Y tú?” Se echó hacia atrás
reconociendo a la diseñadora del esmoquin que Elliott llevaba tan
bien. “Algo me dice que una mujer que lleva Armani no esta
atrincherada en la América corporativa,”
Sonriendo, Elliott le preguntó. “¿Has oído hablar de Foster
McKenzie?” Quedó a la expectativa de la reacción que sabía que
vendría.
Tomó un momento antes de que Lauren conectara el nombre con
la cara. No era de extrañar que Elliott Foster le pareciera tan familiar.
En el mismo instante reprimió un gemido en su interior. ¡Oh, Cristo.
Ella es obscenamente rica. Recordó haber leído un artículo hace unos
meses en el San Diego Business Journal que reseñaba a Foster
McKenzie como una empresa familiar de tercera generación que se
había administrado mal llevándola al borde de la quiebra. En los
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últimos tres años la compañía había hecho una transformación radical,


transformándose en una de las empresas de capitales de riesgo más
grandes del país, todo bajo el liderazgo de la mujer con la que
compartía el patio.
“Muy impresionante también,” respondió.
“Bueno, ya sabes,” Elliott se detuvo, “Era una gran oportunidad
que no podía dejar pasar.” Apenas contenía su sonrisa mientras se
hacía eco de la observación anterior de Lauren.
Se sorprendió por la respuesta de bajo perfil, genuina de Lauren.
No era la reacción que normalmente recibía cuando alguien se daba
cuenta de quién era ella. O Lauren era muy buena ocultando sus
emociones o no estaba demasiado impresionada. De cualquier manera,
el interés de Elliott creció y se acercó a esta mujer intrigante. La
disminución de espacio entre ellas se llenó con una energía que
aumentó mientras escaneaba la cara de Lauren y se detenía en su
boca. Instintivamente, Elliott se humedeció los labios. “Te invitaría a
bailar pero no creo que esta multitud esté preparada para eso todavía.”
Había algo peligroso y emocionante en la forma en que Elliott
planteó la cuasi-pregunta que hizo que Lauren quisiera decir Sí,
independientemente del resultado. Elliott exudaba la confianza de un
aventurero salvaje, y Lauren pensaba que si alguien podía concluir con
éxito un baile lento del mismo sexo en una sociedad de recaudación de
fondos, era esta mujer.
Elliott se pateó a sí misma por su última declaración. Menos de
una hora antes no quería tener nada que ver con seducir a una mujer, y
aquí estaba, trabajando en eso. Tomando la vacilación de Lauren por
malestar, miró su reloj. “Por mucho que he disfrutado de nuestra
conversación, mis cinco minutos han terminado. ¿Puedo acompañarte
de regreso?”
Elliott se movió hasta pararse directamente en frente de Lauren.
Sus ojos se oscurecieron mientras se clavaban en ella, y luego con la
misma rapidez el cambio se había ido. Alargó la mano y tomó la mano
de Lauren entre las suyas. Su pulgar acarició suavemente la carne
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sensible cerca de la muñeca de Lauren mientras dijo: “Una vez más,


por favor, acepta mis disculpas y disfruta el resto de tu noche.”
El sonido de su voz y la mirada en sus ojos volvieron jalea las
rodillas de Lauren. Mientras caminaban por el pequeño patio, no se
dio cuenta de lo solas que habían estado hasta que volvieron a entrar
en la ruidosa y hacinada habitación. No pudo dejar de mirar mientras
Elliott se detenía a saludar a la gente, moviéndose a través de la
multitud con la gracia de una gacela y la seguridad de un tigre. Pronto
cautivó a un grupo de invitados y Lauren notó que la mayoría de los
hombres e incluso algunas de las mujeres miraban a Elliott con
admiración, algunos de ellos más interesados que otros. Sintió una
punzada de celos inesperados y saltó con sentimiento de culpa cuando
una voz interrumpió su escrutinio.
“Hola, cariño. No esperaba verte aquí esta noche.”
El espacio a su derecha fue llenado por Alan Stone. Había
conocido a Alan muchos años antes en la universidad y habían
congeniado inmediatamente. Se estrellaron e incendiaron en la ruta
romántica cuando se dieron cuenta de que las chispas no volaban
cuando estaban juntos. Habían sido amigos desde entonces y, con
frecuencia se acompañaban el uno al otro en eventos sociales donde se
necesitaba un acompañante.
“Hola, Alan. No sabía que iba a venir hasta hace unos días.
El sobrino del Jefe está en la ciudad y me dieron orden de aparición.”
El tono de Lauren transmitió su disgusto permanente con la situación.
Sabía que debería estar volviendo con el sobrino, pero su atención
estaba todavía puesta en Elliott. “¿Qué puedes decirme acerca de la
mujer a través de la sala de pie junto a la dama en el vestido azul?”
Dirigió su mirada en dirección de Elliott y trató de no lucir como si
estuviera apuntando.
“¿En el esmoquin?” Con más que un poco de admiración, Alan
dijo: “Esa mujer de aspecto delicioso es Elliott Foster.”
Lauren se sobresaltó con la acertada descripción de su amigo
sobre Elliott. “Sí, lo es. Pero ella no es realmente tu tipo, o lo es,
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Alan?” La preferencia de su amigo era por los hombres de esmoquin.


“No tiene que ser mi tipo para que haga comentarios sobre ella.
Yo aprecio todas las formas de belleza física.”
“Alan, eres imposible.” Lauren le dio un puñetazo en broma
en el brazo. A menudo se burlaban el uno del otro acerca de las
personas sobre las que se sentían atraídos. En una época, varios años
atrás, lo había sido por el mismo hombre. Fue bastante incómodo
cuando ambos descubrieron que el hombre de los sueños de Alan, y el
efímero interés de Lauren, en realidad estaba casado con Miss
Colorado.
“Oye tú mejor no me trates como si esperaras que renuncie a los
bienes de la Señorita Golpe de Gracia,? dijo, frotándose el brazo
juguetonamente.
“Lo siento, tu acabas de sacar lo mejor de mí,” le arrojó en
respuesta Lauren.
“Odiaría ver lo peor de ti.” Alan miró hacia Elliott. “¿Por qué el
interés?”
“Hablábamos hace unos minutos.”
Antes de Lauren pudiera agregar nada a su comentario, la mirada
de Elliott se apartó del hombre que la acompañaba para explorar la
habitación. Cuando vio a Lauren sus ojos ardieron y le dio un pequeño
guiño de reconocimiento. Lauren le devolvió una sonrisa.
Alan se volvió para ver lo que la mantenía paralizada. “Tierra
llamando a Lauren.” Hizo un gesto con la mano delante de su cara
para llamar su atención.
Apartando su mirada, Lauren dijo: “Haces demasiadas preguntas.
Sólo sentí curiosidad acerca de ella.?
“Uh, Lauren, cariño, Tu sí sabes que Elliott es lesbiana, no?”
Dios, espero que sí. Su mente se agitó y sintió un hormigueo en
el estómago. Había desarrollado su propio radar gay durante sus años
en la escuela de leyes; su compañera de cuarto era lesbiana y a
menudo intercambiaba impresiones con Lauren sobre las posibles
ligues. No se sorprendió realmente cuando Alan confirmó sus
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sospechas. Sabía que no se había imaginado la naturaleza de la franca


evaluación de Elliott y que no había malinterpretado sus comentarios.
Alan estaba sencillamente preocupado de que ella pudiera estar
tomando un camino equivocado, por lo que lo tranquilizó. “Sí, Alan,
sé que Elliott es lesbiana.” Más bruscamente de lo que pretendía, dijo,
“Ahora suéltalo. ¿Qué sabes de ella?”
Alan tomó un respiro y pareció poner en orden sus pensamientos.
El hecho de que Lauren hubiera contestado tan fácilmente a su
pregunta acerca de la orientación sexual de Elliott, obviamente, le
preocupaba. Sin embargo, él siempre dijo que no era quién para
decirle qué hacer, y Lauren supuso que estaba midiendo sus palabras
ahora.
“Ella es la CEO de Foster McKenzie,” dijo. “Se hizo cargo de
las riendas cuando su tío condujo a la compañía a la ruina un par de
años atrás. Es brillante, elocuente, maneja un negocio sólido, y tiene
una manera especial de cortejar a los inversores y empleados. Algunos
lo llaman poder, Yo lo llamo carisma.·
“Yo definitivamente diría que eso es lo que ella tiene,” murmuró
Lauren.
“Pienso que está en sus treinta y tantos años,” continuó Alan.
“Vive en Barrington Estates. Definitivamente del lado correcto de la
vía.”
Lauren sabía de la vecindad a la que Alan se refería. Era una
zona de bienes raíces de primera a lo largo del litoral del Pacífico,
donde cada casa tenía su propia playa privada y un precio mínimo de
dos millones de dólares.
“Le da cubos de dinero a sus caridades favoritas, pero lo
mantiene bastante en secreto,” dijo.
“¿Por qué?”
“Supongo que no quieren hacer un alboroto. En los últimos cinco
años le ha dado casi un millón de dólares al Centro de Crisis Infantil.”
“Nunca lo sabrías con mirarla,” Dijo Lauren. Pero si álguien
sabía de la generosidad de Elliott sería Alan. El era el Presidente del
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Comité de Premios esta noche. “Me parece muy modesta.”


“También le da a la Escuela de Barrett, ya sabes, la que esta en el
centro para los niños sin hogar,” continuó Alan. “Paga por los
autobuses escolares que dan vueltas y recogen a los niños de los
diversos albergues y campamentos. ¿Te acuerdas del chico con el que
con salí un tiempo? ¿John? Él es el gerente de la Casa Azul.” Hizo una
pausa como para comprobar que Lauren reconocía el nombre de un
local de ropa minorista. “Le compró a cada niño en la escuela ropa y
zapatos nuevos, y las mochilas con todo lo que necesitaban para la
escuela. Doscientos niños.” Bajó la voz y se acercó más. “Ella era en
realidad la seleccionada para recibir el premio de benefactor esta
noche y nos rechazó. Lanzó a todo el comité de selección en picada.”
Lauren se quedó asombrada. Muy poca gente que conociera
rechazaría un elogio público por sus buenas obras. Eso decía algo
acerca de quién era Elliott, pensó: una persona más interesada en lo
que podría lograr que en lo que la gente pensaba de ella, tal vez.
“Tuvimos que reagruparnos y elegir a otro como destinatario.”
suspiró Alan. “Por Dios, ella hace todo lo necesario por estos niños y
no quiere que nadie se entere! Me pregunto si está huyendo de la ley o
algo así.”
“¿Qué hay de socialmente?” Preguntó Lauren sin mucha sutileza.
“¿Por qué la curiosidad?”
Impaciente por que Alan estaba siendo cauteloso, dijo un poco
demasiado fuerte, “Porque quiero saber, y no es de su incumbencia
por qué.”
“¡Ay!? Alan actuaba como si estuviera herido por la respuesta.
“Lo Siento, ha sido un día largo. ¿Qué más sabes? Si no es
molestia,? añadió con una sonrisa de “por favor, perdóname”.
Alan entró con ambos pies. “Ahora, fíjate, son todos rumores
y no tengo conocimiento de primera mano o experiencia ...”
Lauren le interrumpió. “Lo entiendo, Alan.”
“Es toda una mariposa social.” Ante la mirada de perplejidad de
Lauren él aclaró, “Rara vez sale con la misma mujer dos veces. Cada
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vez que la he visto está con una mujer diferente, y todas son
impresionantes. Es un buen partido, pero parece que no tiene planes
de atarse.”
“¿En serio?” Lauren volvió su mirada por la habitación a tiempo
para ver a Elliott estrechando la mano de un hombre y caminar hacia
la salida. Elliott se dio la vuelta y miró como si quisiera volver a
donde Lauren estaba, pero cambió de idea cuando vio que hablaba con
Alan. En cambio, le hizo un pequeño gesto de adiós con su mano
antes de salir por la puerta.
“Debe ser duro preguntarte si una mujer está interesada en ti
o en tu dinero,” dijo Alan con simpatía.
“Sí, supongo que debe serlo.” Lauren definitivamente no estaba
interesada en el dinero de Elliott. Había heredado una cantidad
sustancial cuando murió su abuela quince años antes, y la había
invertido sabiamente en los últimos años. Estaba en camino de una
cómoda jubilación para cuando tuviera cincuenta si así lo deseaba.
“Mmm. Escuchando la charla las chicas, ella es una mujer hábil
y nadie se va a casa decepcionada, si sabes lo que quiero decir.” Alan
arqueó las cejas, en reminiscencia de Groucho Marx.
No dudo de eso. Lauren mantuvo pareja su expresión, para que
Alan no pudiera leer nada personal en sus preguntas.
“Eso es lo que se dice en la calle sobre la Sra. Foster. Tómalo
como lo oyes,” dijo con racionalidad.
Después de algo de conversación general se despidieron y,
mientras Alan se alejaba, Lauren continuó reflexionando sobre lo que
había aprendido. La generosidad de Elliott con los niños de San Diego
señalaba que había mucho más en su carácter de lo que nadie podría
adivinar. A primer rubor, Lauren había pensado que era,
probablemente, demasiado narcisista como para que le importara un
comino de los demás.
Con una punzada de pesar, miró hacia la puerta por la que Elliott
había salido. Sabía que podía haber extendido su conversación si lo
hubiera elegido, y ahora deseaba haberlo hecho. Preguntándose si
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alguna vez se encontraría con Elliott Foster otra vez, Lauren fue en
busca de su cita. Estaba dispuesta a poner fin a la farsa de la noche.
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Capítulo Tres

Elliott tenía sentimientos encontrados acerca de los lunes por la


mañana, y hoy no era diferente. Amaba su trabajo y la energizaban los
desafíos que enfrentaba. Su negocio estaba invirtiendo en ideas, y la
gente que conocía era brillante y retorcida. Las propuestas de negocios
que Foster McKenzie evaluaba todos los días le daban la oportunidad
de perfeccionar sus habilidades en los negocios con algunos y de
confiar en su instinto en otros. Los individuos astutos siempre tenían
la intención de obtener algo por nada y eso mantenía a Elliott con los
pies en la tierra. Era responsable de miles de millones de dólares y no
podía permitirse el lujo de dejarse engañar por un estafador con
facilidad de palabra.
Lo que odiaba era el tráfico de los lunes. Había más coches en la
carretera que cualquier otro día de la semana. Elliott los separaba en
tres categorías distintas: La primera eran los conducidos por gente que
se había quedado dormida y competían entre los coches para obtener
la mejor posición en el carril. El segundo grupo de conductores eran
los que Elliott creía que debían odiar su trabajo y no tenían prisa por
llegar a dónde iban. La última eran los que estaban en cualquiera de
las dos primeras categorías y estaban hablando por sus teléfonos
celulares.
La minivan azul directamente delante de ella definitivamente
tenía prisa, la mujer al volante hablando febrilmente por su teléfono
celular. Elliott se hundió en el asiento de cuero de su BMW azul
oscuro 745i con un suspiro ruidoso mientras era encerrada por
segunda vez por esta conductora desconsiderada. Diciéndose a sí
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misma que debía mantener la calma, permitió que sus pensamientos


reprodujeran los acontecimientos de la noche del sábado.
No mucho tiempo después de que llegara al Gran Lincoln,
Pamela Whitney la había acorralado en el baño de damas. Pamela era
la hija del Jefe de Policía y se habían conocido en una beneficencia
unas semanas antes. Ella le dejó muy claro que estaba interesada en
una repetición de las horas que pasaron juntas en su apartamento
aquella noche. El sexo había sido emocionante y satisfactorio, pero
independientemente del recuerdo, Elliott tenía la sensación de que
Pamela estaba interesada en algo más que en una relación informal,
por lo que dio marcha atrás.
No se arrepentía de haberse ido a casa sola. Por lejos, la parte
más agradable de la noche habían sido los pocos minutos que había
pasado con Lauren Collier. Incluso ahora, pensando en ella en ese
ajustado vestido de negro, Elliott tenía problemas para concentrarse en
la carretera. Podría patearse a sí misma. ¿Por qué no había invitado a
Lauren a salir?
Rebecca. Ese era el por qué.
La idea hizo martillear su pulso. Podía escuchar su corazón latir
con fuerza en sus oídos. Tenía que sacar a esa sanguijuela de su vida, y
pronto.
Justo cuando estaba a punto de cambiar de carril, la camioneta
azul con la conductora distraída se desvió y chocó contra el
guardabarros delantero derecho de su su coche. Elliott pisó el freno y
la camioneta dio la vuelta y se detuvo frente a ella.
“Hija de puta!” Elliott se desabrochó el cinturón de seguridad y
saltó de su auto en furia. Abrió de golpe la puerta de la conductora en
falta y empezó a gritarle a la mujer en el interior. “Perra estúpida!
¿Qué coño crees que estás haciendo? Deja el maldito teléfono y presta
atención a la carretera.” Su cólera se elevó dos escalones cuando la
mujer aún no había colgado el teléfono. Elliott tomó de su mano el
objeto culpable y lo cerró. “Dije, que dejes el maldito teléfono.”
Fue entonces cuando Elliott escuchó gritos procedentes del
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asiento de atrás. Inclinó su cabeza y miró en el interior. Un bebé, de


no más de un par de semanas, estaba llorando a pleno pulmón.
La mujer agarró el brazo de Elliott y empezó a suplicar. “Lo
siento. Por favor, tengo que llevar a mi bebé al hospital. Esta enfermo
y ardiendo en fiebre y, por favor, por favor tengo para llegar al
hospital. Estaba hablando con el doctor y me dijo que me diera prisa.
Puedes seguirme. Por favor, te pagaré lo que sea para que arregles tu
coche. Tengo que irme.”
El estómago de Elliott se cayó cuando miró a la cara de la
suplicante mujer. Cristo, cuando llegué a convertirme en alguien tan
imbécil? Entregándole el teléfono, suavizó su tono. Esta bien. Ve y
ocúpate de tu bebé y no te preocupes por esto.”
La mujer no le dio a Elliott una oportunidad de cambiar de
opinión; salió a toda velocidad en dirección del hospital local.
Elliott se desplomó contra el capó de su coche. Las manos le
temblaban y estaba respirando pesadamente. Elliott, le acabas de
gritar a una mujer con un bebé enfermo. Vas a ir al infierno por eso.
Se sentía avergonzada de sus acciones. Su paciencia y su típica actitud
calmada definitivamente habían desaparecido en las últimas semanas.
Se encontraba a si misma saltándole a la gente sin motivo aparente y
tenía poca tolerancia para los errores. Y la forma en que había
estallado con esta pobre mujer era imperdonable. Tengo resolver esto.
Pocos minutos después de las nueve, entró en su oficina, casi
chocando a un hombre de mantenimiento que estaba saliendo. Estaba
calma por fuera, pero hirviendo en su interior. “Buenos días,” saludó a
Teresa, como si todo estuviera bien.
Su asistente le devolvió el saludo, sólo que el de ella no sonó
falsa. “¿Cómo estuvo la fiesta?”
“Ya sabes,” respondió Elliott. “Misma comida, mismas caras, el
mismo pedido de dinero.”
“¡Dios mío, Elliott, apenas son las nueve de la mañana y estas en
un estado de ánimo de mierda. Tienes que darte la vuelta y regresar
por la puerta que acabas de llegar, y esta vez, deshazte de esa actitud.”
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Teresa mantuvo el contacto visual, no tenía miedo de enfrentarse


a su jefa.
Elliott le dio una sonrisa irónica y se dejó caer en la silla al otro
lado del escritorio de Teresa. Teresa había sido su asistente durante
varios años, y en ese tiempo habían compartido sus experiencias con
los hombres, las mujeres, la lujuria, el desamor, y uno que otro amante
obsesivo. Podían hablar de cualquier cosa y en general lo hacían.
Elliott la trataba más como a una amiga que como a una empleada, y a
cambio, Teresa mantenía la vida de Elliott en orden.
Dejando que su maletín se deslizara fuera de su mano y cayera al
suelo, Elliott se inclinó hacia delante, apoyando los antebrazos sobre
los muslos y ocultando su rostro entre las manos. Se sintió aún más
pequeña de lo que se había sentido antes cuando le gritó la madre
desesperada. ¿Hay alguien más a quien pueda cabrear esta mañana?
“Jesús, Teresa. ¿Qué está pasando conmigo? ¿Sabes lo que hice
esta mañana? Le grité a una señora que estaba en camino al hospital
con su bebé enfermo.” Elliott aún no podía creer que había actuado de
manera tan horrible.
Teresa frunció el ceño. “¿Que hiciste qué?” Elliott se recostó en
la silla, sintiéndose agotada antes de que el día hubiese comenzado. Le
relató los sucesos desagradables de su encuentro con la mujer una
hora antes. “Ella estaba hablando por teléfono con su pediatra, quien
le estaba diciendo que llevara al bebé al hospital inmediatamente, y yo
gritándole en la cara que colgara.” Si hubiera podido rodar como una
bola y desaparecer en ese momento, lo habría hecho.
“Eso es lamentable.” El disgusto de Teresa era evidente. “Nunca
supe que hicieras nada como eso, y has tenido un montón de
oportunidades.”
Teresa estaba en lo cierto - desde que asumió las riendas de
Foster McKenzie, Elliott no había perdido ni una vez el control, o
tenido una reacción exagerada ante cualquier situación, aunque fuese
desafiante. Por el contrario, cuando se trataba de su trabajo y en
particular de sus acciones en la oficina, tenía la conducta de una santa
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y la paciencia de la melaza en invierno. Nada la agitaba o la hacía


reaccionar de la manera en que lo había hecho esta mañana. Al menos
no hasta el constante deterioro de su estado de ánimo durante las
últimas semanas.
Cogió su maletín y se levantó lentamente de la silla. “Necesito
unas vacaciones. Tal vez en algún lugar cálido y tropical, con un
suministro sin fin de bebidas con esos pequeños paraguas en ellas.”
“Sí, y servida por rubias en bikini,” añadió Teresa conociéndola
demasiado bien.
Elliott pensó por un momento. “No, necesito mantenerme alejada
de las mujeres, sobre todo de las chicas en bikini, por un tiempo.”
Sospechaba por la expresión de Teresa que su rostro la había delatado.
“¿Qué más le molesta?” Dudó Teresa. “Rebecca te ha contactado
de nuevo?”
Elliott había confiado en Teresa después de que Rebecca le dejó
diecisiete mensajes telefónicos en el lapso de tres días, y no dejaba
que Teresa le llevara un mensaje que no fuese Mejor que la perra me
llame.
Elliott hizo una mueca al pensar en la conversación dos días
atrás. “Apareció en mi puerta la noche del sábado y no lo manejé
muy bien. Ahora esta muy enojada conmigo, y Ryan esta enojado
conmigo. Y tu estas enojada conmigo, y yo estoy enojada conmigo
misma por no mantener mi boca cerrada.” La lista era más larga, en
realidad. Sin embargo, Elliott no quiso pensar acerca de su cuñado de
mentalidad desagradable y sus últimos intentos de hacer olas en Foster
McKenzie.
“Yo no estoy enojada contigo, Elliott,” se compadeció Teresa.
“Siento mucho por lo que estas pasando con ella. ¿Qué quiere ahora?”
“Trescientos mil dólares.” Elliott manejaba cantidades más
grandes que esta en base horaria, pero no había principios personales
en juego en esas transacciones.
“¿Por qué?”
“Por una media docena de vueltas en la cama.” La expresión de
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Teresa hizo que Elliott reformulara su explicación para que fuera un


poco menos cruda. “Creo que sus palabras exactas fueron algo como
para hacer que me vaya.”
“No lo estas considerando ¿verdad?” Preguntó Teresa. Uno de
los rasgos que más admiraba de Elliott era su honestidad e integridad.
No pensaba que su jefa cedería al chantaje, pero en este momento no
estaba tan segura. Sentía que Elliott estaba más afectada por las
amenazas de Rebecca de lo que dejaba ver. Elliott siempre era un
ejemplo de profesionalidad y no permitía que su vida personal
infiriera. Era tan dura como debía serlo en sus relaciones comerciales,
pero siempre era justa. Teresa admiraba a cualquiera que pudiera
manejar la complejidad de llevar adelante una conferencia telefónica
mientras respondía e-mails y pedía del almuerzo, sin perder el ritmo;
sin embargo, creía que Elliott era una notable excepción por motivos
más importantes, a saber, los cheques que firmaba mensualmente en la
carpeta marcada como Nuestro Futuro. Estas generosas donaciones
iban a varias organizaciones de niños, y Elliott nunca buscó publicidad
en ello. A Teresa le dolía el corazón al ver a una mujer, que estaba
dando tanto y de buen corazón, estar involucrada con alguien tan
desagradable como Rebecca.
“Por supuesto que no. No voy a darle a esa buscadora de oro lo
que quiere.” Elliott se detuvo. “Oh sí, Estoy esperando una llamada de
Ryan más tarde esta mañana para que me muerda el culo de nuevo, así
que pásamelo.”
La gruesa alfombra amortiguo el sonido de los pasos de Teresa
unos minutos más tarde, y Elliott se sobresaltó cuando una taza de
café apareció frente a ella. “Gracias” -murmuró, sin levantar la vista
del montón de papeles que estaba leyendo.
“De nada. Por cierto, una tal Lauren Collier llamó justo antes de
que llegaras.” La cabeza de Elliott se sacudió tan rápido que Teresa
retrocedió. “Oh, oh, ¿tiene ella algo que ver con Rebecca?”
“¿Has dicho Lauren Collier?” A la afirmación de Teresa,
respondió, “No, ella no tiene nada que ver con Rebecca. Por lo menos
Julie Cannon Come and Get Me

no que yo sepa. Por Dios, espero que no. ¿Dijo lo que quería?”
Elliott estaba sorprendida por su reacción ante la mención de la
mujer hermosa del sábado por la noche. Normalmente no recibía
llamadas telefónicas personales su oficina, y estaba segura de que no
le había dado su número a Lauren. Un extraño hormigueo se escurrió
por sus venas al saber que Lauren se había tomado la molestia de
rastrearla.
Teresa colocó la nota rosa “Mientras no estabas” sobre la agenda
negra que en el escritorio de Elliott. “Pidió que la llamaras. Ella tiene
una reunión hasta las once, pero estará libre después de eso.”
Elliott alcanzó el mensaje. “¿Qué estaba haciendo aquí el chico
de mantenimiento? ¿Es el aire acondicionado de nuevo?”
Teresa hizo una pausa en su salida. “Yo no llamé a nadie. Dijo
que era mantenimiento de rutina.”
Elliott miró hacia las rejillas de ventilación. Por lo menos este
hombre había dejado todo en orden, no como el de la última vez. Se
quedó mirando la pared de enfrente, extrañamente desmotivada para
trabajar. Tenía dos horas que matar antes de que pudiera llamar a
Lauren, el tiempo suficiente para reunirse con un par de altos
miembros del personal y asegurarse de que la presentación de su
reunión con el cliente al día siguiente estaba lista. Sin embargo,
estaba distraída sin remedio. Molesta con ella misma, se imaginó a su
abuelo sentado aquí, detrás de esta misma mesa de madera de cerezo.
¿Qué pensaría de ella ahora?
No necesitó mucha imaginación para escuchar al patriarca
diciéndole que ya era hora de que creciera y asumiera la
responsabilidad que era su derecho de nacimiento. No había conocido
muy bien al anciano, pero parecía cobrar vida cuando entraba en la
oficina y Elliott sabía que ella había heredado ese gen. Le encantaba lo
que hacía, era buena en eso y no podía esperar a ir a trabajar casi todas
las mañanas. Pero hoy lo único que quería era que las agujas en el
reloj Waterford se movieran. Con un suspiro melancólico, dirigió su
atención a una pila de papeles, y se obligó a concentrarse en los
Julie Cannon Come and Get Me

negocios.

*
Del otro lado de la ciudad, en el piso 42 del edificio de Bradley
& Taylor, Lauren también estaba sentada en su oficina, pero no estaba
sola. Estaba luchando por mantener su mente en lo que se estaba
discutiendo con las tres personas sentadas alrededor de la mesa de
conferencias. Lauren siempre se enfocaba cuando estaba trabajando,
pero su mente seguía derivando a la impresionante mujer de esmoquin
que había conocido dos noches atrás. Algo sobre Elliott Foster había
colonizado sus pensamientos y no estaba durmiendo bien a causa de
ella. Pero lo que le preocupaba a Lauren, aún más que el cansancio y
la pérdida de concentración, era su comportamiento inusual de esta
mañana, cuando recogió el teléfono y llamó a Elliott.
Lauren nunca hacía nada sin pensarlo hasta el cansancio, y por
cierto, nunca perdía el tiempo con alguien tan voluble como Elliott.
Lauren había visto su ciclo a través de la ira, la grosería, la frustración,
la humildad y el encanto siempre presente e, inexplicablemente, había
encontrado a cada una más apasionante que su precursora. El día
anterior había pasado horas en Internet buscando información acerca
de la intrigante mujer. Afortunadamente para Lauren, había abundante
material, y algunos artículos incluso se referían abiertamente a Elliott
como lesbiana. Otros se hacían eco de lo que le había arrancado a
Alan y proporcionan unos cuantos chismes jugosos adicionales.
Cuanto más leía sobre Elliott, más quería saber, hasta que
finalmente arrastró sus ojos legañosos a la cama bien pasada la
medianoche. Se quedó totalmente atónita cuando se encontró
hablando con la asistente de Elliott a primera hora de esta mañana.
¿No era suficiente haber investigado a la CEO de Foster McKenzie,
como si de ello pudiera salir una demanda legal?
“Lo siento, ¿qué dijo usted?” Lauren se sintió avergonzada de
haber perdido el rastro de la conversación. Enfócate Lauren. Desterró
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todos los pensamientos de Elliott de su mente cuando le repitieron la


pregunta dirigida a ella por tercera vez.
“Él debería irse.”
“No puedes hablar en serio.” Lauren no sabía si reírse o golpear a
Thomas Merison en la cabeza con un ladrillo. Él acababa de
preguntarle si podía despedir a un empleado porque era raro, como lo
expreso él. Merison era el CFO y empleado de veintitrés años de
antigüedad en Bradley & Foster.
“¿Por qué no lo haría? No puedo tener ese tipo de alteración en
mi organización.”
Desde su primera reunión, Lauren supo que este tipo era un
pedante que no reconocería un pensamiento progresista ni aunque le
mordiera el culo. Estaba tan lejos a la derecha que pronto se iba a caer
de la faz de la tierra. Este hombre y su actitud necesitan extinguirse.
Reprimió una sonrisa.
Lauren conocía a John Briggs, el empleado en cuestión, y
admitió para sí que era polémico, pero nunca había oído ninguna queja
sobre él. Por el contrario, parecía tener una buena relación de trabajo
con sus compañeros y muchas veces lo había visto en la cafetería,
sentado a una mesa llena de sus compañeros de trabajo. Ladeó la
cabeza. “¿Y exactamente qué tipo de alteraciones están sucediendo?”
“Es tan obvio,” dijo Merison como si eso fuera la respuesta a
todo.
“¿Y?”
Merison no era bueno para ocultar sus emociones. “¿A qué
te refieres? Él da cabriolas alrededor de la oficina todo como Nelly
con su muñeca quebrada y sus caderas ondulantes. Siempre charlando
y riendo. Y esas ropas.”
Una imagen de Merison vestido con un peluche de Victoria`s
Secret destelló en la mente de Lauren. Tomó un largo trago de su café
para borrar ese pensamiento aterrador. “¿Has recibido alguna queja
sobre su trabajo?”
“No, pero eso no quiere decir que no este causando una
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alteración. La gente probablemente tiene miedo de decir algo.”


“¿Y por qué sería eso?”
Merison miró a Lauren como si fuera estúpida. “Tienen miedo de
que el comenzaría rumores y diría que son maricas también.”
No puedo creer que realmente estoy teniendo esta conversación.
Este tipo es un idiota.
Merison continuó con su justificación. “Tengo que responder al
gobierno federal. Esta compañía tiene una reputación impecable
y tengo la intención de que siga siendo así. Dirijo un negocio sólido y
no soporto ninguna disensión en mis filas.”
Hasta ahora, el tercer miembro de la mesa, su CEO Charles
Comstock, no había pronunciado una palabra en este tópico de
conversación. Lauren lo miró, invitándolo a opinar, pero él
permaneció en silencio, por lo que dijo, “Por lo que me has dicho, no
puedes despedirlo Thomas.”
“¿Qué más necesitas?”
Mantén la calma. Recuerda que este tipo es un idiota. “En primer
lugar, Thomas, el término es gay. En segundo lugar, es contra la ley
despedirlo únicamente en base de sospechas acerca de con quién sale
en su tiempo libre. En tercer lugar, esta empresa y tú personalmente,
pueden ser demandados por el simple hecho de pronunciar la
palabra raro en este contexto.” Lauren se aseguró de hacer hincapié en
el tú personalmente en su último comentario. “En cuarto lugar, nadie
se ha quejado, ya sea oficialmente o extraoficialmente. Y finalmente,
tu no tienes motivos para despedirlo.”
“¿Qué quieres decir con ningún motivo?” Merison de nuevo se
había endurecido, y Lauren pudo ver apretarse el nudo Windsor en su
corbata.
“Me refiero a que no me has mostrado nada de lo que haya hecho
que justifique la terminación. Su actuación es ejemplar. Tu mismo lo
has dicho en sus últimas tres revisiones de desempeño.” Lauren
le indicó el expediente frente a ella. “Nadie se ha quejado y él no ha
violado ninguna política de la empresa. No ha hecho nada malo,” -dijo
Julie Cannon Come and Get Me

con racionalidad.
Merison dirigió una mirada suplicante hacia el consejero
delegado, quien finalmente habló. “Ahora, Lauren, seguramente hay
algo que podemos hacer aquí”
Ella no se perdió la inflexión en su pregunta, ni la expectativa
que él tenía en que ella apoyaría la posición de Merison. Lauren sabía
que su siguiente comentario sería un punto que definiría su carrera en
Bradley & Taylor.
“No, Charles, no hay nada que podamos hacer. No podemos
despedirlo por el simple hecho de ser gay. No voy a apoyar una
posición que no es ética, por no hablar de moralmente equivocada.”
Ella observó cómo los dos hombres tensaron sus ojos ante su último
comentario como si la vieran por vez, y ella supo que acababa de
entrar en un campo minado.
“Lauren -”
“Es obvio que no es la respuesta que están buscando, pero no
obstante, es mi decisión.” En su opinión, no había nada más que decir
al respecto.
Los dos hombres se levantaron de su mesa. Merison habló con
los labios ajustados. “Muy bien, acepto eso por ahora, pero puedo
garantizar que el Sr. Nelly-Hada será un problema. Puedes tomar nota
de mis palabras sobre eso.”
Antes de que él se apartara de la mesa, Lauren se levantó y clavó
sus ojos en él. “Thomas, mi consejo hacia ti como consejero en jefe
es que dejes de utilizar términos inadecuados y dejes de hacer
comentarios despectivos acerca de un empleado de esta empresa.”
Lauren se derrumbó en el pequeño sofá pequeño en su oficina.
“Santo Cristo. Creo que estoy de mierda hasta el cuello ahora mismo.”
No había nadie en la sala a su confirmar su observación.

*
Elliott podría jurar que las manecillas del reloj de cristal no se
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habían movido en la última hora. Los papeles sobre su escritorio


habían pasado de un lado al otro, dando una apariencia de haber sido
terminados, cuando en realidad que ni siquiera habían sido leídos.
Finalmente, después de una hora, se dio por vencida a la
pretensión de conseguir terminar cualquier trabajo y se fue en busca
de algo para comer. Cuando volvió, Teresa le entregó una nota de
mensaje rosa. Lauren Collier había llamado de nuevo. Ella estaba
ahora libre de su reunión.
Elliott no esperó a escuchar si había algún otro mensaje. Se
apresuró a su oficina y cerró la puerta detrás de ella. Nunca había
sentido este tipo de aprehensión antes de hacer una llamada telefónica.
Todos los días hacía llamadas que podían cambiar el curso de las vidas
de las personas, pero esta sensación era totalmente ajena a ella.
Mientras marcaba, su mente se aceleró recorriendo varias razones por
las que Lauren podría haber llamado y lo que quería, pero se quedó
completamente en blanco cuando la línea comenzó a sonar. Elliott
trató de ensayar lo que quería decir, pero se quedo atrapado en “hola.”
Lauren estaba abriendo un expediente que tenía por lo menos dos
pulgadas de espesor cuando el teléfono comenzó a sonar. Jesús, ¿por
qué nosotros los abogados no podemos decir algo en cincuenta
páginas o menos? El teléfono sonó varias veces antes de que ella
recordara que su asistente, Michelle, estaba en el centro de copiado
haciendo las copias necesarias del material que Lauren necesitaba para
su reunión de mañana por la mañana.
“Lauren Collier,” respondió distraídamente.
“Es Elliott Foster.” ¿Por qué estoy tan nerviosa?
El corazón de Lauren comenzó a correr con el sonido de la rica,
suave voz en el otro extremo de la línea. Dejó caer la carpeta
nuevamente al escritorio y se quitó las gafas de lectura. “Hola. Uh,
gracias por devolverme el llamado.” Eso fue una estupidez. ¿Por qué
no me devolvería la llamada?
“Yo siento haberme perdido tu llamada anterior. Finalmente
sucumbí a un deseo insaciable por una barra de Snickers y bajé a la
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cafetería en el vestíbulo.”
Lauren podía oír la sonrisa en la voz de Elliott. “Personalmente,
soy adicta a los Peanut Butter Cup de Reese “ admitió con
culpabilidad.
“Ah, tu ves, no importa cuán adultas seamos o el éxito que
tengamos, todas tenemos nuestros vicios ocultos.” Elliott se echó a
reír.
“No diré nada si tu tampoco lo haces,” dijo Lauren como si el
secreto fuera un asunto de seguridad nacional.
“Es un trato.” Elliott realmente no sabía qué decir a
continuación.
Lauren contuvo una risita nerviosa. Se sentía absolutamente
ridícula, atemorizada, y tan excitada como no lo había estado en años.
“Yo quería hacerte saber que acepto tus disculpas.” La pausa en el otro
lado la puso nerviosa.
Por último, la voz suave respondió, y Lauren relajó su mano que
apretaba el receptor. “Gracias. Estaba un poco preocupada. Tenía
miedo de que iba a tener que decirle a mi hermana que me había
comportado de ese modo y ella me haría vivir el santo infierno
durante semanas hasta que hiciéramos las paces. Y confía en mí, no
sería un bonito espectáculo.”
“Me alegro de haberte salvado de su ira. ¿Tiene muchas
oportunidades de fastidiarte así?” Esta nueva percepción de la vida de
Elliott era fascinante para Lauren.
Elliott echó un vistazo a la foto de Stephanie que estaba ubicada
en un lugar destacado en la esquina de su escritorio. “Más de lo que
que me gustaría, pero no tanto como solía hacerlo. Me he asentado un
poco en los últimos años, y ahora centra su atención en hacer parejas
entre sus amigos. No creo que ellos estén completamente
emocionados al respecto.” El ritmo cardíaco de Elliott aumentó
cuando oyó reír a Lauren. Qué maravilloso sonido.
“Sólo puedo desearlo. Soy hija única.” Lauren hizo una mueca,
recordando que había pasado varias semanas desde que había llamado
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a su madre.
“¡Caramba, y yo pensaba que lo tenía difícil.” Ambas mujeres
rieron.
Actuando en un impulso, Lauren preguntó “¿Vas a cenar
conmigo el sábado por la noche?” Jesús, no puedo creer que eso
acaba de salir de mi boca. Contuvo el aliento.
Elliott no esperaba la invitación, y sospechaba que Lauren no
había planeado hacerla. Estaba acostumbrada a que las mujeres
e incluso algunos hombres despistados hicieran el primer movimiento
para seducirla, pero esta vez no estaba segura de que la invitación
fuera una insinuación.
Sin saber lo que se había metido en ella, Lauren estaba
completamente avergonzada y trató desesperadamente de pensar en
una manera de salir de esto. Nunca había estado tan poco preparada
para lo que había salido de su boca. “Um... Yo...”
Elliott se apresuró a decir, “Me encantaría.”
Y ahora qué demonios digo. ¡Piensa! ¡Piensa! Lauren estaba
aturdida por su reacción a esta mujer, y sacudió su cabeza en un
intento de apresurar su cerebro a la acción. Su mente estaba
completamente en blanco mientras luchaba por llegar al nombre de
cualquier restaurante de la ciudad. Su salvación llegó en la forma de
una invitación a una reunión-almuerzo ubicada un lugar destacado en
su bandeja de entrada.
“¿Has estado en el nuevo restaurante en el Borgotta llamado
Madison?” Se refirió a la tiendas de lujo recién remodeladas en el
paseo marítimo.
“No, no he estado. He oído que es maravilloso.” Elliott se
recostó en su silla y puso sus pies sobre su escritorio.
Una imagen vívida de Elliott sentada frente a ella en un pequeña
mesa íntima invadió los pensamientos de Lauren. Vio la luz de las
velas centelleando en los ojos oscuros que mantenían el misterio y la
aventura. Largos dedos sosteniendo una copa de Dom Perignon que se
movía lentamente hacia los labios que Lauren realmente pudo sentir
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acariciar sus pechos.


“¿Lauren?”
Aliviada de sus pensamientos lascivos, Lauren dijo, “Sí, aquí
estoy, lo siento. Necesito tu dirección.” No podía dejar de pensar en
los labios de Elliott y tuvo que pedirle que repitiera la dirección dos
veces. “Seis treinta. Eso nos debe dar tiempo suficiente para llegar
allí.”
“Que sea a las seis y podemos tomar un cóctel primero si tu
quieres.” Elliott tenía la esperanza de que podrían tener unos minutos
juntas antes de unirse a la multitud de otros clientes. Tal vez ni
siquiera lleguemos a la cena.
“Muy bien.” Queriendo prolongar la conversación, pero
totalmente perdida de cómo, Lauren asintió, “Está bien, entonces, nos
vemos a las seis.”
“Estaré lista,” dijo Elliott con doble sentido intencional. Basado
en el largo silencio en el otro extremo, parecía evidente que Lauren
había captado la insinuación.
“Bien, nos vemos entonces,” respondió Lauren débilmente y
colgó el teléfono antes de que Elliott pudiera provocarla más. Sentada
de nuevo en su silla, miraba el aire, en espera de que su corazón
redujera su velocidad. Dios, ¿qué es lo que tiene esa mujer? Me siento
como si hubiera sido atropellada por un camión.
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Capítulo Cuatro

Elliott se reclinó en su silla y se frotó las sienes. Tras cuatro días


de reuniones consecutivas estaba cansada y de mal humor, y le dolía la
cabeza. Miró las notas de las reuniones de esta mañana en frente de
ella, notando garabatos abstractos dispersos a largo de las páginas.
Frunció el ceño y se dio cuenta de que los garabatos reflejaban cuán a
menudo su mente había divagado hacia Lauren durante los últimos
días. Había salido con muchas mujeres, y se había acostado con la
mayoría de ellas, pero ninguna se había inmiscuido en sus
pensamientos como lo hacía esta.
Recordó a Lauren en el vestido de diseño negro y se sintió
pasmada de nuevo por la forma en que se destacaba del resto de las
mujeres en el beneficio, no por pura belleza sino con su presencia.
Lauren irradiaba una energía que hacía que todos los demás en la
habitación parecieran sosos y poco interesantes. Elliott no había
malinterpretado el interés en esos ojos, incluso desde el otro lado de la
habitación, pero a la vez había estado demasiado enojada por lo de
Rebecca como para actuar en consecuencia.
Puso sus pies sobre el escritorio y miró el reloj. Tenía treinta
minutos antes de su próxima reunión, y este era tan buen momento
como cualquier otro para pensar exactamente que más había
vislumbrado en los ojos de Lauren antes de que bajara la mirada. ¿Fue
sólo curiosidad? ¿Lauren era heterosexual, o tal vez bisexual
aficionada? Elliott ponderó los diferentes escenarios mientras
mordisqueaba la ensalada que Teresa había dejado en la esquina de su
escritorio. Algo más le molestaba en el fondo de su mente y no podía
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señalar que era. Rara vez se equivocaba en su juicio cuando se trataba


de mujeres o de negocios, pero la situación con Rebecca había
sugerido un corte en su capacidad de evaluación. Pocas cosas sacudían
su confianza, pero la posibilidad de que estaba perdiendo su capacidad
de juicio lo hacía.
Había hablado largo y tendido con Ryan pocas horas antes, en un
intento por determinar su estrategia si Rebecca seguía con sus
amenazas. Puso fin a la llamada asqueada y un poco asustada.
Podían manejar a Rebecca, pero no sin cierta fealdad. A Elliott
no le gustaba ser convertida en rehén, y el hecho de que ella misma
era responsable de esto hacía el problema aún más intolerable. Se
frotó el cuello para soltarse un poco y hojeó el calendario, sonriendo
cuando vio la anotación de la cena con Lauren la noche siguiente. Casi
había esperado que Lauren llamara y pusiera una excusa plausible
para romper la cita. Pero en lugar de eso había confirmado, y
aumentando el nivel de distracción general Elliott.
La idea de pasar una noche con una mujer hermosa siempre la
llenaba de anticipación, pero esta vez el cosquilleo familiar de sus
sentidos parecía más intenso. Esto no era sólo una cena más con
otra mujer hermosa, iba a pasar la noche con una mujer que la
atormentaba como pocas. Si no por otra razón que averiguar si se
estaba imaginando la conexión que había sentido con Lauren Collier,
tenía que volver a verla.
Necesitaba. Elliott volteó unos papeles en su escritorio. la
idea de necesitar cualquier cosa la inquietaba. Necesitar es ser
vulnerable, y no podía recordar la última vez que se había sentido de
esa forma por una mujer. Sus necesidades físicas eran otra cosa. Pero
ahora sus deseos le habían complicado la vida intolerablemente,
dejándola al descubierto a ella y a una tercera parte inocente ante el
cruel juego de Rebecca. Elliott suponía que debía estar agradecida de
que sus emociones nunca habían estado involucradas, su orgullo era lo
único en juego, en lo personal. En el futuro sería más prudente y eso
significaba que fuera lo que fuera que ocurriese el sábado por la noche
Julie Cannon Come and Get Me

con Lauren, ella no iba a tomar decisiones precipitadas que más tarde
pudiera lamentar.

*
Jesús, Lauren, sólo elige algo. Lauren estaba en su armario
examinando las ropas que quedaban cuidadosamente colgadas en la
barra. Observó la pila de prendas que ya se había probado y desechado
en su lecho por no ser las correctas. Estaba nerviosa y quería verse
lo mejor posible. No sabía muy bien cómo clasificar esta noche con
Elliott. No era realmente una cita, pero aún así, ciertamente se sentía
como tal.
Las mariposas empujando por espacio en su estómago eran una
clara indicación de que ella estaba esperando esta cena con más
anticipación de la que alguna vez había experimentado con otros
acompañantes. Cogió una percha y finalmente se reconoció a sí misma
que encontraba a Elliott más que sólo atractiva y no estaba lo bastante
segura de qué hacer con ese hecho. Lauren era altamente educada,
había viajado mucho, y estaba lejos de ser ingenua en las cosas
mundanas, pero estaba muy lejos de su liga con esto.
Frunciendo el ceño ante las perchas vacías, no pudo recordar la
última vez que había estado así de nerviosa. Viajaba en las altas
esferas y, gracias a su educación, no se dejaba impresionar por la
pompa y circunstancia, o por la gente. A su padre le gustaba su trabajo
como cartero y le había enseñado la importancia del compromiso con
la familia, el trabajo, y el país. Su madre era maestra y, durante toda
su infancia, Lauren había estado expuesta a la literatura y a diferentes
culturas. Todavía conservaba el amor por el aprendizaje y la
aceptación de las diferencias con las que había crecido.
El dinero era escaso en la casa Collier, y Lauren había trabajado
duro para ganar lo suficiente para asistir a la universidad local, donde
se graduó summa cum laude y se le concedió la entrada a la Facultad
de Derecho de la Universidad de Harvard. En Harvard, Lauren
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encontró, casi por primera vez en su vida, gente que creía que su línea
de sangre o su saldo en el banco los hacía superiores a los demás. Por
necesidad, había aprendido a adaptarse a su entorno, y se enorgullecía
del hecho de que nunca comprometía sus valores o su integridad al
hacerlo. Harvard, la había preparado bien para lo que vendría en su
la vida laboral.
En esos días, se vio rodeada por hombres y mujeres de éxito
y también por aquellos que recurren a cualquier cosa para ser un
miembro del club. Lauren era consciente de que tenía enemigos,
compañeros de trabajo que resentían su alto cargo. Por lo general
subestimaban su fuerza y su inteligencia, y si Lauren alguna vez tuvo
que actuar para proteger sus intereses, sus objetivos nunca supieron
qué los había golpeado hasta que todo había terminado. A través de
trabajo duro y dedicación, se había ganado la reputación de ser
brillante en la ley y muy astuta políticamente. La mayoría de la gente
sabía que era mejor no hacer un enemigo de ella, incluso aquellos
cuyos avances ella rechazó.
A lo largo de su carrera se había encontrado con hombres
acostumbrados a salirse con la suya, que pensaban que le estaban
haciendo algún tipo de favor al ligar con ella. Al igual que muchas
mujeres exitosas con las que había hablado sobre este tema, parecía
atraer a los hombres que estaban interesados ya sea en ser dominados
o en conquistarla. Tenía citas cuando encontraba el tiempo y había
logrado mantener dos relaciones semi serias por varios años. Pero
cuando cada hombre le propuso matrimonio, se encontró
sorprendentemente ambivalente. Cuatro años habían pasado desde que
rompió con su último futuro marido, y había salido a medias con un
puñado de hombres en ese tiempo, pero ninguno significó nada. Había
empezado a preguntarse si alguna vez conocería a alguien que pudiera
inflamar su alma.
En los últimos años, las mujeres habían expresado en ocasiones
su interés en ella también -- no era como si ella no conociera ninguna
lesbiana – pero nunca había salido con una mujer en serio. Lauren
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tomó una respiración profunda y se detuvo buscando


desesperadamente en su armario. Era sólo una cena. Había estado en
situaciones más íntimas con mujeres. ¿Cuál era la gran cosa aquí?
Con la esperanza de que el sonido de su propia voz calmaría sus
nervios deshechos, dijo, “no estuve tan nerviosa en mi primera cita.”
Lauren sonrió al pensar en Claire Bailey, la primera mujer cuya
invitación había aceptado. Varias citas más tarde, Claire también había
sido la primera mujer que había besado, pero no había ido mucho más
lejos. Lauren había salido con unas cuantas mujeres después de Claire,
pero no se había conectado con ninguna. Se dio cuenta de que, en
muchos aspectos, las mujeres con las que había salido eran muy
parecidas. Exitosas, seguras, y sofisticadas. Pero aburridas.
Elliott era diferente, muy diferente. Es la primera mujer que
me pone la piel de gallina. De una buena manera. De una muy buena
manera. Su cuerpo confirmó la descripción y sacudió las manos, como
si ello fuera a expulsar a las sensaciones de hormigueo en las yemas
de sus dedos. Elliott podría tener a cualquier mujer que quisiera.
¿Podría quererme a mi? Lauren lo dudaba. No tenía nada que ver con
las mujeres con las que Alan dijo que Elliott salía por lo general.
“Si yo sólo me callara y me admitiera a mí misma que quiero
más que una cena probablemente no estaría tan nerviosa.” Su voz se
apagó mientras la imagen de lo que quería llenó su mente. Nerviosa,
infiernos. Estaba asustada hasta la muerte.
Finalmente se puso unos pantalones de seda verde oscuro y un
top crema sin mangas con una chaqueta verde en contraste. El color
iba bien con su pelo rojo y el suave bronceado que parecía ser una
aberración genética. Su madre tenía la misma coloración inusual. Se
inclinó hacia el espejo unido a la cómoda, se colocó los pendientes,
y estudió la cara críticamente. No está mal. Había tomado un cuidado
especial en la aplicación de su maquillaje, lo que fue todo un reto con
sus manos temblorosas por la anticipación. El efecto resultante,
simplemente ponía en relieve sus características con una mirada
limpia y natural que apenas se podía detectar. Satisfecha con los
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resultados, volvió la ropa desechada a su armario, alisó las arrugas del


edredón de plumas que cubría la cama king-size, y ahuecó las
almohadas.
Tenía la intención de alejarse, pero fue arrestada por una imagen
mental de Elliott desnuda en la cama grande. Un eje de calor al rojo
vivo se disparó de su estómago y se instaló entre sus piernas. Dando
un paso atrás supo con un golpe repentino que Elliott era la primera
mujer que había sido capaz de imaginar en su cama. Rápidamente
cogió su bolso y las llaves y salió de la habitación, el corazón le latía
de manera irregular.
Supongo que esto quiere decir que podría ser una lesbiana.
Mierda, espero saber qué hacer.

*
A doce kilómetros de distancia, en su casa en McComb Drive,
Elliott estaba sentada en un mullido sillón de cuero, bebiendo
lentamente Chivas de un vaso de cristal pesado. Su cuerpo estaba
inmóvil, pero su mente corría en competencia directa. No podía
recordar esperar con tanta impaciencia una noche con una mujer como
lo hacía esta noche. Lauren Collier era ciertamente atractiva y la
chispa del deseo instantáneo, pero había algo en ella que acrecentaba
la anticipación de Elliott. Parecía muy diferente de las mujeres con las
que Elliott salía por lo general.
Elliott nunca había tenido escasez de mujeres atractivas
dispuestas a compartir su cama. Creía que si dos mujeres se sentían
atraídas la una por la otra y ambas querían lo mismo, entonces no
había razón por la que no debían pasar la noche juntas - o en algunos
casos la tarde. Era sólo sexo, algo que dos adultos consienten
disfrutar. Como resultado había tenido muchas parejas sexuales, y la
mayoría de sus relaciones duraban días o semanas, pocas veces más.
Las relaciones casuales satisfacían sus necesidades sexuales y se
adaptaban a su estilo de vida, sobre todo porque estaba consumida en
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su totalidad con la reconstrucción de la gestión del día a día de Foster


McKenzie desde que se hizo cargo de la empresa. No tenía ningún
interés en establecer una relación.
Elliott no se engañaba pensando que sus amantes no eran
conscientes de su identidad cuando llegaban a ella, o cuando ella se
les acercaba. Se movían en los mismos círculos, y si los nombres no
eran específicamente conocidos, por lo menos caras lo eran. Sin
embargo, sospechaba que Lauren no se había dado cuenta de quién era
cuando se encontraron por primera vez, y, ciertamente, no le importó
quién era ella cuando la barrió sobre las brasas por su horrible
comportamiento. La invitación a cenar de esta noche había
sorprendido a Elliott por completo, y, para ella, las sorpresas eran
pocas y distantes entre sí.
Incluso a través de la línea telefónica sospechaba que Lauren
había actuado impulsivamente, lo que no era una cosa común para un
abogado. Elliott tenía suficiente experiencia con los profesionales del
derecho como para saber que ellos piensan detenidamente todo y, por
lo general, saben exactamente cuál será la respuesta de casi cualquier
pregunta que planean hacer. Sonrió ante el reto de mantener a esta
mujer fuera de su paso.
Cuando la campana anunció a su invitada un par de minutos más
tarde, se levantó de forma rápida y cruzó la habitación con más prisa
que de costumbre. Por lo general no hacía que una mujer viniera a su
casa, prefería recogerlas o encontrarse en alguna parte. Un escape más
fácil si necesitaba uno, siempre le decía a sus amigos, y varias veces
se convirtió en realidad. Esta era otra señal de que Lauren no era una
chica de molde.
Los zapatos de Elliott se clavaron en el piso de baldosas de
mármol del vestíbulo y la mano le temblaba cuando llegó a la perilla
de la puerta. Apretó su agarre al ver a Lauren en la puerta de su casa.
Ella es hermosa. Elliott notó el corte perfecto del traje verde y sólo la
insinuación del escote en la parte superior del top. Su maquillaje
acentuaba sus pómulos, y destacaba sus tímidos ojos azules.
Julie Cannon Come and Get Me

A Lauren se le hizo un nudo en la garganta y su respiración se


hizo más profunda cuando se dio cuenta de que en realidad estaba de
pie delante de esta mujer sorprendente, una vez más. ¿Qué diablos
estoy haciendo aquí?
“Hola.” La voz de Elliott casi traicionó la carrera de su sangre
mientras recorría su cuerpo.
“Hola,” Lauren la saludó con timidez, sorprendida por su
reacción al ver a Elliott por segunda vez. Captó el corte familiar de
diseño de Hugo Boss en los pantalones de vestir color carbón y la más
oscura blusa de seda que Elliott había elegido usar. Muy caliente.
“Lo siento. Por favor entra” Elliott abrió más la puerta y se hizo
a un lado para dejar entrar a Lauren. Mmm, hueles delicioso.
“¿Algún problema para encontrar el lugar?”
“No, en absoluto.” Lauren casi se echó a reír, recordando sus
reacciones mientras se acercaba a la laberíntica casa de Elliott
momentos antes. Había estacionado en el centro de un largo camino
circular y tuvo que tomar varias respiraciones profundas en un intento
de frenar su nerviosismo y su acelerado pulso. Luego, caminó
lentamente por el sendero de adoquines flanqueado a ambos lados por
flores brillantes y coloridas, y un impecablemente cortado césped. El
olor de la sal estaba en el aire y una suave brisa del océano le
alborotaba el pelo. El paseo normalmente habría sido un placer, pero
todo el tiempo había estado ensayando cómo iba a saludar a Elliott.
Por el amor de Dios, es sólo una cena. Sí, claro.
Elliott la llevó a través de un espacioso vestíbulo a la sala de
estar decorada en tonos de marrón y canela, con colores que resaltaban
en la tapicería de las sillas y cojines del sofá. Un grabado de Georgia
O´Keeffe colgaba sobre la chimenea y otro en la pared a su izquierda.
La habitación transmitía un sentimiento cálido y cómodo.
“Tienes una hermosa casa,” dijo Lauren mientras se movía para
sentarse en una de las sillas de respaldo alto al otro lado del sofá.
“Gracias. No estoy aquí a menudo, pero cuando estoy me gusta
estar cómoda,” respondió Elliott casi con aire de culpabilidad. No
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estaba mucho en casa y, a veces, parecía un desperdicio de buenos


muebles.
“¿Qué te gustaría beber?” Se acercó a la barra del bar del otro
lado de la habitación.
“Whisky si tienes.” Lauren no era, por lo general, una gran
bebedora, pero sentía que necesitaba fortificación adicional esta
noche.
“Por supuesto. ¿Cómo estuvo tu semana en el mundo del derecho
empresarial?” Elliott se encogió ante la estúpida pregunta, pero,
sorprendentemente, no podía pensar en otra cosa que preguntar.
Normalmente no tenía problemas con la charla casual, que
generalmente salpicaba con insinuaciones sexuales.
“Probablemente igual que la tuya.” Lauren aceptó la copa con
agradecimiento. “Reuniones, llamadas telefónicas, tediosos vuelos
fuera de la ciudad, y más reuniones. Y no nos olvidemos de los
siempre presentes correos electrónicos.” Sofocó una sonrisa. “Creo
que se multiplican cuanto más tiempo están en mi bandeja de
entrada.”
El licor estaba tibio en su mano, pero no fue nada comparado
a la difusión de calor a través de su cuerpo cuando Elliott se rió de su
acertada descripción. Sostuvo el vaso con fuerza y tomó un trago,
parpadeando las lágrimas provocadas por la fuerte bebida.
“Pienso lo mismo de los mensajes color rosa que Teresa me da.
No soy una especialista en genética, pero te juro que se reproducen
como conejos en la esquina de mi escritorio.” Elliott lamentó no poder
relajarse.
Lauren se ahogó con el líquido que se deslizaba suavemente en
su garganta cuando la imagen de ella y Elliott follando como conejos
en su escritorio inesperadamente le vino a la cabeza.
Elliott cruzó el espacio entre ellas en un instante, con
preocupación claramente visible en su rostro. “¿Estás bien?”
No, en realidad estoy mortificada. Lauren logró recuperar el
aliento sin avergonzarse más a sí misma. “Sí, supongo que sólo se
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introdujo en el conducto equivocado. Estoy bien, de verdad.”


Parpadeó varias veces más para despejar la cabeza.
Elliott regresó a su silla, sin dejar de mirar a su huésped. “Así
que, ¿cuánto tiempo has estado en B & T?”
“B & T?” preguntó Lauren, ladeando la cabeza.
Elliott sonrió tímidamente. “Lo siento, no quise insultarte. No
sabías todo el mundo los llama B & T?”
“¿Todo el mundo?”
Elliott tomó un sorbo de su bebida. “Bueno, todo el mundo que
hace negocios con ustedes. Bradley y Taylor suena así...” Vaciló
mientras buscaba el adjetivo correcto. “Cargado.”
“Y Foster McKenzie no?” Lauren no pudo evitar el tono de burla
en su respuesta.
“Um. Tienes razón en eso.”
“¿Por qué no sólo vamos con Foster Mac? Tiene un bonito
sonido pegadizo.” Esta vez, cuando Lauren tragó su whisky, bajó
suavemente.
“No estoy tan segura de que mis clientes tengan mucha fe en una
empresa que tiene un nombre que suena pegadizo. La gente tiende a
ponerse nerviosa cuando se trata de su dinero.”
“Mmm, supongo que sí.”
El silencio en la sala fue interrumpido por el tic-tac del reloj en el
vestíbulo. Lauren utilizaba a menudo el silencio como una técnica
para lograr que la gente se abriera, y rara vez le fallaba. La mayoría de
la gente se sentía incómoda y balbuceaba para cubrir las lagunas en la
conversación, sin embargo, lo mismo no podía decirse de la mujer
sentada frente a ella. Elliott parecía perfectamente relajada, que era
más que lo que Lauren podía decir de sí misma.
Elliott estaba lejos de estar relajada. ¿Qué va a traer la noche?
Demonios. Ni siquiera se qué es esta noche para empezar. “Entonces,
Lauren, dime algo acerca de ti.”
¿Te refieres a otra cosa que no sea que no tengo ni idea de lo
que estoy haciendo aquí? ? “¿Algo específico o simplemente en
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general?”
Sí, como que eres lesbiana, ¿verdad?. Elliott reprimió una
sonrisa y se sentó en la silla. “Sorprenderme.”
Su mirada humeante hizo que el pulso de Lauren se acelerara.
“Algo me dice que muy pocas cosas te sorprenden, Elliott.” Sonó más
segura de lo que se sentía.
La forma en que Lauren dijo su nombre envió un rayo de
electricidad a través del cuerpo de Elliott, haciendo que sus dedos
cosquillearan con el deseo de tocarla. “Tú lo hiciste.”
“¿En serio? ¿Cómo es eso?” Lauren no podía creer que estaba
llevando adelante esta conversación con lo que parecía ser compostura
cuando su estómago estaba atado en nudos.
Tiene agallas, Voy a concederle eso. Elliott tomó otro sorbo de
su bebida y casualmente se cruzó de piernas, dándose un momento
para juzgar a donde debía ir desde aquí. Decidió que con precaución
era el mejor enfoque. “Cuando me invitaste a cenar.”
Lauren respondió sin pensar. “Sí, bueno, un poco me sorprendió
a mi también.”
Elliott imitó la pregunta de hacía un momento. “¿En serio?
¿Cómo es eso?” Se sentía como si estuviera en el borde de su asiento
esperando la respuesta.
“No estoy muy segura. Por un lado parecía algo perfectamente
común que hacer para conocer a alguien mejor...” Lauren vaciló, sin
saber muy bien cómo terminar la sentencia.
“Pero por otro lado,” Elliott le solicitó, con las manos como
apoyo. Contuvo la respiración, temerosa de que su reputación la
hubiera precedido negativamente. No sería la primera vez que una
mujer se sintiera incómoda de ser vista con ella. Su imagen de vez en
cuando aparecía en la sección sociedad del diario, junto con
su actual “amiga”, como les gusta etiquetar a sus citas. Si tenía
suerte, ese era el único lugar en que aparecía la foto. Pero a los
tabloides locales de mala calidad les encantaba sacar provecho cuando
les era posible, y a veces eso molestaba a sus citas, que valoraban su
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privacidad.
“Por otro lado, normalmente no invito a alguien a salir tan
rápidamente después de haberlo conocido. Supongo que me
sorprendió que en realidad lo hice.”
“A riesgo de hacer otra pregunta torpe, ¿por qué estamos
saliendo a cenar esta noche?”
El repique del reloj detuvo la respuesta de Lauren. Miró el reloj.
“¡Oh, He perdido la noción del tiempo. Tenemos que ponernos en
marcha.”
Elliott se levantó de su silla con los ojos brillantes. “Me gustaría
pensar que el tiempo vuela cuando te estas divirtiendo.” Cerró con
llave la puerta de entrada detrás de ella y siguió a Lauren por el
camino iluminado hacia su coche. Oyó el canto familiar de la alarma
del coche y las luces del techo emitieron un resplandor cálido y
acogedor invitando a entrar al interior del vehículo. “Bonito coche,”
dijo Elliott apreciando el Mercedes convertible último modelo.
Bueno, tal vez ella tiene una vena salvaje en ella después de todo.
“Gracias. Admito que es un poco demasiado, pero es divertido.”
Elliott abrió la puerta del pasajero y se deslizó en el interior.
Colocándose su cinturón de seguridad observó a Lauren caminar
alrededor de la parte delantera de su coche. Hasta ahora la noche había
comenzado tal como ella había esperado. Lauren era encantadora,
ingeniosa e inteligente. Elliott estaba impresionada por la forma en
que ella había respondido a sus preguntas, directamente, sin la timidez
a la que las otras mujeres con las que salía eran tan aficionadas. Su
honestidad era refrescante, pero Elliott se recordó a sí misma que
también había pensado lo mismo de Rebecca. ¿Podría haber estado
más equivocada?
Dejó descansar su mirada en la suave línea de los muslos de
Lauren debajo de la tela de color verde oscuro de sus pantalones. La
idea de deslizar una mano en el pequeño espacio entre ellos hizo que
los pensamientos desagradables sobre Rebecca se desvanecieran como
un mal sueño. Lauren le sonrió y giró la llave en la ignición. Elliott le
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devolvió la sonrisa, sorprendida por algo. Felicidad. Simplemente


cambiar una mirada con esta mujer la hacía sentirse genuinamente
feliz.

*
El camino al restaurante llevó quince minutos, y mientras el
empleado del servicio de estacionamiento aparcaba el coche,
instintivamente puso la mano en la parte baja de la espalda de Elliott y
la acompañó al interior. El maître las llevó a una mesa junto a la
ventana donde el sol se ponía sobre el Puerto de San Diego.
“Este lugar es fabuloso,” dijo Elliott una vez que se sentaron
y el sumiller tomó su orden. Examinó sus alrededores, teniendo en
cuenta que cada mesa estaba ocupada, muchas por gays y lesbianas.
“Estoy sorprendida de que fueras capaz de conseguir una reserva.
Obviamente es muy popular.”
“Podría darte una respuesta ingeniosa y decir que simplemente
mencioné mi nombre y milagrosamente estuvo disponible una mesa,
pero en realidad acababan de recibir una cancelación cuando llamé.”
Elliott estaba empezando a disfrutar del sentido del humor de
Lauren. “Me gusta más la respuesta ingeniosa que la real.
Quedémonos con esa.”
“Está bien, pero no esperes que mi nombre detenga el tránsito.”
Lauren escaneó el menú, y su boca comenzó a hacerse agua con las
deliciosas selecciones.
“Tu en ese vestido que llevabas la noche del sábado sin duda
hubieses detenido el tránsito,” dijo Elliott.
El corazón de Lauren dio un vuelco con el inesperado cumplido.
Poco a poco levantó la mirada del menú y la estableció en los agudos
ojos del otro lado de los suyos. Eso fue halagador. “Gracias. Me gusta
vestirme arreglada de vez en cuando.”
“¿Y siempre te ves tan hermosa?”
Ella no pierde el tiempo. Esta no era la primera vez que una
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mujer ligaba con ella, pero sin duda era la primera vez que lo sentía
recíproco. Con el objetivo de aligerar el ambiente, dijo, “Tu
realmente no esperas que yo responda a eso, ¿verdad? Estaría
mintiendo si dijera que no y sería narcisista si dijera que sí.”
“Bueno, entonces contestaré por ti. Sí, estoy segura de que te
verías preciosa en cualquier cosa.” inmediatamente Elliott se imaginó
como se vería Lauren en nada de nada, y sus manos comenzaron a
sudar.
“Ahora me estas haciendo sentir avergonzada.”
“Lo siento, pero sólo la verdad fluye de mis labios.”
El corazón de Lauren se detuvo cuando se imaginó esos labios
haciendo otras cosas también. Ella no estaba acostumbrada a tener
fantasías sexuales, sin embargo, no parecía en absoluto extraño que su
mente siguiera extraviada en ese camino desconocido.
Elliott noto la mirada de Lauren desviarse a sus labios y leyó
algo más que una mirada fugaz en sus brillantes ojos azules. Sonrió
con la constatación de que sus frescas líneas no serían desperdiciadas.
Este era un terreno familiar, terreno que ella había transitado muchas,
muchas veces, y se relajó. “Esta vista es fantástica.”
“Sí, lo es, ¿no?” respondió Lauren después de que sus bebidas
fueron entregadas. “Me encanta ver la puesta de sol sobre el agua.
Cuando yo era pequeña mi papá me llevaba a la playa por la noche, y
nos sentábamos juntos y escuchábamos el sonido cuando el sol tocaba
el agua.”
“¿Cómo suena?” le preguntó Elliott, atraída por el aspecto
nostálgico de la cara de Lauren.
“Como un largo y lento chisporroteo que se hace más y más
fuerte cuando llega al agua y luego va disminuyendo, hasta que
desaparece en el horizonte. Como mujer adulta, sé que el sol no toca
el agua, pero como niña pequeña, te juro que lo podía oír.”
“¿Dónde está tu padre ahora?” le preguntó Elliott, con la
esperanza de que Lauren no diría que estaba muerto. Eso era. por lo
general. algo que mataba la conversación.
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“Él y mi madre no viven lejos de aquí.” Riendo, Lauren


agregó, “no podrías hacer que se marchen de San Diego, incluso si
dejaras caer una bomba. ¿Qué tal acerca de tu familia?”
Elliott se quedó desconcertada por la sinceridad de la pregunta.
Todo el mundo la conocía o bien conocía a su padre, o sabía de él, y
muchos también recordaban a su madre. “Lauren, ¿sabes quién soy
yo?” Dios, eso sonó pomposo. “Quiero decir...” No tuvo oportunidad
de terminar su declaración.
“Sí, Elliott, sé quién eres,” respondió Lauren con calma después
de que el camarero apareció y tomó su orden para la cena. “Sé quién
eres pero no te conozco.” Ante la apariencia confundida de Elliott
continuó, “Lo que yo sé o bien lo he leído en un periódico o en una
revista o alguien me lo ha dicho.” Vaciló por un momento. “Yo
prefiero escucharlo de ti.”
Elliott se quedó sin habla con su observación. Había pasado largo
tiempo desde que alguien había querido conocerla, realmente
conocerla. Todo el mundo pensaba que la conocía simplemente por su
reputación, o por quiénes eran su padre o su abuelo. Todos ellos tenían
impresiones e ideas preconcebidas sobre ella, y Elliott se había
acostumbrado a eso. No se había dado cuenta del patrón en que había
caído su vida hasta la simple solicitud de Lauren.
“¿Qué te gustaría saber?” - le preguntó tímidamente, sin estar
segura de querer ir por este camino. Era mucho más fácil para ella
actuar de la manera que se esperaba de ella por sus socios de negocio,
conocidos, e incluso amantes. Eso, sabía cómo hacerlo, esto, era algo
completamente diferente.
“Háblame de tu familia.” Lauren se reclinó en su silla con su
copa en la mano, dispuesta a escuchar.
Elliott la complació. De hecho, habló durante toda la cena. Le
contó a Lauren cómo sus bisabuelos habían emigrado de Europa
durante la Primera Guerra Mundial sólo con la ropa que llevaban
puesta y habían construido un exitoso negocio de venta al por menor
en el bajo Manhattan. Acerca de la forma en que sus hijos se habían
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expandido a la banca y su abuelo, por su cuenta, había construido una


banca de inversión exitosa.
A lo largo de la cena, Lauren detectó una luz en los ojos de
Elliott mientras hablaba de su familia. Se dio cuenta de que se atenuó
ligeramente cuando comenzó a hablar de la muerte de su padre y de
cómo el hermano de su madre se hizo cargo de la empresa.
“Yo tenía veinte y ocho años.” Su tono era de resignada
consternación. “No tenía ningún interés en la gestión de Foster
McKenzie.”
“¿En qué estabas interesada?” preguntó Lauren.
“Mujeres. Muchas de ellas.” Elliott levantó los ojos con cautela a
la mujer frente a ella. La expresión de Lauren no era de repulsión ni
prejuiciosa, sino más bien la animaba a continuar. “Supongo que era
un poco egoísta en ese entonces.”
“¿Supones?” bromeó Lauren.
“Bueno, yo era joven, rica y centrada en mí misma.?
“Y no se te olvide endiabladamente atractiva” intervino Lauren
con humor.
¿En serio? Elliott estaba asombrada por el buen carácter de esta
mujer. “Bueno, eso también.” Le guiñó un ojo a Lauren y prosiguió
medio en serio, “Nunca estuve realmente segura de si era guapa o o si
mi dinero se veía bien. Odio admitirlo, pero en ese momento
realmente no me importaba.”
“¿Te importa ahora?” preguntó Lauren directamente.
“A veces.”
Sorprendida por la honestidad en su respuesta, Lauren preguntó,
“¿A veces?”
Sabiendo que lo próximo que iba a admitir iba a afianzar o
arruinar por completo cualquier oportunidad que tuviera de llevar a
esta sexy mujer a la cama, Elliott se lanzó de todos modos. “A veces,
sólo necesito relajarme. No quiero ningún involucramiento intenso y
no estoy buscando un compromiso, por lo que realmente no importa
por qué están conmigo.”
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Lauren sostuvo la mirada de Elliott. No pudo resistirse a aludir al


comentario de Alan acerca de lo que se rumoreaba de su capacidad
sexual. “He oído que te relajas mucho y que eres muy buena en ello.”
Elliott estaba atónita. “Bueno, ya sabes cómo son los rumores,”
respondió, tratando de desviar el comentario.
Pero Lauren no la dejó librarse del gancho. “No, ¿cómo son?”
Elliott tomó un sorbo de vino. “Sólo debes creer la mitad de
ellos. La otra mitad son una ilusión por parte de la persona que lanza
el rumor.”
“Y cuál es la mitad que debo creer?” Lauren continuó perforando
a Elliott con sus preguntas incisivas. “La parte acerca de la frecuencia
o la de tus habilidades?”
Elliott sonrió y decidió darle a Lauren exactamente lo que estaba
buscando. “Muy bien, Consejera. Le diré todo acerca de ello. Soy una
de esas personas que creen que el deseo sexual es una función natural
del cuerpo.” Las imágenes que su comentario le trajeron a la mente
causaron que Elliott perdiera momentáneamente el hilo de su
pensamiento. Jugaba con su copa de vino, utilizando el tiempo para
enfocarse. “Y... bueno, si tienes a dos adultos que coinciden en que
piensan de la misma manera, entonces...” Se quebró, no sabiendo muy
bien cómo concluir.
“Tienes a dos mujeres satisfechas.”
La risa en los ojos de Lauren hizo que Elliott se uniera a ellos.
“Bueno, sí, si lo haces bien.” Y yo definitivamente lo haría bien
contigo.
Cuando la cena terminó y retiraron los platos de postre,
Lauren preguntó: “¿Por qué estás dirigiendo Foster McKenzie ahora?”
Elliott no estaba preparada para un cambio tan repentino de tema.
Siempre se sentía incómoda al hablar acerca de cómo arrebató el
control de Foster McKenzie de su tío. Fue una batalla legal larga y
ardua que se había convertido rápidamente en desagradable, con su tío
arrojando barro, insultándola, y apuntando el dedo acusador en todas
direcciones menos en la suya propia. Ella se negó a rebajarse a su
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nivel y no acusó recibo o refutó cualquiera de sus comentarios y desde


luego ninguna de sus insinuaciones. Al final, el juez falló a su favor y
el tío Ted estuvo fuera.
“Creo que esta es la etapa de nuestra relación en la que
empezamos a ventilar los trapos sucios.” Elliott trató de crear un
ambiente de humor para aliviar su humillación. “Mi tío tenía más
experiencia en apostar a los caballos que en dirigir una empresa de
capital de riesgo. Para él, los principios eran los mismos. Apostar por
un caballo para ganar, apostar por una empresa o idea para ganar. Creo
que de alguna manera lo son, pero las apuestas son un poco más altas.
No pasó mucho tiempo antes de que hubiera llevado la compañía al
borde del abismo.” La historia parecía favorable, pero todavía sentía el
dolor. “Uno de nuestros más antiguos clientes me rastreó en París y no
me ahorró detalles. Supongo que para entonces, finalmente crecí y me
dí cuenta de que la compañía de mi padre era mi derecho y mi
responsabilidad. Así que aquí estoy.”
“¿Y eres feliz?” Era una pregunta sencilla.
Elliott se rió.
“¿Qué es tan divertido?”
“Nadie me ha preguntado eso en años. No creo que a nadie le
importe realmente, siempre y cuando estén ganando dinero.” Elliott
sabía que su afirmación era cierta.
“Bueno, ¿lo eres?” Lauren todavía quería su respuesta.
Elliott pensó por un momento. Feliz no era una palabra que
hubiera asociado con ella cuando asumió el control de Foster
McKenzie. Era una niña rica mimada entrando en un mundo de
hombres, un mundo lleno de egos, dinero, y la creencia sincera de que
las mujeres no tienen el cerebro para asuntos tan complicados. Luchó
con los clientes y empleados para demostrar que no sólo era lo
suficientemente inteligente sino que también había heredado de su
padre la intuición para los negocios. Pasó un largo tiempo antes de que
se hubiera sentido cómoda, y mucho menos feliz.
“Sí, de hecho, lo soy. Me gusta lo que hago y me parece que
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tengo un don para ello.” En broma, dijo, “Tengo que admitir que hay
momentos en que desearía estar todavía dando vueltas sin
responsabilidades y... bueno, ya sabes.” Miró en los ojos de Lauren
para medir su reacción. “Pero en general, lo estoy haciendo bien. ¿Y
tu?”
“¿Si me gusta mi trabajo o si prefiero correr y.. bueno, ya sabes?”
Lauren sabía exactamente a lo que se refería a Elliott y la llamó a ello.
Elliott levantó las cejas y ladeó la cabeza en acuse de recibo.
“Ambos.”
“Sí, me gusta lo que hago y soy buena en eso,” respondió
Lauren. “No he tenido muchas de oportunidades en el departamento
correr por ahí, por lo que tendré que tomar tu palabra sobre lo mucho
que lo extrañaría.” Esperaba que Elliott no se ofendiera con su última
declaración.
“¿Y qué con, bueno... ya sabes?” Elliott estaba confiada en que
la conversación iba en la dirección que ella quería.
“¿Qué pasa con ello?” Lauren contuvo la respiración sin estar
segura de que quería para ir por ese camino. “¿Me estás preguntando
si soy virgen?” Se sorprendió de su propia pregunta y del tono
picarezco en el que la preguntó.
“Tu eres una mujer hermosa, Lauren.” Esa simple frase fue su
respuesta.
“Gracias” respondió Lauren en voz baja. Su voz tenía una
ronquera que no había estado allí hace un momento. Sostuvo los ojos
oscuros a través de la mesa. La promesa de pasión que vio allí le secó
la garganta. ¿Cómo esta conversación de transformó de burla en
ardiente deseo? Esta mujer es peligrosa, y yo no tengo ni idea de que
lo que estoy haciendo o incluso de por qué lo estoy haciendo. Lauren
alcanzó la cuenta, agradecida de que sus manos nerviosas tuvieran
algo que hacer.
“Gracias por la cena, Lauren, fue maravillosa,” dijo Elliott
cuando finalmente se levantaron para marcharse.
“Estuvo deliciosa, no es así?”
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Elliott sintió de nuevo el ligero toque de Lauren en la parte baja


de su espalda a medida que avanzaban hacia la puerta. ¿La mano está
más cálida de lo que estaba cuando entramos? El coche se sentía más
cálido también, una vez que se sentaron en el, como si sus cuerpos
estuvieran irradiando calor. Elliott rara vez se había sentido tan
consciente de la proximidad de una mujer. Podía oír la respiración de
Lauren y sentir sus ojos.
Su conversación en el viaje a casa fue mínima y el plan de ataque
de Elliott estaba tan perfeccionado que ni siquiera pensó en ello.
Cuando Lauren la acompañó hasta la puerta, Elliott preguntó, “¿Te
gustaría una copa?”
Lauren sabía exactamente el tipo de copa a la que Elliott se
refería, y también sabía a dónde la llevaría una respuesta afirmativa.
“He pasado un momento maravilloso, Elliott, y tú eres una compañera
de cena encantadora, pero a riesgo de no volver a verte, ¿podría tener
un vale?”
Dios mío, ¿Qué acabo de decir? Lauren parpadeó, con ganas de
retirar lo dicho, pero sabiendo que no podía. Ya podía ver su respuesta
hundiéndose.
Elliott estaba haciendo un trabajo terrible ocultando su sorpresa.
¿Acaba de decir que no? Después de todo ese coqueteo e
insinuaciones, ella dijo que no? “Por supuesto.” Trató de sonar casual.
“Otra vez, tal vez.”
“Sí, otra vez.” Lauren logró una sonrisa incómoda. “Gracias.”
Elliott no insistió en el tema, sino que simplemente le deseó
buenas noches.
A medida que se alejaba de la casa de Elliott, Lauren se sintió
desconcertada por su reacción a la propuesta que había esperado toda
la noche. ¿No era eso que lo que quería? ¿No quiero sentir sus manos
y sus labios en mi cuerpo? Quiero tener sexo con ella, ¿verdad?
Maldición que si lo quiero. Entonces, ¿por qué diablos le dije que no?
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Capítulo Cinco

Lauren estaba cansada. Cansada de mirar el reloj en su mesilla de


noche, cansada de dar vueltas, cansada de pensar en Elliott, y,
considerando que eran las cinco de la mañana y no había
pegado un ojo, simplemente cansada. Se dio la vuelta sobre su espalda
y escaneó el cielo raso en busca de respuestas que no habían aparecido
en la pasadas cinco horas. En la silenciosa oscuridad de la noche
recordó cada minuto de su noche con la mujer que ahora dominaba sus
pensamientos, específicamente retrotrayéndose al hecho de que se
había negado a una noche llena de placer. De eso no había duda,
Lauren se dio cuenta de que era probablemente la única cosa que no
estaba en duda, tratándose de Elliott.
Ella sabía que Elliott haría la oferta y hasta que abrió su boca y la
rechazó, había estado pensando en aceptar. ¿Por qué diablos no lo
hice? Esa era la pregunta que la mantenía despierta. Lauren raramente
cuestionaba a posteriori sus decisiones, prefiriendo analizar la
situación, sopesar las alternativas, mantenerse en su elección, y seguir
adelante. Su mantra era que tomas la mejor decisión que puedes con
los hechos que tienes en ese momento y jugar con debería, podría,
habría no te consigue nada más que dolor.
En los últimos meses había estado actuando fuera de lo normal, y
estaba empezando a preocuparse. Había trabajado duro a lo largo de
los años y había usado su habilidad natural para pensar de manera
lógica y sensata para llegar a donde estaba en la actualidad. Le
encantaba ser abogada y estaba orgullosa de sus logros, pero estaba
empezando a sentir que su vida estaba vacía. Con creciente claridad,
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reconoció que deseaba la vida que sus padres tenían. Después de


cuarenta y dos años de matrimonio, su padre aún estaba casado con
“la más bonita pelirroja Estados Unidos”. La cena en la mesa todas las
noches estaba llena con charlas sobre los acontecimientos del día y el
graznido inevitable sobre a quién le tocaba lavar los platos. Su casa
era el lugar de reunión para el barrio y, en aquellos días, siempre
estaba llena de adolescentes, jóvenes e incluso adultos jóvenes.
Sus padres siempre la habían apoyado y asistido a tantas
actividades extracurriculares como les fue posible. Lauren los amaba
por igual, pero estaba más cerca de su padre que de su madre, debido
principalmente a su apoyo incondicional para con ella, incluso cuando
quería participar en los deportes llamados de muchachos. Él había
cogido el balón de football con ella, lanzado miles de lanzamientos,
golpeó a cientos de bolas por el suelo, y la animó desde las líneas
laterales del equipo de football del barrio. Sin él, dudaba que se
hubiera convertido en la mujer segura que era hoy.
Entonces, ¿qué? Entonces, que tengo un gran trabajo, una casa
grande y un coche elegante, montones de dinero, y la envidia de los
que me rodean? Gran maldita cosa. No tengo siquiera un pez con
quien compartirlo.
Lauren tenía compromisos de cena por lo menos cuatro o cinco
veces al mes, pero eran obligaciones de negocios. Trató de recordar
la última vez que salió socialmente. Un latido persistente entre
sus piernas fue un recordatorio, no tan sutil, de que había pasado
mucho tiempo desde que había sentido el contacto de otro ser humano.
Sin duda no podía recordar la última vez que había tenido sexo. Con
alguien más que Duracell. Probablemente había sido siete u ocho
meses atrás, y al parecer no fue particularmente memorable, tampoco.
Lauren se echó a reír. Jesús, tengo que echar un polvo.
Obligándose a cambiar de tema, comenzó a preguntarse de qué
quería hablar con ella su jefe el lunes. Cuando el aviso de la reunión
había llegado a su correo electrónico después de horario ayer, el
asunto estaba en blanco. Sólo una invitación anodina que, por lo
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general, rechazaba a menos que fuera consciente del asunto. Su


formación jurídica le prohibía entrar en una reunión sin preparación.
Desafortunadamente no podía hacer eso cuando su jefe la llamaba, por
lo que analizaba los acontecimientos de las pasadas semanas en su
mente, esperando que algo surgiría. Había una cosa que le molestaba
en fondo de su cerebro, y que era su postura acerca de despedir al
chico gay de contabilidad. Había revisado su decisión varias veces
desde entonces y confiaba en que había tomado la decisión correcta.
Pero había esperado a medias que volvería como un boomerang, y se
determinó a no permitirlo. Aparte de las consideraciones éticas, sería
arriesgado para su compañía despedir a cualquiera por esos motivos.
Confiada en que podía manejar cualquier ángulo que su jefe
quisiera elevar alrededor de esa decisión, cerró los ojos esperanzada
de tener por lo menos unas pocas horas de sueño.

*
Elliott odiaba estar en espera, pero había estado jugando al
teléfono descompuesto con Ryan durante toda la mañana. Mientras
escuchaba la estúpida música, su mente vagaba a Lauren por lo menos
por duodécima vez ese día. Había pasado la mayor parte del domingo
tratando de determinar si ella había leído mal las señales que recogió
constantemente durante su cita. Su radar gay y la experiencia con las
mujeres rara vez le fallaban, y se sorprendió cuando Lauren dijo que
no. Tan sorprendida, de hecho, que ni siquiera trató de disuadirla. Aún
estaba desconcertada por el inesperado rechazo.
Sus amigos le habían dicho en varias ocasiones que su reputación
un día la atraparía. El estómago de Elliott se revolvió cuando recordó
lo que había dicho acerca de sus intereses en el pasado. Divertido
Elliott. Prácticamente le dijiste que eras una puta y tú te sorprendes
de que ella te haya rechazado. ¡Qué idiota! Sabía que si la
retrospectiva fuera previsión habría adoptado un enfoque diferente.
Estaba tan acostumbrada a que cenar con una mujer hermosa fuese un
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preludio del sexo, que apenas había considerado la posibilidad de una


reacción negativa a su apertura. ¿Y por qué me importa lo que ella
piense?
Cuando sus reflexiones fueron interrumpidas por su abogado
finalmente tomando la línea, se quejó, “Ryan realmente tienes que
conseguir mejor música de espera. Si no hubieras insistido en que
habláramos hoy, no la habría aguantado. Y así me ayudes, si tengo esa
canción tocando en mi cabeza durante el resto del día personalmente
voy a pisotearte.”
Su relación de cliente - abogado era un tanto diferente a la
habitual. Habían sido amigos desde hacía más de diez años y era
natural que quisiera a Ryan como su abogado. Él había declinado más
veces de lo que podía contar citando conflicto de interés, pero sabía
que simplemente tenía miedo de defraudarla. Aún no lo había hecho.
Elliott supo que la llamada era seria cuando el no respondió con un
golpe de los suyos.
“¿Ryan?”
“He recibido papeles del abogado de Rebecca esta mañana.”
Elliott se mantuvo tranquila, sabiendo que el otro zapato iba a
caer.
“Ella te está demandando.”
“¿Por qué?” Elliott se sintió sorprendentemente tranquila. Sabía
que su mejor amigo estaba conteniendo la respiración.
“Trescientos mil dólares.” Aún no había exhalado.
“¿Por qué motivos?”
Ryan titubeó, y Elliott supuso que no quería verla herida. Su
amistad contravenía la definición común de un lazo entre un hombre y
una mujer. Pero Elliott rara vez pensaba en Ryan como un hombre.
Cuando lo miraba no consideraba el género, veía un amigo sincero,
leal y ella sabía que él sentía lo mismo por ella. Habían resistido las
tormentas habituales en conjunto, desde las de una sola noche a las
relaciones fallidas. Elliott fue la primer persona a la que Ryan había
presentado a su prometida Cristal, y ella se había puesto de pie como
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madrina en su boda trece meses más tarde.


Cuando se ponía el sombrero de abogado y se lanzaba adelante,
ella podía decir que encontraba difícil la conversación. “Alienación de
afecto, fraude y difamación. Absurda, por supuesto, ya que tu no has
distribuido tus opiniones en público. Supongo que no se tomó
amablemente que le dijeras que fue un mal polvo.”
Elliott lanzó un suspiro. No se sorprendió de que la situación se
hubiera intensificado. Sabía que Rebecca iba a ser un problema, sólo
quedaba saber cuán grande. “Adelante.”
Era lo suficientemente astuta como para saber que había mucho
más en el documento legal que ahora proyectaba una sombra sobre su
vida. De su última conversación, sabía que Ryan había dejado todo
cuando los papeles llegaron por correo a las ocho de la mañana. Él
había estudiado minuciosamente las diecisiete páginas, tomando notas
en el margen de los pensamientos que le venían a la mente y había
dado a su asistente legal la tarea de recorrer la Web, buscando toda
información sobre Rebecca Alsip. Elliott moría de ganas de ver lo que
había reunido, pero Ryan había insistido en estudiar el expediente en
detalle para determinar exactamente lo que usaría para deshacerse de
Rebecca de una vez por todas.
“¿Qué quieres primero?” , preguntó. “Las buenas noticias o las
malas noticias?”
Durante los siguientes veinte minutos habló de los diversos
elementos de la demanda, Ryan a menudo reiteró que si bien esto
se iba a poner feo, iban a ganar. Elliott se sentía alentada por su
confianza, pero su instinto le decía que no sería fácil.
Su atención se concentró en una frase específica en medio de la
jerga legal. “Dilo de nuevo. ¿Ella va a llamar a quién en calidad de
testigo?”
“Cualquiera y todas las personas que hayan tenido contacto
sexual anterior o actual con la parte demandada y en la actualidad
cualquier persona con un potencial contacto sexual.”
“Vamos a ver si lo entiendo.” Elliott se frotó los ojos. “¿Ella va a
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citar a todos las personas con las que me he acostado y a todas con las
que pudiera estar pensando en dormir? ¿Es eso?” Esto estaba
empezando a sonar insano. Ella tenía un montón de defectos humanos
normales, pero no incluían los descriptos en el documento.
“Va a tratar.” La respuesta de Ryan manifestaba su compromiso
de no dejar que esto sucediera.
“¿Puede hacer eso?” Elliott dijo una oración en silencio.
“No, esto es un truco estándar. Además, si quiere citar a todos
aquellos con los que quieres tener relaciones sexuales, todos
moriríamos de vejez antes de que llegara a la M”
El sonido de la risa profunda de Ryan aligeró el estado de ánimo
de Elliott. “No estoy segura de cual era tu intención, pero lo tomaré
como un cumplido.”
“No estoy seguro de que eso fue lo que quería decir.” El estado
de ánimo de Ryan rápidamente se puso serio. “Esta cuestión podría ser
un problema si nosotros no llegamos a algún tipo de acuerdo con ella.
Tu sabes a quién va a llamar primero, y no tengo que decirte cómo se
sentirá el senador Jarvis de que salga a la luz el nombre de su hija. No
quieres molestar a este tipo. Él tiene un largo alcance en el sector
financiero.”
Elliott finalmente se rompió. “Te lo he dicho, yo no le voy a dar
nada. No medio millón de dólares, no cien mil dólares, no cien
dólares, no un maldito centavo! Te pago una suma escandalosa de
dinero, Ryan, y espero que termines esto. Ahora.” Golpeó el receptor
en la base y maldijo, “El maldito hijo de puta!”
Teresa asomó tímidamente la cabeza por la puerta. Sabía que su
jefa estaba hablando con su abogado y no estaban haciendo planes
para el fin de semana. “¿Estás bien aquí?” Cuando su cabeza no fue
arrancada de inmediato, entró en la espaciosa oficina y se detuvo
frente al escritorio desordenado.
Elliott dejó caer su cabeza entre las manos. “Jesús F. Cristo. Me
estoy cayendo a pedazos.” Rara vez perdía los estribos, y cuando lo
hacía nunca se lo tomaba con un espectador inocente. Se sentía tan
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pequeña como una mosca como resultado de su diatriba. Levantó la


mano, silenciando las preguntas de Teresa mientras cogía el teléfono.
Después de una muy humillante disculpa a Ryan, volvió su atención a
su muy preocupada amiga.
Teresa inhaló bruscamente ante la mirada angustiada de su jefa.
Nunca la había visto tan angustiada, y lo que le dolía era que no había
nada que pudiera hacer. “¿Puedo traerte algo?”
Lauren. Elliott se sorprendió de que su primer pensamiento fuera
Lauren. Realmente me estoy viniendo abajo. Se tomó un momento y
trató de ordenar sus pensamientos y emociones. Cuando nada parecía
caer en su lugar se sentó en su silla y suspiró. “Nada, gracias. Yo lo
siento si mis travesuras te preocupan. ¿Por qué no guardas tus cosas y
vuelves a casa?.” Tratando de poner Teresa a sus anchas, insistió,
“Estaré bien, de verdad. Me estaba ventilando.”
Pero ella estaba lejos de estar bien, y le tomó varias horas de
intenso auto-cuestionamiento poner todo en perspectiva. Más
preocupante que el tema con Rebecca era que todavía no podía hacer
que su mente se moviera de su enfoque determinado en Lauren, y
estaba desesperada por saber por qué. Aparte de su breve conversación
en noche del banquete de los premios y de la cena el sábado pasado,
realmente no conocía a Lauren en absoluto. Sin duda ella era cálida,
ingeniosa e inteligente, y tenía un gran sentido del humor. Desafiaba a
Elliott en todos los niveles. Sin lugar a dudas ella era la mujer más
fascinante que había conocido en mucho tiempo, quizás nunca.
Se le pasó por la cabeza que estaba tan desencantada por
Rebecca, que cualquier mujer razonablemente decente y honesta
parecería notable. Y Lauren era más que eso. Ella era hermosa e
independiente, y no parecía tener ninguna agenda oculta; Elliott era
una experta en detectar a esas. Había aprendido, creciendo, que podía
tomar a muy pocas personas a su valor nominal.
Elliott no estaba segura de cuando había caído por primera vez
en la cuenta de que la mayoría de sus amistades estaban condicionadas
a su riqueza y el estatus de su familia. Ella y su hermana Stephanie
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habían asistido a la Willingham School en Pennsylvania. Willie, como


sus compañeros de clase llamaban a su escuela, era una de los mejores
internados de chicas privados en el país, con una lista de espera de
admisión de años. La broma era que cuando una mujer ovulaba, ponía
el nombre de la familia en la lista de espera para obtener una de las
codiciadas vacantes cuando el niño pronto-a-ser creciera lo suficiente
como para asistir.
Elliott nunca había tenido problemas encajando, era la típica
niña rica, con buena apariencia, un montón de juguetes y dinero para
gastar. También había sido una busca pleitos con una imagen de chico
malo, y todas las chicas estaban tras ella. Pero siempre fue consciente
de que incluso si se sentían atraídas de caminar por el lado salvaje, la
mayoría todavía quería algo más de ella, y rara vez era simplemente su
amistad.
Su hermana Stephanie, sin embargo, había heredado el gen de la
confianza y era el factor dominante en su vida desde el día en que
nació. Su madre había muerto cuando Elliott tenía seis años, y nunca
hubo ninguna mujer especial en la vida de su padre como para entrar
en el rol de la maternidad. En su lugar, parecía como si hubiera una
nueva mujer dando vueltas cada vez que regresaba de la escuela.
Como hermana mayor, Elliott era protectora de Stephanie.
Mientras estuvieron en Willie, rescató a Stephanie de muchas
situaciones difíciles e incluso peligrosas. La ingenuidad de Stephanie
y su fe en la bondad de la gente no sólo le rompió el corazón en forma
regular, sino también su asignación semanal. Elliott hizo lo que pudo
para mantener a salvo a su hermana y prevenir que otros la utilizaran,
pero ella no podía estar allí todo el tiempo.
El pobre juicio de Stephanie se extendía a los hombres con los
que salía y culminó en su matrimonio con Mark Nelson, un intrigante
manipulador que parecía tener la costumbre de salir con mujeres ricas.
Elliott había hecho todo lo posible para hacer ver a Stephanie quién
era Mark en realidad; incluso lo había hecho investigar y había
descubierto dos prometidas anteriores que se despabilaron antes de
Julie Cannon Come and Get Me

echarse el lazo. Nada de lo que descubrió hizo ninguna diferencia.


Stephanie había avanzado demasiado en el camino del amor ciego
como para escuchar.
Para disgusto de Elliott, su padre invitó a Mark a unirse a Foster
McKenzie poco después del matrimonio y se convirtió en un imbécil
aún mayor de lo que era cuando lo conoció. Cuando murió James
Foster, Mark supuso que estaría en la oficina de la esquina ya que se
veía a si mismo como el jefe de la familia. Stephanie no tenía ningún
interés en los negocios y los intereses de Elliott estaban puestos en el
sol, el vino y las mujeres, no necesariamente en ese orden. El
testamento de su padre le entregó las riendas de la empresa a su tío, y
Mark se había enfurecido, sin embargo, pronto pareció aceptar que era
simplemente otro culo que besar. Su estrategia no había cambiado
mucho en los últimos años, y Elliott podía sentir su hirviente
resentimiento, ahora que el suyo era el culo en cuestión. La única
razón por la que no había despedido a ese imbécil bueno para nada,
era por su hermana.
Mark tenía algunos aliados en Foster McKenzie, los oportunistas
siempre se reconocen unos a otros en su escalada. Elliott había tratado
de eliminar las malas hierbas cuando se hizo cargo de la empresa.
Como era de esperar, algunas de las personas con quienes se había
aliado su tío en su contra de pronto actuaban como si fueran sus
mejores amigos y aliados más cercanos. Los había despedido, sin
pensarlo dos veces. La lealtad le importaba, a pesar de que se diera
cuenta de que a menudo venía con condiciones. La experiencia le
había enseñado que todo el mundo quería algo de ella y, aparte de
unos pocos amigos cercanos y de su personal directo, Elliott no
confiaba en muchas personas.
Haciendo un esfuerzo consciente por voltear sus pensamientos en
una dirección más agradable, Elliott cogió el teléfono y marcó a una
florista local con la que Foster McKenzie tenía una cuenta. Cambió
opiniones sobre el arreglo que quería enviar y dio la dirección de
Lauren en Bradley & Taylor. Deseó poder ser una mosca en la pared
Julie Cannon Come and Get Me

cuando el paraguas que contendría el arreglo primaveral fuera


entregado en la oficina de Lauren con la tarjeta que decía, “Espero con
ansias que llueva en el pronóstico.”
Elliott negó con la cabeza. ¡Santo Dios!, y ni siquiera hemos
dormido juntas. Quería añadir aún al final de ese pensamiento, pero
por primera vez en muchos años se sentía insegura de sí misma. La
confianza era uno de los muchos rasgos que había heredado de su
padre y, en las raras ocasiones en que la abandonaba, se sentía
inestable. Pocas veces sucedía en sus relaciones con mujeres. Siempre
sabía qué pasos seguir, qué decir, y en qué orden, para llevar a una
mujer a la cama. Había desafíos de vez en cuando, pero el instinto
irrumpía en esos momentos y ella se iba a casa feliz.
Elliott se volteó hacia su computadora y sus dedos dudaron en
el teclado. Recordó las primeras semanas que ella se sentó en esta
silla y lo asustada que había estaso. Demasiadas personas dependían
de ella. Pero lo más importante, necesitaba probarse a sí misma. Era la
hija de su padre.

*
Al día siguiente, Lauren respondió su teléfono cuando sonó
después del almuerzo. “Lauren Collier.”
“Hola, soy Elliott.”
El corazón de Lauren saltó al oír la voz en el otro extremo de la
línea.
“Hola a ti .” ¿No puedo pensar en algo mejor que decir?
“Espero no estar interrumpiendo.”
Después de declinar la invitación para pasar la noche del sábado
con Elliott, Lauren había dudado que iba a saber de ella nuevo. Se
quedó atónita cuando llegó el ramo de flores, una horas antes.
Inmediatamente sospechó que eran de Elliott, y el paraguas lo afianzó
aun antes de que leyera la tarjeta.
“Sí, interrumpes, y gracias a Dios!” Se quitó las gafas de lectura
Julie Cannon Come and Get Me

y empujó su silla lejos del escritorio.


“¿Lo tomo como algo bueno?” Elliott no estaba segura de que
había oído bien.
“Es algo muy bueno.” Lauren volteó la silla para hacer frente a la
ventana. “Estoy revisando una declaración, y es el interrogatorio más
árido que he leído. Debo de haber leído la misma página tres veces y
aún no sé cuál es la respuesta del querellante. Así que, sí, tu llamada
es oportuna.” Eso y el hecho de que yo esperaba saber de ti de nuevo.
Elliott podía detectar el placer en la voz de Lauren. “Me alegro
de poder servirle, Consejera.”
“Gracias por las hermosas flores. Muy imaginativa.” Lauren
todavía podía sentir las mariposas aletear en su estómago; habían
llegado junto con las flores.
“De nada. Trato de no ser tan predecible.” Elliott era cautelosa
cuando enviaba flores a una mujer. Tenía miedo de que contradijeran
su mensaje de sin condiciones. Sin embargo, esta vez estaba buscando
un hilo. “Espero que no haya sido incómodo para ti recibirlas en la
oficina.”
“No, en absoluto. Fue una sorpresa maravillosa.” La entrega
había causado un gran revuelo. Lauren nunca había recibido flores en
el trabajo, y la emoción superaba con creces la inevitable
especulación. Michelle sabía que no debía abrir la tarjeta, y Lauren
sabía que su joven asistente debía estar muriendo de curiosidad.
“¿Estás libre la noche del sábado?” Le preguntó Elliott.
“Sábado?” Lauren se volvió rápidamente y analizó su calendario.
“Sí, lo estoy, después de las seis.” Vaciló con expectativa. Elliott iba a
invitarla a otra cita. Tenía ganas de reír.
“Tengo entradas para el ballet y me preguntaba si te gustaría
ir.” Sueno como un adolescente pidiendo una cita. Elliott estiró
sus piernas sobre la mesa de café de teca frente a ella y trató de
relajarse en el sofá de cuero italiano en su oficina. Junto con estar en
la cama, preferiblemente con alguien, el sofá era su pieza de
mobiliario favorita.
Julie Cannon Come and Get Me

“Me encanta el ballet,” exclamó Lauren. El Lago de los Cisnes


estaba programado para ser representado por el nacionalmente
aclamado Ballet de San Diego, y había tenido la intención de
conseguir entradas. Era una admiradora de las artes, pero su horario no
le permitía asistir a tantas representaciones como le hubiera gustado.
El hecho de que Elliott asistiría al ballet era otra pepita de información
sobre ella que Lauren encontró fascinante. Tenía la intención de
descubrir más.
“Sé que es una invitación de último momento, pero mi horario se
acaba de liberar y pensé en ti.” Elliott sabía que estaba divagando, lo
que no era común en ella. “Podríamos cenar en el centro antes de que
se levante el telón, si quieres.”
Lauren vaciló. “¿Podemos cenar después? Tengo algo de lo que
no puedo escapar a tiempo para cenar antes de la función.”
Miró la foto de una adolescente en su escritorio. Era su tercer año
como mentor de Tonya Quinn, una adolescente identificada por su
consejero de la escuela como en riesgo. Ellas tenían el compromiso de
pasar el día juntas el segundo sábado de cada mes. La relación era
importante para Lauren, y ella nunca consideraba cancelarla a menos
que fuese una situación extrema. Por mucho que quería ver a Elliott
de nuevo, las salidas sociales con mujeres atractivas no contaban
como “situación extrema”.
“Si el sábado no es buen día para ti podemos hacerlo en otra
ocasión.”
“¡No!? Dijo Lauren con más fuerza de lo que pretendía. “No,
en serio. El sábado esta bien, a excepción de la cena temprana.”
¿Estoy sonando desesperada?
Elliott no se dio cuenta de que había estado conteniendo el
aliento. “Genial. ¿Qué tal si te recojo a las siete?”
“En realidad, ¿puedo encontrarte allí en su lugar?” Lauren sabía
que no sería capaz de llegar a casa desde el acuario y estar lista a
tiempo de que Elliott la recogiera. Podía llevar ropa limpia en su
coche y cambiarse en lo de Tonya.
Julie Cannon Come and Get Me

Elliott sintió la duda en en último comentario de Lauren. “Claro,


ningún problema. Dejaré tu boleto en Will Call y nos encontramos en
el interior.”
“¿Por qué no nos encontramos frente a la estatua del águila cerca
de las siete y cuarto?”
Elliott conocía el monumento de bronce de la entrada. “Estaré
allí.” No quería terminar la conversación y frunció el ceño cuando
levantó la vista y vio a Teresa asomando en su puerta de entrada
señalando su reloj. “Lo siento, Lauren, tengo que correr. Teresa está
de pie en mi puerta luciendo frenética. Nos vemos el sábado?”
“Sí. Gracias.” Lauren colgó y recordó los argumentos que había
tenido con ella misma sin parar durante los últimos días.
Eventualmente había llegado a la conclusión de que ella no quería que
Elliott pensara que iba a ser una más en la larga fila de mujeres en su
vida. Lauren no estaba interesada en su dinero, su fama o su poder.
Admitió que al principio había estado en la búsqueda de Elliott
sexualmente, pero después de la conversación durante la cena, estaba
igualmente interesada en ella como persona. Introducir el sexo en la
mezcla sería definitivamente embarrar las aguas. Pero me encanta
jugar en el barro.
Julie Cannon Come and Get Me

Capítulo Seis

“La única cosa buena acerca de estos eventos es toda la piel que
se llega a ver.”
Elliott lanzó una mirada mordaz al hombre de pie junto a ella.
¿Cómo pudo su hermana casarse con una baba como Mark Nelson era
una pregunta que, probablemente, nunca sería respondida, y por qué
seguía aún casada con él era un misterio aún mayor.
“Ah, vamos,” se quejó Mark, tomando un trago de cerveza. Sus
ojos siguieron analizando la multitud de concurrentes al ballet. “Sabes
que te gusta mirar tanto como a mi.”
Elliott no describiría las acciones de Mark como mirar, por
definición. Lascivia era un verbo mejor. “Mark, eres un cerdo,” dijo,
sin hacer ningún intento de ocultar su disgusto. “He conocido a tu
madre y sé que te crió con mejores modales.” El padre de Mark había
muerto varios años después de que él y Stephanie se casaron, y Mary
Lou Nelson se unía a menudo a los Foster para las reuniones
familiares.
“Sí, lo hizo. Pero además me dijo que era una astilla del viejo
tronco también.” Mark le guiñó un ojo.
De todo punto de vista, su padre había sido un mujeriego, y Mark
en realidad parecía sentirse orgullosos de este patrimonio. Elliott
siempre se sentía como que necesitaba una ducha después de pasar
tiempo con él. Podía arruinar su noche muy fácilmente con su
conducta grosera. ¿Dios, dónde esta Stephanie?. Buscó entre la
multitud a su hermana. Comenzó a alejarse pero Mark la agarró del
brazo.
Julie Cannon Come and Get Me

“Oh, mira lo que acaba de entrar por la puerta.” Elliott no pudo


dejar de mirar, y su corazón se detuvo.
“Tengo que hacerme de algo de eso.” Mark estaba casi jadeando.
Por una vez, Elliott estuvo de acuerdo con su cuñado, pero
ciertamente no lo dijo. El marido de su hermana la despreciaba y haría
cualquier cosa para ganar la mano más alta. Mark estaba enojado por
haber sido dejado de lado para ser la cabeza de Foster McKenzie dos
veces y, sin sutilezas, había dejado claro que no creía que ella
estuviera a la altura. Últimamente Elliott había empezado a sospechar
que estaba tramando algo, pero no estaba segura de qué, y ahora tenía
cosas mejores en que pensar.
Lauren no la había visto todavía, lo que le dio a Elliott la
oportunidad de admirarla de manera encubierta. Llevaba un vestido
negro sostenido por finos breteles que exponían sus suaves hombros.
El canesú estaba sujeto cómodamente por botones de nácar y mientras
caminaba, los suaves pliegues del vestido se movían con ella, cayendo
justo debajo de las rodillas. Su cabello rubio fresa estaba apartado de
la cara y asegurado en la base de su cuello, y sus orejas brillaban con
diamantes que hacían juego con las joyas alrededor cuello. Un reloj de
oro en su muñeca izquierda completaba sus accesorios. No tenía
ni idea de que una abogada podía ser tan hermosa.
Elliott fue arrancada bruscamente de su reconocimiento por un
codo en su costado, cortesía de Mark. “Se ve lo suficientemente bien
como para comerla.” pasó la lengua por sus labios para dar énfasis.
“Qué no daría por ser el hombre que está buscando.”
En el instante en que él terminó su comentario, los ojos de
Lauren se encontraron con los suyos y el corazón de Elliott latió más
rápido con la sonrisa de reconocimiento que encendió su cara. No
pudo resistirse a decirle a Mark, “¿Qué te hace pensar que está
buscando a un hombre?”
Mark apartó sus ojos de la mujer que caminaba hacia ellos y
miró a Elliott. Después de un momento llegó a la conclusión correcta
y su expresión cambió de la confusión a conmoción. “¿Tu eres su
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cita ?”
“No te veas tan sorprendido. Tú mismo lo dijiste. Me gusta mirar
tanto como a ti. Sólo que en este caso, consigo tocar también.” Con la
ridícula sensación de vencer a Mark en su propio juego, se alejó.
Cuando se detuvo frente a Lauren, permitió que sus ojos
viajaran a lo largo de ella una vez más. Los detalles finos que se había
perdido desde su punto de observación en el salón estaban ahora
claramente visibles. El pelo de Lauren brillaba y olía un poco a
jazmín. Sus ojos eran cristalinos y se arrugaban en los bordes cuando
sonreía. Su vestido negro moldeaba su cuerpo como un guante, con
una insinuación de escisión expuesta.
“Estas hermosa.” Para los oídos de Elliott, el simple cumplido
no transmitía adecuadamente su respuesta. Sin embargo, era sincero, y
se encontró maravillándose por la diferencia entre sus sentimientos
ahora y sus habituales halagos automáticos con sus citas.
Lauren nunca se había sentido tan hermosa como lo hizo en el
momento en que vio a Elliott. La expresión en la cara de Elliott hizo
que su estómago se agitara y su corazón debió haber caído entre sus
piernas, porque el palpitar ahí era casi insoportable. Igualando el
intenso escrutinio de su cita, dejó que sus ojos vagaran desde los
zapatos impecablemente lustrados al nítido pliegue en los pantalones
negros brillantes y a la pajarita verde oscura complementando la
almidonada camisa de color crema. El cuello bronceado por debajo, de
pronto estaba pidiendo ser besado. Sacudida, su mente perdió todo
pensamiento cuando sus ojos recorrieron la distancia restante y se
encontraron con los de Elliott.
“Gracias. Te ves estupenda también,” respondió a través del nudo
en su garganta.
La mirada ardiente en los ojos de Elliott era más de lo Lauren
podía soportar. Por mucho que deseara a esta mujer, tenía que detener
esto ahora o arriesgarse a ponerse en ridículo delante de todas
de estas personas. Se acercó y dijo en voz baja “Tienes que parar
de mirarme de esa manera, Elliott.”
Julie Cannon Come and Get Me

La ya peligrosa mirada en sus ojos se oscureció. “¿Cómo te estoy


mirando?”
“Como que no puedes esperar para poner tus manos sobre mí.”
Lo que era exactamente lo que Lauren quería. Contuvo el aliento,
esperando la respuesta.
Elliott se acercó y se inclinó hasta que sus labios estuvieron a un
pelo de distancia del oído de Lauren. “Esta equivocada Consejera.”
Esperó hasta que tuvo la plena atención de Lauren. “Quiero poner más
que sólo mis manos sobre ti.”
Lauren se estremeció, no estaba segura si debido al cálido aliento
de Elliott en su oído o la visión que estalló en su mente. De cualquier
manera no importaba. Estaba tan excitada que temía que explotaría en
cualquier momento. Sonrió y puso su mano en el centro del pecho de
Elliott, mirando a los ojos llenos de deseo. Deslizando la palma de la
mano lentamente por el pecho de Elliott, dijo: “Lo espero con ansias,”
luego retiró la mano y dio un paso atrás, alejándose de la fuente del
fuego.
Ondas de conmoción recorrieron el cuerpo de Elliott con el
contacto de la mano de Lauren. Dio una respiración entrecortada.
“Creo que deberíamos encontrar nuestros asientos.”
Lauren puso la expresión más tranquila que pudo reunir. “Sí,
sin duda tengo que sentarme, tu no?”
Elliott no tenía idea de cómo hizo para entrar a la sala sin
echar mano a Lauren y, una vez que la actuación comenzó, tuvo
dificultades tratando de centrarse en los sonidos melodiosos que
venían de la orquesta, cien metros delante de ella. Sus ojos se
mantuvieron a la deriva sobre la piel bronceada que Lauren dejó al
descubierto cuando se cruzó de piernas. Después de un tiempo, se dio
por vencida de intentar concentrarse en el ballet, y eligió en su lugar,
simplemente disfrutar de la vista a su lado. Lauren estaba a su
derecha, una larga extensión de suave muslo a centímetros de sus
dedos, como desafiándola a que tocara. Incluso en la luz tenue, detectó
músculos bien definidos que no esperaba. Nada acerca de esta mujer
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es lo que esperaba. Sonrió y levantó las cejas, imaginando el resto


de los muslos de Lauren ocultos por la tela suave. Decidiendo que era
más seguro mirar hacia abajo de la pierna de Lauren que hacia arriba,
siguió el rastro muscular en la rodilla hacia la tibia, que desaparecía de
la vista.
A veinte minutos de la representación Lauren cambió de
posición. El ángulo proveyó a Elliott con una visión completa de la
pierna derecha de Lauren, que era igual de atractiva. Prodigó su
atención a la extremidad de forma perfecta, ignorando a la multitud a
su alrededor. Sospechaba que estaba mirando descaradamente pero no
le importó. El choque de los platillos llamó su atención de nuevo al
escenario. Había casi determinado en quá parte del ballet estaban
cuando sintió la presión sobre la parte externa de su pantorrilla
derecha. Pensando que había sido un golpe accidental de Lauren,
cambió su pierna ligeramente para permitir más espacio entre
ellas. Su corazón dio un vuelco cuando el contacto siguió.
Instantáneamente atenta a la acción por debajo de sus rodillas,
mantuvo sus ojos hacia adelante y no movió un músculo. Los dedos
vestidos con medias de seda de Lauren acariciaban su tobillo y
serpenteaban bajo la pierna de sus pantalones. Su respiración se
aceleró mientras el pié de Lauren corría sensualmente hacia arriba y
abajo de su pantorrilla.
Elliott arriesgó una mirada hacia el limbo que la atormentaba, y
su estómago saltó ante la imagen del pié de Lauren desapareciendo y
reapareciendo de debajo de sus pantalones. Su mente tomó un giro
erótico y se imaginó otras partes del cuerpo de Lauren en sus
pantalones pero en el extremo opuesto. Observar el vaivén de la pierna
de Lauren la estaba poniendo demasiado excitada y no pudo detenerse
de acariciar lentamente las piernas largas con sus ojos una vez más. El
tempo de la música iba al compás de su mirada abriendo un camino
por la tibia de Lauren, por encima de su rodilla, y a lo largo de su
muslo hasta que la orquesta alcanzó un crescendo cuando su mirada se
posó en las manos de Lauren dobladas cuidadosamente en su regazo.
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El programa en la mano de Lauren estaba temblando, alertando a


Elliott que no era la única afectada por el encuentro.
No sabía si se sentía aliviada o decepcionada cuando los aplausos
y el repentino aumento de brillo de las luces del teatro marcaron el
intermedio. Sus piernas temblaban mientras se levantó y siguió a
Lauren por el pasillo.
Cuando se acercaron al hall de entrada, tocó el codo de Lauren.
“¿Quieres tomar algo?”
“Sí, gracias.?” Lauren podía sentir a Elliott detrás de ella, incluso
sin el tacto. A medida que avanzaban hacia la barra, continuó,
“Como estamos muy arregladas supongo que debería pedir algo
propio de una dama y adecuado para la ocasión, pero lo que
realmente querría es un Whisky en las rocas.”
Elliott no pudo contenerse, estalló en una risa profunda,
consciente de unos pocos espectadores volviéndose y mirando a su
alrededor por el sonido. “Si mal no recuerdo correctamente, estabas
tomando con bastante libertad la última vez que estuviste vestida
manera tan bella.?
Dios, que es agradable. Puede convertir cualquier cosa en un
elogio. “Elliott, haces que suene como si fuera una borracha!”, dijo
Lauren con fingida indignación. “Yo no estaba de ningún modo
bebiendo demasiado.”
Elliott sonrió a la réplica rápida. “Me refería a tu elección de
alcohol, no la cantidad.” Le dio al camarero su orden cuando llegaron
al frente de la línea. Reclinándose en la barra, le preguntó: “¿Estás
disfrutando de la actuación?”
La pose de Elliott le recordó a Lauren a Humphrey Bogart en
Casablanca. “Definitivamente. El Lago de los Cisnes es uno de mis
ballets favoritos.” Cuando aceptó la bebida, dejó intencionalmente
que sus dedos rozaran los de Elliott y vio sus ojos oscurecerse
inmediatamente. Sin siquiera tratar de ocultar su placer por la reacción
reveladora, le preguntó: “¿Y tu te lo estás pasando bien?”
Elliott sonrió, sabiendo que había sido sorprendida mirando las
Julie Cannon Come and Get Me

piernas de Lauren. Le ofreció su brazo a Lauren y la alejó de la


multitud. Cuando llegaron a una esquina apartada del vestíbulo,
se apresuró a maniobrar Lauren de modo que su espalda estuvo contra
la pared. “Sabes que lo estoy,” respondió, mirando deliberadamente
hacia abajo a las piernas que la habían seducido en todo el primer
acto. Estaban cubiertas con la tela sedosa del vestido de Lauren ahora,
y Elliott reveló su decepción con un pequeño suspiro.
Sintiéndose aventurera y animada, Lauren bromeó, “Realmente
deberías prestar atención a la actuación, también, Elliott. Es hermosa.”
No tenía ninguna intención de admitir que su atención había vagado
constantemente también.
Elliott se acercó con una mirada peligrosa en sus ojos. “La
belleza está en el ojo del espectador, Lauren, y yo estoy prestando
atención a algo que es definitivamente magnificente.”
Lauren se echó a reír. “Eres un encanto. Tu has tenido por lejos
mucha práctica encantando a mujeres fuera de sus pantalones.” Sentía
curiosidad de escuchar cómo Elliott respondería a su declaración. No
tenía la intención de ser prejuiciosa en absoluto.
“Sólo la verdad y nada más que la verdad, que Dios me ayude.”
Elliott cruzó su corazón, pero no tuvo éxito en contener la sonrisa
en su cara. “Y tu no estás usando pantalones,” añadió con un brillo en
sus ojos.
Lauren se rió y tocó el brazo de Elliott. “Muy observadora.
Ahora bien, si me disculpas un minuto, tengo que ir al cuarto de
damas.” Sobre su hombro, agregó, “No dejes que nadie te lleve lejos.
Estaré de regreso en un momento.”
Elliott tomó un sorbo de su bebida y miró a su excitante
compañía alejarse. Se sorprendió de lo mucho que estaba disfrutando
de todos los minutos que pasaba con Lauren, incluso al margen de su
intercambio de coqueteos. No pudo recordar un momento en el que
simplemente hubiera sentido placer en compañía de una mujer
inteligente. Foster McKenzie tenía boletos de temporada para el ballet
y Elliott normalmente le permitía a sus empleados usar los asientos,
Julie Cannon Come and Get Me

pero había tenido el presentimiento de que Lauren gozaría de esta


producción. Una vez más, se dejó imaginar como lucía el cuerpo que
estaba oculto bajo el vestido negro.
“¡Qué desperdicio.”
Elliott se sobresaltó con la voz familiar detrás de ella, pero
mantuvo la compostura. “Es la segunda vez esta noche que has estado
en lo cierto, Mark. No pierdas tu tiempo.”
Su cuñado soltó un bufido. “Debería estar en contra de la ley que
las ardientes ser raras.”
El estómago de Elliott se anudó. Estaba pasando una noche
maravillosa y no estaba de humor para los comentarios desagradables
de Mark. “Mark” - lo miró directamente a los ojos - “vete a la
mierda.”
“En realidad, Elliott, yo prefiero follarla a ella.” Él utilizó su
vaso para señalar a Lauren, que volvía.
Elliott frenó el deseo abrumador de derribar de un golpe al
hombre a su lado. Amaba a su hermana y haría cualquier cosa por ella,
pero soportar el comportamiento grosero de Mark era siempre un reto.
Sospechaba que él engañaba a Stephanie y que no pensaría dos veces
hacer exactamente lo que acababa de describir. Stephanie siempre se
había negado a escucharla y se mantenía firmemente dedicada a él,
pero era obvio que Mark sólo creía en la parte de en la riqueza de sus
votos matrimoniales.
Elliott rápidamente terminó su bebida y se alejó del lodo de su
cuñado, caminando para encontrarse con Lauren. Su vaso vacío era la
excusa perfecta para extraerlas a ambas de la compañía de Mark.
“¿Quieres otra copa?” -preguntó.
Lauren detectó una mirada tensa en Elliott un instante antes de
que ella la ocultara. Sospechaba que el hombre que la miraba era la
causa de las molestias de Elliott, y pronto se dio cuenta por qué. Antes
de que pudiera aceptar el ofrecimiento de una bebida, él había
invadido su espacio, mirándola de arriba abajo como si pensara que se
sentiría alagada por esta evaluación.
Julie Cannon Come and Get Me

“Bueno, hola.” Su voz destilaba sordidez. “Yo soy Mark, el


cuñado favorito de Elliott.”
Elliott se encogió cuando se dio cuenta que no podrían escapar.
¿Qué he hecho yo para merecer esto? “Mark, eres mi único cuñado,”
corrigió, conteniendo la respiración por temor a lo que iba a decir a
continuación. Él no la defraudó.
“Soy el cuñado más apuesto que tiene también.” Sus ojos nunca
dejaron el escote expuesto por el vestido de Lauren.
Lauren tenía mucha experiencia desviando las atenciones no
deseadas de los hombres como Mark. “Encantada de conocerte,”
respondió cortésmente pero no alcanzó la mano que se extendía hacia
ella, tomándose del brazo de Elliott en su lugar. “Ciertamente puedo
entender por qué tu esposa te atrapó de inmediato.” Dudó un momento
y luego preguntó: “Dime, Mark, ¿es tu mujer tan hermosa como su
hermana?”
Elliott sofocó una carcajada al ver la expresión en la cara de
Mark. Lauren no había titubeado o dudado en lo más mínimo mientras
le cortaba las piernas. Ouch. Elliott rara vez había visto a Mark sin
palabras, y este momento no tenía precio.
Lauren envolvió ambas manos alrededor del brazo de Elliott y se
movió más cerca hasta que sus cuerpos estuvieron en contacto directo.
“Porque si lo es, eres un hombre de suerte.” Su posición junto a Elliott
indicaba claramente que estaban juntas, y la intimidad sutil no dejaba
ninguna duda en cuanto a este hecho.
Elliott aprovechó la oportunidad para escapar de su lujurioso
pariente de forma rápida en dirección a la barra. Cuando estuvieron
fuera del alcance de su oído, apretó la cálida mano de Lauren en su
brazo. “Eres despiadada.”
Lauren miró como si no hubiese hecho nada más que aplastar a
un mosquito molesto. “Mucha práctica. Son todos iguales.”
Instintivamente sabía que Elliott no se sentiría insultada por su
respuesta a las acciones de su cuñado. “¿Vamos a volver y disfrutar
del resto del espectáculo?”
Julie Cannon Come and Get Me

Elliott miró a los brillantes ojos azules de la mujer a su lado.


“Vamos” dijo, y el tema estuvo cerrado.

*
Elliott había hecho reservas en el exclusivo restaurante Barretts,
a poca distancia del teatro. Al salir del auditorio, Lauren vio a un
hombre corriendo hacia ella, agitando su mano para obtener su
atención.
“Es mi vecino,” explicó, y se detuvieron para esperarlo.
“Odio molestarte,” dijo después de que se hicieron las
presentaciones y él estrechó la mano de Elliott. “Pero me preguntaba
si podrías llevarme a casa. Mi esposa fue llamada del hospital a mitad
de la función. Sabes como es esto.”
“¿Quedaste varado?” Lauren podría haberlo besado en ambas
mejillas. Le entregó las llaves del coche y le dijo: “Elliott me puede
llevar a casa. Estamos por ir a cenar.” Se volvió ligeramente hacia
Elliott. “¿Si te parece bien?”
No había duda en la mirada de Elliott. “Será un placer para mi.”
Lauren le dio a su vecino una brillante sonrisa y se
intercambiaron breves bromas de despedida, y luego ella y Elliott
reanudaron su paseo.
Sus pasos eran tranquilos, como los sonidos de la ciudad que las
rodeaba. Las farolas arrojaban un brillo suave en la escasamente
poblada acera de ladrillo y argamasa. Los escaparates de las tiendas de
moda mostraban con orgullo las tendencias de la moda, brillantes
diamantes, y los últimos libros con éxitos de ventas. Los sonidos de la
música flotaban en el aire cuando los clientes salían de restaurantes y
bares a lo largo de la calle. Una bocina sonó más abajo en la calle y
una sirena se lamentó a pocas cuadras más. Los vendedores
ambulantes pregonaban de todo, desde rosas rojas a perfumes baratos.
Una suave brisa sopló mechones de pelo rojizo sobre la cara de
Lauren, y ella los sujetó de nuevo en el broche en su nuca mientras
Julie Cannon Come and Get Me

caminaba. La mujer alta junto a ella no hablaba, Lauren sintió que


estaba disfrutando de su sociable silencio, un hecho que le gustaba.
Ella también estaba gratamente sorprendida de que Elliott no parecía
darse cuenta de las miradas de admiración que obtenía de otras
mujeres. Lauren hubiera esperado que alguien con su reputación
devolviera la mirada cálida ocasional, pero no lo hacía y a Lauren le
encantó como la hacía sentir eso – de alguna manera Elliott estaba
comunicando que Lauren tenía su completa atención, sin importar
nada más.
Esto continuó durante toda su comida. La conversación fluyó
con facilidad durante la cena, y Lauren era consciente de que los ojos
de Elliott constantemente derivaban al escote de su vestido. Elliott
finalmente renunció a intentar no mirar y simplemente dejó que se
supiera, con una sonrisa cálida e íntima, que estaba disfrutando de la
vista.
Cuando finalmente salieron del restaurante, Lauren se aferró
a su brazo en casi el punto exacto en el que lo había echo mas
temprano esa noche. Se sentía bien. Su mano permanecía en el pliegue
del codo de Elliott, mientras paseaban en el aire cálido de la noche.
Elliott a menudo tenía una hermosa mujer de su brazo, y esta
noche no era la excepción. Se sentía cómoda con el silencio mientras
caminaban, sus pasos en sincronía. Era raro encontrar una mujer que
no insistía en abarrotar de charla cualquier hueco en la conversación,
por lo que Elliott aprovechó la mayor parte de él y sólo rompió el
silencio cuando se acercaron al servicio de estacionamiento. “¿Estás
cansada o te gustaría caminar un poco más?”
“No y sí, pero mis pies me están matando,” admitió Lauren con
cierta tristeza. Se sentía cálida y segura y deseable del brazo de Elliott
y quería que durara para siempre. Pero el dolor en su pie derecho era
insoportable y sabía que no podía aguantar mucho más tiempo.
Por principios, Lauren se negaba a usar zapatos que no se
sintieran cómodos. No compraba esa opinión de que la moda
prevalecía por sobre la comodidad. Sin embargo, el par de Pradas iban
Julie Cannon Come and Get Me

tan a la perfección con su nuevo vestido, que desechó la practicidad y


fue por ellos. No se había decepcionado - se veía fabulosa - pero ya
era hora de liberar sus pies.
Elliott dio una mirada exagerada a sus zapatos. “Ay, veo lo que
quieres decir. Esos me mutilarían.” Le entregó el ticket del
aparcamiento al acomodador. “Tendremos que continuar esto en otro
momento. Conozco un gran lugar con arena tan suave que ni siquiera
se necesitan zapatos. Es como un masaje Shiatsu para los pies.”
El coche llegó y Elliott sostuvo la puerta mientras Lauren se
deslizaba en el asiento del pasajero. Su entrepierna se sacudió y su
boca se secó ante la visión de la extensión de las piernas largas que
aparecieron del tajo en el vestido. No fue la única en notarlo, y le hizo
un guiño al boquiabierto acomodador, como diciendo, “Sí, ella es
mía”, y le dio una propina mayor de lo habitual.

*
Las manos de Lauren se negaron a dejar de temblar en todo el
camino de regreso a su casa, y cuando Elliott se detuvo en el camino
de entrada supo que no quería que su noche terminara. “Yo quisiera
usar mi vale.” Alzó los ojos de las manos fuertemente apretadas sobre
su regazo para detenerse en un par de ojos negros abrasadores.
“¿Quieres entrar?”
“Sí,” dijo Elliott suavemente.
Sin decir palabra Lauren abrió la puerta principal, plenamente
consciente de la proximidad de la mujer que había puesto su cuerpo en
llamas. Una vez en el interior, dejó caer las llaves sobre el aparador y
se volvió hacia Elliott. El deseo ardiente de sus ojos hizo que las
rodillas de Lauren se debilitaran. “¿Puedo ofrecerte algo?”
“Sólo tú.” Elliott inclinó la cabeza y la besó.
Los labios de Lauren eran más suaves de lo que había imaginado,
y saboreó cada sensación. Mordisqueó suavemente, sonriendo cuando
Lauren hundió sus dedos firmemente en su cabello y la atrajo hacia sí.
Julie Cannon Come and Get Me

Queriendo mucho más, Elliott separó sus labios a regañadientes y


besó los finos huesos de las mejillas de Lauren y a lo largo de la línea
de su mandíbula antes de regresar a la tentadora boca. Lauren
rápidamente la invitó a entrar a por más. Con facilidad entrenada, dejó
vagar sus manos por la espalda de Lauren, luego, poco a poco, las
dirigió hacia adelante para cubrir los pechos de Lauren. Besó su
camino hacia abajo por el cuello de Lauren, deteniéndose a atormentar
el pulso acelerado justo encima de su la clavícula, y luego continuar
su viaje para degustar los hombros desnudos que la habían
atormentado durante toda la noche. Elliott no estaba segura de quién
gimió pero lo tomó como un estímulo.
Lauren perdido toda noción del tiempo mientras Elliott colmaba
sus labios y su piel con los besos que había anhelado durante toda la
noche. Por un momento sintió una tracción en el pecho y,
rápidamente, una boca caliente cubrió su pecho. Jadeó a la sensación
tiró de Elliott hacia ella. Justo cuando la boca de Elliott estaba a punto
de rodear el pezón erecto, sonó el teléfono.
“No respondas a eso.”
“No iba a hacerlo.”
Elliott tomó el pezón completo en su boca y se vio recompensada
cuando Lauren se aferró a sus hombros para sostenerse. Había besado
muchos pechos, pero ninguno le había sabido tan dulce como el que
ella estaba explorando ahora.
“Lauren, ¿estás ahí? Lauren, es Charles Comstock.”
Lauren se puso rígida cuando escuchó la voz de su jefe en el
contestador. “Me temo que necesitamos tu ayuda. La hija de Merison
a sido detenida. Por favor llámame tan pronto como sea posible.”
“Mierda!” Se alejó lentamente del abrazo de Elliott. Mierda,
mierda, mierda! Reclinándose en el respaldo del sofá, luchó por
recobrar el aliento. “Dios, lo siento mucho.”
“Está bien.” Elliott intentó recuperar el control de su furiosas
hormonas. Durante unos segundos, miró la torpeza de Lauren al
abotonar la parte delantera de su vestido, y luego dijo, “Aquí, deja que
Julie Cannon Come and Get Me

te ayude con eso.” Cerró la brecha entre ellas, que hasta hace unos
momentos había sido casi inexistente. Conforme trabajaba sobre los
botones, sus manos estaban tan inestable como sus piernas.
“Lo siento mucho.” Sentirlo mucho ni siquiera empezaba a
describir la pena de Lauren por la interrupción. “Ese era mi CEO.”
La sonrisa de Elliott era suave, sólo podía imaginar cómo una
llamada del jefe podía frenar de inmediato las intenciones amorosas.
Lauren hizo un gesto de frustración. “Soy abogada corporativa,
no criminal. ¿Qué quiere que haga yo? Nunca me llaman a casa y
cuando lo hacen, tenía que ser ahora!”
“Lauren, está bien, de verdad.” Elliott cerró el último botón del
vestido de Lauren. Puso su dedo bajo la barbilla de Lauren y la elevó
de modo que sus ojos se encontraron. “Mejor ahora que quince
minutos mas tarde, cuando no habrías sido capaz de contestar el
teléfono.”
La nota de picardía en su voz ayudó a Lauren relajarse. “Suenas
muy segura de ti misma.”
Elliott fue arrastrada al destello de los ojos brillantes que la
miraban, y contra su mejor juicio, se inclinó y besó a Lauren de
nuevo. El beso fue tan dulce como el anterior y la respuesta de Lauren
fue instantánea, pero antes de que las cosas pudieran progresar, Elliott
alejó sus labios una fracción de pulgada. “Sólo voy a donde la dama
me lleva,” dijo con voz ronca.
Lauren se ruborizó. “Creo que el camino estaba muy claramente
marcado, ¿no?” ¿Cómo puedo estar bromeando con esta mujer,
cuando todo lo que quiero es que me viole en este mismo momento?
“A pesar de que el destino puede ser conocido, la diversión está
definitivamente en el viaje. Y yo estaba esperando con ansias
identificar tus hitos en el camino” ... Bueno, eso fue cursi. Elliott se
sintió un poco tonta con su último comentario.
“¿Es eso una promesa?.” preguntó Lauren con expectativa. No
había pensado en otra cosa que en las manos Elliott sobre ella en toda
la noche, y la llamada de su empleador había aplastado cualquier
Julie Cannon Come and Get Me

esperanza de un encuentro satisfactorio.


Sus labios estaban a milímetros, sus alientos mezclándose. Elliott
estaba tentada de probarlos otra vez - su cuerpo estaba preparado y
listo para ir a la menor invitación - pero Lauren tenía negocios que
atender. Rápidamente, casi castamente, beso los suaves labios rojos.
“Sí, lo es.” Un largo suspiro se escapó de ella mientras se desprendía
de los brazos de Lauren alrededor de su cuello. “Me voy a ir para que
puedas enfocarte y hacer frente a esta crisis.”
Lauren podía sentir la excitación de Elliott, pero estaba tomando
la frustrante interrupción con calma. Agradecida de que no le estaba
haciendo pasar un mal momento, acompañó a Elliott a la puerta.
“Llámame en unos días.”
“Cuenta con ello.” Elliott apretó los dientes para poder resistir el
deseo de besarla de nuevo, y salió por la puerta.
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Capítulo Siete

Summer Merison, la hija de diecisiete años de edad del CFO de


Bradley & Taylor, había sido detenida por conducir ebria. Se suponía
que debía estar a buen recaudo en su cama en un retiro en Mt. Holy
Catholic School, pero en realidad estaba a ocho millas de distancia
cuando estrelló su Mercedes contra un poste de teléfono. Tres de sus
compañeros de campamento estaban en el coche y habían sufrido
cortes y contusiones que requirieron un viaje en ambulancia al
hospital.
Cuando la policía registró su coche, añadieron posesión de
la cocaína a la lista de cargos contra ella y le recitaron sus derechos.
Fue en ese momento en el que Summer pensó equivocadamente que
su belleza y su dinero podían sacarla del problema y se le propuso al
oficial que la estaba arrestando, ofreciendo sexo, dinero, o ambas
cosas. Había usado ambos para rescatarse a sí misma de aprietos en el
pasado, por lo que Lauren podía decir, y había creído que el guapo
joven oficial de policía sería una presa fácil. A pesar de las esposas,
que fueron ceñidas inmediatamente alrededor de sus muñecas, su
sabiduría adolescente le dijo que sólo necesitaba aumentar la apuesta.
Se volvió beligerante y luchó con el oficial mientras él la llevaba a la
patrulla. Estaba tan borracha que se tropezó, cayendo al suelo, y se
cortó la rodilla, lo que sólo la hizo enojarse más.
En el momento en que llegó al hospital, los cargos en su contra
había crecido hasta incluir el resistirse al arresto, agredir a un oficial
de paz, y soborno. De acuerdo con la historia clínica, Summer
continuó despotricando mientras estaba siendo examinada en busca de
Julie Cannon Come and Get Me

lesiones adicionales. Se había negado a pasar la prueba del


alcoholímetro en el lugar del accidente y se indignó cuando la
enfermera descorrió las cortinas y le entregó un vaso de plástico
transparente. Debido a que era menor de edad y estaba acusada de un
delito grave se requería, por ley, un test de drogas. Su indignación fue
total cuando fue reducida y se le introdujo un catéter. Sólo los
resultados de su análisis de orina finalmente la hicieron callar. Estaba
embarazada.
Lauren pasó lo que debería haber sido una noche de pasión
tratando con ésta adolescente arrogante, borracha, y su también
pomposo padre. No pudo convencer a Thomas Merison de que el
derecho penal no era su especialidad. Él seguía insistiendo en que ella
sacara a su “pequeña niña” de esta “situación”, como él lo expresaba.
No sólo se negaba a tratar con el hecho de que su hija tenía un
problema grave, sino que estaba desesperado por mantener el
episodio acallado. Ni él ni la empresa querían todo esto en los
periódicos. A Lauren no le gustaba ser utilizada y pensaba que
Summer debía enfrentar las consecuencias de sus acciones.
Finalmente acordaron hablar con el fiscal de distrito sobre la
reducción de los cargos si Summer ingresaba en una clínica de
rehabilitación y se mantenía limpia y sobria por dos años.
Lauren se sintió sucia cuando estuvo junto a la chica desaliñada
en la comparecencia de la madrugada. Bajo la amenaza de sanciones
financieras por parte de su familia, Summer se hab'ia tranquilizado,
pero no había perdido la arrogancia. Fue puesta en libertad bajo la
custodia de su padre y una cita establecida con la corte.
Lauren estaba disgustada aún cuando Elliott llamó. “Aún no
puedo creer que fui parte de eso.”
La risa de Elliott se desbordó desde el teléfono hacia su pelo,
debilitándola. “Por lo menos algo bueno salió de esto.”
“Por favor, dime qué, porque ciertamente no puedo verlo.” Todo
lo que sentía era vergüenza y frustración.
“Un aperitivo.” El tono de Elliott era sugerente.
Julie Cannon Come and Get Me

“+Un aperitivo?”
“Sí, un aperitivo.” Su voz se hizo suave y ronca. “Tu me diste
una vista previa de lo que, espero, está por venir. Esa pequeña muestra
hace que te desee más ahora de lo que lo hice entonces.”
Le tomó un momento a Lauren comprender las palabras. No
tenía mucha experiencia ligando a través del teléfono mientras estaba
en el trabajo, y era perturbador. Perturbador de una manera muy
positiva. Sorprendida de ser capaz de responder con calma a un
comentario tan provocativo, respondió: “¿Es así?”
“Sí, Consejera, es así,” dijo Elliott firmemente, sin dejar dudas
de sus intenciones.
Lauren sintió el arrebato del deseo comenzar en su intestino y
extenderse rápidamente por todo su cuerpo. Las mariposas volvieron a
su estómago y las imágenes que se agolpaban en su mente hicieron
que sus piernas se debilitaran. “Bueno, Elliott, sin duda sabes cómo
hacer que una chica se sienta deseada.”
“No hay absolutamente ninguna duda en mi mente.” Elliott lo
estaba disfrutando inmensamente y se preguntó cuán lejos llevarían
este juego previo telefónico.
Lauren se sintió mareada por la voz suave y melodiosa del otro
lado de la línea. Se sentó en su silla, y la parpadeante luz roja en su
teléfono la trajo de vuelta a la realidad. De alguna manera se
recompuso y respondió. “Realmente no se qué más decir a eso que no
sea gracias.” La luz roja parpadeó ante ella casi en voz alta.
“Por mucho que me gustaría continuar con esta línea de conversación,
tengo que volver.” Volver al infierno. Necesito una ducha de agua
fría!
“Bueno,” concedió Elliott, más que un poco decepcionada. pero
Lauren estaba en medio de una reunión y Elliott respetaba eso.
“¿Puedo llamarte esta noche?” preguntó Lauren esperanzada.
Una oleada de calor atravesó el cuerpo de Elliott y cayó entre sus
piernas, traicionando lo mucho que deseaba a esta mujer, y cuán
pronto. “Tengo una reunión de directorio. Probablemente no llegaré a
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casa hasta muy tarde.” Maldita sea. “¿Estás libre para almorzar
mañana?”
“No, tomaré el vuelo de las 8:00 am a Chicago.”
“¿Cuándo estarás de vuelta?” Elliott estudió el calendario en la
parte superior de su escritorio.
“El jueves por la tarde.”
¿Por qué parece eso a cien años de distancia? “¿Cenamos el
Jueves por la noche?” Elliott hizo una nota mental para hacer que
Teresa cancelara su reunión con el presidente local de Rotary. Él
quiere algo de mí, y puede esperar.
“Cenar sería genial. Te llamaré cuando vuelva”
El Jueves no podría llegar lo suficientemente rápido. “Te hablaré
entonces. Ten un viaje seguro.”
“Gracias.” Lauren vaciló. “¿Elliott?”
“¿Sí.?” Elliott podía decir por su tono de voz que había otra cosa
que Lauren quería decir. Después de varios segundos de silencio,
le demandó, “¿Lauren?”
“Sí, aquí estoy. Lo siento.” Lauren se aclaró la garganta como si
tuviera algo importante que comunicar, y luego pareció cortarse. “Te
veo el jueves.”
Decepcionada de que Lauren no terminase lo que iba a decir,
Elliott dijo: “Lo espero con mucha ansiedad.”
“Yo también.”
Lauren colgó y respiró hondo. Su bonita y ordenada vida había
sido repentinamente puesta de cabeza por Elliott Foster. Sabía lo
agotada que estaría después de tres días en Chicago, tenía
declaraciones ininterrumpidas que durarían hasta altas horas de la
tarde, y aunque viajaba bastante, siempre tenía dificultad para
dormir en hoteles. Sin embargo, la idea de estar con Elliott desterraba
esos pensamientos. Miró el parpadeante botón en su teléfono y
deseó haber podido encontrar las palabras para expresar la única
pequeña preocupación que tenía sobre sus planes.
La mayor parte del tiempo, ella no le dedicaba un segundo
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pensamiento a las diferencias entre las historias de sus relaciones, pero


pensaba que debían ser honestas entre ellas. Elliott había sido abierta
con ella, pero Lauren había evitado hacer declaraciones personales. El
pasado simplemente no parecía relevante a lo que sentía ahora. Habría
oportunidad para sacar su confesión menor fuera de su pecho, decidió,
probablemente durante la cena. En este momento, deseaba poder
volver a llamar Elliott, sólo para oír su voz otra vez.
Sintiéndose estúpida por este impulso adolescente, obligó a su
mente a regresar al trabajo y levantó el teléfono. “Estoy de regreso.
Disculpen la interrupción, caballeros. Ahora, ¿dónde estábamos?”
Lauren era todo negocios de nuevo. Sí, claro. Hace dos minutos
estaba casi teniendo sexo telefónico y ahora estoy hablando a un
grupo de cincuentones hombres blancos de cabello gris.

*
El Boeing 757 rodó al ritmo de un caracol hacia la puerta de
llegada. Lauren había hecho este viaje mas veces de las que podía
contar, pero este viaje de regreso le había parecido más largo que la
mayoría. Estaba en primera clase y el hombre sentado junto a ella
había roncado todo el vuelo. Después de tres días en una sala de
conferencias, bebiendo café rancio, tomando declaraciones y, en
general, aguantando las tonterías del abogado de la defensa, sus
nervios estaban fritos y estaba desecha.
Sin embargo, su nivel de energía se elevó, junto con la parte
superior de su teléfono cuando marcó el número de Elliott. “Hola,
¿Teresa? Es Lauren Collier. ¿Está ella?”
“Lo siento, señora Collier, pero la Sra. Foster está fuera de la
ciudad. Me pidió que la transfiriera a su teléfono celular. ¿Esperaría
mientras yo la conecto?”
“Por supuesto.” Su ánimo cayó en picada mientras esperaba por
Elliott en la línea. Había estado esperando esta noche durante toda la
semana.
Julie Cannon Come and Get Me

“Bienvenida a casa.” La voz melodiosa de Elliott hizo que el


pulso de Lauren aumentara su frecuencia.
“Gracias.” El ruido de fondo que oyó venir a través del
teléfono le sonaba demasiado familiar. “¿Dónde estás?”
“Aeropuerto Charles de Gaulle.”
“Estás en París?”
“Oui,” respondió Elliott. “Estoy parada en la línea de aduana. En
realidad estoy acompañada por cerca de mil de mis mejores amigos,
también de pie en la línea de la aduana.” En su recuento, más de la
mitad de las cabinas estaban vacías, y las que tenían personal parecían
tener problemas con el equipo de detección de pasaportes,
aumentando el tiempo de espera para entrar en la legendaria capital
aún más.
Lauren hizo un conteo rápido de los días y las zonas horarias y
frunció el ceño. “¿Estás entrando o saliendo?”
“Por desgracia, entrando” Elliott no estaba contenta de tener
que salir del país el día en que Lauren estaba regresando. “Fue
totalmente inesperado. Un cliente en una de nuestras cuentas
principales se reúne con algunos inversores aquí y a último momento
decidió que necesitaba mi ayuda, específicamente mi presencia. Así
que aquí estoy. Cumpliendo una orden, si se quiere. Si este tipo no
valiera un paquete para mí le habría dicho que fuera a volar cometas y
ya, pero no pude. Espero que lo entiendas.”
“Por supuesto que entiendo.” Lauren recordó con tristeza cómo
en muchas ocasiones había abordado un avión un par de horas después
de haber sido notificada de que iba a alguna parte. Por necesidad había
aprendido a empacar de forma rápida y a viajar con poco peso. Trató
de ocultar la decepción en su voz, pero de repente se sintió demasiado
cansada para tener éxito. “Lo mismo me ha sucedido más de una vez.”
“Lauren, estoy tan decepcionada como tú, créeme. Me gustaría
mucho más estar cenando con una mujer hermosa que el servicio a la
habitación.”
“He estado en París, Elliott. No hay escasez de hermosas mujeres
Julie Cannon Come and Get Me

con las que puedes cenar.” Y eso me preocupa.


“Pero ninguna de ellas eres tu,” dijo Elliott en voz baja, dándose
cuenta de que su declaración fue sincera y no sólo palabrería para
mantener a una chica enganchada. Realmente quería ver a Lauren una
vez más.
“Gracias, es un pensamiento agradable.” Lauren suspiró por la
oportunidad perdida. “Si ni siquiera podemos hallar tiempo para
hablarnos ¿cómo vamos a hacer para... ?” Se detuvo cuando se dio
cuenta de lo que estaba a punto de decir.
“¿Para qué? demandó Elliott.
Tener sexo durante horas. “Pasar tiempo juntas,” dijo vacilante.
Su mente rápida llenó los huecos.
“¿Y tu deseas que pasemos tiempo juntas, como tu lo llamas?”
Elliott agarró el teléfono con más fuerza, los pies clavados en el piso.
“Tu sabes que si.”
La entrepierna de Elliott comenzó a palpitar. A menudo se
excitaba en un instante a la vista de una mujer, o de su contacto, pero
muy rara vez con sus palabras. Junto con la sensación pulsante vino
un cálido resplandor que se extendió por todo su cuerpo. “Lauren,
yo ...”
El resto de su sentencia fue amortiguada y pasaron unos instantes
antes de que ella regresara en la línea. En el ínterin Lauren la pudo oír
hablando con alguien en francés.
“Lauren, lo siento, me tengo que ir. Estoy en la ventanilla y el
un agente de aduanas me dice que tengo que colgar o no estampará mi
pasaporte. Te llamaré tan pronto como llegue a mi hotel. Tengo que
correr. Bye.”
Y así como así, se había ido.

*
Elliott llamó a Lauren esa noche, y varias otras noches, mientras
estaba en París. Ya que tuvo que ir a Europa, decidió tomar ventaja e
Julie Cannon Come and Get Me

investigar futuros clientes potenciales. Dos semanas más tarde tenía


ocho nuevos clientes y se había asegurado financiamiento para un
importante proyecto de desarrollo para otro. Con todo, estaba contenta
y había sido un viaje muy productivo.
A pesar de que su agenda estaba muy ocupada, encontró la
oportunidad de mezclar negocios con placer, comer con viejos amigos
y unas pocas mujeres que le habían dejado bien en claro que estaban
dispuestas a ser su nueva amiga, al menos por una noche o dos. Había
estado en París en muchas ocasiones y encontró que las mujeres
francesas eran fabulosas en la cama. No tenían inhibiciones, eran muy
creativas, y se despedían a la mañana siguiente con un beso en la
mejilla y un au revoir.
En su última noche en la Ciudad de la Luz, Elliott decidió
aceptar una oferta tentadora y, por el momento, estaba encontrando a
Isabellla una compañía entretenida. La música era lenta, las luces
tenues, e Isabellla era suave y receptiva en sus brazos. Había
momentos en que Elliott quería una noche lenta, seductora, y otras
veces lo único que quería era un buen polvo. Esta tarde estaba
definitivamente en estado de ánimo para lo segundo y, por todos los
indicios, Isabella estaba más que dispuesta a acceder.
Diez minutos después de su baile lento y caliente, estaban
caminando la corta distancia al apartamento de Isabella cerca del
Palacio de Justicia. La mano de Isabella era pesada en su brazo y ella
habló todo el trayecto. La acera estaba llena de turistas bulliciosos y
Elliott fue empujada varias veces, una vez tan fuerte que casi perdió
los estribos. No podía dejar de comparar este paseo incómodo con la
última vez que había caminado con una mujer en su brazo. Esa noche
había sido tranquila y ella y Lauren estaban casi solas. Elliott había
estado tan cómoda con el silencio entonces como lo estaba molesta
con el ruido ahora. Me pregunto si Lauren a estado alguna vez en
París con un amante.
La idea tuvo una respuesta sorprendente de ella: consternación
instantánea y algo parecido a resentimiento. No quería pensar en
Julie Cannon Come and Get Me

Lauren en los brazos de alguien más. Percibió pasos y se obligó a


prestar atención a sus alrededores. Isabella abrió la puerta del
apartamento y apenas esperó a que se cerrarse detrás de ellas antes de
abalanzarse sobre Elliott, sofocándola con sus besos. No era que
Elliott no esperara ser besada, pero seguía pensando en Lauren por lo
que sus reacciones eran lentas. Isabella le preguntó algo y tuvo que
repetirlo antes de que respondiera.
“No, no he cambiado de opinión. Tu sólo me sorprendiste. Esto
es exactamente lo que quiero.”
Elliott dejó que la mujer francesa la guiara a través de la
habitación por una puerta abierta. Cuando sus ojos se acostumbraron a
la oscuridad, tomó el control. Sus manos se mantuvieron estables
mientras desabotonaba la blusa de Isabella, y pronto el piso estaba
lleno de su ropa. La cama crujió bajo su peso y Elliott frunció el ceño
ante el irritante ruido. Isabellla la hizo rodar sobre su espalda y volvió
a besarla. Elliott torció la boca apartándola y se preguntó cuándo los
besos de Isabella se convirtieron en sosos en vez de sensuales. Pensó
en los besos suaves y ligeros como una pluma de Lauren y en lo
excitada que se había sentido con ellos.
“¡Ay!? Se sobresaltó por una mordedura en el cuello. Mierda,
mejor que eso no deje una marca. Trata de explicárselo a Lauren. Se
quedó inmóvil, dándose cuenta de lo que acababa de pensar. No le
debía a Lauren una explicación. No le debía nada.
“¿Estás conmigo, chérie?”
La voz desconocida sacudió a Elliott de regreso a la morena
mujer que se cernía sobre ella. Empujando a un lado los pensamientos
de Lauren, cambió rápidamente sus posiciones y mostró a Isabella
cuán con ella estaba. Las piernas envueltas alrededor de ella y la
imagen de extremidades ágiles y musculosas vestidas de seda, le
vinieron a la mente. Maldita sea Elliott, ¿en que coños estás
pensando? Presta atención.
Nunca había estado distraída en los brazos de una mujer
hermosa desnuda, pero no podía dejar de pensar en Lauren. A pesar de
Julie Cannon Come and Get Me

que había usado a menudo el sexo para liberarse de sí misma o de


las presiones del trabajo, esta vez no podía evitar la sensación de que
estaba haciendo algo mal. Su cerebro le decía que no era así, pero su
intestino estaba gritando todo lo contrario. ¿Lauren se sentiría herida
si supiera que estaba haciendo esto? ¿Le importaría?
“Vas a la follarme a mí o a la mujer en la que estas pensando?”
exigió Isabella, claramente molesta.
Elliott pudo entender, ella misma estaba menos que contenta.
¿Cómo se atrevía Lauren a controlar con quién follaba? No necesitaba
el permiso de nadie para dormir con una mujer, especialmente de
alguien con quien incluso no se había acostado. No era asunto de
Lauren lo que hacía en su tiempo libre y, si sus papeles se invirtieran,
no sería asunto suyo a quien escogía Lauren para dormir, tampoco.
Elliott dejó que sus acciones hablaran por ella. Tenía a Isabella
retorciéndose debajo de sus manos y su boca y Lauren no iba a
interferir con su placer. Por desgracia, estaba completamente
equivocada en eso. Mierda, mierda, mierda!
Se alejó de Isabella, y después de murmurar una sincera disculpa,
recogió su ropa y se vistió. Ni siquiera se molestó en abotonar su
camisa antes de salir por la puerta. Su cabeza latía y su estómago
estaba hecho nudos, mientras caminaba a lo largo del Sena de regreso
a su hotel. Estaba enojada de que los pensamientos en Lauren no
pararan de irrumpir cuando estaba con Isabella, y estaba aún más
furiosa por no poder evitar que sucediera, pero lo que la perturba más
eran los sentimientos que tenía acerca de Lauren. Se sentía culpable
por toda la noche con Isabella y estaba incluso un poco celosa de
imaginar a Lauren con otra persona.
El aire frío parisino enfrió su cuerpo, pero el único alivio
parecía a flor de piel. Todavía estaba batiéndose acaloradamente en su
interior. La luna llena iluminaba las calles desiertas, con luz suficiente
para que pudiera ver. Eran más de las 2:00 am e hizo un rápido cálculo
para determinar la hora en California. Se preguntó qué estaría
haciendo Lauren. ¿Estaba todavía en el trabajo? Estaba cenando sola o
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con alguien? Deteniéndose en un poste de luz en el Quai des Orfebres,


buscó su teléfono.

*
Elliott despertó en el avión con el olor del desayuno y no se
sorprendió de haber soñado con Lauren. Por un momento,
experimentó una punzada por su episodio con Isabella, pero
rápidamente empujó a un lado el sentimiento por ridículo. Después de
intentar sin éxito encontrar a Lauren la noche anterior, había caminado
por horas en las calles, rodeando su hotel, hasta que el agotamiento
finalmente la llevó a su interior. Metódicamente se había duchado,
empacado sus maletas, y esperado a que un taxi la llevara al
aeropuerto.
En el salón de primera clase, esperando que el vuelo partiera,
había llegado a una decisión. Rara vez se sentía culpable por su
actividad sexual y no estaba a punto de empezar ahora. No estaba
comprometida con ninguna mujer y, en lo que se refería a ella, era
libre de ver a quien quisiera.
Elliott suspiró y bajó la bandeja. Y da la casualidad que la única
mujer que yo quiero ver es ella.
Durmió intermitentemente durante el resto de su largo vuelo de
regreso a casa, pasó la aduana rápidamente, luego se dirigió
directamente a su oficina desde el aeropuerto. Se enfrentaría más tarde
con el jet lag. A pesar de que Teresa se había hecho cargo de los
asuntos urgentes, sabía que su escritorio tendría pilas de trabajo, y
a pesar de que era viernes y que podía pasar el fin de semana
poniéndose al día, odiaba cuando el trabajo se le salía de control.
Cuanto antes hiciera algunos avances en lo acumulado, mejor.
Apilado era un eufemismo. Elliott hojeó su calendario de los
los próximos días y se atragantó con el café cuando vio la cena del
Consejo de Derechos Humanos pautada para mañana por la noche.
Mierda, ¿cómo pude haberlo olvidado! Era una gran defensora de la
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Campaña de los Derechos Humanos y había asistido a la cena anual


los últimos diez años. Rápidamente marcó la línea directa de Lauren
desde la memoria, rezando por que no tuviera ya una cita para la
noche.
“No tengo ninguna excusa por no haberte invitado antes, Lauren”
dijo cuando el pitido del correo de voz sonó. “Siento mucho el
llamado de último minuto, y entendería perfectamente si tienes otros
planes...”
“¿Elliott?” atendió Lauren. “Esta bien. Entiendo y me encantaría
ir contigo. La cena de HRC, supongo”
“Sí, mañana.”
Lauren hizo una pausa. “Es bueno tenerte de nuevo en casa.”
“Es bueno estar aquí,” dijo Elliott con vehemencia. Trató de
encontrar las palabras para expresar lo bueno que era escuchar la voz
de Lauren y saber que estaban en la misma ciudad y que pronto iban a
verse de nuevo.
“Recógeme a las siete. Y no llegues tarde” añadió Lauren en
broma, tal vez para aligerar el ambiente.
“Sí señora. Estaré allí.” Elliott nunca se había sentido tan
aliviada de tener una cita en su vida.
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Capítulo Ocho

Hacían una pareja impresionante en la pista de baile. Lauren


llevaba un esmoquin de seda azul medianoche, y un chaleco blanco
sin blusa. La pajarita azul real de Elliott contrastaba muy bien con su
chaqueta blanca. Bailaban bien juntas y se trasladaban con gracia
por la pista de baile. Elliott era una líder fuerte y Lauren se sentía tan
ligera como una pluma en sus brazos. Cuando la música se desaceleró,
atrajo a Lauren más cerca, y sus caderas se balanceaban sensualmente
con la melodía. Elliott había sentido una incomodidad inicial cuando
recogió a Lauren, todavía culpable de la debacle con Isabellla en París,
a pesar de que se había convencido a sí misma de que esos
sentimientos eran irracionales. Apenas podía mirar a Lauren a
los ojos cuando entraron a la sala de recepción, pero después de la
cena había invitado a Lauren a unirse a ella en la pista de baile y los
sentimientos habían pasado.
Lauren envolvió sus brazos alrededor del cuello de Elliott,
acercándola. Sintió que Elliott tomaba una respiración rápida
sorprendida, luego los cálidos brazos que estaba esperando le rodearon
la cintura. “Esto me gusta más” murmuró Lauren sobre el hombro de
Elliott. “El baile tradicional esta bien, pero a veces sólo quiero bailar
cerca, de esta manera.”
El aliento cálido de Lauren en su cuello envió escalofríos por la
columna vertebral de Elliott. “A mi también me gusta. Particularmente
cuando es a ti a quién estoy sosteniendo en mis brazos.”
Bajó las manos un poco más abajo en la espalda de Lauren,
ligeramente rozando la parte superior de su trasero, y no por primera
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vez, Elliott notó cómo sus cuerpos encajaban juntos casi a la


perfección. Después de varios minutos de la canción Lauren levantó
sus ojos brillantes de deseo y sus labios pidiendo ser besados. No
siendo alguien que exige que una mujer pida dos veces, Elliott bajó
lentamente su cabeza. Los besos de Lauren eran tan suaves como
recordaba, y esta vez el recuerdo era dulce. Lauren mordisqueó
su labio inferior, y Elliott tuvo que contenerse para profundizar
el beso aún más. Ella no estaba segura de cómo se mantenía en
posición vertical y la guiaba en torno a los otros bailarines en la pista
por instinto.
Los sentidos de Lauren se llenaron con el olor almizclado de la
mujer en sus brazos. Su espalda ardía bajo la caricias suaves de Elliott.
Pero era el sabor de los labios de Elliott lo que tenía toda su atención.
El beso de Elliott fue suave y tentativo al principio, luego insistió en
que se convirtiera en una participante activa. Lauren estaba más que
dispuesta a cumplir, se sentía segura y cálida. Sus manos derivaron al
cabello de Elliott, y la atrajo hacia sí mientras tomaba el control del
beso. No tuvo mucho más que una breve oportunidad de disfrutar del
sabor de Elliott antes de fueran separadas repentinamente por la voz
estridente del DJ anunciando la próxima canción.
Si no hubiera deseado a Elliott tanto como lo hacía, Lauren
hubiera pensado que la pasión que vio en sus ojos era aterradora. Sus
piernas se sacudieron y la mano de Elliott en su codo guiándola fue
reconfortante mientras volvían a su mesa. Elliott continuó charlando
con amigos y sus colegas, haciendo todo lo posible por incluir a
Lauren en el tema. Sin embargo, Lauren tenía problemas para ordenar
sus pensamientos. Hizo unos cuantos comentarios inteligentes, pero la
mayoría de las veces se limitó a dejar que la conversación fluyera. No
tenía sentido tratar de concentrarse en la política o en asuntos sociales
cuando lo único que quería era estar en privado con Elliott para que
pudieran continuar donde lo habían dejado dos semanas antes.
Uno por uno, sus compañeros de mesa se alejaron hasta que
finalmente estuvieron solas. La noche era fresca, pero Lauren sentía
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bastante calor. Se quitó la chaqueta y la dejó en el respaldo de su silla,


luego se puso de pie alcanzando la mano de Elliott. “Vamos a bailar.”
Pero Elliott no se movió.
Dulce Jesús! La parte de atrás del chaleco de Lauren estaba
completamente desprovisto de la tela, dejando al descubierto su
espalda suave y bronceada, y sus hombros. No podía recuperar el
aliento, y lo único que escuchaba era la sangre rugiendo en sus oídos.
Los músculos bailaban bajo la carne expuesta, y un pequeño tatuaje en
omóplato derecho de Lauren desafiaba a Elliott a que se acercara para
distinguir exactamente qué era. No podía moverse, no podía pensar, y
no podía hacer nada sino mirarla fijamente con su boca abierta.
“¿Elliott?” La expresión en la cara de Elliott y el anhelo en
sus ojos hicieron que Lauren se sintiera más deseada de lo que nunca
se sintió en su vida. Sintiéndose la más poderosa, la más femenina
mujer en la sala, le dio a Elliott una sonrisa tímida y tiró de su mano.
“Vamos. Quiero tus brazos alrededor de mí.”
Elliott no pudo hacer otra cosa que seguir a Lauren a la pista de
baile. Le tomó varios minutos recuperar la compostura. Mientras
bailaban se dio cuenta de la reacción de los otros invitados al atuendo
provocativo de Lauren. Algunos parecían conmocionados, mientras
que los demás se veían completamente envidiosos.
“Parece que has creado una gran conmoción.” Elliott no podía
recordar la última vez que había sentido una reacción tan visceral
hacia una mujer.
“¿Qué quieres decir?”
Ella realmente no tiene ni idea de su belleza. “Tu chaleco,”
respondió Elliott. “Cada par de ojos en la habitación está en ti.”
Lauren no se molestó en fingir que no sabía de lo que Elliott
estaba hablando. “Los únicos ojos que estoy interesada en tener en mí
son los tuyos.”
Elliott tropezó un poco y supo, por la contracción de la boca de
Lauren, que su reacción la había delatado. Las manos suaves se
deslizaron detrás de su cuello y comenzaron a acariciar el cabello de
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bebé en su nuca.
“¿He creado una gran conmoción en ti, Elliott?”
“Sí.” Sí a todo lo que quieras.
“Bien.” Lauren se acercó.
La mente de Elliott se tambaleó con la sensación de la piel
desnuda y el olor de la carne cálida. Los músculos tensos saltaron por
debajo de sus dedos y enviaron impulsos de calor directamente al
punto sensible entre sus piernas. Los familiares golpes de excitación
recorrieron su cuerpo, y sus boxers de seda hicieron poco para detener
los jugos que amenazaban con deslizarse por su pierna. No podía
recordar haber estado tan excitada por una mujer aún con la ropa
puesta. Si no se cuidaba, había una clara posibilidad de que se
avergonzara a sí misma en la pista de baile. Había estado en los brazos
de muchas mujeres, pero ninguna la había hecho sentir así. Quería
hacer el amor con Lauren, de eso estaba segura. Pero había algo más
también, y luchaba por saber qué era exactamente. Inhalando la
fragancia del cabello de Lauren se dio por vencida de tratar de
descifrar sus respuestas y simplemente cerró los ojos y se perdió
en la mujer que estaba sosteniendo.
La música terminó demasiado pronto y Lauren las llevó poco a
poco de vuelta a su mesa. Elliott no estaba tan conmocionada como lo
había estado cuando vio por primera vez la espalda desnuda de
Lauren, pero todavía no podía apartar los ojos de la piel que había
acariciado recientemente. Apartó la silla de Lauren y acarició sus
hombros desnudos después de que ambas estuvieron sentadas. Elliott
levantó su vaso de agua y el hielo tintineó erráticamente contra los
lados debido a sus manos temblorosas. Necesito más que un vaso de
agua fría para apagar esta sed. Su pareja de baile estaba arrebatada y
sin aliento, y la miraba fijamente.
Elliott puso de pie. “Salgamos a tomar aire fresco.” Tal vez me
enfriará lo suficiente como para que no la viole justo en esta mesa.
Cogió la mano de Lauren y cuando sus ojos se fijaron su
respiración se hizo profunda. Bajó la cabeza para besar a Lauren
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de nuevo, pero una pareja abandonando la pista de baile tropezó con


ella, ofreciendo una disculpa a medias. La interrupción fue suficiente
para romper el hechizo, y Elliott hizo lo mejor que pudo para parecer
fácilmente en control mientras se trasladaban a la puerta. Tan pronto
como entraron en la noche fría, Lauren levantó su pelo para atrapar la
brisa fresca y Elliott vio una delgada capa de sudor en la parte
posterior de su cuello. Quería correr su lengua sobre la piel húmeda y
coger el líquido, pero antes de que pudiera satisfacer el impulso, un
grito agudo de reconocimiento se entrometió.
“Lauren, pensé que eras tú.”
Lauren se volvió con mal disimulado disgusto. “Marcie...” El
deseo desenmascarado en la mirada de Elliott casi la hizo caer.
Reuniendo fuerza de Dios sabe dónde, le sonrió a su conocida de
negocios. “Me alegro de verte de nuevo.” Mentira.
“Lauren, ¿qué has estado haciendo? Tienes que venir conmigo
a conocer a Samuel Parker.” Con su modo habitual, Marcie no le dio a
Lauren la oportunidad de responder a ninguna de las preguntas que
recitó en su acento sureño. “Te ves fabulosa en ese atuendo. ¿De
dónde lo has sacado?” Cogió la mano de Lauren, y casi como una
ocurrencia tardía, dijo a Elliott, “Yo soy Marcie Webster, por cierto.
Nos excusa de un minuto, ¿no es así? No tardaremos mucho tiempo.”
Lauren le dirigió a Elliott una mirada suplicante que decía: ¿Qué
se supone que haga? Siempre había encontrado abrasiva a Marcie, y
la impresión no se disipó cuando Marcie tiró de ella al salón de baile y
le preguntó en un susurro fuerte, “¿Has pensado en la oportunidad de
la que hablamos hace unos meses?”
Desconcertada, Lauren miró a su alrededor. Esperó que nadie que
conociera estuviera al alcance del oído. “Lo siento, Marcie, no estoy
segura si...”
“Ay, no me vengas con esa falsa modestia,” la reprendió Marcie.
“La comunidad necesita una abogada con tu habilidad y conexiones, y
serías genial en ello. La práctica privada es definitivamente la decisión
correcta para ti.”
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Maravilloso. Simplemente díselo a todo el mundo. Ella y Marcie


habían sido adversarias en un caso casi dos años atrás y Lauren se
había sorprendido cuando Marcie se le acercó en un seminario jurídico
en Los Ángeles. Había pasado toda la noche hablando con ella sobre
una prominente abogada que estaba lista para retirarse y estaba
buscando a alguien para hacerse cargo de su práctica. La mujer
representaba a mujeres y niños en su condado y era muy respetada en
la comunidad legal. Lauren había considerado la posibilidad, pero no
estaba ni siquiera cerca de tomar una decisión de cambiar. Le
encantaba trabajar en Bradley & Taylor.
“Realmente no he pensado mucho en ello, Marcie,” dijo.
“Bueno, yo le dije que la llamarías.”
Lauren suspiró. Ella no había accedido a nada, pero Marcie era
una aplanadora cuando se le metía una idea en su cabeza. “Bueno,
pensaré al respecto.”
Después de unos minutos más de conversación cortés se excusó
y regresó al patio, donde Elliott estaba esperando con una bebida
fresca en la mano. “Lo siento. Ella me atrapó con la guardia baja.”
“Es un huracán, ¿no?” Elliott le entregó una bebida fresca, y
Lauren se sintió aliviada al ver la diversión en sus ojos, no la irritación
que esperaba. “¿Quién es ella? Una ex, tal vez?” Elliott terminó la
pregunta con las cejas levantadas.
“¡No!” respondió Lauren con firmeza. No quería que Elliott
pensara que ella se sentiría atraída por alguien tan falta de tacto como
Marcie. “En absoluto. Ella representó a un empleado que demandó a
Bradley & Taylor por despido injustificado.” Lauren levantó la
barbilla con orgullo. “Perdió.”
“Buena chica.” Elliott permitió que sus ojos se desplazaran a los
labios de Lauren, y su corazón dio un vuelco cuando Lauren pasó su
lengua por ellos. Bajó la cabeza para besar a Lauren una vez más. “Me
gustaría...”
Por segunda vez esa noche, fueron interrumpidas. Esta vez era
una compañera de clase de la facultad de derecho, y después de la
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presentación y de varios minutos de ponerse al día, la mujer se fue.


“¿Qué decías?” le solicitó Lauren, dispuesta a matar a cualquier
otra persona que se atreviera a inmiscuirse entre ellas. Leyó la tensión
sexual de Elliott en su lenguaje corporal y se emocionó sabiendo que
ella era la causa.
Elliott la tomó del brazo y la condujo a la vegetación que
circundaba el patio, donde estuvieron ocultas a la vista. “Es muy
popular esta noche, Consejera.”
“No me propuse ser popular.” Lauren se detuvo sólo a unas
pocas pulgadas en frente de Elliott.
“¿Qué te propusiste hacer?”
“ Seducirte.”
“Esta funcionando.”
Los ojos de Elliott se oscurecieron más de lo que Lauren creía
posible y el aire que las circundaba se cortó con la electricidad. Su
respiración irregular formó una neblina tenue entre ellas. Dejó escapar
un gruñiente gemido de placer cuando los labios de Elliott se
encontraron con los de ella en un beso que, rápidamente, se convirtió
en caliente y exigente. Lauren moldeó su cuerpo en el de Elliott y se
puso de puntillas para estar más cerca de la boca tentadora. Había
sido besada muchas veces, pero nunca así. Estaba siendo devorada
pero también se esperaba que fuera una participante activa. Su corazón
latía tan fuerte en su pecho que esperaba ver moretones en la mañana.
Su mente estaba completamente en blanco, pero su cuerpo estaba
lleno de las millones de terminaciones nerviosas que cobraban vida en
los brazos de Elliott.
Después de varios minutos, Elliott se separó, peleando su
impulso natural de tomar a Lauren en ese mismo momento. No sería
la primera vez en su vida que la lujuria prevalecía sobre la precaución,
resultando en sus ropas, o las de la otra mujer, en ruinas, y a veces las
de ambas. Pero quería que fuera diferente con Lauren; no quería un
polvo rápido, quería toda la noche.
“Eso estuvo bien,” dijo Lauren débilmente. Bien, mierda, fue
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impresionante!
“Sí, lo estuvo.”
“¿Podemos hacerlo de nuevo?” Lauren no estaba segura de que
fuera a sobrevivir otro beso así, pero moriría como una mujer feliz si
no sobrevivía. Quería ser besada una y otra vez por esta mujer y flotar
en un deseo como nunca había conocido. Y lo quería ahora.
“Definitivamente.” Elliott besó la nariz de Lauren, sus ojos, su
mandíbula, y rápidamente volvió a sus labios. Simultáneamente se
movió e insertó su muslo entre los de Lauren. Sus manos estaban
igualmente ocupadas, y Lauren se quedó sin aliento cuando Elliott le
cubrió el pecho. Elliott recibió el mensaje fuerte y claro, y comenzó
un viaje de besos hacia el botón superior del desafiante chaleco.
Lauren presionó su clítoris palpitante contra la pierna de Elliott y
lanzó un largo suspiro dando una señal de su placer. Dios, esto se
siente bien. Colocando una mano sobre el hombro de Elliott, empujó
un poco. “Creo que deberíamos retomar esto en alguna parte un poco
más privada.”
Elliott levantó los ojos. “¿Son las abogadas siempre tan
sensatas?”
“En realidad, sí. Te lo enseñan en la escuela de derecho, ya
sabes.”
Elliott se echó a reír y de mala gana bajó la mano del pecho que
tan perfectamente cabía en la palma de su mano. “Deben hacerlo. Mi
abogado es igualmente equilibrado.”
“Espero que no lo beses como acabas de hacerlo conmigo.”
“Él no es mi tipo.”
“¿Cuál es tu tipo?”
Elliott dudó un momento. “Una mujer que es segura, atrevida,
cálida, encantadora, inteligente, ingeniosa, ardientemente sensual, y
con ojos del color del cielo de verano.”
“¿Alguien así por aquí?” bromeó Lauren. No estaba segura de si
estaba buscando un cumplido o si, simplemente, disfrutaba oír hablar
de la atracción de Elliott hacia ella. De cualquier manera, la
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embriagaba.
“Sí. Particularmente la parte de la sensualidad ardiente.” El
cuerpo de Elliott estaba tocando la conocida canción del deseo, pero
había varios nuevos versos emergiendo, y no conocía las palabras en
ellos. Había ternura por la mujer en sus brazos, una ternura que no
admitía explicación. Quería que Lauren fuera feliz. Quería que ella
tuviera todo lo que necesitaba. Quería mantenerla a salvo. Después de
lo que se sintió como una eternidad, le preguntó: “¿Estás lista?”
Definitivamente había un doble sentido en su pregunta.
“Sí.”
Lauren estaba conmocionada por cómo una simple palabra de
dos letras cambiaría su vida para siempre. Había luchado con su
creciente atracción hacia las mujeres, sin saber si estaba dispuesta a
asumir un compromiso con el lesbianismo. Había descartado la
bisexualidad. No estaba interesada en los hombres, incluso cuando
trató con mucho empeño estar comprometida con uno, y lo más
importante, no creía que la bisexualidad fuera segura. Cruzar la línea a
otro estilo de vida, especialmente uno controvertido, no era algo que
tomara a la ligera. La decisión podría afectar su carrera, sus amigos
podrían abandonarla, y su familia podría repudiarla. En el fondo, se
sentía segura de que su familia respetaría su decisión, pero no podía
estar tan segura de lo que podría ocurrir en las otras áreas de su vida.
La única cosa de la que estaba completamente segura era de que
quería hacer el amor con Elliott Foster.
Se dirigieron al auto de Elliott y de alguna manera condujeron a
la casa de Lauren con su libido bajo control. Cuando se detuvieron
fuera, Lauren tomó una respiración tranquilizante. “¿Quieres una
copa?” Jesús, que pregunta estúpida.
Elliott se volvió en su asiento enfrentándola directamente. El
brillo en sus ojos redujo una cierta tensión. “Estaría más interesada en
el desayuno.”
“¿Cómo te gustan tus huevos?”
Abandonaron el coche y apenas habían entrado en el amplio
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hall de entrada cuando cayeron una en los brazos de la otra. Elliott no


desperdició ni un momento. Atrajo a Lauren acercándola y la besó
directamente en la boca, con su excitación creciendo de nuevo. No
había podido conducir lo suficientemente rápido para llegar aquí,
anticipando lo que iba a venir. Ahora, aquí estaba, Sosteniendo a la
mujer que deseaba, sabiendo lo mucho que ella era deseada también.
Encantada por esa certeza, Elliott deslizó sus manos bajo las solapas
de la chaqueta del traje de Lauren, rozando ligeramente con sus
palmas los ya duros pezones. Lauren se quitó la chaqueta y la tiró en
la silla junto a ella, permitiendo a Elliott explorar la extensión de piel
que la había atormentado toda la noche. Esta vez, cuando besó su
camino hacia abajo desde el cuello de Lauren hacia la parte superior
del chaleco no había ninguna razón para parar.
Trazó besos de ida y vuelta desde los labios de Lauren hasta la
carne expuesta con cada botón que desprendía en el chaleco de seda.
Cuando todos los botones estuvieron abiertos, mordisqueó el camino
de regreso a la boca de Lauren y la capturó en un beso. Movió sus
manos dentro del chaleco y suavemente cubrió completamente los
pechos cálidos que se hincharon en sus manos. Dios, ella se siente
bien. La rápida respiración de Lauren era un eco del ascenso y
descenso de sus pechos en sus manos. Alentada por su silencioso
estímulo, Elliott utilizó sus labios y su lengua para recorrer el camino
trazado por sus manos.
“Oh, Dios,” gimió Lauren cuando la boca de Elliott se cerró
sobre su pezón.
Se tambaleó unos pasos hacia atrás, usando la pared para
estabilizarse. No estaba segura si se aferraba a Elliott por necesidad o
por deseo. De cualquier manera, eso realmente no importaba. Era la
primera vez que experimentaba un deseo así de intenso, y no la
asustaba. Su cuerpo estaba ardiendo y los labios de Elliott y su lengua
incitaban aún más la llama. Las sensaciones eran casi abrumadoras, y
se estremeció pensando en lo que estaba por venir. Esto era lo más
cerca que alguna vez había estado con una mujer, y necesitaba el
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reaseguro de un beso de Elliott.


Como si Elliott hubiera sentido su necesidad, puso un suave beso
final en un pezón ansioso y luego cambió su atención a la boca de
Lauren. De alguna manera Lauren encontró la fuerza para quitar la
chaqueta de Elliott. La dejó caer en el piso y trataba de desabrochar la
camisa de Elliott cuando sus temblorosas manos fueron sujetadas con
suavidad.
Elliott la miró a los ojos llenos de incertidumbre. “Tus manos
están temblando,” comentó con suavidad.
“Estoy nerviosa,” confesó Lauren.
Los ojos azules se clavaron en su alma. “Yo estoy nerviosa
también.”
Por alguna razón, Elliott encontró que la declaración era
sorprendentemente cierta. No podía recordar la última vez que se
había sentido así en los brazos de una mujer. Conocía la pasión, el
deseo, la anticipación, y en ocasiones el aburrimiento, pero el
nerviosismo nunca. Era como si esta fuera su primera vez de nuevo y
no quisiera decepcionar a su amante. Se inclinó para besar a Lauren
una vez más.
“Pero tu has hecho esto antes.”
La boca de Elliott se detuvo a una fracción de pulgada de los
labios que estaban abiertos e incitantes y mantenían la promesa de
tanto más. “¿Qué dijiste?”
Lauren se quedó desconcertada, sin darse cuenta de inmediato de
lo que había dicho. Una vez que lo hizo, vaciló, sabiendo que éste era
un momento definitorio. Su mente daba vueltas, pero en su estado de
excitación, no podía pensar con claridad. Con los ojos bajos, le
susurró, “Te dije que obviamente tu has hecho esto antes.”
“¿Eso quiere decir que tu no?” Elliott no estaba segura de que
quería oír la respuesta. Podía sentir el calor escurriéndose de su
cuerpo.
“No exactamente.” Lauren sintió la retirada de Elliott y trató de
no entrar en pánico.
Julie Cannon Come and Get Me

“Exactamente ¿qué es no exactamente?” Elliott contuvo el


aliento. Por favor, no me digas esto.
“Exactamente... no.” Lauren habló en voz tan baja que no estaba
siquiera segura de si había hablado en absoluto. Con una decepción
devastadora, sabía que lo había hecho y que era demasiado tarde para
retractarse.
Elliott dejó caer las manos de Lauren y con mucho cuidado le
cerró el chaleco, dejándolo sin abotonar. Apretó sus manos cerrando
los puños. Sabía que si buscaba los botones, sus manos terminarían de
nuevo en el interior, sobre la carne caliente y acogedora, y sus labios
las seguirían sin duda.
“Tengo que irme,” dijo secamente, en busca de su chaqueta.
El cuerpo de Lauren reaccionó ante el frío repentino en el aire y
la frialdad en donde las manos de Elliott habían estado una vez.
Alargó la mano y tocó el brazo de Elliott. “Elliott, espera.”
“Me lo ibas a decir?” La frustración de Elliott afloró en ira. El
toque de Lauren en su brazo envió un calor abrasador a través de su
cuerpo y en una fracción de segundo, visualizó esas manos encima de
ella. Cogió su chaqueta, usándolo como una excusa para alejarse del
contacto.
“Yo te lo dije,” declaró Lauren. Incluso a sus propios oídos, su
respuesta sonó evasiva. Cualquiera que fuera la esperanza que tenía de
hacer el amor con esta mujer se evaporaba rápidamente.
“Pero me lo ibas a decir?” Elliott se sentía sorprendida por toda
la conversación.
“No lo se,” respondió Lauren con honestidad. Había pensado
acerca de si tenía que decírselo a Elliott desde el momento en que
se dio cuenta de que quería dormir con ella, pero en su forma típica,
había enumerado metódicamente los pros y contras como si estuviera
preparando una argumentación ante la Corte Suprema de Justicia. Por
desgracia, no había podido llegar a una conclusión definitiva.
Simplemente había esperado que nunca llegaría a esto, o que de
alguna manera la perfecta noche juntas milagrosamente se
Julie Cannon Come and Get Me

materializaría, excluyendo cualquier necesidad de incómodas


revelaciones.
“¿No lo sabes?” Elliott se vio sacudida por su respuesta. “No
crees que debería haber sabido acerca de esto?” Se paseaba por toda la
sala pasándose las manos por el pelo. Su sorpresa había pasado
de ira a confusión y de nuevo a ira.
“¿Habría cambiado algo?” preguntó Lauren, conociendo ya la
respuesta.
Elliott dejó de caminar. “¿Qué clase de pregunta es esa? Por
supuesto que lo habría hecho.” Se puso las manos en las caderas
desafiante. “Creo que es bastante obvio que lo cambió todo.”
Lauren no sabía qué decir, así que no dijo nada.
“Yo no soy una rata de laboratorio para que puedas experimentar,
Lauren,” dijo secamente Elliott. No sabía si estaba más molesta por
que Lauren no había estado nunca con una mujer o por que ella había
podido juzgar tan mal la experiencia de su compañera.
Lauren se encogió. “Eso no es lo que estoy haciendo.” Estaba
desesperada por llevar adelante su punto. ¿Y cuál es mi punto? ¿Que
yo quería que tu fueras mi primera vez? A ella realmente le gustaría
escuchar eso ahora.
“Eso es exactamente lo que estabas haciendo, Lauren. Tu tienes
treinta y cuatro años de edad ¿y ahora has decidido que quieres ser
lesbiana? Lo siento, pero tendrás que encontrar a alguien más.”
“Elliott, déjame explicarlo.” Lauren no sabía lo que diría aun
cuando Elliott le diera la oportunidad.
“No, yo lo explicaré por ti.” Se acercó a través de la habitación y
se quedó cara a cara con Lauren. Esta vez, sus ojos estaban llenos de
furia, no de pasión. “Es muy simple, Lauren. Yo soy lesbiana” el dedo
de Elliott tocó su propio pecho y luego se trasladó al de Lauren, “y tú
no lo eres. Tengo que admitir que hiciste un excelente trabajo
ocultándolo. No tuve ni una pista. Ni una maldita pista.”
“Elliott...”
“Lo siento Lauren, pero yo no duermo con mujeres
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heterosexuales. Buenas noches.” Elliott se alejó, negándose a escuchar


ninguna otra palabra.
La puerta se cerró sonoramente detrás de ella, dejando a Lauren
congelada con la sorpresa y el rechazo.
Julie Cannon Come and Get Me

Capítulo Nueve

“¿Qué tiene tu trasero fuera de balance?”


Elliott levantó la vista de los papeles de estaba firmando y miró a
Teresa a través de su escritorio. “¿Perdón?”
“He dicho, que ¿qué es lo que tiene tu culo fuera de balance?”
Has sido una perra de la realeza durante dos semanas, y por mi parte
estoy cansada de ello.” La protesta sorpendida de Elliott no le impidió
decir lo que pensaba. “Tienes a todo el mundo caminando sobre
cáscaras de huevo por aquí, y sea lo que sea, será mejor que lo
arregles, lo encuentres, o lo superes, porque nos estás haciendo
miserables.”
Elliott estaba acostumbrada a la forma directa de Teresa; habían
sido amigas durante el tiempo suficiente como para que ella pudiera
salirse con la suya. Pero nunca había regañado a Elliott de este modo
antes. “Lo siento. Creo que he estado un poco en el borde.”
“¿Un poco?” Teresa levantó las cejas.
“Bueno, más que un poco,” reconoció Elliott, avergonzada de su
comportamiento. “Sólo estoy preocupada.” Eso fue un eufemismo.
Había estado obsesionada por Lauren desde aquella noche, analizando
minuciosamente todos los minutos que pasaron juntas, en busca de
alguna pista de que Lauren no era gay. Todavía no puedo creer que la
juzgué mal.
Teresa deslizó su silla más cerca. “Elliott, te he visto hacer
malabares con más bolas que lo humanamente posible y tu nunca has
estado así. Ni siquiera un poco. ¿Está todo bien?”
¿Quieres decir aparte del hecho de que he tenido una de las
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mayores decepciones de mi vida, me siento como una tonta, y no


puedo dejar de pensar en la mujer más hermosa que he conocido?
“Estoy bien. Es algo que tengo que resolver, eso es todo.”
“¿Puedo hacer algo para ayudar?”
Elliott hubiera deseado que lo hubiera. Ella se apoyaba en que
Teresa se hacía cargo de casi todo por ella, tanto profesional como
personalmente, pero este era un problema que tenía que resolver por sí
misma. “Sólo haz lo que acabas de hacer, Teresa.” Sonrió por primera
vez en el día. “Manténme en la línea, dime cuando estoy fuera de
línea, y abofetéame si no vuelvo a la línea.”
Teresa no parecía convencida. “Tu necesitas un descanso. Lo
digo en serio.”
Elliott le restó importancia a su preocupación. “No te preocupes.
Esto pasará.”
Salió de la oficina más tarde de lo habitual y, en piloto
automático, condujo a casa y no tardó en sentarse en el sofá con dos
dedos de Whisky en un vaso. Mientras bebía, apretó Play en su
contestadora.
El único mensaje era de Ryan, insistiendo en verla. Elliott se
quejó. Realmente no estaba de ánimo. Lo último que quería hacer en
estos momentos era pasar una hora tratando de descifrar cómo detener
a Rebecca de que saqueara su vida; no necesitaba ninguna ayuda
externa con eso. Tal vez Teresa tenía razón. Tal vez ella realmente
necesitaba un descanso. No era común en ella vacilar ante una
situación que podría afectar a su empresa. Tenía que tener algo de
perspectiva, y pronto.
Elliott se sirvió otro whisky y miró alrededor de la habitación.
Cómodo, perfectamente decorado, su refugio privado era un oasis de
soledad que atesoraba. Nunca se había sentido sola aquí antes, pero de
pronto lo hizo, y en lo único en que podía pensar era en alejarse.
Conmocionada y enojada, puso su copa a un lado. ¿Cómo era posible
que le estuviera pasando esto a ella? Se sintió desplazada - de la vida
que había construido, de la persona que era, de todo lo que se sintiera
Julie Cannon Come and Get Me

familiar, y cómodo. Y no tenía idea de cómo volver a la normalidad, o


si aún quería. Soy un desastre. ¿Qué voy a hacer?

*
Lauren escuchó el sonido de la lluvia de la mañana por cuarto
día consecutivo. El aire fresco sopló a través de una abertura de gran
tamaño en su habitación de hotel, poniéndole la piel de gallina. Miró
los grandes números rojos en el frente de su reloj de viaje y gimió.
Sólo diez minutos habían pasado desde la última vez que lo chequeó.
Frustrada por otra noche sin dormir, arrojó la colcha y sintonizó la
CNN. Durante unos minutos se sentó temblando en sus boxers de seda
cortos y musculosa mientras observaba la cobertura habitual de
noticias deprimentes, luego se dirigió hasta el baño para prepararse
para otro día aburrido.
El viaje había llegado de repente, cuando Bradley & Taylor fue
notificada por la Junta de la Bolsa de Valores de la India que
estaban siendo investigados como parte de una investigación interna
de la Bolsa de Valores de Bangalore. Los cargos eran falsos, pero aún
así Lauren fue requerida de comparecer en persona. Había tenido dos
días completos para dejar en orden su oficina, empacar y estar en un
avión que se dirigía al otro lado del mundo.
Se cepilló los dientes y estaba a punto de encender la ducha
cuando se congeló ante el sonido de una voz familiar. Poco a poco se
asomó por la puerta del baño y su corazón dio un salto en su garganta.
La cara de Elliott llenaba la pantalla de televisión mientras respondía a
las preguntas de un reportero de negocios. Lauren la estudió, notando
los círculos bajo sus ojos que el maquillaje de televisión no podía
ocultar absolutamente. Una chaqueta color rojo oscuro acentúaba su
tez, y aretes de diamantes brillaban cuando hablaba. Se veía más
delgada, y Lauren detectó un costado que no había visto antes.
La esquina de la cama se hundió cuando Lauren se sentó allí,
transfigurada. Se le revolvió el estómago cuando Elliott se rió de algo.
Julie Cannon Come and Get Me

El carisma que la había atraído en su primer encuentro era evidente


incluso a través de las ondas. ¿Qué fue lo que me hizo pensar que
alguien así estaría interesada en mí? Mírala. Lauren se quedó
mirando la pantalla, atrapada en la voz melodiosa. Elliott era rica y
famosa y brillante. Estaba en la televisión en todo el mundo, por el
amor de Dios. ¡Oh, y no nos olvidemos de magnífica. Ella podría tener
a cualquier mujer que quisiera.
Lauren apagó la televisión y se rió mientras marchaba de regreso
al baño. Mierda, no es de extrañar que no haya llamado. Restregó
duramente su cuerpo pero no pudo borrar el manto de inseguridad
sobre sí misma que la siguió a la ducha. Durante el vuelo de veintitrés
horas de unos días atrás, había dado vueltas al ultimátum que había
dejado en el contestador automático de Elliott el día de su partida.
Nunca había rogado por la atención de un amante, y no iba a empezar
ahora. Su mensaje había sido claro y al grano. Había explicado cómo
se sentía y por qué se sentía atraída por Elliott y había dejado el
próximo movimiento de su lado.
Al igual que todas las vírgenes, y entre risas se consideraba una
virgen, Lauren quería que su primera vez fuera con alguien especial.
Desde el momento en que Elliott prácticamente le pasó por encima,
supo que nunca había conocido una mujer como ella, y que tal vez
nunca volvería a hacerlo. Desde su abrupta separación, se había
planteado muchas razones por las cuales Elliott no la había llamado.
Iban desde el total absurdo a la morbosidad vívida, pero continuaba
volviendo a algo que le molestaba.
¿Pensaba Elliott tan poco de su inteligencia que creía que Lauren
tropezaría ciegamente en los brazos de una mujer por algún tipo
del capricho? ¿No había siquiera considerado el efecto que esto podría
tener en la carrera de Lauren? Elliott había sido gay toda su vida y era
simplemente aceptada por quién era. Lauren, por el contrario, lo
estaba arriesgando todo. No tenía ninguna intención de vivir en el
armario, quería compartir su vida abiertamente con quien amara,
cuando llegara ese momento. Tenía todas las de perder. ¿Pensaba
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Elliott que ella haría una elección tal a la ligera?


Secándose con una toalla, examinó su reflejo en el espejo. Lo
que vio no era atractivo. Junto con su orgullo, su propio respeto estaba
herido. Estaba reviviendo sus años de citas de la adolescencia y
poniendo en riesgo la confianza que había pasado cultivando toda su
vida adulta por algo tan poco importante como si una mujer regresaría
o no su llamada.

*
Elliott se sobresaltó por una bocina sonando en algún lugar a la
distancia. El calambre en su cuello le indicó que se había dormido
brevemente. Parpadeando varias veces, miró a sus alrededores.
El antiguo barrio todavía se veía igual. Los árboles eran más
altos, los arbustos más tupidos, y salvo por los coches diferentes
estacionados a lo largo de la calle, Claude Boulevard estaba tal cual
Elliott lo recordaba. Había pasado los primeros años de su infancia en
la casa con el sinuoso camino de entrada, y no importaba en cuántos
lugares hubiera vivido desde entonces, seguía pensando en ésta como
su casa. Bajó la ventanilla y apagó el coche. El silencio se salpicaba
con los sonidos de un perro ladrando y las aves dándole la bienvenida
a la mañana. El único movimiento en la calle durante la última hora
había sido un autobús escolar vacío conduciendo por ahí.
Elliott se acomodó más en los cómodos asientos de cuero y bebió
un sorbo de café tibio de una taza de plástico que había llenado en el
mini-mart a una pocas cuadras de distancia. Desde su ubicación pudo
ver al otro lado de la calle las cortinas cerradas sobre la ventana donde
su madre se paraba, esperando que regresara a casa desde la escuela.
Recordó la última vez que la vio allí.
Elliott tenía seis años y se había apresurado a casa con su
primera boleta de calificaciones apretada en su puño, completada con
letras y números que ella no había aprendido todavía, pero estaba
segura de que iban a decirle a su madre de lo inteligente que era.
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Todavía recordaba cómo se había sentido ese día cuando dobló la


esquina y vio a su madre esperándola: estaba orgullosa de sí misma y
con ganas de compartir la noticia. Se sentía segura, segura de que su
madre siempre estaría ahí. También esperaba con ansiedad la llegada
de un hermanito o hermanita; su madre tenía ocho meses de embarazo.
Elliott nada sabía entonces sobre las complicaciones en el embarazo.
Cuando su hermana Stephanie llegó a casa unos días más tarde,
Elliott fue quién estaba parada en la ventana viendo como el coche se
detenía y su padre salía con un bulto de color rosa. Era un hombre
sólido, de más de seis pies de altura, pero se veía pequeño y abatido
subiendo los escalones. Su madre no iba a venir a casa, y Elliott nunca
se sentiría completamente a salvo de nuevo.
Inclinó la cabeza hacia atrás, de pronto muy cansada. No había
dormido en toda la noche anterior, y sólo había conseguido conciliar el
sueño en el período que la precedió. Había pasado algún tiempo fuera
de la ciudad en lo que se suponía que eran unas cortas vacaciones para
despejar la cabeza. No lo habían hecho, y esa era la razón por la que
estaba sentada sola en su coche en la calle en la que había crecido.
Nunca entendió completamente por qué venir aquí le daba un sentido
de pertenencia y de paz, pero lo hacía. A menudo se había sentado en
este mismo lugar en días diferentes, en diferentes coches y refrescado
la memoria de su madre, y recordando la felicidad que había conocido
hasta aquella pérdida.
Con el sonido de un coche que se acercaba, Elliott comprobó el
espejo retrovisor y alcanzó a verse a sí misma. Los círculos oscuros
bajo su ojos no la sorprendieron, pero el vacío en ellos sí. Nunca había
notado el vacío en su mirada y acercó el espejo. La intensidad y el
empuje que veía en el espejo del baño todas las mañanas se habían
ido, y en su lugar no había nada. ¿Es esto en lo que mi vida se ha
convertido?
Sacudida, justificó su apariencia como mero cansancio. La
mayoría de las noches, sus sueños se llenaban con imágenes de
Lauren, y no podía escapar de ella durante el día tampoco. Elliott
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estaba por lo general extremadamente enfocada en el trabajo, pero las


imágenes de Lauren parada delante de ella, viva, risueña y ardiendo de
pasión, entraban y salían de su cerebro. Se preguntó qué haría falta
para expulsar a la hermosa mujer de su mente. Tal vez necesitaba bajar
la cabeza y escapar a su trabajo aún más. Tal vez necesitaba tener sexo
con alguien más - o con varias personas mas. Ambos eran un típico
modus operandi cuando estaba preocupada por algo, pero le habían
fallado esta vez.
Otra posibilidad se cernía: tal vez sólo debía enfrentarse a sus
sentimientos y aceptar que evitarlos no había resultado hasta ahora.
Tal vez la única forma en que iba a conseguir sacar a Lauren Collier
de debajo de su piel era seguir adelante y dormir con ella. ¿Entonces
por qué eso me asusta un infierno?

*
El eco insistente de su taconeo se oía en todo el vestíbulo
mientras se acercaba a la recepción. Echando un vistazo a su reloj de
pulsera, Lauren informó al recepcionista que el taxi que había
programado aún no había llegado. Se enfureció ante la insolencia del
hombre detrás del mostrador, por lo que pidió hablar con el gerente
del hotel, quien, después de otros diez minutos, sólo fue capaz de
generar una disculpa y no un taxi. Frustrada con la falta de servicios,
incluyendo servicio de taxi confiable, decidió que, si iba a llegar a
la reunión con el tiempo que restaba, tendría que caminar.
Cinco minutos después de su decisión, se lamentó. La lluvia se
había detenido y en su lugar había un aire tan húmedo que el vapor se
elevaba de los charcos que se vio obligada a esquivar. Las calles
estaban repletas de personas, todas ellas apuradas por llegar a alguna
parte. Una mujer gorda vestida con un tradicional sari indio casi
expulsó el maletín de Lauren de su mano en su prisa por cruzar la
calle. El sudor se escurría por el costado de la cara de Lauren, y
maldijo cuando su zapato emergió de una pila de barro que no pudo
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esquivar. “Mierda. puta mierda.”


Lauren viajaba generalmente bien, pero este viaje la había
drenado, física y emocionalmente, y su carácter se ponía peor a
medida que el sol subía más alto en el cielo indio caliente. El ver a
Elliott en la televisión por la mañana debía haberla desconcertado más
de lo que ella pensaba. Una limusina se arrastró hasta detenerse una
cuadra frente a ella y una mujer de aspecto exquisito surgió del
interior con aire acondicionado pareciendo tan fresca como Lauren
hubiera querido estar. La mujer era tan parecida a Elliott que de pronto
se detuvo, haciendo que el hombre detrás de ella prácticamente le
pasara por encima. Murmuró una disculpa a medias mientras la mujer
desaparecía en un edificio.
Entrecerrando los ojos contra el sudor que le quemaba los ojos,
finalmente ubicó el edificio que estaba buscando unas cuadras
adelante, exhaló un suspiro de alivio y cogió su ritmo. Si ella fuera a
llamar, lo habría hecho ya. Es historia. Déjalo ir.
El aire frío en el vestíbulo envió un escalofrío que recorrió su
cuerpo mientras se acercaba a un banco de ascensores. Gotas de sudor
continuaron sumándose lentamente por entre sus pechos y la parte
baja de su espalda. El reloj detrás de ella repicó, lo que indicó la
media hora, y apretó el botón de Arriba con impaciencia. Odiaba
llegar tarde a una reunión, y en particular odiaba perder la ventaja que
necesitaba si la reunión era con un adversario.
Lauren se tranquilizó cuando salió del ascensor, se tomó otro
momento para controlar su respiración mientras permanecía de pie
fuera de la sala de conferencias.
Dios, que viaje brutal. Thomas Merison la había acompañado
a la India, y detectó una hostilidad no tan sutil y resentimiento por
parte de él. En varias ocasiones lo sorprendió mirándola curiosamente,
casi como si estuviera tratando de descubrir si jugaba para el equipo
de los chicos o de las chicas. Sin duda, su posición respecto a John
Briggs, el empleado gay que Merison quería despedir, había
despertado sus sospechas. Pero Merison tenía un fuerte sentido de la
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auto-conservación, y él también dependía de que ella fuera discreta


acerca de su hija, por lo que no hacía comentarios abiertos. En su
lugar, durante sus reuniones con los reguladores en Bangalore, puso en
duda la exactitud de su posición sobre cuestiones legales específicas, y
con frecuencia sus comentarios eran hechos en una sala llena con las
partes en ambos lados. Era evidente que intentaba minar su autoridad,
y después de la cena el primer día ella se lo hizo notar.
Lauren se indignó ante su negativa condescendiente y con la
insinuación de que ella llegaría a un arreglo en lugar de pelear los
cargos fabricados. Lo miró fijamente sin decir nada hasta que él
empezó a retorcerse, entonces le dijo en términos inequívocos que
nunca cuestionara su credibilidad de nuevo. Merison se había
comportado el resto de las reuniones, pero se vio obligada a estar en
guardia mucho más que lo habitual.
La puerta chirrió cuando la abrió, y todas las cabezas se
volvieron a mirarla. Estudió a los ocupantes sentados alrededor de la
mesa y no se sorprendió en lo mas mínimo de que cada uno de ellos
llevaba un traje oscuro, camisa blanca y un perfecto nudo de Windsor
en la corbata de seda. Jesús, no sólo estos abogados piensan igual,
sino que se visten igual también. Esta no era la primera vez que ella
era la única mujer en la habitación, y sabía que iba a ser otro largo día.

*
Elliott lanzó las llaves del coche en el mostrador y se quitó la
la ropa mientras caminaba por su casa. Necesitaba una ducha de agua
caliente y un buen trago. Optando por combinar los dos, se detuvo en
el bar para verter Chivas en un vaso de gran espesor. Estaba desnuda
para el momento en sus pies pisaron los azulejos fríos del piso del
cuarto de Baño.
El agua hirviendo golpeó su cuello y su espalda, y se quedó
inmóvil durante varios minutos, deseando lavar su melancolía. Luego
cogió el jabón y enjabonó todo su cuerpo antes de enjuagarse. La
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esencia familiar del líquido era tranquilizadora. El Champú goteó en


sus ojos y el ardor reafirmó que todavía estaba viva. Mecánicamente
cerro la llave del agua y se envolvió en una toalla.
La luz parpadeante del contestador automático se reflejaba en el
espejo de encima de la barra. Rellenó su vaso, se acercó a la mesa,
y apretó Play. Una voz familiar capturó su completa atención.
“Elliott, es Lauren. ¿Estás ahí?” Unos segundos de silencio.
“Siento mucho si te decepcioné, no era mi intención. Yo iba a
decírtelo, simplemente nunca era el momento adecuado.” Elliott se
aferró a la copa con ambas manos y miró el líquido dorado mientras
Lauren continuaba. “Elliott, no soy un ama de casa ingenua y aburrida
en busca de emociones.” Parecía enfadada. “Yo soy una mujer
educada, con una Licenciatura en Derecho de la Universidad de
Harvard y un doctorado de Princeton. He pensado mucho esto, y
confía en mí, yo no hago nada sin pensarlo. Sólo porque nunca he
hecho el amor con una mujer no quiere decir que no soy lesbiana.
Jesucristo, Elliott. Todos tienen que tener una primera vez.”
Sí, pero no voy a ser yo. He estado allí, he hecho eso, y aprendí
una valiosa lección.
“Me gustas, Elliott, y me siento muy atraída por ti. Obviamente,
me siento atraída por ti.” Lauren se rió entre dientes, como si se diera
cuenta de lo absurdo del comentario. “Pero lo que es más importante,
te respeto, lo que piensas y en lo que crees. Tu me desafías, y
francamente, muy poca gente lo hace. Quiero pasar más tiempo
contigo. Yo podría fácilmente decir más. Soy una abogada. Podría
defender mi caso largo rato, pero no voy a rogar por esto.” Hubo una
larga pausa y Elliott pensó que había colgado. La racionalidad de la
voz de Lauren la sorprendió. “La bola está en tu campo ahora, Elliott.
No me aproximaré a ti de nuevo. Si me quieres, tendrás que venir a
buscarme.”
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Capítulo Diez

La recaudación anual de fondos para el Hospital de Niños era


uno de los eventos favoritos de Elliott y a menudo pujaba en varios de
los elementos de la subasta silenciosa, luego los devolvía al hospital
para que los niños los disfrutaran. Había pasado la mayor parte de la
tarde poniéndose al día con viejos amigos y conocidos de negocios y
estaba finalmente sola, sorbiendo su bebida, cuando Lauren entró en la
habitación.
Su cabeza empezó a girar y su estómago dio un vuelco.
Inmediatamente el gusto y el tacto y la suavidad del cuerpo de Lauren
volvieron desbordándola. Si eso fuera posible, estaba aún más bella de
lo que Elliott recordaba, y no fue la única que lo notó. Mientras
Lauren se dirigía con seguridad a un grupo de personas, los ojos de
una mujer específica despreocupadamente recorrieron su cuerpo y se
quedaron en sus pechos. Incluso desde esta distancia Elliott reconoció
el hambre, esta mujer estaba al acecho. Su estómago de hizo un nudo
y se sintió extrañamente arrebatada.
Elliott estaba anonadada por los sentimientos que corrían a través
de su cuerpo. Era una combinación que no podía recordar haber
experimentado. Estaba caliente de deseo, pero más caliente ¿con qué?
¿celos? ¿Estoy celosa de que alguien más esté interesado en Lauren?
Ni siquiera estaba segura de cómo se sentían los celos. Sabía que la
idea de alguien más tocando a Lauren la volvía loca. Lo que era peor,
no tenía ni una pista de qué hacer al respecto.
Tendría que haber respondido el llamado telefónico de Lauren.
Había grabado el mensaje, y cuando finalmente fue capaz de escuchar
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las palabras y el tono, sin ira, la lógica del argumento de Lauren había
comenzado a tener sentido. ¿No habían sido todas vírgenes alguna
vez? ¿No era realmente un halago que Lauren hubiera querido
compartirse a sí misma con Elliott en lugar de con otra mujer? No
podía tener escasez de ofertas. Tal vez ya había satisfecho sus deseos,
o curiosidad, con otra persona.
Expulsando el pensamiento de su mente, Elliott siguió todo
pequeño movimiento de las manos de Lauren, imaginando que se
movían sobre su cuerpo y respondían a su deseo. Se centró en la boca
de Lauren y anheló una vez más el roce tentador de esos labios contra
los suyos. Habían pasado semanas y no había habido ningún contacto
entre ellas. Elliott se preguntó si ya era demasiado tarde; tenía el
presentimiento de que el encanto no corta mucho el hielo cuando
arruinas las cosas con un cierto tipo de mujer. Lauren había dejado la
pelota en su campo y al parecer, no estaba bromeando. Elliott había
esperado recibir una llamada de seguimiento. Se había imaginado a
Lauren tratando de persuadirla a otra cita. En su lugar se había
alejado. Si no otra cosa, eso decía algo acerca de su agenda; por una
vez, la riqueza de Elliott no era la carta ganadora.
Después de varios minutos de conversación benigna, Lauren
supo que estaba siendo vigilada. No quería parecer grosera,
casualmente trasladó su mirada de la mujer con la que estaba hablando
y de inmediato se conectó con un familiar par de cálidos ojos
castaños. Elliott! Había sospechado que podría verla en el beneficio,
dado el compromiso de Elliott con las organizaciones benéficas de
niños, y se había preparado para este momento. Una ráfaga de
agitación se le arremolinó en el estómago de todos modos.
Elliott parecía compuesta, sosteniendo una copa y apoyada en
un pilar decorado. Con algo parecido a la desesperación, Lauren
se dio cuenta de lo mucho que aún la deseaba. Dios me dé la fuerza
para no perder la cabeza. Estaba decidida a no acercarse a Elliott,
cualquiera que fuera el orgullo que tenía iba a permanecer intacto.
Asintió en reconocimiento cortés pero distante, y los ojos de Elliott se
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oscurecieron a pesar de que su expresión no cambió. Lauren sostuvo


su mirada por unos dolorosos momentos, y luego volvió su atención a
la gente a su alrededor. Una de las mujeres en la fiesta había estado
tratando de llamar su atención desde que llegó. Era madura y estaba en
buena forma. Lauren le dio una cálida sonrisa.
No vio a Elliott de nuevo hasta mucho más tarde esa noche,
cuando una rubia que parecía una desnudista cortó camino a través de
la habitación y se detuvo a alrededor de un pie de distancia de la
enigmática CEO. Cuando Elliott se volvió, la mujer dijo algo que
Lauren no pudo oír, y luego le dio a Elliott una bofetada en la cara. En
medio de un coro de gritos de asombro y un aguacero de flashes
mientras los pocos periodistas de páginas sociales pululaban, la rubia
giró sobre sus talones y se alejó.
Durante un par de segundos, Elliott se quedó donde estaba, al
parecer aturdida, luego sus ojos se lanzaron a Lauren y su mejilla
pálida se volvió tan roja como la otra. Desvió la mirada de inmediato
y parecía como si cada músculo de su cuerpo se hubiera contraído, su
rostro estaba demacrado y su postura rígida. Luego fue ella misma
otra vez. Haciendo caso omiso del zumbido de especulación, siguió
los pasos de su asaltante tetona.
Lauren no era la única mirando con la boca abierta. Alan, su
siempre fiable escolta, comentó, “Bueno, tenía que suceder en algún
momento.”
“¿Quién es ella?” preguntó Lauren. Si eso era el “tipo” de Elliott
no era de extrañar que no hubiera llamado.
“No tengo ni idea.” Alan puso un gesto filosófico. “Pero si Elliott
Foster alguna vez pensó que tenía una vida privada, es historia ahora.”

*
“Elliott, que grata sorpresa.” la voz de Rebecca rezumaba
sarcasmo.
“No juegues conmigo.” Elliott dejó caer las llaves del coche en
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su bolsillo. “¿Puedo pasar?” No podía decir el nombre de Rebecca.


“Siempre eres bienvenida en mi casa, y en mi cama.” Rebecca
deslizó una mirada llena de lujuria sobre ella y dio un paso atrás para
permitirle pasar.
La ejercitada disciplina de sus emociones impidió que Elliott se
estremeciera. Conocía la casa de Rebecca, por lo que se dirigió a la
sala de estar.
“¿Scotch?” le preguntó Rebecca con empalagosa dulzura.
Elliott declinó. “Vamos al punto. ¿Qué demonios fue todo eso?”
“¿Envías al FBI aquí y necesitas preguntar?” Los pechos casi
desnudos de Rebecca se elevaron y cayeron bruscamente.
¿El FBI? Elliott no reflejó sus emociones. ¿Ryan había tomado
alguna medida drástica sin consultarla? Cautelosamente, dijo: “Estoy
segura de que ellos explicaron la situación.”
“Oh, sí. lo explicaron muy bien, me tendieron una trampa.
Consiguieron las grabaciones telefónicas y cintas de tu casa. Te crees
tan inteligente, ¿no es así?”
¿Inteligente? Elliott se sentía increíblemente torpe, pero no podía
permitir que Rebecca viera que nada de esto tenía sentido para ella.
“¿Qué vas a hacer?” -preguntó con suavidad.
“Duh! Se supone que retiraré mi demanda, pasaré de mi
evidencia, y no tendré más contacto contigo o ellos van a arrestarme.
Me tienen chantajeada, y está esa mierda acerca de la seguridad
nacional.”
¿Seguridad Nacional? Elliott no podía ni siquiera imaginar lo
que Ryan debía haber dicho a las autoridades. Señaló lo obvio. “Tu
me estás chantajeando a mi.?
“Podría ir a prisión.”
“Los monos son horribles.” Elliott estaba desconcertada, pero
podía definitivamente verle un lado divertido a esta conversación
bizarra.
La indignación de Rebecca dio paso a un mohín quejoso.
“Vamos, Elliott. Sé que no me quieres encerrada o ya me hubieran
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arrestado. Las cosas todavía podrían funcionar entre nosotras. Yo


estoy dispuesta.”
Elliott ignoró el intento de seducción; sin embargo, estaba
intrigada. ¿Por qué el FBI no había arrestado a Rebecca? La respuesta
se presentó antes de que pudiera tomar aliento. El comportamiento de
Rebecca había sacudido el barco de alguna manera, pero si la
arrestaban, su operación – fuera la que fuera - sería descubierta.
Tendrían que justificar la forma en que llegaron a la evidencia del
chantaje. Me están investigando a mí y no quieren que yo lo sepa.
Estuvo a punto de echarse a reír. Habían pensado que Rebecca
mantendría la boca cerrada. Equivocado.
“Rebecca, es tiempo de que lo abandones,” Dijo Elliott.
“Nosotras hemos terminado. Sugiero que asumas tus pérdidas y te
alejes mientras puedas.”
“No lo entiendo.” Rebecca sonaba realmente desconcertada.
“Unos pocos cientos de miles no son nada para ti. ¿Por qué
simplemente no pagaste?”
“Es una cuestión de principios.”
“Gastas millones de dólares en niños que no valen nada, pero
¿no puedes ni siquiera darme un regalo por nuestro tiempo juntas?”
Me acosté con esta mujer. Disgustada, Elliott dijo, “Si tu
estuvieras enferma con una enfermedad terrible, te ayudaría. Pero no
lo estas... a menos que un sentido excesivamente desarrollado del
derecho sea una enfermedad.”
Rebecca dejó escapar algunas lágrimas de cocodrilo. “Te
aprovechaste de mí.”
“¿Cómo es eso?”
“Tu me sedujiste. Me metiste en la cama antes de que tuviera la
oportunidad de decir que no. Cuando todo había terminado y me di
cuenta de lo que realmente eres, yo estaba en shock.” Rebecca se
sentó rígidamente en su silla.
“¿Y exactamente qué es lo que soy?”
“Un depredador,” escupió Rebecca.
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Elliott se echó a reír, y por la expresión de enojo en la cara de


Rebecca, probablemente no era lo más prudente de hacer. “¿Y en qué
punto cuando estabas desnuda y encima de mí, me convertí en un
depredador? ¿Antes o después de que empujaras tus dedos tan adentro
de mi coño que la parte posterior de mi garganta sintió cosquillas? Fue
cuando te uniste a mí en la ducha y me suplicaste que te hiciera venir?
¿O qué tal cuando me follaste en el baño de damas en el Ritz? Dime,
Rebecca, ¿en cuál de esos momentos fue? Debido a que esas fueron
las únicas veces que estuvimos juntas, y me parece recordar que fuiste
una participante muy dispuesta. De hecho, cada vez que traté de irme,
me follaste de nuevo.” Para el momento en que terminó, su enojo
había sacado lo mejor de ella y estaba casi gritando.
“Esa no es la forma en que sucedió.”
“Esa es exactamente la forma en que sucedió. Tú lo sabes y yo lo
sé. Estabas aburrida de tu vida y querías dar un paseo por el lado
salvaje. Fuimos por ese camino, Rebecca, y tu ibas a la cabeza.” por
segunda vez vio a Rebecca transformarse.
“¿Tu nueva novia te folla así?”
Elliott no pudo ocultar su conmoción por la pregunta de Rebecca.
No tenía idea de lo que Rebecca sabía, o creía que sabía, de Lauren.
El nudo en el estómago se apretó.
“Así es, tu nuevo apretón. La guapa pelirroja. Es abogada,
¿verdad? ¿Me pregunto qué diría si tuviéramos una charla? Tal vez yo
despida a mi abogado y la contrate a ella.”
Cualquier control de Elliott había partido con la mención de
Lauren en el contexto de esta conversación desagradable. “No te
atrevas a meterla a ella en esto.”
“¿O qué, Hmm? ¿Qué vas a hacer? ¿Decirle a mi marido? Gran
cosa, a él no le importa. ¿Decirle a mi mamá? ¿De quién crees que lo
aprendí? Hey, yo sé, tal vez harás que tus amigos del FBI me hagan
desaparecer. Poof.” Rebecca usó sus manos para acentuar el acto de
desaparición.
Elliott saltó de la silla y en un instante estaba en la cara de
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Rebecca. “Escúchame, tú pequeña perra intrigante. Te dije que te


comería para el almuerzo, y si le dices una sola palabra a ella... una
palabra... cualquier palabra, te garantizo que lo haré.?

*
Lauren se quedó mirando el techo de su habitación, sin poder
dormir después del extraño giro de los acontecimientos en el
beneficio. Obviamente, una ex enojada quería avergonzar a Elliott en
público, y había tenido éxito. Los medios de comunicación estarían
tras esta historia hasta que llegara el próximo escándalo. Lauren estaba
agradecida de que no se había involucrado con Elliott; su cara estaría
en todas partes también, y ¿cómo se lo explicaría a Thomas Merison y
Charles Comstock?
Pensó en llamar a Elliott con unas palabras de apoyo. Sin
importar lo que pasó, o no pasó, entre ellas, éste iba a ser un momento
difícil para ella y lo más decente que podía hacer era acercarse.
Durante varios minutos puso su mano vacilante en el teléfono junto a
su cama. Su despertador marcaba la 01 a.m. Los amigos no se llaman
unos a otros en la mitad de la noche. Eso es algo que sólo los amantes
harían.
Esta no era una emergencia, y si fuera por completo sincera
consigo misma, tenía un motivo ulterior. Sin duda quería asegurarse
de que Elliott estaba bien, pero también quería sentir los labios de
Elliott en los suyos, y el toque de sus manos. Necesitaba escuchar a
Elliott decir que no tenía sentido tener esperanza. Se puso de lado y se
sintió muy sola en su cama, pero a pesar de sus anhelos reafirmó su
posición: no iba a acercarse a Elliott de nuevo. Si ella me quiere,
entonces va a tener que venir a buscarme.

*
“Ryan, ¿a quién conocemos en el FBI?”
Julie Cannon Come and Get Me

“Es la una de la mañana,” murmuró Ryan.


“Sé qué hora es, Ryan.” Elliott pudo descifrar los ruidos de
fondo. Él le estaba diciendo algo a su esposa, a continuación sonó
como si llevara el teléfono a la cocina y abriera la nevera. “Por
Dios, despierta. El FBI. Hablaron con Rebecca.”
“¿Qué? ¿Por qué el FBI hablaría con ella?”
“Estaba esperando que tu pudieras decírmelo. ¿Tu no los
llamaste para esto, no?”
Ryan bostezó. “No, pero esto es muy interesante. ¿Qué fue
exactamente lo que dijo?”
“Algo acerca de un asunto de seguridad nacional. Le dijeron que
tienen grabaciones de sus amenazas de chantaje y que podría ir a la
cárcel. Ella piensa que yo orquesté todo esto para poder vencerla en su
propio juego.”
“Rebecca esta a punto de conseguir lo que quiere,” señaló Ryan.
“¿Estás segura de que esto no es un juego?”
“¿Por qué iba a mentir acerca de esto?” Sería bueno, en este
punto, creer que Rebecca había ideado otro camino para manipularla,
pero Elliott sabía lo que había visto. “Estaba asustada, Ryan. Esta
retirando la demanda y me dio una bofetada a la vista de todos.”
“Bueno, probablemente deberíamos haberlos involucrado,” dijo
Ryan. “Supongo que tu no eres la única persona que Rebecca trató de
estafar. Ellos deben haber estado observándola.”
“No,” dijo Elliott sombríamente. “Ellos la habrían detenido si
fuera su objetivo, simplemente le dijeron que diera marcha atrás.”
“La trama se complica.” Sonando perdido en sus pensamientos le
preguntó: “¿Estás diciendo que eres tú en quien están interesados?”
“Bueno, si ella está diciendo la verdad, han estado escuchando
mis llamadas telefónicas.”
“Y si el teléfono ha sido víctima de espionaje, tu casa
probablemente tiene escuchas también.” Concluyó Ryan. “Por lo
tanto, debemos tener esta discusión en otro lugar.”
Elliott se sintió mal. ¿Era esto su vida? ¿Cómo habían podido
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ponerse las cosas fuera de control, tan rápido? “No puedo creer esto.”
Ryan se lanzó a la especulación rápida. “Sabes, esto puede
no tener que ver contigo específicamente. Podrías estar atrapada en
una investigación más amplia. No asumamos nada en ese sentido.
Tenemos que llegar al fondo de esto.”
¿Una investigación? Ella estaba escuchando cosas.
“Por cierto, he visto el incidente de la recaudación de fondos en
las noticias de la tarde.” Ryan sonó inalterable. “He empezado ya-”
“¿Estuvo en la televisión?” Tendría que haber adivinado que
alguien habría tenido un teléfono celular grabando.
“Temo que sí. Como ya he dicho, he comenzado ya a controlar
los daños. Tu cuñado me llamó justo después de que lo pasaron. Vas a
tener que mantener un ojo sobre él.”
“Oh, a Mark le va a encantar esto.” Él lo usaría en su contra
si pudiera, no había duda sobre eso. Elliott esperaba que no pudiera
rastrear a Rebecca; tendría que atarle las manos de alguna manera
antes de lo hiciera.
“Le dije que era una acosadora,” dijo Ryan. “Pero en realidad no
deberíamos tener esta discusión ahora. Tenemos que encontrarnos tan
pronto como llegues al trabajo. Me daré una vuelta por ahí. No, mejor
aún, encontrémonos en la cafetería de Sandstone Drive. Por lo menos
sabemos que no está intervenida.”
“Bueno,” Elliott estuvo de acuerdo con la sombría resolución. Su
próximo pensamiento lo expresó en voz alta. “Dejé que esto avanzara
demasiado.” Se había permitido distraerse, y había sido terca. Su
negativa a pagarle a Rebecca había sido una cuestión de principios,
pero a veces los principios eran un lujo.
Ryan leyó su mente, como lo hacía con más frecuencia de lo que
a ella le gustaba. “Es bueno que no le hayas pagado.”
“De alguna manera, No estoy entendiendo eso.”
El humor seco de Elliott, sacó una pequeña risita de su viejo
amigo.
“Piensa en ello. Los culpables son, por lo general, los primeros
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en pagar, y tú eres inocente, ¿por qué lo harías?”


Su tono prudente y la cuidadosa elección de las palabras la hizo
repentinamente muy consciente de su situación. En este momento, los
agentes del FBI estaban escuchando. Lo que fuera que ella y Ryan
dijeran podía ser mal interpretado o utilizado en su contra.
“Nada de esto tiene sentido,” dijo. “¿Por qué diablos estaría el
FBI interesado en mí?”
“Eso es algo que tendremos que averiguar. ¿Cómo te van las 08
a.m.?”
“Estaré allí”
“Mientras tanto,” advirtió, “No hables con nadie.”
Elliott estuvo de acuerdo, la línea se cortó y ella estaba segura de
que podía oír extraños ruidos de clic. Preocupada, dejó caer el receptor
en su cuna y comenzó una búsqueda metódica en su estudio. No
estaba segura de lo grande que era un dispositivo de escucha, pero si
los habían plantado alrededor de su casa necesitaba encontrarlos. Le
llevaría toda la noche, e incluso entonces pudiera ser que le faltara
alguno.
Elliott dejó de mirar debajo de los cojines y se hundió en
su sofá. Esta era una pesadilla. Su vida había estado fluyendo
perfectamente, y ahora, de repente, se había convertido en una mierda.
Realmente en una mierda de miedo. Chantaje de una ex codiciosa era
una cosa, pero ¿el FBI? ¿seguridad nacional? Era tan descabellado que
sentía que acababa de saltar a otra realidad. Su mente se tambaleó a
Lauren. La había llamado desde esta casa, con su línea de teléfono
intervenida. Sin darse cuenta podía haber involucrado a Lauren en
algo.
Elliott se sentía mal del estómago. Tenía que decírselo. Ryan
quería que mantuviera la boca cerrada hasta que pudieran reunirse y
ponerse de acuerdo sobre cómo manejar la situación, pero ella debía a
Lauren más que eso. Lauren tenía una gran carrera en qué pensar, y no
podía arriesgarse quedar atrapada en algo como esto, lo que sea que
“esto” fuera en realidad. No importaba lo que Lauren debía pensar de
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ella después de esta noche, Elliott tendría que correr el riesgo de caer
aún más bajo en su opinión, diciéndole todo lo que sabía.
Se levantó y localizó las llaves del coche, tratando de recordar
dónde había puesto su teléfono celular. ¿Cómo tomaría Lauren una
extraña llamada telefónica de ella a estas horas de la noche? Le
sonaría como una loca, hablando del FBI y las escuchas telefónicas.
Tengo que verla, cara a cara, y esto no puede esperar.
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Capítulo Once

“¿Estás dónde?” Lauren se incorporó y buscó a tientas el


interruptor de la lámpara, cambiando su teléfono de una oreja a la otra.
“Estacionada en tu calzada,” le dijo quien la llamaba tarde en la
noche.
Apartándose el pelo de la cara, Lauren pasó las piernas sobre el
lado de su cama y caminó por la habitación para mirar por la ventana.
Ciertamente, Elliott estaba de pie apoyada en su coche, mirando
a su casa. “Te veo.”
“Te veo también.” Elliott saludó.
“¿Qué estás haciendo aquí? Son las dos y media de la
madrugada”
“¿Está bien si entro, fuera del frío?” Había un toque de ironía en
la pregunta.
“¿Es eso un doble sentido?” preguntó Lauren.
“¿Te gustaría que lo fuera?” Preguntó Elliott en voz baja.
El corazón de Lauren cambió sus ya rápidos latidos por un más
errático patrón. “Nos vemos en la puerta.”
Tiró el teléfono sobre la cama, se puso una bata, y se apresuró a
salir de su habitación. Elliott estaba en su casa en medio de la noche y
le hablaba como si hubiera algo entre ellas, o tal vez eso era
simplemente la expresión de sus deseos. A veces Lauren tenía la
impresión de que Elliott flirteaba con las mujeres de forma
automática. Ahora que pensaba en ello con un poco de perspectiva,
casi parecía como una manera agradable de evitar una conversación
más significativa.
Julie Cannon Come and Get Me

Al bajar las escaleras y acercarse a la puerta principal, comprobó


que su bata cubría su osito de seda fina, y luego cogió a la manija.
“Gracias.”
Elliott lucía mas desarreglada de lo que Lauren la había visto
nunca, en pantalones vaqueros y camisa arrugada, con el pelo
despeinado. Seguía siendo la más sexy mujer viva. “Por favor. Entra”
“Siento mucho esto,” dijo Elliott mientras caminaban a la sala de
estar. “Necesito hablar contigo.”
“Estoy escuchando.” Lauren se sentó en un sillón, invitando a
Elliott a hacer lo mismo. No dijo nada más. Si Elliott quería hablar,
iba a tener que llevar la conversación.
El silencio parecía ensordecedor, y Elliott registró finalmente que
Lauren estaba esperando que explicara por qué estaba allí. Ella no me
va a hacer esto fácil. Se sentó en la esquina del gran sofá, lo más
cercano que pudo a Lauren. No se le escapó que Lauren había
decidido sentarse sola.
“Es difícil saber por dónde empezar,” dijo.
“Lo siento, no te ofrecí nada.” Lauren miró hacia la barra.
“¿Quieres un trago? O puedo hacer chocolate caliente o café.”
“No, pero gracias. No quiero alargar esto.” Tan pronto como
habló, se dio cuenta de que su comentario había herido a Lauren. Los
suaves ojos azules miraron hacia otro lado y los hombros de Lauren se
encogieron lo suficiente para alterar los pliegues de su túnica. Elliott
no podía pasar por alto el contorno de su cuerpo debajo del satén
pesado. Era tan hermosa que era una tortura no extender la mano y
tocarla. De repente, desesperada por no ser mal interpretada, dijo, “Lo
que quiero decir es que es tarde, y yo sé que deberías estar durmiendo.
No estaría aquí si no fuera importante.”
“Sí.” Lauren nerviosamente esperaba para ver a dónde iba Elliott
con esto.
“Lo qué pasó en la recaudación de fondos... es algo que necesito
explicar.”
“No necesitas explicarme nada a mí,” Dijo Lauren.
Julie Cannon Come and Get Me

Hasta hacía muy poco, Elliott habría estado de acuerdo. Acababa


de pasar el último par de semanas tratando de convencerse de que no
era de ninguna manera responsable de la mujer frente a ella. Sin
embargo, aquí estaba, a punto de explicarse y pedir comprensión.
“La mujer que me dio una bofetada es Rebecca Alsip. Tuve una
breve aventura con ella un tiempo atrás.” La expresión de Lauren no
se alteró, pero Elliott podía sentir la emoción en ella y se preguntó de
qué se trataba. ¿Vergüenza? ¿Aversión? ¿Celos? Puedo tener
esperanza. “Los últimos dos meses, ha estado tratando de
extorsionarme.”
Esta vez una emoción perceptible agitó la suave perfección
de la cara de Lauren. Sus ojos se agrandaron y su boca se abrió en
estado de shock. “¿Chantaje?”
“Sí. Cuando me negué a pagar, me amenazó con una demanda.
Puedo mostrarte los papeles.” Elliott no estaba segura de por qué hizo
esa oferta. Lo último que quería era que Lauren leyera una lista de
mentiras sórdidas que trataban de asesinar su persona.
“No tienes que hacer eso,” dijo Lauren con el ceño perplejo,
como si hubiera algo extraño en la oferta. “Creo lo que me estás
diciendo.”
“Para no hacer largo el cuento, fue a la reunión de beneficencia,
porque estaba enojada. El FBI acababa de decirle que diera marcha
atrás.”
“¿Tu llamaste al FBI?” Lauren se sintió aliviada. Con demasiada
frecuencia las personas siendo chantajeadas tenían miedo de informar
a las autoridades debido a que estaban en una posición vulnerable. Un
chantajista, por lo general, tenía algo sucio y contaba con el deseo de
la víctima de mantenerlo oculto. Si el FBI estaba involucrado, eso
significaba que la amenaza sería tratada, y ciertamente explicaba por
qué Rebecca había estado lo suficientemente enojada como para crear
un espectáculo público. Había avergonzado a Elliott por despecho.
Elliott estaba tan distraída por la calidez que invadía la mirada de
Lauren que se olvidó de hablar durante unos segundos. Dejó que sus
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ojos se rezagaran en los labios de Lauren, y la memoria barrió el orden


de su mente.
Con voz ronca, de mala gana, dijo, “No, yo no los llamé, a pesar
de probablemente debería haberlo hecho.” Se encontró con la mirada
desconcertada de Lauren. “Realmente no sé cómo decir esto, pero creo
que estoy siendo investigada. Le dijeron a Rebecca que habían
grabado sus amenazas de chantaje. Le dijeron que se trataba de un
asunto de seguridad nacional.”
Lauren podía sentir la sangre abandonando su rostro. “En qué
diablos estaba involucrada Elliott que atrajo la atención de los
federales?
“¿Tienes alguna idea acerca de qué podría tratarse esto?”
“Te juro, no tengo ni idea. Esto salió de la nada. No he hecho
nada malo. ¿Por qué estarían investigándome? No tiene ningún
sentido. Me está volviendo loca.” Elliott se aferró a la mano de Lauren
como a un salvavidas.
“No lo sé. Y es muy interesante que corrieran el riesgo de
ponerse en contacto con Rebecca. Si te lo decía, podría arruinar su
caso. Su cubierta se estaría arruinada. Ella debe haber sido un
problema para ellos, de alguna manera. Estoy segura de que no
quieren a los medios de comunicación husmeando a tu alrededor y de
tu empresa, y ella tenía la intención de buscar publicidad si no le
pagabas. Tal vez ése era el problema para ellos.”
Elliott todavía estaba desconcertada, pero la teoría de Lauren
tenía más sentido que cualquier otra cosa que hubiera considerado,
incluyendo la posibilidad de que el senador Jarvis se hubiera enterado
de alguna manera de la situación. Obviamente, el FBI no quería a los
entrometidos periodistas dando vueltas. “¿Qué voy a hacer?”
“Descubre todo lo que puedas acerca de lo que están haciendo, y
empieza a buscar un problema cerca de casa... personas que se
comporten de forma extraña a tu alrededor, acontecimientos inusuales
en el trabajo... algo debe haber atraído su atención.”
“Pero no pueden intervenir mi teléfono sin orden judicial, ¿no?”
Julie Cannon Come and Get Me

No es que ella lo supiera. Las escuchas telefónicas no eran algo como


allanar su casa.
“Legalmente, no, pero eso no significa que no pase. Es sabido
que el FBI usa la seguridad nacional para justificar casi todo lo que
hace estos días.”
“Mierda.”
Lauren miró la mano que sostenía la suya. El contacto hizo
cosquillear su carne en alerta, recordándole que quería mucho más. Se
imaginó levantándose y arrastrando a Elliott con ella, apoyándose en
el cuerpo inolvidable, dejando que su bata cayera al suelo. Elliott
debió haber confundido su distracción con un silencio expectante;
empezó a hablar otra vez a la carrera.
“Pensé en lo que dijiste.” Elliott se sumergió en el otro tema que
agobiaba su mente. “En tu mensaje telefónico. Expusiste algunos
buenos puntos.” Todavía le era difícil admitírselo a sí misma, y mucho
más a Lauren.
“Bueno, soy abogada, tu sabes.” El corazón de Lauren comenzó
a latir de manera uniforme de nuevo.
Elliott se echó a reír, y parte de la tensión abandonó su cuerpo.
“Sí, y de alguna manera, creo que no tendría oportunidad de ganarte
en una discusión.”
Una calidez se extendió a través de las extremidades de Lauren
cuando Elliott se rió. Se dio cuenta de lo mucho que la extrañaba.
“Seguro que sí la tendrías. No creo que una mujer tan exitosa como tú
carezca de la habilidad de ser persuasiva y ganar una discusión o dos.”
“Sí, bueno, yo he tenido suerte una vez o dos.”
“¿Una vez o dos? Tu eres demasiado modesta, Elliott.”
El sonido de Lauren diciendo nombre envió escalofríos por su
espalda. He sido una tonta. Con una rara impulsividad, dijo,
“Yo te he echado de menos.”
“Estuve aquí,” respondió Lauren, estableciendo su punto de
vista, con suavidad pero firmemente. Elliott podría haberla llamado en
cualquier momento, pero había decidido no hacerlo. Su reproche sutil
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dio en el blanco, y Elliott trató de aligerar la conversación. “Pasé


algún tiempo en París.”
“Y yo estuve en Bangalore.”
“¿Maine?”
“No Bangor, de Bangalore.”
“¿La India? ¿Cuánto tiempo estuviste allí?” Elliott se encogió
ante la estúpida pregunta, pero se sintió aliviada de que estaban
hablando de cosas mundanas por un momento. Necesitaba un poco de
tiempo para planificar la conversación que sabía que tenía que tener.
“Casi dos semanas,” dijo Lauren. “Tengo todo un nuevo aprecio
por nuestros taxis y por el aire acondicionado.” Ahogó un bostezo.
No queriendo quedarse más tiempo que por el que había sido
bienvenida, Elliott dijo, “Voy a dejarte ir. Yo sólo quería avisarte sobre
el FBI debido a que es probable que estés en las cintas también. Tengo
que asumir que mi teléfono esta intervenido y mi casa cableada.”
No deseaba liberar la mano de Lauren pero sintió un pequeño
tirón y relajó sus dedos, entregando ese único hormigueante punto de
conexión entre ellas.
Lauren estaba decepcionada de que la conversación estuviera
llegando a un fin, pero no haría nada para prolongarla. Si Elliott tenía
algo más que decirle, sabía cómo formar una frase. Se miraron la una
a la otra, y Lauren tuvo la clara impresión de que Elliott estaba
esperando una señal de ella.
Lauren adoptó un tono de preocupación amistosa. “Gracias por
decirme acerca de esto. Fue lo más honorable de hacer.”
“En realidad, fue más que eso,” Elliott reconoció tímidamente.
“Yo quería verte.”
“Esta bien.” Era difícil para Lauren no añadir nada más.
Me está haciendo ir allí. Elliott tenía que admirar la fuerza de
voluntad de su compañera. Había dictado su ultimátum y no haría
concesiones. La pelota continuaba en el campo de Elliott. Vacilante,
dijo: “Lo siento.”
Lauren la estudió con atención, pero no dijo nada.
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“Por haberme echado atrás. No puedo explicar exactamente por


qué lo hice, pero no lo estoy pasando bien, ni un poco.” Elliott lanzó
un suspiro. “Lauren, tengo mucha experiencia en los asuntos casuales,
pero soy una principiante en lo que a cualquier otra cosa se refiera, lo
cual, si lo piensas, nos hace a ambas inexpertas en nuestras propias
formas.”
Contuvo el aliento y fue recompensada con una sonrisa que
transformó la cara de Lauren de una distancia plácida a algo tan
atractivo y real que Elliott sólo pudo sonreír de la misma manera
en devolución.
“Me alegra que dijeras eso,” respondió simplemente Lauren.
“Yo también”
“¿Qué vamos a hacer con esta investigación?”
“¿Nosotras?”
“No puedes imaginarte que sólo me mantendré aparte y esperaré
a que algo lamentable te suceda,” Dijo Lauren. “Es obvio que ha
habido algún tipo de error, y tenemos que llegar al fondo de esto.”
Elliott consultó su reloj de pulsera. “Bueno, me estaré
encontrando con mi abogado más tarde esta mañana.”
“¿Alguna objeción si me uno a ustedes?”
¿Desde cuándo una mujer había estado a su lado, que no fuera un
familiar o Teresa? Era lo último que hubiera esperado, viniendo aquí.
“No, ninguna en absoluto.” Una sonrisa tonta se dibujó en los labios
de Elliott.
“Bueno.” Lauren se puso en pie y la parte delantera de su bata se
separó sólo lo suficiente para ofrecer una imagen que Elliott sabía que
no sería capaz de quitar de su mente en todo el día. “¿Dónde es la
reunión?”
Elliott se levantó y tomó una tarjeta de visita de su cartera.
Lauren le proveyó un lápiz del escritorio de tapa corrediza en una
esquina del cuarto, y ella anotó los datos de Ryan en el reverso.
Mientras caminaban a la puerta de entrada, dijo, “Aprecio esto,
Lauren.”
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“Haría lo mismo por cualquier persona que me importe.”


Allí estaba, una abertura. Elliott la evitó, no del todo lista para
saltar vacío. “Esto significa mucho,” , dijo cálidamente. “Duerme un
poco.”
“Tú también.” Lauren no hizo ningún movimiento para invitar al
beso que sintió flotando entre ellas. Dejó que Elliott se alejara y
esperó a que mirara hacia atrás.
Y Elliott lo hizo.

*
El sol de media mañana entibiaba el rostro de Lauren cuando se
sentó en su deck disfrutando de la segunda taza de café mientras
esperaba que Elliott la recogiera. Se había sorprendido por la
invitación al juego de béisbol este fin de semana. Elliott la había
llamado después de su reunión del Lunes con Ryan, dándole las
gracias de nuevo y le había preguntado si quería acompañarla. En los
días posteriores, Elliott le había enviado una cesta de frutas y la había
llamado por teléfono un par de veces para mantenerla al tanto sobre su
progreso con la nube que se cernía sobre ella. Hasta el momento, no
habían averiguado mucho, y Ryan estaba instando a Elliott a que
hicieran arreglos para hablar con un agente especial que conocía.
Elliott había dicho que lo pensaría.
Los ojos de Lauren se sintieron atraídos por una de entre varias
personas que corrían a lo largo de la costa. Saludó con la mano
reconociendo a la menuda mujer en traje naranja que pasó corriendo
por delante de ella. Anne vivía al lado, y en los pasados cinco años se
habían hecho amigas. Lauren tuvo claro desde el principio que Anne
era lesbiana, y en ocasiones habían hablado de ello.
Lauren recordó la primera fiesta a la que Anne la había invitado.
Había estado un poco nerviosa siendo una de las pocas mujeres
heterosexuales en un grupo principalmente de lesbianas, pero Anne le
había asegurado que no intentarían ligar con ella y que,
Julie Cannon Come and Get Me

probablemente, conocería a algunas mujeres interesantes. Lauren


lo había disfrutado a fondo, y a lo largo de la noche, se había sentido
intrigada por la manera en que las huéspedes interactuaban unas con
otras y con sus parejas. Varias parejas estaban, obviamente,
profundamente enamoradas, algunas estaban en la segunda o tercera
década de su relación, y unas pocas mujeres eran claramente solteras
en la búsqueda.
Lo qué más la impresionó fue el vínculo que sentía con estas
mujeres. Esta conexión se fortaleció mientras pasaba más tiempo con
Anne y sus amigas, y poco a poco cayó en la cuenta de que le faltaba
mucho de esto en sus relaciones con los hombres. Había tenido citas
en sus años en la universidad y la escuela de leyes y en sus años
profesionales. Había estado cerca de casarse con un hombre en
particular, pero rompió el compromiso en el último minuto. De alguna
manera, en el fondo sabía que no quería pasar el resto de su vida con
él.
En los últimos años había hablado con Anne acerca de su
sospecha creciente de que era lesbiana, y Anne había sido maravillosa
guiando a Lauren en sus pensamientos y sentimientos sin llevarla por
un camino específico. Con tazas de café, copas de vino de por medio,
y kilómetros de caminata en la costa de California, Lauren había
vocalizado y debatido con Anne lo que le estaba pensando y lo que
estaba sintiendo, y en última instancia llegó a su propia conclusión.
A lo largo de este proceso había salido con mujeres a veces y
había estado cerca de dormir con una de ellas, pero no se había sentido
lo suficientemente cómoda para hacer el amor con ella. Había
atribuido su duda a perder su virginidad en esa ocasión, a su nivel de
madurez, en comparación con veinte años atrás, cuando se había
manoseado con Steve Casper en su patio trasero. Sabía que la primera
vez que hiciera el amor a una mujer sería un momento definitorio en
su vida, y no iba a lanzarse a ello sin estar absolutamente segura.
Lauren no era tan ingenua como para pensar que tendría que estar
enamorada de la mujer, pero estaba segura de que sabría cuando
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estuviese bien.
“¿Lauren?” Elliott estaba parada en la esquina del deck,
mirándola con curiosidad.
Y está definitivamente bien contigo, Elliott Foster. “Hola.”
“Pensé que podrías estar aquí. Toqué el timbre varias veces y no
tuve respuesta.” Sin que Lauren lo supiera, Elliott había tomado la
oportunidad de observarla en silencio antes de anunciar su llegada.
Observar a Lauren le quitó el aliento. Estaba absolutamente
hermosa, relajada, con la brisa del mar agitando su pelo.
Lauren se enderezó en su silla. “Lo siento, me sorprendiste
soñando despierta.”
“Si esta fuera mi casa, eso todo lo que sería capaz de hacer.
Puedo ver por qué te gusta estar aquí.”
“Podría sentarme aquí todo el día. De hecho, algunos días lo
hago,” dijo Lauren con una sonrisa nostálgica. “Pero no hoy. Hoy
tengo un juego de béisbol al que ir, y amo el béisbol”
La tarde era hermosa, pensó una hora más tarde cuando
estuvieron finalmente en el estadio. “Estos asientos son fabulosos,”
dijo ella, mirando al campo. Estaban en el segundo nivel, directamente
detrás del plato.
“Gracias. Habrá un montón de pelotas de foul, por lo que
tendremos que prestar atención al juego.” Y tú estas demasiado linda
con esa gorra de béisbol y tus Ray-Ban.
Elliott se había sorprendido al enterarse de que Lauren era una
ávida aficionada al béisbol. Elliott disfrutaba la experiencia de ir a un
juego, comer un perro caliente y beber una o dos cervezas, mientras
animaba a su equipo local, pero Lauren mantenía un diálogo abierto
sobre los jugadores y sus estadísticas de principio a fin. Varias veces
durante el juego Lauren se acercó y tocó el brazo de Elliott cuando no
podía controlar su entusiasmo en una jugada especialmente
interesante. Cada vez que esto sucedía, Elliott podía sentir el calor
viajando de su brazo y aterrizando en su entrepierna. ¡Dios mío, Hace
calor hoy.
Julie Cannon Come and Get Me

Fue uno de los juegos más agradables a los que Elliott hubiera
asistido en un buen tiempo, terminando con una nota positiva, cuando
los Padres vencieron a los Astros en entradas extras. Elliott sugirió que
tuvieran una cena temprana en el Dugout, un bar-parrilla ruidoso y
lleno de gente, no muy lejos del estadio, y repasaron la partida con
pizza y cerveza, fieles a su acuerdo de no hablar de trabajo o de “la
situación,” que era como se referían al dilema de Elliott con el FBI. El
sol estaba empezando a ponerse en el momento en que se detuvieron
en la calzada de Lauren mucho más tarde.
“Lo pasé muy bien, Elliott. Gracias por invitarme.” Dios, me
encanta decir su nombre.
“Si hubiera sabido que serías mi propia comentarista jugada por
jugada te habría invitado a principios de temporada,” bromeó Elliott
mientras acompañaba a Lauren a su puerta.
Lauren se encogió. “¿Fui demasiado locuaz? Mis amigos siempre
están diciéndome que me calle, cuando vemos un partido.” Dirigió
una cautelosa mirada a Elliott y se encontró con ojos risueños.
“Por supuesto que no. De hecho, cuando fuiste al baño, el
hombre sentado a mi lado me preguntó si eras una buscadora de
talentos por todo lo que sabes de cada jugador.”
“Oh jeez...” Lauren se avergonzó un poco al abrir la
puerta de su casa.
“Él incluso me preguntó si vendrías a la serie la próxima semana
con los Diamondbacks. Creo que realmente le gustaste.” Como a mí.
“Bueno, a veces quedo atrapada en todo esto.” Lauren barrió
un pedazo de tierra de su umbral con el pie.
“¿Un poco?” Elliott inclinó la cabeza con picardía.
Lauren sabía que Elliott se burlaba de ella y se relajó. No quería
que el día terminase y anhelaba invitar a Elliott a entrar, Sin embargo,
cuando Elliott no hizo ningún movimiento para sugerir que le
agradaría la invitación, Lauren se limitó a decir, “Gracias de nuevo,
Elliott,” y se retiró al interior.
Dejada sola, parada en el porche, Elliott contempló llamar a la
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puerta, pero estaba extrañamente reacia a cambiar el estado de ánimo


de su día juntas, por la noche.
Se dio cuenta de que acababa de estar en una cita, una cita
común que no se trataba de cómo llevar a la mujer con la que estaba a
la cama lo más rápido como fuera posible. Aún más asombroso era el
hecho de que lo había disfrutado como lo que había sido y no podía
esperar para estar con Lauren otra vez, independientemente de las
circunstancias.
Julie Cannon Come and Get Me

Capítulo Doce

Dos días más tarde, llegó una tarjeta de la directora del refugio
de niños agradeciendo a Elliott por las entradas al mismo juego al que
ella y Lauren habían asistido. Estaba firmada, con diferentes niveles
de caligrafía y colores de tinta, por los veinte niños que habían ido al
juego. Sonriendo, Elliott abrió la caja de madera en su escritorio
que prácticamente rebalsaba de notas similares. Antes de deslizar
la tarjeta en su interior, estudió una firma en particular.
La escritura era tan pequeña que apenas podía leer el nombre. No
sabía nada de análisis de caligrafía o de niños, pero tuvo la impresión
de que la autora era una niña pequeña asustada. Se imaginó una
mirada en blanco exactamente igual a la de la niña que a veces
perseguía sus sueños.
Elliott no había soñado con ella regularmente por años, pero
conocía el sueño de memoria. Tenía 15 años y estaba sentada en el
asiento trasero del vehículo asignado para recogerla en el aeropuerto
para Navidad. Iba a encontrarse con su padre y su hermana y pasar
una semana esquiando en las Montañas Rocosas pero sabía, por
Navidades anteriores, que lo más probable es que fuera a pasar las
vacaciones sin su padre.
Estaba amargamente frío afuera, pero ella estaba más que
cómoda en la limusina con buena calefacción. Las ventanas tenían un
tinte casi negro pero le proporcionaban una visión del mundo exterior.
La escena era una que jamás olvidaría. La limusina se había detenido
en un semáforo en rojo, y vio a una madre acurrucada en una puerta
con una niña en su regazo. Ambas estaban envueltos en una manta
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harapienta, tratando de mantener el calor. La niña no tenía más de


cuatro años de edad, y levantó la cabeza y parecía mirar directamente
a Elliott. La mirada encantada en sus ojos hablaba de desesperación y
desesperanza en vez de emoción ante las próximas vacaciones. La luz
cambió a verde entonces, y la limusina se alejó.
Elliott no había olvidado la mirada en los ojos de esa niña,
y había pasado la mayor parte de su descanso en busca de la madre y
la niña, no queriendo nada más que poner una sonrisa en la cara de esa
niña. La niña no tenía prácticamente nada, pero tenía a su madre.
Elliott, por otro lado, tenía todos los arreos que el dinero podía
comprar, pero había perdido a su madre hacía mucho tiempo, y lo que
realmente quería era a su padre. Se acordó de haber ido a una fiesta
donde la forma de romper el hielo era decir la peor cosa que jamás
habías hecho. Ella mintió. ¿Cómo podía decirle a una sala llena de
extraños que lo peor que había hecho fue dejar que el chofer del coche
se alejara de la niña y su madre?
Trataba cada día de compensarlo dando cientos de miles de
dólares para ayudar a llevar una pequeña esperanza a un niño infeliz.
Una lágrima se deslizó por su mejilla y ella la enjugó, maldiciendo
las emociones que todavía estaban tan cerca de la superficie después
de todos estos años. Después de regresar la caja a su lugar habitual,
giró su silla ante el sonido de la apertura de la puerta y se encontró
cara a cara con la única persona con la que no quería lidiar como
primera cosa esta semana. De todos modos, no se sorprendió al verlo
en su oficina. “¿Por qué pienso que no estás aquí para darme una
buena noticia?”
“Elliott...”
Odiaba que Ryan usara ese tono con ella. La hacía sentir
como una niña petulante.
“Ellos quieren hablar contigo.” Ryan no tuvo la necesidad de
decir que ellos eran el FBI. Había hecho algunas llamadas y
finalmente le habían pasado con el agente especial a cargo. Él le había
dado muy poca información, salvo que quería hablar con ella.
Julie Cannon Come and Get Me

La sola idea hizo que apretara los dientes. ¿Por qué debería ella,
un miembro inocente del público, justificarse ante una agencia federal
que había ignorado por completo su derecho a la privacidad” Ellos
deberían estar aquí, explicándose a sí mismos con ella.
“Tienes que tener cuidado con esto. Si no lo haces a tu manera,
va a pasar a su manera, y confía en mí en esto Elliott, tú no quieres
eso.”
Golpeó su puño en el escritorio. “Sabes tan bien como yo que los
ricos pagan todo el tiempo para hacer que este tipo de mierda
desaparezca. ¿No puedes simplemente elevar una moción o algo así?
Hazlos presentar cargos o que salgan de mi vida.”
Su paciencia se estaba agotando. “No es tan simple. Tenemos que
saber por qué eres su blanco. Si cooperas ahora, al menos podremos
ver hacia dónde van sus preguntas.”
“Puede ser cualquier cosa personal.” Vivía su vida como ella
quería, no de la manera que los otros esperaban que lo hiciera, pero no
estaba haciendo nada ilegal y mientras por mas tiempo estaba a la
cabeza de Foster McKenzie, menos vida personal tenía de todos
modos. “Se que no soy exactamente de la clase dirigente, deben tener
cosas mejores que hacer que fastidiarme debido a...” Se fue apagando.
“Todavía no tenemos una idea acerca de lo que se trata.”
“No podemos estar seguros de que es a ti a quien están
investigando,” le recordó Ryan. “Es sólo una posibilidad. De todos
modos, ¿cuándo fue la última vez que te miraste al espejo? Tu eres de
la clase dirigente, ya sea que te guste o no. Sólo has tenido la maldita
suerte de haber navegado a través de la vida de la forma en que lo has
hecho hasta ahora.” Cuando ella no respondió, él quitó todos los
frenos. “Estoy sorprendido, Elliott. No es típico de ti huir de un reto.”
Estaba en lo cierto. Nunca se había retirado de una pelea en su
vida. Podía vivir con las risitas de especulación de los medios sobre la
bofetada - su publicista se estaba asegurando de que sus consecuencias
también fueran impresas: Rica CEO acechada por una busca fortunas
que estaba inventando historias acerca de su asociación.
Julie Cannon Come and Get Me

Por suerte un par de reporteros sensacionalistas habían hecho su


tarea con Rebecca y habían encontrado que una vez trabajó como
bailarina exótica durante seis meses. Esto, junto con un marido treinta
años mayor que ella que había anunciado sus planes de divorcio, hizo
que los periódicos fueran más cuidadosos. Hasta ahora, era la historia
de Elliott la que ellos creían. Uno de ellos había incluso publicado un
perfil halagador de ella como filántropa, comentando en el artículo
que ella, como mucha gente rica, era el blanco de oportunistas. El
control de daños estaba funcionando bien. Lo que no necesitaban era
un titular que dijera: FBI investiga CEO.
“Bueno,” dijo. “Cooperaré.”

*
Lauren abrió la puerta a Elliott que vestía jeans descoloridos que
acentuaban sus largas piernas, una camisa de cambray azul, y botas.
¡Oh mi Dios, ella luce ardiente. Mantente fresca Lauren.
“Hola, siento no haber llamado. ¿Estás libre para cenar?”
preguntó Elliott esperanzada.
Había estado sentada en su coche al final de la calle de Lauren
durante treinta minutos antes de llamar al timbre. Sabía que debería
haber llamado primero, pero la reunión con el FBI esa mañana había
sido inquietante y tenía una necesidad imperiosa para ver Lauren.
Había respondido preguntas durante horas, y a instancias de Ryan se
acogió a la Quinta Enmienda en varias. Cuando todo terminó, ella y
Ryan no tenían nada concreto, pero la dirección del interrogatorio les
dio algunas pistas. El FBI quería tener acceso a la información de
todos los clientes de Foster McKenzie. Ellos se negaron a señalar a
clientes individuales o a identificar cualquier sector de la industria en
particular que quisieran explorar. Sin embargo, en algunas de las
preguntas que le hicieron, Elliott había detectado un sesgo hacia las
compañías extranjeras. También le hicieron muchas preguntas sobre
sus viaje al extranjero, incluidas las previsibles acerca de sus
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contactos en el Medio Oriente.


Elliott les había dicho que iba a pensar acerca de su pedido
de tener acceso a los archivos confidenciales. Necesitaba ganar algo
de tiempo para investigar la lista de clientes actual y las ofertas que
tenía sobre la mesa.
“¿Cenar? Me encantaría,” dijo Lauren. El trabajo había estado
tan ocupado en los últimos días que había estado salteándose algunas
comidas. Ahora se sentía necesitada; la sorpresiva invitación de Elliott
no podía haber sucedido en un mejor momento. “Entra.” Abrió la
puerta de par y miró al reloj. Tenía que comunicarse con su oficina
antes de quedar libre por el resto de la noche. “¿Quiéres servirte una
copa mientras me cambio?”
“Gracias, lo haré.”
Elliott entró en el vestíbulo y Lauren tuvo una inquietante y
breve visión del beso intenso que habían compartido aquí mismo,
hacía apenas unas semanas. Sus rodillas empezaron a temblar y sus
ojos se sintieron atraídos por los labios que habían quemado su piel
con tanta pasión. De alguna manera se las arregló para cerrar la puerta
del frente.
“Hay cerveza en el refrigerador. ¿Por qué no sales afuera al
deck?”
Mientras se movía hacia las escaleras, Elliott dijo, “Viste casual.”
“Aún mejor.” Elliott escuchó el deleite en la voz de Lauren y
su sangre latió un poco más rápido.
Después de la emoción inicial de ver a Elliott nuevamente,
Lauren se había calmado, pero su pulso estaba acelerado aún. No
estaba segura de qué se trataba esta noche, pero estaba ansiosa por
averiguarlo.
Elliott observó las mejillas de Lauren colorearse. Casi podía
saborear su piel y escuchar su gemidos de excitación. Sus dedos
ardían en deseos de tocar la piel suave, pero no se rindió ante el deseo.
“¿Te gustaría que te prepare algo a ti también?”
“Claro. Una cerveza suena bien. Te veré ahí afuera.”
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Elliott encontró la cocina y sirvió sus bebidas, disfrutando de la


sensación doméstica de satisfacción al compartir este sencillo ritual,
después del trabajo con otra persona. El deck de Lauren estaba frente
al mar, y Elliott se vio afectada de inmediato por una fría brisa salada
cuando llevó sus vasos al aire libre. Apenas podía ver las olas
rompiendo en la costa bajo la luz del sol moribundo. Inhalando el aire
limpio empezó a relajarse. Todavía no estaba segura de por qué estaba
aquí, pero se alegraba de que Lauren hubiera aceptado su invitación.
Se apoyó en la barandilla del deck y se perdió en los sonidos suaves
del océano.
En algún momento sintió que estaba siendo observada, pero no
escuchó a Lauren salir al exterior hasta que estuvo de pie junto a ella,
vestida informalmente con pantalones cómodos y una camisa azul de
manga corta que resaltaba las motas en sus ojos. Oh, mierda. Tengo
que tener cuidado aquí.
“Este es mi refugio en el mundo.” Lauren miró hacia el
horizonte. “Me paro aquí y de inmediato empiezo a descomprimirme.
Cuando pienso que me estoy poniendo demasiado grande para mis
pantalones miro al agua y hace que todo vuelva a estar en foco. Me
hace dar cuenta de que sólo soy una mota insignificante en el esquema
general de las cosas.” Cuando Elliott se rió entre dientes, preguntó,
“¿Qué?”
“Tu comentario sólo me sorprendió.”
“¿Por qué?”
“Bueno...” Elliott empujó por encontrar las palabras adecuadas.
“Probablemente es un estereotipo y te pido disculpas por adelantado si
te ofendes, pero la mayoría de los abogados que conozco son bastante
arrogantes y nunca se considerarían a sí mismos solo una mota
insignificante en el esquema general de las cosas.”
Lauren tomó un sorbo de cerveza, mientras consideraba la
observación de Elliott. “Tienes razón, es un estereotipo que,
lamentablemente, es más cierto que no. Pero no me defino a mí misma
como una abogada.” Lauren esperó no haber sonado tan a la defensiva
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como se sentía. Sabía que el lado más sórdido de su profesión creaba


los chistes sobre abogados, pero ella no era una de ellos y nunca se
convertiría en una.
“¿Cómo te defines a ti misma?” Elliott estaba fascinada por saber
cuál sería su respuesta.
Lauren pensó por un momento. “Bueno, yo diría que soy una
mujer primero.” Estaba orgullosa de ser mujer y se había esforzado
siempre por ser ecuánime y expresarse bien.
Sí, tu eres definitivamente una mujer. “¿Qué viene en segundo
lugar?”
“Soy una hija y luego una amiga.”
“¿Y en dónde ubicarías ser una abogada?” Elliott pensó que esta
conversación era una manera interesante de aprender más acerca de la
mujer elegante de pie con tanta indiferencia a su lado.
“Ser una abogada está en algún lugar más abajo en la lista. Es un
trabajo, es lo que hago, no lo que soy.” Lauren nunca había
verbalizado esto realmente, pero de repente estaba muy claro. “¿Y qué
hay de Elliott Foster? ¿Cómo defines quién eres?”
Elliott se sintió incómoda inmediatamente cuando el
cuestionamiento se volvió hacia ella. En realidad, ella ya no sabía
realmente cómo responder a eso. “¿La mejor definición en este
momento? Me muero de hambre. ¿Nos vamos?”
Lauren no se perdió la forma no tan sutil en que Elliott desvió
la pregunta. “Estoy lista.”

*
“¿Quieres dar un paseo por la costa?” preguntó Elliott cuando se
detuvieron en lo de Lauren varias horas después. Había tenido una
noche agradable y no estaba preparada para que terminara.
“Me encantaría. Necesito bajar esta cena.”
Había comido demasiado, incluyendo una pieza decadente de
pastel de queso, y se sentía más que un poco repleta. Un poco más de
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ejercicio era justo lo que necesitaba, y le encantaba la tranquilidad


de la costa. Caminó en silencio junto a Elliott, recordando una
caminata similar que compartieron la noche del ballet. La quietud de
la noche se rompía únicamente con las olas rodando suavemente sobre
la arena con la marea alta.
Rompiendo el silencio, Lauren comentó en voz baja “Después de
pasar dos semanas con los 1,2 mil millones de personas en la India,
creo que aprecio este lugar aún más. Y gracias. Esta noche fue
maravillosa.” Lo que realmente quería decir es que era maravilloso
pasar la tarde con Elliott y que no hubiera importado lo que
hubieran hecho.
“Me alegro de que lo hayas pasado bien. Yo también lo hice.”
Elliott había pensado varias veces cuán agradable había sido la noche.
Encontraba a Lauren encantadora, ingeniosa y muy versada en
política, eventos sociales y las artes. Cuando las luces del patio de
Lauren se hicieron visibles, se dio cuenta de que, fuera de un
dormitorio, nunca había estado en presencia de una bella mujer
durante tanto tiempo sin sentir como si tuviera que intercambiar una
sola palabra.
La experiencia era nueva para ella y un poco incómoda, pero
antes de poder pensar en ello, Lauren ladeó la cabeza y le preguntó:
“¿Cómo estuvo tu entrevista?”
“Me gustaría poder decir que esclarecedora, pero no puedo”
Lauren quería hacer más preguntas, sabía acerca de la reunión
con el FBI. Sin embargo, Elliott estaba claramente intranquila, por lo
que cambió de tema. “Elliott, me gustaría pedirte un favor, pero no
quiero que te sientas obligada.” Esa era una ominosa manera de
comenzar una conversación, pero quería decirlo bien de frente.
La leve melancolía en la expresión de Elliott se remozó, como si
estuviera aliviada de centrarse en otra cosa. “Bueno, no me sentiré
obligada. ¿Qué es?”
“Yo soy mentora de una adolescente, y una de las cosas que estoy
haciendo es presentarle a mujeres de éxito para darle una idea de lo
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se puede lograr en la vida si se queda en la escuela y se mantiene


alejada de los problemas.”
“¿En serio?” ¿Siempre me sorprenderá esta mujer? “¿Cuánto
tiempo has estado haciendo esto?”
“Hace unos tres años. Tonya tiene siete hermanos y vive en la
vivienda pública en la Tercera y Lancaster.”
Elliott conocía el lugar. Los niños de ese distrito escolar a
menudo eran los destinatarios de sus donaciones anónimas.
“Ella tiene un gran potencial, y en los últimos seis meses o así
finalmente empezó a darse cuenta de ello.” Lauren sonrió, recordando
la primera vez que Tonya vio eso en sí misma.
“¿Qué edad tiene?” Elliott tomó nota de la forma en que se
iluminaron los ojos de Lauren mientras hablaba de la chica.
“Quince, para treinta y tres.” Lauren se unió a Elliott riendo.
“¿Cómo puedo ayudar?”
Lauren respiró hondo. A pesar de lo que estaba pasando entre
ellas, o lo que no estaba pasando, Elliott sería un excelente modelo a
seguir para Tonya. “Me gustaría que te conociera. No tienes que
preparar nada.”
“Estaría feliz de conocerla,” dijo Elliott sin vacilar.
“Si pudieras apartar una hora para hablar con ella, responder sus
preguntas.”
“Absolutamente.”
La respuesta de Elliott pareció caer en oídos sordos; Lauren
mantuvo su argumento de venta en marcha. “Sólo hablarle acerca de
los desafíos que enfrentas como mujer que es dueña de un negocio y
lo importante que es mantenerse enfocada en sus metas. Ya sabes, ese
tipo de cosas.” Lauren apenas se había tomado un respiro.
Con calma, Elliott dijo, “Lauren, he dicho que estaría feliz de
hacerlo.”
“¿Lo harías?” Lauren no había esperado que ella estuviese de
acuerdo, sin embargo, al mismo tiempo no estaba sorprendida en
absoluto.
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“Por supuesto. Me encantan los niños y estaría más que dispuesta


a ayudar a alguien a no cometer los mismos errores que yo.” Elliott
miró su calendario. “¿Cuando?”
“¿El sábado es demasiado pronto?” Lauren esperaba que Elliott
estuviese libre ese día. Se reunía con Tonya cada dos semanas, y
Tonya necesitaba apoyo y aliento con rapidez ahora que estaba en el
buen camino.
“No, el sábado esta bien.”
Coincidieron en que sería a las 10:30 y Lauren dijo, “Perfecto.
¿Sería demasiada imposición, si vamos a tu oficina?” Estaba segura de
que impresionaría a Tonya, y no estaba de más usar todo a su
disposición para ayudarle, incluyendo los adornos de una oficina de
lujo.
“No hay problema. Es después de horas, así que no va a haber
nadie. ¿Necesito hacer algo especial?”
“No. Sólo sé tú misma. Creo que Tonya quedará muy
impresionada.” Como yo lo estoy.
“Creo que puedo hacerlo. Trataré de no ser demasiado
extravagante e indignante.” Elliott dejó escapar un suspiro de alivio
cuando Lauren se echó a reír.
“Gracias, Elliott, te lo agradezco.”
“Es un placer.” La voz de Elliott era suave y ronca.
A Lauren le gustaba el sonido de eso y el sonido de la voz de
Elliott al decirlo. Ella quería perderse en la sensación que la voz
enviaba en cascada a través de ella.
Elliott se preguntó cuánto le había costado pedir este favor. Se
sintió intrigada por el personaje que surgía mientras más llegaba
a conocer a Lauren. Tuvo que admitir que la oportunidad de verla de
nuevo era definitivamente agradable. Después de pasar tiempo con
Lauren, se había dado cuenta de que le faltaba compañía. puro y
simple compañerismo, sin la presión de los negocios o el sexo, y sin
otra intención que pasar tiempo con alguien especial.
Cuando se acercaban a la casa de Lauren, dijo, “Te acompaño a
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la puerta.”
“No tienes que hacerlo.”
“Mi padre me crió mejor que eso. Él volvería como un fantasma
si permitiese que una hermosa mujer caminara hacia la puerta sin
compañía.”
Elliott puso la mano en la parte baja de la espalda de Lauren de
nuevo a medida que ascendían los pocos escalones hasta la puerta
principal.
La mente de Lauren se aceleró mientras abría el cerrojo. ¿Fue
esto una cita? ¿Qué hacemos ahora? ¿Va a darme un beso? Después
de varios momentos era evidente que Elliott no sabía las respuestas.
“Gracias de nuevo por una noche encantadora, Elliott. Buenas
noches.”
Elliott se sintió sorprendida y aliviada cuando Lauren cerró la
puerta. Su mente y su cuerpo había estado en conflicto directo sobre lo
que quería hacer, de pie junto a Lauren en su porche. Luchó con si
debía decirle simplemente buenas noches o besarla sin sentido. Lauren
no había dado ninguna indicación de su preferencia, y Elliott sintió
que no sería rechazada si se movía hacia ella. Pero antes de que una
opción pudiera prevalecer sobre la otra, Lauren había tomado la
decisión de sus manos diciendo Buenas Noches. Con agudo
entendimiento Elliott recordó las palabras de Lauren: No me
aproximaré a ti de nuevo. Mientras caminaba de regreso a su coche,
entendió que Lauren quiso decir exactamente lo que había dicho.

*
“Mark, te lo he dicho antes, no te quiero en mi oficina si no estoy
aquí.” Su cuñado tenía el culo en su silla y sus pies sobre su escritorio.
Ella quería darle una bofetada a la mirada de suficiencia de su cara,
pero se abstuvo. Ella estaba casi al límite con él, condenada Stephanie.
“Buenas tardes a ti también, Elliott.” Él no se movió.
Elliott caminó alrededor de la mesa y golpeó los pies fuera del
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cerezo pulido. El impulso lo hizo ponerse de pie, y él se pavoneó a la


silla frente a ella. A menudo pensaba que caminaba como un pavo real
disecado. “¿Qué quieres?”
“Sin preámbulos, El? No ¿cómo estas Mark?, o ¿cómo están
Stephanie y los niños? Tsk, tsk. Sé que tienes una mejor etiqueta de
oficina que esta.”
Odiaba cuando él la llamaba El y odiaba aún más cuando
le recordaba que estaba casado con su hermana. Se pegó una mirada
de aburrimiento en la cara y no le respondió.
“He venido a decirte que tengo los materiales preliminares de
comercialización elaborados en el negocio Gallien.”
El acuerdo Gallien era una inversión de varios millones de
dólares, propuesta que Mark le había lanzado sin éxito varias semanas
atrás. Mientras escuchaba su propuesta, había detectado más que la
cantidad habitual de codicia en sus ojos. Al parecer, Mark no había
oído lo que no quería oír.
“Te dije que Foster no va a recomendar a Gallien a nadie.”
“Elliott, esto podría significar millones de dólares para nuestros
clientes y para nosotros. Podríamos escribir nuestro boleto con esto.”
Te refieres a millones para ti “Ya tenemos nuestro boleto. Está
construido en cosas como la honestidad e integridad. No voy a aprobar
un acuerdo que no cumple con nuestros estándares.”
“No entiendo.” Mark estaba tratando de mantener la ansiedad
fuera de su voz, pero ella lo conocía mejor que eso. “Tu leíste el
prospecto, viste los números. Es dinero en efectivo en el banco.”
No tenía tiempo para su mierda y no estaba interesada en
pacificarlo. “Mark, la respuesta es no.”
Su expresión se volvió desagradable. “Elliott, estas cometiendo
un error. Gallien va en grande, y la Junta va a querer respuestas en
cuanto a la razón por la que no participamos.”
Se negó a morder el cebo. No iba a dejar que las insinuaciones de
Mark de ir a la Junta determinaran lo que hacía. Esto era un mal
negocio y lo sabía. “¿Hay algo más, Mark? Tengo cosas que hacer.”
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Su respuesta fue un portazo detrás de él. Una fracción de


segundo más tarde se abrió de nuevo y entró Teresa. “Rebecca esta
aquí.”
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Capítulo Trece

“Cristo.” El estómago de Elliott se contrajo. Esto no iba a ser


lindo.
“¿Quieres que ponga a Ryan al teléfono?” ofreció Teresa.
“No, él está en Cancún con su familia. Vé y tráela. Si nadie sale
después de diez minutos, llama al 911. ¿Vale?”
Teresa le dio una sonrisa forzada. “Es tu funeral.”
Elliott se armó de valor. Había comenzado a engañarse a sí
misma con que Rebecca estaba fuera de su vida para siempre, asustada
por el FBI y expuesta por los medios de comunicación. Sin embargo,
la bomba rubia entró como si fuera la dueña del lugar y se sentó en
uno de los sillones de orejas frente a su escritorio. Llevaba un traje
caro, y la falda dejó al descubierto la mayor parte de su muslo cuando
cruzó las piernas. Nunca cruzó la mente de Elliott echar un vistazo.
“Rebecca” dijo a modo de saludo. Era demasiado pronto para
adivinar su estado de ánimo, por lo que se mantuvo en alerta máxima.
“Iré directo al punto” dijo Rebecca. “Estuve pensando en nuestra
última charla.”
Charla no era la palabra que Elliott habría utilizado. “¿Qué pasa
con ella?”
“Terminamos las cosas mal. No creo que entiendas mi posición,
Elliott.” Su voz era suave y dulce.
“Refresca mi memoria.”
“No me gusta hablar de dinero. Es tan grosero.” Rebecca se
imaginaba a sí misma como de clase alta cuando en realidad había
cambiado simplemente en su aspecto para dejar el parque de casas
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rodantes atrás. “Pero gracias a ti, mi marido se está divorciando de mí,


y eso es un problema.”
“Así es la vida.” Elliott se relajó en su silla y sonrió.
Una extraña sensación de calma se apoderó de ella. Podía
manejar a Rebecca. Hasta el último rastro de deseo había
desaparecido. Le permitió a sus ojos derivar sobre el cuerpo que una
vez la había distraído tan por completo. Algo había cambiado en la
apariencia de Rebecca. Tal vez había perdido peso o lo había
trabajado. Sus ojos parecían mas de piedra y la nariz más porosa. Su
boca parecía hinchada en vez de en un mohín. Elliott ni siquiera la
encontraba atractiva, y mucho menos irresistible. Sabiendo que
finalmente tenía la clarividencia para hacerle frente de la forma
adecuada, escuchó la última demanda.
“Así que se me debe algún tipo de compensación. Ahora estoy
sufriendo gracias a ti. Si no fuera por quién eres, no hubiera tenido
reporteros de televisión molestándome.”
Elliott se encogió de hombros. “No me habrías golpeado si no
fuera por quién soy, tampoco. O tratado de chantajearme.”
“Dejé caer la demanda y no estoy hablando con los periodistas,
tal como dijo el FBI. Y me quitaron la computadora, por lo que no
puedo hacer nada con aquellos e-mails. ¿Qué más quieres?”
“Quiero que te vayas,” dijo Elliott. “Sólo sal de mi vida.”
Los ojos de Rebecca brillaron y se alisó el top ajustado sobre sus
pechos amplios. “Entonces podemos hacernos ambas un favor. Estoy
dispuesta a dejar San Diego si tengo el dinero suficiente para
establecerme en alguna parte.”
“Me suena a más chantaje” señaló Elliott.
“Llámalo como quieras. Yo lo llamo la compra de la paz y la
tranquilidad.”
Elliott apoyó los codos sobre la mesa y juntó los dedos debajo de
la barbilla. “Mi vida será pacífica si te pago para que estés callada. ¿Es
así como es?”
“Sabía que ibas a verlo a mi manera.” una presumida satisfacción
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enlució la cara de Rebecca.


“No, no lo hago.” Elliott cogió el teléfono. “Teresa, por favor,
muéstrale la salida a La Sra. Alsip.”
“¿No?” La voz de Rebecca se volvió tan fuerte como el brillo en
sus ojos. “No creo que quieras hacer eso.”
“¿Por qué, porque me insultarás en mi Junta?” Elliott se echó a
reír. “Sé mi invitada. Te lo dije, saben que soy lesbiana, y cualquiera
que lo hubiera olvidado lo ha visto en el periódico ahora. Mis clientes
también lo saben, y por lo que les concierne, mientras siga
haciéndolos ricos, no les importa.”
“Lo harán cuando ponga un video de nosotras en Internet.”
Rebecca anunció su carta de triunfo con alegría tangible.
Elliott no tenía ni idea de si Rebecca se había guardado la prueba
más embarazosa para el final, o si simplemente estaba inventando una
nueva palanca ahora que el FBI le había impedido hacer públicos los
dañinos e-mails. Ya no importaba. Buscó tranquilamente bajo una pila
de papeles y sacó la pequeña grabadora que habitualmente utilizaba
para registrar sus pensamientos acerca de varios proyectos. Teresa más
tarde convertía sus divagues en notas coherentes.
“Tu no tienes una ventaja, Rebecca. Tienes un acantilado, y yo
tengo lo que se necesita para empujarte a él. Voy a darle esta cinta al
FBI y estarás fuera de mi vida para siempre. Tu sabes, Rebecca, yo no
creo que vayan a estar felices de saber que actuaste en contra de sus
instrucciones en un asunto de seguridad nacional. Pero relájate, estoy
segura de que vas a hacer nuevos amigos en la cárcel. Puede ser que
incluso aprendas a coger mejor.”
Rebecca parpadeó con incertidumbre. “Tu no me harías eso a
mí.”
Desde la puerta, Teresa habló. “Sra. Alsip, ¿puedo llamarle un
taxi?”
“¿Elliott?” Rebecca finalmente pareció entender que no tenía
moneda de cambio. Su pecho agitado, se puso de pie. “¿Qué se supone
que voy a hacer? No puedo trabajar.”
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Teresa resopló.
“Hay una cosa que voy a hacer por ti, Rebecca,” dijo Elliott en
tono benévolo. “Tu me estas pidiendo dinero porque tuvimos sexo,
¿verdad?”
Rebecca asintió con la cabeza, inquieta. “Si lo pones de esa
manera.”
“Las putas tienen derecho a ser pagadas por sus servicios. Debo
admitir, no era consciente de que se suponía que nuestro acuerdo era
profesional, pero conozco mis responsabilidades.” Elliott abrió el
cajón lateral de su escritorio y sacó un fajo de billetes, luego se
levantó y caminó alrededor de su escritorio para estar delante de
Rebecca. Arrojó los billetes en su regazo. “Esto es lo que vales. Ahora
vete.”
Rebecca no dijo otra palabra. Puso el dinero en efectivo en su
bolso Gucci y se marchó.

*
“Ella parece ser una gran chica,” observó Elliott mientras ella y
Lauren esperaban fuera del probador a que Tonya terminara de
probarse pantalones vaqueros. Su conversación de esa mañana se
había convertido en almuerzo y en fiesta de compras.
Lauren sonrió. “Sí lo es. Ha recorrido un largo camino.”
“Estoy segura de que tú eres la razón. Es evidente que te
admira.”
Lauren aceptó el cumplido. “Gracias. Es una gran
responsabilidad, pero Tonya a hecho todo el trabajo. Sólo estoy
disfrutando de ayudarla a llegar allí. No hemos perdido un sólo día
programado desde que estamos juntas. Es importante para las dos.”
“Continuamente me sorprendes” dijo Elliott, pensando en voz
alta.
“Lo tomaré como un cumplido... supongo” bromeó Lauren.
La conversación se vio frustrada cuando Tonya salió del
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probador, decidida a encontrar una camisa que coincidiera con los


pantalones vaqueros en su mano. “Y Lauren necesita un traje de
baño,” anunció con entusiasmo.
“Puedo ayudar con eso,” ofreció Elliott. “Tengo experiencia en
trajes de baño.” Miró largo y duro en las zonas del cuerpo de Lauren
que estarían cubiertas por un traje de baño. Mientras más pequeño,
mejor.
“Estoy segura que la tienes.” Lauren esperó hasta que Tonya
estuviera distraída en un exhibidor de trajes de baño, y luego le dio un
codazo a Elliott bruscamente. “Ya está bien. Me estas poniendo-”
Estuvo a punto de decir “mojada” pero añadió, “nerviosa.”
La mirada audaz de Elliott y sus cejas levantadas no hicieron más
que empeorar las cosas, y Lauren se refugió en los bastidores de trajes
provocativos. Bajo la incesante presión de sus compañeras, finalmente
aceptó probarse un traje que Tonya había elegido. Tomó varios
minutos de mendicidad y simples halagos de Tonya para convencerla
de que saliera y lo modelara. ¡No puedo ir ahí afuera vestida con
esto! En realidad, ¡no puedo salir desnuda de esta manera! Lauren se
dio un último vistazo en el espejo y habló de modo que tan sólo ella
pudo oír. Pensándolo bien, tal vez debería.
Elliott estaba sentada junto a Tonya, ambas riendo, cuando
Lauren salió. La risa cesó y los ojos muy abiertos de su audiencia la
miraron fijamente en silencio.
El aliento de Elliott se detuvo en su garganta. Santa Madre de
Dios. Su sangre palpitaba y sus oídos rugían mientras recorría la
extensión de piel sin cubrir por el bikini. Estaba agradecida de estar
sentada, porque empezó a sentirse mareada mientras sus ojos se
clavaron en el cuerpo de bronce que estaba tan cerca que podía
tocarlo. Agarró la parte inferior del asiento para evitar acercarse y
acariciar la hermosa forma. Mientras Lauren realizaba un giro lento,
Elliott sintió un chorro de excitación humedecer sus bragas.
¡Bingo! Lauren no tenía ninguna duda de lo que vio en los ojos
de Elliott, y estaba orgullosa de saber que podía hacerla reaccionar de
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esta manera. Sabía que Elliott la había deseado una vez, y siempre
había un nivel de coqueteo entre ellas, pero hasta este momento había
estado insegura de sus verdaderos sentimientos. El deseo no
disimulado de sus ojos era tan fuerte y claro como si lo hubiera
gritado desde la cima de una montaña. El cuerpo de Lauren se ponía
caliente en los lugares por donde viajaban los ojos de Elliott y supo
que sus pezones se habían endurecido cuando los ojos de Elliott se
agrandaron al llegar a ese punto.
Afortunadamente, o desafortunadamente, Tonya se puso delante
de Lauren para mostrarle otro traje de baño antes de que cualquiera de
ellas pudiera actuar, y Lauren no sabía si se sentía aliviada o
decepcionada. Dio un paso atrás al vestuario con piernas temblorosas.
Nunca se había sentido tan desnuda como lo había hecho cuando vio
la mirada de deseo ardiente en los ojos de Elliott. Se tomó su tiempo
para vestirse, reacia, sin embargo ansiosa de estar cara a cara con la
mujer que la había violado con sus ojos. Su mejillas se sonrojaron
cuando regresó con sus compañeras y cuando sus ojos se encontraron
con los de Elliott se sintió tan desnuda como lo había hecho hacía un
momento, a pesar de que estaba completamente vestida.
Elliott estuvo apagada el resto del viaje de compras y mantuvo
su distancia de Lauren para aliviar la tentación de extender la mano y
tocarla. Si obedecía a sus impulsos, sabía que no sería capaz de
detenerse y le daba miedo. A medida que iban de tienda en tienda,
Elliott se distrajo hablando con Tonya y haciéndose cargo del
creciente número de bolsas de compras.
“¿Qué tal si las llevo a ustedes dos, hermosas mujeres, a cenar?”
Dirigió la pregunta a Lauren cuando todo el mundo había aceptado
que sus pies estaban matándolas y que era hora de parar.
Tonya aceptó entusiasmada, y después de una cena de
hamburguesas y helado la llevaron a su casa, a continuación Lauren
llevó a Elliott de regreso al estacionamiento de su oficina a recoger su
coche.
“Lo pasé muy bien hoy,” dijo Elliott mientras Lauren
Julie Cannon Come and Get Me

estacionaba. “No puedo recordar cuando me divertí tanto, sobre todo


de compras. En general, odio ir de compras.” Giró los ojos en forma
expresiva.
“¿Odias ir de compras? Elliott, eso es casi anti-americano?”
Elliott se echó a reír y Lauren continuó. “Si odias ir de compras, ¿por
qué quisiste venir?”
Elliott dudó unos instantes mientras pensaba acerca de su
respuesta. Decidió que la honestidad era la mejor política. “Porque
sonaba divertido.” Bueno, una verdad a medias era honesta también.
“Bueno, sé que Tonya disfrutó de tenerte con nosotras. Gracias
por aceptar reunirte con ella.”
“Ha sido un placer.”
La voz de Elliott parecía tensa, y Lauren se volvió para mirarla.
Había notado que Elliott se había retirado de ella después de lo del
traje de baño y trató de no especular sobre las razones. En cierto
modo, fue un alivio. Lauren sabía que no sería capaz de irse sola si
cogía otra vislumbre de aquel deseo desnudo. Sabía que debía estar
satisfecha de que la Elliott confortable había regresado, pero se sintió
defraudada y ligeramente amargada.
Tratando de no demostrarlo, dijo, “Yo lo pasé bien también.”
Hubo un momento de incomodidad en el interior del coche antes
de que Elliott saliera y cerrara la puerta detrás de ella. Se apoyó en la
ventana abierta. “Una cosa más.” Sus ojos se volvieron oscuros
y sensuales. “Te veías muy caliente en ese traje de baño.” Dijo adiós a
una Lauren de color rojo brillante.

*
No puedo hacer esto! No puedo hacer esto! La cara de Lauren
centelleaba en frente de sus ojos, y Elliott se apartó de la morena
desnuda acostada debajo de ella. “No puedo hacer esto, Lo siento.”
Rápidamente recogió sus ropas y salió por la puerta antes de que la
mujer saliera de la cama.
Julie Cannon Come and Get Me

No dejó de moverse hasta que aparcó su coche en un lote vacío


a dieciocho cuadras de distancia. Su corazón latía con fuerza cuando
apagó el encendido y se sentó en silencio, apoyando su cabeza en el
reposa-cabezas. Oh, Dios mío, ¿qué estuve a punto de hacer? Abrió
los ojos y miró la noche negra a través de su parabrisas. El pánico que
la envolvió cuando estaba a punto de hacer el amor con la mujer había
desaparecido. Su respiración fue volviendo a la normalidad y su
cabeza estaba empezando a aclararse. Cuando lo hizo, luchó por
ordenar sus pensamientos. Qué demonios está pasando conmigo?
Pero ella sabía exactamente cuál era el problema. Había
permitido que Lauren se marchara. Debían haber pasado la noche
juntas. Todo lo que habría sido necesario era decirle a Lauren la
verdad, que la deseaba y se preocupaba por ella. No parecía tan
complicado, sin embargo, había escogido el camino seguro y familiar,
una noche en un bar con extraños.
Después de varios tragos estaba sentada cerca de una morena que
tenía un cuerpo en el que ella quería perderse, y por lo menos por diez
minutos Elliott se había sentido como su viejo yo. La mujer estaba
más que dispuesta y tuvo sus manos sobre Elliott en el momento en
que se encontraron dentro de su apartamento. Por desgracia, desde ese
punto en adelante, todo se fue al infierno.
Elliott arrancó su auto y volvió a la carretera. No estaba de
humor para ir a casa a su cama vacía, por lo que se dirigió a la más
cercana fuente de consuelo y apoyo. Veinte minutos más tarde estaba
sentada en un sofá de cuero rojo con una gran taza de café, y los
pronunciamientos tranquilizadores de Victoria.
“Así que, vamos a ver si lo entiendo - sin juego de palabras. Has
conocido esta mujer maravillosa, una mujer como nunca encontraste
antes, que te desafía, está interesada en ti, y que ademas es hermosa.
Así que... esta noche saliste y bebiste demasiado y dormiste
con otra persona. ¿Entendí bien?”
Ouch. “No dormí con ella,” aclaró Elliott.
“Elliott, estabas desnuda en la cama encima de ella. No
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objetemos la semántica.”
“Me sentí como si la estuviera engañando.” Elliott se sorprendió
al escucharse a sí misma diciendo esto. “Nunca he sentido así por
nadie. Quiero saber todo sobre ella, lo que hace, lo que piensa, lo que
le gusta para el desayuno, y donde le gusta ir de vacaciones. ¿Llora en
las películas tristes?, ¿cuál es su helado favorito?...” se calló
y se frotó la parte de atrás de su cuello. “Quiero ser una mejor persona
para ella.”
“Eso no suena como tú.” Victoria frunció el ceño. “No has tenido
un accidente o algo, ¿verdad? Tal vez una lesión en la cabeza...”
“¿Piensas que estoy loca?”
“No, creo que algo ha puesto algo de sentido en ti al final. Me
estaba preguntando cómo sucedió.”
“Podría haber sabido que no tendría ninguna simpatía de ti”
Elliott hizo una pausa, sumida en sus pensamientos por un momento,
tratando de analizar el problema. “No sé qué hacer, Vic. Quiero decir,
Dios mío, hemos salido unas cuantas veces, y salvo por el principio,
apenas nos hemos besado. Si no tengo una mujer en la cama para la
segunda cita, sigo adelante.”
“¿Entonce por qué sigues ahí?” La pregunta de Victoria era
sencilla.
“Porque me gusta. Me refiero a que realmente me gusta. Creo
que nunca me había gustado una mujer antes.”
“Elliott, tu sólo has estado interesada en entrar en los pantalones
de una mujer, no en su cabeza. ¿Quién es esta diosa, de todos modos?”
“Es Lauren Collier.”
“La mujer que conociste en los Premios de la Alcaldía”
“Sí.”
“No estoy escuchando por qué es un problema,” dijo Victoria.
Elliott lanzó un profundo suspiro. “Ella es heterosexual.”
“¿Qué? ¡Estás bromeando!”
“Ojalá lo estuviera.”
“Mierda. Nunca me hubiera imaginado eso. Comienza desde el
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principio” mandó Victoria, “Y no dejes nada fuera.”


Elliott empezó por el principio y concluyó su historia con el
ultimátum telefónico de Lauren. “Ella dejó muy claro que el próximo
movimiento es mío. Diablos, cada movimiento ha tenido que ser mío.
Ella ni siquiera me llama.” Pasó sus dedos por su pelo. “Es diferente
de cualquier mujer que he conocido, Vic. Es cálida e ingeniosa y
extremadamente inteligente. Ella me desafía y me hace pensar en
cosas que yo nunca había siquiera pensado antes. No está interesada
en mi dinero. Es honesta, tiene un trabajo respetable, y es mentora de
una adolescente. No es egocéntrica y creo que no tiene ni idea de lo
hermosa que es. Es la primera mujer real que he conocido en no sé
cuánto tiempo.”
“Suena como que has estado conociendo a Lauren por quién
es, no por lo que es. Detente y piensa en ello, Elliott. No hagas de esto
algo malo sólo porque es diferente. Podría ser algo maravilloso.”
“Lo sé.”
“Entonces, ¿cuál es el problema? Hasta el momento ella no me
ha sonado muy heterosexual, por lo que no puede ser eso.”
Elliott la miró como si esa fuera la pregunta de los cincuenta mil
dólares. “Realmente no se qué es lo que está pasando.” Se levantó del
sofá y se acercó a la ventana. “Quiero dar ese paso, pero cada vez que
estoy cerca, no puedo pasar por ello.”
“¿A qué le tienes miedo?” le preguntó Victoria.
Elliott lanzó un suspiro de frustración. Luchar con un problema
de negocios nunca había sido tan difícil como esto. “No estoy segura.
Supongo que no siento que tenga el derecho de comenzar algo... a
hacer promesas. Tú me conoces. Yo no me comprometo. Si empiezo
algo con ella eso es lo que cabría esperar, y yo no quiero
decepcionarla...”
“Entonces, tu no confiás en ti misma en ninguna situación,
excepto la de una sola noche?”
“Eso es duro.” Elliott tenía un pensamiento. “Tal vez tengo
miedo de otra Rebecca.”
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Victoria la miró con curiosidad. “Elliott, Rebecca no fue una


relación, ella fue un asunto. ¿Estás diciendo que Lauren es un tipo
similar de mujer?”
“No. Dios, no!” La falta de lógica de ese pensamiento la pasmó a
la fuerza. Cayó de nuevo en su posición normal. “Vic, yo creo que
sólo estoy siendo realista acerca de lo que soy. Hay demasiadas
mujeres interesantes en el mundo como para que me establezca con
una sola.” Sin embargo, inmediatamente pensó en Lauren. ¿Puede
haber alguien más interesante que Lauren?
“Vamos, Elliott. ¿Eres tan superficial?”
“¿Perdón?”
“Tienes cuánto, treinta y seis, treinta y siete? Cristo, eso es casi
cuarenta años. Las chicas se secan cuando tu te secas.”
“Jesús, lo haces sonar como si estuviera a punto de convertirme
en una vieja pasa seca.” No se ofendió; siempre había confiado en
Victoria para que fuera real con ella. Tal vez no tan real.
Victoria no había terminado. “Elliott, ¿qué ves en el espejo
todas las mañanas?”
“¿A qué quieres llegar?” Sabía que Victoria se preocupaba por
ella, y no había sentido en lo que estaba diciendo, pero ella estaba
harta de defenderse.
“¿Quién eres, Elliott? No me refiero a Elliott la CEO o a Elliott
la niña rica que dona millones a la caridad o incluso a la que recibe
todas las chicas. Estoy hablando de Elliott la mujer. ¿Quién es ella?”
Elliott no respondió. “Yo voy a decirte quién es. Es alguien que tiene
miedo. Miedo de acercarse demasiado a nadie, especialmente a una
mujer, por temor a que pueda comenzar a tener sentimientos por ella y
tenga que confiar en ella. Se esconde detrás de su trabajo y utiliza su
dinero para hacer feliz a la gente cuando debería estar usando su
ingenio, inteligencia y personalidad. Pero no, eso es demasiado
personal, y ella nunca se involucra en algo personal.”
“¿Qué carajo está pasando aquí?” Elliott exigió al limite ahora.
“Soy la misma persona que era ayer y el día anterior y el día antes.
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¿Ahora, de repente soy superficial y una ramera? Y no olvidemos una


cobarde.” Se detuvo y se obligó a sí misma a hablar con más calma.
“Bueno, déjame decirte algo. He estado en la televisión nacional, me
he puesto de pie en frente de miles de personas y charlado durante
horas sin ningún tipo de notas, negociado millones de dólares de
ofertas e invertido miles de millones de dólares de otras personas.
Confía en mí, Victoria, no tengo miedo.”
“Pero ¿alguna vez le has dicho Te amo a una mujer?” Victoria
habló en voz baja y con calma.
El estómago de Elliott se cayó al suelo. Victoria la había
descripto mejor que lo que ella misma podía, e hicieron falta las
palabras de su antigua amiga para ver cuando ella misma no podía.
Una mano suave y cálida cubrió la suya.
“El, tú sabes que te quiero más que nadie sobre la faz de la tierra.
Sí, tú eres la misma persona que eras ayer y el día antes y el día antes.
Y eso es lo que es tan triste. No puedes dejarte llevar para poder crecer
como ser humano, como mujer. Necesitas cambiar eso, Elliott, o vas a
estar sola el resto de tu vida.”
“Has conocido a alguien especial. Ella es más que otro juguete
que puedes usar y tirar, y lo sabes. Por favor, El, hazte un favor a ti
misma. No arruines esto.”
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Capítulo Catorce

La mano de Elliott tembló cuando tocó el timbre. Ella y Victoria


habían hablado hasta bien entrada la noche y finalmente se había
derrumbado en la habitación de invitados de su amiga. Después de un
desayuno de muffins y café Elliott condujo a casa, tomó un baño
caliente, y se quedó dormida bajo el cobertor fresco. Se despertó
fresca y segura de su próximo movimiento. Bueno, casi segura.
Lauren no esperaba a nadie, mientras miraba a través de la
mirilla de seguridad en la puerta de su casa. ¿Elliott? Abrió la puerta.
“Hola.” ¿Por qué no puedo pensar en algo más que decir?
Elliott cambiaba su peso de un pie a otro. “Sé que no te llamé. Espero
no estar molestándote.”
“No, en absoluto. Por favor entra” Lauren abrió más la puerta
para permitir que Elliott entrara.
Elliott pasó a través del umbral. “Gracias.” Se detuvo en el
centro de la habitación y se volvió hacia Lauren. “Yo...” No tuvo la
oportunidad de terminar.
“¡Sra. Foster!” Tonya estaba de pie en la puerta de la cocina,
su pelo castaño ondulado ligeramente atado en una coleta.
“Tonya, hola. Me alegro de verte de nuevo.” Elliott se sintió
ridícula por no llamar primero. Se volvió hacia Lauren. “Lo siento,
no sabía que tenías compañía. No quiero interrumpir su tiempo
juntas.”
Lauren extendió la mano e impidió que Elliott se moviera
nuevamente en dirección a la puerta. “No estás molestando. De hecho,
estábamos hablando de ti. Tonya tenía la esperanza de poder hablar
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contigo de nuevo. ¿Te quedarías a cenar con nosotras?”


“¿Cenar?” Elliott estaba haciendo todo lo posible por cambiar su
foco de su misión original a esta nueva cadena de acontecimientos.
“Sí, ya sabes. La comida que comes en la noche, por lo general
seguida de un exquisito postre.” Tonya se rió de la broma ligera de
Lauren. “Por favor. No estás interrumpiendo nada. Nos encantaría
tenerte.” Lauren llevó a Elliott hacia la otra habitación. “Estábamos
recién empezando en la cocina.”
A los pocos pasos Elliott se recuperó y se sintió como la misma
de antes, aunque de hecho, se sentía un poco mareada. “Puedes
cocinar también?”
“Tengo muchos talentos ocultos.”
Los ojos de Elliott escanearon el cuerpo de Lauren de pies a
cabeza, deteniéndose durante mucho tiempo en sus pechos. “No puedo
esperar a descubrirlos,” dijo con voz ronca.
Lauren se quedó mirándola fijamente.
“Me has oído bien,” dijo Elliott con un brillo peligroso en sus
ojos. “Vamos, me muero de hambre.”
La cena estuvo deliciosa. La conversación fue dominada por
Tonya y Elliott, y Lauren estaba encantada de que se estuvieran
llevando tan bien. Sería una situación difícil si Elliott no respetara su
compromiso con Tonya o si a Tonya no le gustase Elliott.
Afortunadamente, parecía que no tenía de que preocuparse.
Después de la cena, Lauren y Elliott limpiaron la cocina,
mientras que Tonya terminaba algo de tarea. Pasaron al deck con una
botella de vino después de Tonya se acostó. De cara al océano,
sus manos en la barandilla, estuvieron en silencio por un momento. El
resplandor de la luna llena creaba una suavidad en la cara de Lauren
que le quitó a Elliott el aliento.
“¿Lauren?” Elliott lentamente inclinó la cabeza para besar los
labios que habían estado tentándola durante semanas. Se detuvo a una
fracción de pulgada de entrar en contacto con ellos.
“Sí.” La sangre de Lauren se aceleró y su estómago dio un salto.
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Los labios de Elliott estaban escasamente a un pelo de distancia de los


suyos. Todo lo que tenía que hacer era cerrar la brecha, pero esperó a
que Elliott hiciera esa elección.
“Ven aquí.” Elliott atrajo a Lauren a sus brazos y bajó la cabeza
la distancia restante para tomar sus labios. El beso se sintió diferente
esta vez, y por cierto se dio cuenta de que Lauren respondió también.
Después de varios minutos, Lauren se echó hacia atrás para mirar
en los ojos de Elliott. Era todo lo que podía hacer para arrastrar sus
ojos de la boca que había sacudido su mundo. “¿Qué estás haciendo?”
“Besándote. Algunas personas incluso van tan lejos como para
llamarlo juegos preliminares.”
“¿Estas segura?”
“Absolutamente,” respondió Elliott firmemente. Se besaron
durante varios minutos hasta que Elliott se retiró de mala gana. Se
inclinó para que sus frentes se tocaran, mientras ambas luchaban por
respirar. “Sin embargo, por mucho que me gustaría continuar esto,
tienes una invitada. Mejor me voy mientras pueda.”
El corazón de Lauren se disparó al saber que Elliott no sería
capaz de dejarla si continuaban. Su excitación era tan intensa que
las bragas ya estaban mojadas con anticipación, y se aferró a Elliott
para sostenerse. Tomando una respiración profunda para mantener el
equilibrio, comentó: “Nuestro timing es una mierda.”
Elliott sonrió y la besó de nuevo. Esta vez intencionalmente lo
hizo breve, porque si la besaba mucho tiempo, sabía que lo haría
sin parar hasta besar cada centímetro cuadrado del cuerpo que
perseguía sus pensamientos. “Todo lo bueno se hace esperar.”
“Estas implicando que seras buena en ello.” Lauren había
extrañado sus bromas sexuales y las estaba disfrutando ahora.
“Me comprometo a estar en mi mejor comportamiento.” Elliott
sostuvo a Lauren con sus manos por la cintura.
Lauren miró con avidez a sus labios. “No es en tu mejor
comportamiento en lo que estoy interesada.” Se mudaron a un beso
más profundo, más largo. Lauren sintió las manos de Elliott moverse
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por su espalda en una danza sensual.


Trazó besos calientes y húmedos en la cara de Lauren,
deteniéndose para mordisquear un lóbulo delicioso. Lauren jadeó su
placer y apretó con más fuerza el pelo de Elliott mientras sus pechos
eran reclamados y Elliott besaba el cuello expuesto. Con sonidos
amortiguados Lauren la llamó por su nombre y su pasión se encendió.
Lauren se estremeció con el tacto y se habría caído si no hubiera
estado apoyada en la barandilla del deck. Casi no podía respirar
debido a las sensaciones abrumadoras que estaba experimentando en
los brazos de Elliott. Arqueó su espalda para que sus pechos llenaran
completamente las manos de Elliott y gimió a su placer. Quitando sus
manos del cabello de Elliott, llegó detrás de sí para tirar de la camiseta
por sobre su cabeza. Necesito sentir tus labios sobre mí.
Elliott se glorió de la sensación de los pechos de esta mujer en
sus manos, y su dedos se cerraron en torno a dos pezones erguidos.
Oh Dios, ella se siente maravilloso! No supo que fue lo que la trajo de
vuelta a la realidad, pero deslizó sus manos por debajo de la camisa
para cubrir las manos de Lauren, deteniendo su movimiento. Al
mismo tiempo dejó de besar la lisa y suave piel, y levantó la cabeza.
La mirada de ansia en los ojos de Elliott disparó justo entre las
piernas de Lauren. Su clítoris palpitaba y rogaba ser tocado, y el
aliento se detuvo en su garganta. Se preguntó si Elliott había vuelto a
cambiar de opinión.
Elliott leyó la mirada de sus ojos y suavemente la besó. “No, no
voy a dar marcha atrás. Por el contrario, te deseo tanto que apenas
puedo pensar con claridad. Pero tienes compañía, y cuando te haga el
amor te quiero toda para mi.”
Lauren no sabía si podría llegar a estar más excitada de lo que
estaba en ese momento, pero las palabras de Elliott la llevaron a un
lugar donde nunca había estado antes. Era incapaz de hablar. Elliott
le tomó delicadamente la mano y caminó con ella a través de la casa a
la puerta de entrada. Cuando la abrió, se volvió y le dio un beso rápido
en la mejilla. Esta vez, cuando le dio las buenas noches y cerró la
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puerta, Lauren sabía que volvería.

*
La esencia familiar llenó la nariz de Elliott cuando Lauren pasó a
su lado. “Te ves genial.? En realidad te ves fabulosa.
Lauren llevaba pantalones azul marino y camisa blanca oxford de
manga larga con cuello con botones. Sus mocasines marrones hacían
juego con su cinturón y usaba un clip en la base del cuello sosteniendo
el cabello lejos de su rostro.
“Gracias.” De repente, sintió que sus nervios se asentaron y se
sintió sorprendentemente tranquila. Había sido una ruina desde que
Elliott llamó y la invitó a su casa a cenar.
Elliott estaba tan nerviosa que apenas podía comer, y mucho
menos disfrutar del sabor de la cocina servida por uno de los más
finos restaurantes en la ciudad. Cuando Lauren le sonrió, dejó caer el
tenedor y murmuró una disculpa avergonzada. Su incertidumbre sobre
hacia dónde las llevaría esta noche anulaba su confianza. La cena era a
menudo el preludio del sexo, y en algunas ocasiones era una barrera
irritante para su objetivo final. Esta noche, sin embargo, era diferente.
No estaba segura de que quería que la comida terminara, sin embargo,
no podía esperar.
Mientras más nerviosa estaba Elliott, más tranquila se volvía
Lauren. Era casi cómico ver la lucha de Elliott cuando siempre había
sido tan pulida y sofisticada.
Al término de la comida Lauren se ofreció a ayudar a limpiar el
mesa.
“No, no es necesario. Ruth vendrá en la mañana y limpiará las
cosas.”
“¿Ruth?”
“Mi ama de llaves,” aclaró Elliott. “En realidad, es más un
elemento de la familia que una criada. Ella ha trabajado para mi
familia probablemente por veinticinco años. No puedo comer
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zanahorias sin recordar a Ruth amenazando con que si no lo hacía


tendría que usar anteojos.”
Se llevaron una botella de vino a la terraza y pusieron dos
sillas del patio juntas, luego se hundieron en los cojines de felpa. El
aire era frío y la noche clara. Miles de estrellas brillaban como
pequeños diamantes sobre ellas. Las casas vecinas estaban lo
suficientemente lejos como para ser puntos de luz a su izquierda y
derecha. Elliott le alcanzó a Lauren una copa de merlot y dejó la
botella sobre la mesa entre ellas. El vino caliente la relajaba, e inclinó
la cabeza hacia atrás para mirar el cielo. A su lado, Elliott estaba
inquieta y Lauren se preguntó si había cambiado de opinión acerca de
la dirección de su relación. Apenas la había mirado en toda la noche y
no había hecho ningún movimiento para tocarla. La noche, sin duda,
no había continuado en el punto en que lo habían dejado la última vez.
“Elliott, ¿hay algo que te molesta?”
Elliott se quedó en silencio brevemente, se sentó en el borde de
lo que parecía una caída libre, luego respiró hondo e hizo la
inmersión. “Si no te toco pronto voy a explotar.”
Lauren dejó el vaso sobre la mesa. El corazón le latía a doble
tiempo y su respiración era poco profunda, pero estaba increíblemente
tranquila. “Entonces hazlo.”
Elliott se estiró y tocó la cara de Lauren suavemente. Sus dedos
trazaron los labios que la estaban invitando, y la expresión de los ojos
de Lauren le quitó el aliento. Liberó el clip que sostenía el cabello de
Lauren. Hebras de cabello cayeron a través de sus dedos como cintas
de oro suave. Elliott tiró de ella hacia delante y la besó tiernamente. El
beso continuó en su dulzura a pesar de que el cuerpo de Elliott le
ordenaba violar a la mujer en sus brazos. Quería saborear este
momento, y descubrió que no podía tener lo suficiente de los suaves
labios que respondían a los suyos. Los brazos de Lauren rodearon su
cuello y al mismo tiempo empujó a Elliott contra la barandilla. El
movimiento agresivo encendido su pasión más allá de los límites de la
moderación.
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Sin decir palabra, tomó la mano de Lauren y la condujo por el


pasillo hasta el dormitorio. Se detuvo justo en el interior de la
habitación y la besó de nuevo. Los labios de Lauren estaban ansiosos
y mordisquearon una respuesta. Antes de perder totalmente el control,
Elliott se apartó y encendió la luz próxima a la cama. Un suave
resplandor bañó la habitación. “¿Está bien?”
Lauren se tragó el nudo en la garganta. “Sí.”
“¿Tienes miedo?”
Dios, apenas puedo respirar. “Sí y no. Pero estoy contigo, y
te deseo.”
Los ojos de Elliott buscaron con avidez la cara de Lauren
mientras con suavidad cubrió su barbilla. “Eres tan hermosa.”
A medida que sus labios se encontraron, Lauren envolvió sus
brazos en el cuello de Elliott y sus lenguas comenzaron la danza del
deseo. No estaba segura de cuál de las dos gemía, porque estaba
totalmente concentrada en el beso que la consumía. Necesitaba sentir
los labios de Elliott en su cuerpo y se apartó de mala gana, lo que
indicaba su deseo.
Los labios de Elliott se movieron sobre la fina piel. Besó su
camino a la apertura de la camisa de Lauren, moviendo sus manos
lentamente acariciando su espalda hasta cubrir sus pechos. Lauren
gimió con el contacto y Elliott continuó con sus besos, y lentamente
comenzó a desabrochar la camisa. Al abrir cada botón besaba la piel
expuesta en el tenso estómago, sintiendo los músculos estremecerse
debajo de sus labios. Besó su camino de regreso al cuello de Lauren y
la mordió en un hombro, ahora desnudo al caer la camisa al suelo. Los
pechos de Lauren estaban todavía escondidos por su sostén, y Elliott
remontó su lengua a lo largo del perímetro de seda, volviendo a besar
los labios de Lauren mientras abría el cierre delantero del sujetador.
Lauren se sacudió en Elliott cuando sus pechos fueron liberados y se
derramaron en las manos de Elliott.
Lauren estaba casi superada con el placer y sus rodillas se
volvieron débiles cuando Elliott tomó un pezón en la boca. Dios, la
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última vez que estuviste en esta situación dijiste algo que echó agua
fría a esta pasión. No digas una palabra. Rápidamente tiro de la
camisa de Elliott fuera del pantalón. Cuando buscó bajo la tela, Elliott
saltó, y la respuesta a su contacto hizo que el corazón de Lauren se
disparara. Exploró la carne dura, suave, con ambas manos y Elliott
se alejó de ella un poco, un instante antes de que el botón de su
pantalón se abriera.
Lauren la animó de la única manera que sabía, con su cuerpo y
sus manos, y pronto su cremallera se deslizaba hacia abajo. Los dedos
de Elliott se movieron dentro de sus pantalones y presionaron
ligeramente entre sus piernas. A través del rugido de su propio placer
en sus oídos Lauren trabajó sus manos lentamente a lo largo del
estómago de Elliott a sus pechos hasta que Elliott gimió y aumentó la
presión de sus dedos en la entrepierna de Lauren.
Lauren arrastró la boca de los labios que seguían devorándola.
“¿Elliott?”
La pasión de Elliott se enardeció al oír el sonido sin aliento de su
nombre.
“¿Hmm...?” Acarició con la nariz el cuello de Lauren.
“Creo que no puedo sostenerme más.”
Elliott sonrió contra su cuello. “Entonces tal vez mejor nos
recostamos.”
Sus miradas se encontraron mientras Elliott buscó detrás de ellas
y sacó el cobertor sobre la cama king-size. Recostó a Lauren sobre las
sábanas almidonadas y Lauren la atrajo hacia abajo, asegurándose de
que su contacto fuese completo. Elliott se volvió rápidamente a los
pechos que estaban rogando por su atención, y lo que empezó como
besos de mariposa, rápidamente se volvió más profundo cuando sus
labios y su lengua no podían tener lo suficiente.
La sensación era tan exquisita que Lauren agarró la sábana
con ambas manos. Se quedó sin aliento en la garganta mientras Elliott
besaba su camino hasta la parte superior de sus pantalones. Elliott
levantó la boca el tiempo suficiente para deslizarlos hacia abajo sobre
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las caderas de Lauren y tirarlos al piso. Esta vez, volvió a trazar un


patrón desde la parte superior de las piernas de Lauren hasta la parte
inferior de sus pies, haciéndole suavemente cosquillas en los dedos del
pie. Sus manos se unieron al viaje de regreso y se instalaron en el
triángulo húmedo entre los muslos de Lauren, la última barrera a su
placer. Poco a poco retiró los boxeadores de seda y se echó hacia atrás
sobre sus talones para mirar a Lauren con asombro.
“Eres tan hermosa,” dijo y se inclinó sobre ella para besarla,
en esta ocasión evitando que sus cuerpos se tocaran.
¡Tu me estas torturando! Lauren no pudo aguantar más y aflojó
sus manos y tiró de la camisa de Elliott por sobre su cabeza. Elliott no
tenía sujetador, y Lauren sintió rápidamente la piel tocando la piel.
Santo Jesús. Exploró la carne bajo sus dedos mientras Elliott
reanudaba sus besos. Sus manos encontraron material rígido y ella no
fue capaz de ahogarlo, “Quítate la ropa. Quiero sentir todo de ti”
Elliott se quedó inmóvil, completamente superada por el deseo.
Poco a poco se levantó y se quitó los pantalones, sin apartar sus ojos
de los de Lauren. Cuando estuvo completamente desnuda, dudó en
silencio, indicándole a Lauren que era su decisión seguir adelante.
No había vuelta atrás, y ni siquiera considerándolo, Lauren llegó
a Elliott, atrayéndola hacia abajo para que el cuerpo de Elliott cubriera
por completo el suyo.
Elliott lanzó un suspiro de placer. Poco a poco, vé poco a poco.
Quería prolongar las sensaciones durante el tiempo que pudiera y
hacer que esto fuera tan maravilloso para Lauren como lo era para
ella. Los dedos de Lauren estaban en su cabello.
“Tu te sientes tan bien,” dijo Lauren maravillada.
Elliott sonrió y acarició suavemente las mejillas de Lauren con la
parte posterior de sus dedos. “Esto es sólo el principio.” La besó de
nuevo. ¿Alguna vez voy a tener suficiente de esta boca? Moviéndose
hacia abajo tomó un pecho en su boca y suavemente mordió el pezón.
Por debajo de ella, Lauren arqueó la espalda y gimió enérgicamente.
Elliott continuó su banquete en el pecho mientras deslizaba sus manos
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por el estómago y las caderas de Lauren, acariciando siempre tan


cerca de la calidez que la esperaba. Se detuvo en el interior de sus
muslos y llegó agonizantemente cerca del clítoris, a la espera de ser
invitada. Lauren levantó sus caderas en anticipación, y Elliott detuvo
su mano sólo a una fracción del clítoris de Lauren y la miró a los ojos.
El fuego que Lauren vio reflejaba el suyo propio y no dejaba
ninguna duda en cuanto a lo que deseaba su pareja. Movió su mano de
la espalda de Elliott y la hizo correr lentamente por su brazo, sintiendo
los músculos de Elliott responder. Colocó su mano sobre la de Elliott
y la llevó a su clítoris. Oh, Dios, por favor, tócame. Al primer
contacto, cerró los ojos y gimió con placer.
¡Oh dulce Jesús! Elliott se quedó sin aliento al sentir el cálido,
centro de humedad de la mujer debajo de ella. Exploró poco a poco
con sus dedos mientras besaba suavemente a Lauren, sus lenguas
expresando su deseo mutuo. Lauren comenzó a moverse rítmicamente
por debajo de ella y sus caderas empezaron a empujar. Elliott
respondió al tempo a la creciente ola de deseo de Lauren. Lenta, muy
lentamente. Quiero que esto dure para siempre.
El tacto de la mano de Elliott sobre ella era más que lo que
Lauren podía soportar, y enterró su rostro en el cuello de Elliott,
arqueando su cuerpo lejos de la cama, mientras llegaba al clímax en la
mano de Elliott. Explotaron luces detrás de sus ojos y se olvidó de
respirar mientras sacudida tras sacudida atormentaba su cuerpo.
Cabalgando una sensación de euforia que nunca había imaginado,
Lauren temblaba incontrolablemente. Elliott seguía acariciándola
cuando los espasmos la alcanzaron por segunda vez, apretándola y
susurrando suaves palabras de cariño.
“Shh, esta bien. Esta bien. Sólo disfrútalo.” Relajó sus caricias
y atrajo a Lauren hacia ella. Las manos de Lauren todavía estaban en
su pelo, y a medida que aflojaba su dominio, Elliott levantó la cabeza
y miró a la mujer a la que acababa de hacer el amor. Los ojos de
Lauren estaban cerrados y tenía absoluto placer impreso en su cara,
era la más bella mujer que Elliott había visto nunca. Una capa de
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sudor cubría su cuello y atrajo los labios de Elliott una vez más.
Mientras besaba y lamía la piel sensible, comenzó a acariciarla de
nuevo. Lauren inmediatamente levantó las caderas en respuesta.
Elliott rápidamente cambió de posición y reemplazó su mano con
el primer contacto tentativo de sus labios. Lauren se quedó sin aliento,
y su cabeza comenzó a flotar mientras Elliott lentamente utilizaba su
lengua para explorar cada centímetro de ella.
“Oh, Dios, Elliott.”
Elliott cubrió con sus manos el culo firme de la mujer que estaba
disfrutando plenamente. Levantó a Lauren ligeramente para permitir
un mayor acceso y abrió sus ojos, esta vez quería ver como Lauren
llegaba a su clímax. El clítoris por debajo de su lengua se volvió duro
y Lauren se apoderó de las sábanas con las dos manos, retorciéndose
en la cama. Se vino con una mayor intensidad que antes, y Elliott casi
llegó a su clímax al ver esta hermosa mujer temblar de deseo.
Mientras Lauren bajaba de su orgasmo, Elliott desaceleró su
lengua, saboreando los jugos que fluían libremente. Respirando con
dificultad, Lauren se quedaba sin aliento cada vez que la lengua de
Elliott se deslizaba ligeramente por encima de su clítoris. Finalmente
Elliott dejó el lugar cálido, fragante y rodó sobre su espalda, teniendo
a Lauren en sus brazos y acunándola mientras las secuelas de su
orgasmo abandonaban su cuerpo. Lauren se acomodó como si
siempre hubiera estado allí. Elliott se agachó y tiró de la sábana
para cubrirse los dos. Acarició suavemente la espalda de Lauren y
alejó los mechones de pelo húmedo de la cara.
“¿Estás bien?” -preguntó en voz baja.
Le tomó varios minutos a Lauren recuperar el aliento y pensar
claramente de nuevo. Nunca había imaginado el exquisito placer que
acababa de experimentar. De hecho, nunca había tenido orgasmos
múltiples.
“No estoy segura,” -dijo con una débil sonrisa. “Me siento como
si acabara de morir y hubiese ido al cielo.”Movió el brazo para rodear
la cintura de Elliott y apoyó la pierna por encima de los muslos duros
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de Elliott.
“Puedo decir honestamente que estás muy viva.” Elliott se rió y
besó la parte superior de la cabeza de Lauren.
“Dios, mas que nunca. Eso fue increíble.”
Las mujeres yacieron en silencio durante varios minutos, y
Elliott estaba contenta simplemente con sostener a Lauren y sentir su
cuerpo caliente contra el suyo. A pesar de que su propio cuerpo estaba
ardiendo en deseo, dejaría que Lauren marcara el ritmo de este lado de
su unión.
Lauren no se había dormido, y su mente se devanaba con
pensamientos de la mujer que la abrazaba. Fue tan delicada. De
pronto, experimentó un deseo irresistible de tocar a la mujer que le
había dado tanto placer. Tentativamente movió su mano sobre el
estómago de Elliott en una suave caricia. Los músculos bajo
sus dedos se estremecieron y Elliott la sostuvo con más fuerza. Así
que esto es lo que siente que una mujer responda a tu tacto. Es
maravilloso. Sintiéndose facultada por la respuesta de Elliott a su
caricia, Lauren trasladó su mano sobre el estómago tenso, acercándose
al pecho, donde descansaba su cabeza. Se dio cuenta de que la
respiración de Elliott era poco profunda y su cuerpo se arrebataba.
“¿Elliott?” -preguntó tímidamente.
“¿Hmm...?” La mano errante de Lauren comenzaba a volverla
loca. Cuando ella no continuó después de unos momentos, Elliott
tiró de ella encima de sí. Dios, se siente bien tenerte allí. “¿Qué pasa,
Lauren?” -preguntó ella, quitándose el pelo de la cara.
Lauren vaciló, incapaz de pronunciar las palabras. Elliott miró
suavemente en sus ojos, lo que le dio la fuerza para decir, “No sé qué
hacer.” Apartó sus ojos de los de Elliott. Suponía que lo que había
sucedido había sido una lección, pero ¿cómo podía estar segura de que
Elliott disfrutaría de las mismas cosas? “Me siento tan inadecuada. Me
siento como si fuera una virgen de dieciséis años de edad, de nuevo.”
Elliott levantó la barbilla de Lauren con sus dedos, atrayendo
sus ojos a los suyos de nuevo. “Escucha con tus sentidos. Escucha con
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todos tus sentidos.” Las manos de Elliott se movieron sobre la espalda


de Lauren de nuevo mientras ella continuaba. “Escucha con tus ojos y
tus oídos. Escucha con tu sentido del tacto y del olfato para escuchar
lo que tu amante te está diciendo.” La besó con suavidad. “Lauren,
cualquier cosa que hagas me va a dar placer.” Sólo hazlo ahora!
Lauren estaba abrumada con el deseo una vez más. Bajó la
cabeza y besó los labios que recientemente le habían dado placer. A
medida que sus lenguas se encontraron, se sintió urgida por el deseo
de tocar y saborear cada centímetro de Elliott y arrastró su boca lejos,
besando el cuello de Elliott, sus manos se volvieron audaces en sus
andanzas. Elliott respondió con un gemido y empezó a moverse con
ella.
Lo he oído.
Lauren capturó el pezón de Elliott con su boca, y las manos de
Elliott fueron a su cabello y la atrajo hacia sí. Lauren sintió el calor
y la humedad del deseo de Elliott mientras se empujaba contra el
muslo de Lauren.
Sentí eso.
Se deleitó con el sabor y la sensación del otro pecho de Elliott, y
deslizó su mano por el estómago apretado para quedarse entre los
muslos de Elliott. Movió sus dedos muy ligeramente y Elliott arqueó
su espalda mientras gemía. “Oh Dios.”
Lo he oído.
“Estas tan caliente.” Lauren estaba conmocionada mientras sus
dedos se movían libremente a través de la superficie de esta mujer, y
luego con delicadeza localizó su clítoris. Sintiéndose audaz, Lauren
preguntó entre beso y beso en el pecho, “¿Te gusta eso?”
“Oh, definitivamente me gusta,” gruñó Elliott, recuperando su
respiración. Segundos después, Lauren la tocó de nuevo y la voz de
Elliott se llenó de deseo, “Si sigues haciendo eso sabrás exactamente
lo mucho que me gusta.”
Lauren sonrió y su corazón hinchó sabiendo que le estaba dando
placer a Elliott, cuya respiración venía ahora en rápidos jadeos y su
Julie Cannon Come and Get Me

cuerpo se movía al ritmo de la exploración de los dedos de Lauren.


Queriendo dar tanto placer como había recibido, Lauren desaceleró su
mano y ubicó su cuerpo entre las piernas de Elliott. Se maravilló de la
mujer expuesta delante de ella. Un delicioso aroma la empujó hacia
adelante, y tocó suavemente con su lengua la superficie de color rojo
brillante.
Elliott se quedó sin aliento otra vez. Lauren la exploró
totalmente, detectando el inminente climax de Elliott.
Te he oído. No voy a parar.
De repente, Elliott se arqueó hacia arriba mientras se montaba en
la cresta del deseo. “Oh, Dios, Lauren”
Lauren llegó a su clímax una vez más, simplemente con el
sonido de su placer. Poco a poco volvió a la tierra y descansó su
cabeza sobre el muslo de Elliott, bebiendo de las vistas, sonidos y
olores de su amante. Mi amante. Sólo el pensamiento de esa frase hizo
que su sangre se levantara nuevo.
“Ven aquí,” exhortó Elliott con voz temblorosa.
“No quiero dejar este hermoso lugar,” protestó Lauren, tocando
suavemente la carne brillante una vez más.
Con un fuerte jadeo, Elliott calmó la mano. “No te preocupes.
Definitivamente puedes ir allí de nuevo. Ven aquí. Quiero abrazarte.”
Se dio unas palmaditas en el pecho para indicar dónde quería que
estuviera Lauren.
Lauren se trasladó sobre el cuerpo caliente y se instaló en los
brazos de Elliott una vez más.
“Eso fue maravilloso.”
“Me alegra que te haya gustado.” Lauren estaba llena de asombro
por su capacidad para complacer a la mujer que la sostenía en sus
brazos.
“Ah, sí, me gustó. Me gustó mucho.” Elliott atrajo a Lauren más
cerca, amando la sensación de sus cuerpos fundidos juntos. Tomó
varios minutos que su corazón volviera a su ritmo normal y su
cabeza se despejara. “¿Estás bien?” -preguntó. Instintivamente sabía la
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respuesta, pero tenía que oírlo. Sintió la sonrisa de Lauren mientras su


aliento cálido le acariciaba el pecho.
“Sí. En realidad, estoy más que bien. Estoy tan bien que quiero
hacerlo de nuevo.” Lauren pudo oír el corazón de Elliott acelerarse de
inmediato en respuesta.
Elliott rodó encima de ella, con un brillo travieso en sus ojos. “Es
lo mejor de estar con una mujer. Puedes hacerlo toda la noche.” Bajó
la cabeza, saboreando su propia pasión en los labios que comenzó a
besar de nuevo.
De repente, Elliott estaba en todas partes. Lauren sintió manos
sobre su cuerpo en lugares que en los que ella no sabía que podía
sentir un placer tan exquisito. Elliott trató de controlar su deseo, pero
sus sentidos se tambalearon cuando Lauren respondió una vez más,
esta vez sin inhibiciones. Elliott quemó un recorrido con sus labios a
través de su rostro y de la piel suave y cremosa de su garganta.
“Oh, Dios, Elliott, eso se siente maravilloso,” gimió Lauren
cuando la boca de Elliott se trasladó a reclamar su pezón erecto.
Lauren movió sus piernas para presionar contra el muslo de Elliott.
Cualquiera que fuera el control que le quedaba a Elliott desapareció
cuando Lauren dijo con voz áspera, “Tócame.”
Elliott pasó a llevar su mano hasta el lugar deseado, y Lauren
respondió con un gemido de placer que de nuevo se llevó toda la
razón de su mente. Elliott se trasladó del pecho que estaba devorando
a la boca de la que no podía tener suficiente. Al tacto de sus labios
deslizó un dedo en el canal caliente de Lauren y Lauren respondió de
inmediato, abriendo las piernas para conceder un mayor acceso. Elliott
lentamente sacó su dedo y suavemente circundó la tierna carne del
clítoris de su amante. Volvió a entrar con dos dedos y Lauren aplastó
sus labios a ella.
Lauren se sacudía al ritmo de los empujes de Elliott. Nunca había
sentido su mente y su cuerpo tan sincronizados, y a la vez tan fuera de
control. La mujer acariciando su cuerpo parecía saber exactamente lo
que su cuerpo necesita aun cuando ella no lo sabía. Los dedos de
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Elliott continuaron sus arremetidas, el pulgar moviéndose en círculos


alrededor de su clítoris. Con la presión renovada, Lauren explotó con
enormes espasmos, arrancando sus labios de los de Elliott y
escondiendo la cara en el cuello de la mujer llegando a su clímax junto
con ella.
Yacieron desgastadas entonces, su respiración volviéndose cada
vez más pareja mientras pasaban los minutos. Elliott salió de Lauren,
causando un gemido. “Shh,” dijo con suavidad y atrajo a Lauren a su
corazón. Mientras su cuerpo se tranquilizaba, cálido y saciado, Elliott
se dio cuenta de que la mujer en sus brazos se había quedado dormida.
Alargó la mano, apagó la luz, y tiró del cobertor para que las cubriera
a las dos.
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Capítulo Quince

Cuando Lauren se despertó, todavía estaba oscuro y sintió calor


en su espalda y una respiración en su oído. Momentáneamente
sorprendida, se tensó y luego se acomodó en el calor del abrazo de
Elliott. Elliott la atrajo más cerca, acariciándole el cuello y
cubriéndole el pecho con su mano, y Lauren yació despierta pensando
que su vida nunca sería la misma de nuevo. Por ello, estaba
agradecida; un ser completamente nuevo había surgido en los brazos
de esta mujer poderosa, generosa. Comenzó a moverse cuando la
necesidad de hacerse cargo de algunos asuntos personales fue mayor
que su deseo de permanecer en los brazos de Elliott.
“Vuelvo enseguida,” -susurró-. Terminó en el cuarto de baño,
hizo un rápido desvío a la cocina, y en silencio volvió a la cama,
acurrucándose junto a Elliott y cayendo dormida al instante en el
cálido capullo.
Lauren se despertó más tarde sintiendo las manos de Elliott
moviéndose por su cuerpo con caricias suaves, dulces, mientras que
sus labios cálidos mordisqueaban su cuello. Aún medio dormida,
sintió que se caía cuando Elliott la dio vuelta y se puso sobre ella. Se
despertó completamente cuando la lengua de Elliott la tocó y llegó
rápido al orgasmo con el sol apenas asomándose en el horizonte.
“Buenos días.” Elliott le colocó un ligero beso en los labios
mientras Lauren contenía la respiración.
“Mmm, sí, lo es,” Lauren estuvo de acuerdo, invitando a su
amante a acercarse. Antes de que su beso se volviera apasionado de
nuevo, se apartó y dijo: “Yo no soy normalmente una persona
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mañanera.”
Elliott miró a los ojos que estaban llenos del resplandor de
después de hacer el amor. “Pudiste haberme engañado.”
“Debe ser la compañía que he estado teniendo últimamente.”
Lauren le hizo cosquillas a Elliott en el estómago.
Un perro del vecino ladraba, señalando el comienzo de otro día.
Elliott ofreció, “¿Café?”
“Más tarde,” dijo Lauren mientras empujaba a Elliott sobre su
espalda y se sentaba a horcajadas sobre sus muslos.
Más audaz y segura de lo que había estado la noche anterior,
exploró el cuerpo de Elliott, disfrutando de su belleza a la luz de las
primeras horas del día. Vio como la carne de Elliott reaccionaba a su
contacto y cómo su pecho subía y bajaba con cada respiración
profunda. Se quedó hipnotizada cuando vio los ojos de Elliott
cristalizarse cuando sus dedos entraron y le acarició el clítoris. Elliott
tenía razón cuando había hablado acerca de cómo los sentidos te
cuentan la historia de la pasión de tu amante. Las vistas y sonidos de
Elliott llegando al climax bajo sus caricias eran abrumadoras.
Lauren estaba más feliz de lo que había estado nunca cuando
salió de la cama después de otro clímax. Músculos que nunca supo
que tenía le hablaron. Entró en el cuarto de baño, se lavó la cara y se
miró en el espejo. Su reflejo le mostró a la misma mujer con los ojos
claros y el pelo que definitivamente necesitaba una visita al salón de
belleza, pero no reflejaba el cambio que ahora sentía en su interior.
Vio a Elliott aproximándose por detrás mientras ponía sus brazos
alrededor de ella, mirando por encima de su hombro.
“¿Qué ves?”
“Una mujer distinta” respondió Lauren con calma.
Elliott frunció el ceño. “Me gustaba tal como era.”
Lauren miró profundamente a los ojos de color marrón en el
espejo. “Creo que que te gustará mas esta.” Se dio la vuelta en los
brazos de Elliott y la besó.
Después de un momento Elliott se apartó y le preguntó: “¿Lo
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prometes?”
“Voy a hacer mi mejor esfuerzo.”
“Bueno, ya sabes la única manera de ser bueno en algo es la
práctica, práctica, práctica.” Mientras decía cada una de las tres
últimas palabras, inclinó la cabeza y besó suavemente a Lauren.
Sus besos se inflamaron de deseo una vez más y Lauren sintió
que la estaban levantando. Lo siguiente que supo, fue a segundos
del orgasmo mientras la boca de Elliott hacía su magia. “Oh,
Dios, Elliott,” -exclamó mientras estallaban cohetes detrás de sus
párpados cerrados.
Le tomó varios minutos comprender lo que había pasado, y
mientras Elliott la alejaba suavemente de la mesada del baño,
Lauren fluyó en sus brazos. Movió sus manos hacia abajo por la
espalda de Elliott y le tomó el trasero. Mientras lo apretaba, le gruñó,
“Estoy definitivamente despierta ahora,” y empujó a Elliott de nuevo
al dormitorio.
Una hora más tarde, tumbada cómodamente en los brazos de
Elliott, Lauren dijo: “Ahora necesito café.”
Elliott se quejó con fingida decepción y miró hacia abajo la
suave carne bronceada de la mujer en sus brazos. A regañadientes se
levantó de la cama. “Por mucho que odie ocultar este hermoso cuerpo,
no confío en mí misma.” Le entregó a Lauren una túnica del armario y
se puso un par de calzoncillos y una vieja camiseta. Besándola una
vez más, tomó su mano y la llevó a la cocina.
Lauren sonrió con timidez cuando Elliott se inclinó hacia delante
a través de la mesada mientras tomaba un sorbo de café unos minutos
más tarde y le dijo: “A riesgo de repetirme a mí misma, eres tan
hermosa.”
Lauren se ruborizó. “Repentinamente me siento tímida y no
tengo ni idea de por qué.” Hizo una pausa. “Es un poco tonto después
de lo que hicimos durante toda la noche.”
Elliott se inclinó sobre la mesa y le tomó la mano. “No es tonto
en absoluto. De hecho, creo que es bastante encantador. Es refrescante
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ver a alguien impresionada de algo. Rara vez se ve eso.”


“Sí, bueno, puede desaparecer en cualquier momento a partir de
ahora” dijo desconcertada. Había estado en la misma situación de la
“mañana después” antes con hombres y nunca se había sentido tan
torpe como se sentía en estos momentos.
Elliott dejó la taza y tiró de Lauren lejos de su silla y a su regazo.
“Espero que nunca se vaya.” Le besó suavemente los labios
entreabiertos. Al instante, el beso encendió la pasión, y Elliott desató
el nudo en la bata azul. Puso sus manos dentro y capturó los pechos de
Lauren, haciendo que se arqueara en las manos que la acariciaban.
Elliott arrastró su boca y tomó un pezón erecto en su boca. “Oh, Dios,
Elliott.” Se quejó Lauren. “Me vuelves loca cuando haces eso.”
Elliott movió su boca a una fracción de pulgada de distancia de
del pecho incitante. “Y me vuelve loca cuando haces eso,” respondió
cuando Lauren enredó sus dedos en su pelo y tiró de ella más fuerte
contra su pecho. Con el deseo latiendo entre sus piernas, se levantó y
tiró de Lauren de nuevo al dormitorio. No hubo quejas de Lauren
cuando Elliott la tomó rápido y duro. Mientras Lauren montaba su
muslo, Elliott dijo, “Tócame,” y Lauren de inmediato hizo lo que se le
pedía. En el momento en que sus dedos tocaron el centro cálido y
húmedo de Elliott, ambas se estremecieron en un orgasmo.
Su respiración volvió lentamente a la normalidad mientras las
dos mujeres yacían deshechas en los brazos una de la otra. Elliott
lanzó un suspiro. “No puedo creer que esté diciendo esto, pero tengo
que llegar a la oficina.”
“¿Tu qué?” Lauren se sentó, incrédula.
“Tengo una reunión de junta hoy que, de ninguna manera, puedo
perderme. Si hubiera tenido la menor idea de que despertaría contigo
en mis brazos esta mañana, la habría cancelado.”
“Bueno. No tengo absolutamente nada en mi calendario esta
mañana, por lo que date prisa y yo estaré aquí, durmiendo, en esta
cálida y suave, cama que huele a sexo.” Lauren se recostó y se quejó
suavemente mientras se estiraba en la cama de lujo.
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Elliott se dio cuenta de que Lauren se burlaba de ella. “¿Cómo


lograste eso?” Sabía lo difícil que era obtener una mañana completa
sin compromisos.
“Llamé a Michelle y le dije que había surgido algo y que volviera
a programar todo lo que tenía esta mañana” , dijo, orgullosa de sí
misma.
“¿Cuándo hiciste eso?” Bueno, bueno, bueno.
“Esta mañana cuando me levanté para ir al baño.”
“Tú perra!” exclamó Elliott, sentándose y haciéndole cosquillas.
“No es justo!”
“Un buen abogado siempre sabe su próximo movimiento,” dijo
Lauren entre risas.
Elliott se inclinó y la besó. “Ciertamente sé cuál es mi próximo
movimiento,” dijo mientras se movía encima de ella una vez más.
Cuando Lauren estuvo totalmente excitada, Elliott saltó de la
cama. “Oops, mejor empiezo a prepararme.” Al moverse hacia el
cuarto de baño, miró por encima de su hombro para ver la expresión
de asombro en la cara de Lauren.
Elliott todavía estaba riéndose cuando entró en la ducha. Se
estaba lavando el pelo cuando sintió una corriente de aire y luego las
manos de Lauren sobre ella. Pudo sentir rizos apretados que
empujaban contra sus nalgas mientras Lauren buscaba a su alrededor y
largos y delgados dedos entraban en ella. Todavía estaba mojada por el
encuentro en la cama unos minutos atrás, y sus rodillas se doblaron
cuando Lauren dijo: “La venganza es el infierno.”
Lauren tenía la intención de dejar a Elliott tan excitada como lo
había estado ella, pero cuando Elliott llegó a ese punto, ella estaba
totalmente superada por el deseo y no habría podido parar, incluso si
hubiera querido.
Elliott jadeó y colocó ambas manos contra la pared de la ducha,
el agua caía en cascada sobre su espalda. A través de su bruma, sabía
que Lauren se estaba tocando con el mismo ritmo con que la estaba
tocando a ella. Ese conocimiento acrecentó su excitación y dijo, “Eso
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es, justo ahí,” alentando a Lauren a continuar. Mientras se venía gritó


y su voz fue ahogada por el grito simultáneo de Lauren.
Después de que se restablecieron, Lauren tomó el jabón y lavó a
Elliott. Inspeccionó cada centímetro cuadrado del cuerpo que la
excitaba, con su pasión aumentando de nuevo. Se había duchado con
otros amantes, pero con ninguno con la intimidad que sentía ahora con
Elliott. Antes de llegar al punto de no retorno, enjuagó a su nueva
amante y apagó el agua.

*
“¿Qué estás haciendo?” Elliott dejó caer su maletín en sus
escritorio y se sentó con su teléfono celular acunado en su oído.
El corazón de Lauren se aceleró con el sonido ronco de la voz en
el otro extremo de la línea. “Estoy recostada aquí, en tu cama,
pensando en ti.” Había visto a Elliott vestirse para su día en la oficina
y había disfrutado profundamente atestiguar la transformación de
amante apasionada a respetada mujer de negocios. En realidad, cuanto
más pensaba en ello, más excitada se ponía.
“¿En serio?” Elliott se recostó en su silla, sosteniendo el teléfono
como si fuera Lauren.
“Sí, en serio. ¿Qué estás haciendo tú?”
Elliott sacudió la cabeza y sonrió. “Pensando en ti.” Un calor se
difundió a través de su cuerpo con el pensamiento.
Lauren se recostó en la almohada que Elliott había utilizado las
pocas horas que durmió. “Tu probablemente sabes esto, pero eres una
amante increíble.”
Oh, Dios mío. El calor se había instalado en el lugar directamente
entre sus piernas que estaba sobre-calentado ya. “No deberías decir
cosas como esa.”
“¿Por qué no?” preguntó Lauren.
“Permítanme expresarlo de otro modo. No deberías decir cosas
como esa cuando tengo que pasar el resto del día en una reunión de
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consejo.” Estoy segura de que no estoy esperando con ansias el tener


que tratar de concentrarme en finanzas y estrategias de largo plazo.
“¿Y por qué es eso?” Lauren ya sabía la respuesta, pero quería
escuchar a Elliott decirlo.
“Hay varias razones.”
“Dime.” Lauren adoraba escuchar la caricia de la voz de Elliott.
Elliott sabía que Lauren estaba disfrutando de su conversación
tanto como como ella. “Bueno, primero, sólo soy tan buena como la
mujer a la que le estoy haciendo el amor, por lo que todo es culpa
tuya. En segundo lugar, preferiría mas bien estar ahí contigo, y en
tercer lugar, mis bragas ya están totalmente empapadas y son sólo las
diez y media de la mañana.” Lauren se quedó callada por tanto tiempo
que Elliott no estaba segura si todavía estaba en la línea. “¿Lauren?”
“Sí, estoy aquí. Sólo estaba tratando de pensar en algo que
decir.”
La incertidumbre en su voz causó en Elliott una rápida
respiración. “¿Qué te gustaría decir?”
Lauren respiró hondo y dio el salto. “Que quiero verte esta
noche.”
“Me gustaría.” En realidad, quiero hacer el amor contigo en
estos momentos. “¿Qué tal si voy por tu casa? Debería estar libre
alrededor de las ocho treinta.”
Lauren trató de mantener el alivio de su voz. “Estaré esperando.”
“Bueno, si no cuelgo de inmediato no voy a servir para nada el
resto del día.” Como si no fuese así ya.
Mientras colgaba el teléfono oyó la risa de Lauren.

*
Elliott fue una ejecutiva de exitosa el resto del día, pero no pudo
concentrarse por completo hasta que tocó el timbre de Lauren esa
noche.
Lauren estaba de pie en la puerta usando un suéter de cachemira
Julie Cannon Come and Get Me

y unos jeans. Tenía el pelo suelto y sus pies estaban desnudos. Dios,
se ve hermosa.
“Hola. Pasa” Así puedo tomarte aquí mismo, en el piso del estar.
“Hola a ti.” Elliott cruzó el umbral y se volvió para hacer frente a
Lauren cuando cerró la puerta. Lo que ella tenía la intención de que
fuera un simple beso de saludo rápidamente explotó en el fuego del
deseo cuando Lauren respondió con varios de los suyos.
“Creo que llevas demasiada ropa,” dijo Lauren, sosteniendo la
chaqueta del traje de negocios que le quedaba a Elliott tan bien.
“Entonces tal vez deberías hacer algo al respecto.”
Habiendo recibido rienda suelta, Lauren deslizó sus manos bajo
las solapas de la chaqueta, rozando suavemente los pezones
endurecidos de Elliott mientras empujaba la chaqueta de sus hombros
y la dejaba caer en el piso. Lauren tiró la camisa de seda de la
cinturilla de los pantalones entallados de Elliott. Manos ansiosas se
encontraron con la piel al mismo tiempo, y su pasión explotó.
Elliott se apartó por un instante para sacar el suéter por sobre la
cabeza de Lauren para tener acceso sin trabas a los senos que habían
llenado su mente todo el día. Se estremeció cuando Lauren pasó sus
uñas hacia arriba y hacia abajo por su espalda y luego se movió
rápidamente para desabrochar su cinturón. Al sonido de la cremallera
siendo derribada, Elliott deslizó su mano en la cintura de los
pantalones de Lauren y se encontró con la cálida humedad. No pudo
detenerse cuando sus dedos se deslizaron sobre la carne hinchada y
sintió que las piernas de Lauren comenzaban a doblarse.
“Oh, Dios, Elliott, no te detengas.”
Lauren estaba sin aliento por el deseo, y Elliott no estaba segura
de poder detenerse si tenía que hacerlo. Movió hábilmente sus dedos y
Lauren abandonó la cremallera de Elliott para poner los brazos
alrededor de su cuello, atrayéndola más cerca. Elliott podía sentir la
respiración irregular de Lauren en su oído mientras se acercaba a la
liberación final. Su pasión estaba llevando a Elliott hasta el punto del
clímax, pero empujó los pensamientos de su propia satisfacción de su
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mente, totalmente comprometida con el placer de la hermosa mujer


que sostenía.
Lauren se habría venido abajo en una pila en el piso si Elliott
no la hubiera clavado contra la puerta. Sus piernas temblaban y sentía
sus brazos como pesos de plomo sobre los hombros de Elliott. No
estaba segura de poder mover ninguna parte de su cuerpo y no sabía
incluso si quería.
Sintiendo disminuir los espasmos, Elliott retiró lentamente su
mano y reunió a Lauren en sus brazos. Susurró, “No he pensado en
otra cosa todo el día.”
“¿En qué... en tener sexo en la puerta principal?” Lauren sonrió.
Elliott tocó las mejilla de Lauren con los dedos todavía húmedos
con la evidencia de su deseo. “No. En ti viniéndote en mis brazos.”
La mirada de ternura en los ojos de Elliott volvió a Lauren débil con el
deseo de nuevo. “Ven conmigo” -murmuró, tomando la mano de
Elliott.
Se movieron por el pasillo y Lauren terminó lo que empezó
en el hall de entrada, y no demasiado pronto, estaba empujando a
Elliott a la cama. Cubrió el cuerpo de Elliott con el suyo y dejó
escapar un largo suspiro. “Se te siente tan bien.”
Elliott podía sentir la humedad del deseo de Lauren en el muslo,
y su propio nivel de excitación aumentó. “A ti también,” respondió,
levantando su pierna lo suficiente para mostrar su punto.
Lauren se movió un poco. “Nada de eso ahora mismo, o perderé
mi línea de pensamiento.”
“¿Y qué estás pensando?” Elliott sabía que la respuesta era la que
su cuerpo necesitaba.
“En todas las cosas que pasé todo el día pensando en hacerte,”
Lauren dijo entre beso y beso en el cuello de Elliott.
“¿Por ejemplo?” Las manos de Elliott estaban buscando y
explorando la piel suave bajo sus dedos.
Los ojos de Lauren se reunieron con los suyos, y el anhelo
reflejado en ellos hizo a Elliott borbotear con anticipación.
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“Recuéstate y te lo mostraré.”
La promesa en la voz de Lauren hizo a Elliott murmurar, “Dios
dame fuerza.”
Dios le dio fuerza a Elliott, y fue varias horas después cuando fue
capaz de recuperar el aliento. “¿Estás segura de que no habías hecho
esto antes?”
Lauren lentamente serpenteaba con sus dedos en el pecho y
el vientre de Elliott antes de dar vueltas alrededor de su ombligo.
“¿Qué cosa quieres decir?” -preguntó con un acento sureño exagerado.
Elliott se echó a reír y se agachó para detener la mano que la
estaba atormentando de nuevo. “Sabes lo que quiero decir.”
Bien no era una palabra lo suficientemente fuerte para describir
cómo hacían el amor, y como para demostrarlo, se acercaron de
nuevo. Lauren estaba en todas partes. Sus manos exploraban
continuamente y su boca nunca dejó de mordisquear y succionar en
los lugares que volvían loca de deseo a Elliott. Cuanto más Elliott
respondía, más excitada se ponía Lauren. Finalmente, después de lo
que pareció una eternidad, Lauren se posó en el lugar en donde Elliott
la necesitaba más. No pasó mucho tiempo antes de que supiera cuán
desesperada estaba Elliott por su lengua, y la sostuvo con fuerza,
mientras Elliott elevaba el cuerpo para llegar al clímax.
“Creo que tu lo dijiste mas temprano, Elliott.” Lauren sonrió con
el pensamiento. “Soy tan buena como la mujer con la que estoy, por lo
que debe ser todo tu culpa.” Ella retiró su mano de la de Elliott y la
deslizó en los rizos húmedos y tibios entre las piernas de Elliott.
Elliott saltó con el contacto inesperado. “Whoa, Tengo que
descansar un minuto.” Quitó la mano de su sensible clítoris. “Eres
como un niño en una tienda de dulces.”
La broma hizo reír Lauren y acurrucarse cerca. “Y creo que he
desarrollado un preocupante gusto por lo dulce.”
Luchando contra la lasitud del buen sexo, Elliott se agachó y
tiró de la sábana para cubrirse las dos. “Dichosa de mi,” fue lo último
que dijo antes de quedarse dormida.
Julie Cannon Come and Get Me

*
Lauren se despertó con el canto de los pájaros fuera de la ventana
de su habitación y el sonido de una cortadora de césped al otro lado de
la calle. Estaban acostadas de lado una frente a la otra, y aprovechó la
oportunidad para estudiar a la mujer que seguía durmiendo
plácidamente a su lado. Elliott se veía en paz. Las líneas de tensión se
habían suavizado y el pelo alborotado la hacía parecer varios años más
joven. Eres tan maravillosa. ¿Qué está pasando aquí? Su mirada se
trasladó a las manos que le habían dado placer durante toda la noche,
y su cuerpo empezó a sentir un hormigueo ante el recuerdo.
Reflexionó acerca del tiempo que pasaron juntas en la agonía de la
pasión y no podía haber imaginado que podía sentir tanto placer en
una función básica del cuerpo. Ahora sabía lo que la frase quería decir:
las mujeres hacen el amor con el cerebro más que con sus cuerpos. Su
relación con Elliott era inconfundible, y el deseo de besarla era
abrumador.
“Tu has tenido suficiente descanso,” susurró Lauren mientras
Elliott comenzaba a responder a sus besos.
“Mmm. ¿Qué hora es?”
“Es hora de volver a hacerlo.” Lauren tomó un pezón rosado en
su boca.
“Oh, Dios,” gritó Elliott cundo Lauren mordió ligeramente en la
pico duro. Se había despertado completamente excitada y sabía que no
llevaría mucho tiempo antes de que fuera incapaz de pensar con
coherencia. Rápidamente se apoderó de la ofensiva, rodó a Lauren
sobre su espalda. “Oh, no, tu no,” dijo, a caballo entre sus muslos,
sosteniendo las manos de Lauren sobre su cabeza. “Es mi turno.”
La mirada posesiva en los ojos de Elliott hizo que la boca de
Lauren se secara. Dios mío, yo te deseo tanto. “¿Es siempre así?”
preguntó.
“¿Así cómo?” Le preguntó Elliott, ya bajando su cabeza para
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besarla.
“No siendo capaz de tener lo suficiente la una de la otra.” Lauren
intentó mover sus manos, pero Elliott las sostenía firme.
Ella se inclinó y susurró al oído de Lauren, “Voltéate”
La sangre de Lauren corrió través de su cuerpo en un
nanosegundo, y la aprehensión comenzó a extenderse sobre su
columna vertebral. “¿Por qué?”
“¿Confías en mí?”
“Sí.”
“Entonces, voltéate. No voy a hacerte daño.”
Con la ayuda de Elliott, Lauren se volteó sobre su estómago.
Su excitación se disparó cuando sintió el peso Elliott asentarse sobre
ella. Los rizos suaves le hacían cosquillas en el trasero y los pezones
que presionaban contra su espalda estaban duros como rocas. Elliott
empezó a moverse lentamente hacia arriba y abajo sobre su cuerpo,
haciendo que Lauren se retorciera en la cama. Elliott movió la mano
por debajo de Lauren y de inmediato encontró el lugar que estaba
buscando.
Lauren gimió de placer cuando Elliott comenzó las rítmicas
caricias que ella necesitaba. Su cuerpo se arqueó con cada embestida
audaz, y la sensación de los dedos de Elliott sobre su clítoris y su
cuerpo prensado contra su espalda la condujeron rápidamente al
orgasmo. Mientras ella bajaba podía sentir a Elliott moviéndose contra
ella con más urgencia que antes. Lauren arqueó su espalda para que su
trasero quedara en contacto directo con las embestidas de la pelvis de
Elliott, y después de unos momentos, Elliott se vino y se desplomó
sobre su espalda. Al escuchar su respiración entrecortada, Lauren
se deleitó en el conocimiento de que podía dar el mismo placer a
Elliott.
Suspirando por algo de aire Elliott respondió la pregunta original
de Lauren. “Con la persona adecuada, sí. Es siempre es así.”
¿Y yo soy la persona adecuada para ti, Elliott?
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Capítulo Dieciséis

Lauren estaba alcanzando el teléfono, planeando llamar a Elliott,


cuando sonó. “Lauren Collier,” respondió con rapidez, planeando
poner fin a la llamada tan pronto como pudiera.
“¿Es esta la Lauren Collier?” La voz era suave y sexy, y su pulso
comenzó a acelerarse.
“¿A cuál Lauren Collier se refiere?”
La voz se hizo ronca a medida que continuó, “La que me deja sin
aliento con sólo mirarla. La que hace que mi corazón lata con fuerza
en mi pecho con solo una mirada. Aquella cuyos dedos son como
fuego cuando tocan mi piel y cuya piel es tan suave como un pétalo de
rosa. La que me vuelve loca de deseo, y la que me vuelve aún más
loca con su deseo.” La voz estaba casi jadeando en el teléfono.
“Lo siento,” respondió Lauren con frialdad-. “Debe haber
llamado a la Lauren Collier equivocada. Esta es sólo una simple vieja
abogada corporativa con un estilo muy reservado.”
“Esa puede ser la Lauren Collier diurna. Yo estoy describiendo a
la nocturna.”
“¿Por qué no lo dijo en primer lugar?” Lauren no pudo aferrarse
a la farsa por más tiempo. “Elliott, ¿qué estás haciendo?”
“Te estoy llamando.”
“Lo sé.”
“En realidad, quería que supieras que he estado pensando en
ti. Te extrañé.”
Lauren se rió suavemente. “Hablamos todos los días.” Había
estado fuera de la ciudad, lidiando con la SEC, y Elliott la había
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llamado cada noche.


“Te hubiera enviado flores, pero tenía miedo de que generaría
más preguntas de las te gustaría contestar.” Era un hábito en Elliott
enviar flores a las mujeres que pasaban la noche con ella como una
forma de darles las gracias por la experiencia. Ahora sólo le parecía
barato.
“Tiene razón, pero aprecio el pensamiento y la consideración.”
Lauren trataba de evitar la recepción de cualquier cosa de carácter
personal en el trabajo. El ramo paraguas que Elliott había enviado
después de haberse conocido todavía estaba dando que hablar.
“¿Cómo estuvo tu día?”
Elliott miró los montones de papeles sobre su escritorio y
suspiró. “Parece que no se detiene nunca. ¿Y tú?”
“No está mal, pero me divierto más contigo.”
“¿Quieres tener un poco más de diversión, pequeña niña?” La
imitación de Elliott de Groucho Marx era para reírse.
Lauren estaba a punto de responder cuando cogió un movimiento
en su puerta y miró hacia arriba para encontrarse a Charles Comstock
en su umbral. Oh, mierda! ¿Cuánto hará oído? “Sí, definitivamente
estaría interesada en esa propuesta. Me pondré en contacto con usted
más tarde y podremos ultimar los arreglos.”
Elliott estaba perpleja por el repentino cambio en el tono de voz
de Lauren y la conversación. “¿Alguien acaba de entrar?”
“Sí, es verdad” respondió Lauren, mirando a su jefe buscando
cualquier indicación de que él había oído demasiado.
“Bueno, diles que se vayan. Estás ocupada hablándole sucio a tu
amante” bromeó Elliott.
“En realidad, me encantaría, pero eso realmente no es posible.”
Lauren señaló a Charles que entendía sus gestos con las manos, y que
lo vería en su oficina en poco tiempo.
“Bueno, te daré una prórroga, esta vez,” dijo Elliott. “Pero
la próxima vez tendrás que acordarte de cerrar y bloquear la puerta.”
¿Cerrar la puerta? Jesús, me está volviendo loca. “Tienes toda la
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razón. Hablaré contigo más tarde.” Sin darle a Elliott la oportunidad


de responder, dijo adiós y se puso de pie. Lo último para lo que se
sentía de humor era para una reunión con su jefe y, por la expresión
tensa en su rostro, no iba a ser agradable.

*
Lauren estaba furiosa. Acababa de argumentar con éxito ante la
SEC para que dimitiera los cargos contra Bradley & Taylor. Aunque
ambos hombres deberían haber estado extasiados con el giro de los
acontecimientos, habían estado extrañamente apagados en el vuelo de
regreso, y ahora estaban tratándola como al enemigo.
Charles estaba sentado detrás de su escritorio y Thomas Merison
estaba sentado en la silla a su izquierda. El escritorio de Charles
estaba despejado a excepción de una carpeta manila. Él prefería tener
las reuniones y conversaciones en su mesa de conferencias o en la
pequeña zona de descanso junto a la ventana. El hecho de que
estuviera del otro lado del masizo escritorio señalaba que esto era
grave y que la involucraba.
“Lauren, por favor, ven y siéntate.” No hubo informalidad
en su voz.
Merison casi se regodeó mientras se sentaba en la silla contigua.
“Lauren, algo ha llegado a mi conocimiento y estoy muy
perturbado por ello.”
El estómago de Lauren se encogió pero no dijo nada.
“He recibido unas fotografías que son, por así decirlo, no
apropiadas para la imagen que mantenemos aquí en Bradley & Taylor.
Estoy decepcionado de ti, Lauren. La empresa tenía grandes
expectativas en ti, pero parece que nuestra confianza estaba en el lugar
equivocado.”
“¿Fotografías? ¿Puedo verlas, Charles?” Lauren no tenía ni idea
lo que iba a ver cuando abriera la carpeta, pero no estaba dispuesta a
retractarse de lo que fuera. Se sintió aliviada de que sus manos
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estuvieran firmes cuando tomó la carpeta que Comstock le deslizó por


sobre el escritorio. Él tuvo tan poco contacto físico con la carpeta
como le fue posible, dándole la impresión de que tenía miedo de que
pudiera contagiarse de lo que pudiera haber adentro. Sintió, más que
vio, los ojos de los dos hombres sobre ella mientras la abría.
Mirando hacia ella había una fotografía de Elliott. Su experiencia
como abogada le permitió no mostrar ninguna reacción mientras
estudiaba la primera foto y a continuación la siguiente. Estaba
encerrada en un abrazo apasionado en los brazos de Elliott. Reconoció
su patio trasero como el escenario. Instantáneamente supo de qué se
trataba. Oh, Dios mío, Elliott. Ella estaba enferma del estómago y no
quería nada más que vomitar sobre los mocasines italianos de Merison
y la alfombra persa de Comstock, pero no les daría la satisfacción.
Había varios fotografías similares en la pila. Ella las hojeó de manera
desinteresada, y luego arrojó la carpeta de nuevo al escritorio de
Comstock, sin decir nada. Hizo contacto visual frío, desafiante con
ambos hombres pero permaneció en silencio. Que tiren la primera
volea.
“Puedes ver por qué estamos molestos, Lauren” dijo Comstock.
“¿Por dos adultos que consienten en compartir su atracción el
uno por el otro?” Su voz era fuerte y firme.
“Es repugnante!” Escupió Merison desde su silla.
“Tom...”
“No, Charles. Ella es una pervertida, y lo que está haciendo en
esas fotos - y Dios sabe qué otra cosa hizo después de eso - es
repugnante. No podemos tener este tipo de degenerados como
miembros de esta empresa.” Él estaba hirviendo. Todas las cartas
estaban ahora sobre la mesa.
“¿Lauren?” le preguntó su jefe. “¿Tienes algo que decir respecto
de esto?”
Lauren sabía lo que querían de ella. Esperaban que ella lo negara
o pusiera excusas por besar a Elliott. Querían que dimitiera humillada,
y si ella no lo hacía la intimidarían y le harían la vida imposible.
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Podían mantenerla en la nómina, pero la iban a despojar de sus


funciones, dejándola impotente para hacer lo que le gustaba, ejercer la
abogacía. Según se manejara estos próximos minutos la definiría,
personal y profesionalmente, para el resto de su vida.
“¿Lauren?” Comstock estaba esperando su respuesta.
Miró a uno y otro hombre Y tomó la decisión más significativa
de su vida. “No, Charles, no tengo nada que decir acerca de esto
porque no es asunto de ustedes. Soy una buena abogada... no, soy una
excelente abogada, y tu lo sabes. Mi vida personal no es un maldito
asunto de esta empresa y no voy a ser amenazada por ella.”
Desvió su atención a Merison, que se sentó con aire de
suficiencia en su silla. “Dime, Tomás, ¿cómo le va a Summer? ¿Ha
vuelto a la escuela? ¿Cuanto ha pasado, dos o tres meses? Espera, ¿no
es eso lo mismo que un trimestre?” La mirada de asombro en la cara
de Merison le dijo que había golpeado perfectamente en su marca.
Ambos hombres se sentaron sin palabras. Habían trabajado duro
para asegurarse de que el incidente con la hija de Merison fuera
manejado con discreción y nunca apareció en los medios. Que los
sórdidos detalles salieran ahora volvería loco a Merison.
Lauren se paró sobre piernas sólidas. “No estoy segura si alguna
vez podré alinearme con la degeneración moral de una adolescente
embarazada intentando intercambiar sexo por favores de un policía, y
siendo apoyada en su conducta ilegal por parte de un padre que debía
actuar de otra manera.” Suspiró. “La tragedia es, los errores como el
de Summer a veces son considerados más duramente por las personas
que tienen sus propios secretos que esconder. Los hipócritas necesitan
desviar la atención de ellos mismos, supongo.” Volvió su mirada a
Merison. “Tu sabes todo acerca de eso, Thomas.”
“No creo que las dos situaciones se pueden comparar.” La
indignación de Comstock sonó vacía.
“No, no pueden” Lauren estuvo de acuerdo. “Una de ellas
implica un delito, y la otra no. ¿Quién envió las fotos, Charles?”
“Llegaron de manera anónima.”
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La mente de Lauren corrió a toda velocidad. ¿Había Merison


diseñado esto? Era posible, debido a que era un homófobo y parecía
tener una venganza personal en su contra. Pero él tenía que saber que
Lauren no protegería su pequeño secreto sucio si era colgada por su
vida personal.
“Estoy muy decepcionada de que esta empresa no sea la empresa
que yo creía que era.” Levantó la mano cuando Comstock abrió su
boca. “No, Charles, yo realmente no quiero oír ninguna otra cosa más
que tengan que decirme.” Ella cambió su tono de enojo a compasión.
“Tu eres mi mayor decepción en todo esto. Yo te respetaba. Lo habría
hecho todo por ti y por esta compañía, ¿y esto es lo que obtengo
porque puede ser que quiera traer a mi novia para la fiesta de
Navidad? Perderme te hace el gran perdedor aquí, Charles.” Lauren
apuntó con su dedo al hombre aturdido para enfatizar su punto. “Tu y
esta empresa, y lo siento por los dos.”
Ella comenzó a salir, pero vaciló y se volvió hacia los hombres.
“Ah, otra cosa. Si alguna vez escucho que John Briggs ha dejado la
empresa por cualquier otra razón que porque se harto de esta mierda,
todo el mundo sabrá que Summer es algo más que una estación.”
Dejó la puerta abierta mientras salía.

*
“¿Estás absolutamente segura acerca de esto?” Le preguntó
Elliott a Teresa.
“Las encontré por casualidad. Estaba buscando el archivo
Colchester. Mark tiende a ser un vago, así que estaba revisando su
escritorio, y... ahí estaban, tapadas bajo algunos papeles en el cajón de
abajo.”
“¿En una carpeta con la tarjeta de visita de un investigador
privado?”
“Hubiera tomado la carpeta, pero él simplemente podía negarlo a
continuación y actuar como si le hubieran tendido una trampa.”
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“Bien pensado.” Elliott le dio espacio en su mente a un par de


escenarios diferentes. Podía llamar a Ryan y seguir con esto
formalmente, o podía marchar allí y enfrentarlo a ella misma. “Yo me
ocuparé de esto. ¿Está él aquí ahora?”
“Todos sus cien kilos de humanidad irresistible” respondió
Teresa con humor agrio.
Elliott se dirigió por el pasillo y bajó las escaleras un nivel.
Como de costumbre, reservó un pensamiento para Stephanie, pero su
joven hermana ya no era un factor en la ecuación, Stephanie había
hecho su elección y tendría que vivir con ello. No había duda de que
se le ocurriría una buena excusa para explicar por qué su marido había
contratado a un investigador privado para tomar fotos de Elliott
besando a una mujer.
Elliott no llamó. Empujó la puerta y cruzó la habitación para
golpear con su mano sobre el escritorio. Una mirada a su rostro
culpable y supo que él había hecho todo lo que Teresa dijo, y
posiblemente más.
“El.” Él se tragó el bocado de pizza que estaba masticando.
“¿Qué te trae a mi humilde morada?”
“No me hagas perder el tiempo.” Se puso las manos en las
caderas. “Tu sabes por qué estoy aquí.”
Su cuñado lanzó la mirada más allá de ella, a la puerta, como si
en realidad estuviera pensando en correr por ella. Luego, con una
arrogancia que no podía sostener, dijo, “Cálmate. No sé lo que has
estado escuchando, pero la Compañía Gallien no tiene absolutamente
ninguna relación con los Sirios. Son rumores sin fundamento. Yo
personalmente verifiqué a los directores de ´buena fe´.”
“¿Qué?” Elliott explotó, sin poder creer lo que oía. Distraída
de su curso de acción previsto, le preguntó, “¿Estás diciendo que
todavía estás persiguiendo ese acuerdo a mis espaldas?”
De repente, algunas de las preguntas extrañas que había
contestado en la reunión con el FBI comenzaron a tener sentido.
¿Había estado alguna vez en Siria? ¿Podría proporcionar una lista de
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todos los contactos de negocios en el Medio Este? ¿Su empresa tiene


relaciones comerciales con cualquier proveedor de armas francés? El
último clavo en el ataúd de Mark cayó en su lugar.
“Simplemente estoy montando la información adecuada, para
que puedas estar en posesión de todos los hechos,” dijo Mark. “Sé por
qué te preocupaba, pero esos rumores los hizo circular un competidor.
El acuerdo es - “
“El acuerdo está muerto! Tengo todos los datos que necesito, y
no es por lo que estoy aquí.” La mente de Elliott estaba trabajando
horas extras. ¿Estaba el FBI interesado en ella debido a Gallien? Si era
así, podía aclararlo en cinco minutos.
Esta vez Mark no tenía nada que decir. Él frunció el ceño con un
mezcla de miedo y perplejidad.
Elliott golpeó fuertemente su escritorio. “Ponlo aquí.”
“¿Qué?”
“La carpeta y las fotografías.”
La cara de Mark se volvió de color rojo brillante e hizo un sonido
sibilante y se aferró a su pecho. Por favor, no un ataque al corazón.
Elliott no estaba de ánimo para administrarle RCP a este chupa-
sangre.
“Hazlo!” -gritó ella.
“No sabía que iba a tomar fotos, te lo juro,” Mark comenzó a
decir tonterías mientras se inclinaba para sacar la carpeta de la parte
inferior de su cajón. “Todo lo que le pedí que hiciera fue que te
vigilara y me reportara, pero esos tipos, actúan como si alguien les
hubiera cortado sus bolas si no pueden tomar fotos.”
Dame fuerza. “Contrataste a un investigador para vigilarme?”
“No es lo que piensas. No fue mi idea. Esa mujer... Rebecca. Ella
vino aquí un día -”
“Tu te la cogiste.”
Incluso con la mierda hasta el cuello, no podía contenerse. “Ella
sabía que yo te odiaba. Al infierno, todo el mundo sabe que te odio.
Pareció ser muy feliz con un hombre de verdad como un cambio.”
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La expresión de regocijo desapareció cuando Elliott dijo, “Estas


despedido Mark”
“No puedes despedirme.”
“Lo acabo de hacer.” Elliott tomó el teléfono y llamó a la
seguridad. “Tienes cinco minutos. No te lleves nada de tu escritorio o
de los gabinetes de archivos. Haré que te envíen tus efectos personales
a tu casa.”
Por una vez, pareció perdido, sin palabras. El color se escapó de
su cara. “Ella dijo que sólo necesitaba algún tipo de seguro.”
“Mark, un consejo - piensa con el cerebro.” Elliott hojeó las
fotografías. “¿Quién más ha visto esto?”
Él parpadeó. Elliott pudo verlo construir una mentira. “Nadie.”
Con cansancio, dijo, “Puedo hacer las cosas mucho más difíciles
para ti. Cuéntamelo todo y esto se queda aquí. Le avisaré a la Junta
que has renunciado para pasar más tiempo con tu familia.”
La cara de Mark se encorvó. “Los envié a su Compañía.”
“A la Compañía de Lauren” Elliott se quedó atónita. Se obligó a
a sí misma a mantener la calma para no estrangularlo con sus propias
manos. “¿Por qué?”
“Ella es una perra.”
Elliott lo miró con los ojos entrecerrados, haciéndole saber con
una sola mirada fría que estaba en un terreno peligroso.
“Bueno, ella me rechazó. Joder, todo lo que hice fue tocarle el
culo, Y yo ni siquiera sabía que era ella hasta que vi las fotos. No es
como si yo hubiera planeado todo esto.”
“¿Pero cuando la viste decidiste aprovechar y vengarte?”
Trató de mostrar remordimiento. “¿Qué coño importa. Ella es
sólo otra de tus -”
Dilo y te rompo la mandíbula. Elliott apretó los puños. “Estas
hablando de la mujer que amo, imbécil. Y si alguna vez pones una
mano sobre ella de nuevo, ayúdame, yo te mato.”
No estaba segura de quién estaba mas atónito; Mark se quedó
mirándola con la boca abierta, y ella se distrajo tomando las llaves de
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su escritorio y cerrando sus gabinetes. Seguridad llegó cuando ella se


aseguraba de que nada podría ser retirado del edificio.
Las palabras de despedida de Mark fueron previsiblemente
cobardes. “Por favor, El... por el amor de Stephanie... por favor, no le
digas.”
Elliott no respondió. Su mente tenía espacio para un solo
pensamiento. La mujer que amo.
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Capítulo Diecisiete

“Necesito verte,” dijo Elliott cuando finalmente logró pasar más


allá de la asistente “perro guardián” de Lauren.
“Este no es un buen momento.” Lauren habló con cuidado. No
quería sonar desalentadora, pero tampoco quería que su llamada fuese
escuchada por casualidad.
“Es urgente,” dijo Elliott. “Y no podemos hacerlo por teléfono.”
“Está bien, pero podría no ser muy buena compañía. Mi CEO
acaba de dejar caer una bomba sobre mí.”
Elliott se quedó en silencio, repentinamente asustada. La
situación que había esperado prevenir estaba claramente en juego, y
no podía predecir cómo iba a reaccionar Lauren cuando se enterara de
por qué su carrera se encontraba bajo amenaza. “Lauren, sólo
contéstame una pregunta. ¿La bomba involucra fotografías?”
Lauren se quedó sin aliento. “¿Cómo lo sabes?”
“Como ya he dicho, no podemos hablar sobre esto por teléfono.
Por favor, ¿puedo pasar esta noche?”
Una hora más tarde, cuando se sentaron en la sala de estar de
Lauren, Lauren comenzó la conversación. “¿Las fotos?”
“Es culpa mía,” reconoció Elliott.
“¿Cómo es tu culpa?” Lauren se sentía mareada.
“Recuerdas a mi cuñado?”
Lauren hizo una mueca. “¿El hombre con un centenar de
manos?”
“Me hubiera gustado que me hubieras dicho que te tanteó.”
Elliott lucía dolida.
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“Él es de la familia. No quise causar un problema.”


“Tu no eres el problema, él lo es.” Con un gemido, dijo, “Lauren,
él envió las fotos. Contrató a un detective privado para que me
vigilara. El tipo tomó las fotos. Mark te reconoció y pensó que podría
conseguir una cierta venganza.”
“Debido a que yo lo cepillé?” Lauren no podía creerlo. “Trató de
destruir mi carrera por eso?”
“¿Qué puedo decirte? El hombre es un imbécil.” Elliott se
detuvo. “Hay más.”
“Tengo miedo de preguntar.”
El humor ligero en su tono calmó a Elliott. Su peor temor había
sido que Lauren perdiera el control y la culpara y que fuera el final de
ellas. La mente de Elliott saltó de nuevo a su intercambio con Mark, y
trató de poner su comentario en su contexto. En el calor de
el momento, había espetado la mujer que amo. Estudió a Lauren,
poniendo a prueba las palabras contra sus sentimientos. Nada
desentonaba, excepto que la idea le era tan ajena que se preguntó si
realmente sabía lo que significaba.
Había gente que amaba. Sabía lo que era el amor. Sin embargo,
sus sentimientos por Lauren eran diferentes. Para empezar, podía estar
lejos de la gente que amaba y no sentirse vacía y carente. Podía
contemplar tener una pelea con alguien como Victoria sin el miedo
atroz de perderla.
“¿Elliott?” Lauren la miraba con curiosidad. “¿Qué otra cosa
ibas a decir?”
Elliott pasó sus dedos sobre la frente y a través de su pelo
mientras ordenaba sus pensamientos. “Rebecca instigó esto. Ella se
acostó con Mark y lo convenció para contratar al Investigador
Privado. Esta era su idea de un seguro, algo que podría utilizar contra
mi... contra nosotras... más tarde, me imagino.”
Lauren se quedó en silencio brevemente, preguntándose si debía
decirle a Elliott ahora lo que había hecho. Podía ver que Elliott estaba
indignada y apenas controlaba sus emociones. Con cuidado, dijo, “En
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primer lugar, no te culpo por esto. Rebecca y Mark son los


responsables. En segundo lugar, renuncié hoy.”
“¡Oh, Dios. No. Yo lo siento mucho. Hablaré con tu jefe. Esto no
tiene que -”
“Espera. Escúchame Elliott, iba a venir.” Había estado luchando
con la decisión desde la discusión acerca de John Briggs. “Yo estaba
empezando a ver exactamente el tipo de empresa que Bradley &
Taylor es y no me gustaba.”
“¿Qué vas a hacer?” Le preguntó Elliott.
“No lo se.”
“¿Qué quieres hacer?”
“Soy una abogada de primera clase. No me voy a morir de
hambre. Hay tres Firmas que podría llamar mañana y tendría un
trabajo.”
“Si hay algo que yo pueda hacer... Conozco a un montón de
gente.”
“No necesito ningún favor” Lauren dijo firmemente.
Elliott sonrió para sus adentros a la nota de orgullo en la voz de
su amante. Debería haberlo sabido en lugar de ofrecer nada. Lauren no
era el tipo de mujer que subía la escalera a través de los auspicios de
amigos poderosos. Era demasiado ética, y con clase también. Suspiró
mientras un pensamiento no deseado entró en su mente. Esto siempre
iba a ser un problema para Lauren.
Conteniendo la respiración, dijo: “Creo que deberíamos dejar de
vernos.”
Lauren se disparó del sofá. “¿Qué?”
“Lauren, los dos estamos en posiciones muy públicas en lugares
muy públicos, y si seguimos siendo vistas juntas, y se nos fotografía
juntas, la gente va a hablar.” Elliott pensó en una fotografía que
había visto en la revista San Diego recientemente de dos mujeres
asistiendo juntas a un evento para recaudar fondos para mujeres
maltratadas. La cámara nunca miente y eso quedaba sin duda
demostrado por la mirada que las mujeres estaban intercambiando
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cuando el obturador hizo clic. Tal vez pensaron que estaban siendo
discretas, pero su conexión era evidente.
“No quiero que continúes siendo lastimada por nuestra relación.”
Me va a matar si la terminamos. Pero lo haré por ti.
“No puedes hablar en serio” dijo Lauren con incredulidad. El
pánico inundaba su cuerpo.
“Si, lo hago.”
“Bueno, creo que estás jodida si crees que voy dejar de verte
debido a esto” Lauren comenzó a caminar por la habitación. “Te amo,
Elliott Foster, y, maldita sea, nadie va a interponerse entre nosotras,
especialmente algunos imbéciles como Charles Comstock.” Lauren se
detuvo cuando se dio cuenta de lo que había dicho.
Elliott tomó la primera respiración profunda en varios minutos.
“¿Qué dijiste?”
Lauren se acercó y se arrodilló delante de ella. “Dije que estas
jodida.”
“Eso es bastante evidente, pero yo me refería a la otra parte.”
“La parte sobre el imbécil de Comstock o el hecho de que Te
Amo?” dijo Lauren con todo el amor que sentía brotando de ella
. El corazón de Elliott comenzó a cantar. Trató de hablar pero su
garganta estaba tan insoportablemente apretada que todo lo que podía
hacer era hacer un pequeño sonido quejumbroso.
“Te amo, Elliott. I no quiero dejar de verte. Quiero pasar el resto
de mi vida contigo.” Tomó la cara de Elliott entre sus manos y la miró
a los ojos con tanta pasión y anhelo, que Elliott no podía respirar. Su
expresión se tornó grave. “Por favor... no uses esto como una excusa
para huir de mí.”
Las palabras dieron en el blanco con una fuerza mucho mayor
que la suave entrega que Lauren había elegido. Sacudida hasta la
médula, reconociendo que Lauren había cortado derecho a la verdad,
Elliott dijo, “No puedo huir de ti Te amo demasiado, Lauren. Tú eres
todo para mí, y me está matando ver que esto te suceda. No puedo
soportar que, debido a mi, has sido tratada de esta manera.”
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Lauren se sentó en el regazo de Elliott. “Elliott, sin ti no soy


nada. Tu eres mi corazón y mi alma y mi razón para levantarme cada
día.” Los ojos de Lauren brillaban con amor. “No tengo miedo de nada
si sé que estás conmigo. Entonces, ¿y qué si renuncié?. Aquellas
personas no me merecían. Tengo demasiado respeto por mí misma
como para permanecer allí. Eso no tiene nada que ver contigo. Es mi
decisión.”
“Dios, Lauren, Te amo tanto,” Elliott jadeó mientras la besaba.
Hicieron el amor en el piso de la sala de estar como nunca lo
habían hecho antes. Palabras de devoción se hablaron en susurros y
gemidos mientras compartían la culminación de su amor. Cuando
finalmente yacieron acurrucadas una contra la otra, exhaustas, Lauren
dijo, “Llévame a la cama.”
Elliott hizo exactamente eso. Llevó a Lauren al dormitorio y
la acostó en la cama, y luego miró abiertamente a la mujer que
encendía su cuerpo como nadie. Me haces sentir como una persona
diferente. Alguien que nunca he sido. Y se siente bien.
Lauren miró a los brillantes ojos marrones. “¿Qué?”
“¿Perdón?”
“¿Por qué me miras así?”
“¿Así cómo?” Elliott tenía miedo de lo que Lauren podría haber
visto en sus ojos.
“No lo sé, como...” Lauren pensó por un minuto antes de
continuar. “Perpleja, supongo, es como yo lo describiría.”
“Creo que estoy pensando en cómo sería si viviéramos
juntas... volver a casa, a ti. Compartir mi vida contigo.” Tengo
la sensación de que estaría perfectamente contenta.
Una benigna marea de felicidad barrió a Lauren al éxtasis. Se
había atrevido a imaginar ese escenario, pero había pensado que
pasaría largo tiempo antes de que Elliott le diera a la idea cualquier
espacio. Estas llena de sorpresas esta noche. Por curiosidad, le
preguntó: “¿Qué estarías normalmente haciendo en casa, si estuvieras
sola?”
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Elliott pensó por un momento. “Bueno, si yo estuviera en casa,


probablemente estaría trabajando.” Esa declaración era más cierta que
lo que quería que fuera. Por lo general trabajaba hasta entrada la noche
ya fuera en su oficina o en casa.
“¿Y si viviéramos juntas?”
La sonrisa de Elliott se volvió cálida. “Si yo estuviera con una
mujer tan bella como tu, sin duda no estaría analizando declaraciones
financieras.”
“¿Qué estarías haciendo?” Lauren sabía la respuesta a la
pregunta, y por la forma en que Elliott la estaba mirando, su cuerpo
estaba empezando a decírselo también.
“Yo estaría haciendo el amor con ella, suave y lento, hasta que
me suplicara que la tomara rápido y duro.” Elliott vio una llama arder
en los ojos de Lauren que reflejaba la que ella sentía en la boca del
estómago.
Lauren arrastró una mano por la garganta de Elliott y la colocó
entre sus pechos. “Bueno, yo no quiero arruinar tu historial.”
“Creo que ya lo has hecho.”
Lauren sonrió seductoramente. “¿Podemos omitir la parte suave
y lenta e ir directamente a la rápida y dura?”
El corazón de Elliott dio un vuelco y de repente se sintió
mareada por el deseo que se apoderó de su cuerpo. Lauren diciéndole
lo que quería, y cómo lo quería, era casi suficiente para poner a Elliott
fuera de sí. La besó duro y con pasión.
Las manos y la boca de Elliott rápidamente tuvieron a Lauren
aferrada a ella por apoyo. Se sentía como si estuviera en un tren de
carga que no podía parar y era incapaz de controlar. Su pasión se vio
alimentada por los murmullos de placer de Lauren mientras deslizaba
un dedo en ella. Otro dedo se unió al primero y Lauren la mordió con
fuerza en el cuello, lo que encendió a Elliott aún más.
“Oh, Dios, Elliott, más rápido” gritó Lauren. Estrellas
comenzaron a estallar en su cabeza cuando Elliott hizo lo que le pidió.
“¡Sí!” gritó Lauren mientras ola tras ola sacudían su cuerpo. Su
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respiración era tan entrecortada que estaba hiperventilando. Poco a


poco se dio cuenta de algún movimiento cuando Elliott le subió a la
cama un poco más y reemplazó inmediatamente sus dedos con su
boca, empujando a Lauren a elevarse de nuevo con placer.
Elliott absorbió los remanentes de la liberación de Lauren y
suavemente besó la carne aún palpitante. Eres la más hermosa, la más
apasionada mujer que he conocido. Finalmente, se quedó inmóvil, su
corazón latiendo con fuerza por la emoción, su cabeza apoyada sobre
el vientre de Lauren. Su forma de hacer el amor era más intensa cada
vez, hasta el punto que la dejaba sin aliento. Quiero darte tanto
placer.
“Ven aquí,” susurró Lauren. Estaba físicamente agotada, y
lo único que podía hacer era envolver a Elliott en sus brazos
letárgicos. “Eres maravillosa.” Eso ni siquiera comienza a describir
cómo me siento.
Elliott, perezosamente pasó sus dedos por la piel desnuda a su
lado. “Fue un placer para mí.” Dios, lo es siempre. Elliott escuchó la
risa profunda de Lauren en el pecho.
“En realidad, creo que fue mío.” Lauren besó la parte superior de
su cabeza.
Elliott se levantó sobre sus codos para mirar directamente a los
ojos de Lauren. “Darte placer me da placer. La forma en que
respondes me enciende y me dan ganas de darte aún más.”
El letargo que amenazaba con superar a Lauren pronto
desapareció, y en su lugar entró el deseo de darle a Elliott todo lo que
acababa de recibir. “Yo sé exactamente lo que quieres decir,” dijo, y
volteó a Elliott sobre su espalda. Con toda la pasión que sentía, dijo,
“Te amo.”
Elliott no podía creer lo absolutamente feliz que la hizo
responder, “Te amo demasiado, Lauren. Te amo con todo lo que soy.”
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Capítulo Dieciocho

“Lauren, ¿qué estás haciendo aquí?" Preguntó Elliott tres


semanas después, cuando su amante se presentó en Foster McKenzie.
“¿Es esa la manera de saludar a la mujer que amas?” Lauren se
sentía tan ligera como una mariposa con la alegría de saber que esta
mujer la amaba.
“Supongo que sólo estoy sorprendida de verte.” Elliott notó que
las recientes líneas de tensión se habían ido de la cara de Lauren y ella
estaba absolutamente resplandeciente. “Entonces, ¿qué hay de
nuevo?”
“¿Puede escaparte el resto de la tarde?”
Elliott recordó la última vez que había salido temprano con
Lauren, y su estómago dio un vuelco. Habían pasado la tarde en la
cama. “Por ti, cualquier cosa.”
Lauren le tomó la mano. “Mi coche está en el frente.”
“Bueno, ¿a dónde vamos?”
“Ya lo verás. Ten paciencia, mi amor.”
El pulso de Elliott saltó de cariño. “Sabes que no tengo paciencia
cuando se trata de ti. Especialmente cuando tienes tus manos sobre
mí.”
Lauren deslizó su mano por el muslo de Elliott. “Paciencia. Te
prometo que haré que tu espera valga la pena.”
“Sabes que eso me vuelve loca.” Elliott quería hacerle el amor a
Lauren aquí, ahora mismo, sobre su escritorio. Pero eso sería
indecoroso en horario de trabajo. Tiró de las riendas de sus hormonas,
recogió sus cosas y le dijo a una sonriente Teresa que se iba por el
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resto del día, y debidamente escoltó a su amante a los ascensores.


Diez minutos después se detuvieron en un pequeño complejo de
oficinas. Los coches estaban estacionados frente a los diferentes
negocios, los cuales estaban agrupados alrededor de un pequeño patio.
“¿Qué estamos haciendo aquí?” preguntó Elliott desconcertada.
“Ven conmigo.”
Las mujeres salieron del coche y Lauren tomó la mano de Elliott
y tiró de ella hacia la parte trasera del patio. El paso de Lauren se
apresuró mientras se acercaban a una oficina vacante, y preguntó,
“¿Recuerdas a Marcie Webster?”
“¿La aplanadora del Sur? ¿Cómo podría olvidarla?”
Lauren se echó a reír. “Bueno, en esa oportunidad me contó...”
“¿Lauren?” Elliott leyó la plantilla en la puerta principal.
“Rechacé la oferta de Powell y Powell.” Le habían ofrecido el
puesto de socia en una de los más prestigiosos Estudios de Abogados
en la zona. Lauren apretó mas fuerte la mano de su amante. “Quiero
ayudar a la gente. Quiero ayudar a las mujeres y los niños que no
pueden ayudarse a sí mismos. No puedo hacerlo desde detrás de un
gran escritorio a cincuenta y tres pisos sobre el suelo. Quiero trabajar
para gente a la que no le importa con quién me acuesto, sino sólo
cómo puedo ayudarlos. Quiero hacer una diferencia en la vida de la
gente.”
La mirada de emoción y convicción en los ojos de Lauren era
exactamente la expresión que Elliott creía que pertenecía a ellos, y se
sintió superada por el amor a esta mujer fuerte, apasionada. La recogió
en sus brazos y le susurró: “Te quiero, Lauren” justo antes de besarla.
“Y me siento orgullosa de ser tu pareja. Ahora dame un recorrido.”
Antes de que abriera la puerta a su futuro, el futuro que
compartiría con la mujer que amaba, Lauren pasó ligeramente la mano
sobre las letras:
Lauren Collier, Abogada
Especializada en la Práctica de la Ley para Mujeres Y Niños
Julie Cannon Come and Get Me

FIN

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