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LO ESENCIAL

¿Alguna vez estuviste buscando algo por mucho rato, para terminar
descubriendo que todo el tiempo lo tenías frente a ti? ¿Por qué
piensas que nos ocurre eso?

Eclesiastés 1.14, NVI: “He observado todo cuanto se hace en esta


vida, y todo ello es absurdo, ¡es correr tras el viento!”

INTRODUCCIÓN
Todos los sere humanos tenemos la capacidad de concentrarnos. La
concentración es muy necesaria y provechosa, pero que a veces
hace que nos enfoquemos tanto en una cosa, que olvidamos todo lo
demás. Es fácil aveces enteretenernos y distraernos

DETENERSE UN POCO
Somos seres curiosos; nos perdemos en los detalles, nos
entretenemos, nos distraemos, al grado que en el camino que hemos
decidido tomar, ¡se nos olvida hacia dónde vamos! Estamos tan
ocupados en las tantas obligaciones que tenemos; el trabajo, los
estudios, el pago de la hipoteca, las facturas, las tarjeta de crédito, los
mensajes electrónicos... que nunca nos detenemos a pensar en el
porqué hacemos todo eso.

BÚSQUEDA INÚTILMuchas veces andamos con tantas cosas en


nuestra cabeza, que terminamos desorientados, y perdemos de vista
lo que es realmente importante. La gran pregunta es, ¿como evitarlo?
¿Cómo no dejar de tener claro lo esencial? ¿Cómo no perder de vista
el verdadero objetivo? Necesitamos parar en algún momento, y
pensar en esto. El escritor del libro bíblico Eclesiastés o El Predicador
—el rey Salomón— se detuvo en este asunto y escribió que todo lo
que sucede en este mundo es una vana ilusión, un absurdo total.
¿Será cierto eso? Parece que sí. Salomón describe de inmejorable
forma lo que a todos nos pasa, diciendo que buscar el sentido de la
vida “es como intentar atrapar el viento”; y en determinado momento
de su vida, ya cansado de tanta búsqueda infructuosa, escribe lo
siguiente: “Consideré todas mis obras y el trabajo que me había
costado realizarlas, y vi que todo era absurdo, un correr tras el viento,
y que ningún provecho se saca en esta vida.”Eclesiastés 2.11,

NVI.LO REALMENTE IMPORTANTESi leemos Eclesiastés


completo, encontraremos que Salomón vivió preguntándose por el
sentido de la vida, por la razón de su existir. Él gastó mucho tiempo y
dinero construyendo mansiones, conquistando territorios,

consiguiendo esclavos, juntándose con buenas y malas compañías;


pero al final de todo, se dio cuenta que seguía sin saber qué era lo
realmente importante, qué era lo esencial. No es sino hasta el final de
sus años, de su nutrida experiencia, que Salomón descubre que lo
más importante en nuestra efímera existencia es agradar a Dios: “El
fin de este asunto es que ya se ha escuchado todo. Teme, pues, a
Dios y cumple sus mandamientos, porque esto es todo para el
hombre. Pues Dios juzgará toda obra, buena o mala, aun la realizada
en secreto.” Eclesiastés 12.13-14, NVI.Lo que este rey sabio dice es
algo muy serio, y absolutamente cierto. Jamás se nos debería olvidar
que todos daremos cuentas a Dios acerca de lo que hemos hecho
durante nuestra vida. Nunca deberíamos perder de vista el hecho
innegable de que existimos para buscar a Dios, para conocerle,
obedecerle y honrarle; dándole la gloria en todo cuanto hacemos
(Isaías 43.7, 1ª Corintios 10.31).

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